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EL PRÍNCIPE POSMODERNO: UNA CRÍTICA DE LA RAZÓN POPULISTA Por Wittgenstein-Adrianus

“ El príncipe , una de las obras capitales de la teoría política moderna, fue escrita en el verano de 1513, como un intento del pensador florentino Nicolás de Maquiavelo (1469-1527) de congraciarse con los Médici, nuevos dueños de la ciudad de Florencia tras la caída del régimen republicano. Tras abortarse un intento de conspiración republicana contra el nuevo régimen, Maquiavelo es apresado,torturado y acusado de conspirar contra la nueva autoridad. Ya liberado de la sospechas que recaían sobre él, se retira a la villa de San Casiano, cercana a Florencia, donde comienza la redacción de sus dos grandes obras políticas. En ellas plasma , por un lado , todas sus experiencias como diplomático adquiridas al servicio de la República de Florencia y durante su estancia en la Corte Francesa , y por otro lado hace una de las defensas más apasionadas y brillantes, que se hayan hecho jamás, sobre las bondades del régimen republicano. Se trata de las obras “ El príncipe” y los “Discursos sobre la primera década de la vida de Tito Livio”. La primera, escrita a la manera de la literatura de los espejos para príncipes, constituye un análisis empírico de las transformaciones políticas que estaban sucediendo en el renacimiento italiano. “ El príncipe” es una obra capital para entender fenómenos políticos como el surgimiento del Estado como nueva forma de poder político , que viene a sustituir al Imperio y a la Iglesia como referentes del medievo, la emancipación de la política de la moral o el nacimiento del príncipe como héroe político por antonomasia. En “El Príncipe” Maquiavelo se configura como un notario de hechos históricos que acontecen a finales del siglo XV y principios del siglo XVI en la península itálica, amenazada por la lucha entre dos grandes potencias; los reinos Hispánicos y la monarquía Francesa de los Capetos , en pleno proceso de expansión por Italia. “ Los Discursos” son una obra de naturaleza histórica, donde Maquiavelo, inspirándose en la Historia de los primeros siglos de Roma, escrita por Tito Livio (59ac-17dc), analiza las causas del auge y del declive de la república romana. Según las interpretaciones canónicas sobre Maquiavelo hay una contradicción esencial entre las dos obras. En “ El príncipe” Maquiavelo defiende un régimen unipersonal , autoritario y realiza una exposición elogiosa de la amoralidad y de la cultura del éxito en la política ( la racionalidad instrumental en palabras del propio Marcuse ). En “Los Discursos”, en cambio defiende el gobierno popular republicano y la libertad política. Se ha debatido mucho sobre la supuesta incompatibilidad entre las dos grandes obras del pensador florentino. Para la interpretación mayoritaria “ El príncipe” es una obra de circunstancias, que no refleja las convicciones profundas del florentino. La verdad es que como muy bien apunta Gramsci1 o Toni Negri2 hay una continuidad esencial entre las dos obras, en la medida en que ambas hablan de la constitución del poder, de como la “potentia” se convierte en “potestas”, de cómo se configuran los cambios políticos o usando la terminología del filósofo de la ciencia Thomas Kuhn de cómo cambian los paradigmas de la política. Las líneas que siguen están inspiradas en esa idea maquiavélica 3 que plantean intérpretes contemporáneos, como el pensador francés Claude Lefort, según la cual el maquiavelismo consistiría en una manera de presentar la lógica política en su propia dimensión consecuencialista 1

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Antonio Gramsci realiza en su obra “ El moderno príncipe” una lectura metafórica del principe como símbolo del nuevo partido comunista. Toni Negri considera “ El Príncipe” como la primera formulación moderna del poder constituyente en su obra del mismo título. No uso el término maquiavélico en el sentido corriente que refleja el DRAE “ modo de proceder con astucia, doblez y perfidia”

“ El príncipe; crítica de la razón populista” se plantea , siguiendo esa lógica maquiavélica, como una guía conceptual sobre el renacer del populismo, entendido como una enésima manifestación del ataque de la extrema izquierda a la racionalidad ilustrada y democrática. Un populismo que se dice de "izquierdas" pero que instrumentaliza todas las luchas emancipatorias de la misma, que utiliza las luchas sectoriales de la nueva izquierda y las pone al servicio de una lógica política destinada al asalto del poder democrático. Un planteamiento político donde el pueblo es una pura construcción discursiva y que busca la recuperación del liderazgo carismático propio del fascismo. Un Populismo, que en definitiva sólo quiere la sustitución de la democracia liberal representativa por una forma iliberal de identificación plebiscitaria con el líder y su partido. Que ciudadanos más instruidos y cercanos al conservadurismo o al liberalismo se opongan al nuevo populismo es claro; éste no oculta sus ropajes izquierdistas. Que ciertas personas de izquierdas lo apoyen es comprensible también, pues el “nuevo” populismo se “viste” con ropajes de izquierdas que no obstante no pueden ocultar la desnudez de su programa. Con el populismo ocurre algo parecido a lo que nos narra de Hans Christian Andersen en su cuento" El traje del nuevo emperador", El Príncipe populista no está tampoco vestido, sólo hay una alucinación colectiva que sustenta la creencia en los “bellos ropajes” del mismo.Una creencia colectiva, un tanto irracional, que profesa una adhesión inquebrantable hacia un nuevo credo político; el del populismo. Al igual que Maquiavelo explica cómo nacen, se desarrollan y mueren los principados, en este escrito se habla del populismo, como el “nuevo príncipe de la posmodernidad”.El nuevo príncipe no usa ejércitos, le bastan las urnas y los medios de comunicación. Como buen “posmoderno” concede un papel exorbitante al discurso, de forma que la sociedad y la cultura son puro discurso para él. Es un príncipe que no necesita un pueblo que lo siga, lo “construye” con su discurso. Tampoco conoce más historia que la que él escribe. Sin embargo comparte con “El príncipe” de Maquiavelo su obsesión por el poder, para ambos la racionalidad carece de eficacia sino es una mera estrategia de poder y de exclusión, que se define más por lo que excluye que por lo que afirma. Para el nuevo príncipe posmoderno todo proyecto de emancipación social no es más que un discurso sobre el poder, de puro relativismo y de disolución de la verdad.

Gracias a Fernando, Dalia y Dianne este ensayo se ha elaborado.

IN MEMORIAM PILAR CASTAÑÓN ADALIA, abuela y maestra de la vida.

EL PRÍNCIPE POPULISTA

Gramsci realizó una lectura metafórica de “El príncipe de Maquiavelo” en un contexto histórico y político determinado; la crisis del primer estado liberal de entre guerras y la derrota del comunismo frente al fascismo en Europa de los años treinta. Fernández Buey habla del príncipe posmoderno para referirse a la necesidad de resucitar a Marx sin los aditamentos y glosas del marxismo en el contexto del la crisis del pensamiento comunista tras la caída del muro. En ambos autores hay una reivindicación de “El príncipe “ de Maquiavelo como quinta esencia del realismo político, frente a la tentación de sucumbir a lecturas esencialistas y normativistas de la política. La política sigue siendo, quinientos años después de la elaboración de la obra del florentino, una actividad humana que tiene mucho que ver con el poder; su conquista, su conservación y su pérdida. Al igual que Maquiavelo teorizó sobre la decadencia del mundo medieval y su visión normativista de la política, propugnando una visión realista del poder y su materialización institucional en el Estado. Gramsci teoriza sobre el declive de la visión cientificista del marxismo y su rígido materialismo histórico, en un contexto de crisis del estado liberal. El marxismo debía trasmutar en un nuevo príncipe capaz de conquistar ese nuevo estado surgido de las cenizas del fascismo.

Fernández Buey apunta al renacer de Marx en el contexto de la crisis del paradigma neo-liberal del estado. Frente a la experiencia de la derrota del marxismo soviético y a la defunción de la utopía de mayo del 68, la izquierda radical contempla impotente el triunfo global del neo-liberalismo político y económico, el triunfo del historicismo de Fukuyama y su “fin de la historia”, el auge del neoconservadurismo de los Michael Novak y Robert Kagan con su reivindicación del neotradicionalismo religioso, el imperialismo y la defensa cerrada del libre mercado. Frente a esta ofensiva en toda regla que cuestiona su hegemonía cultural, cuyo mayor triunfo vendría representada por la contra-cultura de mayo del 68, la izquierda ,que reniega de la síntesis de elementos liberales, democráticos y social-demócratas materializada en el llamado Estado del bienestar, plantea una triple acción política de respuesta con la que recuperar la hegemonía perdida: el renacer de Marx sin viejos dogmatismos, los comunismo liberales y la lógica populista. De las tres formas de reacción, la lógica populista es la que está mejor pertrechada para el éxito, debido a que sabe explotar mejor el poder seductor de la utopía izquierdista; a través de la gestión de la ira y el resentimiento, la colonización del lenguaje y del sentido común y su capacidad para articular frentes de acción muy amplios ( lo que Ernesto Laclau llama lógica equivalencial).

De entre todas las teorizaciones sobre el fenómeno populista, la que ha logrado una lectura más productiva del fenómeno populista para los intereses de la izquierda es la visión posestructuralista de Laclau. Él parte de una visión estructuralista de los fenómenos sociales, entendidos no como acciones comunicativas de sujetos sociales ( Habermas), ni como una auto-poiesis autoreferencial

del sistema social ( Luhmann), sino como un conjunto de prácticas discursivas no referenciales ( no vinculadas a una realidad objetiva de la que reciban su sentido), muy heterogéneas entre si y que alcanzan su inteligibilidad a través de su interdependencia mutua. Como buen discípulo de Derrida y posestructualista, Laclau afirma el carácter no cerrado y siempre inestable de la estructura social, siempre en continua mutación en sus contornos. Las distintas prácticas discursivas sociales alcanzan su configuración a través de su oposición a un elemento ajeno a ellas mismas, que Laclau identifica con estructuras institucionales propias del Estado del bienestar en crisis, incapaces de dar una respuesta coherente a una multiplicidad de demandas tan heterogéneas en un contexto de crisis del capitalismo posfordista. Una de esas demandas sociales ( significante vacío), en virtud de su carácter indefinido, tiene la virtualidad de poder crear, entorno a si, una cadena con otros significantes que también tienen en común la oposición común a ese núcleo institucional en crisis. Este nuevo populismo se configura como una especie de príncipe posmoderno cuya acción política se basa en una ontología nómada, rizomática , en continuo cambio. Un ejemplo más concreto de la visión abstracta de Laclau lo encontramos en la propia experiencia histórica de la que él parte; la Argentina que recibe a Perón tras su exilio , con dos bloques "peronistas" de izquierdas y de derechas que esperan la llegada de Perón para obtener una satisfacción de sus demandas de cambio político. Otro ejemplo lo encontramos en la propia articulación del populismo español de Podemos, formado por elementos muy heterogéneos que van desde el nacionalismo periférico, pasando por el troskismo, la izquierda anticapitalista o las clases medias desencantadas con la gestión de la crisis económica española entre 2008-2014. No deja de resultar curioso que uno de los argumentos más utilizados contra podemos sea el carácter contradictorio del propio movimiento o lo cuestionable de muchas de sus alianzas ( ayatolas iraníes , la Rusia de Putin o la Venezuela de Chávez..) Usando una metáfora a nuestra metáfora cinematográfica ,a la que nos referiremos después, acusar a Podemos de contradictorio es tanto como acusar a un vampiro de succionar la sangre de sus víctimas. Es puramente tautológico, tanto como afirmar que 2 es igual a 2. La lógica populista equivalencial parte de esa contradicción esencial, sobre la base de la cual cabalga. No se mueve en términos de una lógica binaria de verdadero/ falso. En el caso del populismo ello obedece a una doble vertiente, por un lado a ese trasfondo postestructuralista al que nos hemos referido antes y también al trasfondo marxista ( Coletti) que siempre distinguió entre oposición y contradicción como categorías ontológicas diferentes. La contradicción sería según el marxismo de Coletti una categoría lógica, mientras que la oposición( dentro de la visión hegeliana del marxismo) sería un momento opositivo en una totalidad más amplia que culminaría en una síntesis globalizadora y superadora de esa momentánea oposición. Regis Debray en su célebre obra “crítica de la razón política”(1983), de claros resabios kantianos,analiza los paralogismos de la razón política en su búsqueda incesante de la utopía política. Para el pensador francés la razón política busca trascender los límites de lo institucionalmente constituido para plantear lo abiertamente imposible, lo puramente utópico. Esa es la razón última de que todo proceso revolucionario esté abocado al fracaso, pues la razón política siempre persigue una utopía mayor que le lleve más alla de toda inevitable institucionalizacion de lo político. Esta idea de lo político como busqueda incesante de lo utópico, de realización de lo imposible y cuestionamiento permanente de todo orden social, económico o político dado es el eje fundamental sobre el que se construye el discurso populista y que está en la base de la teorización de lo político que realizan alguno de los referentes intelectuales del socialismo del siglo XXI, como Chantal Mouffe o Claude Lefort.

Podemos valernos de un ejemplo sacado de la historia del cine para entender esa fascinaciónrepulsión que ejercen las ideas comunistas en nuestras sociedades. La productora de películas Hammer reinventó el género de terror en los 50's y los 60's, rescatando del olvido y actualizando los grandes mitos del género ( el vampiro, el hombre lobo, Frankenstein...) dotándolos de mayor

eficacia visual y de una estética más cercana a la nueva cultura popular, pero sobre todo recuperó la idea del miedo-fascinación-atracción hacia todo aquello que nos resulta repulsivo. El vampiro es el arquetipo de lo prohibido , de lo transgresor, es el muerto viviente que nos arrebata la vida mortal con la promesa de la eterna felicidad de una vida inmortal. El comunismo actúa según la misma lógica del “Noseratu”, es otro “gran muerto viviente, “el que también nos arrebata la insustancialidad de la existencia burguesa para conferirnos una existencia libre, en una sociedad sin clases . La “realidad” de la existencia en el “paraíso” socialista asemeja bastante poco a lo descrito por la escatología marxista, pues se trata de una vida esclava y desgraciada, siempre al servicio de la burocracia del partido único, en unas condiciones de desigualdad material mucho peores que aquellas que buscaba erradicar. Por otro lado, el comunismo es otro Nosferatu, otro muerto en vida, necesitado de nuestra “hemoglobina” política( nuestro deseo insatisfecho de vivir en la utopía) para continuar su eterno peregrinar. Es un dios en la sombra,un nuevo “ Deus mortalis”, usando la metáfora de Hobbes. El comunismo pretende acelerar la muerte del capitalismo( inexorable evidencia es que todo muere, el capitalismo también decía Marx) para otorgar una vida “inauténtica” en la propia muerte comunista. El vampiro de la Hammer, como el comunismo, puede ser destruido pero nunca muere, siempre renace, encuentra nuevas formas de encarnación, nuevas criaturas en las que materializarse para seguir extendiendo su dominio sobre la muerte en la vida. El comunismo, como el vampiro, siempre renace por el anhelo humano de trascender lo finito, lo mortal, por la necesidad de la utopía de trascender la finitud y la caducidad de lo natural, de todo lo creado e inventado, por el deseo insatisfecho de hacer lo posible de lo imposible, de cuestionar y cambiar lo dado. El comunismo, como el vampiro, cede ante aquello que sí tiene el poder de revertir las cosas a su orden natural, de hacer que lo muerto siga muerto y lo vivo siga vivo. De mantener por siempre separado lo natural y lo artificial. El crucifijo es el símbolo que la hace presente al vampiro la realidad de que hay un único capaz de revertir su temporal poder sobre la muerte y su apariencia de vida. El símbolo que hace retroceder al comunismo es el principio de realidad, pero al igual que sólo el que cree puede blandir el crucifijo ante el vampiro con eficacia, sólo aquel que de verdad cree que lo imposible es imposible puede derrotar al comunismo. El que no cree en el poder destructor de la realidad sobre las utopías jamás puede derrotar el comunismo. Esta visión metafórica de la “lucha” contra el poder seductor de las ideas del comunismo nos muestra la razón última del triunfo de las ideas colectivistas y del revanchismo social que anidan en los idearios de la nueva izquierda. Por un lado los liberal-conservadores han dejado de creer en la superioridad retórica de sus ideas y se conforman con permanecer cómodamente instalados en los márgenes de la corrección política y en el no cuestionamiento de la superioridad de las ideas colectivistas y en los numerosos “dogmas” que plantean los nuevos “ismos” de izquierdas. Hay otra pequeña parte, de liberales ultra-montanos, que vive instalada en un su torre de marfil intelectual esperando el Apocalipsis colectivista que instaure el reino anti-estatista en la tierra. Estos “liberales” académicos viven instalados en una especie de “complejo de profeta Oseas “. Al igual que en el libro del antiguo testamento se incidía en que la fidelidad a Yahveh procedía de la experiencia del “desierto”, de la “cautividad” en la idolatría y en que la fidelidad a la alianza sólo provenía de la experiencia previa de la infidelidad en la alianza, los nuevos liberales académicos afirman que sólo el “populacho” renegará del pernicioso colectivismo cuando haya experimentado sus tóxicos efectos en el tejido social. Una sociedad sólo se inmunizaría frente a los excesos del populismo por medio de una “vacunación” ( sociedades más ilustradas o liberales) o por medio de una “infección” previa del “virus” populista en su tejido social( sociedades menos desarrolladas)

El pensamiento liberal-conservador sigue anclado en una forma de pensamiento que Derrida califica de “arbórea”, basada en la metáfora cartesiana del saber como un árbol con sólidos cimientos. De nada sirven razonamientos apodícticos en política, donde rigen verdades puramente retóricas. Entre dos regímenes heterogéneos de discurso político rige una regla de inconmensurabilidad ( Lyotard).

No hay una "regla universal" que determine un apriori de la verdad o falsedad de un juicio político. Las supuestas "verdades" políticas son puras verdades retóricas que se basan en la regla de la persuasión de la mayoría. Esto lo saben bien los nuevos populistas y lo desconocen en los partidos "tradicionales" ( a la izquierda y la derecha de la línea imaginaria del folclore progresista). Por eso da igual lo que se argumente , diga o reflexione sobre las cosas dichas en la política. Veinticuatro horas de exposición en los medios de masas valen más que millones de raciocinios apodícticos. Frente a la superioridad material de medios y horas televisivas de la corrección política de los “mass media", sólo caben leves destellos de reacción airada, por parte de aquellos que ejercen de "francotiradores" de las ideas. Frente a la disciplina de partido y exaltación de las bondades intrínsecas de las agendas ocultas de los organizaciones políticas verticales,otros proponemos adentrarse por las sendas del cuestionamiento de los dogmas como la única manera efectiva de plantar cara al “príncipe posmoderno” cuya forma de hacer política se basa en una ontología nómada o rizomática de corte Deleuziano, según la cual el ser deja de concebirse en términos de estabilidad e identidad con el modelo ( Platonismo), para pasar a ser repetición infinita e iteración inagotable de sentidos ( huellas). Un ser concebido en término de inmanencia y univocidad absoluta, irrepresentable según las categorías tradicionales de la sustancia y del accidente. Es por ello que enfrentarse al posmoderno príncipe populista con las solas armas del raciocinio cartesiano es una tarea estéril. Sin entrar en su juego de inestables equilibrios y metáforas imposibles, todo intento de demostrar apodícticamente la inviabilidad práctica de la utopía está condenada al ostracismo y a la irrelevancia en la lucha por la reapropiación del espacio cultural, hegemonizado por el posmarxismo de corte populista. Presentar lo aporético de la propia aporía populista, trascendiendo los límites del razonamiento lineal y la argumentación discursiva y analítica debe ser la línea a seguir..

EL RENACER DEL POPULISMO

El populismo es un fenómeno político muy antiguo, algunos politólogos e historiadores lo remontan a los tiempos de la Roma Republicana, cuando importantes personalidades como la familia de los Gracos4 , Julio César5, Mario6 o Catilina7 se apoyaron en el denominado partido popular para oponerse al partido aristocrático e iniciar políticas de corte popular destinadas a lograr un reparto de las tierras más equitativo o un alivio de la situación de los deudores. Algunos incluso se remontan a tiempos más antiguos y señalan a los míticos legisladores griegos, como Solón, y a la clase de los tiranos como antecesores de los populistas. No obstante el populismo en sentido estricto es un fenómeno mucho más moderno, generalmente asociado a regímenes políticos surgidos en la América Latina y vinculados a formas de gobierno que buscan luchar contra la opresión imperialista de los EEUU y que preconizan una redistribución de la riqueza, generalmente en manos de élites 4

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Importante familia de la Roma republicana que durante el siglo II ac intentó, desde el tribunado de la plebe, implantar ambiciosas reformas sociales. Julio César ( 100-44 Ac) líder militar y político del final de la república romana cuya dictadura puso fin a la república romana. Cayo Mario ( 157-86 AC) político y general romano. Fue cónsul hasta en siete ocasiones . Reformó el ejército para permitir a las clases populares acceder a la ciudadanía romana. Lucio Sergio Catilina ( 108-62 AC) Político romano de la época de las guerras civiles. Procedía de una familia patricia, aunque arruinada. Militó en el partido popular o democrático, enfrentado al grupo oligárquico que representaba Cicerón; tanto éste como Salustio (de similar tendencia política) nos han hecho llegar la imagen de Catilina como personificación de una juventud inmoral, atribuyéndole los rasgos del político corrupto y ambicioso.

criollas. Prescindiendo del debate acerca de sí los libertadores hispanoamericanos , tan dados al cesarismo político, eran o no populistas, el origen del populismo hay que situarlo en ciertos gobiernos latinoamericanos del siglo XX. Gobiernos como los de Hipólito Yrigoyen8, Marcelo Alvear9, Juan Domingo Perón10 en Argentina, los de Getulio Vargas11 en Brasil o el de Rafael Ángel Calderón12, en Costa Rica son ejemplos de populismo, que ha tenido un peso importante en el desarrollo político de muchas de estas naciones. El populismo es un fenómeno político muy controvertido en el seno de la ciencia política. En primer lugar se discute sobre si se trata de un fenómeno global o una forma peculiar de gobierno latinoamericana. Hay quienes, como el pensador argentino Ernesto Laclau, han visto ejemplos de populismo en diversas partes del mundo, como pueden ser los EEUU o la Francia del final del II imperio13. Otro aspecto muy controvertido del populismo es el debate sobre el carácter patológico del mismo respecto de los sistemas políticos. Politólogos como Abts o Rummens ven en él una forma de degeneración y ruptura democrática. De hecho no faltan quienes, como el sociólogo argentino Di Tella, lo emparentan con el fascismo. Otros como Laclau lo ven como un fenómeno esencialmente democrático. El carácter híbrido del mismo es puesto de manifiesto por el autor postmarxista Korstanje quien destaca el carácter democrático del mismo en sus momento iniciales, pero destaca también el peligro que supone para la estabilidad política de los estados en los que se instala, una vez que las políticas populistas conducen a altos niveles de desinversión y fuga de capitales.

El politólogo chileno Raimundo Frei distingue tres grandes fases históricas del populismo. La primera se situaría entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, cuando el populismo se vincula con la aparición de partidos políticos agraristas ( Los Narodniki14 de la Rusia Zarista o el People's Party15 norteamericano) cuya acción política se dirige a pedir una mayor presencia de los intereses de los pequeños propietarios en la vida política y en la denuncia de los cauces 8

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Hipólito Yrigoyen ( 1853-1933 ) Presidente de la república Argentina en dos ocasiones ( 1916-1922) y ( 19281930) Representante del partido Unión Radical Cívica, entre sus logros se destacan la gran expansión económica que conoció el país a principios de siglo , la instauración del sufragio univeral en el país y las medidas de alfabetización del país. Sin embargo su legado resulta muy controvertido por su megalomanía, la instauración de clientelismos políticos, la represión de la disidencia y la política comercial del país . Marcelo Torcuato de Alvear ( 1868-1942), líder del partido radical argentino intentó conciliar la división en dicho movimiento entre los Yirgoyenistas y los personalistas. Juan Domingo Perón ( 1895-1974), político y militar argentino. Fue presidente electo de Argentina hasta en tres ocasiones ( 1946-1952) y en 1952 para un mandato que no pudo terminar , debido a que fue derrocado por un golpe militar del 16 de Septiembre de 1955, y una tercera en 1973, después de dieciocho años de exilio que no pudo completar por su fallecimiento. Logró articular un movimiento político , el peronismo, capaz de articular apoyos que iba desde el sindicalismo de corte socialista, hasta planteamientos cercanos a la democracia cristiana, un ideología de contornos indefinidos, aglutinada en torno a la mitificación de su figura y su primera esposa ( Eva Perón), caracterizada por políticas de corte social-populista, inspiradas en la idea de la “justicia social”, que lograron clientelizar el voto, configurando de este modo un movimiento político cuya lógica consiste en perpetuarse en el poder y caracterizada por una gran fidelidad hacia la personalidad carismática del líder. La teorización que del populismo, como lógica política, que hace el pensador Ernesto Laclau es , en gran medida, tributaria de la experiencia política peronista. Gertulio Vargas ( 1882-1954) , presidente del gobierno de Brasil hasta en cuatro ocasiones, tanto bajo la fórmula constitucional , como baja la forma autoritaria del “Estado Novo” ( dictadura militar encubierta). Fue el verdadero creador del populismo en Brasil. Rafael Angel Calderón Fournier ( 1949- ) político y presidente de Costa Rica Laclau en su obra “ La razón populista” alude a multitud de ejemplos tomados de diversas épocas y lugares con las que sostener su visión discursiva y democrática radical del populismo Movimiento popular urbano de corte romántico que surgió en la Rusia Zarista en torno a la década de los 70's del siglo XIX, que se caracterizaba por su oposición al absolutismo zarista y a la industrialización del país Partido político de los EEUU surgido en 1891 a partir de las ideas Jeffersonianas de la democracia agraria. En su programa político figuraba la elección directa de los senadores, el voto femenino, la progresividad de los impuestos , el referendo popular y la lucha contra la burocratización del Estado.

institucionales , de corte representativo, como inadecuados para cumplir dicha función. Se trataba de una forma de populismo que reivindicaba una visión romántica de la sociedad, heredera del anti-industrialismo de Rousseau y de las ideas republicanas jeffersonianas y harringtonianas, para las que la noción de pueblo tenía una semanticidad precisa; una apelación hacia los valores tradicionales de la comunidad. Este es un populismo que refleja la tensión entre las estructuras representativas del siglo XIX, altamente despersonalizadas y burocratizadas, frente a las nuevas exigencias democratizadoras Una segunda fase se situaría en el área geográfica latinoamericana y coincidiría en el tiempo con el periodo que va desde la crisis financiera de 1929 hasta el triunfo del monetarismo ,como doctrina económica a finales de los años setenta. Se trataría de gobiernos dirigidos por líderes carismáticos, que postulaban políticas económicas intervencionistas, tanto para modernizar las estructuras productivas de los mismos, como para paliar los efectos de las crisis cíclicas del capitalismo. Figuras como el general argentino Juan Domingo Perón o Vargas en Brasil serían representativos de dicha tendencia. La crisis de 1929 dejó sentir sus graves efectos no sólo en las naciones más industrializadas sino también en la periferia. En especial América Latina sufrió las consecuencias ya que los tradicionales mercados, a los que iba destinada la actividad exportadora de estas naciones, se vieron muy perjudicados por el alto desempleo y déficit público. Frente a esta necesidad de cambiar su modelo de organización económica, las burguesías industriales y comerciales de estos países apoyaron soluciones de compromiso entre el fascismo , entonces en auge en el periodo de entre guerras, y las soluciones democráticas. Países como Brasil o Argentina apoyaron gobiernos con fuertes liderazgos carismáticos que propugnaban una fuerte intervención pública del estado en la economía, el corporativismo como mecanismo de solución de los conflictos de clase y una política que favoreciera a las clases populares en detrimento de las oligarquías locales. Según el sociólogo argentino Gino Germani, estos populismos habrían constituido el instrumento de acceso a la modernidad capitalista en dichos países.

La tercera fase del populismo vendría determinada por lo que podríamos llamar un populismo basado en una determinada lógica de la acción política. Dicha forma de populismo vendría a ser una ideología heredera de los rescoldos del fracaso de las doctrinas marxistas en América Latina. Durante la segunda mitad del siglo XX, en numerosos países del continente americano se desarrollaron movimientos revolucionarios de base maoísta , que pretendían llevar a cabo una lucha armada contra las dictaduras militares, herederas en último término de estructuras de dominación criolla surgidas con los procesos de independencia de la metrópoli española, y contra el imperialismo norteamericano, que apoyaban dichos gobiernos autoritarios, en tanto en cuanto servían a los intereses de los EEUU. Las políticas de corte liberal de dichos gobiernos autocráticos tampoco habrían resuelto los problemas de desigual distribución de la renta y niveles de subdesarrollo en dichos países, lo cual servía de terreno abonado para la propagación de las ideas marxistas y maoístas en el continente americano.

Dichos movimientos ( montoneros, sandinistas, sendero luminoso, FARC...) bebían tanto del marxismo militarizado maoísta, como de lecturas indigenistas del pensamiento socialista ( Mariátegui16, Sandino17) , así como de la” exitosa” experiencia revolucionaria cubana. Todos estos 16

José Carlos Mariátegui ( 1894-1930) periodista y pensador político marxista peruano. Autor de los célebre “ Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana”, de gran influencia en el desarrollo del pensamiento marxista en el cono sur. En dicha obra realiza una esperpéntica aplicación del materialismo histórico a la historia del Perú. Glorificando el pasado “ socialista” del Imperio Inca ( uno de los más crueles y estratificados de la historia) y

movimientos terminaron resultando derrotados ya sea militarmente o políticamente18. Esta experiencia llevó a muchos antiguos combatientes e intelectuales de dichos grupos a teorizar sobre las causas del fracaso de la revolución ( Álvaro García Linera19, Ernesto Laclau20, Boaventura de Sousa21...) y a adoptar posiciones cercanas al postmarxismo con las que plantear alternativas que se opusieran tanto al marxismo clásico, como al demo-liberalismo22. En mi opinión una visión diacrónica del fenómeno del populismo resulta inadecuada por la variedad de fenómenos populistas existentes23 y debido a que en el populismo hay una especie de sedimentación, de forma que conviven elementos del pasado, junto con elementos nuevos. En todo populismo hay presente una apelación al pueblo, como árbitro supremo que puede dirimir un conflicto político24, también hay una tendencia a reivindicar la democracia directa, como forma de gobierno de la identidad, frente a la imperfecta democracia indirecta o representativa25.

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contraponiéndolo a la opresión capitalista impuesta por los españoles, que en otras ocasiones ( con notable imprecisión conceptual) es calificada como de “feudal”. También es el difusor de la tesis a cerca del carácter económico de los procesos de independencia respecto de la metrópoli española. Augusto César Sandino ( 1895-1934). guerrillero nicaragüense que luchó contra las intervenciones norteamericanas en el país durante el primer tercio del siglo XX. Pese a que su figura fue instrumentalizada por la izquierda de corte marxista, Sandino era más bien un liberal y un nacionalista. En la década de los 60's se constituye un frente de lucha, de corte maoísta ( Frente Sandinista de Liberación Nacional) que lucha contra la dictadura de la familia Somoza, que en 1979 lograría dar lugar a la llamada revolución sandinista. La proliferación de movimientos “guerrilleros” de corte marxista en América Latina , durante los años 60's y 70's, es amplísimo ( Frente Sandinista, FARC colombiano, Sendero Luminoso, MRTA peruano, MIR Chileno, Montoneros Argentinos....) http://www.laizquierdasocialista.org/el-marxismo-y-la-guerrilla. También “ El Fracaso de la guerrilla en Latino América “ Téofilo Ruíz Fernández. Álvaro García Linera ( 1962- ) intelectual marxista boliviano y vicepresindente del gobierno populista de Evo Morales Ernesto Laclau ( 1935-2014) historiador y politólogo argentino,exiliado en la universidad de Essex , desde donde con su compañera Chantal Mouffe ha realizado estudios relativos a la hegemonía y el discurso político desde la óptica del marxismo posestructuralista. Obras como “Hegemonía y Estrategia socialista” 1985 o “La Razón populista” 2005 son de referencia obligada para entender el nuevo populismo. Boaventura de Sousa Santos ( 1940-) sociólogo del derecho brasileño, intelectual de referencia en la configuración de sociologías no euro-céntricas y conocido activista del llamado Foro Social Mundial, auténtica nueva internacional socialista de corte neo-populista. La noción de demo-liberalismo la tomo del constitucionalista español Pablo Lucas Verdú, quien teorizó que dicha forma política sería el resultado de una síntesis entre el socialismo democrático y el liberalismo clásico. Una especie de compromiso surgida de la lucha tanto contra el marxismo imperante en los países del llamado socialismo real, como contra el fascismo dominante en la Europa de entreguerras. Una parte del presente ensayo se dedica a desmontar la tesis populista de la existencia de una supuesta cosmogónico neo-liberal anti-democrática que habría que combatir y sustituir por una verdadera democracia popular y radical. Frente a la crisis ( supuesta crisis más bien) de la democracia representativa se han propuesto dos alternativas. La democracia deliberativa de corte neokantiano, postulada por pensadores alemanes como Habermas o Apel y alternativas radicales de democracia ( la democracia autoritaria de Dussel, la democracia anarquista de Rancière, la democracia populista de Laclau) e incluso la propia negación de la idea de democracia por estar demasiado vinculada al propio capitalismo ( tesis de pensadores como Alain Badiou o Slavoj Zizek). En la actualidad el populismo, como consecuencia de la crisis de identidad del proyecto europeo y de la terrible crisis financiera del 2008, ha cobrado nueva vigencia. Junto al desarrollo y gran expansión del llamado socialismo del siglo XXI ( populismo de izquierdas), Europa también está conociendo un renacer del populismo, tanto de extrema izquierda ( Portugal, España, Grecia , Irlanda..) , como de extrema derecha ( Francia, Polonia, Hungría, Dinamarca, Holanda...) Esta es una idea claramente tomada del pensamiento del florentino Nicolás de Maquiavelo, quien realizó un exhaustivo análisis sobre la naturaleza de los conflictos políticos en su obra “ Discursos sobre la primera década de Tito Livio”. Maquiavelo analizó muy profusamente las claves del declive de la república romana y el papel de la apelación al pueblo como sujeto político revolucionario. Por otra parte la idea del pueblo como árbitro supremo que puede dirimir el sentido de una controversia puede rastrearse en la institución romana de la “provocatio ad populum” , creada por una lex Valeria del 504 ac dentro del contexto de las luchas entre los patricios y los plebeyos. En virtud de dicha institución, un ciudadano romano condenado a muerte podía invocar el parecer de la asamblea popular antes de que se hiciera efectiva dicha pena capital. Se trata de una idea con claras reminiscencias Roussonianas. El pensador de Ginebra pasa por ser uno de los mayores críticos de la democracia representativa. No obstante en su obra capital, “ El contrato social” , mantiene

En el presente estudio se propone la tesis, apuntada ya en 1970 por Ghita Ionescu y Ernest Gillner sobre el renacer del “fantasma” populista, de que el populismo no es un fenómeno político nuevo, sino un instrumento, altamente efectivo, con el que la izquierda radical persigue su “ajuste de cuentas particular” con el capitalismo y la democracia representativa, los grandes “vencedores “ morales de la caída del muro en 1989. El populismo presenta tres elementos que lo hacen muy interesante y efectivo contra el capitalismo y la democracia representativa. Por un lado , no se trata de una ideología, sino de una lógica política que permite articular discursos políticos muy diversos, incluidos aquellos aparentemente antagónicos, con lo cual permite movilizar a personas de un muy variado espectro ideológico y que encuentran motivos para el descontento con el capitalismo y la democracia representativa. De hecho el populismo consigue aprovecharse de la labor “erosiva” del sistema- mundo capitalista26, que diría Wallerstein, que han venido realizando movimientos anti-globalizadores, feministas, animalistas, partidarios de formas de democracia iliberales y en general de grupos anarquistas que no encuentran acomodo en la lógica representativa y economicista imperante. Todos esos “ismos” han sido bautizados, sarcásticamente , como “comunismos liberales”, en la medida en que plantean luchas emancipatorias sectoriales que no suponen un cuestionamiento de fondo de la lógica capitalista ( Zizek, Rancière). Frente a la marxismo clásico, que sigue instalado en la lógica del análisis del materialismo histórico27 y que no logra suscitar tantas adhesiones ya, el populismo tiene el atractivo de la no identificación clásica en el eje derecha-izquierda. La segunda nota, consecuencia de su indefinición ideológica, es su carácter “reactivo”. El populismo no propone nada nuevo, más allá de imprecaciones generales al gobierno del pueblo, presentes en otros discursos de democratismo radical, sólo plantea una enmienda a la totalidad del sistema; denuncia las insuficiencias representativas de las modernas democracias y el carácter poco redistributivo del sistema de producción capitalista actual ( “Lógica de la diferencia”, Laclau). En último lugar, el populismo basa su acción política en una visión estratégica y agonista de la política, una especie de lucha de todos contra el sistema injusto , cruel y despiadado. Con un uso altamente efectivo de la comunicación política28, el populismo busca erosionar las concepciones políticas dominantes en la sociedad, instalando un discurso demasiado crítico con el sistema y complaciente con mensajes imbuidos de demagogia y mesianismo. Para articular su crítica global, el populismo necesita identificar un “enemigo” al que imputar todas las injusticias y disfuncionalidades del sistema. El enemigo del populismo es el enemigo clásico de la izquierda radical; el capitalismo y la democracia representativa29.

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una posición ambigua , que bascula entre la nostalgia de la polis y su democracia directa y el reconocimiento de articular alguna forma de representación, eso si con correcciones ( mandato imperativo, posibilidad de revocación...) La teoría de los sistemas-mundo del sociólogo americano Inmanuel Wallerstein supone una actualización de las teorías clásicas del marxismo sobre el imperialismo. Se trata de rescatar la idea de que el crecimiento del centro del sistema de relaciones internacionales se hace a costa de la periferia. Que sigue viendo en la contradicción entre capital y trabajo la principal lógica de la acción política, Todas las formas de populismo tienden a enfatizar la identificación con el líder a través de estrategias de comunicación y marketing político. La Venezuela de Chávez, donde la televisión pública se convirtió en un apéndice del movimiento bolivariano, la política represiva del pluralismo informativo del presidente Correa en Ecuador o la tele-política de Podemos en España son ejemplos de la importancia que da podemos a la comunicación política, como instrumento de adoctrinamiento contra el “enemigo” capitalista. “Maquiavelo ante la gran pantalla” Akal.

EL “ENEMIGO” DEL POPULISMO: LA COSMOVISIÓN “NEO-LIBERAL” La filosofía escolástica permanecía anclada en la certeza del realismo ingenuo, cuando un pensador y matemático francés, de formación jesuítica, afirmó que hasta nuestras mayores certezas pueden ser erróneas. Sólo la indubitada evidencia de la subjetividad que duda es la certeza fundante de nuestro conocimiento. Kant rehabilitó el alcance de nuestra capacidad cognoscitiva pero limitándola al ámbito de lo fenoménico. Cuando la razón se embarca en quimeras metafísicas desbarra y circula por los senderos dominados por los sofismas y las aporías varias. Se da la curiosa paradoja de que la “nueva izquierda”, de filiación posmodernista30 y postestructuralista31, ha periclitado el sueño kantiano del sujeto fundante de la objetividad y la certeza. Si el sujeto es una máscara que oculta una voluntad de poder nietzscheana o simplemente una ficción necesaria del sujeto trascendental lacaniano para la auto-reproducción simbólica del orden capitalista ( Zizek), solo caben dos alternativas posibles. Una es considerar, en la línea de Lyotard, que la verdad es una quimera, un discurso imposible sobre una realidad fluctuante y siempre cambiante. Sólo nos queda el cinismo y el relativismo, una vez que todos los meta-relatos ( liberales, religiosos o marxistas) han entrado en crisis terminal. La otra opción es volver al platonismo o la idea explorada por Frege y Popper de la existencia de un tercer reino, de significaciones ideales puras, donde residiría la verdad. Una verdad cuya custodia correspondería, como no podía ser de otra manera, a unos nuevos “guardianes” de esta nueva república utópica de la nueva izquierda, que desconocería la injusticia y la desigualdad, Esta nueva izquierda populista sin sujeto revolucionario definido, pero hegeliana en su pretensión de construir una cosmovisión totalizadora y excluyente de cualquier forma de racionalidad dialógica, debe ser objeto de crítica, porque también incurre en aporías y sofismas que contaminan buena parte de su discurso. Sólo en Zizek se mantiene el sueño del subjetivismo fundante kantiano, aunque matizado por el lacanismo que incide en el carácter fragmentario e incompleto de dicho sujeto trascendental, forjado sobre la base del simbolismo de lo real. Si la subjetividad (que ellos postulan como el fundamento de la comovisión liberal) es un producto histórico o una mera ficción, sólo resta sustituir esa democracia-liberal de corte individualista, por una iliberal (en palabras de Panebianco) donde se busquen categorías diferentes ( la comunidad en Nancy y los heideggerianos de izquierda, el antagonismo en el populismo de los Laclau y Mouffe..) a las de la subjetividad, como fundamento del orden político. En general todas estas corrientes incurren en dos graves errores; una es la de partir de la idea de que existe una cosmovisión liberal hegemónica. La realidad es que el diseño institucional del demoliberalismo combina elementos liberales con otros de filiación social-demócrata ( derechos sociales) y republicanos ( derechos de participación política). Por otro lado las políticas que se practican en los regímenes demo-liberales están, hoy en día, muy alejadas del ideal liberal del “Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même”, que popularizara el fisiócrata francés Vincent de Gournay. El modelo del “Big goverment”, con una amplia participación del sector público en el PIB de los países, se ha generalizado (para mayor escándalo de los partidarios del “free market liberalism “o del liberismo que decía el filósofo italiano Giovanni Gentile). Ha habido innumerables intentos de definir qué se entiende por liberalismo ( Polanyi, Hayek, Aron, 30

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Acerca de que se entiende por Posmodernidad hay un interesante debate donde las posturas de Vattimo, Jameson o Lyotard no son coincidentes. Para una exposición crítica recomendamos la lectura de “Posmodernidad” de David Lyon. Como ocurre con el término “Posmodernidad”, por filosofías posestructuralistas se entienden cosas diversas. Se trata , en general, de autores franceses vinculados a lo que se llama la “french theory” que profundizan en el análisis textual, la muerte del sujeto, el antihumanismo y el estructuralismo filosófico.

Rawls, Dworkin, Rawls, Ruggiero, Guerrero....). A lo sumo podemos señalar familias o tradiciones liberales que poco tienen en común entre sí, más allá de reivindicar el papel capital del individuo en la conformación del orden político y social. Así encontramos social-liberales que intentan conjugar la centralidad política del individuo con medidas redistributivas o con el principio de la igualdad de oportunidades, liberalismos jurídicos que señalan la importancia del estado de derecho, el constitucionalismo o los derechos individuales, liberalismos de base económica que señalan la centralidad del mercado como orden cataláctico32 espontáneo frente al intervencionismo estatal. Sin embargo, como señala Panebianco33 o Holmes34 , en todo liberalismo podemos encontrar la misma aporía; la relación problemática de la idea de libertad con la política. Para el liberalismo, el orden político (surja de la evolución social o del acuerdo consciente) puede constituir una amenaza para la libertad. En lo que difieren es en el remedio que ofrecen para luchar contra la tendencia expansiva del poder (el nuevo Minotauro que denunciaba Bertrand de Jouvenel). Unos postulan como “remedio” el libre mercado, otros el estado de derecho, otros el constitucionalismo, otros la igualdad de oportunidades.... En general la brecha entre los socio-liberales y los liberales de mercado reside fundamentalmente en la consideración del poder. Para los socio-liberales el poder que amenaza la libertad, no es sólo el poder político. Otras formas de poder (social, económico...) también pueden poner en riesgo la utopía liberal. En cambio para los liberales del mercado es el poder institucional del estado, el que amenaza las libertades económicas básicas, de las que se derivan las demás. El propio Hayek apuntaba que las libertades económicas son el fundamento de las demás. Para ello ponía el ejemplo de la libertad de imprenta, que se podía ver amenazada si el poder estatal, por ejemplo, ostentaba el monopolio de la producción del papel (algo que por otra parte ha sido puesto en evidencia en el caso de Venezuela). Uno de los principales aportes del liberalismo ha sido destacar el carácter dialéctico de la relación entre el poder y la libertad. A diferencia del pensamiento de izquierdas que no ve contradicción esencial entre poder y libertad (incluso en el anarquismo colectivista, el poder se “socializa” o se “desinstitucionaliza” para hacerse compatible con la libertad), en el pensamiento liberal siempre hay un recelo, una desconfianza hacia el poder. Incluso el poder democrático puede constituir una grave amenaza para libertad ( véase “ La libertad en América” de Alexis de Tocqueville). El origen popular del poder (o en el pleonasmo que usa la nueva izquierda “ poder popular” para referirse a la verdadera democracia) siempre hay una potencial amenaza hacia la libertad. La voluntad despótica del tirano puede travestirse en la tiranía del número en la democracia que desconoce límites, controles y garantías. De ahí que la democracia deba ser contrapesada de alguna manera. El constitucionalismo, los derechos individuales y el imperio de la ley son las recetas que intentan hacer compatibles libertad y poder. Hay una pequeña parte del liberalismo que considera que incluso en la versión minarquista35 del liberalismo subsiste el peligro. Existen demasiados incentivos para el poder político en democracia para expandir su ámbito de acción y amenazar la libertad de los individuos. La “Escuela de la public choice”36 enfatiza esos incentivos que tiene el poder político para estatalizar cada vez mayores esferas de actuación. Las teorías elitistas y económicas de la democracia enfatizan los estímulos que tienen los partidos políticos para aumentar sus redes 32

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Catalaxia es un término introducido en el vocabulario político por el economista Richard Whately ( “ La acción humana” Mises) y que hace referencia a la manera en que el mercado fija los precios y las transacciones , que acontecen dentro de el, de una manera espontánea, sin necesidad de una intervención ajena a el mismo. Es un término muy usado por los economistas de la llamada “Escuela Austriaca” ( Mises, Hayek ) Angelo Panebianco “ El poder, El Estado, La libertad” Unión Editorial. Stephen Holmes “ Anatomia del anti-liberalismo” Alianza Minarquismo es el termino que usan los liberales para referirse al llamado Estado Mínimo, con funciones de orden publico y poco más. Teoría económica que intenta estudiar la política desde un prisma económico, partiendo del llamado “individualismo metodológico”. Su principal aporte es estudiar los denominados “fallos del gobierno” ( ineficiencias del sector público)

clientelares, que surgen cuando los votantes ceden parte de su libertad política, a cambio de promesas de mayores transferencias de renta por parte de las instituciones. Cuando la nueva izquierda populista acusa a la tradición liberal de presentar una visión oligárquica de la democracia incurre en un error. Precisamente el liberalismo ( incluido el socio-liberalismo) apunta a ese peligro oligárquico que tiene un Estado excesivamente intervencionista. En realidad a lo que se refieren con su critica es más bien a la aversión que tiene el liberalismo hacia la “política”, a la radical desconfianza existente en él en relación con la misma, pues el liberalismo, a lo sumo, ve la política como un mal necesario. Esta visión crítica con la política obedece a una distinta consideración de la libertad existente en el liberalismo. La libertad, en el ámbito de la política, puede ser entendida de dos maneras, algo que ya pusiera de manifiesto Isah Berlin o Benjamin Constant. Como libertad negativa, frente al poder o como libertad positiva, como auto determinación.37

Por otra parte, la mayoría de las críticas que se hacen a la izquierda radical inciden en aspectos funcionales e históricos. Básicamente destacan la imposibilidad a posteriori de la utopía izquierdista, de su tendencia a la contradicción performativa entre idealidad e irrealidad. Basta con ver las experiencias históricas que van desde la revuelta anabaptista, pasando por la ateología marxista-estalinista, hasta la más reciente deriva populista en América Latina. El “progresismo” que postularía la nueva izquierda tendría bastante más de reaccionario que de emancipador; represión de la libertad y pobreza generalizada serían sus señas de identidad. “Nihil novo sub sole”, los nuevos filósofos franceses, generación desencantada con el 68 francés y el maoísmo, ya habrían señalado la falacia de la utopía imposible. Sin embargo la nueva izquierda, surgida de las cenizas del muro caído, vuelve a estar de plena actualidad y vigencia, dominando, casi monopolizando, el discurso crítico con el sistema y con serias posibilidades de hacer surgir un nuevo muro. Esta vez no sería físico sino cultural, de mentalidad, dentro del propio mundo libre demo-liberal, que habría perdido la hegemonía en lo que Althusser38 ( 1918-1990) teorizaba como los aparatos ideológicos del Estado. Pese al manido tópico de entender el neo-liberalismo, como una especie de cosmovisión hegemónica e indiscutible en el mundo, la realidad es que el liberalismo en las instituciones demoliberales tendría sólo virtualidad fáctica pero no ideológica. La instituciones demo-liberales se habrían impuesto, en la linea que apunta Hayek, más por una cuestión de tradición y funcionalidad que por un racionalismo constructivista, en una especie de método de ensayo-error, evolutivamente la humanidad se habría decantado por un modelo intermedio, por un “justo término”, que diría Aristóteles, entre dos extremos igualmente perniciosos; un liberalismo desaforado, que dejaría inerme a amplias capas de la población, frente a las veleidades del mercado , y un intervencionismo de corte comunista que sacrificaría la libertad en aras de una igualad, que tampoco se conseguiría en la utopía comunista El orden demo-liberal no habría triunfado en la práctica, como consecuencia de un diseño inteligente, ni tan siquiera por la voluntad de una minoría poderosa, que actúa a la sombra, siempre pensado en sus intereses de clase. Su vigencia actual y mayoritaria en el mundo se justificaría por su mejor capacidad de dar respuesta a las demandas de mayor libertad, prosperidad y racionalidad. Unas demandas sociales que tendrían su origen en la modernidad nacida de la reforma religiosa y en la creación del estado-nación, como forma de organización política dominante y más racionalizada (Weber / Sombart). Frente a esta tesis, la nueva izquierda postula que vivimos inmersos en una cosmovisión liberal (neoliberal en sus palabra) que habría surgido a partir de 37

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El neo-republicanimo ha intentado crear un tercer género que englobe las dos visiones que plantea Berlin ( por ejemplo la idea de Petit de la libertad republicana como “ausencia de dominación”. Louis Althusser, teórico marxista francés, proponente de una versión cienticista del marxismo, frente a una versión “ideológica” del mismo.

sucesivos estratos. Es frecuente apuntar una serie de nombres como los “padres” fundadores de esta supuesta cosmovisión neo-liberal, nacida con la llamada “Escuela de Chicago”, que se caracterizaría por haber impulsado una uniformización globalizadora de dicha ideología; el globalismo neo-liberal. El neo-liberalismo sería una vuelta de tuerca, una reacción al fracaso del fascismo de entreguerras. Una parte, nada despreciable, de la izquierda radical sigue aceptando las explicaciones economicistas del fascismo , de autores como Otto Bauer39 o Antonio Gramsci40, que ven en el fascismo una reacción del gran capital frente a la presión del movimiento obrero. Según esta visión, el neo-liberalismo partiría del fracaso del liberalismo para contener al comunismo, sólo que en este caso sería en el contexto posterior a la II Guerra Mundial. Voy a analizar, someramente, algunos de los autores y corrientes, que se suelen señalar como antecedentes y precursores de la visión liberal, supuestamente hegemónica. No pretendo realizar en este trabajo una ontogenia de la ideología liberal. Ni tan siquiera un catálogo exhaustivo de autores. Sólo pretendo señalar la heterogeneidad de los autores citados y en algún caso, cuestionar su pertenencia a ese supuesto canon liberal. Una parte de la literatura literatura del llamado anarco-liberalismo41 señala antecedentes remotos en la antigüedad de algunas intuiciones liberales, como pueden ser el carácter evolutivo de las instituciones o el rechazo al dirigismo estatal. Junto a autores presocráticos como Heráclito42 o Jenofonte43, acuden a pensadores de la denominada escuela china del taoísmo. En el Tao-Te-King se hace una defensa de la compatibilidad entre evolución espontánea y orden. También se encuentra una defensa del papel preponderante del individuo, su naturaleza dialogante y el respeto a los demás44 . En el discípulo de Lao-Tse, Chuang Tsé (369-286 ac) ven un antecedente de la defensa del gobierno mínimo y de la capacidad de la sociedad para auto-organizarse45 Por un lado apuntan a la influencia de la reforma religiosa, surgida en el siglo XVI , que habría destacado la centralidad y autonomía del individuo frente a instancias heterónomas de poder (ya sean religiosas o civiles). La verdad es que la idea de la autonomía personal en el luteranismo es más un principio teológico ( idea del sacerdocio universal) y hermenéutico (sola scriptura), que un un principio político. Lutero, el principal representante de la reforma protestante, en su pensamiento político está claramente imbuido del agustinismo político, que ve el origen de las instituciones políticas, no tanto en el libre acuerdo (contractualismo), como en la necesidad de establecer una fuerte autoridad que contrarreste la naturaleza humana caída por el pecado original. Su defensa de la desobediencia a la autoridad imperial en su obra “ Advertencia a sus queridos alemanes” (1531), obedece más a razones pragmáticas que consideraciones de índole política. Sólo podría verse un antecedente en su pensamiento de las instituciones demo-liberales, si consideramos a Hobbes (heredero secularizado del agustinismo político) un autor liberal, como lo interpreta parte del pensamiento impolítico, (Roberto Esposito ) que ve en su paradigma inmunitario46 un antecedente 39

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Otto Bauer ( 1881-1938) político austriaco perteneciente al denominado austro-marxismo como vía intermedia entre el Leninismo y el revisionismo social-demócrata. Antonio Gramsci ( 1891-1937) teórico marxista italiano, autor de la famosa teoría de la hegemonía cultural en la que reflexiona sobre las posibilidades de triunfo de una revolución marxista en el contexto italiano. Fundamentalmente Murray Rothbard en su magna historia del pensamiento económico. Heráclito de Éfeso ( 535-484 ac) filósofo griego natural de la ciudad Jonia de Éfeso. Pertenece al denominado grupo de los filósofos presocrático. Se le atribuye un libro sobre la naturaleza compuesto por sentencias de tipo aforístico , en el que enfatiza el carácter dinámico y cambiante de la realidad. También defiende una visión oligárquica de la política y un desprecio hacia el gobierno popular. Jenofonte ( 431-354 ac), escritor griego famoso por sus obras históricas y diálogos de estilo socrático. “ La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico, del que combate , carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar, del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos. Sobresalir es vencer sin luchar, es convencer sin hablar, hacer acudir sin llamar, realizar a la perfección con aparente inecercia” Tao-Te-King “ Tan sólo dejar sola a la humanidad, nunca el gobernarla tuvo éxito” Historia del pensamiento económico, Murray Rothard, pag 55 unión editorial. Según la visión impolítica del pensador italiano Roberto Esposito, el estado liberal obede a un parafigma “inmunitario”. Esto quiere decir que se funda sobre la base del temor a la propia disolución de la comunidad

del estado liberal, fundado en el miedo a la otredad. El pensamiento de Zuinglio (1484-1531) o Calvino (1509-1564) es claramente teocrático y ve en el estado, no una construcción artificial para hacer posible la vida en común (Locke), si no más bien un instrumento para ayudar a la débil naturaleza humana a instaurar el reino de Dios en la tierra. La misma realidad social puede tomar la forma estado o iglesia dependiendo de los fines que persiga instaurar. También se apunta al pensador francés René Descartes (1596-1650) como un antecedente de la presunta cosmovisión liberal que denuncia la nueva izquierda. Según este planteamiento, Descartes, con su fundamentación subjetivista del orden ontológico, habría anticipado la visión relativista e individualista que estaría en la base de la concepción liberal del mundo. Esta visión choca con las acusaciones de constructivismo racionalista que Hayek ( uno de los grandes teóricos del llamado neo-liberalismo posterior a la segunda guerra mundial) hace del propio Descartes ( “La fatal arrogancia”47). Esta visión del cartesianismo, como fundamento último de la cosmovisión liberal moderna, está muy presente en todas las formas de historicismo posmoderno, para las que el individualismo cartesiano diluyó los lazos sociales ( “ propios del mundo de la vida”) a la hora de explicar la evolución social. Así a Descartes lo acusan de ser el padre del eurocentrismo (Dussel48), del racionalismo instrumental (Heidegger) o de ser el padre del sujeto asexuado que encubre el falocentrismo (Butler49). Acusar a Descartes de ser el padre del individualismo metodológico, que está en la base de la sociología liberal, supone confundir dos planos, el epistemológico y el ontológico. El individualismo del que hace gala Descartes, por ejemplo en su “Discurso de método” ( 1637), es de tipo epistemológico, en la medida en que supone el primer cuestionamiento serio del llamado realismo ingenuo50. Las “interpretaciones” idealistas de Descartes, según las cuales anticiparía el idealismo alemán, son obra de la fenomenología de Husserl y de la interpretación Heideggeriana de su obra. Otra figura que se suele traer a colación es la del propio Rousseau51, respecto del cual autores cercanos al republicanismo liberal de la llamada escuela de Princenton 52 afirman su filiación liberal. Si uno analiza los dos principales escritos políticos de Rousseau, ya sea el “ Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres” (1755) y su célebre “ El Contrato social” (1762), lo

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política por los egoísmo del ser humano. Es la célebre tesis de Plauto (254-184 ac) del “Homo homini lupus” que luego popularizaría Thomas Hobbes (1588-1679), de que “el hombre es un lobo para el propio hombre”. Por lo tanto según Esposito y los pensadores impolítios el estado liberal es un estado que se crea para protegernos de nosotros mismos, pero que puede acabar atacándonos a nosotros mismos, como ocurre con ciertos desórdenes del sistema inmunitario. “ Bajo la influencia de Descartes, este moderno racionalismo no sólo desecha tradición, sino que no duda incluso en afirmar que la razón está en condiciones de perseguir directamente cualquier meta sin necesidad de intervenciones, así como que, con autonomía plena, puede crearse, sobre la base de la razón, un nuevo mundo, una nueva ley moral, un nuevo orden legal y hasta un nuevo y más adecuado lenguaje. Aunque tales pretensiones carecen de todo fundamento, no dejan por ello de condicionar en aspectos cruciales el pensamiento científico actual, así como la mayor parte de las actitudes adoptadas por nuestros escritores, artistas e intelectuales” La Fatal arrogancia, pag 94 , unión editorial. Enrique Dussel (1934-) filósofo argentino afincado en México. Su obra filosófica pretende una fundamentación de la política y de la economía de base marxista pero alejada del eurocentrismo y el occidentalismo. Su obra se cataloga como “giro descolonizador”. Judith Butler (1956-) filósofa posestructuralista norteamericana y una de las exponentes más conocidas de las llamadas teorías “Queer”, a las que se hará referencia en este ensayo. La idea del realismo ingenuo hace referencia a la manera de entender el proceso cognoscitivo en términos especulares. Según esta forma de entender el conocimiento , presente en Aristóteles y la escolástica, la realidad puede ser conocida tal cual es. De ahí que se acuda a la metáfora del espejo, según la cual al conocer actuaríamos como un espejo que refleja una imagen externa. Jean Jacques Rousseau (1712-1778) célebre pensador suizo cuyas ideas políticas tuvieron gran relevancia durante la revolución francesa. “Escuela de Princenton” grupo de autores , encabezados por el profesor italiano Maurizio Viroli que realizan una interpretación polémica, con la llamada “Escuela de Cambridge” sobre los orígenes del llamado neorepublicanismo.

que se encuentra es más bien un pensador pre-romántico, nostálgico del republicanismo antiguo y un acérrimo enemigo de la propiedad y la incipiente industrialización. Su contractualismo es de base antigua y bastante contradictorio con las premisas de los derechos naturales que están en la base del contractualismo liberal. La tradición hermenéutica al uso suele encontrar los fundamentos económicos del liberalismo moderno en la llamada escuela moral escocesa, cuyo más importante representante sería Adam Smith53 y su obra “ La La riqueza de las naciones”(1776). Fue el pensador anarco-capitalista americano, Murray Rothbard, el que destacó en su obra “ Historia del pensamiento económico” la influencia que los pensadores católicos de la llamada “ Escuela de Salamanca” tuvieron en el nacimiento de la escuela austriaca de economía ( una de las corrientes de la familia de doctrinas liberales). Martín Azpilcueta (1493-1586) justificó la usura basándose en la preferencia temporal (se paga un interés por que se prefieren bienes presentes a bienes futuros, lo que justifica el pago de un precio por aplazar el consumo presente) y anticipó los efectos inflacionarios derivados de la llegada masiva de metales preciosos del nuevo mundo, anticipando lo que los economistas llaman la teoría cuantitativa del dinero. Diego de Covarrubias (1512-1577) anticipó la teoría subjetiva del valor, según la cual el precio de los bienes viene determinado, no por la cantidad de trabajo necesaria para producirlos, sino por las preferencias de los individuos que determinan, en último término, su abundancia o su escasez. Juan de Mariana ( 1536-1624 ) fue un gran crítico del poder absolutista y un pensador que anticipó las teorías del contrato social, como fundamento de la legitimidad moderna del poder político, así como un conspicuo enemigo de la inflación de precios originada por el envilecimiento de la moneda ( anticipando al economista Ludwig Von Mises y su crítica a la creación de moneda por parte de los bancos centrales, como mecanismo inflacionario). Juan de Lugo (1583-1660), anticipó la concepción dinámica del mercado, uno de los puntales de la escuela austriaca, frente a la concepción estática y de equilibrio presente en la economía política clásica.

Si hay un autor que es señalado como el padre del moderno liberalismo económico , ese es Adam Smith (1723-1790), cuya obra “ An inquire into the nature and causes of the wealth of nations” ( La riqueza de las naciones) es señalada como una especie de biblia de la supuesta cosmovisión liberal. Se trata de una obra confusa y contradictoria, en la que se encuentran mezclados elementos clásicos del liberalismo, con otros elementos más intervencionistas e incluso doctrinas económicas rechazadas por la mayoría de las doctrinas liberales (por ejemplo la teoría del valor trabajo) y que luego serían usadas por el Marx maduro en su crítica de la economía política capitalista. Según dicha teoría del valor-trabajo, el valor de las mercancías no depende de valoraciones subjetivas de los agentes económicos sino de factores objetivos, como es el coste de producirlas. Tampoco es original su célebre defensa del principio de la división del trabajo ( el célebre pasaje de la fabrica de alfileres), pues lo plagió de la “encyclopédie” francesa. Aunque reconoce la importancia de los procesos de acumulación de capital, minusvalora la empresarialidad ( uno de los elementos básicos del orden liberal). Por otra parte su defensa del orden espontáneo( la célebre mano invisible) contrasta con su decidido intervencionismo estatal en muchas esferas de la economía ( educación, navegación, acuñación de moneda, obras públicas, correos, aduanas, restricciones a la importación de ciertos productos, prohibición de los salarios en especie...), muchas de las cuales están en abierta contradicción con muchos de los postulados de ciertas corrientes del liberalismo económico. De hecho buena parte de los teóricos del liberalismo atribuyen la condición de padre del liberalismo económico al banquero irlandé , emigrado en Francia, Richard Cantillion ( 1680-1734), que influyó notablemente en Adam 53

Adam Smith (1723-1790) moralista escocés y uno de los mayores exponentes de la llamada economía política clásica

Smith, respecto del que se destacan sus contribuciones en el ámbito de la empresarialidad y el carácter dinámico de la formación de precios en el mercado( anticipando la teoría de Eugene Von Böhm-Bawerk (1851-1914). Según esta teoría “dinámica” de la formación de precios, en el mercado se encuentran multitud de compradores y vendedores, cada uno de los cuales tiene su apreciación subjetiva sobre el valor de los productos o servicios que quieren intercambiar. Böhm-Bawerk distingue parejas de compradores y vendedores, según sus respectivas valoraciones. Llama vendedor más cambista, al que valora su mercancía al precio más bajo, comprador más cambista al que está dispuesto a pagar la suma más elevada. Vendedor menos cambista, al que valora su mercancía al precio más alto y comprador menos cambista al que está dispuesto a pagar la suma más baja. El precio de mercado viene determinado por lo que él llama las parejas-límite. Es decir la pareja menos cambista ( pero con posibilidades de cambio) y la pareja más cambista de las excluidas del cambio. Pareja con posibilidades de cambio es aquella en la que la valoración del vendedor es igual o inferior a la del comprador, y excluidas son aquellas en las que la valoración del vendedor es superior a la del comprador54.

Ejemplo; Compradores

Valoración

Valoración

Vendedores

C-1

300

100

V-1

C-2

290

120

V-2

C-3

270

160

V-3

C-4

250

180

V-4

C-5*

220

200

V-5

C-6

210

215

V-6

C-7

200

240

V-7

*La pareja menos cambista pero con posibilidades de cambio es la quinta columna ( el comprador ofrece 220 y el vendedor está dispuesto a vender por 200). La pareja más cambista pero excluida es la sexta, pues el vendedor no está dispuesto a vender por menos de 215 y el comprador no quiere pasar de 210 . *La visión dinámica de la fijación de los precios de mercado de Böhm-Bawerk difiere de la visión neoclásica al uso, generalmente expuesta en los manuales de economía. Frente la visión de Alfred Marshall que habla de oferta y demanda como “agregados” y que plantea una visión estática y de equilibrio que lleva a la fijación de un precio de mercado, la visión austriaca supone una visión dinámica e individualista de un proceso siempre cambiante. Otro ejemplo de “visión neo-liberal” que no es la seguida mayoritariamente por la economía mayoritaria.

Una crítica bastante habitual que se suele hacer a la cosmovisión liberal, por parte de cierta nueva izquierda ( Badiou , Zizek ), es que para el liberalismo, la política en las instituciones demoliberales es una mera correa de trasmisión del verdadero soberano; los mercados globalizados. La posmodernidad surgida del 68 no sería más que el vehículo para inventar nuevas formas de alienación , compatibles con el nuevo capitalismo posfordista55. 54 55

Ejemplo tomado de “ Sistemas Sociales; el Liberalismo” Gregorio Yurre. El posfordismo es una nueva forma de producción del capitalismo, actualmente vigente, que se caracteriza por una nueva forma de producción donde las nuevas tecnologías de la información, el consumismo y los trabajadores muy

Si hay un autor dentro del catálogo liberal, respecto del que es predicable ese “vasallaje” de las instituciones políticas al mercado, ese es John Locke (1632-1704). En expresión de Bermudo, la teoría política de Locke está al servicio de la construcción de una “sociedad de mercaderes”. Para el pensador inglés la protección del derecho de propiedad está en la base del contrato político, cuya legitimidad se derivaría precisamente de ser idóneo para la protección de los intereses de los burgueses-ciudadanos. A diferencia de Hobbes, que presenta una visión del estado de naturaleza dominado por una guerra de todos contra todos, Locke parte de una visión idílica del estado de naturaleza, cercana a la descrita en el génesis, donde la propiedad surge en un contexto de abundancia como consecuencia del proceso de transformación de la naturaleza. Sólo en una fase posterior, cuando se introduce el intercambio, el dinero y el comercio surgen los conflictos que justifican la aparición de una autoridad. Aunque Locke pasa por ser uno de los padres del “liberalismo” su visión sobre el origen del derecho de propiedad (cercana a la teoría del valortrabajo de Marx, Ricardo...), y sobre el egoísmo asociado al comercio y al intercambio en el mercado entendido como un “juego de suma cero”, donde unos ganan a cambio de que otros pierdan, lo acercan a visiones muy “críticas” con la dinámica liberal. Para el pensamiento liberal la consecución de una sociedad libre (Michael Polanyi 56) o abierta ( Karl Popper) es el objetivo de la acción social y todas las doctrinas liberales han tenido presente los riesgos derivados de una mayor concentración del poder. Weber señala en su obra, “ Sobre la situación de la democracia burguesa en Rusia” ( 1906) que las libertades burguesas fueron el origen de una serie de circunstancias sociales y políticas que las hicieron posible. A mediados del siglo XIX se habrían producido una serie de circunstancias que las habrían debilitado irreversiblemente ( las democracias de masas, burocratización de los estados, concentración del poder económico). Hayek por su parte pone el énfasis en el fin de la tradición liberal en Gran Bretaña con el advenimiento del colectivismo bélico, en su obra “ Camino de servidumbre” ( 1944). Según Hayek el intervencionismo creciente de los estados estaría en la base de los procesos políticos que culminarían en los totalitarismos fascistas y comunistas. Hayek parte de una posición eminentemente individualista, pero distingue dentro de ella dos maneras de entender el individualismo. Por un lado habría un “sano “ individualismo, de corte británico ( Locke, Hume, Lord Acton....) que se basaría en el llamado “individualismo metodológico”, según el cual los procesos sociales serían el resultado de la interacción de multitud de individuos que persiguen sus propios fines. Frente a lo que le objetan sus críticos al liberalismo, según Hayek, dicha ideología no defiende el aislamiento del individuo, sino que defiende que la explicación de los fenómenos sociales no se debe a factores transpersonales e independientes del mismo hecho social. Frente al “sano” individualismo inglés, Hayek contrapone el individualismo de base “continental”, de tipo racionalista-constructivista, según el cual las instituciones y los grandes desarrollos de la humanidad se deben al diseño “inteligente”, a decisiones conscientes del individuo. Hayek, por contra, piensa que las grandes instituciones sociales son fruto de una razón impersonal, la cual anida en los procesos sociales. De ahí deduce la necesidad de limitar la acción gubernativa, como una especie de “gesto de humildad”, que respeta la libertad de acción de esa razón “impersonal”. Para Hayek el mercado, entendido como lugar de interacción social , es una de esas instituciones sociales que no ha nacido por un plan consciente, sino que es una creación espontánea de la propia sociedad. El mercado respeta la iniciativa y la libertad de los individuos y sus “ resultados”, traducidos en decisiones de producción y consumo, son la consecuencia de las preferencias de los individuos.

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cualificados sustituirían al capitalismo industrial fordista basado en la producción en cadena. Michael Polanyi ( 1891-1976 ) filósofo húngaro de corte liberal que realizó importantes aportes a los estudios sobre el conocimiento social y al reduccionismo cienticista del ser humano. Su obra “ La lógica de la libertad” explora la idea de la sociedad como un orden espontáneo auto-regulado.

Para Hayek las decisiones económicas se articulan a partir de un conocimiento subjetivo, tácito y contingente y no a través de las decisiones de un órgano planificador central. Hayek perfecciona la crítica que hace Mises a la planificación cientificista de la economía, al afirmar que dicha ingente cantidad de información económica, dispersa en las experiencias de multitud de personas interactuando entre si, no puede ser manejada correctamente por un planificador centralizado, de ahí que todas las experiencias económicas basadas en el colectivismo estén abocadas al fracaso 57. La tesis de Hayek no implica que el cálculo económico en un sistema socialista no sea posible, sino que estos análisis presuponen que toda la información económica necesaria para el cálculo está ya disponible y que el problema se resuelve de forma computacional a través de complejos sistemas de ecuaciones con un numero m de ecuaciones y n incógnitas. Lo que plantea Hayek es la imposibilidad , desde un punto de vista lógico , de hacerse con la información necesaria para poder plantear dicho modelo matemático. El mercado, según Hayek, tiene la virtualidad de poder trasmitir toda esa información dispersa, de una forma rápida y sencilla, a través de un sistema de precios que funcione libremente. Hayek,no obstante, se aleja del planteamiento clásico abstencionista del “laissez faire” en lo relativo a la intervención gubernamental. Él cree, a diferencia de los liberales clásicos, que el buen funcionamiento de la competencia en el mercado exige unas mínimas condiciones. De forma que la intervención gubernativa es provechosa , siempre que sirva para proteger y promover la misma existencia de la propia competencia. Para ello propone medidas como leyes que penalicen el fraude y la violencia e incluso para organizar ciertas instituciones como el dinero o ciertas actividades que sólo pueden ser provistas por el estado (como la beneficencia o la seguridad)58. Otra de las grandes contribuciones de Hayek al pensamiento económico reside en su polémica con el economista inglés John Maynard Keynes sobre las causas de las crisis económicas del capitalismo. Para él las crisis económicas no son inherentes a la propia dinámica del capitalismo, como defendía Karl Marx o el propio Keynes, sino que son “artificialmente” creadas por las intervenciones ilegítimas de las instituciones gubernamentales en la economía El origen de las crisis está en la contracción forzosa de la estructura de la producción capitalista, que surge de la expansión crediticia descontrolada. Este aumento desordenado del dinero en los mercados induce un aumento de los precios, motivando una disminución del consumo de productos por la pérdida de capacidad adquisitiva del dinero. Esta restricción del consumo lleva aparejado un incremento parejo del ahorro forzado. Esta tendencia hacia la expansión crediticia artificial tiene su origen en la ambición de ciertos hombres de negocio, ávidos de dinero barato para invertir en los proyectos más disparatados y en la debilidad de los gobiernos, siempre dados a aumentar el gasto público para adquirir más popularidad. Estos fuerzan a los Bancos Centrales de los países a bajar artificialmente los tipos de interés y así estimular el crédito. Esta política inflacionaria promueve una ampliación artificial de la producción que no se corresponde con una necesidad económica real. Cuando esa expansión crediticia artificial cesa, muchos de esos procesos productivos se abandonan59. Tampoco el ahorro privado puede compensar 57

58

59

El problema del cálculo económico en el socialismo es uno de los debates económicos más célebres del siglo XX , que tuvo en economistas como Ludwig Von Mises, H.D Dickinson, Fred Taylor, Hayek, Oskar Lange o Evan Frank Mottram Durbin a algunos de sus más prestigiosos polemistas. No podemos entrar en detalle en dicha controversia y nos remitimos a la muy buena exposición que hace Jesús Huerta de Soto en su libro ( con un claro sesgo pro austriaco) en su libro “ Socialismo, Cálculo económico y Función empresarial” Unión Editorial El intervencionismo estatal es uno de los puntos más controvertidos del pensamiento de Hayek , según cierta literatura anarco-capitalista. Autores como el economista austriaco, Hans Hermann Hoppe, llegan a calificar a Hayek de “socialdemócrata” y de traicionar sus propios postulados. En cualquier caso Hayek se vuelve a acercar a los planteamientos abstencionistas del liberalismo clásico, cuando no admite la intervención del Estado en casos de competencia imperfecta, pues para él lo esencial es que “haya competencia” Hayek parte de la teoría del capital de la escuela austriaca según la cual los procesos de producción necesitan un tiempo de maduración antes de resultar en la producción de bienes y servicios, a diferencia de la economía

esa falta de financiación hacia esos nuevos procesos productivos ya iniciados, pues para él ( a diferencia de lo que opina Keynes) la inflación no cambia los hábitos de ahorro de la gente de la noche a la mañana. Tampoco la creación de moneda por los Estados favorece el incremento del ahorro, más bien es al contrario, el incremento de la masa monetaria supone una elevación de la inflación y de esta manera un aumento de los precios relativos de los bienes de consumo en relación a los bienes de capital (lo que contribuye todavía más a frenar el ahorro). El valor de las inversiones caerá también y los recursos financieros en la economía se destinarán a financiar procesos de producción que están ya mas cercanos a las etapas finales de consumo. Esto origina paro y una depresión del consumo60. Me he detenido un poco más en analizar la visión Hayekiana sobre las causas últimas de la crisis del capitalismo para desmontar la falacia que presenta la visión “ neo-liberal” ( Hayek es considerado uno de sus grandes exponentes) como la hegemónica en los denominados “mercados financieros”, una hipostatización de la izquierda radical para negar el principio de la estabilidad financiera. En los mercados financieros globalizados, dominados por Bancos Centralízales que tienen el monopolio de la creación de dinero y que funcionan como prestamistas de última instancia de los bancos comerciales, las ideas monetarias de autores considerados “neo-liberales” no son precisamente hegemónicas. Los bancos centrales fijan artificialmente los tipos de interés, como denunciaban Mises y Hayek, en función de la consecución de objetivos de naturaleza macroeconómica, como son generar artificialmente crecimiento, alterar la inflación o facilitar la gestión de las finanzas por parte de los estados. La política económica mayoritariamente seguida en la práctica es la llamada síntesis neoclásica, una combinación de elementos neoclásicos ( visiones de la macroeconomía de equilibrio de la escuela de Cambridge y sus desarrollos posteriores como el llamado “monetarismo”) y Keynesianos. Es por lo tanto una política económica más cercana a postulados de tipo socialdemócrata que a postulados liberales propiamente dichos. Por otro lado la llamada tradición liberal, sobre todo en materia económica, se ha ido acercando a postulados más “sociales” y más cercanos a ideas surgidas de la social-democracia y planteamientos conservadores que dieron lugar al nacimiento del estado del bienestar. El enemigo del nuevo populismo europeo ( en este caso coinciden los populismos de derechas del Norte de Europa y los de extrema izquierda del sur del continente) en realidad no es el estado neoliberal, éste no deja de ser un “enemigo ficticio”, que realmente no existe más que en sus discursos demagógicos. En realidad el objetivo de sus ataques es el denominado estado del bienestar y la burocracia europea de Bruselas. La historia del estado del bienestar es la historia de una confluencia y de una evolución. Prescindiendo de los orígenes remotos( cameralismo,leyes de Pobres...), su acta de nacimiento está en el compromiso entre el conservadurismo y la social-democracia reformista.Por un lado pensadores como Lorenz Von Stein (181-1890) o políticos como Otto Von Bismarck ( 1815-1898) se dieron cuenta de las graves consecuencias sociales a las que abocaba en denominado capitalismo Manchesteriano, basado en la utilización masiva de mano de obra muy barata ( mujeres y niños incluidos) que habían emigrado, desde principios del siglo XIX, desde las zonas rurales hacia las nuevas urbes industriales del norte de Inglaterra o las cuencas mineras del Ruhr en Alemania. Por otro lado, la social-democracia, inspirada en las ideas de autores como Ferdinand Lassalle (18251864) o Eduard Bernstein (1850-1932), había roto con los postulados revolucionarios del marxismo

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Keynesiana que no tiene en cuenta ese lapso de tiempo. De forma que según Hayek los procesos productivos requieren de una financiación no sólo inicial sino que debe mantenerse hasta que se completen los procesos productivos. Para Keynes las causas de la crisis económicas no vienen dadas por un exceso de sobreproducción, sino por un subconsumo que provoca una caída de la producción. Tampoco el ahorro determina inmediatamente la inversión y además el ahorro es una forma de restricción del consumo. Para Hayek la demanda de producción viene determinada por la oferta de capital, la caída de la demanda es una consecuencia, no la causa de la caída de la producción

ortodoxo y se predisponía a negociar con las élites políticas y económicas una mejora de las condiciones laborales de la clase trabajadora, a través de reformas legislativas

El origen del acercamiento del liberalismo clásico hacia planteamientos más sociales lo podemos encontrar también en la crisis que se produce en el llamado capitalismo Manchesterista, a mediados del siglo XIX, cuando los efectos sociales de la industrialización no reglamentada se empiezan a hacer patentes. En 1841, un informe de la comisión real inglesa denuncia las condiciones de explotación que sufren las mujeres y los niños en la industria minera. Jornadas de trabajo interminables y salarios de miseria constituían la realidad de ese primer liberalismo económico. Informes semejantes surgieron en el ámbito de otras industrias, hasta el punto de que la literatura de denuncia de los excesos del “Laissez Faire” conoció un enorme apogeo a mediados del siglo XIX en Inglaterra ( “ Sybil” Disraeli, “ Tiempos difíciles” Dickens, “Alton Locke “ Kingsley...). Todo este clima social empujó al parlamento inglés a elaborar leyes de protección de las mujeres y de los niños y de humanización de las condiciones de trabajo fabriles. Por otra parte la democratización creciente del sistema político inglés permitió el acceso al mismo de colectivos alejados de los postulados del liberalismo clásico ( reforma electoral de 1867). El liberalismo, si no quería perder protagonismo político, debía asumir un contenido más “social”, lo que dio lugar a un liberalismo de corte social en la obra de autores como John Stuart Mill o en el movimiento de los denominados idealistas de Oxford ( Hobhouse, Green, Bosanquet, Ritchie...). John Stuart Mill (1806-1873) experimentó una evolución intelectual que le llevó, de planteamientos liberales de corte utilitarista, hasta un socialismo moderado, como consecuencia de su relación sentimental con la feminista, de ideas socialistas, Harriet Taylor. Su obra de economía política “ Principios de economía política”( 1848) supone una revisión de los postulados clásicos del liberalismo económico frente al desafío planteado por las nuevas ideas socialistas, ejemplificadas en la otra gran obra del mismo año, “ Manifiesto comunista” de Karl Marx. Partiendo de una visión de la economía productiva tributaria de la obra del economista David Ricardo, Mills denuncia que el capitalismo no realiza una distribución equitativa de la renta y que la propiedad no es un derecho natural, por el contrario se basa en una mera utilidad social, de forma que su reconocimiento y protección debe hacerse compatible con el principio de la igualdad de oportunidades. Admite también dos ideas claves del socialismo. La primera, que la lógica de la acumulación capitalista conduce a una disminución generalizada del nivel de los salarios y denuncia que el contrato de trabajo no responde al esquema liberal del contrato libre, dada la situación de precariedad económica de los trabajadores, lo que les lleva a tener que aceptar salarios cada vez más bajos. Para acabar con esta espiral de empobrecimiento generalizado de la clase obrera postula la intervención del estado. Propone fijar un salario mínimo por ley, reglamentar por ley el derecho al trabajo digno, de forma que así se garantice la verdadera esencia del liberalismo; garantizar la libertad de todos. La libertad generalizada demanda restricciones particulares de la libertad. También asume la idea tomada de Malthus de que el progreso económico infinito no es posible y que se llegará a una situación de estancamiento. Vemos como Mills acerca el liberalismo a planteamientos económicos más colectivistas, aunque mantiene su repudio del comunismo y su defensa del parlamentarismo y las instituciones políticas liberales. A finales del siglo XIX, en el seno de la universidad de Oxford, surge una nueva forma de fundamentación del liberalismo que intenta vincularlo con las obras de pensadores del idealismo alemán como Hegel o clásicos como Platón. Partiendo de dichas filosofías, los liberales de Oxford intentan explicar los fundamentos de la acción humana sobre la base de planteamientos no individualistas. Para ellos el individuo alcanza su perfección ética en la sociedad, aunque partiendo siempre de decisiones de naturaleza individual. Aceptan la idea kantiana y hegeliana del estado como lugar donde el individuo alcanza su mayor perfección ética. De ahí que vean al estado, no como al enemigo del individuo ( Herbert Spencer), sino como el promotor de sus derechos y el

lugar donde se puede realizar plenamente. Se separaron, en cambio, de la visión del idealismo alemán que defendía la existencia de un estado fuerte y una monarquía de corte autoritario, para los idealistas de Oxford el ideal del gobierno seguía siendo la monarquía limitada inglesa. El autor más representativo de esta orientación es Thomas Hill Green (1836-1882). Parte de la visión aristotélica del hombre como un “zoon politikon”, un ser esencialmente social cuya perfección solo se alcanza en el seno de una comunidad, desde la cual recibe su sentido. Sin sociedad no hay hombre verdadero, de forma que éste debe ser fiel a la sociedad en la que nace y se desarrolla. La libertad tiene una dimensión moral de corresponsabilidad con las decisiones de los demás. Thomas Hill green no cree en la existencia de un orden social espontáneo, sino que éste surge fruto de una organización social fuerte que garantice, no sólo los derechos individuales, sino los necesarios lazos de solidaridad, que se traducen en una educación común y obligatoria, una salud pública y una promoción del bien común. Esta promoción del bien común exige una intervención estatal en la economía, de forma que se promueva una mejora de las condiciones de vida de las masas asalariadas. Junto a la reformulación “social” del liberalismo, en términos políticos y filosóficos, hay también una reformulación del mismo en términos económicos, fundamentalmente a través de la obra de dos economistas de la llamada escuela de Cambridge; A.C Pigou (1877-1959) y J.M Keynes (18831946). Básicamente se trata de dos economistas que ponen en tela de juicio el axioma de que los mercados alcancen por si mismos objetivos distributivos óptimos. También cuestionan que el propio mercado pueda, por si mismo, resolver las crisis económicas cíclicas del capitalismo.

Pigou es un economista que introduce objetivos de política económica, de carácter normativo, en el seno de los modelos económicos clásicos liberales, que hasta entonces eran fundamentalmente descriptivos. El bienestar económico, objetivo fundamental de toda política económica, es una parte del bienestar social. Lo que le diferencia de éste, es que el bienestar económico tiene un carácter cuantitativo, en la medida en que se puede medir en unidades monetarias, mientras que el bienestar social es puramente cualitativo. No obstante, por ser parte del bienestar social, todo incremento del bienestar económico lleva aparejado un incremento del bienestar social. El bienestar económico se mide a través de la llamada renta nacional ( la parte de la producción total de un país que le corresponde a cada ciudadano). Una óptima política económica es la que promueve la distribución más equitativa posible de dicha renta nacional. Normalmente el propio mercado, por si solo, hará que los recursos productivos se destinen a aquellos puntos en los que la productividad es más baja, de forma que se logre una redistribución de la renta nacional lo más favorable posible para los intereses de la propia comunidad. Esta es la idea que subyace en el concepto de la libre competencia, que debe ser defendida y promovida por el estado. Los monopolios no son óptimos y deben ser perseguidos por el estado. Por otra parte Pigou estima que la propia ley económica de la productividad marginal decreciente ( la última unidad añadida de un factor productivo añade un valor inferior, aunque en conjunto la productividad total será mayor,permaneciendo constantes la cantidad del resto de factores productivos usados en el proceso productivo), hace que los salarios bajen a medida que aumenta la oferta de demandantes de empleo ( oferta de trabajo ). Frente a esto caben dos opciones, una es aumentar la cantidad de capital ( algo que lleva tiempo y no es siempre fácil de hacer), la otra medida es la intervención estatal mediante el establecimiento de salarios mínimos, que permitan una distribución equitativa de la renta / dividendo nacional. También la propia lógica económica lleva a que se reglamenten las condiciones de trabajo, de forma que se aumente la renta nacional,ya que jornadas excesivamente largas no contribuyen a aumentar tampoco el dividendo nacional. Por último Pigou estudió el fenómeno de las llamadas “externalidades” económicas. Se trata de ciertos costes/ beneficios que llevan aparejados los procesos productivos y que no son económicamente imputables a quienes los producen o a quienes se benefician de ellos. A los primeros los llamó “externalidades negativas” (por ejemplo, la contaminación). Para combatirlos proponía impuestos que desincentiven la producción de bienes y

servicios que las generan. Respecto de las externalidades positivas (personas que se benefician de la producción de un bien o servicio sin contribuir a costearlo, por ejemplo el alumbrado de una calle) , proponía que dichos servicios o dicha producción se encomendara al estado. J.M Keynes cuestiona dos postulados básicos del pensamiento económico liberal clásico. Por un lado el hecho de que los problemas económicos sólo tuvieran que ver con la producción. Según los clásicos, toda oferta generaba su propia demanda, el propio mercado contaba con mecanismos para absorber un excedente. Keynes postula del modo inverso diciendo que toda crisis económica se origina precisamente por una incapacidad de la demanda de absorber un exceso de producción por parte del mercado. De ahí deduce que todos los esfuerzos de la política económica deben dirigirse a mantener activa la demanda y de está manera lograr mantener ocupados al mayor número de factores productivos. La demanda según Keynes depende de dos factores, del consumo y de la inversión. Como el mercado, por sí solo, no puede (o al menos en el corto plazo) mantener activa a la demanda, debe ser el sector publico el que la reactive a través de políticas que incentiven el consumo ( transferencias, planes de empleo público..) y la inversión ( gasto público, tipos de interés bajos...). Durante los años treinta del siglo XX, los economistas Hayek y Keynes mantuvieron una agria polémica sobre las causas de la gran depresión. En el fondo del debate subyacían sus visiones contrapuestas sobre el capitalismo. Finalmente (en gran parte por el mayor encanto personal de Keynes y por el supuesto “éxito” de la receta keynesiana durante el famoso New Deal) se impuso una ortodoxia keynesiana que acompañó las políticas económicas de los flamantes estados del bienestar surgidos después de la II Guerra mundial, al menos hasta la década de los 70's. Entonces el paradigma keynesiano entró en crisis, durante la llamada crisis del petróleo. Entonces se consideró que las recetas keynesianas conducían a altos niveles de endeudamiento público, a elevar los niveles de déficit público y en general a situaciones de estancamiento económico. Dicho paradigma fue sustituida por otra escuela macroeconómica, el llamado monetarismo o escuela de Chicago, que partiendo de la aceptación explicativa del modelo macroeconómico keynesiano, postulaba una solución de política monetaria ( expansiva o contractiva, según la fase del ciclo económico) en detrimento de las políticas fiscales de la ortodoxia keynesiana.

Esta reformulación del paradigma económico del keynesianismo, que lleva a cabo la llamada escuela de Chicago, es lo que denomina neo-liberalismo la izquierda radical, en la línea apuntada por David Harvey en su libro “ Historia del neoliberalismo”. Prescindiendo de lo apropiado o no de la denominación ( strictu sensu neo-liberales son los seguidores de la escuela alemana del ordoliberalismo1), al igual que no existe una izquierda, tampoco hay un solo liberalismo y mucho menos es el liberalismo ( en sentido conceptual) la ideología dominante en el mundo. Más bien la tendencia generalizada en la mayoría de las sociedades occidentales ha sido la de la implantación de lo que Dalmacio Negro llama el “consenso social-demócrata”, ideología que está en la base del llamado estado del bienestar, que se caracteriza por reunir en su seno instituciones políticas liberales, democracia representativa, economía mita de mercado y reconocimiento de derechos civiles y sociales. Una buena parte de la social-democracia en Europa aceptó una revisión de los modelos macroeconómicos del keynesianismo para hacer viable el estado del bienestar con algunas de las críticas de que fue objeto, por parte de seguidores de la escuela de Chicago y de la denominada escuela de la public choice. Básicamente dichos planteamientos apuntaba a la existencia de “fallos” económicos en la provisión de ciertos bienes y servicios en régimen de monopolio, así como una defensa del principio del equilibrio presupuestario como garantía de la sostenibilidad de las finanzas públicas. La socialdemocracia aceptó parte de esas críticas pero no aceptó, por el contrario, la crítica neoliberal a la provisión por parte del estado de bienes y servicios públicos, así como la necesidad de que el estado se reserve la facultad de promover políticas públicas de corte redistributivo. Para cumplir dichos objetivos admitió la posibilidad de gestión público-privada de

ciertos servicios públicos, así como la necesidad de mantener saneadas las finanzas públicas, para no poner en riesgo el mantenimiento de servicios públicos esenciales como son la sanidad o la educación pública. La caricatura ,que presenta la racionalización del estado del bienestar ( fenómeno que comenzó en Suecia en los años 80's y que luego se conceptualizó en la llamada tercera vía) como hegemonía del estado mínimo neoliberal, no deja de ser una pura entelequia que sólo sirve a los propósitos deslegitimadores del sistema que persigue el populismo para construir su discurso incendiario. Mal hacen aquellos políticos de izquierda moderada en aceptar la legitimidad intelectual de dicho discurso. En la medida en que lo aceptan alimentan el discurso agonista del populismo que necesita para prosperar un enemigo, sea éste real o imaginario. Mientras que la socialdemocracia clásica tenía un enemigo declarado; el capitalismo manchesteriano, con todos sus excesos desregulatorios y su afán de lucro desmedido. La nueva izquierda populista recupera el discurso cĺásico de la descaliicación “ex toto genere” del capitalismo que realizaba el marxismo clásico. La socialdemocracia acepta el capitalismo y la economía de mercado como alternativas más eficaces que la planificación central comunista. . EL CONSTITUCIONALISMO; ENEMIGO DEL POPULISMO Las modernas democracias representativas son constitucionales también. Por constitucionalismo entendemos fundamentalmente una “técnica de libertad”, entendida como un conjunto de instituciones jurídicas que pretenden asegurar a los ciudadanos el ejercicio de sus derechos y establecer una serie de mecanismos de control que impidan al Estado vulnerarlos. Se trata de una técnica de libertad “moderna”, que surge con los procesos revolucionarios burgueses en Inglaterra ( “Glorious Revolution”), EEUU ( proceso de independencia americano) y en Francia ( revolución francesa). El constitucionalismo se basa, por lo tanto, en el reconocimiento de cinco instituciones esenciales; idea de constitución, idea de poder constituyente, declaración de derechos, separación de poderes y control de constitucionalidad de las leyes ( “judicial review”). Voy a examinar someramente cada una de estas instituciones, a fin de clarificarlos mejor y combatir la idea, muy extendida entre la extrema izquierda de que el constitucionalismo es oligárquico y antidemocrático. De hecho el populismo contrapone las “buenas” constituciones populares (Constitución bolivariana de Venezuela 1999, Constitución de Bolivia 2009....) y los “verdaderos” procesos constituyentes a las “constituciones neo-liberales”, custodiadas por los “mercados” y las oligarquías económicas. Ciertamente, los países que son “víctimas” del populismo , de ese nuevo príncipe posmoderno, tienen constitución ( en sentido material e incluso formal), pero no son verdaderamente constitucionales, pues ni derechos básicos como el de expresión o ell de propiedad están garantizados, ni tampoco cuentan con una verdadera división de poderes (aunque formalmente tengan hasta “cinco” poderes, como es el caso de Venezuela) . Hay un axioma básico del constitucionalismo , plasmado en el famoso art 16 de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano del 26 de Agosto de 1789 ( texto básico del léxico de la revolución francesa y que ha pasado al acervo político de la democracia representativa ) que dice lo siguiente; “Una sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada, ni la separación de poderes determinada, no tiene Constitución”. En estos países existen lo que se llaman, constituciones semánticas ( Loewenstein), son pura letra muerta , pues todos los órganos constitucionales están copados por personas cercanas o controladas por el régimen. La primera institución jurídica esencial en el constitucionalismo es la de constitución normativa. En otras épocas históricas han existidos leyes fundamentales de carácter solemne, que establecían la organización institucional. Fundamentalmente suponían un avance civilizatorio, en la medida en que recogían con precisión y claridad la ordenación social básica de la comunidad política, evitando

las arbitrariedades y privando a ciertas castas (sacerdotales, aristocracias) del privilegio de ser ellos los únicos que conocieran el contenido de las leyes 61. Sin embargo las constituciones modernas, además de establecer un deber ser, tenían un significado diferente. En primer lugar pretendían establecer una ruptura con un orden precedente, pues tenían su origen en procesos revolucionarios( revolución americana, inglesa, francesa...). En segundo lugar respondían a una ideología liberal, basada en la separación del estado y la sociedad y en la consideración del poder político , como algo subordinado a la protección de derechos naturales, anteriores a la formación del propio estado ( contractualismo y Iusnaturalismo).En tercer lugar tenían pretensión normativa, con lo cual se colocaban como la primera norma del estado62. En cuarto lugar se trata ,en la mayoría de los países en los que se va implantando, ( como consecuencia de la influencia de las nuevas ideas revolucionarias burguesas) de un texto escrito ( salvo en el caso inglés, donde la constitución es consuetudinaria). La primera constitución moderna es la del estado americano de Virginia 63 ( 1776) , a la que le siguen las de otros estados como son New Jersey ( 1777), Nueva York ( 1778 ), Massachusets ( 1778) , que culmina con la aprobación de la constitución de los EEUU en 1787 , texto todavía en vigor. En el continente Europeo es en Francia donde primero se desarrolla el constitucionalismo (con varios textos constitucionales producidos durante la revolución), que posteriormente se reproducen en otros países del continente , como Westfalia (1807 )España ( 1812 ,Noruega (1814) Bélgica ( 1831)64. La segunda gran institución que incorpora el constitucionalismo es la idea de poder constituyente. Esta es una noción abstracta que intenta resolver el problema conceptual que se plantea al retirar la soberanía65 al monarca absoluto. Según esta doctrina la legitimidad del orden político debe proceder de un decisión soberana y vinculante del pueblo, que obliga al legislador ordinario. Esta noción se entronca, en el constitucionalismo, con la propia idea de constitución, en la medida en que sólo es verdadera constitución la que se ha elaborado con un mandato explícito popular. La “práctica” de la noción se la debemos al constitucionalismo americano, aunque la teoría es obra de teóricos franceses como Sieyès (1748-1836), Marie-Jean de Caritet , marques de Cordorcet (1743-1794) y de Thomas Paine (1737-1809 )66. Éste ultimo pone de manifiesto, en su obra “ Los derechos del hombre” (1791), que una constitución no es la obra de ningún gobierno ( poder constituido), sino que es obra de un pueblo que crea dicho gobierno, al dotarse de una constitución. La formulación más célebre y técnicamente precisa del concepto es del abate de Sieyès, que distingue entre poderes constituidos, los emanados de la constitución, y el poder constituyente, del que emana la constitución y que él atribuye a la burguesía ( el tercer estado) 67. La versión radical de dicho principio, que lo entronca con una visión democrática radical es la del marqués de Cordorcet, que admite un gobierno representativo, siempre que el pueblo se reserve el derecho de aprobar y cambiar las constituciones, mediante referenda en los que exprese su parecer. 61

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Me refiero a normas como el código de Hammurabi, la Ley de las XII tablas romanas o las míticas leyes de los legisladores griegos ( Solón, Licurgo, Clístenes, Fálcedes de Calcedonia,Pítaco de Mitlene....) No obstante le reconocimiento de su valor jurídico supremo es un proceso que llevará cierto tiempo y que se inicia en una decisión judicial del Tribunal supremo americano ( sentencia Madison vs Marbury ) que establece la primacia de la constitución sobre cualquier otra ley emanada de los órganos del estado. Pueden rastrearse los orígenes de los modernos textos constitucionales en el denominado “Agreement of the People” redactado por el líder de los “niveladores” , John Liliburne ( 1614-1657), que sirve de transición entre la idea medieval del contractualismo y el moderno de constitución, la carta otorgada de Cromwell, de poca vigencia en Inglaterra, “ Instrument of Government ( 1653) y las ideas expuestas por James Harrington ( 1611-1677) en su obra “ The commonealth of Oceana” ( 1656), que actualiza “el ideal griego del gobierno de las leyes en detrimento del gobierno de los hombres” Para un estudio riguroso de la historia del constitucionalismo moderno, se puede consultar la obra de Horst Dippel “Constitucionalismo Moderno” , Marcial Pons Soberanía es un concepto incorporado al vocabulario de la política por el jurista francés Jean Bodin en su obra “ Los VI libros de la República” y que hace referencia a la idea del poder político como “legibus solutus”, es decir no sometido a autoridad alguna ( salvo la ley divina ), mas que la del propio rey “El Estado Moderno” , Niccola Matteucci. “ ¿ Qué es el tercer estado? , Sieyès, 1789

La nueva izquierda radical ( Negri) y el nuevo populismo en particular hacen un uso muy efectista de esta idea, originariamente burguesa. Negri ( “El poder constituyente”), haciendo una lectura radical del monismo de Spinoza y de Maquiavelo, lo considera la expresión más palmaria del poder popular, frente a la institucionalización del constitucionalismo, que intenta “fosilizar” el poder popular, mediante complejos procesos de reforma constitucional, limitados en el tiempo ( poder de revisión o poder constituyente constituido) o en cuanto al contenido ( cláusulas de intangibilidad). El poder constituyente es pura “potentia” que se resiste a ser conceptualizado como pura “potestas”. Es un poder que irradia posibilidades de apertura absoluta ( Foucault), puro acto de liberación al margen de “determinaciones ·, es un “agencement vital”. Generalmente los populismos plantean la “ilegitimidad” del orden político en el que aparecen, alegando su carácter esencialmente antipopular. Prometen, una vez que se hayan instalado en el poder, abrir un proceso constituyente no sobredeterminado por ningún tipo de condicionamiento constitucional, económico o político. De forma que será la “voz del pueblo”, la que hable. En el caso Venezolano, Hugo Chávez, antiguo militar golpista vinculado a la guerrilla de extrema izquierda “ Movimiento Bolivariano 200”, se presentó a las elecciones a la presidencia de la república de Venezuela ( 1998) con un movimiento político (Movimiento V República) y con la promesa expresa de iniciar un nuevo proceso constituyente que acabara con la denominada “ democracia puntofijista” (bipartidismo del COPEI y Acción democrática), responsable de altos niveles de corrupción y de unas políticas económicas (Agenda Venezuela) liberalizadoras, muy contestadas popularmente ( Caracazo). Chávez inicia su primer mandato ( “jurando sobre una constitución moribunda68”) con ese proyecto constituyente, que concluyó con la aprobación de una nueva constitución en 1999 ( Constitución Bolivariana de la república de Venezuela). Se trataba de un texto hecho a la medida del régimen personalista que Chávez tenía en mente. Formalmente combinaba instituciones demo-liberales (muy pronto pervertidas por el control político sobre las mismas), con referencias al pensamiento caudillista de Simón Bolívar y muchos de los planteamientos socio-económicos vinculados a lo que hemos denominado “comunismo liberal”. Otra de las grandes instituciones jurídicas que aporta el constitucionalismo es la idea de los derechos como fundamento del orden político. Frente a la antigüedad, en la que el orden político descansaba en la idea de la realización de la justicia ( Platón, Aristóteles), en la modernidad el fundamento reside en la protección de los derechos individuales, que se reputan anteriores y superiores a la instauración de cualquier forma de gobierno. Es por ello, que los primeros documentos de las denominadas revoluciones liberales burguesas tienen una declaración de derechos como frontispicio del edificio constitucional ( el “Bill of rights” de Virginia de 1776, “ La declaración de los derechos del hombre y del ciudadano” de 1789). La filosofía que subyacía en estas declaraciones solemnes era la del contractualismo de base iusnaturalista ( Locke), según la cual la vida, la libertad y la propiedad son anteriores al establecimiento del orden político, que se crea vicariamente para protegerlos. Inicialmente estos derechos tenían una naturaleza jurídico-formal y hacían referencia a lo que Hegel, en su “Filosofía del derecho” ( 1833), llama el momento “abstracto” del derecho, lo que queda después de retirar el poder de los ciudadanos y dárselo al estado; un conjunto de ciudadanos, formalmente idénticos en su situación frente al poder. Las fases jacobinas de la revolución ( Declaración jacobina de 23 de junio de 1793) y sobre todo la influencia del pensamiento socialista dotaron de contenido material a esas declaraciones, incorporando derechos de contenido social y económico a las mismas. El impulso democratizador del siglo XIX y las experiencias totalitarias del periodo de entreguerras determinaron que las 68

No es casual que la versión del populismo español “Podemos” haya reproducido el “mismo” ceremonial y sus nuevos parlamentarios hayan realizado “juramentos sui generis”, que como en el caso de Chávez, se alejan de las previsions legales.

constituciones posteriores a la II Guerra Mundial , Bonn ( 1949), Italia ( 1948), Portugal ( 1976), España ( 1978) incorporaran derechos de contenido “social”. La influencia del feminismo y del ecologísmo ha propiciado que se hayan incorporado nuevos derechos vinculados a dichas formas de pensamiento en textos constitucionales más recientes ( Eslovenia, Finlandia, …) e incluso una declaración alternativa , a la declaración de la ONU de 1948, con un catálogo de derechos “emergentes” ( DUDHE 2004). El llamado “socialismo del siglo XXI” ha incorporado buena parte de esos derechos, en las nuevas constituciones surgidas en el seno de dichos movimientos populistas. Su lógica obedece a un planteamiento de un constitucionalismo alternativo al “neo-liberal” de corte oligárquico, que reivindica la sostenibilidad, el derecho al medio ambiente, a la “vida digna” ….y que promete que dichas proclamas no se quedarán en una pura retórica vacía de contenido. Para ello proponen la articulación de poderes constitucionales sometidos al control popular. La realidad es que la efectividad de esos derechos en la práctica está condicionada al cumplimiento de los más básicos. Como bien dice el refrán“ quien puede lo más, puede lo menos”, de lo que, a sensu contrario, se deduce que quien no puede lo más, cosas como garantizar la libertad, la propiedad, ni tan siquiera la vida ( Venezuela), difícilmente podrá garantizar otras como derechos culturales, educativos o ambientales..,.de hecho se da, en muchos de estos países, la paradoja de que se garantiza el “derecho al inodoro” ( vivienda digna) pero no así al “papel higiénico” ( desabastecimiento, pobreza generalizada....). El principio de la división de poderes es un principio de naturaleza dogmática en el constitucionalismo ( art 16 Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano). Frente a los gobiernos autocráticos, que se caracterizan por promover la máxima concentración del poder en unas pocas manos, el constitucionalismo promueve la idea de la dispersión del poder en múltiples instancias, como la mejor manera de combatir su tendencia expansiva y opresiva. La división de poderes es una técnica jurídica moderna, que presupone una concepción finalista del estado, como ente artificial , superpuesto a la propia sociedad civil. Supone la aplicación de la mecánica Newtoniana, al ámbito de la “física social” ( Schmitt). Si la tendencia del poder es acumularse y a convertirse en tiránico, no hay mejor manera de combatirlo, que dividirlo en “muchos “ poderes, cuya acción recíproca, de unos contra otros, produzca una situación de equilibrio. En su aplicación institucional postula una triple diferenciación ( personal, funcional e institucional), de manera que personas distintas ejerzan funciones estatales distintas ( legislar, juzgar y gobernar) por medio de instituciones diversas ( parlamento, ejecutivo, poder judicial). La formulación más famosa de dicho principio se la debemos a Charles Louis de Secondat ( 1689-1755), más conocido como Barón de Montesquieu, quien en su célebre obra “ El espíritu de la ley” lo enunciaba en el capítulo VI, del famoso libro XI de dicha obra. Locke en su “Segundo Tratado sobre el gobierno civil” ya había esbozado dicho principio, pero destacando la primacía del poder legislativo. Un aspecto que conviene destacar es que dicho principio , en su más estricta literalidad, no se ha aplicado jamás. Ni tan siquiera en el modelo presidencialista americano. Ha prevalecido la idea, apuntada ya por el propio Montesquieu, de la colaboración y de la separación de los poderes. Esto es algo muy evidente en los denominados regímenes parlamentarios, donde el gobierno surge de la propia confianza de la cámara. La colaboración entre las diversas instituciones del estado es esencial para el buen funcionamiento del sistema. Por otra parte, se trata de un principio jurídico-formal, de manera que es posible ( de hecho así ocurre) que haya separación de poderes, constitucionalmente consagrada , y que exista, al mismo tiempo, una gran concentración autocrática del poder. Un ejemplo lo encontramos en la Bolivariana Venezuela, que reconoce hasta cinco poderes ( junto a los tres clásicos, reconoce un poder ciudadano de revisión constitucional y remoción de cargos electos , junto a un poder electoral) y sin embargo funciona como una verdadera autocracia. De hecho, los estudiosos de la ciencia política ( Dahl) prefieren hablar de “poliarquías” frente a “autocracias”. Donde , junto a elementos formales, se valoran circunstancias relativas al funcionamiento real de las instituciones ( elecciones libres, sistema de partidos , libertades públicas, prensa libre....).

Hay dos consideraciones que hacer en relación a la división de poderes y al populismo. La primera es que hay que desconfiar de sus proyectos constitucionales, donde dicen reconocer ( incluso perfeccionar dicho principio), pues como hemos visto, suele convertirse en “papel” mojado. En el populismo, el poder es patrimonio del líder carismático, que dice “ejercerlo” en nombre del pueblo y para éste. Es por lo tanto una forma de despotismo “ilustrado”, o en palabras de Duverger, “ un cesarismo constitucional”. Segundo, los populistas suelen prometer un programa de acción de gobierno, netamente intervencionista, lo que es incompatible con la limitación del poder que postula dicho principio. La judicatura deja de ser , bajo el populismo, un poder independiente y se convierte en apéndice del “príncipe” populista, siempre al servicio del mismo ( Tribunales Chavistas , fiscales silenciados en el Kichnerismo) Por último, voy a analizar el denominado control de constitucionalidad de las leyes. Hemos visto que el constitucionalismo afirma la primacía de la constitución sobre el resto de normas emanadas del Estado. Inicialmente la constitución tenia sólo un valor político y no jurídico. Con posterioridad, por influencia del constitucionalismo americano ( “judicial review”) y de las doctrinas Kelsenianas, se atribuyó valor jurídico a la idea de constitución. Para entender esa idea de supremacía ( “superlegalidad”) de la idea de constitución, es necesario apuntar brevemente la teoría normativa Kelseniana, que está en la base de la misma. Según el jurista Hans Kelsen ( 1881-1973), el sistema jurídico debía ser auto-referencial. Debía poder explicarse según sus propias coordenadas, sin necesidad de acudir a otras realidades ( sociales, políticas o económicas...). Según esta visión, una norma jurídica resulta obligatoria, por el principio de jerarquía normativa, que establece su propia obligatoriedad, con independencia de que haya un poder fáctico que las respalde. Kelsen defendía una visión cercana al neo-kantismo, que defendía la existencia de un tercer mundo entre el mundo de los objetos físicos y el de los valores. Este tercer “reino” era el de la cultura, donde se incardinaba el derecho. Esta tesis lleva a Kelsen a afirmar la idea de que el sistema jurídico, en su conjunto, está ordenado jerárquicamente, de manera que toda norma tiene una norma superior, de la que recibe su validez y que la respalda. La visión de Kelsen llevaba aparejada un “positivismo jurídico”, según el cual el derecho es tal, no por realizar o por tender a un ideal de justicia, sino por su propia fuerza vinculante. En la cúspide de dicho sistema legal, Kelsen colocaba a una Norma fundamental de naturaleza hipotética , sin realidad efectiva, cuya misión sería la de dotar de validez a todo el sistema jurídico, que estaría presidido por la constitución. Según esta visión escalonada de las normas, las leyes estarían en una segundo escalafón, por debajo de la propia constitución positiva, y no podrían vulnerar lo dispuesto en la constitución. Caso de que lo hicieran, deberían ser expulsadas de dicho sistema, por incurrir en un vicio de inconstitucionalidad. Para realizar esa misión de velar por la supremacía de la constitución, Kelsen, que era un positivista que intentaba explicar el derecho desde el mismo derecho, pensó en encomendar dicha misión a un tribunal ( para evitar la “contaminación” de la política en su visión “idílica” del derecho como sistema ideal de normas) y no a un órgano político, como son los propios parlamentos. Kelsen diseñó, por lo tanto, un tribunal constitucional, cuya misión sería la de enjuiciar la compatibilidad entre la constitución y las normas de inferior rango. Si una norma era incompatible con la constitución, dicho tribunal estaba facultado para “expulsarla” del sistema de normas. De esta forma, el Tribunal constitucional se configuraba como un “legislador negativo”. Esta visión inspiró la constitución austriaca de 1920, la primera que estableció un Tribunal constitucional. Después de la II Guerra mundial, el modelo se generalizaría por todo el mundo. La idea del Tribunal constitucional , como garante de la supremacía de la constitución, chocaba con la idea Rousseauniana de la ley, como máxima expresión de la voluntad popular, según la cual el parlamento, como expresión de la voluntad popular, era la institución más importante del estado. Ningún tribunal, sin obedecer a intereses ajenos a los del pueblo, podía impedir la expresión de la voluntad popular. Esta reticencia, a la idea de que una instancia ajena a la expresión de la voluntad popular, se generalizó en el ámbito de la izquierda radical, hasta el punto de que se generó una opinión contraria a la judicial review de las leyes. Por ejemplo durante, el New Deal, la administración del presidente Roosevelt vio como el

tribunal supremo se oponía a sus planes intervencionistas y colectivizadores, por considerarlos incompatibles con la constitución de 1787 ( netamente liberal). Édouard Lambert, jurista francés de la III república francesa, analizó el caso y se opuso a que se instituyera en Francia un Tribunal constitucional, pues consideraba que se trataba de un tribunal dilatorio, conservador y profundamente antidemocrático ( “ El gobierno de los jueces” 1921). Hans Kelsen y Carl Schmitt mantuvieron una agria polémica sobre quien debía ser el defensor de la supremacía de la constitución. Schmitt defendía que fuera el presidente del Reich, mientras que Kelsen se lo atribuía a su tribunal constitucional. La polémica derivó hacía la cuestión del carácter jurisdiccional o no de el acto de enjuiciar leyes. Para Schmitt eso no era “juzgar”. Era fundamentalmente un acto político ilegítimo, pues los jueces del Tribunal constitucional no habían sido elegidos por el pueblo ( al menos directamente). Esta polémica sigue viva hoy en día. Especialmente cuando dichos tribunales se pronuncian sobre asuntos muy controvertidos o que bordean lo político. Países gobernados por populismos ( Venezuela, Bolivia, Ecuador...) tienen salas constitucionales. Generalmente se trata de órganos muy politizados en su composición y que tienden a extralimitarse en sus funciones, muchas veces reformando implícitamente la propia constitución, lo que constituye un fraude democrático. Aunque los populistas los mantienen, cuando llegan al poder, los suelen instrumentalizar tanto o más de lo que ocurre en las democracias representativas al uso. Es otro de esos ejemplos en los que los populistas toman algo que ya funciona mal, en la democracia representativa y lo hacen funcionar todavía mucho peor. Al igual que el estado liberal se transformó en estado social, en la medida en que intentó ampliar el campo de acción de la idea de la igualdad, desde el estado hacia la sociedad, el constitucionalismo de raigambre liberal, se convirtió después de la II guerra mundial en un neoconstitucionalismo. Esta nueva forma de constitucionalismo pretende desplegar las potenciales, que la idea de constitución normativa conlleva. Según el neoconstitucionalismo, la supremacía de la constitución no consiste sólo, como en el constitucionalismo liberal, es una fuerza pasiva para resistir la modificación por parte de normas infraconstitucionales. También tiene una fuerza activa, una aplicabilidad directa, no sólo de sus normas , sino también de los principios que la inspiran. A través de una labor de hermeneútica jurídica, los partidarios del neoconstitucionalismo (Zagrebelsky, Alexy,McCormmick, Nino, Dworkin; Ferrajoli...) despliegan una serie de principios hermenéuticos cuya finalidad consistiría en sacar el máximo partido a la idea de la eficacia directa y a la aplicabilidad inmediata de los textos constitucionales, vinculados a la idea del estado social y democrático de derecho ( principio pro personae, drittwirkung o eficacia entre particulares de los derechos fundamentales). El denominado constitucionalismo crítico,vinculado al socialismo del siglo XXI ( Ricardo Sanín, Walter Mignolo), se muestra muy escéptico con el constitucionalismo, en la medida en que supone una construcción conceptual elaborada de espaldas a fenómenos como el colonialismo, la democracia popular y que funciona a la manera de una “técnica de convalidación de las premisas del sistema “ ( Sanín) A las instituciones demo-liberales actuales se llega por una evolución de la forma política estado. Éste surge en la edad moderna ( finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI) , como consecuencia de una serie de procesos históricos y políticos que suceden durante la edad media. Tradicionalmente se señala que la estatalidad es una forma de organización del poder que se caracteriza por un proceso de acumulación del poder. Frente a la poliarquía medieval, donde el poder estaba fragmentado en múltiples manos ( feudalismo, imperio, Iglesia...). Los monarcas del moderno estado logran acaparar para si todo el poder. Se trata de un proceso lento y que transcurre de maneras diversas en los distintos países europeos, pero que culmina con la consagración internacional del principio de la estatalidad en la denominada paz de Westfalia ( 1648), por la que los estados pasan a constituir los sujetos principales de las relaciones internacionales. Por otro lado, el estado, frente a otras formas de organización política anterior ( Polis), se caracteriza por tener una

dimensión institucional superpuesta a una estructura social. A diferencia de la polis, donde ésta comprendía instituciones y personas. Ahora el estado es una artificio superpuesto a la propia sociedad. Es un “Deus mortalis”, un “Leviathan”, un “artificio” creado por la tendencia de los hombres hacia la acumulación del poder ( Hobbes). El estado iguala, abstractamente a los individuos sometidos a el, en la medida en que los despoja del poder y los convierte en súbditos ( Sotelo). La primera vez que se utiliza la palabra estado en el sentido moderno es el “Príncipe”, obra del florentino Nicolás de Maquiavelo. No es casualidad que una obra , que estudia los procesos de acumulación del poder por el príncipe , use el concepto con el que se engloban los procesos modernos de formación de la estatalidad. Durante el siglo XVIII y XIX, al estado se le sumará la primera de sus adjetivaciones; la de ser un estado nación. Por nación, en sentido moderno, entendemos dos conceptos políticos. Uno, vinculado con las denominadas revoluciones burguesas, por las cuales ésta reclama su derecho a compartir el poder con el monarca absoluto. El segundo, vinculado al nacionalismo decimonónico, hace referencia a la idea de un colectivo unido por vínculos lingüísticos, geográficos, culturales que reclama su derecho a constituir un único estado. Es el vinculado a procesos de formación de nuevos estados en el siglo XIX, como es el caso de Italia y de Alemania. La segunda adjetivación que recibe el estado, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, es la de ser democrático. Inicialmente las revoluciones liberales burguesas habían instaurado estados representativos, no democráticos, donde buena parte de la población estaba privada de sus derechos políticos. La presión de las ideas socialistas obligó a extender el derecho de voto a colectivos cada vez más amplios, pero siempre permaneció presente una tensión dialéctica entre libertad e igualdad, entre democracia formal y democracia material. Esta dicotomía es la que intenta resolver el denominado estado social , también conocido como estado del bienestar. El origen del estado del bienestar está en la problemática social vinculada a la revolución industrial y a la aparición del capitalismo69 como modo de producción. Por lo tanto , la razón de ser del estado de bienestar hay que buscarla en la crisis, que la revolución industrial provocó en el modelo abstencionista del estado liberal clásico. Frente a la idea de que la sociedad y sus miembros pueden y deben resolver sus riesgos existenciales, el estado del bienestar parte de la idea de que debe ser el estado quien asegure a los ciudadanos de tales contingencias. El estado se ocupa del bienestar de los ciudadano, por un lado proveyendo servicios como la educación, la sanidad y la vivienda, en condiciones más ventajosas que las del mercado. En segundo lugar proporcionando unos mínimos ingresos vitales frente a contingencias como la enfermedad, la jubilación, el desempleo, la viudedad u la orfandad. El estado del bienestar provee dichos servicios, porque los considera derechos sociales, que se unen a los derechos civiles y a los políticos. No por razones de caridad ( leyes de pobres del siglo XVIII), sino porque parte de la idea de que la ciudadanía tiene un contenido social también. El principal motivo de discrepancia, en relación al estado del bienestar, siempre ha residido en lo relativo a su alcance. Para algunos ( socialistas) tiene una misión redistributiva, para otros ( conservadores) meramente de seguridad material y de justicia social. Algunos juristas, como Forsthoff, han aludido a la contradicción que existe entre las finalidades del estado de derecho y las del estado del bienestar. El estado de derecho parte de una visión autónoma de la sociedad, garantizada a través de derechos que se conciben como limitaciones a la actuación de los poderes públicos. En cambio el estado del bienestar se dirige a garantizar la subsistencia, es un estado que distribuye, reparte y ayuda. Es un estado no abstencionista. Conoce tres grandes fases, una primera , que se desarrolla en Gran Bretaña y en Alemania, a través de una legislación que regula seguros públicos para cubrir desempleo, enfermedad, jubilación... y a través de medidas de regulación de las condiciones de trabajo. Muchas de estas medidas son impulsadas por gobiernos 69

La definición del capitalismo es uno de los temas más controvertidos. Hay tantos “anticapitalistas”, como inexactas definiciones de qué es el capitalismo. Tres serían las características que definen a dicho sistema productivo. La primera es la diferenciación entre la titularidad sobre los medios de producción y el uso de los mismos En el capitalismo, hay capitalistas, quienes poseen la titularidad de los medios de producción, y asalariados, que venden su fuerza de trabajo al capitalista, a cambio de una remuneración. La segunda se refiere a que en el capitalismo, a diferencia de lo que ocurría en otros sistemas de producción anteriores (esclavista, feudal...), no se busca sólo la subsistencia, sino que se busca el beneficio ( Principio de acumulación) . La tercera se refiere a la racionalización del proceso productivo a través de la mecanización del proceso productivo.

conservadores (Bismarck), como una manera de frenar el auge de las ideas socialistas y comunistas. Otro factor que lo apuntala es el revisionismo en el seno de la social-democracia ( controversia Lassalle-Marx, revisionismo de Bernstein..) que acepta el juego democrático liberal y el capitalismo, a cambio de limitarlo por medio de un mayor intervencionismo estatal. En el caso francés son de especial relevancia las aportaciones del político socialista Louis Blanc, que influiría en algunas tímidas reformas que acometió la II república Francesa. La segunda fase coincide con el periodo de entreguerras y su puesta en marcha en Suecia, país que se convierte en el referente absoluto del mismo, gracias a la labor del partido social-demócrata bajo la dirección de Albin Hasson, primer ministro del país durante la recesión de los años treinta. Su gran acierto fue apostar por una economía mixta , que combinaba elementos capitalistas, como la idea socialista de la autogestión obrera, a través de cooperativas, bancos propios y una política fiscal de carácter progresivo, Por otra parte la constitución alemana de Weimar ( 1919) consagró, por primera vez, muchos de esos derechos sociales. En Gran Bretaña también se desarrolló una importante actuación gubernamental, con el fin de reconstruir al país tras la gran guerra, se desarrollaron leyes de educación pública y una política sanitaria estatal. El espaldarazo definitivo al modelo viene de la mano de la teoría económica keynesiana y sobre todo del célebre informe Beveridge70, que establece los fundamentos de lo que va ser la era dorada del estado del bienestar en Gran Bretaña, bajo los sucesivos gobiernos laboristas y conservadores posteriores a la II Guerra mundial La crisis del petróleo de 1973 fue el detonante de la puesta en cuestión del modelo del estado del bienestar, con sus consecuencias de alto paro e inflación galopante. La política fiscal keynesiana no había previsto mecanismos para combatir ambos problemas al mismo tiempo, de ahí que surgiera con fuerza la alternativa monetarista que propugnaba una vuelta a la idea del equilibrio presupuestario en épocas de recesión y a las políticas monetarias contractivas, para combatir el fenómeno de la alta inflación, originado por los déficit fiscales de los estados. Otro fenómeno que influye en la crisis del modelo es el de la globalización y el auge del comercio internacional, que obliga a una mayor competitividad entre los estados. Los países con niveles de protección social más bajos imponen una presión adicional. También la mejora de la competitividad de los países emergentes, junto a las políticas liberalizadoras del comercio internacional obligan a un replanteamiento del estado del bienestar. Los países deben adaptar su legislación, reduciendo los costes laborales, a fin de facilitar la implantación de multinacionales y nuevo capital en sus economías. La evolución demográfica, con una natalidad cada vez más baja y un aumento de la esperanza de vida ponen en riesgo la mantenibilidad de los sistemas públicos de protección social El último intento por resucitar la vieja doctrina social-demócrata vino por la propuesta de la llamda tercera vía, del sociólogo inglés Anthony Giddens. Un modelo que se presenta como una alternativa tanto frente al costoso e inasumible estado del bienestar de máximos y a la alternativa de volver a un estado mínimo de raigambre liberal. Es un modelo que apuesta por la responsabilidad personal, por la implementación de políticas activas que permitan generar más empleo, más interesado en crear un sistema de “infraestructuras de oportunidades”, que en promover un pura redistribución de rentas. En 1999 dicha propuesta vivió su momento de mayor éxito, gracias al respaldo de Tony Bair y Schröder, quienes elaboraron un manifiesto de defensa de dicho modelo. Se basa en una serie de postulados; negación de que las políticas de gasto público sean un buen método para conseguir una mayor justicia social, apuesta por el mercado, importancia de controlar los niveles de inflación en la economía, defensa del equilibrio presupuestario, necesidad de invertir en capital humano, política impositiva atractiva para las empresas. Una buena parte de la izquierda ha visto en la tercera vía una 70

Economista y funcionario británico , autor de un célebre informe en 1942 para la reforma del sistema de bienestar público

especie de traición a la “socialdemocracia” y una suerte de neo-liberalismo disfrazado.

Una de las aportaciones menos destacadas al demo-liberalismo es la del derecho Romano. En general los tratadistas de la historia del pensamiento o de la economía suelen incidir en el carácter menor del pensamiento romano en relación con el “milagro griego”71. No obstante, como ponen de manifiesto pensadores como Hayek ,JK Galbraith o Rothbard el derecho romano constituyó un auténtico depósito de principios económicos liberales, sobre todo en materia de contratos y de derecho de propiedad. El código de Justiniano enfatiza el carácter contigente de los precios que varían según el tiempo y el lugar, en función de las valoraciones de los individuos. Como apunta Galbraith , “ fue el derecho romano el que otorgó a la propiedad su identidad formal y a su poseedor el dominium”72. Así como la idea de que el derecho debe adaptarse a la realidad socio-económica cambiante , a través del derecho honorario, creado por los pretores para paliar las insuficiencias del ius civile. La otra gran aportación de la síntesis demo-liberal es la propia noción de democracia representativa basada en el pluralismo, los derechos individuales y la idea de la representación política. Dicha noción es objeto de una larga evolución histórica que parte de la democracia directa griega, pasa por un periodo de oscuridad y renace cuando la idea del gobierno limitado, de corte representativo se une a la idea de la extensión del sufragio a todos los miembros de la sociedad, con independencia de sus medios económicos o su origen social. El concepto de democracia presenta una gran complejidad conceptual, de hecho ha sido objeto de análisis normativos y empíricos en la ciencia política73. Es un término anfibológico, con muchos significados, aunque hay uno principal ( analogado principal en terminología escolástica) que nos remite a una ordenación política, social y económica igualitaria. La expresión democracia es obra del historiador griego Herodoto (484-425 ac) y hace referencia al gobierno del pueblo. Desde el siglo III ac hasta el siglo XIX, la democracia vivió un largo ocaso 74, pues no se consideró un régimen político óptimo. Con el término democracia englobamos relaciones de poder muy diversas entre si, que poco tienen en común. El concepto democracia puede ser reducido a tres principios básicos ; principio de legitimidad, forma de ejercer el poder y valor. La democracia funciona como principio de legitimación de un orden político, cuando se considera que sólo es legítima aquella forma de dominación política que goza del consentimiento, verificado y no presunto, del pueblo. La democracia no acepta las auto-investiduras, si no los gobernantes elegidos y responsables ante los ciudadanos. Esta concepción de la democracia, como principio legitimador de la acción política, nos permite trazar una línea de continuidad entre la antigua democracia directa y la democracia representativa moderna. La democracia también puede funcionar como sistema de gobierno, sobre todo en nuestras modernas democracias, que son indirectas o representativas, donde los ciudadanos no ejercen 71

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La tesis del “milagro griego” de J Burnet en su obra “ La aurora de la filosofía Griega” apunta a la originalidad del nacimiento de la filosofía griega, descarta su origen oriental y descarta explicaciones sociológicas o políticas del surgimiento de la misma ( Marxismo) “Historia del Análisis económico”, Galbraith Los análisis normativos en ciencia política se preocupan por el “deber ser”, es decir siguen la tradición de la filosofía política que se interroga por la mejor forma de gobierno. En cambio los análisis politológicos empíricos, influidos por el positivismo cientifista, huyen de los juicios de valor, que consideran indemostrables, por lo que postulan una ciencia política meramente descriptiva. Vid “ Teoría política” Giovanni Sartori, Alianza ed.

directamente el poder, si no que son sus representantes los que lo hacen. Esto podría plantear plantea problemas de legitimidad en principio, en la medida en que se separa la titularidad del ejercicio del poder. Uno de los grandes problemas de la democracia representativa es el de cómo hacer que la voluntad de los gobernantes, elegidos democráticamente, coincida en todo momento con la voluntad popular. Muchos instrumentos de democracia directa, como son el referendum o la iniciativa legislativa popular, son mirados con recelo en las modernas democracias representativas, en la medida en que fueron muy utilizadas por los regímenes totalitarios del periodo de entreguerras, para “legitimar” muchas de sus políticas. Por otra parte, la prohibición del mandato imperativo75 forma parte de los dogmas del constitucionalismo y se considera que ciertas fórmulas como el mandato revocatorio son “populistas” y “ peligrosas”, como tendremos ocasión de analizar posteriormente, cuando analicemos la propuesta populista.

Por último, la democracia también es un ideal, un concepto estimativo, de hecho la mayoría de los regímenes políticos del mundo se definen como democracias. No obstante, no todos lo son verdaderamente, es precisamente por este aura de legitimidad, por lo que la palabra democracia se ha convertido en un instrumento taumatúrgico, que todos invocan pero muchos desconocen, cuya sola invocación suscita una aprobación generalizada. La democracia, junto a una vertiente política, tiene también una vertiente social y económica. La dimensión social de la democracia tiene su origen en la obra del pensador francés Alexis de Tocqueville “ La democracia en América”, que ve en la sociedad americana , una sociedad horizontal, no vertical y aristocrática como la europea, guiada por un ideal igualitario.La verdadera democracia exige una consideración horizontal de la ciudadanía, contraria a la existencia de privilegios, sin ciudadanos dotados de igual consideración y dignidad no puede haber democracia. La dimensión económica de la democracia bebe de la tradición marxista ,pero también del movimiento Fabiano . En concreto del matrimonio Webb ( Sidney y Beatrice) , quienes en su obra de 1897 “ Industrial democracy” pusieron las bases de la autogestión obrera. La democracia económica, según el socialismo, supone articular una democracia que se realiza en el puesto de trabajo, en las fábricas, con obreros que participan en la gestión de sus empresas. Esta idea del autogobierno obrero inspirará la autogestión yugoslava y el plan Meidner76 sueco. También en la tradición marxista hay una denuncia de la democracia liberal burguesa, como epifenómeno77 de las estructuras de dominación económica capitalista. La democracia liberal burguesa, en la tradición marxista, es vista como un encubrimiento de relaciones de dominación ocultas y amparadas en formulaciones legales, supuestamente inclusivas de amplias capas de la población. No hay que confundir la democracia económica, con los análisis económicos de la democracia, que ven en ésta un instrumento para analizar los procesos políticos electorales, en términos microeconómicos de maximización de la utilidad de los actores políticos. Quienes actúan como agentes racionales, que valoran sus decisiones políticas en términos de análisis de coste-beneficio ( Downs, Arrow).

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Mandato imperativo hace referencia a la vinculación del representante con el representado a través de órdenes precisas sobre cómo ejercer la representación política. Era propia de las llamadas asambleas estamentales. Rehn-Meidner, modelo de crecimiento económico elaborado en 1951 por los economistas suecos Gösta Rehn y Rudolf Meidner de inspiración keynesiana Epi-fenómeno. Etimológicamente, fenómeno que se da "por encima" o "después" (epi) de otro al que consideramos principal, y al que se asocia sin que pueda afirmarse que forme parte esencial de él o que tenga influencia sobre él. En este sentido, se puede considerar que el epifenómeno, o bien simplemente "acompaña" al fenómeno principal, o bien "emerge" de alguna manera de él

Una vez clarificados los diversos sentidos del término democracia ( generalmente mezclados y usados con gran imprecisión conceptual en los discursos populistas), vamos a analizar , someramente, la evolución de la propia idea de democracia, a fin de intentar fijar una genealogía que sirve para unir el concepto antiguo y moderno del término. La democracia ateniense ha sido la realización más fiel al ideal etimológico de la propia palabra democracia, como gobierno del pueblo (S IV ac). Era una democracia de identidad entre gobernantes y gobernados. En el ágora (asamblea) los ciudadanos escuchaban , intervenían haciendo propuestas ( isegoria-igualdad en la palabra) y decidían por aclamación. Junto a esta asamblea , existía un órgano ejecutivo más reducido (consejo de los 500 ) y una serie de magistraturas que eran colegiadas, temporales, y elegidas por sorteo entre los distintos demos que componían la ciudad de Atenas. No obstante de una población de 300.000 habitantes en el ática, tan sólo 30.000 tenían derechos políticos. Esta forma de entender la democracia ha originado visiones contrapuestas ; para algunos se trataba de un gobierno corrompido, por ejemplo Aristóteles (384-322 ac), que lo consideraba un “ gobierno de los pobres que sólo buscan su interés”78 . En cambio Hannah Arendt, en “La condición humana”, configura su modelo de democracia consorciativa, a partir del “mito del ágora”, como ejemplificación del sentido de lo político. Hay algunos elementos positivos de esta primera experiencia democrática, que todavía perviven hoy, el ideal de la isonomia, como la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, acervo que permanece hoy y la idea de la vita activa (según la expresión de Arendt) o la necesaria politicidad del ser humano para ser tal. Otros aspectos son más negativos y plantean un mayor cuestionamiento desde la modernidad. El fenómeno de la “stasis”, es decir, la polarización de la ciudad, por su hiper-politización, la inexistencia de mecanismos de control sobre el poder de la mayoría en favor de las minorías . Por otro lado, la ciudad antigua contaba con la “eleutheria”, la libertad colectiva , pero desconocía la moderna consideración de los derechos individuales y sociales. Durante la edad media y la edad moderna la democracia conoció un largo periodo en que era considerada una mala forma de gobierno (salvo raras excepciones como es el caso de Spinoza). Sólo con la revolución francesa resurge, con fuerza, el ideal democrático. Aunque es entonces cuando encontramos que su sentido se bifurca en dos tradiciones,, que se dicen ambas democráticas, pero que poco tienen en común. La visión colectivista de la misma, de raigambre jacobina y luego explorada por el marxismo, y la visión liberal representativa que intenta conciliar modernidad y democracia ( Talmon). La democracia liberal representativa está influida por el concepto moderno de soberanía, que distingue entre titularidad y ejercicio del poder. Así en la moderna democracia, el poder pertenece, al menos nominalmente, al pueblo. El ejercicio de dicho poder, por el contrario, pertenece a los representantes políticos, elegidos a través de elecciones libres, periódicas y competitivas. Nuestra moderna democracia es una democracia indirecta. Su origen hay que buscarlo en la necesidad que existía en el medioevo, una época donde los desplazamientos era complicados, de que que los monjes pudieran contribuir a la elección de sus superiores. Por eso se pensó en utilizar la técnica procesal, propia del derecho privado, del mandato. De esta forma los monjes conferían a sus delegados la posibilidad de articular su voto. La democracia moderna también se debe a la 78

“ Política” Aristóteles.

influencia de los juristas canonistas de la edad media, que intentaron conciliar la idea del origen popular del poder, presente en obras como el “Defensor pacis” de Marsilio de Padua (1280-1343), con la necesidad de contar con un príncipe dotado de poder casi absoluto79. Para ello se pensó que el poder, en origen popular, se transfería al príncipe ( Translatio imperii). Con posterioridad, en el seno de la escuela de Salamanca, se consideró que dicha transferencia era temporal y revocable. La democracia representativa funciona a través de la regla de la mayoría , frente a la unanimidad de la democracia antigua. Ello se debe a que en Grecia, la “polis” era una “Gemeinschafft”, una Koinonia (una comunidad), donde los ciudadanos eran los “homoi” ( los iguales), que se hallaban unidos por lazos de “philia”(amistad), de los que surgía la politicidad, por eso la regla de la mayoría era desconocida, pues suponía introducir la “stasis”, la división en la polis. Con Locke y las guerras de religión, se va afirmando la idea de que el disenso y la diversidad no son incompatibles con el mantenimiento de la unidad política. Así la res-publica puede articularse a través del juego de las mayorías y las minorías. La democracia moderna supone también una distinta concepción de la individualidad,ya apuntada en el célebre discurso de Benjamin Constant (1767-1830 ) ante el ateneo de París en 1819, donde afirmaba la superioridad de la libertad de los modernos sobre la de los antiguos. Hobbes en el capit XXI del “Leviathan” defendía que la libertad de los romanos y de los griegos era “ colectiva”. Foustel de Coulanges ,en su obra La ciudad antigua, afirmaba que “ Tener derechos políticos, votar, nombrar magistrados, poder ser arcontes, eh aquí lo que en las ciudades antiguas se llamaba libertad pero no por ello el hombre estaba menos sometido al estado”. En la democracia liberal-representativa, el Estado es un “Leviathan”, una maquina, un artificio superpuesto a la comunidad, cuya misión consiste en garantizar los derechos individuales, que son previos a la politicidad. El individuo, en sentido kantiano, es un fin en si mismo, con independencia de la sociedad y del estado. En cambio en Grecia, el ser humano es un zoon politikon, sólo es humano en cuanto político y no es humano hasta que no es político, hasta entonces sólo es un Bios anthropos (Giorgio Agamben). Frente a la visión republicana, que supone que el ser humano o es político o no es, la tradición liberal reivindica que el ser humano tiene otras dimensiones, siendo la politicidad, una dimensión más y ni tan siquiera la más importante. La democracia liberal representativa es “constitucional”. El constitucionalismo supone un conjunto de técnicas jurídicas y políticas surgidas de las revoluciones liberales burguesas para limitar y controlar el poder ( división de poderes, derechos fundamentales, poder judicial independiente...). De hecho, en la democracia liberal representativa se concibe a la propia constitución como un límite al poder democrático, que no puede modificar si no es a través de complejos, y generalmente oligárquicos sistemas de revisión constitucional. La democracia liberal burguesa empezó siendo un gobierno representativo, que excluyó de la participación política a las capas menos favorecidas, a los no ricos (sufragio censitario) y sólo desde mediados del S XIX asumió un esfuerzo democratizador80.Es una democracia fundamentalmente política inicialmente, que recelaba de la democracia social y económica, muy ilustrativo es el discurso de Tocqueville ante la asamblea constituyente en 1848, en el que apunta que el igualitarismo puede convertirse en el principal enemigo de la “libertad” moderna ; “ La democracia y el socialismo están unidos sólo por una palabra; la igualdad , pero hay que notar la diferencia, la democracia quiere la igualdad en la libertad y el socialismo , la igualdad en la servidumbre”. 79 80

La célebre fórmula “ Quod principii placuit, legis habet vigorem” del Digesto Vid “ Sobre el gobierno representativo” John Stuart Mill

La democracia liberal representativa es una democracia de partidos también. Kelsen, el jurista normativista, dice al respecto; “ sólo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia sea posible sin partidos”81 Se da la tremenda paradoja,por lo tanto, de que la democracia necesite de partidos, cuyo funcionamiento no suele ser democrático, para funcionar. Michels en 1919 ,en su célebre análisis sobre el SPD alemán, estableció la ley empírica de que los partidos tienden a burocratizarse y a devenir en oligárquicos. En la actualidad, uno de los grandes problemas de las modernas democracias representativas es que tienden a degenerar en partidocracias ( sistema políticos dominados por partidos) . De hecho para muchos politólogos, como Lipjhart , esto no es negativo y consideran que los sistemas político pequeños, con pocos partidos y escasa dispersión ideológica entre ellos, son los más estables. De ahí que la estabilidad, frente a la división propia de la democracia antigua, sea otra de las características de las modernas democracias representativas. Los politólogos empíricos suelen huir de concepciones normativas de la democracia, están imbuidos del positivismo ,que recela de la política basada en juicios de valor no verificables, y se contentan con señalar las características de funcionamiento de los sistemas democráticos. Sus visiones de la democracia suelen ser “procedimentalistas” , que se definen como un proceso de selección competitivo entre las élites políticas, donde el ciudadano es un mero votante que expresa sus preferencias ( realizando un análisis costo-beneficio de las diversas propuestas) a través del voto. Más que de democracia prefieren hablar de “ Poliarquía” ( Robert Dahl) . Un ejemplo es la definición de democracia de Sartori ; “ procedimiento que genera una poliarquía abierta cuya competición atribuye al pueblo sólo un poder de elección de sus representantes y a éstos un poder de respuesta frente a sus electores”82. Frente a estas insuficiencias de la democracia liberal representativa, se han planteado alternativas que intentan profundizar en la idea de participación popular, manteniendo inalterada la esencia representativa, liberal y constitucional. Quizás la formulación más destacada sea la de la denominada democracia deliberativa, auspiciada, entre otros,por el filósofo alemán Jürgen Habermas, que la incardina dentro de su “ Teoría sobre la acción comunicativa”. Es un intento de refundar la racionalidad la política sobre la base de la racionalidad práctica , como ya lo intentaran hacer antes que él, Aristóteles y Kant. Para Habermas las posibilidades que hacen posible la política y la democracia vienen determinadas por un contexto situacional determinado, que toma de la filosofía del lenguaje de base pragmática (Austin); la denominada situación ideal del habla. Un contexto “ideal” de naturaleza discursiva, donde sea posible establecer unas condiciones mínimas para un diálogo inter-subjetivo entre los actores políticos, sin condicionamientos previos de base. Frente a las concepciones “procedimentalistas” de la política, que se fijan más en el resultado ( la elección de los representantes), en la democracia deliberativa, el proceso argumentativo y deliberativo es ya un fin en si mismo valioso. La democracia deliberativa de Habermas83 plantea una crítica a la concepción liberal y abstencionista de la política, pero también al republicanismo clásico, en la medida en que ve en éste un excesivo moralismo, incompatible según él, con las sociedades post-metafísicas en las que vivimos (donde no hay una sola concepción moral posible), así como una tendencia excesiva hacia la homogeneización y a la ausencia de discrepancia. Asume, no obstante, del republicanismo político la idea de solidaridad y de mayor participación política de todos.

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Vid “ Sobre el valor y la esencia de la democracia” Hans Kelsen. “ Teoría política” Sartori, Alianza Se trata del pensamiento político de Habermas , expresado en obras como “ Teoría de la acción comunicativa” o “ Facticidad y validez”

En esta concepción racional y abstracta de la democracia se asume que se cumpliría el ideal democrático, de la no dominación, pues cualquier acuerdo que se alcanzase contaría con el acuerdo de todos los participantes ; esto es debido a la naturaleza del lenguaje (el instrumento del diálogo inter-subjetivo), en la medida que el lenguaje, si es debidamente usado, tiene como fin lograr el entendimiento. Para que dicho lenguaje sea operativo y posibilite el entendimiento, deben cumplirse una serie de requisitos en la deliberación. En la teoría de Habermas se parte de una concepción “ pragmática” de la verdad( el asentimiento de todos es sinónimo de verdad ) no de la verdad, en sentido clásico, como correspondencia entre realidad y pensamiento. La democracia participativa no entiende, por lo tanto, la política en un sentido agonal o de lucha por el poder, si no en un sentido cooperativo, como un instrumento que permita a los ciudadanos, no sólo decidir, si no también deliberar Los nuevos populismos de izquierda radical suelen mostrar una visión muy negativa de la democracia representativa . Su actitud ante la misma es de “sospecha”. Tampoco admiten la visión de la democracia como deliberación, para ellos la democracia es un “campo de batalla”, desde donde disputar la “hegemonía”. La nueva izquierda populista aprovecha el carácter estimativo y universal que tiene la democracia en el mundo actual, de nuestra visión de la democracia como un verdadero triunfo civilizatorio , no surgido de ningún diseño racional si no de la propia evolución social y que se ha ido perfilado y evolucionando como consecuencia de la propia transformación social. La nueva izquierda populista manipula dicho concepto, por el carácter legitimador del poder político que tiene en nuestras sociedades , para presentarlo en términos maximalistas y atemporales, desconociendo que la moderna democracia, que es representativa y limitada por el imperio de la ley, tiene poco que ver con la concepción clásica griega de la misma. La nueva izquierda presenta a la democracia como un gobierno “absoluto” ( Negri) y al constitucionalismo , como una perversión oligárquica del ideal clásico de la democracia84. Los derechos individuales, las leyes o el respeto de las minorías son “artificios” oligárquicos para impedir el gobierno de “ los sin parte” ( Rancière). Esta filosofía de la “sospecha” hacia el demo-liberalismo tiene unos antecedentes claros en la propia visión que Marx tenía acerca de la idea de democracia como régimen político al servicio de la burguesía. En “ La cuestión judía” , Marx criticaba abiertamente la noción de derechos humanos, por su carácter abstracto e ideológico, como vehículo institucional al servicio de los espúreos intereses de la clase burguesa. Una noción que favorecía una consideración instrumental del poder político, al servicio de unos intereses de clase. La nueva izquierda profundiza en su “sospecha “ permanente acerca de las democracias mayoritariamente existentes en el mundo libre. La achacan que “despolitiza” los conflictos, que enmascara dominación de clase, que favorece posiciones subjetivas de dominación de colectivos ( mujeres, indígenas, colectivos LGBTi...), de manera que es una forma de gobierno “reaccionario”, que obedece a lo que pensadores como Rancière85 denominan una era “postpolítica”. Estos autores parten de la idea, tomada de Lefort y expresada en su obra “La incertidumbre democrática”, de que con la revolución francesa se produce un corte ( un acontecimiento en su terminología) que instaura una nueva forma de entender lo político. Con la revolución francesa no sólo se habría producido una “decapitación física” ( la del rey Luis XVI ), 84

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Véase la obra de Gerardo Pisarello, profesor de la UB y actualmente teniente de Alcalde de Ada Colau , “Un largo termidor” , donde presenta la historia de la democracia, como la de una régimen siempre perseguido por la oligarquía y disminuido a la mínima expresión, que ha conocido algunos momentos “luminosos”, Antigua Grecia, Ciudades italianas en el bajo medievo, la época jacobina de la revolución francesa, la revolución soviética, la revolución castrista y el renacer del socialismo en el cono sur. Jacques Rancière ( 1940-) filósofo francés, discípulo de Louis Althusser y uno de los pensadores del llamado democratismo radical más famosos hoy en día. Sus aportaciones en el campo de la filosofía política , en el campo de la democracia radical de corte anarquizante ( como un gobierno absoluto de los desheredados que tienen el derecho a cuestionar cualquier ordenación social) o sus teorías sobre el “comunismo” de las inteligencias ( en clara oposición a la visión elitista del marxismo de su maestro Althusser) han influido notablemente en la nueva izquierda.

sino también simbólica, la de una forma de entender el orden social y político, como algo pleno y con fundamento en un orden trascendente, un orden querido por Dios y ejemplificado en la monarquía absoluta. Partiendo de las nociones medievales del rey, como cabeza de un cuerpo místico86, estos autores afirman que la revolución habría instaurado la democracia como un forma de gobierno radicalmente incompleta, donde la imposibilidad de una fundamentación trascendente al propio orden social abocaría hacia una fundamentación contingente de lo político, basada en la idea del antagonismo y la búsqueda de la hegemonía. Lefort utiliza la metáfora espacial para referirse a este ausencia de fundamentación última, caracterizando a la democracia como la forma de gobierno donde el espacio del poder está vacío y donde sólo el ejercicio del poder se “llena” transitoriamente conforme a reglas que lo predeterminan. Hannah Arendt, en su obra “Sobre la revolución”, reivindicaba también el carácter instituyente de la revolución, como espacio donde se hace manifiesta la radical libertad de la acción87. Sin embargo, Arendt era consciente de que las revoluciones, además de poder crear espacios de libertad ( dimensión instituyente o “ potentia” ) también deben crear un marco institucional que preserve esas condiciones de libertad( dimensión institucional o “ potestas”). De hecho analiza los dos modelos de revolución , el americano donde se creó un espacio de libertad y la francesa, donde la cuestión “social” acabó por socavar el momento institucional , permitiendo que la libertad fracasara al verse atrapada en un bucle revolucionario sin fin. La nueva izquierda no admite que ese espacio común de libertad política pueda ser institucionalizado a través de las instituciones demo-liberales, en la medida en que, según su parecer, despolitizan y neutralizan el antagonismo en que estaría fundado lo político, según hemos visto. Caben dos alternativas para estos autores. Por un lado, denunciar toda forma de democracia como artificial y enmascaradora de relaciones de dominación capitalista (Zizek,Badiou), reivindicando una vuelta a los postulados autoritarios leninistas del marxismo clásico o reintentar la democracia sobre la base de una concepción radical de la misma. Por un lado encontramos la propuesta de democracia radical del filósofo Jacques Ranciére, que rehuye la institucionalización de ese momento democrático, entendido como gobierno absoluto del “demos”. La propuesta de Ranciére parte de una “visión estética88 de la política”, es decir como ordenación o reparto de lo que hay. Según Rancière la política hace referencia al derecho a cuestionar un “reparto de lo sensible”, una ordenación de lo social, especialmente por parte de aquellos que son “excluidos” sistemáticamente de cualquier reparto, bajo las coordenadas del capitalismo y del régimen democrático representativo. Para Rancière una de las mayores “perversiones” del orden capitalista neo-liberal globalizado ha sido precisamente la de ocultar lo “político” ( politics) y sustituirlo por la pura gestión o administración de lo ya previamente ordenado, según instancias ajenas a los intereses de los menos favorecidos. Para esta forma “neoliberal” de entender la política, Ranciére reserva en su barroca terminología la definición de “policía”( policy en inglés). Ranciére tiene una visión de la democracia alejada de toda tentación institucionalizadora de la misma. De ahí que su propuesta pueda ser definida como “anarquismo democrático”. Por otro lado encontramos la propuesta populista de la dupla Mouffe-Laclau, que inspira buena parte de las estrategias populistas que encontramos en los denominados populismos de extrema izquierda ( socialismo del siglo XXI ). Su propuesta supone un radical cuestionamiento del orden liberal que entiende la política como un campo de encuentro y consenso, para instalarla en una visión reactiva, en la que política es el instrumento de las clases desfavorecidas para desalojar del poder una ideología ficticia ( creada por el propio discurso antagonista) y sustituirla por un gobierno 86 87

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“ Los Dos cuerpos del Rey” Kantorowicz, akal La acción es la categoría fundamental de la ontología política de Hannah Arendt como se pone de manifiesto en su obra “La condición humana”, como contrapuestas a las categorías de labor y de trabajo. La acción es la forma de presentarse el ser humano ante los demás y de hacer patente su dimensión política. “Estética” en el sentido griego del término, es decir como equivalente de “sensible” o “perceptiva”

verdaderamente popular. La propuesta de Laclau es heredera de planteamientos postestructuralistas y de la filosofía del lenguaje no referencial que asumen que el discurso político es puramente discursivo y no anclado en ninguna realidad fija o inmutable. La política para ellos, en la línea Gramsciana, consiste en disputar la hegemonía al “enemigo” neoliberal, suplantarlo en las instituciones demo-liberales , manteniendo la apariencia de su vigencia pero dotándolas en la práctica de un contenido totalmente iliberal. Ahora mismo la vigencia de las instituciones representativas y la síntesis socio-liberal, fruto de un largo proceso de encuentro entre la tradición liberal clásica y la tradición social, vuelve a ser seriamente cuestionada( ya lo fue con la denominada teoría crítica de la “Escuela de Frankfurt” que desembocó en el 68 francés) y con muchas más posibilidades de éxito. Si el 68 no triunfó, ello fue debido a que era una “revolución” con sujeto, posiblemente la última revolución con sujeto político.

Se trataba de jóvenes universitarios desencantados con la racionalidad instrumental y burguesa que denunciaban Marcuse y compañía. Ahora la revolución que postula la nueva izquierda populista es una revolución “descentrada”, sin sujeto definido. Por ejemplo en la formulación posmarxista de Toni Negri y su concepto de “Multitud, que supera la tradicional visión del estado-nación como el ámbito de acción política del proletariado, para dejar paso a un escenario global, donde diversos movimientos sociales y políticos disputan la “hegemonía” al Imperio ( poder económico transnacional). Si la revolución clásica en clave marxista-lenista presentaba una contradicción esencial entre capital y trabajo, ahora la contradicción se plantea en términos no tan claramente ideológicos y apunta a nociones más difusas que pueden ser más ampliamente compartidas ( desigualdad creciente, partidocracia, crisis de valores etc..). La nueva izquierda populista se aprovecha de los conceptos e instituciones surgidas de la evolución social espontánea para apropiárselos y darles un contenido de semanticidad difusa. Partiendo de la idea del segundo Wittgenstein de los conceptos abiertos a un infinitud de posibles “juegos del lenguaje” y de la idea de Gramsci de la hegemonía como de la apropiación del sentido común, la izquierda populista procede a una deconstrucción del sentido demo-liberal de muchos conceptos . Se procede a una verdadera “iteración democrática” que diría Sheila Benhabid. La “iteración” hace referencia al concepto acuñado por Derrida para su análisis deconstructivo y que hace referencia al proceso, siempre abierto, de abrir infinitas resignificaciones de un término, de apropiarse de su sentido con cada nuevo uso, de añadirle nuevas notas. Es al mismo tiempo una recuperación de su origen y al mismo tiempo su propia disolución, a través de un despliegue continuo de posibilidades de exploración de su sentido. La democracia de este nuevo populismo exige un post-fundacionalismo, es decir la ausencia de una legitimación exterior a lo político para ser fundamentada. La democracia, según ellos, no sería más que la expresión más clara de la diferenciación política , esa que distingue entre lo político y la política .La verdadera democracia exigiría la primacía de lo político sobre la política. La distinción entre política y político es una aplicación al campo de la filosofía política de la famosa distinción ontológica propia de la metafísica Heideggeriana. Según la concepción clásica expuesta por el filosofo alemán en su obra "Ser y Tiempo”, una cosa es el ser y otra distinta son los entes. De hecho la historia de la filosofía occidental habría sido la historia del olvido del ser, privilegiando por contra la historia de los entes, como manifestaciones aparentes del ser. Algo similar ocurriría el campo de la filosofía política con la distinción entre la política y lo político. La política haría referencia a los aspectos pragmáticos, a las realizaciones concretas de la actividad colectiva , plasmadas en decisiones, instituciones , roles , creencias.........es lo que Rancière llama “la policía, como hemos visto antes.

En cambio lo político sería lo que hace posible la política, lo que lo diferencia de otras instancias como la ética, la economía etc., que también tienen una dimensión colectiva. A la hora de entender lo político hay dos caminos. Por un lado una forma agonal populista, de lucha por el poder, de constitución de antagonismos y por otra una forma consorcial, aditiva y no sustractiva, que lo que busca es formar ciudadanos, “polites” que se involucran en la confección de la comunidad política, renunciando a fundamentaciones metáfisicas o teológicas de la vida política. Esta segunda forma de entender lo politico es la verdaderamente democrática. El orden político “perfecto“ sería aquel donde los protagonistas son los ciudadanos, frente a otras formas de organización política donde sólo hay súbditos. La primera forma de entender lo político, la agonal, es la propia del jurista alemán Carl Schmit, expresada en su obra “ El concepto de lo político”. Según la cual la esencia de lo político reside en la diferenciación entre el amigo y el enemigo. La segunda tendría a su representante más destacada en Hannah Arendt y es en la que las modernas democracias deben perseverar, para evitar tanto caer en la partidocracia, como sucumbir ante la tentación populista. De lo contrario se suministra “munición” al discurso populista, que presenta su visión de la política como una tarea de “defensa de los de abajo”, de los “ sin parte” frente a las oligarquías instaladas en las instituciones demo-liberales que desvirtúan la democracia como gobierno del “demos”. El populismo explora con gran efectividad la idea del poder popular. Sin embargo en su discurso sobre el poder, hay una ambigüedad calculada. Hablan del poder como pura potencialidad de cambio ( en el sentido aristotélico de la “energeia”) . El populismo presenta una narrativa según la cual, “la gente corriente” está cansada de ser “tiranizada” por un sistema donde poco o nada tiene que decir. Las decisiones fundamentales son tomadas por oligarquías que se “sustraen “ al poder popular. Precisamente para eso el pueblo debe “tomar” el poder, para revertir esa situación de dominación. El problema es que esa potencialidad de cambio suele transformarse en pura tiranía. El populismo oculta que todo poder tiene otra dimensión que es de la ser un instrumento de dominación. No hay nada más lejano a la idea de emancipación que la idea del poder, pues el poder implica la sujeción a una voluntad ajena, la posibilidad de que el otro te imponga su voluntad. No todos los filósofos han compartido esa visión del poder como lo antagónico de la política. Arendt desvincula la idea de poder de la idea de violencia. Para ella sólo el poder es verdaderamente político, la violencia no tiene nada que ver con el poder ( más allá de poder ser su instrumento ocasional) y es la pura negación de la política. En cambio el populista, a diferencia del anarquista o de la visión positiva del poder de Arendt, presenta una visión “amable” y nada recelosa del poder. Si el poder es “popular” no es depredatorio, no es opresivo, ni puede resultar tiránico. Sin embargo toda forma de poder tiene una vis coactiva, incluso cuando el poder es legítimo. A veces la coacción es necesaria para imponer la paz social ( liberalismo) o proyectos políticos que se estiman valiosos para la comunidad, como pueden ser la justicia social o la igualdad ( social-democracia). El populismo obvia esa vis coacctiva cuando presenta su proyecto. No obstante, cuando gobierna hace uso de la coacción, no sólo para garantizar la libertad de todos o implementar políticas que tienen un respaldo popular, frente a quienes las intentan abortar violentamente. También para perseguir a los que no comparten su “utopía”. En toda organización política se da lo que el jurista francés Leon Duguit llamaba una diferenciación política. Siempre hay una minoría que ejerce el poder, incluso en la democracia directa. Nunca existe un ejercicio del poder popular como tal, lo que existe es un ejercicio legitimado del poder por parte del pueblo que cristaliza en normas que obligan a todos por igual, gobernantes y gobernados. En cualquier caso , si es cierto que hay cierta tensión dialéctica entre el poder y el derecho, como muy bien apunta Walter Benjamin en su obra “ Para una crítica de la violencia”. En el ámbito de la izquierda siempre ha habido una cierta resistencia a admitir la dimensión coactiva del poder. Para Leon Duguit, jurista de inspiración socialista, el derecho tenía que librarse del poder como fundamento y basarse en la idea de solidaridad social. Es frecuente en el marxismo clásico repensar la relación entre poder y derecho, considerando que el poder se inmuniza frente a sus excesos violentos si se cambia la titularidad sobre dicho poder, de forma que

si ese poder pasa de la oligarquía al pueblo, éste se hace menos odioso y más tolerable e incluso se parte de la idea de que se pude hacer uso del poder como instrumento de emancipación. El anarquismo, como el liberalismo clásico Hobbesiano, no cree en la bondad sobrevenida del poder, instrumento de coacción, que busca infundir temor y reverencia. La idea de que el poder y la violencia pueden servir al bien ( que usa tanto la izquierda), es un concepto teológico secularizado, según el teorema fundamental de la secularización que enunciaba Carl Schmitt. Yaveh utilizaba su furia, a diferencia de los “annunaki” o deidades caídas de los pueblos vecinos de israel que eran dioses mudos, para hacerse patente en la historia, para instaurar la shekinah, la gloria de dios. El poder en la versión secularizada de marxismo, en este caso en manos de una vanguardia revolucionaria, puede instaurar una sociedad sin oprimidos. Esta es una idea-fuerza muy productiva todavía en el pensamiento de la nueva izquierda populista. Generalmente la nueva izquierda, más allá de invocar su derecho a gobernar en nombre de los “oprimidos”, no suele concretar más que propuestas generalistas, demagógicas y utópicas .A lo sumo, para no asustar demasiado a los “poderes fácticos” antes de alcanzar el poder, suele recurrir a ciertas formulaciones maximalistas de la idea social-demócrata de “domesticar” a la fiera capitalista, para convertirla en un “entrañable” animal de compañía... Una vez en el poder suele acabar derivando en planteamientos comunistas al uso ( Venezuela), con los resultados por todos conocidos. Hay un par de escenas en la magnifica película “Danton”, del cineasta polaco Andrej Wajda, que simbolizan el peligro de toda consideración vertical en la idea de la emancipación política. Se trata de dos escenas que nos ilustran perfectamente sobre el sentido aporético que tiene la libertad en el pensamiento de izquierdas iliberal. Durante la revolución francesa, y más en concreto durante la fase del terror ( la dictadura de la llamada convención jacobina entre 1793-1794), las aporías del pensamiento roussoniano, que intentaba vincular libertad personal y libertad política, se hicieron patentes en una auténtica orgía de sangre. En la utopía roussoniana, la comunidad política es concebida como una comunidad de hombres virtuosos,que han “renunciado” a los egoísmos particulares , de forma que están dispuestos a confluir en una sola “voluntad general”, en virtud de la cual anteponen el bien del otro, el bien general, al suyo propio. Todos tienen igual derecho a participar en la elaboración de las leyes , de manera que entregándose a esa voluntad general, se “obedecen a si mismos” ( Contrato Social). Dicha voluntad general no es una voluntad cuantitativa , obtenida a partir de la suma mayoritaria de las voluntades particulares. Se trata de una noción “ética”, no “aritmética”. Lo que para Roussseau no era más que pura nostalgia de la “polis”, fruto de una idealización forjada en su juventud durante las lecturas de los clásicos de la antigüedad, se convirtió en una pesadilla, cuando los jacobinos se declararon los “sumos intérpretes” del pensamiento del filósofo ginebrino, con capacidad para determinar el contenido de esa “voluntad general”. Pretendiendo “liberar” a la revolución de sus enemigos, reales o imaginarios, llevaron a esta a una paranoia colectiva de delaciones, asesinatos judiciales y a un régimen de terror sin parangón en la historia. La película de Andrej Wajda , inspirándose en la breve obra de teatro de George Büchner ( 1813-1837), recorre los últimos meses de la vida de Dantón, antiguo correligionario de Robespierre ( 1758-1794) y líder de la facción jacobina, en su intento por poner fin a la locura colectiva en la que se había instalado el país, como consecuencia de la dictadura de facto impuesta por el comité de salud pública. En una de las escenas, la ama de llaves de Robespierre baña a su hermano pequeño, mientras le enseña a memorizar artículos de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El niño está desnudo, algo que no es casual y que funciona como metáfora de la inocencia revolucionaria encarnada en los tres valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad. El pequeño equivoca la literalidad de uno de los artículos de la declaración de los derechos del hombreciudadano y es severamente corregido, pues en palabras de su hermana mayor " Hay que endurecerse si quieres ser un buen revolucionario". En la escena final de la película, lo vemos vestido y capaz de recitar impávido los cinco primeros artículos ante un azorado Robespierre que es

ya consciente de que la revolución sólo se sostiene sobre la base del terror, una vez ha logrado ejecutar a su némesis Danton. Esas dos escenas son perfectas metáforas del peligro al que se enfrenta todo devenir revolucionario, el que lleva a pervertir el ideal emancipatorio y a sustituirlo por la pura dominación, más aun abominable si dice ejercerse en nombre de valores como la libertad, la igualdad y la fraternidad . Para proteger dichos valores se ha sustituido el despotismo de un rey, por el despotismo de la ley. Sin embargo no hay verdadera emancipación si la ley o el líder te obligan a " ser libre"

SUPLANTANDO AL COMUNISMO LIBERAL Por “comunismo liberal” me refiero a aquellos “ismos”, vinculados a las nuevas luchas emancipatorias de izquierda, una vez que en las nuevas formas de capitalismo, la contradicción esencial entre capital y trabajo ( el leitmotiv del marxismo clásico) ha cedido protagonismo a otras luchas sectoriales ( feminismo, judeofobia,antiglobalización, ecologismo....)que pretenden ocupar el primer plano de la discusión política. Una vez caído el muro, la izquierda radical comprendió que la lucha contra el capitalismo y la democracia representativa tenía que adoptar nuevos cauces de expresión. Usando una metáfora militar ahora no se trataba de plantear un ataque frontal, sino de rodear al enemigo por los flancos más descubiertos de éste. Se trataba de presentar como propias las nuevas “luchas “ emancipatorias de colectivos, que no encontraban una respuesta institucional adecuada. Esta nueva izquierda acusaba al “marxismo clásico” de esencialista, de subordinar todas estas luchas “sectoriales” , presentándolas como secundarias respecto de la lucha principal contra el capitalismo. El marxismo clásico, cuya representación institucional era el denominado bloque del este y la URSS, adolecía de muchos de los defectos , que también presentaban los llamados países occidentales; homofobia, fetichismo del crecimiento, falta de libertad, falta de conciencia ecológica, militarismo..... Sus intentos por presentar una alternativa propia al margen del estalinismo habían fracasado también (eurocomunismo, flirteos con el maoísmo en los setenta). Este “desprestigio” del marxismo se vio agudizado con la caída del muro. Aunque la tradición marxista occidental nunca murió del todo89 ( figuras como Rosa Luxemburgo o Gramsci seguían siendo los grandes referentes) e intentó nuevos enfoques (marxismo analítico), se trataba de una tradición política en franca decadencia en Europa. Este comunismo liberal, que acepta formalmente el juego democrático, el pluralismo político y los derechos civiles, ha logrado calar en los programas políticos de muchos partidos políticos de izquierda e incluso en algunos de tradición social-demócrata. No obstante no ha logrado conseguir el cambio radical tan ansiado por la utopía de la izquierda radical; un mundo sin la “falsa” democracia representativa y sin capitalismo. A pesar de su “aparente“ fracaso global, sus “victorias” parciales son muy evidentes; en la medida en que han logrado situar en la agenda política de la mayoría de los países; sus “temas” , respecto de muchos de los cuales, hay un consenso casi unánime (ideología de género, alarmismo climático, multiculturalismo, judeofobia...). El nuevo populismo de izquierdas ha aprovechado estos “avances” revolucionarios y ha logrado articularlos en torno a su proyecto de sustituir la democracia representativa, el estado de derecho,¡ y el estado del bienestar por la democracia plebiscitaria e iliberal, el estado benefactor y la legalidad “revolucionaria”. El populismo supone un catalizador que puede aumentar considerablemente los 89

Publicaciones como la “New left Review, Semitext, Telos” e intelectuales como Alex Calimnicos, Perry Anderson, Eric Hosbawn, Christopher Hill, E.P Thomson mantuvieron fundamentalmente el “marxismo” vivo en ambientes universitarios y foros de opinión progresistas, No obstante , salvo en Italia y en menor medida en Francia , su papel político en Europa Occidental fue más bien escaso. Incluso en Italia, una parte del comunismo reaccionó ante la deriva burguesa y el dogmatismo del marxismo italiano ( operaísmo)

“logros” de estos “ismos” posmodernos. Paso a analizar críticamente algunos de estos “ismos, en la medida en que el populismo de izquierdas busca su público objetivo, entre buena parte de sus adeptos. No pretendo plantear que lucha por la igualdad de las mujeres y los hombres, que la concienciación ecológica o la crítica rigurosa de los abusos del Estado de Israel no sea posible. Lo que pretendo señalar es la irracionalidad de muchas de sus propuestas, el sectarismo de su forma de plantear dichos conflictos y el carácter marcadamente iliberal de muchas de sus propuestas. 1. La “nueva” tolerancia. Un campo donde la nueva izquierda busca hegemonizar su discurso lo encontramos en el concepto liberal por antonomasia de la tolerancia. La izquierda clásica ha presentado buena parte de sus causas ( “lucha por la igualdad de géneros”, “ activismo gay”..) bajo el halo de la tolerancia y en la línea de reivindicación de la tradición liberal del concepto ( John Stuart Mill). No es objeto de este análisis la arqueología de la idea de la tolerancia (un concepto bastante problemático, véase la intolerancia de un “padre” de la tolerancia como fue Voltaire) pero si la particular manera de presentar dicha noción liberal. La tolerancia es una hija del relativismo de la modernidad, un producto del escepticismo epistemológico. La nueva izquierda “acepta” dicha tradición liberal de la tolerancia pero de un modo bastante “intolerante”. En los campus universitarios norteamericanos hoy en día es frecuente que se alegue la idea “ liberal” de la tolerancia, con otras culturas o discursos , para postular algo tan “intolerante” como promover vetos o límites a la libertad de expresión de aquellos que presentan visiones más “complejas” o no tan “buenistas” de ciertos asuntos controvertidos ( la multiculturalidad, el pacifismo etc...). La nueva izquierda se caracteriza por estar creando pequeños fascistas en las universidades de todo el mundo. Las primeras, las americanas. La libertad de expresión, para esta nueva izquierda radical, tiene que ceder a la dictadura de lo políticamente correcto.

La nueva tiranía no se engalana con lictores, purpuras y otras distinciones de rango. Se trata de una nueva tiranía que se manifiesta en el poder omnímodo para acallar voces que contradigan el discurso de la verdad única y oficial. Nietzsche y su voluntad de poder en su manifestación más ominosa. Creen que son progresistas pero actúan como reaccionarios, pues no hay pensamiento más reaccionario que el que nos impide ser humanos y expresarnos como tales. Para otra parte de la nueva izquierda ( Zizek) se trata , directamente, de reclamar el derecho a la intolerancia, en nombre de la nueva revolución pendiente. Para Zizek, la tolerancia no sería más que fruto de la mala conciencia de lo que él llama el “ comunismo liberal”, una forma de hipocresía que buscaría la perpetuación del modo de dominación capitalista a través de “ pequeños actos” de reparación a las víctimas del capitalismo globalizador ( “ donaciones de apple o microsoft ).

2. La “islamofilia” de la nueva izquierda

Otra característica de la nueva izquierda radical es su odio marcado a la civilización occidental y su tendencia a contemporizar con su principal enemigo hoy en día; el islamismo radical. El siglo XX, según Adorno y Horkheimer en su obra "Dialéctica de la ilustración", es un siglo dominado por la barbarie de la racionalidad instrumental o teleológica, que tiene su plasmación política más espeluznante en la "ilógica- lógica del campo de concentración" y otras formas de bio-política que

denunciaban Foucault o más recientemente Giorgio Agamben. Esta crítica de la racionalidad instrumental ha llevado a algunos a una crítica sin matices de la civilización occidental y a un nihilsmo civilizatorio que lleva a establecer una falsa identidad entre civilización occidental y barbarie, olvidando ciertos logros como el ideal democrático, los derechos humanos e incluso la propia conciencia crítica civilizatoria Por otra parte con el estructuralismo entró en crisis la idea del sujeto como garante de la racionalidad del mundo y como fundamento gnoseológico, en una crítica de lo que los fenomenólogos llaman "intencionalidad", que es la inclinación de la conciencia a otorgar un sentido a lo que ellos llaman el mundo de la vida. Desde entonces dicha izquierda ha tendido a realizar una crítica global y sin matices de la ilustración, lo que ha llevado a ciertas alianzas estratégicas entre ésta y sectores fundamentalistas y reaccionarios de la religión islámica. No es menos cierto que occidente, en nombre del "progreso" y la "civilización" ha cometido excesos y crímenes, que nos avergüenzan a todos. Sin embargo hay una radical diferencia con la barbarie fundamentalista, de corte islamista. Los excesos de occidente, que algunos atribuyen a la propia lógica de esa visión instrumental de la racionalidad, son, a mi juicio y al de pensadores de la segunda generación de la escuela de Frankfurt, como Habermas o Apel, desviaciones patológicas del ideal emancipador de la ilustración, nunca paradigmas de su programa liberador. En cambio el fundamentalismo de corte islamista, no deja de obedecer a una lógica totalitaria, que intenta imponer su cosmovisión, o doctrina comprensiva en terminología de Rawls, al conjunto de la sociedad. La nueva izquierda apunta al “imperialismo” ya sea éste el clásico ( en la línea de Lenin o Rosa Luxemburgo) o el neo-imperialismo (la teoría de Negri y Hardt) como causas últimas del fundamentalismo islámico. Se trata de un visión condescendiente y claramente exculpatoria del terrorismo ( en la línea ya marcada por Fanon en su libro “ Los condenados de la tierra” ) y que busca “culpabilizar” a occidente de los males que padece. A la violencia “ estructural” que impone el capitalismo al tercer mundo, le seguirían formas de violencia “subjetiva”, estallidos incontrolados de ira por parte de una civilización oprimida ( La musulmana).Muchas claves hermenéuticas se han aportado por intelectuales, historiadores, psicólogos para intentar dar una explicación coherente y global de los fenómenos fundamentalistas. En lingüística hay una teorización conocida como la hipótesis Sapir-Whorf que postula una relación isomórfica entre las categorías del lenguaje que el hablante utiliza y su concepción de la realidad. Es propio de la "conspiranoia" victimista del terrorista, que no deja de ser una variante de la paranoia psiquiátrica, el construir un mundo que es isomórfico de su propio lenguaje, como diría Wittgenstein. En el trastorno delirante, los tratados de psiquiatría describen un conglomerado de síntomas que se resumen en ideas conspirativas, obsesiones de ser perseguido por no ser aceptado, búsqueda de motivos ocultos en el comportamiento ajeno, lo que les lleva a un aislamiento social y a una situación donde el odio germina hasta que alcanza su catarsis en el acto terrorista. La relación entre las patologías mentales y los procesos sociales ha sido puesta de manifiesto por diversos psicólogos, sociólogos y filósofos como Wilhem Wundt en "La psicología de los pueblos", el propio Freud en "El malestar de la cultura" o el propio Gustav Le Bon que analiza en su obra "La psicología de las masas", el comportamiento de las colectividades, el porqué estas, acríticamente, mimetizan comportamientos de los demás y se limitan a reproducirlos sin cuestionar nada. Por otra parte la izquierda siempre ha tendido a una cierta mitificación y glorificación de la violencia, algo que ya denunciaba Hannah Arendt en su obra “ Sobre la violencia”, escrita en polémica con Franz Fanon y sus “ Condenados de la tierra”. Esta nueva izquierda, por ejemplo Zizek, no ve en estos brotes de violencia religiosa algo más que meros episodios de violencia subjetiva. Se trata según él , utilizando categorías Benjamianas, de episodios de violencia divina, “puros signos sin significado”. Zizek practica un ejercicio cínico de pura teología negativa y en

abierta contradicción con los planteamientos del choque civilizatorio de Huntington. El cinismo de Zizek es la mejor forma de justificación de la violencia, pues no hay peor justificación de la misma que la que consiste en banalizarla. Más interesante es la reflexión del egiptólogo Jan Assman quien identifica violencia religiosa y monoteísmo intolerante. Ciertamente algunas teologías arcaicas, propias de las llamadas religiones del libro, llevan a una visión excluyente e intolerante de otras visiones de la vida. Es bastante obvio que en los fenómenos yihadistas hay mucho de esta intolerancia y odio hacia formas de vida alternativas a las suyas. Generalmente, como pone de manifiesto Le Bon, los colectivos extremistas actúan con patrones de comportamiento muy simplificados, lo que les lleva a tener una visión de la realidad maniquea, dividida en antagonismos primarios y donde los matices y los puntos intermedios son inexistentes. Se trata de grupos que actúan movidos por ideales que ciegan su racionalidad, lo que les lleva a seguir a críticamente las directrices de alguien, sea un "profeta", un "ideólogo" o sea un "político de turno", que se postula como "encarnación" del ideal supuestamente vejado y vilipendiado. Hay buena parte de patología social en quienes perpetran tales atentados, pero también en aquellos que justifican, amparan o legitiman acciones terroristas, buscando justificaciones variopintas desde apriorismos ideológicos. Son personas, aquejadas de un narcisismo moral e ideológico, incapaces de trascender sus propios dogmas, cuando estos entran en contradicción con la realidad de unos hechos. Son personas que no entienden que hay una gran diferencia entre las democracias, por muy imperfectas que éstas sean, y las ejecuciones extra-judiciales y bárbaras de los fanatismos teocráticos. Tampoco faltan quienes invocan desigualdades económicas, políticas o negros pasados coloniales para "explicar" hechos tan luctuosos. La pobreza y la marginalidad pueden ser su caldo de cultivo pero jamás pueden usarse como pretexto, salvo por aquellos que comparten fines con los totalitarios, aquellos que odian a Occidente por cometer errores pero también por tener aciertos,el principal; intentar construir sociedades abiertas, tolerantes e integradoras.

3. Su “antisemitismo” encubierto Al mismo tiempo que la nueva izquierda practica un irritante ejercicio de “tolerancia” máxima con el radicalismo islamista, no duda en practicar la crítica acerada contra el denominado “sionismo”. Movimiento político, surgido a finales del siglo XIX. Su promotor fue un judío de nacionalidad húngara, Theodor Herzl ( 1860-1904), quien propugnaba el derecho del pueblo judío a volver a la tierra prometida y fundar allí su propio estado nacional. En el sionismo se juntan motivaciones religiosas( recuperación del reino perdido e instauración de una teocracia), políticas ( resarcimiento por la shoah, instauración de una utopía socialista) e incluso históricas ( poner fin a la diáspora y acabar con el antisemitismo). A diferencia de otros movimientos nacionalistas, el sionismo ha sido mal visto, en general, por la izquierda ( marxismo y anarquismo) , por una parte del propio pueblo judío ( movimiento bundista que propugnaba una autonomía cultural de lo judío en el seno de los estados donde éste estaba presente) y mayoritariamente por los árabes ( la liga árabe siempre se opuso a la solución de los dos estados preconizada por Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1947) . Un hecho que suele ser ocultado a la opinión pública es que todos los conflictos armados entre Israel y sus países vecinos ha sido desatados por éstos últimos. Países como Gran Bretaña han mantenido visiones críticas con el sionismo, dificultando la emigración de judíos británicos a Israel. No obstante el mayor traspiés que sufrió el sionismo se produjo en 1975, con la famosa resolución de Naciones Unidas 3379 que lo equipara al racismo, que no fue derogada hasta los históricos acuerdos palestino-israelíes de la conferencia de Madrid de 1995. El sionismo no deja de ser una forma de nacionalismo, que como todo nacionalismo tiende a cometer excesos y a tener una visión excluyente de toda realidad ajena al mismo. No obstante resulta curiosa la condescendecia generalizada de occidente con respecto al nacionalismo ( doctrina Wilson relativa a la principio de las nacionalidades que multiplicó los estados de base nacional en la Europa posterior a la I Guerra

Mundial) y la oposición tan generalizada a que el pueblo judío ( el más perseguido de la historia posiblemente) no puede tener su “brote” nacionalista ( algo por lo que han pasado, lamentablemente todos los países de Europa, en mayor o menor medida). Esta visión hipercrítica con el estado de Israel se traduce en una forma de denigración y odio hacia la judío, que lamentablemente está bastante extendida entre la izquierda radical ( y por ende en el nuevo populismo izquierdista como veremos). El filósofo empirista inglés Francis Bacon en su magna obra “ Novum Organum” afirmaba que muchas veces son nuestros prejuicios, los que él denominaba ídolos, los que nos apartan del conocimiento certero de la realidad. Uno de los ídolos que denunciaba Bacon era el de los llamados ídolos de la caverna, que es la expresión metafórica que el filósofo inglés utilizaba para referirse a nuestros prejuicio90s y dogmatismos que nos llevan a interpretar falsamente la realidad, según el prisma de nuestras creencias, muchas veces resultantes de convicciones acríticamente aprendidas y poco reflexionadas. La existencia de dogmatismos y a apriorismos no es sólo una cosa del medievo , como normalmente se nos hace creer, también están presentes en las modernas ideologías. Ya Marx afirmaba en su obra “La ideología Alemana” que las ideologías operan como representaciones falsas de estructuras socio-económicas en las que el individuo está inmerso. Zizek ,Kenneeth Minogue o Quine, desde postulados filosóficos diversos, analizan la relación entre realidad y conciencia, entre epistemología y ontología. Uno de los apriorismos clásicos del pensamiento de la nueva izquierda es la denominada “Judeofobia”, surgida en el contexto de la crítica al Estado de Israel por su política en relación con la causa palestina. Para la nueva izquierda, Israel es un Estado criminal que practica un “apartheid”, e incluso para los sectores más radicales, una forma de limpieza étnica contra la población palestina. Cualquier intento de presentar el conflicto árabe-israelí, en términos más objetivos, es tachado de “sionismo” y de complicidad con la barbarie. La crítica a Israel se lleva más allá del ámbito político y se pretende extender hasta las manifestaciones culturales, sociales y económicas. De forma que la nueva izquierda postula una especie de nueva “limpieza de sangre” , que exige una erradicación de todo lo judío del espacio público, en una especie de “apartheid” inverso al que éstos denuncian que practica el Estado de Israel. Esta forma de pensamiento es doblemente criticable, en cuanto que supone una manifestación de dos tendencias socio-políticas terribles del siglo XX, como son el totalitarismo y el racismo. Cuando afirmo que hay una simiente de totalitarismo en esta actitud de descalificación global de la cultura judia, me baso en la concepción que del totalitarismo tenía Hannah Arendt. El totalitarismo ha sido objeto de estudio por varias corrientes filosóficas. Para la escuela crítica de Frankfurt, el totalitarismo es la consecuencia necesaria del proceso de racionalización surgido de la ilustración y de la absolutización de la razón instrumental. El pensador Francés Raymond Aron ( siguiendo al pensador alemán Carl Schmit) señala la tendencia del totalitarismo de borrar la diferencia entre sociedad y Estado, a través de la creación de la institución del partido único. Para Lefort el totalitarismo es un fenómeno moderno que supone la negación de la democracia. El análisis de Arendt es fundamentalmente fenomenológico, en la medida en que pretende ir a la realidad esencial de dicho fenómeno, que según la pensadora judía radicaría en la pretensión del totalitarismo de acabar con la comunicabilidad del ser humano, su tendencia a constituirse como uno entre muchos. Los partidarios del “apartheid” inverso precisamente postulan eso; el aislamiento de lo judío, como si de una patología social se tratara. El judío debe convertirse en una especie de paria internacional, por el mero hecho de serlo. Goebbels o Himmler no hubieran estado más de acuerdo con algunas 90

Si bien es cierto que la moderna hermeneútica filosófica reivindica el papel necesario del prejuicio y de la circularidad de toda forma de conocimiento ( círculo hermeneútico)

de las medidas que postulan algunos activistas de la causa palestina. Cuando se habla de “judeofobia” , término acuñado por el humanista judío Leo Pinsker, se hace referencia a lo que Sartre denomina una “ visión maniquea y primitiva” en la que el odio al judío se convierte en una especie de explicación mitologizante de todos los males de la humanidad. Aunque la judeofobia tiene un componente racial, especialmente durante el nazismo, es un fenómeno de más amplio espectro que tiene orígenes religiosos y políticos. De ahí que resulte más adecuado hablar de judeofobia que antisemitismo, pues éste último concepto tiene connotaciones más étnicas y no toda forma de odio hacia los judíos ha tenido una etiología racial. De hecho como apunta Brunstein es posible distinguir tres grandes tipos de judeofobia que se han dado en la historia; una primera de índole religiosa, vinculada al catolicismo medieval que acusaba a los judíos de “deicidio” , de horrendas prácticas sádicas (asesinar niños para beberse su sangre en rituales sacrílegos), de profanaciones religiosas, de calamidades como la peste, de la usura etc....... Numerosos concilios ecuménicos como el IV Lateranense o el de Basilea de 1434 adoptaron medidas segregacionistas , que anticiparon algunas de las medidas de los nazis. Tampoco fueron infrecuentes en la Edad Media “progromos “91y actos de violencia diversa contra la comunidad judía. De hecho esa impronta religiosa del odio hacia lo judío sigue subsistiendo en buena parte del discurso de cierta nueva izquierda. Por ejemplo en el discurso navideño del 2005 del difunto presidente Venezolano Hugo Chávez, padre espiritual del nuevo populismo de izquierdas, se hizo el siguiente alegato judeófobo “ Los sionistas, los descendientes de los mismos que crucificaron a cristo, se adueñan de las riquezas del mundo, se trata de una minoría que se apropió del oro del planeta”92. Stalin, uno de los mayores sanguinarios de la historia, acusó a los judíos de troskistas anti-revolucionarios y de quinta columnistas. Bakunin se refería a la condición judía de Marx para denigrarlo y consideraba al pueblo judío una nación de explotadores. En segundo lugar se dio, fundamentalmente durante la Alemania Nazi, una forma de judeofobia racial, que atribuía al pueblo judío un condición racial inferior. De hecho el término antisemita, creado por el agitador alemán Wilhem Marr en el siglo XIX, surgió para propagar el mito de la inferioridad racial de los judíos. Los antecedentes de esta aberración las encontramos en épocas anteriores al holocausto ( Shoah) , por ejemplo en la entrada denigradora que del pueblo judío hace Voltaire como “ pueblo ignorante y bárbaro”, en el panfleto “ Los Protocolos de los Sabios de Sión” obra de la policía secreta Zarista, en “ La judería en la música” de Wagner o en el “ Mein Kampf” Hitleriano. Sin embargo de ese odio racial hacia los judíos tampoco se ha librado cierta izquierda, desde autores clásicos como Proudhon , Zizek o Chomsky postulan la inferioridad de la raza judía. Se les achaca un odio congénito ( el famoso complejo de Sansón que dice Chomsky), se alega la necesidad de expulsarlos de su lugar para que no “contaminen” a otros pueblos ( Zizek) o simplemente se anticipa la solución final a través del exterminio ( “ Proudhon” ) . Wieviorka, en su magnífica obra “ El Espacio del Racismo” hace una interesante antología del disparate de buena parte de esa nueva izquierda. Por último existe una judeofobia política, la más arraigada en la actualidad, que condena al pueblo judío por su pretensión de construir una nación estado ( sionismo). Este antisionismo es transversal en buena parte de la izquierda y va desde el estalinismo, que acusó al secretario general del partido comunista checo , Rudolf Slansky, de dirigir un centro sionista, pasando por la “nación del islam” de Malcom X y Louis Farrkhan , hasta llegar a todos los movimientos pro palestina, amparados por muchas organizaciones de izquierda radical, que realizan un análisis simplistas y maniqueo del conflicto árabe-israelí, sin ninguna objetividad y totalmente del lado de la visión de grupos terroristas como Hamás. Una buena parte de la comunidad internacional se ha aliado con esa visión que acusa al sionismo de todos los males que asolan oriente medio y ha “comprado” el discurso que lleva a una doble moralidad, donde se juzga al gobierno israelí con un baremo mucho más exigente que a otros gobiernos. Esta crítica asimétrica y esta retórica anti-israelí se camufla muchas veces 91

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Tumultos incontrolados donde se desata el odio al judio por ser diferente. Solían ser frecuentes en la Edad Media siempre se que desataba una calamidad pública y había que encontrar un “responsable” o un chivo expiatorio. Aló presidente 2007

con una distinción , casi escolástica, entre el anti-sionismo, que lleva a considerar que los judíos no tienen derecho a tener un estado propio en oriente medio y el anti-semitismo, de forma que muchos modernos judeófobos se definen como lo primero y no como lo segundo, pues arguyen que muestran aprecio por lo musulmán ( los árabes también son semitas ) y dicen no discriminar a los judíos como colectivo. Resulta muchas veces difícil distinguir ( y de eso se aprovechan los judeófobos actuales) la crítica ( legítima en muchas ocasiones) de ciertas políticas del Estado de Israel de la pura judeofobia. Desde mi punto de vista, la manera más obvia de deshacer este interesado camuflaje de las verdaderas intenciones es acudir al criterio de la responsabilidad colectiva por los hechos individuales. En las formas de pensamiento arcaico y mítico, donde hay sólo una proto-racionalidad y la categoría de la responsabilidad es incipiente, es frecuente atribuir responsabilidades colectivas por hechos individuales. Por ejemplo, en las arcaicas comunidades germánicas, la “stippe” es responsable por los crímenes cometidos por un miembro de la misma. De la misma manera, en la judeofobia moderna hay una forma de atavismo moral. Se culpabiliza a lo judío de todos los males ( reales o imaginarios) cometidos por instituciones estatales de Israel o simplemente por ciudadanos aislados de dicho estado . La responsabilidad individual queda diluida en una culpabilidad abstracta y genérica. Este atavismo moral cumple una clara función ideológica y propagandística, en la medida en que contribuye a la difusión de un discurso maniqueo, simplista y altamente efectivo en la función estigmatizadora. Es triste comprobar que Europa vuelve a postular la identificación ominosa de lo judío, mediante la obligación del etiquetado especial de productos israelíes producidos en zonas ocupadas de Palestina. La medida se inscribe dentro de la campaña de veto a todo lo israelí que promueven organizaciones pro-palestinas. A parte de ser una medida cínica ( no se aplica, por ejemplo,a productos marroquíes producidos en el Sáhara occidental). También supone una forma de racismo encubierta. Una recuperación de la retórica del “progromo”, instalada en Europa , tristemente, desde el siglo XIII. Una asquerosa medida de biopolítica ,como las que denuncia Agamben en su obra “Homo Sacer”, de manera que el judío es visto como un paria, un individuo sospechoso por pertenecer a un grupo religioso de base estatal. Una vez más se identifica lo judío con el enemigo de la civilización , de los derechos humanos y como matriz inspiradora de un Estado genocida 4. La “religión” de la nueva izquierda La nueva izquierda se entronca también con la tradición soteriológica del marxismo. Ha sido una cuestión ,nada pacífica en la historia del marxismo, la relación entre el marxismo y el hegelianismo. Negada por Althusser y el marxismo-leninismo clásico, como una forma de desviación del materialismo histórico, y sin embargo afirmada por otras corrientes como la encabezada por György Lukács( 1885-1971). Dentro de esta visión hegeliana del marxismo, se encuentra una visión religiosa del mismo, como la que se puede encontrar en Ernest Bloch (18851977) , su principal representante. La soteriología es aquella disciplina teológica que se ocupa del problema de la salvación humana. Existen muchas concepciones sobre el origen del sentimiento religioso en el hombre (véanse obras de autores como Gustavo Bueno, Puente-Ojea, Feuerbach, Karl Barth...), sin embargo a mi entender la razón última del sentimiento religioso reside en el anhelo de trascendencia. El Hombre (como especie animal) no es la única que tiene conciencia de su propia finitud (está documentado análogo proceso en chimpancés, delfines o ballenas, por mencionar algunos), pero sí es el único que tiene la capacidad de originar una respuesta ante el fenómeno de la angustia vital. La religión se configura ,según la expresión de Luckmann, en estructura simbólica de sentido frente a aquello que le interroga sobre su propia limitación óntica. Las explicaciones clásicas ateas, tipo Jenófanes, Lucrecio, Feuerbach, Marx intentan "acabar" con la idea de Dios apelando a elementos

racionales. Sin embargo, no pueden dar respuesta a la necesidad inexorable de religiosidad que tiene el ser humano. Más aún, la religiosidad no necesita necesariamente de la existencia de una divinidad trascendente, ya sea ésta entendida en sentido teísta o deísta. Es perfectamente posible la existencia de religiones "ateas", véase el confucionismo, el budismo o el propio marxismo. A algunos les podrá parecer "extravagante" calificar a una doctrina que se define como materialista y atea, como esencialmente religiosa. La realidad es que hay muchos autores marxistas y no marxistas que han hecho lecturas esencialmente religiosas del marxismo de Marx. Autores como Jaurès (1859-1914), Lafargue (1842-1911), Toynbee (1889-1975), Voegelin (1901-1985), o el propio Popper , por citar a algunos .También es cierto que autores como Althusser propugnaron un expurgo de elementos hegelianos y místicos dentro del canon de la tradición Marxista, en la medida en que atribuían esa “contaminación hegeliana” a los excesos de juventud del joven Marx. Hay , ha habido y habrá tantos Marx como posibles acercamientos hacia la rica obra del pensador germano. No me parece tampoco correcto seguir la senda “positivista” de cuño contrario a la de Althusser, es decir , la seguida por el pensador conservador francés Raymond Aron y su famoso canon de los “marxismos inventados”. Por eso me parece perfectamente pertinente seguir la senda iniciada por Voegelin y vincular marxismo con religión. La realidad es que las concomitancias con el credo judeo-cristiano, tan recelado por Marx, son más que evidentes. En el marxismo hay un pueblo elegido( el proletariado) que está preso en tierra extranjera (la sociedad capitalista industria), donde es sometido a explotación y padecimiento (alienación ). Hay un profeta ( el socialismo científico), que revela su verdad al pueblo elegido (la clase del proletariado )y le promete la salvación (la sociedad sin clases), a través de la instauración del reino de la justicia ( la dictadura del proletariado). Si bien es cierto que Marx, imbuido por la dialéctica hegeliana y el positivismo cientificista, consideró al socialismo por él preconizado, como una forma de doctrina científica alejada de cualquier consideración moral o ética. Para él, el advenimiento del socialismo, era una consecuencia inexorable del determinismo histórico que profesaba. La historia tenía, para el pensador alemán, un sentido lineal hacia un fin ulterior, donde a través de sucesivas contradicciones se iban superponiendo etapas hasta el advenimiento definitivo del ideal socialista. Como todo historicista creía posible generalizar leyes universales, al estilo de las que se formularon en la mecánica newtoniana, las cuales podían explicar cualquier desarrollo histórico ulterior. Como bien apunta Popper en " La sociedad abierta y sus enemigos", la categoría científica de la causalidad no es aplicable a los estudios históricos, pues en ellos, aunque existen condiciones iniciales (hechos singulares entre los que parece haber alguna conexión) no existe la posibilidad de formular leyes generales que sean refutables, como ocurre en las ciencias experimentales. El historiador, por ejemplo a la hora de enfrentarse al estudio de las razones que llevaron a la invasión de la península ibérica por Napoleón, suele aportar como leyes generales puras generalizaciones sociológicas,muchas veces dotadas de un sesgo ideológico , como pueden ser ciertas formas de pensamiento o condicionamientos de clase, que no son refutables a través de otras hipótesis que las desvirtúen. La singularidad de los hechos históricos tampoco permite cierto tipo de generalizaciones , como muy apunto Dilthey (1833-1911) en su intento de refundar la historia sobre bases neokantianas. Lo que si se percibe en el marxismo, como en otras formas humanistas de pensamiento, es una idea religiosa de naturaleza ética, de preocupación por las condiciones existenciales del ser humano, su alienación vital y su deseo insatisfecho de trascendentalidad. Es precisamente ese anhelo de búsqueda de una “salvación” inmanente para el hombre alienado del siglo XXI, lo que ha tomado la nueva izquierda del marxismo interpretado claramente en clave soteriológica 93. Aun cuando el marxismo es una ideología que ha fracasado en la práctica, todavía constituye un proyecto de gran 93

Cuyos antecedentes los podemos encontrar en la fusión que Ernest Bloch hizo del Marxismo , el hegelianismo de método y la tradición judeo-cristiana.

atractivo en pleno siglo XXI. No se trata tanto de que la actual crisis económica, parezca resucitar las “profecías económicas” de Marx en relación con la tendencia auto destructiva del capitalismo como sistema económico( la línea sugerida por Piketty y otros economistas posmarxistas), como de que en las sociedades posmodernas, muy secularizadas y descreídas, el liberalismo, con su relativismo axiológico, no llena es anhelo soteriológico del hombre posmoderno. Algunos arguyen que la verdadera ideología del liberalismo es el hiperconsumismo y la reificación del ser humano ( Lipovetsky) o simplemente el cinismo ( Sloterdijk). Frente a este vacío espiritual , la nueva izquierda promete el “paraíso” en la tierra ( asaltar los cielos en palabras de Pablo Iglesias). No es cierto que el liberalismo sea un nihilismo, como tampoco es cierto que sea una cosmovisión. El liberalismo es relativista en cuanto a los fines, que son fijados autónomamente por el individuo, pero no lo es en cuento a los medios, respecto a los cuales postula la autonomía individual, el gobierno limitado o la dignidad del ser humano. El liberalismo parte de la mayoría de edad intelectual, frente a la concepción paternalista del ser humano de la nueva izquierda. En una sociedad cada vez más infantilizada, donde conceptos como responsabilidad, autonomía o esfuerzo personal son equiparados con el egoísmo, el nihilismo o la insolidaridad, el terreno está abonado para que triunfen discursos fideístas y mesiánicos. Frente al relativismo de los fines propio del liberalismo, la nueva izquierda postula una nueva forma de fideísmo respecto del acontecimiento revolucionario ( Badiou), que cambia un estado de cosas existentes, que adquiere una unidad a través del recuento de lo múltiple formal, como categoría ontológica94. Esta “fidelidad” al acontecimiento revolucionario, contrasta con lo que ellos ( Zizek) llaman “irresponsabilidad” de la izquierda liberal, cuyo discurso vacío de contenido,no se concreta en medidas de resistencia contra el sistema, aún cuando estas puedan resultar crueles y duras ( defensa de Zizek del “régimen de terror revolucionario” ). Es lo que el neo-jacobino Zizek llama el “buen terror”, pues como él teoriza todo buen acontecimiento tiene un “coste”. 5. El “anti-capitalismo” de opereta Otra seña de identidad de la nueva izquierda es su clara paranoia anticapitalista. Mientras que la socialdemocracia clásica tenía un enemigo declarado; el capitalismo manchesteriano, con todos sus excesos desregulatorios y su afán de lucro desmedido. La nueva izquierda populista recupera el discurso cĺásico de la descaliicación “ex toto genere” del capitalismo que realizaba el marxismo clásico. La socialdemocracia acepta el capitalismo y la economía de mercado como alternativas más eficaces que la planificación central comunista. El marxismo clásico y sus herederos de la nueva izquierda populista lo demonizan y le atribuyen el origen de todos los males de la posmodernidad. La principal diferencia entre el marxismo ortodoxo y la nueva izquierda populista radica en las herramientas conceptuales que utilizan para descalificar al capitalismo. El marxismo clásico bebía de las lecturas que Marx realizó de los economistas liberales clásicos ( Smith, Ricardo...), la nueva izquierda populista se nutre del comunismo antropológico de Bataille95 .Para Marx el capitalismo es un modo de producción y acumulación de riqueza esencialmente moderno, un estadio más en la evolución productiva que es necesario superar para alcanzar un modo de producción y distribución de bienes y servicios más humanos, que supere la explotación del hombre por el hombre. Bataille, un marxista heterodoxo, realiza una aproximación que diríamos antropológica al fenómeno de los sistemas de producción. Para él, el capitalismo se indentifica con la apropiación y la acumulación 94

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Alain Badiou ( 1937-) , matemático de profesión, intenta con su ontología ( “El ser y el acontecimiento” 1988) resucitar el platonismo, allí donde éste había fracasado ( intentando conciliar lo uno con lo múltiple, “ El Sofista”), para ello postula que lo verdaderamente real es lo múltiple, para ello se apoya en la teoría matemática de conjuntos , a fin de explicar como de lo múltiple puede surgir lo uno. George Bataille (1897-1962) pensador francés inclasificable, mitad esperpéntico, mitad genial.Sus trabajos en el ámbito de la crítica literaria, el erotismo o la antropología han tenido una gran inluencia en los llamados filósofos posestructuralistas de la segunda mitad del siglo XX. Entre sus obras más destacadas cabe destacar “Historia del ojo” ( 1928) , “El erotismo” ( 1959) o “La parte maldita” ( 1949)

de la riqueza ( en la línea Webberiana protestante), mientras que el comunismo es esencialmente consumo, desprendimiento y exaltación de la gratuidad. Bataille cree ver en la experiencia del Potlach de los pueblos indigenas de Norteamérica, estudiada por el sociólogo francés Marcel Mauss, una forma primigenia y auténtica de comunismo, una verdadera “revolución” en la que la comunidad se apropiaba de la “plusvalía” generada en los periodos de producción y de acumulación de la riqueza que Bataille identifica , un tanto torpemente, con el “capitalismo”. Esa dicotomía entre acumulación y consumo persiste en ciertas controversias de escuela económica como hemos visto al hablar de la polémica entre Keynes y Hayek, pero donde se manifiesta con más claridad es la nueva forma de entender el “capitalismo” que tiene la nueva izquierda, que lo identifica con austeridad, contención del gasto y del consumo, con la acumulación . Sólo Deleuze, Guattari, Zizek y en general los seguidores de Lacan tienden a denigrar el consumo como epifenómeno o sintoma de la debacle capitalista, pues las corrientes que abogan por el denominado “crecimiento cero” siguen siendo minoritarias. Más allá de estas lecturas psiconalíticas heterodoxas del capitalismo, la mayoría de la nueva izquierda anticapitalista persigue un anticapitalismo bastante consumista por cierto,un neokeynesianismo diríamos. Para Marx el capitalismo es no sólo un sistema injusto de producción, que lleva a la miseria a importantes capas de la población, también es un sistema contradictorio que lleva implícito los elementos que llevan a su propia destrucción, como consecuencia de la disminución de las tasas de beneficio empresariales .Las profecías económicas de Marx no se cumplieron, lo que propició el surgimiento en Alemania,fundamentalmente,de un socialismo democrático que intentó extender los logros del capitalismo a las capas proletarias.

Después de la segunda guerra mundial, como consecuencia del éxito parcial del comunismo de guerra que se instaló en algunos países aliados durante el esfuerzo bélico, las ideas socialistas ganaron prestigio en el debate político96 , lo que llevó al establecimiento de economías mixtas en buena parte de Europa ( informe Beveridge en Reino Unido o planteamientos teóricos de Ernest Wigfors en Suecia). La mayoría de la izquierda( incluidos los partidos comunistas occidentales que fueron alejándose de la órbita soviética ) aceptó la síntesis entre liberalismo y social-democracia . Por otra parte el liberalismo, sobre todo el de raigambre alemana, llamado ordo-liberalismo , se acercó a los postulados del llamado estado social, que combinaba el respeto al libre mercado, con mecanismos de protección para las capas más desfavorecidas de la sociedad. Incluso el marxismo más o menos fiel a la ortodoxia vivió su particular travesía del desierto, cuestionando y teorizando sobre las razones de su fracaso en la Europa occidental, a priori más industrializada y donde el triunfo del socialismo real era más plausible, dado que allí las contradicciones entre capital y trabajo eran más evidentes. Ni la fiebre maoísta que se vivió en Francia en los 60's, ni la revitalización del marxismo no soviético de la teoría crítica frankfurtiana, ni tan siquiera el operaísmo97 italiano sirvieron para reactivar la influencia de las ideas marxistas en la Europa de finales del siglo XX. De hecho la revuelta del 68 hundía más su raíces en el antihumanismo estructuralista que en el marxismo clásico, que un primer momento fue bastante crítico con el movimiento estudiantil del 68. El movimiento de los nuevos filósofos en Francia y su denuncia de los horrores del estalinismo y el maoísmo no contribuyeron a sacar el marxismo de las cátedras universitarias. El marxismo era cosa de los Coletti, Martha Hanecker, Eric Hobsbawn, 96

La controversia teórica entre socialismo y capitalismo se vivió con especial intensidad durante el periodo de entreguerras con debates como el de Mises y Lange acerca del problema del cálculo económico en el socialismo o la polémica entre Hayek y Keynes sobre las causas de la gran depresión

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Corriente del marxismo heterodoxo desarrollada en Italia, a partir del activismo de grupos como “Potere Operario” y en Francia en el seno de la publicación “Socialismo o barbarie”. Era básicamente un intento de reactivar el marxismo desde la base, como una forma de denunciar el “burocratismo” en el que estaban incurriendo muchos partidos comunistas europeos. Su tesis fundamental era que el movimiento obrero anticipa y preconfigura las propias evoluciones del capitalismo.

Perry Anderson y demás teóricos. La crisis del petróleo del 73 y el cuestionamiento del keynesianismo, el auge del monetarismo de la escuela de Chicago, la conversión de la China del comunismo maoísta al capitalismo de Estado y sobre todo la caída del muro contribuyeron a situar al marxismo en sus horas más bajas. Los nuevos pensamientos críticos, formados por pensadores que evolucionaron desde el férreo dogmatismo marxista pero que siguen creyendo en la utopía anticapitalista (Badiou, Rancière, Zizek, Chomsky....) han encontrado en las experiencias latinoamericanas (Cuba y más recientemente Venezuela, Bolivia o Ecuador) el referente ideológico desde el que defender sus posiciones anticapitalistas. La gran crisis financiera del 2008 ha servido para desempolvar el anticapitalismo clásico del marxismo. En general la nueva izquierda incurre en una nueva forma de teología negativa cuando analiza el capitalismo98. Se limita a señalar lo que no es ( justo, eficiente, democrático, perfecto..) para presentar una versión caricaturizada del mismo, pero siguen sin proponer una alternativa económica viable. Sus planteamientos basculan entre una vuelta a la socialdemocracia maximalista, una recuperación del modelo soviético del centralismo planificador o las famosas teorías del decrecimiento ( actualizaciones de las “profecías” malthusianas del fin de la civilización por su propio colapso). Muchas veces se presentan como fracasos del capitalismo, lo que en realidad son fracasos del sistema de economía mixta , por ejemplo obviando el papel de los bancos centrales ( cuyo papel es muy criticado por ciertas corrientes liberales) en la creación de burbujas crediticias. Por otra parte en su análisis hiper-crítico del capitalismo obvian que muchos de esos defectos están también presentes en los sistemas de socialismo real ( paro, inflación, desigualdad, pobreza, externalidades). La diferencia es que en los sistemas socialistas puros muchos de esos problemas resultan agravados precisamente por la tendencia a ocultarlos por parte de la autoridades centrales planificadoras. Muchas de los males que achacan al capitalismo ser derivan de una asignación normativamente injusta de los recursos, especialmente en situaciones de monopolio. Dichos pensadores críticos obvian que en un sistema socialista dichas ineficiencias también están presentes, pues en el socialismo también hay monopolios legales. Tampoco es cierto que el liberalismo apruebe la existencia de monopolios ( ciertas corrientes admiten los monopolios naturales). Precisamente la proliferación de monopolios legales bajo el socialismo es lo que motiva el surgimiento de mercados negros en el régimen socialista. No obstante la mayor crítica que la nueva izquierda plantea al capitalismo es la de ser un sistema de producción y asignación de recursos que genera una creciente desigualdad. Los pensamientos críticos cuestionan el axioma liberal de los órdenes espontáneos ( Adam Smith y su “mano invisible”) y la idea de la cataláctica Hayekiana ( la idea de que el intercambio libre puede generar asignaciones normativamente justas). Para la nueva izquierda, el capitalismo es una nueva ley de la selva, donde los poderosos imponen su poder a los más débiles. Para ellos, a diferencia del capitalismo industrial donde la desigualdad la sufría la clase proletaria, en el nuevo capitalismo posmoderno( que ellos llaman capitalismo cognitivo) los colectivos que sufren la desigualdad son cada vez mayores ( universitarios, mandos intermedios de empresas, autónomos...). Para la nueva izquierd , que sigue las reflexiones de Karl Polanyi en “ La gran transformación”, el orden espontáneo del mercado es una gran falacia que encubre una situación de dominación .Daron Acemoglu , en su obra “ ¿ Por qué fracasan los países?”, plantea , por el contrario,que muchas de estas “injusticias sociales” tienen su origen en planteamientos intervencionistas y en la propia lógica de poder que lleva implícita la burocracia estatal. En las modernas democracias representativas, los políticos actúan movidos por intereses corto placistas ( su rápida reelección), por lo que tienden a crear redes clientelares a las que otorgan beneficios y prebendas diversas. 98

No es casual la analogía que encuentra Adorno entre su dialéctica negativa y la idea de la teología negativa.

La cuestión filosófica de la desigualdad es uno de los problemas que más ha fascinado a la izquierda, al menos desde que Rousseau teorizara acerca de la propiedad como causa de la misma. El capitalismo es un sistema de producción que suele premiar a los más innovadores y audaces ( La paradoja de Chamberlain a la que se refiere Nozick) , por lo tanto tiende a originar desigualdades. Para Nozick siempre será justa una desigualdad derivada de la trasmisión de derechos de propiedad basada en una apropiación originaria o en un justo título. Esto es algo que no admite, ni la nueva izquierda , ni ciertos planteamientos cercanos al comunitarismo y al republicanismo. Nozick, polemizando contra Rawls y su contractualismo basado en la igualdad de oportunidades, argumenta que siempre ( aun partiendo de una situación idílica de posición originaria igualitaria) acabaremos en una cierta situación de desigualdad. Arthur Sheldon o Mises afirman que precisamente la existencia de desigualdad y precariedad (una condición natural de la humanidad) es lo que fundamenta las posibilidades transformadoras y creadoras de riqueza del capitalismo. Tampoco un tratamiento igualitario en los resultados originaría una situación justa, pues supondría tratar de manera igualitaria lo que es diferente, a parte de tener efectos desincentivadores del esfuerzo y el mérito personal. Podemos decir que la nueva izquierda plantea un tratamiento demagógico (de brocha gorda ) del problema de la desigualdad, confundiendo diversos planos ( el de la desigualdad natural, en las oportunidades, en los resultados...). Una buena parte de las corrientes liberales admitiría ciertas formas de igualitarismo (por ejemplo de oportunidades). El tema de la desigualdad es de los más efectistas y el que más impacto mediático origina. No es de extrañar que la nueva izquierda lo abrace como una herramienta muy útil para “alcanzar” los cielos del poder. Curiosamente la nueva izquierda calla ante el problema de la desigualdad en los “paraísos” del nuevo socialismo ( Cuba, Venezuela).

6. El nuevo “sujeto de derecho” de la nueva izquierda; los animales

Una interesante manifestación del anti-humanismo de la nueva izquierda es su posicionamiento en favor de la concesión de derechos humanos a los animales. Se trata del “movimiento animalista”, que además de un lobby, también tiene partidarios en el mundo de las ideas, como es el teórico de la ética Peter Singer en su obra “ Liberación animal”. Singer defiende un concepto de persona amplio, que englobe a sujetos no humanos también, lo que permite situarlo en las coordenadas de lo que los animalistas llaman “crítica del especeísmo”. Singer fundamenta su principio ético ,que lleva a considerar iguales a los humanos y a los animales, en una ética aplicada de tipo consecuencialista. Dicho principio sería el de adoptar la personalidad no especeísta para garantizar las mejores consecuencias para el mayor número de seres vivos. Para Singer el mayor desarrollo cerebral de nuestra especie no justifica un trato ético privilegiado para la misma. Según él esta fundamentación ética de tipo antropocéntrica tiene su origen en una concepción mítica del ser humano, como ser creado a “imagen y semejanza” de Dios. Darwin, con su teoría que demuestra el origen animal de la especie humana, habría quebrado dicha visión teológica del ser humano. Para evitar una expansión desmedida del concepto de “persona” ( por ejemplo al mundo vegetal), Singer propone un doble criterio para asignar la titularidad de los derechos éticos; por un lado el de la capacidad de sufrimiento , por otro lado el de la conciencia. Ciertamente cuanto mayor sea la conciencia del ser vivo,mayor es su capacidad de sufrimiento. Sin embargo para Singer la mayor complejidad de la red neuronal del ser humano no le otorga tampoco una preeminencia óntica( precisamente para evitar caer en lo que denuncia ; el especeismo).

El planteamiento de Singer adolece de ciertas inconsistencias ; trivializa el concepto de persona, lo hace redundante para sus propósitos morales y sobre todo presenta una fuerte inconsistencia con su punto de partida inicial, según el cual las capacidades naturales no deben tener pertinencia moral( algo que si que ocurre , en la medida en que niega derechos éticos al feto humano). En oposición a este planteamiento animalista podemos ver la postura del filósofo español, Fernando Savater , contraria al reconocimiento de derechos a los animales. La argumentación de Savater parte del hecho de que el fundamento de la titularidad de los derechos y de las obligaciones (que le son correlativas a dicho concepto) presupone un libre albedrío en el que se reputa como titular de los mismos. En el caso de los animales dicho libre albedrío no existe, en el sentido de posibilidad de autodeterminación moral. Esto no obsta, para que el maltrato animal no pueda ser considerado como un trato inhumano, en la medida en que el ser humano como racional y libre, está situado por encima de los animales en el plano ético y ontológico . Comportándose de una forma cruel, el ser humano se deshumaniza , esto es, se degrada en su condición de ser racional y ético . La única falla del argumento de Savater es que se puede argüir que el libre albedrío no es empíricamente demostrable, que es una idea metafísica regulativa como decía Kant . El animalismo suele presentar una faz bastante intolerante cuando se trata de debatir algunos de sus planteamientos. Generalmente argumentos como los de Savater son rechazados de plano como especeismo o con puras descalificaciones “ad hominem”. A mi juicio no se ha entendido el argumento de Savater, porque tampoco se han entendido los presupuestos desde los que éste intenta fundamentar una ética formal e inmanente, es decir desvinculada de cualquier fundamentación trascendente o religiosa. Para Savater el fundamento de la titularidad de derechos descansa en el libre albedrío moral, capacidad no compartida por los animales y las personas, es decir en la incapacidad de los seres no humanos para poder ser determinados por medio de normas. Los que han atacado el fundamento del libre albedrío, como una idea metafísica, desconocen que el famoso filosofo no se refiere a un libre albedrío naturalista o fisicalista , si se me permite la expresión. Aún cuando podamos incluso afirmar la existencia de éste, ahí esta el famoso principio de la física cuántica de Heisenberg (que descarta el determinismo a nivel cuántico, ergo tampoco sería posible afirmarlo un a nivel macromolecular o al de los cuerpos extensos), no es ese el sentido en que Savater afirma la existencia de libertad humana frente al determinismo moral ( derivado de los instintos ) de los animales. Savater por el contrario afirma la libertad moral del individuo. La única falla importante del argumento de Savater descansa en una llamada “petición de principio”, pues fundamenta la titularidad de los derechos humanos y de sus correlativos deberes en la capacidad moral del individuo, la cual a su vez se fundamenta en la capacidad de ser capaz de ejercerlos mediante decisiones no condicionadas por los instintos. Es decir la libertad es fundamento y consecuencia al mismo tiempo de que sólo los humanos tengan derechos. Lo que está claro, a mi juicio, es que las consideraciones de tipo emotivista-subjetivista, que fundamentan la titularidad de los derechos por los animales en la misma capacidad de empatía o de padecimiento suponen más problemas que beneficios en su aplicación práctica. En primer lugar, suponen un ejercicio de antropomorfismo, en la medida que se consideran " humanos" a seres que no lo son desde múltiples puntos de vista. En segundo lugar este emotivismo ético nos llevaría a situaciones paradójicas. Por poner un ejemplo , un psicópata no actuaría de forma no ética cuando mata, en tanto que no sólo no siente empatía con su víctima si no que es incapaz de sentirla, lo que podría llevar a situaciones aberrantes de conceder distinta consideración ética dentro de la propia especie humana, algo que lamentablemente ha ocurrido en diversos momentos de la historia con judíos, homosexuales o disidentes políticos. 7. La educación como arma de “adoctrinamiento” e “igualación por debajo”

La educación es otro de los campos que la nueva izquierda ha colonizado. En “El Maestro ignorante “ Jacques Rancière hace suyas las experiencias del pedagogo francés del siglo XVIII Jean Jacotot, quien puso en práctica una nueva forma de entender la enseñanza, no autoritaria, horizontal e integradora. Éste es un maestro que enseña lo que ignora pues basa su método de enseñanza en que todo puede aprenderse desde la radical ignorancia. Rancieŕe se basa en las experiencias de Jacotot para denunciar el papel ideológico de la educación, como instrumento al servicio de la dominación de clase y legitimador de esquemas de desigualdad. Frente a la desigualdad, Jacotot propugnaba el “comunismo de las inteligencias”. Las pedagogías “comprensivas”, herederas del método Jacotot, postulan la igualación por debajo, el desprecio de la meritocracia y privilegiar el enfoque sobre el método de la enseñanza más que sobre el aprendizaje de contenidos. Estas se empezaron a implantar después de la II Guerra mundial en el norte de Europa y en especialen el Reino Unido, donde acabaron por desplazar a las meritocráticas “Grammar Schools” inglesas , hasta convertirlas en una “rara avis” en dicho país. En España las pedagogías comprensivas tuvieron su puerta de entrada con la aprobación de la Ley General de Educación ( 1970), durante el tardo franquismo y alcanzaron su cenit en la LOGSE, cuya filosofía se basó fundamentalmente en estas ideas contrarias a la selección y al esfuerzo individual en el aprendizaje. Estas ideas suponen la entrada de planteamientos democratizadores en el aula, frente la concepción jerárquica de la docencia. Resulta curioso como un pensador como Platón( cuyas ideas planificadoras son tan cercanas al comunismo) intentó en sus diálogos trasplantar el modelo verticalizado de la “paideia griega” al ámbito de la política, de forma que sólo los “sofoi” (sabios) fueran los que dirigieran la sociedad, estableciendo en “ La República” un detallado programa educativo para aquellos destinados a las más altas funciones del gobierno. Esta “escuela comprensiva”, inicialmente pensada para los niveles educativos inferiores, ha ido extendiendo su ámbito de aplicación a ámbitos educativos superiores, en la medida en que nuevas generaciones , educadas en la cultura del no esfuerzo, accedían a niveles superiores . Incluso algunos de los egresados, en tan “progresista credo pedagógico”, alcanzaban las más altas dignidades académicas. Se convertían en el ideal de Jacotot, en maestros ignorantes, dispuestos a compartir su “docta” ignorancia en cátedras universitarias, repartidas por doquier al amparo de políticos dispuestos a ampliar sus redes clientelares en el mayor número de “afines políticos” posibles. La educación ha servido de instrumento de propagación de ideas radicales de izquierdas en buena parte de los países occidentales. “Los cultural studies” han moldeado las “mentes” de la intelectualidad en los EEUU desde los años 80's. Esto ha constituido una impresionante obra de ingeniería social, que ha servido para difundir ideas colectivista, hipercríticas con el capitalismo y de la democracia representativa, así como para crear una nueva “jerga política” entre las nuevas generaciones. El nuevo populismo de izquierdas encuentra, en países como España , Grecia o Italia, un terreno abonado para que sus ideas tengan amplio respaldo. Buena parte de la izquierda ha perdido el norte, en lo que se refiere a la educación. Esta siempre ha constituido el principal instrumento de promoción social (mucho más que la pura transferencia de rentas). Por medio de la educación , personas de orígenes humildes pueden acceder en el escalafón social y económico. La izquierda clásica entendió esto muy pronto, de forma que en la social-democracia escandinava se dedicaron ingentes cantidades de medios para proveer una escuela pública de mucha calidad, que permitiera que las capas populares accedieran al saber. También tenían claro que la educación no es sólo cuestión de medios, es fundamentalmente cuestión de principios. La cultura del esfuerzo, la exigencia y el respeto en el aula son tan importantes como una correcta asignación de medios materiales. La nueva izquierda no parece estar tan interesada en “formar” como en “adoctrinar”. La trasmisión del “nuevo” abecedario político es más importante que la geografía, el cálculo, la literatura o las artes plásticas. Uno de los grandes errores que se ha cometido en España ha sido dejar que la “educación” se haya convertido más en un laboratorio de ideas , que en una etapa de

aprendizaje. Los valores son muy importantes, pero sin un acervo de conocimientos que proporcionen herramientas críticas, se convierten en estériles consignas. 8. El “clericalismo” de la nueva izquierda Se da una extraña paradoja con la izquierda y la religión. Esta ideología nació anti-clerical en los salones parisinos, repletos de ilustrados dispuestos a erradicar el oscurantismo, el fanatismo y el error de nuestras vidas. La ilustración basculó entre el teísmo de Voltaire y materialismo ateo de corte fundamentalista de D'Holbach99. El anti-clericalismo inicial de esa izquierda revolucionaria , que nació de una contingencia espacial100, era la consecuencia no buscada del ideal secularizador y racionalista de las luces. Todas las revoluciones de izquierdas llevaron el sello de la persecución religiosa en su ideario. La revolución francesa inició un violento proceso de secularización del clero y de sus propiedades101, que continuó durante las revoluciones socialistas.102 Pese a los embates materialistas del positivismo marxista, lo religioso, lo místico y lo mesiánico, siempre han estado presentes en el pensamiento de izquierdas. Ya sea en el judeo-marxismo de Ernest Bloch, en la escatología alegórica de Walter Benjamin o en el neo-paulinismo de Zizek y Badiou, que ven en la teología crístiana de la parusía paulina el paradigma del buen acontecimiento revolucionario. La nueva izquierda pide fe y disciplina, esperanza, caridad y ayuda del brazo secular para combatir la "herejía". Aunque su reino no es de este mundo, sus mundanas acechanzas nos acercan el infierno, mientras no prometen un paraíso que jamás llega. La fascinación de la nueva izquierda por lo mesiánico y por la adopción del paradigma cristiano como modelo de “verdadera” revolución (acontecimiento en la ontología de Zizek y de Badiou) se puede explicar desde dos puntos de vista. Por un lado la secularización se puede entender como un cambio de la cosmovisión que se produce en la ilustración, por la que se intenta edificar un nuevo mundo a partir de premisas seculares y racionalistas, pero también se puede entender en el llamado sentido del teorema de la secularización que apuntaran Hegel y Carl Schmitt. Según esta visión la secularización consistiría en la transferencia de conceptos teológicos al ámbito de la política. De ahí que el pensamiento político (no sólo de izquierdas) haya tomado muchos conceptos del pensamiento teológico, fundamentalmente un visión secularizada de la escatología, en detrimento de la visión clásica e historicista del marxismo ortodoxo.103. Sin embargo, desde mi punto de vista lo que justifica más claramente esta tendencia a recuperar la eclesiología y la escatología cristiana por parte de la nueva izquierda es la analogía . Al igual que el cristianismo se impuso en medio de un ambiente hostil y en decadencia ( la crisis espiritual y material del bajo Imperio Romano), la nueva izquierda debe imponerse en medio de una decadente y terminal cosmovision neo-liberal, que ha hecho del cinismo y la increencia ,en ningún marco utópico, su razón de ser. No es casual que pensadores como Zizek, Badiou, Agamben o Hinkelammert hayan puesto sus ojos en las enseñanzas, que la nueva izquierda puede extraer, de la teología Paulina. Tanto para Zizek, como para Badiou, el cristianismo es una perfecta ejemplificación de su categoría ontológica del acontecimiento-verdad, del que se pueden extraer lecturas que permitan superar lo que ellos denominan el horizonte del capital-parlamentarismo.

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La ilustración constituye una auténtica eclosión de literatura anticlerical, que pretendió combatir un fanatismo religioso, con otro menor fanatismo ateo. Véase obras como “ El análisis de la religión cristiana” Dumarsais, “ El hombre máquina” La Mettrie, “ El Espíritu “ Helvetius o “ El sistema de la naturaleza” D'Holbach La ubicación de los diputados en la Asamblea nacional francesa. Para una visión muy completa de la descristianización durante la revolución francesa, la obra de referencia es el libro de Francoise Souchal “Le vandalisme de la revolution” “ Persecuciones religiosas y mártires del siglo XX” Vicente Cárcel Ortí, ed Palabra. Un pensador como Eric Voegelin apunta a la continuidad entre marxismo y gnosticismo.

Para Zizek104, que hace una lectura psicoanalítica del idealismo alemán, el ser humano está ontológicamente escindido por una incompletud, que la hace vivir instalado en un orden simbólico . Para él, el capitalismo es fundamentalmente un orden simbólico que viene a llenar esa incompletud, instalando al ser humano en una ilusión libidinal de goce eterno a través del sueño capitalista consumista. Tomando la ideas del psicoanalista francés Lacan, postula trascender ese orden simbólico a través de un acto de libertad radical que permita acabar con el “gran otro” capitalista, algo similar a lo que llevo a cabo el cristianismo paulino con respecto al paganismo romano. Este acto de libertad suprema supondría una ruptura violenta del orden simbólico capitalista y un encuentro traumático con la naturaleza de lo real105. La analogía religiosa de Zizek va incluso más allá al hacer uso de las concepciones verticales de la eclesiología cristiana para defender una visión jerarquizada y dictatorial del poder político106.Para Zizek la democracia ( que para él sólo puede ser demo-liberal) está ligada de modo esencial al capitalismo, por lo que la superación de éste último implica acabar con ella. Una buena parte de los regímenes políticos que han inspirado las conceptualizaciones de la nueva izquierda han hecho uso de formas, metáforas y analogías religiosas107 en un intento de afianzar su poder entre las clases populares, todavía muy cristianizadas e inmunes en muchos casos a los procesos de secularización contemporáneos vividos en Europa. La mayoría de las alocuciones de muchos líderes populistas están trufadas de interpelaciones a permanecer fieles al mensaje revolucionario, a no caer en la tentación “ consumista” neo-liberal, y a iniciar procesos “evangelizadores” del nuevo socialismo108. También es cierto que la denominada teología de la liberación latinoamericana creó las condiciones cognitivas adecuadas para el encuentro entre socialismo del siglo XXI y fe religiosa mediatizada por una lectura marxista del evangelio cristiano. 104

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Zizek realiza una revisión crítica del cristianismo en obras como “El Títere y el Enano” o “ Viviendo el final de los tiempos” Aquí Zizek toma categorías de la interpretación heterodoxa del psicoanálisis por parte de Lacan. Éste distingue tres esferas o registros del psiquismo humano; lo real, lo simbólico y lo imaginario.( RSI o ISR dependiendo de que se trate de la primer o e la segunda época del pensamiento de Lacan).Lo real es un concepto límite , que se asemeja a lo noúmeno de Kant, podríamos decir que equivale a lo irrepresentable pero no debe confundirse con la realidadñues ésta es representable a través del lenguaje y lo simbólicamente estructurado. . Lo real aparece en la esfera de la sexualidad, de la muerte, del horror y del delirio. Lo real es lo que no podemos pensar, imaginar o representar, es decir, lo inconceptualizable, lo que no se puede poner en la palabra o en el lenguaje, constituyendo un indeterminado incontrolable. Sin embargo, no se encuentra completamente alejado del orden de lo simbólico sino que justamente constituye el no-fundamento inmanente del significante. En eso último consiste la paradoja de este no-concepto.Lo imaginario, o dimensión no-lingüística de la psique, se funda -tal cual su nombre lo indica- en el pensar con imágenes; pensamiento que -según Freud- es el tipo de pensamiento más primario (representación).El aporte de Lacan conceptualiza este proceso, definiendo que a partir del denominado estadio del espejo el sujeto puede identificar su imagen como un Yo, diferenciado de otro humano. Esto requiere una cierta enajenación estructural dado que lo designado como «yo» es formado a través de lo que es el otro —es decir, mediante la imagen que, en espejo, proviene del otro.o simbólico es el registro psíquico que se origina en el lenguaje Uno de los puntos más controvertidos es el del tema de la dictadura del proletariado. Concepto confuso incorporado por Mar en su obra “ la ideología alemana” al canon marxista y apuntado con más claridad en el programa de Gotha. En principio el marxismo postulaba la abolición del Estado con el advenimiento de la sociedad comunista. Sin embargo durante un periodo transitorio se admitía la posibilidad de que ciertas funciones coactivas del Estado persistieses. No obstante la elaboración mś precisa del concepto la encontramos en la obra de Lenin “ El Estado y la revolución” , donde postula una visión militarista, verticalista para organizar el Estado. Para una visión de conjunto sobre la polémica dentro del marxismo sobre dicho concepto, la mejor exposición es la de la célebre monografía de Etienne Balibar. La mezcolanza entre alusiones a Cristo, a Marx, a Fidel y a Bolívar ( los cuatro libertadores) en las intervenciones públicas de Chávez, recuerda bastante a la amalgama de marxismo, indigenismo y sincretismo religioso que se encuentra la obra del peruano José Carlos Mariátegui, padre del indigenismo marxista peruano No es casual que Hugo Chñavez bautizara su plan de implatación socialista en el interior de Venezuela con el nombre evangélico de misiones, consciente del papel postivo que la evangelización ( pese a todos los infructuosos intentos del indigenismo) tiene en el subconsciente de las masas en latino américa.

9. “ El espinoso sujeto”

Una de las grandes querellas de los pensamientos radicales de la nueva izquierda ha sido el del denominado “esencialismo”. En la izquierda marxista clásica se consideraba que el sujeto de la emancipación era una clase social: el proletariado. Con el advenimiento de nuevas formas de expresión del capitalismo ( capitalismo postmoderno en expresión de Frederic Jameson, el sistemamundo postfordista de Wallerstein, el cognitariado de Negri-Hardt...) se empieza a cuestionar que exista un sólo sujeto revolucionario, destinado a encarnar el antagonismo al sistema capitalista. Frente al proletariado , como clase privilegiada del proceso revolucionario, habría un conjunto de posibles sujetos emancipadores, todos ellos objeto de “opresión” bajo el sistema de producción capitalista. Indígenas que se rebelan contra los efectos eurocentristas de la globalización económica, mujeres alienadas por una sociedad “patriarcal”, colectivos LGBTi que lucharían contra practicas discursivas e institucionales excluyentes, una nueva clase del precariado, condenada a vivir bajo condiciones laborales cada vez más precarias derivadas de los procesos de deslocalización productiva del capitalismo postmodernista etc. Esta cuestión del nuevo sujeto o sujetos revolucionarios ha originado una enorme controversia en el seno de los planteamientos críticos contra lo que hemos denominado demo-liberalismo. Por un lado se encontrarían los llamados esencialistas, como Badiou ,Zizek o Rancíere herederos de la tradición clásica del marxismo-leninismo, que acusan a los postmodernos de historicistas y de perpetuar la lógica capitalista del multiculturalismo. Según su opinión, estas luchas “sectoriales” retro alimentan el demo-liberalismo ( capital-parlamentarismo en sus palabras) porque permiten al sistema capitalista neutralizar el antagonismo esencial ( capital-trabajo), en favor de la satisfacción de demandas particulares que no cuestionan los cimientos del sistema. Por otro lado, se encontrarían aquellos como Laclau, Mouffe, Dussel, etc... que acusan a los anteriores de esencialistas y de tener una visión apriorística del antagonismo social, desligada de las condiciones empíricas en las que se desenvuelven las luchas sociales emancipatorias. La “nueva lucha emancipatoria” no es cosa de una sola clase, es una cuestión de estrategia política. Articular frentes más amplios que permitan disputar la “hegemonía” del sentido común a la tradición demoliberal. 10. Feminismos Si hay una lucha que ha contribuido, pese a lo que digan sus críticos ( Zizek), a apropiarse de lo que antes llamábamos el sentido común ( objeto de la lucha política por la hegemonía en la visión agonista de la política que tiene la nueva izquierda) , esa es el feminismo de tercera generación, también conocida como ideología de género. El feminismo es un movimiento ideológico muy complejo que se desarrolla desde finales del siglo XVIII109 con la obra de dos pensadoras, Olympe de Gouges (1748-1793) y Mary Wollstonecraft (1759-1797). Podemos clasificar al feminismo en tres categorías (que son fundamentalmente diacrónicas aunque permanecen todavía algunos de los elementos del primer feminismo). Por un lado habría un feminismo de la igualdad, con dos variantes, una liberal y otra marxista. También habría un feminismo de la diferencia, de donde surgiría la matriz de la llamada, para la que el género es una construcción cultural que asigna a la masculinidad un rol de dominación, lo que se plasma en los discursos, instituciones y prácticas sociales que constituyen un patriarcado .Por 109

Aun cuando se pueden encontrar antecedentes remotos en pensadoras medievales como Hildegard Von Bingen ( 1098-1179) , Christine de Pisan ( 1364-1430) o Guillermina de Bohemia (1210-1281) o el pensador cartesiano Francoise Poullaine de la Barre ( 1647-1725)

último habría un feminismo negador de la identidad sexual,( también conocido en el ámbito de los “cultural studies” como Teoría Queer( visión foucaultiana según la cual toda forma de asignación discursiva de una identidad sexual es una forma de dominación ). El feminismo de la igualdad nace en los albores del siglo XX, vinculado al movimiento político sufragista que luchaba por la consecución del sufragio activo y pasivo para las mujeres, como el primer derecho político de las mujeres a los que deberían seguir otros muchos. Los orígenes políticos del sufragismo se encuentran en la célebre declaración política de Seneca Falls ( 1848) promovida por Elisabeth Candy Station y Lucretia Mott. El fundamento filosófico de ese primer feminismo de raigambre liberal se puede encontrar en las obras de autores como Harriett Taylor Mill y su compañero John Stuart Mill. Este primer feminismo de la igualdad de corte liberal buscaba ampliar los logros de las revoluciones liberales políticas burguesas del siglo XVIII a las mujeres, con el fin de otorgarlas una igualdad de derechos políticos y legales , negada hasta ese momento. Muy pronto,en clara contraposición a este primer feminismo de tipo liberal, surgió una variante socialista del mismo que intentó vincular la lucha por la emancipación de las mujeres con la lucha de clases que estaba protagonizando el socialismo. Autores como Flora Tristán, August Bebel o sobre todo Engels afirmaban que no cabía una lucha feminista fuera del contexto más amplio de la lucha de clases, a la que el feminismo debía subordinarse. El feminismo radical o de la diferencia surge después de la II guerra mundial en confrontación con estos feminismos que hemos apuntado antes, el liberal y el marxista , y viene de la mano de dos autoras muy controvertidas pero influyentes dentro del panteón feminista, auténticas precursoras de las llamadas ideologías de género. Se trata de Simone de Beauvoir y de Kate Millet . Beauvoir, compañera del filósofo francés Sartre, llevó los estudios feministas fuera del ámbito de la lucha institucional y jurídica para instalarlos en el campo de la reflexión filosófica de tipo existencial. En su obra “ El segundo sexo” ( 1949) analiza las condiciones existenciales de la mujer en el tiempo en que ella vive. Llega a la conclusión de que el mundo contemporáneo está moldeado sobre la base de patrones masculinos y construido sobre arquetipos que tienen al varón como criterio dominante. Partiendo de la noción Hegeliana de la dialéctica del amo y del esclavo concibe la posición de la mujer como de total sumisión. Betty Friedmann en su obra “ La mísitica femenina” ( 1963) llega a conclusiones similares, pero desde la óptica de la sociología social, cuando analiza las patologías mentales que son fruto de construcciones culturales que someten a la mujer haciéndola encarnar roles excluyentes de madre y esposa. Para Friedman el mito de la feminidad auténtica estaría en la base de muchos conflictos sociales y psicológicos. También destacará una idea que luego resultará muy productiva al feminismo de la diferencia en muchos de sus análisis situaciones, como son el de presentar el hogar o la familia como ámbitos ajenos de forma natural a la feminidad, como puras construcciones culturales que buscan relegar a la mujer a posiciones pasivas y de dominación ( Benhanbid). El hogar sería el lugar de la doble jornada, que oprime a la mujer y que la aleja de la esfera pública donde se deciden las políticas que crean los patrones culturales que hacen posible la dominación. No obstante Friedman asume todavía un enfoque legal e institucional promoviendo la aprobación de leyes que potencien la igualdad de oportunidades. Todavía no ha llegado el momento de la discriminación positiva, ni de la criminalización de la masculinidad como rol opresor de la mujer. El nacimiento propiamente dicho del feminismo de la diferencia hay que buscarlo en dos obras capitales en el credo feminista. “ Sexual Politics” ( 1969) de Kate Millett y “The dialectic of sex” ( 1970) de Susan Firestone. Ambas coinciden con sus antecesoras en denunciar una situación de dominación y sometimiento de la mujer, sin embargo dicha dominación no procede sólo de una represión legal , institucional o de una infraestructura económica, como afirmaba el feminismo de corte marxista. La causa última de la dominación hay que buscarla en lo que ellas denominan el “patriarcado”, un sistema de dominación sexual de tipo cultural, que no se combate con reformas jurídicas parciales sino con luchas políticas y culturales. En primer lugar devolviendo a la mujer el control sobre el principal instrumento de dominación de la masculinidad; la auto determinación sexual y mediante el cuestionamiento cultural de prácticas sexuales dominantes ( monogamía,

heterosexualidad obligatoria, sexualidad procreativa..). Este primer feminismo de la diferencia todavía conserva ciertos rasgos de esencialismo en su consideración de la mujer, en especial un cierto biologicismo que se observa en Firestone pero que ya apunta a la diferencia entre género y sexo que es la característica fundamental del llamado feminismo de la diferencia, y que será muy influyente en la proliferación de los llamados estudios de género. Una vez hegemonizados los espacios académicos, muchas de las propuestas de la ideología de género han ido transformándose en prácticas institucionales, leyes que pretenden convertir en hegémonicas , también en la sociedad civil, muchas prácticas, roles y consideraciones sobre cómo entender la feminidad, en un sentido no esencialista. En general el feminismo de la diferencia bebe de la filosofía potsestructuralista de filósofos como Foucault, Deleuze o Lacan. Se trata de una filosofía que se caracteriza, como muy bien apunta la filósofa Sheila Benhabib, por tres grandes aportes a la reflexión filosófica; la muerte del sujeto, la desmitificación de la historia y la tesis de la muerte de la metafísica. A su vez Benhabib distingue dos versiones de este “ismo”, una débil que es asumida por el feminismo de la diferencia y otra fuerte que es propia del feminismo de la identidad y las “teorías queer”. La misma Benhabib abraza este posmodernismo débil como una aportación valiosa que permita acabar con las insuficiencias que ella aprecia en las fundamentaciones políticas basadas en la racionalidad comunicativa y en las éticas discursivas (Habermas, Apel), a las que considera demasiado abstractas, formales, procedimentales y alejadas de toda tematización sobre la problemática del género. Para ello propone las correspondientes correcciones a esa situación ideal comunicativa que propone Habermas como modelo o paradigma para alcanzar una verdad consensual y aceptable para todos los intervinientes en la esfera pública. Su metodología consiste en acercarse a la individualidad contextual del otro con el que se entabla el diálogo, partiendo de la idea del respecto moral hacia su contexto pero sin renunciar a la idea habermasiana de la autonomía moral y a la pretensión de universalidad que anida en el proyecto de intento de Habermas, de construcción tanto de una ética discursiva como de una democracia deliberativa.

La versión débil de la muerte del sujeto, que defiende el feminismo de la diferencia, apunta a la negación de la idea de un sujeto universal, abstracto, descontextualizado de las prácticas sociales y discursivas en las que está inmerso. Un sujeto demasiado moldeado según los parámetros de la masculinidad y que encubre, según las feministas de la diferencia, esa situación de dominación que ellas caracterizan como “patriarcado”. Sin embargo se mantendrían las notas de la autonomía moral y la racionalidad, al menos en esta versión más dialógica y discursiva del feminismo de la diferencia que postula Sheila Behanbid. La versión fuerte de esta muerte del sujeto correspondería con la visión del feminismo de la identidad, en la que se considera, en la línea apuntada por el último Foucault, que cualquier sujeto se disuelve en una cadena de significados, que es una pura construcción discursiva. No hay sujeto respecto del que predicar responsabilidad, autonomía, reflexividad..........Es un feminismo sin sujeto revolucionario, pues en el la negación de la feminidad, no sólo como genero, sino en su negación como hecho biológico ( sexo) se encuentra la razón de ser del mismo. Precisamente en esa negación de una feminidad, como sujeto político emancipador, se encuentra una buena parte de las críticas que se formulan al feminismo queer. Al final resulta, dicen las defensoras del feminismo de la diferencia, inoperante para conseguir emancipación alguna y se disuelve en un puro debate semántico, abstracto y carente de operatividad alguna

El segundo principio en el que se sustenta el postestructuralismo, según Benhanbid, afirma la muerte de la historia como un meta- relato de tipo esencialista. Opera también en una doble versión débil y en otra fuerte. La versión débil es la que caracteriza al feminismo de la diferencia y opera hacia el exterior del feminismo, negando que la ilustración haya tenido un papel emancipador para la mujer y de cara al interior del propio feminista , pues denuncia que el feminismo ha partido de una visión sesgada del fenómeno de la mujer privilegiando enfoques basados en el eurocentrismo y la heterosexualidad normativa, lo que ha supuesto ignorar otras formas de feminidad alternativa . La versión fuerte del mismo rechaza cualquier posible relato sobre la propia opresión de la mujer, haciendo imposible la visibilidad de la misma. Es un feminismo sin historia, denuncian, pues en la historia ve trazos de esencialismos e intentos de definir la feminidad desde parámetros universalistas y apriorísticos. El último principio de la posmodenidad (La muerte de la metafísica) , según Benhanbid permite también trazar esa diferencia entre el feminismo de la diferencia y el feminismo de la identidad. La negación de la metafísica como olvido del ser ( Heidegger) o forma de privilegiar la voz y la presencia sobre la escritura ( Derrida) tiene implicaciones en la concepción feminista también. La versión débil de este principio lleva a considerar, como hacen filósofas de inspiración lacaniana ( Luce Irigaray, Luisa Muraro), que la metafísica occidental ha privilegiado un supuesto discurso emancipatorio e igualitarista que en realidad lo que encubre es un puro discurso masculino y androcéntrico, una objetivación de la realidad que privilegia un esencialismo del ser de corte masculino y que oculta el ser de la mujer, al privilegiar un enfoque esencialista sobre ella. La lógica política del feminismo de la diferencia está asociada con la llamada ideología de género. Ésta parte de la premisa de que existen dos “culturas” bien diferenciadas. Por un lado la llamada cultura masculina o patriarcal, cuyos caracteres serían los de la agresividad, la competitividad, el autoritarismo, el individualismo y la racionalidad teleológica. Por el contrario la feminidad se caracterizaría por la empatía, el espíritu colaborativo, el sentimentalismo y la racionalidad comunicativa. Para el feminismo de la diferencia el mundo capitalista está enfermo de “patriarcado”, una cultura opresora para la mujer que le impone roles de sumisión (maternidad, matrimonio, precariedad laboral, violencia machista...). La verdadera “liberación” de la mujer no consiste en la consecución de más derechos o en la eliminación de barreras legales, sino en la eliminación de esa cultura patriarcal, primeramente del ámbito de la esfera pública y en un segundo momento de las relaciones privadas y familiares. Para el feminismo de la diferencia cualquier manifestación cultural está colonizada por el patriarcado y es susceptible de deconstrucción feminista. La familia , el lenguaje o la educación son ámbitos especialmente propicios para la “catequización” del feminismo de la diferencia, de ahí que éste promueva políticas de discriminación positiva que penalicen manifestaciones de esa cultura patriarcal. El feminismo de la identidad lo que cuestiona es precisamente cualquier calificación del ser humano sobre la base de una diferenciación sexual. Las defensoras de esta forma de feminismo son en realidad anti-feministas, pues lo que acaban haciendo es negar la propia conceptualización de la feminidad ya sea por condicionamientos biológicos, culturales o políticos. Estas autoras parten de concepciones profundamente anti-humanistas, en la medida en que parten de la asunción de que la categoría ontológica del sujeto es una creación discursiva, debajo de la cual subyacen relaciones de poder y narrativas que buscan normalizar una forma determinada de entender la feminidad. Autoras como Irigaray, Kristeva, Muraro o Butler denuncian que bajo la etiqueta de feminidad se presenta un modelo de mujer blanca, eurocéntrica y de clase media-alta que privilegia visiones no alternativas de la sexualidad femenina. Para todas estas autoras el feminismo tradicionalmente ha privilegiado una visión esencialista de la mujer ( un otro generalizado que diría Nancy Fraser). Hay que deconstruir, por lo tanto, al sujeto femenino de múltiples conceptualizaciones racistas y

materialistas a las que ha estado vinculado , de manera que quepan nuevas maneras alternativas de la propia subjetividad. El género para Judith Butler ( “Gender Troubled”) es un estabilizador normativo de la propia sexualidad110,caben, por contra, nuevas significaciones y formas de entender la propia sexualidad, de forma que se prive a la cultura hegemónica masculina de la prerrogativa de dar explicaciones esencialistas sobre uno mismo. En general, las teorías queer o de feminismo de la identidad han recibido críticas dentro del propio bando feminista. En la medida en que problematizan una visión esencialista de la feminidad, ponen en riesgo la configuración de un sujeto revolucionario que plantee luchas emancipatorias. Para el feminismo de la diferencia, el feminismo queer es un falso feminismo que tiene efectos desmovilizadores. La realidad es más bien la contraria, si nos atenemos a la labor de ingeniería social que ha logrado este “falso” feminismo que ha ido moldeando las legislaciones civiles de muchos países. Esta ideología de género ha dado lugar a multitud de medidas legales. Medidas como la supresión de la mención a los sexos ( progenitor A / B en España en expedientes de adopción), el reconocimiento legal de formas alternativas de familia ( Holanda) que superan tanto la heterosexualidad como la propia homosexualidad, la posibilidad legal de reconocerse como no adscrito a un género “ Agender movement” que ha permitido que la ley en Australia permita “definirse “ como X en vez de hombre o mujer. La posibilidad de cambiar la mención del sexo con la propia voluntad ( Irlanda) o la promoción de nuevos géneros, muchas veces sacados de las mitologías de tribus ignotas descubiertas por alguna “antropóloga” cercana al movimiento queer ( géneros Bissu o Calabai de la tribu Bigus de Indonesia). Al igual que la ideología de género, la teoría queer pretende “normalizar” el lenguaje para dar cabida a la “visibilidad” femenina, promoviendo un lenguaje no sexista111 o sencillamente asexuado112.La verdad es que las teorías queer suponen un paso más en el disparate del feminismo de la diferencia. Éste ultimo supone una forma de pensamiento atávico, en la medida en que formula una hipostatización del género y contribuye, parafrasenando al marxismo clásico, a constituirlo en un motor alternativo de la historia. La realidad es que el feminismo es una forma de holismo historicista, respecto del cual son atribuibles muchas de las críticas que hizó Karl Popper al marxismo en su obra “La miseria del historicismo”. En general, como bien señala Popper, el historicismo es un intento de aplicar el método de las ciencias naturales a los fenómenos históricos. Sin embargo la historia tiene peculiaridades propias, como por ejemplo la imposibilidad de extraer leyes generalizadoras, como si puede ocurrir en los fenómenos naturales. También apunta Popper a las dificultades de aplicar métodos predictivos a las ciencias sociales. Por otra parte las teorías queer desconocen los mecanismos genéticos de determinación del sexo, que llevan a afirmar ,científicamente, que en la especie humana ( homo sapiens sapiens) existen cromosomas heteromórficos113. También es posible refutar filosóficamente el feminismo de la identidad, haciendo uso de la 110

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“ Los géneros no son verdaderos ni falsos, sino simplemente producidos como efectos verdaderos de un discurso sobre una identidad primaria y estable” Judith Butler en Gender Troubled Lo que supone trasladar la noción de sexo al ámbito de la gramática, algo que no se corresponde con la noción gramatical de género como ponen de manifiesto lingüistas tan reputados como Ignacio Bosque. Por otra parte una característica de los lenguajes es la de tender hacia la simplificación . En Español, por ejemplo, el plural no tiene marca de género sólo de numero, por lo que resulta redudante decir cosas como “todos y todas”. Pot otra parte aplicar una visión tan marcadamente feminista del lenguaje llevaría a condenar por “machistas” los idiomas que no tienen “flexión de geńero”. El género es una categoría gramatical que muchas veces no tiene correspondencia con el mundo real. De hecho el mismo concepto “Mundo” puede tener género masculino en español, femenino en alemán o no tenerlo en inglés- La clasificación es puramente arbitraria y no responde a motivos sexistas sino a razones de concordancia sintáctica en lenguas de naturaleza flexiva. De hecho sólo algunos elementos gramticales tienen género e incluso varían según las lenguas. Por ejemplo la categoría gramtical del verbo no reconoce flexión de género en el verbo, cosa que si que ocurre en la lengua Chinuk de América del Norte. Hay un movimiento en los EEUU que promueve la sustitución de los tradicionales pronombres personales He/She por otros de “género” neutral como “one, ze,hir, co, ey...” Lo que lleva a afirmar incuestionablemente que es la herencia genética la que determina el sexo.

fenomenología de la corporeidad del filósofo francés Maurice Marleau-Ponty. Éste,para resolver las insuficiencias de la fenomenología en lo relativo a la fundamentación de la intersubjetividad y para huir de la crítica que se hizo a Husserl de incurrir en una especie solipsismo idealista, acude a la noción de cuerpo como medio por el que el sujeto accede al “mundo de la vida”. A través del cuerpo es cómo tenemos acceso al mundo y nos relacionamos con el. Precisamente nuestra forma privilegiada de relación con el mundo y con los demás viene predeterminada por nuestra estructura psicofísica como especie, dentro de la cual nuestra dotación cromosómica determina un doble variante hombre o mujer, cada una de las cuales supone una forma diversa de ver e interaccionar con el mundo. Curiosamente la teoría queer incurre en aquello que denuncia; el reduccionismo114, pues prescindir de la diferenciación hombre -mujer es tanto como reducir al ser humano a ser un mero producto cultural o usando la célebre expresión de Foucault “ un dejar de ser sujeto para pasar a estar sujeto” ( Microfísica del poder). 11. “ Contra la globalización” Una de las luchas del “comunismo liberal” que primero ha explotado la idea populista de la “lógica de la diferencia” 115( oposición a un enemigo común) y la “lógica de la equivalencia” ( articulación de demandas sociales heterogéneas) es la del movimiento “alterglobalizador”116 o glomovimientos117. Se trata de movimientos de carácter reactivo que buscan luchar contra la hegemonía del globalismo neo-liberal, ideología que serviría de soporte del fenómeno de la globalización118. Según el sociólogo Ulrich Beck, por globalización entendemos la tendencia hacia una mayor interconexión económica mundial y hacia una generalización / uniformización de dinámicas sociales, culturales y políticas. El globalismo sería aquella ideología que sustenta dicha globalización y que se caracteriza según Beck por una serie de rasgos; la defensa del anarquismo mercantil de las grandes multinacionales, la justificación del Estado mínimo como forma más eficiente de gestión política, la aplicación de políticas de libre mercado, la privatización y desregulación , la expansión de la democracia representativa y la creencia en la idea del progreso lineal de la humanidad. El alterglobalismo tiene una fecha fundacional clara; la movilización internacional en contra de la reunión de la OMC119 en Seatle a finales de Noviembre de 1999, cuando diversos grupos anticapitalistas, ecologistas, feministas e indigenistas llevaron a cabo movilizaciones altamente propagandísticas que pretendían denunciar los “excesos “ del capitalismo globalizado de las multinacionales. El “éxito” de la convocatoria llevó a la organización de numerosas demostraciones similares ante otros organismos internacionales como el FMI o el foro de Davos. No obstante la “institucionalización” del movimiento tuvo lugar en la ciudad de Porto Alegre entre el 25-30 de Enero del 2000, con la primera reunión del llamado Foro Social Mundial que reunió a diversas organizaciones críticas con la globalización capitalista 120. De aquella primera 114

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Sólo que el reduccionismo que denuncia el movimiento queer es de tipo biológico, mientras que el que ellos practican es de tipo cultural. “Lógica de la diferencia” y “Lógica de la equivalencia” son términos tomados de la conceptualización populista de Laclau como hemos visto ya varias veces a lo largo de este ensayo. “Alterglobalizador” es el término que usa el pensador comunista Francisco Fernández Buey ( 1943-2012) para referirse a los movimientos antiglobalización. “Glo-movimientos” es el término que usa el politólogo Salvador Martí para referirse a los movimientos sociales de base internacional En torno al fenómeno de la globalización hay una variada literatura en el ámbito de la sociología que discute el carácter novedoso ( Giddens) o no de dicho fenómeno ( Held, Melucci) y sobre las ideologías que lo sustentan ( Luttwak, Wallerstein. Castells...). En este ensayo vamos a aceptar la tesis mayoritaria ( que no compartimos) de que el neo-liberalismo sustenta dicha globalización. Lo haremos a efectos de polemizar contra dicha visión tan amplia y extendida entre la sociedad y que tanto rédito ha dado a la izquierda radical en la articulación de su discurso profundamente anticapitalista. Organización Mundial del Comercio ATTAC ( Acción por la tributación de las transacciones financieras en apoyo de los ciudadanos) ,un especie de “comité “ de sabios anticapitalistas es la que más notoriedad ha gozado con el paso del tiempo.

reunión del foro surgió una carta de principios anticapitalistas “ Otro mundo es posible” y un compromiso para reunirse con periodicidad anual. De hecho el foro ha funcionado como una especie de V internacional comunista, en palabras de Fernández Buey. El principal logro del movimiento es que ha sido capaz de articular una verdadera cadena equivalencial de demandas anticapitalistas que van desde planteamientos anarquistas, pasando por los feministas, ecologistas y socialistas ( entre otros) que ha logrado construir un contra-relato de los beneficios globales del capitalismo, que ha resultado bastante efectivo en lo propagandístico. En primer lugar ha conseguido presentar una dinámica espontánea y de lógica puramente económica (el libre comercio o el principio de comercio internacional de la ventaja comparativa) como una doctrina ideológica y no técnica. Ha logrado en palabras de Chantal Mouffe “repolitizar” el ámbito de las relaciones políticas y económicas internacionales en un sentido agonístico, presentando al capitalismo y la democracia representativa como “enemigos” de la igualdad, del medio ambiente, de la justicia y del respeto hacia los localismos y las tradiciones culturales de los pueblos. Todo ello sin haber sido capaces de formular una ideología alternativa al uso ( como si hizo el marxismo clásico). De hecho una parte de la izquierda radical( Zizek ) critica a los glomovimientos, en la medida en que contribuyen a perpetuar el discurso neoliberal basado en la satisfacción narcisista. Según Zizek , muchas de la politicas que promueven los antiglobalización son esencialmente capitalistas en su raíz. Al igual que el capitalismo se perpetúa, según Zizek, por la necesidad de configurar un orden simbólico que llene la incompletud ontológica del ser humano y del mundo su deseo de satisfacción infinita ante la incapacidad de su asumir su falla ontológica constitutiva), el activista antiglobalizador también construye su fantasía fetichista de un mundo más justo (consumiendo productos ecológicos, con etiqueta de comercio justo...) sin cambiar en realidad los fundamentos del propio orden capitalista. Por otro lado el movimiento antiglobalizador dice luchar por la erradicación de la injusticia, por la promoción de los países subdesarrollados y lo hace a través de una dialéctica contradictoria. Por un lado asume un discurso indigenista, que lleva a la defensa de la autarquía ( soberanía alimentaría), a las restricciones del comercio internacional y al mismo tiempo promueve un comercio alternativo, basado en mejores condiciones de trabajo,de producción , de calidad de los productos que sólo las naciones más industrializadas del planeta pueden llevar a cabo. Por otro lado tampoco realiza un análisis riguroso sobre el papel que el intervencionismo, la corrupción y las élites extractivas tienen en los niveles de riqueza y de bienestar de los países. También desconoce el papel que la tecnificacion y la industrialización han tenido en el promoción del nivel de vida de los países. Muy interesante es el estudio que realiza Johan Norberg121, un antiguo anticapitalista hoy reconvertido en “apostol” de la globalización, donde examina los cambios experimentados por tres países ; Taiwan, un país claramente subido al tren de la globalización, Vietnam, un país en trance de globalizarse y Kenia un país cuyas políticas económicas vienen marcadas por ideas contrarias a la globalización. Norberg parte del axioma clásico de los antiglobalización “ Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Acepta la primera parte de la afirmación pero cuestiona la segunda, con datos bastante reveladores. Según su estudio la quinta parte de la población más pobre del mundo habría pasado de una renta per cápita de 561 a una de 1137 dólares. El reciente premio nobel de economía, Angus Deaton ( 2015), en su último libro “La gran evasión”, realiza una análisis muy revelador sobre el problema del subdesarrollo, sus causas, sus índices de medición y las posibles políticas que se pueden aplicar para reducir la desigualdad entre los países. En primer lugar el libro se aleja del tópico de que el desarrollo capitalismo ha traído una depauperización del nivel de vida. Deaton apunta a cómo se vivía en los albores de la primera revolución industrial y lo compara con los índices de calidad de vida de algunos de los países más pobres del mundo. Los datos son reveladores y desmienten que la humanidad haya fracasado en su experiencia industrializadora . Eso no obsta, que sea verdad que hay un elevado nivel de desigualdad entre los 121

Muchas de esas conclusiones están expuestas en su ensayo “En defensa de un capitalismo global”

niveles de vida de los países más desarrollados y el de los menos desarrollados. Deaton lo justifica por los pasos “atrás” que todo proceso de modernización conlleva, por el hecho de que unos países se benefician antes que otros de los avances científicos, o por lo ineficaz de ciertas políticas de ayuda al desarrollo, que lejos de estimular el crecimiento de muchos países, sirven para enriquecer a las oligarquías locales. A pesar de que este proceso de “ evasión “ de la pobreza, ésta subsiste, aunque en los últimos 300 años, la calidad de vida de la especie en su conjunto ha mejorado, la esperanza de vida sigue aumentado y hay motivos fundados para el optimismo, aunque no para el triunfalismo. También denuncia ciertas falsificaciones de ciertos índices de medición y la tendencia a instrumentalizarlos políticamente.

Una de las acciones más exitosas del movimiento antiglobalizador ha sido el de la promoción de llamado “comercio justo”. Si definimos el comercio como lo hace la RAE de la lengua en términos tales como "Negocio que se hace al vender, comprar o intercambiar géneros o productos para obtener beneficios ", la expresión comercio justo sería tautológica, en el sentido de que toda forma de negocio es justa en la medida que nadie compra o vende nada de lo que no se beneficie. El comprador valora más el bien o servicio que adquiere que las unidades monetarias que entrega a cambio. Respecto del vendedor se puede decir otro tanto de lo mismo. Se desprende de un bien o servicio porque los valora " subjetivamente " menos que las unidades monetarias que va a adquirir como contraprestación. Desde este punto de vista toda forma de comercio, para ser tal , es justa. Si media violencia o coacción en el intercambio, no hay propiamente comercio lo que hay es un delito o un acto de imperio, si el requirente de la prestación o de las unidades monetarias es un actor económico dotado de un poder institucional coactivo. Si el intercambio se efectúa sobre la base de un engaño , hay una estafa de las que se regulan en los códigos penales. ejemplo 248 y ss del CP español, por lo tanto no hay economía , más bien delito. ¿ Utilizan impropiamente una categoría conceptual los " defensores del comercio justo” ? No, su postura se basa en una visión objetivista de la teoría del valor en la economía. Algo que viene desde Aristóteles y llega hasta Marx y que siguen todavía muchos neomarxianos, incluso algunos que enseñan" escolásticamente en las universidades”. Para estos " escolásticos " de Marx , una transacción para ser " éticamente" aceptable debe conformarse con un criterio objetivo de valoración ( cantidad de trabajo aportado, coste de producción o valoración estatal.........), es decir , no admiten que la economía, como ciencia praxeológica ( es decir de medios y fines ) , es una disciplina que descansa en último término en valoraciones subjetivas, algo que se admite en la teoría económica al menos desde la revolución marginalista. El valor de los bienes económicos es una función de la utilidad subjetiva de los agentes económicos. Este " innovador " descubrimiento que en realidad viene de mucho más lejos, de San Bernardino de Siena o la escuela de derecho natural de Salamanca por citar algunos ) permitió resolver la paradoja del valor ( la razón de que los diamantes tengan más valor que el agua , siendo ésta de mayor valor para la vida humana......). La filosofía teórica del comercio justo esconde la fobia de ciertos sectores neo-marxianos al mercado , al comercio y a la libertad , algo que poco o nada tiene que ver con incrementar la prosperidad de la gente y sus posibilidades de desarrollo vital . En general en el pensamiento antiglobalización hay una comprensión deficiente del capitalismo. Identifican capitalismo con abuso, rapiña y expolio de los grandes multinacionales. Fundamentalmente el capitalismo se basa en una combinación de dos elementos , la propiedad privada de los medios de producción y la acumulación de capital, es decir en la postergación del consumo presente para acometer procesos productivos que permitan un mayor consumo mañana. No está de más recordar que el capitalismo no tiene nada que ver con los monopolios estatistas, los oligopolios legales que eluden el libre funcionamiento del mercado o con las prácticas contrarias a la ética . En la filosofía del capitalismo subyacen tres ideas básicas ; el respeto de la propiedad privada, el respeto de los contratos y el respeto del libre comercio. En el antiglobalismo hay algo de lo que denuncia Spinoza en su obra

“Etica “ La falsedad consiste en una privación de conocimiento, implícita en las ideas inadecuadas, o sea mutiladas y confusas ". 13.El ecologismo El ecologismo parte de una idea muy productiva en estos tiempos; el “colapso” civilizatorio. El siglo XX habría conocido las mayores tasas de crecimiento económico y los mayores avances en la historia del humanidad. No obstante habría dado lugar a dos formas de entender este desarrollo; el neoliberalismo occidental y el marxismo soviético, que habrían puesto en grave peligro la continuidad del planeta. Ambas formas de entender el crecimiento tendrían en común el hecho de haber priorizado la idea del crecimiento sobre la idea de la mantenibilidad del propio sistema ecológico. El moderno ecologismo es el resultado de una evolución en dicho pensamiento, que lo ha llevado a aliarse con planteamientos anticapitalistas y contrarios a los ideales de las democracias representativas. Básicamente el nuevo ecologismo recibe influencias de varias corrientes de pensamiento. Por un lado se inspira en el organicismo ecológico de gente como James Lovecock, autor de un célebre libro “Hipótesis Gaia”, que contempla el planeta como un sistema “vivo” y auto-organizado, que se vería amenazado por la presencia manipuladora de la especie humana, que estaría poniendo en peligro, con su consumismo creciente y tecnificación monstruosa, la idea de la auto conservación del propio plantea a través de sus mecanismos auto-regulativos. Esta idea que contrapone lo natural y lo artificial, fruto de la intervención del hombre, se encuentra en el pensamiento de gente como Giordano Bruno, el propio Marx que hablaba de la técnica como un “mundo sin alma”, la fenomenología de Husserl con sus anti-cientificismo que reclamaba una “vuelta al mundo de la vida” o el pensamiento de Heidegger que veía en el olvido del ser, por parte de la metafísica, como una especie de reducción del mundo a pura objetualización y cálculo. También habría una crítica a la idea del mito del progreso linea, en la línea explorada por la llamada escuela de Frankfurt y que encontró en la obra “Dialéctica de la ilustración” de Adorno su formulación más precisa. La segunda gran influencia que recibe el moderno ecologismo la encontramos en la propia constitución de la ecología como ciencia. En la obra del biólogo, discípulo de Darwin, Haeckel, que enfatiza la idea de interrelación entre los distintos organismos que componen los sistemas vivos, su continua adaptación y lucha por la propia supervivencia. No obstante la gran influencia viene de la mano de la llamada economía ecológica (Georgescu-Roegen), que a su vez se inspira en el paradigma científico de la termodinámica, que estudia los procesos de transferencia de energía dentro de los sistemas , a través de las llamadas leyes de la termodinámica. Según la economía ecológica, el planeta tierra ( biosfera) es básicamente un sistema auto-regulado, que logra, por si solo, un reciclaje casi absoluto de los materiales orgánicos ( agua, oxígeno, carbono, fósforo,potasio, calcio...) que utiliza en los procesos de transformación de la energía que acomete. Por un lado capta la energía solar ( fotosíntesis) y la degrada, reflejándola hacia el exterior. Junto a este sistema, casi perfecto, el ser humano, a lo largo de la evolución habría desarrollado sistemas de transferencia de la energía de tipo no orgánico, sino técnicos (tecnosfera), que son altamente ineficientes por su gran dependencia de los combustibles fósiles y otras formas de energía no renovables. Estos sistemas son altamente contaminantes, pues producen una gran cantidad de residuos, que no se pueden expulsar. Generan por lo tanto, una enorme entropía , en forma de polución , residuos y degradación de la biosfera. El nuevo ecologismo es también bastante tecnófobo, no acepta la idea de que el progreso tecnológico sirva para disminuir el impacto ecológico de la intervención del hombre en la naturaleza. No cree en el paradigma liberal del llamado crecimiento sostenido ( Walt Wittman Rostow). Parte , por el contrario, de la idea de que el paradigma economicista liberal es ineficaz para medir el impacto ecológico de la intervención de nuestra especie sobre el planeta. Según el

cual el crecimiento económico estaría a punto de rebasar la capacidad del propio planeta . De hecho afirman que el actual crecimiento económico se estaría basando en el consumo futuro de recursos del planeta. Parte de la idea, apuntada por el filósofo alemán Hans Jonas, de que nuestro consumo actual se estaría basando en una injusticia inter-generacional, al comprometer la satisfacción futura de las necesidades de las generaciones venideras. En una suerte de nuevo imperativo moral ecológico, que recuerda al Kantiano, nuestras instituciones políticas y económicas actuales estarían tomando decisiones que no podrían convertirse en “máximas de actuación” para las generaciones futuras. Lo primero que llama la atención en el discurso ecológico es su “variabilidad”122. Inicialmente se apuntó a la tesis neo-malthusiana ( Paul , Anne Erlich) del crecimiento ilimitado imposible, por la presión demográfica creciente. Luego cambió el diagnóstico ( Commoner) y se apuntó a un cúmulo de circunstancias (lógica del beneficio capitalista, recursos naturales limitados, presión poblacional..) en un intento de “quitar” responsabilidad a los países emergentes en el “caos” civilizatorio. De forma que los países más industrializados ( menos poblados) contribuirían más a la degradación del planeta. También cambió el paradigma ecologista , como consecuencia del cambio de paradigma económico. De defender la tesis del crecimiento cero, se pasó a defender la idea del decrecimiento ( como otras tendencias de izquierda radical hacen) y últimamente a la idea del crecimiento sustentable. En los años ochenta y buena parte de los noventa, muchos países industrializados vivieron en situaciones de crecimiento cero y el impacto de las emisiones, la contaminación y otras agresiones al medio ambiente no disminuyeron. También se pasó a cuestionar la idea de que el paradigma económico neo-clásico fuera el adecuado para afrontar los problemas medio ambientales. El sistema de precios no recogería los costes medioambientales y tampoco permitiría internalizar los costes medio ambientales. Frente a este paradigma neo-clásico, basado en el individualismo metodológico , economistas como Herman Daily proponen una serie de criterios normativos, que deberían cumplirse simultáneamente. La idea de no consumir recursos renovables por encima de su ritmo de renovación. No explotar los recursos no renovables por encima de la tasa de sustitución por energías renovables. Respetar la capacidad de absorción de los ecosistemas , a la hora de hacer vertidos contaminantes. Preservar la mayor cantidad de ecosistemas posibles. Según los economistas ecológicos, con el paradigma neo-liberal se habría superado, con creces, la llamada frontera de sostenibilidad (en 1986 la especie humana ya se habría apropiado de más del 40% de la producción primaria neta terrestre ). A diferencia del marxismo clásico, los economistas ecológicos no rechazan el mercado como medio de asignación de recursos, pero si rechazan la versión liberal del mismo. Parten de la idea que apunta el economista Karl Polanyi en “ La gran transformación”. El mercado en el buen sentido sería aquel que favorece la “interacción” ( el mercado como “plaza” ), no como lugar para satisfacer los egoísmos particulares. Por encima de las preferencias particulares, existirían unos principios de economía moral común. Apuntan, por lo tanto a la idea Arendtiana, de concebir el mundo como algo que debe sobrevivir al paso de las generaciones, y para conseguir esto hay que hacerlo “público” . Para ellos defender lo “común”, consiste en difuminar las fronteras entre lo público y lo privado. El ecologismo liberal y social-demócrata, que ellos califican despectivamente de “ambientalismo”, no negaba la existencia de presiones sobre el medio ambiente, derivadas de la intervención humana. De hecho tuvo un importante papel en su denuncia. La creación de los llamados partidos verdes en el norte de Europa en los años 70's, la lucha contra el rearme nuclear en Europa de los años ochenta o el desarrollo de impuestos ecológicos y regulaciones ambientales es un buen ejemplo de ello. También en la tradición liberal se ha desarrollado una importante escuela de pensamiento ecológica. Según la cual la mayoría de los problemas ecológicos se podrían solventar con una clara asignación de derechos de propiedad y con una adecuada internalización de costes ambientales, algo que no

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Ciertamente la variabilidad de un discurso no indica que este sea completamente inadecuado pero plantea interrogantes sobre su valor predictivo.

ocurre en formas de colectivización económica ( “tragedia de los comunes”123). Por otra parte, se ha demostrado que dos de las tesis básicas del ecologismo alarmista estaba claramente sobredimensionadas. Una era el anuncio apocalíptico del fin de la era de los combustibles fósiles. Son innumerables el número de ocasiones en las que el pensamiento “riguroso” ecológico ha tenido que cambiar sus modelos predictivos sobre el umbral máximo de extracción, a partir del cual la civilización entraría en un situación de colapso. Ante la incapacidad de predecir nada ( debido al hallazgo de nuevos yacimientos o al desarrollo de nuevas técnicas extractivas), han tenido que dar paso a las teorías “conspirativas”, que hablan de movimientos geoestratégicos mundiales, con escenarios bélicos, que tendrían como misión garantizarse la posesión de los menguantes recursos energéticos. Aunque la energía nuclear ha resultado ser una de las más seguras del mundo, el ecologismo más radical sigue prefiriendo formas más costosas de producción energética ( renovables), vinculadas a formas más especulativas de entender la economía,y se resiste a aceptar las evidencias científicas. Debido a su gran infiltración en medios de comunicación de todo el mundo, han logrado trasmitir una sensación de colapso inminente que no se corresponde con los desarrollos científicos más rigurosos. El cambio “climático” ha dejado de ser visto como un problema real , que requiere medidas, para convertirse en una nueva de milenarismo catastrofista qe mueve una industria detrás ( organizaciones, libros, películas....), todas ellas encaminadas a presentar ,como inevitable , un fenómeno sobre el que todavía no hay un consenso científico.

DESMONTANDO EL POPULISMO

1.El pueblo inventado En el populismo el "pueblo" es una construcción discursiva sobre la base de la cual construir una hegemonía y una alternativa al demoliberalismo. El término pueblo carece de una referencia ontológica y se difumina en un conglomerado de discursos vacíos que articulan antagonismos, muchos de los cuales son puros sofismas. Hablar de los de "abajo", de los "oprimidos", de los " sin parte" es una manera de disfrazar los conflictos de base que alimentaban la lucha clásica de la izquierda y sustituirlos por eslóganes vacíos con los que cualquiera pueda sentirse identificado. La nueva izquierda populista ha abandonado la lucha por mejorar el Estado del bienestar y por disminuir la desigualdad. La acción política no se dirige a conquistar derechos o a mejorar la vida de los ciudadanos, más bien se trata de hegemonizar un discurso que sustente una forma de poder entendida como juegos estratégicos que camuflen una dominación que se persigue, al mismo tiempo que se pretende ocultar. Venezuela , Bolivia o Ecuador son democracias , según el populismo, no porque haya hechos o ciudadanos que sustenten esa afirmación, sino porque el populismo articula un discurso hegemónico que así lo dice. Dussel lo dice claramente cuando afirma que en la democracia radical, el "pueblo manda obedeciendo". En definitiva en el populismo no hay ciudadanos que accionen resortes de poder, 123

Famoso dilema propuesto por el ecologista norteamericano James Garrett Hardin que hace referencia a la aporía de la explotación colectiva de bienes comunes,cuando ésta se hace desde postulados individualistas. Frente a dicha aporía los ecologistas liberales plantean la asignación clara de derechos de propiedas sobre los llamados bienes comunes.

sólo hay resortes de poder que accionan discursos que ocultan dominación. Una de las principales estrategias que usa el populismo es el engaño del votante. En un contexto mundial dominado por el triunfo del demo-liberalismo124, los partidos populistas asumen las reglas del sistema multipartidista del demo-liberalismo y concurren a los procesos electorales como un partido más que se presenta como una alternativa dentro del sistema. De esta forma muchos votantes creen estar eligiendo representantes políticos dentro de los “márgenes” del propio sistema, que prometen políticas más sociales y más redistributivas y no piensan que, en realidad, apoyan rebasar el marco demo-liberal para optar una democracia radical iliberal. Esta estrategia resulta altamente efectiva en la medida en que desmoviliza al adversario político y lo hace creer que concurre con fuerzas extremas pero no extremistas, fruto del desencanto popular en la era pospolítica, dominada por la globalización creciente que tiende a despolitizar muchos conflictos y a confinarlos al ámbito de la técnica y de la economía y por lo que el sociólogo alemán Ulrich Beck denomina “sociedad del riesgo”, donde la sensación de desprotección frente a lo imprevisto empuja a muchos ciudadanos a abrazar utopías que prometen reducir e incluso eliminar la incertidumbre bajo el paraguas de la hipertrofia estatal. Por ello es muy importante que, si queremos conservar el modelo político demo-liberal, como aquel que garantiza un mayor progreso, libertad y estabilidad para las sociedades modernas, nos concentremos en desenmascarar la falacia populista, presentándola como lo que realmente es; una opción con ribetes autoritarios, disfrazada con ropajes presuntamente democráticas y que enarbola un discurso tan peligroso como vacío de contenido. 2.El resentimiento; el “arma” del populista El filósofo alemán Peter Sloterdijk en su obra “ Tiempo e ira” describe a la perfección el peligro inherente al populismo; su tendencia a explorar las posibilidades políticas que ofrece el resentimiento social como palanca desde la que accionar su programa político. La envidia125 es un sentimiento humano que tiene connotaciones políticas evidentes, como pueden encontrarse en el relato bíblico sobre Caín y Abel, o en la propia constitución fenoménica del propio sentimiento, como muy bien destaca el filósofo alemán Max Scheler, se encuentra la motivación para actuar en contra de aquel que posee aquello que el envidioso desea126 .El que envidia ve en la posesión de un 124

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Desde la caída del muro , la democracia liberal representativa y pluralista se ha convertido en un régimen político hegemónico en el mundo. Para una caracterización muy detallada del demo-liberalismoactual se pueden consultar la obra del politólogo Arend Lipjhart “ Las democracias contemporáneas” ( 1987) donde establece una clasificación bipartita entre democracias mayoritarias, cuyo principal exponente sería el Reino Unido, con su parlamentarismo, ausencia de constitución escrita, sistema electoral mayoritario,sistema de partidos dominado por el bipartidismo y la existencia de un bicameralismo imperfecto y las llamadas democracias consesuales puras, como serían Suiza o Bélgica caracterizadas por un poder ejecutivo dominado por grandes coaliciones de gobierno, un bicameralismo equilibrado, una mayor división de poderes y sistemas electorales proporcionales y federalismo. Entre ambos extremos habría un conjunto de democracias que combinarían elementos de ambos modelos. También existen gabinetes de estudios como Freedom House o el periódico The economist que publican anualmente reportes sobre el estado de la democracia en todos los países del mundo, valorando diversos criterios para determinar la calidad de las mismas. Según la encuesta del 2014 de The Freedom House, de 19 paises evaluados, 89 fueron calificados como libres, frente a 55 parcialmente libres ( Ecuador o Bolivia, ejemplos de democracias radicales populistas) calificados como auténticas dictaduras ( Corea del Norte, Eritrea, Arabia Saudita , Somalia o Guinea Ecuatorial entre otros) .Curiosamente los países que obedecen a los cánones del demo-liberalismo más clásico, tipo USA, Alemania, Estonia o Australia aparecen como los más libres. Los partidarios de la democracia radical populista suelen alegar que dichas clasificaciones privilegian enfoques formales e institucionales ( libertades de expresión y opinión, derechos de asociación política, libertad económica,imperio de la ley y autonomía individual sobre políticas sociales de empoderamiento popular. Dante Alighieri ,en el poema de El Purgatorio, define la envidia como "Amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros de los suyos." “surge del sentimiento de impotencia que se opone a la aspiración hacia un bien, por el hecho de que otro lo posee. Pero el conflicto entre esta aspiración y esta impotencia no conduce a la envidia, sino cuando se descarga en un acto o en una actitud de odio contra el poseedor de aquel bien; cuando, por virtud de una ilusión, nos parece que el otro y su posesión son la causa de que nosotros no poseamos (dolosamente) el bien”

bien o una ventaja por parte de otro, la causa última de su infelicidad, lo que le lleva a exigir una reparación. Como muy bien apunta Sloterdijk en su ensayo ( apoyándose en Nietzsche), el iracundo es aquel que no se “guarda “ su ira , sino que la exterioriza. En cambio el envidioso es presa de su resentimiento, “guarda” y “custodia” su ira , y no la dirige contra objetos específicos , si no contra “ un universo de desconocidos”. El envidioso se transforma , según Sloterdijk, en un “resentido” que convierte las injusticias pasadas en una injusticia absoluta que demanda también una venganza absoluta .El populismo ve en esta explosión de ira incontrolada una oportunidad de rédito político inmediato, de manera que el populista se convierte en una especie de “banquero” de la ira, que capitaliza el resentimiento, prometiendo devolver ese depósito de frustraciones con intereses, cuando lleve a cabo su programa de gobierno, que se presenta como una especie de versión secularizada de la noción teológica de la ira de dios ( Dies Irae). El filósofo español Gonzalo Fernández de la Mora hace un análisis similar de las consecuencias políticas de la envidia, en su célebre ensayo “ La envidia igualitaria”, pero partiendo , no de presupuestos nihilistas como Sloterdijk,sino más bien de una visión conservadora y elitista de la realidad social. Para él , el envidioso no acepta las jerarquías naturales derivadas del trabajo y del talento, de manera que busca una serie de alianzas estratégicas con otros “damnificados” por la jerarquía natural y que son sabiamente explotadas por el demagogo. Partiendo del análisis que Aristóteles hace de la demagogia en la antigua Grecia127, De la Mora analiza en su ensayo la fatal confusión que en el democratismo radical se da entre igualdad y libertad, lo que lleva a condenar por anti-democrática cualquier jerarquía o desigualdad, aunque se base en el talento o el esfuerzo y no sólo a la mala fortuna. Otros autores como Joseph Eisntein analizan la influencia que en el marxismo o en el feminismo ha tenido la envidia como patología social subyacente en dichas doctrinas. Murray Rothbard ve en el igualitarismo desmedido el caldo de cultivo perfecto para que la envidia social germine. 3. La “democracia” al servicio del gran capital Uno de los argumentos más manidos por el populismo ( en este caso compartido por el populismo de extrema derecha) es la crítica de trazo grueso contra el demoliberalismo como soporte institucional del capitalismo. Generalmente el populismo presenta el demoliberalismo como un apéndice institucional del capitalismo, como una institucionalización de estructuras e instituciones cuya única virtualidad residiría en posibilitar la expansión y la reproducción del capital globalizado. El tradicional posicionamiento en favor del rígido intervencionismo y la planificación económica del comunismo marxista -leninista no se justificaría ya sobre la base del dominio de clase, sino sobre la base de una exigencia democrática. Los mercados y el capitalismo serían “enemigos” de la democracia real, en la medida en que supeditarían las decisiones políticas a los dictados de lo conveniente para el florecimiento del capitalismo global. Por otra parte, la des-regulación y la “libertad” de los mercados conducirían a crecientes niveles de desigualdad. Generalmente el populismo de la nueva izquierda suele ( siguiendo la estela marcada por el historiador marxista David Harvey) identificar la doctrina económica mayoritariamente seguida en el mundo con el llamado por ellos neo-liberalismo económico128, que ellos identifican con los postulados de la 127

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Cleon o Alcibíades son dos de los más famosos demagogos de la antigua Grecia. según nos cuenta el historiador Tucídides,” Historia de la guerra del Peloponeso” en el contexto de las guerras del Peloponeso ambos llevaron a las asamblea política ateniense a adoptar medidas políticas que aceleraron la derrota ateniense a manos del enemigo Espartano. En general la nueva izquierda suele utilizar el concepto de neoliberalismo con bastante imprecisión conceptual y suele identificarlo con la llamada Escuela de Chicago o monetarismo. En otras ocasiones se trata de una especie de cajón desastre donde incluyen una amalgama de liberalismos ( austriaco, objetivismo de Rand, ordo-liberalismo, social-democracia etc...........). En términos estrictos el llamado neo-liberalismo, según la denominación dada por sus propios creadores, se identificaría con el llamado ordo-liberalismo alemán surgido en la posguerra como una reacción política y económica al desastre del nazismo. La primera ve que se usó dicho término fue en el llamado coloquio de Walter Lipmann por parte del economista alemán Alexander Rüstow para identificar una economía

llamada “Escuela de Chicago”. Merece la atención pararse a analizar, con cierto detenimiento, esta visión errónea. Es un tópico bastante manido incluir a la Escuela de Chicago dentro de lo que sectores supuestamente progresistas llaman los " Neocon". Para empezar hay que señalar el desconocimiento más palmario que tienen sobre lo que es la "Escuela de Chicago". Esta surge dentro de la estela del nacimiento de la macroeconomía moderna, que tiene su origen en la revolución keynesiana. Sintetizando mucho, el keynesianismo surge como respuesta al pensamiento ecónomo neoclásico que afirmaba que las crisis económicas del capitalismo eran cíclicas y que el mercado, si actuaba con perfecta flexibilidad, podía retomar la senda del crecimiento. Frente a este postulado, Keynes discute que los niveles de equilibrio en una economía se correspondan con niveles de pleno empleo. Para lograr dicho objetivo, postula políticas fiscales expansivas. Es en este contexto , cuando dos economistas de inspiración Keynesiana, Georges Stingler y Milton Friedmann, apuntan que las políticas fiscales expansivas tienen efectos monetarios perversos ( incremento notable de la inflación a largo plazo sin incrementar los niveles de renta nacional y de esta manera disminuir el desempleo ) que lastran a largo plazo los supuestos efectos beneficiosos del incremento del gasto publico en la economía. Los economistas de la Escuela de Chicago, que no aceptan la trampa de la liquidez de los Keynesianos, reformulan la teoría clásica cuantitativa del dinero que defiende que, manteniéndose constante la velocidad del dinero y el numero de transacciones en una economía, el nivel general de precios de la misma depende de la cantidad de dinero existente. Esta ley, que los monetaristas intentan mostrar mediante una ecuación algebraica MV = TQ129 , se ha manifestado a través de muchas evidencias empíricas. Por ejemplo, en los procesos inflacionarios que se experimentan en Europa en el siglo XVI como consecuencia de la llegada masiva de metales preciosos de América. También se repite como un mantra que los economistas de la escuela de Chicago" funcionaban como una especie de agentes al servicio de la CIA , de forma que estos actuaban como agentes de las dictaduras en América Latina, con la intención de subvertir un orden económico justo e idílico. Esto es una solemne tontería que supone un palmario desconocimiento del perfil de muchos de estos economistas, más bien unos econometristas más preocupados por complejos cálculos estadísticos, que de ser agentes secretos al servicio del oscuro capitalismo. Ante cualquier fenómeno que busque ser explicado racionalmente , lo lógico es siempre buscar la explicación más sencilla y la más fundamentada en la evidencia empírica. ¿ Por qué las dictaduras de América Latina se nutrieron en algunos casos de economistas formados en la Escuela de Chicago?.La razón es bien simple, por un lado el enorme prestigio académico de la escuela con una cantidad nada desdeñable de premios nobel ( Stigler,, Friedman, Coase, Gary Becker, etc ........) y en segundo lugar porque uno de los problemas que más asolaban a las economías de esas latitudes en los setenta y los ochenta era el problema de la hiper inflación , tema estrella para dicha escuela económica. Por otro lado,es una cuestión muy controvertida en el seno del liberalismo, la “filiación” liberal de

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dominada “por la prioridad del sistema de precios, el libre emprendimiento, la libre empresa y un Estado fuerte e imparcial”. El término sería retomada por los neo americanos cercanos al presidente Ronald Reagan y que daría lugar a un célebre manifiesto redactado por el periodista Charles Peters. El término neoliberalismo es utilizado por la izquierda peyorativamente para criticar las políticas de liberalización del sector privado tendentes a aumentar su rol en la economía. Hoy en día el uso del término se orienta a describir las políticas económicas que «eliminan los controles de precios, desregulan los mercados de capital y reducen las barreras al comercio», además de reducir la influencia del Estado en la economía, especialmente mediante la privatización y la austeridad fiscal Se trata de la ecuación fundamental del dinero, dónde: P = nivel de precios Q = nivel de producción M = cantidad de dinero V = número de veces que el dinero cambia de manos, es la velocidad de circulación del dinero

la “Escuela de Chicago. Un socio-liberal consideraría a un “monetarista” tan liberal como lo puede ser un Keynesiano, si admitimos que se define como liberal una escuela que acepta una economía mixta de mercado con un importante papel del estado en la estructura productiva de un país. Para un economistas “Austriaco” , la “Escuela de Chicago no es liberalismo, es sencillamente social democracia. El liberalismo económico y por ende también el político, entiende que el estado es incapaz de determinar por si mismo los fines que legítimamente los hombres quieren perseguir, que el Estado no tiene la capacidad de prever y asignar los recursos para subsanar des-coordinaciones sociales y que el estado , cuando interviene en la economía , perjudica la situación previa tanto de los más favorecidos como los más desfavorecidos. Es decir , que usando la terminologia paretiana, no es óptimo. Para ciertos economistas liberales la “Escuela de Chicago”, es el anverso del keynesianismo, es decir que persigue los mismos fines ( alcanzar una eficiencia y un equilibro que es imposible en las ciencias sociales entre las que se encuentra la economía ), se basa en los mismos presupuestos erróneos ( sobre valoración del consumo, falacia del flujo circular de la renta y ausencia de una teoría del capital sólida ) y que sólo se diferencia de su hermana escuela Keynesiana, en las recetas para lograr lo mismo; un equilibro a través de políticas expansivas o contractivas de la oferta monetaria. Como el Keynesianismo se centra en algunos síntomas , pero no va a las causas de la enfermedad que son ,mientras no se modifique el sistema financiero en profundidad, la expansión descontrolada del crédito y la apropiación y manipulación por el estado del dinero fiduciario. 4.El sofisma de la igualdad

Otra falacia que se repite hasta la saciedad es que los liberales buscan la desigualdad o que al menos está no les importa un bledo. A los liberales, lo que les preocupa es la falta de libertad, por que consideran que sin libertad, en todos los órdenes incluido el económico, la gente no puede conseguir sus fines , ya que creen que el estado no es quien para determinar lo qué es la felicidad de nadie. Afirman que la redistribución coactiva de la renta es perniciosa , ya que desincentiva la iniciativa personal y redistribuye erróneamente los recursos, asignando no necesariamente a quienes más lo merecen o necesitan, si no a quien o quienes más convienen al poder. Los liberales tienen un visión del ser humano, como alguien libre y responsable, con una creatividad infinita, capaz de muchas más cosas que a las de aspirar a vivir en un mínimo de subsistencia , garantizado por un estado dominado por unas oligarquías, que persiguen perpetuarse en el poder manteniendo a la gente pobre e ignorante. El único problema del liberalismo es el que tienen todas las ideologías que sus postulados básicos no son inmediatamente evidentes por si mismos que requieren un aprendizaje vital , una constatación empírica. Esta es la que lleva a formular la siguiente ley de tendencia, que aquellos países más libres en todos los órdenes suelen ser también los más ricos y avanzados y que en estos, incluso los supuestamente más desfavorecidos están en mejor situación de la que estarían en paraísos socialistas como Cuba o Corea del Norte, con lo cual incluso aquellos partidarios de la eficiencia130 deberían aceptar que estaríamos ante lo que ellos llaman un óptimo Paretiano. Aquí viene la gran mentira, ¿ Quién es más liberal Holanda, EEUU , Finlandia o UK??...... Ninguno de estos países es enteramente liberal en lo económico pero podemos decir que la tendencia en Holanda es que hay más libertad económica que en EEUU al menos en los últimos 10 130

Para los economistas vinculados a la escuela austriaca, poco partidarios del uso de conceptos técnicos sacados de las ciencias naturales y del uso de la matemática en economía, el concepto de eficiencia sólo es aplicable a modelos explicativos estáticos , no así para el ámbito de la praxeología ( ciencia del comportamiento humano dentro de la que incluyen a la economía), pues ésta se dirige a la comprensión de fenómenos dinámicos , donde la variable tiempo no se entiende en sentido físico, como analogía del espacio, sino como fenómeno subjetivo.

años. Aunque hay que decir que este país es muy grande y que sólo uno de sus estados mas significativos como es California estaría entre las 10 mayores economías del mundo. De ahí que haya diferencias importantes dentro del propio EEUU, sobre todo diferencias sustantivas entre unas administraciones americanas y otras. Esto es debido al sistema presidencial americano que otorga tantos poderes a sus presidentes. Al ser allí los partidos meros clubes de opinión y no estructuras verticales de poder como en Europa . En cambio en EEUU hay muchas más diferencias entre unos presidentes y otros, incluso compartiendo aparentemente la misma ideología. Podemos ir mas lejos y buscar las razones de por qué unas ideologías tienen más constatación empírica que otras . La razón es obvia, su constatación empírica contradice sus presupuestos si su desarrollo tiene incoherencias o falacias lógicas . Esto ocurre con muchos de los razonamientos de Marx sobre el valor del trabajo o su teoría de la plusvalía, que son erróneos y por lo tanto su aplicación empírica también lo será. Pese a que el discurso populista presenta un mundo globalizado y preso de un dogma liberal, dicha doctrina no se aplica en puridad en ninguno o casi ninguno .Lo que se llaman ,por muchos, liberalismos agresivos, no son mas que economías sociales, que combinan iniciativa privada con respaldo estatal a los menos favorecidos. Al igual que los marxistas ortodoxos se defienden de las críticas con la frase “ Marx nunca ha sido puesto en práctica”, lo mismo podrían decir los partidarios del ”Free market” puro de muchos Think Tank liberales ( Cato Institute, Mises Institute..). No es el tema de este ensayo hacer una defensa del credo del “Free market” puro. Ni tampoco una apología del “liberismo”. Sin embargo si hay una cosa cierta y es que se puede afirmar que la libre iniciativa privada no tiene por que conducir a niveles de desigualdad mayores , que el intervencionismo salvaje que practican las dictaduras comunistas. Más bien al contrario hay una tendencia hacia lo contrario, lo que no obsta que el liberalismo no pueda ser objeto de correcciones, críticas o mejoras ( Liberalismo social)

5 El “mito” de la destrucción del Estado del Bienestar por el gran capital Por otra parte, la concepción populista que vincula a las modernas democracias representativas, que hemos caracterizado como demo-liberalismo, con puras correas de trasmisión de los intereses del capital globalizado es otro ejemplo de creación discursiva y retórica , de la que se valen los populistas para diseñar un imaginario colectivo partidario de la planificación centralizada de la economía. No sólo desde un punto de vista empírico en falso 131, sino que lo es desde el análisis del funcionamiento de los sistemas políticos. Precisamente lo que podemos observar que es justo lo contrario. Los sistemas de partidos se ven compelidos, por la presión de los electores y de los grupos de presión, a promover una mayor regulación y control de importantes sectores de la economía , ya sea por razones de justicia social o simplemente de eficiencia. Sectores como el energético, el bancario, el de los transportes las telecomunicaciones y el de bienes de gran consumo está profundamente regulado y disciplinado. La alternativa minarquista o anarco-capitalista no pasa 131

Si analizamos estadísticas oficiales sobre el peso del sector público en los PIB de los países más industrializados del mundo, que tienen instituciones de gobierno demo-liberales, observamos una tendencia al mantenimiento de un peso del sector público en el PIB , que oscila entre el 40-60%, con una tendencia ligeramente decreciente, que obedece más a razones de modificación de las formas de gobernanza y gestión pública, que a una reducción real del llamado estado del bienestar. Hasta un país , tradicionalmente vinculado al abstencionismo liberal , como son los EEUU mantienen una estructura mucho más cercana a los países europeos de tradición social-demócrata, que lo que sucedía hace más de 100 años. http://www.revistasice.com/CachePDF/ICE_827_223241__344E2904598EF2AF7A3A81D19AF80F40.pdf

de ser una mera curiosidad intelectual, con apenas relevancia política e institucional.

Una buena parte del relato construido por el populismo alega el carácter ficticio de las crisis cíclicas del capitalismo, como la “excusa” perfecta del gran capital para el “desmantelamiento” del Estado del Bienestar, como institución redistributiva. Mucho cabría decir sobre si la finalidad del Estado del Bienestar es o no redistributiva. Por ejemplo, Wilensky pone en seria duda que el Estado del Bienestar haya sido capaz de una redistribución vertical de la renta , desde las rentas de capital hasta la rentas del trabajo. Más bien lo que ha habido es una redistribución horizontal, en el propio seno de la clase trabajadora. De hecho el Estado del Bienestar favorece más a las clases medias, que aseguran mejor su riesgo “vital”, que a las clases más populares. Tampoco es pacífico, entre los politólogos, afirmar que la redistribución sea el objetivo del llamado Estado del Bienestar. La realidad, por otra parte, desmiente este aserto. Más bien el mantenimiento de altos niveles de endeudamiento público, consecuencia de políticas redistributivas de amplio espectro, ha llevado a un replanteamiento de formas de gestión de esas políticas ( privatizaciones, concesiones administrativas) pero no así al cuestionamiento de la misma existencia de dichas políticas sociales. Un ejemplo de esto lo encontramos en el caso español, en el caso del famoso título III del capítulo II de la constitución española de 1978. Allí se recogen un serie de principios programáticos que vinculan a los poderes públicos para la consecuencia de objetivos sociales y redistributivos ( acceso a la vivienda digna, al pleno empleo....). No obstante, no predeterminan la manera o la manera de gestión pública o privada para su consecución. Predeterminar la manera en la que un gobierno puede encarar dichos principios programáticos sería tanto como eliminar el pluralismo político ( que es un principio esencial de cualquier régimen democrático) y la misma eliminación de la democracia. Resulta paradójico que los populistas, que enarbolan la bandera de la democracia y que critican la bunkerización del constitucionalismo, propongan la petrificación de políticas públicas en la misma constitución, algo que eliminaría el pluralismo político y la propia esencia de la democracia. Una constitución puede asignar objetivos, pero si quiere ser pluralista , no puede imponer “medios”. Si el acceso a la vivienda, por ejemplo, sólo se puede alcanzar mediante la nacionalización de la vivienda, ¿ qué sentido tiene tener una democracia pluralista, con elecciones libres y competitivas, si todos los partidos tienen que aplicar la misma receta? Los populistas alegan que las constituciones del demo-liberalismo se convierten en ”trincheras”, desde las que el capital globalizado intenta dificultar al máximo la aspiración democrática de los pueblos, a fijar su propio destino y sus políticas. Curiosamente, cuando gobiernan los populistas , ya sean de Ecuador, Bolivia o Venezuela, se construyen constituciones a medida que hacen virtualmente imposible realizar otras políticas132 6. La destrucción de la opinión pública. La opinión pública desempeña un papel esencial en el funcionamiento de un sistema democrático . La función básica de la misma es el ensamblaje entre el ámbito de la esfera privada y el ámbito de o público ( Habermas). Con el nacimiento de los medios de comunicación de masas, la formación de la opinión pública se hace mucho más compleja ( Böckelman) . Otra característica de la opinión pública contemporánea es su carácter inestable ( Pierre Bordieu). En un sistema de opinión pública libre, los partidos “compiten” por trasladar su mensaje a través de los mecanismos de comunicación de masas. Los partidos populistas, herederos en este punto del fascismo, hacen de la comunicación política y del control de la opinión pública su objetivo prioritario. Se trata de auténticos expertos en la comunicación. Sin el dominio y el control de los medios, su táctica de inocular el odio y el 132

Paradigmático es el caso de Argentina o Venezuela , donde las recientes derrotas del “oficialismo” son la excusa perfecta del populismo para poner en marcha los “diques de contención constitucionales de lo que ellos denominan “contra revolución”.

resentimiento social , no pueden llevar a cabo sus propósitos. Su propósito es acabar con el “carácter” inestable de la opinión pública. Se trata de “petrificarla” para mostrarla como siempre coincidente con sus tesis. De esta manera se aseguran la consecución del objetivo Gramsciano de la hegemonía. Los populistas saben que los medios de formación e información política han cambiado. Los debates, los mítines, la propaganda escrita tienen un carácter mucho más secundario, en una sociedad caracterizada por la inmediatez, con unos medios de trasmisión de la información casi instantáneos ( internet, wassap....).Dominando estos medios, se puede llegar a la opinión pública de manera inmediata. No es casual, por lo tanto, que hagan tantos esfuerzos por controlar las redes. Allí incluso muestran su verdadera “esencia”, se quitan la careta y utilizan la coacción para monopolizar el discurso en las redes. Es demasiado lo que hay en juego, como para mantener la apariencia del respeto del pluralismo. Las redes sociales son el nuevo tren hacia “Finlandia”133, que les puede llevar a la conquista del poder. También son conscientes de que la mayoría de la formación política, viene del consumo de productos televisivos. Buscan, por lo tanto, la máxima exposición mediática, a fin de conseguir el mayor respaldo popular e intentan sintonizar en gustos, modos y tendencias con las generaciones más jóvenes, que son las más fáciles de fidelizar. El populismo genera una verdadera cultura pop, ser seguidor del líder populista, compartir sus gustos, aficiones, intervenciones en las redes sociales se convierte en una manera de socializar . Por otra parte el seguidor del populismo ve satisfecho su deseo narcisista de ser alguien. Compartiendo mensajes, tweets, posts en las redes sociales, el seguidor del populismo se siente partícipe de un movimiento “revolucionario”. Ya no hace falta encaramarse a una barricada, se puede hacer desde la comodidad del portátil. El seguidor del populismo cree estar desarrollando una lucha “global” contra la opresión, cuando en realidad lo que hace es alimentar la megalomanía y el culto a la personalidad, cosas que siempre ha practicado la izquierda radical. El principal objetivo del populismo es la colonización de la opinión pública, si lo consigue, la conquista del poder es cuestión de tiempo, en la medida en que de esta forma, así consigue “inmunizarse” frente a discursos que intenten deslegitimarlo y desenmascararlo. El populista se garantiza una legión de millones de seguidores, dispuestos a combatir, cualquier mensaje contrario al populismo .

7. Los seguidores del Populismo y el enemigo del populista

Uno de los aspecto que más fascinan a los politólogos y a los analistas políticos es determinar la procedencia sociológica de los apoyos electorales del populismo. Se trata de una cuestión muy compleja y que está muy relacionada con la de la propia naturaleza del populismo. Según cómo entendamos qué es el populismo, podremos analizar mejor de dónde extrae el populismo sus apoyos. No es lo mismo entenderlo como un fenómeno transversal, que hacerlo como uno de derechas o de izquierdas, como tampoco el análisis puede ser el mismo si entendemos el populismo como una patología social, que si lo entendemos como una alternativa democrática. Sea cual sea nuestra consideración acerca del populismo una cosa es clara; el populismo hace patente un malestar o una disfuncionalidad dentro del sistema134 133

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Tren que llevó a Lenin de vuelta a la Rusia Zarista, pagado por el II Reich alemán,para encabezar la revolución bolchevique. El politólogo Benjamin Arditi se vale de una ingeniosa metáfora para destacar este aspecto del populismo. Según él, el populismo se asemeja a la incomoda situación social que se produce cuando un amigo llega tarde y ebrio a un evento social, donde se destaca por sus torpezas y malos modos. Por razones de amistad , no se le puede expulsar del acto social, pese a lo inadecuado de su comportamiento, pero actuando de esa manera tan políticamente incorrecta “revela” una serie de verdades incómodas sobre la hipocresía social imperante. El pupulista se envuelve en la bandera de la “democracia”, concepto estimativo, de manera que es la apelación a la democracia impide que pueda ser “excluido” de la lógica política democrática, pues de lo contrario no se estaría en una verdadera democracia. Sin embargo sus “bravuconadas”, “provocaciones” etc... manifiestan una patología subyacente al propio sistema. El populista encarna demandas insatisfechas por el propio sistema, que no han sido ni creadas por el

El populismo presupone, por lo tanto, un fracaso político previo por parte de las élites política, que persigue suscitar demandas de cambio , mediante la apelación a la constitución de un sujeto político,el pueblo, que permita constituir una nueva forma de dominación política que no es reconducible ni al totalitarismo clásico, ni al régimen democrático de corte representativo. El populismo es un experimento político, en el que un partido político, un movimiento social o un líder carismático ( o una combinación de los tres) pretende alzarse con el poder, a través de medios legales y democráticos. El populismo es más un proceso político , que una plasmación institucional. Generalmente es en el momento de la institucionalización política cuando el populismo tiene delante de si todas sus contradicciones; democracia vs dictadura. El populismo no tiene una adscripción clara a ninguna ideología política a priori y bascula en la indefinición, precisamente por ser un proceso político antes que una institucionalización , que busca la mayor indefinición posible para aglutinar al mayor número posible de simpatizantes que le permitan acceder al poder ( su único objetivo). El populismo también presupone un fracaso político previo por parte de unas élites políticas. En general el discurso populista es un discurso construido sobre la base de oposiciones binarias ( oprimidos-opresores, pobres -ricos, casta-plebe...) que permiten identificar un enemigo claro. La política es entendida como exclusión / desalojo del enemigo de los mecanismos institucionales de poder135.En general cuanto mayor sea la desafección y el desencanto de la población con sus élites políticas, mayores serán las posibilidades de triunfo de opciones populistas136. Hay otro elemento esencial en el experimento populista; la rehabilitación de las pasiones y las emociones como elementos básicos de la acción política. Las modernas democracias representativas han ido sustrayendo cada vez mayores aspectos de la realidad social del debate político, hasta el punto de que la tecnocracia ha sustituido al debate político en innumerables aspectos. Por otra parte las democracias representativas suelen enfatizar la importancia de la idea del consenso y de la racionalización, como instrumentos que vertebran un sociedad democrática. El populismo, siguiendo la estela iniciada por el irracionalismo fascista, enfatiza la importancia de las emociones colectivas, como instrumentos para reivindicar demandas sociales. Por otra parte la emoción colectiva permite restaurar la solidaridad entre los individuos, muy dañada por el narcisismo y el individualismo que caracteriza la posmodernidad .Vivimos en la era del “malestar de la modernidad”, en la afortunada expresión de Charles Taylor. Nuestras “modernas” democracias representativas son cada vez más formales y procedimentales . Por un lado diluyen los sentimientos de solidaridad de los ciudadanos, dejando a su suerte a aquellos sectores más desfavorecidos de la sociedad. El espacio público para el debate y la deliberación desaparece y es sustituido por las componendas entre los partidos , los cuales se niegan a articular nuevos medios de expresión y participación ciudadana. Vivimos tiempos que se prestan que los populistas los califiquen de dictaduras “encubiertas”.Nuestra politicidad queda reducida expresar nuestras limitadas preferencias políticas , a través de elecciones condicionadas en su resultado por grandes corporaciones , grupos de presión y grandes grupos de comunicación137. El populismo permite recuperar, lo que el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies llamaba “ Gemeinschafft”, que destaca los lazos de solidaridad natural y espontánea entre los miembros de una comunidad, frente a la solidaridad mecánica y artificial de las comunidades políticas ( “Gelleschafft”).

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populismo ( Laclau sostiene una opinión diversa) , ni tampoco canalizadas por el propio sistema político. Chantal Mouffe , una de las pensadoras clave del populismo de izquierdas, resucitó, en clave populista, la distinción política esencial entre amigo-enemigo del jurista alemán Carl Schmitt en su obra “La política y lo político”. Cuestiones como la inmigración o la desigualdad en la distribución de la riqueza y de las oportunidades constituyen tanto desafíos para las democracias actuales, como “nichos” de oportunidad para los experimentos populistas. En frase de Felix Ovejero vivimos un ; “Vaciado de los ámbitos de decisión política, que son controlados por instancias ajenas al poder ciudadano, los mecanismos de participación se esclerotizan, los programas políticos se jibarizan y los perfiles ideológicos se hacen indistinguibles los unos de los otros”

Si analizamos el perfil-tipo de los simpatizantes del populismo nos podemos encontrar perfiles muy diversos, por las razones apuntadas con anterioridad. Por un lado estarían los llamados votantes cognitarios. Se trata de intelectuales o personas con una formación política elevada, conocedoras de planteamientos críticos con el capitalismo , la globalización, la democracia representativa y generalmente activistas de multitud de movimientos sociales y cívicos. Responden al perfil de lo que Zizek denomina despectivamente “ comunistas liberales”. Luego hay otro espectro de votantes , fruto de la banalización y la conversión de la discusión política en un espectáculo de masas, en un producto de entretenimiento masas.. Se trata del elemento pasional dentro del engranaje populista. Generalmente son seguidores bastante acríticos y activistas de las redes sociales, poco dados a la confrontación racional de ideas y propuestas, más dados al consumo rápido de eslóganes de absorción rápida. Un gran número de apoyos que recaba el populismo provienen de las filas de los excluidos por el sistema, los "sin parte " que dice Rancière, los que no tenían acomodo , ni esperanza en el sistema. En una era de secularización , la política se convierte en una religión política ( Voegelin) para las masas, más necesitadas que nunca de figuras mesiánicas que les prometan un porvenir alejado de penurias y estrecheces económicas. Por último hay una parte del populismo que se adscribe a él por razones estratégicas, se trata personas para nada maltratadas por el sistema, muchas de ellas muy bien situadas en el sistema ( funcionarios, medianos empresarios...) Son los arribistas, los que intuyen el cambio antes que los demás y buscan asegurar su posición de poder y preeminencia Habermas ya anticipó la crisis de legitimidad de las modernas democracias representativas en “Teoría y crítica de la opinión pública” ,obra de su primer época, en la que intentaba analizar las causas del descontento juvenil que originó el famoso mayo de 1968. Básicamente ,viene a decir que hay una contradicción esencial entre la lógica del economicismo tecnócrata del capitalismo tardío y la necesidad de espacios reales de discusión y legitimación política, que no sean puramente procedimentales. Según Habermas gran parte de las instituciones de la tradición liberal no se adecúan ya a las características del capitalismo tardío. El intervencionismo del Estado en la economía disuelve la autonomía del capital y no permite entender la economía como una esfera separada del Estado. Por otra parte ,en el capitalismo tardío la contradicción capital-trabajo, que estaba en la base del análisis marxista, ya no constituye la única fuente de conflicto social. En este contexto hay cada vez mayores capas de la población que perciben una contradicción irresoluble entre los ideales de la democracia, como ideal de gobierno emancipatorio y autónomo con sus demandas de solidaridad y universalismo, y la autonomía privada que se plasma en el reconocimiento de libertades económicas, que se sustraen a la exigencias de “justificación democrática”. El estado del bienestar se enfrenta a una aporía. Sus exigencias de intervencionismo, derivadas de su pretensión de luchar contra las disfruncionalidades del sistema, chocan con el reconocimiento de libertades económicas, surgidas de su raigambre liberal. 8. La “nueva “ democracia Populista El objetivo “último” que persigue este nuevo populismo es travestir una democracia de corte liberal representativa y convertirla en una democracia iliberal, con fuerte intervencionismo del Estado en la vida pública y con un pluralismo político muy disminuido. Una vez alcanzado el poder, el populismo pretende edificar una arquitectura constitucional a su medida que dificulte al máximo, no sólo la alternancia en el poder, sino la misma puesta en marcha de políticas alternativas al “maná” populista, que busca clientilizar al votante y convertirlo en cautivo de la opción política populista. Uno de los mayores errores que cometen muchos analistas políticos consiste en enfrentar el populismo como sise tratara de una opción política radical pero transitoria. Como ya hemos visto,

aquellos lugares en los que se ha instalado el populismo padecen una crisis profunda de legitimidad política, muchas veces oculta para importantes capas de la sociedad civil. Uno de los aspectos que hemos destacado con anterioridad es el certero diagnóstico que realizó Habermas en los años sesenta sobre la crisis de legitimidad de las democracias representativas en el seno del capitalismo tardío. Para Habermas dicha crisis de legitimidad se deriva de un déficit discursivo y deliberativo existente en lo que él llama “mundo de la vida”138, frente a otros campos del orden social, dominados por lo que él llama “sistema”. Ámbitos de la sociedad movidos por la racionalidad instrumental y donde las leyes y las regularidades funcionales aseguran la reproducción social ( economía, administración). El gran drama del capitalismo tardío, según Habermas, es que la integración social se realiza más a través del sistema que del mundo de la vida, más a través de la racionalidad instrumental, que a través de la racionalidad comunicativa. Abandonando el ámbito de la abstracción propio de la teoría de la acción social comunicativa de Habermas, si que podemos destacar que las modernas democracias liberales representativas se caracterizan por dos cosas. Por un lado, hay una importancia hacia la tecnificación y la burocratización de la acción política, de manera que la legitimidad de buena parte de la acción política en esos ámbitos obedece más bien a criterios de racionalidad instrumental ( medios-fines),más que a una racionalidad dialógica y discursiva. Por otro lado hay una tendencia hacia la glorificación de la idea de la centralidad política, a la eliminación de los matices, de las diferencias en los discursos políticos y a la asunción de verdades consensuales, políticamente correctas. De esta manera la mayoría de las opciones políticas con opciones de gobierno suelen coincidir en las líneas maestras de su opción política. Esto desmoviliza al votante, deslegitima el sistema político, en la medida en que el votante asume que hay ámbitos de la acción política que se sustraen del debate ciudadano. Muy interesante también es la crisis de la noción de opinión pública, como ámbito de discusión pública, como lugar de debates y controversias. La generalización de las agencias de noticias , controladas directa o indirectamente por los estados, moviliza el sentido de las opiniones públicas, en el sentido de desmovilizarlas y despolitizarlas para imponer una visión consensual y única de las principales controversias existentes en la sociedad. El populismo se aprovecha de esa despolitización creciente, de esa crisis de legitimidad política para presentarse como campeón de la repolitización del “mundo de la vida”, al que se refería Habermas. Frente a quienes niegan la voz del pueblo, los populistas se presentan como sus portavoces más autorizados. La lucha contra el populismo debe privar a dicha opción política del monopolio de la lucha por la regeneración y la restauración de la legitimidad del sistema. Hay que esforzarse en presentar a las instituciones demo-liberales como un verdadero ámbito de discusión política, verdaderamente libre y plural. 9. La “nueva “ economía populista Junto a las crisis políticas, el populismo enarbola también la lucha por la reforma de la economía , en el sentido de hacerla más igualitaria,mas redistributiva o en sus propias palabras “más democrática”. Generalmente , el populismo ,como ya ocurriera con el fascismo, se aprovecha de graves crisis económicas del capitalismo para presentarse como dique de contención frente a los intereses de la oligarquía del capital. Generalmente sus análisis económicos se mueven dentro de esquemas binarios , muy simplistas y demagógicos. Inciden en el carácter artificial de las crisis económicas, diseñadas desde altas esferas de poder con la finalidad de acrecentar la posición de dominio y de privilegio de los grandes poseedores del capital y con la única misión de empobrecer a la clase media y trabajadora. Generalmente obvian el papel de la intervención del estado en la generación de muchas crisis económicas139 sobredimensionan el papel de la ley y las instituciones 138 139

Concepto que viene , más o menos , a coincidir con el de sociedad civil Por ejemplo ante las grandes crisis financieras del capitalismo, ya sea la de 1929 o la del 2008, apuntan al subconsumo como causa última , en línea del marxismo clásico. Obvian,por contra, el papel de los bancos centrales y su política de tipos de interés artificialmente bajas, como factor de distorsión

como instrumentos de política económica. Sin embargo , si es cierto que altos niveles de paro, precariedad laboral y descontento con las tradicionales formas de promoción social ( educación) sirven a los propósitos populistas de realizar una crítica sin matices del sistema político. Mientras no se demuestre lo contrario las recetas económicas del populismo adolecen de los mismos defectos que plantean otras propuestas políticas suyas; la indefinición. Generalmente sus propuestas combinan muchas de las fobias clásicas del populismo; crítica sin matices al libre comercio, rigidez de los mercados laborales, altos niveles de endeudamiento público, reparto del trabajo, disminución de las horas de trabajo, rentas de inserción o de subsistencia etc...

10. Estrategias erróneas con el populismo

Convertir al populismo es una opción política más dentro del sistema e intentar combatirla con los esquemas habituales de la sociología electoral ( prometiendo más) es una estrategia errónea. El populismo lleva a la democracia a su terreno cuando la convierte en una lucha entre dos frentes antagónicos. Los instalados dentro del sistema ( partidos, sindicatos, poderes económicos) y el pueblo como creación discursiva y retórica. El populismo logra situar a todas las alternativas políticas , incluso aquellas que son opositoras al gobierno, en el ámbito del “enemigo “ político, del antagonismo que el pueblo debe combatir. La descalificación global del oponente político ,como pura oligarquía , tiene un efecto estigmatizador muy claro y funciona, como muy apunta Laclau en su análisis del populismo, como aglutinador de demandas sociales muy heterogéneas entre si . El mito político de la apelación a la centralidad y al consenso, como instrumento de realización de la democracia, no funciona contra los populistas que se caracterizan precisamente por eso; por negar el valor democrático del consenso. Sólo la desactivación de lo que Laclau llama “cadena equivalencial”140 puede resultar en una acción política eficaz contra el populismo. De hecho el propio Laclau teoriza sobre dicha posibilidad, cuando en su denso ensayo “ La razón populista” aborda la figura de lo que el denomina “ significante141 flotante”,que él define como aquella demanda popular de cambio que bascula en la indefinición entre los contornos del sistema. Es aquella demanda que surge dentro del seno del propio sistema, pero que se plantea como alternativa de reforma de éste y que logra romper esa barrera dicotómica que separa la cadena equivalencial de significantes( demandas populares articuladas por el populismo) del antagonismo común ( el sistema que el populista presenta como “enemigo”), favoreciendo la creación de una cadena equivalencial142 alternativa que logre hegemonizar su propio discurso alternativo. Laclau pone como ejemplo la reacción del presidente Roosevelt con el llamado New Deal, con el que éste intentó, con éxito, frenar los movimientos de desapego hacia las estructuras institucionales 140

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La construcción de Laclau es postestructuralista y bebe de la idea de que el sujeto político nunca existe previamente a su constitución en el propio discurso político. De ahí que Laclau no hable de sujetos políticos, grupos o movimientos sociales , sino de demandas discursivas, heterogéneas entre si, pero que que alcanza su constitución política por la oposición a un elemento común fuera del sistema El término sinificante ( Sinn en alemán) Laclau lo extrae de la obra del Lingüista suizo Ferdinand Sassure, quien en su obra “ curso de lingüística general” denomina signficante a aquel elemento del signo lingüístico de naturaleza material que tiene la virtualidad de apuntar al significado al que hace referencia esa imagen fónica. Laclau es un posestructuralista que asume la tesis de la “muerte del sujeto”. Para el la subjetividad es redundante a efectos de explicar fenómenos sociales. Por ello, prefiere hablar de discursos. Según él, lo característico del populismo es ser capaz de coordinar una variedad de discursos, muy heterogéneos entre si, cuyo único punto en común es su oposición común a otro discurso, el institucional, que ellos perciben como incompatible con sus demandas. Para referirse a esta “alianza” de discursos , usa el término ( sacado de la lingüística) “Lógica equivalencial”.

norteamericanas , muy erosionadas por la crisis de legitimidad política y económica surgida de la recesión de 1929. Un ejemplo más cercano y actual lo podríamos haber tenido en la propia España, caso de que la opción política C's143 hubiera logrado desarticular la opción populista en las elecciones generales de 2015. Una vez que C's, a tenor de sondeos de opinión diversos, se podía configurar como una alternativa viable al “putsch” democrático planteado por Podemos, los estrategas de Podemos vincularon artificialmente ( en gran medida gracias a sus enormes apoyos mediáticos) a “Ciudadanos” con el partido gobernante de centro -derecha “ Partido Popular” y con un arquetipo de la memoria colectiva nacional como es el franquismo, cuyo fantasma agita con bastante éxito la izquierda tradicionalmente en España. Esta estrategia , junto con errores144 de campaña de C's originaron que dicha opción política, inicialmente destinada a disputar la hegemonía al bipartidismo y a Podemos , obtuviera finalmente unos resultados bastante discretos. Una vez instalado el discurso populista en un sistema político sólo caben dos opciones a mi juicio. Una es actuar sobre las condiciones objetivas que permiten su florecimiento 145, reformas económicas e institucionales y asumir la retórica política basada en el antagonismo. Al relato de la maldad intrínseca del sistema, se debe enfrentar el contra relato de la perversidad de la solución populista. Frente a quienes apelan a la estrategia de la no demonización del populista y al intento de “convertirlo” en adepto al sistema, yo postulo la tesis contraria.146 La necesidad de combatir al populismo advirtiendo de las funestas consecuencias de su ascenso al poder.

11. El pluralismo como “enemigo” del populismo

La configuración del relato hegemónico populista exige que éste disfrute del monopolio de la verdad consensual imperante en el ámbito de la sociedad civil. El necesario pluralismo ideológico e informativo ,que exige toda democracia pluralista, se convierte en el principal enemigo del discurso populista. El populismo presenta todo intento de confrontar su relato de crítica sin fisuras al sistema, como un ejercicio de servilismo periodístico al servicio de la oligarquía. El populista presenta la analogía tramposas de comparar la existencia de pluralidad informativa con la existencia de intoxicaciones periodísticas que buscan deslegitimar el derecho del pueblo a conocer la verdad absoluta. El populista no admite perspetivismo, ni consensualidad en la configuración de ninguna verdad política. La verdad, como la misma noción del pueblo, es una construcción discursiva, que debe ser hegemonizada y tutelada para evitar que se pongan en cuestión la 143

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C's hace referencia al partido político español , surgido en 2005 en la CCAA de Cataluña, “ciudadanos” que inicialmente surgió como un movimiento popular de reacción frente al nacionalismo obigatorio allí imperante. Posteriormente y tras varios intentos fallidos de constituirse como un partido hegémonico de ámbito nacional, Ciudadanos logro un gran impulso mediático durante los meses previos a la campaña electoral española del 2015, en un contexto de gran descrédito para el bipartidismo y de auge del populismo de izquierdas Podemos. El principal error de C's consistió a mi juicio en reinterpretar el gran error del centro-derecha español que atribuye sus éxitos electorales ( UCD, CDS; PP) a una supuesta moderación y centralidad política de su discurso.La sociología electoral desmiente la interpretación errónea que muchos sociólogos han realizado de los resultados electorales de 1977, 1979 , 1996 o 2000 ( triunfos electorales en elecciones generales del centro derecha en España). Para una apreciación más rigurosa de la valoración del voto en aquellos años , se puede consultar la enciclopedia de sociología política española que realizó el profesor universitario español Amando de Miguel. Aunque en este trabajo he asumido una visión del populismo cercana a la de Laclau, me distanció de él en el hecho de que considero que el populismo , además de una creación discursiva política es el resultado de unas patologías subyacentes al propio sistema La experiencia del ascenso democrático del nazismo al poder en la Alemania de Weimar demuestra el fracaso de los intentos de internalizar dentro del propio sistema a fuerzas que persiguen la destrucción del mismo. Véase el pacto entre Hitler y Hindenburg en las elecciones presidenciales de 1932 para lograr la reelección de este último contra el candidato comunista Ernest Thälmann en contra de la opinión del canciller del Zentrum Heinrich Brüning, muy crítico y alarmado por el ascenso imparable de los nazis.

hipostatización de la propia realidad discursiva del populismo; esto es la misma existencia de un pueblo homogéneo y sin fisuras. La existencia del pluralismo ,como condición necesaria de un sistema democrático, fue puesta en valor , por primera vez147, por el pensador John Stuart Mill en su conocida obra “ Sobre la Libertad”, en cuyo segundo capítulo analiza , con gran detenimiento, la importancia que tienen las libertades de pensamiento y discusión a la hora de configurar un sistema político verdaderamente libre. Mill enfatiza el enorme riesgo que supone para el progreso de una sociedad la existencia de formas de censura ,que ahogan la libertad de pensamiento y opinión. Como él mismo dice “Nunca podemos estar seguros de que la opinión que tratamos de ahogar sea falsa, y si lo estuviéramos, el ahogarla también sería un mal”. Negar a los demás el derecho a expresar su opinión, bajo el pretexto de defender el derecho del pueblo a conocer la verdad, equivale tanto como considerarse infalible y a creerse en el derecho de poder imponérsela a los demás. Además la discusión de las propias opiniones ayuda a despojarlas de errores de perspectiva, de apriorismos que nos alejan de la búsqueda de la verdad. Esta creencia que tiene la lógica populista a considerar que encarna la verdad política se explica en buen media , por el hecho, anteriormente apuntado , de la importancia del liderazgo carismático en dicho fenómeno. 12. El liderazgo populista Anteriormente hemos descrito el populismo como una lógica de la acción política, más que como fenómeno histórico o geográfico. Tampoco lo hemos caracterizado como una lógica política adscrita dentro del eje derecha-izquierda, sino que hemos apuntado a que precisamente la lógica populista, como muy bien apunta Laclau, pretende superar esa oposición binaria , precisamente para ampliar su espectro de actuación ( “lógica equivalencial”). No obstante el populismo requiere de una forma de ejercicio del liderazgo político y unas condiciones de crisis del sistema ( aspectos ajenos al análisis de Laclau, que lo concibe en términos puramente discursivos). También apuntamos anteriormente que ante la crisis de legitimidad de la izquierda radical ( crisis del marxismo occidental como aglutinante de las luchas emancipadoras), ésta se había debatido entre tres opciones: una era la negación de la democracia, por considerarla demasiado vinculada al capitalismo ( esta es la tesis de la rehabilitación del marxismo de corte idealista lacaniano de Zizek o de la ontología pluralista del acontecimiento de Badiou), o por una reformulación del ideal democrático en términos iliberales,que a su vez admitía una doble posibilidad; la estrategia populista de izquierdas y las luchas sectoriales de izquierda ( la tesis del comunismo liberal). Ahora toca analizar pues el liderazgo populista. Vamos a seguir , en este punto, el muy buen análisis que realiza Flavia Freidenberg del liderazgo populista, aunque nos apartaremos de algunas de sus apreciaciones en algunos puntos. Ella en principio parte de la clasificación de Hemann sobre las modalidades del liderazgo político. Hemann distingue cuatro formas básicas de liderazgo. En primer lugar habla del líder tipo “flautista de Hammelin”, centrado en la personalidad carismática y en las dotes de persuasión y seducción del líder. Luego habla del “líder vendedor”, como una forma de liderazgo en la que se establece una relación de tipo clientelar entre el líder y sus seguidores, de forma que el líder es una persona capaz de detectar los anhelos , necesidades y demandas de cambio social de sus seguidores. El liderazgo tipo vendedor consistiría en la habilidad de hacer propuestas de cambio social que resultaran atractivas para los seguidores. En tercer lugar se encontraría el “líder marioneta”, según el que el líder no es más que la correa de trasmisión de intereses grupales y donde la acción política se origina más bien de abajo a arriba. Por último se encontraría el denominado “líder bombero”, un estilo de liderazgo epocal vinculado al decisionismo jurídico y político Schmittiano , que apunta a la idea de la dictadura comisoria, que surgiría en una situación de gran crisis puntual para la estabilidad del sistema político. 147

Aunque pueden encontrarse apelaciones a la tolerancia en Voltaire, Spinoza, Milton o Locke, fue John Stuart Mill quien teorizó más claramente sobre la difícil relación entre libertad y autoridad, entre pluralismo y democracia.

Según Flavia Freidenberg el liderazgo populista conservaría los rasgos de las dos primeras tipologías de Hemann; por lo que combinaría tanto el tipo de liderazgo del “flautista de Hammelin”, como el “liderazgo vendedor”. De esta manera en el liderazgo populista se establecería “una relación directa, carismática, personalista y paternalista” entre un líder poppulista y sus seguidores ,los cuales esperarían una mejora de su situación personal basada en las cualidades extraordinarias que atribuyen al líder y en ciertas políticas de tipo redistributivo. El líder populista conseguiría convencer a sus seguidores de que la causa de sus males reside en un enemigo común, un antagonista que representa los intereses de las oligarquías poderosas y frente al cual habría que constituir una acción política común, basada en la jerarquía, la disciplina y la obediencia. No obstante el populismo de izquierdas asume una retórica democŕatico-plebiscitaria , en función de la cual el líder populista articularía alguna forma de participación política popular de apariencia democrática, aunque sometida a un claro verticalismo y una dirección férrea desde arriba. Vamos a analizar más en detalle algunas de las características apuntadas. En primer lugar, siguiendo la tipología de formas de legitimación políticas clásicas de Weber, en el populismo hay una sustitución de una forma de legitimación del poder de tipo racional-legal, por una de tipo carismático. Los seguidores del populismo creen, como apunta Panebianco, que el líder populista posee unas características personales excepcionales que lo habilitan para desempeñar una misión de especial trascendencia histórica. En el caso español, la insistencia en presentar a Pablo Iglesias líder de Podemos, como el único político capaz de resolver el conflicto del encaje constitucional de los nacionalismos periféricos o el único capaz de hacer frente a la burocracia austericida de Bruselas para defender a la “plebe” de la voracidad del gran capital. La idea que subyace en el populismo es la de presentar el liderazgo populista como una especie de ”antidepresivo social” ( Dorna), como una forma secularizada de escatología de la esperanza que permita vislumbrar el final de la “travesía del desierto”, impuesta por la “ideolatría neoliberal”. Ya hemos apuntado, con anterioridad, la imbricación entre religiosidad secularizada y nueva izquierda, y la tendencia a vislumbrar la revolución como una forma de milagro secularizado. El líder populista es una especie de ungido por las masas, es un nuevo “Moisés”, un nuevo “Rey David” destinado a asegurar una nueva tierra prometida para sus seguidores. Otro aspecto fundamental del liderazgo populista apunta a la apelación a la unidad del pueblo frente a un enemigo común, un antagonista que se interpone entre las demandas del cambio popular y las exigencias del mantenimiento del status quo. Dorna apunta a que no es casual que en el populismo se apele al pueblo y no al moderno concepto de ciudadanía. Según Dorna la visión de ciudadanía es mucho más igualitaria y no es tan trasparente a la idea de opresión y dominación que trasluce todo discurso populista. En cambio la noción romana de “Populus” nace en el contexto de la lucha entre los patricios y los plebeyos, es una noción que apunta mucho mejor a la “disolución de jerarquías” y de “ámbitos de dominación”. 13. El discurso “móvil” del populismo En general, como bien apunta Laclau, en el discurso populista hay una simplificación dialéctica del discurso político. Hay que uniformizar al pueblo, hacer abstracción de sus diferencias y presentarlo como antagónico de un enemigo común, sea éste real o imaginario, sea una estructura institucional o una ideología. En el caso de podemos se juega con esa ambivalencia, el antagonista es un sujeto político institucionalizado ( la casta , el régimen del 78 ) o una ideología, como hemos apuntado antes ( el neo-liberalismo). La elección de uno u otro depende del contexto situacional donde se articule el discurso. Ya hemos visto que la lógica populista implica una coordinación de demandas de cambio muy heterogéneas entre si. Se hablará de “ neo-liberalismo” para atraer al discurso populista al significante “cognitariado”( usando terminología de Laclau) o de los de arriba para dirigirse a la articulación en la cadena equivalencial de un discurso menos ilustrado y no tan

versado en conceptuaciones tan abstractas e ideológicas. Por otro lado el liderazgo populista busca establecer una relación de tipo clientelar, de forma que el seguidor del populismo espera la obtención de favores políticos a cambio de su adhesión al régimen populista. Esto es muy claro en aquellos lugares donde el populismo alcanza un notable nivel de implantación institucional. Por ejemplo en la Argentina Peronista, donde se organizan verdaderos batallones y ejércitos populares ( patota/ círculos chavistas) , que a cambio de transferencias de renta o privilegios institucionales, están dispuestos a movilizarse para “defender “ los logros revolucionarios. Cualquier discurso alternativo al populista se presenta como contra revolucionario y demanda una intervención y beligerancia decidida por parte de los clientes del “populismo”. Por último el populismo puede articularse políticamente en forma de partidos , pese a contar con un liderazgo sólido y carismático. Se trata , no obstante, de un puro disfraz democrático, pues una estructura democrática de base es incompatible conceptualmente con esa relación de liderazgo tan personalista que la propia lógica populista exige. Por eso no debe sorprender que en toda forma de populismo exista una contradicción de base entre un supuesto afán de explotar las posibilidades transformadoras de la democracia radical y un personalismo tan acentuado.

14. El ataque populista a la idea de representación política

El populismo pretende erigirse, como hemos visto, en paladín de la pureza democrática. Resucita el ideal normativo de la democracia y plantea una enmienda a la totalidad de las democracias electorales. Cuestiona la idea de representación, si no va acompañada del aura Roussoniana del mandato imperativo del representante por parte del representado, y plantea un marco de legitimidad alternativo al del pluripartidismo, basado en la identificación cesarista entre el líder populista y el pueblo. Desconoce la idea, apuntada por Dahl , de que la democracia moderna exige un pluralismo de poderes reales, de forma que la mera ritualidad democrática, sino va a acompañada de un pluralismo real y efectivo, convierte a la democracia en un puro vaciado semántico, una apelación retórica que usa el líder para justificar sus acciones políticas. El populismo, en definitiva, ahonda en la crítica que realizara Carl Schmitt al liberalismo como filosofía política que fundamenta el parlamentarismo pluralista. Según el jurista alemán el parlamentarismo era una forma apócrifa de representación. En su obra “Teoría de la Constitución” Schmitt parte de la consideración de la representación como un concepto capital, pues determina la existencia política de un pueblo. Según él en el parlamentarismo, por influencia del liberalismo, se produce un debilitamiento de la idea de representación, como consecuencia del influjo de la economía sobre la política, lo que lleva a un debilitamiento en la conceptualización de la propia idea de la representación. La representación , en el parlamentarismo, se conceptúa en términos propios del derecho privado, según una analogía con la figura jurídica del mandato. Por eso Schmitt utiliza el término jurídico privado en alemán “ Vertretung” para referirse a esta forma inauténtica de representación política característica del parlamentarismo. Para él la verdadera esencia de la representación consiste en hacer existencialmente visible una unidad política; el pueblo. No tiene un carácter técnico-jurídico, sino existencial . Representar es hacer visible un ser imperceptible, dotándolo de presencia pública. La representación tiene un carácter constituyente de la relación política, lo que está siempre implícito en la visión decisionista de la política propia de Schmitt148. Para designar esta “verdadera” representación Schmitt utiliza el 148

Se ha debatido mucho sobre la influencia que la eclesiología cristiana tiene en la concepción existencial de la representación en Schmitt ( tema que trata el mismo in extenso en su obra de teología política “ Catolicismo romano y forma política”). El decisionismo de Schmitt hace referencia al fundamento último del orden político que descansa en una voluntad soberana situada por encima de la idealidad de las normas. El soberano dirá Schmitt,

vocablo alemán “Repräsentation”. Se trata de un representación que exige la constitución unitaria del pueblo mediante su corporeización en la figura de un líder carismático. Para deshacer el equívoco populista sobre la relación entre democracia y representación, es conveniente clarificar una idea preliminar. La representación política y la democracia no nacieron unidas ( en esto tienen razón los populistas), sin embargo confluyen en la única forma viable de democracia moderna; la democracia representativa. Inicialmente la representación surge en el seno de las órdenes religiosas ,de la iglesia para hacer posible la elección de los superiores de las mismas .La dificultad de desplazarse en la época medieval motivó que se utilizara la figura de la representación jurídico privada, como un mecanismo para apoderar a unos religiosos que pudieran actuar por nombre y por cuenta de otros en dichos capítulos. De ahí la representación pasó a utilizarse en las asambleas estamentales medievales, donde los representantes del clero, la nobleza y los burgos recibían instrucciones precisas , por parte de sus electores, sobre el sentido del voto que debían emitir. La democracia, por contra, nació vinculada a la idea de la máxima identidad entre gobernantes y gobernados, a través de lo que hoy llamamos democracia directa149. La heterogeneidad de intereses en las sociedades modernas sirve de asidero para considerar que la democracia sólo es viable a través de la representación. El término representación significa hacer presente lo que está ausente, implica una relación entre representantes y representados, de ahí que la determinación de los vínculos que unen a ambos así como el contenido de la relación son aspectos centrales de la teoría de la representación. A la hora de analizar la idea de representación política es conveniente clarificar sus varios significados. Una de las estrategias retóricas del populismo es de la simplificacion, de forma que el populista tiene de tomar la parte por el todo. Esto es algo muy claro en el caso de la idea de representación. Dicho concepto ha sido muy estudiado por la politóloga Hannah Pitkin en una célebre obra “ El concepto de representación política”. Allí Pitkin distingue varios sentidos del término “representación política”. Por un lado la representación apunta a la idea de la transferencia de autoridad de los representados hacia los representantes. Este es el concepto de representación que maneja , por ejemplo Hobbes, en su obra “ El Leviathan” o los organicistas. En virtud de dicha forma de entender la representación, el representado cede sus derechos al representante de forma que las actuaciones de éste vinculan al representado como si las hubiera hecho este mismo. Esta es una forma autoritaria de entender la representación que encaja en la noción del poder fuerte y soberano que reclamaba Hobbes para acabar con el cruento estado de naturaleza en que se apoya su teoría del estado. El populista plantea el concepto de representación en términos bastante semejantes, como si se tratara de un sujeto políticamente irresponsable de sus acciones ante los electores. Precisamente la existencia de elecciones periódicas y la necesidad de volver a obtener la confianza de su electorado funciona como una verdadera espada de Damocles para el representante150. Diseñar sistemas

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parafraseando a Hobbes, es quien decide sobre el “estado de excepción”, quien decide poner en suspenso el orden normativo es en quien reside la potestad soberana que fundamenta el orden político. Es motivo de controversia la cuestión a cerca de la democracia Ateniense fue o no una verdadera democracia directa. En cualquier caso se trata de una de las aproximaciones históricas más cercanas al ideal de una democracia directa. Si bien es cierto que la generalización de sistemas electorales con listas cerradas y bloqueadas disminuye la amenaza ·” coactiva” de la no renovación del voto por parte del elector, especialmente cuando la confección de la lista electoral cerrada y bloqueada depende de las jerarquías de los partidos. Esto contribuye a crear una representación “dócil” y obediente a los partidos y muy alejada de los intereses de los electores- En cualquier caso el “alejamiento” de la ciudadana de sus políticos obedece más a cuestiones de diseño o mal funcionamiento de los sistemas electorales o del sistema de partidos que una concepción oligárquica de la idea de representación política, como subyace en los discursos de corte populista.

electorales donde hay mucha más cercanía entre votante y elector ( listas abiertas, circunscripciones uninominales ) es una medida mucho más efectiva que la vuelta al concepto antiguo de representación , propio de las asambleas del antiguo regímenes o a las utopías jacobinas, bajo mandato imperativo y sometidas a mandato revocatorio ( como proponen los populistas)151. El segundo concepto de representación al que apunta Pitkin es el que hemos descrito antes. El de un representante responsable ante el representado por las acciones que realiza en nombre de éste último. Dicha responsabilidad se puede sustanciar mediante el expediente moderno de la periodicidad electoral ( mandato representativo) o mediante el sometimiento del representante a instrucciones precisas por parte del representado ( mandado imperativo).

El tercer concepto al que apunta Pitkin es al de la representación en sentido sociológico, que ve al representante como un “igual” del representado, en la medida en que ambos comparten intereses, ideologías, intereses profesionales o de clase. Este es un concepto de representación muy vinculado al ideal socialista. El cuarto concepto alude a la dimensión semiótica o simbólica del acto representativo ( la bandera que “representa” al país). El quinto y último sentido alude a la actividad que el representante hace en favor del representado, alude al carácter de servicio público de la misma, por la que el representante asume la defensa de intereses ajenos, que toma como propios.

El concepto moderno de representación política fue el instrumento que permitió armonizar la soberanía y la fragmentación de intereses. Los caracteres del mandato representativo proporcionan argumentos para reconstruir teóricamente la unidad del poder y superar la pluralidad de intereses. . Lo que ocurre es que el principio de la soberanía no reside en el pueblo considerado como la suma de las soberanías individuales, sino en la nación. De acuerdo con este planteamiento, al poseer el titular de la soberanía una naturaleza colectiva, su voluntad sólo empieza a existir en el momento en que la formulan los representantes; además, esa naturaleza colectiva también determina que el representante posea un carácter colectivo, lo que implica que los representantes lo son de la nación entera y no de sus electores ( Burke). La nación carece de voluntad hasta que los representantes la crean. Otra cosa distinta es que en las elecciones, los ciudadanos no sólo voten personas concretas(representantes) sino que también votan opciones ideológicas, de ahí que estos presupongan en sus representantes una fidelidad al programa electoral por el cual han sido votados. Las elecciones en la democracia representativa funcionan no sólo como un mecanismo pacífico de selección de élites y de resolución de conflictos sociales, sino también como rendición de cuentas respecto de programas electorales cumplidos o incumplidos. En “Mil Mesetas” la dupla de Deleuze y Guattari lleva a cabo una labor de arqueología de la epistemología en que se ha basado la civilización occidental. Según ellos, nuestra civilización , y su manera de conocer la realidad, se ha basado en lo que llaman un modelo “arborescente de conocer”, basado en el famoso símil del espejo propuesto por Rorty ( “ La filosofía y el espejo de la naturaleza)”. Según esta forma de entender el conocimiento, éste funciona como una especie de “espejo” que refleja la realidad tal cual es. Deleuze y Guattari van más allá y toman la metáfora de Descartes , que ve en la filosofía ( el conocimiento en general) una especie de árbol, con sus raíces, tronco, ramas y hojas... Esta metáfora, extraída del mundo natural, apunta hacia la idea del saber 151

Generalmente la articulación de la institución del revocatorio ( posibilidad del colegio electoral de promover la remoción de su representante bajo ciertos requisitos legales) suele plantear mucho más problemas que soluciones. Por un lado se favorece una representación política basada en la demagogia y el cortoplacismo, se prima la representación de tipo localista frente a la que defiende intereses más generales y sobre todo permite al poder político señalar a ciudadanos “díscolos” con el poder , amenazando su libertad de expresión y poniendo en tela de jucio el pluralismo político.

como un conjunto de principios jerarquizados, que se tienen que asentar sobre bases sólidas , indubitadas según Descartes. Se trata de una forma de pensar esencialista , universalizadora. Una forma de pensamiento sedentario, que busca una identidad entre el objeto y el concepto, que busca jerarquías conceptuales y orden en medio de la multiplicidad de lo cambiante. Frente a este modelo de pensar sedentario, Deleuze sostiene la necesidad de optar por un pensamiento basado en la idea del nomadismo que se base en el principio de la diferencia, lo marginal, en el que todo esté en continúa dispersión y cambio. A esta forma de pensar nomadista, le corresponde una epistemología rizomática, que busca extirpar raíces , fundamentos, unidades y que privilegia lo múltiple, lo cambiante y lo disperso. Una forma de conocimiento que privilegia lo divergente y sin centro, lo inestable frente a lo permanente y un lenguaje con una semanticidad difusa ( “desterritorializado en palabras de Deleuze”). La “nueva política” busca “desterritorializar” los fundamentos y las “esencias” de la política. Dotar al vocabulario político, unívoco en el pensamiento liberal, de una equivocidad constitutiva. En la representación rizomática, el representante se parece a un ventrílocuo, hace y deshace a su antojo, da y quita la palabra, camufla su voz haciéndola pasar por la de otro. En la nueva lógica del estado de partidos , el representante ya no lo es, ni de sus electores, ni tampoco de la nación. Lo es de su partido, gracias al cual forma parte de las listas y cobra un sueldo público. Es un concejal “lego”( no en el sentido de ignorante, aunque en muchos casos también), sino en el sentido de que se parece al célebre juego infantil de piezas, que permiten articular las más ingeniosas figuras , según los deseos del “constructor” del juguete. Los representantes posmodernos están para votar mociones, hacerse fotos, firmar compromisos cívicos que van a incumplir y sobre todo para cabalgar en medio de múltiples contradicciones, como si de un western Deleuziano se tratase. ¿ No es acaso rizomática la nueva política? Otro aspecto muy criticado por los populistas ( sean estos de izquierdas o de derechas) es el sistema electoral. Conviene hacer por lo tanto una serie de precisiones conceptuales al respecto. En primer lugar existe una confusión muy común. Muchas veces se identifica sistema electoral con fórmula electoral. El sistema electoral está formado por el conjunto de elementos que determinan la transformación de sufragios en escaños de las asambleas legislativas. La fórmula matemática que determina el nivel de proporcionalidad de la conversión ( en los sistemas proporcionales pues en los mayoritarios no es necesaria) no es el único elemento, ni tan siquiera el más importante. Elementos tales como la magnitud de la circunscripción ( número de escaños que se reparten en la circunscripción), la modalidad de voto ( único, múltiple o preferencial) pueden resultar muy determinantes del grado de proporcionalidad o de desproporcionalidad de la representación en relación con el número de sufragios emitidos. Tampoco hay que “bendecir” necesariamente los sistemas proporcionales y defenestrar los sistemas de elección mayoritarios. Cada uno responde a lógicas políticas distintas ( garantizar la formación de mayorías sólidas en los parlamentos y de gobiernos fuertes en los sistemas mayoritarios o de privilegiar el pluralismo político en la cámara y la formación de coaliciones en los sistemas proporcionales). Los populismos suelen practicar lo que en lógica se llama una falacia de composición152 cuando abordan la crítica de los sistemas electorales , asociando sistemas electorales mayoritarios con oligarquía y “falsa “ democracia. Curiosamente la cuna del parlamentarismo y de la democracia “moderna”, el Reino Unido, tiene uno de los sistemas menos electorales menos proporcionales del mundo, un sistema de mayoría relativa basado en circunscripciones electorales uninominales ( de un sólo escaño en liza) , donde el vencedor en votos , aunque sea en mayoría simple, se lleva toda la representación de la circunscripción. Nadie puede cuestionar los credenciales democráticos de un pais basado en la idea de la soberanía del parlamento, donde en palabras de Sir Ivor Jennings éste 152

Una falacia de composición es una forma de estereotipo , de falsa atribución a un todo de características de una parte.Un sistema político puede ser más o menos perfectible pero no necesariamente deber ser oligárquico en su conjunto.

puede hacer “cualquier cosa” menos convertir un hombre en una mujer153

EPÍLOGO Y CONCLUSIONES “Denme la primera excusa para nacionalizar el primer frigorífico, el primer gran abasto, la primera red o distribuidora de alimentos, o lo que fuere, y ponerlo a la orden del pueblo. He mandado mensajes a los productores, a los intermediarios de los mataderos, frigoríficos y abastos. Pero si siguen empeñados en violar los intereses del pueblo, la constitución las leyes, les voy a quitar los frigoríficos, los abastos, los supermercados y los voy a nacionalizar. Así que prepárense.” Hugo Chávez, “ La opinión digital” Febrero 2007 “ Ser demócrata es expropiar, le pese a quien le pese”, Pablo Iglesias Septiembre 2013. “ Hay un desespero en las oligarquías de nuestros países, en la derecha y en la extrema derecha hay un desespero en los cachorros del imperio “ Hugo Chávez , Aló presidente 4 de Febrero del 2006 “ Los mayordomos de los ricos son lo que no están gobernando” Pablo Iglesias, “El mundo” 27 de Mayo del 2014. Hugo Chávez, militar golpista de tendencias izquierdistas, asumía la presidencia de la república de Venezuela el mes de febrero de 1999, con la intención de llevar a cabo una revolución pacífica , democrática y bolivariana. Su campaña para la elección presidencial se había basado en tres grandes ejes; propuesta de apertura de un proceso constituyente que acabara con el sistema bipartidista corrupto, nacido de la constitución de 1961. También prometía acabar con las políticas económicas neoliberales, que habían tenido su momento de máxima contestación en los incidentes sociales, conocidos como el “caracazo” de 1989. Chávez logró mantenerse en el poder hasta el momento de su muerte en marzo del 2013. Durante sus catorce años de mandato se sometió a cuatro elecciones presidenciales, que ganó ampliamente y a numerosos escrutinios electorales ( reformas constitucionales, un referendum revocatorio ….). Sólo sufrió una derrota electoral parcial, cuando su propuesta de reforma constitucional del 2007 fue rechazada por un estrecho margen. Incluso podemos decir que venció después de muerto, cuando logró que su delfín, Nicolás Maduro, lograra la elección presidencial. Dieciséis años más tarde el panorama económico de Venezuela es desolador, una inflación interanual superior al 250%, una caída del PIB superior al 10 %, un déficit público cercano al 20 % ( que no sólo se justifica por la caída del precio del petróleo como dice la propaganda Chavista), una devaluación masiva del bolívar para monetizar la deuda pública, un déficit comercial de más de 25.000 millones de dólares anuales, una situación de desabastecimiento generalizada, una disminución alarmante del nivel de reserva de divisas en el país ( cercana a los 8.000 millones de dólares). Incluso algunos de los “supuestos” grandes logros del régimen, como son la erradicación de la riqueza, se han venido abajo: hoy en día la pobreza está más generalizada que nunca en Venezuela ( más del 70 % de la población es pobre). Algunos atribuyen el desastrea una conspiración internacional para acabar con el socialismo del siglo XXI, otros aluden a la incapacidad del sucesor de Chávez para mantener la herencia que recibió. Todas ellas son justificaciones clásicas que siempre ha usado la izquierda radical para defender lo indefendible. La idea paranoica de la conspiración contra revolucionaria es tan antigua como el propio nacimiento de 153

La frase fue pronunciada en pleno siglo XIX, poco se podía imaginar Lord Jennings que en los albores del siglo XXI la llamada ideología de género, de fuerte implantación en el Reino Unido iba a obrar semejante “milagro” laico y convertir al parlamento inglés, ( suponemos que el juez Cooke defensor del derecho natural como límite del poder político en la Inglaterra del siglo XVII se revolvería en la tumba) en un verdadero “soberano absoluto” un auténtico Leviathan Hobbesiano. El Reino Unido tiene una de las legislaciones más condescendientes con la problemática del cambio de sexo, de hecho permite hacerlo desde los 9 años.

la misma izquierda radical . Durante la revolución, el comité de salud pública denunciaba continuos intentos para derrotar los logros revolucionarios, mientras el país se sumía en un caos bélico,inflacionario y en un régimen de terror que silenciaba cualquier posibilidad de discrepancia. La incapacidad del líder pero la bondad de la idea es otro tópico manido, Salvo “intelectuales” contados ( Losurno, Honecker,Althusser..), a la izquierda radical le ha resultado muy difícil la justificación de genocidios como el estalinismo , el régimen de los “jemeres rojos” o la revolución cultural maoísta. Ha preferido descalificar al personaje, para preservar la “pureza” de la idea. Salvo algunos tímidos intentos ( escuela de Frankfurt), en general la izquierda radical se ha mantenido bastante “fiel” al legado del acervo marxista-comunista y poco dada a hacer un crítica rigurososa de sus deficiencias. El socialismo del siglo XXI, aunque asume ropajes populistas , sigue siendo básicamente una forma de comunismo encubierta y como tal se comporta. Conceptos como autocrítica, pluralismo o libertad siguen sin formar parte de su cuerpo doctrinal . Otras ideologías, como el liberalismo , la social-democracia o el socialismo han revisado sus propuestas y se han sometido tanto a una crítica teórica, como a múltiples escrutinios electorales. El comunismo, pese a sus fallidos intentos de hacerse compatible con la democracia representativa ( Eurocomunismo), sigue anclado en una visión mesiánica, esencialista y hegeliana de la realidad. Parafraseando la célebre frase de Hegel, “ Todo lo real es racional, todo lo racional es real”, podríamos decir que el comunismo transmuta “racional” por “ comunista”,en la medida en que es incapaz de cuestionar sus propios dogmas. Hasta el caso chino es paradigmático. El abandono de la receta colectivista obedece más a razones estratégicas, de consecución de objetivos fetichistas de maximización del poder económico rojo, que a un cuestionamiento serio de las ideas de Marx o Mao. Por lo tanto el desastre venezolano no es atribuible ni a conspiraciones capitalistas, ni a liderazgos deficientes. Lo que está errado es el diagnóstico y la terapia comunista. Utilizando una metáfora médica154 aplicar recetas “comunistas”, a problemas tan complejos como los actuales, sería tanto como intentar curar en pleno siglo XXI un cáncer con metástasis con “ sangrías” aplicadas al enfermo. El problema del chavismo surgió desde el mismo momento en que una buena parte de la población venezolana compró el discurso falaz, mentiroso y de revancha social a un enloquecido mando intermedio del ejército, Hugo Chávez Frías, quien llevaba conspirando contra el sistema , al menos desde 1982. Su proyecto de reforma institucional, económica y político encubría una enorme sed de poder, un intento de implantar la receta cubana, de una forma más atrayente para el votante, cansado de un bipartidismo corrupto e ineficiente. Una vez en el poder Chávez se hizo un “traje” institucional a la medida, un régimen que exacerbaba el presidencialismo de los anteriores, disminuyó los mecanismos institucionales para la rendición de cuentas, autorizó leyes habilitantes que aumentaban exorbitantemente sus ya amplios poderes y creo un régimen clientelar, una auténtica legión de seguidores enfervorecidos dispuestos a darlo todo por su líder. La nacionalización masiva de industrias ( la petrolera entre otras) le permitió acumular importantes reservar financieras con las que financiar su mesiánica política, destinada no erradicar la pobreza sino sólo encaminada a “contentar” a los pobres, para fidelizar su voto y su adhesión inquebrantable a los principios del chavismo. Una vez asentado su poder en el interior, se dedicó a expandir los principios de su movimiento por otras países de América Latina. De la mano de Fidel Castro y de la organización internacional ALBA ( Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra américa) expandió el cáncer populista por el mayor número posible de estados del continente primero, para luego intentar “exportar su receta” al mundo entero.

Una parte del marxismo heterodoxo europeo vio en Chávez el Stalin de nuestro tiempo. Al igual que el Partido comunista francés de los años treinta sentía admiración por la obra del dictador 154

Que eran muy frecuentes en el pensamiento político griego, para el que los problemas políticos eran “enfermedades sociales·

georgiana , y era incapaz de asumir una visión crítica del mismo ( pese a las denuncias de los abusos del dictador), la izquierda radical europea corrió rauda y veloz a echarse en los brazos del socialismo del siglo XXI. Mandó a sus “intelectuales” orgánicos primero a analizar la experiencia de “éxito” venezolana y luego para asesorar en la mejor manera de perfeccionarla. En 2014 un grupo de jóvenes profesores universitarios españoles, vinculados al pensamiento más radical de izquierdas, formaron un partido político en España “Podemos”, que intentaba capitalizar el descontento popular frente a la peor crisis económica de su historia. Para lograr su objetivo se basaban en la misma receta que había usado Hugo Chávez unos años atrás;liderazgo carismático, marxismo heterodoxo y un genial uso de los medios de comunicación de masas. A la receta de Chávez añadían un elemento más; la teorización que del populismo peronistas realizó Ernesto Laclau. El legado chavista les proporcionaba las herramientas para hacer el diagnóstico de la situación pre-revolucionaria que necesitaban para alcanzar el poder. La teorización de Laclau , los elementos conceptuales para diseñar la estrategia. España, como muchos otros países europeos, contaba con un importante sector de la población “adoctrinado” en visiones izquierdistas sobre la contemporaneidad. Sólo se trataba de articular una estrategia política que permitiera vincular todos esos planteamientos sectoriales en una sola lucha común. La idea la sacaron del viejo planteamiento de la izquierda más ultramontana española. Aquella que sintió que la transición y el régimen constitucional de 1978 era una “traición” a los ideales de la izquierda española, que habría perdido dos grandes batallas históricas, sobre las que se cimentaría su mitología política. La derrota de 1939 en la guerra civil y la aprobación de la primera constitución de consenso en la historia de España. Durante una generación, el fantasma de la guerra civil estuvo confinado a las polémicas historiográficas. Fue el gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero quien lo sacó de los libros de historia y lo llevó a la arena política. Todo estos elementos, unidos a una brillante estrategia de comunicación, que incluía una sobre exposición mediática de un joven profesor universitario, Pablo Iglesias, permitieron a Podemos urdir una estrategia de asedio y derribo de un régimen, el constitucional. Que dejó de ser visto , como un régimen de consenso y pasó a ser considerado, por el imaginario colectivo, como un régimen oligárquico, heredero del franquismo y esencialmente corrupto. A lo largo de estas páginas, he intentado mostrar los fundamentos conceptuales y discursivos que usan los neo-populistas, verdaderos príncipes posmodernos, para adquirir y conservar los rescoldos del estado nación ( forma política en franca decadencia). También he apuntado posibles vías para “destronar” al nuevo príncipe. A diferencia de la época de Maquiavelo , ahora los príncipes no pierden sus “ejércitos” en el campo de batalla, lo hacen en las urnas. Que el príncipe posmoderno sea “destronado” es responsabilidad exclusiva, por lo tanto, de aquel que lea estas páginas. Hay un ejemplo, tomado de la cultura popular, que sirve muy bien para ilustrar lo que hace el neopopulismo de extrema izquierda. Dentro del “universo Trekkie”155, hay una civilzación “ Los Borg”, que aparecen en la serie “ Star Trek; la nueva generación” y en “ Voyager”. Se trata de una civilización muy avanzada tecnológicamente, pues combinan elementos sintéticos, con otros de naturaleza orgánica. Se trata de una civilización que se expande por asimilación de otras culturas y especies, de las que extrae lo mejor y lo incorpora a su dotación genética. Los Borg se definen como el “uno”, desconocen el principio de individualidad y en el momento en que asimilan a un ser vivo, lo primero que hacen es “despersonalizarle”, implantándole neurotransmisores psicotrópicos que abren sus mentes a lo transpersonal. Los borg funcionan como “drones”, lo que piensa un miembro es trasmitido telemáticamente al resto, ya que las mentes de todos ellos están vinculadas a través de una mente colectiva, la reina Borg. Esta funcionalidad los hace especialmente eficientes a la hora de 155

Seguidores de las distintas sagas televisivas de “Star Trek”

atacar o de defenderse de un ataque . Los Borg “hablan” poco, en la medida en que no necesitan “convencer” a otros para asociarse o fundar una colectividad . De hecho su lema principal , cuando entablan contacto con otras civilizaciones, es iniciar la comunicación con un escueto “ Somos Borg, ustedes serán asimilados. Toda resistencia es fútil”. Para aquellos que hayan leído las páginas precedentes, en las que he descrito la lógica de la acción política populista, será fácil encontrar analogías entre el modo de proceder populista y la operativa de los Borg. Ambos parten de la lógica de la asimilación de otros elementos discursivos entorno a un líder ( líder populista, la reina Borg), tienen una visión agonista de la relación social ( sólo admiten la “asimilación” , nunca la transacción o la negociación) y ,por último, tienen una visión común de su destino; enfrentarse a todo aquel que no sea un elemento de la comunidad equivalencial que constituyen. Usando un símil tomado de la política, podríamos decir que la “revolución Borg” es una revolución reactiva, conservadora. El concepto de revolución en política ha seguido una curiosa evolución. Se empezó usando en la ciencia, en la obra de Copérnico “ De revolutionibus orbium celestium”, para connotar un orden previsible. De hecho, los primeros usos políticos del término tenían un sentido conservador y hacían referencia a la restauración de una regularidad perdida. Es durante la revolución francesa, como bien apunta Hannah Arendt en su obra “Sobre las revoluciones”,cuando el término comienza a usarse en el sentido de nuevo comienzo, origen de algo nuevo sujeto a la exclusiva voluntad humana. La “revolución” populista se presenta como una revolución que busca instaurar un orden nuevo, más justo, no sobre-determinado por condicionamiento político, institucional o económico alguno. La realidad es que eso es totalmente falso. Se trata no tanto de una revolución, como de una involución social, económica y democrática de consecuencias totalmente previsibles. Lleva a la pobreza, a la falta de libertad y como en el caso de los Borg, a la asimilación en un mundo holista y desprovisto de toda subjetividad al margen de la identificación ciega con el movimiento populista. Cualquier que haya trabado contacto con un “chavista”, un “podemita” o un partidario del llamado socialismo del siglo XXI tiene pronto la impresión de estar tratando con un autómata. René Descartes consideraba a los animales como autómatas, seres básicamente privados de toda forma de pensamiento y dominados por un mundo esencialmente extenso. Seres que actuaban guiados por un mero instinto de supervivencia, de forma que su cuerpo no diferencia de un mero artilugio. El propio pensador racionalista decía que se mandó construir una muñeca, que se asemejaba a su hija difunta, para acompañarle en sus viajes. Hay una anécdota apócrifa que se cuenta de Descartes. En uno de sus viajes, en los que le acompañaba su famosa muñeca, el capitán del barco en el que viajaba descubrió al artificial acompañante del filósofo, y espantando al verle moverse y hablar, lo arrojó al mar. Descartes enfurecido arrojó al mar al capitán. La anécdota sirve para ilustrar la antropología mecanicista de Descartes. La antropología política del populismo es también mecanicista. El seguidor del populismo es un artificio en un engranaje, no tiene más vida propia, que la que el líder populista la ha conferido. Su “movimiento” político, ese que decía Hobbes que consistía en el ansia de poder, es puramente reactivo. Responde al “movimiento” político inicial que le ha trasmitido el líder populista. El populismo podríamos decir que funciona como una especie de “movimiento” inercial, de esos que describía Newton en su primera ley de la mecánica. Según la cual todo cuerpo tiende a mantener su estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme mientras no actúe una fuerza sobre él. El discurso populista no se produce en el vacío ( no es una pura creación discursiva como cree Laclau) se da en unas condiciones espacio-temporales determinadas. Por mucha fuerza inercial que le imprima el propio liderazgo populista, acabará por detenerse influido por otras “fuerzas” que actúen sobre el. Cuanto “espacio” recorra esta lógica populista es algo que sólo depende de nosotros mismos. No somos autómatas, como creía Descartes, más bien como decía Kant somos seres morales, podemos determinar el camino que queremos seguir. De nosotros depende parecer ser “autómatas” del populismo o vivir como seres libres y responsables de nuestro destino.

FIN.

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