Examen de Teorías
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TEORÍAS E INSTITUCIONES CONTEMPORÁNEAS DE LA EDUCACIÓN PREGUNTAS Y RESPUESTAS DE EXAMEN REVISADAS 1. Diferencia entre enseñar y aprender La principal diferencia reside en el sujeto que realiza la acción. De esta manera cuando hablamos de “enseñar”, centramos la atención en el papel del profesor; y cuando hablamos de “aprender”, la centramos en el papel del alumno. Pero ambas acciones están ligadas dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. El docente debe enseñar a sus alumnos y ofrecerles una enseñanza de calidad, para lo cual deberá conocer la estructura interna de la materia a impartir, las características psicológicas y evolutivas de la etapa del desarrollo en la que se encentran sus alumnos, y las orientaciones pedagógicas y estilos de enseñanza más actuales, que le permitan transmitir la información a sus alumnos de la manera más clara y sencilla posible. En cuanto al papel del discente, queda resuelto que es aprender, tal y como queda reflejado en la competencia básica de aprender a aprender, lo que nos lleva a plantearnos qué deben aprender en cada etapa educativa nuestros alumnos, y cómo lograr que adquieran dicha habilidad. Esto nos lleva a hacer una breve diferenciación entre Educación Primaria y Educación Secundaria. En la primera, los infantes deben adquirir ciertos hábitos de comportamiento, que les faciliten el aprendizaje de posteriores conocimientos científicos, así como ciertos valores como el respeto al maestro y las normas que representa, la diversidad de compañeros y culturas del aula y el entorno natural. De modo que en la etapa de primaria los alumnos deben aprender a obedecer, permanecer sentados, no molestar al compañero, levantar la mano para hablar, prestar atención al profesor, hacer los deberes en casa y estudiar cuando sea necesario. Todo ello bajo una sencilla coordinación entre padres y maestros, que deje bien claro a los alumnos lo que es correcto y lo que no lo es. Mientras que en la etapa de Educación Secundaria, de la que provenimos la mayoría de nosotros, los alumnos ya posean estos hábitos de comportamiento y capacidad de estudio, para aprender una sólida base de conocimientos científicos que les prepare para acceder al mundo universitario o, en su caso, al mundo laboral.
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En ambos casos es fundamental que esté presente la educación en valores y la educación de los sentimientos, para que se conozcan a sí mismos y al mundo en el que viven, desarrollando cierta moral e inteligencia emocional. Por último, la transmisión de la información la realiza el profesor, acorde a los criterios anteriormente planteados para cada tipo de alumnos, pero la recepción de dicha información es tarea del alumno y está muy relacionada con las “Teorías del procesamiento de la información”, donde cada uno debe lograr motivarse por el aprendizaje y hacerlo significativo, a partir de la asociación de ideas previas y la relación de conceptos, fechas y sucesos históricos que le permitan enlazar unos pensamientos con otros y aprender aquello que se les está queriendo enseñar.
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2. Funciones del profesor en el aula Las funciones del profesor en el aula están sujetas a las características del contexto histórico, económico y político, por lo que se revisan continuamente para responder a las demandas sociales y a las necesidades de la propia comunidad educativa. Es por ello que el profesor debe de estar inmerso en un proceso de formación continua y de cambio. Comenzaremos hablando de las “características personales del profesor”, quien debe ser un adulto, con capacidad para escuchar y comunicarse. Debe ser responsable del grupo y poseer cierta capacidad de liderazgo. Debe crear un clima positivo en la clase, resolver las necesidades del grupo y mediar en los conflictos de forma resolutiva. En cuanto a los “conocimientos del profesor”, debe poseer un profundo conocimiento de la materia, pero sin sentirse en la obligación de saberlo todo. El “hacer del profesor” debe estar orientado a desarrollar correctamente su tarea diaria, es decir, como profesional de la educción debe pensar, cada día, cómo puede enseñar mejor, con la intención de desarrollar el sentido crítico en el educando. Para ello, la “manera de estar del profesor” consiste en interactuar con los alumnos, como líder del grupo y mediador de conflictos, para orientar, ayudar y transmitir la información relativa a cada situación a sus alumnos y para que ellos puedan construir internamente el aprendizaje en clave positiva. Para ello, las “expectativas del profesor” se comunican a los alumnos mediante el “Efecto Pigmalion”, que se trata de hacer saber al alumno que se espera mucho de él, para que éste responda en la línea de lo esperado. Y mediante el “Efecto Halo”, que trata de transmitir buenas expectativas al grupo de clase, en las tutorías, o con los propios compañeros en las juntas de evaluación. Por lo tanto, las funciones del profesor en el aula se resumen en el grupo, líder y mediador positivo, responsable del aprendizaje de sus alumnos y comprometido por desarrollar el sentido crítico en sus alumnos.
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Pero no debemos pasar por alto el concepto de “aula viva” y la función del profesor en ella. Se trata de conseguir transmitir a los alumnos el gusto por el Saber, la pasión por la Verdad y el afán de aprender. Los auténticos educadores debemos tratar siempre con un cariño inmenso a nuestros alumnos, debemos ser corriente de agua que fertiliza, energía que pone en movimiento, para ayudarles a desarrollar su propia personalidad. Tal como señala Cordero: “la profesión de educador es una tarea vocacional, dirigida a formar al hombre como el ser humano y social, a modelar su carácter…”. Mientras que Antonio Millán Puelles afirma que “…hay algunos hombres cuya forma y manera de ir haciéndose consciente, precisamente, es ayudar a otros a su propia humanización”. Se trata innegablemente de una vocación especial. Para ser capaces de ser verdaderos educadores, es decir, auténticos maestros tenemos que decidirnos a trazar proyectos que nos permitan llegar al concepto de “aula viva”, en la cual las actuaciones del profesor y los alumnos tengan realmente vida, paseando entre sus mesas para ver sus caras y comprobar, de primera mano, si están siguiendo lo que decimos y si aquello les interesa. Libre es el que piensa por cuenta propia con la debida preparación y no repite inconscientemente lo que otros le dicen, por lo que el profesor procura despertar en el alumno el deseo de saber, de amar el Saber, considerándolo como un bien en sí mismo. Conseguir la alegría en el estudio es una de las metas más preciosas que un educador pueda marcarse. Una niñez y una juventud a quienes no se ha habituado al esfuerzo, al trabajo, serán piezas inservibles en la sociedad cuando tengan que participar en ella. Aula viva es aquella en la que el profesor enseña a sus alumnos a querer, hecho de importancia extraordinaria en la vida. Los profesores debemos involucrarnos y dedicar tiempo a pensar cómo podemos mejorar nuestra labor docente y orientadora. Pero el punto central es la vocación del maestro, que posee una nobleza extraordinaria.
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3. Papel de la educación física en la educación para el ocio Según Dumazedier, en 1995, la “educación del tiempo de ocio” parte de la definición de “ocio”, como el “conjunto de ocupaciones a las que el individuo puede dedicarse voluntariamente, sea para descansar, para divertirse o para desarrollar su información o formación desinteresada, su voluntaria participación social o su libre capacidad creadora cuando se ha librado de sus obligaciones profesionales, familiares o sociales”. Los “factores de los que depende la ocupación del ocio” son muy variados, pues influyen determinados aspectos como el estado de salud, la personalidad de cada individuo, o el ambiente cultural en el que te encuentres. El autor, diferencia cuatro “tipos de descanso”: el final de la jornada (dormir), el fin de semana, el fin de año laboral (vacaciones) y el fin de la vida laboral (jubilación), aunque el verdadero descanso se encuentra en el cambio de ocupación. Existen varios “tipos de actividades”: de carácter sedentario (TV, play, Internet…), deportivas, recreativas, culturales (cine, teatro, museos…) con grupos de referencia (conciertos, etc), y todas ellas deben cumplir tres “aspectos”, que sea elegida libremente, que resulte divertida o placentera y que se realice fuera de la actividad ordinaria. La educación física es un área privilegiada de educación para el ocio, por lo que se han creado el contenido curricular de “educación del ocio y del tiempo libre”, por medio del cual se ha integrado en la escuela. En este sentido, nuestro “objetivo como educadores de la Educción Física” es favorecer experiencias positivas y significativas para conseguir una continuidad en la práctica de la actividad física en el tiempo de ocio para el desfrute, bienestar y desarrollo personal.
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Mientras que el “objetivo dentro del currículo de primaria para el área de Educación Física” es conocer y valorar su cuerpo y la actividad física como medio de exploración y goce de sus posibilidades motrices en relación con los demás, y como recurso para organizar su tiempo libre. Torres, en 1999, propone equilibrar los programas escolares, respetando sus motivaciones e intereses, incluyendo las actividades que practican en su tiempo de ocio (patines, diábolo, bicis…) en los contenidos del área. Son muchos los “beneficios que aporta la actividad física para el ocio”, desde adquirir unos hábitos saludables, practicar nuevas e interesantes experiencias, aprender a colaborar y participar activamente en la clase, educar en valores, educar la inteligencia emocional, conocerse a sí mismo y desarrollar sus propias habilidades sociales.
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4. Objetivos fundamentales de la educación para un profesor del S. XXI Son muchos los problemas actuales que preocupan hoy a las escuelas, desde la violencia en el aula, la drogodependencia o el desinterés de profesores, padres y alumnos por la educación. Esto deriva en una situación peligrosa, ya que no existe una complementariedad entre lo que nuestros alumnos aprenden y lo que la sociedad les exige. Por lo tanto este es el primer objetivo que debe tener un profesor del siglo XXI, generar una mayor concordancia entre lo demandado y lo aprendido, que debe servirles a los alumnos para constituir su presente y conformar su futuro con una mayor concordancia entre sistema y medio. Debe promover una educación en valores y una educación emocional que facilite a los alumnos del siglo XXI la comprensión de sus sentimientos y emociones, así como una alta capacidad comunicativa, y un pensamiento teórico y práctico. Todo esto se resumen en enseñarles los cuatro pilares de la educación “aprender a conocer, hacer, ser y a comprender al otro”, para que se reconozcan como protagonistas de la realidad social en la que viven y convertirse en un futuro próximo en ciudadanos comprometidos con su entorno. Debe cumplir un perfil que necesita hoy la escuela, es decir, ser un buen orientador, informando y aconsejando, pero facilitando el aprendizaje de la auto-orientación, así como atender eficazmente las necesidades de todos sus alumnos y familias sin excepción. Y con capacidad de liderazgo ante el grupo y de trabajo en equipo en el departamento y demás gestiones del centro. En esta línea de actuación, Perrenaud propone los siguientes objetivos del profesor del siglo XXI con el Plan de Bolonia son gestionar la programación de aprendizaje, promover aprendizajes diversificados, implicar al alumno y a los padres en sus aprendizajes, utilizar las NNTT, afrontar los deberes éticos de la profesión y gestionar la propia formación contínua. Un profesor del siglo XXI debe indagar sobre la conducta infantil y reflexionar sobre sus propias estrategias educativas. Debe establecer un intercambio creativo de ideas, centrado en el estudiante, desarrollar su capacidad crítica y su autoestima. Y debe ser capaz adaptarse a la globalización sociopolítica y a las nuevas tecnologías, favoreciendo experiencias en los alumnos positivas y significativas en los alumnos. 7
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5. La educación para la diversidad en el S. XXI La educación para la diversidad en el S. XXI es uno de los grandes retos de este siglo para la comunidad educativa. Hoy en día el número de alumnos inmigrantes ha aumentado un 40%, por lo que el profesor se encuentra con una gran diversidad en sus aulas, diferentes lenguas maternas, niveles culturales, niveles educativos, motivaciones e intereses. Gran parte de la población extranjera experimenta un fuerte fracaso escolar, debido a las diferencias culturales de su país de origen, a su tardía escolarización y a su temprana incorporación al mundo laboral, lo que compromete sus propios procesos educativos. La educación para la diversidad debe favorecer ante todo la integración de adaptación lingüística, de apoyo escolar, la formación de docentes, y los programas para reducir el absentismo escolar. El papel del educador debe centrarse en ofrecer soluciones a la integración de los inmigrantes en las aulas fomentando la “interculturalidad”, como una realidad de interdependencia y enriquecimiento mutuo; la “educación para la paz”, promoviendo el trabajo cooperativo entre los alumnos, así como los valores de solidaridad, ayuda, igualdad, integración y respeto, a través del “ocio y el tiempo libre” para que el individuo pueda desarrollar su formación de forma libre y desinteresada, aprovechando el valor motivacional del juego, para incentivar el interés por conocer la realidad cultural del otro, y fomentar que se acerquen unos niños a otros sin importarles la procedencia. Así como la sociedad multimedia, que los acerca a los adelantos de nuestra sociedad y les abre las puertas a los nuevos avances tecnológicos actuales. Desde la escuela se debe promover el procedimiento de la aculturación, para que los niños inmigrantes se integren bien en la nueva nación que les acoge y a la vez no pierdan su cultura de origen. Es un término medio entre la asimilación integral de la nueva cultura, y la separación completa de la nueva cultura, formando guetos como sucede en Chinatown. El profesor debe organizar actividades integradoras de las culturas que integran el grupo, mediante obras de teatro, comidas típicas, etc. 8
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6. Señalar tres características educativas de los siguientes autores: Rousseau, Pestalozzi y Kant El orden que vamos a seguir para comentar cada uno de los autores será en primer lugar Rousseau, seguidamente de Kant, y por último de Pestalozzi. Rousseau (1632-1774) propone una educación natural, enseñando a sus discípulos por medio de su intervención personal a guiarse en el mundo, resolver sus propios problemas y asumir la disciplina a través del respeto de las reglas. Afirma que “es más importante ser humano que ser sabio”, donde el más valioso de todos los bienes es la libertad, por lo que el niño debe experimentar y descubrir por su cuenta para aprender a medir las consecuencias de sus acciones y seguir su propia conciencia, justa y moral, que es la voz del alma. Escribe El Emilio, donde propone una instrucción privada hasta los 12 años, sin contactos con la civilización, donde el niño pueda aprender por sí mismo, mediante una educación negativa, donde “lo que pueda hacer el niño no lo hará el adulto”. Kant (1724-1804) considera que el ser humano debe poseer una conducta moral que le produzca felicidad, y ésta solo se consigue con la educación, gracias a la cual logramos que “el hombre llegue a ser hombre”, disciplinado, cultivado y prudente. Defiende que el niño debe aprender a pensar y a obrar por principios, y se muestra totalmente contrario a los castigos infantiles. Divide la pedagogía en “Educación Física”, cuyo objetivo es el endurecimiento del cuerpo y el espíritu y el cuidado de las cualidades superiores e inferiores de la persona (atención, memoria, entendimiento, razón…); y en “Educación Práctica”, cuyo objetivo es el logro de la conducta moral libre.
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Pestalozzi (1746-1827) logra fusionar los principios de Rousseau con los ideales de la Revolución Francesa, uniendo la libertad en la naturaleza con el sentido del deber. La verdadera educación es el desarrollo de las aptitudes afectivas, intelectuales y artísticas, y como apoyo a sus teorías introdujo el trabajo manual al programa educativo para favorecer el desarrollo de la independencia y la libertad. Defiende que es importante que el niño reciba una atención completa en el ambiente familiar, ya que padres y maestros deben procurar conjuntamente el desarrollo moral de los niños. Y en la escuela se debe continuar el amor que se ha generado en las familias, ya que la educación de los sentimientos debe preceder a la educación intelectual.
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7. Competencias básicas que debe tener un profesor En primer lugar ¿qué se entiende por competencia? Es la capacidad de movilizar conocimientos para hacer frente a distintos tipos de situaciones, es decir, saber transmitir los conocimientos, mediante un buen clima de clase para que los alumnos aprendan. Estas competencias son las siguientes ocho:
Competencia lingüística: aprender a comunicarse con uno mismo y con los demás, solucionando conflictos y estableciendo lazos afectivos.
Competencia matemática: utilizar número y operaciones para explicar la realidad y resolver problemas cotidianos.
Conocimiento e interacción con el mundo físico: en sus aspectos naturales y generales por el hombre, para mejorar las condiciones de vida y prever consecuencias que nos beneficien a todos.
Tratamiento de la información y competencia digital: buscar y obtener información de forma rápida y eficaz y comunicarlos a través de distintos soportes tecnológicos.
Competencia social y ciudadana: vivir y ejercer la ciudadanía desde los derechos y deberes humanos.
Competencia cultural y artística: apreciar críticamente manifestaciones artísticas
Competencia para aprender a aprender: ejercer el aprendizaje de manera autónoma.
Competencia para la autonomía e iniciativa personal.
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8. Evolución de la educación en la época contemporánea La época contemporánea queda comprendida por el final del S. XIX, el primer tercio del S. XX y el actual S. XXI. Durante estos periodos debemos comentar varias de las teorías educativas más influyentes junto con las tendencias educativas actuales. Comenzando por las teorías de finales del S. XIX destaca el concepto de “Escuela Nueva”, que comienza en 1875, como un movimiento complejo, que promueve una conciencia educativa global, y finaliza en Europa en 1939, como un movimiento organizado, en medio de un contexto socioeconómico marcado por la Industrialización, la urbanización y el nacimiento de la burguesía liberal (con cierta preocupación intelectual). Destaca John Dewey (1761-1865) como representante, quien difunde que en las escuelas públicas deben convivir la “educación” y la “democracia”, como respuesta a las exigencias de la sociedad. El profesor debe ser reflexivo y procurar cierta conexión entre la teoría y la práctica en sus clases, para formar a los individuos en relación a las necesidades de la sociedad industrial, justa y desarrollada del momento. Las teorías marxistas promueven una “Educación Socialista” defendida por Carlos Marx (1818-1883) y Engels (1820-1895), que se construye en base a los ideales de ofrecer una educación pública y gratuita, que facilite una educación integral y politécnica, centrada en el trabajo, para que los educadores respondan más eficientemente a las necesidades de la sociedad. Critican la educación capitalista de las escuelas burguesas, frente a la formación manual que recibían los hijos de los obreros. La “Pedagogía Institucional” de Rogers (1902-1987) promueve un aprendizaje por iniciativa del alumno, capaz de autoevaluarse, que alcanza la libertad por medio del esfuerzo personal, y cuya enseñanza logra formar a personas intelectuales, sensibles y críticas. El maestro es, por tanto, un animador, mediador y buen comunicador. En el S. XIX destaca el “Humanismo Pedagógico”, cuyos principios básicos son la “libertad”, gracias al compromiso y la responsabilidad personal, la “comunicación”, mediante una gran formación integral y la búsqueda en el estudiante de cierta madurez, y la pertenencia a la “comunidad política”, para ser individuos integrados en la sociedad. 12
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Uno de los mayores representantes de este siglo es Victor García Hoz, quien defiende la “Educación Personalizada” para desarrollar en el estudiante la singularidad, la autonomía y la apertura o capacidad de comunicación, ayudándole a superar las propias limitaciones con iniciativa y liderazgo. Finalmente, las tendencias educativas del S. XXI van encaminadas hacia un mejor aprendizaje de los “alumnos”, hacia la consolidación de “centros educativos” como espacios de aprendizaje, tanto para los alumnos, como para los padres, profesores y directivos; y hacia una mejor “capacidad de trabajo” atendiendo eficazmente a los diferentes tipos de familias y alumnos. Son realidades educativas la aparición y mejora de los nuevos “avances científicos y tecnológicos”, junto con su integración en los centros educativos; la “globalización de los procesos político-sociales”; y la “educación por competencias”, tanto para los alumnos como para los profesores de nuestra la comunidad educativa.
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