Popular 3x01 - La Vida Debe Continuar

  • October 2019
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  • Words: 7,892
  • Pages: 11
Popular 3x01: La vida debe de continuar.

Brooke continuaba en el suelo, inconsciente, y nadie se le acercaba. Nicole, llena de pánico, sabiendo lo que había hecho, se marchó con su coche lleno de sangre y aparcó en su garaje, quitó las llaves del coche y se apoyó en el volante, llorando al ver el gran mal que había causado, por mucho daño que Brooke le había hecho, ella no se merecía eso, pero estaba borracha, muy borracha… Ya nada tenía remedio, había pasado y el tiempo no podía volver atrás. Sam, al ver que Brooke no se levantaba, llamó a una ambulancia y Harrison corrió a auxiliar a Brooke, tan nervioso que no podía ni tomarle el pulso. Por ella, por su gran amiga Brooke, por su amada Brooke, lo hizo, se calmó y le tomó el pulso. -¡Sam! Llama a una ambulancia, no tiene pulso –dijo gritando para que ésta le pudiera oír. -Ya lo he hecho, pero temo que sea demasiado tarde, quizás ya no pueda volver a vivir. Tengo que llamar a Mike, es su padre y creo que le gustaría ver por última vez a su hija. -Pero aún no lo sabemos Sam –dijo Harrison acercándose a ella, que se encontraba aún en la acera-, no podemos decir que está muerta porque aún no lo sabemos. Tranquila Sam, seguro que los médicos pueden hacer algo por ella, tú siempre has sido muy optimista, no cambies ahora. A lo lejos se escuchaba la sirena de la ambulancia y poco a poco se fue escuchando más y más cerca, hasta que al fin llegaron. Harrison, al verlos, abrazó a Sam temiendo que lo que decía Sam fuera cierto, que la adorable y encantadora Brooke no volviera a sonreír nunca más. Los médicos bajaron de la ambulancia y lo primero que hicieron fue tomarle el pulso, como bien sabía Harrison, no tenía. Antes de siquiera pensarlo, se pusieron a hacerle la reanimación, pero ella no reaccionaba. -¡Oh! Harrison, de esta no sale, te aseguro que de esta no sale, lo peor es no saber quién se lo ha hecho, la incertidumbre. No poder culpar a alguien de la muerte de mi hermana, eso es lo peor –Harrison se quedó boquiabierto, era la primera vez que Sam pronunciaba la palabra hermana con cariño, en verdad, no se sabe lo que se quiere a una persona hasta que se pierde. -Chicos –dijo uno de los médicos dirigiéndose a ellos dos-, ¿conocéis a esta chica? -Sí, es mi amiga y su hermana –dijo Harrison al ver que Sam no podía contestar. -Pues lo siento mucho, pero hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano y no ha salido adelante, no ha podido sobrevivir al accidente. A Sam aquello le sentó como un jarro de agua fría, y lo que era aún peor, la última vez que la había visto con vida estaba enfadada con ella, era lo que más le dolía, que el último recuerdo que se llevó antes de su muerte fue la pelea con su hermana. -¡Chicos! –llamó el médico que les había atendido antes-, parece que reacciona, tiene pulso. Es poco, pero por lo menos está viva, nos la llevamos al Hospital, venid en cuanto podáis, nosotros no podemos llevaros. Hasta pronto. Sam vio cómo metían a Brooke en la ambulancia y se marchaban a toda velocidad hacia el hospital, por lo menos aún quedaba esperanza. Pero aún quedaba lo peor, Mike debía saber cómo estaba su hija. -¿Sí Sam? –dijo Mike al ver que no contestaba-, Sam, ¿para qué me has llamado? -Mike –dijo ella reaccionando-, ve lo más pronto que puedas al hospital, Brooke ha sido atropellada por un coche y hemos llamado a la ambulancia, ha estado sin pulso unos pocos minutos, pero los médicos han conseguido reanimarla, nos vemos allí Mike. Al otro lado del teléfono el silencio, Mike sólo había escuchado la mitad de la conversación, ha sido atropellada por un coche, era lo único que necesitaba. Así, Mike se dirigió al hospital sin decirle siquiera a su mujer, Jane, lo que había pasado. Jane, como sabía que el motivo era la llamada de Sam, la llamó para informarse. -Sam, ¿qué es lo que ha pasado? Mike se ha marchado con mucha prisa y ni siquiera me ha dado explicaciones. -Mamá, Brooke ha sido atropellada y se la han llevado al hospital. Está muy grave y no sabemos si va a salir de esta. Pero no te preocupes, ahora voy a casa y me quedaré con McKenzie para que tú puedas ir con Mike.

-No Sam, ve tú con él, yo no puedo. Acabo de dar a luz, no puedo hacer esfuerzos, ve tu y mantenme informada. -De acuerdo mamá, no te preocupes, Brooke va a salir de esta. -Eso espero hija, no podría soportar otra pérdida en la familia. Hasta pronto hija. -Hasta pronto mamá. Después de colgar Sam se evadió y se metió en sus recuerdos. Recordaba a su padre, que hace poco las dejó, recordaba a Harrison, que por poco muere de leucemia, y ahora llega este mal, Brooke, ¿cuándo acabarían las muertes? -Sam –gritó Harrison al ver que ella no reaccionaba-, tenemos que irnos al hospital. -Tú no tienes que venir –dijo Sam-, yo me encargaré de todo. -No quiero dejarte sola, es más, me siento culpable, si yo la hubiera elegido a ella… -Ahora sería yo la que estaba en el hospital, Harrison, el futuro no se puede elegir, el amor tampoco –dijo cogiéndole de las manos-, si algo nos enseña este hecho es que todos tenemos un comienzo, y desgraciadamente un final, ¡oh Harrison! ¿Será este el final de Brooke? –dijo llorando y abrazándole. -No lo creo –dijo él devolviéndole el abrazo-, ella es fuerte y ha pasado ya muchas penurias, esto no va a acabar así, ella tiene que dar aún más guerra. Dios, si pudiéramos cambiar el pasado… -Eso es, pero no podemos. Vamos a ponernos en marcha, es hora de ver cómo está Brooke. Así, cogidos de la mano, cogieron un taxi que los llevó al hospital en el que Brooke se debatía entre la vida y la muerte. Nicole salía ya de su coche, cabizbaja, sabiendo que esta vez se había pasado. Subiendo las escaleras rumbo a su habitación pensaba en el daño que había causado a todos los alumnos del Kennedy y que la poca humanidad que le quedaba le venía de mano de su gran amiga Brooke. Todo por un chico, un insignificante chico, que había hecho que su amistad con Brooke llegara a tal punto. Pero ya todo acabaría, era hora de pagar por todos los crímenes que había cometido. Llegó a su habitación y cogió papel y bolígrafo, bajando después al salón. Así, cogió una botella de un vino muy caro y un bote de antidepresivos que su madre utilizaba, después, se puso a escribir una carta de despedida. “Ha llegado el momento de arrepentirme, todo lo que he hecho, he sido una zorra, como muchas veces me habéis dicho, y nunca he querido cambiar. Siempre como una niña malcriada, después de que mi madre no me demostrara amor alguno. La redención, ¿es tan difícil? Sólo os pido que me perdonéis, que todos me perdonéis. April Tuna, esa chica que ni mucho menos era un friky, más bien una incomprendida. Emory, al igual que April, ni siquiera nos paramos a pensar en su interior, en lo que realmente era. Todos y cada uno de los alumnos, perdonadme. Pero sobre todo mi perdón va para mi querida Brooke, mi fiel y leal amiga, ¿me perdonas? Sé que posiblemente te haya matado, pero si no es así y recibo tu perdón, mi vida al fin habrá tenido sentido. Brooke, Brooke, el último pensamiento de mi vida será sólo para ti.” Con cariño, Nicole Julian. Leyendo de nuevo la carta que ella misma había escrito, la metió en un sobre de color champán, y subió a su habitación, dejándola encima de su cama. Ya era inevitable su destino, ahora sí llegaba su fin. Bajó las escaleras y entró en el comedor. -¡Nicole Julian! ¿Me puedes decir qué es esto? –dijo la madre de Nicole teniendo entre sus manos una botella de vino y el bote de sus antidepresivos-, quiero una explicación, ahora Nicole. -Es sencillo mamá, creyendo que si no era mala nadie me tenía en cuenta he hecho algo de lo que estoy muy arrepentida. La conciencia, antes para mí inexistente, no me deja dormir. Quiero acabar con mi vida, ahora mamá. -Ninguna hija mía se matará en mi propia casa, ¿qué es lo que ha sucedido que te tiene tan turbada? -Mamá, creo que he matado a Brooke McQueen, la he atropellado. -Dios mío –dijo mientras se le caía la botella de las manos y el bote de pastillas, formando un gran estropicio-. ¿Se ha dado cuenta alguien?

-Ya sabía yo que mi madre no iba a tener de buenas a primeras conciencia. No, mamá, no se ha enterado nadie, porque he huido como las cobardes, como tú. Pero ahora que no puedo quitarme la vida, llamaré a la policía, me voy a entregar. -No harás tal cosa Nicole Julian, piensa en la publicidad que eso daría a toda la familia, deshonrarías el apellido Julian y no te lo voy a permitir. -Eso es lo único que te importa, tú, tu dinero, tu poder, tu aspecto ante la gente, pero ahora a mí nada de eso me importa. Por una vez quiero ser justa, y no me lo vas a impedir. Nunca pensé que una madre podía darle a su hijo una mala lección para beneficiarse ella, ahora sé que sí. No te preocupes mamá, limpiaré mi conciencia, lo quieras o no. Diciendo eso, salió corriendo de su casa y cogió de nuevo el coche. No sabía el rumbo que iba a tomar, pero sabía que debía alejarse de los consejos de su madre. -¡Nicole! –dijo su madre desde la lejanía cuando ella ya marchaba con el coche -, no me hagas esto Nicole. Mi carrera pende de un hilo, pero eso a ti no te importa, eso a ti no te importa. Entonces, se sentó en las escalerillas del portal de la casa, con la cabeza entre las rodillas, sabiendo que su hija la iba a llevar a la ruina, iba a quitarle todos sus sueños, todas sus metas. ¿Lo peor? La impotencia de no poder hacer nada, era la vida de su hija la que estaba en juego, no la suya, y asimilar eso iba a llevar tiempo. Josh seguía sin poder dormir, siempre había imaginado la vida de casado mucho más feliz, una esposa con la cena preparada, con una sonrisa en la boca, con una casa inmensa e impecable y con unos hijos amables y considerados. Pero nada de eso parecía suceder, todo era en vano. Lily estaba a su lado, pero ni siquiera podía tocarla, estaba hambriento porque una sopa vegetariana no era su idea de cena copiosa, había llegado a un punto que no quería, estaba empezando a odiar la vida de casado con Lily. -¿Josh? –preguntó Lily. -¿Sí? -¿Crees que las cosas van a mejorar? ¿Crees que seremos felices? Josh se levantó de la cama y encendió la luz, entonces se sentó junto a ella y empezó a acariciarle el pelo. Sin decir una sola palabra, dijo todo lo que tenía que decir. -No lo crees, yo tampoco –dijo Lily desilusionada. -¡Habíamos empezado tan bien Lily! ¿Qué ha fallado? Dime si soy yo, eres tú, somos los dos… ni siquiera lo sé. -No creo que seamos nosotros los que hemos fallado cariño, yo te sigo queriendo y creo que tú también. Lo que pasa es que creo que no estamos preparados para el matrimonio. Tenemos diecisiete años, todavía nos queda un año para acabar el instituto, y aún quedan los exámenes finales de este curso. No podemos estudiar, trabajar, cuidar de una casa, cuidar de nosotros mismos… no tenemos tiempo Josh, no podemos. -Entonces, ¿significa esto que hemos fracasado? -No Josh, no, no hemos fracasado. Más bien es una pausa, una pausa que precede al bienestar, pero ahora no podemos vivir juntos Josh, no podemos… Zarpa nos tiene hasta el cuello y no tenemos ni para comer. Yo sé dónde tengo que ir, mi madre me está esperando, el problema es ¿dónde vas a ir tú? -No lo sé, vivir con mi padre supone anularme a mí mismo y vivir con mi madre supone perderte, sin duda las dos cosas duelen. -También podrías vivir conmigo y con mi madre, allí no tendrás ninguno de los dos problemas. -Lily, tu madre no me quiere allí. Sería una pelea constante y lo que es peor, puede que ni siquiera ella quiera. Por mucho que me duela, mi padre es la única opción, no podemos hacer otra cosa Lily, un paréntesis y entonces volveremos a casarnos, pero esta vez una boda de verdad. -No podemos casarnos dos veces, va contra la ley –dijo con una sonrisa en su boca. -Lo sé, pero mañana mismo pediremos el divorcio, de nuevo seremos sólo novios. -Entonces, ¿aún somos un matrimonio? -Sí, Lily, lo somos. -¿Y si disfrutamos del último día de casados? –dijo Lily besando a Josh. -¿Estás preparada? -Ahora sí Josh.

Así, él la besó tiernamente, con delicadeza, sintiendo sus labios y desnudándose, al igual que ella. Una vez desnudos, sin nada que esconder, se demostraron amor el uno al otro como nunca antes lo habían hecho. -¿Qué he hecho yo para merecer esto? –dijo para sí Mary Cherry-, soy una americana dios, a las niñas americanas no se les castiga. Tengo las manos rotas de tanto fregar y ni siquiera tengo una crema para repararlas. Mi precioso cutis, digno de una diosa, se está estropeando por los vapores que echa este horrible producto, lejía, en mi vida lo había escuchado. Ahora toca dormir, sin mis sábanas de Gucci, ¿cómo pueden dormir los pobres? Mierda, ojalá todo pase y cuando me despierte sea otra vez como Gwyneth paltrow, guapa y famosa, y sobre todo rica. Así, se hecho sobre su humilde lecho, anhelando lo que su malvada hija adoptiva le había robado, pero muy pronto se vengaría, muy pronto… -¡Mike! ¿Cómo está Brooke? –dijo Sam cuando lo vio sentado en uno de los asientos de la entrada de quirófano, esperando resultados. -No lo sé Sam –dijo este con los ojos rojos, denotando que había estado llorando-, ni siquiera sé lo que pasó, ¿por qué la atropellaron? ¿Por qué no se dio cuenta? Sam y Harrison se miraron, ello sabían la respuesta, pero la verdad era dolora y Mike aún no estaba preparado para soportarla. -No lo sabemos Mike –dijo ella-, estábamos dentro y lo único que escuchamos fue el accidente, nada más. Cuando salimos, ella ya estaba en el suelo, y el coche huía. -Pues entonces sabéis lo mismo que yo, qué mierda, lo hora equivocada y el lugar equivocado hacen que pierda a mi querida Brooke. Quizá si desde el principio le hubiera dejado estar con ese novio suyo… -No te martirices Mike, te aseguro que ella ya no estaba enamorada de él… -dijo mientras miraba a Harrison, ya que ella sí sabía el hombre que ocupaba el corazón de Brooke. Además, hacía ya unos días que Brooke había llamado a Jamie para cortar con él, le dijo que no estaba preparada para una relación con él, la verdad, ya se había fijado en Harrison y quería estar con él. -Tiene que llamar a tu madre, Sam, seguro que está muy preocupada, ella no sabe lo que ha pasado, me fui sin decirle nada. -No te preocupes, Mike, eso ya está solucionado. Ahora sólo debes preocuparte de Brooke, es ella la que de verdad necesita tu atención. -Gracias Sam, gracias Harrison… sin vosotros sé que Brooke no habría tenido posibilidad de sobrevivir. ¿Recordáis quién era el conductor del coche? -No, como te hemos dicho, cuando llegamos ya se había dado a la fuga. -No Sam, no se había dado a la fuga… es que no podía soportar la idea de lo que había hecho y las consecuencias de su error –dijo Nicole que acababa de llegar. -¿Cómo dices Nicole? Llévate tu veneno a otro lado, ahora mismo es lo que menos necesitamos, no te das cuenta de lo que estamos pasando. -Sam, ya no soy la Nicole que tú conociste. Yo sé quién era el conductor de ese coche, o mejor dicho la conductora. Yo conducía ese coche, estaba muy borracha y enojada con Brooke, un coctel explosivo que hizo que no pensara en las consecuencias del atropello. -Nicole –dijo Mike-, vete ahora mismo del hospital, no quiero volver a oír tu nombre, y, si Brooke logra sobrevivir, no te acercarás más a ella, ¿me has entendido? -Sí, señor McQueen, pero no es eso lo que he venido a hacer. No quiero alardear de lo que he hecho, más bien pedir perdón, estoy muy apenada por todo lo que he hecho y es hora de que cambie, dadme la oportunidad de cambiar. -Nicole –dijo Mike muy exasperado-, vete de aquí antes de que llame a la policía. -No hace falta señor, ya lo he hecho yo, se lo aseguro. La policía viene de camino, lo único que deseo es su perdón, entonces me podré ir tranquila a cumplir mi condena. -Pero tú estás loca –dijo Sam muy nerviosa al ver lo que decía su gran enemiga Nicole-, después de intentar matar a Brooke esperas que te perdonemos, pues no, no lo vas a conseguir. ¿Te das cuenta de lo que has hecho? Has arruinado la vida de una familia entera y lo que es peor, puede que hayas segado una vida de tan sólo diecisiete años, Dios Nicole, le quedaba toda la vida por delante, era Brooke, tu gran amiga Nicole, a ella le debes todo lo que conseguiste en el instituto.

Nicole miraba un punto de la pared, no podía sostener la mirada inquisitiva de los que le rodeaban, pero ese punto pronto se difuminó, las lágrimas fueron apareciendo y pronto recorrieron todo su rostro. Pero a Sam no le bastaba eso, quería verla sufrir. -No llores, arpía, las personas malas no lloran, sonríen ante la adversidad de los demás. Pero seguramente estarás riendo en tu interior, ¿verdad? Esta es sólo una de tus estrategias, pero ha llegado la hora de sufrir las consecuencias de tus actos, quizás así sepas de una vez por todas que no siempre te puedes salir con la tuya, ni siquiera hablas, perra traidora, eres lo peor. -No hablo porque no puedo Sam –dijo sollozando-, no puedo vivir con la pesadez de haber matado a mi amiga, o mejor dicho, haber intentado matarla. Desde que disolvió mi cita con George, alimenté mi odio hacia ella, hasta que exploté. La policía ya viene, ¿lo sentís? Quizás así me creáis. -¿Nicole Julian? -Soy yo, agente –dijo ella. -Quedas arrestada por intento de asesinato, tienes derecho a permanecer en silencio, cualquier cosa que digas podrá ser utilizada en tu contra… -¡Es verdad Harrison! Nicole ha cambiado… -dijo Sam al ver que se llevaban esposada a Nicole-, aunque creo que demasiado tarde. -Ella… ella me dijo que… -Mike no podía hablar, desde que Nicole se había descubierto se le había hecho un nudo en la garganta y cuando se la llevaban esposada no pudo controlar las lágrimas y se echó a llorar. -¿Qué te dijo Mike? –dijo Sam con mucha curiosidad, acercándose y abrazándose a Mike para darle su apoyo. -Ella me dijo que se había portado bien… y que por eso nadie le hacía caso, pero que ahora todo el mundo le iba a hacer caso, que se iba a comportar como todo el mundo esperaba. Entonces, le dije que estaba borracha y que no podía conducir, quitándole las llaves, pero en cuanto me volví se escapó con el coche… si lo hubiera evitado, ¡joder! Un error tras otro, un error tras otro, y es Brooke, mi pequeña Brooke la que lo sufre. -No digas eso Mike, tú no eres el culpable, no tienes que echarte la culpa, aquí sólo hay un culpable, o mejor dicho una culpable, y se la acaban de llevar. Mike volvió la cabeza y empezó a llorar de nuevo, su hija, su preciosa hija Brooke, a punto de morir y quizás él podía haber evitado todo eso. Pero el que en realidad lo sentía era Harrison, si alguien había hecho que Brooke saliera corriendo era él al elegir a Sam, pero ellas lo habían querido así, elegir a una de las dos no fue fácil, pero en el fondo de su corazón sabía que debía escoger a Sam. Brooke era su sueño, desde aquella fiesta de pijamas que él mismo custodió, pero como ella no le hacía caso se la había arrancado del corazón, y lo que se arranca no se puede volver a poner. Así, Sam era su respuesta ahora, y no la podía cambiar. -Harrison, quédate un poco con Mike, mi madre está llamando al móvil y él no se siente con fuerzas para cogerlo. -De acuerdo Sam, contesta, yo me quedaré con él. Sam cogió el teléfono y se aparto un poco de donde se encontraban Mike y Harrison. -¿Mike? -No mamá, soy yo, Sam. -Hija, ¿cómo va todo? -Pues no sabemos aún nada, bueno sí, sabemos la identidad del que atropelló a Brooke. -¿Sí? ¿Quién es? -Nicole, mamá, como siempre, cuando se menciona la palabra problema ella tiene que estar. La ira y la borrachera son malas consejeras, pero ahora se la ha llevado la policía, ya no causará más problemas. -Esa chica nunca fue buena compañía, pero nunca pensé que llegaría a tanto. ¿Cómo está Brooke? -Pues aún no lo sabemos, ha entrado en quirófano y los médicos aún no han salido. No sé si eso será buena señal, o por el contrario será mala, por lo menos sabemos que aún no ha muerto. -¡No digas eso Sam! No sabemos cómo está, no la entierres en vida. ¿Y Mike? ¿Está bien? -¿Cómo te sentirías si fuera yo la que estuviera en quirófano? Pues así se siente él, destrozado y sin alivio. Está deseando que pase el tiempo, pero a la vez teme enfrentarse a la realidad. -¿No quiere hablar conmigo?

-Me ha dicho que coja yo el teléfono mamá, estaba llorando y no podía atenderte. Pero creo que ya se ha calmado, se lo preguntaré –dijo Sam por el teléfono, después tapó el auricular- ¡Mike, es Jane! Quiere hablar contigo. -Dime cariño –dijo éste después de levantarse y cogiendo el teléfono de la mano de Sam, que se sentó al lado de Harrison con las manos entrelazadas. -¿Cómo estás? Siento mucho no poder estar ahí contigo. -No te preocupes, ahora tienes que cuidar de nuestra hija y de ti misma, estoy bien, Sam y Harrison están conmigo atravesando este duro trance. -Ya me ha contado todo Sam, Nicole es la culpable, nunca quise que Brooke se juntara con ella, pero es tan cabezota. -Lo sé Jane, cuando se le mete algo en la cabeza no hay quien se lo saque. Pero bueno, es ella la que tiene que elegir sus amistades, no nosotros. Espera Jane, sale el cirujano, tendrán noticias de Brooke –dijo entusiasmado, colgando el teléfono y corriendo al lado del cirujano. -¿Cómo está mi hija? –dijo Mike al médico. -Pues siento mucho decirle que… - McKenzie, que día más raro para nacer, dicen que una vida da paso a otra, ojalá no sea cierto, ¿sabes que han sido tu hermanas las que te han puesto el nombre? Me encanta, es lo único que teníamos en común tu padre y yo, además de tus hermanas, el Mc del apellido, así, te llamas McKenzie McQueen, a lo mejor es mucho Mc, pero por lo menos llevas un nombre que le gusta a toda tu familia. Lástima que no me entiendas todavía, pero tu nacimiento ha estado lleno de dificultades. Primero, te he tenido aquí, en casa, porque has ido demasiado rápido. Querías ver el mundo que hay a tu alrededor, cuando crezcas, te darás cuenta que es mejor estar ahí dentro, donde los problemas no existen, donde sólo estás tú, pero ya no puedes echarte atrás hija mía, lo único que espero es que puedas ver a tu hermana sana y salva, es muy guapa y hasta hace poco era líder de las glamazonas, el grupo de animadoras del Kennedy, pero a ti te queda todavía mucho tiempo para llegar ahí, tú sólo preocúpate de vivir, de vivir la vida que te ha tocado, llena de obstáculos pero a la misma vez bella, es extraño, pero lo comprenderás muy pronto –decía Jane a su hija, que ya se había quedado dormida. Después de dejarla dormida se asomó al balcón, mirando a las estrellas-, Brooke, no te mueras por favor, no lo hagas… -¡Chicas es hora de levantarse! –dijo la gobernanta del internado-, os espera otro día duro de trabajo. -Pero si sólo son las siete, señora –dijo Mary Cherry. -¿Y a qué hora quiere despertarse la reina de seda y satén? -¿Quién es esa? Yo no conozco a ninguna reina, aunque una vez vi a la reina de Inglaterra… me saludó, a mí, una insignificante adolescente más rica que el mismísimo Bill Gates. -Esa eres tú, Mary Cherry, te espera mucho trabajo. -Pero, no es justo. Mi hermana malvada, de cuyo nombre no quiero ni siquiera acordarme, que habrá dormido entre mis sábanas de Gucci, y habrá utilizado mis cosméticos de Loreal porque yo lo valgo… y no se le desgraciará el cutis como a mí, ¿no tendrás crema para pieles sensibles? -Esto no es un salón de belleza señorita, aquí se viene a hacerse una mujer de provecho. -Pero yo ya soy una mujer de provecho, soy hija de la mismísima Cherry Cherry, soy rica y poderosa, puedo conseguir todo lo que quiera… aunque ya no, ¿me va a ayudar a echar a mi malvada hermana de casa? Pensar que su horrible trasero está durmiendo en mi preciosa cama me da nauseas. Y yo aquí, durmiendo como la plebe, quiero desmayarme, pero no quiero ensuciarme con el suelo. -Eso tiene arreglo, señorita, hoy fregarás el suelo de todo el edificio. -¿Y cómo lo hago? No tengo a mis sirvientes, sin ellos no soy nadie. -Pues tendrás que aprender a valerte por ti misma, es hora de que seas responsable. Mary Cherry cogió una fregona, con su cubo a juego. Se puso un mono horrible para trabajar, color caqui, y con mucho asco se puso a fregar el suelo de todo el edificio. Mientras tanto su hermana se estaba dando la buena vida, dormía en su cama, cogía todas sus cosas, tenía a mamá Cherry… y ahora ella no tenía nada. No era justo, en su pequeña mente sí cabía ese razonamiento, ella le había quitado todo lo que tenía y eso le hacía ser desgraciada, tenía que huir de aquel apestoso lugar pero, ¿cómo?

Nicole iba esposada, la vergüenza no era nada, lo único que era importante para ella era limpiar su nombre, y esa era la única manera de hacerlo. En la puerta del hospital había ya unos cuantos periodistas con cámaras dispuestos a dar la noticia, la hija de una prestigiosa diputada, acusada de intento de asesinato. -Nicole, ¿cómo ocurrió todo? ¿Es verdad que iba borracha y no se dio cuenta de nada? ¿No quiere hablar? Ella permaneció impasible, hasta que todo acabó, por fin estaba en el coche de policía, a salvo de todos los periodistas, pero no a salvo del sentimiento de culpa, eso no se lo podía quitar, era tan intenso que no había nada que pudiera aliviarlo, excepto el perdón, que ella misma había pedido, pero que nadie se lo había dado. De camino a la comisaría de policía, pensaba en lo que iba a decir, sin duda tenía que cumplir la pena, pero no quería tampoco estar toda su vida encerrada en la cárcel, aunque se lo merecía… lo que más necesitaba era que Brooke estuviese bien, pero eso ella no lo sabía, podía estar muerta o señalada de por vida, o podía no tener nada, simplemente unos arañazos, pero sólo el tiempo diría qué relación tendrían las dos desde ese fatídico día, quizás ni siquiera le dirigiría la palabra, o sólo querría vengarse de ella, aunque Nicole deseaba en el fondo de su alma que la perdonase y que llegaran a ser como siempre, buenas amigas, pero quizás era demasiado tarde, quizás era demasiado tarde para perdonar… -Josh, ha sido estupendo, me has hecho la mujer más feliz del mundo –dijo Lily tumbada al lado de Josh, echada sobre el torso desnudo de este. -Lo sé Lily, ha estado fantástico, este será nuestro regalo de despedida, ha llegado el momento de decirla a Bobby Glass que nos vamos, que no queremos vivir en su mierda de habitación y que no seremos nunca más sus esclavos. -No le digas nada de eso Josh, recuerda que sigue siendo nuestra profesora y tiene el poder suficiente para suspendernos. Simplemente deja que hable yo, seguro que lo entenderá. Besándose de nuevo, se fueron los dos a la ducha y se prepararon para otro día de instituto. Ya sólo quedaban los exámenes finales y por fin el curso habría acabado. Subieron juntos, cogidos de la mano, dispuesto a plantarle cara a la malvada Zarpa. -¿Qué hay tortolitos? Después de una noche de amor estaréis cansados, ¿podréis con mi examen final? -Claro que podemos, señor –dijo Lily-, no hemos hecho nada esta noche, sólo estudiar. -No me vengáis con tonterías, mirad esto –ella sacó un mando y puso la televisión, estaban ellos dos… consumando su amor-, tengo una cámara instalada en la habitación, os he pillado. Así que si no queréis que la enseñe a vuestros papis, será mejor que eso de dejar a Bobby en la estacada sea sólo una broma. -¿Cómo ha podido? –dijo Lily enfadada-, ¿cree que nos vamos a dejar chantajear por usted? No lo vamos a hacer, ahora mismo nos vamos Josh, esta vieja bruja debe estar sola. -Yo que tú no lo haría Josh, ¿qué pensaría tu padre o tu madre al ver cómo te lo montas con tu esposa? No te creas que van a estar muy felices al ver cómo su hijo protagoniza una peli porno, con audio y todo. ¿Qué me decís? Vais a seguir en vuestra habitación, ¿verdad? -No nos queda más remedio Lily, me tiene cogido por los huevos, pero pronto saldremos de aquí, te lo prometo cariño. -¡Pronto saldremos de aquí! ¡Ni lo sueñes! Que sepas que por más que queráis salir de aquí no podréis. Necesito el dinero, y vosotros me lo vais a dar. Así que como el mes que viene no reciba el dinero del alquiler, os iréis sí, pero llevaré esta cinta a vuestros padres, que disfrutaran al ver como sus pequeños renacuajos practican el sexo libre, así que meteos dentro, aún no es hora de irse. Los dos se cogieron de la mano y se metieron dentro de la habitación, de nuevo ese horrible lugar, ¿hasta cuándo? Indefinidamente, sólo pensarlo hacía que Lily se estremeciera. -No te preocupes amor mío –dijo Josh cogiéndola entre sus brazos-, cuando acabemos los dos exámenes que nos quedan, que por cierto son hoy, trabajaré para sacar adelante a mi familia, a ti, y cuando paguemos el alquiler tendremos que ver alguna manera de salir de aquí. -No trabajarás tú solo, yo también lo haré. Pero aunque podamos trabajar y pagar este cuchitril, no podremos salir de aquí, no con la cinta que tiene Bobby Glass, maldita la hora en que nos pusimos a hacer el amor, Josh, tengo miedo, ¿qué va a suceder ahora?

-Pues la verdad es que no lo sé Lily, pero tendremos que sobrevivir, nos guste o no la vida debe continuar y eso también es cierto en nuestro caso. Tristes se pusieron a estudiar, hasta que el reloj dio las diez, era hora de hacer el primer examen y los marchaban al instituto en el coche de la señorita Glass. Ésta sonreía con malicia, había conseguido ahorros extra y trabajos en casa para siempre. Josh, al verla, no pudo aguantar lo que llevaba dentro y entonces explotó. -Señorita Glass, veo que sonríe con malicia, ¿le resulta divertido tenernos atados para siempre a su inhumana habitación? -Veréis chicos, no es nada en contra de vosotros, es que con el sueldo de profesor no me da ni para vivir, tengo que conseguir algún dinero más y vosotros me lo habéis puesto en bandeja, lo siento chicos, pero os dije que me hacía falta el dinero… -¿Y crees que teniéndonos ahí de esclavos te dará dinero? Pagaremos el alquiler Bobby, pero recuerda una cosa y tenla siempre en mente, no se puede jugar con la vida de las personas sin que el mal le sea devuelto. Ahora mismo cree que ha vencido, pero llegará un momento en el que le daremos su merecido, entonces sí se dará cuenta que en la vida no es todo recibir, también hay que dar. ¿No recuerda cuándo le libramos de su cinta acusativa y de su acosador? -Yo… yo no les pedí ayuda –dijo ella titubeando, sabiendo que Josh tenía razón. -En vez de utilizarla contra usted, contra su opresiva tiranía escolar, se la dimos sin pedir nada a cambio. Sabía que era usted retorcida, pero no sabía que era desagradecida; pero piense que otra vez que necesite ayuda, quizás no la reciba… entonces se dará cuenta de su error, demasiado tarde. Lyly lloraba en la parte trasera del coche, no podía pensar en su futuro con Josh al lado de la profesora y en esa vieja habitación. Amaba mucho a Josh pero, ¿merecía la pena tanto esfuerzo? -Lily no llores, no le des ese gusto cariño mío –le aconsejó amorosamente Josh, con lo cual ella dejó de llorar. Bobby, pensando en todo el mal que había hecho, lloraba por el ojo izquierdo, para que ellos no lo mirasen. Pensaba demasiado en sí misma, y no se daba cuenta de lo que sus alumnos habían hecho por ella. Le habían librado de la expulsión del instituto por su video fetichista, además de salvarle la vida cuando su hermana se empeñó en matarla. Les debía mucho y había llegado la hora de pagar. -Chicos –dijo ella sorbiendo y limpiándose las lágrimas-, os daré la cinta en cuanto lleguemos a casa y podréis marcharos cuando queráis. Habéis sido buenos inquilinos y me pesa dejaros, por eso he organizado todo esto, pero siempre me pierde la compostura. Para recompensaros no me tenéis que pagar nada y habéis conseguido que todos los alumnos de vuestro curso tengan un aprobado general. Lyly de nuevo volvía a sonreír, había conseguido su sueño, librarse de los exámenes finales y salir de aquel agujero. Todo por su marido, Josh, no pensaba que era tan inteligente, y de hecho no lo era, pero poseía la mejor inteligencia que se puede tener, la inteligencia del corazón. -Chicos hemos llegado, esperadme aquí, voy a comunicar mi decisión a todos los alumnos, después volveremos a casa, para que recojáis las cosas y podáis marcharos – diciendo esto se marchó y los dejó solos. -¿Has visto eso Lily? La he impresionado con la palabra, todo gracias a ti, todo lo que me enseñaste, que creías que caía en saco roto se quedaba aquí –dijo señalando a su propia cabeza. -Lo sé Josh, siempre he creído en ti, lástima que nos tengamos que separar, pero es lo único que puede mantenernos unidos, aunque parezca mentira. No podría amarte si hubiera seguido en ese agujero unos días más, estarás de acuerdo conmigo en que no es precisamente el palacio de Versalles. -No, no lo es –dijo sonriendo-, pero sí tenía una princesita, eras tú. -Me va a costar separarme de ti Josh, hemos vivido mucho tiempo juntos y ahora llega el momento de separarnos. -Pero si sólo hemos estado unos días Lily. -Ya, pero han sido muy intensos, eres el único hombre que ha disfrutado con mi cuerpo, y lo hemos hecho allí, en nuestra casa, aunque parezca mentira. -Es verdad Lily, hasta ahora no había caído, nuestra hogar, ese agujero era nuestro, era nuestro agujero, pero no quiero que vivas así, quiero que vivamos en un lugar mejor, un lugar que por lo menos pueda decirse que es una casa.

-Lo sé, te aseguro que lo conseguiremos, pero en el futuro, ahora tendremos que vivir como siempre lo hemos hecho, como novios. -Mira Bobby, viene corriendo y no trae buena cara, ¡no intentará ponernos el examen de nuevo! ¡No se habrá arrepentido! -No digas eso Josh, será otra cosa. -Chicos ha pasado algo muy grave, me lo ha dicho el director… es muy difícil de explicar y no sé cómo decirlo, pero lo intentaré. Brooke está en el hospital, ha sido arrollada por un coche, la conductora era Nicole. -¿Qué? Tengo que verla, ¿le ha pasado algo? -Todavía no saben nada Josh, tenemos que esperar. En el hospital no podemos hacer nada, la están operando, ha llegado el momento de ir a casa, tomar un vaso de leche bien fría y hacer las maletas, tenéis que marcharos cuanto antes, no quiero arrepentirme –dicho esto arrancó y tomaron del camino de vuelta a casa. -Y Nicole, ¿dónde está? -Pues en comisaría declarando, parece ser que ella misma se ha entregado, dice que ha cambiado. -No ha cambiado, sigue siendo la misma Nicole de siempre, despiadada, envidiosa y rencorosa. ¿Cómo se ha enterado el director? -Parece ser que ha llamado Sam, que ni ella, ni Brooke, ni Harrison iban a poder asistir a los exámenes. -¿Harrison? –dijo Lily que había permanecido callada-, ¿qué hacía allí Harrison? -No lo sé Lily, el director no me ha dicho nada. Después de que hagamos las maletas, podemos acercarnos si queréis. -Gracias Bobby, nos gustaría mucho. Cuando llegaron a casa los chicos empezaron a meter la ropa en las maletas y a recoger todas sus cosas, mientras Bobby preparaba leche fría que pronto estuvo lista. La tomaron sin hablar y terminaron de recoger todas las cosas. -Pues al fin ya está listo, todo empaquetado y listo para que nos mudemos –dijo Josh. -Pensar todo lo que dejo aquí me produce cierta tristeza. Todas las penalidades que hemos sufrido se curan con lo que hemos ganado. -Lo sé Lily, pero no podemos vivir aquí, tenemos que irnos a vivir como personas, tú irás con tu madre, yo con mi padre, aunque todavía no sé si querrá acogerme de nuevo. Lo peor es tener que ir a ese campamento, odio que me obligue a hacer cosas que no quiero. -Dijiste que te gustaba el campamento. -No quería que pensaras que no quería estar contigo, que sólo buscaba excusas para no quedarme aquí a vivir con mi padre. Sé que va a ser duro, es muy estricto, los horarios, las amistades, los estudios, el deporte, toda mi vida será regida por él, incluso tú Lily. -No pasa nada, podré aguantarlo si tú me ayudas. -Por supuesto que te ayudaré, nos ayudaremos mutuamente, aunque echo de menos a mi madre, quiero que esté a mi lado, pero sé que no puede. Ella era buena conmigo, siempre se sacrificaba por mí, de hecho lo último que me dijo es que no me casara, que me iba a ir mal, ¡cuánta razón tenía! Espero que no me tome en cuenta el hecho de que le desobedecí, espero que aún me siga queriendo. -Una madre siempre quiere a sus hijos, una madre no abandona a su hijo cuando más lo necesita y ella a lo mejor te da una sorpresa y vuelve. -No puede Lily, es el único trabajo que ha encontrado y se ha ido por mí, quiere que reciba toda la educación necesaria y que vaya a una buena universidad, sin la beca deportiva, ella va a tener que costear la universidad sola, no le queda más remedio que trabajar. -¿Y tu padre? -Mi padre dice que si no quiero vivir con él que olvide su dinero. Así que me encuentro en una encrucijada, si me quedo con mi padre él costeará mis estudios y mi madre podrá volver, pero no podría vivir con ella, si me voy mi padre no me dará dinero, sólo tengo que aguantar unos años, hasta que termine la carrera y entonces por fin podré independizarme y quizás, si tú quieres, vivir contigo. -Pues claro que quiero –dijo Lily besándole. -Pues entonces no tenemos nada más que hacer, el futuro está planeado aunque muchas veces escribimos el futuro sin saber que una acción puede borrarlo sin más. Pobre Brooke, Lily, tiene sólo diecisiete años y a lo mejor es lo único que vive. Ella quería seguir en la

universidad, le encantaba el ambiente de madurez que había en la universidad, pero ahora quizás tenga que conformarse con haber ido al instituto. -No pienses en eso Josh, es ponernos en lo peor, quizás ella está bien y sólo ha sido un buen susto, te pido que hasta que no lo sepamos no te pongas tan pesimista. -De acuerdo, lo que tu digas Lily. Ahora vámonos, es hora de ver a Brooke. -Chicos tomad esto –dijo Bobby bajando con la cinta en la mano-, siento mucho haber mirado vuestra intimidad y haber utilizado la misma en vuestra contra, espero que tengáis un buen futuro. -Gracias señorita, señor, pero no podemos olvidar el hecho de que nos espió, de que invadió nuestra intimidad, perdonamos sí, pero por ahora no podemos olvidar –dijo Josh triste al ver que lo único que tenían él y Lily, su amor, había sido vulnerado, violado. -El tiempo, espero, hará que olvidéis, de nuevo os pido perdón. Ahora tomad la cinta, es vuestra intimidad y vosotros debéis de decidir lo que hacer con ella. Los dos cogieron la cinta, se miraron, y la tiraron al suelo rompiéndola en mil pedazos. De nuevo su intimidad estaba a salvo. -Bien chicos, vamos al hospital, ha llegado la hora de saber cómo está Brooke, aunque nos pese la verdad, debemos saberla y afrontarla. -Mike, su hija ingresó muy grave, no tenía casi pulso debido a la cantidad de sangre que había perdido, se estaba desangrando cuando llegamos. Inmediatamente le pusimos unos expansores de sangre y por eso había sobrevivido hasta llegar al quirófano. -¿Quiere decir que mi hija a muerto? –dijo Mike derrumbándose. -No, ha salido viva de la operación, pero aún no podemos saber si sobrevivirá, ya sabéis que las primeras cuarenta y ocho horas son cruciales. -Muchas gracias doctor, le estoy muy agradecido por salvar a mi hija Brooke de la muerte. -Es mi trabajo señor, pero aún tengo que darle una mala noticia –dijo el médico triste, sin saber cómo iba a dar la noticia. -¿Qué es lo que tengo que saber doctor? -Pues bien, su hija es fuerte y aún no sabemos cómo puede reaccionar. Todo esto son simples elucubraciones, sí, elucubraciones basadas en pruebas, pero no podemos decir que sean cien por cien fiables. -Doctor, por favor, necesito saber lo que le pasa a mi hija. -Está bien, ella ha sufrido un golpe muy fuerte en la columna, como consecuencia muchas vertebras se han desviado y otras muchas se han roto, lo más probable es que su hija no pueda volver a caminar… -No, no, ¡no! –dijo llorando y gritándose abrazándose a Sam, que también lloraba-, Sam, ¿por qué no lo hemos podido evitar? ¿Por qué? Ahora mi hija en silla de ruedas, con lo que ella ha sido siempre, no podrá ser animadora, no podrá vivir como ella siempre lo ha hecho. -Le vuelvo a decir que todo depende de cómo evolucione su hija… aunque ella estuviera en silla de ruedas podrá hacer vida normal, no se acaba la vida en la silla de ruedas, la silla de ruedas es vivir también. -Doctor –dijo Harrison al ver que Mike no contestaba-, ahora mismo no puede asimilar todo lo que está viviendo, déjenos solos con él. -Lo que ustedes deseen –diciendo esto se fue. -Mi hija, mi hermosa hija, ahora en una silla de ruedas para siempre, ¿qué hemos hecho para esto? Nicole Julian, no descansaré hasta que te pases toda tu vida encerrada, tú le has quitado la vida a mi hija, le has enclaustrado en una silla de ruedas, pero ella puede ir con la frente bien alta, tú no, desgraciada. -Ya está Mike –dijo Sam al ver lo furioso que se había puesto-, no te enfades más, Brooke no lo querría. Deja que el tiempo pase, ya has oído lo que ha dicho el doctor, todo depende de la actitud de Brooke, sabes que ella es fuerte. Lucha por tus tres hijas, Mike, luchas por nosotras. Mike se quedó estupefacto, era la primera vez que Sam le llamaba papá, para ella siempre había sido el marido de su madre, pero ahora lo consideraba su padre. Estaban más unidos que nunca pero, a qué precio. -Harrison –dijo Josh desde la lejanía-, ¿qué le han dicho a Brooke? -Dice el médico que está estable, pero que estas cuarenta y ocho horas son cruciales, sólo nos queda esperar. Además ha dicho que posiblemente no pueda volver a caminar como consecuencia de un golpe en la columna que la va a dejar en una silla de ruedas para el

resto de sus días –después de decir esto rompió a llorar, era su amiga y nadie quiere que a su amiga le pase eso-, Josh, nada volverá a ser como antes. Nuestras vidas han dado un giro de ciento ochenta grados, ahora sólo nos queda esperar el curso de los acontecimientos. -Lo sé Harrison, pero como le he dicho a Lily antes, nos guste o no, la vida debe continuar. -Entonces, ¿te declaras culpable? –preguntó el policía. -Eso es, yo lo he hecho, yo lo tengo que pagar –dijo Nicole que se encontraba en la sala de interrogatorios. -Pues ya poco nos queda que hablar, permanecerás en el calabozo hasta que el juez diga el día en el que se va a celebrar el juicio. Tienes derecho a una llamada, ¿quieres llamar a tu madre? -No, agente, quiero llamar a Sam, la hermana de Brooke, quiero saber lo que le ha pasado. -Está bien –el policía, después de decir esto le dio el teléfono. -¿Sí? –dijo Sam afectada al otro lado del teléfono. -Sam, soy Nicole, quiero saber… -Escúchame maldita zorra, no quieras saber nada, por tu culpa mi hermana se está debatiendo entre la vida y la muerte, pero una cosa es casi segura, la has dejado en una silla de ruedas para siempre, espero que te pudras en la cárcel. El teléfono ya no tenía señal, la conversación había terminado, pero Nicole seguía con él en la mano, asustada al ver lo que había hecho, había condenado a su mejor amiga a una silla de ruedas perpetua y eso era algo a lo que ella no estaba preparada. Temblando, colgó el auricular y se quedó en silencio, hasta que el policía la llevó a su celda. Se tumbó en la cama, sin cerrar los ojos, pensando en Brooke, en su querida Brooke, sin poder quitarse de la cabeza la imagen de Brooke en silla de ruedas, una terrible realidad.

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