Ponencia Congreso 01 Allegrone

  • June 2020
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7ºCongreso Nacional de ajedrez y su didáctica FECHA: JUEVES 13 DE DICIEMBRE DE 2001 DEBATES SOBRE LA IDENTIDAD PROFESIONAL Al comienzo del año 2000 la escuela de Capacitación Docente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (CePa) me convoca para iniciar una propuesta de capacitación dirigida a los docentes de ajedrez que trabajan en las escuelas primarias de la misma jurisdicción. Todavía recuerdo aquel primer encuentro con algunas de las personas que están hoy aquí Gustavo Águila, Jorge Berguier, Daniel Justel, era una conversación muy particular, yo dudaba acerca de sí estaba preparada para encarar este proyecto por no saber jugar al ajedrez, y esta misma razón que para mí era un problema para ellos, los coordinadores era un elemento favorecedor y positivo. Ellos siguen siendo coherentes con sus convicciones y me invitan hoy a compartir esta mesa con otros colegas, les confieso que todavía no he aprendido a jugar al ajedrez. Pero más allá de la anécdota celebro este encuentro y agradezco a los organizadores esta inclusión. Entiendo que uno de los propósitos de este congreso es entre otros abrir un debate acerca de la identidad profesional de los docentes de ajedrez. Pensaba que la palabra debate alude a confrontación, a contraste, a discusión colectiva, y por qué no a dejarse apasionar por las ideas propias y ajenas, por eso quisiera que lo relevante no fueran mis reflexiones en sí mismas sino aquello que las mismas despierta en ustedes y que acerca de eso pudiéramos conversar luego. Cabe señalar que el debate es acerca de la identidad profesional. Ana Quiroga dice que en estos tiempos luchar por la identidad, por la libertad de crear y gestar nuestro propio camino como sociedad, es mucho más que un episodio, es un desafío cotidiano”. Se parte de la idea de que la identidad se construye en un hacer de todos los días, que nos involucra como seres individuales, integrantes de un colectivo grupal y también formando parte de una cultura social. Los profesores de ajedrez construyen su identidad en un espacio de juego. Uno y otro jugador son rivales lúdicos y se entrelazan configurando en el tablero un habitat, metafóricamente hablando, en el que ambos quedan incluidos. En tiempos como los actuales en los que se ve vulnerada la identidad, acechada por las vivencias de riesgo, de exclusión, de inestabilidad, de desamparo, el juego ofrece un espacio transicional como diría Winnicot donde el placer es posible, donde el encuentro con el otro es un hecho real y tangible, donde se gana, se pierde, y se transita una zona diferente, azarosa, creativa, con reglas, pero en la cual es preciso creer en la ficción que se construye de a dos.¿Qué escena se arma en el tablero?, es una escena que nos permite transitar por el límite entre la realidad y la fantasía,”si no te crees que esta ficha es un caballo de verdad no podés jugar”, me diría un joven

maestro de ajedrez, aquí la rivalidad es lúdica, y la seriedad la pone el juego, porque como dice Fontanarrosa jugar es cosa seria. Algunos de ustedes decían en las clases compartidas el año pasado que el tablero es como una maqueta para la toma de decisiones y señalaban la importancia de la enseñanza de este juego en las escuelas como una herramienta para que los alumnos ejercitaran su libertad, aprendieran a pensar desde el lugar del “otro” el contrincante, un lugar donde aprender a evaluar riesgos y consecuencias de cada jugada y tomarlas como decisiones propias. El ajedrez es un juego que abre zonas de democratización de los vínculos, niños con adultos, ancianos con niños, personas que hablan distintos idiomas, con aptitudes físicas distintas, chicos y grandes, todos pueden jugar. Sería interesante seguir desarrollando en estos jugadores-maestros, una actitud comunicativa abierta, disponible para escuchar más que para oir, lista para desentrañar en la comunicación con los niños y los jóvenes aquello que a veces no se puede decir. El ajedrez se juega muchas veces en silencio, sin embargo cuánto contenido tiene ese momento para cada jugador. La situación de enseñar cualquier saber, pone en movimiento temores, ganas, aptitudes, y a esto se le suma en este caso en particular, el deseo de ganar, la presión por el resultado, es importante entonces fortalecer en la identidad docente la capacidad de espera por los distintos ritmos, los distintos tiempos para aprender que se observan en los chicos y jóvenes, que a veces resulta invalidada por la ansiedad que el mismo juego produce, por esto es bueno entrenarse para esperar el momento de lucidez de los chicos, y el nuestro propio, y es bueno también poder aceptar nuestros momentos de obstáculo, de bloqueo, de retroceso. El docente habilita una zona de confianza, enseña desde la convicción de que el otro va a aprender. Esto no se logra de la noche a la mañana, son procesos que hacen a la construcción del rol docente y de por sí son inacabados, porque como cada situación que se da en el aula es distinta e irrepetible, de nada valen las generalizaciones. Por lo anteriormente señalado adhiero a la idea de que cualquier proyecto de capacitación que se encare destinado a estos docentes tiene que formar parte de un plan o programa integral, que suponga apartarse de las ofertas aisladas o fragmentadas, tipo cursillo cerrado en sí mismo. Pienso que la capacitación tiene que ser considerada como formación profesional, lo que implica que esté diseñada teniendo en cuenta la simultaneidad de distintos procesos (aproximación a los marcos teóricos propios de la formación docente general, puesta a prueba y confrontación en la práctica áulica, profundización de los conceptos relevantes trabajados grupalmente, generación de nuevas estrategias de intervención a partir de lo producido en el espacio de capacitación). Sostengo que un modelo de formación docente continua tiene que considerar entre sus objetivos el hecho de que los protagonistas son integrantes de un grupo humano, que tienen una tarea en común “enseñar a jugar al ajedrez”, pero como grupo tiene que vivir las vicisitudes propias de cualquier conjunto de personas que inicia un itinerario de aprendizaje, esto supone vivenciar la pertenencia, fortalecer los vínculos, co-construir una historia grupal sobre la base de la interacción de todos sus miembros.

La capacitación docente es un trabajo de formación colectiva constante, lograda en el espacio de interacción de los formadores con los docentes en ejercicio, espacio que se debe lograr a través de un modelo de desarrollo profesional y no simplemente como una táctica para suplir carencias, como afirma Gimeno Sacristán.

María del Carmen Allegrone

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