Poemario Desde La Barrera

  • May 2020
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DESDE LA BARRERA Poemario Luis Enrique Alvizuri

Desde La Barrera reúne un conjunto de poemas surgidos a raíz de un viaje de casi dos años en los cuales Luis Enrique Alvizuri experimentó una vida de trotamundo de la que no pensaba regresar. Son este tipo de vivencias las que muchas veces motivan e inspiran, y en esta obra lo que se refleja es una honda reflexión sobre distintos aspectos del hombre actual, principalmente su lado oscuro y más doloroso. Entre estos cuestionamientos a la vida contemporánea están también los que él hace a los lugares que visita, notándose una visión un tanto dura pero que no deja de ser sincera. Sin embargo, la expresión final es de deseo de cambio y de esperanza por lograr una existencia mejor. El título del libro surge de un lugar significativo para él pues fue donde comenzó su periplo; se trata de una casa frente a un idílico campo de cultivo ubicada en una zona llamada La Barrera en el pueblo de Corire, del hermoso y fértil valle de Majes en Arequipa, al sur del Perú. En estos bellos parajes viven nobles y gentiles familias como los Picardo y Cateriano, a quienes el autor les guarda una sincera gratitud y les rinde, tanto a ellas como a todos los habitantes del lugar, un sentido homenaje a través de esta obra. Luis Enrique Alvizuri García-Naranjo (Lima, 1955). Con estudios en Sicología en la Universidad Ricardo Palma y Comunicaciones en la Universidad de Lima. Es Consultor e Investigador en Comunicaciones. Ha sido profesor de creatividad, articulista y comentarista en programas radiales, Director Creativo de diversas empresas publicitarias, dibujante, locutor profesional y periodista de radio y televisión. Asimismo es inventor de materiales educativos para Educación Inicial y de diversos juegos de mesa, así como compositor e intérprete de canciones con varias producciones grabadas. Es autor del poemario El cancionero del presbítero y de los ensayos Andinia: la resurgencia de las naciones andinas y Hacia un nuevo mundo. Actualmente es miembro del Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración de América Latina.

© 2004 Fondo editorial del Instituto de Investigación para la Paz Cultura e Integración de América Latina, Lima (Perú). © 2004 CD ROM. Producido por LEA. Hecho en Perú. Primera edición 2004. Printed in Perú. [email protected] ÍNDICE Quisiera Problemas Nuevo Perú Parábola de las manzanas Mundo perfecto Rezar y trabajar Los buenos La ciencia Amor a sí mismo

Más sobre el amor a sí mismo Médicos Defectos El sufrimiento Nómadas El hombre infeliz Cuerpo Máquinas Respuesta Mi país

Modernidad Derrotas Ternura Empresarios Cusco Puno Juliaca Final

QUISIERA

Quisiera ser un hombre completo que no solo tenga el cuerpo entero y sano, una inteligencia clara y despierta, una cultura amplia y desarrollada y una buena cuenta bancaria. Quisiera ser un hombre que también tenga corazón, alma, espíritu. Porque sin ellos solo soy un individuo, un ciudadano, un empleado, un grupo objetivo, un consumidor, un tarjetahabiente, un civil, un simpatizante, un poblador, un indocumentado. Sin ellos solo soy lo que soy y lo que soy es un engaño un remedo de hombre. Soy un insensible, un cobarde, uno que le teme a la muerte, a la autoridad, al qué dirán, al desprestigio, al deshonor. Por eso quisiera tener un corazón para ser un hombre completo. Quisiera indignarme ante tanta miseria. Quisiera reír y llorar cuando deba hacerlo. Quisiera tener piedad, cariño, ternura en vez de indiferencia, silencio y desprecio. Y si algún día tuviera corazón quisiera entonces ser valiente y honesto. Quisiera ser fuerte ante los hipócritas, apiadarme de los débiles y de los enfermos, tener compasión y respeto por la vida y no despreciar la pobreza. Y si esto pudiera ser entonces quisiera que mi país, mi nación, no fuera una nación de cobardes y miserables. Que los jóvenes no sean viejos sin esperanza. Que los viejos no sean una carga inservible. Que los adultos dejen de ser tontos útiles.

Luis Enrique Alvizuri

Quisiera entonces que mi pueblo despertara. Que recordara que somos hombres y no títeres, que somos tan seres humanos como los actuales amos del mundo. Que también tenemos derecho, obligación, de ponernos de pie, con los huesos puestos, y decir ¡ya basta! a los que deciden por nosotros. Quisiera que de una vez seamos dueños de nuestro país. Que no haya malnacidos ignorantes que lo regalen todo al mejor postor. Quisiera que dejáramos de encogernos de hombros cuando los fariseos con traje intentan que creamos sus mentiras. Quisiera que todos y cada uno de nosotros seamos Túpac Amarus que sepamos entregar la vida por causas nobles y justas y no dejarnos morir como perros en un asilo. Quisiera por fin, ser dueño de mi vida y que mis hermanos sean dueños de sus vidas y que sepamos tener el coraje de que siendo ricos arriesguemos nuestra riqueza; que siendo pobres arriesguemos nuestra pobreza; y que todos juntos pongamos, por encima de todo, nuestro derecho a vivir libres y con autonomía aunque eso no les guste a los teóricos de la globalización. Pero ¡qué diablos nos importa la globalización! Lo que nos debe importar son nuestros intereses y no los de nuestros vecinos. Solo así entonces quisiera ser hombre de verdad. Y en ese momento querré, se los aseguro, ser andino, peruano, con toda mi inteligencia, con todo mi corazón y con todo mi orgullo. Eso quisiera, eso querré, eso quiero.

PROBLEMAS

Luis Enrique Alvizuri

Muchas veces vivimos problemas inútiles que no deberíamos vivir. Muchas veces la solución a todos nuestros problemas es renunciar a ellos, no cargando más responsabilidades ni bultos que nos produzcan un mínimo de insatisfacción o disgusto: llevar solo el peso de aquello que nos agrada, vivir la vida chupando solo la miel. Ningún animal o ser vivo hace algo motivado por lo desagradable ni por aquello que sabe que le hace daño o lo vuelve infeliz.

PARÁBOLA DE LAS MANZANAS

Había una vez un hombre codicioso que quería vender un costal de manzanas podridas. Entonces metió dentro de él las manzanas de la paz, del amor, de la libertad, de la justicia, de la igualdad, de la lealtad, de la sinceridad, de la amistad. ¡Qué buen vendedor ese vendedor!

Luis Enrique Alvizuri

MUNDO PERFECTO

El mundo, la naturaleza, el universo, son perfectos. Nada les falta ni les sobra. Han sido y serán así por siempre. Ellos no necesitan de nosotros, ni de nuestro conocimiento para ser lo que son. Ni el corazón, ni los pulmones, ni las células, ni el sol, necesitan del hombre para existir. Nosotros sí. Porque nosotros somos obra de ellos. Somos hijos de esta naturaleza. Mirándola entenderemos todo lo que hay que saber realmente. Entenderemos lo natural y sencillo que es vivir y morir.

Luis Enrique Alvizuri

REZAR Y TRABAJAR

Luis Enrique Alvizuri

La cultura anglosajona, la dueña del mundo desde hace cuatro siglos, ha condenado a la humanidad a dos cosas: rezar y trabajar, trabajar y rezar. Trabajar, porque esa es la forma cómo ellos satisfacen la codicia y el ansia de poder que los tiene dominados. Rezar, porque saben que el hombre que reza habla solo, consigo mismo; monologa, en la creencia que “alguien” lo escucha y le responde. Eso impide el diálogo con otros evitando así el peligro del intercambio de ideas, de inquietudes, de sueños, de errores, de frustraciones, de soledades. Divide y vencerás. Culto al dios trabajo. Culto al individualismo que habla solo con un dios privado, particular, donde hasta la mente más torcida jura que habla con Dios, con “su” Dios. Resultados: el hombre vive para trabajar, no para vivir. El hombre está solo, porque no habla ni dialoga de lo que pasa en su vida interior con nadie más que consigo mismo, al cual él llama “hablar con Dios”. He ahí nuestros males. Busquemos nuestros remedios.

LOS BUENOS

Luis Enrique Alvizuri

Tú, hombre. Tú, mujer. Te quejas porque siendo bueno vives rodeado de gente mala, perversa, ruin. Dices que este mundo no es para gente como tú que sí cumple y no hace mal a nadie. Pero yo veo que a pesar de tus lamentos por miles de razones, sigues viviendo entre los malos: comes con ellos, duermes con ellos, haces negocios y hasta compartes las mismas pasiones y diversiones. Entonces me pregunto: si no has huido ya de las ciudades, donde hoy se concentra toda la maldad que existe, ¿qué haces entonces? Porque solo hay dos motivos para que todavía convivas y soportes alegremente a estos demonios: o bien eres un maestro iluminado, cuya tarea es redimir pecadores y para eso debes estar con ellos y participar de todas sus miserias; o bien tú eres en verdad uno de ellos pero te engañas a ti mismo haciéndote creer que no formas parte de este mundo corrompido. Cada quien vive en el lugar donde realmente se siente cómodo ¿no?

LA CIENCIA

Luis Enrique Alvizuri

La ciencia, en última instancia, no es otra cosa que nuestra curiosidad. Es abrir el juguete para ver qué es lo que hay adentro. Pero hay quien la ha convertido en un dios, en una religión, en un becerro de oro y se ha puesto a adorarla, a considerar santa su palabra. No puede ser santo algo que provenga de los hombres. Solo es santo aquello que viene de fuera de él, de un espíritu, de Dios, de los dioses. Sin embargo Dios es la ciencia, dicen algunos. Y la ciencia dice: mi regla no está hecha para medir las esferas. Por lo tanto no hay pruebas de que las esferas existan. También la ciencia dice: mi regla no está hecha para medir los espíritus. Por lo tanto no hay pruebas de que los espíritus existan.

AMOR A SÍ MISMO

Luis Enrique Alvizuri

No conocemos lo que es amarnos a nosotros mismos y hay quienes pretendemos amar a los demás. Solo los espíritus sanos lo pueden hacer y de estos hay tan pocos que casi nadie los conoce. Amarse a sí mismo es no depender de nadie ni de nada. Es la unión de la mente con el cuerpo, de la palabra con la obra. Es saber dirigir los pasos solo hacia aquello que sabemos que nos conviene, que nos hace sanos, fuertes e independientes. Es no admitir autoridad de ningún tipo ninguna ley, ninguna pasión o voluntad ajena. Es ser uno mismo su propio amo y señor sin depender de ninguna otra persona, sea padre, sea hijo, y menos de ningún objeto. Es poseer solamente lo único que uno puede poseer: a sí mismo. Es, finalmente, no mover un dedo por nada ni por nadie que no sea para beneficio de nosotros mismos. Solo cuando llegamos a ese estado de poder, de salud, de fuerza, nos volvemos temibles e invencibles. A partir de ese momento recién estamos en condiciones de amar a otro. Mientras tanto, no somos más que títeres, papeles al viento, piltrafas humanas que solo hacen aquello que no quieren, no desean, ni pueden; y que no se merecen el más mínimo respeto.

MÁS SOBRE EL AMOR A SÍ MISMO

Luis Enrique Alvizuri

Cuando uno verdaderamente se ama a sí mismo busca siempre el mejor alimento para su cuerpo, el lugar físico más adecuado para su salud, la compañía más agradable y simpática que pueda haber, los placeres más exquisitos que se conozcan, la forma de vida más fácil, alegre y divertida que se pueda desempeñar, los objetos más útiles, prácticos y sencillos que, sin ningún problema, se pueda obtener. Cuando uno no se ama a sí mismo se alimenta de lo que sea, vive donde puede, se junta con quienes encuentra, ignora lo que a su cuerpo y a su alma le dan más placer, se desempeña como animal de carga o como sirviente del primero que le ofrece más dinero, se llena de cosas difíciles de obtener y con las cuales podrá estar muy poco tiempo. El que no se ama a sí mismo es tan solo un peón de ajedrez.

MÉDICOS

Luis Enrique Alvizuri

Los falsos médicos ven la gravedad de la herida y dicen: póngase una venda, tome esta pastilla, siga esta dieta, haga éste ejercicio o léase éste libro. Y el paciente esperanzado les sonríe. El verdadero médico ordena sin dudar: ampútese inmediatamente, con lo cual el paciente llora, gime y acusa al médico de incapaz. Lo mismo pasa con las religiones, sectas, maestros, gurús, guías y eminencias que existen hoy en día. Engañan a los enfermos para que estos los aplaudan y les den su dinero. En cambio los pocos que saben lo que pasa y conocen el remedio son echados de las ciudades como perros entre burlas e insultos y peticiones de muerte.

DEFECTOS

Si no conocemos nuestros defectos nunca vamos a poder corregirlos. Si no conocemos nuestras enfermedades nunca sabremos qué tipo de cura necesitamos. Nos pasamos la vida esperando que venga alguien, sobretodo de afuera, para que sea él quien nos ponga la mesa servida. En esta esperanza hemos descartado, por completo, el uso de nuestra propia inteligencia y el buscar por nosotros mismos la salida. Pues bien, si realmente deseamos hallar soluciones tendremos que recurrir a una nueva terapia que nos haga ver, en primer lugar, cuál es la enfermedad que nos aqueja. El deber del médico del alma será decirle, aunque al paciente no le agrade, y monte en cólera cuando lo escuche, cómo es exactamente ese mal que lo consume y le entristece la vida.

Luis Enrique Alvizuri

EL SUFRIMIENTO

Hoy el hombre “sufre” para adaptarse al mundo, a la vida moderna. Sufre para poder vivir, para poder ser aceptado. Sufre por él mismo y sufre por los demás. Es entonces que piensa que la vida es “sufrimiento” y ha hecho de ello una forma de ser y una creencia. Piensa que todo tiene que venir a costa de un dolor. Por último piensa que la felicidad solo llegará después de un martirio o de la muerte. La felicidad no es un derecho: es una obligación. El que no busca la felicidad, incluso renunciando a adaptarse al mundo, va contra la naturaleza: peca.

Luis Enrique Alvizuri

NÓMADAS

Luis Enrique Alvizuri

Tal vez ha llegado el momento de empezar a caminar. De salir de las ciudades y vivir en los caminos. De ir cambiando de paisajes, de climas, de situaciones, de sensaciones, y no llevar encima más que lo absolutamente necesario dejando atrás, y para siempre, los conceptos de territorio, de propiedad, de frontera de posesión ilimitada y de abismos de diferencias entre los hombres. En los caminos, en el andar, nos daremos cuenta que el mundo es más ancho y más ajeno de lo que imaginábamos; que él nos ofrece más estímulos para superar y más recompensas que recibir. Así todo el concepto de nuestra vida cambiará. Seremos nuevamente errantes, trotamundos, pero con una cultura, un conocimiento y una tecnología en nuestra memoria como jamás se ha visto en pueblo nómada alguno. Seremos, tal vez, los nómadas sabios. Los que con solo sus manos aplicarán la sabiduría de miles de años.

EL HOMBRE INFELIZ

Era un hermoso día. Las aves cantaban, el sol brillaba en lo alto, el cielo estaba despejado, las flores mostraban sus pétalos multicolores, las aguas transcurrían cristalinas por los ríos... Era un hermoso día pero para ese hombre no existía. Era un hermoso día pero para ese hombre no existía.

Luis Enrique Alvizuri

CUERPO

Me han prestado un cuerpo un cuerpo completo con sus manos sus pies su cabeza y su tronco. Es un cuerpo humano. Está sano y está fuerte. Cuando lo toco lo siento con él hablo con él como con él pienso y me muevo. Me causa dolores y me produce placeres y no lo puedo evitar. Se estira y crece y se va poniendo viejo. Veo cómo se arruga día a día y cómo pierde su fuerza. Y me da pena porque me gustaba. Pero ya tengo que devolverlo me lo están pidiendo y, ahora que me acuerdo, no me pertenecía. Pero ¡cómo es la vida! Nos encariñamos con él y nos cuesta reintegrarlo. Hubiéramos querido más tiempo para usarlo pero eso nunca es posible. Es prestado.

Luis Enrique Alvizuri

MÁQUINAS

Cae un avión falla humana las máquinas no pueden fallar son infalibles. Solo el hombre yerra se equivoca peca tropieza mil veces con la misma piedra. Sin embargo la máquina es perfecta porque no es humana por eso el hombre la adora como a un dios un nuevo dios que le da todo aunque también lo mata, Por eso es dios. Y es que el hombre necesita creer algo confiar en algo que esté más allá de sus fuerzas. Necesita un gigante necesita un tirano para arrodillarse y pedirle la vida o pedirle la muerte. Y la máquina es ahora ese nuevo padre ese rey del Olimpo todopoderoso nuestro origen nuestro fin.

Luis Enrique Alvizuri

RESPUESTA

Primero querían saber si Dios existía y se pasaron miles de años desesperados buscando la respuesta. Dedicaban todo su esfuerzo toda su ciencia pero era inútil pues no daban con ella. Imploraban al cielo suplicantes: - Dios, Dios nuestro termina por favor con este sufrimiento. Tus criaturas te ruegan, te piden llorosas, que se haga la luz, que se aclaren las sombras, que ya es mucho el tiempo viviendo entre dudas. Y Dios, finalmente, oyendo sus ruegos, mostrose ante ellos diciendo: -sí, existo. Pasado el momento de la primera sorpresa los hombres sintieron un orgullo inmenso. Y al verse elegidos y privilegiados quisieron también conocer más misterios. Y cuando supieron después procedieron a hacer muchas críticas y observaciones. - Raza de Luciferes- dijo Dios. Y volvió nuevamente a enredarle las lenguas.

Luis Enrique Alvizuri

MI PAÍS

Mi país, el país que yo amo, es un país de pacotilla. Y pacotilla significa poca cosa. Así es mi país. Y el conquistador, el violador, le puso un extraño nombre: Perú el cual no se sabe qué significa y eso es el fiel retrato de mi país, el Perú. Y este mi país, la violada, es enfermizo y delirante famélico y desnutrido aplastado por miles de piedras de doce ángulos, de quinientos ángulos durante siglos, durante toneladas de siglos. Y donde posas la mirada un resplandor de dolor de abandono y soledad te mastica la vista, como si miraras al sol, al antiguo sol. (Que hoy solo es una lámpara de millones de kilovatios que solo sirve para iluminar el trabajo del hombre moderno: el hombre que compra el hombre que vende el hombre que vive el hombre que muere).

Luis Enrique Alvizuri

MODERNIDAD

La modernidad es una fantasía creada por los comerciantes para venderle a los cholos todas sus chucherías. Y los cholos con su inocencia campesina caen como tontos como cuando le creían al patrón todas sus mentiras. Y junto con la modernidad vienen las lucesitas los muñequitos que bailan las pantallitas que brillan los juguetitos que suenan y los gobernantes que prometen. Que con ellos el Perú será una nueva Suiza con todo el país asfaltado todos subidos en autos nadie será campesino todos con computadora. Y la chusma, hambrienta, humillada y crédula, soñará con ser blanca soñará con ser blanca soñará con ser blanca y con dejar de ser chola. Y comprará, comprará, comprará y odiará su pasado y amará su futuro futuro de tecnología que la pondrá a la altura de las sociedades desarrolladas de los hombres civilizados.

Luis Enrique Alvizuri

DERROTAS

En el país que me dio la vida, mi Madre, la derrota es muy importante tanto como la traición. Porque sin ella no habrían héroes ni mártires a quienes venerar. No habrían feriados cívico-nacionales. Y los militares no tendrían motivo para poder desfilar. Y los escolares, pobrecitos, no saldrían marchando con sus banderitas con sus zapatitos y sus retratos mal hechos por la calles de mi distrito. Nosotros no debemos ganar porque si ganáramos no sabríamos qué hacer con nuestra alma; nos desconoceríamos. Y dudaríamos si somos o no somos quienes somos. Por eso, por nuestra tranquilidad, preferimos perder porque mientras perdamos seguiremos siendo quienes somos y no dudaremos ante el espejo de que la cara que estamos viendo es efectivamente nuestro rostro.

Luis Enrique Alvizuri

TERNURA

La ternura que se profesa en mi país es rayana con el fanatismo. Ni la fruta más dulce sabe mejor que el afecto que circula por las venas de los peruanos. Es un amor universal no solo a los hombres sino hasta a las cosas mezcla de animismo y humanismo que solo se aprende cuando aquí se vive en el suelo del Perú. Y las manos maternas siempre son aladas sobre protectoras y complacientes. Nadie puede quedarse sin su cuota de ternura sin su pedazo de amor ni los perros ni los gatos ni las ollas ni el carnero ni la hora ni la casa ni tampoco los zapatos viejos ( mauca zapatu). Pobrecito mi país tanto que allí se quiere tanto que allí se siente tanto para que nada; para que tu corazón sea aplastado hasta por tus mismos dioses. Pobre de la mejilla de mi pobre Perú.

Luis Enrique Alvizuri

EMPRESARIOS

Pequeño, peruano temeroso, disfrazado. Así es nuestro empresario. Se desliza entre las sombras ocultando sus vilezas inocente, según él de su amor por la riqueza. No lo acusan no lo insultan pero lleva en su conciencia algo extraño que no encaja con la gente que lo observa. Mas su culpa es absurda pues el mundo es de los ricos no de aquellos que se arrastran. Un país que se arrodilla y que vive de miserias tiene seres que no entienden el por qué de sus tragedias. Y él se mueve sin saberlo como pez fuera del agua esperando que algún día le perdonen sus pobrezas.

Luis Enrique Alvizuri

CUSCO

El cusqueño es el guardián de un cementerio y dice que es el heredero de quienes lo construyeron. Pero la verdad es otra: es el hijo del sirviente, del español, que ahora funge de ser descendiente de los mismos incas lo cual no es cierto pues no quedó uno vivo para lamerle los pies a Francisco Pizarro. Y los que hoy viven en Cusco viven lamiéndole los pies de los nuevos Pizarros: gringos, rubios. Y extienden su mano como mendigos y le dicen: mister guimi a dólar. Y eso es el Cusco: un pobre mendigo que se arrastra con sus harapos que se arrastra con su bajeza porque escogió ser sirviente. Y ese es su destino: bajarse los pantalones no importa ante quién y no importa el cómo. No te engañes Cusco estás muerto en vida.

Luis Enrique Alvizuri

PUNO

Al borde de una mesa de agua llamada Titicaca está prendida Puno. El tiempo pasa como el viento por sus mudas callejuelas por sus mudos habitantes que sentados cual Penélopes esperan a un inca que no llega. Solo surgen del lago las pobres barquichuelas que llevan extranjeros a admirar la pobreza. Puno danza, el olvido danza. Alcohólicos diablos empiernadas chinas pasan y regresan como aves enjauladas mientras sopla el boliviano su brillante trombón plateado mientras suda la Mamacha blanca, fina, occidental mirando que mira hacia ningún costado hacia ninguno de los lados. Mas al final de la comparsa viene bailando el silencio haciendo mil piruetas más ágil y más rápido que todos los tuntuneros. Y sin borlas ni máscaras se queda todo el año danzando, danzando con un ritmo que contagia que nos llega hasta el fondo, hasta el fondo del alma.

Luis Enrique Alvizuri

JULIACA

Enterrada entre la tierra avergonzada Juliaca vende, Juliaca avanza. Avanza como el cáncer devorando las almas devorando la vida devorando con ansias. Allí murió la belleza la condenaron por inútil a ser aplastada en la plaza por diez volvos rojos de veinte toneladas. Así los comerciantes ya tienen el paraíso que tanto ambicionaban. Mas junto con el dinero vienen también sus parásitos: ladrones, prostitutas, corrupciones y miserias. El mundo te alaba porque has perdido el juicio pero te odias ti misma porque eres fea ante tu espejo. Nadie te quiere nadie te sueña solo te buscan como mercado. Estar contigo es oler a muerte ¿Cómo es posible que existas? Pero los ambiciosos corren como niños a chuparte las tetas que manan miel amarga que solo ellos disfrutan. Juliaca avanza el dinero danza.

Luis Enrique Alvizuri

NUEVO PERÚ

Luis Enrique Alvizuri

Ser el nuevo hombre de una nueva nación que ya no se llamará Perú. El Perú ha muerto dentro de mi. El Perú que murió es un Perú que heredó todos los males de la Colonia pero multiplicados. El Perú del hermano que explota a su hermano. El Perú del engaño, la mentira, la frustración. El Perú del mendigo sentado en un banco de oro. El Perú del traidor y del vendepatria. El Perú de los que se desprecian a sí mismos. El Perú del desorden y del caos. El Perú de la tristeza, del desengaño, de la tragedia y la desolación. Ser el nuevo hombre de una nueva nación que todavía no tiene nombre. Una nación donde habrá sitio para todas las lenguas y dioses. Donde no habrá diferencias por el color de la piel. Donde los fuertes, valientes y honestos serán los que la dirijan. Donde los hombres seremos hijos y amigos de la tierra y no sus dueños y depredadores.

FINAL

Luis Enrique Alvizuri

Si me preguntan qué es lo que en última instancia estoy tratando de decir yo lo resumiría así: El mundo es perfecto y no ha habido ni habrá nada más perfecto que él. Este ha sido desde siempre el paraíso, el cielo; el único lugar conocido donde poder vivir. Buscar algo mejor sería pretender decirle al sol que sea más sol, al blanco que sea más blanco, al agua que sea más agua. Buscar algo mejor sería insultar a la vida diciéndole: tú no eres suficiente para mí. Yo quiero algo más. Eres imperfecta, yo soy superior, por lo tanto merezco una mejor situación que la que tú me ofreces. El, el paraíso, está aquí, a nuestro lado esperándonos para darnos nuevamente el abrazo de hermandad, para recibirnos como niños pródigos que han podido ya darse cuenta que no es posible ser lo que habíamos pretendido ser: como dioses; dominar a la naturaleza, nuestra madre. Hoy, con la ciencia, nuestra pedantería ha llegado al grado más extremo: ahora sí creemos que ya conocemos y que somos los amos de la materia. Somos algo así como un administrador, como un empleado a quien se le ha confiado la custodia de ciertos bienes pero que, estúpidamente, se dice a sí mismo: yo soy el dueño de todo. Nunca podremos ser nosotros nuestro propio dios porque nunca nos lo vamos a creer. La clave es: no poseas nada y lo tendrás todo.

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