Poe Como Modernista.docx

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Baqueiro 1 Adolfo J. Baqueiro G. Dra. Sandra Garabano SPAN 5303 14 de octubre del 2018 De cuervo a cisne El modernismo es un movimiento propiamente latinoamericano que se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del XX, su mayor exponente fue el nicaragüense Rubén Darío. Una de las principales influencias del movimiento es el simbolismo francés, particularmente el poeta y crítico literario Charles Baudelaire quien es considerado uno de los iniciadores del modernismo a nivel internacional. Sin embargo, existen otros autores que con su obra sirvieron de inspiración para esta corriente, como lo fue Edgar Allan Poe, un poeta y cuentista estadounidense con quien no solamente Baudelaire se identificó, ya que incluso Darío le dedicó varias líneas en las que se puede leer una sensación de suma admiración y respeto. El presente trabajo busca analizar una de las crónicas de Rubén Darío, dedicada al autor americano, y conjugarla con diversos textos, algunos modernistas, otros de crítica y otros posteriores, para configurarlo como un personaje modernista, que servirá de ejemplo ideológico ante el movimiento. En la escritura de Darío, incluso en algún momento, Poe es comparado con la figura del cisne, un elemento de importante influencia y ejemplo para el modernismo latinoamericano, a pesar de no ubicarse dentro de la misma corriente e incluso no compartir los cánones de la estética de estos autores. Octavio Paz, en su texto Los hijos del limo afirma que el movimiento modernista se inicia cerca del año 1880, y que es contemporáneo al simbolismo francés, movimiento al que

Baqueiro 2 Baudelaire perteneció, sin embargo, esta corriente latinoamericana difiere completamente de los modernismos en lengua inglesa, ya que estos son más similares a las vanguardias francesas: El modernismo hispanoamericano es, hasta cierto punto, un equivalente del Parnaso y del simbolismo francés, de modo que no tiene nada que ver con lo que en lengua inglesa se llama modernismo. Este último designa a los movimientos literarios y artísticos que se inician en la segunda década del siglo XX; el modernismo de los críticos norteamericanas e ingleses no es sino lo que en Francia y en los países hispánicos se llama vanguardia. (Paz, 160)

Aquí es donde podemos comenzar a hablar acerca de la influencia que Baudelaire tuvo sobre el movimiento latinoamericano, ya que como autor también intentó definir el concepto de modernidad dentro de su obra. En su texto El pintor de la vida moderna define dicho concepto al decir que: “La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable.” (10). Dándole uno de los atributos característicos del movimiento que veremos en la obra de los autores latinoamericanos. Baudelaire se contempla también como parte del movimiento decadentista. “Pardo Bazán analiza en esta ocasión la personalidad de Carlos Baudelaire, a quien considera el verdadero autor decadentista, a pesar de no corresponder cronológicamente con este movimiento” (Guzmán, 173). Como tal, se puede apreciar el interés que este autor tiene en la apreciación de los excesos y las características que convierten a la vida en algo superfluo y desesperanzador. Poe será entonces el perfecto objeto de interés de Baudelaire, con una oscura vida llena de soledad, con un numeroso conjunto de infortunios para un genio que reflejará estas características en su lúgubre obra “Escrutando hondo en aquella negrura / permanecí largo rato, atónito, temeroso, /dudando, soñando sueños que ningún mortal / se haya atrevido jamás a soñar.” (Poe, 330).

Baqueiro 3 Esta idea me remite al discurso que emplea Sylvia Molloy con respecto a la pose, una actitud frívola que debe ser vista de manera distinta, para que el discurso que surge alrededor de este poeta pueda cambiar y ser apreciado de manera distinta, por su intelecto y no por la decadencia que cubre a su persona, etc: Desdeñada como frívola, ridiculizada como caricatura, o incorporada a un itinerario en el que figura como etapa inicial y necesariamente imperfecta, la pose decadentista despierta escasa simpatía. Yo quisiera proponer aquí otra lectura de esa pose: verla como gesto decisivo en la política cultural de la Hispanoamérica de fines del XIX su biografía, la oscuridad. (Molloy, 2)

El interés de Baudelaire por la figura de Poe es señalando por Paz quien considera que el primero se traduce a sí mismo en el trabajo del autor norteamericano, y lo reconoce como un poeta europeo extraviado en la democracia americana, misma que señala como un mundo moderno, no por sus avances tecnológicos sino por la forma en que culturalmente “se aleja de la idea del pecado original”, está última frase citada por Paz de Mi corazón al desnudo, un cuaderno de anotaciones del poeta francés, que se publicó de manera póstuma, para referenciar a la religiosidad “Lo que distingue a nuestra modernidad de las de otras épocas no es la celebración de lo nuevo y sorprendente, aunque también eso cuente, sino el ser una ruptura: crítica del pasado inmediato, interrupción de la continuidad. El arte moderno no sólo es el hijo de la edad crítica sino que también es el crítico de sí mismo” (Paz, 129 – 130). Esta misma modernidad que se señala en Los hijos del limo, es la que mostrará Darío en la ciudad de Nueva York dentro de la crónica que dedica a Poe, que se incluye originalmente en Los Raros, el texto es un capítulo donde antes de abordar la representación del autor americano, inicia hablando de la metrópoli, posiblemente la ciudad más representativa de ese país, y en el

Baqueiro 4 trabajo describe los momentos previos a su arribo a la ciudad, a bordo de un barco de vapor, junto con las primeras impresiones que le ocasionará la ciudad. Darío comienza la narración de la crónica situándose a sí mismo a bordo del barco y menciona a los pasajeros que se encuentran en él, para describir detalladamente a cada uno, como si fueran los miembros de un pintoresco equipo que representaría al país que lo recibía en ese momento. era la primera vez que visitaba los Estados Unidos, y en su discurso se aprecia la extrañeza que siente por la gente de su alrededor: Sobre cubierta se agrupan los pasajeros: el comerciante de gruesa panza, congestionado como un pavo, con encorvadas narices israelitas; el clergyman huesoso, enfundado en su largo levitón negro, cubierto en su ancho sombrero de fieltro, y en la mano una pequeña Biblia; la muchacha que usa gorra de jockey y que durante toda la travesía ha cantado con voz fonográfica, al son de un banjo; el joven robusto, lampiño como un bebé, y que, aficionado al box, tiene los puños de tal modo, que bien pudiera desquijarar un rinoceronte de un solo impulso... (Darío, 44)

Darío presta atención a uno de los mayores símbolos del mundo moderno para su tiempo, la estatua de la libertad. En ese momento el relato se transforma y las descripciones son tan vividas que le dan la impresión al lector de ubicarse a las faldas de la estatua, monumento que alaba por su majestuosidad como un ícono a los valores del país: Luego, levantando sobre su cabeza la antorcha simbólica, queda a un lado la gigantesca Madona de la Libertad, que tiene por peana un islote. De mi alma brota entonces la salutación: A ti, prolífica, enorme dominadora. A ti, Nuestra Señora de la Libertad. A ti, cuyas mamas de bronce alimentan un sinnúmero de almas y corazones. A ti, que te alzas solitaria y magnífica sobre tu isla, levantando la divina antorcha. (Darío, 44)

Después de un breve recorrido por la simbología del patriotismo norteamericano se enfoca en mostrar la impresión que le causa la geografía de la isla, señalándola como el centro de un

Baqueiro 5 conjunto de territorios más pequeños que se unen a Manhattan por ser el principal, y señala esto como tan impresionante y bello que incluso la puede comparar con París: Se cree oír la voz de New York, el eco de un vasto soliloquio de cifras. ¡Cuán distinta de la voz de París, cuando uno cree escucharla, al acercarse, halagadora como una canción de amor, de poesía y de juventud! Sobre el suelo de Manhattan parece que va a verse surgir de pronto un colosal Tío Samuel, que llama a los pueblos todos a una inaudita venduta, y que el martillo del vendutero cae sobre cúpulas y techumbres produciendo un ensordecedor trueno metálico. (Darío, 45)

Es bueno destacar en este punto del análisis, que reconocer la magnificencia de la Estatua de la libertad, se puede interpretar en función de que el monumento fue un regalo del gobierno francés en 1886, para conmemorar los cien años de la independencia norteamericana, y como tal incluso puede entenderse como un símbolo similar a lo que representa la torre Eiffel en Paris, el principal símbolo de Francia frente al principal símbolo de Nueva York.

Después de hablar de la estatua, el autor se centra en Poe y dice que “La influencia de Poe en el arte universal ha sido suficientemente honda y transcendente para que su nombre y su obra no sean a la continua recordados. Desde su muerte acá, no hay año casi en que, ya en el libro o en la revista, no se ocupen del excelso poeta americano, críticos, ensayistas y poetas” (Darío, 49 – 50). Poe se convierte entonces en el centro del discurso de Darío, pero no por su obra intelectual, sino por el escritor, un personaje humano que vivió su vida entre la tortuosidad y el cosmopolitismo, y que al morir fue juzgado socialmente para tratar de definir las razones de su misterioso deceso. En su crónica, Darío lo denomina como un “Cisne inmaculado”, una figura recurrente en la poética del nicaragüense, y que hace referencia a la musa, la inspiración o la redención del género poético, y que en este caso se está empleando junto con un adjetivo, “inmaculado”.

Baqueiro 6 Entonces, Edgar Allan Poe, el “cisne inmaculado” será enaltecido como una figura de inspiración para y por Darío, desde una perspectiva poética y claramente modernista al ser identificado con el símbolo mismo del movimiento. El autor americano que pertenece a la metrópoli, una ciudad tan importante, grande y moderna que puede ser comparada con la capital francesa, será entonces considerado como un ciudadano de la modernidad. Si bien, Poe no nació en Nueva York vivió ahí durante algún tiempo, al igual que en otras ciudades de los Estados Unidos, sin embargo, la imagen de esta ciudad funcionará como una representación nacional americana, y por lo tanto para fines prácticos, será lo mismo que Edgar Allan Poe sea el representante americano a que sea el Neoyorquino, más por que a los ojos de Baudelaire y Darío, este autor no forma parte del imaginario que le corresponde. Sin embargo, el interés que Darío muestra en Poe es independiente e incluso diferente al que Baudelaire siente, ya que, de acuerdo a lo expresado en sus textos, el modernista muestra empatía y admiración debido a que el escritor neoyorquino es un hombre de la urbe, un hombre moderno, perteneciente a la ciudad que se encuentra en boga, se reconoce su obra, sus cuentos y poesías, sin embargo, es su persona la que genera el mayor interés. Esto no excluye el hecho de que Darío se identifique con Poe como lo hace Baudelaire, pues también realiza una declaración de ser seguidor del mito de Poe, a través del recurso de la identificación, para llegar a ello utiliza la construcción de un catálogo de mujeres relacionadas con el autor americano, mismo que se encuentra en la crónica dedicada a este poeta y que cierra de la siguiente manera: Así tú para mí, en medio de los martirios de la vida, me refrescas y alientas con el aire de tus alas, porque si partiste en tu forma humana al viaje sin retorno, siento la venida de tu ser inmortal, cuando las fuerzas me faltan o cuando el dolor tiende hacia mí el negro arco. Entonces, Alma, Stella, oigo sonar cerca de mí el oro invisible de tu escudo angélico. Tu nombre luminoso

Baqueiro 7 y simbólico surge en el cielo de mis noches como un incomparable guía, y por tu claridad inefable llevo el incienso y la mirra a la cuna de la eterna Esperanza. (Darío, 49)

Este fragmento cuenta con la peculiaridad e importancia de ser una mención de la propia esposa del nicaragüense, fallecida meses antes de la publicación del texto, como lo indica Rodrigo Javier Ceresani a pie de página en su obra Crónicas Viajeras derroteros de una poética, En Los raros se le refiere a Poe como un tipo subestimado, un intelectual que se ha visto como inofensivo desde siempre, pero al mismo tiempo que lo muestra desde esta perspectiva lo enaltece por su intelecto: Poe, como un Ariel hecho hombre, diríase que ha pasado su vida bajo el flotante influjo de un extraño misterio. Nacido en un país de vida práctica y material, la influencia del medio obra en él, al contrario. De un país de cálculo brota imaginación tan estupenda. El don mitológico parece nacer en él por lejano atavismo y vese en su poesía un claro rayo del país de sol y azul en que nacieron sus antepasados. (Darío, 50) Es claro que en esta crónica Rubén Darío mantiene su estilo poético, lo que resulta en un texto que al mismo tiempo funciona como una poesía en prosa, dada la forma en la que refiere Poe, como descendiente de la nobleza irlandesa, con orígenes en la familia Le Poer, propiamente de Arnold Le Poer, “Cinco siglos después, un descendiente del provocativo Arnoldo glorificará a su raza, erigiendo sobre el rico pedestal de la lengua inglesa, y en un nuevo mundo, el palacio de oro de sus rimas” (Darío, 50). Es en este mismo texto en el que habla de su físico como un elemento destacable del autor, digno de mencionar y completamente independiente a su producción literaria, Edgar Allan Poe no era el enclenque que vemos en las contraportadas de los libros, sino un tipo apuesto, carismático y fuerte al que hay que respetar, se habla de él cómo un modelo de construcción estética. “Poe nació con el envidiable don de la belleza corporal. De todos los retratos que he

Baqueiro 8 visto suyos, ninguno da idea de aquella especial hermosura que en descripciones han dejado muchas de las personas que le conocieron” (Darío, 51). Esta imagen es importante por que se genera la visión idealizada del físico del autor, elementos que se relacionan con su forma de actuar, como se mueve y como interactúa con la gente: Cuando entra a West Point hace notar en él un colega, Mr. Gibson, su «mirada cansada, tediosa y hastiada.» Ya en su edad viril, recuérdale el bibliófilo Gowans: «Poe tenía un exterior notablemente agradable y que predisponía en su favor: lo que las damas llamarían claramente bello.» Una persona que le oye recitar en Boston, dice: «Era la mejor realización de un poeta, en su fisonomía, aire y manera.» (Darío, 53)

Darío ya intenta dirigirse a Poe con esta intención, él no se refiere al autor norteamericano como decadentista, ni como frívolo, sino que se refleja como un ser lleno de vida, no el autor lúgubre al que se acostumbra referir. Según Paz, una de las principales características del modernismo se centra en la tradición de la ruptura, cada corriente rompe con la anterior y esta practica se ha convertido, en sí, en una tradición “La ruptura de la tradición central de Occidente provocó la aparición de muchas tradiciones; la pluralidad de tradiciones condujo a la aceptación de distintas ideas de belleza; el relativismo estético fue la justificación de la estética del cambio”. (Paz, 175) Ese relativismo estético que justifica la el cambio se podrá ver reflejado en el interés que los autores que hemos mencionado sienten por la figura de Poe, y la perspectiva que cada uno tiene del autor norteamericano, en primer plano tenemos a Baudelaire como el iniciador del movimiento modernista, exponente del simbolismo francés pero al mismo tiempo un autor decadentista que siente afición por la vida terrible que Poe lleva, al punto de identificarse con el

Baqueiro 9 y fundar la idea del mito de Poe, con la identificación de sí mismo en la obras del autor americano, mismas que se dedicará a estudiar y traducir. Por otro lado, encontramos la visión del autor que muestra Rubén Darío, al verlo como un hombre moderno, originario de un país concurrido, moderno, a la vanguardia de la tecnología y más que eso un país avanzado ideológica y culturalmente, podemos mencionar entonces que Poe se convierte en el imaginario de Darío en la personificación de lo que el movimiento modernista trata de representar: El modernismo según ya lo han expresado críticos como Federico De Onís, Henríquez Ureña, Arqueles Vela e Ivan Schulman, es una fusión de todo lo antiguo y todo lo nuevo para rechazar lo anterior y crear algo nuevo, moderno. Es por este eclecticismo que muchos críticos se niegan a listar características del movimiento. (González, 227).

Desde esta perspectiva, Poe será un grato ejemplo a seguir para el modernismo, una negación de lo anterior, la tradición de la ruptura que Paz menciona, una influencia para Baudelaire y para Darío, un escritor que despedaza el molde que establecieron sus compatriotas contemporáneos para fundarse a sí mismo como una institución distinta, que puede ser adoptada e imitada por otros autores, un nuevo punto de partida que merece ser considerado como algo único. Para concluir, Poe es “El escritor moderno norteamericano”, es considerado estéticamente compatible para los movimientos de autores como Baudelaire y Darío, quien incluso lo cataloga como un “cisne inmaculado”, dejando de lado la característica relación que normalmente se da con un cuervo, Poe no es un ave de rapiña relacionado con la oscuridad y las tinieblas, es un hombre moderno, un ejemplo a seguir, y sobre todo, un cisne majestuoso, limpio y puro que representará la separación de los estilos anteriores para instaurar un nuevo comienzo en las letras cosmopolitas y un referente importante del modernismo.

Baqueiro 10 Trabajos citados Baudelaire, Charles. El pintor de la vida moderna: la modernidad es lo transitorio, lo fugaz, lo contingente. Taurus. España: 2014. Impreso Darío, Rubén. Crónicas viajeras Derroteros de una poética. Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Ed. Rodrigo Javier Ceresani, Buenos Aires: 2013. Digital González, Alfonso. “El Art nouveau y el modernismo hispanoamericano: re lectura que apunta a una piedra angular del vanguardismoy el feminismo”. Actas XIV Congreso AIH. Vol. IV. Págs. 227 – 232. Guzmán Guzmán, María Aranzazu. “La literatura francesa decadentista, con textos inéditos de un ciclo de conferencias de Emilia Pardo Bazán”. EPOS, XXIX. 2013. págs. 165-193 Molloy, Sylvia, “La política de la pose”, Cuadernos LIRICO [En línea], 16 (2017): s.p. web. 25 nov. 2018 Paz, Octavio. “Los hijos del limo”. La Casa de la presencia. Fondo de cultura económica. México: 2003. 127 – 194. Impreso Poe, Edgar Allan. ”El cuervo”. Narraciones Extraordinarias. Editorial Dante, México: 2015. Págs. 329 – 334

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