LA VIOLENCIA EN EL NOMBRE DE DIOS Por Mijael García (Comentario Perashá Pinjás 5767) La perashá Pinjás es el caso típico de la lucha entre el bien y el mal legitimada por Dios o los dioses de acuerdo a la imagen que de ello se tenga. Para el fundamentalista, y para el integrista religioso, el hecho de que tal o cual libro sagrado diga que un acto determinado es ordenado por Dios, es bueno en sí, y siguen este ejemplo como norma religiosa; y de una lucha entre el bien y el mal, se convierte en una lucha entre los buenos y los malos. La historia nos confirma que detrás de los grandes enfrentamientos humanos hay un líder y una creencia religiosa. Pinjás nos narra el fanatismo de un hombre que asesina a sangre fría a dos personas que en ese momento cumplían con un rito religioso de la sexualidad, y el celoso, hoy podríamos usar el término fanático, los atraviesa con una lanza por el vientre a los dos, y es premiado por ello convirtiéndolo en un héroe de Dios, en paladín de la paz de un Dios único, de una religión “verdadera” en comparación con los cultos de las otras divinidades. La lucha entre los buenos y los malos no es cosa del pasado. El mundo entero pudo ver en imágenes casi en el momento en que sucedieron los hecho del 11 de septiembre del 2001, cuando el integrismo islámico envió a sus mártires a estrellarse en las Twin Towers de New York, y en otros lugares de Estados Unidos, asesinado a miles de personas inocentes en el nombre del Dios islámico Alá, el grande, el muy misericordioso. Esto fue sólo una parte de la así llamada Guerra Santa, que no es otra cosa más que la utilización política de la religión convirtiendo a la divinidad en un instrumento ideológico que sirve para legitimar la violencia y la muerte. Esta misma imagen del Dios guerrero y violento, está presente en la conquista de la tierra de Canaán, en la crítica a los dioses de los pueblos vecinos, y en las exigencias a la fidelidad a un solo Dios; fidelidad que puede romper con todos los criterios morales y humanos de aquella época y de todas las épocas hasta en la actualidad. El Tanaj no esconde al Dios violento, pues de hacerlo se daría al traste con el monoteísmo que se pretende establecer. El Dios del Tanaj es la fuente de la luz y de la oscuridad, del bien y del mal[1]. Yaveh es un guerrero[2], que no tan sólo premia la bondad humana, sino que en ocasiones la castiga[3] (Shaúl fue castigado por perdonarle la vida al rey de un pueblo enemigo a quien tenía la orden de exterminar). Que prueba la fidelidad de los inocentes y los justos (Leamos la parábola de Iyov – Job). El origen divino del bien y del mal en la práctica es complejo. Desde la perspectiva del politeísmo este se explica a través de los dioses contrapuestos: los dioses del bien, y los dioses del mal. Desde la perspectiva monoteísta vemos una postura ambigua, ambivalente: en el mismo Dios persisten tanto el bien como el mal. El Dios único es bondadoso, pero también es terrible; fuente de la paz, pero también de la violencia, de la guerra, de la venganza, nada que nos sirva para imitarle a manera de ser mejores personas, muy lejos del monoteísmo ético propuesto por algunos de los profetas. Actualmente los monoteísmos son cuestionados, pues han sido la causa específica de violencia tanto en el pasado, como en el presente. Hoy surge un nuevo politeísmo que parece buscar la paz social que tanto se necesita. Aunque con un nuevo nombre: pluralidad religiosa, ecumenismo, etcétera, esto promueve el acercamiento de las diferentes religiones y muchas de ellas han hecho trabajos conjuntos al servicio de la sociedad sin tener que tocar temas teológicos que los distancien. Sin embargo, este trabajo de acercamiento interreligioso está todavía en pañales. Para muchos líderes religiosos la paz entre religiones no es un buen negocio. Un pastor evangélico me decía: no podemos trabajar con la iglesia católica, no tanto porque sea una iglesia idólatra, pues a lo mejor también nosotros lo somos, sino porque nosotros alimentamos nuestra membresía de ahí. Un sacerdote católico tiene un dicho muy importante: católico ignorante, seguro protestante. Entonces, ahí están los que seguirán apoyando la violencia interreligiosa, pues esto les genera ganancias en sus membresías, y ganancias económicas por consecuencia. En estas situaciones, la guerra religiosa continúa.
La más dura guerra interreligiosa empieza entre los hijos de Israel y el pueblo de Amalec[4]. Una guerra que deberá durar por todas las generaciones, es decir, por siempre. Shaúl, el segundo rey de Israel le fue encomendado por el profeta Samuel ir y hacer una guerra santa contra los descendientes de aquel Amalec legendario. Shaúl le perdonó la vida al rey de aquel pueblo y a lo mejor de su ganado. Esto le costó el reinado. A Shaúl lo perdió su propia bondad. Lo relevante de esto es que estas guerras interreligiosas son las guerras de Dios[5], y bajo ese pretexto se puede derramar la sangre que sea necesaria con el fin de hacer valer la palabra y los deseos de Dios. Así tuvieron lugar las más espantosas persecuciones religiosas, entre ellas, las persecuciones de judíos en todos los tiempos y lugares donde tanto cristianos, como musulmanes estuvieron en el poder político y religioso. La inquisición, las cruzadas, las guerras mundiales, la guerra en Irlanda, la guerra palestino-israelí a cuyo frente se encuentra el integrismo islámico, la guerra en Irak, y el misionerismo silencioso norteamericano a fin de dominar política y económicamente a los países donde se llevan cruzadas evangélicas, hasta el limosnero de la calle, que pide su limosna en el nombre de Dios, a fin de manipular la conciencia religiosa de los transeúntes. Actualmente, los políticos del mundo usan el nombre de Dios en sus discursos para hacer creer a sus oyentes que ellos son personas buenas y dignas de confianza, a manera de ya no asociarlos con la mentira y la corrupción. Pero no. No todo lo que se hace en el nombre de Dios es bueno y positivo. La mayor de las veces lleva escondido un interés mezquino o una gran mentira. El nombre de Dios no siempre es una fuente de ética, de moralidad, de honradez, sino de manipulación, de extorsión, de racismo. El movimiento judío reconstruccionista está luchando por desarraigar la idea de Pueblo Escogido – Am Segulá del pueblo judío, pues esto ha sido no tan sólo mal interpretado, sino mal utilizado en contra de los no judíos, y de los judíos mismos. Para terminar, quiero decir a todos, que hay que apoyar con todas nuestras fuerzas la pluralidad religiosa que bien llevada nos podrá traer por lo menos un momento de paz en nuestra historia social y religiosa ante todo. Y para los monoteístas, propongo que hay que hacer crecer la idea de un monoteísmo ético, que si hay un solo Dios que creó el género humano a través de una sola pareja, es para hacernos entender que nadie es superior al otro, sino al contrario, un solo Dios, un solo padre, entonces, todos somos hermanos. Un teólogo alemán Hans Kung, dijo: No podrá haber paz social, en tanto no haya paz entre religiones. Tiene razón, y yo le creo y apoyo con mis hechos este postulado.
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[1]Isaías 45: 7; Amós 3: 6) [2] Exodo 15: 3 [3] 1º Samuel 15 - 19 [4] Exodo 17: 8 - 16 [5] Exodo 17: 16