Philip K. Dick - Ensayo.docx

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REALIDAD DISTORSIONADA

Diana Guadalupe Canul Cemé

A time to scream, a time for silence A time for truth against the lies A time for fate, a time for science There's a time for us to shine. Time of our live - Paul van Dyk1

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Las razones que tenemos para acercarnos a un libro o a un autor son variadas: siempre encontramos en ello, algo que nos atrapa y envuelve en ideas de lo que esperamos como lector; tal vez por lo que puede llegar a impactarnos la lectura o porque siempre hemos estado anhelando trabajar el tema. En un principio, cuando empecé a trabajar en el texto, me fue difícil encontrar las palabras para iniciar con este trabajo, pero una vez que he logrado concentrarme y fijar mis ideas, éstas, han empezado a surgir y me han llevado por un camino que parece esperanzador. La primera vez que escuché hablar de Philip K. Dick, fue en la película Blade runner, en esa escena final donde dice “basada en la novela ‘Do androids dream of electric sheep’ de Philip K. Dick”. El nombre de aquel escritor no me causó algún ruido, pero sí me dejó con enormes ganas de leer la novela. Indagué sobre el autor, el libro, la historia, y me sorprendió mucho el contraste entre ficción y las preguntas ligeramente filosóficas que se llega

1 Canción perteneciente al cuarto álbum del disk jockey alemán, Reflections del 2003. En un intento de traducción agrego: Un tiempo de gritar, un tiempo de silencio Un momento de la verdad contra la mentira Un tiempo para el destino, un tiempo para la ciencia Hay un tiempo para nosotros para brillar.

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a plantear sobre lo qué es real y cómo un androide puede llegar a ser tan humano; esto me animó un poco más y fui a buscarlo desesperadamente. Fracasé en mi primer intento, y en la segunda búsqueda lo descubrí en un anaquel, con otros libros de autores desconocidos, pero, fue hasta el tercer intento que pude leerlo. Por alguna extraña razón, el libro me causaba un cosquilleo cuando comenzaba a leerlo, no sabré decir si de gusto o desagrado, pero era insaciable y sabía que, de alguna u otra manera, lograría quitármelo si lo leía. Fue hasta el momento en el que se presentó la oportunidad para hacerlo cuando he tomado la decisión de trabajarlo y es precisamente esta novela, el parteaguas de mi ensayo. Con ella pretendo dejar en claro algunos momentos personales que marcan al autor y lo inspiran para darle forma a su personaje principal, Rick Deckard; el más importante en el desarrollo de los acontecimientos en la obra. Este personaje, que además trabaja para el Departamento de Policía de San Francisco retirando androides de las calles, es, sobre el cual recae el peso de la historia. Otra novela que captó mi atención fue Los tres estigmas de Palmer Eldritch. Una de las obras más difíciles de Philip K. Dick y también de las más completas, ya que en ella aparecen casi todos los temas recurrentes de su autor. En esta novela, es fácil observar los ataques de paranoia, alteraciones y cuestionamiento de la realidad por el uso de las drogas (principal eje vertebral de la obra), un gobierno poderoso y agobiante, el uso de capacidades precognitivas de los protagonistas y colonos viviendo en Marte en condiciones infrahumanas. Por su argumento, su desarrollo y su temática, se puede clasificar junto a Ubik, otra de las grandes obras de Dick. Como era de esperarse, la segunda obra me llevó a revisar la tercera novela que trabajaré en mi ensayo Ubik. En esta novela, el autor inclina todas sus obsesiones, y crea una atmósfera hipnótica, envolvente y extraordinaria,

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razón por la cual, no podía quedarse atrás en lo que estoy yo buscando trabajar dentro de mi ensayo. Dick, como acabamos de ver, es un autor poco conocido dentro del canon de la literatura, pero apreciado por la cultura pop por sus aportes y constantes cuestionamientos a lo que acontece a nuestro alrededor. Es uno de esos autores que valen la pena leer, que, sin quererlo, nos dejan con más preguntas que respuestas, pero eso es lo impresionante, que, con lecturas tan sencillas y fáciles de leer, nos permite cuestionarnos tantas cosas. Expectativa de una odisea Dicen que hay autores que toman de inspiración para sus personajes a ciertas personas que son allegadas a ellos y son estas mismas las que moldean al personaje. Cualquiera que sea la persona, el escritor sabe apropiarse de su forma física y lo coloca dentro del texto de una manera tan magnífica, que nos es difícil distinguir qué tanto el personaje puede llegar a semejarse a la realidad. El escritor sabe, también, describir correctamente la forma psicológica del personaje, es decir, su carácter, su forma de actuar, de reaccionar, de pensar; incluso algunos no niegan que sus personajes tienen mucho de ellos mismos, que son casi un retrato de ellos. Philip Kindred Dick, nació el 16 de diciembre de 1928 en la ciudad de Chicago. Junto a su hermana melliza, Jane Dick, nacieron prematuramente seis semanas antes de lo normal. Su padre, Joseph Dick, fue un investigador de delitos económicos que trabajaba para el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, aquí se encuentra la primera relación personal, con uno de sus ya conocidos personajes: Rick Deckard. Este personaje que tomará fama a raíz de la película Blade Runner del director Ridley Scott, y que cumple, hasta cierto momento, con la característica del personaje de la novela, es de quien se trabajará aquí.

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Sin embargo, Dick no se conformó con tomar como ejemplo a su padre: él quería que su personaje fuera fuerte, que su miedo no fuera el ser clasificado como un cabeza de chorlito, sino, el no ser un humano; el status social tampoco sería el problema, todo lo contrario, tendría un “buen” empleo y su relación personal —por momentos difícil— afectuosa, benevolente y apacible. Dick optaría por terminar de moldear a su personaje principal, con las características del agente del FBI que lo visitó en su casa en el año de 1955. Él y Kleo Apostolides, su entonces esposa, creía que esto era el resultado de las ideas socialistas y actividades izquierdistas en la que ella era partícipe. No obstante, ambos llegarían a entablar una amistad con el agente. Tanto así, que fue Dick quién le enseñó a manejar. De esta forma, creará a uno de los personajes más importantes de sus obras. Este personaje se destacará dentro de la novela, por sus ambiciones. Rick Deckard sueña con un animal real, con un caballo, reflejo también del autor de su niñez. El propietario de la parcela adyacente, su vecino Bill Barbour, lo saludó […] —Mi yegua está preñada —declaró Barbour encantado, y señaló el gran ejemplar de percherón que miraba el espacio con expresión vacía. […] —¿No ha pensado en venderla? —preguntó Rick; deseaba poseer un caballo. […] Mantener una imitación era un asunto gradualmente desmoralizador. […] —¿Qué le parecería si le pagara quinientos dólares mensualmente durante diez meses? — propuso Rick—. La cifra entera del decálogo. —Deckard —repuso compasivamente Barbour—, usted no entiende de caballos. (Dick, 2009: 21-22-23)

Cuando todavía era un niño, sus padres se divorciaron, por lo que fue a vivir con su madre a Washington, D.C., una vez instalados allí, tuvo que abandonar su anhelo de un caballo. Dick, desde su infancia, padeció múltiples problemas físicos, como constantes ataques de asmas, agorafobia2 y 2 Agora viene del griego Ágora que significa Plaza Pública, lugar de reunión o discusión; y Fobia viene del griego Phóbos que significa temor, miedo mórbido sobre todo por su carácter obsesivo.

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taquicardia, lo que le daría tiempo para leer a autores como Jonathan Swift, Gustave Flaubert, Balzac, Dostoievski o Chejov, que serían después, su mayor influencia al momento de escribir. Tiempo después, él y su madre se mudarían a Berkeley, en California, allí iría al instituto de enseñanza secundaria; él y Ursula K. Le Guin 3 serían alumnos de dicho instituto, pero nunca llegarían a conocerse. Este Estado es parte fundamental para lograr entender la historia de esta novela, ya que es aquí donde se desarrolla otra historia, la de John Isidore; el autor coloca a su personaje “en un ruinoso edificio, vacío y gigantesco, que en su día había alojado a miles de personas” (Dick: 29) como recuerdo del edificio donde vivió con su madre. Este personaje, no se enteraría hasta casi finalizada la historia de la clase de huéspedes que ha alojado en aquel edificio; estos androides, como si fueron mejores que el cabeza de chorlito4, se creyeron con la capacidad de traicionar a Isidore, pero el destino les tendría otra jugada. Desde 1948 hasta 1952 fue vendedor de discos, su único trabajo antes de publicar su primera historia corta en 1955, Lotería solar. Sin embargo, su reconocimiento serías hasta 1963 cuando ganó el Premio Hugo por su novela El hombre en el castillo. Aunque Dick fue entonces aclamado como un genio en el mundillo de la ciencia ficción, siguió siendo un desconocido para el resto del mundo literario, por lo que sólo pudo publicar sus libros en editoriales

Al juntar estas dos palabras se crea lo que hoy conocemos por Agorafobia, que es la “ansiedad por encontrarse en lugares o situaciones en los cuales la fuga pueda ser difícil (o embarazosa) o en los cuales pueda no tener ayuda disponible en caso de tener un ataque de pánico inesperado u ocasionalmente predispuesto; situaciones semejantes al pánico. Las situaciones más comunes incluyen estar solo en casa; estar en una multitud o esperar en una fila; cruzar un puente y viajar en coche, autobús, tren o avión.”. Definición tomada de la Asociación Madrileña de Agorafobia. 3 Novelista, cuentista y ensayista estadounidense cuya obra, clasificada como de ciencia ficción o ficción fantástica, desborda en realidad las definiciones de género por la profundidad de su imaginación y el riguroso análisis que hace del futuro de los seres humanos. Consultado en Biografías y vidas, disponible en: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/le_guin.htm 4 Clasificación que se da en la obra a personas con alguna discapacidad cognitiva.

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especializadas que pagaban poco, otra característica personal reflejada en Rick. En esta novela es donde se pueden vislumbrar más detalles personales del autor. Aquí se reflejan algunos de sus anhelos y también de sus fracasos. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Establece, en un primer lugar, la controversia de Matrix: el miedo a que el mundo que conocemos no exista y a que todos seamos máquinas con recuerdos falsos implementados. Philip K. Dick murió en Santa Ana, en el estado de California, el 2 de marzo de 1982, sin haber logrado determinar la causa de sus extrañas visiones. Después de su muerte, su padre llevó las cenizas del escritor a Fort Morgan, en el estado de Colorado. Cuando su hermana melliza falleció, su tumba fue inscrita con los nombres de los dos, con un espacio vacío reservado para la fecha de muerte de Philip K. Dick. Finalmente, ambos hermanos descansan en paz el uno al lado del otro. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? En esta novela, el autor realiza una interesante contraposición entre la decadencia del ser humano y el progresivo perfeccionamiento de las máquinas, inspirándose en los movimientos artísticos posmodernistas. Nos describe un planeta desolado por los efectos del polvo radiactivo, como consecuencia de la Gran Guerra Terminal, que ha provocado la extinción de gran parte de las especies animales y obliga a los escasos superviviente a emigrar hacia las colonias establecidas en Marte y otros planetas. En este aspecto cabe recalcar la ausencia de información respecto a las causas que originaron esta guerra nuclear, así como los países implicados o el armamento que emplearon. Es obvio que Dick pretendía dar a entender que toda la especie humana tenía el mismo grado de responsabilidad en esta situación generada por el conflicto y, en consecuencia, debían asumir los

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efectos por igual. De ahí que todo el polvo radiactivo se haya extendido proporcionalmente a toda la superficie terrestre. Sin embargo, la visión anti utópica de la historia tiende a reflejarse en su descripción de la vida en este contexto, o más concretamente, en su emulación. A pesar del aborrecimiento contra los androides, llamados despectivamente “andrillos”, se mencionan una gran cantidad de elementos en la novela que ilustran una creciente dependencia vital, como el “Órgano de Ánimos Penfield” o la “caja de empatía de Mercer”. Es decir, el aislamiento social tiende a solucionarse mediante la “conexión” con otras personas a través de las máquinas. Rick Deckard es un caza recompensas poco cualificado que se ocupa de acabar con androides de apariencia humana. Un día recibe la llamada de su jefe, quien le informará de que su compañero ha sido herido durante una cacería. Se le asignará el caso y tendrá que retirar a los 6 androides que todavía siguen con “vida“. La acción se sitúa en un futuro en el que la tierra ha sido devastada por la Guerra Mundial Terminal. La población humana se concentra en las grandes ciudades, y los animales se han extinguido casi por completo, pasando a ser un bien muy preciado, por lo que origina que la gente tenga animales eléctricos. Este impreciso límite entre lo natural y lo artificial obsesionó a Phillip K. Dick, quien la reflejó en gran parte de su bibliografía. Con todo, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? sigue siendo la obra de referencia para comprender el pensamiento de uno de los grandes precursores del ciberpunk. Por tanto, Phillip K. Dick nos representa como una especie envidiosa de nuestra propia creación. En realidad, deseamos asemejarnos a ellas, pero rechazamos un deseo análogo por su parte y, con objeto de establecer una distinción entre ambas, se alude de forma constante a nuestra capacidad de

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«empatía». Curiosamente, unos de los fragmentos más significativos de la novela es el ensayo de “La Flauta Mágica”, cuando Deckard es consciente de la fugacidad de nuestra especie, así como nuestro legado: Este ensayo terminará, la representación también, los cantantes morirán y finalmente la última partitura de la música será destruida de un modo u otro, el nombre de Mozart se desvanecerá y el polvo habrá vencido, si no es en este planeta en otro cualquiera. Sólo podemos escapar por un rato. Y los andrillos pueden escapar de mí, y sobrevivir un rato más. Pero los alcanzaré o los hará otro cazador de recompensas. En cierto modo -observó-, yo soy parte del proceso de destrucción entrópica. La Rossen Association crea y yo destruyo. O al menos, eso debe parecerles a los androides. (Dick: 136)

Precisamente, el concepto de entropía está presente en toda la novela a través de numerosos detalles, como el Kippel. Este término, empleado para los

objetos

no

deseados

o

inútiles

que

tienden

a

acumularse

progresivamente, refleja la angustia de Deckard ante la posibilidad de que el único recuerdo que persista de nuestra especie sea, precisamente, aquello que pretendemos eliminar de nuestras vidas. Es decir, el progresivo avance de la no-vida. A pesar de esta interesante percepción distópica y el simbolismo inherente de gran parte de sus escenas, la narración resulta confusa debido a la pretensión del autor por emular la naturaleza onírica de sus pensamientos. Las constantes alteraciones en el ritmo e interrupciones para expresar las reflexiones de sus personajes dificultan una constancia en el relato. Además, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es una novela compleja por la gran cantidad de temáticas que engloba. Es decir, no existe un único argumento, sino varias temáticas que se yuxtaponen siguiendo un nexo común.

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Es posible que Phillip K. Dick quisiera ilustrar esa incapacidad para discernir entre lo real y lo artificial, pero la constante alusión a nuevos conflictos sin terminar de desarrollar los anteriores transmite la sensación de encontrarse ante una novela inconclusa. Una percepción reafirmada por el escaso tratamiento que reciben los personajes, sobre todo, cuando se tratan de los androides. A pesar de la intención del autor por demostrar la capacidad de que esta forma de vida artificial pudiese, no emular, sino desarrollar sentimientos propios. Por ejemplo, la envidia de Rachel hacia la mascota de Deckard. Sin embargo, él mismo acaba sucumbiendo a los prejuicios de sus propios personajes, estableciendo de nuevo una frontera insalvable entre ambos. Es decir, él mismo acaba contradiciéndose, aunque de forma inconsciente, a través de algunos detalles en apariencia irrelevantes para la trama principal, como la tortura de la araña. Los tres estigmas de Palmer Eldritch Philip K. Dick, según cómo se coja, puede ser el escritor de ciencia ficción más fascinante que haya existido o el más frustrante, o ambas valoraciones al unísono. Otros utilizan el género para dar forma a sus ideas. Él lo empleaba para modelar y exteriorizar sus dudas, así que resulta complicado, si no imposible, extraer ningún tipo de conclusión de sus obras. Tampoco es que su modus operandi fuera de gran ayuda. Dick pasó toda su vida al borde mismo de la bancarrota, enganchado a todo tipo de alucinógenos durante buena parte de ella, saltando de divorcio en divorcio y bajo la sombra del trastorno mental hacia su ocaso. Se ha comentado a menudo cómo producía sus novelas en furiosas ráfagas creativas, atrapado entre la depresión y las deudas, sin que ninguna de ellas lograra sacarlo del guetto (aunque siempre contó con un reducido, aunque entusiasta, núcleo de admiradores).

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Los tres estigmas de Palmer Eldritch, novela publicada en 1965, es paradigmática de su producción en muchos sentidos. Es también la primera en que aborda cuestiones religiosas en profundidad (aunque casi una década antes ya había jugueteado con nociones gnósticas en una de las realidades alternativas de “Ojo en el cielo”). También resulta, por desgracia, típica en cuanto a la carencia de argumentos cerrados. Es tarea del lector procesar la ingente cantidad de conceptos esbozados (en poco más de 200 páginas), así como buscar una interpretación coherente a los acontecimientos narrados (para lo cual no ayuda la imposibilidad práctica de discernir entre realidad e ilusión; siempre y cuando, para empezar, tenga sentido realizar tal distinción). La acción arranca hacia mediados del siglo XXI: la Tierra se ha recalentado hasta el extremo de imposibilitar la vida al aire libre (salvo en los polos) y el hombre, bajo la dirección de una institución conocida como las Naciones Unidas, mantiene colonias apenas productivas en diversos planetas y satélites del Sistema Solar. La vida en estos enclaves es ardua y falta de estímulos, así que los colonos precisan evadirse, lo que logran mediante una droga (Can-D) y un equipo Perky Pat. El monopolio ejercido por P.P., la empresa que comercializa ambos productos (aunque sólo los equipos de forma legal), se ve amenazado con el retorno de Palmer Eldritch de una expedición de diez años al sistema de Próxima, en donde al parecer ha obtenido una nueva droga (Chew-Z) de propiedades superiores. Por supuesto, el presidente de P.P., Leo Bulero, no está dispuesto a renunciar sin lucha, así que involucra a su principal precognigtor, Barney Mayerson, en una serie de maquinaciones que tienen como fin la derrota de Palmer Eldritch. El problema surge cuando éste promete la vida eterna a quienes consuman Chew-Z y parece capacitado para cumplir su promesa, al menos en cierta forma.

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Por supuesto, con lo expuesto no empiezo siquiera a plantear la compleja estructura de conflictos, planos de realidad y referencias de la novela. Sólo con la descripción de ese abrasador mundo futuro y de las complejidades de una guerra comercial apoyada por precognitores 5 cualquier otro escritor hubiera tenido suficiente para toda una saga. No así Dick, que empieza a acumular especulaciones y explorar conceptos a un ritmo frenético, encadenando escenas con una lógica interna a menudo contra intuitiva. La susodicha es una muñeca tipo Barbie, con su novio perfecto (Walt), su casita provista de mil complementos, su guardarropa para toda ocasión, su coche deportivo… A través del consumo de Can-D, los colonos acceden al mundo ilusorio de Perky Pat (situado en un impreciso 1950) y se encarnan en ella (las mujeres; los hombres se revisten de Walt) y disfrutan de esa realidad ilusoria. Para mejorar la experiencia, por supuesto, industrias P.P. los anima a adquirir nuevos complementos, con los que diseñar una ficción a medida. La obvia metáfora/denuncia de la felicidad consumista salta a la vista, pero por debajo hay mucho más. La experiencia inducida por Can-D tiene connotaciones religiosas, por lo que la sumisión infantil de los colonos adquiere nuevas resonancias filosóficas, que no hacen sino ramificarse a medida que entran en escena paralelismos teológicos. Así tendríamos el retorno al paraíso perdido (la antigua vida en la Tierra) a través de un ritual que tiene mucho de eucarístico. O la recreación del misterio de la santa trinidad (como sólo hay una Pat y un Walt, mujeres y hombres, en número de tres cada género en la colonia que se nos muestra comparte un mismo 5 Palabra inventada por el autor. “Los precognitores forman parte de un equipo de videntes que predicen lo que vendrá. El primero, digamos, advierte que el jefe del departamento de un instituto cometerá un asesinato; este, precognitor también, capta el mensaje y emite un segundo vaticinio, tratando de evitar el crimen; un tercero incorpora las predicciones de los otros dos y hace la propia. Y así…” Definición tomada en línea del periódico La Nación.

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cuerpo) o la transubstanciación (con diversas corrientes teológicas entre los colonos sobre la realidad física del mundo al que son trasladados por efecto de la droga). Dick se muestra particularmente fascinado por diversos misterios de la iglesia católica, que trata de abordar a su manera (sin llegar a establecer explícitamente los paralelismos, como tratando de examinar la esencia primigenia de dichos conceptos). Así pues, en el arco dramático de Mayerson cobra especial importancia la expiación, quedando también espacio para echar un vistazo al espíritu (aunque en la traducción se pierda algo, pues Dick utiliza el término más arcaico de “ghost”, que queda transcrito como “fantasma”, es la manera, a su vez, que Philip utiliza para rendir homenaje a su hermana fallecida). A la par, se filtran en la historia interpretaciones gnósticas, que identifican a Palmer Eldritch (o al ente que ha tomado posesión de él) con el Demiurgo, la deidad creadora, material y por tanto de naturaleza maligna, que a través del Chew-Z pretende perpetuarse (es decir, convertir a toda la humanidad en hijos suyos). El consumo de esta droga derriba las fronteras entre realidad e ilusión y contamina a quien la prueba con parte de la esencia de Eldritch —lo cual se pone de manifiesto a través de la materialización de los estigmas: su brazo artificial, sus dientes metálicos y sus ojos biónicos—. Una vez más, tampoco resulta difícil equiparar esta mácula con el concepto del pecado original. Todo esto y más convierte Los tres estigmas de Palmer Eldritch en una obra densa y alambicada. Por añadidura, como apuntaba al principio, la ausencia de conclusiones satisfactorias de cualquier tipo (incluso la resolución queda abierta a diversos futuros posibles, algunos de ellos contradictorios, esbozados a lo largo de la historia) supone un serio obstáculo

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que no todos los lectores estarán dispuestos a salvar (con la sospecha añadida de que detrás tan sólo aguarda un principio sin fondo). La novela es como un castillo de fuegos artificiales. Cada idea estalla en el cielo y deslumbra la noche con colores chispeantes. Al terminar el espectáculo, sin embargo, no queda salvo una nube de humo que la brisa dispersa con parsimonia. Por supuesto, no seré yo quien afirme que sólo por eso la experiencia no haya valido la pena. Esta obra fue finalista en la primera edición de los premios Nébula, en 1965 (junto con otros once títulos, incluyendo Dr. Bloodmoney, del mismo autor, y Dun“, la ganadora final). Ubik A pesar de que fue escrita en 1969, parece que Ubik de Philip K. Dick ha encontrado la manera de volver a la vida. El argumento se desarrolla en un futuro, el de 1992 (por entonces aún quedaba dos décadas para llegar allí) en el que existen dos peculiaridades fundamentales. En primer lugar, existen individuos con talentos “psi”, básicamente telépatas y precognitivos, que ha sido rutinaria y reconocidamente integrados en el sistema capitalista como espías industriales a sueldo de las grandes corporaciones y cuya misión suele consistir en infiltrarse en la competencia para descubrir sus secretos. Sin embargo, existe también otro grupo de “individuos psi” con el poder de neutralizar las capacidades de los primeros y que reciben el nombre de “inerciales”. Glen Runciter dirige la más importante “organización de previsión”, un tipo de empresa cuya actividad radica en alquilar personal inercial a aquellas compañías que sospechan que han sido infiltradas. Como segundo rasgo característico del marco general de la historia (y tomado del cuento del propio Dick Lo que dicen los muertos de 1964), la gente fallecida es conservada en instituciones llamadas “Moratorios” en un estado de hibernación criogénica conocido como “semi-vida”. Con la tecnología

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precisa, se pueden leer sus débiles ondas cerebrales y los vivos pueden comunicarse con ellos en tanto en cuanto pueda prolongarse ese estado que, indefectiblemente y como si fueran unas pilas ya medio vacías, va apagándose progresivamente hasta que sobreviene la muerte completa. Mientras tanto, no obstante, se puede decir que los muertos no están totalmente muertos. Cuando Dick escribió la novela, ni la hibernación ni los individuos con poderes mentales eran conceptos nuevos en la ciencia ficción, pero a partir de estas premisas rápidamente establecidas nada más comenzar la novela, la historia toma una dirección sorprendente. Los operativos de Runciter han descubierto que los principales agentes psi de su competidor, Hollis, han desaparecido y éste sospecha que han sido contratados en bloque para una misión de máxima importancia. Justo entonces recibe un jugoso encargo de negocios en la Luna que promete revelarle el secreto, pero cuando acude allí con la plana mayor de su equipo de inerciales se produce un atentado y muere; sus empleados le llevan a un Moratorio y le colocan en semivida. Mientras tanto, el segundo al mando y supuesto heredero de la empresa, Joe Chip, empieza a investigar quién puede estar tras el crimen. Los inerciales que acompañaron a Runciter a la Luna pronto empiezan a experimentar extraños fenómenos que apuntan a que su mundo está involucionando, cayendo en una especie de reversión del flujo temporal que produce una extraña decrepitud en los objetos cotidianos: el café y los cigarrillos recién comprados parecen tener décadas de antigüedad, algunos de los inerciales envejecen y mueren a velocidad imposible, la tecnología retrocede a niveles de la década de los 30 del siglo XX (por ejemplo, la televisión se convierte en radio de válvulas) y, aún más desconcertante, la efigie de Runciter empieza a aparecer en las monedas y billetes.

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Chip y sus compañeros tratan de avanzar en la investigación y evitar que la entropía que se apodera de todo disuelva el mundo y a ellos mismos, hasta que descubren –para su sorpresa y la del lector- que la situación podría ser la inversa a la que habían creído inicialmente: ellos fueron quienes murieron en el atentado y es Runciter, único superviviente, quien los colocó en “semivida” y ahora trata de comunicarse con ellos dejando enigmáticos mensajes en los más diversos lugares de ese mundo virtual compartido. La entropía que parece engullir a todos ellos y el mundo que les rodea solo puede combatirse con un misterioso producto, el “Ubik”, que se vende en forma de aerosol y cuya aplicación devuelve el vigor y la energía; su carencia, en cambio, lleva al agotamiento y la muerte. Así, lo que empezó siendo una novela de carácter policíaco en la que se trataba de encontrar a un asesino, pasa a ser una reflexión filosófica en la que se cuestiona la naturaleza de la realidad y en la que la solución a los enigmas planteados (¿Quién estuvo tras el asesinato? ¿Hubo siquiera tal asesinato? ¿Quién traicionó al resto? ¿Qué clase de mundo es el que están habitando Chip y sus empleados? ¿Y por qué está involucionando?) pasa por saber quién de todos los personajes son los que están verdaderamente muertos. Pero nada es lo que parece. El autor parece ser consciente de ello, porque muy hábilmente incluye trampas en la historia que nos llevarán irremediablemente a falsas conclusiones. En este sentido, la figura de Pat es ciertamente ingeniosa: creyéndola tan importante en la trama debido a sus facultades mentales, es fácil atribuirle, inevitablemente, un rol en los extraños acontecimientos que sufren los miembros del equipo de Runciter que lo llevará a caminos equivocados. Es cierto que en algún punto el autor muestra poco respeto por las normas internas del relato, pero lo hace para proteger el final; auténtico truco de magia. De hecho, podemos pensar que Dick actúa

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como aquel mago que, mientras nos llama la atención con una mano, con la otra nos cuela la carta marcada a escondidas. Y así llegamos a la pregunta inevitable: ¿qué es ubik? ¿Un aerosol de poderes mágicos? ¿Un recurso literario? ¿La metáfora de Dios? Como su nombre indica, Ubik se encuentra en todas partes. Dentro del relato (donde cobra tanta importancia en el tramo final, con Chip agonizante) y fuera (al inicio de cada capítulo, en forma de anuncio publicitario dirigido al lector). Ubik es el medio para que las fuerzas positivas puedan contrarrestar en ese ciberespacio las negativas. Un deus ex machina. Pero también lo podemos interpretar como el propio autor, haciendo y deshaciendo a su antojo. Si nosotros (lectores) somos Joe Chip, Dick (el autor, omnisciente) puede ser tranquilamente también Ubik, es decir ubicuo. Pero en cualquier caso la naturaleza de esta novela permite que cada uno saque sus propias conclusiones, generando un debate amplio, rico e inagotable. Superior a ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, aunque no ha alcanzado la popularidad de aquella, gracias a Blade Runner, pero, sin negarse inferior a la que posiblemente sea la mejor obra de Dick, la ucronía El hombre en el castillo. En el cine Para entender mejor a Dick y su influencia en cientos de obras y autores, haré un repaso sobre sus cinco adaptaciones más importantes. Incluyendo a George Lucas, Kathryn Bigelow, Hunter S. Thompson, Stephen King, Alan Moore... El resultado es un vasto panorama repleto de referencias, algo así como un reflejo de una pequeña parte de lo que este gran autor tiene que ofrecernos. Philip K. Dick es un escritor poco conocido, pero será el precursor a inspirar varias películas por la majestuosidad de sus cuentos y novelas. Ejemplo de ello es la película Minority report, película de ciencia ficción del

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año 2002 dirigida por Steven Spielberg. El argumento que usa Dick es el cuestionamiento acerca de la predestinación y la posibilidad de alterar nuestro futuro, si este es conocido de antemano. Spielberg consigue transmitir toda la fuerza de la historia original y toda la tensión con la sorpresa final de alterar el relato y de añadirle bastante ternura al asunto. La historia gira alrededor del detective John Anderton, que trabaja para el Departamento de Precrimen, una fuerza policial que usa una tecnología basada en la explotación de unos mutantes llamados "precogs" que son capaces de ver imágenes del futuro. En el terreno de las influencias cinematográficas y literarias tenemos Al filo del mañana (Doug Liman, 2014), también protagonizada por Tom Cruise, en la que un soldado se convierte en un "precog" potencial cuando acaba atrapado en una línea temporal que tiene que resolver para liberar a la Tierra de una invasión alienígena Otro claro ejemplo de director que se ha inspirado en la obra de este autor es el chileno Alejandro Amenabar, quien se inspiró en Ubik para rodar su segundo largometraje, Abre los ojos, en 1997. Tampoco Amenabar imaginaba que aquella película acabaría convertida en un remake titulado Vanilla sky del 2001. Una producción de presupuesto disparado dirigida por Cameron Crowe y protagonizada, también, Tom Cruise. Parece que su errática trayectoria vital conecta hechos improbables; a autores, lectores y directores dispares que adoran su obra alrededor de todo el planeta. Tan así es la importancia de este escritor, que éstas no han sido las únicas adaptaciones de sus obras, en la lista figuran varios directores, incluyendo el neerlandés Paul Verthoeven con Total recall, película de 1990 que está basado en su relato Podemos recordarlo por usted al por mayor, donde Dick representa un clásico enmarañado acerca de la realidad, la falsa memoria y la memoria real, en esta ocasión, la película es protagonizada por Arnold Schwarzenegger.

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Su influencia se encuentra en películas como Matrix donde se ahonda mejor en eso de hacernos la pregunta de si estamos despiertos o dormidos. ¿Es todo real o somos solo peones de un malvado plan? ¿Existe un héroe en nosotros que ha sido convenientemente adormecido? Se podría citar a Dick como una de las influencias que el propio Verhoeven manejaría para adaptar Starship troopers, una novela de Robert Heinlein (amigo personal de Dick), cuya matriz original es un serio, y apasionante, cuento militar que refleja la visión del estado de Heinlein (la idea grecorromana de acceder a la ciudadanía —y a cargos públicos— solo si se ha servido en el ejército, sin diferenciación de sexos). A scanner darkly del director estadounidense Richard Linklater es otro claro ejemplo de adaptación perfecta del relato que lleva el mismo, pues no dudó en transmitir toda la irregularidad narrativa de Dick, y ponerla al servicio de una historia chiflada de traficantes y consumidores de drogas, disociados hasta el punto de no saber si son, en realidad, adictos o agentes de policía que persiguen a otros adictos. La influencia sería con la película del director Gaspar Noé Enter the void de 2009 que está muy influenciada por la película de Linklater y la novela de Dick. Noé nos propone un viaje hacia los estados alterados y la forma en la que estos cambián nuestra percepción y nos llevan a otros mundos dentro de otros mundos. The man in the high castel fue una serie televisiva coproducida por Amazon basada en la novela del mismo nombre. Pese a que fue recibida con críticas regulares, la serie juega amargamente con el término “distopía”, siendo así, una adaptación no muy recomendable.

* El mundo conceptual y la importancia que para Dick tenía el “mundo interior” frente a los temas tecnológicos tradicionales en la ciencia ficción, ha hecho

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que muchos críticos le integren en la llamada “Nueva Ola” que surgió a partir de 1964 en Gran Bretaña y en virtud de la cual se exaltaba la calidad y complejidad literaria frente a las narraciones de tipo más lineal que habían sido la norma en el género hasta el momento. Ciertamente, hay notables paralelos entre la literatura de Dick en este periodo y el vanguardista experimento inglés. El escritor americano desarrolló sus propias estrategias narrativas para plasmar la mareante experiencia de una realidad inestable de forma aún más subjetiva de lo que lo solían hacer los escritores adscritos a aquel movimiento, como J. G. Ballard; Dick defendía la esquizofrenia como herramienta para liberarse de la opresión de una realidad consensuada, que en el caso de “Ubik” viene marcada por el fetichismo de la sociedad de consumo. La propia incoherencia que exhibe la narración y la ausencia de un final cerrado y claro; agudiza la sensación de fragilidad de cualquier noción de realidad. En el caso de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Philip K. Dick no destaca por su técnica narrativa, pero sí lo hace por su imaginación. Esta novela encaja perfectamente con este patrón. El mundo que nos describe está lleno de conceptos originales, algunos de los cuales, como el mercerismo o la posesión de animales, apenas tratados en la adaptación al cine de 1982 Así son las novelas de Dick: complejas y repletas de ideas extrañas y seductoras, mezcladas de una forma surrealista. Y por eso son tan difíciles de analizar y recomendar. ¿Son obra de un genio o, por el contrario, de un escritor mediocre con la mente trastornada? En el caso de Ubik entra dentro de lo posible que las incoherencias en que incurre la trama y que tienen el efecto de dejar abiertas todas las posibilidades, obedezcan no tanto a la brillantez literaria como al desorden y chapucería resolutiva presentes en

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bastantes de los trabajos de Dick y reconocidos incluso por sus más firmes defensores . Dick fue el primer escritor de ciencia ficción en jugar con la mente de sus lectores y hacerles dudar y reflexionar sobre la naturaleza de sus percepciones y, por consiguiente, de la realidad. Esa es la razón de que sus libros nunca hayan quedado obsoletos. Pueden volverse a leer años después de la primera vez y encontrar nuevos detalles que guíen hacia rincones del relato que antes pasaron desapercibidos. La paranoica visión de Dick acerca del mundo de las corporaciones y el consumismo se funden en Ubik con sus obsesiones por la incapacidad de distinguir lo real de lo ilusorio, la divinidad y la muerte para socavar el sentido de la realidad del lector y ofrecerle una experiencia tan surrealista como plena de misterio. Una novela sorprendente que demuestra lo flexible e iconoclasta que puede llegar a ser la ciencia ficción y que desafía al lector capítulo a capítulo.

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