Perfil Psicologico De Los Pedofilos.docx

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Psicología Jurídica PERFIL PSICOLÓGICO DE LOS PEDÓFILOS 1. DEFINICIÓN. Según el manual de diagnóstico de los trastornos mentales DSM IV la pedofilia se encuentra dentro de la categoría de parafilias, ubicada dentro de la categorización mayor de “Trastornos sexuales y de la identidad sexual”. La pedofilia se define como fantasias sexuales recurrentes y altamente exitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños de 13 o menos años de edad, el manual indica que estas fantasias e impulsos ssexuales provocan un malestar clínicamente significativo o un deterioro social, laboral o de otras áreas de la actividad del individuo. La pedofilia se define como una parafilia que incluye el impulso sexual intenso y recurrente hacia aquellos individuos preadolescentes con los que se haya mantenido contacto y que puede provocar estrés y dificultad en las relaciones interpersonales al individuo con dicha atracción.1 2. ETIMOLOGÍA. Etimológicamente, la "pedofilia" es el "amor por los niños". Este amor se considera como anomalía grave en el comportamiento en su aspecto erótico, lo cual marca ya una concreción restrictiva que dirige y encauza el rechazo que la pedofilia y sus practicantes reciben.

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American Psychiatric Association; Association, American Psychiatric. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM Library 1

Psicología Jurídica A partir de esta puntualización, la pedofilia es una forma de la sexualidad que los psiquiatras consideran como una perversión; en tanto que las asociaciones de pedófilos la justifican aduciendo que únicamente se trata de una de las múltiples formas en que se puede manifestar la sexualidad en el ser humano. 3. QUE ES UN PEDÓFILO. Es importante no confundir la pedofilia con la pederastia, que designa al "abuso deshonesto cometido contra los niños" o a las relaciones sexuales con niños. En la pedofilia hay un componente afectivo que complica desde el punto de vista psicológico la situación, pues pone en acción los complejos mecanismos del comportamiento individual y que no existe en la pederastia, la cual se circunscribe al ámbito de lo puramente sexual, con lo de obsesión e incluso negación de la dignidad del ser que esto puede conllevar. 4. MÁS ALLÁ DE LA IMAGEN TRADICIONAL DEL PEDÓFILO. La imagen popular del pedófilo es la de un ser de cierta edad, con apariencia que puede llegar a lo repulsivo y otras alteraciones en su comportamiento sexual, tales como el voyeurismo u otras parafilias; es decir, lo que en resumen y en lenguaje de la calle se denomina, de modo denigratorio, un "viejo verde". Esta imagen choca con la realidad, pues las tendencias pedófilas pueden iniciarse en un individuo a edades tempranas (Oliverio y Ferraris señalan una edad en torno a los 15-16 años, OLIVERIO y FERRARIS: 2004,72), en personas aparentemente normales y próximos, en la mayoría de ocasiones, a los círculos familiares o de amistad del niño que se convertirá en su objetivo.

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Psicología Jurídica Por otro lado, está comprobado que solo una minoría de los pedófilos llega a mantener relaciones sexuales totales con niños, sin que entren en el campo de la pederastia, y que la mayoría de ellos se conforma con actividades más "inofensivas" como el exhibicionismo, las caricias, o a lo sumo la masturbación. Los pedófilos que practican el sexo con los niños aducen para ello una serie de excusas o justificaciones: entre ellas, la necesidad de concreción de los lazos de afecto creados entre el adulto y el niño, como si se tratase del estadio final de un "diálogo" entre seres con la misma capacidad de interlocución, una intención "educativa" por parte del adulto, que así contribuye a la "maduración" del niño en algunos de sus aspectos vitales... y aducen que en determinadas épocas históricas y en contextos culturales concretos la pedofilia era admitida sin menosprecio y no era categorizada como una grave aberración inadmisible y por ende estrictamente perseguible. 5. TRATO HACIA EL NIÑO. LA VIOLENCIA ES UN FACTOR INUSUAL. En general, y contra la percepción general, los pedófilos no utilizan la violencia física contra sus "víctimas", no las maltratan de ese modo. Dejamos aparte las secuelas psicológicas en los niños e incluso los procedimientos de "acoso", que pueden llegar a constituir maltrato psicológico, lo cual no deja de ser un tipo de violencia. Este no uso de la violencia física se inscribe dentro de la lógica de los pedófilos, pues sostienen la reivindicación primordial de que tienen derecho a amar a los niños, por lo cual queda ajena a ella y es absurda la intención de dañarlos físicamente, ya que no es racional dañar lo que se estima por encima de todo. Además, en su justificación, hacen hincapié en que en la mayoría de los casos en que llegan a la consumación sexual de sus deseos el niño debe ser calificado de "consintiente", por lo que no es objeto de violencia alguna. 3

Psicología Jurídica De hecho, mediante el convencimiento a que el pedófilo somete al niño, éste accede al mantenimiento de las relaciones sexuales que aquél apetece. En este razonamiento, la inmadurez del pedófilo (que comentaremos más adelante) no llega a admitir que el niño no es capaz de decidir acerca del mantenimiento de relaciones sexuales con un adulto porque no ha alcanzado la madurez necesaria para sustraerse a las situaciones de dominio protagonizadas por el adulto solicitante, ni para establecer y mantener de forma independiente y autónoma sus propias decisiones y conductas al respecto. El "pedosadismo" merece una mención específica. Aparece en individuos "carentes de sentimientos morales (...), afectados por trastornos mentales, que han crecido en un ambiente de degradación ambiental y/o psicológica" (OLIVERIO y FERRARIS: 2004,74); además estos individuos tienen una tendencia cierta a la violencia, pues experimentan placer sometiendo a los más débiles y causándoles daño, por ello la violencia contra los niños es un modo más de materializar la violencia que les es necesario manifestar en sus actos. La repercusión pública que alcanzan estos hechos violentos aumenta en la sociedad la sensación de su importancia porcentual. Hecha esta aclaración, hay que admitir que no es descartable que el pedófilo, en múltiples ocasiones llevado por el pánico e incapaz de controlar sus reacciones, acabe con la vida del niño frente al temor a verse descubierto o ser delatado por el menor. En realidad, un pedófilo, pese a no ser violento, por la mecánica de su búsqueda, acercamiento y obtención de los niños que son su objetivo, se asemeja –en un símil zoológico muy expresivo- a un predador de sangre fría, capaz de detectar y explotar toda la vulnerabilidad de las víctimas,

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Psicología Jurídica pues observa minuciosamente el entorno y sólo pasa a la acción cuando cree que tiene amplias posibilidades de éxito. Por lo que respecta a los pedófilos violentos, se ha detectado en ellos un trastorno narcisista de la personalidad asociado a graves rasgos asociales: así, la conquista sexual del niño sería un instrumento de venganza por los abusos sufridos en la infancia y su modo de ejercer dominio sobre otro ser humano (DONINI Y OTROS, 1999). Así, "el niño es visto como un objeto que puede ser fácilmente orientado y aterrorizado, que no provoca frustración y no tiene posibilidad de vengarse" (OLIVERIO y FERRARIS: 2004,93). Está comprobado que factores que favorecen la pedofilia violenta en los adultos son el haber sido violados o tratados con crueldad en la infancia, la pertenencia a ambientes familiares disgregados, o/y el haber asistido como espectador incapaz o imposibilitado de reacción a acciones violentas contra familiares o allegados. Otros factores de riesgo más indeterminados y con mayor variedad cuantitativa y cualitativa en la configuración de personalidades pedófilas son el temperamento, la edad, la calidad de lazos afectivos en la infancia, o la capacidad de reacción y distanciamiento frente a experiencias angustiantes. De hecho está comprobado que personas que han sufrido situaciones como las descritas, gracias al grado de madurez asumido en cada etapa vital, la ayuda de alguna persona de confianza que le ha dado fuerza y posibilidad de reacción personal, no caen en la pedofilia. Ante este listado hay que recordar, como siempre, que la existencia de alguno o varios de esos factores de riesgo en un individuo no es sinónimo irremediable de padecer la alteración.

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Psicología Jurídica 6. RASGOS PSICOLÓGICOS DE LOS PEDÓFILOS. Los pedófilos presentan rasgos psicológicos de amplitud e inestabilidad comprobados, pues son individuos de personalidad polimorfa, gran capacidad de adaptación a las circunstancias y superficialidad cierta ("aunque les unen algunos rasgos, los pedófilos pueden ser muy distintos entre sí", OLIVERIO y FERRARIS: 2004,95). Todo ello viene motivado por su inmadurez, su anclaje en periodos de su propia infancia, etapa que llegan a sublimar como idílica y utópicamente ideal, y la necesidad de ceñirse a las situaciones variadas en las que se ve envuelta su actividad. Entre estas características no puede extrañar el que sean capaces de utilizar técnicas de atracción diferentes en función de las dificultades que encuentre a la hora de concretar sus lazos con el niño convertido en su objetivo. Normalmente en estas técnicas el apresuramiento no es un factor determinante, pues el pedófilo teme verse afectado por un rechazo del objeto de su deseo. Pese a que tienen claro conocimiento de lo que hacen no se consideran enfermos y por ello no admiten ser objeto de cualquier tipo de terapia: "La pedofilia no es una enfermedad y no debe ser tratada es lo que mencionan algunos pedófilos y justifican su situación con argumentos de tipo histórico, cultural o incluso educativos como los ya reseñados. Según muchos psicólogos y psiquiatras y tal y como se materializa en buena

parte

de

sus

argumentos

justificatorios,

muchos

pedófilos

presentan una personalidad inmadura, problemas de relación o incluso 6

Psicología Jurídica sentimientos de inferioridad que les incapacitan para una relación amorosa adulta e igualitaria, por lo cual son incapaz de mantener relaciones amorosas con quienes en realidad son "sus iguales" y deben intentarlas con niños a los que ven más débiles o inmaduros y a quienes pueden dominar. También es

posible observar en los pedófilos posibles trastornos

narcisistas en los que el niño actúa como reforzador de la autovaloración del pedófilo (al exteriorizar admiración o valoración positiva hacia el adulto), una autoestima frágil que necesita ser reafirmada con la vivencia de la situación de dominio que el pedófilo tiene y la incapacidad para asumir un rol responsable (de ahí el enorme temor del pedófilo a ser descubierto y mostrarse públicamente responsable de sus actos). Tampoco son ajenos a los pedófilos, en muchos casos, el placer de la trasgresión (el ir contra lo socialmente establecido refuerza sus mecanismos de defensa contra la inseguridad) y la fantasía inconsciente de fusión con un objeto ideal representado por el niño objeto del afecto, puesto que en él sublimarían un ego joven e idealizado. Hay autores que relacionan los problemas íntimos del pedófilo con los modelos de apego que los niños de 1 ó 2 años muestran con su madre 7. CLASIFICACIÓN. Se clasifican en los siguientes tipos: 7.1. Ansiososos - resistentes: resultan adultos con baja autoestima y que buscan continuamente la aprobación de los demás. Por eso se sienten seguros con una pareja a la que pueden controlar y sobre la que sienten con claridad una superioridad segura. 7.2. Evitadores - temerosos: cuando son adultos, tienen fuerte deseo de contacto y mucho miedo al rechazo, por lo que optan por evitar las 7

Psicología Jurídica relaciones íntimas con adultos y buscan mantenerlas con seres a los que sienten inferiores o dependientes y sin capacidad de rechazarles. 7.3. Evitadores - desvalorizadores: en edades maduras, desean la consecución de su autonomía y su independencia por lo que buscan relaciones

impersonales

en

las

que

pueden

imponerse

con

comportamientos coercitivos. En todos los casos, podemos apreciar que los comportamientos pedófilos resultan una compensación de las carencias deficiencias experimentadas en las relaciones de apego con las madres. De ahí derivan los comportamientos considerados anómalos o no correspondientes a la madurez propia de un adulto capaz de tomar decisiones de manera autónoma y no constreñidos por una evolución emocional deficitaria que no ha logrado transitar por las etapas de asunción progresiva de la autonomía y la capacidad de ir estableciendo, poco a poco, mecanismos de respuesta capaces de sobrepasar las situaciones incómodas o que pueden serle agresivas aunque sea a nivel emotivo. 8. NECESIDADES EMOTIVAS DE LOS PEDÓFILOS. La casuística clínica ha evidenciado el tipo de necesidades emotivas que la práctica pedófila puede satisfacer en los afectados:  En primer lugar, se trata de casi el único modo de alcanzar para ellos la excitación sexual;  En segundo lugar, les permite sentirse poderosos a través del control ejercido sobre el menor, algo más complicado que si se tratase de adultos;  En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, les sirve para aumentar su autoestima; 8

Psicología Jurídica  En cuarto lugar, al repetir escenas traumáticas vividas por ellos (en los casos en los que se hayan dado), el contacto pedófilo les permite superar sus propios traumas personales y tomarse una especie de revancha al situarse ahora ellos en la posición dominante;  En quinto lugar, todo el proceso de su relación con menores consigue para el pedófilo consolar sus privaciones de competencia social o de cohibición en la relación con los adultos; se trata, pues, no solo de algo relacionado con su vida sexual sino con la propia realización como persona. En este sentido, en determinados casos en que la relación entre el pedófilo y el menor se prolonga en el tiempo, puede haber por parte del adulto un enamoramiento real con esa persona a la que él considera como su joven pareja, sobre todo cuando esta se halla en la edad de paso entre la infancia y la pubertad. 9. CONCLUSIÓN. Se puede evidenciar que el pedófilo tiene fijaciones infantiles que transgreden las normas de sexualidad dado que se alejan de lo que es normal. Tienen un grado de perversión y sin embargo niegan que esté haciendo un daño. Por los antecedentes que presentan son personas que fueron abusados en su infancia y repiten este tipo de conducta como forma de represión de sus frustraciones. Son perversos y sádicos y están haciendo un daño irreversible. No hay cura para los pedófilos, sólo pueden ser contenidos y reprimir su deseo sexual hacia los niños. Internet hizo que en la modernidad el delito de abuso de menores se propague con mucha más velocidad, ya que es una práctica habitual en la 9

Psicología Jurídica pedofilia sacar fotos de pornografía infantil y subir las imágenes a la web, a veces como perversión pero la mayoría de los casos como un negocio atroz que se expande sin control. Si no hay marcas, no hay delito, no hay enfermedad, y por lo tanto nadie les cree a las víctimas y después vienen las consecuencias psicológicas, físicas y hasta la muerte. Dentro de las estadísticas se señala que las personas que sienten atracción hacia niños o adolescentes son hombres en un 90%, que acceden a profesiones calificadas y se encuentran integradas a la sociedad. Se cree que entre un 50 y 60% no recibieron muestras de afecto entre su niñez o adolescencia.

Desarrollan disonancias cognoscitivas, un 66%

niega sus crímenes o los minimiza y presentan falta de empatía y baja autoestima. Un dato alarmante es que tienen un alto índice de reincidencia y que el tratamiento resulta poco efectivo en la mayoría de ellos. Además de Internet, otro ámbito donde suelen repetirse los casos de pedofilia es en el religioso, ya que muchos sacerdotes caen en esta desviación sexual. El mismo Papa Benedicto XVI pidió perdón por los abusos de los sacerdotes pedófilos. “ Lamento profundamente el dolor y sufrimiento que han soportado las víctimas", aseguró durante su viaje a Australia, donde participó en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Uno de los casos recientes más reconocidos es el del cura francés Pierre Etienne que reconoció cometer más de 50 agresiones sexuales a niños y niñas de entre 4 y 15 años, entre 1985 y 2000.

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