Peregrinacion.docx

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Palabras claves: Relicario, mártir, ● Relicario es el sitio o recipiente donde se almacenan o se protegen las reliquias (objetos que son venerados). El concepto es de uso frecuente en el ámbito de la religión. ● Clérigo es un concepto que procede del latín clerĭcus, aunque su origen más antiguo nos lleva a la lengua griega. El término se utiliza para nombrar al hombre que ha recibido las órdenes sagradas y que, por lo tanto, pertenece al clero (la clase sacerdotal). ● Laico es un término que proviene de un vocablo latino, y que sirve para referirse a aquello que no se encuentra bajo órdenes clericales. ● Un mártir es una persona que sufre persecución y muerte por defender una causa, generalmente religiosa, o por renunciar a abjurar de ella, con lo que da «testimonio» de su creencia en ella. El culto de las reliquias ha sido uno de los elementos más característicos y llamativos del cristianismo desde sus orígenes. Las reliquias se definen como los restos de los mártires o los santos, ya sean corporales –como los huesos, el cabello o incluso tejido orgánico– u objetos asociados con el santo en cuestión y su martirio. Se guardaban en recipientes especiales, los relicarios, y se colocaban en las iglesias –bajo el altar o en una capilla– para que los fieles los veneraran en el día de cada santo y participaran de la santidad y gracia ligadas a esos restos. El culto a las reliquias se popularizó inmensamente durante la Edad Media; las gentes esperaban de ellas efectos casi mágicos y no dudaban en peregrinar cientos de kilómetros para alcanzar las más preciadas, las de los apóstoles Pedro y Pablo y otros incontables santos que había en Roma, o la de Santiago en Compostela. La Iglesia vio la que se le venía encima con tanto tráfico, robo y falsificación de reliquias que en el año 1215 dedicó el IV concilio de Letrán a exigir un “certificado de autenticidad” de las reliquias. Más adelante las reliquias fueron una excusa de las esgrimidas por Calvino para ridiculizar el fervor católicos, señalando las más llamativas de su época, como una esponja que afirmaba ser el cerebro de San Pedro o un hueso de ciervo que se veneraba como el brazo de San Antonio entre otras. Hubo casos en los que se crearon templos completos para albergar las reliquias, como la basílica de San Marcos de Venecia, que se construyó después de que los venecianos robaran el cuerpo del evangelista a los egipcios (y que fue devuelto en parte en 1968). Aunque no tenemos que irnos tan lejos, porque en España tenemos la catedral de Santiago con una función similar. El valor de estas reliquias residía en que los habitantes de la Europa Medieval pensaban que estos artículos tenían propiedades curativas y milagrosas, además de aportar cierto prestigio a sus poseedores. Además había una especie de estatus en la

reliquia, y era más valiosa si pertenecía, en este orden: a Jesús, a la Virgen, a los apóstoles, a los primeros mártires y luego al resto de santos. Poseer una reliquia era visto como un símbolo de poder, tanto para una iglesia como para un particular, y al calor de esa demanda que no paraba de crecer afloró el tráfico de partes de cuerpo de santos por toda Europa. De hecho, hay hasta dieciséis cráneos de San Juan Bautista y nada menos que treinta y ocho dedos de este mismo señor, por no hablar de que la sábana santa que se guarda en Turín ha sido datada en la Edad Media por tres laboratorios diferentes. El mercado de las reliquias Los cuerpos enteros, las cabezas, los brazos, las tibias y los órganos vitales tenían más importancia que otros restos humanos, y su antigüedad incrementaba su valor. Los lugares con menos santos, y con menos poder económico o político, contaban con objetos de menor relevancia. Con huesos, dientes, pieles, astillas y retales se consagraban altares, se encabezaban procesiones y se elaboraban relicarios. Los clérigos los compraban, incentivados por decretos conciliares en los que se instaba a poseer reliquias para consagrar con ellas los altares. Los laicos también las adquirían, para tenerlas en sus casas, llevarlas en sus bolsas o colgarlas del cuello. Se entendía que las reliquias ponían en contacto con la divinidad y a muchas se les atribuían poderes sanatorios, e incluso milagrosos. La demanda incentivó el comercio; muchas reliquias pasaban de un lugar a otro, algunas se fragmentaban para atender todas las peticiones, otras se duplicaban, esto es, se falsificaban. Así se explica que de la más importante de las reliquias de la Cristiandad, la Vera Cruz o lignum crucis –hallada por Elena, madre de Constantino, y siglos más tarde portada por los templarios en las batallas–, se venerasen tantos fragmentos que, según se dice, con ellos podrían haberse compuesto varias cruces. Para evitar los frecuentes fraudes que ideaban los mercaderes era posible poner a prueba las reliquias: si no obraban un milagro se consideraba que eran falsas. Además, debían ser aceptadas como tales por la Iglesia, pues de lo contrario venerarlas se castigaba con el Purgatorio. Sin embargo, había reliquias improbables, como el prepucio de Jesucristo, la leche de la Virgen o el cordón umbilical de la misma María, por ejemplo, o bien una pluma del Espíritu Santo, que se conserva en Oviedo, las monedas por las que se vendió Judas, distribuidas en diversos lugares, o el suspiro de san José, que se custodiaba en Blois y hoy se guarda en el Vaticano. En la Alta Edad Media, las catacumbas romanas dieron abundante material a los coleccionistas de reliquias. En el siglo IX, el diácono Deusdona creó una asociación destinada a su venta y comenzó a exportarlas fuera de Italia. El mercado fue creciendo, pero la materia prima comenzó a escasear. Así, si al principio el interés se centraba en objetos relacionados con Cristo, los apóstoles o los mártires, luego se extendió a los restos de otros santos, obispos, abades e incluso de reyes y aristócratas que habían

mostrado en vida alguna relación con la causa religiosa. En ocasiones el tráfico se aceleraba. Durante la cuarta cruzada, el expolio de los templos de Constantinopla procuró, según decía Roberto de Clarí en 1204, entre otras cosas, «dos fragmentos de la Vera Cruz, tan gruesos como la pierna de un hombre y tan largos como una media toesa. Y se encontró también el hierro de la lanza con la que fue herido el costado de Nuestro Señor y los dos clavos con que clavaron sus manos y sus pies. Y se encontró también la túnica que había llevado y de la que fue despojado cuando lo llevaron al Calvario. Y se encontró también la corona bendita con la que fue coronado, que era de juncos marinos, tan puntiagudos como hierros de leznas. Y se encontró también el vestido de Nuestra Señora y la cabeza de monseñor san Juan Bautista, y tantas otras reliquias que no podría describirlas».

La Catedral de Orvieto es una de las más conocidas en Italia y atrae a miles de visitantes a la ciudad de Orvieto, Umbría cada año. El edificio actual es una versión renovada de una estructura preexistente y fue reconstruida para albergar una reliquia en el siglo XIII. La reliquia en cuestión, el Corporal de Bolsena, es igualmente fascinante. En 1263 un sacerdote alemán, Pedro de Praga, se detuvo en Bolsena,en su peregrinación a Roma. Le resultaba difícil creer que Cristo estuviese realmente presente en la hostia consagrada y mientras celebraba misa en la ciudad, entoncés la sangre comenzó a filtrarse desde la hostia consagrada - tanto que corría sobre sus manos y sobre el corporal (tela de lino sobre la que se colocan los elementos consagrados mientras se celebraba la Eucaristía). Al ver lo que había pasado, se fue a Orvieto, en las proximidades, donde el Papa Urbano IV vivía. El Papa ordenó que la Hostia sagrada y el corporal fuesen llevados ante él. Se reunió con el cortejo de arzobispos, cardenales y dignatarios de la iglesia y colocaron las reliquias en la catedral. El corpotal todavía se exhibe en la catedral de Orvieto. 1. La Veracruz: Las reliquias de la Santa Cruz se encuentran repartidas por toda la tierra. Tanto así que muchos afirmaban que si se reunían todos los pedazos repartidos llenarían una nave, sin embargo en 1820 se hizo un estudio en el que reuniendo todas las piezas no se llegaría ni a la tercera parte de la Cruz. Los pedazos más grandes se encuentran en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma y en el Monasterio de Sto. Toribio en Liébana, Cantabria (España).

2. Lanza Sagrada: Una lanza sin la punta se venera en San Pedro en el Vaticano, también se dice que la original es la que se encuentra en la catedral de Nüremberg en Viena. 3. Corona de espinas: La corona sin espinas puede ser vista en la catedral de Norte dame en la ciudad de París. Las espinas fueron retiradas y repartidas en varias iglesias del mundo. La que más tiene es la Iglesia de San Marcos en Italia. 4. Sabana Santa; Según la costumbre de la época, varios eran los sudarios o telas que se utilizaban para embalsamar. Muchas de estas telas se encuentran repartidas en varias iglesias siendo el Sudario de Turín el que la ciencia certificó como autentificable por las notables concordancias históricas y prodigiosas características del santo tejido. El Sudario se encuentra en Catedral Metropolitana de San Juan Bautista en Turín. 5. Tumba de San Pedro: Los restos del San Pedro apóstol fueron descubiertos en el año 1939 cuando haciendo unas excavaciones en San Pedro encontraron una necrópolis. La tradición decía que debajo del altar papal, debajo del baldaquino de Bernini, debajo de la cúpula de Miguel Angel, había una necrópolis, un cementerio, donde había sido enterrado san Pedro. 6. Reliquias de los Reyes Magos: Los cráneos de Melchor, Gaspar y Baltazar, los tres reyes magos se encuentran en un relicario de oro en forma de basílica que adorna la Catedral de Colonia en la ciudad de Alemania. Estos restos fueron traídos en el año 1164 desde Tierra Santa, pasando primero por Milán y luego a Colonia. 7. Monedas que recibió Judas: Se dice que las monedas, tres en la Catedral de Génova y una en la Iglesia de la Santa cruz de Jerusalén en Roma, pertenecen a las que recibió Judas por su traición. 8. Los clavos de la Cruz: Tres fueron clavos que tuvieron suspendido al Salvador. Al menos eso enseña la tradición: uno entero se conserva en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén y otro en la Catedral de Génova. 9. La santa faz: La tradición dice que fueron tres las imágenes que quedaron en el velo de la Verónica, pero son varias más las que se veneran. Las reconocidas son: la que se venera en Roma, en la basílica de San Pedro; en España, en la catedral de Jaén, y en Venecia, en la iglesia de San Marcos. 10. Columnas del velo del templo: El velo del templo de Jerusalén, que se rasgó en dos partes al morir nuestro divino Salvador, era sostenido por dos columnas. Estas se conservan en el claustro de la basílica de San Juan de Letrán, en Roma.

Bibliografia: ● https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandesreportajes/las-reliquias-fe-y-negocio-en-la-edad-media_8589 ● https://www.italy-villas.es/en-italia/2015/centro-deitalia/umbria/orvieto-catedral-y-milagro ● https://catholic-link.com/las-8-reliquias-catolicas-mas-conocidas/

Palabras claves: peregrinación, romeros, palmeros, meca, Compostela, orden de Cluny.

Peregrinus significa literalmente extranjero, es decir una persona que se halla en tierra extraña y descontextualizado de su tierra, costumbres, lengua, etc.

Pero más allá que este concepto un tanto indefinido, se considera el fenómeno de la peregrinación como el viaje a un santuario por motivos religiosos. El viaje se puede llevar a cabo como rendimiento ante un lugar de devoción o considerado sagrado o por la existencia de reliquias, con motivo de penitencia y expiación de pecados, etc. Por tanto, aunque el fenómeno de las peregrinaciones es emblemático de la Edad Media europea, en nada es exclusivo ni de ese tiempo, ni de ese territorio, ni siquiera de la religión cristiana.

Existe una tradición común a todas las religiones por la que el fiel creyente busca fuera de su realidad cotidiana el encuentro con lo sobrenatural. Tal es el caso de la peregrinación a la Meca de los musulmanes o a Jerusalén por los judíos.

Centrándonos en el contexto histórico y geográfico, que es la Edad Media europea, lo primero que hay que decir es que fue un fenómeno bastante generalizado y que sirvió de motor de evolución y transformación de la sociedad de Europa.

Existieron tres destinos principales para los peregrinos: Jerusalén, Roma y Compostela, pero hubo otros muchos lugares que serán visitados también, normalmente ligados a la existencia de reliquias.

De manera simplista y resumida, podemos decir que la veneración de los restos de santos, mártires, instrumentos de la Pasión de Cristo, etc. alcanzaron su poder de atracción en aquellos tiempos de intensas creencias religiosas por su capacidad para transferir dones divinos y obrar milagros, como por ejemplo curaciones de enfermedades y taras físicas, además de expiación de pecados. Pero es justo decir que no sólo era un interés inmediato el que impelía a miles de europeos a viajar por lejanas tierras desconocidas. También se ha afirmado que, por su devoción religiosa, aquellas gentes buscaron en los santos y mártires una especie de intermediarios humanos ante la Divinidad.

1. Peregrinación a Roma. La Vía Francígena A Roma conducía una de las tres principales vías de peregrinación medieval. Quienes allí iban se llamaban romeros. El objetivo último de los romeros era alcanzar la basílica de San Pedro y la visita a los sepulcros de San Pedro y San Pablo. Si ello fuera poco, Roma tenía numerosas iglesias plagadas de reliquias de santos y mártires de la antigüedad. La principal ruta de acceso a Roma fue la Vía Francígena que arrancaba desde Canterbury y atravesaba de noroeste a sureste Francia y Suiza, para penetrar en Italia por los Alpes. Se inicia a partir de la visita del arzobispo de Canterbury, Sigerico el Serio a finales del siglo X y sus escritos con la descripción de las etapas. Como en los restante casos, diversos caminos secundarios permitían el acceso a la Vía Francígena desde otros puntos de Europa. También existieron caminos alternativos para llegar al lugar de entierro del sucesor de Cristo en la Tierra. Algunos de los romeros continuaban su viaje hacia Jerusalén El momento álgido de las peregrinaciones a Roma comienza en 1300 al proclamar el papa Bonifacio VIII la indulgencia plenaria a los romeros.

2. Peregrinación a Jerusalén y Tierra Santa

La Tierra Santa es el territorio geográfico que comprende todos los sitios en los cuales se desarrollaron escenas bíblicas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. El concepto tiene una evolución evidenciada en las mismas Escrituras. Para algunas fuentes bíblicas se circunscribe a la Tierra Prometida, término que tiene a su vez

diversas interpretaciones; para otros se refiere a todos los territorios en los cuales se desarrollaron algunas escenas bíblicas.

Los peregrinos a Jerusalén eran denominados palmeros, puesto que los que lograban regresar, lo hacían con palmas. Las peregrinaciones a Jerusalén y Tierra Santa ya existían desde la Antigüedad tardía y ni siquiera la conquista musulmana las había conseguido eliminar. Tal era el influjo y prestigio de estas tierras donde habían vivido los personajes sagrados del Nuevo Testamento y donde Cristo murió para salvación de la humanidad.

El fenómeno de la peregrinación a Tierra Santa y la necesidad de proteger a los palmeros fue uno de los factores de estímulo al espíritu de guerra santa que culminaría en las Cruzadas, que durante dos siglos enfrentó a parte de la Cristiandad con el Islam.

3. Peregrinación a Compostela. El Camino de Santiago Quienes se dirigían hacia Compostela se llamaron durante la Edad Media peregrinos (aunque este término se utilice también con carácter general para todos los viajeros con objetivos devocionales). El proceso de peregrinación a Compostela se inicia casi inmediatamente al descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago el Mayor en el siglo IX aunque adquiere su auge durante las últimas décadas del siglo XI, todo el XII y parte del XIII. A pesar de que su teórica menor importancia frente a lugares como Roma y Jerusalén, Compostela se convierte en el lugar preferido por la peregrinación europea. Se establece una ruta principal llamada Camino Francés que recorre más dos tercios de la Península Ibérica por su extremo norte (de oeste a este) y que parte de innumerables lugares de Europa que se van juntando en Francia y que también pasan por otros santuarios con reliquias de menor importancia. El éxito en el desarrollo del Camino de Santiago, además de la espontánea devoción religiosa popular, se debió a la acertada labor de organización y construcción de infraestructuras (hospitales, puentes, calzadas) por parte del papado y especialmente de varios reyes hispanos. Como ocurría en los casos de Roma y Jerusalén, y aunque el camino francés era el más transitado, se establecieron otras rutas para visitar la tumba de Santiago según el punto geográfico de origen de cada peregrino.

Iglesias de Peregrinación

Probablemente los principales factores de consolidación, unificación y divulgación del románico son el auge de las peregrinaciones y el papel protagonista de la Orden de Cluny, que va a promover la consolidación de una liturgia unificada en toda Europa. Por su lado, el culto a las reliquias va a ser fundamental para promover la existencia de unas vías de peregrinación por donde van a fluir personas, ideas e innovaciones técnicas y estéticas. Por tanto, las peregrinaciones van a ser un factor fundamental para la globalización europea del románico. Desde antiguo habían existido dos destinos principales que atraían peregrinos de toda la Cristiandad: Roma y Tierra Santa. A partir del siglo IX van a surgir en Europa otros centros espirituales que van a generar gran fervor religioso: el Mont Saint-Michel, Santa Fe de Conques y, especialmente, Santiago de Compostela. Ya desde el año 813 existía un monasterio benedictino en el que se rendía culto a las reliquias de Santiago, auspiciado por los reyes astures, y este culto se va a extender por todo el Occidente mdieval, promoviendo la apertura de grandes vías de peregrinación. Las órdenes monásticas (Cluny) van a favorecer muchísimo las peregrinaciones y se encargarán de custodiar las reliquias. En estas rutas surge una nueva tipología de iglesia, la llamada iglesia de peregrinación, que va a tener características específicas: ●

Se trara de grandes y monumentales construcciones.



Son edificios totalmente abovedados.



Se engalanan con profusión de escultura monumental de carácter docente y simbólico.



Suelen tener tres fachadas importantes y en las tres o al menos en la occidental, va a haber un gran programa iconográfico.



Son iglesias con crucero destacado en planta y cabecera con girola rodeada de absidiolos. La girola suele estar separada de lo que propiamente es el presbiterio por arcadas.



El alzado del muro va a tener dos niveles, el de las arquerías de arcos formeros y el de la tribuna.

La tribuna permitir el alojamiento de un mayor número de peregrinos y también permite soportar los empujes transmitidos desde la bóveda de la nave central, generando una gran estabilidad. Por el contrario, la tribuna provoca que la iluminación de la nave central fuera indirecta. La tribuna no sólo aparece en las naves laterales sino que rodea todo el edificio, incluso a modo de galería en torno a la girola. Esto también prestaba a la tribuna una función de vigilancia. ●

El cimborrio y el crucero van a ejercer una importante función lumínica.



Ofrecen una perfecta acústica.



Suelen ser iglesias bajo órdenes monásticas y por tanto necesitan coros muy amplios, por los que estos se suelen situar junto al crucero al comienzo de la nave creando una separación arquitectónica, que ha desaparecido en su totalidad.



Hay una gran profusión de torres, con un mínimo de tres. La de Santiago tenía proyectadas nada menos que nueve. A lo largo de los distintos caminos de peregrinación, especialmente el de

Santiago de Compostela, surgieron numerosas iglesias de peregrinación, aunque hay cinco principales: San Martín de Tours, San Marcial de Limoges, Santa Fede Conques, San Sernín de Toulouse y Santiago de Compostela, de las que sólo se conservan las tres últimas. Todas tenían características muy similares: tres o cinco naves, la central cubierta con cañón y las laterales con bóvedas de arista, girola con tres o cinco absidiolos, uno o dos ábsides por brazo del crucero, pilares compuestos (pilares más semicolumnas), etc. ● San Martín de Tours A comienzos del siglo X ya había un gran cenobio y empieza a realizarse el edificio, de modo que se forma la primera girola plenamente románica. Una basílica más grande para San Martín fue construida en 1014. Hacia el año 1050 ya se está realizando la zona del crucero. que se quemó en 1230. Esta fue posteriormente reconstruida como la basílica románica más grande del siglo XIII, y se convirtió en el centro de las grandes peregrinaciones nacionales y una parada importante en el camino a Santiago. El culto de san Martín fue muy popular durante la Edad Media y una multitud de iglesias y capillas se han dedicado a él en ese tiempo.

La vieja basílica era una de las más grandiosas de la cristiandad. Medía 110 metros de largo por 30 de ancho, con cinco amplias naves. Tenía dos torres en la entrada

oeste y cada brazo del transepto terminaba en otra voluminosa torre (una de las cuales aún subsiste). Sufrió ocho incendios en su historia y perduró hasta la Revolución Francesa. Los torreones, románicos, permiten imaginarse el gran santuario de San Martín, centro de peregrinación al que acudían habitualmente los mismos reyes de Francia ● San Marcial de Limoges San Marcial de Limoges es algo más tardía, del año 1025. La nave central parece que en un principio estuvo cubierta con madera pero que a causa de un incendio se abovedó en torno al año 1160. ● Santa Fe de Conques (Sainte-Foy) La iglesia abacial de Santa Fe de Conques es la más pequeña de las iglesias de peregrinación. Sólo tiene tres naves, tres absidiolos y una capilla en cada brazo del crucero. A pesar de sus pequeñas dimensiones, fue muy venerada. Se comenzó hacia el año 1050 y en el 1130 estaba ya terminada y perfectamente abovedada. Tiene tres torres, dos a los pies y el cimborrio. Sufrió reconstrucciones importantes. La portada occidental de la iglesia de Santa Fe de Conques es de gran belleza. Se realizó en el año 1124 aproximadamente y está en relación con la homóloga de Moissac. Representa el Juicio final de manera soberbiamente expresiva y con gran calidad escultórica. Sin duda esta iconografía tiene un tono didáctico muy importante. ● San Sernín de Toulouse (Saint Sernin) San Sernín de Toulouse se construyó entre el 1077 y el 1096, por tanto fruto de una edificación muy rápida. Tenía cinco naves, tres en el crucero, donde cada brazo tiene dos capillas, mientras que el ábside tiene cinco absidiolos. Posee dos torres a los pies y una posterior en el cimborrio. En los ángulos más cercanos a los pies tiene escaleras para subir al piso superior. La portada occidental tiene un tímpano con decoración escultórica anterior a la de Santa Fe, realizada hacia el año 1100. Es la llamada "Porte Miègeville" (Puerta de la Maravilla), que representa la Ascensión y que tiene una división muy clara entre las escenas.

En la iglesia de Saint Sernin se puede rastrear una evidente relación escultórica con el románico pleno español. ● Santiago de Compostela Desgraciadamente, su aspecto exterior fue totalmente transformado en el siglo XVIII. Fue construida sobre una iglesia del siglo IX, a cargo de la orden benedictina, entre los años 1075 y 1150. Tuvo dos grandes promotores: en un principio el obispo Diego Peláez, iniciador de la obra, pero al caer en desgracia, es depuesto y se produce un parón tras el que Diego Gelmírez, a partir del 1093, se hizo cargo del magno proyecto. La diferencia con las otras iglesias es que la Capilla del Salvador, el absidiolo central, es cuadrada al exterior. Esto es debido a la influencia asturiana. Tenía nada menos que nueve torres.

Tiene 5 ábsides semicirculares interior y exteriormente, el central mayor que los laterales. El ábside central tiene girola y se abren 5 absiduelos semicirculares excepto el central que es cuadrangular interior y exteriormente.

La cubierta de las naves es de bóveda de cañón con arcos fajones en la central y bóveda de arista en las laterales.

Alterna como soporte los pilares compuestos: uno de base cuadrangular con columnas adosadas y otro de base circular con columnas adosadas, lo que se llama “Alternancia Normanda” que también se encuentra en la Catedral de Durham.

Los arcos son de medio punto ligeramente peraltado.

El exterior acentúa mucho la verticalidad, con la construcción de dos grandes torres a los lados de cada fachada, otras dos en el inicio del transepto y otra en el cimborrio. Hoy día la fachada principal aparece recubierta por "La Fachada del Obradoiro" de estilo barroco, detrás de ella se encuentra la fachada románica.

Tiene tres fachadas:

- Pórtico de la Gloria, en la fachada occidental terminada en el siglo XII por el Maestro Mateo a la que en época barroca se sobrepondrá la “Fachada del Obradoiro”. - Pórtico de Azabachería”, o norte, que se perdió en un incendio. Algunos relieves se incorporaron al Pórtico de Platerías.

- Pórtico de Platerías, o Sur, que es el más antiguo. “Pórtico de Platerías” (1104), realizado por el Maestro Esteban “El Joven”. Transepto Sur, lateral izquierdo. Su influencia puede proceder del Maestro de la Catedral de Conques.

Tiene un cuerpo superior con arcos polilobulados y pórtico doble con tímpano y arquivoltas decoradas. Entre las dos puertas se coloca la imagen del Crismón.

La temática lucha contra la herejía monofisita, que consideraba que Cristo sólo tenía naturaleza divina, negando la humanidad del Señor. Subraya así la doble naturaleza de Jesucristo: Dios y hombre.

Bibliografia: https://www.arteguias.com/iglesiasperegrinacion.htm https://www.arteguias.com/peregrinaciones.htm

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