Julio Anguita (artículos).docx

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Julio Anguita

Las razones de una lucha Julio Anguita González Rebelión

En la lucha económica, política e ideológica es fundamental e imprescindible tener un mensaje, unas razones, unos argumentos que reiterada y repetidamente manifestados producen afecciones y grados de simpatía hacía una causa. Esas líneas argumentales se proyectan en dos direcciones, la que fundamenta y legitima nuestra acción y la que despoja de toda legitimidad a la parte contraria y oponente. Y ello que podría interpretarse como una cierta predisposición a la distorsión de los hechos y las situaciones, es, en el caso de España y su Gobierno, una simple descripción objetiva de los hechos. La condición sine qua non para que ello se constate y resulte posible es que el origen de nuestras posiciones y la crítica a las opuestas tenga como referencia una serie de valores, textos documentales y propuestas considerados universalmente válidos. El objetivo de nuestra tarea es conseguir lo de aquél personaje de Molière que hablaba en prosa sin saberlo. Trasladar un mensaje al campo de la propuesta programática es objetivar en cada medida una solución válida para la mayoría Una propuesta válida que además se sustente en el marco legal existente. Es en definitiva hacer en nuestra práctica y mensajes un uso alternativo del Derecho. Es evidente que el capitalismo en general y el gobierno en particular no pueden mantenerse si no es conculcando los grandes principios y los grandes textos a los que permanentemente recurren para justificar la necesidad de obediencia por parte de la ciudadanía... En consecuencia, voy a desarrollar una breve línea argumental para nuestros discursos, documentos y comunicaciones. Nuestro mensaje debe, a mi juicio, vertebrarse en torno a tres ideas reiteradas hasta la saciedad: 1. Pedimos, exigimos y nos movilizamos para que se cumpla la legalidad constitucional y los textos internacionales en los que se fundamenta. 2. Es el Gobierno el que está en la ilegalidad, fuera de la ley, conculcándola y violándola. 3. Nuestra lucha, pacífica, está respaldada y justificada por los grandes documentos internacionales, la Historia y la razón. En consecuencia, la insumisión, la rebelión o la desobediencia, en situaciones como ésta son legítimas, necesarias y justas. La Constitución española en su artículo 10 incorpora como materia de la misma la solemne Declaración de DDHH de 1948 y demás documentos que la desarrollan. Los más importantes de ellos son los tres pactos firmados en 1966 y ratificados por el Reino de España en 1977: el Pacto por los Derechos Políticos, el Pacto por los Derechos Económicos y Sociales y el Protocolo Vinculante. En consecuencia, constituyen materia constitucional y son, por tanto, de obligado cumplimiento. De

igual manera son también de obligado cumplimiento documentos como la Carta Europea de Derechos Sociales de 18 de octubre de 1961, ratificada por el Reino de España el 26 de Junio de 1980. Obviamente que los contenidos de la propia Constitución que en muchos casos no son sino una traslación de la Carta de DDHH, también entran a formar parte de este acervo documental. En consecuencia, nosotros somos los defensores del cumplimiento de la legalidad vigente. Ante este razonamiento el gobierno y los medios de comunicación afines al estatus, alegan que habiendo cedido soberanía a través de los acuerdos y tratados como el de Maastricht, desarrollando el artículo 93 de la constitución, los poderes europeos sustituyen a los textos constitucionales en una serie de competencias. Lo anterior plantea dos contradicciones que debemos denunciar, el reconocer que se ha hecho una reforma constitucional mediante los hechos consumados (lo cual es ilegítimo e ilegal) y no a través de los procedimientos reglados y el de la cesión de soberanía sin haber consultado a la población a través de referéndum. En virtud de todo lo anterior quedan claras dos conclusiones que debemos reiterar una y otra vez: 1. Nosotros, es decir, los que nos movilizamos contra este estado de cosas, somos los únicos que hemos optado por el cumplimiento de la legalidad. 2. Son ellos, el gobierno, los poderes económicos, políticos y mediáticos los que están fuera de la ley. En estos momentos no estamos ante un Estado de Derecho. El gobierno suele aducir que es un gobierno legítimo porque nació de las urnas; es cierto, Pero, y también es verdad, que una cosa es la legitimidad de origen y otra la de ejercicio. La primera se obtiene en las urnas, la segunda en el ejercicio diario de una labor de Gobierno conforme con los textos constitucionales, la legalidad internacional y la correcta adecuación entre las promesas electorales y el ejercicio de la acción gubernamental tras el acceso al Gobierno. El actual Gobierno tiene la primera, pero ha perdido la segunda. Y es esta última la que valida o invalida la legitimidad global. Consecuentemente con todo ello, nuestra posición de movilización y rebeldía está legitimada. Pero, además, lo está por razones basadas en la Historia y en los textos internacionales. En el debate, la controversia y la lucha de ideas hay que referirse a antecedentes que ante la opinión pública legitimen nuestra lucha movilizadora. Ante muchos católicos hay que recordar a Santo Tomás de Aquino, al Padre Mariana o al también jesuita Francisco Suárez que defendieron la rebeldía ante el mal gobierno. Todo ello sin olvidar, por otra parte, al legado que en esta materia nos dejó John Locke. Especial mención merece, por su altísimo valor de ejemplo la trayectoria del universal Gandhi. De la misma manera la Declaración de Independencia de EEUU de 4 de Julio de 1776 reconoce el derecho a la rebelión. También la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.. La constitución francesa de 1793 llegó incluso a reconocer el derecho a la insurrección. En la actualidad el Preámbulo de la Declaración de DDHH de 1948 dice en su tercer considerando que se debe exigir que los Derechos Humanos sean protegidos por un régimen de Derecho a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión….

Estas breves consideraciones tienen como objetivo unificar el mensaje y dotarlo de base para explicarnos ante la ciudadanía, Por ello someto a vuestra consideración dos propuestas: 1. Que, si se está de acuerdo, sea esta línea argumental la que llevemos a nuestros actos y documentos. 2. Que, en los encuentros con otros colectivos y organizaciones para programar las distintas actividades y luchas comunes, propongamos este mensaje como elemento de unidad y visualización de la misma. Todo ello independientemente, claro está, de la especificidad y soberanía de cada uno. Es hora de aunar esfuerzos y conseguir un mensaje común que desde las razones y argumentos de al movimiento global una visualización de unidad en el objetivo común: la Justicia.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168653

LAS CADENAS DE LA ESCLAVITUD

………………Cuando la educación no ha cultivado las almas y los gobiernos no fomentan el desprecio por el oro, la pobreza deprime los corazones y los somete a dependencia, lo que lleva inevitablemente a la servidumbre. ¿Cuántos hombres envilecidos por su miseria pueden alcanzar el amor a la libertad? ¿Cómo podrían tener la osadía de resistirse a la opresión, y derribar el impero de los poderosos ante el que se mantienen arrodillados? Cuando el amor a la frugalidad es fomentado por las instituciones sociales, es otra cosa. Mientras las riquezas del estado se encuentren limitadas a su territorio y la tierra se reparte aproximadamente de manera igual entre sus habitantes, todos tienen las mismas necesidades y los mismos medios para satisfacerlas; por lo tanto, los ciudadanos, teniendo entre ellos las mismas relaciones, dependen unos de otros. Es la posición más propicia para gozar de toda la libertad que un gobierno es susceptible de ofrecer. Pero cuando, por una serie de rapiñas y de bandidaje, por la avaricia de unos y prodigalidad de otros, la tierra pasa a caer en pocas manos, esas relaciones necesariamente se alteran. La riqueza, esa escondida vía para conseguir poder, se convierte infaliblemente en servidumbre; mientras se desvanece la clase de ciudadanos independientes, el Estado no se compone más que de amos y súbditos. Los ricos buscando gozar, y los pobres subsistir, las artes se toman por necesidades mutuas, y los indigentes no son más que instrumentos para el lujo de los privilegiados. Un auténtico mercader es un ciudadano de mundo. Ávido de riquezas, recorre la tierra entera para acumularlas, se apega al país que le ofrezca más recursos y su patria será siempre aquella donde hace mejores negocios. Sin cesar de ocuparse de sus beneficios, su cabeza no se amuebla sino con objetos de comercio, especulaciones lucrativas, cálculo, medios para amontonar oro y para despojar a los demás. Todo el resto le es extraño, su corazón se cierra a los afectos más nobles y el amor a la libertad se extingue junto con el amor a la patria.

Incluso entre los hombres más honrados, el espíritu mercantil envilece el alma, destruye el amor por la independencia. A base de someter todo a calculo, el comerciante llega a valorar cada cosa por su precio, para él todo es venal y con oro se pagan igual servicios, actos heroicos, talentos, virtudes, que salarios de trabajo, productos de la tierra u obras de arte. Calculando sin cesar sus intereses rigurosamente, adquiere un carácter de estricta equidad, o, mejor dicho, de avaricia, se hace enemigo de todo sentimiento de generosidad, de toda nobleza, de toda inspiración elevada, sublimes cualidades que brotan del sacrificio que hace el hombre de sus intereses personales en pro de la felicidad de sus semejantes y de la dignidad de su ser. Especulaciones de todo tipo llevan necesariamente a la creación de compañías privilegiadas en ciertas ramas del comercio exclusivo: compañías que se forman siempre en perjuicio del propio comercio de los particulares, sean manufacturas, artesanía o mano de obra, porque destruyen la competencia. De esta manera, las riquezas que hubieran fluido por mil canales diversos para fecundar el Estado, se concentran en manos en unas asociaciones que devoran la sustancia del pueblo y engordan con su sudor. Con estas compañías privilegiadas nacen los monopolios de toda clase, la acaparación de obras de arte, de los productos de la naturaleza, y sobre todo de los recursos de primera necesidad. Acaparamiento que hacen precaria la subsistencia el pueblo, y lo dejan a la merced de los ministros, que son los jefes normales de todos los acaparadores. Respecto de las relaciones políticas, esa horda de especuladores, de hecho, en todos los países, las compañías de negocios, de financieros, tratantes, acaparadores, agentes de cambio, especuladores, agiotistas vampiros y sanguijuelas públicas, todos ellos son aliados de los gobiernos, son sus más celosos apoyos. En las naciones comerciantes, los capitalistas y rentistas al hacer causa común con los tratantes, los financieros y los especuladores, hacen que en las grandes ciudades no existan más que dos clases de ciudadanos, la de los que vegetan en la miseria y la de los que les desborda lo superfluo. Así, en las repúblicas, la extrema desigualdad de fortunas pone al pueblo entero bajo el yugo de un puñado de individuos. Es lo que se ve en Venecia, en Génova o en Florencia cuando el comercio ha hecho traer las riquezas de Asia. Y es lo que se ve hoy día en las Provincias Unidas donde opulentos ciudadanos son los amos de las repúblicas mientras que a la multitud le falta el pan. …………………De esta manera el comercio metamorfosea a los ciudadanos opulentos e indigentes haciendo de ellos respectivamente instrumentos de opresión y de servidumbre. Desde el momento en que la riqueza es el precio e todo lo que debe considerarse, ocupan el lugar del talento, del mérito, la virtud. Cada cual lo busca como si fuese el bien supremo, la codicia sopla en los corazones como un veneno mortal. Para tener oro no temen cubrirse de infamia. Por estos medios, se divierte al pueblo, se le impide reflexionar sobre su situación y apercibirse de las trampas que se le está tendiendo Jean Paul Marat. Las “Cadenas de la esclavitud”, escrito en 1780 http://republicadelosiguales.blogspot.com.co/2011/06/jean-paul-marat-el-arbol-republicanoel_30.html

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