FECUNDACIÓN INVITRO: ¿UNA SOLUCIÓN CORRECTA AL PROBLEMA DE FERTILIDAD?
DOCENTE:
Mgtr. Jara Cotrina Araceli.
ESTUDIANTE: Adriana Rojas Samamé. CURSO:
Antropología Filosófica
GRUPO:
“E”
CÓDIGO:
171TD68480
CICLO:
2018-II
FACULTAD DE INGENIERÍA Y ARQUITECTURA ESCUELA PROFESIONAL DE INGENIERÍA CIVIL AMBIENTAL ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
FECUNDACIÓN INVITRO: ¿UNA SOLUCIÓN CORRECTA AL PROBLEMA DE FERTILIDAD? Si existe posibilidad, tener un hijo es mejor que no tenerlo, porque un hijo es un bien como tal “Nada como el nacimiento de un hijo – creo que todos los padres pueden confirmarlo – coloca frente a la evidencia de algo que, aunque viniendo de nosotros, nos supera ampliamente. Por un lado, sentimos que no hay nada más profundamente nuestro. Por el otro, percibimos con similar radicalidad que es más recibido que ninguna otra cosa” (Scola, 2003, pág. 82) Cuando un hombre y una mujer se unen en el matrimonio una de las más grandes muestras de amor recíproco es la entrega corporal, el resultado de este tipo de actos humanos es la fecundidad de un descendiente, el hijo se acoge como un regalo del plan perfecto de Dios. Ahora bien cuando ese plan luminoso y soñado se ve afectado por problemas de fertilidad y como consecuencia no pueden tener hijos, el anhelo de conseguirlo hace que estas personas busquen apoyo en las ciencias con el fin de que les proporcionen una solución, es así como Robert Edwards y Patrick Steptoe, marcaron un hito en la historia de la humanidad y en la historia de la ciencia, a través de una técnica moderna conocida como FIVET (fecundación in vitro con transferencia de embriones) lograron por primera vez reproducir artificial y extracorpóreamente el proceso natural de la fecundación humana. Renombrada y comprobada a lo largo de estos años la posibilidad técnica de traer seres humanos—hijos— al mundo, la pregunta que se atraviesa intermitentemente en mí la formulo como sigue: Siendo legítimo y natural desear hijos por nuestra naturaleza humana, ¿Es igual de legítimo y justo considerar la técnica de fecundación invitro como una solución adecuada para satisfacer el deseo de tenerlos? El objetivo de este ensayo consiste en intentar responder a esta interrogante desde mi parecer, basándome sobre todo en una valoración ética, para cumplir con el objetivo primero se ha desarrollado el tema sobre el deseo de los hijos en el matrimonio, luego se hablará acerca de la infertilidad humana, posteriormente trataremos sobre la fecundación invitro y por último se responderá a la pregunta planteada anteriormente: ¿Es igual de legítimo y justo considerar la técnica de fecundación invitro como una solución adecuada para satisfacer el deseo de tenerlos?
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Como lo sabemos todos, el hombre y la mujer por su naturaleza humana y no como fruto de un condicionamiento cultural, están llamados a la atracción por el sexo opuesto. “Hay una atracción natural entre lo masculino y lo femenino: tienden a unirse porque, por así decir, «encajan» de modo natural. (García Cuadrado, pág. 202) Este hecho puede dar lugar al nacimiento de un amor especial, el enamoramiento entre ambas personas, Lo llamaremos, citando a C.S. Lewis, “eros”. El enamoramiento invita a hacer realidad el proyecto de «vivir al otro». Para eso es preciso que al encuentro y a la conmoción inicial les suceda una primera fase de aproximación y conocimiento. Cuando esta se fortalece y los enamorados se identifican como tales surge ante ellos la realidad de la vida común que se sienten invitados a vivir: el noviazgo, etapa en la que deben conocerse y quererse de modo seguro, lo que les permitirá alcanzar la última etapa: la fundación de la unión conyugal. Esta unión queda fundada cuando los amantes se comprometen: varón y mujer toman la decisión de entregarse recíprocamente todo su ser, la consecuencia de este compromiso es el matrimonio. Suele llamarse a la fecundidad un fin de este compromiso de amor conyugal. “Los hijos ayudan en la unidad del matrimonio” (Navarro, 2000). La unión propia del matrimonio consiste en la entrega del propio cuerpo a una persona del otro sexo, a esto se le añade la visión de que pueda ser fecunda y nazca un hijo de ella, el hijo significa para los padres la posibilidad de trascendencia en el tiempo; a lo que aspira el padre o la madre es a que el hijo continúe no sólo en el cuerpo, sino fundamentalmente en el alma, que sea portador de todo lo que han sido sus valores e ideales. “Está inscrita en la naturaleza humana la transmisión de la propia vida y la perpetuación” (Poisson, 2009, pág. 145) Sin embargo, cuando no se es posible cumplir tal aspiración de trascendencia, se puede entrar en un estado de frustración por la variación del plan familiar anhelado. La infertilidad “Que expresa incapacidad para desarrollar en el seno materno un feto viable o imposibilidad de tener hijos vivos” (Alvitez, 2006, pág. 72) es un tipo de sufrimiento que puede ser superable si se acepta que la maternidad y paternidad fecundas, no constituyen requisitos absolutos para que una vida tenga sentido, no es un estigma social que les deshonre o infravalore. No sería justo pensar que la infertilidad incapacita de por vida al hombre y a la mujer para realizarse de modo auténtico como personas humanas. “Que una pareja no pueda tener hijos significará sólo que la fecundidad del amor en la que se expresa su sexualidad deberá encontrar otras formas” (Scola, 2003, pág. 81)
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Al no entender que la donación total y recíproca entre ellos ya es valiosa porque es un fin en sí misma, sin que dependa del resultado de la fertilidad, en ningún caso, un hombre y una mujer infértiles pueden convivir con una sensación de fracaso, por ello, acuden a distintos medios para poder cambiar ese ambiente desesperanzador en el que se encuentran por su imposibilidad de tener hijos. Una de las técnicas más recurrentes es la Fecundación Extracorpórea o Fecundación In Vitro Método de reproducción asistida, que consiste básicamente en reproducir con técnicas de laboratorio, el proceso de fecundación del óvulo que normalmente ocurre en la parte superior de las trompas de Falopio, cuando obstáculos insuperables impiden que este fenómeno se realice intra corpore (Alvitez, 2006, pág. 57) Algo que me sorprendió mucho y confirmó aquello que pienso es como se plantea la finalidad de esta técnica: “Mecanismos científicos elaborados con el fin de procrear seres humanos, sin la necesidad de acto copulatorio…” (Alvitez, 2006, pág. 66) La disolución de la conexión entre procreación y acto sexual mediante un acto de producción técnico es «contraria a la naturaleza» no porque vulnere un fenómeno natural, sino porque contradice el reconocimiento incondicionado de la vida humana. “Precisamente este tipo de reconocimiento incondicionado es «conforme a la naturaleza» del hombre”. (Rhonheimer M. , 2004, pág. 165) “… y con el fin de suplir o remediar los casos de infertilidad de las personas, brindándoles la posibilidad de tener hijos” (Alvitez, 2006, pág. 66) al hablar sobre remediar los casos de infertilidad estoy completamente segura de que no es así ya que: “Desde el punto de vista propiamente médico las técnicas de reproducción asistida no constituyen un tratamiento de la infertilidad o esterilidad porque no las cura”. (Pardo, 2010, pág. 174). Siendo legítimo y natural desear hijos por nuestra naturaleza humana, ¿Es igual de legítimo y justo considerar la técnica de fecundación invitro como una solución adecuada para satisfacer el deseo de tenerlos? Mi respuesta es un no, y no es por el hecho de que sea una reproducción artificial, porque el problema no se reduce a eso, lo artificial no tiene por qué llevar impresa la etiqueta de antinatural y constituir por tanto un elemento perverso moralmente. No resulta razonable que lo ético se reduzca únicamente a lo natural, porque de hecho existen artefactos y técnicas artificiales que mejoran la salud eficazmente y son siempre éticas. De modo habitual, hacemos uso de artificios que resultan beneficiosos para la vida —lentes, prótesis etc. (Carrasco de Paula, pág. 174) — y no plantea ningún problema el hecho de que
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sean artificiales. “Lo artificial por ser artificial no es la antítesis de lo natural” (Spaemann, 1989, pág. 125) El problema ético fundamental de la reproducción artificial no se reduce a la artificialidad del proceso, si no, a la gravedad moral que ciertamente conlleva una técnica artificial que transgrede la dignidad humana, daña la vida, elimina embriones humanos, y que incluso causa incidencias en la salud como ya se ha demostrado. En el caso de embarazos múltiples, que pueden poner en riesgo la salud de la madre y los fetos, algunos centros utilizan la “reducción embrionaria” la cual tiene como fin eliminar el número de embriones excedentes “Este procedimiento tiene lugar durante las primeras semanas del embarazo y la elección de los embriones a eliminar es generalmente al azar, basada en criterios subjetivos del médico interviniente” (Andorno, Arias de Ronchietto, M. Chiesa, & Martínez, pág. 35) “El embrión está sometido a una «diagnosis prenatal», que si lo muestra como un individuo sano, apto, viable, sin enfermedades, tendrá derecho a continuar viviendo, en su defecto es descartado” (Andorno, Arias de Ronchietto, M. Chiesa, & Martínez, pág. 46), Estamos ante un hecho en el que una persona humana le niega el derecho de la vida a otra de su misma naturaleza, ¿Con qué autoridad puede hacerlo?, el hijo procreado en una probeta, es de la misma manera que cualquier otro, una criatura a imagen y semejanza de Dios y tiene que ser respetado por el hombre igual que cualquier hombre. No cabe duda de que se trata al embrión como un producto y este es el atentado que sufre la pequeña criatura en su dignidad. Ante el caso de la existencia de embarazos múltiples y el de la diagnosis prenatal sabemos que se destruyen o se congelan embriones sobrantes, esta destrucción voluntaria de seres humanos o su utilización para fines diversos, en deterioro de su integridad y de su vida es muestra de que se está cayendo en el aborto provocativo “se trata de abortos provocados, porque esos embriones llamados sobrantes son seres humanos, por tanto, es intrínsecamente inmoral” (Carrasco, pág. 143) Además de lo mencionado anteriormente está intervención atenta contra lo conforme a la naturaleza del hombre, es decir, no acierta con lo bueno para el hombre, aquí lo único que se satisface es el deseo de tener un hijo. “En el acto de la decisión de recurrir a la FIVET y a las acciones realizada en el marco del correspondiente procedimiento, el ser buena de la vida humana se hace depender de su ser deseada” (Rhonheimer M. , 2004, pág. 152)
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El deseo de tener un hijo podría conducir a una instrumentalización del hijo al servicio de la satisfacción del deseo de los padres, “Los «hijos deseados» en este sentido equivalen a una degradación de la vida humana, ya que implican un reconocimiento de esa vida sólo condicionado” (Rhonheimer M. , 2004, pág. 154) Por último quiero mencionar que: “La persona concebida es fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas” (Carrasco, pág. 144) La persona humana ha de ser acogida en el gesto de unión y de amor de sus padres; la generación de un hijo a de ser, por eso, el fruto de la donación recíproca, realizada en el acto conyugal, solo así puede engendrarse dignamente. Habiendo expuesto lo anterior solo me queda por decir que lo que la técnica ofrece es una producción artificial que acaba en el mismo resultado que la fecundación natural a la cual sustituye: un hijo, que evidentemente no es un mal, es algo bueno. Por este motivo creo que algunos sostienen de manera confusa que acudir a esta técnica es igual de legítimo ya que al lograr reproducir el proceso natural de la fecundación, la vida engendrada es tan digna como el resto de vidas. De forma concreta la clave que determina la relevancia moral se encuentra en que para la dignidad de la vida humana resulta inadecuado que los hijos deban su existencia. Este modo de desear un hijo lo instrumentaliza porque se le quiere tener como medio para lograr un objetivo: satisfacer el propio deseo de tenerlo; Los hijos deseados en este sentido equivalen a una degradación de la vida humana, ya que implican un reconocimiento de esa vida solo condicionado porque si no le hubieran deseado sencillamente no habría venido a la existencia. Desear un hijo bajo una condición de infertilidad no está mal, sin embargo, las personas que desean apasionadamente hijos han de entender que lo hijos también desean que se respalde su derecho a ser engendrados en un contexto natural. Aquí es donde el hijo es querido como fruto del amor incondicionado entre sus padres. Los hijos desean y tienen derecho a que su origen no sea por azar, seleccionado y programado por las manos de un técnico en un medio artificial. Los hijos desean legítimamente que sus padres no sean simples proveedores de gametos, reduciendo su filiación al simple hecho de compartir un patrimonio genético con unos simples donadores. Por supuesto que los hijos celebran que se les dé la vida —porque vivir es un bien — pero ellos desean que la puedan celebrar todos y que no se le otorgue la oportunidad solo a unos pocos seleccionados por la suerte de sus cualidades y los deseos.
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No es razonable banalizar los derechos de los hijos a costa de sacralizar los deseos de los padres. Además, no es justificable ofrecer la fivet como único remedio a la infertilidad, cuando existen familias que, al no poder tener hijos, acuden a la alternativa de la adopción de hijos huérfanos o abandonados convencidos de que con su elección, permiten que un buen número de niños que carecen de hogar puedan tener una vida digna. Al mismo tiempo en el que los padres pueden ver cubierta su natural afectividad al entregarle a ellos su amor y atención, estos seres humanos cubren su necesidad vital de tener padres que les quieran.
Bibliografía Alvitez, K. P. (2006). La Filiación Paterna en la Reproducción Humana Asistida . Palabra . Andorno, R., Arias de Ronchietto, C., M. Chiesa, P., & Martínez, A. (s.f.). El derecho frente a la procreación artificial. Buenos Aires: Ábaco de Rodolfo Depalma. Carrasco de Paula, I. (s.f.). El problema moral de la procreación asistida. Carrasco, J. P. (s.f.). Razones de la Fe. Palabra S.A. García Cuadrado, Á. (s.f.). Atracción y donación: el sentido humano de la sexualidad . Navarro, A. M. (2000). La realización de los cónyuges. Madrid: Ediciones Palabra S.A. Pardo, A. (2010). Cuestiones Básicas de Bioética. Instituto de Ciencias para la Familia. Madrid: Rialp. Poisson, J. F. (2009). ¿El hombre contra el hombre? Madrid: Rialp. Rhonheimer, M. (2004). Ética de la procreación. Madrid : Rialp S.A. Scola, A. (2003). La <cuestión decisiva> del amor: hombre-mujer. Génova Milán: Ediciones Encuentro. Spaemann, R. (1989). Lo natural y lo racional . Madrid: Rialp .
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