Trastorno por estrés postraumático El TEPT fue clasificado en el “ Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders” ( DSM-IV) como un trastorno de ansiedad, con una prevalencia de por vida relativamente frecuente, representa la respuesta tardía a un evento de carácter extremo o catastrófico que produce alteraciones psicológicas de tal magnitud, que la angustia deja de ser una señal de peligro para convertirse en fuente de este. Este trastorno ofrece un cuadro clínico articulado por 3 síntomas básicos:
Evocación reiterada e involuntaria del acontecimiento traumático. Reducción del nivel general de respuesta a estímulos cotidianos. Aumento del estado de vigilia.
Los síntomas comienzan luego de un período de latencia, que varía desde una semana hasta meses (rara vez más de seis). El curso es fluctuante, pero se puede esperar la recuperación en la mayoría de los casos. Con frecuencia se advierte que los veteranos de la guerra y supervivientes de desastres civiles, que aparentemente durante muchos años no tenían síntomas, pueden desarrollar ulteriormente, un síndrome postraumático florido tras la incidencia de sucesos estresantes. Se ha descrito, además, en los veteranos con TEPT una mayor frecuencia de otros trastornos, como el consumo de sustancias psicoactivas, los trastornos de ansiedad, de somatización y depresiones al compararlos con la población general.2 Pero es la experiencia bélica la que ofrece descripciones más completas y abundantes, con características clínicas similares a la que ofrecen las catástrofes civiles. En la guerra las personas están expuestas a gran cantidad de agentes psicotraumatizantes, que se salen del rango de la experiencia humana habitual. Otras investigaciones apoyan el hecho de que la presencia de trastornos de ansiedad y algunos rasgos de personalidad, aumentan el riesgo de padecer TEPT después de un evento traumático.15,16 La participación en acciones bélicas se ha relacionado con la presencia de TEPT a largo plazo, y con otros trastornos psiquiátricos. Entre los veteranos, se han asociado con mayor frecuencia los trastornos de estado de ánimo, el trastorno obsesivo compulsivo, los trastornos de ansiedad, las toxicomanías, además los individuos que han sufrido TEPT tienen un riesgo aumentado de padecer otros trastornos psiquiátricos.6,17-19
Fármacos Los estudios con antidepresivos tricíclicos (imipramina, desipramina y amitriptilina) reportan mejoría general, especialmente en los síntomas de depresión. Los síntomas intrusivos y de evitación no fueron reducidos de manera importante en pacientes. La eficacia de la fenelzina fue demostrada a dosis de 75 mg/día, incluso sobre síntomas intrusivos. Con fluoxetina se han realizado reportes de casos y un ensayo abierto que involucró a 19 veteranos de combate. La efectividad fue demostrada en las 3 sub-escalas de TEPT.
Se reportó un estudio controlado con alprazolam, a una dosis de 0,5 a 6 mg/día, y 16 de 20 pacientes experimentaron mejoría, especialmente en síntomas asociados con el arousal autonómico, como somnolencia, irritabilidad y ansiedad. Se reportó buenos resultados en un estudio con clonazepam en pacientes que presentaban insomnio marcado y TEPT.29 El uso de benzodiazepinas debe ser limitado a un máximo de 4 a 6 semanas. El propanolol han sido efectivo en controlar los síntomas residuales del hiperarosual autonómico a dosis de 120 a 160 mg/día. El beneficio potencial ha sido demostrado en combinación con antidepresivos tricíclicos. Los pacientes deben ser controlados hemodinámicamente con determinaciones de signos vitales, incluyendo evaluación para cambios hipotensivos ortostáticos, al menos diariamente durante el período inicial de dosificación. La carbamazepina ha recibido favorables revisiones en ensayos clínicos y prospectivos abiertos de pacientes con TEPT. Esta puede ser especialmente útil en tratar las recolecciones intrusivas. Dado que en un subgrupo de pacientes con TEPT se aprecia trazados anormales en el EEG y experimentan descontrol episódico, las guías para el uso de carbamazepina en pacientes con EEG subictales anormales deben ser aplicadas a la población con TEPT también. El ácido valproico, que tiene su locus de acción sobre el sistema GABA, ha mostrado posibilidades en pacientes con TPET. La risperidona se ha utilizado a bajas dosis de manera efectiva sobre todo en los síntomas intrusivos y en la hiperactivación que se ve en mujeres con TEPT víctimas de abuso en la infancia y abuso sexual.30
Juan Antonio Martínez-Sánchez Armada. Centro de Psicología San Fernando La participación de nuestros militares en operaciones internacionales de mantenimiento de la paz (OMP) supone su exposición a una serie de riesgos y factores que pueden afectar a su salud psicológica, sobre todo cuando dichas operaciones se desarrollan lejos del territorio nacional y en un ambiente hostil para nuestras tropas. España ha sido uno de los primeros países en considerar la importancia de la intervención psicológica en el despliegue de tropas en el exterior. De este modo, la participación de psicólogos militares en numerosas OMP en países como Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Irak, Líbano, Haití o Afganistán ha permitido la configuración de un modelo de intervención psicológica, flexible y adaptable a los condicionantes de cada operación. Este modelo incluye la intervención en las tres fases de toda operación militar: fase de concentración o previa al despliegue, fase de despliegue en zona de operaciones y fase postmisión o de regreso a territorio nacional. En la fase de concentración resulta fundamental la evaluación psicológica del personal que va a participar en la operación, mediante la aplicación de distintas pruebas, entrevistas,
escalas y cuestionarios de personalidad y adaptación. Dicha evaluación tiene como finalidad detectar la presencia de posibles alteraciones o trastornos psicológicos que pudieran repercutir negativamente en su posterior adaptación a la misión. La preparación psicológica del personal adquiere gran importancia de cara al fortalecimiento de su capacidad de afrontar los problemas y dificultades con los que se encontrarán durante la operación. Esta preparación persigue un adecuado ajuste de expectativas, el fomento de la moral y, fundamentalmente, la prevención y control del estrés. Igualmente, la atención a las familias de los militares constituye una medida esencial para garantizar el bienestar psicológico del personal y favorecer su adaptación a la misión. Para ello, se les proporciona información sobre el desarrollo de la operación, tareas y actividades que realizan sus familiares, ofreciéndoles además el apoyo psicológico específico que pudieran requerir. La fase de despliegue en zona de operaciones supone el traslado y la permanencia en zona de operaciones durante un periodo de tiempo prolongado, frecuentemente, lejos de territorio nacional. En esta fase señalamos el asesoramiento al mando sobre las funciones de la Psicología Militar operativa y su aplicación a temas como la motivación y adecuación del personal a las tareas asignadas, moral, mejora de condiciones laborales, planificación de ocio y tiempo libre, cooperación cívico-militar (CIMIC) y prevención de conductas inadaptadas. La prevención constituye un pilar esencial como medio de minimizar el impacto psicológico que supone todo despliegue en el exterior y favorecer así la adaptación a la zona de operaciones. La impartición de conferencias, talleres de formación y elaboración y difusión de trípticos, carteles y guías informativas sobre temas como salud mental, estrés, higiene de sueño, prevención del consumo de alcohol, comunicación con familiares y preparación para el regreso a territorio nacional son medidas implantadas al respecto por los psicólogos militares. Pero es la asistencia psicológica al personal una de las principales funciones de la Psicología Militar en operaciones. La presencia de múltiples estresores en zona de operaciones puede provocar la aparición de dificultades de adaptación y problemas psicológicos que requieren la evaluación y diagnóstico psicológico, la aplicación de estrategias terapéuticas y, en los casos más graves, la repatriación del afectado a territorio nacional. En este sentido, los principales motivos de asistencia en zona de operaciones son la presencia de problemática familiar, trastornos adaptativos y de estrés, dificultades laborales y de convivencia y trastornos del sueño. Por último, en esta fase también se contempla la asistencia a las familias que pudieran requerir atención psicológica, más aún en aquellas operaciones en las que nuestras tropas están envueltas en situaciones de especial peligrosidad y en las que se producen bajas propias. El regreso a territorio nacional y su readaptación a su vida previa constituye a menudo una situación complicada para el militar, que se puede traducir en la aparición de trastornos y sintomatología psicológica. En consecuencia, antes del regreso a territorio nacional se realizan los pertinentes reconocimientos psicológicos postmisión y se previene a nuestros militares sobre los posibles problemas psicológicos que pueden aparecer en esta fase de la operación, informándoles sobre las estrategias para afrontarlos de manera positiva. Conclusión El modelo de intervención psicológica presentado ha mostrado gran eficacia en las distintas operaciones en que han participado nuestras tropas. Esta eficacia se debe en buena medida a su flexibilidad, que le permite adaptarse y amoldarse a las especiales características y condicionantes de cada operación. Sin embargo, señalaremos algunas medidas para mejorar dicho modelo. En primer lugar, mejorar los sistemas de selección del personal de los contingentes desplegados en el exterior, evaluando no sólo la presencia de rasgos y conductas psicopatológicas sino, fundamentalmente, sus recursos y capacidades de afrontamiento.
Igualmente, se debe potenciar el apoyo psicológico a las familias, especialmente las de los militares heridos o fallecidos en acto de servicio, lo que redundaría no sólo en el bienestar psicológico de las propias familias, sino también del personal desplegado. Por otra parte, dada la importancia de la labor clínica o asistencial que se realiza en zona de operaciones, sería de gran interés ampliar la formación de los psicólogos militares en materias como intervención en situaciones de crisis, emergencias y técnicas psicoterapéuticas breves y de control del estrés. Finalmente, consideramos conveniente impulsar la investigación sobre los efectos psicológicos que las operaciones en el exterior tienen en nuestro personal que participa en ellas, a semejanza de lo realizado en países aliados de nuestro entorno.
El artículo completo y las referencias pueden encontrarse en la Revista Psicothema: Martínez-Sánchez, Juan Antonio (2014) Psychological intervention in the Spanish military deployed on international operations.Psicothema, 26 (2), 193-99.
Los trastornos psicológicos más comunes que se pueden dar en militares son: trastornos de ansiedad como el de estrés postraumático o el de pánico, trastornos del estado de ánimo y trastornos del sueño. Por otro lado, están todas aquellas personas con discapacidad sobrevenida en acto de servicio o en situaciones ajenas a él. La adquisición de una discapacidad se considera una crisis circunstancial, es decir, un suceso extraordinario que nadie puede controlar ni preveer y que supone un cambio inesperado que genera gran inestabilidad y desorientación, no sólo para la persona sino también para toda su familia. La magnitud del impacto dependerá del tipo y grado de disfunción, la brusquedad en su aparición, su pronóstico y evolución, y las características y recursos de los que disponga la persona y su entorno cercano. A pesar de ello, lo más normal es que en algún momento del proceso aparezcan síntomas de los siguientes trastornos a consecuencia de la discapacidad en cualquier miembro del sistema familiar y sobre todo en el discapacitado de: ansiedad, estrés postraumático, depresión, baja autoestima, insomnio o aumento de somnolencia, abuso de sustancias, ideas de suicidio.