INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA SOCIAL: TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN susana gacias dos clases sobre comunicación carla imbrogno y marcelo r. ceberio. paul watzlawick: es imposible no comunicar alejandro lópez, andrea parada, franco simonetti los axiomas de la comunicación
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1Susana Gacias: Vamos diciendo palabras que tengan que ver con la comunicación. Alumnos: Comunicación, relación. Transmisión y recepción de conocimiento. Mensaje. Verbalización e interacción. Códigos. Susana: Muy bien. Fíjense cuántos conceptos, y eso que no habían tenido una clase específicamente de comunicación. Mientras yo vaya avanzando, seguramente vamos a ir hablando de interacción, códigos, relación, de comunicación como un criterio que hace a la relación interpersonal, de transmisión y recepción de conocimiento. A pesar de que no nos conocemos, a pesar de que ustedes están iniciando una carrera, todos estos elementos que aquí surgen tienen algo que ya tenemos en común. Lo primero que tenemos que tener en común para poder comunicar es un código, porque comunicación supone justamente poner en común. Si yo vengo y les hablo de la piribiliscaica de no se qué, ustedes me van a mirar, van a necesitar que yo les aclare a qué me refiero cuando digo esa palabra. Tenemos en común un lenguaje, un código compartido que nos hace entendernos y un universo de conocimiento que hace que cuando hablamos de comunicación, sepamos qué no vamos a hablar de otras temáticas. Estos temas que ustedes pusieron en las temáticas que vamos a ir abordando. Le voy a contar unas experiencias. Un año entré, no me conocían, era mi primera clase, y entonces dije: “¿cómo les va? Yo soy la directora académica de esta escuela, mi nombre es José María Gacias y también soy directora técnica de los equipos de fútbol de la casa, bla, bla, bla...” Veía que algunos anotaban, otros se miraban y una chica, sobre todo, que me dijo: “profesora, se equivocó, dijo al revés, dijo José María”. Otra dijo "yo copié bien: puse María José ". Alguien había escuchado José María, pero su cabeza lo convirtió en María José. Otra persona miraba muy raro y me dijo: “¿equipos de fútbol? ¿director técnico?”, como que esto hacía referencia a aspectos predominantemente masculinos. En la escuela de psicología social, parecía medio insólito que alguien que se definía como directora académica fuese director técnica de los equipos de fútbol. Todo esto en realidad tenía que ver con hablar con lo que designamos cuando comunicamos. Sobrentendidos, cuestiones que traemos a priori, como por ejemplo el orden de los nombres que definen uno u otro género. Lo que sobreentendemos en lo que escuchamos y nos hace modificar lo que hemos oído. Cómo alguien había pasado en limpio y corregido lo que yo había dicho. Ésta fue una de las experiencias. Otra vez hice la experiencia de entrar y salir del aula, como buscando algo. Decía “disculpen”, entraba, salía, me agarraba la cabeza... Después les pregunté por qué se miraban. Les parecía medio raro. Les pregunté qué pensaban: dijeron “pobre, la directora se olvidó algo…” Pero si yo no dije nada: entré, salí, me agarré la cabeza, ¿porqué se puede deducir de todo eso que estaba en un apuro? Alumnos: Actitudes... Códigos… Susana: Porque lo verbal no es solamente lo que comunica: los gestos comunican también. ¿Se enseñan los gestos? ¿Dónde se enseñan? No es explícito. Allá un compañero lo dijo claramente: la cara del padre cuando está preocupado, el gesto de cansancio o de fruncir el ceño, de enojo como la cara seria o en la cara contenta... Alumna: El nene, de tanto verlo... Alumna: Como docente, con los chicos que vienen de su casa, cuando no hay mucha comunicación se nota, porque no saben interpretar los gestos del otro. Se guían solamente por lo verbal, no están interpretando el gesto. Es sólo escucha. Susana: Hay un aprendizaje que no es un aprendizaje explícito. Se enriquece el lenguaje, se va puliendo a lo largo de la vida, pero no se enseña. Sin embargo, generalmente los latinos tienen toda una carga en lo que hace a lo gestual, a hablar con las manos, completar con ael cuerpo… Hay toda una cantidad de códigos que hacen a lo gestual, a las posturas, que de alguna manera completan y enriquecen el valor del discurso. Alumna: La entonación… Susana: Que no sólo hace a los códigos regionales. Soy nacida en Córdoba y voy a La Cumbre. En ese lugar hay chicos que, cuando me ven llegar, se acercan y me cuentan las novedades de el pueblo. "¿Haan visto lo que haan puesto? Un faastfud... Lo pusieron y lo han ceerrado. ¿Qué va a haacer acá, si lo que sobra es el tiempo?" La cuestión de la comida rápida, desde esta realidad de este lugar, estaba absolutamente descartada. Los códigos inclusive propios de nuestra cultura urbana. Yendo muchas veces a Corrientes: si allá ven que dos porteños se encuentran ("¡que hacés!") y en el medio se van acordando de las madres de ambos. Un correntino o una correntina verían esa escena y pensarían que en cualquier momento van a sacar el facón y van a matarse entre ellos. Si uno lo va despojando del tono, pensaría que es una pelea muy seria. En realidad, fíjense cómo la cultura urbana, de alguna manera, permite que aquello que es un insulto grave, en otras sea un modo afectuoso de saludarse que hace referencia a que hace mucho que no nos vemos, que cuando nos juntamos a comer un
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asadito… Todas estas cuestiones -que tienen que ver con hábitos y costumbres, con la comunicación- dan cuenta de que para una región o una cultura lo que es un gesto cariñoso, para otra es el preámbulo de una pelea grave. Alumno: Un factor importantísimo en la convivencia entre los seres humanos, es cuando aprendieron a desarrollar la blasfemia y el agravio verbal. Empieza a haber menos peleas que antes. Susana: Cuando, en realidad, uno puede encasillar o encuadrar ciertas palabras como insultos según las culturas familiares: yo conocí dos niñas, hermanas, que se insultaban diciéndose "pis". Era lo más próximo que encontraban a algo agresivo. Cada cultura familiar posibilitará distintas formas de expresión del insulto, o la bronca. Es importante este preámbulo, porque de lo que estamos charlando surge lo que significa comunicación. Comunicación viene de comunis, que significa poner en común. Obtener algo en común. Para que nosotros nos estemos entendiendo, aun sin tener conocimiento previo, debíamos tener algo en común y ese algo en común es un código compartido. Ese código compartido nos permite entendernos, nos permite comprender de qué hablamos, nos permite que (aunque yo no haya dicho la mala palabra esa que hace referencia a la madre), todo sepamos de que hablo, porque tenemos un código en común y compartimos una misma cultura. Cuando les digo "el asadito del domingo ", usted me están entendiendo porque compartimos esa cultura y esa tradición. Lo que Pichon Rivière va a decir es que el grupo familiar es el que plasma los modelos básicos de comunicación y aprendizaje: las cuestiones referidas a los gestos, ustedes dijeron que es en el grupo familiar, y cada familia tendrá su propio código gestual. Cuando están preocupados caminan con los brazos en la espalda, cabizbajos... generalmente se empiezan a parecer los hijos a los padres, sobre todo por una cantidad de códigos que hacen a lo gestual. Los hijos imitan a los padres en esta manifestación de lo gestual. Alumna: Hay una canción: "a menudo los hijos se nos parecen"… Susana: “…cargan con nuestro gestos y nuestro idioma”. Todo esto que hace a la cultura se va transmitiendo en el grupo familiar, y lo que va a decir Pichon Rivière justamente es que el grupo familiar plasma los modelos básicos de comunicación y aprendizaje, porque obviamente, en una familia en la que están disponibles la cultura y los libros, posibilitará hasta una cantidad de vocablos mayor a la cantidad de palabras más rudimentarias con las que se manejara un grupo familiar que tiene menos acceso a ese mundo de las letras y la cultura. Lo que va a decir Pichon Rivière -que como ustedes saben, es un gran experto en esto de pensar que siempre se pueden hacer cambios en la vida- es que esa es una marca y que habrá luego que reaprenderla, profundizarla o desaprenderla. Revisarla en la medida en que, a lo largo de la vida, vayamos descubriendo que esas marcas de nuestro grupo familiar van a favor de en nuestro propio desarrollo. Por eso profundizaremos esas experiencias y las iremos ampliando. Reaprenderlas en la medida que algunas cuestiones tendremos que desactivarlas, desarmarlas, reaprenderlas y desaprenderlas. Acá hay muchas mujeres estudiando psicología social, en las que probablemente las marcas de la educación, de los modelos familiares, que pasemos acá a las siete y media de la noche: ¿las señoras hacen estas cosas, o tienen que estar en la casa, con los hijos? Es una parte que habrá que desaprender y que se ha desaprendido, como el manejo; estas marcas: cuando una mujer se sienta en el volante, se sientan a su lado tantos fantasmas de tantos varones que le dicen “así no...” Los varones también tienen muchas marcas: “maricón, los hombres no lloran…” Esas cuestiones que hacen a ciertos mitos, como el varón pensante y la mujer sensitiva. Sentimos todos. Son mitos que nos privan a unos y a otras: a lo varones los privan de su capacidad de sentir y de expresar sus sentimientos libremente y a las mujeres de nuestra capacidad de pensar y expresar nuestros pensamientos a la par. son marcas que en muchos casos hay que profundizar y en muchos casos hay que desaprender. Aprender, desde el punto de vista pichoniano, significa predominantemente poder comunicarse. En este sentido, comunicación, para Pichon, es sinónimo de aprendizaje. Alumna: Estaba pensando, como profesora, qué importante es tener el mismo código, porque hay que ver que trae el chico. Porque si yo le hablo en un idioma que no tiene organizadores sociales, no va a entender nada. Susana: Exactamente. ¿Un chico de qué nivel? Alumna: Polimodal… uno cree que lo que uno trae es lo que a ellos les sirve. Susana: En realidad significa tener código, pero además, una escucha respecto de lo que es la verdadera necesidad del otro. Lo que pasa es que en la educación tradicional, en la enseñanza formal muchas veces, esto es bien complejo porque hay toda una presión que pasa por lo programático. Si vos tenés necesariamente que dar un programa muchas veces esto te presiona respecto de escuchar cual en la verdadera necesidad, cómo enfocar ese programa en función de las necesidades del grupo. Aprender significa poder comunicarse, por eso la comunicación aparece como el eje de lectura por excelencia de la relación entre los sujetos. ¿Qué observamos los operadores en psicología social cuando miramos lo que sucede en un grupo, en una institución, en una comunidad? Miramos eso.
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Hay una experiencia que se hizo en la Escuela de Palo Alto, en California, con jóvenes esquizofrénicos. Se trabajaba con grupos familiares que tenían un hijo esquizofrénico y un grupo familiar va por primera vez a visitar a su hijo, adolescente: un chico con severa perturbaciones mentales, poco contacto con la realidad, una enfermedad mental seria. Trabajaron con lo que se llama cámara Gesell: es un vidrio que de un lado es un espejo y de otro un vidrio y había un equipo que estaba afuera del lugar donde ocurría esto. Cuando ve venir a sus padres avanzando, el chico se para y los saluda. Después viene su mamá y lo que ven es esto: el chico va avanzando, la madre le hace un gesto, se frena, el chico va para atrás y la madre le dice “¿Cómo, no vas a saludar a tu madre?” Alumna: Un doble mensaje: cuando verbalmente le decís una cosa y con el cuerpo hacés otra. Susana: El doble mensaje, como experiencia comunicacional reiterada, que es enfermante. Alguien que estaba diciendo “¿no vas a venir a saludarme? Hace tantos días que no te veía…” y con la palabra decía esto, pero su cuerpo había dado señales de algún grado de rechazo. Está lo que se dice y ésta cómo se dice. El doble mensaje muchas veces se transmite en las pequeñas cosas, a diario. ¿Cuántas veces uno escucha a los papás a decir que hay que hacer de determinada manera, a hacer tal cosa, y con sus propios actos desmienten aquello que predican? La comunicación, para Pichon Rivière, es uno de los vectores privilegiados porque posibilita ver aquellas cuestiones que van de lo congruente a lo incongruente y la incoherencia. Por ejemplo yo entro y les digo "¿Cómo están? Yo estoy tan contenta... "(con voz dolorida). hay algo que no va: está mujer está muy baja de ánimo. Y no hablemos de las situaciones que son muchas veces del plano de lo grotesco, como contar chistes en un velorio o reírse cuando uno se cae, porque esas situaciones muchas veces tienen que ver con fenómenos del psiquismo, con aspectos defensivos que las personas poseemos, justamente, para protegernos de esa gama similar de sentimientos. No es que somos malos y nos reímos de la desgracia ajena, porque alguien se cayó. En realidad tiene que ver con aspectos propios del psiquismo que operan como modalidades defensivas. La comunicación aparece como el eje privilegiado que nos permite ver las relaciones entre los sujetos, donde nosotros, como operadores en psicología social, miramos los vínculos y cómo se comunican las personas: de qué manera, si hay ruidos o perturbaciones, si se contestan y hay un ida y vuelta (porque a veces se puede ver que uno habla en un plano y otro en otro, y están en diferentes sintonías). Uno puede ver que hay ruidos, malentendidos, sobreentendidos, perturbaciones que impiden que las personas estén en un ida y vuelta, un feedback. Pichon Rivière va a definir el vínculo como "una estructura compleja". Vamos a pensar en un modelo que es circular. Un modelo lineal diría que A produce B. Un modelo circular, en que permanentemente todas las partes que entran en juego se relacionan y se modifican. No hay nada que yo haga que no los modifique a ustedes, y no hay nada que hagan que no me modifique a mí para la próximas clases. En este contacto, en esta singularidad, todos nos modificamos. Esta estructura compleja incluye a un sujeto, un objeto y su mutua interrelación con procesos de comunicación y aprendizaje. Cuando Pichon Rivière dice “estructura compleja que incluye a un sujeto y de un objeto”, esta palabra objeto es un resabio del psicoanálisis y no se refiere a una cosa. La madre, en Freud, es el primer objeto de amor. ¿Vieron que es importante poner en común? Si no, podrían decir dentro de un mes que la profesora dijo que el vínculo en la estructura compleja entre un hombre y una mesa, porque la mesa es un objeto. Yo tengo que poner en común este código -que es técnico, del psicoanálisis- para que ustedes entiendan que esta estructura compleja es entre sujetos. Él habla de los vínculos interpersonales. Un animal puede ser investido por estas mismas características, y entonces su perro le habla, y quien lo va a desmentir... Alumna: Con Dios también se crea un vínculo. Susana: La relación del hombre con la naturaleza, con su fe y sus creencias también tiene que ver con acervos culturales que hacen a la producción familiar. Esas también son marcas que hay que de aprender, reaprender o profundizar. La mutua interrelación con procesos de comunicación y aprendizaje: Pichon todo el tiempo lo va tomando paralelamente. Siempre que hay comunicación hay aprendizaje, y el aprendizaje permanentemente va a implicar la comunicación. Esa relación sujeto a objeto tiene una direccionalidad. Esa direccionalidad tendrá que ver con la búsqueda de gratificación, basada en la necesidad, que es el fundamento motivacional del vínculo. Esto a veces trae ruido: mucha veces la gente dice “yo hago cosas por los demás, no por mí propia necesidad porque me pongo al servicio”... y esa es mi necesidad. Hay gente que lo ve como un planteo bastante egoísta, pero lo que Pichon está planteando acá es que lo que nos motiva a vincularnos es la necesidad, y esa necesidad justamente tiene que ver con la búsqueda de gratificación. No nos vinculamos para pasarla mal. Ahora, si en esta búsqueda de gratificación, en el camino, yo traté de ayudar, y fue terrible la experiencia, de todas maneras la direccionalidad tiene que ver con una gratificación intima que es el saber que uno ha hecho algo por otro.
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Pichon Rivière dice que el fundamento, lo que nos lleva a vincularnos es la necesidad, y eso tiene que ver con la búsqueda de gratificación. Todo vínculo así entendido va a implicar la presencia de un emisor y de un receptor con procesos de codificación y decodificación. El emisor es quien emite en el mensaje. Y, el receptor hoy serían ustedes, que están recibiendo toda la información. Con procesos de codificación, eso qué tiene que ver con un código compartido, y de decodificación. Decodificar es entender, haber entendido. Alumno: Es el proceso de aprendizaje. Susana : El proceso de comunicación tiene que ver justamente con un proceso que favorece y posibilita el aprendizaje. en base a un primer modelo de comunicación, que es ese en el que todos alguna vez nos hemos comunicado, pero sin la intencionalidad de comunicarnos. El primer esquema es ese en el cual el bebé experimenta una necesidad: el bebé (como emisor) junto a la mamá (como receptor) escucha o recibe ese mensaje. El mensaje es a través del llanto y en eso establece el primer circuito comunicacional. El bebé es emisor, pero sin pretender serlo. En este primer circuito comunicacional el chiquito acaba de salir de un hotel cinco estrellas -con calefacción central, ambiente climatizado, ruidos atenuados, todas las comidas- y está en el mejor de los lugares. Cuando se presenta por primera vez la vivencia del hambre, o los ruidos, en realidad lo que experimenta es una punzada dolorosa en el estómago. No sabe qué es hambre y la evidencia es una de masividad dolorosa. El mensaje que genera el llanto está puesto al servicio de expresar el displacer. ¿Qué pasa en ese momento? Que el receptor, del otro lado, entiende esa necesidad y le da leche, con lo cual queda establecido que “el que no llora, no mama”, como dice el tango. El llanto se transforma para el niño en el modo de expresar también otras insatisfacciones; pero también, de este lado, el receptor, puede reconocer los llantos: "ahora tiene hambre, ahora está sucio…" aunque uno diga que siempre llora igual. Hay un código que se ha establecido, por el cual ella sabe que hay una diferencia entre estos llantos. Se establece un primer canal y comunicacional, un ida y vuelta. Y el bebito comienza a usar del llanto como forma de expresar su necesidad, porque sabe que cuando llora hay alguien que acude a socorrerlo. El cachorro humano es definido por su prematuridad, es un ser absolutamente desvalido, necesita de otros para su supervivencia y este circuito comunicacional que se establece permite -entre otras cosas- que sobrevivamos porque hay alguien que de alguna manera acude a esa expresión que es el llanto. En este caso sujeto y objeto, bebé y mamá, interactúan realimentándose mutuamente. Para él aparece la mano que cuida y el pecho que calma el hambre; para ella aparece la confirmación de que en ese vínculo comunicacional se ha comenzado a establecer un lugar que la define como madre. Esto va a realimentar a ambos. En esta interacción se da la internalización de esa estructura relacional donde ese afuera se interioriza, se hace adentro, pasa a ser un escenario interior que se denomina mundo interno. Por un lado dijimos que interactúan y se realimentan mutuamente; por el otro lo que pasa en el afuera adquiere una dimensión intrapsíquica, dentro del psiquismo. Esto quiere decir que, en el mundo interno, el otro ya se lo tiene inscrito; lo que sucedió afuera le da la imagen de que hay alguien que acude a su llamado. No tiene lo que llamamos “estructura de demora”. Llora desenfrenadamente y a veces a la madre no le da tiempo de sacar el pecho ni preparar el biberón. A medida que va creciendo, va entendiendo: a los tres años se le puede decir "me voy, después te vengo a buscar". ¿Cómo es que soporta eso? En la estructura del mundo interno, en lo intrapsíquico, lo que se ha establecido es ese ritmo. La persona desaparece por un rato pero luego vuelve. Esto pasa a ser parte del mundo interno, estructura intrapsíquica. Dentro del psiquismo se da esto que Pichon Rivière llamó “mundo interno”, estructurado como una especie de escenografía, con personajes, casi como una estructura dramática. Esa persona, madre, que luego sabe que vuelve. De afuera pasó a ser mundo interno. Se internaliza esa estructura relacional que adquiere una dimensión intrasubjetiva, dentro del sujeto. Se va armando ese mundo del relaciones entre personajes que nos habla de un pasaje del mundo externo al mundo interno. Así como se internaliza la mamá, con esa estructura relacional, se van internalizando todas las otras personas que van poblando, por decirlo así, nuestro mundo interno: el padre, los hermanos, los otros sujetos que hacen a la vida de esa persona. Según Pichon Rivière, la estructura interna psíquica está configurada como una especie de escenario interno, donde esas personas de la vida real pasan a ser personajes. Entonces uno diría que “hay alguien que me cae bien, hay alguien que me cae mal”. Está telé tiene que ver con que esta persona, que en lo real conozco hoy, pero que me evoca el acto que yo he internalizado en mi mundo interno y que a lo mejor me evoca un personaje persecutorio o me evoca por personaje acompañante, lo que hace que me encante escucharlo, estar con él... Este pasaje del mundo externo real al mundo interno. La persona real del aquí y ahora dispara y que evoca cuestiones que hacen al personaje de este mundo interno. Alumna: Depende de las relaciones. Si hay una mamá que satisface en demasía las necesidades del bebé, el bebé no va a aprender lo que es una frustración. Cuando sea grande no va a soportar que le falte nada. Susana: Son esos estilos de vinculación en los cuales el chiquito abre la boca y le ponen algo. El que no exista la frustración lo que genera también es una intolerancia a la posibilidad de…
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Alumna: …si la mamá en lugar de interpretar el llanto lo que hace es probar mecánicamente, el chico nunca va a aprender. Susana: La frustración organiza, la frustración también pone un límite a la realidad, que es necesario aprender. Alumna: Por otro lado, el bebé que continuamente fue insatisfecho, al evocar lo de ahora con lo anterior, no se va a vincular nunca con confianza. Susana: En este circuito también es importante ir probando cual va a ser la dosis exacta como para que lo que se genere a la vez posibilite un grado de frustración necesaria pero tenga un grado de atención necesaria. Esta internalización no se da linealmente tal cual aparece en la realidad exterior. No es que yo me trago la persona, la situación, el aprendizaje y la reproduzco textualmente como si fuera un papel de calcar. Tenemos en la memoria situaciones inscritas como recesiones, hiperinflaciones... ¿Qué pasa cuando vemos signos en la realidad externa que nos pueden evocar eso? Decimos: "no me está gustando lo que veo, no sé qué va a pasar, vos llená el tanque de nafta, por las dudas…" Muchas experiencias que pueblan nuestro registro interno, nuestra estructura interior, disparan ante los nuevos fenómenos de la realidad y lo que van a producir es una conducta aprendida, que sirvió para otro momento. Genera un nuevo pensamiento que evoca el anterior. No es que reproducimos exactamente aquello que vivimos, pero aquello está inscrito de alguna manera y condiciona nuestra existencia. No es intuitivo, porque la intuición no tiene que ver con la experiencia, y acá hay una experiencia. No es una idea loca que se nos ocurre; está relacionada con los hechos. Es fáctica. Alumna: ¿La telé tiene que ver con la transferencia? Susana: es un lugar de evocación en un vínculo de situaciones del pasado. La tele tiene que ver con la transferencia: no hay límite en ese respecto. El vínculo, en Pichon Rivière, configura una estructura compleja que constituye un sistema. En este sentido que Pichon Rivière tenía una visión sistémica, que supone que todas las partes que entran en juego en una determinada situación, se están modificando en esa situación. Por eso hay una pregunta que les doy para cuando operen en el futuro: siempre que tengan que trabajar en algún grupo humano, la pregunta es “¿que está haciendo cada una de las partes para que las cosas se den como se dan?” Porque en nuestras cabezas, muy marcadas por el positivismo y el pensamiento causa-efecto, se tiende a decide excluir. "El único problema que tenemos es Fulano"… A esto pónganlo en una familia, o en una oficina. “Si lo sacás a Fulano, solucionamos todo”, o "acá toda la situación es porque el director está loco." Uno tendría que abrir a la cabeza y pensar cómo es que se sostiene la locura de este tipo... Alumno: Es la interrelación del grupo. Susana: Como hacés, expulsando a esa persona, para expulsar a la parte que le corresponde a cada uno. Qué está haciendo cada una de las partes para que las cosas se estén dando como se dan. Viene muy bien para los docentes. Es la moneda corriente: “todo el problema lo hace Juancito y se va afuera”. ¿Qué hace cada una de las partes -incluyendo al docente, a la maestra recuperada- para que eso se sostenga? Porque muchas veces el "chico problema" habla de la incapacidad del sistema para dar respuesta. ¿Saben cuántos “chicos problemas” eran chicos aburridos? Yo he sido maestra; un chico del segundo grado veía el problema puesto en el pizarrón, lo leía, hacía un buche de aire y daba la respuesta. Ese niño, obviamente, estaba harto. El problema es complejo y generalmente hay que tener un repertorio de respuestas que incluyen a todas las partes. Alumno: Hoy con el director de mi colegio tuvimos una pequeña reunión y nos dijo que no quería escuchar más profesores que dijeran que este curso es una miércoles, que no estudian, y que quería escuchar qué estábamos haciendo para que este curso no aprenda. Si hay alguien que no está aprendiendo es porque hay alguien que no está enseñando. Susana: Está el contexto como factor en juego; tenemos elementos que hacen al contexto social, familiar... Obviamente, en un contexto violento pasan nuevos fenómenos. Esto tiene que ver con contextos sociales y culturales y es un fenómeno muy amplio, pero incluye a todas las partes. Nos cuesta integrar a todas las partes. Se constituye un sistema. Piensen en el cuerpo humano como un sistema: cuando una parte puede ser sustituida (un pulmón, un riñón) el otro sustituye y cumple las funciones. La primera ley que tiene es mantenerse integrado; en la primera ley de funcionamiento de un sistema. El vínculo configura un sistema -dice Pichon Rivière- con relaciones de interdependencia (todas las partes dependen entre sí; mi saber depende de ustedes, porque sino yo me quedó acá hablando sola) e interrelación (el movimiento de una de las partes indefectiblemente incide sobre el movimiento de las demás). Alumna: Lo nuevo que aporta es esto. A partir de esta pregunta... Susana: Lo dice de otra forma, pero habiéndolo pasado en limpio, para mí es la pregunta más pichoniana. Es una pregunta que plantea el cambio como motor, porque en realidad, cuando yo digo que el movimiento de
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una de las partes indefectiblemente incide sobre las demás, estoy diciendo que indefectiblemente si hay un cambio que se hace -en el director, los docentes, todas las partes...- esto va a tener un efecto sobre las demás. Al “chico problema” (por poner el ejemplo, y entre comillas, lo nombro así porque es el nombre que habitualmente se le da, y es muy lamentable) habría que incluírselo de alguna manera creativa, buscando una y otra vez distintos caminos. El movimiento de una de las partes seguro que va a traer cambios sobre el resto, comprometiendo al resto de los compañeros en la solución del problema. Alumna: Si lo expulsamos, qué pasa… Alumno: Habría otro, porque hay un problema del grupo. Alumno: Los psiquiatras no analizaban la modificación de lo interno, y los mismos psiquiatras están cayendo en la no solución del problema. Susana: Muchas veces ciertas intervenciones son funcionales al sostenimiento del problema. Si uno va a un psiquiatra que te habla en difícil, no entendés lo que pasa, te dice términos de médicos raros, te da pastillas que no sabes para qué te las da, en realidad no es lo mismo. Si Pichon fue revolucionario por algo, lo primero fue porque incluía al grupo familiar; no es lo mismo que decir “tráiganlo, váyanse, deposítenlo, el problema lo tiene el sólo”. Hagámonos cargo todos de este conflicto, que es de todos. El planteo es diferente. Es un cambio importante y fue cuestionado porque la corriente sistémica nació en Estados Unidos: todo el discurso de Pichon Rivière se da en una época en la que la corriente norteamericana no era muy bien vista. Pichon Rivière piensa el vínculo como un sistema que incluye un receptor, un emisor, un mensaje, signos y símbolos compartidos que hacen un código en común. La comunicación es un contexto que incluye un mundo de señales, que todo los que se comunican deben saber codificar y decodificar de la misma manera para poderse entender. Él habla de la necesidad de un marco de experiencias compartidas en un sistema de conceptos conocidos. Hay un contexto; si estamos en una escuela de psicología social este contexto marca un determinado abordaje de la realidad, hablamos con determinados términos, tocamos determinadas temáticas. Un proceso de comunicación en el que se transmiten mensajes, adquiere significación en función del contexto en el que esa comunicación tiene lugar. Un hecho se significa en función del contexto. Piensen ustedes: si a mí, diez años atrás, alguien me hubiera dicho "estoy muy preocupada: hoy mi jefe y mi compañero de escritorio me miraban, murmuraba entre ellos... ¿No me estarán por rajar?". Diez años atrás, en función de aquel contexto, le hubiera dicho de donde sacaste esto, no seas perseguida, déjate de jorobar. En el año 2003, ella ya ha visto que otros compañeros se han ido, saben que la política es que muchas veces el jefe hable con el compañero y le diga “podrías hacerte cargo, porque hay que sacar a uno...” Un hecho se significa en función del contexto. Ya no le diría lo de diez años atrás. Un hecho comunicacional se significa, adquiere el valor de significación en función del contexto en que se da. El proceso de aprendizaje que inicia el sujeto humano al nacer, transcurre en un medio que transmite información siempre. Desde que nacemos recibimos información sobre el contexto en el cual nacimos, el tipo de educación en la que estamos inmersos, la cultura. Ese medio qué enseña lenguajes y reglas que van configurando la visión que el sujeto tiene de sí mismo y del mundo. Esta experiencia tan rica del momento del nacimiento, lo que va a generar es un modo de verse a sí mismo por parte del sujeto, y un modo de ver el mundo. El mundo es un mundo tan amplio, pero para el niño de la Puna, será absolutamente diferente al que tiene un niño de la ciudad. Yo he escuchado a un niño decir que las lentejas vienen en lata, o que los huevos vienen de unas cajas de plástico que están en los supermercados. Un niño de campo diría que vio cómo la gallina pone los huevos, y se los llevan para cocinar. Cómo este código de experiencia que cada persona posee va a configurar una visión de sí mismo y del mundo. En esa película maravillosa " la deuda interna ", un niño de la Puna va a Buenos Aires, y le cuenta a los compañeros de la Puna cuando vuelve: “si vieras qué lindo, que alto es todo lo que hay allá en la Argentina”. Por último, nadie enseña explícitamente como se articula lo verbal con lo gestual, pero se aprende y se enseña. Lo familiar va dando modalidades de comunicación y de aprendizaje. El gesto de preocupación es tal, y el gesto de alegría es tal... ¿Por qué no es al revés? Porque esto es un lenguaje universal. A uno viajando le pasan estas cosas... Alumna: Yo estudio lengua de señas, y hay señas que tienen el mismo significado pero que dependen del contexto de la conversación. Uno lo interpreta. Susana: En función del contexto. Es exactamente eso. ¿Quedaron muchas dudas? ¿Fue claro? Alumna: Eso de la experiencia masiva... Susana: Como adultos, tener hambre no es una experiencia que nos atraviesa masivamente. Está en la capacidad de la estructura de demora. El bebito tiene esto de la pasividad de cada experiencia. Lo que no posee todavía en la capacidad de retardar la respuesta; es masivo en ese sentido: es totalizadora, incluye todo el cuerpo.
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2Vamos a seguir con el tema comunicación. El otro día habíamos hablado de Watzlawick. Watzlawick es un experto en comunicación de la Escuela de Palo Alto. Él habla de algunas propiedades básicas dentro del enfoque comunicacional que plantea, y dice que éstas encierran consecuencias interpersonales que son básicas. Hay propiedades básicas en la comunicación que tienen efectos concretos sobre las relaciones entre las personas que se comunican. La primera propiedad de la que él habla es la imposibilidad de no comunicar. Vamos a ver si esto es cierto y le voy a pedir a dos personas que pasen. Vengan los tres: yo le voy a dar una consigna. (...) Lo que tenías es una misión imposible. Por eso no lo pudiste hacer. No se puede no comunicar nada. Esa es justamente la primera propiedad de la que habla Watzlawick. Teniendo en cuenta que toda conducta es comunicación, esto implica que no nos manejamos sólo con una unidad de mensaje monofónica, la palabra, sino que incluimos un conjunto fluido y multifacético, de muchos modos de conducta: verbal, tonal, gestual, contextual. Esto puede ir de lo congruente a lo incongruente. Cuando uno dice "estoy cada día más contenta de estar acá" (sin ganas) hay algo que aquí no funciona. Normalmente, una persona que está contenta lo dice con otro tono de voz. Cuando alguien se alegra de ver a un otro, se acerca y lo abraza. No lo ve y sale corriendo. Toda conducta es comunicación. Esto implica que, además de esa unidad que es la palabra, monofónica, de un solo sonido, la comunicación es enriquecida y completada por otra cantidad de signos: la postura, el gesto, la tonada... Cada uno de estos indicadores va condicionando, calificando y modificando lo que se dice. El contexto en el que se dice va enriqueciendo el qué es lo que se dice: en un contexto de desempleo, si alguien ve a su jefe y un compañero hablando y dice "me van a rajar del trabajo", en el año 2003 no le podemos decir "no te persigas, estas paranoico" porque esto ocurre. Estas distintas partes que integran un todo forman una unidad comunicacional. No es que uno toma por separado. El 20 de diciembre de 2001 estábamos atravesados por las imágenes que todo el tiempo nos bombardeaban; la televisión nos mostraba episodios que eran tremendos. Había algo que afectaba a nuestra conducta. Estábamos más perturbado en la medida que me nos hablábamos de estos temas. En realidad lo que nos pasaba a todos era que teníamos la necesidad de hablar de lo que vimos en la calle, había una dependencia con el fenómeno comunicacional. Todos estos elementos -el contexto, el tono, la palabra, la postura- forman una unidad que da un mensaje. Va de lo congruente a lo incongruente: reírse a un velorio, ir a llorar a una fiesta... Hay quien dice "estoy muy enojado" y, según el tono, le creo o no. "Mira qué me enojo", dice la mamá. "No está enojada", dice el chiquito de tres años, porque cuando está enojada ella se expresa con el ceño fruncido, con elementos que enriquecen el fenómeno comunicacional y nos dan pautas de congruencia o incongruencia. No hay nada que no sea conducta. Siempre nos estamos comportando. Siempre, mientras estamos vivos, nos comportamos. Es imposible, entonces, no comportarse, no conducirse, no tener comportamientos durante la vida. Toda conducta, en una situación de interacción, tiene valor de mensaje. Recién, la compañera de ustedes, ¿que decía con su conducta? "No quiero hablar, me quiero ir, abro la ventana, miro el reloj, estoy apurada o quiero evitar esta situación". Eso es lo que decía. Por eso es imposible no comunicar. Actividad o inactividad, palabras o silencios tienen siempre el valor de mensaje. El silencioso, de alguna manera, comunica que no quiere o no puede hablar. (Lo digo porque en primer año hay muchas cosas que se juegan en los silencios. Acá donde me ven, tan charlatana, en primer año, ni primer registro de entrar a las facultades, la primera vez que me hicieron poner en círculo era muy jovencita, y yo recuerdo que la profesora decía "Bueno, que hablen los que no han hablado", y yo pensaba que lo decía por mí. Y no sabía qué decir en medio de esta gente que sabía tanto y hablaba tan bien. Han pasado algunos años, pero eso no me hace olvidar que éste es un registro que solemos tener cuando integramos grupos). Vamos pasando por distintos momentos. El silencioso está expresando también desde su silencio. Muchas veces nos encontramos con personas que cuando hablan tienen un enorme valor y muchísima riqueza, y han pensado y han leído: por ahí hay tiempos diferentes. Enriquece la posibilidad de intervenir, pero no es que el silencio no está comunicando. Está comunicando que sus tiempos de intervención son distintos, que va a poder hablar en otros tiempos, que su estilo es otro... Alumna: ¿Puede ser que haya un grupo que esté casi indiferente? Una no registra gestos, ni siquiera de descontentos. Susana: ¿Que es lo que a vos te hace pensar en indiferencia? Porque fíjate que hay conductas que vos has significado como "indiferencia".
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Alumna: Un grupo de alumnos que no me demuestra que está aburrido ni que está divertido. Ni interesado ni desinteresado. Está... Está. Susana: ¿Y si lo que vos lees como "indiferencia" tuviese que ver con otros estilos de comunicación, con otros tiempos? ¿Y si no fuese indiferencia y a lo mejor tuviese que ver con tiempos diferentes para expresarse? Vos leés indiferencia, pero habría que ver que es. Alumna: Evidentemente, en otros temas son totalmente diferentes. Puede ser el tema, el interés, que no los motive. Susana: Puede ser. La segunda propiedad constitutiva del hecho comunicacional es que toda comunicación implica un compromiso. Esto es muy importante, porque lo que define es el modo en que el emisor concibe su relación con el receptor. Este es el modo en que se vinculan. Toda comunicación implica un compromiso, implica un modo de relacionarse entre emisor y receptor. Hay un compromiso comunicacional. Hay un elemento que hace al compromiso de las partes. En toda comunicación tenemos dos aspectos: en primer lugar los aspectos referencia/es, relativos a la transmisión del mensaje y la información. Bateson -un antropólogo y psicólogo que trabajó con familias de esquizofrénicos en el abordaje terapéutico- dice que la comunicación humana es sinónimo de contenido del mensaje: es el qué comunicamos. Este aspecto transmite datos de la información. En segundo lugar, los aspectos llamados conatívos toda comunicación supone conductas. Acá se refiere a la relación entre los comunicantes. Hay una aspecto de contenido y con aspecto de relación. Los aspectos conativos tienen que ver con la relación entre los comunicantes; las conductas y la relación que subyace a esas conductas, el cómo. Toda comunicación va a tener, entonces, un aspecto de contenido y otro de relación, de tal modo que la segunda -la relación entre los comunicantes- es una metacomunicación: está por debajo de la comunicación. Si yo, como docente, me comunico con ustedes de una determinada manera, en esta relación que establecemos en lo vincular, hay una metacomunicación. Si yo los escucho, si digo que esto no lo voy a responder por qué no es el tema de la clase, hay una metacomunicación. Se establece un vínculo que incluye lo afectivo. Detrás de ese fenómeno que es el de la comunicación, hay un código, un posicionamiento en este fenómeno, que es una metacomunicación. Tomamos como sinónimo comunicación y conducta, de tal manera que en toda conducta puede ser entendida como comunicación, o tiene el valor de mensaje. La conducta de la compañera tenía el valor de un mensaje. El lenguaje es en sí mismo una convención social arbitraria. Los que hablan más de un idioma, tendrán en su cabeza archivado que mesa puede ser mesa o table. En realidad no hay ninguna razón -excepto que existe una convención social arbitraria- por la cual la mesa es mesa. La relación entre el nombre y la cosa nombrada, significado y significante, presupone una convención arbitraria. La cosa nombrada es el significante. El nombre, "mesa", es el significado. No hay una razón que la justifique. Las palabras son signos arbitrarios que se manejan de acuerdo a la sintaxis lógica de la lengua, y no hay ninguna razón por la cual tal nombre equivalga o represente tal cuestión. Es una convención semántica del idioma que hace que nos entendamos en función de esos códigos compartidos. La semana pasada decíamos que existe el código compartido, y, más allá de esos códigos, cuando nosotros queremos hacer un uso particular de las palabras, tenemos que aclararlo, como yo aclaré en la semana pasada. Una palabra es una convención semántica propia de un idioma. Fuera de tal convención, la relación entre la palabra y la cosa nombrada carece de significado. En la esquizofrenia, las palabras no designan a ninguna cosa. Hay un uso de un idioma que se ha creado el propio sujeto, que habla en su idioma, fuera de tal convención. No hay una relación entre la palabra y la cosa nombrada, que es lo que constituye un idioma atribuyendo a cada palabra un objeto. Es maravilloso como uno después tiene modismos y lunfardos, que son regionales, generacionales, o grupales. Fíjense que hoy los jóvenes hacen referencia a determinadas cosas: "curtir", "transar", vocablos que vienen del lenguaje de la droga. Esos universos van penetrando en otros universos. Estar "puesto", "la yuta"... el idioma va marcando inclusive en niveles de pertenencia. En determinados sectores hay palabras que no se dicen: no se dice "rojo", no se dice "cena", "hermoso", "pieza", "coche". ¿No lo sabían? ¿Alguien sabe de dónde salió gran parte de ésto? De Landrú, que lo hacía por jorobar. A mí me impacta el nivel de penetración cultural: hace algunos años, en un programa cómico, alguien decía "ambos dos", ustedes saben que esto es una redundancia. Hoy escucho con espanto que muchísima, pero muchísima gente responde "nosotros, ambos dos..." Alumnos: Decir "comer" y no decir "cenar"; "tomar el té" y no "tomar la leche"; "malla" y "traje de baño"... Susana: Cómo se marcan lugares de pertenencias sociales. Pero esto es una convención. Eh un colegio de la zona, ante las correcciones de una maestra que les ponía "que hermoso tu trabajo", le dijeron que por favor no les corrigiera más así, porque no querían que las chicas después dijeran "hermoso". Representa una cultura
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determinada, porque las palabras no son en sí mismas buenas o malas. Lo estoy diciendo para que se entienda que no hay un significado en los diccionarios que indica que queda más fino esto u otro. Hay personas que se expresan con muy pocos vocablos y hay personas que poseen una riqueza idiomática que les hace a salar con mucha disponibilidad de términos, como que fluyen espontáneamente, uno no se pone a buscar en el diccionario. La comunicación se constituye en el lenguaje con la palabra, lo verbal y con lo no verbal o analógico. Lo analógico y lo digital. Lo no verbal, analógico, que tiene sus raíces en períodos mucho más arcaicos de la comunicación humana. Los niños son los que predominantemente se manejan por medio de la comunicación analógica: los gestos, los empujones... A lo mejor tienen menos disponibilidad de palabra, pero además expresan sus sentimientos, sus amores, sus broncas, mucho más fluida y corporalmente. Los adultos nos caracterizamos por empezar a ponerle nombre a las cosas que sentimos y nos pasan. Es sumamente difícil es hacer que en las personas se miren, que se expresen sin palabras por este barniz que la cultura nos impone, y que hace que uno tienda a decir "Bueno, lo que a mí me está pasando ... " Y es muy difícil, muy complicado, expresarlo sin palabras. Alumna: ¿Es bueno hacer hincapié en esta comunicación no verbal en el aprendizaje, en la enseñanza, con los hijos, en la escuela? Susana: ¿Sí es bueno valorizarlo? yo creo que todas las líneas que valorizan lo que es la expresión, más allá de la palabras, generalmente son enriquecedoras. Existe el psicodrama, la posibilidad de hacer expresión corporal, de mostrar, de poder expresar más allá de la palabra... Yo creo que es muy saludable que aparezcan otras vertientes de comunicación y expresión. Decíamos que la comunicación analógica o no verbal corresponde a períodos más arcaicos de la vida de los sujetos, más propios de la niñez, y se van perdiendo bastante en la medida en que vamos creciendo. Por lo tanto, la comunicación no verbal o analógica encierra una validez ás general que el lenguaje verbal, que es más abstracto. Esto es lo que hace que cuando vamos por el mundo, si no sabemos un idioma (hace un gesto) esto significa que una persona quiere saber. Incluye una validez mucho más general que el lenguaje, es un universal. En los gestos nos entendemos todos. Podemos no entender nada, pero en el tono descubrimos emoción o alegrías; podemos no entender el contenido pero ver cuando un grupo de gente festeja. Hay algo que nos muestra dentro del tono o de los gestos. También se incluyen los indicios comunicacionales del contexto en que la comunicación tiene lugar. Dentro de lo no verbal o analógico, también se incluye como un elemento a tener en cuenta los indicios del contexto. En un contexto como éste, es propio que se hable de elementos teóricos; uno no se pone a dar una clase en medio de su oficina. El hombre es el único ser viviente que puede combinar tanto el lenguaje verbal como el analógico. Lo interesante de esto es que en la combinación del lenguaje verbal y del analógico, gestual, tonal, uno se pregunta cuánto de esto se transmite casi por herencia. Cómo los niños imitan a sus padres en los gestos, por identificación. Funciona como un espejo. Hay momentos en que uno ve a las niñas haciendo de brujas, y las madres a veces nos asustamos, y una dice "¿seré yo así?" Porque generalmente ellas sobreactúan. Los niños también, con el padre: si el padre camina con las manos cruzadas detrás de la espalda, mirando sin hay hormiga... Son gestos y códigos propios de cada familia. Eso se pega por imitación. Es identificación; se identifica con una persona a la que admira, y empieza a copiar los elementos más evidentes que hacen a los rasgos para un chiquito. Alumno: Yo conocí a mi papá de grande. ¿Cómo se explica que yo hacía las mismas cosas que él sin haberlo conocido? Los mismos gestos, la misma forma de caminar... Susana: Puede haber una información genética. Nada está descartado... Alumna: puede ser que otras personas hayan visto en tus gestos esos otros gestos. Otro alumno: Mi abuelo, de parte de mi papás, dibujaba. Yo también. Susana: Lo del dibujo tiene que ver muchas veces con habilidades. Estamos reproduciendo una viejísima discusión entre lo innato y lo adquirido. ¿Cuánto es el porcentaje de lo estimulado? Uno diría que hay genes artísticos, pero también uno fue incentivado hacia el arte, cuando al año le regalaron los pinceles... Hay genios, pero en algún lugar tuvieron que tener la posibilidad de desarrollar ese genio, de ser incentivados. Toda comunicación puede ser complementaría o simétrica. Relaciones basadas en la igualdad o en la diferencia. Hay relaciones comunicacionales de basada en la igualdad o simetría. Ustedes son simétricos: son pares. Cuando hablan entre ustedes, hablan como pares. La relación docente-alumno es complementaria. Hay relaciones simétricas cuando existe igualdad, paridad en el vínculo: los hermanos entre sí, los alumnos entre sí, los docentes entre sí. Y hay relaciones complementarias qué están definidas por el contexto sociocultural: docente-alumno, médico-paciente, padre-hijo, marcados por el propio rol con una asimetría por la edad, por la diferencia de poderes y saberes.
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Los mensajes paralelos se dan cuando en una misma situación de comunicación o de transmisión de un mensaje se transmiten mensajes contradictorios. Como el ejemplo de la madre con su hijo: este doble mensaje, situación de doble vínculo donde el otro queda atrapado sin saber qué hacer. Esto, como experiencia comunicacional reiterada, es enfermante. Hay una tremenda contradicción entre lo que se dice y lo que no se dice, que queda subyacente. Esto enferma; que te diga "estoy enojada, no te quiero saludar" es mucho más sano. El ruido: puede ser entendido en primer lugar como interferencia que se da en el canal y dificulta la recepción del mensaje. Si abajo se nos para un camioncito cantando el Himno Nacional, es probable que el ruido impida que ustedes escuchen el mensaje. En segundo lugar, el ruido puede ser entendido como tercero intrapsíquico. es todo y yo, están ustedes, y adentro el tercero y intrapsíquica. Se refiere al tercero del mundo interno que está más cerca del obstáculo epistemofílico. Cuando nosotros nos enfrentamos a una tarea, a una teoría, hallamos dos obstáculos: uno es epistemológico, de comprensión, cuando nos sitúan a frente a un conocimiento que se nos escapa y nos hace pensar que es difícil de comprender. ("No lo entiendo, ayudame, explicámelo"). Pero aunque a veces lo entendemos racionalmente y lo comprendemos, hay algo que no nos permite incorporarlo y es un obstáculo que llamamos epistemofílico: nos hace ruido por lo emocional, porque este conocimiento nos golpea. En algún punto de nuestra historia nos hace ruido porque en ese punto hay algo nuestro que está ahí, obstaculizando. Ese es el ruido del tercero íntrapsíquico. Se llama tercero porque hay algo de nuestro mundo interno que se manifiesta en el externo y que genera confusión, dificultad para entender, escuchar o comprender. Ante una información determinada que nos están dando, de algo nuevo -vienen y nos hablan de reelaboración, evaluación- ustedes escuchan esto y los remite a sus saberes previos. ¿A que lo van a remitir? A sus experiencias de haber estudiado, de haber dado el examen, de haber sido alumnos... Ese tercero intrapsíquico se moviliza muchas veces para dificultar la comprensión porque tiene que ver con quién ha sido uno en sus aprendizaje, en sus miedos al fracaso, en sus miedos a la equivocación. A veces ese obstáculo del mundo interno e intrapsíquico nos dificulta la comprensión. Es una forma de ruido. En Pichon Riviére, la comunicación aparece como el eje de lectura de la relación de sujeto con el otro, siendo también el eje de la lectura del obstáculo. De eso trabajamos los operadores en psicología social: viendo la forma en que se comunican las personas entendemos y podemos ver los obstáculos que tienen esas personas, para ayudarlos en la resolución. ¿Hay preguntas? Alumna: Un grupo que discute todo el tiempo, y la relación pasa por discutir, malos entendidos, cosas dichas por atrás... ¿cuál sería el obstáculo para operar? Susana: No hay un universal. Se puede pelear por muy diversas razones. No alcanza la información que me das para poder responder. Se pueden pelear por distintas posiciones frente a la tarea, porque se han formado subgrupos y aparecen alianzas... Alumna: Se pelean para estar más cerca de una persona. Susana: Hay liderazgos fuertes... Pero no hay una sola respuesta absoluta. Yo sostengo que en esos casos, si hay liderazgos fuertes, hay que tratar de neutralizarlos mezclando los subgrupos, rompiendo los grupos que están muy cristalizados, pero habría que verlo, no te puedo dar una respuesta así...
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Es imposible no comunicar CARLA IMBROGNO Y MARCELO R. CEBERIO. «¿Es real la realidad? se preguntaba Paul Watzlawick y escribía: "Creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión, pero se hace aún más peligrosa si se la vincula a la misión mesiánica de sentirse en la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerdo con ella, sin que importe que el mundo lo quiera o no. La negativa a plegarse a una determinada visión de la realidad (a una ideología, por ejemplo), la 'osadía' de pretender atenerse a la propia visión del mundo y de querer ser feliz a su propia manera, es tachada de think crime, de 'crimen del pensamiento', en el sentido de Orwell". Watzlawick se definía a sí mismo como un "constructivista radical" —el planteo básico del constructivismo es que la realidad no existe como hecho objetivo, sino que es una construcción más dentro de las construcciones mentales que realiza una persona a partir de la interacción permanente con su entorno—. Sin embargo, el lingüista, filólogo, filósofo y psicólogo austríaco, que murió el último 31 de marzo a los 85 años en Palo Alto, California, fue más que eso: Paul Watzlawick fue uno de los más grandes teóricos de la comunicación y un intelectual de una productividad literaria profundamente ecléctica: escribió 22 libros que fueron traducidos a más de 80 idiomas y un sinfín de artículos científicos y de divulgación. Supo collagear sus conocimientos de la cibernética, el positivismo de Viena, la teoría general de los sistemas, incluso del freudianismo, en pos de una teoría psicoterapéutica basada en la resolución de problemas que lograra "eliminar el sufrimiento" de las personas. Watzlawick fue autor del bestseller El arte de amargarse la vida (1983), fue uno de los principales creadores de la tan citada Teoría de la Comunicación Humana (1967, junto a Janet Beavin y Don Jackson) y uno de los fundadores de la llamada terapia breve. La terapia breve, más conocida como el modelo de Palo Alto —en honor al lugar que la vio nacer, el Mental Research Institute (MRI) de esa ciudad—, es una de las terapias sistémicas más eficaces. Fue creada por un grupo de especialistas de las más variadas disciplinas: John Weakland, Jay Haley, Richard Fisch y el propio Watzlawick. Allí, en el MRI californiano, el maestro de la comunicación humana estaba asentado desde 1961 y desde allí —hablaba siete idiomas— llevó al mundo las teorías que lo harían famoso. Comunicación y cultura La pregunta por la realidad es tan antigua como la historia misma del pensamiento humano: desde la "invención" de la realidad por el pensamiento eléata pasando por los múltiples debates sobre el estatuto de lo real en la antigüedad y el medioevo, la concepción de que todo es una emanación de la propia mente, la filosofía cartesiana y su distinción entre sustancia pensante y sustancia extensa, el idealismo trascendental katiano, Wittgenstein (lo que debe ocuparnos no son las cosas, sino aquello que les atribuimos) o el constructivismo moderno (Piaget, Maturana, von Glasersfeld, von Foerster, Watzlawick). ¿Quién no ha intentado determinar lo que significa la realidad? El siglo XX remató la cuestión: "Nuestra realidad no es otra que nuestra idea de la realidad", escribió el francés Edgar Morin. Pero las ideas de Paul Watzlawick y sus colegas en Palo Alto provocaron una auténtica revolución en la forma de ver el mundo propia de la llamada posmodernidad, renunciando a los dogmas de las ciencias clásicas. En los años 50 ya había comenzado a gestarse un paradigma epistemológico que articulaba nociones de la cibernética —una teoría de los sistemas de "control" y su retroalimentación, cuyas implicaciones sociales fueron popularizadas por el matemático Norbert Wiener— y la teoría general de los sistemas —un estudio interdisciplinario del biólogo Ludwig von Bertalanffy, que buscaba encontrar las propiedades comunes a entidades (sistemas), presentes en todos los niveles de la realidad, pero que tradicionalmente son objeto de
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disciplinas académicas diferentes—. Para esta nueva concepción holística, que el antropólogo Gregory Bateson trasladó a las ciencias humanas, un efecto es el resultado de múltiples variables causales, pero a la vez tiene sus efectos sobre las causas que lo generan (cuanto más grande es la bola de nieve que baja por la ladera de la montaña más nieve arrastra y, a su vez, más modifica el paisaje original). En el campo de las humanidades, Bateson —que formó parte del grupo de Palo Alto en sus comienzos y tuvo una influencia decisiva, aunque no siempre reconocida, en el pensamiento norteamericano— fue el primero en hacer hincapié en que la realidad, física y espiritual, debe ser encarada como un vasto sistema compuesto de subsistemas coherentes, en cuya evolución es decisivo el entorno. Watzlawick amalgamó las ideas germinales de Bateson con su perspectiva constructivista completando así las últimas pinceladas del nuevo modelo. Frente a un determinado hecho (un efecto) solemos preguntarnos por qué sucede (su causa); el problema es que el efecto es mucho más que el resultado de una causa unívoca: tantas formas de comunicación verbal y paraverbal, efectos dominó que se concatenan. Si a esto se suma que la búsqueda del porqué se halla sesgada por el ojo del observador protagonista, se puede inferir que el motivo hallado es sólo una invención, y no una causa real, verdadera y objetiva. Los investigadores de Palo Alto desplegaron su influencia sobre la mayoría de las ciencias sociales y sobre la cultura de los últimos cuarenta años. En el plano del estudio del hombre, mostraron que ya no era posible concebir al individuo separado de sus propias acciones (más bien interacciones), de sus silencios, de sus percepciones, de su contexto sociocultural, de su carga histórica y semántica, ¡de los tabúes de su civilización!, en definitiva, de la comunicación, que devino un factor crucial en la construcción de la realidad. Es imposible no comunicar: "man kann nicht nicht kommunizieren", escribía Watzlawick en su lengua materna, el alemán. En el ámbito de la vida cotidiana fue quizás el avance de las nuevas tecnologías lo que hizo más visible la necesidad imperante de reconfigurar la noción de realidad en un mundo cada vez más mediatizado, informatizado y simbólico (más virtual). Y también aquí Watzlawick y sus discípulos y seguidores fueron pioneros: ya en la teoría de la comunicación humana, en la que plasman los axiomas de la comunicación, no sólo afirman que "toda conducta es comunicación", sino que distinguen entre comunicación digital (verbal) y analógica (gestos, acciones, etc.), entre contenido (lo que se dice) y relación (la relación entre los que se comunican). Comunicamos en ambas formas, traduciendo una a la otra, no sin dificultad. La actual era digital —en la que proliferan las relaciones sentimentales vía Internet— parece asistir a la anulación de toda percepción "real": la webcam aviva una imagen aún más inventada del otro; en el espacio escalofriante del chatroom no queda, pues, lugar para analogías. El grupo de Palo Alto desarrolló un modelo fuertemente pragmático, sobre todo en el eje de sus investigaciones que se relacionaba con el análisis de los procesos de información y comunicación. De hecho, la versión en inglés de la Teoría... es Pragmatics of Human Communications. Este traslado de modelos cibernéticos y sistémicos a la comunicación humana se plasmó en la primera investigación que desarrolló el grupo acerca de la esquizofrenia. El artículo "Hacia una teoría de la esquizofrenia" (1962) explicaba el concepto de "doble vínculo" según el cual la víctima (el enfermo) era preso de los mensajes contradictorios y simultáneos, principalmente de su madre, lo que alteraba progresivamente su lógica racional. Watzlawick —siempre con humor refinado y austero— explicaba el fenómeno con el chiste de las dos corbatas: una madre regala a su hijo dos corbatas, una roja y otra azul. El chico entusiasmado se coloca la roja y la madre le dice "¿Pero, no te gustó la azul?". El chico corre y se coloca la azul, y ansioso se yergue ante la madre que le responde "¿No te gustó la roja?". Si esta modalidad se reitera como un estilo de comunicación, se producirá una ruptura de las tipologías lógicas y el chico terminará colocándose las dos corbatas, de lo que se infiere que ¡está loco! En el ámbito de la psicoterapia, esta epistemología basada en la noción del individuo como parte de un sistema incorporó una serie de nuevas preguntas: quién hace qué, a quién, cuándo y en dónde. Para sus promotores, la individualidad de una persona se comprende a partir de su entramado relacional. Es imposible analizar al individuo sin tener en cuenta el contexto situacional en el que aparece la conducta. No se trata ya de hurgar en el pasado y buscar la causa original de un síntoma para poder cambiar. Terapias breves
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Para el grupo de Palo Alto —y éste continúa siendo hoy el eje de la terapia sistémica breve— el quid de la cuestión radica en interrumpir "las soluciones intentadas fracasadas": ante un problema, la persona (y / o su entorno) intenta una y otra vez la misma solución, pues ésta en algún momento ha surtido efecto o simplemente responde al "sentido común" o la "lógica racional". Genera así una inercia automatizada de intentos fallidos que refuerzan el problema. Personas, creencias, acciones e interacciones, se han vuelto rígidas alrededor del problema, lo cual hace aún más difícil una salida saludable. "No tratamos realmente los problemas sino que nos centramos en cambiar los intentos de solución que no funcionan para permitir que el problema desaparezca", explicaba el maestro. Watzlawick enfatizaba el aspecto intercomunicativo en los procesos relacionales, puesto que cualquier análisis humano se desarrolla en situación de interacción. ¿Qué versiones de lo real apuntalan la organización y acción de las naciones?, ¿qué visión del mundo crean los medios masivos?, ¿qué premisas epistemológicas no cuestionadas están conduciendo a la devastación personal, natural y social en nuestros días? "... que el desvencijado andamiaje de nuestras cotidianas percepciones de la realidad es, propiamente hablando, ilusorio, y que no hacemos sino repararlo y apuntalarlo de continuo, incluso al alto precio de tener que distorsionar los hechos para que no contradigan a nuestro concepto de la realidad, en vez de hacer lo contrario, es decir, en vez de acomodar nuestra concepción del mundo a los hechos incontrovertibles", escribía. Lo cierto es que, hoy, la desestabilización de los sentidos propia de los habituales trastornos de pánico opera, por ejemplo, como un factor de freno sintomatológico del desequilibrio y el descontrol, el estado de inseguridad crónica, el vértigo, la preeminencia de la imagen, la cultura del desastre en nuestras sociedades posmodernas. Este mismo exorcismo de los sentidos es el que demanda soluciones relativamente rápidas y eficaces que mejoren la calidad de vida. A pesar de que en la Argentina, y en Buenos Aires en particular, la estabilidad de la inestabilidad y el espíritu —al parecer— naturalmente melancólico, hacen que todavía exista gran resistencia a buscar opciones, son cada vez más los que recurren a una alternativa que no dé por sentado terapias que perduren años en un diván: no importa si es terapia sistémica, cognitivo-conductual, bioenergética, transaccional, existencial o gestalt. Quienes conocieron a Paul Watzlawick aseguran que, más allá de su legado científico, fue un ser humano generoso, modesto y respetuoso de sus colegas, mentor de cientos de terapeutas y filósofos en todo el mundo. Pero, fundamentalmente, vivió una vida digna y trascendente, enriquecida por numerosas experiencias. Fue un ser ávido, con la inteligencia y sensibilidad de los creadores. Sus ideas y pensamientos son ya patrimonio de todos. Clarín, sábado 19 de mayo de 2007
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LOS AXIOMAS DE LA COMUNICACIÓN Extractado de "Introducción a la psicología de la comunicación" Alejandro López, Andrea Parada, Franco Simonetti, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 1995. El Enfoque Interaccional definió tentativamente cinco axiomas fundamentales de la comunicación en virtud de sus importantes consecuencias pragmáticas en cualquier situación interpersonal. El concepto de comunicación adquiere así un sentido especial que Birdwhistell describe muy bien al sugerir que "un individuo no comunica: participa en una comunicación o se convierte en parte de ella. Puede moverse o hacer ruidos..., pero no comunica. De manera similar, puede ver, oír, oler, gustar o sentir, pero no comunica. En otras palabras, no origina comunicación, sino que participa en ella. Así, la comunicación como sistema no debe entenderse sobre las bases de un simple modelo de acción y reacción, por compleja que sea su formulación. Como sistema, debe entenderse a nivel transaccional. Dado el énfasis en el aspecto interaccional de la comunicación humana, la descripción y análisis de estos axiomas se centra en la comunicación diádica entre personas, en la cual las claves intercambiadas emanan directamente del cuerpo (movimientos, gestos, posturas), el habla (verbalizaciones), la voz (tono, volumen, tempo, etc.) y el contexto inmediato (situación física, social, cultural, etc.). Sin embargo, queda abierta la posibilidad de una traspolación cuidadosa de estos axiomas a los fenómenos de la comunicación intrapersonal (diálogos internos), la comunicación animal o la comunicación social (medios de comunicación de masas, relaciones internacionales, etc.). Desarrollaremos a continuación cada uno de estos axiomas. 1- La imposibilidad de no comunicar Este axioma se deriva necesariamente de una propiedad básica del comportamiento; esto es, no hay algo que sea lo contrario de comportamiento, no existe el no comportamiento y, por lo tanto, es imposible no comportarse. Moverse o quedarse quieto, hablar o permanecer callado, sonreír o mostrarse inmutable, presentarse o no a una cita, retirarse de una situación, etc., todos constituyen comportamientos. Es necesario insistir en que el comportamiento no se limita a lo que se hace, sino que incluye las verbalizaciones, posturas, gestos, etc. Además, el no hacer, no decir, no gesticular, también constituyen formas de comportamiento. Si se acepta que todo comportamiento en una situación de interacción tiene un valor comunicativo, entonces no se puede dejar de comunicar, aun cuando se intente. En una situación interpersonal todo comportamiento influye sobre los demás, les comunica algún mensaje y éstos no pueden dejar de responder a tales mensajes comportándose y comunicando a su vez. Tomemos el caso de un viaje en Metro. La generalidad de las personas muestran una mirada perdida o una mirada fija en algún punto (generalmente, el piso) o una mirada inquieta que va fijándose brevemente en un sinnúmero de puntos sin detenerse en ninguno. Además no hablan, se muestran inmutables y permanecen en una postura rígida hasta que deben bajarse. Aparentemente estas personas no se están comportando o comunicando algo; sin embargo, su comportamiento (serios, mudos, rígidos y mirada perdida) tiene un extraordinario valor comunicativo que podría ser parafraseado como "no deseo hablar con nadie" o "no quiero que me hablen". El efecto pragmático de esta comunicación es también extraordinario, puesto que generalmente los demás responden dejando tranquilo a su vecino. Supongamos que estas mismas personas se encuentran en una fiesta. No es difícil imaginar que su comportamiento será totalmente distinto y conllevará un mensaje tipo "deseo hablar con alguien" o "quiero que me hablen". Esto nos indica que en cualquier situación no sólo el comportamiento de los demás es comunicativo, sino que existen también índices comunicativos inherentes al contexto físico y social. Estos índices también comunican y provocan efectos pragmáticos importantes en las personas. El comportamiento de estas varía según se hallen en el Metro, en una, fiesta, una conferencia o un dormitorio, aun cuando se encuentren con la misma persona. Las situaciones anteriormente descritas nos estarían indicando que el comportamiento como comunicación no es un fenómeno aleatorio, sino que está guiado por reglas, así como el lenguaje lo está por su gramática. Existiría un código abstracto de reglas de la comunicación nunca formalizado ni plenamente consciente que se iría adquiriendo a lo largo de la vida. Estas reglas nos indicarían que y cómo es posible comunicar que cosas y en que situación. Se nos plantea así el problema de si la comunicación es o debería ser intencional, consciente y eficaz. Cuando se esta interesado en el intercambio de información en un nivel consciente, voluntario y deliberado, entonces la intencionalidad es un ingrediente esencial de la comunicación. Esto sucedería en el caso de programar una computadora, por ejemplo, donde es importante un intercambio estricto de información. Sin
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embargo, es necesario insistir en el hecho de que la comunicación tiene lugar, sea o no intencional. La intencionalidad no es un prerequisito de la comunicación. Hay situaciones donde existe una falta absoluta de intencionalidad en la comunicación, pero desde la perspectiva del "receptor" este es afectado pragmáticamente. Tomemos el caso de alguien que entra a una pieza y se pone a llorar sin saber que alguien está en la pieza contigua. Evidentemente, la primera persona no tiene intención alguna de comunicarte algo a alguien; sin embargo, la segunda persona se verá afectada por el comportamiento de la primera, pudiendo permanecer callada para no molestar, abandonar la pieza, ir a consolarla, etc.... Es decir, hubo comunicación y sus consiguientes efectos pragmáticos, aun cuando no existía la intención de comunicar. Lo mismo sucede con el problema de la conciencia y eficacia de la comunicación. En otras palabras, ¿lo que al entendió es lo mismo que yo quise comunicarle? En última instancia, éste constituye un problema irresoluble, puesto que se basa en las interpretaciones subjetivas que los participantes de una interacción hacen de su comportamiento. Se plantean problemas como los siguientes: ¿lo que quise comunicar es lo que realmente quise comunicarle?, ¿debo creer en lo que él me comunicó o en lo que él dice que me comunicó? Estos problemas surgen cuando se olvida que el comportamiento no se limita a lo verbal, sino que incluye aspectos de los cuales no nos damos cuenta y que son imposible de controlar. Por ejemplo, dilatación de la pupila, color de nuestra piel, postura, timbre de voz, gestos, etc. Todos estos comportamientos comunican. Además, lo que comuniquemos dependerá de la interpretaci6n (consciente o no) que el otro haga de nuestra comunicación. De esta forma, el problema de la eficacia se plantea cuando se ignora el carácter sistémico de la comunicación en la cual las personas participan. En su lugar se plantea un modelo lineal en el cual un emisor podría manipular todas las variables necesarias para que el mensaje recibido sea exactamente igual al emitido. Lo que si es efectivo es que en presencia de otros todo comportamiento es comunicativo y ejerce efectos pragmáticos en aquél. No es posible no comunicarse y, por lo tanto, no es posible no influirse. En el sentido interaccional en que lo estamos tomando, la comunicación tiene lugar en presencia de otro. La comunicación intrapersonal no será abordada aquí, aun cuando probablemente siga las mismas reglas esbozadas para la comunicación interpersonal. La imposibilidad de no comunicarse plantea una serie de fenómenos interesantes de considerar. Por ejemplo, ¿que situación se produce cuando alguien quiere comunicarle al otro que no quiere comunicarse con él?, ¿cuando alguien niega que se esta comunicando?, ¿o cuando niega que niega que se está comunicando? Una de estas situaciones está representada por el comportamiento aparentemente sin sentido de los esquizofrénicos (ensalada de palabras, catatonia, agitación, etc.). En general, se considera este comportamiento como carente de valor comunicativo. Sin embargo, desde una perspectiva interaccional es posible considerar al esquizofrénico como una persona que niega que está comunicando e influyendo en una relación. De esta forma, el sin sentido aparente adquiere un enorme sentido. Si yo me quedo callado comunico que no quiero comunicarme. Ahora, para negar que no quiero comunicarme sólo me resta hablar disgregadamente y ser considerado loco ("quiero, pero no puedo comunicarme"). Este constituye un ejemplo de las perturbaciones que se generan al violar algunos de los axiomas de la comunicación. Como siempre estas perturbaciones tienen un carácter interaccional y pragmático ineludible. 2- Los niveles de contenido y relación de la comunicación La comunicación opera siempre a diferentes niveles de abstracción. En el caso de la comunicación verbal, por ejemplo, es posible describir un nivel denotativo simple que es sinónimo del contenido explícito del mensaje. En el siguiente mensaje -"las llaves están sobre la mesa"- el nivel denotativo alude a la ubicación de dichas llaves dentro de todas sus ubicaciones posibles. A este aspecto de la comunicación que transmite información mediante la codificaci6n de los fenómenos se le ha denominado el aspecto referencial o de contenido de la comunicación. En otro nivel de abstracción se incluyen todos aquellos mensajes implícitos o explícitos acerca de la codificación lingüística realizada al enviar el mensaje. A éste se le denomina el nivel metalingüístico (meta: más allá) y corresponde a la semántica y sintaxis del lenguaje. Por ejemplo, "el sonido verbal llave representa un miembro de una clase tal de objetos" o "la palabra llave no puede abrir cerraduras". Asimismo, es posible describir otro nivel de abstracción en el que se incluye todo mensaje implícito o explícito acerca de la relación que se establece entre los hablantes al intercambiar el mensaje descrito. A este nivel se le denomina metacomunicación o comunicación acerca de la comunicación. Por ejemplo, "el hecho de decirle donde estaban las llaves fue amistoso". La metacomunicación se refiere, entonces, a cómo debe ser entendido el mensaje en términos de la relación que impone entre los comunicantes. De aquí que también sea
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denominado el aspecto conativo o relacional de la comunicación, puesto que define la relación entre los participantes. Existe, además, otro nivel de abstracción representado por el contexto en el cual se intercambian los mensajes metacomunicativos. Este contexto indica cómo deben ser interpretados dichos mensajes y corresponde, por lo tanto, a un nivel meta-metacomunicativo. En un contexto clásico de terapia este nivel podría ser parafraseado como "el hecho de que el haberme dicho dónde estaban las llaves fuera amistoso, representa un intento de seducción". Resulta evidente que es posible ascender infinitamente en la jerarquía de niveles de abstracción de la comunicación estableciendo niveles cada vez más implícitos que enmarcan y califican a los anteriores. Por ejemplo, niveles metametametacomunicativos (contexto del contexto) o metametametametacomunicativos y así sucesivamente. Sin embargo, una descripción así pierde su sentido en términos prácticos, con la condicionante de que el ser humano se desenvuelve con facilidad sólo en función de un número limitado de niveles de abstracción, más allá de los cuales se confunde o ilumina. Consideraremos aquí básicamente los niveles de contenido y relación de la comunicación y, en ocasiones, el contexto. Los aspectos referenciales y conativos de la comunicación indican que esta no sólo transmite informaci6n objetiva, sino que a la vez impone comportamientos en los comunicantes definiendo así su relación. Bateson ejemplifica esto mediante una analogía con la transmisión de impulsos neuronales. Si A, B y C constituyen una cadena lineal de neuronas, entonces la excitación de la neurona B es, a la vez, un informe o reporte de la excitación de A (aspecto referencial) y un mandato o instrucción para la excitación de C (aspecto conativo). Retomemos el caso de una persona A que le dice a una persona B, "las llaves están sobre la mesa". El contenido de esta afirmación corresponde a un reporte de información objetiva, esto es: las llaves "realmente" están sobre la mesa. Sin embargo, supongamos que la persona A se encuentra parada, indicando la mesa, con el cuerpo tenso, el ceño fruncido, una expresión de enojo y gritando "las llaves están sobre la mesa". La forma en que A hace esta afirmación proporciona una definición de la relación muy obvia para B que puede ser parafraseada como "la nuestra es una relación hostil". Por supuesto, es necesario considerar la variable tiempo que actúa como el contexto en que se da dicha definición. Puede que sólo en ese memento particular A defina su relaci6n como hostil con B o puede que la defina siempre así, en todas sus afirmaciones. Supongamos ahora que A se encuentra tendido relajadamente con una expresión de calma y con una sonrisa en los labios dice suavemente "las llaves están sobre la mesa...". Evidentemente, aun cuando el contenido del mensaje es el mismo en ambos casos, las definiciones de la relación son muy distintas. En el último caso, A define su relación con B como amistosa. Queda aún considerar las posibles reacciones de B al mensaje y definición de la relación por parte de A. B puede aceptar, rechazar o redefinir la relación ofrecida por A. Por ejemplo, en el primer caso podría gritarle indignada de vuelta, confirmando la definición de la relación dada por A ("si, la nuestra es una relación hostil"); o podría golpearle condescendientemente el hombro redefiniendo la relaci6n como una en que B acepta amistosamente y hasta paternalmente estas "rabietas" de A. Lo importante aquí es el hecho de que tanto A como B no pueden dejar de comunicarse y definir mutuamente su relación. Incluso en caso de que uno de ellos abandone la situación, está definiendo la relaci6n. Así como es imposible no comunicar, tampoco es posible no metacomunicar, puesto que la metacomunicación constituye en si una comunicación. La metacomunicación se expresa generalmente mediante los gestos, la voz, las posturas, los movimientos y el contexto. Estos aspectos califican el mensaje enviado y ofrecen una definición de la relación. Sin embargo, esta definición de la relación casi nunca es deliberada o plenamente consciente. Mientras más espontánea es una relación, el aspecto conativo es mas implícito. Una relación perturbada se caracteriza por una constante lucha acerca de la relación y el aspecto de contenido pasa a segundo piano ("no importa de que estemos hablando, siempre estamos peleando"). El aspecto relacional o metacomunicativo de la comunicación enfatiza la importancia del primer axioma, esto es, no se puede no comunicar. Cuando A se comunica con B, el mero acto de comunicarse contiene el enunciado implícito "nos estamos comunicando". Puede que este enunciado metacomunicativo sea el mensaje más importante intercambiando sin considerar el contenido de la comunicación. La conversación social, por ejemplo, puede describirse como un intento de estar en contacto con otra persona, de comunicarse y no de intercambiar información objetiva ("que lindo está el día... hace tiempo que no llueve"). Incluso este tipo de conversación generalmente es preferible al silencio, puesto que éste conlleva la metacomunicación implícita "no nos estamos comunicando". Esta constituye una definición de la relación rechazada, sobre todo cuando el contexto indica que uno "debiera" comunicarse; por ejemplo, en una fiesta. Lo paradójico radica en que el silencio constituye también una comunicación con lo cual se produce una situación aproximadamente así: "nos estamos comunicando, que no nos estamos comunicando..., ¿nos estamos comunicando entonces?".
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La metacomunicación permanece generalmente implícita. Sin embargo, se puede verbalizar haciéndola explícita. Por ejemplo, cuando la madre le dice al niño "lo que te dije era una orden" o cuando un amigo le dice a otro "no te enojes, era sólo una broma". Es decir, la metacomunicación indica cómo debe entenderse el contenido de la información. El contexto es primordial en la forma en que debe entenderse una comunicación. No es lo mismo desnudarse en el dormitorio que hacerlo en la calle. El mismo comportamiento metacomunicará aspectos esencialmente distintos. La capacidad de metacomunicarse adecuadamente, ya sea en forma implícita o explícita, constituye una condición inherente a la comunicación eficaz. La ambigüedad entre lo que se comunica y lo que se metacomunica genera toda clase de problemas. El típico ejemplo de "¿crees que bastará con uno?", encierra una variedad de significados dependiendo de cual palabra se acentúe, lo cual es imposible indicarlo en forma escrita. Existe una clase particular de confusión entre el nivel comunicativo y metacomunicativo que corresponde a la paradoja. En una paradoja, el mensaje y el metamensaje se aluden y califican mutuamente generando una situación imposible. Por ejemplo, "no lea esta frase", "te ordeno que me desobedezcas", etc. De esta forma, toda comunicación posee un nivel de contenido y un nivel relacional, tales que el segundo clasifica al primero y es, por lo tanto, una metacomunicación. Desde una perspectiva interaccional y pragmática se ha considerado que el aspecto relacional incluye al de contenido, puesto que este enfoque no enfatiza el intercambio de información objetiva en si, sino sus efectos pragmáticos en la relación. 3- Comunicación digital y analógica Existen dos modos básicos de comunicación humana que es necesario distinguir, éstos son, la comunicación analógica y la comunicación digital. La comunicación analógica es aquel tipo de comunicación en la cual los objetos y eventos del mundo son expresados mediante un símil, una semejanza o analogía que contiene una estructura similar al objeto representado. Es decir, en la comunicación analógica se conservan y repiten de alguna manera las relaciones formales del fenómeno representado; siempre existe algo particularmente similar entre el referente y la expresión que se emplea para comunicarlo. Este es el caso de una mesa, por ejemplo, y el dibujo de una mesa. Este dibujo constituye una expresión analógica de una mesa que nos permitirá reconocerla como tal, aun cuando no haya ninguna mesa presente. Lo mismo vale para una fotografía o una representación mímica de una mesa. Las analogías son en cierta forma autoexplicativas. En la comunicación digital, en cambio, el objeto o evento es expresado mediante un conjunto de signos arbitrarios que no guardan ninguna semejanza estructural con dicho objeto o evento. El caso típico de la comunicación digital lo constituye el lenguaje en el cual las palabras poseen una relación arbitraria con el objeto que refieren. Por ejemplo, no existe nada particularmente similar a una mesa en la palabra mesa. El lenguaje constituye una convención social que varia de cultura en cultura. De este modo resulta igualmente válido referirse a una mesa como mesa (español), table (ingles) o Tisch (alemán), con la única condición de que las personas que se comunican compartan el mismo código (en este caso, idioma) para poder entenderse. Como ya planteamos, la comunicación analógica es toda aquella que guarde una semejanza estructural no arbitraria con aquello que refiere. De este modo, las expresiones analógicas incluyen la mayoría de las expresiones fuera de la comunicación verbal, es decir, la postura, los gestos, los movimientos, la expresión facial, la cualidad de la voz (tono, timbre, volumen, ritmo, articulación, etc.), las expresiones corporales (ritmo respiratorio, coloración de la piel, temperatura del cuerpo, etc.), los indicadores comunicacionales del contexto, etc. Para ejemplificarlo de alguna manera, la expresión analógica del miedo incluye generalmente y en forma no arbitraria, movimientos de huida, temblor corporal, palidez, etc. Pero no sólo se incluyen aquellas expresiones analógicas naturales en la comunicación analógica, sino aquellas creadas por el hombre como la pintura, la escultura, la fotografía, el diseño, la música, el ballet, etc. Respecto a los índices comunicacionales del contexto, estos también actúan como comunicación no verbal que afecta al comportamiento. La reacción de un observador ante un asalto, por ejemplo, será diferente si lo presencia en la calle o en una película. Comparativamente, la comunicación analógica constituye una expresión más evidente y universal de su referente. Tomemos el caso de una persona que le quiere indicar a otra de diferente cultura e idioma que "las llaves están sobre la mesa". Si esta última persona atiende exclusivamente a la comunicación verbal, seguramente le será imposible entender que le quieren transmitir. En cambio, si atiende a los gestos que la primera persona realice, a la posible mímica o incluso gesto que le indica hacia donde mirar, seguramente podrá comprender el mensaje. La posibilidad de que dos personas que no comparten un mismo idioma puedan comunicarse radica en el carácter universal de la comunicación analógica. Evidentemente, la comunicación analógica es evolutivamente más temprana y, generalmente, se acepta que es más válida, en los diferentes contextos (por ejemplo, cultura). La comunicación digital es más reciente y su
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carácter arbitrario la hace más compleja y abstracta, requiriendo compartir el código en que se basa. Probablemente los primeros fonemas guardaban una relación analógica con su referente. Por ejemplo, representaban el ruido de un trueno, el canto de un pájaro, el gemido de dolor, etc. Lo mismo vale para los primeros morfemas. La escritura ideográfica constituye un conjunto de dibujos estilizados que preservan la similitud física con el objeto que representa. Paulatinamente estas expresiones analógicas deben haber ido independizándose de su referente hasta constituirse en un conjunto arbitrario de signos que pueden combinarse para referirse a diferentes objetos. Como lo establece el axioma anterior, la comunicación posee un nivel relacional y uno de contenido que son interdependientes y complementarios. El aspecto relativo al contenido se trasmite en forma predominantemente digital, mientras que el aspecto relacional es de naturaleza predominantemente analógico. Basándose en los trabajos de los etólogos Lorenz y Tinbergen, Bateson demostró que las vocalizaciones, los movimientos y los signos de estado de ánimo de los animales son comunicaciones analógicas para definir la naturaleza de sus relaciones y no para hacer afirmaciones denotativas acerca de los objetos. En este sentido, el gato no dice "leche" al maullar y frotarse contra las piernas de una persona frente a un refrigerador, sino que invoca, una relación de dependencia específica que parafraseada diría algo así como "se mi madre". La comunicación analógica de los animales se centra en el área de la relación. El significado de las palabras de una persona hablándole a un animal son ininteligibles para éste, pero si comprende la relación que esta persona pretende establecer con é1 a partir de la comunicación analógica que acompaña a dichas palabras. El significado de la comunicación entre animales así como entre el hombre y el animal es relacional y no denotativa. El carácter relacional de la comunicación anal6gica se hace evidente también en una serie de situaciones típicas entre los seres humanos como, por ejemplo, en el galanteo, las peleas, el amor, el pedido de ayuda, la enfermedad, etc. Todas estas situaciones tienen en común que a nivel metacomunicativo se intercambian mensajes analógicos que indican "se mi madre", "se mi adversario", "se mi pareja", etc. Las expresiones analógicas empleadas incluyen aproximarse o apartarse físicamente, mirar fijamente a los ojos, sobre la cabeza o a los pies del otro, dar la espalda, inclinarse, alzar el puño, etc. Todas estas expresiones proponen analógicamente un tipo particular de relación que el otro puede aceptar, rechazar o redefinir. El contenido de la comunicación se transmite en forma verbal, es decir, digitalmente. A este nivel se intercambia información acerca de los objetos y eventos que puede corresponder o no a lo que analógicamente se comunica acerca de la relación. A diferencia de la comunicación analógica, la comunicaci6n digital es lógica y, en este sentido, esta sujeta a los principios lógicos básicos de no contradicción. Lo digital es de un nivel de abstracción mayor que lo analógico, ligado aún a lo concreto y presente. El mensaje digital es entonces más versátil y más complejo. Lo digital permite representar conceptos básicos de la lógica como "y", "o", "si...entonces", "todo", etc. La lógica misma es producto de la comunicación digital. El lenguaje verbal permite representar conceptos que no tienen su referente concreto como "verdad", "moral", "infinito", "negativo", "nada", etc. La civilización y la cultura son un producto de la comunicación digital. El lenguaje permite representar el pasado y el futuro así como construir nuevas realidades mediante el pensamiento. Como dijera Wittgenstein, "los limites de mi lenguaje" significan los límites de mi mundo" Un ejemplo fundamental de lo anterior lo constituye el hecho de que la comunicación analógica carece de una expresión para el no, o la negación. En lo analógico todo se define positivamente, mediante comportamientos. Como ya dijéramos, no existe el no comportamiento. La negaci6n sólo es posible en el lenguaje digital. Para expresar analógicamente la siguiente negación "no me castigues", el animal ofrece al otro su parte más vulnerable (el cuello, por ejemplo); se comporta poniéndose en una posición indefensa en la cual puede ser fácilmente castigado, con lo que se somete al otro ofreciéndole una relación de sumisión. Este último generalmente acepta la definición y no lo castiga. El peligro real de este tipo de comunicación analógica radica en que el segundo animal puede ignorar o confundir estas señales y castigar al animal que se ha situado en posición indefensa. Este problema de la comunicación analógica se da siempre que alguien debe negar algo realizando justamente aquello que quiere negar (juego, amenaza, actuación, ritual, etc.). El otro siempre puede confundir la simulación (puño en alto en la amenaza) con el comportamiento que simula (golpe); y responder a este último. De aquí la importancia de poder negar digitalmente o verbalmente. Es Importante agregar aquí que el movimiento pendular de la cabeza o el dedo índice expresando una negativa constituye una traducción posterior del "no" digital a lo analógico y no lo contrario. Los mensajes analógicos son muchas veces ambiguos. Por ejemplo, se puede llorar de pena o de alegría, y lo mismo vale para la risa. El lenguaje analógico carece de los calificadores explícitos del lenguaje digital para indicar cuál significado está implícito (ej., "es sólo una broma"). Sin embargo, el lenguaje digital carece de un vocabulario adecuado para definir las relaciones (ej., las expresiones analógicas que configuran un galanteo). El hombre como único animal comprobado que maneje estos dos lenguajes debe traducir constantemente uno al
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otro. Esto presenta dificultades como la pérdida de información al traducir del digital al analógico o la cosificación que se produce al traducir del analógico al digital (ej., al hablar acerca de la naturaleza de una relación). Como lo expusiera Haley, cuando una parte fundamentalmente analógica de la relación como lo es el galanteo se digitaliza mediante un contrato matrimonial, la definición de la relación se torna un dilema: "Siguen juntos porque lo desean o porque deben hacerlo?" 4- Puntuación de la secuencia de hechos Desde el punto de vista de un observador externo, la secuencia de mensajes intercambiados entre dos comunicantes puede ser considerada como una secuencia ininterrumpida de interacciones. Es decir, se trata de una secuencia de intercambios en la que el comportamiento de cada uno de los participantes es inducido por e induce, a la vez, el comportamiento de los demás. Sin embargo, quienes participan en la interacción necesariamente puntean la secuencia de hechos arbitrariamente. En una prolongada secuencia de intercambios los sujetos participantes inevitablemente puntúan la secuencia de comportamientos o mensajes intercambiados percibiendo a uno de los participantes como actor (o estimulo) y al otro como reactor (o respuesta). De esta manera, desde la perspectiva de uno de ellos el otro es percibido como quien tiene la iniciativa, el predominio, etc., o es la víctima, el que responde exclusivamente, etc. Sin embargo, desde fuera cada acto comunicativo de uno de ellos puede ser considerado simultáneamente "un estímulo, una respuesta y un refuerzo". El proceso de puntuación de la secuencia constituye entonces una manera de considerar una relación de dependencia mutua y circular como si fuera una relación lineal en la que un organismo dirige y otro es dirigido. La puntuación de la secuencia es de vital importancia en las interacciones entre seres humanos. Esta permite a los comunicantes establecer entre ellos ciertos patrones de intercambio, acerca de los cuales pueden estar de acuerdo o no, que les permite organizar sus propios comportamientos y el de los demás. En el aspecto cultural compartimos una serie de convenciones de puntuación que nos permiten mantener una visión común con respecto a diversos hechos. Así, por ejemplo, a una persona que se comporta de determinada manera dentro de un grupo le llamamos "autoridad" y a otra "subalterno", aunque resultaría difícil decir cuál surge primero, que seria del uno sin el otro o en quien reside el poder. Considerar que una persona es quien manda y el resto del grupo quien obedece, sin considerar cómo influye o determina el comportamiento del grupo la conducta de la autoridad, es sólo una de las formas de puntuar la ininterrumpida cadena de sucesos que se retroalimentan. Resulta evidente que no existe una única manera de puntuar las secuencias de interacciones, sino, por el contrario, existen tantas formas de puntuar las secuencias como personas están comprometidas en la comunicación. En una relación es frecuente que la falta de acuerdo con respecto a la manera de puntuarla secuencia de sucesos genere una serie de conflictos. Así, por ejemplo, en el caso de un matrimonio en que la esposa presenta un problema de alcoholismo y que explica su conducta como una defensa contra el constante retraimiento y abandono de su marido, diremos que está puntuando los hechos de una manera particular. Ella afirma que el origen o causa de su alcoholismo está en la conducta indiferente de su marido hacia ella. El marido, por su parte, organizará la secuencia de eventos de otra manera, aduciendo que la explicación de su mujer no es más que una burda e infantil distorsión de lo que "realmente" sucede; esto es, que él se aleja de ella debido a su alcoholismo. Su comunicación verbal se reduce a un constante y monótono intercambio de mensajes que intentan identificar un culpable y una víctima y que se pueden resumir en el diálogo: "Tomo alcohol porque tú me tienes abandonada" y "te abandono porque te alcoholizas". Desde el interior de la relación cada uno de ellos pretende establecer una diferente secuencia lineal de interacciones en la que es posible determinar con claridad el estímulo que origina la serie de comportamientos que corresponden a la "respuesta". Lo que para él es el estímulo (alcoholismo) para ella es la respuesta y viceversa. Sin embargo, si observamos desde una perspectiva más amplia que incluya a ambos participantes, nos daremos cuenta que se trata de una secuencia de hechos entrelazados en la cual no es posible señalar un comienzo o causa y una reacción a esta. Esta secuencia circular de comportamientos que se retroalimentan es organizada arbitraria y unilateralmente por cada participante, de tal manera que los hechos aparecen como estímulos o respuestas según quien los perciba. Este tipo de interacción, generalmente, da origen a una interminable cadena de acusaciones de "distorsionar la realidad" que con frecuencia se observa en la psicoterapia familiar. Otra secuencia de hechos que constituye un ya clásico ejemplo de puntuación es el fenómeno de la carrera armamentista entre las principales potencias mundiales. Es común observar que el país A afirma que ha adquirido un nuevo armamento en respuesta a que el vecino país B ya lo ha hecho con anterioridad. Por su parte, el país B afirma que se ha visto obligado a comprar nuevos armamentos ya que es A quien anteriormente había incrementado su arsenal. Cada país puntúa los hechos desde su propia perspectiva, aduciendo que el incremento
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de su armamento es sólo una respuesta a la amenaza provocada por el otro. Con este pretexto, desde dentro es siempre el enemigo el culpable del incremento de la carrera armamentista. Desde fuera no existen culpables, sino un circulo vicioso que se alimenta a si mismo. En su obra "Nudos", el psiquiatra Ronald Laing nos presenta notables ejemplos de puntuación de la secuencia. Veamos algunos cases: Juan sufre al pensar que Juana cree que él la hace sufrir porque (él) sufre al pensar que ella piensa que él la está haciendo sufrir al hacerla sentirse culpable de hacerlo sufrir porque (ella) piensa que él la hace sufrir porque (é1) sufre al pensar que ella piensa que él la hace sufrir por el hecho de que da capo sine fine. De los ejemplos anteriores se desprende que desde dentro del sistema, se trate este de un matrimonio, las relaciones internacionales o la relación entre Juan y Juana, cada uno de sus integrantes considera la realidad como un fenómeno en el cual es posible distinguir actores y reactores. En la medida que esto ocurra será imposible encontrar la comprensión y solución de cualquier problema. Para que esto ocurra, debemos ser capaces de reconocer que la relación causal lineal observada en los sistemas es sólo aparente y que en realidad todos sus miembros están mutuamente interrelacionados. Cada cambio observado en una de sus partes provoca cambios en las demás, lo cual a su vez, repercute en las primeras (retroalimentación) Como hemos visto hasta ahora "la naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación entre los comunicantes". Sin embargo, como la comunicación se trata de un proceso circular y recursivo, la puntuación dependerá a su vez de la naturaleza de la relación entre los participantes. 5- Interacción simétrica y complementaria Las relaciones interpersonales pueden ser clasificadas de acuerdo a los diferentes patrones de comportamiento intercambiado entre sus integrantes. En otras palabras, todo intercambio comunicativo observado entre dos personas puede dar origen a dos grandes grupos de relación: simétricas o complementarias Una relación simétrica es aquella en que sus integrantes intercambian el mismo tipo de comportamiento. Tanto uno como el otro puede, indistintamente, tomar decisiones, criticar y comentar la conducta del otro, dar consejos y proponer alternativas, etc. Los miembros de este tipo de relación tienden a acentuar su igualdad con respecto a sus responsabilidades, derechos y obligaciones. Así también, con respecto al tipo de comportamiento recíproco que deberán mantener, sea este de debilidad o fuerza, confianza o desconfianza, etc. Este tipo de relación es frecuente entre compañeros de trabajo, de colegio, amigos, hermanos, etc." Una relación complementaria es aquella que se establece cuando dos personas intercambian diferentes tipos de comportamientos. Se dice que en este tipo de relación uno de los miembros se halla en posición superior y otro en posición inferior, puesto que la conducta de uno complementa la del otro. Así, por ejemplo, una persona da órdenes y la otra las obedece o una persona pide algo y la otra lo otorga. Es este el tipo de relación que frecuentemente se da entre padre e hijo, jefe y subalterno, médico y paciente, etc. Mientras que la relación complementaria se basa en un máximo de diferencia entre los comportamientos de sus miembros, las relaciones simétricas se basan en la igualdad o mínima diferencia de comportamiento. Sin embargo, es importante señalar que en las relaciones complementarias no existe una posición mejor o peor que otra, sino sólo dos posiciones diferentes que se interrelacionan. El comportamiento de uno favorece la conducta del otro y viceversa; la existencia de uno presupone la existencia del otro y controla, a su vez, el rango de comportamientos permitidos en el otro. El tipo de relación que ha de establecerse entre dos personas puede estar determinado por el contexto cultural o social en que ésta se desarrolla, como ocurre en las ejemplos anteriormente señalados. Sin embargo, existen situaciones en que son las características personales de cada uno de los miembros de la relación las que,
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junto al contexto social, definen el tipo de interacción que mantendrán entre sí. Es decir, entre dos desconocidos, por ejemplo, la relación no está definida a priori, por lo cual deben establecer en sus primeros encuentros un acuerdo implícito, a partir de lo que dicen y cómo lo dicen, sobre el tipo de interacción que han de seguir: simétrica o complementaria. Si bien todos los tipos de mensajes y conductas comunicativas intercambiadas entre dos personas pueden agruparse, grosso modo, en estas dos grandes categorías (simétrica y complementaria), la relación entre dos personas no siempre es la misma en las diferentes circunstancias. Las relaciones interpersonales son variables y pueden cambiar de naturaleza con gran rapidez de acuerdo al área en que estas se manifiestan. Lo que en un determinado momento del tiempo pudo considerarse como una relación simétrica, en otro memento puede considerarse como una relación complementaria y viceversa. Así por ejemplo, en el desarrollo evolutivo del ser humano observamos el paso progresivo desde una relación estrictamente complementaria con sus padres y demás personas que le rodean hacia una relación cada vez más simétrica a medida que va creciendo. Además de los dos tipos de relaciones descritos, Haley propone un tercer tipo de relación: la metacomplementaria. Esto es lo que sucede cuando una persona anima o impulsa a la otra a definir la relación entre ambos como una relación simétrica o complementaria y, por lo tanto, en un nivel superior, es en realidad la primera persona quien está definiendo la relación como complementaria. Por ejemplo, si A se comporta como una enferma desvalida y logra que B la cuide y la proteja se está disponiendo de tal forma la situación que ella queda en posición secundaria. Sin embargo, en un nivel superior, es A quien ha manejado la situación de tal forma que B haga lo que ella le pida y le obedezca en todo; en cierto modo es A quien se halla en posición superior y B en posición secundaria. Aunque teóricamente esta situación se puede prolongar hasta el infinito (relaciones meta-metacomplementarias, meta-meta-meta-complementarias, etc.) esto no ocurre así. En la vida cotidiana el ser humane sólo funciona en base a un limitado número de niveles de abstracción más allá de los cuales estos dejan de ser significativos en un plano pragmático. Por lo tanto, sólo consideraremos dos niveles de interacción: un primer nivel donde es posible clasificar las relaciones en simétricas o complementarias y un segundo nivel en el que se encuentran las relaciones metacomplementarias. Existe una gran variedad de fenómenos que pueden ser descritos según el punto de vista de los tipos de relación, a saber, simétrica, complementaria y metacomplementaria. Entre éstos se incluyen el llamado carácter nacional de un país, cuadros sintomáticos específicos, hasta la peculiar relación observada entre la madre y su hijo esquizofrénico. Empleando la tipología propuesta para clasificar las relaciones interpersonales, Haley realiza un completo análisis de diversas estrategias psicoterapéuticas y postula que estas pueden ser descritas como una lucha entre dos personas por establecer quién controlará el tipo de relación (simétrica, complementaria o metacomplementaria) que primará entre ambos. En términos generales, entonces, todos los intercambios comunicacionales en una interacción serán simétricos o complementarios, según estén basados en la igualdad o la diferencia. LECTURA SUGERIDA Watzlawick P., Beavin J., Jackson D.D., Teoría de la Comunicación Humana. Este texto puede encontrarse en: http://www.inf.udec.cl/~ados/apuntes/comunicacion/axiomascomunicacion.html