Lectura
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Papá juega con nosotros Una tarde invité a mis compañeros a venir a casa para –Vamos, niños, voy a enseñaros cómo hay que jugar jugar a los cowboys. Estábamos en el jardín y mamá –dijo papá–. ¡Yo seré el prisionero! nos había dicho que nos llamaría para merendar. ¡Estábamos realmente encantados! ¡Es estupendo – Bueno –dije yo–, vamos a ver: yo soy el bueno y mi papá! Atamos a papá al árbol con la cuerda de la tengo un caballo blanco, y vosotros sois los bandi- ropa y en cuanto acabamos, vimos al señor Blédurt dos, pero al final gano yo. saltar el seto del jardín. El señor Blédurt es nuestro vecino y le encanta tomarle el pelo a papá. Los otros no estaban de acuerdo, lo cual es un rollo; cuando uno juega solo, no se divierte; y cuando no – Yo también quiero jugar. ¡Seré un piel roja! se está solo, los demás arman un montón de discusiones. –¿Por qué no voy a ser yo el bueno? –dijo Eudes–; y, además, ¿por qué no voy a tener un caballo blanco también yo? –¿Y quién será el prisionero? –pregunté yo. –Bueno, será Godofredo –dijo Eudes–. Vamos a atarlo al árbol con la cuerda de tender la ropa. –¡Eso no está bien! –dijo Godofredo–. ¿Por qué yo? No quiero ser el prisionero; ¡soy el mejor vestido de todos! –¿A qué viene eso? –dijo Eudes–. ¡Yo no me niego a jugar, aunque tengo un caballo blanco! –¡Quien tiene el caballo blanco soy yo! –dije. Eudes se enfadó y dijo que el caballo blanco era de él y que –¡Sal de aquí, si no me gustaba me daría un puñetazo en Blédurt, nadie te ha llamado! la nariz.
El señor Blédurt era formidable; se puso delante de
–¡Prueba! –le dije. Y lo consiguió.
papá con los brazos cruzados y dijo:
Rufo silbaba a todo silbar y decía:
–¡Que el rostro pálido contenga su lengua!
–Síii, soy el sheriff, síii, y os detengo a todos. Papá hacía esfuerzos graciosísimos para soltarse del árbol y el señor Blédurt se puso a bailar alrededor Y Alcestes le dio un hachazo en el quepis, diciendo del árbol lanzando gritos. Nos habría gustado queque lo hacía prisionero. Y Rufo se enfadó porque su darnos para ver a papá y al señor Blédurt divertirse y silbato había caído en la hierba. Y yo lloraba y le de- hacer el payaso; pero no pudimos, porque mamá cía a Eudes que estaba en mi casa y que no quería nos llamó a merendar, y después fuimos a mi cuarto volver a verlo. Todos gritaban; era estupendo. Nos lo a jugar con el tren eléctrico. Lo que yo no sabía es pasábamos fenómeno.
que a papá le gustase tanto jugar a los cowboys.
Y después papá salió de casa. No tenía pinta de es- Cuando bajamos, ya por la noche, el señor Blédurt tar muy satisfecho. se había marchado hacía un buen rato, pero papá seguía atado al árbol, gritando y haciendo muecas. –¡Eh, chicos! ¿Qué es todo este barullo? ¿Es que no sabéis divertiros tranquilamente? ¡Es formidable saber divertirse así, uno solo!
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–La culpa es de Godofredo, señor; no quiere ser el RENÉ GOSCINNY prisionero –dijo Eudes.
El pequeño
Nicolás(Adaptación)
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1. Relaciona. • Eudes
• era el sheriff.
• Godofredo
• quería atar a Godofredo a un árbol.
• Rufo • quería ser el prisionero. • El padre de Nicolás
• no quería ser el prisionero.
2. Indica con números el orden en que suceden estos hechos: Los niños se fueron a merendar. Los niños jugaron a los cowboys. El padre de Nicolás se puso a jugar con los niños. Los niños se fueron a jugar al cuarto de Nicolás. Los niños encontraron al padre de Nicolás atado a un árbol. 3. Contesta. • ¿Por qué dos razones admiraba Nicolás a su padre? • ¿Qué niño de la pandilla de Nicolás era más agresivo? ¿Por qué? 4. Comenta con tus compañeros. • ¿Conoces las aventuras del pequeño Nicolás? ¿Qué es lo que más te gusta de ellas? • ¿Te gustaría que en la pandilla de Nicolás hubiera también niñas y que todos participaranen los juegos? ¿Por qué? USO DEL DICCIONARIO
5. Busca la palabra quepisen tu diccionario y marca el dibujo que representa un quepis.
Escribe el nombre de todos los tipos de sombrero que conozcas. PALABRAS DERIVADAS
6. Forma palabras derivadas con el sufijo -azo. • hacha
• •
timbre perro • plato•
ojo• rodilla F • bocina F
• escoba F
• látigo
Ahora clasifica las palabras que has formado según su significado. Indican tamaño grande Indican golpe Indican sonido
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Lectura
Un cuento del mar Érase una vez un niño que tuvo la suerte de conse- a salvo. Pero no contaba con que la badila mágica guir un barco para él solo. Era un velero enorme; pe- había realizado un cambio maravilloso: había transro el niño era experto en cosas de vela y lo podía formado el mar en dragones, que, tan pronto como manejar sin ayuda. vieron a la bruja, abrieron sus blancas y espumeantes mandíbulas y se la tragaron. Luego, los dragones Durante algunos años, navegó de isla en isla. Pero comenzaron a alejarse en diferentes direcciones y el un día el tiempo empezó a empeorar. El cielo se llebarco fue descendiendo, hasta que quedó sobre nó de nubes y el viento comenzó a soplar con tanta el arenoso fondo de lo que había sido el mar. fuerza que las velas quedaron hechas jirones. El niño se dio cuenta enseguida de que aquella tormenta El niño estaba muy emocionado al ver las maravillas estaba dirigida contra él por algún enemigo que sa- del fondo del mar. Entre ellas, vio los restos de un bía magia negra; por eso bajó al camarote, cerró la viejo galeón español cubierto de algas y percebes. puerta y esperó a ver qué pasaba. Enseguida descendió por un costado de su barco y corrió por la arena a explorar el buque naufragado. –¡Ja, ja! ¡No pienses que estás solo! –dijo una voz Estaba lleno de cofres de oro y alhajas. perversa y cruel a sus espaldas. El niño cogió algunos cofres y los almacenó en la boEl niño se volvió asustado y vio a un loro en la libredega de su velero. Pero una vez hecho esto, comenría del camarote. zó a preocuparse. ¿Cómo saldría de allí? ¿Cómo iba a –¡Oh, Dios mío! –dijo el niño–. ¡Qué susto me has da- navegar si no había mar por donde hacerlo? do! Pensé que eras la bruja que ha causado la tor-
Volvió al galeón y continuó explorando; entonces en
menta.
contró
un extraño martillo con una inscripción mágica: El loro ladeó la cabeza y se rascó la oreja con la pata, Cuando las aguas desaparezcan, da tres marlanzando de nuevo una larga y perversa carcajada. tillazos en el fondo. Entonces, para sorpresa suya, el niño vio que el loro comenzaba a transformarse. Sus alas se convirtie- El niño cogió el martillo y golpeó la roca. De repente, ron en brazos largos y el agua comenzó a brotar del suelo a borbollones, escuálidos; su pico, en una gran nariz aguileña; y sus brillantes plumas, en ha- como si todas las tuberías de la Tierra hubieran esrapos chillones y andrajosos. tallado. No había tiempo que perder, así que corrió hacia su barco, y antes de que el agua le llegara hasCuando el niño vio que se trataba de una bruja, co- ta la barbilla, consiguió subir a bordo. menzó a avanzar poco a poco hacia la estufa del camarote, donde guardaba su badila1 mágica. Pero la Mientras tanto, el agua rugía, se arremolinaba y subía más y más deprisa. Al poco rato, el niño notó bruja le dijo: que su barco comenzaba a bambolearse, se elevaba –Sé lo que estás buscando. ¡Tu badila mágica! ¡Ja, y quedaba flotando. ja! La he puesto en un lugar seguro, donde tú no la Cuando el barco estuvo flotando de nuevo, el niño encontrarás, jovencito. colocó las velas de repuesto y puso rumbo hacia las –Eso es lo que tú te crees –dijo una voz enérgica playas de su tierra natal; allí desembarcó finalmente desde las escaleras del camarote. Y para sorpre- con todas las alhajas y el oro que había sacado del sa de ambos, la badila apareció y arremetió contra la galeón español. bruja.
RICHARD HUGHES El perro prodigio(Adaptación)
–¡Bien! –decía el niño complacido–. ¡Dale duro! ¡Échala fuera! La pequeña y simpática badila persiguió a la bruja hasta cubierta. Una vez allí, la bruja saltó al mar por 1 badila: paleta de metal para recoger brasas y ceniza la borda, pensando en que flotaría y podría ponerse de chimeneas o braseros.
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Lectura
1. Contesta. • • • •
¿Quién salvó al niño? ¿Por qué a la bruja no le importó saltar por la borda? ¿Dónde guardaba el niño su badila mágica? ¿Cuándo flotó de nuevo el barco del niño?
2. Marca en cada caso la respuesta correcta. •
¿Cómo es la lectura «Un cuento del mar»? •
Realista.
Científica.
Fantástica.
•
¿Por qué motivo el niño consiguió salir bien librado de sus aventuras?
•Porque recibió buenos consejos. •Porque era rico. •Porque intervinieron hechos mágicos. 3. Imagina lo que el niño escribiría en su diario de navegación el día en que encontró a la bruja.Ponle fecha y redáctalo en primera persona. Puedes empezar así
24 de septiembre de 1990 El mar ha amanecido hoy en calma, pero a las doce del mediodía he notado
CAMPOS SEMÁNTICOS 4. El barco que descubrió el niño era un galeón.
Escribe el nombre de diez tipos de embarcaciones que conozcas. FAMILIA DE PALABRAS 5. Completa.
• encubrir
• descubrir
• recubrir
• cobertizo
cu brir • cubierta
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• cobertura
•
La badila persiguió a la bruja hasta
•
El niño
•
Con su barco, los navegantes grandes distancias.
•
Se hizo cómplice cuando
al autor del delito.
•
Una delgada capa de hielo
la antena de televisión.
•
El coche está aparcado bajo el
del jardín.
•
Cuando haga frío, pondremos un
nuevo en la cama.
•
Nadie dará a un negocio tan arriesgado.
• cobertor
.
maravillas en el fondo del mar.
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El alud de tierra Había una vez ocho toposLos topos vivían en un prado con los montañas. Habían hacia el tetodo el prado con sus
se habían quedado que entreparalizados, mirando horadadoojos muy abiertos túnelescho de la cueva. De vaba ele-Olaf pegó un salto.
repente, y cada par de metros se una topera. Revolver y –¡Salgamos tierra por todas par-¡Ya sé lo que
de aquí! –exclamó–. cavar la pasa! ¡Tenemos tes ¡Y eran inmediatamente a la
significaba todo para ellos.que salir verdaderos maestros en hacer cuevas! superficie! ¡Apresuraos antes de que sea demasiado tarde!
Cada topo poseía una parte determinada del prado y Dicho esto, se deslizó por la galería que conducía construido una artística y confortable cueva-
había
hacia la superficie y los demás topos le siguieron rávivienda. Todos
llevaban una vida placentera y her- pidamente. Cuando salieron al exterior, quedaron mosa, hasta aquel día de primavera en que la gran durante un momento cegados por el claro sol. desgracia cayó sobre ellos. –¡Vamos, seguidme! –exclamó Olaf–. ¡No os quedéis Era la época del deshielo. El cálido sol había derreti- parados! ¡Corred todo lo que podáis! do ya la nieve del valle y convertía en agua la nieve Los topos corrieron por el prado. Olaf los condujo a de las montañas. El agua se filtraba en la tierra y deuna roca cubierta de musgo que había detrás, a orijaba el suelo mullido y lodoso. Los ocho topos se hallas del arroyo. Apenas llegaron allí, la tierra empezó bían recogido en sus cuevas más profundas, donde a temblar otra vez. la tierra aún estaba seca. Un tronar terriblemente fuerte llenó el aire, y cuando Cuando el topo Benni despertó, sintió una extraña los topos se volvieron para mirar, casi se les paró el inquietud que no podía explicarse. corazón. ¡Un potente alud de tierra y lodo se desplo«Ay», pensó Benni. «Seguro que hoy es uno de esos mó montaña abajo! Arrastró tras sí piedras, trozos de días en los que todo sale mal y es mejor quedarse roca y árboles; las masas de tierra se precipitaron en la cama.» tronando, retumbando y haciéndose pedazos sobre Benni salió malhumorado de su dormitorio y se des-
su querido prado. Y no quedó piedra sobre piedra.
lizó hasta
donde vivía su vecino Jeppe. Era terrible ver aquello. El alud de lodo avanzó a una velocidad cada vez menor, pero no se detuvo hasta –¡Un saludo, Jeppe! –dijo Benni–. Esta mañana no llegar muy abajo, donde empezaba el bosque de come encuentro nada bien. Creo que tengo dolor de níferas. Después, todo quedó en calma. cabeza o un resfriado o algo parecido. Tillo se echó a llorar. También los otros topos sen–Qué extraño –repuso Jeppe–. A mí me ocurre exactían deseos de hacerlo. Todavía seguían sin poder tamente lo mismo. Me siento muy intranquilo, como entender lo que había ocurrido allí en los últimos misi algo malo fuera a ocurrir. (Adaptación)
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nutos. Del prado no se veía ya nada. En su lugar haA continuación llegaron los demás topos. bía un fangoso y desierto campo de ruinas. Olaf fue –¡Hola! –dijeron–. ¿Os el primero que recuperó el habla. sentís tan mal como nosotros? Estuvieron intentando averiguar la causa de su mano tuvieron éxito. De cualquier forma,
–Esto era lo que todos presentíamos esta mañana
–dijo–. Pero aún seguimos con vida y eso es lo más
lestar, pero
estando todos juntos se
sentían mejor. importante. Está claro que aquí ya no podemos continuar. Buscaremos otro prado, el más hermoso de Al llegar el mediodía, se oyeron durante unos segun- todos. Tan cierto como que me llamo Olaf. dos unas inquietantes y sordas vibraciones. Luego, ERWIN MOSER
todo volvió a quedar en silencio. Las tres pequeñas lechuzas y otras
–¿Habéis oído eso? –exclamó Jeppe.
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siete historias
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Lectura
3
(Adaptación)
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por escrito.
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Un negocio ruinoso No hace mucho tiempo, vivía en Tánger un humilde zapatero remendón que tenía un canario. Un día, mientras estaba remendando zapatos, un viejo peregrino oyó el canto del pájaro y quedó fascinado. Se quedó más de una hora mirándolo fijamente, con los ojos y la boca muy abiertos, y luego empezó a suplicar al zapatero que se lo vendiese, cosa que este no estaba dispuesto a hacer porque tenía cariño al pájaro. Pero el peregrino insistió tanto que, al final, el zapatero aceptó vendérselo por veinte monedas. El peregrino era pobre, y veinte monedas era un precio muy elevado para un canario; pero, aun así, reuAl oír esto, el zapatero se puso más que furioso. Hanió el dinero, compró el pájaro y se marchó. bía deshecho el trato por pura amabilidad y ahora el Pasaron tres días, y el peregrino volvió con el ca- viejo quería que le pagase el importe de las semillas. nario. Eso, dijo, no lo haría jamás, aunque le cortasen la cabeza o lo arrastrasen desnudo por las calles de – Devuélveme mis monedas y toma tu pájaro. Tánger. Pero el viejo peregrino se puso todavía más El zapatero se enfadó mucho al oír aquello. furioso, llamó a la guardia e hizo llevar al zapatero a rastras ante el Pachá. –Yo no quería vendértelo. Fuiste tú quien insistió en comprarlo. Y ahora vienes a molestarme otra vez. –Este no es caso para que lo juzgue yo –dijo el Pa¿Qué derecho tienes a hacer eso? chá tras haberle escuchado–, sino el Juez Supremo de todos los casos de Pacotilla. –El pájaro no canta –le respondió el peregrino–. Desde que me lo llevé a casa, se ha quedado posa- Así pues, la guardia se hizo cargo de los dos litigando en su jaula y no le he oído cantar ni una sola vez. tes y los condujo hasta la casa del juez. –Me es igual –dijo el zapatero–. En el trato que hici- El juez los escuchó con mucha atención, y no le mos no pusimos como condición que el pájaro can- quedó ninguna duda de que hablaban completatase. Y te repito que yo no quería vendértelo. Así mente en serio. Luego dictó sentencia. que… lárgate. –Es evidente que el peregrino está en su derecho –le Entonces el peregrino empezó a dar voces, y se for- dijo al zapatero–, así que debes liquidar la deuda mó un corro de espectadores que querían saber que tienes con él por los tres días que ha dado de cuál era el problema. Los dos interesados contaron comer a tu canario. Pero hay algo en tu contra –añasu historia y en parte porque el peregrino era mayor dió al tiempo que se volvía hacia el triunfante perey parecía muy furioso, y en parte porque los buenos grino–. Durante tres días este zapatero se ha quedamusulmanes tienen debilidad por los hombres san- do sin el canto de su pájaro, y debes resarcirle. Por tos, todos se pusieron en contra del zapatero. tanto, te condeno a pasar tres días dentro de una jaula en el taller del zapatero y a cantar para él tan –¿No te da vergüenza? –le dijeron–. Devuélvele a esbien como lo hace su pájaro. te pobre hombre sus veinte monedas y quédate con tu pájaro. Entonces llamó a sus guardias, como si tuviera que decirles algo importante, dejando al peregrino sin viY así lo hizo: le dio al peregrino sus veinte monedas, gilancia. Y no hace falta decir que, cuando miraron,
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con la esperanza de que lo dejara tranquilo. el peregrino había desaparecido; y ya nunca volvió a –Un momento – dijo el peregrino–. Le he dado de co- molestar a nadie en Tánger. mer a este pájaro inútil durante tres días. Es justo, RICHARD HUGHES pues, que me pagues las semillas que se ha comido. En el regazo del Atlas
(Adaptación)
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Lectura
e las semillas.
»?
encia.
ero. (Adaptación)
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Hambre y guerra He bajado al jardín en esta plomiza mañana. Un vie- quedamos sin los cien gramos de aceite que nos cojo jardinero cava lo que hasta ahora fue pradera ver- rrespondían. de, para sembrar habas. Sentada al borde del estanObservo al viejo y le veo limpiarse con el revés de la que, me dejo calentar por este dulce sol de invierno mano… Está llorando. Por decirle algo, comento: y aspiro la frescura de la tierra removida. –Yo creía que Juan era hijo suyo. El constante tiroteo del frente y el bombardeo de la ciudad se han hecho tan habituales que apenas se El pobre hombre estalla en sollozos que no puede les da importancia. Solo la llegada de los aeroplanos reprimir y se limpia con un gran pañuelo que saca inquieta aún. de entre la faja. –¡Hermoso día, señorita! –No…, no, señorita… Cuatro hijos tenía, como cuatro pinos, y ya no sé si me queda alguno… ¡Maldita –Hermoso, es verdad. revolución! –Ya se huele la primavera… ¡Si no tuviera uno tantas Con largos intervalos de silencios, de limpieza con el desgracias encima…! pañuelo y de golpes de azada, voy sabiendo que Pregunto por Juan, el jardinero que venía en los pri- el infeliz ha perdido sus tres hijos mayores en la tomeros tiempos. ma de Talavera… Del pequeño no sabe nada. –Lo movilizaron… y me creo que lo han hecho –Era una criatura, señorita… Entoavía pegao a la sargento… ¡Era un chico muy majo…! Ojalá tenga madre, que aunque tenía dieciséis años, no represuerte… sentaba catorce. Pero venía la noche del siete de noviembre y se lellevan al frente… Dendeentonces no El viejo suspira y vuelve a cavar. hemos vuelto a saber de él… ¡Qué perfume a paz sale de la tierra…! Guadalupe Me dice que su mujer está ya muy vieja, que se está viene a advertirme que se va a la tienda, porque quedando ciega de llorar, y que la está engañando es día de racionamiento. Lleva la cartilla y la bolsa diciéndole que ha sabido del pequeño… de hule con botellas… no sea que den aceite, o vino, o vinagre. El otro día, por no llevar botellas, nos –¡Ya es lo único que le queda, señorita!
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Vuelve Guadalupe toda desconsolada. Antes de entrar, me muestra por la reja una escoba y estropajos. –Hoy no tenían más que esto para darme… –Pero ¿cómo? ¿No le han dado arroz o lentejas? No, no le han dado más que esto. Ya tenemos cinco escobas nuevas… Pero ¿qué vamos a comer? Aún conseguimos algo de leche y un poco de pan. El jardinero vuelve a cavar. Se oye lejano el tiroteo del frente, y algunas abejas se atreven a volar sobre las maravillas en flor. El cielo es azul claro y el campo aterido de la noche se deja esponjar por el suave calorcito del sol… –¡Ni casi paece que pasara ná! –dice el jardinero–. ¡Y mire usté si pasa…! ¡Y cualquiera sabe quién tié la razón…! ELENA FORTÚN Celia en la revolución
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miedo. cansancio.
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Mi abuelo está enfermo Hoy es mi cumpleaños y luce el sol. Durante dos se- Ya he hecho mi elección: la antiquísima y enorme manas ha llovido sin parar, pero hoy, justamente lupa con mango de marfil. ¡Hacía tanto tiempo que hoy, el cielo es de un azul resplandeciente. la deseaba…! A través de la lupa todo parece diferente. La empuño y me aproximo al abuelo. De pronPor fin he conseguido mi bicicleta. Nuevecita, a esto,sus ojos se vuelven gigantescos, inquietantes, y trenar. Y cinco libros. Y un elegante traje azul marisus fosas nasales se convierten en profundas cueno. Tan excitado estoy que no me acuerdo de darle vas. ¡Es terriblemente hermoso! los buenos días al abuelo. –¡Figúrate! –le digo a Ferdi–. Me he olvidado por El abuelo profiere un extraño sonido, aprieta con completo del abuelo. fuerza los labios y se abraza con ambas manos la tripa. Durante las dos últimas semanas, su vientre ha A Ferdi no le parece tan dramático. A mí, sin embarengordado, aunque no come prácticamente nada. go, me remuerde la conciencia y me siento malvaPor el contrario, sus brazos y sus piernas no han dedo. Seguro que el abuelo deseaba felicitarme por mi jado de adelgazar, lo mismo que su rostro. cumpleaños. –¿Te duele mucho, abuelo? De regreso a casa, le compro al abuelo unas flores con todo el dinero de que dispongo. Pero cuando Él asiente en silencio y tuerce una de las comisuras me encamino a la habitación del abuelo, mi herma- de la boca. Palpa la almohada con las yemas de na me dice que el abuelo duerme todavía. Parece los dedos y luego levanta la cabeza y los hombros. que mamá ha llamado al médico en plena noche Le quito la almohada porque a él le gusta tumbarse porque el abuelo se quejaba de unos dolores espan- completamente horizontal. tosos. Nadie me lo ha dicho, por ser mi cumpleaños. –¿Quieres que avise a mamá? –le pregunto. El abuelo no se despierta hasta las cuatro de la tarde. ¡Hola, Michi! ¿Qué tal está mi niño el día de su cumpleaños? –dice el abuelo con voz débil y el roscontraído. quilo. –¿Te duele otra vez, papá? –pregunta mamá subiénmanta hasta el mentón. Pero el abuelo gruñe
Él asiente de nuevo. Mamá llama por teléfono al mé– dico, que acude media hora después. Le pone una inyección y el abuelo se queda tranquilo, muy trantro –¿Está muy mal? –pregunta asustado papá. dole la –Ya lo ve. Sufre grandes dolores.
malhumorado y se destapa. Papá va a preguntar, pero se detiene de pronto. –Hace demasiado calor. –Papá desea saber cuánto tiempo de vida le queda Yo abro la ventana de par en par y le pongo al abuelo entre las al abuelo –explico yo en su lugar. manos otra taza de manzanilla. El abuelo coge las tabletas amarillas que le ha recedad. y se las traga con un gesto de asco.
Mamá inspira profundamente y me mira con severi
Intenta sonreír, pero sus labios apenas dibujan una –¡Qué cosas tiene este niño…! –dice mamá inten de sarcasmo. tando disculparse ante el doctor–. No comprendo de –No he podido comprarte ningún regalo de cumpleadónde ha sacado… ños, Michi.
tado el doctor
torcida mueca
Pero el médico menea la cabeza sin prestarle aten–No importa –le contesto. ción.
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–Elige lo que más te guste de mi «cofre del tesoro».
–Eso es imposible de precisar –afirma dirigiéndose a
papá y a mí–. Un mes. Quizá dos. Puede que única ¡Magnífico! El «cofre del tesoro» es la caja donde el abuelo guarda mente dos semanas. sus colecciones más antiguas. Está en el desván, así que salgo volando y la saco de en- ELFIE DONNELLY tre los viejos baúles del armario. «Adiós, abuelo», dije en voz baja(Adaptación)
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la
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Lectura 7
La fundación de Roma Cuenta una leyenda romana que, en tiempos remotos, vivieron dos hermanos gemelos, llamados Rómulo y Remo. Nada más nacer, los dos hermanos fueron depositados en una cesta y abandonados en las aguas del río Tíber. Pero aquel día, se desencadenó una gran tormenta y el río Tíber se desbordó. La canasta fue arrastrada por las aguas hasta quedar detenida al pie de una higuera.
–Tomad el territorio que más os guste y disponed de él como si fuera vuestro.
Atraída por los llantos de los dos hermanos, una loba descubrió la canasta. La loba se compadeció y alimentó a los niños, amamantándolos como si fueran sus propios cachorros. Finalmente, un pastor que cuidaba de sus ovejas encontró a los dos hermanos, los recogió, los llevó a su casa y los crió junto a sus hijos.
Para decidir quién de ellos sería el fundador de la ciudad, Rómulo y Remo acordaron confiar en los augurios. El fundador sería aquel que viese en el cielo mayor número de aves. Rómulo subió a un monte situado junto al río y Remo subió a otro monte cercano. Rómulo vio volar doce buitres, mientras que su hermano Remo solo vio volar seis. Finalmente, Rómulo fue el designado para crear la nueva ciudad.
Cuando los dos hermanos fueron mayores, Remo fue apresado por los soldados del rey. El pastor llamó entonces a Rómulo y le hizo una gran revelación: –Rómulo –le dijo–, has de saber que yo no soy tu padre. Tú y tu hermano sois nietos de Numitor, el verdadero rey de estas tierras. El hombre que ocupa el trono es un usurpador que destronó a vuestro abuelo, mató a vuestra madre y ordenó que os arrojaran a las aguas del Tíber para que murieseis ahogados; pero los dioses quisieron salvaros la vida y una loba os recogió y os amamantó. Ahora, este mismo tirano ha encarcelado a tu hermano y piensa matarlo. ¡Acude pronto y libéralo! Rómulo organizó un ejército de jóvenes pastores y se encaminó hacia el palacio del usurpador. Tras una cruel batalla, consiguió derrotar al tirano y liberar a Remo. A continuación, los dos hermanos buscaron a su abuelo Numitor y lo restituyeron en el trono perdido. En agradecimiento, Numitor dijo a sus nietos:
Rómulo y Remo deliberaron sobre qué lugar escogerían y finalmente eligieron la ribera del río donde habían sido salvados por la loba. –En este territorio –se dijeron– uno de nosotros dos fundará una nueva ciudad y le dará su nombre.
Rómulo tomó dos bueyes, los unció a un arado y trazó un extenso círculo en torno al monte desde el que había divisado los doce buitres. Después, proclamó: –Este será el emplazamiento de la futura ciudad. Sobre el surco que he abierto en la tierra, se levantarán unas murallas inexpugnables y dentro de ellas se guarecerán sus habitantes. Los campesinos que pastoreaban en aquellas tierras se burlaban de Rómulo. En aquel monte solo veían piedras y arbustos. Pero con el transcurso de los años, sobre el surco abierto por Rómulo se levantaron fuertes murallas y dentro de ellas prosperó una gran ciudad. La nueva ciudad se llamó Roma en honor de su fundador. Y con el tiempo, Roma llegó a ser la capital de un gran imperio.
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Sombras y colores Fuego la cabra y Flim el ganso dormían sobre un banco de arena blanca, que se extendía hasta la orilla del Gran Lago de las Olas Retumbantes. Y por encima del banco de arena y de las olas retumbantes, había una sala muy alta donde los hombres de niebla hacían sus dibujos. Y por encima de la sala alta donde los hombres de niebla hacían sus dibujos, estaban las estrellas. Fuego la cabra y Flim el ganso se acostaron y se durmieron. Y mientras dormían, los hombres de niebla dibujaban. Grises, azules, con un poco de oro y con algo de plata, así eran los dibujos que hacían los hombres de niebla. Cuando Fuego y Flim se despertaron, se quedaron mirando. Muy a lo lejos, por donde el Sol salía, se veían personas y animales, todos negros o de un color tan oscuro que casi era negro. Había un caballo grande con la boca abierta, las orejas estiradas hacia atrás y las patas delanteras arqueadas como hoces de segar. Había un camello con dos jorobas, que se movía lentamente y con mucha parsimonia. Había un elefante sin cabeza, con seis cortas patas. Había muchas vacas. Había un hombre con un garrote al hombro y una mujer que llevaba un fardo a la espalda. Y todos ellos seguían avanzando. No parecían ir a ninguna parte, y se movían muy lentamente. –¿Qué es esto? ¿Quiénes son y por qué avanzan de esa manera? –preguntó el ganso Flim.
formas de animales. Y esas formas eran sombras como estas que tú y yo estamos viendo. El caballo-sombra, que está allá en el cielo con la boca abierta, las orejas estiradas hacia atrás y las patas delanteras arqueadas como hoces de segar, es uno que hicieron hace mucho tiempo, cuando ensayaban para hacer un caballo de verdad. Fue un error y lo tiraron porque no era suficientemente bueno como para llegar a ser un caballo de verdad. Y lo mismo ocurrió con los demás seres que has visto. Fuego la cabra prosiguió: –Óyeme, Flim. Lo que te estoy contando es un secreto de los nacidos del fuego. No sé si lo comprendes. Hemos pasado la noche sobre los bancos de arena, junto a las olas retumbantes, bajo los pinos enanos, con las estrellas en lo alto; así que te explico lo que cuentan los nacidos del fuego. Y ese día, Fuego la cabra y Flim el ganso caminaron por los bancos de arena que bordean las orillas del Gran Lago de las Olas Retumbantes. El cielo estaba azul, y el azul fuego del Sol se diluía en el aire y en el agua. Al Norte, las olas retumbantes eran de color verdemar y azul. Al Este había rayas de violeta que cruzaban las olas. Y al Sur, las rayas eran de color azul plata, azul como un espejo de agua. Allí al Este, donde esa mañana desfilaba por el cielo el circo de sombras, había una larga hilera de puntitos, que eran pájaros azules. –Solo los nacidos del fuego entienden el azul –dijo Fuego la cabra a Flim el ganso.
Y Fuego la cabra comenzó a explicarle a Flim todo lo que sabía del mastodóntico y colosal desfile que en aquellos momentos cruzaba el cielo.
Esa noche, Fuego y Flim durmieron otra vez sobre los bancos de arena. Y dos veces durante la noche, Fuego la cabra murmuró en sueños:
Hace mucho tiempo, cuando los Creadores del Mundohacían la Tierra redonda, llegó el momento de crear los animales. No sabían muy bien cómo hacerlos, así que se pusieron a ensayar. Al principio hicieron solo
–Solo los nacidos del fuego comprenden el azul. CARL SANDBURG Historias del país de Rutabaga(Adaptación)
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Moritz pinta un monigote El pequeño Moritz está sentado a la mesa del cuarto «A lo mejor tiene frío», piensa el pequeño Moritz. de estar y no sabe qué hacer. «Antes ha tosido». Así que le pinta un traje. –Pinta algo –le propone su madre.
–¡La camisa haciendo juego! –le exige el monigote–.
Moritz pinta un monigote. Su madre lo encuentra Y zapatos, calcetines y un sombrero. Pinta todo lo aburrido, pero que necesita un caballero. ¿Por qué el pantalón no a Moritz le gusta. Por eso, le pinta un bocadillo en el que pone: «No soy aburrido. Y ade- tiene raya? Yo solo llevo trajes que estén perfectamás soy especialmente guapo».
mente
planchados. «Sería mejor si pudiera estar vivo de verdad», piensa Pero no solo lo piensa, sino que lo desea con
Finalmente, el pequeño Moritz le pinta esto también.
El monigote da vueltas delante del espejo y ordena:
Moritz.
todas sus fuerzas,
y al hacerlo, murmura: –Hazme algo de comer. Quiero asado de ganso. –Tiene que estar vivo.
«Realmente es lógico. Los monigotes vivos necesitan
De pronto, oye un ruido que viene del dibujo. Suena comer», piensa el pequeño Moritz. Pero, por desgracomo la tos de un monigote. Y como el monigote to- cia, Moritz no sabe pintar un asado de ganso. Cuanse, Moritz le pinta una bufanda. do lo intenta, le sale algo de aspecto incomestible, medio ganso, medio pulga. –¿Hay algo que no esté bien? ¿Por qué no haces más que toser? ¿Por qué no hablas? –Te podría pintar un plátano –ofrece Moritz. Los dos puntos de los ojos le miran llenos de repro-
–Bueno, tendré que comer plátano –se queja.
che. Y la raya de una mano señala a la raya de la bo- Moritz le da una cosa amarilla. El caballerito la ca. 0, mejor, a donde debería estar la boca. muerde y empieza a gritar: –Lo siento –se disculpa–. Es demasiado pequeña. te pinto una boca como es debido. Al
–¡Está verde! ¡Ay de ti como vuelvas a hacer otra co
Ahora mismo
sa así! Y ahora quiero leche, y un plátano maduro, y momento pinta una boca
muy grande y de vivo trazo. manzanas, y un flan grande. Además, quiero una –Por fin puedo hablar –dice el monigote mientras salchicha gigante, y chocolate, y jamón. salta del dibujo–. ¿De verdad soy tan guapo?
Moritz pinta y pinta sin quitar la vista del papel.
Sobre la mesa, delante de Moritz, está el monigote, –¡Más deprisa! –le grita–. Esto lo quiero más grande, un poco tambaleante y muy delgado. En el dibujo te- y esto también. Esto no está bien pintado. Otra salnía mucho mejor aspecto. «Pero a lo mejor él se en- chicha más, y que tenga mostaza. cuentra lo bastante guapo», piensa Moritz. Y va por un espejito de bolsillo.
Moritz pinta todo lo mejor que sabe, aunque cada vez tiene menos ganas de hacer algo para este caCuando el monigote se ve en el espejo, protesta: ballerito tan especial. –Pero ¿qué cabezón me has pintado? Quiero ser guapo, muy guapo, el monigote más guapo del mundo. –¡Más deprisa! ¡Más deprisa! –le oye decir–. ¡Pinta mejor! ¡Con más colores! –grita. –Pues túmbate y estate quieto –dice Moritz–. Te voy a pintar todo lo guapo que pueda. Con las prisas, Moritz tira sin querer el cacharro del agua. El agua se derrama sobre el papel. Los colores LENGUA Y LITERATURA 1.° ESO MATERIAL FOTOCOPIABLE © SANTILLANA EDUCACIÓN, S. L.
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Moritz pinta y pinta sin parar. El monigote está cada se corren, todo está mojado. Los trazos del monigote vez más guapo. Moritz pinta el pelo y dice: están borrosos y descoloridos. Los colores se mez–Ahora sí que estás guapo de verdad. clan y se confunden. Está satisfecho e incluso espera que el monigote le Moritz arruga su dibujo y lo tira a la papelera. Se alealabe. Pero este no piensa hacerlo. gra de que el monigote haya desaparecido. –No sé si estoy bien guapo –refunfuña–. Píntame un ACHIM BRÖGER traje; no pienso seguir andando desnudo. Las hazañas de Moritz(Adaptación)
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, .
go tuyo?Invéntate
oración.
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El gorro de cascabeles ESCENA PRIMERA CANCILLER. Pero, señor, ¿no queríais (Sala de palacio.) saber siempre la verdad? REY. ¡Ay, ay, ay!
REY. Cierto. Pero vos no decís la verdad. Vos me habéis ofendido. ¡Decir que mi voz es espantosa, CANCILLER. ¿Qué os pasa, señor? que es un cencerro! ¡Habrase visto! REY. Estoy triste. CANCILLER. Reconozco mi ignorancia. Perdón. El carCANCILLER. Pues no tenéis motivos para estarlo. Sois go, por favor… el mejor rey del mejor país del mundo, habitado REY. Nada de cargos. Lo habéis perdido. Pero… espor la gente mejor y más feliz. perad. Buscadme a un hombre que me diga REY. ¡Ay, ay! Sois un mentiroso. Por eso estoy triste.
siempre la verdad sin ofenderme y os devolveré el Todos
me engañan. Yo quisiera saber siempre la cargo. Podéis marcharos. verdad, pero todos me dicen mentiras. ¡Ay, ay!
CANCILLER. (Saliendo.) A este rey no hay quien lo
CANCILLER. Bien, señor, no sigáis triste. A partir de aguante. ¿Dónde voy a encontrar yo a un hombre ahora, solo os diremos la verdad. que le diga siempre la verdad sin ofenderle? Pero… tengo que encontrarlo, o me quedaré sin REY. Y si os calláis, canciller, el cargo os durará po- cargo. co. No quiero cancilleres mentirosos. Decidle al maestro de música que pase. CANCILLER. Maestro, podéis pasar.
ESCENA SEGUNDA (Una plaza del pueblo. Gente que pasa. Otros que
MAESTRO. (Hace una reverencia.) ¡Señor! hablan en pequeños grupos. El BUFÓN va y viene de REY. El canto es mi debilidad. El canto y la poesía. un lado a otro.) (Con modestia.) Los versos de esta canción son míos. No sé si dar un recital. BUFÓN. (A un mirón.) Oh, joven señor, vos que tiráis MAESTRO. (Adulador.) Señor, sería una ofensa para el dinero y la hacienda de vuestros padres, una vuestros súbditos no lucir vuestras cualidades. moneda para el bufón de los cascabeles. REY. (Orgulloso.) Me halagáis, maestro. Venga, a tra- JOVEN. (Riendo.) Toma, cascabel. bajar, empecemos. (Muy grotesco, pues no tiene BUFÓN. Y vos, buena moza, que os pasáis día y noche voz ni oído, empieza a cantar.) ante el espejo y dejáis que se pudra la escoba en Bella dama de redonda cara, un rincón, una moneda, para el bufón. de redonda cara, como la Luna, MUCHACHA. ¡Hi, hi, hi! Toma, tontaina. la, la, la, la, la, la, la. CANCILLER. (Para sí.) ¡Pues no parece tan tontaina! ¿Qué os parecen mi voz y mis versos? ¡Qué bien les dice la verdad! CANCILLER. Los versos, malísimos; y la voz, espantosa. REY. ¿Cómo? ¿Qué habéis dicho?
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BUFÓN. (Al CANCILLER.) Y vos, señor preocupado, dejad los problemas y dadme también una moneda. ¡No por ello vais a ser más pobre!
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CANCILLER. Que los versos no hay quien los resista, y CANCILLER. Les dices la verdad y no se enfadan. que la voz es un cencerro. BUFÓN. Es porque estoy loco. (Canta y baila volREY. ¡Y tú qué sabes, gaznápiro! ¡Vamos, qué atreviteando el gorro.) Una moneda, señor. miento! Canciller, sois un ignorante. Y unhombre tan ignorante no sirve para canciller. Nombraré a CANCILLER. No. Tengo algo mejor para ti. Vivirás en otro para el cargo. No servís. un palacio. Serás el amigo del rey.
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rado al hombre que enos amigos.
? ¿Y tendré cama y sopa
ué suerte encontrar a un er la verdad necesita de
caba de llamarme bobo.
r el escenario.)
peo de e sabio gonando hiero narca
eyes mi cabeleo, ufón y n. MARÍA NOVELL El
abeles(Adaptación)
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Ruidos y gorjeos Hace siglos, cuando aún no existían los festivales de la canción, se celebraban como hoy festejos musicales. La costumbre de reunirse en un local cerrado para producir ruidos más o menos agradables comenzó a practicarla el género humano en los albores de la civilización. En la Edad de Piedra, sin ir más lejos, se celebró el Primer Festival de los Imitadores de Pájaros. La crónica de este suceso, publicada en la pared de una cueva por un periodista de la época, cuenta que el festival tuvo lugar en el poblado de Glup, que se alzaba en la costa mediterránea muy cerca del lugar que hoy ocupa Benidorm. Lacrónica sigue contando que al anfiteatro de Glup acudieron representantes de muchos países. Y el maestro de ceremonias, ataviado con piel de gala y garrote de respeto, inauguró el festival con estos versos: Cuando los pájaros cantan se alegra el corazón mío. Otorguemos un gran premio al que imite el pío-pío. Tosca cuarteta, en efecto, pero conmovedora si te–¡Piripipí, parapapá…! –seguía trinando Sadko, senemos en guro de su triunfo. cuenta que la poesía acababa de inventarse el verano anterior.
Pero en aquel momento, cuando nadie creía posible
El primero que subió al escenario para actuar fue arrebatar el trofeo del festival al gigantón de la garMonec, representante de una tribu nórdica, viejo y ganta privilegiada, la voz de otro participante resonó cegato, pero en el vasto anfiteatro: habilísimo imitador de aves. –¡Pío, pío! –comenzó el anciano, torciendo su boca
–¡Melifluo y banal! ¡Así es tu gorjeo, Sadko!
de singular forma para modular su gorjeo. –¡Bravo, bravo! –gritó el auditorio, satisfechísimo–.
Los ojos de todos los presentes se volvieron hacia el osado. Era Galo, miembro de una tribu nómada que
¡Más fuerte,
que no se oye! pastoreaba en la zona que más tarde sería Francia. –¿Cómo has dicho? –bramó Sadko, enrojeciendo de Monec hinchó las venas de su cuello y repitió su asombroso cólera. gorjeo. Parecía que nadie podría disputarle el primer premio del festival, y una salva de –Tu gorjeo es pura farsa –insistió Galo–. No hay páaplausos le acompañó al bajar del escenario. jaros que digan «parapapá». Actuó después Sadko, un corpulento centroeuropeo ¡Cuán traidora es la fama! Minutos antes, el público que había necesitado las pieles de dos osos para cu- del festival aplaudía frenético a Sadko. Después, las brir sus enormes desnudeces. opiniones se dividieron.
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–¡Piripipí, parapapá…! ¡Piripipí, parapapá…! –cantó Por desgracia, unas manchas de humedad borraron Sadko con voz dulcísima. en la cueva el resto de la crónica, y nunca podremos El público quedó perplejo ante la hermosura de su saber quién ganó aquel Primer Festival de los Imitatrino, y tributó dores de Pájaros. al coloso una cálida ovación. ¡Jamás el canto de los pájaros había sido imitado con tanta ÁLVARO DE LAIGLESIA propiedad! Medio muerto y nada más
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fue Monec.
Reyes Magos.
a obra teatral. diferentes.
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Las hadas de la música Andaban las hadas de la música por las calles de Villaviciosa de Odón, de un lado para otro, sin saber dónde meterse. Las guiaba el hada Sol-Mayor, que estaba un poco desorientada. De pronto un hada gritó: –¡Mirad, mirad! Por la calle de las Carretas venía Ricardo el Cojo con su guitarra. Iba por el centro de la calle, rechoncho y calvo, colgado de sus muletas, con las piernecitas encogidas y la guitarra sujeta con una mano. Ricardo pasó junto a la fuente, por la sombra de las acacias, haciendo dos surcos en el polvo con sus alpargatas. Y en ese momento las hadas dieron un el cuerpo. Cuando volvió a amasar sus bollos, iba salto y se metieron dentro de su guitarra, una guitacantando: rra con incrustaciones de nácar en las clavijas y la caja rayada y astillada de tanto rasguear. Villaviciosaaa… Ricardo el Cojo no advirtió nada y siguió avanzando –Parece que estamos de buen humor –dijo al oírla como si remara, por un callejón, entre casas encala- por el patio su vecino, que sacaba el carro para ir a das. Luego cruzó una calle ancha y entró en el la huerta. Y se fue cantando él también. patio de una casa. Una vez allí le sacaron una sillita Luego pasó Lorenza por la calle, alta y derecha, con baja. Al momento salió una señorita y se sentó junto el pelo blanco y la cara colorada; andaba ligera y paa Ricardo para aprender a tocar la guitarra. recía una peregrina, apoyándose en el palo largo y Ricardo hizo sonar cuatro acordes, y las hadas de la curvo de varear colchones, al que llevaba atada una música se dispusieron a empezar su trabajo. Enton- taleguilla. Y otra hada se le metió en el cuerpo. Loces Ricardo empezó a cantar seguidillas, con una renza se esforzaba para no cantar; le parecía poco voz delgadita y áspera, una voz de chiquillo: serio, a sus años. Pero cuando se puso a varear un colchón delante de su casa, golpeaba la lana al comSale la niebla pásde las seguidillas que le sonaban dentro. de los álamos blancos, sale la niebla… Y pasó Rosita la del castillo por la calle, tirando sonriente de su camada de chiquillos; y pasaron dos niPor el agujero de la guitarra, empezaron a salir las ñas de las monjas, con sus uniformes azules; y la hadas de la música. Brotaban, invisibles, del fondo viejecita menuda que siempre va vendiendo papelede la geranios. guitarra, y se pusieron a bailar entre los tiestos de tas para sus rifas, y que llevaba en brazos la mu ñecota del premio, muy grande y muy tiesa, vestida Pasó Machaco, el albañil, con su traje manchado de de organdí blanco con lazos verdes. Y todos quedayeso, y un hada se le metió en el cuerpo tarareando ban invadidos por las hadas de la música. la música de las seguidillas. Machaco las había oído Cuando el reloj del Ayuntamiento dio las cinco, todo con otra letra y, sin saber por qué, empezó a cantar: el pueblo estaba cantando. Villaviciosa,
–Así está bien –suspiró el hada Sol-Mayor. Y se mar a su tubo del órgano grande de GuadaVillaviciosa… lupe.
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primero que te olvide
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chó volando
Al oír cantar al albañil, María, la panadera, se asomó MARÍA LUISA GEFAELL a su puerta. Y un hada de la música se le metió en Las hadas de Villaviciosa de Odón(Adaptación)
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El origen del día y la noche En las lejanas y mágicas tierras del Perú, habita la tribu de los chamas. Al igual que otros pueblos primitivos, los chamas tienen antiguas y maravillosas leyendas para explicar los fenómenos de la naturaleza y la razón del universo. Una de esas leyendas explica el origen del día y de la noche. Según los chamas, el dios Habi tuvo dos hijos: Bari, dios del Sol, y Use, diosa de la Luna. Bari era un joven fuerte, de rubios cabellos rizados y piel dorada como la miel. Era alegre y alborotador y poseía una desbordante vitalidad. Siempre andaba inventando travesuras y disfrutaba como un niño haciendo rabiar a su hermana. Por el contrario, Use era una muchacha frágil, lánguida, de una extraordinaria palidez, y bella y delicada como una hermosa rosa blanca. Un caluroso día de verano, la bella Use fue a bañarse a un lago de aguas tranquilas y transparentes. Al atardecer, la diosa blanca se sentó a la orilla del lago y se entretuvo contemplando la divina imagen de su rostro que reflejaban las cristalinas aguas. Use disfrutaba, por fin, de unos momentos de paz en el día más abrasador de aquel implacable verano. Bari, que mientras tanto estaba paseando por los alrededores, descubrió a su querida hermana mirándose en las aguas del lago y, en ese preciso momento, decidió gastarle una de sus frecuentes bromas. Se untó las manos con la oscura resina de un árbol y se fue acercando sigilosamente a Use, que, de espaldas a Bari, continuaba absorta ante las aguas. Cuando llegó hasta ella, Bari frotó las negras palmas de sus manos en el blanquísimo rostro de Use. La cara de la diosa quedó como tiznada por hollín y, a orillas del lago, entre las divertidas carcajadas de su hermano, las
aguas devolvían una imagen fea y deslucida de la cara de Use. Al verse así, la bella diosa rompió a llorar desconsoladamente. El dios Bari se arrepintió inmediatamente de lo que había hecho. –Perdóname, querida Use. Yo mismo lavaré tu precioso rostro –balbucía apenado Bari–. –¡Apártate! ¡Me has ofendido como nadie lo ha hecho jamás! ¡Déjame! –decía Use mientras rechazaba todos los ofrecimientos de su hermano. –Deja de llorar. Te suplico que me perdones –insistía Bari. –¡No volverás a verme nunca! –gritó Use. Y la diosa, en un vuelo fugaz, ascendió a los cielos ante el estupor de su afligido hermano. Desde entonces, Use, la diosa de la Luna, sale siempre de noche, cuando Bari, el dios del Sol, ya se ha ocultado.
Cuenta también la leyenda que Use siente a veces deseos de ver a su hermano y, por eso, algunos días muy claros, podemos ver la Luna y el Sol juntos en el cielo, aunque solo sea durante unos instantes.
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El fin del invierno En tiempos remotos, siempre era invierno en el país –Iré –contestó ella–, pero por poco tiempo. Este país de los indios Wabanaki. Las noches eran gélidas, los también se enfriaría y se entristecería sin mí. días nublados, hacía mucho viento y apenas se veía Se pusieron en camino hacia el Norte, y a su paso un rayo de sol. No dejaba de nevar ni un momento y las nieves se fundían y desaparecían los hielos. la nieve impedía que los indios pudieran llegar hasta Pronto llegaron al país de Gluskap y se dirigieron halos territorios donde cazaban. El Gran Jefe Gluskap, cia la cabaña del rey Invierno. La Reina era invisible consciente de que su pueblo moriría si persistía el a los ojos del Rey de los Hielos, que salió a saludar a frío, partió a la búsqueda del rey Invierno o Rey de Gluskap. los Hielos. Invierno, deseoso de volver a engañar a Gluskap, le En lo más recóndito del bosque, Gluskap halló la invitó a entrar en su cabaña. Pero apenas se habían tienda de Invierno. El Rey de los Hielos vestía un sentado, empezó a notar que su abrigo de escarcha abrigo de escarcha con carámbanos que hacían de empezaba a derretirse. Llamó a sus criados, pero flecos. estos no respondieron. Luego oyó cómo el agua cha–¡Invierno, canalla! –le gritó–. ¡Aparta tu mano de mi poteaba sobre las piedras formando cientos de arropueblo o yo mismo me encargaré de ti! yos. Y oyó cantar a un pájaro y brotar las yemas de –Entra en mi tienda y hablaremos de ese asunto –le los árboles. Lleno de rabia, se levantó de un brinco. contestó, soltando una carcajada. –¿Qué clase de hechizo es este? –exclamó furioso, Gluskap ocupó el lugar reservado a los huéspedes notando que se le derretía su corona de hielo y que de honor. Entonces, Invierno le pasó una pipa y em- el agua le corría por las mejillas. Gluskap se puso a pezó a contar relatos. Pero mientras contaba sus un lado sonriendo y le enseñó el Sol. maravillosos relatos, sus criados Adormecimiento y hechizaron a Gluskap, quien quedó
Invierno se dio cuenta entonces de que había perdi
Congelación
do todo su poder y se echó a llorar. La reina Verano profundamente dormido.
se entristeció y dijo: Gluskap durmió durante seis meses, pero finalmen- –No quiero que muera este anciano. ¿No hay manete el hechizo perdió su efectividad y despertó. Lleno ra de salvarle sin que tu pueblo corra peligro? de rabia por haberse dejado –Se me ocurre una solución –dijo engañar corrió a la cabaña de un gigante y le preguntó cómo podría acabar Gluskap–. Invier
con Invierno. no, vas a trasladarte enseguida al Extremo Norte. Allí
podrás mandar durante todo el año. Al final del oto–Solo hay una posibilidad –le contestó–. Muy al sur ño, sin embargo, podrás venir a visitarnos y quedarvive la reina Verano. De ella se cuenta que es tan te aquí durante meses. Pasado ese tiempo, vendrá fuerte como Invierno. Y el Rey de los Hielos le tiene la reina Verano de las tierras del Sur, y de nuevo traeun miedo atroz. Quizá puedas encontrarla. rá la luz y los rayos de calor que tanto anhelamos. Gluskap montó sobre una ballena y emprendió su Y desde entonces, el rey Invierno y la reina Verano viaje hacia el Sur. El animal nadó y nadó, y cada día se turnan para regir el país de los Wabanaki. que pasaba, el agua era más caliente, y el aire em-
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pezó a traer aromas de especias y de flores. Des-
FREDERIK HETMANN
pués, Gluskap continuó su marcha a pie y llegó a
un Historias de Pieles Rojas(Adaptación) naranjal en el que había unas bellas muchachas danzando. En medio de ellas se encontraba la más bonita de todas. Sonreía, y sobre su larga cabellera llevaba una corona de flores. Gluskap supo enseguida que esa era la reina Verano. –Ven conmigo a las tierras del Norte –dijo Gluskap–. Ayúdame a vencer al rey Invierno.
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en la tienda del Rey de
y Adormecimiento?
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Historia de la torre maravillosa El sol de la mañana brillaba sobre las torres de Tole- que se encendieran antorchas y penetró en el intedo, cuando don Rodrigo, el último rey godo, salió rior de la torre. Aunque era de corazón intrépido, fuera de la ciudad seguido por numerosos cortesa- avanzaba con temor y vacilación. nos y caballeros. La comitiva serpenteó por las vuel- Tras recorrer una corta distancia, entró en una espatas del camino hasta divisar una singular torre cilín- ciosa cámara en la que había una mesa de alabastro drica, de gran altura y magnificencia, construida primorosamente labrada. Sobre la mesa encontró un
sobre una enorme roca.
cofrecillo de oro, en cuya tapa aparecía esta inscripDon Rodrigo y sus cortesanos llegaron al pie de la ción: «Este cofre guarda el misterio de la torre. Solo torre, cuya entrada estaba cerrada por una maciza un rey puede abrirlo. Pero… ¡que se guarde de hapuerta de hierro. El rey se aproximó al portal y orde- cerlo!, porque los maravillosos secretos que contiene nó a los viejos guardianes abrir la puerta. Los ancia- serán precursores inmediatos de su muerte». nos retrocedieron espantados.
Don Rodrigo abrió el cofre y sacó la tela de lino que
–¡Ay, Majestad! –exclamaron–. ¿Deseáis acaso soltar contenía. Al desdoblarla, vio dibujadas en ella las filos duendes de esta torre para que sacudan la Tierra guras de varios jinetes de fiero aspecto, armados hasta sus cimientos? con sables y ballestas y tocados con turbantes y albornoces a la usanza árabe. Encima de estas figuras –Pase lo que pase, estoy resuelto a descubrir el misaparecía escrita la siguiente leyenda: «¡Imprudente terio de esta torre. Quitad esos cerrojos. monarca, contempla los hombres que te arrojarán del trono y subyugarán tu reino!». El rey se turbó y retrocedió espantado. Entonces, las figuras comenzaron a moverse y se levantó del lienzo un ruido semejante al de un tumulto marcial, con el estrépito de las trompetas, el relincho de los caballos y los gritos de un ejército. A continuación, el lienzo comenzó a agrandarse y extenderse como si fuera una enorme bandera, hasta ocupar todo el recinto. Las vagas e indefinidas figuras se agitaron aún más y el estrépito y el bullicio se hicieron cada vez más furiosos. Apareció después un gran campo de batalla, donde cristianos y musulmanes iniciaron un mortal combate. En la sala retumbaban el trote de los corceles, el toque repentino de los clarines y el redoble de mil tambores, mezclados con el entrechocar de espadas, mazas y hachas. Los cristianos se acobardaron Los ancianos, aterrorizados, obedecieron. Pero an- ante el enemigo y los infieles arremetieron contra tes de que el último cerrojo cediera del todo, reco- ellos, derrotándolos completamente. mendaron de nuevo al rey que reflexionara:
Don Rodrigo no quiso ver nada más y se precipitó
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–Cualquier cosa que esté en la torre es aún inofensi- fuera del fatal salón, seguido por sus aterrorizados va y yace atada bajo un poderoso hechizo. No os acompañantes. arriesguéis a abrir una puerta que puede derramar de males sobre la Tierra.
Sostienen los ancianos y los escritores de tiempos
un torrente
pasados que la violación del secreto de esta torre Encolerizado, el monarca tocó la puerta
de hierro y anunció la pérdida del reino godo. esta se abrió balanceándose lentamente, como si gi- Basado en WASHINGTON IRVING rase de mala gana sobre sus goznes. El rey ordenó Leyendas de la conquista de España
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fre. mara.
ón
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Una gran hazaña Corría el año 1926. Hasta entonces ningún aviador había logrado atravesar con su avión el océano Atlánticoen un vuelo sin escalas. El mecenas Osteig había instituido un premio de 25.000 dólares para el primer piloto que consiguiera enlazar América y Europa en un vuelo directo. Mientras pilotaba su pequeño avión correo entre las ciudades estadounidenses de San Luis y Nueva York, el joven Charles Lindbergh maduró la idea de intentar la hazaña: «He de conseguir un avión apropiado y cruzar el Atlántico», pensaba. Lindbergh puso en marcha su plan de acción. Logró que un grupo de hombres de negocios de San Luis le prestasen 10.000 dólares, y con este dinero compró un pequeño avión monoplaza al que bautizó Spirit of Saint Louis (Espíritu de San Luis). Sobre su pequeño aparato monoplano de un solo motor, Lindbergh hizo instalar un gran depósito capaz de contener 2.000 litros de combustible. Este depósito, situado frente al asiento del piloto para mantener la estabilidad de la nave, le impedía la visibilidad. Este problema se solucionó mediante la instalación de un pequeño periscopio. Tras algunos vuelos de ensayo para comprobar que El día 21 de mayo, toda Francia estaba pendiente todo estaba a punto, el día 20 de mayo de 1927 del vuelo de Lindbergh. Desde Irlanda se había deLindbergh se dispuso a iniciar la aventura. Quienes tectado el paso del aparato y las radios irlandesas aquel día se reunieron en el aeródromo de Roosevelt habían propagado la noticia. Las autoridades franceField, cerca de Nueva York, para presenciar el dessas habían prohibido el vuelo de cualquier otro avión pegue del loco del aire (así le llamaban), sabían las para evitar posibles confusiones con el Spirit of Saint tremendas dificultades de la travesía. Lindbergh iba Louis y la prensa informaba puntualmente a sus lecsolo, sin radio, y en caso de avería no podría recibir tores del desarrollo del viaje. Los parisinos, emocioninguna ayuda. Lo más probable es que acabara nados, se dirigieron en masa hacia el aeródromo de perdido en medio del océano Atlántico. Lindbergh Le Bourget, próximo a París, para contemplar el final también conocía todos los riesgos; por eso, cuando
de la aventura.
subió a su avión, se despidió diciendo: Al fin, tras treinta y tres horas de vuelo, Lindbergh llegó a París, sobrevoló el aeropuerto y tomó tierra –El condenado a muerte les dice: ¡Hasta la vista! con su aparato. Mientras, una multitud delirante El Spirit of Saint Louis despegó a las 8 de la mañana aclamaba a este nuevo héroe de la aviación, que hay puso rumbo hacia el océano. A primeras horas de bía conseguido batir el récord de distancia salvando la tarde, penetró en una zona de espesas nieblas los 5.800 km que median entre Nueva York y París. heladas y Lindbergh elevó su aparato hasta los tres Cuando bajó de su aparato, Lindbergh se limitó a mil metros. Horas más tarde, el avión se vio sumer- decir:
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gido en un mar de negras nubes tormentosas que –Bueno, lo conseguí. impedían toda visibilidad y Lindbergh tuvo que navegar a la deriva. Tenía entonces 25 años.
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rgh y la repercusión
gustaría a cabo.
avión de pequeño monoplano. que más se de
cados dados. LENGUA Y LITERATURA 1.° ESO MATERIAL FOTOCOPIABLE © SANTILLANA EDUCACIÓN, S. L.
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El código secreto ¿Os habéis fijado en que, cuando uno quiere hablar se puso a hacer gestos. Era muy divertido verlo mecon los compañeros en clase, es muy difícil y os mo- tiéndose los dedos en las orejas y dándose palmalestan siempre? Claro, podéis hablar con el compa- das en la cabeza. ñero que está sentado a vuestro lado; pero, aunque El mensaje era larguísimo y no podíamos copiar los tratéis de hablar muy bajo, la maestra os oye y os diproblemas. Temíamos fallar las letras del mensaje y ce: «Como tiene tantas ganas de hablar, venga al no entender nada, de modo que estábamos obligaencerado; ¡ya veremos si es igual de charlatán!». dos a mirar todo el tiempo a Godofredo. También se pueden mandar trozos de papel donde se escribe lo que se tiene ganas de decir; pero tam- Godofredo hizo ‘s’ rascándose la cabeza, ‘t’ sacando bién entonces, casi siempre, la maestra ve pasar el la lengua, abrió mucho los ojos y se paró. Todos nos papel y hay que llevárselo a su mesa, y como lo que volvimos y vimos que la maestra miraba a Godohay escrito es «Rufo es idiota, pásalo» o «Eudes es fredo. feo, pásalo», la maestra os deja castigados sin salir. Por eso esta mañana, en el primer recreo, nos pareció formidable la idea de Godofredo: –He inventado un código sensacional –nos dijo Godofredo–. Es un código secreto que solo entenderemos nosotros, los de la pandilla. Y nos lo enseñó. Para cada letra se hace un gesto. Por ejemplo, el dedo en la nariz es la letra ‘a’; el dedo en el ojo izquierdo es la ‘b’; el dedo en el ojo derecho es la ‘c’. Hay gestos diferentes para todas las letras: se rasca la oreja, se frota la barbilla, se dan palmadas en la cabeza, y así hasta la ‘z’, en la que se bizquea. ¡Formidable! Clotario no estaba muy de acuerdo; nos dijo que para él el alfabeto era ya un código secreto y que, en lugar de aprender ortografía para hablar con los –Sí, Godofredo –dijo la maestra–. Estoy como sus compañeros, prefería esperar al recreo para decircompañeros: lo miro hacer payasadas. Levántese; nos todo lo que tuviera que decirnos. Y Agnan, clase quedará sin recreo y, para mañana, escribirá cien ro, no quería saber nada de códigos secretos. Como veces: «No debo hacer el payaso en clase y distraer es el primero de la clase y el ojito derecho de la a mis compañeros impidiéndoles trabajar». maestra, prefiere escuchar la explicación. ¡Este Agnan está loco! Pero todos los demás pensamos que A la salida de la escuela esperamos a Godofredo y, el código estaba muy bien. cuando llegó, vimos que estaba muy enfadado. En clase, la maestra nos dijo que sacáramos los
–¿Qué nos decías en clase? –pregunté.
cuadernos y copiáramos los problemas del encera- –¡Dejadme en paz! –gritó Godofredo–. Y además ¡se do para hacerlos en casa. A mí eso me fastidió, so- acabó lo del código secreto! bre todo porque papá, cuando vuelve de la oficina, está cansado y no tiene ganas de hacer deberes de Al día siguiente, Godofredo nos explicó su mensaje. aritmética. Y después, mientras la maestra escribía Nos había dicho: cer que me castigue la «No me miréis todos así; vais a haen el encerado, nos volvimos todos hacia Godofredo, maestra». que estaba sentado al final de la clase, y esperamos RENÉ GOSCINNY a que empezara su mensaje. Entonces, Godofredo Los amiguetes del pequeño Nicolás(Adaptación)
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e diálogo entre los
an.
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La leyenda de «San Esteban» Un 26 de diciembre, festividad de San Esteban, los Tras un rato de reflexión, el párroco opinó que lo habitantes de la isla de Houat divisaron un barco más sensato sería que, durante la noche de San Esque navegaba a la deriva. Sobre el puente de la na- teban, cada uno dejara en el umbral de su casa toda ve había un hombre con el rostro cubierto por un la plata que hubiese cogido. Así, si volvía el capitán, antifaz rojo. La corriente arrastraba el barco hacia la podría recobrar sus bienes. costa y, sin embargo, el hombre del antifaz no hizo Los isleños no parecían muy convencidos de que ademán de pedir ayuda. ese consejo resultase eficaz. Cada uno esperaba a Cuando la nave estaba próxima a los arrecifes, so- ver si el vecino se decidía a seguirlo, pero por su brevino una ola gigantesca que cogió de través a la parte también el vecino esperaba. Así que nadie samisteriosa nave y la dejó escorada. El hombre del có ningún objeto. Sin embargo, al caer la noche, un antifaz rojo se mantuvo en su puesto, mientras la chico que deambulaba entre los escollos llegó asuscarga que había en cubierta desaparecía bajo las tado diciendo que por el mar se acercaba un barco aguas. Poco después, el viento cambió de direc- muy grande y muy negro… ción y el barco comenzó a alejarse mar adentro, mostrando la popa a los isleños. Aquellos que tenían buenos ojos pudieron distinguir entonces el nombre del barco grabado en el alcázar: San Esteban. El hombre del antifaz rojo cogió un megáfono y lo apuntó hacia la isla. Por encima del ruido del huracán, del ulular del viento y del fragor de las olas, se oyeron claramente estas palabras: –Lo que ha caído al mar me pertenece. Volveré a buscarlo la próxima noche de San Esteban. Y el barco desapareció sumiéndose en las tinieblas y la tempestad.
Cundió el pánico. Los isleños se apresuraron a seAl día siguiente decayó el viento y el mar recobró la guir el consejo del párroco. Depositaron fuera su calma. Todos los isleños aprovecharon la bajada de parte del botín, atrancaron puertas y ventanas, apala marea para precipitarse hacia las rocas. Allí en- garon las luces y llenos de ansiedad se dispusieron contraron gran cantidad de cajas y barriles proce- a esperar lo que pudiera ocurrir. dentes del San Esteban. Fue un buen botín. Cajas y barriles contenían bandejas, jarros, cubiertos, copas, mañana siguiente todo seguía en su sitio. Pero
A la
tazas, soperas, todo de plata maciza. algunos afirmaron que a
medianoche habían visto desembarcar al capitán del antifaz rojo. Decían que Transcurrió el año igual que los demás años, y nadie había entrado en la aldea y que había pasado por fue más o menos feliz por guardar en la alacena una delante de cada casa para ver si faltaba alguno de sopera de plata o tener en el arcón una copa labra- sus objetos de plata. da. Al fin llegó la Navidad, vigilia de San Esteban. Hacía ya tiempo que los timoratos se echaban a La tradición arraigó y cada año, durante la noche de temblar bajo el recuerdo de la misteriosa nave, y San Esteban, los habitantes de la isla de Houat deahora eran los más valientes quienes sentían miedo. positan sus objetos de plata en el umbral de su casa Finalmente, todos decidieron visitar al para que el capitán del antifaz rojo pueda venir a párroco para preguntarle qué hacer con los bienes procedentes contarlos.
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del San Esteban. Quizá el capitán del antifaz rojo CH. QUINEL y A. DE MONTGON fuera el diablo en persona. Leyendas del mar y de los marinos(Adaptación)
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ancia (tele).
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Un dolor fingido Durante todo mi primer curso interno en el colegio –El director ha telefoneado a tu casa y tu madre viede Saint Peters no me abandonó la morriña o nostal- ne por ti esta tarde. gia de mi casa. Por eso, a principios del curso tramé No le contesté. Seguí allí tendido, sin más, procuun ardid para que me enviaran a casa, aunque tan rando aparentar que estaba muy malo, pero el corasolo fuera por unos días. Mi idea consistía en simuzón me cantaba en el pecho toda suerte de cánticos lar un ataque fulminante de apendicitis. prodigiosos de loor y de júbilo. Cuando llamé a la puerta color castaño, ni siquiera terror que la celadora solía inspirarme.
Así pues, me llevaron a casa y tan dichoso me sentía
sentía el
de alejarme de aquel horrendo edificio de la escuela
–¡Adelante! –tronó su voz. que por poco se me olvida mi papel de supuesto enfermo. Esa tarde me reconoció el doctor Dunbar en Entré agarrándome con las manos la parte derecha su consulta e intenté una vez más los mismos del vientre y tambaleándome. tru cos. Pero el doctor Dunbar era mucho más compe–¿Qué te ocurre? –gritó la celadora. tente y avisado que la celadora y que el médico del colegio. Después de haberme palpado el vientre y –Me duele, señora celadora –gemí–. ¡Me duele mu- haber yo lanzado mis alaridos de rigor, me dijo: chísimo! ¡Aquí, aquí! –Ahora vístete y siéntate en esa silla. –¡Has zampado demasiado! –ladró ella–. Cómo quieres que no te duela si estás todo el santo día co- Se sentó él a su vez detrás de su mesa escritorio y miendo bizcocho con pasas. clavó en mí una mirada penetrante, aunque no severa ni hostil. –Ya hace días que no como –mentí–. ¡No puedo co–Estás fingiendo, ¿verdad? –dijo. mer, señora celadora! ¡No tengo ganas! –¿Cómo lo sabe? –espeté. –Échate en la cama y bájate los pantalones. –Porque tienes el vientre blando y perfectamente Me tendí en la cama y se puso a palparme violentanormal –repuso–. Si hubieras tenido una inflamamente la barriga. Yo la observaba con atención y, ción ahí abajo, habrías tenido el vientre duro y rígicuando tocó donde me figuraba que estaba el apéndo. Es fácil de averiguar. dice, solté un alarido. Guardé silencio. –¡Ay, ay, aaayyy! –grité–. ¡No, señora celadora, no, ahí no! Me he pasado la mañana devolviendo –ge–Supongo que tienes morriña –añadió él. mí–, ¡y ahora ya no me queda nada que devolver, Asentí compungido. pero me siguen dando arcadas! –Todo el mundo la siente al principio –dijo–. Debes Acerté de lleno. La vi titubear. echarla fuera. –No te muevas de ahí –dijo, y salió a toda prisa. Al –¿Qué va usted a decir a los del colegio? –le preguncabo de una hora llegó el médico y repitió los mis- té, temblando. mos tanteos y exploraciones dactilares de mi barriga –Diré que tenías una infección de vientre grave que y yo volví a soltar los alaridos oportunos cada vez yo estoy tratando con píldoras –contestó sonriendo–. que me parecía que tocaba en el sitio pertinente. 0 sea, que vas a quedarte en casa tres días más. PeLuego me puso un termómetro en la boca. ro prométeme que no volverás a intentar nunca nada
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–Hum –murmuró–, la temperatura es normal. Va- de esto. Ya tiene tu madre bastantes problemas y famos a explorar el vientre de nuevo. tigas para, encima, tener que ir a buscarte al colegio. –¡Aaaaayyyy! –chillé cuando tocó el punto vital. El
–Le prometo que nunca lo volveré a hacer –dije.
médico salió con la celadora. Esta volvió media hora ROAL DAHL después y dijo:
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termina la
dor.
•
Un
orriente ocadura.
sisten a mbre. 3. de una Serie de nto. Las
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álogo
abra.
uera.
ro
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