HEIDEGGER Y EL PROBLEMA DEL UNO (CAMBIAR)
Andrés Camilo Peña Guevara
La lectura que ha sido totalmente predominante a la hora de leer y trabajar el tema del uno (Das Man) es la que indica que en el uno se erigen unas lógicas: de estandarización, totalitarismo, anonimato e impersonalidad que están en contra de la existencia auténtica de todos los demás Dasein. En oposición a esta lectura, se va a proponer la siguiente tesis: en el uno sí se puede dar una afirmación del despliegue auténtico de la existencia de todos los otros Dasein, es decir, el uno es una determinación ontológica y estructurante del Dasein que le permite vincularse y comprometerse con los otros. Por lo mentado hasta aquí, es necesario, para explicitar la tesis, tematizar al uno (Das Man) de cara a las estructuras de la solicitud (Fürsorge); lo que se busca develar aquí es la relación entre el uno y la solicitud como forma virtuosa del cuidado. Uno de los retos que se levanta ante Heidegger a la hora de poder explicitar las estructuras ontológicas y existenciales del Dasein es la del mundo en la que se inscribe este y el vínculo con los otros que aquél tiene. Ambos predicados, el mundo y los otros, son existenciales y no categóricos, lo cual indica que el mundo y los otros juegan un papel existencial y estructurante con respecto al quien del Dasein; estos predicados no son meras exterioridades que se le presentan sin más al Dasein y pasan como meras presencias evanescentes, sino que son constitutivas de la forma de existir del ente que soy yo mismo en cada momento. Todo esto se explica porque el Dasein solo se puede comprender plenamente en una esfera donde “(…) se comporta con relación con el mundo de un modo particular: inmediata y regularmente, el Dasein está absorbido por su mundo” (SyT: 113). Esta comprensión espontanea del Dasein que se da desde la inmediatez y la regularidad de su mundo nos devela: uno que el Dasein se halla totalmente absorbido y sumido en sus ocupaciones cotidianas y, segundo, que el mundo remite a la existencia de otros Dasein que coexisten y coestán conmigo como elementos trascendentales y constitutivos de mi propia manera de habitar y ser-en-el-mundo (Cfr. Escudero. 2016: 169-170). Para hacer patente lo dicho hasta aquí, es imperante invertir el orden del discurso que presenta Heidegger en este capítulo, ya que primero se
1
hablará del uno (Das Man) y, seguidamente se hablará del tema de la otredad y la solicitud (fürsorge), viciosa y virtuosa, de cara al uno. Para empezar, es perentorio hablar del uno, pero este primer vistazo va a ser el de la lectura canónica acerca de este concepto. Para iniciar con la definición básica del uno, hay que ver que la pregunta por el quien del Dasein remite a las estructuras co-originarias del estar-en-el-mundo, o sea, del coestar y la coexistencia que arrojan al Dasein al mundo con los otros, los cuales, de esta manera, modulan su forma de existir (Cfr. SyT: 114). Lo anterior es lo que le sirve de base a la cotidianidad del sujeto, la cual “(…) es el ‘se’ o el uno [Das Man]” (SyT: 114). El Dasein no puede ser, bajo ningún concepto, un yo cartesiano desentendido del mundo y desligado de los otros, sino que el Dasein ya es, de manera más plena y auténtica, en el mundo, o en otras palabras, es el elemento del mundo el que conjuga su mismidad y la otredad de los otros Dasein bajo una tercera forma del sí mismo llamada: el uno (Cfr. Escudero. 2016: 180). Esta tercera forma del sí mismo es la que funge como una soterrada colectividad que le da forma y contenido a la existencia del Dasein; el uno es el se que modula y prescribe la existencia de todos los Dasein y esto lo hace de una manera quíntuple. Primero, el uno para afirmarse y operar de manera más perfecta en el Dasein tiene que darse de manera imperceptible y oculta para aquél, esta forma del convivir se llama la distancia. Segundo, ya dada la distancia, el uno tiene que influir en los sujetos y esto se hace a través de la dominación, en donde son los otros los que estructuran el mundo del Dasein, pues “no es el mismo quien es; los otros le han tomado el ser” (SyT: 126). Como tercera arista tenemos la dictadura del uno, que viene a ser su componente normativo, dado que el influjo que los otros ejercen en mí Dasein, dada la estructura de la distancia, está oculta e internalizada en la cotidianidad de cualquier Dasein. Como cuarto elemento tenemos la dimensión de la mediación, la cual es la característica existencial del uno, en la que la dictadura como estructura normativa se exacerba y toma una forma más rígida, en la que la existencia se nivela y se regula. En la mediación también se da la esfera de la publicidad, que es la que le brinda, a través de los medios de comunicación, todo contenido existencial al Dasein, es decir determina toda una interpretación de mundo, o lo que es lo mismo, en el plano de la mediación y la nivelación se da todo el conjunto de creencias, reglas de conducta y comportamiento social que direccionan la existencia (Cfr. SyT: 127; Escudero. 2016: 181). Finalmente, tenemos el componente del alivinamiento, en el que, dada una forma de la solicitud defectuosa o viciosa, donde al otro se le despoja del cuidado de sí y de una existencia auténtica,
2
implica que este ya no toma ninguna decisión y se deja dominar y reglar por los demás. Lo descrito hasta aquí describe un peligroso cóctel de atributos políticos y existenciales que desembocan, de buenas a primeras, en unas lógicas de un totalitarismo omnímoda que estandariza la vida de los individuos y los encadena en una existencia inauténtica, o en otras palabras, se da una estructura política totalmente antagónica en contra de la existencia y las libertades individuales, que se instaura como un orden establecido que persigue al otro so pena de alterar la perfecta unidad y armonía de todo el tejido social. Hasta aquí podría parecer que el pensamiento ontológico es uno de corte totalitario, que solo se afirma desde la perfecta identidad y unicidad de todo el tejido social. No obstante, para ver lo inadecuado de esta lectura, es menester pasar a revisar el tema correspondiente a la fürsorge o solicitud, primero desde su acepción viciosa y, después, desde su dimensión virtuosa. La solicitud es una forma del cuidado que solo se puede dar cuando se está interactuando con los otros, de los cuales el propio Dasein no se puede disociar, pues hace parte de ellos (Cfr. SyT: 118). El estar (co-estar) con los otros tiene que ser un momento estructurante en la constitución existencial del Dasein, por eso, parafraseando a Escudero, tenemos que indicar que en Heidegger hay dos formas originales de la existencia, la que se da en el seno del Dasein mismo y la de los otros Dasein (Cfr. 2016: 176). Dada la tematización de Escudero en este punto, es esencial afirmar que cómo exista y se relacione el Dasein con el otro, va a ser crucial con respecto al tipo de uno que se vaya a configurar, esto se hará evidente si vemos más de cerca las formas de la solicitud o fürsorge. La forma de tratar con el otro es diferente a la que se tiene con los utensilios, aquí no estamos lidiando con entes-a-la-mano, sino con otros que son iguales a mi. Asimismo, lidiar con los otros se puede dar de dos formas: desde la indiferencia y el irrespeto o desde la indulgencia y el respeto; el punto neurálgico aquí es que el otro siempre interpela mi existencia y este siempre demanda una respuesta, sea cual sea esta. En la primera forma de la solicitud, que esta mediada por la indiferencia y el irrespeto, son los modos de la solicitud en donde al otro se lo despoja de su forma de cuidado y se lo sustituye. En esta forma de la solicitud el otro no solo es reemplazado, sino que es tratado como una mera cosa acabada y totalmente disponible, de la cual hay que ocuparse, reduciéndolo a un mero e insignificante ser incapaz de existencia auténtica, siendo, de esta manera, dominado y dependiente (Cfr. SyT: 122); esta solicitud le quita al otro el peso de su propio cuidado, incidiendo negativamente en la relación de este mismo con su finitud, atrofiando irreparablemente su propia
3
existencia. Por otro lado, existe la forma virtuosa de la solicitud, que está atravesada por el respeto y la indulgencia, que es una manera positiva de cuidado del otro, en la medida que esta no mina y juega en detrimento de la existencia de este, sino que la afirma y la despliega en su autenticidad. En esta forma del cuidado del otro “(…) se anticipa a su poder-ser existentivo” (SyT: 122) abriéndole al Dasein ajeno la posibilidad del cuidado. Esta forma de la solicitud ya no se encarga del otro como una mera cosa, sino que le permite entrar en unas dinámicas transparentes del cuidado, es decir que esta forma de la solicitud por tener una dimensión afirmativa y anticipadora tiene, a su vez, una dimensión emancipatoria. Por lo esbozado a lo largo de este texto, tenemos derecho a afirmar que el uno tematizado más arriba responde a esa forma dominadora, inauténtica y viciosa del cuidado, la que tiene como consecuencia un uno igualmente vicioso, defectuoso y totalitario. Por el contrario, este inexplorado uno virtuoso, permeado por esta forma virtuosa de la solicitud, es tal que da la posibilidad de una vida auténtica de todos los Dasein que viven inmersos en este, pero hay que desarrollar un poco más este postulado. El uno virtuoso, aunque es una forma del sí mismo impersonal y, por lo tanto, sí describe una existencia impropia del Dasein, no implica que en el uno se coarte todo margen de existencia verdaderamente auténtica, más bien, en el uno virtuoso, en la medida en que hay un cuidado del otro positivo se tiene que presuponer ontológicamente una actitud de responsabilidad hacia el otro (Cfr. Escudero. 2016: 185), es decir, que esta experiencia virtuosa del cuidado es lo que le da a este uno el ámbito del encuentro con el otro y da vía libre, de pasar desde esta esfera de la impropiedad hacia la existencia del-sí-mismo auténtico. Es innegable que el uno es una agencialidad anónima que se le manifiesta al Dasein como una comunidad que influye y prescribe la forma en la que este lleva acabo su existencia, sin embargo, en este uno donde se afirma la existencia auténtica del otro se da, como indica Escudero, una modificación existencial del uno (Cfr. 2016: 186). El uno puede modificar la existencia de dos maneras: o desde la total alienación y atrofia de la existencia que subsumen al Dasein a una esfera omnímoda donde la existencia se afirma desde la pura impropiedad, pasividad e indiferencia de este hacia su presente y su contexto (forma sustitutivodominante) o, por el contrario, desde el componente de la liberación y la emancipación que tenga como producto unas estructuras de lo cotidiano donde el otro pueda desplegar de manera más vivaz e intensa su existencia y este pueda tener una verdadera experiencia del cuidado de sí y, por ende, una genuina experiencia con su propia finitud, para que tenga, por lo mismo, conocimiento cierto
4
de sí mismo y quien es, transparentando las estructuras del quien tanto de mí Dasein, como de los demás Dasein (forma anticipativo-liberadora). Este uno da paso consigo a una cotidianidad y mundo de lo público que le dan cabida, como ya se dijo, a una experiencia legítima del cuidado de sí que le permite a todos los individuos pasar de esta existencia impersonal a una existencia de lo propio que le permitirá develar las estructuras fundamentales de su existencia. Para cerrar, se ha podido ver que los modos en cómo se entienda y matice al uno influyen, no solo en la percepción y comprensión del presente inmediato y las estructuras políticas que se dan en este, sino que, además, esto impacta de lleno en la construcción de la propia subjetividad y, con ella, la relación que se tenga con lo otros y viceversa. Construir un uno emancipatorio y liberador que permita la existencia de la diferencia es una tarea imperante para cualquier pensamiento político que se quiera hacer en la contemporaneidad, empero, hay que terminar este ensayo con una pregunta: ¿qué tan conveniente o inconveniente es pensar estas formas de darse de lo cotidiano desde una otredad totalmente simétrica, es decir, idéntica a mi mismo como ser?
BIBLIOGRAFÍA
Heidegger, M. (2014). El estar en el mundo como coestar y ser-sí-mismo. El uno. En Ser y Tiempo (J. E. Rivera, Trad., pág. Madrid). Trotta. Escudero, J. A. (2016). Los otros, el sí-mismo y el sujeto cotidiano. En Guía de lectura Ser y Tiempo de Martín Heidegger (págs. 171-189). Barcelona: Herder.
5