Radiografía De La Pampa.docx

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RADIOGRAFÍA DE LA PAMPA

Trapalanda 1 Los rumbos de la brújula Los aventureros América, el nuevo mundo, había nacido de un error. Quienes se embarcaron, gente pobre en Europa, lo hacían huyendo de la realidad; partieron con ambición en busca de riquezas y nuevas oportunidades. Pero al llegar descubrieron que América no era lo que esperaban. La llanura era el mar sin caminos. Sólo la tierra podía ser poseída aquí, y lo que se obtuviera de ella por medio de la violencia. Sin embargo, el trabajo de la tierra, que también podía realizarlo el nativo, era considerado denigrante. Así se clasificaron las tareas en serviles y liberales y se reinició el viejo sistema de jerarquías basado en la posesión material. Los señores de la nada Aquí el campo es extensión y la extensión no parece ser otra cosa que el desdoblamiento de un infinito interior, el coloquio con Dios del viajero. La pampa es la tierra donde el hombre está solo como para recomenzar la historia de la especie. Entonces el recién llegado se veía impelido a abandonar la cultura y retornar a la grosería. La infinitud de la tierra plana prometía a los recién llegados la aparición de santos o ciudades maravillosas y abundantes. Ellos no podían concebir este mundo como racional y continuo a pesar de que efectivamente lo era. El desengaño como estímulo El conquistador había arribado a estas tierras esperando las piedras y metales preciosos de Trapalanda. No había venido a poblar ni a quedarse ni a esperar, sino a exigir, a llevar y a que lo obedecieran. Así, estos parajes, que no contenían ninguna de esas riquezas sino tan sólo hombres salvajes desnudos, se convirtió en un bien metafísico en la cabeza del conquistador. Poseer tierras era poseer ciudades que se edificarían en el futuro, dominar gentes que las poblarían en el futuro. La tierra fue bono de crédito. En Europa ligarse a la tierra por la propiedad es emparentar con la historia, soldar un eslabón genealógico, entrar al dominio del pasado. Pero en América del Sur, que no

tiene pasado y por eso se cree que tendrá porvenir, es por una parte la venganza y por otra la codicia. Ese dominio era el dominio de su orgullo sobre su ignorancia. Estaba vencido. No tenía que conquistar, sino que poblar; no tenía que recoger sino sembrar; no iba a entrar al gobierno de su ínsula sino a trabajar y a padecer. Estaba desengañado. El dominio como represalia En vez de construir, de cercar y de labrar, hizo leyes para dar a esa pobre posesión un valor teológico y jurídico. El indio echaba el mal de ojo al tesoro encantado y lo desvanecía. La destrucción del indio era asegurarse la paz del usufructo, y al mismo tiempo destruir la evidencia de su fracaso. Mediante el trabajo forzado del aborigen se obligó a la tierra a producir por medio de éstos lo que no había producido por sí misma. La extensión no es grandeza: es la idea de grandeza. No es riqueza: es la posibilidad de un crédito hipotecario. Se valorizó porque era un ideal y por eso ha llegado al precio imaginativo de la hectárea en Trapalanda. Ser poderoso por la posesión de la tierra es un residuo de la furia del invasor, residuo a su vez del Medioevo. El avance hacia atrás Además de los soñadores, había quienes llegaban, en cambio, con intenciones de quedarse. Éste era un desesperado más peligroso que el que llegaba a hurtar y partir. Barcos cargados de presidiarios, de locos de ambición y de fe. El desesperado era la mano derecha del que tenía prisa por volver; éste fabricaba con osadía. Era un bruto que sólo soñaba con incrementar sus posesiones de tierra y ganado. Apegado a sus bienes de tan fácil adquisición estaba lejos de todo: para arraigar en la llanura de nadie, había tenido que desgajarse de una tierra vieja, regada con sudor y lágrimas. Era el centro del universo pero estaba solo. Había sido engañado y sólo le restaban dos caminos, porque el regreso era imposible ya: considerarse elegido por Dios para algún fin excelso en la religión o en el gobierno; o afirmar con valentía aquello sin forma que tenía enfrente y a su alrededor. Pero la historia de la colonización es la marcha de espaldas, porque bajo influjos indiscernibles, las poblaciones aquí regresaron a un estado inferior, y esos estados regresivos, las recidivas de la barbarie, son más rudos que el estado natural. Vivían de nuevo en cuevas o ranchos. La tierra había triunfado sobre ellos. Se enviaba al extranjero ganado muerto y se traía seres humanos vivos. Mucho de lo que se ha entendido por barbarie es simplemente el desencanto de un soñador extraordinario. La picada Lo que el colono alcanzaba lo asía sin soltar: era su botín. Se hizo cruel con el mestizo, si llegó a prevalecer sobre él, y lo mismo sobre cualquier otro ser u objeto que se le

sometiera. No hizo obras filantrópicas, no procuró la grandeza de un país que desconocía y despreciaba, al que jamás había amado y al que miraba con rencor, vencido por su triunfo. Todo su interés estaba en cotizar lo inferior, en subvertir la tabla de los valores éticos y espirituales, en volcar la ignorancia y la crueldad del campo en la ciudad, para cohonestar la ganancia de su juego. La cosecha era abundante a veces, pero hipotética al fin, pues dependía del azar; el precio de su trabajo dependía de la demanda de granos y carnes en mercados ignotos. Él mismo era una res en el cálculo del terrateniente y el financista. El patrón de valor: la tierra No existiendo un orden social consolidado, una regla en la experiencia, ni un estímulo en las costumbres, se quiso hacer consistir todo lo bueno en el suelo; en lo que yacía sin otra forma que esa muy larga que rebasa los ámbitos del ojo y del oído. El suelo era un valor metafísico: espacio. Podía producir para el recién venido, sin que conociese el oficio de labrar; con la fecundidad y el trabajo del nativo sometido supliría la asidua dedicación, y no necesitaba del colono fática ni inteligencia. Bastó al principio soltar por la llanura algunas decenas de vacas y caballos para que se multiplicaran. Bastaba echar la semilla para obtener espigas y mazorcas, someter al indio adicto y arrebatarle a la mujer para las demás faenas. En esta tierra, la más pobre de América, el metal precioso era el ganado. Y lo poseía el salvaje, puesto lo cual, arrebatarle ese tesoro era una empresa de mayor mérito que cuidar y criar esos animales. Haberse tenido que conformar con cereales y ganado fue un triunfo de la tierra, que les impuso como terribles condiciones el espíritu errátil, el afán de acumular, la idolatría de las cantidades inmensas, la prisa por marcharse, la vergüenza de la pobreza, la disolución del hogar, la imposibilidad de la cultura basada en el simple respeto y la vaciedad del amor. Se obligaba al hijo de Europa y del siglo XVI en adelante a someterse a la industria del primitivo para proveer de sustento al europeo que permanecía en el viejo continente. A la conquista del territorio para la Corona siguió el otro absurdo de la conquista del alimento para el ausente y, al fin, la conquista de la riqueza para el capital extranjero en el ferrocarril, el frigorífico y el trust cerealista. Vida y movimiento de la tierra El colono no quería degradarse a la condición del indígena, resultado de la conjunción de las fuerzas ambientes; se rebelaba contra esa fuerza que se le entraba carne adentro, hasta que al fin tomó los hábitos del despreciado aborigen, aprendió su táctica de

combatir y de vivir, usó el arma que él había adaptado, el cuchillo, se juntó con la mujer de la toldería, construyó su choza eventual, y dejó descendencia. El ganado equivalía al territorio que ocupaba y llegó a tener valor de cambio cuando faltaba plata que llegaba de Potosí. La caza del ganado, que llegó a denominar a toda una era colonial “la época del cuero”, y a dar fisonomía acaso definitiva a la vida argentina, fue una de las formas del latifundio, dividido en dos: quien siguió con el fundo territorial, apegado a las tradiciones, con intención de hacer de esto una nueva España, y quien continuó con el fundo ganadero con intención de traficar, vivir y promover América.

2 La época del cuero La primera siembra El conquistador no amaba esta tierra y no veía su porvenir más que a través de la lujuria y la avaricia. Poblaba la tierra vacía, abandonada a sus propias normas, con arreglo a las leyes físicas y fisiológicas de la naturaleza. No trajo de la casa solariega ninguna de las virtudes que le habían permitido resistir durante más de mil años la invasión de pueblos aguerridos; virtudes que parecían de la casa y no de él. Trajo un heroísmo de raza, de casta, de religión, que muy pronto la amplitud del panorama nunca visto abatió, y que impulsó a emprender una marcha sin designio. El indio había sido confinado a la frontera, pero entre ésta y la ciudad se propalaban el criollo y el mestizo que tomaban partido por la horda contra la factoría, por la factoría contra la Metrópoli, por América contra España. Se le había engendrado en la infamia, con la repugnancia del que satisface apetitos en carne vil. Era más indio que español. El padre pertenecía a los invasores, se iría; la madre a los vencidos, moriría; pero él era el pueblo que iba a quedar para vengarse del estigma de su origen. Semillas en tierra fértil Las uniones casuales del invasor y la mujer sometida dejaban una consecuencia irremediable en el mestizo, que llegada su hora se volvería contra el pasado y la sociedad; de él brotarían las guerras civiles y las convulsiones políticas posteriores, de las cuales sería cabecilla. Pero también dejaban una sustancia inmortal y avergonzada, que en cada cópula perpetuaría la humillación de la hembra. Entre el matrimonio y el concubinato abríase un abismo; la ley de Dios no era la de América. Las leyes de indias prohibían al virrey formar familia legítima, pero le permitían que cortejara mujeres locales. La india sirvió al invasor de piel blanca como nocturno deleite, después de un día ocioso. Suramérica parecía un vasto mercado del placer.

El desprecio hacia lo femenino involucró bien pronto a la hembra en el animal: la yegua puede usarse como bestia de carga, pero no para cabalgar. La poesía gauchesca está plagada de ese desprecio dual. Los matrimonios, monogámicos por lo general, se sujetaban a una moral indígena exenta de anomalías, y el adulterio se penaba con graves castigos. Mas cuando llegó a sus tribus el blanco, deshizo esa ingenuidad de las costumbres, sin cambiarlas por otras. Arrancó a las mujeres del hogar y se las llevó consigo para satisfacer su lubricidad. Así es que el mestizo y el gaucho no conocieron la compasión ni la clemencia sino el desprecio. En viejos epigramas se cantan sus desdichas y todavía las flagela la letra del tango. Casi todas las taras espirituales del indio son cicatrices en su cuerpo hechas por el cristiano. Porque el aborigen es maleable hasta incorporar el carácter que le inculcan y hasta transmitirlo en su descendencia; tiene alma femenina. El indio se hizo desconfiado, reservado, desafecto; y el mestizo heredó por la madre esos rasgos en su cuerpo y en su alma. Esta población crecía y se multiplicaba formando multitudes. La única forma de liberarse de ese infierno era la rebeldía contra los opresores. Pero no estaban unidos; les faltaba un capitán que los recolectara y dirigiera. Los albaceas del indio Al mestizo, siempre bravo e irredento, se lo excluyó de la repartija de prebendas y puestos y del derecho al voto cuando llegó la ocasión. Se prefirió en su lugar al indio, que era simplemente una fuerza libre susceptible de dirigirse, de gobernarse; una fuerza psíquica. Los misioneros habían sabido utilizarlos y nuestros generales también, encontrándolos dóciles. Esos indios y su descendencia híbrida no defendían nada porque no tenían nada y lo que se les daba de regalo les parecía bueno. Se los utilizó sin ninguna inteligencia, asociándolos cuando era necesario, y persiguiéndolos después. Los usaban los caudillos porque los indios no tenían conciencia más que del rencor, de la venganza secreta contra lo unitario que pretendía encarnar el símbolo de la civilización, del ideal de grandeza. Nunca se comprenderá bien la psicología del gaucho, ni el alma de las multitudes anárquicas argentinas, si no se piensa en la psicología del indio humillado, en lo que un complejo de inferioridad irritado por la ignorancia puede llegar a producir en un medio propicio a la violencia y el capricho. Así la provincia se alzaría contra la ciudad, contra Buenos Aires, que ya no era para el mestizo Argentina sino Europa; un pedazo de España con su aduana, sus autoridades centrales, su curia y sus leyes.

Independencia La independencia fue un acto y una tesis. Un acto en la campaña gestado largamente por el estado de inferioridad y de sometimiento, y una tesis en la ciudad, inspirada en doctrinas democráticas y liberales de la Revolución francesa. Para la ciudad bastaba con cambiar algunos detalles del gobierno y de la administración. De este modo, la guerra civil no sólo está implícita en la revolución, sino que salva a la revolución, ya que los mismos cabecillas del movimiento de emancipación aparecieron de inmediato como contrarrevolucionarios. En nombre de la posesión del ganado, del parcelamiento de la tierra y del libre tráfico, entablaban guerra definitiva el litoral y el interior. Las proclamas de los jefes que llevaron el movimiento hasta las fronteras del virreinato encendieron la aspiración a la independencia personal, y acaso fue, pese a los desórdenes consiguientes, su efecto más saludable. La diversidad de banderas probaba la unidad del ideal. La herencia y su interés compuesto La independencia no significaba nada para el pobre, para el campesino, y, no obstante, ellos fueron los que la sostuvieron. Era una guerra social, no de independencia. La revolución pareció llevar alivio al hambre y a la ignorancia, pero bien pronto hambre e ignorancia se volvieron contra ella, y entonces la revolución quedó rezagada y apareció como conservadora y monárquica. Primeros frutos de la libertad Una ambición de poseer llevó a los distintos ejércitos a la formación de partidos que se lanzarían con pretexto de defender la libertad contra los que verdaderamente la promovieron. Cada Cabildo se constituyó en centro de una zona de acción, con intereses propios. Cada caudillo aspiraba a la hegemonía de su provincia. Sólo Uruguay lo logró, favorecida por su situación marginal y su condición de productora de la mitad del ganado que se exportaba. La nueva era surge recién con Rosas y Artigas, que tenían sistematizada a la barbarie, a diferencia del resto de los caudillos. Los generales y estadistas como San Martín, Belgrano o Rivadavia no querían la barbarie pero eran productos genuinos de ella y, sin quererlo, trabajaban en su favor. Ocurría que sus ideales de independencia y unidad nacional respondían a una tesis abstracta sin base en la tradición ni en la vida histórica argentinas. Su base era extranjera. Güemes, por su parte, fue mucho más eficaz al amoldarse a sus gauchos sin imponerles ningún plan. El problema de nuestra barbarie es que no fue reducida por persuasión a formas civiles sino suplantada de golpe y brutalmente. Los nuevos valores

La marca del ganado vino a indicar los límites de la posesión terrestre. El hombre vio que el ganado era libertad y tuvo que violentar una estructura legal que le impedía el tráfico del cuero, la cerda y la carne. Por este lado es que entronca con la independencia, que estaba a favor del comercio libre de las pieles, con las guerras civiles, cuyo principal objetivo era la posesión legal del ganado, con la soberanía política, asegurada por el estanciero gobernador de provincia, y con el Acuerdo de San Nicolás (pacto de caciques de defensa de las vacas). El extranjero entonces se le opuso al mestizo y declinó hacia el unitario, cuyo programa de gobierno estaba basado en la posesión fiscal de la tierra y en su usufructo sin responsabilidad. El mestizó, patriota, se levantó contra él tomando como programa político el federalismo. Hacia la aceptación condicional de la realidad El mestizo se levantó contra la justicia que le negaba la propiedad de lo que bien podía ser suyo con arreglo a las leyes de la naturaleza, que conocían a fondo el curandero, el baquiano y el caudillo. Y se enfrentó al terrateniente, al hombre desconocido de la ciudad. Renegó de toda tradición y de ahí resultó el gaucho, señor hambriento, ignorante, proseguidor de un sueño frustrado. Estaba haciendo causa común con el indio, a quien sin embargo siguió mirando con encono y desprecio de bastardo. Y ese fue punto central de la era de la organización que culmina en 1880, año de la muerte del gaucho. El caudillo simbolizaba un inconsciente anhelo de legitimidad en la conducta, de seguridad en la ganancia. Pero encarnaba una rebeldía contra la civilización que iba a sistematizarse. El caudillo no se parecía tanto al barón feudal como al bandido o al héroe de gesta, tipos antisociales si se los contempla fuera de su medio. En América, faltando la sociedad, él era el embrión de la sociedad. Podía decir: el Estado soy yo, porque no había Estado. La ganadería suplantó a la minería reemplazando con el cuero al hierro, la madera y el mimbre. El cuchillo fue la herramienta de esa industria al igual que el arma en las guerras de la independencia. La mano habituada a la faena termina por imponer al hombre la técnica de matar. El cuchillo El cuchillo va escondido porque no forma parte del atavío sino del cuerpo mismo. Es parte de la cultura del pueblo que lo usa. Pertenece al fuero privado y sólo se enseña en momentos supremos como el insulto. El cuchillo es para el duelo a pie; por su tamaño impide que nadie tercie en la lucha: está indicado que el lance tiene intimidad y que excluye al testigo y al intercesor. Sólo falla cuando falla el brazo, de donde la seguridad en sí mismo es la eficiencia de esta punta de acero en que concluye el ímpetu.

El cuchillo no admite el simulacro y rara vez el juego como simple demostración festiva. Por su pequeño tamaño puede llevarse en las ropas como una suerte de amuleto junto a la carne. Es raro el suicidio con él; es un arma del hombre para afuera, de la empuñadura hacia la punta; no se vuelve contra el amo, como el perro.

3 Las rutas El sendero de la noria Mientras en Buenos Aires y otras ciudades del país se adornaban edificios públicos, se mantenían seis universidades y demás exterioridades del progreso gracias a la hipoteca de la libertad económica, el interior se empobrecía más y más. La fortuna de los citadinos era una ilusión y como tal cayó. Quisieron cagar más alto de lo que les daba el culo. Se fueron a gastar ese dinero al extranjero y así fue como el oro volvió a Europa. Las rutas de las manos De todos esos itinerarios, Buenos Aires era el punto de llegada y de partida. Las líneas quedaron establecidas entre Buenos Aires y Europa mucho antes que con el interior. Puerto de embarque y atracadero de buques repletos de gentes en busca de bienestar, fue desde los comienzos la lupa a través de la cual se vio la República. En el interior, mientras tanto, se iban organizando los pueblos y diseminando las vidas según las fluctuaciones de esos precios, al servicio de intereses europeos. Nuestra economía nacional estaba determinada por la demanda foránea. Producíamos lo que ellos necesitaban, y así se empobreció el norte en favor de la pampa. Esto ocurre desde 1852, año en el que se cierra la época de las discordias armadas y abre el ciclo de las violencias políticas y jurídicas. La estabilidad del gobierno atrajo al colono; el trabajo que venía en sus brazos atrajo al capital, y el gobierno se hizo estable gracias al trabajo y al oro de Europa. Una vez desembarcadas en el puerto muchas de esas familias fueron llevadas al campo, donde eran abandonadas sin que los empresarios tuvieran solvencia para resarcir de sus inconcebibles perjuicios a los colonos, ni el gobierno recursos para ampararlos. En consecuencia, los extranjeros acababan empuñando las armas y dedicándose al robo de ganado. El campo no tenía forma, el gobierno y la nación tampoco; la vida tenía esa misma inconsistencia. La llegada de esos seres ilusionados había generado la expectativa de una gran potencialidad económica; entonces el gobierno se apresuró en sacar préstamos supuestamente para obras públicas y salubridad, sin embargo las urgencias eventuales lo

llevaron a gastar ese dinero en sofocar rebeliones, destruir al indio y contener al Paraguay. De la diseminación de extranjeros por el interior nacieron los pueblos, y de los pueblos la forma actual de la Nación, que es también provisoria. Los términos de la marcha El poblador de estas regiones no era dueño de su voluntad sino que iba adonde lo llevaba la naturaleza. Cuanto más se internaba, más terreno iba perdiendo. A la vez que perseguía al indio, iba arrastrado por él. Eso no era conquistar sino ser diseminados en lo desconocido. Según estos lugares fueran luego más o menos aptos para la ganadería y la agricultura, formarían sectores de relativa prosperidad, pero aislados. Ubicados así los pueblos, el ferrocarril vino a estirar tales distancias, porque el precio de los fletes por centenares de leguas deshabitadas aumentaría el precio del producto desmedidamente. Todas las dificultades que en la actualidad se oponen al desarrollo del interior remoto, a la educación de sus habitantes, a la movilidad económica de provincias y territorios inmenso, proviene de esos errores de población que el ferrocarril vino a afianzar. Y gracias a esa pobreza y ese aislamiento del interior el litoral prospera. Las vías de acero El capital extranjero llegó en forma de ferrocarriles con el supuesto fin de servir a nuestra economía nacional, mas en realidad sólo se beneficiaban ellos mismos y Buenos Aires. Se les ofrecieron todas las ventajas posibles para venir; sin embargo, las líneas férreas pasan por regiones de escasa producción, obrando como freno para las regiones más cercanas al puerto y más fructíferas. El desierto que parecería no existir pesa sobre el labrador por el aumento de las tarifas con que la empresa ha de equilibrar las pérdidas en bruto. Los ferrocarriles forman una empresa financiera y no industrial; no están al servicio de los productos y de su traslación, cuanto del capital invertido en explotarlos. Más que servir al comercio, éste los subvenciona. Las demás actividades económicas se deben adaptar a ellos porque de ellos dependen. Los canales del Atlántico El ferrocarril traía al país dinero en préstamo. Mediante su uso bien administrado se aseguraba la puntualidad del pago de las cuotas de los otros empréstitos en efectivo, que provenían de la misma mano e iban a parar al mismo fin de solventar la explotación. Esto permitía al prestamista-accionista tener la llave céntrica de la riqueza nacional, abrirla o cerrarla y, al propio tiempo, regular los nuevos créditos conforme a la capacidad económica del país.

El carácter transitorio de turismo y fomento de esas líneas aniquilaba de antemano las probabilidades de un mayor rendimiento futuro. El ferrocarril acentuó la pobreza de las regiones distantes o de poco rendimiento, o ricas en rendimiento pero de productos únicos; porque llegó demasiado pronto y sin que lo distante de las vías pudiera andar a su velocidad. Pudo observarse esto recientemente en Salta, en donde la llegada de la locomotora segó de raíz industrias del transporte a sangre y abrió cauce a la consecuente fuga del campesino. Despobló y empobreció. El ferrocarril pone en contacto y competencia a las pequeñas economías regionales con mercados mundiales. Además, la estructura defectuosa configurada por las vías hace que la agricultura vaya restringiéndose en favor de la ganadería. Buenos Aires no puede regular la economía de todo el interior, que le es más extraño que Europa. La red de la araña El ferrocarril hizo más vasto el territorio y lo fracturó para dejarlo reducido al dibujo lineal de sus vías. Alzó con sus terraplenes fronteras entre el riel, que es Europa, y lo demás, que es América. Lo que no está al pie mismo del terraplén está a inconmensurable distancia. La ruinosa competencia que en Norteamérica, Inglaterra y Francia hacen al tren los camiones y ómnibus, aquí nunca existirá, porque el camino es nuestro y la vía de otros. Debieron ser los caminos doce veces más extensos que las vías, y lo son apenas poco más de la mitad. El tren es unitario porque, a pesar de la ubicación marginal de Buenos Aires, lo convierte en el centro de una circunferencia. El capital extranjero, además, exigió la garantía del rédito a sus empréstitos en materiales, en cláusulas que se aceptaron ante la urgencia de tender vías donde no había caminos. Porque las bases de las concesiones nos condenaban a perpetuar nuestra condición original de colonia. Exigió la donación de una legua a cada lado de las vías en todo el trayecto. Lo que llamamos progreso está en esa legua. Este progreso de la República está en oposición al interés de los que la hicieron próspera, y únicamente lo será de verdad cuando signifique el estado de salud de todo el cuerpo y no la euforia de una cabeza decapitada.

Soledad 1 Aislamiento Un mundo sin experiencias

Cuando llegaron las carabelas estaban intactos los hombres del Pleistoceno, con sus industrias de la Edad de Piedra y sus idiomas de la Edad del Bronce. Pero al entrar en contacto con seres destructores fueron extinguidos en masa, mientras las fuerzas de la tierra y de la atmósfera continuaban su trabajo secreto sobre los invasores, forzándolos a respetar lo que no era perecedero. Los seres vivos empequeñecieron o sucumbieron durante el transcurso de largos períodos y la naturaleza siguió inmensamente superior a ellos, destruyéndolos como los había creado. Pocos pueblos: incas, aztecas, mayas, ocupaban zonas sitiadas por la naturaleza, y América era todo el continente que se extendía a lo lejos y en torno de esos oasis. Pero individuo y pueblo concertaban con la naturaleza, y el terror y el ansia de salvarse del mal que los amenazaba doquier los puso en las manos del blanco, que los aniquiló. América tenía civilizaciones, pero no tenía pasado, ya hasta entonces tampoco porvenir; desenvolvía su vida en formas asincrónicas y asimétricas con el ritmo y la estructura de los ensayos conocidos y válidos. Hacia el revés del tiempo Cada día de navegación, las carabelas desandaron cien años. El viaje se había hecho a través de las edades, retrocediendo de la época de la brújula y la imprenta a la de la piedra tallada. Éramos antigüedad y fuimos poblados por una nación de tipo antiguo, que era ya arcaica en la Europa del 1500. La empresa del descubrimiento quiso emprender una aventura anacrónica siglos después de las Cruzadas con la voluntad de no ser Europa. La región de cada uno Había ya en la conciencia del invasor una región inexistente, la tierra de nadie, aislada aún de este mundo aislado que comenzaba a poblar sin advertirlo. A esa región, entonces y después, se confinó al indio y a lo indígena. La civilización es lo contrario del aislamiento, y el primer poblador trajo soledad a la soledad. Fronteras y peligros La falta de peligro en las fronteras, cuando se comprendió que en la tierra de nadie no había nada, derramó psicológicamente la tensión expectante del pueblo. Estar alerta sobre lo que nos rodea es estar despiertos en grado sumo. El Estado necesita fronteras vivas. Esas fronteras, en pueblos nuevos e inhabitados, son siempre distintas de las que señala el mapa. Nuestras fronteras reales, por ejemplo, son el linde de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y sus estribaciones hacia la vasta zona neutral. El mayor daño para una nación no es tener vecinos más poderosos y adelantados en todo orden de potencia sino tener vecinos que hayan descendido a niveles inferiores o

que se mantengan en ellos. La causa de la inseguridad con que avanza la República Argentina es esa parálisis periférica, ese vacío que hay detrás de sus bordes, desde donde nos llegan las emanaciones de un sopor profundo, de una existencia letárgica y cargada de amenazas. Incomunicación Los países de Suramérica no tienen comunicaciones entre sí, ante todo porque no las necesitan; su interior está igualmente incomunicado. De Chile nos separa una lonja de piedra y desierto. Entrambos países no tienen recursos excedentes ni curiosidad, ni simpatías, como para que las vías férreas sean siquiera lo que las trincheras entre dos líneas enemigas. Todo lo restante es pampa y montaña continuas. El paisaje se ha dividido en esas tres partes constitutivas: el árbol, la piedra y el llano. Pero cada uno de esos elementos se ha aislado, diferenciándose en tres grupos grandiosos (selva, montaña y llanura) sin formar paisajes ni núcleos de población. La vida en esas zonas neutras que nos separan de Chile es dura, hostil, sin savia ni sangre. Allá ha ido a refugiarse el indígena, en el seno de una naturaleza refractaria al hombre porque no pertenece a su época, árida y rica en metales, es decir, de riquezas en forma primordial e inutilizable. Más anchos, caudalosos y extensos que los del mundo, nunca tendrán nuestros ríos de Suramérica el significado que el Ganges, el Éufrates, el Rin o el Danubio. Ríos de luchas y de civilización, de los que depende el destino de los dioses y de los hombres; porque nuestros ríos son distancia, aislamiento, confín. El indio no utilizó la navegación, aunque la conociera, porque rehuía vincularse a las demás tribus, huyéndoles mas bien. Las civilizaciones americanas han nacido al amparo de la piedra y no a las riberas de los ríos. Con Bolivia no nos une ningún sentimiento de solidaridad tampoco, y su pueblo es nuestro pueblo más lejos de Europa. Más bien que para unirnos y comunicarnos, el tren tiene una función burocrática, como el tranvía que lleva al empleado a su oficina. Mientras Chile se concentra, Bolivia busca desesperadamente su salida al mar, y su ansia de verterse en él es un ímpetu suicida, como el de Chile aislándose. Tampoco podemos decir que Uruguay esté más cerca ni que nos separen menos obstáculos. Rivalidades que no se han paliado desde hace un siglo lo mantienen a millares de kilómetros de nosotros. Aunque difieran mucho entre sí, los rasgos comunes de todos componen un territorio cultural y geográfico indiferenciado, semejante a una inmensa península helénico-turca. La característica fundamental es étnica: Iberoamérica. Lo que nos asemeja es mucho más que lo que nos diferencia.

Discontinuidad Estos Estados nacieron de un desmembramiento y quedaron con extensiones caprichosas, de ninguna manera relacionadas con su verdadera necesidad territorial. Colombia, Venezuela y Ecuador eran una sola nación; una debieron haber sido Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Suramérica es un vasto cuerpo que durante la Colonia tampoco tuvo unidad. Se trata de un continente cosmopolita al que, sin embargo, le faltan los altos ideales que crean la confraternidad y la conciencia de formar parte de un todo. De ahí que aun las guerras tengan cierto aspecto de revoluciones. Cada nación aquí tiene sus héroes, los que con todo no significan nada fuera de sus patrias; lo que han hecho sólo interesa a su región y a su época. Es preciso que exista una forma histórica completa para que el hecho tenga un sentido vivo y no de complemento circunstancial; esto significa, que con cuya suerte se defina algo de nuestro propio destino colectivo. La inhistoricidad del paisaje, la enorme superioridad de la naturaleza sobre el habitante y de las fuerzas ambientes sobre la voluntad hacen flotar el hecho con la particularidad de un gesto sin responsabilidad, sin genealogía y sin prole. Aun las guerras de la independencia son episodios de la historia de España; a nosotros nos pertenece lo biográfico y lo pasional. Así, pues, en esta tierra vieja, que no tiene pasado humano, no ha ocurrido nada nuevo. Hemos reproducido con variantes personales muchas historias que ya se olvidaron. Suramérica es todavía un episodio subsidiario de Europa, pero tiene un alma americana, cerrada, muda, solitaria, que lucha constantemente contra lo extranjero y quiere otra vez quedarse sola con su nada. Desmembración El problema de estas tierras es que su territorio es vasto pero gran parte está despoblado, y la parte que está poblada tiene su economía determinada por factores extranjeros: producimos lo que en el hemisferio norte necesitan y a cambio recibimos lo que a ellos les sobra. Para librarnos de este yugo la unión suramericana sería la verdadera independencia, la económica. Y sin duda la libertad verdadera, si ha de venir, llegará desde el fondo de los campos, bárbara y ciega, como la vez anterior, para barrer con la esclavitud, la servidumbre intelectual y la mentira opulenta de las ciudades vendidas.

2 Distancias

Espacio La claridad con que desde un pueblo se divisa otro fija una posición sentimental creando un vínculo. Cuando los pueblos están aislados como aquí, la unidad de medida de distancia no es la vista ni el afecto ni la rivalidad sino la medida geográfica: la milla, el kilómetro, la legua, las horas de viaje. Después de cierta magnitud, la distancia es geodesia y no sociología, medida itineraria y no vecindad. Aquello que supera la longitud de la resistencia del hombre en marcha está más allá de él, y sólo puede alcanzarlo agregando a su cuerpo la fuerza y la velocidad de la máquina. Pero si la máquina no atraviesa las poblaciones así formadas, es un aparato de transporte y no de unión. Los pueblos En viaje de un pueblo a otro, no hay nada en el medio. El camino no interesa como camino: es espacio a recorrer y se trata de llegar lo antes posible. Es imposible obtener cohesión en un país en que dos terceras partes de la población están en ciudades y la que resta en la campaña permanece confinada y sin contacto. Fisonomía de las poblaciones Las ciudades se diferencian entre sí con arreglo al clima de la región en que están, y por su edad. Cincuenta años ya es mucho para cualquiera de estas ciudades, y la fecha en que los cumple celébrase como sus bodas de oro; así se parecen a la vida del hombre. Da la impresión de que las diferentes ciudades del país son versiones retrospectivas de Buenos Aires, versiones cada vez más chicas y antiguas. Se parecen entre sí en el peso de la pampa que pesa sobre la aplastada edificación. Cada ciudad tiene sus aristócratas que son los que llevan apellidos de abolengo y los que poseen fincas y dirigen la política. Pioneers que hacen alto El campesino, por muy poca cosa que sea, en su medio es un semidiós. Encuentra en sí actividades y poderes que tienden a someter a su dominio lo que le circunda. Colaborando con las fuerzas ambientes es que llega a dominarlas, hasta que las fuerzas ambientes se lo tragan un día, pues era nada más que un juguete. La soledad convierte al individuo en el centro de es circunferencia infinita que es la llanura y en la llave de esa bóveda absurda que es el cielo. Como el animal, es curioso en su soledad; escudriña cuando parece interesarse en datos insignificantes, y el ojo tímido que echa la mirada a los pies está explorándonos. Le interesa la cantidad y el tamaño de las cosas, de las ideas, de los recaudos y de los riesgos. Inquiere del prójimo y de su vida sin otro motivo que el de invadir y penetrar un mundo que sospecha semejante, y que le está vedado por lo que desconoce.

Todas estas tentativas de establecer una correspondencia humana a fondo se le frustran porque es un ente solitario. Representativo de este medio es el guapo. El guapo El guapo es el resumen de una época y albacea del indígena. Extrae de sí mismo las razones para obrar, y nada de lo que le rodea le enseña ni lo modifica. Tiene una dosis superlativa de lo macho del hombre. Es bravo por inclinación y no tiene relaciones con la sociedad sino consigo. En consecuencia, es un ser estéril, que no engendra y que se consume en su propia acción independiente del contexto de las actividades sociales. En una sociedad mal constituida, o constituida con descontento, el elemento antisocial representa una gran parte de los sentimientos reprimidos de la misma sociedad: la sociedad latente. De ahí el carácter heroico y simpático que en algunos casos recubre la maldad del guapo. Con su coraje y su desafuero, con su paso silencioso, hace que la masa honesta de vecinos recobre el sentido de su fuerza y de su protesta, sofocadas, contra el orden y la justicia. En la literatura Moreira es su réplica romántica y Don segundo Sombra es su Cantar del Mío Cid. Y no es hijo del gaucho malo sino del extranjero pobre que quiere hacer pueblo de la ciudad. Hostilidades de la soledad Tan difícil es llevar a cabo en esas poblaciones de tripulantes una obra solidaria, unir los espíritus y las manos, como fácil el encono y la pugna. En los pueblos los comerciantes se juegan su caudal por arruinar el negocio del vecino. No son peores que otros hombres; son así. No se espere encontrar un artista, un escritor de cepa, un iluso de cualquier clase, un amante de los pájaros que viva y muera allí. Las almas de los artistas acaban por naufragar en cuerpos y vidas miserables. Y, sin embargo, tanta crueldad y tanto odio es sin duda una propensión a la simpatía y a la justicia, que encuentra cegados los cauces por donde correr sin obstáculo. Se forman sociedades de fomento, centros atléticos y círculos de cultura que acaban en comité o se disuelven porque la rivalidad es más poderosa que el propósito de solidaridad. Fúndanse periódicos que están al servicio de la discordia, porque son hijos de la soledad. Pero todo ello es la llanura y la lejanía de los pueblos y su violenta emulsión de pasiones; la victoria póstuma del indio desalojado por una fuerza anárquica, étnicamente más débil que él. Desconfianza Los habitantes de esos pueblos que he conocido son ingenuos y recelosos. Son seres incompletos, sin forma psicológica precisa, con la sola integridad y unidad de su cuerpo. Han sido arrojados al lugar donde están, desde el abuelo o antes, y parecen guardar un secreto rencor que ha perdido franqueza. Buscan en nosotros un secreto motivo de burla, nos examinan hasta que encuentran el punto vulnerable que les reintegre a la tranquila conciencia de la plenitud de su ser.

Leen los diarios y saben más o menos lo que pasa, pero no tienen sentido de la continuidad, por lo que los hechos ocurridos dos o tres días antes tienen para ellos la lejanía de aquello que uno cree entender pero en realidad ya no lo hace. Los pobres La soledad es pobreza. Aunque posean campos y ganados son pobres. Su fortuna no es llave para penetrar al mundo, sino fortaleza para aislarse de él. Su dinero tiene el signo de la soledad, y cuando viene a las ciudades a disfrutarlo, lo acechan y quieren robárselo, porque no es digno de lo que tiene. Más allá de eso, hemos arrojado al interior la pobreza para que no afeara las calles de las ciudades y para que no interrumpiera con su grito vivo un sueño de cinematografía. La pobreza aislada lo es doblemente; queda reducida a sí y hasta le falta la asistencia social de la edificación compacta. El indigente de nuestros campos se parece más al animal que al hombre rico: no tiene, no pide y para morirse tampoco le basta. La distancia los mantenía desvinculados de los demás y estaban cerca de todo, pues sus puntos de referencia eran la familia, el rancho, el árbol, el pozo, el perro y el caballo. Pero una vez que el pueblo, y con él todos esos elementos, se unió a la gran ciudad lejana, entró a formar parte de otro sistema mayor; todo alrededor de los campesinos se puso en movimiento y su quietud tomó rigideces cadavéricas. Todo lo que sirve para unir: telégrafo, ferrocarril, automóviles, lo separaban más.

3 Soledad del mundo y del hombre El mundo y el hombre El indio es por excelencia el hombre sin historia. Se parece al animal: no tiene pasado porque no tiene porvenir; ocupa meramente el espacio que llena su cuerpo y desarrolla una vida solitaria que no sobrepasa los límites de sus sentidos. Pertenecen a la arqueología más que a la historia, porque ésta registra únicamente aquello que responde a una superestructura social. El indio apenas podría participar de la historia de los bastardos, o historia apócrifa. Para nosotros no puede ser historia nada de todo aquello que no esté en la dirección del desde dónde o del hacia dónde de nuestra trayectoria. La soledad que se abre en el alma como una congoja inmotivada y que quita interés humano al espectáculo de la belleza panorámica es la falta de historia. La soledad antigua Nuestro territorio es muy antiguo y muy nuevo; el Mundo primitivo, de la Soledad, es el antiguo; el muy nuevo, de la grandeza y servidumbre, el actual.

Entre la montaña y las mesetas, que son dominio del indio, y las llanuras, dominio del blanco, hay intervalos de períodos enteros, de toda la Era Terciaria, como entre el aborigen y el blanco intermedian India, China, Egipto y Europa. Séptima soledad Encerrando en una circunferencia de máximo radio la mayor cantidad de tierra posible, con Europa, Asia, África y tres cuartas partes de América, la isla Dumet es su centro geométrico. Los primeros hombres y los mejores aparecieron a orillas del canal de la Mancha, muy cerca. Invirtiendo la esfera tendríamos un hemisferio de nueve partes de agua y sólo una de tierra, con Australia, Nueva Zelanda, Nueva Guinea, archipiélago de la Sonda y la restante cuarta parte de América, con la Argentina y Chile íntegros. Su centro geométrico quedaría próximo a las islas Warekauri, en pleno Pacífico. Esta mitad del agua es la más antigua del planeta. Europa es el polo humano. Toda la llanura que conocemos con el nombre indígena de pampa estuvo todo cubierto por el océano alguna vez. Al retirarse las aguas, se agruparon tantas especies zoológicas ya extintas como en ninguna otra parte del mundo. La vista comprende mejor que la inteligencia que estamos en los confines del planeta. Los dominios del agua El litoral, en amplias lonjas de playa que separan el océano que espera su represalia de las barrancas que lo han vencido es, como las salinas de la Pampa del Monte, de arena y salitre. La vida en esos lugares exige un sacrificio que el individuo puede realizar en actos de suprema renuncia pero que la especie tiene que rehusar al fin. Esa tierra pertenece al océano y no al hombre. Las fuerzas de la soledad Los vientos del oeste y el suroeste son tan fuertes que impiden todo cultivo; no hay árboles y los animales mueren en rebaños enteros. Solamente la oveja resiste la intemperie. El viento es el cuerpo sensible de la soledad. En cuanto a las aguas, no hay cursos de mucho caudal. Casi nunca llueve y la sed es el otro enemigo invisible. La fertilidad de ese mundo primitivo es el mineral, pero no es el hombre el que la utiliza sino que él mismo sirve de herramienta para su extracción en favor de la ingeniería y las sociedades anónimas. Otra fiebre de este clima es el alcoholismo. El alcohol ofrece un modo de evadirse del aislamiento, de saltar al mundo, como el apetito sexual es el modo de entrar a él, de poseerlo, de quedarse.

En el pedregal de la cordillera crecen las plantas duras, de una flora de suplicios. Es la estepa argentina, tan igual que a Siberia que no falta ni el ser humano que la padezca. Esa flora nociva se extiende rala desde la precordillera neuquina hasta las sierras pampeanas. Plantas enanas, sin frutos, sin pulpa y sin flor. Todo ese dominio de la naturaleza, recintos en que la tierra defiende intactas su gea, su flora y su fauna, son confines a los que el hijo de la llanura fue arrojado y donde se extinguirá. Lo demás, la tierra plana, la pampa litoral y central, es Argentina, la tierra de Europa, la tierra del blanco. Pero entre esa pampa fértil, nueva, y aquel mundo oscuro, antiguo, está el hijo del blanco y de la india, que tiene que elegir y que tardará centenares de años en decidirse.

Fuerzas primitivas 1 Las fuerzas telúricas Los moldes de tierra Luchando contra el medio cambiante, variable y movedizo, que tenía la forma acabada de lo informe, adquirió esas condiciones de inestabilidad que por reflejo transmite hoy al medio demasiado plástico que lo rodea. El mundo primitivo imponía sus formas al hombre primitivo; sin embargo, al mismo tiempo cedía fácilmente al modelado de sus dedos. El gaucho, por ejemplo, no es un ser en vías de formación sino el tipo concluido de una naturaleza que tiene en grande sus mismas formas. En nuestro mundo sin estructuras mecanizadas, el alma, lo más débil y maleable es lo que cedió primero. Durante las guerras civiles, la campaña contribuía con su hacienda. El alambrado fue la primera lección de derecho que recibió el cazador de reses. Las tropillas de caballos y los rodeos de vacas proveían al ejército de vituallas y pertrechos; la industria de la curtiembre, el saladero y la talabartería prosperó a la sombra de estas guerras. Ya el pastor era un soldado y viceversa. Durante mucho tiempo no se diferenciaron la cacería de animales y la de hombres. Nuestros guerrilleros pampeanos se agrupaban en pagos según las características topográficas, en sociedad precaria muy inferior a la tribu indígena. Pero respondían a un mismo espíritu y eran capaces de solidaridad contra el prójimo. Cualquier residuo o resonancia de vida civilizada bastaba para dar a esa eventual agrupación bélico-bucólica tipo clan, la seudoestructura del ejército y del ideal de partido. Religiosamente llevaban como tótems el cuchillo y el caballo y tenían por tabú a los enemigos del rebaño. Los

jesuitas aprovecharon esta tendencia totemista para encauzarla hacia las imágenes cristianas; eso dio como resultado el uso de talismanes y amuletos. Representativos de este período son el baquiano y el rastreador. El baquiano y el rastreador El baquiano posee finos órganos de orientación y dotes de médium. Cada accidente geográfico está ligado indefectiblemente con otros en su cabeza, por lo tanto, le basta con contemplar una porción del paisaje para comprenderlo entero. Está más cercano a la realidad de la tierra que quienes la estudian. Es, no obstante, una habilidad más bien instintiva, porque difícilmente podría decir cómo está tan seguro de lo que sabe. En las guerras de la independencia y en las civiles fue el táctico y el topógrafo. Tipo gemelo del baquiano es el rastreador. Si el otro es intuitivo, este es analítico y lógico. Los planos inclinados El Pioneer, propietario de la pampa, es un tránsfuga de los ideales humanos. Codicioso, es muy grande el vacío interior que siente para querer incorporarse extensiones inmensas de tierra, multitud de edificios, manadas incontables de ganado, títulos de obras escritas, mujeres, empleos, etc. Es la falta de un poco de paz familiar la que lo lleva a querer suplir faltantes del orden social con bienes. Erosión y oxidación En la inmensidad del territorio, todavía en sus tres cuartas partes despoblado, vivir, luchar y triunfar parece fácil, pero no lo es. En su forma dura se opone al que llega a invadirlo. El inmigrante que internándose contempla pasar leguas y leguas siente que emprende una excursión abandonado a sus propios recursos. Este medio sin fisonomía propia y aparentemente sin energía plástica absorbe y comunica su sustancia agreste al individuo, erosionándolo hasta vencerlo. Herramientas útiles Para penetrar en tal naturaleza inexpresiva, debe poseerse de antemano una conformación adecuada a ella, susceptible de deformarse, de aplanarse, de hacerse ancha, larga y silvestre, si ya no lo es. La pérdida de la voluntad puede considerarse el primer síntoma de invasión de la llanura. Mejor es quedarse frente a Buenos Aires; penetrar en la ciudad y afrontarla. La ilusión de la campaña, la poética del oro ha perdido hoy su fuerza hipnótica y repele al inmigrante, que prefiere internarse en la capital federal, donde si las condiciones de trabajo son malas, él se aviene a descender; si regulares, las rebaja con la oferta de su

fuerza y su inteligencia al mejor postor. Consiente en someterse para tomar luego su venganza desde cualquier posición en que haga pie. Desde que comprende, el recién llegado es un adversario temible: viene dispuesto a la conquista hasta como represalia. Ignora, sin embargo, que nosotros hemos también renunciado, como él allá, a muchas libertades al someternos a la ciudad. Ella nos adaptó a sus usos. Pero el forastero viene a demostrarnos que no éramos tan fuertes, que no estábamos tan unidos, que la vida no era tan difícil como creíamos.

2 Las fuerzas mecánicas Adaptación de instrumentos En 1853 se proclamó como nuestra Constitución una versión defectuosa de la estadounidense. Ni el terrateniente ni los comerciantes ni los afincados podían tener fe en ella, pero los caudillos se declararon conformes y continuaron en el poder. Esta Constitución creaba un Estado dentro de otro y en cambio dejaba afuera a la República de Buenos Aires. Religión, derecho, comercio y milicia respondían a normas teóricas, mientras que hasta el contrabando y el abigeato tenían sus cláusulas empíricas y sus imperativos éticos. Era un nuevo Estado que entraba en posesión de tres millones de kilómetros cuadrados sin poblar con una base pura y exclusivamente extranjera, sin tradición ni solvencia de ningún tipo. Como resultado cambió de manos la posesión de la tierra con dudosos pretextos y despojó de sus bienes al posesor pacífico, y dictaminó arbitrariamente el fin de la barbarie y el comienzo de la civilización. El gobierno se había convertido en especulador, que tomaba sus préstamos en el exterior y los colocaba a un alto interés en obras que llamaba de adelanto. A la vez regulaba la moneda local, el ejército, la marina y la justicia. La tierra fue quitada a los indios y cedida a militares, para los cuales desde ese momento patria era igual a propiedad. Desde ese momento, Nación fue el territorio, los bienes, la población, estadísticas de importación y exportación, funcionarios públicos y edificios. Con el latifundio el Estado adquirió, por la hipoteca, fuerza del desierto, hasta poseer como bien muerto casi la mitad del territorio y la tutoría del pensamiento (desde diarios hasta universidades). Integración de impalpables

La unidad nacional finalmente se consumó con la victoria de Buenos Aires sobre la Confederación. Bastó que el gobierno federal absorbiera en sus reparticiones y sus células el peligro suelto de la campaña para que se constituyera ese cuerpo despedazado en catorce trozos. De esta manera, el Estado llegó a ser la integral de todas las fuerzas; la suma del poder público, el arsenal de las violencias sustraídas a la circulación; y sin embargo carecía de fuerza y de movimiento. El problema fue que ese Estado, esclavo del oro extranjero gracias al cual había alcanzado su grandeza, no pudo ir más allá de la ciudad y cerró los ojos a la verdad de los campos. Sostenía inmensos ejércitos de empleados y de soldados y hacía crecer las universidades con ese dinero. Los moldes de acero Luego de la disolución del virreinato, la tarea de mantener la unidad nacional recayó sobre el ejército, que la llevó a cabo mediante el derramamiento de sangre. Así, paralelamente al desarrollo político y civil del Estado, el ejército se desarrollaba con la estructura de un Estado. Puso en funcionamiento a las instituciones encargadas de los tres poderes. Los ejércitos suramericanos se formaron antes que su pueblo. De hecho, se formaron en primer lugar las clases sacerdotal y militar para ejercer el poder político, como en toda Suramérica. Eran estas instituciones las que formaban al pueblo y no al revés. Conversión de valores Económicamente, el Estado nacía pobre, con la herencia de la deuda que había dejado el dinero destinado a obras públicas que finalmente fue utilizado en las guerras civiles. El gobierno quedó fundado como una institución de beneficencia, con su lotería y su asilo para inválidos. La ocupación de los recintos Proclamando liberal acogida a todos los hombres del mundo que quisieran venir, cubrió con sus atributos y sus espadas la vida y la actividad de los ciudadanos residentes y transeúntes. Frente a los caudillos de provincia, el Poder Ejecutivo fue altamente intervencionista y se mostró fuerte tanto en las milicias como en la administración, mas no logró penetrar en el alma de su población. Funciones mecánicas de la ley La organización jurídica del Estado pretendió hacer de cada ciudadano un recluta civil, universitario y burocrático. Pero en lugar de formar individuos con conciencia moral de la justicia, generó ventajeros que le buscaban en la ley el vericueto por el cual podían

beneficiarse a costa del prójimo. Y si las instituciones no tienen antigüedad (y por lo tanto, razón) que oponer al desbordamiento de los impulsos antiguos, la idea de justicia y la jurisprudencia entera son simples artilugios. La división del trabajo Cada funcionario es una célula viva del Poder que, sin estar al servicio de todo, encarna en esa persona un fragmento de autoridad. De este modo el Estado está presente en todas partes donde sus funcionarios estén. Entonces su fuerza, por estar tan repartida, disminuye, pero parece mayor. Para que la función resulte respetable entre la sociedad, la fuerza individual de cada funcionario debe ser grande. La dignidad del cargo purifica de la miseria personal justamente porque la pone a su servicio. De ahí que el hombre del pueblo considere al empleado nacional como a un ser que tiene el privilegio de utilizar en su propio beneficio el servicio público, y de quien puede temer. Entonces lo acata. Es cuestión de hacer notar la investidura del cargo. El compadre El compadre está entre el guapo y el guarango. Por un lado se acerca al hombre bravo, íntegro y solitario, y por el otro parece un hombre sin carácter, ficticio e incompleto como el guarango. Valora mucho lo suyo y con la misma intensidad desprecia lo ajeno. Oscila entre no tener en cuenta la sociedad y afrentarla. “Compadre” fue un tratamiento que se daban las personas de clase baja. Aunque hace tiempo que los ricos han ingresado a esa familia inmensa de la plebe. Una compadrada es querer resolver todo a las piñas. Y su resentimiento social se debe a su propia dificultad de adaptarse a un estado social nuevo y precipitado que quieren imponerle. En cierta forma tiene razón, o al menos no es su culpa ser así. Su error está más bien en el exceso con que exterioriza su resentimiento, si bien hay que reconocer que ante la escasez de lenguaje para defenderse, los golpes le resultan la única alternativa.

3 Las fuerzas psíquicas La unidad de estilo La unidad de estilo de un pueblo se percibe en perspectiva histórica, no en su propio tiempo. La diferencia entre los hombres de 1830 y los de 1930 es que los primeros forjaban un estado de cosas y los hombres de hoy, en cambio, nos parece que son arrastrados por un estado de cosas que escapa a su comprensión y pericia. Las curvas de aproximación al vector normal

Lo que entendemos por adelanto durante los últimos setenta años ha sido el crecimiento exacerbado de las siete ciudades entre las que se concentra más de la mitad de la población, y el precio de la tierra. Cuanto mayor ha sido el crecimiento de lo que corresponde a la historia del dominio político o capitalista- de Europa en América, lo intelectual, poético y emocional ha disminuido. La grandeza y la decadencia de un pueblo en realidad responden no sólo a la expansión de la riqueza, sino a un balance equilibrado entre recursos y consumos. En gran parte, nuestro progreso resalta por contraste con el estancamiento y el retroceso de las naciones vecinas, y nuestra cultura por parangón con la caída en la barbarie de algunos pueblos vecinos. Sin embargo, cabe preguntarse si hoy Argentina representa a escala mundial más de lo que representaba en 1870. Civilización no es poseer más bienes materiales sino saber utilizar esos recursos correctamente. De hecho, si se tienen en cuenta los consumos culturales, el país está en el punto más bajo de los últimos cincuenta años. Amor La prostituta deja en el alma del varón que la usa para su placer los signos materiales de su cuerpo. Tener a las mujeres como seres domésticos y llenarlas de hijos produjo la situación actual del gaucho sin respeto. Las mujeres aborrecían al hombre, que les era inferior en todo sentido. Al desprecio natural por la mujer, cuya posición en la sociedad era inferior por un complejo de circunstancias, se unió el ancestral desprecio judeocristiano que la consideraba fuente de todo mal. El sexo quedaba para siempre encubierto, pero haría estragos en las almas, corroyendo del espíritu porciones equivalentes a las que no había podido satisfacer noblemente en los cuerpos. El sexo se redujo a los recintos prohibidos, se lo separó del amor. Esa disociación de una unidad que es indestructible creó una población sin amor, pero donde se fingía el amor. Es un problema moral, como todos los nuestros. Fe La religión que se trajo a estas tierras de mitos tan viejos como sus seres y sus plantas era a la sazón un instrumento de dominio complicadísimo y sin ningún contacto con la vida. Se impuso por la fuerza. La Compañía de San Ignacio nació para salvar España del inminente peligro de la sustitución de la fe por la razón como estaba ocurriendo en todo el resto de Europa. En vísperas del fracaso del catolicismo, aparecía otra vez el pueblo elegido en que tomaría cuerpo para salvarse. Desde entonces, la Iglesia misma, en esas milicias, contaría con una fuerza digna de tenerse en cuenta para los tratados y alianzas.

Se trajo a América el catecismo y los preceptos en vez del Evangelio y las Epístolas. Se les prometió a los indios un paraíso aborigen a cambio de su esfuerzo servil en la tierra. Para funcionar, el catolicismo tuvo que ser permeable en algunos aspectos y permitir que se le filtraran algunos elementos de la mitología autóctona. Muy pronto desapareció de la religión lo que tenía de espiritual para quedar reducida al ornamento y al rito. Y esa forma materialista de superstición fue utilizada por el nativo en su culto ancestral. El sometimiento de los misioneros a las condiciones primarias del salvaje, para arrancar de ahí la catequesis, les impuso una primera claudicación; la segunda fue pasar a los idiomas locales. Fue en esa transportación idiomática que la pureza de la doctrina se corrompió y ganaron los indios. Todo fuera para cumplir con el objetivo de edificar un templo, un emporio y un cuartel. Sin embargo, en esto también ganó el indio, porque, sometido a las faenas rurales e industriales bajo el yugo religioso, éste le transmitió al jesuita sus supersticiones y sus técnicas de hacer, pensar, sentir y acatar. Finalmente hubo que destruir ese catolicismo espurio y expulsar por herejes a los sacerdotes que renegaron del idioma y del acatamiento del rey. No obstante, los valores religiosos y sus formas quedaron en estas tierras en esa combinación con creencias vernáculas: Facundo Quiroga consideró ateos a sus enemigos, y la nueva secta puso en lugar de la Virgen a la Santa Federación. Todo lo que había sido ejercicio espiritual se convirtió en milicia política y burocrática. Idioma Más que en las costumbres, en el idioma se trajo el acervo de experiencias de la raza. Y si durante la Colonia no encontró el genio de América la forma de expresarse mediante el uso de un idioma extraño, el siglo pasado tuvo en Sarmiento al más grande prosista del habla y en José Hernández el talento capaz de someterlo a los usos de la vida argentina. Las palabras traídas por el conquistador no correspondían a la realidad americana; el despropósito que se advierte fácilmente en la nomenclatura de animales y vegetales también está presente en los sentimientos y los conceptos. La proscripción de voces y la intromisión plebeya de otras de valor claramente inferior es un resultado de la censura por odio reprimido a lo español. Sin embargo, también entre los intelectuales la lengua española fue adaptada a la vida local, obteniendo un lenguaje más rico y sustancioso y a la vez más conciso y sobrio que el de los intelectuales españoles. Véase como ejemplos a Sarmiento, Lugones, o Banchs. Está bueno que una lengua se subdivida en nuevos dialectos, lo malo sería que permaneciera inmodificado y no pudiera representar nuevas formas de la realidad. De

todos modos, hay formas patológicas de transformar el lenguaje, como los brutos del bajo pueblo que hablan al “vesre”.

Buenos Aires 1 Argirópolis Lo nacional y lo municipal Aquí hace tiempo que todo problema nacional intenta ser resuelto como municipal, más precisamente, como porteño. La independencia nació en los Cabildos; por eso fue urbana y municipal. Buenos Aires hizo el anteproyecto de la emancipación y más tarde se convirtió en enemigo de los ideales republicanos, federales y representativos, porque sus intereses no iban más allá del libre tráfico marítimo ni más lejos que la política aduanera. Buenos Aires quedó aquí como un fragmento de España. A la ciudad-nación se le oponía la provinciarepública. Con una ciudad monstruosa en el ombligo fluvial, no era posible la verdadera federación ni la unión y el progreso. Y Buenos Aires terminó por imponerse como centro de una circunferencia formada por los puntos poblados y cultivados del interior. Igualmente, Europa vino a resultar el punto más próximo a Buenos Aires, y éste su ciudad más a trasmano. Externamente Bs As se convirtió en una ciudad cosmopolita y rica, pero por dentro se parece más en su sangre o su estilo a cualquier pueblo recóndito del interior que a ninguna ciudad europea. Siempre la capital federal ha sido siempre provincia, ciudad y nación, y creció desproporcionadamente mientras el interior se vaciaba. Y esta desproporción ha ido creciendo con el tiempo. En 1880, de hecho, la victoria definitiva de Buenos Aires decidía la muerte del interior. La opulencia de Bs As fue un depósito bancario que en ella hicieron las ciudades y los campos y que nunca obtuvo su recompensa. Bs As es Trapalanda. Desde la independencia nadie consideró la República más que como una gran ciudad de casi tres millones de km cuadrados con catorce terrenos baldío en pleno centro y con diez manzanas de circunvalación desiertas. Pampa y techos

Los pueblos suburbanos (el conurba) han terminado por amalgamarse con la metrópoli, invadiéndola. Sobre esas setenta mil hectáreas viven alrededor de tres millones de almas, ¼ de la población total; y están instalados el 50% de los capitales comerciales y el 40% de los industriales. Ciudad amplia y chata: pampa. Sólo despoblando Bs As el país entero recobrará su equilibrio perdido. Bs As ha sido engendrada, concebida y superfetada por el llano. Los artefactos edificios crean una industria de la vida, no sólo de la vivienda. Comparada con Bs As, cualquier otra ciudad del país es campo, un pueblo que ha prosperado un poco más. Ninguna ha salido de su estúpida rustiquez para exhibir un alma particular que los distinga; todas tienen la misma alma. El porteño mira más a Europa; el interior ya no lo atrae, está purgado de ilusiones: es el trabajo, la enfermedad, la ignorancia, el olvido. Polípero El dueño de una casa de departamentos es meramente el poseedor de la finca. Puede comprar, alquilar, vender o habitar, pero no está unido al destino de su ciudad como tampoco puede estarlo al de su familia y de su religión. Pero tener una casa en Bs As es haber logrado poner el pie en Trapalanda, pues terreno y edificio pueden alcanzar valores insospechables. La tercera industria productiva aquí donde no existe la industria es la de la vivienda (siendo las otras dos la del alimento y la del vestido). La casa está tan aislada como el habitante. Todo conspira contra la unión, desde los alquileres altos hasta la torpeza en el idioma (acá supongo que lo dice por los inmigrantes). Símbolo del aislamiento del individuo es el ómnibus, donde la contigüidad y la compañía no significan nada; símbolo de la vivienda incomunicada es la casa de departamentos. Sin embargo, la casa de las afueras es igualmente antisocial, ya que la subyace el sueño de la casa propia que tienen los novios, con el ideal del alejamiento del mundo. La vecindad en este tipo de viviendas toma formas hostiles como el chisme. Las caras y los cosméticos Buenos Aires puede parecer una ciudad muy hermosa, pero no tiene secretos, todo lo que es está a la vista. Carece de ayer y aún no tiene su forma verdadera. Es hermosa por las dificultades entre las que ha surgido, pero adolece de los defectos de la improvisación. Para el que ve a Bs As como ciudad y no como esfuerzo, es fea. Conviven por doquier diferentes estilos arquitectónicos que responden a diferentes épocas económicas y modas y permiten ver, como en sus estratos de tierra, los cataclismos que han sufrido. En esa diversidad se perpetúan lo precario y lo fortuito. La efigie urbana de la moneda de cuero

El transeúnte desprecia una vanidad que se extralimita en el deseo de suscitar la envidia; y así la ciudad que es salvaje en sus baldíos, es guaranga en sus parques señoriales. Lo que en la ciudad se hace por capricho, por voluntad egoísta, queda plasmado en la edificación y en la conducta. El propietario ni siquiera quiere someterse a los cánones arquitectónicos. Cada edificio se parece más a su dueño que a la ciudad. Por otra parte, el que obtuvo más sofoca al que obtuvo menos, poniéndole una casa de diez pisos al lado de la suya de dos. El artista no puede reivindicar una ciudad producida en estos términos y por estos móviles. Por todas partes la ciudad está invadida por la pampa; las estancias vendidas y los campos bien arrendados se transforman en edificios.

II La gran aldea Oeste contra Este Corrales y Mataderos como los confines de la ciudad, donde estaba el orillero mediterráneo. Hasta ese momento, la ciudad era una “masa indiferenciada”. Previamente Bs As estaba delimitada por el rio, los bulevares de Entre Ríos-Callao e Independencia y Viamonte. La ciudad luego se desbordó por los campos municipales. Los limites albergaban flora y fauna de la frontera. Desde Alvear, Norte y Sur de la ciudad se diferencian. La Av. De Mayo funciona como un tajo que acrecienta esta división. Si bien con esto la pampa fue invadida, el hombre de la pampa quedo encerrado entre la expansión de la ciudad y la rsistencia del campo. Surje el malevo. Campo contra ciudad, nacionalismo municipal contra snobismo. Barrio contra city. Boedo pretende ser la Florida del desierto urbano, mismos objetos de distinta calidad. Sin embargo, Boedo es mas buenos aires que Florida y lo que allí ocurre se comprende mejor. Estos barrios hasta donde hace poco predomino la pampa tienen “cierta morbidez de vena como quien pulsea”: lo antiguo y lo nacional aparecen en estos parajes nuevos. Reanudan viejos litigios no resueltos. Florida no va a resistir a lo que se incuba en los barrio-frontera.

El guarango Tipico de los arrabales de la ciudad, a pesar de estar en pleno centro. Necesita un ambiente mayor que el compadre, un publico mas nutrido. Se es guarango solo cuando hay oyentes de esa guarangada.

El guarango falta a las convenciones urbanas, es incivil y un equivoco. Es un ignorante. Es un primitivo que procede como si conociera las normas de la civilización. Quiere ser persona importante que atraiga la atención. Le falta el sentido de lo oportuno y de lo correcto. Es un inconsciente de la cortesía El guarango es carnavalesco, es “careta”. “Después del guarango sigue el mono”.

Florida Florida es un estado de animo. Es templo, rito, dogma. Desde su fundación (1823) fue siempre la única calle limpia, por eso la gente transita por ella. Es un salón de aire libre, donde se hace sociedad sin conversar. Todas las clases sociales desfilan por ella. El traje como uniforme de milicia donde ricos y pobres se reclutan. El traje es la persona. Un pueblo correctamente vestido esta en eel tiempo etnográfico del tatuaje, que es lo mismo. El vestido como fiesta que se ofrece fuera de casa. El traje concuerda con estado económico, modo de pensar. No debe concordar con otros trajes Florida es el traje de domingo de Buenos Aires, que usa todos los días. Las vidrieras de Florida son todo.El frente de la casa cede su lugar a la vidriera. Mirar sin despegar la vista demasiado de lo familiar. Objetos llamativos en las vidrieras de Florida. Funciona como un cinematrografo, nos sirve para asentarnos en casas de multimillonarios. Es una gran ficción que nadie dice que sea falsa. Una vez admitida la ficción, todo es perfecto. La comedia que soñmos se monta en Florida con todo el lujo, y algo de todo ese maquillaje persiste en la cara del pobre que vuelve a su casa a encontrarse fente a frente con su vida.

La noche Cuado cae la noche Bs As se impregna de melancolía bucólica. Bs as no tiene noche sino que la alcanza la noche de la pampa. Hay una mezcla de esa noche tanquila y los ruidos de buenos aires. Cabarets como lugar de maor vida en bs as. El cabaret es trsite. Carece de entrega. El tango entristece estos lugares porque trae reminiscencias del pasado.

El tango Baile de la cadera a los pies, el resto no se mueve. No tiene un significado que hable a los sentdos. Baile del pesimismo, de la pena, baile de las grandes llanuras en un presente que se repite. El tango ha fijado la seriedad de la copula, porque engendra sin placer. Es un baile humillante para la mujer. La mujer parece cumplir un acto que le es enojoso, que no le da placer. Terminado el baile no es posible olvidar que la mujer ha sido poseída como un molusco.

Carnaval y tristeza Para estudiar la tristeza criolla hay que cmprender primero el carnaval. El carnaval es la fiesta de nuestra tristeza. Se busca un motivo de fiesta, una excusa para reir. El caranaval es el antifaz de la tristeza. Carnaval y teatro son la misma cosa. Bs as tiene solo una cara para todas las fiestas: la misma que pone en las revoluciones y en los asuetos campestres. Nuestro caranaval es siempre contra algo. Nuestro carnaval no tiene canciones, tiene insultos. Es grotesco y serio, ofensivo y lubrico con toda la tristeza de lo que se quiso y no se pudo tener.

III La ciudad indiana De paso La raza que nos habitó no tenía hogar. El padre ejercia el poder como señor con siervos. La casa fue producto para el descanso Estamos de paso en nuestra propia casa, esperando la muerte Muebles, mujer e hijos son pasajeros,no están para siempre, a pesar de que todo aquí es para hoy.

El esquema de la casa Apela a la casa antigua, la de patio central donde las habitaciones están unidas.

Sostiene que este tipo de casas son de vida privada, cerradas a la vida exterior. Se aseejan al monasterio, a la cárcel por la reclusión. Tienen un poco de rancho, por la forma alargada Estas casas carecen de desván. Por lo tanto carecen de archivo. Todo esta listo como paa mudarse. El desván es el que enseña a los niños lecciones. Debido a su falta, en estas casas no se producen ni artistas, ni navegantes ni científicos.

La ciudad flotante Viviendas en el limite entre ciudad y campo que son ambas cosas. Son ranchos provisorios que pueden desarmarse. El hombre que vive allí esta de paso. Pero este tipo de casas son refugios, no hogares. No aspira al confort El pobre no es dichoso porque sueña con lo que no tiene. La espera no esta llena de esperanzas

Los penates sepultados La plaza es el campo La exposición rural es la gran fiesta argentina. Las carreras de caballo son nuestras corridas de toros Hombre y cabalgaduria forman uno solo. Nada del caballo nos es extraño Hipódromo y cancha de futbol analogados El deporte tomo en cada país la peculariedad del alma colectiva. Entre nosotros el futvbol es el sur contra el norte

Los dioses de la ciudad La política deviene curanderismo. Adquiere prestigio el conductor de multitudes. Su oscuro poder es violentar el orden de las cosas sin que aparentemente exista esa violencia. La política es una superstición (divagaciones sobre Rosas e Yrigoyen) que concluyen en: Yrigoyen fue conciencia y voluntad de su pueblo.

El político

Político profesional analogado a curandero, brujo. El primer paso de la carrera política es tener una casa comoda. La casa del político es una casa publica. Su papel es hacer promesas, hablar del porvenir. El verdadero político no es el que da sino el que cambia de mano el soborno. Saca partido de lo que ignora. Mas que para abogados, esta profesión es para médicos, ya que abre la puerta de las fuerzas adivinatorias (rayos X). Para el vulgo, el medico tiene doble personalidad salutífera. Muchos lideres son médicos aunque se comporten como magos. Nuestros males son misteriosos.

El alma de la ciudad En la provincia no se lee ni se escribe, la llanura es refractaria de cualquier cultivo. Los artistas que nacen en ella tienen la desgracia de ser una negación en diversas formas, de no aclimatarse aca ni alla. Ningún órgano urbano que sea creado para negar la realidad del campo, logra efectivamente negarla. Ese gobierno negó al intelectual y lo persiguió hasta donde pudo. Buenos aires atrajo a ese intelectual En Buenos Aires hay estrcutras de ciencia, de arte, de profesiones liberales, pero todas ellas responden a la política que hizo a la ciudad. Para abrirse paso entre esa maraña de la política están: el periodismo o la administración publica. Intelectuales de todo tipo ocuparon estos puestos. Diarios, universidades y salones se sostienen por un complejo sistema de intereses cruzados, unos amparan a otros. El artista honesto esta predestinado a sucumbir porque esta solo. No tiene intereses reciprocos, es un eslabon suelto. La ciudad es homogena por mas que se presente cosmopolita. Los trabajadores son hijos de la soledad y solo 20 hombres libres llevan sobre sus espaldas el prestigio de la Nación. Formas abortivas y monstruosas engendradas por la política se reproducen en obras de terinta tomos. El congreso vota fondos para que se escriban obras. Todos los artistas están amortajados en la misma tumba, están muertos. La falta de estados verdaderos de cultura se reemplzada con estados ficticios de cultura. Miles de cerebros trabajan dia a dia modelando el canon periodístico de mayor consumo. Los artistas libres de las políticas de prensa son destruidos de cuajo. Quien tiene dinero tiene fama.

El escritor costea la impresión de su obra con su sueldo. El Estado le compra sus ejemplares y le devuelve el costo, retirando de la circulación sus ideas. Una vez hecha la fama, se respetta hasta que la muerte barra con todo. La cadena queda soldada entre escitores, impresores y consumidores. Lograda la buena posición, ahí termina toda inquietud. Se espera la jubilación o las palmas académicas.

MIEDO I La lucha Panorama del miedo El pobre es el destructor de ideales. Forma parte de una realidad que no se quiere ver. Miedo del conquistador al llegar aquí. Miedo del autóctono al enfrentarse a el. Los conquistadores en vez de traer a civilización trajeron la guerra. Fundadas las ciudades, el peligro sseguia latente, la inminencia del asalto. Crimen, robo, vicio, ambicion frustrada modelaron al hombre colonial y al emancipado. Los atropellos sembraron el miedo en las provincias, como dice el Facundo. Estaban atemorizados los que huian y los que perseguían. Las paginas que relatan esos tiempos tienen como leit motive el pánico. La tensión de nervios se vivio hasta que el indio fue desalojado. El peligro se extermino por absorsion y hoy vive dentro de los habitantes de las ciudades.

Empalizadas y zanjas Las ciudades se edificaron para sustraer a los habitantes de los peligros. El porteño tiene la mirada, al contemplar el interior, que tenia el ciudadano antiguo: la ciudad como fortalezas de cuerpos y propósitos contra lo exterior, con una solida muralla invisible. La ciudad es el Estado. Buenos aires se acrecentó con el aporte del extranjero y delnativo que huian de sus perseguidores. Los recién llegados se quedaron aquí mirando hacia el campo sin atreverse a reconquistarlo. El campo vuelve a ser el limitado dominio del miedo, de la pobreza, la enfermada y el esfuerzo inútil.

Inquietudes

El que contempla la pampa solo ve una cosa inmensa que esta quieta bajo de las otras: la tierra. El campesino esta engarzado en una lentidad cósmica: lo que cambia y se altera obedece al ritmo de su raza. La base de todo es la tierra: se cotiza lo que esta quieto. En la llanura el movimiento siempre es peligro Es preciso que la tierra sostenga lo que personas,instituciones ni poder pueden conservar. La naturaleza no tomo los habitos del hombre, conserva resistencias prehistóricas.

Azar Lo que se ha quitado al azar esta encerrado en las ciudades y dentro de ellas en recientos pequeños. Nuestro pueblo n sabe producir porque no sabe consumir. El índice de civilización etsa en lo que se malgasta y se derrocha. Intelectuales y comerciantes fueron engañados por la codicia. Mientras buscan con qué coronar su esfuerzo oyen los cantos de los que no mueren ni tienen apuro.

II La defensa Peligros y temores La maquina se alimenta del hombre Cada obrero que penetra al mundo de la técnica es un traidor de su casta Sin lideres que encarnen un ideal humano los campeones electorales especulan con el rencor y la masa olvida que su misión esta luchar codo a codo.

Fortalezas

La única estructura solida es la administración del Estado. La seguridad que presume la administración publica aumenta la inseguridad de afuera. Los sujetos extramuros están en manos del destino. El miedo que estaba en el primer habiante no pudo ser reemplazado por la seguridad; y la muerte, la ruina y la vergüenza quedaron dentro de la misma estructura.

Las defensas organizadas

Toda la historia argentina es una historia militar. La carrera militar reemplazaba los títulos nobiliarios y de renta. Rosaas e Yrigoyen, los dos mas genuinos representantes del pueblo, encontraron en el ejercito la derrota. Su despotismo era oriundo de la plebe armada. A falta de peligros verdaeros, el ejercito asume la defensa de las instituciones, sobre todo de aquellas que ha perdido su poder moral. Se invierte mucho dinero en mantener un ejercito que no se utiliza. Mientras se dan honorarios a la burocracia militar, agricultores y comerciantes cierran sus negocios. El ejercito no puede mantenerse en inactividad .

Defensas contra las defensas Inversion exorbitante en el ejercito, cuando el país no tiene ni sabios ni atistas. En el ejercito se destinaron los fondos que debían ser invertidos en obras de adelanto. Nuestros enemigos internos son infinitos: enfermedades, pobreza, soledad, distntcia, desierto, capitales que explotan industrias nobles, la política. Los enemigos externos son los países que producen lo mismo que nosotros y que llenan la economía universal: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Africa meridional. Nuestros cañones no llegan hasta allá y es mas comodo temerle a los muertos que a los vivos.

III La fuga Las astucias del miedo avergonzado La casa como dramae personae. Engañar al otro con la posición socio-economica. Aparentar lo que no se tiene. “sin honor pero rico” es el lema del ingeniero decente.

Los sueldos alicionales Posición falsa es la de la mujer en la casa. No se reconoce su calidad de contribuyente. Se la necesita sin otorgarle derechos. Con el tiempo las mujeres tuvieron que salir a atrabajar, entrando en donde trabajan los hombres. Menor salario por mismo trabajo, y encima se les exige belleza y ser esbeltas. Se le exige que los días de descanso retorne a su viejo cautiverio. Se le sigue exigiendo la conducta moralmente irreprochable. Mañana podrá votar, divorciarse pero no será libre. Todos la vigilan cuando sale de su casa. No es en la calle ni en la casa mas de lo que fue ayer, por mas que traiga su salario.

Coaje y temor El hombre reacciona psíquica y físicamente al miedo. Comenta como reacciona tirano, sacerdote, militar, capitalista y juez. Blalbalbla

Los miedos efóricos Todos cayeron en la fiebre de ganar dinero sin trabajar: el juego, compra de títulos, invertir en hipotecas, etc. Sacaron el miedo de las casas y lo pusieron en la Bolsa, que es lo mismo. La tierra era como la moneda, todo se vendia y compraba en operacions bursátiles. La población emigro al litoral, derrumbándose las provincias del oeste y el norte.

La oscilación de precios de las propiedades se dio por la seguridad que el comprador tenia en adquirirlas. La caída de los precios producen paralelamente levantamientos y revoluciones. Se pensollevar la calma: se comenzó a legislar ssobre las tierras. Al pánico le siguió una reacción inversa de esperanza. Paz y progreso se difundían bajo la espada.

Las guerras fueron causa de empobrecimiento aunque ese empobrecimiento también fue causa de guerra. Hacia 1888 el desenfreno económico era análogo al cólera o la fiebre amarilla. Se emitia papel moneda y cedulas hipotecarias sin respaldo. Todo estaba hipotecado, hasta el papel moneda. El espanto de la muerte y la certidumbre de lo pasajero de la exisencia orinigo la inmoalidad económica semejante a la de las costumbres

SEUDOESTRUCTURAS I Las formas Células y alveólos Cada institución es una estructura, comolo es la moral, la religión, el idioma. El grado de civilización depende a la cantidad de formas que han llegado a su periodo de cristalización. Pueden tener lugar variaciones similares a las estructuras, son las seudoestructuras. Esas son consistentes en lineas generales pero huecas de sentido y de sustancia.

Letra y espíritu

El hombre de la pampa sintió en carne viva el rigor de la ley antes de entenderla. E dfendio on el cuchillo y la soledad. La elección de un sistema de gobierno como la sanción de leyes perfectas puede ser las trabas mas graves para el desenvolvimiento de un pueblo. Una estructura social que impone sus leyes mas alla del espacio natural

es una

estructura ficticia.

Hollywood La Plata es una ciudad aunque no tenga la existencia oganica de una ciudad. No se hizo, se inventó. Es un milagro porque va contra las leyes de la naturaleza. La distancia rodeadaa de campo entre Bs As y La plata hace creer que esta ultima no depende de la casa rosada.

El plano del espejo Nuesto futuro esta compuesto por la fuga desde el pasado El medio en el que vivmos es un poderoso azar, hasta que las generacines se den cuenta que las separa un océano.

II Las funciones Entrada de las máquinas Primero secreo el trabajo mecanico, luego la maquina. Es por eso que la maquina tiene tanto derecho como el hombre. Se cambio la carne por el acero. Por su forma de de multiplicar, es el sistema de destrucción mas perfecto. La maquina debe estar relacionada con el resto del ambiente, sino es órgano de destrucción. El uso de maquinas aumento los precios de los campos. El automóvil se adapto a la ostentación y no a la utilidad. El automóvil no fue solución sino problema. Los transportes no necesitan del medio aéreo de locomoción. Tiene escasa demanda. El avión se redujo a un juguete. Las maquinas industriales funcionan solas, sin la necesidad de un gobierno. El peon es necesario donde no lo es la maquina.

El peso de la maquinaria, cmo el de la civilización debe tener soporte solido en la sociedad. Ninguna maquina puede asentarse si no es sobre los hombros de la civilización. Los puentes que tienden las maquinas sirven de puntos de fuga. Filosofia y Letras admitió gente sin bachillerato, solo hacia falta presentar un trabajo literario. Estuvo por cerrar, por eso se le dieron tierras, la cantidad que la separaba de Agronomia. De Filo y Agronomia no salieron ni filósofos ni naturalistas sino profesores. A ingeniería van los idealistas, lo mas sano de la juventud. No se otorgan tantos títulos. Los estudiantes saben que es difícil el destino del constructor de caminos donde no ls hay. Sus conocimientos contrastan con la realidad. En medicina se obtiene la devoción, el rango y el haber. Es el camino natural del pobre, como Derecho es el del rico. Frente al ingeniero se alza la realidad, pero frente al abogado y el medico, hombres mas rigidos que esta. La competencia entre todos es por dinero y poder. Todo desagua en la política.

La inteligencia y su programa El país produce mas profesionales de los que se demandan. Los cargos docentes y administrativos son una forma velada de “indemnizar” a esos pofesionales que no tienen inserción laboral. El aluno se rebelo contra la institución y logro meterse en el engranaje político. El estudiante sabe que lo que aprende no vale nada si no tiene contactos que lo posicionen luego en el mundo laboral.

Excesos de sinceridad El criollo es un ser que ha tomado las formas universales de la vida argentina, alejado ya del inmigrante. El hijo de esye no necesita desfigurar ni enaltecer la realidad. El hijo del inmigrante nace con algo indómito, evasivo y renitente. El hijo del inmigrante toma venganza por sus padres, exagera su patriotismo. Si participa de un club o institución logra su claussura. Destruye sin querer. Se le aclama como líder de ideas nuevas cuando en realidad esta apuntalando ideas caducas. III Los valores La mitología de los valores

Necesidad de forjar mitos. La mitología rellena huecos en la estructura del cosmos mental. Algunos proceres crearon mitos haciendo respetar dogmas de la religión argentina.

Las transferencias defensivas El uso del sarcasmo o del cinismo por parte de la clase política para disimular su ignorancia. Comedia del poder.

Historiografía Nuestra historia se limita a la paleontología y a la etnografía. Se acumulan datos como se coleccionan estampillas. En verdad no hay historia, pero como hay historiadores, en algún momento habrá historia. Lo mejor que se ha hecho en historia son las biogafias, como el Facundo. Mas importante que la historia es la historiografía. Nadie dice la verdad sobre los proceres. Sus figuras autenticas son tabu. No todos los países producen historia, algunos la hacen, otros la viven,nosotros la escribimos.

Las caricaturas Nuestra garconne custodia su virginidad. Sobre el sentiiento del honor pone los grtos de la ultima moda, fuma, lleva el pelo suelto, exhibe la pierna. Allí donde la mujer liberal se entrega y se va con el amante, ella salva su honor. Hace todo lo que las mujeres que viven con desenvolutra hacen, pero no se entregan. Hemos dado valor a las mascaras,a los fantasmas. La ciencia del improvisador Tenemos rapidez de pensar y reaccionar, incluso los campesinos. Estamos todavía en el periodo hesiodico de la improvisación, cuando el aeo tiene los materiales de la realidad y no sus problemas. El ingeniero de este mundo plástico es el caudillo, que condensa aptitudes de pioner y mago. Nuestros mejores hombres fueron los autodidactas, que en medio del caos señalaron un buen camino. En el mundo pasado el baquiano podía guiarnos, el payador podía interesar el auditorio. Pero ese mundo fue haciéndose rigido y el hombre quedo retrasado a su marcha.

En la formación de nuestro país, lo que se hizo es mayor de lo que se pensó y lo que llamamos crisis, analfabetismo, problemas económicos, etc, es la falla del improvisador.

Civilización y barbarie La creadores de ficciones eran los promotores de la civilización. Para desalojar lo extrenjerizo se adoptaron las formas exteriores de lo europeo. El mas perjudicial de estos soñadores fue Sarmiento. La generación del 80 es la forma típica de esa seudoestructura de civilización. Hizo guerra a la guerra, imponiendo imprenta a la montonera, el frac al chiripa. Arranca lo que hay y planta l que no hay. Se renegó de la realidad y para negarla se volteo la cara hacia otra parte. En la raíz de nuestros males estta la carencia de instituciones de educación civica y moral, falta de enseñanza de tradición y el hogar. Por eso Sarmiento puso su ojo en la escuela primaria, y se planteo Maestro, que es lo que nunca tuvo. Su segundo punto fuerte fueron las vías de comunicación. Defendió telégrafo y ferrocarril hasta la risa. Sarmiento nunca consiguió consolidar un alma nacional. Tampoco aspiro a hacerlo. La barbarie era una época, el campo, la montonera y la adminstracion de la hacienda. La civilización era la historia, el futuro, la industria,la educación. De la barbarie se hizo un tabu y de la civilización un programa. Lo que Sarmiento no vio es que civilización y barbarie eran una misma cosa como fuerzas centrifugas de un sistema en equilibrio. No vio que la ciudad era como el campo. La barbarie había tomado el aspecto de la verdad, de la prosperidad, de los adelantos. La ciilizacion fue invadida por espectros que creían aniquilados. Tenemos que aceptar con valor la realidad profunda paa que deje de perturbarnos, traerla a conciencia para que se esfume y vivamos en salud.

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