"Catequesis e historia de la salvación" La centralidad de la Historia de la salvación en la Catequesis es fruto del Concilio Vaticano II cuya Constitución Dei Verbum comienza haciendo comprender que la Iglesia escucha y anuncia la Palabra de Dios, con el fin de que el mundo “oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame” (DV 1). Ahí hay que situar a la catequesis de la comunidad cristiana: en el anuncio y explanación de la Palabra que manifiesta una revelación que siempre tiene un carácter histórico: “Este plan de la revelación se realiza con hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí, de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación” (DV2).
Objetivo: Poner de manifiesto la centralidad de la Palabra de Dios en la vida cristiana mostrando la historia de salvación como categoría esencial para el primer anuncio, la iniciación cristiana y la vida pastoral de la Iglesia pues nosotros «confesamos que Dios ha comunicado su Palabra en la historia de la salvación» (Verbum Domini 7). Etapas: Presentamos las etapas decisivas de la economía de la salvación, con sus personajes y en los textos narrativos que tienden a Cristo y tienen en él su culmen. Es obvio que todas las referencias citadas estarán tomadas de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española. Son nombres e historias que mantienen una coherencia interior accesible sólo desde la fe. Espacio y tiempo: Después, dirigimos la atención a la dimensión espacio-temporal de la historia de la salvación, el despliegue de Dios en un tiempo que por su gracia se abre a la eternidad y en un espacio-lugar que sin ser «santo» se hace «sagrado» por el misterio de la encarnación del Hijo que dilata el cosmos y lo abre, trascendentalmente, al misterio de Dios y a la plenitud de su Reinado. Historia y cronos en un locus redimensionado, un nuevo aquí y ahora, cielos nuevos y tierra nueva, definitivamente recreados por la encarnación-redención-parusía. Cristo centro y plenitud: Pasamos, más tarde, a mirar a Cristo que hace nuevas todas las cosas y es cumplimiento de las promesas de Israel y nueva alianza para la humanidad redimida en la Cruz. Jesucristo es centro de la Historia de Salvación, contenido de la catequesis y Maestro que inaugura el Reino de Dios con una pedagogía nueva. Documentos y Catecismos: Por último, nos detenemos tanto en los documentos como en el Catecismo de la Iglesia Católica y los de la Conferencia Episcopal Española. En ellos la centralidad bíblica es patente y la historia de la salvación es la luz que “interpreta los acontecimientos actuales de la historia humana”. La narración de las maravillas obradas por Dios y la espera del retorno de Cristo, contenido central de la Sagrada Escritura, van de la mano de la exposición de la fe (credo), de la celebración cristiana (sacramentos), de la iluminación de la vida (mandamientos) y de la oración (padrenuestro). Conclusión
1. Etapas, personajes y trabazón de la Historia de salvación Si pudiéramos imaginar una figura para expresar qué es la historia en el pensamiento cristiano no trazaríamos ni una línea, ni un círculo, sino una espiral de espirales. En el pensamiento judío y cristiano la historia no es un retorno eterno, permanente, puramente circular, que se repite cada generación. Tampoco concebimos el tiempo como una línea que comenzó y no terminará, indefinidamente. Estaríamos, si pudiéramos representar la cosmovisión cristiana sobre el tiempo en una hipotética espiral de círculos y círculos que partiendo del Padre en el tiempo Creador lleva a la plenitud de los tiempos donde todo converge en Cristo, ya presente en la creación; desde la Nueva Creación de la Pascua parten de él también en múltiples círculos que forman un espiral en expansión que prepara su vuelta gloriosa. Esa espiral de espirales que viene de Dios y a Dios nos lleva, tiene su columna axial en Cristo preexistente, encarnado, muerto y resucitado que ha de volver glorioso para reinar por siempre. Podemos, por tanto, delimitar los tiempos de la Historia de Salvación del siguiente modo: Tiempo de caos y creación, Tiempo de gracia y espacio de libertad, Tiempo de pecado y desorientación, Tiempo de llamada y de promesas, Tiempo de opresión y liberación, Tiempo de desierto y de Alianza, Una tierra para un pueblo, Tiempo de exilios y profecía, Plenitud de los tiempos en Cristo, Tiempo para la Iglesia peregrina al servicio del Reino que espera la Parusía del Señor. Unas palabras de Benedicto XVI aclaran la unidad interior de todos estos tiempos, resumibles a su vez en tres tiempos decisivos. Sólo la fe puede hacernos comprender esta unidad y este dinamismo en toda su plenitud y en todo su alcance: «El tiempo de la historia de la salvación se articula en tres grandes "momentos": al inicio, la creación; en el centro, la encarnación-redención; y al final, la "parusía", la venida final, que comprende también el juicio universal. Pero estos tres momentos no deben entenderse simplemente en sucesión cronológica. Ciertamente, la creación está en el origen de todo, pero también es continua y se realiza a lo largo de todo el arco del devenir cósmico, hasta el final de los tiempos. Del mismo modo, la encarnación-redención, aunque tuvo lugar en un momento histórico determinado —el período del paso de Jesús por la tierra—, extiende su radio de acción a todo el tiempo precedente y a todo el siguiente. A su vez, la última venida y el juicio final, que precisamente tuvieron una anticipación decisiva en la cruz de Cristo, influyen en la conducta de los hombres de todas las épocas». (Benedicto XVI, Angelus del 30 noviembre de 2008).
TIEMPO DE CAOS Y DE CREACIÓN En los dos primeros capítulos del Génesis se resalta el diseño de Dios que parece estar ordenando el caos. Su PALABRA ordena la realidad, la crea y así lo vivifica todo. Se esquematiza la creación en siete días, y en el sexto, antesala del descanso divino, crea Dios al hombre a su imagen: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó” ( Génesis 1,26). Los personajes claves de este tiempo originario son Adán y Eva: la humanidad irreductiblemente masculina y femenina, creada para el amor y la armonía.
TIEMPO DE GRACIA Y ESPACIO DE LIBERTAD Es el tiempo primero de gracia y armonía. El varón armónicamente unido a la mujer, la criatura humana en comunión plena con la creación y con el Creador-Padre goza en el diálogo y la relación con Dios. Es el tiempo de la libertad, porque sin ella la humanidad no estaría todavía humanizada. Es el tiempo donde la seducción es posible y el pecado es una posibilidad. Es el tiempo donde se van a quebrar la armonía y la solidaridad. Se abre -por la seducción- el tiempo de la vergüenza y la culpa. Ya no se atreven a mostrarse cara a cara con Dios… “que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa” (Génesis 3,8).
TIEMPO DE PECADO Y DESORIENTACIÓN A partir del capítulo 4, el libro del Génesis ofrece un panorama de desorientación. Es la corrupción que permite afirmar al autor del libro que “Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra y que todos los pensamientos de su corazón tienden siempre y únicamente al mal, el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra y le pesó de corazón” (Génesis 6,5). La decisión de Dios, si pudiéramos hablar así, no hizo caso al peso de su corazón y por eso estableció un pacto con Noé: “Yo estableceré mi alianza contigo” (Génesis 6,17) y “Noé hizo todo lo que le mandó el Señor” (Génesis 6,22). Podríamos pensar en una interpretación alegórica del diluvio universal como tiempo para una primera purificación que renovara y ofreciera una oportunidad. Noé evoca a Adán, el diluvio devuelve a la tierra al caos inicial, pero la bondad de Dios es más fuerte que el pecado de los hombres y se restablece la historia aunque nunca volverá el Edén perdido. Después del diluvio, surgen muchos pueblos de la descendencia de Noé. Y también surgirá Babel, una confusión latente que se hace patente. “Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos un nombre” (Génesis 11,4) Construir el mundo sin tener en cuenta a Dios se vuelve siempre contra el hombre.
TIEMPO DE LLAMADAS Y DE PROMESAS La preocupación que Dios ha mostrado por la humanidad, se centró más tarde en la atención por una persona concreta: Abrán. A un hombre sin descendencia y nómada, de la tierra de Ur, en Caldea, Dios le hizo la promesa de la tierra y de un hijo, y en él la promesa de un pueblo numeroso. “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12,1-3). Las promesas, reiteradas una y otra vez, son el contenido de la Alianza (Génesis 17,1-14) y poco a poco se fue abriendo paso la salvación de Dios para un pueblo con una historia y en una tierra, siempre cifrada en tiempo real y en espacio concreto. Habrá “intervenciones” divinas para el nacimiento de Ismael, en la teofanía de Mambré, para el nacimiento de Isaac y la prueba de Abraham, en la muerte de Sara y durante los ciclos de Isaac y de Jacob, hasta constituir a Israel (Génesis 32,23-32). Dios ha decidido intervenir ofreciendo una presencia que no está vinculada a un santuario, sino a un pueblo y a una promesa.
TIEMPO DE OPRESIÓN Y LIBERACIÓN Vale la pena detenerse en el ciclo de José (Génesis 37-50). El final del libro del Génesis, muestra a José rodeado de una prole muy numerosa y ofrece un nexo entre la memoria de los patriarcas y la esperanza del Éxodo hacia la tierra prometida: “Yo voy a morir, pero Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra que juró dar a Abrahán, Isaac y Jacob” (Génesis 50,24). “Surgió en Egipto un faraón nuevo que no había conocido a José” (Exodo 1,8). Aparece el ciclo de Moisés, con un nacimiento y una infancia que le preanuncian como salvado “de las aguas” y como libertador “de un pueblo”. De nuevo el agua, de nuevo un linaje. El ciclo de Moisés es extraordinario y le servirá al evangelista Mateo para of recerlo como tipo de Cristo. La vocación de Moisés y el episodio de la zarza comprometen a Dios con el sufrimiento de su pueblo y por eso afirma: “He bajado a librarlo de los egipcios, a sacarlo de esta tierra, para llevarlo a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel” (Exodo 3,8). El episodio inicia un tiempo de pugna y confrontación del Señor con el faraón hasta que sucede la Pascua y la salida de los israelitas. El paso por el Mar Rojo evoca la creación y el diluvio y ahora es signo y tiempo en la liberación de Israel.
TIEMPO DE DESIERTO Y DE ALIANZA Tras el paso del mar llegaron al Sinaí y Moisés “subió hacia Dios” (Exodo 19,3). En el desierto la teofanía, la Alianza, la entrega de la Ley, el becerro de oro y la alianza renovada: “Yo voy a concertar una alianza: en presencia de tu pueblo haré maravillas como no se han hecho en ningún país o nación” (Exodo 34, 10). El final del Deuteronomio nos sitúa ante la tierra prometida, prepara la ocupación y la conquista. El discurso segundo de Moisés se ocupa del lugar y del tiempo, del nosotros y del aquí y ahora: “No concertó el Señor esta alianza con nuestros padres, sino con nosotros, con todos los que estamos vivos hoy, aquí” (Exodo 5,3). Hasta cinco discursos ofrece el libertador. La alianza se formula en forma de credo narrativo donde la fidelidad de Dios exige la fidelidad del pueblo: “Escucha Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales. Cuando el Señor tu Dios te introduzca en la tierra que había de darte, según juró a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú no has llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado, y comas hasta saciarte, guárdate de olvidar al Señor que te sacó de Egipto, de la casa de esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él servirás y en su nombre jurarás“ (Deuteronomio 6,4-13)
UNA TIERRA PARA UN PUEBLO Los libros históricos comienzan con el ciclo de Josué y las estrategias de la conquista: Jericó, el paso del Jordán, la conquista del Sur y la conquista del Norte de la tierra. El reparto del territorio hasta la Asamblea de Siquén, que ofrece una verdadera síntesis de la historia de salvación (Josué 24,1-13). La memoria, ya estereotipada, testifica siempre el protagonismo de Dios y sus acciones salvíficas y la palabra de Josué ahora ejerce de notario ante el pueblo que ha de venir en el futuro.
TIEMPO DE EXILIOS Y PROFECÍAS Tiempo de Jueces, Tiempo de Reyes. La historia de la monarquía es una constante ida y vuelta a la alianza sellada por Dios con Israel. Los ciclos de Saúl, David y Salomón marcan una época fuerte y dorada para la memoria de Israel, pero no siempre es suficiente. Aunque poseen
una tierra y son un pueblo, se olvidan de Dios (Idolatría), dejan de ser fieles (Infidelidad) y olvidan el código del desierto (Injusticia). Los profetas permanentemente denuncian su comportamiento y llaman a la conversión recordando la alianza, pero entretanto va surgiendo el anhelo de una justicia y una fidelidad nuevas y mayores. Se abre paso la esperanza mesiánica y los profetas cantan anuncios que se irán comprendiendo progresivamente. “Mirad a mi Siervo a quien sostengo, mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas. Esto dice el Señor, Dios que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra en su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella: «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas. Yo soy el Señor, este es mi nombre; no cedo mi gloria a ningún otro, ni mi honor a los ídolos. Lo antiguo ya ha sucedido, y algo nuevo yo anuncio, antes de que brote os lo hago oír» (Isaías 42,1-9) Los profetas, particularmente Isaías y Jeremías fueron acompañando la esperanza mesiánica hasta el tiempo del precursor Juan el Bautista, antecesor inmediato de Jesús. Papel especial tiene María, la Virgen Madre de Jesús que recibió en Nazaret la visita del ángel anunciando el nacimiento del Salvador, Jesús el Mesías. Y así se cumplió la promesa. “Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo el peso de la ley, para que recibiéramos la adopción filial”(Gálatas 4,4)
PLENITUD DE LOS TIEMPOS:ENCARNACIÓN Y REDENCIÓN DE JESUCRISTO SALVADOR La Carta a los Hebreos permite entender la unidad de la historia de la salvación en Cristo. Por lo que ofrece, por quien la ofrece y por el modo de ofrecerla, esta es la salvación definitiva. Ésta es la etapa final de la historia porque es definitiva y porque ahora ya no se ofrece un signo salvífico sino que lo que se ofrece es la misma salvación integral (del pecado y de la muerte) y la ofrece Jesucristo, “reflejo” e “impronta” del mismo ser de Dios, y a precio de su misma sangre. Ya no es promesa, ahora es cumplimiento. Ya no es esperanza, porque es visión. “En muchas ocasiones, y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles cuanto más sublime es el nombre que ha heredado” (Hebreos 1,1-4).
TIEMPO PARA LA IGLESIA PEREGRINA AL SERVICIO DEL REINO ESPERANDO LA PARUSÍA En la carta a los Efesios se canta el Himno al designio salvífico de Dios: Ya no es una tierra prometida, ahora es toda la tierra consagrada; ya no es un pueblo pequeño y débil, ahora son todos los pueblos, la salvación es universal; ya no es la paz y la justicia de aquí, de esta tierra, sino la recapitulación de todas las cosas de los cielos y de la tierra, porque ha llegado la plenitud de todos los tiempos en Cristo. “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo Para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado. En él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había proyectado realizar por Cristo en la plenitud de los tiempos:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. En Él hemos heredado también los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías. En Él también vosotros, Después de haber escuchado la palabra de la verdad -el evangelio de vuestra salvacióncreyendo en él habéis sido marcados con el sello del Espíritu Santo prometido. Él es la prenda de nuestra herencia, mientras llega la redención del pueblo de su propiedad, para alabanza de su gloria” (Efesios 1,3-14) En este himno está resumida buena parte de la cristología neotestamentaria y ahí queda patente la obra redentora y salvífica de Jesucristo, plenitud de los tiempos. Ahora, y en el seguimiento de Cristo, surge la comunidad cristiana sirviendo como Él al anuncio del Reinado de Dios, llamando a la conversión, anticipando con obras, signos y milagros, y explicándolo a todos con parábolas y enseñanzas que llevan al mismo Jesús. También la Iglesia, que anuncia con obras y palabras, celebra a Jesucristo muerto y resucitado, en la Eucaristía que evoca la memoria pascual, que hunde sus raíces en la Pascua Judía y convoca a todos los pueblos al banquete universal de fraternidad. La nueva creación supera el tiempo y el espacio, porque en espíritu y en verdad muestra el camino al Padre, esperando al Hijo glorioso por la fuerza del Espíritu. Son unas palabras de la IV Plegaria Eucarística, toda ella resumen litúrgico de la historia de salvación, las que condensan esta expectativa y este tiempo eclesial abierto a la Parusía del Señor: “Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte del Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha; y mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo”
2. Historia de Salvación: espacio y tiempo Cada cultura ha tenido que repensar filosófica y teológicamente la historia de salvación a partir de su forma de comprender el tiempo y el espacio. Es crucial para establecer con acierto la idea de salvación y es un cometido para cada época si quiere vivir la fe. Podríamos reformular el viejo refrán (dime con quién andas –historia- y te diré quien eres –identidad-) del siguiente modo: dime cómo vives tu relación con el tiempo y con el espacio, di cómo te relacionas con la realidad y te diré quién eres y cómo es tu experiencia de Dios. Vienen en nuestra ayuda un par de textos de Juan Pablo II tomados de la preparación a la Celebración del Jubileo del año 2000. Uno de ellos forma parte de la Carta en la que manifestaba su deseo de peregrinar a los lugares vinculados a la historia de salvación y el otro es de Tertio millenio adveniente. El espacio y el tiempo, irreductiblemente, se alían para hacernos comprender la importancia de la encarnación-redención de Jesucristo. Mi meditación, decía en 1999, Juan Pablo II, “me lleva a los «lugares» de Dios, a aquellos espacios que Él ha elegido para poner su «tienda» entre nosotros (Jn 1, 14; cf. Ex 40, 34-35; 1 Re 8, 10-13), con el fin de permitir al ser humano un encuentro más directo con Él. De este modo, completo en cierto sentido la reflexión de la Tertio millennio adveniente, donde, con el trasfondo de la historia de la salvación, la perspectiva dominante era la relevancia fundamental del «tiempo». En realidad, en la concreta actuación del misterio de la Encarnación, la dimensión del «espacio» no es menos importante que la del tiempo” (n. 1). En este otro lugar afirmó que: “«En el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental. Dentro de su dimensión se crea el mundo, en su interior se desarrolla la historia de la salvación, que tiene su culmen en la «plenitud de los tiempos» de la Encarnación y su término en el retorno glorioso del Hijo de Dios al final de los tiempos. En Jesucristo, Verbo encarnado, el tiempo llega a ser una dimensión de Dios, que en sí mismo es eterno. Con la venida de Cristo se inician los «últimos tiempos» (cf. Hb 1, 2), la «última hora» (cf. 1 Jn 2, 18), se inicia el tiempo de la Iglesia que durará hasta la Parusía.» (TMA 10). El aquí y el ahora, Hic et nunc, son esenciales para el cristianismo. No estamos ante una religiosidad etérea, inconcreta y desencarnada. El Verbo toma rostro, medida humana, domicilio y profesión, sudor y lágrimas, risa y palabras, lenguaje de calle, lee, trabaja, celebra banquetes y convoca una comunidad en torno a su persona. El Verbo encarnado ora al Padre y se compadece de las ovejas sin pastor, y por ellas dará la vida. Y lo hace allí, y entonces, y cumple las promesas de ayer para hoy y para mañana, en el siempre de Dios. El locus es realmente teológico y el cronos por pura gracia, plenamente kairológico. Esta centralidad histórico-salvífica en Cristo, encarnado en un tiempo y un lugar, no se limita a la redención de la creación tocada por el pecado, sino que recreándola por su entrega en el amor hasta el extremo redimensiona el tiempo y el cosmos. La segunda carta de Pedro evoca esta nueva realidad que brota del mismo Jesucristo: “El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán estrepitosamente, los elementos se disolverán abrasados y la tierra con cuantas obras hay en ella quedará al descubierto. Puesto que todas estas cosas van a disolverse de este modo ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta, mientras esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios! Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados. Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia” (2 Pedro 3, 10-13). Esta nueva realidad redimensionada en Cristo tiene al menos tres consecuencias para nuestra cultura y también para la catequesis con niños, jóvenes y adultos. Una primera es el alcance ético-profético de este Señorío sobre el espacio y el tiempo. Vivimos una cultura instalada en el presentismo y carente de memoria, incapaz de reconocerse en unas raíces culturales, cristianas o no, y aterrorizada ante el futuro incierto y precario. Esta mentalidad dominante hoy es irreconciliable con una Historia salutis que refleja la voluntad de Dios, a saber, Dios quiere que el hombre, todo el hombre y todos los hombres, vivan para siempre, le ama en gracia y misericordia y tiene en la cruz de Jesús el contrapunto absoluto a toda injusticia, dolor, muerte y pecado. Dios siempre ha tomado la iniciativa y desde el origen busca al hombre para salvarlo hasta de sí mismo cuando le ofrece un origen (protología) y un destino (escatología). También esta nueva realidad en Cristo, Pascua de la Humanidad, se proyecta de un modo nuevo en su perspectiva doctrinal-evangélicareconciliadora, dando a la historia un sentido trascendental, una unidad que brota de la redención universal de todas las cos as en Cristo. En un mundo entregado al paradigma científico, inmanentista y cerrado en lo cuantitativo y medible, la Historia de la Salvación ofrece una
superación de la supremacía del tener, del hacer y del poder porque la gracia y el amor se convierten en alternativa que sirve a la humanización de la historia y la comunión con la creación. La tercera proyección es, por así decir, estética pero no esteticista, sino simbólica y silente: la hermosura de Dios nos lleva a la alabanza, al canto y a la belleza que supera una realidad mostrenca instalada en la fealdad. La historia de salvación, y la plenitud cristocéntrica genera una fraternidad nueva, una justicia mayor y una alabanza existencial que no se limitan a un compromiso ajeno al canto. Una adecuada relación con el tiempo y el espacio proporciona al catecúmeno, al creyente, una sólida identidad, una inteligencia capaz del misterio, una ética que supera el utilitarismo y el comunitarismo y sobre todo una belleza que salvará al mundo. Así, la catequesis, a través de la inserción de la historia personal en la historia de un pueblo que se vive en alianza con Dios le permite alcanzar la bondad y la verdad. En otras palabras, así lo han manifestado los obispos españoles en la Instrucción pastoral de presentación de la Sagrada Biblia donde explican: “Como la Teología, también la catequesis, está llamada a extraer «siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra da Dios, transmitida mediante la tradición y la Escritura».Y es que, la Sagrada Escritura, leída e interpretada en el seno vivo de la Tradición eclesial, es fuente de la catequesis en cuanto proporciona sus contenidos doctrinales (catequesis como historia de la salvación), inspira sus actitudes (catequesis como formación a la vida evangélica) e introduce en la comunión viva de la Iglesia (catequesis como mistagogia bíblica y litúrgica)». (CEE, Instrucción Pastoral La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, n., 8).
3. Carácter central de Jesucristo en la Historia de Salvación, en la Catequesis y en la Pedagogía Catequética El cristocentrismo, propio de la catequesis, trae consigo una relectura de la historia e incluso de la propia historia, una lectura creyente de los acontecimientos pasados y también actuales porque “cuando uno acoge el Evangelio de forma coherente con la fe, trata de hallar entre la historia humana aquellos acontecimientos significativos en los que Dios ha dejado –si puede decirse así- huellas de Su intervención, y por medio de los cuales, Él mismo ha conducido el curso de la historia a su «cumplimiento». Estos acontecimientos constituyen la trama misma de las Sagradas Escrituras; por ello, la «consumación» de la historia así entendida recibe el nombre de «escatología» (Sagrada Escritura y Cristología, 936 Enquiridion Bíblico). Así la historia de Salvación que tiene su centro en Jesucristo se convierte en contenido y en método de la transmisión de la fe. La economía de la salvación tiene un carácter histórico porque se realiza en el tiempo: «empezó en el pasado, se desarrolló y alcanzó su cumbre en Cristo; despliega su poder en el presente; y espera su consumación en el futuro» (cf DPC). La catequesis, por tanto, al transmitir hoy el mensaje cristiano desde la viva conciencia que tiene de él, guarda constante «memoria» de los acontecimientos salvíficos del pasado, narrándolos de generación en generación. A su luz, interpreta los acontecimientos actuales de la historia humana, donde el Espíritu de Dios renueva la faz de la tierra y permanece en una espera confiada de la venida del Señor. Este carácter histórico del mensaje cr istiano obliga, según el DPC, a la catequesis a cuidar varios aspectos, entre los que destaca el de “Presentar la historia de la salvación por medio de una catequesis bíblica que dé a conocer las «obras y palabras» con las que Di os se ha revelado a la humanidad: las grandes etapas del Antiguo Testamento, con las que preparó el camino del Evangelio; la vida de Jesús, Hijo de Dios, encarnado en el seno de María que con sus hechos y enseñanzas llevó a plenitud la Revelación; la historia de la Iglesia, transmisora de esa Revelación. Esta historia, leída desde la fe, es también parte fundamental del contenido de la catequesis” (DPC 108) Este carácter histórico de la Salvación y de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas: “Las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan. A su vez, las palabras proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas» (DV 2)”. Los obispos españoles han afirmado este carácter histórico de la salvación y de la revelación en el documento La Catequesis de la Comunidad con estas palabras: “«Dios se revela entrando en la historia de los hombres: haciéndose presente en la historia del pueblo de Israel, encarnándos e en Jesús de Nazaret, y prolongando su presencia en el mundo por medio de los cristianos, que constituyen su Iglesia, el nuevo Israel. (CC 112). Cristo es centro de la historia de Salvación y podemos descubrirlo tanto en el Nuevo como en el primer o Antiguo testamento. Dicen que San Agustín pasó del estudio del Hortensio de Cicerón al estudio de la Biblia, pero antes de llegar al catolicismo recaló en el maniqueísmo, que era un cristianismo vivido como solo o pura razón, solo neotestamentario sin referencia alguna al Antiguo Te stamento. En medio de los avatares históricos de Israel, de su Biblia, se halla “transparentado” el Logos, el Verbo, la misma Sabiduría, Jesucristo ya está presente tal como hizo comprender la exégesis de San Ambrosio cuando abrió a Agustín el camino del cristianismo de la Iglesia Católica. El rechazo del AT constituiría la disolución del cristianismo: “La interpretación cristiana del AT es, pues, una interpretación diferenciada según los distintos tipos de textos. No sobrepone confusamente la Ley y el Evangelio, sino que distingue cuidadosamente las fases sucesivas en la historia de la revelación y de la salvación. Es una interpretación teológica, pero al mismo tiempo plenamente histórica. Lejos de excluir la exégesis histórico-crítica, la requiere” (El pueblo judío… 1727 Enchiridion Biblico). Si la catequesis extrae su contenido de la historia de salvación centrada en Jesucristo, la formación del catequista le exige ser un experto en Historia de Salvación, o lo que es lo mismo, tener sabiduría y conocimiento abundante de la Sagrada Escritura, pues desconocerla, en palabras de San Jerónimo, es desconocer o ignorar a Cristo. Esta necesidad ha sido puesta de manifiesto por los documentos de la Conferencia Episcopal aludiendo a que “El catequista ha de conocer las grandes etapas de la Historia de la Salvación así como las grandes experiencias bíblicas. Se le hará descubrir el sentido de la Historia de la Salvación que alcanza su culminación en Cristo. Se le suministrarán las claves necesarias para interpretar ese sentido cristológico en sucesos, personas e instituciones. Puesto de relieve un aspecto del misterio de Cristo se harán ver sus anticipaciones a lo largo del Antiguo Testamento. Se mostrará cómo las perspectivas se van ensanchando y profundizando en las diversas etapas de la Historia de la Salvación. El conocimiento de la Historia de la Salvación ha de ser completado con algunas lecciones sobre la Historia de la Iglesia. Dentro de ella, la hagiografía bien orientada tiene mucha importancia. No olvidar los principales santos españoles. Se acudirá con frecuencia a la lectura directa de los textos. Se ha de huir de toda selección de los textos orientada ideológicamente. Hay temas que no deben faltar en esta iniciación bíblica. Los orígenes: creación, tentación, el mal en el mundo” (El Catequista y su Formación 127). Debe manejarse, igualmente el catequista experto, en las tiempos y temas más importantes de la Historia de la salvación: los profetas, la figura del Siervo de Yahvé, los sabios, los pobres de Israel, Jesús de Nazaret, su ministerio, su muerte y resurrección. Jesús, Señor, es el centro de la Historia de la salvación y de Él brota la Iglesia y debe conocer las constantes en su estructura y en la predicación apostólica. La Historia de la salvación se prolonga en la historia de la Iglesia y de su obra evangelizadora y conduce a la escatología. Por último, y más particularmente, desde una perspectiva metodológica, la historia de la salvación requiere un ejercicio que incluye de una parte el aprendizaje significativo, de otra apela a la utilización de la experiencia vital y de otra necesita de la facultad de la memoria. Se trata de aceptar una pluralidad metodológica que lleve a conseguir la comprensión profunda del dato bíblico más allá de los datos, de entender las relaciones entre unas y otras etapas de la historia de salvación y de verificar la iniciativa de Dios en todos y en cada uno de los acontecimientos porque Dios está en búsqueda del hombre hasta encontrarlo y ofrecerle la salvación. El número 55 de Catechesi Tradendae recuerda especialmente que la memorización es “necesaria para conservar “la «memoria» de los grandes acontecimientos de la historia de la salvación” proponiendo “una cierta memorización de las palabras de Jesús, de pasajes bíblicos importantes, de los diez mandamientos, de fórmulas de profesión de fe, de textos litúrgicos, de algunas oraciones esenciales, de nociones-clave de la doctrina...” que “lejos de ser
contraria a la dignidad de los jóvenes cristianos, o de constituir un obstáculo para el diálogo personal con el Señor, es una verdadera necesidad, como lo han recordado con vigor los Padres sinodales”.
4. La historia de salvación en los documentos y catecismos de la CEE La documentación catequética de la CEE es muy amplia y se ha desarrollado en los últimos treinta años muy abundantemente tanto por la Comisión Episcopal como por la Asamblea Plenaria. Se ha percibido el impulso de la renovación catequética generado por el Concilio Vaticano II recibiendo las indicaciones del Directorio Catequístico General (1971) posteriomente actualizado como Directorio General para la Catequesis (1997); también la Conferencia Episcopal participó vivamente en los trabajos preparatorios y en las reflexiones del Sínodo de la Catequesis que se materializaron en Catechesi tradendae y en la elaboración y la recepción del Catecismo de la Iglesia Católi ca y su Compendio han sido muy notables. En cuanto a los documentos, son representativos los siguientes para la Catequesis en España: La catequesis de la comunidad (1983), El catequista y su formación (1985), El sacerdote y la educación (1987), Catequesis de adultos (1993), La iniciación cristiana (1998) y las Orientaciones para el Catecumenado (2002). También la elaboración de catecismos ha sido incesante en estos años posconciliares. Bien sea en la vertiente de Catecismos Escolares, pensados para la escuela y la clase de religión, bien sea en los Catecismos de la Comunidad Cristiana. También en los documentos catequéticos concebidos como Orientaciones Pastorales y en los mismos Catecismo o en los Materiales para la catequesis hay unas claves constantes desde el punto de vista bíblico: la presencia de la Palabra de Dios en toda su abundancia y variedad, la iniciación bíblica para los catequistas y en los catecismos y materiales, la confrontación de la vida y la fe a través de la Sagrada Escritura y la explanación doctrinal a partir de la historia de la salvación incluyendo la Narratio y estructurando e iluminando todas las propuestas. Explícitamente el Plan de Acción de la Subcomisión de Catequesis así lo ha formulado: “Promoción del uso y la lectura de la Sagrada Escritura en la catequesis como elemento esencial del acto catequético, especialmente en los momentos dedicados a la narración de la Historia de la Salvación” (2007). Sin ser exhaustivos, presentaremos algunos ejemplos. El primer hito, verdaderamente ineludible, es el Catecismo Con Vosotros Está (1976). Quedará en la Historia de la Catequesis en España como el primer intento de renovación catequética a partir de la renovación conciliar con una metodología nueva que atiende a las ciencias humanas tanto como a la verdad revelada, procurando la doble fidelidad al hombre (preadolescente) y a Dios (mensaje bíblico y evangélico, magisterial). La historia de salvación ocupa un lugar preferente, pero leída no como una narración autónoma, ni como historia sagrada, sino en confrontación iluminadora con la experiencia existencial del preadolescente: así el lenguaje antropológico, el religioso y el cristiano se encuentran e interactúan. Un adolescente en búsqueda de la propia identidad encuentra una experiencia de fe que se le ofrece como un don por iniciativa de Dios. El Éxodo conecta con el ansia de libertad adolescente, el crecimiento tiene su parangón en el desierto bíblico, la tentación es convergente con la desorientación del joven que ha de elegir en libertad, las limitaciones personales conectan con la pobreza y los pobres, la necesidad de alegría con la fiesta, la comunicación con la comunidad y la Iglesia, y la verdad y la justicia con el tiempo de la profecía y los profetas. El amor, categoría central, se relaciona íntimamente con la categoría de alianza eje de la historia de salvación de Israel y de la Iglesia de Jesucristo. No es el momento de hacer una valoración, pero sí de no caer en el olvido. Actualmente son tres los catecismos de la Iniciación Cristiana. Los dos primeros ya publicados y el tercero, en vigor, en fas e de renovación. También se está elaborando el Catecismo para jóvenes y adultos. Para los niños más pequeños contamos con: Los primeros pasos en la fe. Despertar a la fe en la familia y en la parroquia. En su presentación dijeron los obispos que: “Este libro es una ayuda para que la familia pueda llevar a cabo su importante misión del despertar a la fe en los primeros años de la vida. Se trata de un texto que ofrece una primera experiencia de la fe y muestra de forma sencilla la Revelación de Dios, que se transmite en la familia, impregnado todo él de oración. Se presenta como despertar a la fe en la familia y en la parroquia. En la familia, porque es el ámbito natural. En la parroquia porque es su continuidad, su proyección y, en último término, porque la Iglesia, al bautizar a un niño, lo bautiza en su fe y, por tanto, es la comunidad cristiana también responsable de la fe. El libro es un instrumento para ayudar y alentar la renovación de la pastoral familiar, en relación con el sacramento del Bautismo y el despertar religioso en los primeros años de la vida del niño. Afirmaban los obispos que: “Los niños tienen derecho a saber, a comprender y a conocer la historia de Dios con los hombres, cuya plenitud es Jesús, y que la Iglesia ha recibido y transmite desde los Apóstoles. Este libro ofrece una pequeña muestra de toda esta historia, fijándose sobre todo en algunos personajes importantes. Al leerles estas historias, mientras ellos contemplan los dibujos, aprenderán, de una manera muy sencilla, a conocer cómo Dios se hace amigo de los hombres y cómo actúa, también hoy, entre nosotros. Al escuchar la Historia de la Salvación seguro que los niños harán muchas preguntas, y hay que tener en cuenta que lo importante no es darles respuestas complicadas, lo importante es ayudarles a descubrir que Dios nos ama y que espera de nosotros una respuesta de amor. Abraham, Moisés, David, Isaías y María serán como un espejo en el que mirarse para decirle a Dios que lo queremos y que confiamos en Él. Toda esta historia alcanza su plenitud en Jesús, el Hijo Único de Dios, enviado por el Padre para salvar a los hombres. Esta primera aproximación a Jesús es muy importante, es el cor azón de todo, pues es Jesús quien nos conduce a Dios, su Padre. Por Él podemos vivir de forma nueva nuestra relación con los demás y hablar con Dios con las palabras que Él mismo nos enseñó.” (Presentación oficial de Los primeros pasos en la fe) También está el catecismo Jesús es el Señor. aprobado por la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española de noviembre de 2006, y por la Santa Sede en Junio de 2007, este catecismo es el destinado a los niños que se inician en la fe y en la vida cristiana. En la rica tradición de los catecismos de la Conferencia Episcopal, este catecismo asume, adaptado a sus destinatarios, las orientaciones del Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio y de los documentos sobre Iniciación cristiana de la Iglesia en España. “El Catecismo Jesús es el Señor, en torno al símbolo de la fe, se inicia con el anuncio de Dios Padre: la creación, el amor salvador de Dios y la Historia de la Salvación. Sigue el anuncio de Jesucristo, los misterios de la vida de Jesús, la narración de sus obras y p alabras, desde su nacimiento a su resurrección. A continuación se desarrolla la obra del Espíritu y su tarea de santificación y se presenta la Iglesia, los sacramentos, en especial los de Iniciación cristiana, y la vida en Cristo a través de los Mandamientos. Finaliza con el anunc io de la Vida Eterna. En el Catecismo las dimensiones fundamentales de la Iniciación en la vida cristiana, creer, celebrar, vivir y orar, es decir, fe, sacramento, vida nueva y oración, se reclaman constantemente, presentando la armonía y unidad del misterio cristiano adaptadas, a los niños” (Plan de acción de la CEEC 2007-2010). Es conocido que se está elaborando un nuevo Catecismo para la infancia adulta a partir del Catecismo de la Iglesia Católica y del catec ismo Esta es nuestra fe, que constituirá la síntesis de fe para la catequesis de infancia-adolescencia. Según el plan desarrollará de forma sistemática: la Historia de la Salvación, el Símbolo de la fe, la Liturgia y los Sacramentos, la Ley nueva y los Mandamientos y la oración cristiana. Se cuidará de forma especial la adecuación al destinatario, así como un desarrollo completo en el que aparezcan todos los lenguajes de la fe. También se está elaborando para la catequesis de jóvenes y adultos con el cual se completará el mandato de la Asamblea Plenaria de renovación de los Catecismos. Será un catecismo que desde las orientaciones actuales de la catequesis se sitúe al servicio de la Iniciación cristiana de los adultos, y de aquellos que necesiten completar su Iniciación o se inician en la fe. La importancia concedida a la Historia de Salvación fue muy grande en el catecismo Esta es nuestra fe (1986). Con un bello estilo y a lo largo de casi 50 páginas, se ofrece una Narración de la Historia de Salvación: La Alianza de Dios con los hombres. Se divide 1. La Alianza de Dios con el pueblo de Israel; 2. Dios cumple su promesa en Jesucristo: La nueva Alianza; 3. El Pueblo de la Nueva Alianza. Todas las
afirmaciones tienen, en columnas paralelas, las citas bíblicas que fundamentan las afirmaciones. También en la introducción un largo apéndice ofrece datos históricos y culturales necesarios para la iniciación bíblica, del Antiguo y del Nuevo Testamento, y de la Historia de la Iglesia y la expansión misionera. La definición de la página 8 puede servir de síntesis: “Llamamos historia de salvación y, también historia de la alianza de Dios con los hombres, al proyecto o designio de Dios de comunicar a los hombres su amor misericordioso, haciéndoles participar de su propia vida. Dios llevó a cabo este proyecto entrando de veras en la historia humana con obras y palabras y sembrando en los corazones de todos los hombres semillas de verdad y bien para ayudar a todos a alcanzar la salvación” (Esta es nuestra fe).
5. Conclusión Refiriéndose a los jóvenes, en el n. 104 de Verbum Domini, Benedicto XVI se refiere a la Sagrada Escritura como a una brújula que indica el camino a seguir. Esta imagen, para hablar de la Biblia, ya la había utilizado en el mensaje para la JMJ de 2006. Por eso, la catequesis, en la familia y en la comunidad parroquial, la enseñanza religiosa escolar y otras formas de educación en la fe habrán de ayudar a los jóvenes al manejo preciso de esa brújula que es la Palabra de Dios. Tendremos que ayudarles a familiarizarse con sus códigos, con su forma de narrar la salvación de Dios, de interpelar al corazón humano, de interpretar los errores, las pasiones, los sueños y las esperanzas. La Palabra puede acariciar el corazón o puede dejarnos indiferentes, pero para ello necesitamos un guía, un maestro, un experto escrutador de su verdad más profunda. La Sagrada Escritura ha de ser acogida con docilidad, como pide Santiago porque la Palabra “ha sido injertada en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas”. El catequista no es otra cosa que aquél que injerta, con pericia, para transformar sustancialmente al catecúmeno. “La Palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquél a quien hemos de rendir cuentas” (Hebreos 4,12). Toda la labor de renovación y dinamismo catequético y de impulso y creación de catecismos y materiales para la iniciación cristiana se sostienen en una confianza grande en Dios mismo, que envía a su Iglesia a anunciar la salvación. Confiamos en que la tarea de la catequesis y de la educación cristiana sea como la propia Palabra de Dios que empapa la tierra y la hace germinar: “Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo” Isaías 55,10-11
6. Referencias bibliográficas BIBLIA Biblia para la iniciación cristiana, 3 volúmenes, Madrid, EDICE, 1987. Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española, Madrid, BAC, 2010.
DOCUMENTOS Y CATECISMOS DE LA IGLESIA 1965: Constitución Dogmática Dei Verbum: 2-4; 14. 1965: Constitución Pastoral Gaudium et Spes. 32. 41. 1971-1997: Directorio para la Catequesis, 107-108 1979: Juan Pablo II: Exhortación Catechesi Tradendae. 55 1984: PCB: Sagrada Escritura y Cristología: 931-934.968-971 del Enquiridion Biblico 1992-1997: Juan Pablo II: 1992: Catecismo de la Iglesia Católica: NN. 51-141 1999: Juan Pablo II: Peregrinación a los lugares vinculados historia de la salvación 2001: PCB: El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras: 1773-1787 del Enquiridion Biblico 2005: Juan Pablo II: 2005: Compendio: nn. 6-25 2010: Benedicto XVI: Exhortación Verbum Domini. 7.104 Todos disponibles en www.vatican.va o en: GRANADOS, C. - SÁNCHEZ NAVARRO, L. (edd), Enquiridion Bíblico. Documentos de la Iglesia sobre la Sagrada Escritura, Madrid, BAC, 2010.
DOCUMENTOS DE LA CEE SOBRE CATEQUESIS 1983: CEEC: La catequesis de la comunidad 1985: CEEC: El catequista y su formación 1987: CEEC: El sacerdote y la educación 1990: CEEC: Catequesis de adultos 1996: CEEC: Proyecto marco de la formación de catequistas 1998: CEE: La iniciación cristiana (reflexión y orientaciones) 1998: CEEC: Proyecto marco de formación de catequistas 2002: CEE: Orientaciones pastorales para el Catecumenado 2004: CEE: La iniciación cristiana de niños no bautizados en su infancia 2007: CEEC: Plan de Acción de la Subcomisión Episcopal de Catequesis 2007-2010 2008: CEE, Instrucción Pastoral La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia Todos disponibles en la Colección Documental Informática OPAC www.conferenciaepiscopal.es/archivodoc/jsp/system/win_main.jsp CATECISMOS DE LA CEE 1976: CEE: Catecismo Con Vosotros está 1986: CEE: Esta es nuestra fe 2006: CEE: Los primeros pasos en la fe 2008: CEE: Jesús es Señor
2005: Provincia Eclesiástica de Granada, Itinerario catequético de la iniciación cristiana para adolescentes y jóvenes. Primera Etapa: Dios nos ama y nos salva. IV PLEGARIA EUCARÍSTICA DEL MISAL ROMANO ESTUDIOS “La historia del pueblo y del libro santo”, en: Biblia para la iniciación cristiana, 3 volúmenes, Madrid, EDICE, 1987, Volumen 3, 14-21. BRINGAS, A., “La Sagrada Escritura en el Tercer Catecismo de la Comunidad Cristiana”, en: Actualidad catequética 132 (1987) 53-90. EDITORIAL VERBO DIVINO, La Biblia: Palabra de Vida, Estella (Navarra), 1996. EQUIPO PEDAGÓGICO PPC, Historia de nuestra salvación. Ediciones para la formación religiosa 6, Madrid, 1976. ESTEPA, J. M.., “Conversación y entrevista a D. José Manuel Estepa Llaurens en Madrid sobre el Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio, por Ramiro Pellitero y Enrique Borda el 26 de noviembre de 2005. Publicado en en "Anuario de Historia de la Iglesia" 15 (2006) 367-388., en: http://www.almudi.org/tabid/36/ctl/Detail/mid/386/aid/582/paid/0/Default.aspx Nota: En la revista Actualidad Catequética de la Subcomisión de Catequesis de la CEE pueden encontrarse estudios, reflexiones y experiencias relativas a los diversos catecismos de la Conferencia Episcopal y al Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio; igualmente los materiales y ponencias de las Jornadas de Delegados Diocesanos de Catequesis son fuentes para el estudios de la catequesis en España: http://www.conferenciaepiscopal.es/ensenanza/catequesis/publicaciones.htm ANEXO: TABLA COMPARATIVA Catecismo de la CEE Sagrada Biblia Jesús es el Señor Nueva traducción Citas bíblicas secciones I-IV Eran constantes en escuchar la enseñanza de los Apóstoles, en la vida en común, en la fracción del pan y en las oraciones. Los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común (Hch 2,42.44)
Eran constantes en escuchar la enseñanza de los Apóstoles, en la vida en común, en la fracción del pan y en las oraciones. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común (Hch 2,42.44)
Dejad que los niños se acerquen a mí (Mc 10,14)
Dejad que los niños se acerquen a mí (Mc 10,14)
Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20)
Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,20)
Muchas veces y de muchas maneras, antiguamente, habló Dios a nuestros padres; ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo (Hb 1,1-2)
En muchas ocasiones, y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo (Hb 1,1-2)
“Yo hablo como el Padre me ha enseñado” (Jn 8,28)
“Yo hablo como el Padre me ha enseñado” (Jn 8,28)
“Vosotros, rezad así: Padre nuestro del cielo” (Mt 6,9)
“Vosotros, orad así: Padre nuestro que estás en el cielo” (Mt 6,9)
“Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Creó Dios al hombre. Hombre y mujer los creó” (Gén 1,1.27)
“Al principio creó Dios el cielo y la tierra. Creó Dios al hombre. Varón y mujer los creó” (Gén 1,1.27)
“Dará Dios un hijo y le pondrá por nombre Jesús, porque El salvará al pueblo de sus pecados” (Mt 1,21)
“Dará a luz un hijo y tu le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21)
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 135,1)
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 135,1)
“Desde mi infancia, oí en el seno de mi familia, cómo Tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido” (Est 4,17)
“Desde mi nacimiento, yo oí en mi tribu y en mi familia, que Tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones, y a nuestros padres entre todos sus antepasados para que fueran por siempre tu heredad; realizaste en favor suyo todo lo que prometiste” (Est 4,17m)
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador” (Lc 1,46-47)
“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador” (Lc 1,46-47)
“No temas María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. María contestó al ángel: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,30-31.38)
“No temas María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. María contestó: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,30-31.38)
“Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada” (Lc 2,6-7)
“Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2,6-7)
“Iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y
“Iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y
ante los hombres” (Lc 2,52)
ante los hombres” (Lc 2,52)
“He contemplado al Espíritu que se posó sobre Él. Yo lo he visto y he dado testimonio de que Este es el Hijo de Dios” (Jn 1,32.34)
“He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre Él. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios” (Jn 1,32.34)
“Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15)
“Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios: Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15)
“Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos y las has revelado a la gente sencilla” (Lc 10,21)
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los más pequeños” (Lc 10,21)
“Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy en mí” (Lc 4,21)
“Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír” (Lc 4,21)
“Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: Sí, puedo. Todo es posible al que tiene fe” (Mc 9,22-23)
“Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo?. Todo es posible al que tiene fe” (Mc 9,22-23)
“Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén” (Mt 6,9-13).
“Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. ” (Mt 6,9-13).
“Mientras subía a la montaña, fue llamando a los que Él quiso y se fueron con Él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14)
“Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar” (Mc 3,13-14)
“Vosotros sois mis amigos” (Jn 1,14)
“Vosotros sois mis amigos” (Jn 1,14)
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,15-16)
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,1516)
“Antes de la fiesta de Pascua, Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1)
“Antes de la fiesta de Pascua, Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1)
¿Quiénes eran las 12 tribus de Israel, y por qué son tan importantes en la historia y profecía bíblicas? ¿Qué necesita usted saber acerca de las 12 tribus? La Biblia enumera 12 hijos del patriarca Israel. Cada uno de ellos llegó a ser el padre de una tribu de la antigua nación de Israel. Aquí está una lista de las 12 tribus de Israel tomada de Génesis 49: Rubén Simeón Leví (esta tribu sacerdotal no recibió un territorio, y algunas veces no aparece en la lista cuando la tribu de José aparece como dos tribus separadas). Judá Zabulón Isacar Dan Gad Aser Neftalí José (a menudo puesto en la lista como dos tribus nombradas por sus hijos, Efraín y Manases).
Benjamín Miremos lo que la Biblia nos dice acerca de la historia y el futuro de las 12 tribus de Israel.
Promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob Dios le prometió a Abraham que sus descendientes serían numerosos (Génesis 13:16; 17:2; 22:17) y que sus descendientes finalmente conformarían “muchas naciones” (Génesis 17:4-5). Él también le prometió a Abraham que sus descendientes poseerían “las puertas de sus enemigos” (Génesis 22:17) y serían “bendecidos” poderosamente por Dios (vv. 16-18). Dios también dijo que sus descendientes serían identificados a través de la historia por el nombre del hijo de Abraham, “Isaac” (Génesis 21:12). Las bendiciones dadas a Abraham e Isaac eran llamadas las bendiciones de la “primogenitura” porque éstas eran transmitidas a las generaciones sucesivas como un derecho de nacimiento. Las bendiciones de “primogenitura” dadas a Abraham fueron pasadas a Isaac, quien se casó con Rebeca. Con el tiempo millones de personas descenderían de Isaac y Rebeca. De hecho, ellos llegarían a ser billones durante todas las generaciones de humanidad sobre la tierra. Las bendiciones de numerosos descendientes que poseerían las puertas de sus enemigos eran una continuación de la bendición que Dios le había prometido a Abraham que Él cumpliría en Isaac (Génesis 17:17-19, 21). No obstante, Abraham tuvo un hijo anterior, Ismael, con Agar. Dios profetizó que también los descendientes de Ismael serían numerosos y constituirían una “gran nación” con “doce príncipes” (v. 20). La “gran nación” de los descendientes de Ismael es en la actualidad el mundo árabe. Los árabes saben que ellos son descendientes de Ismael, el hijo de Abraham y Agar. Si los descendientes de Ismael constituyen los árabes, las personas que integran la mayoría de las naciones en el Medio Oriente moderno, ¿entonces cuáles naciones descienden de Isaac? Si la Biblia es verdadera, los descendientes de Isaac deben constituir naciones más numerosas, prósperas y poderosas que los árabes. ¡La Biblia es la verdad de Dios (Juan 17:17)! Evidentemente, los descendientes de Isaac en el mundo moderno deben ser muchos más que solamente los judíos. Génesis 24:60 profetizó que con el tiempo, los descendientes de Isaac se contarían en múltiples de millones. Isaac pasó sus bendiciones de “primogenitura” a su hijo, Jacob, a pesar de que el primogénito, Esaú, debería haberlas recibido. Génesis 25:30-34 nos informa que Esaú “vendió” su primogenitura a Jacob por un plato de guiso rojo. Entonces cuando su padre Isaac, transfirió oficialmente la primogenitura, Jacob engañó a su padre haciendo que creyera que él era su hermano. En esencia, Jacob “robó” la primogenitura a través del engaño (Génesis 27). Una de las bendiciones que Jacob recibió de Isaac era que otras naciones se inclinarían ante las naciones que descendieran de Jacob (Génesis 27:29). Es evidente que para que esta profecía se cumpliera, los descendientes de Jacob tendrían que llegar a ser grandes naciones e imperios. Esta misma bendición también prometió que Dios bendeciría a las naciones que bendijeren a los descendientes de Jacob y maldeciría a las naciones que maldijeren a los descendientes de Jacob. Dios reiteró las bendiciones de Abraham a Jacob en Génesis 28:10-15 diciendo que los descendientes de Jacob serían tan numerosos como “el polvo de la tierra” y ellos se esparcirían finalmente hasta las cuatro esquinas del mundo desde la región de la Tierra Prometida. El nombre de Jacob fue cambiado más tarde a “Israel” (Génesis 32:28), y él tuvo 12 hijos que llegaron a ser las “12 tribus de Israel”.
Las 12 tribus de Israel establecidas Antes de que Jacob (Israel) muriera, él transfirió las “bendiciones de la primogenitura” a sus nietos, que fueron llamados Efraín y Manases. Israel les dio bendiciones proféticas que iban a ser cumplidas en un tiempo llamado “los últimos días” a sus 12 hijos (Génesis 49:1). En Génesis 48:16, Israel bendijo a ambos Efraín y Manases, simultáneamente con las palabras “sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra”. Israel decretó que su propio nombre, “Israel”, y el nombre de su propio padre, “Isaac”, sería puesto sobre los descendientes de Efraín y Manases, los dos hijos de José, quienes se iban a convertir cada uno en una tribu distinta entre los hijos de Israel (Génesis 48:5). Al hacer esto, Israel le estaba dando a José una doble porción entre las 12 tribus de Israel. Israel predijo en Génesis 48:19 que mientras los descendientes de Manases llegarían a ser un gran pueblo (o nación), los descendientes de Efraín llegarían a ser una “multitud de naciones”. Ya que José vino a ser dos tribus, esto significó que habría 13 tribus de Israel, aunque ellas fueron conocidas todavía como “las 12 tribus de Israel” porque la tribu sacerdotal, los Levitas, no recibieron una herencia territorial en la Tierra Prometida. En las bendiciones registradas en Génesis 49, Israel dio profecías para cada una de las tribus designadas con los nombres de sus 12 hijos. Los 12 hijos de Israel son Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín. La tribu más reconocida por los lectores modernos es Judá. Los descendientes de Judá han sido llamados por mucho tiempo “judíos”. No obstante, Judá es tan sólo uno de los hijos de Israel. La gran mayoría de los descendientes de Israel vinieron de los otros hijos que no fueron llamados judíos.
El ascenso y la caída de las 12 tribus de Israel Cuando las 12 tribus de Israel entraron en la Tierra Prometida, formaron finalmente la nación de Israel bajo David y Salomón. Poco después de la muerte de Salomón, este imperio fue destrozado por una gran guerra civil. Las 10 tribus del norte formaron
el reino de Israel, mientras que las dos tribus del sur, Judá y Benjamín (asociados con la tribu sacerdotal de Leví), formaron el reino del sur de Judá. El reino del norte fue llamado “Israel” porque era dirigido por las tribus de Efraín y Manases que levaban el nombre de “Israel” (Génesis 48:16). El reino del sur era dirigido por la tribu de Judá. Los reinos de Israel y Judá se convirtieron en enemigos y a menudo pelearon guerras sangrientas. Aunque ellos no se han vuelto a unir, la profecía dice que lo harán en el futuro. Ver “Israel y Judá: ¿Cuándo serán reunificados?” El reino del norte de Israel fue llevado en cautiverio en el año 722 a.C. debido a sus pecados y rebelión contra Dios. Judá fue llevado en cautiverio por los babilonios entre los años 604 y 586 a.C. Justo antes de la caída de Israel, el profeta Amós registró que las 10 tribus del norte eran conocidas por el nombre “casa de Isaac” (Amos 7:16) —tal como las profecías de Génesis 21:12 y 48:16 habían predicho. El nombre de “Isaac” siguió a las 10 tribus a dondequiera que ellas fueron en su exilio y más tarde en sus migraciones. En Jeremías 51:5, encontramos una profecía, dada más de un siglo después de que las 10 tribus fueron llevadas en cautiverio, que Dios no los abandonaría. Aunque algunas veces son llamados las “10 Tribus perdidas de Israel”, estas personas no están perdidas para Dios o para los estudiantes de la Biblia quienes entienden cómo trazar su historia. Para entender quiénes son en la actualidad algunas de estas gentes, lea los artículos titulados “Las 12 Tribus de Israel en la actualidad” y “¿Quiénes son los Estados Unidos y Gran Bretaña en la profecía?”
El significado moderno de las 12 tribus de Israel Las 12 tribus de Israel finalmente se convirtieron en grandes naciones e imperios tal como Dios lo había predicho. Identificar estas naciones en la actualidad nos ayuda a entender lo que ocurrirá antes del regreso de Cristo. Algunas personas piensan erróneamente que, desde el establecimiento de la Iglesia del Nuevo Testamento, las identidades de estos pueblos ya no tienen ningún propósito. La verdad es que Dios tiene muchos planes más para las personas que han descendido de las 12 tribus de Israel después de que Cristo regrese. Para información adicional, asegúrese de leer los artículos relacionados en este sitio.
12 tribus de Israel-significado-historia-tradición-biblia-banderas-piedras 12 tribus de Israel- significado- historia- tradición- biblia- banderas- piedras-zodiaco, características, símbolos, significado, es un post que viene de mi sitio web principal. Es una perspectiva, no solo de acuerdo con el Antiguo Testamento, que nos ofrece su versión, sino explorando en las culturas de medio oriente y en la etimología de los nombres. Vamos a hablar de las 12 tribus de Israel aunque de acuerdo con nuestros análisis pudieron ser en realidad 13 pero esto no encajaba en el misticismo judío ni lo esotérico que puede ser el número 12 (anfictionías llamaban los griegos a este fenómeno agrupador, práctica común en el Mediterráneo Oriental durante la Edad del Bronce), mucho menos cuando la número 13 correspondería a la descendencia de una mujer, tan poco valorada en la cultura antigua de los judíos.
Las trece tribus (¿o doce?) Los doce hijos de Jacob serán reconocidos como los patriarcas, entre los que, según el libro de Josué, será repartida la tierra prometida, la tierra de Canaán, Judea y hoy Estado de Israel, tras el regreso de Egipto. Posiblemente corresponda a grupos unidos por la devoción y no por lazos de sangre. De Lea (su prima), Jacob tuvo seis hijos varones: (Los epítetos y textos en cursiva corresponden generalmente al párrafo bíblico de la bendición de Jacob a sus hijos.) Es posible que hayan sido arameos, parientes o participantes de la confederación da Abraham, no radicados en Egipto como las otras tribus, pero llegada la hora de conformar la federación israelita, aunaron esfuerzos con sus parientes lejanos. A nivel histórico se tiende a hablar de los israelitas (refiriéndose a los hijos de Israel-Jacob), que, de alguna forma corresponde a semitas de lengua hebrea, del antiguo cercan oriente, que habitaban parte de la tierra de Canaán durante los periodos tribales y monárquicos (siglos 15-6 antes de Cristo segúna la literatura tradicional). Durante el post-exilio, a partir del siglo V antes de nuestra era, los dos restos de los israelitas fueron los judíos y los samaritanos. El nombre de Israel aparece por primera vez en el 1209 aC en una inscripción del faraón egipcio Merneptah, donde menciona brevemente que: "Israel ha sido destruida y su descendencia ya no existe más". De acuerdo con la biblia hebrea los israelitas son el pueblo elegido por Dios. El nombre de hebreos también se suele usar como sinónimo. Dicho término tiene su antepasado epónimo, Eber y, se refiere a la lengua hebrea por lo general. Desde la época de la Mishná, se refería a judíos legítimos de nacimiento, exceptuando a los levitas ni sacerdotes descendientes de Aarón. Por su parte el hebreo moderno, israelitas alude a los judíos en general en cualquier tiempo de su historia, independientemente de su religión o etnia.
Miremos algunos apuntes tribu por tribu: Tribu de Rubén Tribu de Simeón, Tribu de Leví
Judá, Judah, Juda, Giuda (Yehudá) Es el cuarto hijo de Jacob y por descarte de la línea de la primogenitura (o la caída en desgracia) de sus tres hermanos mayores (¿convenientemente tal vez para la ideología judía -de la tribu de judá?) sería el heredero de la promesa y de los bienes. Padre de Er «vigilante» y Onán «fuerte», fallecidos antes de venir a Egipto; también de Selá «nacimiento, levantarse la luz», Fares «prevaricador, ruptura, asalto» y Zérah «evidencia, señal, augurio».(Génesis 49:11-12 BJ): el que ata a la vid su borriquillo y a la cepa el pollino de su asna; lava en vino su vestimenta, y en sangre de uvas su sayo; el de los ojos encandilados de vino, el de los dientes blancos de leche. Comentaristas avezados perciben aquí alusiones a un hijo natural de Judá en la esposa de José, producto de los tragos y del placer de engendrar hijos regios: Efraín. Estos mismos expositores consideran que Siloh (Amenhotep III) fue hijo de José en la mujer de Judá. En el reparto de la tierra a la tribu de Judá le correspondió en suerte el Occidente del Mar Muerto. Dicha tribu escogería al rey David; junto con la tribu de Benjamín conformarían posteriormente el llamado Reino de Judá. En el zodiaco le correspondería Leo; «cachorro de león»le dice Jacob en su bendición de Génesis 49. «Alabado, celebrado». Dentro del encuadre con los personajes históricos reales del vecino Egipto, correspondería el prototipo a Tutmés IV (Menkheprura), hijo de Amenhopeth II (casado con una princesa Mitnanni, Tiaa), (1.419-1.386). Excursionó militarmente en Nubia y Siria, quienes le dieron tributo; su matrimonio con la hija de Artatama I, rey de Mitnanni obedeció a su política de alianzas con las potencias vecinas, incluyendo a Babilonia. Es elogiosa su política que consolidó la unidad del país por primera vez en doscientos años. No obstante la autoridad del faraón en el interior del país se hallaba lesionada. Si bien es cierto que la expansión egipcia se le atribuía a los favores divinos de Amón, sus sacerdotes y templos fueron debidamente recompensados por inmensas ofrendas, acrecentando el poder material de sus jerarcas. Caravanas comerciales babilónicas viajaban con frecuencia a Siria, Egipto y Anatolia. Según se cuenta, cuando era niño se le apareció un dios, estando dormido en el desierto, y le dijo que estaba sumergido en la arena del desierto y que si lo liberaba le ayudaría para que fuese un gran rey. Así lo hizo y desenterró de la arena la esfinge que estaba oculta por ella.
Isacar, Issachar, Issaschar, Issacar (Issajar) Su nombre puede significar «asno (en hebreo Hamor) fuerte que se recuesta entre los apriscos», «Dios da recompensa», «él se lleva su premio». (¿Isacar habría sido designado por su padre como rey en Siquem-con el patrístico local de Hamor- y fue sometido a una muerte cruel? ¿Los asesinos fueron sus mismos hermanos? ¿Tal vez por celos? ¿Por qué debían ser liderados por el quinto hijo de una sucesión? ). En la repartición de tierra le correspondería el Oriente del Jordán. Otras posibles etimologías: ish sakar, hombre de la contratación, refiriéndose a los favores sexuales de Lea hacia Jacob por el asunto aquel de las mandrágoras; yesh sakar, hay una recompensa; ish Sokar, hombre de Sokar (una divinidad egipcia). Hay quien habla del origen de la tribu de Isacar como Shekelesh (grupos de pueblos del mar). Como parte del territorio del Reino de Israel, su territorio fue conquistado por los asirios y su tribu exiliada, posteriormente perdida. Entre los judíos Bukharan, que vivieron en Asia central, se asumía que algunos de sus miembros eran descendientes de esta tribu. Entre los cananeos, Osiris fue conocido como el dios agonizante Shachar. Debido a que la historia de Hamor tiene lugar específicamente entre los cananeos de Siquem (Gén. 34:30), el nombre hebreo de Isacar sugiere fácilmente "hombre (iysh) de Shachar." Indica además "él se lleva su premio/venganza," así como fue vengado después el asesinato de Sokar/Shachar/Osiris. Existe la posibilidad entonces que un sobrino de Dina haya sido su violador. Zodiacalmente suele asociarse con Tauro.
Zabulón, Zebulun, Zabulon, Sebulon, Zebulom (Zebulón o Zevulún) Sería el sexto hijo de Jacob y lea dentro de esta tradición. Algunos consideran que este sujeto sea en realidad una metáfora epónima, que proporcionaría una etiología de la conexión de la tribu con la confederación israelita. El nombre se deriva de la raíz semítica del Noroeste zbl, común en el segundo milenio antes de nuestra era de acuerdo con los textos de Ugarit, correspondiendo al epíteto del dios Baal. Hay tres etimologías del nombre dentro del Antiguo testamento, por un lado una que lo asocia a "Zebeb" "regalo"; la otra a "Yezbeleni" o "honor"; una tercera lo haría derivar de "zibhe" o "sacrificio". La torá dice que tendría tres hijos: Sered, Elon , y Jahleel, cada uno fundador epónimo de un clan. Más allá de esto no tenemos referencias. La tumba de Zabulón se hallaría presuntamente en Sidón, Líbano. Le correspondería en suerte como tribu, el extremo sur de Galilea. Dentro de la asignación de signos del zodiaco le cabría en suerte, Piscis: «habitará en puertos del mar». Asociación intrínseca con los fenicios e Yzebel-Isis. Además el territorio característico de esta tribu ha de ser esa, específicamente, la costa norte de Israel, hacia Fenicia, al norte de las propiedades de Isacar.
Dina, Dinah Su nombre puede significar dentro de las etimologías propuetas por los textos bíblicos, juzgado, reinvindicado. Nunca se habla de ella como la hija de Jacob, ni tan siquiera como la hija de Jacob y Lea, no; se alude a esta mujer como la hija de Lea. Forma femenina del nombre Dan; de la misma raíz consonántica que Dánao y danaides) y asociada al signo zodiacal, virgo. Dánae, según la mitología griega más antigua era la diosa luna primigenia, que luego derivaría en tres divinidades (asimilando las fases de la luna), llamadas las Danaides y las encantadoras. Según otra versión mitológica griega, Dánae era una bella hija única del rey de Argos (Acrisio); su padre, temeroso de un oráculo que le profetizaba que sería muerto y reemplazado por un nieto suyo en Dánae, trató de torcer el destino prefijado por los dioses. Aisló a la pobre Dánae en un calabozo con puertas de bronce, guardada por perros salvajes, para que no tuviera acceso al galanteo de los hombres, pero hasta allá llegó Zéus, transformado en fina lluvia dorada y con la motivación extra de la dificultad para poseerla, la tomó y fecundó en ella a Perseo. Acrisio se resistía a creer que se trataba de un hijo de Zéus y pensaba que de nuevo su hermano la había tomado, dejándola embarazada esta vez. No pudiendo matar a su propia hija los encerró en un arca y los arrojó al mar. Fueron salvados de las aguas (como el posterior Moisés) y efectivamente luego varios lances extraños, mató por accidente a su abuelo y lo sustituyó. Según el relato bíblico, fue violada[19] cuando salía a ver las mujeres del país (o participaba de sus actividades, como las orgías por ejemplo, tan comunes a las cananeas) por Siquem, hijo de Hamor; sus hermanos Leví y Simeón vengaron esta afrenta asesinando a los hombres de este pueblo.. El verbo traducido como humillada o violada también puede querer significar "sometida".La interpretación estricta del texto puede indicar que ella cooperó, es decir que no la tomaron a la fuerza. Otra variante interpretativa puede significar que fue secuestrada y obligada a casarse con un extranjero. El Midrash (explicaciones posteriores de los rabinos)ofrecen otros matices respecto a esta historia:Implica a Jacob en la desgracia de Dina; se dice que cuando fue a encontrarse con Esaú, encerró a su hija en una caja por temor a que su hermano Esaú la quisiera tomar por esposa. Dina, viuda por la acción de sus hermanos, exigió a Simeón que se casara con ella y borrara de esa forma su afrenta (Según Najmánides, vivieron en la misma casa pero no tuvieron relaciones sexuales). Al morir, Simeón la sepultó en tierra de Canaán, por consiguiente se le conocerá como la mujer cananea (ver Génesis 46:10). De acuerdo con la literatura rabínica, la hija suya, habida de la presunta violación, es Asenat, la esposa de José.Otra tradición dice que este hijo se contó dentro de los descendientes de Simeón. Toda esta historia parte del mito griego de Dánao (a quien su padre dio el reino de Libia y fue padre de cincuenta hijas, las danaides) y Egipto (a quien su progenitor otorgó el reino de Egipto y fue padre de 50 hijos), quienes eran hijos gemelos de Belo, rey de Egipto. Huyendo del poderío de su hermano, Dánaos llega a Argos; hasta allí lo persigue su hermano forzándolo al casamiento entre sus hijos; las hijas de Dánaos llevan consigo agudos alfileres para asesinar a sus consortes la noche de bodas, cosa que hicieron todas excepto una a quien su esposo le respetó la virginidad razón por la cual se le perdonó la vida. Tanto en el relato hebreo como en el griego un rey sugiere un matrimonio grupal entre una familia poderosa y una ligeramente inferior; los miembros de esta familia menos favorecida planean en secreto asesinar a los más poderosos. Fue excluida a consecuencia del rapto y no tendrá marido, dejándole sitio a Benjamín para redondear el número doce. De la esclava de Lea (Zelfa) Jacob tuvo dos hijos que reseñaremos a continuación.
Gad «Salteadores le asaltan pero él asaltará su retaguardia». En la repartición de la tierra le cupo el este del río Jordán. Algunos eruditos ven como Gad y Aser pudieron ser en realidad no totalmente israelitas. Su nombre no aparece en el cántico de Débora. De acuerdo con la llamada Piedra Moabita, habían diferencias entre las tribus de Israel y Gad, quienes al parecer ya residían en dicha zona del medio oriente antes que las demás tribus. Con el paso del tiempo se uniría la Reino de Israel aunque posteriormente lo haría con el de Judá, siendo sometida durante el cautiverio de Babilonia y dispersos por el mundo. Su nombre deriva de una divinidad semítica occidental (dios de la fortuna) llamada así como su nombre: «fortuna, felicidad». Tanto el nombre y como la Bendición de Gad hacen un juego de palabras con el vocablo sumerio gud, "toro," un símbolo de Anu. Zodiacalmente podría corresponder a Aries.
Aser,Asher,Ascer «El pan será substancioso»«ser feliz». El nombre de Aser significa "feliz, recto, honesto, próspero, guiar, dirigir, seguir adelante, relevar." La traducción literal de la forma corta de Aser y su dulce bendición rebajan a este príncipe a la posición de un panadero de la corte (es una expresión figurada que sería más acertada si se expresara como «Su batalla está consagrada. Él concede placeres reales». Le correspondió a esta tribu la Galilea Occidental de acuerdo con la repartición territorial posterior. De acuerdo con documentos egipcios había un pueblo denominado Aseru en la zona designada para la "tribu", durante el 1.400 antes de nuestra era. Libra: la balanza.
De la esclava de Raquel, Jacob tuvo otros dos hijos:
Dan, Dã «serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo».Forma abreviada de Daniel «Dios me ha hecho justicia». En su Bendición, Dan hijo de Jacob es llamado serpiente (nachash, según la concordancia Strong, 5175;) y víbora (shephiyphon, 8207). Dan, se dice, morderá los talones de un caballo y hará a su jinete que se caiga hacia atrás en el camino. La palabra utilizada para jinete, rakab (pronunciado rakáb), es un juego de palabras con Rahab (pronunciado rajáb), un epíteto de la Diosa Madre. Dan representa entonces a Adán y a su raza, y es caracterizado como un agresor despreciable y venenoso que no permitirá que una criatura más avanzada le pase por encima sin ser molestado. Como una víbora, se mueve por la tierra lentamente. Rahab cabalga velozmente en su gran caballo. En fenicia y Siria, al dios sol se le llamaba Dan-El.Su tribu ocupaba inicialmente la franja mediterránea de Canaán, junto a los filisteos; luego se trasladó al Norte de Israel (Jueces 18). Según el canto de Débora (Jueces 5) se enfatiza sus orígenes marineros. Los filisteos efectivamente se identifican con uno de los llamados «pueblos del mar», pero no era el único. Los Danuna eran otro de los pueblos, siendo como un vestigio de los danois griegos. En el 1.190 aparecen por primera vez en los registros egipcios, bajo el reinado de Ramsés III (fecha anterior al Canto de Débora). Pareciera como si efectivamente hubieren llegado conjuntamente con los filisteos y luego se hubieran distanciado de ellos, hubieran sido perseguidos y se hubieran radicado al norte de Israel, acogiéndose a la confederación israelita (¿buscando seguridad y protección?). Otra pista, un famosos danita fue Sansón, quien efectivamente pasaba su tiempo con filisteos. El símbolo de la tribu sería la balanza de la justicia. Como parte del reino de Israel, sus rastros se perdieron luego de la cautividad. Se dice que los judíos de Etiopía pudieran ser descendientes de esta estirpe. Astrología,Escorpión.
Neftalí, Naphtali, Nephthali,Naftali El nombre pudiera significar "cierva suelta que da hermosos cervatillos".En egipcio nef significa "bonito, perfecto," como en el nombre de Nefertiti, "la bella viene."En hebreo, Neftalí es un juego de palabras con Nephil (de mashál), una palabra que tiene los significados de "tirano, bravucón, alguien caído/descendido, salir adelante, emitir, esparcir, expandir." Nephilim es el título aplicado a la caída raza de gigantes de la que se habla en Génesis 6:4, y la cual entendemos ahora que se trata en realidad de la raza de los patriarcas arquetípicos. El mismo nombre de Neftalí significa, "mi lucha" y procede de pathal, enredar, luchar contra alguien, volverse intratable, ofensivo, rebelde, y contencioso." Es muy similar también en forma y pronunciación a la palabra pathah, abrir (el útero), seducir, engañar."Como respuesta divina a los ruegos de Raquel también tuvo con ella dos hijos, quienes llegaron a ser los favoritos de Jacob. En la repartición de Canaán poseerían la parte oriental de Galilea.Luego de la cautividad se pierde rastro de ella, engrosando el tema de las 10 tribus perdidas de Israel.El símbolo de la tribu era la gacela, una animal muy rápido. Astrología:Capricornio. José, Joseph,Giuseppe «Su arco se mantuvo poderoso». Arquetípicamente encarnaría a Ptah/Ea/Enki en su papel de creador. Posible adaptación del nombre egipcio Inyotef-¿Inyotef IV? (en 41:45 se le da el nombre egipcio de Zafnat Panea). José deriva del hebreo Jocef el cual significa "permitir que sea añadido, engrandecido.”En su elaboración pesaron elementos folclóricos (el hijo perdido y vuelto a encontrar), motivos edificantes (la prudencia del personaje) y motivos nacionalistas. Hay un primer personaje que sería arquetípico en su creación literaria: Imhotep, Visir o consejero durante el gobierno de Zoser en la tercera Dinastía (comienzo del Imperio Antiguo), quien fue un gran científico a quien se le atribuye la previsión de los almacenes de trigo durante los siete años de sequía, que salvó a los egipcios de una hambruna sin precedentes; se le atribuye así mismo el arte supremo de construir con piedra, destacando en su periodo la pirámide escalonada de Zoser. Dicha pirámide fue construida para dar albergue al ka del rey, siendo una superposición de seis mastabas, dando visos de ser monumental.Se hicieron grandes estatuas de gobernantes y faraones sobre los que debían reposar los espíritus que perpetuaran la memoria de los difuntos. Rigidez, frontalidad (hecha para ser vista de frente) y formas cúbicas caracterizaron a esta escultura egipcia. Hay muchos símiles en su elaboración con los personajes de Ptah/Enki, tanto que aun escritores como Tertuliano, llama a Isis, la esposa de José: Enki gobernaba las tierras bajas del trópico de capricornio en el hemisferio sur y en su desplazamiento a tales territorios fue atacado (como el José bíblico) pero sin embargo logra controlar la situación y asumir su mandato. Enki, en el mito de la creación es acusado de un delito sexual y obtiene el perdón luego de largos padecimientos, cual lo hará José. La literatura egipcia también aporta elementos en la confección de la personalidad del patriarca bíblico, como por ejemplo la historia de dos hermanos[30], uno mayor y casado y uno menor, Bata, que convivía con ellos; la cónyuge del hermano mayor Anubis, deseó yacer con él. «Ven, vamos a reposar juntos un rato. Si me lo concedes, te haré unos
trajes muy hermosos». La mujer viendo que su cuñado la despreciaba por respeto a su hermano mayor, dándose por ofendida, finge que ha sido golpeada por él luego de hacerle proposiciones indecentes. La cólera invadió a Anubis quien decide asesinar a Bata, para compensar “su maldad”. Cuando se confrontan, Bata decide irse, convenciendo a su hermano de su inocencia. Al final se castiga a la mujer, a diferencia del relato del Génesis, que hace recaer el castigo sobre José. En la fabulación griega ya reseñamos su parecido con Frixo y su tía Biádice, pero existe otra leyenda con elementos comunes: Es Belorofonte, nieto de Sísifo quien cae en desgracia después de matar a dos individuos uno de los cuales era su hermano. Huyendo en busca de asilo, llega al reino de Tirinto donde la esposa del rey Preto, Antea (Estenebea) se enamora de él a primera vista, deseando yacer con él, quien no acepta; acusado ahora también de intento de violación (Antea así lo denunció), es remitido con un mensaje al rey de Licia (Yóbates), padre de Antea, para que sea ultimado. El rey tampoco quiere untar sus manos de sangre de buenas a primeras y le propone a Belorofonte que porqué no daba muerte a la Quimera. Cumplida esta misión le asigna otra contra los belicosos solimos y sus aliados las amazonas. El pudor de Belorofonte se hizo proverbial: las mujeres del país se alzaban las faldas y se le ofrecían y éste les daba las espaldas. Yóbates terminó por convencerse entonces que las acusaciones de yerno contra Belorofonte eran falsas, lo perdonó y le dio la mano de su hija Filónoe. José era el consentido de su padre en razón al parecido físico entre los dos (37:3. TgPJ)Como gazapo notorio en la redacción de sus líneas, tenemos que en 37:25 se propusieron venderlo a los ismaelitas que pasaban. En 37:28 al pasar los madianitas, los hermanos de José le venden a los ismaelitas, pero ¡oh sorpresa!, en 37:36 son los mismos madianitas quienes lo venden en Egipto a Potifar (y si no paramos de sorprendernos, en 39:1 Potifar lo compra directamente a los ismaelitas). Su suegro era un sacerdote de Amón (divinidad solar egipcia); de su esposa egipcia Asenat, «perteneciente a Neit» tuvo a Efraín «fruto dual, capacidad fructífera» y Manasés «hacer olvidar, remitir, remover» (quien fuera el mayor, pero como la narración del AT le otorga un protagonismo mayor a Efraín, seguiremos su corriente descriptiva): en hebreo el sonido de estos dos nombres asemejan al de los verbos que significan ser fecundo o dar frutos y olvidar respectivamente. Llegado el primogénito de Raquel al solio virreinal de Egipto, luego de interpretar los sueños del faraón y pronosticar los años de abundancia y de hambruna, viene su familia a vivir en el Delta. En la descripción del proceso también hay anacronismos reincidentes como cuando José le da a Benjamín 300 monedas de plata (Cf. 45:22, NC-1983 y TE 2000); detalles curiosos como el hecho de la segregación racial entre egipcios y hebreos (a pesar de la preponderancia de José), los resquemores que sentían los egipcios respecto de los nómadas pastores (¿hicsos?), o que José adivinaba por medio de una copa de plata (Cf. 44:4-5). Y José murió a la edad de 110 años; le embalsamaron, y se le puso en una caja en Egipto. El termino transliterado como caja o ataúd corresponde a uno usado para designar el arca santa. De acuerdo con el Targum Pseudo-Jonatan, el pendón de la tribu de José y de la tribu de Benjamín, era la figura de un niño con una inscripción que decía:"la nube del señor descansó sobre ellos hasta que salieron del campamento", aludiendo quizás al relato del Exodo. Sería otra de las tribus perdidas de Israel aunque la tribu Yuzufsai en Afganistán digan ser sus descendientes. Astrología:Sagitario.
Benjamín, Benjamin, Beniamino «Lobo arrebatador». Linaje de guerreros. Encarnación de Horus el Joven, un príncipe pequeño y perseguido que después asumirá la naturaleza y el nombre de Leví para convertirse en un gran defensor. «Hijo de mi diestra».Astrología:Cáncer: Según Génesis 35:18 (TE, 2000) la madre le llamó Benoni, que significaría para el traductor Hijo de mi dolor. Una traducción más veraz sería «hijo de On», o sea de Heliópolis. Y tiene sentido si se analiza que era el único hermano completo (de padre y madre) de José, quien poseía lazos maritales allí. Entonces es muy posible que el pueblo de Israel original, del famoso Éxodo, fuera de procedencia egipcia, de la rama de Raquel. Luego durante la ocupación de Canaán apareció la rama de Lea (excepción hecha de Rubén). Todos, excepto Benjamín que nació en el camino de Efrata (Belén) y costó la vida de su madre (35.16–19), nacieron en Padan-aram (35.23–26).
Comentarios Los hebreos en nada querían ser inferiores a las grandes culturas referentes a los largo de este libro, con la leyenda de Ur querían descender del mismo linaje de los sumerios; con estas leyendas ajustadas a sus conveniencias nacionales, homologando las grandes tradiciones egipcias no querían quedarse atrás: ellos pretendían ser tanto o más que sus ascendientes a nivel filosófico y moral (con tantas o más falencias que ellos). El número doce (de los hijos de Nacor, 11:27-29; de los hijos de Jacob –o de las tribus, 35:22-26; de los hijos de Ismael, 17:20, 25:12-16 y hasta de los jueces) es simbólico. También doce eran los panes de la proposición y doce las piedras preciosas en el pectoral de los pontífices. También se erige en símbolo cuando se haya de mencionar doce «profetas menores»: El libro del Malaquías –el último de la docena-, empieza con el mismo esquema de Zacarías (Cf. Zacarías 9:1; 12:1 y Malaquías 3:1), artificiosamente se ha convertido en libro independiente y el personaje hasta la fecha, es a-
histórico y ficticio; como si adrede se tratara de acomodar un total de doce. (Véase Malaquías 3:23-24. Cf. Con Eclesiástico 48:10) El número doce corresponde a la trinidad, así: 1+2=3. La discusión respecto a las tribus giraría en torno a los siguientes controvertidos argumentos extraídos de la misma Biblia: según la tradición, las tribus portaban sus símbolos en sendos estandartes. Si el criterio era que cada hijo se identificaba con una tribu, entonces José que tuvo dos hijos amados y consentidos por Jacob no sería una tribu sino dos, lo que redundaría en trece tribus, sin contar a Dinah (catorce). Ahora respecto al número real de las tribus, no deja de causarnos estupor el texto de Deuteronomio 33 cuando Moisés, bendice a once tribus, dejando por fuera a Simeón, el segundo hijo, supuesto descendiente de Jacob. En 1 de jueces, dentro de las tribus que conquistaron a Canaán, aparece José como tribu independiente de Efraín y Manasés, pero faltan del listado Rubén, Gad, Leví e Isacar. En 1 de Reyes 11 cuando el profeta rompe el manto y da a Jeroboám diez partes y separa una para Judá (semejando el número de tribus), ¿qué pasó con la número doce? ¿A quien le corresponde? En el fragmento de mayor antigüedad comprobada, el canto de Débora, en Jueces 5, se mencionan once entidades políticas unidas para enfrentar a un enemigo cananeo; hasta el momento no parece anormal dentro de lo citado, pero, cuando aparecen nombres foráneos (de tribus para nosotros desconocidas) dentro de las tradicionales listado de las tribus como son: Galaad (nombre territorial muy antiguo para Jordania, aunque el nombre como tal significa “el lugar principal de los monumentos”), Meroz y Faquir (según este pasaje, primogénito de Manasés), las señales de alarma se encienden. No aparecen por ningún lado Simón, Leví y Judá (tres hijos de Lea), Manasés o Gad. Quitando a Dan quien no obtuvo la tierra de promisión, quedarían 11 tribus (1+1=2, la dualidad, bien o mal). La tribu de Leví aparece como independiente (Génesis 46:8-25 y 49:1-29), luego pasa a ser la tribu sacerdotal sin territorios propios; para compensar, y mantener el número doce se asimila la tribu de José en dos partes: Efraín y Manasés (Números 1:26). Podríamos concluir que los territorios de las tribus reflejan nombres ya existentes e independientes entre sí y no necesariamente los nombres de los hijos de Jacob, luego con el ascender político de Israel (pueblos ya unificados en la federación israelita), mitologizaron antepasados epónimos para darle lustre a su linaje. Es decir que los pobladores se homologaron a sus predios. El orden atribuido al nacimiento de los hijos de Jacob, representan la antigüedad tribal en la federación Lea-Raquel, así al principio solo las tribus pertenecientes al clan Raquel, fueran las representativas del futuro Israel. De igual manera los acontecimientos que afectaron a los territorios, se identificaron a acontecimientos humanos. Un ejemplo de estas aseveraciones es la presunta primogenitura de Rubén, la leer la conquista de Canaán se halla que es en ese territorio el primero en el que se aposentaron los israelitas, por quedar bastante al sur de Jordania; poéticamente, de este postulado se deriva la primogenitura de Rubén. En lo que no se pueden poner de acuerdo los redactores del antiguo testamento es en el nombre de sus mismas tribus. Algo más al respecto: se dice que cada hijo de Jacob se casó con una hermana gemela (excepto José), como queriendo decir que la tierra se heredaba a través de la madre sin importar que el gobierno fuera patriarcal. La madre conservaba el derecho de dar nombre a sus hijos y el matrimonio era matrilocal (la pareja vive con la familia de la mujer). CF. Génesis2:24. Debiendo tener 84 años cuando la tomó por esposa: si se declara que tenía 130 la primera vez que José lo presentó al faraón, se le restan los 20 años que padeció por la ausencia de José, los diez y siete años que tenía este cuando fue vendido y los siete años de prueba antes de casarse con Raquel. Génesis capítulo 49 Uncir, enganchar, ordenar, prender. Doblar, viña. Paciencia, docilidad, permanencia, continuar, cacique, fuerza, impetuoso. Castiga con golpes o con palabras, instruye, amonesta. Eufemismo de esposa. Intoxicación etílica, embriaguez. “Rey pastor de Tebas”; el constructor más grande del mundo antiguo. Reinó durante 37 años sobre un Egipto próspero y tranquilo. Su esposa se llamaba Tiy (o Teye) y era hija de Yuya (sacerdote de Min y prototipo de José, intendente de las caballerizas, quien según la momia encontrada habría de ser un sujeto alto y de gran fuerza física). Dicha señora influyó enormemente en la política de estado, haciendo construir gran cantidad de templos al dios Amón. HIDALGO Huerta Manuel. El Egipto de los Faraones. Su historia, sus costumbres, su arte. Editorial Biblioteca Nueva, Madrid 2000, página 115. En el antiguo Egipto, el nombre de Sekhem significaba "poder" y estaba estrechamente relacionado con el dios Osiris. Al que consultó para preguntar cuando tendría un hijo varón. Quien había sido tomada a la fuerza previamente por su tío Preto (hermano de Acrisio) ¿Tenía apenas siete años cuando fue violada? Cf. Génesis 30:21 y 31:41. [20] H2544, Kjamór; lo mismo que 2543; asno; Jamor, un cananeo:-Hamor.
«..y saquearon la ciudad, por haber sido deshonrada su hermana. Lleváronse sus ovejas, sus bueyes, sus asnos, cuanto había en la ciudad y cuanto había en los campos. Todos sus bienes, todos sus niños, todas sus mujeres, los cautivaron y se los llevaron, y robaron cuanto había en sus casas» Génesis 34:27-29, NC-1983. Dios es mi juez. Génesis 46:23. TpPsJ asegura que eran industriosos y mercaderes… Génesis 49: 16. «Dan juzgará a su pueblo como una de las tribus de Israel» NC-1983. Su pueblo no tenía parentesco con las otras tribus, fue asimilado. Esbelta y hermosa en gran manera (NC-1983).De lindo semblante y hermoso parecer (RV, 1960). Lindo semblante y hermoso talle (TE, 2000), bonita de apariencia y hermoso rostro (Septuaginta) Prosiguiendo la entretenida homologación y arquetipación, podría corresponder al hijo del Faraón Senusret II de la XII Dinastía (por derivación el llamado Jacob Bíblico). En la Dinastía XVIII, aferrados a su repetición de la historia y la circularidad del tiempo, correspondería (se sacarían caracterizaciones y rasgos de personalidad para el personaje literario) a Yuya (hijo de de Amenhotep II) Respuesta querida, deseada, que conlleva vida; o Dios habla y él vive. Otra interpretación más radical podría ser, salvador del mundo. Su nombre posee raíces caldeas. De noble origen y del cual se decía que llevaba consigo el espíritu de Thot; fue llamado “hijo de Ptah” -dios de las aguas, responsable de la crecida anual del Nilo-. Jefe de la administración central; controlaba los archivos reales, escuchaba las peticiones hechas al faraón e impartía justicia, recaudaba impuestos e inspeccionaba las propiedades reales, supervisaba el funcionamiento de los funcionarios del faraón y tenía a su cargo todo el gobierno civil excepto las relaciones exteriores. Siglo XIII a.C. TgPsJ añade el siguiente comentario a la razón de porqué lo había comprado: porque vio que era hermoso, con intención de tener con él relaciones homosexuales. Hija de Dina, levantada en casa de Putifar, según TgPsJ. PRE (38:1) ratifica los lazos de sangre de Asenat con DINA. Que como se ha dicho puede ser hijo natural de Judá, adoptado por José. En los espejos monárquicos egipcios, cabría la posibilidad que los escribas bíblicos se hubieran inspirado (o hubieran enriquecido) el personaje con elementos de Ay. Podría ayudar a entender el disgusto de José cuando Jacob bendijo primero al hijo natural de Judá y luego al hijo legal de José (primero Efraín y luego Manasés) La Septuaginta habla de 300 piezas(o trozos) de oro. Génesis 43:32. TgpsJ, aclara que no era un asunto racial sino, que los judíos comen los animales que los egipcios adoran. Génesis 46:34. La Septuaginta habla de Gessem de Arabia (sic). Los nombres importantes de este relato bíblico: Zafnat-Panej (el gran Visir del faraón), Putifar (funcionario real), Potifera (sacerdote) y Asenat (hija de Potifera), fueron supremamente populares en los siglos VII y VI. En ese mismo relato se nota la paranoia por una posible invasión por los lados de Canaán (Génesis 42:9); esta clase de temores e invasiones efectivas suceden y tienen sentido bajo la dinastía de los Ramésidas (siglos VI y VII). Resulta curioso que este personaje le dice al faraón qué es lo que ha soñado (cosa que ni el mismo soñador sabe); fuera de eso se lo interpreta y le dice qué hacer. En el sueño hay siete vacas (en Egipto la vaca era el símbolo por excelencia de Hathor, simbolizando aquí la inundación del Nilo, que traía buenas o malas cosechas) y siete espigas que según el intérprete José corresponderían a siete años de abundancia y a siete de escasez. Al parecer, únicamente una parte de las tribus de Israel fue “esclavizada en Egipto”, las tribus de José (la suya propia y las de sus hijos Efraín y Manasés), la tribu de Benjamín y los levitas, tribu a la cual pertenecía Moisés –deducción hecha porque sus nombres en general son egipcios, no hebreos y porque a ellos(los levitas) no les tocó en suerte territorio en el país, como sí lo hicieron las otras tribus. Probablemente, adoraban a Yahvé, mientras sus hermanos radicados por fuera de Egipto adoraban a El. Al juntarse, consensuaron y decidieron que los dos eran facetas de un mismo Dios. Esta hipótesis podría justificar las escuelas iniciales que recopilaron las leyendas y tradiciones orales judías. Que pudieran caber en un rollo como el de los tres grandes libros proféticos de Isaías, Jeremías y Ezequiel. Poseen 14.355 palabras, mientras que Isaías tiene 16.933, Jeremías, 21.835 y Ezequiel, 18.370 palabras. El ajuste a doce hablaría de un Israel restaurado que evoca a sus tres grandes patriarcas y a sus doce tribus. 1 de Crónicas 1-9, Esdras 2:2 y Nehemías 5:17,7:7,8:3-14,24:35, enfatizan también en este número. Pareciera como si el autor viera en la reconstrucción de su comunidad hebrea, el cumplimiento de una profecía. Correspondientes a los signos del zodiaco. O a los doce sucesores al trono de Sargón, o los doce dioses mencionados por Hammurabi en la introducción a su código. O las doce divisiones del día según los egipcios. En los mitos griegos era la norma que esto sucediera así, exceptuando a Odisea, quien se llevó a Penélope de Esparta a Ítaca. Cuando se separa del héroe, regresó a su natal Esparta.