La Justificación.docx

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El apóstol Pablo en su carta a los Romanos, presentó su doctrina de la justificación afirmando que: <>. PROPÓSITO: Analizar el mensaje contenido en el libro de Romanos, para comprender la doctrina paulina de la de la justificación por gracia. OBJETIVO: Estudiar el texto bíblico en su forma griega, analizando el significado de las palabras más relevantes usadas en relación al tema de la justificación META: Demostrar que la justificación es una obra gracia de origen divino, que opera en el pecador por la fe en Cristo, y que no necesita las obras de la ley

INTRODUCCIÓN I. LA JUSTIFICACIÓN ES UNA OBRA DE GRACIA DE ORIGEN DIVINO REALIZADA POR DIOS MEDIANTE SU AMOR A. Es una obra de amor que justifica al pecador mediante la muerte de Cristo B. Es una obra que convierte al pecador arrepentido en hijo de Dios II. LA JUSTIFICACIÓN ES UNA OBRA QUE OPERA A TRAVÉS DE LA FE SIN LAS OBRAS DE LA LEY A. Es una obra de gracia que opera a través de la fe tanto en judíos como en gentiles B. Es una obra completa en sí misma que no necesita las obras de la ley III. LA JUSTIFICACIÓN ES UNA OBRA QUE OFRECE BENEFICIOS INMEDIATOS Y ETERNOS A. Es una obra que limpia al pecador inmediatamente después de su arrepentimiento B. Es una obra que imparte al pecador vida eterna en la presencia de Dios CONCLUSIÓN INTRODUCCIÓN La justificación por gracia a través de la fe en Cristo, es un concepto primordialmente paulino. En él, Dios es presentado como el autor de la justificación a través de su sola gracia, y la fe en Cristo, como el medio para alcanzar el estado de absolución de la culpabilidad. El doctor Richard S. Taylor, en su libro Diccionario Teológico Beacon, comentando sobre la justificación, dice lo siguiente: En el griego el sustantivo dikaiwsiV (dikaíosis), justificación, aparece sólo en Romanos 4:25 y 5:18 (véase también 5:16), pero el verbo dikaiow (dikaióo),

justificar, aparece 27 veces en las Epístolas de Pablo. Este aparece especialmente en pasajes en que él se opone a la enseñanza judía sobre el cumplimiento fiel de los ritos prescritos por la ley de Moisés como medio para obtener justicia.[1] Justificación, es un término de carácter legal que describe un acto a través del cual se aplica la ley, y se absuelve de toda culpa o condenación a una persona. Se dicta un veredicto legal de absolución en beneficio de quien estaba previamente condenado, declarándosele libre de toda culpa. El doctor E. F. Harrison, en su libro Diccionario de Teología, comenta el significado del término justificación, diciendo:

El significado de justificar (hebreo, sadaq; griego, LXX y NT, dikaióo) es pronunciar, aceptar y tratar como justo, esto es, como no sujeto a castigo y con derecho a todos los privilegios que se le debe a aquellos que han guardado la ley. De manera que, es una término forense, que denota un acto judicial en el que se administra la ley-en este caso por medio de declarar un veredicto de absolución, y, de esta forma, excluyendo toda posibilidad de condenación.[2] En la doctrina de la justificación expuesta ampliamente en muchas secciones de la carta a los Romanos, Pablo habla de ella como una obra de gracia y fe, distinta en espíritu y en manifestación a la religión judía de su tiempo. El apóstol presenta una forma diferente y mucho más eficaz que la ley mosaica para ser justificado, eso es la gracia de Dios que se recibe por medio de la fe en Cristo. Pablo en romanos 3:28, después de debatir fuertemente el asunto de la justificación, concluye diciendo: “logizomeqa gar dikaiousqai pistei anqrwpon cwriV ergwn nomou” “Sostenemos que es justificado por fe (el) hombre, aparte de (sin) las obras de la ley”. Pablo comienza su afirmación haciendo uso de un verbo indicativo presente medio, en segunda personal plural <>. Con él conecta lo dicho en el verso anterior y enfatiza que su afirmación, es una convicción común de todos los creyentes. Además, hace uso de una preposición genitiva, <> que significa <<sin, aparte de>> para declarar que la justificación es aparte de las obras de la ley. Con esa afirmación explica que la justicia obtenida por las obras de la ley, es inadecuada e incompleta y que nadie puede justificarse delante de Dios por medio de ellas. También asegura categóricamente, que no importa la condición religiosa del hombre, porque todos necesitan de la misma manera asirse de la justicia de Dios que opera por fe. Por último, Da por sentado que conocer la ley o practicarla, no es suficiente para alcanzar un nivel de justicia que pueda librar al ser humano del juicio y la condenación. Pero que lo que era imposible para la ley, Dios lo ha hecho posible a través de la fe en la persona de su Hijo Jesucristo. El doctor William Evans, en su libro Las Grandes Doctrinas de la Biblia, comentando acerca de la ley dice:

“En realidad la intención de la ley nunca fue quitar el pecado, sino intensificarlo. La ley únicamente define el pecado y hace que sea pecaminoso, pero no libra de él”. Es evidente bajo esta premisa que con la ley o sin ella, el ser humano necesita de la misma manera ser justificado por Dios gratuitamente a través de la fe. La doctrina paulina de la justificación por la fe en Cristo es una exposición teológica-analítica de la gracia de Dios que las Escrituran revelan al ser humano. El análisis parte de las enseñanzas bíblicas, de que Dios perdona y justifica mediante su amor infinito, a los pecadores que se arrepienten y se acercan a Él por medio de Cristo. Es precisamente esa alta comprensión de las Escrituras y de la revelación divina, la que condujeron al apóstol Pablo a demostrar que: <>. Al estudiar la doctrina paulina de la justificación por la fe, se encuentran dos significados importantes de ella que todo cristiano debe conocer y valorar. Por un lado, significa perdón, remisión y la no imputación de todos los pecados, reconciliación con Dios y el fin de su enemistad e ira (Hch. 13:39; Ro. 4:6s. 2 Co. 5:19; Ro. 5:9ss.). Por el otro lado, significa que se le otorga de gracia al hombre el estado de un hombre justo y el título a todas las bendiciones prometidas al justo. La intención de este escrito, no es abordar al cien por ciento el tema de la doctrina paulina de la justificación por fe presentada en Romanos. Sino más bien, presentar una pequeña perspectiva teológica y exegética del tópico. Basados en el análisis de su origen, en la manera en que opera en las personas y en los beneficios que ofrece. I. LA JUSTIFICACIÓN ES UNA OBRA DE GRACIA DE ORIGEN DIVINO REALIZADA POR DIOS MEDIANTE SU AMOR Si la justificación es una obra que depende totalmente de la gracia divina, y el ser humano es un ser pecador inmerecedor de ella, ¿qué es entonces lo que motiva a Dios a derramar su gracia? Es su inefable e infinito amor, el cual se desborda sobre la humanidad en forma de gracia redentora o justificante. Una respuesta bíblica más clara, es la declaración de Pablo en Romanos 5:8 que dice así: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Reina Valera, 1960). F. F. Bruce, en su libro Tyndale New Testament Commentaries: Romans, explica esa declaración diciendo: “But God shows his love for us in Christ’ sacrificing his life for those who were neither righteous nor good, but ungodly sinners.”[5] A. Es una obra de amor que justifica al pecador mediante la muerte de Cristo

La justificación no es un simple acto de pasar por alto los pecados de la humanidad, sino una prueba irrefutable del amor profundo de Dios por ella. Amor que se consumó en la muerte de su Hijo Jesucristo, a quien Dios estableció como el medio para alcanzar su gracia justificadora. Su inmensurable amor hizo posible en Cristo, lo que a través de la ley era imposible de alcanzar. Esto es, el perdón y la redención de los pecados de quien se acerca a Dios por la fe. Lo que Paulo llama <<justificación>>. C. E. B. Cranfield dice al respecto: “For Paul the death of Christ is the proof of the fact, and the revelation of the nature, of God’s love.”[6] No hay duda alguna que la muestra del insondable amor de Dios por la humanidad, se proyectó en la justificación del pecador realizada en la muerte de Cristo. B. Es una obra que convierte al pecador arrepentido en hijo de Dios El apóstol Pablo enseña que la justificación operada en la vida del pecador arrepentido a través de la fe en la persona de Jesucristo, no sólo lo declara justo y libre de toda culpa, sino que también lo declara hijo de Dios. En la justificación, el pecador es adoptado inmediatamente por Dios como su hijo, otorgándole derechos y privilegios que antes no poseía. Pablo en 8:15, afirma que el creyente ha recibido <> que traducido significa, <<espíritu de adopción>>. Aquí él hace uso de un nombre genitivo femenino singlar común <> para describir la idea de posesión, y para demostrar que el creyente ha sido adoptado por Dios como hijo suyo. De acuerdo con Pablo, ese <<espíritu de adopción>> permite que el pecador justificado, clame a Dios en calidad de hijo y no de esclavo o simple siervo. El Señor Jesús en Mateo 6:9-15, enseñó a sus discípulos a orar en la presencia de Dios, usando el adjetivo de Padre. Es decir, clamando a Él con los derechos y los privilegios de un hijo. Ese concepto usado por Jesús en su enseñanza del Sermón del Monte, es el mismo que el apóstol utiliza en romanos 8:15, y que desarrolla y define un poco más en Gálatas 4:4-7. En Gálatas 4:4-5, Pablo afirma que: “…Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. Exegéticamente, es correcto interpretar que Pablo está hablando con gente que ha sido justificada por su fe en Cristo, por lo tanto, han recibido el derecho de ser parte de la familia de Dios. El apóstol Juan en su Evangelio en 1:12, asegura que “Dios a todos los que recibieron a Cristo y creen en su nombre, les ha dado el derecho de ser llamados o considerados hijos de Él” (interpretación personal). El doctor Francisco

la Cueva, en su libro Curso de Formación Teológica Evangélica: Doctrinas de la Gracia Vol. 5, comentando la adopción de los creyentes dice: La adopción divina es una acto del favor de Dios, por el cual un cristiano, es decir, un creyente justificado, habiendo nacido de nuevo por el Espíritu, al ser engendrado de Dios, es colocado en la gloriosa posición de hijo y hecho heredero de las promesas celestiales. El concepto adopcionista usado por Pablo, emerge de su culturización helenística. Por medio de él demuestra que la adopción del creyente, es una consecuencia de su justificación ante Dios. II. LA JUSTIFICACIÓN ES UNA OBRA QUE OPERA A TRAVÉS DE LA FE SIN LAS OBRAS DE LA LEY Desde la perspectiva paulina, la justificación es una obra de la gracia absoluta de Dios manifestada en la vida del ser humano. Opera o se realiza a través de la fe, aparte de las obras de ley. Además, es una obra que trabaja de la misma forma en judíos y gentiles. A. Es una obra de gracia que opera a través de la fe tanto en judíos como en gentiles Los judíos en su gran mayoría pensaban que podían ser justificados por su posesión de la ley, o por la práctica rigurosa que hacían de ella. Por esa razón, de alguna forma se creían mejores que los gentiles. Pero Pablo en Romanos 3:9, cuestionando esa posición equivocada, declara que <>. Es decir, bajo el mismo status de condenación, y propensos a ser castigados por Dios de la misma forma. Eso significa que ambos necesitan ser justificados de la misma manera, por la sola gracia de Dios que opera por la fe en Cristo. La declaración en el 3:30 es contundente. “Dios justificará de la misma forma por la fe, tanto al judío como al gentil” (traducción personal). En otras palabras, la justificación depende en su totalidad de la gracia de Dios y en ningún momento del esfuerzo humano. No hay nada que el judío o el gentil puedan hacer para merecer el derecho a ser considerados justos ante Dios, sino solamente recibir la gracia que Dios les da a través de la fe. El doctor James R. Edwards, en el libro New International Biblical Commentary: Romans, comentado la declaración de Pablo del 3:30 dice: If it is true the righteousness is received from faith and not works, then is universally applicable to Jews and Gentiles. Both Jews and Gentiles are equally guilty

of sin; thus, both are equally candidate for grace.[8]

B. Es una obra completa en sí misma que no necesita las obras de la ley En Romanos 3:20, Pablo afirma que: “por las obras de la ley ningún ser humano será justificado ante Dios”. Si esto es verdad, entonces ¿de qué manera será justificado? El verso 21-22, nos dan la respuesta a esta interrogante declarando que: “Aparte de la ley se ha manifestado la justicia de Dios,

testificada por la ley y los profetas y operada por medio de la fe en Jesucristo, en las vidas de todos los que creen en Él” (interpretación personal). Estos dos versículos contienen tres verdades fundamentales: (1) que por medio de la ley nadie puede alcanzar suficiente justicia, como para presentarse delante de Dios sin culpa. (2) Que, en vista de la incapacidad de la ley, Dios ha intervenido manifestando su propia justicia, y que ella opera por medio de la fe en Cristo. (3) que no hay diferencia alguna entre judíos y gentiles, porque al final ambos están bajo condenación. En resumen, los versículos presentan el origen de esa justicia <<proviene de Dios>>, y también la forma en la que actúa en el pecador <<por la fe en Jesucristo>>. El doctor Evans, respecto a esto comenta diciendo: “En el tribunal de Dios ninguno puede ser tenido como justo en su presencia a causa de su obediencia a la ley. El propósito de la Epístola a los Romanos es precisamente presentarnos esta gran verdad”. Como si esto fuera poco, en el 5:1 Pablo declara diciendo: “Justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Reina-Valera, 1960). El verbo que el apóstol utiliza al comenzar su declaración es <>, <<justificados>>, un participio-aoristo-pasivo, nominativo-masculino-plural que indica una acción puntal en el pasado. Justificados, expresa una acción que antecede al verbo <<ecomen>>, <>, que actúa como verbo principal en la primera parte de la oración. Con ello el apóstol quiere demostrarles a los romanos, que los creyentes ya han sido declarados justos a base de la fe (o por la fe). Es decir, que su justificación es un hecho ya consumado, que no depende de la acción del ser humano, sino de la obra completa que Dios ha realizado en la muerte de Cristo. Pablo también afirma que: “mediante Cristo, tenemos acceso por la fe, a la gracia de Dios” (traducción personal). La palabra que usa para ello es <<prosagwghn>> un sustantivo acusativo, femenino singular común, que deriva de <<prosagogh, hV>> el que literalmente significa: <>. El doctor William Barclay, en su libro The New Daily Study Bible: The Letter to the Romans, comenta que la frase <<prosagwghn>> o <> diciendo: (1) It is the word normally used for introducing or ushering someone into the presence of royalty; and it is the word to approach fo the worshipper to God. He opens the door for us to the presence of the King of Kings; and when the the door is opened what we find is grace; not condemnation, not judgment, not vengeance, but the sheer, undeserved, incredible kindness of God.[10]

Según lo expuesto por el doctor Barclay, es evidentemente cierto que la justificación realizada por Dios en la vida del que pone su fe en Cristo, es totalmente completa en sí misma y no necesita las obras de la ley. Pues no está basada en lo que el ser humano puede hacer por sí mismo, sino en lo que Dios ya ha hecho por él. Esto es, enviar a su Hijo a morir por sus pecados. La doctrina paulina de la justificación por gracia, a través de la fe en Cristo, es una exposición teológica-analítica de la gracia de Dios que las Escrituran revelan al ser humano. El análisis parte de la enseñanza bíblica de que Dios perdona y justifica mediante su infinita gracia, a los pecadores que se arrepienten y se acercan a Él por medio de Cristo. III. LA JUSTIFICACIÓN ES UNA OBRA QUE OFRECE BENEFICIOS INMEDIATOS Y ETERNOS La obra de gracia realizada por Dios en la vida de los creyentes llamada justificación, ofrece al pecador arrepentido beneficios inmediatos y eternos. Beneficios que no pueden ser obtenidos bajo ninguna otra premisa, que no sea la de depositar su fe en la obra redentora de Cristo. A. Es una obra que limpia al pecador inmediatamente después de su arrepentimiento El primer beneficio inmediato de la justificación, es el hecho de que actúa simultáneamente en el mismo momento en que una persona se arrepiente de todos su pecados, y por fe acepta el sacrificio de Cristo para perdón de los mismos. En ese preciso momento esa persona es declarada justa o justificada delante de Dios, por los méritos de Cristo. El doctor Taylor dice al respecto de esto lo siguiente: “La justificación es un acto instantáneo que resulta de la respuesta inmediata de Dios a la fe del pecador en el Señor Jesucristo”.[11] El segundo beneficio inmediato de la justificación, es el que San Juan menciona en su Evangelio en 1:12. Que a todo aquél que ha recibido a Cristo, por ende es justificado, recibe el privilegio de ser contado como hijo de Dios. B. Es una obra que imparte al pecador vida eterna en la presencia de Dios Las escrituras en muchas partes del Nuevo Testamento, aseguran que el que ha sido justificado por Dios por su fe en Jesucristo, ha sido inscrito en el libro de la vida. El Señor Jesús mismo, exhortó a sus discípulos a regocijarse porque sus nombres estaban inscritos en ese libro. También el escritor de la carta a los Hebreos en 12:23, exhortó a sus lectores a darse cuenta que “…moraban en medio de la congregación de los primogénitos cuyos nombres estaban inscritos en los cielos”. Otra forma de decir, el libro de la vida.

Por último, cabe observar lo que el doctor Harrison dice al respecto de ello. He aquí otra realidad escatológica traída al presente: Habiendo pasado en una forma real por el juicio final, el justificado entra al cielo en la tierra. Por tanto, aquí y ahora, la justificación trae vida (Ro. 5:18), aunque esto sea nada más que gustar un poco de la plenitud de vida y gloria que constituye la esperanza de la justicia (Gá. 5:5), prometida al justo (Ro. 2:7,10), y a la cual los hijos justificados de Dios pueden mirar con expectación (Ro. 8:18).[12]

CONCLUSIÓN El apóstol Pablo en sus enseñanzas en el libro de Romanos, ha demostrado que el pueblo judío es incapaz de obtener justicia por las obras de la ley, y necesita ser justificado por Dios por la fe en Jesucristo al igual que el pueblo gentil. También, ha demostrado que es la fe en Cristo y no las obras de la ley, la que permiten que el ser humano reciba la bondad de Dios proyectada en forma de gracia justificante. Al respecto de esto, el doctor Evis Carballosa dice: La bondad de Dios y su gran benevolencia tienen como meta conducir al hombre a reconocer su pecado y su rebeldía contra Dios, confesar su iniquidad e identificarse con la persona y obra de Cristo para recibir el perdón y el regalo de la vida eterna.[13] Siendo que la ley es incapaz de justificar por sí misma o limpiar de pecado al que la practica, no queda más opción que recibir con beneplácito la gracia redentora y justificante de Dios, otorgada por la fe en Cristo. En base a esto concluyo mi ensayo evocando el pensamiento del doctor Evans. “Los hombres son justificados judicialmente por Dios (Rom. 8:33); meritoriamente por Cristo (Isa. 53:11); mediatamente por la fe (Rom. 5:1); evidencialmente por las obras (Sant. 2:14, 18-24).[14]

LA JUSTIFICACIÓN ACLARADA Charles Spurgeon (1834-1892) “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”—Romanos 3:24. El significado de la justificación ¿Qué significa justificación? Si se lo preguntamos a los teólogos, su explicación nos dejará perplejos. Haré todo lo posible por explicar el significado de justificación tan clara y sencillamente que aun un niño la podría comprender. No hay justificación que el hombre mortal pueda conseguir sobre la tierra, más que de una sola manera. Justificación es un término forense1 : se emplea siempre en el campo jurídico. Cuando un preso comparece ante el tribunal, hay una sola manera como puede ser justificado, y esta es que sea declarado inocente. Y si es declarado inocente, entonces ha sido justificado, es decir, ha dado prueba de ser un hombre justo. Si ese hombre es declarado culpable, no puede ser justificado. Las autoridades pueden indultarlo, pero no justificarlo. El delito no es justificable, si es culpable de él, y, porque lo cometió, no puede ser justificado. Puede ser perdonado, pero ni la autoridad máxima puede limpiar jamás el carácter del hombre. Es igual de criminal cuando es perdonado que antes de serlo. No hay manera entre los hombres de justificar a

alguno de una acusación en su contra, excepto que se compruebe que no es culpable. Ahora bien, el fenómeno más maravilloso es que a pesar de haberse comprobado nuestra culpabilidad, no obstante, somos justificados. ¿Hay tribunal2 humano que pueda hacer esto? No lo hay. Sólo el rescate de Cristo efectúa lo que es imposible para cualquier tribunal sobre la tierra. Todos somos culpables. Lea el versículo 23, que precede al texto: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Aquí somos declarados culpables, y a pesar de ello, inmediatamente el pasaje agrega que somos justificados gratuitamente por su gracia. La manera como Dios justifica al pecador Paso ahora a explicar el método por el cual Dios justifica al pecador. Voy a suponer un caso imposible. Un reo ha sido juzgado y condenado a muerte. Es culpable, por serlo, no tiene justificación. Pero ahora supongamos que es posible lo siguiente: que se pudiera presentar una segunda persona que asumiera la culpabilidad del primero, que pudiera tomar su lugar, y que, por medio de 1 forense – teniendo relación con un tribunal de justicia. 2 tribunal – el foro en que un juez administra justicia. 4 Estudios de doctrinas fundamentales: La justificación un proceso misterioso, que por supuesto es imposible para el hombre, convertirse en aquel hombre y asumir su carácter; cambiando lugares con el rebelde de modo que él mismo se hace culpable y el verdadero culpable pasa a ser inocente. ¡Eso es imposible en nuestro sistema de justicia terrenal! Si yo me presentara ante un juez, y él accediera a encarcelarme por un año en lugar de un desdichado sentenciado ayer a un año de cárcel, no podría asumir su culpabilidad. Podría asumir su castigo, pero no su culpabilidad. Pero lo que el ser humano no puede hacer, lo hizo Jesucristo por medio de su redención. Heme aquí el pecador. Me menciono como el representante de todos. Fui condenado a morir pues Dios dijo: “Condeno a ese hombre, tengo que hacerlo, lo haré: lo castigaré”. Aparece Cristo, me hace a un lado y se pone en mi lugar. Cuando se hace la pregunta que si soy culpable o inocente, Cristo dice: “Culpable”; toma mi culpabilidad y se la adjudica a sí mismo. Cuando llega el momento de ejecutar la sentencia, se adelanta Cristo. “Castígame a mí”, dice. “Le he dado a ese hombre mi justicia, y tomado sus pecados sobre mí. Padre, castígame a mí, y considera a ese hombre como si fuera yo. Déjalo reinar en el cielo, déjame sufrir a mí su castigo. Déjame sufrir su condenación, y déjale a él recibir mi bendición”. Esta maravillosa doctrina del trueque de lugares de Cristo y los pobres pecadores es una doctrina revelada, porque nunca hubiera podido ser concebida por el mundo natural. Volveré a explicarlo, no sea que no me haya expresado bien. El método por el cual Dios salva al pecador no es, como dicen algunos, pasando por alto la pena. No. La pena ha sido pagada en su totalidad. Se trata de haber puesto a otra persona en el lugar del pecador. El pecador tiene que morir. Así lo afirma Dios. Cristo dice: “Yo tomaré el lugar del pecador. El rebelde tomará mi lugar, yo tomaré el de él”. Dios accede a ello. Ningún monarca terrenal tendría el poder de acceder a semejante cambio. Pero el Dios del cielo tenía el derecho de hacer lo que quería. En su misericordia infinita, accedió a que así fuera. “Hijo amado, ponte en lugar del pecador; padece lo que él debería haber padecido, debes ser encontrado culpable, tal como él lo fue, y entonces miraré de otra manera al pecador. Lo consideraré como si fuera Cristo; lo aceptaré como si fuera mi Hijo unigénito, lleno de gracia y de verdad. Le daré una corona en el cielo, y lo llevaré en mi seno por toda la eternidad”. Este es el método que Dios usa para salvarnos. Somos “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Algunas características de la justificación Pasaré ahora a explicar algunos rasgos característicos de la justificación. Tengamos en cuenta que en cuanto el pecador arrepentido es justificado, lo es de todos sus pecados. Aquí tenemos al hombre que es totalmente culpable. El momento en que cree en Cristo recibe inmediatamente el perdón, y sus pecados ya no son suyos. Son echados al fondo del mar. Le fueron

cargados a Cristo, y han desaparecido. El hombre es inocente ante Dios, acepto en el Amado. “¡Como!” dirás, “¿quiere decir que he de tomar esto literalmente?” Así es. Esa Lección 1: La justificación aclarada 5 es la doctrina de la justificación por la fe. La justicia divina ya no considera a ese hombre como un ser culpable; en el momento que cree en Cristo, su culpabilidad es quitada. Pero daré un paso más. El momento en que el hombre cree en Cristo, deja de ser culpable a los ojos de Dios, pero lo que es más, pasa a ser justo, se hace meritorio, porque en el momento cuando Cristo toma sus pecados, él toma la justicia de Cristo de modo que cuando Dios posa su vista en el pecador que apenas una hora antes estaba muerto en sus pecados, lo ve con tanto amor y cariño como siempre ha visto a su Hijo. Cristo mismo lo dijo: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado.” Nos ama tanto como su Padre lo ama a él. ¿Es posible creer semejante doctrina? ¿No sobrepasa esto a toda lógica? Doctrina es, no obstante, del Espíritu Santo, la doctrina por la que podemos esperar ser salvos. ¿Puedo ilustrar mejor este pensamiento en beneficio de alguien no iluminado? Puedo hacerlo usando la ilustración que nos dieron los profetas: la parábola del sumo sacerdote Josué. Entra Josué vestido con ropa sucia, esa ropa sucia representa sus pecados. Le quitan la ropa sucia: eso es perdón. Le ponen mitra sobre la cabeza, lo visten con ropas reales, le dan bienes y hermosura: eso es justificación. ¿Pero de dónde proceden estas ropas? ¿Y a dónde van las prendas sucias? Las prendas sucias que vestía Josué van a Cristo, y la ropa que se pone Josué son las que usaba Cristo. El pecador y Cristo hacen lo que hicieron Jonatán y David. Jonatán le puso sus ropas a David, David le dio las suyas a Jonatán. Del mismo modo, toma Cristo nuestros pecados, nosotros tomamos la justicia de Cristo y es por una gloriosa substitución y trueque de lugares que los pecadores quedan libres y son justificados por su gracia. “La justificación no se efectúa de esa manera hasta después de la muerte”, opinan algunos. Créeme: esta afirmación es un error. “En cuanto el pecador cree y en su Dios crucificado confía, el perdón ya recibe; y mediante su sangre, salvación total”. Si aquel joven sentado allí realmente ha creído en Cristo esta mañana, sabiendo por una experiencia espiritual lo que he intentado describir, está tan justificado a los ojos de Dios ahora como lo estará cuando comparezca ante su Trono. Los espíritus glorificados en lo Alto no son más aceptos a Dios que el pobre hombre aquí en la tierra que ha sido justificado por gracia. Es un lavamiento perfecto, es un perdón perfecto, una atribución perfecta. Somos aceptos totalmente, por gracia gratuita y plenamente mediante Cristo nuestro Señor. La justificación es irreversible. Una palabra más sobre este tema: y con esto daré conclusión al tema de la justificación. Los que son justificados son justificados irreversiblemente. En cuanto el pecador toma el lugar de Cristo, y Cristo toma el lugar del pecador, no hay que temer un segundo cambio. Si Cristo ha pagado una vez la deuda, la 6 Estudios de doctrinas fundamentales: La justificación deuda está saldada; y nunca se volverá a reclamar. Si eres perdonado, eres perdonado de una vez para siempre. Dios no da al hombre un perdón gratuito firmado por él para luego retractarse y castigar al hombre: eso dista de ser lo que hace Dios. Él dice: “Yo he castigado a Cristo, tú quedas libre”. Y después de eso podemos “regocijarnos en la esperanza de la gloria de Dios de que “siendo justificados por la fe tenemos paz para con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Algunos exclamarían: “Esa es una doctrina extraordinaria”. Sí, algunos pueden pensarlo; pero quiero decirte que es una doctrina profesada por todas las iglesias protestantes, aunque no la prediquen. Es la doctrina de la Iglesia Anglicana, es la doctrina de Lutero, es la doctrina de la Iglesia presbiteriana: es la doctrina que profesan todas las iglesias cristianas. Y si nos parece extraña, es que somos nosotros los extraños, y no porque la doctrina sea extraña. Es doctrina de las Sagradas Escrituras la que afirma que nadie puede condenar a aquel a quien Dios justifica y que nadie puede acusar a aquellos por quienes Cristo murió, porque

están totalmente libres del pecado. Entonces, como dijo uno de los profetas, Dios no ve pecado en Jacob ni iniquidad en Israel. En el instante que creen y sus pecados le son atribuidos a Cristo, dejan de ser de ellos, y la justicia de Cristo les es atribuida a ellos y considerada de ellos, a fin de que sean aceptos. Pasajes seleccionados de Justificación por Gracia, un sermón predicado el domingo a la mañana, 5 de abril de 1857, en el Music Hall, Royal Surrey Gardens. Este sermón está a su disposición como un pequeño folleto de Chapel Library.

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