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Cesáreo K. llera de Pral n

La teoría bolchevique del Estado socialista V

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BlIOTICA DE HISTORIA Y PENSAMIENTO POLITICO

, Directores:

Rus Sumo y JAME» ^ » u

CESÁREO R. AGUILERA DE PRAT

La teoría bolchevique del Estado socialista

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Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por d ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspon L!r!.n S /ndemnl/j,clones por daños y perjuicios, para quienes reprod n,ru! ‘,8,<,r(*n/ distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en t u íñn r! n ° )ra .*d(*rar',‘1/ artística o científica, o su transformación, interpre* J le.( li( lo,) artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunio < a raves de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

r> f I ¿ rr!m!!lClKO,)RÍ(jUfZ*A(:Ull f «A DI PRAT, 2005 1 >WAI TI C NOS (GRUPO ANAVA, S. A.), 2005 1 *,n 'Knar IO I uca de Tena, 15 - 28027 Madrid ISBN: 84-}()(M222-X — _____ ____ Depósito legal: M. 18752-2005

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Impreso en España por Fernández Ciudad, $.

/\ mi padre, que me enseñó el valor del pensamiento racional. I ra demasiado blan< a tu sonrisa de negro. Tu palabra d<* hijo de os< lavo tenía demasiada luz. S<* vio demasiado prontr) que oras bandera flamante. Habías encontrado la verdad. I a verdad sin norte ni sur sin este ni oeste. I a verdad en el centro preciso de la liljcrar ion de un pueblo. f ra el sueño ignorado de millones de seres lo que llevabas en la cirt ula< ion de tu sangre. Cesáreo RooKÍouf/AumfKA CONDÍ, «t |**gM .1 Kan» 10 I umumba», 1001, fta((rTnnto

1.

<XXXXXXXXXXX .XXXXXXx xxx XXKXxx x xxx



Indice INTRODUCCIÓN .................

D

............................................................ p¿g 11

OfTuto 1. EL PARTIDO Y LA REVOLUCIÓN ..................... , r 1. El proteso político ...................................................... j5 A) Las luchas fracciónales del grupo dirigente,. ......... .. 15 B La construcción dd leninismo ...................................... 21 O «Revolución permanente» versus «socialismo en un solo país* ............................................................................ 27 2. Lavanguardia revolucionaria .............................................. 35 A) La teoría del partido dirigente ..................................... 35 B) Ei Partido, las tracciones y las masas .......... .......... 43 CAWWO II. LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y EL ESTADO SOVIÉTICO .................................................................................... 55

-

1. La dictadura .................................................................... A) La teoría ......................................................... ........ B) La práctica .............................................. ................ O ¿Dictadura de clase o dictadura del Partido' .............. D» La limitación de derechos ......................................... E> Elecciones, Soviets, Constitución ............................. 2. El Estado ......................................................................... A) Elementos de teoría del Estado. ...... ......................... B; Las características del Estado soviético .................... Q Del Estado-Comuna al Estado-Leviatán .... " "T¡' r‘ Di Elementos viejos y nuevos en el funcionamiento de • tado ......................................................................... E) Hacia el Estado totalitario .........................................

5 5 5 5 6 1 6 7 7 0 7 3

8 1 107

8 107 1 107 La burocracia: ¿capa o clase'..................... 8 A¡ El descontrol burocrático ................ modos de combaB) Causas del triunfo de la burocracia v 115 09 C) La teoría del Estarlo obrero degenerado......... 0 116 Di ¿Nueva clase dominante? .............................. 122 9 5 100

CAPÍTULO III. BUROCRACIA Y SOCIEDAD

1.

10 LA MORÍA BOl 0IEVIQUF DF l LSTADO SOCIAt ISÍA

2. La sociedad y la economía ............ .. ....................................... y¿~ A) Características de la NFP ................................................ 125 B) La alianza obrera y campesina y los ritmos de la transición 131 O Capitalismo de Estado, sindicatos y desigualdades sociales 137 D) Un socialismo productivista ............................................... 145 CONCLUSIONES................................................................................ 149 BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................

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Introducción

C

uando mi amigo y compañero de Departamento Joan Antón me hizo hace algún tiempo la propuesta de escribir este libro, acepté de

inmediato por la completa libertad que me dio para escoger el objeto específico del mismo dentro del campo de la teoría política. Aunque desde hace varios años me he especializado en algunas dimensiones de la política comparada y de los estudios internacionales, nunca abandoné el ámbito de la teoría política, en el que, por cierto, me inicié académicamente al concluir mi formación universitaria y doctorarme con una tesis sobre el pensamiento de Gramsci. Además, desde hace cuatro años imparto una asignatura de libre elección, Teoría i Pensa-

ment Polítíc, en la que sustituí al malogrado Jaume Colomer, lo que me ha llevado a revitalizar este antiguo filón intelectual personal. He escogido un asunto hoy casi del todo olvidado, máxime desde la desaparición del «campo socialista», cual es el de los intensos debates de la cúpula del Partido bolchevique a propósito del modelo de Estado que estaba edificando tras la revolución de octubre de 1917. No deja de ser singular que estas polémicas de los años veinte tuvieran un cierto revival como consecuencia del Mayo francés de 1968, lo que generó entonces una abundante literatura sobre viejas y nuevas cuestiones a propósito del cambio de sociedad. Quiero dejar claro que mi estudio no es en absoluto una historia política de la Rusia soviética del período de entreguerras \ ni siquiera una historia específica de las luchas trac e ionales de los dirigentes bolcheviques en todas sus dimensiones. Se trata de un libro centrado en sistematizar los dispersos elementos que fueron configurando una cierta teoría del Estado sen ialbta a partir de la experiencia práctica de la transición sovietu a. Para ello he* pasado revista, a fondo y de modo comparado, a los ev ri tos de los cuatro dirigentes IM>U beviques fundamentales: obviamente Lenin, el fundador del Estado soviético

y el punto do rHr, renda obligado para todos los que se disputaron su herencia poH. L- a continuación, Stalin, no por sus eventuales méritos ** icos que son prácticamente nulos, sino por encarnar H «leninismo» oficial y operativo en el Estado soviético como resultado de su victoria final sobre todos sus

,, IA TfORÍA BOLCMFVIQUf DH tSTADO SOCIALISTA

|

rivales; por supon- to Trotski el de mayor nivel intelectual, una ventaja de la que no puso sacar partido, entre otros factores por hacerse lesivas ilusiones sobre el poder de los argumentos racionales y también por su propio estilo, [xxo dúctil a la hora de admitir erro, res y descuidado en cuestiones de organización; finalmente, Bujarin («el favorito del Partido*), el bolchevique» más realista y flexible y el más precx upado por no defraudar las esperanza* sociales que la revolución de 1917 había alumbrado entre k* trabajadores rusos. Este libro está estructurado en tres capítulos y en seis epígrafe que se ocupan respectivamente de analizar cJe rrxxlo espec ífico las posiciones de estos cuatro dirigentes bok heviques en los principales ámbitos del debate político relac lonado* con el I viada Inevitablemente hay que* partir de la visión de* todos ellos del P«»r tido, puesto que éste, en el Estado soviétir o, fue la c lave
INTROÍX JOlÓN \ \

tura «sesentayochista» (las polémicas entre maoístas y trotskis- tas) es inservible desde el punto de vista de la teoría política académica dada su muy alta carga ideológica sectaria (e incluso pan- íletaria), no arincipales elementos de un debate que en su momento tue cm- :ial —y creo que entre comunistas ha sido el mas importante y »| de mayor empaque intelectual nunca realizado , pese a que hov sea puramente histórico. A continuación, ofrezco una oue- tra sistematización de textos dispersos de los que se desprende cierta teoría del Estado socialista, una dimensión que a los cheviques no les interesaba muy especialmente, obsesionada como estaban (y tiene su lógica; con los problemas economices de la transición. Finalmente presento un análisis que se quiero neuroso en lo académico y no sesgado en lo ideológico pues a estas alturas, no se trata de defender a ultranza la revolución de Octubre ni de condenada en bloque, dos enfoques no científicos. En suma, este libro se propone proporcionar a!fiu"«e^ mentos útiles para conformar una cierta leonai política '‘•"P* ca del Estado socialista a partir de las reflexiones de sus prw* ipw fundadores, peto sin condicionamientos .ortodoxos- ctr n«v ha dejado de tener algún interés para este trabajo al aportar por excepción algunas propuestas que replantean criterios clásicos. Con todo, debe quedar claro que se trata de una literatura hiperideológica, carente de una mínima base empírica contrastada y muy circunscrita históricamente <su discurso resulta hoy muy viejo, más, por cierto, que el de los bolcheviques clásicos!; de ahí que se haya utilizado con mucha mesura. Más bien el problema relativo que he tenido es el de hallar bibliografía actual <no de historiadores* sobre estos asuntos, que es muy escasa, prueba de que ya no están a la orden del día en el debate teórico-político. Debo reconocer asimismo que hacía unos treinta años que no había vuelto a releer la gran mayoría de los textos bolcheviques aquí utilizados y es evidente que la distancia temporal y la experiencia adquirida me los han hecho ver de un modo no sólo mucho más distanciado que entonces sino también objetiva e inevitablemente más crítico. Mi posible originalidad, si la hay, es la de haber rescatado los tipo.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX XXXXXXXxXXX Capítulo I

El Partido y la revolución 1. EL PROCESO POLÍTICO A) LAS LUCHAS FRACCIÓNALES DEL GRUPO DIRIGENTE

L

a revolución bolchevique de octubre de 1917 fue un intento radical de llevar a la práctica la teoría marxista de la sociedad sin clases y sin Estado, presentado por sus protagonistas como un hito histórico que inauguraría la era de las revoluciones proletarias a escala mundial. En este sentido, el programa político bolchevique —bajo el liderazgo de Lenin— estuvo presidido por el proyecto único de tomar el poder’. Como es notorio, la revolución rusa se hizo en un país que no estaba en absoluto maduro para una transición al socialismo en términos marxistas clásicos; de ahí que los bolcheviques sólo pudieran ini ciar una tarea de modernización parcial en la que el peso di» las estructuras tradicionales siguió siendo muy fuerte. El frac aso de la revolución en Occidente y la victoria bolchevique en a guerra civil rusa plantearon desafíos de consolidación política y, especialmente, de reconstrucción económica en condiciones muy difíciles2. . Aparte de que los bolcheviques no tomaron nunca en sena consideración el tremendo coste humano que iba a tt ner su pro yecto de ingeniería social, es constatable una abso uta su is i mación inicial del poder autónomo táctico de las instituí tone ’ W. ABINDROTH y K. LINK en SUBIRATS/VII ANOVA, 1982, 901.

' F, f urO en SUBIRAI Wn

AN< A/A, 1982, 408.

1981, >4 I; SÍTUMIIWINI

1981, 254; MÍ H >KI , 1950, 87

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, . , ,,, ,() el Partido bolchevique so centró en los años u'inie'ort una intonsa polémica interna cupular sobro las prior, V 1' h tr msición económica que, en realidad, lúe la expre do las luchas fracciónales por el poder. Por tanto, los discutí teóricos do los principales I,deres. bolcheviques son Inseparables de su práctica política; de ah, que los cambios Hógicos internos sean resultado de facciones múltiples entre-

stí

Trotski (v a su «plataforma de los 46», que reclamaba un «nuevo curso») en 192 3- 1924; 2‘ Stalin y Bujarin derrotaron a Zinoviev y kámenev en 1925; )t Stalin y Bujarin derrotaron al «bloque de las oposiciones» de Trotski Zinoviev v kámenev en 1926-1927; 4> Stalin derrotó a Bujarin, Ríkov v Tomski en 1928- 1929\ En los años veinte, peso al partido único (desde 1920), aun fue posible debatir internamente en la cúpula (no obstante la prohibición termal de las «fracciones» desde 1921». los debates se revistieron de fraseología («derecha centro», «izquierda») que son mas etiquetas consignistas do combate político que conceptos útiles para analizar las posiciones de sus protagonistas. Pira enmarcar adecuadamente las luchas fracciónales de la cúpula bolchevique durante los años veinte hav que mencionar el importante doblo viraje «táctico» de Lenm en 19.1, tanto en lo exterior (la III Internacional aplazo la estrategia del «asalto tron- taU en aras del «trente único obrero») como en lo interior (del «comunismo de guerra» a la Nueva Política Económica, NEP\ así como el «testamento1 político de aquel en el que descalificaba como poco idóneos —por diversas circunstanc i as a todos los posibles candidatos a sucederle (Trotski, Stalin, Zinoviev, Kámenev, Bujarin y otros) y que viene a ser como un lamento de impotencia final4. Sucintamente, ésta fue la secuencia de los enfrentamientos: t) Stalin, Zinoviev y kámenev derrotaron a i t tVM, 1%9, Slb KRASX), 1970, 2> \ 28 Bw IHHM, 1977, Ib; GIRRA- \KW, 1977, b9-"G. 4 Kot VMA\>KI 1982 480-481; V.i m\ 199). S2; < «RR. 197"h Hoes- ftAWN. 198). COHIN, 197b, 180 DROZ, 1982, 4~-49

1 OfirrscHtR, 1969b, 103-

II PARTIDO V I A Rf VniLK |( >'

I'IVÍ

lo demás, los frecuentes cambios de criterio de < asi todos los dirigentes bolcheviques hac en inútil referirse al «trotskismo», o! «estabilismo» o el «bujarinismo» como cuerpos teóricos coherentes. Esto es así porque «lo que importaba no era la lógica ni la verdad histórica de la argumentación, sino su contenido implí- c ito, su relación con la línea política del momento»6. Además, fueron altas dosis de dogmatismo en casi todas las posiciones; de ahí que, frecuentemente, el objeto concreto de una controversia sirviera de pretexto para avanzar posiciones propias. Aunque en los primeros tiempos de la revolución bolchevique a menudo se designaba coloquialmente al Partido como el de «Lenin y Trotski», este último —incluso en los momentos de máxima influencia— siempre estuvo en él de modo un tanto periférico. Al margen de su larga militancia prerrevolucionaria menchevique y de su tardío ingreso en el Partido bolchevique (agosto de 1917), Trotski se colocó prácticamente siempre en la oposición interna desde 1921. Su práctica política fraccional fue extremadamente débil, no supo sacar partido de sus recursos (potencialmente altos) y claudicó ante el aparato por el mito de la «unidad», que entonces era objetivo intocable de todos los bolcheviques7. En las luchas fracciónales, Trotski no comprendió que la pugna no se decidiría por la validez racional de los argumentos (en este ámbito él estaba absolutamente convencido de su superioridad teórica), sino por la capacidad de control y manipulación de las palancas de poder y por la fuerza organizativa. A medida que Trotski fue quedando cada vez más aislado, «descubrió» las virtudes de la democracia interna (frente a la cooptación, la elección por voto secreto de la base) y los peligros del burocratismo8. Al final, la discrepancia de Trotski se refirió mucho más a los «métodos» (sin querer ver que eran consustanciales con un 2 *

La cita es de DFUTSCHER, 1969b, 152; KOLAKOWSKI, 1983, 20 v 2 V Vil, C AR », 1975, 1974,238-239. 42. ; KRASSO, 1970, 21 y 25; ,

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H PART IDO Y I.A KLVf )| UGÓN 1 9

sistema de partido único) que a los «fines» (la abolición de la propiedad privada, la unificación de la sociedad y el Estado) nurs to que el discurso ortodoxo sobre los mismos era común entre los bolcheviques. Trotski creyó que la derrota de Bujarin y el vira je «a la izquierda» de Stalin facilitaban la lucha a favor de la «democracia proletaria», pese a sus límites «oportunistas», en su típica jerga. Al margen de esta sorprendente miopía política, Trots- ki no se apercibió de que los círculos opositores del partido bolchevique eran insignificantes tras la derrota de Bujarin, sin la menor oportunidad de invertir el rumbo político desde 1928. Su dogmático rechazo a una alianza de la «izquierda» y la «derecha» bolcheviques contra el «centro» estalinista facilitó objetivamente la consolidación de éste. En los años treinta Trotski admitió incluso la posibilidad de una alianza con los estalinis- tas frente al riesgo de que el sector contrarrevolucionario de la burocracia «termidoriana» pudiera favorecer la restauración del capitalismo9. Por el contrario, Stalin, como «Comisario de la Inspección Obrera y Campesina» (el «Rabkrin», por sus siglas en ruso) y como secretario general, obtuvo un profundo conocimiento tanto del aparato del Estado como del propio Partido y, además, jugó ábilmente sus cartas al colocar a sus peones en sendas instancias. Se trata de un político pragmático implacable que utilizó la ideología con estrictos fines de combate político; de ahí que su entronización como «genio» teórico sólo sea fruto de su triunfo absoluto y no de sus mediocres cualidades intelectuales. En os enfrentamientos cupulares Stalin se mantuvo siempre en un (¡se reto segundo plano y usó a Bujarin como ideólogo mucho más capacitado que él para el debate teórico10. Por ejemplo, uno de los argumentos favoritos de Stalin para descalificar a las oposiciones era el de atribuirles «falta de fe» en las masas, un repro- ( e que no se compaginaba bien con la fundamentación «cien ica» que todos los bolcheviques aducían siempre: if JLP1*7****' V j 7 ] / *74 y KOIAKOWNM, 1981, SI r>2 V Irtfl 1 72. ' COHIN, 197(>, 106, PwxAíd, 1977, 98; Kot.Mujvmi. 1981. 79

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utH* la falta de fe en la victoria de la edífit ación s<* ialista os H rIfof fundamental de la nueva oposic ion. I a falta de fe en la victo r,, (|e la etlific ación $oc ¡alista en nuestro país es, ante todo, la falta dé (unfianza en que las masas fundamentales del campesinado puedan ser conducidas |...| a participar en la obra de edificación socialista”.

Así, estd supuesta «desconfianza» en el campesinado sería para Stalin prueba irrefutable de las posiciones «antileninistas» de Trotski. Sin embargo, a partir de 1928 Stalin consideró que |a «desviación» más peligrosa era la de la «derecha»; de ahí que anunciara que los kulaks (campesinos acomodados) eran el principal «enemigo de clase»: la victoria de la desviación de derecha en nuestro Partido significaría un refuerzo enorme de los elementos capitalistas en nuestro país (...). Esto significaría el debilitamiento de la dictadura del proletariado y el aumento de las posibilidades de restauración del capitalismo12.

En suma, Stalin derrotó políticamente a todos sus adversarios a finales de los años veinte y su éxito se debe no sólo a consideraciones conspirativas, sino a que su poder organizativo era incomparablemente superior. Al final, todas las fracciones bolcheviques capitularon ante Stalin, rehenes de su propia doctrina (el partido dirigente monolítico de vanguardia) y del sistema político social íntegramente estatal izado que se acabó configurando: colectivización agraria forzosa, plan quinquenal central hiperindustrialista y subordinación completa de la III Internacional como un instrumento mas de la política exterior soviética1^. Lo cierto es que el totalitarismo estaIinista no se conformó con el aplastamiento político de todas las oposiciones internas, sino que procedió a liquidarlas físicamente tras los juicios-farsa de Moscú de 1936-1938, un episodio de terror de Estado en toda regla contra la cúpula histórica del Partido bolchevique. Ésta fue ” STAMN (1927) en AVFNAS, 1975, 76. SfAI IN (1928) en id., 1968, 176; BETTELHEIM, 1977, 581-182 Mookf, 1956, 108; TUCKFR, 1974, 495.

presentada por los estalinistas como una banda de espías, agen tes del imperialismo, contrarrevolucionarios y enemigos del pUe blo, y eso desde siempre. En efecto, para los estalinistas todas las fracciones disidentes habían sido saboteadoras ab initicr de ahí que su supuesta contribución

It PARTIDO Y IA REVOLUCIÓN 21

originaria a la revolución no hubiera sido más que una apariencia para engañar a las masas y, por tanto, era imperiosa la necesidad de liquidarlas por completo. Ni que decir tiene que, si tales fantásticas acusaciones hubieran sido mínimamente ciertas, tanto la revolución de Octubre como la supervivencia del Estado soviético resultarían incomprensibles y, sin embargo, este tremendo episodio del totalitarismo estalinista no deja de tener su lógica. En efecto, los objetivos de las grandes purgas fueron: 1) eliminar del todo al Partido como potencial foco autónomo de vida política; 2) confirmar la completa atomización y parálisis de la sociedad soviética; 3) destruir moralmente a los condenados —de ahí la necesidad de inverosímiles «confesiones autocríticas»—, y 4) configurar el culto absoluto a la personalidad del líder supremo14. Bujarin fue desautorizado como el «Bernstein soviético», «capitulacionista» ante los kulaks y «fraccionalista» dispuesto a fundar un partido independiente, una de las acusaciones más graves de las que podía ser objeto un bolchevique. Al margen de estas descalificaciones puramente ideológicas, lo cierto es que Bujarin se opuso al doble viraje de 1929, a su juicio del todo insensato e irreal: en el exterior (del «frente único» al «tercer período» y el «socialfascismo») y en el interior (de la NEP a la colec tivización forzosa)15. B) LA CONSTRUCCIÓN DEL LENINISMO

El marxismo soviético estuvo directamente vinculado a las cu (instancias históricas y a los avatares políticos de cada monten t(>; f^(‘ ahí que sus diversas teorías expresaran problemas del IfctfTSTHik, 1%‘ía, 344; PROCAI < I, \<)77, 185; Bv"*' KMAN, 2001; (intY/NAUMou, 2001; Reveno 2001. Wí»,

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contexto e intentaran ser dispuestas a los cambios. Dada la centralidad de la ideología en el sistema soviético y la concentración de todos los procesos decisionales clave en la cúpula poli, tica, no puede sorprender que el marxismo codificado se convirtiera en un fuerte elemento de autoridad y disciplina. Por lo demás, en el plano puramente abstracto, la teoría del proletariado como sujeto protagonista de la historia con la misión de emancipar a la humanidad se reveló en los hechos como un aprio- rismo ideológico no evidente empíricamente16. Lenin fue fundamentalmente un activista y, de modo derivado, un teórico y, aunque sus principales escritos doctrinales son anteriores a la revolución de 1917, reviste mayor interés su reflexión como gobernante. La teoría política leninista estuvo siempre en función de la estrategia revolucionaria; de ahí que su adaptación del marxismo a las circunstancias rusas tuviera un propósito muy concreto: tomar el poder a toda costa. Por tanto, el pensamiento político de Lenin está dominado por la abso- lutización de la idea de «revolución», en cuyo nombre todo se subordina. Asimismo, el análisis leninista de la teoría de Marx es fundamentalmente instrumental y selectivo a fin de legitimar con citas ad hoc su estrategia. En este sentido, es insoluble en los hechos determinar desde un punto de vista ideológico si el leninismo supone una «revisión» de Marx o es su más fiel desarrollo «ortodoxo», pues hay argumentos atendibles desde los dos puntos de vista. En todo caso, cabe recordar que la teoría leninista se enmarca en el combate contra el economicismo (reputado como una desviación «derechista») y contra el esponta- neismo (descalificado como desviación «izquierdista») y se centra en el papel dirigente del partido autoproclamado de «vanguardia»17. La reconstrucción estalinista de la sociedad soviética se basó en una determinada interpretación del leninismo que, a su vez, lo era del propio marxismo. La obra teórica de Stalin es de muy MARCÓSE, 1969, 13; MOORE, 1956, 416; Samo, 1976 238 Vi 107^1-A9?5' 177‘l78y ,85; Gray' 1948' 46°; EISSFNSTÁAT, 1971; Cou VI, 1974, 134; KOLAKÜWSKI, 1982, 375; MACRIDIS/HUILIUNC, 1998, 133.

n f’ARTIfX) V IA Rf VOl UCIÓN 2 3

esc asa envergadura, pero es políticamente muy relevante al m verusedemodo operativo en credo oficial único en la URSS y en el movimiento comunista internación-,!8 . doxc». Metodológicamente el estatismo se basa'en un exS' macla simpltf,cae ton escolástica que pretende hacerse pasar S «científica» con una secuenc ia de razonamiento-tipo de siguióte tenor: 1) la tesis se enuncia como evidencia; 2) a continuación se hace una pregunta capciosa c on respuesta previamente preparada, y 3) final meante se procede a enumerar las conclusiones, lo que parece dar un barniz científico'8. Stalin consolidó una interpretacion del leninismo categóric a en la defensa del principio de unidad absoluta del Partido y de censura de las «desviar iones» de la «línea correcta», dando paso a una teoría a medida del prxler para legitimar al líder máximo. En este sentido, siendo cierto que el estalinismo es una peculiar concreción posible del leninismo, debe señalarse que Stalin se sirvió de un referente ideológico mítico (el pensamiento del fundador del Estado soviético filtrado por su interpretación) que es polivalente y unilateral a un tiempo y que permite justificar cualquier opción decidida por el grupo dirigente, el único legitimado para determinar su carácter «científico». La reducción doctrinal y dogmática del leninismo efectuada por Stalin fue, pues, un ingrediente esencial en la configuración del Estado totalitario en la URSS durante los años treinta1**. Stalin es, en consecuencia, la expresión bolchevique del rechazo del punto de vista europeo de la revolución que entroncó con la tradición nacional rusa y las necesidades pragmáticas del propio sistema soviético, siendo también el reflejo del agotamiento de la élite dirigente tras las intensas luchas fracciónales de los años veinte y la entronización de una interpretación «canónica» de Lenin: . únicamente nuestro Partido sabe hacia dónde llevar la obra y la llt va adelante con éxito. ¿ A qué debe nuestro Partido este privilegio

'* VnAS, 1995, 207; J. F. KAIMCII STALIN, 196H, 31. » MOOKI, 1956, 224; DHITSCHIR, 1969a, 255-256; 55; P K i K A í f i , 1977, H‘>; PASQUINO, 1962a, 636; KOIAKOWSXI,

1977a . tfv



l f HORlN ÍKU< MIVIQUI Hit l SÍAPO S(K IAIISTA \ (Uir »*s un partido marxistu, un partido leninista II marxisirw,

ha conseguido una victoria completa en la sexta parte del mundo /«»/>/<» usos icm¡ untuosos I".

la reducción estalinista del leninismo fue, en sus manos, un instrumento de la razón de Estado al oficializar como código de absoluto cumplimiento obligatorio para todos los ciudadanos soviéticos. La obsesión por la interpretación «correcta» llevó al dogmatismo, pues sólo la cúpula estaría legitimada para determinar la autenticidad de la «línea general», un desenlace también facilitado por el mecanismo de funcionamiento interno del «centralismo democrático». Construir el leninismo como sistema teórico acabado, además de excluir todo lo que se consideró accidental o desviado, dio paso a un cuerpo de doctrina cerrado —que debía ser preservado cual «depósito sagrado»— y que, naturalmente, fue objeto de constantes manipulaciones y adaptaciones por parte de Stalin según las necesidades políticas de cada momento21. En tiempos de Lenin no se hablaba entre los bolcheviques de «leninismo» (algo que al fundador del Estado soviético le hubiera chocado), expresión que se consolidó poco después de su fallecimiento al darse paso al «marxismo-leninismo», ampliado en los años treinta como «marxismo-leninismo- estalinismo». La obsesión de los estalinistas por establecer la historia definitiva del Partido se plasmó en el famoso «Breve Curso» de 1938, que se convirtió en credo obligatorio: se trata de un panfleto absolutamente mitológico que presenta al tándem Lenin/Stalin como ¡ndisociable y siempre «genial», un ejemplo supremo de completa falsificación histórica al servicio del Estado totalitario. Asi, todos los centros de producción doctrinal del sistema estalinista se convirtieron en puros apologetas serviles del líder máximo y de su codificación. Por tanto, Lenin y Stalin siempre habrían tenido razón, el Partido siempre habría demostrado ser infalible y había que extremar la vigilancia para erra-

2fí

l a cita es de STALIN en DEUTSCHER, 1969a, 339; AOUIIERA, 1993, 50. ” CERBATANA, 1977, 81;TUCKER, 1977; BFTTEI MEIM, 1983, 66; MCCAULEY, 1981; VH AS, 1995, 188.

U PAR I IDO Y l A REVOt UCIÚN 2 fj

dicar las insidiosas infiltraciones del enemigo de ciase. En suma, el único criterio real al que atenerse es el del poder; lo que imfxir- ta de la ideología estalinista no es su pobre contenido, sino el hecho de que detrás estaba una autoridad suprema incontestable. Por tanto, el criterio operativo para analizar la teoría de Sta- Ün no es el doctrinal, sino el del análisis político, pues aquélla era una mera pantalla de los intereses del grupo dirigente del Estado soviético'2. Por su parte, Trotski no ofreció ninguna forma alternativa de comunismo o una doctrina con fundamentos diferentes a los de Stalin, pese al radical antagonismo que los opuso. El método de Trotski está cargado de especulaciones y apriorismos ideológicos; de ahí que muchos de sus análisis sean irreales, aunque otros muy lúcidos. Se trata de un sistema de interpretación poco permeable a ciertas realidades empíricas y con un método de razonamiento que permitió validar (o no) cualquier tesis según las conveniencias, pues triunfos y derrotas tienen siempre en su perspectiva explicaciones ad hoc que confirman ex post facto la «corrección» de su análisis previo. El esfuerzo teórico de Trotski fue el de «volver» al más genuino y «puro» leninismo trente a la «degradación» estalinista de los principios bolcheviques. Al final, lo importante —a su juicio— era tener algo tan inaprensible como la «razón histórica» y «encarnar los intereses del proletariado» (una afirmación discursiva a priori empíric amente indemostrable). Es cierto que Trotski tue el campeón del combate antiestalinista desde la oposición bolchevique de izquicr das, pero su estilo político fue notoriamente autoritario y antipluralista incluso con los de su entorno; todo ello por no re t rirse a su época como gobernante en la que mostró una c on tundente firmeza autoritaria ’. ( El proyecto de la revolución de octubre de 191 - no u< * to el de centrar los esfuerzos en intentar edificar un ^ s at o s< * lista en Rusia, cuanto desencadenar la revo uc ion p 101-112; 1 |( i| ‘ KOIAKOWSKI, 1%), 17-18, r>8 64, 81 y IMANN, 1 AÍJUWR, 2001. , KOIAKOWSKI, 0181, 161, 201, 21 1 y * ■

2000

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lAUOKIA^SOOAlWA

,llindt ,| |rjs haber roto el -eslabón más débil de la cadena "l'.hs,.,. Es más. los bolcheviques estaban convencidos de ' " s i no estallaba pronto la revolución enEumpa no pcxlr¡an tenerse en el poder. La mera toma del poder no garantizaba ,XT se la emancipación proletaria: M conquista del poder no tranxxxma por sí misma si la clase

obr*v, n. la dota de todo-» k* requisitos, memos y condic iones: la conquK ta del poder sólo abre ante ella la posibilidad de aprender de verdad, de realizarse*. Tras el frataso de la revolución en Occidente los comunts- tas rusos comprendieron que era vital reforzarse e iniciar la traiv sicicki al socialismo, sin saber muv bien en que debía consis tir. Así, Bujarin. va en 1919, se apercibió de que la revolución mundial sería un largo proceso histórico y de que en Rusia no se podían forzar los ritmos aun salvando la ortodoxia al reconocer que la victoria final sí requería la generalizar ión del stx lalismo: pero ese horizonte lejano no era — a su juu to en al)soluto incompatible con el progresivo avanc e de la transir tón en el interior. Fue Stalin el que llevó hasta las ultimas KWM* cuencias la «interpretación nacional* (incluso nacionalista* de la revoluc ión bolchevique: Rusia era la vanguardia internado nal y el Estado soviético la mayor conquista del proletariado mun dial; de ahí que lo qut- fuera bueno para la UR'iS debía tepu* tarv bucmo para la clase olxera mundial. Fs más. los ínter**4-1'* del Estado soviético estaban, en últimii instancia, por encima v no debían arriesgarse a causa de los eventuales intereses de I-1 revolución mundial lo*» boliKeviques eran bien conscientes de los problema* fluo ^ proceso de transición ai socialismo iba generando v Zurrieron a diversas explicaciones para dar con las causa-* últ» mas. l\ua lenin lo esencial era el atraso histórico ruso en md,ÍS

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,977 U)

KCXVUMSXI, 1981, 17

Bl IARIN en COMfN 197K 124 y 2b5;

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1971, H 1 DHT* HW. I4*71',S ,

u PARTIDO v LA RtvOlUf K>

los ámbitos, algo que había obligado a los bolcheviques a la rx,< sidad de recuperar a la burocracia zarista y a los técnicos burgueses. El bajísimo nivel cultural de las masas, el predominio de la vieja mentalidad, y el enorme subdesarrollo económico de Rusia, agravado tras una terrible guerra mundial y la guerra civil, serían los factores «estructurales» clave que condicionarían irremediablemente la construcción del socialismo, al margen de la pervivencia de las luchas de clases en otras condiciones26. Al negativo impacto de la herencia recibida Stalin añade la intervención de agentes del «enemigo de clase» y las debilidades de la conciencia revolucionaria de los militantes comunistas para «desenmascarar» a los saboteadores; de ahí la necesidad de intensificar la vigilancia, depurar y exigir «autocríticas». ParaTrotski la clave estaría, en cambio, en el prolongado aislamiento postrevolucionario de Rusia, prueba irrefutable —a su juicio- de la imposibilidad (teórica y práctica) de la doctrina del «socialismo en un solo país». Fue Bujarin el que más se apercibió de la escasa idoneidad de Rusia como campo de pruebas para la construcción del socialismo, pues no sólo tal horizonte estaría a «décadas de distancia», sino que, incluso entonces, presentaría las características de un socialismo «atrasado»27.

C) «REVOLUCIÓN PERMANENTE» VERSUS «SOCIALISMO EN UN SOLO PAÍS»

En el célebre y polémico debate de sendas posiciones la cuestión teórica de fondo no era tanto saber si el socialismo podía «construirse» en la URSS (de hecho, todos los bolcheviques esta han a favor de eso), sino en saber si tal construcción debía subordinarse o no a la «causa» de la revolución mundial Sin embargo, esta estricta dimensión fue relativamente secundaria BIITIIHHM, 1074, 115 y 159; CHATUM, 1977, t»4 EUINMHN ? > *0 17. deSTMÍNenERANKIIN, 1971. 77f>'790, IA*<1* '*■ M , 1977A, 74; l.« BUIAKIN en < «MHN, 19 9* 7M»

’H IA MORÍA HOK HÍVIQUt IHI I STADO SOCIAIIS1A

pues l.i disputa fue -«n la práctica- un pretexto usado A vers,miente por las ldUün fracciones bolcheviques en su confrontó interna. La teoría general de la revolución permanente es el eie cen (ral del pensamiento de Trotski, una noción que no transige con ninguna forma de dominación de clase I Inn. w ne en la fase democrática sino [que| pasa a las .ix*d d s «^,’hsn Í..J. Una revolución que solo se detiene con 11 tntu i j la ,0tal l,cíu,d^.ón d sociedad dividida en clases"

Fn tal teoría las «fases» de la revolución no son mecánic ts v los acontecimientos históricos pueden «saltarse», etapas l a revolución democrática y la socialista debían concebirse como ele montos concatenados c on carácter general, y ello en virtud de la «ley del desarrollo desigual», que justificaría el «salto» a la revolución socialista en los países coloniales, por ejemplo. Ade más, una revolución socialista triunfante no puede quedar c ircunscrita durante mucho tiempo a un solo Fstado, una c ir< uns tanda provisional que, si prolonga el aislamiento, provoca ('I fin del poder obrero. Por tanto, en Trotski la teoría de la revolución permanente tiene dos dimensiones, una previa a la revolución so( lalista fes, en el fondo, lo que sostuvo Lenin en las Tesis de Abril de 1917) y otra posterior para poner de* relieve que un poder i obrero aislado no fxxlrá sobrevivir a largo pla/o y para afirmar í que la (onstrucc ion integral del sex ialismo <*s imposible *. ' Irotski formulo [x>r primera ve/ su teoría de la revolución |x*r- manente en 1905, tras los dec isivos acontecimientos de ese año en Rusia, para romper con el deterninismo economicista y ((‘'(,nder la posibilidad de una revolución proletaria en un país muy mayoritariamente campesino y atrasado. En consecuencia, a r< voluc ion democrática tendría que desarrollarse* confinua( ,d< P‘lfa desc'mlxK ar fwir la presión de las masas en la revoPAM^UINO, 1062b, 1641; WISTRK M, ,7°' 1979; KNIÍ-PAZ, 1978; MANOH, 199S. " KRASSO, |«

U- U; Con, VI, 1070. 128; ( AKK, 197S.

H PARTUXÍVURCVOIU^

luc ion socialista Esto sería posible por la capacidad hmmmi a i del proletariado ruso ya que, pese a ser minoritario era la v jn guardia social y podría llevar la revolución de su «fase burguesa» a su «fase socialista». Aunque Trotski fue criticado por subestimar al campesinado y malinterpretar las condiciones L <>- nómicas rusas —dos factores que harían inviable el «salto, que él preconizó—, el asunto quedó zanjado con las Tesis de Abril de Lenin30. En el debate revolución permanente/socialismo en un solo país a menudo el objeto mismo de la controversia es indefinible. En efecto, lo que se discutía no es tanto si el socialismo podía «construirse», sino si podía completarse en un solo Estado aislado. Siguiendo a Deutscher, los antagonistas no discutían sobre si era posible o deseable erigir el edificio que deseaban, tampoco disentían acerca de los materiales con los que construirlo, ni siquiera acerca de su forma. El único elemento de divergencia profunda era el de si sería posible «culminar» la obra, es decir, ponerle «techo». Trotski insistió constantemente en que la revolución socialista no puede culminar íntegramente en un marco nacional, un planteamiento que Stalin no podía aceptar de ningún modo. Por tanto, aquí radica la única diferencia que es de teoría general, puesto que, en lo inmediato, todas las fracciones bolcheviques estaban de acuerdo en ir «construyendo» el socialismo (Trotski era incluso más radical en sus propuestas industrialistas que el Stalin anterior a 1929). En suma, el pretexto teórico del debate resultó más bien secundario pues lo que esta ha en juego eran las luchas por el poder y las estrategias politi cas de las diferentes facciones bolcheviques; eso sí, todo reve' tido con una alta sobrecarga ideológica". Puede det irse que entre 1917 y 1921 l enin y Trotski tal igual que casi todos los bolt heviques) i ompartían la misma visión doi proceso revoliK ionario: 1) tone atenar la revolut ion dunn3 »at¡ ca y la socialista, y 2) favorecer la revolución mundial para

3 AVINAN, P)7r», l)y 18; OfUtv mu, t1»?» * >

ü> Í \ lt< >KI\ H< H( IUVM M't OH ÍSÍADO v K IAIISIA

viivar la revolui ion rusa. El doble viraje realista de Lenin en 1921 solo fue aceptado in oxtremis por todas las facciones bolchevi (jues al ser presentado como meramente «táctico», pues, por ejemplo, Trotski siguió apegado a la estrategia de vincular directamente la revolución bolchevique a la mundial en su convicción de que la edificación completa del socialismo tan sólo en la URSS era inviable: el mantenimiento de la revolución proletaria dentro de un marco nacional sólo puede ser provisional, incluso tal como la experiencia de la Unión Soviética enseña aunque sea de larga duración. En una dictadura del proletariado aislada las contradicciones internas y externas crecen inevitablemente [...]. Si permanece aislado, el Estado proletario caerá finalmente víctima de sus contradicciones.

De ahí se deriva que «la edificación socialista sólo se concibe sobre la base de la lucha de clases en el terreno nacional e internacional», por lo que «el "error" de Stalin tiene exactamente el mismo nombre que el de la socialdemocracia alemana: se llama socialismo nacionalista»32. Mientras que la teoría de la revolución permanente se vincula a un análisis integrado de la realidad económica mundial, la del socialismo en un solo país tiene un trasfondo aislacionista y autárquico que a Trotski se le antojó del todo irreal: el programa efectivo de un Estado obrero aislado no se puede proponer como fin «independizarse» de la economía mundial, ni mucho menos edificar «en brevísimo plazo» una sociedad socialista nacional33. Por su parte, la descalificación estalinista de la teoría de la revolución permanente es rotunda: desde este punto de vista, las tesis de Trotski serían antileninistas, subestimarían el potencial revolucionario del campesinado, pondrían en peligro la alianza obrero-campesina, revelarían una sospechosa desconfianza en las masas y en las capacidades del Estado soviético y, en suma, le harían el juego a los reaccionarios: La primera cita de TROTSKI en DAY, 1973, 188; las otras dos (de 1930) en TROTSKI, 1972a, 131 y 132. ’* IKOTSKI, 1977a, 11; DAY, 1973, 126-127; TIXIKIR, 1974, 372; RAOIAVÍ, 1973, 139.

la .«•vohKK.n p™*"-'*: no « **> una subeaimactón de las posibilidad»^ «-voluc ,orun« del mov.m«.nto campesino ts un, so(>esiimation del mov.m^to campes.no que conduce a la neeacon de la leona leninista de la dictadura del proktanadoM s

Sólo al ím.il á su vida Trotsk» se SIÍSC *tó circ unstancialmen- te un inquietante v tundo interrogante sobre la posible sobrevalorac

H.

PARTIDO > LA RíVOtUOÓN 31

tón de ias fwrsibilidadr-s n^voluc lonarias del prole- tañado que le llevó a admitir asimismo la eventualidad de que la URSS ene amara un nuevo tipo de sistema de explotación Si la Segunda Guerra Mundial HK I en «nit unía no concluía con el triunfo int<*mac tonal de la revoluc ion sorulista habría que reco- IVH er que el ni.irxisnx i Había pm*sto esperanzas ilusorias en el proletariado no^ venamos «Migados a reconocer que fet estafirnsmo) no tenía sus ra»r es en H atraso dH |>ais ni en el medio ambiente imjx'f lalista, sino c*n la »rHdfv.K triad congémta dH proletariado para convertirse en cla- M ternanit (monees seria ner esarioestal>íeier rrtrospet ttvamente ¡ Mal RsS d« MI*U rus ritas tue ¡,» precursora de un nuevo sis- íem* universal de explotación l Con trxio lo onerosa que esta |.„| perspectiva f>ueria ser si e¡ proletariado mundial IU-VJJV a d<*mostrar realmente que es irx apa/ de < umpiir su misión |. | no quedaría más refrK'dto que* rcconoc «t abiertamente que el fwugrama socialista basado en las CNÉRMfic C iones internáis de la sociedad capitalista so habí.i esfumado como una utopía*1.

Toda una vida con vene ido de la inev itabilidad «científica» del ai \enimiento dol socialismo para dudar ai final, aunque no quilín resignarse a esta perspec tiva y siguió fiel al mito de Octubre ¿sta su asesinato a manos de un sicario estalinista unos pocos weses después de esta aguda y pesimista reflexión. a teoría del socialismo en un solo país tiene un carácter ecléc- *CO y pragmático que Stalin consiguió tomando elementos del Pr°pio Lenin, de Bujarin y hasta de algunas tesis industrialistas

Bmr, tí C,t?^ STAI,N {de 1 9 ^4) en id., 1969, 190; PROCACCI, II, 1975, 57; «mtiHHM,

1977 342 421.4 < lía íe ^TAUN de noviembre de 1939 en DFUTSÍMÍR, 1969b A ¿ 4*k*qt#MÍt* (¿sufxtttt iones». Se traía de un rm^tímíemo df* ¡nfU| «Ir una práctica política que combina hábilmente* ír,IVt> Ik^ni leninista, ra/ón de Estado soviético y na< ionalismo ruv> ,í!U ttH»ria ev/x>sí M< ío que legitima la singularidad de la revota Km bolchevique y justifica sus posibilidades pese al «cerco* capitalista, l o c ierto es que se trató de una fórmula afortunada que c ompitio c on éxito con las tesis de la revolución permanente al anclarse a las realidades de la URSS. El proyecto estalinista de construir el socialismo sin

hacerlo depender de la victoria de la revolución proletaria en Europa o en el resto del mundo le hizo aparecer como el más fiel continuador fáctico de la obra de Lenin, el fundador del Estado soviético36. Stalin rechazó como «derrotistas» los argumentos críticos que sostenían que la URSS no podría resistir al cerco capitalista y recurrió a su consabido argumento teológicopolítico de la «fe en las masas»: ¿Cuál es la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo país? Es la posibilidad de resolver las contradicciones existentes entre el proletariado y los campesinos [...), es la posibilidad de que el proletariado tome el poder y lo utilice para edificar en nuestro país una sociedad plenamente socialista con la simpatía y el apoyo del proletariado de otros países, pero sin la victoria previa de la revolución proletaria en otros países. Sin tal posibilidad, edificar el socialismo es edificar sin perspectivas, edificar sin la convicción de que el socialismo puede construirse. Es imposible seguir edificando el socialismo si no nos convencemos de que es factible hacerlo, si no nos convencemos de que el atraso técnico de nuestro país no es un obstáculo insuperable para edificar plenamente la sociedad socialista. Negar tal posibilidad es carecer de fe en la causa de la edificación del socialismo, es desertar del leninismo’7.

Para Stalin el «aventurerismo» deTrotski «quemaría etapas» y pondría en peligro la alianza obrero-campesina: la desviación de «izquierda» saca la falsa conclusión de que es imposible, en general, construir íntegramente el socialismo en la URSS, ' O AUNE?, 1957. 117-118; CLAUDÍN, 1970, 46 y 57; BETTEIMUM, 1974, 47 y i8,

AÜUIURA, 1993, 54.

l a ( t í a de STAIIN es de 1926 y las cursivas son suyas, en CARK, 1975, 1 7 1 ,

htfXMco, », 1975, 62.

H PARTIDO Y l.A RLVOl Ut K )N J i

que no se va muy lejos con el campesinado, que la idea de una alian* za entre la clase obrera y el campesinado ya ha pasado, que la ayu da a la revolución en Occidente no llega a tiempo, que la dictadura del proletariado caerá o degenerará, que si no se adopta un plan fantástico de superindustrialización, incluso al precio de romper con el campesinado, habrá que considerar la causa del socialismo en la URSS como perdida™.

Para Stalin, en condiciones de cerco imperialista no podía haber garantía absoluta de no intervención, pero sí podría construirse íntegramente el socialismo pues —a su juicio— la revolución rusa era autosuficiente. Más exactamente los principales argumentos de Stalin para justificar su teoría del socialismo en un solo país fueron: 1) la recuperación relativa del capitalismo occidental posponía en lo inmediato la revolución proletaria mundial; 2) Rusia se estaba reconstruyendo eficazmente sobre la base del poder soviético, y 3) su enorme territorio, su gran población y sus vastos recursos permitirían la transición al socialismo en la «sexta parte del globo»39. La teoría leninista de Rusia como «eslabón débil de la cadena imperialista» está en el origen de la teoría del socialismo en un solo país y es que, como gobernante, Lenin pasó pronto de la revolución mundial a defender cada vez más los intereses del Estado soviético. En efecto, Lenin se apercibió de que la URSS tendría que coexistir con un entorno de Estados capitalistas hostiles; de ahí que se volcara en las tareas internas desde el final de la guerra civil en 1920. Como gobernante Lenin se ocupó casi exclusivamente de problemas de reconstrucción y no de exportar la revolución; de ahí que Stalin pudiera escudarse en varios de los últimos textos de aquél para justificar su teoría40. El socialismo en un solo país cortó los lazos con el determi nismoeconomicista (algo muy leninista, por lo demás), pues fue una cobertura ideológica de una estrategia desarrollista «por arriba» que vinculaba la hegemonía de Stalin en ('I Partido, el

I «i Í itd (Ji« StAiiN os de 1928 en id., 1968, 1 ’ 1 '8

" K, AUHUKA, 1951, 55

*' UlAM, 1969, 442; CAHR, 1975,48 ( MATIU?/VNM k* MV »■

154

corporativo { Jf> nal«sf)H> ruso En t*í«H to, tal teoría cstalinista tuvo una impliV,/ t arga iw ionalista que

4!

SABINE, 1974, 622-623; CARR, 1975, 56-59; COLLETTI, 1977 ' La cita es de STAUN (1925) en PROCACCI, II, 1975, 54; GAUDÍM ÍQ-1 51 v 86 ; CARR, 1974, 186; CoiE, Vil, 1974, 237-238. ' 14/(1 5 I a < ita de TROTSKI es de 1930, en CARR, 1975, 45. M CARR, 1981, 37; DFUTSCHER, 1969b, 44; KOIAKOWSKI, IQ*U

H % 't> *»A tHH( HfVftJt t IHl ISTAÍXÍ VXÍAlfifA

funcionó al ser una suerte de dec UtM ^ de írxk'pendencia frente a Occidente que sintonizaba con t<.n. cieñe ias eslavófilas muy tradicionales. Además, la consolidar ión di' un enorme af)arato burocrático reforzó aún más tal líne<4 política por su carga conservadora del poder existente. Paralelamente. los adversarios de Stalin pudieron ser fácilmente desate torizadas como peligrosos aventureristas e incluso como derrotistas por no confiar en las potencialidades de las masas soviéticas41. En suma, para Stalin la teoría del socialismo en un solo país fue esencial para reforzar, a la vez, el poder del Estado soviético y el suyo propio. La principal consecuencia del triunfo de esta línea fue la prioridad absoluta acordada a la defensa de la URSS y, por tanto, la subordinación de la revolución mundial a sus intereses: «la dictadura del proletariado se ha afianzado en Rusia a consecuencia de la victoria del socialismo en un solo país»42. Trotski admitió que la teoría del socialismo en un solo país era !a única sólida que se le oponía: «la teoría del socialismo en un solo país (...) es la única que consecuentemente y hasta el fin se opone a la teoría de la revolución permanente»43. En cualquier caso, su descalificación fue rotunda: a su juicio, tal teoría sería «pequeño-burguesa», «nacionalista» y, en cualquier caso, inconsistente por imposible, ya que sin revolución mundial e¡ socialismo no puede «culminar» en un país aislado44 Esta perspectiva sería —a su juicio- del todo irreal por la inevitable inserción de Rusia en la economía mundial, algo que la haría vulnerable a la subversión capitalista, y porque militarmente no podría resistir una agresión imperialista combinada, salvo que el triunfo de la revolución en Occidente lo impidiera Lo cierto es que, en los años treinta, la URSS se convirtió en un Estado militar-industrial muy sólido (y de naturaleza totalitaria), lo que —a la postre— le permitió resistir y vencer la agresión na/i durante la Segunda Guerra Mundial. Esto es, la URSS dio paso al modelo de lo que posteriormente se ha denominado socialismo real, que, al margen de si traiciona o no los ideales comunistas, fue el único empíricamente conocido. En otros términos, la posible contradicción entre el proyecto teórico marxista y su plasmación práctica soviética es relevante para la filosofía normativa, pero no para la ciencia política, cuyo objeto es el de analizar la realidad tal cual es. Mayor interés tiene, en cambio, la apreciación de Trotski de que el estalinismo como «termidor» soviético se había debido al éxito de su teoría del socialismo en un solo país como cobertura de un gobierno despótico-buro- crático: la burocratización de un Estado obrero atrasado y aislado y la transformación de la burocracia en una casta privilegiada omnipotente constituye la refutación más convincente —no sólo teórica, sino práctica— de la teoría del socialismo en un solo país45.

El PARTIDO V UREVOlUc ION

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2. LA VANGUARDIA REVOLUCIONARIA A) LA TEORÍA DEL PARTIDO DIRIGENTE El Partido bolchevique se autodefinió como partido dirigente; de ahí la teoría de su centralidad absoluta en el sistema político. De acuerdo con esta tesis, el Partido interpretaba mejor que la sociedad los «verdaderos» intereses de los trabajadores gracias a su conocimiento «científico», pues no era simple emanación o expresión de la voluntad de éstos, sino su vanguardia organi- ¿ada con la debida «conciencia de clase». Esto tiene que ver, Por cierto, con otro axioma intocable de los bolcheviques que os el de la relación entre el Partido y la clase obrera: por un lado 4'

iKoiski, 1077b, 69.

MlVKX'l j MI l Si Al X > M N I Al IMA

Foíogratía del embrión del partido bolchevique reunido en torno a Lenin en el comienzo de la primera década del siglo xx. Este grupo se autodenominó Unión para la lucha por la emancipación de la clase obrera, y sus militantes asumieron pronto un protagonismo decisivo en los grupos revolucionarios rusos de esos años. Gráfica y Política. se sostiene que hay correspondencia automática (al proletariado sólo puede corresponderle un auténtico partido que lo «represente» —el bolchevique naturalmente— sin garantizar institucionalmente mecanismo alguno efectivo que permita comprobar tal vinculo) y, por otro, la tesis de considerar a las clases sociales como actores políticamente unitarios es del todo insostenible desde el punto de vista empírico46. Por tanto, en la construcción doctrinal bolchevique se supone que el interés del proletariado es, por definición, idéntico al del Partido y que sus genuinos intereses sólo podían expresarse a través de él. La ’ DH;T$ÍHUÍ, 1989b, 220; BETTELHEIM, 1974, 99; CAKK, 1974, 115; R O ÍA *(mw, 1982, *85.

" PAKTIDOY

A REVOUX K“)N

W

«voluntad de la nación» se expresa a través de su primera el. se, e proletariado y este a través de «su» Partido, con |0 oue ei circulo se cierra: el Partido representa a todo el Estado soviético plunnacional; de ah, que el principio de las nacionalidades se subordine a aquel al ser superior su interés al derecho de autodeterminación de cada uno de sus nacionalidades47 En suma, la teoría bolchevique del Partido dirigente descansa tanto en determinados apriorismos (representante exclusivo del proletariado, inductor en el mismo de la conciencia revolucionaria) como en un rígido modelo organizativo:

partido

de

revolucionarios

profesionales,

rigurosamente

seleccionados, con dedicación exclusiva a la causa, de ¿igit-prop para preparar y dirigir la revolución, estrictamente centralizado, con férrea disciplina y estructurado jerárquicamente en «células» de sector48. Tras la revolución de Octubre el Partido bolchevique muy pronto fue la única organización real en el país; de ahí que la consigna «todo el poder a los soviets» se tradujera, en la práctica, en todo el poder al Partido. La toma del poder produjo un cambio, pues éste pasó de ser un partido antisistema a otro de gobierno y de uno de militantes profesionales más bien reducido a un partido de masas. Por lo demás, las características estructurales citadas del Partido bolchevique lo predispusieron a determinado estilo político jerárquico, algo favorecido asimismo por la desaparición fácti- ca de la autonomía en todas las instituciones (soviets, sindicatos, cooperativas, asociaciones diversas) y esto es lo que explica que se convirtiera en el mayor protagonista de la historia soviética49. En la teoría política de Lenin la entronización del principio dH partido dirigente de vanguardia es uno de sus ingredientes fundamentales: a su juicio, la clase obrera debe ser «guiada» por

Kr)i AK( AVSKI, 1982, 395, Sobre l<> teoría y la prát t i t a bolchevique en >'» cuestión nat tonal vid. MAKIIN, 2001,

^ Moovi, 1956, 04 y 72; I UKAt s, 1997, 25-35 teto Itbfo e *3»» 1**74 " BKOof, 1971, 174 y 170; I»K<x*< i, I, 1975,11, fd. 1977 15 t \KV * V 247; w AfMNDKOfM y K. 11 NK €*0 SUBtMAIs/VHANi IVA, 1**^1 .'4 " Mv v; JfWH 1 U,

¡sámente

la miñona revolui lunaria «esc laret ¡da» pr« t>,, dos típicas respuestas del proletariado desorganizad,, y ^ j sutil ¡ente .conciencia de i lase»: el ec.onomicismo y c| ¡ tam-ismo. I’.tr.i I enin, la clase obrera por sí sola es ¡n( afW/ d,. rebasir el horizonte del sindicalismo reformista o el de la revud. ta anárquic a discontinua. l*or tanto, la revolución no puedo dejarse en manos ni del estrecho y «cortoplacista» tmebunionismo obrero, ni del

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espontaneísmo sin dirección ni organización. La respuesta leninista a sendas conductas «erróneas» es la del Partido, supuestamente investido del método científico «correcto» que aporta, desde fuera, la «conciencia de clase», el único capaz de garantizar la iniciativa política decidida en nombre del proletariado50. Con ello se produce un desplazamiento efectivo del agente revolucionario desde el proletariado (Marx) a «su» vanguardia (Lenin) y esta afirmación teórica central pasó a ser principio autolegitimador incontestable del Estado soviético, lo que provocaría en los hechos la subordinación completa al Partido único de toda la sociedad. Se fundamenta así una concepción de tipo «jacobino» del partido revolucionario que ejerce la dictadura en nombre del proletariado. Lenin no dejó de vislumbrar problemas de organización del consentimiento e incluso riesgos de «blanquismo», pero no proporcionó fórmulas eficaces para abordarlos pues sus propuestas de mejora jamás contradijeron la realidad de la teoría vanguardista que había desembocado en la práctica en un sistema de partido único. La alta centralización y la férrea jerarquía encerraban claros riesgos de personalización y burocratización del poder y, aunque Lenin se apercibió de ello, no previo sus consecuencias a largo plazo ni supo cómo evitarlas. En suma, entre los principales carencias del leninismo está precisamente su concepción inalterada del partido revolucionario, lo que le impidió articular fórmulas alternativas para afrontar la degradación burocrática, realidad ésta que captó51. Antes de LIIBMAN, I, 1973, 125; SABINO 1974, 583, 585 y 587; Sonto, 1976, 79; MAKOING, 1977-1981; SHHMBKINI, 1982, 901; RIAD, 2004. M MARCUSI, 1969, 45; O MI mi, 1977, 12 y 22-23; IIIBMANN, II, 1971, 126 RADIAVI, 1975, 156-160; Vil AS, 1995, 189-190. 0

1 1 C A R I I I M > y | A R i V * >(i i H

febrero de 1917 Lenin y Trotski no tenían exactamente la mi* m«i visión del partido revolucionario, absol uta menú* c lave mn el primero e instrumental para (‘I segundo. En este sentido, Iróts ki tendía al «espontaneismo» al ser más favorable al papel poli tico motor de los soviets, toda vez que ~~a su juicio ............ las tesis de Lenin tenían implicaciones «sustituidas» de las iniciativas de las masas. Con el ingreso de Trotski en el Partido bolchevique la coincidencia con Lenin fue entonces completa e incluso con tintes aún más vanguardistas en aquél52. Stalin llevará hasta las últimas consecuencias la mitificación del Partido fundido con un Estado totalitario: en su teoría se da una magnificación absoluta de su papel dirigente, algo presentado como necesidad dictada por las «leyes objetivas de la historia». El Partido es el único agente portador de la verdad «científica» y de la línea general «correcta» y sólo él puede llevar a las masas al socialismo y derrotar a los «enemigos de clase», F^ra Stalin, «el Partido es la forma superior de organización del proletariado», es «factor básico dirigente», es el «estado mayor» de la clase obrera, incluso su «élite» (s/c), y es el que encarna la «misión histórica» de emancipar a las masas53. Trotski no había tenido como menchevique una concepción tan centralizada, jerárquica y conspirativa del partido obrero revolucionario y, sin embargo, al ingresar en el Partido bolchevique defendió con ardor las características leninistas del mismo- I or tanto, de criticar el «sustituismo», tras la toma del poder sostuvo que el papel central del Partido era indispensable, con magnificación de los líderes incluida. Durante los debates de los anos veinte Irotski preconizó dos elementos incompatibles: el monopolio del poder para el Partido bolchevique y el monofxt* De ' * t ^ ) ( , f , a d para los bolcheviques. No comprendió en ese n ir! i ° (jUí' Sul)r,m'r alternativas no bok heviques (los demás 1' ,í,(* fueron prohibidos en 1920) implicaría al final hacer lo

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que los demás

partidos habían sido disueltos. Su respuesta os puramente voluntarista al afirmar que formular la mora pregunta os caer en el fetichismo «liberal» y al añadir que ol gobierno revolucionario «tiene suficiente material para pro bar su línea de acción», sin más precisiones*4. Bujarin mantuvo la ortodoxia del partido dirigente hasta su caída política al defender todas las características básicas leninistas de la teoría vanguardista.

Justificó

el

monopolio

político,

la

disciplina,

la

centralización, la jerarquía e incluso el rechazo de las fracciones hasta que fue ya demasiado tarde**. En realidad, el Partido bolchevique que protagonizó la revolución de Octubre cambió radicalmente su composición de base tras la toma del poder y, sobre todo, tras la guerra civil, que dispersó a numerosos militantes veteranos. La incorporación masiva de nuevas oleadas de afiliados sin experiencia polític a y el control de la renovación de los cuadros por parte de la cúpula estalinista facilitaron la cristalización del monolitismo en todos los niveles, dentro del aparato y fuera de él. El monolitismo presenta tanto una dimensión teórica (solo el Partido representa al proletariado, sólo es posible una línea correcta) como práctic a toda vez que el vaciamiento de los soviets y la subordinación de las administraciones públicas hicieron que sólo el aparato bolchevique gozara de entidad política. El Partido bol- c lev i que se configuró como una «jerarquía de secretarios» en cuyo vértice se situó el poderoso Secretario General, todo ello en una estruc tura cada vez más concentrada y burocrática. M

OrufscHrK |%9b, 226-2 30; .U, 1971, 126-127; BAMMIW, 1968, 195- ‘ f^KASv), 1970, 18; AV.NAS, 1975, 43, 48 y 55. U cita de ÍROISM (es dr 1 120) en KOIAKOWSKI, 1982, 498; A. I IOK/A en ANIÓN, 1908, 201 202 11 >WY, 1973, I 72173 y 240; BUJAHIN, 1974C., 178 (texto do 1925),

H PARTIDO Y U RfVOilK IÓN 4)

En efecto, la institucionalización del Partido bolchevique como único partido de gobierno reforzó su aparato, que se despren dio por completo de cualquier control no ya externo (esto des i pareció tras la liquidación de la Asamblea Constituyente en 1918) sino incluso interno al asfixiarse las fracciones56. Además aunque el Estado se revistió de formas federales (más por razones instrumentales que de encaje de la plurinacionalidad), el Partido no pues fue «uno e indivisible» en todas las Repúblicas soviéticas de tal suerte que en la URSS el federalismo no operó como factor de real distribución territorial del poder, sino de mera reordenación administrativa. Con partido único de gobierno y con centralismo democrático en todas las administraciones públicas el federalismo soviético tuvo un carácter nominal en lo político, aunque fue factor de organización técnica y de compensación de élites de las «nacionalidades titulares» en diversos territorios6. Lenin siempre defendió la necesidad de un partido centralizado, disciplinado y unido tanto antes de la revolución como después, pues sólo con un instrumento así sería posible primero tomar el poder y, a continuación, transformar la sociedad. Sin embargo, asi como en tiempos de Lenin el debate interno estaba a la orden del día, con Stalin se formaliza un sistema de poder manifiestamente antipluralista. Desde su punto de vista la unidad sin fisuras fortalece el socialismo mientras que la divergencia lo debilita, ya que un exceso de crítica puede hacer el juego al enemigo. En efecto, para Stalin atacar a la dirección del Partido y a su aparato es «romper la columna vertebral» del sistema soviético y es, por tanto, «minar los fundamentos de su dictadura»; de ahí que todo análisis deba hacerse siempre en con-

' Va en fecha tan temprana como 1919, el 60 por 100 do los miembros di ! Partido bolchevique trabajaba en las administraciones del lsta
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4»* lAWOKiAM >U MtVK.H'í OH IMAMO** IAIIMA

tomml.uhon la «línea general»'". La construcción del *K|,j|h nio requiere la unidad monolítica del Partido y la máxima dis ciplina, siendo la fórmula de avance «un líder, un l'artido,

Utlil

línea

general»: un Ejército Rojo de varios millones de hombres, un Partido con sete cientos mil afiliados y tan sólido como el acero |...|. M Fornido, en cualquier momento, puede reforzar sus filas y, respondiendo a una sola consigna del Comité Central [...1, es capaz de lanzarse contra cualquier enemigo1’9. Rara Stalin, las claves radicaban al respecto en controlar férreamente la composición del Partido, centralizar el trabajo y acentuar la vigilancia pues los peligros proceden tanto del exterior (el «cerco capitalista») como del interior (los «traidores quintacolumnistas»). Especial obsesión estalinista en su celo punitivo para liquidar a sus enemigos fue la de Trotski: «la tarea del Pujido consiste en enterrar el trotskismo como ideología»60. Pira- lelamente Stalin en el poder dejó muy claro lo que él entendía por democracia en el seno del Partido: trodpS|SltiS c- T !aC!adentrodel Partido? La democracia denotaría conscienteT ^ reforzar la unidad (...], la disciplina proel trabaio de sel^r'eSjie? a acíu<1 idad nuestra tarea es concentrar órgano único61 C ° °S cuadros desflc arriba, en manos de un

viza^iórfde mínd'-r t0nlplela democrac¡a en el Partido y sudación de condiciones para ser militante del mismo era irres- 7 7 8 9 ponsable pues los «elementos burgueses» conspiraban. El segundo peligro irresponsable era —a su juicio-- pedir completa libertad de discusión pues el Partido no es un club liberal, sino una unión de combate del proletariado. Desde su criterio, hay elementos básicos del bolchevismo que son «axiomas» cuyo replanteamiento sólo puede hacer el juego al enemigo de clase62. Durante los años veinte Trotski claudicó ante el mito de la «unidad» ,26; BfnnMf,M 0 1 ; C H A T U ! ' ' Stalln: |AVW KSKV 1 %7 39; BROUÉ, 1979, 213 y 398; $omo,' 1976, "s™ * ’ ', <

1974,1

Esta cita de STALIN es de Mr» tpmnnn'» i L

1975, 277 (nótese I,. significativa meS H^IT" ,9,8< "" UlAM' '< ANIÓN, 1998, 197 y 199 * Pv,a {L’I f |er( tío); A. ¿LOMEA en

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11 PARI IDO Y l A kf Vf >1 UC K')N 4 }

del Partido, en contra de lo sostenido por las posteriores falsificaciones estalinistas: el Partido en última instancia siempre tiene razón porque el Partido es el único instrumento histórico que le es dado al proletariado para el cumplimiento de sus tareas fundamentales Í...J. Sé que no debemos tener razón contra el Partido. Sólo podemos tener razón en el Partido y a través del Partido, pues la historia no ha creado otra vía para la realización de lo que es correcto'1’.

Toda una concepción de culto al Partido-Iglesia, mitificación de la historia y de la «misión» del proletariado y renuncia al propio criterio si pugna con la razón del Partido. Con estas tesis —que todos los bolcheviques compartían—era imposible enfrentarse adecuadamente al estalinismo, algo que Trotski sólo captó en el exilio.

B)

EL PARTIDO, LAS FRACCIONES Y LAS MASAS

A los bolcheviques nunca se les ocurrió reflexionar sobre qué hacer si, tras la toma cié poder, perdían de hecho la confianza de los trabajadores pues —de entrada— les resultaba inconcebible el planteamiento y daban por supuesta tal voluntad. Todos los discursos de los dirigentes están cargados de referencias a un proletariado mítico como si éste fuera el ver da doto divisor, a la ve»/ que quien oc upa el poder lo da siempre por legitimo.

*■ ' Mr*#!, 1956, i S f , y 1r,7.

la uta ck* TKOÍSW (dt* 192 1) en Omis< ÍO, AVIDAS, 1971, f,4

BHC

1969*»

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lo demas. al cerrarse todos los canales de expresé fue lnp , Mi- oue los c onflit tos soc iales se reflejan en el partido úni (); |0 „ue llevó a su progresivo endure.,miento. lonin mantuvo una actitud un tanto ambivalente ante ia«> amasas», pues siempre desconfió de su «espontáneísimo»; de ahí uue su retórica ocasional sobre la «línea de masas» deba interpretarse siempre en conformidad con las determinaciones del fo- tido dirigente64. Con tonos claramente populistas, para Stalin el mayor peligro para un partido revolucionario no era la buro- cratización, sino la «separación de las masas»; de ahí su rechazo de la «charlatanería de la oposición sobre la democracia», y lo cierto es que, en el fondo de su actuación, «se advierte una profunda falta de fe en la popularidad del socialismo», algo que él siempre atribuía a sus adversarios precisamente65. La desmovilización del Ejército Rojo tras la guerra civil contribuyó a elevar la burocratización del Estado hasta el punto de que Trotski reconoció que «las masas fueron en todas partes poco a poco eliminadas de la participación en el poder»66. De entrada, Buja- rin sostuvo criterios ortodoxos sobre la conexión Partido-masas con el argumento formal de que el crecimiento del número de militantes «probaría» su conexión con los trabajadores. Es evidente que, en un sistema de partido único, ingresar en él proporciona ventajas de todo tipo; de ahí que muchos soviéticos se apuntaran al mismo, lo que refleja la debilidad del argumento de Bujarin, que no prueba lo que él pretende demostrar. En cambio, sucesivamente fue haciéndose más crítico y admitió que el Partido se estaba «alejando de las masas»: «el partido del proletariado en el poder está en una situación en la que corre el riesgo constantemente de despegarse de la clase, de burocratizarse, de degenerar, de petrificarse», aunque con notorio voluntarismo concluyera afirmando: «pero nuestro Partido no lo con-

M(XjRr, 1956, 61; BETEELHEIM, 1974, 170-171; DFUTSCHFR 1 9 7 1 462; KOIAKOWSKI, 1982, 477. ‘ l.» cita de STALIN en PKOCACCI, 1977, 1 10. la última cita es de Ocios M

CHE», 1969a, 248.

" COUINH, 1957, 31.

11 p

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41

ión soniira jamas»" . En su cerrada defensa de I. MPP , , social za obrero-campesina Bujarin afirmó que la integración sig nificaba «normalizar» la autoridad soviética h, m-»»»/-.». ___ .. . de ciudad 'Kd' "acería mas acop table para el¿a mayor número posible 7

debían tenderse «puentes» y «vínculos» entre eí Tt l'; sociedad y, por otro, Bujarin afirmó que el crecimiento mico real solo sena posible con paz civil. Esto aconsejaba cen trarse en las «masas no pertenecientes al P&rtido», así como abandonar la coacción en aras de la persuasión y la educación- de su oposición a la obligatoriedad de una afiliación general a las organizaciones auxiliares en aras de la voluntariedad68. Tras la toma del poder el Partido bolchevique cambió profundamente su base por la incorporación de militantes de aluvión con bajisima tormación cultural, mientras que la cúpula no reflejó renovación alguna. Estadísticamente la presencia de obreros manuales en la dirección del Partido bolchevique, que fue prácticamente simbólica, y el gap entre ésta y una base fácilmente mani- pulable fue cada vez mayor. Stalin hizo incluso de la necesidad virtud, y en notoria contraposición al criterio de Marx —que siempre aspiró a elevar el nivel cultural de los revolucionarios— afirmó que no era preciso tener un Partido compuesto por personas que dominasen el «marxismoleninismo»: «al querer tomar ese camino, sólo dejaríamos en el Partido intelectuales y eruditos. ¿V quién necesita semejante Partido?», con lo que hace de la incultura algo positivo nada menos que en un partido que se dice de «vanguardia». Es evidente que el «obrerismo» de Stalin no es más que un populismo que se adecuaba perfectamente a su concepción del Partido como simple instrumento administrativo al servicio de su poder''’. Complemento necosario de la concepción estalinista del Par tido es el de* las «depuraciones» periódicas para «proletarizar» í( on objeto de redut ir al máximo la presencia de intelei tóales ' HUÍAHIN Í19ZS) en M., 1074«, 3SO; BIMHMIIM, 197^, 4
( OHM, 1070, 171 y 20t> ” I a < iu di» SÍAUN **n Uf AM, II, I97S, IOS; (AH* S* y W

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«iH’queño-burgueses» que presionan para debatir) y para oXpu| wr a los arribistas, los oportunistas y, por supuesto, los «enen%* cíe clase» que se infiltraban recurrentemente en aquél. En efecto stalin basó gran parte de su poder en la teoría de la «conspiración permanente»; de ahí que las purgas fueran un método usual de gobierno. Llegó a establecerse una Comisión de Depuración en el Partido a tal fin, que elaboró una lista casuística y arbitraria de «enemigos depurables», en la que se incluían literalmente los elementos extraños (sic), los enemigos de clase, los que hacen doble juego, los que infringen la disciplina de hierro, los degenerados, los trepadores, los aprovechados, los elementos burocratizantes y los elementos moralmente corruptos70. Ya antes de la revolución el propio Lenin había afirmado que «el Partido se fortalece depurándose» al librarse de los «elementos vacilantes y oportunistas», pero fue Stalin el que llevó hasta las últimas consecuencias tal tesis al concluir que «el Partido se fortalece a medida que se libra de suciedad»"1. Así, las purgas se convirtieron en un método permanente en manos del aparato y de su Secretario General para plegar el partido a sus intereses; de ahí que los estatutos fueran reformados a menudo siempre para endurecer las medidas disciplinarias: «con decisiones periódicas del Comité Central tengan lugar purgas para limpiar sistemáticamente el Partido»72. Decía Kalinin: «si un individuo se muestra contrario a nosotros en el trabajo práctico, hay que expulsarle aunque sea archiproletario», y concluía Yaroslavski: «la purga del Partido tendría que ser general, debería abarcar a la totalidad de nuestro Partido»10*. El resultado efectivo fue generalizar la obediencia absoluta, el conformismo y la apatía, con lo que el Partido bolchevique dejó de ser un actor político vivo. 1 2 1 ; AVENAS, 1975, ’ La cita de LENIN en FERNÁNDEZ-BOEY, 1977, 50; la de STAUN íde i<m> en UIAM, II, 1975, 146. ? ¿ PROCACCI, 1977, 1 8 1 ; BROUÉ, 1974, 588 y 5 9 1 . y 7!

154. 7

Ambas citas son de 1928, la primera en CARR, 1983, 157, y la secun da en íd., h

" La lista en PROCACCI, 1977,162-163; TUCKER, 1971 59 y 60.

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UIAM,' 1%9, r>H4; Con, VI, 1974, 124, PmKM' a ^■ 1 1 <*». otas rio StAtiN (di* 1924) en id., 19<»9, ¡ -7, fí»ANKtlN, l'C/l, 274 77f>. 10

El PARTID

0Y l.A KEVOUX ION 4 7

E! sistema de partido único reflejó inevitablemente - si bien de manera muy imperfecta y disfuncional- los diferentes inte reses sociales, lo que favoreció la cristalización de fracciones internas. Aunque éstas fueron prohibidas formalmente en 1921, siguieron manifestándose de hecho hasta principios de 1929, pero siempre fueron vistas como portadoras potenciales de desviaciones de clase; de ahí la «justificación» de las depuraciones periódicas. Una de las grandes contradicciones de todas las oposiciones bolcheviques fue la de pedir más debate y más libertad de crítica, pero preconizando a la vez reforzar la unidad y la disciplina, y ello porque en la cultura política que compartían la acusación de «fraccionalismo» era una de las más graves74. En todo caso, la prohibición formal de las fracciones fue la expresión de la progresiva centralización del aparato, de la asfixia creciente del pluralismo interno y de la consolidación del burocratismo. En este sentido, para Stalin fue un acierto rotundo prohibir las fracciones para garantizar la unidad frente el enemigo de clase: la existencia de fracciones es incompatible con la unidad y la disciplina del Partido. Conduce a la existencia de diversos centros de dirección, a la ausencia de dirección general, al troceamiento e a voluntad única que debe presidir el cumplimiento de as tareas c Partido, al relajamiento de la disciplina, al debilitamiento o a ic tadura.

V esto es así porque el Partido bolchevique «no pue e a mi tir ni el liberalismo ni la libertad de existencia de racciones», pues «el Partido es la unidad de voluntad que exc uye to o cionamiento y toda división de poderes dentro e r 1 ° • De entrada, Trotski mantuvo la posición más ortoc oxa a (o siderar el fraccionalismo «como el peor (rimen <()í1tra ( ‘ do» en una coyuntura (1922) en la que fue < avt c
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«Oposición Obrera» (de ( hluipnikov y Kollontal). Así, afirmó- .ontos el único Partido del país y, en el período a, lu.il de di, ,adura, no cabe que sea de otro modo»76. No obstante, Trotski admitió que esta realidad hacía que todas las presiones y contradicciones confluyeran en el Partido y se consolidaran como fracciones organizadas. Ante esto su respuesta fue: si se desea que no haya fracciones es preciso que no haya grupos [x>r- manentes; si se desea que no haya grupos permanentes, es preciso que no haya grupos temporales; y, por último, para que no haya grupos temporales, es preciso que no se produzcan divergencias de puntos de vista ’.

Trotski fue consciente de que eso era imposible, pero no pro- pordonó entonces indicación práctica alguna que permitiera superar tal contradicción. Durante los debates posteriores a 1924 Trotski confió en que, al final, el Partido sería capaz de resolver sus contradicciones, pero las progresivas dificultades para las oposiciones le hicieron rectificar parcialmente al admitir la legitimidad de «tendencias», que no «fracciones»; algo —esto último— que sólo defendería tras la derrota del «bloque de las oposiciones»78. Una evolución similar tuvo Bujarin, pues cuando tuvo poder sostuvo criterios ortodoxos: libertad interna de crítica sí hasta la adopción de la decisión obligatoria de acuerdo con el mecanismo del centralismo democrático y, por supuesto, rechazo de fracciones organizadas; «si legalizamos tal fracción dentro de nuestro Partido, entonces legalizamos otro partido y (...) entonces en realidad (...) nos desviamos de la línea de la dictadura del proletariado», criterio que sólo cambiaría (pero sin manifestarlo públicamente) en los años treinta79. El gobierno monopartidista acabó cercenando todo debate, pues sin competencia electoral real y sin libertad de partidos el Partido bolchevique se fue tosilizando. En efecto, la supresión

7''

ABOSO», 1974, 71;CHATFIET, 1977, 73. ' la cita de TROISKI (1923) en CuÁímr, 1977, 73; BROUÍ , 1973, 254. * KAK HHR, 1968, 61; DfüTscuFR, 1971, 328; MAVRAMS, 1971, 71-74. Coi UN, 1976, 340; PROCACO, 1977, 84.

" CUTIDO YUMWUICIÓN 4<»

del pluripartidismo acabó teniendo consecuencias internas que acabar con las controversias externas pero mantenerlas den tro resulto imposible"0. Lenm constató la burocratización del Partido y el bajo nivel cultural de la nueva militancia posterior a 1917, pero fue incapaz de ofrecer indicaciones precisas v efectivas sobre cómo atajar estos problemas más allá de consignas generalistas a propósito de la «línea de masas». Por su parte Stalin al referirse a los «sin partido» y a los «militantes del Partido» llegó a afirmar: «la única diferencia entre ellos consiste en que los unos son miembros del Partido y los otros no. Pero ésa es sólo una diferencia formal», lo que equivalía a dar por liquidado al Partido como organización viva y a considerarlo como puro aparato administrativo, como así eraH1. Para Trotski los síntomas de degeneración del Partido bolchevique consistían en el divorcio entre la dirección y la militancia y en la pérdida de base democrática interna. Es más, en el exilio afirmó que los problemas se habrían debido a la prohibición de fracciones (algo que él apoyó en su día) y al reclutamiento masivo de nuevos militantes sin suficiente conciencia política avanzada. Por tanto, el despotismo del aparato estalinista y la ausencia de «relación dialéctica» con las masas habría provocado «la liquidación del Partido como cuerpo político activo», algo debido —a su juicio— al fin del grupo dirigente cohesionado que había triunfado en 1917: una clase con una vanguardia desintegrada (y la ausencia de libre discusión, de control sobre el aparato, de elección, signitica la desintegración de la vanguardia) sólo puede convertirse en un objeto a dirigir por [jarte de un aparato centralizado”2.

Aún más contundente es la amarga y monitoria de Bujarin:

lúcida reflexión pre

*’ DtUTVHfR, 197!, 29; ÜIBMANN, II, 1971, 131; MA< RIDIS/HUIHUNC. 1998, 144. ” I a c ita de SÍAIIN (de 1946) en Coiu ni, 1977, 1S. Sobre lenm \»d BIIHINIIM, 1974, 282 y 411. #/ < AKK, 1981, 129;ABOS(H, 1974, 118; HAK MUR, 1968, 200; Om*N» MJK !971, ) P A S Q U I N O , 1982b, IMS 1646.

SO lAHORfAHíHíHfVIQUI DH fcSTAfX) SOCIALISTA la historia está llena de ejemplos de la transformación de partid,. « la revolución en partidos de orden. A veces los únicos recuerdos í un partido revolucionario son los lemas que ha inscrito <*n |os 0(¿¡ cios públ¡cos0^

Es cierto que, en 1917, ningún bolchevique se había propuesto liquidar todo pluripartidismo, pero la guerra civil condujo a ello. No obstante, la cúpula del Partido bolchevique mostró un alto nivel de pluralismo en los años veinte, entre otros factores porque el modelo de la NEP (que era pluralista en los ámbitos económico y social) contribuía a favorecerlo. En este sentido, el viraje estalinista de 1929 —que coincidió con la derrota de Bujarin y la liquidación de la NEP— dio paso a un sistema de partido único totalitario. En su momento, la supresión de los partidos fue presentada por Lenin como fruto de los imperativos de las circunstancias al reputarlos como «objetivamente» contrarrevolucionarios. Esta medida, formalmente provisional, resultaría ser consustancial del sistema soviético, y lo cierto es que hay en Lenin una ausencia prácticamente total de reflexión sobre el partido único en el Estado socialista pues nunca vio que el principal problema político estructural del que se derivaban todos los demás radicaba en este factor precisamente84. Fue Stalin el que teorizó la necesidad del partido único como factor lógico del Estado s(x:ialista de acuerdo con su criterio hiperreductor de la relación entre partidos y clases sociales. La «democrática» Constitución estalinista de 1936 consagraba el papel dirigente central de! partido único (art. 126) con el argumento de que en la URSS se había abolido la lucha de clases: debo reconocer que el provecto de la nueva Constitución conserva el régimen de la dictadura de la clase obrera, asi como mantiene también sin modificaciones la situación dirigente que ahora desempeña el Partido Comunista de la URSS. Un partido es parte de una clase, su sector más avanzado. Varios partidos y, en consecuencia, la libertad de partidos, sólo puede existir en la sociedad en donde haya clases antagónicas, cuyos intereses sean mutuamente hostiles e írrela cita de BUJARIN (de 1922) en COHÉN. 1976, 262. M UfBMANN, II, 1973, 107; BÍTTRHFIM, 1974, 237. B1

Uón Trotski, principal artífice del Ejército Rojo, junto a un comisario de r »u rra bolchevique en l()20. I ras la victoria comunista frente a los cjerciloM on •rarrevolucionarios, su lucha contra Stalin por el control del l’artido aeal'.ma '1,11 HU caída en desgracia y su exilio de la Union Novicia a < \ I < <>

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la URSS sólo hay do» dase», obrero» y, amp,,S|ii( interests ser hostiles entre si vm, po, ,.| C varios partidos y, en consecuencia, para la liliertad de estos pdr.

tidos*’.

Ln 1921 Trotski fue totalmente favorable al partido único pues a su juicio, la Rusia Soviética era una «fortaleza sitiada* que tenía que defenderse del «cerco imperialista». Trotski no vio el ascenso del estalinismo como resultado práctico del monopolio bolchevique del poder —algo que justificó hasta el final de su vida-, y creyó hasta principios de los años treinta en la posible autorreforma interna del Partido bolchevique11 12. Trotski tardó en entender que tras la liquidación de todas las oposiciones bolcheviques (la última, la de Bujarin en 19281929) era inútil intentar la regeneración. Una vez en el exilio, de entrada negó que la Oposición de Izquierda que lideraba (una entidad esencialmente nominal y de hecho inexistente en la URSS estalinista) fuera a constituirse como segundo partido, pues aún confiaba en el cambio interior. Sin embargo, a partir de 1933 defendió la tesis de que su plataforma debería constituirse como partido en la propia URSS, rompiendo por primera vez el dogma del monoparti- dismo y admitiendo que «una misma clase puede formar varios partidos», revisión profunda de la tesis bolchevique de que al proletariado le correspondía tan sólo la representación del Partido Comunista13. En 1936 llegó a preconizar libertad para los «partidos soviéticos», sin aclarar nunca ese concepto (¿soviético como definición de ámbito territorial estatal o más bien de lealtad ideológica y sistémica?), pues sólo defendió la legalización de su plataforma virtual, sin mencionar a ningún otro grupo: la arbitrariedad burocrática deberá ceder su puesto a la democracia soviética. El restablecimiento del derecho de crítica y de una liber-

La cita de STAIÍN (de 1936) en SABINE, 1974, 616-617; MOORE, 1956, 223; DfüTSCHtR, 1969a, 352; BROUÉ, 1974, 526. I* DFUTSCHFR, 1971, 41, 395 y 424; ABOSCH, 1974, 75. 13 TROTSKI, 1977a, 251. 11

H PARIIIK) V ( A REVOLUCIÓN r> i

tad elec toral verdadera son condiciones necesarias para el desarrollo del país. El restablecimiento de la libertad de los partidos soviéticos, empezando por el Partido bolchevique, y el renacimiento de los sindicatos están entre ellos*8. Cuando Bujarin tuvo poder político, estuvo a favor del partido único

con tonos contundentes: bajo la dictadura del proletariado pueden existir dos, tres e incluso cuatro partidos, pero a condición de que uno de ellos se encuentre en el ptxier y los demás en la cárcel1”. No obstante, pese a tal ortodoxia, Bujarin se apercibió de los riesgos de arbitrariedad e incluso de despotismo del sistema monopartidista. Para llenar el vacío entre el Partido-Estado y el pueblo, Bujarin abogó por favorecer genuinas «asociaciones voluntarias» de todo tipo que contribuirían a ampliar la base social del sistema soviético. Sólo al perder el poder y en privado (conversaciones con Pavlov) Bujarin sugirió la posibilidad de crear una suerte de segundo partido no contrapuesto al régimen, pero capaz de presentar mociones para ciertas reformas y hacer las elecciones moderadamente competitivas; de ahí que con notable clarividencia señalara: es necesario un segundo partido. Si sigue habiendo una sola lista de candidatos en las elecciones y no hay una auténtica pugna, acabaremos teniendo algo parecido al nazismo. Rira diferenciarnos claramente de los nazis tanto a los ojos de los pueblos de Rusia como a los de los pueblos de Occidente hemos de introducir un sistema do dos listas electorales, en vez del sistema de partido único*0.

M

U cita de TROTSKI (de 19i(>) en A. t iORZA,en ANIÓN, 1998. 204; Oiurs <>««, 1%%, 28S; SIKU, II, 1973, 21 y 1CX); ABOS< H, 1974, 1 *>7; TROISKI 19 \v 218 y 270. * • «» uta de BUIAKIN (de 1927) en Bnoi-f, 1974, 1S7, COHIN m’n 281-

284.

ta uta de BtjiAKiN (<** de 1918) en tnWY, 197i, 417 t

¿«O 292 y 515

x X* XXKXXKXXX XXxXx XXX x xxx Xxx xxx Xx

Capítulo II La dictadura del proletariado y el Estado soviético T. LA DICTADURA A) LA TEORÍA

S

egún la teoría bolchevique, el proletariado necesita un Estado transitorio propio que prepare el terreno para su posterior extinción, algo sólo posible mediante la entronización de su dictadura soberana de clase. La dictadura del proletariado sería radicalmente diferente del Estado burgués no porque desaparezca la coacción (un atributo que en teoría sólo se reserva contra las antiguas clases dominantes), sino por su específica naturaleza de clase. En lo inmediato el Estado proletario es necesario para vencer la resistencia de los antiguos explotadores, para erradicar los viejos hábitos e inercias y para iniciar un proceso de transformación revolucionaria de la sociedad. La dictadura del proletariado sería la organización dirigida por la vanguardia de los oprimidos — convertidos ahora en clase dominante mayoritaria— para aplastar al enemigo (toda una concepción de la política) y para iniciar la transición al socialismo. En este sentido, la dictadura del proletariado sería la continuación de la lucha de i la* S(‘S bajo otras formas tras la toma revolucionaria del poder1. Antes de octubre de 1917 la reivindicación bolchevique» de urui república democrática fue puramente instrumental, pues, para ( “nin, ni es posible una supuesta «tercera vía» ni sustituir el t sta ( 0 >urgué$ sin una revolución violenta: V¡iA'., "l%af)7, CIKAY, I94M, 471; A, hnK/A en ANIÓN

m**

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U IKWlAMUt 1HVKJUI IHI IMAIK ) SOMAIISÍA |,t (jeme» r«x i«i es una lorma de f l<> burguesa {...J. I qy*. ^ ju< ,on li.tM enfiló a los limites del sistema burgués, estábamos a f ^ do la i Ierro x M< ia; fiero tan pronto vimos los primeros signos á> *x huno en H progreso de la revoluc ión apoyamos firme y resueftament la
Y es que ésta no sólo es plenamente legítima, sino también una necesidad absoluta para las masas trabajadoras No puede haber término medio entre la dictadura de la burguesía y la dictadura del proletariado. T(xJo sueño de tercera solución es una lamentación reaccionaria de la pequeña burguesía.

Do ahí so desprende que «la sustitución del Estado burgués por (‘I Estado proletario es imposible sin una revolución violenta» \ La clave para Lenin era la de destruir el Estado burgués, no la do apoderarse de su aparato, y sólo tras hacer tabla rasa el proletariado construiría su propio aparato estatal encaminado a extinguirse a medida que progresara la transición al socialismo, l a dictadura del proletariado debería presentar una doble dimensión: la más amplia democracia real para las masas y la represión más implacable contra los enemigos de clase. Este proceso paralelo de destrucción del Estado burgués y edificación del I stado proletario no da respuesta teórica a la cuestión de cómo se regularían las relaciones entre la dictadura efectiva que ejer- ((ría el I artido bolt hevique en nombre deI proletariado y la aspira( ‘*1 autogobierno de los trabajadores a través de los soviets. I enin parece dar a entender (antes de octubre de 1917) una cierta división de poderes: la dirección política le correspondería al Partido y la administración de la producción y la organización local a los soviets; de ahí que el objetivo del autogobierno de las masas fuera instrumental y subordinado3. El mítico objetivo ' la primera rita de IININ en KOIAKOWSM, 1982, 494; la segunda en K’ V)72, y)7, y ,a ,orcera en 1 tNIN' M' 1<)79' U)7 (todas de agosto de RmtimiM, 1974, 443-444; SARINI, 1974, 609; CARR, 1977a, 259-260;

SHUMHRINH, 1982, U)4. IMUII

extim ionist.t dt’st .msa en premisas tt'órir as muy «*mk>hl« s Pasadas en una mera cuestión de fe y , (m auseni ia absoluta ,1.. mei

IA Olí IAIHIKA 1>I I l’K( M I IAKIAIM ) > 11 iS1 AlM> üOVIf TK O

.mismos para < uestionar las ineont retas «reglas |(»s» (¿quién y cómo las dec ide?) que sugiere': aspirando di MH ialismo, estamos convencidos |s/*1 de que éstese ti ms formará en *omunismo y, en relac ion ton ello, depare* t*r,i toda mx ,« sitiad de violen* ia sobre el individuo en general |...] pues los hom bres se acostumbrarán |res/o| a observar reglas elementales de conviven* ia so< ial sin violen* ia y sin subordina* ión\

Do entrada, los criterios do Stalin son do la máxima orto doxia al insistir en las tesis leninistas de que la di* ladina del pro letariado os una forma do Istado radicalmente nueva pm su naturaleza do * laso resultado do una revolut ion violenta < ontra los explotadores y do la destruc * ion del sistema burgués. Stalin entati/a más la fuñe ion coac tiva que la transformadora de la di* tadura del proletariado, justificada por las exigencias emane i patorias mayoritarias de las masas: H I si.tdo t*s, en manos *l«* la < laso dominante, una máquina |>aru aplas tar la resisten* ia d<‘ sus enemigos do * l.is<». I )esde este punto do vis ta la dit tadura del proletariado no so distingo** do la di* tadura do otra t las«* * ualquiera ya *|uo ol I stado proletario es una máquina para aplas tar a la burguesía. lía dijeron* ia os quu| la di< tadura del proletaria
los otros mutuos singulares de Stalin en materia son las do UK nrporar al «elemento * ampesino* y l.ts d** fijar el mcxlolo sos re d* o * orno ol úni* o posible para ol conjunto < I* *1 movimiento comunista internacional: «la dictadura dol ptolotanado es el pod<*r qut> so apoya en la alianza dol proloturiudo y * I* * las masas trabajadoras dol campo para ol (Ierro* amiento < omplefo dol {apital» y para «la instaura* ton y la * onsollíla* ion definitivas del Ialismo», tocio ve/ que la leona leninista do l
t**m, II, t'r/ú, tss¿ V H A S , pm, I*10.

I 'tni,i di? SÍAIIN ídr l'b'U) <»n id 1%‘i, tOD Asimismo, td ,tl '

MlnKMWJti-HÍVKJUI l«i IHIAI« »v - IAÜS.A . ..... . ............ W una teoría puramente rusa», sino que ,.s Ut teoría obligatoria» para torios los países'. No menos ortodoxas resultaron las tesis de frotski, para ()UK.n o(M o después de la revolut ¡ón de ( ) i tulir.', las elecr iones p|u. ni.artldistas serían irrelevantes ante la germina naturale/a (j,. i lase del poder soviético, siendo la clave la estatalización im¡>,.’ rativ.l de los medios de producc ión y cambio. Es más, de entrada no suavizó el carácter de hecho totalitario de su modelo: e|

camino al socialismo radica en un período de la mayor intensificación posible del principio del Estado (...]. El Estado, antes de desaparecer, adopta la forma de la dictadura del proletariado, es decir, la forma más implacable de Estado, que abarca toda la vida de los ciudadanos en todas las direcciones7.

Con tesis similares, algo suavizadas, Bujarin destaca en su conceptual ización teórica de la dictadura del proletariado su carácter de instrumento de la lucha de clases y de transformación social: el Estado no está suprimido, sino que reina la dictadura del proletariado; no se comprueba la desaparición total de las clases, sino un estado de guerra c ¡vil, más o menos aparente; un estado latente o de lucha social que se desarrolla sordamente.

Y esto es así porque, a su juicio: está claro que la época inmediata tiene que ser la época de la dictadura del proletariado, la cual tendrá analogía formal con la época de la di( tadura de la burguesía, esto es, será un capitalismo de estado invertido, su inversión dialéctica con su propia contraposición'1.

Bujarin no excluiría definir la dictadura del proletariado soviética como «socialismo de Estado» (una denominación involuntariamente precisa), pero finalmente la descartó por cierto uso habitual e impropio del concepto entre los economistas burgueses.

' I as (¡tas di* SIAIIN (de 1924) en id., 1968, 1 53-155. Mar ita de I KOfsw (de 1921) en Koi AW WSKI, 1982, 500; MAVKAMN, 1971, 85. * l as citas de BUJARIN (de 1919) en RADECK, 1972,156, yLowY, 1973,148.

1. A D K TAHUR A DEl PROt I TARI ADO V H tSlAl W)SC)VlfU(0

>9

r

También para Bujarin, uno de ios elementos

definitorios esen cíales de la dictadura del proletariado es el del monopolio tal de estatal de los medios de producción y zar hacia el socialismo". cambio, único modo de avan Ciertamente Lenin se refiere a las dos caras de la dictadura

del proletariado, la represiva y la transformadora, pero casi siempre por este orden. Esto significa que, en sustancia, tal noción se centra en la dimensión coactiva: les hemos arrebatado esta máquina (el Estado! a los capitalistas, nos hemos apoderado de ella. Con esta máquina, o con una porra, aplastaremos cualquier tipo de explotación.

Y reiterando la cuestión: la dictadura del proletariado se parece a la dictadura de las demás clases en que emana —como todas las dictaduras- de la necesidad de aplastar por la fuerza la resistencia de la clase que ha perdido la hegemonía. Pero, al contrario de la dictadura de la burguesía, la del proletariado es el aplastamiento por la fuerza de la resistencia de los opresores; esto es, de una minoría insignificante de la población .

Una vez aclarado prioritariamente este extremo, Lenin añade que es también función de la dictadura del proletariado «dirigir a la inmensa mayoría de la población, a los campesinos, a la pequeña burguesía y a los semiproletarios, en la obra (e "poner a punto" la economía socialista»". Con su característico estilo escolástico enumerativo, Sta m sim plómente subespecificó la tarea represiva al desglosar a (< mtn o general (aplastar al enemigo de clase) y especifico (< otarse
1

t'rwv, 1971, 148; ( MAtnrr, 1077, SO. y KM'!» 1 ’ t '»S f ít.lS de li NIN (de I n 10) en ( AKK, • 9 K. 704 D OIN (1917) en fd., 1979, TIO; DmvHM, I97(»,

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98

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I A MORIA HOtfMIVKJUf Hl l IStAi X) S()( IA1IMA

agrupando a todos los trabajadores alrededor del proletaria^ parando

,1

la desaparición paulatina de las c lases; o armar 1

1

c non.

organizar el ejército de la revolución [rara la lucha (mrá ,4 migo exterior, contra el imperialismo" ' ',fKi

Por su parte Bujarin se limitó a enunciar las dos facetas de |a dictadura del proletariado (represión/transformación): en la época de la transición del capitalismo al comunismo la clase revolucionaria, la creadora de la nueva sociedad, es el proletariado Su poder de Estado, su dictadura, el Estado soviético, constituyen un factor de destrucción de los viejos vínculos (...J y de creación de nuevos14 15.

Lenin reformuló, parcialmente, su propio concepto de dictadura del proletariado tras la toma del poder al archivarse las ilusiones «libertarias» previas y enfatizar el papel decisional unilateral. Por tanto, Lenin viene a hacer de la necesidad virtud tras 1917, pero eso supuso aplazar sine die en la práctica el objetivo del autogobierno obrero. En efecto, los bolcheviques crearon un aparato de Estado muy considerable concentrado en manos de una minoría16. Esto significa que las fórmulas «soviets» y «control obrero» fueron meras consignas sin concreción articulada real; de ahí el poder omnímodo del Partido. El propio Lenin reconoció que la dictadura del proletariado en la URSS era |mpe ecta y que el aparato estatal no sería todavía genuinamente cnm hctv °

hlpmpnió dKladur‘1 ^e! Prpletariado Pene que distinguirse inevitaaS par,lculandades pn comparación con los países ™IP°r C avanzados, como consecuencia del inmenso atraso |...| de nuestro

" STALIN (1929) en id., 1969, 102. 15 BUIARIN, 1974b, 99; BUJARIN/PREOBRAZHENSKI, 1971 80. f IRNÁNDEZBUEY, 1974, 133*135; BETTELHEIM, 1974 9 ’ La cita de LENIN (de 1919) en fd., III, 1979, 289; BETTELHEIM, 1974 400Dimana, 1976,207. ' '

I M 'K t \t M N \ t H t l'Kt M11 ANtAt H IV || I '> I M ,t i \* i\ K 11, , , M

I, OIH Insiún .ni.' I t-nln «'Mu.- rt>flu|.t un ............. .

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ol ptitulplu do I.» MÜuH. hm u>k'Ki,ul,i» ,M.u .,,'r'lu ,IIM' .1 UIM Iwvwnw (liMuvion un un M.IU^U „'!»liln(¡iilo .«i niávimo» mu'ntMs quu la «tlin* < ion pt.n tú ,u dulu.i i ontian.n ,i «un "'lo < ompañotn, t onoi klo |xu su tmnu/.i su unoijti.i su .uitfcui.'» ' <'S t|Ue ili'siln su punto du vista |,,s ilulunsnius ,K'I «asatnl'k'ismo» ntostial>an «trusa i^noiam ia» \ •hoMtliti.til h.n ia los esput kllist.ts»"'. Pot osla ta/on no puutlu snrpiumlpt ('I

siguiente i ementarlo de l enin: I,» p.d.iho «demot i«u i<í» «iplit ,ul.« ,»l Pattldo < omumsü no «*«, M»IO Uf'nUfi» amento irtevu tu DespuOs de mai. o do p)l * rs una H'Í.I puesta al pueblo tovoluilunado tpio Ir mtpkfa emprende» ton lihert,td mliopidtv \ MU previa mitón/,i< ion la ndilit m ion de lo míe \o ION soviets | 11 orno (mh n/Hnfcv dentro del «I simio*. i omopn' t tiiM>r de la «evtuu ido* de í<s/o t statlo*

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l sta asuru ion t'\plit ita del t aun leí no domo ratii o (en sen tido libetal plutalisla) de! Partido sería del lodo (ontirmada por Stalin. quien llegó a proclamar abiertamente que, ol lina!, «los cuadros det iden sobre todo»1". Solo Irotski señalaría, a linales de los años veinte*. el inconveniente di' haber tundido en la pnutiea el Partido v el I stado y en babel t onverlido en peona nente la supresión de los partidos y, mas exat (ámenle, de l.is li.u (l«ne\ internas''1.

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*U 1977, M y M»,

U»sf* Abtll 11•! 1 '). II MM»mias uinUx.e siiiuk’lenm» I ■* <1ta <j
1».

íAÍUMOAiWUHVlQUl I>lI tSIADOSOÍ IAIIMA

un grado nuw a antes i onocido. Lo c ierto es que, tras tomar i fKHier (téc Hitamente a través de un golpe de I stado), ol f^rtid n'twpkió a las masas al autoatribuirse la representación e° exclusiva de sus «verdaderos» intereses. Las sucesivas medida* 1 autoritarias que se fueron adoptando se presentaron siempre como «provisionales», dictadas por las excepcionales circunstancias de la coyuntura, pero resultaron ser irreversibles, como bien crítica y lúcidamente se apercibió Luxemburg20. En el fondo, los bolcheviques tenían una concepción elitista de la política en su creencia de que las masas —«por el momento»— eran «incapaces» y debían ser «guiadas». Así, la liquidación del primer gobierno de coalición posterior a octubre de 1917 y de la Asamblea Constituyente en 1918 sería seguida de la prohibición de los partidos y las fracciones; de ahí se desprende que el Partido bolchevique «sólo se representaba a sí mismo» tras 1920 y sustituyó por completo a las masas a las que decía representar, debido a su tan reductora concreción de la teoría de Marx (per se bastante imprecisa, pues nunca aclaró qué implicaciones tendría un régimen de ese tipo) sobre la dictadura del proletariado21. En efecto, la especificación práctica soviética de la teoría de la dictadura del proletariado fue la de la dictadura de «su» auto- proclamada vanguardia revolucionaria. Lenin aplicó un criterio voluntarista y sustitutista en su acción política al afirmar claramente que «la dictadura del proletariado (...] sólo puede ejercerse por una vanguardia» para estructurar el poder de acuerdo con sus exclusivos criterios, y ello porque en una época revolucionaria no basta con averiguar la «voluntad de la mayoría», debes mostrar que eres más fuerte en el momento decisivo y en el lugar decisivo; debes ganar (...). Hemos visto innumerables ejemplos de una minoría mejor organizada [...| que impone su voluntad a la mayoría y la derrota-2.

20

LUXEMBURG, 1969, 119 y 122-123. UiAM, 1969, 414; DFUTSCHER, 1 9 7 1 , 2 3 y 26; Sarao, 1976, 197; f COLIETTI, 1977, 25, 11 Las dos citas de LENIN (agosto de 1917) en KOIAKOWSKI, 1982, 494 v 492, respectivamente; FARAIDO, 2001, 139. Lenin reconoció que, con tal proceder, los bolcheviques actuaban al modo 1

de los jacobinos, y sólo al final de su vida se apercibió de que habían generado un Estado burocrático que ejercía el poder en nombre de las masas, pero no quiso ver que la raíz de tal deformación residía, precisamente, en el sistema monopartidista. De entrada, Lenin asumió el sustitutismo a causa del

I A DICTADURA DEL PROLETARIADO V El ESTADO SOVIÉTICO

63

bajo nivel cultural de las masas obreras de los soviets, que {aunquel por su programa deberían ser órganos de administración dirigidos por los obreros, son en realidad órganos de administración para los obreros dirigidos por la vanguardia del proletariado, no por las masas obreras'*.

Incluso reconoció claramente que, en lo esencial, la principal novedad política traída por la revolución habría sido el cambio de la élite dirigente: después de la revolución de 1905 gobernaban en Rusia 130.000 terratenientes; IqueJ gobernaban sobre 150 millones de personas l...l. Y ahora resulta que no podrán gobernar Rusia 240.000 miembros del Partido bolchevique*'4.

Aun más elitista se mostró Stalin: «las mismas masas quieren que se las dirija, y ellas mismas buscan una dirección estricta»25. Aunque Trotski, como menchevique, había criticado el sustitutismo de Lenin, tras la revolución de octubre de 1917 sostuvo que —dada la debilidad del proletariado ruso— el Partido bolchevique tenía el «derecho histórico» (sic) a tutelarlo puesto que encarnaría por definición sus intereses: el Partido está obligado a mantener su dictadura, indeptndu nu mente de los vaivenes temporales en las actitudes es|>ontaiK as t < a

,

^ uta de UN* (d* 1919) en Con mi. 1977, 19 (IJS < urs.v.^ »on A ¡¡WUrtniM, n>77( 4H. pRO(M(l( |977, %.

,, "'***, H, 1979, 427. f1

a,j fj( SIAIIN {de 1927) en I ( »WY, 1971, 151 „ 1S U duU'IUM no «c IMS., en iodo momnnio ,.| ,)( (>,ó turma I de

un» democrac i» obrera ", Sólo Bujarm intuyó en fecha tan temprana como 1920 que algo fallaba en el método: es bueno que se le enseñe al cocinero a gobernar el Estado; pero ¿qué pasará si se coloca a un comisario por encima del cocinero? tntnn- ces nunca aprenderá a gobernar el Estado .

Con el supuesto argumento teórico de que la dictadura del proletariado era la de la inmensa mayoría contra la ínfima minoría de los antiguos

lAttOülAHt

„,,IIVH>UI IMI ISlAOOSÍXIAIIMA

explotadores, el Partido bolchevique prescindió de «formalismos» institucionales operativos de verificación y control a fin de consolidarse permanentemente en el poder. Hay en Lenin «una cierta glorificación de las excelencias del poder en sí, del poder sin más», pues dictadura equivale claramente para él a «poder ilimitado, basado en la fuerza, y no en el derecho», es la «más directa forma de coacción» '8. En contraposición frontal con el principio de legalidad, descalificado como «liberal» y «burgués», Lenin es inequívoco al enfatizar el valor de la dictadura como poder en sí mismo: dictadura es poder, basado directamente en la fuerza, sin restricciones y sin leyes. La dictadura revolucionaria del proletariado es poder ganado y conquistado con la violencia del proletariado contra la burguesía, poder que no está limitado por las leyes.

Y es que la palabra «dictadura» es una gran palabra |...J. La dictadura es un poder férreo, de audacia y rapidez revolucionarias, implacable en la represión [...]. Sin embargo, nuestro poder es demasiado blando y, en infinidad de ocasiones, se parece más a la gelatina que al hierro. 17 18

17

La cita de LROTSKI (de 1921)en Dt-UTscurR, 1976, 465; BAKHÜK, 1968, 189; BROUÉ, 1974, 172. 18 COHEN, 1976, 110. 2ft La primera cita es de FERNÁN DEZ-BUEY, 1977, 126. Las otras dos de l.i NIN en KOIAKOWSKI, 1982, 487; RADJAVI, 1975, 229.

|AI>»< MPURAUH PKÍ >11 (AKIA(K) Y i | iMA|X) ;f|f f) ^

I )V .lili: se desprendo que «Id sumisión sin «‘servas a una volurt M(| ijnií a es absolutamente indispensable»2*. In términos similares, f)ara Stdlin el principal elemento dctfinttorio de la dictadura del proletariado no es la democrac ia obrera, sino el *<*r (,l arma fundamental para intensificar la lucha de (lases y ac abar < on el enemigo. I n su teoría la perspectiva extlrn Mista siempre presente en I emn prácticamente desa- (i.ireie pues la ( l a v t ‘ es la siguiente*: «todo está en conservar el [KMler, en consolidarlo, en volverlo invoric ible»i0. Perspectiva c|ue ((impartieron todas las fracciones bolcheviques pues Trotski señaló: no podemos tener olr.i vía al so< ialismo excepto [x>r la regulación autoritaria de las fuerzas económicas y los rec ursos del país, y la distribuc ion (entiali/ada dt* la lut'r/a de trabajo en armonía con el plan general del f slado".

Asimismo para Bujarin la dictadura del proletariado necesitaba relor/ar inic ialmente al I stado para asentar firmemente las bases de la transé ion al soc ialismo: en el intervalo entre capitalismo y comunismo |...] la clase obrera tendrá que aguantar una lucha furiosa con sus enemigos externos e internos. N paia tai lucha se requiere una organización fuerte, amplia, bien construida el Estado proletario1’.

* enin subrayó a menudo y sin ambages carácter represivo el * ** ^ dictadura del proletariado: net eMtamos de dest.u amentos M LN*ts II t*i u (,1) - | , v t tm(.M (a«‘ 19201 en RMXWI !9~S H9 la Ola d<‘ Srsns (de 1**24) en CitKftMANA 19 ' 88; CKAIHIT/VNIK !

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iMHt. 1% \S7 ‘ >la d«-]#(nsxMck* 1921>en Kotsxovvw. 1982. »00. (k* B(((MítN td» 1*120) en C t M U N |97t» 108

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1970 80

f>t> LA MORIA ROK HFVIQUt 1HI l STAÍX) Sí)( IAIISIA

Y ello (jorque la dictadura del proletariado implica una serie de restricciones imp^ tas a la libertad de los opresores, de los explotadores, de los rapnT listas [...1. Y es evidente que donde hay represión, hay violencia n0 hay libertad ni democracia33.

Stalin llevó a las últimas consecuencias la política leninista de aplastar al enemigo y justificó la represión implacable como imperativo de la lucha de clases y de la emancipación proletaria: tenemos enemigos internos. Tenemos enemigos externos. Esto, camaradas, no debemos olvidarlo en ningún momento34.

Con el discurso de «descabezar a los enemigos de clase» el estalinismo dispuso de un ilimitado criterio justificativo elástico y arbitrario para acabar con cualquiera. Así: la concepción de la dictadura del proletariado es una concepción de Estado. La dictadura del proletariado implica absolutamente la concepción de la violencia. Sin violencia no hay dictadura, si se entiende la dictadura en su sentido exacto del término.

Y es que desde su punto de vista— «las clases (explota- oras] sólo pueden ser liquidadas a través de la guerra implacable de clases por el proletariado* *s. Rara Trotski la clave radica simplemente en saber a qué clase sirven determinados métodos pues el combate contra el enemigo de clase parece justificarlo todo, hasta que -en el exilio- matizo algo este criterio a propósito de cómo luchar contra el estalinismo. Durante su fase «izquierdista» (1917-1919), Buja- rin sostuvo criterios muy ortodoxos: '

a LENIN, II, 1979, 360.

[d

cifa STAIIN (de 1928) en TUCKER, 1971, 55; MARCUSF 1969 99 " La cita de STAIIN (de 1926) en id., 1969, 256; BTNOIT 1973' ai i L u O CJIAM , 1975 375

LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y El ESTADO SOVIÉTICO 07

bajo el nombre de «dictadura* se entiende un rígido sistema de gobierno y la máxima resolución en la represión del enemigo. En tales circunstancias no puede tratarse de «libertad* para todos los individuos. La dictadura del proletariado no es compatible con la libertad de la burguesía |...j. Cuanto más tuerte es la resistencia de la burguesía [...}, cuanto más peligrosa se hace, tanto más dura e implacable del>e ser la dictadura proletaria, que, en los casos extremos no debe retroceder ante el terrorismo.

V es que, a su juicio, la coacción proletaria en todas sus formas, desde los fusilamientos hasta el trabajo obligatorio, y por muy paradójico que pueda sonar, constituye un método para la formación de una humanidad nueva, comunista, a partir del material humano de la época capitalista16.

En realidad, tales afirmaciones de Bujarin no sólo «suenan» como paradojas, es que lo son intrínsecamente pues las medidas que propone para alcanzar el fin propuesto lo pervierten, ya que no es posible separarlos de éste. Con todo, a partir de 1920 Bujarin comenzó a apercibirse de los peligros del super-Estado que estaban configurando los bolcheviques; de ahí que —por ejemplo— propusiera limitar el poder ejecutivo de la «Cheka» de practicar ejecuciones sumarias y de restringir la coacción tan sólo a los enemigos recalcitrantes e incorregibles del viejo orden. Bujarin manifestó una creciente preocupación por la extensión del terror policíaco soviético y así, tras el viraje de 1921, señaló que «su tiempo [el del terror rojo] ha pasado» 3 .

C)

¿DICTADURA DE CLASE O DICTADURA DEL PARTIDO? rn

la práctica la teoría de la dictadura del proletariado entendida como dominación social obrera fue virtual al ser ejercida por Partido bolchevique en nombre de los trabajadores. Lenin lo

107*11 'a Pr'mera c',a de BUIAR.N en CHATELFÍ, 1077, 40, y la segunda on ui (/ (ambas son de 1010 y las cursivas son suyas), la 1 »ia de IÍUJAKIN <*n COHÉN, 1076, 24 2HS; lowv. 1071 \>r \ 17**

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«*n numerosas oe aniones: «la dk tadura del proletariado rs imposible sin rnediac ion del Partido c ornunista», «la clinin; c*n todo ( aso, un formalismo inlransc« nc < nt< “l fuñe ionamíento del sistema político soviético. 1 1 , 1 ^ dic tadura del proletariado era más amplia que la < < aitn o Pí>f I.» exKtent ia de un vasto entramado organizativo ( ompu< ’opor los soviets, los sifult< atos, las < oopef.itivas, las as<>< ia< MHH ^ (H.,s(S-liNM(f*ntfel‘H9yPí2t)en(A«H, 1474, IR IMINSÚ** f» M 'MMUMANN, 11, 0171, I I I , K 11HIN (d* 1470) en icl , III 1474,

X así sucesivamente:

,x>r dictadura del proletariado entendemos, en el fondo, la dtctadur > de su minoría organizada y consc iente. Decir «en el fondo, no es dec» «del torio». Si el Rjrtido aplica la dictadura del proletariado y si en este sentido, la dictadura del proletariado es en el fondo la «dictadu ra» de su Partido, esto no significa aún que la «dictadura del Partido tsu papel dirigente) sea idéntica a la dictadura del proletariado (.. \ La dictadura del proletariado, por su amplitud, es más vasta y más nca que el papel dirigente del Partido. El Partido aplica la dictadura del proletariado, pero la del proletariado, ninguna otra. Identificar el papel dirigente del Partido con la dictadura del proletariado es sustituir la dictadura del proletariado con la «dictadura» del Partido4’.

En defensa de la ortodoxia leninista Trotski señaló que «la fórmula estalinista de la dictadura de clase, opuesta a la dictadura del Partido, lleva inevitablemente a la dictadura del aparato», pues para él «la dictadura del proletariado significa, en sustancia, la dominación inmediata de una vanguardia revolucionaria que se apoya en amplias masas»19 20. Fue Bujarin el que racionalizó al nivel más alto la práctica identificación entre la dictadura del proletariado y la del Partido con el supremo argumento del atraso cultural de la clase obrera soviética: la clase proletaria, en su conjunto, no es idéntica a su organización estatal. La organización estatal (la dictadura) no es idéntica a la organización del Partido. Pero el Partido dirige al aparato del Estado, que es la organización más amplia de la clase. Sin la dirección del Partido la emancipación de clase es imposible21.

D)

LA LIMITACIÓN DE DERECHOS

Stalin argumentó teóricamente que la construcción del socialismo exaspera la lucha de clases pues, de entrada, aumenta la resisten-

La cita de STALIN (de 1926) en id., 1968, 163. La primera cita de TROTSKI (de 1926) en CARR, 1983, 129, y la segunda (de 1919) en BAECHIER, 1968, 196. 21 La cita de BUIARIN (de 1925) en id., 1974c, 349; COHÉN, 1976, 201-202. 19

4?

IA DIC TADURA DEL PROLETARIADO V EL ESTADO SOVIÉTICO

71

interior de los contrarrevolucionarios y paralelamente la cons piracon capitalista internacional para derribar el poder soviética cia

¿es que acaso la revolución concluye con la toma del poder? No I , orna del poder no es mas que el comienzo. Derribada en un na s la burguesía por una serie de razones, se hace incluso más fuerte^ el proletariado que la ha derribado. Por eso se trata de presera? el poder, consolidarlo, H var hacerlo invencible44. ei

Por tanto, a medida que el socialismo avance, aumentarán las resistencias de los enemigos, tanto exteriores (la burguesía imperialista) como interiores (los traidores y saboteadores); de ahí se desprende que «la supresión de la lucha de clases no se logra mediante la extinción de la lucha de clases, sino intensificándola»45. De entrada, esta teoría le ayudó a desembarazarse de sus adversarios en el seno del Partido bolchevique pues Stalm atribuyó las discrepancias al recrudecimiento de la lucha de clases durante la NEP. En la campaña contra la «desviación derechista» Stalin preconizó generalizar las «autocríticas» y las depuraciones para hacer frente a los kulaks y al «sabotaje de los intelectuales burgueses»46. Toda vez que Stalin proclamó en 1936 el fin de la lucha de clases en la URSS y la completa edificación del socialismo, las resistencias fueron atribuidas al exterior: a la conspiración imperialista y a la infiltración de «quintacolumnistas». Trotski reconoció que bajo una dictadura de hierro, los antagonismos sociales no podían manifestarse I...J más que a través de las instituciones del Partido gobernante.

Y Bujarin señaló que J'1 dictadura del proletariado significa una cierta relac ión entre pro Cariado y burguesía y una relación distinta entre* proletariado y < am

4v | 3 n,a de SrAIIN (de 1924) en id., I%9, 102; IIUNMÍIN 197\I leí «

* ' ( d < - STAUN (de 19.16) en A EIOKM, en ANIÓN, 1998 9HJ ( HAírin, 1977, 1 18-141. » MI,OKUIKX< MIVM» OH INTAtXlSOCUUSfA •Manado. H proletariado (bmin.i sobre* ta burguesía, t^ruuto 1 (Unge a los campesinos1'.

Ista visión conspirativa del entorno (parcialmente basad , el hecho cierto del «cerco capitalista») hizo que todos los brT cheviques interiorizaran la virtud de la disciplina para ha*V frente a la contrarrevolución: los bolcheviques no se habrían mantenido en el poder |...j s¡n |a ciplina rigurosísima, verdaderamente férrea, de nuestro Partido M Ipuesl la experiencia de la dictadura proletaria triunfante en Rusia h mostrado palmariamente (...) que la centralización incondicional1 la disciplina más severa del proletariado constituyen una condición fundamental de la victoria sobre la burguesía48.

A juicio de Lenin, en las democracias burguesas se está excesivamente habituado a la legalidad, a las elecciones libres y regulares de los gobiernos, al control de sus actuaciones en el Parlamento y a través de la prensa. En cambio, la revolución bolchevique habría hecho necesario pasar de esta rutina legal a procedimientos «poco cómodos» y «no democráticos» para designar, formar y conservar el grupo dirigente; toda una exaltación de la arbitrariedad cupular49. La ideología estalinista generó una visión conspirativa permanente obsesionada con los traidores y saboteadores; de ahí el énfasis en la «disciplina de hierro», en la unidad monolítica incondicional y en la necesidad de la «autocrítica» como factor clave de intimidación: gracias a la autocrítica nuestros dirigentes económicos hacen progresos, son más vigilantes, tratan las cuestiones [...] más seriamente, a la vez que los cuadros de nuestro Partido, de los soviets, de los sindicatos se hacen más sensibles a las exigencias de las masas50.

Las libertades que los bolcheviques habían reclamado antes ae la toma del poder fueron liquidadas poco después, con lo que ' ÍROTSKi, 1977a, 1 1 1 ; BUIARIN/PREOBRAZHFNSKI, 1971 128 " Las dos citas de LENIN (de 1920) en id., III 353 v *'1:4 ’ CHAI rin, 1977, 1 1 8 .

" La c ita de

'

Y

STALIN (de 1928) en BETTEIHEIM, 1977, 221; STAUN, 1968, U«.

LA DICTADURA DFt. PROLETARIADO Y ti. ESTADO SOVIÉTICO 73

quedó en evidencia el carácter meramente instrumental que habían otorgado a aquel objetivo. Para Lenin, las libertades de tipo pluralista no serían más que un engaño burgués; de ahí que, tras la revolución, el Estado soviético no permitiera que las antiguas clases dominantes las usaran contra el nuevo poder, lo que explica la prohibición de los partidos y de la prensa no oficial. Con el argumento de que «la dictadura del proletariado no es compatible con la libertad de la burguesía», los bolcheviques excluyeron de derechos políticos a las antiguas clases propietarias, algo que acabó afectando a todos los ciudadanos51. Esto fue asumido por todas las fracciones bolcheviques y sólo cuestionado parcialmente por Trotski y Bujarin cuando cayeron en desgracia, aunque ambos habían defendido la libertad de creación cultural previamente. Los años de la NEP permitieron todavía la manifestación parcial del pluralismo soviético, sobre todo desde el punto de vista socioeconómico y —en parte cultural—, aunque también político por los debates cupulares de las fracciones bolcheviques. La caída sucesiva de las fracciones adversarias a Stalin provocaría la restricción constante de los espacios pluralistas hasta su extinción total en los años treinta52.

E) ELECCIONES, SOVIETS, CONSTITUCIÓN

En las elecciones competitivas a la Asamblea Constituyente de diciembre de 1917 los bolcheviques fueron el segundo partido, lo que les hizo perder interés en tal institución’C En efecto, la Asamblea fue vista como un embrión del contrapoder que se les escapaba a los bolcheviques, que, en cambio, ya eran mayori- tar‘os en los soviets. Ante el rechazo de ésta a aprobar sin mas


I

' la cita de BUJARIN (1919) en id., 1971, 74; KCXAKOWSW, 19rt.\ 4 I ardido, 2001, 146. ' V),m>, 1976, 151; BHIHHITM, 1977, 512; K<>IAM>V\SA» W* s<> total «Ir 707 diputados, éstos fueron ION nsult.uk» **«,»!

^wwkn, 410; 1K)|< h<*viqu<*\ 175; .i adetrs*, 17. mmc hrvtqurN 1»* fttí independientes, 1 (BfftHHMM, 1974

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la ,| )t'< lar.u ión de Derechos del Pueblo Trabajador y i xpto( (lo» que exigían los bolcheviques, éstos optaron por disolverla ,i la tuerza (enero de 1918). Si la democracia no se subordina, i, a a los intereses de la revolución tal como el Partido bolchevique los interpretaba, entonces se convertía en un obstáculo. En este sentido, el gobierno por medio de la Asamblea y los soviets fue reputado incompatible y los bolcheviques argumentaron la superior legitimidad de los segundos al afirmar que la mayoría parlamentaria de aquélla no correspondería a la mayoría popular54. A continuación, los bolcheviques introdujeron el sufragio con varias características limitadoras y distorsionadoras por su carácter excluyente (se vieron privados de este derecho los miembros de las antiguas clases propietarias), desigual (al primarse con mucho el voto urbano sobre el rural), indirecto (elección de compromisarios que, a su vez, designarían a los diputados del Congreso de los Soviets) y público (sin garantías para el voto secreto). Los bolcheviques mantuvieron una alta retórica sobre el carácter supuestamente «participativo» de las elecciones soviéticas, que tuvieron un carácter meramente plebiscitario de ratificación de candidatos únicos oficiales toda vez que los soviets fueron vaciados de autonomía55. Paralelamente el «control obrero» fue otro principio declaratorio que no pasó de ser una consigna recurrente sin mecanismos efectivos para concretarlo: la estatalización y centralización de la economía dio paso a una distribución autoritaria de bienes y servicios y a la concentración cupular de los procesos de decisión. Tras las elecciones a la Asamblea Constituyente, Lenin afirmó que los resultados no serían válidos con el siguiente argumento:

]4 L

IFBMANN, ll( 1973, 43; RADIAVI, 1975, 286-292; DEUTSCHER, 1976, 343. ” En los distritos rurales correspondía un delegado a cada 125.000 habitantes y en los urbanos uno a cada 25.000; esta desigualdad se introdujo para evitar que el voto obrero —concentrado en las ciudades— no quedara ahogado por la enorme masa campesina rusa (BEHEINEIM, 1974, 88; CAKR, 1483. MI), los campesinos han sido engañados por la escisión habida en el seno del partido social-revolucionario. Han votado por un partido que ya no existe. Esta situación requiere un correctivo: el droit de anulación Corresponde ejercerlo a los Soviets, que son la más perfecta encarnación del Estado como órgano de fuerza.

Con ello deslegitima de modo unilateral las elecciones y convierte a los soviets —como «órganos de fuerza» controlados por los bolcheviques— en los

LA DICTADURA DEL PROLt IARIADO Y EL ESTADO SOVIÉTICO 7^

verdaderos intérpretes y depositarios de la voluntad popular56. Para Lenin no era el cuerpo electoral el que debería decidir si había discordancia entre lo expresado en las urnas y una supuesta «voluntad de clase», sino los soviets: la Asamblea Constituyente, convocada con arreglo a las listas de los partidos que existían antes de la revolución proletaria y campesina, bajo el dominio de la burguesía entra inevitablemente en conflicto con la voluntad y los intereses de las clases trabajadoras y explotadas [...]. Es natural que los intereses de esta revolución tengan primacía sobre los derechos formales de la Asamblea Constituyente [pues hay| discordancia entre las elecciones [...] y la voluntad del pueblo. De ahí que —al final— todo quede meridianamente claro:

toda tentativa de maniatar el poder de los soviets en esta lucha sera un acto de connivencia con la contrarrevolución’ . Lenin admitió que el Estado socialista necesitaría de alguna Institución representativa, pero a ésta le atribuyó funciones mas

!en

únicas y, además, un carácter

indirecto: en

la sociedad socialista habrá una forma de parlamento q ‘r,í «rrgará de fij.ir las ordenar iones laborales y de insjwH t tonar la >uf»n rtiaf,»r jón del aparato, pero dicho aparato no sera bunn ratn»

*|» tUfOKlAHOií HtVIQUíOH IS1A0O 5CX IAII5TA

Y, a continuación, precisó:

l«is elecc iones indirectas a los soviets que no son locales hact>n < fáciles los congresos de los soviets, hacen que toda la administrad sea menos costosa, más ágil (...I y es necesario que los electores n dan proceder con especial rapidez para revocar a su diputado bu o enviarlo al Congreso general de los Soviets"”.

Por un lado, la explicación leninista es puramente tautológica (el parlamento soviético no será burocrático porque el proletariado ha destruido el viejo aparato burocrático, sin precisar las características institucionales del nuevo que permitan garantizar tal premisa), y por otro, se justifica la bondad de los escalones intermedios con argumentos tecnocráticos (la rapidez, el ahorro) cuando está empíricamente comprobado que las elecciones indirectas atenúan siempre la representatividad. Stalin reconoció sin rodeos que el apoyo de los bolcheviques a la tesis de la Asamblea Constituyente había sido puramente instrumental, pues de lo que se trataba era de desgastar el gobierno Kerenski; de ahí que tras la revolución de Octubre, ante los discordantes resultados obtenidos, se decretara su irrelevancia. Por lo demás, las elecciones «participadvas» a los soviets tuvieron cada vez más un carácter ritual y una función de mera ratificación de candidaturas oficiales, con porcentajes absolutamente inverosímiles de participación y confirmación, «prueba» para los estalinistas del carácter «de masas» del Estado socialista”. También Trotski justificó por completo la disolución por la fuerza de la Asamblea Constituyente pues, a su juicio, los campesinos habrían votado sin saber muy bien lo que pasaba en las ciudades; de ahí que con la abolición de la Asamblea Constituyente, los Soviets despedazaran la espina dorsal del sabotaje de los intelectuales. La oposición

w La primera cita de LENIN (de 1919) en DUTSCHKF, 1976, 201, y la segunda (de 1918) en id., III, 1979, 79. '' StMiN (en 1924) en id., 1969, 213-215; C.AKK, 1983, 514.

de todos estos elementos técnicos, administrativos y burocrátu os vencida*0.

Y es que, en su concepción, el socialismo puede prescindir Je los mecanismos «convencionales» de la democracia liberal, pues su «superioridad» radicaría en su «naturaleza de clase» y en su proyecto revolucionario de futuro, dos elementos inaprensibles porque no hay modo de verificar institucionalmente la primera y el segundo argumento es un mero desiderátum. Ergo, «democrático» es aquel gobierno cuya política es «correcta» en función de los intereses de las masas y, paralelamente, las libertades deben modularse do acuerdo con los supremos objetivos de preservación del sistema61. Sólo a Bujarin le suscitó cierta duda justificar apropiadamente la desigualdad electoral entre obreros y (ampesinos en el Estado soviético y, aunque admitió la complejidad de la cuestión, salvó al final el sistema con el supremo e intocable argumento del «papel dirigente» del proletariado62. Sin duda, la consigna «todo el poder a los soviets* fue muy hábil y moviiizadofá, pero la escasa estructura cohesiva de los mismos los hizo inoperantes como plataformas para gobernar, algo que sólo podía asegurar el Partido bolchevique. Por un lado, los soviets se convirtieron en los teóricos depositarios de la legitimidad y la soberanía «de clase» y, por otro, su vaciamiento y burcx ratización fueron muy rápidos. El resultante fue el de magnificar retóricamente el papel revolucionario de los soviets toda vez que se convirtieron, de hecho, en apéndices del Partido bolchevique. En efecto, el completo control político sobre los mismos se pnxJujo al año de la revolución de Octubre, convir- * «endose en órganos burocráticos que no ejercieron la menor fun- (ion efectiva de control, a la vez que el aparato estatal no cesaba de autonomizarse (al final, el Estado se tomó la «revancha» *>bre las plataformas de base)61. La uta de TROTSKI (de 1918; en RADCOC, 1972, 59; SfRGl, I, 1973, 87 ’ KOIAKÍAV*.*!, 1983, 197 y 198; RADKK, 1972, 76.

‘ BUJAKIN (en 1925; en id., 1974c, 177.

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I )tl ISIAIX > V X IAI tn junio de 1917 los bolcheviques controlaban el I * por 100 <Je los 'w**Hados al I Congreso panruso de los soviets; en noviembre d«* 191* en

, afirmó que los soviets eran uno de los prin. ¡pales i„s J ‘ „„s del proletariado para organizarse como clase y qu„ i ........ . la forma rusa de la Retadora del proletariado. En II A nr ¡meros tiempos de la revoluc.ón se mantuvo la retórica sobre su naturaleza extincionista del Estado: I

noder de

los soviets es un nuevo tipo tic Estarlo, sin burocraria, sin policía

sin ejército permanente, donde la democracia burguesa ha sido reemplazada por una democracia nueva que dirige la vanguardia de las masas64.

Lenin señaló seis ventajas de los soviets: proporcionar fuerza armada, vínculos con las masas, democraticidad real y no formal, ligazón con todas las profesiones, organización de vanguardia del pueblo y constituir plataformas de democracia directa. Sin embargo, poco después reconoció de hecho su vaciamiento de autonomía: como partido gobernante no podemos evitar el fusionar las «autoridades» del soviet con los del Partido, pues están fundidos con nosotros y lo seguirán estando(l\

Trotski reconoció que la cooptación estatal de algunos obreros provocó el debilitamiento de ciertas bases comunistas y el desarrollo de la burocratización, pero sin proporcionar una explicación sistémica: el primer c uidado de la clase obrera tras la toma del poder fue crear un aparato estatal [...|. Pero la participación de los obreros en los aparatos estatales, cooperativas y otros implicó el debilitamiento de las

A

''^ngreso, se bicieron con el control del 51 por 100, y en noviembre 191H' en el vl Congreso, ya tenían el 97 por 100 (COÍUNET 1957 946 62; L,ebmann !! V ' 1973' 33; BETTELHEIM, 1974, 241-242; BROUí,1974, 146; DUTSCHKE, 1976, 216; SOTELO, 1976, 145). ''4 La cita de LENIN (de 1918) en LIEBMANN, II, 1973, 21; LENIN III I979 78 y 87; LUKÁCS, 1967, 63. ' ' ' " La primera cita de LENIN (de noviembre de 1917) en id., II, 1979 420’ la segunda (de 1921) en CARR, 1977a, 291.

IA DICTADURA DFl PROLETARIADO Y EL ESTADO SOVIETICO 79

cólulas de fábrica y un crecimiento excesivo, en el Partido, de los funcionarios66.

De modo paralelo, Bujarin pronto preconizó recuperar la autonomía de los soviets y la tesis del control obrero: habíamos proclamado la nueva consigna sagrada de la democracia rera, que estriba en que todas las cuestiones se deben ventilar no en consejos estrechos, no en pequeñas reuniones, no en una corporación sino llevarlas a amplias reuniones67.

Stalin proclamó en 1936 la completa liquidación del capitalismo en la URSS, tras la fase de la NEP, una vez consumada la total estatalización y planificación económicas; de ahí se colige que a su juicio el socialismo ya habría sido íntegramente construido y en la sociedad soviética ya no existirían ni clases antagónicas ni explotación. La nueva Constitución se justificaría precisamente por reflejar tal supuesta nueva realidad: el proyecto de nueva Constitución de la URSS parte de la liquidación del orden capitalista, de la victoria del orden socialista [...] en todas las esferas6*.

La Constitución soviética de 1936 debía registrar, pues, lo conseguido: socialismo, fin de los antagonismos de clase, Estado proletario, internacionalismo revolucionario. La Constitución de Stalin se basaba en la «fraternidad indisoluble» de todas las nacionalidades soviéticas que habría generado el nuevo «patriotismo soviético». Desde esta perspectiva, se suponía que la URSS había resuelto definitivamente—y de modo «científico» además— Ia cuestión de las nacionalidades. Sin embargo, el patriotismo soviético fue poco más que una actualización del nacionalismo gran-ruso con una nueva retórica que aunaba un único pueblo soviético con sus «particularidades» internas de tipo tok lorie o* i%^ \JO. ;.á

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cite (k* BUIAWN (dr 1 9 2 1 ) ( OHFN, I97(>. M'C V¡«t U “ ^ S f A H N ( ( k . 1 9 U , ) e n l ) M TuKtA, II, 1977. 1 M



80 i AII

ORIA BOLCHEVIQUE DEl ES1AOO SOCIALISTA

cultural; de ahí que el estalinismo representara en este ámbito la creación de un nacional-bolchevismo cada vez más tradicionalistah9. ., Las instituciones de la Constitución de 1936 fueron puramente semánticas y, además, estaban explícitamente sometidas al supremo principio del «partido dirigente», al margen de que el estalinismo ignoró por completo las normas que él mismo iba promulgando. En materia electoral se introducen algunas novedades formales, pero sin la menor consecuencia práctica demo- cratizadora: así, fueron suprimidas las exclusiones de clase (al reconocerse sin más el sufragio universal para cualquier ciudadano soviético) y se introdujo la elección directa al Soviet Supremo, pero sin libertades y sin pluripartidismo los resultados fueron siempre inverosímiles'0. RaraTrotski la Constitución estalinista reintroduciría el sistema electoral burgués (la representación individual igualitaria) cuando las clases sociales seguían existiendo (el carácter «burgués» que le atribuye casa mal con el monopartidismo), lo que supondría —a su juicio— la liquidación jurídica de la dictadura del proletariado 22. Bujarin participó en los trabajos preparatorios de la C omisión Constitucional de 1936, sin hacerse ilusión alguna sobre las posibilidades democ ratizadoras de tal proyecto. En todo caso, a) frente de la redacción de I/vestid, Bujarin consiguió publicar bastantes críticas sobre todo por la forma en la que los tune ionarios del Estaj J ^drt‘^() V 'os M^v'ets estaban organizando el «proceso de discusión» (en realidad, de mera convalidación del texto o ícia ). A
22 BEntLHttM, 1983, 36; FARAIOO, 2001, 135.

, ******* 06 Participación en las elecciones no competitivas de 193/ fueron del 98,6 por 100 y en 1938 del 99 por 100, algo presentado por los estalmistas como prueba «irrefutable» del apego de las masas af sistema soviético y de su supuesto carácter ultraderrvx rático (FKANKI ,N I 07 1 367-368; EIUNSTF.IN, 1977a, 197). 71 TROTSKI, 1977a, 246.

IA DICTADURA OEI PROlfTARIAUOY H ISTAtX)SoviTTK.o 8, SU parte, expresaron quejas relacionadas con ,,, . dones laborales.

Naturalmente, los medios ofici&r* todas las observaciones y »¡

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2. EL ESTADO A) ELEMENTOS DE TEORÍA DEL ESTADO

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Rara Lenin las cuestiones de teoría política estaban siempre en función del proyecto revolucionario; de ahí que el derecho o las instituciones públicas no fuesen más que instrumentos al servicio de determinados intereses de clase. El Estado es, pues, un instrumento represivo encargado de preservar la dominación de clase; de ahí que su característica distintiva sea el monopolio de la coacción. Esto, por cierto, ya lo había dicho Weber, toda vez que la coacción no es privativa del Estado pues puede darse en aparatos privados y en relaciones sociales no públicas. Aunque Lenin precisa que el Estado es un instrumento opresivo al servi- Cl° de la clase dominante (este añadido es lo que le aparta de Weber), su fundamentación marxista es selectiva porque, aun sien- c (|('erío que los fundadores de tal doctrina a menudo sostuvieron ,al concepción reductora del poder político, en otras ocasiones ^atizaron mucho más a propósito de su «autonomía relativa» \ -n suma, la teoría del Estado de Lenin es simplificadora pues el ^/er Político es visto como un epifenómeno de la denominaron de clase; de ahí que la única clave sea la de saber a que ,nterés sirve. ^ara lenin, las tareas con relación al Estado eran diferentes Kún las «etapas» de la revolución: 1) destruir el Estado burgués

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edificar un senieEstado proletario (esta expresión libertaria tu a mente desaparecerá tras la toma de poder), y 3) extinción del mismo al construirse del todo el socialismo. Lenin insiste mucho en la diferencia teórica entre destruirleI Estado burgués) y extin- i>u¡r{e\ semi-Estado proletario), pues: «el Estado burgués no "se extingue" (...], sino que "es destruido" |...J. El que se extingue | | es el Estado o semi-Estado proletario», todo ello porque «el marxismo se distingue del anarquismo en que reconoce la necesidad del Estado y del poder estatal en la época del tránsito del capitalismo al socialismo, en particular»74. Desde tal punto de vista, puesto que el Estado burgués es producto de la irreconci- liabilidad de las antitesis de clase, la revolución proletaria debe aniquilarlo. En este sentido, la cuestión esencial es la de saber «si la vieja máquina estatal (vinculada a la burguesía con mil lazos e impregnada totalmente de osificados hábitos y conservadurismo) queda en pie o bien si es destruida y reemplazada por una nueva»'J. En el proceso revolucionario contra el Estado burgués la reivindicación democrática tiene una función instrumental, pues se trata de «desenmascarar» su carácter de clase y su alcance real ficticio: nosotros somos partidarios de la República democrática como la mejor forma de Estado para el proletariado bajo el capitalismo, pero no tenemos ningún derecho a olvidar que la esclavitud asalariada es el destino del pueblo, incluso bajo la República burguesa democrática.

Y esto sería así porque la democracia es una forma de Estado, una de las variedades del Estado. Y, consiguientemente, representa, como todo Estado, la aplicación organizada y sistemática de la violencia sobre ios hombres.

la primera cita (de agosto de 1917) y la segunda (de abril de 1917) en UNÍS, II, 1979, 303 y 53, respectivamente (las cursivas son de Lenin)CHÁ- THfT/PisitR-KQUCHNfR, 1983, 350. ta ota de LENIN en DUTSCHKE, 1976, 201.

LA DICTADURA Dtl PROIETARIADO Y EL ESTADO SOVIÉTICO 81

Lenin en pleno mitin durante los sucesos revolucionarios de 1917 en Petro* grado. El extraordinario cansina popular y la persuasiva retórica del líder bolchevique trente a las masas acabarían siendo sustituidas por la instauración de rígidas consignas y repetitivos eslóganes del aparato burocrático del Partido. Gráfica y Política.

Pues el corolario sería: democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos: ésta es la democracia de* la sociedad capitalista

I cambio, el Estado proletario sería cualitativamente' díte ,( n,<' del burgués por su antagónico sistema de las reí ai iones ^)( de producción. Contra toda evidencia empíriia, I enin ^estuvo (antes de la conquista del pcxíer) que el I stado sei ta mus "1 (k‘ manejar por parte d(*l proletariado. I as tuni iones del I siado

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algunas tesis generales de la doctrina del marxismo sobro el Estado no han sido elaboradas hasta el final, son insuficientes. Ista sulx'sti mación se ha expandido porque habíamos dado prueba do un dos cuido imperdonable hacia los problemas de la teoría del Estado. V ello pese a veinte años de experiencia práctica en la gestión do nuestro Estado, experiencia que nos proporciona una rica documentar ion para las generalizaciones teóricas78.

Aunque el punto de partida de Bujarin es rigurosamente ortodoxo (la estructura económica de la sociedad determina su forma estatal), su desarrollo de una teoría del Estado más elaborada le hizo afirmar que las superestructuras eran un fenómeno complejo constituido por diferentes elementos que —a su vez reflejarían las relaciones de producción: el Estado [...] es una organización colosal, que abarca una nar ion ente ra y gobierna millones de hombres. Esta organización necesita todo un ejército de empleados, funcionarios, soldados, oficiales, legisladores, juristas, ministros, jueces, generales, etc,, y abarca grandes < apas de seres humanos, yuxtapuestos unos sobre otros. Con esta estría lu ra se reflejan como un espejo todas las relaciones de producción.

V es que esta superestructura política no es un mero aparato humano. Al igual quo la sociedad, está formada por una combinar ion de rosas, per ” rita dr- IfNiN (de agosto de 1917) «>n Vil AS, 199S, I9H. I a cita de SIAIIN (ríe 1919) en íd., 1968, 198.

LA OCTAOCRA OCt PROLETARIADO Y H I5TADO SCJVtfT* O lí > sonas e ¿efe». Tornemos el aparato de* Estado por ejemplo. Csuste vu parte materias una jerarquía especifica, un sistema de ideas óeftrrr>fnadas ¡leves, ordenanzas procedimientos etc-'*

ñor tanto, para Bujarin, la «esencia* del Estado no está en la cosa, sino en la relación social no en la administración centralizada como tai sino en la emoHura clasista de dicha administración^.

En suma, la conclusión, es ortodoxa: la organización estatal es una organización exclusivamente de clase, es la clase que se ha «constituido en poder político», es la violencia social organizada y concentrada de la clase hasta el punto de que la existencia de funciones útiles en general, por parte del Estado, no altera en lo más mínimo el puro carácter de clase de la autoridad estatal'r.

B) LAS CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO SOV IÉTICO

La URSS se presentó como el primer Estado socialista mundial, antagónico al Estado capitalista y alternativa revolucionaria a! mis- y único modelo posible para la transición. El Estado soviético fue asimismo el primero que afirmó claramente ser el instrumento del poder de clase (del proletariado) para desarticula» !a resistencia de las antiguas clases dominantes y para construir el socialismo. Un Estado con vocación emancipadora que admiÍKi (ter R> gap provisional entre el proyecto último y la covuntura: Estrío soviético surge como un ente coleetivo instituí KXU¡!/«KÍ> en H que U dtsttr>c ion marxista entre intereses iwvuduto' < (históricos, objetivos) sirve de justifk «u tón para i*» ,?n <* #*l

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Los bolcheviques reforzaron extraordinariamente todas las estructuras del poder político que tuvo un carácter dual desigual por el predominio incontestable del Partido sobre el Estado. Así la clave estuvo siempre en el Partido monolítico que mantuvo cierta retórica populista sobre la «participación» de las masas toda vez que el funcionamiento real del sistema fue burocrático y autoritario. El derecho y las instituciones estatales soviéticos fueron simples instrumentos maleables al servicio del proyecto político de turno que la vanguardia revolucionaria decidiera; de ahí que las Constituciones —por ejemplo— tuvieran una función ideológica y propagandística y sólo secundariamente de organización técnicoadministrativa del poder83. Ningún dirigente bolchevique —de la fracción que fuera— puso jamás en duda las estructuras políticas vigentes en la URSS desde su fundación en 1922, salvo matizadamente Trotski y Bujarin al final de sus vidas. La tesis de que no había más Estado socialista que el soviético hizo que éste se convirtiera en modelo único obligatorio para los comunistas de todo el mundo. Una vez establecido que el socialismo equivalía a la estatali- zación de los medios de producción y cambio, quedó identifica o un medio (la estatalización) con el fin buscado (el sociaismo) y tal ecuación fue presentada como indisociable y la única posible84.

Lenin dejó claramente sentado que los bolcheviques necesi- a an imperiosamente de un Estado propio fuerte para «demo-

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política burguesa y para acometer con P°si i ic ades de éxito la transición al socialismo. Un Estado que

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r!¡2 ,956'229-232; COLÉ, VI, 1974, 126; W. ABENDROTH y K. LENK M ,«AJW.IANOVA, 1981, 245; FARALDO, 2001, 140. tu INSTE,N, 1977a, 51; AGUILERA, 1993, 55. Pnc,

I A DCTADl ,'RA í)l L PROt l TARI ADO V ti f STAIX) Sí )Vlf ^ K O 87

prescinde de los formalismos de la «democracia burguesa» sustituida por «la vanguardia de las masas trabajadoras, convirtiéndolas en legislador, ejecutor y protector militar, iquel crea el aparato capaz de reeducar a las masas»8\ De entrada, aún se mantuvo ia retórica sobre el modelo soviético como «semi-Esta- do» {Estado solo para reprimir a la burguesía y «Comuna» para las masas), pero lo cierto es que —de inmediato— los bolcheviques se dedicaron a reforzar el aparato gubernamental, siendo Lenin en particular muy escrupuloso en cuestiones de administración civil y militar. Cuatro años después Lenin reconoció que el Estado obrero es una abstracción. En realidad, tenemos un Estado obrero con, en primer lugar, la particularidad de que es la población campesina y no la obrera la que predomina en el país y, en segundo lugar, que es un Estado obrero con una deformación burocrática86.

Stalin consolidó el axioma de que el Estado soviético era la única encarnación posible, «correcta» y «científica» del Estado socialista, completamente diferente de cualquier otra forma política antes conocida y también muy transformado en su evolución postrevolucionaria8 . La teoría ortodoxa de la «extinción» del Estado fue, de hecho, archivada y Stalin no hizo más que abso- lutizar el poder del aparato. El Estado se convierte en su teoría en el instrumento básico para su proyecto político; de ahí que el socialismo estalinista creara un sistema totalitario revestido de ideología emancipadora pues ésta siempre fue un componente legitimador esencial de aquél. En efecto, se trata de un mode o de Estado no sometido a control alguno y que no da explicaciones de su proceder, ñero aue es muy sensible a la < i itic a i CH) hética

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1998, 184; LININ, III,

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,r u (er SÍ* ioeconóroico, un expediente para acomodar su dis C urso a las cambiantes necesidades de la coyuntura. En suma d Estado estalinista fue la expresión de la dominación de una nueva oligarquía (la nomenklatura) con formas totalitarias en todos los ámbitos*8. Los bolcheviques fueron conscientes, en general, de que la «cuestión campesina» representaba una peculiaridad específica del Estado soviético que se remontaba a la toma del poder: la realidad concreta del Estado soviético está necesariamente afectada por la naturaleza de las relaciones que la población campesina — fuerza social determinante en un país de mayoría campesina— mantiene con el proletariado —fuerza social dirigente a través de su Partido—.

De ahí se deriva que nuestro Estado no es exactamente un Estado «obrero-campesino», sino un Estado obrero que se apoya en los campesinos: se trata de una relación muy particular que debe «ser comprendida teóricamente»23.

En la URSS el Estado se había convertido en ingrediente de la «base» al ser parte constitutiva de las relaciones de producClon:

el período de transición se caracteriza de entrada por un refuerzo excepcional de las funciones del Estado justamente en virtud de la fusión inmediata de la superestructura y de la base24.

Bujarin admitió que la estatalización y la planificación suponían «una concentración sin precedentes de los medios de producción, transporte, finanzas, etc., en manos del Estado»; de ahí

MARCÓSE, 1969, 110; SOTELO, 1976, 243; BFTTF.LHHM, 1983, 19; KOIAKOWSKi, 1983, 99. la primera cita es de BETTELHEIM, 1974, 85 (las cursivas son suyas)* V la segunda de BUIARIN (de 1924) en id., 1974c, 45. v> I a cita (de 1926) es de BUIARIN en id., 1974c, 45.

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a un super-Estado de esas características92. En efecto, todos los problemas se vieron agravados por la decisión bolchevique de suprimir la teoría y la práctica del principio de la división de poderes del Estado, reputado estrictamente liberal-burgués. El régimen parlamentario fue frontalmente rechazado por ser —a su juicio— una expresión pseudodemocrática, siendo sustituido por un régimen de fusión de la actividad ejecutiva y la legislativa. Para Lenin, el asunto estaba meridianamente c ^ro pues, por una parte, «decidir una vez cada cierto número de años que miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el Parlamento: ésa es la verdadera esencia del parlamentarismo burgués», y, por otra, con los soviets «las instituciones representativas siguen existiendo, pero el parlamentarismo desaparece como sistema especial, como división del trabajo legislativo y ejecutivo»91. Totalmente ortodoxa fue la opinión de Stalin:

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Ltu itwftm que, .ti suprimir un probado mcr.m' ¿mi b,ikrn es i orno el de 0 división de poderes , '¡V ^i , t« o no otret ió alternativo reaI alguna al respecto 'S,'!d<’W lamente a propósito del régimen de asamblea. El ef7V°

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¡ncontestado del aparato polfóc25!? pr"':|í algo que el propio Stalin reconocería descarnadamente'^ en realidad a un país no lo dirigen los que eligen renresem el Parlamento burgués y congresistas de los soviets en un réo• p¡"j tico; de hecho lo dirigen los que realmente son dueños *0*"***' tos ejecutivos del Estado y los que dirigen esos aparatos’5 apa,a'

C) DEL ESTADO-COMUNA AL ESTADO-LEVIATÁN Hay en la teoría leninista del Estado socialista un claro corte neto entre los escritos previos a la toma del poder y los posteriores- en le» primeros se afirma la inevitable necesidad de un aparato de poder obrera a la vez que lo rodea de atributos casi libertarios; en los segundos hay un reconocimiento de la inviabllidad práctica de sus anteriores propuestas. La justificación del Estado proletario se basa en os imperativos de la lucha de clases, para reprimir a los contrarrevolucionarios, aunque Lenin —antes de la toma del poder- insiste en la teoría de que aquél no será un genuino Estado «en el sentido estricto de la palabra»96. Así, se supone que el viejo Esta- o sera sustituido por un semi-Estado proletario que funcionará de acuer o con los siguientes criterios: 1) electividad y revocación de representantes y funcionarios; 2) equiparación salarial (generalización e salario obrero), y 3) «paso inmediato a un estado de cosas en ( ^ue t°d°s desempeñen las funciones de control e inspección, en,f que todos se conviertan durante algún tiempo en "burócratas para que asi nadie pueda hacerse un "burócrata"»97. El precedente invocado por Lenin es el de la Comuna de París, que, en

de STAIIN (de 1920) en PROCACCI, 1977, 98. ! a c ita de LENIN (de agosto de 1917) en id. II, 1979, .361; WRIGHT MULS, 1966, 2 30; CARR, 1977a, 257. w

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LA DICTADURA DLL PROl ETARIADO Y El ESTADO SOVIÉTICO 91

(3 Rusia revoluc. ionaria, se conc retaría en el modelo del poder de los soviets. El «Estado-Comuna» en Rusia sería la República de los Soviets, que se caracterizaría por la supresión del ejército y la policía permanentes y de los funcionarios inamovibles98. Estas tesis se justificarían de acuerdo con la teoría leninista (previa a la toma de poder) de que el Estado moderno desarrollado es una máquina de muy sencillo manejo al alcance prácticamente de cualquiera; es más, Lenin rechazó entonces como «oportunista» la objeción de la complicación de las funciones públicas e incluso —en este sentido— el atraso ruso no sería negativo: cualquier trabajador puede dominar los asuntos ministeriales en unos cuantos días No es necesario conocer los detalles técnicos. Eso será tarea de los (antiguos) subordinados, a quienes haremos trabajar a nuestro servicio".

Así, por un lado, «el pueblo puede reprimir a los explotadores con una "máquina" muy sencilla, casi sin "máquina", sin aparato especial: con la simple organización de las masas armadas», y por otro, bastarán unas pocas operaciones simples como «registrar, archivar y comprobar» de tal suerte que «a las veinticuatro horas de acabar con el capitalismo los obreros controlarán la producción y los soldados dirigirán el ejército»100. A juicio de Lenin, estas tareas «ya son hoy accesibles por completo al nivel de desarrollo de los habitantes de las ciudades y pueden ser desempeñadas perfectamente por "el salario de un obrero «^principio al que habría que añadir la elegibilidad y revocación de los funcionarios en todo momento101. Runto 3 de las Tesis de Abril en LLNIN, II, 1979, 53 y 68, CARR, I ^ '‘C 761-262; FFRNÁNOEZ-BUFY, 1977, 1 1 1 ; W. ABFNDROTH y K. UNK en MJBIANOVA, 1981,244. „, , . * l*1 cita de LENIN (de agosto de 1917) en UIAM, 1969, 390, IUBMANN, , ,7 2 ¿, 70; DUTSCHKÍ, 1976, 202. , , , !|r

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Sendas ritas de LENIN (de agosto de 1 9 1 7 ) , respectivamente en

H, 1979, 362; SABINE, 1974, 610, y UIAM, 1969, UC (todas ia«- ' s)vaS son de lenin). UNIN, II, 1979, 324 y 32B

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de sus razones de ser. I n este sentido, tienen mayor inte rés

los escritos mucho mas realistas y en parte autocríticos de Lenin corno gobernante. t n efecto, tras la conquista del poder la < uestion de la «extin ción del Estado» se pospuso indefinidamente, manteniéndose romo remoto referente ideológico (arla ve/ más marginal en el discurso bolc hevique. Y esto fue así porque el poder soviético no tesé) de reforzarse para sobrevivir y, ciado el bajísimo nivel c ultural de las masas rusas, la autonornizac ión del aparato fue absoluta. I’or tanto, concluyó el leninismo «libertario»: l rel="nofollow">or el momento somos partidarios inconctk ¡onalc*s del t stado 1...1 t'riM (amar de antemano la extinc ion del I stado seria tallar a la pos

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I )e inmediato el I enin gobernante ret on<x Ió la int aparidad técnic a y c ultural de las masas para hat erse t argo direr tamrn te de la maquinaria del l stado: no somos utopistas Saturnos tjtir t ualpuirr |w‘on y < uakiuii'f t •« son int apat <*s d<* asumir ahora mismo la golx*rna< ton rat ti< a sabe pur esto es uní urnto de hadas | ..I < uando ellos os obreros | hayan pasadr) anos en la est ueta aprenderán, peto eso avan

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l )(‘b<‘ t<*( ordarse que en / / I sttido y /«» rvvolui ión I ente bahía sostenido que «sólo un ignorante o un astuto hurgues* podían ' l a«ita di* I (NIN ide l'Hti) i*n ( AKK, *M»*U.HHMANN,,11, 1'^ II a puniera (ita de l ININ (de noviembre de I‘H 7) en id,, Ib t I 4

* LA DICTADURA DLL PROl ETARIADO Y El ESTADO SOVIÉTICO 91

V segunda Irlo IM.Mh-n ( AWK) t*i77a, 2M».

IA fJMT rADURA Ofl PROtf TARJA!» Y ti tSTAOO SOVIÉTICO f ii

afirmar que el proletariado era incapaz de dirigir el Estado y la economía, para reconocer —de hecho— tal imposibilidad al poco de tomar el prxier. Además, Lenin matizó el alcance de la ^destrucción» del Estado burgués pues una parte de sus estructuras técnicas y administrativas era aprovechable, sobre todo por la alarmante falta de cuadros especializados entre los bolcheviques . La constante concentración y centralización del poder que éstos impusieron bien poco tuvo que ver con lo anunciado antes de la revolución, que sería del todo desvirtuada por el esta- !mismo gobernante. Bujarin se tomó en serio la promesa de la revolución de Octubre de destruir el Estado-Leviatán y dar paso al Estado- Comuna para «devolver» el poder a las masas. Aunque tras la roma del prxier archivó la teoría de la rápida desaparición del Estado, Bujarin quiso creer que, con una nueva educación, tras dos o tres generaciones podría darse paso a un sociedad comunista en la que todos estarán acostumbrados al trabajo colectivo desde la infancia y todos comprenderán que es necesario y que la vida es mucho más fácil si todo se desenvuelve según un plan sistemático |...]. No habrá necesidad de ministros, ni de policía, ni prisiones, ni leyes. A la manera como en una orquesta todos siguen la batuta del maestro, así seguirán el plan de producción, trabajando según él '5.

En esta visión idílica aflora una contradicción de fondo pues ^ tal sociedad comunista sin Estado no se aclara en absoluto quién, cómo y por qué fija las reglas del trabajo colectivo y la elaboración de un plan sistemático: no se especifica la natura- del «maestro» de la orquesta ni se prevé qué hacer con los f 'trepantes de las reglas y el plan generales. £ Vjar*n advirtió los peligros de una gran burocratización del L ,c máxime en una sociedad atrasada como la rusa, algo que rnl\d ?iuc^0 m s ^ difícil corregir tal desviación. La tesis estali- a - intensificar la lucha de clases en la URSS so le antojó 26 .un analfabetismo estúpido. 11 resultado es un t st.ide» , A su juk io, el problema de la burocracia soviet,,,, no 18solo

cuantitativo, de pesadez administrativa, sino también Wa muv especialmente—cualitativo, de estructura del Estado. En ,MV sentido, entendió que había que rectificar: *

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1971, 72; RATKOC, 1972. 155; Cr»**, 1976. 10»

LA DICTADURA PEt PROLETARIADO Y I I ÍSTAOO SOVlfT# (¡ y

estamos demasiado centralizados. Hemos de plantearnos la cuestió de si no debemos dar ya algunos pasos hacia el Estado-Comuna d Lenin’07.

En los años veinte se fue estableciendo una alianza táctica entre el Partido —que hablaba en nombre del proletariado— y la burocracia del Estado y se consolidó el sistema de nomenklatura de tal suerte que todas las estructuras en todos los niveles establecieron sistemas de listas con candidatos recomendados a cargos, vaciando de sentido decisorio los procesos electorales. En consecuencia, todos los nombramientos dependían de la autoridad del nivel superior correspondiente. Además, todos los aparatos del Estado tenían su «doble» en el Partido, con lo que la burocratización se dobló y la confusión entre ambas instancias fue completa27 28 29. Stalin, que fue la expresión política del triunfo de la burocracia, apostó por un burocratismo eficientista dirigido por el Partido. Durante las luchas fracciónales Trotski se apercibió de que el propio Comité Central del Partido estaba «recurriendo abiertamente a la ayuda del aparato estatal contra miembros del Partido», pero no extrajo entonces conclusiones sobre la creciente confusión entre sendas instancias30. Fue Buja- rin el que más lúcidamente vio entonces que «la raíz del mal está en la completa fusión del Partido y del Estado»31. Bujarin se pronunció a favor de separar claramente las funciones de uno y otro, y en privado (conversaciones con Kámenev) reconoció que la perversión de la democracia soviética y el ascenso incontenible de Stalin se habían debido a un profundo error de partida* la identificación del Rartido con el Estado111. Aunque Bujarin apuntó en la dirección adecuada, se centró en la consecuencia, pero no en la causa: si se produjo tal fusión fue porque el Partido bolchevique careció de otros competidores partidistas, no se vio sometido al menor control cívico ni estuvo limitado por equilibrios institucionales.

D) ELEMENTOS VIEJOS Y NUEVOS EN EL FUNCIONAMIENTO DEL ESTADO

La cita de BUJARIN (de 1928) en COHÉN, 1976, 448; LOWY, 1973, 57. La cita de BUJARIN (de 1928) en LOWY, 1973, 410; BUJARIN, 1974C, 15. 29 BETTELHEIM, 1977, 515 y 1983, 218; CARR, 1974, 131-132. w CARR, 1983, 40; PROCACCI, 1977, 1 1 3 . 31 Las dos citas de BUJARIN (de 1928) en DEUTSCHER, 1971, 404, y COMEN, 1976, 58, respectivamente. 27 28

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Partiendo de la tesis (obviamente con base real) de Rusia como país atrasado, Lenin teorizará la necesidad de modernización que impulsarán los bolcheviques al servicio del proletariado y el campesinado. Este imperativo desarrollista es lo que justificaría el mantenimiento bajo el poder soviético de elementos del Estado anterior. Sin duda, el atraso histórico era el responsable de un gran número de carencias, pero su uso recurrente en el discurso bolchevique contribuye a difuminar las responsabilidades como partido del gobierno. No obstante, sí hay en Lenin elementos de reflexión autocrítica, pero que se quedan en los efectos, sin ir a la causa de fondo. Para Lenin los problemas del Estado soviético se deberían al peso de la burocracia tradicional, a ,as concesiones que la NEP había tenido que hacer a los cuadros técnicos burgueses y también a la pervivencia en el Rarti- de muchos militantes con mentalidad y estilos no revoluc io nafi°s. pero es siempre la explicación histórica la clave: Nuestro aparato estatal se encuentra en un estado tan lamentabU . ( jue primero debemos reflexionar profundamente en a ' ra do luchar contra sus deficiencias, recordando <ju< as 1 ^tas 54* hallan en el pasado"*.

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(ROt-M.ih.1. MU duda, insuiii Ienlomente

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Más adelante, Trotski señaló que en la transición soviética subsistía en gran medida el Estado burgués sin burguesía, algo que «se reveló incompatible con una democracia soviética auténtic a » ’ 4 . Para Bujarin, «/a revolución destruye el poder existente Y crej otro nuevo. El nuevo poder conserva algunos elementos del antiguo, pero estos elementos tienen otrn aplicación distinta», sin aclarar qué elementos se conservan y cuál es el modo diferente de usarlos, al margen de una vaga proclama general sobre la diferente «naturaleza de clase» del Estado soviético y, en otros textos, del «armazón material técnico objetivo» de la administración32.

La cita de TROTSKI (de 1921) en RADICK, 1972, 61; ULAM, 1969, 478, SfRCf, I, 1973, 98; DI UTSCHFR, 1976, 373-174 y 439 ,M TROTSKI, 1977a, 73. r La primera cita de BUIARIN (de 1919) en id., 1971, 83, y la segunda V 1 J20) en id., 1974b, 48 (las cursivas son de Bujarin).

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Como gobernante Lenin se apercibió de que el a,nr3„ , , Estado se le escapaba de las manos y de que la sociK est ba cada vez mas enajenada del poder político. Lenin constó que «el Estado no ha func.onado tal como nosotros lo en ten diamos» y ello pese a que «la fuerza económica que está en manos del Estado proletario en Rusia es absolutamente suficiente para organizar el paso al comunismo»n6. La conc lusión no podía ser más pesimista: «con el aparato estatal, la situación es triste, por no decir repugnante» y es que suele suceder en la práctica que aquí arriba, donde tenemos el poder del Estado, el aparato desarrolla sus tareas, pero allá abajo donde se toman las decisiones, deciden de tal manera que muy frecuentemente trabajan contra nuestra política"7.

Por tanto, hay en Lenin un reconocimiento del deficiente funcionamiento del Estado soviético, pero un insuficiente análisis de sus causas y un conjunto de recetas limitadas para intentar corregirlo. En efecto, las claves son siempre el pasado, la burocracia heredada y el mal trabajo de algunos camaradas; ergo, herencia recibida y problemas de personal, pero sin abordar la naturaleza estructural del sistema soviético edificado por los bolcheviques sin división de poderes, sin garantismo y sin pluralismo político. Esto explica que las propuestas para remediar }ales males fracasaran sistemáticamente: por un lado, se man- luvo un discurso ideológico inaprensible siempre carente de concreción (dar paso al Estado-Comuna, profundizar en la «línea e nnasas», avanzar en la «democracia soviética») y, por otro, las nietas reales fueron burocráticas (sustituir personas en los diíe- cargos y niveles y crear nuevos órganos administrativos íf vigilancia y control», con lo que la burocracia no cesó de ((r exponencialmente)118. SIAJIK. l,nVitas 1 ,NIN (de 1922) en BnmuuM, 1074, 261, y F BOMA en Í076,

12.

12* M’fu,dS cit.it de UNIN (de 1922) en Sonic), 1076, 164, y Cune 1074, {6ÍMHM,

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1077, 406

IA DICTADURA Y ELliJKypo, ESTADO SOVIÉTICO KÍHMOT» DEL PROLETARIADO MaMOHT08«, Avurnnm*. 99

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La guerra civil acentuó la centralización, algo que se agravó al cristalizar el sistema de nomenklatura y al reducirse los espacios de debate. Por ejemplo, en la elaboración de la Constitución de 1922 Stalin se opuso a la idea de que la URSS como tal debía estar formada por Repúblicas constituyentes e insistió en la necesidad de crear vínculos intermedios entre la administración central y los gobiernos de las Repúblicas. El control central debía ejercerse a través de un número limitado de canales y no dispersarse, y aquél debía tutelar la mayoría de los ámbitos competenciales"9. Bujarin se apercibió pronto del excesivo centralismo del Estado soviético y de los problemas que ello generaba: todo monopolio implica cierto peligro de momificación. Y para nosotros (...| que disponemos de un supermonopolio estatal [...] se dan todas las condiciones para que se realice ese peligro de momificación1’0.

Ante este panorama las sugerencias más reformistas procedieron, una vez más, de Bujarin con objeto de dar paso a una descentralización real y, más en particular, de dar entidad a la legalidadsocialista. Rara Stalin la finalidad de las normas soviéticas debía ser la de defender al Estado, mientras que para Bujarin debía ser la defensa de la sociedad. Así, preconizó la reducción de aparatos administrativos y la liberalización de iniciativas 'ocales, pero, sobre todo, el refuerzo de la legalidad soviética Pafa acabar con la arbitrariedad de numerosos comités y para garantizar al campesinado y los nepman seguridad jurídica para Su gestión económica sin sobresaltos: f campesino ha de tener ante sí orden soviético, derecho soviética ey soviética, y no arbitrariedad soviética, moderada por u na de reclamaciones» cuya ubicación se ignora'

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.... 1 969a, 233; M<xm, 1995, 150; CoHfN, 1976, 435; Bni '974, 87-88. , r. .. ***"<* 1928) en Eowv, 1973, 326; BKOU , Nwm, ij * * 8WI, 286 (U < ursiv. |Ak,N .'974(. noy 163-165.

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IA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y EL ESTADO SOVIÉTICO 99

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Huiarin fue favorablea ampliar gradualmente el deretho , u,t„ v a establecer una declaración de derechos de los CÍU(T danos soviéticos que les protegiese de eventuales abusos del Eya. do y perfeccionase el sistema socialista.

E) HACIA EL ESTADO TOTALITARIO

Leí teoría de la revitalizacion del Estado socialista en el periodo de transición se debe a Stalin, necesitado de algún elemento ideológico legitimador para justificar la potenciación del aparato. Desde su punto de vista, la progresiva extinción del Estado obrero exigiría paradójicamente su refuerzo: la extinción del Estado se llevará a cabo no ya por el debilitamiento de su poder, sino por su máximo fortalecimiento, lo que resulta indispensable para acabar con los últimos restos de las clases expirantes y para organizar la defensa contra el cerco capitalista1’2.

A su juicio, «el mayor desarrollo posible del poder del Estado con objeto de preparar las condiciones para la extinción del Estado: tal es la fórmula marxista», con lo que el refuerzo del Estado socialista se hace en nombre de su futura extinción, contradicción que quiere sostenerse con el supremo argumento de los «enemigos de clase» del entorno33. Esta teoría de un Estado que se «extingue» al «reforzarse» no es más que pura escatolo- gía ideológica que busca conciliar la preservación de un referente mítico (Lenin) con los intereses reales del poder soviético. Puesto que los textos de Lenin al respecto eran intocables, Stalin tuvo que mantener la retórica «extincionista», pero dándole la vuelta al argumento por los imperativos de la lucha de clases del momento. Para Stalin, la construcción del socialismo intensifica la lucha de clases tanto en el interior de la URSS como en el exterior. Una

)2;

La cita de STAIIN (de 1930) en BKOUC 1974, 409. La cita de STAIIN (de 1930) en MARCUST, 1969, 107; CHATEUT/PISIHC KOUCHNÍK, 1983, 346; MOOKL 1956, 222. 1/1

LA DICTADURA DLL PROIHARTADO Y El ESTADO SOVIÉTICO 101 VeZ

decretó c ue el | l socialismo ya estaba construido en a URSS (en 1936), añadió que el Estado debía mantenerse e incluso forta ecerse a causa del «cerco imperialista/capitalista». La teoría del cerco permitió justificar un poder omnímodo no solo para defenderse de una eventual agresión exterior, sino también para extirpar a la «quinta columna» interior de «traidores» y «saboteadores»1 Pese a la supuesta culminación integral de la construcción del socialismo en la URSS, el Estado soviético debía mantenerse al iniciar la «fase comunista» por el «cerco» pese a la incongruencia teórica que ello representa desde el punto de vista de la ortodoxia marxista. Así: «¿subsistirá también el Estado en el período del comunismo? Sí, subsistirá si el cerco capitalista exterior no ha sido descartado», teoría que se mantuvo imperturbable hasta el fin de Stalin; de ahí que Malenkov afirmara en su nombre:

los enemigos y vulgarizados del marxismo habían preconizado una teoría extremadamente nefasta para nuestra «usa, la del debilitamiento y extinción del Estado soviético en condiciones de cerco capitalista |...|. En las condiciones de triunfo de la revolución socialista en un solo país mientras que el capitalismo domina la mayoría de los demás países, el país de la revolución victoriosa debe, lejos de debilitar al Estado, reforzarlo al máximo; según esta conclusión, el Estado pemianecerá incluso bajo el comunismo si el cerco capitalista sub$isteus.

('orno resultado, se puede hacer abstracción de la coyuntura internacional y hay que disponer de un ejército bien preparado, de organismos punitivos bien organizados y de sólidos servicios de información; el país, en consecuencia, debe tener un Estado suficientemente fuerte para p<xier defender las conquistas del socialismo contra los ataques del exterior'

>174* «y*- '956,224; MARCUST, 1969, 104; Tunan. 1971,95; BIIIMHUM,

ORA loo, ¿ Kwm, 1975,258; CHATrLfT/PisifR-KtXxUNFR, 1981, 158; AGUÍ 7, '991, 55.

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ti, tl(. f)rirTH*™ < ita de SfAI IN (de 1919) en I)f I TUKIA, 1977, 11 6; la l"ivi- «, llNkíJV(de 1952) en ( OIIINII, 1957, 122 (las i ursivas son de Maleo i *AKls'.f971, 42-41; BnmMí,M, 1981, 26.

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I n k. teorf.i c«it.ilinista del refuerzo del Estado s
Por lo demás, no es posible olvidar «el cerco capitalista y los peligros que se derivan para el país del socialismo», pues los capitalistas «envían a nuestro país espías, asesinos y saboteadores»; de ahí que no se pueda subestimar el papel \ la importancia de nuestro E stado socialista, de sus organismos militares, punitivos y de sus servicios de información, necesarios para la defensa del socialismo contra los ataques del exterior1 *.

En suma, en la teoría estalinista justificadora del Estado va cambiando la «calidad» de los enemigos: 1) de entrada, las antiguas clases explotadoras; 2) a continuación, la burguesía mantenida por la NEP, y 3) en lo sucesivo, los ► agentes del exterior». Pór tanto, los imperativos de la lucha de clases interior devienen en exteriores una vez que se concreta que en la URSS ya no hay expio-

La cita de STMIN <de 1939> en Da TURIA, 197 7, 1 16. u* La cita de STALIN (de 1939) en id., 1968, 196-19/, Da TURIA, 1977,

116.

LA DICTADURA DH PROl ITARIAIX) V H tSTADC) SOVIÉTICO 1()í tac¡ón.

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Esta circunstancia hace más difícil justificar teóricamente la persistencia del Estado, pero el rec urso a la insidiosa «quinta columna» y al imperialismo son suficientes para insistir en la necesidad de un poder monolítico e implacable contra los enemigos de la «patria del socialismo»1'’9. Prácticamente desde su fundación el Estado soviético recurrió al terror («rojo») para afianzarse, y éste cobró vida propia y no dejó de ampliarse pues la cadena de «enemigos contrarrevolucionarios» se fue haciendo cada vez más larga. La Cheka (policía política) fue exaltada por los bolcheviques por su labor de «vigilancia revolucionaria» y descabezamiento (a menudo literal) de los «enemigos de clase»: oponerse a la Cheka sería «idealista» o, peor, contrarrevolucionario; de ahí que el terror rojo se convirtiera en «técnica administrativa» para disciplinar a la sociedad y organizar el Estado, con liquidación absoluta de cualquier vestigio de legalidad o garantismo. En el Estado soviético el terror del poder tuvo una doble naturaleza, técnica y política: se castigaba la ineficacia y falta de rendimiento y, además, cualquier tipo de inconformismo y disidencia110. Lenin, que asumió abiertamente la necesidad del terror rojo, quiso darle cierto barniz argumentativo: los tribunales no deben prohibir el terror |...|, pero deben formular los motivos que subyacen a él, legalizarlo por print ¡pió, anamt n (, sin ninguna simulación o adorno'’1.

Más contundente se mostró incluso Trotski en su po emita )n Kautsky al señalar que, en una época revolucionaria, ia\ lJe luchar por el poder por la fuerza; de ahí que rec tazar t e rro jue no sería más que otro instrumento al alcance c t a uardia) sea rechazar el socialismo con (‘I nada u hna 0 ‘ b tonto de que quien quiere el fin (el socialisnm)ce H que n ,i(‘n los medios (todos, ini luido (‘I terrorismo). I artien< < < ' i'

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" , w , d u'5ucr.^ . ■ i aQ° que ~a )uici° de lo,TT cheviques— había dejado de representar la «voluntan ¿ masas». En suma, para Trotski en el apogeo de su poder tido es el Tribunal Supremo de la revolución y tiene si«m , ultima palabra en todas las cuestiones clave1" 4, , ™ , T a mer Bujarin, también compartió estos criterios («cuanto ^ tuerte es la resistencia de la burguesía [...], tanto

cable debe serla dictadura del proletariado, que en los St extremos no debe

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vestigio H f' 6 T- 0 !nmed'ato dada la ausencia incluso la adopción de' 11 'NFf>’lnstllucional sobre el gobierno, sociedad—fue del torto . EP ~qüe suPuso un respiro para la gó a afirmar que los menrh “ntana pues'. Por ejemplo, Lenin lle- sostenían que t il uir ■ 1evic)ues y social-revolucionarios, que secuencia, evidenciaba oT Una VUe,l,a al taPíta,ismo Y> en conOctubre deberían ° c ..caracíer burgués de la revolución de vían a los reaccionad rSÍlat*os ^s/c^ Pues ta¡es opiniones serte de persona; l0S S C ecir se ' preconiza la condena a muer- ‘ ‘ P r expresar opiniones nr.r a propósito de una poli’J' ^RCf, I 197

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Licitado °6' K(>IAKOWSKI, 1982, 497-501. ' fí>. LIÍNSIHN, i9^<* 1919) en id., 1971, 79 (las cursivas son de Bu/a,!;

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tic.. bolchevique, con lo que se ponen las bases „, ,, ■ mo,M. R,r supuesto, la liquidación de la NEP en i!, ,<' "ar,s' considerablemente el panorama al desaparecer t* lu a8ravo .os de pluralismo ^ioeconómico que quedabaTüSlos bolcheviques desarrollaron una enorme red policial ' presente y omnipotente y crearon campos de concentración (ton esa denominar ion) para los «enemigos de clase» una ca e goría < .irla ve/ más elástica e indiscriminada definiría en réei' ,„en de monopolio por el poder. Ninguna fracción bolchevique enfrentada mas tarde o más temprano a Stalin hizo oír su voz frente or expandir la democracia y las libertades «hasta un ^rarlo nunc a antes concx ido», sino que hizo todo lo contrario, suprimiendo los derechos no ya a los antiguos explotadores y los (ontrarrevolue ionarios genuinos, sino a la prác tica totalidad de la poblar ion. Por tanto, dada la nula concreción práctica de la democ rae ia soviétic a, el listado funcionó de minio despótico y muy pronto totalitario1 *\ Sólo en el exilio, aunque con algunas autolimiíar iones analíticas, Irotski captó gran parte de todo (No: si H i stado, en ve/ de desapareeer, se ha< e cada ve/ más despótico, s¡ los mandatarios de la < lase obrera se burocTJtizan, .1 la ve/ que la buror r.u ta se erige jx>r eni una de la stx iedad |...|, no es f>ot ia/0 nes s(*{ undarias r orno Lis superviven! las psít ológit as del pasado, I n virtud de la inflexible rux estriad de formar y mantener una miñona privilegiada no es |x>si!)le asr*gurar la igualdad real, No son los n s l«>s irrelevantes en sí mismos, de las antiguas c lases dirigentes los que impiden, como du e la teoría puramente policial (te Stalm, qui * *,l do sovietu <j desupuic/i a y se líbete de la buux fai ia piiasilana totes infinitamente mas poderosos, como la indigeni ia niait > • ‘alta de i ullliia general > (‘I dominio del «leret lnMf‘!'Vf' d 1 » k’sprende en el ámbito que más inteiesa a < ualquieia '* * lh ’i vat x x) p
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Capítulo III Burocracia y sociedad , LA BUROCRACIA: }CAPA O CLASE? A) El DtSCONTtCX BUROCRÁTICO

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anto la recuperación bolchevique del grueso de la antigua burocracia estatal como la paralela burocratización de los soviets contribuyeron a reforzar asimismo la propia burocracia del Rartido, La mayoría de los funcionarios y de los especialistas económicos era hostil o —en el mejor de los casos— apática con relación a los bolcheviques y muy pocos simpatizaban con el sistema soviético: bajo la NIP la burocracia los gerentes, los técnicos \ la infelligcnt- >»a los «cuerpos ife funcionarios* de la nueva sociedad eran Lasi e\clusi\amonto elementos extraños al régimen’.

Ionio reconoció que. dado el atraso cultural de las masas y Lt escasa presencia de especialistas entre bolcheviques, eta inevitable recurrir al personal tradicional, asumiendo el severo cos- ^ 'ctardatorio que ello tendría. El propio Stalin admitió qut 'nuestro aparato de Estado es en gran medida burocrático v lo HV$uirá siendo durante bastante tiempo», algo aumentado al VOr> sol idarse en el poder pues su régimen encarnó el máximo de estatalización social nunca antes alcanzado . ^ ota es de CAK*, 1974, Ufe; Pwx co, 19"’, *1-

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U porción de UN¡N en MCXXE. 1956. 163. la cita de 5TAHN U*O * - ,5 ‘ 136 la burocracia estalm.sta no tenía nada que ti»**’ ‘ hfe millones de trabajadores (todos al servas »o v '' ’ único) uno* 10 miltof*' oran cuadn» admmivtiatm > s u

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t* frotski, que Hit' el principal dirigente lx>lchevique (iU<, . upo a fondo del fenómeno burocrático, «descubrió» el bUfV> i ratismo en 192T, justo cuando empezó a ser cada vez más m ll ginal en la cúpula del Partido. I n el apogeo de su poder, a eso ano, ('I asunto no le mereció prácticamente ningún comen* tario; de ahí que su denuncia de la deformación burocrática sea no sólo tardía, sino —en su jerga— «oportunista»1. El fenó meno burocrático no sería privativo del Estado, sino también y esto era mucho más grave— del Partido, como ya había visto Lenin. I a burocracia habría conseguido autonomizarse de las masas y escapar a todo control, algo especialmente agravado por i‘l viraje estalinista de 1929, ya que «la colectivización ha abierto inmensas posibilidades al parasitismo burocrático»4. La burocracia estalinista había generado intereses corporativos propios Y conseguido «expropiar políticamente» al proletariado \ situarse do modo «provisional» por encima de la sociedad sovié- tit a. «la burocracia soviética |...| se ha ido volviendo cada vez mas conservadora, cada vez más preocupada de mantener el lwnon ,l ' “'-IVs,> >’ qut' el análisis trotskista do la burocracia estalinista es bastante penetrante. no llega a formular una verdulera tria acabada por no sacar todas las consecuencias sis- temu as, \ ello en virtud de sus propios prejuicios ideológicos que limitaron el alcance de su v isión*'. Tan contundente en la crítica del fenómeno burocrático se mostro asimismo Bujarin: t u,' *1^ * H ,OM *' 1 Js ,HX eMduk'N inmediatas di' las masas cri 'h! n¡H M!* on un f'HitxH ratismo nauseabundo v en la auti>>at; UH1 ,on ik KK ' A lónanos t so es pura Kutw.e

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habría producido porque al abarcar demasiado leí f^rtidol ha creado un colosal aparato adm, nistrativo. Para cumpltr las fundones económicas de los pequeña om! ductores, de los pequeños campesinos, etc., se requieren demaóa dos funcionarios y administradores. El intento de sustituir todas estas figuras por chmóvmki Iburócrata en sentido despectivo! | l'produ ce un aparato tan colosal que el gasto de su mantenimiento resulta incomparablemente mayor que los costes improductivos derivados de la condición anárquica de la pequeña producción; en consecuencia toda esta forma de administración, todo el aparato del Estado proletario, no facilita sino que impide el desarrollo de las fuerzas pro- ductivas7.

Con ello, Bujarin constató que, en ciertas áreas, la eficiencia del mercado es superior a la estatalización; de ahí su defensa continuada del modelo de la NEP. Como gobernante, Lenin reconoció el grave problema que representaba la ausencia de personal especializado simpatizante de los bolcheviques pues la vieja burocracia reincorporada al Estado era difícilmente controlable y boicoteaba de hecho muchas decisiones políticas. Así, por un lado, «luego que tomamos el poder, el aparato del Estado comenzó a sabotearnos Ahora contamos con una enorme masa de funcionarios , Pero carecemos de personal idóneo para dirigirla», y, por (^0' <<de palabra, la administración soviética es accesible a os los trabajadores; pero en la práctica, como todos sabemos, | >sta mucho de serlo», y, por tanto, «no hemos conseguido que masas trabajadoras puedan participar en la administración L Pa's»8. La conclusión de Lenin es contundente: el Estado la>VK tic0 Padecería una grave «deformación burocrática» de Un^Ü° <<(^ Pr°lotariado debía protegerse», y es aquí donde, tras nacerífdo dia8™stico, la terapia propuesta fracasó al añadir (Vüs ()r a 8 nos burocráticos supervisores de control y vigilanda Z'r* (,,,, de Hn'AK,N (ríe 1928) rn lowv, 1971, 192, \ L< « ¡ U Ó f*n ( OHIN, t97(>, 199. 19](, < \\,) d,. | (NIN ((j(, m22) en ( ANK, 1974, 128: Id M’guiwU *«*» 1

"u ,JNIN, ni, 1979, 179; I.» frrcer.i («!«• 1921)

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cía4, rrotski, que fue un crítico implacable del burocratk ost.ilinista durante los años treinta, no hizo nada como 04° nante para detener el fenómeno. Y es que su combate contra ^ sistema estalinista estuvo tan mediatizado por los enfreñt mientos fracciónales que, a veces, pierde profundidad analíti ca. Para Bujarin la posible evolución del régimen soviético hacia un nuevo tipo de Estado burocrático explotador fue su pesadi lia personal, y eso es lo que explica sus severas críticas a la arbitrariedad y el despotismo del grueso de los funcionarios10.

B) CAUSAS DEL TRIUNFO DE LA BUROCRACIA Y MODOS DE COMBATIRLA

Lenin atribuyó la deformación burocrática del Estado soviético a los siguientes factores: 1) el «atraso histórico» dada la falta de suficiente modernización en Rusia; 2) la dificultad objetiva de formar rápidamente funcionarios eficaces y leales, lo que habría obligado a los bolcheviques a recuperar al grueso de la anticua burocracia de mentalidad y estilos muy tradicionales; 3) la ausen- tia de cuadros comunistas especializados y bien formados, y 4) la ea . e 0)5 sov'e,s- En sustancia, pues, los problemas procederían de la supervivencia, en gran medida, del viejo aparato (que no pudo ser «destruido hasta sus cimientos, tal como se sl'X°me"C!° an,eS de la revolutión> y ^ l<> ideología con1 pn¡n rlr ^Ue ^ |6ra ( ünsus*anc'a!- modo complementario, ese ámbito0000 1S Caren,aaS (^e *Í)S militantes bolcheviques en eua burnrrar^- 'nCapaC'dac! ^ controlar realmente a la antilucionarin nn t ^ ^ Un. ado’ reconoc¡ó que un buen revo(de hecho rnnTr’ ^ ^Ue ^ tam^^n un buen administrador mó aue °hovl qUC' ^ 8e "eral' n° lo V- por otro, afir0 U a lnmens,dad de no disDonemrís H*") * " funcionarios, pero no disponemos de elementos con suficiente instrucción para tris WqTí^4' 6?; Betteeheim' '974, 460; RADIAV., 1975 320- EUENS rHN ' '979a, 13; KOI AKOWSKI, 1982, 501. ' JZU' tü£NS* BMCH,Fli' 1%8' I33; KKASSO' 1970, 79; COHÉN, 1976, 204 y 430.

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BUROCRACIA Y SíXH DA!)

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poder dirigirlos de verdad»". En la interpretación leninista taita un análisis sistómico pues reduce la responsabilidad del I anido bolchevique a un problema de deficiente formación de cuadros, pervivencia de malos hábitos y eventuales errores de ges tión, sin ir más allá. En consecuencia, no hay el menor reconocimiento de que liquidar el pluralismo, instaurar el partido único y dar paso a un poder no sometido a controles y equilibrios ñor mativizados eran los factores de fondo que propiciaron la «deformación burocrática» que captó, pero no escuadró en un marco analítico sistómico. Stalin, de modo aún más reductor, atribuyó el burocratismo exclusivamente al atraso histórico del país y, en su caso, a lo per- vivencia de algunos hábitos erróneos de los primeros tiempos de la revolución. La respuesta estalinista a la «deformación buró crética» señalada por Lenin fue la de «intensificar la lucha de ,-Ucrkc* nnm rtnnnr.u trida roela al

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MH ialismo soviético no podría -wan/.ir y tal Wp,„ vf‘no habría hw ho más que favortx er a la Inmxrrac ia c*stal»n»s . \)[\het ho de que ('I RarticJo se viera absorbido fJor |()s S(,r vinos que (iebe proporc ionar el Estado pues «la fuente del bunm ratismü reside en la concentración creciente de la aten* non v de las tuerzas del Partido sobre las instituciones y los apa* ratos gubernamentales y en la lentitud del desarrollo de la industria». 4) Las contradicciones sociales: «la victoria de Stalin, pese a todas sus vacilaciones y su inestabilidad, es una manifestación de ios considerables desplazamientos que se han producido en las relaciones de clase en la sociedad revolucionaria»; más exactamente, «el burocratismo soviético [...) es el producto de contradicciones sociales: entre ciudad y campo, entre proletariado y campesinado, entre Repúblicas nacionales y sus subdivisiones, entre los diversos grupos del campesinado, entre las diversas capas del proletariado, entre diversos grupos de consumidores, en fin, entre el Estado soviético en su conjunto y el cerco imperialista»14. 5) El «Termidor» y el «bonapartismo» soviéticos. Trotski recurrió constantemente a analogías entre la revolución francesa y la rusa que le llevaron a cometer diversos errores de interpretación, una comparación muy habitual en aquella coyuntura, pero bien inadecuada desde el punto de vista científico. El desplazamiento en el poder de los «verdaderos» bolcheviques (es decir, él y su fracción) es explicado por Trotski con el recurso a la analogía «termidoriana»: frente a la «derecha» hubo que apoyar al «centro» de Stalin para evitar la restauración del capitalismo, pero el «centro» habría hecho muchas concesiones a aquélla en el sistema soviético. Desde esta perspectiva, el «Termidor» soviético sería causa y consecuencia de la burocratización del Estado1 ’. A continuación, Trotski sostuvo la teoría de que la URSS de Stalin había devenido «bonapartis-

" BAECHLER, 1968, 72 y 76; TROTSKI, 1972, 79. M La primera cita de TROTSKI (de 1929) y la segunda (de 1935) en BAECH- >TR, 1968, 309 y 322; TROTSKI, 1977a, 116. ' ■ DrurscHtK, 1971, 318 y 321; MAVRAKIS, 1971, 79-79; TunaR, 1971, 106; 'd„ 1974, 392; TROTSKI, 1977b, 71; PASQUINO, 1982b, 1645.

BUROCRACIA Y SOCIEDAD 113

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B.: Puef que Nf°|leÓn fue Poster¡or al Termidor en Ru,¡, debía haber ocumdo lo mismo. Así, el «Termidor so^co" * habría producido en 1924 (justo cuando Trotski p,erde el v, aunque no tue la contrarrevolución capitalista (el Termidor h1n cés tue protagonizado por revolucionarios moderados) renm sentó la toma del poder por la burocracia. A juicio de Trotski las incorrectas políticas seguidas durante los años de la NEP habrían favorecido tal desenlace, que culminaría con el ardn vira je de 1929, el cual encarnaría la «fase» bonapartista del estali- nismo:

en

ei bonapartismo fue uno de ios instrumentos del régimen capitalista en sus períodos críticos. El estalinismo es una de sus variedades pero sobre las bases del Estado obrero, desgarrado por el antagonismo entre la burocracia soviética organizada y armada y las masas laboriosas desarmadas16.

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En realidad, las explicaciones de Trotski sobre las causas del triunfo de la burocracia soviética son, en gran medida, inveriticables. Sin duda, el atraso histórico, la absorción de los cuadros bolcheviques en tareas del Estado y las contradicciones sociales tuvieron su papel, pero es indemostrable saber si el triunfo de la revolución mundial o el de su fracción hubieran evitado el fenómeno. En realidad, Trotski jamás pudo explicar de modo convincente cómo fue posible la expropiación política del P°der soviético por parte de la burocracia y por qué la mayoría e los cuadros bolcheviques ayudó primero a la «usurpación» T espués, se coludió con ella, y en esto radica una de sus principales debilidades teóricas17. Por lo demás, cabe añadir que el Agnóstico de Trotski y de Bujarin sobre la degeneración burorat ca d ^ ' el sistema era idéntico en 1929, cuando ya fue demando tarde18. ¡Aducido el burocratismo —en Lenin— en lo esencial a un orna de eficiencia, las recetas fueron las de intensitu ai a

$ ‘"'isn. 1977a, 2(,1; StRGt, II, 1-171, 55. P'HMR, I%B, III y 119; OIMIWHIK. 1 %'••>. -i0 ""i*, 1976, 405; ................................... ............ .. 1977, 180

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v,i.,|ánti.i revolucionaria desde el punto de vist,, í>0|ftiCí> aumento' la capacitación técnica desde el administrativo AJ ¡,, selección del personal debería someterse a «pruebas rigUr,¡' s,simas» y los Í argos políticos (‘star siempre en manos de con1L¡' nistas «irreprochables», los funcionarios debían: 1) ser reto mondados por miembros del Partido (lo que no hizo más que reforzar el sistema de nomenklatura); 2) «sufrir un examen» (S;C) para comprobar si conocen el aparato estatal soviético; 3) hacer otro específico sobre las cuestiones administrativas de su sector y 4) trabajar compenetrados con los órganos de control. Toda una combinación de supervisión política y eficientismo tecnocráti- co para dar paso al binomio «rojo y experto» como meta19. Para Lenin, los bolcheviques debían demostrar ahora que de veras hemos aprendido algo en orden a la construcción del Estado (no estaría mal aprender algo en cinco años), o bien demostrar que no estamos aún maduros para ello: y entonces no vale la pena iniciar la obra.

De ahí que propusiera enviar investigadores soviéticos capacitados a Alemania, Inglaterra, Canadá o los Estados Unidos para aprender técnicas administrativas20. Se buscó, en suma, la eficiencia (además de la disciplina), pero con fórmulas que no iban a la raíz del problema pues las recetas se limitaron a consignas vacías («línea de masas»), castigos para los ineficaces (la represión es un instrumento muy limitado para mejorar la agilidad administrativa) y creación de órganos específicos de vigilancia. Y es que los bolcheviques no po lan ir mucho más lejos pues, al detenerse en combatir los e ectos, o viaron las causas de fondo ya que éstas replanteaban as ases e sus sistema político. La creación de cuerpos de supervisión» multiplicó exponencialmente la burocracia y, en este sentido, tue no ya inútil sino contraproducente el «alto Comisariado para la Inspección de los Obreros y los Campesi-

’ LHATFUT, 1977, 65-66; PROCACCI, 1977, 174 OÍArnu, 1977, 67.

BUROCRACIA V SOCIFDAD 11 5

nos» (el

RMrin) para controlar

a todas las administraciones, ya que, al poner al

trente del mismo a Stalin, se convirtió en un for midable instrumento para colocar a sus

partidarios

y

eliminar

a

los

adversarios 21 .

Aunque

Lenin

reconoció

autocríticamente al final de su vida el fracaso de sus recetas, siguió aferrado a su

modelo con rechazo frontal del principio de legalidad (una fórmula ensayada con éxito en las democracias pluralistas más avanzadas para dar paso a un

civil Service

eficiente), pues —a su juicio— eso hubiera sido una marcha atrás y una clau dicación ante la teoría y la práctica del liberalismo burgués 22 . El

Rabkrin, dirigido

por Stalin, no sirvió obviamente para el fin formalmente

propuesto (desburocratización) y se convirtió en una pieza burocrática más (y relevante) del Estado soviético, además de una suerte de «policía privada» en el seno del gobierno bolchevique, pues se dedicó a depurar y colocar en altos pues tos a leales incondicionales 23 . Las críticas de Stalin al burocratismo nunca afectaron a los principios de jerarquía y autoridad, sino al de ineficiencia, lo que es asunto distinto. No se pedia que el Estado fuera menos autoritario, sino más, y de manera más eficiente. Por tanto, la lucha contra el burocratismo en Sta lin no perseguía democratización alguna, sino racionalización del aparato administrativo férreamente dirigido por la cúpula del Partido 24 . En cuantoTrotski asumió la bandera de la lucha contra la buro cra cia, partió de la base de que ésta y el socialismo eran incompatibles: no debemos construir el socialismo de modo burocrático, no mos crear una sociedad socialista por decreto [..•!• t-a urotra i. ción es enemiga mortal del socialismo

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1982,

479-480

*M, 1969, 57b; Con, VI, 1974, 135; KOIAKOWSM, „ 1969, 488; A. ElORZA en ANTÓN, 1998, 193. 1977. 222; KOIA WAIJIK, 1 %7, 440; Dtutv HTK, 1971, 56-57; DH TUWA, 1%i, 78.

Ul

. KOTHMttM, 1977,215; PwXATCl, 1977. 148 y M9. 197 1, 142.

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Aunque, de entrad», írotskí confió en la posibilidad d(. r(,^ mar ifesde dentro (‘I Partid) bolchevique, a mediados d* I” años treinta dio por perdida la batalla; de ahí que optase r*,/? tesis de una revolución política antiburocrática en la URSS ** c reara la IV Internacional. Tal revolución debía ser eminentemenh política, sin tocar en absoluto las bases económicas de la socie^ dad soviética, que descansaban en la preservación de la propiedad estatal de los medios de producción y cambio. En efecto, deter minar la «naturaleza de clase» del Estado soviético tenía gr importancia para saber cuál sería la «naturaleza» del combate adecuado contra los estalinistas: ya que la nueva revolución ha de nacer sobre las bases de la nropiedad del Estado y de la economía planificada, hemos calificado ei derrocamiento de la burocracia como revolución política por OOOM ción a la revolución social de 1917-6. ^

Como a su juicio— el estalinismo no tenía base social «especifica» (dada la «naturaleza» socialista de la URSS) tal «camarilla» estaba destinada a caer pronto por ir en contra de as« eyes de la historia», y el poder volvería a los «auténticos» bolcheviques-leninistas. Esto se vería favorecido por los propios enfrentamientos interburocráticos de los estalinistas entre los £“'0S part,dar,osLlde la posibles-.

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volurinnf 6 Tíedad es,a,al V l« claramente contrarrePropiedad privada, lo que abría diversos escenarios

LA TEORÍA DEL ESTADO OBRERO DEGENERADO

linista eOimñ'd° ^ an^*s's tr°tsk¡sta del Estado soviético esta- por sus ronH 3 - ° ant° ^)0r ^bilidad de su base teórica como lonamientos ideológicos. De entrada, Trotski no

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propon ionó nunca una dofinición i ompleta de su Uniría y .1 ( [inuación, su obsesión por «salvar, la revolución de (k tubre0fM! ( 0 como prejuicio que le impidió ir más allá. Según su teoría |, estruc tura básica de la ec onomía soviética sería sustanciaren te socialista (al aferrarse al formalismo de la estatalización de l<,s medios de produce ion y t ambio y de la planificación centralizada), mientras que la superestructura política habría sido «pervertida» por la «camarilla» estalinista. Trotski nunca pudo explicar convincentemente cómo se produjo tal «usurpación» burocrátic a; de* ahí que atribuir la degeneración burocrática a la camarilla estalinista y sostener, a la ve/, que en la URSS sobrevivía en el fondo la dictadura del proletariado (pues las «conquistas de Octubre» básicas so mantendrían) fuese una explicac ión teórica muy endeble y contradictoria desde el punto de vista marxista ortodoxo. En efecto, no deja de ser chocante al respecto la teoría de una superestructura no «sobredeterminada en última instancia» por el modo de producción, algo incomprensible desde tal cosmovisión. la teoría del Estado obrero degenerado sostuvo que la URSS era un Estado socialista en la medida en que descansaba en la propiedad estatal y la planificación, pero no lo sería por el modo de repartir los bienes, dando más importanc ia a las formas que a los resultados. Asi, 'al sistema sería con todo «objetivamente» progresista en el plano interior por mantener relaciones de producción socialis* |JS Uu l e Irotski reduce a estatistas) y reaccionario en el exterior l H,r «traicionar» todas Lis luchas revolucionarias mundiales. Se Ma (1e un análisis a la vez simplista y paradójico que Trotski ,nantuv<> de modo invariable hasta el fin y con topic os que en ra/°numiento operaron a modo de dogmas: la URSS era un st*‘d‘> obrero de dic tadura del proletariado que debía ser delendi ( 11 n'udo incondicional frente al imperialismo y qu< P,utH,a ** > htu a debida a una < u/u i,f* ■ ',(a que noc laso sonal al servil ío de un désfxiia» un"

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la Unión Soviética salió do la Revolución de Octubre ~ obrero. la propiedad estatal de los medios de produceió°n>° *s,atio (irovio necesario para el desarrollo socialista, abrió la .xJih'Tfí''0 un rápido crecimiento de las tuerzas productivas IVm el * Fstado obrero sufrió a la vez una completa degenerar-■ión' tlt >l

Con todo Trotski insistió en que «la fuerza de la economí, soviética reside en la nacionalización de los medios de 2 ducc ion y en el gobierno centralizado y sistemático de los mk mos»; asi pues, «mientras las formas do propiedad establead K por la Revolución de G( tubre no sean eliminadas, el prolet in ido sigue siendo la clase dirigente»". Singular análisis que reduce o soi lalismo ,i estatalización formal y que afirma de modo ¡de ' is a que el proletariado es nada menos que «clase dirigente» 0 a vez que el Estado está completamente (siel degenerado t e s i s f ' T de la ''W™'"t'idon * Trotski radica en la serían I ' ia "l,K lon(‘s producción imperantes en la URSS 1 idun H! o í " d t > a rm,lución (k'Ur ( r U 1,1 íl nrni .t J ‘ habría expropiado políticamente ment ili, 'L'*' i ^>< rl° nn laminado las conquistas funda r Vl> U< <)n ( ( ( ) ( se fnrm i - r .° '. ^ * p o r lo ul no haber l/ í( ° * ,sm<) ni Prt)pic'dad privad*! sene idamente no habría ' explotación do (laso. I a paradoja radie arta en oí

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‘ en AVÍNAS, 1971 SH; Dtt IM H»K, |9h9b, y !H‘> AVKAK|S/ >971, Ul; StRCt, II, 1971, |(X); KütAWMsw, |<>tn tH i »K‘MSM {la uta de 191f>), 1977b, <>’); id (la ota de 1910), |<> • >a 9 ( r, 1 !’ * ‘ '«la (do I9.U) w AHOSÍH, 1974. Mu Aiimismo; IK.MMU or •, i f 4*215, * •*

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hecho de que la burocracia estalinista -pese a ser una cana ,W póticaseguiría siendo «ob|etiyamente» instrumento es ru m ral de la dictadura del proletariado pues estaba deten' der la propiedad estatal, fuente de su poder y de sus recurso ‘ Es decir, una capa opresiva que, con todo, sería benéfica para el sistema en su conjunto pues preservaría las bases del socialismo. Todo un galimatías teórico considerable que intentó «salvar» a un Estado, el soviético, que Trotski tanto había contribuido a crear, a la vez que él no quiso desautorizarse desde el principio como cofundador del mismo. De modo ilusorio, Trotski quiso creer además que el proletariado soviético habría cedido ante la burocracia estalinista porque ésta, a pesar de todo, preservaba algunas «conquistas de Octubre». Ni que decir tiene que para los trabajadores soviéticos la cuestión absolutamente prioritaria era la de sobrevivir día a día, sin que tal tipo de razonamiento político («ceder ante la burocracia estalinista») resultara mínimamente operativo en su seno30. Trotski se mostró inflexible frente a muchos de sus seguidores en la defensa de su tesis de que la URSS seguía siendo un Estado obrero: «la dictadura del proletariado ha encontrado su expresión desfigurada, pero incontestable, en la dictadura de la burocracia» y «la concentración del poder en manos de la burocracia l—l no varía la naturaleza de clase de la sociedad y de Estado»; por tanto, «el que afirme que el Estado soviético se a transformado gradualmente de Estado proletario en Estado bur- ^ués no bace más que rebobinar en sentido inverso el film del ormismo»3'. En este sentido, los privilegios de la burocracia Sa 'n'sía serían inestables por definición, dada la naturaleza QuV es*ru(Tural del sistema, que, al final, se tomaría el des- cje* e *de acuerdo con las leyes objetivas de la historia», 3 tenor diAfU determinista y mecanicista de razonar. En lo inme- (,/ a URSS presentaría un carácter «intermedio» entre o

V2f>7 M A V K A K | S , 1071, 87; AVINAS, I975, r >9 y «1; IKOIMO, 197 ',»

< ita cJr IHOTSKÍ (do 10 l h ) i*n M AV K AM S . 1071, MV la 1 197 4, 1 (>7, y lato* ora (do 19 H)or» "

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capitalismo y el pleno socialismo: «es más exacto U] ||am
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SíiiliM en una conferencia, imagen publicada en una revista oficial de la URSS I I t ullo a h personalidad erigido en lorno al dirigente georgiano fue granizado !K)f la nontcnklaiura del PC US, la nueva dase dirigente del Estado soviético. Gráfica v Política.

'■ 'ly/.i» no os la propiedad, sino el poder de control; aquí el monopH'io de }t\ nnmenklatura fue total, y eso es fo que le permitió nrr pefuarse y reproducirse como nuevo tipo de clase dominante M lu m,v, extraordinario es que Trotski y Stalin compartían la t'ptión estatallsta del soc ialismo: puesto que en la URSS la 1! de los medios de producción y cambio es estatal aqué- d d,7M I' resultado de este silogismo simplificado es * (onvertir los posibles medios (la estatalizadón) no sólo en

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o*», sino también en fines (el socialismo)**’. por Sü p Btijarin advirtió tempranamente que ' e' UOK

tinta revolución proletaria está amenazada de modo inevitable en <1 (urso de su desarrollo f>or una degeneración interna de* la revolución del Estado proletario y del Partido*6.

D) ¿NUEVA CLASE DOMINANTE? El argumento central deTrotski sobre la «naturaleza» del Estado soviético fue el de que la burocracia no era clase dominante «porque no ha creado una base social para su dominación bajo la forma de condiciones particulares de propiedad»* 7 . Desde este punto de vista se niega el carácter clasista de la burocracia soviética dado que ésta no podría transmitir la propiedad ni poseer los medios de producción, lo que le impediría autoper- petuarse como hace la burguesía a través de la herencia. Trotski no cayó en la cuenta de que la nomenklatura soviética no necesitaba formalizar la propiedad privada, pues la base de su poder pivotaba alrededor de un sistema cupular de cooptación autoritaria y de monopolio absoluto del poder de control y gestión que le permitía transmitir en la práctica el dominio a un círcu lo privilegiado muy restringido. El sistema de

nomenklatura funcionó, de hecho, como «privado», sin

que el derecho soviético tuviera que registrar tal realidad. Por tanto, la aproximación de Trotski no vio que había surgido una forma

particular de apropiación fáctica sin

formalización jurídica gracias a la autono- mización del aparato. Para Trotski la burocracia estalinista mantendría la propiedad esta tal tanto por razones «subjetivas» (el «temor» a una eventual reacción hostil de las masas, un escenario del todo irreal) como «objetivas», pues depende de aquélla. La burocracia no

SOTELO, 1976, 191 y 206; BETTEIHEIM, 1974, 25.

La cita de BUJARIN (de 1923) en BETTEIHUM, 1974, 264. !/ BAFCHLER, 1968, 78; DEUTSCHER, 1969b, 281; AVENAS, 1971, 59; j.-j. MARTE (introducción) en TROTSKI, 1972, 33; SOTEIO, 1976, 226; TROTSM 1977a, 236. ;/i

BUROCRACIA Y SOCIHMí) 12 i

,' dase por no ser una fuerza social independiente, sino una «excrecencia parasitaria»: la burocracia no os portadora de un nuevo sistema económico estrechamente unido a su existencia, sino que representa una excrecencia parasitaria de un Estado-obrero18.

Trotski afirma que aunque «no hay clases en la URSS, en el sentido propio de la palabra, hay una capa privilegiadísima que se apropia |s/c) la parte del león en el consumo», y de ahí con- (luye que «cuando la burocracia roba al pueblo [...] hemos de decir que eso no es explotación de clase, en el sentido científico del término, sino parasitismo social a gran escala», una sutil distinción de gabinete del todo irrelevante en la práctica para los trabajadores soviéticos que padecieron tal sistema con independencia de que académicamente se calificara de un modo u otro a la oligarquía dominante59. Eventual mente Trotski introdujo un cierto matiz al afirmar que «de momento» la burocracia estalinista no tenía realidad sociológica «de clase» sin descartar totalmente este desenlace aunque no con demasiada claridad conceptual: en el f stado proletario, en donde la acumulación capitalista no se permito a los miembros del Partido dirigente, la diferenciación es por lo pronto funcional; más tarde, será social. No digo que llegue a ser una diferenciac ion de clase, digo que es social40.

fa cuestión de si la burocracia estalinista debía definirse (omo «capa» o «clase» suscitó un intenso y rico debate teórico l)r(‘( ¡sámente entre trotskistas. De gran interés fue la polémica entre Trotski y muchos de sus seguidores, fundamentalmente mií>mbros del Socialist Workers l^rty de los Estados Unidos: yunque, de entrada, Shachtman y Cannon apoyaron a Irotski fren* * ?,a P°s»ción crítica de Burnham y Cárter, al final todos ellos >lr,t 'dieron frente al revolucionario ruso. En la polémica Ínter ", ¡n^uiN0, I9«2b, 1 646 >, l 70I t)'M» t f ' '< .1'* P ¡íner,i cita di* ÍROISKI (d<* 1916) t*n id., 1977.» 41, \ I.» segunda 1 ,>n !< HAIC MU R, 196H, 11H (las * ursivas son de Trotski) • *, { *977.», 1 1 4 ; ) | MAHII (Introdiucíófl) 1 K » H > M 1 9 ’ a o

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v ¡fH> asimismo Rizzi, que lanzó la andanada mayor con una obfil tji* (vístante envergadura teórica a proposito del «colectivismo burocrático» como nueva forma de dominación. Al final, Jos trots- kist is disidentes rompieron con Trotski y consideraron que la URSS ene amaba un nuevo parte de todos los antifascistas. Al producirse las anexiones soviéticas ilegales de los países bálticos, Trotski consideró que tales incorporaciones territoriales no consentidas a la URSS eran «objetivamente» progresistas por la estatalización de la industria, el comercio y la banca y la expropiación de los terratenientes. Se había tratado de expropiaciones militar-burocráticas, sin movilización de las «masas bálticas» (es más, en contra de ellas), pero sus efectos anticapitalistas legitimarían —a su juicio — las anexiones territoriales4’. Tras la contienda, Stalin, en su último libro, estableció precisamente distinciones a propósito del carácter de las guerras: por un lado, afirmó la «inevitabilidad» de las guerras interimperialistas (un escenario que, por cierto, no se veritisistema de explotación, negando por completo cualquier asomo de «naturaleza obrera» en el mismo. Trotski se enfrentó a todos ellos e insistió una y otra vez en su teoría del Estado obrero degenerado limitado por su «fetichismo* formalista a propósito de la propiedad estatal4’. Es más, puesto que Stalin preservaba la propiedad estatal, la URSS debía ser apoyada frente al cerco capitalista. Ante cualquier agresión imperialista el Estado soviético siempre tendría «objetivamente» razón; de ahí que deber intemacionalista de todo revolucionario fuera apoyar a la URSS, al margen de proseguir la denuncia del estalinismo. En suma, para Trotski la URSS debía ser defendida en cualquier caso por estar directamente vinculada a la revolución mundial42. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Trotski insistió con firmeza en la tesis de que la URSS debía ser defendida incondicionalmente frente al imperialismo por DKJTSÍHFR, 1 %9b, 418y424-428; J.-J. MARII (introducción)en IROTSKI, !'>72a, 34-37; I IU N S U IN , 1977a, 175-176; KALOKOWSKI, 1983, 189; OtAnm/VisuK Kou UNIR, 1983, 360. IROTSKI, 1972a, 91; PASQUINO, 1982b, 1646; KtXMowskt, 1983, 205. ! H UISCHI R, 1969b, 413 414; |. |. MARII (introducción) en 1 ROI SKI W2«», 57 y 1 2 1 .

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y, por otro, la diferente «naturaleza» de una guerra contra ,, URSS, pues ésta plantearía «necesariamente el cuestionado del propio capitalismo»”. Aunque Bujarin micialmente negó, frente a Kautsky, que el modelo soviético

encarnara

una

nueva

forma

de

dominación

clasista

explotadora, desde principios de los años veinte fue el dirigente bolchevique más preocupado por los riesgos de aparición de un poder incontrolado y opresivo. Bujarin se apercibió mucho mejor que Trotski de la posibilidad real deque surgiera una nueva clase dominante minoritaria no basada en la propiedad privada, sino en el monopolio de la autoridad. El atraso cultural de los soviéticos era un factor que permitía el surgimiento de un «embrión de nueva clase» que pudiera configurarse como «casta»45. Bujarin temió que el constante aumento del poder autónomo de los aparatos del Estado llevara a una restauración burguesa de nuevo tipo. A su juicio, se corría el riesgo de que, al final, permaneciera la fachada exterior del poder soviético, pero con un contenido de clase inesperado si se afianzara en el mismo una «nueva capa burguesa». Si ello ocurría, la vieja burguesía zarista se vería suplantada por otra nueva que habría surgido de las debilidades del Estado soviético: la segregación de una determinada parte de gentes procedentes de la clase obrera, pero que se fijen en una posición de monopolio, puede {...] convertirlos en una casta peculiar, la cual, a su vez, se pue de transformar en una nueva clase46.

- U SOCIEDAD Y LA ECONOMÍA

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gues!» en régimen de concesión) y estatalizar la industn comercio y distribución extendieron el monopolio que ya creado el gobierno provisional de Kerenski, y en hacio^ , bancos nacionalizados no se apartaron de la ortodoxia financ i clásica47. Pese a cierta retórica sobre el «control obrero» ** pronto los bolcheviques identificaron sin más la propiedad socS con la propiedad estatal. La estatalización ofrecía la posibilidad de dar paso a nuevas relaciones de producción, pero lo cierto es que las viejas subsistieron en gran medida y no sólo por d viraje de la NEP, pues pronto se constató que expropiar a la bur guesía no garantizaba per se el control obrero puesto que el Estado soviético, autonomizado de la sociedad, se convirtió en la única gran fuerza económica del país34 35*. Tradicionalmente, la débil industria privada rusa había dependido del Estado, y su alto grado cié concentración hizo f á c i l la intervención pública soviética, pero su esc asa extensión y bajo nivel de desarrollo representaron serios problemas, a lo que debe añadirse la dramática falta de personal cualificado v especializado. La planificación, correlato de la estatalización, supuso crear una única gran autoridad económica central que funcionó de modo muy cupular, algo afirmado sin ambages fx>r el Consejo Superior de la Economía Nacional: sólo las instituí »on«*s w onórrm as del Fstadn pueden Hatajar d plan industrial: el plan industrial detie ser elaborado no partiendo ríe la base, sino desde arriba"

Lenin reconoció autor óticamente los errores, sobre todo de la primera fase*, por la incapacidad de! poder soviético de orga nizar la producción y la distribuí ion estatal. A su juicio, la derrota en el frente económico era la más grave desde la conquista del poder, entre otros factores porque en este ámbito los avances son —por definición— siempre mucho más lentos que en

4/

CAR*, 1978, 281; D*oz, 1982, 14 1974, 119 y 128; \, BOTTA(introducción)en STAUN, 1976,

35BmnHUM,

39. 49 I cita (de 1925) en BimmitM, 1977 265, C ARR , 1978, 179 y 381.

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la polític a. Adornas, tenin admitió que la estatali/ai ión ei onó mu a no había ac abado ni muc ho menos con las relac ione s siH ialc's burguesas, c inco años después de la toma de poder, la Rusia soviética mostraba un abanico de modalidades económicas realmente amplio, tal como señale) Lenin: 1) economía patriarcal campesina; 2) pequeña propiedad mercantil; 3) capitalismo (>rivado; 4) capitalismo de [ stndo, y 5) elementos de socialismo50. Stalin culminó la tendencia a hacer sinónimos los conceptos de estatali/ac ion y socialización y, a partir de ahí, atribuyó los problemas a tallos del personal o, peor, a los «saboteadores». Por tanto, la industria nacionalizada no podía ser «capitalismo de Estado» por principio: ¿son empresas capitalistas de Estado? No, no lo son. ¿Por qué? Porque implican no dos clases, sino una sola, la clase obrera, que, a traces de su t stado, posee los instrumentos y los medios de producción v que no es explotada | . . . | . L a industria del Estado pertenece al tipo socialista de producción'’.

Fue Stalin precisamente el que acuñó el concepto de «modo de producción socialista» con sus propias leyes, una vez que doi retó que el socialismo ya estaba íntegramente construido en la URSS: el jxxter soviético ha socializado los medios de producción, los ha convertido en propiedad de todo el pueblo v de este modo ha des truuto el sistema de explotación, ha creado formas socialistas de
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I raj * n su último escrito. Stalin reconoció que la ei onomía gene ^ ne sus propias «leyes objetivas» que hwibiwi afeetanan al lljüÉk M’ml>re

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^ MÜsmo pero se opuso a cualquier modificar ion riel sístc n,, de gestión económica, de cálc ulo de? los precios y del mtxH, de* ¡a planificación centralizada. Es más, llegó a proponer esta' tali/arlo todo, incluyendo los últimos restos — puramente for. niales— del cooperativismo (los koljc>scs)

. De entrada, Bujarin sostuvo concepciones ortodoxas a propósito de la intrínseca superioridad del sector estatal de la economía dada la «naturaleza de clase» del sistema soviético en el que la política determinaría a la base. El Estado soviético debía ser tuerte para asumir las funciones ligadas a la organización social de la producción, el intercambio y la distribución: «bajo el poder del Estado del proletariado y con la nacionalización proletaria de la producción, cesa el proceso de creación de plusvalía, como categoría específica de la sociedad burguesa», sin aclarar de dónde se obtendría el excedente para la acumulación socialista* En la URSS de los años veinte, para Bujarin el problema no era la hiperindustrialización o la planificación integral, sino la estabilidad de la moneda y la política de precios. A su juicio, el sector industrial estatal tenía que rebajar los precios y ser más competitivo55. Al final de la guerra civil los campesinos presionaron para que se suavizaran las requisas y, por otra parte, la reconstrucción del país exigía una radical reorientación económica. Esto fue la NEP, aceptada como necesidad «objetiva» inevitable por casi todos los bolcheviques e interpretada muy mayoritariamentetan sólo como mero «repliegue táctico» coyuntura!, no como «estrategia» soviética de transición al socialismo. Paralelamente, a partir de la NEP también quedó claro que el «comunismo de guerra» no había sido la vía soviética a! socialismo, sino otra respuesta forzosa en circunstancias excepcionales. Con la NEP el Partido bolchevique abandonó parcialmente el control sobre gran parte de la economía del país, pero esta asunción forzosa de cierto pluralismo socioeconómico de mercado acabaría proS-1976, 76; ELUNSTÍIN, 1977a, 163; Ttcxw, 1971. 93. B¡ *A*?V 1974b. 46; BUARIN, 1974C, 23-24. BUMUN, 1974C, 21-22.

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.tindo un mayor cierre político del sistema a! reforzare H ^partidismo. Aunque el sistema economice) sovietuodio un C reciente a las formas y criterios capitalistas de gestión en ningún caso se revisaron las bases estructurales de aquél que descansaban en los principios generales de estatali/ación \ p|t, ^ la NEPfue no solo una política realista sino también un acuer do de mínimos en el seno del Partido bolchevique al ser pie sentada como «temporal», pero sin mas prec isiones ambigüe dad que dio mucho juego práctico. ¿Ira la NIP una retirada forzosa de posiciones ya insostenibles, pero que algún dia volverían a ser ocupadas? ¡O bien era la retirada de posiciones erro neas desde el principio? /I ra una retirada provisional del soda lismo al capitalismo? ¿O era un avance de nuevo tipo hada el socialismo? Si el «comunismo do guerra» fue una polftic a oxcep cional dictada por las nec esidades de la contienda \ no por las del socialismo, la NI P era entonces una revisión corree ta de una vía ya inadecuada, pero, si aquél fue un impulso tal ve/ pro maturo, pero decidido hacia el soe ialismo, entonces la NI P sólo podía sor defendida como retirada provisional, las dos teorías están presentes en los esc ritos de I onin de I ‘b’O y I ‘C I. y sólo a partir de 1922 opto claramente por la primera mtei^ Potación'’7.1 n efec to, lenin entendió que, en el tondo, la NI I la vía soviética al socialismo (lo que signitic aba (x>ner las bases (lv la teoría del «soc ialismo en un solo país») y que iba para lai frente a los bolcheviques hiperindustrialistas (con hotski a a (abe?a) se* impusieron de modo claro los pragmátic os tSta m • Wu¡ar,n), entre cetros fac.toros porque» la NI P contribuía a mtoi /<M la mítica «alian/a obrera y c ampesina» y, p()| tanto, c sta 0 hético salía bonefic iado en todos los sentidos. I n » .

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kuiuomo tal, pues sólo Bujarin se atrevió a asumirla de tTU . abierto) de transición al socialismo para la URSS. El propio | • afirmó que «nos hace falta, durante un tiempo, vivir en el se de un sistema capitalista», pero «la nueva política económ¡c° no varía la esencia del Estado obrero, modifica, sin embargo, esencialmente, los métodos y las formas de la construcción socialista, puesto que admite la emulación económica entre el socialismo en construcción y el capitalismo», y es que —a su juicio __________________________ «el Estado proletario, sin variar su esencia, puede admitir |a libertad de comercio y el desarrollo capitalista hasta ciertos límites»58. Asimismo, Trotski constató el carácter mixto del modelo NEP, expresando reservas sobre su alcance temporal: «en nuestra economía se ven las tendencias socialistas (en un grado de desarrollo variable), y se enlazan con las tendencias capitalistas que, por su parte, no tienen el mismo grado de madurez», y, aunque admitió que la NEP se había establecido para «mucho tiempo», recordó que no debía ser «para siempre»59. Desde que se aprobó la NEP en 1921, Bujarin fue su más ardiente defensor: a su juicio, la idea de una economía íntegramente estatalizada y planificada era del todo inviable a medio plazo en la Rusia soviética, pues la industria estaba en ruinas, apenas había medios de transporte y era alto el peligro constante de graves hambrunas. Dado el gran abigarramiento de tipos económicos, tal como había visto Lenin, la propuesta hiperestata- lista no podía ser eficaz, pero es que, además, para Bujarin la NEP ni era una desviación de la «línea de clase», ni debía verse como un retroceso. Desde su punto de vista, la NEP tenía un carácter estratégico socialista y era la vía soviética al socialismo: en octubre de 1917, la clase trabajadora tomó el poder, pero no pudo pensar en centralizar y socializar las economías pequeñoburguesas, particularmente la economía campesina. En 1921 se vio claro que la economía [campesina] rusa era aún más fuerte de lo que se había supuesto y que las fuerzas de la maquinaria estatal proletaria sólo eran ' Las tres citas de LENIN (de 1922) en BFTTEIHEIM, 1974, 454, v LENIN, lll, 1979, 676 y 677. " I a cita de TROTSKI (de 1925) en id., 1928, 33; CARR, 1978, 397.

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U NEP abría un largo período de* economía d<> m,r( lílf bajo la guía del Estado soviético y sería éste (-1 «„* diriR.rí!. oí proceso para encaminarlo al socialismo. La cuestión f u n d í mental era la de concretar cómo el Estado podría influir en el mercado de mercancías pot sus propios medios económicos para ak an/ar el nivel de acumulación deseado en una a^rícul tura que estaba en manos campesinas. I a clave sería la de dotar al campo de un valor equivalente de bienes de produt ción y con sumo al de las ciudades y la industria. En el análisis de Bujarin, la NEP era la restauración pardal del mercado, pero c ontrolado |K>r el Estado soviético, lo que aseguraría el mantenimiento del objetivo final socialista. La NEP propiciaría una estimulante competencia entre el Estado y la iniciativa privada, y este modelo híbrido permitiría atraer a los campesinos al sistema global de la economía socialista en un contexto de avance pacífico: «el papel desempeñado por la competencia en la sociedad c a p it a lista [...] tiene que desempeñarlo en nuestro país la presión constante nacida de las necesidades de las masas», y, más en partí- uilar, «la lucha por la reducción de los precios es el mejor mcdio para combatir la burocracia; en cambio, el aumento de os precios es el efecto y la causa de todo burocratismo»^.

^ EA ALIANZA OBRERA Y CAMPESINA Y LOS RITMOS DE TRANSICIÓN

J-1 campesinado fue, en efecto, la principal preocupación del ’ 'orno soviético durante los años veinte y, a la ve/, < Pnm desde el punto ríe vista de la teoría marxista < V)

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t‘*74a, 14 V144; fd., 1974c,

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1 S I; IOVVY, e*' '■ 36 • lN, 1 tl .de ....... ■ en TVÍIM, i ti. . en PASQUINO N 36 a posición LENIN KOLAKOWSKI, 1982, 404; la de TROTSKI , ,s nt.is de BIIIARIN (de l‘C'7) en O WIN, I C *i|(< , 1982b, 1644.

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<«**N, 1976, 207, 239, 269-270 y 280; BETTELHFIM, 1977, 396-397.

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III I,

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la hora de definir a la Rusia soviética, pues se apartaba (U esquema clasista dicotómico (burguesia/proletariado) pr0pioT las sociedades modernas: en Rusia el campesinado no podía redu cirse ni mucho menos a un simple «residuo» precapitalista; ahí que la «alianza obrera y campesina» fuera presentada po r los bolcheviques como uno de los grandes pilares específicos de la dictadura del proletariado en la URSSt2. Lenin expresó sus temores al final de su vida a propósito de la fragilidad de la alianza obrera y campesina una vez que concluyera la primera fase de la acumulación socialista originaria, pues la superación del mercado en el campo en una segunda fase, por gradual y progresiva que fuese, provocaría inevitablemente conflictos y tensiones. También Trotski era consciente de ello, pero su opción política fue mucho menos condescendiente al respecto ya que —a su juicio— en una revolución socialista el campesinado, más tarde o más temprano, tiene que someterse al proletariado63. Rara Bujarin, la dictadura del proletariado en la URSS exigía obligatoriamente preservar la alianza obrera y campesina (la smichka) y no usar formas violentas para intentar forzar los ritmos de la socialización. Bujarin no idealizó ni sobrevaloró a los campesinos, pero expresó de modo realista y pragmático la necesidad estratégica de contar con su asentimiento en las políticas bolcheviques. Desde su punto de vista, era injusto asimilar a todo campesino emprendedor con los kulaks; de ahí su apoyo al campesino medio, pues su desarrollo beneficiaría a todos (su célebre y tan criticada consigna «¡enriqueceos!»)64. La hegemonía política del proletariado necesitaba también la hegemonía económica, y eso sólo sería posible adecuando el mercado campesino al socialismo y conquis- 37 l

BKTELHFIM, 1977, 338-339. A mediados de los años veinte éste era el Pa"™a™ a r P oximado de los diferentes tipos de campesinado presentes en la U R S S , campesinos medianos (serechniaki), 64,7 por 100; campesinos po res ( />*( hnaki), 24,0 por 100, y campesinos ricos (kulaks), 6,9 por 100. K vid. DROZ, 1982, 46.

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tini.irÍM i mu ó las tesis hijíiMiiulustilalislas de lmlskl y, sobre iodo dr pieobra/henski pues, do llevaise a •-« p«-“ fu a, irían en detrimento del nívol de vida «le los« ampesinns, lo «|iie pomliia o,, policio las lusos so. jales del sistema snvirtu o l Ina indus l,l,j|l/a« ion loi/ada no llevaría al SIN iallsmo pues los medios que m<juería (el nso de la luer/.t) pervertirían el !m y arruinarían la alianza obrera y t ampesma I n partu ulai las tesis de la .a. u muía, ion so( talisla originada* de Preobra/henski 1. uyo tone |t,l„ fia t«l dnvt ho del Nado proletario a explotar a ION « am pesinos) tendría un resultado sor ial catastrotuo, a ¡ui«r«» de tiujann. las tesis hipeimdusii(alistas no solo no eran realistas, sino <|ue ademas resultaban aveiitineiistas \ drsrstabill/admas pues entrentailan a Íoí/o el i ampeslnad»» y IH» solo a los kuhiks ««.II la du tadniadel proletaria»loliu|ailM* M»U«»a liotski por «lubestimai• al«ampeilnadoy p«»i IHH ornpreiulei la -lase - en la «jiu* estaba la revolut ion S O V K ' I M a I n realidad, el «lebale sobre la industrializa* Ion **»a más de ritmos y a)« an« «• r|ue «I** tundo, pues los bolc b«,VÍr|Ues estaban «le a» ueido en «|Ue la t jpss debía industrializarse l’aia Hu|arin la ÚnU a posibílhlatl tea lisia de lu. edo era la «le lav«n«*«« « la a« Ufniilai Ion « ainpefcifM, Imito pin la/ofies ei unomn as. orno su* tales, pues la pilurldad no era impulsa! la pon luí < ¡«.n industiial ««Mito tuera y « uanto «* |,n ll,, i|«-HUAON id* PeMiefiluW* Pi' I, Z I lllllAHIN, 1*1r U IV* I, n„

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sino reformar la esfera de la circulación (moneda, prec ios Comercio).

Desde su perspectiva, la hegemonía política de la da sC ()brera necesitaba también la hegemonía económica, y eso debía hacerse preservando la alianza obrera y campesina. Si la economía determina la política, como principio general, la poli- t¡ca en la URSS incluye una «parte considerable de la economía ya que en la estructura de nuestro poder estatal ya están incluidos factores económicos esenciales»71. Para Bujarin una ofensiva del Estado soviético contra los campesinos sería económicamente ineficaz y políticamente desastrosa: la clave no era explotar al campesinado, sino conservar el mercado como elemento de unión entre éste y el Estado. En consecuencia, se mostró contrario a un plan general integral impuesto desde arriba por ignorar las fuerzas vivas y reales operantes en la sociedad, y preconizó potenciar la industria de consumo antes que la pesada. Por todas estas razones, Bujarin se opuso al viraje estalinista de 1929 y criticó la colectivización agrícola forzosa y el primer plan quinquenal que perseguía la esta- talización económica total y la primacía de la industria pesada con mecanismos hipercentralistas7. En efecto, a partir de 1928 Stalin —que había utilizado antes a Bujarin para derrotar al «bloque de las oposiciones»— insistió en la necesidad de reforzar al Partido para aplicar «medidas excepcionales», toda vez que —a su juicio— se trataba de saber quién iba a desarrollar a economía soviética, si los kulaks o el Estado soviético. Des- e finales de ese año optó por otorgar la prioridad absoluta a la 'odustria pesada para hacer de la URSS un poderoso Estado 'Hternacional al precio que fuera. Esta estrategia pronto se con- Vlrti^ en dogma indiscutible basado en las siguientes premisas ^ ta mistas: 1) intensificación de la lucha de clases; 2) necesi- * imponer al campesinado exacciones para permitir la (^trialización soviética, y 3) desarrollismo intensivo. Asi, pof n ado, «nosotros hemos derribado el capitalismo, instaurando

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■ oduaion). eo 5MU\

di* BUJARIN (de 1925) en F. BOTTA (intr PR<*ACCI, I, 1975, 92, 102-101 197*, >| AktMMU, 198 I. 248 y 259; COHIN, 1976, 256-257; K< M

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li» dh tadura del prolnf.iri.ido y drs.irroll.imos, .1 un ntnu, ado nuestra industria so« i.ilist.i (...). IVro aún no minado Lis rali os del (apitalísmo», y, por otro, «10s que ^ sobre la no» esidad do disminuir ol ritmo do nuestra m(j, !n zai ion son enemigos ÍLd so< i.ilismo, .igonfos de nuestros ^ ' migos do < lase»

Pata Irotski l,i toma de podor (mr los bol< heviques fue t,m S))| ('I pune ifiio do un proc oso revolut ¡(inario ininterrumpido y <1,! ah am e mlorna» ion.il. I n ol interior, fui' ol máximo defensor d!> a< elerat l.i estatali/ac ion e< onómic ,1 poro liquidar la (impiedad (invada y los restos dol capitalismo: «la estatalización de los medios de producción, 1 ondú ion ntn i'sorio del desarrollo so» lisia, ha ahicolo la posibilidad do un < reí i miento rápido do las fuerzas produt tivos38/ do a< uerdocon sus ti»sís ostalalisfas y pm du< livislas quo ignoraban la autogestión obrera y la emancipa non do la servidumbre «taylorista» 4. Para Irotski, si la industria estatal si* desarrollaba a un ritmo más lento quo la agricultura, sena inevitable la restauración del capitalismo. Por tanto, la vk tona del so» lalismo dependía de la industrializar ion estatal y do la transformar ion radical do la economía campesina. Como gobernante Irotski detendió los métodos más expeditivos para imponer la disciplina laboral o incrementar la productividad, ím luso con propuestas do militarización del trabajo, y os que desdo su porspo< tiva sólo una l *KSS fuerte podría propagar la revolución mundial (sin explu a sus 1 (instantes crítk as a la NI P y su defensa abstrae ta y doctrinaria do la planificación inte gral. sin verdaderas considera* iones (xir las (jrc unstanc ias roa les del país. ( on todo, debo señalarse que el proyei to industrialista y de colectivización agraria preconizado por Irotski no c*s asi milable al de Stalin. I st(* lo tomo el programa con niuc ha mayor radu alidad y contunden* ia en PL’O, (x*ro irotski c ntu oeste viraje. No obstante, los prejuicios ideológicos su antepusieron ('ti su

38 l.i primera cita de SIAIIN (do WH) en id,, 1%8. 1*1* \ la segunda (de

PMO) en U IA M . I l 1 !/'» m; HnimuiM m*7, 111, 11H, IMO \ 404-408; K- MKr«\V M, lOftt, 8* M\ V K \ M S , 1071 41 4 M A V KA M V 1071, »S K» *

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I Ifi |A H< »kl\ H» il i HIVHJUI |)|| IStAMi ) S< M IAIISIA

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estalinista no se vio en absoluto determinado por la pre sión de una fantasmagórica oposición interna.

C) CAPITALISMO DE ESTADO, SINDICATOS Y DESIGUALDADES SOCIALES

Los cinco años de gobierno de Lenin no sobrepasaron lo que él mismo denominó «una forma específica del capitalismo de Estado», que, con todo, le pareció un avance por preparar el terreno para el futuro inicio de la transición al socialismo: el capitalismo de Estado significaría un gigantesco paso adelante Ipuesl hemos sido vencidos en nuestro intento de realizar de golpe el socialismo. IDebemos] abandonar la construcción inmediata del socialismo para replegarnos, en lo económico, hacia el capitalismo de Estado76.

Al final, Lenin propone una definición muy reductora del propio socialismo y, en cualquier caso, deja meridianamente claro que será la «vanguardia» la que decida: el socialismo es nada más que el monopolio del capitalismo de Esta do, instituido para beneficio de toda la deja de ser monopolio capitalista. nación y que, por esa raz< , p

or ello, triunfaremos si conseguimos [un sistema! que nosoti_

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«tonto MXI MIviQUf mi ISTAUOSOCIAIIMA jJxnK) (k> Estado esta rt'lac tonado con el l si.ulcj, y el I stado «m U n Crocos, la parte más avanzada do los obreros, la vanguardia, somos

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Fn r imbio de modo muy doctrinario, Trotski rechazó que el comvpto de «capitalismo de Estado» pudiera aplicarse a la URSS pues si va no había capitalistas, no podía haber ningún tipo de capitalismo. De forma muy parecida, Bujarin negó que en el sistema soviético pudiera haber «capitalismo de Estado», algo incompatible -a su juicio- con la naturaleza de clase del poder obrero. Desde su punto de vista, el capitalismo de Estado era «la forma más consumada de explotación por un puna- do de oligarcas», algo inimaginable en la URSS . En suma, el razonamiento es puramente teoricista: no sería pertinente definir el modelo económico soviético como capitalismo de Estado (aunque Lenin lo dijese) porque ésta es una variante especifica del capitalismo estructuralmente incompatible con la dictadura del proletariado. Si hubiera capitalismo de Estado en sentido estricto, el sistema soviético sería explotador y, en consecuencia, había que hacer una nueva revolución; por tanto, «la nacionalización burguesa lleva a un sistema de capitalismo de Estado. La nacionalización proletaria lleva a una conformación estatal del socialismo», con lo que —al final— la preocupación básica es antes semántica que empírica, a diferencia del realismo leninista79. En realidad, definir el modelo como «capitalismo de Estado» o «socialismo de Estado», o proclamar que el socialismo eran los soviets más la electrificación, fueron consignas abstractas para los trabajadores en situación muy mayoritaria de severa penuria. Lenin se apercibió de la posibilidad real de conflictos entre el Estado soviético y las masas; de ahí que reconociera el derecho de los obreros a defenderse de «su» propio Estado dadas las graves deformaciones burocráticas que mostraba, además de las La primera cita de LENIN (de 1918) en ULAM, 1969, 505, y la segunda de 1922) en DFI TURIA, 1977, 232. " Licita de BUJARIN (de 1922) en LOWY, 1973,148-149; BUIARIN, 1974b, 74. ‘ BUIARIN, 1974b, 77; COHÉN, 1976, 1 1 1 .

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importamos supervive™ ia^ < apitalistas f>rc»s<»ntc»s en la transí f lóntambién Bujariri ,\< abó admitiendo cjuo atener que el 1 sta do obrero, por definición, no podía explotar ai obrero supina acopiar objetivamente una serie rio males rpJ« el sistema p,!o balmenle progresista no había podido orradee ar’’'1 1 nlro las tesis d»* la militad/ac íón lafroeal rio bolsín y d< la «autogestión» (sin rec urrir a oso concepto, poro basándose d< 1,f' hof n él) de la ()posic lón f )brera, i onin infenfó manlonr’f un ' u‘rlo punto Intermedio I n r*íi < lo, desde el p/duermo, IrotsM ln* °l "’ás (Irme partidario c Je * una estricta rn ' 10Cr0 SM

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podría hacerlo por la fuerza, y para ello tendría c ¡ru

xufwumr todo medio dr protesta y cualquier vestigio de dtmu i r%u ¿a tibiera01. Su exitosa experiencia como comisario de guerra ffrotski fue el principal artífice del f jérc ito Rojo) le llevó a aplk ar tk' nítido mecánico y descarnado «soluciones» militares #*n el ámbito laboral: el medio coercitivo del que dispone el Estado es su fuerza militar. En consecuencia, la militarización del trabajo f...J es una condición incondicional para toda economía de transición, edificada sobre el principio de la obligación universal del trabajo.

De ahí que hubiese que establecer un régimen en el que cada trabajador se considere como un soldado del trabajo que no puede disponer libremente de sí mismo: si recibe una orden de traslado debe ejecutarla, si no la ejecuta será un desertor que es castigado. ¿Quién se encarga de eso? El sindicato [...}. Es la militarización de la clase obrera82.

No sólo defendió la «esencia progresista» del «taylorismo», sino incluso los campos de concentración laboral con afirmaciones chocantes desde el punto de vista marxista: ¿es cierto que el trabajo obligatorio es siempre improductivo? Esto es un perjuicio liberal, lamentable y miserable: los esclavos también eran productivos, el trabajo obligatorio de los esclavos en su tiempo fue un fenómeno progresista (s/c)8J.

Debe señalarse que, en tal coyuntura, incluso Bujarin justificó la conscripción laboral con el supremo argumento del legítimo papel dirigente del Partido y de su derecho a usar la coacción incluso frente a la clase obrera en virtud de haberse autoatribuido previamente tal carácter vanguardista84. *' OFUTSCHFR, 1971, 129; id., 1976, 471; DAY, 1973, 17 y 24. Ambas c itas de TROTSM (de 1920) en KKASSO, 1970, 166, y BFTTEIHOM, 1974, 146; ABOSCM, 1974, 64. la uta de TROTSKI (de 1920) en BITIUHFIM, 1974. 347; DCUTSCHÍR,

1976, 456 n * BmMMttM, 1974, 14».

BUK< X RA( IA Y SC.K H ÍMD i 4 ]

Durante los años veinte los bolcheviques debatieron ínter ñámente sobre el papel di los sindn atos. una minoría deten Hió la tesis de que podían mantenerse como organizar iones independientes para la negociación colectiva con la adminis tración de las empresas estatales, pero la mayoría argumentó qUe, al haberse suprimido la explotación de clase (por de< reto), ya no procedía «negociación» alguna. Desde esta perspectiva se sostuvo que los sindicatos debían ser órganos estatales, pues, si el Estado soviético era de los obreros, no tenía senti do que éstos defendieran sus intereses contra «su» Estado. Por tanto, era el Estado el único autorizado para fijar las condiciones del trabajo al estar (auto)legitimado como representante exclusivo de la clase obrera. Una vez incorporados los sindicatos al aparato del Estado, éstos fueron convertidos en meras agencias de servicios y de colaboración con el gobierno para incrementar la producción85. De entrada, Lenin sostuvo criterios rígidos al pronunciarse contra la autonomía sindical y a favor de la sindicación obligatoria: si decimos que no es el Partido sino los sindicatos quien elige a los candidatos y administra, puede parecer muy democrático y nos puede ayudar a ganar unos cuantos votos, pero no por mucho tiemfx). Sería fatal para la dictadura del proletariado.

Por eso, «toda interferencia directa de los sindicatos en la ges- hón de las empresas debe ser reputada [...] como absolutamente inadmisible y nefasta» a lo que añade la necesidad de «la sindicación obligatoria»™’. Sin embargo, Lenin cambió de opinión al jn
1974, 102; KUIAKOWSKI, 1082, 478.

* ¡ ( i j , , f j | . I J N I N ( d e 1 0 2 1 ) K o i A M J W N W , P*8.’

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«IIIMIM, 1977, 204; I# tvrt<*r«i Ulr W2M*nOn b ^iV4t ton O* I cnin)

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v lihrr voluntariedad on la afiliar ion, para defender ron nfj c. na algunos intereses específicos de los trabajadores. Así: la lucha huelguística on un Estado con un poder estatal proletario r>U(. dt' explicarse y justificarse exclusivamente por la deformación buró orática del Estado proletario y por toda clase de reminiscencias del pasado capitalista en sus instituciones, de un lado, y la falta de dos i rrollo político y el atraso cultura de las masas trabajadores, del otro lado87. Trotski fue el bolchevique más radical en la defensa de la necesaria subordinación de los sindicatos: a su juicio, éstos debían estar al servicio del Estado y aceptar sin reservas la disciplina del Fbrtido en cuestiones sociolaborales. Al rechazar de plano la autonomía sindical, Trotski manifestó una concepción puramente instrumental de los sindicatos (la conocida —y leninista, por cierto— «correa de transmisión»), que debían ser meros aparatos estatales del gobierno, con el supremo argumento de que su eventual «autonomía» no tendría sentido en un Estado obrero. silogismo lógico en abstracto es rotundo: puesto que el Estado soviético era «obrero» (porque el Partido así lo había decretado) el proletariado no podía tener intereses distintos al mismo; de ahí el rechazo trotskista de la autonomía sindical88, irotski propuso, pues, integrar los sindicatos en el aparato del tstado para encargarles del control de la productividad y la disciplina laboral:

ilos sindicatos se necesitanl no para la lucha por la mejora de las coniciones de trabajo —esta es la tarea de la organización social y esta- a en su conjunto—, sino para organizar a la clase obrera para los ines de la producción, para educar, disciplinar, distribuir, agrupar; conservar a ciertos trabajadores en su puesto o para determinados pe-

l a cita de LENIN (de 1922) en id., III, 1979, 679; BETTELHEIM, 1974, 352. ' ULAM, 1969, 508; DEUTSCHER, 1971, 54; DAY, 1973, 31; BFTTELHEIM, 1974, ; RADIAVI, 1975, 321; DEUTSCHER. 1976, 463; CHÁTELET/PISIER-KOUCHNER 1983, 342, i4()

BUROCRACIA Y SCXJU DAD

Se trata de todo un programa de estricto encuadramiento oficial de la clase obrera . En esta tesis de la necesaria estataliza- ción de los sindicatos coincidió asimismo Bujarin:

nuestros trusts y nuestros sindicatos entran en el conjunto del aparato estatal y su política entra como componente de primera ¡moortanrb en la política del poder de Estado. De ello se desprende que

la «estatalización» de los sindicatos y la estatalización de hecho de todas las organizaciones de masas del proletariado resulta de la lógica interna del propio proceso de transformación90. En la práctica, el sistema soviético estableció notables desigualdades sociales entre la

nomenklatura

y los cuadros técnicos especializados, por un lado, y el resto de la

población, por otro. El estalinismo no sólo los agravó al consolidarse y reforzarse los privilegios de los grupos dominantes, sino que incluso los teorizó, pues las reivindicaciones igualitaristas fueron rotundamente descalificadas como desviaciones «pequeño81

La cita de TROTSKI (de 1921) en KOLAKOWSKI, 1982, 500; BROUÉ, 1974,

burguesas», «anarquistas» y, por supuesto, «trotskistas»91. Bujarin, de entrada, vio como inevitables las desigualdades dado el atraso histórico de 1

91.

40

Las dos citas de BUJARIN (de 1926) en id., 1974c, 43, e id., 1974b, 49 LOWY, 1973, 143. ” Estructura social de la URSS (según datos oficiales soviéticos).

Obreros y empleados

1928

1934

1939

17,6%

31,2%

50,2%

46,2%

47.2%

Campesinos koljosianos y artesanos coopera- 2,9% tivistas (

ampes,jnos parcelarios y artesanos libres

i y nepman

956, 187 y 7 10 > 1 7 . B I I T I I H U M

198 1

Vid D*oz, 1982, 62; M O O K I , 1 * 2 , id., 1982

74,9%

\\v\.

4,6%

0,1%

2,6 w _

BUROC KAC IAV S( X IH )AI) |4r,

RUsia. pero sucesivamente admitió que ciertos privilegios de |0s cuadros superiores eran de muy difícil, por no decir imposible, justificación en un Estado oficialmente socialista''2. Los bolcheviques admitían que la NEP había generado una nueva sociedad de clases formada por obreros, campesinos, intelectuales y los sectores burgueses consecuencia de aquélla (los kulaks en el campo y las nepman en las ciudades), y fue este estrato el que suscitó las más intensas polémicas pues, pese a estar privados de derechos políticos, ocupaban una posición social acomodada para los parámetros soviéticos. En 1936 Stalin afirmó que todas las clases explotadoras habían sido liquidadas en la URSS; de ahí que ya no existieran clases antagónicas, sino clases «amigas» (los obreros y los campesinos y, a veces se añadía, la intelligentsia). No deja de ser singular que, si toda la propiedad era ya íntegramente estatal, subsistieran clases de las que se ignoraba cuál es la fuente que las origina: una constatación sociológica (el contraste entre campo y ciudad seguía siendo intenso en la URSS de 1936) que no cuadra bien con la ortodoxia marxista, que explica el origen de las diferentes clases en virtud del modo de producción. Lo cierto es que Stalin afirmó que «la sociedad está compuesta de dos clases amigas, los obreros y los campesinos», que «se basa en una franca colaboración entre obreros, campesinos e intelectuales»39 40. En vísperas de la liquidación de la NEP, Trotski ofreció una descripción bastante elaborada del sistema social soviético del momento: surgen otros elementos, otras capas sociales, las fracciones de otras clases que acaparan una buena parte, si no del poder, por lo menos de la influencia sobre éste. Estas otras clases —los funcionarios del Estado, de los sindicatos y de las cooperativas, los elementos de las profesiones liberales y los intermediarios— constituyen cada vez más todo un sistema de vasos comunicantes (...]. En esta misma cate-

MOORE, 1956, 161; BUJARIN, 1974c, 170, La primera cita de STAIJN (de 1936) en DEL TURIA, 1977, 114, y la segunda (de 1939) en FRANKLIN, 1973, 367; MAVRAKIS, 1971, 101; CAKR, 1974, 99-100; BmeiHEiM, 1983, 29. 39

40

I ,, i \ III >KIA Ht )|( HfVIQtM PH ! SIAPO *)< IAIISIA

goría y de una manera definitiva debe colocarse también a los funcionarios del Partido, que forman una casta sólidamente constituida'*4

D) UN SOCIALISMO PRODUCTIVISTA

Lenin siempre mostró una alta fascinación por la ciencia y la técnica como medios clave para potenciar el desarrollisrno soviético; de ahí su énfasis en aprender del capitalismo y beneficiarse de sus logros. Hay pues, en Lenin, una exaltación unilateral de tales instrumentos, vistos como «neutrales» en sí y que dependen del uso burgués o proletario que se haga de ellos: el socialismo es inconcebible sin la gran técnica capitalista basada en la última palabra de la ciencia moderna, sin una organización estatal armónica que someta a decenas de millones de personas a la más rigurosa observancia de una norma única en la producción y distribución de los productos9S.

Tan relevante le pareció esta dimensión que puso en guardia a sus camaradas frente a la tentación de liquidar este aparato capitalista, restringiendo de modo importante el alcance antes otorgado a la «destrucción» del Estado burgués: no está permitido destruirlo, no debe ser destruido este aparato. Sólo se le debe liberar de su sometimiento a los capitalistas |...J sometiéndolo a los soviets proletarios96.

Paralelamente, Lenin rechazó la propuesta radical de dar paso a una dirección colectiva de las empresas y se mostró favo- rd)e a reforzar la dirección individual y el principio de responsabilidad personal, además de captar el máximo número posi) e de especialistas: «debemos valorar a todo representan

ík<),

í»Kf 0929) en fd., 1969, 8-9. hifwi'7 ^ LLNIN (do 19f8)en íd., III, 1979, 724; UIAM, 1969 494 en - I*'«Y, 1977, 140 1'ftn, df‘ItNfN (d<' 1918) en DM.IIy HIK, 1978 ,M» d.» < t » «c (

M* i * 9* tlí MÍ MtVHJUÍ LMl ISIAlK » M M IAMMA

?r i k ' h t ultura burguesa, de la ( íer u ¡ a burgués,), de I.» t<»{ flf U>K'.\ burguesa. Sin ellos no podemos construir el comunismo »'" \demas Lenín mostró una especial fascinación f>or los bancos como instrumento «técnico» esencial para la transición: el < apitalismo c reo aparatos de cálculo en forma de bancos Í onsor t ios, el correo, las cooperativas de consumo y los sindicatos de fun donados. Sin los grandes bancos el socialismo sería irrealizable l os grandes bancos constituyen el «aparato del Estado» que necesitamos para realizar el socialismo y que tomamos ya formado del capitalis mo; aquí nuestra tarea consiste en extirpar todo aquello que desfigura al modo capitalista ese magnífico aparato, en hacerlo

aún

Asimismo Stalin sostuvo criterios hiperproductivistas y tecnomáticos: 7

hemos construido una industria pesada bajo el socialismo. Hemos convertido al socialismo al campesinado medio. Lo principal en el aspecto c e la construcción ya ha sido realizado. Nos queda relativamente poco por hacer: aprender tecnología y dominar la ciencia99.

El propio Trotski también compartió el culto «fetichista» por la técnica: después de que ha subido al poder, debe considerarse la antigua organización del Estado como una organización para la opresión del Estado como una organización para la opresión de clase. Pero, al mismo tiempo, debe sacar de esta organización todos los elementos calificados y competentes que le sean técnicamente necesarios.

De ello se deriva que la democratización no consiste |...| en abolir la función de las energías calificadas, la función de personas que poseen conocimientos

la uta de LFNIN (de 1921) en UIAM, 1969, 529; Moow, 1956, 165. ' i a cita dí' LFNIN (de noviembre de 1917) en L)n TURIA, 1977, 221 (las cursivas son de 1 enm/. " Ut tf,i <)<• S f A I IN (de 1 9 1 1 ) en UIAM, I, 1975, 401.

técnicos, ni en sustituirlas por todas partes y en cada ocasión por < orn. siones electivas'00.

ífí t A KuKtA tH >H MEVK >14 I >H INfADO SCK IAIISIA

Como gobernante Lenin rectificó a fondo a propósito de la gestión de la maquinaria política y económica y, en esta última dimensión, su obsesión fue la de captar a los especialistas y a los antiguos empresarios convertidos ahora en directores de fábrica con sueldos bastante superiores a los de los obreros. Lenin admitió que esta «recuperación» era contradictoria con las Tesis de Abril, pero la justificó como «medida provisional» indispensable para la reconstrucción industrial. Los bolcheviques «usaron» a los antiguos capitalistas como expertos, pero éstos —como directores y técnicos— gozaron de muy amplia autonomía de gestión, además de privilegios materiales. Literalmente Lenin consideró mucho más valioso a un empresario capaz de construir una vía férrea que veinte resoluciones de un comité cualquiera del Partido101. En suma, en el seno del Partido bolchevique predominaron con mucho concepciones economicis- tas y tecnocráticas sobre la construcción del socialismo al darse una prioridad absoluta a la productividad por encima de la emancipación obrera y a los intereses específicos del Estado soviético sobre los trabajadores. Desde tales parámetros, el desarrollo socialista sería puro efecto del crecimiento de las fuerzas productivas; de ahí la obsesión por emular al capitalismo usando sus técnicas. Por tanto, todo el proceso de construcción del socialismo se atribuyó al Estado, lo que reforzó sus tendencias a a mas amplia autonomización frente a la sociedad; de ahí que os ocurrentes anuncios oficiales de que toda explotación había concluido no fueran más que meras declaraciones ideológicas ■ 0 taracter propagandístico102. El proyecto de edificación soda- usta de Lenin es claramente produtivista y desairol lista, con ^anización «taylorista» del trabajo y alta disc iplina laboral 1OM\ que Sulin Nevaría hasta las últimas conset uencias con obsesión JH>I el crecimiento constante de la producción y por el desarrollo ten nológico: «el sor ialismo sólo puede vencer sobre la base de una alta productividad del trabajo, más elevado que bajo el capitalismo», pues ley económica fundamental del socialismo es la de «asegurar la máxima satisfacción de las siempre crecientes exigencias materiales y culturales de toda la sociedad, mediante el aumento ininterrumpido y el perfeccionamiento de la producción socialista sobre la base de una técnica superior»10*. También Trotski mostró criterios hiperproductivistas y desarrollistas con especial énfasis en el industrialismo y la planificación centralizada. Finalmente, Bujarin compartía en lo esencial la idea de que el socialismo integral

BUROCRACIAV SCKJfÜAI) 147

representaría la culminación de la civilización industrial, difiriendo en los modos y ritmos para llegar a ello. Mientras estuvo presente en la escena pública el principal problema que preocupó a Bujarin fue el de cómo transformar la dictadura del proletariado en fuerza económica dirigente sin romper la alianza obrera y campesina. Por lo que hace a los instrumentos operativos, Bujarin compartió el lugar común de los bolcheviques de que ciertas «técnicas» eran neutrales tanto en el Estado capitalista como en el socialista y, en este sentido, el desarrollo tecnológico permitiría avanzar per se en la URSS104.

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Los criterios económicos de LENIN en ULAM, 1969, 31 7-318, y RADIA1975,148. La primera cita de STALIN (de 1935) en id., 1968, 182, y la segunda (de 1952) en id., 1976, 98. 1 ‘ los criterios económicos de TROTSKI en SOTELO, 1976, 218 y 273, y B*;IA#>N, 1 9 7 4 C, 1 7 . VI,

Conclusiones

L

os bolcheviques nunca concedieron especial relevancia ai poder autónomo de las instituciones políticas, tan convencidos estaban de la teoría ortodoxa de la «sobredeterminación en última instancia» de las estructuras básicas de la economía sobre el Estado. Por tanto, los debates de la cúpula dirigente del Pártido bolchevique durante los años veinte se centraron en las prioridades económicas, no siendo objeto de polémica el modelo eolítico No hay, pues, una verdadera teoría del Estado socialista, sino elementos dispersos a partir de reflexiones parciales circunstanciales que van haciendo de la necesidad virtud: fue el propio desarrollo del Estado soviético el que acabó configurando ex post fado una teoría específica al respecto. Los debates cupulares fueron un disfuncional sucedáneo del pluralismo que operó en el seno de un partido único y sin movilización de las bases que prácticamente no participaron en los mismos. Ni que decir tiene que as etiquetas para designar a las principales fracciones bolche- \iques tienen un mero valor de referencia histórica, son inútiles para analizar los contenidos de sus propuestas y deben ser des- po|a as de sus connotaciones ideológicas coyunturales. El tras° 0 c,ave no *ue nunca saber quién tenía la «razón» desde un f 0 Q v'sta argumentativo, sino en calibrar la correlación de chr(ZaS e í0( 0S e os ^ - A tenor de la experiencia vivida, queda c ^ nderrotó a to SUDO '^71 r das las demás fracciones no por la CQn*n?n aí^ teórica de sus argumentos, sino por disponer del do ,or^an'zat'vo del Partido (desde la Sec retaría General) v ^j | [ m,nOración (desde el Rabkrin). doarir;n,nisn- se acabe) convirtiendo en un cuerpo cerrado de

*tepr)sició UV ^),a 8<>r f)resorvado cual depósito sagrado por la do aquén*1 ( °.^‘d'n, pero debe añadirse que en la mitifíc a» ion y Hujarin ^ >*í?n co’nc'dieron (aunque sin su «mistica») IroCvk? i'uiMas 1 ^>n< ,m^>os i,f1 sus enfrentamientos c on lov esta pu c oni/.iron pren ¡sámente el retorno al !

. \ H \ m \ \ tH Mí »H \ H.H t I MI ISIAI >< * StM l M ISTA

l\»i lo dom«fv el leninismo fue entronizado i omu 1(j( logia oficial del l stado soviético (formalmente presentado int lu so * orno M iencia») o ingrediente est*m ial del marxismo t,.Vo JIK rotuno \ del mo\im¡ento comunista internar jonal

H debato «revolut ion permanente »/«soc ialismo on un solo pus» fue id de mas envergadura teóric a del momento p(.ro dc'lH' pnvisarse que

CON( UJSIONfS 151

tue instrumental (no se trataba tanto do determinar la «cornxvión» de c ualquiera de los dos provectos aunque de' modo derivado también, cuanto de un imputante pío texto para la confrontación de posiciones políticas). u> mas extraordinario es que, desde un punto de \ista estrictamente teórico, el punto de' (Rencuentro era mas adjetivo que sustan tivo, pues, en electo, todos los bolcheviques estaban de ac uet do «mientras tanto» (mientras no se produjera la revolución mundial) en ir «construyendo el soc ialismo» \ on i'ste proceso coincidían en fondo y forma ten el modelo estatalizado \ pía nificado y en el sistema de «partido dirigente»). La divergencia entre írotski y Stalin se produjo a propósito de si era posible o no «culminar» tal proceso, es den. ir, conc luir íntegramente la tran sición al socialismo en la URSS, algo imposible' para el primero y «realizado» para el segundo en llM6. las tesis de írotski, reputadas «aventúreoslas» por la mayoría bolchevique, alarma ron al grueso del Partido \ de la buroc racia por sus necesarias implicaciones dosestahilizadoras externas, un escenario indesoa bit' c'n tiempos nec esitados de consolidación; de' ahí que aque lias no gozaran de predicamento significativo ni en los altos c írculos de poder ni en los c uadros intermedios, I n c ambio la tt'orui del «socialismo en un solo país» so adec uó muc ho mejor a una triple neasidad: los interc'ses dt' la c típula dirigente, la ra/ón de [stado soviétic a y ('I nat ionalismo luso frente a Occidente, y Stalin encontró en ('I último I onin gobernante soporto teórico suficiente para legitimar su opción, que otorgaba la prioridad absoluta al so< ialismo nacional frente' a la revolución mundial, la conc lusión fue la subordinación completa del movimiento comunista internar tonal a las nei esidades del tstado soviético. la clave del sistema soviético fue el Partido bolchevique. Mitologitimado t orno «partido dirigente» en virtud dt* la te°lM leninista de la vanguardia revolucionaria y con características organizativas muy precisas («centralismo democrático», células). Aunque su transformación en partido único fue más resultado de las circunstancias que de una teoría previa, la abusiva simplificación leninista de atribuir —de entrada— el monopolio de la representación obrera al Partido bolchevique tuvo consecuencias muy negativas, pues de ahí se justificó después la prohibición permanente del pluripartidismo. En suma, el eje de la teoría política leninista descansa en el supuesto papel de «guía esclarecido» de las masas que sólo puede desempeñar el Partido. Stalin culminó y extremó esta teoría al hacer necesario corolario del Estado socialista el partido único con derecho a monopolizar todo el

i

poder, lo que reforzaría precisamente el carácter totalitario del sistema. Trotski, que como menchevique había tenido una concepción menos rígida del partido, asumió sin reservas la teoría leninista al ingresar en el Partido bolchevique, y sólo en el exilio —cuando constató la inutilidad de confiar en su autorreforma interna— apostó por dar paso a la libertad de «partidos soviéticos». También Bujarin, que durante los años veinte había defendido la legitimidad del partido único, rectificaría en privado, en los años treinta, al reconocer la necesidad de, al menos, un segundo partido reequilibrador del poder omnímodo e incontrolado del Partido bolchevique. Las fracciones opositoras no cayeron en la cuenta de que se acabaría produciendo una correlación necesaria e inevitable entre la prohibición de todos los demás partidos y la asfixia completa del P uralismo interno en el partido único. En otras palabras, resulto imposible salvar la contradicción de eliminar el pluralismo polí- lc° extemo y preservarlo en el seno del Partido bolchevique, que. oon Stalin, llevó el monolitismo hasta el extremo en todos los se ene.S' ^ final, la obsesión de todos los bolcheviques por pre- - a “Unidad» frente al «enemigo de clase» jugó a favor de d í T V n cor,tra de los disidentes, pues aquélla fue interpreta ^ us.vamente en términos de unanimidad, so pena de ‘ y o el juego» a la contrarrevolución, de |S
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solo ,i ruoies de apfOi ÍM IMM. sino a rotor/ar la cúmplela autn ■ uMUi.’tH iOn Orí aparato ton reí ai ion a las nwsis l os t.onsian tes llamamientos a rotor \»r la tlist iplina x a intensificar la y¡u¡ lamia rovolut tonaría operanm t orno liquidadores di* t ualquiw ÍK'IMU' mínimamente libre \ a la »laudii ai ion do Unías las trai v IODOS no oxtalimstas poi temor a verse at usadas prtx isamen Uv de A ti ai i ionalismo* o {H”ort de «liquulat tonismo». I VI mono* polio exclusivo de la representarion obrera el Partido bolt he\ uiur bajo Stalin extendería tal Uniría a toda la sociedad so\ letu a al afirmar que el pluripartidismo carecía de sentido en la I KSS toda ve/ que las i lases antagónicas \ la explotación habrían desaparecido del país grai ias al triunfo completo de la rovolut ion soi ialista. \l presentarse la l ‘KSS i omot'l primei I stado obrero que inauguraría la «era* histórica de las revoluciones socialistas espe i lal énfasis pusieron los bolcheviques en la tama de la dicta dura del proletariado. Según esta teoría en primer lugar la dietaduia del proletariado liquidaría la Asistencia de los t on tiarrevolut lonarios \ paralelamente serviría pata ir constru vendo t'l socialismo. Istas dos caras de la dictadura tli'l proletariado la represivas la constructiva están imk'tectibien rente presentes en todos los boK hev iques. 11 unit o asunto que susi i to v leitos matu es iut* el del papel del Partido Imlt beyique en la du tadura tlel pioleiauado mas o\ai (ámente: hubo que at tarar si otan o no i oiu eptos sinónimos los de du tadura del proiota nado v tlu tadura tlel partido. I enin lo tlejó medianamente da ro ttxla \ e. que a su juit ¡o s< >/« > t'l Partido pidría ojen ei tal du tadura de luxho en nombre del proletariado dadas las tan atrasadas t in unstant tas rusas \ un, ha/ando t orno i ontusiona ría i ualquier eventual distim ion t om ef>tual al msfxvto. Solo Sta lin, qui' pux ¡saínente identificaría al máximo en la práctica la sinonimia tle la du tadura del piolotanado \ la del partido man tuvo i u'rta letoru a absten ta t)ue distinguió ambos i otu eptos al considerar que la piimeca era mas amplia \ genéru a que la segunda l o * iodo es que todos los Imlchoviquos compartieron un punto de vista ciertamente sustituhsUt al atribuir expresa mente la dios i ion politii a exclusiva de la du tadura del P*‘'de

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ÍONUIJSIOWS 15 J

tariado al Partido. Ni que decir tiene que esta identificación UH> rica

contribuyó extraordinariamente a la rápida transformación totalitaria del Estado soviético, y sólo Bujarin entendió en los años veinte que tal fórmula encerraba claros riesgos de despotismo arbitrario. Si la dictadura del proletariado era, de hecho, la dictadura del Partido, que no respondía ante nadie, está claro que el modelo resultante dio paso a una concentración y centralización del poder político sin precedentes, con desconsideración absoluta de contrapesos, equilibrios y —peor— con ausencia prácticamente completa de derechos y libertades con sus correspondientes garantías legales operativas. En la cultura política bolchevique todo ello se asociaba indefectiblemente al liberalismo burgués, considerado «fetichista» y ficticio, lo que no hizo más que reforzar la lógica del descontrol autoritario. SóloTrotski y Bujarin, pero tras caer en desgracia, descubrirían las virtudes de los contrapesos del poder, aunque tampoco con demasiada claridad a la hora de proporcionar indicaciones prácticas sobre cómo articular una «democracia soviética». Precisamente, los bolcheviques tuvieron siempre una visión puramente instrumental de las elecciones competitivas, el pluripartidismo o el constitucionalismo: 'as primeras fueron descalificadas de entrada al no coincidir con sus expectativas (la Asamblea Constituyente) y contrapuestas a la «verdadera» voluntad de las masas, que sólo reflejarían los soviets (controlados por el Partido bolchevique). Lo cierto es que los soviets fueron rápidamente vaciados de real autonomía V convertidos en «correas de transmisión» del propio Partido v ( e nuevo, Trotski y Bujarin propusieron revitalizarlos sólo cuan- 0 Perdieron el poder. Por lo demás, el constitucionalismo sovio* t,c° tuvo siempre un carácter semántico y propagandístico, pues ni r°£uló efectivamente la vida política del país, ni funcionó do IJ10 n°rmativo, limitándose a ser mera pantalla propaganda t'ca del poder.

j l<)S bolcheviques tuvieron un concepción claramente ins niment.il y reductora del I stado, visto de modo estricto tomo <*h i 'n ^ st‘rv'( io de los intereses de la clase dominante \ aparato 1 {) r’senc.ial coactivo, l os bolt hoviques reforzaron \ amplían*'

a rondo las estructuras del Estado soviético y ninguna fracción las puso nunca en duda, salvo Bujarin y Trotski matizadamente en los años treinta. El modelo de Estado soviético bajo Stalin se convirtió en obligatorio para el movimiento comunista internacional: en otras palabras, se hizo de la necesidad virtud al concluirse que no había más modelo posible de Estado socialista que el soviético. Por tanto, las promesas prerrevolucionarias de dar paso a un semi-Estado, al EstadoComuna de Marx, fueron del todo archivadas tras tomar el poder, siendo la excepción Bujarin, siempre fiel al proyecto originario de reducir las dimensiones del Estado para acercarlo a la sociedad. Todas las fantasías leninistas sobre la facilidad del manejo del Estado moderno, de la gestión de tal maquinaria «por la más modesta cocinera», así como la revocación de los funcionarios y la equiparación salarial de los mismos con los obreros, fueron descartadas por inviables de inmediato a la hora de edificar el nuevo poder. Lenin reconoció no sólo que era imposible llevar a la práctica la rápida extinción del Estado, sino que el poder soviético estaba urgentemente necesitado de especialistas y técnicos burgueses y que, por tanto, no se podía «destruir hasta los cimientos» todo el viejo aparato heredado. Aunque Lenin, como gobernante, detectó muchos serios problemas de funcionamiento práctico del Estado soviético, en general se quedó en los efectos o en causas derivadas y no asumió la causa originaria fundamental de las «deformaciones» que era el sistema de partido único irrestricto. Sin duda, el atraso histórico, el peso de la burocracia tradicional y la incompetencia técnica de muchos cuadros bolcheviques eran responsables de numerosos defectos, por no ir más allá en el análisis muestra los límites de la autocrítica de Lenin, que es, a veces, realmente muy severa, pero incompleta. Esto es lo que explica que las recetas para enmendar los defectos fracasaran sucesivamente, pues no iban a la raíz del problema y operaban a modo de parches que dejaban inalterado el modelo: ni los castigos a los ineficaces ni la creación de nuevos órganos de control (que superpusieron burocracias) sirvieron al efecto para atajar las «deforma* dones» del Estado soviético. Sólo Bujarin se apercibió de la



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jf, "' ",ho V',:,n »*MHÍI¡SUI es el título con el que oficialmente se iilenuluo1 s|•' * ' P'''| M ) M I H I. I ,..l ntiilnihi . Vi I ’KSN ' . »‘h* > oh ....... .. a lo .« .IIMI.M» I' •»“■«'* ‘ , , H " **1 (]|ct{u|uru p^nmouiiniji v hnnKfAUt.» •*»•*><►

CONCLUSIONES ! S7

ntn esidad do tomarse en serio la propia legalidad socialista y opo- rar on consecuencia para dar garantías y seguridad efectivas a los ciudadanos soviéticos. No deja de ser chocante la teoría estalinista de la necesidad de reforzar constantemente el Estado soviético para poder preparar su futura extinción, horizonte mítico éste que se mantuvo tan sólo como referente retórico por razones ideológicas, a modo de inevitable tributo al legado de Lenin. La justificación residiría en el «cerco capitalista» que exigiría extremar la vigilancia revolucionaria para liquidar a los «enemigos de clase» del entorno; una teoría, pues, muy útil para consolidar el poder totalitario. Pese a la afirmación de Stalin de que el socialismo ya estaba íntegramente construido en la URSS —lo que, en teoría, hacía inútil al Estado—, es precisamente el recurso al «cerco» lo que permite legitimarlo. Al margen de lo contradictorio y hasta absurdo desde el punto de vista ortodoxo (un país íntegramente socialista que inicia incluso el paso al comunismo y que mantiene el Estado), lo cierto es que se trata de un puro artificio retórico de Stalin para dar barniz marxista a la necesidad de preservar a toda costa un poderoso Estado en la URSS Naturalmente, la recuperación bolchevique del grueso de la burocracia tradicional tuvo su precio, pues, aunque permitió reconstruir el Estado, contribuyó a archivar cualquier propuesta real de «autogestión» social del poder político y administrativo. La mayoría de los dirigentes bolcheviques captó bien los problemas burocráticos concretos del Estado soviético, pero no entendió (o no quiso ver) las causas de fondo de los mismos ya que de hacerlo— eso hubiera cuestionado necesariamente las bases del sistema que habían edificado. Fue Trotski el dirigente bolchevique que proporcionó un intento bastante elaborado de teoría de la burocracia en el Estado soviético, aunque con notorias limitaciones derivadas de sus propios prejuicios ideo- ogicos y del temor subyacente a verse desautorizado como corresponsable pionero del modelo construido. Aunque Trotski arrnien se aferró a las explicaciones causales de Lenin (atraso !s orico, ineficacia técnica de los cuadros comunistas, contra( mn( s sociales derivadas de la NEP), fue un poco más alia,

i ,(> lAHOKlAHOLCHWIQUf Dll KSTADO S(K ÍAUSTA tanto con su aportación de la «revolución permanente» (la ausencia de

revolución mundial había ayudado al triunfo de la burocracia) como — sobre todo— a su teoría del Estado obrero degenerado. Las principales debilidades de tal teoría radican en no aclarar cómo fue posible que se produjera la «usurpación» burocrática en un Estado que —a su juicio— seguía teniendo una «naturaleza de clase» obrera. Trotski nunca resolvió el gap entre la dicotomía que estableció: una estructura de base sustancialmente «sana», esto es, socialista, y una superestructura política pervertida por la «camarilla» estalinista. Trotski se aferró al formalismo de la propiedad estatal de los medios de producción para justificar su primer punto de partida, una visión del socialismo que, por cierto, también compartía Stalin. No deja de ser una notable paradoja afirmar que la URSS seguía siendo un país socialista y de dictadura del proletariado en el que la clase obrera era la clase dirigente y, al mismo tiempo, que el Estado se encontraba completamente degenerado al haber caído en manos de una «capa» burocrática despótica y privilegiada. En efecto, Irotski sostuvo hasta el final —y entre intensas polémicas con muchos de sus propios correligionarios— que en la URSS no había surgido una nueva clase social dominante de carácter explotador, pues las «conquistas de Octubre» (que él reducía a las formas estatales de propiedad) estaban preservadas. Aunque Bujarin no se ocupó con tanta extensión como Trotski del fenómeno burocrático, su punto de vista es más radical al recono- ter en los años treinta la seria posibilidad de que en la URSS se estuvieran poniendo las bases para el surgimiento de una nueva clase explotadora.

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^° °le que el Estado soviético no tuviera ningún refe- ejR e en que inspirarse hizo de la experimentación tentativa dio n,C0 cam'no empírico para intentar avanzar: con la NEP so sus v"0 a Un moc^e^0 muy singular de «economía mixta» que a pró ,imPortantes debates en el seno del Partido bolchevique t U r < J | s u carácter «provisional» o, en su caso, «estrut c i e r t o c r ^ e r ' ° S(^° 1° sostuvo do forma clara Bujarin). lo * ( - (|uo un modelo adoptado por las c iri unstanc tas resulto

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oí**dtiv© para la rcioostrucción y la paz social < la alían/a obre* ra y campesina); de ahí ciertos esfuerzos de Bujarín para teorizarlo como posible vía soviética al sor lalismo, que, a su vez. par- lían de algunas reflexiones del último Lenin. El gran viraje estaImista de 1929 confirmaría en ios hechos que la NEP había sido «provisional» y que la teoría económica del Estado socialista no iba a descansar en tal fórmula híbrida. En este sentido, Stalin hizo sinónimos los conceptos de Estado socialista y esta- talízación industrial integral, colectivización agraria y planificación centralizada de la economía. En realidad, salvo en parte Bujarín, todos los dirigentes bolcheviques compartieron una visión productivista y tecnocrática del socialismo, en el que las claves serían la progresiva estata- lízación, el dominio del plan y el desarrollísmo científico y tecnológico. Fueron, pues, los criterios economicistas los que predominaron con mucho en el discurso y la práctica bolcheviques, con archivo prácticamente completo de antiguas ensoñaciones sobre el «control obrero» y la superación de la «esclavitud salarial», que apenas se mantuvieron semánticamente. Una vez sentado el axioma indiscutible de que la URSS era un Estado obrero, dejaron de tener sentido la libertad sindical o el derecho de huelga /pese a que el último Lenin reconociera lo razonable de ambas reivindicaciones), pues en el discurso oficial los obreros no podían tener por definición intereses contrapuestos a los de «su» Estado, zanjándose así definitivamente toda discusión al respecto. En suma, es Lenin el que, con su teoría del partido dirigente, puso las bases para convertirla en realidad indiscutible y consustancial del Estado socialista, pese a las reservas de Buja- rin y Trotski en los años treinta. Es también Lenin el que facilitó la autonomización del poder con su identificación entre la dictadura del proletariado y la dictadura del partido vanguardista. En este sentido, Stalin llevó hasta las últimas consecuencias los cimientos puestos en la primera fase del Estado soviético, por supuesto con su implacable sello personal, pero sin contradic- (iún con la naturaleza sistémica del modelo. Fue Bujarín el que rnás temores expresó ante el Estado concentrado y centralizado

*OV 1USK>SES 159

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