Introducción A La Psicología Social.pdf

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( (

Introducción a la psicolo gra

(

(

,2

(

(

social

(

( ( (

Tomás Ibáñez Gracia (coord.). Mercé Botella i Mas Miquel Doménech i Argemí Joel Feliu i Samuel-Laieunesse Luz M. Martínez Martínez Cristina Pallí Monguilod Margot Puial i Llombart Francisco Javier Tirado Serrano

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EDITORIAL UOC

( ( Cwdlnadot

ffi, Vleq

Tomás lbáñez Gracia

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( Avtores

llYt / 03

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Mercé Botella

i.58

i

Mas

lhrcelona' Lictnciada erl Psicología 1rcr la Universidad Autónonn de

i. l{

(

(

(

de Barr,elotta.

(

Jocl Feliu i Sanruel-laieunessc

(

.'.)

.-.t?-:'I t!:t \/ea"¿

(

Miquel Doménech ¡ Argemi

en la universidad Autónoma l)octof en Iilosofía y Letras y profesor titular tle Psicología social

l.'i¿t-

(

universklad Autónor¡¡a de Barcclona. Doctor cu l,sic<;logía social y piofesor titular en la

Tom¿ás

lbáñcz Gracla

(

DoctorenPsicologíaycatedfáticodetticologíaSocialenlaUnivesidadAutónomadeB¡¡celona.

(

l-uz M. Martíncz M¡rtínez

(

Autónoma de Barcelona' Doctora en Psicología Social y profesora en la Universidad

(' Crlstltra Pallí Mongutlod Diseño del libro, de la portada y de la colecciórr: Mauel Audreu

Primera edición en lengua castellana: junio 200{ Primera reimpresión: septiembre 2009 Ful¡dació Fer

la Ul¡iveBitat Ob€rta de C¡talul¡ya @ MeIE¿ Bot'elta i Mas,-dd oPítulo lll; Miq.r:l del capítuto vl; Joel F€tiu i sar¡ruel-trieur¡e5r, det Pgrd,§l capituro v; Luz M. Martír¡ez Martír¡ezi cristhu p¡lri iI¡"uí, u
a

. fifl.if,ilji'üt3

Aragó, 182, 0B0ll Barcrlona www. editorlaluoc.con¡

químko, mcaúnko,

&

los titu/lJrcs

üt

Barcelona.

(

Franclsco Javler Tlredo §crrano

(

G?f04

Ninguno.F.rt d€ cstupubliroc'th, irctulto e! aisi"*-¡ar;i y lo o rcrumirtuta.k nlníuna türrq

rcWtucidl4 dtm.wn

(

(

ISBN: 84-978&t32-X 7

MarSot Puial I Llombart Esdocto¡aenPsicologíayprofesoratitulafdehicologfa§ocialenlaUniversidadAutónomade

(

SL

B-38.7

(

Autónoma de Barcelon¡' Doctor en Psicología Social y profesor titular en la Univer¡il¡d

Realizaciólr editorial: Eureca Media, SL Inrpresiór¡: Gráficas Rey, r

D€És¡to legal

LicenciadaenPsicologíaporlaUniversidadAutónomadeB¡¡ceh,rn.MagisterenPsicologíaSmial.

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ir¡d¡ce

l.lditorial tr(X:

,É.,i

Índice

,:.t ri 5

( ( (

Presentación

(

"""""""

13

Capítulo I. El cómo y cl porquó dc h pslcología socl'al .."""""""""

53

[jrancisco Javier'['irado Serrano

( (

'lt¡más lbáñez Gracia

(

Introducción de Francisco Javier Tirado Serrano..'.'.'.'."

(

1. ta dimensión social

""

53

"'

58

6t

1.1. La separación entre lo social y lo picdogico

(

1.2. El impacto de los estímulos sociales sobre los procesos psicológicos ..-'. 62

(

1.3. L¿ intersección entre sociologia y picología

65

1.4. L¿ fusión entre lo social y lo psicológico

65

(

1.5. [a construcción social de lo psicolqico

66

genealogía de la psicología social .-......"' 2.1. I-os antecedentes: Vico y los signiñcados compartidos

68

2. [a

(

68

"""""""'

(

2.2.l,zformación de la psicología social en la Europa del slgto xtx 2.3. El desanollode la psicología sodal en los Btados Unidoe

(

2.4. Los temas fundacionales: insntos sodales, imitaclón, sugatión

3. L¡s grender orientactones teórlcas dc la psicología social

3.4.|^teorh

(

( (

80

3.2. El sodoconductismo 3.3. La o¡lentrción psicoanalítlca .-...-......-...

(

(

"""""""""' 77 78

(

(

70

7t

y fenóoranoe colectlvoo

(

70

de la Gestalt y el

sodcogtiüvlsmo

3.5. El sodoconstruccionismo D

4.

81

"""""""

E1

s2

qré sirve la psicologla socid?

84

4.1. Lá interftrición en los problemes sodales

E5

¿Para

(

4.2.

l¡ltfoducciol!

tt

e Editorial UOC

a la psicrrkr¡¡ia

rIial

87

lras aplicaciones dc la psicoltlgía strcial

Capítulo ltt. tá interacción

90

l. La identidad (el selfl

93

Margot Puial i Llombart 93

t.

9!)

e identidad social

Serrano.........

............. 1.1. Vcrsiones sobre la agresividad

La agresividad

.................. sobrc el comportamiento agresivo

(

...... 158

interpretat¡vos

1.4. Intcrvenir

....-......... 163

(

2. El altruismo 2. 1. Vcrsi«rnes sobre

el c«importamiento de ayuda .................'...-..--.......' 166

2.2. Factores que mediatizan el comportamiento de ayuda

i

104

2.3. ¿_(lué puede implicar el itecho de ser receptor de ayuda?

.

t07

2.7.La dimensión fenomenológica de la identidad

107

de la identidad: ¿quiérr soy yo?

-........" 145 156

102

2. l.a experiencia

(

.....-....-.." 146

1.1. I-a identidad cosificada y la perspect¡va biológica 2. i.a- idenridarl "enmascarada" según el psicoanilisis

...-... 139

1.2.'t'clcvisión y agresividad 1..1. Procesos

Introducción de Francisco Javier Tirado Serrano............. Identidad pertonal

..........- 139

(

I¡rtroducción de Francisco Javier Tirado

Conclusioncs

"7C 175

175

3. La atracción interpersonal 3. 1.

|actores que me«liatizan la

atracción

""

176

3.2. las rclaciones a largo plazo entre hombres y muieres .............""""' 178 2.3. Narrativa de sí mismo

ll0

2.4. Identidad singular e identidad múltiple

tt'2

2.5. Diversidad cultural

114

3. Itlentidad y categorías sociales y ciiferenciación social

115

3.2. Preiuicios y discriminación

120

3.3. tá categoría social del género

122

I-a presentación del yo y la gestión de impresiones

127

4.1. [á estructuración social de la experiencia de identidad ................... 127 4.2. Gestión de impresiones y presentación del yo

5. Identidad

e intera.cción

simbólica

131

........".... 133

5.1. Los actores sociales: Ia negociación del significado

5.2.

de la situación como fuente de identidad

133

la construcción sociohistórica te h identidad

135

Conclusiones

""" ""'

182

Capítulo IV. Naturaleza y organización de las actitu{s5 .......""""

183

( (

( ( (

Conclusiones

...................

...' "

li5

3.1. Procesos de categorización, comparaciórr

4.

interpretativos ..................

779

3.3. Procesos

( (

social

tt8

del saber Psicosocial ...-...

II.

Índice

Mcrcd lkrtclla i Mas

4.3. El conocimiento cle la realidad social y los efectos

C-apítulo

q lililo.ial t,(X:

Cristina Pallí Monguilod y Luz M'Martínez Martínez

Introducción l. Naturaleza de las actitudes ................ 1.1. Concepto 1.2. F'ormaciótr de las actitudes 1.3. Funciones de las actitudes 1.4. Actitud y comportamiento ............ 2. Cambio de actitudes 11.1.

138

(

"""""' '."""' 188 183

............-..""""" 188 ........-..""""" 200 ..-........-.""""' 2O7

""""'

persuasiva funcionales

(

212

......""""' 216

Tecrías condrrctistas y estudios sobre la comunicación

2.2. Teorías

(

(

(

""

218

.-..""""

223

(

(

lo

e lxlitor¡ál UOC

Ir¡lrotlrretiórr a lJ Ir\i(\,lolilJ \()( lJl

ac)

il

[ditorial t,(X:

Dx¡llicacioncs dc la influencia

332

2.3. Teorías de la cotlsistcncia

224

2.4. Resistencia a la Pcrsuasi«in

2_r4

4.6. l{clacioncs dc podcr

337

235

5. Obediencia a la autoridad

340

2.5. Releycndo cl camhio: cl énfasis en el control social

3. Hacia una comprensión social

de las actitudes ...'........

3.1. Las actitudes dcsdc una perspectiva discursiva

Conclusiones

I+s paradoias del individuo social

4..5.

2:16

5.1.

expcrimcnto de Stanley Milgram

341

241

5.2. lil in«lividu() cn una sociedad burocrática

352

5.3. t,a prisión de Stanford

362

5.4. Ll individuo cn una institución total

368

5.5. Ias grsibilidades de la rcsistencia

370

255

C-apítulo V. lnfluencia, conformidad y obediencia.

I.)l

373

Conclusiones 257

Joel Feliu i Samuel-Laieunesse

Capítulo Vl. Grupos, movimientos colectivos e instituciones sociales

377

Introducción

257

l.

El proceso de normalización

266

1.1. Las normas sociales

266

1.2. La creación de normas

274

1.3. Una polémica: ¿qué son las normas sociales?

282

Factores sociales en la percepción

287

1.1. El inicio del estudio de los grupos

Percepción y percepción social

288

1.2. Definición y concepto de

2.

inriice

2.

l.

2.2. Percepción y actitudes

290

2.3. Percepción sociaI y relaciones interpersonales

295

Miquel l)oméncch i Argemí

Introducción de Francisco Javier Tirado Serrano

l.

1.3. Tipos de

3. Influencia de la mayoría: conformidad

grupos grupo

grupos

2. Estructura y procesos grupales

2.4. Percepción social y relaciones intergrupales: estereotipos y discriminación

Definición y tipos de

307

309

377 ..................... 379 379

........... 382 ................ 385 388

2.1. Estatus y roles

390

2.2.Lidenzgo

394

2.3. Cohesión

403

3.1. Asch y la presión grupal

310

3.2. Conformidad, conformismo y uniformidad

314

3.3. Formarse y conformarse

316

3.4. Alcance de la influencia de la mayoría

317

3.1. Teoría realista del

318

3.2. ta teoría de la identidad social

413

Procesos colectivos e instituciones sociales

415

4.1. Modelos para el estudio de los procesos colectivos

418

4.2. lns movimientos sociales

420

4. Influencia de la fninoría: innovación 4.1. Mayorías y minorías

319

4.2. Conformidad o conversión ............

322

4.3..CaracterÍsticas de la minoría innovadora

326

4.4. Resistencias a la influencia de la minoría

330

2.4. Toma de decisiones

404

2.5. los procesos de comunicación

408

3. las relaciones intergrupa.les

4.

4.3. I"as instituciones

conflicto

sociales

410 ................... 410

....................... 426

( O

klitorial

UOC

t2

hrlr(xluccioil a la l)sic('losia !,cial

!c,

ll

llditorial (JO(:

( Prsqltación

( 4:t2

Presentación ¡rron¡¡566r

Bibliografía

434

Glosario

44.i

.f

(

avier'l'i rado Scrrano

( ( ( (

[.a presentación que tiene en sus manos ha sido concebida con dive¡sas fi-

nalidades. En primer lugar, pretende que tenga un acceso comprensivo y global a los contenidos de esta introducción a la picología social. para eso, se hace una presr:ntación gencral de los capítulos y sus contenidos, se describe su «;rganizar:ión y secuencia, y la relación que se establece entre preguntas y conceptos diferentes que aparecen en las p;igirras de los materiales seleccionados. En segundo lugar, y corno consecuencia de lo anterior, se explicita y ar.

gumenta tanto la lógica de los contenidos como el recorrido conceptual que ésta implica. Se presenta, así, tanto una propuesta de definición de la disciplina como una manera de conceptualizarla. En tercer lugar, justifica la elección

(

( (

(

( (

de determinados textos y los posicionamientos teóricos de los que parten. Fi-

nalmente, se proporciona una imagen de coniunto de la obra y de su inserción en la totalidad de materias que conforman la psicología social. cuando sc inicia el estudio de una disciplina científica como la psicología

(

frecuente maneiar el presupuesto siguiente: ¡la disciplina se ocupa de procesos que tienen que ver esencialmente con el individuo y su psique! pues

(

bien, la psicología social

(

es

es

titud de definiciones sobre

una materia que rompe tal asunción. Hay una mulsu

obieto de análisis: algunas enfatizan la necesidad

de buscar las causas del comportamiento y del pensamiento de los individuos

(

(

en situaciones sociales concretas, otras plantean que la materia es la ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad, y también las hay que postulan

(

que el obieto de la psicología social está en los fenómenos relacionados con la

(

ideología y la comunicación. No obstante, sea cual sea la definición que maneiemos, en todas ellas late una preocupación común: mostrar las determinaciones sociales y culturales que tienen los fenómenos picológicos. Así, la paicología social aparece como la materia

( (

(

(

(

(

(

hrt¡di¡\n¡r r

l1

(

l.r t,\nr'l,,8rJ

r¡ irl

quc estudia cómo k)s pr(,ccsos psicoló¡jico§ y las accioncs, relaci(¡n$, intcracci()nes, etc. de nucstra vida cotidiana se ticnen que conccbir y analizar dcntro dc k's

centro dc ú)terús har¡ sid() trcs fcnómcnos concretos: la a§l(jsividad, elcomporta_ miento proso(ial o altruisrlro y la atracción ¡nterpcrsonal.

decir, la PsicoloSía locial

[¿s actitudcs y su cambio constituyen uno de los temas más clásicos de la psi-

constituye como un corpusdc saber, que proporciona una dimensii)n soctrultural a todos estos fcn(tmenos que consideramos habitualmente psiroló8ic('s, in-

cología suial. ¿ltrr qué razón? Porque la actitud es una nrxiri¡r que permite a csta disciplina cstudiar y actuar sobre la relación quc se establecc cntre nuestro

marcos sociales y culturalcs cn los que siemprc sc dan.

Es

se

(

( (

dividuales e intraPsíquicos. [á conceptualización quc se ha hecho de cada uno de estos dos términos, cl

tipo de relación (de exterioridad o interioridad) que se ha establecido entre ellos, el enfoque metodoló8ico escogido para atralizarla y el valor de inseparabilidad o difereocia que se ha conferido a la relación entre la persona y sus circunstan(ia\ socioculturales determinan tanto la historia como las diversas orie¡ltacioncs teóricas que posee Ia psicologÍa social como corpus de

I

conocimiento cientifico.

De la problemática anterior deriva otro de los Srandes eies definitorios de la disciplina. Nos referimos al tema de la identidad. La forma como se defina el yo es deterrninante

y fundamctrtal para el tipo de discurso quc posteriormcnte

se

(

elabore sobre la relación entreel individuo y los contextos socioculturales en los

(

que vive. Asi, la psicoloSía soc¡al ha criticado y ha rcchazado tanto las nocioncs individualistas det yo, como las Puramente sociológicas. Ambas son excesiva-

(

(

comportamicnto, los valorcs culturalmente dominantcs y el ortlcn social. Ls dccir, cs un caminr) acldrar la relación que hay entre el aspccto social y el asRara

plcto psicológico.ll)e esta mancra, en toda introducción a la psicología

sociat

ticne que estar presente un apartado dedicado a revisar ampliamcnte los tipos de análisis quesc han llcvado a cakl sobrc lasactitudes, mostrar los mecanismos que

explican la formación, y expl¡citar el papel que tienen los procesos de comparación soc¡al y l()s lldmadr)\ grupo¡ de referencia cn la constitución de nuestras ¡dear, pcnsamicrrtos y cre'enciar.

I

Si bien el tema de las actitudes tiene la

virtud de poner de relieve el enorme

pcso que el contexto soc!al cierce en la f(,rmación de rruestro pensamiento, tam,

bién tiene la calidad de piantear una de las preguntas más inquietantes y típicas de la ps¡ctología social: ¿cómo es posible que los individuos sean capaces de ha, cer acciones quc contradicen sus creencias o pcnsarnientos? El intento de res-

mente reduccionistas y no permiten aclarar el tipo de influencia que el aspecto social elerce sobre et aspecto psicoló8ico. Para Paliar estas carencias, Ia psicolo-

ponder a esta cuestión define otfa de las dimen§ones básicas en la disciplina. Nos referimos al estudio de los mecanismos quc hacen posible Ia conformidad, la influencia social y la obediencia a la autoridad. Durante muchos años, estos

gía sociat reivindica una noción psicosocial de la identidad que recoge algunos

estudios han planteado modelos que explican la concordancia posible o nula

aspectos de las definiciones anteriores, pero los enriquece con el estudio de Ia

entre nuestros valores o creencias y nuestras conductas sociales, nuestras actitu-

conexión misma que se da entre individuos y contextos soc¡ales. De esta mane-

des de sumisión

ra, el análisis de las implicaciones que tiene el uso de cateSorias sociales y de procesos de cateSorizaciÓn en la construcción de identidad social y en la forma-

y las razones de obediencia en situaciones que exhitren la pre-

sencia clara y manifiesta de alguna fuente de autoridad.

ción de estereotipos y comportamientos de discriminación adquiere relevancia

Finalmente, los estudios sobre conformidad, influencia y obediencia rem¡ten a la relación que se establece entre el comportamiento individual y nuestra per-

notable en la disciplina.

tenencia a determinados grupos y la posible participación en fenómenos colec-

ta identidad es un tema que Iemite inmediatamente a otro: la interacción sG cial. Élta es una temática tan fundamental que para muchos autores constituye la propia deñnición de la disciplina;

e5

decir, la psicologia

se

vuelve social cuando se

enftenta al análisis de ta interacción humana. En enfoqu6 recientes, la interacción simbólica y los aspectos comunicacbnales son el núcleo duro que define el obieto y el

úopio sentido de ta P6imloSía

social. Aquí, no

obstante, revisalemos las

inves-

tigaciones tradicionales que ta diJciptina ha dedicado a la temática, en las cuales el

tivos e instituciones sociales. La psicología social no es una disciplina aiena a este tipo de procesos, sino todo lo contrario, ya que entre sus principales obietivos figu¡a la dilucidación de esta relación y la explicación de Ia producción de fenómenos grupales y colectivos. En definitiva, la psicología social eJ una materia que proporciona recursos metodológicos e interpretativos que muestran la íntima relación que se establece entre procesos sociales y fenómenos psicológicos. Como deia patente la

I

l(,

o t:ditor¡al (rOC

lllt()d(¡ecióll

¿ la

§(f,ial

como los prcllectura de los capítulos, esta relación se establece en fenómenos el papel del significado cn cesos de normalización, los grupos de referencia,

nuestraacciónsocial,lainfluenciaylaconformitlad,etc.Asuvez,estosCc)nosocioculturales cimientos, en tanto que enfatizan la relevancia de los marcos

a la que en el desarrollo psicológico, ofrecen una dimensión complementaria además' son el botón de se desarrolla en otras parcelas «le ta psicología' Pero, más a la psicología muestra de la interdisciplinariedad que cada día caracteriza

social.Así,enlosenfoquesmásrecientesquesedesarrollanenladisciplina,

la sociología, ta filolos elementos que pertenecen al ámbito de la lingüística, e importantes' sofía, la antropología o la historia son cada vez más frecuentes

Elplanteamicntoquehacelapsicologíasocialdelarelaciónentrelosocialy definen' también lo psicológico, y las climensiones e interrogantes clave que la al contepermite enfrentarse, desde una perspectiva diferente y enriquecedora, omnipresentes en niilo de muchas cuestiones, temáticas e interrogantes que son intelectuales' Nos refenuestra actualidacl y arriman muchos debates y reflexiones

rimosaproblemáticascomolaviolencia-yaseaindividual,intergrupalointragru. la constitución de pal-, la influencia de las minorías ante el papel de las mayorías'

nuevasidentidadesgrupatesynacionales,latliscriminaciónylaxenofobia,el ciertos movimientos cambio de actitudes políticas y culturales, o la aparición de sociales.

y Sus posibilidades Probablemente, la disciplina, los contenidos apuntados tienen con el amplio constituyen el primer contacto que muchos de los lectores contenido de los capícampo de la psicología social. Si tenemos esto en cuenta, el pretende constiha sido diseñado con un doble propósito' En primer lugar'

O Editorial

(l0C

( t7

l)fese0tacióil

Estos recogen las principales dirncnsiones definitorias de la disciplina que

hemos menci«urado anteriormente. [:l primero define y caracteriza la psicología social; cn csta dcfinición se revisan los temas principales de la disciplina y las diversas oricntaciones teóricas que aparecen en su historia. El segundo sé

centra exclusivamente en la problemática de la identidad y su objetivo principal consistc en proporcionar una c«-lnccptualización psicosocial de ésta. El ter-

( ( (

cer capítulo trata de las relaciones interpersonales y lo hace centrándose en aquellos aspectos que la psicología social ha estudiado tradicionalmente: la agresión, el altruismo y la abstracción. Ill cuarto está «ledicado a la organización y el cambio de actitudes. Revisa las aportaciones más clásicas de este ám-

bito de trabaio y las críticas y definiciones más recientes sobre la noción de actitud. El quinto describe los dispositivos de influencia, conformidad y obediencia. El último hace un repaso dc las definiciones de grupo, analiza los principales fenómenos y procesos grupales y cliscrimina entre procesos colectivos, movimientos sociales e instituci«t¡tes sociales.

una vez explicitada la estructura de esta introducción conviene hacer una aclaración. constituiría un error leer los seis capítulos en clave de progreso acu-

(

( (

(

(

mulativo de conocimiento psicosocial -es decir, no hay una relación de implicación y necesidad entre los diferentes capítulos- ya que, como sucede con muchas otras ciencias sociales, la psicología social considera imposible establecer principios o leyes generales unificadas del comportamiento social que derivarían de un proceso extenso de acumulación de resultados y teorías. Entre los capítulos hay una secuencia lógica de preguntas y planteamientos concep-

(

seis

tulos

tuales y metodológicos compartidos. Sin embargo, no se tiene que suponer, por eiemplo, que los estudios sobre influencia que aparecen explicados en el capítulo v

tuirseenunaintroducciónágilalcampomencionado,recoserSuemergenciacomo

son una derivación necesaria y requieren, para su

(

temáticas y trabaios corpus de análisis científico y extender sus explicaciones hasta aparecer como que se desarrollan en nuestros días. Y, en segundo lugar' pretende y pensamiento que estaría presentación y preámbulo de un itinerario de formación

entre los diferentes temas se creará una relación histórica y cronológica, pero en la mayoría de los casos se üene que considerar que las temáticas tratadas tienen desa-

(

constituidoporotrasmateriasdelcampodelapsicologíasocialcomopuedenser

rollos paralelos, sin duda interconectados conceptualmente, pero con evoluciones

la psicología de las organiIa psicología de los grupos y los movimientos sociales, y poder o la psicología del zaciones, la psicología de las relaciones de autoridad D

comportamientocolectivo. t¿ introducción a la psicologÍa social que tiene en parür de seis bloques o caPítulos.

sus manos se organiza a

inteligibilidad, todas las consideraciones hechas sobre el tema de la identiciad, monogáfico del capítulo II. A veces,

(

(

que tienen cierta independencia.

Hecha esta aclaración, aconseiamos, no obstante, una lectura secuencial que respete el orden establecido en los materiales. Este orden responde a una presentación de la materia que empieza planteando cuestiones generales e

in-

troductorias, para más tarde exponer ¡nterrogantes y respuestas particulares y

( (

( (

I ( (

ItJ E Eüilo¡¡¡l

uoc

la

una intKxlucciÓn a P\i'olos seis capítul<¡s nos ofrecen temáticas detalladas. i,s decir' generalcs y culmina con

partc ¿" logía social que

tun'¡Ot'ut¡ont'

concretas (

(

que se quieren alcanzar l,os obietivos fundamentales puntos siguientes: pueden resumir en los

( (

-

pside los procesos social' cultural e histórica naturalez¿ la Comprender

-

entender y anaconccP*":"' que permitan concePtuales hertamientas ciertas Maneiar constituido complelo cons

cológicos

I:^::^;^;"lpio

como uo acontecimiento lizar la realidad cotidiana

ganización, reproducción institucional y amptios dispositivos de estructuración y control yxiales. llue! bien, este coniunto de datos da forma al obieto de estudio de la psicología social: sin duda, a esta le ¡nteresan muchos de los aspectos analizados por la sociología o la psicoktgía, pero su centro principal de interés es la cotidiani-

por [enómenos

dad de los individuos en el sentido de que es una dimensión determinada por factores sociales, culturdles e hi5tór¡cos.

.on.retos

la psicología social se interesa por cómo nuestros pensa¡nientos, sentimientos y conductas están influidos y determinados por otras personas y

lsic"t*oll],...,,,- .ocialmente fenómenos psicotó8icos comDrendcr cómt) §c conslituvct ¿. .o.t io. ::r:"r;;;¡r¡.ur .omo lu identidad o la5 ac

de ras,-",:.J::::T::TjlTl,',"1",n,,u.n.,u, "spectos la relevancia que Entender y valorar y relaciones sola hora de exPlicar acciones

il;;;;;il;,.,

lr"i"t.,á* , ;*iencia

a

;i";.;;á*-":.:'-l::'^;::.T§[T,:;fi conce Di§Doner de las herramientas

Io,lp,"na., ro, rtnómenos (

sentimicntos, condudas, dudas, n¡mios rituale§, ctc. constituyen un con¡unto de datos, un material, que habitualmente cae fuera del ¡nterés de la ps¡cología, más centrada en el análisis y de,cripdón de procesos cognitivos c in¡livi¡luales. y suele también ser rehuida por la soliologÍa, más preocupada pqr form;u generales de or-

".,;;r;;.

( (

de mediante la lcctura

normas, pautas de conducta, intcrrogantes, scntimientos, grst(,s dcviolercia, r¡tuales e ¡nteraccioncs que c()rnlrcnen nucstra v¡da cotidiana.'fda aquella masa de

grupales

v
de la pslcon Tener una visión global

.*

;;;;;.i;.*

( Esta

aiui*

introducción tu ,nut.tiu

]:lldib,espara

oo.,o,,^d, y también

disciplinas sociales v humanas'

'ras

en seis capítulos que social está estructurada otras tantas partes fundamentales'

a la psicoloSía

"n

una interacción no directa, como la que se da entre los políticos y sus votantes, y mediante, ¡ncluso, interacciones que no son mutuas, que se dan en una sola dirección, como ocurre, por eiemplo, en el caso de la publici¡lad. Obviamente, e[ interés por la ¡nfluencia que unos eiercemos sob¡e ]os otros

no es un tema nuevo, y gran parte de las preocupaciones que tiene hoy en día la psicología social han sido obieto de reflexión durante muchos siglos. La filosofía griega, por e¡emplo, plantea ya que el hombre es un animal político, determinado por la acción que sobre él ejerce su ciudad y sus conciudadanos, pero todas estas especulaciones cobran un aspecto riguroso y sistemático con la cons_ titución de la psicología social como disciptina científica. Hiia al mismo ti€mpo

constitución como disciplina científica, que coincide, en buena medida, con la Segunda Guerra Mundial y et coniunto de problemas que esta planteó: la nece_

la l. El cómo y Gl porqué de

sidad de propaganda bélica, el tema de la difusión de rumores y su efecto en la población, el liderazgo, la sumisión, la posibilidad de los campos de exterminio,

pslcoloSía social

fácil' pues como'Ya hesocial no es una tare¡ Definir Y caracterizar la Psicologia

,#:";;;,üunoiurtituaaJi'nnffi::ff por interesan obstante, todas ellas se

por ciertos contextos s(rciales. Esta influencia se puede producir mediantcr interaccionescara a cara en las que dos personas se influyen mutuamente, mediante

de la tradición psicológica y la sociológica, sus primeros textos aparecen en 190g. Una vez ha pasado el primer cuarto del siglo xx, se dará el proceso definitivo de

Contenldos básicos

C,apítulo

Es deci¡,



":'*l;jl,:ffi

I*X

los conflictos raciales, etc. En el capítulo l, que consta de cuatro apartados, precisamente se recogen las cuestiones principales relacionadas con la emergencia y constitución de la psi-

.o

tditorial (r(iC

20

l! rtro(lu(ci(itl a la l)§icologia s({ial

cie ntífica y se revisan krs cología social comtl disciplina

te

tnas básicos tlc la ma-

teria,lasdiversasoricntacionesteóricasquecaracteriza¡rsul-rist<-¡ria,algunas dc la realidad social y

hechas para la comprensión aportaci«rnes fundamentales a la dimcnhan prop<'ircionado progresivamentc la relevancia que sus enfoques

siónsimbólicaminamos psicológico tea en toda su amplitud la relación personas nael sentitlo común acepta que las que denominamos social. Si bien CenConunasCaracterísticasquelastlefinenparaelrestoc]esuvi
s,ocialseopolreaestaatirmaciónyreconocequelascir(lunstanciassocialestiemanera de pensar y ser' nen urt peso decisivo cn nuestr2'

a pesar de sus difere¡rcias precisamente, cl apartado muestra que las personas, su amplio de característica§ comunes según idiosincráticas, tienen un coniunto

pertenenciaelasdiferentescomunida
que nuestras creencias y conductas ciar. De ra misma manera, se reconoce Es que imperan en cada una de estas comunidades' según los usos y costumbres

decir,porurrlado,tenemoslaconstataciónrleladiferenciaciónsocialdentro.le unasocieclady,porel¡¡1¡6r,hextensavariabilida«l.Jeculturasquepodemosdefinir.Estassituacionesconstituyendatosquehablandelainseparabilidadqueende otra maneta' y sus circunstancias sociales' O' dicho

io [ditor¡¿l

l,(X

(

2l

['reselttación

Valc la pcna mcncionar quc para muchos autorcs cl pr«xeso de instituciona_ lizaci(ln «Ie la disciplina cs tan importantc como su historia. y estc procescl está marcadt¡ por las preguntas quc ésta ha intentact«l respondcr en cada momento. Así, scñalan que sc pueclcn establecer tres grandes periotlos. Ll

primero en su institucionalización sc caracte¡iza por una visión cle la socie«lad como una realidad homo¡;ónea, visiírn que qucrla planteacra en ra pregunta fundamental: ¿quó nos mantiene unidos en el orden social establecido? [s el momento en el que la disciplina llega a las universidades. un segundo pcriodo arranca de la americanización de la psicología y la pregunta fundamental es: ¿qué nos integra en el orden establccido? se parte de la necesidad de adaptar et indivicluo al ordcn social imperante. [.as tres áreas más estutliadas en este periodo son: los pequeños gru[ros, las actitudes

y ra reración entre cultura y

personarida
(

(

(

( (

manera de tratarlas y sus contenidos reflejan el sesgo teórico hacia el inciividualism«l y el psicologisrno. Es el üromento de máxima expansión acaclémica y cie

aparición de los profesi
(

social establecido? comporta ya un cuestionamiento del orden social. Los postulados de este nuevo periodo serían los siguientes: a) la visión de la realidad so-

(

cial como una construcción histórica, como un producto de la acción humana; h) el enfoque conflictivo del orden social, y c) el papel político de la psicología social. Estamos en un momento en el cual la psicología social se constilrrye como herramienta de critica social. La

(

anterior revisión histórica concluye formulando un corolario: la psicolo-

hay entre Ia persona social' tre Io psicológico y Io que consideramos el que hay en torno a la tensiÓn entre Una vez planteado el debate general

gía social, desde su nacimiento, presenta dos grandes orientaciones diferencia-

(

das. Por una parte, la psicología social psicológica (pSp), centrada en el individuo y en los determinantes innatos de las conductas sociales y, por la otra,

(

aspectopsicológicoyelaspectosocialyalgunasposiblesconceptualizacionesde Ia revisa cómo se ha formado históricamente esta relación, el segundo apartado

la psicología social sociológica (pSS), más preocupada por las grandes colectivi-

psicologiasocialcomocorpllsrlesabercientíficoquees'conunobietodeestufilóso EI tema parte del trabaio de rlio determinado y unas metodologías propias'

foscomciVico,elcualpostulóquelassoci«ladestienentantounadimensión

y cambian según una dimensión temporalhistórica -se constituyen, evolucionan

Comouncarácterconstrui$o_esdecir,sonproduclosdelaacciónhumana.Acon. y xtx psicologÍa social en Europa en el siglo tinuaciórr, se revisa la forÁación de Ia sudesarrolloenEstadosUnidosenelsigloxx.rinalmente,seanalizasuplenacons. de otios saberes sociales' titución como disciplina científica diferenciada

dades humanas

y por los determinantes culturales

de las conductas menciona-

das. La diferencia

entre ambas corrientes es importante: la primera orientación toma los fenómenos sociales y los individuos como unidad de análisis y estudia la conducta social y el impacto de estímuios sociales en los procesos psicológi-

(

(

cos. Para ésta, el aspecto social y el aspecto psicológico son dos realidades o va-

riables con una relación de exterioridad, ya que se relacionan, p€ro no son exactamente la rnisma cosa, y es posible establecer dónde empieza una y dónde acaba la otra. [a segunda orientación define la interaccón entre los individuos y

( ( (

(

22

O Editorial (tO(:

llltr(xlueciólt

u

l¡ l':rtt,lt'Bi¿ rt'eial

,c/

stlcomo unidad de su trahaio' y cstudia' la dimcnsi(ln social que la caracteriza vida corectiva y su impacto cn la dctcrminaciírn bre todo, las caractcrísticas cre la

socialdelaspcrstlnas.l)aracstatlrientación,elintlividuoesunagcntcintcrprc-

y.t

aspecto

los interioridaci, y es imposibte de discernir las cuales se da una relación de

?,t

Pres€lltaciótl

f<¡rrna a la primera, cr capítulo t insistc cn ra dificurtati quc hay a ra hora de tlistinguir lo quc llamam's soci¿¡r de ro que denominamos ¡r.sicur«igico, y apunta hacia la nccesidacl cle considerar estos dos aspectos como consustanciales. a

tativoqucprocluceyreprotlucesurealidadsocialmediantesusinteraccioncsctr. éstas significado que se generan cn tidianas. r,a dimensión simbólica y er psicolí entender la relación entre el aspccto aparecen como claves básicas para sin costuras' entre social. E'stas entidades son un tipo dc teiido

gi.o

t-(lil()rial tl(X:

La psicología social asume que los fenómenos sociales son una realidad his_ tórica en la quc llama la atención er profundo carácter cambiante r¡ue posee.

t'll hccho cle afirmar que son una realidad histórica significa asumir que no hay acontecimicntos sociales válidr¡s para todas las socie«lades, culturas o pucblos, sino que dcpenden de un momento temporal concreto y

Iími-

marcos rJe

ricasdiferentes:así,elapartadorevisaorientacionescomoelinteraccionismo

significado específicos. [)e la misma manera, er conoci¡niento producido sobre esta rear¡dad es históric. y provisional, por ro que a ro rargo der capíturo se insiste en ra necesi-

simbólictl,elsocioconductismo,laorientaciónpsicoanalítica'lateoría«lela

dad de tener prudencia a la hora

Gestalt,elsociocognitivismoyelsocioconstruccionismo.Sibienesciertoquepsi-

el carácter de verdades definitivas. La psicorogía sociar también produce un conocimiento que depende de un contexto específico y un momento histó-

tes de una Y los de la

otra'

teóes posible definir orientaciones A su vez, dentro de cada gran corriente

la hacen más compleio el panorama de una multitud de escuelas como éstas enriquecen y lo aproximan a la compleiiclad cología social, también lo es que lo

sociales y las propie«Iades metodorógicas de ra disciprina: por eiempro, podríamos cometef el error de pensar que hay unas características básicas y comunes

ciassociales,cadaunadeestasorientacionesdefineconciertaspeculiaridades a psicología social, attancan de una crítica distintivas el obieto de análisis de la efecun tenemos que suponer que son

de la disciplina y reinterpretar su historia' de panorámica general' plantea el interrogante El cuarto apartado cierra esta y repasa algunas aplicaciones que se han la aplicabilidad de Ia psicología social grupos, la cohesión grupal, la persuasión hecho en el terreno del conflicto entre

conceder a los conocimientos instituidos

rico concreto, y pensar lo contrario nos llevaría a esencializar los fenómenos

denuestrarealidadsocialyvidacotirliana.Comoocutreconlamayoríadecien-

otras orientaciones y de ninguna manera ya que, como se aprecia al leer el capíto de la acumuración de conocimientos, el eiercicio de devolver a los orígenes tulo, cada una de estas orientaciones hace

«Ie

a

para todo grupo humano; o que hay una identidad social general para los micmbros de todo un gran corectivo; o que las relaciones de género tienen un valor universal y transcultural. Del capítulo se desprenden dos preguntas fundamentales. si afirmamos que el aspecto social y el aspecto psicológico son inseparables, se tiene que resolver el interrogante sobre cómo se constituye esta inseparabilidad y cómo podemos tratar y analizar tal constitución.

o las relaciones interpersonales'

Elcapítulolconstituyeunavisióngeneraldelapsicologíasocial,presentaposterior más amplia y proción que opera como marco para una exposición

principales que se desprenden de funda de ciertas temáticas. Las conclusiones esta primeta unidad son las siguientes:

.LapsicoloSíasocialesunadisciplinaqueponeelénfasisenladeterminación la idea sobradadá los fenómenos psicológicos' Ante yconstitución social

psicológica es más básica y fundamenmente Seneralizada de que la realidad última se limita a proporcionar cierta tal que la social y que, por lo tanto, esta

Capítulo II.

I¡ identidad (et selfl

Uno de los recursos que ha utilizado la psicología social para responder

a las

pre-

guntas anteriores ha sido la identidad social. Nuestra vida cotidiana transcurre en una interacción permanente con otras penonas y en un continuo transitu por diversos contextos sociales. En estos context$, tenemos que obedecer órdenes y respetar códigos, se tienen que coordinar tareas, discutir, intercambiar puntos de vista, opinar, callar, etc. Y en este tráfico experimentamos un doble senümiento: nos

sen_

( -c)

tditorial (J()(:

z4

Irttrtxl¡ccitltl

a ld |ri(()l('8ia s(f,ial

timostliterentcsclcltlstltrtrsyalmismotiempoigualcs.Ntlssr:¡rtimtls¡rt«iximosa es la y aienos a otras' Este scntimiento del yo' dc idi«lsirtcrasia' algunas personas

de prtlximidad ctln algunas personas identidacl in<Jividual. Peroel otro sentimiento de irJentidatl grupal
ciónentreambossentimientoshageneracloenlapsicologíasocialuncotriuntodc indivi«Juat o c<-¡lcctiva? importantes: ¿qué entendemos por identidad preguntas

se puc de una identiciad indivitlual? ¿Necesito

la temática de la iclentidad das estas cuestiones han convertido mensiones <Jefinitorias de la disciplina'

en una de

las

di-

EnestadimensiÓntienenunpapelimportanteColrceptoscomoelrJecutegoríu social,estereotiptl,prejuicioycotnportamientodetliscnntitttlción.Unadelasconclu.

sionesmásirnportantesquehaestableci
de petcepción de la realidad' E'n esta misrno tiempo, funciona como perspectiva un proceso de comparación sopercepción parece que haya siempre implícito proceso donde emerge la identidad cial que Senera un nosotros ante un ellos' preiuicio y la discrirninación' social, pero también el estereotipo, el

EIcapítulollestádedicadoaltemadelaidentidad.SistematizaloscontenidosylasexplicacionesrelacionadasCone5tatemáticayadelantarespuestasalas dospregur.rtasfun«lamentalesquesedes¡lrendíanclelcapítuloarrterior.E,lcapí-

tulosecomponedecincoapartados,ioscuales';rlolargodesudesarrollo'aclaranladiferenciaquesedaentrelasexplicacionesdelaidentidaddenaturaleza individualista,Iasden¿rturalezapuramentesocialylasexplicacionespsicosociala cultura y el contexto social en la les; enfatizan el papel que tiene el lenguaie' que nociones como la de rol o definición de la identidad; muestran el impacto

estatustienenenlacomprensióndelainfluenciaquee|ercelaestructurasocial se Seneran estereotipos' comen Ia identidad ,le las personas; y aclaran cómo portamientos de discriminacióii y efectos xenófobos' la diferencia que hay entre la Concretamente, el primer apartado expone

!c-,Ud¡(uial t,(X:

25

['ruserrtaciólr

taria y gcnótica, nricntras quc la scgunda se basa en cl análisis dcl inconsciente y cn cl cstudio tlel inrpacto quc las relaciones afectivas han deiado en nuestra mancra dc scntir y actuar a ln largo de nucstro desarrollo evolutivo. l,as dos perspectivas comparten un propósito: busiar en la idcntidaci un núcleo natural, diferenciado y propio. Pero esta investigación se nos presen ta ialaz por dtls razoncs: a) cs enorme e inevitahle la canti«lacl de procesos ric i¡rfluencia y relaciones sociales en las cuales cl yo está inmerso y se pone de manifiesto, y b) es imposible conocer suidentidad más allá de su intermediación lingüística.

[,] lenguaie trar]smite formas culturales, patrones históric«_ls y códigos sociales. [',sto implica que cada r-/ez que hablamos tle la iclentidatl o la analizamos científicamente proyectamos en ésta, mctliantc el lenguaie que utilizamos, una

(

(

más, ambas son deud<¡ras del lenguaje que utilizamos al referirnos a cualquiera de sus múltiples aspectos. De Ia misma manera, ta identidarl no es una cosa fija

(

lógica y social. De esta ¡nanera, s¡ hacr: rnuy tJifÍcil rJistinguir entre una identidad social y una itlenti«Jad individual, ya que ambas son realidades constituidas mutuamente mediante el aspecto social, el cultural y el i
y estable, con propiedades aienas o al margen de contextos sociales y temporales, y por ello nc¡ se puede diferenciar «le las t.ircun..;tancias en las que es pcnsarla,

definida o pronunciada. [,] segundo apartado revisa las diferentes ,iimensiones que tendría la identidad concebida a partir de los contextos y las circunstancias sociohistóricas en las que emerge. se pretende responder desde ra psicorogía social a la pregunta quién soy yo. ciertamente, esta pregunta tiene diversas líneas de respuesta: se puede hacer una lista de atributos individuales (soy inteligente, tímido, etc.), pero esta respuesta elude el papel que tiene el aspecto social en la definición de

la identidad.

o

también se pueden enumerar categorías grupales (soy mujer,

médico, trabajadora, etc.). Aparentemente, el aspecto social se haría más patente en esta segunda respuesta. No obstante, no es así, porque sin un marco de

en psicología: ta biológicíy

psicología social huye de este sesgo al considerar el peso que tienen los aspectos sociales e ideológicos en la formulación de las categorÍas mencionadas. Las ca-

evolrrciónnaturalalestudiodelaidentidadparaaclararsudimensiónheredi.

(

(

comprensión previo también las categorías enumeradas aparecen como rasgos individuales o características esenciales que comparten muchos individuos.

diodelasbasesbiotógicasdelcomportamientoytrasladalosprincipiosdela

(

manera concreta dr: entenderla y valorarla. l)or lo tanto, siempre que estutliamos la identidad reproducimos en su definición una tlcterminada matriz icleo-

nocióndeidentidadpersonalyelconcepto'Jeidentidadsocial'yargumenta

perspectivas muy conocidas que Ia primera está fuertemente arraigada en dos estula psiccanalítica' La primera se centra en el

(

[a

( (

( (

( (

(

tegorías sociales señalan grupos de pertenencia o referencia, posiciones o estra(

( ( (

(

26

L,r«)dtr(tnnr al¿ t6tu¡lo8ia \o(ial

cacla una dc éstas implica un tos sociales, difcrenciaciÓn cultural, etc' Además' y pcrccpc¡oncs socialcs coniunt() csPecífico dc roles, atributos, representaciones integrantcs dc la catcSoa la pers(xla quc las utiliza con cl resto de

c¡erta signifieación, algunos círdi¡¡os, simbolos, [,os aiustes sucesivos de cstc c(nnpart¡r gcr)cran url conocimicnto cor¡lún, una intersubietividad que si prr_

vakx

pensarnos, lo cual, a su vez, incide cn la interacción con el otro. Como siem_ pre vcnim0s dc unas interacciones y vamos hacia otras, la identidad es al nis-

lue igualan rn r"¡;undtr plano cualquier indi(io de individu']'.U"U , ,íu, yi"¡u y su§ ctecto§ "n tn cl t"r.", aportutlo se revisan los pr(xesus dt cdtegorización

que aquélla ticne tanto un claro de comparación sülial, y se argumenta y simplifica la información iostrumental, en el sentido que organiz¡, estructura evident€ valor ideológico un como que tenemos en nuestros contextos sociales' la sociedad scgún y de control social, en el sentido que estructura Srupalmente dominantes Por otfo lado' la calos intereses y valores de Srupos socialmente la acentuación ilusoria de semeianza tegorización sociat comporta efectoscomo exagcrapatte de una misma cateSoría y la creación an'r,a p",ronu, qua torman


I

;;;;r;.';;;.irr/,rcro

(

frrrit

"n "f

del orpecto d¡iúl¿ntico en el no§otros ante la exaSeración está e¡r preiuicios hacia otros Srupos; este mecanismo

affo, S"nera

y permite relaciones diferenciala base de comportamientos de discriminación les de género.

( (



la dipaso importante a la hora deentend€r La categorización constituye un de la identidad' No obstante' mensión slocial que interviene en la constituciÓn €l consideradas y que se Plantean en hay otras dimensiones que tienen que ser la excómo se estructura socialmente cuarto apartado. En sus pá8inas se revisa el siSnificado y lo simÚlico en esta periencia de la identidad y qué PaPel tiene

estructuración. (modelo organizado de comportamientos En primer lugar, la noción de rol dentro de un la qu. ,"i"rpr.nd. d" la posición determinada que ocupa Persona nos Permite eninteraccionai) y la posibitidad de su interiorización

ion¡unto

en [a confisuIación de

tender cómo la estructura social y el estatus intervienen identidad' el sentido de nuestro yo' está nuestra identidad. La experiencia de la la que estamos inmeños y poI los roles determinada por la estructura social en por los que hay en los diversos contextos represenfados por los interlocutore§ cuales transcurre nuestra vida cotidiana' simbólico o,el construcEn segundo tugar, teorías como el intelaccionismo

CionismosocialoautorescomoG.H.Meadpermitenanalizaftaidentidad

ploceso compleio de interacciones simbócomo elemento que emerge en un con los otros' compartimos licas y de significados. Cuando nos relacionamos

dura cn cl ticmpo pucdc ser asumida p()r toda una comunidad. Además, los otros son nucstro cspeio, per(¡ no nos limitamos a reproduc¡r totalmentc la imagcn quc éstos nos tlevuelven, sino quc lo aiustamos a nuestra mancra de

mo tiempo causa y rcsultado de este movim¡ento.

ll

capítulo Il pone sobre la mesa dos cuestiones importantes:

Dl

análisis que hace la ps¡cología social de la identidad muestra que ésta, un

fenómeno quc habitualmente es considerado de naturaleza psicológica o comportamcntal, puede ser comprendida como una producción rJepentliendo del contexto social y cultural. t,a identidad pasa a ser otro fenómcno so, cial más, proscrito y prescrito por estructuras sociales y de valores. La tcmática de la identidad conduce a preguntas sobre la génesis social de nuestras creencias, op¡niones, valores, etc. plantea interrogantes sobre cómo se constituyen nuestros pensamientos y sobre si reproducen o no un Jtat¡l

determinado y por qué. Pone sobre la mesa, en definitiva, la importancia básica que tiene analizar la identidad como producción de un determinado orden socialr¡4o

Capítulo lII. la intcrección social cooiunto de cuesliones nos conduce directamente a[ tema del capÍtulo III: la interacción social. Nu6tra identidad, lo que somos en tanto que seres culturales, Este

nuestros deseos, sentimiento§, pensamientos, conductas, etc., se conforman y definen en la interacción con los otros. Es inimaginable la üda del ser humano al margen de los iuegos de interacción que establecemos con los ottos.

El capítulo pretende ilustrar esta relevancia.

y lo

hace centrándose en tres ámbitos ctásicos de la investigación psicosocial sobre la interacción; la agresivi_ dad, el altruismo o conducta prosocial y la atracción interpersonal. por medio de la

revisión de estas temáticas el capítulo presenta la importancia que conser_

!c)

tdirüial L,()(i

l¡rtrodUeci(rrt a la PJicologia vf,ial

( o tditorial UoC

29

I'reseItación

( van los factc¡res psicosociales cn la interacción, analiza las implicacioncs y cfecquc tos ideológicos de los cnfoqucs quc se proponen y evidencia [a imptlrtanc¡a

bien, el capítulo enurnera las trcs c
(

tiene este conocimiento ¡rara claborar planes de intervención psicosocial' 'La primera parte del capítulo está dedicada a la agresividad. que los primeros apartados tlc csta sccción revisan y sistematizan. Éstas se agrupan en dos SranLas pricles constelaciones: las explicaciones instintivistas y las ambientalistas.

agresivos en los medios de conrunicación: a) hay aprendizaje de repcrtorios con-

(

ductuales agresivos, especialmente en niñ«rs de poca edad; b) se da desinhibición de comportamiento agresivo aorendidr¡ ¡rreviamente, y c) se gencra insensibiliza_

(

meras parten del supuesto siguiente: el comportamiento agresivo está regulado por alguna estructura biológica, instintiva o heredada. Por lo tanto, el ser humano y no requiere es agresivo por naturaleza, esta Condición es intrínseca y inevitable ningún tipo cle apren
que su función es reducir la tensión que acumulamos y que nos podría autodes-

truir. l.a et¿logia postula quc e[ ser huntano, como muchas otras especies, tiene una dis¡tosición innata a la agresividad, que tendría una finalidad adaptativa. que la La sociobiol<-¡gia comparte los planteamientos de la etología, pero afirma

agresividatl tendría una finalidad adaptativa. La sociobiología comparte los planteamierrtos ,Je la etología, pero afirma que la agresividad posibilita la supervivencia del individuo y no de la especie. i,as i:xpiicaciones anlbientalistas rechazan el supue"to

relación. Pues

ción sobre las consecuencias que tiene la agresivi«Iad en el mundo rca[El segundo apartado está dedicado al altruismo. Se inicia colt las rjificultades que presenta el concepto y se apuesta por la noción, más operativa, de conducta prosocial. si bien altruista es aquella persona que ofrece su ayuda sin esperar o pedir nada a cambio, dccidir quó comportamiento se cmite esperando alguna

o no, esconde vcrdaderas dificultades. De herht¡, el debate sobre el altruismo conduce a consideraciones éticas y nrorales. Ante esta situación se opta por utilizar la noción de conducta prosocial o acción social positiva, que hace referencia a un cornportarniento dirigitlo a b,:neficia¡ a otra persona, intie_

anterior' La violencia y

ncce a esta constelación es la teoría del aprendizaie social, que entiende que las pautas de cornportamiento agresivo se aPrenden, sea por experiencia directa o por medio de mo,Jelos. El segunrlo es la teoría de la frustración-agresividad, en el

que se mantiene que la agresividad es la respuesta a un estado emocional muy Concreto: !a frustración. EI tercero alude a laS nuevas aproximaciones al fenómeno de la agresividad y la violencia, las cuales apuntan a la necesidad de atender el contexto social, histórico y el significado del acto violento para comprender en todas susdimensiones este fenómeno. Después de la revisión de los modeios teóricos, el apartado presta atención a algunos debates recurrentes en la mateúa, el más importante de los cuales tiene que ver con la reiación efitre la agresiüdad y la televisión. las dos F)stura§ enfrentadas son: a) una que sostiene que la violencia televisiva anima el comporta-

miento agresivo; y b) otra que afirma que no hay evidencias científicas de esta

(

cosa a cambio

( (

pendientemente de si esta acción comlrcrta o no, algún t¡po de recompensa. Igual que pasa con el fenómeno de ra agresividad, hay bastantes modelos que intentan explicar la acción social positiva. uno de éstos es el sociobio_ lógico, en el c,al se pla.tea que hay determinantes hereditarios que guían er comportamiento prosocial. para algunos autores, la cooperación

y la acción

la agresivi<Jad son Conc()ptualizados como fenomenos que se definen y adquieren a partir ¡ie Ia interacción y la relaciórr con los otros. EI primer lnodelo que pefte-

(

social positiva aseguran ra continuidad de la especie y, por ro tanto, es un comportamiento favorecido por la selecci
( (

(

te es la te.oría del refuerzo, según la ct¡al las persorlas ofrecen ayuda si a cam-

bio reciben algún refuerzo, sea económico, sociar o emocionar. La teoría del intercambio social es un buen ejernplo de teorías que explican ra acción social positiva basándose en ra noción de refuerzo. Moderos más sociológicos enfatizan el papel de ras normas en la regulación de interacciones como las conductas de ayuda. En el apartado se presentan las dos normas más impor_ tantes que regulan este comportamiento: ra norma de responsabiiidad y ia de reciprocidad. La primera prescribe que hay que ayudar a quien lo necesita, mientras que la seguncta prescribe que hay que ayudar a quien nos ha ayudado previamente- La última propuesta exprica el comportamiento prosocial por medio del aprendizaie a partir de modeics. El apartado se cierra

con la exposición de los factores que intervienen en el

comportamiento prosociar. Los más destacados son ros siguientes:ra presencia de otras per$nas en Ia situación, Ios recursos de los que se dispone para ofre-

( ( ( ( (

( (

( (

-c)

tldit(trial (lO(

.t{)

llI(t()dtlcci.)ll

a la

|sic()l08ia s('eial

( ccrayuda,lascaractcrísticasdelreccptoryelsistcrnadecrccnciasdela¡lcrstl-

(

na que cmite aYucla. intcrpcrstlnal, tcmátiEl tercer apartatlo del capÍtulo versa sobre la atracción y contluce muchas dc ca fun«lamental en nucstra vida coticliana, ya que regula de atracción intcrnuestras interacciones. Iil apartado se abre con la definición positivamcntc a otro y a personal como predisposición del individuo a evaluar permite una lectura de cariz acercatse a él o ateiarse de é1. Esta prettisposición que y una lectura rJe cariz culturalista' Sin embargo' los apartados

biologicista

integranestasecciónseCentranenlarevisióndelosfactoresqueintervienenen laatracciÓn,deentreloscualeslosmásestutliadoshansidolaproximidad,cl aspecto físico, la similitud y la valoración' Elcapítulomuestraquelasdiferentesrelacionesqueestablecemosennucstta

vidacotidianasepuedenexplicaryanalizatdemuchasmaneras:insistirerrque

sólo una posibilidad; otras cnestán determinadas por la naturaleza humana es fatizan el papel de las normas o las transf<¡rmaciones sociohistóricas'

Aquelloqueentodocasosehaceevidentedespuésdelalecturadeltcrcercapí. nuestlos pensatulo es que la interacción pauta y determina nuestras acciones,

mientosysentimientos.Ydadoquelainteracciónsocialimplicaunintercambio simbólicoyeldesplegamientodeproce§osinterpretativos'nuestroscomportamientos no se pueden elucidar sin atender a estos factores' lectura del capítulo III Aquello que en todo caso se hace evidente después de la acciones, nuestlos pensamientos es que la interacción pauta y determina nuestras simbólico y sentimientos. Y dado que la interacción social implica un intercambio no se y el desplegamiento de procesos interpretativos, nuestros comportamientos pueden elucidar sin atender a estos factores'

Deestamanera,delcapítulotercerosedesprendenlassiguientescuestiones: a

conformar nuestros pensamientos' deseos ¿Cómo puede la interacción social y sentimientos?

a

interacción social y la conformación de nuestras ¿Qué relación hay entre la creencias Y actitudes?

Estosinterrogantesnosponenanteeltemadelasactitudes'suorganización y cambio.

,§)

Iidil(triul t r(X

.Il

¡)feser

I

tació I

Capítulo IV. Organización y camtrio de actitudes At'tittul cs

u.

c()ncepto trc ampri
us<¡ coticriano. En generar, er significado quc tlam.s al tórrrino cs ct quc sc puetre encontraren cualquier diccionario: 'disp'sici
1g35, que prantea que las actitudes son estados de disposición mental y nerviosa, organizados mediante la expcriencia, que ejercen un infruio directivo o dinámico en la respuesta dcl intlividuo a toda crase de obietos y situaciones. pero al margen

de ras definiciones ntúltiples que sc han dacl
_

e, cl rrecho de que ra actitud comporta

una preparación de ra persona para actuar de una rr,nera o de otra ante <¡da obieto y, por ro tanto, la transit.riedad dc cada comportamiento quecla anclada en ra estabilidad de lo que son dis¡rosicio.cs de la persona. De esta manera, con el concepto de actitud se pretende ofrccer una respuesta a la psicología como ciencia cuando busca un principio unificador de la diversidad de conductas, y también un principio que

vincule el aspect. individuar con er social, er personar con er grupar. En esta me_ dida, la temática de ras actitudes tiene una importancia fundamentar en ra psicología social, ya que recoge un conjunto de intereses e interrogantes que

enfrentan la disciprina con er problema de ra reproducción y er cambio sociar. Desde principios de siglo la picología social ha analizado la uniformidad

social.

decir, se ha preguntado cómo y por qué las personas de una misma sociedad tenemos comportamientos y pensamientos parecidos o equivarentes. También se ha preguntado cómo se inducen estos pensamiento§ y acciones, de qué maEs

nera se podrían resistir las personas a esta inducción y cómo intervendría el po. der en estos contextos de transformación y cambio social de actitudes. F¡tas cuestiones se exproran en esta tercera pafte de nuestra introducción a

la psicología social. El capítulo contiene cuatro apartados en los que se revisa qué es una actitud y qué definiciones diferentes se han dado a lo largo de la historia de la psicologÍa sociar; sus funciones; cómo se dan ros procesos de cambio de actitudes; qué es la disonancia cognitiva y qué fenómenos sociares permite explicar; y qué nuevas maneras de entender procesos los

de

formación de las ac-

titudes han aparecido en la psicología social. 1

c-r

t¡litorial Il(X

Lltr()du(eiotl a la psicoloSía 5(f,idl

.\2.

(

o lldilori¡l t,(X

33

I'rcJctrtac¡ólt

(

titprinrcrysegurrcltlapartadtlcstárr«lcdicallosaladcfinicióndetctlnceptoclc usado en su ctlnctptualizaciór.r'

actitucl y a kls e nfrx¡ucs principalcs quc sc han actitrrtlcs. l'lsta divcrHay una gran diversidad de tc
sidaddependcdctlosfactores.lj,nprimerlugar,delaorientaciónpsictlsocialque difcrcnciado si piantea el problcma. Así, las actitu«ies rccibcn un tratamicnttl son analizadas <Jesde

0 si lo son los planteamientu; tlcl construccionismcl social

desdedelossupuestosdelcognitivismosocial'Ensegundolugar'dclosobietimanera' la mayoría de vos y del tipo de investigaciones quc se hacen' De csta invcstiquc se dan sobre las actitutles sc han generado a partir de los enfoques

cómo cambian las actitudes de grupcls o pcrque habitualmente se mencitlncn tres sonas en situaci
gacicrnes cuyo objetiv<¡ era analizar

enfoquesclásicosenelanálisisc]elasactitudes.L,lprinreroeselenfoquedela

qut: mantiene quc las accomunicacióIl y aprt'ndizaie, postulacl«l ¡lor Hovlan«l' que rccibe la persona al actitudes son aprendit'las y depentir:rl 'Je [o:' reftrr]rzos

tuardeunafnallera<¡cleotra,sc¡bretcldcltleltlsrcfuerzcsqueprovicnendesu (su temática' su soporte' etc') grupo social. L,l tipo de información que se recibe o no' si le atribuimos y la importancia de la fuente (si es posecdora de autoridad pericia,etc.)sonclaveenlaconfiguraciÓn'lelasactitudesElsegundoeselenfoqueftrnciona!,queinsisteenelhtlchodequelasactitudcssirvenparadiversas le ofrecen formas adenecesidades tle la persona: la orien'¡an anttl la reali«lad, cuadas de (.ofllportarse y !e

permiten cxpresar

srrs

opiniones' Según este modelo'

las funciones hechas el cambio de actitud requiere que la nueva actitud supla que mantiene por la actitutl original. [,] tercer enfoque es el de la consistencia' y afectos que tienden que las actitudes constituyen coniuntos de conocimientos de un elemento altera todos a ser consistentes entre sí. De este modo, el cambio los otros.

Eltercerapartadoplanteaampliamenteelproblemadelcambiodeactitudes. y puede haber personas Nuestras actitudes puetlen vatiar por diversas razones, de que varíen algunos o institt¡ciones que deseen que carirbien con la esperanza sociales. En psicotogía social hay <Jos puntos de

de nuestros comportamientos los tres movista generales a la hora ile analizar este fenómerlo y que agruparían el punto de vista clelos rnencionados antefiormetlte. En prirner lugar, tenemos que tienen conductista, que examina la importancia de los factores del entorno punto de vista cogalgún efecto sobre nuestras actitucles. Y, en segundo lugar, el

nitivr¡, que f)rcsta atcncirin al c«rniunt«l

cle procesos mentales

quc intervicncn

en el cambi
l)cntro tlcl punto tlc vista cognitivo, se tiene que remarcar la teoría «lc la dis<> nancia cognitiva. lista tóoría constituyc el modelo más popularizado y aplicado rJcl coniunto cle cnfrx¡ucs sr¡bre las actiturjt:s y su cambio; y fue formulada por lcon Festingcr

cn

(

( (

19.57. Sus

¡rostulatlos manticnen que cuando una persona tienc dos ideas, dos pensamienkrs o dos actitudes coherentes, experimenta cierto estado sa_

(

tisfactorio de cohcrcncia cognitiva. Al c-ontrario, dos o más pensamientos, ideas o actitudcs incohcrentcs gencran u¡r estarkr negativo de activación denominado disonancia. scgún lrestingcr, ex¡rcrimentam(» una fuerte motivación para reducirla.

(

Así, el cambkr de actitudes se product: gracias a la <Jisonancia entre las cree¡cias de una pcrsona. l:s decir, cambiamos una actitud para hacerla coherente con otras.

El grado de rlisonancia depentre de dimensiones como ra magnitud de la incoherencia o la irnportancia que cl contcnido rle la actitud tenga par-a nosotrc)s:

cuanto más elevada cs la disonancia, nrayor

es la motivación para re«lucirla. Las formas de reducción de la disonancia se dan en la dirección de las dimensiones anteriores: eliminar la incoherencia o bien eliminar la importancia que clemos al tema.

La motivación que tenemos para mantener la coherencia cognitiva está estrechamente relacionada con el cambio de actitudes. Nuestras actitudes. conro

(

(

( (

nuestras ideas o pensanrientos, pueden entrar en contradicción. cuanclo esto se produce se inicia ei proceso rlescrito anteriormente: se busca la coherencra de actitudes contradict<_¡rias. Hay una cuestión muy interesante planteada en el modero de la disonancia cognoscitiva de Festinger y que se refleia especialmente en sus estudios sobre las acciones en contra de la misma actitud. Esta cuestión tiene que ver con el hecho de que las ideas siguen a las acciones, la razóna la praxis. El individuo cambia su actitud para iustificar aquellas acciones ya hechas y para las que no

( ( (

tiene una

explicación suficiente. En otras palabras, Ias actitudes surgen como producto ideológico de los intereses generados por ra praxis humana. Es

(

decir, pensamos

teniendo en cuenta qué hacemos. y cuando nos vemos obrigados a [evar a cabo acciones que contradicen nuestras creencias, lo más probable es que las acabemos iustificando de alguna manera. El cuarto apartado, finalmente, revisa las críticas que recientemente ha re-

cibido el concepto de actitud y las nuevas definiciones propuestas

( ( (

basadas

( (

( J4

Editorial L,O(l

lil1r()du«-i(ill a la

§(

)c¡a I

q,

t:dil()riJl

I J(

)(:

(

ic)

(

en el análisis del tlisculso. l:stas propuestas localizan c[ purtto dc partida dc su reflexión cn la cucstión plantcada anteriormcntc: la actitud precedc a la praxis. [.as actitudes se conccptualizan a partir del le nguaic y dc los valorcs

L.s ¡rL,ces.s tre infruencia s
nuevos enfgques, el significadg quc se gcncra en una situación concreta en la que está implicado un individu0, un obieto y proposiciones lingüísticas hacia éste son clave para definir la actitud como ciert() ,,compromiso" u orientación discursiva hacia aquel obieto. I)e esta manera, la

forrnidad ascgura la rcpr«lucción de ciertos patrones ideorógicos, sociales y culturales prcvalccientcs cn una curtura o comunicrad concreta. El capítukr V c<¡nsta «re cinco apartad,s y revisa estas temáticas. Anariza tos procesos de infrucncia, c.nformicrad y obediencia, y propone algunas respues-

perspectiva discursiva define ta actitud como una relación de sentido o siSnificado que emerge en una situación cliscursiva concreta y que está completa-

tas para

(

ideológicos. lin (

(

I

est«-ls

mente ligada a una situación social e ideológica determinada.

H,s

decir, las

actitudes Son afirmaciones que apatecen en nuestras interacciones cotidianas, se prefiguran gracias a éstas y están informadas por los valores y pautas

culturales que guían estas interacc¡ones. El tema de las actitudes conduce a una plegunta que interviene como puente

(

para conectar el capítulo IV y el v.

I a

El tema de las actitudes ofrece pautas para analizar la relación entre el orden social y las creencias del individuo, y también muestra que podemos actuar

(

o conducirnos de diferentes maneras que contradicen nuestras creencias u

(

opiniones: es habitual que tengamos una opinión y no Ia expresemos porque es contraria a la opinión de la mayoría. ¿Cómo es posible tal cosa? ¿A partir

(

de qué mecanismos psicosociales se produce una sumisión parecida a la ma-

yoría?

Capítulo V. lnfluencia, conformidad y obediencia El capítulo sobre la ideritidad insistía en el hecho de que estamo§ sometidos a una tensión entre s€r totalmente iguales a los otros, a los individuos que per-

tenecen a nuestros grupos de pertenencia, o ser radicalmente diferentes. La igualdad garantiza nuestro sentimiento de pertenencia a ciertas categorías y contribuye a Ia creación de una identidad social determinada, mientras que Ia diferencia garantiza la sensación de individualidad y del yo, y evita que nos perdamos en el otro..

el i.terrogantc

t5

l'reselltacióo

cerraba er capítulo de ras actitud es: ¿cómo podemos desplegar corulucrtts t:t¡tttntdick¡rias con nuestr.ts creencias? El propósito básico de este capítulo c.nsistc en criticar la noción de individuo que utirizamos «¡ue

habitual-

mente con la finalidad de redefinirro como nudo de relaciones intergrupales. La nueva formulación pcrmite expricar por qué en ocasiones actuamos en contfa de nuestras creencias u opiniones, o ¡rr qué somos sumisos en algunos momen_ tos y obedecemos cn otros. El primer apartado abre el capítulo con una expricación der proceso de n<¡rmalización. Nuestra vida sociar está reglada por coniuntos de normas, argunas

implícitas, como pueden ser algunos códigos de buena educación en ciertos contextos, y otras completamente explícitas, como puede ser una normativa la_ boral o un código de tráfico. r¿ existencia y la pertinencia de todas

estas normas pone de manifiesto cuando tenemos un comportamiento contrario a lo que dicta alguna norma: cuando esto ocurre, las reacciones de sanción o reproba_ ción de las personas de nuestro entorno no se hacen esperar. se

El seguimiento de normas es uno de los factores más importantes que hemos de considerar a la hora de entender ra producción de uniformidad. Desde pequeños aprendemos los diferentes

luegos de normas que rigen nuestros comrnrtamientos, y podríamos decir que lo hacemos de manera automática y sin considerar si son las más adecuadas o si habría otras opciones posibles. El segundo apartado anarizacómo ras normas tienen un papel determinante en la percepción que tenemos de nuestra realidad sociar. percibimos nuestro en-

torno a partir de categorías grupaies, ras cuales adquieren sentido y funcionan gracias a determinadas pautas normativas que rigen y organizan er comportamiento

de los miembros que las mantienen. Así, estas normas guían y mediatizan la percepción que tenemos de ta realidad social.. Toda categoría social comporta una agrupación, es decir, alguna característica aplicable a diversos inclividuos..Nuestra percepción tiende a seguir los marcos ge-

o

Ldirorial

uoc

3(i

hllr(xlucrió¡r a l¿ [)sicoloSia social

€r Editorial

t,(x

ta,to

.\7

l)reJclt

tacióll

nerados por los procesos de categorización: las divisiones strciales, las difcrencias

alte rar

estructurales, etc. Sin duda, percibimos a las pcrsonas como "hombrcs" tl "muieres", y quiás como "rurales" o "urbanos"; no obstante, si tlbscrvamos que pasa

plica estos cfcct.s tan ¡narcacr,s residc c¡r cl temor a la «icsapr«lbación der grupcl o cl desc'de tcner ras características y cuali
un camión del eiército, percibimos a estas personas no como simplcs individuos, hombres o campesinos, sino como "policías" o "soldado§", es decir, como mic'mbros de un determinado grupo institucional.

constituye la discriminacién perceptiva, la cual representa uno de los procesos fundamentales que nos permiten entender la percepción interpersonal y su huella en el comportamiento de las personas. PerÉstos son ejemplos de lo que

cibimos como miembros de un determinado grupo social y, a §u vez, percibimos a los otros no como individuos aislados, sino como miembros de grupos concretos. Como hemos mencionado, las normas sociales rigen, tlan sentido y organizan las creencias, actitudes y comportamientos de los integrantes de los grupos. Las normas están profundamente arraigadas en los valores, intereses e historia del grupo, por lo que las percepciones que tenemos de todo lo que nos rodea están determinadas por la normatividad que comparte el grupcl o la categoría social a Ia cual pertenecemos. Los mecanismos que explican la percepción social permiten aclarar, en primera instancia, la aparición de estereotipos y efectos de discriminación. Los es-

tereotipos sólo son el coniunto de creencias o pensamientos, en general de carácter negativo,'quebrientan la percepción y la acción de los miembtos que pertenecen a una categoría social con respecto a los miembros de otra cateSoría que no es la propia. Si bien el primer apartado y el segundo muestran cómo aparece la uniformidad a partir del proceso de normalización y el efecto de discriminación conectado a la percepción social, el tercer apartado explica cómo las normas, una vez

establecidas, son impuestas por parte de una mayoría a las personas o Srupos que todavía no las comparten. Los grupos, mediante diversos mecanismos, eiercen presión hacia la similitud, la aceptación y el seguimiento de sus normas. En el primer tema, se examina con cierto detalle en qué consiste el fenómeno del conformismo, el cual hace referencia a una forma de similitud que tiene lugar cuando un individuo cede a la presión social para ser como los otros. Esta presión Ia ejercen

normalmente

lcls grupos a los

que todos nosotros pertenecemos. Expe-

rimentos diferentes, como los de Asch, demuestran que la presión del grupo puede conseguir cambios notables en los individuos que se someten a sus dictados y

sus

concepci..es c()¡,o su mancra tlc c
L,l prclceso de

n,rmalización, ra pcrcepción social y ra conformidad son fenó_ menos que mucstran la influcncia en una única dirección: de la mayoría a la mi_ noría c¡ dcl grup«r ar intrivicru.. son procesos que mantienen el orden social y er stutu quo.

cuart, apartado argumenta que también es posible aescribir procesos dc influencia que generan cambi, e innovación sociar; es crecir, procesos que invierten El

la anterior dirección en er sentido de la infrue.cia y que irían del indivi«Iuo ar gru_ po. L,l tema muestra quc ra minoría puccle afectar e infruir a la mayoría. A este fe_ nómeno la psicología social lo trenomina influencia minoritaria.

Entre los procesos de influencia minoritaria y ros de normarización c infruencia mayoritaria hay grandes dit'ere^cias: la normarización es un proceso que tiene que vcr con [a eliminació. clel cc¡.flicto en el interior <1e u, grupo nle
( (

(

resolución del conflicto mediante cr movimiento de la minoría desviada hacia la posición de la mayoría.

Ante esto, la infruencia minoritaria genera innovación y cambio, refleja la aparición del conflicto de¡rtro del grupo provocado por una minoría de sus miembros, y expresa su resolución en er sentido de un movimiento que conduce a la mayoría hacia la posición u opinión de la minoría. Las revoluciones, ros movimientos de protesta, etc. son algunos ejemplos de procesos sociales que muestran la relevancia que pueden tener grupos minorita_ rios para generar transformaciones en el sistema social. pero no todas las minorías son capaces de generar influencia en la mayoría, pues para ello se requieren cie¡_ tas condiciones: por eiemplo, que la minoría se enfrente a una norma dominante clara, que sea nómica y heterodoxa, es decir, que adopte una posición antisistema pero que ofrezca, al mismo tiempo, una norma alternativa. El tema introduce conceptos como er de esfiro de comportamiento gociación para referirse a ros recursos que

y

(

(

estilo de rw-

ponen en iuego ras minorías cuando de-

sean desencadenar los anteriores procesos. Efectivamente, las minorías tienen que

mostrar un estilo de comportamiento que sea consistente tanto entre todos sus miembros como a lo largo del tiempo. La consistencia es importante

( (

por dos razo-

( (

( Introdu((i(irl

o t-dilorial Lloc

(

que la mayoría ecntrará su atcrtciíln cn cl nes: en primer lugar, porquc asegura lugar' porque accntúa cl c
3rJ

O tal¡lor¡al tl(X:

a la I rsi(r)logia §([ial

(

se puedc definir como una fo¡ma tle similitu<J quc cn [a aquicscencia c.n las dcman«las producidas por una autoridad. Ett 197 4, Milgram hizo una serie dc experimentos con la intención de anari-

zar la sumisión a la

autoridad que rlcspertaron una gran expectación y polémica en la psicoklgía sociar. riásicamentc, en sus experiencias, Mirgram mostró que un elevado núnrcro de participantes en e I exper¡mento se sometían a su autoridad y eran capaces dc aplicar descargas con una intensidad letal a otras personas que se suponía que cstaban inmersas en un proceso de aprendizaie. Hasta que Milgram no indicaba que poclían finalizar la aplicación de las descargas eléctricas, los suictos ex¡rerimentalcs ¡ro cesaban, aunque sabían que podían estar in_

rias

fl

igiendo un castig
objetivoestaríamosanteunefectodeinfluenciaminoritariadírecta.Sicrlnsi-

que su caso se discutiera en cl Parguieran únicamente ciertas meioras legales o asistiríamos a un indio para posterklrmente tomar alguna decisión'

lamento

fenómeno de influencia minoritaria indirecta'

Eltemadelainfluenciaminoritariacomportaunacspeciedecierrealaaper.

t planteaba que los fenómenos psitura que tenía esta introducción' EI capítulo y que "el aspectcl psicológico" y "el cológicos están determinados socialmente

aspectosocial",dehecho,sonconsustanciales'YenlostemassiguientesnohemosrJeiadodeanalizarcómolosocialdeterminanuestrospensamientos,senti.

(

mientos,conductasyactitudes'Ahora,estetemamuestraqueladeternlinación pueden influir en los grupos y las mies recíproca: es decir, que los individuos

(

noríasenlasmayoríasoenlossistemassociales.Tenemos,porlotanto'unvector de doble dirección entre el individuo y la sociedad' y mismo proceso' convierte, de esta maneta' en un único se

la obediencia a Ia autoridad' En el último apartado, que está dedicado a

se

examinandostemáticas:lasumisióndestructivaylarelaciónentreelindividuo y la institución. Todosnosotrostemblamosanteelrecuerdodelexterminionazioantelaspo. IíticasdqdepuraciónétnicadesplegadasenlasguerrasdelaantiguaYugoslavia. y materialmente por petsonas, Aquellas acciones han sido llevadas a cabo directa y que no han su agresividad, que no han protestado personas que han consentido

intentadoevitarlo.Elconteptodesumisióndestructivaaclaracómolaautoridad y Ia obediencia total de alpuede obtenet en un momento concreto la sumisión indiüduos' para provocar la destrucción o el castigo a otros gunas personas

ltac¡ólt

l¿ sumisi(ln a la aut«¡ridad

entemáticasoaspecto§asociadosalosconteni«losexplícitos'Porcjcmplo,imapidiera al resto de castas de la India quc ginemos que Ia casta de los intocables padiferente y aboliera su condición de los definiera, los considerara de manera Si consi¡¡uicran este y excluidos de los circuitos económicos importantcs.

dicotomía

l¡rescr

se basa

un carácter plcnamentc autónomo' miso con la posición mantenida y lo dota de puede ser directa tl indirecta' l'a priLa influencia producida por las minorías explícitos que intcrpcla cl nlcrrsaie mera se refiere al cambio en los contenidos a los cambios quc sc prtlduccn minoritario. La segunda, por su parte, se refiere

Esta

.](,)

Esto no lmplica quc krs participantes ro hicieran de buen grado.

como

ex-

plica Milgram, una gran mayoría sintió gran angustia, se rebeló contra el "experimentador", se puso nervi«rsa o protestó. No obstante, a pesar de todo esto, continuaron el experimento. Los resultados de Milgram muestran con claridad la ten
proximidad de la víctima y de la autoridad. La obediencia a la autoridad es menor cuando se le concede poca legitimidad, cuando la víctima se percibe lejana o cuando la autoridad está ausente. Aunque los experimentos de Milgran han recibido fuertes críticas, algunas teórico-metodológicas, otras éticas y muchas que insisten en el hecho de que no hay similitud entre las situaciones experimentales y las situaciones de la vida real, lo cierto es que los resultados de los experimentos están ahí. Tanto en situaciones provocadas en el laboratorio como en situaciones reales, parece que las órdenes y el hecho de someterse a la autoridad están por encima del sentido morar. El último apartado se cierra con un examen de la relación entre el individuo y las instituciones. Las instituciones son establecimientos sociales o coniuntos de reglas por los que transcurre buena parte de nuestra realidad cotidiana.

Éstas

proporcionan rutinas de conducta, normas, valores y elementos culturales, suelen absorber buena parte de nuestro tiempo e interés, tienen la calidad de dotarnos de mundos o realidades propios, y tienen un vector absorbente que se nos

acentúa especialmente en las denominadas instituciones totales.

I

o I|ditorial [](X

4(.)

llrt¡oducciór

social

a la

cr

Irdit()rial

(

(l()(

4l

lteseltació¡r

( [,a institución total cs

un lugar caracterizado por ltls

rasgcls siguientcs:

a)

[a

los ruptura cle las barrcras (luc separan la resitlencia, cl trabaio y el «rcio; b) tod
plan racional que oberJece a obietivos de la institución. [l estudio de las institusociales ciones totales es una buena herramienta para entender cómo parámetros y culturales inciden y generan fenómenos psicolÓgicos y, concretamente, permiten entender cómo se producen socialmente identidades tleterminadas' l'a rcla-

ción individuo-institución nos permite cofn[rrender cómo

se genera

subietividad

obediente y complaciente con la autoridad.

y revisado un coniunto de pro-

regulan las interacciones entre las personas. En este último, sin eme bargo, entramos en un nivel de análisis diferente: el nivel grupal, colectivo algunos y muestra institucional. Este nuevo nivel integra los procesos anteriores de los fenómenos más ir¡teresantes que se desarrollan r:n el interior Ce nuestras sociedades.

ha examinado cómo los procesos de influencia social y las iguatrelaciones rJe poder y control SeneIan presiones que tienden a favorecer la y culturasociales y asegurar Ia reproducción de ciertos patrones ideológicos,

V

( (

de

po pu':dc haccr refcrcncia a una familia, un corectivo de amigos, la unidad de un

regimie.to, ctc. rista disparidad en los integrantes, objetivos y tiporogía de este fenómeno hacc difícil definir qué es un grupo, o dónde empieza y dónde acaban sus limites. Dc esta manera, se han propuest0 definiciones que

insisten en una percepción compartida por parte de ros integrantes del grupo, una idéntica motivación, uncls obietiv,s similares o una jerarquía que los welve interdependientes. El a¡rartad, acaba describic.do las dos tiporogías crásicas de grupos. por tenemos el grupo primario (el elemento que lo caracteriza es la relación directa, íntima y pers.nal que se establece entre sus miembros) frente al secundario (ca-

cesos que

En el capítulo

.

{

(

una parte,

capítuto v[. Grupos, movimientos colectivos c instituciones sociales En los capítulos anteriores hemos expuesto

el muncl.. Sc calcula que cn nuestra sociedad occidental una persona puede lregar a perteacccr a una media dc cinct¡ seis grupos en un moment. determinado de su vicla. Y, ¡xrr otro rad., se estima que estos grug)s suelen estar compuestos de cinco o scis micmbr<-ls, cs decir, pcrtcnecemo§ a grupos pequeños. La noción gru-

se

rar:terizado

p.r

(

relaciones

tbrmales, indirectas e impersonales). y, por el otro, la tensión grupo de referencia (corectivo al que un indivi«luo se vincula o aspira a vincularse psicológicamente, es decir, grupo con er que se quiere identificar) frente al grupo de pertenencia (aquél ar que pertenece rearmente un

individuo).

(

El segund. apartado muestra que en ros grupos hay estructura. Es decir, que

con el paso rlel tiempo se desarrolla una pauta estable de relaciones entre sus miembros, la cual genera y delimita escalafones, clases, rores, una asunción de res_ ponsabilidades de dirección y liclerazgo, el estatrlecimiento de ciertas forrnas de comunicación y relación con individuos aienos ar grupo o con otros grupr)s, y produce la diferencia entre un grupo y una mera agregación de individuos. para comprender mejor ros procesos que rigen ra dinámica grupar, er texto revisa

(

las

(

les que prevalecen en

nociones de estatus y rol, er fenómeno del liderazgo, la formación de cohesión, la toma de decisiones y los modelos que derimitan la comunicación entre los integrantes de un grupo.

(

identidad social; b) la relactón que hay entre movimientos sociales y generaci(n de categorÍas culturales, y c) et irapel que tiene el comportarniento ins-

Después de analizar la formación, tipología y dinámica de los grupos, el tercer apartado de este capitulo se aproxima a ra relación que establecen los grupos entre si; es decir, entramos en el terreno de las relaciones intergrupales. Muchas de las ir¡ teracciones c¡ue llevamos a cabo a lc¡ largo de nuestra vida están influidas por nues-

dad

una comunidad o colectivo concreto. Pues bien, ninguno de estos fenómenos se puede entender Claramente sin aclarar las cuestiones siguientes: a) el papel que tienen los grupos a los que pertenecemos en Ia formación cle nuestra

titucional en la producción y mantenimiento de ideología. En los cuatro apartadcs que componen el capítuio VI se revisarán todas estas cuestiones. que se han elaEl primer apartado recdge las diversas definiciones y tipologías borado sobre la noción de grupO. Pertenecer a ulr 8rup0, sea de manera ocasional o permanente, es un hecho absolutamente cotidiano y experimentado por todo

tra pertenencia a determinados grupos hasta el punto de que er hecho de ser miembro de éstos marca de manera definitiva ra percepción y er modo de reración con las personas que forman parte de otro§ grupo§. En estas ocasiones, no nos com-

portamos como indiüduos particulares sino según nuestra pertenencia grupal.

(

( (

(

Gr

lrditorial

Atentlien<Jo a esta situacií)n, uno cle social es el conflicto quc sc establcce

qf,ial l¡ltr()duc(ióll a la l»ic()l()8ia

,12

t,(xl

fenómenos más analizadt¡s ptlr [a psicología cntrc grupos difcrcnciatlos. [)ivcrsas t«lrías e x-

l<.¡s

plicansuaparición:poreiemplo,latetlríarealistadelconflicttlsostic¡rcqucéstc

inctlmpati-

entre dm Srupos o más sc dan obictivos mutuamctlte obstante, la teoría de la iclentidad smial rcrhables o se buscan recurios €sca$s. No

upur*. cuando (

( ( (

zaestereduccionismo.Conrovimoscnelcapítuloll,laiclcnticladxrialderiva

Y ésta contribuye esencialmente a la forbásicamente de la pertenencia a un 8rupo. que la persona siempre busorá que mación del autoconcepto del individuo, por lo

elgrupoalcualpertenecesediferencieptlsitivamentedeotrosgrupos.Ilstadistin. mínimo, y conestablecerá a partir de cualquier rasgo o element«-l

ciá

positiva se

ducirásiemprealaaparicióndediferenciasintergrupales.l)orlotanto,elconflicto

que a una escasez obietiva dc grupal obedece más a Iazone§ de i«lentirlad social recursos.

(

ElcapítuloseCierraconunaparta«lodedicadoalosprocesoscolectiv
( (

hamostradointeresadaporaquelniveldeanálisisquedesbordalomeramente nos referimos a los fenógrupal y se sitúa en el terreno de lo puramente social: o la institucionaliz¿ción de menos de las multitudes, los movimientos sociales hay tres modelos que expliciertas prácticas y comportamientos' Básicamente

del contagio' en el que la dican el funcionamiento de una multitud: e[ modelo

( (

!c)

Itdir(trial

I

l(x

4.t

I'rcsclttación

nrovirnicnto s
el movimicnt«l srrcial comporta un grado más alt«¡ dc rlrga_ nización que la multitutl. Pues bien, t«xlavía habría un fenómeno quc implica

un gran númc(l <je pcrs.nas con un nivcl más alto de organización y estabilidad: la institución social. y más aún, la institución es una entidad con la capacidad dc organizar y cstabirizar otros patrones de acción y comportamiento. I-as instituciones sociales son pautas normativas específicas arraigadas profunclamente cn el univcrso vital de un colectivo, que movilizan relaciones de po
c1e la identidacl como ejemplo privilegiado de esta constitución social, el de la organización de las actitudes, que mostraba cómo se configuran nuestras ideas y predisposiciones a actuar,

la explicación de cómo se produce la influencia, la confo¡midad y la obediencia y, finalmente, la dinámica que rige los procesos grupares y ros fenómenos colectivos.

fusióndelafectoolaconductadeunintegrantedelamultitudpuedeestimular

que explica la generaIa del resto de miembros; el modelo de la convergencia, que comparten alguna personas ción de las multitudes por la convergencia de de la norma emerSente, que explica que la característica común; y el modelo multitud es una situación social en la que

se elabora

n in situ un coniunto de nor-

guías para los integrantes de la mas y patrones de conducta que oPeran como

Propuestas de reflexión

mul-

titud.Aduraspenasconalgunadiferenciaseaplicabanlosmismosmodelos

esta iden-

se ha rechazado explicativos para su intelección' Más recientemente específicamente tificaiión y han aparecido dos teorías que pretenden inteliSir

lageneraciónydesanollodelosmovimientossociales:enprimerlugar,lateoría

Finalizaremos esta presentación mostrando cómo los procesos y mecanismos encuentran en ros contenidos de los seis capítulos nos pueden

de análisis que se

ayudar a comprender e interpretar de ot¡a manera los fenómenos sociales que experimentamos en nuestra vida cotidiana.

de que un movimiento social de la movilización de recursos insiste en el hecho que representa precreencias y opiniones en una población

Pensamos, por ejemplo, en una de estas muchas noticias que aparecen en la prensa y que explican que un grupo de jóvenes ha agredido a otra persona.

social y/o la distribución ferencias por cambiar algirn elemento de la estructura En segundo lugar' la teoúa de de recompensas y rmrsos de una sociedad concreta' que desempeña el desarrollo de un la formación de identidad insiste en el papel

La noticia nos sitúa inmediatamente ante el fenómeno de la violencia, en general, y el supuesto fenómeno de la violencia juvenil, en particular. La mayo-

es

un coniunto de

ría de las interpretaciones que acompañan estas informaciones se pueden

(

rc)

tlditor¡al t,(X

4.1

___hrlr(f,h¡((ióil

a

la

l)sic()llqlll,r!

,o lldir(trial

tl(x

( 45

I'fcsciltacióll

(

agrupar bajo dos pcrs¡rcctivas. En la primera sc ofrecc un enfoque inrJivit1ua-

con()ccs a

lista, psicokrgizantc y patologizante del fenórncno.

meno clc la catc'grlrización.

Sc

califica, por lo tant<1,

a

los agres
tural

«r

dc problemas de inserción laboral y cultural.

Sin desmereccr estos enfoques y reconociendo los elementos de interés quc

tienen, la psicología social plantea explicar:iones un [xlco difercntcs. ¿Cómo hay que tratar el fenómeno de estos grupos de ióvenes violcntos desde la psicología social? Ias temáticas que aparecen en esta introducción nos permiten tratar el fcnó-

meno de la violencia y atcnder a dimensiones como la identidad, el grupo y la ideología, dimensiones que hatritualmente escapan a las anteriores pcrspectivas. Nuestro análisis, además, intentará mostrar que

l
que dent¡minamos social

y lo que llamamos psicológico Pues

es un proce§() unico e indiferente. bien, antes que nada hay que aclarar que las acciones agresivas no lo

son al margen de las colectividades en las que se producen. Los actores implica-

dos no tienen un perfil homogéneo, sino que se rnuestran llentls de nratices y aparecen como productos de contextt¡s sor:iohistóricos concretos. L,s decir, se

iiene que tener muy claro que la violencia cristaliza como violencia en el nrarco de sociedades concretas, como urla fo¡ma dc expresión cle las difercr¡tes fuereas

lugar, hay que constatar que es muy interesante el hecho de que los

acontecimientos de violencia que describen estas noticias de prensa sean grupales. ¿Se

Estas

expresi,nes s
p.r l' tanto, en et hecho tre que er fenómeno grupar es central cn la inter¡gibilidatl dc la vi.rencia de grupos ya que sin er eieiuveniles, mento ¡;rupal cstc ti¡xr de viorcncia n. tcncrría lugar. Estos jóvcnes interiorizan las fc¡rrnas dc vicra, ros valores, las ideas, las creencias, ras actitutles de los grupos en los quc sc insertan, cosa que provoca un alto grado de identificación con tod. lo que cs el gru¡xl, lo que comporta y lo que hacr. Si el grupo requiere comporta_ rnientos vi,lentos, er individuo k¡s ileva a cabo con una disponibilidad considerable. l:sto se incrementa con er hecho de que ra comparación con otros grupos habitr¡almcnte dc:cmboca en rivalitlad y ésta en acciones violentas. El estudio dcr grupo es importantc cuancro se anariza er fenómeno de ra violencia quc ejercen argunos grupos <-rc jóvenes. [.r grupo es rerevante para entender cómo se constituye ra identidad individual a partir de ra identidad grupar; una identidad grupar que desb«-¡rrja er c,, junto de irrentidades particulares y especÍficas de cada intlivi«luo.

debe tal cosa al azar? La respuesta es no. Como veíamos en el capítulo II, nuestra

identidad social está determinada por una fuerte vinculación entre la persona y el grupo. El eje categorización, identidad y comparación social muestra que los grupos necesitan conseguir

y mantener una distintiüdad grupal positiva que, al mismo

tiempo, permita a sus integrantes conseguir una identidacl social positiva. Esta se consigue inediante la comparación entre grupos. Cualquier categorización, por pequeña que sea, que establezca una diferenciación entre grupos sirve como base y

fundamento para sostener¿a disüntividad positiva del grupo y así mejorar la identidad social personal. Todos hemos leído declaraciones rte miembros de estos grtrpos que afirman cosas como "ya sabes cómo son ésto,s, son todos iguales", ',si

(

E'staremos dc acucrdo,

He¡nos habladode interi<¡rización de creencias y actitudes que provienen del grupo. En esta medida, todo aqueilo que se ha anarizado en er capíturo sobre ac_ titudes se puede apricar en este tema. Las actitudes generadas por el grupo con-

tribuyen a producir identidatr grupal. Este corrjunto de actitudes y ra identidad *:sultante constituye en l,s grupos dc jóvenes viorentos uno de ros principares pilares que fundamentan sus comportam¡entos. A su vez, la violencia grupar

es

sociales. En segundo

un. l.s conolcs a td's", ctc.

uno de los eies que articura y proporciona sentido ar mantenimiento de ciertas actitudes e identidad.

violencia permite que los ióvenes pertenecientes con mucha intensidad a ros mismos. No obstante, La

a estos grupos se

vincuren

otro eremento que genera

intensidad es la ideología, la cuar suere ser totaritaria y excruyente, generadora de muchos enemigos y de actitudes y conductas viorentas !ustificadora según la definición de enemigos potenciales. ta ideologÍa tiene para muchos auto re§ una función de atracción y de varoración positiva, genera, gracias a esta virtud, una fuerte cohesión grupar y derimita definitivamente ra identidad grupal. La ideología es un eremento fundamentar para ra persistencia aei grupo en er tiempo, la creación de una memoria colectiva o grupar y para su definición en el coniunto del resto de actores sociales. De la misma manera, es un eremento esta

clave en las explicaciones que muchos individuos que pertenecen a estos grupos

( ( (

(

(

( (

(

( ( (

(

( (

(

(

( IrrlÍrtlrrcririrr a la

ef,ial

(

,!)

(

dan dcl uso quc hacen dc la violcncia, cn la legitimaciílrl c¡uc haccn individualmentc y cn el sentido o significado que dan a sus acciones'

(

46

tidit0rial LlO(

O

a

perccptiva. La categorización trae incvitablcmente asociada la discriminackin insc cxptica cn el capítulo V[, ésta cs clave para comprcndcr la perce¡rción

(

a

grupo' miembros de un grupo, y percibimos a los otros como miembros dc otro generade Aclemás, el capítuto V nos permite entender cómo se dan los procesos grup«r pro«iución de normas y de normalización rje los recién llegados al grupo. El

(

grupo y ésta ce normativirlad, en ésta se adhieren los tliferentes inteSrantes del la üolencia Si posibilita una percepción del entorno c
(

norma en e[ grupo, y de ésta depende nuestra identidad social, seremo§ v¡G última lentos y la acción será natural y obvia. No obstante, los contenidos de esta parte del libro también nos permltirían explicar el cambio que un individuo o una minoría puecle generar en las acciones de la mayoría del grupo' Como se pue<1e observar, la psictllogía social nos ofrece una reflexión diferente violenlos fenómenos de violencia grupal. Para esta disciplina los fenómenos

(

l)rcselttaciolt

cl significado quc ticncn muchos de estos ¡requeños ritualcs quc tlurante haccnlos nucstra vitla c«ltidiana: ir a comprar al mismo supcrmcrcado, saludar a un c
o hiia, etc.

Identificar los sutilcs mccanismos de control social a los que estamos somctidos continuamcnte -<íldigos de circulación, tarjetas de identificación pers<>

nal, p(rccdimicntos burr¡cráticr¡s, etc.- y reflexionar tanto sobre los efectos que provocan en nuestras acciones y pensamientos, como en los efectos de a

mantenimiento de una determinada realidad social que promueven. Intentar cntendcr cómc¡ es posible que seamos capaces de torturar y matar nuestros vecinc¡s c¡r situaciones determinadas.

o

Intentar describir las consecuencias de la virJa grupal.

es la

(

47

I)ensar crr

un

Como

pcrcibimos como tcrpersclnal y su influencia en el Comportamiento de las personas:

Edilorial (i()(:

a

Claves de lectura

sobre tOS

no Son frutO «le mentes enfermas, de rJeSviadt» SoCialeS, no

eS

un t'enómenOgra-

tuito y asignificante. Al contrario, este t'enómeno constituye un acontecimiento significon un determinado significado y valor social. Al intentar hacer inteligibles de idengeneración grupal, la caciones parecidas se acentúan dimensiones como la tiene la tidad o la ideológica. La primera dimensión enfatiza la importancia que i-nteriorizaidentificación con el grupo y sus dinámicas -es decir, la asimilación e ción de valotes, obietivos y actitucles del grupo- y el papel del grupo como agente que emerge desencadenador de violencia. [a identidad se entiende como elemento de dispositivo como perfila producto del proceso grupal, y la itleología se

A continuación, presentamos un lista{o que resume las principales preguntas, temát¡cas y respuestas que aparecen en los contenidos de esta introducción a la psicología social. su propósito es doble: por una parte, funcionar como hilo conductor de la lectura y comprensión de los diferentes capítulos y, por la otra, promocionar una visión global de la obra.

Capítulo I. EI cómo y el porqué de la psicotogía social

como

creación de enemigos y construcción de determinados discu§os iustificadores. hacer el mismo eiercicio con un acontecimiento como el genoci¿Se atrevería a llevado a cabo por el régimen nazi? Puesbien, al finalizar la lecturadeeste dio

iudío volumen, esperamos que de esta

a

Sea

capaz de adelantar respuestas a Cuestiones genéricas

íildole y a oüas más particulares como pueden

Reflexionar sobre los procesos de discriminación del pueblo gitano' Evaluar si es inevitable la categorización y los procesos de percepción selec-

tiva que implica, y aventurad alternativas.

t.

:li,i,

ser las siguientes:

l) El capítulo I hace una presentación de la psicología social como disciplina científica.

2) su primer interrogante es: ¿qué es la psicología social? La respuesta está relacionada con el hecho de que la disciplina asume que los fenómenos psicológicos están determinados socialmente. 3) A continuación, el capítulo detalla la constitución histórica de la psicología social como disciplina cientÍfica. se recoge también las orientaciones y escuelas que han aparecido a lo largo de esta historia.

4) Finalmente,

la unidad resume algunas aplicaciones de la psicología social.

( lIlt()dU(]ci(ill

48

!o liditori¡l L,(X:

a

la l)si«)k)8ia social

O editorial

(

t)(Xl

49

l)frsc¡rlacianr

(

5) Ll tema plantca a) 1'anto

el aspcct()

2) l:l capítuk)

las c<.¡nclusiones siguientes:

strial como el psicológico son

aspoctos ttc un mismq y

úni-

c() proc'cso.

b) Los fenómenos sr¡ciales son históricos, y ltama la atención c[ caráctcr cambiante de nuestra realidad srrcial. De la misma manera, el ctlnocimicnttr producido sobre esta realidad

igual de histórico y provisional.

es

c) El hecho cle afirmar que el aspccto social y cl aspecto psicológico son inseparables nos pone ante dos interrogantes: cómo se constituyc f:sta inscparabilidad y cómo

se

tiene que analizar.

sc centra

cn tres á¡nbitos

cre nuestra

interacción c.tidiana: la

agresividad, cl altruismo o ct¡nducta prorccial y la atracción interpersonal. 3) Hay d.s grandes tipos dc cxplicaciones sobre ra viorencia. uno de er.s insiste cn el hech'de quc la raízde ósta es un componente heredado, una estruc-

(

tura biológica r¡ un instinto. Er «rtro prantea que ra agresividad es una pauta de qut sc aprcnde y quc ticnc significado.

(

4) 'l'ambién hay formuraciones biorogicistas y culturaristas para explicar

(

(

acción

ra

conducta prosocial. Hn ésta son muy ¡mportantes factores mecliadores como la presencia de ,tras personas en la situación, Ios recursos de que se dispone para

(

ofrecer ayuda, las caractcrísticas dcl receptor y el sistema de creencias de Ia per_

(

sona quc emite la ayuda.

Capítulo II. La identidad (el selfl 1) til prgpósitg básico

5) Ln el cas,

de este tema es cmpezar a analizar t'írmt¡ cl as¡)tlcto psi'

cotógico está determinado socialment(:. l)or lr¡ taitto, t¡tricre dar respuesta

ai las

preguntas anteriores.

2)

La

unidad empieza con la pregunta:

¿es

posible distinguir entre una iden-

tidad personal y una social? La respuesta es que no. 3) A continuación se analizan las dimensiones de la idcntidacl. 4) Ell capítulo muestra la constitución de la identidad a partil dc categorías sociales,

5)

c1e

la interacción con otra§ personas y rJel aspecto lingüístico-simbóiico'

Este

capítulo II concluye planteando lo siguiente:

identidad no es "algo" individual, propiedad exclusiva de cada individu,-r, sino un fenómeno social más, proscrita y prescrita según contextos y es-

a)

La

tructuras sociales determinadas.

b)

Es

importante la génesis social de nuestras creencias, opiniones, pensa-

mientos, etc. Esta génesis nos obliga a un análisis de la relación entre Ia persona y el orden social.

de la atracción interpers,nal, volvemos a encontrarnos con las anteriorr:s versiones explicativas. Las cliferentes investigaciones psicosociales,

no obstantc, han puestri mucha ate¡rció¡r en los factores que intervienen err la atracción, dc los cualcs los más estudiados han sido ra proximidad, er aspecto físicc, la similitutl y la valoración.

(

(

( (

Capitulo IV. Organización y cambio de actitudes

(

l)

l-as actitudes corstituyen una de ras reflexiones más clásicas de ra psicologÍa social soLrre la relación entre la persona y el orden social.

2) Ias preguntas principales (lue prantea er capíturo son

ras siguientes:

a) ¿Qué es una actitud? b) ¿Cómo se generan y para qué sirven las actitudes?

c) ¿Qué es el cambio de actitudes? d) Clríticas al concepto de actituci. e) Actitud y discurso.

( ( ( (

( C-apítulo

III. La interacción social

1) La interacción social Para mur:hos autores es

es

un tema fttndame¡tal para la psicología social.

definitorio de su obieto de estudio.

3) a)

El tema de las actitudes abre los inquietantes interrogantes siguientes:

.A veces hacemos r:osas que contradicen nuestras creencias u opinioncs. somos capaces de obedece¡ acríticanrente, de callar y aceptar sumisamente la

( ( ( (

ic-,

Ldi(ofial

ti(x

5o

opini¿)n dc la mayoría.

¿.1)or

Irrlr, ¡dt¡rriorr a

h

¡rsicologia

«xial

quó? ¿A partir de quó mccanismos psicrlsociales lle-

gamos a haccr cosas quc contradicen nuestras creencias u opinioncs?

(cr

Edilorial I I(X:

5I

el fenómcno tlcl lidcrazgo, la formación clc cohesión, la toma cle decisioncs y los modek» que dclimitan la comunicación cntre ros i.tegrantcs <Je un ¡;rupo son clementos quc nos pcrmitcn cnten«ler la clinámica grupal.

4) Muchas rclaci.ncs intergruparcs están regidas por el conflicto. La lucha C-apítulo V. Influencia, conformidad y obediencia 1)

L,sta

por recursos c§casos o la formaciírn dc itlcntidad social positiva son clos teorías que explican la góncsis y dcsarrollo dc este conflicto intergrupal.

unidad temátit" plantea respuestas al anterior interrogante y ofrece

una imagen del individuo como nudo cle relaciones intergrupales' Los dispositivos de influencia que describe s<¡n los siguientes:

5) Las multitudcs, los movimientos sociales y las instituciones también son fenómenos abordados por la psicología social. Implican, de la misma manera, un gran número de persones, aunque presentan entre ellos un nivel diferente de organización y estabiliciad.

a) Proceso de normalización b) Percepción social

c) Influencia mayoritaria: conformidad d) Influencia minoritaria: innovación La se

influencia minoritaria es un cierre a la apertura que hacía la-obra-

Si ésta

iniciaba planteando que los fenómenos psicológicos están determinados so-

cialmente, este último punto explica cómo, a su vez, los individuos pueden in-

fluir en el grupo.

2)

El capítulo concluye analizando Ia obediencia a la autoridad.

C-apítulo VI. Grupos, movlmientos colectivos e instltuciones sociales 1) [a psicología social se ha interesado también por un nivel de análisis que está más allá de lo que delimitan las interacciones interpersonales: los grupos, los fenómenos colectivos y las instituciones sociales.

2l

Hay diversas definiciones de grupo, unas insisten en el aspecto perceptivo

que comparten sus miembros, otras en el motivacional, estructural, etc. De la misma

*un.ru,

hay diversas tipologías de grupos, de entre las cuales lás más co-

nocidas son dos: la tensión entre el grupo de referencia y el grupo de pertenencia, y Ia tensión entre el 6rupo primario y el grupo secundario. 3) [o que diferencia a un grupo de la mera agregación de [ndividuos es la

pauta estructural que

( :

(

L

se

desarrolla en el primero. Las nociones de estatusy rol,

(r O

[ditorial (,(X]

.§3

Capluló l. tit có¡tro y cl ¡xrryué...

r (

:{'

Capítulo I

(,

El cómo y eI porqué de Ia pslcología social

(

Tomás lbáñcz Gracia

( ( ( (

Introducción Francisco Javier 'l'irado serrano

( (

[¿psdcol
.§u.llrga nistofiq ¡on muchas hs temát¡cas tratdas con esta finalidad: mientras

tr¡t irilcios

los temas fundacionales tenían que ver Msicamente con los

posúeriór in3titucionatización destacan

en su de la forma-

( ( ( ( (

todo y modelos ta disciplina una permanente reflexión sobre su apli_ cabilidad y la posibilidad de intervenir en los pmblemas sociales. a

. t4jims, encontrams en

Tres temáticas determinan en buena medida la historia de la disciplina: en primer lugar, la definicién que se hace tanto de lo §ocial como de lo psicológic.o.

segundo, la conceptualización que se proporciona de su relación. y en tercer lugar, la propuesta met&lógica que se realiza para el estudio de esta relación. De nnnera bast¿nte desde el nacirniento de la picologÍa En el

( ( ( ( (

social se

( ( ( (

I

! Ldilor[tl t1(]('

llllr,)(lrl(ii(r¡l

5-l

a I.t

¡'si'r'l'rgtr rrxial

t

l.dit()ri¿l

3)

(

exteriilridady,finalnlente,ntanticn(jquccsposibleutilizarl«lstrtÚttlclostlclas cienciaspo:iitivasparaanalizarestarclaciónyencontrarlcycsgcncralesqucla regúlén.ErltlptlsiciónaestcP()SiCi()namiento,lasegundaS()Sticllequcltl¡lsictl-

lógicrlylt¡sociats()ttunaSuertedctcji
alahoradecomprendercómolopsictllógicoseconstituyeapartirdelosclcial. I:nestccapítulrlscrevisanlasprincipalescuestionesrelacicrnadasctlnla (

el]lerscnciayc
apartirtlcsulristoria;ll)unairnagengeneraldelostenrasqtlehainvestigado

quc harr emergido en la disdurantc su tlesarrcltló; c) las grandcs oricntacitlues t¡ue sc realiza tle la rcalidatl s()cial; e) la ciplina; tj) la definiciÓn y ap«rxinlación

relevalrciaqueadquierclosirrtb(.¡licoenlapsicologíasocial,yf)laindisolubte y striales' ptlstula entrc los fenómencls psicológicos uniclatl que se

llxistencliversasvcrsitlnestlelrlrigetrtlelatlisciplinaydiferentesmanerasde respotrderalapreguntarielcclmtlyelporquérJelapsicoltlgíasocial.Algurros

de la Grecia clásica, otrtls en la fiautores encuentran cste oriSen en la filosofía lo más frecuente es considerar que losclfÍa nltlral de la llustraciírn' No obstante' irleas o reflexiones sobre psicología srr toclas cstas referencias no son más que

cial,perodeningunamanerapsicotogíaSocialensentidoestricto.Entantoque itlentidad propia' su origen disciplina científica y campo de estudio con

(

1

(

se loca-

un amplio coniunto de estudios realizaría en Ia segunda mitad del siglo xtx en psicología social tendría un largo lizados en diferentes países de Europa' Así"'la pasado pero solamente una breve historia"' ni en contetlido antes de fiDado que no hay psicologÍa social ni en forma

¡ralesdelsigloxtx,[oqueencontramosenetapaspreviassonreflcxionespefte.

única o idéntica a los r¡tros' la sociedad es una 2) Si la persona es prrxlucto de la socieclad o' a la inversa' ' función de los individuos que la componen'

1) Si ta persona, en Íánto que indivicluo'

{

Si la rclaci«ill

,1s

_ , ^l!lllll,,t l,l rrür¡ y ¡l ¡¡ra¡¡¡

crrtrt'irltlividutl y socictla,J es un plutrler¡ra r:oll sc¡tid6 6

la

exprcsirin dc una ideología latente . 4) Si la naturaleza de l.s sercs irur.an,s cs egoista y rrcccsita de pr.ccs.s cle socializacio¡r r¡ si krs scrcs hunranos s.n s
5)

Si las pers()n¿rs

sott a¡;ctttes librcs o cstán tlctcrminaclas ¡16r fur:rzas sociaits

y culturalcs. Pero la krcalizaci
l)rese

Prcsentación sicm¡rre cstá ligada a ¡rosicionauricntos te¿)ricos, rn,:toclo¡igit:6s, e¡ristem ol(lgicos c itleol o¡¡ i c os ¡r revi
l)c este modo, e l ca¡rítrrlo rlue tiene en las nranos e st¿i escrito dcstlc la apuesta por una psicología s.cial de corte sociológrco, cosa qu. tienr: divcrsas

consc-

.cias. En primer lugar, significa gue en !a aproximació. a la disciptina se err iatizala importancia que tienc ra historicidad cre ros fenómenos sociares y del conocimiento que podemos elab'rar sobre eli
carácter cambiante de la realidad social y se aleia de la necesidad de considerar k¡s fenri_ menos psicosociales c'mo acontecimientos universales prefijados y pr.pios tle una naturaleza humana que transcendeiía sus determinantes culturales. Llli st:-

gundo lugar, e'contramos que

se acepta sin ni.gu^a rese [v¿: que los [ertómenos psicológicos están socialmente construidos, tle manera que lo social y lo psicc lógico son las d.s caras de una misma moneda. Finarme^tr., cncontramos que a la hora de explicar y c.m¡rrender ra reración entre ro sr;ciar y ro psicoróg,ico, la dimensión simbólica aparece como factor determinante. Hasta tar punto esto es así, clue pasa a ocupar el primer plano en nuestros análisis. Esto podría ser de otra manera. por ejemplo, si se consuita el manuar ya crásico que E. Aronson editr'r cn 19.54 con el títur. Itttntrbook of sociar ?sychorogy,, escrito desde la denominada psp, la realiilad sccial que se

descr.ibe se caractcriz¿

por los rasgos siguientes:

necientesalámbitodelpensamientoofilosofíasocial.AlgunasCuestiones son: centrales que hay que considerar en tales reflexiones

(

li()(

es

l)

No manifestar su a5pecto simbótico.

2) constifuir un mundo percibido

antes que interpretd.io en relación con l._r decir, la realidad coticiiana partre depcnder más cle ios pLopios esqucmas percibidos del individuo quc de los prcxesos de producción y rcprcducción social.

otros.

Es

( ¡,'r«ilu(dill

3) Mostrar pcrsonas quc

¿ l¿

t¡si(ok¡H¡r

y{ral

sc guían por pcqueñ(,s indicadorcs cst¡mulantcs

que obscrvan cn el ambicfitc (, en las otras personas como si fucran meros rcc€ptáculos llenos de normas y sin capacidad

4) (lrccr quc

<.le

agcncia.

los grupos elaboran normas dc convivencia para quc cada uno

de ellos encuentre su función social en un universo armonioso en cl cual no hay IuSar para cl confl¡ck).

5) t)ludir

las rclaciones de poder determinantes que

imponen presiones y ge-

(0

(

[dirdi¿lt/(x

Cat,iruk,lHl(órbvd

( esteob¡et¡vo ticnc qu(j Fxibilitar uná mayor libertad individual y grupal mcdiante la toma dc coocicnc¡a yrhrr los dctcrminismos sociaks de la acción; es tlecir, un mayor crotroc¡miento de qit( )s dctcrminismos abre la pGib¡lidad tanto de o¡:ioncs más personalcs como d(: atcionc* más cony:ientes, ta diferencia con la prcpucsta que encontraróis cn cste primcr eapÍtulo radica en €l hecho de que lo simúlico pasa a un sc¡¡undo plano y la a(ción de la

( (

¡nra la psicokrgía socÍal.

neran estructura social y determinación de la identidad.

( Y los presupuestos metodológicos que se maneian:

1) Obcdeccn a criterios completamcnte posit¡vistas.

2) Depositan toda la acción de producción de conocimiento en el expcrimento de laboratorio.

propucsta de Martín-llaró se realiza desde un contexto de fuerte confli cto social y es completamente deudora de un posicionam¡ento político claro: el autor elabora un texto desd€ la realidad centroamericana, h uye de la psicología social atemporal y formal¡sta y apuesta r dotar a la disci plina con un fuerte

( (

(

que el conocimiento es acumulativo.

3)

Se asume

4)

Seaspiraa formular leyes generalG del comportamiento social del individuo.

No obstante, el problema t(xlavía

s€

( (

complica más si pensamos que incluso

las presentaciones que se pueden hacer de [a psicoloSía so{:ial denmo de una

misma perspectiva varían ostensiblemente. Por eiemplo, si

se revisa

tanto la in-

troducción como la definición de psicología social que lgnacio Martin-Baró ofrcce en 1996 en su obru Entre el indilidm y la sociedad. Accíóne i&ología, se encontrarán importantes semeianzas y diferenc¡as con este primer capítulo. Entre las primeras, tenemos que para el autor, el sentido y el significado son clave en

la comprensión de la realidad y ta acción social. Además, asume que persona y sociedad se constituyen mutuamente, sin que se pueda entender la una sin la

otra. Y, finalmente, defiende la necesidad de superar la ¡ntención posititivista de "entender, predecir y controlar' la conducta. Todo esto coloca su propuesta en la línea de lo que se ha formulado en la obra que tiene en las manos. Parahn autor como lgnac¡o Martin-B¡ró el papel de la estructura socioeconómic¿ es determinante en el ser y el actuar de las p€rsonar. Sostieoe, de l¡ misma manera, que la psicología social tiene que ¡ugar un papel de crítica y denuncla social. Pero las diferencias empiezan a aflorar cuando atendemos al rumbo que toma

dicha superación del obietivo positivista. Martín-Baró defiende que el abandono de

bien en nuestra introducción el carácter histó co -tanto de la rcalidad solial como del conocimiento que producimos sobre ella y su dimensión simbólica_ aparece en un primer plano
de ta ¡ea_ lidad social ocupa la primera línea de sus formulacions y propone que la psico_ logÍa sociat actúe como henamienta

cÍtica ae lm disposiiivos de pi., ,¡r. ,.

ponen en funcionamiento con esta finalidad.

Cómo se puede ap¡eciar, los efectos que se derivan del cómo se presenta la disdplina son importantes y notorios. En el caso de la obra de Martín-Baró, nos muestra en qué consiste una considención de la paicología social como compro_ miso político, como henamienta de crítica del statrs 4Uo y como apuesta por una liberación de ta conciencia ideológicamente ena¡eriada de los individuos. para é1, el ejercicio científico de la disciplina está al se¡vicio de unos grupos oprimidos y aspira a una pedagogía de su liberación. Tanto la inEoducció; d. A,onron .o,no la nu€stra constituyen presentaciones con efectos d¡fsentes: A

O,rr*,,

"*r*

( (

(

( ( (

( ( ( ( ( (

( q,!:dil(trial t j()(

lutrodu(riou

5l{

ulla disciplitla que aspira

a

a la lr!i(1)l()BiJ s({iJl

collstituirsc cn utla sucrtc dc tecrtrlltl¡;ía quc gestiotrc

la relaci
terpretar los proccstls psicosociales cn sus [.as

dimensir¡nes históricas y simbólicas'

temáticas relack)nadas con la aplicabilidad de la materia y con los compro-

misos polítict)s aparecen cn un segundo platro.

I

t^a

dimensión social

,,Yo

soy yo y mis circunstancias". Ante la idea segun la cual las personas naccn con una seric de característic¿ts que las definen para el resto de la existencia, Ortega y Gasset tuvo el indiscutible talcnto de resumir en una sencilla frase una cosa que hoy nos parecc obvia, pero que tardó mucho tiempo en constituirse como evidencia y que fuvo que dar muchos pasos alrtes de instalarse en los saberes del sentido co-

mún. En efecto, para llegar a reconocer el pcso que tienen las circunstancias en nuestra propia manera de ser, fue necesario elaborar, primero, la constatación de que las pennna$ a pesar i.bllgr dada una única y diferentes enÚe sí, piesentan un amplio con$fit6.de c&ractedsti@s€ünun€s según pertenezen, pgrcircun§tancia§ de riaci-

(

( (

mie*too por cir«¡tr§tancias de

[a vida, a una u oh? de fu, diferenties cCImuriidx|es

en la sociedad. También fue necesario llegar a la constatación de que las creencias y las maneras de ser de las personas son de un tipo o de otro según los usos y las costumbres que imperan en las sociedades respectivas. Un autor francés

$t@e¡isten

resumió, muy acertadamente, este último punto, diciendo que lo que se consideta como verdad a un lado de los Pirineos no lo tiene que ser forzosamente en el otro. Aunque la cita siguiente está marcada por los preiuicios de la época, nos permite vef cómo a lo largo del siglo xvn se iba abriendo camino Ia idea de que nuesttas "circunstancias,, determinan nuestra manera de ser: "Si usted o yo hubiéramos nacido en Oldania, seguramente nuestrcs pengmientos y nuestras nociones habrian sido tan poco refinadas como rás de los hotentot6 que viven en estas tiefras. si el rey de Virginia, Apochaucana, hubiera educado en lnglaterra, probablemente sería tan sensible al sentimiento de lo diüno y un matemát¡co tan hábil como cualquiera de nosotros. [a diferencia entre él y el mejor de los ingleses sedebe, solamente, al hecho de que el eiercicio de sus facultades ha estado ligado a las maneras, formas y nocione§ de su propio pais [...1"' se

John Locke {1690\.

Ensayo

59

(ial)ilul(, L l:l c<xrro y cl rrt¡ué. ¡r

Así, la llro¡;rcsiva concicnciaci<'ln de la tliferenciación social cn cl scno dc una misnra s«rcicdad y dc la variabilitlad de las culturas e ntre las tliversas so_ ciedadcs fue dcjando constancia dc la inseparabilida
lo social.

¿.I)cro

cillas, pero las rcspuestas c¡uc cxigen son sumamente compleias. La psicología social sc ha c
(

l.

e uditofial tl()(

nbre el entendimiento humano. Madrid: Sarpe, 1984'

lo psicológico y

social. listc capítulo pretende introduciros en el conocinriento de la disciplina quc llamamos psicología social, en el proceso de su 1rl

constitucií)n, cn los supuestos que la definen, en los temas que investiga, en las orientacioncs que la configuran y en los usos que poclemos hacer dc los conocimientr»s t¡uc ¡lroporciorra. Lo que acaba dc leer cn csta introducción indica una determinada manera de entender la psicología social y la naturaleza de los fenómenos psicosociales. En efecto, ha lcídcl que la evitkrncia según la cual "yo soy yo y mis circunstancias,, necesitó algunos pasos previos para constituirse como tal evidencia. Esto signi_ fica, generalizando, dos cclsas: primero, que una creencia o una af¡rmación, por

muy evidente que nos parezca hoy, no siempre lo ha sido y, además. ha necesitado un proceso histórico para que pudiera constituirse; segundo, que aquello que hoy nos parece evidente, posiblemente deiará de serlo en un futuro próximo, r:omo deió de serlo la evidencia que las personas nacen, ya, como aquello que son. Tanto los fenómenos psicosociales como el conocimiento que tenemos

son provisionales y cambiantes. Se forman mediante prácticas determinadas y

modifican con la evolución de estas prácticas. También ha leído que la psicología social pretende construir respuestas y no encontrarlas. Esto significa que, del mismo modo que sucede con las evidencias, se

que hoy damos como buenas, las respuestas aportadas por la ciencia psicosocial resultan de una actividad investigadora que se encuentra enmarcada en un contexto social y cultural particular y situada históricamente. Estas respuestas están marcadas por esta actividad y por este contexto particular. No podemos decir, por lo tanto, que son literalmente obietivas y rJefinitivas.

( c ilditorial (l()(l

lilt()dr¡ccióil

60

Los tcmas dc rctlcxi
a la l,si(1)lo¡3in

s()(iJl

quc al)atccen cn cstc punt() son tliversos, pero aún

cr

t:dit(»ial

sc

t

¡()(l

6l

(l¿¡ritrrlr| ||rrrrru

1!!55:

La .cccsit.lad tlc dcsnaturalizar l«rs fc,rimenos psic.l(rgic
puedc añadir otro si sc pregunta si sería descablc o no radicalizar la exprcsi
tle ()rtc¡;a y (iasset afirnrando, ¡lor ejemplo, que "yo soy mis circunstancias". Flsta forrnulación cnfatiza todavía más la naturaleza plenamcntc social clc la pcr-

[.as implicaci.nes dc una ¡rcrspectiva construccionista en cl campo dc !a

psicokl¡;ía social.

sona, pero quizás tiene implicaciones difíciles de aceptar; ¿qué opina de cllo? lrstc capítu[o constituye una invitación a dar un paseo por el variatl
psicología sc¡cial. En efccto, utilizando una metáfora gco-

l.l.

I^a

(

separación entre lo social y lo psicológico

gráfica, podríamos decir quc en vucstro ¡ecrlrrido por la psicología, la psicología sr-rcial se presenta como un territclrio clc pas«l obligado en el cual el vialante ha dc adentrarse y quc tie ne que cxplclrar con curi«rsidad. A fin de quc este paseo sca más amcno, y quizás más provecht-rso, ofrecemos la c
guia, el autor, que i¡rdicará cl trayecto más conveniente. Sin cmbargo, eso sí, no llay que olvirlar que otro ¡¡uía te habría co¡rducitlo por otros caminos y que

¡

al acabar cste viajc, soiarnc¡rtc sc habrá conocid¡t una de las posibles rutas

a

( Nadie duda dc quc er ser

hunra..

cs

u,

sur ¡rlenamente social quc ncccsita ra pre-

sencia y las

aptlrtacioncs dc lt» otros para ¡x]er dcsarrollarse satisfactoriamente. lbr decirlo de alguna rnancra. sur loc ohos quienes constru,ren el teiido de relaciones, de estÍmuloo ¡ en definitiva, er entomo en cuyo seno, G[rño si r traüara de un nitr§ el tltlbdts'atsgttlo y'és arngrlffo. Naclie [x)ne ert rJuda tainpoco que este entorno stlcial, cambiantc a r.edicla quc la ¡rers..a se va tlcsarroilando per'siempre i.dispensabre, le marcará ¡rrofundamente y configurará progresivamente su propia manera tle ser. Basta cr¡¡r lcer los estudios que se y siempre

Así pues, los ob¡etivos básicos del capítulo so¡r los siguientes:

han hecho sobre algunos

casos de

Saber

-

Saber

definir o caracterizar la psicologia social, a partir de la historia de su configurac!ón como disciplina. definir o caracterizar la psicología so,:ial a partir de los grandes te-

mas que ha investigado.

-

Corrocer cuáles han sido y cuáles son las grandes orientaciones teóricas que se manifiestan en el seno cle la psicología social. i)oder analizar las aportaciones de la psicología social para la comprensión de la realidad sociat y para intervenir en ella.

-

Saber explicar por qué la psicología social

afirma que hay una imbricación

i¡rdisociable entre Io psicológico y lo social.

I)c ¡nanera cornplernentaria, este capítulo proporcionará las informaciones y los

hstlumentos para p
(

prcsente

tLar'ós rie la
-

(

c-c¡n más

defenimiento lcls;spcctos siguientes:

La importancia de Ia dimensión sirntxllica en los procesos psicosociales

niños que han sitlo privaclt¡s bicn [)ront() de las relaciones sociales habitua-

(

les para poder ver cuáres son los et'ectos catastróficos de Ia farta de un entorno social satisfactorio (hospitalisrno, fuertes carencias srriales, niños aislados y encerraclos en casa por sus padres durante años, etr:.). llasta también con comparar entornos sociales muy diferentes pata ver que las personas que se ha. desarrollado en estos diferentes entornos presentan, entre ellas, «jiferencias profundas.

sin embargo, aunque nadie ponc en duda ra importancia y la influencia que tienen los factores sociales en ra configuración psicorógica de los seres humanos, no existe, en r:ambio,

ningú. consenso en el grado en el que la dimensión social incide sobre ros procesos psicorógicos y todavía menos en la manera en que esta incidencia se produce. Hace unos años se desarrolló un intenso debate sobre el papel que desarrollan la naturaleza y la cult,ra respectivamente en la

formación de la persona: ¿hay niños que naccn con una propensión mayor a ra agresividad, igual gue rray niños que nacen con er pelo más claro que crtros? ¿o bien son las condiciones de su existencia ras que hacen que

un niño

sea más

propenso que otro a la agresividad? preguntas como éstas arimentaron u.a polémica que duró muchos años antes de lregar a la conclusión de que era imposible separar arnbos componentes para ver cuál era el impacto de cada uno. [¿

(

( ( (

( ( ( (

o tiditorial

uoc

62

hltr0lucciótt

a la I)sic()logia

social

discusióndesembocÓenuncicrtoacuertlc¡encuantoalaincesablecincxtrica. bleinteracció¡rentrcaquclloqueesinnatoyaquelloqueseadquicrc. que' a pesar de las dificultacles que Aun así, hay muchos que consideran dibien existen' sin embargo' tl<¡s realidades comporta el intentt¡ rJe separarlas' por el otro' psicológica, por un lado' y la reatidad srxial'

Sc

ferentes: la reatidad

la materia bápsicológica es primera y constituye trata de la idea de que la parte con conteniviene dcspués y alimenta la psicológica sica, mientras que la social particulares' dos concretos y dánclole formas es

la metáf«¡ra dc la

en esta concepción Una de las metáforas subyacentes plastilina' es decir, la materia básica, la plastilina: la parte psicológica sería diferentes segun esta plastilina para dar formas mientras que la social modelaría

los diferentes entornos sclcioculturales.otrarjelasmetáfora§queencontfamos parte social sees la metáfora del barniz: la detrás de la mencionaCa concepción y le da tonos, brillo Y colores disobre la

Psicológica ría el barniz que se aplica Pero bastaría con rascat este barniz Para culturas. diferentes ferentes según las idéntica Para todos los seres ver aparecer, Por debaio, una realidad Psicológica que los acontecimientos que provocan humanos. Así, Por eiemPlo, se admite si esta persona pertenece a la cultura risa o el enfado en una Persona camtlian se afirma que la risa o cultura alemana, Pero, al mismo tiempo, iaponesa o a la decir, propias rle la psicología humana; es el enfado son emociones universales diferente manifiestan la alegria o la ira de manera se reconoce que las personas estaciones afirma que estas diferentes manif Ias diferentes culturas, pero se básicas y universales constituyen el refleio de unas emociones

ad

liditorial (l(X

6t

(:apítnlo L lil

c'órrro y el

ue...

().m
.t¡ sóro nos [rcnen en guardia contra el crédito quc tenenx)s quc dar a nucstras percepciones, por muy evidentes que nos parezcan, sino quc tambión infr¡rman a l.s ¡lsicórog.s de las pecuriaridades

der sistema vi_ sual huma¡r. y les ayudan a cstablccer una psicología de los mecanismos percep_ tivos. Ah.ra hien, no son únicamcnte ros factores geométricos y espaciares ros que

generan ilusi«.¡nes perceptivas, sino que también los factores sociares presentan esta pr.piedad. ['n un conocido experimento, Bruner y postman pidieron a un coniunto de niños que dijeran cuál de una serie de fichas circulares que

res presentaban se parccía más a otra ficha que se les presentaba como modelo. cuando el estímulo modeto era una simple cartulina, los niños seleccionaban, con bastante acierto, la ficha de tamaño más parecida al modero, pero, cuando er modelo era una moneda, los niños tendían a seleccionar una ficha significativamente

mayor. valor sclcial que tiene er dinero provocaba, pues, una sobreestima perceptiva del tamaño del soporte físico en el que el dinero se materializa. El

Flgura

l.l.

llu¡lone¡ perceptlvas

sobre los proce§os 1.2. El impacto de los estímulos sociales

psicológicos se habla del impacto de los factores precisamente en este sentido en el que por los Muchos de los estudios realizados sociales en'los procesos psicológicos' impacto' poner de manifiesto y a acotat este psicosociólogos se encaminaron a y la social, bien diferenciadas, la psicológica L¿ idea de que hay dos realidades psicológico el impacto de lo social en lo y que conviene estudiar, p6' lo tanto, que la presentemos aquí detalladamente' ha sido tan influyentt qut *t"tt percepción' eiemplo de ello en el campo de la Para empezar, pondr"moq un Es

Muchos otros experimentos, del estilo de los que rearizaron Bruner y postman, han deiado claro, por lo tanto,-que los-factores sociales también inciden en los procesos perceptivos. A partir de otros experirnentos se ha llegado a la conclusión de que los factores sociales inciden no sólo en la percepción, sino también en el resto de procesos psicorógicos que configuran er ser humano.

oj [.dit0rial

es I_o valioso

lrttrt¡lueciorr

64

tl(x]

a la l,si(1)loBia

Jo(ial

más grande

,O

Edil(trial tl( X

(lapituk) l.

65

I.ll

cóIro

y el lrorc¡ué...

1.3. t^a intcrsección entre soci«¡klgía y psicología

3,4,5 tlc la figura 1.2 representan la scrie tlc fichas dc cartón, entrc ticnc qttc escoger la que se parez"ca más a las fichas A o Ii que le dan.

l.os cirr:ulos 1,2, las que el niño

itlóntico, pero A es una ficha dc cartón y li es una moneda. La ficha cl mismo diámetro que A y B y cs, ¡ror lo tanto, la ficha arletuada; la ticnc número i tiene 4 un diámetro superior. [a flecha indica la elccción quc ha hecho (]l ficha número

A y B son dc tamaño

niño. Cuando compara la ficha A con cl resto, escogc c()rrcctamente la ficha nírmero 3. la número 4 cuando ticnc que corllparar la ficha B (moncria). En cambio, escoge

La idea según la

Hay «rtra disci¡rlina, ra s«rciorr¡;ía, quc ticnc por obieto estutliar rrs fenómenos socialcs. La psicologÍa social sc situaría, por lo tanto, en la frontera quc scpara la ¡lsic
y la strcioklgía. Más concrctamente,

se ha consideraiftr quc la psicología social se sitúa r:n la interst:cción entre estas dos disciplinas.

Flgura 1.3

cual los factores socialei im¡ractan en l
gicos está cn la base de una concepción de la psicoloSía social que la sitúa corno

(

disciplina complementaria de ia propia psicología. Según esta concepción, la psibología estudia los procesos psicológicos básicos que sc dan cn el individuo, micntras que la psicolclgía social cstudia la manera cotnt) estos p¡occsos psieológicos se ven afectados por los fenómcnos sociaies.

( Figura 1.2

Pskologío soclal

2

3

4

f<§<;

En el espacio delimitado por la intersección se encuentran los fenómenos picológicos demasiado cargados de determinaciones

sociales para que la psicología los pueda analizar debidamente, y los fenómenos sociales demasiado cargados de determinaciones prsicológicas para que la smiologfa los pueda arralizar

debidamente; es decir, los fenómenos .-,,yo estuaio logía social.

f.4.

I^a

es

competencia de la psico-

fusión entre lo social y lo psicológico

Por muy influyente y por muy convincente que haya sido esta manera de entender la psicología social, hay gue preguntarnos, aun asÍ, si es correcto ver la dimensión social como una dimensión sobreañadicla a Ia

dimensión psicorógica

y que se limita simplerurente a impactar en ella. cada día hay más psicórogos

(

o lditorial

IJOC

66

hrtf(xlucciólr a [a psic()logia s(rial

que se ale¡an dc csta concepción y que cuestionan la supucsta separabilidad clc lo social y de lo psicológico. Por otro lado, la importancia creciente quc sc ha concedido al lenguaie cn cl dcsarrollo de la persona ha contribuido clecisivamente a difuminar la scparación entre lo psicológico y lo s«rcial. El lenguaie es un obieto eminentemente social, quc sc presenta al como un producto y como un elemento constitutivo de la cultura en I se desarrolla la persona. Pieza clave para el desarroll«¡ del pensamiento, le es aquello que proporciona al niño las categorías que le servirán la percepción del mundo, para estructurar la afectividad, para las relaciones con los otros.

@

Editorial

(,(x:

67

Capítukr I. lil c'oruo

el

mentc, ¡xldcm«ls considerar que es ¡ror me«lio de la propia relación c«¡n los otros c()mo lo social intcrvienc desdc el primer momento cn la c«¡nstrucción de los pr«rccsos psic«rlógicos. Psique y sociedad no son dos realidades independientcs vinculadas entrc sí por meras ¡elaciones de influencia recíproca, sino que c
titutiva

«le ésta.

Esta idea n«¡ es fácil de asimilar, porque, cuando pensamos en la sociedad,

pensamos habitualmente en una cosa que

exterior al individuo, una cosa que le rodea, una cosa en cuyo seno se encuentra el individuo y que, por lo tanto, es

influye, de la misma manera que le influye el entorno ecológico en cuyo seno también se encuentra, pero que le influye desde fuera y simplemente se tiene le

El lenguaie y el mundo A la vez que subraya el carácter convencional del lenguaie, esta cita del antropólogo Beniamin Lee Whorf enfatiza el papel que eierce el lenguaie en nuestla construc-

ción de la realidad. "Disecamos la naturaleza siguiendo unas líneas trazadas por nuestra lengua na. Las categorías y los t¡pos que aislamos del mundo de los fenómenos no los contramos en la realidad, allí [...] sino que, al contrario, el mundo se presenta un fluio de impresiones calidoscópicas que nue§tras mentes tienen que y eso, en gran medida, significa que los §i§temas lingüísticos de nuestras mentes que organizar. Desmenuzamos la naturaleza, la organizamos en conceptos adscribimos significados, y lo hacemos de esta manera, en Sran medida ligados a un pacto pata organizarto todo de este modo: convenio que e§trictamente dentro de nue§tra comunidad idiomática y que §e los patrones y en los modelos de nuett¡a lengua. Ni que decit tiene que e§te es implícito e informulado, pero sus términos y sus cláusulas rcn no podremos deci¡ nada a menos que suscribamos todos los datos y clasificación que el mencionado pacto decreta como vinculantes aceptemos enteramente." Beniamin Lee Worf (19561. Langwyq Tlnught, and Reality. New York The Technology Press y John Wiley and Sons.

que adaptar a é1. Para véncer la dificultad que nos impide entender plenamente que lo social es constitutivo
r.p"r".i*

individuo y sociedad, y quiás la referencia al lenguaie nos puede ayudar a conseguirlo. Preguntémonos, por eiemplo: ¿dónde está el lenguaie, fuera o dentro de nosotros? Hay muchos problemas con los que tropezamos si no contestamos

que el lenguaie está dentro y fuera de nosotros, es decir, las dos cosas al mismo tiempo y de manera inseparable. En efecto, si no estuviera fuera no podríamos

adquirirlo y no podríamos comunicarnos con lc otros. La comunicación es posible porque el lenguaie está fuera, lo que permite que los otros accedan a é1, igual que nosotro§. Pero si no estuviera dentro, ni siquiera podríamos saber que existe y, sin duda, tampoco podríamos comunicarnos plenamente con los demás.

l|t].

lo mismo con lo social:

está dentro y fuera de al mismo tiempo. No podría estar fuera si no es$á dentro, y al revés. Desde esta Pasa

1.5. La construcción soci¡l dc lo pslcológlco

perspectiva, el obieto que define la psicologÍa social como disciplina deia de ser el estudio del impacto que tienen los factores'§iiciales en los procesos psi-

Así pues, podemos afirmar que con el lenguaie lo social está directamente presente en el desarrollo mismo de los procesos psicológicos y, más general-

cológicos y pasa a definirse como el estudio de la"construcción social de los procesos psicológicos.

( cl lldi((trial

2.

ti()(i

(rtl

l¡l(r()du((iólt

¿

l¡ l,§i(1)logia s(f,idl

La genealogía de la psicología social

o Editori¿l tl(X

(tt)

Capítulo

I

( lil córrro y

rl ¡urqué...

Princi¡titt di unu scienat nutw tl'i¡ttorno alLt comune natu¡a delle nazioni (lTzslera mostmr el fundarncntai pa¡rcI a¡¡cnte de las idcas cn la historia, que es el lugar ¿c realización del homhrc, y huscar cn eil¿ er ve«radc.r con(rcimiento de ra naturarei¿a humana.

(

2.1. [-os antecedentes: Vico y los significados compartidos

( vico insistiír, también, en

Cclmo es tratural, hay difercntes vcrsioncs del ori¿¡cn de la psicoklgía srxial. l:s bastante frecuente entrc los psicosociólogos hacer remontar esta disciplirra a la época de la Grecia clasica y remitir a las obras de Platón y de Aristóteles para encontrar los primeros bocctos de una consideración psicosociológica del ser huma-

no. Dejand
cr earácter c«¡nstruido de ra sociedad. para ér, ra sociedad cs un pr«rducto puramcntc humano que resulta de la actividad clesarrollada por bs i¡rdividuos. Irsta idca, que hoy aceptamos fácilmente, también fue de difícil crab<¡ración. r¿ vrciedad parece tan insensible a ros efectos que pueaen resurtar dc ra actividad de una persona particular que resurta difícir reracionar su existencia c<¡. las pe rsonas r-',ncretas que la co.stituyen. [.o más razonable consistía, por ro tant(), en situar su origen y .acimiento fuera der ámbito de ras ac_ tividades humanas, por eiemplo en la voluntad de

los dioses.

(

(

(

¡radre del positirzisnro, las primeias definiciones de ta ctisciolina. Pero también se

pueden tomar otros puntos de referencia y, por nucstra parte, nos parece que la obra dcl iilósofb italiano del siglo xvttr (iiarnbattista Vico constituye un punto dc partida mucho más interesante para r¡brcar los primeros pasos de la disciplina. "[...] una ciencia s«rcial que asuma que puede romper con el pasado desde el que ha surgidi, perderá inevitabienrente la perspectiva del futuro hacia al que habría de tencler." Scrge Moscovici (Ed.). (1986). Changing conceptions of leadership. New york: Springer-

Vcrlag.

conocemos meior to quc hemos construrdo nosotros mismos "[...] el

mund. de la vriedad c¡vil ha sido hecho, sin

rugar a dudas, por los hornbres

t...1 principros hace farta burarros, por ro tanto, en ras mo«rifiraciones de la mente huma. na. cualquicra que reflexione al respecto solo puede maraülrarse der hecho de que los filósof.s hayan puesto todoe los esfuerzos en el estudio der mundo naturur lu. Jil.nt* Dios puc.e conocef, ya que.él es. quien lo ha hech., y que hayan dedicadq en cambiq tan pocos esfuerzos ar est¡.rdio del mun«lo de ras naciones, o mundo civil, ya que, debido a haberlo hec.ho los mismos seres humanos, pueden llegar a conocerlo.,,

los

( (

( ( I

Giambattista Yic
vc para la psicología social. En primer lugar, Vico desarrolló la idea segun la cual las soci«la
evolucio¡an y camb.ian en el transcurso de la historia. Esta idea, que hoy nos parece tan sencilia y tan evidente, requirió, en cambio, muchos esfuerzos para constituirse y ser aceptada comúnmente, porque el carácter cürcreto de la sociedad está tan presente en Ia persona que nace y se desarrolla en ella que parece que siemp.re haya existido y que sea inmutable.

Vico, Giambattista §ápol es, l66&l7tl/l)

.

Filóy.lt'ü italiano, autodidacta, fue profe«rr de retórica en la Llr:iversidad de Nápoles. convirtió el racicnalismo en un historicismo, al presentar ia razón como una realitlad que actúa por sí misma corr urra irragotable fecundiüd creadora. El propósito de su gran obra

Pero vico investigó sobre todo la manera en que se iban constituyendo las significaciones compartidas que constituyen el fundamento de una sociedad y sin las cuales no sería posible la interacción entre los que Ia integran. Vico nos e.xplica, de una manera que hoy porlemos considerar simplista, pero que revela una profunda sensibiridad psicosociar, córno se con§tituyeron ios primeros significados compartidos a partir de las reacciones comunes que tenÍan los seres humanos ante los acontecimientos naturares. por eiernpro,

(

( (

(

ante los truenos y ra-

yos de una tormenta, corrían a rcfugiarse en cuevas y otros refugios, de manera que desarrolraban coniuntamente una misma activi«lad en un mismo momenh)

y ante estímulos idénticos. Fueron estas reacciones comunes,.§qq los ge§tos y las conductas que impricarran, las que fueron estaurecienio, r., ou§es para construir códigos de comr¡nicación v significados compartidos.

ffi.'olo,

( (

( ( (

( 70

l¡rl¡¡[k(nr'

¿

l¿ l'\i((n(,8iJ s({¡al

7t

(:¿p¡lul,)

¡ u(dnoycl

lxrqxc

l,a dit¡rencia entrc qitas dos psic()l()gÍas sociales, en cuanto a enfoques tcóri_

2.2. I-a formación de la psicología soc¡al en la Europa del siSlo xrx

cn la primcra de estas dos orientaciones se toman los y)riale-"i y los indivirluos crrmo unidad de análisis y se estudian sobrc fenómcnos

cos, cs clara. Micntras quc

'lt¡davía tcndrcmos quc cspetar más dc un sigltr
determinantes culturales de las mencionádas conductas. En el marco de ta primera de estas orientaciones se enfatizan los instintos sociates que empuian al individuo a desarrollarse como ser social, buscando el contacto con sus congéneres (insttnto Sregario) y aprendiendo las pautas del

I (

comportamiento social (instinto d€ im¡tación). La otra.orientación porre el acento en los factores culturales que reSulan la socialización de las pcrsonas y que marcan la vida social, Prestando una atención muy particular a la sedimcn-

todo la conducta $cial y el impacto dc los estímulos yxiales en los prGesos psicológicr.rs, cn la otra ofientación sc toman la interacción social y la dimensión s()cial como unidad de análisis y sc tstudian sobre todo las características de la vida

colectiva y su repercusión en la !,onfiguración social de las personas. Junto a estas diferencias de naturaleza teórica, también se manifiestan difc_ rencias mcbdoló8icas: mientras quc la tlSP recurre con frecuencia a la experi-

mentación en laboratorio o a discños cxperimentales en situaciones naturales, la PSS se inclina por los estudios de campo, la obseNación sistematizada y la recogida de datos en situacio¡res de la vida cotidiana.

[a separación y a veces el e¡tfrentamiento entrc estas dos perspectivas

se ha

atenuado después de la importante crisis por la que pasó la pSp a finales dc los años sescnta. (lomo consecuencia de esta crisis, parte de la pSp se ha acercado,,a los

planteamicntos de la

PSS

y ha desarrollado una tercera vía que intenta superar

tación de ¡a historia de los pueblos en sus lenguas, en sus creencias y en sus tradiciones culturales. Es, por eiemPlo, desde esta. segunda p€rspectiva desde

la división disciplinar entre psicología y sociología restituyendo a la d¡mensión

donde Wilhelm Wundt desarrollará a finales del siSlo xlx y comienzos del siSlo xx una obra importantisima y voluminosa sobre la psicologia de los pucblos-

fundamental del Ienguaie cn la construcción de los fenómenos psicológicos. Esta tefcera vía ha recibido el nombre de psicología scrial construccionista (pSC).

social toda ta importancia que tiene en el análisis psicosocial y rescatando el papel

La rapidísima exposición de la genealogia de la psicología social que acabamos de leer nos ha hecho sobrevolar en pocos párrafos más de dos siglos de his-

2.3. El desarrolto de la pslcologíe social en los Estrdos UDidos

tor¡a hasta desembocar en el momento actual. Es necesario remontarnos, ahora, a

Aunque se irá perdiendo poco a poco el interés por unos suPuestos instintos sociates, gran parte de la psicología social mantendrá la PreocupaciÓn por los fenómenos individuales, hecho que dará lugar a aquello que algunos autores han denominado la psicoloSía social psicoló8ica (PSP), que conocerá un importante desarrollo en Dstados Unidos durante el siSlo xx y que influirá a partir de este momento'sobre la psicoloSía social desarollada en otros lugares del mundo.

los inicios de la disciplina para ver más detenidamente cuáles fueron los gran-

des temas que

solicitaron la atención de los primeros investigadores y que favorecieron la progresiva constitución de la psicología social.

2.¡1,

los temas fundaciotrales: instintos mciales, lmitación, sugestión y fenónenos colectivos

Paralelamente a la PSP, se desarollará, también en Estados Unidos, una psi-

cología social socioló8ica €SS) más Pmxima a los planteamientos de Wundt, pero que no alcanzará un grado de difuslon parecido a los de la PSP y quedará

(

( (

circunscrita básicamente af ámbito de la socioloSía.

l)

Los instintos

En la segunda mitad del siglo xrx, época en la que la psicología social fue to-

mando forma, la influencia de los escritos de Darwin era muy importante. Este

( (c)

l.:dilorial t,(X:

Irrtrr¡tft¡r'tirirr a h l,sic()l(rgia s()cial

72

hecho cxplica quc, por anat()gía con lo que pasa crl el rcst() dc cs¡rr,-ics animalcs, la psicología s«rcial prcstara una gran atención, igual que toda la ¡»ic«rlogía, a la cuestión de los instintos c intentara explicar la conducta dc los scres human«rs en términ«rs dc difcrentes instintos sociales que muevcn a las ¡x:rrcnas. Detrás de cada fenómen«r ¡xicosocial se buscatra el instinto que lo pr<xrucía. De aquí viene quc se hable de: instinro greg)año-paraéip-licar quc ras pcisiiná.s tie n den a buscar la compañía de sus semeiantes, der instinto agresivo para dar cucnta

de la h«¡stilidad interpersonal o intergrupal, y del instinto oltruistapara cxplicar la solidaridad entre las personas, etc. [¿ tendencia a buscar la explicación de l«¡s fcnómenos sociales en las características innatas de las personas se encuentra, pues,

muy presentc en los prirneros momcntos de la psicología social. En la obra de 1871 sobre el origen del hombre,

c.

R.

Darwin decía lo siguiente:

"si consideramos al homb¡e como animat sociar, es muy probabre que tenga que hc-

redar determinadas tendencias a guardar fidelidad a kis compañero_i y a soireterse at iefe de laLribu, ya que ambas cuaridades rcn propias de ra mayoiíi ie ¡os an¡maies sociales. Baio la.intluencia de esta herencia estará dispuestu u rili, en defensa de sus camaradas en convivencia con el festo y a prestarles colaboracion

en cualquier circunstancia, siempre que no sea con urr det¡imento excesivo de su propio bienestar () de sus aspiraciones más profundas.,, Charles R. Darwin (1871). ['t origen del hombre. ¿Qué instintos? Para el psicosociólogo

o Editofi¿l t,()(;

73

( al pcrcibir t¡n determinád. obieto y a actuar, respcct() a e[o, de una paf ticurar., cua.d, men,s, a expcrimentar un impulso al

nada caftdad manera

"El instinto de huida y la emoción del miedo. L,l instinto de_Lepulsión y la emoción del di¡gus.to-El instinto de taqu_riosilhdflfEññ.on Os.¡a s,q¡;-ñTt iñíinto Ae ta pusnacidady la emoción de la-ira..Los instintode autorebaiaril;-suieción) y er de-autoafir-

TTlQ_l.-{o exhibición de sí mismo), y hs ómociones ae U..sú¡eciói'y_qe!_S9(. to sentimiento negativo y positrvo). El instintg.paternal y la emociéñái: iá ternlra. El ins_ tinto.de reproducciú1r. El instinto glega¡io. tt ¡r»úntoüe adt¡uisición, El instintc be constnrcción."

wiltiam Mcli
(

eiecutar tal acción.,,

N, obstante, la mr¡da intelectual favr-¡recitla pnr ros trabaios

Darwin fue

(

y ra referencia a los instintos desapareció progresivamentc tlc l«rs plantcamicnt<¡s psic,s,ci,rógicos, y también cre ros plantea_

(

perdiendr fuerza

p.c. a poc,

cre

rnientos psicr»l
2) La imitación otro de

gra.des temas fundacionares de ra psicorogía sociar es el fenórneno «lc la concructa de ros niños conduce a ros primeros psicólogos sociales, cntre los que conviene destacar muy especialmente a Gabriel '[ardc, a ver e¡r el fcnómeno de la imitación ra explicación de la manera en que los seres humanos aprenden a desarrollar las conductas consideradas como "normales" y deseables en su sociedad. se trata, en realidad, cle u, primer intento dc explicar er fenómeno de la s<¡cialiización, es decir, er mecanismo me_ diante el cual los individuos que nacen en una sociedatr interiorizan de la

l«rs

imitació,. [,a obscrvación

los varores, esquemas relacionares y ras pautas de comportamiento propi,s de esta sociedad, de manera que se permite que, generación tras generación, se mantengan y se reproduzca¡r ras características básicas de la sociedad. t.os adurtos, que ya han inte¡ iorizado las normas sc¡ciales vige.tes, se erigen en el modelo quc las creencias,

a su vez

en personas adap-

tadas e integradas en la sociedad. "El material der que se nutre el niño se encuentra en er almacén de actividades ya era. boradas, de maneras, de modetos, de organización, etc., que posee la sociedad. Esto. sirve de elementos estimulantes, de puntos de refe¡encii [..J er niño na oe pooer aprender [...] ha de ser capaz cte imitar [...].,,

fy-es

(

( (

( (

l's

imitan los niños y de esta manera ros niños se erigen William McDougall, los principales instintos eran tos siguientes:

(

(:al)itul() l. lll c(into y cl lxrrqué...

I

(

(

( (

t"t. Baldwin (rgo2). sociar and ethicar interpretations in mentar deveropment.New

York Maclnillan.

(

El interés

(

intn¡duction ht suiar psychorogy. London:Methuen.

McDougall nos daba en esta misma obra una definición crara de I,s instintcs:. "Así, pues, pode,rros definir lo que es instinto dicienrio que representa una disposición psicoñsica hqedada o innata que lleva a su poseedor a percibir objetos de una ieterminada clase y prestarles atención, a experimentar excitaiión e-ocionat ae un. J.r*,.r-

por

la imitación permaneció durante muchos años en ra psicologia social, ¡rero fue deiando.paso, poco a poco, a plantearnientos más sofisticados en términos de aprendizale sociar. ¿.Las teorías del aprendizaie

sociar pretenden explicar este mismo fenómeno de ra sociarización y de ra reproducción sociar, pero salvando algunos de ros escoilos cr¡n los que topaba er cc,cepto de imita-

(

( ( (

lltlr(xlu.(iolt ¡

,c t:drlorial I l()(.

la l)\i(r)l()giJ \(xi¿l

cia)n, corn() p()r quc inlitart kls niños? () ¿.prlr quó n() sc irttclioliza todtl aquclkr quc sc inlita,cs dccir, tanto [as conductas desca[rlcs c(,rlr() l()s rnalos cienrl)l()sl

0, finalr¡rcntc,

¿ca)n)o sr: pasa de la sim¡llc

inritacitin a la ap«rpiaci
(

lrpitul() L Ill crirrto

y el ¡xrrquc

te const:icntcs tlc esta imposicirirr y así ¡lucdan conservar, por [() tanto, cl sentimicnto c¡uc las asumcn para cllas mismas.

Baiando hacia el individuo

La sugestión

La

prcocupación por el fenómeno de [a socializaci(ln rlrientó los prirneros pa-

tan importante

"t...1 La psicokr¡;ia social cn Arnórica prnnkr dejó de ser genuinamcnte social y tró en cl contportamir:ntt¡ de l«rs individuos."

como la imitación: cl fenómeno de la sugestirin. Robert lrarr ( 1986). y Serge Moscovici

I

15

L

Estas tlos citas rcflcian <:laranrtnte la evoluci
3)

sos de la psicolo¡¡ía social hacia el estudi«r dc otrt¡ fení¡mcno

t(litorirl l()(

u¡la

pauta dc c«rnilu(la?

(

O

Mediante la sugestión se pretende explicar [a manera ct¡mo las petsonas se amoldan al contexto social y acaban reproduciendo sus caractcristicas sometiéndose a las indicaciones y a las exigencias de los otros; es clecir, en definitiva, a las cxigencias de la scxiedad.

se

cen-

hc krial l)syclrology of william Mcl)ougall. t"n Carl F'. Graurnanrr ([tl.) ()hunging concelcions ol crow,d mind and behavior. New york: 't

Springcr.Verlag. Dc una manera más contundcnte, (¡raumann rlcclara que la evolución de la psict>logía social drsembocó en "la individualiación de lo social y la desocialización del in-

dividrro".

( Ln los ¡rrimeros estudios sobre la imitación, cl papel dcsarrollaclo por cl adulto es escncialrnente pasivo: se limita a figurar conto utt rnodelo que el niño in-

C. Ir. Grauntann, en el llibre citado ar¡teriormente

tenta imitar con más o menos acierto y es en esta facultad de imitar donde descansa la posibilidad misma del proceso de reproducción social. Tomar en consideración la sugestión invierte los papeles, ya que es e[ adulto quicn pasa a

En la línea de los trabajos dcsarrollados por el psicólogo Alfred Binet, quc clarían lugar al influyente libro tituladrt La sugestión, Ia psic«rlogía social fue profundizando en este fenon¡eno aunque abandonó poco a poco el término

tener el rol activo mientras que el niño se convicrtc en un receptor pasivo de ias

sugestiótt y lo sustituyó por el concepto más amplio de influencia social. l)e esta

influencias eiercidas ¡lor los que lo rodean. Pero el resultado es cl mismo. Los primeros trabaios sobre la sugestión no cran aienos a la influencia que

manera se abrió una de las líncas de investigación más imDortantes de la disciplina. Los estudios sobre influencia social abrazaron progresivamente todas las

eiercían en la época los trabaios y las polémicas en torno a la hipnosis, fenóme-

situaciones en las que las personas adoptan el punto de vista expresado por los

no que se había puesto de moda en los círculos intelectuales y que mostraba cómo una persona podía obligar a otra a adoptar ciertas conductas o asumir ciertas maneras de ser sin que esta últ¡ma fuera consciente del hecho de que alguien había doblado su propia voluntad. [,a proximidad entre los conceptos de

otros o se aproximan a é1, y también las situaciones en las que las personas adoptan tanto las conductas desarrolladas por los otros como su manera de ser

sugestión y de hipr-iosis indica que el proceso que está en iuego no es un proceso de obligación y de obcdiencia, sino que es un proceso de inducción en el que el suieto nb percibe que se le ha impuesto una conclucta y mantiene el sentimien-

to que

es

amo de sus propias actuaciones aunque le hayan sido dictadas por los

otros. Con el fenómeno de la sugestión, lo que se estudiaba, sin que quedara ex-

plícitamente formulado, era la manera como la sociedad consigue imponer las pautas de actuación socialmente establecidas Sin
o se aproximan a ellas.

4) Los fenómenos colectivos Jrrnto con el interés por la irrritación y por la sugestión como [lecanisnros de la socialización, también se manifestó en la naciente psicología social un gran interés por los fenómenos colectivos y por las cr¡nductas de las masas. El estudio

fenómenos colectivos dio iugar a la preocupación por conocer las produc cioncs colectivas de los puehlos, como las tracliciones culturales, las peiüliaridade los

«les

lingiiísticas, los mitos y las creencias colectivas, los háhitos de todo ripo.

Es

o lldirorial t,(xi

76

Irrlrodt¡tciri¡r

a la

l)s¡«)loBia s()ci¿l

esta línea «le invcstigación la que quedará eicmplificatla cn la ohra dc Willrclm

Wundt sobre la psicología de los pueblos y, un poco nrás tarcle, cn

las otrras dc

los primeros interaccionistas simbólicos, enfocadas hacia el estudi«l dc canismos mediantc grandes colectivr¡s

l«¡s

l«¡s

nre-

cuales se construye y sc mantic'nc cl <¡rtlcn social dc krs

@

Editorial L,(X)

77

ulo I.

Ul

cdllo

( cl

populares, sino tambi('n porquc la psicotogía social se fue centrantlo carla vez más en unidadcs dc a¡rárisis más reducidas. De esta manera, baió

(

del ámbito de

los

fe,ómen,s c.lcctiv.s

ar de tos pcqucños grupos y de las relaciones interpersonales hasta situarse, finarmcntc, en er campo de los fenómenos individuares.

(

srrc-ia les.

Como parte del interés por kls fenómen
C.onocer para

(

transformar

Esta cita dcl psic'srrciórogo Kenneth (iergen ilustra er cambio que se ha producido en la psic.logía social. Dn efccto, K. Gergen tlecrara que las teoríai psicosociológicas tie_

irrupción de las masas en la escena social que, después de la Revolución Franccsa, se volvió a producir en el año 187 I , durante la revuelta de la Comuna de Pa-

nen quc tener:

rís, llamó la atención de muchos ¡rensadores. Es así como uno de elk¡s, Gustavc Le Bon, dcsarrolló un influyente tratado sobre la psicología de las masas cn cl

"[...] la capacidad de cuestir¡na¡ las asunciones dominantes de la cultura, de plantear reconsideraciones de aquelro que se da como evidente y generar de esta manera nuevas alte¡nativas para la acción social.,,

que intentaba dilucidar los mecanismos psicológicos que intervenían en las ac-

(

tuaciones colectivas. En estc tratado, Le Bon atribuía a las masas un efecto de Kenneth Gergen (1989).

despersonalización de lql_ tndividu-Os que los impulsa a liberar k¡s instintos más primarios. Convertido en un ser anónimo, el individuo sc deia influir con rnu-

cha facilidad por los estad<¡s anímicos y las conductas de las otras personas presentes en la masa, y también por las consignas y las actuaciones de los tíderes

que emergen en la confusión de las congregaciones masivas. La supuesta infrahumanidad de las masas

"Aún más, por el solo hecho de que forma parte de una ¡nultitud organizada, un hombre baia algunos peldaños en la escalera de la civilización. Aislado, puede ser un individuo cultivado; como parte de una multitud es un bárbaro; es decir, una criatura que actúa por instinto. Posee la-_espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también el entusiasmo y el heroísmo de los seres primitivos a los que tiende, además, a pareCerse, por ta facilidad con la que él mismo se deia impresionar con palabras e imágenes -que podrían estar totalmente sin acción en cada uno de los individuos aislados que componen la multitud- y ser inducido a cometer actos contrarios a sus inte¡eses más obvios y a sus hábitos más conocidos. Un individuo en una multitud es come.-un grano de arena que el viento maneia como quiere." Gustave Le Bon (1983).

Ia

Ibáñez

([d.), El

r^a psicologia moderna i ra retd¡ica de la realitat. En Tomás conocimtento de la reatittatt social. Barcetona: Sendai.

(

Después de exami¡rar cuáles fueron los primeros temas que favorecieron ra constitución de la psicología social,como disciplina diferenciada de las disciprinas más próximas, es

(

difícil no darse cuenta de que en

las primeras etapas la psicoro. gía social estaba más preocupada por los mecanismos de reproducción y conservación de la realidad sociat estabrecida que por los mecanismos

(

del cambio sociar

(

un detenninado temor ante las manifestaciones populares susceP tibles de trastocar el orden social reinante. euiás es útilcontraponer esta primera

(

y que refleiaba

época de la psicología social a las orientaciones actuales de la psicología social, so_

(

bre todo en la vertiente socioconstruccionista, que ponen er énfasis en ra trans-

formación social e individuar y que abogan por construir nuevas relaciones sociales

y nuevas maneras de ser.

( ( (

Psicología de las masas.

Madrid: Morata.

En el desarrollo posterior, Ia psicología social se aleiaría progresivamente del

interés por las masas, no 3ólo porque quedó patente que los estudios realizados por Le Bon y sus contemporáneos contenían muchos preiuicios y reflejaban todos los estereotipos que tenía la burguesía con relación a las manifiestaciones

3'

r as

grandes orientaciones teóricas de la psicorogía social (

Hemos visto en el capítulo anterior que la psicología social nunca ha sido una disciplina unitaria y homogénea, sino que durante mucho tiempo coexistieron doc

( ( (

!O

lutr(ducci(irr

78

!ditorial UOC

¿ la

l)sic()l()8ia s()cial

y una tcrccra p:iic()k)gía social quc se crc(i dcscrcer que cstos tres pués de k¡s años sctcnta, ta l,SO. Aun así, scría una falacia

psicologías socialc§, ta t)Sl'y la

PSS,

uno sc nranificstan bloques son, a su vez, homo8óncos, pues tJentro dc cada comple más io cl panoranla dc orientaciones tliferentes quc cg¡tribuyen a hacer a la ctlmplciila psicología social, pero que también lo enriquecen y lo aproximan principalcs tlricntadad de ta realidad social. lntentaremos dar cuenta ahora de las ciones que podemos encontrar en las cliferentes psicologías socialqi'

3.1. El interaccionismo simbólico en la El interaccionismo simbólico (lS) es, sin duda, la corriente domi¡rante pSS. El IS nació de los trabaios de George

Herbert Mead

a

comienzos del siglo xx

y se asienta sobre tres premisas básicas: Herbert Blumer define de la manera siguiente el interaccionismo simbólico:

,,La expresión

'interacción simbólica' hace referencia, sin duda, al carácter peculiar y dis-

retinto de la interacción, tal como se produce entre los sercs ht¡manos. Su peculiaridad 'definen' las acciones aienas, side en el hecho de que estos seres humanos interpretan o

como sin limitarse únicamente a reaccionar. Su 'respuesta' no se elabora d¡rectamente que otorgan el significado en que basa se de las acciones sino de los otros, consecuencia por el uso «le a estas acciones. De esta manera, la interacción humana se ve mediatizada del próiilas rciones de los símbolos, la interpretación o la comprensión del significado un pro intercalar a equivale mediación tal caso del comportamiento humano, mo. En el ceso de

interpretación entre el estimulo y la respuesta."

Herbert Blumer (1982). F,t interaccionismo simÑlico: perspectiva y

métú.Batcelona: Hora'

O [.dilorial

t,(x

79

(:al)itulo l. til etiruo

y el lDrque...

definc comt¡ un cstínrulo quc ticnc un significado aprendido y un valor para la gente, y la rcspucsta tlcl hornbrc al sínrbokr se hacc cn términos del significado y valor que tiencn, en lu¡¡ar tle cn tÓrminos tlc la cstimulación física de los órganos sensoriales. Por poncr un eicmplo scncillo: una 'silla' no es simplemente una colección dc cstímulc¡s visualcs, au«litivos y táctilcs, sino que significa un objeto en el que la gentc puecle sentarse. Si uno sc sicnta en clla, cl
Approach. [,ond<¡n: Routladge

2) La importancia de la interacción social:

los sigr"rificados no los traen los

objetos en sí mismos, sino que emergen a partir del intercambio y de las relaciones

con las otras personas.

Es

en la interacción con los otros donde se foria nues-

tra forma de interpretar la realidad.

3) La importancia del carácter activo de la persona: cuando decimos que los significados se forman mediante nuestra relación con los otros, no decimos

que son los otros quienes nos indican o nos transmiten estos significados, sino que somos nosotros mismos quienes los elaboramos, aunque para hacerlo sea necesaria la interacción con los otros. En efecto, la persona eierce un papel ac-

1) La importancia de los signiñcados: el ser humano no achia tanto con relaque se relaciona, a las supuestas características obietivas de los obietos con lo§

tivo, seleccionando, transformando, negociando los significados adecuados en función de las acciones que pretende desarrollar en las diferentes situaciones,

Es funcomo sobre la base del signiñcado que atribuye a los mencionados obietos. persona damental, por lo tanto, conocer cuál es la interpretación subietiva que una

A partir de estos supuestos básicos, se han desarrollado en el pasado y se de-

ción

hace de üna situación si queremos entender su conducta en esta situación.



crtación de los obltos

vive en un medio simbólico tanto como en un medio fisico y puede ser ,estimulado' a actuar tanto por simbolos como por estímulos físicos. Un símbolo se

,,El hombre

sarrollan actualmente muchas e interesantes investigaciones sobre una extensa gama de fenómenos psicosociales, como la construcción de la identidad social. En el marco de la PSP reseñaremos ahora tres orientaciones cuya influencia ha variado según las épocas: la orientación conductista, [a orientación psicoa-

nalÍtica, Ia orientación cognitiva.

ffRb^

li u.¡u,q.N. E) :/ Y: \?2o,.-.t$y'

e t.dit(trial ( J()(l

8()

lntr()du(ci(itI

¿

la ¡rsicologia srrial

O Edit(trial

3.2. El socioconductrsmo

t,(Xl

nt

L EI córno y el

ue...

3.3. La orientación psicoanalítica (

[¿ «lcfinici(¡n de la psicol
"La psicología desde el punto de vista conductista cs una rama cxperimental puramente obietiva de la ciencia natura[. Su clbietivo teórico es la predicción y el control de la conducta. Las formas de introspecci(ln no son parte csencial de sus métodos, ni el valor científico de sus datos depende de la rlisp
La orientación conductista recoge, de hecho, un coniunt() muy diversificaclo de teorías, a veces bastante contrapuestas, pero que tienen en común una misma

insistencia sobre la necesidad de estudiar los comportamientos observables de las personas y de explicarlos en función de urros fenómenos que sean también observables.

l¿ orientación psic.analítica

se inspira obviamente en las formulaciones de Sigmund'Pfeud para cxplicar rr¡s fcnómenos psicosociares. El propio Freucr desa-

(

rrolró importantcs anárisis psicos
(

so_

ciales, las rclaci.ncs intcrpersonarcs y ros fenómenos de liderazgo. sus seguidorcs también realizar.n contribuciones importantes a la psicología

social, estudian
deiado en los c.nocimientos rle todos ros psir:ólog.s sociares y en er conoci_ miento culto en 6cneral.

"En la vida «le t¡n individtro, er otro ejerce er papel de un modero, de un objeto, dr un socio o de un adversario; o sea que de arguna manera ra psicología ¡nd¡viduar á, ,u,nbién desde el inicio una psicología social.,,

sigmund Freud

(

l92ll

Biblioteca Nueva.

3.4.

I^a

1973). La psicología tle las ¡nasas y er análisis der yo. Madricr:

cretas de la situación en la que se encuentra y conocer, por otra, la experiencia

previa que haya tenido la persona con estas características o con características si-

milares. L¿ iclea básica es que, mediante estas experiencias previas, la persona aprende a establecer determinadas relaciones estables entre las características de una situación (estímulos) y las conductas adecuadas a dichas características (respuestas). Es comprensible qrre, a partir de estos supuestos, los conductistas inte-

resados

en la

psicología

cocial hayan dedicado muchos de sus esfuerzos

a

dilucidar Ios prgcesos de aprendizaje social mediante los que las personas consiguen desarrollar las pautas de comportamiento ade¡uadas a su vida social.

( (

(

(

(

teoría de Ia Gestalt y el sociocognitivismo

(

Así, por eiemplo, el conductismo considera que, para predecir la conducta que

desarrollará una persona, hace falta conocer, por una parte, las características con-

(

Mucho antes de que se produiera la revolución cognitiva en psicología, la psicologia social prestaba ya una atención particular a los procesos cognitivos

y partic¡paba de unas forrnulaciones de indudable carácrer cognitivista. Esto se debe, posiblemente, al impacto que tuvo Ia teoría de la Gestart, o la teoría

( (

de la forma, en psicología sociar, y también a ra dificultad de anarizar ras rela-

ciones interpersonales sin hacer intervenir en ello atribuciones de intenciones, interpretación de significados, representación del otro u otros asprss¡r, ¿. carácte¡ escasamente conductual y fuertemente mental. [a orientación cognitiva se centra en el estudio de los procesos

(

inferenciares

que caracterizan el pensamiento humano y, en el campo de la psicología sociar,

(

,(

.ct

t:,diruial

tl(xl

I¡rtr(xlueei(i¡r ¿ la lIieol()gi, s(f,iJl

ri2

(cj,

L.ditorial

analiza cl intpacto quc tiencn lt¡s factorcs socialcs cn l<¡s mecanismos y cn kls

ción teórica ha iclo suplantantlo poco a poco la influcncia que tenían las orientacioncs .ct¡nductistas, y se ha convertido en la principal oricntación dc la psicol
"[...] el término'cognición'se refiere a t<xlos aquellos pr(xesos mediante los cualcs la entrada sensorial se transforma, se reduce, sc elabora, se almacena y se usa."

Ulrich Neisser (197 61. Psicología Cognitiva. México:'I'rillas.

formulación

se

manera:

(

(

Susan T. Fiske y Shelley Ii. Taylor (1984). §ocial Cognition.

london: Addison-Wesley

La PSC retoma, en

finalizar este apartado, todavía nos queda ver la

PSC. Si

hemos utilizado,

al final del párrafo anterior, la expresión psicología social conwrcional, es porque al

final de los años sesenta

se

bue'a medida, las premisas der interaccionismo simbórico

ción de la realidad psicológica, a ra vez que extiende la consideración der papel del lenguaie a las teorías elaboradas por los psicólogos y muestra cómo inciden convenciones puramente lingüísticas en los conocimientos que elaboran las

ciencias humanas y sociales.

( Para

itulo l. lil c(xlo

(lS), conce«le gran im¡rortancia a la dimensión subjetiva de la realidad social, a los significados y a la consideración de la actividad del individuo. pero esta orientación acentúa todavía más el papel que eierce el lenguaie en la formula-

las

3.5. El socloconstruccionismo

8.t

Kenneth Gergen (1985).'l-hc smial constructionist inquiry: context and implications. En Kenneth (iergen y Keith r)avies (Ed.), T'he social construction of'the persor¡. New york: Springcr-Verlag.

traduce de la siguientc

"[,] estudio de [a cognición s
i()(

nrundo son artcfact(,s s«rcialcs quc resultan dc los intercamhios, sicmprc históricamcnte situad«rs, c¡rtre las pcf sonas. l)csdc el construccionismo se considera que k>s térnrin.s dc csta c.rnprcnsi<'¡n .<¡ ¡rr.vienen automáticarnentc de las caracte_ rísticas pr()pias dc la naturalcza, ni tampoco de nuestra c<¡nformación genética. son el rcsultado tlc un proccso activo y cooperativo que se da en la relación interpersonal [...1. Destle csta pcrspcctiva, la ¡nvestigación social ya n. c.rre el riesgo
rcsultad()s dc la activiclad intelectiva. A partir de kls años scsenta esta ()ricnta-

En el campo de la psicología social esta

t

empezaron a desarrollar una serie de enfoques alter-

nativos que pretendían situarse en una postura crítica con respecto a la psicología social en uso y que pretendían configurar una nueva forma de entender la

disciplina..Gran parte de estos enfoques alternativos se pueden reagrupar bajo la denominación de P§C.

El construccionismo social pone atención en el hecho de que la realidad social y todo aquello que la compone se construye literalmente mediante las

prácticas sociales concretas que desarrollan las personas y los colectivos en la vida cotidianana. Al mismo tiempo, la realidad social construida por estas prácticas revierte en ellas mismas y define el marco de posibilidad. Esta de-

pendencia entre el marco social que incide sobre nuestras actividades y las actividades que inciden, a su vez, sobre la conformación clel marco social ha sido teorizada por el sociólogo Anthony Giddens con el nombre de dualidad estructural. La insistencia en el papel constructivo de las prácticas sociales

"El construccionismo social se propone básicamente dilucidar los procesos mediante los que las personas consiguen describir, explicar y, en definitiva, dar

desemboca inmediatamente en el reconocimiento de la historicidad de lo social, ya que éste emerge de unas prácticas que se modifican necesariamente

cuenta del mundo en el que viven [...]. Los términos en los que se comprende el

en el transcurso de los acontecimientos sociales- Dicho de una manera lapi-

o Uditorial tJ()L:

84

liltr()dr¡(ci(i¡r a la [)sic(]logia s(f,ial

claria, truestras c()Stumbres pr()ducen cosas y estas cosas modifican las ct¡stumbres quc las han Producido. Desde esta perspectiva que va adquiriendo una influcncia crccientc en la

psicología social, qucda clartique, catnbiantlo las costumbrcs, l<-¡s seres humanos tiencn la posibilidad de cambiar a la s«rcic¡lad quc resulta y cambiarsc ellos mism<¡s.

4.

c)

[dil(]rial t ¡(X:

(iapitulo

8.5

4.1. La intervención en los problemas sociales (

A pesar rle cstas co.sidcracioncs, sc pucrle malltener una diferenciación entre el ámbit«¡ tle las apricacioncs dcr satrer y el ámbito de ra producción del saber, aunque só.¡ sea para dar cucnta de ra mayor o menor implicación der psicólogo social en los pr
a

Cuando se hacc la pregunta sobre la utilidad pfáctica qt¡e pueden tener determinadr¡s cotro(:imientos científictls, aparecc, inmcdiatante¡rte, la Sran dict> tomía entre investigación básica e invcstigación aplicada. "t...1 La investigación básica apunta y se dirige hacia la acumulación de conocimie-nto en torno a alSunos principios fundamentalmente {e la conducta, mientras que la investigación aplicada pretende suministrar alSuna a¡r{a a la solución de un problema-" L. i}ickman (Ed.). (1980). Applied Social I'sichoktgy Annual' Bevcrly Hills:

Sag,e'

Sin embargo, no siempre es fácil de mantener esta diferenciación en el campo de las ciencias sociales y humanas. El influyente psicólo8o social Kurt l,ewin aseveró una vez, con Sran acierto, que "nada es más práctico que una buena teoría,,. si esto es efectivamente así, y nos inclinamos a pensar que lo es efectivamente, se difumina la frontera entre las actividades que conducen

y las actividades enfocadas a resolver problemas todavía más patente

prácticos de la vida cotidiana. Esta difuminación si conside.ramos, iunto con Lewin, que eS por medio de Ia intervención activa se hace

en ia resolución de problema§ prácticos como se pueden constituir determinados conocimientos teóricos. El propio Lewin desarrolló un plantearniento qge, con el nombre de invtstigación/acción, incitaba a los psicólogos socialcs a involucÍarse en la resolución de los problemas sociales para hacel avan?¡;, de esta manera, el conocimiento teórico.

( lll crirrro yel porqué..

( (

Aceptan«I,, c,n ras reservas mencionaclas, ra distinción entre lo básico y lo apri_ cado, no hay duda dc que la psicorogía sociar sc preocupó desde ros pri*eros momentos no sórr¡ de protlucir conocimientos sobre los fenóurenos psicosociares, sino también de diseñar lcls i.strument* para po
¿Para qué sirve la psicología social?

a elaborar conocimientos

I

I

lo largo de to¿a la historia

de la psicología social para facilitar ra rcducci,n de la hostilidad entre ros grupos humanos y para atenuar ros fenómenos de discriminación que rracen de los preiuicios soc'ialer. Si nos detenemos un momento pafa pensar quiénes somos cada uno de nosotros, podemos recorrer un largo camino que va desde ras definiciones más generales según las cuares somos, por eiempro, seres vrvos o somos seres humanos, hasta las definiciones más particulare.s que nos sitúan como individuos absoruta_ mente ifrepetibres, con un nombre propi, y una historia de vida que nos diferencia del rest. de seres humanos. pero entre est.s dos extremos hay muchris niveles i¡rtermedios: también somos homb¡es o muieres; heterosexuares, homosexuales o bisexuales; niños, jóvenes o viejos; cataranes o gailegos; anarquistas o conservadores; cu!és o periquitos; etc. Es decir, pertenecemos, sea por elección o por circunstancias o por ambas cosas al mismo tiempo, a una murtitud de categorías y de grupos que contribuyen a hacer que seamos prec¡samente quienes ,o*or. oá la misma manera que nuestras relaciones interpersonares transitan por episodios de colaboración y de apreciación mutu2s y por episodios de competición

y de

conflicto, también las relaciones e'tre los grupos trans¡tan por momentos de armonía y momentos de tensión que de.sembocan a veces en enfrentamientos violentos que salpican diariamente las páginas de los diarios.

( (

(

(

( ( ( ( (

El conflicto entre los gru¡x»

C* tas diferencias cutturales y físicas observabtes ,*:l$:^lllT_d. racllrtan ras reacciones discriminatorias hacia los miembros

entre grupos aienos al grupo. Es inne_

( ( (

( (

(

(

q)

IItrtrluecititt

tt6

llditorial tro(l

a ld l»ic()l()Bia s()cial

y los prciuicit)§ gabte que estas difercncias cierccn un papcl cn [a h«rstilitlatl

c]lttc 8rr¡-

qtlc n. haccn falta iur, pa,,, esta ctapa clcl ctt.flict. cntrc Srupo§ ha dcnr'stradt) cntfe Srtrpos, conflictos «lifer"n.ias culturalcs, físicas o ccon(lmicas Para qtlc surian grupo'" al aicnos micmbros los de actitutles hostilcs c imágencs estcrcotipadas Muzafer Sherif (1967). Group conflict antl coopcration [.on«lon: ltoutledge.

o Edito(ial (,(x:

estc ctlnocienfrentamiento entre los grupos para poder articular, a partir «le las obmiento, los procedimientos susceptibles de reducir los conflictos. una de de compctición relaciones servaciones más interesantes es que, si se establecen entre los grupos, aunque sea sobre la base de actividades puramente lúdicas, fortalece la cohesión interna clc los grupos y pronto se desarrollan desy calificaciones y preiuicios mutuos que multiplican las ocasiones de fricciones

pronto

(lal)ilulo I.

t,ll

cónK) y el F)rqué...

¡roder pcnsar cn tórminos de "elkrs" y de "nos«rtnrs", ya fuera irnp
propcnsión cr¡¡rsiste cn cruzar las cate¡;orías de pertenencia; es decir, mult¡pl¡car las circunstancias en las que una l)artc dc los que antes formaban el ,,nosotros,, pasen a ser vistr¡s

teras trazadas que conducen al [.os psicosociólogos han intentaclo conocer los mecanismos

tt7

com{l "cll«rs", y al rcvós, cn una movilidad constante de las fron-

prlr las pcrtcncncias grupalcs. [os eiemplos que hemos dado no

agotan ni muchr¡ mcnos las múltiples formas de intervención que ha cliseñado la psicología social ¡rara miti¡;ar la hostilidad intergrupal.

4.2. I-as aplicaciones de la psicología sociall

se

Los conocimientos quc ha establecido la psirología social tienen un campo

de agresiones.

de un Por eiemplo, si se asigna, aunque sca puramente al azar, a los niños a distintivos y signos unos campamento a diversos grupos, y se da un nombre ganadores y percada grupo y se les hace participar en iuegos competitivos, con de los nidedores, veremos aparecer muy rápidamente reacciones dc solidaridad hacia los ños con los miembros de su propio Sfupo y reacciones de hostilidad propoen consiste clima este niños de los otros grupos. una manera de romper particiner unas metas que ningún grupo pueda alcanzar para sí mismo, sin la

pación de los otros grupos.

Es

lo que el psicosociólogo Muzafer sherif llamó las

metas supraordenadas.

una'meta común'."

cuados a los obietivos que se marquen los grupos, o indicar qué mecanismos de toma de decisión pueden ayudar a conseguir los meiores resultados. Por su parte, los estudios sobre la influencia social han permitido diseñar las actuaciones más adecuadas para persuadir a las personas a adoptar puntos de vista más de acuerdo con las normas de una convivencia social que no discrimi-

y lógicamente se utilizan de hecho, para convencer a la gente de que tal marca es meior que la otra o de que tal candidato merece más confianza que tal otro. En otros ámbitos, las investigaciones sobre los fenómenos colectivos han pro-

Muzafer Sherif (1967). Group conflict and cooperation' London: Routledge'

inOtro psicótogo social, Henri Taifel, demostró que ni siquiera era necesario los entre hostilidad ta Srupos' troducir una relación competitiva para que naciera que se desarrollen mepara un pertenencia a el sentimiento de SIupo Basta crear grupo y que de discriminación que favorecen a los miembros del propio canismos

miembros de los otros Srupos.

námica de lcls grupos humanos permiten incidir sobre el fortalecimiento de la cohesión de los grupos, o decidir cuáles son los modelos de liderazgo más ade-

cios, etc.), aunque también se pueden utilizar,

,,Nuestra definición de meta supraordenada pone énfasis en el hecho de que es inmás que alcanzable para un grupo aislaáamente: así, no tiene ningún significado

a los

aplicación tan extenso que aquí difícilmente podem<¡s ir más allá de una sim-

ple enumeración cle algunos temas. I)or ejemplo, los conocimientos sobre ta di-

nen a aquellos que son diferentes de la mayoría (racismo, estereotipos, preiui-

Obietlvos compartidos

periudican

de

Es

como si, por el simple hecho de

porcionado indicaciones para intervenir sobre los efectos del pánico que adquiere consecuencias de gravedad extrema cuando se produce en situaciones de gan

amontonamiento o para actuar en el seno de las poblaciones que, muchas veces lt !m lgpliar (198t.

el tema de las aplicaciones puede consultar las obras siguientes: José Francisco Morales Psicología bcial Aplicult. Bilbio: Desclee de Brourver. engét noarigúez gg13). Apticrr;as fu-la Psicdogíu socia,. México: Trillas. Julio seoane y Ángel Rodríguei rsicaoLa Hfttcter aL

Madrid: Pinímide.

1ra.¡.

lilaa¡.

rI ii ! -cr

Ldilori¿l IIO(l

88

lltlrt¡tlt¡erio¡t a la ¡rsicolt4¡ia social

[K)r causas naturalcs (tcrremotos, inundacioncs, (itc.), sc cncuentl.an en situac¡ones dramática§.

ljinalmente, los conocimientos acumulatlos s<¡brc las relaci nales pcrmiten ayudar a meiorarlas y desactivar las agrcsioncs, kr quc tavorecc la atracción entre los individuos o suscitando krs com¡lrtamicntl¡s
4.3. El conocimiento de la realidad social y los efectos del satrer psicosocial Estas aplicaci
contximieutos psicosociales, iunto con muchas otras

que no tcrrcrnos tiempo cle relatar aguí, han ido favoredendo p
titución de nuevos campos del saber que han integrado aportaciones

clc otras disciplinas y que han diversificado considerablemente el mapa de las especializaciones

posibles. Por eiemplo, se han ido formando especialidades como la psicología social de la educación, la psicología iurídica, la psicología de las organizacioncs, la psico logía arnDi!'ntal, la psicología política o ia psicología cultural, entrc otras. No querría conr:luir {lste tema sin llamar la atención sobre una cuestióir de carácrer general que permite matizar la separación, aparentemente tan clara, entre

los conocimientos teóricos, por un lado, y las aplicaciones concretas de dichos conocimientos por otro. Hay una diferencia fundamental entre los conocimientos que producen las ciencias sobre los fenómenos naturales y los conocimientos que versan sobre los fenómenos humanos. La Luna, por poner un eiemplo, con-

tinuará imperturbablemente su movimiento elíptico alrededor de la Tierra con total independencia del hecho de que conozcamos las leyes que Jo gobiernan o no. Nuestro conocimiento no incide de ninguna manera sobre este fenómeno 1, lo único que podría incidir en él eventualmente serían determina
No obstante, no pasa lo mismo con nuestro conocimiento de los fenómenos humanos. Si una perona se entera de que su conducta obedece a r¡na in-

O Editorial t,O(

ti9

(ial)ilulo l.

( l)l c<Ímr y cl port¡tre...

( que dichas infrucncias n
tienen el mism«¡ sentimient<.», mientras «¡uc los que experimentan una ansie_ dad elevada porquc ¡ri.nsan habcrro hech<¡ mal, buscarán ra compañía de los que estén en ras mismas ct¡ndicioncs. Ahora bien, al sarir del examen, ra per_ sona que ha leíd'ra obra cre schachter pue«1c decidir buscar la compañia de los que participan del estado ()puesto al suyo e invaridar, de esta manera, el c.¡rocinlicnto elaborado p,r Sr:hachtr:r. l:s, se puedc lracer deliberadamente com, en el eiernpro que acabarnos d. ilar, pero cn ra niayoría de los casos el conocimiento quc henros a<Jquirido rje las ciencias sociales y humanas afecta a nuestra conducta sin que ni siquiera seamos conscientes

Dich'de otm manera, lo que aqui

de e[o.

crcrimos es que er mismo conocimiento pro_ ducirlo por los investi¡;adores puede engendrar efectos sobre el fenómeno estudiado, sin que traya que recurrir a ningúi-r proceclirnient, de

(

(

(

(

( (

(

(

aplicación. Er psicólogo

social Kenneth ljergen lta tle:;arr<¡llado las implicar:iones tle esta característica peculiar de los saberes psicosociales que él c.!e'om ina F.nlightenment (,llustración,) y que tendrían que incitarnos a reflexiorrar sobre ra responsabili«lad de los investigadores en ciencias humanas y sociares, no sóro en cuanto a los tipos de aplicaciones en las que pueden dar lugar ros conocimientos que producen, sino también -y sobre todo- en crranto al conocimiento que son capaces de producir.

( (

(

( ( (

(

(

fluencia u otra, porque así lo ha establecido el conocimiento producido por los psicólogos sociales, esta persona puede tomar las medidas oportunas para (

(

! ¡.drtonJl li(X'

lltr(xluc(i!il

9o

a l¿ l[ic(rlogid locidl

.c-

ldilorial I I()(

9l

(ial)ilulo l. Irl «jrrro y el

lx)r(luar..

2) [n scgunclo lu¡;ar, cstc capÍtukr ¡r«rne énfasis en la naturaleza socialrnente construida de los fcrtrimcntts ltsictlki¿;icos. Ante la idea bastantc gcncraliza«Ja scgún la cual krs aspcctos s
Conclusiones (

dc separar lo social y lo psicológico y a[)u]ltamos hacia la necesidad cle considcrar cstos dos as¡'lcct«rs unidos dc nrancra tar) incxtricable como pucclen ser las dos caras dc una rnisma hclja.

( En este capítulo presentamos alguncls punto§ de referencia para situar la psi-

(

cología social, conocer sus principales caracteristicas, entender cuáles son los objetivos de conocimiento que lo animan y valorar sus aptlrtaciones. Se trata, en definitiva, de posibititar una visión gencral de la psicología social por medirl de una primera aproximación que ayude a abordar posteriornlente la exposi-

(

ción más detallada de algunos de los temas. Particnclcl de estas premisas, el capítulo está estructuradcl de una manera bas-

tante convencional en una serie de apartados que estudian el origen de la disciplina, su relación con las disciplinas más próximas (psicología y sociología), los temas que dieron lugar a su formación, las orientaciones teóricas que se dan en (

( (

troductorio a una disciplina, la presentación gue hemos hecho aquí de la psicología social se ha ordenado en torno a tres presupuestos fundamentales.

1)

En primer lugar, la importancia que reviste la historicidad de los fenómenos

sociales y del conocimiento que somos capaces de elaborar sobre estos fenómenos. La

historicidad de los fenómenos sociales llama la atención sobre el carácter evolu-

tivo y cambiante de la realidad social y, por lo tanto, sobre la necesidad de aleiarnos de una vez de toda üsión que tienda a considerar los fenómenos picosociales

(

como fenómenos universales prefiiados y

prq*»

de una naturaleza humana que

trascienden sus determinantes culturales. Asimismo, la historicidad del conoci-

miento sobre los fenómenos sociales obliga, por una parte, a la máxima prudencia en cuanto a la confianza que¡conviene conceder a los conocimientos instituidos, y obliga, por la otra, a prestar siempre la máxima atención a la genealogía de cual(

(

hace referencia a las repercusiones quc ticnc la prclpia investigación sobre los fe-

nómenos investigados. En el mapa conceptual que figura a c.ntinuación, recogemos la ¡rarte más ct¡nvencional de la estructuració¡r dc este capítulo, pero algunos de los conectores que indicam
bién partc de los presupuestos fundar.entales que acabamos de indicar. Flgura 1.4

ella, las definiciones conceptuales de su obieto de cstudio y las aplicaciones a las que dan lugar los conocimientos elaborados. Pero más atlá de este formato convencional que hay que seguir en un nivel in-

( (

3) Finalmentc, cl tcrcer presupucst() fundamental gira en torno a esta peculiaridad del conocimicnto sobre lo social que, con el término Enlightenment,

quier disciplina para entender debidamente sus caractqrÍsticas presentes.

;

L.__-.

i

l,:::l l

( G)

Edit()rial t,(X

9J

(;alrítulo ll. l.a itlcrrtidad (el

( Jc/R

( Capítulo II I^a

(

identidad (el selfl

Margot l'}ujal i f.lomhart

(

(

(

(

Introducción Francisco Javier Tirado Serrano

( (

tema de ra idcnti
(

(

por ra psicorogÍa como

de las propuestas por la sociología. Las primeras reciben el apelativo de

individua-

listas y plantean que la ide,tida,J es una posesión idiosincrática y particular de cada persona: habría u¡r núcleo natural, diferenciado y propio, que caracterizaría nuestras identidades. Las segundas son ras denominadas sociológicas y habitual_ mente prefiguran un individuo que es una suerte de receptáculo lleno de normas y pautas sociales de interacción. I.a identidad de la persona queda reducida a una especie de programa o protocoro en et que es conformado completamente pof las estructuras sociales y que el individuo se limita a eiecutar.

[a noción psic,social

de identidad se aleja de la psicológica al reconocer ra im-

portancia fundamental que tiene el contexto en la creación de nuestras identida-

des, y también de la sociológica al sostener que ra persona no es un a,tómata sociar,

sino que tiene agencia -es decir, el individuo interpreta las situaciones sociares, tie_ ne capacidad de elección entrc diversas altemativas y genera proyectos que en ocasiones contradicen o alteran ras pautas socioct¡lturares aprendidas e imperantes.

En el proceso de construcción de la identidad, ra psicorogía social ha destacado el papel que las categorías iuegan sociales. una de ras conclusiones más

importantes que muestra er capítulo sostiene que la categoría grupar propor-

( (

(

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( r,

(

(

94

Iililorial tJ(Xl

liltro(lueeió¡l a la P\¡(ol(,8ia s([ial

siemprc hay intplícitt) un procesg «lc c6mparación social quc Selre ra url nosotros frente a un cllos. l:.stc pr
mas: uno tl(j índ<¡lc tcílrica, ya quc rcchaza ampliamente el hecho clc que la na_


estcrcoti¡xrs y comportamicntos de discriminación.

la temática cie la identidad y a
que se desprendían
to social en la definición de la identidad; c) mostrar el impacto que nociones como la de rol o estatus tienen en la cgmprensión de la influencia que e¡ercc la estructura social en la identiclad de las personas; d) analizar cómo operan las categorías sociales en la construcción de la identidad social, y e) aclarar cómo se generan estereotipos, comportamientos de discriminación y efectos xenófobos.

condiciones

allá tlc kr quc scría un núcle<-r natural dc definición del comportamiento tle la per§ona, cs dccir, <¡lvicla el papel que poseen los significados en nuestras repre_ sentaciones del yo. Aclemás, no considera que éstos son contingentes social y culturalmcnte. Y el segundo, er más importante, de índole ética, ya que las teorías biol
nas consideradas inferiores. Interpretar la causa de nuestro comportamiento como el resultado de una determinación natural, que proviene del sustrato bio_ lógico, puede legitimar la marginación y la destrucción de l.s consiclerados por los grupos de poder com amenazadores o poco adecuados al canon biológico. El segundo desarrollo interectual, ya clásico en la disciplina y que

lita la aparición de definiciones de identidad propias en la psicología social,

logía social.

es la denominada teoría de la categorización-identidad-comparación social

Nos referiremos, en primer lugar, a la crítica que muchos autores han desarrollarJo tanto contra la versión sociológica de la identidad como contra la psicológica. La primera perspectiva es rechazada porque entiende el individuo como una Suerte de máquina Social, completamente determinada por la eStructura y el aprendizaie social que realiza de la misma. Entre sus múltiples carencias estaría la de no aclarar los procesos de innovación, Creación e interpretación nueva de lo social. Las personas aparecen Como entes sobredeterminados por los

contextos sociales. Entre las definiciones de identidad que pertenecen a la perspectiva más psicologizante, las más famosas son las que ofrecen el psicoanálisis y las que se cen-

tran en el estudio de las

bases

biológicas del comportamiento. La noción de

identidad que utiliza el psicoanálisis se apoya en Ia consideraciÓn que ex¡ste una estructura inconsciente, y las principales críticas que ha recibido están en la línea de rechazar que existruna arquitectula psíquica, más o menos invariante,

(

turaleza sinrb
noción de identidad que se propone en este capítulo tiene en dos clásicos desarrollos intelectuales en el campo de la psicoposibilida
La

(

(lapitulo ll. I a i{Ie[tidad (cl st'lll

considcrada conro la nlás cicntífica: sus métod
[.stc capítul
(

95

Ciona una itlentidad o ¡l
formación

(

!c Edit('riJl l¡(X

que sea parecida para todos los individuos y supere toda frontera, ya sea cultural o simbólica. ta concepción biologicista Soza de Stan prestiSio social, ya que está

posibi-

de Henri Taifel. Esta teoría recoge los resultados de un

coniunto de trabajos revolucionarios en

su momento- Su novedad residió en el nivel que

proponían para localizar las expli_ caciones de la psicología social. H. Taifel rechazó los puntos de vista habituales de la disciplina que ubicaban las explicaciones de los procesos psicosociales en el individuo. Por eiemplo, criticó las formulaciones del prejuicio que veían en éste una expresión de un malestar personal o una inadaptación individual. para el autor, los preiuicios expresan propiedades estructurales de una soci«lad, que sirven para crear categorías en virtud de las cuales las personas clasifican y evalúan la realidad social de su entorno inmediato. [¿ conducta individual opera respondiendo a

cier-

tas líneas que sólo

indirectanrente están determinadas por la psicología del indivi_ duo. H. Taifel afirma que no puede haber paicología social individual microscópica sin especificar el marco social y cultural donde ocurre.

H. Taifel aportó una nueva manera de entender los procesos psicosociales: dejaron de localizarse en el individuo y pasaron a depender de propiedades es.

tructrurales de la sociedad.

(

t)6

o lilitorial t,(Xl

llrtf(xlu(!¡óil a l¿ [)5i.()l()¡iia s(Eial

O Lditorial

(

l( )(

97

()¡ritrrhr Il. I r ¡derrtidJd (rl !,rl)

( (

L)c manera

abrcviada, la línca argu¡ncntal dc las propucstas dc'1'aifcl scría la

siguiente:

posible , pucs, l)cnsar t¡uc krs inte rcscs clel grupo social sean aienos g extrínstt«ls a la persona: cntran a fr¡rmar partc tlc clla, con<Jicionando y or¡cntando su co_

nocer, su scntir y su p«lccdcr.

1)

Las personas utilizan catcgorías para ordenar, simplificar y comprcnder la

realidad social. El matcrial con el que

se

elaboran estas catcSorías cstá dctcrmi-

nado por procesos socialcs a gran escala. lin el uso de tales catcgorías las pr<-rpias personas se adscriben a sí mismas y adscriben a los otros en ciertos Srupos particulares que guardan relación con el sexo, la raza,la clase social, ctc. Dt¡s de estas categorías son fundamentales: el nosotros (hace referencia a los integrantes

de mi grupo) y el ellos (hace referencia a los integrantes de otros grupos).

2)

El sentido de identidad social está detcrminado por su pcrtenencia a difc-

rentes grupos. La identidad constituye la parte del autoconcepto que está ligada

al conocimiento que tenemos de pertenccer a ciertos Srupos sociales y a la significación emocional y evaluativa resultante.

3)

prefieren tener un autoconcepto positivo en vez de negativo y, dado que buena parte de este autoconcepto se desarrolla por medio de la pertenencia a diferentes grupos, es lógico que quieran pertenecer a Srupos socialLas personas

mente valorados. Por otro lado, como el criterio de valor no es absoluto, sino

Pero las pr«lpúestas de cste autor ofrecen otra constatación: muestran que la existencia dc l<¡s cstcrct)tip()s es una consecuencia directa de los procesos cle ca-

( (

tegorización social y que los preluicios aparecen como corolario de esta percepción estereotipada de la rcalidad. categorización, estereotipos y prejuicios son tres n<¡cioncs cstrechamente li¡¡adas. Los cstcreotipos son categorizaciones grupales, generalmente de carácter negativ<1. Para cl ¡lsicoanálisis eran mecanismos de defensa, para otras orientacio. nes

reflcjan la cultura y los problemas propios de la sociedad en

I (

la que apareren.

Para el modelo de la categorización no son más que meras categorizaciones grupales que orientan la pcrcepción de las pers«rnas, la determinan y marcan el cur-

(

so de su

acción, con kl quc frecuentemente tienden a producir la confirmación de lo que cstablece¡r como característico de un grupo. Para la psicología social, la categorización constituyó un primer paso para

(

entender la dimensión social que opera en la constitución de la identidad, aunque no res¡rondía a todos los interrogantes. Era necesario, todavía, analizar cómo

(

estructura socialmente la experiencia de la identidad y qué papel iuega el significado y lo simbólico en esta estructuración. como se indica en el capítu|o, apa-

relativo, los individuos establecen comparaciones con otros grupos.-Esta idea ya había sido planteada por la teoría de la comparación social desarrollada previa-

se

(

mente por Festinger (i954).

recen trabajos que encuentran en la noción de rol (modelo organizado de comportamientos que se desprende de la posición determinada que ocupa la per-

(

4)

El resultado de las comparaciones es crucial, ya que da lugar a sesSos que

permiten diferenciar favorablemente al endogrupo de los exogrupos. El uso de la discriminación de los exogrupos contribuye a Ia construcción de una identidad social positiva y con eso los suietos incrementan su autoestima.

5)

Pero, ¿qué ocurre si la comparación con el exogrupo resulta negativa, esto es,

sona dentro de un conjunto interaccional) y la posibilidad de su interiorización

un camino para entender cómo la estructura social y el estatus intervienen en la configuración de la identidad. y muchos estudios recurren a teorías como el interaccionismo simbólico, el construccionismo social o autores como G. H. Mead,

pecto? En este caso, los grupos desfavorecidos hacen uso de un coniunto de estra-

para describir la identidad como el efecto de un iuego complejo de interacciones simbólicas y de significado que se pone en marcha cada vez que interacciona-

tegias (movilidad, creatividad y moülización social) para meiorar su identidad.

mos con los otros.

cuando los miembros del grupo constatan su inferioridad en relación con algún as-

como

a

Los resultados de los trabaios de H. Taifel -€s decir, el hecho de que se Senera

una percepción dicotómica de grupos y que hay prejuicio Perceptivo y comportamental a favor del proplb grupG son una constatación del arraigo social de las personas y de que no se puede entender adecuadamente su ser y su tarea sin referirlo

a las fuerzas

y marcos sociales que lo determinan históricamente. No es

(

( ( (

se habrá observado, la

psicología social no puede definir la identidad al margen de elementos como el contexto social, el marco histórico, la estructuración social concreta de una sociedad determinada y el significado o la dimensión simbólica que se genera en ella. En este capítulo ofreceremos, de manera breve, Ias diferentes penpec.tivas teoricas

existentes para la conceptualización de la identidad individual y social, valorando

( ( ( (

( (

(

(

(c)

la

[d¡t(trial

lillr(ilu(ci()ll

9u

lr()(

influencia rccÍpr
sc

¿

Ia llri(()l()Hla :()(ial

G)

l.

cicrccn nlutualrlcrltc, y valo-

Así, los obictivos básicos dcl capítultl son los siguientes:

(

leza individualista, social y psicostlcial.

Tomar conciencia de la importancia del lcnguaie y la narración de sí mismo (o de sí misma), y también de la cultura y cl contexto social para la

-

construcción de la identidad. efectos xenófobos que se desprenden de la tet¡ría biologicista. Saber establecer las diferencias conceptuales entre las explicacio¡res más

-

Entender

l<¡s

indivitlualistas cle la identidad (la biologicista y la psicoanalítica). Analizar las implicaciones del uso de categorías sociales para la construc-

(

(

Gl)itulo ll.

I-á

idcntidad (el J¿l/)

Identidad personal e identidad social

Nucstra vida cotidiana transcurrc en interacción continua con otras personas llcvando a cabcl tarcas coniuntas, conversando e intercambiando puntos

lleconocer la difercncia cntre una explicación de la idcntidad cle natura-

-

( (

99

rando tambión las irnplicacioncs idctll(lgicas dc las tlifcrcntes altcrllativas.

( (

tlditorial t,(X:

-

(

funcionamiento de las categorías sociales en

Reconocer la importancia de las concepciones de rol y estatus para entender la influencia que la estructura social eierce en [a configuración de la

Entender la idea de representación de un rol y la idea de gestión de impresiones hacia los otros. Ser capaces de conceptualizar la

identidad como el producto que surge de

la interacción simbólica.

-

fundirnos con los otr«rs, lo que nos puede llevar a pensarnos una persona nada tacaña y muy generosa. Por un lado, pues, nos scntimos cercanos a otras personas, con un grado de compartimos

identidad de las personas.

-

de ellos ¡rara p«rder sentirnos nosotros mismos (o nosotras mismas) y no con-

portamientos de discriminación hacia los individuos que pertenecen

a

la temática específica del género sexual.

-

podemos sentir catalanes-, pero al mism<¡ t¡empo necesitamos diferenciarnos

semejurzrt importante, por medio de una diversidad de aspectos y sabemos que

Ser capaces de extrapolar el

-

lificar, en un primcr rnomento, de paradóiico. En este sentido, necesitamos identificarnos col'r l<-ls otros para saber quiénes somos -y así, por ejemplo, nos

ción de Ia identidad social y para la formación de estereotipos y de com-

categorías diferentes.

-

de vista s«rbre alguna cucstií¡n, sintie¡'rdo algún tipo de emoción específica, etc., y está atravesacla por un tloble sentimiento de identidad que poclríamos ca-

Tomar conciencia de la dimensión sociohistórica de las identidades.

En casg de querer profundizar en la temática que presenta el

capítulo,

se pue-

de continuar con el siguiente obietivo:

Identificar el impactrr y los usos, en nuesta sociedad, de los diferentes tipos de explicación de la identidad expuestos, centrándoos en los efectos que tienen en las personas en términos de poder y discriminación social'

c<-rn

ellas un montón de cosas, pero, por el otro, queremos ser no-

sotros mismos con un yo diferenciudo, único y separado de los otros. La expcriencia de la identidad individual o personal harÍa referencia a este sentimiento cierto de unicidad, de idiosincrasia y de exclusividad que va acompañado de una sensación de permanencia y continuidad a lo laryo del tiempo, del espacio y de las diferentes situaciones sociales. Todos y todas somos capaces de sentir dentro de nosotros un yo, a quien podemos atribuir la responsabilidacl de

la mayor parte de nuestras acciones, de nuestros pensamientos, de nuestras emociones, sentimientos y preferencias. Es en relación con qué hacemos, qué decimos, qué pensamos y qué sentimos, por lo que somos capaces de dar un sentido, unos contenidos y una respuesta concreta a la pregunta ,.quién soy yo,,. Todo aquello que podemos asociar con nosotros mismos lo utilizamos como in-

dicador tácito de nuestro ser, de nuestra identidad individual o personal. Sin embargo, ¿qué pasa con el otro sentimiento que conforma esta experiencia paradóiica de la identidad, a la que nos hemos referido y que convive con este yo diferenciado? ¿A qué hacemos referencia cuando hablamos de la experiencia del nosotros, del vínculo social con otras personas, de la semeianza, de compartir la experiencia del ser con los otros, de ser catalán, por eiemplo? ¿cuál es la relación psicosocial entre estas dos experiencias de identidad? separables? ¿Son ¿y si lo son, en qué sentido?

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Editori¿l t,(Xl

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(lal)írulo ll. t.a idc¡ttidad (rl rcr)

(

Y, finalmentc, tambión dchemos plantearrx)s en cstc capítulo si todo cste pro-

ceso que hemos dcscrito cs algo quc forma parte dc [a rcalitlad psicolti¡;ica tal

como cs, de manera natural, () bien s(rlo cs una forma dc ¡rcnsarnos, el rcsultadtr de un aprendizaie particular y carac-terístico del tipo de stxicrlad en la quc vivim()s, con unas normas sociales y una cultura específicas, una i«Ietllogía particular y una historia dcterminada y también, por qué no, unas relaci«rncs de p<xJcr concretas. Y en caso de quc se trate de un aprendizaie, sin ninguna rclación clirecta con algún tipo de naturaleza particular de los individuos, habrá quc prcguntarsc qué función social cumple este aprendizaie, quó efectos tiene, y si hace falta

«l

no

intervenir en él y transformarlo en alguna
l«r psic'osrx-irtl.

Pero para

poder alcanzar este obietivo, haremos, en primer lugar, de maneta simplificada el

identiclad l)r()yccta, c,n las ¡ralahras y cxpresiones que utiliza, una forma c'¡rcreta dc cntendcrla y una idca particular tlel yo. por ro tanto, n. hay ninguna manera de estutliarla ¡nás allá clc kls valorcs s,ciales e ideológicos que la

la rodean.

Así, la idcntidad rcciar y la identidad intiividuar no son realidades separables,

sino que sc constituye n mutuamente ; y lo hacen por medio de lo social, curtural e ideol(lgic
sefo la itlcnticlad no

desestimado en gran medida los procesos por medio de los que nos sentimos

es una cosa fija e inmutable, con propiedades que puccian trascender ros (ontextos cr¡lturares, ge,gráficos y temporales (como plantearán ras perspcctivas biorogicistas). No puecre separarse dc la sociedad y de las circunstancias cn las que está definida, porque éstas son las con_ diciones que hacen ¡losible su definición y su uso social. La idea de homosexual

como nosotros -€s decir, vinculados a los otros. Además, lo ha hecho manteniendo unar separación dicotómica, bastante artificial, entre aquello que es so' cial y aqueilo que es individual.

lino y fernenino y un proyecto po!ític, basado en ra familia nucrear, cuya función es mantener estas dos instituciones sociales. [a manera como

La separación entre la identidad personal y la identidad social es un valor social fr:ertemente arraigado en la cultura de Occidente, del cual la tradición científica ha participado de f<¡rma mayoritaria, y tam_bién la psicología.

Pero antes de exponer la perspectiva más psicosociar de la identidad, tenemos

recorrido teórico por la literatura psi«ilogictt clásica, que no es la psicología social. Desde su nacimie¡rto, la psicol«ryía ha puesto el énfasis, sobrc todo, cn cl es-

tudio de los procesos por medio de los que llegamos

a sentirnos

como personas

separadas, independientes y diferenciadas --es decir, como yo individua[-, y ha

Sin embargo, la psicología social que planteamos aquí tiene como empresa primera disolver esta falsa separación entre lo individual y lo social para recuperar su relación intrínseca en lo que llamamos psicosocial. Desde esta perspec-

considera que, vista la gran cantidad de procesos de influencia social que inciden err el 'y'o, por un lado, y dada Ia imposibilidad de conocer la iden-

tiva,

se

tidad más allá de su intermediación lingüística, por el otro, querer encontrar en la identidad un remanente natural, diferente de Io social, se convierte en un propósito imposible corr respecto a las posibili«iades y limitaciones de los F,l

lenguaie es un vehículo de transmisión de formas culturales e históricas y

actúa como tal, lo cual irnplica que el investigador o investigadora que estudia

sólo tiene sentido en una sociedad
{

( (

( (

(

( (

(

( (

entendemos la

identidad, pues, de¡xn
de ra separación enr tre lo individual y lo social y de haberse decantado hacia lo individual. se trata, por un lado, de la perspectiva biologicista, que se centra en er estudio de las bases biológicas del comportamiento y pretende trasladar

pios de

la evolución natural al estudio de la identidad para

los princi-

( (

( ( (

averiguar la

dimensión hereditaria y genética y, por el otro, hablaremos de la perspectiva del psicoanálisis, elaborada por sigmund Freud, y que está centrada en er estudio del inconsciente y del lmpacto que las relaciones afectivas han ido deiandc a lo largo de nuestra infancia en la manera como sentimos y actuamos en la edad adulta.

( ( ( ( (

liltr()(hr(ci(iil d l¡

Io2

.-' lidit(trial Ll(X)

s(x idl

ic)

1.1. t-a identidad cosificada y la perspectiva biolégica Cicrtamente, nuestro cuerpo/bi
¿de qué tlc¡rende cstc

'

una persona (apariencia, voz, movimienttls, etc.) tiene una inciclencia tlirccta en la relación que mantenemos con clla y con la manera como la pcrcibimos. 'Iambién es por medio de la expericncia propia de nuestro cuerpo como podemos Saber quc nos pasa algo e interpretar en qué estado nos encontramos: ¡lctviosos, cansados, deprimidos, etc. Pero la experiencia del cuerpo está también estrechamente ligada al desarro-

llo de la conciencia de éste, la cual es fruto del aprendizaie de la interpretaciótt de lo que sentimos en difelentes estados psicológicos. Taml¡ié¡r tomamos con-

ciencia del cuerpo a part¡r de su efectividad en las acciones y leis movimientos que lleva a CabO. F'inalmente, es la manera COmO la5 Otras petsonas reaccionan al cuerpo y la manera como lo miran lo que l0 acaba constituyendo y dándole

forma. Por lo tanto, hemos de tener presente que cualquier vivencia y expcriencia

psicológica asociada a la identidad tendrá un conelato biológico en el cuerpo (hormonal, bioquímico, cerebral, etc.), al mismo tiempo que tiene uno social y uno contextual. Para darse cuenta de la importancia del organismo en la experiencia y percepción que tenemos del yo, sólo hace falta que nos bebamos unos cuantos whiskys y valoremos los cambios en la percepción del sí mismo' Hay dos grandes teoúas bastante conocidas que han estudiado las bases biologi-

sus

comportamiento. ta de Eysenck y la sociobiología de Wilson. L,ysenck, en

investigaciones en relación con la personalidad,

mente la manera como

se

a8rupan los diferentes

se

dedicó a analizar estadística-

rasSos de

personalidad y concluyó

de estos estudios que hay dos dimensiones centrales que estructuran la personalidad del individuo: la del

con

t03

(:apirulo ll. l.a ¡dr[tid¿d (cl \(U\

cctttr() álgiclo dc la personaliclad en torno al cual sc cstruc-

tura? liyscnck scñala que la cnroci«rnalida
relación con los otros. Es una con{ición casi imprescinclihlc cn cualquicr tilx) tie relación, pucs la presencia física o el conocimiento dc los rasgos físic<¡s dc

cas del

[dil(trial t,()(:

tirwum extraversión-introversióny lade la emocionalidad

por medio del continutun ¡Mrosis4stabilidad. El modelo de la identidad de Eysenck se considera ierárquico, en el sentido que entiende que estas dos dimensiones son la base de la estructura general de la personalidad y también de su continuidad a to largo del tiempo. Sin embargo,

miento del sistcma ncrvios«r

autón«_¡m<¡

individual.

I)e acuerd«¡ con ó1, las características de personaliclad desarrolladas prlr cada

uno dc nosotros provicncn, mayoritariamente, de las disposiciones innatas marcadas por la biología. Así, los aprendizaics que hacemos a partir de las cxperiencias y situaci«rnes con las que nos encontramos cotidianamente se conside_ ran modelados por la biología. sin embargo, ¡xxlemos hacer una c¡íticz a este modelo teórico: «lel hecho de observar un correlato fisiológico que acompaña al comportamiento de una pcrsona no se desprende directamente que aquél sea su causa, ya que también lo poclemos plantear al revés. P
violento. Así pues, una vez tenemos los datos que buscábamos, hay que interpretarlos desde un modelo teóriccl que hemos tenido que decidir previamente. La sociobiología, por su parte, también considera que muchos aspec.tos de la personalidad dependen de condiciones innatas, pero [o plantea de manera dife_ rente: se centra en el análisis del comportamiento social de los humanos como si se tratara de una especie diferente que va cambiando a medida que se arJapta al medio. Por lo tanto, se centra en el estudio de la base biológica que

tienen los grupos para adaptarse al medio, y no en las diferencias individuales. Pero, ¿cuál es el sentido y la finalidad de estas teorías biologicistas de la personalidad? ¿La perspectiva teórica de la que parten y la metodología que

utili-

zan son apropiadas para el estudio del yo? Desde la orientación de la psicología social que exponemos aquí parece bastante evidente que no, porque esta perspectiva no tiene nada en cuenta el hecho de que la naturaleza simbórica del lenguaie con el que ¡nterpretamos el yo y la cultura en la que se conforma éste le atribuyen un coniunto de significados par-

ticulares que van más allá del yo naturat. En este sentido, la biología del comportamiento no es la dimensión más adec,ada para entender y explicar la identidad, ya que ésta está básicamente organizada por medio de significados que socialmente y culturalmente se establecen, pero que son variables y continSentes en las diferentes culturas y los diferentes grupos. por eiemplo, del hecho

(

!o l:dit(tr¡al Ll(X

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llllr()dr¡c(¡{iil

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o Ed¡lorial tJ(X:

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Capitul() IL I a itlrrrlitlad (rl sdn

(

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prenden tlircctamcntc las conn«ttaciones dc inmoralidacl, irrcs¡xrnsabilidad, ctc.

configura a partir dc los pr
que nucstra strcie'dad atribuye a cstas personas, por razones idcológicas y clc ctlntr
mos, cntrc la m«rtivaci
scrial, ni los miedos quc csta interpretación gencra.

ccntrar cr ¡lsturado según el cual el pasado de ra persona (sobre todo las primcras rclacioncs afectivas) incide, de manera decisiva, en la estruc_

<Je

scr scrop«lsitivo y cstar infectacl() p()r cl virus dcl sicla (clat
Para lrre ud cs

Y para acabar cste punto, una consideración acerca dcl uso quc se ha dacl(), en ocasi()nes, a esta pcrspectiva. Hay que tencr muy prescntc quc la pcrspectiva

turación de su idcntida<J actual. La pcrs
biolclgicista, con mucho prestigio social por ser consideracla la más científica (ya que ha utilizado el mismo método de las ciencias naturalcs), ha sido también la

teni
por medio cle las interacciones sociares rnás significativas. sin embatgo, según este autor, la influencia en la edad adulta de las experiencias emocionales que

más instrumentalizada por los regímenes políticos racistas y autoritarios (nazismo, Segregacionisrno, etc.) con et fin de legitimar los comportam¡cntos de dis-

hemos tenido durantc la infancia muy a menurlo pasa desapercibida, las personas no son conscientes de ello y puc<jen dar un significado a lo que hacen oa lo que les pasa muy diferente y muy aleja
criminación y violencia social contra las personas consideradas inferiores. Hay que ir con mucho cuidado con las explicacioncs biologicistas de la iden-

tidad, porque las características cle esta perspectiva la hace,l muy útil cuando s(l pretende discriminar a los grupos sitt poder g buscar una cabeza de turco a

(

( ( ( (

(

( (

c<¡nsiderar la identidad como algo dinámico/relacional y no corno una entidati fija ni tampoco consciente, contrariamente a ro que planteábamos en la perspec-

quien responsabilizar de los problemas. I-a cosificación de la identidad -es decir, el hecho de interpretar que la causa de nuestro Comportamiento eS natura[ y está en la biotogía- puede llevar a legitimar la marginación y la destrucción dc

tiva biologicista.

(

La teoría clásica de Freud presenta la i«rea básica según la cual la manera

aquéllos (:uyo comportamiento es considerado, por los Srupos con poder, poctl cdnveniente y ¿lnenazador. lin contraposición a este tipo de explicaciones i¡'tnatistas del yo, po«lemos proporcioltar una cxplicación en términcrs de aprendi-

como la historia va configurando la personaiidad depende en gran medida de la cxperiencia relacional con respecto a dos pulsiones básicas, el eros y

(

el thána-

(la primera referida al placer y ar principio rJe vida, y ra otra, al dolor o principio de muerte), que están en el centro del universo motivacional fos

zaje social.

ar

de la per-

sona, sea ésta consciente de ello o no. La definición que hizo Freud de estas pulsiones básicas es la siguiente: fuerzas internas, fuertemente arraigadas en ra biología pero que no se corresponden con la idea de instinto, que nos conducen hacia la relación con los otros y con las cosas e ideas del mundo externo.

1.2. La identidad "enmascarada" según el psicoanálisis

En el

Sigmund Freud es el inspirador de Ia tradición psicoanalítica, de la cual se ha

caso del eros, el

derivado también una teoría de la personalidad y un método terapéutico, pero aquí sólo nos centraremos en su vertiente de teoría dirigida a la comprensión del yo. L,a corriente psicoanalítica se refiere a la noción de personalidad y no de identidad -ya que este últir¡ro concepto es bastante reciente-, aunque arnbos

términos hacen referencia a la manera como sentimos y actuamos: por lo tanto, hay un cambio de palabrt y de explicación pero no de centro de atenciÓn. Freud, con su teoría psicoanalítica¡ eS el primero en considetar dos cuestiones básicas para entender Ia personalidad: a) Ia historia individual se centra y se

r

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tI t

( (

origen o la fuente de la energía pulsional gondeterrninadas zonas erógenas. A partir de esta consideración de ra pulsión, Freud propone un mode-

(

lo de tlesanollo psicosexuar dc la prsonaridad co,cuatro fases que hay que supe,at con el fin de evitar la ansiedad y los conflictos mentales en la edad adulta, las cuales, a excepción de ra primera, están centradas en las zonas erógenas: ra fase latente, la fase bucal, ra anal y la fálica. La fiiación o imposibiliduaá" ,up". rar alguna de estas fases de desarrollo psicosexual puede tener una incidencia

(

importante en la vida adulta en el sentido de hacer recurrentes los sentimientos y las emociones vividbs en la infancia en ¡eración con Ia fase no superacra.

(

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I

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liditorial L,(xl

l( X,

lo tiditor¡al t,()(:

Iiltrodt¡eci(ilr ! la l)siL()lo8ia s(f,ial

l07

(iapitulo II. I a idcr¡tidad (el rc//)

1

tlinámica mclrtaI c()nAsí, ta idcnti«iad puctlc configurarsc por medi() dc una raci()llaliflictiva y c()n cstn¡fc8 ias de defcnstt psicolólicu (nc¡;ación, sublimacitirt'

quc l()s c()nflictos zación, etc.) dcsarrollaclas para combatir la ansicdad personulid*l ¡túoripsicológicos comportan. [)or eiemplo, Adorncl en su obra ln por algún tipo de mctaria explicó algunos prciuicios racistas como p()movidos Canismo<Jeclefcnsa,queactuabaparanesarCxperienciasquescltabíarrtcnido durante la infancia en relación con la familia'

Detodoloquehemosdichohastaahora,se
2)Muchosdelosaspectosdelaidentidadsonforiadosennuestrainfancia

I

ejcm¡ll«r, de la irnportancia y la utilidad de considcrar y rcdcfinir la historia pcrxmal intcgrándola a una historia social, y también la rcconceptualiDs

cl caso,

¡rr

zación dcl inconscicnte con cl fin de entenderlo como el remanente colectivo que

influye en el com¡xlrta¡nicnt
y científico

¡rr

el hecho de que ha utilizado un método propio, el de la inter-

pretación y la introspccción, y no se ha conformado a la metodología de las ciencias naturales, que ha sid
con las experiencias emocionales que tuvimos' una uni3) La identidad de una persona no corresponde necesariamentc a

cho tiempo. Por lo tanto, ha sido una teoría utilizada minoritariamente, y sobre

da
la personalidad y del hecho social.

todo considerada en su vertiente clínica y terapéutica y no como una teoría de

conflictiva y' personalidad, éstos pueden llevarnos a actuar y sentir de manera por Io tanto, producir un grado importante de ansiedad' que esta perspectiva es más o menos adecuada que las ouas ¿Podemos considerar

que hacemos de ella para el estudio de la identidad? Eviclentemente, la valoraciÓn pone en iuego diferentes no pude ser global' Como cualquiera de las perspectivas, ser contraargumentadas' formas de significar el funcionamiento del yo que pueden que se han mostrado bastante Sin embargo, esta teoúa ha aportado algunos aspectos

útiles para las aproximaciones actuales al concepto de idenüdad' de Freud puede implicar Por una parte, se ha criticado el hecho de que la teoría

unaconcepcióndeterministadelapersonalidad,enelsentidodequeéstasecon. (esta parte es la más criticable sidera encorsetada por una serie de pulsiones innatas

por Ia otra, es sabido que a partir de los planteade aproximaciones mientos clásicos de Freud se ha elaborado todo un coniunto

desde la psicología social). Pero

innovadorasquelecoSenlaorientaciónpsicoanalítica,comoeselcasodedeterbastante sugerentes en minadas lecturas marúst* del psicoanálisis, que resultan

elsentidoquereelaboranycompletanconcepcionesenlasqueelpsicoanálisisha. bíapuestounfuerteénfasis,yquesonrelacionadasconcuestionessociales.

2. l-a ex¡reriencia

de la identidad: ¿quién soy yo?

2.1. La dinensión fenomenológica de la identidad Sin embargo, la experiencia de la identidad no existe desde siempre, sino que está estrechamente ligada a aquello que llaman conciencia, a la conciencia que

tenemos del mundo que nos rodea y de nosotros como parte de é1. Más concretamente, para experimentarnes como yo necesitamos pensar cómo nos sentimos, qué cosas nos p;§an, cómo nos las explicamos, etc. En este sentido, hasta que no

formulemos por medio det lenguaie

a

otm persona o bien a nuestro interior cómo

nos sentimos en un momento determinado y por qué, no tenemos una experiencia directa de la identidad. La conciencia (más allá de Io innato y del inconsciente) es una condición necesaria para conocer/construir lo que somos.

(

r

(c-,Lditorial

(,(Xl

IOtl

l¡rlrodr¡((i()lr a l¿ l)r¡(1)l()8ia s(f,ial

!

O Edir(xial

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(:at,itul0 II. t.a idflltidad (cl sclf)

:

( (

cl caso, por elemp[<1, dc cuando pcnsamoi quc cstanx)s ctlfaclados p()rquc hemos ido a Comprar y ncl hemtls traício ttüo kr qut: nos hacía falta, o bictr si

que hacemos. I)c hecl-rr¡, las lcycs asunlcn, cn general, que somos los únicos responsables y los age ntcs de nucstras acciones, y eso probablcmc¡rtc coincicle

(

nos sentimos deprimidt» p()rquc pcnsam()s quc en cl trabaio las ct¡sas n() n()s salen como las planificamos, etc.

con lo que bastantcs personas piensan cle ellas mismas y de los otros. ciertamente, apartc dc las necesiclades primarias (comer, dormir y beber) y las limi-

(

Así, la perspectiva fenomenológica hacc refercncia a la experienciu sub¡etit'.t que tenemos dcl yt mediunte Ia conciencia, pcro dura¡rte mucho tietnprl la psictl-

taciones dcl dincro, el resto de cosas es fácil de pensar que las hacemos sólo porque querern()s.

(

logía se centró en el estudio exclusivo de los comportamicntos, y dció de lado los pensamientos que acompañaban a estos comportamientos porque los con-

crlnciencia de si mismo, iunto con el sentimiento de agencia o la capacitlad de escogcr cntrc ilit'erentes alternativas, son caractcrísticas consideradas intrínsccas

(

[.s

sideraba demasia<Jos complicados y difíciles de observar. Por lo tanto, esta perspectiva f uc durante mucho tiempo proscrita y es desclc hace dos clécadas cuand<¡ se

ha recuperado. C.onciencia del yo Nuestra identidad, inás quc ninguna otra cosa, eltá conlcrtnaCa por la manera en que pensamos: "El proceso de autocc¡nforma¡:ión de ngsotrcrs ntisnlos dc¡rende dc las creencias que tenemos sobre cómo somos: de las historias que explicamos sobre nosotros. Explicamos a los otros lo que ellos espe¡an de nosotros, o bien otras cosas, enviándoles señales encaminadas a acciones o ctilos concretos.

muy variadas. si buscamos un trabaio, explicaremos lo competentes que somos y la c¿pacidad que tenemos para trabalar, y también la grarr dedicatión que hemc»s invertido en formarnos profesionalmente, más quc rtia&tn¿ otra cosa. Pero también nos explicamos historias a nosottos mismos. Somos nuestra historia privada, la cual se extiende hasta allí donde nos es posible recordar. Y pensamoi en ella como si fuera nuestra verdad, de la que otras historias solo pu«len desviarse un poco." Las historias pueden §er

Glover (1988). i:Tle lhilonpy and Ps¡tcholqyof Pasonal ldentity (p.139). Harmondswoit: Penguin.

J.

La

a la

condición de persona, y pueden hacernos suponer que efectivamente poclemos

crear nuestro

sef y tencr un papel importante en la construcción

«le nuestra iden_ tidad. t»ta es una capacidad que se nos atribuye muy a menudo, que proviene (le la ideología libcral y que se iustifica a partir de la observación de la toma de decisro_

vida cotidiana sobre los estudios. el trabajo, !a elección de amigos y de pareia, el lugar do¡rde vivivimos, los programas de televisión que miramos, los diarios que lermos, la ropa que llevanros, etc. nes en la

( ( (

[¿s decisiones que tomamos van conformando el tipo de persona que somos:

(

"Los grados en los que conformamos nuestras vidas son diterents. si controlamos nuest¡as acciones a partir de detenninados proyectos que hemos hecho nos convert¡mos

(

en personas activas y no ¡rasivas. Podemos darnos cuenta de las influencias que tienen iugar en nosotros a partir del tipo de vitla que llevamos. Sin embargq otras veces, tenemos más conciencia de nosotros mismm, y esto empieza ya a cambiarnos. Hacemos proyectos sobre el tipo de pe$ona que quercmos s€r: alguien puede quererconvertirse en más valiente, más tolerante, más independiente o más perezorc. fui, el hecho de conformar nuestras propias caractedsticás implica un proceso de autoconstrucción.,,

J. Glover (1988). I; The Philo*py and ps¡rhology of pernmt ktentity (p. mondswort: Penguin.

l3l).

Har-

( (

(

( (

2,2. I,aagencia yo, por otra parte, está estrechamente asociada a la conciencia de agencia -de ¡rensar que como persona particular tengo el poder de

la experiencia

(

subie.tiva del

producir efectos en mí y en los otros, como por eiemplo, cuando me proponSo convencerme de deiar de fumar o cuando hago el proyecto Ce enarnorar a alSuien. Asociado con la noción de agencia, está el sentimiento de que somos seres Iibres que podemos escoget, y que es potque quelemos por lo que hacemos lo

sin ernbargo, nr¡estras posibilidades de escoger están bastante limitadas, en términos obietivos y también subietivos, por las condiciones sociales en las que vivimos y en las que hemos vivido a lo largo de nuestra historia (tipo de educación, cultura, familia, clase social, etc.), por lo que hasta que no hayamos toma_ do conciencia de estas limitaciones no podemos trascenderlas. Está pues, claro,

que todas estas pseudodecisiones van influyendo y transformando el tipo de persona en el que nos hemos convertido.

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l:drturial tl(Xl

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l¡rtr()duc(i(iI a la []sic()lo8ia s()cial

OLditorial

lu

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l.a idciltidad (e¡

"Los colectivos quc hatrlan difercntcs lcnguaies, en la práctica, viven tlifercntcs ,mundos tlc rcalidad'

H abanico dc elcccioncs que hacem«ls y dccisioncs quc tomamtls y [a ntancra conro nos comf)rtamos van c«lnfigurando nucstro cstilo indivitlual, e[ cual pucde interpretarse como contingente o bien como la cxpresión dc una esencia na-

El lenguaie cs de naturaleza hcurística, cs decir, sus formas predeterminan para nosotros formas cr¡ncrctas dc obscrvaci«in y de interpretación. El lenguaie aonriituy" ,nu guía de la realidatl, per«r dc la realidatl dc naturateza social, no individual.,,

tural. Esta última interprctación puedc implicar una carga cmocional importantc, que nos puede llevar a valorar cualquier crítica que sc ntls haga como un ataque al tipo de pcrsona que somos y, por lo tanto, crear cl cfccto tlc ccrrarse cn banda

Edwarcl sapir (1949). culturu, lenguia y persow (selección tle ensayos publicada por David G. Maclelbaum).llerkeley: University of C¡lifornia press.

y desaprovechar las posibilidades de cambio con las quc la agencia nos clota.

Así, el lenguaie y el pcnsamiento nos llevan a actuar y reaccionar respecto a las cc»sas, no tanto por lo que éstas son, sino por cómo las interpretamos

2.3. Narrativa de sí mismo Pero la conciencia que tengo de mí depende directamente del lcnguaic, el cual tiene un papel muy importante en la expe riencia subietiva de la identidad.

por medio de las palabras que conocemos y quc hemos aprendido como podemos representarnos, interpretarnos y hacernos una imagen de nosotros misEs

mos y de los otros. Con el lenguaie, que es de naturaleza simbólica (tiene la capacidad de ir más allá de las cosas en sí mismas), podemos referirnos continuamente a diferentes aspectos de nuestra experiencia, tanto a obletos perceptibles -como la longitud de nuestra nariz o el color
tl(X

á

Sin embargo, las palabras y los conceptos que utilizamos en la narrativa del yo tienen asociadas intrínsecamente connotaciones y valoraciones sociales que son fruto de Ia ideología dominante, que pueden ser positivas o ne-

nosotros por mcdio de las palabras que utilizamos. y lo mismo le pasa a nuestro yo, actuamos más por la imagen que narramos sobre el sí mismo que no en virtud de lo que podríamos realmente hacer descle una perspectiva más objetiva. En este mismo sentido, el lenguaje y el pensamiento tienen la capacidad de poder trascen der el tiemp y el espacio, con el lenguaje podemos trasladarnos años atrás, adelantarnos y sentir algo que nos gustaría que nos pasara en el futuro, ima-

ginarnos personas y lugares concretos, que no están presentes físicamente, acompañados de todas las sensaciones que nos protrocan, etc. El lenguaie nos permite

vivir una realidad diferente, que no está atrapada en el tiempo y el espacio obietivos, y que quizás nunca lo estará, pero quc es igual de importante y real para nuestra experiencia del sí mismo.

Eiemplo de relato dc novela

gativas pero que difícilmente son neutras: palabras como ioven, introvertido, ama de casa, ettrovertido, seropositivo, nacionalista, basurero, político, etc. tienen

sueños en el umbral, de F¿tima Mernissi (Barcelona:

Muchnik Editores, s.A., 1994), es una novela que explica las memorias de una niña en un harén:

valores sociales implícitos. Estos valores llevan a favorecer unas identidades, como joven, por eiemplo, en detrimento de otros que implican la valoración

"cuando te ves atrapada, desvalida tras los muros -decía tía Habiba-, sueñas con escapar. Y la magia surge cuando entiendes ese sueño y haces que las fronteras se desvanezcan. Los sueños pueden cambiar tu vida y, a la larga, el mundo [...] puedes transformar esas imágenes en palabras. ¡y las pahbras no cuestan nada!,,

contraria, como la categoría de viejo. Es por medio de estos valores, de los que muchas veces no somos conscientes porque forman parte de aprendizaies que hemos hecho acríticamente, como las ideologías, las normas sociales y la cultura intervienen y estructuran la manera como nos percibimos a nosotros mismos y la imagm que nos hacemos de nosotros, y también la manera como percibimos los fenómenos que tienen lugar y las personas que

la

están a nuestro alrededor.

que toda esta realidad construida narrativamente tiene efectos concretos y mo-

Es en este sentido en el que hay que tener presente el poder que puede tener narración que hagamos de nosotros mismos y de las cosas que nos rodean, ya

\9 tiditorial

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l¡lt r()drr('( i(;r r ¿ la lhi(1 rl()l.iia 5(,(ial

o ¡:diklrial t I()(

Ilr

Gt,itul() II.

t.a idcntidad (el s¿rf)

haces dc padre dc farnilia que cuando estás con los amigos viendo un partitl
tlela lo quc haccnros y lcl quc scntimos. l)cnsarnos r:otrttt intcligetrtcs ticttc efcctos cliferentes cn nucstra vida, pucdc llcvarn
de fútbol o cr.¡ el traba j
que hemos pucsto cn nosotr()s, y pucdc pasar lo c()ntrari() si nos pcnsamos

eiempl«1, actuar

como incapaccs. Además, 19 pgdcmos librarnos del lcnguaic, Iro podemos pcrcibir cl mundo y a los otros de manera directa, más allá dcl lcnguaie, sino qu(j

como capataz cn una cmprcsa y cn otr(), de una manera solidaria como sin-

éstc mediatiza cualquier parcela de realidad. La relación entrc el concepto de self y el de identidad es una relución tle inclusión. Así, nos referimos al self ctlmg al núcleo dc la identidad, al centro del yo

que se hace patcntc mediante las cnunciaciones quc haccmos sobre nosotros como, por eiemplo, cuando haccmgs una exclamacirin diciendo "estoy harto de que mc tomen el Pelo!". Este sentido del selfl itlentida«l depencle cn gran medida de lo desarrollada (lue tengamos la capaciclad r1e pensar simbÓlir:amcnte, la habilidad para dirigir

y refleiar nuestras propias acciortes y para pensar etr cl ¡liutrd(.) que nos rodca. lt:detnos hablar de autoconcieltcia o conciertcia de :;í nrisn¡'J erl cl §entido erl que ésta está centrada en el yo y la definimos como la cotlciencia que tenemos de ser una persona particular y diferente de las otras, y de refleiar en la propia experiencia de ser lo que esta persona es.

ESte

planteamientc) conducirá al

COn-

cepto de rellexividttd.

2.4. tdentidad singular e identidad núltiple Hasta aquí hemos considerado la identidad individual corno una identidad diferenciada, como una identidad singular conformada por un coniullto de rasgos

coherentes entre sí, pero esta idea de la identidad no es compatible con el hecho de que en la vida moderna nos encontramos situaciones mlly diferentes, que re-

cn un momcnto determinado de una mancra autoritaria

dicalista convcncidr¡. 'l'ambión los difcrentcs ti¡rus de rclaciírr.r que establecemos requieren que nos mostremos disimilarcs. No manifcstaremos las mismas actitudes y el mismo talante si la pers«rna con quien hablamos es nuestro iefe, padre, paciente, vecino o vecina o amigo o amiga íntimos. Así pues, pucde considerarse que parte de la itlentida«l es dependiente rlel abanico de relac'ioncs quc ponemos en acción y <1e las diferentes situaciones en las que nos hemc¡s cncontrado. si considcramos la experiencia de la identidacl dcsde la perspectiva de su rlesa¡rollo y su transformación, también podemos hacer referencia a una multipli-

(

cidad de sentidos del yo. Es el cax¡, grr eiernplo, de pensar en el pasado y darnos

(

cuenta de lo crueles que éramos cuando insultábamos a alguien por el simple hecho de ser gitano, sin que esta persona nos hubiera hecho nada. AsÍ, creamos

(

narrativas diferentes sobre nosotros a lo largo del tiempo, por el simple hecho de poder tiiferenciarlas, al situarlas en ei pasado y en el presente. Sie¡ldo, pues, tan compleia la experiencia y el desarrollo de la identidad a lo Iargo del tiempo y de los diferentes contextos, los cuales requieren formas par-

ticulares de relación, no es en absoluto sorprendente que haya un cierto grado de fragmentación o muttiplicidad det yo.

sin embargo, la problematización y la extrañeza que la identidad múltiple pfovoca en nosotros sólo puede entenderse como producto directo de una noima cultural, fuertemente arraigada en nuestra sociedad, que proviene del liberalismo y el individualismo, y que asocia el comportamiento externo y

explícito

de las personas a cualidades internas de éstas, que se cons¡deran naturales y pre-

quieren característiCas diversas en una misma pelsona para que las pueda afrontar' En ests Sentido, algunos autores consideran que parte Ce nt¡estra identidad depende de las situaciones que hemos tenido que afrontar, ya que los

existentes, y también coherentes internamente.

difererttes colltextos exigen de nosotros diferentes manifestaciones- Las ca'

presiones que el contextó

racterísticas que tiene qrÉ mostrar una muiei cuando sÓlo se encarga de cuidar de su hiio no Son las mismas qlle las requeridas cuando se trabaia ert el campo, además de hacerse carSo de los hiios. No se te pide Io mismo cuando

(

La

dominancia de esta norma nos lleva, a menudo,

y

a no darnos anenta

los otros y las otras eiercen en nosotros a tuemos de una manera determinada.

de las

fin de que

( ( (

(

( ( ( (

ac-

Hay que decir, también, que esta identidad múltiple; aparentemente contra-

dictoria, ha sido explicada por la psicología social desde otras perspectivas,

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Ldilorial

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IItr(]du((iar¡

a la

lni(olo¡ita s(triál

com() cs cl caso dcl inte raccio¡risnro sinrbí¡lico y e I soci
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Editor¡al L,(x

I r5

(-aPi(ul() l¡. I.a idcillidad (cl r(l/)

I sur, p
cle

de crer:ncias y c()[lportamientr¡s cn

quc las deiarcmos para cl últim«r punto dcl capítulo.

2.5. Diversidad cultural A todo lo que hemos dichr¡, tenemos que añadir el modelado que la cultura concreta hace de la identidatl. I¿ cultura cs entendida aquí como el coniunto de tradiciones, normas, símbolos y valores quc conforman una rc,ciedacl y que se

mantienen mediante el aprendizaie, la interiorización y la transmisión entrc

las personas que forman parte de ella.

Hemos empezado eite capítulo haciend<¡ referencia a un doble sentimiento de identidad, que va desde la identificación con otras pcrsonas (que implica tener una identidad s«rcial o compartida) hasta ei hecho de considerarnos únicos (que comporta tener una identidad personal). Las teorías de la identidad que he-

y a la

mos expuesto hasta ahora (al menos la biologicista y la psicoanalítica) están, so-

manera de entenderlo. Por eiemplo, mientras que en Occidente las relaciones íntimas están fuertemente vinculadas a sentimientos privados, en China

bre todo, centradas en la vertiente personal de la identidad. Pero, a partir de este

de

self, hay grandes diferencias entre ellas con respecto al significado

se considela que la elección de la pareia es algo vinculado al grupo familiar y es él como colectivo el responsable de la elecciÓn. Esta forma de entender Ia vida privada de las personas en la cultura occidental o en la cultura asiática

es fuertemente dependiente del hecho de pensar que somos autónomos o

bien de considerar que la persona sólo es una parte del coniunto del grupo, y por lo tanto, no puede actuar independientemente. sin embargo, las diferencias culturales han derivado, en la mayoría de los

y preiuicios que han conducido a conflictos y discriminaciones sociales graves y han llegado, incluso, a Ia destrucción del otro -

casos, en desigualdades

persona d.iferente. Este hecho pone de manifiesto una profunda ideología xenófoba, etnocéntrica y racista, se8ún la cual hay formas de sel que, de manera absoluta, son consideradas meiores que ottas, lo cual lleva a legitimar la destrucción de las identidadG construidas como inferiores. EI eiemplo paradig-

mático de Io que decimos ha sido el nazismo, pero podemos encontrar otlas mgchas muestras del mismo hecho en la vida cotidiana, con relación a los in(

3.1. Procesos de categorización, comparación y diferenciación social

la cultura, en este caso relativo al occidental, y no arraigado universalmetrte a la En este sentido, y aunque todas las culturas tie¡ren algún tipo de concepto

(

y categorías sociales

Así, la identidad indiviclual tle la que hemos habtado, como "entidad autónoma, particular, privada y racional", también es un modelo formado por medio de

naturaleza humana.

.

3. Identidad

momento, introduciremos la vertiente más social, que concluirá, en el último punto del capítulo, con la interacción de ambas vertientes en una sola que llamaremos perspectiva ps¡cosocial, la cual pretende evitar tanto el reduccionismc

psicológico como el sociológico. Ciertamente, a la pregunta "¿quién soy yo?" podemos responder usando categorías grupales, además o en Iugar de utilizar los atributos individuales. Por eiemplo, podemos decir que soy una muier, inmigrante, senegalesa, de clase báia, de pueblo y peluquera: cada una de estas categorías señala los Srupos wiales de

pertenencia y la ¡nskión o el estrato social que ocupa cada una de ellas en nues-

tra sociedad. Pero también hace referencia a

un sentimiento y una experiencia concretos

y particulares del yo, en el sentído de que otra persona en las mismas circunstancias obietivas podría utilizar otro tipo de categorías grupales para definirse, como por ejemplo: soy madre, divorciada, joven, conservadora y creyente. F.s cierto, también, queestas categorías no son¡ólo un nombre sin ningún tipo de

implicación, sino que cada una comporta un coniunto específico de roles, atri-

l[(r(du((i()il

ll6

o) Edirofial LJ(xl

butos, rcpresentacioncs y

¿ la l,sicol()Bia §(fi¿l

rccpciones s
(O

Dditorial

I

I(X:

tt7

Ca¡riukr ll.

L¿

ideiltidad (el

JCll)

integrantes de la catcg«-rría, ignoranckl su idiosincrasia pcrsonal y cstcriotipánd
No hcmos dc olvidar tampoco que cada sociedac.l tienc unas catcgorías disponibles dcpendiend«r dc su historia y que son éstas las que dctcrminan las

lc. Aparte de csto, la rcpresentackin quc tenemos

una dctcrminacla categoría

identi«lades sociales que son posibles. H adietivo tránsfuga, vincula«lo al muntlo

depende de la i«leología que dcfenclarnos. Aquí utilizamos la idcol
de la política, no cxistirá cn una socieclatl cionde no haya diferéntes partidos políticos; ni c«¡rnuda cn una sociedad doncle exista la poligamia, como cn los

grupal o catcgorial: por eiempkr, desdc la idcología dominante, se pu«le cr¡nside-

harenes árabcs.

¡re

<Je

rar que las mujeres no tienen que ejcrcer determinados trabaios por cl hecho dc que su biología las limita. Desde la idcología progresista, en cambio, se considera que las diferencias atribuidas a las muiercs no son ciertas, sino que son fruto de

un proceso de representación y de aprendizaje sociales. ¿La pertenencia a los grupos es, pues, una cuestión subietiva y no objetiva? qué depende que nos identifiqucmos con un grupo y no con otr
nadas que

no

se corresponden

con aquéllas con las que nosotros nos sentimos

realmente identificados? Puedo considerarme catalana, y comportarme com<¡ tal, mientras que mis vecinos no paran de tratarme como si fuera andaluza (charnega) y, por Io tanto, diferente de ellos, por eiemplo. ¿Cómo podemos explicar este tipo de percepciones "equivocadas" e identificaciones desconcertantes?

Eiemplo de noticla

con el fin de entender

estas situaciones, haremos referencia a los proc-esos por medio tle l«rs cuales las personas se identifican o se diferencian en categorías sociales determinadas y, también, a las consecuencias que tienen estas identificaciones, en términos de prcjuicios, en la percepción de los otros y en la discri-

minación comportamental hacia estos otros. La teoría de la identidad social de I'aifel nos permite entender gran parte de estos procesos de identificación y desidentificación. llsta teoría engloba tres procesos psicosociales -la comparación, la categorización social y la identíficalos cuales actúan coniuntamente y hacen referencia a la manera como percibimos a las otras personas y a nosotros mismos, tomando como base de

.ción-,

esta percepción la pertenencia de las personas a los grupos. por ejemplo, el hecho de ser heterosexuales nos puede llevar a establecer una diferenciación, en

otros aspectos, que no tienen nada que ver con el comportamiento sexual con aquellas personas que practiquen la homosexualidad, lo cual no percibiríamos si existiera Ia categoría y la creencia de que todo el mundo es potenc¡almente

andrógino, por eiemplo. Por lo tanto, podemos considerar que no actuamos -ni nos relacionamos con la gente- tanto por lo que las personas son sino por cómo nos las representamos o por cómo las percibimos e interpretamos. Estas percepciones y representacio-. nes de los otros están fuertemente moduladas y afectadas por el sentimiento de pertenencia de los individuos en determinados grupos. lacatcgoría grupal, pues,

proporciona una identielad o posición social y, al mismo tiempo, funciona como prisma de lectura y percepción de ta realidad social que nos rodea.

notilia con esta autodescripción que hace de si mismo un afroamericano, pensar que las categorías sociales existen de manera pura es una falacia que no se corresponde con la realidad.

Tal como se ve en esta

En esta percepción del otro siempre hay implícito un proceso de comparación social, establecido a partir deun patrón o criterioque actuará de guía de la comparación: así pues, si nos miramos a alguien por el color de la piel, llegaremos a una determinada percepción y valoración, y si lo hacemos por sus ideas políticas, llegaremos a otra. Es obvio decir, sin embargo, que en términos de relevancia sociat y de ética,la calidad de ambas valoraciones no tiene nada que

¡lli{ú(.nn!

llll

vcr.

lr.l

¿ la

t'\nrn08r¿

n{r¡l

tip{) de conrparaci(in quc harcmos, ert un priltler rn(}merk), tlcperttlerá

en gran partc del prtreso dc strcialización, pero con el tiempo Podern()s intervcnir co él y sustituir unos aprcodizaics [x)r (,tros. .

Adcmás, la comparación sociales

fue cmcnte dcpcndientc del p(,a¿.\(,

¡r( c4-

tegoriarción xtcial, el cual hacc rcferencia "al coniunto de proccsos psicoló8¡c()s que llevan a o(lenar cl entorno en térm¡nos de cateSorias -Srupos dc pertcncn-

(iJ¡úrul()

en t¿rmi.()s de itlcrrtidad strcial, buscatrdo lo que

Il lJ

'l¡ifel lla,la u.a

tl.,¡rid¿d

lcl!r/l

¿,/isti¿li,i¡la¿l r¡r_

cial ?os¡t¡nt.lrsta búx¡ucda cs una dc nucstras motivaciones principalcs.

Con cste procc:io de (omparacií)n social establecemos difercnciacioncs del

tiry t Msottos frcntt: a cllos", el cndo¡¡ru¡ro frente a el exogrupo, que la mayoría cle veces es fruto dc una competencia social y de un conflicto red Lle intereses ¡x:ro

cia, de obietos y dc acontecimicntos-, cn tanto que son considerados equivalcn-

otras vcces cs fruto de la búsqucda dc una distittt¡r,idt1tl po.r¡liu¡, puramcnte Jimüúlir¿. Ia consecuencia dc esta división entre nosotros/ellos es el ctn(rentrismo,

tes para la acción, las intencioncs o las actitudes dc un indivitluo".

es

Ilste proceso de la catcgorización social comporta unos efectos especÍficos

decir, cl fitnritismo hacia cl propio grupo y el tlesprecio, la discrimírutción y, eventualmentc, la agrcsión hacia el grupo contrario. Así pues, la func¡ón de las

que son la dcefl¿ r¡rión ilusorfu úe semejanzq entre las personas que forman parte

categorías socialcs, sobrc todo de aquellas que son considerarJas como naturales y

de una misma catetoíir -por eiemplo, la creación de semeianzas entre los diversos catalanes-, y también la creación exageroda de diferencirc entte personas pcrtcne-

no son construidas s(xialmentc (contingentes e históricas), es ¡a ¡le legitimar la dominaci(¡n y obstaculizar la solidaridad entrc posiciones soc¡ales diferente§.

cientes a a.¡f¿for¡i¡s ¡lile.exfes

{s

decir, entre un hombre y una muier cuak¡uicra,

o entre un europeo y ün chino también cualquiera.l

Parece quc cuanto más sc extrema la dicotomización entre las categorias en

el

términos de nosotros frentc a ellos, más se disuelve el ámbito tlel sentido común et el que podrían cncontra6e k)s diferentes grupos que hay en uoa sociedad con

sentido que organizá, cstructura y simplifica la informaciÓn que tenemos del

vistas a negociar la convivencia y el futuro. En momcntos de conflictos sociales

Se puede considerar

que la cateSorización tienc un volot instrume

medio social, pero también tiene



ítl et

valor ideológico, de control social, en eI sen-

tido que estructura grupalmente la sociedad según los intereses y valores de los grupos dominantes. Puede entenderse también como un sistema de orientación qve construte y define el lugat partícult de cada persona en la sociedad, ya que

agudizados es cuando más se acentúa esta discriminación, lo cual conduce a mi_ rarse

cualquier circunstancia y fenómeno desde la perspect¡va cle la identifica-

ción o la oposición con el propio grupo. Así, todo se mira según si Io dice uno de los nuestros o no:

no solamente las otras personas y los otros obietos son adscritos a una determinada categoría social, sino que uno mismo también es inscr¡to en ella. Todo esto está estrechamente relacionado con el cor¡cepto de identidol social planteado por

Taifel entendido como "aquella paÍe del autoconcepto que proviene del conocimiento de la pertenencia a determinados grupos sociales, iunto con los siSnificados valorativos y emocionales asociados a estas pertenencias".

"en la captación y definición de la realidad cotidiana ya no se mira si algo es intere_ sante o aburrido, bello o feo, bueno o malo, honesto o deshonesto; el sentido de lo que sucede y de lo que se hace se empieza a entender primordial y casi exclusivamente a la luz de su asignación a uno de los grupos contendientes (nosotros o ellos).,.

Ignacio Martín-Baró (l98}l. Acción e ideologío, ps¡cotogía sociol des(le C,entroamérica (p. 278). Buenos Aires: UCA.

Así, la percepción/valoración que hagamos de nosotros mismo6 ha de depender

del punto de comparación que establezcamos.

decir, si la identidad social surge

del tipo de comparación intergrupal que hacemos en el contexto 6Pecífico y no existe preiiamente, es fácit pensar que gtableceremos esta comparación social de

Con relación a esta percepción etnocéntrica de la realidad existe un curioso fenómeno pe¡ceptivo intergrupal que Bronferbrenner (1961) llam6 el"efecto es_ pqo". Consiste en que los dos grupos contrapuestos tienden a percibirse con las

manera que salSamos Sanando con ello: scogeremos comP¡[amos con aquell¿§ categorías que nos permitan salir favoreddos de la comparación, y diferenciarnos

mismas características, aunque invertidas; descub¡en en ellos las mismas caracterÍsticas positivas, y en el otro, las mismas características negativas. por eiem_

l.

plo, en las peleas políticas es muy frecuente; cada partido político tacha at otro y a si mismo reciprocamente de ,,demagogo,, y a si mismo ,,honesto,,. de

Es

Henri Taifel (1981). Gn¡por humr¿n$ y catcgüirts sioles. Barcelona: Herder; Jolm C. Turner (1990)

Redesaú .1ttLtp

sociaL

Madrid: Morat¡.

( O Ldit()rial

t,()(l

Irrlrrxltrt-r'iorr o la ¡nirohr¡iia stnial

I20

Sin cmbirrgo, cl prciuicio favorable hacia el ¡rr«rpitl Srup() vicnc mctiatizad
(

o [ditof¡al t,()(

t2t

Gpitulo ll.

l.a ideil(iddd (el sctl)

existencia tlc dctcrrninadas rclaci<¡¡res ile pclder y clesigualdades socialcs y quc las

mantienc.

naclos p«rdemos encontrar una preferencia y un favoritism<¡ hacia cl cxogrupo

En dcfinitiva, la cxistcncia tle lt¡s cstcreotipos puecle consiclerarse como la

clominante en'vcz del prejuicio etnocéntrico, es lo quc llamarcmos preiuicio so-

consecucncia dirccta de los pr«rccsos
por ejemplo, de un trabaiador quc admira l)ctsonalmcnte a su ict'e porque ticnc un cstatus más alto y tienr: st-¡cialmentc más consideración y más reconocimiento, o de las muiercs quc han adoptado roles masculinos por-

ciocéntrico.lis r:l

cas<1,

que se valoran más positivamente que los femeninos.

Seamos conscientes de ellc¡

o no y <:n tarrtt¡ quc actores sociales, en

rruestra

vida cotidiana interpretam
otros y, al mismo tiempo, aiustarnos a ellas, pero este ploceso muchas veces

es

independiente de las acciones que el otro lleva a cabo efectivamente. Sin embargo, no todas las categorías sociales funcionan de la misma manera: algunas son nrás utilizadas y más visibles socialmente que otÍas, sobre tcütl aquellas qrie lracen referencia a los grupos minontarios o sin porier, ctlmo homosexual,

rnuier, negro, inmigrante, niño, etc. a diferencia de blanco, hombre,

burgues, he-

terosexual, autóctono, adulto. Esta incidencia que tienen las categorías en las interacciones sociales ha lle-

vado a la psicología social a plantearse el tema del preiuicio.

otra partc, la percepción de las personas que hacemos por medio del estereotipo funciona de tal mancra que no resulta na<ja fácil destruir estas representaciones que distorsionan la realidad, muy al contrario, tienen una fucrte Por

t

(

(

aquellas informaciones que son rxrco o nada coherentes con é1. con este pr()ceso de análisis selectivr¡ de la información quc nos rrxlea, los estereotipos se autocon-

(

firrnan continuamente, son [)ers¡stentes, y por k¡ tanto, difíciles de cambiar, aunque tenSamos delante de nosotros informaciones objetivas y contradictorias que

(

prrlrían desdecirlos.

(

percepción por medio de los estereotipos también pue«1e hacernos ver directamente aquello que no existe, mediante un proceso de proyección social que depencle de nuestras expectativas, tle aquello que esperábamos encontrar.

(

Esta

Además de sesgar la percepción y filtrar la información que tenemos que gcstionar, los estereotipos t.lmbién inciden en el comportamiento en el senticlo de

estereotipo y preiuicio y hacen que aquél sea discriminatorio y les perjudique. La discriminación hace referencia al comportamiento, a las acciones especí-

ietivo: favorecer a los miembros de la propia categoría y, al mismo tiempo, perjudicar a los miembros de otras categorías. lste trato discriminatcrio hacia el otro puede tener un grave irnpacto y puede

individuales.

Con relaciót¡ a la noción de preiuicio existe el concepto de estereotipo. Podríartr)s decir que el estereotipo está forrnado por el coniunto de creencias sociales (cognición social) que están socialmente asociadas

a

una cateSoría grupal, las cua-

provocan los prejuicios y los iustifican. Así,la acción de estereotipar constituye un proceso de percepción, significación y representación de las otras peñ)nas y

les

de la realidad que funciona de una manera bastante rígida, y está orientado


bien

cumple Ia función de marttener los valores sociales dominalltes, que emerge de la

(

(

que dirigen las acciones que emprendemos hacia las personas que son objeto de

ficas dirigidas a las personas afectadas por los preiuicios, y tiene un doble ob-

sus características o actuaciones

(

referente de interpretación nos llevará a fijarnos sólo en las acciones o inforrnaciones de la persona que sean crlherentes r:on nuestro estereotipo y a
nadas personas, que está originada porque pertenecen c deteftninadas categorías soci-

por

(

autoulimentnrse y monteilerse. El hccho de utilizar el estereotipo como

El preiuicio se entiende como tma actitud generalmente negativa hacia determi-

ales y no

(

pada de la realidad. l)r¡r lc¡ tanto, los tres procesos están estrechamente ligaclos.

terulenciu

3.2. Preiuicios y discriminación

(

afectar directamente a la identidad y la psicología de las personas que forman parte de los grupos discriminados, que son ¡obre todo minorías grupos o sin poder. una de las consecuerrcias es lafu,ia autoestima olapercepción ne§ativa de sí

( (

( ( (

mismo y, también, un fuerte sentimiento de inferioridad,el cual le puede conducir maltratarse o a deiarse pisar y a tener actitudes de sumisión. otra consecuencia

a

con respecto a la actitud es la predisposición al fracaso de los miembros de estos

(

( (

(

( (

(

h'lr,llu,t¡

'Jcrlitl¿J

(rl e¡f)

grupos () catql(,rías, quc conducc fáci[ncntc a hacer cl ftacasll real F)r la l'oca c()nfianza quc se tic¡tc ctr sí mismo. Ya para acabar, un últ¡mo ef(-'c'to es cl c(nr()-

identirlad (algunos l)latrtcarnicrto5 recicntcs co[ro cl de lJutlcr consider¿n, incluso, quc una partc imlx)rtante dcl scxo está también producitla socialmcnte).

cido como cfeclo l'i¡nalirir, según cl cual cl comportamicnt() ncgativo hacia alguien, fx)r unas caractcristicas cspecífir"s quc no ticne per() que le atribuim{r\, puede crear en la otra pcrsona aquelkl que cspcráhamos encontrar cn é1, pucde

Dcsdc la psicologia s()cial quc dcsarrollamos aquí, se considcra que la identidad

gencrar cl comportamicnto que sostenía nuestra discriminaci(rn: por eiemplo, el hecho dc que las muieres sean consideradas con menor control em(rional puede

sexual cs sohrc tod() una cucsti()n cultural e ideológica, vinculada al controls(F

cial y a la rcproducci¡in del ordcn social instituido. 5in cmbargo, como consecuencia dc los prciuicior que los estereotilx)s sexuacn Ia gcnte -y los cicntíficos y cientificas no se esL¿pan de cllos-, la

les producen

considerarse más el efecto de las condiciones en las que han sido obligadas a vivir (como pcrsonas que se ocuPan de los otros) que alSo inherente a su naturaleza' llara concluir, sólo hay que recordar quc los estereotipos, en tanto que pro-

psicoloSía tradicionalmentc ha ignorado esta cuestión de Ia misma manera que

ductos ideológicos, orientan la percepción y la acción dc los grupos sociales en su interacción con ¡as ottas Pcrsonas y cateSorías, lo cual puede llevarles

haciendo dc la partc el todo, es decit, centrándose en la psicología masculina e ignorando el resto. Así, estc sexismo que ha caracteriza¡lo el conocimiento c¡cn-

una desatención selectiva sistemática y a potenciar la iSnorancia continuada de aquellos aspectos de la realidad social que son enmascarados. a

I

rit{rul,, ll l¿

i J l¿ lN! iri¡¡!r¿ n { rrl

(

lo ha hecho con otras catcgorías socialcs o construcciones cstereotipadas de co¡ectivos, lo cual la ha llcvatlo, muchas veces, a producir un cortrímiento sexistn,

tífico en gcneral, y el psicológ¡rr en particular, se ha enmascarado en psicología ¡nr medio dc la construcción de un único modelo de no¡matidad psicotógica que teóricamente se considera universal, pcro que, cn la práctica, es muy próximo a aquello <¡ue socialmente seas(xia al mundo masculinoya las condiciones de vida de los hombres. La obra dej. Sh. Hyde (1995), Psicolotío de las muiercs.la otrami-

3.3. I-a categoría mcial del género

tad de Ia cxpericncia [rumana corrigc en parte este s€xismo del saber psicológico. Por otro lado, la psicología también ha formulado algunas teorías de la iden-

Plantearemos el funcionamiento de esta cateSoría grupal como eiemplo pa-

radigmático de todo lo que acabamos de explicar. Ciertamente, la identídad sexual es percibida como una evidencia por la mayoría de nosotros, es experimentada como una de las dimensiones más naturales, sólidas e incuestionables de nuestro yo. Así, aunque me cueste, Puedo deiar

de pertenecet at grupo de los fumadores si me lo proponSo, pero difícilmente puedo dejar de ser muier en términos p6icoló8icos, aunque hay la posibilidad del transexualismq, pero es una oPción muy costosa a muchos niveles y, además, implica un cambio de aspecto fisioló8ico pero no un cambio psicotógico' No obstante, ¿está claro qué es y qué siSnifica ser hombre o ser mu¡er? ¿Se trata de una diferenciación de orden 8enético y biotó8ico que tiene consecuencias en el orden psicolÓ8ico? ¿O bien ta masculinidad y la feminidad son sólo dos construcciones sociales, culturales e ideoló8icas que tienen poco que ver con la biotogÍa? En ta

titefatura psicotó8ica

se hace

refe¡encia

a

la noción de sexo

considela que esta identidad tiene su base en la bioloSía, y se utiliza el concepto de 8ét¡¿ro cuando se parte de una exPticaciÓn cultural y social de la

cuando

se

tidad sexual más tendentes a descub ¡, reproducir

y ¡ustificar la dicotomía

sexual que no a entender sus condiciones históricas de producción y sus posibi-

lidades de cambio social, en dirección a transformal la desigualdad y la situación de dominación en la que se encuentran la mayoría de muieres. Así, se han intentado demostrar d iferencias de inbligaria y de temperanento etfre los sexos por medio de constructos

anatómicofisiológicm que han tenido el efecto mantener a la muier sumisa para con el hombre. F-stas diferencias, al mismo üeuipo, han servido como argumento hasta no hace mucho -hasta los años sesenta-

de

para pedir una educación radicalmente diferente para hornbres

y muieres: la des. igualdad entre los sexos era interpretada como diferencias de personalidad en la manera de ser entre el hombre y la muier, y se defendía su complemeñtariedad, lo cual rcsultaba bastante útil para mantener el modelo clásico y jerárquico de familiaLa

tradición de estudios en psicología diferenciat, dedicada

a averiguar las

di-

ferencias de las muieres para con los hombres, empezó a tener graves problemas en las décadas de los años sesenta y setenta a partir de la eme¡gencia, entre otürs razones, de los movimientos de protesta social feministas. Éstos pusieron de ma-

t,l«{luLrnrr

!

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¡¿ idc¡¡lidad (el

!r/l

iex(,s no cra un discurs(| §o-

Más rcc¡cntemcntc, ()tr()s estudios han puesto de manifiesto quc no hay

bre la divcrsitlad, sino un discurs(¡ encubridor de la discriminaci(lrt scxual, pronunciatlo dcsde el poder para mantcncr una situación de dominación de la

natla dcmostrado ni demostrablc con respccto a la existencia de difcrcnciaJ nd-

mu¡cr y quc, por lo tanto, niega su altcridad rcal y subordina su desarrolb y su

ducidas por miradas ahistóricas.

proyccto dc vida al desarrollo y al proycct() dc vida del hombrc. en el ámbit<¡ académico, el trimcrado análisis que hicicron Macc'oby y Jacklin

fabla 2.2. Miár i€xismo en

nifiesk) cún(, cl discurs(¡ dc la difercn(:ia entrc

\197 4)

§úc

las diferencias sexuales

l()§

hizo «nrncluir que,

a

turalcs entre la psicolo¡iía de los hombres y de las mujeres, y quc éstas son pro-

( la c¡enc¡a

histó

ricamente entre los scxos (motivaci¿)n, competencia, temglramcnto, habitidadcs

lrracionalid¿d, emol¡v¡dad

inteleltualei, etc.) obededan f)lo a un c()niunto dc creencias, ester«)tifx)s y rcpre-

[a mu¡er razona menos que el hombre, et ñenot intelectualy l¡il¡ca, pcro m.fo intuit¡va que el hombre; se dej¡ trai(ion¿r porelcora¿ón, ee cambiante en iur e9t¿d6 de ánimo y en su5

sentaciones s(x¡ales que no tenian ningún fundamento cn la realidad. Parivkl¿d, (onform¡smo, capacidad de ¿dapl¿rre, abnegación, rum¡sión, dedi.¿(¡ón

conttuido

un¿ psicologí¿ d¡lerent€ Par¿ lo5 hombres

D€b'l¡d¿d.

n«e(ij¿d de ¿poyo

A. Cre€n(¡ar infúndadas tobre l¡s diferenc¡¿s sexuales '1.

Que l¿s mujeres son már roc¡¿Hes que lor hombre! 2, Que la5 mu¡ere5 son má5 5uge!üonableg que lo5 hombres ,. Que l¿s muieret tienen ÍEnor auto€stim¿ 4. QLre la, muieres soo me;orer p¿ra l¡s l¿rear sencil¡as y repet;t¡v¿s, y lot hombres para las tareat que exigeñ procetos cognolc¡túos má5 elevador y l¿ iñh¡bi(ió¡! de,tspuestas dprendidas

5. Que 6- Que 7. Que 8. Qpe

lor hombres ron más ¿n¡lítkí¡s. lae mu¡ere! €süin más ¡nÍuilas por l¿ herencia y lor hombres por el amb¡eñte. l¡s ñrui€res no tien€n rnotivac¡ón de éxito. l¿s muiere5 ron de c¡rácter auditivo y los hombret d€ c¿ráct€rüsual.

lnf ant¡lirmo, ruperf i(i¿lid¿d

Coquet€rí¿

[a muier es natur¿lm¡te pariva y se (onforma coo las cotas t¿lcomovicr¡en dadai, acepta Ior ¿(onte.im¡€ntos, thñ€ una grañ (apa(id¿d de .bnegación y dedicacón ¡ los deñát. qoe re deta llev¿r por los rentim¡ento9; no rabe ¿faontar lat ritu¿ciones de responsa¡il¡d¿d; n€cet¡dad de centrar 5u vidá en el otro Ld muier es un ser débale indefenro

Aunque no se digá expr€samenle ((omo s€ h¡zo derd€ A¡istoteler a Moeb¡ur, la mu¡er er conr¡derada, d€ iÉ(ho, como un ser intermedD entre ¿lhombre y elniño, alque no te pueden ccnfiár grardes rerponrab¡l¡dades; ruperfi(ialen su maner¿ de rer, no se poede responrabilizar de las coias ¡mpon¿ntes.

[e gusta gustar, ser atra]¡Ente, coquetear, por eso vive atrapada én un ñundc d€ cotméticos, modas y frein¿dos.

g. D¡leren
l. Que las muieres tienen más habilidad verbal que lo5 hombré! 2. Que loi hombr€r destacan rn hab¡l¡dad visuo€rpaci¿l3. Que los hombres desta(an€n habilidad mat€rnát¡ca. 4. Que lor hombr€s son más¿grer¡vos C. Arpeclor ru¡etor a ver¡f¡(ación

l.

Las creencias

tradicionales con respecto a la muier, que todavía hoy se mari-

tienen en parte y que evidentemente distorsionan su realidad, no homogénea, son los tres mitos siguientes; la muier como eJposc amante, como mddr¿ altruista

s!ón más sensual y miitedoJa.

4. fenden(¡a a compet¡r. 5. fendencia a dominar. 6, Tendenc¡a a someterse. ,. Condu.ta maternal.

damente las mentalidades actuales, aunque desde hace un ¡rar de decadas se estén llevando a cabo cambios sociales importantes, sob¡e todo en términos iurídicos

1974

(

( (

(

( ( (

(

( (

y buena por naturaleza y el eterno femenino, que hace referencia a su dimen-

Sens¡bilid¿d táctil. 2. Mi€do, l¡midez y angusti¿. l. Núel de ¿ctivi¡lad.

fü6te: Ma((oby y l..ui',

(

excepc¡ón dc alsunas habi-

lidadcs verbales o rclativas a la agresión, el rqito dc difcrencias propuSnadas

Tabla 2.1. De cómo el(ono.¡miento cÉnlfico ha y p¿ra la: rúieret .

(

[¿ larga historia que ha tenido este pensamiento sexista ha marcado profun-

(las leyes del divorcio y del abono, los programas de integración laboral de la mu-

(

(

ier, etc.).

(

( l2t¡

( (

i,u«d(ktn,!

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I'i(,'¡(,8i¡ R(¡rl

p<xIríarnos dccir que ticnen accclo a casi las mismas cosas quc los hombrcs (trabaios cualificados, carrera política, empresar¡al, artística, rclacioncs persoltales

partc r.lel hombrc o la muicr, una manera subietiva difcrcntc dc cntcndcr la dicot()mia dc géncro o identidad sexual, o una disolución dc esta dic()tomíd.

rol sexual lo han helho stihr algunas muieres en dirección alámbito público, pero no ha sido reciprocodcl hombre hacia el mundo privado. Más bien podríamos dccir que, si tradicionalmcntc ha Y seguramente, esto es debido a quc el cambkr dc

habido dos estilos de vida opuestos, uno de los cuales estaba muy bicn visto cn dctrimento del otro, ahora siSuen eKistiendo, pero ha habi<Jo una minoría de muitr(s que ha deiado la esfera privada para dedi(?§e a la Pública y proyectare personalmente, y la sociedad ha sido suficientemente flexible para permitírselo; si bicn en

ningún caso podemos hablar de un cambio más global o de una disolución de los ester«)tipos sexuales. por esta razón por lo que el cambio social que han protaSonizado al8unas muieres tas ha deiado, muchas veces, en una situación todavia más difícil y esEs

y ta educación de los hi¡os. En el traba¡o, alSunas muieres se ven obligadas a demostrar que los estereotipos todavía viSentes sobre la muier en su caso no son

ciertos, lo que las obliga a esforzarse más de lo que harían si fueran hombres y sobrecualificarse. Y para "amenizar" este coniunto de tareas y responsabilidades diversas, que muchas veces ellas aceptan acríticamente, también se les pide que conserven en su máxima expresión la belleza y el encanto, que siempre se ha

tr)

Manuel Vicent, ¿/ P.¡b, 23 dc abril. 1996

tresante que la que tenían antes, sean ellas conscientes de ello o no. Aunque tra-

con las tareas de la (rianza

trfuirrdall(l

van impccablcs, si hic[ sc lcs nota un velo de fals¿ durezá o de angustia debalo dcl maquilla¡c. l)rohahlcmentc haccn pcsas para estar en forma, controlan su dicta con gran sacrific¡o y t¡cnc¡ quc demostrar cn cada reun¡ón de trabaio que son más intcliÍ,cntes, más rápid¡s, más cf¡cicntcs qulr los homtlres si quieren ser tomadas cn c.onsideraci(in. |.stas muiercs constitr¡ycn la última conqu¡sta de la revolución fcmenin¿. Nadic las c()mpadcce. Mantlan r:n los dcspachos y para eso deben expresarsc en cada minuto con una agrcs¡vidad rcdoblada y ün talento superior sin l¡n solo desmayo. Nadic crec que estos esplénd¡dos eicmplares femeninos están siendo también soiuzgados. lstrcmece peniar a quó grado dc violencia se ven sometidas las muieres en la mayo¡ partc dcl mundo. Pienso cn csas va¡crosas argelinas quc tienen que d€§afiar di, rectamcnte el cuchillo dc k¡s fanáticos para respiraren libertad. Ex¡sten en otros pueblos infinitas mu¡rrcs sin oombre, s¡n rostro, sin rebelión alguna, moralmente humilladas, pero un hccho parcce evidentc: este siglo en el futuro será definido por la revolución femenina que sr ha cruzado como un d¡que en la corriente de la historia obligándola a elevarse de nivel. Por cso, cualqu¡er regresión moderna se ceba p.imero en la muier. Pienso en clvelo de hicrro qttc cubreel ro6tro de las argelinas y en elvelo dc la dureza que se ven obl¡gadas a lucir las nuevas troy¿nas quc triunfan en los despachos del Occidente cr¡stiano. ts la misma op¡es¡óo baio oko lápiz de labios.,,

¡ro dcsiguales, etc.), pero detrás de cstos cambios obiet¡vos no siemprc hay, lx)r

las personas más dependientes (enfermos y mayores)

J

gun()s ticncn harrig¿, llcv¡n I(,s lapal()s sucios y la corbata con cl nudo t()rcido I in, chls() rr lcs pcrmitc scr un p()co cstitpidos, perc e¡las, que son directivas o sccrct¿fl¿s,

(licrtaflrctrtc, para una mi¡x)ría rle muicrcs ha¡r canlbiadr¡ nruchas eosas, y

baie, la muier continúa siendo, más que el hombre y más que las instituciolres públicas, Ia encargada de compatibilizar el trabaio remunerado o el cuidado dc

I

Hay quc ir, pues, con mucho cuidatlo cuando decimos que la situación de la muier actualnlente está cambiando en un sentido positivo y la comparamos con lo que era su situación t¡adicional, o con la situación de culturas que consideramos más atrasadas,

4.

La presentación del yo y la gestlón dc impresiones

considerado como la esencia de la feminidad.

"El velo" MANUEL VICENT Se las puede ver en cualq,uier aeropuerto, con chaqueta de marca y f¿lda pot encima de las rodillas, piernas firmescon medias oscuras, tacón alto y un maletín en la mano' Suelen tener cerca de 40 años. En el momento de abordar el avión están rodeada§ de otros eiecutivos o compañeros de la emptesa. A ellos nadie les obliSa a ser guapos Al

4.I.

I-a

cstructüraclén social de la experiencie de ¡dentidad

Est¡uctura social y rol son concepciones que están estrechamente ligadas puesto que la estructura está constituida por sistemas de roles y estatus. El concepto de rol

proviene del mundo del teatro, está relacionado con el arte dramático y tie-

ne que ver

con la idea

básica de que las personas representan

diferentes papeles,

( q liiitorial t,()(:

lIlf()dt¡( ri(rll a h i¡!i((,1()8i¿ !(¡al

l2n

9-,

[dil()ri¿l t,()(

I

Capitub Il [.a idr¡rlidad 1cl rcí]

2¡)

( (

dcr()ics, on relacií)n Con la cstructura Social (ln la quc cstán inscrta(las. l'
la prcsencia de alguicrt quc tc cscucht: (o que 1o haga ver), es decir, gcncra en cl

inir, pues, cl r0, c()mo vt nuxlckt or1(util,ado de comforlunile nkis qtrc se tlcsprutde le Irt ytsición tleternúnulu qrv octqt¡ lu personu dantro de un con¡unto interuccional as' tructurtdo.l)tlr ciemplo, quien ha cscrito cstc Capítulo ha tcnicltl cl rol dc autor o

otro la acci
autora, y quien ltl lee representa el de lector

por cicmplo, siemprc van tlcsdc cl padre hacia el hijo o la hiia, ydiñcilmente encon-

f

«¡

lectora.

l)urantc una actuaci(¡n puctlcn desar«rllarse rutintts o pautas preestablccitlas de acción quc pueclcn scr prescntadas o sr:r representadas múltiples veces.

l.,as

órdencs,

de la [,os rolcs, p()r otra parte, también pucden intcrvcnir en la c()nfisurackin iclenti«lad «le las pcrsonas, dada la naturaleza Ielacional tlel yo y la interiorización

trarerlx)s quc circulcn en cl scntido inverso. lis en este sentido en el que Goffman

los roles que nos tocan. Así, atguien que sc dcdica a cuidar

misma rutina ante un mismo público cn diferentes oportunidades probablemente

que podcmos hacer

«Je

enfermos (enfermera) tendrá más desarrt¡llada la caracterÍstica de estar pendiendiagte y ser sensible al estado de los otros, a iJiferencia dc quien se dedica a hacer irósticos (médicr), que puede haber dcsarrollado la habilidad de la atenció¡r

a

soselectiva en rleterminados síntomas especíticos y de desestimar la inft¡rmación de la persona. I..stas habilidades pueden trasladarse a ámbitos i;re el estado

teneral cotitliana que ntr tienen na{a (lue ver con la prár-tica ¡rrofesional' ljn rclación con el cor¡cepto de rol, t:stá el conce¡rt,; de estlttus, quc :;'i refiere sobre todo a h vttloracién, al prestigio o al signiftcatlo que la socieclad otorsa a Ltn tletenninaelo rol. Así, Ios roles de médicr¡ y enfermero o (lnfetmera, además de in¡-

cie la vida

plicar comportamientos y actitudes diferentes, implican también una valoración y un prestitio diferentes y desiguales. ser Por todo lo cuat, la experiencia de la irle¡tida d, el vntiitt de rutestro ¡o, puede y el resultado
tructural de

la identidad proviene de ta tradición teórica de la drarrufrrgla

desarrollada por Goftnan,mediante la cual se elabora una estrecha analogía entre el mundo del teatro y la dinámica de la üda cotidiana. Conviene recordar en este punto. reterido a la dramaturgia, tres de las obras más significativas dei mismo autor, presentación cle la personÍt en la vida cotidianc (Buenos Aires:

Erving Goffman: Itt Amorrortt¡, 1959); Ejüg¡tw.I¡ idmtidail detetiorada (Buenos Aires: Amonortu, 1963); Riütol de la interacción (Buenos Aires: Tiempo contemporáneo, 1967)' Cualquier actividad qfe haga una persona tiene algún tipo de influencia en el comportamiento de aquellos que están cerca; Goffrnan llalrra a este tipo de interacción actuación de un rol: el simple hecho de hablar, por eiemplo, necesita

conccta la actuación de las pervrnas con la idea de rol: una persona que desarrolla la desarr<¡llará una rehu'ión esttruhriztula con este

( (

público (Deutsch y Krauss, 1965).

lin este sentidr¡, muchas dc las actu¿e ir)nes quc hacemos

o que observamos

tie-

ne n lugar cn lo rlue li. (ioffman califica de esütlilislunenfs. [ste término hace referencia a un lugar cerratJo, con barreras para la perccpción, donde se desarrolla regularmente un tipo determinado de actividad, e implica un escenario en el que

se

(

gestionan impresiri,ne:; «lurante la intcracción. Una persona que esté situada en

una tarima de u¡r aula y quc tcnga delante clc sí

¡ un

(

I (

priblico de estutliantes espe-

rando a que empiece la clasc difícilmentc pucdc hacer otra cosa que una clase, y

comportará y tendrá las actitudes que se esperan de alguien que se dispone

a

(

Tal como señala Goffman, casi siempre tencmos que diferenciar dos regiones en

(

el estutblishment: el fondo c la región invisible para el público y el frente o la región visible para cl público. quc puede llamarse fachada, y que podemos considerar

(

se

dar una clase, las cuales le impedirán qucdarse callado, por eiemplo.

corno símil de imagen. La primera región, la no .¿isible, se utiliza para preparar la

(

actuación de una rutina (rol) y la segunda tiene la función de ofrecer esta actuación al público. Así,

diffcilmente daremos una serie de contenidos coherentes, en su glo-

balidad, si damos una clase teórica de dos horas sin haberla preparado antes, es decir, improvisando. El público, pues, sólo tiene acceso a una parte de la actuación, la que se co-

rresponde con la fachada o región visible, en la cual se le pide que mantenga las maneras y la integridad del rol. Además, en la fachada se actuará de una manera

(

( (

fiia con el fin de definir y dar un sentido único y comprensible a la situación. La cara visible de la actuación o fachada está configurada por diferentes ele-

(

mentos, los cuales se espera que sean congruentes entre sí:

1) la dimensión física que impone el escenario de

Ia acción (el aula es un escenario específico, con uná mesa, diversas sillas, una pizarra, etc.);

( ( (

( (

( (

'e lrlirorial

lItr(](lu(ci()rl

l.()

t](x

a la

s(,ci¿l

§-,

tditorial tl(Xl

1.il

(>pitul(, ll.

l.¿

idcrtiddd (rl

s(r/)

(cclad,

rutina. sus irttcgrantcs ticnden a rclacic¡¡rarsc entre sí por medio de vínculos dc

sexo, gcst()s, etc., un profcsor clc universidad clifícilmcntc tc¡rdrá mcnos dc vei¡rte años, por cicnrplo). [;.sta dimcnsión personal al misnu) ticrn¡>o está configu-

depenclencia rccípr
rada por:

apariencia tlctcrminada), ticnen quc compartir y guardar secretos que podrían hacer tanrhalcar [a represcntación y su significado.

2) la climcrtsitin pcrsonal, quc detcrnlina la a¡raricncia dc ltls actorcs

Así, si hay r<¡les

o

hcch<¡s que altcran la actuación

y repercuten en la au-

a) la apariencia o coniunto de estímulos quc nos informan sobre el estatus del actor, por eiemplo, la actitud inquisid
toimage n, en la interacción -definición dc la situación- o en la estructura social

autoritario;

-+stablishment, etc.- los actores y el público procuran, con diferentes técnicas,

b) los comptlrtamientos que nos informan sobre el rol que tiene la persona' que es, en nuestro eiemplo, la acción cle proporcionar contenidos teóricos de una manera comprensible.

salvaguardar la representación. Sin embargo, si prlr la raz6n que sea la conducta propia de la región no visible se c<¡nvierte en visible, podemos encontrarnos con lo que se llama una situación enojosa. [.,sta situación es provocada por la aparición de un compor-

Las apariencias normales,

o utabuena attmciónrle

rol, permiten al públic
rir información que no tiene de manera obietiva y dar muchas cosas por sabidas, lo que implica el eiercicio de un cicrto control del ¿¡ctor sobre el comportamiento dcl público, que es quien ocupa el rol complementarlo' Asf, alguien que se disponga a robar en una tienda no puede entrar mal vestido y comportándose de manera diferente del resto de compradores, si no quiere que los otros se pongan en guardia y le chafen los planes. Actuar como los otros esperan que lo hagamos, aunque tengamos intenciones ocultas diferentes, permite que seamos nosotros los que controlemos la situación y no ellos. Asi, la dimensión pública del comportamiento o fachatla

Iizarse en función de las expectativas del público y a

tiende a ¡nstituciona-

adquirir un significado y

una estabilidad que son independientes de las tareas específicas que los actores lleven a cabo, lo que quiere decir que se convierte en una representación colectiva

y en un

hecho en

tamiento incsperado, que va en contra de las expectativas y que, inequívocamente, tiene la fuerza para cuestionar las asunciones que se tenían sobre la identidad y el rol de, como mínimo, uno de los participantes en la inte¡acción. Es el caso, por eiemplo, de una profesora que consideramos muy buena, pero de la que descubrimos que da unas clases que no son otra cosa que la copia literal de un determinado manual. Y, para finalizar, sólo hay que dccir que hay situaciones que están más formalizadas que otras (la situación de clase, de una boda, de público, de un espectáculo, etc.), lo cual hace que sea más fácil la identificación del proceso de rutina que hemos explicado en ellas que no en situaciones no formalizadas explícita-

mente (por eiemplo, el tipo de interacción que se da en un grupo de amigos), aunque esto no quiere decir que estas últimas situaciones no tengan Ia misma tendencia a funcionar institucionalizadamente.

sí mismo, que puede ser independiente de lo que

realmente pasa. Cada suieto, al interactuar en un establi shment determinado y en una s¡tuación conqreta, lleva a cabo una representació n -performance- que está suieta a

4.2. Gestión de impresionqs y presentación del yo

un programa prefiiado -rutina- (si hay varios, habrá que esco§er) y que está marcado por unos roles. Por medio de este proceso, Ia actuación de cada persona se combina con IasF actuaciones de las otras con el fin de formar un equipo y cooperar entre sÍ para la definición de la situación (una clase, una

Aquí nos centraremos en el estudio que haceGoffttwt&luestrategias de pr*ntación del ¡n, que las personas utilizan con el fin de generar e incidir sobre las impre

conversación, un examen, una consulta, etc.) y para la representación de una

nes las

siones que los otros se forman de ellas. ¿Qué técnicas utiliza Ia gente para presentarse de una manera socialmente aceptable ante los otros, y en qué condicio

utilizan?

( ,!)

Uditorial (r(X:

t.l2

lrrtr()du(( i(il¡

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ld l)s¡e()l()gid s()(ial

..cl

lidit(,rial t,(X

(ipítuk) ll,

133

l.a ider¡tidad (cl

Íll)

( (

Ia prcscntaci(lr"r dcl y() cs una cstratcgia dc intcraccitin, basada cn la dialÓctica establccida cntre r.l«ls ¡rartes tle la idcntidatl, que Mclld c«'trcc¡rtualizó: cl ytr y el mí. l.ste autor es el promotor tlel intcraccitlnismtl simbtilict¡, quc prescrltarcnros en

cl putlto quc vicne a ctlntinuación.

ta realidacl de una situación de interacción casi nunca ui pcrccptible cn cl primer momento, kr quc hacc quc cl individuo tcnsa quc fiarse de las aparicncias o de las primeras impresioncs, {e las cuales se sirve para decidir cuál será su com¡xlrtamiento y el trato que te ndrá hacia estas personas con las que se ha dc rclaciouar. Así, las imque 8Cpresiones quc
¡xrr prrxluce, y se convierte en un actuantc o actor que tcrgiversa la realidad en tanto que directa dc sus acios se transforman en gt§tos para el au{itorio y no x¡n la expresi¿)n lo que realmentc quieie haccr. En otras palabras, ¡xxlemos decir r¡ue la actividad se dramatizr. [.]n cste senticl0, los actuantes no están preffupados lrcr cl problema mopor ral que repr$errta crrmplir las notmas sociales por mcrlio de las rluc s
dos roles genéricos, el de acfuante y el de actor, cada uno

cle los cuales

origina un

self el selfde nctory elxlfdelpersonaie que poneen escena el actor' mis!-os riiferentes inclividuos no són hábiles «lt' la misma manera ni tienen los de lleven se otros mr)s recursos para intervenir en la impresión qtte quieren que los

utilice como base de la interacción' Lita que el habilidad, en gran medida, es fruto de Ia capacidad o margen de intervención impresión que quieren que

5. Identidad e interacción

simbólica (

(

5.1. Los actr¡res sociales: la negociacién del signiñcedo de la situación como fuente de identidad

(

Lll intcraccionismo simbólico inspirado por G. H. Mead (1932) es otra co-

(

rriente tc(rrica dc la psicología s
(

en común con la pcrs¡rcctiva dramatúrgica dc Fl. Goffman, explicada cn el pun-

to antcrior, pero tanrbién tienc divergencias importantes. Desdc csta pcrspectiva, se ct¡nsidera que cl se/fo la identidad no preexiste a las interacciones sociales, sino que surge en el transcurso de éstas, que cs constituitl
kts c,tros

ltocitt utttt mismo

síy, al nlismo trcrnpo, itocia

los

y por las respuestns

ofros. En esfesentido, a principios

reflejan de nosotros, como si fueran nuestro espejo, que nos configuramos una imagen de nosotros nrismos. Por otra partc, nosotros nos convertimos, también, en los observadores dc nosotros mismr¡s según la imagen que los otros nos de-

vuelven de nosotios. Sin embargo, para porler hacerlo, tenemos qr¡e 3rir capaces de ponernos err el lugar del otro y saber vernos desde é1. Según Mead, a la per-

¡n tiene sobre el mí. Tal como señaló Mead, el mí eslá fuertemente controlado por los otros, es decir, ha constituye nuestra herencia social y cultural, adquirida con Ia socialización, que

lo consideramos conveniente, qrediante reacciones adoptadas en cada interacción (desde el yo). se pasa, pues, de una concepcién sustancializada del self'a

que se reacción del inclividuo a la actitud de la comunidad, es una innovación localiza en la acción, y que después puede pasar a la conciencia como contrcimiento de los elementos nuevos que la situación de intersección pcne en iuego'

a la

de La dinómica que se establece entre el mí y el yo es la que permite los procesos transformación de lo social, y una buena 8eslión de las impresiones. Su maneio

una concepci 6n relacional y emergentc de éste. De la misma manera que el selfdepende de la interacción con los otros, también depende del contexto o Ia situación en la que tiene lugar la interacción y de la manera como los actores negocian el significado que otorgarán al contex-

to. La definición de la situación y el sentido globai dado

a la interaccién están estrechamente ligados. De hecho, de la manera como se signífique o se interprete

se

el contexto y In interacción depende la emergencia de

tes, como los llegos de deportes en equipo.

De todo lo que acabamos de decir se desprende una nueva conceptualización de la identida d o self, que es diferente de las que hemos expuesto en los puntos

aprende en la infancif,con los luegos infantiles, iuegos de rol, o bien, iuegos que se basan en normas muy precisas para el comportamiento de sus participan

(

de siglo cooley plantea que es a partir de la imagen y las miradas que los otros

cepción que tendremos de nosotros según estas miradas (las cuales construyen el mí) podemos responder haciendo reaiustes, modificaciones o cambios según

quedado incrustada en la identidad de uno mismo. En cambio, el yoiace referencia

(

.le Luio

se

ellos, o en la

(

un tipo de sef u otro.

( ( (

(

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lilit(xial t,(Xl

cr

I

J.l

llrtr(xlr¡((i(ilr J la

l)§icoloSia s()cidl

o Ed¡tofial

anteriorcs. A continuaci(ln, vcrcm()s de mancra sintetizada cuáles stln las características dc esta r¡r¡ctt¡ conccptualizacitin dc la iclcntidad.

5.2.

emergente y

no preexiste a las relacigncs, sino que surge en cl

a

proceso local de las interacciones sociales concretas y particulares. La identidad es recíproca, responde en parte a las respuestas que sobre noso-

rtli

de la identidad

dual", es contextualizada y considerada a la luz del contexto histórico que la ha hecho surgir.

tros mismos nos dan los otros. Es por medio de las interacciones Concretas

Esta

como nos vamos defi¡riendo de manera recíproca. La identidad es negociatla por medio de los aiustes sucesivos que construyen la intersubietividad o significación compartida. l,os otros son mi espeio, pero

a

l.a ¡denridad (rl

sentido, la concepción de.selfdciminante en occidente, según la cual es cons¡derado como "inde¡rcndientc, autosuficiente, autónomo y separado de los otros, con un núcle<¡ interior del que surge todo, es decir, con atributos internos que son interpretados comr¡ los motivos del comportamiento indivi-

es múltiple. eS

ll.

En este

va cambiando según las situaciones en las que se manificsta y, por lo tant<1,

La identidad

la construcción sociohistórica

(ial)itul()

del socioconstrucci<¡nism<), poncn un espccial énfasis en la recuperació¡r «lc la dimensión sociohist¡írictl dcl .self.

so particular de interacción y de significación dcl contcxto cspccífic«r cn cl que tiene lugar esta interacción. t.a identida
a

l.t5

Apartc dc la dimcnsi
La ide ntitlad es considerada como algo situacltl y dcpcrldiente del ctlntcxto, y al mismo tiempo como múltiplo, en el senticlo qu(j surge en el prtlcc-

a

tl(x

concepción dominante del self que caracteriza la mentalidacl occidental

resulta muy

útil para la reproducción dcl tipo

de sociedad democrática en la que vivimos. Así, este self está cstrechamente vi¡rculado a la ideología dominante, la cual hace referencia a las ideas de irulivielualidatl, autonwníay

liberfad comovalores

yo no me conformo totalmente con la imagen que los otros me dan de mí, sino que ta aiusto a mi manera de pensarme a mí mismo, que al mismo tiem-

centrales

po repercute en la interacción con el otro.

bertad que, necesariamente, ha de caracterizar a un individuo que participe en una sociedad que funciona a partir de un proceso democrático. sin la construc-

Como siempre venimos de unas interacciones y vamos hacia otras, la identi'

y necesarios para la democracia. El concepto de autonomía, por ejemplo, es útil e imprescindible para el eiercicio de la capacidad de etección y de li-

dad es a la vez la causa y el resultado de la interacción social.

ción de este tipo de personas, el proceso democrático como forma de mantenimiento del orden social resulta inviable.

Y, finalmente, sólo hay que decir que tendemos a producir las acciones y los

tanto, los fenómenos que eran considerados de naturaleza psicológio comportamental según una concepción ahistórica de la persona, y como fenómenos que tienen su origen en la mente o en la misma persona, pasan á

comportamientos sociales que confirman la

identidad social que queremos

construir y proyectar en los otros. Desde esta noción de self,la comprensión de la vida social no está basada en

Por lo

ca

e[ conocimiento delos principios psicológicos vinculados al individuo, sino que lo psicológico constituye el resultado del continuo proceso de neguiación y conflicto

considerados como construcciones situadas históricamente y emergentes en los Ptocesos sociales. se elimina, de esta manera, cualquier indicio de carácter natural, necesario y universal en la concepci6n indiviilualísta que occidente tie-

entre las personas.,

ne de la persona.

Esta Concepción del self hace imposible la comprensión de nuestro yo

a

partir de la introspección y ta reflexión descontextualizadas y obliga a reconocer el rol que los otrostienen en la construcción del yo. En vez de considerar a los individuos como si fueran ellos los que establecen las relaciones, a partir del IS hay que pensarlos como manifestaciones o ploductos de las relaciones.

ser

Ias idenüdades, pues, deian de considerarse la propiedad privada de los individuos para pasar a ser construcciones sociales, proscritas o prescritas, de acuerdo con los intereses políticos del orden social dominante. por

eiemplo, construcción del heterosexual como identidad prescrita, por el hecho de tener un papel bastante útil en la reproducción de un determinado concepto de la

( (cr

t:ditorial LrO(l

I

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lrrlrr¡tIt¡teirirr a l¿

\((ial

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uditorial t I()(

ll7

( Catritulo ll. l.a idclltida(l (cl sclfl

(

familia, contrasta con la idea del h<¡m<¡sexual () la lcsbiana conro iclenticlatlcs que han sido proscritas a causa tlc las disfunciones y los camhi«ls con kls qur amenazan el
inhcrcnte cn sí rnisrno, quc sc llama inteli¡encfu,la cual cstá estrechamcntc ligada al ntrilelo dc .scl/'modcrno. En las postrimerías dcl siglo xx, (icrgen hace referencia al nacimiento cle

nidos que son asociados a las identidades de las pcrsonas cn cada m()mcnto

un nucvo sclf', cl suturutlo, que sur¡;c

histórico sicmpre cumplen una función social e ideológica específica.

no. Éste cs asociadr¡ a la nntlición Nstmodern¡r, y surge de los efectos que el

l)e alguna nranera podríamos decir quc cttda éyrca histórics coilstrure el i¡uliv'idtto que más le conviene, qve cualquier cambio histórico, para pcxJer estabilizarse

durante un cierto tiempo, requiere el modelado del individuo necesario para mantenerlo y reproducirlo. K. Gergen2 ha hecho un recorrid«r por la construcción tie los diferentes mG delos de identidad que han sido creados en los últimos momentos históricos. El self romántico del siglo xtx, por eiemplo, atribuÍa a cada individuo caractcrísticas

de proftmtlidad personol -pasión, alma, creatividad y fuerza moral- que iban acompañadas de un vocabulario que permitía la formación de relacittnes fuertemente comprometidas. Cuando llega la v'isión moderna del mundo a principios del siglo xx, el vocabulario romántico empieza a verse como una desviación,

a

adquirir connotaciones negativas, y el selfromántico acaba co¡tvertido en reducto de inadaptados. El self nroderno, en

contraposición con el romántico, atribuye a los individuos

características vinculadas a la habilidad de razonar por medio de sus creencias,

«lc la

crisis de los selp romántico y modcr-

(

(

(

avance imparable dc las nucvus tecnologíos ticnen en las relaciones y de la gran

variedad clc vínculos que nos posibilitan las tecnologías, los cuales han propiciado la ruptura con las formas dc vida que eran habituales y han dado lugar a una intensificación de los intercambios sociales y a nuevas claves de relación. sin emhargo, según (iergen, en torno al se/fsaturado no se ha construido un nuevo vocabulario que permita nuevas comprensiones clel yo, ni tampoco una identificación de nuevos atributos, sino que el único impacto es que el mismo concepto de esencia personal es cuestionaclo. En consecuencia, este sc/f sstursdo

ue resulta del proceso de agonía que sufre el self moderno desde hace un par de décadas, no sabemos en quéacabará pero, en todo cas<1, el resultaclo q

final dependerá de la actuación y de los proyectos de cada uno

de nosotros.

Y acabamos con una idea de Foucault, que fue uno de los que más contribuyó al análisis crítico dc la idea moderna de self,',aquello que categoriza al individuo, que le otorga una identidad, le impone una ley de verdad que él tiene

que admitir y el resto tiene que reconocer en él; es una forma de poder que hace del individuo un sujeto, constituye una formt tle dominarlo,,.

( (

( ( (

( ( (

opiniones e intenciones conscientes. La razón y la obrervaciór son, desde esta perspectiva, los elementos centrales de la naturaleza humana. Esta visión, por

otro lado,

se hace extensiva a los

diferentes ámbitos: las ciencias, Ia manera de

(

(

gobernar, los negocios y las relaciones personales. Así, durante mucho tiempo, la disciplina de la psicología ha cumplido y

cumple todavía la función de contribuir a la construcción de un selfconveniente para el orden social, utilizando un coniunto de operaciones que producen y regulan las identidades. La utilización de los tests psicológicos, por eiemplo, es la

(

( (

tecnologíqmás clara en este sentido: la semeianza de la persona en el modelo so

cial de identidad dominante en nuestra sociedad, por eiemplo, puede ser interpretada, dentro de la psicología, como el hecho de tener un atributo o calidad 2. Kenneth Gergen (1992). El yo stturailo. Barcelona: Paidós Contextos. También se puede consultar: John Shotter (1984). Soc¡¿l accuntaülity arul selfhood. Oxford: Blackwell. John Shotter y Kenneth Gergen (1989). Texts ofidenüty.lnndon: Sage.

( ( ( ( (

,4,

Iiditorial t,(X

ll8

l¡rlr
Conclusiones

@

Editorial

(l(x

139

lll.

l.a irrtcracc¡(i[

s(ial

Capítulo III La

interacción social

Mercé lkrtclla i Mas

Este capítulo hace un recorrido teórico por las principalcs pcrspectivas que

han dedicado al estudio de la identidad, desde las más irulividwtlisus, que ponen el centro de explicación en el interior del individuo, pasando por las más

se

sociales,las cuales consideran que el origen de la identidad está fucra de é1, en

la sociedad, hasta acabar en la perspectiva psicosocir¡I, centrada en una explicación dialéctica que parte de la idea de que el individuo y la sociedad se van con-

formando mutuamente.

Introducción Francisco Javier

'l'irado Serrano

'-. La interacción social es_un tema !ág!co eq lg.p¡r_qq]p.SiS sr¡cial. Hablar de rea- -lidad social, de cultura, de fenómenos socioculturales, de comunicación o de

Dentro de las teorías más individualistas, estála biologicista, que es la más determinista y que considera que la identidad tiene su base en aspectos innatos que están en la biología de cada uno, la cual tiene un fuerte impacto en la so-

de nuestra

ciedad en la que vivimos; la fenomenológica, que pone el centro de atención en el estudio de la consciencia y en la experiencia subietiva que tenemos-del sí mis-

mamos creencias, valores y actitudes. [,a vida del ser humano no se concibe fuera o al margen de las matrices de interacción en las que nos implicamos a-lo

mo; y finalmente la psicoa nalítica, que pone el énfasis en el análisis de la historia

largo de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la muerte. por otro lado, todas-

relacional de la persona.

estas

Con respecto a las teorías más sociales, se ha expuesto la teoría de la categorización social de Tajfel, iunto con las nociones de estereotipo, preiuicio y discriminación, por un lado, y la teoría dramatúrgica de Gofftnan, por el otro, que

racción social. Es decir, necesitamos a los otros para existir.

se

sirve de las nociones de rol y de estatus para señalar Ia dimensión estructu-

ral de la identidad.

procesos simbólicos implica referirse a algún tipo de interaccbn. La mayor parte

vida tiene que ver con la interacción con otros individuos, por medio de la cual modelamos nuestro carácter, pensamos nuestra identidad y confor-

interacciones se pueden dar cara a cara o en la distancia, por medio de mediadores como los sistemas de comunicación, etc. Lo que deseamos, sentimos, pensamos, valoramos... es producto de la inteLa temática de la interacción es tan relevante para la psicología social que muchos autores sostienen que en este interés reside precisamente el carácter so-

Todo este recorrido acaba en una nueva perspectiva psicosocial de la identidad, que se centra en la dimensión simbótica, histórica y construida de la identidad y recoge algunos elementos teóricos del interaccionismo simbólico y del

cial que tiene la disciplina y que la diferencia de la picología general. y aún más, en algunas formulaciones teóricas (por ejemplo, el interaccionismo simbó-

socioconsíruccionismo.



lico o el construccionismo social) se arguye que la definición misma del obieto

h psicología social

pasa

pff

aceptar qúe el ser humano se convierte en

ser-

cultural en y gracias a Ia interacción, que siempre implica intercambio con5}, titución de símbolos y significados. En este capítulo no nos centraremos en estas formulaciones, sino que nos conformaremos con presentar y analizar las investigacionesque tradicionalmente ha.

..

rir. .

,c)

l:di{orial t l()(

t.lo

lrtlrrxluteiott r l.r lrsi«¡krBiartl ial

c) l.lditorial

t,(X

l4l

Ca¡ritulr lll. la irrrrf¿e(¡(ir r()eiJl

hecho la psicotogÍa s()cial dcntr() tlel árnllito de la interacci«in. l.stos trabai
da. [']ste cnftque aparecc cr¡n t:icrta intcnsiclad, p
Cc¡ncretamcnte, se ha analizado sobradarnentc cl fcn(rmeno dc la agrcsividad, el

tema dc la agrcsividad desdc estc supuesto: el psicoanálisis, la etología y la srrciobiología- l'.1 primer. arguyc quc el scr humano posee desde el nacimient<¡ dos grandes pulsiones, una dc placcr y <¡tra de muerte y destrucrión. La conducta

altruismo o comportamicnto pr
y

las cxplica-

ciones dc cstas trcs tcrnáticas, las cualcs tienen una incidencia clavc cn nuL'stra vicia cotidiana y son fundanrentales en la conceptualizacitin de ltl quc es o tcn-

dría que ser una sociedad. Los obietiv«ts dc este capítulo prctcndcn: a) comprender el pa¡rcl que luega [a interacción en nuestra vida social, ilustrándol«-¡ a partir de trcs tct.nas concretos

como Son la agrcsivi<Jad, el altruismo y la atracción interpers
agresiva cs cxprcsirin clc i:sta sc¡;unda, y su función es reducir la tensión quc sc Senera en los mtlmcnttls de auscncia de agresiviclacl y
innata a la agresividad, la cual

se despliega a partir cie estímulos internos y exter_ nos, y tiene, básicamente, una función adaptativa para la especie. La agresivitlatl y la violencia ¡rermite. que se a
atracción. d) Mostrar que este conoci[)ienio es esencial para disctiar intervenCiones psicosociales c'luc pretendarl ntodificar comportalnienic.-s tlt' viri[r:ncia, prt>

anterior, sostienc que la agresividad ¡xlsibilita la supervivencia del individuo y no

mover Conductas altruistas o examinar los mecanismos que deseucadcnan la

En segundo lugar, tenemos las explicaciones ambientalistas, las cuales rechazan que la agresividad sea consecuencia de una energía, instinto o pulsión inte-

atracción. Como hemos visto en los capítulos anteriores, el punto de arranque de la psicología social Io constituye la comprobación que buena parte del ser y el har:er humanos no Se pucde expiicar adecuadameote sin acudir' a las rclacitines qu': estabiecernos con otras peisonas. Bs de¡:ir, nuestros pensamientos y conducia: están siernpre e ineluctablemente influidos por los otros. Esto es lo rnismo que

afirmar que nuestro carácter rle seres sociales o cr¡lturales es ¿Jado por las matrices de interacción en las que nos implicamos en nuestra vida cotidiana. Hay tres tipos de interacción social que presentan una especial relevancia en nuestra cotidianidad: la agresividad, el altruismo y la atracción personal. El fenórneno de la agresividad y la violencia parece haber acompañado al ser

humano a lo largo de toda su historia y precisamente este rasgo ha llamado siempre la atención de filósofos, antropólogos, psicólo8os y biólogos. Las expliiaciones4ue se hqn elaborado descle las ciencias sociales y que comparte la psicología social se agrupan en dos grandes constelilciones.

de la especie.

rior y postulan que la violencia y la agresividad so.r comportamientos que se adquieren a part¡r de la interacción y la relación con los otros. Evidentemente, ia

(

(

( (

p'rg*rr,. clavc de esra perspectiva

es: ¿cómo se adquiere la agresividad? y su respuesta establece diferencias entre los mo
tula que en los diferentes procesos de srcialización por los que pasa el ser humano (socialización priinaria y socialización secundaria) se adquieren pautas de comportamiento agresivo. El aprendizaie se produce tanto por meiio de experiencias y vivencias directas como por medio de modelos, los cuales ofrecen mucha información sobre ia conducta, sobre la adecuación de una determinada respuesta a cierto estímulo y sobre la pauta de comportamiento más adecuada para cada situación. En segundo lugar conviene recordar la teoúa de la hustración-agresividad, la cual sostiene que la agresivirlad es la respuesta a un estado emocional muy concreto: la frustración. También se plantea que la agresividarJ siempre se dirige hacia el agente de la foustración y que a menudo se produce un fenómeno de desplazamiento en el que la agresividad generaliza se a otro

En prirner lugar están las explicaciones instintivi§tas, las cuales Parten de un supuestc muy simple: rJetñas del comportamiento agrcsivo hay un instinto que lc

n«r

iegula. Por lo tartto, el ser humano es agresivo por naturaleza, condición que es intrínseca e ineyitable y no requiere ningún tipo de aprendizaie para ser adquiri-

tipo de agentes. Para acabar, tenemos las nuevas aproximaciones al fenómeno de la agresividad y la violencia, las cuales son de cariz construccioniita y postu-

(

( ( ( ( (

( ( (

( ,c)

Filil()rial ( l()(

t42

lr¡tr()drteci(ill a la lr\ic()l(l8ia \('(i¿l

cn las lan quc: a) los actos agrcsivtls no ]tl son al margctr dc las ctllcctividadcs pcrfil homtlgónct» y stln que se protJuccn; tr) l
Todoshemosexperimentadoennuestracotidianida«lunacxtrañaparado-

G)

klit(trial

J ilrterilLci(ilr !(,eial

tradición cristiana y está muy arraigada en nucstra cotidianidad. La segunda prescribe quc hay quc ayu<.lar a quien nos ha ayudado previamente. Fi¡ralmentc, otra manera de explicar cl cclmp«rrtamiento prosocial es el modelado. Por medio de modelos aprendemos cuándo tenemos que ofrecer ayuda, a quién, en qué si-

tuación, etc. Diversos estudios muestran que hay una serie de factores que mediatizan el comportamiento prosocial. Ofrecer ayuda en una situación de emergencia es un compleio proccso que implica una serie de tlecisiones: hay que percibir que es necesario emitir la ayuda, interpretar atlecuadamente la situación, etc. A lo largo

de este proceso intervienen muchas variables que condicionan el comporta-

miento final, de entre las cuales las más destacadas

s<¡n las

siguientes: la pre-

sencia de otras personas en la situación, los recursos de [os que se dispone para ofrecer ayuda, las características del receptor y el sistema de creencias de la persona que emite la ayuda.

Contrariamente a lo que podría dictar el sentido común, cuando_hay muchas persónas en una situación de emergencia, la probabilidad de que alguien !.

emita una acción social positiva o preste ayuda es muy baia, ya que se produce un efecto de dilución de responsabilidad: cuantas más personas hay

s

e¡ una si-

t¡¡?1ión de emergencil

todiriSidoabeneficiaraotrapersona,independientementedesiestaacción

{lj

9.

es pslei.bida y sentida-por cada -T:!_or lgspose_Uiiid.a.d los presentes. Un factor que puede evitar este efecto es la posibilidad

comunicación entre las personas observadoras, la cual permitiría una identificación colectiva adecuada a Ia situación y la aparición de conductas de ayu-

Una primera verHay diversas maneras de explicar la acción social positiva' de agresión y viosión es la sociobiológica, la cual equipara el comportamiento hereditarios que guían el

de

da. los recursos que el donante de ayuda percibe que tiene a su alcance y

lencia al de ayuda. Es decir, hay determinantes y la acción socomportamiento prosocial. Para algunos autores, la cooperación tanto' es un comporcial positiva asegura la continuidad de la especie y, por lo

puede ofrecer son

otro factor determinante de la emisión de acciones sociales

positivas: entre estos recursos destacan la capacidad de acción física, el tiempo

tamientofavorecidoporlaselecciónnatural.otrasversionessebasanenla

que tienen las normas en la los beneficios. Otras versiones insisten en el papel

I

que hay quc ayudar a quien lo ncccsite, cs una norma ética importante cn la

altruistas cretamente, se habla de Ia emisión o carencia de comportamientos ya que no soll o prosociales, pero hay que distinguir entre l«rs dos términos' su ayuda sin essinónimos en absoluto: altruista es aquella persona que ofrece se emite espcperar o pedir na<1a a cambio, pero decidir qué cornportamiento De hecho, rando alguna cosa a cambio o no escon¡Je verdaderas dificultades. y morales' l)or el debate sobre el altruismo conduce a consideraciones éticas de conducta este motivo, algunos autores prefieren hablar exclusivamente comportamienprosocial o acción social positiva, la cual haría referencia a un

que recibimos teoría del refuerzo, según la cual ayudamos siempre que las personas' antes plantea a cambio. Por eiemplo, la teoría del intercambio y los beneficios que esta inde ofrecer ayuda, hacemds un cálculo de los costes y maximizando teracción puede implicar y actuamos minimizando los costes

(.Jlnlul(, Ill

postula que habría clos normas -la norma dc responsabilidad y [a de reciprocidatl- implicadas tlircctamente en las conductas prosociales: la prinrera prescribe

noenotros,esuntemadeinvestigaciÓnclásict¡enlapsicologÍasocial'Con-

alguna cosa

t4l

regulaci(ln de intcracci<)Ires como las concluctas de ayuda. Concrctatnente, sc

en los quc algunas pcrsonas ayudan ia: a nuestro alrededor abundan los casos tie mpo' son incontables a otras arriesgando incluso su propia vida y, al mismo humillado en presencia las situaciones en las que alguien es agredido, veiado
compotta o no algún tipo de recompensa'

tl(xl

-

o el estado de ánimo. Qtro,aspecto que motiva el comportamiento prosocial es qlconirtnto de características que definen al receptor: por eiemplo, el atrac-

,

tivo, la simpatía y la amabilidad del receptor aumentan la probabilidad de la acción de ayuda. Se ha constatado que los estereotipos tienen un papel crucial a la hora de ofrecer ayuda. liry]lgent_g, el sistema_de c,r-qe-nclqs dc,l__er"D.Lrof _e§.__ otfa variable determinante de la acción social positiva. Tener un sistema eti-

( !-,

l.l4

tj.ditor¡al t,O(l

lIlr(nlu( ( i()|

a la l]5ic()l()Bia s()c¡Jl

.!) bditorial

(

tl(X

()altitulo Ill. I r iutsrd( (i()rr r()ci!l

145

( comoral fuettc o pcrcibir quc la rcsp1¡nsabilidarj dc la situaci(rtl quc sufre cl rcceptor (rs suya son elemcntos fu¡rdame ntales dc csta variahl(). La atracción cntrc las personas es uno dc los aspcctos más relevantes dc la interacción Social en el scntirlo que opera c()n fuerza cn nuestras rclaci«rnes intcrpersonales, las rcgula y las «lota dc significado y §cntido. l)or atracci(ln interpersclnal se enticndc la prctlisposición de I individu«r a cvaluat positivamcntc al otro y acercarse o aleiarse dc

no con asPccto§ cstructuralcs crlmo las rclacioncs de génern, los estcrc«rti¡r
A lo larg«r dc cstc capítulo se ex[x)nen las explicaciones más conocidas que se han claboradr¡ clcsdc

la psicología

s
( (

la agresión, el altruismo y cl

(

fenómen<-¡ de la atracci(rn interpersonal.

Así, los objetivos dc este capítulo s«rn kls siguientes:

(

é1.

Igual que en el caso dc la agresiviclad y ta conclucta prosocial, la atracción interpersonal tiene diversas lecturas: algunas la considcran un fcnómen«) con un

comprendcr las cxplicaciones sobre la agresión, el altruismo y la atracción que se ofrccen desde cada una de las perspectivas teóricas.

I

fuerte sustrato bitllógico y otras como un proceso que se aprencic, quc sc regula a Dartir de normas s«¡ciales o que está determinada por cateSorías y significados

(lonu'er kls conceptos específict»

(

socialmente constituidos y compartidos.

dad, herencia/medio.

El grueso de los trabaios que ha llevado e cabo la psicología social sobre este tipo concreto de interacción social se ha centrado en el análisis dc los factores

que intervienen en la atracción. Los rnás estudiados han sido la proximidad, ei aspecto físico, la similitud y la valoración.

Diversos estudios han mostrado que la proximidad geográfica es un factor esencial en la elección de pareia. En otros se ha constatado que el simple hecho de ver a una persoita genera familiaridad, la cual permite que aumente la atrac-

ción.

El aspecto

fÍsic'¡ es un fact<.¡r relativ'-r, pues varía mucho de urta cttltura

a

otra

o entre diferentes colectivos de r¡rra misma cultur¿. Sin emhargo. en ulr Srupo concr€to, en un monrento histórico deterrninado, el canon Ce belleza se compalte y es fundamental para generar atracción. Otro factor irnportante es la similitud: nos attaen las personas que son como nosotros. Una explicación que se ha dado de este hecho es

la identificación. Conocer personas con Sustos, deseos y

prefe-

rerrcias parecidos a los nueStros hace que rruesttas opciones sean percibidas Como válidas y aceptables socialmente. [¿ valoración o apreciaciótr, para acabar, es para

de cada modelo y teoría.

comprender los argumentos que se aportan al tlebate naturaleza/sclcieconocer los factorcs psic«rsociales implicados en los procesos de rntcracción personal que se han estudiado desde la psicología social.

(

saber aplicar cstos factores psic.osociales a la hora de diseñar una intervcn-

(

ción dirigida a modificar los comportamientos agresivos y Si se desea la

«le ayutJa.

ampliación complementaria del conteni«lo expuesto,

se

(

pueden

profundizar los temas ex¡ruéstos planteándose: Analizar las implicaciones y los efectos ideológicos de cada una de las concepciones propuestas desde las diferentes aproximaciones teóricas. Poder diseñar un plan de intervención psicosocial fundamentado teórica-

mente y justificado ideológicamente. Evaluar la importancia que tierre la posición desde la que se interpreta una interacción.

(

(

( (

muchos autores uno de los factores más importantes en la atracción, ya que nos atraen las pelsonas que sienten estima y muestran una valoración positiva hacia nosottos¡ Desde pequeños brrscamos persolras que nos valorert sobradamente y nos definimos a partir de este vector.

(

(

1. La

(

Justo al iniciar un nuevo siglo, al fin de la centuria más sangrante de la historia de la humanidad, no hay que esforzarse mucho en manifestar la importan-

(

Finalmente, modelos teóricos como el coustruccionismo social definen las relaciones amorosas y deátracción como una construcción que varía a lo largo del tiempo y entre las diferentes culturas. Por lo tanto, estos rnodelos, aparte de relativizar el origen biológico de la atracción interpersonal, conectan el fenóme-

(

( lrl«rlú.{nir ! l¡ tbn!l('*r¡ \({ial

( (

cia del c(xnporta¡¡ricrto asrcsivo cn nuertras vidas cot¡dianas, tanto cn

la

intcracci(in pcrsonal !r,mo cn cl ánlhito más amplio dc la relaci(in social (guerras, atcntados, conflictos iotcrnacionales, etc.). Por

b tanto,

se pucde

$perar que, visk)s los efrúos que la agrcsividad comF)rta

todo cl mundo, devlc las cicncias humanas y socialcs este tema haya sido obieto de qjtudi() dc muchas invcstigaciones y elaboraciones tcóficas. Sin embafgo, a qitudio dc la ¡resar de krs csfuerz<)s que sc han invcrtido cn ello, el progreso en cl para

agresividad ha sido bicn escaso; cada investigación ofrece un planteamicnto que lleva a cuestionar unos resultados quc se confirman en otros, y vicrversa.

Toda Ia larga y variada producción sobre este tema se puede clasificar en tres Iíneas teóricas básicas:

1) una quc centra su atención en los aspectos instintivós innatos del comportamiento agresivo;

2) otra quc

destaca los procesos de aprcndiza¡e y el papel de los factorcs am-

bientales en la adquisición de patrones de comportamiento;

3) y otra que intenta integrar de manera equ¡librada los dos enfoques anteriores (el ambicntalistr y e[ innatista). A

continuación

se

presentan brevemente estas versiones sobre la agresividad

l4'/

(¡l)ituk)

lll lJ i¡rl

Dl psicoanál¡sis (c()n lircud), la ctología (con K. Lorcnz) y la srrciobiologia (con Wilson) son las orientacioncs más dcstacadas quc han dcsarrollado el tema de la aSrcsividad dcsde una pcrspcctiva innatista. Stgún ltcutl, It¡s humant¡s nacrm(¡s con dos tipos de pulsión: una dir¡gida a ta autoconservaci(in y al placcr (r(,§), y otra dirigida a la muerte y la destruecion (thitutosl.la c
rada por este impulso, con el fin de evitar la autodestrucción. Por esta razón no se puede pretendcr eliminar la ag¡es¡vidad humana, sino que se tiene que procurar canalizarla dc otra mancra para que no tenga consecuencias destructivas. t¡ta teoria

no ha tenido casi ninguna influcncia en la invcstigación co¡rtemporánea, pero si que ha servidodc basc para claborar conceptos clave para la inveitigac¡ón empírica, como por eiemplo, la formulación ¡le la h¡potcsis frustración_agresividad. Konrad l-orenz, desde la etología (que estudia el comportamiento

animal),

postula también la existencia de una disposición innata de pautas de acción en muchas espccies animales. A diferencia de lo que propone freud, cstas pautas de acción, aunque se estimulan desde la activación interna, también se pueden desencadenar a parti¡ de un estímulo exterior; si durante un tiempo no hay

nin_ gún estímulo externo desencadenante de la agresividad, la energía interna hace que se dé espontáneamente. lrara evitar comportamientos agresivos descontro-

1.1, Verslones sob¡c la agresividad

lados, l,orenz propone que se libere esta energÍa continuadamente por medio de vías socialmente aceptadas (por e¡emplo, mediante el deporte).

l.t.l.

La etología otorga a Ia agresividad una función adaptativa de la especie. El proceso de adaptación y selección de la especie potencia la continuación

Explicaciones ¡nst itrtivistas

de

loi

más fuertes y aptos, y la disipación de los que lo son menos. Las

explicaciones instintiv¡stas parten del supuesto de que las personas son

agresivas por naturaleza, es decir, que, detrás de lo que es el comportamiento

agresivo obseNable, se supone la existencia de un instinto. Esta hipótes¡s, por

lo tanto, ímplica que este tipo de comportamiento, por una parte, no necesita

ningún tipo de aprendiza¡e para ser adquirido y, po¡ la otra, tiene un carácter intrínseco de inevitabilidad. Esta manera de entender e[ comportamiento agresivo es la que ha sido más influyente en las explicaciones cotidianas sobre la agresividad, sus causas y sus funciones.

"Para la conservación de la raza habría que dedicarse a una eliminación de los s€res me nlmente inferiorcs más severa de Io que lo es hoy [...1. Tenemo6 que ña¡nos, y tenemos el derecho a ellq de los meiores qr¡e h¡y entre nosotros y tenemos que

confiarlos la ¡e_

lección que determinará la pro6peril¡d o el aniquilamiento de nueJtro pueblo.,,

Konnd torenz

( 19 7

7). En J. Van Riüa€r. Ia

ad¡es

iidod húrara-

Barcelona: Herder.

Como se puede ver, con afgumenlos de este tipo es fácil ¡ustiñcar cualquier acción

discriminatoria.

( In«{u.úax¡ ¡ l¡ lanr)lL'AiJ Jo(i¡l

t.l,

(l¿l)rltrk,l¡l

La

ínü¿ccfi[ !r'arl

( (

la socitrbiokr¡¡ia, Por su partc, se ha detlicado

a cstudiar las bascs hiol(igicas

del c()rnportamicnto. l,os sociobi(rltt1¡t)s partcn dcl suPucsto de quc el c()mPortamiento agrcsivo posibilita la supcrvivcncia del indivitlut¡ -no dc la c§P(reic- y, por lo tanto, que favorccela sclección individual. (Jna Sran partc de las criticas quc sc han hccho al cnftx¡ue ctoló8¡co y s([iu biolóBico son dc cariz idcolírgico. ílstas arJvicrten, por un lado, quc la noci¿)n dc

lcs y a pcsar dc las ¡nvcstigaciotrcs quc constatan la cficacia dc tratamic¡toli basados cn el cast¡g(), hay (tras dc las quc sc obtienen ¡esultados contrarios. Algunas invcstigacioncs t¡bscrvan t¡ue cl uso del castigo sólo product una retluc_ ción tcmB)ral dcl «)mF)rtamicnk) y quc F)tencia la aparición posterior, por lo

(

I

que sc tildan dc "pcligfosas" las intcrvcnciules diseñadas sobre la base dc la administración dc castigos para preven¡r/contrdar la agrcsividad.

(

"supervivencia de los más aptos" quc eskls enfoques sostienen, n0 son már que una iustificación para mantcner las Iclaciones de podcr cxistentes y para fomen-

[)e hccho, se t¡ene evidencia de que los niños que han sido castigados con más dureza son niños más agresivos. [)e entrada, cl castigo se utiliza para ¡mponer or

(

tar la ideología discriminatoria (racista, sexista, etc.) y las prácticas eu8énicas- Por

den y disciplina, prero, al mismo tiempo, quien aplica el castigo actúa como modelo agresivo para lui niños. Ouando los ¡radrcs agreden a los hilos, iustamente están potcncian(Io el com[x)rtamiento quc prctenden detener, ya que el mensajc implícito cs que la agresión es una estrategia aceptabfu, útit y ex¡tosa de cara a rc-

el otfo, dcnuncian el apoyo que estas a[x)rtaciotlcs ofrecen al orden social establecido; el hecho de considcrar cualquier comportamiento vx'ial como rcsultado de

un prmeso de evolución natural, implica aceptar que el mundo

es

como cs y quc

no se puede hacer nada, que no se pucde modificar lo que está detefminado por

solver problcmas.

la naturaleza. Es evidente quc este enioque ticne un cfecto natura¡izaJor m¡ly rnarcado y, pur lo tanto, legiti¡nador de las desiSualdadcs süiaies.

Sin embargo, según la tetiría del aprendizaic socidl, formulada por A. Band,-¡ ia, el a¡rrcndizaje social no sc da sólo por medio d(: la exp€riencia directa en términos de cnsayo y error, sino que también se da por medio de modelos. [,os

modelos pueden ofrecer una amplia información sobre la conducta (la adecuación dc la respuesta a una situación determinada, la secuc¡rcia del cornporta_

1.1.2. Version€s ambientalistas Mientras que las versiont.s inst¡ntivistas, comt) hem(6 visto, coll§i(l(,¡al) que la conducta agresiva cs una consecuencia de ulra slre¡úa interior de la pcrsorra que forma parte de la naturaleza lrumana, las teorías del aprendizaie postulan que Ia agresividad es un comportamiento que se adquiere a partir de la rclación con los otros. [, en el apar¿Cómo se aprende la agresiv¡dad? Como hemos vistD en el capítulo tado de Srandei orientaciones teóricas de ta psicoloSía social, se menciona el so-

cioconductismo. Lo que afirma esta orientac¡ón teórica es que Por medio del condicionamiento instrumental se adquieren diferentes formas de comportamiento, por eiemplo, patrones de comportamiento agresivo. Tal como expone el condicionamiento instrumental, s€ tiende a repetir aquellos condicionamientos que son refor¿ados positiva[tente. Por el contrario, se tiende

a

evitar los cofnHJrta-

mientos de los que se obtiene un refuerzo aversivo. aprende con los castiSos? Un buen número de inve§tiSaciones ha constatado que ur¡a intervendón diseñada sobre Ia base de recompensas positivas, ¿Se

cuidadosamente contíolada, es muy eficaz para prevenir y/o reducir los comportamientos agresivos. En cambio, a pesar de los principios teÓricos elementa-

(

(

( (

I

miento, cl estilo,los resultados, las consecuencias, etc.). Atlcmas, tal conio exponc Bandura, una cosa es aprcnder, es decir, adquirir conductas potencialcs destructivas, y otra cosa es eiecutarlas. La acción estará mediatiz¿da por los factores que la condicionan. Esta distinción entre aprendi-

aie y eiecución del comportamiento aprendido es muy importante, porque se puede aprender a ser agresivo y no serlo; es decir, que los repertonos de comportamiento agresivo aprendidos no pasen de

ser unos repertorios latentes.

eue

manifiesten o no, dependerá de la valoración que se haga de las consecuen_ cias de la conducta. En este proceso evaluativo intervienen una serie de procesos interpretativos que expondré más adelante (en el apartado 1.3). se

"Esta distincióo (aprendizaieriecución) es m¡ry importante, porque todo lo que se aprende nol€ re¿liza. [,as p€rsonas pueden adquirir, retener y po6eer la capacldad para actua¡ agrelivamente, pero este aprendizaie pocas veces se expres¿rá si la conducta no tiene valor funcional para estas personas o si está sancionada de manera negativa.,, A. Bandura y

E. Ribes (197 51. Modificacio,t dc corutucta. Anólis¡s de lo agrerión y la detiñcuencia (p- 3131. México: Trillas.

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tdilorial tl()(l

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O Edituial

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1.5

I

()pitük) lll.

l.a iiltcraeciólr

s(rial

¿l:n quó se difcre ncia e I m«xlclad
aprcndizaic ¡xrl rnodclad() n() sc basa cn la simple asociacirin dc cstímuk¡respuesta, sino cn la aclquisición de rcpresentaciones simbólicas dc la acción del

las consccucncias. l)t¡r

kr tanto, la adccuación y las consccucncias tlc la imitación sc aprenclen ¡x)r cnsayo

modelo. l)r¡r esr¡ pcrnritc al
decir, k» refucrars rctacn

otras situaciones, ante estínrulos diferentes, dc manera que se puede hacer una

cl mulclado

aprendizaie basado en los efectos que se derivan de ver a otra persona actuar de una

previsión dc rcsultatftls; cs decir, quc no se aprende un comportamiento concreto sino cstrategias dc comportamicnto quc pcrmiten ir más allá «je lo que se ha

manera y las consecuencias que esta acción le rep«rrtan.

observado en cl mode lo.

ningún tipo dc reflcxi(xr sobrc la pcrtincncia, los resultad<-¡s y y crror cuando se imita el

comportamiento obscrvadt¡,

es

sobre la pcrsona en proceso de aprcndizaic. lin cambkr,

sc rcficrc al

Según esto, no es necesario que la persona reciba un refuerzo directo ni que

llegue a eiecutar la conducta observada, sino que basta con la obscrvación de las consecuencias reforzantes en

el modelo (refuerzo vicario). En el

modelado,

pues, el refuerzo se limita a facilitar algunos de los procesos de aprenclizale y n
tiene el carácter determinante que le confieren el «¡ndicionamiento instrumen-

tal y la imitación. El aprendizaie se adquiere por cuatro procedimientos, más o menos consecutivos: el proceso de atención, que determinará el tipo de

información que se extraelá

del modelo; el de retención del estilo de comportamiento observado; el de reproducción, en el que se elabora la ejecución de la conducta aprendida; y el de motivación, que es el proceso que lleva a desencadenar la conducta aprendida.

Bandura considera que este tipo de aprendizaie es muy adaptativo en comparación con el aprendiza je por ensayo-error, en el sentido que ofrece mucha

información con un coste muy reducido (si lo hay) por parte del observador; es

decir, mientras que por ensayo y error la progresión en el aprendizaie es len-

ta (por descubrimiento) y et mismo proceso comporta riesgo, el aprendizaie por modelado es rápido y los riesgos los corre la persona que "actúa" de modelo. Pequeños y grandes aprendemos una gran cantidad de nuevos repertorios de comportamiento por medio del modelado.

Aprendlzafe vlcarlo "Son adquiridas nuevas pautas de respuota o son ¡r¡odificadas las características de repertorios de respuesta ya existentes, como resultado de h observación de la conducta de otros y sus consecuencias reforzantes, sin necesidad de que las respuestas modeladas sean realizadas abiertamente pqr el observador durante el periodo de exposición."

.

A. Bandura (1965). Influence of models' reinforcer¡rent contingencies on the acquisition of imitative responses. /oumal of Personality and tubl k¡rholqy, 1, 589-595.

L,l

[¿ teoría dcl aprcndizaje social también podría explicar por qué los hombres, como grupo social, son más agresivos (al menos muestran más comportamientos agresivos) quc las muicrcs. se co¡rstata, tanto en situación de laboratorio como en la vida real, que kls hombres (comcl grupo social) manifiestan unos niveles más altos dc

agrcsividad que las mu jeres (como grupo social). No obstante, también hay mujeres con niveles de agresividad similares a los que presentan los hombres, y al contrario. [stas observaciones se pueden interpretar -más allá

de los factores innat<-ls,

biológicos y hormonales- por la diversidad en el proceso

de aprendizale, es

decir, en todos aquellos factores experimentales que contribuyen a la construcción de la diferencia. Irsta diferencialidad empieza a constituirse justo en el momento de nacer el bebé.

'

Niños y niñas: ¿son o los hacemos diferentes? En una investigación realizada en los años setenta se evidenciaba cómo, ante un mismo bebé, cuando se le i«lentificaba como niño, la gente le veía forzudo y firme, y cuando se interpretaba que era una niña, se la veía mona, frágil y suave. Al cabo de un año, ya se pueden observar diferencias entre niños y niñas, seguramente en gran parte a causa de esta desigualdad de trato por parte de los adultos.

Dado que los estereotipos culturales son los que guían nuestras creencias y nuestros comportamientos, y que hombres y muieres están en posiciones diferentes de poder e influencia dentro de nuestra sociedad, es más probable encon-

trar que los hombres actúen como líderes y que las muieres se comporten de manera sumisa.

A lo largo de la socializaciín, las niñas adquieren patrones de comportamiento pasivo y los niños, asertivo, sobre la base de procesos de identificación con los modelos y de conformidad con las normas sociales que regulan el com-

portamiento diferencial entre hombres y muieres.

( ,cr

[']dil(tr¡al

tl(X

152

lillr(xlu(ci(i¡¡ a la l)s¡(1)l()8ia s()cial

s)

tdit()rlrl t l(x

l5l

(lapitulo Ill. l.a ir¡tcracciorr

( social

(

1.1.3. Teoría de la frustración-agresividad [sta teoria [a f<¡rmuló, cn los años cualcnta, un cquip
que el estímulo exterior quc motiva la agresividad es un cstado emtl(:oncretamcnte el cle la frustración (protlucida por un bloqucrl en la

a) cional, obtención de obietivos), y quc csta frustración siempre desemboca en una

()tr«l proccsr¡ dircctamcntc rclaciclnado con la hipótesis de frustraci
(

realiza una acción agresiva. Así pucs, según la hipótesis catártica, las ¡rcrsonas que puedcn realizar cl comportamicnto agresivo presentarían una disminución

(

de la a¡¡resivitlad.

(

Ilerkowitz, un teórico dcstacado cle la agresividatl quc también estudia

las

condicioncs quc mediatizan la relación entre frustración y agresividad, postula que la frustración provoca un estado de activación emocional (la ira) que predispone a actuar agresivamente y que sólo se manifestará esta conducta si la desencadena un estímulo que tenga un significad«r agresivo: los índices cognitivos.

( ( (

Los índices cognitivos

(

Estos estírnulos llegan a adquirir un significa«lo agresivo rnediante procesos de condicionamiento clásico. Por ciemplo, las pistolas son claranrente una señal agresiva

(

porque tierren una función claramr:nte agresiva -a diferencia de otros obietos que pueden tener otras funciones y que no se asocian tan directamente a la agresividad (piedra, cuchillo, palo, lata, ptc.). Aun así, cualquier objeto puede ft¡nciona¡ como índice cognitivo para una persona o un grt¡po determinado si se da un proceso de asociación entre el obieto y la agresividad.

(

conducta agresiva;

b)

r¡ue la agresividacl sicmprc es {onsecuencia <Je una frrtstración.

También postulan que nr) siempre la agresivida«l se dirige hacia el agente dc (desla frustración; a menudo, esta agresividad se realiza contra otros obietivos plazamiento) «¡ se manifiesta de otras maneras (generalización de la respuesta). Esta primera

forrn¡lación fue ntuy Cuestionada y, allte tantas obieciones,

sc

reformuló de la siguiente manera: a) la frustración es u¡r estímulo que puede provocar..entrc otras reacciones, la agresivitlad; b) la agresividad es la tt:ndencia de respttesta dominante, no la única, después de trna frustración' de alQue se manifieste la conducta agresiva dependerá de la intervenciÓn

guno de estos factores: O

a

proLa.fuerz.ade Ia instigación. Las condiciones que pueden incrementar la babilidad de agresividad son el grado de deseo de la respuesta frustrada; es rlecir, la intensidad de motivación que tiene un individuo para conseguir un fin deseado. También afecta al grado de interferencia para conseguirlo (si es y sólo un retraso o una imposibilidad total) y la razón (más o menos trivial) el número de secuencias de frustración. I¿ inhibición. Se da cuanclo se prevé un castigo, pero no quiere decir que no agre§iva, sino que cambia su torma. También es importante tener en cuenta que la inhibición no elimina ni reduce la instigaciÓn a la

se dé la respuesta

agresividad; incluso'a veces la incre¡nenta.

1.1.4. Reflexión crítica y nueyas versiones

( ( (

( Hasta aquí hemos hablado, desde aproximaciones aparentemente neutras, de la agresión como un tema de estudio obietivo. Así, cada una de las versiones expuestas pretende explicar la naturaleza del comportamiento agresivo buscando explicaciones causales, identificando factores y manipulándolos con el fin de

descubrir la fuerza predictora. 'roclas estas versiones están elaboradas a partir de

(

( (

investigaciones cxperimentales con el obietivo de encontrar un modelo explicativo universal que sirva para predecir este fenómeno.

(

Así, unas investigaciones parten de la hipótesis de que Ia causa del compor-

(

tamiento agresivo es una energía innata y las investigaciones se plantean, con el fin de demostrar que es inevitable, que forma parte de la naturaleza humana y, por lo tanto, que "hay que buscar,, estrategias ,,socialmente aceptadas,, para liberar esta energía.

( ( ( (

,c,

lItr(f,luc(i(jrt

154

Iilitorial t I()(

s((ial

¿ la

()tras parten dc la premisa quc s()n los m
y cómo' qué factores facilitan el comportamiento agrcsivo, cuándo las causas del ctlmp«rrY, finalmcntc, «ltrtts tstutlios partcn del axioma dc quc innatas (incvitamientcl agresivo las p<xlemos encontrar tanto en las tlis¡rsiciones las ambientales (los tabilidad de la naturaleza reactiva de las pcrsonas) como en agresividad)' exteriores que pfovocan las conclici<-¡nes facilitadoras de la estímulos

cuestiona la recomo hemos visto, en ninguna «le las versiones explicacias se agresivtr lación causa-efecto, es decir, se da por hecho que el comportamiento es

causa -cvidenteobietivamente identificable y que es la consecuencia de una

mente obietiva- que hay que descubrir. explica. las nuevas versiones que se están elaborantlo sobre estc tema, aportalr más tradicio¡rales: ciones alternativas a los enfoques psicoloSistas de las versiones

a partir a) unas consideran útil estudiar las relaciones interpersonales

dc

examinarlas en el contexto de las relaciones intergrupales' la agresividad b) otras proponen una lectura más radical que contextu aliza en un marco más global.l

LateoríaclelaidentidadsocialelaboradaporTaifelpodríaconsiderarsecomtérminos de inteplementaria de los enfoques rnás tradiciouales, planteados en explicar tomando racción personal. La agresiüdad, desde esta teoría, se puede entre grupos, como Ia base los conflictos intergrupales debidos a las desigualdades las normas sociales que a los procesos de categorización y comparación social, a

Tal como explica Ta' regulan las relaciones dentro del Supo y entre Srupos, etc' un individuo a un grupo afecta directamenifel, el sentimiento de pertenencia de From Inilividuul-Be^hdvior lo Amélie Mummendey (Ed.) (1984). Soeiul Psychology of A¡'gasion' de diferentes autores las amrtaciones prisenta Socittl lntergction nertinr Sprirgei-ü.ii.S. i,it. liLro al signilicado nueva perspectiva, y pqra uni especial atención ffiif.'ñi;;;náiíiiu"r"', enfatiándo el carácter relacional c

§1,

lldito(ial (l(X

155

(:apitub lll.

l.a ¡rteraecióu

s({ial

te a la pcrcc¡xi(trt c intcr¡lrctacitin dc situacioncs dc interaccidrn intcrgrupal. l.)stc

sentimiento inclucc al intlividuo a actuar con vistas a promover el pr
tema cn el que se fundamcnta nucstra sociedad occidental. Sc considera que explicitar la ¡rusición ideológica que orienta el enfoque y

es muy importante

análisis de estc tema; es decir, quién estudia qué, cómo, con qué resultados, con qué cfectos. l)roponen lecturas alternativas sobre la función de la agresión, y la consideran cr¡mo la única cstrategia que, a veces, permite incidir en el or«len establecido con vistas a promover un cambio social.'l-ambién ponen de manifiesto la relación de poder que se cstablece entre quien crea la norma-

tiva para iuzgar, quien iuzga y quicn es iuzgado. Las mismas categorías de legislación criminal son u¡r constructo ideológico elaborado desde unos estratos de la sociedad para criminalizar a ur¡ tipo de comportamiento más frecucnte en personas que tienen poccl poder y salvaguardarse a sí mismos. Así pues, las propuestas de estas nuevas versiones que centran el punto de mira más en el contexto sociohistórico que no en el individual, implican una

profundización en los aspectos culturales y una explicitación no sólo de su importancia, sino también de su rol. Por lo tanto, para estudiar la disposición al comportamiento agresivo, hace falta tener en cuenta, entre otros, los aspectos siguientes:

a) los modelos sociales (normas sociales que regulan las interacciones cotidianas, sistemas de valores y creencias compartidos entre los miembros de un grupo social), b) la legislación relativa a la disposición de armas (el liberalismo en el mercado del armamento no sólo ofrece la posibilidad de usar armas, sino que im-

l.

plícitamente se Iegitima el comportamiento violento),

ñi#;;il;;;; ü;-d;;; *. ;; ü;il;i. i.iii.ii,*üií interactivo de la agresividad. ó;;á; il." (1985). Acoor¡nlrrrS fu oggression'

c) los mecanismos de violencia institucional (fuerzas del estado, control social, etc. que legitiman la violencia).

London: Alleng &.tlnwin' En este libro se expom una.de lasixplicaciones:::^::^htt elaborado cada de ffeobffca lectun una profundidad con a:odg psicologia y la socrorogra.' . y viotencia la la agrerivillad de sáüré et fenómeno h definición d"e lá agresión. Botetín itc Psicota (1990). E Juan M. Muñoz papel que tie'

p#ü; il;;;;;;"

il;;;;; 'n.i

l.i

!

explica detalladamente el 33.s i. iii.orri, ¡ná¡.?.itlür.,'." nor*t, en el procese de rtrqueiaie del comportamiento agresivo' Jr

i,trcuio

se

.

r

Lo más interesante de estas explicaciones que no siguen la tónica tradicionalista, es ia valoración no únicamente negativa de la agresividad; se destaca

( a,

f.ditorial tl(Xi

156

llrtrodrt(( i(ilt

a

11¡u1krtía

st¡ual

O

(

[dit(]rirl I l(X

t57

(lapirulo

lll. l¡ ¡[lera(ió¡¡

social

( como un mcdio para luchar contra las desiguattlacles strcialcs (claro quc sin hacer de ell<¡ una apología). Adcmás, dcstacan cl papcl dc la itlc«llo¡¡ía a la hora de conceptualizar la agresiírn, por L5{) proclaman la imposibilidad dc haccr un

gadorcs ¡luntualizan quc las invcstigaci
estudir¡ neutro y, por l0 tanto, la nccesidacl dc que sc plantcc tlcsdc una ¡rclsi-

la agresividad dcspués dc visualizar cscenas agresivas, cosa que se explica prlr el

ción políticamente comprometida.

efecto catártitrl.

de quc vcr agrcsioncs filma
(

real. Algunos tcóric
A pcsar tlc todo, la mayoría dc investigaciones obtienen resultados que llcvan a concluir que la visualización dc programación violenta produce impor-

1.2. Televisión y agresividad comprobado quc la mayor parte de los niños dedican más tiempo a ver la televisión que a hacer cualquier otra actividad (excepto dormir). lis por esta razón que, desde que se ha generalizado la presencia de la televisión en Se ha

tantes cfectos, tanto en las criaturas como cn los adultos: insensibiliza a las personas dc los efectos que producc la violencia, f
rnos inhibitorios de la violencia cntre los telespectadores.

(

I

nuestros hogares, la psicología social ha realizado un número impresionante tle investigaciones que pretenden analizar los efectos de este elemento en nuestra vida y nuestro comportamiento. [,sta extensa producción se ha desa-

Tal como hemos visto anteriormcntc, los modelos ofrecen mucha información a krs obscrvadores vrbre la adecuación dcl comportamiento, los efectos que

rrollado en torno al debate entre dos posicionamientos centrales:

si ponemos atención en el tipo de modelos que

se televisan, podemos observar que habitualmente "el bueno" es tan agresivo como "el malo,, (como en las pelí-

(

violencia telcvisiva anima el comportamiento agresivo h por lo tanto, que rese hace imprescindible elaborar una legislación desde la política social que se ofrece' gule y controle el contenido y la difusión de la programación b) No se ha constatado claramente que la televisión pueda estar potencian-

culas Rcrlbo, El cuervo, Ghost y un largo etcétera), pero que, en cambio, se legitima

(

do la violencia, sino que se limita a mostrat la que se manifiesta en nuestra soque ciedad. Por lo tanto, no considera adecuada la censura de la programación

tos a la televisión los que tienen un impacto en los telespectadores, sino que la

a)

La

(

tiene para los otr«rs, las co¡rsecuencias y los resultados que se derivan de ello, etc.

y premia el comportamiento agresivo del "bueno", se potencia la valoiación positiva de la venganza, y se castiga el del "malo". Pero la relación causal

n«-¡

es

u¡ridireccional: no sólo son los modelos expues-

(

laofrece y defiende Ia transparencia y la neutralidad de la información, por un

misma predisposición de éstos interviene en la elección del programa (violento o no) que se quiere visualizar. Este proceso sería el equivalente a lo que antes

I

do, y la libertad de expresión, por el otro.

hemos llamado proceso de atención.

(

Los efectos más destacados que se derivan de la exposición continuada a los modelos agresivos que salen en los medios de comunicación son los siguientes:

(

Es

importante, sin embargo, antes de profundizar en el debate, no perder de

vista que la televisión es un negocio que no sólo mueve mucho dinero, sino también quqtiene un gran poder de manipulación social. Probablernente, a causa de es exlas grandes repercusiones sociales derivadas del resultado de este debate, no

traño que la psicología social no aporte conclusiones en unisola dirección. Por eiemplo, aunque rfo niegan explícitamente la correlación entre violencia televisiva y agresividad, Kaplan y Singer, en el año 1976, sugieren que los datos no demuestran este vínculo y que, en todo caso, si existe, es leve. Otros investi-

' o

el aprendizaie de repertorios conductuales agresivos, especialmente en niños de poca edad;

desinhibición o provocación del comportamiento agresivo aprendido previamente;

¡

insensibilización sobre las consecuencias que la agresividad tiene en el mun-

( ( (

do real. (

l5ti

tn dcfinitiva,

h,r«llu( ( ¡n,

¿ l¿

lan!k)8rJ

rr irl

159

la vcrdad para

de k)da la invcstiSaci(in sobrc telcvisi¿)n y aSrcsivi(lad, lo únic()

(lJt,itulo lll.

¡xler dccid¡r quién tienc un conrportam¡cnto

l¡ i¡túa(tid¡

agrc,sivo (dc

ntr¡al

cntrada

cso qucrría dccir quc es una cucstión abordable desdc la ob¡ctividad), sino ver c'ón¡o sc ega a la v¡vcncia dc conflicto a partir dc entender tos procesos dc inter-

quc qucda clalo cs quc los efcctos no son concluycntes. |,§ta scntencia queda

muy bicn cxprcsada en una c¡ta de Schram y otros colegas, quc hay en el libro de G. (iomstock, I'ublic co¡nmuniution trul bthut'ior:

pretación quc

se

dan cn catla caso; ver que la descripción que hacen los dos dc la

situación cstá totalmcntc situada y cómo cada uno llega a vivir el comportamicnt() dcl ()tro c()mo una agresión.

"l'ara algunos niños, baio alguna5 condicioncs, alguna tclevi§ión cs tlociva l¡ara algunos niño5, en las m¡smas condiciones, o para lo§ mismos niños cn otras condiciones, puede ser beneficiosa. Para muchos niño§, baio muchas condicionc§, mucha televisión no es probablemente ni part¡cularmcntc nociva ni particularmentc

l.)n cste apartado,

prcscntam()s tres t¡pos dc investigaciones que consideran a los proccsos intcrprctativos los resF)nsablcs de la eiecución de los comportamientos agresivos en Ias relaciones interpcrsonales.

benef¡ciosa." C. Comstock (1986).

P¡, blk

Commtnication and behavior (p.l

l)'

Ncw York: Acadcmic

1.3.1. La interpretación de la activación fisiológica

Press.

llay una

investigaciones que, al estudiar el efecto de las variables ambientales cn cl comportamiento agres¡vo, han constatado que, dado un estado de activación fis¡ológica, hay una serie de factores externos que pueden facilitar

1.3, Procesos interpretativos Hasta ahora hemos v¡§to los factores que condicionan el comportamiento

agresivo, los cuales se han estudiado desde las diferentes pelspcctivas y los diversos Planteamiento§ teóñcos. También, en algún momento, se ha apuntado la poca atención (para no decir la casi nula atenciÓn) que se ha prestado a los procesos interpretativos que se dan en las relaciones interPersonales'

en nuestra experiencia cotidiana y reflexionamos sobre por qué la gente hace cosas que hacen daño a otra 8ente, sobrequé explicaciÓn da quien lo hace, podemos obtener una respuesta parecida a por qué a veces sentimos la Si pensamos

serie de

la agresión. Concretamente han estudiado cómo el ruido, la acumulación de gcntc y la temperatura intervienen en el proceso de inducción del comporta-

miento agresivo, especialmente cuando

éste es una respuesta dominante del

individuo. La explicación que dan a los r€sultados de sus investigaciones es que estos factores ambientales aumentan la activación aversiva y que ésta influye directa-

mente en la d¡sposición a actuar de manera agresiva. Además de los factores ya mencionados, también hay otros que pueden contribuir a aumentar la activa_

necesidad "de hacer pagal caro" a alSuien que nos ha agredido de una manera u otra... Si profundizamos un poco en ello, podemos ver la importancia que tie-

ción fisiológica, como por ejemplo el esfuerzo físico, las noticias sensacionatis-

ne la interpretación det contexto y ta interpretación mutua de las personas implicadas en la interacción, esdecir, los procesos interpretativos que intervienen

Esta línea de investigación hace concluir que lo que provoca un aumento considerable de la agresividad no es esta activación, sino la manera en que es interpretada, especialmente cuando no se conocen sus causils. por eiemplo, si

en

ella. .

tas, las películas emocionantes o eróticas, etc.

eiemplo, una pare¡a discute y, tras la discusión, él se va de casa l-¿ versión de la muier es que su marido esteniblemente celoso ysiemPre tiene sospechas no fundadas de que te engañf,con otros hombres. En cambio la interPretaciÓn que

una persona discute acaloradamente, el nivel de activación se atribuye al enfado provocado por la discusión y por la otra persona, que Ia predisponen a compor-

hace et marido es que ella, sabiendo que él es muy celoso, parece que se Io pase

vel de activación se atdbuye al eiercicio físico y, en consecuencia, será menos probable que rcalice un comportamiento agresivo.

Por

bien flirteando con los hombres delante de é1. t¿ cuesüÓn no es descubrir cuál

es

tarse de manera agresiva. En cambio, si una persona hace deporte, el mismo

ni-

l

( Irlnúr((

n¡r ¡ lJ ttri(no[¡J \oL '¿l

(l¿|iub Ill l ¡ irrl.ra.ció r{i¿l

t6l

( (

1.3.2. Las normas sociales y la aSres¡v¡dad

l1)r otra l)artr, taml,iún tencmos quc tcner presente quc tlía a tlía sc dan cas<» de violcncia cxtrcrna quc hah¡tualmentc no se ident¡f¡can como agrcsión (habi-

(

Nucstro comportanlicnto cotidiano está rcgulad() por unat normas, las notmas socialcs, la mayoría de las cuales son sobradamcntc compartidas por los

tualmentc c(,incidcn con la v¡olcncia instituc¡onal, que describe la tortura corno un medur ¡recesario para mantencr el ordcn y defender el sistema). [sta manera

m¡cmbros de una comuniilad. A menudo las normas forman partc dcl conttiolic¡rto implícik) y, por cso, no sc con(xcn hasta que alSuieu, por la razrill que

de

definir la agrcsirin cs al misrno tier¡rpo dcmasiado extensa y dcmas¡ado restr¡ngitla, cs dccir, casi tod()s los comportamientos [,odrian ¡legar a ser et¡quetados,

(

sea, las rornpe (este tcma k) enc(nltraréis más desarrollar.lt¡ cn el capítulo V).

desdc un punk) d(j vista u otro, como agresivos; yal mismo tiempo, habitualmen-

(

La norma más destacada que regula este tipo de intcracción es la norma dc

reciprocidad, la cual prcscribe que, a pesar del rechazo que muestra la soc¡edad

por el comportamiento agresivo,

se c<¡nsidera accPtahle cuando la conducta

agresiva sc e¡ecuta como respuesta a un ataque agrcsivo.

te sólo se aplica en c(Dtcxtos muy concret(6 y de manera muy sesgada.

decimos que a¡¡rcsión cs aquclla acción que ocasiona daño y que es intencioral, considerar quc una conducta cs agres¡va no sob significa describir un hecho, §ino que ¡nlplica elaborar un iuicio de evaluación con unas determ¡naSi

Aunque, en general, actuar de manera agresiva no es un patrón d(j comporta nricnt() 5ocialnl('rrte aceptaclo, cn determinadas situaciones la agresividad recibc

das consecucnc¡as. En

apoyo de una manera clara. ¿Ha visto alguna vez la escena de un n¡ño quc sQ que(lomo debc habe¡ obser la a los padres dc quc le han pcgado o lc han insultado?

como ¡ustif¡cable, incluso se puede estar de acuerdo en que hay que premiarla (recordad las famosar pclículas de Jarncs lirnd)- Por lo tanto, lo que t¡ene co!t-

deficnda a solas y que, si le pegan,

secucncias inmediatas, es el hech() de identificar un comportamiento como agresivo o no agresivo, y el problema no es tanto comprobar que ha sido una

vado más de una vez, óstos lc animan a que

se

desquite. En otro ámbito, si una persona viola y asesina a unas niñas inocentes, la gcnte se manifiesta para que el aSresor sea condenado a la Pena de muerte (que

sc

pague con la m¡sma moneda que las víctimas: la muerte). Según esta prescripciórl s(rcial compartida, se ac('pta que urra persona (lue ha sido agredida quiera causar

d:ño al agrcsor.

particular, si un¡t conducta

es

iuzgada como agresiva, re

com parte la idea dc que s(, nlcrece scr castigada. Si la misma

conducta

es iuzgada

a(aióo quc ha ocasionado daño como probar su intencionalidad. Hay quc tcner en cucnta, además, que los criterios para etiquetar de agres¡ón un comport3nr¡ento no son externos a las personas que los utilizan: los que ut¡liza el observador si]rán difere¡rtes dc ios que utillza el agente, y diferentes ¡re los

Por lo tanto, a Ia hora de evaluar si una conducta es o no es agresiva, es muy

que util¡za el receptor de la agresión. Cada pl()sición construye un relato de ¡a

emit¡r un iuicio importante disponer del máximo de información, con en Io referente a la atribución de responsabilidad, y tener suficientes elernentos

situación y una interpretación de la conducta que no coincide. Justamente la tarea principal que se lleva a cabo en los tribunales de iusticia es llegar a cons_ truir un único relato (proceso que se llama reconstrucción de tos hechos) par-

vistas a

para saber si se ha violado alguna norma social.

tiendo de una diversidad de relatos, a menudo incompatibles y contradictor¡ds, sobre el mismo hecho, pero al cual ¡ro hay acceso directo, sólo por medio de los

1.3.3. C,onstrucción social de la agrclvidad

relatos de las personas directamente e indirectamente implicadas.

Según l¿ definición clásica, la aglesión es una conducta quc ocasiona daño (físico o psíquico) en un otganismo, de manera íntencional- Ahora bien, si tal

experiencia directa nos hace pensar que no nos cuesta tanto ponernos de anrerdo en qué consideramos un comportam¡eflto agresivo y qué no. Los üiterios que utilizamos para "decidir" si un comportamiento lo es o no son: La

como hemos dicho la descripción de los hechos está inevitablemente situada y etat onda desde una posiclón diferente, cualquier coorportamicnto podría ser etiquetado, por uno u otro, desde una posición u otra, como agresivo, al ser identificado como intencionalmente nocivo para alguien.

a) la intención de hacer daño (muchas vece.s la dificultad

es descub¡ir cuál

ha sido la intencionalidad y acaba siendo una cuestión muy útit para regatear las coñdenas);

I (

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Ittlrtxltttei0tt

t62

a lil ll5ic()l(18id s(rial

ull hctho rcal (muchas vcccs el «lairtl no es visihlc, ni cs fácil csta flcxihilitlad de conscnsuar qué cs un daño y qué no lo cs. l)ertl iustamcntc b)

el daño corn()

cs lo que

permitc dar más fucrza al rclato dominante del hccho, quc scrá consi-

derado la "vcrdad");

c)laviolacióndenormassociales(«lcttldasmancras,cnunamismasitua-

!c.,

Edit()rial

(

l(X

I63

(lat)iluk)

lll.

[.a iilleraceiótr s(f,ial

lis curir¡so c¡ue la violencia instituci«r¡ralizacla, quc cs la más sangrantc, tiencla a scr i¡¡norada cn la may
estudios más críticos sobre agresión denuncian este scsgo conccptual que orienta tocla la investigación y la políL<¡s

tica s
ción se puedcn scguir unas normas y violar otras)'

,,claro" consenso para conccptualizar la aSresión, cs clifícil co no, entre incidir a la hora de identificar si un hecho particular cs una aSrcsi¿)ll o de estado El que ctiqueta' otras cosas clepende clel punto de vista de la pcrsona A pesar de este

algunos ánimo, el sistema de valores, la empatía con el agresor/víctima, ctc' son interpretación de de los muchos factores subietivos quc intervienen en la fase para evaluativa del comportamiento. Estos factores t¡enen un papel importante hemos como poder llenar los vacíos que se genefan cn los propitls criterios tal

Ignacio Martín-liaró fue un psicólogo social comprometido con el pueblo dc H Salvador hasta que lo asesinaron. I^a psicología social que escribe es crítica y políticamente comprometida, es decir, comprometida con la gente que sufre la represión política y con la elaboración de un proycct() que promueva el cambio social. 'l'al como dccía cstc autor, "el horizonte dcl psico{ogo tiene que ser la concienciación, es dccir, tienc <¡ue buscar la desalienación de las personas y de los grupos qtre las ayude a alcanzar un sabcr crítico sobre sí mismo y sobre su realidad [...1.',

1.4. Intervenir sobre el comportamiento agresivo

precisado al exponerlos.

valorativo; La conceptualización de la agresión, pues, tiene un claro sesgo por definición, que se presenta como una forma de comportamiento negativa que oltiene que ser reducida o, cuando menos, controlada' Pero no se ticne y la única vidar que hay mucha Sente que está oprimida en su entorno social' de la re' manera que encuentran de hacerse oír y de luchar Contra los efectos (Eiér[,[ EZLN lación de poder a la que están sometidos, es utilizar la agresión. y' en cito Zapatista de Liberación Nacional) es un buen eiemplo de este hecho este caso,

pretender controlar y reducir la agresión de esta organización signi-

fica suscribir Ia opresión y las desiguatdades sociales' ,,Puede que la muerte de niños por falta de

atención médica y condiciones no ptovoque

horror,quiássólolástima.Ercambio,elhorroresqueesosindígenasselevantenen asesinaron ur^ur. Dia"r, que la violencia es la misma que la de lomas Taurina -donde aColosio-olamismaquelabombaenlaplazaUniversidad.Porlotantohayquecon-

Mientrat denar'todas las violenáas menoo la que el sistema eierce sobre esta§ Sentes. A la hor¡ moúan. padecían, la indígenas tos violencia no exiitia. no decíamos nada, la dicen: '¡No, es¡ en que deciden conte§tar a e§a violencia y decir ¡Basta! los intelectuales bárbara violencia la no [..'l'' si, violencia no!,, la que yorepfesento, la üolencia orlta La rebdiiin subcomandante Insurgente Marcos (1994). En G. Rovira. ¡zapata vive! Virus' Barcelona: protagonistas' sus contofu inilígena de Chiapas Por

si

se han dedicado tantos esfuerzos a analizar los factores que me«liatizan

el comportamiento agresivo es, entre otras cosas, por el interés en poder prevenirlo, modificarlo o anularlo. Haciendo un poco de síntesis de las conclqsiones de los estudios realizados, desde las perspectivas más ambientalistas, diríamos que los principales argumentos que fundamentan la acción agresiva son:

a) la intención de potenciar la autoestima; b) la búsqueda de estimulación para romper Ia rutina, el aburrimiento; c) la búsqueda de sensaciones agradables; d) encontrarse en una situación en la que te sientes forzado por la presión del grupo o bien de una autoridad;

e) la defensa de una ideología. Todas estas razones que fomentan el comportamiento agresivo se han utilizado como punto de partida para pensar en posibles recomendaciones con vistas a diseñar intervenciones dirigidas a la reducción y/o control de la agresividad. Se pueden agrupar en dos líneas generales de acción que inciden en la reducción de

( tldilorial t,()(

(cr

164

Introdr¡c(¡rxr

a l¿ Psic(,1()8i¡ s()( i¿l

(

,o t:(lit()ri¿l ( I()(

165

(lapituk) ¡ll. l.a ¡utcra(rió¡l social

( la intcnciíln


ctlmglrtalsc dc nlanera

las consecucncias que

aSrcsiva y

cn [a capacitlad rlc crtm¡rre ndcr

clife

ac-

rcntes:

todos los intlividugs las condicit)nes mínimas quc les perlnitan sentirse bicn consigo mismo y sentirse valorados por los dcmás; racionalizar, en la medida que se pueda, nuestros sentimientos, y tlisponer rJc estrategias alternativas al com[nrtamiento agresivo con vi§t¡§ a mitigar e I

pro[Ofcionar

a

a

a

a

sentim¡ento de ira; eludir, siempre que se pueda, la cxposición de los más pequeños a modelos agresivos, con el fin «lc evitar al máximo la adquisición de patron(:s de respuesta aSresiva;

C

a

El

altruismo (

comp()rta [)ara los otros e I c()mportamicnto agresivo.

a) Oon la finalitlad dc rcducir la intcnción, alSunos teórict»s prop()ncn tuar en ámbitos

2.

evitar las Situacio¡tes de hamhre, sed, calor excesivo u otras variables arnbientales que afectan a la predispttsición a la agresión; proporcionar un ambiente est¡mulante y creativo a los niñ«¡s y ióvenes para

"una niña mar«lquí

sc ah«lga

ccrca de l{otterdam ante la indiferencia de los

bañistas." l'lsto dice cl titular clc una noticia «le un periódico cle enero de 1994. una niña marrlquí de nuevc arios sc cayó al agua al volcar la barquita neumática co¡r la quc jugaba cn el lago. [,os gritos dc auxilio de sus amigas no sirvieron

Para sensibilizar sobre las consecuencias del cornpoltamiento aglesivo puede intentar ¡nduc¡r, tned¡ante estrategias de euseñanza adecuadas, un cierttl se

grado dc empatía con los otros, potenciando el cornportamierrto prosocial (por ejemplo, enseñando a ponerse en el lugar del otro y a negociar en lugar de en-

,,De poco servirían ésta y otras conmemo¡acione§, por solemnes y emoüvas que sean, si nO fuéramos capaces de conectar con la irrventud europea. si no consiguiéramos transmitirle lo esencial de utra experiencia de lucha contra el mal radical que el nazismo encarnó históricamente. Tlansmitir lo e§€ncial para a¡rdar a dicha iuventud a orientarse en las luchas de hoy contra la purificación étnica y los fundamentalismos de todo tipo. Para ayudarle a descalificar todas las ortodoxias, excluyentes, del pensamiento correcto."

vez que se tla u¡ra situaci
(

sando a la pequeña?

(

El caso más corx¡cidr¡ entre k¡s psicólog
Kitty cenovese.

En

Nueva York, una mujer fuc asesinada al anochecer, cuando volvía de trabajar, delante de treinta y «lcho vt-c'inos que dura¡rte treinta y cinco minut<¡s estuvieron pre-

senciando los hechos sin hacer nada; una situación en la que la gente que puede

( (

incluso la da¡r, con el objetivo de ayudar a una persona que está en peligro. ¿Este comportamiento nervioso es el que llaman comportamiento altruista? Aun así, definir el altruismo es más difícil de lo que puede parecer si no

se

(

(

quie-

no todos los comportamientos que benefician al otro se realizan sin esperar nada a cambio, ni siempre es tan sencillo conocer las motivaciones que mueven Pero

(

(

a una persona a beneficiar a

Una manera contundeñte de reducir la violencia en el nlundo seria ablir un debate para cuestionar las contradicciones que hay entre el tratamiento que se

personas que están en el suelo con apariencia de ir drogados?, etc. El sentimiento de utilidad, la mejora del estado de ánimo, la relación de poder que se establece, el reconocimiento social y una larga lista de aspectos simi-

da a la violencia institucional y a la violencia común.

lares que

de

(

dc la misma manera que hay historias que relatan tragedias debidas a la indiferencia ante el dolor de otra persona, también hay muchas otras que relatan el comportamiento heroico de personas que ponen en peligro su vida, e

l})5

l0 de abril

(

ayudar a una persona que está sufriend<-1, no lo hace.

otra: ¿por qué ayudamos a una persona mayor a recoger la cartera y, en cambio, no lo hacemos con alguien que está en estado etílico?, ¿por qué apadrinamos a niños y niñas del Tercer Mundo?, ¿por qué nos hacemos voluntarios de la cruz Roja?, qué habitualmente no ayudamos a

Puís,

(

para nada; s
re caer en una conceptualización reduccionista del término. Altruista es aquella persona que se ofrece para ayudar a alguien sin pedir ni esperar nada a cambio.

frentarse).

F,l

(

Per<¡,

evitar la agresión por aburrimiento.

forge Semprún,

(

¿por

henefician al donante hacen difícil discernir entre lo que

es

(

(

( (

un acto de

( (

( l¡¡l¡{h¡..n¡1

( ( (

J

h tAn('lt'8r¿ ro(irl

altruismo Bllruino y lo quc scr¡a sinrplcmcnte un c(xllpottanlicnt() ()ricntad() hacia cl otro. l)or l() tanto, la dificultad may(,r a la lx)la de cstudiar el c(mrportamicnto altruista reside ctr conocer la intención rlel tl
cn lugar dc hablar dc altruisnxr hablaremos de acción social p()sitiva o bicn comportamiento prosocial, quc hace rcfcrencia al comportamietrto clirigitlo a beneficiar a otra persona, indePcndicntcmcnte dc si hacerlo comporta una rc-

(i¿l'ilul('

lll

¡¿

n¡ltr¿c.iór¡ s({i¡l

cr(jencia que lray dcternr¡¡rantes hercditarios que explican el comF)rtarn¡ento en las rclaciortcs intcrpcrsonales.

Campbell, illvcstigador que trabaió con este tipo de plantcamiento teórico, deficndc la idca dc que cl comportamienlo prosocial asegura la continuidad de la espccie y dc quc, por lo tanto, cs un comportamiento favorccido por la sclec-

ción natural. Quctla claro, pues, que cons¡dera este tipo de comflrtamicnto

comp{rnsa en si mismo.

biológicamcntc dcterminado, cuando menos, condicionado. A pesar de ser una tesis s()bradamente compartida por bastantes teóricos de esta misma ()rientación tcórica, muchos otros la rechazan (incluyendo el propio

2.1. V€rsiones sobre el comportamiento de ayuda

Campbcll en etapas posteriores de su trabaio). Ul argumento es que si las personas más prosocialcs [x)ncn en peligro su vida para beneficiar a los otms miem-

crimen de Kitty Gcnovese desencadcnó un Sran número dc investi8ac¡ones interesadas en comprender los procesos que dcfinen cl comportamicnto prosocial, los factores que llevan a una pcrsona a ofrccer tl no ayuda a tltrá que

hros de la cspecie, aumenta la probabilidad de que desaparezca este rasgo y se reproduzca sin problemas el gen res¡ronsable del egoÍsmo y la autosuficiencia.

F,l

Io necesita. han sido plantcados desde perspect¡vas muy divcrsas que conducen a concepciones diferentes de la acción social positiva y, por lo tanto, tan)Estos estudios

Otra propuesta desde la sociobiologia explica que el comportamiento prosocial sólo va dirig¡do a favr¡recer la supervivencia del grupo familiar, es decir, la supervivencia del gen altruista. Esto explicaria, por eiemplo, el porqué del

autosacrificio en pro de Ia supervivencia de un hiio.

bién a resultados dive¡sos e inclust¡ contradictorios.

A continuación veremos manetas diferentes de concePtualizar cl conlPortamiento prosociat. Por otro lado, hace falta que en el eiercicio de conocer quién dice qué, se haga el esfuerzo de tener presente que las cosas no las p
2.1.2. Versiones basadas en las teorías dcl refuerzo Existe otra serie de ¡nvestigaciones y elaboraciones teóricas que sefundamentan en e[ paradigma conductista, es decir, en l¿s teorías del refuerzo. t¿ teoía del inter-

cambio social es una de e[[as y se basa en un modelo expticativo economicista. Según esta teoúa, una persona, antes de oftecer ayuda, hace un cálculo de los costes y beneficios que esta interacción le puede comportar, y actúa minimizando los eostes

2.1.1. Versión sociobiológica

y maximizando los beneñcios;

¿qué puedo ganar?, ¿qué puedo perder?, ¿qué

puedo ofrecer? Por clemplo, si vemos a un turista que se mira un plano como si se hubiera per-

Ante el intento de explicar la prosociatidad, igual que en la agresión (explicada en el apartado 1 de este capítulo) y en otros comportamientos humanos, aflora el debate entre factores ambientales, entre naturaleza/nurtura y entre lo

aprend¡do/adquirido.

'

tá sociobioloSía, tal como indica su nombre, estudia las bases bioló8icas del comportamiento social y, en este sentido, fundamenta su investiSación en la

dido y tenemos t¡empo para ofrecemos

a ayudarlo, lo haremos y obt€rdrernos un reconocimiento por parte det turista, y además habremos contdbuido a dar una

buena imagen de nuestra gente, habremos me¡lrado et estado de ánimo, habremos

añadido un punto positivo para nuestra autoestima, etc., todo a camt*) de una pequeña dedicación de tiempo sin valor (dado que no teníamos prisa). §, por el contrario, tenemos priia, pasaremos de largq como si el tudsta fuera invisble

{ c.

lilit()rial t,()(

t6t3

lntr()dr¡(( i(;r a la ¡rsieolo¡ia sor irl

o l.rrilorial t,(X:

169

Cal)Ítul()

Ill.

La inlrra(ci(i0

yf,i¿l

( (

Una situaci
como para la víctima, pucdc ser ntuy alto scgún la reacci(ln dcl atracadtlr (cosa itnprcvisible).'l'cnicn«lo en cuenta cl riesgo, cs muy probable quc nr.) ofrezca una ayu-

I)c trxlas nlaneras, no es tan scr-rcillo com«) parc\cr porque, por e jcmplo, si vcmtls una p(]rs()rla scropositiva en cstado avanza
da dirccta. l)odría, sin emhargtl, hacer alguna otra c()sa, como denunciar cl hcctttl

ferente de si ha sid<¡ a causa de una relación sexual con una persona del mismo sexo, en una rclación cxterna al matrimonio o por la aguia que ha utilizado para

en una comisaría. [s fácil pcnsar que, si avisa a la policía, probablemc¡1tc ósta llq;uc cuando ya sea demasiado tardc. Además, avisar a la policía podría comportar tener

drogarse. lista informaci(ln añadida es la que define cuál será nuestro comportamiento c()n esta persona. otro ejcrnplo: una persona que pide dinero porque le han

que implicarse en el proceso iudicial como tcstiso presencial (lo que puede provocar miedo a futuras represalias por partc dcl atracador), sin Contat con lo que eso repr(:Senta en cuanto a dedicación dc tiempo -hacer la denuncia, ir a iuicio, ctc.-).

robado la cartera y llega tarde para ir a un examen a la universidad; nos sentiremos

Si a todo esto le añadim()s que el observador considera ineficaz r:l sistema iudicial, e§

razonable prever que no hará nada al relif¡ecto.

Experimento sobre el efecto de la empatía en el comportamiento altruista A un grupo de estudiantes, se les hizo un eierc¡cio de ponelse en el lugar «le otrc (en este caso, rrn amigo hipotético que tiene una enfermedad terminal), y a otro, un eicrcicio dc pensar en sí mismos. El efecto que se constata at hacer este e jercicio de ponerse en el lugar dcl otro es un aumento en la disposición voluntarista cuando se les r¡frece la oportunidad de hacer un favor a alguierr, al contrario de los que hahían hectro el eiercicio de pensar en sí rnismgs. W. Thompson, C. Cowan y D. Rosenhan (1980). Focus of attention rnediates thc impact of negative affect on altruism. loumal of Per*rulity and Sociai Ps¡'rhology,38, 291-300.

otro planteamiento explicativo del comportamiento prosocial, que intenta ir más allá de la teoría del intercambio

(basada en la interpretaciÓn racionalista

del proCeso de decisión), es el que proponen Batson y su equipo de colaboradores. Creen que para comprendcr el comportamiento de ayuda se tiene que hacer una aproximación al tema desdc las emociones y, según ellos, plantear el comportamiepto altruista como un aspecto de la naturaleza humana. Sus trabaios exponen que uno de los motivos que puede facilitar el compor-

tamiento altruista es el dolor empático, eS decir, la angustia que se siente al veI a otra persgna suflir. Esta tnotivación surge de la capacidad que tenemos de po-

mucho más itlentificados con él y, por lo tanto, será más fácil que le echemos una mano qut: si fucra una pcrsona nlayor, que va sucia y despeinarla. Por lo tanto, no sicmprc actuamos de manera empática. uno de los fact«lresque mediatizan la empatía, es el de ra percepción que se tiene de ras causas quc provocan la situación, en la que sc encuentra la persona necesitada. otro muy irnpor-

tante es la ¡rercepción de similitud entre la persona que sufre y la que está en ¡xrsición dc poder ayudar. Y rrn tercer far:tor, muy relacionado con el anterior, es el sentimiento de compromiso con el probtema que afecta a la persona necesitada.

( (

(

I

(

( ( (

( 2.I.3. Las normas sociales como reguladoras del comportamiento altruista En el apartado referente a las maneras de explicar el comportamiento agresivo, hemos visto que las normas sociales nos ofrecen una explicación interesante so-

regulación del comportamiento agresivo. De Ia misma manera, las normas sociales tienen un paper dcstacado en la acción prosocial: las normas que están

( ,

(

(

bre la

directamente relacionadas con él son la norma de responsabilidad sclcial y la rmrma de reciprocidad.

Ia norma de responsabilidad social prescribe que las personas tienen que ayudar a quien lo necesita; es una de las máximas más importantes de la tradi. ción cristiana y, por lo tanto, es una norma muy anclada en nuestra cotidianidad' Así pues, a veces ayudamos a alguien sencilamente porque creemos que

nernos en el lugar del otro. Ver,a una persona sufrir es doloroso pala la mayoría

tenemos el deber de hacerlo. A pesar de los efectos positivos imprícitos de la norma, hay que tener pre-

de la gente, y ia única manera de aliviar este malestar es ayudarla-

sente que esta prescripción reproduce la relación asimétrica entre donante y

( ( (

( (

( ( (

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( (

c.

l:ditorial

tl(xl

I

i(r

Irttrtxlueciri¡t

a

la ¡,sicokr¡¡ia rtx ial

dirccreccptor y dcscnlboca clt ulla tlcpcrttlcncia ullilate tal que puede afectar tamentc a la autoitna¡lcn del rccepklr. [)e cl16 [ablarcnttls nlás adc]antc, cuan2..1). do nos refiramos a las implicacioncs «lc scr rcccptor o reccl)tora (apartadtl cxpcrimcntos sobrc el papel dc la nortlta cle resptlt'rsabilidad strcial t¡frcccn Sc elementos que Ilcvan a ctlnc]uir quc se actúa aplicando un ntatiz irlptlrtantc' [.t-ls

ayudar a quien lo necesita, pcro, al lnismo tiem¡rtl, evaluancltl si mercce la ayuda. Por eiem¡llo, en la universidad, u¡r cstuiJiante pidc a otro si, ptlr favor, cn clate puetle deiar l
trata

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o Ldil()rial ( I()(

quc si n
t7t

é1,

()U!,!,, l!. iiltffirciorr !1

s(x i¿l

tlifícilmcnte podemos actuar. l)or ot«r lado,

si n<¡s darn
le deiará sin problemas sus apuntes' En cambio' si n
se, segutamente le creerá

i

iusto a una fuerzan y trabaian. Por lo tanto, considerará que no hay que haccr cste favor persona que no ha hecho nada para ganárselo.

( (

Con respecto a la norma de reciprocitlad, prescribe que hay que ayudar a quien nos ha ayudado prcviamente. Por lo tanto, quien rccibe sin clfrecer nada a cambio, en según qué circunstancias, está rompiendo una norma sobradapor el mente compartida. Esta norma puedc crear una relación tensa provocada que hasta tlisminuye sentimiento de deu«la que se genera en el receptor, que no siente que ha actuado recÍprocamente.

2.1.4. Elmodelado que pro Finalmente, otra manera de explicar el comportamiento prosocial es la de pone la teoúa del aprendizaie social, teoría que ya hemos comentado al hablar antecomportamiento agresivo. El modelado, tal como hemos visto en el apartado

rior, tiene un papel importante en la adquisición de patrones de comportamiento'

2.2. Fac(ores que mediatizan el comportamiento de ayuda El comportamiento prosocial, según Latané

y Darley, se da después de una

ayuserie de fases de toma de d€cisión. Tal como exponen estos autores, oflecer una da en una situación de emergencia, representa todo un proceso que implica

incidente, ya serie de decisiones. Primero de todo, es necesario darse cuenta del

A lo largo de este pr(xeso intervienen (o pueden intervenir) muchos factores que mediatizan el comportamiento resultante. Los más destacados, y sobre los que se ha generado más investigación, son los siguientes: la presencia de otras personas en la situación, los recursos de los que se dispone (y que se requieren) para ofrecer ayuda, las característ¡cas del receptor y el sistema de creencias del donante.

2.2.1. l-a presencia de otras personas en la sltuación uno de los factores que mediatizan de manera más decisiva la acción social positiva ante uña emergencia es la presencia de otras personas en la situaeión.

( !) Lditorial

tl(X;

172

Irt{rotluccirllt ¡ lJ ¡5ic()l()8ia s()(ial

!) []Jit()ridl t J()(

t/.t

(lapitr¡l()

lll.

Ia

i¡lttr¿cci(nr s(\¡al

( Un eicmpltl rcal (cntrr3 rnuchos otros) es cl cas() clc la niña marr()quí quc se aho-

una Sl an su¡rcrficic dificultalla este proccso
gó ccrca dc llottcrdarn ante un montón dc gctrtc prescntc.

en un lusar cl<¡ndc la ¡¡cnte hubiera estaclo más cerca los unos tle los otros hahría sido más fácil.

[l

primcro quc harcrnos cs mirar cuál cs la rcacción de krs otros que están prescnciando kr misnro quc llgsotros, c()n la intencirin dc constatar que la intcrprctacií¡n (luc nosotK)s hace mos dc e[]tl coillcide con la que Se¡;ún l.atané y Darley,

haccn los otros. Si nos()tr()s vem()s que la Iriña Srita "¿auxitio!, ¿auxilitl!", n()s Ix)ncmos en alerta para ver qué pasa; pero vemos quc la Sente que l0 mira n() parecc preocupada p,or los Sritos, por lo tanto, pensaremos que no cs una situación de emergcncia tal como a nosotros nos había parec¡do. si de todas mafleras, a pesar de ver que bs gritos de la niña desde tlcntro del la8o son desesperados y a pesar de no tener claro que aquello sea sólo un simple iuego, es difícii que tomemos la decisión dc hacer algo por miedo a hacrcr el ridículo,

¡lr

lo rlue acabamos atribuyendo !a preocupación a nuestros atributos disposicitlnales (proceso atribucional que veremos con más profu¡didad en el capítulo lV): cs dccir, al hecho de que somos una [rcrsona sufridora y no a que la situación es una cnlerello"' Sencia y nadie se da cuenta de ello o no quiere darse cuenta de Otra consecuencia que tiene la presencia de otra Sente es que la responsabi-

lidad se diluye entre los presentes y, por lo tanto, cuantas más personas haya, menos responsabilidad "sentida" se tiene. Es fár:il pensar, cuando hay mucha tl bicn 8ente, que alguien ya debe estar hacien«lo algo, que alguien interviene; qtre, habiendo tanta gente, uno no t¡ene por qué Serltirse más comprometid<-¡ ni más responsable que los otros. En el eiemplo que comentatnos, sería fácil pensar que por allí cerca están los padres de la niñ¿, que son quienes se tienen que preque se ahoga) y, en caso de que no estén, no tenemos nosotros más responsabilidad que la persoua que tenemos al ladtr

ocupar por ayuclarla (si lo que pasa

!

es

no parece dispuesta a hacer nada.

efecto provocado ¿Cómo se pdría evitar que hubiera tragedias debidas a este por Ia presencia de mucha gente en la situación? I-os factores que posibilitarían evitar los efcctos que se derivan de la presencia de otros (identificación de la situación de emergencia, miedo al ridículo y difusión de responsabilidad), o bien la maneta

que permitiría desbioquear el comportamiento prosocial en una situación así sería: La ¡-rosibilida
a)

b) El rcqucrimicnto dc muchas pcrsonas

( (

para poder hacer una intervención

exitosa; ¡xrr ejcmplo, quc para podcr salvar a la niña, hubiera habiclo quc hacr:r una cade na humana para accetlcr al lu¡;ar cloncle se ahogaba.

(

Difuslón de responsabilidad "cua¡rtl«r

hay un espcctador de la ernergencia, cualquier ayuda tiene que p«rvcnir ignorarlo por p«rpio interés, o dcscar ,no verse Lnvuelto en elkr', ctralquier prcsión para que intcrvenga se dirigirá solamente a é1. cuando hay varios observadores pres('ntes, en cambio, las presiones para intervenir no se dirigen a ningún observador detcrminado. En lugar de cllo, la responsabilitlad por intervenir se s

de é1. Aunque pu«Ia clegir

comparte cntre todos los espcctadores y no sultado, es menos probable que ayuden.,,

se

(

I

dirige a ninguno detcrminado; como ie-

ll. I¿tané y J-Darley (19/4). Detcrminantes srxialcs de la intervcnción «lel espectarlor. Ln 'lorregrossa (comp.), 'l'eoría J. R. e investigación en la psicotogía social acttul (pp.26l-27 4). Madrid: IOP.

I

( (

2.2.2. Recursos disponibles

(

Los ¡ccursos que el donante o la dnnante cree que puede ofrecer tienen un papel destacado en el proceso cle decisión tle la acción social positiva. qué

(

recursos nos referimos? Por ejemplo, el tiempo; si no se dispone de tiempo, es muy probable que, ante una situación de emergencia, no se ofrezca ayuda.

(

¿A

ánimo del donante es otro factor relacionado con el comportamiento de ayuda. Por una parte, puede tener un efecto claro sobre la motivación para

(

ofrecer ayuda, pues parece que, habitualmente, estar de buen humor facilita el com-

(

El estad<¡ de

portamiento

prosocial (aunque se puede dar iusto lo contrario, según como se interpreta el propio estado y la situación que pide intervención). por otra parte, se ha observado también que la acción social positiva puede afectar el estado de ánimo.

( (

El buen samaritano

(

"From Jerusalem to Jerico: A study of situational and dispositional variables in helping behavior ." Ioumal of Personality antl social psychology, 2z rñ-rog. En este ar,

(

(

( ( (

.c,

f.ditr¡rial ( )O(.

l7.l

llltKxru« iorl a la ¡rsicttlo¡ia strial

(üserva c(ilno tículo sc cxponcn krs resultatkrs tlc una investiSaci(ifi quc

pe

rs()uas

(

ayucla cuanespecialnrente scnsibitiz-adas por la gcntc ncccsitada pucdc n() ofrcccr do considcran qtle no dis¡roncn dc tiempo.

(

J. M. Dartey y D. O. tlatson (197.t)

(

I

(

2.2.3. C.aracterísticas del receptor otro de los aspectos que pucden motivar el comportamiento prosocial es que ayuel atractivo percibido de la persona necesitada. Así, es más probable y demos a aquellas personas que nos parecen atractivas, simpáticas amables de las que a alguien que nos parece desagradable- Paradóiicamente, la mayoría atractipersonas necesitadas de ayucla son las que son percibidas como menos bidirecciovas. En algunas investigaciones se ha constatado que es una relación nal, es decir, no sólo es la "coincidencia" de que las personas menos atractivas a son las más necesitadas, sino que, además, las más necesitadas acostumbran Io ilustra perser percibida-s como menos atractivas (e[ cuento de la Crnicienta fectamente). Ia hora También se ha podido observar el efecto que tienen los estereotipos a acosque muieres las de ofrecer ayuda: por eiemplo, mucha Sente presupone en a necesitar más ayuda que los hombres. Por eso, en una situación

s) Edit()rial ( I()(

175

(ia¡ritrrlo

lll. li i¡ttcra(iul s(ri¿l

inhihcn la acci
2.3. ¿Qué puede implicar el hecho de ser receptor de ayuda? casi tr¡do cl mund«l c«lincidiríam
hay implícito subyacente al hecho de recibir (necesitar) y al de dar (tener para ofrecer), recibir ayuda puede tener un impacto negativo sobre la autoestima y el autoconcepto de la persona ayudada (necesitada, inferior, no autosuficiente), si habitualmente se rep¡te esta relación con ella. También sabemos que hay gcnte que ofrece aylda, pero que ro que hay detrás de esta interacción es una manipulación de la persona ayudada. volviendo al eiemplo de chiapas: la gente que se muere de hambre y por falta de atención a sus necesidades básicas ha sido repetidamente manipulada por la gente del partido que

tumbran

están en el poder. [a manipulación consiste en darles un bien material simbólico (por ejemplo, dos polluelos) a cambio de votar a favor del partido dominante (e:

laqueunamuiersolicitaayuda,esfácilque,reproduciendolosestereotiposy

decir, a cambio de perder la libertad de voto, obligados a apoyar al sistema quelos

a ofrecérsela' las relaciones de poder, un hombre no ten8a muchas dificultades (no se espera de un En cambio, es muy difícil que se dé una situación inversa

oprime).

hombrequepidaayudaaunamuier,inclusosepuedeüvircomohumillante).

Por eso, muchas veces las personas necesitadas evitan pedir ayuda. siempre será más fácil recibir ayuda si se atribuye la causa de la necesidad a factores externos en vez de personales.

2.2.4. Slstema de creencias es Atribuir la responsabilidad de su situación a Ia persona necesitada de ayuda del hipótesis su con un factor decisivo para el comportamiento altruista. [.emer, uno mundo iusto, afirma que las personas tenemos una tendencia a creer que cada lo y tiene que tiene recoge lo que ha sembrado, es decir, que cada uno se merece lo

plocesos que que se merece. Esta interpretación de la situación es importante en los

3.

I^a

atraccién interpersonal

si la psicología social se ha interesado especialmente por el estudio de la atracción es por el poderoso papel que tiene en nuestras vidas: ¿por qué nos sent¡mos

( O l:ditorial t I()(:

I t-t¡

liltr()dr¡ccior¡ a la ¡rsiurlttgia strial

O t:d¡l()rial

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t77

(2t¡itrlr) lll.

( I¿

iltrrdcc¡(nt

sr)ei¿l

( atraítl
lgual que la agresiviclatl y el altrui.smo, la atfacción pucdc tcncr tliferentes lecturas. Así pues, hay estutli
lan que, como otros tipos de rclacioncs, se aprende mediante cl modclado; también hay trabalos que lo cxplican a partir de la teoría del intercambio (costes y beneficios de las rclacioncs) y otros quc se tefieren a la regulación sobre la base tje las normas sociales y otros significadOs socialmente compartidos.

3.1. Factorcs que mediatizan la atracción La nrayor parte de los estu{ios psicosociales, sin eml)ar8o, sc han centrado en analizar los factores que mediatizan la atracc¡ón interpersonal entre hombres y muieres y no entre personas del mismo sexo, por un claro sesgo machista' En pocas palabras, y resumiendo las aportaciones de todos cstos estudios, se podría

decir que Ia atracción hacia otra persona está mediatizada por la proximidad, el aspecto físico, la similitud y la complementaricdad personales, y la estima, entre otros factores.

3.1.f.

I^a

proximidad

Se ha observado repetidamente que la proximidad geográfica está directamente relacionada con la elección de la pareia. L,n otras investigaciones se ha constatado que el sencillo hecho de ver repetidamente a una persona lleva a familiarizarnos con ella, y esto hace que aumente Ia atracción. ¿Por qué?

Unas de las explicaciones es que estar cerca de una persona desconocida ha-

bitualmente Crea activación física, cosa que crea incomodidad, tensión. Esta activación se reduce a meaida que la persona va deiando de ser desconocida' Así, la proximidad facilita que aumente la exposición y, por lo tanto, Ia familiaridad, que es la responsable de la sensación de atracción'

Ia cxposición c«¡ntinuada incrementa la atracción Zaitxlc, crl

(

tlll cxf)erirncnto, constatí)

cstc hcchc¡. Se tratatra de ¡redir a unos cstudiantes quc cvaluaran las fotografías de una gentc dcsconocida. Del montón de fotografías quc sc mostraban,

habia que cstaban repetitlas y otras que soloaparecían unu ,oiu vcz. l¡ls rcst¡lta«Ios c()nstataron quc las fot«lgrafías que aparecieron con más frecuencia fueron vakrradas nrás ¡xrsitivamcnte quc las quc aparecieron menos.

(

( (

3.1.2. El aspecto físico El fact«¡r

dcl aspecto físico es relativo, ya que los cánones

«le belleza varían

mucho de una cultura a otra: mientras que en alguna cultura estar gordo se considera deseable, en otras se considera todo lo contrario; mientras que en unas épocas se haccn sacrificios para oscureccr la piel, en otras se han hecho para evi-

tarlo. Pero, en una cultura determinada en una época determinada, los estándares de belleza son sobradamente compartidos y son un elemento clave para el fenómeno de la atracción interpersonal. En muchos estudios se ha constatado que el aspecto físico es central a la hora rJe predecir la atracción interpersonal. Pero los efectos del aspecto físico van mucho más allá del simple acercamiento de las personas. En una investigación se observó el impacto del aspecto físico en la impresión general que ofrece una persona a otra. se ofreció a dos grupos

( 1

( (

( ( (

de chicos

estudiantes un escrito con la foto de la autora (supuestamente una estudiante): en uno de los grupos ra foto era de una mujer muy atractiva (según

(

sus estándares

culturales de belleza) y en el otro era de una muier no agraciada (también según los estándares culturales de belleza). [a mitad de cada grupo,

(

además, tenía un modelo de escrito diferente: uno era una buena composición y el otro era un texto bastante pobre. Los suietos de la investigación

(

tenían que valorar el texto. Aunque se valoró más positivamente el texto bueno, se valoraba más positivamente el que iba con la foto de la muier atractiva.

( ( (

3.f3.

I^a

simititud (

El tercero de los factores que hemos nombrado es la similitud. observamos que, habitualmente, nos sentimos atraídos por aquellas personas que son simi-

(

( (

,§r

l7t{

l:dit(,r¡al tJ(X

llrtr(xlucci(irl a

Ia

a) Ildil()rial

5()eial

l<-¡s alrcdcdorcs, etc.). I.os factrlrcs internos más inrprlrtantes son, por una partc, la dificultad de encontrar un equilibri<) cntre el vínculo que se tiene con el
dc aut
con ellas.

lo c()ntrario, otras invcstigacioncs, sin embargo, han constatado iustamentc y, p
iunto con

tanto, no nos

Alargar al máxirno la fclicidad y la satisfacción en el curso de nuestras relaciones a largo plazcl es una expectativa que también está definida desde un pun-

gos o habilidades.

to de vista sociohistórico. Aunque es una cuestión muy difícil de solucionar, los investigadores destacan unos cuantos aspectos que son contingentes a la evolu-

Estasdosposturasteóricas,aunquesonaparentementeincompatibles'son y en qué se basa predictoras de la atracción; torJo depende de cuál es la similitud la complementariedad. Así, una persona

que sea dominante

se

las alternativas cxtcrnas, son las razones por las que la mayor parte

de las rclaciones varían c inclusrl rompen su curso.

que trabaia c«rn la gusta parecerntts a la otra gente. Hay, pues, una línea teórica de rashipotesis «le que las relacioncs se fundamentan en la complementariedad

sentirá especial-

ción de estas relaciones:

que le guste hacer excurmente atraída por petsonas sumisas y una persona a la siones se sentirá atraída por una persona excursionista'

a) La capacidad de comunicación que tenga la pareia, especialmente en referencia a cuestiones relacionadas con la propia relación. Si no hablan para resolver problemas de la relación, ésta se deteriora con bastante rapidez.

3.1.4. La estima

b)

La <listribución equitativa en todos los aspectos posibles que afecten a la

relación: el trabajo, la responsabilidad de las tareas domésticas, et poder de decisión, Ia expresión del afecto, etc.

la estima. Muchos teóricos El último de los factores que hemos mencionado es la atracopinan que éste es uno de los factores más importantes que mediatizan por nosotros' Ya desnos atraen las personas que sienten y muestran estima

c)

El sentimiento de unidad (nosotros) por encima del de individualidad (tú

y yo).

ción:

que nos rodean' [a de muy pequeñas, las personas las buscamos en las personas de uno mismo, ya que estima es un elemento muy importante para ta definición

d)

otros; "yo me valora a sí mismo en Ia medida en la que es valorado por los deCir que Soy apreveo tal como me ven los otros: si los otros me aprecian, quiere

La negociación explícita de las normas que regulan la relación.

.+Las causas a las que se atribuye el fracaso de la mayor parte de las relaciones

se

son el aburrlmiento, el deseo de independencia y las diferencias en cuanto a la necesidad sexual.

Il)' ciable" (esto conecta directamente con el punto 5'1 del capítulo

I^as

(:al)itul() Ill. l¿ inleracciór¡ social

que actiran dcsdc cl cxtcri<¡r (oportunidades difcrenciadas, personas de

hace sentir que nuestras opinioncs y cstitos dc vitja parecidos a ltls Ituestros nos y sentimos idcntificados opckurcs también son válidas para otras personas, nos

3.2.

17.)

esta incstabilidad sc delte tant
más atracci«in' Una dc larcs a ntlsotros; es clccir, cualltas más cosas cn común, que conoccf Scnte quc tcnSa las cxplicackrncs quc sc ha clado a cstc hccho cs

uno

(,(X

rplaciones a largo plazo entre hombres y muieres

3.3. Procesos interpretativos I

Ennuestracultura,habitualmente,paraquelasrelacionesSeConvieltanen de estas etaíntimas, siguen unas etapa§ de acercamiento progresivo' Después largo plazo raramente siguen una evolución lique neal, sino que van pasando atübaios. Algunos teóricos han argumentado

pas, las relaciones planteadas a

I

t-

La atracción interpersonal es una sensación que se construye en las relacionesy varía en los diferentes

contextos culturales. Por lo tanto, como hemos destacado anteriormente, los procesos interpretativos tienen un papel básico en ello.

( (o

tdit()rial (,()(

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IIt11)dr¡L( i()il a lJ Psic(,lo8ia

s([ial

(c,)

ldi(or¡al t,()(:

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(:apituk) Ill. l.a iilleraccióu

Íxial

( 3.3.1. Interpretación de la activación fisiológica

son los c
Sc ha constatado r¡uc la activación fisiokigica será intcr¡rrctada tle acuerd<¡

con el contexto en el quc sc expcrimcnta: si está en una situaciíln dc dcbate, atribuirá la activación al cnfado originado por la discusión; si sc cncucntta una persona "atractiva" (según los cstándares culturales), pucclc intcrprctar que siente atracción por esta pcrsona. El amor: una activación etiquetada

com[x)rtamcntales, ctc. Iil cspaci«l que scpara a dos pcrsonas que están i.teractuand<) es un intlicador del tipo dr-' rcración quc ticncn. Cuand. cr.s pcrsonas no se conocen man_ tienen una distancia (que se «refinc difcrenciarmente en cada cultura) muchr¡ mayof que dos pcrs.nas quc tienen una rcración muy próxima. si alguien se ácerca a una pcrsona más ailá «-re ro <¡ue se prxrría csperar por er tipo de reración que tienen, cs muy pr,babre que huya dc esta situación que percibe como una

violación de su es¡taci«r personal.

En un experimento realizado en el n<.¡rte de Canadá se hipotetiz(l quc un aumento en la activación fisiológica, scgún cl contexto, podía ser interprctado como una sensación de atracción. [,a activación fisiológica se producía cuando el suieto experimcntal atravesaba un puente colgatlo a 75 metros dc altura, quc cruz.aba unos rápidos del río, en el cual sólo se podia sostener por los cables qur: había en los lados al nivel de los brazos. A otros suictos cxperimcntales se les hacía cruzar el río por un puente a 4 metros de altura, muy estables y seguros, y por donde las aguas baiaban tranquilas. Una vez cruzado el río, se acercaba a cllos una chica atractiva (según sus cánones culturales) y se presentaba como una investigadora que estudiaba los efectos de la exposición a panoramas atractivos. La única cosa que tenían que hacer era rellcnar un cuestionario y ella les facilitaba un teléfono por si querían cualquier aclaración sobre la in-

vestigación. Esta llamada telefónica e¡a u¡r indicatlor de la atracción experimentada por los suietos: los resultados confirmaron que los suietos que habían cruzado el prrcnte más alto y que, por lo tanto, habíar-r expcrimentado un aumento considerablt de la activación fisiológica, llamaron en un potcentaie signiiicativamet¡te más elevado que los que pasaron por el puente más seguro y baio. G. D. Dutton y A. R. Aron (1974). Some evidence for heightener scxual attraction under conditions of high anxiety. loumal of Personality and Soc'nl Ps¡rhology,30, slG5l7.

,.ü-La oricrntación-construccionista .rjefi¡rd ras relaciones amorosas (la atracción, el amor romántico, ras relaciones sexuares, etc.) como una construcción que varía a lo largo del tiempo y entre las cliferentes culturas. Así, en nuestra

cultura el ferrómeno de ra atracción no se puerlc desligar ,le ros procesos de identificaciri¡r de ¡;éncro, los estereotipos de géncro,

las actitucles reraci.nares entre géneros, etc. A lo largo del proceso «le sociarización, interiorizamos el sistema de significados compartidos de nuestra curtura y nos convertimos

( (

(

(

(

( (

en muieres y hombres

de los que se tienen expectativas diferenciaclas en cuanto a los gustás, las acti-

(

todo el peso del aprendizaie cultural diferenciado v

(

tudes

y los r:clrnportamientos. En las relaciones interpersonales se evi.encia

de dcminación patriarcal.

se

reproducen las prácticas

(

I (

3.3.2. Construcción social de la atracción y de las relaciones

(

interpersonales ( i,a exposición continuada a modelos (personaies de la televisión, protagonistas de novelas, personas próximas a nosotros, etc.) nos aporta

(

una ¡mportante irl-

formación relativa a las r8aciones interpersonales en general y, concteta¡nente, relativa al sistema interpretativo de las relaciones amorosas: aprendemos los

es-

tándares de belleza, a atraer y a ser atraídos por otras personas, a conocer cuáles

( (

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c lilitori¿l tl()(l

182

Iiltr()due(i(i¡l

a l¿

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O llalilorial Ll()(:

l8l

(;al)ítuli) lV. Nat(raleza y organizac¡ótr.

Capitulo IV

Conclusiones

Naturaleza y organizacién de las actitudes Cristina l'allí i Monguikxl y t.uz Ma. Martíncz Martíncz

Introducción como hemos visto a lo largo del capítulo,

las diferentes relaciones que csta-

blecemos en nuestras prácticas socialcs se pueden explicar de muchas maneras, aunque las lecturas más sobradamente c'ompartidas en la vida cotidiana scan las

instintivistas. A lo largo de los tres temas del capítulo hetnos procurado incidir en la idea que de que las reiaciones no están cleterminadas por la naturaleza humana, sino éste es uno de los muchos relatos posibles, y de cada uno de ellos derivan unos efectos diferenciados. Así pues, en el apartado de la agresividad hemos visto diferentes explicaciocomplenes sobre el comportamiento agresivo y, además, hemos evidenciado la

los procesos interpfetativos que iidad del tema, especialmente sobre la base de intervienen en la identificación de los compoftamientos agresivos, especialmente afectados por el punto de vista de quien los iuzga (el actoi, la víctima, el observador, etc.). En el apartado siguiente, hemos hablado de los factores que mediatizan el comportamiento prosocial, como también de los diferentes procesos interpretaque tivos que intervienen en el proceso de toma de decisión ante una situación requiere una intervención. Finalmente, también hemos presentado la atracción interpersonal como un fenómeno cultural sólo comprensible desde los significados construidos y com-

partidos de una sociedad determinada. El obietivo principal, en definitiva, ha sido mostrat el contexto sociocultural como una'pieza clave para comprender las relaciones interpersonales.

¡

En estc

capítulo nos acrrcaremos a un concepto que ha sido clave para la psi-

cología social: el concepto de ttctitud.l'odos/as tencmos una idea de sentido común sobrc qué son las actitudes cn nucstra vida cr¡tidiana, pero esta idea no siempre coincidc con el rntido más técnico que se les ha dado en psicología social, y es a estc último scntido al que nos aproximaremos en este capífuIo. A menudo, las actitudcs han sido conceptualizadas como una predis¡rosiciln a acfinr

hacia un obieto de una dcterminada manera. Y entendidas así, como veremos, han permititlo partir del supuesto de cierta coherencia entre el pensamiento, las emociones y la acción de las personas. En otras palabras, las actitudes han posibilitado a la psicología social conceptualizar teóricamente la relación entre lo que la gente piensa, siente, dice

y hace.

De todas formas, y «lmo quedará claro a lo largo del capítulo, no hay una ma-

nera única y homogénea de entender las actitudes, sino que este concepto ha cambiado a lo largo de la historia de la psicología social segúrflas diferentes tendencias teóricas y las preocupaciones dominantes del momento. sin embargo, a pesar de los desacuerdos, hay básicas,

cierto consenso sobre algunas de sus características como por eiemplo sobre su carácter mediador, sobre la importancia de los

aspectos afectivos y sobre su

vinculación con el comportamiento. otra característica clave de las actitudes será su poder de vinculación entre el

mundo personal y el mundo social: las actitudes pueden ser vistas como una conseüzación del pensamiento grupal en la persona. Serían, pues, un punto de encuentro entre la psicologÍa y la sociología, un concepto plenamente psicowial.por e§o, uno de los obletivos del capítulo será recontextualizar las actitudes como ligadas a los

grupos y a las relaciones de poder entre grupos, es decir, presentarlas como una producción colectiva que variará según los valores culturales, y mostrar

.:

( c)

Edit()rial

tl()(

I84

Ir¡trrxlr¡et irirr a la ¡rsi«rlogia

rt{ial

así cuál ha siclt¡ c[ papel que han lugarJo en la disc¡pl¡na y cn l()s proccs()s dc rcproducci(in s()cial.

lin cl capítukr II hcmos visto que considcrar la identidad desclc una pcrspcctiva psicclsocial -a difcre¡rcia dc haccrk¡ desde una psicokl¡;ista o sociol
dad sc confornlan mutuanlente t:n un pr()ccso constitutivo cn el cual las catcgorías grupalcs so¡r clave. l)ero el hccho dc accptar esta constitución mutua plantea preguntas ya quc si nuestra ide¡rtidad y manera de ser están constituidas por el gru¡1, ¿c
actitudes han sido un tema estrella en la psicología social, un tema pre-

lo largo dc t
serrte casi a

relacionada con la acción, con la posición y las posturas corporales siempre obsen-ables. A mediados del siglo xvu, por ejemplo, actitutl era un término técni-

co en pintura y escultura que hacía referencia a la postura del cuerpo. No obstante, hoy en día ha tomado un significado diferente, y se refiere más a la p
precisamente esta relación entre una manera de sentir, pensar y actuar lo

que intentará expresar el concepto de actitud, tal como se ha entendido en psicología social. De momento, pues, podríamos decir que una actitud es una pre-

disposición a comportarnos de una determinada manera ante una situación u obieto social. Y precisamente, la conexión que tiene la actitud con la conducta uno de los factores que explica su éxito como concepto teórico. Porque en la medida err que permiten teorizar la relación entre cómo la gente piensa, siente

es

y actúa, las actitudes significaron [a promesa de ¡loder explicar el comportamiento humano como rachcnal y lógico, a partir de principios científicos. Por Io tanto, fueron uno de los eiementos que favorecieron que la psicología social se

constituyese como disciplina científica.

lcr

lldilori¡l l,(Xl

I

la actittlcl, cn

(

(-dl)itulo IV. Naturalcza y orgarriza<.itin...

ri5

(

vcrsititl ¡rrcd«lminante dc la cliscipli¡a, ha sid«,¡ entcnclicla c,m
(

la nrancra .e concebir csta prcdisposicirin ha id«r variancl«r: a mcnurlo se le ha dado un carácter afcctiv,, penl también c«rgnitiv, y c,nductuar. r)ero en trxro caso, las actiturres sc han

(

mantcnid. como c()nccpto claramcnte i¡rdivicruar, no han arraigacro en u.a crimcn-

sión vx'ial. lskr

(

vc crarame ntc cn las a¡x_»rtackrnes de,l;estinger, uno t1e los autores que más contr¡buci(i, ha teni<Jo no sorr-¡ en el camp<_l cle las actitudes, sino también en la psic,logía strcial gcncral (tanto es así que algun,s lraman a los años cincuenta y sesenta, la é¡xx'a en la quc el autor influyó más, c,mo la ,,era ['estinger,,). se

|cstingcr ct ct autor, c.tre otras, de ra teorÍa de ra crlrnparación scrc.ial y de ra disonancia co¡¡nitiva, qre vcremos más extensame.te a lo largo der capíturo. Am_ bas te«-¡rías tienen un punto de contacto: cr hecho <1e que la persona necesita coherencia y estabilidad en sus reraciones, y el t¡ue para asegurar este equilibrio

utilice procesos comparativcls. l)o¡ eiemplo,

r_,n

caso

<1e

I

que queramos saber si

nuestras actitudes son c'rrcctas, las compararemos cou las cle los otros (rompara_ ción social). si queremos saber si somos coherentes, compararemos qué decimos, qué pensamos y r¡ué hacemos, con ro que dicen, hacen y piensan ros demás para ver si hay coincidencia. y si las comparacioncs muestran discrepancias («lisonan_ cia cognitiva), el esta«ro psicorógico de marestar que se origina ilevará a la persona a hacer cambios en su sistcma cognitiv,, a fin de corregir ra discrepancia. cr»n, se ve en esta breve explicación, er origen <1e las actitudes se encuerrtra en el sistema cognitivo individual, mientras que los grupos -o mejor dicho, nuestra pertenencia a diversos grupos- son considerados simplemente como un recurso para comparar y alterar nuestras acciones. En el fondo, esta concepción se basa en la metáfora de lo sociar como capa de pintura citada er¡ er capíturo r: el contexto social y grupal es una simpre influencia moduladora de la acción humana, una in_ fluencia que "sóro" artera un proceso de naturareza intrínsecamente individual

mental.

(

y

Pero desde orientaciones próximas a ras de Festinger, se hicieron otros estudios

que mostraban que el papel de los grupos era más importante que una ,,simple influencia": el grupo tenía un papr constitutivo de las actitudes. Así, Newcomb, otro psicólogo sociar clásico, mostrará que ras

actitudes no se generan y mantie_ nen en el vacío sociar, sino que están profundamente vincuradas a ros grupos de pertenencia y referencia, como ya veremos más aderante. Así pues, las actitudes ahora no aparecerán como individuares, sino como radicalmente sociales.

(

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Ld¡lorial (,(X:

I

lt6

liltr()dt¡cciotl a la l,sieok rgia s()(ial

t J( X l

I

t{7

(:¡pituk) IV. Naluraleza

y ()rla¡rizac¡óu..

Sin cmhargo, c()[lo apuntaha Sampscln, hay otras maneras trc concebir ras actitudcs, c()rr)() p()r cjcmplo, c<¡nsiclcrarlas como stxiales c históricas enraiza, das en lcls grup():i y cn sus proces()s ideológicos -y por lo tanto, inevitablemente

como localizadas dcntro de la cabeza clcl individuo, Con propiedacles específicas que pucrlen scr descubiertas y descritas, aunquc no se puedan ver directamente sino que tenSan que ser inferidas. otra tradición,

ligadas aI ordcn s,cial. una dc estas maneras de concebirlas la proporcionan las perspectivas discursivas, las cuales traerán con su noción cle actitud un concep-

ción ha entendido

las actitudes

sin embargo, las considera invenciones arraigacias históricamente, sin concebirlas como una realidad en la mente que sea independiente de la sociedad que las crea para sus proÉsitos particulares. Desde esta última perspectiva social nos pülemos volver a plantear por qué las actitu«les han sido tan importantes para la psicología social. Decíamos que repre-

sentaron la oportunidad de entender de manera científica el comportamiento de las personas. sin embargo, bien podría ser que la promesa de cientificidad no fuera

(

l'¡il(¡rial

definitiva, la tensií¡rr entrc cl carácter individual tt s
(

.d

la única que traían implícitas las actitudes... Efectivamente, uno de los grandes atractivos del concepto es la perspectlva de influencia y control de conductas individuales y colectivas que comportaba: si las actitudes influyen en las acciones, mediante las actitudes ¡se podrÍa controlar, predecir y cambiar la conducta! Y esto plantea preguntas respecto a cuáles son las actitudes que vale la pena cambiar. Por gruejemplo, si hemos dicho que las actitudes van ligadas al grupo, ¿cuáles son los pos que deciden qué actitudes se modifican y cuáles los grupos que son obieto de modificación? Esta clase de preguntas indican que las actitudes pueden entenderse

meior si su análisis se lleva a cabo en el ámbito de los conflictos de poder entre grupos, que si se realiza en el ámbito de los conflictos cognitivos personales. Efectivamente, con la posibilidad de poder modificar actitudes y conductas, se abrían posibilidades a Io que se ha denominado como ingeniería social: baio la apariencia de cambios para "meiorar la sociedad", los cambios de actitud podían ser

dirigidos hacia grupos considerados diferentes, molestos o bien improductivos que para el orden social. De esta forma, la manera de ver el mundo (o idmlogÍa)

to diferentc de pcrsona. Así, micntras que la visión traclicional descansa implícitamentc en una idca dc sujcto pasivo, la persona aparecerá cn ellas como un agente activo c¡ue otorga sentido a su vida mediante la intcracción y relación con los otros.

orientacir¡nes discursivas no conside¡arán las actitudes como algo inter_ no, mental, e individual, sino como tnaneros tle hablar evnluativtts que pretenden mostrar a los otros la posición de quien habla respecto a temáticas, a menudo contrclvertidas. Básicamente, las actitudes se verán ahora conro fruto de ¡nterac_ Las

ciones y de la argumentación entre personas, y estrechamente ligadas a relacio-

nes de poder entre grupos. su estudio se aproximará a intentar entender el significado que la gente otorga a estas expresiones evaluativas y sus variaciones según el

contcxto en el que aparecen, sin pretender una supuesta coherencia

fuera del mismo. Pcro especialmente, las actitudes se considerarán vinculadas al

poder constructor del lenguaie y a los valores culturales y la visión del mundo que se negocia y comparte mediante éste. Los

-

objetivos básicr¡s dcl capítulo son:

entender la naturaleza y características de las actitudes; ver la diferencia entre visiones individualistas y psicologizantes

titud y visiones

de la ac_ más sociares, y reflexionar acerca de ros efectos y ras con-

secuencias sociales de cada una de estas concepciones;

-

comprender los mecanismos de génesis y ras funciones de las actitudes, e identificar los procesos fundamentales del cambio de actitud; cuáles son las principales variables que influyen en er mismo y cuales las principales dificultades para poder conseguir una predicción de la conducta a partir de las actitudes;

privilegiaba era, naturalmente, Ia de los grupos sociales que están en posiciones de poder, con sus consiguientes efectos de reproducciÓn social. Probablemente

se

por esta razón, el concepto ha sido tan popular incluso más allá de la psicología la indussocial, llegando a convertiEie en un verdadero negocio: piense si no en

-

tria de la publicidad, en las comunicaciones pelsuasivas de los partidos políticos y sus campañas electorales, en las campañas de información y educación, etc.

entender el componente ideológico que las actitudes comportan y sus po_ sibilidades de control social; y

-

corcebir el lenguaie como proceso constructor, ligado a varores sociales.

( c,

lidit()r¡al t,(X:

l.

IIrlr(xlucci(ilr a lJ Ps¡e()logia s((i¿l

I8n

G)

lid¡torial

(

I()(

I89

(iapilulo I V. Natufalcz¿

( y or¡gat rizaciorr...

( Naturale;za de las actitudes

titudes cotn¡x)rta¡l rclacio¡tcs fav
1.1. C,oncepto

"las actitudcs s.n cl pr.ces. tle c.ncicncia individual que
Si preten
una definiciótr del concepto, probablenlentc no serÍa r¡n propósito muy logrado, ya que en la literatura sobrc cl tcma se dice que podemos cnc()ntrar más de doscientas definiciones diferentes -y, cle hccho, algunos autores suben la suma hasta quinientas. Ah«¡ra bien, s;ta

multiplicidad no

se

cncuentra sinrplemente

en el ámbitt¡ de las dcfiniciones, puesto que cada una de ellas c«rmporta tam-

bién, además de una idea muy diferente de

l«r

que es una actitud, un concepto

implícito diferente de conocimiento, tle persona, del ¡nundo sr¡cial. Por eso, la meior manera de aproximarnos a las actitucles quizás sea intentar entendcr cuál es su

naturaleza como !-oncepto teórico, y cuál ha sido :;u historia, aun teniendo

siempre presente que se trata más bien de una historia de desacucrdos que de consenso.

so

fueron William l. Thomas y Florian Znaniecki, con un volumino-

l9l8 y 1920 sobre

las diferencias de

conducta en

cotidiana de campesinos polacos que vivían en Polonia y en Estados Uni-

dos, quienes introduieron y elaboraron el concepto de actitud en la psicología social. Para estos autores, las actitudes tienen una dimensión mental y subietiva, en tanto que son

"un

(

( En

l,s años veinte, cr conccpt.

cre actitucr ya dominaba ra psicorogía social. Y a p*sar de ser conccbid<¡ crc manera mentalista, la dimcnsión cognitiva del concepto -cs dccir, cl grado c. el que las actitudes influencian los procesos de percepción, pensamicnto y nremrlria- será ignorada. De hecho, a causa de ra hegemonía coruluctistT, durante bastantes años las actitudes serán entendidas como

una noción contluctual, t:on ceptualizadas

l.

quc

se verán ligadas

baj, ia noción dc tuíbito, y iin t"n",

(

(

al comportamiento, con_

«lemasiado en cuenta ra di-

mensión afectiva que sí aparccía en sus irtroch¡ctorcs. Hasta el retorno de la psicología cognitiva no se vorverá a pensar la relación entre las actitudes y

I (

los

( (

La co,solidación der

estudio llevado a cabo entre

la vida

(

(l9lti)

procesos cognitivos (com. percepción, memoria, aprendizaie, iuicios sociales, reconocimiento de cbietos, etc.). l)ero en cuanto a su componente afectivo, éste no será plenamente rccuperado.

1.1.1. Breve historia Parqce que

'l'h<¡mas y Znaniccki

(

proceso de conciencia individual"; pero no obstante,

dejan de tener un origen social, puesto que tamllién son consi«feradas como la plasmación en las personas de los valores definidos por la sociedad

«t*ept, en pslcorogia social vendrá de la mano de L,uis Leon'lhurstone, con la pubricación en r92g de su optimista artícuro ,,Las actitudes se pueden rneciir" y la construcción en l9z9 de una escala rle rnedición. Esta contribución disipó las dudas sobre la existencia de las actitudes, ya posibilidad de medirlas las transformó en un concepto más tangible. El mensaie era bien claro: si las actitudes se pueden medir, ¡quiere decir que existen! y otra escala que también permitía medir actitudes pero de manera más sencilta, la creada por Rensis Likert en el año 1932, terminó de ayudar en la consolidación del concepto. Las actitudes son "la suma de las inclinaciones, sentimientos, preiuicios,

importancia al carácter socíal del concepto, también resaltan el afectivo: las ac-

(

( ( (

sesgos, ideas preconcebidas,

miedos, amenazas y convicciones sobre un diteiminaOo asunto.,, Thurstone (I929)

claro que lo que para ellos dará sentido a esta relación es el contexto más amplio de conexión entre los individuos y la colectividad. Y al mismo tiempo que dan

(

que ra

a su vez no

hacia un oüjeto social. Así fues, oando Thomas y Znaniecki plantean las actitudes como una forma de relación o vínculo entre un suieto y urr objeto, queda

(

A partir de este momento y durante los años treinta, el estudio de las actitudes se centrará en aspectos metodorógicos y de medida. Este será tambiéh er

( ( (

( (

(

( ( (

§)

llditorial Ll()(l

l90

liltr()dr¡c(i(i¡l

a la

Psicoktia sttial

momento en cl quc (i«lrdon W. Allport (19:15), uno dc los tcóricos quc lnás tla trabaiadtl las actitudcs, rcformulará cl conce pto. Y c«rmo rcsultad() dc csta nucva formulación, y en cl contcxto fuertcmcntc psic
€)

lidit(,ri¡l {,(X.

pasan a ser una predisposición mental y neurológica. Para Allport, las actitudes son

,,un estado mental y neurológico de predisposición, mediante la experiencia,

c¡ue

eierce una influencia directiva o rjinámica en la respuesta de los individuos en todos los obietos y situaciones con l
Allport (1935) Pero, a partir de la Seguncla Guerra Mundial, las urgencias sociales dirigirárt los estudios de actitudes hacia temas diferentes, más relacionados con las necesidades de la nueva situación. Y así, los estudios sobre la medición de las actitu
exactamente hasta los años sesenta. Ahora encontraremos, por eiemplo, las contribuciones importantes de Leon Festinger y'fheodor Newcomb. También será éste el momento álgido de las investigaciones

actitud,

fase que durará

sobre comunicación y persuasión, por Io que proliferarán estudios acerca de cómo mantener la moral de las tropas o cómo crear actitudes favorables a la guerra, etc., hasta el punto de que esta contribución de la psicología social a los esfuerzos de la guerra ayudará a consolidarla como disciplina útil en términos de aplicaciones sociales.

un eiemplo de las investigaciones de esta época lo encontramos en los estudios de Kurt tewin, un psicÓlogo alemán de orientación Sestáltica emigrado a Estados unidos en los años treinta. Lewin, conocido sobre todo por sus aportaciones a la dinámica de grupos y a la investigación-acción, estaba fuertemente interesado en loó procesos de cambio de corylucta. Durante la época de escasez causada por la guerra, aliestudió la eficacia de maneras diferentes de modificar las actitudes hacia ciertos mentos para conseguir que la Sente quisiera consumir margarina o vísceraS de anima.les, productos poco frecuentes hasta entonces-

Capílulo lV. N¿trrralrza y or¡l¿ilizrció¡t...

A firtalcs dc los añt¡s sescnta y sctenta, los cstudios de las actitudes sc vier«rn afcctatlos pol la crisis clc la psicol
disciplina en la época, la actitud perdcrá el arrai¡;o social con cl quc había cntrado en la psicokrgía social (aquclla mcdiación dc la sociedatl cn la rclacií)n entrc la pcrsona y el objcto), y sc lc dará una dimensión individual. l)e hcch
l9l

a) un fucrte cucsti«rnamicnto dc la utilidad social de la investigación en

psi-

colo¡;ía strcial (¡lroblcmas de relevancia);

b)

la cvidencia dc una seric de problemas éticos que el tipo de investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha despertaban (problemas éticos): había un descontento general respecto a los prcrcedimientos y técnicas que se utilizaban para investigar, porquc se daba más importancia a realizar experimentaciones sofisticadas que a

¡rreguntarse por las cuestioncr sustanciales (crisis metodológica);

c)

se

cmpiezan a cuestionar

l
propios cimientos de la disciplirla y el tipo de

conocimientos que sc producían, y a poner de manifiest«r la imposibilidad de elaborar, tal corno se había pretendido hasta entonces, un conocimiento que imitara el

conocimiento proclucido e¡r las ciencias naturales (erisis epistemológica).

El cuestionamiento, la duda y el pesimismo de aquella época llegan también al estudio de las actitudes: se considera que el estatus teórico de las actitudes es com_

pleio y confusr-1, y que la relación entre actituti y conducta es poco evidente y no lineal. Pero a pesar de esta fase de pesimismo, algunos autores {ntre los cuales destacan Fishbein y Ajzen- las recuperan desde una perspect¡va cognitiva y welven a dar

dinamismo

a su estudio. De esta

manera, hay un resurgimiento de las actitudes

en los años ochenta y noventa bastante centrado en la estructura y funciones de los s¡stemas actitudinales, resurgimiento que sigue los postulados de los modelos

del

procesamiento de la información. Y así, el estudio de las actitudes pasa del énfasis en sus dimensiones conductuales al énfasis en la dimensión cognitiva de las mis-

mis como estructura básica de conocimiento. Después de esta breve trayectoria histórica, queda claro que no sólo ha habi-

do una transformación a lo largo de la historia de la psicología social en la ma-

nera de entender ias actitudes, sino también que este concepto se ha ido modificando según el paradigma teórico dominante del momento, y que permanece, eso sí, como un concepto clave en la psicologÍa social desde sus inicios como disciplina. Por eso, se podría decir, hasta cierto punto, que el hecho de seguir la historia de las actitudes es también una forma de seguir la historia de

( ,!r lrd¡lorial

(l()(l

hrlr(dr¡ccio¡r a la ¡rsicoLrgia sttial

tez

e

l.:dit(xi¿l

t

(

Io(

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Oa¡ti¡¡¡6

¡Y

Naturaleza y orSalrizaci(it l.

( la psicología social. l\)r cicmpk), enc()ntramos las siguicntcs dcfiniciortcs difc'

que hay entre ciert«ls .bjetos s.cialcs y el comportamiento que gentc la ticnc hacia ést
rentes do actitud: "una manera dc ver algo con agrado o dcsagradc»."

Las actitutles

Rosenberg

a

algún tipo de cstímulo con cicrtas clases dc rcsptlcsta."

y Hovland (1960)

"sentimicnto general, permanenternente positivo

nes generales. [,s más, «r

cipará

negativo, hacia algttna persona,

quiá

obieto o problema."

e,

conlo nos comportanl( "categrrrización dc un objetoestírnul<¡ a lo largo dc una dimensión evaltrativa, basada o generada a partir de tres tipos de iníormación: i) cognitiva, 2) información afe«tivaiemociorral, y/<-r 3) inforrnación sobre las conductas pasadas o la irücnciÓn co¡rductual-"

( (

incluso rros arriesgaríamos a suponer que tampoco parti_

otras situaci.¡les relacionadas con ese desacuerdo, e, incruscl, c¡ut: participe en mc¡vimientos libcrtarios. Así, las actitudes nos permiten pre.

suponer una cohercncia

Petty y Cacioppo (1981)

(

ra cc¡n_

ducta: espcrumo.s quc la gcntc sca congruentc con sus actitudes a la hora tlc ac_ tuar. Iln cl ejcmpkr quc hcmos utirizado, esperaríamos que ra persona mostrase su desacuerdo con el sistcma político en el hecho de no ir votar a en las elecci<¡_

Newccmb (1959) "predisposicioncs a resgrnder

ticnc., ade¡nás, un carácter dinámico u orientador dc

(

e

ntrc lo que decimos, pensamos y sentimos y la manera

)s.

(

(

Para la mayoría de aut()rcs, Jror lo tanto, la actitud es una estructura cognos-

(

citivo-t'mocional que ca¡raliza !a significación dc los obletos y orienta el comportamiento hacia los obictos.

(

Tanna y Rempet (1988)

( De todas maneras, y a pesar de Ia variedad de concepciorres, hay ciertas ca-

racterísticas definitorias de las actitudes. l-o prirnero que hay que tener claro es

quc el concepto de actitud es un ú?Ísfructo teórico; es decir. no se refiere

1.1.2. C,omponentes de las actitudes

(

a

nada que pueda ser observado directamente, sino que es una variable interme-

como

era de esperar, ra farta «le consenso sobre qué es una

actitud se refreja

diaria o una estructura hipotética que se infiere a partir de conductas observa-

también en una divergencia respecto de cuáles son los componentes que

bles. Un eiemplo nos ayudará a entendello meior: si vemos a una persona que

Inferimos, pues, que la persona tiene una actitud neSativa hacia un sistema po-

configuran.¿Las actitudes son ideas? ¿son creencias? ¿son sentimientos? ¿son simples repeticiones de actos habituares, tendencias? obviamente, er hecho de escoger entre una manera de entenderlas u otra tiene repercusiones, no §ólo en cómo se conceptualizan las actitudes en sÍ, sino también en cómo se ve ra relación entre las actitudes y otros constructos psicorógicos, en cómo se pue-

lítico concreto. Y normalnlente, además, esperaremos qlte dicha persona tenga

den medir las actitudes y también en cómo se puede entender o pranificar su

tanto una.concepción negativa como sentimientos negativos hac:ia el sistema

modificación

político.

El modelo que ha tenido más impacto es er llamado modelo tridimensional, Que considera que ras actitudes están formadas por tres componentes: r) cognitivo, 2) evaluativo y 3) conductual. por componente cognitivo se entien_

habla mal del sistema electoral, o que participa en una manifestación de rechazo al mismo, podemos deducir de estas dos acciones que no está muy bien predispuesta hacia una sociedad organizada en el sistema de partidos políticos.

No tenemos ninguna prueba de toclas estas conclusiones, ya que son dedurciones que hernos

hecho

a

partir de Ia observación de

sus

actos. Por eso decimos

ra

que ia actitud es una variable intermediaria, una estructura hipotética sólo ob-

de el coniunto de ideas o conocimientos que se tienen sobre el obieto; el com-

servable en sus consecuencias. Su utiiidad es que nós permite explicar el vínculo

ponente evaluativo serían sentimientos posltivos o negativos hacia el objeto

( ( ( ( ( ( (

( (

le{

!, tldit()rial L,(X

lIlr\llr(('tartt

J ld l,sl(r,l08ld

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a actuar dc en cucstií)n; y cl conductual o c()Irativ() trataría la predisp
l) Así pucs, scgún kls mcxlelos triclimcnsionales, las actitudcs cuglobarían: un coniunto organizatlo de conviccioncs o i«leas 2) que prcdisptlne.favtlrablcmcnte o clcsfavorablemente 3) a actuar respecto a un obiettl

s«rcial.

,cr

['¡l¡1(,r¡al

tl(X:

t95

cuantftl cl objcto sohrc c[ cual <4rinamos, scntimos

(:al)ituk' lV. Naluraleá y ()rgailizacióil...

«r

reaccionam«ls n
orulo huy utr cotnprcrniso o implicnción persorrul; as decir, hablamos
do nos ¡rsicionamos a favor o cn contra tle un obieto con sentimientos positivos o ncgativos.

Itlr

eso, muchos autorcs, cntre los que destaca Ignacio Martín-Baró (19g3), es-

tán tle acucrd«¡ en dar a las actitudes un curácter eminentemente afectiw: hace falta una vinculación afcctiva cntre la persona y el objeto. como
Flgura 4.1

cuando la gente expresa actitudq;, dan respuestas que sitúan ,,obietos de pensamiento" en "dimensiones evaluativas". En cierta manera, habría una vuelta re (1985),

Act¡tud

Actitud

Cognición

a la idea inicial, introducida ¡rcr Thomas y Znanecki, que enfatizaba la parte más afectiva, parte que fue olvidada en el desarrollo pxrsterior. por lo tanto, la actittul es

wn dc los ytcos conceptos Afecto

Conducta

( (

pero hay autores que han cuestionado este modelo y han propuesto uno unlde las actitudes, dimensional. Así, priorizan elcarácterevalur¡tiu, como constitutivo emocional' del con lo que igualan las actitudes a la evaluación, positiva o negativa, y conductuales obieto. Estos autores preferirían considerar los aspectos cognitivos respectivacomo Constructos diferenteS -como creencias e intención conductual Es departe de éstas. mente-que, aunque se relacionen con las actitudes, no serían

las creencias Cir, desde Su punto de vista una cosa serían las actitudes, otra (opiniones, información, conocimiento sobre el obieto), y otra la intención conductua!(predisposición hacia algún tipo de acción respecto al obieto tridimensioposturas tri nal, el cual no comporta una conducta segura). Y en medio de ambas y dan bidimensional modelo y unidimensionales, hay autores que defienden el cognitivo y afectivo, separando la conducta' tan esencial opPara entender el concepto de actitud, sin embargo, no resulta por un modelo concreto y saber cuáles son los componentes esenciales como

importancil tar

a los componentes

en psicologit socittl que tiene el potencial de teoriz,nr sobre com-

Nnentes ufectivos.

Decimos "potencial" porque no creemos que en la mayoría de trabaios se haya sabido desarrollar bien el carácter afectivo. La dominancia cognitiva ha he-

cho olvidar todo aquello vinculado con la afectividad. Además, las exigencias metodológicas de operacionalización y las obsesiones cientificistas han hecho que el propio carácter afectivo se perdiera en las investigaciones- y es que en general, el tema de los afectos y de las emociones ha estado muy desatendido en la psicología social más tradicional.

1.1.3. Difcrencias res¡recto a otros constructos otra tarea que los autores que estudian las actitudes han teniclo que afrontar

es

la diferenciación de éstas respecto a otros conceptos psicologicos. Este es un trabajo

qug en particular, han tenido que afrontar los defensores de un modelo tridimensional, Ios cuales piensan que, aparte del componente afectivo, las aclitudes tienen un componente cognitivo y conductual. Al verlo así. tienen la tarea añadida de especificar qué diferencia a las actitudes de las creencias, las opiniones y los valores, por rin lado, y de las conductas o los hábitos, por otro. pero este problema, en cam-

y afective son tener bien presente que Ios tres aspectos -
bio, no afectará tanto a los autores que apuestan por un modelo unidimensional pues, dado que para ellos las actitudes sólo son afectivas, no pueden ser confundi-

actitud qué modelo escogemo§, sí que parece claro que solo podemos hablar de

das

con otros constructos psicológicos de carácter cognitivo o conductual.

( c,

trditorial tl()(

Ie6

liltr(,(llr(ci(iil J lü l)sie()k)8ia \()cial

l.a dife rcncia cntrc actitud y crecncia sc basaría cn e I hechtl dc quc, cn prin-

cipio, la creencitt nt¡ tendría un componcntc cvaluativo y contluctual, pe rtt itrcluso esto es cucsti<¡nablc ya quc ¿.acaso cs rcalmcnte tan fácil sc¡rarar las creencias de los valorcs implícit«ls cn las creencias? O dich<¡ de otra mancta, crecncias "ncutras", que no comportan ningún iuicio de valor? Si se cucstiona csta posibitidad, las antcriores difercnciaciones rcsultan nlás cclnfusas. Las opiniones, término que a menudo se ha utilizado para referirse a la actitud en el campo dc la informac¡ón, se pueden distinguir considerándolas como una manifestación más específica de la actitud -a menudo com<¡ la expresión verbal de ésta. Y el concepto ,Je wtlor ha sido considerado como un concepto más amplio que el de actitud, porque supone una estructura más

¿_hay

compleia, compuesta de un coniunto de actitudes estructuradas de manera ierárquica. Otra forma de distinguir entre actitudes y otros constructos fue el hecho de consíderar que'las opiniones y creencias no implican ninguna predisposición

hacia la acción, a diferencia de la función dinamizadora que implican las actitudes. No obstante, cuando se empezó a ver que las actitudes no siempre desembocaban en una conducta y que tampoco se podía predecir a partir de ellas qué comportamiento en concreto se llevaría a cabo, se relativizó la importan-

cia del componerlte conductual como medio de distinguir las actitudes. Este componente también aproximaba el concepto de actitud al de hábitt¡, aunque el componente evaluativo de las actitudes permita diferenciarlos. En suma, la confusión creada al intentar definir y delimitar todos los componentes de las actitudes ha hecho replantear Ia dimensión evaluativa como la más importante y definitoria de las mismas. Pero hay que distinguir también las actitudes de otro concepto muy utilizado en la psicología social europea: el de representaciones sociales. Este concepto, creado por Moscovici araizde los trabaios de Émile Durkheim sobre representaciones colectivas, es entendido como "un conjunto de conceptos, afirmaciones y explicacioges originados en la üda cotidiana en el curso de nuestras comunica-

ciones interindividuales. Son equivalentes en nuestra sociedad a los raitos y a los sistemas de valores de las sociedades tradicionales; se puede decir,

incluso, que son

común" (Moscovici, 1981, p. 181). Al igual que las actitudes, también este concepto hace referencia a una estructura cognitiva con información sobre la naturaleza de un obieto social. Más conla versión contemporánea dEI sentido

cr

l:ditori¡l (,(X

197

(i[itul¡) lV

( N¿turafua y ügan¡zaci(i[...

( crctamc.te, las rcprcscntaci
yc. .ucstr. sistcma sirnbóric..

( (

a orientarnos y const¡tu_

[.as rcpresentaciones, en definitiva, nos permi_

(

Mosc<.¡vici, en uno de r«¡s estudios clásicos de esta teoría, plantea cóm«¡ ras ideas dcl psicoanálisis han pasado de ser un conocimiento especiarizado a ser parte del sentido común popular y a formar una noción compartida y simplificada a la quc podemos recurrir para explicar comportamientos y maneras de ser dc la gente en situaciones habituares. Seguro que muchos de ustedes han oído a cclnocidos explicar reaccioncs inesperadas de gente que dice que ,,están reprimidos y no expresan sus vercra«reros sent¡m¡entos internos,, o que ,tienen un jcl comple de inferiorirjad", o que "no son conscientes de sus conflictos,,, etc. Todas estas personas, no sóro no transmiten una imagen exacta o cuidadosa de ros principios teóricos del psicoanálisis, sino que probabremente ni siquiera saben dc drinde provienen estas expresiones.

(

tirían dar c<¡hcrcncia a nuestro mundo.

A pesar de ser un conjunto dc n.ciones homogéneo, las representaciones sociales tienen un carácter crinámico, pues ros elementos que las componen y sus relaciones están continuamente en movimiento y construcción. En concreto, las representaciones sociales son generadas a partir de ras conversaciones entre la gente, circulan por los medios de comunicación y son compartidas por grupos. Y aquí reside la diferencia principar entre las actitudes y ras representacio_ nes sociales, ya que I<¡s teóricos de éstas úrtimas enfatizan mucho er origen social, y no cognitivo, de las representaciones. De todas maneras, y a pesar de la insistencia en su naturaleza sociarmente generada y compartida, haf que decir que las representaciones sociales todavía están ancladas en el sistema cognitivo del individuo, debido a que se refieren aún a un coniunto de conceptos, afirmaciones y explicaciones {aracteríst¡ca ésta que las aproxima a ras actitudes.

Ahora bien, según ra teoría de ras reprexntaciones sociares, éstas se¡ían con_ ceptos de orden superior a las actitudes, ya que precisamente condicionan

las actitudes que la gente tiene hacia un obieto especÍfico y sus propias expresiones' Las actitudes que ra gente mantiene sobre el psicoanálisis, por eiempro, dependen fuertemente de la representación social que tienen de éste. Así pues, mientras que, según las teorÍas tradicionales de las actitudes, éstas

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[.ditorial L,()(

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la Psi((rlu$lJ \(f,lJl

-+ psicoanálisis), entre un mundo obict¡v(, y la pers()na (persona -» actitud intercederían entrc cl según la tcoría dc las rcprcscntacioncs socialcs, óstas psicoanálisis --+aetiobieto y la actitud (persona + rcprc§cntación social clel cl filtr
representación social.

'!

Edilor¡al t¡()(

(lapitulo IV. Naluralcza y organización...

199

actitutlcs, más cc¡rtral cs. 'l'ambión encontrafltos la dimensión irulependiuúe-deperulicntc: cuant() rnás ccntral cs una actitud, más independiente se la suponc. Estas dos dimensiclncs (centr«lpcriférica

e indeperñiente-depentliente) guardan

una estrccha rclación con una tcrccra dimensión, la dimensión estoble-rrudificu-

cuanto más ccntral cs una actitud, más estable permanecerá. [l vínculo dc las actitutlcs entrc sí y con otros fact<¡rcs cognitivos (valorcs, crcencias, etc.) quiere indicar que un cambio cn las actitudes implica a menudo una reestruc-

DIc:

turación global cognitiva de la persona, y por eso suele ser tan costoso hacerlo, como veremos. l)e todas maneras, estas dimensiones no cstán faltas cle un cierto carácter tautológico o circular, ya que se definen por referencia unas a otras, no de manera independiente.

1.1.4. Organización de las actitudes

del

desde el paradigma Diferentes aproximaciones ctlgnitivas, la mayoría hechas ya cómo se relacitlprocesamientr¡ de la información, han intentado ver, no

mismas actitudes sc nan los elementos de las actitudes cntre sí, sino cómo las están estructurelacionan entre sí. Básicamente, propondrán que las actitudes

radasierárquicamente,queconfiguransistemasCognitivossuperioresyquede-

terminanelsistemacognitivodelsuieto'Además,tambiénserelacionaríancon cognitivas el sistema de valores de las personas y construirían configuraciones asumimos que esto compleias. Intuitivamente, en nuestra vida cotidiana todos tiene actitudes políticas conseres así; por eiemplo, si sabemos que una persona en otros ám. vadoras, esperalemos que también escoja opciones conservadoras opinión con respecto bitos, como frente al aborto o la pena de muerte, o en su al movimiento okuPa. como estructuras coSnitivas organizadas de manera ierarrepresentación social. Las representaciones sociales tamde noción quica las acerca a la y núileo central -idas esenciales para la representaciónbién están compuestas de representaciones las de la teorÍa bien, Ahora elementos periféricos que lo complementan. cómo las actitudes son sociales, sociales bfrece una forma más ,ófitti.udu de entender las distintas actitudes entre sí' relacionan se y cómo a en tomo organizan cómo se 8rupos La descripción de las aclitudes

w

Medición de actitudes El carácte r mediador y relacional de las actitudes no permite que las podamos observar y mcdir directamente. l)or ello, corno apuntábamos en la breve revisión histórica del concepto, la aportación de un instrumento de medida por parte de Thurstone fue tan revolucionaria. Si é1 consiguió medirlas fue porque consideró que las opiniones de una persona hacia un obieto podían ser un buen indicador de sus actitudes. Y las opiniones, ahora sí, eran susceptibles de ser medidas, en concreto, a partir de escalas.

De entre todas las escalas utilizadas, destacan

la escala de intervalos aparentemente iguales de Thurstone, la escala de Likert y el diferencial semántico de Osgood, aunque

aquí solo explicaremos las dos primeras. El proceso de construcción de una escala Thurstone sigue los pasos siguientes: Construcción de ítems: ¡edacción de una serie de frases (alrededor de cien) relacionadas con el obieto de actitud, las cuales tienen que representar todas las posiciones posibles con respecto a este objeto, desde las más favorables a las más desfavorables. Un coniunto de personas, que actúan como jueces y que son entrenados como tales, tienen que determinar, de la manera más obietiva posible, en qué medida estas afirmaciones son favorables o desfavorables y las tienen que situar en úna escala de entre cero y once puntos. Cálculo del valor escalan a cada fiase (item), se le asigna un valor teniendo en cuenta las puntuaciones que le han dado los iueces. Este valor es la media de sus puntuaciones. ,

entre veinte y treinta ítems y se siguen estos cricontinuo de la actitud; b) se seleccionan los ítems que han reunido más acuerdo por parte de los iueces, y se evitan los ítems ambiguos; c) se eliminan los ítems irrelevantes o que son incapaces de distinguir las posicio-

Seleeción de los ítems: se seleccionan

t'erios: a) tienen que cubrir el

Dentrodelsistemacogrñtivomencionado,lasactitudessepuedencaracteri. zarporsuposiciónendiversasdimensiones.I-aprimeraseríaladímensióncen. está una actitud con otras tropgriférica,según Ia cual, cuanto más interconectada

nes d¡ferentes de la gente.

( ,c)

Uditorial

tl(Xl

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lllttodur(i(i¡r

¿ la

¡rsir0[r¡¡ia sot ial

deterntinados krs ítcms quc com¡x)ncn la cscala, ósta sc ptretlt utilizar para medir las actitudcs dc las grcrsonas. i:stas rccibirán la puntuación corrcspon(lictrte a la suma dc lt¡s valorcs escalarcs tlc los ítcms con k)s quc han estado dc acucrtlo. Una

vez-

I¿ c¡tra escala más utiliz-ada, un poco más fácil rlc aplicar, cs la cscala dc l.ikcrt que , dc hech<¡, surgió como un intcnto da simplificur la complciidad dc los pasos nccesari«rs para construir una escala'l'hu¡stonc. Ln vez dc neccsitar las valtlracioncs dc los iueces (cs tlccir, pcrsonas que no responden segÍtn su op¡ni(in ¡rcrsotral, sintr según un entrenamiento previo que supuestamcnte los califica para distribuir las frascs en un continuo de manera obietiva), se valida simplcmente a partir de las opiniones personales de lcls suietos. Finalmente, la escala se constituye y se escogen aquellos ítcms que difcrencian meior los difc¡entcs rangos de opiniÓn' Un ejemplo de un fragmenkr de una escala Likert scria el siguiente: Habría que legalizar el consumo de droga

'lbtalmente de acuertkl De acucrdo

Neutro En desacuerdo

Totalmente en desacuerdo Thurstone, en la escala Likert se pide a la persona que indique su grado de acuerdo o desacuerdo con cada ítem r:n una escala de cint:o ptrntos; la suma de las calificaciones individuales reprcsenta la actitud gtobal. Se supone que cada escala es la expresión de una rnisma actitud, de manera que ios items tendlían que correlacionar entre sí. La escala de Likert nos da información de cuál es el ortlen
diferencia entre estar de acuerdo y neutro.

e l:dit()rial t I()(

ves

2lJ1

(

(:apítulo IV. Natrrralea y or{a¡lizaciin¡..

(

en la fornracitin dc las actitudcs. tin tcxlo caso, y a pesar de algunos intcntos

de rclaci.nar las actitutlcs con fact.rcs genéticos, fisiológicos y/'
( (

considcrar las actitutles como a¡rrcncliclas, y no innatas. Veremos a continua_ ción algun
( (

1.2.1. Experiencia directa (

Scgún algunas p.sici«lncs tcriricas, la simple exposición a un objeto hace que obtengamos información s
quc cFc()ntrarnos cc)n un objcto un cicrto número de veces nos predispone ya a ten(:r una actitud, a mcnudo favorable, hacia el obieto. por otro lado, el efec_ rece

to de la experienc¡a dirc'cta cs :nás fuerte cuanto más larga y repetitiva es la exposición, más traumática y decisiva. un eiempro típico sería el del niño que tiene ' nriedo y huyc de los perros desde que u.o le mordiera o el «le cuando gusta te una canción simplemente porqire la has escuchado muchas veces. En un estudio sobre la atracción como efecto rle la simple cx¡»sición, realizado entre estudiantes que vivían en una residencia universitaria, Festinger mostró que el simple contacto frecuente entre ellos podía crear atracciones. En cierta manera, entonces, pare-

(

( ( (

I ( ( (

cía que el contacto y la

exposición pueden crear una cierta actitud favorable hacia posición es un buen eiemplo de hasta qué punto el estudio de las actitudes ha podido llegar a simplificar su complelidad inherente. cosas

y persona§.

Esta

1.2. Formación de las actitudes

(

( (

cómo llegamos a tener unas act¡tudes determinadas y no otras difereute ha sido muy según el marco teórico de partida de los autores que han abordado Ia cuestión. En prirner lugar, hay una diferencia en los Srados de compleiidad propuestos, y, así, mientras alSunos autores lo querán explicar todo La respuesta a

con los mismos principiosfotros intentarán tener en cuenta cómo se pueden creat estas significaciones especiales que encontramos entre petsona y obieto. Una segunda diferencia se encuentra en el tipo de factores propuestos como cla-

1.2.2. Factores de apnendizaie Desde las teorías co,ductistas se explica la emergencia de actitudes según diversos procesos de aprendizaie. El primero que vamos a considerar es el condi_

(

cionamiento clásico- lmaginemos una situación concreta: un niño pequeño ve que su madre muestra señales de desacuerdo y molestia cada vez que se encuentra con miembros de un grupo minoritario. Al principio, el niño no tiene

(

( ( (

o L.ditorial LJ()(l

202

llllr(dr¡cri()I

a la llsi((,k)gia s(f,ial

rq)

Ldilorial ll(X:

21t3

OapÍtulo IV. Naturalea y orgarrizaciórr..

dc ningún tip
en sí como de l
dc su may encuentros repetidos, el niño acabará asociando cl malcstar cnfadtl rcsultad«r dc cste dre a la presencia dc cstos micmbros, tlc mancra quc, c()lno dc la misma rcaccionando aprendizaie asociativo, cl niño finalmentc acabará manera ncgativa rurte la gcnte de grupos minclritarios'

hccho imperiosa la ncccsidad «lc tener en cuenta también factores cognitivos y

quc preficDentr«¡ cle cstas mismas teorías, enc()ntramos tambióIr autores de rcfucrzos y casren ver las actitudes como constitui<Jas a partir de procesos encontró tigos (condicionamiento instrumental). Insko (1965), por eiemplo' poI una que las respuestas a una encuesta clc actitudcs fueron influcnciadas y aparenteencucsta, conversación tetefónica hecha una semana antes de la ciertas acmente no relacionada con ella, en la que el investigador reforzaba Este personas. por las titudes y respondÍa "bien" a las opiniones cxpresadas de sonrisas, sigmecanismo se relaciona a menuclo con la soci¿llización: a partir y las mapadres los nos tle aprobación y atenciones, y de castigos o regaños, dres educan a sus hiios e hi¡as en las direcciones que crcen apropiadas

-y

al

Esto exmismo tiempo, conforman de manera muy importante sus actitudes. opiplicaría, por eiemplo, casos en los que oímos a niños pequeños expresar porque sólo niones políticas que es probable que no entiendan plenamente' las han oído en su casa. de moDentro de las teorías de aprendizaie encontramos también la noción una actitud no delado de Bandura (1971), quien propuso que para aprender la mera obnos hace falta neCesariamente una experiencia directa. A menudo, y las consecuencias servación del comportamiento de atguien (el modeto) de

que nosoque este comportamiento tiene para el modelo es ya suficiente para en tros hagamos un aprendizaie. Así pues, esta postura difiere de las anteriores dique el aprendizaie se lleva a cabo sin que la persona necesite experimentar las cOnsecuencias del comportamiento. Por eiemplo, tenet una

rectamente

madretrabaiadoraconbastanteéxitopuedecondicionarlasactitudesdesu hiiasobresuorientaciónprofesionalyestilosdevida;otenerunfamiliarmedel sistetido en política puede orientar nuestra actitud hacia ciertos aspectos ma electoral.

muy simpli. De todas formas, las orientaciones conductistas dan una visión un lado, todas ficada del mundo social, uña visión no exenta de problemas. Por qué es un las teorÍas comparten una imprecisión conceptual sobre

refuerzo' Y

porotro,selravistoquelosefectosderefuerzonodependentantodelrefuerzo

valores rlel contcxto social. lin definitiva, hay quc rccuperar la complcjidad de los prtrccsos actitudinales, quc no pucdcn ser aprehendidos simplemente baio

la ncrión dc conducta.

1.2.3. Agentes socializadores l¿ socialización, cl proceso mcrliante el cual una persona

se

convierte en un

miembro competente para desarrollarse en una socieda
tanto a procesos de aprendizaje como a la transmisión cle conocimiento que efectúan. Esto implica transmisión de información, pero no solo eso, sino que también se transmiten valores, modelos de conducta, información impregnada de valores, etc.

la familin, aquellas personas -habitualmentc los pa<.lres, pero no necesariamente- que se encargan de educar y cuidar de los niños y niñas, acaba transmitiendo también actitudes. Además, hay que tener en cuenta que los padres son la primera fuente de información con la que se encuentra el niño, una información que

se acaba convirtiendo en la más importante, creíble y difícil de modificar. En culturas donde la familia nuclear tiene menos peso, este efecto socializador puede radicar en la familia extensa, como hermanos y hermanas, tíos, o incluso en otras muieres del grupo. Esto nos lleva a prestar atención a las diferencias culturales:

cada

niño y niña adquirirán las actitudes propias del entorno cultural en el que

crecen y, por tanto, se encont¡arán diferencias entre culturas, entre niveles socioeconómicos diferentes, etc.

[¿ influencia cultural o de clase social, sin embargo, no tiene que verse como una determinación fiia u homogénea, ya que las culturas más bien son contextos que proporcionan herramientas o recursos de

construcción

de la

identidad de una

manera determinada, y no deben ser entendidas como entidades globales, cerradas, que aprisionan y limitan la actividad constructiva de la persona. porque si

( !o t dit(xial lJo(:

204

lnlr()du(ci()tl ¡ lJ l)\i(()l()gl¡

s()( ial

O ltdi(orial

tl()(;

205

( Capitulo lV. Naturalcza y or¡qauizaciórr...

I bicn

las culturas

y las clascs s
Óstas

tlan

[.osÍntpo.r s«rn tamhién una fuctrtc im¡xlrtantísima en la fc¡rmación


actitudcs,

ya quc las pe rsonas ticntlcn a dcsarrollar actitudes propias de los grupos con krs que

vida a las culturas y clascs por rncdio tlc sus prácticas stlcialcs.

se

rclacionan. I¿ influencia de los gru¡rs

culttt-

se explica, no sólo por procesos de refuergrupales, sin«l zo también y principalmentc, porque entran cn juego las normas y los valorcs grupalcs que son clavc para pertenecer al grupo. Ahora bien, esto no

rales entpiezan a tencr icceso a clla. Cuantlo algunrls i-le los val<¡rcs y conlprlrtamicntos de ios miembros dc las minorías entran en contradicción con los «le la escuela es cuandtr

quiere dccir que las actituckrs dc una pcrsona estén completamente definidas por los grup
Socialización escolar ta mcior prucba dcl papct s
lc¡ te ne ttros cuandtl minorías

manifiesto que esta instituciÓn socializa sc5'un critcrios dc la cultura or:cidcntal, mientras que los vaklres de cualquier otra cultura están auscntcs y son sistcrtráticamente excluidos. Para una discusión sob¡c estas cucstiotrcs, sc pucdc teer l. Orcspo,.l' [-' Ialueza y A. Perinat (1994). Derecho a la propia cultura: Universalidad de valores o scsgo de la cultura dominante. lnfancia y fuiedad,27 128,283-294.

se pone tle

La escuelaes otro factor clave. Al igual que cn las clernás instituciclncs, cn las es(:uelas no se transmite simplcmente conocimicnto, Sillo también maneras dc e'Jucat, cle comportarse

y

ser persona. Aciemás,

ni siquir:ra el conocimiento 'jn

sí mismo eS neutro, muy al Contrario, lleva imptícitos valores sobre (lómo son las personas y sus relacio.es, cómo tendría que scr la sociedad, etc' l'a escuela' en definitiva, transmite a los alumnos cierta rnanera tJe ver el mLlndo y dc verse a sí mismos.

Los merlios de comunicación tienen también un papei muy iírrportante en la ccnfiguraciórr de actitudes debido a que en sus irlformaciottes. progtamas y pu-

blicidad transmiten también valores, opiniones, modelos, etc. que ias personas pueden adoptar. De todas formas, los estudios empíricos sobre la influencia en adultos de los medios r1e comunicación -en especial la televisióIr- no son concluyentes. La influencia parece mucho más clara en el caso de los niños' Ahora bien' esta

última afirmación deia abierta Ia pregunta de hasta qué punto estos resultados sobre los niños no se explicarían más bien por la concepción dominante que los presenta, a niños y niñas, como suietos manipulables y sin criterio propio' indicar que, a diferencia de Io que las primeras tmias habían pensado, no hay una influencia directa de los medios en la persona' sino que el efecto de los medir-¡s es debidq más bien, al hecho de que proporcionan argumentos pala nuestras discusionery conversaciones, según defiendelatccría del fluio en dos eta' pas-desanoltada por Intmrsfeld.Además, parece que estos efectos están mediados por el grupo al que p.rt*n... Ia persona, ya quó son los llamados líderes de opinión de los gruLos estuáios empiricos realizados parecen

,

pos losque tienen una influencia mayor.

muy importante. Dcbcmos a Hyman (1942) la diferenciación entre grupo de pertenencia (grupo al que la persona pcrtenece) y grupo de referencia (grupo con el que

(

I ( ( (

la persona se identifica o al que quicre llegar a pertcnecer). Para explicar esto, hará falta que expliquemos un estudio, ya clásico, que hizo

(

New«:omb en el Bennington coltege, est:ucla de orientación básicame¡rte progresista en la ctral los profesorcs y profesoras creían parte de su traba jo familiariz¡r lai alu¡nnas con los problernas sociales de unos [,stados IJnidos deshechos por la depresión

(

i

(eran los años tre¡nta) y rodeados dc amenaea de guerras. lll clima de la escuela era, pues, progresista, y esto se notaba especialmente en las estudiantes de último curso: en la comunidad dc la escuela, el prestigio individual iba asociado al no-conservadurismo. Efectivamente, se p<.día notar una tendencia de las alumnas a cambiar, desde

(

una posición conservadora al entrar e¡r la escuela, hacia u¡ra posición progresista durante los cursos superiores. Hasta aquí, pues, veríamcs que el grupo condiciona fuer. teme nte cuáles son las ar:titudes que desarrollará una persona.

( obstantc, no todas las alumnas cambiaban de actitud al pasar por la escrela: algunas la cambiaron p*o, o incluso nada. y ar estudiar qué podíi dar rugar a estas Nci

diferencias, Newcomb llegó a la conclusión de que aquellas alumnas que tomaban como grupo de referencia positivc a las estudiantes líderes del último cu¡so -las cu¿les eran muy progresistas- acababan modificando sus actitudes en la dirección progresista. Pero por contra, aquellas alumnas que decían que se identificaban más con el entorno de fuera de la escuela, como el grupo familiar, no alteraban sus actitudes conservadoras. Parece, pues, que las chicas que se identificaban con el grupo y que querían ser aceptadas y bien consideradas, se acercaban a la norma grupá1, mientras que aquellas que no se identificaban con él no tenían ninguna tendencia al cambio. conro refuerzo de ésta interpretación, Newcomb observó que las compañeras que tenían actitudes conservadoras estaban peor consirleradas e integradai en el resto de grupos de chicas más progresistas. En definitiva, como dice Newcomb, las actitudes no se aclquieren ,,en un vacío social", sino que los grupos son elementos clave en la constitución y el desarrollo de las mismas. Pero más que el grupode pertenencia, lo que es relevante

(

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( (

(

!u liditorial

206

tl(X.

l[lfodtt((ioll

a la |\i(1 rkrgia strial

dc rcfere Ircia con cl quc la en la formaci(ln y adopci(rn dc actitudes cs cl rirupo tcl}cr cn cucnta' adcmás' quc persona se idcntifica psicolóSicamentc' t{ay quc

aunquecncleiemploanterior(jlSrupocraunarcferenciapositiva'tamhión puedeserunarefcrencianesativa.CuaniloclSrupoclercfcrc¡rciacspositivo, del grupo; si la rcfercncia es nenuestras actitudcs se mueven hacia las actitudes gativa, las actitudcs irán en clirecciones opuestas'

cr

t:ditorial I l()(

(:al)itu lo IV.

N

Jlura¡rza y orrlalrizaciol t..

tida de las cx¡rlicaclotles, p()ncll rlc ma¡rifiesto el inclividualismo mctgtftllógic
con quiencs c«lnrpartimos actitudes, sino que compartimos actitudes con

ciertas pcrsonas prccisamente porque formamos parte del mismo grupo. Es decir, cornpartir la visión del mun
no una condici«in previa al grupo.

(1954) contribuyc tanrbién a [¿ teuría de la comparación social de Festinger actitudes' y dc porqué las actila explicación dc cómo se constituyen nuestras Según Festinger' las personas netudes rle los miembros del grupo son parecidas' para saber si son correctas' Si cesitamos evaluar nuestras actitutles y habilidades para valorarlas {omo sucede no tenemos a nuestro alcance criterios obietivos con las de normalmente en el caso de las situaci<.lnes sociales- las comparamos los otros.

207

un problema parecido lo cncontramos en la

te<_¡ría de las representaciones sociales, la cual defiendc quc l
positiva y, además'

los grupos están dclimitados y determinados por las representaciones sociales que comparten sus miembros -y por 1o tanto, para detectar un grupo pareceria lógico tomar como punto dc partida una deterrninada represcntación social y ver qué grupo de gcnte la comparte-, a la hora de estudiar empíricament¿ las representaciones, el analista sigue el proceso contrario: se dirige a lo que decide que son grupos sociales ya definidos para ver cuáles son las representaciones sociales compartidas por éstos. Por Io tanto, [a teoría se basa en un argumento tautológico, ya que se identifican las representaciones a partir de un grupo, y después se afirma que son estas representaciones las que lo constituyen.

Ahora bien, como necesitamos obtener una autoimagen toda persona rcalizará la queremos ser percibiclos ¡rositivamente por los otros'

comparaciónconunsesgo:eldebuscaraquellassituacionesquecomptrrtcnla

que cualquier persona no confirmación de sus propias actitudes' Esto significa

valecomotérminodecomparación,yaquetenderemosacompararnosconaque-

llaspersonasquepercibamoscomomásigualesoparecidasanosotros.Deesta sean corroboradas' manera, nos aseguramos que nuestras actitudes

Enestascircunstancias,encasodecoincidenciadeducimosquenuestrasaC.

titudesdebensercorredas;yencasodediscrepancia'intentaremosmodificar nuestrasactitudesylasharemosConverserhacialaactituddominante,laacti. tudnormativa.AsíseexplicaCómonuestrasactitudesacabanpareciéndosealas postula también que Ia gente actitudes de otros miembros del 8rupo. Esta teoría se siente

sociales; es de. atraída mutuamente según similitud entre sus actitudes

con aquéllos con los cir, que tenemos tendencia a iuntarnos y formar Srupos que compartimos las mismas actitudes' petsona y Srupo que es' Pero, la teoría ptantea una direccionalidad entre de decir' resultaría que el como mínimo, problemática. Según lo que acabamos que, con anterioridad al grupo' ya tiene accuando se grupo emerge

iunta Sente que después compafa y titudes similares. Además, una persona tiene actitudes en origen' continuarían siendo aiusta a la norma grupal. Pbr tanto, las actitudes,

individualeseindependientesdelSrupo,ysÓloposteriormentesenotaríalain. fluenciagrupal.Estasconclusiones,quesitúanalindividuocomopuntodepar-

1.3. Funciones de las actitudes Hay teorizaciones que parten de la premisa de que las actitudes son útiles y cumplen funciones importantes para las personas. Dichas funciones pueden ser divididas en motivacionales y cognitivas, y mientras que las primeras nos presentan las actitudes como respuestas a necesidades individuales o de grupo, las segundas se centrarán en el impacto que tienen en el procesamiento de la infor-

mación. Ahora bien, un problema de estas teorías es que asumen que las actitudes son útiles para personas individuales, pero sin embargo, a menudo !a funcionalidad de las actitudes no está en relación con las necesidades personales de

un suieto, sino con las necesidades

remiten.

e

ideología del grupo al cual las actitudes

r..

;

( o tidir(trial t,(x

2ott

Inlr()dr¡(c(ir ¡

ln l)5i(()l()8ía sr)( ial

1.3.1. Funciones motivacionales

lil autor que ha contribuido

más a un enf(vquc funcional de las ectitudcs cs

probablemente t)anicl Katz (1960), partiendo de una tettría de fucrte influcncia psicoanalítica. Katz difcrcnci(l cuatro funciones motivaci()nalcs: la aclaptativa, Ia de dcfensa dcl yu contra peli¡;ros extcrnos y conflictos intcrnos, la cxpresiva dc valores personales ¡rara afirmar la prgpia idcntidad individual, y la cogn
aquello que es agradable y aleiarnos dc aque llo quc pcrcibimos colno desagra' dable. Es decir, las actitudes son medios para llegar a metas deseadas o para cvitar las no deseables, y para optimizar beneficios y disminuir costes. l.as actitudes ir.rstrumentales también se pueden vcr como asociaciones afectivas según expc-

,E)

lldil()rial l,()(

209

(lapituk) IV. Naturakld v orgat¡iáci(iil...

(

( de pcrsona quc crcc scr. l,a ¡;ratificacií¡n que obtiene así es la afirmaci(rn rle su identi«lacl pers,nal y la co,s
lescc.tc, mcdiante

actitudes hacia er vcstido y er lenguaie, puerJc exprcsar resistencia y op,sición al sistcma «lc valores adulto contra el que sc rchela. y el hecho dc quc alguicn expresc acur:rdr¡ con la ley cre aborto, r¡ de ma,ifestar su oposición a un partid
(

sus

por asuntos so-

(

( (

ciales.

Ftutckín cogniti'tr: las actitutles proporcionan patrones o marcos de referencia para interpretar y entender un mundo que, de !o contrario, aparecería c'mo dcsorganizado y caótico. [,sta fu.ción cognitiva, de tulos mod's, será recupcrada y desarr.llada más extensamente por ias pcrs¡rcctivas cognitivas que veremos a

( (

(

continuaciórr. (

riet'rcias pasadas, como sería el caso de lener una actittld favorable hacia nuestra

comida preferida.

I(atz presenta dos eiemplos

sexo, desarrolla actitudes homófobas; el segundo caso vendría ilustrado por los

Slupos dominantes que desatrollan actitudes agresivas respecto a aquellos grupos minoritarios que perciben como amenaz¿. Fundón expresiva de valores: algunas actituCes permiten a la persona expresar de manera positiva sus valores y creencias principales, y mostrar con ello el tipo

(

967). ¡rl enfo<¡ue funcional en er esturiio de ras actitutles. En R. Torregr,sa y F" crespo (comp.), Estudios básicos de psicorogía social (p.267). J. Barcclona: Hora, 1984.

(

(I

( (

a

bien Ce amenazas exiernas. Un eiemplo del primer caso sería el de una persona que, precisamenie porque se siente atraída hacia gente de su mismo género o

"el enfoque funcional es un intento de entender las raz.ones por ras que la gente tiene las actitudes que tiene . No r¡bstante, las razones se cncuentran en el ámbito de moti-

D._Katz

a desarrollarse mejor en muchos entornos.

tenemos de nosotros mismos, y permiten también que nos aceptemos. Así, ciertas actitudes nos ayudan a protegernos, o b¡en de impulsos propios inaceptables, o

(

vacionc's psicológicas y no en acontecimientos y circunstancias externos.,,

Tenc¡ actitudes positivas hacia un sindicato hace qtte nos scercantos a un grupo que nos puede aportar beneficio; quc un estudiante tenga actitud posit¡va respecto drl saCar buenas notas pttede SCr bastante ada¡rtativt'r en un cí)ntexto comrl el eScOlar, en el cual se valora el rendimiento personal. Hoy en día, tener una actitud favorable hacia las nuevas tecnologias puede ser bastante adaptativo, en tanto que ayuda a la petsona

Función defensiva del yo;las actitudes nos permiten defender el concepto que

En palabras de Katz

la clasificación presentarJa no debe ser vista como argo rígido. por una parte, menudo las distintas funciones se pueden confundir y combinar; y pof otra par-

te, Katz argumentaba que diferentes tipos de personas otorgarían un énfasis diferente a funciones diferentes -de manera que no todas

ellas serían relevantes para una misma pers,ona. Por eso, es necesario considerar estas propuestas teniendo en

(

( (

cuenta el contexto histórico en el que surgieron para errtender ro que pretendían aportar. Las teorizaciones de Katz surgen como un intento de contrarrestar las propuestas generalistas del resio de teorías, que

proponían principios abstractos

(

sin especificar cómo se relacionaban éstos con casos concretos. AsÍ pues, más que una taxonomía, estas descripciones son un intento

(

de aproximarnos a las pecu-

liaridades y concreciones de una situación particular. Katz también buscaba evitar la simplificación gue suponían los intentos de atribuir una causa única a determi-

(

(

( (

( (

( (

rc)

2to

[]ditorial L1()(:

htlf(xru(ri(il¡ n l¿ l)si(r,l()8ia s()(ial

libran las pxlactitud. Alx¡ra bicn, todas cstas c()nsidcracioncs no como dccíamos' sus puestas de Katz clc sus efcctos psicol()Hizantcs, ya quc'

nados tipos tlc

funciones relacionan las actitudes con nccesidades indivi¡lualcs'

1.3.2. Funciones cognitivas (a han interesado por cómo las actitudes influencian y recuercomprensión veces sesgando, a veccs acelerando) nuestra percepción' Estas teorizaciones se

ceptivos

e

y mecanismos pe rtr el cuaI vivimos. Se basan, pues, en procey)s

que y no psicodinámicos o de necesitlades, lo cual quierc decir

se

centran también sobre el individuo y su mente' (fudd y Kulik' 1980; Lingle Procesamiento de kr info¡mttcióra: algunos autores

como esy Osterom, 1981) han sugerido que las actitudes pueden funcionar el mundo y enquemas y proporcionarnos un marco con el que interpretar en el mundo y tender los acontecimlentos, una manera fácil de orientarnos es una esttuctura enfrentarnos a toda Ia información disponible' Un esquema un concepto o un cognitiva que representa conocimiento organizado sobre memoria y en la inferenestímulo dado, y que influye en la percepción, en la sobre nuestro encia. Los esquemas son representaciones que nos hacemos a categorizar y torno. Parecería, según esta idea, que las actitudes nos ayudan que está muy a favor procesar información: por eiemplo, aquella información que la informao muy en contra de una actitud se procesa más rápidamente ción más moderada.

actitudl. Frey y Rosch lnvestigación activa de información relevante ptra la que provenía de (1984) pusieron a prueba Ia hipótesis de exposición selectiva las personas están motivaIa teoría de Ia disonancia cognitiva, y según la cual

dasaexponersealainformaciónqueConcuerdaconsuactitudyaevitarla de mantener la información contradictoria referente a la misma' con el fin fumador: si a alguien consonancia cognitiva. El eiemplo típico aquí es el del sobre las consecuencias le gusta fumar, espetaremos que evite la información se da especialmente negativas del tabaco en la sálud. La exposición selectiva un fuerte compromiso cuando la persona está fuertemente implicada o tiene ,.con su iuicio o actitud.

Udilor¡al (¡(X

2tt

(japítulo IV. Nalt¡ralcza y ()rgarr¡zaciol..

lc

üt infitnnuckitt rclavunte paru lo octitud: según trazio y williams (19u6), las actitudes cr¡ndicionan y sesgan la percepción rle la información y su evaluacion. listo sc ¡lnc de rclicvc, por cjemplo, cada vez que, con motivo de elcccioPerccpción

nes elettorales, hay dcbates cntre los tlifcrcntes candidatos. cuando se hacen encuestas ¡lstcriormcntc, los partidarios dc cada can«lidato lo percibcn más favo_ rablcmente t¡uc al contrincante. otro eiemplo lo encontramos en la evi«lencia dc

(

do del mundo

o

que las pcrsonas utilizamos nuestras actitudcs como punto de referencia para juzgar las actitucles de los otros, como queda patente en situaciones en las que una pcrsona conservadora encuentra más aceptables otras posiciones también conservadoras

que las actitudes quc cuestictnan el sistema, por ejemplo. Recuerdo de la infonnución relawmte paro lu actitud: se han llevado a cabo bastantes experimentos para intentar detectar el efecto de las actitudes en la me-

moria. Parece que se han obtenido resultaclos divergentes, pero que poclrían ser integrados baio el concepto de "efectos actituclinales bipolares,,: las actitudes facilitan el recuerdo de aquella información que está muy de acuerdo o nluy en contra de ellas, más que el de las afiimaciones moderarlas. Si tenemos una conversación con bastante gente, en la que intentamos defender el derecho al aborto, seguramente conseguiremos recordar meior a la gente que está a favor de nosotros y a quienes expresan su desacuerdo con actitucles contrarias. También las llamadas teorías del iuicio social han intentado ver las repercusiones de las actitudes cn los procesos cognitivos -{n concreto, cómo éstas influencian los iuicios sociales-. Entre ellas encontramos los traba¡os de sherif y Hovland (1961) influenciados por los estudios sobre formación de normas de grupo que había hecho anteriormente sherif. Estos autores introducirán la noción de latitud o margen, la cual permite entender que la actitud no es una cuestión de blanco o negro (se acepta una cosa o no se acepta), sino que hay una gradacirín en aquellos elementos que una actitud puede aceptar. óada persona tendría una latitud o margen de aceptación, una latitud de rechazo, y irna de indiferencia (en la cual la persona ni rechaza ni acepta algo explícitamente). por eiemplo, la persona que está a favor de la pena de muerte probablemente estará también a favor de condenas largas y duras; la pacifista que rechaza la intervención de los eiércitos, rechazará también sus desfiles en público. La latitud de aceptación servirá como punto de referencia para iuzgar mensaies relacionados con el obieto de actitud. ciertamentg las personas iuzgan que una actitud es verídica, imparcial, correcta y fiable según esté próxima o no a su zona de aceptación. si el objeto u opinión a valorar caé en su zona de rechazo, la considerará como inadecuada o inapropiada. En ninguno de los dos casoq sin embargo, esa persona cambiará su

acütud. segun el modelo, la probabilidad de que la persona modifique sus actitudes

;-,

I

( lqi

212

Lditorial LJOC

será máxima cuando se

lnlrütt((tt)ll

cnfrrnte a una actitud quc caiga cn su zona

()

d la

¡rsi(trlt)8iü tr¡ti.tl

latitud dc indifc-

rcncia y con la que no tenga una implicacii)n pcrsonal fucrtc'

€j tld¡l()rial t

wickcr

l()(l

(lapitulo IV. Natr¡ralcza

rzacro¡1._.

1969), cmpezaron a cucsti.nar la validez y utilidad del conccpt«r dc actitud. sobLc t<x10, aquclkls autorcs quc sc¡;uían una posición conductista 6rt«.¡tloxa: para cl[
pero en especiat, la latitud de aceptación §crvirá como punto de referencia pafa itlz-8ar 1969, Shcrif y Hovland comlas actitudes y los p
bastaba c()n centrarsc cn los cstímukrs y las respuestas para entender el c«lmportamicnt«1.

de contraste) y se evaluaban más negativamente.

otr«ls autt¡rcs prcfiricr«rn mante,cr el concepto, pero atribuyeron las corrclaciones bajas o incxistentes a problcrnas metodológicos, como por eiemplo a la inadccuación de los instrumentos de mectición, a la inexactitucl de la medi_

probaron asimilación) y percibían como más parccidas de kr que cn realidad cran (cfecto de actitudcs tlc las cuantto contrarit¡ k) pasaba «le mancra positiva; más lran evaluadas (efecto torJavía diferentes más como percibían diferentes: en ¿aso se ese eran los otros

ción de las conductas o a la indcfinición del obieto de actitud. Algunas 1.4. Actitud

Y

comPortamiento

fue Habíamos comentado ya que la relar:ión entre actitud y comportamiento lloción central en el desaclave para la aceptación del concepto de aclitutj coÍIo sino ta¡nbién rrollo de Ia disciplina, no sólo por 5u F)tente carácter explicativo, que abría. De todas por las posibilidacles de medición, predicción y control social bien pronto se hizo evidente que la relación entre actitud y conducta esmaneras,

voces

criticaron la sobrcsimplificación con la que hasta el momento se habían llevado a cabo las investigaciones: se había asumido que una conducta estaba condicionada sólo por una actitud, cuando en el fondo no es improbable pensar que en una conducta puctlen estar implicadas diversas actitudes, y que también otros factores pueden influir en la relación actltud-conducta. Finalmente, sr: acabará aceptando que las actitude's no son sino uno de los factores implicados en el

des_

encadenamiento de respuestas de las personas; y a partir de este momento, las actitudes pierden el carácter central clel <:ual habían disfrutado en la psicología

(

(

( (

En todo caso, todas estas probicmáticas y reflexicrnes conducirán a pensar que quizá la pregunta irnportante no r:s si las actit,des pueden preclecir el com-

1.4.1. Algunos problemas coü las predicciones planteó el problema, v que fue un detonante de dudas'

tue elde La Piere en 1934 entró en Aquél era un y hoteles. restaurantes entre cincuenta y un establecimientos, doscientos chinos, y La Piere viaió a lo largo de Estados unido§ con una pareia de amigos

que sus amigos tiempo de fuertes pre¡uicios hacia los chinos, y l,a Piere se sorprendió de públicos' en locales n() se encontrasen con problemas cuando tenían que ser atendidos estadiferentes los de propietarios posteriormente al viaie, envió un cuest¡onario a los dispuestos estarían si preguntándoles blecimienlos en los que ya habían sido atendidos, de las ciento a recibir persOrras chinas en sus restaurantes u hoteles. ¡sOrprendentemente, que no! veintiocho respuestas obtenidas, rnás del 9ü/o de los propietarios respondiÓ

portamiento, sino cuándo y córno las actit¡¡cles están relacionadas con

tir de este [lomento,

é1. A par_

estudian aquellas influencias o factores que inciden en la situación concreta y alteran la relación entre actitud y conducta. se han prose

puesto diversas de estas variables moduladoras: por ejemplo, tendemos a actuar de acuerdo a las normas sociales, según ras expectativas que otros tienen de

nuestra conducta y según criterios de deseabilidad social, cosa que puede hacer que no nos comportemos en la dirección expresada en la

actitud. se cree, ade-

más,

trabaio y a partir de otros análisis empíricos que mostraban coautores, como rrelaciones muy bajas o nulas entre actitudes y conductas, ciertos

(

( (

que hay personas más sensibles a la influencia normativa que otras.

l'4.2. Divergencias

de especificidad entre medición y predicción

( (

D

A.raÍz de este

(

social hasta ios años sesenta.

taba leios de ser lineal.

El primer estudio que

(

Fishbein y Azien pondrán en evidencia un problema cornún err [a mayoría de estudios. Normalmente, primero se recoge información respecto a actitudes

(

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,.cr

Íldirorial

u(x

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214

_ _.__

l,,lt,,:t,,.:1,.:! 1,1§1!§9j,"!']

c()ll resScncralcs, pcro despuós sc prctcndc quc csta infgrrnación sca prcdictiva pecto a conductas cspccíficas. Hay, pucs, una discrepancia en l()s nivclcs dc especificitla«l que podría ser la causa tlc mucfuas cle las dificultadcs anteriorcs. Así

fin {c conscguir concordancia cntrc cl nivel dC información quc sc rccoge y el nivel de la conducta que hay quc prcdecif, sc claborarán al8unos

pues, con el

nuevos modelos. Aclemás, ciertas características «lc las actitudes pueden

influir también

so-

O tiditorial t l(X

215

Capítulo IV. Naturalea y orgarrizaci
fuerte presitin s«rcial ¡rara dcjar dc fumarcontribuirá también al resultaclo final. Itsta prcsitin social lnormas subjetivas) provendrá dc la percepción de la persona tlc quc sus amigos y parcja están cn contra tlc fumar (creencias normat¡vas), y de que le gustaría darlcs csc gusto (rnotivaci(rn de ct¡nformarse). si todo esto se cumplc, la persona tendrá rrna fuaúe intutcitjtr de deiar de fumar y las probabilidades «le que tenga éxito son altas.

Eigura4.2

bre la posibilidad de predicción. Así, parece que las actitudes intensas, rele-

vantes para la persona, muy accesibles (fuertemente asociadas al obieto), originadas a partir «le Ia experiencia directa y relacionadas con situaciones concretas, serán más estables y más prcdictoras de Ia conducta' Volviendo a la idea anterior, se han propuesto dos tipos de modelos para superar las divergencias entre medida y predicción. Un primer tipo itltentaría predecir la relación actitud-condtlcta en Situaciones en las que tenemos tiempo para evaluar y pensar; el otro tipo to haría cuando la respuesta tie,ne que ser más rápi
condicionan de manera más directa y automática el comportamiento. Entre los modelos del primer tipo, el modelo cle la acción razonada de Fishben y Az-

Creen(i¿s y e¡pectat¡v¿! rob.e 16 rerult¿dot de la (mdu(td Actit¡¡drt hü¡¡ l. (or¡drrcl¿ Ev¿lua(ión y v¿lor¿(ón de eslor rerúlt¡dot

lmptrt¡N¡¡ rel¿tiva (ooide&bner

de lar

Crenci.! y arpectat¡va5 sobre lo que lol iodividuot grupor especÍkos que §€ tendrí¿ que ha(er

Nüe

¡¡tiÉtiv¿

Mot¡vac¡ón p¿ra acomoda6e ¿ estos referentet esptrlico!

que la reien (1975) es sin duda elquc ha tenido más influencia, y defenderá

lación entre actitud

y

conducta

no es simple y directa, sirlo que

está

mediatizada por factores cognitivos y por intenciones conductuales. de la acción esla intención de lle'

Según estos autores, el determinante más inmediato vaila a cabo. Esta intención, a su vez, está determinada por dos factores más: uno, de carácter personal, constituido por las actitudes que la per§ona tiene respecto a-la ac-

ción en iuestión (evaluaciones positivas o negativas hacia la acción); el otro factor, determinante de la intención, y de carácter social, está constituido por las normas subietivas. cada uno de estos dos factores depende a su vez de dos factores más- Así pues, las actitudes dependendea) la§ expectativas de los resultados (la creencia de la resultados) y b) el valor de estos resultados , p.r*n, en que la acción llevará a ciertos para la persona. Al mismo tiempo, el factor de presión social viene configurado también por dos factores más: a) las creencias normativas (cuales creen las personas sig-

E¡r otras palabras, Ia intención de actuar está relacionada con la evaluación de los costos y beneficios de la acción, y con la estimación del valor que los otros dan a la acción. Además, factores como la implicación personal y la im-

portancia del objeto para la persona influirán también en dicha reiación. Otro modelo, el modelo de actitud-comportamiento de Fazio (19g9), pre_ . tende explicar el comportamiento en situaciones de falta de tiempo páru ruronar. En una situación determinada, algo activa una actitud, la cual influye en el nrodo en que percibimos el obieto en cuestión. Al mismo tiempo, tenemos

nificativas'para ésta¡ y b) la motivación a someterse a estas expectativas.

conocimiento de lo que se espera socialmente de nosotros en aquella situación, es decir, sobre qué es apropiado hacer. Ambos factores (actitud y cono-

un eiemplo sería el siguiente. Imaginémonos que quelemo§ predecir ia probabilidad

cimiento normativo) configuran nuestra definición de la situación, y guían

de que una persona deie de frXnar. Las probabilidades incrementan si la persona tiene uniactitudpositiva respecto a deiar de fumar: por eiemplo, si la persona cree que fu(vamar es per¡udicial para ia salud (expectativas de resultado), si le importa su §alud una persona sienta que la de hecho el tiempo, mismo lor adiudicarlo al resultado). Al

nuestro comportamiento a continuación. El problema que tienen estos tipos de modelos que pretenden conseguir especificidad es que, con el fin de ganar en precisión, se acercan tanto a la con-

( cl liditorial

(

I()(

zt6

lrrlr()ducci(itt a

l,

l)s¡c()loSia s()(¡al

tlucta concrcta que las actituclcs acaban ¡rcrtlie ndtl su carácter global' Así, cl moclcl
concrcto, ya que aparccen tantas acti-

tudes diferentes como situaciones intcntamtls cxplicar. Aclemás, de csta ma-

nera las actitutlcs «leian dc scr un conccpto cxplicativo y predictivtl

y

sc

conviertc en utt simplc inclicatl«¡r descLiptivo clc utra situación, como nos advierte Martín-tlaró (l 9tt.t).

1.4.3. Cambio conceptual Otros autores han obietado la tógica irnplícita de todos los estudios anterir¡res: ninguno de ellos critica el presupuesto básico cle que existe una relación bas-

tante directa y rígida entre actitud y conducta. Ahora bien, algunos autores

io l.d¡rori¿l

ti(xl

( 217

Capitulo IV. Naturaleza y orga¡tiaciou..

¡rredccir, tambión sc dcbe pclcler canrbiar. Así, las actitudes serán vistas como la clavc para m.dificar las pautas comr)ortamentales. Ah,ra bien, ya si cs difícil establecer la reracirin e.tre cornportamiento y actitud, ya podemos imagirrar que n<¡ será fácil detcinri.ar las situaciones y circunstancias en las quc se dará cl cambio dc actitudcs. U. prinrcr probrema se encuentra

en er hecho de que, aunque ra may.ría de tc,rías prantea que las actitudes se forman en procesos a largo plazo, la mayoría dc estutlios sobre cambio de actitudes se han ccntrado e, procesos cclrtos cresirc un punto de vista temporal.,y, mien-

(

tras quc csto ticnc vcntaias mct,dorógicas obvias, no dcla de ser probremático en el ánrbito conccptual.

una dificultad añadida

es la de tener que

distinguir un cambio púbrico,

situaci
(

ar sa-

(

defentlerán que lo que es caracteríStico de las actitudes no es ctear una rcspuesta habitual, repetitiva y homogénea ante ciertos estímulos, sino crear una significación especial entre el suieto y el obieto. Entendidas las actitudes como estruc-

que está de acuerdo con er hecho de que las muieres puedan decidir abortar o no hacerlo. I:n un primer nr«lmcnto parecería que ra conferencia re ha he_

(

turadoras de un tipo de relaciones, sería posible pensar que una misma actitud puede provoqar respuestas diferentes pero unificadas por Ia relación significati-

cho cambiar de opinión. sin ernbargo.-., ¿cómo sabe si su amigo está rearnlente convencido, o si dice l, que crice para quedar bien ante gente que

va que crean con et obieto de actitud. Quizás cl meior eicmplo sea el de la actitud maternal: la actitud de la madre hacia el hiio no Se expresa como una serie

lir de una conferencia fcminista, vuestro amigo dice en una conversación

ér

sabe que está próxirna ar femi.ismo? F.n otras palabras, ras teorías crásicas se han e ncontrado con ra nccesitrad tle difcrenciar una mera aceptación pú-

fija de conductas (como dai siempre un beso al hiio), sino que incluye una v4riación de comportamientos (a veces dará un beso, a veces tendrá que reñir, etc.). A pesar de la variedad de respuestas y la dificultad de prever cuál de éstas Ilevará la madre a cabo, sÍ que sería posible hablar, no obstante, de una actitud

blica de una verdadera identificación e internarización der cambio actitudinal.

maternal.

que permiten explicar er cambio de actitudes son las que también nos permitían explicar su formación. Así pues, tanto las t-eoríaseonductuales, como ras funcionales o las cognitivas tendrán propuestas sobre cómo se modifican las lcfitudes, Sin embargo, como quedará craro, las propuestas más convincentes o las que han tenido un apoyo mayor pof parte de los psicólogos y psicórogas sociales, serán la de [a comunicación persuasiva, de corte conductista,

2. Camhio de actitudes

A continuación presentaremos algun_al {e- las tgg{as que han intentado re_ solver estas cuestiones. Algunas ya nos serán familiares, dado que las teorías

y la teoría de la disonancia cognitiva. Hace falta tener en cuenta también que, a pesar

Hemos visto que la investigación sobre actitudes ha dado mucha importancia a la relación actitud-cdinportamiento, [a cual es interesante para poder predecir los comportamientos de la gente a partir de sus actitudes. Pero no

de ciertos desacuerdos en algunos puntos, las perspectivas teóricas siguientes no han sido vistas como excluyentes, ya que cada una se aproxima

sólo eso: también ha permitido pensar que, si el comportamiento se puede

diferentes de las actitudes.

( (

(

(

( ( (

(

a aspectos

( (

iq)

llditorial

2l8

LJ()(

l¡¡tf(¡lu(ti(i¡t

a l¿ l)sicoloSia s()cial

2.1. Teorías conductistas y estudios sobre la comunicación persuasiva según las teorías conductistas, las actitudcs sc motlifican por los misnt
por asociación, refuerzos (castig
y por tanto no los volveremos a explicar aquí. Ln vez dc

de estuesto, profundizaremos más en una de sus aportaciones: el cgniuntg dios sobre comunicación persuasiva que hicieron Hovland y su equipo' Por comunicación persuasiva entendemos aquel tipo de comunicación que tendrá como obietivo el hecho de convencer al auditorio de algo; por lo tanto, implicará un cambio de las actitudes previas.

Comunicación Persuasiva Hovland, con una orientación principalmente conductista, dirigió, durante y los años cuarenta y cincuenta la investigación del centro de comunicación

y persuacambio de las Actitudes de Yale sobre los procesos de comunicación colay sión. A pesar de su enfoque mayoritariamente conductista, Hovland sus boradores también incorporaron posteriormente factores coSnitivos; además, la depentenÍan en consideración la raíz social de las actitudes, y en particular, Por dencia de las actitudes de una persona respecto a su 8rupo de pertenencia. enfatizaron loS proceSos de comunicación social como contexto de formamuy ción y cambio de las actitudes. El trabaio de estos investigadores ha sido pero la contribución que ha tenido más repercusión han sido los resul-

eSO,

amplio,

que intentaban detados obtenidos a partir de una serie de experimentos en los aquellos factofes situacionales que podían eiercer un cierto efecto de

terminar

.c)

liditorial t l(X

2t9

Capítulo lV, Nalur¿lez¿ y orgartizaciÓrI...

1) Características de la fuente. Los mensaies, según de quien vengan, tiencn a ¡ncnudo un imJract0 difcrentc en nosotros. La característica destacacla como más im¡rrtante cs la crcclihilidad: si la fuente es percibida como experta y digna dc confianza, con conocimient«1, el cambio producido es mayor; por eiemplo, un alumnr¡

sr:

puede creer más la información sobre qué materia entra

en un cxamcn si provicne de la profesora que si viene de un compañero de clasc. Pero aquí no sc acaha cl efccto: un experto será influyente no solo en las materias que domina, sinu incluso, cn cuestiones referentes a otros contenidos. sería

el caso, por eicmplo, ric ciertos anuncios en los que aparecen expertos en una materia y sin cmbarg
un tema particular, se pcrmiten formular opiniones sobre las rnás variadas cuestiones.

El efecto adormccido Detectado por Hovland y Weiss (1952). este efecto muestra que, cuando el impacto persuasivo del mensa je se mide a corto ptazo, éste es mayor en las fuentes de alta credibilidad. No obstante, si el impacto se mide al cabo de un tiempo,.no parece haber diferencia entre las fuentes. Este resultado se ha llamado disociación entre lá fuente y el mensaie: al cabo de un tiempo, aunque se pueda recordar el mensaie, ya no se recuerda la fuente y, por lo tanto, ya no tiene importancia si ésta era muy creíble

o

poco creíble, y solo tiene efecto el mensaie en sí.

Iá importancia de la credibilidad viene matizada por otro factor, el atractivo de la fuente: cuanto más positivamente se valora la fuente, más inclinada está la gente a aceptar sus puntos de vista. Parece que los efectos de la atracción ven-

drían dados, o bien porque llama más la atención, o bien porque el auditorio se identifica más con ella o quiere parecerse más a ella. EI atractivo no es solamente físico, sino que puede ser por similitud -siempre y cuando Ia similitud se perciba

como verdadera, y no fingida. EI efecto del atractivo es mayor cuando el mensaie es impopular, y poco importante si el mensaie es susceptible de ser acogiáo de manera favorable.

Otro efecto del atractivo es el de suponer que la fuente es, no sólo atractiva,

estudios se refuerzo e influenciar los procsos persuasivos. Principalmente, los que los que Son han baSado en cuátrO factores, fuente, mensaie, Ieceptor, canal,

sino inteligente, ya que tenemos teorías implícitas que asocian rasgos físicos

ahora veremos con más detalle-

con características de personalidad. Así, tenemos tendencia a pensar que una

__

( o lldilorial

tJ(X

220

l¡llrird[C(¡(iü

¿ la

l]\i('()lo¡iía s()eia¡

pcfsona atractiva scrá también interigcntc (¡s.brc t.d. si sc cs homhre, claro cs_ tá!), o quc si sc es fco no se pucde ser trucn«1, ctc. otro factor clavc cs el graclo dc ¡ntencionalitlatl dc. la fucntc quc cl audit.ri. perciba' Así, si la pcrsona percibe que ra fuentc pucrlc tcncr intcrcses pers,nalcs para convenccr, se rechaza más cr mensaje quc si sc pcrcibc quc ra persona qur: intenta convcnccr lo hace de f«rrma trcsintercsacra. si arguicn decrara su intcnción de pcrsuaclirnos, nos resistiremos porque el hech, de aceptarro impricaría que se nos pucde manipular y que nuestras actitudes y o¡liniones son menos importantes y de menos entidad que ras de ra fuente. r)ero, ra aecraración explícita de persuadir puede ser pcrsuasiva si no imprica u.a anlenaza ni sugiere un cstatus de inferioridad o de incompetencia del auditorio. La autoridad de la fuente, como se puerle suponcr, será rerevante según su grado de convencimiento: es rrecir, si ra fuente es percibiila como capaz de im_ poner sanciclnes a la disconformi«ratl, sus mcnsajes tieaen más efcct,s persuasi_ vos' I)e todas maneras, los efectos de carnhio a part¡r dc un castigo parece, lro scr duradert¡s, a diferencia de ros conseguidos a partir dc recompensas. rrinalmente' se ha apuntado la importancia de la autocredibilidar, de la fuente e, er sentido deque si una fuente tiene confianza y seguridad en sí misma y en lo que comunica tiene más efectos de persuasión.

2) Características del rnensaie.

mismo rnensaje y su organización y crnstrucción puedc, tener efectos determina,tes en cómo el propio m.rrsu¡" ,.cibido. Como es evidente, la primera co,dición que tendrá que cumplir es"sque sea inteligible, pero hay otras características menos obvias. se ha intentado de_ terminar, por ejemplo, si la organización der conten¡do tiene repercusiones en cómo se recibe er mensaie. En concreto, se han hecho algunos trabajos empíricos para intentar evaluar si contenidos «liferentes afectan de manera diferenEr

te a la persuasión. Los re:ultados, sin embargo, no mostraro¡r que ningún mensaie fuera superior a otro, sino que más bien deperrdía de la interacci(rn entre el tipo de mcnsaje y las características del autlitorio, como por ejempio, el grado de ipsrrucción. Para las personas

con más ¡nstrucc¡ón eran más efect¡vo§ ros mensaies que incorpcu raban.los diferentes puntos devista tra del punto

de'ista defendido por

-es de.cir, ra

ard;;;a,

instruidas, los mensaies más efeitivos e,u.

tanto a favor como en con-

iii"ni.ur qre para ras personas merlos I"; q;;-;;;sentaban r¡na sola cara del ar-

fuentá-,

i-,

lilil()fldl

t J(

X

l

l2t

g.rnc.to. lrstudi.s ¡xrstcri.rrs han rnr»strado d«rs caras

(lal)itr¡lo IV. Natrrraler¿ y orga0ización..

que, en realidad, e[ hcch.

dc un argumcnkr cs cficaz- srilo cuando

t.le

(

prescntar

auditorio es c
co.scientes dc la existencia dc ¡rosiciones difcrentes podrían percibir que se l.r.r.unde alguna cosa y, co consccucncia, .frecerían más resistencia a periuasión. ra

lil ordc. de presentación de

(

argumentos también es importante. si se presentan clos nrensajes seguidos, y se evalúa er impacto sobre ras actitudes ar cabo tle u. tiernpo, se dctecta un cfect. mayor der primer mensaie -hay un efecto
rcls

i.flucncia del tono emocir¡nar der contenido ha sido muy

I

estudiada. A

menudo, con cl fin de incrernentar los efectos persuasivos de un mensaje, renta provocar em,ciones -habituarmente, el miedo. y aunque

se

in-

se pensaba que,

cuanto nrás mied., más cambio actitudinal se produce, los resultados empíricos ponen cn cuestión una relació¡r tan directa. McGuire, por eiemplo, encontró que el miedo sólo era efectivo para cambiar dentro de unos niveles

moderados. Si se provocaba ¡^rco, er me.saje no ilamaba suficienternente la atención, y si se provocaba mucho, creaba reacciones defensivas y rechazo. Además, si el mensaie

no pr,-;oorcionaba un moclel, tle.omportam¡ento alternativo que pernritie-

ra evitar el peligro, er auditorio se podía poner a ra defensiva y provocar

(

( (

resultados contrarios a los deseados. C-arnpañas de prevcnción

(

En campañas de prevención, el mensaie tendría que decir lo siguiente: a) cierta conse piensa; c) seguir una conducta

(

ducta tiene un riesgo; b) el riesgo es mayor de ro que alternativa es un remedio eficaz (Rogers, 1975).

3) Caracteústicas der receptor o auditorio. Dentro de este aspecto, se han destacado caracteiísticas diferentes. En primer lugar, encontramos diferenci¿rs individuales; las personas con baia autoestinra serían más influenciables que las que tienen autoestima elevada, ya que pueden dudar más de sus opiniones. Ahora bien, estas conclusiones tienen que ser tomadas con cautela, ya que esta relación es pro bablemente menos directa de ro que se piensa. Finalmente, si el auditorio ya ha expresado públicamente su posición antes, será mas dificil que la cambie.

( (

( (

( rrxlu(Ln¡r r lr rrsi.ol('8¡¿ §((i¿l

( ( ( (

dcl iuicio social C.ambio se8ún las teorias \'ry Hovla d (1961)' con cl lin d(

dc Slrcrif va veiarnos en las coflttibtt(loncs tencr en cuc¡ta cl grad() cn ;"dificará o no su ¿ctitud' hace falta audit(rriu ()bv¡am(nte resp"t tt' a ta pt'§it ion dtl cl qurj el nutv mrnsa¡e rtific'e tt" tun nu"*tu i('sición 5on accptadu\

(bmo

ilii'J;"il;. mcns¿its que

"stán

n.""1",.f",n.

d,. utu*too

"'

r': *'::'^1";;:::;i

(onltaste)' y rccni diferentcs (cfccto de

I

,"i..

4) Características del canal

de

tln cualquicr caso, lo quc sí sc ha herho cada vcz más evidentc ci quc la ma-

i::].:il:'-1""

vancia c implicación pcrsonal que pucden influir, desde la atención e interés

i]i:

que se detlica a un mcnsaic hasta cl t¡po dc p(resamicnto que se hace de é1. Por

posición dc

1.1;;:ü#:i"'fiil,T::;l;¿.ra paLos mensaics cara a cara

lor

{omo por eiemplo' efecto que los mensaies indirectos ,".a qra,an*rn quiere decil que los mede comunicación F§to no transmitidos Por los medios su inpersuasivos' pero probahlemente 0", O. ao*un,aua'On no ten8an efectos cara a cara' argumentos para las di§cusiones fluencia consiste en proporcionar

*"

Por lo tant(), no tcncmos ¡ringuna ccrteza dc quc ctr situaciones oaturales los efectos fucran parccid()s a los obtcnidos. yoría de los rcsultados apuntan hac¡a una importancia de los factores de relc-

ilii:# ::il:';:lill"lf

comunicación

lV Nrtual(/¡ycta¡¡za(ió¡r



mas pro la persona Son los que tienen

',"'on'".*.'^'i9:l1l"l:

(:¿l)ilúlo

lo tanto, aunque cs intcrcsante saber cómo y qué variables influencian la comunicación, no Fxlemos pcrder de vista el carácter emincntemente crítico y cons-

tructor de la pcrsona quc -más allá de fecibir simplementc mensaies- interactúa v se comunica activamcnte con otras. En otras palabras, Ia persona interpreta la situación de una mancra mucho más c'ompleja y elaborada, c'on mucha variabilidad se8ún la situación particular en la que se encuentra y, como veremos más adelante, a partir de referencias y significados colectivos y compart¡dos, no in,

dividuales.

Es este

carácter interpretativo lo que dificulta la obtcnción de una

lista definida de variables de influencia univoca que perm¡ta saber de antemano

cómo un mensaje afectará a la gente. Básicamente,todoséstos§onlosfactoresquesehanfesaltadoparalaComu. que hacer una actitudinal sin embarSo' hay nica.iOn p"oruriuu y el cambio de todos estos factores con

de la presentación esquemática resultados no y facilitar su comprcnsión' los el fin de deiar clara su influencia como esta exposición puede

uO'*".,án,

u

r",-

ni tan concluyentes han sido siempre tan nítidos

se encontraron resulse hicieron más experimentos' hacer pensar. A medida que comveces los resultados nuevos nu.i"n rnas comPleia la situación -a *ao, a llegar y otras no Permitían ro, unteriores, otras los contradecían' O,l^.ioo"n un poco simplista etperar mmpleiidad muestra que sería ffino.on.turiOn. Esta padirecü y sencilla Al contrario' futtores inlluye§en de manera *t"rio,o lu."fo, cambio de actitudes reentre ellos' de modo que et

ir.

lJ*

Or. n", ,.t"'"tciones

ta fuente podría afectar' eiemplo' la credibilidad de sulta bastante compleio' Por se8ún Ia audienciaEs cualidades del mensaie o de forma diferente según las resultade vista el hecho de que estos más, es necesirio que tampoco Perdamos las situaciones han exp€fimentales' en las cuales dos provienen de situacion6 los efectos de forma independieniit?"n,rr,udu' Oara aislar y poder estudiar ya no está exenta de problemat

de los experimentos te. Ahora bien, ta ló8ica estudiar en el laboratorio sin todos estos factores se pueden

fu" fr"rupon" ,ut

social' involucfados en todo proceso tener en cuenta los factores sociohistóricos

2.2. Teorias funcionales Habiamos v¡sto que las teorías funcionales presupo¡ren mecanismos motivacionales quedan senüdo a las actitudes y marcan algunas de sus funciones. Hasido

difícil evaluar los efectos del cambio de

las actitudes

baio esta teoría, en parte por-

que las necesidades que presuponen, algunas de influencia psicoanalítica, son dificiles de operacional¡zar (definir y medir). En general, sin embargo, estas tmrÍas propondrán que el cambio actitudinal tendrá lugar cuando la exuesión de ta vieia actitud ya no satisfaga la necesidad que la originaba. De todas formas, las condiciones que llevarán a un cambio de actitud s€rán tan variadas como vadadas son la1 molivacionB y necesidader que se en(xentrañ en la base de las acliludes. Uno de los pocos trabaios empiricos que se sustenta en este enfoque es de Stotland y Katz, que intentaron evaluar el cambio eo actitudes de preiuicio hacia los negros, preiuicios que, s€gun los autores, cumpliar¡ ur¡¡ función de defensa del yo. En primer lugar, midie¡on con un cuestionario el caÉcter defensivo de ciento treinta y un chicas universitadas, pof un lado, y sus actitud€s de preiuicio hacla 106 negroq po¡ el otro. Despuét se les dio un folleto en el que s€ explicaba cómo funcionan nuestro6 mecanis.

( !, lilitotial L,O(l

224

liltr()du(1 i()il J la I

I',r4

nros de reprcsión y proyecci(in scgún las tcorías psic«xlirlánlicas..lttsk) (lcspuÓs tlc lcer11l, y también cinco setnatra:i dcsptrés, los "ex¡rcrinrentadores" volvicr«rn a mcdir sus actitgdes Contta los ncgros, y cncontraron una reducción clc strs prciuicit)s. l.os inves-

tigadores atribuyeron cstc cambk) a la disminución de la ncccsidad dc defcnsa en las chicas, ah«rra que ya tenían ¡n conocim¡ento mayor sobrc cl funcionamicnto dc la rcpresión y proyección.

Un tema que ha ptcocupaclo espccialmente desde csta tcoría cs la falta de 8eneralización de los cambios dc actitudes, cs decir, la obscrvación dc quc, aunque las actitudes Se relacionan entre sí y Con los valores tlc una persona que constituyen un sistema cognitivo jerárquico, los cambios en una actitud no pareccrl afectar mucho al Sistema global a otras actitudes interconcctadas. l)or eiemplo, incluso cn el estudio que acabamos de explicar, en el que el cambio de los pre-

hubo iuicios hacia los negros todavía estaba presente unos meses después, no cambios consistentes e¡r los preiuicios hacia otros Srupos rninc)ritarios. Se propondrán factores diversos que expliquen esta falta de generalización. como el que Cada persona tenga una organización Cognitiva singular que (lateSoriza el mundo tle diferente manera y que, por lo tanto, sea difícil de saber en qué dimensiones experimenta cambio, o bien el que el ambiente eierce presión Sobre la persona para que vuelva a sus vieias act¡ttldes.

2.3. Teorías de la consistencia

o flJ¡t(x¡¿l tl(x

225

I

Oapítukr IV. Nátrrr¿lrz, y orgal¡i¿¿r¡ú¡_..

l,cwin conrJrar
( de dar ra

información: en una

situaci
(

(

individual.

(

Las te
consistencia c.nccptu arizan ara persona como un punto der espacio psictlltigico que sólo se puede rrrover en tleterminadas direcciones, teniendr¡ cn cue nta er cam¡ro de fucrzas ambicntares a ras que esté sometida. un

postulad. común

crc todas eras es er

este eampo de fuerzas tiene

principio de ra consistencia o equiribrio:

tendencia ar equrlibrio, de manera que ras desesta_ bilizaciones tc.derán a ser corrcgidas. Iln cierta manera, esta teoría aplica la no ción pcrce¡ltiva de ra "buena forma", propuesta por la Gestart,

(

(

a las relaciones.

P.r es., sup.ndrá que las cre.encias constitutivas de las actitu
(

zarlas clr''

mantcner la mayor consistencia posible en su sistema cognitivo. uno de los primeros moderos, que servirá de fuente

(

de inspiración para er resto

de mcxlclt¡s de ra consistencia, será la tc<¡ría <1er equilibrio de l-ritz Heider (1944, 1946, 1958). según este modero, ras ¡rersonas ticnen una necesidad de mantener consistencia en sus relacioncs; en particular, tienen unatendencia psicológica aorganizar sus conocimientos sobre ras cc¡sas de ma¡rera armónica, en un estado de equilibrio o balance en er que ras ideas coexisten sin tensión.

( ( (

Flgura 4.3

Con diversos nombtes, a partir de los años cincuenta y sesenta surgieron diversas teorias sobre la estructura de las actitudes que enfatizaban el papel del

(

(

componente cognitivo, es decir: las creencias eran la unidad básica de las actitudes. Estas teorías, llamadas teorías de la consistencia, tienen un fuerte compo-

(

nente gestáltico, recibido de Lewin. ( Lrwin fue úno de los primeros que hizo una investigación de psicología social aplicada; en concreto, llevó a cabo un estudio pata petsuadir a inadres ióvenes que vlsitaban las clínicas a fin de que siguieran las instrucciones de alimentación de sus bebés. de Lewin era querdado que lor individuos siempre actúan como elemefrtos integrantes de sistemas soclales más amplios, una decisión tornada en el grupo de pertenencia tendrá una influencia más poderosa en la pelsona que la instrucción ln-

ta hipótesis

dividual hecha por un experto.

( Así, si a una persona le gusta un obieto x, y a nosotros nos gusta la persona tema de las tres reraciones estará en equiriúrio si a nosotros

r, el sis.

también nos gusta er obrersona que nos gusta no le gustan las mismas cosas que a mí, entonces lll3 l:_tl,i nay tenslon" en el sistema; y al revés, si la gente que no me gusta muestla las mismas preferencias que nosotros, experimentaremos teÁión. La faña de tensión significa un

(

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hrlrntk(n¡rr

2t

lJ l^iLr)l08ir

n{r¡l

tenido más fortu[a es la tcoría dc quc las actitudcs dc la disonancia coSnitiva de festinSer (19'57), que dcfcntliti y que cntrc csse basan en su§ creencias sobrc los divcrsos obietos'

algún rn(xnento de vivir c()n alguna contradicción o inconsistenc¡a. Adcmás, scr inc(»sistcntc tambión n()s pucdc traer benefici
;.

penrimiento y acción,

tendria quc dar un estado

l

tas creencias, e incluso entre

I

intcntará rcsolver' nancia cognitiva, lo que comporta un malestar que cl suicto bien alteranbien cambiando su§ pen§amientos, bien cambiando su conducta' modclo scrá prcsentado do el medio, bien buscando nueva inft¡rtnaciÓn ' tr'ste

(

NJn&¡e2! y ofllrfl izr(ió¡¡

do dc cquilibrio, una eoherencia cnt¡c los contcnidos de las r:reencias r¡ contrimicnt(ls pcrsonalcs. (lon cstc principio, ¡to sók¡ sc sobrevalora cl caráctcr

Ias personas

I

lv

cnclcual no hay p«rsión haciael canlbio (i)nlr¿ri¿lncntlr' si n()Ilay ptrstxra intcntatá [§lauratl() de la mancra cn quc curstt nrcno! csfuor_ equilibrio, la tbta tcoria ha s¡do con§i¡lcr¿da como sumamentc simplifi(adora'

estadoest¿ble,

Dc entre k)dos, uno de los m(dclos que ha

I

(:rl)ilulo

sc

inconsistcnc¡a' una d.lsode consistencia o equilibrio. De lo contrario, hay 'rna

con más detalle a continuación. itlea de la coherencia' será El modelo de RosenberS, también apoyado en la tanto por creencia\ un poco diferente. En é1, las actitudes estarían co¡lstituidas que tienen que ser los como por afectos, de maneta que son estos dos elemcntos inconsistencias afectivocoherentes entre sí -y no sÓlo las creencias' Por ello, las ló8icas' Sino que se dan cognoscitivas no son provocadas Por contradicciones moral" D€ esta foren situaciones de alta imPlicación personal, casi de "clilema principios de ló8ica formal' ma, Rosenberg resaltó qüe la Sente no actúa según sino que las personas tenemos nuestra Propia lóSica "psicolÓ8ica"' Antes de presentar la teoría de Festinger, hagamos algunas

refleiones sobre los

placcntcr() y reforzante del cquilibri(,, s¡no que talrlbién se sobrevalora cl caracter raci(n)al dcl individuo, pucs cn el fondo, todos nosotros somos capaces en

Pcro

quiás,

la crít¡ca

principal

a estos mode¡os sea que asumen la necesidad de

consistcncia como una motivación básica, universal, homeostática y, significativamente, ¡ndividual. lin estc sentido, la teoría no prevé que la necesidad de consistencia pucda provcnir más dc Ias exigencias de nuestro contexto cultural y normativo quc de nccesidades individuales, y asÍ, acaba operando la reduc_

ción dc un factor socionormativo a lo individual. [,as tcorias de la

coltsistcncia, con su dificultad para aceptar la incoherencia,

deian entrevcr que implícitamentc plesuponen en éstc una cierta deshonesti_ dad, un conflicto ético, c incluso, según algunos han criticado, un cierto scnti_ miento de culpa. Algunos cstudios han mostrado, sin cmbargo, que la persona bastante capaz de mantener inconsistencias si no tiene una implicación per-

es

sonal en el asunto cuestionado, o si de cllo saca algún bcneficio.

2.3.1. I-a teoría de la disonancia cognitiva

modelosdelaconsistencia.Estosmodelossehandeiadodeutilizal,especialmente respecto de los desde que el estudio de las actitudes Perdió fuerza

momentos ál8i-

de los estudios sobre atribudos, pero sin embarSo su tradición continúa a través de tos puntos más ción, que también absorven los PúnciPios de Heider' Uno

es que altera el orden con el que intefesantes de la teoría de la disonancia cognitiva las actitudes' Así' si la mayoría hasta entonces se habían pensado las teoÍas sobre

Decíamos que la teoría de Ia disonancia cognitiva es sin duda la teoría de la consistencia que ha tenido más resonanc¡a; en parte, porque es especialmente útil para pensar situaciones de cambio de actitudes, y también porque prt_rporciona algunas predicciones que, aun siendo un poco contraintuitivas, se han co_

rroborado en bastantes exper¡mentos. A continuación veremos algunos de los

consecuencia de cogniproponen que el comportamiento es ll€vado a cabo como propuesto hacerla)' en Ia ciones (hacemqs alSuna cosa porque Pdmero nos hemos adatr Festinger la dirección es at revés: primero actuamos' y después

estudios y conclus¡oncs derivadas de csta teoría, a la que tampoco le ha faltado la polémica y los intentos de explicar, desde otras teorías, sus mismos ¡esultados mediante interpretaciones diferentes, como también veremos después.

siSuen a las acciones' la tamos las cogniciones a nuestra actuación, esto es, las ideas

Tal como hemos explicado anteriormente, esta teoría presupone qüe la inconsistencia entre cogniciones -por ejemplo, lo que sabemos que pensamos o

propuesta de

razón siSue a la

Praús.

'

es su uno de los problemas principales de los modetos de consistencia estaun en de encoritrarse supuesto fundamental: una necesidad homeostática Pero

sentimos, y lo que sabemos que hemos hecho- provoca una sensación psicolóSica de malestar o disonancia. Será precisamente esta disonancia, y la motiva-

( ,:cr

Editorial tl(X:

2211

Ir¡trr¡rlrrrcior¡ J l¡ l)s¡((|l(,8i.r 5(f,ial

s ¡dilor¡rl L,(X

229

(

(ia¡ritulo lV. N¿turalrza y orgall¡zac¡ó[...

( ción tlc recl¡pcrar el cstado dc cquillbrio, lo quc la teoría ptcsentará cotntr mecanismo cxplicativo dcl cambio dc actitudcs, pcr() ntitcnl()s c()lt un poco lnás de «letalle de quó dependc la distlnancia, y cómo podemo§ rcclucirla. festinger y sus colaborailores propondrán que el gratlo dc distlnancia cxperimentada para mantcncr cogniciones contrarias vendrá detcrminatlo ¡xrr factores {ivcrs<,rs: a) la cantidad de elcmcntos disonantes: cuantos más clcmc¡t(ls dist> nantes, más clisonancia; b) el grado
ilmenta especialmentc en situaciones de alto compromiso pcrstlnal. l¿ tetlría expone también algunas situaciones en las que es probahle ouc sc cxp€rimcnte disonancia cognitiva, y que veremos a continuación.

1) Disonancia por iustificación del esfuerzo. A

s¡guicntc: a) la atracció. de la artcr.ativa no escogida, b) el gratlo de similitud de las altcrnativas, y c) ra importancia de la decisión. Así, cuantg más atractiva

(

., csc«l¡¡ida, cuanto más diferentes sean las alternativas posi(cn c.nclicioncs de iguartrad trc su atractivo), y cuanto bles más importante sca la dccisión para la pcrsona, mayor scrá la disonancia experimentada. sea

la alterrrativa

(

(

una ¡rcrs«lna puedc int*ntar r.ducir ra clisonancia con estrategias criferentes. I)or un ladcr, puedc intcntar cambiar ra decisión tomada -y volver así a la conflictiva situación dc tener que escoger. También pue<Je dar más valor a la altcrnativa esc.gida, o bien «rcsvarorar la arternativa no escogida, y quitarle im¡r«rrtancia y/o atractivo. sería el caso, por eiempro, de ra persona que ha esc.giti. estudiar la carrcra dc psicología, y a pesar de descubrir gue se pasa el día estudiante ratas y neur,nas en vezde personas, continúa

(

(

pensan-

nrenu'Jt-. dedicamos es-

(

do que su cdrrera es genial.

fuerz<,ls para conseSuir algo, cotllo por eiempkl, ser adniiticlt-- en uil clul, o aso-

ciación. Si no conseguimos nuestra meta, o s¡ una vez conseguida ésta no es tan positiva comocreíamos, experirnentatemos disonancia a Causa dcl esfuerzo invertido. con el fin de reducir ia disonancia, la persona puede: a) devaluar el grado de inversión hecho; b) sobrevalorarel resultado y con ello resaltar §us aspectos positivos e isnorar los negativo:' Este tipo de disonancia se mostró err un estudio de Aronson y l'lills en 1959 en el que diversas universitarias se ofrecieron voluntarias para participar en discusiones sobre sexualid¿d. Para ingresar, se les hizo pasar pruebas, y así, un grupo paso una prueba severa, que consistía en tenet que leer palabra§ en voz alta relacionadaS con cuestiones sexuales (¡piense que efa el año 1959!) mientras que otras pasafon pruebas más ligeras, y otras no pasaron ninguna prueba. una vez acimitidas, se les deió escuchar una grabación ficticia de una de las discusiones de uno de los Srupos en los que tendrian derecho a participar -Iegistro que resultaba ser mtly aburrido y trivial. Ctrando se pidió a las chicas que evaluaran mediante escalas la grabación escuchada, sólo aquellas chicas que habian pasado pruebas de iniciación severas consideraron la discusión como irrteresante e inteligente. De lo contlario, habrían tenido que aceptaf

que habiarr Pasado por una situación diñcil para nada. de tlecisiones en situación de libre elección. Una situación característica con terldencia a prov&ar disonancia es la torna de decisiones, ya que escoger sietnpre compolta renunciar a alSo que tiene algún atractivo para noso-

2) Toma

tros. [¿ magnitud de la disonancia experimentada está en consonancia con lo

(

3) Acuerdo inducido. t)or otro rado, también podemos experimentar diso-

e. aquellas situaciones en las que, a partir de presiones más o menos su_ tiles, .os comportamos de una «reterminada manera que está en contra

(

n,estras actitudes. Los estutlios empíritos se han centrado en analizar cuáles

(

nancia

de

son los efectos de los castigos y recompensas en estos casos de comportamiento cor'tr^^ctitudinar, y ra mayoría coinciden en el hecho de que, cuanto mayor es el refuerzo o la recompensa, menor es el cambio. Resultados como estos serían difícilmente interpretables desde las teorías del condicionamiento

instrumental,

puesto que en ellas se postula un incremento en el cambio de actitudes a medida que se aumenta la recompensa o castigo.

(

( disonancia cognitiva permite, por ro tanto, no solo predecir qué conducta se llevará a cabo a partir de cierta actitud, sino también pronosticar ra dirección inversa, es decir: qué pasará con nuestras actitudes si llevamos a cabo un comportamiento que las contradice. Así pues, en er caso del comportamiento contra-actitudinar se ve claramente que la teoría prantea ra direccionaridad acción > pensamiento, no a ra inversa, como ro ! han hecho ra mayoría de teorías. La

Retomando los estudios empíricos sobre el acuerdo inducido, diremos que la teoría de la disonancia cognitiva explica los resultados de la manera siguiente ra recompensa o el castigo funciona¡ían como la justificación de haber realizado una

(

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!o tldilorial (J(Xl

230

lrr(r()du(t¡(¡¡l

r

la lt5ic(ll(18la s()ciJl

Conducta contra las misfnas actiturlcs y, por lo tallto, disrrlinuirÍan la disotlatrcia cognitiva expcrimcntada. l:n la misma [ínca, tanlbiÓn sc ha visto, quc si la pcrs()na está obligada a tener una conducta y clec que no tcnía

tlinguna otra opción, no cx-

pcrimentará clisonancia, ya quc atribuirá su conducta a la coerción cxtcrna. Carlsmith (1959) hicic«rn el expcrimcnt0 sil{uientc: tuviey fon a unos estu
( (

ttna y divertido. [os "experimenta«lores" dividieron a los estudiantes en ttes Srupos: a parte de los suietos se les pagó poco para hacer esta prcscntación (l dólar), a otros una Lu.nu pugu (20 ¿ólares); al grupo control no se les pi¿ió quc presentaran el expericomo Festinger y su colaborador habían previsto, los cstudiantes que re-

o

Editoria¡

t,()(l

(:a¡)ítub lV. Natrraleza y of8anrzaclou...

231

son con'cctas las ctxnpararcmos con las dc l«rs otros. pero, ¿qué pasa si rcsulta que los otros cxl)rcsan actitudes difercntcs? I'orlos hemos pasado por la cxperiencia de hablar con gcntc y oír cómo alguien contradice alguna de nuestras opiniclnes. [n principio no es una sensackln muy agraciable, pues tod
mento. Tal cibieron la paga menor fueron los que cambiaron nrás su actitud respccto a la tarea que acababan de hacer, mientras que los que ya tenían una lustificación por el hecho actitud; «le decir mentiras (los 20 dÓlares cobrados) no modificaron su

Normal¡nente dis¡nnemos de dos vías: a) potlemos reclucir la disonancia recibicndo apoyo de gente que ya cree en aquello de lo que nos queremos convencer, o b) podemos pcrsuadir a los otros soLrre aquello de lo que nos queremos convencer. I"estinger y 'thibaut (1951) mostraron que

y iustifi-

nancia provenga del desacuerdo con una persona, puésto que cambiar la opinión de la persclna discordante resolvería el conflicto. sin embargo, si la persona se en-

En estos eiemplos podemos ver lo clave que son las atribuciones

caciones que Ia Sente hace de su comportamiento. Ln cierta manera, y a Causa de su común origen en los trabaios de Heider, la teoría de la disonancia coS-

nitiva comienza

a

apuntar el surSimiento de la teoría de las atribuciones y del

pensamiento de sentido común. En los casos en los que una persona

se

preferirá la última cuando la diso-

oentra con

diversas personas que opinan diferente, convencer a una persona no solucionará el problema, y seguramente preferirá la primera estrategia, es decir, buscará apoyo entre quienes piensan como ella. si el tiesacuerdo se pro«Juce respecto a

temas bastante irrelevantes, se puede desestimar la fuente de desacuerdo.

eS llevada a actuar en contla de sus actipartir de lo tudes y experimenta una alta disonancia, puede intentar reducirla a a) cambiando su propia actitud h4cia Ia dirección de la conducta rea-

siguiente:

5) Disonancia por contradicción de expectativas en situación grupal. A menudo, cuando tenemos expectativas respecto a algún acontecimiento futuro

lizada (y iustificando así su conducta); b) maximizando los resultados de la conducta realizada (y obteniendo así una iustificación suficiente para su conducta

que después no acaba pasando como esperábamos que pasara, sentimos un sentimiento de contradicción y confusión. En estos casos en los que los aconteci-

contradictoria, sin que deba cambiar sus actitudes). También puede influenciar cogni.la información que recibe, ya que decíamos en el apartado de la función tiva de las actitudes que Ia persona puede intentar evitar la disonancia no dirigiendo su atención hacia aquellas informaciones que conttadicen su manera de que comactuar y/o pe0sar. El eiemplo típico de esto sería el de aquella persona pra el periódico que está más de acuerdo con su orientación política.

4) Interacción de grupo cbmo medio de reducir disonancia. AI explicar la teoría de Ia comparación de Festinger, hemos dicho que este autor supone que, en situaciones de falta de criterios obietivos, para saber si nuestras actitudes

mientos contradicen las expectativas, normalmente esperaríamos que

la

persona acabase aceptando que estaba equivocada y cambiase así sus expectativas. Pues bien, no siempre pasa esto: si la desconfirmación de expectativas se da

en situación grupal, parece que los miembros del grupo son capaces de darse bastante apoyo los unos a los otros como para reducir la clisonancia y mantener las creencias. Exactamente esto es lo que encontró Festinger en un estudio impactante- En la ciudad de chicago, surgió un grupo de creyentes que estaban convencidos de que la noche del 20 de diciembre, una oleada gigantesca del lago de la ciudad engulliría la ciudad entera. tste -8rupo se apiñaba en torno a Marian Keech, que era la muier que decía haber tenido un

( ,q lrditorial (lOC

lillrodutcia)r

2.\2

d la [)Ji«)l08i¿ s()(¡al

!c.

tdil(,rial ll()(

( 2.1.1

(lal)Ítulo lV. Natura¡eza y orgalrizaciótr.

( sueño cn cl que sc le informaba dc [a catástrotc. licstinger y dos de stts colcgas supic«rn ¿e la n6ticia por mcdio de los pcriíxlicos y sc infiltraron en cl ¡¡rttpo para vcr t¡uú pasaría

cuando, la nrx-he del 20 de diciembre, sus crccncias

se

vicran tlcsct¡nfirtnatlas.

La noche del 20, todos los creycntes sc ¡untaron r:n casa de la Sra. Kccch, clonde sc sttponía que un ovni procedcnte dcl plancta (larion les ventlría a rcscatar. (irrno ya sc habrá imaginado, aquella nochc no llcgó ni cl ovni ni la inundaci(¡n. l)csconce rtados, los

micmbros dcl grupo estaban desanimados y desengañados cn tln plinrcr nxnllcnto. volvi(¡ y tliio que era ¿Cambiarían los hechos sus crecncias? Le jos de ello, la Sra. Keech se lrabÍa salvado. l]l quc la ciudatl por k) (personat y grupo) del gracias a su mediación Srts crecncias, las dc dcscstimar lugar quienes, cn extendió entre los creyentes, se iúbilo reforzaron, y a partir de aquel momcnto sc tledicargn a intcntar convcnccr a los dcmás sobre su verdad. Según el propio relato de Festingef, los miembros dcl Srupo buscarc¡n una explicación que les permitiera aclarar la aparente contradicción. Una vez encontrada, se iban apG

yando entre sí, de manera que consiguieron mantener la pertenencia al grtrpo- Así pues, el grupo de Festinger concluyo que los creyentes: a) al darse apoyo social mutu(, y b) al buscar nuevos miembros, consiguieron reducir la disonarrcia stttit:it:ntemcnte como pafa mantener sus creencias.

Antes de acabar la presentación de la teoría de la rlisonancia cggrlitiva, vale la pena hacer una breve reflexión: la lelación entre la persona que cxperimcnta clisonancia y el gruoo nos p€rmite ver cómo para Festinger el Srupo actúa simplcmente i1e "Contexto Soc¡al" que prop6rciona recursos difercntes p¿ila disminuir la disonancia, pero no altera para nada el proceso coSnitivo básico, que es el mismo tanto en situación grupal corno individual.

hipotetizar dcscquilihri.s intcrnos ni dis.nancias, sino que basta con considerar las conductas rcalizadas. l)cstlc csta tcoría, las actitudes serían autoatribucio. nes infcr¡das de la pxlpia conducta. Lepper, (irccnc y Nisbett (197.t) utilizar<m esta te()ría de la autopercepción para explicar un r§ultatlo cu¡ioso. Si sc recrxn¡rensa a alguicn para que haga una actividatl hacia la que tiene una actitud posit¡va, que le gusta y que ya practic?, es probabre que en futuras ocasioncs, cn auscncia dc la recompensa, disminuya su conducta. Así, cuando estos autores prcmiaron a niños de guardería para que hicieran una de sus

actividades preferidas (pintar), la frecuencia cle esta conducta disminuyó en ocasiones futurus. los uirto,es.*pilru los resultaclos c.n la hipótesis tlela jrctilrcación excesiua, según la cual, la persona, después de habc¡ rccibido rccompcnsa cxtrínscra para hacer una conducta que y; hacía, atribuirá ahora su conducta a ésta, y no a un interés intrínseco propio, y por lo tanto, en ocasir¡nes futuras, disminuirá la ocurrencia «le la c-onducta.

otra

tec¡ría que r.:uestionó la de la

diso¡lancia cognitiva

es la

de Ia gestión de

Dentro del ámbito de las conductas contraactitudinales, la teoría de la autopercepción cle Bem (1965) ha puesto en cuestión los mecanismos explicativos de Ia teoría dela disonalcia. Según Bem, no hace falta hipotetizar sobre cogniciones y tlisonancias, Sino que para entender los resultados basta con la conduc-

ta realizada: la persona actuaría, posteriormente interpretaría su conducta y adoptaría una actitud que la iustificara. En este §entid6, su teoría está de acuerdo con i¿r de la disonancia en la direccionalidad de los cambios -de acción a pensamiento-, pero difiere de ella en el hecho de que defiende que no hace falta

(

I

{

(

( (

impresiones: la raz.ón por la que las personas realizarían un cambio de actituil después de haber llevado a catro una conducta contraactitudinal no sería la di_

I

sonancia cognitiva experimentada, sino el deseo de intentar causar una impre-

(

sión dc coherencia. No se trata, pues, de que la gente tenga la necesiclarj cognitiva de ser consistente, sino que tienen ur-r interés social en parecerlo.

(

Otras teorías cognitivas de la persuasión Ha habido otras propuestas soble los procesos persuasivos hechas desde una perspectiva

cqFitiva. McGuire (1989) creo el [amado modelo de dos factores, segun el cual pn> la babilidad de que un mensaie provoque un cambio de actitudes depende del hecho de

2.3.2. Alternativas a la teoría de la disonancia cognitiva

(

que sea a) recibido -
(

(

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(

(

(

2:r.1

Irl«)dú((nnr ¡ lJ l\n¡n{)Nr¿

{( i¡l

2.{. Resistencia a la Persuasión

( (

(

A pesar dc todas las teorias artetiorcs, a mcnudrl las ¡rcrsonas nos reslstimos a los intcnto§ dc pcrsuasión: no sicmpre votamos por k)s candidatos dc las campañas politicas, no siemptc corrcmos al supcrmcrcado a comprar

cl último producto anunciado en la telcvisión, ni siemprc cambiamos dc opinión cn cuanto alSuicn nos muestra dcsacuerdo Alsunos autorcs haccn pcrpropuestas con el fin de cntender cómo la persona puede rcsistirse a la su¿sión.

Una propucsta es la teoria de la inocul¡ciótt de Mccuir€ (1964), quien, hapersona a arciendo una analoSía biológica, tlefenderá que la exposición de una ticne un propias gumentos sencillos contrarios a sus creencias o a actitudes

y efecto de "vacuna contra la persuasión", es decir, lc proporciona motivaciÓn pery que le habilidad para elatrorar atgumentos que refuercen su actitud inicial

mitan resistirse a la persuasión en ocasiones futuras' persuaSegún Cialdini y Petty (1979), otro factor que pcrmitc oponerse a la Ún ina que enfrentamos nos sión es estar avisado de antemano, es decir, sabcr

probablcmente, Porque tencmos la oportunidad de preparar contraargumentos, y nos da más tiempo para recopilar tanto infor¡nación como hechos que puedan refutar el mensaie' Este efecto Parece ser espe-

tento?ersuasivo.

(

(

Dstr-r pasa,

(t)etty cialmentc réIevante en actitudes y temas que consideramos importantes y CaciopPo, 1979).

postula que las Personas tenemos la necesidad de sentir que actuamos libremente y sin plesiÓn -lo quc también La teoría de la reacta ncia de Brehm (1966)

ha llamado "ilusiÓn de control". Si la persona siente amenazada su libertad y negade actuacién y elección, se desencadena una reacciÓn desfavorable se

215

' JIrnul,,l\

NJr,,rJlL/J v itr8¿' a,

rrr

2,5. Releyendo cl cambio: cl énfasis en el control social Una vez sc t¡coon cn c<¡nside¡ación trxlas la:i matizacio¡les que los diferentes autores han intoducido, la rclación entre actitud y comportamiento se pucdc hacer más csclarctedora

yel tstudio dc

las actitudes pucde aportar herramie¡rtas interc

santes para analizar c¡crtas situacioncs so(iales. l)( todas maneras, más interesantc que el hccho quc haya o no haya corresF)ndencia entre las actitudes y el comportamiento, es quc logremos entender la raán por la que estc tema ha sido tan ¡m_

portantc. Cur¡osamentc, parcre que no todas las culturas valoran y yxtienen una (onsistencia entre actitud y romF)rtamiento, al¡1o que nos debc hacer preguntar_ nos cuál es la funcbn quc el énfasis en ¡a c.onsistcncia comporta cn nuestra cultura.

Una cosa parccc evidente: la corrcspondencia entrc actitudcs y comporta_ n.liento es vital para cumplir Ias aspiracioncs de control social que, como deciamos en la introducción, se puede encontrar cn el or¡gen de las actttudes socialcs: si el hecho de conocer las actitudcs de la gente nos pclmitc predccir su conduc_ ta, quierc decir que a partir de [a manipulación de sus actitudes podemos mani_

pular tamb¡én su comportamiento. pert¡ cste razonamiento cae al suelo sl no hay relación entre la actitud y el comportamiento. piense, por eiemplo, qué inútiles serÍan todas las campañas publicitarias o políticas 5i no se¿sumiera que el

cambio de actitud repercutirá en un cambio de comportamiento _ya sea com_ prar un produdo determinado, o votar por un partido d(terminado. por lo ta _ to, como sugiere Sampson, podría ser que el énfasis en esta consistencla fuese más una cuestión de control social que de integridad personal.

Práctic¡s

dG

ru¡cciótr y contro¡

Para poder

xr

ctudiado§, ioterrogados, intervenidos y cambiados, la psicología social

se

acabar rá a llevar a cabo la conducta contraria a su actitud' lncluso puede llevado adoptando la conducta exactamente contraria al intento pe6uasivo acaa cabo con e.fla -inctuso aunque quiás, sin PresiÓn, ella misma hubiera

neces¡ta construir a aquéllos a quienes estudia como ,.suietos,,. y tienen que ser vistos como alslabl€s conceptualmente de sus circunstancias y cort1o estos poseedores de estructufas int(ap¡siquicas, internas, infl uenciables por la situación.

de reacbado actuando e¡r ta direceión del intento persuasivo' Un caso típico a fumar: tancia sucede cuando los padres de un adolescente le Prohíben

Así pues, la existencia de las actitudes como algo no cbselvable que se en_ cuentra dentro dela mente de las personas proporciona la iustificación para que

veces, hay bastante con Ia mtra prohibiciÓn para provocar el comportamien-

los científicos sociales intenten adentra6e y explorar a las personas y suj pe.isamientos. El individuo se vuelve así suieto de estudio -es decir, suietado a la

to que

se

quería evitat.

manera de hacer y ver el mundo de la psicología social-_, básicamente irnpreg_

,c)

l.ldirorial L.l(x

2.\t¡

lillr(xluc( ¡r)rl , ld Ilsi(1)l()8iJ vtrial

nado de valorcs propios «lc la manera de vivir norteamericana, dad() cl cl«rlninitr

quc listados Unidos ha tenido ell [a psicología strcial tradicional quc, irlcluso, sometida a un cambio en la dirección quc la disciplina crec corrccta'

es

liste tipcl dc consideracit¡nes ntls remitc a un uso social dc las actitudes, ligado a la reproilucción social y al control. tlaio ellas, las actitudcs s€ nos aparcccn mucho más cgmo vincula<Jas al or«lcn s()cial y a l()S Srupos, que coll.to clltidades

,d Idiror¡al

l,(x;

(lapítulo IV. Naturalcza y ()fgal¡izJciolt...

New«lmh, quicn dcrrrostr(l que la gónesis y
grupo no cs ya un simple contexto que modula actitutlcs, sino

que es la fucntc de las actitudes:

mentales indivicluales. Pero para entcnder cstos vínculos, necesitamo§ comprender quc el control no es una cucstión de personas, sino de relacioncs de po-

"este t¡po de actitutlcs no se adquieren en el vacío social. su adquisición está en función dc la relaciírn dc uno mismo con otros grupos, de manera positiva o negativa.,,

der entrc Srupos. Para recupcrar estas nociones, pucs, nos harán falta tltras maneras clc entender laS aCtitudes, mane raS que Sugieren un allclaie mucho más social dcl concepto. Esto es lo que veremos en cl apartado siSuiellte'

T. M. Newcomb (1958). Marunl de psicología sociat (p.312). Buenc» Aires: Eudeba, 1969.

El hecho tie optar por una concepción individual o grupal de las actitutles no simplemente una cuestión de matiz teórico, sino que tiene repercusiones también en nuestras prácticas. [,sto se ve claramente en los intentos de modificación

(

(

es

3. Hacia una comprensión social

de las actitudes

mos hecho ya es suficiente comg para apuntar hacia una tendencia: que las actitudes son entendidas como alSo individual, una posesión mental del individuo. El grupo no se tiene en consideración -o, cuando Se tiene en cuenta, es más bicn como ,,simple contexto" en el que las personas tendrían actitudes, pero sin que afecte a su naturaleza. Esta concepción queda refleiada en flases

como la siguiente de

Festinger, a quien ya hemos presentado como uno de los grandes autores de la psicología social: "No obstante, hay que remarcar que el contexto social no introduce nada cualitativamente diferente en los procesos de activación y reducción de la disonancia"'

la disonancia

un modelo indiviclual, las actituiles de un grupo no son que hace falta modificar una a una cambiando las ideas individualcs de cada ¡rcrsona, mientras que según un ¡nodelo más que una suma de actitudes individuales

Hasta ahora hem«-¡s presentado la visiÓn más tradicional de las actitudes, la que que hese encuentra en la mayoría de manuales de la disciplina. El breve recorridtl

L. Festinger (1957). Teoría de

de actitudes, pues según

cognoscitiva (p. 286).

Madrid: lnstituto de

F,studios Políticos, 1975.

el grupo Queda claro que para Festinger -y para la corriente que representamodique no es simplemente un recurso, uha situación, un contexto diferente

fica en nada las actitudes, las cuales son de ofiSen cognitivo. No obstante, no siempre há sido ésta la visión de las actitudes. Basta recordar el experimento de

más social, el carnbio de actitudes pasa más

( (

por una modificación de los valores

y las ideas smialmente compartidos. El fracaso de los intentos de cambio social a partir de modelos individualistas nos tendría que alertar y hacer reflexionar sobre

(

la importancia de la vertiente grupal en la constitución y el cambio tle actitudes.

I

prevención del sida, por eiemplo, se han basado a menudo en el hecho de difundir la necesidad de utilizar preservativos. Estas campañas, con frecuencia de poco éxito, no han tenido en consideración algunos de los valores culturales implícitos que dificultarían el comportamiento promovido de utiti¿ar preservativos, como por ejemplo, la idea de que el uso de preservativos está en contradicción con las concepciones de masculinidad dominantes: "quien util¡za preservativo no es bastante hombre". Además, el uso de preservativos también interfiere a menudo con otros valores sociales. Por ejemplo, si en una pareia uno de los miembros sugiere util¡zar preservativo puede causar la impresión al otro de estar acostumbrado a teLas campañas de

ner relaciones sexuales con diversas personas, y despertar así sospechas de infidelidad o promiscuidad. Al mismo tiempo, y visto el carácter preventivo de enfermedades que t¡ene el uso de preservativos, la petición también podría ser interpretada como una falta de confianza hacia el otro.

si seguimos con el ejemplo, podemos decir que, argunas campañas que pretenden generalizar el uso del preservativo a todo tipo de relaciones sexuales (incluidas las relaciones habituales con una pareia estabte), a menudo no tienen en consideración

(

I ( ( (

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2.rtt

lldilorial L)O(l

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referenciayhaciatamodificacióndeactitudesyvaltlress
'l'homas y que introduieron el concepto de actitud en la psicología social, históZnanecki (a pesar de que después, como hemos visto en la bleve revisión predominado rica, este aspecto se diluyó en el contexto psic
Se

acerca. Probablemente nos Sea más fácil pensar que una

persona que participa en movimientos pacifistas dará su apoyo al movimiento haga' okupa, que pensar que una persona que especula con tierras lo

Ofalik)rial tl(X

2.t9

(iapi{ulo IV. Naturakza y
I'll cas
socialcs, dc ac¡uí no sc tienc quc dcsprendcr la idea de que el carácter social de_ penda dc una cucstión numérica. N<¡ sc trata rJe ver aquello que involucra a una pefsona com
Decíamos, pues, quc er anclaje dc ras actitudes en ros grupos otorga al con- cepto un caráctcr emincntemente social. l)ero al mismo tiempo, también abre preguntas en referencia a la insistencia en [a modificación de actitudes. para empezar, una de las ideas que encontramos implícitas en las teorías

del cambio de actitud es quc hay actitudes rnás correctas o más aceptables que otras. De hecho, se pueden encontrar analogías con el moclelo médico: hay grupos o pers.nas "desaiustadas", con un "problema,,, con actitudes inapropiadas. I:sos grupos o

personas deben ser "detectados" y "diagnosticarlos" para que se les pueda dar "tratamiento". De esta manera se crca una división entre ,,las personas norma_ les

y corrientes" -aquellas que tiene.n actitudes- y aquellas que, iustamente

porque están

en la posición de expertas, pueden iuzgar qué actitudes son o no correctas y están legitimadas para intervenir sobre ellas y sobre otras personas -€n un principio, por su propio bien. En otras palabras, las actitudes han dado plausibilidad a la idea de la ingeniería social. lngeniería social fue una expresión utirizada por Lewin como referencia a ra misión de mejora social de la psicología social -algunos han optado incluso por

raíces úlPor lo tanto, aunque son las personas las que adoptan actitude§, las relaciones timas de las actitudes no se encuentran en los individuos, sino en las

crear la expresión humaneerinS. Las dos expresiones recogen la idea de que, de la misma manera qye las ciencias naturales han posibilitado una ingeniería para

materializade grupo en las que se insertan las personas. Las actitudes serían la del grupo en el pensamiento del individuo, supondrían la

ción de la ideología

permitirnos alterar el mundo en que vivimos, también las ciencias sociales darán lugar a una ingeniería social, a una intervención para meiorar la sociedad.

grupos de incorporación en Ia persona de Ios valores y visión del mundo de los el munpertenencia y/o referencia, es decir, de aquellos esquemas que definirán

que compofta (Stainton Rogers et al., 1995).

en las do de cada sociedad y que §on transmitidos vía socialización y exigidos un carelaciones sociales. Este anclafe de las actitudes en los Srupos les otorga analíticaeminentemente social: Ias actitudes tienen el potencial de unir, rácter

mente, Io individual Y lo social.

Esta

noción ha sido fuertemente criticada por los efectos perversos de control

Ias campañas contra el sida, por ejemplo, se dirigieron en un principio hacia los llamados grupos de alto riesgo (curiosamente, homosexuales y drogadiitos). uno de tos efectos de estas campañas fue culpabilizar a estos grupos de la transmisión de la enfermedad, a la vez que

se

desresponsibilizaba a aquellos que llevaban a cabo prácticas

-

( ,O

Udilor¡al

tlo(:

24o

heteroscxualcs (entre los que sc ha tlad
liltr(xllrct¡()lr a la llrie()l()¡lia !([ial

cl incrctnento mayor tlc la incidcncia

«lcl

Ahora bicn, si como hcmos dichg antes, las actitudcs cstán ligadas a los gru[x)s,

o Edit()rial L,(X;

24t

Cal)itulo lV. Naturaleza y orgarrizaci(i¡1..

(

den cntendersc corno algo mental c i¡rdividual, puesto que, muy al contrario, su naturaleza sc cncucntra cn l<-¡ sr¡cial, especialmente en el lenguajc y cn nues_ tras prácticas comunicativas.

(

no es indifercnte qué actitudcs son vistas como accptablcs (normalcs, positiva!, etc.) y cuáles como susccptitrlts dc m<xtificación o eliminación (tlcsadaptativas, problcmáticas, etc.). Al contrario, éstas son cucstioncs rclaciona(las dircctamcntc con las relaciones cle p
cia los que ttirigirir estratcgias dc mclclificat:iírn rle actitud. (iltno es tácil dc imaginar, a partir tle campañas cle camhig tle actitutl y de intervcnción srlbre lo que otros Srupos piensan, los grup
s<.1«:ieda«l

podrían realizar

operaciones soble otros grupos situados en posiciones menos privilegiadas. lin otras palabras, la modificación Cc actitudcs, aunque se pueda presetltar como una posibilidad de mejora de la socicdar-i, tlela abietta la posibilidad nada isualitaria dc

control de unos grupos sobre los otros. Esto quiere decir que las actitudes deben entendcrsc en el contexto de las re-

3.1. I-as actitudes desde una perspectiva discursiva Las perspectivas discursivas recogen, entre otras, las contribuciones de la teoría de los actos de hnbla tle Austin, de lo eÍnometukttogfu de Gorftnkel y de la semió_

tictt.

(

sus orientaciones, a diferencia de las teorías vistas anter¡ormente, no proponen ya un modelo más perfcccir-rnado que tenga en consideración

un mayor nú-

rnero de datos para descuhrir cuáles son las actitudes, sino que propondrán har-er algu,os camhicls radicales sclbre cómr¡ entender la naturalez-a, no sólo de las actr-

tudes, sino tamtrién de los constructos teóricos en gcneral. uno de los cambios clave quc proponen es un cambio de locus, con lo que se pasa de considerar ra

laciones de poder entre los grupos y hay que destacar, por tanto, su componente icleológico. Los grupos entreteien maneras de ver el mundo que les son propias,

dimensión intrapersonal a considerar la dimensión interpersonal. ciertamente, concepto§ psicológicos como las actitudes, los esquemas, los recuerdos, etc., ya

Según las Situaciones O Contexto ett los que Se encuentran, y Crean una Cultura cle grupo o ideología. Esta cultura grupal ayudará a la pcrsoita a interpletar ac-

no son vistos corno p
tivamente la realidad, de manera que la persona entenderá el mundo mediante

mundo. sin embargo, para entender por qué esto es así, vare más que primero

la visión del grupo, la cual refleiará sus valores e intereses. Por lo talrto, para en-

consideremos otras cuestiones.

tender las actitudes de los individuos hay que entender esta cultura grupal o ideología, y esto significa tener en cuenta el contexto histórico y la historia de

(

( ( (

(

Para empezar, estas perspectivas parten de una idea rliferente de persona,

I

entre un grupo y los otros. -Las dirnensiones más grupales e ideológicas de las actitudes son las que a menudo se hacen invisibles en las concepciones individualistas desde las que

una idea distinta de la que encontramos implícita en las teorías tradicionales. La persona ya no es un inclividuo solo, autónomo, que piensa y que lleva a

(

cabo unos procesos cognitivos que rlespués son influenciados por el contexto, el grupo y la sociedad. Al contrario, sus pensamientos, su identidad y

(

ha trabaiado funrlamentalmente el concepto. A medida que el énfasis anali tico se ha ceptrado en el individuo, el contenido ideológico se lta ido perdien-

de entenderse a sí mismo, sus acciones, etc., t«rdo esto viene configuraclo y t«rnla sentido según la sociedacr en ra que se encuentra y en ras práciicas

do. Sin embargo, algunas corrientes alternativas nos permitirán recuperar Ia raíz social del concepto y superar algunas de las críticas anteriores: la crítica a

tivas en las que participa. Ante esta visión de ra persona, ya no tiene sentido gue estudiemos las actitudes como si fueran producciones individuales de sujetos solitarios, sino que habrá que tomarlas como posiciones colectivamente producidas, y habrá que ver asimismo cuál es el papel que las actitucies tienen

las relaciones

se

la concepción irr«lividualistafla crítica al énfasis en el controi, la

irítica

al olvi-

do de las relaciones de poder entre Slupos. Entre esas Corrientes encontlamos las perspectivas discursivas, que intentarán explicar cómo las actitudes no pue-

la forma

(

colec-

en !a relación entre personas.

(

(

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1t2

(

¿Qué

(

lr(¡nn¡.(ior

¿ l¿

16¡(1 B¡¿ v(a¿l

Normahllcntc, al habl¿r dc práct¡ca! colcctivas §t picnsa en aqtrcllas actividade\ quc se hacen con mucha gcntc, como por ciemplo, tn una manifcstac¡ón' un.tra_ dc k) úajo cn grupo, ctc. l)c todas mancras, ¿sta cs u¡ra dc[inici')n muy rcstrinS¡da pcrs{tna' cualdc la social soiial y ii accptamt s una visión radical dc la dimcns¡ón conocompartimos quc todos en quier práct¡ca tom¿ stt siSnificado en la med¡da cimientos, valorcs y una histori¿ c¡r el ámbito Srupal. Lo que acabamos dc afirmar contradice el espíritu de la mayoría dc las investiSaciones experimentales que, como denunció Ront Harré

cn 1979, han tcndido

como modelo de persona la fitura de un autómata solitario, comPletamente determinado por las circunstancias, sin tener en cuenta el contexto' Ahora bien, si empezamos a estudiar a la persona en situaciones relacionales'

a asumir

empieza a ver que Ia Sente no actúa como si fueran autómatas, ni como si estuviera sola en el mundo, ni cstá inevitablemente determinada por variables externas. AI contrar¡o, la persona lntcrpreta activamente sobre la base dc nor-

se

un contexto determina-

do, y se esfuerza continuamente por daf sentido a su mundo' Es decir: las personas tienen aSencia.

(

( (

Por ello, tas perspectivas discursivas se centran en la interacción cotidiana' en et habla y en el discurso, en las actividades que la Sentc lleva a cabo cuando da sentido at mundo social. Se cambia pues, el enfoque, desde la naturaleza dcl

ind¡viduo estático hacia las prácticas de interacciÓn Pero esto no debe verse como una vieia aspiraciÓn det conductismo de volver a la conducta directamente observable. Al contiario, no son las conductas lo que intereg ahora, sino las prácticas colectivas, es decir, las acciones que tienen un siSnifi cado Nra la gente que participa en eltas. Un siSnificado que, una vez más, no se enconttará en la

(

cabez¿ de la gente, sino en su interacciÓn, Puesto que los significados se nego-

cian y construyen a partir de situaciones concretas' El énfasis.en ta relaciÓn no nos tiene que hacer olvidar que no todos los si8nificados son fácilmente negociables en las inteÍacciones diarias' Todos tenecierto mos [a expedencia de sentimos miembros de un mundo donde, hasta

punto, los significados ya esán hechos, son reProducidos por medio de ciertas instituciones y compartidos por los miemblos de una cultura' [¿ dimensiÓn y sociedad, arraigados en unas instituciones más estabte de siSnificados de una

(l¿pnub

Iv

Nuruial.z¿ y orSa{ir¡c¡úr

prácticas socialcs y t¡uc rlcfincn cr-luro se rlrganiza ésta, es la que se intcnta ex-

son prácticas colectivas?

mas y reglas sociales, sobre valores sociales propios de

2{.i

presar cI)n cl [r-n

c(xlccpto dc c:rtructura social.

otras palabra§. §i cl mundo ticnc significado no es porquc tcnemos qrque-

mas, actitudcs, catcgorías o. reprcscntaciu)cs almacenadas en la cabez¿, sino más

bicn porquc somos capaccs dc hahlar y discutir con otras pcrsonas. A partir

de la intcracci(')n con l(,s ot()s, dc nuestras prácticas y de nucstras convcfsacio-

construimos una visit'ln de nuestro entorno que nos permite yolvcrlo un mundo sign¡ficativo. Así pues, sc trata dc dciar de pensar en aquello quc pasa dentro de las personas para preocuparn()s de lo que pasa entre las personas, es ne§,

decir, cn la rclación. 'l

odas estas presug)siciones

dc las perspectivas discursivas son

relevantes

cuando pensamos sobre actitudes. A dit¡rcncia de las teorías convencionales, la perspectiva discursiva no intenta identificar las actitudes conlo algo que tenemos en la cabeza, ni como una predisposición interior indivi{iual, sino como prácticas

evaluativas, es decir, como maneras dc hablar con las que hacemos saber a los otros nuestra posic¡ón ante ciertos hechos. Si recuperamos un poco el sentido que el concepto de

actitud tenía al inicio de su historia, el sentido de ser una posición (y no una prcdisposición interna), la perspectiva d¡scursiva entenderá las actitu-

des

como maneras de hablar que nos permiten posicionarnos a favor o en contra

de ciertas situaciones. Para so de la

cumplir esta tunción,

será clave

centraBe en el discur-

8ente.

Bto diferencia

las perspect¡v¿5 dis(ursivas de la teoría de lar representaciones sociales, en tanto que esta últiÍu continúa viendo las representaciones y las actitudes como entidades mentales; es decir, si bien acepta su or¡gen social, las cor¡tinúa situando en la cabe?¡ de los indiüduo§. Ademár, a pesar de la importancia que las repre$ntaciones ototgan a la comunicac¡ón, no tieneri en cuenta n¡ el discurrc n¡ el @ntexto conversacional. Ahor¿ bien, una caraclerística en común entre las dos aproximaciones es la seosibilidad hacia la diversidad cultural: en diferentes contextos y época§, taoto los discursos como l¿s fe presentaciooes soc¡ales, y las actitudes, probablemente seí¡n dilerentes.

3.1.1. Aproxlmación al concepto de discurso

La idea de discurso es complela, y además, escuelas diferentes lo entienden de manera

diferente, con los que tampoco aqui encontraremos consenso entre

( Irl«trl!,

¡nr J lr l\((r(,N'J

(

rf,ül

-l.l

cat"rul(, lv. N¿tuÍ¡1.¡r y.rr¿n¡z¡cidr

( los diferentcs autorc:\. A lo lar¡lo de csta! Pá8inas harcmoi refclcncia a alSunos

dc kls puntos tlc dr:sacuertkt. I)e«1, ahtlra harcmos una priolera plc§ctltacií)n dc las p{.lrspectivas discursivas y recogercmos aqucllos aspcctos que todas las corrientes enfatizan. Y quicn quicra profundizar cn la ntrcirin dc discurso, pucde consultar algunas dc las lecturas rccomcndadas. Un discurstt es, básicamentc, un con¡utrto dc i¡.leas, valores y rt¡rinitltles, que sc articulan en prácticas linSüísticas desde ciertas posiciones in!titucionales, que cstá situado históricamentc, y quc construyc un obiek) dc una detcrminada rnan!'ra. Esta última caractcrística, que más adclante intcntarcmos ilustrar mediante un eiemplo, es clave para cntctrder cl discurso, pues el coniunto de cr§ln' cias, valores, idcas, etc. transmitidas, acaba dando forma y definiendo el obiek) sobre el que versa eI discurso, los tipos de p(:lsonas que el discurso concibe, lo§ pos¡bles int('rlocutores a quienes el discurso se diriSe, y en sttma qué es posiblc

decir v qLló no dentro de un discurso determinado. Discutso taITIbién es alSo dife(errte para invcstiSadores diferentcs l)¿ra alSurros significa cuatquier forma de habla o esctitura, para otros sólo se refiere a las interacciones habladas e incluso para otros, el discurso son prácticas li¡r8úísticas que se desarrollan cn un contexto histórico más amplio.

loucault. uno de los aulotei que más ha contribuido a una i(lea de discurso como prácti.a social, describió cómo §c forlnó un discurs(, que elaboraba la locura como una categoria ¡nédica, de fo!ma que la locura se acabó conceptualizando como p¿tología, y la tigura del "loco", que hasta entonces eÉ simplemente el "bobo" del pueblt se constituyó en un indiüduo que habia que rccluir para curar y ProteSer a la y sociedad. El discuro de la locura identificado por Foucault, por eiemplo, def¡ni¿ de el tipo también como persona §¡na, así cor¡stauía tanto a la persona loca como a la intervenciones que s€ legitimaban sobre los locos, etc. Bto§ di§cursos §obre locura y patoloSía daban forma a 106 debates §obre responsabilid¿d y racionalidad del siSlo xlx, de con io que marcaban el tipo de explicacione§ que 5€ pueden elaborat socialmente trase no de Foucault, al discurso los fenómenos- Ahora bien, se8ún la aProximación taria de delimitar los siSnificados que los discursos vehiculan sioo de buscar cuáles son la,t condiciones que hacen Posible Ia aparición de un disculso determinado, cuál es su iógica.interna y cuáles son lo§ efectos de las dive¡sas producciones discur§ivas' El discurso, sin embargo, no es alSo tangible de por sí,

sino que

se

materializa

en textos concretos que son lG que los analistas tendrán que reccger y preparar para el análisis. El uso de la palabra t¿xto, sin embarSo, no nos tiene que hacer pensar que sólo se pueden analizar palabras. Más bien,la palabra texto se define

de mancra nrás amplia, por ejcnrpl0, tomo kr hace parkcr (1992), eomo,,teiidos delimitados de significados rcproducidos cn cualqu¡er forma quc sc pueda anali_

(

z¡r de manera intcrprctativa" (p. 6). Iisk) ¡ncluyc cscr¡tos, claro está, pero tam_ bién imágrncs y f,rlD¡rafías, anun(il,s,'(.arl(lc\, publi(itarir,), múr¡(d y

(

V¡.,fJ

melodías, etc. l,a meior mancra dc aproximarnosa un¿ idca iotuitiva de discurso es a partir de nuestro e¡emplo dc losol¡¡,f,¿r§. S¡cscuchamos cómo se habla de los ollr,¿s en un telcrliario, [xxlem<¡s ver quc hay una manera dc hablar de ellos, desde elestado y los órganos inst¡tuc¡onales, quc l()s prcsenta como ióvcncs viole¡¡tos, cxtremistas, oagani¿;oj y en cootacto con otros movimicnt()s violenk)s de todo el pais. Si, por elcontrario, bus_ camos ink)rmación en l()Cales de movimienbs alternal¡vos, los o*¡rpds aparecerán

(

ahora construidos como un movimiento contra clsistema y sus desigualdades, con la iustici¿ soc¡al como una dc sus aspiraciooe§.

(

(lada riña ü: cstas k)rlnas dc constntir el mr\ irrlicnt,, o(¡¡l¡,1 ¡s cumpart¡da |r,r dijter rnioados gft¡pos s()ciales y no por olros. Irsta5 r.isi()nes diferentes no son simplemente op¡n¡ones ¡ndividualcs distinto§, sino uoa ser¡e de pensam¡entos organizados, com. part¡du por grupot que transm¡ten valores, creencias, supuestos tamb¡én compartidos por estos grupos. Por k) tanto, cada uno de esk» discursos se reproducirá rlesde unas posiciones y no otras. Ásí, el primrr discurso kr esperariamos en represcntantes del Sob¡erno, policía, altos cargos del ¡.stado, militantes de pañidos conservadores y de partidos de cxtrema derecha, .tc. Dl segundo, nos lo imaginamos más propio de miembros de movimientos alternativos. personas que defienden la igualdad de los c¡udadanos por encima de la p¡opiedad privada, etc. f,s dccir, la posición que uoa persona oo¡pa no es independiente deruáles el tipo de discurso que puede a¡ticular.

(

(

( ( (

(

Tendría, pues, que quedar claro, que los discursos no son producciones idiosincráticas, ¡rrdividuales. por una parte, ios discursos están determinados

(

por estructuras sociales -es decir, las estructu¡as sociales determinan cuáles son las condiciones de producción del discurso. para algunas tradiciones di§_ cursivas, representadas por eiemplo por la posición de parker, los discursos

( (

es_

tán ligados

a instituciones: éstas reproducen discursos que permiten mantener relaciones de poder, y dominar y controlar a personas. Tal como lo veÍamos en el e¡emplo anterior, la institución psiquiátrica ccnstruiría la locura como

(

producción discursiva. Sin embargo, como lo rebaten autorcs de otras orien_ taciones, también estas institucioneJ son constituidas y sustentadas p,or los mismos discursos, de manera que, más que una influencia unidireccional, encontramos una inte¡dependencia entre discu¡sos c instituciones. por

(

eiemplo,

(

c,

l.:ditorial I l()(

216

Inlrodr¡r

(ri,ll

¿

lJ Itsie(tl(r8id cf,iJl

,!i

Edilui¿l

I I(

x

217

(lal)ítul() lV- Naturaleza y orgalrizaciór.

cl lnundo social en cl que vivc, aunquc a mcnudo no seamos conscic,ntes

discurso Sobrc la lgcura cstá lc¡¡itirnando al mismtl tiempo la irrstitución psiquiátrica, pucrito que si hay l«rcos, ¡rarccc evidcnte

sobre

que hacen falta psiquiatras.

de tletir las cosas, esc()gemos ciertos recurs«rs dc expresión y no otros, hacemos relevantcs unos aspcctos, micntras quc de iarnos invisibles otros. De esta marrera,

sc puede argutne ntar que

e

I

de cllo. l:t'cctivarncnte , cuando hablanr<¡s, scleccionamos entre diversas maneras

i

instituciones y a las estructutas sociales cuntl entidadcs extcrnas a krs tliscuryrs quc los condicionan suele ir ligada a rlna corlccpción ¡calista La

im¡xrrtancia quc

sc da a las

del mun«lo. Así, se suponc quc hay una realidad yxialobietiva que suicta a las perxrnas y quc condiciona su manera dc organizarse socialmente. Pero dcsclc posicioncs más relativistas, el muncl
Potter y Wetherell, 1996).

3.1.2. t engua¡€ y valor€st €l papel constructor del lenguaie como

se puede ver

a raíz de estos eiemplos y explicaciones, la perspectiva del

análisis del ¡liscurso atribuye un papel muy impoftante al lenguaie. Éste ya no es

visto simplemente Como un cÓdi8o abstracto, o como un Conocimiento de reglas y de sintaxis que nos permite comunicarnos. En otras palabras, se considela que la gente no responde simplemente a mensaies, sino que produce significados de manera adiva y, por lo tanto, el Ienguaie es visto ahora como una práctica. Esto

comprobar si observamos cómo hablamos, puesto que le¡os de describir simplemente de manera neutra, utilizamos el lenguaie pala hacer cosas: pala or-

se puede

denar y pediI, para resaltal o iSnorar, para aorsar o convencer, etc' Hablar del papel constfuctor del lenguaie significa que ya no lo podemos concebir como un vehículo de comunicación neutro, sino que tenemos que aceptar que el lenguaie está.impregnado de valores. Ahora bien, los valores no son tampoco visione§ individuaies del mundo, sino que vuelven a tomar sentido en el marco Srupal: los valores que una persona defiende o ataca se relacionan directamente con aquellos 8rupos a los que pertenece, aspira a pertenecer, se refle¡a, etc.

Entonces, el lenguaje no sólo es una práctica comunicativa, sino que además tiene un papel constn¡ctor, y la gente utiliza el lenguaie para construif versiones

i I I

I

no se pucdc dccir que nucstra f«rrma cle hablar sea neutra, sino que presenta una üsión tlctcrrninacla dc cómo cs la rcalidacl, y por muy descriptivo que nos parezca

un fragmento, sicmpre da vida a una realidad cleterminada. Es decir, el lenguaje const¡tuye, y al mismo tiempo es parte de, prácticas sociales.

t I i

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i

un efemplo lo dejará más claro. cada vez que se celebran etecciones, a menudo uno alto nivel de abstención. En los medios de comunicación, de la misma manera quc en conversaciones y tertulias, se acostumbra a discutir y dar alguna cxplicación difcrente sobre el porqué de ta abstención, y al mismo tiempo se suelcn expres¿r diversas actitudes al respecto. Algunas personas expresan una actitud muy negativa respecto a la abstención, ya que para ellas la abstención es una fespuesta pasiva, o mejor, una talta de respue§ta e involucración personal, un pasotismo que pone en peligro el s¡stema «lemocrático. otros muestran una actitud de los resultados más polémicos es el

mucho más favorable, a la vez que presentan la abstención como una opción política, una postura activa que intenta mostrar su desacuerdo con el sistema político vigente.

posturas no difieren simplemente en la dimensión favorable-desfavorable hacia un comportamiento, la abstención, que se entiende de la misma Estas dos

manefa por todo el mundo, sino que las respuestas diferentes muestran precisamente que hay maneras distintas de entender qué es la ahención alter-

-una

nativa política legítima o una falta de respuesta.

decir, las opiniones de la gente están constituyendo ese obieto sobre el que hablan de modo diferente. Es

mientras que los estudios clásicos sobre actitudes han asumido que se puede preguntar a la gente qué piensa sobre un objeto social, y que este objeto social es igual y el mismo para todo el mundo, el anterior e jemplo sugiere que las cosas Así,

pueden ser un poco más complicadas, pues los obietos son construidos y cam-

bian su naturaleza según como se habla cle ellos.

Hablando de obietos construidos, muchas de las características que han sido atribuidas a las act¡tudes, como si estuvieran nece$riamente ligadas a ellas, podrían ser más bien fruto de convenciones y valores sociales. sería el caso de los componentes de las actitudes: la concepción tripartita de las actitudes no es universal, sino que es propia de una manera occidental de enten-

( q liditorial

tl(X:

248

lItr()(lu(ci()rt i l¡ l)\ic()l()8ia s(r¡al

ro

tldilorial (l(X

( ?.4e

ulr)

lV

Natlrrdlez¿ y ('rg¿ili¿a(iot¡...

( dcr y dividir la cxperie ncia humana; en cambit¡, las divisiortes lx) apareccn tan

nítidas y clifercnciadas cn otras culturas.

tl

papcl clel analista también varía tlestlc esta pcrspcctiva, porque también un análisis es una mancra tlc cgnstituir versioncs y obicttls, dc hacer cosas con

que pcrmarlccc cstablc cn las ¡rcrsonas, intlc¡rcndienterne¡te de las situaciones o de los intcrl
y

Aizen.l)e¡o

se

el lenguaie, cle rcproducir una detcrminada visión del mu¡«lo y una id€{)108ía.

continúa suponicndo quc las actitudes subyaccntes a una cxpresión permanecen s¡n altcrar. [a pcrspcctiva discursiva carnbiará csta visión y recupcrará un

invcstigación y la tcorización en gcneral, y también la rcfcrida a actitudc§, e§ una producción discursiva mediante la r:ual la ideología sc promucvc y ¡lor la

concepk) ¡mlx)rtantc, cl dc crntexto. Y cn clla cl contexto no será un simple modulador tlc la expresión dc las actitudes, sino que marcará de manera cleter-

que se legitiman ciertas conductas.

minantc qué cs kr que la pcrsona piensa, dicc y hace, de modo que no hará falta suponer ninguna cntidad rrentrrl interna en el indivicluo. Las versiones son siempre historias situadas en un contexto particular, que

La

Además, el elemplo anterior pone cn duda otra cuestión. Dcsdc las pcrspedivas tradicionales, se supone que cuando expresamos una

opinión, ósta

es simple-

mente un rr:fleio de la actitud, una entidad mental que no vemos pcro que podernos deducir. En otras palabras, aquello que la pcrsona ha dicho es visto simplemente como un indicador que apunta a la cabeza de las perstltras, con lo que la.cxprcsión verhai (a favor o en contra d¡: la abstención, por eicmplo) y el obieto

llevan a cabo acciones particulares. Desdc una perspectiva rliscursiva, objetivos tliferentes o contcxtos difcrentes pueden producir actitudes diferentes. Así, aunque alguien exprese una actitud en una situacion, no tenemos que asumir que siempre expresará ltr mis¡nr>. l)e hech<1, segúrr

rl contcxto

tc'nte cons€'guir, se pueden expre$ar actitutles dit'erentes.

y scgún lo que rc in-

'l'«los sabemos los pro-

( ( ( (

(

( (

del que se habla 1la abstención) son dos entidades diferentes. Pero si aceptamos el carácter constructor del lenguaie, la distinción entre ob-

blemas que conlleva que alguien reruerdc algo que hemos dicho o hecho en

ieto y actitud, rr obieto y expresión de esta actituti, es algo difícil dc mantenel. En el eiemplo a_nterior, ¿cuál sería el obieto real al que se ri:ficrctr las dos actitu-

una situación durante otra situación diferente a la primera. No es difícil encontrarnos haciendc¡ o diciendo cosas muy diferentes sobre situaciones similares.

radicalmettte diferentes, abstención en la medida en que hablamos de pasi-

io que haría usted: ¿cree que expresará la misma actitud hacia la abstención, y de ra misma manera, deiante tle un grupo okupa que delante de un político? 'l'odas estas variaciones pon€n en duda la idea de una ac-

(

titud mental interna y homogénea.

(

Ces

vidatJ o abstención en tarrto que una resistencla activa? Por lo tanto, desde una

centrará en entidades escondidas en la cabeza de la gente, sino precisamente en qué dice a la gente y qué hace cuando dice lo que dice. Es decir, el acento se pone en el discurso mismo, en cómo el perspectiva tJiscursiva, el interés

¡o

se

discurso se construye y en cómo éste construye el obieto de evaluación. [a pregunta a la que algunas maneras de entender el análisis del discurso, como la de Potter y Wetherell, intentan responder es: "¿gué pasa o qué se consiSue a partir de lo que una persona dice en un momento determinado de una conversación,

Por eiemplo, picnse en

Toda esta variabilidad sería problemática si entendiésemos las actitudes tal y como las hemos presentado en la primera parte del capítulo. porque, si las actitudes son predisposiciones internas y estables, ¿cómo puede ser que sus expresiones sean tan diversas y variables? Ahora bien, desde una perspectiva

(

(

(

(

(

dis-

cursiva, no hay ningún problema en integrar esta variabilidad dentro del marco de comprensión de las actitudes. De hecho, es exactamente al contra-

(

rio, puesto que según el análisis del discurso, tendríamos que esperar encontrar variabilidad. si como hemos dicho antes el lenguaie hace cosas -es decir, cumple funciones-, esto significa que las actitudes y las expresiones de urra persona dependerán de la función, de aquello que se quiere conseguir.

(

(

En la aproximación a las actitudes que hemos explicado en los puntos 1 y 2,

una persona que está en contra del s¡stema punitivo de las prisiones se puede posicio

(

una actitud inváriable

nar en contra de la condena de pequeños ladrones de calle, pero esta mlsma persona

teniendo en cuenta el contexto?".

3.1.3. Contexto y variabtlldad

mayoritaria en la psicologia social,

se asume que tenemos

(

( (

( (

.c/

trd¡(orial (,(Xl

250

Ittlrtxlt¡tcit'r¡t

¿ la ¡rsieolo¡¡ia six ial

!) t:dil()ri¿l

tlo(

25r

(:alrítuk) lV. Naturalcza y orgailización...

rctórico. 'l'rxlas las actitudes cstán situadas en un contexto argumcntativo más ampli0, ya quc la gcntc ticne actitudes respccto a temas que -sean del tipo que

()tra qtrc ha violado' Si ttna puedc qucrcr tletcnder una pcna máxima rlc prisi(rn para dccidirá no ir a votar cn politicrt, sistcma el p.rrun, ticnc una actitud ncgativa hacia evitar quc la op.sickin quicrc per., desfavorablc, parrri. actitud a su si las elecciones. por para una pcrspcctiva disk¡ tant<1, consiga tanta vcntaia, qirizás decida ir a votar. dcl tliscttrs«r. constitutiva y partc cursiva, la variabilidad cs algo natural, común

sean- dcspicrtan clebate y
favor o cn c()ntra en una determinada controversia. por

l<¡

tanto,

las actitudes

n0 son rcspucstas ncuronale;, prcdisposiciones internas o hábitos, sino que son

3.f

.4.

¿Y la consistencia?

posiciones s<¡bre cuestioncs de debate público. Desdc p«rsiciones tradicionales el conflicto se ha intentado trabaiar a partir

con el se habrá dado cuenta de que este énfasis en la variabilitla<J contrasta Mienénfasis señalado anteriormente en la consistencia y cohcrcncia cognitiva. de que las teorías cognitivas dan por supuesto que dos versiones diferentes

de su eliminación y de la obtención de coherencia, pero rJesde posturas discursivas, sin embargo, se acepta el carácter dilemático e incluso ambiguo, abier-

to y polisémico, de las actitudes.

tras

es viviun mismo hecho son contradictorias y, además, que esta contradicción

,

munes,yquesóloenpocasocasionessecorrigen-enaquéllasenlasquelasper.

t

señala-. sonas se dan cuenta de la inconsistencia, o cuando alguien la probaincongruentes, ser de o Ciertamente, si nos acusan de contradecirnos defentlereblemente dediquemos muchos esfuerzos a iustificarncls: a menudo

Porque las actitudes no sólo comportan una posición favorable o desfavorable, sino también la voluntad y capacidad de entrar en polémica, ya que la gente

i

los analistas y da como un hecho desagradable e incómodo para las personas' que son prácticas muy coIas analistas del discurso han observado sin embargo

I i

iustifica sus actitudes, critica puntos de vista contrarios, discute. y cada actitud a favor dc alg
f

I

miento en contra del punto de vista opuesto. Por tanto, todas las críticas y iustificaciones no son simples acompañamientos de las actitudes, sino que son

I I

t

I t

parte integral de las mismas; y sin el contexto argumentativo no habría actitu-

mosquenohemosincurridoenningunacontradicción,diremosque[oque

des. Por

es

cados distintos. Parecb,

Pensar que las actitudes muestran la posición ante los otros quiere decir que

que despiertan debaevidente, sino que §on conceptos discutibles y negociables precisamente inte. La inconsistencia es a menudo un reto arSumentativo que

nos sirven también para presentarnos ante los demás de determinada manera. Así pues, las actitudes son una herramienta para construir nuestra identidad y

tenta resolverse mediante discusiones y argumentos' nos apunta Además, la incomodidad que experimentamos cuando alguien

nuestro "uno mismo".

Teniendo en cuenta su naturaleza discursiva y argumental, haría falta que re-pensásemos la manera de estudiar las actitudes: ¿basta con utilizar cuestionarios y escalas o con llevar a cabo un experimento? un primer problema al respe«o

de que' que hemos sido incoherentes puede estal muy relacionada con el hecho deseable no en nuestra sociedad, Ia inconsistencia está mal vista, eS una manera disonancia cogde presentarse uno mismo. Por lo tanto, lo que las teorías de Ia

es

una innitiva prese¡tan como incomodidad cognitiva podrÍa ser simplemente que comodidad ante la contradicción de un valor social. Todo esto nos sugiere cogámbito el en quiás, como dice Billig (1987), en vez de situar la consistencia nitivo, deberíamos entendella en un contexto de argumentación'

[a apreciación de Billig evidencia que hay una característica de las actitudes contexto que ha sido sistemáticamente olvidada por los estudiosos de éstas: su

(

lo tanto, si eso

es así, no se trata tanto de estudiar las actitudes aisladas, sino de mirar cómo se articulan como parte de discusiones y polémicas para reforzar_puntos de vista.

una contradicción porque nos referíamos a dos situaciones dos signifidiferentes, o bien que estábamos utilizando una misma palabra con pues, que lo quees o no es una incomistencia no es algo

hemos dicho no

-

que tanto los cuestionarios como los experimentos siguen una lógica ahis-

toricista, es decir, olvidan los procesos históricos y sociales que dan lugar al hecho de que un grupo determinado adopte determinadas actitudes, desatienden también el contexto discursivo y argumentativo que hemos defendido de actitudes, y a menudo no permiten que las personas seamos informadas del significado que según ellos tienen riuestras conductas y actitudes. las

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N¿turdlLa y rr¡jdur/jou,r

( ¿l)ucde una crucccita en u¡ cr¡csti()nari() c¡pturar las ¿ctil(rclcs de un¡ pers(nla? Ima8inémonos a una perym¿ quc no va a votar. ¿ltxfumos irifcrir dc clk) sú actitr¡d nc, gat¡va hacia cl sistema pol¡tico? l)ilíc¡lmcntc, fDrquc un¿ pcrsona puedc n() ir ¿ votar para cxpresar dcsacuerdo, o s¡mplcmente porquc votar no lc imp()rta cn aby)luk), () porquc no está de acuerdo con las altctnativas propucstas, o p()rque no sc c (ontr¿ba cn su ciudad cldia de la votación, ctc. l)or lo tanto, intcntar aprchcndcr las actitudcs a pattir dc un !uestionar¡o no parccc qur sea algo b¿stantc convinccntc.

(luando interpretamos lo que la gcntc dice no sólo a partir de una frasc corta -o de la crucecita en un cuestionari(F, sino tcniendo en cuctrta fragmcntos m;s Iargos en krs que sc tienc la oportunidad de aft¡cular posiciones, el contcxto en el que se habla y aqucllo quc se consigue retóricamente c()n estos frag¡nentos, aparece una nueva compleiidad y riqucza en las interpretacioncs de las rcspuestas. Esta compleiidad, precisanle¡rte, es Ia que quieren recoger las pcrspcctivas discursiv¿rs

Eieñplo dc análisis dct diicurso: cilbcrt y Mulkay (19E4) Cilbert y Mulkay,

a partir de una serie de ent¡evistas ¿ cientificos, vieron quc los er¡trevi§tados utilizaban dol, tipos dc argumentaciones discursivas nruy di[erentes, es de-

cir, dos repertorios de argumentos quc difeí¿n entre sí y que eran ut¡lizados de mancra sistemátic¿ en situ¡ciones difercntcs. Ln circunstancias forrnales, los cientí[iutilizan un repertor¡o entpiricista, cuya caracteristica básica et que presenta el .onocimiento cicntífico como una c1]nsecuencia directa del trabaio riguroso, empiri((,, obietivo. El fragnlento que se presenta a contit¡uación podr¡a ser i.¡n c¡,lmplo de cllo:

cos

"En este artículo, pres€ntamos los resultados de unos estudior sobre la manera de inhibición de la fosforilac¡ón oxidante del efrapeptin 1...1 Es dificil enca,a¡ estos resultados en un sencillo esquema mecanicista que ¡mpl¡que un receptor catalítico único para la sintesis y hidrólisis de ATp. Tal como se discutirá, los datos son iuterpretados con más facilidad en términos de un modelo de receptor múltiple inte.activo, como el propuesto recientemente por Bradshaw, Willow y Stein" (introducción de un articulo cientíñco, citado en cilbert y Mulkay, 1984, p. 4t). Notad cómo el conocimiento científico que es fnes€ntado co¡oo válido es iustiñcado a partir de lá evidencia experimental -los datos demuestran las conclusiones aceptadas por los c¡entíñcos. Ahora bien, en contextos lnfoÍn¡les, al rep€rtorio empiricista se suma a otto, al repertorio contingente. Junto con el anterior tipo de explicacion(s de cariz ob¡etivo y neutral, los cientíñcos utilizan otras explicaciones qi¡e pretenden iusüficar por qué a vece! otlo§ colegas cometen e¡rorcs. Las ca¡acteúrticas de e§te repertorio las v€remo§ nleior a partir de un eiemplo, en conc¡eto de un frdgmento en el que se pide a un científico que hable rcbre el trabaio de otros cientiñcos que él conoce:

"Mc parccr que sin)pfur¡rcntc hahia u¡¡a tcnde¡tc¡a E)r parte de la gente llos c¡entíficos de k)s quc lrabra¡ dc iotcntar dar ta irnpresión ie q,e *"i.^ l"r.*.'ilr.¡," .r" nosotr)s sentirn()s quc nos tr¿icionábamos, sabes, <¡ue eran un ¡»c,, aogaatianr ann sus opinionirs y quc tcn¡an per$nalidadcs .uy ru"u", y qr" tiuil" l""-,r,""u*. Picny, (lur' (.\r¿ (\ ,n¿ J(. td\ ( o\¿.' qu( pr{ ¡h¿¡1,:.""r" Já.ir¡r¡ rto [¡ xJtd frl ) ('t r ld t rn r nranr.ra gkrtul dr, apt ]ximarm( r ¿ las cos¿s y .le no pr",xr,parmcv)hr(l,'qr¡, c5td g,rt( d(\.i¿, y cn .l arrca¡rs c¿J rez q* i"rii" *^,¿" rlc elkr y lrurlrl,* triz.r,, para har.rrkrs ff,.¡r, rf prnro O" pr"lr'n*r";;crlm;'il", dr(ir.tar c()sa y tal otra? ¿r)e qué datos saeas csta (oncrusión? jcómo Ducdc§ cxcruir eo,? y rntooccs desc.hrías quc atgunoj dc rrrn, r"n,u, f.Ji.'.n^ escuchaba nunca lo quc yo tenia que d".irr". si"mpr" tária p,Áler.. ¿" ve¿ quc )o le hacia una p.egulrta en las reunlones,, lfragmeoio,tG, .io¿o "i¿i'.¿" y Mülkay, l9tt4, p.66).

(

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ái;a;.;;

". *t¡ru*,

tn

este r»saje, ra

pr¡$na

que habra identific¿ ras opin¡on. de uno o más cientiricos (omo ermncds, a la vcz quc proporciona Jlgún tip" á" e¡pficei* qu" l,fffjl.om" atst,n ,s, icnr¡ficos t¡u«lcn ltega, o ""J* a, a ,r"rorlo (ientifico, y estc ¡nct, "quiro.r*, do es rigurrm y tratrle, sc expti::i.,r.,1.:) 1,"'",, ¿r.ámo (z ta apar¡(¡, n¡ de rrr(,rc\l I,¿ra ii.¡stificnr los err()rei, se recurre ¿ 106 argufnirrto, d"l ,"p, toti,, ct,nlinxcntc: cn t(,!ftrs est.o cFmpb\ se pue
;;;; *l*",í"i.J.r

(

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1...1

ma|cra, l()s cientificns pueden articular cxplicaciona5 a.r¡métricas sobre cómo §e prqlucc conocimicnto c¡entif¡co. Cuando .uno.¡rni"nro el método (ientífico se rra apficado cor¡ectamentc, "f "i.orr'.ü11'porqu" ras concrusion", ¿"rirán ¿l au,o, empíricos, ¡os cirntificos han sab¡do c¡

I

De csta

d:I[:T:;: Tl...?ii,üt*J.Hl,ff:,'H

personaridadcs e ¡ntcreses ar ma(sen errores, no es por culpa del método científic¡, sino que aho(¿ la culpa la tienen ln. fluencias s(x¡ales como las mencionada vi¡ruado er proceso d"

p..d;;;;",:"'":T,'f,'#ilii;liñ1"'*J'll?lJl,Xli"i;

( (

conocim¡ento cienti[icos no quedan nunc¿ comprometidos:

I

"No creo que valga la pena tener una discusiún racionar con spe¡cer ar resoecto. oorque estoy bafante seguro de que no le haré camoi¿r ¿e ¡¿ea.l. gncuenu"i?.,,'oo_

(

cutir sobre este rema, porque rlo entiendo cómo puede no uaarta, Ouu_nu"U-, argumentos y experimentos son corectos. sospecho que Así que no r reo que sea un problema de la ci.r.t, n"l¡" 45, citado en C¡tberr y Mulkay, I984, p. 83).

ér tiene

(

eimirri ,roui"-u.

."rru.,á.;;;ir;;.;,"

( (

Fragmcnto de ar¡álisis convcrs¡clona¡: Edwardt y potf.¡ (1992) A conlinu¿c¡on podcmor leer un fragmento de una (onversación enlre N y E, en e¡ cual N ¡nv¡t¿ ¿ L^a ir a comprar, que h¿ s¡do transcr¡to s€g,i" f", r-"iiir¡, conversacional. Después del fragmento, presentam* "sias qra t"."n fu inta,p,at"i-iOn Edwards y I'otter.

jj

( ( (

I €)

liditorial t,(Xl

"l'l: ...Y tuvc quc tcncr nli pie cn N:

25.r

tn

Irrtrotlr¡eeirirr d l¿

l\i«,|(tia \(\'ial

coiít, durantc dos días, ¡'rt sabcs y -rrrmt¡lmln

I

O Edilorial

{

I(Xl

()¡rítulo lV. Naluraleza y orga¡¡izac¡ón...

25s

I

Conclusiones

¿'Si?

E: Pero, querida, scguro que todo irá bien, est
cllo.

N: Oh, estoy segura de que todo irá bien, L,: Ehe...

N: Oh: haber ido. Pensaba que quizás podriamos E: Me gustaríu ir a buscar algunas z.apatillas sencillitas, pcro trhm...," p. 138)

(l)tcw, l9tt4,

"Al principio del fragmento, lr ofrece una descripción. No obstante, cont«r anaiistas de la conve¡sación, sabemos que esto no es una observaciÓn abstracta y dcsintcresada. La descripción está insertada en una'secuencia de invitación' (Drew, 1984): N invita a E a ir a comprar iuntas; y en este contexto, la descripción de E funciona conrcr un rechazo a pesar de la atractiva posibilidad de ir a comprar 'algunas zapatillas sencillitas'. Ahora bien, el rechazo no es explícito; ella rechaza mediante una de§cripciÓn que permite da¡ a entender su incapacidad para ir a comprar. Es decir, la descripciírn por parte de E de una situación determinada proporciona trna atribución a N, de qtrc E no irá a comptat porque no puede, porque está lesionada. Notad que un factor interno en E (su lesión) sirve para externalizar la responsabilidad de haber rechai¿ado la invitación dc N." D. Edwards y J. Potter (1992). Discoursive Ps¡rclalogy (pp. 106-107). London:

Sage.

Este capítukl se ha aproximad«r a un concepto clave que ha atravesado la historia de la psicología suial, el de las actitudes. si las actitudes han configurado en parte la disciplina, lo inverso no es menos c¡erto, pues la visión psicologizan-

te de la psicología social dominante ha impregnado el constructo cle actitud. Quizá si las actitudcs hubieran conservado el carácter social que conllevaban en sus orígenes, habrían podido ayudarnos a entender cómo el pensamiento grupal se inscritre

e n la ¡rersona y da forma a su visión del munclo, y ai mismo tiempo, en un movimicnto circular, dar cuenta de cómo la persona configura de manera dinámica el colectivo. En otras palabras, habríamos podido ver median-

te las actitudes la concepción

cómo lo social y lo individual predominante de las actitudes

se

constituyen mutuamente. pero,

qr.re las ha concebido como predisposición mental e individual ha frustrado estas posibilidades. I'.s más, la propia evidencia progresiva de las dificultades explicativas de la concepción tradicio-

nal ha dado lugar a un desencanto que, para muchos, ha ilegado a iustificar el abandono de la noción de actitud. Por ello, el capíturo ha dado bastante peso a una visión arternativa que intenta recuperar la interrelación entre la vertiente social y la individual, y que enfatiza el papel constructor de las prácticas discursivas. Además, también se

han

remarcado las relaciones entre las actitudes y otros cDnceptos más 4mplios, como los valores, los discursos, las representaciones sociaks o la ideología.

Esta

vinculación une las actitudes de forma in«lesligable a los grupos y a su manera de entender el mundo, y hace más difícil la comprensión de las actitudes desde una perspectiva meramente individual.

( O Íidil()rial

l,(X:

257

( Oapitulo V.

ft

tlluc¡¡cia, coilforfllidad..

( Capítulo V

Influencia, conformidad y obediencia. del individuo social

( Las paradoias

Joel F'eliu i Samucl-l,aieuncssc

(

( (

Introducción

(

( En estc capítulo enc<.¡ntrará más elementos que le permitirán cuestionar algunas asuncione§ que el sentido romún y la psic.ología han hecho durante el siglo xx. [,] hecho dc saber que los procesos psicológicos habitualmente considerados básicos y solamente biológicos o individuales son creados socialmente y determinados por relaci
bién,

y

sobre

t'do,

algunas de sus injusticias. El tema de ra influencia es precisamente uncl de estos temas, en el cual las explicaciones posibles oscilan entre una explicación psicologista -pensar la influencia como una interacción entre personas con características especiales de.personalidad (el influenciador y el influenciable)- y una explicación social -la infruencia es un proceso que tiene lugar en una situación de características especiales, independientemente de las características de las personas que están presentes.

( ( (

( ( (

(

(

Aunque la psicología social en coniunto haya apostado por una explicación que pone énfasis en las características de la situación, esto no hace que el panorama sea nít¡do. Las tensiones entre los diferentes puntos de vista que Ia confi-

(

guran hacen que sea necesario entender bien el contexto en que el se plantean algunos de los experimentos y de las teorías que veremos en este capítulo. por eiemplo, no es lo mismo pensar en la influencia desde Ia metáfora del barniz o la plastilina (desde la noción de impacto de los factores sociales sobre un indi-

(

viduo preexistente) que desde la inextricabilidad de lo psicológico y lo social. No es lo mismo intentar comprender los fenómenos de influencia social desde la idea de que la psicología social es el estudio de cómo la presencia real o ima-

ginaria de otras personas afecta

a la

( ( (

(

conducta del individuo que desde la idea de

( (

I'frúú1ntrr ¡ h l'\¡

t,l,'8nr ntr i¿l

quc la psicología soc¡al tstudia ltts prrrccsos de crcación, earnhio y [Iantenimicnto dc la rcalidad (indiv¡duos incluido§).

la construcción social de los individuos Quc v¡vimos tn una socicd¿d individualista cs un tópic() conlo talrk)s otrcs. S¡ habla_ mos desdc el scntido común, hay quien dicc quc hay socicdadcs m᧠individual¡stas quc otr¿s, y lo que cntcndcmos todos es que se quiere dccir quc hay v)cicdadcs cn las que los individuos son más egoístas que tn otras, quc se pro(^-upan más por su bcncticio que por el bienestar dc los otros. Esto hacc quc sea posiblc a§istil a di§cusiones de café eternas sobre si ahora somos más individualistas qúc aotcs, o si en Estados Unidos son más individualistas que aqui. Sea como sca, el hecho es quc vivimos en una sociedad iodividualista, pero no en el sentido que mcncionábamos hasta ahora, sino en el sentido, más analitico, de afirmar que vivimos en una vxiedad formada por individuos. Esto pucde sonar como el de§cubrimiento de la sopa de a¡o, pero no

lo es. A pesar de lo que nos pueda parecer, no solo no tod¡s las sociedades hümanas están o han sido formadas por individuos, sino que adcmás los individuos{icnen una existencia limitada en el tiempo cn los últimos doscicntos o trcsciento! a.ño§ Pero el hecho de que no todo el mundo tcnga claro que la existcncia dc individuos cs t¡n fenómeno histórico y cultural hace que §ea importante insistir en ello. Por estas razones, este

capítulo constituye un recorrido histórico, organizado

temáticamente, de los diferentes planteamientos quc el estudio de la influtncia social ha provocado. Un recorrido que permite pasar de entender la influtntia como un Proceso negativo que pisa al individuo y coarta su libertad a ver la influencia como inevitable, como el proceso necesario para devenir humanos. Otras tensiones recorren todo el capítulo. Para empezar, una tensión teórica: la fractura entre psicología social psicoló8ica (PSI') y psicoloSÍa social socioló8ica (PSS). Es una fractura teórica y metodoló8ica que no tenemos que olvidar, ya

(

que Sran parte de los estudios que presentaremos son estudios Senerados desde ta PSP, aunque no únicamente. Entender bien tos estudios que se encuentran descritos en el capitulo pasa poI entender en qué marco teÓrico surgen. En 8e-

(

neral, tdo§ los estudios que se encontrarán e§tán inspirados Por la psicoloSía de ta Gestalt, que dará lugar posteriormente a la psicoloSía cognitivista' Pero si

!

explicamos todo esto es porque en realidad el caPítulo está escrito desde el Pun-

( (

@I¡liktiJllr(x

259

(:¡lilrl() V I¡r¡luc,¡ci¿ .o,rforu¡ddd..

lir cste capÍtulo realizarernos u¡)a tarca dc rctndc csos traba¡)s para terprctación ofrcccr una visión de con¡uoto dcl problema y ale¡arnos de cxplicacioncs causales simplistas para ofreceros hcrramicntas de coñprensi¿)n, no s
los

trataron cn su momcflt(}.

También hay una tcnsión po¡ítica. N(, es lo mismo pcnsar quc la humanidad puede cambiar su destino quc pensar quc cs inevitable quc las cosas sean como son. La fractura entre progresismo y conservadurismo también divide la ps¡cc logía: los conservadores prefieren explicaciones que legitimen su posic¡ón en la sociedad y quc garant¡cen que las cosas seguirán igual toda la vida y, en cambio, el progresismo busca mancras de cntcndcr la realidad que iustifiquen que ésta se pucde cambiar en benef¡c¡o de nuevas formas de organización social. F¡iaos que aunquc qucramos ofrecer un tratamiento científico a estas cuestione, no podemos escapar de los efedos que provocan nuestras explicaciones (recordad

noción de crlryh¡crm€nl presentada en cl capitulo I). por esta razón no tS in_ diferente, por eiemplo, explicar que las personas obetlecemos a las autoridades la

por naturaleza, porque las personas somos así, que encontrar una explicación basada en los factores históricos y culturales que las regulan. Finalmente hay una tensión deorden moral; si bien todas Io son, en este c?so esespecialmente importante la d¡mensión moral y ética del asunto. Desde el co_ mienzo de su existencia la psicología so(.ialse habia preocupado por la manipu. lación de unas personas por parte de otras, primero ba¡o el nombre de sugestión y después de

influencia- Desde la hipnosis y tos estudios de masas y continuando con los rumores y la propaganda. pero despues de la Segunda Cuerra Mund¡al el problema pasa a s€I especialmente punzante ¿cómo se podía explicar que miles de personas se dedicaran al exterminio sistemático de millones

de otras personas? Los estudios sobre influencia social parten sobre todo de esta úl_

üma tensión. En este punto de la otra ya hemos oido hablar de la psicologia social como

disciplina, de cómo

se han t¡ansformado sus preoepaciones iniciales y sus di_ ferentes definiciones; hemos presentado también algunas temáticas importan_

el punto de vista de la psicología social, por eiemplo, cómo podemos pensar la identidad de las peronas, el origen y el papel de nuestras actitudes a

to de vista de la psicoloSía social construccionista (PSC) y eso podría cont¡ibuir a generar algunas confusiones. [á razón es que visto desde ahora las explicacio-

tes desde

nes de los mismos autores de los primeros estudios son incompletas, entre otras razones por la omisión del papel de los factores históricos y culturales, una ca-

la

hora de enfrentarnos al mundo que nos rodea o el papel del lenguaie. En este capitulo reanudaremos lo que hemos leído hasta ahora para aplicarlo a uno de

a)

'2('ll

l¡ilori¿l U(X

Itttrrxluccio;r d l¿ ¡r\i(r)loHia s(¡(ial

,O

(

[dilorial t l(X]

261

(

;¿[)ítulo V. hrlluctrcia, (ottbn[¡dad...

( krs temas

cstrclla tlc la rJisciplina: la influcncia social, también llamada influen-

cia interpcrs«lnal. Pero antes

cología social,

de presentar csta noción, hay quc redcfi¡rir otra vcz qué es la ¡lsiy no será ésta la última vez; hasta ahora, apartc de l
instancia dctermina la cclnducta fi¡ral dc una persona, contrariamcnte a lo que habitualmcntc pcnsamos, r'ro cs [o que esta persona cn tórrninos individuales crea o dcie tlc crccr quc

ticne quc hacer o que está bicn haccr, sino la definición de la situación de la que parte. l.a noción de influencia interpersonal o yxial se

explicado en cl primer capítub, también habéis podid«r imaginaros la ¡rsicolo-

refiere prccisamente a los diferentes procesos implicados en la creación de estas

gía scrcial

como una psicología clc las relaciones interpcrsonalcs, conto una ltsicología de los grupos, como una psicología de la itlentidad social o, incluso,

definiciones.

como una psicología de las creencias y clpiniones; ahora nos interesa que ima-

genera una determinada situación sino que tiene que poder explicar por qué

ginéis la psicología social como una psicología de las situaciones.

esta definición es capaz dc sobreponerse a las clpiniones y creencias diferentes que pucdan tener las personas implicadas en la situación,
I-a

psicología de las situaciones

A priori

puede parecer extraño que las situaci<¡nes puedan tener una "psicotogía", por eso pensemos en el ejcmplo siguiente: nuestro día a día consiste en hacer una serie de acciones consecutivas y pasar tlc una a la otra sin r:e:ar. Nos ler¡antanros, nos duchamos, almorzamos, nos trasladarnos, trabaianros, comemos, nrilitamtls, cantamos, leemos, cenamos, vemos l¡ telcvisión, dormimos, etc. F.stas acciones nci tienen lugar en el vacio sino que, como puede intuir fácilmente mediante las imágencs quc le han venido a la cabeza mientras las leía, tienen un contexto, forman parte de alguna de las situaciones posibles con las quq nos enf¡entamos cada día. Es importartte Ietener este concepto de situación y entender que va más allá del r:ontexttl físico y que también incluye el contexto social -es decir, lo que las acciones significan para nosotros y para las otras personas. Por eiemplo, la presencia física dc una rncsa forrna parte de determinadas situaciones laborales, pero también el signifrcado dc nresa y las rlormas que regulan qué se tiene que hacer en rlna mesa y qué no se ticne t¡ue haceL. Por lo tanto, los diversos usos y costumbres de las relaciones entrc personas y mesas forman parte de la situación y de su definición.

una psicología de las situaciones tiene que poder entender no solo cómo

pronto adquieran un sentid
se

que es correcto o ¡ncorrecto de hacer, decir o pensar en aquella situación. Por lo tanto, la definición de una situación conlleva una moral, un sent¡do de lo quc está bien y de lo que está mal o de lo <¡ue

(

l
(

adecuado y de lo que no, y también un sentido de las acciones pertinentes y de las habilidades requeridas para efectuarlas en un contexto rleterminado.

(

Un eiemplo relativamente intranscendente es cómo se «lefine una situación de t¡ansporte cn autobús y cómo sabem«)s qué podemos hacer y qué no podemos hacer en un autobús, ¡xro @emos aplicar el mismo cqrcepto para entender cómo se genera una situación de úolencia doméstica o la masacre de un grupo de civiles en ,nigu.rru.

(

es

A pesar de que esta

visiín

internccionistn de lo que son ias relaciones interpersonales y de las situaciones en las que se desarroilan deia un gran espacio a la

(

( ( (

agencia individual, ya que el resultado de la negociación dependerá de la implicación de la perscrna en ésta, no se debe perder de vista el hecho de que tanto

(

ción dada, en primer lugar, hace falta que la interpretemos, que la enmarque-

las relaciones como las situaciones, como incluso las propias personis que participan en ellas, son crcaciones históricas situadas en una época y en un territo-

(

mos en un

rio concretos.

Con el fin de eiecutar cada una de las acciones que pr.¡ede requerir una sitrra-

contexto más amplio y la dotemos de una serie de significados. Hacer

esto se llama

definir la situación. Una vez la situación está definida, nos podemos movet con gran comodidad y hacer todo lo que se espera de nosotros (y

que nosotrgs también esperamos de nosotros mismos) sin muchas dificultades.

Obviamente estas definiciones no nos las inventamos nosotros solos, sino que las cornpartimos con las otras personas que se encuentran con nosotros en cada

situación, de manera que no somos nosotros quienes definirnos la situación, sino que la definición -el sentido que para nosotros tiene una situaciónes siempre el pr:oducto de una negociación con otras personas. Lo que en última

Son creaciones culturales y sociales insertadas en relaciones de

poder que limitan (y también permiten, claro está) las definiciones posibles. Éste es el reajuste que propone la psicología social constructivista al interaccionismo simbólico (tS). A estas alturas de la obra ya debe haber caído en la cuenta de que la noción de individuo de sentido común, la que habitualmente utilizamos para interpretar y iuzgar las acciones de las otras personas, ha cambiado. Si se tiene claro que lo social y lo prsicológico son inextricables y que, por lo tanto, individuo y sociedad no son dos fenómenos separables sino como rüucho las dos caras de una

( (

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26\

(¡ilúl¡ v ¡lllu(irf

ia. c(trrktrrIidad.

rnisma moneda, si sc ticnt claro quc la irlcntitlad tncdiantc la que el ind¡vidtro qn las se p¡cnsa a sí mismo «r es tiia ni inmutablc, sino múltiplc y emcrgcnte

ción y pcnsamicnto, así que cs muy probable que de ahora en atlelante la ¡rcr, sona-c(irdo adquicra para la dra persona algunas de las caractcrísticas de cstc

difercntcs situacioncs, si sc ticne claro que las oPinioncs quc las pcrsonas cxprcdissamos no son privadas, invcntos particulares dc cada utrt¡ dc nostltrt¡s sinr¡

animal. l)oco a poco nuest() pensamicnto se conv¡cne en perccpción y aquello que había empczadt) sicndo un insulto acaba adquiriendo tonos de ob¡ctividad.

stld cursos icleológicos que circulan cn las diferente§ intctaccioncs, cntonces fácil entcndcr quc las accioncs quc hacctnos cada día soir sohrc todo un produc-

L¿s

to de la influenc¡a social. Imagine por un momento quc está en llarcclona, o en cualquier t-.iudad con a servicio de transporte público, y quc qu¡ere coSer el autobús número 9' l'lcga [s culturalmcnte lógico pensar quc una cola o estas personas van delante de usted, p€ro no sabe si en realidad hay qué direcy en qué ángulo no ta hay. Según cómo sc pon8a, a qué distancia, en ción, generará la impresión de que hay una cola o de que no [a hay' Quiás esta Ia parada y hay tres personas más espcrando.

(

primera distribución de las personas cs más o mcnos azarosa, pero si su Presenque cia provoca el efecto de que hay una Iinea de personas, la Persona siSuiente

(

Acatlegue a la parada interpr€tará que hay una cola y se pondrá detrás de usted proba de asistir al nacimiento de una norma social en una situación esPecifica, §on cl ceso que se llama en psicologia social rtorr¡, lizoción. l 'as normas socialcs

primer ámbito en el que cstudiaremos la influencia social: estudiatemoS que indison, cÓmo se crean y cuál es su papel en la conformación de las conducta§

succsivas intcracciones quc tencmos con una pefsona (incluso con llosotros mismos) van cncaminadas a confirmar nuestras impresioncs, así quc una persona que ha tenidQ un comportamicnto frío en uoa s¡tuación concreta tier¡e gran-

probabilidades dc provocar que consideremos que es una pcrsona fria. Si esto pasa con las personas, ahora imag¡naos lo que puede pasar con los obietos, los cuales no sc pucden defender de nucstras interpretaciones. des

Un cerdo, ahora el animal, no cs mucho más queelconiunto de interpretacio-

que hacen de él las diferentes personas que lo fierciben. Un carnicero no ve lo mismo que un campesino, el cual no ve lo mismo que una persona de ciurJatl, nes

elcual no ve lo mismo que un musulmán, el cual no ve [o mismo que un zoólogo, etc. Por otro lado, un biólogo musulmán cuyo padre tenia una carnicería lo ve¡ia

diferentes sagún la situación. por lo tanto, la retación entre la s¡tuación y lo quc percibimos será el motivo del punto que llamaremos factores sociade maneras

les

en la percepción.

Ei.mplo Recordad que Jerome Bluner mostró cómo en niños y niñas de ocho a d¡ez años la percepción del tamaño de una¡ ci¡cunferenc¡as variaba §€gún sieran de cartón o bien §i eran monedas. Las monedas valian más y, por lo tanto, ,,eran,, más grandes.

viduales.

Curlosldad En Barcelona, no se acostumbra a hacer cola en las paradas de autobús, de manera que el orden de rubida al autobús es una interacción compleia de factores aleatolios (delante de quien ha quedado la puerta) y civicos (si hay Sente mayor o impedida esperando). En cambio, estos factores no tienen ninguna importanci¿ en las paradas de Lrigen de las lineas de autobú§, ya que en éstas la no¡ma es hace¡ cola independientemente de los problemas de movilidad de lo§ diferentes usuarios'

¿No habéis tenido nunca la sensación de que era meior caltar que predicar en el desierto? ¿Que es meior no decir nada antes que ponerse en evidencia de_

lante de todos? Muy a menudo preferimos no expfesar nuestra opinión sobre un tema si pensamos que la gente que nos rodea no estádeacuerdo. Ahora bien, con esta actitud lo que hacemos es contribuir a la idea de que la opinión

mayc

taria es una sola y que no hay divergencias. Si alguna otra persona piensa di_ ferente probablemente tampoco expresará su creencia si nosotros no lo hemos hecüo, ya qué pensará que es la única persona que no piensa como el resto, has_

una condición especialmente agradable en nuestra sociéqué esdad, especialmente si uno esPera vivir muchos años. Sin embargo"', ¿de tamos hablando? ¿De una persona o de un animal? Bien, de hecho de ambas para cosas. Hacen falta pocas interacciones desagradables entre dos Personas

punto de que todos acábamos creyendo que vivimos rodeados por un ata¡o de conformistas. El estudio de las condiciones y los efectos de este fenómeno se

que una acabe convencida de que la otfa esun cerdo' No es fácil separar percep-

agrupa baio el

Ser

un cerdo no

es

ta el

título de influencia de la mayoría o mnformidad. Con el fin

de

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I¡rtrtxlueciorr

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( V hrfl ue¡rcia,

c(nl[orr¡tidad

( no scr vistos como difercntes o dc salvar una rclación pcrsonal s«¡¡n«rs inclus«l capaces dc decir

l<,¡

contrario dc lo quc penliamos. Y si no, rccucrde qué hizo la

última vez que su pareia le diio que el camino más ct¡rto para ir a k¡s cines l)«> rado Multiplex es desde siempre por la calle May
aquella película que gustó tanto a todos sus amigos mcnos a usted.

Habitualmente pensamos que hay personas más conformistas quc otras, y quc si sc tiene una personalidad fue¡te no se es conformista. Dsta creencia del sentido común no tiene en cuenta que hay situaciones en las que somos conf«-¡rmistas y situacioncs en las que no lo somcls. La humanidad tiene cosas admirables y otras patéticas. [,os dos

últimos puntos

dcl capítulo tratan un aspecto admirable y otro patético de la naturaleza humana. Empeccmos por el admirable gs c1e destacar que en los últimos años las cosas han

cambiado y para bren. Hay un gran conser)so en torno a la necesitlad tle cuidar del ¡nedio ambiente y, aunque sea con algunos sustos, la mujer adquiere lentamente los mismos derechos que el hombre. fhtos dos fenómenos generan situaciones que

eran impensables hace pocos años: empresarios tletenidos ¡ror contaminar ríos, hombres que cuidan de bebés y muieres que presiden parlamentos. Aunqúe sean anecdóticos, la difercncia es que antes no eran posibles ni siquiera anecdóticatnente. Pero el proceso que ha permitit.lo llegar a este punto, y que todavía continúa, ha

sido largo y dificil y ha implicado el esfuerzo personal de mucha gente y la orgarrización de centenares de colectivos de todas partes; y, a pesar de la magnitud de los cambios que ha habido, han sido una minoría las personas que han buscado los cambios activamente y que, en definitiva, los han provocado. El proceso mediante el cual una

minoría puede provocar cambio social y puede generar un cambio de

actitudes, opiniones, creencias y discursos y, subsiguientemente, algunos cambios en el comportamiento, se estudia baio el nombre de influencia de la minoría o in-

novación.

En los últimos años en el Estado español han muerto una media de sesenta muieres cada año en manos de sus compañeros masculinos. Las denuncias por maltrato rondan las veinte mil auualegy se sospecha que sólo son la punta del icr:berg. De rno-

mento, el cambio social sólo se nota en el hecho de que estas cifras nos ptovocan horror, qui¿i5 algún dia, siempre y cuando haya quien continúe luchando activamente, deiarán de existir.

Ilien, y ah«rra cl ratJ, patótic.. (luicn más quien mcnos crce que la orlcdiencia es neccsaria paLa cl bucn funcionamicnto de la socieclacl. ¿sobreviviría una enrpresa en cl libre mcrcado sin la obediencia cle sus trabajadorcs? posible ¿sería

la escolarización masiva clc la población

infantil y iuvenil

(

(

sin que estas criaturas

obedecieran? ¿cómo sc r. haría la ¡nlicía para reprimir una manifestación si la obediencia n«r fuera un valor? Bai, cl espantaio dc la funcionalidacl y la cficacia no dudamos en crce r que la obediencia es un mal necesario en una sociedad que

no se sostendría si todo el mundo hiciera lo que quisiera. Aunque también pensamos que la obediencia no tiene que ser ciega, y que unos ciudadanos c.n espíritu crítico podrían asumir perfectamente que la obediencia es necesaria pero sólo hasta cierto punto. ¿Pero cuál es este punto? ¿cuáles son los límites cle la obediencia? El último punto del capítulo va dirigido a profundizar en la comprensión «ler origen, er mantenimiento y las con-

( (

(

(

secuencias de los procesos de obediencia a la autoridad en nuestra socicclail.

Record¡d A causa de la noción de obetliencia debida, miles de soldados se han aho¡rado a ro este siglo responder de los crimenes que habían cometitlo con sus propias

[rrt:J: Los

-

oitietivos de este capítulo yrn los siguientes:

( ( (

Describir los procesos principales de la influencia social.

comprender los conceptos principales vinculados al estudio de ra influencia social.

(

Distinguir entre explicaciones individualistas, interaccionistas y construccionistas de la influencia.

(

Identificar el papel de la noción vigente de individuo en la explicación de

(

los procesos de influencia social.

-

R«onocer los procesos de construcción de individuos en nuestra sociedad. Proporcionar elementos de interpretación psicosociales para las situaciones cotidianas.

(

( (

Es muy recomendable que no los pierda de vista, y que si hace falta en momentos de duda se retorne a ellos para volver a encontrar el hilo.

(

I

I ¡

i c,

Ldit(trial t,O(l

l.

2(,('

[iltr(duccl(;il

a la psi«)¡(!8ia

rf,¡al

o Editorial

(l(x:

V. Lrfluc¡rcia. crlrforrr¡irl¿tl.

2/o7

Ruptura de expectativas

El proceso de normalización

ticnen un Srado importante de formalización, nu pi*I..u, tratar de cualquier manera a cualquicr pcrsona, nc) sólo con respecto a los tratamientos ¡;ramaticales (vos, usted y tú), sino tambión [.as relacioncs entrc las pcrsonas ciertamente

con respccto a las cosas quc podemos hacer o «leiar de hacer, decir o deiar de decir a los otros. Las leyes cle los estados modernos §on una forma importante

¡Cuántas vcccs no nos hen¡os sorprcndido de nuestras mismas rcaccioncs! l)¡()nunciar la frase "nunca mc hubiera esperatloque rcaccionaría así" es más habitual tle lo quc pafecc.

l¿s normas sr¡cialcs sc ¡rucrjen «rnsiderar las obligaciones que ticnen las personas en una situación, per«l también las expectativas que estas personas tienen sobre cuál será el cclmportamiento de las otras personas

y sobre su propio com-

de regulación de estas relaciones y, de hecho, establecen toda una serie de penalizaciones para aquellos que no las cumplen. Pero las leyes, los códigos o los

portamiento.

reglamentos no son la única forma de regular el comportamiento de las perso-

primer lugar, una tlefinición que pone el énfasis en la deseabilidad de los comportamientos regulados por las normas en un contexto determinad<¡:

nas, de hecho, tendríamos que decir que no son ni siquiera la forma más

impor-

tante. En este apartado llamaremos normglizqción al proceso de creación de concreta. La normalización es un concepto que

En

las

normas que regulan la conducta, la percepción, el pensamiento o los deseos dc Ias personas en una situació¡r

Veamos algunas definiciones de norma:

se

ha utilizado para explicar la uniformidad presente en la sociedad. Las costum-

principios sociales que regulan la acción de los individuos en el interior de un sistema, indicando qué acciones son deseables y cuales no en cada papel y situación c<¡ncretas." "L¿s normas son

l. Martín-Baró (1983). Acción

e iileología

(p.3tZ).

San Salvador: UCA.

y las tradiciones, las reglas y los valores e, incluso, las modas, son eiemplos de normas que indican a las pcrsonas cuál es la conducta adecuada en una situación determinada. En general podemos decir que cualquier criterio de com-

la siguiente definición remarca el hecho de que se trata de expectativas, pero también nos recuerda que la definición de la normalidad está íntimamente li-

portamientoQue esté normalizado como consecuencia de una interacción entre

gada al concepto de

bres

norma social:

individuos es un caso concreto de norma sccial (Sherif, 1936). Vigilad de no confundir la noción de normalización de la psicología social con la de normalizaciÓn entendida como retorno a la normalidad que se aplica, por eiemplo, en el caso de la no¡malización lingüística.

1.1. Las normas sociales

"Reglas para la conducta aceptada y esperada. Las normas prevriben la conducta 'apropiada'. (En un sentido diferente de la palabra, las normas también describen lo que la mayoría de los demás hacen Jo que es normal.),, D. G. Myers (1995). Psicología Sociat (p. 190).

Méiico DF: McGraw-Hill.

Y finalmente, Erving Goffman nos recuerda no sólo que las normas se encuentran reguladas por sanciones y recompensas, sino que además están ligadas a la identidad de las personas.

En principio no es muy difícil pensar en cualquier situación y detectar las a normas qué la regulan. EI aeropuerto, la calle o una autopista, una cena de Navidad o una comida de cada día, un bar o una discoteca, una boda, una venta o una compra, un entie[o, pasear el perro o bien hacer el amor son situaciones diferentes en las que una serie de normas constriñen las posibilidades de acción de las personas, aunque al mismo tiempo también las permiten.

una norma social es el tipo de guia de acción que se ve apoyada por sanciones sociales negat¡vas que establecen penas por la infracción y posiüvas que establecen recompensas por el cumplimiento eiemplar. No se pretende que el significado de esas recomp€nsas y esas penas resida en su valor intrínseco, sustantivo, sino en lo que proclaman acerca de la condición moral del actor. E.

Goffman (1979). Relaciones m púhlico (p. lO8). Mad¡id: Alianza.

( o lÍlir(trial

[io(]

7(tt1

lttlf(ilufr i,,n J IJ ¡tsirolollid \r,(ial

A contitluaci
conticnc¡

las

Algunas distinciones positrles

sificación. Podemos distin¡¡uir entre prescripcior¡es -es derir, «rbligaciones-, conro por

eiemplo, aplaudir al final de un espectácul
b)

2_«)

(

ial,itt¡ k) V. ll r[luc¡¡ti¿. curfor¡r¡idatl...

1.1.2. Normas imptícitas

i explícitas (

l:rving Goffrnan, en su llbr
a)

(

tl(Xl

( cstas dcfi-

nicioncs, y tambión otr()s punt()s dcstacahlcs dc la ntrckin dc n«lrrna social.

l"l.l.

!o Editorial

priru:ipio.l son normas en las que se recono(:e un valor intrínseco, como por t:jemplcl, el famoso preccpto de ,,No ntatarás,,; cn ca¡nbio, las contenl-
Probablcmcntc ¡xrríamos buscar otras crasificaciones ¡xrsibres, pero sin duda la distinción más común es la que hacen la mayoría de autores -y Goffman también- cntrc normas cxprícitas y normas implícitas, también ilamadas normas formales y normas informales, respectivamente. La distinción cs sobre toao en términos de conciencia; es decir, si ras personas implicadas en su seguimiento son conscientes de que siguen una norma

o no lo son. I¿s nofmas explícitas son aqueilas normas que sabemos que lo son, que a menu.,o, aunquc. no siempre, están recogidas en códigos, leyes o reglamentos o incruso cn manuares de civismo, urbanismo y buena educación. son también las no¡mas que rros ha, transmitido orarmente en frases del estilo "niño, cso no se hacc,,t¡ ,,niña, eso no se toca,,, o ,,haga el favor de apar_

nuestro

interlocutor haga una pausa antes de retomar el turno de palabra. c) 'lanrbién se puede estableccr

tarse, ¿que no ve que dificulta el tráfico?,,. En cambio, las normas impricitas tienen la destacabrc característica de pasar desapercibidas, incluso, para el que las cumple. En general, no sabemos que son normas, y por descontado no están escritas en ningún sitio. Estudios de este tipo

una tlistinción entre las normas que es previsible que la gente cumpla rnás o mencs y las que nadie cumplirá aunque sea

de norrnas los encontramos en ros trabaios ya clásicos de Garfinker (1967), el fundador de la etnometodorogía,l y de Eiving Goffman (1959) sobre ra prescntación de uno mismo- Muchos otros autores también han explorado

descable aproximaise a ellas. Goflman llarna a las primerasórdenes y a las segundas normas. Por eiemplo, es de esperar que todos los habitantes de un país occ!-

de normas, como por ejemplo, Stanley Milgranr

cionesson normas sin ningún valor especial excepto por el hecho de que son úti-

les para la fluidez de

la vida cotidiana, por ejemplo, esperar que

dental aprenda¡l a leer y a escribir (éste es el orrlen social), pero no es de esperar que nadie cumpla el ideal (la norma) de belleza occidental.

d) I'ambién es posible distinguir entre normas

sustantivas y noftnns rihules. regulan directamente krs asuntos de valor, y las segundas lo hacen indirectamente -son las ceremonias, los rituales, las expresiones, etc. Las primeras

e) Finalmente distingue entre tietechos, cuandr¡ quien tiene que cumplir norma así lo desea,

'y deberes,

la

cuando quien la tiene que cumplir no lo desea es-

pecialmenie. El interés de estas distiFciones no es tanto la clasificación en sí como el hecho de explicar la variedad de ámbitr'¡s a los gue se puede aplicar el concepto tle norma sccial.

este

tipo

(

( (

( (

( ( (

( ( (

(lgg}. (

El ascensor

( Normas de este tip. son, por eiempio, ras que regulan las acciones de ras personas en un ascensor- Argunas son generares de todos ros ascensores y otras son específicas según si el ascensor es de una vivienda o de un edificio de.ficinas, si se encuentra en una ciudad grande o en un pueblo pequeño, etc. por-eiemplo, el silencio es la no¡ma principar: .n un .r..nror es áeseable estar ca[ado; sin embargo, esta norma puede chocar con otra que promueva ra comunicación entre personas. cuando esto pasa, ra norma que sucede a la del silencio es la de habrar del tema más neutro y con menos impticaciones personales posibres; es decir, der tlempo que hace. si se mantiene er silencio, también otras normas, "n.ontr.*o, como por ejemplo, no mirar directamente a las otras personas y, por lo tanto, evi_ tar el contacto ocurar y en todo caso mirar las paredes der asiensor, ras rucás, el

l. La ctnt¡metodología es que la genre utitiz¿ en su vida cotidiana para que ésta fluya cómodamente; es decir. que funcione. '

r.r.,-uji,:.^19-r.td*

( ( (

( ( (

(

zil

2i\t

cipcio (no mucho por si lo:i otr()s l)cnsaran que solll()s unos Prcsumidos (' qu(l lo\ mitanl()s mediantc cl cspcio) () lccrsc por cn駡l¡ra ve/ las insttuccioncs d(r tts() y (l( las li¡¡¡itacioncs de personas y pcso. A scr posihle, hacc f¡lt¿ deiar cl máxinr() espack) posiblc cntre pcrsonas y evit¡r cu¿lquicr contacto fisico; si esto no es posible hay quc expresar claramentc, aunquc no vtrbalmcntc, Ia incomodidad quc

aplican estas sanci()rres sino urt or1¡anisrno competcnte. Por otro lado, la ruptura

nos provoca tal situación.

lamiento, bs insultos y las amcnazas

Los e iemplos anteriores son eiemplos de normas

implícitas. [,iemplos de nor

mas explícitas puedcn ser el hecho dc no fumar, el hccho dc que los menores

no viaicn solos o el hccho de salur.larse al entrar cn el ascensor. Hay quc tener en cuenta que cualquier situaciÓn está regulada pot una combinación dc normas explícitas e implícitas.

(

norma implícita co[llcva unas satrcioncs completamcntc difcrentcs. [¿s sanciuncs intbrmales son aplicadas dircctamentc por las otras personas

de una

implicadas cn la situación o ¡ncluso por uno mismo. I¿ burla, el ridículo, el ais-

que se y la

lrn

las más obvias, pcro también cstán las

aplica uno mismo, como por cjenrpkr, la vergúenza y el rubor, el silencio

sumisión, balar la cabcza y no rnirar atrás. En general, asimilamos la noción

de sanción informal a la de presión grupal. I-a presión del grupo va sobrc todo encam¡nada a recordar que el hecho dc pertenccer a él implica el respeto de sus normas y quc cualquicr persona quc no las ¡espete será excluido de él y calific"do dc difcrcntc, snormal o desvidLlo.

U¡r buen eiercicio de psicoloSía

{

(¡,irulo v ll'fluLr('J rrn'roÍ¡ rJrd

v{ial

es pcnsar

una situación y encontrar las nor¡nas

socialesque la regulan. Una manera de hacerloes romPer la norma decuyaexistenc¡a sospcchamos, aunquc esb no cstá exento de rics8os per§onales.

El asccnsor Más vale quc no

intente rompe.

las nornras del asceorcr de su casa para ver qué pasa,

si no quiere tcner que dar demasiadas explicaciones, y

Uno de los efectos de hacer el ciercieio anterior cs darse cuenta de que la distinción entre crándo una norma es explícita e implícita no está clara. Hay nor-

$bre todo si particularmeote no le apetece quc Ia mayoria de vecinos no le diriian más la palabra o rehuyan su pr€sencia-

mas quc nos pueden velrir enseguida a la cabeza y de las que es fácil recordar

cuándo, cómo y quién nos las enseñó, otras so¡r más difíciles de ver, algunas podían haber sido explícitas y ahora ya no porque las hemos automatizado tanto que no sabemos ni cuándo las aprendimos. En realidad podriamos decir que las normas se pueden situar en un continuo de más implícitas a menos, o dc mas explÍcitas a menos, cómo

se

quiera. Una norma hasta ahora imPlicita puede pa-

sar de golpe a ser explícita cuando alSuien la viola.

1.1.4. I.a normafidad La conexión cntre las nociones d,e rurmolidad y de normo sociul es directa. En una sociedad como la nuestra, de la cual pensamos que está formada por

individuos que pueden actuar por su cuenta y que presuponemos libres,

se

con-

vierte en imprescindible prever la conducta de los otros. Por esto, la noción de

normalidad tiene tanta fuerza, porque todos aspiramos a ser considerados Íor-

1.1.3.



mcleJ

ruptura dc las normas

Las sanciones sociales por la rotura de una

{n

todo caso cualquier característica personal que nos haga ser indivi-

duos no puede exceder los márgenes de Ia normalidqd-: en este contexto hay que entender que es normal quien cumple las normas implícitas y no lo e§

norma son normas sobre normas,

es decir, que son normas que regulan el cumplimiento y el incumplimiento de

quien no las cumple. En

cambio, las normas formales no están tan vinculadas a la noción de nor-

las normas. Las sanciones se pueden dividir en formates e informales según cuál

malidad precisamente porque son explícitas. En general, su no cumplimiento es

el tipo de norma que ssrompe. Iá rotura de una norma exPlícita comporta la aplicación de sanciones claras de las que se presupone el conocimiento Seneral. En general, además, no son las personas implicadas en la situación las que

indicio de rebeldía, pero no de anormalidad. La violación de una norma implícita -por eiemplo, por la falta de reconocimiento de su presencia- provoca momentos difÍciles y extrematlamente com-

sea

( 2i?

hl!trh'ccnr¡ r lr l\nrf(,Br¿ vnr¿l

prornctidos. Si tcnrmos sucrtc, sól() sc nos calificará cofllo pcrsonas con lx)ca habilidad s
al¡luna ambigüctlad dc la situación, cs fác¡lmcnte atribu¡do a una dc_ ficiencia en la personalidad y, por lo tanto, a una característica d¡fícilmcntc mo_ a causa dc

dificable de la persona.

_

2t-

\

( (:attrlrl(,

!

t¡¡tt¡.¡r.ir. rortrtr|tid¡l

( quc s¡gnilica la intimirlad c¡¡ nuestra socicdad, distinguco los §pacios públicos r1e krs privados, regulan ra rcrac¡ón cntrc cr indivirtuo autónomo y ra c.lcctiv¡darr. [s decir, ¡ndican quc hay una tensión que hay quc resorver de m¿nera or)aalativa

(

cntre u¡ espacio colcctivo l¡m¡tado quc anula la disponibilidad de espacio pcrsonal que c(|al quicr individuo considera suyo. l)or otro lado, el ascensor de ia vivicnja es un momcnto de tránsik), una frontc¡a entre kr público y lo privado quc remarca la noción de propicd¿d pr¡vada y la c¿racterística dcl imlividuo mrxlc,iu.u*u po*,1o, o propictari() dc bienes, csp¿cios y morneotos, r_lc los quc nadie prrcde
( (

I¿ nociólr r]c no¡ma social nos permite entender por qué el vínculo entrc el individuo y la s«tiedad cs incxtricable; dicho de otra manera, aquello que la

1.1.5. El orden social

(¡mo

hcmos visto cn la primera detinición, las Inrrnras son pri[cipios dctivos cn cl interior ¿c un sisfern.¡. [.a tr(¡jión de norma sú!.^ial cstá hrertementc it¡rpregna_ da de esta idea de que las normas están organizadas y de quc, de hechr.r, ¡xrterrccen a un marco social más extenso que el de la propia situación. por lo tanto, no

¡rdemos desvincular las sitr¡aciones, tri sus definiciones posiblcs, ni, por io tanto, las norrnas que las regulan de la historia de la societlad en la quc tiene lugar esta situación. las noflnas s(lci¿les son mecanismos de cr¡ntrol socia¡ que garanti..an que la máqulna social o el organismo soc¡Jl funcione eficazmente. Lns normas sociales están organ¡zadas en códigos o sistemas de normas (tanto las explícitas como las implícitas). Toda norma tiene llrr contexto de uso en el que es pertinente y está relacionada con otras normas a las que hace refercncia o de las qu€ depende. Podemos pensar fácilmente que hay una jerarquia <Je normas que nos indica cuáles son más hásicas y cuáles más convencionales, cuá_ les son imprescindibles para garantizar un orden social determinado y cuáles

son más iácilmente modificables ya que no provocan cambios eserrcialcs en el sistema. L¿s normas cltán indisolublemente ligadas a los valores, y la gravedad de ta sancian por su transgresión es un indicio de estos valores. El ¡scensor Los eiemplos anteriores de las normas presentes en una situación tan aparelltemente "in(rente" como la de un viaie en ascensor reUeian y construyen al mismo tiempo lo

p€rsona es no se pucrJe separar de las normas quc regulan las situaciones en las que se encu(:ntra. [a nt¡:ión dc rol social de la que ha oí<1o hablar en cl capítulo II ref¡eia precisamentc esto: cuál es el coniunto de normas quc se encueDtm aso-

ciaco a una determinada posición o cstatrrs social. Ainbas noriones nos ayud;tn a vcr cót¡lr) lo quc cs ¡rormal o artormal depen_ de de las normas s<xiales instauradas en una sociedad deternrinada y no de valores abstractos definidos por especialistas (en nuestra socicdad los ps¡cólogos).

(

( (

1.I.tt. ¿Restr¡cción o posibilidad? [á noción de norma social permite entender por qué la sociedad funciona con relativa fluidez, cómo es que la multitud de Interacciones personales de cada día no se convierte en una multitud parecida de conflictos interpersonales. Pt¡r eso

ias normas sociales, si bien restringen las posibles acciones de las personas, también al mismo tiempo permiten que éstas tengan lugar y ofrecen un contexto relativamente flexible. y es que las normas no regulan todos los ámbi tos de la vida cotidiana, ofrecen rnárgenes a la diversidad en áreas poco impor, tantes o biendentrodelos límites de lo aceptable (Ma Ín-Baró, l9g3). Por otra parte, es una noción que nos explica por qué somos capaces de adap_ tarnos rápidamente a situaciones no familiares para nosotros tan sólo observan_ do la conducta de las otras personas. pero no sólo eso, sino que remarcar el hecho de que la mayoría de nuestros comportamientos tiene un origen social nos permite pensar que éstos no vienen de alguna ent¡dad exterior al propio ser

(

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( t,

ic)

Editorial t J()(:

274

Irrl

rirlut t iou

d la l,s¡cok)gia

yf,ial

humano, I)it¡s o la madre naturalcza, sino quc son product()s dc la intcracciíln e

ntre pcrsonas; aunquc la mayoría tle normas sean implícitas y tx) scpamos que

están, las podcmos cambiar desde cl momcnto en cl que una ruptura nos pcr-

mita identificarlas y plantearnos su validez.

1.2.

la creación

ig llditorial

tl()(

27s

(lapitulo V, htfluclcia, ctltforrr¡idad...

cada persona sc lc ¡rrcscntaba la luz cien vcces y lcl que se observó cs que al cabo de unos cnsayos la pcrsona cstablccía un rango y un punto clentro cie cste rango. A partir del establecirniento de csta norma peculiar de cada uno, todos ros jui-

cios subsiguientes quc las personas efectuaban eran según esta norma particular. En dos scries más, dc cien evaluaciones cacla una, se mostró que la persona

mantenía c.nsistentemcntc los primer's juicios. Irs decir, que si la persona "vúa" la luz nxlvcrse unas tres pulgaclas cada vez, se mantenía esta distancia

de normas

hasta el final. l)odríamos dccir que la persona genera en estas condiciones una

Del punto anterior se desprende que las normas naccn cn situaciones concretas históricamente contextualizadas, crecen y se expanden a otras situaciones o

momentos y que finalmente mueren cuando ya no se utilizan más.

En este

punto veremos algunos ejemplos de cómo nacen las normas sociales que

nos ayudarán a entender un poco más el concepto y también sus

implicacions.

norma individual de percepción. Dado que en realidatl la luz no se movía, las diferencias individuales fueron consirlerables: cles<Je quien mantenía que la luz casi no se movía (0,5 purgadas) hasta er que la veía moverse

l0 pulgadas. otros experimentos posteriores han mostrado que el efecto autocinético puede gent:_ rar apreciaciones que van desde quien rro la vc rnoverse hasta quien la ve clesplazarse diversos metros pasando por aquellos para los que sókl se mueve algunos centímetros.

1.2.1. Normas de percepclón

Parece, pucs, que en situaciones de

En el año,1936 Muzafer Sherif ideó un experimento para ver cómo se generan

'

las normas sociales. El punto de partida era la hipótesis de que las normas sociales

cambian cuando nol enconlramos en situaciones sociales inestables; es decir, cuando la confusión y la incertidumbre surgen porque las antiguas normas ya no

(

sirven, entonces se crean nuevas normas. Sherif penso aprovechar el efecto auto-

cinético como prototipo de situación en la que la persona no tiene referencias.

(

(

( ( (

( (

del experimento, poner a la persona en una situación de grupo. sherif creó cuatro grupos de dos personas y cuatro grupos de ya habían pasado por la primera fase y que, por

lo tanto, ya tenían una norma in-

Se

dividual de percepción creada, y repitió los ensayos. Lo que paso ción de grupo las personas hablaban entre ellas, como era de

rección

nndificaban stt iuicio previo, cosa que ya no era tan esperable. De manera que ante la creencia de que la luz se movía igual para las dos o las tres personas se veían obliga-

.. Este efecto

es bastante conocido por los astrónomos, que sufren sus consecuencias.

produce siempre que percibimos un obieto luminoso y nos faltan las referencias espaciales para situarlo con re§pecto a nuestra posición en el espacio En estas condiciones, el obieto luminoso parece que se mueva de manera errática en cualquier di-

¡

pesar de estar realmente

inmóvil.

El experimento consistió en situar a una persona en una cámara oscura en

cuyo fondo había una luz inrnóvil; como el suieto no tenÍa ningún punto de referencia, al cabo de unos instantes la luz aparentemente empezaba a moverse.

(

de emi-

tir iuicios sobre situaciones amtliguas o poco claras? De hecho, en estas situacio_ nes buscamos activamente la opinión de los demás. y ésta fue la fase siguiente tres personas qrre

El efecto autocinético

(

ambigüerlad las personas tienen tenden-

cia a ordenar el entorno y a percibir regularidades e incluso, cuando éstas son inexistentes, a inventársclas. A nadie se le escapa que una situación tan artificial y tan particular no puedeser generalizable en ia vida cotidiana de una perscna. Y es bien cierto, ¿cuándo, si ,o, una persona se encuentra sora a la hora

Aquello que el experimentador pedía era qué distancia recorría aquella luz. A

es

que en la situa_

esperar, y segu idamente

das a

modificar su iuicio previo inrlividual y adaptarlo a la percepcióh del otro. En

tres series de ensayos las personas convergieron y crearon

unarwma de grupo. Es decir, que empezaron a "ver" que la ruz se movía como la veía el resto del grupo y no como la veían en los ensayos indiüduales. Ahora faltaba saber si efectivamente allí 'veÍan" diferente o si sólo se conformaban con la opinión del grupo.

( c, ¡lditor¡al

tr()(:

llrtr(ducci(il¡

276

a l¿

lbi(IüBu yf,ial

O

(

Editorial Llo(

277

Clapítulo V. lllllUe¡lci¡, c(rl[on¡lid¿d...

( Dntonccs Shcrif crcó ocl'ul ¡;rupos más, tle dos y trcs personas quc n() hahían participado cn nin¡;una sesi(ln previa y en lugar dc hacerles pasar primc«r por

flgura

5.1

(

las sesiones intlividuales los puso directamcntc en la scsi(rn dc ¡¡ru¡xr. Ya dcsdc la primera serie de luicios las personas se pusieron dc acuerd
terminado y en ningún caso surgiercln diferencias indivi«luales. Dcspués de trcs serics de grupo, se puso a estas personas cn una situación individual; si en csta sesión las personas se hubieran conformado al grupo, es donde tendrían quc ha-

( riduo :. '6t

r'

(

I

(

I

ber aparecido diferencias individuales. Pero no fue en absr¡lut
(

sonas continuaron manteniendo la norma de grupo en los iuicios individuates. En las dos figuras de las páginas siguientes puedc constatar la evolución de

(

los iuicios en cada uno de los grupos. En palabras del propio Sherif,

llr'r:- ir'ili

:i:i;::i,illi

( (

La base psicológica de las normas sociales estabtecidas, tales como estereot¡pos, modas, convcnciones, costumbres y valores, residc en la formación de marcos comunes de referencia como producto del contacto de individuos. Una vez que tales marcos de

referencia quedan establecidos e incorporactos al individuo, pasan a ser importantes factores en la determinación o modificación de sus reacciones, frente a las situaciones qué afrontarán, más tarcle, sociales, e incluy¡ en ocasiones no sociales, especialmente

r-l];f:-,

>=-_ (

(

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si el campo de estimulación no está bien estructurado.

(

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efcef qruoo

M. Sherif (1936). Las influencias del grupo en la formación «le normas y actitudes. E,nJ. R. Torregrosa y E. Crespo (1984), Estudiosbásicos de l,sicología Social(p.344). Barcelona: Hora.

I

ercer qrupo

(

Para explicar estos resultados, entre otros, Leon Festinger propuso, en 1954, la

teoría de la comparación social, de la que ya ha oÍdo hablar en los otros capítulos. Segun el autor de la teorÍa, había que explicar qué procesos generan uniformidad en el seno de los diferentes grupos sociales. I¿ cuestión de partida es que hay temas

ffi LUAño grupo

(

Ettr"¡l t lt

ir",t, t. I

(

sobre los que es más fácil estar seguro que otros: si una persona no está segura del

tamaño de una baldosa coge un metro y

se ácaba

el problema. En cambio, si duda

(

cuarto lrupo

1

de si un profesor es bueno o no, no tiene ningún metro pedagógico a manq siuo

que la únicá cosa que tiene a mano son los otros estudiantes. En este caso la creen-

(

cia en la validez de las propias opinlones solo puede venir dada por las ohas perso-

nas. De hecho, la mayoría de temas relevantes de la vida social son más de este segundo tipo que del primero; es decir, que en general no tenemos "pruebas" de la mayoría de temas que nos importan.

( (

( (

( t, lil¡torial

Ittlrotlttcr itlt¡

zta

ll(Xl

¡

l,l l)\i(1)l()BlJ \()( i¿l

cl

lilitori¿l t l()(

21e

(ial¡¡tr¡lo V. Irrllur¡rci¡. cqlforrlidari

..

[.a tcrtría de la colnl)ar¿tciírtt social lx)stula quc las pcrsonas necesitamos cva-

luar nucstras ol)¡niones y nr¡cstras habilidatlcs, y que si no hay artcfactos disponiblcs para cornp«rbar su validcz, las ¡rcrsonas cmpczamos un prxcso <-le

Medla¡ en el grupo

Emoezando con el irufviduo

lndividuo

-t

Pr¡mer

grupo

corn¡taracirin con las ()tras [)ersonas con cl fin dc obtencr alguna certeza. Comcl verá cn cl punto .J tle cstc ca¡lítukl, la práctica dc cstc tipo de comparaciones es

tan hahitual que incluso e n c[ caso dc dilcmas supuestanlente obvios tenemos tcndcncia a confiar nlás crr los demás para sabcr qué tcncrn
I

rnás

sinrilitud percibirn
más

confiamos

en ella para cvaluar nuestros juicios. l,a nccesidad cle asegurar que estas com-

paracioncs sean fiables sc traduce cn una tendencia a qucrer parecernos más a los otrcls y al hecho clc.¡ue los otros sc parezcan más a nosotros y, por lo

\

:=*-

.--.«...

tant(), en un increntento de la u¡riformidad grupal.

l

Si piensa en el hecho de que pertenecemos a muchris grupos tJiferentes, puetle compreniler la ctxnpleiidad en la qrre nos movemos a la hora cle gestionar las mírltiples I

ercer

ercer grupo

categorizaciones y cornparaciones quc hacentos diariarne¡rte.

Urra dc las evoluci<¡nes de esta teoría es la teoría de la cotegtrización socitrl que ha visto en el capítulo II. t.a comparación con otras.personas acaba siendo un elemento escncial para evaluarnos a nosotros mismos, pero no tendrá el mismo

( ( .Ili'..:.....].::

:::: ¡r:',:¡:j:ll.:-

( Cuarto qrupo

'..'.....,,,

«.

..'

resultado si se hace con personas de nuestrogrupo o de otro grupo. En general, tendemos a percibirnos como más similares a las personas de nuestro grupo y

confiamos más en ellos para saber qué hacer o pensar en una situación dada. Por eso mismo utilizamos las comparaciones con gente de otros grupos, para garantizarnos una identidad social positiva. El otro no es nunca una referencia

_../

adecuada para "validar" nuestras creencias. 2

(

La definición de la situación es un elemento básico para decidir qué comparaciones son pertinentes y qué categorías sociales son las que hay que activar en una situación concreta; de aquí que la identidad sea emergente en las diferentes

situaciones y, por lo tanto, múltiple. cada raya Resultados de los diec¡séis gfupos dedos y tres personas en el exp€r¡mento del efe€to autocinét¡co. son representa a un suieto. El e¡e vertical sn ias pulgadas que recorre la luz rgún el su¡eto y el eie horizontal las

(

diferent€s ses¡ones ¡nd¡viduales o de gruPo.

El círculo se cierra: negociamos con los demás las normas adecuadas mediante comparaciones sociales diversas, basadas en las categorías sociales que hemos crea-

( .,l:ditorial (,O(:

280

Illtr()(llr((i(jrr J la Psi(rrl()gia

s(x

i¡l

o Ldit(trial

tl(Xl

()pituk, i/. lrrIucrreia.

28I

( cr¡ü forr¡ridad...

( do. l'll acucrdt) con los demás nos hacc más parccidos a krs micmbros clc nucstr«r Srupo y rnás difercntes a los dc los otr«rs gru[xlti, accntuamos la ¡rcrcc¡rcitin tlc diferencias y a la vcz crcamos estas diferencias. l)or otro lado, monitorizamt¡s a las pcrsonas de nuestro grupo para sabcr si actuamos corrcctamente y

al mismo tiem¡xl

Hay una norma cxprícita que crice quc si alguien ne*sita nuestra ayuda sc tenemos quc
ra

(

númer, dc condicio

nautcs r¡uc puetren hacer quc

n.

ofrczcamos. Latanéy lrueden, cn 1g6g, cfec_ tuaron el cxpcriment. siguicnte: primero, ponían a una persona en una sara y

c.n cualquicra

somos eiemplos para estas rnismas personas. F,n definitiva, nucstra idcnticlad, lo

ma¡chaban

que pcnsamos que somos, es el rcsultado de estas c«rmparaci«;ncs.

la pers
ra

(

se

cxcusa. Micntras

l.s

experimentadores estaban fuera,

(

cn er dcspacho de ar raclo a una señ<¡ra que

se subía cn una sila, que se caía al suclo y que se que jaba de dolor. Frl resultado fue que un 70% de las pefsonas que estaban s.las se levantaban y sarÍan para ofrer--er su ayuda, pero

1.2.2. Normas de responsabilidad Veamos otros elemplos de nacimiento de normas socialcs en contcxtos grupales. Una situación de emergencia

cuando eran dos perso.as cn ra sara sólo en un 40g6 de ras ocasiones arguien intervenía. si de cstas dos pcrs.nas, una era un cómplice del experimentador que tenía instruccklnes cre n. revantarse, la ayuda descendía hasta er 7%. Esto se puede interpretar como una muestra de que en una socictlad individualista la responsabitidad es un elemento que se puede dividir entre el número de personas prescntes (cada perso.a atribuye al otro la responsabilidad

( (

tie ac-

l.os casos de emcrgencias son situaciones particrrlarmcntc ambiguas.

t;r perceptirin del peligro para uno mismo o para los otros no está nada clara normalmente, y el hecho de que sean situaciones excepcionales dificulta todavía más que haya pautas o normas establecidas. En estas circunstancias buscamos elementos que nos den pistas, y habituatrnente lo que hacemos es mirar qué hacen los demás. ta definición dc la situación y de las -

nor¡nas que imperan se¡án entonces deterrninantes con el fin de saber qué hacer. Diversos estudios de psicología social inrcntan explicar sobre ia base del concepto de norma social algunas situaciones particulares corno pueden ser los disturhios en la calle (l(eieher, 1987) o bien la pasividad ante una ernergencia (Latané y Darley, 1970).

tuar) y que, por lo tant«r, cuantas nrás pcisonas estén presentes en una situación de necesidad menos probabilidades hay de que arguien ofrezca su ayuda; pero también muestra que siempre estamos pendientes de saber qué harán ro, ntros. una situación como ra descrita muestra i:l nacimiento de una norma, cte ámbito restringido, en algunos casos la de ayudar y en otros ra de no ayudar. La conclusión más importante es que el papel tre ras normas implícitas siempre va por de, lante del de las normas explícitas: antc ra .orma exprícita de ayu
(

( (

ro

(

Un acontecimiento que pasó en Estados Unidos a finales de los sesenta con-

mocionó

a

gran parte de la opinión pública del país. Una chica, Kitty Genovese,

fue apaleada durante treinta y cinco largos minutos delante de al menos treinta y ocho personas que se lo miraban desde casa. Nadie hizo nada para ayudarla:

nadie salió a la calle, nadie telefoneó a la policía hasta que ya estuvo muerta. Acontecirnientos corno éste no son tan infrecuerrtes; en 1994 una niña

se

ahogó

delante de una multrtud de bañistas en un lago holandés, en 1999 una estudiante de la

Uníversitál Autónoma de Barcelona murió asesinada en una calle del ba-

rrio barcelonés de Giacia sin que nadie avisara a la policía, aunque

se

oían los

gritos. Pero no hay que ir más lejos, cualquier habitante de una gran ciudad sabe que no se puede detener a pregr¡ntar si se nec€sita su ayuda cada vez que ve a alguien estirado en el suelo.

(

1.2.3. Normas en unos disturbios

( disturbios en la caile son calificados habitualmente por la prensa como una muestra de Ia irracionalidad de algunos ciudadanos, especiarmente si son jóvenes o miembros de minorías étnicas. sin embargo, lo que no acostumbran a pensar los periodistas es que quiás el comportamiento en unos distu¡bios no es tan irracional, Los

sino que tiene sus normas, unas normas que no vienen impuestas por una minoría de manipuladores provocadores sino que surgen en la sih¡ación

(

(

misma.

steve Reicher, un psicólogo sociar inglés, dedicó una investigación a analizar los disturbios que hubo en er año 19g0 en el barrio de st. paurs de ra ciudad de Bristol. El análisis de las noticias de los medios de

(

comunicación, de los infor-

( (

2t\2

'!, l:dit(xial t,O(l

Ir¡tr(xlt¡cfi(itl a la ¡trirlkr¡tr roeial

€)

l;.dit(rial t l(X

2n.t

Cal)itulo V. Ir¡ilucIcia, culkxntidad..

mes oficiales sobre los hechos, dc fottlgrafías y clc cntrcvistas a los paLticipatttcs

cias. si¡r cmhargo, está claro que la causa dc la unifclrmidad de com¡xrrtamic'ntos

en los disturbios y también a otros habitantcs dcl barrio, mostró un panorama muy diferentc dc la supuesta irracionalitlad y furia dc las masas. Durantc los lte-

¡rodría scr otra.

chos se Crearon una Serie de n«lrmas, la más imp
sociolo¡¡ía y la lingüística nc¡s ofrecen.

pasa en otros casos, únicamente los banct¡s y la pcllicía, símbolos dc pgdcr, fuc-

ron atacados. Por otro la«lo, sólt¡ fueron saqueaclas las tiendas que pcrtenecían a personas de fuera del barrio, donde sobre totlo compraba gcnte tambié¡'r de fuera del barrio, dado que el porjer adquisitivo de la Sente del barrio era bastante baio. Ninguna propiedad privada de gente de la comunidad ni ninguna persona

privada fue atacada colectivamente. Todo empezó sin que se necesit¿¡a ningun líder, ni nadie en especial inició los acontecimientos. una batida antidrogas de la policía fue el desencadc¡rante de lo consideró una provocación hacia la comunidad. las normas surgieron a medida que los hechos se sucedían. por eiemplo, un entrevistado comentó: "alguicn gritó de golpe ,el banco' y una vez allí se lanzaron piedras grandes y ladrillos... l:ue

que

se

una reacción completamente espontánea" (Reicher, 1987).

Es

importante notar

que si alguien hubiera gritado "el quiosco" nadie le hubiera hecho caso; de hecho, algunas piedras aisladas que cayeron en ventanas "no autorizadas" no fueron seguidas por nadie, y que cuando se rompió una ventana de un autobús tampoco.

Pcnsarcmos a c«rntinuación algunas de las posibilidades quc la psicología, la

1.3.1. Las normas dentro y fuera

a) Dentro del individuo Nadie duda dc su origen social, excepto quizás alguncls adeptos a la sociobi<¡logía o la ctología aplicada a los humanos. Pero hay quien considera que en

todo caso, si bien son un producto social, hace falta que las personas las interioricen para que afecten a su conducta; como es el caso para la mayor parte de procesos psicológicos, su

comprensión parte del uso de una ¡netáfora.

Es

decir, que

hay un interior y un exterior de las personas.

[,n este se¡rtido, el aprendizaie y la socialización serían los mecanismos mediante los cuales las normas sociales "penetran" en el interior del organismo. Desde el punto de vista de la psicologío cognitiva,las normas podrían ser entendidas como esquemas o bloques de procesamiento de información; es decir, ma-

neras específicas mediante las que codificamos, guardamos

y utilizamos

la

información que proviene del medio ambiente. -Los esquemas son bloques de conocimientos que contienen conceptos, su agrupación en categorías y las relaciones entre estas, y están basados en la experiencia social, pero una vez establecidos son resistentes al cambio. por otro ladq el hecho

1.3. Una polémica: ¿qué son las normas sociales? A pesar de su importancia, el concepto de norma plantea alSunos problemas sobre su "realidad". Es decir, que si nos hacemos la pregunta "¿qué son las nor-

de que son estructuras que procesan activamente la

mas sociales?" no encontraremos una respuesta fácil.

la información que ya tienen. Por ejemplo, un estereotipo es un tipo de esquema

Si recuerda las

deñniciones que hemos puesto al principio del capítulo, las nor-

mas acaban siendo definidas

mdiante el uso de sinónimos -poI eiemplo,

las nor-

información implica que no refleian meramente los estímulos que reciben, sino que los reconstruyen a partir de extremadamente resistente. Si pensamos que los catalanes son avariciosos y nuestro amigo catalán nos paga la bebida pensaremos que él es una excepción en lugar

mas son gujas, g principios, o reglas, etc.-, lo cual es una estrateSia de definición poco aclaratoria y sobre todo tautolqica. De hecho, tas dificultades pdncipales que plantea el concepto es que es c¡eado ad hoc. [a cosa va así: percibimos una regula-

de cambiar nuestro estereotipo. En camb-io, si casi nunca nos

ridad en las conductas de las peBonas y pensamos que algún principio las debe uni-

racterísticas psicológicas de las personas que nos rodean), autoesquemas (imágenes y descripciones de nosotros mismos), esr¡uem as para resolver problemas (pasos

ficar; a partir de aquí pensamos en la existencia de normas. Obviamente, las normas no se pueden observar, la única cosa que podemos ver de ellas son sus Consecuen-

inüta

pensaremos

que es efectivamente porque es catalán y reforzaremos nuestro estereotipo. Según los cognitivistas sociales hay esquemas de personas (imágenes de las ca-

que hay que seguir para encontrar una solución) y esquemas de grupos (como los

( cr

lrditori¿l ti(X-

284

lrtr()(lr¡cci(ill a la l,r¡(rrlogú y(idl

esterc()tipos). sin embar¡¡<1, tamhión hay unos csqucmas quc vcndrían a scr las

normas:

lt»s csqucmts da rolcs (¡;rupos
paso a paso qué se tiene quc hacer en una situaciíln cspecífica). lrl guión más famoso cs el guión dcl restaurante. (luando cntramos cn un rcstaurante ya sabcmos tcxlos los pasos que te ncmos quc hacer «le antemano y no tenemos que

preguntar para qué sirve cl scñor de la camisa blanca ni si la comida la regalan. L,l

problema de este tipo de visioncs son la falsa apariencia de explicación quc

tienen. tll hecho de que la creación de categorías sociales incremente la ilusió¡l de semejanza intragrupal y acentúe las diferencias intergrupales

o bien el hctho de que los estercotipos sean impcrmeables al cambio no tlcjan de ser constat¿rcioncs lrost hu:. En este sentido, son falsas explicaciones porquc al cokrcarsc dentro del in-

tlividuo adoptan la apariencia de un prcrceso universal descontextualizado. En dc-

finitiva, la visión más psicologista olvida los aspecttls culturales e históricos y naturaliza procesos que son sobre todo locales.

b) Fuera del individuo

.O

[:d¡torial I lO(;

( (:¿pituk) V.

llfl

r¡rrrci¿ confoft t¡idad...

( a)

ptimcr lu¡¡ar, convicrtc e n a¡rarcntefllente estático un proceso ¿inámil'as nolmas co' raccn, crcccn y mucren a alta vcloc.i«rad,

(

provisionar. su dcpcndencia «lc ra situación hace que no ras podamos prantear comr¡ si fueran preceptos inam,vibles que los individuos

I

l')n

su carácter es siemprc

van interio¡ izando,

poco a p()co¡ en cl curso dc años tlc socialización. como hemos poditlo ver en el punt, antericlr, ras normas §e crcan muy rápido, y tan rápido como han aparecido puedcn desaparecer, sóro sc mantienen si ra situación se mantiene. b) En segund. lugar, pcrmite pensar que ras normas sociares pueden tener argun tipo dc expresión verbar: "si te encucntras en un ascensor con tu vecino habla del tiempo". íista cs u¡-ra abstracri
cusiones posterkrres del lurado que no al código penal que se quiere aplicar. c) En tercer rugar, pla'tt'a una visión ,-re la scrcicdad excesivamente idílica y poco conflictiva. Si nos deiamc» [evar por ra nclci(rn, es muy fácil acabar vienclo a la sociedad como una partida cle bridge entre señoras inglesas que toman er té educadamente nrás que como un campo <Je batalla en er que las reraciones de poder, h'istóricas, son ro que fi¡ralmente marcan corno se tendrán que lrevar lus peironur.

Si seguimos con la metáfora del interior y el exterior, la sociología se ha encargado de estudiar las implicaciones cle las norrnas sociales para la sociedad sln

preocuparse mucho de cuál era el vínculo con la psicología individual. Aunque esto no quiere decir que rompa con la dualidad dentro-fuera, sino todo lo con-

trario, la refuerza posicionándose en el otro extremo. Para la escuela funcionalista de la scrciología, las nornlas cumplen la función de

mantener cohesionada a la sociedad; son la grasa que hace girar la maquinaria, son como las leyes para los estudiosos del derecho: permiten que la sociedad r¡o se disSregue. I-as normas sociales permiten las interacciones entre personas, facilitan la

comunicación, crean un marco en el cual moverse. Marcan los límites de lo que se puede hacer y lo que no, mantienen a la sociedad organrzada. Las normasgarantizan la eficacia de la estructura social. si el derecho prevé una serie de penaspara los

infractores, Ias normas sociales también; cuando el derecho pone una multa, la sociedad se burla; cuandoel derecho encierra en la prisión, la sociedad excluye; o!an-

do el derecho condena a muerte, la sociedad condena al ostracismo. Esta visión legalitbrme de las normas plantea pero tres problemas graves.

1.3.2. Las normas,

( ( (

( (

(

( (

ni dentro ni fuera, sino todo lo contrario

El problema no es senciiro. Er hecho de plantear ra uniforrnidad social como un problema merecedor de atención ya marca ras posibilidades de respuesta. La uniformidad sociar sólo puede ser un problema si creemos que

la sociedad está formada ¡ror individuos que tendrían que tomar libremente sus decisiones, pero si no es así, el probrema desaparece, o en to¡Jo caso §e tiene que plantear en otros términos. Si aceptamos el problema, no resolverlo apelando a las normas sociales tampoco es inocente como ha @ido ver en er punto anterior. Er concepto que utilizamos para responder restringe otfa vez las posibilidades de respuesta. No hay muchas alternativas, pero el reciente giro ringüístico en psicología, encarnado por ra psicología c«¡nstruccion¡sta, psicorogía la curtu¡ar o bien ra psicología narrativa, abre algunas posibilidades. una muestra de las posibilidades

(

(

( ( (

( (

que

ofrece es la revalorización de ros estudios clásicos de Frederic Bartlett sobre el ¡e_ cordar, en los que mostró cómo ar recorcrar ün rerato a ro largo der r.

(

,,.*o i*.

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LrlÍ( I(nir r l¿ ltr(r'1,'*r¡

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Catlrrul(,

V

I

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ihBt ¡(ir,

.(rffi¡trit¡d.

'

dcforma, dc la misma rnanera quc se deforman k)s lurnorcs, y sc adccua a l(,5 can(nes culturalcs d(j lo quc cs una buena narracitin. l)c esta

maneta, mo:itt(i ((;nl(,

rcsutlrcn, las normas s(rciales establccen y mantiencn un determinadr¡ orden social mediante la organización y la regulación dc las rclaciones interlxr§ol],n

ya que el lenguaie ticnc una qrtructura concreta, cs un p(xlucto histótico dc la\

nales. l)e hccho, manifiestan dcterm¡nadas relaciones de podcr, en el sentido de que prescriben la normal¡dad (y proscriben la anormalidad) mcdiante mrra_

instituc¡ones rcciales en las quc se ha creado. Por lo tanto, uo sc trata dc pcrrsar que las normas sean unos qtqucmas individuales quc están dentro dc la caheza dc

nismos dc control cvidentes o sutilcs que dificultan la no adhcsión a la norma; el castillo o cl refucrzo por parte de la autoridad pcrtincnte cn una situacidn

las personas, sino de ver quc cn realidad son narracioncs que sc crean cn las c(rn

dada o bicn la naturalización dc dcterminados comportamientos, pensamientos

vefsaciones con los otros. Estas narraciones actúan como marcos dc rcfercncia en

y deseos. Ooniuntamente con esta presc¡ipción de normal¡dad, los roles (con_ ,u¡rtos de normas asociadas a dcterm¡nadas posic¡ones sociales) cond¡c¡onan la

k)s csquemas, supuestamcntc individuales, soo

en rcalidad p(xluctos culturalcs,

lor que situamos las acciones de las personas, y en éstas elaboramos su significado, quc consecuentementc cs un prülucto cultural. Otra manera en la que el lenguaie restringe (o posibilita, como Suste más) laS acciones humanas es mcdiante la narración de lo que es real y <je lo que no. Muchas veces la

uniformidad viene dada, no por la existe¡rcia de una supuesta nor-

ma, sino por la imposibilidad de hacer otra cosa. [,] lenguaie cotidiano di[erencia

aqucllo que es real de aquello que es ficticio y, por lo tanto, otorga "naturalidad" a determinados comportamientos. Por eiemplo, alegrarse o entristecerse en un

entierro no sería eneste caso productode una detelminada norma social qut txis-

tirÍa en los funerales y que "obligaría" a las personas a alegrarse o entristccerse, sino que seÍa consecuencia directa deloque siSnifica, es decir, dcgué es realmente la muerte para los miembros del grupo afectado. Y es que ciertamente no es lo

idcntidad de las personas- A pesar de todo esto, no tenemos que olvidar que las normas sociales impl¡can determinados valores socialmente distribuido' con los que las personas

lndemos mostrar nuestro acuerdo. finalmente, y para haccr iusticia a los investigadofes que

se han esforzado tan_ to, no podcmos olvidar que, como la mayor parte de conceptos en ciencias s(xia_

les, su valbr cs por encima de

todo heurÍstico. t¿ noción de norma

social es valiosa porque nos ayuda a comprender cómo puede ser que lo social y lo p6¡cológico no se pueda separar. Su valor no rad¡ca en su validez a la hora de generar explicaciones causales de la conducta humana sino en las vÍas de comprensión

que abre. Quizás por eso más allá de lo <¡ue son o dejan de ser, son importantes por el tipo de preguntas y de investigaciones que han permitido pensar.

mismo modr en un contexto que cree en la existencia del paraíso que en uno que cree que después de la muerte no hay nada más.

2. Mlchcl For¡crult El célebre

filósofo ftanÉés muestra en

r¡ libro y$lair

y castigar

cómola disciplina impues-

ta en las escuelas (y también en otIas instituciones cerradas como son ho§pitales, prisione§,

cuarteles o f¡ábricas) no tiene co[io efecto principal la interiorización

de

determinada§

normas de compo¡tamiento sino la coristitucióo real de cuerpos dóciles y útiles, de su¡etos oMientes dispuestos a aceptar trabaix que ante¡iormente consideraban inaceptables. La

disciplina, la vigilancia, los eiercicioo fisto6, el encierro en espacios ordenados Seométricamefite, los exámenes m&icos, etc. c¡ean al indiüduo moderno, no como suieto iurídico no sometido a unas normas exteriore§ a é1, sino como con,unto de normas ambulante: el

indiüduo no

es

Factores sociales en la percepclón

otra cosa qu¡ un grupo de normas.z

2. Una buena int¡oducción a Michel touc¡ult es la lectura de los libros V¡8lor y cost¡tur e Histor¡a de Io sexualidatil: Ia voluntad de rd¿.r, ambos en l¿ editorial SiSlo XXI de Madrid.

Hay algunos procesoc fundamentales de la picología que a menudo acGtumbran a verse desde un punto de vista exclusivamente individual cuando la pane que tienen de social es lo bastante importante, esencial ¡ncluso, como pala detenemos en ellos un momento. El hecho de que sean prcc€sc Ficologictos Msicos no quiere

decir que podamos estudiarlos sin tener en cuenta su dimensión social como si les pasaran sólo a las personas que üven en istas desiertas por eiemptq la memoria, recordar, es algo que hacEmos colectivamente; recordamos con los otrcs nuesros meiores momentos y los p€ores, tenemos convesacion€s sobre lo que nos palo tal día y tal año, o sobre la importancia de

un deteminado acontecimiento para

ta fa-

( ,Etid'l9t,rl!,1)tt

_rjl

___-_, lrrt(rk¡tr

iorra la 1rrirrrkr¡ia social

(

O fdil()rial t,()(

28e

(jal,itul¡)

V

Irrfh¡cltci¡, crlrlorlridad...

( milia. Ln gcncral, rccordamos aqucllo «le kr quc hcmos hahlad() o cn l() quc hcmos pensado y no aquclltl quc ha pasado sin llcgar a scr vcrbalizado. (klnro ha viskl cn el capítukr antcrior, cl pcnsamiento no sc producc scparadamcntc cle unt¡ dc los

pr«luctos sociales más sofisticados, cl lengua jc, y e;tc

s

tamhién cl

cas
cmo-

ciones, las cuales utilizamos cn c{)ntcxtos s«riales que lcs clan scntido y las re¡;ulan.

No podÍa qucdar fucra dc este grupo de procesos básict¡s la ¡rerce¡rci(»r. oaptar información con el fin de pr
un pnrceso de construcción de aquello percibido que una absorción di-

estímulos. Lo quc veremos en este apartado

es de

de ccrnstrucción se produce colectivamente a pesar dc

qué mancra cste pr()reso

tencr lu¡;ar en ir-rdividuos

particulares y en cuerpos concrctos. Empezaremos estudiando las ciiferencias y semeianzas que hay entre percibir obietos físicos y personas, nos detendremos un rato en los erxperirnentos rnás clásicos que se han hecho sobre percepción y final-

mente estudiarcmcls las inrplicaciones que ilsta visión de la percepción tierrc para el cstudio de las rclar.iones interocrsonales e intergrupales.

2.1. Percepción y percepción social La percepcíón es

el Droceso meciiante el crral ohtenemos información de nues-

tro entorno uor medio de los sentid<-rs.

E,l

conc,:pto de percepeión soci¿¡l l-race re-

ferencia sobre tod<; a la percepción de persorras, pero también se extiende a la

es., la ¡rtrcc¡lcirin dc no trcja dc ser u.a actividad muy parcrida a ra 'bjct,s de pcrcibir pe rsonas, quc incluye, claro, tareas de clasificación, atribución tre Por

ractcrísticas y dc

sig.ificad.s,

los cualcs son sociales en el senti
ria dc los grufxls srrciales a los que pertencccmos. [)c hech,, n, hay nacla naturar en ra pcrccpción por nos parezca-

r,s

psic-órogos de ra Gestalt

/\ muy automaüzarla que ésta

pr.pusieron una serie de

reyes que

guían

la pcrceprión, la más rmportantr: de ras cuales es que er todo es más que ra suma ae

las parte:, cs decir, quc la grobaridad de

aquc[o percibi
gentes que no están prescntes en ras partes de las que se c.mpone, hasta el punto de que esta grobaridad otorga pr,piedades y significados a ras partes que e;tas no

tenían antes- otra de estas "reycs" es ra quc afirma qrre la figura cima dcl fondo, es decir, que organizamos la inf<¡rmación

se

impone por en-

de la psicología s«:ial, parece ineludibre ilegar a ra concrusión de que es er significado social otorgado al coniunto de ra información ro que determina qué erementos se con_ vierten en figura y cuáles en fondos.

Flgura 5.2

como mero receptor pasivo de sensaciones olvida que la acción báen la Deicepción es la dotación de significado de aquello que es percibido.

sica

( ( (

(

( (

vista un fenómeno mucho más pasivo.

a la persona

(

(

aproximación a su personalidad e incluso deducir sus intenciones con el fin de prever su conducta, mientras que por eI otro, percibir objetos parece a primera

ruidos. En definitiva, para obtener una serie de sensacicnes de nuestros cinparece que sólohay que enfrentarse a r¡n obieto y ya está. Enteilder sentidos cc

(

percibida en totaridacles

por url lado, percibir a una persona es una actividad que incluye clasificarla en algún grupo social, hacer una primera

sus

(

(figuras) quc se destacan clel restc¡ de información (fontio). El carácter in.at. c, apre.tlido de estas reyes y de las rlue se dedujeron de ellas pr.vocó un gan número de investigaciones y poco acuerdo entre éstas. Desde er punto de vista

físicos son dos actividades diferentes:

ella para empezar a sentir el oior que hacen, verlas, tocarlas u oíl

(

posee propiedades emer-

primera intuición nos podría hacer creer que percibir personas y percibir objetos

estar cercá de

(

aprendid. mctriantc las rclaciones que mantenemos con los otros y de la histo-

percepción de cualquier obiecto o relación que tenga un significado social. una

Aparentemente el entorno de la persona está lleno de cosas y sólo hay que

(

ca_

( ¿Un pato

o ufl coneF? Sfu b palabra que uülizanns para derribirlo nos p€nrúelsqtÉ e, .rcalmente,.

Esto explica por qué vemos una m€xü¡ y no un coniunto de maderas prrganchadas; es decir, ta percepción del obieto mesa está directamente ünculada al significado social de ra mesa y a los usos que ésta tiene. Visto así, toda percepcién es social y se puede entender ra afirmación anterior de que la aaividaa de

( ( (

( (

!r !:ditorial

l,()(l

29()

Iotroducci(i¡r a la ¡rsicokr¡¡ia sirial

percibir cs n)ás constructora quc tlcscript
,O

[ditorial

LJ(X:

29t

Capitulo V. Irrllucrrt ia, corrforruidad...

parezca extraño, pcrcibir cs una activ¡dad colcctiva más quc lncliviclual.

tos pucclcn parcccr mayores según su impclrtancia, es decir, dc su valor y
2,1.1. l-a realidad como construcción social

mento dc llruner y (i«xdman (1947) que se ha presentado en el capítulo I. Los

l)ara mostrar csta última cucstión explicaremos más detalladamente el expcri-

Ahora es un buen momento para volver a definir la psicología social. Si asumimos la premisa de que la percepción es una construcci(tn cle la rcalitlad3 y clc que además los actos perceptivos son una construcción coniunta y no un acto

investigadores pi«lieruln a un grupo de niños de diez años que evaluaran el tamaño dc unas circunfercncias. l)ara haccrkr, disponían de una luz que proyectaba un

individual, podemos definir la psicología social como la disciplina que estudia

círculo lumin<¡so en una pantalla y que se podía hacer más grande o más pequeño con un botón que giraba. El expcrimento consistía en el hecho de que mientras que un grupo de niñ<¡s evaluó el tamaño de una serie de monedas -las fracciones

los procesos de constitución, mantenimiento y cambio de la realidad.

de

2.2. Percepción y actitudes A finales de los años cuarenta, una serie de investigaciones protagonizadas por

dólar dc 1, 5, 10,25 y 50 centavos, que conocían bien y utilizaban habitualmente-, cl otro evaluó unos discos de cartón del mismo tamaño. Puedc ver los resultados en el gráfico siguiente: Flgura 5.3

Jerome Bruner y sus colaboradores estudiaron algunos determinantes sociales de

1:I,

la percepción que iban más allá de las leyes de la Gestalt, como pot elemplo, los valores, las necesidades, Ias actitudes, la motivación, el-aprendizaie o el lenguaie. Esta línea de

investigación recibió el nombre, medio en broma, de new look otr per-

ception ('una nueva mirada a [a percepción'). Los trabajos de Bruncr, y dc muchos otros estudiosos de la percepción, surgie-

ron como reacción a una psicología experimental de inspiración psicofisiológica que durante mucho tiempo estudió la percepción aislada del contexto-en el que se

producía, y asumía que sus suietos representaban suietos universales y que no

habría interferencias culturales en la percepción, aunque muchos estudios mos-

traron muy pronto Ia influencia en la percepción de factores como el aprendizaie y la motivación, el temperameñto y el humor, las necesidades y los hábitos y las actitudes y los valores (Bruner, 1947).Para Bruner, Ia percepción

es

una negocia-

ción entre lo que el organismo puede percibir por sus capacidades biológicas y lo que selecciona para ser percibido. El aprendizaie dete¡mina qué percepciones son relevantes y provoca que los obietos que habitualmente se seleccionan destaquen

por encima de los otros, de manera que parecen más vívidos, más claros, más bri-

O---€ @--€

Monedó Círculo¡

llantes o mayores (Bruner, 1947). Pero incluso más allá del hábito, algunos obie3. El punto de vista del construccionismo social que se ha presentado en diversas ocasiones en la obra está explicado didácticamente y en detalle en el libro: V. Bun (1997). Intro¡lucció ol consÍuccionisme social. Barcelona: Editorial UOC / Proa.

Med¡a de las est¡mrbnes de discos y monedil del mi¡m tamño para n¡ños de d¡€z años. El eie de coordenadas cont¡ene las mmedis y €l €ie de ordenadas €l porcent4e de desviaclín con respecto al tamño real.

II Lcr

t':dilorial [,(X]

IIlr(f,luccióil

292

a

la l,sic()11)gia \()(ial

oom
cartón, no. Ia difcrcncia sól
disc<¡s «lc

moneda rnayor, medkr dí¡lar, no siga el ordcn crcciente dc sobrecstimación se t.lchc

probablemente al hecht¡ dc quc kx niñ«ls no tenían muy a mcnudcl moncdas <.jc tanto valor al alcancc y quc, lxlr k) tanto, la monecla más vatiosa cra prohablcmcnte considerada irreal, menos familiar. [,] experimento prosiguió con la hipótesis tle quc la s<¡breestirnación tlepcndería del valor que para los niños tenían las monedas. cogieron niños tle una escucla de un barrio rico de Boston y de otra de

un barricl pobrc, rcpitieron las scsiones de evaluación de medidas y los rcsultados volvieron a mostrar quc etr:ctivamente el valor determina la sobreestimación, hasta el punto de que las difercncias cntre las estimacioncs de

un grupo y otro eran estadísticamente significativas en rela.

cr

Editüial t¡(xl

29t

(ial)itulo V. Iulluclrcia, cou[ont¡idad..

( lin un artícukl postclior, l]runcr nos explica que percibir no es un prcxreso aislado, sin. quc frlrma ¡rartc dcl pr.ccso de comprensión mismo. "[...] hay un fluj. constante dc estudi.s experimentales sobre el modo en que los fac_ tores s()ciales provocan ti¡ros dc selectividad respecto de lo que una persona percibe o inficrc y lcspccto tlc su ft¡¡ma dc intcrpretarto. [...] sin actitudes apropiadas, y sin una estructura lingüística adccuada, un suieto no capta con facilidad ciertos acontecimientos en su entorno, que otra persona debidamente equipada con actitudes y un lenguale, percibiria como importantes.,, J.

La pcrcepción no es, por ro tanto, si utirizamos una metáfora clásica, un proceso de ahaio arriba sino dc

arriba abajo;

nedas. Puecle ver lcls resuit¿r,los en cl gráficr'l siguiente:

pro(reso sea inrlividual: no lo cs porque la organización cognitiva no es un pro-

( (

(

cs

ducto individual en el sentido que no depende de ra experiencia particular de un individuo para constituirse sino que depende de ra posición que éste ocupa en la red de relaciones sociales y de las herramientas lingüísticas y afectivas que esta red ha construid«r.

un eicmplo lo proporciona.tro experimento 'ro

(

Ilru.er (1958). Psic.logía sociar y l)ercepción. EnJ. R. Torregrosa y E. crespo (Ed.),

ción con el diferencral de valor percibido que para ambos grupos tenían las mo-

Í

(

Estutlk¡s hásicos de Psicología Sr.rial (p. 143). Barcelona: Hora, 19g4.

decir, que es la organización cognitiva la que determina la percepciór¡. Esto no quiere decir, sin embargo, que el

Flgura 5.4

I

(

( (

de Bruner y postman (1949) cre

la misma éprrca que el anterior4. En éste mostró una serie de cartas de póquer;r un grupo de estudiantes y controló el tiempo que tardaban en reconocerlas: las

I

cartas eran reconocidas en 28 milisegundos por término medio, pero, ¿qué pa_ saría si los suietos no conocieran las cartas? Bruner y postman introdujeron alSunas cartas incongruentes -es decir, cartas en las que el color y el palo no

ó o

coincidían, por eiemplo un 4 de corazones negro, o bien un 6 de trébor rojo,., y el resultado fue que por término medio er tiempo de reconocimiento

(

mentó en más de cuatro veces (r14 milisegundos). Esto solamente demostraría que el conocimiento anterior afecta la percepción, pero lo más intefesante

(

se incre-

es

O----€)

O--€

ú6 d. dc¡ irr6 ry¡rc¡f¡dro¿ce¡m Mñ6

[n este gráfico la li¡e¿ d¡ror¡tinu fepresenta ias elimac¡on€s de los niños pro(edmtei dc un entqno pobre y la ronünua la de los n¡ños procedentet del baño a(omodado.

(

I

que no todas las cartas pudieron ser descritas por los su jetos: mientras que como máximo a los 350 rnilisegundos cualquier carta normal ya había

sido reconoci-

(

da, en el tiempo de exposición máxima (1.000 milisegundos) sólo er g9,7% ,le cartas incongruentes pudieron ser descritas.

(

4' Puede leer los artículos oripinales de estos dos experimentos de Bruner en la web Histcry of Psychology. hrtp:/iwww.yorku.caldepr/piychicliisics.

Classics

in

t.he

(

t,r¡(l'n ú {, ¿ h t^k'ú'ti¿ \,

(:¿tntok'v I¡¡flL¡e0.ir (¡rtortridad.

rdl

lr)s suick)s mallifesta()n una rcsistcncia extrenla a la incorr¡¡rucncia. cuar)do una carta inconSrucntc aparecía, k) más habitual cs que ésta se des!ribiera c(xno

una carta normal (cfccto de dominio del color o dcl pal(», por c¡cnlplo, una car-

ta roia sc vcía como un corazón o un diamante aunquc cl palo fucra tróbol o

"l-o que cst() r(gicrc rs quc, uria vr¿ que una socicrlad h¿ nroldcado los intr¡eses dc un¿ perJo ¿ y la lta cntrcoadu para espcrar l() quc sea más p()bable en esta sociedad, se ha ganado un inmcny, control, no solamentc sobre sus proces()s tnentalcs, sino también s()brc cl misño m¿lerialcon el quc cl penr¿miento opera -k)s datos (jxpcrimentados por la pe rcel,!-¡ón."

pica. Pero también se produicron otros efectos: antc la falta dc re(on(ximiento de lo quc veían, en algunas (rcasiones algunos suietos llegaban a una solución

(

razón neSro se veía marrón, o negro con roio en cl contorno, o púrpura. l'am-

En J. R. 'lbrr(,grosa

y L. Crcstx) ([d.),

rlc I'sicolotío kttiol (p_ lS4). Barcelona: Hora, i98,1.

Seguro quc no sc le escapan las repercusiones que tiene esta manera de

cnfo,

car los estudios dc la percepción humana. No sólo sobre nucstro conocimiento

no fue capaz de describir lo que vcía, y manifcstaba simultáncamente su nervio-

de la sociedad y dc las relac¡ones entre las pcrsonas, sino quc también ponen sobre la mesa una pregunta cruc¡al para las ciencias smiales y humanas: ,,¿hasta

dió en ninguna ocasión en el caso de las cartas normales. Como puede ver, no percibimos; de hecho, scría más exaito dc(¡r que nos negamos a pcrcibir a<¡uello para lo cual no estamos preparados. Afortunadamente la vida social es tan compleia que proporciona una gran cantidad de maneras de percibir, para todo Io existentc e, incluso, para Io inexistente, como muestra el pánico colectivo que provocó Orson Welles, en l9:18, durante Ia emi-

(

l95tt). l,sicologi¿ Sc¡al y Pc¡cepción.

bién pasó que la percepción llegó a bloquearse hasta el punto de que el suieto

su¡etos se bloquearon delaote de alguna carta incongruente, cosa que no suce-

(

(

Est,¡.lios bósico$

de comprom¡so y describían la calta en un término med¡o, por c¡emplo, un co-

sismo: "¡que me maldigan si sé si esto es roio o qué!". Más de la mitad de los

(

J. Bruner

sién de un programa de radio que anunciaba la invasión de la Tierfa por parte de un grupo de marcianos violentos.

Itrves¡ón! Una persona explicó que miró la calle y que todo parec¡a ¡gual que cad¿ di¿ y que, por lo tanto, habia pensado que la invasión todavia no había llegadoa su barfo. Otra persona explicóque v¡o que la calle estaba llena a rebosar de coches y que, por lo tanto, lagente ya eitaba huyendo. Una tercera p€rsona describió que por su calle no pasó ningún coche y que penso que el tráfico había quedado colapsado a causa de la destrucción de las careteras. EI significado otorgado a la percepción es la percepción misma, con un grado sorprendente de independenc¡a respecto de la infomación que supuestamente nos envian nuestros órganos iensoriales. Eiemplo extraído de H. Cantril (1940). The lnvasion from Mars. En L E. Maccoby, T. M. Newcomb y E. L Hartley (1958), tuadifljs i¡¡ Soci.4l PJx:holo8y. tondon: Methuen, 1966.

En el artículo de 1958, citado anteriormente, Bruner llega a una conclusión especialmente relevante pafa el tema de la influencia.

qué punto es posiblr: cl estudio obietivo de estas relaciones y de su organización?". Sea cual sea Ia respuesta, ésta no ha detenido la investigación, sino que en todo caso la ha cspoleado en múltiples direcciones.

Uno de los ob¡etos de la percepc¡ón que ha merecido la atención central de los ps¡cólogos sociales es, evidentemente, la pcrsona- De hecho, esto ha sido el punto de que el propio concepto d€ l,¿rcqrió[ sociol se ha referido casi siempre al estudio de la percepción de otras personas y de los procesos par_ a5í hasta

ticulares que ésta conlleva. Según si se pone énfasis o no en la adscripción ¿ una categoría grupal de una persona, podemos dividir el estudio de la percep_

clón social en dos campos, que podemos llamar percepción interpersonal y percepción intergrupal.

2.3. Perccpc¡ón social y rcLrciotres itrterp€rsotrales punto presentaremos doscampos de estudio clásicos de la percepción social. EI primero, de inspiración gestáltica, versa sobre la formación de impreEn este

siones; es decir, sobre cómo se organiza la percepción de las otras personas de manera que nos permite llegar a conclusiones sobfe su talante a partir de unos

indicios mínimos. EI segundo estudia Ia atribución de las causas dc la conducta de las personas; en otras palabras, es et estudio de las expl¡caciones que el sentido común da del origen y, por lo tanto, de ta responsbilidad final de nuestro

compo¡tamiento.

( ,e lidirorial

t,()(;

2t)6

Ittttodlt((i(irt J ld l)ri(()l()gia \()(idl

,O

Edil(,ri¿l I r( x

297

(

(la[)Íluk) V. Il¡flueflcia. ronlofu¡ida(|.

(

2.3.1. La formación de impresiones

Es sól«l a

partir dc csta c.ndici(rn que p«rcmos entencler, como

diio.!rr,mo. (

Asch, quc:

cl capítult¡ II de estc libro ha visto que una dc las activi«latlcs más importantes que haccmos durante las i¡rteracciones que mantcnemos con las <¡tras IJn

"llesultatlo final dc la interacción con t,s demás y de la percepción de sus acci.ncs, motivo§ y cmoci«rnes ilcgam.s ar con<xirniento de que ras personas ¡xlseen indivi_ dualidadcs particularcs y singularcs. A partir de los diversos aspectos de un indivi¿uo nos f.rmanlrx una opini
personas cs la gestión dc las impresir-lncs quc proporcionamos a los otros. listo quierc dccir que somos pcrfectamentc conscicntes («le hecho, lo practicanros cada día) de que las personas nos formamos impresiones dc los otros.

Piensa en los esfuerzos que dedicamos a conseguir que la gentc que n()s rtxlea picnse que somos buenas personas.

La percepción de personas es

un proceso rle percepción c()rno cualquier

(

S. Asch (1952¡. l,sicología Social

(

(p.172). Buenos Aires: Eudeba, 1972.

Asch, que cra gestart¡§ta, lógicamente §e propuso estudiar cómo se organizaba esta perce¡rción, dado que entraba claramente en el tipo de percepciones

que a pesar de provenir aparcntemente de características puntuales y segregadas

que también es un proceso que dcpende de los valores, las actitudes, el apren-

Leyó a cada uno de los tlos grupos de estudiantes una de las jectivos siguientes:

Aunque hoy por hoy nos parezca natural y obvio que nos formam
ni en todas

las sociedades: la existencia de individuos. La visión uni-

taria de la persona que llamamos individuo es una creación histórica de la sociedad occidental del último par cle siglos. por ejemplo, tal como ha visto en el

capítulo II, el selfoccidental ha pasado sucesivamente a ser romántico, moderno y saturado.

producían un efect. unitario: er individuo. con esta finarictad diseñó

"Los ind'lviduos llegan a'conocer'sus actitudes, emociones, y otros estados inteinos en parte mediante las inferencias que hacen a partir de la observación de su propio

comportamiento y/o de las circunstancias en las que éste tiene lugar.,, D. Bem (1972). self perception theory. En L. Berkowitz (Ed.), Advances in experimental (vol.6, p.2). New york: Academic press.

social psychology

<Jos

(

(

er ex_

(

listas de ad-

(

perimento siguiente:

( inteligente-habilidoso-trabaiador-cálid«¡_decidido_práctico
( inteligente-habil idoso-traba jador-friodecidido_práctico_cauto

( Les explicó r¡ue estos

adjetivos describían a una persona y que, por favor, seleccionaran de una tista de dieciocho rasgos, empareiados en un por. positivo y uno negativo (por eiemplo, generos*.avaro; popular-impopular;

(

etc'), cuál de cada pareia era el que más pegaba con ra persona que acababan de oír' Para empezar, en los resurtados se vio cómo el grupo cárido otorgaba más rasgos positivos que er grupo frío. Además, en concreto, persona

(

fuerte_déb¡l,

la

Daryl Bem argumenta que nosotros mismos somos obieto de nuestra percepción. En su teoría de la autopercepción defiende lo siguiente:

(

see p«lpicdatles relativamen te perdurables.,,

otro y, por lo tanto, compartc los mecanismos que permiten [a percepción dc cualquier objeto, incluida su dependencia de la socie«iad. Esto quicre decir dizaie y en general de cualquier fenómeno que vincule a la persona y su entorno social.

(

cálida era ge-

nerosa, prudente, feliz, imaginativa, altruista, humana, popular, etc., m¡entras que la fría, todo lo contrario. El mismo experimento, con la misma rista de adjetivos pero sustituyendo la

oposición cálido-frío por educado-mareducado no produjo ninguna de estas diferencias' Fiiaos, pues, que un cambio en uno de los adietivos produce una modificación de ámbito globar (tar como predice ra Gestalt) que, además, rasgos más centrales que otros. La calidad de cálido o de hacer una atribución de características

/

hay

frío es más básica a la hora que la de educado o maleducado. No-

I

( (

( ( ( ( (

hrr!{11(1n,I ¡ l¡ lúrn¡{i¡¿

{rrJl

tad quc csto tienc una cicrta l(ig¡ca, ya que hahlamt¡s tle tlt¡s cualidadcs quc prr-

dcmos pcnsar fáeil¡nentr quc uria dcl)entlc ntás de las situacioncs que la otta, si bicn puedc no ser cicrto, (:on todo, cl contcxto cs fundamcntal, cs dccir, que lo que nos cncontramos cs toda una rcd de rclaciones entre rasSos; por ciempkt, la misma

dicotomia cálido-frío no protlucc cl m¡smo cfccto pucsta en la lista

s¡-

guiente:

(iat»ruk¡

guicn quc vcm(,s actuar tíflridamente no pcnsamos quc sea l]xtrovcrt¡do, etc. l)(j aqui que haya cxpcctativas prcviamentc al contacto interpers(,nal quc relacio_

nan kls difcrentes rasgos tJc la pcrsonalidad. Nos encontramos, pues, ante auténticas t¿orlns lnpuliras de lo pcrmmlitlad, quc no sólo dctcrminan qué podemos pcrcib¡r sino quó podemos esperar percibir e, incluso, cómo potlemos esp€rar ser.

[a Obediente-débil-supcrtici¡l-cálido/f rio"sin ambicioocs-vanidoso

psicología social cognitivista ha dedicado grandes esfuerzos a estudiar de cstas teorí.ts implícitas, basándose en el estudio de las co-

cuál cs la estructura

dccir, que una calidad no es inherentementc central sino que depcnde siempre del contexto. De hecho, lo que cambia el cont€xto es el propio siSnifiEs

cado de cálido o frio: cualquicra dc las dos expresiones pucdc ser central o Peri-

férica, positiva o negativa sc8ún el coniunto cn el que sc encuentrc. Harold Kelley, en I950, reprodu¡o el experimento en cond¡ciones "natur¿les". Pre' sentó en dos grupos deestudiantes a un profesor invitado, pero cambió un¿ frasc: "1¿ gente que [e conoce le considera una persona 'muy cálida' / 'má5 bien fria"'. Detpuéi de veinte minutos de interacción las descripciones que hicieron los estudiantes eran mucho más favorables en el caso del profesor cálido que en el caso del profesor frío. Lo má5 interesante es que la dinámica de los Srupos no fue la misma dcsde el pri¡(ipio: aunque el profesor actuó de la misma manera con los dos Srupos, el clima no fue el hismo, los estudiantes evitaron má5 a menudo la ¡oteracción con e[ profesor frio, e

v hfh¡o(d. (r!rtrr¡ldrd

iintervinieron menos en clase!

rrelaciones que muestran las descripciones que hacemos d€ las otras personas y, en otros casos, cn el estudio de los prototipos o eiemplos idealcs que nos sirven de referencia (por eiemplo, la bucna persona, el estrecho, el coionudo, el des_ graciado, etc.). [,os resultados más interesantes son los que muestran que estas

co[elaciones o coniuntos de rasgos agfupados en pcrsonalidades idcales no tie_ nen relación con la expcliencia anter¡or de contactos que las personas hemos mantenido. Tanto si es para describir a un amigo intimo, alguien a quicn cono, cemos muy bien, como a un desconocido, siempre aparecen las mismas agrupa_ cion€s. Esta constatación tranquiliza a los psicólogos de la personalidad, ya que

que hay una cons¡stencia en los rasgos que legit¡ma el cons_ ttucto personoliddd, pero también nos puede p€rmitir pensar que los tests de per_ les parece apreciar

sonalidad y los diversos factores que se han encontrado surgen precisamente de estas teorías populares de la persooalidad y,

H. Kelley (1950). The warm-cold variable in first ¡mpies§ion of persons.lou¡nol of Personality, 18, 431-439. Puede pensar ahora en el efecto que tienen sobre la docencia y el aprendiz¿ie los rumores que circulan sobre los profesores.

no como afirman los psicólogos del descubrimiento c¡entifico, de unas características ob,etivas preexiste[tes.5 Sea lo que sea lo que pensamos, parece que hay una relación circular; primero s€ crea históricamente y culturalmente la noción de individuo, cosa que hace que las personas perciban que hay una serie de rasgos consistentes que hacen de cada persona una unidad lógica, los psicólogos estudian estos rasgos y,,des_

Como en otras ocasiones, a partir de la psicoloSía de la Gestatt, la psicoloSía so€ial cognitiva tomó el estudio de Ia formaciÓn de impresiones baio su paraguas. Jerome Brunef

y

R.

Tagiuri formularon, en 1954, el concepto de "teorías

imptícitasde ta personalidad". La cuestión surgió porque no sólo Pasaba que alproceso Sunos rasgo§ estaban rclacionados entre sí, sino que esto era incluso un previo a ta propia impresión. De esta manera, a partir de la percepción de alSuna característica de una persona, inferimos la pre§€ncia y la ausencia de otros ras8os; por eiemPlo, de una persona que nos parece Práctica

no esperamos que

sea

imaginativa, pero esperamos que alguien tenso muestre también ansiedad, al-

cubren" la personalidad, la cual finalmente vuelve a la sociedad en forma de tests y teorías que salen en las revistas, en las entrevistas laborales, en la televisión cuando hablan "expertos" y que welven a decir a la gente cómo son, o ¡o que es lo mismo, cómo tendrían que ser.

la formación de impresiones y las tcorías imptícitns de la persotwlidnrl son un mecanismo fundamental para ,,recrear" individuos en la vida cotidiana. Tal como 5

Para profundiz¡¡ en las

teo ¡t implícitás del¡ peEonalidad y su relación con las teorías científi_ puede ver Ep¡slemología del sentido común de Heiri paicheler. Lo €nconrta(a en: 5. Moscovici (Ed.). ( t986). fticoros¡i4 so.ia, (vol. 2). Barcelona: paidó\ cas oe la personalidad,

( ,c)

Lditorial

tlOC_-

j(X)

ya comcntó sr¡klmon Asch, a partir tlc los trabajos dc partían rlc nucstras premisas: "uno de los

l¡rlrodrrer.itirr a l¡ l)si(1rl()8ia

|ritz

s()(

ial

pasos necesarios para llcgar a

cualidacl de generosidad. [...[ Debcria agregarse que reconocemos que las pcrsonas cons-

tituyen causas de mancra rclativamente abvrluta; en general, no pnr«lcmos a rastrcaf las condiciones que produicron a un in«livitluo molesto, sarcástico o satisfecho. l,()s individuos son causas fenoménicamente primeras en un grado sustancial. [...] la expe riencia nos enfienta con muchas acciones de los de más quc se .luccden en ¡clativo dey¡rclcn. Dn oposición a este movimiento y este cambio incesantcs de nuestras obscrvacioncs, surge un producto dc c'onsiderable orden y estabilidatl.,, (1952). l,sicología Social (p.212). Buenos Ai¡es: tudeba, 1972.

El estudio de la formación de imprcrones es irnportante F)rque, tai como se desprendede lo que se ha visto en el capítulo II, lo que la gente piensa de nosotros no es aieno a lo que nosotros mismos pensamos que somos. He ahí, pues, una de las formas de

lidit(xial t ¡()(

30I

I

(l¿pitulo V. I¡llh¡trrcia, cr»rforIridatl...

( Hci«ler, aunquc no

con(xer a k» tlcmás consiste en percibir la acción como un efecto quc pr<xluce una pemna que lunciona como causa. Cuando cl acto y [a persona ingresan cn una f
S. Asch

O

tuamos corn«l analistas "ingenuos" c intcntamos dar sentido, ortlen y cstabilidad al mundr) quc n()s roclca. una clc las maneras de hacerlo, como hcmos visto un poco más arriba, cs atribuir a los indivirluos las causas de su conducta. [sto no tie¡rc que cxtrañar mucho: rnire cl código penar de cuarquier país «_rccidental, según el cual krs individuos son sicmprc los responsables de sus actos (excepto en cl caso de

otros, repercuten directamente en nuestra identidad. p{rr eso, a pesar de que biológicamente seamos el organismo más ptástico que se conoce, lo que podemos ser en una sociedad concreta no es una combinación de posibilidades infinitas, sino prG

atrihución son teorías que intentan comprender de qué manera proporcionam«ls en la vida c<¡tidiana explicaciones de las conductas de las otras pcrsonas. Son relevantes en el sentido de que compren
( (

(

cieran al azar, pero ni una cosa ni la r¡tra sor) ciertas, ya que hay algunas tendc-ncias en las atribuciones que hacemos que muestran que son el proclucto de una

(

manera determinada de entender el mundo social y las personas.

(

a) Heider y el anátisis ingenuo de la acción

(

Fritz Heider fue el primer psicórogo sociar que propuso er térnrino de atribución para explicar de qué manera c<-rmprendemos ra conducta de las otras perso-

(

nas. A partir de sus propuestas se desarrollaron el resto de planteamientos. sus estudios inspirados en las teorías de la Gestalt mostraron cómo tendemos a per-

(

cibir en términos unitarios y, por ro tanto,

(

2.3.2. I as teorías de la atribución y los sesgos cognitivos

es

6. I¿ influencia de la psicología sobre la sociedad ha siclo eshrdiada a parti¡ del concrpto de Niko las Rost'the psy-complex', que hllce referencia al eoniunto de irrstitutiones y teorías psicológicas presentes en nuestra sociedad y a los efectoc de dominación que provocan. Son refereniias imprescindibles-' N. Rosq.(1985). The psyrhologicol corrpter. London:'Roütledge. N. Rose (1989). Govtming fhe soul. London: Routledge.

(

(

a vincular acciones que pueden ser relativamente independientes: por eiempro, si dos acontecimientos se parecen o bien tienen lugar con proximidad er uno del otro, tendemos a asumir que uno

un campo de estudic¡ basado en la idea de Fritz Heider de que las personas ac-

(

anecdótico si las atribuciones fueran siempre fundarlas en la realidad o si se hi_

ducto directo de aquello que en esta sociedad se considera que se puede ser.ó

Paralelamente al estudio de la formación de impresiones se fue desarrolla¡rdo

(

militares).

[,as tet¡rías dc la

influencia más

suLiles. En un prrrceso circular, las impresiones que los otros se hacen de nosr..,tros, las cuales hemos ústo que tienen un origen social y crrltural que va más allá de las interacciones drrect¿s y reales que sostenemos con los

l< rel="nofollow">s

(

consecuencia del otro. según Heider, esto provocaría nuestra tendencia a atri, buir las responsabilidades de las acciones a ras personas que las hacen, que no a las circunstancias en las que las hacen. De l{eider también es la distinción entre

internas y externas: cuando atribuimos la responsabilidacl de una-acción a una persona, lo hacemos en tér'minos internos -+s decir, apelamos a factores como el esfuerzo, Ia intención, Ia capacidad, la inteligencia, causas

las actitucles, las

motivaciones, etc.-, mientras que no lo hacemos a causas externas como podría ser apelar a factores como la suerte, las circunstancias, la presión social, la dificultad de la tarea, etc. De aquí que Heider llame a este análisis de sentido común

( ( { (

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tidilofia¡ l,()(

lntrodu(ci(ilr a la lNic(tl(8ía s(f,ial

.\\t2

que las pcrs()nas haccmos -análisis ingcnuo, ya que no ticnc cn cucnta t<xlas las explicac¡ones posiblcs dc la contlucta de una persona.

O Editorial

El

lt(Xl

obich pucdc scr otra l)ersona

.mJ



(iapítuk) V. lrrlluc¡rcia, eolrkrrrrridatl...

bicn una situación, como p()r ciemplo, un

examen, un csPcctácukr, ctc.

combinaci(ln dc cstos factorcs hace que finalmente atribuyam«rs la responsabilitlad dc la acción a la persona, a la situación o bien a las circunstanLa

b) Jones y Davis y la inferencia correspondiente Siguicndo la línea marcatla por Heider, Joncs y Davis estudiaron cuátcs cran condiciones necesarias para atribuir una conducta a una disp
cias. P«¡r eiemplo, atr:ibuiremos la acción suspender un examen a alguna disposición dc la persona (es tonto) si casi nadie más suspende, si suspen«ie

de la persona: por eiemplo, si somgs testig«ls de una conducta agrcsiva podemos

otros exámencs y, además, siempre suspende esta materia. pero harenros una

inferir que ésta se debe al hecho de que la ¡rersona que la ha llevado a catro es agresiva. Por ello es necesatio que la persona que infiere la disposición que co-

aprueba otros cxámenes y normalmente aprueba esta materia.

las

rresponde a la acción piense que ltt acciótt es intencional, que Ia persona conoce las

que hace y que es caqaz de llevarla a cafu. Hacer una inferencia de este tipo no siempre es sencillo, aunque lo hacemos lo bastante a menudo. l,as normas que regulan la situación se tienen en cuenta; por eiemplo,

consecuencias de la acción

es más fácil hacer una infereniia correspondiente cuando la persona rompe las expectativas de la situación que no cuando sigue las notmas sociales (lones y

atribución al objeto (el examen era muy difícil) si todo el mundo suspende,

o bien haremos una atribución a las circunstancias (el gato se le murió el día antes) si casi nadie suspende, aprueba otros exámenes y normalmente aprueba esta materia. obviamente, este modelo está idealizad«r y, de hecho, el propio autor reconoce que probablemente esta combinación funcione en real¡dád de manera sirnplificacla

como un solo esquema causal que agruparía estos factores (Kelley, 1973).

Davis, 1965). Esto tiene una implicación importante: la persona que haga una acción en contra del orden social establecido será vista como poseedora de unas disposiciones que [e hacen ser rebelde o desviada o anormal y, por Io tanto, será

mucho más sencillo descalificarla que no pensar en si tiene razón o no, o si su acción está iustificada.

c) Kelley y el análisis de la covarianza En la línea de establecer las condiciones mediante las cuales nos sentimos capaces de

atribuir la causa de una conducta

a

un factol interno o externg +s decir,

disposicional o situacional-; Harold Kelley propuso que cuando tenemos suficiente información, suficiente tiempo y estamos motivados para hacerlo, la atri-

bución

.

o

es consecuencia de la

Consenso: todo el mundo se comporta de ta miSma manera ante un Obieto deter' minado (alto consenso) o bien nadie más lo hace (baio consenso)-

Distintividad: la persona se comporta igual con ob¡etos parecidos (baia dist¡ntiü' dad) o bien solo

.

interacción o covarianza de una serie de factores.

se

comporta así con este ob¡eto concreto (alta distintividad).

Consistencia: la persona siempre actúa de la misma manera con este ob¡eto (alta consistencia) o bien otras veces ha actuado diferente (baia consistencia).

un

esquema es un conjunto de conocimientos organizados en el ámbito cognitivo producto de la cultura y la sociedad en la que vive la persona.

d) Weiner y las atribuciones de éxito o de fracaso otro campo de estudio cte las atriÜuciones especialmente relacionado con la percepcién de uno mismo es el de las atribuciones que se producen en un con-

texto en el que hay que hacer una tarea y ésta puede ser desarrollada correctamente o incorrectamente. según weiner, el éxito o el fracaso en la tarea pueden ser atribuidos a d¡ferentes factores, o

bien a la capaciilad de la persona para llevarla a cabo, o bien al esfuerzo que ha dedicado, o bien a la dificultad de la tarea, o bien a lasuerte. cada uno de estos factores tiene una relación particutar con el suieto según si dependen de lo que éste haga o no (controlabilidad), según si se encuentmn en el interior o el exterior del su jeto (locus de control) y, finalmente, según si son más o menos permanentes (estabilidad). Por eiemplo, una atribución de un fracaso a la suerte ho tiene muchas consecuencias sobre la autoestima del suieto porque ésta se encuentra fuera de é1, no la puede controlar y no es permanente. En cambio, la atribución de este fracaso a la capacidad pro-

duce efectos más graves, ya que ésta

es

permanente, interna y poco controlable.

( (,4

o tidilorial (l(X:

e)

Sesgos

llrl(du((ió[

a la l)s¡colo8iJ s(f, ¡¿l

cognitivos

O

ldit()rial l,()(

10.5

ntal la tra.quilidad dc sabcr quc si se csfucrza tendrá lo que quierc y quc des¡¡racias dc krs.tros son principalmerlte responsabilitjad de ellos mism,s. cide

Ul cstudi
y la dc

(

Cal)ituk) V. I¡rfl uclrcia corrlilfl¡ridad..

( ras

(

los otrt¡s no sc ha ccntratkl solamente cn kls complcios ¡rroccst» dc dccisi(rn quc

llegan finalmcntc a una atribuci(ln de causalidad, sino quc tarnbión hay algunas

Fulx¡ conscnso

mancras directas mediantc las cualcs hacemos atribuciones u (,tros razonamicn-

Si rcl'uerda ahora la tctxía dc la

tos. Son tcndcncias para llcgar a una detcrminada conclusión que sc imponcn sobre otros procesc,s o los afectan. Se llaman sesgos en el sentido que orientan

el proceso en una dirccción preestablecida. Error fundomental dc ttribución

Ill primer efecto estudiado, y que ya mencionó l:ritz Heider,

se

llama funda-

mental porque sc c<¡nsidera casi inherente al proceso mism<¡ de formular atribuciones de causalidad. Se trata de la preferencia general para hacer atribuci«-¡ncs tlisposicionalcs o internas antes que situacionales o externas.

Si

[:sta explicación cs problemática porque

"naturaliza" este sesSo y, en cambio, parece lógico pensar que quizás en todo caso es un refleio más del individualismo de la sociedad occidental. Si hay individuos y éstos son responsables de sus actos,

es

comparación

xrial

le será

fácil entender este ses-

(

un scsgo aut(rconfirmabri. que nos hacc ¡lner más atención en ras inf<¡r_ macioncs pr«'edentes de otras personas que coinciden con nuestras mismas g«r. Fis

(

opinioncs y conductas, por ro que en algunas situaciones en ras que buscamos una confirmación tendemr» a considerar que los otros sostienen las mismas opiniones que nos.tros. Sin embargo, atención, ¡xrrque en determinados contextos en ros que nos intcrese adquirir o mantener una autoestima positiva, podemos ignorar estas mismas informaciones rrara garantizarnos una percepción de originalidad o unicidad. [b el sesgo que sc ilama falsa originarittad obien ignorancia prururista.

(

(

seguimos a Heider,

el rlrigcn radicaría cn el mism«r proccso perceptivo gcstáltico que obliga a perci-

bir unitariamente actores y acciones.

(

coherente que la tendencia a irt-

ferir disposiciones sea más habitual que la de fiiarse err las circunstancias.

( Ser3o a

ftn'or de uno mismo (self-serving bitts) Es una consecuencia de ras atribuciones de éx¡to o de fracaso de weiner. En el caso de haber hccho una tarea que puede ser corfecta o incorfecta, tendemos a mantener nuestra autoestima en un buen nivel si hacemos atribuciones ¡nternas para nuestros éxitos y externas para nuestros fracasos.

una explicación no motivacional de este sesgo {s clecir, no centrada en ra autoestima- es la que afirma que en general presentanros esta tendencia porque tenemos

(

( (

ra expecta_

Efecto actor-ob servador

Surge a ¡aiz de la constatación de que si uno es quien eiecuta la conducta

tiende a atribuir sus acciones a factores situacionales, mientras que si uno ob-

tiva de hacer bien las cosas. por ro tanto, er cumprimiento de la expectativa sería debido a nuestro esfuerzo o valía, mientras que el no cumprimiento sería debido a alguna interferencia en el transcurso "lógico,,de los acontecimientos.

serva esta conducta en otras personas tiende a hacer atribuciones disposiciona-

les. La explicación más habitual de este efecto se basa en el punto de vista,

Atribución y deprcsió,1

es

decir, en Ia saliencia de determinadas percelxiones: rlosotlos no nos vemos a nosotros mismos actuar y, en cambio, percibimos claramente las situaciones en las que nos encontramos, mientias que si somos observadores también percibimos al otro coryo posible causa de la conducta. Cremcia en un mundo justo

Ya hemos ntencionado'que los factores ide«rlógicos son importantes. La creencia en un mundo iusto es una idea extremadamente conseryadora, según la cual cada uno tiene lo que se merece. Por otro lado, garantiza al individuo oc-

-

(

I (

Algunas explicaciones cogn¡tivistas de la depresión ra consideran un defecto en ra aplicación de este sesgq de manera que la persona tendería a hacer atribuciones externas cuando ras cosas re van bien, y atribuciones internas cuando re van ma!. ¡pero este fenómeno tanto puede ser una causa como una consecuencia de la depresión!

Desgraciadamente para la psicología social ras atribuciones que hacemos se han estudiado generalmente en términos de reraciones entre individuos relativa. mente aislados del contexto histórico y sociar, un probrema que no se'puede se-

parar del mito de que ros experimentos son ra única manera de conocer

"tealmente" la conducta humana. El estudio en contextos naturales con un ft¡erte

( ( ( ( ( (

!r l:dilorial t )(X

( (

l

.106

l¡rlrodrr(ti
énfasis cn las variablcs histí¡ricas y lingüísticas dc las explicackrncs quc damos dc la

eonducta de los ot«rs y de nucstra propia conducta ha mostrado quc las atribu-

como únicos y últimos responsables de sus actos y que hace dc csta interprc'tación una iustificación para el mantenimicnto de relacioncs socialcs iniustas.

( Un ejemplo de esto lo encontramos cn un experimento tlc Duncan, hecho en 1976. Diio a cuatro Srupos dc esfudiantes nortcamericanos blancos quc miraran una interacción filmada de dos personas que discutían cada vez más fucrte hasta que uno dc ellos empu jaba

(

t

l()(:

.()7

(lal)ituk) V hrflucrrcia, coll[onrridad...

2.4. Percepción social y relaciones intergrupales: esteneotipos y discriminación

cioncs son mccanismos socialcs compartidos que sc conforman sobrc [a basc dc una dcterminada ideología social, una ideología que contempla a l
(

e tld¡t(,r¡al

al otro. Duncan varió [a raza de cada interacción, e hiz.o que fuera una interacción entre blancos, entre negros, entre negro y blanco y entre blanco y negro (éstas últimas según

quién empuiaba). El 700lo de los sujetos cscogió describir la conducta de quien empuiaba como violenta (por oposición a iuguetona, por eiernplo) cuando éste era negro. Si quien empujaba era blanco solo un l37o de los sujetos le considcró violento. Atlemás, cuando quien empujaba era negro se hacian atribuciones disposicionales, mientras que cu:rndo era el blanco quien empulaba al

otro, se hacían atribuciones situacionales.

si las construccioncs que hacernos dc la realidad determinan nuestra pcrcepción de manera im¡xlrtantc, r.rl podcm«rs r¡bviar uno cle tos principales mecanismos cle

contrucc¡ón: la clasificación o catcgorización. l)ara muchos sociocognitivistas sc trata dcl proccso funtlamcntal que ¡;uía los procesos de percepción social; es decir, la categorización cs el proceso básico mediante el cual se crean los esquemas cie co_

nocim¡ento. El acto de categorizar es

tan fundamental en nuestra sociedad que hemos con_ seguido que ésta sea nucstfa manera casi exclusiva de percibir el mundo. La categorización es efectivamente un proceso social de gran importancia, pero esto es allí donde ha ¡renetrado una cierta mancra de ver el mundo como objeto <1e estudio científico, allí donde el mundo está impregnado por la clasificación; no es, por lo tanto, que sea un fenómeno universal tal como han querido postular así

muchos psicólogos sociales, al cual presentan como proceso cognitivo. Aparte del claro origen social de la necesidad de clasificación vinculado al nacimiento de la

flgura 5.5

ciencia moderna, la categorización también parte
timulación (la información)

es excesiva, que el mundo es demasiado rico en fuentes de estímulos, de manera que el desgaste energético para sobrevivir tiene que ser racionalizado al máximo, hasta e[ punto de necesitar una economía de pensu_

miento. Pocas sociedades han desarrollado un sistema discursivo de este tipo que permite crear fácilmente subietividad amoldada al ahorro, la cadena de produc_

ción, el aprovechamiento energético y la mejora del rendimiento. Además, categorización y desigualdad, en nuestra sociedad, están íntimamente asociadas. La metáfora económica requiere que los estímulos sean valorados de manera que determine su importancia y les otorgue una posición en la social. ierarquía

Discriminación ¡6 ss 6¿sualidad que discriminación, una de las palabras más utilizadas en los estudios de categorización, tenga dos sentidos muy claros: por una partg quiere decir ,disQuizás D¡ferencias en la descripción y

atribucón de causas en la percepción de interacciones intergrupales.

I ,c)

lililorial

t

iO(

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l

Iütrrxlueritilr ¡

l¿

l)sicol(!gi¡ s(xial

O Edilorial

L()(

Iu9

Cal¡itulo V. lrrilucr¡cia, c(nl[(xruidad...

I (

tinguir o tlitererlciar' y, por la otra, 'scparar o maltratar'. No cs casualitlad quc cstas.r!atro palabras te ngan catla una ¡xrsibilitlatlcs dc uvr cn las quc sean sinónimas rxactas. [.a catcgorizaci(¡n dcl mundo quc nos r(xlca se ha dcdicatlo a clasificar a pcrsonas, este proceso sc ha llarnado estcrcotipación: es un d<¡blc movimiento mc-

diantc cl cual primcro se asigna una persona a una catcgoría y tlcspuós sc le atribuyen las caracteristicas quc sc suponc quc son cl criteri
titoso, corrspirador, etc.: estus criterios son krs mismos quc ha<:en relevante la existt:ncia de la categoría «le judío y al mismo tit:mpo hacen difícil pensar que es un sesSo cognitivo individual. En tod
Al tratarse de un csquema de conocimiento di:I otro, que aparentementc simplifica Ia compleia realidad, se ha postulado que el contacto intergrupal es uno de los remedios a estas percepciones desviadas.

Es

decir, que si seguimos aquello

de que "el roce hace el cariño", el contacto permitiría r¡n conocimiento más "obietivo" o como mínim«: más compleio. En realidad, nunca se ha poditlo de-

mostíar por qué precisamente los estereotipos han guiar.lo el contacto y han produciCo efectos peores que el que se quería arreglar. EI contacto no es rringuna solucióñ eh sí porque no hay una realidad que cle golpe se haga evidente y,

por lo tanto, no puede producir efectos sin cambios previos o simultáneos en la

definición de la situación, de los gn¡pos y de sus posiciones -es decir, de su percepción mutua.

pales y a rcclucir las intragru¡ralcs sc traducc habitualmentc en la necesitlad de mantctlcr una idcntidad social p
[,st. cs así si

( (

(

grul)os tienen c.nciencia dt: scr un grupo dominaclo en oposición a otro grupo d
veíamos en cl casr¡ de ra depresión. Las acciones positivas dcl grupo dominante serán atribuidas a características positivas de sus miembros, mientras c¡ue las ac_ ciones positivas del p«rpio grupo serán debidas a circunstancias diversas, cclmo se ha visto, ra percepción social -sea de obietos, personas gruposo no es un mecanismo sencillo que se pueda explicar s¡stema fisiológico que pcrmita sentir. Por

otr.

¡rr

la mera existencia de un

!ado, el papel actir¡o de la persr_,-

-ahrlra ya podenros clecir rlue de la s.cicdarl- cn la percepción ha quedado lo suficienter.ente demostrado. Es muy probable que ahora penséis que estos mecanismos distorsionan una posible percepción pura, pero nada más lejos rra

de

nuestras ¡rosibilidades, porque ra perccpción pura noexiste, ni puedeexistir; por lo tanto, en lugar de intentar comprender cuáles son los errores o sesgos que cor¡etemos, tenemos que aspirar a entender ras diferentes posibilidades de percep-

ción que una sociedad, un grupo o una cultura permiten para vaiorar sus efectos y, si lo crcemos conveniente, hacer propuestas de intervención que

modifiquen situación. siempre sabremos que no será en la dirección de crear una percepción más obietiva o más iusta, sino tan sóro una percepción que no tenga los efectos indeseables que tienen los mecanismos de percepción con los que nos hemos dotado hasta ahora.

(

( ( (

esta

( (

Para algunos, los estereotipos guían el contacto a sobreponerse al

intercultural y ayudan, dicen, primer rnomento de choque cultural, la angtntia que surge ante

Ayudan a convertir lo misterioso en conocido y permiten su identificación y la creación de expectativas sobre su comportamiento y el nues-

(

l«¡ desconocido.

tr-ó. Está cláro que, como la b¿se social del estereotipo es la fantasía política mal-

intencionada,

Ias consecuencias

(

3. Influencia de la mayoría¡ conformidad (

no son siempre las más deseables.

Algunos desarrollos de lateoría de las atribuciones muestran cómo la categorización soclal tiene efectos sobre la percepción de los miembros de otros grupos. El hecho dq que la categoriáación social tienda a acentuar las diferencias intergru-

como habéis visto en er capítulo III, la reración entre actitudes y comportamiento no es directa, de herho, no es ni siquiera clara. §ona que

Er hecho de que una p€rmuestre o afi¡me tener una determinacla actitud no consiga materializar

(

(

Il0

q l:ditorial tl(X;

esta

tcndencia r:ll una conducta concrcta puedc

llrlf(xlt¡(ciofl ¡ ld |sic()l()8ia v(i¿l

Ser

dcbido a mucltoli fact
cmhargo, aunquc ahora deiaremos de lad() el pcllémico ct)nccpto dc actitud, nt»

O lid¡lorial

ll(X.

Jl

I

(:al)ilul() V. Lrflucrrcia, c
sonas dcl ¡;rulxl (rjc sietc a nucve pcrsonas cómpliccs del expcrimenta«lor) afirrnan que cs la línea 2 la quc es igual que la línea patrón.

harcmos una prcgunta que está relack)nada. con él: "¿.Por quó en algunas ocasio-

Flgura 5.6

ncs n0 S()moS Capaces de actuar en C«rncordancia Con nucstros valorcs () bien c'on nuestras creencias más

firms?".

3.1. Asch y la presión grupal Solomon Asch orientó una respuesta posible, y pensó que en algunas ocas¡ones esto podía ser debido a la presión social que proviene del grupo de personas

presentes en una situación concreta. Podemos estar dc acucrdo, y de hecho ya

lo hemos visto en el experimento sobre la normalización de Sherif, en el hecho dé que, efectivamente, recorremos bastante a menudo a las opiniones de los otros para validar nuestra propia opinión. Pero el experimento de Sherif tenía lugar en una situación bastante ambigua: ¿qué pasaría si la situación fuera mu-

cho más clara? El

experimento de Asch curiosamente demuestra lo que no quería demostrar, o

almenos eso es lo que dice

Su

autor. Comr¡ buen americano y comO buetr Sestaltista,

estaba interesado en demostrar la independencia de iuicio de los individuos y cómo éstos no se deian influenciar fácilmente. Esto reafirmarÍa la privacidad de la expe-

riencia individual de algunm plocesos perceptivos y su carácter fundamental, pero los resultados no fueron los que esperaba: aunque mucha gente, de hecho, se man-

tuvo independiente, un porcentaie sorprendentemente alto

se

conformó a las opi-

niones de úna mayoría que iba en contra de Ia evidencia más clara. El experitnento se desarrolló de la manera siguiente: se trataba de crear una

Una de las comparaciones de mueftra

En una serie de doce juicios sucesivos sobre la longitud de líneas diferentes (en siete de los cuales la mayoría cómplicc tenía una opinión claramente contraria a la realidad) un 23% de la gente no cómplice -tre¡nta y una personas- qu€ participó en esta primera versión del experimento una vez hizo una afirmación como la de la mayoría, en contra dc su propia visión de las líneas, un 3zvo lo hizo dos o tres veces, y un z6rlb cuatro veces o más. En total, un 81vo se doblegó al menos una vez al iuicio de la mayoría, y un 58% lo hizo más de una vez.

difícil sustraerse a la fuerza de la mayoría. póngase en la situación de estas personas, ¿qué haría si de golpe se encontrase rodeado de gente con una opinión claramente diferente? ¡De ninguna de las maneras nos gusta Fíiese que es muy

pensar que puedan pensar que estamos locos!, así que preferimos ceder y decir lo mismo que dice la mayor parte de la gente o bien, incluso, llegamos a dudar sinceramente de nuestras opiniones. si esto pasa en una cuestión evidente,

¡ahora imagínese qué puede pasar cuando el tema que hay que iuzgar no es tan

situación en la que se pidiera a una persona la apreciación de la longitud de una

fácil ni tan obvio como la longitud de una línea!

línea y la comparara con otras tres líneas. Como se puede ver en la figura si-

Los resultados sorprendieron, pero mirándolo bien no son tan sorprendentes si sabemos que los otros constituyen siempre la medida de nuestra percepción.

guiente, el eiercicio es bastante obvio, así que si nos preguntan cuál de las líneas

1,2 o 3 rJpur"..

más a la tínea patrón, ninguno de nosotros dudaría más de

unas centésimas de segundo en afirmar que es la línea

l.

sólo aquellas personas que confiaban extremadamente en su iuicio y aquellas que creían que por el bien del experimento tenían que decir aquello que veían consi-

de nosotros puede llegar a afirmar que es Ia línea 2 la que es como la línea patrón.

guieron sustraerse a la conformidad que la situación exigía, pero no po<Jemos pensar que lo hicieron tranquilamente: ni el suieto más independienteyconfiado

situación se da cuando hacemos esta apreciación en grupo y todas las per-

de todos sería capaz de quedarse indiferente en una situación así. por eso proba-

Pero Solomon Asch demestró que hay una condición en la que la mayor parte

Esta

I ,c)

llditorial t,()(

.t

t2

lttrodtrr'r r¡¡r

a la

psi«rlo8ia yf,ial

blementc cl rcsultad(, r¡lás espcctacular nr¡ cs Que el tiloó dc personas cn algún montcrlt() clel cx¡rerimcntt¡ sc conforrnara, sino que el lü)oó de suict
vivir la situación sin cxpcrimcntar una gran tcnsiíln. lis dccir, no fxxlcmos hacer como si los otros no existie lan sin quc esto tenga un c()ste alto. paz dc

llste experiment«r provrrcó dos reacciones típicas en los participantts: o bicn llcgaban a la conclusión dc quc cstaban equivocados, aunquc cont¡nuaban tc-

nicndo claro cuál era su percepción, o bic¡r pensaban que no cra aceptablc mostrarse diferente y, [rcr lo tanto, sc abstraían de la tarea concreta y sc conformaban al grupo. Una variante del expcrimento en la que se aumentó la contradicción y se exagcró hasta

el limite del absurdr¡ la diferencia de longitutl de las líneas no

anuló cl efecto, sino que éste se mantuvo; de hecho, lo único quc provocó fue un aumento considerable de la tensión. Sin embargo, las personas quc decidieron no enfrentarse a ia nrayoría tenían buenas razones para hacerlo: cuando en una de las ctlndicitrnes experimentales se invirtió la situación y se intrtxluio un úrrico su-

cómplicc entre una mayoría de su jetos desprevenidos y, por tanto, e! cómplice fue el único en mencinnar la línea equivocada, la reacción general fue la ¡eto

hilaridad más absoluta. El aumento de la minoría en r¡na persona más (también cómplice pero con

instrucciones de decir lo que viera con firmeza y, por lo tanto, de aytyar ala persona no instruitla) disrninuyó ctlnsiderablemente el nivel cle conformidad, pcrcl qrrizás lo más sorprendente es que no l
de las estinraciones todavía fueron expresadas e¡r dirección a la mayoría.

3.1.1. Normas en conflicto

o Editorial (l(x:

3l.t

la crlrricnte gcstáltica, una cuestirirr tlc fuerzas en oposición. lrl sujekl dcl cxpc-

riment() dc Asch scría víctima dc la interacción de dos fuerzas tlifcrcntcs, una que podemos dcn.mi.ar presión grupar y la otra, presión indivi«lual. lrn todo caso que«Ia ¡rcnsar cuál cs cl origcn tlc esta fuerza que tiene un grupo quc o tiene

uno rhismo p6ra crcer cn aquelkr quc ve. La cxplicaci
men-

sus iuicios, son meiores

quc ros de eila misma..De hecho, a lo rargo

cre

nucstra

vida hemos vist. que en general las otras personas están «le acuerdo con noso_ tros sobre lo quc vem
otra manera de enfocarlo es olvidarnos por un rnomento «lel incrividuo como una entidad coherente y no perder de vista que sin grupos no hay individuo ni persona, ni personaje, ni ror, ni personaridad, ni nada de nada. Er hecho de pertenecer en niveles diferentes a grupos diferentes -los cuales tienen

sus

normas y sus valores correspondientes- nos permite entender que durante el ex_ perimento de Asch nos encontramos en presencia de un conflicto. pero no es un conflicto entre percepcir¡nes de individuos rliferentes, ni es un conflicto

bilidad es corrsirlerarlo entérminos de la psicología de Kurt Lewin,T también de 7. K. Lewín (1951). t¿ teoríade campo en la cicncia soci¿l. Buenos Aires: Paidós, 1978.

(

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(

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(

( ( (

cog-

nitivo que el individuo sufre a solas, sino que es un conflicto entre la norma

de

(

no mostrase diferente a los otros en público y la norma que considera la obietividad como un valor. Dos normas culturales cuya formación histórica no es difícil de rastrear en el nacimiento de la época moderna y sus dos productos más

(

( (

de que la mayoría de los suietos decide mentir, hay que tener en cuenta algunas

gunas circunstancias lo podemos generalizar.a las situaciones claras. Una posi-

(

una se ha llamado influencia informacional y corresponde al heque de cho la perso'a considera que la información que los otros proporcionan,

Para llegar a entender por qué se genera una tensión tan alta hasta el punto

ción social de Festinger, son nuestro punto de referencia -aunque está claro que lo decíamos de las situaciones ambiguas-, y ahora parece ser que también en al-

(

ci<¡na«l«¡ antes:

característicos: el individuo y la ciencia.

cosas. Ya hemos comentado antes que los otros, según la teoría de la compara-

(

Cal)ilulo V. l¡tiluc[(¡J. f(»tlonlida(l

3.1.2. Implicaciones para la din¿imica de grupos

( (

otra de

las repercusiones del experimento cae sobre la dinámica de grupos. Planteaos la dificultad de pensar en cómo podemos

ayudar en una de-

(

cisión de grupo sabiendo que si una mayoría se expresa en una dirección, la minoría disidente no expresará ninguna divergencia o, lo que es peor, ocur-

(

rcr

lrditorial

tl(x:

llrtroduc( i(ilr a la Psi(\)l(,8ía s()cial

314

or

Edit()rial

(lal)ítulo V. Irlluetrcia, curf()nlt¡dad.

tituyen cl crrunciatkr de cstc punt() no son sinónimas aunquc hagan referencia a proccsos rclackl¡rad«rs. La uniforrniclad cs cl producto que resulta del seguimiento de las normas so-

po no sc puede sentir indiferente hacia el grupo, entrc otras razoncs porque cada uno presupone ver lo mismo que los otros ven (norma ctc objctivitlad). Pero cuando nos encontramos en una situación en la que se tienc quc tomar una decisión que no ticnc unos referentes tan obietivos, ¿cómo actúa la presión hacia la conformidad?Janis, en un célebre libro (Janis, 1972), estudió decisiones

diferentes claramente erróneas que gobiernos diferentes de Estados Unidos habían tomado a lo largo de la historia reciente: por ejemplo, no hacer caso de los avisos de alarma anteriores al ataque iaponés sobre Pearl Harbour en 1941, decidir invadir Corea del Norte en 1950 sin tener en cucnta la posible reacción de

(

3r5

mayoría, con lo que sc pcrdcrán clcmcntos quc pucdcn scr escncialcs para la Como afirma Asch (1952), cuando alguien se encuentra cn medi«r dc un gru-

China, o entrenar a una brigada de exiliados para invadir la isla de Cuba por la

-

I(X:

tará información por obvia quc sea que pucda ir cn contra dcl scntir dc la decisión final.

(

t

Bahía de Cochinos en 1961 y pensar que la

población los recibiría con los brazos

abiertos. Janis explica que estas decisiones se pudicron tomar porque en los comités que las tenían que valorar había una gran presión directa sobre cualquier persona que se apartara de los estereotipos o ilusiones del grupo

y una ficción

compartida que la decisión había sido mayoritaria, provocada por Ia autocensura de quien se pudiera apartar del consenso. Este efecto lo llamó perrsa

niento gru-

pal, y se explica por los esfuerzos que el grupo hace para evitar el conflicto y mantener el grupo aparentemente unido. Los psicólogos sociales especializados en la

dinámica de los grupos han estu-

ciales por partc rlc un grupo y que c
puedc mostrar

bien que pertenecen a uno de los extremos (polarización). El papel que tiene entender los procesos de conformidad es básico en ambos casos, pero esto es tema para el capÍtulo VL

Las diferencias qu() a mcnudo encontramos entre comportamiento público y creencias privadas -todos lo hemos sospechado de alguien alguna vez o incluso lo henrcls vivido en nuestra carnc- pueden ser debidas, claro está, a un afán

deliberado de manipulación de los otros mediante la mentira, pero eso

es

excep-

cional. Bl proceso más habitual que conduce

a estas diferencias es la conformidad o hecho de que una persona cambie sus acciones como resultado de ta presión de otra persona o de un grupo. Kelman distinguía, en 1971, tres tipos

de influencia social o conformidad (como se verá más adelante, durante muchos años, los términos inlluencin socialy conformidr¡¿l fueron sinónimos por culpa de una acepción restrictiva del prirner término):

' . .

sumisión: mostrar acuerdo con el origen de la influencia po; miedo al rechazo o el cast igo.

Identificación: mostrar acuerdo por el desgo de sentitse miembro det grupo. Interiorización: mostrar acuerdo por la creencia de que el origen de la influencia tiene razón.

La conformidad es la acción de conformarse y el conformismo es la actitud de aquel que acepta pasivamente las normas de la sociedad. El conformismo se

consigue mediante los procesos que acabamos de ver gue lo provocan y consiste en la asunción de que uno no puede hacer nada para cambiar las cosas porque cree

3.2. Conformidad, conformismo y uniformidad

acuertlo explícitamente o simplemente no sabcr que está

siguiendo una norma. La normalización y los procesos de comparación sociales son alllunos de los mecanismos por los que se llega a la uniformidad.

diado las condiciones diferentes en las que un grupo tiende a tomar decisiones que son un punto medio entre los puntos de vista extremos (normalización) o


que la mayoría de gente piensa que ya están bien así o bien por miedo a la

exclusión social. Un ejemplo interesante de generaliiz,ación de este proceso con respec,to al papel de los medios de comunicación de masas lo encontramos en Elisabeth Noelle-Neu-

Ahora es el momento de establecer algunas diferencias conceptuales que pueden ser útiles. En primer lugar, hay que saber que las tres palabras que cons-

mann, quien afirma que estos medios producen un efecto de normalización al difundir ios discursos dominantes y, por otro lado, el miedo a quedar fuera de la

,q

Jl6

lilil(n ial [ )(X]

lrr(«¡dr¡ccitirt

r

la lrsicologia s
socicdad hacc quc la gcntc obscrvc su cntorng para detcrmitrar cuálcs son las ol)inkrncs dominantcs.

r.,\

[:dilorial l,(X

]

3t7

na puedc tcncr un pcso cn ra aecisión porque su pertenenc¡a que qucdar at'cctada si rornpc clctcrminailos cot

Lrfluencia, confor0ridad.

ar

grupo no tiene

perte.ccer a múrriplcs grupos r. pu.a"lt"rToatr;jL#.:1t".#:l so en un grupo aun.manteniend, la solidaridad y hech«r de

"Si cncuentran que sus opinioncs predominan o incremcntan, entonccs las cxpresan libremente en público; si encucntran quc ticnen pocos partidarios, cntonccs se vuclven temcrosos, ocultan sus convicciones en público, y sc manticnclr cn silcncio." Ir. Noellc-Neuman (1981). Mass mcdia and social change in developcd societies. l,n E. Katz y T. Szecskó (Ed.), Mass media arul social change (p- 139). tlcvcrly Hills: Sage . L,sto

lógicamente lleva

a

que se produzca una sobrereprcsctltacióIr de los dis-

los víncuros afectivos de los otro:; grupos. En c:arnbi<1, cn una sociedaii individuarista cuarquier ruptura der conscn§o aparcntc de ja a ra persona c.mpretamente aislada, po, lo qu.l paradó_ jicamente, abandonar el grupo sea

mucho más costoso. En una socicdad individuarista, ros procesos ligados a ra conformidad ,evan casi automáticamcnte al conformismo.

cursos clominantes en un momento dado y que cada vez se haga más difícil que Surian puntos de vista alternativos. La autora llama a estc efecto de silencitl cre-

ciente que pueden provocar los medios de comunicación espiral de silencio.

El experimcnto de Ascrr obliga a pensar sobre las diferencias entre cornpor_ tamiento público y creencias privadas y sobre el hechr¡ de que sea tan fácil

3.3, Formarse y conformarse

mos_

[,a distinción entre conformidad y conformismo es importante por una

razón ya se sabe que utilizamos a los otros para obtener todo tipo dc información de nuestro entorno, incluida la información sobre nosotros mismos. La conformidad es, por lo tanto, un elemento más del hecho de qüe la parte psicológica y Ia parte social de la persona sean inextricables, por no decir indistinguibles. Por lo tanto, sería inlusto decir que hay gente que se conforma más que otras por naturaleza o talante, pues no es una cuestión que dependa de la personalidad. Lo que sí que hay son situaciones que inducen más a conformidad que otras, y sobre todo sociedades que tienen los mecanismos para crear suietos más conformistas que otros.

Como hemos visto, los medios de comunicación colaboran a generar conformismo mediante la difusión masiva de un punto de vista aparentemente consensuador También contribuye a ello el hecho de que la sociedad sea Senetaciora de individuos y que las personas se piensen como individuos separados de los

otros. Podríamos pensar que cuanto más importante sea la comunidad para una sociedad concreta, más conformista es, pero esto no es así ya que siempre, tanto si es más individualista como más comunitatista, las decisiones, las cteencias, Ias conductas etc. se generan en

3.4. Alcance de la influencia de la mayoría

grupo. En una sociedad comunitarista la perso-

trarse incoherente con uno mismo. A partir de este experimento, el problema de la relación entre actitucles y comportamiento pasará a ser centrar para la psicología social, ya que se clemuestra que el hecho de tener unadeterminada ac_

titud, opinión o creencia no tiene p'r qué tener ninguna relación con

comportamiento subsecuente de la persona.

el

Por eiemplo, piense en qué efectividad pueden tener ras campañas para prevenir el sida o los accidentes «ie tráfico. Todo er mundo es consciente de ro que se tiene que hacér para evitar los contagios o ros accidentes, pero a ra hora de ra verdad...

Pero, ¿qué tipo de influencia es ésta?, ¿puede realmente influenciar una mayoría? Los procesos de conformidad básicamente inducen a complacencia -es

decir, sumisión en cuanto a la conducta explícita-, pero no cambios en

( (

ras

creencias, los valores o las actitudes que ras personas. ¿podemos habrar, pues, corfectamente de influencia cuando hablamos de conformidad? para serge Moscovici, un importante psicólogo sociar francés, este experimento no es rearmente sobre influencia, ya que ninguno de los suietos se convence de nada, no aporta ninguna pista sobre el cambio de opinión o de actitudes. sin embargo, a pesar de estas críticas, en todo caso muestra que la vida social es más social de lo que muchos nos pensamos; es decir, que a la hora de efectuar un comporta-

( (

( ( ( (

J

hln{r(.iurr

ttl

lJ ¡6¡(¡'lo8iJ

micnto estamos ¡nucho más prcoLupados de lo quc habitualmcntc

!¡irl

s(,sl)echa

que srrvir l)ara lcgular cl cr¡m¡x)rtalnicoto tlc los individuos, y cl cstudio del cambio

mos sobre lo quc dirán los otros.

actitudcs y de la pcrsuasión cs un ciemplo de cllo muy daro. ¡,cro también había que cntcnder detalladamente cómo se rcigula la creación y el seguimiento dc las normas y cuáles son los procesos que hacen que la gente obcdezca ór
La raíz dcl problcma cs quc, durante muchos años, la c()nformirlarl fuc silrr¡

nimo de influencia y quc, por [o tanto, hs procesos de conformaci
¡Jpik¡k, V l¡¡l[¡r¡(i¡, co¡rtonnid¿ü

a una mayoría fucron cl único fcnómeno cstudiado vinculado a

la

influenc¡a. SerSc Morovici fue c[ primeft¡ a llamar al modekr dc uitudio dc la in-

cn kr que lc dicen. l¡ta logica, si dciamos de latlo las buen¿s intencionqi o las ñliac'ionHi lx)líticas firt6rcsistas dc la mayor parte de psicólogos socialo, llcvó a ses_

fluencia que se había utilizado hasta entonts morklo funcbnalista. La razón es que este tipo de estudios que hemos presentado en estc punto

gar el

-y que han tenido centcnarcs de réplicas y variantes- pone todo cl énfasis rn estudiar cómo una sociedad se reproduce a sí misma, cs decir, cómo funciona, cómo se mantiene, cómo consigue mantener el orden social, la disciplina al fin y al cabo. Por otro lado, son estudios muy interesantes, pero se olv¡dan

de la mitad del asunto: hay una parte dc la influencia quc consistc en cstu-

diar la manera como la sociedad cam_bia, genera nuevas normas de comportamiento, cambia de valores, "evoluc¡ona" por decirlo en términos poco psicosociales, y en estudiar, fio la manera como las personas nos con[orma-

mos, sino la man€ra como las personas nos convencemos de algo nuevo o

diferente. En el sentido que esto supone entender no la reproducción de Ia sociedad sino su creación, Serge Moscovici llamó al modelo que él pr()puso modelo genético, cuyo obietivo es entender los procesos de cambio y, por lo tanto, la manera en que una minoría disidente puede provocar que la mayoría cambie la manera de ve¡ las cosas.

crea

estudio dc la influcnc¡a social hacia el estudio de la conformi
Sergc

Moscovici argumentó a finales de los años sesenta que esto iba en contra

de la evidencia misma dcl cambio social: si los m«tanismos de

reproducción son tan fuertes, ¿cómo es que la socicdad cambia? Esla no es una experienc¡a tan extraña, ya quc quien nrás quicn menos se puede dar cuenta de que las cosas no son lo mismo ahora que hace unos años e, inclulo, con un po(o de erfucrzo se puede pensar cn cuáles han sido los factores dec¡sivos dc estos cambios. Okupas, insumi_ sos,

feministas, nacionalistas, anarquistas, ccologistas, sindicalistas, etc. son algu_

nos de los nombrcs que probablemente nos vendrían

Ha3ta ahora hemos visto que el hecho de conseguir

[ás ciencias sociales han sido desde siempe un instrumento del 6tado para

lo que

es

cc-

normativamente o informacionalmente. A pesar de ello, el hecho es que no influenciar, ya que una minoría ,,aparentemente,,

@er también lo puede hacer, y una mayoría,

capa a ello: de hecho, el estudio del funcionam¡ento de la persona en smiedad

no

ningún aspecto, también puede ser inltuenciada. Los estudios influencia minoritaria mostraron cómo esto es posible.

so_

4.1. Mayorías y minorías

una preocupación abctracta por e[ conocimiento. Desde sus

orígenes la psicoloSía social ha tenido una vertiente fuertemente aplicada que quería procurar al estado moderno el conocimiento sobre la influencia social que tenía

(

bre

por definición no dependiente

lo mismo, con la

finalidad de corsbuirla como una entidad gobemable, y la psicología social no esse debe a

bási_

tivo o bien poder informativo). De hecho, lo que explica la ¡nflueDcia en los puntos anterióres es que el blanco de la influencia es dependiente de la fuente de la influencia; es decir, que Ia minoría depende de alguna manera de la mayoria,

sin

inocente ni

influenciar se debía

camente a que la fuente de la influencia tenía algun tipo de poder (porler norma_

de la minoría en

es

cabeza cuando

sólo hace falta ser mayoría para

4. Influencia de la mlnoria: innovación

q

a la

pensamos en algunas de las transformaciones que ha sufrido nuestm sociedad en los últimos años, grupos quc tienen en común que son minorías activas.

sea

nocer a la población con la ñnalidad de gobernarla

es

lo mismo, la reproducción pasiva dcl sistema social.

Antes, sin embargo, de introducirnos en los procesos de influencia minotaria hace falta hacer algunas aclaraciones. para empezar, hay que abando-

( c,

l:dilorial t,O(i

.l2l)

llltnrh¡rtiri¡l

a la ¡»icokrgia trx ial

,-cl

(

Íldil()ri¿l tl(X

J2l

Oapitulcl V. lilflucllcia, co¡rfor¡ilidad...

( nar la noción tlc quc la influcncia cs u¡r pr()ccso unidircccio¡ral -cs tlccir, que parte dc un grup() mayoritario para ir a impactar las nrentcs dc
minoría también actuará para defenrler su punto de vista y, en estc senticlo, no parece lógico pensar quc esta "activitlad" dc la minoría ncl afcctc dc uinguna manera a los miembros de la mayoría. th dcfinitiva, las minrlrías srln también creadoras en potencia de nuevas normas sociales y, por lo tanto, ticnen que ser consideradas también como una posible fuente de influencia. Por otro lado, hay quc entendcr que la distincirin entre mayorías y mino-

ni principalmente, cuestión de números. ul hecho de saber que un grupo de pcrsonas es más numeroso que otro o que un grupo rías no es sólo, quizás

concreto cuenta en su seno con un subgrupo minoritario no nc,s es muy útil, para empezar porque aquello que cucnta no es cuánta gente pertenece realmente a un grupo u otro sino quien, cuándo y córno percibe que alguien es

minoritario o mayoritario: por eiemplo, en grupos pequeños -como los experimentales- es fácil provocar el efecto de que hay una mayoría v una minoría manipulando el número de personas que defienderr una posición concreta, y la nocióñ "democrática" que supone que la mayoría tiene razó¡r ya hará el res-

to. Pero en núestra vida cotidiana la sitrración

es rnucho más

compleja, no so-

lamente porque entran err iuegocreencias sobre la composición de la sociedad que a menudo no responden a ningún estudio sociológico, sino porque, ade_ más, el hecho de que las person¡s pertenecen a diversos grupos simultáneamente hace que fornrar parte de una mayoría o de una minoría se vuelva muy relativo; según el grupo que sea relevante en una situación específica seremos de la mayoría o de la lninoría.

Pertenencla múltiple Piense, por eiemplo, en cualquier muier de clase media barcelonesa. El hecho de ser mu-

l),r

l«r

ta.t.,

ra

c,rnprensi
ra relación entre mayorías y min«rrías como

una relaci
(

sean los

valores d'minantes n«l quicre <1ccir que to
anómicade una mirutríu nómicn. una minoría anirmica es una minoría que ro es en ra medi«Ia que sus creencias se apartan de las dc la mayoría o de los valores rlominantes, pero que no pre§cnta ninguna propuesta de cambio a la sociedad y no se interesa especialmente pofque sus valores pasen a ser adoptados

(

( ( (

(

( (

(

por ra mayoría. su

(

no de que tenga normas propias. Una minoría nómica lo es porque, tal como indica su nombre, posee normas propias y las propone

(

de refere¡rcia para que sean adoptadas.

(

Finalmente, conviene distinguir entre aquelras minorias que sostienen creencias o valores que son, de hecho, ros de ra mayoría pero interpretados de

(

definición como grupo proviene rle su oposición a las normas de la mayoría y a la sociedad o ar gru¡ro

manera fundamentalista

y aquellas que pfoponen nuevos valores o nuevas creencias: las segundas son minorías lrcterúoxasy buscan un cambio en las relaciones sociales del momento, mientras que ras primeras són ortodoxasy ruchan por la conservación de estas mismas relaciones. un caso paradigmático es er de los grupos de extrema derecha: este tipo de grupos no pueden ser considerados en nuestro contexto sociar como minorías innovadoras y, por lo tanto, los procesos que estudiaremos a continuación no hacen en absoluto referencia a este

tipo de minorías.

(

( ( ( (

ier la hace minoritaria en un cootextc de relaciones de género, el hecho de ser de clase media la hace mayoritaria en un contexto de relaciones de clase, el hecho de ser catalana !a hace minoritariu .ñ un contexto español, el hecho de ser también catalana

(

la hace mayoritaria en la relación inmigrante-autóctono, y et hecho de ser barcelonesa la hace mayoritaria en la relación urbano-rural.

(

( (

\?2

L¡ln)du..nx¡ r h ¡Ánol(,8¡J r)(i¿l

4.2. Conformidad o convcrsión

t2l

se h¡z(,

(¡l'ilú|,'

V.

ft

rtlut,ku.,1 {¡l

{rnrt¡t

otra prucha. li-sta suposición surgía del hecho de que si la m¡noría no tic,

ne p(xlcr rlornlat¡vo Dmpczaremos el estutlio de los p«rccsos rlc influencia

mi[oritaria

y atcnde-

remos la diferencia entrc conformidad y convcrsiírtr. llecordad lá dcfinición dc

(

y ¡ambién los tres tipos quc hcmos visto tn cl punt(¡ antetior: la sumisión,la klentificoción y la ¡nteriorizaúón; fiiaos en quc la caractcrística principal es la ausencia de consideración dc la información quc la mayoria hace

I

llegar. Cuando alSuien se conforma no cs porque dccida que los ar¡iumentos que la minoria tiene son poderosos, sino que son las caracteristicas dc la §itua-

confonn¡dLl.l

(

ción las que provocan la conformidad casi independienterDentc del mcnsaic sentido, los procesos de conformidad están vacíos de contenido. Dl hecho que olvida esta persPectiva es que los argumentos también nos puc
concreto. En

( (

este

razoncs. Por eso habia que completar este punto de vista con el estudio de la conversión, que es la asunción del nuevo punto de vista: las minorías, como ¡ro tienen poder, sólo pueden convencer. Y eso es lo que hacen. Repetimos el experimento de Asch, pero ahora con colores. En el experimento mostramos una serie de diapositivas azules a un grupo de personas y les Preguntamos de qué color son. Antes de continuar, hay que tener en cuenta dos cuestio-

n€s: primero, que en la situación experimental cuatro personas son suietos ingenuosdel experimento y dos son cómplices que afirman de manera consisten' te que las diapositivas son verdes; segundo, que previamente hemos hecho una "prueba" de disc minación de colores para que todos los miembros del Srupo se

convenzan de que todos ven bien.

lrs

resultados son sorprendentes, otra vez:

aunque la mayoría da la respuesta correcta (azul), la minorÍa afecta a los resulta' dos finates y, finalmente, un 8,42% de las respuestas emitidas por los suietos ingenuos coincide con las de la minoría- En esta condición de minoría consistente,

un 32% de los su¡etos dio alSuna vez el verde como respuesta. En camb¡o, en una serie de contlol en [a que la minoría es inconsistente y no dice siempre "verde", sino quetice "az.rl" de vez en cuando, sÓlo el 1,25% de las respuestas acaba siendo "verde". Así pues, he aquí que la minoría también puede influenciar, siempre y cuando sea consistente.

.

Para comprobar si aparte de

un acuerdo público había también un acuerdo

privado con Ia minoría -
ni informat¡vo ¡xtr rlcfinición, la única raz(rn quc pareció plausiblc para cxplicar cl cambio es que la pcrsona estuviera dc acucrdo con é1. En esta prueba, cnfrentados a una serie de discos de colores quc iban gradual_ mentc dcl azul al vcrdc, se p(guntaba por cl momento en quc la escala pasaba del azul al verdc. Sc descubrió que la gcntc quc habia s¡do sometida a la minoría consistente no discriminaba cl azul del vcrdc en el mismo punto que el grupo control. Dn efecto, se había pnrducido un cfecto latente, que hizo que los grupos sometidos a la minoría mod¡f¡caran su umbral de percepción y vieran ya verdes los discos que para el grupo control todavía cran azules. Pero hay un dato más; dc los treinta y dos grupos de cuatro suietos expcri-

mentalcs y dos cómplices a los que se hizo la prueba, en catorce se obtuvieron rcspuestas influenciadas y en d¡ecimho no. Curiosamente el cambio latente en el umbral de discriminación azul-verde fue más fuerte en aqueltos grupos que previamcnte no sc habían delado influenciar. Es decir, que la resistencia a la in-

lluencia dircctd produlo un efecto dc influen(id indirecta. Para corroborar si había, pues, un cambio realen la percepc¡ón de los colores que iba miás allá de la mera conformidad con la fuente de influencia, se hizo otro experimento en el que se estudió el efecto consecutivo de la visión de una diapos¡tiva de color azul.

f,l efecto consecut¡vo Cuando miramos un colorbrillante yde prontoéste se vayqueda la pantalla en blan_ co, se pfoduce uoa ilusiónóptic¡: duaante unos breves instantes vemos el color complementario delque ve¡amo6 h¡rta entonces. Si se fi¡a en 16 negativos de las fotos en colores verá que los colores están "invertidos,,, cada color sale en la forma de su com-

plementario.

color complementar¡o del aa¡l seencuentra en la zona del amarillG.nanniaroiizo, mientras que el del verde se encuentra en la zona del púrpura_rosado. El El

experimento se desarrol.ló en gnrpo de dos personas -{¡n suieto ¡ngenuo y uno cómplice. Dependiendo de lm grupos, el cómplice, el cual siempre decía ,,verde,, aote las dialnsitivas azules, representaba o bien una mayoría o bien una mino¡ía; ahora verá cómo.

( lllr(xluc(i()il

-124

e Edirorial Ljo(l

a

la ¡rsicolo¡¡ia srxial

,c,

Edil()ri¿l

l,(x

Tabla 5.1 Percep
durantc cinco cnsaym, el suieto y el cómplice dan ¡rr cscr¡t() y cn privad
(

.

fase:

tases

Condiciones

lnducción mayoñturia o núnoritaña: x r«ogen las hoias de respucsta y cl cxpcrimcntador informa a los sujetos que se encuenta en contliciones de transmitirlcs algunas inf<¡rmaciones sob¡e las respuestas de los suietos precedentes. Dcvlc luego, si scguimos los trucos

cómplice, al uno como mayoritario yal dro como minoritario. St distribuye a los suictos una hoia con los F)rcentajes de los individuos que perciben la diag)sitiva de col«rr az.ul o verde. Estos porcentaies establecen una clara diferencia entre una mayoría (tt1,8olo) y

minor¡tarla mayoritar¡a

pecto a la imagen consecutiva. Cuarta fase: antes de empezar esta fase, el cÓmplice abandona pret:ipitadamcnte la sala, con la excusa de una cita imporhnte. El suieto se queda solo, y durante quince

enmyos más evalúa otra vez el color de la diapositiva y de la imagen coniecutiva.

G. Paicheler y S. Moscovici (1985). Conforntidad simulada y conversión. En S. Moscovici (Dir.l, PsicologíaSociai (pp. l9l-192). Barcelona: Paidós.

Los resultados mostraron que una minoría

obtiene una influencia latentc o

indirecta, que sc ve en la evaluación de la imagen consecutiva, sin t¡ue los su je. tos sean conscientes de que han modificado su percepción. La imagen consecutiva de la diapositiva azul pasó

a verse

en la condi(:ión de

como la consecutiva del verde, y este desplazamiento

se

influencia mineritaria,

acentuó todavía más en

la cuarta fase, cuando el cómplice no estaba.

mlsmo experimento replicado por Bernard Personnaz, en 1981, pero que

sustituye la información verbal por el hecho de señalar en un espectrómetro cuál es el coklr que se har/isto, da el resultado siSuiente:

lI

Preinfluencia.

Posü¡fluencia.

Presencia

Postinft¡erxi¡.

Presencia

del cómplice

A¡senci¿

del cómplice

delcómplice

(

(

4gl,gl

483,45

4E5,05

481, 13

481,98

(

Percepción de la irnagen consecutiva Fuente 622,12

611,00

624,11

635,t0

(

625,61

619,47

minoritaria mayor¡t¿ri¿

a.

Uxpresada en prom«lio de longitudes rle onda. Fiiaos en cl desplazamiento de laimedias de tongitud

l)ara entcnder este fise: la diapositiva se proyecta quince veces más. Los suietos dan una vez- rnas su respuesta por escrito, tanto con respecto al color de la diapositiva como con rcs-

I

492,1g

tuente

una minoría (18 ,2%). Asi, en una condición experimental se supone que el cómplice pertenece a una mayoría y cl sujeto a una minoría (condición «le influencia mayoritaria) y en la otra conclición es al revés (condición de influencia minoritaria). 'l'ercera

I

Percepción del color de la d¡apos¡t¡va

tuente tuente

habituates de la experimentación en psicoloSía social, csta información es totalmentc inventada y permite introduci¡ la primera variable experimental: categoriz;rr al sujeto y al

il

(

(:apítulo V. lul lue¡rcia, co¡rfuntid¿¡d...

(

El experimento de Serge Moscovici y Bernard Personnaz ltrimeru

r25

tiF)

( de onda en cada fase y por ca«la condicinn.

de procesos la mejor estrategia que se puede segu¡r es

cn la picl dc las "víctimas" de estos experirnentos. La aparente obviedatl del estímul. no puede hacer otra cosa que generar un efecto de sorpresa y de incomodidad al encontrar que hay personas que no ro ven igual. pone rse

[a situación

no es, sin embargo, tan grave como en el experimento <1e Asch, ya que ahora no hay presión y la persona puede decir ribremente que ra diapositiva es azut, tar como clla efectivamente la ve. pero, aLrn así, nos queda un gusanilro

gue nos co_ rroe: ¿y si la diapositiva es verde? si estas personas tienen razón? como ahora ¿y no tenemos que estar pendientes de que nos miren como si fuéramos extraños,

dado que la mayoría piensa como nosotros, nos podemos dedicar a pensar un rato por qué esta gente ve ra diapositiva ve¡de. Es esta actividad cognitiva ra que explicaría, según Moscovici, ra conversión; es decir, ra modificación inconsciente del código perceptivo de ros suietos sometidos a una influencia minoritaria.

(

(

(

(

(

Los

(

cómo, en cambio, ra mayoría no consigue nunca una influencia latente o indirecta y la minoría sí. Probablemente la norma social que procrama ra libertad

(

experimentos hechos con colores muestran cómo ra mayoría consigue, rógicame.te, más influencia directa que la minoría y del indiúduo e, nuestra sociedad y que ataca a ros individuos ,,influenciables,, "débiles,,, o ,,conformistas" hace que no se quiera reconocer ra influencia de Ia minoría. Mientras que el hecho de habene deiado influenciar por una mayoría siempre se podría iustificar, la persona no encuentm ninguna razón por haberse deiado influenciar por la mi-

( (

( ( (

( l¡,rr\llx\i,{¡

l2(,

J l.¡ l¡ti((,1('8i¿

v{ü¡

noría. llsta talta de posibilidad dc darsc una expl¡caci(in ha(r que no se quicra rcco-

(

fi(xercita influcnc¡a.

A pcsardeello,

cuando utilizamos una

t

edida quc la ¡xrsona no sabe quc cstá rclacir¡nada ron la influencia (el cferlo «msccutiv(, alMrccc quc sí

que ha habido influencia.

Aun así, como veremos en cl punto siguicntc, la m¡noría que quierc influcnciar no lo ticne fácil. I¿s situaciones cxperimentalcs quc hemos visto sicmprlj cstán cn un equilibrio frágil. Cualt¡uicr cambioen elcomF)rtamiento de la minuria

(

I

mos a continuación.

de la mayoria (por eso, algunos autore's prcfieren hablar dc conflicto socimogniti, vo) y al mismo ticmpo permite la visibilidad de la minoría, quede otra manera per_

Mientras tanto, re('ordad la ¡mportancia de la acr¡ón humana erl la definición

Los okapas El movim¡ento ol¡fr¿¡, tal como dicr su nombrc y tamb¡én su grafía, plantca un cooflicto directo mupando las casas y cuestionando la norma social de que la p¡op¡€dad privada inmobiliaria es sagrada. u moümiento plantea que el derccho a l¿ üv¡enda está por en_ cima delde Ia propiedad privada y quc quien oo tiene üvienda, sea un individuo o un colectivq está legitimado para (rupar una. Bto les llcva a plantear que la especulacióo inmobiliaria es uno de 1(» "delitos" más importantes y contra el cual se tiene que luchar con todos los medios. Las casas ocupadas se utilizan de vivienda, pero también como cen_

4.3. Características dc le minoría innovadora generar la actividad cognitiva necesaria para conseguir conversión hace

falta, sin embargo, mantener a¡gunas condiciones: algunas ya las hemos anunse

tro6 §ociales, locales de reunión, salas de exfx)l,iciones, espacios culturales, etc. Cuando la policia utiliza la violencia para desaloiar un local ocupado ,.ilegalmente,,, los otupal con_ §iguen, de iebote y sin querer, que el coriflicto se haga más visible, que s€ hable de é1, y

han hccho en el campo de la influencia minoritaria. Estos experimentos han utilizado el recurso en las diapositivas de colores, pero también situaciones en

obligan a la Scnte a plantea¡s€ sus razones. ya se sab€, aquello que no s¿le en la teleüsión... ino ex¡ste!

eiemplo, que te

guste el rock duro o ta música rcw ¿8e), ideas políticas (por ejemplo, sobre el pa-

opiniones sobre temas candentes (por eiempto, el aborto y ta contracepción),

En segundo lugar, la influencia que la minorÍa consigue es potlaconsislrrncia

que presenta. Podemos hablar de dos tipos de consistencia: la consisteru:ia diacnjnicc, que se da cuando [a minoría consigue mantener sus postulados con coherencia

de las condiciones necesarias para generar preocupación por la minoría y sus

a

posturas, utilizaremos uneiemplo de minorÍa activa, en nuestro caso los ot¡.¡p¡rJ,

condiciones siguientes

a)

(

b)

actitudes (por eiemplo, sobre actitudes xenófobas), etc. Para presentar cada una

pero tambi¿n se puede pensar en algún otro grupo y comprobar cuáles de las

(

prov(xar un conflicto cognitivo entre los miembros

manecería fuera dcl alcance r.le los miembros de la mayoría.

pel de la muler en la sociedad, o posturas liberales o posturas conservadoras),

(

d(,)

unifican

el terreno de Ia experiencia, permiten Ia supervivencia y reduccn el conflicto.

las que estaban en iuego preferencias musicales o estéticas (por

(

conflick) ab¡crto cs sicmprc un cspado en cl que se piensa, se reflcxiona, sc dcsarrollan ar¡¡umentos. Ls el cipacio dc la creación y de la innovación, un cspacio,

s(xial consigue el obictivo

ciado, y el resto son el resultado de los muchos y variados expcrimentos que

(

a las pcrsonas quc lo viven d¡rectamcnte o ¡ndirectamente a posicionarse cn un lado u otro. lin cstc scntido, el obictivo dc [a minoría es mantener el conflicto. Un

también tiene mecanismos para resistir, si hacc falta, a esta influencia. [,o vere-

Para

(

quierc una rgu¡)da corrdici
por lo tanto, favorable a las minorías, aunque no tanto por las personas que forman las minorias como por sus ideas. De h«:ho, el mantenimiento del conflicto

la existencia humana no deia dc ser toda una serie de negociacioncs que

(

V l'¡llu(l.i¡, «nrfor'tntad

puedc anular completamente su capacidad de influencia y, además, la mayorÍa

de la realidad, de aquello quees vál¡do. lijaos, pues, que desde este punto dc vista

I

Cat¡¡lirk)

En

se

el grado de consistencia que los miembros de la mayoría perciban en la minoría, más elevada será la influencia por parte de esta. En este sentido, si la mayoría quiere

dan.

primer lugar, el amlicro que provoca el hecho de que un grupo de per-

sonas cuestione la situación dada y

[o largo de un periodo de tiempo, y la ror¡J istencia sincronica, que se da oando las diferenles personas que conforman la minoría mantienen la misma postun de manera coherente; ésta segunda también se lla ma wmnimidod. Ctanto más elevado es

definida

a

pnbri por la mayoría. También re-

reducir la capacidad de la minoría para influir, tendrá que esforzarse en mostrar las contradicciones de la minoría y al mismo tiempo mantener una postuil extrema-

( ,e)

t:ditorial tr(X:

32tl

ltttt()dt¡e(i(j¡t

a la Ps¡C(,logi¿

J([ial

O tdilor¡al

(

(,(X

Capílulo V. lilfl u(r¡(ia, (r)ltloflllidad...

-\29

( darnente consistentc. Fiiaos quc estt¡ es más tlifícil para la mayoría que ¡rara la minoría, ya quc la suficicncia habitual dc quien se siente mayoría acr»tumbra a llcvar considerar que n
gcncrará, carnbi. s
a

fuerte como para no tencr que pr«xupase excesivamentc por la consistencia.

los o}r'tpas ¿Qué pasaría si saliera una persona en televisión que diiera que ha sidootr¡Iu nluchos años y que ahora cree que no tienen razón, que ya se ha acabado, qur son crrores clc iuventud? Dl mal que haría al movimicnto podría ser considerable, siempre que esta

pcrsona tuviera cicrta credibilidad. De todas forrnas, los o/
minoritaria.

d) [:n cuart. lugar,

hay que co.siclcra r

deben a intereses externos al movirniento y que son opiniones a las que se ha llegado mediante un proceso tle reflexión propio. Gcnerar confiarrza es relativamente fácil para una minoría, ya que la capacidad de mantener posiciones independientes es muy valorada en nuestra sociedad, y oponerse a la mayoría es un buen paso para ser considerado digno de confianza. por otro lad«¡, también

hay que mostrar que no se actúa por intereses personales o para obtener privilegios para el propio grupo. Los okupas Defienden una meiora de las condiciones de vida para amplios sectores de la pobla-

ción. sog críticos con las iniusticias que genera el sistema capitalista, defienden, pues, alternativas globales que no responden a un interés particular de sus miem- bros.-Es importante contrastarlo con las ocupaciones ilegales de casas y locales por parte de familias, grupos de personas o empresas. siempre ha habido ocupaciones, y probablemente también [as encontraríamos legítimas en muchas ocasiones, pero al no formar parte de un movimiento organizado con obietir¡os definidos de cambio

social, nó sólo no pueden ser considerados una minoría activa, sino que'támpoco

(

la minoría. se

(

hade tencr cn cucnta quc tanto la minrlría como la mayoría pueden mostrar cstilos de negrrciación rígi&ts o flexiblcs y que, a«Jemás, la nocion de estilo <1e negociación

(

el

estilo de ncgocittción ,Je

no hace referencia al cclm¡n-rrtamiento de mayorías y minorías en de

negmiackin, sino

a la

disposición

torno

a una mesa

(

ceder que unos puetlen inferir de los otros. sin«r que cada estiloes útil en determinadt_¡s mo

(

mentos. l)ara la mi¡roría, el hecho de mostrarse flexible en «leterminados momentos le pucde servir para mostrar que sus posiciones no son dogmáticas y

I

No hay un estik¡ meior que el

otr',


cerradas y que busca Io mejor para todocr mun«lo, pero también leconviene el hecho de mostrarse rígida para mostrarse consistente y, sobretodo, para mantener

el conflicto vi_

(

vo. Por influcncia dircrta se cntiende la conseguida al mostrarse los suietos de acuertftl literalmcnte con algunas afirmaciones de la minrlría, mientras que la indi-

(

recta es cuando no se consigue acuerdo

(

pero, cn cambio, se consigue acucrdo

c) En tercer lugar, la minoría también puede conseguir cambios en las posturas mayor¡tarias si se muestra eutónomay genera confianzu. Mostrarse auttir.roma quiere decir generar la percepción de que las opiniones de la minoría no se

a

literal con

las afirmacioncs de

la minoría,

con algunas afirmaciones coherentes con la

postura de la minoría, siempre y cuando ra minoría no las haya defendido directamente. Ias minorías flexibles consiguen una bt¡ena dosis de influencia directa y de i'fluencia indirecta, mientras que las minorías rígidas, a pesar de no conseguir influencia directa, consiguen resultados meiores que las flexibles en la influencia in_ directa. A la mayoría, en carnbio, no re quecla más remedio que mostrarse flexible, ya que cualquier rigidez será interpretacla como un abuso de poder y puede provo car simpatía hacia las posiciones de la minoría.

lnsokupas

( (

(

(

(

Los planteamientos del

movimiento okupa no tienen muchas probabiridades de éxito, al menos directamente; a priori parece compricado qu. ,nu cuestión como ia

propiedad privada, base intocable del sistema capitalista, pueda ser ni siquiera erosionada por propuestas que provienen de minorías sin poder, aunque no es tan extraño pensar que en dimensiones más indirectas puedan tenei éxito.

Aunr¡ue mucha gente considere que los.okupas son unos ióvenes inmaduros, huraños, sucios y encima violentos, no tiene por qué considerar que no sea legítimo establecer una política de vivienda más iusta; por otro la,Jo, este planteamiento no se lo harían sin la existencia del movimiento. Después de un tiempo de enfrentamientos con propietarios, bancos y ayuntamient o, los okupas de Ginebra (suiza) y los afectadoi lle-

garon a un acuerdo: se harían unos contratos para los olupas. No todos los okupas estuvieron de acuerdo, ya que para muchos fue una baiada de pantalone¡ p*"

( ( (

( (

t.-

(

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(

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(

llditor¡at

.llo

ti(Xl

IItrrilurtiort

a ld Irri((rloSia s((ial

bersc mostrad<) dispucsto:i a negociar ayudó a soluci()nat c[ problcnta, s(j rio, dc la vivicnda para i(ivcncs en la ciurtact. lndirectamcnte , uno de los cfcctos más sorprcndentcs ha si«I
(

cualquicra, sino quc rcprescnta una rcsponsabili«lad hacia la cornunidad y, por lo tanto, cspecular con clla es ¡lcgítimo.

Una clc las cosas que hacc falta que la mayoría evitc más y quc la minoría decir, pcrsonas puede estar más intelesada en buscar son las dcfcccigncs

e)

{s

Claramente ciefensoras de la postura de la mayoría, cuanto más dcfensoras mejor, que en un momento concreto se pasan a la minoría. Lsto se llama efecto

y se ha mostrado que cuando pasa, la influencia que consisue la minoría es mucho más elevada. No hace falta que más gente ingrese en las filas explícitas de la minoría, sino que simplemente el hecho de que alguien se pase bola de nieve

minoría obliga otra vcz a los miembros de la mayoría a cuestionarse su posición y a reflexionar sobre las propuestas tie la minoría. Obviamente, la mayo-

a la

ría tambiéh puede intentar que haya gente de la minoría que pasc a la mayoría y que, con ello, habrá roto la consistencia tan necesaria para la minoría. Los

okupas

el movimiento okupa crezca y se extienda por barrios y pueblos es un indicio de su fuerza. De todas manetas, e[ efecto bola de nieve se nota sobre todo cuando es algún miembro de la mayoría que defendia explícitamente las posturas de la mayoria en contra de las de la minoría el que pasa a defender las posturas de la'minoriaal La circunstancia de que el Ayuntamiento de Ginebra, opuesto durante muchos años movimiento, pase a negociar con ellos, tlegue a resultados y defienda las soluciones conseguidas -pot lo tanto, que dé la razón al movimiento- es un paso muy importante para convencer a otros implicados, como pueden ser bancos o Srupo§ de pfopietafios.

EI hecho de que

sr [d¡t(¡rial I l(X

13t

pacidad dc influcncia de la min«¡ría y los resulta«1os quc han dado krs expcriment()s quc los han cxpl«lrado. l.os po<Jemos agrupar en clos catcg0rías:

a) Ln primcr lugar, cstán

la dencgtción y la censura, elementos que sc puedan

reconoccr fácilmcntc. l,a dcncgación consiste en la negación de la validez de la postura dc la ¡ninoría ponicnd«l énfasis en su absurdida
similar, la prohibición de una información genera de mancra fulminante un alto interés por la información prohibida, ya que si alguien la prohíbe es que alguna razón debe haber o algún interés tiene que tener. Sólo podría triunfar en caso de que la censura fuera tan rotunda que r.ro dejara ningún resquicio a la sospecha de que se está escondiendo alguna cosa. un recurso que probablemente requeriría la eliminación física de todos los miembros de la minoría, una opción muy costosa políticamente hablando. Sin embargo, no todas las minorías triunfan, a pesar de su consistencia, estilo de negociación, autonomía y confianza y la "ayuda" involuntaria de la denegación o la censura, ya que la mayoría tiene un recurso muy fuerte a su disposi-

ción, lo que básicamente tienen que evitar Hasta aquí hemos visto algunas de las circunstancias que se ha mostrado que en los procesos de influencia minoritaria y que pueden favoreentran en

iuego

cer a la

( ( ( (

(

minoría de alguna maneta. Pero obviamente

Si

la minoría eS activa, tam-

Ca¡ritukr V. lilü(cilc¡¡, c(nlli)ilrrid¡d..

las

minorías.

b) En segundo lugar, se trata de la psicologización, que es el uso de argumentos ad hominem destinados, ya no a sacar credibilidad a los argumentos de la mi-

bién lo es la mayoría.

noría, sino a la minoría misma, a las personas que la componen.

4.4. Resistencias a la influencia de la minoría

razones de la disidencia a particularidades mentales de las personas que la defienden. Desgraciadamente, es meior, más convincente, más efectivo y más fácil

Es

atribuir

las

(y también mucho menos ético) descalificar a alguien por obsesivo, por llevar la

[a mayoría pueOe Oesptlgar una serie de estrategias para no deiar que triunfe Ia minoría. Ahora veremos cuáles son los recutsos que tiene para bloquear la ca-

contraria sistemáticamente, por dogmático o poco obietivo que por sus ideas. Esta facilidad hace que sea importante para Ia minoría crecer en número rápi-

( t¡ Editorial t,(X:

Inlf()dllccir;¡t

a la

s()Citl

damcnte para evitar al nráximo la psicol«r¡;ización indivitlual, l)cr() tqclavía hay otras formas fucrtcs de dcscalificacirin dc personas que funckrnan tlc rnanera similar y que no son scncillas dc solucionar. se puecle atribuir el compor-

tamiento de la minoría a su pertcnencia sociológica (por clernplo, clasc social), biológica (por eiempl«1, scxo, cnfcrmedad, etc.) o étnica (p.r ejempb, raza, cultura, etc.); es decir, todas las razones imaginables para dcscalificar la fucnte del mensaje y no el mensaje cn sí. En general, esta forma dc descalificación toma dos formas: en la primera, basada en los estereotipos, los micmbros de la minoría poseen las características de la categoría y esto les invalida para generar influencia; éste sería el caso de creer que las rnu jcres, y, por lo tant<1, las feministas, son emocionalmente inestables e histéricas, o bien quc los jrivenes son inmaduros, sistemáticamente criticos, destructivos y no contructivos, ctc. lin la segunda, existe la creencia de que la minoria actúa de la manera que kr ha'-e, no porque quiera una inejora global dc la socieda«l, :;ino sólo de su grupo; es decir, quc su comportamiento responde a un i¡rterés irartir-.ular y egoista.

muy interesante echar un vistazo

a las

Edil()rirl

t J( )(

(

()pituk) V. h¡lluc0cia, e(nrk)rrilidad...

( las teorías

s
s*

(

cial y del c<¡¡rflicto s
(

Mugny.

( 4.5.1. Modelos cognitivos

( (

Dentro de ros m.deros más indiviauaristas, er debate más importante ha sid, sobre er número de prot-cs,s subyacentes. para unos, ra infruencia tiene que ser explicada por un soro modero, es decir, <¡uc mediante ra descripción de un único proces, cognitiv. se pueden expricar y, por l, tanto, predecir y controlar todos los fenómcrrr¡s de infruencia, sca ésta mayoritaria o minoritaria:

( (

Para ros otros,

influencia nrinoritaria y ra mayoritaria no se parecen en nada, son fenórnenos diferentes quc ticncn que ser explicados separadamente. la

(

I

a) Teoría de la conversión

4.5. Explicaciones de la influencia Es

O

,.te t:xplicaciones r¡ue sc han hecho so-

bre el porqué se da la influencia minoritaria, y t¡ue de paso han querido tambié¡r explicar la influencia mayoritaria. Las podemos clividir en dos tipos, según su grado de individualismo --es decir, según el papel, más básico o rnenos, que otor-

gan a los procesos individuales en la explicación del fenómeno de la conversión. Aunque todas las explicaciones se hayan generado en el interior de la psicología social, el hecho de que la investigación clásica sobre influencia esté más ligada a la psicología social psicológica que a la sociológica hace que el ,Jebate entre las diferentes explicaciones haya girado en torno a su grado de individualismo, sin acabar, sin embargo, de sacarse de encinra la noción de rlie los procesos rientales son fundamentales en la explicación cle la influencia. las más individualistas son las explicaciones cognitivas, que otorgan el papel explicativo más important¡ a los procesos mentales que el suieto lleva a cabo. Podemos poner cientro de este cesto la teoúa de la conversión de Serge Moscoüci y

la teoría del impacto social de Bib Latané. un poco menos individualistas son

es un modero duar que fue el primero que se estabreció para explicar ra

(

influencia minoritaria. postula que la mayoría, que provoca conformidad, lo hace porque activa un proceso de comparación sociar por el r:uar las personas implicadas deian de car importancia a la tarea que tienen

que hacer, ya que están sobre todo preocupadas por el qué dirárr los otros. En cambio, la minoría provoca un proceso de varidación, mediante el cuar ros su¡etos estudian activa_ mente la pcstura de la minoría y desarrollan argumento§ y contraargumentos en torno a la tarea que se les pide que hagan. Más aderante este modero ha recibido un cierto apoyo de ra investigación de charlan J' Nemeth, la cuar mantiene que hay diferencias entre er tipo de pensa-

miento que induce er conflicto provocado por una fuente mayoritaria y et que inconflicto que provocir una fuente minorita¡ia. Nemeth (1gg7) afirma que las dos fuentes de influencia provocan actividad cogniüva y no duce el

pero que las formas que esta actividad

sóro ra minoía,

toma son diferentes: ra minoría provoca un pensamiento divergente -+s decir, que hace que el probrema se considere desde persPectivas diversas, se tengan en cuenta más hechos, se uülice.n más estrategias para resolver la situación, etc. En cambio, Ia mayoría provoca un pensamiento con-

(

(

( ( (

( (

( ( (

( Uditorial tl(X

(

a,

(

Vcrgente, que hace

l[trrx.lu((iolt J ld l'\i(('l,,AiJ \('(i¿l

I i.t

quc la atcnci(in y los pI(]ccs()S Coglritivos que sc Scncrcll sean los mismos quc krs dc la mayoría, de manera quc no se c()tlside rcn «rtras lxrsibilidades -es decir, que tr() se plantca la situaci(rn dest.lc ningún ()t() punto dc vista.

( (

b) Teoría del impacto social Este es

(

un modek) simple quc pretende inte¡ilar ambos tipos dc resultados cn

(

una Sola explicación, según el cuat el prtlceso psicológic<-l que sc cncucntra detrás de la influencia -sea conformidad o innovación- es uno sok). Al cambit¡ quc pro-

I

voca en un indivitluo la presencia -real, implicada o imaginaria- de otrc¡s individuos le llama impacto scial. Este impacto se po
(

(f) de los miembros

de la fucnte dc influetr-

(

cia (estatus social, prestigio, capacidatl de persuasión, habilidad percibida, etc.); la proximidad (I) espacial y tem¡nral de la fuente y el número (N) de personas que

(

compone la fuente de influencia. El resultado es la fórmula: lp = (F,P,N). lnicialmente, esta función es sencillamente multiplicativa, pero puede cambiar según

f

otros parámetros quc 5e tengan cn cuenta.

(

por lo tanto, un modelo formal -es decir, un modelo que pretende predecir todos los resultados de los experimentos sobre influencia mediante un modelo matemático. Las limitacioncs de un planteamiento de este tipo que elimina Es,

(

(

tan preocupados por si el proceso cog-

nitivO Subyacente eS uno solo o bien son dos. t¿ razón es que estos modelos, a pesar de no anular el papel central de la cognición, no le dan tanta importancia. diar cómo la interacción misma produce modificaciones en las categorías sociales en juego mediante el conflicto que una situación del tipo de las que hemos estudiado más arriba provoca.

a) Teoría de la autocategorización

( ( (

"[,a postura dc'l'urnc¡ se simplifica afirmando que una fuente (individuo o grupo) loinfluir cn la metlida e n que sea categorizada como enclogrupo, ya que tal coincidencia categorial entrc la fucnte y el blanco rlelimita las opiniones y comportamicntos que son normativamente válitlos, por lo que de tal circunstancia se deriva que si la opinión refleiada por la fuentc es pcrcibida como normativamente válida, entonces, será grará

influyente." J. M.

canto ( 1994).

Psicología social e influencia: estrategias del poder

y procens de canbio

(p. 102). Archidona (Málaga): Ediciones Aliibe.

Una persona que sc ha autocategorizado como perteneciente a un grupo terminado, siemprc y cuando csta catcgoría

sea

rJe-

relevante para la situación con-

creta, se dejará influenciar por el hecho de que buscará activamente cuáles son las normas que regulan el grupo en cucstión. De aquí se desprende que las minorías que sean consideradas miembros del endogrupo son las que más puetlen

influenciar.

Fiia«-rs

que esto lleva a una ccnclusión, y es que el grado,Je conflictc

una derivación de la teoría de la identidad social que hemos estudiado en el capítulo II y de la que se recordará que las comparaciones interEsta teoría es

centrado en una dimensión social, la actividad de categorización, descategorización y recategorización no deia de ser una actividad cognitiva planteada como principalmente individual.

lo más importante es estu-

( (

da lo siguicntc:

considerada lo bastante diferente como para merecer algún tipo de atención. De todas maneras, aunque el modelo sea menos individualista, ya que está

Para los investigadores que defienden esto§ modelos

(

grupalcs daban lugar a rrna identidad social positiva para l«rs miernbros del propio grupo o cndogrupo. 'l'al com
4.5.2. Modelos sociocognitivos Los modelos sociocognitivos no están

(

()aPittrkr V. lrrtlucrrt ia. crl¡fonlridad..

315

que plantea a la minoría no puede ser ni muy alto, ya que entonces es fácil categorizarla como exogrupo -es decir, que forma parte de un grupo con características diferentes del grupo del suieto-, ni muy bajo, ya que su postura no es

(

(

[Uitorial t,(x:

el sigñificado de la interacción concreta son fáciles de ver.

(

(

o)

b) Teoría de la elaboración del conflicto Este modelo toma algunos postulados de la teoría de la conversión -admite que hay conflicto cognitivo y que éste es importante-, pero al mismo tiempo reconoce que no se puede olvidar que el contexto en el que tienen lugar los pro-

influencia está marcado por la definición de categorías sociales y la tensión correspondiente entre grupos. Por lo tanto, reconoce que la consecuciórr de identidad social positiva tiene un papel importante pero que tiene que ser cesos de

( o l:ditr)rial t)O(i

J tf¡

Itttri¡tlur'r'iti¡l

d la

¡»itrrllrgi¿ q1¡.¡r¡

posiblc explicar tambión c(')m() cs quc una rn¡norÍa exogrupal pucde llcgar a in-

fluenciar. [)or cllo, (i. Mu¡;ny y.f . A. Pérez postulan quc es irnportantc estudiar el significado específic
endogrupal influenciaba más

cuand<-r acentuaba el

conflicto -por cicmplo man-

te¡-ricndo un estilo de negociación rígido- y que una min<¡ría cxogrupal influcn-

ciaba más cuando mantenía un estilo de negociación flexible. Digamos quc todo es una combinación entre el conflicto de idcntificación que provoca una minoría y si éste permite o no iniciar un proceso de valitlación. Por eso, lo más importante es el significado que el indivi<1uo otorga a ta divergencia que la minoría introduce. l,o que significa este conflicto se elabora según el tipo de tarea exigida (una tarea pucdc scr clasificada sobre la basc dc si

cs

grave o no equivocarse y sohre la base de si tiene alguna relación con la vida co-

tidiana de alguien o no; por ejemplo, la tarea de las líneas de Asch se puetle hacer bien o mal, pero en cambio no tiene relevancia social, mientras que si te preguntan una opinión, no lo puedes hacer ni bien ni mal pero, en cambio, la tarea es importante, socialmente hablando) y del tipo de fuente que introduce la divergencia (la fuente puede ser clasificada sobre la base de si es minoría o ma-

yoría y sobre la base de si es endogrupal o exogrupal) (pérez y Mugny, 1998). Como dicen sus autores: "El conflicto del que se habla en la teoria de la elaboración del conflicto OEC) no es un mero conflicto de intereses o el intento de un agente por imponer su punto de vista a otro que se resiste. En la TEC el conflicto es la divergencia de puntcls de vista elaborada en función de las creencias epistémicas sobre la tarea, de la representación que se tiene del otro y de la identidad que uno mismo quiere adquirir o preservar. La influencia ocurre cuando las creencias epistémicas y el juego de identidades sociales y personales no se corresponden según las expectativas de los actores en interacción y cuando esa no correspondencia es implicativa para el sujeto.,, J. A. Pérez y G. Mugny (1998). Articulación de enfoques de la influencia social mediante lateoría de la elaboración del conflicto. En D. páez y S. Ayestarán (Ed.), tos desanollos de la psicología social en España (p.78). Madriil: Fundación Infancia y

Aprendizaie.

rc)

Ldilori¿l l,(X

l

J.t

7

(

Cal)iluk) V. l¡rllrrelrt.ia, conll¡rrilitlad..

(

4.6. Relaciones de poder

( 'lixlas las explicaci.ncs que acabamos de ver tienen un pr,blema parecido, han nacidr al abrig«r ac unos resultados experimentares y

(

nacen con ra obri¡;ación dc explicarlos, cosa quc las hacc relativamente impermeables a las críticas de f.ndo. I)ero cstá clar«l que están c.,dicionadas por los diferentes artefactos expcrimcntares que han crcado, y lo curioso es que si criticamos los experimentos dcstle la base, por su artificio, por su olvidr¡ der contexto sociar, por ra clificultad de gencrarizar ros resuttados, por lo imprícito que comporta sobre ra naturalcza humana, entonces también estas teorías se deshacen como un terrón de azúcar en un vaso de agua.

( (

(

Parece necesario, pues, introducir argunos erementos más de comprensión que sitúen estos fenómenos en un contexto histórico y sociar *á, ,*prin qu., por eiemplo, refrexione sobre cómo hemos construido al individuo moderncl, sobre el papel dc las normas sociares-y s'bre ras reraciones de porler; estr¡ cs ro que hace'l'omás Ibáñez (r9g7). Er eremento de reflexión original ro proporciona el hecho de darse cuenta de que si sarimos cle las situaciones

{ ( (

(

experimentales, se

impone una evidencia: ra innovación no puede nacer en er ,acío sociar y, por lo tanto, tienc que ser heredera de su tiempo, de arguna

(

manera tiene que refle_ iar las contradicciones de una época, las porémicas y divisiones i
dio de las minorías activas tenga arguna útil¡daa tenemos que devorverlo

(

ar

campo de bataila sociar der cuar provienen éstas, y dar más peso a las relaciones de poder y al conflicto sociar y menos a ra validación y al conflicto

un eiemplo de la imposibilidad de reducir lo

(

cognitivos.

(

confrictos psicológicos cómo se generan los conflictos en estos experimentos: un conflicto se crea no por un probrema de base cognitiva sino por ra incompatibilidad de dos creencias en un contexto culturat en er que sóro puede haber una verdad. Esto también ayuda a dar poder a ra minoría, y es que tampoco es

(

no tenga poder, ya que como diio Micher Foucaurt, el poder es una relación, no algo que se tiene y, por lo tanto, no hay espacios ni relaciones sin poder. como dice Tomás Ibáñez:

(

"La minoría sólo es influyente en ra medida en que no dé rugara ninguna duda en cuanto resolución de no ceder (consistencia) y en cuanto a ra fiimeza ae"su poricián. con-

(

sociar a

es

cierto que ra minoría

(

(

D

En el punto siguiente veremos algunas críticas a todo este tipo de planteamientos.

a su

u

( (

q lililori¿l (,(X:

l¡rtrtxlucciri¡r a la ¡rricrrlo¡;ia s
318

sistencia dc la minoría tcstimoni¿, fnf tln lado, el rechaz.o tlel consenv) sicmprc qrlc éste nO se Cstablczca sobre sus prop¡as ha:ies y, por otr(), nrucstra su anclaic firntc sobrc tttla posición tenaz.mentc tomarla. Dc tstc mulo, la rnin()ría lanz¿ un dcsafí() al conscnso lna-

yoritario y desarrolla un p«ler temiblc. [;r mayoría tiene la o[x]ión o dc eliminar a la fucnte tle protuita, lo que et cot
minoritario."

,o)

[di(()rial (l()(]

ñez aflrma quc las min<¡rías activas no son otra cosa que un lnstrumcnto de un

camhio que ya sc cstá producicnd«l por partc de la mayoría. lin rcsumen, tal como ya cxplicaba Scrge Moscovici en su i¡rtroducción a

[a

psicología social dc 1975, el modclo funcionalista de la influencia tiene las característ¡cas siguientes:

.

influcncia intervicne en situacioncs de interacción social marcadas por la asimetría entrc los micmbros del grupo. [,a

.

La finalidad de la influencia cs, esencialmente y en todos los casos, el establecimiento y el refuerzo «lel contrr¡l social.

't.

Ibáñez (1987). Poder, conversión y cambio social. Fln S. Moscovici, G. Mugny y J A. Pérez ([d.), La influencia social ineonsciente. Estttdios de l'sicología Sociul Experimental Barcelona: Anthropos, 1991.

(lapitul() V. lniluell(¡a, (olr[ornridad...

3J9

.

Las raz.ones por las que se ejcrce

o se acepta la influencia tienen siempre relación

con la incertidumtrre.

Otro aspecto que hay que cons¡derar es la existencia misma de un individuo normalizado pero autótromo. Este hecho provoca que la nolma social que cletermina el conflicto que provocan la rnayoría y la minoría sea el que se vió en el capítulo II: la búsqueda simultánea de ser igual y diferente que los otros

.

Los efectos de la influencia, en la dirección hacia la que se resuelven las incertidumbres,están determinadas por la dependencia.

Y el modelo genético se caracterizaría por los puntos siguientes:

y que lleva a resistir activamente la presión social. Si la presión exiSe accptar Io que dice la mayoría, nos conformaremos públicarnente pero mantendremos la independencia en privado, mientras que si la presión exiSe rechazar una mi-

.

noría disidente, lo haremos en públ¡co, pero en privado estudiaremos su pro-

.

puesta.

El coste social Aunque la minoría sea convincente, nadie quiefe ser confundido con un miembro de r'¡yo estoy a favor de los derechos de las ésta. Pof eso es fácit oír muieres que afirman: muieres, pero no soy feminista, eh!".

Otro aspecto que considera Ibáñez son los resultados que mostraban que la intensificación del coste social -pü e¡emplo, el hecho de aumentar el conflicto o provocar la identificación de los su¡etos con la minoría- bloquea la conver-

o

.

To«los los miembros del sistema colectivo tienen que ser considerados al mismo tiempo como emisores y receptores de influencia.

control social no es la única finatidad para el ejercicio de la influencia; el cambio social es también una finalidad importante. El

El estilo de comportamiento de aquel que propone una norma a un grupo tiene un papel decisivo en la consecución de la influencia.

Los procesos de influencia tienen una relación directa con la producción y la reabsorción de los conflictos.

Lamentablemente, la reducción de lo social

a la

interacción interpersonal, el ol-

vido de la historia, Ia cultura, las estructuras sociales y las relaciones de poder, son demasiados elementos que faltan a unas teorías que pretenden explicar quiás de-

sión. De aqúí se puede deducir que el mecanismo activo de la influencia no recae en los mecanismos de incitacién al cambio sino en los de resistencia, ya que si la mayoría no quiere cambio, no lo hay. Por lo tanto, las minorÍas son una

masiadas cosas. Un modelo centrado en las interacciones entre individuos man-

expresión del cambio que ya está en marcha. La minoría no puede forzar el cambio, el cual se difunde gracias a la mayoría si ésta lo acepta. En este s-entido, Ibá-

nir de las relaciones interpersonales.

tiene la noción de que lo importante es lo que pasa en los indiüduos y que en todo caso cualquier modificación en el curso de su comportamiento sólo podría proveEste modelo necesitaría,

completado con al8ún punto de vista que no

sea

como mínimo,

solamente individualista. La

ser

pro

( o txlitorial Ll(x:

l4o

Irrlrrxlürririrr

¿ la

l»i()l(,gia s(f,ial

puesta dc 'l'«¡rnás Ibáñcz t¡frccc algunas posibilidades cn el se ntido tlc que si kxl
como el cstudio de las resistencias al cambio quc las insta¡rcias

«lc

¡xxtcr dc la so.

ciedad pueden desarrollar.

O ¡:dilorial

(,(xl

3{l

(

(lapítul0 V. ¡llluer rcia, c(ntlbfltr¡dad

( hacían pers()nas que no cran normales y situar las causas «lel mal en particularidadcs las dc ra psic,r,gía indivi«ruar. Desgraciadamente la historia se encarg«i de dcm<-rstrar quc §ta' situaciones no eran en absolutr¡ tan raras, y el señor stanlcy Milgram «remostró que ras personas imprica<Jas en estas situacioncs nr¡ cran en abs
I (

(

pcrsonalidad ni nada pareci«t', quc eran personas, que son personas, como todos nosotros.

5. Obediencia

a la autoridad

Suponem.s que, como mucha ge.te, algu,a vez se hatrrá preguntarlo cóm
oriental, etc. no son n<¡mbres de antiguos conflictos. [.a pregunta

(

l¿ sencillez del experimento de Mirgram, contrapuesta a ra crificurta«i que comptlrtó para la psicología vxial el hecho de interpretar los resultad
a la que tiene

que responder la psicología social va más allá de quién y por qué da la orden de matar en un momento concreto: tiene que poder ofrecer una comprensión de cómo puede una persona ejecutar unas ór«lenes parecidas, ya que sin eiecutor la

(

ha sido criticado abundan_ tementc dcsde que se hiz,, tant<¡ des
(

I ( (

( (

orden se convertiría en absurda y sin sentido. Por eso cn este punto atenclerenlos a otro concepto relacionad<¡ con la ir¡. fluencia, otra manera por la que las personas hacen a menudo acciones en con_ tra de sus creencias: la obediencia. Hemos deiado este punto para el final porque parece sencillo pero es el más complicado. Aparentemente no tendría que ser

extraño en un sistema social ierárquico que alguien cumpliera las órdenes que le son dadas por una autoridad, pero cuando estas órdenes incluyen la tortura y el asesinato de personas o ia realización de actividades que pueden poner en peligro la vida de otras personas, la obediencia se vuelve necesariamente motivo de estudio. Las primeras respuestas intentarorr demostrar la existencia de un üpo r1c persona, dotada de una personalidad an'rmal, que se llamó autoritaria y que, §upuestamente, prevalecería en este tipo de situaciones particulares. El obieti-

vo de Theodor Adorno y sus ayudantes, Ios cuales estudiaron la génesis y la distribución de la personalidad autoritaria, era probablemente salvar una determinada concepción de humanicrad. Es decir, que era mejor pensar que estas

5.1. El experimento de Stanley Mitgram

( (

EI experimento transcurre de la manera siguiente: mediante un anuncio en un periódico rocal o bien de una carta que ofrecía una modesta compensación dineraria por colaborar en un experimento sobre memoria y aprendizaie que tendría lugar err ia universidad de yale, se consiguieron entre 196r y 1962 más de mil participantes. Entre estas personas había de toclo -obreros, oficinistas, maestros, enfermeras, vendedores, etc.-, quien a se daba día y hora telefónicamente. cuando lregaba er día, la persona acudía al lugar en er que se re había

citado, donde encontraba a dos personas: una era una persona que supuestamente también había acudido alrí para el experimento, un co.tabre de cuarenta y s¡ete años y de apariencia amable, pero que en rearidad era un cómplice del experimentador, y ra otn era una persona que actuaba de ,,experimentador", con bata, de treinta y un años, de apariencia impasible y austera. se les

(

( (

( (

( ( (

( 112

lrrt«rturriritt a la ¡rs.t«rlogia strial

(

q)

(

pagaba cl dincr0 l)rornctido (4,50 $) y para iustif ical lo quc pasaría a c()lltinua-

tilitorial Ll(X:

io l'ldil()rial

.t.¡ 3

,(iapitulo

V. l[[ucncia, (urfmtr¡dad...

voltios-60 voltios), tlcsearga nxüerada (75 voltios-120 voltios), descarga fuertc (1.t5 voltios-lti0 voltios), descarga muy fuerte (l9S voltios-24D volligcra

ci
(

[,(X

psicólogos han clcsarrolla«lo muchas teorías para cxplicarcómo la Sentc aplcnde matciias difcrcntcs. Algunas de las más conocidas cstán tratad¿s en cste lib«r [al sutcoría es quc la gcntc aprcndc las ieto sc le enseñaba un iibu, sobrc aprendizaicl. Una una aplicación común de se equivocan. castiga si lcs sr cuando rectamcntc cof cosas Se supone esta teoría es cuando los padrcs pegan a los niñt¡s si hacen alguna cosa mal. merecordar a niño aprcnda que el hará que el hecho de pegar, una forma de castiSo, sobre gran cosa sabemos no de hecho Pero que más efectivamente. apren«la lor, hará verios efectos del castigo sobre el aprendizaie, porque casi no se han hecho estudios

,,Los

da<Jeramente científicos sobre el tema en seres ltumanos. Por eiemplo, no sabemos qué cantidad de castigo es meior para el aprendizaic, y tampoco sabemos si hay difepcrsona rencias en función de quién da el castigo, si un adulto aprende meior de una eso en Por tipo. este de o más mayor que él mismo, o muchas otras cosas más

ioven difcreny este estudio ¡untamos un cierto númer«-r de adultos de ocupaciones edades tes y_ pedimos a algunos que sean maestros y a los otros quc sean aprendices. Queremoíáescubrir cuáles son los efectos que tienen algunas personas sobre otras, unas como maestros y las otras como aprendices, y también ctrál es el efecto del castigo sohaga bre el aprendizaje en esta situación. Por to<1<¡ eso les pediré que uno de ustedes de maestro y el otro de aPrendiz."

( 1.5

tios), dcscarga intensa (255 voltios-:]U) voltios), clescarga extremadamente intc¡rsa (3 l5 voltios-.160 voltios), peligro: descarga severa (375 voltios-420 voltios), XXX (435 v«rltios-450 voltios). Para lraccr crcíble el aparatcl, sc lc tlaba una descarga de 45 voltic»de prueba al "macstro" pulsando el terccr botón; cn realidad, éste era el único botón que

funcionaba. [ntonces sc le cxplicaba la tarea que había que hacer: tendría que leer al "aprendiz" una scrie de palabras emparejadas y después leerle una de estas palabras y preguntarle, de entrc cuatro opciones, con qué patabra se había emparejado primero. Por ejemplo, [e tendría que leer caja azul, día bonito, pato salvaie, etc., y dcspués le leería: clía, gris, bonito, claro, feo. Cada vez que el "aprendiz" se equivocara, le tenclría que administrar una descarga, empezando por el de

l5 voltios y subiendo un botón,

voltios más, cada vez que volviera a hacerlo a mcdida que adelantara el experimento. Antes de administ¡ar la descarga, el "maestro" tendría que anunciar al "aprendiz" el voltaie que leaplicaría

{sto

se hacía para asegurarse

que el suieto era consciente del voltaie que admi-

nistraba. s.Milgram {1974).OkttiencetoAutlnrity.Lon<.lon:PinterMartir\1997[versiónencaste-

Si en atgún momento el sujeto dudaba o preguntaba si tenía que continuar,

llano: Obediencia a la autoridad. Bilbao: Desclee de Brouwer, 19801'

Seguidamente se hacía un sorteo trucado para asiSnar los papeles dé manera

que siempre el suieto real hacía de "maestro". Entonces se les llevaba a la habitación de al lado y se les decía que había que preparar al "aprendiz" para que

y pudiera recibir los castigos; allí, delante del "maestro", Se le ataba a una silla para se le ponían unos electrodos en las muñecas. Se explicaba que se le ataba

el "experimentador" le tenía que responder estas cuatro frases, y en este orden, a medida que progresara el experimento:

l) 2) 3)

4)

Por favor, continúe. El experimento requiere que usted continúe. [,s absolutamente necesario que usted continúe. Usted no tiene ninguna otra opción, debe continuar.

que no se moviera al recibir las descargas y que se le aplicaba pasta de electrodo

para evitar quemaduras. Para incrementar la credibili«lad de Ia situación el

se le

contes-

taba lo mismo que ya se le había dicho antes, que no causaban daños permanentes en los tejidos. Si la persona decía queera el "aprendiz" quiennoquería

los teiidos.

continuar, se le decía: "tanto si al aprendiz le gusta como si no, usted tiene que continuar hasta que haya aprendido todos los pares de palabras correctamente;

(

que iba de io. cada botón tenía una et¡rqueta con el voltaie cortespond¡ente, botones cuatro y caü botón. 450 voltios, y aumentaba 15 voltios entre botón

(

decir, cada 60 voltios), una etiqueta especificaba de izquierda

15 a

(

por las heridas que podía ocasionar,

,,aprendiz,, mostraba preocupación por las descargas, y se le contestaba que aunque las descargas podían ser muy dolorosos no causaban daños permanentes en A continuación se llevaba al "maestro" ante un aparato, un supuesto Senerorador de descargas eléctricos, que tenía treinta botones con pilotos de color

(

Si la persona se preocupaba

a

(es

derecha: descarga

.E

15

por favor, siga".

Ahora ya conoce la situación con detalle. Antes de continuar leyendo y de conocer las diferentes condiciones, piense si hubiera aceptado colaborar en este experimento, piense si hubiera empezado una vez le hubieran explicado lo que

:?T

( cl

[.dil()rial t,(X]

i4.r

ItttÍrhrtti¡irr r

lJ Irricologia s(,ciál

tenía quc hacer y picnsc hasta qué volta jc hubicra cstado dispucst() a continuar, tcnicntl<¡ cn cucr'¡ta quc si hubicra dich
O 8d¡l(¡rial ( l( X

345

Pues

tro luces. Ante la sorpresa general, en esta condición el lü)o/o <Je su jetos llegaron hasta el final, y administraron descargas de hasta 4s0 voltios (etiqueta XXX).

Condiclón III:,,víctima,, remota

Recordad este dato, si la "víctima" no sc vc ni sc oye, a pcsar dc tener informacioncs sobre su posible sufrimiento, [a obedicncia es de un l00o/o.

Condición II: retroalimentación de voz Pensando que alguna cosa no funcionaba, se pcrmitió que el ,,macstrcl,,oyera las protestas del "aprendiz", las cuales se grabaron para que siempre fueran las mismas. Eran las siguientes: Hasta 60 voltios: ninguna queia.

bic., cn

esta

( {

[a triste sorpresa que comportaron estos resultatios provocó que

( se estudiara ra

como

ras críticas, teó¡icas, metodorógicas

tenido.

(

( (

(

150 voltios-285 voltios: grita diferentes versiones de "experimentador, sáqueme de aquí; ya no quiero continuar más en este experimento. Me niego a continuar,,.

5.1.1. Las diferentes condiclones experimentales

180 voltios: grita "no puedo soportar el dolor".

Elr estas condiciones que acabamos de presentar y en ras que hay a conr-inuación, los suietos son todos h'mbres, excepto en la condición IX. También es interesante notar que muy pocos suietos

330 voltios hasta 450 voltios: silencio total, ni contesta ni chilla.

(

y

135 voltios: gemido de dolor.

D

I

espcr,-iales que tcndrían los participantes de cste experimento no se aguanta, ya que ra muestra era especiar_ mentc variada y, en tcüo caso, no hay ninguna ter¡ría de ra personalidad que indi_ que que más de un 60go de ra pobración tenga características de tipo sádico o criminal. Por eilo, antes de estudiar las explicaciones que se han dado de estos re_ sultados, nos mirarernos detalladamente las diferentes variantes del e,xperimento,

éticas que ha

315 voltios: grito violento y la "víctima" dice que ya no sigue adelante.

(

situación con .etenimiento. Hay que mencionar que ninguna explicación sobre la base de u'as supuestas caracterist¡cas ce personaridad

120 voltios: el "aprendiz" grita que le empieza a hacer daño.

que siga adelarrte).

(

una variantc de esta condición consistiír en que ras queias dc ra ,,víctima,, sólo eran en unos gorpes sordos en ra parc«i hasta er sirencio definitivo; en e§te caso un 650ó de las personas llegó hasta el final.

algunas de sus répricas posteriores, así

300 voltios: el "aprendiz" dice que se niega a dar más respuestas (en este punto, el "experimentador" dice al "rnaestro" que el silencio se tiene que considerar un error y

(

c.ncrición basc un 6z,so/o depersonas ,cgó hasta el final.

75 voltios-105 voltios: una [,equena queia.

270 voltios: grito agónico.

(

[sta c«xrtrici
Bien, si ya se l
C-ondición I: ausencia de retroalimentación

(

Ca¡riulo V. IIlh¡cilciJ, cot¡f()rrrridad...

actuaron con toda tranquilidad: la

mayoría comentaron que se sintieron muy tensos y nerviosos durante er experimento, sin embargo los suietos obedecieron en ras proporciones mencionadas. las otras condiciones son ras siguientes: lealas con atención y piense en las diferentes situaciones que crea cada condición y en el porqué der porcentaie de obediencia que encontrará en ellas.

( ( (

( ( ( ( (

( (

a la

ps¡(olo8ia s(,cial

§)



(

so =

pofccnta¡e dc participantcs quc ohdc{icron hasta cl final, dos veccs el volta¡c máximo (450 voltios).

Condición lV (proximidad). ta "víctima"

se

cs

tlccir, quc utilizar(nl

poder rccibir cl chü¡rre, el "aprendiz" te-

nia que poner la mano encima de una placa. A partir de la descarga de 150 voltios se negaba a hacerlo y era el "mae§tro" quien se la tenía que poner a la fuerza siSuiendo

(

las órdenes del "experimentador".

I (

((

= 40, §o = 30o/o.

condición vl (nueva condición

base). se trasladan los experimentos a un laboratorio menos bonito de la misma univer§idad. A las queias del "aprcndiz" se añaden tres referencias a una cierta preocupación por el estado «le su corazón. n = 40, So = 650lo.

cambian el "experimentadof' y el "aprendiz", invirtiendO las características personales presentes en los experimentos anteriores. El "experimentador" es dc mane¡as suaves y poco agresivo, y el 'aprendiz", de

Condición VII (cambio de perrcnal).

Se

mandíbula prominente y tiene cara de pocos amigos. n = 40,

V. ¡rrfluer ICia, !-olrfor¡nidad...

Condición XIll (la "víctima" da las órdenes). En esta condición el

sitúa cn [a misma habitación quc cl su-

(

r

(jl)ítulo

347

dcsviación. S
jeto.n=40,5;=40q6. Para

t,(Xi

et choquc eléctrico). Se deia escoger a la persona cl voltaic de la dcscarga adrninistratla. [¿ media fue «le s0 voltios, con muy poca

( Condición V (proximidad de tacto).

Editor¡al

(irnclición xll (libertad para r:sc()gcr

= ¡rúmc«) dc participantcs de cada condición cxpctimcntal.

(

(

lltr(duc(¡or¡

.l,l(r

!r tldilorial Lr()(l

5o = 5006.

.,aprendiz,,

pitlc sc¡;uir con cl cxperimento aunquc el "experimentador,,considera, en los 150 voltios, quc no sc ticnc quc scguir porr¡tre se queia mucho. lil ,,aprendiz,, cxige que se le continúen administrando tlcscargas porque un amigo suyo llegó hasta et final. r¡ = 20, §0 = 0%.

condición XIV (una pcnona cualquiera da

las ó«lenes). En esta

condición hay dos

"maestros", uno dc los cualc's es un cómplice al que se asigna la tarea ficticia de controlar el tiempo. El "cxperimentador" sc va y deia a los,.maestros,, solos con la orden de continuar. Dl cómplice sugicre que hay que administrar descargas cada vez más elevadas y empieza a dar las órdenes para continuar . n = 20, So = ZU/o.

condición XV (el suieto como espectador).

Todo es igual que en la condición anterior, pero cuando el suieto no quería seguir el cómplice se ofrecía para continuar en su lugar y administrar los choques. n = 16, s = 68,75% de personas que no interfirieron en la continuaciÓn del experimento si las descargas las daba otra persona.

Condición VIII (ausencia de "cxperimentador"). El "experimentado¡" abandona la

condición XVI

sala y da las órdenes por teléfono. n = 40, So= 20,5%.

a los 150

(doc autoridades enfrentadas). Hay dos "experimentadores,,. Al llegar voltios empiezan a discutii, pues uno cree que hay que continuar y el otro que no.n=20,So=0026.

condición todos los su¡etos son mujeres. Se pensaba que, siSuiendo los resultados de otros experimentos y estudios de psicología, éstas serían más obedientes, pero que también serian menos agresivas.

condición XVII (dos autoridades enfrentadas üis). como en la situación anterior, hay dos "experimentadores", pero el "aprendiz" no aparece. Deciden a suertes que uno de los

el mismo que en el ¿Cómo actuarían estas dos fuerzas opuestas? El resultado fue y nervios. n = 40, más ten§ión mostraron las muierer los hombres, aunque de caso

base, incluidas la negativa a continuar, pero en este casode un

condición IX (los suietos son muieres).

So

En esta

"experimentadores" hará de " aprendiz" So

= 65%'

.

A partir de aquí todo igual que en la condición

.,experimentador',.n=20,

= 650ó.

C,ondición X (contrato de responsabilidad timitada). El suleto y la "víctima" firman antes de empezar el expefimento una hoia en la que afi¡man participar voluntariamente en el experimento y librar a la Universidad de Yate y su§ empleados de cualquier reclamación legal subsecuente. El "aprendiz" se la mira dos veces y en voz alta accede a firmar con la condición de que, pof razones de corazón, cuando lo pida se le solt¿rá -cosa que como en el re§to de condic¡ones después no se cumplirá-, a lo

Condición XVIII (dos "maestros" se rebelan).

que el "experimentador" asiente y el experimento empieza- n = 40, So= 40Vo.

se

El trabaio de hacer de ,,maestro,,se divide entre tres personas: una lee las pareias de palabras, la segunda le dice al ,,aprendiz" si la respuesta es correcta o no, la tercera (en realidad el único suieto experimental, los otros dos son cómplices) administra las descargas. A los 150 voltios el "maestro" que lee se niega a continuar, deja de leer las palabras y se levanta. El ,.experimentador" pide a los otros dos continuar. A los 210 voltios el segundo ,,maestro,,

levanta y dice que no continúa. El "experimentador,, pide al sujeto que continúe So = lorh.

solo. r¡ = 40,

condición

xl

(cambio de contexto institucional). La sede del experimento

se

traslada a unas oficinas fudra del contexto universitario y §e dice que el experimento lo lleva a cabo una asociación privada con un nombre inventado, Research Associates of Bridgeport, que hace investigación para empresas . n = 40, So= 47 ,5o/o.

condición XIX (el suieto colaborador).

se pide al suieto que colabore en el ex-

perimento, por eiemplo leer palabras, pero él no administra las descargas. n 40, = So

= 92,5o/o.

( c)

[Jirorial

Es

t](x.

l¡rlrodt¡cci(;il a l¿ l,\icol()¡liJ §((ial

34t¡,

intcrcsantc vcr gráficanlcntc los rosultados:

tlgura 5.7 .

t,.j.,

:

i

::ii:r:rirj!.:i.r_

o Ldil()rial (l()(

.149

(i¿

(

l)ilulo V. IrrilUcrrcia, crlrk¡fl rridad...

mcntc c.nsirlcraron quc cra accptablc, ¡xro much's psicólogos y socióklgos todavía ah«lra dutlan dc que l. fuera. rt¡r una parte, no es ético haccr pasar a alguicn prlr una situaci(¡r tan an¡íu:itiantc, ¡rcnr xlbre todo la preocu¡ración surgía por cl posible carácter traumatizdntc dc la participación en la clectrocución inriucida de una pcr_ sona. Milgram sc ascgurír dc quc despues der experimento er suieto hablara con ,,ra

víctima"

para deiar

crar. quc estaba bicn. También informaba

a ros sujetos

(

I (

obccricn-

tes de quc su crrnducta era la normal. Finalmente hizo un seguimiento durante un

par dc años, mc'diantc cucsti.narios,

«,le

(

las personas que habían participado en el

ex¡rcrinrento, y lcs informó dc los resultados obtenidos con la investigaci
I

de cc¡nciencia. sin embargo, como se puede ver, el experimento tuvo efectos muy importantes s.bre l,s partici¡rantr:s y su viela, y ell«ls ,o lo habían pedido

e,

(

abs
luto; además acudia¡r cngañarl.s al cx¡rerimento. i{oy en día, un experimento de

Vale !a

p€ra detenerse un

,mnlo

a comparar las

condiriones

5.1.2. Críticas al experimetrto

Aunque la inmensa mayoría de psicólogos sociales reconoce que los experimentos de Milgram están bien hechos y que sus resuitados son fiables, este ex-

perimento ha sido blanco de críticas feroces. Sin embargo, el propio Milgram ya comentó que sospechaba que el origerr de las críticas no era tanto el experimento como los resultados obtenidos. si el experimento hubiera dado corno resultado aquello qure se esperaba, que nadie obedece unas órdenes inmorales, seguramente ninguna de estas críticas hubiera surgido. Podemos cas,

dividir estas críticas en éti-

metodo!ógicas y teóricas.

la preocupación por la édca delexperimento fue

(

este t¡po no se ¡rcdría rracer, pero muchos investigadores pie,san que valió la pena, y que la lección extraída de aqueilos experiment<¡s es demasiado valiosa como para

00

ta primera en surgir. l-a Ame-

rican Psychological Association, la más importante del munclo, retrasó un año la

admisión de Milgram, mientras estudiaba detalladamente el experimento. Final-

de¡arla pcrder

I

La crítica metodokígictt más fuerte ra hicier
(

hacer para cumplir con las expectativas que se tienen sobre él y actuar en consecuencia. Ante un conflicto como el que plantea ra situación, el "experimentador,, tiene que tener la clave, de manera que si éste está tranquilo, es que no pasa nada grave; de hecho, ya se sabe que en un experimento no te puede pasar nada. Incluso para los autores, el esfuerzo que se hace para engañar al suieto implica que difícilme.te se pueda generalizar el resultado a ninguna situación cotidiana. A todo esto,

Milgram respondió que,

como

y llegaran a la conclusión que llegaran, lcs sujetos no podían saber si los choques eran reales o no, y que en todo cascr sea

(

( ( (

sea

la duda no les hizo en absoluto desobedecer. De hecho, preguntada a posteriori ra mayoría contesta que sí que creía que eran de verdad. Ahora bien, esto también podría ser ,na respuesta pro'ocada por las ganas de quedar bien con el ,,expe-

rimentador".

(

( (

(

I

rer

Ld¡torial tlO(l

[.as

liltr()d((l

350

¡(nr a ld

IricrioSia

sr¡cial

críticas leóricus sc dcsarrollan a partir dcl c
o Ildil()rial I ¡()(

obtuvo cl

.50(%r

351

Callit(l() V. Irriluc¡rcia, crxrfonnidad..-

dc obcrliencia; en Austria, cl l9g5 un g(M; en ltalia cn 196g un g.5%;

para fines expcrimcntalcs se ha operacionalizad«¡ hasta al punto dc convertirse

enJortlaniacn l97tt, un62,596.1:l nivcl másbaioseobtuvoen Australia enl9l4, "sólo" un ZfJ%t dc los suictos r¡bcdcció órdenes criminales; sin embargo, este

en una abstracción descontcxtualizada. Por cicmplo, Milgram llega a dcfinir la

28o/
obediencia así: "Si Y sigue una orden de.X, cntonces dircmos quc ha obedccido

En las otras ré'¡rlicas nr) sc enc()ntrar«rn tliferencias significativas en el gra«lo de

a X; si no consiguc cumptir la orden dc X, diremos quc ha tlesobc«lecido a X".

obediencia dc hombrcs y muiercs (lllass, 1999).

blema quc plantcan algunos autores es s
cs la me dia dcl 4Oh de hombrcs

quc obeclecieron frente al l69t¡de mu jeres.

Un concepto así no pucde aspirar a no explicar nada, pero cn todtl caso es un concepto pertinente para describir las acciones de determinadas pcrsonas. Hace falta, pues, ir con cuidado de no confundir el valor descriptivo con cl valor explicativo del concepto (Lutsky, 1995). En todo caso, para explicar los resultados no basta con no afirmar que la gente es obediente, sino que hay que saber qué órdenes obedecen y cuáles no, y en qué país, en qué momento histórico, en qué sociedad o en qué Srupo son obedientes (Helm y Morelli, 1985). Pero como dice

Enligfitenment Algunos autorcs consideran que los resultados de estas réplicas tlemuestran que Gergen no ticne razón cuand<¡ habla del efecto de enlightenment (ver el capítulo t) que postula la psicologia vxial. l)ero, ¿cuántos
Zygmunt Bauman: A causa de las críticas recibidas sobrc la imposibilidad de generalizar estos

"Su hipótesis [de Milgraml de que los actos crueles no los cometen individur¡s crueles, sino hombres y mujeres corrientes que intentan tener éxito en sus tareas nor-

5.

resultados porque ninguna situación cotidiana se parece a la del experimento, algunas réplicas utilizaron estrategias diferentes. Éste es el caso de la serie

males, causó una inquietud y una ira muy pronunciadas. Y sus descubrimientos: que la crueldad no tiene mucha conexión con las características personales de los que la perpetr.ln pero sí tiene una fuerte conexión con la relación de autoridad y subordinación, con nuestra estructura de poder y obediencia normal y con la que nos encontramos cotidianamente. [...] En resumidas cuentas, Milgram sugirió y demostró <¡ue la in-

de experimentos que tuvieron lugar en la universidad de

humanidad tiene que ver con las relaciones sociales. Como estas últimas estan racionali' mdas y técnicamente perfeccionailas, también lo esta la capacklad y eficiencia de la producción social de inhumanidad."

la realización de tests psicológicos. se explica al sujeto que se aprovechará el hecho de que se tiene que seleccionar a una persona para el personal del de-

Z. Bauman (1989\. Modemidad y Holuausfo.

cer el suieto es, durante el test de selección del candidato, hacer comentarios

Madrid: Sequitur, 1997.

1.3. Algunas réplicas ex¡rerimentales

Del experimento de Milgram se han hecho muchas réplicas por todo el mun-

do y los resultados siempre son los mismos: la obediencia alcanza incluso niveles más altos en algunorcasos. las réplicas de la condición base hechas en Estados Unidos entre 1967 300/o

y

1976 obtuvieron grados de obediencia de entre el

y el 9190. Una iéptica de esta condicióntecha en el Estado español en 1980

utrecht, Holanda (Meeus y Raaiimakers, 1986, 1995): el procedimiento inicial es igual que el de Milgram, pero la tarea que ha de cumplir el suieto cambia, dado que el experimento se presenta como un estudio sobre la relación entre el estrés y

partamento para hacer el experimento.

b. .an"ra

que lo que tendrá que ha-

negativos sobre sus resultados con la finalidad de "estresarlo". Además, se informa al suieto de que si el canclidato no pasa el test, no obtendrá el trabaio.

cuando empieza el experimento y a médida que pasa el tiempo, las respuestas del candidato en el test se ven fuertemente afectadas por los comentarios negativos del sujeto y el candidato le pide diversas veces que pare de hacer comentarios. sin embargo el "experimentador" ordena al suieto que continúe. Pues bien, en este caso, aunque el candidato pide que se pare, y aunque los suietos saben que su actuación provocará que no obtenga el trabaio, un 917o de

los sujetos obedecieron hasta el final.

( l¡rr«(Ju({n¡r J lJ t^nol()81J t(\i¿l

5.2. El individuo en una sociedad burocrátic¡ ¿tlasta con tcncr cn cucnta los clcment()s p«rpios y únicos dc la situacialn expcrimcntal para explicar la curducta rJc estas pcrsonas? Podemos pcnsa¡

quc la Scntc obcdcció porquc cl expcrimcnto tenía luSar en una universidad prcst¡giosa; que fue para colaborar etr cl progreso de la cicncia; quc fue por el compromiso adquirido al cobrar dincro y accedcr a cmpczar cl (jxPerimcnto;

quc fuc porquc el "aprendiz" tanrbién había riecidido colaborar voluntariamente en el experimento y, además, cl papcl lc tocó dc mancra iusta; quc fue por la novedad y originalidad dlj la situación; que fue porquc se le ascguro quc los choques no prtlducían daños pcrmane!)tes; que fue por la rapidez con la quc transcurre todo, Ia cual no tc dcja pensar; t¡uc fue porque tiene más peso una aubrida(1 legitima que busca cl bien c()mún quc (:l intcrés particular dc una

persona (Milgrarn, 1963). Pcro ninguna de estas razones no parcce suficieflte como para que co el cortflicto provocado por Ia norma de no dañar a otras Personas y la norma de obedecer a las autoridades te8ítimas, es lo bastante razonable

J5J

smiedad esté dispuesta a €lectrocutar brutalmente

a

alSuien si se le pide bien.

fhrod¿, «n¡forn

id¡t

I (

difíc¡lmcnte osará dcsafiar abicrtamente a la autoridad. Tal como resume Maria lllanch:

(

Josr,,p

( "l,as c()nsccucnci¿s más dest¿cablcs dcl cst¿do de agente en un¿ fxfsona consist0n en 5u aceptación de l¿ dcfi¡r¡ción dc la situación que le dicte la autor¡dad, su asunción del rol dc ¡nstrumenk) al scrvicio de los f¡nes impuestos por el supe¡iof y en su trans, formación mtx¿I, por la quc sc sicnte responsable no tanto de las co¡¡secuencias de sus actos como del cunrplimicnto cstricto de las órdenes que lc han sido dadas.

Iir otros tórm¡nos, la ob«licnc¡a no elim¡na la moral; sino que desplaz¿ elce¡trodegravedad dc la misma, alc()ntextode una ,ra.€'structur¿ción del camposocialeinformativo,_ Dceste mqlo, su comfx)ncnte cogn¡tivo confiere mayor relevancia al imperativo ético

( (

(

dc la subordinación y al aspecto técn¡co de la eiecución que al elemento inlerpersonal de la rela.ión agcntc+,ictinta it¡lpli(ado en la ac.ción. Esa nueva moralidad ¡educe elbicn a la lev y elamor a¡drbcr; al tienrp() que astablccr la sumisión «)mo base de las virhtdes cardinales." J. M. Blanch (1982). I'siLologias Sociala.

A¡ro

ñación históica. Batcelon¿: Hora.

Pero falta explicar por qué una persona puede entrar en este estado agente, en qué ocasiones lo hace y cómo sc mantiene. para Milgram hay dos tipo:i de

( (

procesos, los antecedentcs nccesarios y los que genera la misma situación en el momento. Entre los antecedentes, encontramos la socialización eo la obedien_ cia: la familia, la escuela y el trabaio son estructuras fundamentales de nuestra

5.2.1. t-a explicación de Milgram El funcionamiento en sociedad implica pala MilSram división del trabaio y

coordinación, y para efectual esto, ierarquía. Consid€ta también que el hecho de que las personas funcionen en el interior de un sistema obviamente produce cambios en su capacidad para funcionar autónomamente -por eiemplo, tienen que ceder el control a quien coordina. Todo esto lleva a MilSram a defender que

lo que pa¡a en los experimentos es un cambio esPecial

ltr

ticipaotes dc Milgram, le potlría ayutlar a evitar pooersc en s¡tuacions de auk)ridad y dc ohcdicncia, pc(r la fuerza de la situación hace que una vez dentro,

triunfe esta última. NinSuna de estas explicaeiones

como para admitir que la mayoría de personas de nuestra

Catnlrlo V.

en la actitud de los indi-

vi¡luos. Estos, durante el experimento, pasan a un estado actitudinal al que llamó "estado agente", por el cual la persona que 5e incorpora a un sistema de autoridad ya no se ve a ellü misma como una actuallte movida por sus motivos sino que se ve a clla misma como una igenfe al servicio de los deseos de otros' Probatrlenrente, conocer estos experimentos, tal como reconocía uno de los par-

sociedad y son instituciones ierárquicas basadas en la autoridad de unas perso_ nas sobre otras. La lógica de las inst¡tuciones no sólo nos lleva a obedecer, sino también a considerar la obediencia una necesidad para la supervivencia misrna

instituc¡ón, cosa que a menudo se confunde además con la supervivencia misma de la humanidad. Hay, además, un antecedente necesario más propiü

(

(

Ce la

del experimento, la ideología cienfi/iJf¿: es decir, el hecho de que s€ re(onozca comúnmente qrrc la ciencia es una fo¡ma de conocimiento legítima y que el cientÍfico es la persona que ostenta la autoridad legítima en una situación ,,de ciencia". Así, por [o tanto, al hecho de que hay una ideología que la s¡_

tuación

iustifica

hecho de que el suieto considera al científico la autoridad adecuada para la situación en cuestión- Como bien dice Milgram, el podcr cie la autoridad no proviene de sus caracterÍsticas personales sino de su posición per_ se añade el

(

(

hrl¡trhr,r,nr J lJ l,tn,,h'NrJ n'

rJl

iustif¡cada

y M. Silvcr (l9tt0). Dcstroy¡ng the Innoccnt with a Clear (i)nscicnc-e: A sG ciopsychok{y o[ thc tlol({aust. lin J. E. t)insdale (t¡1.), Sxrvin fJ, ytri ús Ltnd lreÍlrcttlttors: f.tyrts on th( Nu¿¡ Hokroust (p- :r42). Washington: Hemisphere. Citado cn llauman

Los procesos quc hactn quc la pcrsona s€ mantcnga cn la situación cn lugar

de salir t1c ella una vcz ha empczado rcn diverv¡s. til suiek) ha adquirido un compromíso coo el "txpcrimcntador" y, por lo tanto, tiene una relación con lo

(1989).

lll f¿ctor dc gradualidad

cs relcvante para entender la gmeralización que se han hccho dc los rcsultados de Milgram a otros contexto5, en los que las implicaciones de clectuar acciones inmorales baio las órdenes de una autoaidad no son evidentes delc cl comienzo, pero sc mater¡alizan cuando el ind¡v¡duo queda enredado en una cadena de mando burocrática.

que considera una autoridad lcgitima que quiete que sea cl máximo dc satisfactoIia. El control de ta impresión de si mismo (recordad a lirwing Goffman) hace que quiera quedar como una persona cumplidora y en Ia quc se puede confiar; en cambio, no tiene ninSuna relaciÓn c:on el "aprendiz", el cual es sobre todo

A. Miller, B. L. Collins, y D. Drief(1995). perspcctives on Obi"d¡ence to

una molestia, un imp«l¡mento Para quedar bien.'lambién encontfamos qu(] la defrníción.te lo sittucióa Ia proporciona el "exPerimentador" y no el suieto'

trgary of the Milgram [xpcriments. /o¡¡rral ofsocial

importancia, dado que cada vez que subimos 15 voltios la descarga, ta situación no cambia sustancialmente, et hecho de haber eferluado la descarSa anterior iusüfica el hecho de continuar adelante. tis decir, que cada vez

oÍo.

Esto tiene su

que se da una descarga se hace más diñcil ro¡nper con el expedmento: si la persona ya ha actuado hasta el punto que lo ha hedn, ¿cómo puede iustificar deiarlo corler

Authority: Ihe

Sl(3], l_19.

gunta más importante que hay que hacerse, y que Milgram no contesta, es ,,¿cómo es posible delcgar la responsabilidad a algún otro de una serie de actos que uno mismo comete (on sus manor?".

pa

detrás del

tss¡es,

Finalmentc, lo más importante, la responsabilidal de la acción se delega a la autoridad, la persona se siente responsable hacia la autoridad p€rtinente p€ro no de los actos cometidos, sinodel cumplimiento de las órdenes. por eso, la pfe-

elsignificado."

También hace falta tener en cuenta que la s¡tuación posee una Emryraliztción' es decir, que consta de una serie de elem€nto6 muy parecidos que se suceden uno

r,ltf,,,,dJtl

J. 1,. Sabini

tipo de obcdiencia.

S. Milgram \lg'14), Obedience to Authüity l[D.162-1631 lrndon: Pinter Martin' 1997 lveIs¡ón en castellanot Obediencio o to outotid Bilbao: Desclee de Brouwer, 19801'

L!

ciíxr ¡)r hahrr aplicad(, la lilt¡ma? N(gar la corrección dcl paeJ quc cstá a punto de dar implica q!¡c clpay) antcri(,r tan[xxo cra co.recto y esto debilita la fx^ición moral delsui(,to. Llsu¡eto sc va qucdando atr¿pado por su compromiso gradüal con rlcx{xri rcnto.,,

cibida cn una cstructura social, y hay quc añadir, dcl cumplimicot() adecuado dc su rol cn cl selrtido quc si cl "expcrimcotador" exigicra cualquict c(¡sa quc no estuvicra adecuadamcntq en cl contexto, no obtcndría nin¡;utt

"Cada situación t¿mbién posee una cspede de ¡deolotia, a la que lla¡r¡mos 'definicón de la s¡tuación', y que es la intcrpret¿dón del siSnificado de una circunltanci¿ social. Ésta ptovee la perspectiva mediante la cual los elemento§ de una situac¡ón adquiren coherencia. Un acto visto desde una p€f§pect¡va puede parecer atroz, pe'o l¿ misma acción vista desde otra perspediva parece adecuada. H4)'¡¡tl¡¡ ?rcpensión dc Ia tttlo outotidad le*ítino' Sente poru ocept//¡ los dcfrniciones de lo ouió¡¡. E)e prcvienen de Eso quiere decir qu€, aunque el suieto haga la acción, permite a la auto¡idad def¡nir

(;t'irut' v l¡¡l¡¡r1tr8

155

No es sobrero recordar aquí quc los estudios experimentales sobre influencia en del punto dc vista de la I{iP -as decir, que para estos ¡nvestigadores el in-

dividuo prevalece por encima de la organización social, la cual no es más que la consecuencia del coniunto de interacciones entre individuos. por eso, Milgram puede afirmar que un individuo es originalmente autónomo y a causa de su pertenencia a un sistema pierde parte de csta autonomía, la que cede al grupo. Este punto de vista no se sostiene desde una psicotogía social más sociológica, como la construccionista, según ta cual individuo y sistema -leed sociedad o grup
5.2.2. Extensiones de la cxplicación de

Mitgrao

en el punto siguiente? C-omo explican algun6 autores: e§ta "Si el suieto decide que oo es p€rmisible aplicar la siSuiente descafga, entqrces, como su e§ ¡ustificaes (en todos los caso§) y)lo ligeramente más intens que la anterior, ¿orál

Invertir la visión de la PSP y empezar nuestra explicación por la sociedad en vez de por el individuo nos puede permitir pensar que el individuo autG

( .cr

l.:ditori¿l

tl(Xl

Irrlr()ducci(i[

156

a la

|si(1)l()gia \(t ial

,e

lilil()ri.rl lf(X

357

(lapítub V. lrrflucrreia, ctxr[Onrritlad...

( (

nor.ne n() cs un antcccdcntc dc la situación sin() quc cs una c()nsccucllcia de ésta. Son las cstructuras dc <-¡bcdiencia las quc, cstratógicamentc, tlcfincn al in-

dividuo, al quc han creado,

c«rmo

autítnomo; hecho quc camufla las rclacio-

nes de poder a las que óste cstá sometido. [,[ cxpcrimcnto dc Milgram rcvela estas relaciones de poder y las muestra en t()da su crudeza, hacc patcnte que

el individu
es

A ¡rcsar de [o quc pucda parcccr, una sociedad con una división social clcl trabaio tan c
cl p*rduct. final, per' piensa quc hay alguien que sí lo sabe y así [o ordcna. Esto pasa cn casi t«los krs ámbitos dcl trabaio.

es

En krs hospitales, las enfe rmcras acatan ó«lenes de médicos que saben positivamente

quc son flcgativas para el paciente pofque no §on sus responsables finales, y segurame¡rte el médico consitle¡a que la institución se hará resp,nsable de cualquieiproblcma, ya que él también es un trabajador obrigado a trabajar en las condicion., qu. marca la institución; las muieres de la limpieza limpian la mierda de los otros porque alguien lo tiene que hacer en csta sociedad tan complicada, los otros ensucian porquc ya hay alguien que lo lirnpiará; los vecin
portado que la ideología moderna dividiera la sociedad en unas unidades mínimas llanradas individuos y, en este sentido, el su jeto obediente ntl puede ser nada más que un producto del tipo de s«.¡ciedad que hemos creado.

Una muestra de eso es el sistema iurídico occidental que considera quc el individuo es responsable de sus actos en algunas circunstancias y en otras no. [)or lo tanto, asume que la responsabilidad es un bien que se posee

a veccs sí

y a veces

tiempo, al fin y al cabo

a

su trabaio y, por lo tanto, su responsabilidad; los.*pi.ru_ ri<-¡s de las tabaqueras no tienen ningún rlilema moral en promover productos cance_ rígenos porque la responsabilidacr no es suya, en t(do caso ro es de quien fuma, y en todo caso ellos sólo son personas buenas y normales que hacen su irabaio lo me¡or que pueden.

Es'una posesión más con la cual, metafóricamente, se puede comerciar. La

persona que se encuentra en el experimento cede su responsabilidad al "experi-

mentador", porque lo puede hacer; así lo reconoce nuestro sistema iurídico. Datiene un precio importante. Puesto que ser responsable de

sus actos es

una dc las

características básicas de esta cclnstrucción a la que llamamos individuo, el pre-

cio de perder la responsabilidad es su desaparición como individuo. Se ha de tener en cuenta, además, que el hecho de ser individuo es la única manera de ser autorizada, normalizada y legitimada en nuestra sociedad, y que como ya se sabe, la realización de determinadm actos popularmente se interpreta como una

falta de humanidad, como un no ser persona. En nuestra sociedad, deiar de es

ser

deiar de ser persona, también.

reconocimiento de la obetliencia debida que absuelve

a

tantos soldados de

las barbaridades que cometen con sus manos es una muestra de este traslado de

responsabilidades, que es posible en las organizaciones ierárquicas. Como dice Bauman (1989), "la organización en su coniunto es un instrumento para elimi-

nar toda responsabilidad". de sus miembros

Se

trata de una situación en la que todos y cada uno

trasladarla responsabilidad

a

otro, en una cadena que no tiene

final y que acaba en una especie dercsponsabilidad flotante, de la que nadie explicaciones a nadie.

debe

(

(

I (

es

das las circunstancias adecuadas, la responsabilidad se puede traspasar, pero eso

El

(

Eiernplos

mos leer cl experimento como una demostración fehacientc de lo quc ha com-

individuo

(

aut(rnomo, no porque haya pcrdidt) una supuesta libcrtad

inicial, sino porque como individuo nunca la ha tcnido. Por lo tanto, pode-

n«-¡.

(

(

( (

En su análisis del holocausto, el sociólogo de ra postmodernidad, Zygmunt Bauman,s muestra cómo éste fue el producto de una forma de racionalidad muy

(

caracterÍstica de la modernidad: la burocracia. En una burocracia, lá preocupación principal de los funcionarios no son los obietos de su acción, como están

(

cómo se oyen, sino la rapidez y la eficiencia que muestran a la hora de alcanzar los obietivos que sus superiores han marcado (Bauman, 19g9, p. 20g). La acción o

moral es la lealtad, el cumplimiento del deber y la disciplina, y la acción racional es la eficacia.

(

( (

Eiemplo No hay que entrar en el eiército para encontrar eiemplos de esto: en una escuela no extraño que el "maestro" humille en público a un alumno en nombre del mantenimiento del orden, et cual se justifica por la necrsidad de alcanzar los objetivos de aprendizaie del currc, marcados por el conseio Escolar y en último término por la Dirección General conespondiente. es

8' Z'-Bauman (1997). Modemidurl y. Holocausto. Sequitur. cindible para entender a los seres humanos del_Madrid: siglo xx. '

Es

un libro doloroso pero impres-

(

q tidit(xial Lr(X

.t58

lIlr()du((i(itl

J l¿ lhicol(,§id

v{¡al

Scgún tiauman, la tccnología atlquicrc ds rcbote por su propia racionalidad una condici¿)n moral. llecorclad kls rcsultados tlc las condiciones dcl cxpcrimen-

,0,

¡:dit(trial (r(Xl

159

Oa¡ritulo V. lrr0urrrcia, conforruitlad...

resultados dcl expcrirncnto cornpararcmos a cclntinuación las tlos maneras entender las rclacioncs de poder que cncontramos en psicoklgía s
c1e

to de Milgram: cuanto mayor era la distancia dc la "víctima" ntás fácil cra ciccutar la orclen. Un piloto de avió¡ puede tirar una bomba cncima clc una ciuda«l y mantcncr su integrida«I moral y su humanidad, en cambio, alguien quc mata a puñetazos a otra persona es un mal bicho. Normalmcntc, el usuario dc la tec-

5.2.3. Relaciones de poder

nología no es quien la ha inventado y, por lo tanto, la responsabilidad moral pasa al inventor de la máquina en cuestión, pero a la hora dc la verdad éste no

expcrimcnto quc cstamos estutliando es muy interesante para contrastar dos mancras dc cntender las relaciones de poder que coexisten en la psic«rlogía

es

nadie en concreto, sino un coniunto vago de conocimicntos científicos bási-

cos, equipos de ingenieros, universidacles e institucioncs de i¡vcstigación, empresas e, incluso, una cosa tan abstracta como la política cicntífica de un país' t,a racionaliclad tan caracteristica de la era moderna queda plasmada en los iucgos infantiles de const¡ucción tipo Mecano o Lego: las piczas son duras y cuadradas pero

lógicas, expresan perfectamente ta estética funcional «le nucstro tiempo. Quizás por eso que un artista polaco ha recreado los campos de exterminación naz'is con piezas de Lego, una de las obras más pavorosas que se han visto nunca.

es

"Lo que el experimento de Milgram ha demostrado al final es el poder de los conocimientos y su capacidad para triunfar sobre los impulsos morales. Se puede inducir a (o crean) Personas morales a cometer actos inmorales incluso en el caso de que sepan que los experque esos actos son inmorales, siempre y cuando estén convencidos-de tos (personas que, por definición, saben algo que eltos no saben) han determinado que esos actos eran necesarios. Después de todo, la mayor parte de las actuaciones que se producen en el seno de nuestra sociedad no están legitirnadas porque se hayan discutido sus obietivos, sino por el conseio o la instrucción que ofrece la Sente que tiene conoc¡mientos." Z. Bauman (1989).Modemidad

y

Holocausto (p. 258). Madrid: Sequitur.

En resumen, de este punto se tiene que haber extraído la idea de que los resultados del experimento no se pueden entender como el producto de una inte-

racción particular entre individuos con características diferentes sino que hay que integ¡ar toda la situación en la singular historia de la sociedad occidental en la época moderna. Bto tiene que permitir vet que hay situaciones {ste experimento, por eiemplo- en las que no es pertinente la existencia de individuos' Es decir, que no es que haya iñdividuos que participan en determinadas siruaciones sino determinadas situaciones que crean individuos y determinadas situaciones que no lo hacen. Para dar más énfasis al carácter históricamente situado de los

El

social de hoy día. Si seguimos a Michel Foucault, podemos decir que hay dos paradigmas o dos maneras de entender el poder: el paradigma jurídico y el paradigma estratégico. 'l'r¡más lbáñezg las presenta así:

a)

El paradigma

iurídico

Representa la forma clásica de entender el poder. según esta visión el poder es una sustancia,

una cosa que, metafóricamente, se puede poseer. Hay, por lo tanto, personas que tienen poder. Tsto quiere decir también que el poder tiene un origen desde e[ que surge y un blanco al que llega. El eiemplo más claro es la ley. La ley permite o prohíbe determinaclas acciones, marca los límites de la libertad y se eierce de arriba abaio, del presidente a los ciudadanos, del padre a los hiios, del marido a la esposa, del maestro a los alumnos. El poder controla el saber y, por lo tanto, quien posee saber tiene poder. El po«Ier reprime, excluye

y encierra a quien no lo respeta. Los i¡mbolos del poder bajo el paradigma jurídico son la sangre y la muerte.

b) El paradigma estratégico Representa la propuesta de Michel Foucault con respecto a la nueva manera en que se tiene que entender el poder para entender cómo se forman las personas en el mundo moderno. El poder es una relación, u,na acción, no es, por lo tanto, una cosa que se posee sino una cosa que se ejerce. En este sentido

el poder no tiene un punto de origen sino que tiene forma ile red, se origina en todos los puntos. No hay, por lo tanto, espacios de libertad. No es como la ley que dice qué no se tiene que hacer sino como las normas sociales que 9. Encontra4 los dos paradigmas resumidoscn el libro siguiente: T. Ibáñez (1982). pder y Libotatl. Barcelona: Hora.

( cr

lld¡torial I l()(;

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Its¡f()l()8ia \()cial

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lidil()r¡al t,()(

()pitulo V. It rllucrrcia,

3(r I

( crt¡for¡¡¡id¿r¡,...

(

,Jice¡ córno sc ticttc quc scr. lil p«lder va dc abaio arriba. Ll ptrcler producc cl sabcr y, por lcl tanto, quie n ticne podcr ticne sabcr. l')l podcr no re primc sino quc controla y rcgula, vigila y gestiona, no encicrra ni excluyc sino quc cura, es dccir, vuelvc "normal". lll símb<¡lo dcl porlcr es la vida y su objetivtl cs de-

finirla y gestionarla.

mencir»¡rar quc cntre los cuatro primcros tipos las diferencias no fueran estadísti-

llta mancra
prohablcmentc insuficicnte.

un cienrplo dc r:st,

( (

quc cuanclo preguntamos a arguien qué hubiera hecho si

(

hubiera ¡rarticipado en er expcr¡ment. todo el mundo niega sistemáticamente que hubicra llcgado hasta el final. De hecho, Milgram lo preguntó sistemáticamente

(

cs

Lamentablemente, en psicología social las relacioncs de poder no se han estudiado lo bastante; sin embargo, la propuesta más completa y utilizada es

grup
la de French y Raven (1959), la cual autores como'l'homas Blass han utilizado

hubicra, llcgado más lejos mencionaron

para interpretar el experimento de Milgram. Esta propucsta parte de una concepción clásica del poder, es decir, del paradigma jurídic<1, y sus autores pos-

medio, clijo que no pasaríade ros 150 vortios. Entonces Mirgram preguntó a ra gente cuáles creían que serían los resurtados de su experimento y todo er mun
(

tulan que hay seis formas de poder.

quc sókr un l()2, de per',nis con alguna patología lregaría hasta el finar y que la mayoría de suietos no pasaría de los 150 voltios. un grupode psiquiatras -que conocen bien a las persorlas- a ros que hizo ra pregunta hizo exactarnente la misma predic-

I

ción, except. que, además, reduieron la cantidad de personas que obe¡lecerían lusta el uno por mil.

(

l)l poder de recompenso. Quicn posce el poder tienr los medi<¡s para otorgar gratilir:aciones a quien es objeto dr este poder, el suieto. Por elempkr, en el caso del ex¡rtrimento de Milgram, el suieto (S) espera la aprobación del "expcrirnentador" ([). El poder coercitiuo. Quien posee el poder puede castigar al suieto. Cuando [l dicc que el experimento tiene que continuar implica consecuencias negat¡vas para S si para

Quien posee el poder tiene el de¡echo a prescribir el comportamiento
I:l poder del referente. El suleto se identifica con quien posee el poder o ie gusta. rría ser como E y hacer lo que E hace.

S

que-

a

ros

las personas

3fi) voltios, pero

ra

que dijeron que

los psicólogt-rs de la personalidad, se puede consultar el artículo:-J. sabini y M. silver (1983). Dispositional vs. s¡tuational lnterpretat¡ons of Milgrarn,s obedience Experiments: 'The Fundamental Attributional Error, . the 'fheory of social )ownal for

Behivior,

El porqué hicieron predicciones tan erróneas tiene que ver precisamente con

la noción de individuo autónomo que estas personas tenían. si creemos que er individuo es, por definición, libre y no está suieto a ningún tipo de poder, pen-

controla la informaciÓn que el supara baio la cual tiene que actuar S, a necesita actuar. E la situaciÓn, define ieto su maneta.

saremos que la situación experimental que se nos plantea no es adecuada para obtener obediencia, porque el sujeto no es obieto de ninguna amenaza, ya que

Thomas Blass (1999) preguntó a una serie de estudiante.s gue habían visto una

la represión sería Ia única manera de hacer que alguien actuara en contra de sus convicciones morales más íntimas. Vemos, pues, que estas predicciones se hi-

de las grabaciones que Milgram hizo de su experimcnto cuál creían que era el tipo

cieron también partiendo de una concepción del poder clásica, la del paradigma

de poder que más afectó a los resultados. Por orden de importancia, lrrs cstudiantes

iurídico.

opinaron que en primer lugar el poder de exDerto y, después, e! poder legítimo, el

Sin embargo, de hecho, ra única manera de acertar previamente los resultados sería comprender primero que el poder actúa estratégicamente: el poder no

coercitivo, el de

información, el de recompensa y el del referente. Aun así, hay que

(

(

El poder del experfo. El su,eto cree que

El poder de información Quien posee el poder

(

gente, por término

Probablemente los psiquiatras y psicólogos de la personalidad comeferían hoy día er mism«,¡ error de prerlicción si ¡ntentaran€xplicar tos resultados en términos aá h personahdad de los suietos. Para entender el problema que este experimento plartea a

t3(2),147-r54.

quien posee el poder tiene un conocirniento especial sobre el tema pertinente en la sitr¡ación dada. S confía en los conocimientos superiores de E, por eiemplo, cuando le dice que las descargas no crean daños perma' nentes en los teiidos.

l,s del ex¡rerimento:

( ( (

(

( ( ( ( ( (

( (

'o)

lrdilorial tl(X:

362

liltr(dl¡cciort a lJ llsi(1)l()¡iia 1()(ial

teprimc sino que co¡rstruye. l.os participantes n() son intliviclucls
aukrridad. lndividuos que saben que la cicncia cs para el bicn tlc la humanitlad y que el poder de la ciencia viene precisamente de su dcfensa dc la vida. ln«lividuos que al creer en su propia libcrtad qucdan atra¡rados cn una rctl dc

fidclida-

(ia[)ítulo V. lilfl ucllcia, c(nllofl llid¿d.

tan pautadas quc no quc<Ja lu¡¡ar para ra expresión de otras cr¡nductas quc no cl r,l. lil ¡¡rupr asigna los roles y, por lo tanto, se «riruye ra

sca¡r las que marca

responsabilitlad pcrsonal. l)ara cstudiarlo, intentaron hacer trabaio cle campo cn prisi«rncs pero no fucron autorizados por ninguna institución penal, así que clecidie «ln crear una prisiírn sinrulada, e intentaron hacer una especie de juego dc ro[. l)iscriaron una prisión en krs sótanos de la lracultad de psicología de la uni-

versitlad de stanford y buscaron voluntarios que quisieran participar en el experimcntr¡. No había ningún tipo de engaño, se trataba de pasar dos semanas en

se han

una prisión simulada, donde algunos de los voluntarios, aleatoriamente, harían de guar«las y otros harían de prisione«ls. La mayoría de los participantes, veintiuno en total, eran estudiantes universitarios que pasaban el verano en la re_

lizadas sobre

todo por la PSC, y sus aplicaciones en estuclios psicosociales

centrado básicamente en el análisis del discurso.

gión y que accptaron participar por ra compensación económica que se

5.3. La prisión de Stanford

(',

Acabaremos el repaso de los experimentos más famosos dc la psicología social con el

último de todos,

el cual nos muestra

otra situación en la que las personas quc

participan en él llegan a obedecer órdenes degradantes, pero sobretodo nos rccuerda otra vez la fuerza que tienen las situaciones a la hora de entender qué hacemos y qué somos las personas.

-

J6:i

burocráticas, porque no pueclen iustificar cómo cs quc han entrado cn ella. Las propuestas de Michel Fbucault sobre el paradigma estratégic«-r han sido uti-

des

(

d lidil(xirl t,(X

lbr encima de

En 1971 el psicólogo social de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, y sus

colaboradores se plantearon que era importante entender cómo funcionaba un proceso que en la psicología social clásica se llamaba desindividualizaciól¡. Este con-

cepto recogía el hecho de que en determinadas situaciones que facilitan el anonimato, como por eiemplo en el interior de un grupo, las personas son capaces de manifestar una Sran cantidad de comportamientos hostiles e, incluso, agresivos. Para esfudiar este fenómeno diseñaron un experimento cuyas consecuencias fue-. ron bastante más allá de su preocupación

inicial.

Fiiaos bien en la carga valorativa que tienen los conceptos psicológicos. Por eiemplo, desindii¡idualización se aplica a situaciones en las que aparentemente uno deja de set persona de bien. Es decir, que se parte de la idea de que ser individuo es la manera "correcta" de

ser.

te estables, físicamente sanos y respetuosos con la ley. En resumen, que ni eran

"sádicos" ni "delincuentes". Juego de roles

las características personales de cada uno

de nosotros, la situación eierce su influencia. Veámoslo a la práctica.

-

les

ofreció (15 $/día). una entrevista clínica en profundidad y una serie de tests psicológic
.

Pensaron que la situación más desindividualizante que se les ocurría era una prisión. En una prisión las conductas de los prisioneros (y de los guardas) están

De hecho, el role-playing o juego de roles ya era una práctica habitual en el estudio de [a dinámica de grupos y también en su aplicación en dive¡sos contextos. Después de ros problemas éticos que comportó el experimento de Milgram, se sugirió que en tos experimentos no se engañase más a los suietos y que se utilizaran las posibilidades del juego de roles.

Pues bien, el resultado es que el experimento duró exactamente ¡seis días y seis noches! ¿Por qué razón se acortó? pues porque se desbordó con una rapidez

[o que esperaban que serían leves modificaciones en el comportamiento y el estado anímico de los participantes se convirtieron en actos brutales y arbitrarios sin precedentes por parte de los guardas y en estados de apatía y depresión por parte de los prisioneros. [a situación se apoderó de todos los participantes, los propios "experimentadores" incluidos, hasta tal punto que ya no se sintieron capaces de controlar lo que estaba pasando. En palabras del mismo increíble.

Philip Zimbardo: "Al cabo de seis días tuvimos que clausurar nuestra prisión ficticia porque lo que vimo§ era asustante. La mayoría de los suietos (e incluso no§otros mismos) ya no dis-

,!r lrdilorial Ll(X

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.t(,.5

(ipílulo

V. Iniluencia, collfor¡tridad..

tinguía con clariclad tl
tkrs cl lnismo uniformc y unas gafas dc sot de c¡istalcs ¡eflcctorcs que impe
Casi t<xftrs se habían vucltr¡ rcalmcntc prcxls «r guardias, sin p(xler scParar c()n claridad entrc la reprcscntacii¡n dcl rol y su propia petsona. l')n la práctica, todos los aspectos de su actuar, pcnsar () sentir cambiaron dramáticamentc."

contacto '"'isual.

P. G. Zimba«lo ( t976). l'}akrkr¡¡y of impdsonment. lln l). Krebs (lid.), Reutlitrgs in Sociul l'sycholo6¡': Contemporar¡' Perspectives (p. 268). New Yo¡k: Harpcr & llow. (litado en

MartÍn-Baró, 19U9, p.

14.5.

'

A krs guardas se lcs deió libertad y sólo se les dijo quc tenían quc mantener la ley y cl ortlcn y que tenian quc solucionar los problemas quc sc prcsentaran.

['.n cl scgundo día una rcbclión cogió a todo el munclo despreveni<1<), y los prisionc«rs sc sacaron gorras y números y bloquearon las celtlas. L,ste acto fue básico, ya quc constituyó un punto de inflexión en la clinámica clel experimen-

to. I'robahlemente la rebelión fue actuada como partc del papel de prisioneros que creían quc tenían que ejecutar, pero los guardas se lo tomaron seriamente,

5.3.1. Detalles del experimento Una vez hubieron dado su consentimiento
ción, contribuyó a dar un toqr¡e realista al experime nto.

y la rcprinrieron con fucrza, pidieron refuerzos a los otros turnos rje guardas, entraron en las «:eldas con un extintor, desnudaron a los internos, les molestaron e intimidaron y rccluyeron a los lídercs en una celda de castigo más pequeña. Pensando qut: pcrderían el control, .jecidieron por su cuenta crear una celrla «ln

privilegios y poner allí a los prisioneros "buenos"; desprrés cambiaron algunos de l«-ls "buenos" y arbitrariamente los pusieron con los ,,[¡alos,,. Esto rompió

I-a prisión de Stanford

visitar la página web que contiene los detalles del experimento, fotos y videos inc]uidos. La versión cornpleta se Para entender bien e[ experimento es imprescindible

encuentra en: http://www.pristlnexp.org/.

completanrente Ia organización incipiente de los prisioneros, ya que sospecharon que los "buenos" eran c«¡nfidentes de los guardas. A partir de entonces las arbitrariedades y los castigos menuclearon, los prisioneros empczaron a asumir su

De todas maneras, hay quc saber que el experimento no intent(i reproducir

una prisión real sino sólo sus aspectos funcionales. Por eiemplo, no

se

afeitaron

las cabezas de los prisioneros como se hace en algunos campos de concentra-

ción o en el eiército mismo para potenc¡ar el anonimato y la aceptació¡r de la arbitrariedad de las normas, sino que se simuló el afeitado obligando a los "prisioneros" a llevar noche y día una gorra hecha con medias de muier. Otros

as-

pectos fueron los siguientes:

.

Al llegar se les desnudó, registró, desinfectó y se les dio un unifornre, una toalla, iabón y

.

se les

encerró en una celda con dos personas más y una cama para cada uno.

potenció la sensación de anonimato y de humiltación dándoles un uniforme que era como una bata y se les hizo ir sin ropa interior y con la gorra mencionada; se les puso una cadena err ryr pie (no estaba atada a ningírn sitio, pero les recordaba la situación constantemente, incluso mientras dormían, ya que se oía al moverse). No se les deió tener efectos personales y se les prohibió dirigirse entre ellos por su nombre, únicamente con su número de identificación. A los guardas se les dio a toSe

(

( (

rol hasta tal punto que ya se comportaban conro prisioneros incluso en ausencia rJe guardas y personal del experimento. Iror

(

ejemplo, el 90% de los temas de conversación eran sobre las posibles fugas, que-

(

ias sobre la comida, tácticas para relacionarse con determinados guardas, etc. su

vida "personal" había desaparecido hasta el punto de que se conocían por los números o por motes; algunos nunca llegaron a saber cómo se llamaban sus compañeros, simplemente porque no lo preguntaron.

(

(

( Los experimentadores también perdieron el norte: ante un rumor no comprobado de que alguien vendría a rescatar a los prisioneros, movieron la prisión de lugar, clesplazaron a los prisioneros atados y con los oios vendados a un almacén próximo. Fs de-

cir, que "salvaron" la prisión y a los prisioneros y deiaron de hacer observaciorres, en vez de ver qué pasaba y anotarlo.

(

{ (

La confusión empezo a ser total cuando los padres de un estudiante, después de una visita, diieron que irían a buscar a un abogado para sacar a su hiio (hay

(

( (

\c,ltditorial

Ii(x

.t(,(,

liltnduc(i()tt

¿ la

|sicologia s()cial

que recordar que cl cxpcrinlcnto era voluntari() y quc cn cualquicl rl)otlrcnto

se

podía abandt)nar). l.os cxpcrimentadorcs dciaron que cl abogado vinicra y halos prisioncros. Llegados a cstc [)unt(), la situación ya no cra un cxperimento, cta una prisiírn de verdad y aunquc sólo era el sext() día, decidicron

blara

c«-¡n

,ei

lrdil(,rial l,()(

(:al)ítr¡l(, V. luiluelt( ia, c(xtionIidad...

_l$7

suponcnr.s quc ahora ya sc cnticnde por qué

sc

tuvo quc acabar abruptamcn-

te el ex¡rcrimento, pcro no dcje de visitar ra pigina web der

cxperimenb para consultar más detalls; del mismo. Incluye también algunos elcmcntos tle rcflexión.

que el expcrimento tenía que acabar. Fiiaos en estos extractos dc un diario de camp() dc uno de los guardas:

5.3.2. El iuego de los roles

" Antes del experirnento: comopersona pacifista y no agresiva me resulta imposible imaginarme una situación en la que pueda ser guartla de otros seres vivos y mttcho menos maltratarlos.

compra de uniformes al ñnal dc la reunión me confirmó la atmósfera de pasatiempo de todo este montaje. Dudo que much<¡s dc nosotros compartamos las expectativas de'seriedad'que parecen tencr los experimentadores. Después

fu la reunión

de orientación la

himer día: me parece que los prisioneros se burlarán de mi aspecto. Pondré en marcha mi primera estrategia básica: es fundamental t¡trc no sonría delante de nada que pueda decir o hacer, eso equivaldría a admitir que todo esto no es más que un pasatiempo. Me detengo en la celda 3 y con voz grave y baja digo al número 5486: '¿ De qué te ríes?' 'De nada, señor oficial'. 'Bien, asegúrese que sea así' (cuando me marcho me s¡ento como un estupido).

II Cuarto día: [...] et psicólogo me increpa por esposar y tapar los oios de un prisionero

antes de salir de la oficina (de consejo y orientación) y le contesto ofendido que necesario desde el punfo de vista de la seguridad y que además es asunto mÍo.

es

Quinto dío;asedio a'Sarge'[un prisionerol, que se obstina de manera tozuda a obedecer todas las órdenes excesivamente. Lo he escogido para maltratarlo porque se lo ha

ganado a pulso y porque me cae mal, y bastante. El problema empieza con la cena. El nuevo prisionero (416) se niega a comerse la salchicha. [e tiramos en el 'aguiero' [celda de castigol y le ordenamos que coia las salchichas con cada mano y las mantenga bien altas. Tenemos una crisis de autoridad. Esta conducta rebelde puede minar el control total que tenemos sobre los otros. [...] Al pasar por delante de la puerta del 'aguiero'doy golpes de porra. Siento una gran irritación hacia este prisionero que crea molestias y problemas con los otros. Decido hacerle comer a la fuerza pero no se lo tragabdy la comida le resbalaba por la cara. No me creo que sea yo el que está haciendo eso. Me odio por obligarlo a comer pero le odio más a él por negarse a comet. t...1"

PJ. Zimbardo et al. (1986). ta Psicología del encarcelamiento: privación, poder y patología. Revista de Psicología hcial, l, 103.

(

Nos e nc,ntramos otra vez ante la pregunta de siempre, ¿cómo puede ser que personas normales, que asumen un papel alazat, acaben degradándose de esta

manera? (k¡mo antes, la sorpresa sólo es posible si pensamos que la gente en general actúa por voluntacl propia, porque así lo decide libremente, fuera de cual-

quier relación con otras personas. pero esto no es nunca así, ni en un juego de rol ni en la vida "real"; al contrario de lo que pensaba Zimbardo, el experimento no ejemplifica una desindividualización, sino un cambio en las normas pertinentes de Comportamiento.

1o

Los participantes se comportaron como perlonas, pero eso sí, como personas guardas y como personas prisioneras, ¿o es que hay alguna otra manera de ser guarda y prisionero en nuestra sociedad? ¿egé posibili
son más que papeles en una obra de teatro, son ro que somos. Martín-Baró (19g9) comenta que se puede pensar, con algunas limitaciones, que la fuerza de los rolesll radica en lo siguiente:

"A) son parte de un sistema social y, como rales, establecen la coherencia entre el comportam¡ento de las personas y el contexto social externo, lo que produce los be_ neficios socialmente sancionados.

B) los roles tienen una consistencia interna, y su adopción arrastra la incorporación de sus exigencias; en otras palabras, el margen que la adopción de un rot daa las va10' Para un eie-mpto de proceso sim¡lar pero cútico con el concepto de desindividu¿lización se puede (1e87). conduóta de masa como acc¡orfsociar. sn l.¿. :Tl9i9l lReicher ,-Redcruet grup srcidt. Madrid: Morata, 1990. I l' Para conoce¡ con detalle las implicaciones y.compleiibdsde los roles véase el capítulo: F. Vázquez (1ts6). La distribució social del coñeixement: áls roli en ¡br¡senyament. En f. I6nez'6-oord.¡, lsr:cotogiaxcial de l'btsenyonml Barcelona: Editoriat UOC.

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ii(litorial (J(X

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riaciones pcrsonales rs mínimo y quicn asume un rol kr asunrc c()tn() un todo signi-

ficativo.

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Hdit(,rial l,()(

nir

36()

Capitu¡o V. lillluc¡r(ia, c(»l[orItidad...

un yo cn un mundo clc propierladt:s privadas, y llevaban uniformc; n«¡ hace falta mcnci
La accion termina m«rldeando a las pers«rnas, cs tlecir, cada uno tcrmina sicndo aquclltr que hace."

ción que la persona hace de ella misma. Paralelamente, los trabaiatlores de estc tipo dc institucioncs sc mucvcn rntre dos tensiones contratlictorias: una exi-

l. Martín-Baró (1989). Sisfanir gruyt T,poLler.l,sicoktgíu sociul tlcsie ()cntrounúrica ll \¡t.

gcncia social de sentir c«rmpasión pnr los internos y al mismo tiempri una incxorahlc ncccsidad de cumplir con los obietivos de la burocracia institucio-

C)

148). San Salvador: U(lA.

nal, imp«rrtante para consejuir cosas tan complicadas como mantener la limpieza de los localcs, la higiene de los internos o darles comida.

5.4. El individuo en una institución total

otra tarea que tiencn que hacer los trabajadores

de prisiones y manicomios vcrsiones que tienen los internos sobre ellos mismos, estas narraciones son contrarrestadas glr la historia oficial de la institución sobre uno mismo. Pero micntras que la historia del interno busca mantener la hu-

es clesmontar las

Una visión que coniuga esta interpretación del expcrimelrto como iuego de roles y al mismo tiem¡xl como dcmostración del poder dc la situación es comprcnder que este experirnento (y tarnbién cl ,Jc la obedicncia de Milgram) trans-

manidad misma de la persona y ofreccr razones aceptables del porqué se en-

curre en una institución. En concreto, en Llna institu<.ión t<¡tal. lll concepto

cuentra allí, la de la institución busca proteger su misma lógica cte existencia y sus obietivos como institución. I-a institución tiene que garantizar quc su vcr-

(

en una sola institución, generan una sola rut¡na y se encuentran en un aisla-

sión será asimilada por el interno para legitimar que sabe lo que hace y que hace lo melor para la persona implicada. Al mismo tiempo, cualquier forma de resis-

(

miento relativo del resto de la sociedad. Son instituciones totales las prisiones, claro está, pero también los manicomir¡s, las residencias para la tcrcera edad. Ios

tencia es calificada como una demostración de la necesidad del interno cle estar dentro de la instituciírn.

institución total

es

(1e

de lirwing Ciclffmani2 y hace reterencia a los espacios que,

en nuestra sociedad, unifican [a residencia, el trabaio y, a veces, también el ocio

cuartcles, los conventos o incluso las casas ricas desde el punto de vista dcl sc¡-

( Rcsistir

vicio. Las instituciones totales

son un eiempk-r muy interesante para entender qué

significa ser un yo en nuestra sociedad y el papel que tienen los roles en su defirrición. [¿s instituciones totales se caracterizan, según Goffmarr, ¡ror lo siguiente: todos los aspectos de la vida tienen lugar en un mismo lugar y bajo una única autoridad, todo se hace en compañía de un gran número de personas que hacen lo mismo y reciben el mismo trato, todo está progranrado, la secuencia de activida-

significa la única manera de mantener la dignidad personal, sin embargo, también significa caer en la lógica de la institución. eue un niño cruce k» dedos a escondidas para poder mentir a un adulto es una muestra de su ,,inmadurez,,. eue un preso o un paciente psiquiátrico pinten con excrementos (la única cosa que t¡en€n) las paredes para expresarse es una muestra de sr¡ "enfermedad,,. En las circunstancias que acabamos de ver, y ¿qué quiere decir ser?

aun peor,

mediante normas explícitas y un grupo de vigilantes

¿cómo es posible definirse como un individuo autónomo, con voluntad propia?

y, finalmente, las actividades se integran en un solo plan racional dirigido a la

¿Cómo se contesta a la pregunta "quién soy yo,,? Sólo hay una maneia: resistir

coniecución de los obietivos de la institución (Goffman, 1961, p. 20). Hasta hace poco; en manicornios y prisiones las personas ¡rcrmalmente no

la lógica de la institución, pero esta resistencia sólo se podrá establecer en los términos que la propia institución ha definido. El yo siempre surge contra la

tenían derecho a tene; pertgnencias pelsonales, Ias cuales son básicas para defi-

institución.

des se impone desde arriba

(

12. En el libro de.Erwing Goffinan, ¡rublicado originalmente en 1961, Inte¡nados: ensayos sobre lu situación social de los enfumos mmtales.

B ¡elativamente sencillo extrapolar lo que pasa en una institución total a la vida cotidiana de las personas que no forman parte de ella. La institución total

(

(

( ( (

(

(

c)

Ldirorial tl()(

.\7o

es un eiemplo

hrl()duc(i(iil

¿ ld

[,5ic()l()ti¡ s({ial

quc sc puedc haccr cxtcnsivo a otros ámbit«ls, conr
tencmos en cucnta cl númer«l de h<¡ras que invicrtcn las pcrsonas

y la int¡rr-

tancia que tienc cl trabajo para la dcfinición de uno mismo. Hoy e n día nucstrt¡

mundo

se está

transformando, pcro no en la «lirccción dc libcrarnos dc las ins-

tituciones sino todo lo cont¡ario. Las institucioncs sc abren, se expande n, y cm-

ic-,

l:dit(,rial

t l( )(

Aquclto quc un(, cr)nsidcra sidera

371

bucr-rc¡

(l¿l)itulo V. lIlluc[ci¿, colllornlidad...

tiene tank) pode r como aquelkl quc uno c()n-

rnal<1.

lin seguntl
entrado en casa, el trabaio ha entrado en casa, los enfcrmos mc¡rtales rccibcn

quc sc hahla de él y sc le presuponc colcctivamcntc. I)or ello, gracias a esta paradoia aparccc, aunque sca poca, resistencia individual en los experimentos.

atención domiciliaria, los niños clases particulares, etc. Si utilizamos el conccp-

Pero el individuo no existe si no hay un discurso que lo instaure y, por Io tanto,

to de "extitución", del filósofo francés Michel Serres, para describir cste nuevo

no es cuestión de interacción cntre individuos que existen in«lependientemente de las situaci«)nes y que se mantienen inmutables a me«jida que pasan de una a la otra, sino de prácticas tliscursivas que mezclan icleas s<¡bre qué es ser persona

piezana cntrar en ámbitos tlonde no tenían espacio antcs. La universidacl ha

tipo de instituciones abicrtas, podríamos decir que nuestro mundo asiste al nacimiento de las "extituciones" totales.

co¡r normas de comportamiento apropiadas a cleterminadas situaciones en contextos organizados.

5.5. Lás posibilidades de la resistencia

Volvamos a echar un vistazo al experimento de Milgram, después de haber pasado por la

prisión de Stanfo¡d. La cosa cambia, y quiás los resultados del

experimento en vez de conducir al pesimismo teñdrían que invitarnos al optimismo. En la condición base, un 35% de personas desobedecieron en algún momento del experimento, y aunque en la condición de colaborador sólo lo

.

hizo un 7,50ó y en la réplica holandesa un 9ol0, al menos alguien desobedeció.

Por lo tanto, también podemos leer el experimento como una lección sobre las condiciones necesarias para la resistencia.

Un individuo solo enfrentado a un "experimentador" muy consistente simplemente no es un individuo. En cambio, si hay otras personas que definen una posible resistencia o el "experimentador" pierde la consistencia, se puede rede-

finir la situación, de.manera que ni la obediencia ni la resistencia son, de hecho, plocesos individuales, sino que ambas acciones requieren una ne que ser

situación que tie-

definida colectivamente.

Podemot extraer algunas conclusiones de todo esto. En primer lugar, que la idea de la existencia de

un individuo autónomo es sobre todo una estrategia de

camuflaje del poder, una marrera de disimular las relaciones de poder que construyen la sociedad. Los diferentes valores compiten para estructurar la sociedad, para determinar las normas

(

pertinentes y para definir cómo son las personas.

Dos eiemplos para acabar. Frangois Rochat y André Mo«ligliani (1995) estudiaron la resistencia a colab<¡rar con el Gobierncl pronazi en un pueblo francés, y concluyen que a pesar de la apariencia heroica de esta resistencia que consi-

guió salvar la vida de miles de personas perseguiclas, ta realidad fue bastante diferente: el pueblo no se diferenciaba en nada dc ros puebros vecinos y la resistencia fue el resultado de una serie de acciones que emprendieron algunos habitantes y la respuesta del Gobierno francós. Simplemente, resistir fue tan normal como obedecer para la mayorÍa de los franceses. De la misma manera que obedecer no es cuestión de sádicos, resistir tampoco es cuestión de héroes

ni de santos. La otra cara de esta misma moneda ra exprica Haristos-Fatouros (l9gg), que después de estudiar cuidadosamente los programas de entrenamiento de la policía militar griega, la cual torturó a centenares de detenidos durante la dictadura de los coroneles (entre 1967 y 197 4) ,llegó a la conclusión de que si se

aplican

los procedimientos de enseñanza adecuados en las circunstancias apropiadas cualquier persona es un torturador potencial. Hanna Arendt, en su famoso libro Eichmann en lerusalén, describió con horror lo que había visto en el iuicio a este nazi que tuvo lugar en 196r. una persona "normal" había podido cometer los peores crímenes y ella lo definió como "the banality of€vil", es decir, que la maldad es lo más corriente, vulgar podríamos decir incluso. Tenía toda la raz6n, pero tampoco hay que olvidar que la bondad

es-

igual de corriente y de banal, y es que, en definitiva, no se trata de

9lidiknial tro(:

.t72

lilltoduc(i(it¡ d la [)si(I)l(

s()cial

tlifcrcncias pcrstlnalcs sin«l s«rcialcs. La hlndacl tl la nralclad pueden aparcccr de manera n<¡rntal y corriente y la puctlcn cicrccr las mismas personas normalc§ y corricnte§. Aquello quc hay quc u;tutliar llo cs, por lo tanto, las ¡rcrs
r, lidit()rial t,()(;

373

(:apitulo V. lIfluelle¡a, c(trr[(xnridad...

Conclusiones

participan sino los momcntos y las circunstancias en las que aparcccn'

l:n estc capítulo se han vistr¡ a fondo los procesos que los psicólogos sociares consideran que están relacionados con la influencia; concretamente, nos hemos centrado en aquellos proccsos de influencia que imptican una interacción interpersonal. Ha sid<¡ testigo de los esfuerzos que los psicólogos sociales ha¡r hecho para superar los problenras que plantea entender la conducta humana en términr¡s de nrotivaciones indivitluales y de cómo lo han explicado mediante la inte-

raccion y los factores tle la situación en la que ésta tiene lugar. No obstante, como se ha podido comprobar, aunque estos procesos pasan en las interacciones inmediatas entre personas, las explicaciones sólo las podemos buscar en un ámbito más amplio gue en el de estas relaciones.

I.os psicólogos sociales han sido siempre muy críticos'con las maneras de entender la psicología que estudian a las personas como si no se relacionaran con nadie, pero atrora también es el momento de reclamar a la psicología so-

cial que no estudie las relacio¡res como si tuvieran lugar en el espacio sideral. De la misma manera que la conducta humana tiene lugar en et interior de una

red de relaciones, las relaciones tienen lugar en espacios culturales e 'stóricos concretos. Por eso, y parafraseando el capÍtulo I, podemos decir que lo intetaccional y lo social son inextricables. Así pues, cuando vuelva a entrar en con-

tacto con temas como la normalización, la percepción, la conformidad,

la

innovación o la obedierrcia, recuerde que, más allá de las interacciones en las que tienen lugar, estos procesós nos muestran también de qué manera se forman los individuos en nuestra sociedad, es decir, qué quiere decir ser urra persona y cómo se regulan el comportamiento, los pensamientos o los deseos. Por eiemplo, quiás se ha fijado en el hecho de que las diferentes modalidades de influencia social tienen en común evitar el conflicto. Esto es un producto de Ia sociedad del consenso en la que vivimos, una sociedad en la que el conflicto es despreciado en detrimento de una supuesta convivencia pacífica que puede esconder qlresiones más

( (

J7.l

l¡rl«klrtr.nn¡

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l^úr,l08r¿

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nucstra socieda(l graves qllc las quc l)«)dtlciria (¡n conflicto ahicrto. [,os in(lividi¡os de rl0 un ctxl' ¡ncomlxlidarl la par¿ cvital sólo l(l in¿ceptablt oa"ptar iopoa"r,l" sufn,,, mlnr_ c(x¡() catas d()s intcrpcrsonal. Ahora hicn, aomo kxlo cn csta vida ticne

flict() mo, esto t;mhión polibilita quc cl conflido sea una oportunidad y t¡na condición para el cambio scxiial.

en cl capítulo I hablábamos dc kr strial y dc lo psicoqut cs lógico, quizás la idca de qué r:s lo psicológico parccía más clara que la dc ctlmo lo social. Por lO psicoló8ico rápidamcnte se podía imaSinar algunas cosas

l\rr otro latlo, cuando

subliminar o hicn mcd¡antc grandes aparatos propagandísticos, s¡no que sólo ticnc que ser practicada cn cl día a día; la nccesidad de iustificación quc siente un individuo "librc" ya hará el rcsto. Y recordad que los roles son un mecanismo

la familiasabemos ni qué es con exactitud, si la sociedad, la cultura, el SruPo o la situaes pero también Pues bien, efectivamente es cada una de estas cosas, to este capítulo se han visto alEunos eicmplos concretos de qué es lo que

presuponcn tamb¡én una determinada idcologia. [¿ definición de la situación incluye también si en su seno hahrá individuos o no y cuál será el cornportamiento de estos ¡ndividuos segúo los roles que les

que queda es deb€mos entender cuando hablamos de lo social. Ahora el paso crequc no se olvide, te§ga en cuenta que es muy sencillo hacerlo; la tendencia prela más c¡ente hacia el individualismo de nuestra sociedad acentuará todavía partir de sus sión hacia la comprensión det comportamiento de las pefsonas a a aprovechará carácterísticas individuales. Irl desarrollo que tiene la 8enética se

( (

y que tímidamente, en el hecho de que la comprensión hay que buscarla fuera' fácilto social (ahora ya sabemos qué es) Pasa por encima de los individuos más mente de lo que habitualmente creemos, sean cuales sean sus caracteristicas 8enéticas o psicolÓ8icas part¡culares. partir de la idea de un supuesto individuo cognitivamente y Recordad que a

nloralmente autónomo -{s decir, Iibre- Paradóiicamente .-humanidad

se puede Senerar

la in-

individuo de mostrarse racional le tleva a iustificar las acciones cometidas como si el hecho de haberlas más absoluta. L¿ obliSación sociat del

(

taban cxplicar las teorias dc la comunicación p€rsuasiva. A la idcología dom¡nante oo lc hacc falta ser absorbida mcdiantc ocultos mecanismos dc influcncia

ca una scrilj de

menudo para remarcar quc efectivamente son los individuos quienes controlan para sus acciones y que, por lo tanto, hay que ir at interior de los individuos comprenderlos. La psicoloSía social continuará insistiendo, quizás dema§iado

(

v(,La¡r rnicr()sumis¡ones libremcntc aceptadas. l.:sk, explica cl hecho de que sc"mos las misrnas l)crsonas las quc construimos la idcología d(nllinantc sin que haga falta quc ósta sc imponga de mdncra mdsiva o nr¿!tuxndsivd, üomo inten-

dc cada Ia mente, los pensamientos, las emociones, la pcrsonalidad o el talante no que a menudo uDo. En cambio, lo social ha sido tantas veces infraestimado

ción.

(

(irt)(ul(i V lüllurrtriJ. coDtor»i.l¿¿

emprendido dependiera únicamente de él o de etla' La consecuencia inmediata libertad es la recreaciÓn púbtica de la ideología dominante' La supuesta de esto

del individuo para resistir a toda influencia hace que ésta se pueda reproducir que nos con toda tlanquilidad. No§ sometemos constantemente a situaciones entrar en una esfera de poder para evitar una serie de micropenalizay que prociones que quiás no son muy importantes tomadas de una en una,

inducen

a

fundamcntal de csta construcción, cl lugar que ocupamos en la sociedad provomicrtxrbligacioncs "libremente accptadas,, por el individuo <¡ue

as¡gne y las normas que marquc. I)ero

no olvide nunca quc son las personas las

quc definen las situacione5, las que les aportan el signiticado y que, por lo tanto,

toda situación es permanentemente ncg(xiable y modificable. La sociedad, los Srupos, la historia, no son otra cosa que nosotros mismos, y no existen sino es por medio de nosotros. Somos, por lo tanto, nosotros (y fii¿os que decimos no_ sotros y no yo o tú) los que, cn

dcfinitiva y aunque sea realnentr. difícil,

tene_

mos la última palabra sobrc la realidad de las cos¿s y de la vida, de las palabras

y l(» obietos, de los pensamientos y las emociones, de tas relaciones al fin y al cabo. Ésta es la g¡an ventaia que aporta la psicnlogía social respecto de otra comprensión de la psicologia que es determinista al situar el origen del comporta-

miento en instancias no controlables por las personas, sean óstas su pasado o Ios genes.

Con respecto al método, muchos psicólogos sociales han abandonado ya los experimentos de laboratorio, los cuales fueron necesarios en ur¡ momento en el que en psicología no se podía hablar de ninguna otra nanera, un momento eo el que actuar fuera de los rígidos márgenes de la c¡encia entendida dogmática-

mente era problemático si uno querÍa hacer investigación. Ahora, aunque todaúa es así a menudo, hay otras posibilidades que permiten ir a estudiar los procesos de influencia y de resistencia allí donde tienen lugar, mediante 6tu_

dios etnográficos, análisis del discurso u otras metodologÍas cualitativas, o incluso simplemente reflexionar sobre ellos como hemos hecho en este capítulo.

( rc)

Uditorial (r(X;

.\7

l¡rtr()dr¡cci(irt a la

6

s((ial

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liditorial

I

I()(

377

(;al)ilul() Vl. (;ulns, rrrovi[rieütos...

( (

Estucliar procesos psicos()cialcs cs un trabai() tan necesari
suial resitlc cn

su gran capacidad dcscriptiva más

que en su habilidatl cxplicativa. Dcmasiados años de cxpcrimcntalisnlt¡ cstrc-

cho y mal entcndido, centrado en la investigación obsesiva dc la causa, han estropeado una disciplina que sicmpre sc ha caractcrizado por su irnpresi
Capítulo VI (

Grupos, m¡rvimientos colectivos e instituciones sociales Miquel Doménech i Argemí

(

(

Introducción

(

ha visto en este capítulo han sido algunos de los experimentos fundamentalcs de la psicología social, y creemos quc no exageramos si afirmamos que son ad-

mirables. Pero la investigación de la causa final, única e invariante, ha acabado en abuso de factores cxplicativos simplistas, comtl pueden ser la necesfuktd de tutoestima o la búsqueda de una itlentidod sociul positiva, y lamentablemente ha

Práctica¡nente desde su nacimiento la psicología social ha sido sensible

a

los fenómenos grupales, cc¡lectivos e ¡nstitucionales. [.os ha asumido como partc dc su objeto tle análisis y ha ofrecido modelos de inteligibil¡dad para los mismcls. Éstos suponen un cambio en el nivel de anátisis propuesto en rela-

olvidado los factores culturales e históricos, aportaciones de disciplinas tan fun-

ción con tod
damentales como son la antropología y la historia.

de centrar nuestra atención en procesos que regulan las interacciones entre las

Quiás si la preocupación p
personas a centrarla en fenómcnos que implican un enorme número de indi-

táfora menos individualista, entonces la psicología social tendrá un lugar entre las otras ciencias sociales y humanas a la altura que sus increíbles descripciones de la conducta humana se merecen.

(

( I

Pasamos

viduos. Semeiante nivel integra los anteriores procesos y muestra algunos de los fenómenos más intcresantes que se desarrollan en el interior de nuestras

(

I

I

sociedades.

'El grupo detenta una importancia capital en nuestra vida cotidiana. Nacemos, nos educamos y vivimos en pequeños grupos. Realizamos nuestro trabaio

(

(

en grupos organizados, pasamos el tiempo de ocio en grupos informales, etc. lle-

sulta prácticamente imposible imaginarse un individuo al margen de cualquier clase de agrupacióni Pero ¿qué es un grupo! Sudefinición no es tan sencilla como

(

puede parecerlo. Algunos autores han puesto el acento en la percepción común

I

que tendrían todos sus miembros, otros en la dimensión afectiva y motivacional, y más frecuentemente se insiste en la estructura e interdependencia que se

(

observa en el interior de los grupos.,Además, hay que decir que no todos los gru-

(

pos son similares. Existen tipologías. I¿s más conocidas son las que contrastan el grupo primario (el elemento que lo caracteriza es la relación directa, íntima y

(

personal que se establece entre sus miembros) con el secundario (caracterizado

(

por relaciones formales, indirectas e impersonales), y el de referencia (colectivo al que un individuo se vincula o aspira a vincularse psicológicamente, es decir,

(

grupo con el que desea identificarse) con el de pertenencia (aquel al que pertenece realmente un individuo).

(

o tdikxial tl()(;

378

llltr()dr¡cc¡(irr a la l)sic()l(tia

rf,ial

A pesar dc tan tlispares dcfinici
e,

[:d¡l()rial

(

l(X

I Definición y tipos

en un grupo sc «lhscrva una pauta dc cstructuración que no aparccc cn una agregación azarosa o circunstancial cle individuos. 'l'al cosa pcrmitc hablar de

179

Cal)ítulo Vl. (iu lDs, lnovillielltos..

de grupos

(iln

de

cstc cpígrafe hcnl«rs agru¡.rado algunas de las cuestiones introductorias quc sc tcndrá que familiarizar para poder profundizar después cn el cstudio de los p«lccsos rnás comúnrncnte cstudiados en el campo de krs grupos.

para sus miembr<¡s. [,s decir, pauta la veracidad y verosimilitud de sus opinio-

I]ásicamentc, se trata de hacer un breve repaso de los orígenes próximos del estudi
estructura y dinámica grupal. lsta sc rige por la aparición «le p
cohesión, toma cle dccisiones y csttucturas de comunicación. La «linámica grupal es tan poderosa y efectiva que hace del grupo el marco de referencia relación con los comportamientos más adecuados para cada momento, incide en la formación de identiclad de sus participantes y guía la interacción nes en

con

las

tiende por grupo y de qué tipologías de grupo se habla habitualmente.

con los miembros de otros grupos; Tales relaciones permiten que nos acerquemos a fenómenos sociales como

1.1. Et inicio del estudio de los grupos

el conflicto intergrupal. En el capítulo se revisan_dos de las principales teorías que explican el ¡nismo: la teoría realista del conflicto y la teorÍa de la identidad social. Si bien la primera insiste en que en una situación de conflicto hay una

competencia por conseguir unos recursos objetivamente escasos, la segunda arguye que la formación de una identidad social positiva es el elemento clave

que perntite entender Ia diferenciación grupal y la posiblc aparición posterior de un conflicto. Por último, el capítulo analiza los fenómenos que implican a grandes can-

tidades de personas. Entre los más importantes destacan los fenómenos de

multitudes, los movimientos sociales y las instituciones. Cada uno de estos tres fenómenos presenta un nivel distinto de organización y estabilidad. Así, los movimientos sociales son más compleios y organizados que las multitudes, las cuales presentarían un alto grado de precariedad y desorganización, y las

instituciones son entidades tan organizadas que, a su vez, determinan la organización de otros patrones de acción social y presentan enormes raíces en el universo vital de un colectivo. Los obietivos básicos del capítulo pretenden:

a) definir qué

b)

es

un grupo;

la correcta compremión de los fenómenos grupales, su tipología y dinámica;

c) entender

los rudimentos de las relaciones intergrupales; y

d) discriminar entre procesos colectivos, movimientos sociales e instituciones sociales.

L,s evidente que buscar el inicir¡ de la reflexión sotrre los grupos, entendida ésta en un sentido muy amplio, nos podría llevaf a tener que remontarnos

hasta fechas muy lejanas. De hecho, éste es un fenómeno que se produce siempre que buscamos el origen de alguna ciencia humana o social porque, tomada en este scntido amplio que decíamos, la reflexión sobre nuestra condición, sobre los procesos de influencia a los que somos susceptibles o sobre las maneras de organizarnos, está fuertemente arraigada en aquello que consideramos los inicios de nuestra civilización.

,

Así pues, y dado que no es un eiercicio de historia ni de filosofía lo que pretendemos hacer aquí, nos limitaremos a centrarnos en la búsqueda de los inicios de la investigación grupal como campo científico diferenciado. En este sentido, el acuerdo es bastante generalizado en torno a la fecha de los años treinta. Efectivamente, es en esta década que podámos localizar algunas de las investigaciones que más influyeron en el desarrollo del estudio de los

grupos tal como hoy lo entendemos. concretamente, queremos hablar de Moreno, de los estudios en la planta Hawthorn, de Sherif y, muy especial-

'mente, de Lewin. A Moreno le debemos la concepción de la sociometría como método para medir la atracción y el rechazo entre los miembros de un grupo. A partir de un

cuestionario donde los sujetos indican a qué compañeros de su grupo escogen o a cuáles rechazan para hacer alguna tarea o actividad, como también cuáles

\9 Edirorial

t,oc

J80

l¡¡(rod(¡cc¡(i¡r a lo ¡»i«rlo¡¡ia

strial

crccn que les csc0gcn () lcs rehúsatr, csta técnlca pcrmite claborar un mapa dcl estado dc las relaciottcs socioafectivas tlel grullo que se llanla soci()grama:

flgura 6.1 Núrmro do opc¡onei 4

,c)

li.ditor¡¿l t l(X

'lal conro señalan Cartwright y Zander (1968), la importartcia de la socio(rletría de Moreno residc en el hecho de haber propolciolrado a la dinárnica de ¿rupos una técnica útil para investigar los fenómenos Srupales y haber dirigido la

atención hacia rasgos del grupo como la posición social, los patrones de amistad

I

(l¿pitulo VL Gulrcs, ¡uovilrrieDtos...

Los cstudios en la ¡rlanta Hawthorn tuvic«rn una rcpercusión especial en el camp() c1c la psicol«r¡;ía tlc las «rrganizacioncs; sin crnharg<.r, su papel en la psico_ Iogía dc los grupos cs también innegablc, dado que poncn

"cn cvidencia quc los indivirtuos no responden en absoluto a las c«rncliciones mate_ riales tlc su entorno srilo tal corno son, sino tal como las sicntcn, y que la manera

como las sie nten «Iepcntlc de las normas y del clima del grup, al que pertenecen y de su grado dc pcrtencncia a este grupo.,,

v. Aebischer y

2

Jri

D. oberlé (1990). r.e Groupe en psychotogie Sociale

(p.31). paris: Dunod.

Sherif, con sus cxperimentos sobre el efecto autocinético, representa una aportación fundamental a Ia comprensión de la influencia del grupo en ra formación de normas y de actitudes, y también en el estudio experimental de los fcnómenos grupales. El planteamiento de Sherif lo podríamos re'sumir de la siguiente matrera: "El fundamento psicológico para el establecimiento de normas sociales, tales como los estereotipos, ras modas, las convenciones, ras costumbres y los varores, es ra formación de marcos de referencia comunes como producto del contacto de los individuos entre ellos. una ve¿ que estos marcos de referenr:ia son establecidos y son incorporados al individuo, ccrntribuyen, como factores i[portantes, a determinar o lnodificar sus reacciones en las situaciones gue af¡ontará más tarde [...1,,

M. sherif (1936). Influences de groupe sur la formation des normes et des attitudes. En A. Lévy. Ps¡,chology suiale. Textes Fondamentaux anglais et amértcains (p. 233). paris:

o la forrnación de subgrupos, remarcando la irnportancia de la estructura infor-

Dunod, 1978.

mal del grupo.

uno puede afirmar que, con Sherif, queda definitivamente establecida

Los estudios en la planta Hawthorn de la Western Electric, en los que tomó

parte como investigador más conocido E. Mayo, supusieron una fuerte ruptura

con todo lo que

se

creía hasta entonces en materia de otganizaciones. El obieto

de los estudios era poner en evidencia la incidencia que tenían ciertos factores

biológicos en el rendimiento de los trabaiadores. Sus resultados alcanzaron gran variedad de cuestiones; sin embargo, a efectos de lo que aquí nos interesa, habría que rematcar que pusieron de manitiesto la importancia ambientales

,v

que tiene conocer la organización social del grupo de trabaio para entender las relacioncs entre Ios trabaiadores y sus iefes o los niveles de productividad de los trabaiadores.

la

im-

portancia que tiene en la vida de las personas su pertenencia a grupos. Finalmente, como decíamos antes, la referencia a lewin tiene que ser un poco especial. De hecho, es_a él a quien se atribuye ra invención der,conceptodedinámi-

grupo y el primero en crear un centro especializado para el estudio de los fenómenos grupales: el Research center for Group Dynamics en el MIT. De hecho, ca de

- Lewin es, probablemente, uno de los autores al que miís patemidad yacciones

pio

neras se atribuyen en este ampo. En cualquier crso, no hay duda de Io siguiente: "Lewin introdujo la noción de que la pertenencia grupal es, psicológicamente habtando, un trasfondo determinante de !a conducta del individuo en una multitud de entomos

O t:ditorial

tXXl

IrJ2

lntr(xlucciólr a

la

social

y que habría dc scr bmada en consideración siempre que se trate de cambiar o influi¡ a los indiüduos."

D. llargal, M. Gol«l y M. l.cwin (1992). lntroduction: the heritage of Kurt tewin. /oumal

of

Social Issues,

48,6.

o Editori¿l (J(xl

(laPitulo V¡. (;ulDs, fltoviillielltos,.

38J

Dcfi nición según Forsyth "Pa¡a enfa¡.izat la inlportancia «Ic la influencia mutua cntre krs miembros, p<xlemos determinar un grupo como d<¡s o más individuos quc se influyen mutuamente por medio de la interacción social."

D. lL krrsyth (1990). Group Dynarnics (p. 7). lracific Crove: Books / Cole publishing Company.

1.2. Definición y concepto de grupo Desde el momento en que el concepto de grupo puede abarcar cosas tan di-

ferentes como una banda de ladrones, una familia o un equipo de fútbol,

está

bien claro que los problemas que pueden surgir a la hora de definlrlo pueden

ser

muy importantes.

La otra

posibilidad que queda, al abordar el problema de la definición, con-

siste en repasar las diferentes definiciones disp
uno u otro aspecto. En este sentido, shaw (1979) ofrece una revisión, que se ha convertido ya eu clásica, a partir de seis criterios:

Según el trabajo clásico de Hare (1962), hay cinco características que diferen-

(

en interacción los unos con los otros, comparten un hito común y un con junto

1) las percepciones de los miembros del grupo: para que el grupo exista hace falta, según las definiciones que se incluirían aquí, que los miembros per-

de normas, y llevan a cabo diferentes roles en una red de atracción interperso-

ciban la existencia del grupo.

cian a un grupo de una colección de individuos. Los miembros del grupo están ,;,

nal. De hecho, tal como

se

ger

la mayoría de

de

grupo más conocidas.

verá ahora a continuación, lo que hace Hare es recG

los elementos que se consideran claves para las definiciones La

prueba de que la selección no debe ser en absoluto

del todo mala es que, posteriormente, se nota su influencia en las definiciones que se han continuado elaborando.

Deñnición de grupo scgún el Diccionarlo dc poiologÍi socinl

Deñnición a partir de la percepción de los miembros "El pequeño grupo se define como un cierto número de personas que ¡nteractúan en una sola reunión cara a cara o en una serie de reuniones, en las que cada individuo recibe una impresión o percepción de cada uno de los demás miembros, lo suficientemente distinta pará que pueda [...] presentar una reacción a cada uno de los otros miembros, en tanto que personas individuales [...1.,,

y de [a personalfolad

"Forman un grupo dos o más personas que interactúan entre sí, comparten un coniunto de metas y normas comunes que dirigen sus actividades, y desarrollan un coniunto de roles y una red de relaciones afectivas." R. Harré y R. Lamb (Dir.). (1986). Diccionario de psicología social y de la personaliilotl

(p.2ll).

Bales, citado en M. E. shaw (1976). Dinámica de grupo. psicología de la conducta de los Wqeías grupos (p. 2l). Barcelona: Herder, 1980.

2) ta motivación: los individuos

se

adhieren al grupo porque piensan que

puede satisfacerles alguna necesidad.

Barcelona: Paidós, 1992.

Defintctón a partir de Ia motivaclón

Tambiéh es verdad, sin embargo, que tal como Baron, Kerr y Miller (1992) comentan, con et paso de los años, algunos psicólogos sociales han

preferido decantarse por definiciones de grupo lo más flexibles posible' Como eiemplo ponen la definición que proporciona Forsyth, que reduce el concepto de grupo al hecho de influirse.

"La definición que parece más esencial es la de que un grupo es un conjunto de organismosen el que la existencia de todos [...] es necesaria para la satisfacción de ciertas necesidades individuales de cada uno.,,

cattell, citado en M. E. shaw (1976). Dinómica

de

WuetusWNs (p.21). Barcelona: Herder, 19g0.

grupo. psicología dc la conducta de los

( §,

liditt¡rial tlO(l

llrlr(xltr(c¡ór

.}t4

a la Psicokr¡¡ia

strial

!c'

l1(lil()rial

l,()(

(lat)ituk) Vl. (;ulx)s. tuov¡¡lliclttos.

3E5

(

( 3) Los obietivos del grupo: son dcfinicioncs muy relacionadas c()n las antcriores.

6) La interacción:

c¡uc

dc hccho gxlría considerarse una tilrma tjr: intcrde-

(

pcndencia.

Definición a partir de los obiectivos grupales

Definición

"[...] son unidades compuestas dc dtx o más personas quc entran cn contacto para lograr un obictivo, y qrre considcran quc dicho contacto es significativo." Mills, citado en M. D. Shaw (1976). Dimimicu tle grupo. Psicología de la conducta dc los pequeños grupos (p. 22). Barcelona: Herder, 1980.

a

"l)r¡ctlc considerarse al grupo conl() un sistema abierto de interacción en cl que las accic¡nes dctcr¡ninan la estructura dcl sistema [...1,, st«rgdill, citado en M. los pequeños grupos

4) La organizaciÓn del grupo: es la que da prcfcrencia a los elemerrtos estructurales. Definición en términos estructurales "L,l grupo es u¡ra unidad social consistente en un cicrto nú¡nero de individuos que se encuentran en un estatus y que desempeñan unas relaciones de rol más o menos definidas, y que poseen un sistema propio de valores y normas que regulan la conducta de los individuos miembros I...1."

Sherif y Sherif, citado en M. E. Shaw (19761. Dinómica de gru¡n. Psicología de la corulucta de los pequeños grupos (p. 23). Barcelona: Herder, 1980.

5) la interdepcndencia de los miembros: quizás es porque Lewin es el pritncto en remarcar la importancia de la intcrdependencia, perc cl caso es quc su¡'t bastantes autgres los que comparten este punto de vista.

Definlción a partir de la interdcpcndcncla "La concepción del grupo como un todo dinámico debe incluir una definición de grupo basada en la interdependencia de los miembros (o, meior dichq de las subpartes del grupo)."

lewin, citado en M.

E.

Shaw (1976). Dnámica

de

grupo.

Psicología de

h condrcta de los pe-

queños grupos (p. 23). Barcelona: Herder, 1980.

(

partir de la interacción

F..

shaw (1976). Dinámica

de

grup.

psicología de la coruluctu tle

(p.24). Ila¡celona: Herder, 1990.

( (

I (

obviamentc, ésta quc acal)amos de reprrxlucir no es la única clasificación posible. cuando se disponc de un nírmero parecido de elementos y tan variados, las posibilidades dc clasificación se multiplican has-ta !ímites gue escapan al sentidr¡ de una introducción como la que hacemos aquí. sin embargo, no ¡los podcmos iesistir a la tentacirin de ofrecer una versión más moderna del térmi-

no. En este caso, Brown (198t|) cs el autor al que haremos referencia, aunque de manera mucho más breve que la anterior. En
l)

El factor crucial consiste err compartir un destino común: por ejemplo, l.ewin.

2)

La clave está

rn

la existencra de algún

tipo de estructura scrcial,

sea

(

( ( (

formai

o informal: por eiemplo, Sherif y Sherif.

(

3¡ Lo que es determinante es que se produzca una interacción cara a cara: por ejempio, Bales o Homans..

(

4) Definición en términos de autocategorización.

Ésta es, sin duda, una va-

riante clara respecto del planteamiento de shaw. Desde este punto de vista, un grupo existe cuando "dos o más individuos [...] se perciben como miembros rle la misma categdría social".

( ( (

a

"[...] un conjunto de individuos que comparten un desti¡ro común,

es decir, que son

interdependientes en el sentido de que un hecho que afecta a uno de los ¡niembrcs es probable que afecte a todos."

1.3. Tipos de grupos

Fiedler, citado en M. E. Shaw (1976). Dnámica

Tan orientativo como repasar las definicionesque existen en torno al concepto de grupo puede resultar echar una oieada a algunas de las tipologías grupales

de

Wqueíros {rupos {p. 23). Barcelona: Herder, 1980.

grupo. Psicología

de la

nnducta de los

( ( ( (

ll,ri'du,r¡{,

J tu

t\r,,r,¡iu Y{ut

que sc utilizan. |,fcctivamclte, fx)r nrcdt) del análisis dc k)s tipos de grulx) qu(j son más comuncs cntre los cstudiosos dc krs tcnómcnos ¡¡rupales, podcmos ta¡n-

bién hacernos una idca basta[tc buena dc t¡ué cs kr quc sc cnticndc por grupo.

l)

Grupo primario-gru¡n rcundario

I:,1concepto dc grufxr primario

b

debcmos a (l«)lcy, que lo clahoró para rc-

ferirse a aquel tipo dc grupos cn los que el elemento caracterizador fundamental es

la relación dirccta, íntima y pcrsonal que se establcce entre sus miembros. "Por Srupos primarios ent¡endo aquellos que se caracterizan por una cooperac¡ón y unas relaciones personale! estrechar y directa s \'Íace to fAce ossociation). Son primar¡os en varios sentidos, pero principalemente porque intervicnen de un modo fundamen, tal en la formación de la f¡aturalez, social v de los ideales «riales del individuo.

El resultado de tan estrech¿ relac¡ó¡r es
(

(

( (

El

gr poslp.76).Rar

tipo de grupos en los qu€ Coolcy está pensando son la familia, el grupo de

iuegos de los oiños, el vecindario, etc.; son, en este sentido, grupos que propor-

(;pitxlo VI (n'lx't, r,vn¡ierrlo§

d()s iocxpert()s dcstina,Jos a las uni¡lades dc soldados vetcranos prcd¡spuestos a tlcs¡rlazarse a una zr¡na dc c<¡mbate (2g%) era significativamcntc mcnor que cl clc las unidatles forntatlas exclusivamcnte flor soldados inexpertos (45qo). l,a ex_

Plicaci(in de cste fcnómcno, quc de otra manera resultaba incomprcnsible, se cncucntra en el hecho de qulJ los sold¿dos veteranos eran muy p
cnttat cn combate (159¡), y quc l<¡s soldados inexpertos que llegaban a sus uni_ dades tonlaba¡ a los vctcranos como grupo de referencia. Merton y Kitt (1950) afirman quc csto

es así a causa

dc la doble func¡ón del grupo de referencia: ayu_

rlan al individuo a acceder a este grupo y facilitan su intcgración una vez

es

nriembro de é1. Kellcy (1952) constata que la expresiín grupo de ¡eferenc¡a ha sid,o vtilizada para describir dos clases de relación de una persona con un grupo. Unas veces sc utiliza para refcrirse a aquel grupo por el que una persona aspird a ser aceptada o a mantcner una aceptación. Con el fin tJe conseguirlo, ordena sus actitudes según aquello que percibe que es aceptado entre los miembros del 8rupo. Éste serÍa el caso de Merton y Kitt, por eiemplo. Ot¡as veces, este concepto se utiliza para designar a un grupo del que una persona se sirye con el fin dc elaborar juicios sobre clla misma o sobre los otros. A partir de aquí, Kelley ( 1952) resumc en dos las funciones del grupo de referencia en la determinación de las actitudes:

a) Función normativa

cionan una experiencia temprana del todo social, que funcionan como agentes de socializ¿ción.

C¡ntrapuesta En este caso ya

chas como el

(

de

tE7

a

no

esta noción de grupo se

primario, tenemos

la de

grupo secundario.

trata de un grupo pequeño donde pdman las relaciones estre-

ante or, sino

que más bien hay que tener en mente la idea de orga-

"un grupo funciona como grupo de referencia notmativo para una pefsona en la me_ dida en que las evaluaciones del grupo s€ basan en el grado en el que persona la se conforma con ciertos estándares de compo¡tamiento o de actitud y en la medida en que la admin¡stración de recompensas o de castigos está condicionada por eltas eva-

luaciones."

nización, donde las relaciones son más formales, indifectas e impe$onales.

( 2) Grupo de referencia-gruIro d€ pertenencia El concepto de grupo de rcferencia es introducido por Hyman, pero obtiene importancia a raíz del usoque hacen de él Merton y Kitt (1950) al reinterpretal los datos de un estudio clásico sobre las actitudes de los soldados llamado

H. Kelley (1952). Deux fonctions de§ groupes de référeoce. En A. Lévy.k rholo{y ciale. Tertes Fondomentdu\ ahgla¡s et añfuoi¿s (p. 143). pa.is: Dunoq 197g.

b) Función

So-

de comparación

su

The Ameñcan Soldier. Según estos datos, se constataba que el

(

número de solda-

"un 8rupo funciona como grupo de refereÍrcia comparativo pa¡a un individuo en la medida en que el comportamiento, las actitudes, las ciscunstancias u otras caracteris-

( l¡¡l(¡lu.(nn¡ ¡

l¿ l§nokrSr¡

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I ¿|irul,,l'l

( ,trú ¡

uw¡renrur

I (

dc sus mic¡nbros constihlycn las normas () los punk)s de (omparación cualcs cste individr¡o formula iuic¡os y cvaluaci()ncs."

ticas p«)pias según lo5

H. Kelley (1952).

l)cux tonctk)ns dcs groupts dc référcncc. tln A. lévy- I'stcholost' so' \ drylais et dfiéri.o¡nr (p. 143). l'aris: t)un(xl, 1978.

ciole. fcttcs londdDrcntd

\

dt lertenurc¡r¡ se cntiende aquól al quc pcrtellccc verdaderamentc cl individuo y quc, a veccs, puedc coincidir con el dc rcfcrcn lls obvio decir

que

p(

Sntpo

términos, refercncla y pcrtencncia, requiere, como criticamentc apunta Gukenbiehl (19ti0), b siSuicnte: cia. Una explicación dc este fenómeno en estos

co¡lsiste en cs(): una dclimitacir'ln de cscalafones, clases y roles, una asunc¡ón de resBnrsabilidadcs dc dirección o liderazgo, el establecimiento dc cicrtas forotas de comunicaci(rn, etc. listc hcch()

-la aparición

Asi ¡rucs, lrcnxx scr)¡lido este c¡rcabezam¡ento para agrupar algunas de las temáticas más tratadas de cntrc las muchas que son obieto de análisis erl el amplio campo dcl estudi() de krs gru¡rs-' Ia manera como un grupo se organiza, 106 difc,

I'o y la "\uhiet¡va" que ést¿ hate rlc sí misma; b) que uno disocie analíticamente el grupo al quc pertenece una persona (8rupo de pertcncncia)

Jel grupo del que obtiene las ideas y criterios fundame¡r

tales oue determinan su

c)

que se acepte

acción (8rupo dc referen( ia); que la causa determinante de la acción dc Ia persona es el

grupo de referencia y no

rl

dc perlenen(ia.

a veces,

este apartado.

y procesos- que son antinómicos y r.lue difír.ilmente pueden ir iuntos para de,cri, bir un ¡nismo fenómeno. Cieriamtnte. al hablar de cstructura, estamos haciendo referencia a una dimensión estática que porlría ¡nrccer que no tiene nada que vcr

con la di¡nensión dinámica que introduce el término proceJos. Así, penramos en un puente, o una casa, en términos de estructura, pero no dc proceso; y, en cam_ pero no de cstructura. (lueremos decir con estoque, normalmente, no utilizarxr)s

todo

parece llevarnos a pensar que hay cosas que tienel una naturalez¿ fundamen-

talmente estática, mientras que hay otras cuya natufaleza es eminentemente dinámica.

corresponsal del Man do Deportivo

ei

su crónica del cuar-

to pattido correspondiente al ptd),-otffinal de la tiSa de baloncesto de la temporada 1994/199S. "En r-rn equipo de baloncesto, comocualquier otro deporte, se van formando a lo largode la temporada una seriede escalafones, de clases y de role§, de manela que, cuan' do llegan los momentos decisivos, todo el rnufldo -iugadores, técl¡ico§ y aficionados-

saix qrrié&tiene que asumir la responsbilid¡d."

en lugar de una periodist3 deportiva hubiera escrito la crónica una psicóloga social, quiás habría dictp que a lo largo de la temporada se va desarrollanSi

do una pauta subyacente de relaciones estables entre los rniembros del grupo; es decir, a lo largo de Ia temporada se va desarrcllando una estructura Srupal que

(

I,odría parcler, a primera vista, quc hacemos uso de dos conceptos rstructura

estos dos conceptos para descrihir una misma cosa, y no lo hacemot porgue

Así se expresaba la

(

en su disolución, son el

tipo de cuesti(,nes que tonforma el grueso de lo que veremos en

bio, pensamos en un partido dc fútbol o en una guerra en términos de proccso,

2. [,structura y procesos grupalts

(

rentes pa[)cles que sus miemb«rs pueden llevar a cabo, el tiB) de proce$s que in-

terviencn co su configuración, ctr su desarrollo y, a) que uno distinga entrc la inclusión "obietiva" de una pcrsona cn un sru-

de la cstructura scria, para al_

gunos, lo tluc prccisamentc ditclcnciaría al grupn rie la rrera agrupación dc in_ dividuos (Harc, 1962).

(

(

I ( (

(

Sin embargq los fenómenos grupales son, precisam€nte, un caso paradigmático para demostfar que el tipo de argumentación que acabamos de hacer más aniba es

(

solo una simplificación de cómo son la:i cosas y que, de hecho, no solo @mos pensar una misma cma atendiendo al mismo tiempo a dimensiones estruclurales y

I

procesales, sino que, a menudo, es conveniente hacerlo así, Dificilmente pod¡íamos obtener una visión atinada de lo que es un grupo sin caracterizarlo mn un mi-

nimo de estabilidad y, al mismo tiempo, de dinamisno y cambio. por eso, pareoe que hablar de estructura y de procesos -una asociación por oÍo lado bastante rcc.!_ reute en toda la bibliografia grupal- es del todo adeüado.

.-

Cartwright y Z¿nder (1968) hablan de tres factores como responsables de la aparición de diferencias estables dentro de un grupo; es decir, que estaúan en el origen de la estructura gmpal. En primer tugar, sitúan las exigencias para una efi-

(

e !:diruial

(

( (

troc

l9o

l[tr(rlucci(ill

a la lrsic()l()giJ

\i\

ial

ciente cjccuciírn clc grup
nalmente, hablan de las características físicas y sociale§ del ambientc dc grupo, las cuales abarcan desde el propio espacio disponible hasta las diferentes relacioncs de agrado y desagrado entre los miembros. A estos tres factores, Shaw (1976) lcs añade un cuarto al que llama las "estructuras únicas" del grupo. l)ado quc Shaw

de¡rndicndo rJe cuál sea la dimensión -liderazgo, atracción, comunicación, etc.- que sirva como referen-

piensa que un grupo puede tener más de una estructura,

cia para el establecimiento de diferencias entre los miembros de un grupo, parece bastante plausible que Cada una de estas estructuras tendrá un efecto determinado sobre cada una de las otras, y así en la estructura global det grup
Al hablar de estructura, acostumbran a ser diferentes las dimensiones que los autores escogen como fundamentales para su descripción. Sin embargo, hay dos elementos que no faltan nunca, el estatus y el rol. Lo primero que haremos, pues, será hacer un repaso de lo que quieren decir estos dos conceptos'

2.1. Estatus y roles

,c,lil¡t(,riJl (,(X:

39t

(:apitulo Vl. (¡ulx)s, rnoviIrielltos.

1)c hccho, dc lo quc qucrcrnos hablar es de rol y de cstatus, pcro hcmos incluid«l cl conccpto dc p
blando dc términ<¡s que, como hcmos visto en el ejemplo, están íntimamente rclacionados. sin enrbargo, hay autores que remarcan especialmentc quc estos conccptos no sc ticncn que confundir (Shaw, 1976). ' Así, si tlejamos por definida la posición como el lugar social que una persona ocupa cn un grupo, nos quedan por definir y tratar un poco más vastamente los conccptos dc estatus y de rol, sin los cuales, por otra parte, queda cojo el concepto de posición.

lrl estatus hace referencia al prestigio que tiene un miembro de un grupo. cuanto más apre'ciado o admirado es por el resto de componentei grupales po-

'

de¡nos decir que más alto estatus tiene un individuo. Generalmente, se c
crucial para el éxito del grupo, y también de la cantidad de poder que tiene este individuo (llaron, Kerr y Miller, 1992).

'. En 1o referente al estahr, se han estudia«lo los efectos que puede tener en la relación entre los miembros de un grupo. Así, por ejemplo, parece que los miembros con estatus más alt<¡ son tratados con más tolerancia y reciben valoráciones más altas por parte de los otros miembros del grupo. Al mismo tiempo, parece también que un mayor estatus confiere un mayor impacto en las decisiones grupalesr)

Reanudemos el eiemplo del baloncesto que poníamos más arriba. Es bien sabido que, en todos los deportes colectivos, Ios diferentes componentes de un equipo son asociados a una posición determinada. En el baloncesto, en concre-

( (

( (

(

(

to, hablamos de posiciones como la de base, escolta, ala o pívot' Si tomamos de las esta última posición como eiemplo, estaremos de acuerdo en que algunas conductas que esperamos de un buen pívot, dado que se trata de un iugador alto, Son Coger rebotes o intimidar a los contrarios que quieren encestar; estas Conducque en tas configuran su papel en el equipo. Finalmente, es bien cierto, también, que considemmos determinantes, que la mayoría de los equipos hay

iugadores tienen un estatus importante?or su papel decisivo en la consecución de'los obptres elementos característiietivos del equipo. Hemos hablado, en definitiva, cos de la esttuctura grupaL la posición, el rol y el estatus-

Incluso, se ha llegado a decir que el estatus podría tener una repercusión en la autoestima de las personas: cuanto más estatus, más autoestima.

-.

En cuanto al concepto de

rol,yahemos dicho que estaba íntimamente ligado al de posición y estatus. Hemos mencionado también, cuando hablábamos del eiemplo del baloncesto, que en cada posición en el iuego se relaciona un determinad«¡ tipo de conductas que pensamos que son propias de aquella posición. Esto mismo que vemos tan claro en un deporte se puede hacer extensivo a cual-

quier otro tipo de posición social. Piense un momento, por ejempto, en el caso de un profesor en una institución de enseñanza presencial. A menudo, cuando empiezan las clases, los alumnos nunca han visto a su nuevo profesor, no saben cómo es físicamente. Esto, no obstante, no les impide reconocerlo cuando entra en clase y lleva a cabo un par de acciones. Si.alguien entra en clase y cierra la

!c,

liditüial L,(x;

it2

lntr(l(llr((i()u

a lJ l)sic('k)8ia vf,¡al

pucrta diciendo bue nos días a todo cl muntlg y empicza a e x¡llicar la lccción, ya sabemos quc aqucl que hacc tal cosa se cstá comg)rtando c()rn() alguicn quc situaríamos en la posición de p(lfesor; en clefinitiva, realiza conductas propias del

rol de profesor. así, pucs, quc podemos ente nder el rol como aquel coniunto dc conductas asociadas a una posición particular dcntro de un gruptl. l)iclttl tlc otra mancra, .tEs

y en una rlefinición que recoge las proporcionadas por diferentcs autores, "[...1 el término rol se refiere al coniunto
comparten, relativas a la conducta de una persona que ocupa una p«-lsición determinada en el grupo" (Hare, 1962, p. 101). Si bien al principio de la formació¡r de un Erupo es difícil apreciat claramente cuáles son los roles de sus diferentes miembros, a medida que el Srupo va dcsarrollándosc, se produce una {ifcrcnciación de roles. Es decir, se va hacientlo patente (lue n1¡ todos los ltliembros hacen las mi§rnas cosa§ ni se es-

pera de cllos las mismas cosas. Brüwn (1988) explica esta difcrt:nciación de roles en función de tres razones básicas:

1)

j: Irditorial tJ(X

t9t

(bpiluk, V¡. (;illnr\, r¡t()\,iIlicntos

Roles relacionados con la tarea

'

Iniciad<¡r: rcc
¡ lnfornrador: ¡r«rporciona opini«rncs, valores, sentimentos. ¡ (lu¡rdinador: ,,ruestra la relcvancia de cada idea y su

relación c«ln el con-

'

junkr tle krs pr«lhlemas. l'lvaluador/crítico: somete a anárisis ras realizaciones grupares y evarúa

ra

cficacia de los prclcedimientos.

Roles socioemocionales

.

' '

Alentad
tlinámita gru¡mi.

'

Scguidor: acepta las ideas daclas por r's otros y sirve como audiencia para el grupo.

Los roles implican una división del trabaio entre los miembros que a me-

nudo facilita la consecución de las metas grupales. 2) Los roles ayudan a aportar orden a la existencia grupal dado qufj permiten la predictibilidad de la conducta rle los miembros.

3) Los ioles forman parte de nuestra autodefinición dentro dei grupo' Un rol bien defrnido contribuye de manera importante a la identidad.

Tradicionalmente, los teóricos de los grupos han diferenciado dos tipologías básicas de roles: roles relacionados con Ia tnrea

y

roles sacioemocionales. I-os

Roles individuales

'

Agresor: pone e n duda la competencia de los otros, desaprueba sus acciones.

r Bloqueador: .egativista,

resistente, a menudo en tlesacue¡do sin razores

«rbjetivas.

¡

Buscador de reconocimiento: llama la atención sobreél mismo, sus méritos o éxitos.

. Dominador: intenta imponer su control sobre el grupo.

primeros

serían aquellos que tienen como prioridad realizar la tarea que el grupo tiene como obietivo y los segundos hacen referencia a aquellas acciones que van encaminadas a satisfacer las necesidades afectivas de los miernbros del grupo. Benne 1' Sheats (1948) elaboralon una de las primeras clasificaciones de roles SIupales a partir de las dos tipologías que henros mencionado, además de una tercera que

llaman roles individuales. A c$ntinuación reproducimos, como muestia, algUnos de los roles que estos autores discriminaron. Si se fiia en ello, se dará ,:uenta de que son fácilmente reconrrcibles en gran cantidad de situaciones grupales.

No querríamos terminar esta sección sin una breve referencia a algunos de los problemas que se han estudiado respecto a los roles. Nos centraremos en dos ruestiones: la ambigüedad de ror y er conflicto de rol. En oanto a la primera, ocurre cuando no son claros los requaimientos de conducta específicos

de un rol determi-

nado, lo que es especialmente relevante en los contextos laborales cuando una persona entra de nr¡evo en una organización y no tiene suficiente información sobre su rol o desconoce cuáles son las expe«ativas que üenen de él sus nuevos compa-

ñeros. Por otro lado, ocurre un conflicto de rol cuando una persona, por su rol, tie-

Lrrn,l'tr, ¡nr

.r lá

I\rL, n,,8u

vr

iJl

nc que realizar conductas que no quicrc rcalizar, y tamhién cuand() una pcrsona, a

üusa de sus difercntcs rolcs cn difcrcntcs Srulx)s, tienc quc atcndcr al rn¡snl(, tiqm[x) a drmandds quc ron cuntl¿did()r¡ar.

(

rtu',,1,,

vl Uutur ¡rxú ¡IrIr,A

"Ul¡li/¿r ¿ la Scnte e, cL¡t¡<¡ utilit-a¡ lu madera. Ut¡ artesano habilido$ pucdc ut¡l¡¿ar t(rdo tiB) de madcr¿s, scan grandes o pequeñas, aectas o curvas.,, Ho Chi Min

"lil lidcrazgo cs la hahilidad de dcr¡di. qué hay que hacer, y entonces h¿(er quc los otros lo quicran haccr."

2.2. Lideraz$o

Dwight t;isenhowcr

"Su pierna de hueso se ¿poyaba sobrc este aguiero de t¿ladladora, con un bra?o levantado, y cog¡éndose a un o&nque, cl capitán Ahab se ali¿aba, ¡nirañdo derecho, más allá de la proa ¡.lel harco, que no paraba dc h(xicar. [:n la entrcga ti¡a y lin micdo de esta mir¿da hacia adelante había una infinidad de Ia m᧠firme fortaleza, una vo-

luntariosidad decidida e inexpuSoable. No dccía nada, y sus oficiales tampoco le decían nada, aunque en sus Sestos má5 menudos y en sus expre§iones mo§trahan claramente la concienci¿ incómoda, e incluso pcnosa, del hecho de que sc encontraban baio üna m¡rada turbad¡ de mando. Y no sólo eso, sino que Ahab, preso dc ius humores, estaba delante de ellos con una crucifixión en la cara, con toda la intrume_ rable diSnidad real y ahrumadora dc algún dolor poderorc."

Hitler

"lun

lider eslalgu¡en que implanta nobl6 idcales y princ¡p¡o, coo resultados práct¡cos.,,

Richard M. N¡xon

"lll

vc.dadero líder tiene que sumergirsc en la fucnte del pueblo.,,

Lenin

Sin embargo, no se trata de hablar de estos fcnómenos tan destac?dos. No hay que arrastrar millones, ni miles, ni siquiera centenares de personas, para

Melv¡lle, Mobl Dick

considerar que alguien es un líder. Más bien, el tipo de fenómenos que la psico_ logÍa social investiga puede no involucrar a más de veinte o treinta personas. l)e

La literatura €stá uena de referencias a petsona¡es como este c?pitán Ahab,

hecho, esto también lo podernos cor.rprobar en ¡a vida cotidiana cuando de.i, mos que, a un equipo de futbol, [e falta un líder en el campo, o cuando en el trabaio cchamos de menos a alguien que diga qué es Io que hay que hacer.

que eiercen una gran influencia sobre aquetlos que les rodean. Un sólo gesto,

quiás tan solo una mirada,

y estos

individuos parecc que puedan hacer que to-

dos los otro5 colaboren en aquello que se proponen. Lo cierto, sin embargo, es que este fenómeno no es exclusivo de la literatura. Saberiros

muy bien, grac¡as

a los

libros de historia y a crónicas recientes recoS¡-

das en los medios de comunicación,

que han existido, y existen, pcrsonas que

consiguen arrastrar detrás de ellos grandes cantidades de individuos. Napoleón,

Está claro, pues, que al hablar de liderazgo estamos

hacieñdo referencia

a

un pro-

ceso que resultará

familiar a la mayoría de ustedes si no a todos. Ahora bien, ¿qué es un líder? ¿Cémo podcmos deñnir esta ñgura que probablemente desempeña el rol más importante de un grupo?

Ya se ha visto qué piensan

loj polÍticos. euiás

se

Gandhi, Fidei Castro y Jomeini son algunos eiemplos de personas que podríamos considerar grandes líderes de masas, y que casi nos hacen pensar que es

encontrará alguna definición especialmente ingeniosa o atiruda. De hecho, se trata de definiciones que se cores¡rnden bastante con los diferentes matices que encontramos en las concepciones propias del sentido común. Como se puede comprobar,

cierto aquello de que la historia la escriben los grandes personaies.

el acento

De hecho,'tas opiniones que los políticos tienen a propÓsito del liderazgo

pone siempre en la figura misma del líder -,,alguien que implanta nue_ vos ideales..."-, a la que se adscdben ciertas aptitudes -,,e1 liderazgo es la habilise

han sido asunto de interes para la psicologÍa de los Srupos. FoByth (1990, p. 214) recopila en su Group Dynamktalgtnas definiciones proPorcionadas Por desta-

dad..."-, y de la que esperamos ciertas ach¡aciones -,,...tiene que sumergirse en la

cados líderes mundiales que nos dicen mucho sobre su peculiar manera de en-

gru[n de formulaciones sobre el liderargo

tender la tarea de liderar:

(

"Ser un líder signif¡ca ser capaz de movilizrr a las masas.,,

fuente del pueblo". Esta centración en la ñgura del líder nos rcmite al primer gran que queremos explicar. §e tmta de aquellas investigaciones que presentan el lideratzgo como un rasgo personal.

( c-,lld¡torial

ti()(l

.l()(,

l¡rl«rlrrtriorr

¿

l¡ lrrieoloti¡ soti¡l

c,lrdit(,rial tl(X

-\()7

(¿l)ituk) Vl. (;ulx)s, ¡IOvitrrielltos.--

I (

2.2.1. El liderazgo como rasgo personal

A mcdida quc esta línca dc investigación se fue agotand«r, fueron surgiendo otras

quc apuntahan hacia hi¡rctesis alternativas. una buena parte rle las invcstigacioncs

ponde bastantc con una cicrta idea pclpular y casi romántica tlc kls proccsos grupales. [.a leycnda y, a veccs, un cierto tipo de historia están llenas de ¡;randcs

cncanrinaron cn la dirección dc presentar el lidera¿go en términos de con«lucta. F.s dccir, cn lugar de concebirlo como un rasgo que poseían ciertas persona§, se tmtaba dc prescntarkl como un cierto cstilo cle conducta que cualquier persona podía

personajes, figuras sin las quc cicrtos acontecimicntos parcce quc no hahrían

tcncr. A co¡rtinuaciírn veremos el ti¡rc de estu«lios que esta interpretación gencró.

[,a crecncia tlc quc "un bucn lídcr nace, no sc hacc", cicrtamcntc, sc corrcs-

(

sc

(

sido posiblcs. Y cl caso es quc a todos estos grandes pcrsonajcs ac«,rstumhram«rs a

atribuirles caractcrísticas pcrsonales determinadas quc pcnsamos que cstán en

la base de su éxito com«r líderes. No nos imaginamos a lridel Oastro yendo a un

curso de treinta horas para aprendcr a ser un buen líder. Más bien tendcnros a pensar que su personalidad, su carisma, su encanto, su talento, o cosas asÍ, cs lo que realmente explica el poder de fascinación que en algún momcnto de la his-

tr¡ria más rcciente ha tenid<¡ este personaje. Esta imagen del liderazgo -como calidad consustancial con ciertas pcrsonas- que, por lo tanto, puede ser que la gente tenga o no tenga, pero que no adquiere, presidió, durante los primeros cincuenta años aproximadamente de este siglo, la mayoría de investigaciones hechas cn el campt_r de la psicología sc

2.2.2. El liderazgo como estilo de conducta

(

I¿ referc¡rcia al trabajo de Lewin, Lippit y white

es, en este caso, obligada. [istos tres autores, en una famosísima investigación analizan las repercusiones , de tres e'stilos de liderazgo diferentes apticados a clubes de niños de diez años. se trata de que todos los niños pasen por las tres formas de liderazgo y de que

cada líder experimente la!tres formas de dirigir los grupos. Los tres patrones en cuestión sorr llamados por los autores c«lmo demcrcrático, autocráticoy laissez faire. En el cuadro siguiente se pueden ver las características de ca«la uno.

social. Así, los diferentes investigadores de esta época buscaban, fundamental-

mente, la delimitación dc aquellas cualidades físicas, psicológicas o socir¡culturales que hacían de ciertas personat. unos líderes eficientes. La cantidad de

l.

siones, corno era de esperar, para todos los gustos. Práiticamente no había ningún rasgo de Ia personalidad que no tuviera una correlación mínima, en

El líder

determina toda

l.

Toda política es asunto de discusión y decisión de grupo, al cual el líder ..

-

aninu y asiste.

polÍtica.


alguno de estos trabajos, con el estatus de líder. La inteligencia era probablemente el más frecuente, pero sin desme¡ecer otros como la altura, la seguridad

La autor¡dad dicta, de una en una, las técnicas y los pasos de la act¡vidad, de manera que los futuros

pasos s€ran semPre inc¡ertos en gran medida.

2. Perspectiva de actividad ganada durante un periodo de discusión. 5e apuntan los

.

Generalmente, el líder

r

dkt¿ba el trabajo por hacer y designaba al compañem

convierte en un líder en virtud de la posesión de alguna combinación

o

'penonalizar'' sus alabanzas y críticas al trabajo de cada miembro; estaba separado y

de rasgos, sino que el patrón de las características personales del líder ha de guardar algu-

na relación relevante con las características, actividades y metas de los seguidores."

Citado en P. B. Smith y M. Peterson (1988).Irudership, Organiattions and Culture (p. 4). London: Sage, 1988.

El dominador tendía a

no participaba act¡vamente en el grupo, excepto en las demostraciones.

t6t

:

Los miembros eran libres de trabaiar con quien

desearan, y se dejó al grupo la divisirin de tareas.

de cad¿ miembro. se

2.

fl líder proporciona diferentes materiales. El líder dela claro que dará información cuando se le ¡ida. Por lo demás, no part¡c¡pa en la discusión.

procedim¡entos alternativos que se pueden escoger.

ciento cuatro artículos publicados y donde afirmaba lo siguiente: "Una persona no

Libertad completa para la decisión de grupo o de individuo, con mínima participación del líder.

pasos generales hacia la rneta de grupo; el líder sugiere dos o más

en uno mismo, las habilidades interpersonales y un largo etcétera.

Una de las estocadas definitivas a la línea de investigación que consideraba el liderazgo como rasgo personal la puso la famosa revisión de Stodgill de

l.

"

A alabaro cr¡ticar, el líder era 'otrietivo" o "se basaba en los hechos" y trataba de ser un miembro reguhr del grupo en espírítu, sin realiza¡ mucho trabajo.

. o

U liler no part¡c¡É en absoluto.

I I (

I

(

( (

Comentarios espontáneos poco frecuentes a las actividades de cada miembro, a no ser que se lo pidieran, y no intentaba valorar o regular el currc de los acontecimientos.

[Jh¡te y L¡ppit (¡ 960), p. ]5O.

I

I (

icr

l.:dilorial tJoc

398

llrtr()du((i(i¡r a

l¿

|\i(ol()8ia s(,(¡¿l

1c,

tari.s cra.

White y I-ippitt (1960), postcriormelttc, rcsuntcn crl scis las principalcs con-

(

Jl)il{11,,

Vl (;ltlr)\, Irr)vitIi(il1,]\

c.

c.m
El laissez faire no

funciona igual que la democracia: los niños rcalizan mc-

a veecs se ha

tivados que los aut«-lcrátictls, como se aprecia cuando sigucn trabaiando aunque el líder no esté, lo que no pasa en los grup
por un líclcr democrático que sí que manificsta el estudio, y cso es quiás más impor-

lrn esta misma línca de interpretar el liderazgo antes como un estiro de conducta que cofno un rasgo pcrsonar, se desarroilan, entre los años cincuenta y sescnta, tclda una serie de estudios que introducen una variación con respecto a I«r quc acabamos de explicar. Iln lugar de diseñar situaciones experimentales

ciar una mayor originalidad en la democracia.

3) La autocracia puede Benerar mucha hostilidacl y agrcsividad: aquí los resultados varían según los grupos y según el experimento, por lo que no se puede decir que sean concluyentes. Sin embargo, parece que la tcndencia apunta hacia el hecho de que los grupos autocráticos pueden manifestar agresividad más fá-

para desarrollar en el laboratorio, los autores que ahora presentaremos prefieren estudiar los diferentcs estilos de liderazgo en organizacione:s ya estabreci«ras, por nredio del us. de cuesti<¡narios donde seguidores y líderes expresan sus percepciones de la conducta del líder.

cilmente, especialmente hacia las cabczas de turco. 4) La autocracia puede crear un descontento que no sc manifieste superficialmente: ésta es una conclusión que puede parecer arriesgada; pero de hecho los únicos casos de renuncia se encontraron en niños que en aquel momento participaban en un grupo autocrático; y, habiendo preguntado a viente niños qué líder les había gustado más, diecinueve prefirieron al democrático por en-

F.n la ohio state university se reunió er grupo más productivo de estos investigadores. sus resultados se concretaron en la delimitación de dos factores, indepen_

dientes el uno del otro, que parecía que eran fundamentales para comprender el rol de líder: nos estamos refiriendo a la consideración y a la iniciación de estructura.

cima del autocrático.

La

La autocracia genera más dependencia y menos

individualidad: fue en los

consideración tiene que ver con la conducta socioafectiva del líder; es decir, aquella que va dirigida a la expresión de respeto por ras opiniones y sentimientos de ras personas que lo siguen, y también a una preocupación por su bienestar y satisfacrión. I¿ iniciación de estructura hace referencia al grado en er que el líder organiza y define su relación con sus seguidores; es decir, conductas como asignar roles y tareas, establecer normas o evaluar el rendimiento. El líder eficiente era considerado

grupos autocráticos donde se registraron más conductas catalogadas como "sumisas" o "dependientes"; las conversaciones eran menos variadas. La impresión del observador es que se da una pérdida de individualismo. 6) En la democracia había más atención hacia el Srupo y más amistad: esto

se

puso de manifiesto en una tendencia a preferir el pronombre nosotros por encima

aquel

que puntuaba alto en estas dos dimensiones.

del ¡,o en los grupos democráticos, o Ia mayor frecuencia de observaciones centradas en el grupo, como también de observaciones amistosas y de elogio mutuo' (

iusto decir que el verdadero obieto de la comparación es demostrar que es meior estilo el de-

Au.rqre en'el estudio

I,

los grupos cle trabaio
tantc, cs quc hay quc tlcfinir cuárcs son ros criterios que se tienen quc utilizar para cstablcccr el baremo de la eficiencia de un grupo. A menudo se equipara eficiencia con prcxluctividacl. lil estudir¡ dc Lewin y de sus coraboradores permite, sin embargo, ¡xrnderar estc tipo de planteamientos introduciendo la dimensión clel clima soclal.

los grupos clemocráticos son tan eficicntes como los autocrátictls; están más mtl-

5)

hcch., quc

scan más eficic.tcs.

nos trabaio y de peor calidad, iuegan más. 2) t,a democracia puede ser eficiente: aunque se tiendc a pcnsar lo contrario,

I

399

aquel morncnto una fbrma dc gobierno quc sc impo,ía cn cicrtos paíscs <Jc [')uropa. l:s quiás ¡rr cllo que hace falta ir con cuidado con cicrtas interpretaci.ncs que cl cstudio ha gcncrad,. De hecho, éste no permite concruir,

clusiones que se pucdcn cxtracr de csta experiencia:

l)

liiit()rial tl()(

se

utilizan tres estilos de liderazgo diferentes,

es

-

contemporáneamente a ros trabaios del grupo de ra universidad de ohio, Bales desarrolla un sistema de categorías para poder observar grupos de laboratorio. su punto de partida es que la razón de ser de todo grupo pequeño es la rearización de

mOcrático que el autocrático. Para entender esto, hay que situar historicamente este

alguna tarea. En función de eso, hay dos grandes grupos de conductas que contribuyen de alguna manera a este fin: conductas centradas en ra tarea y conductas so

trabajo -algo que finalmente siempre resulta muy útil para poder interpretar el sentido de ciertas investigaciones. Realizado en los años treinta, los regímenes autori-

cioemocionales. [.os ¡esultados de diferentes observaciones apuntan hacia el hecho de que, a medida que el grupo se desarrolla, van surgiendo especialistas en cada una

( !o

Iilitorial tJO(l

400

de estas orit:ntaciones, de tal ntattcra tarea,

lrrlrotlr¡rtiirrr r la ¡rsiurkr¡¡ia s
quc aqucll
difícilmcnte lo hactn tantbión cn

la

l
h'inalmentc, con rcspccb a cstc rcpaso dc algunas dc las crxttritruciottcs ctr el cs-

tudio del liderazgo como cstilo de conducta, tambiérr hay quc rcfcrirse al trahaitl dc

invcntan la farnosa "parrilla dcl lidcrazgo". lrn esta misma línea de los autorcs quc acabanios de mencionar, ltlakc y Mouton hablan Blake y

Mouton. Estos

aut<¡res

también dc dos dimcnsiones básicas a la hora de analizar cl lidcrazgtl, las cuahs ha-

ctn refercncia a la tarea que hay que rcalizar y a ias pcrsorras quc cstán implicarlas en ella. Así, un líder puedc exprcsar difcrcntes grados de interé's por la tarca y difcrentes grados tle rnterés por las persclnas. '['ildo puetle represcntarsc gráficanrcttte,

. lilit()rial (l()(

.10

I

Oal)itulo

Vl (;ulr)s, Ilovilliciltos..

Qucda hasta,tc claro, dcspués de ra revisión dc estos úrtimos trabai,s quc acabar.¡l.s tlc vcr', cruc, aunque ¡rueilan recibir nombres difercntes, hay

ir.s dinrc'sioncs quc sc c.nsideran importantes en la conducta de liderazgo: la tarea y las pcrs.nas. l)c kr único quc sc trata, si seguimos este modekl, es de averiguar

(

cuál cs la cr¡rnbi¡raciiln adccuada para conseguir la meior conrlucta o c.stilo cle lidcrazg,. sin crirbar¡¡<1, c.rn. ahora verenlos a continuación, la posibili
en la ya mencionada parrilla, de la mancra siguiente:

Flgura 6.1

{

2.2.3. El liderazgo como firnción de Ia situación

Así pues, si n. hay un cstiro de riderazg. que nos garanticc er éxito de una gestión, ¿de <¡ué ..s p.denros fiar? algún factor que sea determinante? ¿Hay La respuesta que se da desde rlste punto de vista es sencilla: depende de

la

situación. Etectivamente, el éxito o fracaso de las actuaciones del líder de_ pcnde, fundamcntalmentL,,
se

hacen y no tanto dc sus caracteiísticas pers.nales. un mismo líder pr-rede ser eticaz en una situación y absolutarnente ineficaz en otra. L)e las teorías

situacionales, la más destacada, sin duda, es la teoría de la se propone determinar qué tipo de ric.lerazgo

contingencia de l'iedlt:¡. Este autor es más efectivo para cada

(

tipo rje situación. Fiedler identifica dos estilos de lide-

razgo, entendiendo por estilo de liderazgo ,,un sistema relativamente consis_

(

tcnte de interactuar con otros que ocupan una posición suborclinada,, (Fiedler, 1971, p.640): motivados por la reración y motivados por ra tarea. Los primeros son personas que tienen como principal obietivo el manteni-

miento de relaciones interpersonales próximas, y los segundos tienen conro obiet¡vo fundamental er cumplimiento de la tarea gr'upal. En cuanto a ra situación, Fiedler habla de tres aspectos importantes. partiendo de la

I I (

Lrase de

Fuente: Elake y Mouton (1985, p.l2).

que la relación líder-seguidores es una relación de poder, en que la el líder trata de inflr¡ir a sus subordinados, hay tres aspectos que pueden influir: la relación líder-miembros del grupo, er grado de estructuración de la tarea y posición la de

( (

e |ditorial

tl0(i

4()2

lrrlr,¡hretiorr

a la

¡rrie[hr¡ia rttirl

podcr del tídcr. t,a cornbitracitin dc cst
.c,

l:dit()rirl

I(

)(

sc trata,

A partir de aquí, l:iedler analiza qué estikr cle Iidcrazgo sc tnucstra Éste es el

más

gráfico con los resultados:

flgura 6.2

,103

(.Jl,ltr¡l¡) Vl (;ltl¡)t. t¡t\,villt¡(tlils

2.3. C«¡hesién

vorable.

efectivo para cada situación.

(

c.

estc cas., de un co,cepto que ha sicro planteatl, por much.s au-

torcs como n.ci(rn cc.tral

c, el cstudio de ros grupos (Mais,nneuve, 196g). Se ha llcgado a dccir t¡uc cs la cohesión lo que tla distinción al grupo y lo que lc difere.cia tlc una simple agrcgacitin de individuos. Sin embargo, no estamos antc un tema al que todo er mundo se refiera en eI mismo senticro. Así,

schachter, lillcrtson, Mcbride y Gregory (1951) crasificaron los diferentes significaclos otorgados al concepto de cohesión en dos grupos:

l)

Aquel f.rmado por las «lefiniciones que hacen referencia a argún aspecto los proces.s grupares. cohesión equivale, en este caso, a términos como monrr, eficiencia o espíritu de grupo.
2) Aquel otro en el que

(

las definiciones se rcfieren funclanrentalmente a la atracción que el grupo tiene para sus miembros. De hecho, son muchos los in_

(

vestigadores que han iguaratro el concepto de cohesión aI de atracción. La

vvl

(

defi.ición

de cohesión que, probablemente, ha sido más citada en er coneste tema pertenece a est€ grupo que la equipara con ra

iunto dc trabaios sobre atracción:

( (

"[a cohesión esl la resultante de to«las las fuerzas que actúan sobre los miembros para que permanezcan en el grupo.,,.

{

L. Festinger (1950). comunicación sociar informal. En D. cartwright y A. Zander (1968), Dinámica de grupos. Investgación y teoría (p-20g). México: Triilas, 1977.

tuente: F¡edler (196E, p. 407).

Lo que Fiedler (1971) subraya a la vista de los resultados es que puede ser tan

bueno un líde.r orientado a la tarea.como un líder orientado a las personas; lo único que hacé falta es que se le coloque en la situación adecuada. No hay líderes buenos ni líderes malos; en todo caso, cuando un líder no funciona, hay tres soluciones posibles: a) entrenarlo para que cambie de estilo, b) asignarlo a una situación para la que sea adecuado, c) cambiar la situación a fin de que corres-

ponda al estilo de líder.

A partir de esta concepción de la cohesión en términos de atracción, han sido muchas las investigaciones que han invertido esfuerzos para concretar cuáles son los efectos que la cohesión tiene sobre ros miemtlros y el funcionamiento grupar. cartwright (1968), por eiemplo, lo sintetizó en una lista de cuatro consecuencias fundamentales: un grupo con cohesión hace que sus miembros se mantengan

en

el grupo; cuanta más cohesión, más poder posee er grupo sobre sus miembros; al

aumentar la cohesión, se produce un aumento de la frecuencia en la comunicación entre los miembros, como también un mayor grado de participación en las actividades del grupo y un descenso de las ausencias; los grupos que tienen cohe-

( {o.l

r!, tiditorial tJO(l

lltlr(xl(¡c(iotl a

l¿i

l,sit(tl(,¡iia s(f,ial

sión hacen aumcntar la aut«rcstima dc sus micmb«ls y ¡rrtxlucctr utr dcsccns«l dc su ansiedad.

Más tarde shaw (1976), en su valoración dc los c§tudios sobrc cohcsi(ln, ha-

bló de cuatr«¡ variables con las quc ésta sc había relaci«.¡nad«l: Cohesión e intcracción: los datcls apurltan hacia el hecho de que la cantidad

a

y la calidacl de la interacción están relacionadas con la cohesiírn gLupal. l.a cohesión, siguiendo esta línea dc investigacioncs, facilitaría la interacción verbal e incluso repercutiría en el contenido mismo dc [a interacci(¡n. Ésta sería más

positiva en los grupos con cclhesiÓn que cn ltls gruptls sin cohesi«in.

Cohesión e influencia social: parece que cuando los miembros

a

Se

sienten atlaí-

dos por el grupo, hay una motivación por comportarse §e8ún los deseos de los

a

(lal)ítuk) Vl. (;r¡l\)s, ltroviltricIto\.

405

más serios, como puecre ser decidir una actuaci
rcstrictiva, . cuanclo cl consejo dc A«Iministración de una multinacional como la Volkswagen decide clt:smantelar una cre sus plantas de producción cle coches. l',1 hecho de que ras decisiones grupares tengan esta repercusión ha [eva«lo a

alentadores. [)c hecho, uno de ros estudios más famosos y más citatlos sobrc la toma de decisiones (fanis, r97z) tratadehasta qué punto puede lregar a tener malas consecuencias una decisión tomada en grupo. Los estudios que presenta Janis

un, de los casos de ros que se ocupa es er de la decisión to mada por Kenedy y su comité asesor, en 1g61, de apoyar a un grupo cre anticastristas que pretendieron invadir cuba a partir de un desembarque en la L¡ahía de Cochinos. La operación en cuestión fue un auténtico desastre. El análisis que Janis hace del proceso por el que se tomaron las decisiones lleva a este au_ tor a pensar que la responsabiridad del fracaso hace farta atribuirra a un tipo de funcionamiento al que llama pensarniento grupal:

de pertenecer al grupo. Difícilmente alguien se sentiría atraído por un grupo

que no le proporcionara algún tip
( (

psicókryos sociales a tratar de averiguar cuáres son las ventajas y los inconvenientes de t<¡mar decisk¡nes en grupo. I.os rJatos, sin embargo, no parecen muy

sin ietivos que consideran como propios con más eficiencia que los Sfupos

en términos de atracción el hecho de que los miembros se sientan satisfechos

(

I's

se

Cohesión y satisfacción: parece una consecuencia razonable de la ct'¡hesión

(

d.ming. ¡rr la tarde, hasta r.s

otros miembros del grupo con el fin rle facilitar el funcionamiento grupal' Cohesión y productividad: los grup
o

e lldit(,rial t I()(

centran en decisiones tomadas por diferentes comités de gobierno de Estaclos unidr¡s en difelentes momentos de crisis: durante la Segunda

(

( (

Guerra Mundial, la

guerra de corea, etc.

(

I

Algunos de los problemas que la caracterización de la cohesión en térlninos cle

atracción interpersonal comporta se encuentran en Ho88 (1987, 1989), que

remarca especialmente cómo falla este tipo de consideración cuandt¡ hablamos de grupos mayores en los que los miembros no Se Cónocen entre sí y no pueden

sentirse, por lo tanto, unidos por la atracción. En «lefinitiva, para Hogg, el con-

cepto de cohesión como.atracCión es eminentemente reduccionista, y Se enCuentra en la línea de asimilar la conducta grupal a la conducta interpersonal.

"Por pensamiento grupal, Janis se referia a ras situaciones en ras que er estiro de lider.azgo, la cohesió¡r grupal y ra crisis combinados lrevan a la supresión del di-

sentimiento en ros grupos hasta tar punto que ros miembros grupales acaban apoyando políticas (normas) que son extraordinariamente desconsideradas.,, R' s' Baron, N. L. Kerr y N. Miller (r99zr. Group

(p. 7l). Buck.

process,

Group Decision, Group Action

I

( (

En su explicación de este fenómeno, Doise y Moscovici (19g4) resumen las

raz,nes queJanis ofrece para explicarestos fracasos grupales en Ia toma de de-

2.4. Toma de decisiones

cisiones:

Tomar una decisión en Srupo es una experiencia por la que seguro que todos han pasado alguna vez. Los contextos pueden ser muchos y variados, y van desde los más lúdicos, como decidir con el grupo de amigcs qué película ir a ver un

1) una creencia indiscutida en la moralidád inherente al grupo que [eva a sus miembros a no tomar en consideración las consecuencias morales o éticas de sus decisiones. {

lor« u..ó, ¿ l¡

l)iiLrl(,8¡r

rÚrl

cualquicr oricmbro dcl Srupo quc expresc ar8umcntos cn contra dc los estcrc(,tiPos, ilusi(xles o compromisos del 8ru[x).

2) Una

prcsi¿)n dirccta sobrc

3) Ia autftcnsura dc aquellos quc se dcsvían delconscnso aparcntc dclgru¡xr. 4) La ilusión compartida unárlimcmcnte sobrc los iuick)s ct¡nft¡rlncs a la opinión de la mayoría. En

definitiva, al g€nerarse una falsa scnsación de consenso, los miembros del

grupo, procurando que éste se mantenga, pierden su capacidad crítica. Estt itrterés por evitar el

conflicto dentro del Srupo acaba llevando a una disminucion

de la calidad de la toma de dccisión. Para evitar estos penosos efcctos

del pensamiento Srupal, llaron, Kerr y

Miller (1992) recogen cuatro precauciones que se derivan de los estudios so-

Vl (nrr(¡t, rtr{ryin¡&nrx

hllho rrsultaba

bastante sorprcndcntc dadoque contradecía las teorías disponiblcs cn aqucllos momentos, quc prcdetían más bien que la discusión grupal tenía un cfcck) modcrador de las opinioncs dc los miembros del grupo. lll cas
uno de estos momentos, se medía la opinión; por lo tanto, se obtenía la opinión previa individual, la op¡oión grupal y la op¡nión dr cada uno

después de

l)romover la discüsión abielta de todas las alternativas.

2) Considerar escenarios del tipo "en el peor de los casos" y crear planes de contingencia.

3) Prevenir a los líderes de no defender ningún plan en los momentos iniciales de la discusión.

4)

:¿l¡il(lr)

En cada

bre este tema:

l)

(

Hacer revisar las ideas Srupales por expertos externos y abogarlos del diablo.

El pensamiento Srupal no es, sin embarSo, el único efecto estudiadoen cuan-

to a la toma de decisiones grupales. Otro fenómeno que ha sido muy trabaiado es el que se conoce con el nombre de f¡ola rización grupal. Éste es un fenómeno que consiste en la extremización de los iuicios como con§ecuencia de la di§cusión grupal:

"[¿ opinión de un grupo implicado en una toma

de decisiones tenderá a ser más ex-

trema en Ia dirección de la norma que las opiniones iniciale§ de sus miembrcs." 5. Moscovici.(1985). Social lnflt¡ence and Contormity. En G. Lindzey y E. tuonson (FA.), The Hondtuok of Sociol Psychology (p- 397). New York: Random Hous€.

g¡upal. l,os resultados indican que los miembros delgrupo desplazaban su actitud hacia el extremo de la escala conservando el signo inicial. Otras cofrobG raciones serían las siguientes: cuanto menos impliü la decisión en el grupo, meno§ §e desviará de la media de las op¡niones individuales; que el consenso grupal cam_ bia las opiniones y preferencias individuales, y que la discusión .st.u.ttr-ru t .ornunicación y la información en torno a una dimensión normativa (Moscovici, l9ti5). Morales (1989) hace una recopilación de las cuatro apo¡tack)nes más signifi_ la discusión

cativas que comporta el estudiode la porarización en el marco de los fenómenos grupales:

a) Pone de relieve uno de los mecanismos por los que el grupo pequeño in_ fluye sobre las actitudes de sus miembros y permite explicar la resistencia al cambio de pautas de conducta de grupos con cohesión. b) Proporciona una buena base dcsde la que explicar el caso del pensamiento grupal, además de dar una guía del papel que puede jugar el líder en las dis_ cusiones grupales.

c) Pone sobre la mesa la vieia idea lewiniana de la existencia de procesos grupales

Stoner es et primero que puso en eüdencia este fenómeno que inicialmente se

(desvío hacia et riesSo'), Pu6to que el 8rupo mo§traba una conocía comó tendencia a tomar decision6 más adesgadas que los miembros individuales. E§te risky sftilt

(

d) Permite el estudio de una gran cant¡dad de fenómenos de interés para Ia psi_ cología, como la relación de las actitudes y el cambio de actitudes con ras nom¡as sociales generales.

( o hliro¡ial u(rc

408

hrtrGrucri(rr a la Psi«)l()Bía

rf,ial

2.5. I.os pnocesos de comunicación Parece bastante

(9 Editori¿l

t,O(:

4U)

(zPitulo Vl. (;ulur. Itovirtrieiltos..

sólo era posible ¡nsarse notas escritas y sólo a aque[os quiencs a tenían acce§o, ro cual variaba sryún cuatro re«les dc comunicación diferentes.

plausible pensar que, si hay alguna cosa que tienc quc scr

determinante en la vida de un grupo que se ha marcado unos obietiv
se

si hace falta una acción coniunta con el fin de alcanzarestos obletivos, ésta no se puede

:

l,:i'.

1

.1..r':

(

..i

':lir,..r"); . ,

-

(

desarrollar sin un mínimo de comunicación. No en vano oímos muy

a menudo que los grupos tienen problemas de comunicación, que son inter-

(

pretados como un obstáculo importantísimo para la consecución de las metas

(

grupales. No es extraño, pues, que en el coniunto de la literatura centrada en los grup.rs se puedan encontrar un buen número de contribuciones dedicadas a

(

acla¡ar en qué consiste una buena comunicación y cuáles son los efectos que

diferentes formas de estructuración de la cornuñicación pueden tener sobre la

(

actividad grupal. Para hacerse

(

una idea del tipo de investigaciones emprendidas sobre comu-

nicación, mencionaremos las investigaciones de'Bavelas (1950,

( (

tiene quc basar en

la posibilidad de que los miembros del grupo puedan cofnunicarse entre sí. Y

( (

f§wa6l

nes para todos sus miembros, ésta tiene que ser la comunicación. Obviamcnte,

el hecho mismo de que puedan compartir unos obietiv«rs

(

l95l) y L€avitt

(1951) sobre redes de comunicación y rendimiento de grupo. Esté último autor,

(,

a paftir de los trabaios anterio¡es de Bavelas, investigó la incidencia que tenían

(

en la actuación del grupo cuatro tipos dife¡entes de redes de comur¡icación en

(

grupos de cinco nriembros. [¿ tarea que los grupos tenían que realizai consistía en averiguar cuál era el símbolo que todos los miembros tenían en común. Para

llevar a cabo esta tarea contaban, cada uno de ellos, con un cartón con cinco de estos seis símbolos posibles:

segrin el trabaio de Leavitt, se puede concluir que la persona qud ocupa un lugar central es más probable que sea reconocida como ríder. B posible que esto sea debido al hecho de que la personi que ocupa er rugar central dispone de más información que ras otras. Igualmente parece que los errores cometidos

ñgue6.!

por el grupo están en función del patrón comunicativo, por ro que una red

centralizada

eficiente para la solución rle probiemas. Estudios posterio_ (shaw, res 1976) indican que esto es asÍ sólo si la tarea es sencila, ya que cuando aumenta la complefidad, es meior una red descentrarizada. -

fuí, pues, los suietos tenlan

es más

[¿ moral

qrre colaborar entre ellos con el

fin de resolver su

tarea con éxito, pero cualquier comunicación no era posible Dado que cada in-

dividuo estaba solo en un cuarto, tenían que seguir unas reglas para comunicarse:

es

también diferente según la posición y según er grupo-: parece que las personas que ocupan lugares centrales se sienten más satisfechas; en e§te sentido, parece que los grupos descentrarizados muestran una mayor satisfacción.

( ( ( ( ( ( ( (

(

q,

l:dil(trial l-l(X:

liltr()dr¡cci(iu a la PSi«rlogi¿ v(¡al

410

3. t-as relaciones intergrupales

c)

l:d¡kx¡al

tl()(l

4l

I

(á|liluhr Vl. ( ;ulxrs, r¡t(,\,iil[cItos...

obviamcnte, krs niñcls no sahían quc cstaban participan«I«l en un cxpcrimcnto y

Desgraciadamente, cstamos bastante acostumbrad<)s a encontrar noticias cn los periódicos quc sirven perfectamentc como eiemplos de lcl quc son las rclack> nes intergrupales. l¿s guerras, concretamente, constituyen el caso paradigmátic«r

de una relación intergrupal, es dccir, una relación entrc individuos cn términos

quc emn t¡hservad<¡s y eran cstudiados por unos monitOres quc cn vcrclad eran cx¡xrimcntadorcs. A ¡resar tle que sc trata de tres experinlentos y tle quc n(, sicmprc

hut¡icron las rnismas ctapas los unos y los otros, seguirem's el csqucma crc explicación del propio shcrif (1967) y r)asarcmos a reratar ras difercntcs fases que comprcndcn.

de su pertenencia grupal. En una batalla se pueden encontrar cara a cara Juan y Pedro, pero si intentan matarse el uno al otro no es porque se trate de Juan o Pc-

dro, sino porque uno y otro pertenecen a dos grupos que cstán enfrentados. decir, uno y otro sólo

se

Es

quieren dcshacer del miembro de otro grup<1.

Ciertamente, se trata de un caso de relación de conflicto, que no es la única mancra que tienen los grup
tipo de situaciones, quizás por el alcance de las consecucn-

cias que pueden tener, constituyen el grueso del material

disponible. ¿Qué lleva a dos o más grupos a enfrentarse? ¿Qué tipo de procesos activan en el interior del propio grupo una situación de conflicto con otro grupo? ¿De qué manera podemos intervenir para poner fin a un conflicto intergrupal? Ésta es la clase de preguntas a la que trataremos cle dar respuesta a continuación.

' l)

Etapa de las elecciones espontáneas de amistad interpersonar [§ta etapa c'rresp.ncre sólo a los d,s primeros campamentos. L,n el tercero, los niñ<¡s pertenecen a dos diferentes rjesde er primer momento; de hec¡;rupos ho, inicialmentc ni siquiera saben que hay otro grupo acampado cerca. En esta primera fasc, los niños participan cn diferentes activi«rades ribremente, y escogen libremente las amistades, los com¡rañeros de comedor, etc. cuando ya l.ran participado en difercntes actividades, informalmente, se les pregunta cuáles son

sus meiores amig
distribuidos en dos edi-

ficios, dc manera que aproximadamente ros dos tercios de ros mejores amigos queden en el otro edificio. Después de que han sido formados los grupos, resulta que cjando se les vuelve a preguntar por sus amistades, éstas se encuentran,

mayoritariamente, entre los miembros de su grupo.

3.1. Teoría realista del conflicto

2) Etapa de formación de grupos se separa a los

Esta

teoría parte de la idea de que el conflicto aparece cuando entre dos grupos

hay metas mutuamente incompatibles. Es decir, que el hecho de que un grupo alcance su meta implica necesariamente que el otro no la pueda alcanzar. Para poder poner esto en evidencia, Sherif llevó a

cab

una serie de tres experimentos en

unos campamentos de vacaciones, que se han convertido en un clásico de la dis-

ciplina. A continuación presentaremos los detalles más importantes del experi-, mento. Los

experimtntos de Sherif fueron llevados

a cabo los

veranos de 1949, 1953

sujetos en dos grupos lo más iguarados posibre en términos de tamaño y habilidades de sus miembros. por otro lado, los niños se van ocupando de diferentes actividades que requieren actuaciones-interdependientes entre los chicoc de un edificio con el fin de alcanzar una meta.oil*, y up;ñ."" bastante rápidamente un líder y unos ayudantes, cosa que indica que se ha formado una grupo. de Mediante observaciones y una especie de experimento -oryanización con una diana, los investigadores comprueban que los chicos valoran a sus com_ pañeros segun el estatus que t¡enen, de manera que cuanto más estatus tiene al_ guien, más probable es que sus actuaciones sean sobredimensionadas.

y 1954 en unos campos de vacaciones de niños entre once y doce años creados para la ocasión. Se trataba de niños blancos, de clase media, que no se conocían previa-

mente y que serían seleccionados atendiendo a unos criterios de "normalidad psi-

cológica" y de similitud en cuanto a la procedencia sociocultural y económica.

3) Etapa de conflicto intergrupal cediendo, aparentemente craro está, a las demandas de ros chicos, Ia dirección organiza una serie de iuegos compegtivos -béisbol, fútbor, pruebas de fuerza, etc.-

( lcr

t:di(orial (,(Xl

4t2

l¡rtroLl((.ioil

d ld

P\icol¡,¡lid so(rJl

que implican un l)rcmio para c[ grulx) ganador. El grupo pcrdet.l
.

Por un lado, las relacit¡nes con los miembros dcl otr«l grupo se tletcrioran

por momentos. [.os insultOs, las peleas y las incursioncs acaban sicndo el pan dc catla día. No tcncmos que olvidar quc, al rncnos cn krs dos primcros carnpamentos, los niños ticnen sus meiores amig<-rs

.

e

n el otro grupo.

Por el otro, aumenta considcrablemente la solidaridad, la coopcración y la

moral intragrupal. Incluso en una serie de microexpcrimentos que los niños realizan como iuegos, se puede obaervar que aparcccn sesg«rs que favo recen al propio gru[xl t:n la formación de juici
cr

[(lilori¡l

h.ls

I

lO(

,lll

]

( {.a¡ritul,

'

Vl

cle krs «lrs rJrupos cmpiczan a sentirse más amigos, hasta

dccidcn volvr:r

c<¡n

(

;l¡lx r\, r¡lovitIir¡tlo).

cl punt,

de que

(

el mismo autobús.

Qucda clarr, pues, que ha sido la p,sibilidad de c,laborar lo quc ha pcrmiti_ unas buenas rclaciones cntrc' ros niños. sin cmbargo, observando detallaclamc¡rtc el relatode los expcrimentos de Sherif, se puede apreciar quc los niños se mucstran competitivos cntrc cllos incluso antes dc cualquier contack); es dccir, no hace falta que haya una incompatibiridad entre los grupos para la

d'cstablcccr

(

dc metas. Es precisamente este detalle una de las razones imporque llevó a toda una serie r-lc otros investigadores a profunclizar el tema para adivinar qué es el mínimo que hace falta efectivame,te para desarrollar

-c'onsccución tantes

un

conflictc¡ cntre grupos.

sociométricas.

I

4) Etapa de cooperación entre grupos: reducción del conflicto entre grupos [:sta etapa corresponde sól<¡ al último de los tres experimcntos hechos eti los campamc'ntos de verano. La idea de partida era comprobar si lo que hasta

entonces se tenía como válido para la reducción dcl conflicto, que había quc

proporcionar una "información correcta" a los grupos implicados, era acertatio o no.

iln r¡na primera fase de esta etapa, los experimentadc¡¡es.i-ntroducen una serie de situacioncs que iarplican contactos entre los grupos en situaciones consideradas como agradables. En lugar de reducir el conflicto, estas situaciones propician oc¿siones para insultarse y seguir enfrentados. En una segunda fase, los experimentadores procuran introducir metas supraordenadas con el

fin de reducir el conflicto. Por meta supraordenada, Sheriff entiende una meta que es inalcanzable por

un solo grupo en solitario. Va m᧠allá, por lo tanto, de la noción de meta común. Otra implicación de su definición es que la meta supraordenada reemplaza las otras metas que pudiera haber anteriormente.

De esta manera,_-los dos grupos de niños se tienen que enfrentar a una serie de problemas comunes cuya solución pasa necesariamente por la colaboración:

encontrar r¡n escape de egua en las cañeríasque iban del depósito al campamerr-

to, reunir bastante dinero para alquilar una película, e estirar una cuerda con el

fin de arrastrar el camión "estropeado" que lleva Ia comida

.

para todos. Comc:

consecucncia de estr:s episodios, la hostilidad baia gradualrnente y los miem-

3.2. La teoría de ta identidad social teoría, aplicada al caso de las relaciones intergrupales, intenta detenninar si es cierto que hace farta u.a incompatibilidad de metas entre grupos para

(

L,sta

dar origen a un conflic'to entre éstos. 1'aifel y sus colaboratlores diseñaron una - st'rie de expcrimentos donde ponían
realidad, la adscripción a uno u otro grupo es rearizada al azar por ros experimentadores, y ros cuadros que han contemptado en ras diapositivas también han sído atribuidos a uno u otro pintor ar azar. L,os niños sólo saben a qué categoría pertenecen ellos, ignoran la identidad de los otros miembros de las categorías. Durante el experimento, y eso es importante como contraste con lo que hemos visto del de Sherif, ros sujetos no interactúan entre sí. se trata, pues,

de

una situación de grupo mínimo. A partir de aquí, se aísla a cada suieto un rato breve y, con el pretexto de que se trata de un experimento de toma de decisiones, se pide a cada niñoque adiudique diversas cantidades de dinero a otros dos niños cn función de unás mairices que res proporcionan ros experimentadores.

( ( (

( (

( ( ( (

( ( ( (

I c.

liditor¡al (J(x:

,.c,

liltr()ducci(iil a la ¡rsicolol¡ia strial

414

Elemplo de matr¡z

mhmbro núm. 44

2)

19 l8

17 15 ll

ls

16 15 14 1l

ll

9

12 l1

7

5

3

I

l0

9

8

7

Kandin*y

con toda seguridad

Por favor, rellenad en los espacios de la parte inferior los números que corresponden a la casilla que tutÉis escogido:

Premio para el miembro núm. 74 del grupo Klee

21

Premio para el miembro-núm. 44 del grupo Kandinsky

17

estos experimentos y Otros derivados han originado mu-

chas más valoraciclnes y discusiones, pero en todo caso no es nuestro interés alargarnos en esta cuestión. l'an sólo cpnviene remarcar el aspecto más sopren«lente

Cantidad

:

()¡ritulo Vl. (;upos, nlovi¡l¡ielttos..-

un mccanism
del grupo

f6t

1.5

obtcnga una valoració¡r positiva. Y ar¡uí cs doncle sc cxplican los resultados del expcrimcnto: los.sujctos han buscado esta iderntidad social p
Estos números son Premios Para:

25

4

la mcdida en la que csta pertencncia c()ntribuyc, como también ya se ha dicho, al autocclnccpto tlcl individu{1, hace tatta que cl grupo al que un«r pertenece

Tabla 6.2

miembro núm. 74 del grupo Klee

[]dil()rial t,(X

dc los ¡esultad
que veíamos más arriba.

T.if.l (¡981), P. ]07

El suiet
4.

de pareias, de tal manera que unas veces tiene que repartir el dinero entre un

miembro cle su grupo y otro del Otto srupo, otras a dos miembros de su mismo Se les informa de Srupo yr finalmente,_otras a dos miembros del otro 8rupo.

Procesos colectivos e instituciones sociales

Así explicaba La vangutrdia el atentado contra el general Martínez campos en Barcelona en 1893.

que al final del experimento recibirán la cantidad que les hayan adiudicado sus compañeros.

con el fin de poder evaluar qué estrategia de reparto seguia el sujeto. Eran posibles las siguientes: máxima ganancia coniunta (es decir, escoger-el reparto que implicaba más dinero en valor absoluto), máxiLas matrices estaban diseñadas

"El ruido de las detonaciones y el espectáculo de la caída del general, después de los primeros segundos de estupor, produieron en la multitud et pánico consiguiente; hubo carreras, desmayos, atropellos; las puertas de las tiendas y de los baliones se cefraron con estfépito 1i todo el mundo pensó únicamente en ponerse fuera de peligro. El asombro y la confusión h¡zo que algunas personas rodaran por el suelo y se hicieran contusiones; también eran atropelladas por los otros que, pensando sólo en escaparse, pasaban por encima de los que se habían caído. Nadie se preocupaba de nada más que no fuera huir, y deiaban abandonados unos bastones ¡sombreros; algunas muieres también perdieron los parasoles y los sombreros en la huida, y después, en la calle de las corts, se recogieron algunas piezas de vestir e incluso una vaina de sable."

ma ganancia para los miembros del propio grupo (endogrupo), máxima diferen-

cia a favor det endogrupo incluso a costa de ganar menos el propio grupo, e imparcialidad. Hay dos resultados que indican la existencia de discriminación sin conflicto real apalente: por una parte, la fuerte incidencia que tuvo la estrategia de máxima diferencia en situaciones de repartir dinero entre niños de grupos diferentes; por la otra, el hecho de que, al tener que repartir entte dos

miembros del propio grupo, estaban más cerca de la máxima ganancia con¡unta que cuando repartían entre dos miembros del otro grupo (ex_ogrupo).

La reacción de la gente al oír las detonaciones parece comprensible: ¡carreras,

ha visto en el segundo capítulo, según la teoría

desmayos, atropellos, "¡sálvese quien puedal" que diríamos. una conducta pro-

Efectivamente, tal como ya (

(

se

de la identidad social, ésta deriva de la pertenencia a un 8rupo. Ahora bien, en

-

¡iia de una multitud, un gentío cuyas reacciones parecen imprevisibleq por ser

( ü tililorial l,OC

4l(,

lIt()dr¡((i()lr

¿ la ¡)sicol()8ia

s((i¡l

(c)

t:dilorial t l()(

4t7

(:al'itr¡kr Vl. ( ;r¡lx)!, r¡x)vütrient6...

( (

espontáneas y descstructuradas. Algunas tle las características c¡uc sc rnencior)an de las multitudcs st¡¡r:

a) Se autogeneran y no tienc¡r frclnteras naturalcs. b) Se ignoran las difcrencias existcntes entre sus mienrbros y dornina Se reduce

"l:n

al mínimo el espacio privado corrcsp()ndiente a cada uno dc krs

miembros de la multitud.

d) Sensación de anonimatt¡. e) Son inestables, no tienen ni

( (

la

igualdad en ellos.

c)

tlc sus rcprcscntantes, conducían a la socie«latl hacia el cornunismo, cl cual, no hay quc decirlo, cra para le Bon cquiparable al fin dc la civilización. l)ara hacerse una itlea de lo quc lc Bon está habla¡rdo cuanclo sc rcfiere a la multitud, aquí tcnemos la reproducción cle un fragmento de su obra:

pasado ni futu«r. No tiencn cstructura, obie-

tcrr,inadas circunstancias, y ta, sól«r en eilas, una agromcración de scres humanos poscc cafacteríst¡cas nucvas y muy diferentes de las de cada uno de los indivirluos quc la componen. La personalicrad consciente se esfuma, los sentimientos y las idcas dc todas las uni«lades se oricntan en una misma dirección. Se forma un alma colectiva, indudaL¡lemente transitoria, pero que presenta caractcrísticas muy dcfinidas."

1

de

I

(

tivos, planes de actuación (lleb<-rlloso, 1994).

G. le Bon (1895). I,sicología dc las masas

(p.26). Madrid: Morata, 19g6.

( Quiás cl hecho

de quc las

rnultitudcs presenten esta imagen de imprevisibili-

dad las habría hecho, como reto, suficientemente atracti'Éas para los científic«-rs sociales como ohietos de estudi<-r. Sin embargo, no hay que olvidar que el interés

por el comportamiento de las multitudes es contemporánco a la emergcncia de las masas en el plano

político y social, lo cual hace pensar que

impulso necesario para el surgimiento de lo que también

se ha

es eso lo que

dio el

llamado psicología

de las masas (Moscovici, 1985). Efectivamente, los primeros autores que llevan

a

cabo un estudio sistemático de los fenórnenos de masas pertenecen a las postrimerías del siglo xtx, un siglo tlue l.ra sido bastante intenso en cuanto al surgimien-

to de luchas y conflictos caracterizados por

acciones en las que las multitudes

están involucradas decisivamente. Por otra parte, el compromiso de estos m¡smos

autores con las clases acomodadas del momento es también sintomático.

Como Reicher (1987) ha remarcado, todo lleva al hecho de que los primeros estudios sobre la masa estuvieran marcados por dos sesgos: uno político -de manera que lo que se buscaba era desacreditar, criminalizar la masa- y otro de pers-

pectiva -por el hecho de que aquellos que hablaban de las multitudes nunca eran parte de ellas; siempre hablaban desde fuera. Un eiemplo claro de este tipo de sesgos nos lo groporciona Gustave le Bon. Su libro, Psychologie des foules, es probablemente uno de los libros más influyentes en la historia del pensamiento

grupal. Este autor, que está convencido de estar viviendo un periodo de "transición y anarquía", es un claro representante de las concepciones más retrógra-

como vcis, pues, una de

ras características fundamentales que le llon otorga la p
ractuar, dan lugar a características absolutamente nuevas que no son el produc_ to de una suma y el término medio de los elementos constitutivos. Eso es así, entre otras cosas, porque, según le Bon, en el alma colectiva se borra la indivi_ dualidad de los homtrres. En defirritiva, son las cualidades inconscientes lo que predomina en la masa, aquello que todos los hombres tienen en común, y es así que las ma-sas no acumulan la intelige.cia, sino la mediocridad:

(

(

I ( (

( "Por el mero hecho de formar parte de una masa, er hombre desciende diversos petdaños en la escala de la civilización. Aislado era quiás un individuo cultivado, en la masa es

un instintivo y, en consecuencia, un bárbaro [...] la masa

al individuo aislado."

es siempre

inferior

G. le Bon (1895). Psicología de las masas (p. 33). Madrid: Morata, 1986.

¿Cuáles son los procesos responsables de estas características propias de ra masa? Le Bon piensa que hay tres causas:

por una pafte, la anonimia, provocada por el sentimiento de potencia invencible que el individuo integrado en una masa adquiere por el solo hecho del número, y que facilita la desaparición del

das de la sociedad. Así, consideraba las masas como una fuerza puiante que

sentimiento de responsabilidad que normalmente retiene a los individuo§; por la otra, le Bon habla del contagio mental, que hace que en ra masa, todo senti-

emergÍa en medio de aquel caos y que, cada vez más organizadas y por medio

miento, todo acto,

se

convierta en contagioso hasta el punto de que el indivi-

( l¡¡l¡rlN(nn¡ ¿ l.l^t(()l('$ia !x

4t8

(

i¿l

(

duo sacrifica muy fácilnteutc su intctés alcolcctivo; finalntctltt, la tcrcera causa

(

apuntada es la sugcstibilidad, con lo quc equipara el cfceto de Ia masa sobrc krs individuos al dc un hipnotizador quc plovoca cl dcsvanecimientQ dc la pcrso-

nalidad consciente del hipnotizado, abolicndo su voluntad y su disrcrnimicnto. Al fin y al caho, lc llon acaba presentándonos a la mult¡tud com(, entc tminentemente patoló8ico, Prcñada dc rasSos negativos: irracional, vi(rlcnta, destruct¡va, etc. ¿lls ésta la única maflera en la que se reprcsentan cstos fenómcnos colectivos? obviamcntc, no. La p6icoloSía, en general, y la psicologia

xxial, en

particular, han etaborado diferentes explicaciones con la pretensión de ofreclr una concepción más esmerada que la de le Bon, aunque, muchas v(tes, están bastante influidas por

é1.

,1.1. Modelos para el estudio de los procesos colectivos

Básicamente hay tres modelos clásicos, que son bs que más incidencia han

tenido hasta hace muy poco y que desiSnaremos a partir del concepto explica-

,l

l9

{:at)rl(l('V, (¡rlx)r. r.vn,r¡c[lo\

2) Converg€nc¡a. l)esdc cstc punto

de vista, la hornogcnc¡dad dc las multi_ tudes no se cxpl¡ca a partir dc ningún proceso dc transmisión cntrc los que las conforman, sino que responrlc al hcch
quc converSclr en cllas pcrsonas quc (ompartcn alguna cafacterística común. Asi, la rcacc¡ón violenta de una multitud de roolú¡fls después de un partitlo clc fúthol no ocurre por cl efccto coltagioso dc la acción tle algunos dc ellos, sino quc rcspondc al hecho de quc son precisamente personas violentas las que convergen en situac¡ones como ésta. Este planteamiento no quiere decir que el con-

tagio y la convergencia sean, necesariamente, explicaciones excluyentes, dado quc es posible que los dos mecanismos opercn a la vez.

3) Norma emergente. Sobre este punto nos extenderemos un poco más porque, con respecb a las otras dos cxplicac¡ones, esta teoría resulta de entrada bas_ tante sorprcndente. |,fectivamente, en lugar de basar su argumentación en el hccho de quc la multitud es homogénea en la conducta, la teoría de la norma emcrgente ma[ticne que esta homogeneidad es sólo aparente y que responde a úna ilusión del observador. [,o que un observador esmerado puede comprobar es que dentro de la multitud se pueden distinguir diferentes tipos de conductas. Cuando, ¡ror elcmplo, leemos en cl periódico que una multitud lanza piedras a

tivo clave: contagio, convergencia y nofma emergente.

la fachada de la embaiada norteamericana, por citar un caso que acostumbraba

1) ContaSio. Este modelo se encuentra preferentemente entre los estudiosos principios de de siglo, todavía muy influidos por [a obra de le Bon. Por contagio

a ser frecuente años atrás, esto no se ha de interpretar como que todas y cada una de las personas que estaban presentes en el lugar estaban llevando a cabo esta acción. Ahora bien, el hecho de que esta acción sea sin duda la que más re_

salta de todas las que en aquellos momentos están ocurriendo [eva a cualquier observador a generalizar y atribuir a toda una multitud una acción que, de he-

hay que entender: "[...] la difusión del afccto o de la conducta de un participante de Ia multitud en otro; una persona sirve como estimulo para las acciones imitativas de otra.' MilSram y H. Toch (1969). Collective Behavior: Crowdt and Social Movement. En G. Lindzey y E. Aronso¡ (td.), The Hondbook of Social Pstrholonl (p 550). New York: S.

Random House.

La homogene'ldad de la conducta de la

multitud

sería consecuencia de este

mecanismo de contagio, el cual, poI otra parte, vendría facilitado por las condi-

cho, ha sido llevada a cabo sólo por algunos. Turner y Killian (1972), basándose en sus estudios con grupos pequeños, son los que formularon la teoría de la norma emergente. Dado que parten de la presuposición de que la homogeneidad de la multitud es sólo una ilusión, su esfuerzo se orienta a explicar a qué se debe este fenómeno. La respuesta que ofrecen es que en las diferentes situaciones de multitud se genera una norma de cuál es la conducta apropiada a partir de las acciones sobresalienteJ de ciertos

ciones de contacto estrecho que te dan en la muttitud. Algunos autores que se basan en el contagio como mecanismo explicativo sonTarde, McDouSall, Floyd

individuos.

Allport o Blumer.

deras acciones, y se convierte, por un efecto de presión grupal, en un poderoso

Esta norma sirve de referencia tanto pafa los implicados como para los observadores para explicar lo que pasa, sin atender a las que son las verda-

( l¡rrr ú,trr¡ {' J lJ t{r1,,¡ul'iJ s,. '¿l

420

42t

(lut

aquella in¡agen dc pr
tica, moral, mater¡al.

bastante más racional en la que los intcgrantes de la multitud actúan de la ma, nera quc lo haccn porquc perciben quc ésta es la mancra adecuada o apropiada a la situac¡(in. Más contemporánea es la elaborac¡ón de otra vcrsión, altcrnativa a las otras tres, que lleicher (1984, 1987) diseña a partir dc la t«¡ría de la identidad y dc la

categorizáción social dc'laifel y'Iurner.

[n función

de esto, la masa es conside-

rada como cualquie r otro Brupo social; es decir, func¡ona a partir de la adol,(.,rón

de una i(lentificación social común por partc de sus m¡embros. Según Reicher (1984), Ios flriembros de la multitud tienden a elaborar una identidad situacional apropiada a partir de la cualobticnen una guía para la acción. Por lo tanto, Ia

actuación de los miembros de la multitud funciona, c«rmo en el caso anterior,

a partir de normas que actúan como guias de conducta. Pero, no obstante, Rei-

( (

clemcnto rcsulador de la corlducta indivitlual. Asi, la conducta de nrasa pierdc está especialmentc prcscntc en la tcoría del contagio, y toma una dimcnsión

(¡l),tut. VI (;ú{(\, nk¡vrlNllo\

cl

$mrt¡m¡ento del trahaiador al capital

es la fuentc d0 toda

srrvitlunrhrr: poli_

(lue, fxrr qita razón, la emanc¡p¿ción económica de los trabaiadores es el grafi obie_ t¡vo alquc debe sc¡ subordinado t(xlo mov¡miento pol¡tico. Quc tqlos los csfuerzos quc se han hecho hasta aqui han fracasado ¡xrr falta rlr soli_ dar¡d¿d enke los obreros de las d¡vrrsas profesiones en carla país, y de una unión fra_ tcrnal entre los t¡abaiadores de diversas regiones. Que la cmancip¿cióo de k)5 trabaiadores no es un problema simphmente local o na, c¡onal, s¡no que, por cl contrario, intercsa a todas las naciones cjvilizadas, ya quc su soluc¡ón está nccrtsariamente subordinada ¿ su concurso teórico y p,¿.ticá. ' Quc el movimiento q!¡e sr llcva cah¡ entre los obreros de los paises más ind!¡str¡osos de Europa, alp..xurar cl nacilnientode n,JCvas csperan¡aa\ advierte solemnemcntc dc no rec¿er en ros vieios errorcs, y aconsei¿ comb¡naf todos esos e§fuerzos aun aislados.

(

I (

I ( 1

(

( (

Por astas razones:

cher (1984) marca tres diferencias lmportantes con respecto a la teoria dc la oor-

(

ma emergente: las normas, efectivamente, se obt¡en€n viendo cómo los otros

Los que ab¿io

hacen algo, pero para que esto quc hacen los otros se convicrta en normativo,

de s€pt¡embrc de 1864 en S¿int-Mart¡n,s Hall, en Lonrl¡es, han tomado todas las med¡das necesadas para fundar la Asociación lnternacionalde Trabaiadores.

(

Y con cste

(

hace falta que estos otros sean '/istc\s clar¿rnente como miembros del grupo, pues nc¡ es un proccso dc creación de normas, sino de inferencia, lo que explica que las normas surian inmediatarnente. Finalmente, las conductas que pueden ser vistas

como normativas t¡enen que caer dentro de un margen permisible en

términos de los atributos que definen la ¡de tidad

rrial

o, dichr.¡ de otra mane-

nacional.

firman, miembror del Conscio elcgido por

la ¿samblea celebrada el 26

espiritu han fedactado er reglamcnro Drovi§ion¿r de la Asocidcióñ rntrr,

( Preámbulo a los estatutos de la primera loternaaional. ,oci.artimo. Barcelona: fa¡a, 1977, pp.3G3l.

En J.

Droz

(l 966).

Historia det

ra, no cualquier norma puede surgir de una multitud detern¡inada. Dl papel que,

por lo tanto, juega Ia ideologÍa en la explicación de Reicher es determinante.

El

movimiento obrero

es

un caso ejemplar de Io que

se

entiende no¡malmen_

te por movimiento social:

4.2. Ios movimientos sociales

"Un movimiento social representa un esfuerzo realizado por un gtan número de personas con el fin de solucionar colectivamente un problema quJsienten que tieiren en común."

Co¡rsiderando: Toch Que la emancipación de los trabaiadores tieoe que s€¡ obra de ellos mismos, quc st¡§ esfueúos para conquistar su emancipacióo no debcn terid€r a coostituir nuevos priüle8ios, sino a estableccr para todos los mismos derechos y los mismos deberes.

(l%5, p. 5)

Efectivamente, el movimiento obrero reúne todas las características que t¡adicionalmente se han considerado relevantes para discernir entre lo que es y lo que

(

( (

I (

( 1

(

(

( (

(

rc,

t.:ditori¿¡ t,OC

Irrtrrxluccti¡r

422

a la ¡rsicologÍa srr

ial

no es un movimicnto social: por una parte, la existencia dc un grup

cont¡cer cuál es cl camino quc hay quc

segu¡r para solucionar su problcma, sicmpre por medio dc canales no institucio-

cierto quc hoy r:n día el movimiento obrcro sc ha institucir¡nalizad<¡ en gran medida, por 1o que hemos recogido este manifiesto dcl+sigk) pasado, nalizados.

Ds

cuando todavía no se puede dc hablar del movimicnto obrcro como institución. Otros tipos de movimientos sr¡ciales cn los que seguro quc debe estar pcnsando en estos momentos son, efectivamente, el movimiento feminista o el mo-

(.4¡ritrrlrr

VI

(;ltlx)J, rtroir¡iqtt()r..

dc la lucha dc cstos m.vimientr¡s s.ciales que, oponiénd<-rsc a r'que cn su rnomcnto cra socialmcntc cstablecido, pusieron las bases para carnbiar hacia una sociedad más justa. Dcsdc hace un,s años, sin embargo, podemos decir que ras visionqi probrematizantcs de los movimientos sociales han ido per«iienclo fuerza en el seno cie la teoría psic,social y han ido gananclo teneno enfoques quc eluden interpretar las difcrentes var¡antes del comportamiento colectivo en clave de conducta irra_

vimiento gay, por citar un par de kx

ción s
ra tcoría de la movilización de recursos. En er origen de csta teoría se encuentra un descontento por estos enfoques tradicionales que se inspiraban básicamente en la psic.rogía sot-iar de la conducta corectiva y que sc

colectiva

es la

creencia de que los movimientos sociales surgen sólo cuando los

grupos agraviados no pueden trabaiar por medio de los canales establecidos con el fin de comunicar nucvas reivindicaciones en el proceso político de la toma de

decisiones.

dida, impulsiva, sin rutinas institucionales, gente que se siente insegura y que busca en el movimiento colectivo una forma de pensamiento que por sí sola

no puede alcanzar. No es nada extraño, pues, que ciertos estudios sobre los movimientos sociales se hayan dedicado

a

averiguar las consecuencias negati-

vas que los movimientos tienen en la gente: sacrificio de Ia autonomía perso-

(

nal, homogeneización de la manera de pensar, percepción selectiva, etc.

(

evidente que la explicación la encontramos en el hecho de que se trata de un área especialmente ideológica de un campo ya de por sí muy ideológico, como es la ciencia sociál. En cualquier caso, sería muy poco ecuánime no reconocer

lliechman y l"ernández Buey hacen una síntesis muy entendedora de ro que

"El enfoque de moviriz.ación de recursos parte del anárisis de las organizaciones, no de los individuos. No se pregunta por qué ros individuos se suman a ros movimientos sociales, ni si su comportamiento es racional o irracionar, sino que más bien analiza la eficacia con la q.e los movimientos (o más exactamente las organizaciones de los movimientos) emprean los recursos de que disponeft(activistas, dinero, conoci¡nientos, etc.) para arcanzar sus obietivos. se da por sentado que ra insatisfacción

individual y los conflictos sociales existen en todas ras socieáades, y que por tanto los movimientos sociares no dependen de ra existencia de ese potencür, de la creación de organizaciones capaces de movilizarlo.,, J. Riechman y F. Fernández Buey (1994). Reda que dan tibertad

sino más bien

(pp. g-zal.Barcerona:

Paidós.

Es

el importante papel que los movimientos sociales tienen en el cambio social, ya que muchas de las condicionelde vida que hoy en día nos parecen obvias -incluso,'consustanciales

centraban cusi exclusivamente en las causas que los originaban, sin prestar aten_ ción al proceso por el que crecían, cambiaban y declinaLran.

sea

una imagen social no muy buena. Del misrno modo que ha pasatlo con las multitudes, ciertos sectores de la sociedad, y también, iusto es decirlo, ciertos científicos sociales, han asociado los movimientos sociales con gente confun-

e,

Iimpezaremos por

supone esta teoría:

por su posición contestataria,

porque no siguen los caminos i¡rstitucionalizados, lo cierto es que los movimientos sociales a menudo han tenido Sea

(

423

cional. De una manera muy breve, a continuación comentaremos los dos principales acercamient<¡s que, en la actualidad, dominan el panorama teórico en torno a los movimientos sociales.

más clásicos. Igual que pasaba en el caso del movimiento obrerr¡, se puede distinguir un grupo agraviado que se organiza de manera alternativa a la institucional con el fin de tratar de mejorar su posi-

(

q [:dit()rial (l(X

a la naturaleza humana no han recibido siempre

esta percepción por parte de la sociedad. En realidad, son básicamente el [ruto

Si, desde la lógica tradicionar, e[ agravio compartido parecía llevar casi automáticamente a la acción, para los teóricos de ra moyilización de recursos hace

falta un acercamiento más compleio. para demostrarlo, un análisis en ---- términos de la variedad de recursos que. los movimientos sociales tienen que movilizar con el fin de tener éxito, y también el contrapeso que implican las tácticas que utilizan las autoridades con el fin de controlar o

incorporar los movi-

mientos.

( r/ I:d¡torial LJ(X:

424

lIlf(xlucci(iil

a la l)si(()l(¡¡i¡a s()cial

Siguiendrr a MeCarty y Zald (1977), algunas de las cucstioncs quc habrÍa quc

tencr en cuenta s()n:

. .

de todo tipo: humanos, materialcs, etc. El mínimo dc «rrganización que hace falta para p<xlcr agrcgar estos rccur-

lo que implica la im¡xlrtancia que tiene estud¡ar las rlrganizaciones las que los movimientos sociales dan origen.

sos,

a

El papel que juega la implicación de individuos y organizacioncs externos a la

colectividad que conforma el movimiento social, en el éxito o fracaso

del movirniento.

.

425

Oa¡rilulo Vl. (;ul{,s, ¡¡lovi¡Iientos...

[.as posibles explicaciones de [a

actual s
implicación individual y grupal en térmi-

mcntc ligados a los sentimientos dc pt:rtenencia a grupos socialcs diferenciados. u¡ro dc l
tniento cs Alberto Meluci. Según este autor, la acción colectiva en forma de tuovinriento social pr
El cambi«r respecto de las concepciones tradicionales cstlastante evidente, y las repercusiones que tiene en la misma manera de contemplar aspectos que van

asociados a ciertos tipos de movimier.rto es también bastante destacablc. como

dice Lapeyronnie (1988), en el modelo clásico, la acción colectiva era vista com<¡ una manifestación de una disfunción del sistema. En el mr¡delo de la movilización de recursos, incluso una acción violenta puede ser concebida como una forma ncr-

mal, aunque no convencional, de acción ¡rclítica, dado que los individuos implicados están fuertemente integrados. A pesar de las evidentes insaüsfacciones que este modelo plantea con su e

concep

instrurnental cle los movimientos sociales, tenemos que

reconocerle un doble mérito: por una parte, ahorrarnos una presentación maniquea de los movimientos en términos de buenos y malos, una práctica en la que

han caído tan a menudo no pocos estudiosos de la cuestión; por la otra, posibilitarnos herramientas más adecuadas para cornprender movimientos sociales de tipos nuevos que atraviesan las fronteras convencionales de grupo agraüado, como

p)r

"Dl misnro movimiento por el que estos sisternas sociales distribuyen estos recursos para la individual,.z,aúón sirvc dc manera sinrultánea para fortalecer las formas de control y transferirlas a ese nivel básico en el que se dan forma el significado y la identidad individua[." A. Melucci (1998). La experiencia individual y los temas globalesen una sociedad planetaria. tn P. Ibar¡a y B. Tejerían (td.), tos mo,imientos sociales.Transformaciones políticas y cambio cultural (p. 371). Madrid: Trotta.

otro enfoqué teórico del que quiero hacer mención

es

el llamad o paradig-

( (

( (

sentido, los movimientos sociales actúan como fuerza que resiste las prcsiones sistémicas hacia la conformidad. Así, Melucci entiende los moüm¡entos sG

(

ciales como generadores de códigos culturales alternativos a los dominantes. y aquí la noción de identidad colectiva adquiere una relevancia apreciable.

(

L.n este

(

"Llamo identidad colectiva al proceso por el que se construye un sistema de acción. t¿ identidad colectiva es una definición intetactiva y compartida producida por un número de indiüduos (o grupos, en un nivel de compleiidad mayor) respecto de las on:entacíones de su acción y el camp de oportunidades y constreñimientás en los que esta acción tiene lugar."

(

A. Melucci (1996). chailenging c&s. coilective action in the information Cambridge: Cambridge ljniversi§.

(

eiemplo, el movirniento pacifista y/o ecologista. El

( (

nos de costes y de recompensas.

ción puramente racional

(

cc.nómicos

El prmeso por el quc los movimicntos sociales consi¡¡uen agrcgar rccursos

.

!, [ditori¿l t,(X:

age

(p.70).

(

ma de los nuevos movimientos sociales, que parte del supuesto de que las transfor-

maciones sufridas por las necesidades occidentales en los últimos años han tenido un efecto directo en la resignificación de los m«¡vimientos sociales. según esta aproximación, con la transición de la antigua sociedad industrial a la

En el fondo, lo que interesa a Melucci es er proceso por el que u'colectivo se convierte en un colectivo, cosa que a menudo no se cuestiona sino que es tomacia por un hecho fuera de duda.

(

(

( l,'rnrl¡&,ü,,

( (

¿ l¿

l,\n1,['8¡¿

y"iJl

4.3. I-as instituc¡o[es soc¡ales

p¿rticrlar,

las quiméricas

Habitualmente, sc rccon(xen dos acepLiones a la noci(in dc institucióru una

quc estaría vinculada principalmentc a la reflexión sociológ¡ca y otra quc slj acercaría más al uso que haccmos de clla cn el tenguaie ordinario y quc también es

propio de la psirrología. Empezamos por la primcra de las dos, la que es más propia de la sftiologia.

En este caso, tenemos que r.lecir quc los sociólogos

(

utilizan a menudo la n(x¡ón

de institución para referirse a aqucllos elementos constitutivos de la yrcicdad que presentan un grado estable dc organización. Las institucioncs son, en un

(

sentido sociológico amplio, "los principalcs sistemas organizados de relaciu0c! sociales en la sociedad" (Hané y Lamb, 1986). tl matrimonio, la iust¡cia, el mer-

I

cado, son algunos delos eiemplos que rápidamente se nos ocurren.

(

Dicho de otra manera, Ias instituciones son, eminentemente, aquellos conjuntos de reglas y convenciones que son socialmente aceptadas en un momento

(

determinado, una especie de pautas preestablecidas, socialmentc lcgitimadas, que sirven para regular las interacciones entre las personas. Ilste papcl normati-

vo, y también su continuidad en el tiempo, les confiere una imagen de entes que existen por encima y más allá de los individuos concretos. De hecho, como

(

( (

plantea la antrópóloga Mary Douglas, las instituciones t¡enen un papet especialmente relevante en el momento en el que estos individuos concretos tienen que

tomar decisiones que superan su capacidad de raciocinio individual; entonces, dice esta autora, son las instituciones las que indican qué es Io que hace falta hacer (Douglas, 1986).

(

Esta relación entre la institución y el individuo es, sin duda, polémica y es

obieto de diferentes controversias que refle¡an la tensión entre las explicaciones de la vida social centradas en el individuo y las que toman la colect¡vidad como eie

explicativo central.

En

el primer caso, pácticamente parecería que la noción

de institución es más una manera de hablar que otra cosa, vista la focalización

I

en el nivel individual a la hora de explicar los fenómenos sociales. Un eiemplo de etlo nos lo ofreie Jon Elster cuando dice: "He est¿do diciendo que las inst¡tucio_nes 'hacen' o lnl€ntan'esto o aquello pero en tér m¡nos estrictos esto es una ins€nsat¿ Solo 16 iMividuo6 pueden actuar e iotenta¡. Si pensamos en lnstitu€lor¡es como mandamientos y dvidamos que están comtr¡€Jtas por individuos con interes€s d¡vergentet podemos d€sodenta¡nos desesperad¿mente- En

(

J.

rn,,!nr"e¡rtu\

nft¡(,ncs de'la voluntad popúlar,, ,el intc.és nacioñal' y la

n¡fi.aciaxr s((ial'le dcbcn su cx¡stcncia

(

(;t'ilul' Vl rnrt¡ú

42i

,pla_

¿ csta cronfusión.,,

Uster ( t9U9). liar.a s y tornilbs. Lhu introducción {p. 153). B¿rcclon¿: (;cd¡5¿. 1990.

i

los coficelrtos básicos

de

las

ciek ias

)r¡r i..¡/r'\

Iln cl otro cxtremo encontramos a aqucllos autores, como Mead, que plantcan quc sin instituciones sociales no podria haber personas o personalidades ind¡vidualcs plenamentc maduras: "Dc cualquier modq s¡n inst¡tuc¡ones sociales de alguna clase, sin las actitudes y ¿ctividades sociales organiz¡das por medio de l¿s cuales se consfiluyen l¿s instituciánes sociales, no poda¡an existir personas o personalidades individuales plenamente maduras; porquc los individuos involucrados en el proceso vital s(rcial general, delcual l¿s ¡nstituciones s(x:iales ron manifcstaciones orga[izadas, püeden desarrollar y poseL,r personas o personalidades plcna¡nente maduras, solo en la medida en que ("da uno de ellos refleie o aprehenda en su expctiencia iodiv¡dua¡ esas actitudes y actiüdades sociales que las instituciones sociales corporizan o rep¡es€ntan.,, G. H. Mead (1982). fu/rítitu, p€rsona ),sodedad. Deete \oc¡al tp. 2791. B¿rcelon¿: Paidós.

et pu¡tto de

ústa del co dtctismo

En este sentido, sin embargo, hay que remarcar que Mead no está diciendo que las instituciones supongan una rnanera de subvertir Ia ind¡vidualidad, que quedaría anulada por el coniunto cxtraído de pautas fiias y específicas de ac_

ción que emanarian de las instituciones. Más bien, las instituciones propor_ cionarian pautas en un sentido muy amplio y deiarían mucho margen para la originalidad, la flexibilidad y la variedad de conductas. Yendo un poco miás allá, podríamos decir que, en definitiva, son las institucic nes las que permiten a Ia

teoÍa social entender la v¡da social como un todo y con_

ceptualizarla como una especie de compleia liturgia permanente. tás instituciones, en defin¡tiva, serían las responsables de mantener unida a la sociedad. y es

iusto

decir que si esto fuera así sería sin duda porque tendrían un componente que iría más allá de lo puramente normativo como hemos rcmarcado hasta ahora. B im-

portante destacar, también, que las instituciones prctenden satisfacer necesidades fundamentales. De hechq algunos autores prefieren remarcar esta dimensión (Munné, 1974), aunque eslá claro que el problema de un planteamiento de las instituciones como satisfactorias de necesidades sociales sur$fía en el momento de tener que delimitar cuáles se pueden comiderar necsidades y, todavía más, oáles de estas necesidades se pueden considerar fundamentales, El acuerdo aquí podría

( ,cr

¡ldilorial tJ(Xl

42tt

llrlr({hrcci(i[

¿ la l)sic( rk)gia vx ¡¿l

complicado [x)rque, a pcsar dc la aparente trasce¡rdcncia con la quc toda institución sc prcscnta socialm(:nte, cs evidentc quc csk) sc debc rnás a un

ser bastante

efecto del discurso que sc clabora cn torn() a ella que a su propia cscncia. Así pues, podcmos resumir esta visi(rn sockllógica dc las instituciones srrciales con una definición que engloba las difcrentes vertientcs que hcmos mcncir¡-

nado hasta ahora: "['odemos considerar que una institución cs una pauta normativa cspecificatta, cuya 'supervivencia exrtosa' está determinada por el arraigo que tenga cn la tradición del universo vital de una comunidad, por su imposición mediantc la movilización de 1ruder y el carisma, y por su adaptación a experiencias de aprendizaje, intcreses y cálculos de utilidad situacionalmente cambiantes.,, R. Miinch (1987). Teoría parsoniana actual: en busta de una nueva síntesis. En A. Giddens, J. Turner et al. I¿ teoría social ftoy (p lgl). Madrid: Alianza, 1990. I.a segunda acepción a la que nos referíamos más arriba tiene que ver con el

lenguaje cotidiano y, de hecho, también con el lenguaie más propi«l de la psicología. En este caso, utilizamos la palabra instituciónconel fin de designar cier-

ci l.:ditor¡al

tl()(l

129

(:apítuk) Vl. (;ulns, ¡r¡()vi¡Iieul()s...

( llarna ir¡.stifut iones totulcs y las tlefinc como cstablecimientos cerratlos al exterior y tlondc sc

únen, t¡ son rcunidos, durante un periodo de tiempcl considerable, per§onas que han dc hacer las actividades básicas de su vida en compañía de re

otr()s quc hacen las mismas cosas que ellos, a partir de un programa prefiiado, según objetivos determi.ados y bajo la tutcla «le un cuerpo de funcionarios.

(ioffman considera cinco tipos d¡ferentes de instituciones totalcs. tis importantc tcner presente que se trata de una obra del año 196r y que, con toda seguridad, el imaginario social que deja entrever resulta, a veces, un poco

tronado

para nuestra manera contemporánea de entender el mundq tal com<¡ se puede apreciar en algunas de las expresiones y calificaciones que

utiliza:

l) se

r al

lnstituci.nes que tienen como finaridad cuidar de personas que pareccn mismo tiemp, incapaces

e

inofensivas: hogares para ciegos, abuelos, huér-

fanos o indigentes.

2) Instituciones que tie.en como finaridatr cuidar de aquelras personas que no pueden cuidar de ellas mismas y que la sociedad las ve como una amenaza

to tipo de establecimientos donde se encuentran recluirlas un determinado

involuntaria potenciar: hospitares-para enfermos infecciosos, hospitales psi-

número de personas, a menudo al margen de su voluntad, con el fin
quiátricos y leproserías.

3) Instituciones que se han organizado con

er fin de proteger la comunidad de aquellos que volrr.tar¡amente suponen un peligro para ésta y cuya finalidad no prevé de manera inmediata er bienestar de los recrusos: prisiones,

presidios,

que hablamos: por un lado, el hecho de que, a merrudo, las personas que se encuentran recluidas lo están al margen de su voluntad; y, por el otro, el hecho que la decisión sobre cuáles son estas necesidades que tienen que ser atendidas

campos de trabajo y concentración.

no reside en las propias personas que reciben la atención, sino que a menudo

ffman, mansiones señoriales desde el punto de vista de los que viven en las dependencias como personal dc servicio.

son personas consideradas especialistas las que deciden que un niño necesita ser educado, que un preso hace falta que sea rehabilitado o que una persona diag-

nosticada con un trastorno mental requiere un tratamiento rJeterminado. En este caso, cuando hablamos de instituciones nos referimos a lugares como el hos-

pitai, la prisión, Ia'escuela o el manicomio. Goffman es probablemente el autor que ha analizado nrás en profuntlidacl en qué consiste la vida en uno derestos establecinrientos, concretamente, en aquellos que se caracterizan por alcanzar el grado máximo de absorción del tiempo y el interés de sus miembros. A este tipo de instituciones Goffman las

(

4) Instituciones que tienen como objetivo hacer de ra meior manera posible una tarea de carácter laboral: cuarteles, barcos, escuelas de internos o, dice Go-

5)

Para acabar, encontraríamos aquellas

instituciones que actúan como refugio del mundo y que, a menudo, también están involucradas en la formación de religiosos: abadías, monasterios, conventos, etc.

[o que hace Goffnran (196r)

es centrarse en el caso de las instituciones psiquiátricas; concretamente, su propósito, tal como declara en la introducción de su libro Intemados, consiste en averiguar cuál era ra situación del paciente

internado.

( ( (

,1.Jo

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coniunto de cosayos, cl autor altaliza la (,rganizaci(ill dc la cxpsrien, cia cotidia[a y la interacción cara a cara cntrc l(]s usuari() dc este tipo dc iISti tuc¡ones. Mcdiantc uo esmcrado trabaio etnográfi(:o, (;offman pucdc dcscribir En este

,lll

(,l'irulL, Vl (,ul¡ó r uvnrru,rtu:

blcmcntc no sabriamos dcfinir la strciedad sin cl con¡unto de normas y eonvcncioncs quc rcgulan la vida social, pero, igualmente, nos parccc imposiblc rxplicar nucstras socic{adcs m<xlcrnas sin hacer refcrencia a l(}i cstablecimirn-

el proceso por el quc las personas incorporan las normas i¡rstitucionales y también los efectos que tienen las instituciones sobre la actividad indiv¡dual, y las

tos inst¡tucionalcs. Ouando, por cicnlplo, se critica la prisión como institución

huellas que deian cn cl ordcn dc la interacción. Goffman, cn dcfin¡tiva, nos rx-

cuerda: "sí, muy bien, las prisionqs tarnbién crcan problemas, pero ¿<¡uc quiás sería ¡xrsible una sociedad s¡n prisiones? ¿No acabaría todo en un puro caos?".

plic:a cómo la

institución hace de mediadora en

las

relacioncs entre las personas

que forman pafte de ella. Además, Goffman anal¡za los efectos que produce cl hccho de que todos los aspectos de la vida de un individuo se desarrollen en un único lugar, siempre en

compañía de otros y a partir de secuencias programadas y obligatorias; concretamente nos ofrece una excclcnte caracterización de las consccuencias de todo eso en el mundo social de las prrsonas internas, pero tal como es experime¡rtado

gencradora dc delincucntcs, siemprc encontramos aquella vocecita que nos rc,

[]fe"(tivamcntc, podcmos decir <¡ue nuestra conceptualizac¡ón de la sociedad, la ima8en que la modernidad ha asentado, es que no es posible la vida en común sin reglas compartidas y s¡n establecimicntos que las transmitan y/o segreguen a aquelbs que, por alguna razón, no se aiustan a cllas. Efectivamente, la aportación de [oucault consiste en presentarnos una imagen de la sociedad moderna como

continuo tráfico de una institución a Ia otra y, por lo

subietivamente por los actores de este mundo id¡osincrático. Así es com(, nos muestra cómo la institución controla el tiempo del interno e invadc complcta-

tanto, como un continuo tráfico de un sistema disciplinario

mente su sentido de identidad, lo que origina lo que el autor denomina profanación del ie,f Desde el momento del ingreso en el establccimicnto, e[ interno es privado de las pos¡bilidades y de los obietos que determinan o soportan su

lar, una práctica

identidad; es decir, pierde individualidad y privacidad.

imaginar ta prisión como algo [nsible gracias a la generaliz¿ción de las tecnicas dis. ciplinarias, muy al contraúo, la conclusión es que podemos imaginar la prisión

ü

trabalo de este autor es una buena descripción de cómo los ¡nternos de las instituciones totales 5c ven obligados a aceptar sin ningún tipo de respiro las definicioncs de su identidad generadas por otror.

c

a

otro. Aquello que en

inicios era una medida circunstancial, un patrón accidental, una métrica singu-

puntual de

pitalei marítimos pasa

a ser

los eiércitos protestantes, las escuelas iesuitas o los hosuna fórmula general. Como Ewald (1990) ha señalado,

la principal conclusión que podemos extraer de Vi§lar y castigar no es que se pueda

como la institución que ofrece a la sociedad moderna su auténtica imagen. Así, pues,

En definitiva, su obra constituye una de las fuentes más importantes de las

que se ha alimentado la

sus

quiás

nadie me¡or quefuücault para obtener una guía de cómo

fundizar elestudio de una institución, una guía

a

pra

partir de qratro niveles de análisis:

tica a las instituciones; una crítica a la quc también

ha contribuido de manera ca+ital la obra de Michel Foucault. y su contribución

l) [¡

racionalidad o la ñnalidad de la institución.

Se

trata de delimitar sus

principalen la medida en la que este filósofo francés da un paso más allá que Goffman y define la sociedad entera en los términos que caracte-

obietivos, Ia razón formal por la que ha sido creada.

rizan a las instituciones de encierro o, como ét mismo ha dicho, de secuestro.

institución y otra, lo que la institución consigue. El eiemplo que pone Foucault ese[ de Ia prisión. Supuestamente, su finalidad es reformar al ind¡viduo, y lo que

la consideramos

Foucault (1976) no se limita a radiografiar con meticulosidad los quids del funcionamiento de los establecimientos institucionales, remarcando la importancia de los asiectos disciplinarios, sino que hace de la disciplina la caracterÍstica esencial de las sociedades modernas, a las que pasa a tildar de s ocie dade

s d i s cí p I i nari a s.

De hecho, Foucault nos muestra

cómo aquellasdos acepciones de las que hablaba al principio, de hecho, se complementan; una se remite a ta otra. proba-

2) Los efectos.

Ds

decir, una cosa es lo que se dice que es el obietivo de la

consigue, fundamentalmente, es intensificar los comportamientos delictivos.

3) [1 uso.

Es

decir, cuando una institución no cumpte su finalidad, hay que

ver cuál es el uso que se hace de ella. Foucault sigue con el eiempto de la prisión

y plantea el uso que tiene como mecanismo de eliminación.

4)

Las

conñSuracion6 6trategicas. Aquí, Foucault se refiere al proceso por el

que estos "usos

no previstG"

se

convierten en parte de una nueva racionalidad.

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Lditorial

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4.1).

llltr()ducciolt

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la [,si(()l()gia s()ciJl

Conclusiones

o lidit()rial tl()(

413

(ial)itulo Vl. Culns, Ilovi¡n¡cnlos...

lación que sc ha hecho con el concepto de atracción. En cuant«¡ a la toma

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decisioncs, hcmos hablado de dos fenómenos que intentan explicar los rcsultados incspcrados de algunos pro(csos dc decisión. Hernos hablado del pensamiento grupal, rcsponsable de decisiones de poco éxito y de la polarización, que

cxplir:a la extremización de ciertas decisiones. Finalmente, de la comunicación hcmos remarcado, sobre todo, la existencia de difcrentes tipos de redes y dc los efcctos que éstas pueden tener sobre el rendimiento grupal. En este capítulo habéis encr¡ntrado algunos rJe los aspectos más importantes

en cuanto al estudio de los grupos y los fenómenos colectivos. verá c¡ue, más que definir qué es un grupo, hemos presentado algunos de los criterios que tradicionalmente

ha pensado que se tienen que dar para poder hablar cle grupo. Hemos presentado, por eiemplo, cuatro criterios básicos, como: c.omportir un se

il

destino común, la existencia tle algun tipo tle estructtffa, que hayn interucción cttro cora y que das o más personos se consitleren miembrus cle ella.listos criterios rcpre-

sentan, según diferentes grupos de autores, condiciones suficientes ¡lara po
porque se trata de la temática que más literatura ha generado y que cLrnstituye ci rru¡lgo fundamental de l«l que se conoce como dinámica tle grupo. Así, henr«¡s hablado del estatus y de los roles, como características básicas que configuran la estructura grupal. N<¡s hemos ocupado extensamente del fenómeno del lideraz-

.

go, que podemos considerar como uno de los más importantes en la vida gru pal,se han podido ver tres formas diferentes de explicar el liderazgo: el lideráigo

como rasgo personal, es decir, como una característica propia de ciertas personas, una concepción que se resume con la frase "el líder nace, no se hace,,; el liderazgo como estilo de conducta, es decir, el líder no es más que alguien que tiene ciertas conductas relacionadas con la dirección del grupo y qrre, fundamentalmente, pueden orientarse hacia la tarea o hacia las personas; el liderazgo

corno tunción de la iituación,

decir, cada situación determinarja requiere un tipo de líder adecuado a aquella situación; en definitiva, no existe el líder ni el estilo de liderazgo ideal..' D es

Más adelante, nos hemos ocupado rle la cohesión, de la toma de decisiones y de lrls procesos de comunicación. De la cohesión hemos remarcado Ia asimi-

Ill tercer apartado del capítulo, lo hemos dedicado a los procesos intergrupalcs. Se ha visto que la teoría realista del conflicto y la teoría de la identidad social ofrecían versiones diferentes sobre lo que hace falta para que dos grupos entren en conflicto: la existencia de inc«rmpatibilidad de metas, en un caso, y la mera categorización, en el otro. Los procesos colectivos han ocupado el último apartado del capítulo. La mul-

titud,

los movimientos sociales y las instituciones sociales han sido presentados

c()mo tres niveles diferentes de fenómenos colectivos que van de lo más efímero y desorganizado a lo más estable y estructurado.

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Closario

acción/investigación l'Modalidad

de la producción de conocimientos en psicología so_ cial que pretende supcral la xparación entre investigación básica, por un lido, y aplicación de los cotlocimientos, por el otro. [,os conocimientos científicos se elaboran partir a de la intervención práctica del psicólogo social en la resolución de los problemas sociales concretos. [,a dicotomía entre teoría y práctica queda, así, parcialmente difuminada.

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44.1

agencia fCapacidad de las personas de actuar, intervenir o influenciar sobre objetos so-

l, 95-105.

ciales, si entendemos por obietos sociales cualquier elemento simbólico con significado. La noción de agencia a menudo se opone a la de estructura, para rechazar una noción de persona como determinada y condicionada por factores sociales, y entender cómo las personas pueden influenciar también las estructuras sociales.

atribución fCada

una de las explicaciones cotidianas sobre las causas «le la conducta de las otras personas y la propia.

categorización social fconiunto

de procesos psicológicos que llevan a o¡denar el en_ torno en términos dó categorías -grupos de pertenencia, de obietos y de acontecimientoF, en tanto que sean considerados equivalentes para la acción, las intenciones o las

act¡tudes de un individuo.

cohesión f Resultante de todas las fuerzas que actúan sobre los miembros para que permanezcan en el grupo.

comportamiento agreslvo sar daño (físico o

i'

m Acción (o no acción) realizada con la intención de caupsicológico) a otra persona, que realmente lo causa y, además, viola al-

guna norma social.

.

't ir

comportamlento altrulsta

m

conducta que tiene como objetivo favorecer

a

otra per-

sona a cambio de nada y que, aunque disponga de otras alternativas de acción, opta por

ofrecer ayuda.

comunlcación persuasiva fcomunicación que presenta y defiende una posición con argumentos y que busca el convencimiento de los interlocutores.

,

conformldad f El hecho

de que una persona cambie sus acciones como resultado de la presión de otra persona o de un gupo, que ya puede ser a causa del miedo al rechazo por parte del grupo, por el deseo de sentirse miembro del grupo o por creer que grupo el

tiene

razón. ,i

{

s

I

( o Lditorial Lt(xl

444

IItlr()dr¡cc¡(i¡t a l¡ l,sicol()gia so(ial

l'lcsis segírn la cual la.reari«rad sur¡rc trc ras :;H[:r"fiHÍ;A;:""9o activitratres Pot kls se¡cs ltttmatlos v cambia, pu, r,, trn?u,lu.riu.uu ,ri..,r, prácticas. t.a rcalitlad n-s cxislctrcia obicti'a e inacptndie nt; il il;r,,;':;;ll que resurra o" nr.r,rrr'lll:T"'.li "" pt()plas actuacion(,s e intcrcamhios '

!O

[dilor¡al (l(Xi

445

(;losario

ealTgfitcnment rr Propiedad quc tiene el conocimiento elaborado por las cicncias st» ciales dc modificar los objetos quc han dado lugar a este conocimiento.

{

{ (

etln lt,s 1¡1,.,rr-

constructo teórico ¡¡l Variable intermedia¡ia o partir de conductas obse¡vables.

observada

directamente.

convención lirgüística nen carácrer ¿. ,,ic.,láua,

Es

decir, no

estatus rn l)restigio que ticne un miembrr¡ cle un grupo. cuanto más apreciatto o atlmihipotética quc se inficrc

r

r. ,.rltt"ttura ere a ninguna

a

entida«l que pueda ser

q* '¡"" esias

tra lengua, esta alte¡natlLlo:-:n y, por lo tanto, de .n,..lllrL1lt

difusión de responsabl|Sl

,.p*;il"í:H:1ilJffiil:jl,,lil,llill

iJ

in nu.,,,u rengua resurta dc hechos consenso cultural' Pero una rez. ,r.:ir,,t. en nuesa condicionar nuestra manera ¿e hablar d.j lo, .ur^

"

"ri"*ii".'

{":.a

ñft;,egar

!j'.:il'.",

i'.:,".lJ l

a «Iesaparecer.

Cada uno los comportamientos

o.r'onu, ur..tua^

:i::ffi?,Hs.de

i.

la propia

;:fi :,:;ii,:;:;il,:::; f:!;i,"üü:il";.1fi::H i;i;#"I;rnpoperiudicar

iut.go,á

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todo un auaniJo.ol actos ae significación y co[TXiil?IlH:t'.'"T.',,Íi?"i¿¡""'o nJ o,or''o', ¿. ," ,,üi"'."".,.to, sino

"

disonancia cognltiva

de matestar que experimenta la pérsona al darse cuenta de que mantiene oos cogniciones contradictorias.

dramaturgia f

lf.:::::

Tiene qu: u:I con la idea básica de que las personas representan difecon ,TijT.rljiiij:;t::,:1.f,..ión t un "modelo organizado dt ra que están insertadas. La prcnoe de la posición 0...u o*rminada que ocupa la persona dentro,l. un .or,¡rritn interac-

cional,,.

r.;;;;;ciaren

.

tt,d;;;;;;;;r;;

*

dualidad estructurar

;;;;;;;;,;J;;iffiHT.Í:rT:::[::Jr. *-

a

explicación biologicista flCreencia scgún

la cual el coniunto de características de personalidad desarrolladas por cada uno de nosotros proviene, por un lado, de las disposiciones innatas marcadas por la biología y, por el otro, de loiaprendizajes que hacemos a partir de las experiencias y situaciones en [as que nos encontramos de manera cotidiana, aunque éstas también tienen su límite en la biología (la herencia y la fisiología).

experiencia fenomenológica del yo l.lixperient:ia subjetiva que tcnernos tlel yo

p«rr

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medio de la concienr:ia. La experiencia dei yo, por otra parte, estlestrechamente asocia_ da a la conciencia de agencia -de pensar que conlo pcrsona particular tcrrgo el poder de producir efectos en mí y en los otros.

(

gencalogía /Lstudio de las prácticas sociales que han intervenido en la progresiva configuración de un objeto social.

(

gestión de impresiones f cada una de las estrategias de presentación del yo que las personas utiliz.an con el fin de generar e inciilir sobre las impresiones que los oiros se fur-

(

(

man de ellas.

I

grüpo

(

¡1 Dos o más personas que interactúan entre sí, cofrrparten rrn conjunto ce objetivos y normas comunes que dirigen sus actividades, y desarrollan un conjunto de rotes y una red de relaciones afectivas.

grupo de referencia m Grupo al que el individuo

se vincula personalmente como miembro actual, o al que aspira a vincularse psicológicamente; o iicho en otros términos, aquél con el que se identifica o desea identificarse.

hipótesis del mundo iusto f Hipótesis que afirma que la gente t¡ene un sistema

creencias basado en la sentencia de que cada

historicidad fPropiedad

(

( (

de

uno tiene lo que se mefece.

de aquellos objetos cuyas caracteristicas resultan de un procehistérico que las ha configurado. Estos obietos no resultan de la simple sucesión temporal de acontecimientos, sino que están marcados también por la significación de estos acontec¡mientos y por las condiciones culturales que los produjeron. Atribui, la característica de la historicidad a un obieto implica que su configuración actual no presenta un caácter de estricta necesidad, ya que la concatenación de acontecimientos que lo han formado no lo tenía. so

fconcepción segfln la cuar el ma¡co sociar es simultáneamente estructurante y estructurado. Las inst¡tucitine;r*"; demos desarrouar en e,as a ra vez que

(

(

una categoría grupal, las cuales provocan los preiuicios y los justifican.

que se produce cuando, ante una situaci«in de emergencia en [a que es necesaria tu int.ru.,r.iá,i,'re.diluye .r ,.nti,ni.nt,l hilidad e'tre ros prcsentes ,.rpunroen la situación,

discriminación I

un individuo.

estereotipo ,x Coniunto de c¡eencias generalizadas que están socialmente asociaclas l.Cada uno de los asoe,

ill[],.1ff:::::f;.'"'de

gidas a tas

rado es por cl resto de componentcs dcl grupo, podemos decir que más átto estatus tiene

( ( (

(

( d

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(r lrdilorirl t t()(l

.14(r

hrtfrxh¡(ciól

d la l,si(( )l()Eia su'ial

ideología f Manera dc vcr y tlar sentido al munclo

relac¡onada con las p()sicionc:i que una persona puede ocupar con rcspecto a diversos grupos de rcferencia. lis un conccpto, por lo tanto, ligado a las relacioncs intergrupales y a las des¡guatdatlcs de podcr cntre los grupos. Ésta permite un cierto grado tle etaboracián por parte de la pcrsona. Asi pues, st ale¡a de [a noción de idcología como falsa conciencia, y de la noc.i(rn «lc ¡rcrsona que cstá completamente detcrminada por la cstructura social.

influcncia interpersonal f

Modificación del curso rle tas acck¡ncs dc una pcrsona

provocada por la interacción con otras personas o grupos.

innovación l cambio cn las normas sociales vigentes secuencia de la influencia de una minoría.

O Ftrlilorial U(rc

447

Clos¿rio

norma de responsabilidad social l Norma que prcscribc quc tencnros el dcbcr de ofrecer ayuda a quien lo neccsita, cn caso dc estar en condiciones dc haccrlo. norma social fExpectativa que ticnen

[as pcrsonas sobre las acciones adecuadas

cn una

situación concreta.

normalización f'Pr«rceso de creación de las normas que regulan la conducta, la percepci(ln, el pensamiento o los descos dc las personas en una situación dada. obediencia f lijecución de las órdenes dadas por una autoridad.

en una situación datla com<-¡ con-

institución

I conjunto de pautas y normas estructuradas en torno a algo que se consi_ dera una necesidad social.

pensamiento grupal nr Coniunto de situaciones en

las que el estilo de liderazgo, la cohesión grupal y la crisis combinados llevan a la strpresión del disentimiento en el grupo.

percepción f Proceso activo de investigación y de interpretación de la información de nuestro entomo que está mediatizado por el significado scrcial que esta información posee.

interacción simbólica I condición

de posibilidad de ta emergencia del sell. Éste no preexiste en las interatciones sociales, sino que surge o emerge en el transcurso de éstas, las'cuales están mediatizadas por el lenguaie. [,os otros, por lo tanto, tienen un papel importante en la c<¡nstrucción del yo.

polarización f Fenómeno que

mayoría f coniunto de

práctica de suieción y control fCada una de las prácticas

personas que se comportan según las normas y los valores dominantes en una sociedad o en un grupo.

minoría fconiunto a los

de personas que se comportan según normas y valores alternativos dominantes en una sociedad o cn un grupo.

cons¡ste en la extremización de los iuicios en tlirección a la norma de las opiniones iniciales de los miembros del grupo como consect¡encia de la discusión grupal. sociales que constituyen a la persona de manera que la suietan a determinadas relaciones de poder, y reducen sus posibilidades de ser y actuar ioartar su libertad y aumentar las posibilidades de su control por parte de grupos dominantes.

modeLado m ltoceso de aprendizaie de nuevos patrones compoÍtamentales por medio de

preiuicio nr Actitud, generalmente negativa, hacia determinadas personas, que está originada por el hecho de la pertenencia de éstas a determinadas categorías sociales y no por las caracteristicas o actuaciones individuales de [as personas en cuestión.

movimiento soclal

reactancia f Malestar que experimenta una persona ante la amenaza de pérdida de li-

la información que nos ofrecen otras personas que actúan como modelos para el observador. m

conjunto

opiniones y creenc¡as en una población que representa preferencias para cambiar algunos elementos de la estructura social y/o la distribución de recompensas de una sociedad. de

na*ativa

de sí mtsmo fEs por medio de las palabras que colocernos, y que hemos aprendido, que con el lengrraie podemos representarnos a nosotros misnos" Ei lenguaie, que es de naturaleze simbólic4 nos lleva a actuar y reaccionar delante de las cosas no ta'nto poi aquello que éstas son sino según cómo nosotros nos las representamo con tas palabras que utiliza_ mos. Actuamos dependiendo de la imagen que nos narramos sobre el sí mismo.

norma de reclprocidad fNorma qut prescribe que

se coresponda tal como se ha sido tratado; en caso de haber sido víctima de una agresión, responde. con la venganza, y si se ha sido receptor de ayuda, devolver el favor de manera equitativa.

bertad que la lleva a adoptar una posición contraria a la amenaza jndependientemente de cuál habúa sido la elección de la persona en ausencia de la amenaza.

representaciiin social fManera compartida de comprensión

del mundo, originada en

el curso de nuestras comunicaciones interindividuales, a la vez que las condiciona. Las representaciones confiSuran el sentido común, y su función principal es la de permitir una interpretación de la sociedad.

rol m Coniunto de expectativas que los miembros del grupo comparten, relativas a la conducta de una persona que ocupa una posición determinaü en el grupo. stgnlñcado compartido ,n Constituye la condición de posibilidad de la propia vida social y de la existencia de colectividades sociales. Se trata del fondo común de maneras

@,Ediroíal UOC

.l.ltJ

Ilrt«xlurrióI

a la psicokr¡¡ia

scial

de entender la realidad que posibilita la c«municackin cntre las personas pcrtenccientes a una mlsma sociedad y que, por lo tanto, pucden real¡z¿r actuaciones con¡untas.

socl¡llzeclón f Proceso mediante

el cual la persona aclquicrc significados compartidos por su grupo social y sc constituye, así, como micmbro, reconocido como tal, de una colectividad social determinada.

soct¿dad burocrátlca /'swiedad que pres€nta una división del trabaio rígida, en la que las personas se s¡enten más responsables del funcionamiento de la rutina programada que de sus consecuencias.

tcorfu dtl lnterc¡mblo socl¡l

/"Teoría que postula que tas prrsonas nos relacionamos sobre la basb de un cálculo de tos cóste ybeneficios que representa una interacción.

unlforuld¡d

fResultado del hecho dé que las personas de un grupo comp_arten creencias, perctpcione§ y comportamientor como efecto del segutmiento de las normas sociales.

valorer

m pl Qqpnr:ias o afirrnaciones del mundo estructuradas de manera compleja y relativamerite durtldera oue inrpllcan una ¡nsiciin ética. Mientras que dcde una perspectiva más tradicional, los valores han srdo vistoc como individuales, dede perspectivaj mái sociales son considerados como compartidos por un grupo o sociedad y tigados al cambio social.

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