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Pedagogía Marxista Bienvenidos al espacio en el cual los estudiantes de la Licenciatura en Psicopedagogía de la UPAV, muestran parte de su pensamiento, ideas, reflexiones en torno al campo de la Psicopedagogía. Pedagogía Marxista

Hablar del tema del marxismo siempre es un tema que invita a la interpretación, a la crítica y principalmente a la discusión y al debate todo esto con miras a entender los distintos sistemas políticos e ideológicos que maneja el marxismo y están aplicados a la educación.

El marxismo, como cuerpo de teorías o guía para la acción como dijera Lenin, nació en medio de lucha y se desarrolló producto de esas luchas que terminaron por plantear que el marxismo puede constituirse en una alternativa de solución a los males que afecta a la sociedad y específicamente a la educación, como caso particular.

El marxismo descansa sobre tres pilares fundamentales; La filosofía alemana, la economía política inglesa y el Socialismo francés. Sobre estos cimientos descansa el cuerpo de teorías que su vez redunda en una mejor opción tanto a nivel intelectual como aporte a la realidad económica y social de nuestro país.

La aplicación de los criterios marxistas al campo educativo resultan siendo de singular importancia para el desarrollo de la educación en general y de la aplicación de nuevos enfoques. Espero que el presente trabajo pueda servir a sus lectores a tomar conciencia de la situación política y social de nuestro país.

Marx y la pedagogía: Cuatro notas sobre la pedagogía marxista y su crítica al reformismo pedagógico escolar Jaume Carbonell Cuadernos de Pedagogía (1)

Resumen La orientación de esta ponencia es, fundamentalmente, historiográfica. Se trata de señalar, de valorar, muy sintéticamente, la significación de algunas de las cuestiones pedagógicas más relevantes que se van sucediendo en la obra de Marx y Engels: instrucción y trabajo, educación politécnica y activa, gestión de la enseñanza, cultura formal y cultura <>…

La segunda parte se centra en la incidencia y el desarrollo de la pedagogía marxista en los primeros años de la revolución soviética de octubre: desde las posicionas más rupturistas de los anarco-comunistas hasta las tesis oficiales del partido bolchevique y de su dirigene Lenin, y las propuestas de aproximación entre el ideario marxista y los postulados de la pedagogía activa formuladas por Krupskai. Y de modo especial las aportaciones de los dos pedagogos soviéticos más representativos de los años veinte: Blonsky y Makarenko. Y siempre, como telón de fondo, el debate en torno a la Escuela única del trabajo y la forma más adecuada de materializar la combinación instrucción-producción.

En la última parte se pretende ofrecer un retrato, necesariamente esquemático, de algunas de las críticas más extendidas en el pensamiento marxista y en el seno del movimiento comunista, de alrededor de los años 20, de los reformismos pedagógico y escolar y de sendas ilusiones más peculiares: el enfoque didactista como estrategia para aproximar trabajo intelectual y trabajo manual y el mito de la escuela neutra y obligatoria como mecanismo superador de las desigualdades sociales. Marx no dedicó ninguno de sus escritos (libro, capítulo, ni tan sólo artículo) a analizar el papel de la escuela y de la educación. Sus ideas sobre educación se expresan de forma ocasional, dispersa y fragmentaria y sirven siempre para completar o reforzar la crítica de las relaciones sociales u otras cuestiones que solamente tienen una relación secundaria con la educación.

A pesar de todo, sin embargo, las referencias explícitas a la pedagogía se suceden en una línea de continuidad y coherencia, a lo largo de su obra: desde el manifiesto comunista de 1848 hasta la redacción del programa del Partido Obrero Unitario Alemán (1875). Aunque para él no fue un tema de reflexión preferente, como lo fue la filosofía, la economía y la política, mostró al menos bastante interés, tal y como veremos más adelante, para que fuera tenido en cuenta en las discusiones programáticas y congresuales del movimiento obrero y comunista. Por otra parte, sus biógrafos, nos han dejado testimonio de su gran amor paternal y hacia la infancia y de que éste era un tema que le preocupaba.

Cuando hablaba de la educación, no precisa en ningún momento el modelo educativo ni como se organizará la escuela en la futura sociedad socialista. La ausencia de concreciones y detalles es absoluta. Todo queda en intuiciones, en formulaciones teóricas o en orientaciones muy genéricas. Y esto, naturalmente, nos obliga a ser extraordinariamente prudentes al interpretar sus postulados pedagógicos.

La lectura de Marx pedagogo se decantado con demasiada frecuencia hacia una interpretación mimética y dogmática que casa, casi sin lagunas ni contradicciones, lo que dice Marx con lo que dicen las pedagogías marxianas posteriores, en la U.R.S.S. y en toda Europa O, contrariamente, ha

existido una posición que ha negado la aportación específica y original de Marx en el campo educativo, aduciendo que el filósofo alemán se limitó a recoger y ordenar diferentes aportaciones de la tradición liberal-democrática, del pensamiento anarquista y de los socialistas utópicos.

Marx: La escuela y la pedagogía

Marx no parte de un modelo de hombre abstracto, del hombre ficticio, situado fuera del espacio y del tiempo, sino del hombre concreto, tal y como vive en la sociedad de su época, condicionada por la gran industria. Sus tendencias educativas son, por lo tanto, el reflejo de las formas creativas materiales y no el reflejo de las ideas creativas que se quieren realizar en el niño.

De aquí deriva la crítica que hace a la escuela en tanto que institución anacrónica y escasamente relacionada con la realidad. A una escuela –dice Marx– que tiende a alejarse de la producción y de la sociedad y a vivir en el séptimo cielo de sus tradiciones fosilizadas. En sus escritos de Juventus menudean las críticas a la escuela tradicional y también a la escuela nueva y a la pedagogía naturista basada en la idealización de la autonomía de cada individualidad. Polemiza contra Stirner porque para éste el <<descubrimiento de uno mismo>> se reduce siempre a una situación de conciencia y no le interesa la modificación física y social que se realiza en los individuos y que, al mismo tiempo, –continúa Marx– produce también una modificación en la conciencia.

La educación por el trabajo

La educación por el trabajo es uno de los aspectos educativos prioritarios por la relación directa que tiene en la configuración de una forma específica de división del trabajo y en la transformación de un modo de producción.

Ya en el año 1848, en le Manifiesto, habla Marx de la abolición del trabajo de los niños en las fábricas en las condiciones de sobreexplotación que se producían y de un régimen de educación combinado con la producción material. Principio que expresa claramente y con más contundencia en <<El Capital>>.

<>.

Y en <> del comité provisional de Londres en el 1er. Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores en Ginebra (1866) se propone que cada niño, a partir de los nueve años, tiene que convertirse en un obrero productivo y cada adulto, según la ley general de la naturaleza, tiene que trabajar tanto con el cerebro como con las manos.

Las fuentes de la pedagogía marxista, en lo que se refiere a la educación por el trabajo, hay que buscarlas en la tradición del socialismo utópico de Cabet que, en su viaje imaginario a Itaca (recordando en el Manifiesto), se plantea una idea general de todas las artes y oficios como paso previo hacia cualquier tipo de formación especializada o profesional. También en las propuestas de Saint Simon y en los <> de Furier a los que echa en cara, no obstante, el hecho de que en sus formulaciones no se cuestione la propiedad privada ni la división del trabajo. Y, sobre todo, en el pensamiento de Owen. Los ensayos educativos de este autor, llevados a cabo en las cooperativas agrícolas-industriales, ponen de manifiesto la combinación, para todos los niños de cierta edad, del trabajo productivo, para todos los niños a partir de cierta edad, del trabajo productivo con la enseñanza <<no solamente –afirma Marx con énfasis– como método para intensificar la producción social sino también como el único método que permite producir hombres plenamente desarrollados>>.

Par Marx, la educación por el trabajo, crea las condiciones para avanzar hacia una ciencia operativa y humana, y no meramente especulativa, que permite la capacidad de apropiación y dominio de la naturaleza. No se trata, por otra parte, de un trabajo destinado a adquirir una habilidad parcial de tipo artesano, sino de un trabajo coordinado al máximo con la tecnología de la fábrica, es decir, de la forma más modernizada de la producción. Esta educación de la producción en todos y cada uno de sus aspectos y modalidades, al tiempo que socializa al individuo a través del trabajo colectivo y abre la posibilidad de una educación polivalente, no unilateral. Este trabajo, que se plantea, así como la superación del obrero parcial, cerrado y condenado a una reducida especialidad, debe introducirse en todos los niveles educativos de acuerdo con las posibilidades madurativas de cada edad.

La concepción del trabajo manual en la perspectiva marxista se plantea, a diferencia del movimiento reformista de la Escuela Nueva, no como un artilugio pedagógico o una estrategia didáctica, sino como la condición básica de una educación integral.

El distanciamiento en relación a la Escuela Nueva es claro y radical en este punto. Algunas de las críticas más frecuentes a este movimiento se refieren al hecho de que el trabajo manual se utilice como fuente de placer lúdico y no como necesidad social; al activismo pedagógico desvinculado del contexto socio-económico-cultural conceto; al uso que se le da como distracción más o menos entretenida, y a la idealización del campo y de la naturaleza <>, en contra-posición a la marginación que se hace de la ciudad y de la industria como medio educativo.

Simplificando un poco, podríamos decir que la Escuela Nueva recurre al pasado, a la nostalgia del primitivismo natural para educar al niño en libertad. La Pedagogía marxista, en cambio, en los avances científicos y tecnológicos de la industria moderna para facilitar la educación integral del niño. Sobre esta dicotomía que sugiere apasionantes reflexiones deberemos, naturalmente, detenernos en otra ocasión más detalladamente.

Educación Politécnica

La necesidad de articular instrucción y producción, trabajo intelectual y trabajo manual, pensamiento y acción, teoría y práctica, filosofía y técnica, se justifica a partir del máximo desarrollo y cultivo de la capacidad del individuo con el fin de obtener una educación integral o polivalente. Ello supone, necesariamente, la superación de la dicotomía existente entre la enseñanza clásica-intelectual, que tiende a formar alumnos para trabajos de abstracción, dirección y creación y la enseñanza técnico-profesional, orientada hacia la simple ejecución de actividades manuales y operativas muy específicas.

En los <<Escritos de Juventud>>, Marx plantea ya los efectos negativos y perniciosos de la actividad unilateral producida por la propiedad privada y la división del trabajo, en contraposición a los efectos y positivos y benefactores derivados de la actividad omnilaterla que genera la propiedad colectiva y la abolición de la división social del trabajo. Reincide de nuevo en el tema de la omnilateralidad del individuo en <<Miseria de la Filosofía>>, donde sitúa el destino de consumos espirituales y materiales, de los cuales el trabajador está excluido a consecuencia de la división del trabajo.

En el borrador del <<Manifiesto Comunista>> (1847), al referirse a la nueva sociedad comunista, habla del tipo de hombre que ésta precisa: no hombres subordinados sólo a un único ramo de la producción, que hayan desarrollado únicamente una de sus aptitudes, sino hombres nuevos, que ejerciten sus aptitudes en todos los sentidos.

<>.

En el <<Manifiesto Comunista>> reincide en la crítica de la alineación que produce la división del trabajo manual/intelectual y la degradación del hombre sometido a una máquina, a una particularísima habilidad y a la imposibilidad de pasar de una ocupación a otra más moderna.

En el programa de enseñanza se diseña, no obstante, con mucho más precisión en las <> del Comité Provisional de Londres en el 1er. Congreso de la A.I.T. en Ginebra (1866) y comprende: Primero: enseñanza intelectual. Segundo: Educación física, tal y como se imparte en las escuelas de gimnasia, y mediante ejercicios militares. Tercero: adiestramiento tecnológico, que transmita las bases científicas generales de todos los procesos de producción y que, al propio tiempo, introduzca al niño y al adolescente en el uso práctico y en la capacidad de manipular los instrumentos elementales de todos los oficios. En cierta manera la propuesta formulada por Marx tiene relación con la tradición de Bakuim, cuando habla de la educación integral entendida como la enseñanza científico-teórica combinada con la enseñanza industrial-práctica; de Kropotkin, que sostiene que todos han de trabajar en absoluta igualdad tanto con las manos como con la inteligencia; de Eliseo Reclus; de Carlos Malato, de León Tolstou; de Juan Grave,… que insisten en la necesidad de la educación politécnica que se imparte en las fábricas-escuelas en las cuales se recibe una educación tanto teórica como práctica.

La escuela obligatoria y gratuita

Marx conocía de cerca la escuela y, en más de una ocasión, denunció las deplorables condiciones materiales (aulas sobrecargadas de alumnos, falta de recurso de toda clase,…) y conocía, aún mucho mejor, la sobreexplotación infantil en las fábricas, y la actitud de los patrones que subordinan la asistencia escolar a las necesidades comerciales de la fábrica incumpliendo así las 150 horas al año que legalmente se dedicaban a la escolaridad. Los cursos nocturnos y dominicales para la instrucción de los niños –dice Marx– son una falacia: los chicos llegan agotados y no son, de ninguna manera, capaces para dar la necesaria instrucción.

Marx observaba en la posición de la burguesía una actitud contradictoria. Por un lado, dice, ésta boicotea la instrucción popular. <>. (<<El Capital>>, 1847).

Pero al mismo tiempo, ve en el burguesía un planteamiento liberal-republicano que reivindica el carácter universal y laico de la instrucción. Marx asume esta demanda y en el <<Manifiesto

comunista>> indica que una de las medidas inmediatas a tomar después de la toma del poder revolucionario ha de ser también <
Control del a escuela

Los modelos de descentralización escolar inglés y americano influyeron en Marx al reerirse al carácter estatal de la escuela. La enseñanza, pretende decir, es bueno que sea estatal en lo que se refiere a la fijación de unas leyes generales y de los aspectos de financiación (para evitar los localismos); el resto de las competencias deben correr a cargo de los municipios que establecerán unos mecanismos de representación democrática (habla de los Consejos Escolares para la gestión y el control de la enseñanza).

Marx había valorado muy positivamente la experiencia de la Comuna de París; fue como un pequeño espejo de cómo podría organizarse la escuela: la enseñanza gratuita para todos, eliminación de toda injerencia de la Iglesia y el Estado, creación de consejos populares… En la crítica al <> (1875), lo dice claramente: <<Sería preciso excluir al gobierno y a la iglesia de cualquier influencia sobre la escuela>>. El filósofo alemán continuará insistiendo en otros escritos sobre la separación Estado/Iglesia y sobre todo la conveniencia de que el congreso de la A.I.T. se pronuncie al respecto.

Marx, propone un modelo de escuela muy enraizado a cada comunidad, controlado por los organismos base y sin ningún tipo de dogmatismo ni propaganda. La discusión en el seno de la A.I.T. (1869) es suficiente reveladora al respecto:

<>.

La escuela tiene que construir una enseñanza rigurosa de nociones y técnicas, es decir, el conocimiento científico objetivable de lo que necesita el hombre en lo que Marx denomina el reino de la necesidad.

El tiempo libre, la vida cotidiana, tiene que favorecer el cultivo de las opciones ideológicas y vocaciones individuales, las actividades desinteresadas (no productivas inmediatamente), las

actividades culturales extraescolares, todo aquello que le coloca –dice Marx– en el reino de la libertad.

Habrá que hacer algunas reflexiones, al referirnos a la vigencia actual del marxismo, de la intuición de Marx al señalar la gran importancia educativa que concedía a la vida cotidiana como fuente de libres opciones y relaciones entre los hombres y el papel de aprendizaje específicamente científico. Más adelante veremos, no obstante, como dentro del propio marxismo se califica de ilusoria la concepción de neutralidad ideológicas de la escuela.

En lo que respecta a la relación pedagógica Marx crítica tanto el autoritarismo arbitrario y represivo de la escuela tradicional como el espontaneísmo rousseauniano que abandona al chico a la coerción casual del ambiente, que le conduce a los instintos y al folklorismo. Su propuesta, que después será desarrollada en la práctica por Makarenko y teóricamente por Gramsci, apunta hacía una coerción racional asumida por la colectividad y una <> en consonancia con las exigencias de la producción social y del mundo contemporáneo industrial.

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