Características del lenguaje científico En el contexto de comunicación del hecho científico en una disciplina concreta no solo se aprende un vocabulario científico, también una técnica que permite construir su discurso. El aprendizaje de esta forma de comunicar no suele estar en ninguna asignatura. Este documento pretende ayudar al estudiante aportando, de forma sucinta, alguna información básica al respecto. Características principales del lenguaje científico Es importante entender que el lenguaje científico trabaja con "objetos". El discurso se construye desde el mismo experimento. La investigación es la que habla no el autor. Esto conlleva una serie de formalidades que debemos tener en cuenta y que, una vez conocidas, son fáciles de identificar tanto en nuestro trabajo como en el trabajo de los demás. Siguiendo a Galán y Montero (2002), las características que se le atribuyen al lenguaje científico son: 1. Internacionalidad o universalidad. Trae como consecuencia escaso rechazo a la traducción y a los extranjerismos. La importancia de los glosarios. Relevancia del inglés como la lengua científica reconocida en la disciplina. 2. Univocidad o monosemia. Esta característica intenta excluir toda ambigüedad en los significados. 3. Precisión. Se refleja en una escasez de sinónimos, de términos polisémicos o de valores connotativos. Los términos (el glosario o vocabulario) que se utilizan cumplen la función de sustituir una definición específica. Un ejemplo de ello se puede ver en el trabajo de Kleinginna y Kleinginna (1981) relativo a la emoción en el que identificaron, hasta esa fecha, 92 definiciones distintas. Es por ello importante que en los informes se contextualice, en la introducción y su apartado teórico, con la mayor precisión posible, el marco teórico desde el que se ha trabajado. 4. Objetividad y neutralidad. En la comunicación científica, la autoría queda en un plano inferior ya que lo importante es el descubrimiento científico en sí mismo, los resultados del experimento, las conclusiones de la revisión teórica, etc. Se escribe con un objetivo muy preciso: Comunicar el registro y la demostración de unos hechos. Esto trae consigo un estilo discursivo concreto, marcado, en general, por: a. Oraciones enunciativas en modo indicativo, (por ejemplo, “Esta clasificación, realizada en un contexto de laboratorio, propone la existencia de dos tipos de…” en vez de “Esta clasificación, realizada en un contexto de laboratorio, propondría la existencia de dos tipos de…”). b. No es aconsejable la voz pasiva, utilizar en lo posible la pasiva refleja, y oraciones impersonales, es decir, oraciones sin agente, (por ejemplo, “se
ha replicado la clasificación…” en vez de “la clasificación ha sido replicada…; “se obtuvieron tres factores” en vez de “obtuvimos tres factores” o “fueron obtenidos tres factores”. c. Construcciones nominales, (por ejemplo, “se han valorado dos criterios: la presencia de factores y la significación de las soluciones factoriales”). d. Densidad léxica, (por ejemplo, “el establecimiento preciso de la tasa de prevalencia o de la presencia de diferentes variantes de este trastorno…” o “una limitación del instrumento, diseñado con un enfoque categorial, es que no permite evaluar la gravedad y frecuencia…”). e. Empleo del artículo con valor generalizador (por ejemplo, “la unidad de entrada acepta la información codificada que proviene de los operadores humanos” o “la evaluación objetiva resulta imprescindible en los informes”). La nominalización, la transformación de verbos en sustantivos es habitual (por ejemplo, la "observación" en vez de “se ha observado”; la "medición" en lugar de “se ha medido”). Permite, por un lado, condensar mucha información en espacio reducido y, por otro, favorecer que se conciban procesos (verbos), cualidades (adjetivos) o circunstancias (adverbios) como "objetos". En el lenguaje científico las teorías se construyen con un armazón de términos que condensan, en nominaciones, su significado de acción o calificación.
Reglas para ser considerado lenguaje científico Las siguientes pautas para la redacción de un artículo en psicología (Sternberg, 1996) pueden utilizarse como una lista de verificación del trabajo científico en cualquier disciplina donde se desarrolle el conocimiento científico. La redacción debe interesar, informar y persuadir al lector. Escribir pensando en el lector. Escribir con claridad. Eliminar redundancia innecesaria. Hay que ser cuidadosos con este aspecto ya que a veces, a uno le resulta muy difícil, incluso al releer el trabajo, identificar la redundancia. Evitar digresiones, es decir, rompiendo el hilo de lo que se está diciendo hacer referencia a cosas que no tienen conexión con lo que se está tratando. No explicar demasiado. Evitar la sobrevaloración. Evitar los calificativos innecesarios. Utilizar la palabra precisa. Optar por frases sencillas. Optar por las palabras o expresiones más sencillas. Por ejemplo, sustituir “a juzgar por todos los indicios” por “todo indica” o “carecemos de datos suficientes para juzgar” por “no sabemos”. Utilizar palabras y ejemplos concretos. Escribir en voz activa o en pasiva refleja. Por ejemplo, se prefiere esta forma “Simpson (2001) diseño el experimento” en vez de “el experimento fue diseñado por Simpson (2001)”, o “los participantes se sentaron en …” en vez de “los participantes fueron sentados en…”. Optar por las construcciones afirmativas en lugar de las negativas. Evitar las construcciones colgantes.
Por ejemplo, si en el Método se dice que “los participantes fueron informados por sujetos cómplices cuando hubieron acabado la tarea…” no queda claro si “cuando hubieron acabado la tarea” se refiere a los cómplices o a los participantes. Evitar las construcciones impersonales sin un referente claro. No omitir el sujeto cuando el sujeto anterior es diferente. Por ejemplo, se prefiere “el participante pudo marcharse al acabar la tarea” en vez de “cuando la tarea acabó, pudo marcharse” Utilizar frases resumen. Utilizar frases de transición.
Tener en cuenta también lo siguiente: Utilizar términos técnicos. Ser tan verbalmente explícito y universal como sea posible. Evitar la personificación y el empleo de atributos o cualidades específicamente humanas. Evitar el lenguaje metafórico y figurativo. Evitar referirse a la ficción y a la fantasía. Utilizar formas causales de explicación y evitar declaraciones narrativas y dramáticas. Ser serio y digno en todas las expresiones y eventos históricos.