Final de ética Titular de cátedra Varela Luis Enrique 2018
El fin de la vida humana Todos los seres humanos buscan la felicidad. Sin embargo, muchos la buscan por medios equivocados o bajo una confusión de lo que es la felicidad; por ejemplo, pensando que pueden encontrar la felicidad en el mundo material, obteniendo dinero, éxito o admiración. La filosofía, y recientemente la ciencia, coinciden en que la felicidad viene fundamentalmente de una vida llena de significado, de conexiones profundas con uno mismo y con las demás personas y de una vida espiritualmente plena. Es por ello que se ha rescatado el término griego eudaimonía, el cual nos remite a la importancia de armonizar la vida con el significado más profundo, o aquello que los griegos creían que venía del alma o del espíritu y que nos vinculaba con el cosmos. La palabra eudaimonia está compuesta de eu (bueno) y daimon, el término de donde viene nuestra palabra "demonio" pero que para los griegos significaba algo más parecido a espíritu o ángel. Este concepto fue importante para la ética de Aristóteles, quien lo ligó al más alto bien del ser humano y a cosas como la virtud (arete) y la sabiduría en su aspecto práctico (phronesis). Podemos empezar a jugar con una definición de la eudaimonía como el arte de vivir de manera virtuosa, buscando la sabiduría, para desarrollar el potencial humano. El bien estar implica la necesidad en una serie de formas de vida inevitablemente solidarias o inevitablemente cohesionadas, de proyectar comportamientos que configurasen los distintos niveles sustentadores del funcionamiento colectivo 1 Aristóteles acepta de la multitud de opiniones de los seres humanos que el fin de la vida humana es la eudamonia, pero no una felicidad relacionada con la 1
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`prosperidad exterior, insiste en que la eudamonia es una especie de actividad y no una especie de placer aunque el placer le acompañe naturalmente, «esa vida plena de la eudamonia es el resultado constante de un cierto aprendizaje (máthésis) o ejercicio (Askésis) con vista a una cierta excelencia o perfección (areté) (…)el hombre verdaderamente superior tiene que buscar su felicidad»2 Todo lo que el hombre hace tiende hacia un bien «Se especifica como bien político, porque si es importante buscar el bien del individuo mucho más grande es y perfecto es alcanzar el bien de la ciudad» Ese bien al que todos aspiran es la eudamonia, la felicidad, vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz Pero solo decir que la clave de la buena vida del hombre es la felicidad, no nos lleva muy lejos, entonces debemos saber ¿Qué clase de vida es la eudamonia? Aristóteles recoge tres géneros de vida:
El mayor número tiende al placer; pero este es el fin de los esclavos y las bestias
Los mejores apuntan al honor; este es el objeto de la vida política
Y la vida contemplativa, la cual Aristóteles mostrará que es ella constituye el fin más elevado de la vida humana
Es decir con palabras más específicas: «una vida que se centra en el goce y provecho del instante, una vida política y una vida teórica (o contemplativa), parece que es la tercera forma de vida la que mejor llena a la actividad humana»3 El bien para el hombre es el bien más amplio, cuya contemplación debe ayudarnos en nuestra vida diaria, el bien para el hombre debe presentar dos caracteres, debe ser final, elegido por sí mismo y debe ser suficiente en sí mismo,
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es decir algo que por sí mismo hace la vida digna de ser elegida. Y « se puede elegir de dos modos: unos por sí mismos y los otros por estos» 4 Sencillamente, llamamos perfecto a lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa, dice Aristóteles «Tal parece ser, sobre todo la felicidad pues la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los honores, el placer, la inteligencia y toda virtud, los deseamos en verdad por sí mismos, pero también a causa de la felicidad »5 Alejándonos un poco de la noción de bien, para volver con la Felicidad, nos preguntamos ¿Qué es la felicidad? Para responder que es, Aristóteles, busca que genero de vida
es el que puede dar al hombre más satisfacción pero para
responder esta cuestión juzga necesario inquirir cual es la función característica del hombre, y responde a la cuestión considerando que es la cosa que solo el hombre puede hacer6 ¿Cuál será esta función? Y clasifica el vivir de diferentes maneras: «El vivir, en efecto, parece también común a las plantas, y aquí buscamos lo propio. Debemos dejar pues, de lado, la vida de nutrición y crecimiento. Seguiría después la sensitiva, pero también esta es común al caballo, al buey y a todos los animales»7 y agrega, entonces resta «cierta actividad propia del ente que tiene razón» entonces la razón propia del hombre es una actividad del alma según la razón, pero aquel por una parte obedece a la razón y por otra la posee y piensa, y esta función es propia del hombre bueno, como tocar la citara es propia del buen citarista, añadiéndose a la buena vida la virtud. «(…)Decimos que la función del hombre es una cierta vida, y esta es una actividad del alma y unas acciones razonables, y la del hombre buenas estas mismas cosas de bien y hermosamente, y cada uno se realiza bien según su propia virtud
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E.N 1096b 15 E.N 1097b Ross. Aristoteles. Pp 229 E.N 1098 a
y si esto es así, resulta que la actividad del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud»8 Pero entonces ¿Que es la virtud en el hombre? La virtud en este caso es la fuente de donde fluye la buena actividad, el placer es su acompañamiento natural y la prosperidad su condición previa y normal, siendo el bien estar del hombre una actividad en concordancia con la virtud, teniendo esta una parte que es la parte que nos permite lograr un plan o argumentar, esta es la razón, y la otra parte la que obedece el plan. Su naturaleza es la facultad de desear, la cual, en el hombre que tiene dominio de sí mismo, se somete a la regla de la vida que él se impone pero que el hombre incontinente la desobedece. Esta actividad es la distintiva del ser humano, es decir, una vida acompañada de virtud; la virtud reemplaza en la descripción a la razón, elemento distintivo de la esencia del hombre (el alma es en Aristóteles la esencia o forma del ser humano). Esta referencia deja abierto el campo a precisiones sobre cuál razón y cuál virtud es la que acompaña a la actividad perfecta del hombre. Brevemente, la incontinencia consiste esencialmente en actuar bajo el dominio de la pasión, sabiendo que lo que se hace es malo, y la continencia consiste en la situación en la que un hombre, sabiendo que sus apetitos son malos, pero los resiste para obedecer “la regla”9 Volviendo a las virtudes, hay dos clases de virtudes, las virtudes del intelecto y las del carácter, eligiendo el término medio, y no el exceso ni el defecto. Con términos más apropiados, todo esto nos lleva «a dividir esas excelencias humanas que llamamos areté, en éticas y dianoéticas. Unas tienen que ver con nuestra manera de obrar, de estar en el mundo y estar en la sociedad y otras con nuestra manera de entender y de reflexionar» 10
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E.N 1098 a 15 Ross. Aristóteles 263 10 E.N. introducción. Edit. Gredos pp 61 9
La virtud intelectual en su definición hace alusión a la virtud moral, siendo esta, la virtud moral la que tenderá a un término medio a la vez, en el sentimiento y en la acción, y de aquí que puede ser definida “como una disposición a elegir” consiste esencialmente en un término medio relativo a nosotros y determinado por una regla, esto es por la regla mediante la cual un hombre con sabiduría practica determinará, también dice Aristóteles «la virtud del hombre será también del modo de ser por el cual el hombre se hace bueno y por el cual realiza bien su función propia»11
por lo pronto llama término medio al «que dista lo mismo de ambos
extremos, y éste es uno y el mismo para todos, y en relación con nosotros, al que ni excede ni se queda corto y este no es ni uno ni el mismo para todos» 12 La virtud moral es una disposición para elegir, y la elección es un deseo deliberado, es decir implica el deseo de un fin y la razón que descubre los medios propios del fin. El hombre en tanto considerado el autor de una acción, es una unión de deseo y de razón, ya que la verdad es el objeto común de dos elementos razonables. Me parece que la principal consideración sobre este tema del bien propio del hombre es que su incidencia efectiva en la vida, según Aristóteles, no es para nada el resultado de un proceso natural, sino de elección (una elección de vida), ejercicio y educación. El canon de lo bueno y lo malo es por tanto ese mismo hombre educado, virtuoso y bueno, o dicho de otro modo, el prudente (phronimos). Aristóteles reconoce expresamente que hay personas que no organizan su vida hacia un fin unificado, así no sea el correcto, o que tienen distinta percepción. Según los momentos o el estado de ánimo, sobre lo que es la felicidad
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Desde este punto de vista, la orientación hacia un fin unificado de la vida es un resultado de la elección de cada uno, no un hecho natural.
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E.N. Pp. 1106 a 20 E.N. Pp 1016 a 30 13 E.N. 1,4. I095a 23-26. 12
Volviendo a las virtudes intelectuales, que nombramos anteriormente, entendemos que si queremos saber lo que es la felicidad «es preciso considerar la naturaleza de las virtudes intelectuales así como las de las virtudes morales y buscar cual virtud, entre estas dos clases es la mejor de todas»14 considerando que hemos definido al hombre virtuoso como aquel que actúa de acuerdo a la “regla recta” y que la felicidad ha sido definida como una actividad del alma conforme a la virtud o, si hay más de una virtud, es la conforme a la mejor y la más perfecta. Las virtudes dianoéticas o intelectuales (propias de la diánoia, del pensamiento, de las funciones intelectivas del alma, la razón teórica y la razón práctica), fruto de la educación, características de la parte más elevada del alma, el alma racional. Aristóteles distingue, dentro del alma racional, entre una racionalidad epistémica o teórica (que conoce las cosas necesarias e inmutables) y una racionalidad práctica (que conoce las cosas contingentes y variables), sustrayendo lo práctico-moral del dominio de la teoría. Esto supone distinguir, además, en el ámbito de la racionalidad práctica entre la “racionalidad de la producción”, propia de la técnica, y la “racionalidad de la acción”, característica del saber moral. Partiendo de la idea que la facultad del hombre de poseer el intelecto es el que le permitirá alcanzar el bien, la felicidad, pues el intelecto el que nos orienta hacia el medio para realizar los actos virtuosos. En el libro VI de la Ética Nicomáquea, al que pertenece el fragmento que estamos comentando, las virtudes intelectuales o dianoéticas, es decir, las disposiciones por las que el alma puede disponer de la verdad (tanto práctica como teórica): «arte o técnica (téchne), ciencia (epistéme), sabiduría moral o prudencia (phrónesis) que es una especie de saber politico, intelección (nôus) y sabiduría
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(sophía)»15. Se desarrollan con la educación, por lo que exigen experiencia reflexiva y tiempo. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que hace el hombre. La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. En conclusión, podríamos decir que la contemplación es el principal ingrediente de la felicidad, pues la felicidad debe ser una actividad de acuerdo con la virtud de la mejor parte de nosotros mismos, es decir de la razón, la actividad que constituye la razón es teorética, es la mejor actividad de la que somos capaces y que hay en nosotros. La vida de la virtud moral y la sabiduría práctica, de la virtud intelectual, relacionándose como lo hace con los sentimientos que derivan de nuestra naturaleza corporal, (sensación, razón y deseo) es la vida de todo el conjunto de este ser compuesto que es el hombre, y de una felicidad que se puede llamar felicidad humana
Bibliografias
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Aristóteles. Ética Nicomáquea. Editorial Gredos, españa1989
Enrico Berti. Las razones de Aristóteles
W.D Ross. Aristóteles. Editorial Charcas, Bs.As.
E.N. introducción. Gredos pp 64