Contribución De Una Intervención Sistémica Tesis De Grado.pdf

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Contribución de una Intervención Sistémica en la Construcción de la Identidad Profesional

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Contribución de una Intervención Sistémica en la Construcción de la Identidad

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Profesional

ANEXO 2 CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES (Licencia de uso) Bogotá, D.C., Febrero 23 de 2012

Señores Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J. Pontificia Universidad Javeriana Cuidad Los suscritos: ERIKA MARCELA VILORIA PINILLA

, con C.C. No , con C.C. No , con C.C. No

52.424.649 Bta

En mi (nuestra) calidad de autor (es) exclusivo (s) de la obra titulada: DILEMAS DE LOS PSICÓLOGOS/TERAPEUTAS SISTÉMICOS EN FORMACIÓN Y LA CONTRIBUCIÓN DE UNA INTERVENCIÓN SISTÉMICA DE APOYO EN LA CONSTRUCCIÓN DE SU IDENTIDAD (por favor señale con una “x” las opciones que apliquen) Tesis doctoral Trabajo de grado x Premio o distinción: Si No x cual: presentado y aprobado en el año 2012 , por medio del presente escrito autorizo (autorizamos) a la Pontificia Universidad Javeriana para que, en desarrollo de la presente licencia de uso parcial, pueda ejercer sobre mi (nuestra) obra las atribuciones que se indican a continuación, teniendo en cuenta que en cualquier caso, la finalidad perseguida será facilitar, difundir y promover el aprendizaje, la enseñanza y la investigación. En consecuencia, las atribuciones de usos temporales y parciales que por virtud de la presente licencia se autorizan a la Pontificia Universidad Javeriana, a los usuarios de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J., así como a los usuarios de las redes, bases de datos y demás sitios web con los que la Universidad tenga perfeccionado un convenio, son: AUTORIZO (AUTORIZAMOS) SI NO La conservación de los ejemplares necesarios en la sala de tesis y X trabajos de grado de la Biblioteca. La consulta física o electrónica según corresponda X La reproducción por cualquier formato conocido o por conocer X La comunicación pública por cualquier procedimiento o medio físico o X electrónico, así como su puesta a disposición en Internet La inclusión en bases de datos y en sitios web sean éstos onerosos o gratuitos, existiendo con ellos previo convenio perfeccionado con la Pontificia Universidad Javeriana para efectos de satisfacer los fines X previstos. En este evento, tales sitios y sus usuarios tendrán las mismas facultades que las aquí concedidas con las mismas limitaciones y condiciones La inclusión en la Biblioteca Digital PUJ (Sólo para la totalidad de las X

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Profesional AUTORIZO (AUTORIZAMOS) SI NO Tesis Doctorales y de Maestría y para aquellos trabajos de grado que hayan sido laureados o tengan mención de honor.) De acuerdo con la naturaleza del uso concedido, la presente licencia parcial se otorga a título gratuito por el máximo tiempo legal colombiano, con el propósito de que en dicho lapso mi (nuestra) obra sea explotada en las condiciones aquí estipuladas y para los fines indicados, respetando siempre la titularidad de los derechos patrimoniales y morales correspondientes, de acuerdo con los usos honrados, de manera proporcional y justificada a la finalidad perseguida, sin ánimo de lucro ni de comercialización. De manera complementaria, garantizo (garantizamos) en mi (nuestra) calidad de estudiante (s) y por ende autor (es) exclusivo (s), que la Tesis o Trabajo de Grado en cuestión, es producto de mi (nuestra) plena autoría, de mi (nuestro) esfuerzo personal intelectual, como consecuencia de mi (nuestra) creación original particular y, por tanto, soy (somos) el (los) único (s) titular (es) de la misma. Además, aseguro (aseguramos) que no contiene citas, ni transcripciones de otras obras protegidas, por fuera de los límites autorizados por la ley, según los usos honrados, y en proporción a los fines previstos; ni tampoco contempla declaraciones difamatorias contra terceros; respetando el derecho a la imagen, intimidad, buen nombre y demás derechos constitucionales. Adicionalmente, manifiesto (manifestamos) que no se incluyeron expresiones contrarias al orden público ni a las buenas costumbres. En consecuencia, la responsabilidad directa en la elaboración, presentación, investigación y, en general, contenidos de la Tesis o Trabajo de Grado es de mí (nuestro) competencia exclusiva, eximiendo de toda responsabilidad a la Pontifica Universidad Javeriana por tales aspectos. Sin perjuicio de los usos y atribuciones otorgadas en virtud de este documento, continuaré (continuaremos) conservando los correspondientes derechos patrimoniales sin modificación o restricción alguna, puesto que de acuerdo con la legislación colombiana aplicable, el presente es un acuerdo jurídico que en ningún caso conlleva la enajenación de los derechos patrimoniales derivados del régimen del Derecho de Autor. De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. En consecuencia, la Pontificia Universidad Javeriana está en la obligación de RESPETARLOS Y HACERLOS RESPETAR, para lo cual tomará las medidas correspondientes para garantizar su observancia. NOTA: Información Confidencial: Esta Tesis o Trabajo de Grado contiene información privilegiada, estratégica, secreta, confidencial y demás similar, o hace parte de una investigación que se adelanta y cuyos resultados finales no se han publicado. Si No X En caso afirmativo expresamente indicaré (indicaremos), en carta adjunta, tal situación con el fin de que se mantenga la restricción de acceso.

NOMBRE COMPLETO ERIKA MARCELA VILORIA PINILLA

No. del documento de FIRMA identidad 52.424.649 Btá

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Profesional FACULTAD: PSICOLOGIA PROGRAMA ACADÉMICO: MAESTRIA EN PSICOLOGIA CLINICA CON ENFASIS EN SISTÉMICO

ANEXO 3 BIBLIOTECA ALFONSO BORRERO CABAL, S.J. DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO FORMULARIO TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO DILEMAS DE LOS PSICÓLOGOS/TERAPEUTAS SISTÉMICOS EN FORMACIÓN Y LA CONTRIBUCIÓN DE UNA INTERVENCIÓN SISTÉMICA DE APOYO EN LA CONSTRUCCIÓN DE SU IDENTIDAD SUBTÍTULO, SI LO TIENE

AUTOR O AUTORES Apellidos Completos VILORIA PINILLA

Nombres Completos ERIKA MARCELA

DIRECTOR (ES) TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO Apellidos Completos Nombres Completos MEDINA ALVAREZ ARGELIA GONZALEZ NHORA ISABEL FACULTAD PSICOLOGIA PROGRAMA ACADÉMICO Tipo de programa ( seleccione con “x” ) Pregrado Especialización

Maestría X

Doctorado

Nombre del programa académico MAESTRIA EN PSICOLOGIA CLINICA CON ENFASIS EN TERAPIA SISTEMICA Nombres y apellidos del director del programa académico HUGO ALBERT ESCOBAR MELO TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: MAGISTER EN PSICOLOGIA CLINICA CON ENFASIS EN TERAPIA SISTÉMICA PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial):

CIUDAD

AÑO DE PRESENTACIÓN DE LA NÚMERO DE PÁGINAS TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO BOGOTA 2012 256 TIPO DE ILUSTRACIONES ( seleccione con “x” ) Tablas, gráficos y Fotografía Dibujos Pinturas Planos Mapas Partituras diagramas s

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Profesional X SOFTWARE REQUERIDO O ESPECIALIZADO PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO Nota: En caso de que el software (programa especializado requerido) no se encuentre licenciado por la Universidad a través de la Biblioteca (previa consulta al estudiante), el texto de la Tesis o Trabajo de Grado quedará solamente en formato PDF.

MATERIAL ACOMPAÑANTE TIPO

DURACIÓN (minutos)

CANTIDAD

FORMATO CD DVD

Otro ¿Cuál?

Vídeo Audio Multimedia Producción electrónica Otro Cuál? DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVE EN ESPAÑOL E INGLÉS Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Sección de Desarrollo de Colecciones de la Biblioteca Alfonso Borrero Cabal S.J en el correo [email protected], donde se les orientará). ESPAÑOL INGLÉS Psicólogos/terapeutas en formación psychologists/therapists in systemic training sistémica Identidad profesional professional identity Intervención sistémica Systemic intervention Espacios conversacionales conversational spaces RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres) En esta investigación - intervención se presenta una comprensión de los procesos que viven los psicólogos/terapeutas en formación sistémica, una estudiante de psicología y dos estudiantes de posgrado, con respecto a su identidad profesional, a partir del inicio de la práctica psicoterapéutica, y la contribución de los espacios conversacionales en la construcción de ésta, en miras aumentar sus posibilidades de acción en el quehacer terapéutico. A partir del estudio de caso desde la aproximación holística se hace una descripción de sus dilemas, los cuales estaban relacionados con la conceptualización del "buen" psicólogo/terapeuta, la desvalorización del estilo profesional, las concepciones de la teoría como una verdad y la evaluación de la competencia profesional centrada una visión limitada y negativa de sí mismos. Los espacios conversacionales partieron de los saberes, propósitos, sueños y compromisos de los participantes, los cuales se relacionaron con los postulados del enfoque sistémico. Es así como los participantes redefinen algunas concepciones de la práctica psicoterapéutica y crean una visión de sí mismos más posibilitadora, lo cual favoreció su posicionamiento frente a los procesos de atención psicoterapéutica, la apropiación de la teoría y la inclusión al paradigma sistémico. Finalmente

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Profesional se propone la utilidad de incluir en el currículo académico un componente dedicado a la construcción de la identidad profesional.

ABTRACT In this investigation - intervention presents an understanding of the processes that living psychologists/therapists in systemic training, a psychology student and two graduate students, with respect to their professional identity, from the beginning of the psychotherapeutic practice, and the contribution of the conversational spaces in the construction of this, in order to improve their possibilities for action in the context therapeutic. From the case study from the holistic approach makes a description of their dilemmas, which were related to the conceptualization of the "good" psychologist/therapist, the devaluation of the professional style, the conceptions of the theory as a truth and the assessment of professional competence focused a limited vision and refusal to themselves. The spaces conversational took into account the knowledge, purposes, dreams and commitments of the participants, which were related to the postulates of the systemic approach. It is as well as the participants redefined some conceptions of the psychotherapeutic practice and create a vision of themselves more enabler, which favored its positioning in processes of psychotherapeutic, the appropriation of theory and the inclusion of the paradigm, the systemic. Finally, it is proposed the usefulness of including in the academic curriculum a component dedicated to the construction of a professional identity.

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DILEMAS

DE

LOS

PSICÓLOGOS/TERAPEUTAS

SISTÉMICOS

EN

FORMACIÓN Y LA CONTRIBUCIÓN DE UNA INTERVENCIÓN SISTÉMICA DE APOYO EN LA CONSTRUCCION DE SU IDENTIDAD

Trabajo de Grado

Erika Marcela Viloria Pinilla Directoras: Nhora Isabel González Argelia Medina

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE PSICOLOGÍA MAESTRIA EN PSICOLOGIA CLINICA CON ENFASIS EN SISTÉMICO BOGOTÁ 2012

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AGRADECIMIENTOS

Muchas gracias a Aura, María y Darío por participar en esta investigación, por permitirme aprender de ellos y por ser fuente de inspiración! A mis directoras de tesis, Argelia y Nhora, por su acompañamiento y orientación. A mi esposo por su apoyo, especialmente en los momentos más difíciles.

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TABLA DE CONTENIDO

TABLA DE CONTENIDO.......................................................................................9 RESUMEN..................................................................................................................11 INTRODUCCION......................................................................................................12 MARCO CONCEPTUAL...........................................................................................20 Procesos de Formación en Terapia Sistémica........................................................21 Concepciones de las Prácticas Terapéuticas y su Influencia en la Relación Terapéutica................................................................................................................28 Concepciones de terapia centradas en el dualismo sujeto-objeto....................29 Concepciones de terapia cuestionadoras del dualismo sujeto - objeto............33 Construcción de la Identidad Profesional................................................................43 Espacios Conversacionales para Abrir Nuevas Posibilidades y Crear Relatos Alternativos sobre la identidad Profesional...................................................50 La Experiencia organizada a través de relatos................................................51 Construcción de una historia densa.................................................................55 Reflexividad cognitiva, emocional y práctica.................................................56 Andamiaje conversacional en la creación de historias alternativas................62 OBJETIVOS................................................................................................................70 METODO....................................................................................................................71 Diseño.....................................................................................................................71 Participantes............................................................................................................72 Fuentes de recolección y registro de la información...............................................75 Metodología de análisis de la información.............................................................75

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RESULTADOS...........................................................................................................80 DISCUSION..............................................................................................................222 CONCLUSIONES....................................................................................................243 REFERENCIAS.......................................................................................................248 ANEXOS..................................................................................................................254

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RESUMEN En esta investigación - intervención se presenta una comprensión de los procesos que viven los psicólogos/terapeutas en formación sistémica, una estudiante de psicología y dos estudiantes de posgrado, con respecto a su identidad profesional, a partir del inicio de la práctica psicoterapéutica, y la contribución de los espacios conversacionales en la construcción de ésta, en miras aumentar sus posibilidades de acción en el quehacer terapéutico. A partir del estudio de caso desde la aproximación holística se hace una descripción de sus dilemas, los cuales estaban relacionados con la conceptualización del "buen" psicólogo/terapeuta, la desvalorización del estilo profesional, las concepciones de la teoría como una verdad y la evaluación de la competencia profesional centrada una visión limitada y negativa de sí mismos. Los espacios conversacionales partieron de los saberes, propósitos, sueños y compromisos de los participantes, los cuales se relacionaron con los postulados del enfoque sistémico. Es así como los participantes redefinen algunas concepciones de la práctica psicoterapéutica y crean una visión de sí mismos más posibilitadora, lo cual favoreció su posicionamiento frente a los procesos de atención psicoterapéutica, la apropiación de la teoría y la inclusión al paradigma sistémico. Finalmente se propone la utilidad de incluir en el currículo académico un componente dedicado a la construcción de la identidad profesional. Palabras claves: Psicólogos/terapeutas en formación, identidad profesional, intervención sistémica, espacios conversacionales. ABSTRACT In this investigation - intervention presents an understanding of the processes that living psychologists/therapists in systemic training, a psychology student and two graduate students, with respect to their professional identity, from the beginning of the psychotherapeutic practice, and the contribution of the conversational spaces in the construction of this, in order to improve their possibilities for action in the context therapeutic. From the case study from the holistic approach makes a description of their dilemmas, which were related to the conceptualization of the "good" psychologist/therapist, the devaluation of the professional style, the conceptions of the theory as a truth and the assessment of professional competence focused a limited vision and refusal to themselves. The spaces conversational took into account the knowledge, purposes, dreams and commitments of the participants, which were related to the postulates of the systemic approach. It is as well as the participants redefined some conceptions of the psychotherapeutic practice and create a vision of themselves more enabler, which favored its positioning in processes of psychotherapeutic, the appropriation of theory and the inclusion of the paradigm, the systemic. Finally, it is proposed the usefulness of including in the academic curriculum a component dedicated to the construction of a professional identity.

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INTRODUCCIÓN En la experiencia profesional de la investigadora como terapeuta y supervisora sistémica ha observado que algunos psicólogos/terapeutas en formación que realizan procesos de atención psicológica o terapéutica desde el enfoque sistémico se sienten agobiados, frustrados e impotentes, al encontrarse en situaciones en las que no saben cómo continuar con su trabajo. Es así como expresan preocupaciones porque su trabajo no es acorde a lo esperado, se sienten atascados, no saben cómo seguir en los procesos que están llevando a cabo, y en ocasiones hay cuestionamientos frente a su rol profesional y a su capacidad para continuar en ésta área de su profesión. White (2002) denominó a estas

situaciones

como

desgaste profesional,

caracterizándolas como las expresiones de desesperanza, desmoralización, fatiga y agotamiento que manifiestan algunos profesionales, y que puede llevarlos a reflexionar sobre la elección de su carrera. En estos casos, los psicólogos/terapeutas en formación enfrentan un sentimiento doloroso de falta de direccionamiento en su trabajo, en el que sienten que no están siendo útiles para las personas que los consultan, por tanto se cuestionan su rol y “eficacia”, sintiéndose frustrados y abatidos frente a su quehacer. En ese sentido como dice Ceberio y Linares (2005) es posible que el profesional en formación frente a la responsabilidad y compromiso de guiar e influir en las vidas de los seres humanos experimente sentimientos de incertidumbre, inseguridad, miedo e ineptitud, que lo pueden llevar a autodescalificarse y desvalorizarse ante la posibilidad de fallar y no estar a la altura. Si estas emociones terminan paralizando las acciones se genera una obstrucción del proceso. El desgaste profesional que viven algunos de los psicólogos/terapeutas en formación es distinto al que vive un profesional con años de experiencia, puesto que está

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relacionado con las conclusiones limitadas que los estudiantes desarrollan sobre su identidad profesional, ya que al estar en un contexto de formación empiezan a legitimar los saberes profesionales y a descalificar sus conocimientos locales, lo cual contribuye a experiencias de fracaso, desmoralización, agobio y fatiga. En palabras de White (2002): “Me refiero al cambio producido en lo que es considerado importante en términos de conocimiento legítimo de ciertas cuestiones vinculadas con el ejercicio de la profesión, cuando se inicia a las personas en la cultura de psicoterapia. En esta iniciación, los saberes más locales y populares que se generaron en la historia de la persona son marginados, descalificados y desplazados por los saberes formales y especializados de las disciplinas profesionales” (p.19) Las diferentes concepciones sobre la terapia que hacen parte de los discursos profesionales, están conectadas con el paradigma desde el cual se entiende la realidad y constituyen presupuestos para las actuaciones de los profesionales, en los que se define el espacio terapéutico, el rol del psicólogo/terapeuta, y la relación con los consultantes. A partir de estas concepciones que pueden convertirse en teorías universales, los profesionales en formación hacen una evaluación y una comparación de su trabajo desde un “deber ser”, desconociendo la particularidad de cada consulta y lo que es útil en un momento específico y en una interacción concreta. La distancia entre el deber ser y las actuaciones del profesional en formación en la consulta, los lleva a hacer autoenjuiciamientos, que influye para que se sientan “inadecuados” y aumenten su angustia al no sentirse “buenos” psicólogos/terapeutas, marginando otras formas de dar sentido a lo que piensan, sienten y hacen desde su rol. La posición que asume el profesional en formación en la interacción con los consultantes también está relacionada tanto con el enfoque y las concepciones

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terapéuticas que guían su trabajo y que les informan acerca de cómo debe actuar en la relación con éstos como con la percepción que el estudiante tiene sobre sí mismo como profesional. Este posicionamiento no sólo tiene influencia en la relación terapéutica y en los consultantes, sino también en el psicólogo/terapeuta en formación en sus emociones, en sus actuaciones y en su identidad profesional. Así pues el desgaste profesional empieza a influir en la construcción de la identidad de los psicólogos/terapeutas en formación al constituirse en uno de sus relatos dominantes, en el que atribuyen una percepción negativa sobre su ser profesional, y desde ahí organizan su experiencia y dan significado a su quehacer terapéutico. Por tanto, es útil generar espacios conversacionales, que tengan un efecto terapéutico, con los estudiantes cuya práctica profesional esté focalizada en la realización de procesos de atención psicológica/terapéutica desde el enfoque sistémico, y que se encuentren en una situación de desgaste profesional. Es así como este trabajo retoma las ideas que plantea White (2002) acerca de los tres elementos que intervienen en el desgaste profesional de los terapeutas que inician la práctica psicoterapéutica. Estos son: El modo en que generalmente se conciben las prácticas terapéuticas; las formas de relación entre los terapeutas y consultantes; y las ideas que tienen sobre sí mismos como psicólogos/terapeutas que hacen parte de su identidad profesional y que intervienen en su práctica. Estos tres elementos son relevantes si se tiene en cuenta que las ideas sobre el quehacer terapéutico y sobre sí mismo como profesional influyen en la manera como el psicólogo/terapeuta se posiciona frente al proceso en sí, lo que está íntimamente relacionado con la forma en que construye la relación con los consultantes, lo que a su vez nutre la imagen que el profesional va construyendo de sí mismo, en concordancia

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con la coherencia entre lo que surge con lo esperado de acuerdo a la concepción de las prácticas terapéuticas. Estas ideas que el profesional en formación va apropiando y su coherencia o incoherencia en su quehacer generan emociones, formas de verse a sí mismo y actuaciones que influyen en la construcción de su identidad profesional, en la relación con los consultantes y por ende afectan su práctica terapéutica. Este tema también cobra relevancia, ya que el desgaste profesional que pueden vivir los psicólogos/terapeutas en formación y, que por supuesto influye en su identidad profesional no es un tema que haya sido suficientemente abordado por la literatura, ya que las comprensiones y abordajes no se encuentran relacionados con el inicio de la práctica terapéutica sino que están referidos principalmente a los profesionales que se sienten agobiados por el tipo de trabajo que realizan. En los procesos de formación tampoco se tienen en cuenta ya que generalmente se centran en cuatro componentes que son los mencionados por la literatura: la formación teórica, la práctica clínica, la supervisión sobre la práctica clínica, y el estilo terapéutico; sin embargo como dice Minuchin, Lee y Simon (1998) la literatura de la terapia familiar ha puesto un interés mayor en la técnica que en la propia figura del terapeuta como motor de cambio: “(…) la persona del terapeuta comenzó a hacerse invisible en los escritos de estos pioneros de la terapia familiar. A medida que el clínico desaparecía, todo lo que quedo fueron sus técnicas” (p. 23) Una manera de atender a la persona del terapeuta ha sido a través de la realización del genograma del profesional en formación que como dice Ceberio, Moreno y Ds Champs (2000) posibilita entender desde su historia, familia de origen, sus disidencias y

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concordancias, su estilo personal y contribuye a conocer cómo conoce. Esta posibilidad de conocer su epistemología permite un acercamiento al universo de constructos personales que facilita o limita un fluir terapéutico con las familias. Los ejercicios y las preguntas sobre el estilo terapéutico están encaminados a la familia, grupos y personas que han tenido influencia emocional en la vida del estudiante y, a identificar recursos y formas preferentes de interacción cuyo propósito es acercarse al estilo de intervención, comprender su surgimiento y lo que ha permitido desarrollarlo. La formación en terapia sistémica es un cambio de paradigma, que implica retomando los niveles de aprendizaje propuestos por Bateson (1998), un aprendizaje de nivel 2 en la medida en hay un cambio en los hábitos de aprendizaje de los psicólogos/terapeutas en formación y una transición al nivel 3 en el que se busca trascender las diversas coacciones que constituyen las premisas de su mundo, de sus hábitos de pensar y obrar, y sus valores fundamentales, que simultáneamente modifican su relación con el entorno. Entonces, como dice Boscolo (1988) la parte más importante del proceso de formación consiste en llevar a los estudiantes a dar un salto entre el pensamiento causal lineal y el pensamiento causal circular, lo cual puede ser una experiencia dura y frustrante para los profesionales en formación, en cuanto que los estudiantes llegan con la expectativa de aprender técnicas específicas y recetas para situaciones clínicas determinadas y lo que encuentran es que sus formadores no se las proporcionan, ya que no hay hipótesis o intervenciones “verdaderas” o “falsas”. Es así como la transición de un pensamiento lineal a uno sistémico implica la elaboración de un contexto de aprendizaje de “aprender a aprender” que prevalece sobre las situaciones estereotipadas, y donde se privilegia el proceso en relación al contenido.

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Las intervenciones que realiza un terapeuta durante la consulta como dice Ceberio y Linares (2005) son pautadas por las interacciones y dependen de los marcos semánticos que éste atribuya a las acciones descritas, historias contadas y actitudes del paciente. Las interpretaciones de las acciones surgen de la estructura conceptual del profesional que está relacionado por la línea terapéutica que ha elegido como por otros componentes que hacen parte de su mapa cognitivo. La literatura en la formación de terapeutas sistémicos ha hecho un énfasis en conocer y comprender los mapas de los profesionales desde su historia personal y familiar; sin embargo es importante comprender los dilemas que viven los psicólogos/terapeutas en formación al estar en un proceso de transición del paradigma lineal al sistémico, puesto que éstos hacen parte de su marco semántico y es ahí donde emergen contradicciones propias del proceso que influyen en la construcción de la identidad profesional, que en muchas ocasiones genera desgaste profesional. Así mismo en Colombia, cada vez es más frecuente que las instituciones educativas creen e incorporen programas de formación que incluyen la intervención sistémica en el trabajo con personas, parejas y familias, lo cual se puede evidenciar con mayor claridad al revisar el pensum de los posgrados que ofrecen los siguientes centros de enseñanza: 1. Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá: Maestría en psicología clínica con énfasis en sistémico. 2. Pontificia Universidad Javeriana de Cali: Maestría en Familia 3. Universidad Santo Tomás: Maestría en psicología clínica y de familia; especialización en intervención sistémica de la familia. 4. Fundación Universidad Central: Intervención en Sistemas Humanos

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5. Sistemas Humanos Centro de Consultoría Sistémica: Formación en terapia familiar sistémica. 6. Fundación Fundaterapia: Master en terapia familiar sistémica 7. Universidad Simón Bolívar en Barranquilla: Psicología Clínica y terapia familiar sistémica 8. Universidad de la Salle: Consultoría en familia y redes sociales. 9. Pontificia Bolivariana: Especialización en familia y Maestría en terapia familiar 10. Universidad de Manizales: Especialización en psicoterapia y consultoría sistémica. El número de profesionales que ingresan a la formación en cada uno de los programas mencionados anteriormente oscila entre 7 y 20 personas anualmente. Esto significa que en un año entre 70 y 200 estudiantes empiezan sus estudios en el enfoque sistémico. En este sentido la investigación que se presenta en este documento aporta a los futuros procesos de formación de psicólogos/terapeutas sistémicos en la medida que propone incluir dentro del currículo el trabajo sobre la identidad profesional, desde lo que genera el cambio de paradigma y el inicio de la práctica psicoterapéutica, de manera que esto contribuya a asimilar, a actuar desde el enfoque y permita como dice Heinz Von Foerster (2006) actuar de tal forma que se aumenten el número y la calidad de las opciones existentes para nosotros y para aquellos con quienes interactuamos; es decir que haya una apertura de posibilidades en el quehacer terapéutico. Si se aumentan las posibilidades en el quehacer del psicólogo/terapeuta en formación esto va a contribuir en la atención efectiva de los problemas relacionados con la salud mental y va a tener un impacto social, teniendo en cuenta que comprometerse con una

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persona para su tratamiento es un acto social y las intervenciones de los profesionales tienen consecuencias sociales (Haley, 2009). Teniendo en cuenta lo anterior, la pregunta de esta investigación es: ¿Cuáles son los dilemas que tienen los psicólogos/terapeutas en formación y cómo los espacios conversacionales contribuyen a construir una identidad que aumente sus posibilidades en el quehacer terapéutico?

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MARCO CONCEPTUAL Inicialmente se hace referencia a los componentes que se han escrito y que han guiado los procesos de formación en terapia sistémica dirigidos a estudiantes cuya práctica profesional está focalizada en la atención psicológica o terapéutica, en los cuales se puede evidenciar la falta de trabajo con los estudiantes acerca de su identidad como psicólogos/terapeutas teniendo en cuenta los dilemas que pueden vivir al iniciar su práctica psicoterapéutica desde el enfoque sistémico. Posteriormente se hace una descripción de las concepciones de las prácticas terapéuticas y cómo éstas influyen con el vinculo terapéutico con el fin de tener un panorama sobre las diferentes posturas que un profesional en formación puede adoptar en el ejercicio de los procesos de atención psicológica/terapéutica y las implicaciones que esto trae en su identidad como profesional. Luego se describen algunas ideas que aportan tanto a la comprensión de la noción de identidad profesional como al entendimiento de las historias dominantes basadas en las conclusiones limitadas y negativas que pueden tener algunos psicólogos/terapeutas en formación. Finalmente se definen los espacios conversacionales con los profesionales en formación y algunas ideas que permiten que los psicólogos/terapeutas creen relatos alternativos de sí mismos como profesionales que les permita transformar la historia dominante basada en el desgaste profesional.

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Procesos de Formación en Terapia Sistémica De acuerdo con Ceberio, Moreno y Ds Champs (2000) el proceso de formación es permanente y continuo a lo largo de la vida profesional y debe entenderse como un aprendizaje dinámico que conecte epistemología, teoría, técnica y práctica de manera recursiva, teniendo en cuenta que la psicoterapia implica formación, capacitación, conocimiento de la teoría, experiencia clínica y creatividad del terapeuta. En ese sentido, las premisas principales para la formación del profesional en terapia sistémica se basa en cinco componentes: la instrucción teórica que consiste en organizar epistemológicamente al profesional para enseñarle a observar y construir hipótesis sistémicas; la práctica clínica que apoya y confirma desde lo pragmático la construcción del modelo; la supervisión en la que se ratifica o se rectifica, y en el que se le presenta al terapeuta la posibilidad de ser contenido afectivamente, ayudado y respaldado en la teoría y en la práctica; el trabajo del genograma personal para explorar la historia y los juegos sistémicos de las familias de origen, creadas y extensas; y el estilo terapéutico que se trabaja a través de ejercicios sobre la elección de la profesión, del modelo, el estilo personal, y la habilidad natural para ciertas técnicas terapéuticas como forma de autoconocimiento (Ceberio y Linares,2005). La epistemología puede entenderse como un modelo de conocimiento, como un modelo de modelos que hace que se encuentre en un supranivel, es decir en un estrato superior en relación con el resto de modelos del saber (Ceberio y Linates, 2005). Como dice Bateson (1998) la epistemología establece de qué manera los organismos o agregados de organismos particulares conocen, piensan y llegan a decisiones que determinan su conducta.

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Ceberio, Moreno y Ds Champs (2000) se refieren al componente teórico como el constituido por las epistemologías que integran las líneas teóricas del conocimiento y por medio de éstas se pautan metodológicamente los pasos a seguir, se elaboran estructuras conceptuales que organizarán y acomodarán el hecho observable bajo un lente normatizado por las reglas inherentes a la misma. Es así como los modelos terapéuticos se estructuran partiendo de dichas bases teóricas y se moldean a través de lo pragmático confirmando o descartando su sustento y confirmando las estrategias, técnicas y en general los tipos de intervenciones que permitirán desarrollar los casos clínicos y legitimar su efectividad. El componente epistemológico y teórico le permite al psicólogo/terapeuta en formación tener un marco que ofrece un modo de organizar y pensar acerca del complejo mundo de los consultantes y le permite como dice Ceberio y Linares (2005) hacer una construcción teórica sobre la concepción de los problemas humanos y llevar al ejercicio herramientas como son las intervenciones, lo cual hace que pensar sistémicamente se traduzca en acciones en la pragmática que dan pistas sobre el modelo epistemológico del terapeuta/psicólogo y que se constituyen en tácticas, es decir en acciones concretas como técnicas que se encuentran sistematizadas. Cuando el psicólogo/terapeuta en formación se centra sólo en las técnicas su creatividad se ve limitada, pues ésta radica sólo en saber cuándo y cómo aplicarlas; sin embargo no todas las tácticas son técnicas, ya que unas son producto de la espontaneidad y creatividad del terapeuta. La creatividad del terapeuta está relacionada con el respeto de su estilo en el que se amplían sus herramientas y recursos con miras a incrementar la eficacia de sus intervenciones (Ceberio, Moreno y Ds Champs, 2000).

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El estilo terapéutico consiste en la particular instrumentalización del modelo por el terapeuta confiriéndole una identidad particular a través del sesgo individual del profesional, otorgándole colorido al modelo y un sello de singularidad (Ceberio y Linares, 2005). Es así como en la formación, los formadores tienen el propósito de que los terapeutas en su práctica clínica aprendan a utilizarse a sí mismos como el principal instrumento de trabajo en el que descubran su estilo personal que se adecue a las interacciones efectivas en el contexto terapéutico, en donde la hipótesis sistémicas pasan a ser el marco en el que el profesional expresa su creatividad (Andolfi, 1988) Dulh (1988) refiere que dado que el pensamiento sistémico es un proceso de espíritu, una manera de ver y establecer conexiones, representa un acto imaginativo y creativo puesto que implica conectar lo que no puede verse. Por lo cual parte de la formación no sólo es que los estudiantes aprendan a pensar en algo sino en cómo pensar en ello y cómo pensar en pensar, yendo más allá de las informaciones recibidas durante la formación. Esto va acorde con los planteamientos de Minuchin, Lee y Simón (1998) quienes refieren que el clínico como persona es un instrumento terapéutico y por tanto es importante que el terapeuta conozca qué es lo que sabe, cuál es su conocimiento propio y reconocer qué es lo que desconoce. En ese sentido, el aprendizaje necesita tiempo, motivación y confianza en sí mismo, en el grupo y en los formadores, quienes promueven la identificación de competencias basadas en los propios recursos intelectuales y emocionales; por tanto es un error seguir creyendo que la única manera de ser “sistémico” es renunciar a la utilización de una parte de uno mismo y presentar neutralidad emocional, lo cual se opone a los conceptos fundamentales de la teoría de la comunicación (Andolfi, 1988)

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El estilo no es una impronta o un sello, sino un fluir en los márgenes de una identidad profesional, no de una manera rígida o estancada, sino sujeta a continuas modificaciones provenientes de un diálogo reflexivo entre las vicisitudes de la clínica, los horizontes teóricos, y los cambios personales del terapeuta (Moreno, 2006) Es así como el estilo preferente del terapeuta hace referencia al uso que hace de un grupo delimitado de respuestas previsibles bajo circunstancias diferentes, por lo cual es importante que en la supervisión se comience trabajando sobre el estilo preferido, el cual constituye el punto de partida para luego desafiar al estudiante a que amplíe su repertorio, con miras a que pueda manipularse a sí mismo en interés del cambio terapéutico sin dejar de ser espontáneo. El estilo terapéutico en la mayoría de los casos manifiesta elementos

que son menos visibles para el terapeuta como centrarse en

pequeños detalles, permanecer distante, directo, hablar demasiado, entre otras (Minuchin, Lee y Simón, 1998) La supervisión también implica una mirada sobre cómo se lleva a cabo la terapia, pero debe ir más allá del compendio de técnicas que se emplean para comprender lo que ocurre en la terapia familiar, penetrando en el pensamiento que subyace a las técnicas y discernir los valores y supuestos fundamentales que dieron origen a ellas (Minuchin, Lee y Simón, 1998). De acuerdo con Linares y Ceberio (2005) el supervisor trabaja en tres niveles: La problemática del paciente o la familia intentando describir los juegos, estilos relacionales y las consecuentes atribuciones de significado; el problema del terapeuta, reconociendo algunos aspectos de su mapa en el intento de posibilitar el fluir de las interacciones con miras a eliminar los posibles obstáculos; y los aspectos relacionales entre el terapeuta y los miembros de la familia.

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Como vemos, el foco del supervisor es el estudiante y la familia, en donde hay una responsabilidad por el caso y, por tanto el supervisor elabora con el estudiante estrategias para que éste lleve a su práctica con su estilo personal, puesto que también hay un interés en desarrollar competencias para realizar terapia (Haley, 1988). La primera respuesta deseable de la supervisión es que el estudiante comience a producir su propia versión de la terapia, que estará marcada por las características únicas del estilo interpersonal preferido del estudiante. El supervisor parte de la premisa que el estudiante es más complejo de lo que parece inicialmente y existen recursos infrautilizados en su repertorio interpersonal que, de activarse, se traducirán en un terapeuta más complejo, un instrumento más efectivo (Minuchin, Lee y Simón,1998). Es por esto que el terapeuta sistémico goza de buena fama de creativo, ya que el modelo cree en el cambio y estimula la intervención para conseguirlo empujando al profesional a dar de sí el máximo posible en lo que respecta a recursos, lo cual puede paralizar y generar temor a la incompetencia. Por tanto, es conveniente que el terapeuta sistémico disponga de una teoría de cambio que dé razón de sus posibilidades y limitaciones, animándolo a intervenir y protegiéndolo frente al fracaso, y a la vez en la que el profesional conozca sus recursos y posibilidades que encierra como persona (Ceberio y Linares, 2005) Es así como el psicólogo/terapeuta en formación tiene que desarrollar talentos que no tenía inicialmente, para poder comportarse de manera eficiente en su trabajo con familias (Caillé, 1988). La flexibilidad y la creatividad permiten amoldarse a las diversas situaciones que plantea el quehacer psicoterapéutico, ya que se inventan nuevas realidades, se producen nuevas situaciones y se sugieren alternativas de solución no implementadas hasta el momento; sin embargo esta flexibilidad y creatividad deben

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sostenerse por la solidez de la formación teórica que es el norte que lo guía para evitar caer en el todo vale (Ceberio y Linares, 2005) En términos generales el papel del formador es enseñar teoría, maniobras técnicas, ideología y sensibilidad emocional, respetando al estudiante, estimulándolo y enmarcando sus posibilidades creativas dentro de la teoría y si las desaprueba demostrando con avales por qué no es aconsejable tal o cual movimiento en la sesión. Para esto es necesario mantener la guía de un modelo que posibilite aprender a pensar y a actuar, sin que esa línea rectora bloquee las inventivas particulares (Ceberio y Linares, 2005) De esta manera para Duhl (1988) la esencia de la buena formación está en ayudar a los estudiantes a ser lo bastante libres para que puedan utilizarse a sí mismos con el fin de convertirse en magníficos profesionales en el que utilicen sus propias experiencias personales, sus propias percepciones, su propia estructura y peculiaridades para construir teorías y herramientas terapéuticas y, así no quedar limitados a adular las teorías. Desde estos componentes de la formación sistémica y en busca de ser coherentes con el enfoque se han hecho múltiples investigaciones focalizadas al papel del docente y el supervisor, en el que se han expuesto algunos retos relacionados con la relación entre el formador y el estudiante en la creación de conocimiento. Por ejemplo, en la literatura se mencionan algunos dilemas que viven los docentes y supervisores al asumir una postura post moderna referentes a las jerarquías y a la posición de no saber del docente, a la apertura de la construcción del conocimiento y la emergencia de las múltiples verdades y, al desarrollo del estilo personal en los profesionales. El interés de esta investigación no es hacer una presentación de estos dilemas y la manera cómo han sido asumidos por los docentes y supervisores, ya que esto sería un

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tema de desarrollo de otro estudio; sin embargo es importante reconocer que el trabajo sobre dichos dilemas ha favorecido que los docentes asuman posturas que posibilitan la apertura y transformación del cambio paradigmático que implica formarse como psicólogo y terapeuta desde el enfoque sistémico e incluyen nuevas modalidades en sus proyectos educativos. En ese sentido la Universidad Santo Tomás, de acuerdo como lo menciona Polo y Rodríguez (2003) en sus seminarios teóricos, además del trabajo sobre las teorías y técnicas, vinculan los conceptos teóricos con el cambio epistemológico que implica el enfoque sistémico. Para esto desarrollan ejercicios que movilizan ideas sobre la postura individual de los estudiantes basada en lo correcto y lo incorrecto, y así buscan favorecer el surgimiento de postulados sobre las relaciones humanas. Así mismo, en los seminarios - talleres el rol del docente es de co-autor de lo construido con el equipo terapéutico en formación. Aquí no se transmiten conocimientos sino que éste se genera a partir de conversaciones reflexivas que invitan a la creación de explicaciones y de intervenciones de la vida humana. Los equipos reflexivos

también son implementados para generar niveles de

observación y de complejidad del conocimiento generado y como una forma de promover el principio de autoreferencia. En esta misma Universidad, de acuerdo a lo que describe Rodríguez y Niño (2006) han desarrollado un modelo de colaboración en equipos donde los estudiantes se convierten en equipo de consulta para contribuir a la formulación de hipótesis y a la planificación de las intervenciones. El propósito es que los estudiantes puedan tomar decisiones sobre los casos y fomentar la colaboración entre colegas desarrollando una perspectiva sistémica, desde una relación de igualdad con el supervisor.

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Estos autores refieren que la supervisión como contexto de formación en el primer semestre cumple una función de "contención" y luego avanza hacia la "contención y libertad". Su objetivo es facilitar el autoconocimiento, el desarrollo de habilidades y recursos, y el trabajo en equipo. Garzón (2008) explica que el seminario que han creado en la Santo Tomás sobre autoreferencia y estilo terapéutico desde el año 2005 ha posibilitado la reflexión de los estudiantes sobre sí mismos y sobre las relaciones que establecen en el contexto de terapia y con otros escenarios de su mundo, entre esos el contexto de formación, a partir de un marco conceptual que se desarrolla en la clase y que sirve de contexto para el desarrollo de procesos autoreferenciales. Si bien se ha avanzado en el trabajo de la persona del terapeuta desde la apertura a procesos autoreferenciales y al desarrollo de su estilo profesional, sigue habiendo un vacio en el conocimiento frente a los dilemas que vivencian los profesionales en formación sistémica por el cambio de paradigma, los cuales influyen en la construcción de su identidad como psicólogos/terapeutas.

Concepciones de las Prácticas Terapéuticas y su influencia en la Relación Terapéutica Las concepciones de las prácticas terapéuticas están relacionadas con los paradigmas en los que se han construido presupuestos para definir la realidad y, a partir de ésta se define la postura del observador y por supuesto del psicólogo/terapeuta, lo que tiene una incidencia en la relación profesional – consultante y en su identidad profesional.

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En esta investigación se retoman dos grandes concepciones de la terapia, una centrada en el dualismo sujeto – objeto, y la otra centrada en el cuestionamiento de dicho dualismo.

Concepciones de terapia centradas en el dualismo sujeto – objeto La ciencia a través de sus investigaciones, se ha preocupado por la búsqueda de la verdad y la objetividad de los fenómenos estudiados, basados en un paradigma científico en el que se concibe la realidad como independiente del observador, que puede ser descubierta y aprendida de una forma universal, ya que es general para toda la humanidad. Este paradigma es coherente con la tradición modernista que ha sido inspirada en los planteamientos de Descartes, que concibe al conocimiento como una representación del mundo objetivo, que existe con independencia de la mente y los sentimientos, subjetivamente observable y verificable, y con una condición universal y acumulativa, que hace que se creen las teorías generalizadoras que explican el mundo y a las que se les atribuye como verdaderas. Esto ha impactado a la psicología, que aunque en el siglo XIX surge como disciplina independiente, como dice Zlachevsky (2009) se desarrolla en un status epistemológico de las ciencias naturales, caracterizado por el acercamiento científico-natural al ser humano, es decir que el paciente es externo al terapeuta, y es un sujeto de objetivización. De acuerdo con Hoffman (1998) tradicionalmente la enfermedad mental se ha comprendido a través de explicaciones lineales e históricas, basadas en el modelo médico y psicoanalítico, considerando el síntoma como un malfuncionamiento debido a las causas biológicas o fisiológicas, o a un acontecimiento reprimido del pasado. En ambos

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modelos la etiología está conectada con la imperfección de sus genes, la bioquímica o el desarrollo intrapsíquico, dejando a la persona como el locus del mal funcionamiento. El conductismo también ha aportado al desarrollo de la psicología clínica y tal como refiere Zlachevsky (2009) da un giro cientificista pragmático al estudio de “lo humano”, haciendo un planteamiento que hace posible un enfoque experimental efectivo de la conducta humana. Esto ha tenido un impacto en las prácticas terapéuticas, las cuales están constituidas por discursos sobre el conocimiento formal y especializado de las disciplinas profesionales. Estos discursos afirma White (2002) están caracterizados por conocimientos que tienen pretensiones de “verdad” sobre la condición humana, basados en la realidad objetiva y por tanto universal. A este respecto Maturana (1995), refiere que el conocimiento objetivo fundamenta la autoridad social en el dominio de la salud mental para que los profesionales psicólogos/terapeutas y psiquiatras realicen un diagnóstico para definir lo que les pasa a las personas y determinar el tratamiento, teniendo como base el acceso privilegiado de una realidad independiente, que valida las acciones clínicas. Es así como el conocimiento y la efectividad tienen que ver con la representación más verdadera y exacta de la realidad objetiva e independiente, en la que se observa, se experimenta y se descubre, cómo son realmente las personas para clasificarlas según su cordura o locura intrínsecas. Esto además, implica una autoridad absoluta e incuestionablemente transconsensual en la que el profesional exige obediencia y reclama el derecho de ser obedecido sobre la base de la autoridad del conocimiento objetivo. El surgimiento de la cibernética como dice Bertrando y Toffanetti (2005) permite pasar de lo intrapsiquico a lo relacional a través de la indagación del significado de las

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acciones en el contexto, por ejemplo el familiar. Así se preguntan por cómo se articulan la relación con los demás, desplazando la pregunta de por qué suceden los acontecimientos (búsqueda de causas en el pasado) a cómo suceden (búsqueda de modelos de comunicación en el presente). Sin embargo, como dice Von Foerster (2006) este modelo relacional también puede tener una epistemología en la que se describe a los sistemas, en sus enlaces circulares, como una verdad ontológica independiente del observador. Desde esta perspectiva que Maturana (1990) denomino objetividad sin paréntesis, el psicólogo/terapeuta se convierte en un moldeador de la realidad de las personas que consultan, conduciendo su labor hacia una tarea cuyo fin es el de acercar a las personas en un ideal convencional de lo adecuado, y actuar dentro de un nivel de conocimiento sobre lo verdadero, lo que puede llevarlo a asumir una postura reguladora de la realidad de sus consultantes. A su vez, esto puede hacer que el psicólogo/terapeuta caiga en una trampa reduccionista: se limita a actuar a través de la teoría y del concepto de lo adecuado. Cuando se establece la terapia como un contexto para la identificación y expresión de las verdades de la naturaleza humana, el éxito terapéutico es medido por la forma en que la terapia contribuye a que la vida de las personas sea como idealmente debería ser, de acuerdo a las normas, reglas y leyes de la naturaleza. Esta concepción unidireccional de la terapia implica que el psicólogo/terapeuta posee un saber terapéutico que es aplicado a la vida de los consultantes y esa persona es definida como el “otro”, cuya vida es cambiada por estos procedimientos terapéuticos, lo cual reproduce el dualismo sujeto – objeto, en el que la vida de las personas son el objeto de los saberes “expertos” y prácticas del terapeuta (White, 2002)

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Desde esta concepción el cambio está dirigido hacia los consultantes y los psicólogos/terapeutas tienen que utilizar “correctamente” los saberes “expertos” para lograrlo y así ser unos profesionales exitosos. Esto de acuerdo a lo que plantea White (2002) tiene implicaciones en la identidad profesional: 1. No contribuye a que las historias de identidad sean descritas con mayor riqueza porque se desconocen los actos de significado relacionados con los acontecimientos significativos del trabajo, generando una tendencia a la frustración, la fatiga y el sentimiento de estar agobiados por éste. Esto influye en la construcción de una identidad profesional centrada en el déficit en la medida en que se privilegian las “verdades universales” acerca de la forma cómo debe actuar el psicólogo/terapeuta y desde ahí se hace una evaluación del desempeño profesional, la cual suele reducirse a adjetivos como competente o incompetente, buen o mal profesional, exitoso o fracasado, desconociendo lo que se construye en la interacción particular con los consultantes y lo que puede resulta útil para ellos en un momento dado. 2. Los acontecimientos significativos del trabajo no son incorporados a los libretos de vida, lo que influye para que se pierda la potencialidad que puede tener la terapia que hacen los profesionales en sus propias vidas, que a la vez puede sostenerlos y alentarlos en su rol como terapeutas/psicólogos, lo que contribuye a experiencias de desgaste profesional. Desde el punto de vista de la investigadora es una forma de invisibilizar lo que ocurre en el encuentro terapéutico y lo que emerge de éste, es decir los aprendizajes del profesional en la relación con el consultante, las habilidades desarrolladas en esa relación, las creencias y formas de ver el mundo que contribuyeron a que ese espacio se

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diera, y la manera cómo se cuestionan, cambian y amplían las formas de ver el mundo en el encuentro terapéutico, lo cual por supuesto redunda en la vida personal y profesional.

Concepciones de terapia cuestionadoras del dualismo sujeto –objeto Retomando a Maturana (2002) la objetividad entre paréntesis hace parte de un cambio epistemológico en la que no hay verdades absolutas, ya que lo real está especificado por la operación de distinción que hace el observador, en el que las diferentes puntuaciones son válidas y legítimas en los distintos dominios debido a que están fundamentados en premisas, ideas y significados diferentes. Esto implica que no existe una realidad independiente del observador, por tanto no hay verdades absolutas, ni relativas sino verdades diferentes en muchos dominios distintos de acuerdo al observador, que intenta entender lo que pasa con los fenómenos del conocimiento, del lenguaje y lo social. Es así como la epistemología del observador es incluida en la descripción de los fenómenos naturales, cuestionando la objetividad científica en las que las descripciones son independientes del observador. Desde la objetividad entre paréntesis la autoridad y el poder que se le da al profesional viene de un consenso social explícito e implícito, que define ciertos comportamientos como problemáticos de acuerdo al dominio de interacciones donde tienen lugar, lo que hace que la deseabilidad o no de un comportamiento esté determinado socialmente y no sea constitutivo e intrínseco de la persona (Maturana, 1995) Con la cibernética de segundo orden en la que se cuestiona el principio de objetividad, el cibernético no se pregunta dónde están los enlaces circulares en el

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sistema, sino que se empieza a preguntar cómo generamos nosotros este sistema a través de la noción de circularidad, lo que significa el paso a una epistemología dependiente del observador (Von Foerster, 2006). En palabras de este autor: “El terapeuta no es más alguien que describe al sistema “tal cual es desde afuera”, sino alguien que “co-construye al sistema del que él también es participante”, y más aún, el terapeuta mismo emerge como tal a través de esa participación y del tipo de instrumentos conceptuales que usa, genera, co-genera en dicha participación” (p. 26) Bajo la perspectiva de la objetividad entre paréntesis y teniendo en cuenta la cibernética de segundo orden hay una relación entre el observador y lo observado, de manera que la "realidad" es producto de un proceso de co-construcción entre él y el objeto observado, en un espacio y tiempo determinado, constituyéndose dicha realidad en algo que se construye, cambia y se transforma. Este camino explicativo va acorde, con lo que plantea Von Foerster, citado por Segal (1994, P. 41), quien afirma que “construimos o inventamos la realidad en lugar de descubrirla”, lo que significa que cada uno, a partir de sus experiencias, vivencias, creencias, teorías, emociones y formas de ver la vida, observa el mundo, y al observarlo está creando una imagen de éste con base en sus marcos referenciales. Esto implica que puede haber dos o más puntuaciones de un mismo hecho o de una misma situación dependiendo del observador. Incluso el observador puede ir cambiando sus marcos referenciales, a partir de sus experiencias, lo que puede llevarlo a observar una misma situación de manera distinta. Teniendo en cuenta que lo que observamos emerge de la relación entre el observador y el sistema observante, la cibernética de segundo orden promueve “el verse a sí mismo como un modo de transcender las limitaciones del propio mirar” (Foerster, 2006. P. 84).

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Como dice Von Foerster (2006), esto implica tanto cuestionar la trampa de reducir las observaciones de nuestros consultantes a causas y verdades absolutas, como originar el cambio en el lenguaje del profesional, puesto que ya no es un lector privilegiado de lo que es oculto para las personas, sino por el contrario su lenguaje debe denotar su autoría en sus observaciones expresando “yo pienso...”en vez de “lo que pasa es…”. La cibernética de segundo orden también implica un cambio de mirada frente a la concepción de la terapia, ya que como dice (Von Foerster, 1996) “la terapia se vuelve en sí misma una práctica epistemológica, una indagación mutua en las condiciones de nuestro conocer el mundo” (p. 86). Asumir una postura desde la cibernética de segundo orden en los procesos terapéuticos es hacer una metaposición permanente, es decir reflexionar sobre la emergencia de ideas, teorías, emociones y acciones del psicólogo/terapeuta y de los consultantes, con el propósito de entender cómo se generan las definiciones, descripciones y observaciones que se hacen, teniendo claro que nuestra forma de pensar, sentir y actuar es tan sólo una de las muchas alternativas posibles. Desde ahí, no podríamos hacer una descripción y definición del problema “objetiva” ya que las experiencias, vivencias, ideas, emociones y modo de ver la vida nos permean y permean las observaciones e intervenciones del psicoterapeuta. Este cambio epistemológico implica mirarse a sí mismo, como un observador participante de la realidad y de las interacciones mutuas, y nos lleva a actuar desde la interdependencia, en el que sólo me puedo decir a mi mismo cómo pensar y cómo actuar: “Yo voy a…, “Yo no voy”, lo que cambia la idea de independencia, en la que les digo a otros como deben pensar y actuar (Von Foerster, 1996. P.4).

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Este cambio no libera al terapeuta de la responsabilidad que tiene en la relación con el sistema consultante, por el contrario a partir de sus propios cambios se espera que esto redunde en la optimización del espacio terapéutico en la que se facilite la construcción de soluciones de los problemas que traen a consulta. Los teóricos sistémicos que trabajan con las ideas del construccionismo social cuestionan el dualismo sujeto/objeto y el poder que tiene el terapeuta de hacer cambiar a los consultantes teniendo en cuenta que los comportamientos interpersonales no pueden considerarse como simples respuestas a lo que otros hacen, sino que están en función de los significados que los individuos atribuyen a su comportamiento y al de los demás. Es así como las intervenciones del terapeuta no tienen eficacia por sí mismas, ya que están vinculadas al sentido que los consultantes le dan, por lo cual una técnica no puede considerarse herramienta terapéutica en tanto el cliente no la reconozca como tal (Fruggeri, 1996). Desde el entendimiento de los sistemas humanos como existentes en el lenguaje y en la acción comunicativa, los significados son creados y experimentados

por los

individuos que conversan, y la conversación terapéutica es un intento mutuo por entender y desarrollar sentidos compartidos sobre los temas que han reunido al terapeuta y cliente, que son motivos de preocupación de la persona que consulta, es decir es una indagación y exploración compartida que avanza de lo familiar hacia el desarrollo de nuevas significaciones, realidades y narrativas (Anderson, 1997). Por tanto la responsabilidad del terapeuta sólo puede re-establecerse dentro de la dinámica de la co-construcción sistémica dentro de las restricciones del dominio relacional/social, en la que la psicoterapia se define como un contexto de construcción de

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realidades sociales, teniendo como principio teórico que el cambio relacional no puede crearse y dirigirse unilateralmente (Fruggeri 1996). En esta perspectiva se cuestiona el papel de experto de los profesionales sobre cómo deben vivir las personas; es decir, no hay un “deber ser” y desde ahí no hay un objetivo de influenciar a alguien para lograr un cambio específico desde la mirada del psicólogo/terapeuta, por el contrario proponen abandonar la jerarquía al introducir al terapeuta en el sistema observante y buscar la responsabilidad compartida entre terapeuta y cliente. Es así como la habilidad del terapeuta consiste en saber cómo y no en el saber qué; lo que significa que su capacidad está centrada en la colaboración de la creación de nuevos futuros, a través de conversaciones dialógicas, caracterizadas por un proceso de participación conjunta, de ida y vuelta, de dar y recibir donde uno habla con el otro y no al otro (Anderson y Goolishan 1988). El hablar con el otro y no al otro es una manera de validar los puntos de vista de los consultantes y de los psicólogos/terapeutas donde no hay una verdad que hay que descubrir o un deber ser sobre cómo deben vivir las personas, por lo cual el profesional no convence a los consultantes ni les enseña la manera correcta de vivir, es decir no habla AL otro, sino que habla CON el otro. A este respecto Gergen y Warhuus (2001) también afirman que “la teoría construccionista invita a que el terapeuta considere otras alternativas frente a su posición tradicional de autoridad, y en especial a que tome una actitud de colaboración al acercarse al cliente” (p. 16) Desde el punto de vista de la investigadora, esta actitud de colaboración y la habilidad del terapeuta en saber cómo, también incluye una relación de poder, definida

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por Foucault (1991) como el modo de acción que actúa sobre las acciones de otros que pueden surgir en el presente o en el futuro. No se puede desconocer esta relación de poder, si se tiene en cuenta que la utilidad y pertinencia del operar terapéutico en la construcción de la realidad se da, si abre nuevas posibilidades en el actuar y si genera una diferencia observable en las actuaciones de las personas, en el dominio que se ha definido consensualmente como problemático. Es decir, que si hay una comprensión de la realidad distinta a la que se traía, esto debe tener un efecto en las acciones, por tanto se pueden observar en las interacciones. Además debe incluir el respeto por la autonomía del sistema en la construcción de la nueva realidad, e incluir el movimiento del malestar hacia el bienestar en el dominio consensual que surge como relevante en el encuentro terapéutico (Von Foerster, 2006). Esta relación de poder que se genera en el contexto terapéutico está dada por el consentimiento de los consultantes, quienes acuden a terapia en busca de ayuda profesional para resolver sus dificultades, y además contiene los dos elementos que para Foucault (1991) son indispensables en una relación de poder, los cuales se refieren a que la persona sobre la que se ejerce el poder sea reconocida y mantenida hasta el final como una persona que actúa; y que enfrentada a esa relación de poder, pueda abrirse a un campo entero de respuestas, reacciones, resultados e invenciones posibles. Se considera que desde las concepciones terapéuticas que cuestionan la relación sujeto – objeto, el psicólogo/terapeuta con sus preguntas, comentarios, puntos de vista introduce nuevas formas de ver la realidad, inquietudes, diferencias, que al conectarlas con las perspectivas de los consultantes y en la relación con ellos, emergen nuevos sentidos y significados, que posiblemente redundan en sus formas de actuar y de relacionarse.

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En ese sentido, aunque el terapeuta no determina o influencia hacia un cambio especifico, si se busca que en el encuentro terapéutico emerjan nuevas posibilidades y se generen cambios, en la medida en que hay una transformación de los consultantes con respecto a cómo llegaron a la sesión. Se entiende por transformación una nueva idea, una nueva perspectiva, un nuevo entendimiento, una nueva posibilidad sobre el actuar, una emoción distinta. De hecho las diferentes orientaciones metodológicas de la psicoterapia coinciden y se identifican en la introducción de diferencias, las propuestas de distintas descripciones a determinado acontecimiento, las nuevas maneras de relacionar comportamientos y acontecimientos, y la introducción de la reciprocidad. Así, la psicoterapia es un proceso eficaz cuando los clientes cambian sus premisas, narraciones o conversaciones que constituyen el contexto dentro del cual se presenta el problema (Fruggeri, 1996) Desde esta postura, hay un ejercicio de poder, en el que se incluye la libertad como elemento importante ya que el poder se ejerce sólo sobre personas libres, personas que enfrentan un campo de posibilidades en el que se pueden realizar distintas formas de conducirse, distintas reacciones, diversos comportamientos (Foucault, 1991). De esta manera el consultante en la relación con el psicólogo/terapeuta es una persona libre, que elige qué de la conversación terapéutica tiene sentido para él o ella, hacia dónde quiere cambiar, qué le es útil en su proceso, qué no quiere escuchar, y en general definir cómo quiere que sea su vida. Para ampliar estas ideas sobre el ejercicio de poder, es útil hacer mención al análisis de las relaciones de poder propuesto por Foucault (1991) y aplicarlas al contexto de la terapia, de la siguiente manera:

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1. Un sistema de diferenciaciones que le permite al psicólogo/terapeuta actuar de acuerdo a las acciones de los consultantes, unas están relacionadas con el status profesional y otras con las diferencias en las habilidades y competencias para dirigir el espacio y la conversación terapéutica. 2. El tipo de objetivos perseguidos por el terapeuta están relacionados con el ejercicio de su profesión que significa ayudar a otros en la resolución de sus problemas. No podemos desconocer que la psicoterapia es determinada socialmente como un contexto para la resolución de problemas, la evolución y cambio (Fruggeri,1996). Es así como las personas cuando consultan a un psicólogo o terapeuta creen que pueden cambiar, pero ante la incapacidad de hacerlo por sí mismos, se espera que el profesional “haga algo” que los cambie, a través de la movilización de un saber hacer específico, en el cual es experto, e intervendrá para el consultante y no para sí mismo (Hernández, 2007) 3. Los medios que dan origen a las relaciones de poder, en donde el poder del psicólogo/terapeuta es ejercido por los efectos de la palabra, es decir por los efectos de la conversación sostenida con los consultantes. 4. Formas de institucionalización en las que se determina un lugar para el encuentro terapéutico, una duración de la sesión, una programación de sesiones, y un pago, entre otros. A este respecto Castel (1988) refiere que hay un contrato de servicio en el marco de la terapia entre el profesional competente y el consultante que tienen una demanda que no puede satisfacer por sí mismo y el pago es una forma de restablecer esa simétrica. 5. Los grados de racionalización en las que poner las relaciones de poder como acción en un campo de posibilidades puede ser más o menos elaborado en relación con la efectividad del proceso y la obtención de resultados en el que se observen cambios con respecto a los objetivos terapéuticos acordados con el consultante. Esta relación de poder

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es transformada, organizada y se dota de procesos que son ajustados a cada situación y a cada encuentro terapéutico. Esta relación de poder no implica una relación de dominación. La relación de dominación requiere que el psicólogo/terapeuta asuma una posición de autoridad donde exija ser obedecido y tome decisiones sobre la vida de la otra persona a través de argumentos que titulamos como racionales, que implican que hay una realidad objetiva. A este respecto Maturana (2002) refiere que cuando queremos convencer a alguien para que concuerde con nuestros deseos utilizamos los argumentos objetivos y racionales, bajo la pretensión implícita o explícita de que el otro no puede rechazar lo que nuestro argumento sostiene, porque su validez se funda en su referencia a la verdad, a la realidad concebida como universal y objetivamente válida independiente del observador. La actitud hacia los “verdaderos argumentos” tiene una fuerte fundamentación racional, propia de las prácticas terapéuticas tradicionales regidas por el modernismo, que sitúan al psicólogo/terapeuta en el papel de experto acerca de cómo deben vivir los demás, que evalúa el estado de la mente del individuo, identifica sus conflictos y los corrige a través de la terapia. Si desconocemos esta relación de poder es posible que desde el imperativo de una postura colaborativa simétrica, como dice Minuchin, Lee, y Simon (1998) desparezca la libertad del terapeuta en formación para cuestionar, actuar, opinar y comportarse en el consultorio como la persona compleja y multifacética que es fuera de él, relegando su papel a un entrevistador distante y respetuoso. Desde esta postura es posible que los psicólogos/terapeutas en formación actúen como lo plantean Ceberio y Linares (2005) con un exceso de prudencia y con un temor reverencial a ser demasiado activo o

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demasiado explícito, emoción que puede ser intensa no sólo por el susto que genera la responsabilidad de influir en los demás, especialmente en los terapeutas con poca experiencia, sino por algunas teorizaciones que estigman la intervención activa y responsable como manipuladora. Con el cuestionamiento del dualismo sujeto – objeto pierde la credibilidad la realidad de un “paciente” cuya mente debería ser “conocida y modificada”, ya que se considera a la persona como participante en múltiples relaciones, y su “problema” solo es un problema a partir de la forma en la que es construido en alguna de ellas. El papel del terapeuta es facilitar la reinterpretación del sistema de significados en el cual se sitúa ese “problema”, a través de un diálogo activo con los que sustentan la definición del problema, no en calidad de clarividente, sino como copartícipe de la construcción de nuevas realidades (Gergen, 2006). En palabras de Lyotard (1984) se nos invita a “mirar maravillados la diversidad posible” (p. 26) La relación terapéutica puede ser entendida como un todo, donde tanto las conductas del terapeuta/psicólogo como las del consultante se influencian recíprocamente y las intervenciones

surgen

como

el

resultado

de

la

interacciones

desarrolladas,

constituyéndose así un espacio de aprendizaje en cuanto que el terapeuta y el consultante cambian a partir del intercambio comunicacional; el consultante aplica la nueva información a nuevas situaciones y en el profesional ejerce una influencia en su vida y en las experiencias con otros consultantes (Ceberio y Linares, 2005) Retomando a White (2002) esta concepción de la terapia podría denominarse recíproca y tiene varias implicaciones: 1. El profesional identifica, reconoce y explicita la contribución que cada proceso de atención terapéutica tiene en su vida, por ejemplo en el desarrollo de prácticas

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terapéuticas en la relación con el trabajo, en las historias de la vida como psicólogos/terapeutas, y de manera general en los relatos que tienen sobre su identidad. 2. El reconocimiento que la interacción terapéutica está informada por discursos culturales y las prácticas están relacionadas con esos discursos, las cuales tienen efectos en la constitución de las vidas y relaciones de los participantes de la interacción. 3. Al desafiar el poder de los conocimientos, se establece un contexto en el cual se disminuye la posibilidad de que las personas perciban sus vidas como objeto de conocimiento profesional, lo que da apertura a la entrada de prácticas de relación alternativas, en las que se desafíen la marginación de las identidades de los consultantes centradas en los déficits. 4. Permite a los psicólogos/terapeutas reconocer actos de significado que contribuyen a la generación de descripciones más ricas del propio trabajo y de sus identidades como profesionales, en cuanto que los acontecimientos significativos que ocurren en el encuentro terapéutico se incorporan en los libretos de vida, cuyo efecto es la familiaridad con los objetivos elegidos y la contribución a la percepción de la viabilidad de esos objetivos.

Construcción de la Identidad profesional Teniendo en cuenta los desarrollos de la terapia sistémica que ponen el énfasis en el significado y en la perspectiva de los sistemas humanos como existentes en la realidad lingüística intersubjetiva, se define la identidad como una constante creación y revisión dentro de una red de relaciones y conversaciones con otras personas, por lo cual no obedece a algo fijo (Tarragona, 2006).

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Desde ahí los significados que la persona se atribuye a sí mismo hacen parte de la identidad, la cual está constituida como dice White y Epston (1993) por lo que sabemos de nosotros mismos y cómo nos describimos como personas. Ubicando esta idea al campo de la identidad profesional, se puede definir como los relatos que una persona se cuenta de sí mismo sobre su ser psicólogo/terapeuta y que dan sentido a su vida, sus acciones y sus relaciones como profesional. Desde esta postura y de acuerdo a las ideas de Anderson (1997) el sí mismo no es concebido como una realidad verificable sino que es una realidad construida y constituye la forma en que nos relatamos, explicamos y hablamos sobre nuestras acciones mientras que la identidad propia no son datos universales incuestionables sino que son los significados que emergen del entendimiento mutuo, y consiste en el mantenimiento de una coherencia y continuidad entre las historias que contamos acerca de nosotros mismos, con tal que podamos construir narrativas que expliquen la falta de coherencia con nosotros mismos y con el caos de la vida. Es así como el propio ser es un ser narrativo, y las identidades existen en relación con una perspectiva, un punto de vista que depende de nuestras intenciones y en el que nuestras narrativas de identidad consisten en dar forma y expresión del yo que nos decimos y que decimos a otros que somos, que hemos sido y que seremos. Como dice Payne (2002) el “relato del yo” es una narrativa en primera persona que define la identidad de individuo a base de sus recuerdos y percepciones de su vida actual, los papeles que juega y sus relaciones sociales. Es así como el psicólogo/terapeuta en formación construye una historia sobre su identidad profesional, la cual está relacionada con la manera cómo se está percibiendo en el ejercicio de su rol, la descripción de lo que cree que ha hecho, las razones por las que lo hizo, sus emociones frente a lo sucedido, la

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relación con los consultantes y con otros profesionales, y los significados que atribuye para construir la visión de sí mismo como profesional. Este relato la persona lo cuenta a otros o a sí mismo en un “monólogo interno”. Retomando los planteamientos de White y Epston (1993) y aplicándolas al contexto de los psicólogos/terapeutas en formación, estos relatos pueden ser dominantes cuando ante una situación que les preocupa incluyen significados y conductas que excluyen parte de la experiencia vivida del profesional, o se hallan en contradicción con aspectos importantes de esa experiencia vivida, lo que hace que se conviertan en inútiles, limitantes, insatisfactorios y cerrados. Además, estos relatos pueden incluir emociones de frustración, desmoralización e incompetencia frente al quehacer terapéutico. En estos relatos dominantes como dice White (2002) están incluidas las ideas construidas tanto sobre la práctica y la relación terapéutica como sobre el ser psicólogo/terapeuta, a las cuales se les puede adjudicar un valor de verdad que regula y crea la vida profesional. Desde estas verdades unitarias y globales constituías en las modernas disciplinas científicas para crear teorías universales acerca de la vida se puede ser juzgado, clasificado y determinado en las decisiones, en función de los verdaderos discursos que son los agentes de los efectos específicos del poder que reducen la vida humana a categorías (Foucault,1985) En esta clasificación sobre sí mismo se puede utilizar un vocabulario en el que sea vean a sí mismos y vean a los demás de forma restringida, acorde con esa terminología, juzgándose superior o inferior, digno o no de admiración o de adhesión, lo cual reduce la gama de acciones discernibles, tal como lo sugiere Gergen (2006).

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Teniendo en cuenta que el sentirse inadecuado puede generar una crisis en los psicólogos/terapeutas en formación es necesario tener en cuenta los planteamientos que hace Mc Namee (1996) al respecto. Esta autora refiere que la crisis desde una visión popular puede entenderse como una extensión natural de lo que somos y de quienes somos, como si la crisis fuera “propiedad” de un individuo. En ese sentido para que se puntualice una crisis, una persona debe participar lo suficiente en las formas centralizadas de discurso que la define como tal, posiblemente al actuar de una manera alejada de las concepciones de las prácticas profesionales consideradas como la “verdad”. Lo anterior influye para que bajo la noción de “verdad” y de lo “correcto” se reproduzcan subjetividades en las que los profesionales en formación terminan reproduciendo maneras de ser y de pensar culturalmente veneradas, y al no lograrlo se sienten frustrados e incompetentes (White, 2002) Teniendo en cuenta los avances tecnológicos y las facilidades de comunicación con las personas y sus experiencias, se ha dado un fenómeno que Gergen (2006) llama la saturación social, en el que se introducen a otros en el yo infiltrándose sus gustos y preferencias, sus objetivos y sus valores. Es así como se amplía la gama de lo que se considera “bueno”, “correcto” o “ejemplar”, criterios de calificación que se incorporan al yo y que se hacen oír en cualquier momento, así algunas veces sean contradictorios, por ejemplo aplicarse al deber significa perder la espontaneidad, cada voz autorizada se alza para desacreditar todas las que no cumplen sus requisitos, haciendo que las voces que discrepan con el proceder actual de la persona se conviertan en críticos internos. Así mismo a medida que se suman los demás al yo, sus deseos se vuelven nuestros y hay una ampliación de nuestras metas; de nuestros “debo”, nuestros “necesito”, y nuestros

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“quiero”, lo que requiere esfuerzo y a la vez puede ocasionar frustración, pues cada deseo tiene sus propias exigencias y reduce la libertad de la persona. Igualmente los conocimientos expertos impartidos de arriba – abajo influyen para que el conocimiento requerido siempre está más allá del horizonte alcanzable, lo que aumenta la sensación en los profesionales de que no han llegado a saber lo que hay que saber y contribuye a la aparición de experiencias de sobrecarga, fatiga, agotamiento, creándose un contexto vulnerable al desaliento y al desgaste profesional (White 2002). Para Gergen (2006) una vez que un grupo abraza una teoría, la emplea para interpretar los acontecimientos de tal modo que parece que la teoría fuese verdadera, lo que es “objetivamente” cierto no depende del caso, sino de la comunidad en la que uno participe en ese momento, y como cada vez son más numerosas las “otras voces”, eso aumenta el número de las “otras verdades” y desdibuja la premisa de la concepción modernista de la existencia de las cosas en sí, que plantea que el mundo está compuesto de diversas esencias o especies naturales como átomos, estados psicológicos, instituciones sociales. El reconocimiento del conocimiento local da la posibilidad de pensar distinto, lo cual no es sólo un ejercicio intelectual sino que es una condición de la posibilidad misma para la creación de la libertad del profesional donde la teoría no se instituye sino que hace parte de una posibilidad de entendimiento (Foucault, 1990). Al ver la teoría como parte de una posibilidad de entendimiento que permite desarrollar habilidades en el campo de la terapia, también se da apertura al surgimiento de otras ideas que pueden ser útiles para la creación de nuevos sentidos, que no necesariamente corresponden a los relatos universales que se consideran como los “efectivos” para lograr los objetivos terapéuticos.

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Las realidades locales tienen que ver con el vocabulario particular, o una especial manera de decir las cosas que tienen diversos grupos sociales para defender y reflejar sus valores, posturas políticas y estilos de vida. Si permanecemos dentro de la tradición modernista en la que se concibe a la realidad como objetiva y se enuncia “tal cual es”, se suprimen las realidades locales, las demás alternativas, y por ende las acciones que pudieran surgir de esas alternativas (Gergen, 2006) Suprimir las realidades locales y privilegiar sólo los saberes expertos hace que los profesionales en formación dejen subyugados los acontecimientos y expresiones que potencialmente brindan un punto de entrada a exploraciones de otras maneras de ser y de pensar en el mundo, otros conocimientos de la vida y otras habilidades para la vida profesional, que están relacionados con saberes más locales (White 2002). De esta manera se busca el reconocimiento y la apertura de las múltiples perspectivas e ideas en las que cada “verdad” se ve relativizada por la posibilidad simultánea de otras opciones, igualmente válidas, lo que tiene una influencia sobre la identidad, pues como dice Gergen (2006) esto permite que las personas se percaten de que la verdad sobre ellas mismas es una construcción momentánea y válida para espacios de tiempo y relaciones específicas. Foucault (1990) expresa que en nuestra cultura, los hombres han desarrollado un saber acerca de sí mismos en las que se incluye la psiquiatría y la psicología entre otras áreas como la economía, la biología, la penología. El punto principal no consiste en aceptar ese saber como un valor dado, sino en analizarlos como juegos de verdad específicos, ya que al memorizar lo que nos han enseñado en las diferentes disciplinas, en este caso con respecto a la terapia, esas afirmaciones se convierten en reglas de

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conducta que se obedecen y que limitan la libertad y la autonomía del psicólogo/terapeuta en formación. Retomando las ideas de Gergen (2006) saber que no hay una cosa en sí a la que deban ajustarse con exactitud nuestras interpretaciones puede generar una sensación de liberación que puede resultar muy útil para el psicólogo/terapeuta en formación, ya que sus interpretaciones de las acciones, dificultades, relaciones y palabras de sus consultantes no pueden juzgarse de acuerdo con su correspondencia con los procesos internos de éste (su esencia) sino que son los consultantes quienes tienen la opción de interpretarlo en función de sus convenciones locales o de lo que les hace sentido. Los psicólogos/terapeutas son mucho más libres si reconocen que las verdades que han sido construidas durante ciertos momentos históricos y que son universales pueden ser cuestionadas e incluso destruidas si ya no son pertinentes en el momento actual. Esto es importante ya que la forma que tienen los profesionales de actuar y de reaccionar está ligada a su forma de pensar, y como es lógico, el pensamiento está ligado a la tradición. (Foucault 1990) En este sentido, como dice Gergen (2006) la vida se vuelva más expresiva y rica, cuando se pone en tela de juicio la posibilidad de que existan respuestas “transcendentalmente” correctas o equivocadas basadas en parámetros morales o racionales, lo que hace que los conflictos entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso, lo racional y lo irracional, se diluyan. De esta manera si alguna persona define que algo está bien o mal, está actuando como un agente local de las relaciones más amplias en las que participan y son estas relaciones las que hablan por su boca. Es así como se concibe al yo dentro de una relación, es decir la relación es la que crea el sentido del yo, y por tanto el psicólogo/terapeuta en formación actúa dependiendo

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de la relación, sin tener que “ser siempre el mismo”, ya que “se suspenden las demandas de coherencia personal, de reconocimiento o de enfoque determinante, y simplemente se es dentro de un proceso en curso en relación con los demás (Gergen, 2006) El que la persona “sea lo que es” significa que sólo puede reaccionar a una situación determinada de acuerdo a las formas de su repertorio, el cual puede cambiar a lo largo del tiempo cuando emergen otras nuevas (Andersen, 1994), por lo tanto es necesario ampliar ese repertorio y abrir nuevas posibilidades a partir de la creación de relatos alternativos que contradigan la historia dominante de los psicólogos/terapeutas en formación.

Espacios conversacionales para abrir nuevas posibilidades y crear relatos alternativos sobre la identidad profesional Los espacios conversacionales con psicólogos/terapeutas en formación que se cuentan una historia dominada por la frustración, el aburrimiento, el cansancio, la falta de direccionamiento en su trabajo, entre otras, se realizan teniendo en cuenta la perspectiva de los sistemas humanos como generadores de significado y tendrán como objetivo generar relatos alternativos que les permita como dice White y Epston (1993) representar nuevos significados, que las personas experimentarán como más útiles, satisfactorios, con final abierto y que puedan aportar posibilidades más deseables en la práctica psicoterapéutica. Desde esta postura las conversaciones son entendidas como un fenómeno lingüístico dado el proceso de generación de sentido que surgen en éstas donde formulamos y reformulamos nuestras experiencias vitales, creamos y recreamos nuestra manera de dar

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sentido, construimos y reconstruimos nuestras realidades y a nosotros mismos, por lo cual su naturaleza es transformacional (Anderson, 1997). Es a través del lenguaje que los seres humanos organizamos nuestra identidad y el mundo en que vivimos a partir de las distinciones lingüísticas que hacemos, la manera como las relacionamos entre sí y los tipos de juegos de lenguaje con los que operamos en él (Echeverría, 1994). Al ser el lenguaje generativo y creador de realidades hace que las conversaciones aumenten o disminuyan las posibilidades. Si aumentan, la sensación es de acción creadora, en la que se puede encarar las preocupaciones, los dilemas, problemas, , dolores y frustraciones para lograr lo que se quiere como las ambiciones, esperanzas, intenciones y acciones (Anderson, 1997) Los espacios conversacionales con los psicólogos/terapeutas en formación para abrir nuevas posibilidades y crear relatos alternativos sobre sí mismos parten de los siguientes presupuestos:

La Experiencia organizada a través de relatos Es importante retomar a Bateson (1998) y aplicar sus ideas al campo de la identidad profesional, puesto que éste autor, refiriéndose a Korzybski quien afirma que el mapa no es el territorio, hace alusión al mundo mental como mapas de mapas, es decir la comprensión que tenemos los psicólogos/terapeutas sobre nuestro quehacer en la atención terapéutica y el significado que le atribuimos parte de nuestras premisas y supuestos que constituyen nuestros mapas del mundo, por lo cual el conocimiento requiere un acto interpretativo.

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En esta vía las ideas de Bruner (2004) referidas a la aproximación de lo literario para comprender lo que constituye una historia, lo que le da grandeza, y la manera como afecta el texto al lector, también muestran como un texto, que al modo de ver de la investigadora puede ser un hecho, puede tener múltiples alternativas de interpretación e incluso éstas pueden ser simultáneas. Utilizando la analogía del texto White y Epston (1993) refieren que para entender nuestras vidas y expresarnos a nosotros mismos, la experiencia debe “relatarse” y este hecho de relatar es lo que determina el significado que se le atribuye a la experiencia. Es así como los psicólogos/terapeutas en formación constituyen relatos sobre su experiencia como profesionales en la atención psicológica/terapéutica y estos relatos a su vez hacen parte de su identidad profesional y pueden ampliar el repertorio de posibilidades frente a su actuar como profesionales en beneficio de los consultantes, o por el contrario limitarlos. Los relatos, como los define Ricoeur (1983) son modelos para describir el mundo, y como dice Anderson (1997) la narrativa alude a una forma de discurso, a la forma en que organizamos, explicamos, damos sentido y comprendemos dando estructura y coherencia a las circunstancias, sucesos de nuestra vida, fragmentos de nuestras experiencias e identidades propias para y con nosotros y otros. Esto implica que la narrativa es más que una metáfora literaria: es un proceso discursivo reflexivo, de ida y vuelta, que construye nuestras experiencias y a la vez es utilizado para comprender nuestras experiencias. Como dice Morgan (2000) el significado que les damos a nuestras experiencias de vida forma el tema de una historia, que se desarrolla dependiendo de la manera como conectemos los eventos en una secuencia a través del tiempo y el sentido que le estemos

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dando. Son historias acerca de nosotros, de nuestras habilidades, dificultades, competencias, acciones, deseos, éxitos y fracasos, entre otras. Las historias y relatos que construimos ordenan la cotidianidad e interpretan las experiencias posteriores (White y Epston, 1993), esto implica que la historia que cada profesional empiece a tejer de sí mismo influye en sus acciones, emociones y en su forma de pensar acerca de la atención terapéutica, en su papel en esa relación y la manera como se ve a sí mismo en esa interacción como psicólogo/terapeuta. A este respecto es útil señalar el estudio que hace Bruner (2004) sobre la sorpresa, manifestando que nuestro sistema nervioso reacciona de manera diferente ante las versiones previstas o imprevistas del mundo. Los umbrales, la cantidad de tiempo e información necesaria para ver y reconocer un objeto o acontecimiento, están regidos estrechamente por la expectativa, lo que hace que cuanto más sea esperado un suceso, mayor sea la facilidad con que se le verá u oirá. Es así como al crear una historia como psicólogos/terapeutas en formación, este relato empieza a constituirse en una versión prevista que hace que los sucesos que sean acordes con ésta se vean y se escuchen con más facilidad, ya que se ve aquello que se está esperando ver, y no importa qué otras cosas se puedan perder al tener la mirada fija en un solo lugar. La selección de los eventos que amplían y que nutren la historia que se está construyendo, se realiza teniendo en cuenta la coherencia con el tema y el relato, excluyendo los que lo contradicen, constituyéndose así una historia dominante (Morgan, 2000), que moldea la vida y las relaciones de la persona, diferente a la idea que propone una estructura o patología subyacente, constitutiva o moldeadora de las vidas de las personas y de las familias (White y Epston, 1993).

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Por ejemplo si una persona ha construido una historia como psicóloga/terapeuta en la que se siente “poco eficaz como profesional en la atención terapéutica”, seguramente va a seleccionar los eventos y situaciones que amplían esta historia, y no va a dar tanto significado, ni importancia a los momentos en los que se ha sentido cómoda, satisfecha y eficaz en su quehacer terapéutico. Es así como la construcción de los relatos se genera a partir de dos panoramas que emergen simultáneamente. Uno es el panorama de acción, donde el agente, intención o meta y la situación constituyen los argumentos de acción y equivalen a la “gramática del relato”. El otro es el panorama de conciencia que se refieren a los que intervienen en la acción, es decir los que saben, piensan y sienten, o dejan de pensar, saber o sentir. (Bruner, 2004) Sin embargo los tipos de relatos que ofrece una cultura en un momento dado pueden ser limitados. En la cultura occidental, la mayoría de los relatos se construyen en torno a los sucesos que siguen una dirección valorada positiva o negativamente y desde ahí los argumentos de vida se consideran verdaderos si se acomodan a las convenciones vigentes (Gergen, 2006) Es por esto que White (1997) hace la invitación a que el terapeuta cuestione sus certezas establecidas y se pregunte por los presupuestos, intenciones, creencias y sentimientos desde los cuales actúa, los cuales hacen parte de su identidad profesional. A este respecto Payne (2002) refiere que es necesario el conocimiento “experto” y el “local” para construir una imagen completa de la realidad, pues no podemos tener un “conocimiento experto” de lo que es verdadero, ya que éste es parcial, provisional, unilateral y muchas veces distante de los conocimientos concretos y específicos de la vida cotidiana; y el “conocimiento local” contiene los significados que las personas

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tienen de su experiencia, y es tan genuino y digno de respeto como el “conocimiento experto”. El conocimiento “experto” permite tener focos y miradas para comprender y entender lo que está sucediendo y abre posibilidades para interpretar y para actuar de una manera que puede resultar útil en el proceso con los consultantes.

Construcción de una Historia Densa Poner los saberes expertos entre paréntesis e indagar sobre el saber local de los psicólogos/terapeutas se puede hacer a través de la construcción de una historia densa con cada uno de los profesionales. La descripción densa, término que acuño Gilbert Ryle está relacionada con la multiplicidad de esas estructuras conceptuales complejas, muchas de las cuales están superpuestas o enlazadas entre sí, estructuras que pueden ser al mismo tiempo extrañas, irregulares, y no explícitas. La cultura es el contexto dentro del cual pueden describirse todos los fenómenos de manera inteligible, es decir, densa (Geertz 1988). Hacer una descripción densa de acuerdo a lo que plantea Geertz (1988), es ver más allá de lo que hace el psicólogo/terapeuta en formación, es indagar por los significados y por lo que dicen las acciones del estudiante, es reconocer que las acciones que aparentemente son descritas como pequeñas o simples tienen conocimientos y varios significados, es preguntar por lo que la persona da por sentado. Lo que Bruner (2009) llamo una psicología sensible a la cultura, que significa que el interés no sólo está en lo que la gente hace, sino también en lo que dice que hace y en lo que dice que la llevó a hacer lo que hizo y en lo que dice que han hecho otros y por qué, es decir es ocuparse de cómo dice la gente que es su mundo.

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Como dice Geertz, (1988) una vez que la acción humana es vista como acción simbólica, hay que preguntar por su sentido, su valor y el significado que determinadas acciones tienen para sus actores, sabiendo que hay códigos públicos establecidos o estructuras de significación que permiten definir la finalidad de las acciones y darles interpretaciones. Hacer una descripción densa parte de un estado general de desconcierto sobre los fenómenos observados, tratando de orientarse uno mismo, y reconociendo el trabajo intelectual que puede aplicarse a nuevos problemas de interpretación, reconociendo que si éste deja de ser útil se abandona, de lo contrario se continúa elaborando (Geertz 1988).

Reflexividad Cognitiva, Emocional y Práctica En la construcción de la historia densa con cada uno de psicólogos/terapeutas en formación se tiene en cuenta la reflexividad entendida como lo plantea William D. Lax (1995) como un proceso que consiste en convertirse a uno mismo en objeto de la propia observación, examinando las narrativas que estructuran sus experiencias, que el caso de esta investigación tendrían que ver con las que hacen referencia al quehacer terapéutico y a las actuaciones en su rol como psicólogos/terapeutas en formación. Esta reflexividad también abre la posibilidad de hacer transformaciones de sí mismos, de tal manera que puedan ampliar sus posibilidades de acción en su rol profesional y se sientan más satisfechos con el trabajo realizado. Las narrativas del sí mismo como psicólogo/terapeuta incluyen emociones, prejuicios y formas de actuar que influyen en el proceso terapéutico y la forma como perciben su rol como profesionales. Es por esto que resulta útil retomar a Burnham (1993) quien plantea tres formas de reflexividad: La cognitiva, la práctica y la emocional que

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constituyen elementos claves en el proceso de reflexividad del psicólogo/terapeuta en formación: 1. La reflexividad cognitiva significa pensar acerca del pensamiento, de las ideas, conceptos, hipótesis y

significados. ¿Cuáles son las ideas y significados que el

psicólogo/terapeuta le está dando a la práctica terapéutica y eso cómo influye en los procesos de atención terapéutica y en su identidad profesional? ¿Qué ideas hacen parte de su identidad profesional?. Es crear cuestionamientos en las que el psicólogo/terapeuta reflexione sobre el efecto que tienen los discursos sobre la práctica profesional en él o ella, sobre sus concepciones sobre la relación con los consultantes, y en general sobre las ideas que ha construido sobre su identidad profesional. Una forma de hacerlo es prestando atención al lenguaje verbal y curioseando sobre lo que el profesional quiere decir con sus expresiones, ya que, como dice Cecchin (1994) en su trabajo sobre la cibernética de los prejuicios, una posibilidad de conocer nuestras ideas y creencias es reflexionar sobre las palabras que son utilizadas, ya que en ellas están incluidas los prejuicios. Esta reflexividad cognitiva también cobra relevancia, si tenemos en cuenta la idea de Laura Fruggeri (1996, P.), quien dice que “Los terapeutas ven lo que sus puntos de vista les permite ver”, lo que significa que las ideas que tenemos constituyen un lente, con el cual observamos y damos explicaciones a lo que sucede. Muy seguramente si el psicólogo/terapeuta tiene ideas distintas, ve de manera distinta una misma situación. 2. La reflexividad emocional

implica dar

cuenta de las emociones que está

viviendo el psicólogo/terapeuta frente a su rol como profesional y en la atención terapéutica y que pueden estar ampliando o limitando sus entendimientos y sus

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posibilidades de acción y las de sus consultantes. Implica también identificar cómo se siente el profesional con una emoción en particular. Es de aclarar que se parte de una conceptualización de las emociones basada en el enfoque sistémico y en el construccionismo social en las que no son vistas como estados “internos y fijos” de las personas, sino que varían dependiendo de las relaciones, las conversaciones y los significados, tal como dice Gergen (1998) las emociones no son rasgos constitutivos de las personas, sino de las relaciones; lo cual va acorde con la perspectiva de Harré (1986) quien refiere que las emociones existen en el intercambio recíproco de un encuentro social. Esta reflexividad cobra importancia si se retoma a Maturana (1990) quien sostiene que las emociones son predisposiciones para la acción y dependiendo de las emociones que se experimenten hay cosas que se hacen y otras cosas que no; “aceptamos como válidos ciertos argumentos que no aceptaríamos bajo otra emoción” (Maturana 1990, pág 16). Las emociones que vive un psicólogo/terapeuta en formación hacen parte de la historia que se está contando de sí mismo como profesional, es por esto que es útil también tener un diálogo con ellas y entender cuáles son los entendimientos que están relacionados con ellas y cómo permean el actuar de los psicólogos/terapeutas. En este sentido se puede curiosear sobre lo que quieren decir las emociones de los profesionales, de qué los está alertando?, qué no los está dejando ver?, qué les permite ver y entender?, qué nos les permite cambiar de emoción? Dichos cuestionamientos permiten como dice Echeverria (1994) intervenir en el dominio de nuestros estados emocionales por medio de la acción a través del lenguaje, ya que la comunicación puede influir en la transformación del contexto emocional original.

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Esta transformación de emociones, también abre posibilidades teniendo en cuenta que lo que era permisible en el momento de iniciar una conversación no es necesariamente lo mismo al momento de terminar la conversación, y una forma de intervenir a nivel de actos lingüísticos es cambiando nuestros estados emocionales. Para Elkaïm, citado por Ceberio y Linares (2005) es claro que la repercusión emocional influye tanto cognitivamente en la medida en que las emociones pautan distinciones y descripciones potenciando el marco de comprensión o generando puntos ciegos, que influyen en la construcción de hipótesis, como pragmáticamente ya que se traducen en acciones que activan o entorpecen la cibernética, bloqueando, fracasando los intentos de solución y estancando el proceso terapéutico. El nivel emocional se encuentra incorporado a cada construcción que elabora el terapeuta en la interacción con su consultante y condiciona como se mencionó antes las construcciones cognitivas y pragmáticas, y de éstas surgen diferentes emociones que se ven implicadas en las interacciones (Ceberio y Linares, 2005) 3. La reflexividad práctica

hace

referencia a los efectos de las acciones del

psicólogo/terapeuta en el consultante y en él mismo. Las preguntas, comentarios e intervenciones que realiza el profesional constituyen acciones que dan cuenta de sus emociones y pensamientos, y a la vez tienen un efecto en quién las recibe, lo que a la vez impacta nuevamente al profesional, en sus emociones, pensamientos y acciones. Este impacto influye en las acciones posteriores y a la vez da significado a las anteriores. Retomando a Watzlawick (1989) es imposible no comportarse, y el comportamiento es una conducta, una acción que siempre está comunicando. Las palabras, el silencio, la postura corporal y, en general todos los comportamientos tienen un mensaje que influyen

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sobre los demás, quienes, a su vez, responden a tales comunicaciones con acciones que también constituyen un mensaje. Las acciones revelan lo que los psicólogos/terapeutas en formación piensan, creen y sienten, y la relación entre lo que se hace, lo que se dice y las circunstancias en las que esto ocurre es interpretable, ya que existen relaciones establecidas por mutuo acuerdo entre el significado de lo que se dice y lo que se hace en determinadas circunstancias como en el contexto terapéutico, y esas relaciones gobiernan cómo se conducen las sesiones en la relación con los consultantes. La implicación que tiene cuando las personas no hacen lo que dicen es que lo que se hace es más importante que lo que se dice, o que esto último sólo es importante por lo que pueda revelarnos en la acción (Bruner, 2009). Garciandía y Samper (2005) también refieren que las emociones vividas y las comprensiones que surgen en el interior del psicólogo/terapeuta se convierten en preguntas y comentarios que acercan o distancian a los participantes en su búsqueda de alternativas. Es así como las acciones no van desligadas de los significados ni de las emociones, por el contrario los tres constituyen un proceso recursivo en el que se nutren mutuamente, y en este circuito se puede introducir nueva información para dar inicio al proceso nuevamente. Por ejemplo, las emociones y los significados pueden abrir o cerrar las posibilidades de acción y de entendimientos pero a su vez una determinada acción o idea también genera diferentes emociones. Retomando el planteamiento de Echeverría (2006) “nuestra efectividad de nuestra acción es también función de nuestra capacidad de observar, evaluar y diseñar aquellos espacios emocionales que hacen posible los que previamente no lo eran o que cierran

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posibilidades que antes se encontraban abiertas” (p. 288). Igualmente se podría decir que la efectividad de la acción también tiene que ver con observar y transformar las comprensiones que están limitando el rol como psicólogos/terapeutas. La reflexividad emocional, cognitiva y práctica es una invitación a que el psicólogo/terapeuta en formación no sólo identifique sus prejuicios, los escenarios emocionales y las acciones que están inmersas en la conversación terapéutica y, que dan cuenta de la concepción de las prácticas psicoterapéuticas, la relación con los consultantes, y su identidad profesional sino que también se abra un espacio para la creación de transformaciones que amplíe sus posibilidades de actuación con el sistema consultante para alcanzar los objetivos terapéuticos. En este sentido, es útil tener en cuenta los planeamientos de Bruner (2004) sobre el lenguaje, específicamente acerca de la selección y la combinación de las palabras al formular una expresión determinada, lo que puede generar nueva información. Dependiendo del uso que queramos darle al enunciado, las seleccionamos y las combinamos. Jakobson, citado por Bruner (2004)

llama a estos dos actos que

constituyen el lenguaje como la selección y la combinación, eje vertical y eje horizontal respectivamente. El eje vertical busca perseverar o modificar el significado mediante la sustitución de palabras o expresiones. Esta sustitución transciende los sinónimos y llega hasta la metáfora sobre lo conocido y lo nuevo, dejando un poco en la ambigüedad los elementos que la reemplazan. El eje horizontal está relacionado con la predicación o la yuxtaposición de un comentario sobre un tema, cuando el tema es conocido o dado por supuesto y el comentario es algo nuevo que se le agrega. El eje horizontal y vertical va acorde con lo que plantea Pearce (1984), al interpretar a Shotter cuando refiere que el significado de las enunciaciones siempre está inconcluso

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y lo que el otro hace a continuación lo completa, pero nunca definitivamente, sólo agrega algo más a ese proceso de completar. Se considera que tanto el eje vertical (selección) como el eje horizontal (combinación) pueden ser útiles para iniciar y guiar una búsqueda de significados en las que no se pretende llegar a una verdad sino dar paso a la creación de historias alternativas que van en dirección de reducir la influencia de la historia saturada del problema en el psicólogo/terapeuta para crear nuevas posibilidades en su rol.

Andamiaje conversacional en la creación de historias alternativas La creación de historias alternativas parte de la idea de que las personas son ricas en experiencias vividas, y que sólo una fracción de la experiencia puede relatarse y expresarse en un determinado momento, dependiendo de la historia dominante. La experiencia vivida que no es tomada en cuenta porque no hace parte del relato dominante son los acontecimientos extraordinarios, que incluyen sucesos, sentimientos, intenciones, pensamientos, acciones, etc., que tienen una localización histórica, presente o futura (White y Epston, 1993) En la conversación es donde se da una apertura a una “zona de desarrollo proximal”, que hace que las personas de manera paulatina y progresiva se distancien de lo familiar y conocido y que se dirijan a lo que para ellos, sería posible conocer y por consiguiente hacer. A través de este recorrido de lo conocido y familiar y lo que es posible vivenciar, es donde aparece un nuevo sentido de agencia personal: Sentido de ser capaz de regular su propia vida, de intervenir en su vida para afectar su curso de acuerdo a las intenciones de cada quien, y hacerlo de manera que se forman los propios conocimientos y habilidades de vida (White, 2007)

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La zona de desarrollo proximal es un concepto que White (2007) retoma de la investigación de Vygotsky sobre el desarrollo de la niñez, y que al entender de la investigadora, da insumos para ir pasando de una historia dominante que es la conocida y familiar, a una historia alternativa que es lo posible conocer acerca de sus identidades. Es ir pasando de lo usual a lo inusual. A este respecto White (2007) propone cinco niveles que constituyen en mapa del andamiaje conversacional que puede ser utilizado como guía para las conversaciones terapéuticas que facilitan el movimiento progresivo y gradual a través de la zona de desarrollo proximal. En la comprensión de estos niveles se incluyeron otros aspectos que no son nombrados por White pero que han sido expuestos en este trabajo y que pueden ampliar la comprensión de éstos. 1. Nivel bajo de distanciamiento en los acontecimientos, el cual apoya el bajo nivel de logro de distanciamiento de lo conocido y familiar, y de la inmediatez de los acontecimientos de sus eventos en la experiencia y de sus entornos. Estos cuestionamientos fomentan la atribución de los significados de los acontecimientos del mundo propio que son o no son familiares o no han sido nombrados, en otras palabras es una caracterización de los acontecimientos. Así mismo, en este nivel se busca generar un proceso en el que los problemas definidos por los psicólogos/terapeutas en formación sobre sí mismos como profesionales se conviertan en una entidad separada y externa de la persona, de tal forma que los problemas considerados inherentes o las cualidades relativamente fijas que se atribuyen sean menos constantes y restrictivas. Se parte de la idea de que el problema es el problema, y por tanto la relación de la persona con él se convierte en el problema (White y Epston, 1993), por lo cual es necesario emplear prácticas en el contexto

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terapéutico en el que se objetivicen los problemas (los problemas no son intrínsecos a la persona) en contra de las prácticas culturales de objetivizar a las personas (White, 2007). Es así como se pretende separar a los psicólogos/terapeutas en formación de lo que ellos han definido como un problema, al sentirse incompetentes, frustrados y en general desgastados profesionalmente para que tomen nuevas acciones en el direccionamiento de sus dificultades, desenredando algunas conclusiones negativas sobre su identidad, que han sido influenciadas por el problema, lo que

Michael White (2007) llama

conversaciones de externalización. Esto implica hablar del problema como algo externo a la persona, contribuyendo a que los psicólogos/terapeutas en formación expongan como dice White (2002) las características, actividades, estrategias y propósitos de éste, y las consecuencias que el problema y las ideas que han sido consideradas como verdades han tenido en sus vidas profesionales, específicamente en el contexto de atención terapéutica. Otro punto importante a tener en cuenta es que aunque varios psicólogos/terapeutas en formación se sientan desgastados profesionalmente, cada definición del problema es particular. Para esto resulta muy útil personificarlo, haciendo una rica caracterización y descripción, ya que así se puede convertir en una experiencia cercana (White, 2007). Retomando a White (2002), es hacer una indagación que promueva la idea de que las personas no se encuentran atadas a una verdad sobre su identidad y que contribuya a la identificación de los efectos que esas declaraciones, asociadas a la verdad de la naturaleza humana y a las concepciones de la práctica psicoterapéutica, tienen en la constitución de la vida profesional, en las relaciones con los consultantes y en las experiencias que hacen parte del quehacer terapéutico.

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2. Nivel medio de distanciamiento en los acontecimientos, el cual apoya el nivel medio de logro del distanciamiento de lo conocido y familiar, y de la inmediatez de los acontecimientos de los propios eventos en la experiencia y en el entorno, en el que se hacen comparaciones y categorías de los acontecimientos de su mundo, se establecen cadenas de asociación que establecen vínculos y conexiones entre esos eventos y se establecen distinciones en materia de similitudes y diferencias. Desde el entendimiento de la investigadora, en este nivel se realizan conexiones entre los diferentes eventos narrados, y se establecen diferencias y similitudes. Para estas conexiones pueden ser útiles los planteamientos nombrados anteriormente sobre la selección y combinación de palabras, que empiezan a hacer una aproximación hacia lo nuevo, a partir del cuestionamiento de las declaraciones que están asociadas a la verdad, lo correcto, y la introducción de conocimientos que han sido subyugados por la historia dominante que el estudiante ha construido. Así pues en esta nueva perspectiva, las personas identifican situaciones acerca de su vida y de sus relaciones que estaban opacadas por el relato saturado del problema y que por tanto no estaban en condiciones de percibir, y que constituyen los núcleos para la generación de nuevas historias (White y Epston, 1993). Las preguntas del panorama de acción facilitan la exploración de historias referidas sobre los “logros aislados”, localizándolos dentro de secuencias particulares de sucesos que se devuelven en el tiempo, es decir incluyen eventos, circunstancias, secuencias, tiempo y tema que da nacimiento a la historia alternativa. (White, 1994) Los “logros aislados” tienen que ver con los “acontecimientos extraordinarios” que son los aspectos ignorados, pero cruciales en la experiencia de vida, que no podrían haberse predicho a partir de la lectura del relato dominante (White, 1993)

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3. Nivel

medio - alto

de

distanciamiento

de

los acontecimientos, el cual

apoya en nivel medio-alto del logro del distanciamiento de lo conocido y familiar; y de la inmediatez de los acontecimientos de los propios eventos y de sus entornos, para impulsar a las personas a reflexionar, evaluar, elaborar comprensiones a partir de las cadenas de asociación. En este nivel se reflexiona sobre la importancia que tienen para los psicólogos/terapeutas en formación estos conocimientos que antes habían sido subyugados, sobre su práctica terapéutica, su relación con los consultantes y su identidad profesional teniendo en cuenta que para que la historia alternativa tenga sentido para el estudiante es necesario hacer preguntas del panorama de identidad (conciencia) que tienen como objetivo que el profesional en formación reflexione sobre el significado que le da a los eventos de su experiencia que contradicen la historia dominante, que dé cuenta de los propósitos de vida e intenciones que hay en dichos eventos, que pueda identificar lo que él o ella valora, lo que es importante en su vida, y sus conclusiones acerca de su identidad y de la de otros protagonistas a la luz de esos eventos. Esto implica revisar los hechos que se desarrollaron en el panorama de acción a través de preguntas relativas al panorama de conciencia. Estas preguntas buscan identificar preferencias alternativas, deseos, cualidades, estados intencionales, creencias, empeños y compromisos personales (White, 1994) Estas preguntas del panorama de conciencia van acorde a la propuesta de Bruner (2009) sobre la convicción de que el concepto fundamental de la psicología humana es el significado y los procesos y transacciones que se dan en la construcción de significados. Para comprender al hombre, es necesario comprender cómo sus experiencias y sus actos están moldeados por estados intencionales, y estos estados intencionales sólo pueden

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plasmarse mediante la participación en los sistemas simbólicos de la cultura. Es la cultura, la que confiere significado a la acción situando sus estados intencionales en un sistema de interpretación. Los estados intencionales están relacionados con las creencias, los deseos y los significados, es decir, son la expresión de la psicología popular. La psicología popular son las nociones conformadas culturalmente en función de las cuales las personas organizan la visión que tienen de sí mismas, de los demás y del mundo, y parte de la premisa de que las personas tenemos creencias y deseos, creemos que el mundo está organizado de alguna manera, queremos determinadas cosas, unas cosas nos importan más que otras. Cuando las creencias y los deseos de las personas llegan a ser los suficientemente coherentes y bien organizados se constituyen en compromisos o formas de vida, y esas coherencias se consideran como disposiciones que caracterizan a las personas (Bruner,2009) White (2007) hace una distinción entre comprender los estados internos de la persona y sus estados intencionales. En los primeros se buscan elementos específicos del sí mismo como motivos, instintos, necesidades, recursos, fortalezas y rasgos de la personalidad, que hacen que se cree una esencia del sí mismo de la persona, lo que a su vez disminuye su agenciamiento personal, desalienta la diversidad y es poco probable que se cree una historia alternativa consolidada que dé paso a la re-construcción de la identidad. En los segundos, se busca entender los propósitos, valores, creencias, sueños, esperanzas y compromisos de la persona, lo que permite la agencia personal, en cuanto que la persona vive su vida acorde a las intenciones que abraza al perseguir lo que les está dando valor a sus vidas. Desde los estados intencionales la persona se ubica como

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originario de muchos desarrollos preferidos de su vida, que por supuesto surgen a partir de las interacciones con otros. La psicología popular postula la existencia de un contexto en el que se sitúan nuestros actos, y el estado en que se encuentre el mundo puede proporcionar razones para nuestros deseos y creencias y a la vez modificarlas; sin embargo los deseos pueden llevarnos a encontrarnos con otros significados en los que otros no encontrarían ninguno (Bruner, 2009) 4. Nivel alto de distanciamiento de los de los acontecimientos, el cual apoya el nivel alto de logro de distanciamiento de lo conocido y familiar, y de la inmediatez de los acontecimientos de sus eventos en la experiencia y en sus entornos, impulsando a las personas a formular conceptos acerca de la vida y de la identidad por medio de la abstracción de esas realizaciones y aprendizajes desde sus circunstancias concretas y específicas. Desde la perspectiva de la investigadora este nivel está estrechamente ligado con el anterior ya que en la medida en que los psicólogos/terapeutas en formación reflexionan sobre la importancia que tienen los conocimientos subyugados, pueden llegar a nociones sobre la práctica terapéutica, la relación con sus consultantes y sobre ellos mismos desde su ser profesional que sean más coherentes con sus creencias, sueños, esperanzas y compromisos. Es decir que obedezcan más a lo que tiene sentido para ellos de acuerdo a lo esperado en un contexto terapéutico y no a un “mandato” de lo que tienen que hacer como si la teoría fuera una verdad instaurada e inamovible. 5.Nivel muy alto de distanciamiento de los acontecimientos, el cual apoya el nivel muy alto del distanciamiento de lo conocido y familiar; y de la inmediatez de los acontecimientos sus eventos y sus entornos, impulsando a las personas al desarrollo de

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las propuestas para proceder en la vida por caminos que van en armonía con los recientes conceptos acerca de la vida y la identidad, la formulación de las predicciones acerca de las consecuencias de estas acciones y la planeación para iniciar estas nuevas formas de maniobrar. Este nivel implica abrir espacio para que los psicólogos/terapeutas puedan circular estos conocimientos, es decir sean puestos en práctica y se reflexione sobre el efecto que tienen en el proceso de atención terapéutica y en su identidad profesional.

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OBJETIVOS

Objetivo General Comprender los procesos que viven los psicólogos/terapeutas en formación con respecto a su identidad profesional a partir del inicio de la práctica psicoterapéutica y la formación sistémica, y la forma cómo los espacios conversacionales contribuyen a la construcción de ésta, de manera que aumente sus posibilidades de acción.

Objetivos Específicos 1. Identificar y describir los dilemas que viven los psicólogos/terapeutas en formación a partir del inicio de la práctica psicoterapéutica. 2. Identificar y describir los cambios en la narrativa sobre sí mismos como psicólogos/terapeutas en formación a partir de los espacios conversacionales. 3. Caracterizar los espacios conversacionales que permitieron la transformación de los dilemas iniciales en el proceso de construcción de identidad como terapeutas.

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METODO Diseño El método que sustenta este estudio se basa en la epistemología cualitativa de tipo investigación - intervención, el cual busca hacer una aproximación global de las situaciones sociales para explorarlas, describirlas y comprenderlas, a partir de los conocimientos que tienen los participantes (Bonilla, 1989) Específicamente en esta investigación se utiliza el estudio de caso, que es una de las metodologías de la investigación cualitativa, que permite estudiar en profundidad las tres unidades de análisis que se proponen en este trabajo, sin llegar a la pretensión de buscar generalizaciones, sino por el contrario lo que se hace es una descripción densa sobre el relato de cada uno de los participantes en la que se describen los dilemas que tienen los psicólogos/terapeutas en formación y los cambios en las narrativas de éstos que surgen a partir de los espacios conversacionales creados con cada uno de ellos, los cuales también son caracterizados. Lo anterior va acorde con lo que plantea Stake (1998) con respecto al objetivo de los estudios de caso refiriendo que “el cometido real del estudio de caso es la particularización, no la generalización. Se toma un caso en particular y se llega a conocerlo bien, y no principalmente para ver en qué se diferencia de otros, sino para ver qué es, qué hace” (P. 20). La base de este estudio en profundidad es la interpretación que constituye una forma de comprender el fenómeno a observar, en la que la investigadora privilegia lo que considera significativo, de acuerdo a la pregunta y al tema de investigación y a las conexiones que realiza para dar un sentido a la información que está analizando.

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Participantes Para guardar la confidencialidad de las personas que participaron en esta investigación, sus nombres fueron cambiados. En esta investigación participaron las siguientes profesionales en formación:

Participante 1: Aura Mujer, de 22 años, estudiante de psicología. En el momento de su participación en los espacios conversacionales se encontraba cursando su último año y estaba haciendo sus prácticas en los consultorios de la Universidad, haciendo atención psicológica desde el enfoque sistémico a las personas, parejas y familias que llegan a esta institución en busca de ayuda psicológica. Como parte de la práctica Aura participaba en un seminario epistemológico, metodológico e investigativo sobre el enfoque sistémico y tenía supervisión indirecta de los casos que atendía. Su participación en los espacios conversacionales sobre su identidad profesional surgió a partir de la propuesta de la investigadora, teniendo en cuenta los cuestionamientos constantes que se hacía Aura durante la práctica frente a su rol como psicóloga y las emociones que estaba viviendo antes, durante y después de las consultas con sus consultantes, que en ocasiones la habían llevado a dudar sobre el ejercicio de su carrera. En palabras de ella “me siento muy insegura, siento que no soy capaz, yo no sé si lo estoy haciendo bien, me reprocho por no hacerlo bien”. Los espacios conversacionales con Aura comenzaron en noviembre de 2010 y finalizaron en junio de 2011, con una duración de una hora en promedio cada uno. En total se realizaron 11.

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Participante 2: Darío Hombre de 27 años, estudió psicología y posteriormente hizo una formación en coaching. En el momento de iniciar su participación en esta investigación estaba finalizando segundo semestre de la maestría en psicología clínica con énfasis en enfoque sistémico. Darío trabajaba en una Fundación para personas con Discapacidad Cognitiva. Darío cuando supo de esta investigación manifestó su interés en participar ya que tenía dudas con respecto a su rol como terapeuta. En palabras de él: “ Dudas en cuanto al rol, dudas en cuanto a, si yo le quiero dedicar como mi vida al tema de la terapia, como si me quiero enfocar mucho en el tema, dudas en cuanto, hay días que digo esta vaina si sirve, la terapia si sirve, dudas en cuanto a mí como terapeuta (…) Tal vez lo que pienso es que me paraliza mucho en cuanto a que me hago un cuestionamiento que yo pienso que ya no debería estar haciéndome. Si me parece útil estar revisando las sesiones, pero no estar revisando cada vez si soy bueno o no. A mí me parece como que es como muy ambiguo, muy paralizante”. Los espacios conversacionales con Darío comenzaron en abril de 2011 y finalizaron en octubre de 2011, con una duración de una hora en promedio cada uno. En total se realizaron 9 sesiones; sin embargo para esta investigación sólo se tuvieron en cuenta los 7 primeros ya que los dos últimos se hicieron cuando se estaba terminando la investigación.

Participante 3: María Mujer de 30 años, estudio trabajo social y en el momento de su participación en los espacios conversacionales se encontraba finalizando su último semestre, de los 3 años de formación en terapia familiar sistémica que cursaba en una entidad privada de

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consultoría sistémica. Con respecto a su contexto laboral trabajaba en el ICBF haciendo seguimientos a las familias y hacía atención terapéutica como parte de la consulta privada María cuando supo de esta investigación, manifestó su interés en participar en el proceso de intervención sistémica, manifestando que ella en ocasiones se sentía agobiada frente a su rol como terapeuta, no sabía cómo seguir con los casos, y en algunos momentos se había cuestionado su elección de ser terapeuta. En palabras de ella “algunas veces me he sentido puede ser cansada, como que a veces siento que las ideas no fluyen, a veces siento que esto no es lo mío, como que me falta ser más rigurosa con mi proceso (…) cuando estoy trabajando con una familia y llevo un tiempo y no encuentro como para donde más, qué mas hago, o cuando estoy en supervisión como que también me cuestiono… yo no sé, qué será lo que tengo que hacer acá, qué será lo que tengo que mostrar que no he mostrado y eso me angustia” Los espacios conversacionales con María comenzaron en diciembre de 2010 y finalizaron en junio de 2011, con una duración de una hora en promedio cada uno. En total se realizaron 8. Procedimiento Para llevar a cabo dicho estudio se escogieron los participantes teniendo en cuenta que fueran psicólogos/terapeutas en formación sistémica, que ya hubieran iniciado su práctica psicoterapéutica y que se encontraran en una situación de desgaste profesional. Los espacios conversacionales se realizaron de forma individual. En la primera sesión la investigadora hace una contextualización del trabajo a realizar con cada uno de ellos en los espacios conversacionales dejando el claro la finalidad de la intervención sistémica

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de apoyo y de esta investigación. Así mismo se establecieron acuerdos de confidencialidad y se autorizó la grabación en audio de las sesiones . En cada una de las sesiones se programaba el próximo encuentro. La finalización de los espacios conversacionales con cada uno de los y las participantes se realizó por cumplimiento de objetivos. Las transcripciones de cada uno de los espacios conversacionales y el análisis de los resultados fueron enviados a cada participante principalmente con tres propósitos: para que ellos conocieran la información que estaba siendo incluida en esta investigación, para crear un espacio en el que ellos pudieran expresar su acuerdo o desacuerdo con el análisis del proceso que la investigadora estaba haciendo y, finalmente para que evidenciaran de una manera más clara los cambios de la narrativa sobre sí mismos que habían surgido a través de los espacios conversacionales.

Fuentes de recolección y de Registro de la información Los instrumentos utilizados para recolectar y registrar la información de cada uno de los espacios conversacionales fueron las grabaciones en audio y transcripciones de todas las sesiones, con consentimiento de los Psicólogos/terapeutas.

Metodología de análisis de la información Para dar cuenta de los objetivos planteados en esta investigación se emplea el análisis de narrativa desde la aproximación holística propuesta por Lieblich, Tuval- Mashiach y Zilber (1998) que consiste en tomar las narraciones de los psicólogos/terapeutas en formación que surgen de los espacios conversacionales y a partir de ahí las secciones del texto son interpretadas en el contexto de otras partes de la narrativa.

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El proceso a seguir desde esta aproximación holística es: a. Identificar los significados que van apareciendo en el texto. b. Tener en cuenta que los significados dependen de la totalidad de la historia que surja en los espacios conversacionales. c. Poner la impresión global del caso teniendo en cuenta las excepciones a esas impresiones, contradicciones y descripciones no finalizadas y episodios que producen desarmonía en la historia. d. Atender a los temas que van surgiendo y que se desean seguir en la narrativa. e. Usar colores para marcar varios temas en la historia, leer separadamente y repetir cada uno. f. Seguir cada tema a través de la narrativa y anotar las conclusiones. Estar pendiente dónde aparece el tema, el contexto de cada uno y su prominencia en el texto. Para identificar los dilemas que estaban viviendo los psicólogos/terapeutas en formación a partir del inicio de la práctica psicoterapéutica y, los cambios en la narrativa sobre sí mismos que surgieron en los espacios conversacionales se tuvieron en cuenta la totalidad de las narrativas de cada uno de los participantes de esta investigación. Para hacer la caracterización de los espacios conversacionales que permitieron dicha transformación, se analizaron tres sesiones realizadas (una hacia el inicio del proceso, la otra en la mitad y la tercera hacia el final) con cada uno de los participantes debido a la extensión del material. A continuación se presentan las categorías que fueron emergiendo a través de los análisis de los resultados desde la aproximación holística teniendo en cuenta los objetivos específicos de esta investigación.

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Profesional DILEMAS DE LOS PSICOLOGOS/TERAPEUTAS SISTÉMICOS EN FORMACIÓN Aura

Darío

Relación entre la conceptualización sobre el cambio y la identidad profesional: Identificación de los significados construidos sobre el cambio y su impacto en la percepción de sí misma como psicóloga en formación. Desvalorización de su estilo personal: Identificación de los referentes que influyen en la desvalorización del estilo personal en el quehacer terapéutico. El psicólogo como experto: Análisis de los significados acerca de la postura del psicólogo como experto en la relación terapéutica y su impacto en la identidad profesional. Dudas sobre su competencia profesional: Descripción de otros referentes que influyen en el cuestionamiento sobre la competencia profesional y su impacto en el relación terapéutica.

María

Responsabilidad total frente al cambio del consultante y evaluación de su quehacer terapéutico de acuerdo a los resultados: Análisis de las implicaciones que tiene en la postura como terapeuta tanto el asumir la responsabilidad total sobre el cambio como la constante evaluación del quehacer terapéutico centrado en los resultados (cambios del consultante) El terapeuta basado en lo teórico Vs la experiencia personal del terapeuta: Identificación de los significados que influyen en el posicionamiento como terapeuta desde la dicotomía del terapeuta basado teórico Vs. la experiencia personal del terapeuta. Saber Vs no saber: Descripción de impacto que tiene en la postura como terapeuta el reconocimiento del saber.

Centrada en el deber ser: Qué es lo correcto?: Comprensión del impacto que tiene en su identidad como terapeuta la necesidad de ajustar sus acciones a un deber ser ¿Quién dirige la sesión el profesional o los consultantes? Descripción de las pautas relacionales de la terapeuta frente al direccionamiento del proceso terapéutico. ¿La teoría me Inhibe o me da herramientas? A partir de la representación que tiene el conocimiento teórico en María se identifica el impacto que tiene en su identidad como terapeuta.

CAMBIOS EN LAS NARRATIVAS DE SÍ MISMOS

Descentrándose del deber ser y del resultado - Centrándose en los consultantes Identificación de nuevos referentes que le permiten a Aura conectarse con los consultantes, disfrutar las sesiones y asumir una postura activa en su rol como psicóloga, al descentrarse del resultado. Validación del estilo personal en el rol profesional Descripción de los cambios en Aura relacionados con la validación de su estilo personal en el rol profesional.

Descentrándose de la Técnica y del deber ser Identificación del impacto que tiene en su postura como terapeuta descentrarse de la técnica y de los resultados Transformaciones en la noción de cambio Identificación de los nuevos significados frente a la noción de cambio y la responsabilidad del terapeuta y, su impacto en el ejercicio de su rol.

Confianza en sí misma, a partir del reconocimiento de habilidades desarrolladas y de la validación de sus saberes. Descripción del proceso de María en el desarrollo de la confianza en sí misma, a partir de la identificación de las habilidades desarrolladas y la validación de otros saberes, además del teórico; y el impacto que esto tuvo en su identidad profesional.

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Profesional Confianza y seguridad en sí misma como psicóloga. Identificación de los nuevos referentes que le permiten construir a Aura una visión de sí misma más posibilitadora, lo cual tiene un impacto en su posicionamiento como psicóloga La responsabilidad compartida en el proceso de atención psicológica Descripción tanto de los nuevos significados que Aura ha construido sobre la noción de cambio y la responsabilidad de la psicóloga como el impacto de éstos en su quehacer. La relación humana en la atención psicológica Descripción de las implicaciones que tiene en su rol como psicóloga el reconocimiento de la relación humana en la práctica clínica.

Confianza en sí mismo como terapeuta y en su proceso Identificación de los referentes que le permiten desarrollar confianza en sí mismo con respecto a su rol como terapeuta y el impacto que esto tiene en su postura.

Posicionándose como terapeuta en el direccionamiento de los procesos terapéuticos. Identificación de las nuevas comprensiones y formas de actuar de María que le permiten asumir el direccionamiento de los procesos terapéuticos. Transformándonos mutuamente en el encuentro terapéutico Identificación de los nuevos significados frente a la noción de cambio y su incidencia en su postura como terapeuta Descripción del impacto que tiene la postura reflexiva de María y la apertura hacia el propio cambio en la forma de concebir la terapia.

CARACTERIZACION DE LOS ESPACIOS CONVERSACIONALES

Comprensión del marco de referencia de Aura: Describe las acciones de la investigadora que permitieron comprender el marco de referencia de Aura con respecto a su identidad profesional. Se divide en dos subcategorías:

Comprensión y reflexión sobre el marco de referencia de Darío Ejes temáticos que posibilitaron la comprensión y reflexión del marco de referencia de Darío frente a su rol como terapeuta.

Comprensión de las emociones de Aura desde su contexto Acciones de la investigadora para que ella y Aura comprendieran las emociones que la limitaban en su rol profesional teniendo en cuenta el contexto, y el significado que le estaba atribuyendo.

Identificación de lo que para Darío resultaba importante en los procesos terapéuticos y la conexión con la práctica Acciones y focos temáticos propuestos por la investigadora para comprender y reflexionar sobre el sentido que Darío le está dando a la experiencia como terapeuta desde lo que es importante para él en su rol.

Comprensión de los significados que Aura atribuye a las diferentes nociones práctica Psicoterapéutica Focos de indagación de la investigadora para comprender el contexto y los entendimientos de las nociones de la práctica psicoterapéutica y su incidencia en su quehacer como psicóloga.

Comprensión y reflexión sobre el marco de referencia de María Acciones de la investigadora para que tanto ella como María comprendieran las dificultades dentro de un marco de contextual teniendo en cuenta la relación con los significados que estaban guiando su quehacer como terapeuta. Además se describen las intervenciones que favorecieron la reflexión y el cuestionamiento, a partir de las incoherencias de su marco de referencia. Identificación de experiencias y relatos para ampliar y crear nuevos significados sobre la práctica terapéutica y sobre su identidad Acciones de la investigadora que posibilitaron la apertura a la creación de

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Profesional Creación de nuevos significados: Acciones de la investigadora que incidieron en la apertura para la creación de nuevos significados. Se divide en las subcategorías: Cuestionamiento de ideas desde el mismo Marco de referencia de la Participante Intervenciones de la investigadora que posibilitaron el cuestionamiento de los significados que estaban limitando a Aura en el ejercicio de su rol como psicóloga teniendo en cuenta su marco de referencia. Identificación de experiencias que permiten ampliar y crear nuevos significados Acciones de la investigadora para usar las experiencias relatadas por Aura en la creación de nuevos significados y en la apertura para una comprensión distinta de sí misma.

Encontrando nuevos sentidos acerca de su identidad y de la práctica terapéutica a partir de los relatos de Darío Intervenciones de la investigadora en la que retoma el relato de Darío de una forma que permite construir con él nuevos sentidos y significados frente a su rol como terapeuta. Conversaciones centradas en la identificación de habilidades y en los cambios de Darío Focos temáticos y acciones de la investigadora que facilitaron la identificación de habilidades y cambios en Darío en su rol como terapeuta, transcendiendo la enumeración de éstas para llegar a crear significados que favorecieran su consolidación.

nuevos significados que favorezcan su posicionamiento como terapeuta. Reflexión sobre los cambios y las habilidades que María había ido desarrollando en su práctica terapéutica Intervenciones de la investigadora que facilitaran la identificación y el mantenimiento de las habilidades y los cambios alcanzados por María, conectándolos con nuevos significados sobre la identidad profesional y sobre la terapia.

Identificación de habilidades desarrolladas en la participante Descripción de focos temáticos y de intervención que facilitaron la identificación de las habilidades desarrolladas por Aura como psicóloga y su aporte a su quehacer. Mostrar y ahondar en los cambios alcanzados por Aura en su rol como psicóloga Focos de comprensión y de intervención de la investigadora en la identificación y mantenimiento de los cambios alcanzados por Aura en su rol como psicóloga.

En el análisis de resultados se transcribieron algunos fragmentos de la conversación, donde la letra E representa a la investigadora, la A a Aura, la D a Darío y la M a María.

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RESULTADOS En este capítulo se presentan los resultados obtenidos en cada uno de los tres participantes teniendo en cuenta sus dilemas, los cambios en la narrativa y la caracterización de los espacios conversacionales. Así mismo se realiza una matriz (apéndice A) en la que se resumen los resultados participante por participante y categoría por categoría. Finalmente se hace una descripción de los hallazgos más relevantes, que constituyen puntos de encuentro entre los tres participantes, teniendo en cuenta los objetivos específicos de esta investigación.

Participante 1: Aura Dilemas A continuación se describen los dilemas que estaba viviendo Aura a partir del inicio de su práctica psicoterapéutica.

Relación entre la Conceptualización sobre el Cambio y la Identidad Profesional El relato de Aura al iniciar los espacios conversacionales estaba centrado en una idea con respecto a su identidad profesional de no creerse capaz: “yo no creo lo que yo hago, yo creo que lo que yo hago no tiene validez, ninguna valoración, creo que no soy capaz (voz entrecortada)” (sesión 1) lo que le generaba inseguridad frente a lo que hacía en sesión con sus consultantes, preguntándose si tenía las herramientas adecuadas para llevar a cabo procesos de atención psicológica. Esta inseguridad influyó para que Aura utilizara los referentes teóricos centrados en la técnica con el propósito de planificar las sesiones y así posibilitar un cambio rápido en

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los consultantes, lo que hacía que se desconectara de ellos, dejando de escucharlos y de comprender lo que estaba sucediendo, ya que estaba centrada en un diálogo interno focalizado en la evaluación de sus actuaciones desde un deber ser: “ahorita como que no estoy escuchando, lo escucho pero muy de vez en cuando, entonces lo poquito que escucho, de ahí como tengo que hacer esto, tengo que ir por este lado, y no los escucho realmente y por eso de alguna manera, no estoy mirando la necesidades que ellos tienen por lo mismo que no las estoy escuchando” (sesión 1). Esto generaba en Aura tensión, inseguridad, aumentaba su preocupación por lo que estaba haciendo, reduciendo sus posibilidades de comprensión y actuación en consulta. Paradójicamente Aura se descalificaba y continuaba reprochándose cuando sus consultantes percibían algunos cambios positivos a partir del proceso psicológico o cuando sus compañeros o docentes resaltaban lo que estaba funcionando sobre la manera como se estaba llevando a cabo las consultas. Aunque para Aura era importante dicho reconocimiento, al obtenerlo asumía una actitud de escepticismo. En palabras de Aura: “Es mi necesidad de que las personas me digan como ya todo cambio… yo misma me reprocho mucho, entonces algo está bien pero yo no lo veo (voz entre cortada) a pesar de que otras personas si lo ven” (sesión 1). Este reproche estaba relacionado con la conceptualización que había hecho Aura sobre los cambios esperados en los procesos psicológicos, los cuales pretendían transformar por completo la vida de los consultantes. Esto significaba que Aura medía su efectividad por los “cambios grandes”, es decir radicales y absolutos, que lograra en el proceso de atención psicológica durante las primeras sesiones, lo que le indicaría que estaba siendo una buena profesional. Esto se puede evidenciar en la siguiente conversación: “yo me focalizo más en los cambios grandes, y no en esos pequeños

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cambios que yo no percibo, entonces

es como muy, yo lo veo muy enfocado al

perfeccionismo, entonces tiene que ser mejor dicho tres sesiones y que de una vez que cambien, eso quiere decir que entonces que yo soy buena, yo hice algo, y si sirvo para esto” (sesión 1) Es posible que la expectativa de Aura de lograr cambios macros de forma rápida influyera para que invisibilizara los pequeños cambios que también transforman la vida de los consultantes y, que además se convierten en una bola de nieve para llegar a nuevos cambios que son más visibles a los ojos de los demás, generando en ella la sensación de sentirse abrumada. Así mismo, Aura se atribuía la responsabilidad total sobre el cambio "me veía con la carga de toda la responsabilidad" (sesión 9). En ese sentido el cambio lo comprendía de una forma unilateral y causal, en la medida en que era una respuesta y un producto de las intervenciones del psicólogo, lo cual reducía la complejidad de éste. En palabras de Aura: “la intervención es como yo hago que la persona cambie” (sesión 1). Esto también se pudo vislumbrar en la respuesta que Aura dio cuando se le preguntó sobre su comprensión del cambio “lo estoy viendo más como en mí, en lo que yo hago como terapeuta y lo que eso produce en la persona, en los pacientes…como desenmarañar esas problemáticas con las que ellos vienen y clarificarles todo, y entonces a partir de eso que se genere el cambio en ellos” (sesión 1). Esta conceptualización sobre el cambio estaba mediada por los entendimientos y conclusiones que Aura deducía al leer los casos que aparecían en los textos del enfoque sistémico, al escuchar las narraciones de los docentes sobre los éxitos en la práctica psicoterapéutica y cuando sus compañeros compartían sus experiencias y logros en las consultas psicológicas: “… de dónde la aprendí? tal vez de… creo que también un poco

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lo que hemos leído, eso me refuerza que los casos de estos psicólogos que en una sesión ya sacan todo, entonces yo soy como juepucha estos psicólogos en una sesión sacan todo…muchos de los casos que mis compañeros traen, digamos unos de noveno, o las experiencias también de los profesores, de tengo un caso, llego la familia con esto, hice tales preguntas o se hizo tal cosa, y ya al final surgió, bueno hubo un cambio significativo, o bueno la familia logro hacer tal cosa, muy desde ahí…entonces como eso hice estas preguntas, hice esta intervención, se hizo esto y al final la familia salió ya sin ningún inconveniente” (sesión 1). De esta manera las experiencias de los otros se constituían para Aura un punto de comparación frente a lo que ella hacía y lo que se suponía debería lograr con sus consultantes, y al no conseguirlo se descalificaba y se invalidaba en su ser psicóloga fortaleciendo su idea de no ser capaz, lo cual la paralizaba reduciendo sus posibilidades de actuación desde su rol: “yo me cargo con toda la responsabilidad demasiado y eso mismo hace que como que no actué que no haga nada” (sesión 5) La voz de Aura como paciente también consolidaba la idea con respecto al poder que tienen los psicólogos para cambiar la vida de las personas y resolverles sus problemas “yo también como paciente vengo aquí a que me solucionen de cierta manera los problemas” (sesión 1). Es así como Aura cada vez se sentía más impotente y deslegitimaba sus actuaciones en el encuentro con los consultantes: “...aunque hay algo, yo siempre como que lo menosprecio, como si hubo esto pero fue muy pequeño, entonces no es suficiente, entonces no estás haciendo nada, entonces no sirves, me manejo desde la utilidad que tengo yo, no estoy rindiendo lo suficiente, entonces no sirves…tienes que hacer las preguntas circulares y no estás aplicando los temas, o tienes que ir por ese lado,

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acuérdate lo que habías programado, cumple con la programación o sino no lo estás haciendo bien, como que esa parte de distracción, como el que me dice tengo que hacerlo y no validarlo como estoy haciéndolo” (sesión 1)

Desvalorización de su Estilo Personal En su rol como psicóloga en los procesos de atención psicológica Aura privilegiaba los referentes teóricos que le informaban cómo actuar y a partir de éstos buscaba que sus acciones reprodujeran con exactitud las formas de intervenir que estaba aprendiendo en clase, lo que generó en ella actuaciones en las que se limitaba a aplicar técnicas. Esto significaba que Aura en las consultas se esforzaba por no utilizar los pensamientos y emociones que surgían en ella a partir del encuentro psicológico, y evitaba poner algo de sí misma en las intervenciones que hacía. Esto generó en Aura intranquilidad e inseguridad al no lograr ajustarse a una teoría y la teoría pasó de ser un recurso para ampliar las comprensiones y las posibilidades de acción a una carga que la limitaba y que la llevaba a un patrón de juzgar sus actuaciones por no corresponder a lo que debería ser. En palabras de Aura: “Es como si el conocimiento mismo fuera una carga, tienes esos conocimientos por tanto tienes que aplicarlos… Y es que si he sentido esa desconexión, como que no valido las cosas que traigo como persona para poderlas manejar digamos en el caso específico de la terapia, como que la técnica y el conocimiento desvalidaran también esto… mis contenidos que traigo como persona no son válidos en este espacio porque no tienen relación, conexión con el conocimiento… cuando hay conocimientos la tranquilidad se va y se aparta, a veces es como si la teoría tuviera más peso y lo que yo estoy haciendo no fuera válido, entonces es como también

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traspolarlo, es como si estuvieran dos personas, una parte la profesional y otra parte la persona.” (sesión 2) Aunque el conocimiento teórico se había convertido en una carga para Aura, ella esperaba que le diera seguridad sobre cómo manejar a sus consultantes y cómo actuar en el contexto terapéutico; sin embargo le generaba inseguridad por no poder aplicar fielmente en la consulta lo que veía en las clases, y también cuando podía aplicarlo pero no obtenía los resultados esperados. Así mismo para Aura no había una relación entre el enfoque sistémico y su vida personal, ya que la teoría era un instrumento para usar y lograr resultados en los que ella pudiera cambiar la vida de sus consultantes, pero no constituía una forma de ver la vida, que va más allá del contexto terapéutico.

El Psicólogo como Experto Aura había construido la idea del psicólogo como experto y acumulador de conocimientos y de información sobre la vida de las personas y sobre la forma de llevar a cabo procesos de atención psicológica. Desde esta idea su posicionamiento como profesional estaba dado por demostrar a sus consultantes sus saberes y por eso estaba centrada en lo que tenía que decir, en lo que tenía que preguntar y en lo que tenía que pensar, lo cual la desconectaba de sus consultantes. Por supuesto esto influía en la construcción de la relación terapéutica en la que Aura se sentía en la obligación de posicionarse desde un lugar superior frente al consultante, desde la dominación del tema y del direccionamiento del cambio, concibiendo la teoría como una "verdad" que sustentaba sus comprensiones.

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En ese sentido en su pauta de relación con los consultantes los empujaba hacia cambios que facilitaran el ajuste hacia un deber ser desconociendo lo que estaba sucediendo particularmente con ellos: “yo me posicionaba como yo tenía que ser la experta, a pesar de que digamos en el caso de Juan Esteban la mamá me decía que no era la separación lo que lo afectaba, yo seguía con eso, y no validaba lo que ella me estaba diciendo” (sesión 4) Esta postura de experta implicaba que Aura tenía que tener unos saberes que le daban el derecho de dirigir la vida de los demás pero que también la sobre exigían, ya que implicaba tener "poderes" que muy pocas personas tienen, dadas las creencias que ella creía que las personas tenían sobre el ser psicólogo. Esto significaba que Aura no se podía equivocar y casi que debería tener una capacidad clarividente: " me paraba desde una posición más alta, más alta desde soy el experto, yo soy quien comprende tu vida y sé cómo hacer para que despejes el camino... me iba por el prejuicio de claro tu eres la psicóloga, lo sabes todo, los psicólogos no se equivocan, o no pueden, o no tienen derecho a equivocarse, también desde las relaciones... familiares, amistades y demás, como que todos nos posicionan, está la divinidad y están los psicólogos, algo cerquita, ellos todo lo saben, todo lo ven, tienen el ojo aquí..." (sesión 9) Paradójicamente aunque Aura quería posicionarse como psicóloga desde el saber, al no lograr hacer lo que ella creía que tenía que hacer, se sentía en una posición inferior con respecto a sus consultantes, convirtiéndose la consulta en un "mártirio", pues no creía tener los conocimientos suficientes que le dieran certeza para ubicarse en el lugar “superior” en el que pudiera resolver todas las dificultades de los consultantes, lo cual hacía que se ensimismara y se mostrara retraída, delegando el direccionamiento de las sesiones en éstos.: “Para mí era un martirio… no sabía cómo hacer la conexión, como

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poder hilar todas las cosas…como soy muy visual, yo me imagino como muy en un espacio así, en una esquinita así cual burbujita y el paciente en el resto de espacio, como si estuviera apartada y aunque estaba tratando de conectarme, nada de lo que el paciente me decía llegaba a esa burbujita” (sesión 3) El que Aura se percibiera en el proceso terapéutico como una burbujita en una esquina, hacía que cada vez se centrara más en la teoría para salir de ésta, y así “volverse grande”, siendo infructuoso este intento, ya que cada vez percibía que sus conocimientos eran escasos y aumentaba sus emociones de frustración, cansancio y de descalificación frente a lo que hacía, por lo cual se sorprendía cuando sus consultantes volvían a las sesiones programadas. La explicación que Aura se daba es que volvían para que ella no se sintiera mal, desconociendo la utilidad que el proceso estuviera teniendo para los consultantes.

Dudas sobre su Competencia Profesional Aura estaba centrada en lo que le hacía falta para ser una “buena psicóloga” y no en lo que había logrado de acuerdo a su formación, focalizándose en la idea de “no es suficiente”, lo cual la paralizaba y a la vez le generaba tristeza por no poder identificar sus habilidades y por percibir que su meta de ser profesional era inalcanzable, diciéndose a sí misma que no era digna de ser profesional al no contar con la preparación (maestrías), y una experiencia de muchos años de trabajo. El sentirse profesional lo atribuía únicamente a la cantidad de conocimientos que tuviera y lo evaluaba no de acuerdo a su nivel de formación sino a niveles de formación más avanzados, lo que la frustraba e influía para que descalificara su trabajo, se invalidara y dejara de disfrutar los aprendizajes del nivel que le correspondía.

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“siento como tristeza de no reconocerme y como que en el momento en que me reconozco algo, todavía no soy capaz de hacerlo, entonces como si lo reconociera pero a la vez sí pero no del todo… el posicionarme es poder llegar a sentirme como profesional pero creo que eso falta mucho, yo creo que lo tendré cuando tenga años de trabajo como psicóloga y muchos más estudios… cómo voy a poder atender un paciente si lo que he aprendido no es suficiente, no tengo criterio ni los conocimientos para hacer algo así…” (sesión 3) Esta falta de reconocimiento en sí como psicóloga en formación hacía que buscara dicho reconocimiento en sus consultantes, posiblemente como una forma de obtener seguridad; sin embargo esto hacía que sus actuaciones estuvieran centradas en función de ella (escuchándose a sí misma sobre lo que tenía que hacer para obtener reconocimiento), y no en lo que sus consultantes necesitaban. Incluso en la búsqueda de ese reconocimiento y con la idea que para ser buena psicóloga se necesitaba que los consultantes quedaran contentos, Aura empezó a construir una pauta de interacción con los consultantes de complacencia en los que no se atrevía a preguntar, ni a cuestionar por temor a que éstos se incomodaran y la rechazaran. Su inhibición en hacer preguntas y comentarios que movilizaran a los consultantes, también estaba relacionado con un miedo a ser juzgada, a fallar, a equivocarse, por lo cual prefería silenciarse. Así mismo la transición del cambio de identidad de Aura como estudiante a profesional le generaba incertidumbre y cuestionamientos frente a sus habilidades para desempeñarse en su rol como psicóloga: “no sé, siento que es el contexto, ya paso a decimo, me voy a un mundo laboral, que no se si pueda manejar o no, no sé si me acepten o no, no sé si tengo las habilidades necesarias para estar como en un contexto

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laboral” (Sesión 1). Esta incertidumbre que implicaba enfrentar el contexto laboral podría estar relacionado con la idea de no ser capaz, que podía ser una forma de protegerse en la medida que al no creerse capaz esto hacía que retrasara o limitara el afrontar las exigencias del nuevo rol que exige ser profesional y que implican moverse en un mundo que resulta desconocido para Aura.

Cambios en la Narrativa A continuación se describirán los cambios en la narrativa de Aura como psicóloga, que hacen parte de la historia alternativa sobre su identidad y que se fueron creando a partir de los espacios conversacionales:

Descentrándose del Deber ser y del Resultado - Centrándose en los consultantes Aura empieza a dar más relevancia a disfrutar las consultas y lo que sucede en éstas, lo que para ella significa permitirse sentir y no refugiarse en sus pensamientos acerca de cómo debe actuar ni cómo debe pensar, transformando de esta manera el patrón de la evaluación constante de sus actuaciones. Así lo define: “el sentir, no pensar en lo que va a pasar ni en que me va a salir mal, sino estar ahí con los pacientes… No tienes que pensar en que tienes que hacer las preguntas circulares… estoy tranquila…ya luego cuando se hace la retroalimentación ahí si bueno hice esto que fue algo útil desde lo sistémico, hice esto también... con la idea de me lo voy a disfrutar, como que siento que si me lo disfruto más tengo más conexión". (sesión 3) Esto a la vez generó comodidad, fluidez y un cambio en la relación de Aura con sus consultantes pues no los dirigía hacia un modo de vida basado en el deber ser, lo que le posibilitó construir con ellos una relación empática y un espacio de confianza en donde

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éstos no tenían el temor de sentirse juzgados, ampliando de esta manera los temas de conversación pertinentes para el proceso de atención psicológica: “que la otra persona no vea en mí otro que la crítica, alguien que juzga… como que hay confianza… se pueden hablar cosas que tal vez en otros espacios no son permitidas hablar …” (sesión 5) “yo le daría una fuerte connotación a la empatía, porque pues con Karen como que he tenido una conexión muy fuerte, y hay como cosas que ya de la misma empatía que se tiene se permiten, salieron digamos cosas que no le había preguntado…” (sesión 5) En ese sentido amplia su mirada y sus comprensiones sobre los sistemas consultantes al hacer preguntas conectadas con lo que éstos quieren de su vida, y no con lo que Aura quiere que ellos hagan de su vida: “Comprender desde la misma voz de los pacientes, como desde lo que ellos traen y no tal vez como teorizándolo, sino mas bien siendo sensible a lo que ellos tienen” (sesión 1), “lo que ahorita me permite hacer conexiones es estar más tranquila y no estar pensando en cómo tengo que hacerlo, sino el escuchar, el poder escuchar atentamente es lo que permite también hacer conexiones… (sesión 4), " ya no estoy tan enfocada en que ella tiene que cambiar, sino más bien en entender el sistema familiar y que está pasando con esto" (sesión 5). Los conocimientos empiezan a ser vistos por Aura como una forma de ver la vida y no como una verdad, lo que disminuye su temor a equivocarse si dice lo que está pensando y a la vez permite que otros saberes emerjan en el encuentro con el otro. A este respecto Aura refiere: “todos somos humanos y no tenemos la verdad absoluta de nada” (sesión 6) Las equivocaciones empiezan a ser vistas por Aura como parte del proceso de formación en el que se encuentra y de la carrera como psicóloga teniendo en cuenta que siempre hay varias posibilidades de comprender y de actuar y, por consiguiente siempre

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habrá una manera de hacerlo distinto: “creo que permitirme equivocarme, estoy en un proceso de formación, y pues no solamente equivocarme sino también saber cómo solucionar esas equivocaciones” (sesión 7). La afirmación anterior muestra la apertura de Aura frente a la reflexión sobre sus acciones y también la confianza para emprender movimientos distintos teniendo en cuenta los efectos que sus intervenciones han tenido en sus consultantes. Esta transformación también tuvo un impacto en la atención de familias remitidas por la institución en la que Aura trabajaba como parte de su práctica profesional. En este caso la institución tenía un pedido específico sobre el cual trabajar en la atención psicológica y Aura aunque lo acoge, también se muestra flexible y redefine los objetivos terapéuticos a partir de la situación que los consultantes le traen a consulta y lo que ella observa y comprende teniendo en cuenta las tres voces: la de los consultantes, la de la institución y la de ella como psicóloga a cargo del proceso. En palabras de Aura: "en la institución ... ya hay un marco de referencia sobre el cual tengo que trabajar ... sin embargo yo también soy flexible con esas pautas, a pesar de que sí las abordo, si lo veo conveniente no las profundizo... como que cojo los referentes que las mismas familias trae, y les doy peso dependiendo los referentes de la institución... si bien la institución me dice trabajar esto y esto, dependiendo de la situación y lo que yo vea en la interacción que se desarrolle con la familia le doy peso o no" (sesión 8) Por consiguiente, Aura empieza a tener en cuenta la particularidad de cada caso, a confiar en la experiencia, a soltar la necesidad de ajustar a la persona a la teoría y a tener en cuenta los ritmos y los tiempos de los consultantes en el momento de intervenir. En palabras de Aura: "ser más sensible con el caso y con la persona que está ahí, digamos si uno se fía de la experiencia, del momento en que se vive, entonces ahí sí se puede actuar

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en el aquí y el ahora, y no traer lo que dicen los textos, entonces con un consultante de este tipo haz esto, sino pensar más en la persona y en la experiencia, y en lo que se está viviendo ahí. Ser más sensible al momento y a la relación... conocer a qué ritmo van, y en qué momento si es necesario o no decir ciertas cosas, sino dejarlo para más adelante, depende de las personas" (sesión 10) Así pues, Aura reconoce que la vida de las personas transcienden la teoría, lo que significa que algunos saberes son construidos en la relación con los consultantes dependiendo de sus vidas específicas: "hay cosas que de alguna manera he aprendido durante la carrera pero no todo lo que uno aprende da cuenta de la vida de la persona" (sesión 9) Es así como Aura logra conectarse con sus consultantes escuchándolos, haciendo comprensiones sistémicas, y actuando de forma tal que sus intervenciones creen nueva información: "entonces como coger los mismos contenidos de ellas para explicar los que les está pasando… el escuchar es también mirar la historia de ella, las vivencias que tiene la otra persona y más verlo desde ahí, desde el sentir del otro… permitirme conocer a la otra persona…acallar un poco la voz de mis necesidades”… (sesión 4) “también me di mis espacios de a veces quedarme como un poquito callada, luego como retomar, como que no fue tanta exigencia hacia mí, sino como que escuchando más la otra persona, tratando de relacionar” (sesión 5) Aura asume una postura activa teniendo como referente lo que es útil para el consultante transcendiendo la construcción de una relación empática y de escucha a una en la que también es posible cuestionar y generar movimientos en pro de los consultantes: “si mi interacción con los consultantes es siempre muy amena no plana

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como antes, yo los escucho y valido todo lo que ustedes dicen, sino también un poco el cuestionamiento, sino se cuestiona entonces no va a pasar nada” (sesión 6) El que Aura no esté buscando el reconocimiento profesional en sus consultantes, ni esté centrada en demostrarles que ella es exitosa le permite estar más tranquila, disminuir su temor de actuar en consulta y expresar la percepción que tiene de las situaciones, así esto genere tensión, privilegiando de esta forma su papel como psicóloga en la movilización de sus consultantes: “Creo que lo que rescataría es ese poder movilizar desde lo emocional, desde el sentir del otro … porque hay personas que es posible lo que salga en terapia no les agrade del todo, entonces pues se pueden herir susceptibilidades pero de alguna manera se movilizó a la persona… la tarea como terapeuta es mas mostrarle las cosas como tu las ves, como tu las percibes, y como tal vez están influyendo en la vida de la persona y no necesariamente tiene que agradarle porque muchas cosas son chocantes…” (sesión 4), “como que no me genero ese miedo de demostrarle a ella que si funcionan las cosas” ( sesión 5).

Validación del Estilo Personal en el Rol Profesional Aura se ve a sí misma como psicóloga desde una visión más amplia en la que no sólo da relevancia a la adquisición de conocimientos y a su formación, sino que reconoce como todo su ser está involucrado en los procesos de atención psicológica, incluyendo sus experiencias personales, por lo cual ser psicóloga no constituye un ente separado de ella:: “no es solo lo que yo estoy haciendo desde la teoría, sino que yo también doy de lo que yo soy como Aura, a eso me refiero con mi identidad profesional” (sesión 6), “… es como se presentan estás dinámicas en sesión y cómo yo como persona estoy involucrada ahí, y como todo mi proceso de formación también está ahí, entonces es no dejarlo a un

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lado… y como yo puedo utilizar ciertas cosas personales para apoyar ese espacio…” (sesión 7) Así pues, Aura hace ajustes a los modelos teóricos de acuerdo a su identidad reconociendo que las acciones del profesional son guiadas no sólo por el enfoque sino también por la persona que está asumiendo el rol de psicólogo. En ese sentido Aura manifiesta que el nombre que le pondría a lo que ella llama identidad profesional es: “Aura la psicóloga, mi nombre porque al fin de cuentas soy yo” (sesión 6), contrario al nombre que le hubiera puesto al iniciar los espacios conversacionales “psicología y por allá bien ajeno” (sesión 6). Lo anterior cuestiona la creencia inicial de Aura en la que creía que ser psicóloga desde el enfoque sistémico era renunciar al empleo de una parte de ella misma, lo que hacía que se centrara en la teoría y privilegiara dicho foco en su relación con los consultantes. Teniendo en cuenta dicho cuestionamiento, en la actualidad Aura no tiene que esforzarse por dejar por fuera del consultorio su estilo. Por consiguiente Aura utiliza sus experiencias e ideas en las consultas psicológicas en beneficio de los consultantes, validando los conocimientos que no están relacionados con lo técnico: “traje contenidos míos, por ejemplo cuando le propuse lo del ying y el yang eso era algo muy mío, porque digamos es un símbolo que he manejado mucho… entonces como que si habían contenidos míos ahí, y me sentía bien, sentía que estaba segura de lo que estaba haciendo porque ese símbolo le podía servir a ella en lo que estaba viviendo” (sesión 2) "es también dar lo que yo puedo dar como ser humano" (sesión 10) Por tanto Aura empieza a darle importancia a los pensamientos, emociones y actuaciones que surgen en ella en la relación con los consultantes, viendo su utilidad en

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la construcción de nuevas miradas que aporten al proceso: “Yo lo llamaría como compartir, porque es algo que es en doble vía, no es solamente que el paciente venga y como que hable, sino que tu también pongas esa parte de ti…” (Sesión 4). Esto a su vez influyó para que los consultantes de Aura también se sintieran con el permiso de expresar de manera más fluida sus ideas, emociones y experiencias. Aura paulatinamente en las sesiones con sus consultantes fue desarrollando habilidades que aunque surgían de forma espontánea en el encuentro psicológico, estaban relacionadas con lo que para ella era importante en la relación terapéutica, más allá de la teoría. Estas habilidades eran identificadas por Aura luego de las consultas y en los espacios conversacionales al reflexionar sobre éstas veía su conexión con el enfoque sistémico. Estas habilidades están relacionadas con la conexión emocional con el consultante y reconocer la particularidad de cada sistema para comprenderlo e intervenir desde lo que resulta útil para ellos. En palabras de Aura: “digamos con mis pacientes en la sesión, escucharlos como más desde el sentimiento, más desde ahí, siento que yo me conecto como por ahí… no tanto conectarme con la teoría, como tiene que ser, sino mas desde el sentimiento… permitirme estar presente ahí… escuchar a la otra persona pero desde sus propias necesidades” (sesión 3) Además asume una postura activa frente a los conocimientos recibidos en clase o a través de textos en la que busca comprender los postulados del enfoque como un marco no sólo para la intervención psicológica sino también como parte de una postura de vida. A este respecto Aura refiere: “Le estoy sacando provecho, o sea como al leer una lectura relaciono, integro cosas, ahí me apropio dando ejemplos de mi propia vida, y en ese momento lo estoy apropiando porque lo hago parte de mí. (sesión 2)

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Aura identifica y reflexiona sobre creencias que han guiado su vida que están relacionadas con la apertura a ver nuevas posibilidades para tener una mirada amplia y cuestionar para no ser fiel a una verdad y de esta manera mostrarse flexible. Estas creencias que surgen de experiencias personales y que hacen parte de su manera de ver la vida constituyen un eje en la atención psicológica. Es así como Aura describe su estilo como psicóloga de la siguiente manera: Yo lo conecto mucho con el cuestionar… es tener un punto de vista muy amplio y no casarme con una sola idea, no tener la verdad absoluta, ser flexible y también darle peso a muchas otras… es validar todas las posibilidades, que de por sí son posibilidades, no son certeras… yo sentía que eso era lo que soy yo” (sesión 6). "he tratado como un lema de mi vida sea no ver lo negro, lo blanco sino diferentes matices" (sesión 8) Estas creencias de Aura hacen que ella logre conectar lo que quiere hacer como psicóloga con presupuestos teóricos vistos durante los seminarios epistemológicos donde su interés por ver posibilidades también tiene un sustento teórico. Igualmente esto tiene un impacto en la atención psicológica en la medida en que Aura plantea diferentes hipótesis basadas en hacer conexiones de diferentes elementos que permitan hacer lecturas de comprensión sobre los sistemas consultantes. De acuerdo a la descripción de Aura: “esto lo he visto mucho en no casarme con una hipótesis, mirar las posibles conexiones, las posibles salidas, como tener una mirada más amplia… necesito ver el sistema familiar de forma diferente, no me puedo casar con una sola cosa… cuestionar es lo que me faltaba, lo que me ha ayudado a entrar con la familia, con los consultantes para ayudarles de otras maneras…” (sesión 6) "No casarme con la dicotomía de esto es verdad... esto es lo correcto sino mirara qué es lo útil" (sesión 8)

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De la misma forma la teoría empieza ser un recurso para Aura pues constituye un marco que permite organizar la información que va surgiendo del encuentro terapéutico y pauta algunas de las intervenciones; sin embargo en la relación con los consultantes y a partir de su experiencia personal Aura amplía recursos y herramientas en la que su creatividad juega un papel importante en la creación de nuevas conexiones, comprensiones y formas de abordaje de un caso. En palabras de Aura refiriéndose a la teoría: “no es algo que sea forzoso, o que genere malestar, sino es algo que se puede utilizar, tampoco es si esto no está escrito no lo utilizo sino que dejo más la creatividad, pues lo que te digo soy muy creativa y eso me permite hacer muchas cosas, generar más ideas de cosas diferentes, y hago muchas relaciones con todo, eso también me sirve mucho... porque no me siento cohibida en el hecho de que hay estos parámetros y si no los sigo estás jodida, sino si bien existen unos parámetros yo también puedo crear otros (...) no necesariamente tiene que ser la super teoría, o algo así, sino que digamos algo que utilizo en mi vida diaria ” (sesión 6) El permiso que Aura se está dando para mostrarse creativa tiene que ver con un sueño que mueve su rol como psicóloga en el que quiere desarrollar nuevos conceptos y teorías. Este sueño Aura lo describe así: “escribir un libro, y aportar, en mi ha existido el afán de hacer cosas nuevas, un poco hacer la diferencia y era como, bueno qué tengo que aportar… ser transcendente, dejar algo en mí en alguna parte…” (sesión 6) Así pues Aura desde su estilo personal reconoce su capacidad para elegir entre las posibilidades, perspectivas teóricas y experiencias personales lo que quiere seguir como psicóloga: "alimentarme tanto de la experiencia como del conocimiento teórico y de alguna manera digerirlo y hacerlos parte de mí pero seleccionando, esto es lo que quiero para mí, esto no quiero... soy Aura la psicóloga, que tengo un propio estilo..." (sesión 10)

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Confianza y seguridad en sí misma como psicóloga Aura desarrolla confianza y seguridad en sí misma acerca de lo que hace en consulta, lo que le permite posicionarse y asumir el rol de psicóloga con los consultantes en el direccionamiento del proceso terapéutico, lo cual se puede observar tanto en su lenguaje verbal como no verbal. Con respecto a su lenguaje verbal Aura hace preguntas y comentarios que generan reflexión, y en su comunicación no verbal su tono de voz es más alto, su postura corporal es cercana a los consultantes y como ella la describe más suelta: “el tono de voz es algo que me ayuda bastante, yo creo que fue uno de los primeros pasitos que di, no en la medida de posicionarme de soy una experta y tiene que escuchar mi voz, sino desde esas experiencias y la validez de mi estilo, de mi voz, eso también cuenta, como que la voz ahí fue donde ayudo… antes era como más opaco como la misma postura ensimismada, como no hay que creerle, … como lo que ella dice es mentira, falso, no va a funcionar para nada, y después como que el tono de voz como que validaba las cosas que se llegaban a desarrollar en la sesión fueran creíbles, que tuvieran alguna validez desde mi perspectiva y también desde la otra persona…el tono se igualaba al tono de voz de los otros, porque mi tono de voz antes era más bajo que el de los demás… lo que yo dijera no era válido, no estaba bien, no estaba correcto, y las voces de los otros podían en algún momento opacarme. (sesión 4) Esta confianza y seguridad en sí misma está relacionada tanto con la validez que Aura le empezó a atribuir a lo que ella pensaba y sentía donde su perspectiva podría constituir un aporte para el consultante como con la identificación de las habilidades acordes a su nivel de formación, que si bien han sido desarrolladas en un contexto

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relacional, fue importante que Aura las reconociera como parte de su mundo subjetivo y de su identidad. Esto le permitió darse cuenta lo que había desarrollado en los años de estudio, en su práctica y en otros contextos que aparentemente están desligados de su profesión pero que contribuyen a ésta. Así pues, se empieza a transformar su idea de “no soy capaz” a “si puedo” dejando el cuestionamiento por si tiene o no las capacidades para asumir el rol como psicóloga, lo cual la tranquiliza y le posibilita estar más fluida en el proceso terapéutico. En palabras de Aura: “ha sido como muy el poder decir como que si puedo con esto, ... como lo estoy viendo ahorita es que si fue con esfuerzo porque de alguna u otra forma, si tengo las habilidades y es confirmarme que si puedo con esto, entonces es como ya incluso digo, soy psicóloga… poder apropiarme de todo lo que aprendido, de lo que he hecho, de las experiencias que he tenido y un poco también tener ya una identidad como psicóloga. Entonces, antes lo veía como algo lejano, ahora es como bueno ya, o sea no es lejano, no es ajeno a mí, no sólo viene del conocimiento teórico, viene también de mi” (sesión 5) “me sentí como tan que, tan relajada, tan desenvuelta... como que el hilo de la sesión fue muy, como que si lo hubiera planeado casi, como muy estructurado

y

retomaba ciertas cosas entonces fue genial yo salí como que WOW!... como yo les decía en sesión con Amanda me sentí como una estudiante de 10 semestre que ya está a punto de graduarse como psicóloga… entonces fue como ver la luz al final del túnel”… “me ha ayudado como el saber que he logrado cosas y que puedo lograr más” (sesión 5) Es así como Aura cuestiona las verdades que se había atribuido sobre sí misma desde una visión intrapsiquica, pasando de una postura evaluativa entendida como calificaciones que definen a las personas a una reflexiva en las que identifica sus logros, las habilidades que ha desarrollado, las que falta por desarrollar, y lo que necesita

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fortalecer más en su rol como psicóloga, sin que esto implique una descalificación de sí misma. En palabras de aura: “una evaluación no te está diciendo quién eres… Aura es más grande que la evaluación, Aura no es igual a la evaluación… ahora la veo como bueno es una parte no es el todo, más que ver la nota como tal, es pensar en las cosas que logre, estas que me faltan, entonces cómo puedo desarrollar otras habilidades para que lo que me falta se pueda superar… no es el todo de mi ser psicóloga o estudiante” (sesión 6). Así pues para Aura la calificación obtenida a partir de la evaluación no define de una manera estática y causal si una persona es buena o mala como profesional, ni puede asociarse a una predicción frente al futuro que delimita la vida en el campo laboral: “como antes lo veía todo desde la descalificación, si haces esto está mal, por tanto quiere decir que no estás haciendo bien tu proceso de formación, por lo tanto quiere decir que no eres buena, por tanto quiere decir que nunca vas a poder…” (sesión 7) En ese sentido Aura reconoce que ser psicóloga no es un producto finalizado sino que es un desarrollo que implica un proceso de aprendizaje, el cual tiene aciertos y desaciertos, los cuales hacen parte de la vida humana, y más que desconocer o descalificar los errores, éstos son una oportunidad para generar transformaciones y evitar el estancamiento en su rol como psicóloga: "Soy bastante reflexiva, me permito equivocarme y aprender de los errores... todavía estoy aprendiendo, ahí voy de a poquitos... yo también soy un ser humano, me puedo equivocar y ahí es desde mi postura como psicóloga como hago que esas equivocaciones pasen a ser útiles... como puedo utilizarlas para mejorar" (sesión 9) "decantar, qué me queda de esta sesión, cómo en cada relación mirar qué puedo sacar de cada cosa... algo que si quiero hacer es ser muy reflexiva con los aprendizajes, también con las

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dificultades que he tenido... eso es lo que me permite seguir porque o si no me quedaría estancada" (sesión 10) La confianza que Aura fue desarrollando en sí misma como profesional a partir de los aprendizajes logrados con los casos que ya había atendido tuvo un impacto en la atención de casos posteriores que implicaban un reto para Aura, puesto que no eran vistos por ella como una forma de demostrarse a sí misma que no era capaz sino como un reconocimiento a su preparación y a la habilidades que había desarrollado en su formación: “Muy seguramente si esta paciente me llego es porque si puedo, como que ahora si estoy lista... como todo el terreno que he ganado con los otros dos pacientes, como poder estar tranquila en sesión, escucharlos, generarme ese ambiente de confort en sesión es lo que me lleva a decir si puedo”. (sesión 5) Aura empieza a reconocer los aprendizajes que ha ido desarrollando en cada relación y proceso que ha llevado a cabo con los consultantes, identificando habilidades y elementos que pueden ser útiles en la atención de casos, lo cual le genera seguridad posiblemente al darse cuenta que aunque un caso nuevo es un inicio porque cada sistema consultante es distinto, eso no implica que ella como psicóloga tenga que empezar de cero, pues llega a consulta con unos aprendizajes y en la relación con ellos van surgiendo otros nuevos: “trayendo lo que he aprendido, también dándome como un poco de seguridad. Si, con la seguridad que he adquirido a partir de las cosas que he podido desarrollar digamos con el caso de Karen también poniéndolo en otros casos” (sesión 5) Por otra parte el reconocimiento de Aura de su deseo de aprender y la curiosidad frente al nuevo conocimiento hace que entre sus proyectos esté hacer una especialización o una maestría, sin que esto invalide el proceso en el que actualmente se encuentra, como estudiante de psicología próxima a graduarse: “ me di cuenta de esa faceta mía que la

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tenía escondida… a mí me gusta estudiar, me gusta leer mucho… tengo la ilusión de hacer una maestría, una especialización y bueno es como ahorita nace la psicóloga pero se sigue formando…” (Sesión 6) En este sentido la falta de conocimiento ya no es vista por Aura como un signo de que ella no es capaz de ejercer su rol sino que se ha convertido en una posibilidad para seguir aprendiendo y en una oportunidad para mostrarse coherente con un valor que ha guiado su vida que tiene que ver con la continuación de su formación: “cuando yo hablo de aprender se me hace agua la boca… pero era algo que estaba opacado… me genera ese hilo de gana de conocimientos… hay una parte de mí que dice ya lo estás disfrutando, ya eres capaz.. Disfrutar desde la gana de conocimientos, de las ganas de aprender, de las ganas de posicionarme, de validarme como psicóloga… y ya se está dando” (sesión 6) Actualmente Aura se percibe a sí misma en su rol profesional como psicóloga, se siente orgullosa de sí misma y disfruta las sesiones con sus consultantes “yo ahí ya me había sentido como una psicóloga que ya está en décimo semestre y que está a punto de graduarse… ya he podido comprobar que todos los pacientes me siento igual… o sea ya disfruto” (sesión 6). "Me veo como psicóloga, me quiero mucho, me siento orgullosa de mí..." (sesión 9)

La Responsabilidad compartida en el Proceso de Atención Psicológica Al iniciar los espacios conversacionales, para Aura la responsabilidad como psicóloga era resolver los problemas que traían los consultantes “trataba de ser como una parte muy activa, yo le soluciono los problemas, yo le doy la medicina” (sesión 7) lo que generaba una complementariedad con los consultantes, ya que éstos también esperaban

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que Aura resolviera mágicamente las dificultades. Esta concepción empezó a ser transformada y ahora Aura considera que el proceso psicológico implica una responsabilidad tanto de ella como psicóloga como del consultante: “la responsabilidad no pasa a ser toda mía sino pasa a ser equilibrada” (sesión 7). La responsabilidad que Aura se atribuye a su rol como psicóloga es la de desarrollar un proceso en el que emerjan nuevas comprensiones y soluciones a los problemas por los cuales las personas acuden a consulta, teniendo presente que son los consultantes quienes tienen la libertad de elegir y dar significado a las intervenciones realizadas por ella.

Así

lo

describe

Aura:

“la

responsabilidad

sería

gestar

un

proceso

terapéutico…generar los procesos alrededor de la problemática (…) yo genero ese espacio... hago las preguntas, hago las conexiones, ellos validan o no, ellos están en su derecho de validarlas o no, ellos tienen que dar de sí para que este espacio también llegue a la finalidad del proceso…” (sesión 7) "yo lo que hago de alguna manera es jalonar un proceso que la persona está pidiendo...propiciar un espacio en el que yo en la posición como terapeuta hago ciertas distinciones de la situación con la que llega el consultante, miro las diversas posibilidades, los diferentes matices de la situación... para que las personas puedan tomar decisiones sobre su vida" (sesión 9) Esta co-responsabilidad hace que Aura se sienta empoderada, libre para intervenir, alegre y con la sensación de querer estar siempre en sesión atendiendo a sus consultantes: "relajada en el sentido en que no soy yo quien lleva toda la carga... si hay una responsabilidad de jalonar el proceso pero no toda la carga es mía" (sesión 9). Otra de las transformaciones en Aura se refiere a la concepción del espacio terapéutico más allá de la aplicación de técnicas, y de la erradicación de síntomas,

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valorando el proceso, los logros alcanzados y lo que está en sus manos hacer, lo cual la empodera y le amplía su repertorio de posibilidades de acción: " … nunca he tenido la idea de tengo que quitarle las ataques de pánico... una cierta parte de mi esta como un poco tranquila, si no hay éxito hay cosas que se desarrollaron, ó sea no necesariamente tienen que ser exitoso el proceso y que la señora salga otra vez sin ataques de pánico y que sea todo maravilloso sino viéndolo más como qué se puede ganar, qué se puede llegar a hacer, poniendo la metáfora de meta, recorrer el camino sin necesidad de llegar a la meta” (sesión 5) Con respecto al cambio Aura empieza a verlo como parte de una co-responsabilidad en la que se necesita el trabajo conjunto para que éste emerja: “tal vez estaba tratando de dar demasiado de mi, sin tener en cuenta a los pacientes, entonces es como bueno Ud. también da, yo también doy es como una construcción en red como van aportando los dos” (sesión 5) Además cuestiona sus ideas sobre el cambio como totalizante puesto que Aura se da cuenta que sus consultantes quieren conservar aspectos de sí mismos relacionados con la manera cómo interactúan y ven el mundo, y que les ha sido útiles en su vida: “ellos quieren cambiar pero también hay cosas que quieren conservar…es validar a la misma persona” (sesión 5)

La Relación Humana en la Atención Psicológica La atención psicológica para Aura significa el encuentro del profesional y los consultantes en el que primariamente hay una relación humana, en la que los dos son impactados y afectados mutuamente el uno por el otro. Es así como Aura reconoce el impacto que ha tenido en ella a nivel personal y profesional la relación con sus

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consultantes: “es como mirar ciertas cosas de él (se refiere al consultante) que también me afectan… también eso de alguna forma también me permea a mí y no sólo en ámbito personal sino también profesional… yo también soy un ser humano que vive ciertas cosas…” (sesión 7) En ese sentido Aura cuestiona el rol del psicólogo como una persona objetiva y se muestra reflexiva frente a lo que surge en ella en el encuentro con los consultantes haciendo distinciones entre lo que corresponde a su historia personal y lo que está directamente relacionado con el consultante, estando atenta a sus prejuicios y al efecto que pueden tener en la atención psicológica: "yo también soy participe ahí... estamos dos personas en interacción, no quiere decir que yo sea una tabula raza que es objetiva... que no tiene ningún prejuicio... sino cómo lo que yo tengo puedo manejarlo, ser reflexiva esto es mío y qué tanto de esto también lo hace emerger la interacción con la otra persona" (sesión 9) Desde el impacto que Aura quiere tener en sus consultantes aspira que no sólo sea vista como la profesional sino como la persona que también habita en su rol profesional, y desde ahí también busca relacionarse con ellos viéndolos como personas y no como objetos de estudio o de intervención: “me interesa mucho la parte humana de la persona, que se sienta bien, que no se sienta en un espacio en el que inmediatamente vaya a ser juzgada, que ellos vean a mí no la psicóloga que de entrada va a chulear, qué está pasando?, sino que también vea la persona que hay en mí, que también es una persona como él… donde se genere una empatía desde somos iguales…” Para Aura es sumamente importante que su profesión como psicóloga haga parte de su vida y no se convierta en un ente aislado de ella: “…porque creo que si voy a seguir ejerciendo esta carrera y si me estoy formando como psicóloga, y si soy psicóloga, eso

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lo tengo que, eso hace parte de mi vida, porque si no tengo en cuenta a la otra persona, qué estoy haciendo como psicóloga, digamos que para mí la psicología más allá de voy a arreglar la problemática a esta persona, o voy a ayudarle, es como me relaciono con las otras personas desde la humanidad porque si no lo hago así para qué soy psicóloga. Creo que ese es para mí uno de los pilares de la psicología que nos hace más humanos, es más sensible al dolor de los demás, ser más sensible a todas las emociones, no solamente desde el dolor, si somos sensibles ante el dolor, también tenemos que ser sensibles a otras cosas” (sesión 7) Así pues Aura guía sus acciones en su quehacer desde una postura de cuidado por el otro que va muy relacionada con la sensibilidad, el acogimiento de las emociones y la creación de un contexto de cambio acorde a cada consultante y teniendo en cuenta lo que éste puede aportar a su propio proceso. En palabras de Aura: “…el cuidado del otro sería la guía que me ayuda a continuar con mi labor de ser psicóloga…El ser receptiva a las emociones que las personas traen, receptiva al sufrimiento, también a las alegrías, no solamente desde el dolor… sino también relacionarme desde la alegría que puede tener una persona, es también validarle sus emociones… es hacer conexiones según los procesos que se están presentando en la problemática y mirar soluciones desde la misma persona” (sesión 7) Lo anterior constituye para Aura la diferencia entre una conversación de amigos y una terapéutica, ya que hay unos objetivos claros que buscan resolver una problemática y se genera un espacio de reflexión y de intimidad: “…aquí lo que se hace es generar un espacio de reflexión… es un espacio más íntimo que pueden hablar de temores, miedos y situaciones que no lo van a hablar con cualquier persona y que la mayoría de mis consultantes no hablan de esas cosas con sus amigo, o no de la misma manera. Entonces

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es un espacio diferente en ese sentido y también los consultantes vienen aquí por una problemática que se les presenta y que les está causando daño, les está causando sufrimiento… También vienen con el ánimo de cambiar eso que les genera sufrimiento ya no siga pasando” (sesión 7).

Espacios conversacionales A continuación se describen algunos elementos de los espacios conversacionales que permitieron la transformación de los dilemas iniciales en el proceso de construcción de identidad como terapeuta de Aura

Comprensión del marco de referencia de Aura Comprensión de las Emociones de Aura desde su contexto. Con el propósito de entender el significado que Aura le estaba otorgando a las emociones que fueron expresadas por ella sobre su sentir como psicóloga en la atención terapéutica, se hicieron preguntas tales como: "A qué te refieres con inseguridad", "cuéntame cómo es esa confusión" Estas preguntas permitieron comprender sus emociones desde la particularidad, especificidad y la mirada de Aura y a la vez relacionarlas con algunas ideas y creencias sobre las concepciones terapéuticas. Al ponerlas dentro de un contexto se cuestiona la idea de éstas como parte de un estado interno. Esta conexión entre emociones e ideas se hacía explicita en las preguntas y comentarios en los que se parafraseaba lo que Aura había dicho, retomando las palabras que ella usaba y a la vez sintetizando su relato en frases que daban cuenta de lo que había dicho y que a la vez le permitían a Aura escucharse a sí misma. Por ejemplo, "de acuerdo

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con lo que estás diciendo está inseguridad está relacionada con la idea de si lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal?. Así mismo al conversar sobre sus emociones como una entidad externa a ella, Aura pudo observarlas y reflexionar sobre éstas. Algunas preguntas que se hicieron en la externalización fueron: Si te pudieras imaginar y ver la confusión, cómo sería?, Qué tan grande te imaginas esa "nube"? (la "nube" fue la manera como Aura representó la confusión), o sea qué es mucho más grande que tú?, qué intensidad tiene ese negro?, es un negro parejo?, como te imaginas esa "nube"?, hay algunos lados en que es menos negro, o un poco más de gris?, la "nube" representa la confusión, qué representan los átomos de diferentes colores?, qué hace que la "nube" de la confusión se agrande o se achique?, en qué momentos ha estado más pequeña, recuerdas alguno en particular?, en qué momento te sales de la "nube" (confusión)?, cuando estás con tus consultantes, quién actúa tu Aura o la "nube"?, qué será lo que dispara la "nube" para que empiece a agrandarse?, en qué momento la "nube" decide sabotear a Aura?, en qué momentos te sabotea?, con tus consultantes cómo te sabotea?, cuál es el propósito de la "nube"?... La externalización de las emociones que bloqueaban a Aura en su rol como psicóloga, también le posibilitó hacer contacto con sus habilidades, tanto identificarlas como potencializarlas, lo cual le generó mayor seguridad

en el trabajo con sus

consultantes y favoreció la ampliación de su visión de sí misma más allá de las dificultades. En ese sentido se retomó la "nube" que fue la forma como Aura personificó la emoción de confusión y a partir de ese elemento la investigadora utilizó la siguiente metáfora: "... cuando uno sale y en esta época de lluvias hay muchas nubes, son negras, grises... cuando están las nubes no dejan ver el cielo azul... Estoy pensando y eso está

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pasando contigo, las nubes tapan el cielo que hay en Aura... Desde ahí qué será lo que ha opacado la "nube"?, qué no deja ver de ti la "nube"? Esta metáfora unida a la última pregunta dió paso a conversar sobre otros aspectos que apuntaban a que Aura creara posibilidades de moverse, y hacer algo en la terapia, es decir a sentir que podía actuar. Esto requirió que al hablar de las dificultades se hicieran preguntas que le permitieran a Aura asumirlas de una manera propositiva, resaltando los modos en que la participante afrontó las dificultades que se le presentaron, contribuyendo así a la disminución del sentirse abrumada por éstas. Algunas preguntas que guiaron la conversación fueron: Con esa idea, ha habido momentos en que estando la "nube" tu hayas decidido hacer cosas distintas?, cuáles han sido esos momentos?, qué hiciste ahí con la "nube"?, tú estabas despierta, ella (refiriéndose a la nube) estaba dormida, qué hiciste para que se durmiera?, cómo hiciste para no seguir fijada en lo que te decía la "nube"?

Comprensión de los significados que Aura atribuye a las diferentes nociones Práctica Psicoterapéutica. Cuando Aura se evalúo como incompetente en su rol profesional al no percibir un cambio significativo en los procesos de atención psicológica, se le preguntó por el significado que le había atribuido a dicha noción y a partir de sus respuestas se indagaba más por lo que quería decir con cada una de las afirmaciones que hacía: E: Qué es un cambio significativo? A: ... yo me focalizo más en los cambios grandes, y no en esos pequeños cambios... E: Cómo estás viendo el cambio?, qué tiene que suceder para que el cambio se dé?

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A: lo estoy viendo más ... en lo que yo hago como terapeuta y lo que eso produce en la persona... E: lo que tú haces como terapeuta, a qué te refieres? A: A desenmarañar esas problemáticas con las que ellos vienen, y clarificarles todo, y entonces a partir de eso que se genere un cambio en ellos. E: es como si el cambio fuera unilateral..... Dónde aprendiste esa idea? Este tipo de preguntas en las que no sólo se hicieron frente a la noción de cambio sino con todos conceptos que iban apareciendo en la conversación le permitieron a Aura darse cuenta de sus propias creencias al asumir el rol como psicóloga en los procesos de atención psicológica, la manera cómo impactaban tanto su quehacer como la visión que tenía de ella misma como profesional. Así mismo, identificó y reflexionó sobre cómo estas suposiciones habían sido construidas en diferentes contextos y relaciones, lo cual hacía que no obedecieran a una verdad absoluta, dándose una apertura para cuestionarlas al retomar otras experiencias que podrían ampliar dichos presupuestos. Otras preguntas que se hicieron a este respecto fueron: Qué es intervención para ti?... O sea que para ti intervención es que el psicólogo tiene que hacer cosas para que la persona cambie... de dónde surge esta idea?... esa idea que mencionas de lo clínico es algo que ha surgido en la carrera, surgió antes en tu historia, empezó a surgir con la práctica sistémica?, si pudieras contarme las conversaciones o la parte teórica o lo que has visto este semestre que estás en la práctica que han consolidado esta idea, cuáles serían?, lo que estoy entendiendo es que tu interpretas de esas experiencias es que el psicólogo o profesor hizo cosas que generaron el cambio?, cuando tú dices no hice nada,

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desde dónde estás evaluando que no hiciste nada?, cuando te refieres a humanizar la terapia, qué quieres decir? Estas preguntas generaron un proceso de reflexividad en la que Aura al responderlas no sólo transmite información sino que hace nuevas conexiones pues al explicar sus diferentes entendimientos crea otros, y empieza a hacer nuevas relaciones entre la teoría y la práctica. Estos nuevos significados que empiezan a surgir en la conversación y la reflexión sobre los diferentes conceptos teóricos contribuyen a que Aura se vaya apropiando de la teoría desde el sentido que le genera a ella.

Creación de nuevos significados Cuestionamiento de ideas desde el mismo marco de referencia de la participante A partir de las ideas que iban surgiendo en los espacios conversacionales con Aura acerca de sus concepciones sobre la práctica psicoterapéutica se retomaba lo que ella había dicho identificando las incoherencias que iban apareciendo en su relato para cuestionar sus certezas. Por ejemplo en uno de los fragmentos de la conversación Aura asociaba el cumplimiento de lo planificado con darse el "chulito" y cuando se le preguntó: si todo te saliera como lo tienes planificado, eso te haría sentir que los estás haciendo bien?, ella se mostró pensativa y respondió: "... en un primer momento, si podría como de alguna manera satisfacer... sin embargo pues muchas veces lo que uno tiene planeado, el contenido no es como tan valioso" (el contenido se refiere a lo planificado). En ese sentido, aparecían dudas frente a las ideas inicialmente expuestas y, a partir de éstas se hacían preguntas con el fin de entender los argumentos que sostenían la nueva información que iba surgiendo, preguntando en este caso por qué no era tan valioso.

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Así mismo, las preguntas buscaban entender lo que la participante expresaba con sus afirmaciones, avanzando hacia lo no dicho por ella teniendo en cuenta lo que sí decía. Por ejemplo cuando Aura afirma "yo misma me reprocho mucho, entonces, sale algo, y algo está bien pero no lo veo (voz entrecortada) a pesar de que otras personas si lo ven", lo dicho hace referencia a su patrón de reprocharse, así obtenga una evaluación positiva de los demás frente a su quehacer, lo que implícitamente indica que ella tiene sus propios criterios para evaluarse. Es así como la pregunta por ¿cuáles son tus criterios para percibir que lo que estás haciendo está bien?, deja pensativa a Aura frente al tema de la evaluación, por lo cual responde con una pausa y luego diciendo "no he pensado mucho los criterios...". Es así como a partir de sus respuestas se generan reflexiones frente al tema. La pregunta también buscaba entender el proceso que llevaba a Aura al reprocharse pero focalizando en lo que le indicaría que lo está haciendo bien, como una manera de descentrarla del relato de lo que hace mal y a la vez con miras a romper una pauta interaccional en la que ella buscaba el reconocimiento de los demás, aunque éste no fuera suficiente para validarse, ayudándola a observarse a sí misma y entender lo que tenía sentido para ella en su propia evaluación. Así mismo la investigadora tuvo presente el relato de la participante para cuestionar las ideas que parecían contradictorias y que de alguna manera se salían del marco lógico que ésta había construido para dar sentido a lo que le estaba sucediendo: A: ... es más mi necesidad de que las personas me digan como ya todo cambió. E: Pero es una necesidad que cuando aparece no la crees. A: No sé.

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E: Tú dices que estás esperando a que las personas te digan si cambiamos, pero cuando te lo dicen no lo crees. Esto

permitió que Aura transformar la pauta en la que buscaba que otros la

reconocieran y se centrara más en lo que pensaba de ella misma, dándose cuenta que ella es quien deslegitima lo hace. En ese sentido, cuando Aura asumía una postura en la que se describía a sí misma desde unas características individuales negativas, las preguntas de la investigadora tenían el propósito de cuestionar dicha visión, haciendo hincapié en los significados, supuestos e ideas construidas que mantenían la descalificación, a partir del relato de la participante: A: Yo no creo lo que yo hago, yo creo que lo que hago no tiene validez, ninguna valoración, creo que no soy capaz, (Voz entrecortada) E: No eres capaz de qué? A: De hacer las cosas bien, o simplemente de hacer algo (Voz entrecortada), yo no valoro las cosas que hago en general... aunque hay algo, yo siempre como que lo menosprecio, como si hubo esto pero fue muy pequeño, entonces no es suficiente, entonces no estás haciendo nada, entonces no sirves, me manejo desde la utilidad que tengo yo, no estoy rindiendo lo suficiente, entonces no sirve E: Cómo defines esa utilidad, la utilidad con respecto a qué? A: Mmm con respecto a lo que soy para lo que soy útil, para lo que si sirvo, para lo que puedo hacer... a pesar de que algunos aspectos hay retroalimentación y me va bien en los trabajos, yo digo eso fue de suerte, me levante un día lucida, y paso de suerte que me fuera bien E: Estás diciendo varias cosas, uno como si estuviera la idea del bien y el mal, como si te movieras desde ahí y como si todo el tiempo te estuvieras evaluando desde el bien y el

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mal... y en esa idea del bien y el mal, lo que entiendo es que así te evalúen bien, que es lo que tú quieres, pasa que o no lo crees o crees que se dio por algo al azar, no por algo que hayas hecho... cuando haces las cosas mal, desde lo que tú crees que está mal sientes que es responsabilidad tuya... pero cuando lo haces bien.... no es responsabilidad tuya, ni fue porque tú hiciste las cosas, sino fue por otros, por el destino... En este último comentario la frase cuando tú crees que está mal, cuestiona las ideas sobre el bien y el mal como algo objetivo y se introduce la idea de que éstos calificativos dependen de ella. Otra manera de cuestionar algunas ideas que influían para que Aura redujera sus posibilidades de acción en la atención psicológica era retomar lo que ella expresaba a través de una metáfora que ilustrara la magnitud de lo que la participante estaba diciendo con el propósito de posibilitar la reflexión y transformación de las ideas planteadas inicialmente por Aura, a otras que le dieran mayor maniobra terapéutica: E: Con esto que estás diciendo, yo lo veo, tú me dices si sí o sino, y es la idea que el paciente va o el consultante va con el problema, y más o menos como si uno se imagina el problema como una cajita, va y se la deja allá al psicólogo y el psicólogo tiene que hacer algo con esa cajita, para que cuando la devuelva ya no sea una cajita con problemas sino una cajita con otras cosas. A: mm si E: si? A: si, mmm mas o menos E: o cómo los ves, si pudieras graficarlo en un ejemplo, cuando tú dices que el psicólogo está para solucionar los problemas

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A: No tanto para solucionarlos sino también para guiar en esa solución de los problemas, yo, ehh, ahorita como que se me están moviendo muchas ideas de qué es la psicología y que es ser psicólogo... El anterior fragmento también muestra como las intervenciones de la investigadora explicitan sus propias interpretaciones a partir de lo que la participante está expresando, dejando abierta la opción de que ella muestre su desacuerdo o aclare sus entendimientos. La introducción de nuevas ideas buscaba ampliar la mirada y construir nuevos significados a partir de la ideas de la participante y de la investigadora con el propósito de posibilitar la reflexión sobre las ideas y no como una forma de convencer a Aura para que se adhiriera a lo planteado: A: Desde ahí digo yo no hice nada... E: Yo tengo la idea que es imposible no hacer nada, creo que siempre estamos haciendo cosas. Desde esta idea creo que hiciste cosas... otra cosa es la valoración que le das a lo que haces... cuando tú dices la escuché no más y le dices qué vas a hacer ahí, lo valoras como eso no es nada. A: si E: Qué nombre le pondrías?, esto fué... A: No fue interventivo E: Creo que es imposible no intervenir... pero también creo que hay distintas maneras de intervenir Así mismo a partir de las concepciones que Aura había ido creando sobre la práctica psicoterapéutica y la conexión que hacía con la relación psicólogo - consultante, se hacían preguntas que permitían cuestionar las posturas rígidas que aunque en un momento dado le daban movilidad podrían dependiendo del caso limitar su maniobra

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terapéutica: Desde cómo estás viendo tú la terapia, lo que estoy entendiendo es que no es posible ser directivo?... Con lo que estás diciendo es poder mostrarse directivo no desde la verdad, sino como una posibilidad donde el otro puede elegir, desde ahí cómo sería la relación horizontal?, siempre tiene que haber una relación horizontal?, cómo lo ves tú? Retomando las interpretaciones de la investigadora sobre lo que entendía de la forma en que Aura nombraba la relación terapéutica, las cuales no daban cuenta de las nuevas comprensiones que ella estaba haciendo, se invitó a Aura a utilizar un lenguaje distinto que diera cuenta de dichos entendimientos: Cómo podrías ponerle un nombre distinto a una relación horizontal, porque digamos que la relación horizontal a mi me lleva a pensar que siempre es igual, pero lo que entiendo es que tú la ves con fluctuaciones, es decir contemplas la posibilidad de mostrarte directiva dependiendo de la situación, desde ahí cuál sería el nombre que se ajustaría más a eso que estas queriendo decir?

Identificación de experiencias que permiten ampliar y crear nuevos significados Al indagar sobre los contextos en los que han sido construidas algunos presupuestos que limitan la maniobra de la psicóloga en formación surgen experiencias que constituyen aperturas para ampliar y crear nuevos significados frente a la misma temática. A: ... en la práctica social... el progreso que yo vi en la paciente que yo tenía fue brutal y siendo que yo sentí que no hice nada E:... Teniendo en cuenta esa experiencia, cómo podrías definir el cambio, qué explicaciones te das o qué comprensiones tienes sobre el cambio, qué paso ahí para que se generara el cambio.

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Estas preguntas implicaron ignorar por un momento la afirmación "yo sentí que no hice nada" y puntuar en la visión del cambio que podría surgir al retomar el evento mencionado. Al indagar sobre esta experiencia Aura identificó algunas de sus actuaciones y de las de sus consultantes que pudieron influir en el cambio y, a la vez empezó a cuestionar su idea que el cambio de los consultantes depende sólo del psicólogo: "yo solamente sentí que la escuché y comprendí la situación por la que está pasando, pero también le cuestioné qué quería hacer ella para que no siguiera pasando esto... yo nunca le dije tienes que cambiar... y ella un día me dijo... ya estoy haciendo esto..." Teniendo en cuenta que inicialmente para Aura era importante que ella como psicóloga tuviera total claridad sobre las situaciones que los consultantes traían a consulta para que el cambio emergiera, se retomó la experiencia anterior donde hubo un cambio y se le preguntó: Ahí tuviste claridad sobre lo que estaba pasando con ella?. Este cuestionamiento constituyó una de forma introducir dudas sobre dicha idea, lo que posiblemente influyó para que se crearan movimientos hacia otra forma de entender el cambio y el rol del psicólogo frente a éste. A partir de sus respuestas se iba agregando nueva información con el fin de generar nuevos significados: E: ... lo que entiendo es que ibas de la mano con ella, como que tus entendimientos partían de lo que ella iba diciendo,... A: ... era comprender sobre cómo se estaba manejando ella E: De dónde surge la necesidad tuya, ahora, porque entiendo que en esa época no estaba, ... de dirigir hacia dónde va el cambio? Esta última pregunta retomo nuevamente el marco lógico de la participante e introdujo la noción de tiempo (antes y después) con el propósito de hacer evidente la

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transformación que había tenido sus creencias sobre el cambio, haciendo evidente que éstas no son estáticas. Casi que de forma simultánea se trajeron experiencias en las que Aura reconoció los logros que alcanzó desde su rol como psicóloga, las cuales permitieron a su vez cuestionar ideas que la participante había creado sobre sí misma como profesional: A: no hay preocupación por como lo estoy haciendo, sino la conexión que tengo con los pacientes. E: Qué es esa conexión, cómo te das cuenta que hay esa conexión? A: ... como lo corporal, por mi parte estoy más relajada en el cuerpo... no me siento tan tensa, y siento que estoy comprendiendo lo que trae el paciente. Lo anterior muestra la postura autoreflexiva de la estudiante en la que a partir de las preguntas de la investigadora hace evidente el proceso por el cual ha llegado a nuevas conclusiones y comprensiones sobre lo que está pasando con ella en la terapia, identificando cómo esas ideas se ven en su práctica psicoterapéutica. Igualmente al escuchar los relatos de Aura se identificaron las comprensiones y acciones que la participante había desarrollado con el propósito de conectarlos con presupuestos del enfoque sistémico de una manera explícita, dando relevancia a lo que desde la postura de Aura era irrelevante al pensar que no tenía un sustento teórico: "cuando tú escuchas y comprendes lo que ellos dicen, eso también hace parte de la teoría de hacer terapia sistémica". Por otra parte, a partir de la experiencia de Aura como actriz de teatro en la que ella refirió que a pesar de que hay un libreto, el personaje depende de quién lo represente: "si yo hago un personaje obviamente otra persona va a ser el mismo personaje pero totalmente diferente, se va a mover diferente...", se buscó entender cómo funciona el teatro para

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identificar los elementos que podían ser útiles en el contexto psicoterapéutico: Cómo es eso en el teatro de dar algo de sí?, me llama la atención lo que estás diciendo porque uno en la vida juega diferentes roles, uno de ellos es ser psicólogo, y con eso que estás diciendo qué de tu estilo has puesto en tu rol como psicóloga? Es así como se empezó a validar tanto el estilo personal en el rol del psicólogo como el uso de vivencias cotidianas, preguntas, comentarios e intervenciones que surgían en la conversación que podían que no estar relacionados con la técnica pero que facilitaban la movilización de los consultantes. Una intervención que a Aura le ayudó a descentrarse de la técnica fue reconocer que los consultantes no están evaluando si está haciendo la pregunta circular o reflexiva, ya que para ellos pregunta es pregunta y la diferencia radica en si tiene sentido o no para ellos. Usando los personajes en los que Aura había actuado como villana en el teatro y el efecto de desaprobación que se busca en el público frente a la representación dicho papel, se dio paso a cuestionar la pauta en la que Aura desde el rol de psicóloga buscaba agradar a sus consultantes y evitaba cualquier incomodidad que pudiera surgir en ellos, lo cual limitaba su libertad terapéutica, resaltando que en terapia no hay buenos, ni malos, pero si hay momentos de tensión, dolor e incomodidad que hacen parte de la movilización del consultante y que no tienen relación con ser buen o mal profesional. A este respecto se hizo una distinción entre el cuidado hacia los consultantes que implica definir cuál es la intervención más útil y en qué momento hacerla, y el cuidado hacia sí mismo mostrando complacencia por temor a una "mala" evaluación.

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Identificación de Habilidades desarrolladas en la Participante Aura trivializaba algunas habilidades que había desarrollado, por lo cual se les dio espacio y tiempo en la conversación para comprenderlas y de esta manera entender la postura de la participante frente a éstas. Esto tuvo un impacto positivo, pues influyó para que Aura reconociera lo que sí sabía y lo que si había logrado en su proceso de formación; y así partir de sus conocimientos y habilidades para avanzar

a terrenos en los que podría

desarrollar otras habilidades. E: Para comprender qué necesitas? A: escuchar? E: Escuchar es una habilidad? A: si E: Qué tanto valoras tu el escuchar? A: ... como que no lo he valorado mucho este semestre.... ahorita como que no estoy escuchando... no lo escucho realmente y por eso no estoy mirando las necesidades que ellos tienen por lo mismo no los estoy escuchando. E: Escuchar implica ver las necesidades del otro? A:... escuchar estaría entre ver las necesidades y comprender la dinámica que esté pasando E: Comprender desde dónde? A: Desde la misma voz del paciente..... En este sentido escuchar que era una habilidad cotidiana que Aura sabía hacer, se usó y se logró pasar al contexto profesional como parte de la postura del terapeuta, haciendo hincapié en discriminar la escucha como algo cotidiano, y la escucha con fines terapéuticos.

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Igualmente se dió paso a identificar los logros y las habilidades que Aura había desarrollado tanto en su formación como a través de experiencias cotidianas que potencializaban su actuar como psicóloga. En ese sentido, ante las dificultades que refería Aura, luego de escucharlas y validarlas, se hacían preguntas que la ayudaran a descentrarse de dicho relato (focalizado en las dificultades) hacia uno que le diera mayores posibilidades en su actuar. Por ejemplo: Lo que te entiendo es que la confusión te está haciendo la revancha recordándote que tú no puedes y evaluándote por lo que no hiciste, cómo le puedes responder desde las habilidades que has desarrollado y lo que si has logrado? Otra forma de hacerlo fue poniendo a Aura en un rol de experta de sus experiencias y de la forma de afrontar positivamente las dificultades con el propósito de que sus vivencias pudieran ser útiles a otras personas que estuvieran pasando por una situación similar. Es así como se le preguntó: Si pudieras darle un consejo a alguien que estuviera viviendo la misma situación tuya, qué consejo le darías acerca de cuáles fueron las estrategias que tu utilizaste para afrontar la confusión? La respuesta a esta pregunta también le posibilitó a Aura reconocer el proceso de aprendizaje en el que se encontraba, lo cual le dio la apertura y el permiso a equivocarse y a la vez a disfrutar lo que estaba haciendo, sin poner su atención en tener que hacerlo bien y de una manera perfecta. Esto le permitió estar más abierta a las retroalimentaciones de sus docentes, compañeros y consultantes viéndolas como una forma seguir aprendiendo y no asumiéndolas como una forma de evaluación y de descalificación de su rol profesional. Para que las habilidades que había desarrollado Aura no se quedarán en una listado sino que tuvieran más fuerza, se generó la reflexión acerca de lo que significaban cada una de ellas para Aura y lo que aportaban a su rol como psicóloga y por ende a los procesos psicoterapéuticos. Es así como en varias sesiones surgió la habilidad de escuchar, por lo

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cual se hicieron preguntas como: el escuchar ha salido muchas veces en las últimas sesiones como algo importante en la atención psicológica, cómo se convierte

el escuchar en

importante, desde cuándo, cómo, dónde?, cuáles dirían esos pasos que te permitieron llegar a escuchar al otro. Utilizando y transfiriendo la experiencia que ella había tenido como actriz de teatro, lo cual tenía sentido para ella y era en lo que se sentía competente, al contexto psicoterapéutico se identificaron los elementos que hacen posible una obra de teatro y lo que cada uno de éstos representaba. Por ejemplo, el escenario que hacía las veces de tarima, Aura lo asociaba con las habilidades que había estado desarrollado. En cuanto al libreto, Aura identificó los presupuestos del enfoque, los elementos teóricos y metodológicos que le ayudaban a asumir su rol como psicóloga y los entendimientos que ella tenía sobre éstos, conectándolo con habilidades desarrolladas. Por ejemplo cuando mencionó la utilidad de hacer conexiones para favorecer la comprensión relacional, se le preguntó por lo que le permitió hacer las conexiones y a medida que surgían nuevos elementos se indagaba sobre estos. A medida que la conversación iba avanzando se le iban incluyendo más elementos al libreto de acuerdo a las respuestas de Aura: "desde lo que estás diciendo, entonces le pondrías al libreto la utilidad de creerle al otro para poder escucharlo?" Cuando Aura manifestó que le incluiría al libreto la postura del profesional, se preguntó hasta por lo que aparentemente era obvio como el tono de voz, y los cambios que habían habido en éste a medida que se iba posicionando. También se introdujeron nuevos elementos como la habilidad de la improvisación (término que se usa en el teatro) que en el contexto psicoterapéutico tiene que ver con el mostrarse espontáneo y dejarse guiar por lo que va apareciendo en las consultas.

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En este sentido, el libreto en el contexto psicoterapéutico está relacionado con un marco desde el cual el psicólogo puede moverse, aunque no haya certidumbres sobre el contenido, pero sí presupuestos y herramientas que son útiles para afrontar la incertidumbre que implica no saber qué van a traer los consultantes a sesión y qué surge en consulta. Esta conexión fue muy útil para Aura, ya que le permitió sentirse empoderada y tranquila al reconocer los saberes y las habilidades que le posibilitan dirigir los procesos de atención psicológica a pesar de no tener claro el contenido que va a surgir en la sesión.

Mostrar y ahondar en los cambios alcanzados por Aura en su rol como psicóloga De acuerdo a lo que estaba siendo importante para Aura, las preguntas y comentarios buscaban que ella condensara los cambios en frases que dieran cuenta de éstos y que le ayudaran a temerlos más presentes. Esto implicó hacer comentarios en los que se le mostrará a Aura los diferentes cambios que había alcanzado, los cuales estaban conectados con nuevos significados que había construido sobre la práctica psicoterapéutica y que le daba mayor movilidad en su rol como psicóloga. Esto se puede ver en el siguiente fragmento: E: ... tú hablabas en una sesión de lo importante que era para ti el ser humano, y creo que también es parte de cómo integras lo personal con lo profesional, como Aura la psicóloga. Si tú pudieras Aura como construir un lema o una frase o algo que te ayude a tener presente para continuar con estos cambios y que guíen tu rol profesional, cuál sería? A: mmm, no sé, estoy pensando en algo que muestre la ambigüedad que hace el ser humano, si bien en un momento podemos estar bien, en otros se puede estar mal, como esos diferentes matices... E: Mirar la ambigüedad, los diferentes matices. También has dicho en las otras sesiones el tema del ser humano, que tú no asumes la responsabilidad del otro sino que

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asumes lo que te corresponde en el espacio terapéutico, también está el valor del cuestionar, ahora cuestionas las verdades, no hay un deber ser sino que es lo útil para la persona, está el tema de la empatía. Si miras todo esto, qué le agregarías a ese lema que estas pensando, cuál sería una frase que te inspiraría? A: mmm, estaba pensando en una, como las vicisitudes de la vida constituyen, se me fue. E: piensa en tu rol profesional como psicóloga y en todo lo que has hecho y lo que para ti es importante, y desde ahí cuál sería una frase que guiaría tus acciones que vas hacer de aquí en adelante. La construcción de la frase también favoreció la ampliación de los temas de conversación a partir de lo que Aura iba diciendo, ya que a medida que la investigadora iba preguntando por lo que Aura quería decir con cada palabra y con la misma frase, Aura iba haciendo en un proceso reflexivo en el que agregaba nuevos elementos que para ella tenían sentido, que guiaban su quehacer en su rol como psicóloga y a la vez ampliaban sus significados sobre su identidad profesional. Algunas preguntas en las que se retomó la respuesta de Aura fueron: Lo que te entiendo es que un lema para ti sería: Los aprendizajes te llevan a la búsqueda del profesional que quieres ser, cuál es ese profesional que quieres ser?; desde lo que ya has construido, cuál es el profesional que quieres ser?; cuando tú dices los aprendizajes te permiten la búsqueda del profesional que quieres ser, ese lema con estas ideas que tienes tu sobre lo que quieres ser, qué implicaciones tiene en la práctica?; en la práctica terapéutica a qué acciones te invita este lema? A qué te inspira?; este lema con los dos consultantes que tienes a qué nuevas acciones o ideas te invita?, Eso qué impacto tiene en tu identidad como psicóloga, qué te permite o qué te limita?; Eso que dices es con respecto a los demás, como no encasillarlos, sino ser más flexible y mirar qué otras cosas de

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los demás de lo que tú crees que son pueden ser y con respecto a ti, a la forma como tú te ves?; cuando tú hablas de aprendizaje, a qué te refieres con aprendizaje? Cuando Aura iba diciendo lo que para ella tenía sentido, la investigadora hacía énfasis en los cambios que se observaban en Aura trayendo sus anteriores formas de pensar, con el propósito de hacer evidente la transformación que ella estaba teniendo en su rol como psicóloga: " hay algo ahí que me llama la atención en lo que estás diciendo y es como tú eliges entre las posibilidades, que es distinto a lo que hablábamos alguna vez en la que tu percibías que te tocaba o como tenías que ajustarte y eso ya implica un cambio porque estás reconociendo que tú tienes la capacidad de elegir". Al referirse Aura a sus nuevas percepciones acerca de cómo estaba viendo a sus consultantes, se hacían preguntas en las que se retomaban dichas percepciones no sólo como una forma de entender a los demás sino de comprenderse a sí misma. Por ejemplo: "Tú dices que no estás encasillando a las personas, me estoy preguntando si eso implica que tú no te encasilles?... es decir que ahorita no te estás clasificando?". Esto permitió que el enfoque sistémico no sólo fuera una herramienta para comprender e intervenir con los consultantes sino una forma de ver el mundo, en el cual se incluye Aura, favoreciendo así la apropiación de la teoría. Así mismo los cambios en el proceso de Aura no sólo se retomaban desde las comprensiones y acciones, sino también desde sus emociones: Si miramos todo este proceso cómo te sientes emocionalmente, te pregunto emocionalmente porque yo te recuerdo en las primeras sesiones que había mucho miedo, incertidumbre, tristeza, dolor; hoy emocionalmente cómo estás?, Lo que entiendo es que ahora estas lágrimas son de alegría, de tranquilidad, de darte el permiso de experimentar, de tener otras oportunidades, de vivir.

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También se retomaron experiencias puntuales con los consultantes que dieran cuenta de la transformación de Aura: Si lo miramos desde psicóloga, cómo te has permitiendo vivir como psicóloga o cómo te das cuenta que estás viviendo como psicóloga?, en sesión con los consultantes cómo se ve?. Por otra parte, la investigadora agregaba nuevos elementos a los cambios descritos por Aura teniendo en cuenta lo que ella decía, ampliando su significado a partir de comentarios que tenían el efecto en la participante de darse cuenta de aspectos que no habían sido contemplados por ella. Esto hacía que en sus respuesta inicialmente manifestara "no me había dado cuenta" para luego narrar experiencias que iban acordes con el nuevo planteamientos, lo cual tenía el impacto de consolidar los cambios. Algunos de los ejemplos de los comentarios de la investigadora fueron: "mira que cuando tú dices que te das el permiso de ser más participativa y de darle voz a tus reflexiones, pienso si ahora estás legitimando tu voz, como que le estas dando validez, sientes que esa voz y lo que estas pensando es importante, puede aportar"... "Lo que estoy entendiendo es que ahorita están integradas las dos voces, no son dos cosas distintas, puedes ser profesional siendo persona y ser persona siendo profesional"... "Lo que te estoy entendiendo es que si te cambias el sombrero porque implica un rol distinto pero no tienes que dejar fuera del consultorio tu ser persona, es decir tu estilo"

Participante 2: Darío Dilemas A continuación se describen los dilemas que estaba viviendo Darío a partir de su práctica psicoterapéutica.

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Responsabilidad Total frente al Cambio del consultante y Evaluación de su quehacer terapéutico de acuerdo a los Resultados Darío se atribuía la responsabilidad total frente a los cambios del sistema consultante, teniendo en cuenta que estaba recibiendo un pago por sus servicios, lo que lo llevaba a focalizarse en las herramientas que le permitieran lograr dicho objetivo: “…yo no puedo salir de terapia y decir es que esto no está andando porque él no quiere, para mí eso es como que no me suena tan coherente a pesar de que de pronto desde la teoría sepa que eso es posible que pase y si pienso que debería saber manejarlo…al que le están pagando de alguna forma es a mí. Si debería tener alguna herramienta para que el consultante se pueda mover más de lo que se está moviendo… a veces tiendo a darme más responsabilidad de la que debo…” (sesión 1) En ese sentido, es posible que la teoría para Darío se hubiera convertido en una herramienta que usaba con el propósito de lograr cambios unilaterales y rápidos en sus consultantes, como si pudiera influenciarlos de una manera causal con la finalidad de mostrar resultados: “aparece esa idea de que tengo que ser de una manera determinada, aparece esa idea de verdad del terapeuta que tiene que cambiar vidas en dos sesiones... evalúo es el resultado, no el proceso… no miro cómo lo hice, sino qué paso, si conseguí la respuesta que quería…” (sesión 3) El propósito de Darío de obtener

resultados de forma rápida también estaba

relacionado con un temor frente a la deserción de sus consultantes teniendo en cuenta que en su experiencia como terapeuta no había cerrado un caso por cumplimiento de objetivos: “Pienso que algo que a mí me afana… es la deserción, y cuando siento o cuando se me ocurre que un paciente puede no estar avanzando, entonces se me ocurre que seguramente va a desertar porque no está viendo progreso…. Lo que mueve a

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moverla es la creencia de que si no la muevo rápido, entonces va a decir eso no me está sirviendo… me asusta la deserción... realmente yo no he cerrado un caso"(Sesión 2) Esta postura de Darío de centrarse en los resultados se afianzaba cuando atribuía el éxito de los procesos terapéuticos, que aparecían en los artículos y libros, únicamente al terapeuta, influyendo esto en su práctica clínica pues queriendo ser exitoso se responsabilizaba de la vida de los consultantes, aunque teóricamente tenía eco la idea de que el consultante era el experto de su vida: “Deseos seguramente, supongo que tiene mucho que ver con los casos que uno lee, que ahh, tiene que ver con eso… con el ser exitoso… (Sesión 3). “Yo por eso estoy de acuerdo en cuanto a que el consultante es experto de su vida y todo esto pero de alguna forma yo si debo ser experto del lenguaje, de la terapia, de la utilización de las técnicas, de unas cosas que deben ser útiles y

ese sentido pienso que eso me da más

responsabilidad… y ahí me puedo atribuir o que me debo atribuir más responsabilidad” (sesión 1) De esta manera Darío definía su papel como terapeuta como un “incentivador de acciones” (sesión 2), focalizándose en las intervenciones que pudieran provocar cambios en los consultantes. El cambio para Darío significaba una ruptura en la vida de los consultantes en el que la terapia constituía un hito que dividía la vida en dos: antes de la terapia y después de la terapia, generándose cambios radicales en la totalidad de la vida de la persona a causa de la intervención del profesional, lo que influía para que Darío descalificara los cambios que iban emergiendo en el encuentro terapéutico, ya que no cambiaban por completo la vida de la persona: “… tal vez yo no he tenido hasta ahora un caso en el yo diga realmente con esa persona hubo un rompimiento en su vida, porque yo voy en los procesos y chévere salió

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algo bueno acá, pero tal vez yo no he tenido una experiencia en la que yo diga realmente a esa persona le ayude mas allá… o sea que hubo realmente un rompimiento de éstos que leo un libro...” (sesión 1). “Hay una creencia en algún nivel de mi… que si una persona viene hecha mierda a terapia, el terapeuta debería transformar radicalmente esa vida… me encantaría” (sesión 2). Cuando Darío reflexionaba en la post sesión sobre la consulta realizada y llegaba a la conclusión que había un estancamiento en el proceso, pues el sistema consultante no había obtenido nada nuevo durante la sesión terapéutica, empezaba a sentirse frustrado, desmotivado y con cuestionamientos frente a la utilidad de la terapia, a su rol como terapeuta y a la competencia profesional, generándose en él un estancamiento frente al proceso. En palabras de Darío: “Dudas en cuanto al rol, dudas en cuanto a si yo le quiero dedicar como mi vida al tema de la terapia, como si me quiero enfocar mucho en el tema, dudas en cuanto, hay días que digo esta vaina si sirve?, la terapia si sirve?, dudas en cuanto a mí como terapeuta… hay días como que digo como que los procesos no se mueven… me siento como si estuviera como en un lodo, como que no se mueve como que la persona está ahí atascada y como que yo me atasco igual, como frustración… son cuestionamientos que si me desmotivan, entonces ahí es cuando, por eso digo en la consulta no es que me paralicen ni nada, en cambio los posteriores digamos si son como muy paralizantes un poco, pues como la duda de si sigo o no sigo... “Ummm. Dudas, como le puedo llamar a eso, como una frustración…a si soy bueno o no (voz baja), ...” (sesión 1) Estos cuestionamientos constantes en Darío estaban acompañados de reproches y de descalificación hacia sí mismo por tener las dudas descritas anteriormente, lo cual no le

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aportaban nuevas miradas y posibilidades de acción: “lo que pienso es que me paraliza mucho en cuanto a hacer un cuestionamiento que yo pienso que no debería estar haciéndome” (sesión 1) Su definición como buen o mal terapeuta era dado por la utilización correcta de la técnica: “…es como pensar en la terapia como campo de acción, como práctica, como utilidad para el consultante… pero también entra lo evaluativo que tiene que ver conmigo específicamente, de decir sí soy bueno, si yo estoy utilizando bien la técnica” (sesión 1) y por la ayuda que le pudiera brindar al consultante para que éste saliera con algo distinto de la sesión con respecto a cómo llegó. La forma cómo lo hacía era centrando su mirada en los resultados obtenidos: “ser útil, que venga un consultante y realmente saque algo…Yo soy como muy práctico con esas cosas, lo mido muchos en resultados” (sesión 1). Ante la ausencia del cambio esperado por Darío como terapeuta, él se movía desde dos disyuntivas en la sesión con sus consultantes, se mostraba confrontador con el propósito de provocar el cambio o propiciaba un espacio en el que las personas pudieran hacer “catarsis” asumiendo una actitud de escucha “pasiva” de sus relatos. Estas dos acciones estaban relacionadas con la impotencia que sentía Darío al no lograr el cambio, relacionándolo con la falta de herramientas para el abordaje del caso: “…he enfocado mucho el trabajo en acciones y en ver qué pasa con ella en su actuar …lo que hago es volverme confrontativo, pero también a ratos ya me aburro ser tan confrontativo como que es una cosa o la otra o es pura catarsis y hábleme y acepto todo lo que está pasando o me vuelvo muy confrontativo, me muevo entre esos dos y me quedo sin herramientas.” (sesión 2) “yo creo que estaba muy enganchado con el motivo de consulta, le estaba dando muchas vueltas ahí” (sesión 6)

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Esta escucha “pasiva” la asociaba con una sensación de despreocupación por la consultante al percibir que no había cambios en ella, aunque la pregunta constante que se hacía: qué más hago? mostraba una preocupación frente al caso. Esto implicaba que cuando Darío se quedaba sin herramientas para intervenir o no sabía cómo hacerlo, terminaba viendo lo mismo que sus consultantes y por ende había un estancamiento en el proceso terapéutico, a pesar de sus intentos por buscar en la teoría nuevos elementos de intervención. Esto lo llevó a que en

las clases y en la supervisión estuviera atento a las

herramientas prácticas que le permitieran ampliar las alternativas y las posibilidades de actuación frente a los consultantes haciéndose la pregunta: Qué puedo hacer diferente? y asumiendo una orientación moderna con respecto a la comprensión del problema y en el diseño de métodos para llegar al resultado esperado: “… Esta como esa pregunta de bueno cuál es el problema, qué es lo que está pasando o sea qué es bueno utilizar acá, qué me puede servir, O bueno de pronto esta pregunta no viene bien acá” (sesión 1) “Yo creo que tengo una lectura suficientemente amplia de lo que está pasando con ella, obviamente estoy seguro que hay cosas que me falta entender, pero tal vez es eso lo que me hace sentir incómodo, como que siento que tengo una lectura amplia, he utilizado las estrategias, he hecho una cosa y otra que se me ha ocurrido, y no ha resultado mucho” (sesión 4) Así mismo en Darío había un deseo en satisfacer lo que esperaba el consultante frente al proceso terapéutico “… como que me gustaría satisfacer todo lo que él quiere, a pesar de que muchas veces puede querer cosas que no están en mis manos, que realmente no puedo hacer…” (sesión 3), lo cual hacía que se centrara en los motivos de consultas que

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se convertían en pedidos concretos y al dirigir su atención sólo a éstos, se limitaban sus comprensiones y posibilidades de acción. Esta idea de satisfacer a los consultantes aunque sus pedidos no estuvieran en las manos del terapeuta tenía relación con una pauta relacional de Darío frente a sus consultantes en la que buscaba el reconocimiento de éstos para que le dieran su estatus como terapeuta y esto incrementaba sus niveles de exigencia en su rol, su necesidad de mostrar cambios rápidos en el proceso, y la frustración al no conseguirlo:“era lo mismo… que el consultante me pusiera el 5.0… buscaba la aprobación de los otros…” (sesión 5) Esto influía para que Darío sintiera temor de evaluar el proceso terapéutico con una de las consultantes en las que percibía que había un estancamiento en éste: “tal vez miedo a que me diga que no ha pasado nada” (sesión 2). Este temor está relacionado con la atribución total de la responsabilidad que Darío asumía frente a los cambios en la vida de los consultantes.

El Terapeuta basado en lo teórico Vs la experiencia personal del terapeuta Para Darío había una desarticulación entre el ser terapeuta y la experiencia personal del terapeuta, relacionando el primero únicamente con la teoría y con las técnicas, mientras que el segundo tenía que ver con su estilo personal al hacer terapia y con sus percepciones, experiencias y sensaciones que emergían en el encuentro terapéutico: “como que hay una voz del Darío terapeuta, y una voz del Darío persona que es el abarca el resto de las áreas…me gustaría integrar esas dos cosas... porque creo que estoy poniendo un poco al terapeuta a un lado, y al otro al otro lado, raro eso?, realmente debería ser el terapeuta integral… tal vez cuando lo pongo en términos de terapeuta,

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estoy pensando en el terapeuta teórico, y esa voz no, es una voz más desde lo intuitivo, desde lo empírico, digamos (refiriéndose a su voz desde su experiencia personal).” (sesión 3). Esta separación entre el terapeuta teórico y la experiencia personal del terapeuta estaba conectada con una necesidad de responder al contexto de formación, en el que desde su percepción, sus pensamientos, emociones y acciones siempre deberían ir sustentadas con un marco teórico y su práctica clínica mediada por la aplicación de las técnicas, lo cual daba cuenta de su proceso de aprendizaje. En ese sentido, Darío vivenciaba un temor de ser cuestionado si usaba la experiencia personal que emergía del encuentro terapéutico que no necesariamente tenía relación con la parte teórica, y si tenía un estilo de conversación en el que la técnica no predominaba. Cuando esto sucedía se preguntaba por “¿qué dirían los técnicos?”, descalificando sus actuaciones por no estar acordes con lo aprendido en clase y perdiendo de vista la utilidad que pudiera estar teniendo para el consultante: "… yo pienso si me vieran seguramente me cuestionarían mucho el actuar terapéutico, eso es lo que pienso. Porque no sé la técnica… Pienso que ella si me ve como un terapeuta y si está viendo cosas diferentes en la conversación… (sesión 2) Desde el temor a ser cuestionado, Darío en el contexto de supervisión directa evitaba hacer comentarios basados en sus percepciones sino encontraba el referente teórico que las sustentara: “… supongo que temor, que me digan no, quién dice eso, de dónde sacas esa hipótesis. Yo por ejemplo en supervisión directa yo me veo en una postura, de un aprendizaje distinto, como de estar más dispuesto a probar esa parte teórica. Haber el supervisor por donde lo enfoca y seguirle un poco la cuerda a eso. Esa parte teórica, la de los libros, la de la técnica, que finalmente es lo que estoy aprendiendo, tal vez eso, eso es

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lo que estoy aprendiendo, pues hay que ponerlo y en la supervisión directa lo hago más” (sesión 3). “hay momentos en lo que siento que lo que estoy aprendiendo es técnica, en las supervisiones siento que lo que se está mirando es técnica, y siento que lo que debería estar mejorando es en la técnica, como que me siento presionado.” (sesión 2) El efecto de que Darío estuviera centrado en la teoría en la supervisión limitaba su espontaneidad en los procesos terapéuticos y lo desconectaba de sus consultantes, ya que sus conversaciones internas durante la sesión terapéutica estaban centradas en hacer conexiones con la teoría “yo creo que muchas veces me desconecto, muchas veces estoy en otra cosa. Muchas veces como que no soy tan espontaneo” (sesión 3). Esta situación cambiaba cuando Darío era parte del equipo pero no asumía el rol de terapeuta en su supervisión directa o cuando atendía a sus consultantes sin supervisión. Como parte del equipo lograba conectarse con los procesos terapéuticos que estaban realizando sus compañeros, ya que tenía en cuenta lo que iba emergiendo en él como observador para posteriormente ajustarlo a la parte teórica: “… Cuando estoy como equipo me siento muy distinto, siento que esa voz aparece más, la escucho más, tal vez porque me es más fácil integrar, como tengo más tiempo de pensar, digo bueno eso es lo que me está diciendo, eso lo traduzco digamos en términos de libro, entonces puedo hacer aportes integrando las dos cosas, tal vez cuando estoy adentro prefiero pegarme a lo teórico” (sesión 3) En sus consultas sin supervisión también se mostraba más espontáneo, ya que no había la necesidad de mostrarle a la supervisora, ni a sus compañeros que era bueno y desde ahí no luchaba por acallar sus percepciones basadas en su experiencia personal sino que las usaba en el contexto terapéutico: “la oigo más, como que la tengo ahí, y si sale ahí pues sale, no la callo simplemente, en el otro espacio es una guerra por

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callarla… como ese deseo de lucir bien, de que digan ese es bueno, que la supervisora diga le voy a poner 5.0 porque es bueno y que mis compañeros digan este man es bueno, uau, jeje” (sesión 3). A pesar de que Darío lograba mostrarse espontáneo en algunas consultas en las que no era supervisado directamente, descalificaba esta postura cuando el proceso estaba estancado, asociándola a un desinterés, aunque sus acciones mostraban el interés por el caso: leer sobre el tema, reflexionar sobre el caso, entre otras. Esta espontaneidad estaba acompañada de actuaciones distintas a las que comúnmente realizaba, ya que no estaban centradas en la técnica, ni en la escucha “pasiva”, ni en la confrontación para dirigir hacia un cambio específico. D: …es una espontaneidad que a veces me da la sensación de estar despreocupado del proceso… E: cuál es la diferencia entre mostrarte espontaneo y desinteresado? D: la diferencia podría ser, no sé, no la encuentro… yo creo que con ella asumo una postura que digo esto esta tan estancado que me atrevo a hacer cosas que no haría de otra forma… entonces como que si me doy el permiso de hacer otras cosas distintas pero me siento raro (sesión 2) De acuerdo a lo anterior Darío se atrevía a hacer cosas distintas posiblemente mostrándose creativo y yendo más allá de la teoría y de lo visto en clase con el propósito de movilizarse y movilizar al consultante; sin embargo esto era descalificado por él al centrarse únicamente en los resultados que pretendía lograr. Así mismo ante la impotencia que sentía al no lograr cambios esperados en algunos de sus consultantes, en algunas ocasiones él optaba por despreocuparse por la técnica, y

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mantener una conversación con sus consultantes, que él denominaba “conversación de amigos”, lo cual le generaba incomodidad ya que no la consideraba terapéutica: “… como que me despreocupe tanto, como si vamos a tener una conversación de amigos, pues vamos y la tenemos, como diciendo como no veo otra opción ahorita, pero con cierta incomodidad, con cierta hartera, como también cuestionándome eso, como diciendo será que si o qué hago…” (sesión 2) Esta conversación de amigos era denominada por Darío de esta forma cuando incluía elementos que hacían parte de su estilo personal, que eran fundamentales en la construcción de la relación terapéutica, pero que no necesariamente estaban bajo un referente teórico, ni estaban incluidos en la definición que había hecho de su rol como terapeuta, tales como: la espontaneidad, la construcción de una relación de confianza, conexión emocional con los consultantes y con las situaciones que estaban viviendo: “…si me siento conectado en lo que le está pasando a ella, me siento empático en términos de que la estoy entendiendo pero no me siento terapeuta… Es una conversación muy… muy apartada de cualquier técnica…” (sesión 2) Es así como empezó a crearse una dicotomía en Darío frente a lo que significaba para él ser buen terapeuta, por un lado lo definía como utilizar de manera correcta la técnica para obtener resultados y confirmar que la terapia si sirve y que él era un buen terapeuta, y de otra parte ser bueno como terapeuta también era definido por la libertad que vivenciara en las sesiones de terapia y con la posibilidad de construir su estilo. Está dicotomía Darío la veía como una yuxtaposición de intereses que le generaban ambigüedad frente a lo que esperaba en su rol: “por ahí algo de ambigüedad porque a veces ser bueno para mí, el ser bueno es como encontrar mi estilo... sentirme libre en la terapia, no estar pegado a la técnica si como al

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encontrar mis cosas… estar fluido…, pero a veces viene el asunto técnico, viene la supervisión de lo que hice que lo haga por acá, en la clase te dicen nunca hagas una cosas de esas, te dicen que esta técnica es la que hay que usar en estos casos, entonces como que hay ahí un poquito de ambigüedad en eso y es parte del aprendizaje tal vez, como que estoy tratando de encontrar un camino y un estilo propio y eso lo pongo en el campo de lo bueno… Pero también por otro lado está el campo de lo bueno desde la técnica desde lo académico, que en el momento riñe, no sé por qué, no debería reñir tanto” (sesión 1) Para Darío era importante construir su estilo personal en su rol como terapeuta y esto hacía que decidiera no utilizar las técnicas aprendidas en clase en sesión con sus consultantes, aunque esto influía para percibir que sus conversaciones no era terapéuticas: “…no sé si una manera de resistirme a eso es no usando técnica, porque el otro día pensaba que a pesar de que conozco muchos técnicas por lo general en mis sesiones no utilizo, por ejemplo que la externalización, la pregunta milagro, que esto, que lo otro, por lo general yo no lo hago, y mis compañeros si lo hacen, yo pensaba si de alguna manera me estaba resistiendo esto, no utilizándolas…” (sesión 2) Así mismo, Darío asumía que una conversación terapéutica implicaba el esfuerzo del terapeuta y al no estar éste presente minimizaba el impacto que pueda tener en los consultantes el aporte que él pudiera hacer desde una perspectiva distinta, lo cual se notó en su tono de voz cuando manifiesta: “así no me esfuerce por ser terapeuta, es usual que pueda causar ese impacto (se refiere a que sus consultantes lo ven como terapeuta)” (sesión 2)

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Saber Vs. No saber Darío mostraba un dilema relacionado con el saber y no el saber, en el que la conexión con la teoría y la investigación en los temas le permitía crear estrategias para el abordaje de los casos pero a la vez significaba para él un desconocimiento frente a lo que sí sabía invalidando sus otros saberes: “es un dilema si sé o no sé , hay días en los que puedo confiar en que si sé, a veces digo no, mejor voy a leer un librito para buscar la estrategia para esta tarde porque no la tengo…” (sesión 3). Sumado a esto había un temor en Darío en mostrarse prepotente si reconocía sus saberes, ya que esto podría hacer que invalidará lo saberes de otros, lo cual iba en contravía con un valor que para él es importante como la humildad. En ese sentido, Darío percibía que tenía que deshacerse de algunos de éstos para mostrarse humilde, lo cual probablemente lo desempoderaba en su rol como terapeuta e influía para que asumiera una postura pasiva, especialmente cuando se encontraba en la supervisión directa. Específicamente en la supervisión Darío al atribuir mayor responsabilidad a la docente, le otorgaba un rol superior relacionándose con ella desde la sumisión. “es como si necesitara deshacerme de cosas para ser humilde… me da miedo ser prepotente… mi temor está en que al reconocer mi saber se me olvide el saber del otro… es mi caso pero la responsabilidad en últimas está en la supervisora y le hago caso… es una actitud de más pasividad…” (sesión 3) El reconocimiento de los saberes de Darío como terapeuta le permitían direccionar los procesos y sentir la seguridad de hacerlo; sin embargo cuando no obtenía el resultado esperado se sentía frustrado y desprotegido ya que no encontraba caminos para llegar a dicho resultado, y sus comprensiones y posibilidades de acción se reducían.

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“tal vez algo que me ayuda es sentirme pisando un terreno medianamente conocido cuando tengo un caso en el que sé que hay algo que sé, que me puede servir. … eso me hace sentir seguro…. por lo general hay algún conocimiento… Me frustro cuando no pasa nada… por ejemplo… en este momento estoy en una situación desconocida, y como que ya he intentado muchas cosas, como que me siento sin herramientas, y siento que podría volver a utilizarlas, siento que podría volver a intentarlo con alguna de esas que utilizado, pero también siento que sería más de lo mismo, como que ya lo intente y no resulto mucho. Tal vez esta es una situación en la que me siento desprotegido” (sesión 4). Así mismo, el que Darío asumiera que tenía claridad sobre lo que estaba pasando con los consultantes aunque le daba seguridad para intervenir, al mismo tiempo hacía que limitara su curiosidad y acelerara el proceso en búsqueda de los resultados y de cerrar el caso por cumplimiento de objetivos. Sus intervenciones las hacía de acuerdo a la lectura del caso que aunque se complejizaba se mantenía en el tiempo a través de las sesiones, reduciendo la mirada a una sola perspectiva y por ende sus posibilidades de acción: “cuando trato de acelerar el proceso tiene que ver con que creo entender bien lo que está pasando… es de querer cerrar el caso, como el creer que tengo claro qué está pasando con el caso… Cuando creo conocer bien el caso me olvido de la curiosidad y de profundizar y explorar más” (sesión 4). Lo desconocido generaba temor en Darío, ya que significada una inmovilización del él como terapeuta y de sus consultantes al asociarlo con la falta de estrategias de intervención y con la incertidumbre que esto significa: “tal vez no estar pisando un terreno firme… tal vez lo que me asusta es no tener una estrategia de intervención, no tener algo me vaya a movilizar, que vaya a movilizar al consultante” (sesión 4)

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Cambios en la Narrativa A continuación se describirán los cambios en la narrativa de Darío como terapeuta, que hacen parte de la historia alternativa y que se fueron creando a partir de los espacios conversacionales:

Descentrándose de la Técnica y del deber ser Darío comienza a validar los momentos en los que se muestra espontáneo en las consultas, privilegiando lo que necesitan sus consultantes y lo que él puede aportar desde su rol, sin que esto implique remitirse necesariamente a una técnica específica para sentirse que está actuando como terapeuta: “…me escucho de pronto como más autentico que en otros momentos, como hablando más desde la autenticidad, más desprendido de la técnica lo cual puede ser bueno en algunos momentos… pues hay cierta habilidad empática, cierta habilidad para ver las cosas desde una perspectiva diferente que creo que de todas maneras es útil, pensaría que con ella de alguna forma le sirven.. ” (sesión2) “me he permitido hacer cosas que tal vez no me he permitido hacer en otros espacios y que en últimas han sido útiles” (sesión 3) Paradójicamente Darío al reflexionar luego de las sesiones sobre sus actuaciones que fueron espontáneas en el proceso terapéutico empieza a ver la conexión de éstas con la parte teórica, ya que aunque éstas no obedecen a una técnica están enmarcadas dentro del enfoque sistémico y constituyen intervenciones, en la medida en que son un aporte para el consultante, lo cual tiene un efecto liberador en él que le genera una emoción de comodidad frente al proceso:

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“… la vez pasada después de que hablamos yo hice un protocolo de una de esas sesiones, y yo de la sesión yo había salido diciendo realmente esto fue una conversación de amigos, más allá de eso no, escuchándome veía más cosas, como intervenciones que de momento no me estaba dando cuenta que estaban siendo intervenciones y que desde lo teórico se pueden explicar y todo eso. Al ser espontáneo tal vez no estoy pensando en eso, y entonces no me estoy dando cuenta que está ahí esa parte… me siento muchísimo más cómodo, me siento super liberado” (sesión 3). En este sentido, Darío comienza a ampliar su mirada sobre la terapia en la que incluye la postura del terapeuta y la relación que se construye con los consultantes: “En cuanto a la postura creo que me ha servido que he hecho un vinculo con ella, hay una buena relación, hay una cercanía chévere, como que he podido entender qué le pasa…” (sesión 2) En la postura del terapeuta también se encuentra la valoración que Darío hace a su compromiso y entrega cuando asume los procesos terapéuticos dado el gusto que siente al hacerlo. Esta entrega está relacionada con las reflexiones que hace sobre el caso y con permitirse vivir el momento presente mientras está en consulta, en la que sus pensamientos están conectados con lo que está sucediendo en la sesión y con el sistema consultante, con miras a construir con ellos nuevas perspectivas y formas de relacionarse que les sea útiles: “lo que más valoro… yo pienso que por ejemplo la entrega, yo realmente le meto mucho al caso, estoy muy dispuesto a lo que pase, como que lo disfruto, eso lo valoro mucho. Me gusta, lo disfruto, estoy presente realmente, porque en cuanto a lo que hago a veces digo esta pregunta estuvo chévere, esta intervención es chévere pero no es lo que más me motiva o lo que más valoro…. los casos con los que he seguido no es porque necesite horas, o porque necesite plata sino porque realmente son

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procesos que se han fortalecido y no los suelto porque los consultantes lo necesitan” (sesión 6). Esto implica acallar su monólogo interno sobre la aplicación de la técnica y sobre lo que tiene que hacer en la consulta para de esta forma conectarse con los consultantes, con lo que ellos están diciendo con su lenguaje verbal y no verbal: “ realmente no estaba pensando en técnicas, como que me sentí conectado y eso es lo que más rescato como sentir que estoy presente ahí con él de verdad y no pensando en otras cosas…” (sesión 7) Este cambio no sólo es percibido por Darío sino también por sus compañeros y su supervisora quienes lo han retroalimentado, puntuando y reconociendo el valor que tuvo la conversación terapéutica que surgió con uno de los consultantes que atendió Darío, desligada de las técnicas: “… incluso lo dijeron que más allá de expresar cualquier técnica fue una conversación bonita… prefiero eso a que me digan qué buena la pregunta tal que hiciste… me pareció bonito el reconocimiento” (sesión 7) Es así como Darío continúa haciendo lecturas sobre la terapia y sobre las técnicas sin quedarse en ese nivel de aprendizaje, puesto que también empieza a privilegiar el desarrollo de su estilo terapéutico, ampliando sus marcos de actuación en su rol como terapeuta: “… o sea yo estoy leyendo lo que tengo que leer, si me pregunta la técnica alguna respuesta puedo dar, pero en últimas es mi estilo, como que quiero hacer otras cosas, como que me he desprendido de eso realmente … y realmente estoy en una actitud de aprender de eso pero manteniendo lo mío, no quiero dejarme invadir por la técnica” (sesión 7). El estilo profesional Darío lo asocia con la posibilidad de elegir y adecuar las intervenciones de modo que tengan sentido para él dentro del contexto terapéutico y de acuerdo su identidad como terapeuta: “…tengo el derecho de ser distinto, de encontrar

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mi estilo, de hacerlo a mi manera… más si estoy como te decía, estoy satisfecho de que estoy cumpliendo con mis cosas, porque no es simplemente no quiero técnica porque la ignoro, yo estoy leyendo lo que tengo que leer, yo estoy trabajando como me lo están pidiendo…” (Sesión 7) Lo anterior muestra como el descentrarse de la técnica no implica que Darío descuide sus compromisos como estudiante en el proceso de formación, sino que está referido a asumir una postura crítica frente a la parte teórica, cuestionando la concepción del conocimiento como una verdad universal: “ tengo el derecho a opinar sobre la teoría y tengo el derecho a ser crítico sobre la teoría también… pues no hay esas verdades realmente, que no tengo que hacer, que no debo hacer, que así son las cosas, como que tengo el permiso a actuar” (sesión 7). Así pues, las posturas que asumen los docentes tanto en su rol como formadores como terapeutas constituyen para Darío un aprendizaje en el que no busca llegar a ser como ellos sino que a partir de las experiencias con ellos da sentido a lo que quiere y no quiere desde su rol como terapeuta teniendo claro que su estilo es distinto a los demás y no es una réplica del de otros: “ (refiriéndose a una docente) es una voz válida, es una voz a la que le quiero aprender mucho, pero es una voz como la de muchas otras personas me da la posibilidad de ver lo que no quiero, lo que no va conmigo y que definitivamente no es mi estilo” (sesión 7) De esta manera, Darío legitima la posibilidad de mostrarse distinto a otros profesionales sin juzgarse por no reproducir las conductas veneradas de otros terapeutas, valorando la creatividad que puede emerger en la transformación de las intervenciones de acuerdo al uso que él pueda darles, que también dan cuenta de su estilo profesional.

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Posiblemente la fuerza que tiene este cambio está asociada al sueño de Darío de desarrollar nuevos modelos, hacer planteamientos y suministrar nuevos elementos a partir de su experiencia que permitan ampliar la parte teórica: “ser un buen terapeuta, poder escribir y contar mis experiencias, ayudarle a otros a desarrollar habilidades, y seguramente desarrollar nuevos modelos y nuevas prácticas” (sesión 5) Así mismo, el valor que Darío le está dando a la teoría no está relacionado con la adquisición de conocimientos y con encontrar un punto final que le permita tener los conocimientos suficientes, sino que la ve como una posibilidad de estar revisando su práctica, no en términos de ajustarse a ésta, sino buscando la manera en que ésta le puede ser útil y puede nutrir su actuar como terapeuta en la medida en que amplía sus comprensiones y no las limita: “ …un ejercicio permanente como de no acabar, como una práctica de estar revisando, de estar realmente abierto a cosas, de estar mirándome, qué me está siendo útil y qué no, y qué necesito buscar en la teoría y qué me sirve, qué puedo desechar… no vivir en función de la teoría, sino al contrario que la teoría me sirva a mí, que la teoría me abra posibilidades, no me las cierre…” (sesión 7). Tener esta postura frente a la teoría le permite a Darío sentirse tranquilo, contento y con una actitud de apertura e inclusión.

Transformaciones en la noción de cambio Darío cuestiona la idea del cambio desde una relación causal, como una simple respuesta a lo que el terapeuta hace y, la concepción de la terapia que cambia la vida de los consultantes por completo de manera milagrosa, lo cual le permite reconocer los límites de la terapia y la complejidad del cambio. Esto significó para Darío renunciar a

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cualquier pretensión de omnipotencia terapéutica, aceptar la evolución de la vida y descentrarse de los resultados. "... como no estar tan afanado, realmente es estar desprendido del resultado” (sesión 5), “me refiero a que no es milagrosa, algo que pase espontáneamente porque si y ya, no es que llegue un consultante a buscar la solución del problema y automáticamente el terapeuta le da el pase mágico y ya está solucionado, también es el curso de la vida, como que la terapia también tiene que ver con eso con aceptar ciertas cosas de la vida que ocurren y que hay problemas que puede que se mantengan y que a pesar de que se mantengan pueden tener cambios así sean pequeños que son importantes. Como valorar que también puede haber procesos en los que no necesariamente se solucione todo y que no por eso dejan de ser vistosos” (sesión 6) Lo anterior hace que Darío le de mayor relevancia a los cambios que van surgiendo durante el proceso terapéutico que aunque aparentemente son pequeños posiblemente hace una diferencia en la vida de los consultantes. Contrario al temor que sentía Darío de asumir una actitud conformista si reconocía los límites de la terapia, lo que ha generado en él es tranquilidad y posibilidades de actuación desde lo que está en sus manos hacer como terapeuta, sin llegar a la impotencia: “me siento más tranquilo,…como que tengo más claro hasta dónde llegó yo y hasta dónde llega también la terapia, como que antes estaba cuestionando mucho si esto servía o si no, ahora la comprensión es que sirve hasta un límite, y que hay que seguir buscando qué más se puede hacer, pero que muchas veces no va a ver la varita mágica, aceptar eso me sirvió mucho” (sesión 6) En ese sentido, aceptar los límites de la terapia implica para Darío reconocer sus habilidades en su rol como terapeuta y todo lo que está a su alcance aportar en el

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encuentro terapéutico, disminuyendo las autodescalificaciones cuando el cambio no emerge, a pesar de que ha dado todo lo que puede dar como terapeuta. “… si siento que estoy dando todo lo que tengo que dar, también puedo aceptar que no todo está en mis manos, que desde ahí si lo estoy dando todo y el milagro no ocurre, pues está bien y no me tengo que dar palo por eso” (sesión 6) Esto va relacionado con la comprensión relacional que Darío hace sobre los cambios y los resultados que se esperan dentro de un proceso terapéutico, en el que se requiere tanto en compromiso del terapeuta como el del consultante para alcanzarlos: “…estoy pensando en términos de los resultados como una añadidura al compromiso no sólo mío sino también del consultante…” (sesión 6) Es así como Darío asume su propia responsabilidad de su rol como terapeuta y a la vez permite que los consultantes asuman la responsabilidad de sus propias vidas que es lo que les corresponde, lo cual es una manera de empoderarlos: “realmente entregarle la responsabilidad de su vida” (sesión 5) Cuando Darío observa que el proceso terapéutico empieza a estancarse se muestra dispuesto e interesado en hacer nuevas comprensiones que le permitan redireccionar el caso, asumiendo una postura en la que busca movilizarse y hacer cambios en él, sin descalificar las actuaciones realizadas hasta el momento. Esto hace que no se sienta frustrado sino por el contrario siga disfrutando el proceso y busque maneras de ampliar sus posibilidades de actuación: “disfrutando, eso creo que es lo que alimenta la curiosidad…hay momentos con ellos en los que siento que es mucho más difícil… eso lo que me hace es pensar en cómo puedo redireccionar las cosas… pues si no me muevo creo que no tendría mucho para ningún lado jejeje” (sesión 5) “Precisamente en la sesión de ayer le di un giro al asunto

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porque yo sentía que estábamos estancados en el tema… creo que coger otra dirección amplio un poco la maniobralidad del terapeuta..” (sesión 6). La habilidad de Darío para redireccionar los procesos terapéuticos está relacionada con el reconocimiento de la relación de poder que emerge en el encuentro entre terapeuta – consultante en el que asumir una postura de guiar la consulta y el proceso no significa ocupar un rol superior en que se busque dominar, someter y ver al consultante como alguien inferior sin recursos, sino que tiene que ver con la libertad del terapeuta para asumir una actitud activa en el que puede cuestionar, opinar, y actuar de una forma que puedan emerger nuevos sentidos, transformaciones y posibilidades en la relación con el consultante que favorezcan el cambio y la consecución de los objetivos terapéuticos. Este reconocimiento del rol como terapeuta, genera más seguridad en Darío frente a las intervenciones. “…como poder guiar la sesión sin necesidad de ser directivo por ser directivo sino teniendo claro que es lo que estoy haciendo.. como más seguridad en lo que estoy haciendo, más seguridad en el proceso, más seguridad en la intervención que estoy haciendo, como darme el permiso de ser más directivo también en algunos casos, porque había momentos en los que tenía ese dilema con el poder, y entonces qué hago con esto. En este momento me siento en una posición más clara en cuanto a eso, en cuanto a poder guiar un poco más al consultante sin que esto implique desvalorizarlo, es como poder sacar todo sus recursos pero saber que estoy en responsabilidad de estar guiando el proceso” (sesión 6) De esta manera, la pregunta por si era buen o mal terapeuta, que surgía cuando los procesos se estancaban, empieza a generar una posibilidad de reflexión sobre sí mismo que va más allá de encontrar una respuesta y confirmar si es bueno o malo, sino que lo

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estimula a ampliar su repertorio de actuaciones en beneficio de los consultantes: “en este momento esa pregunta me mueve, me invita a estar trabajando en mí, me invita a estar buscando otras maneras de intervenir, como que me invita a estar auto observándome, porque finalmente yo creo que no es una pregunta con la que yo decida darme duro, y decir que no sirvo… siento que de alguna forma si me invita a estarme mirando, a estar trabajando para ser mejor terapeuta” (sesión 5) Estas nuevas comprensiones tienen un impacto en la evaluación que Darío se hace de sí mismo en su rol profesional en la que tiene en cuenta su compromiso y la responsabilidad que ha asumido frente al caso, transcendiendo la evaluación en términos de resultados, puesto que éstos no dependen sólo del terapeuta “ como que la evaluación está en términos del compromiso que tengo con el consultante y no tanto del resultado” (sesión 6). El que en Darío no esté predominando el deseo de generar un cambio de forma rápida le posibilita dejar espacio para enriquecer sus compresiones sobre el caso antes de crear intervenciones precipitadas. Esto implica descentrarse de los motivos de consulta y de la mirada individual para comprender las dificultades que los consultantes le traen a terapia desde una mirada relacional, lo cual le da libertad en el campo terapéutico y favorece la transformación del aburrimiento para estar motivado frente a los casos: “como que me siento más libre... me siento liviano… como que puedo ser creativo, como que puedo... las ideas van llegando y la lectura se va enriqueciendo, como que no tengo que estar apresurando a ver qué voy hacer o qué no voy hacer, sino que finalmente llegan…en las sesiones me he sentido muy bien, como muy motivado... poder poner ese problema que inicialmente era de ella, ponerlo en la familia, esa fue una habilidad que

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estuvo ahí presente, y que me ayudó mucho, que los conectó a ellos en otros términos” (sesión 5). Las comprensiones sobre el caso Darío las concibe como posibilidades para seguir explorando e interviniendo desde el interés que siente por la familia y el caso, lo que le permite mantener la curiosidad a lo largo del proceso en el que ve la situación de forma relacional y desde perspectivas distintas, no anclándose a la comprensión realizada en las primeras sesiones, centrada en el motivo de consulta: “ verlo en términos relacionales… como que aún estoy en esa búsqueda, como esa curiosidad de comprender la problemática desde ese punto de vista… creo que esa es la fuente de toda intervención, como que siempre está ahí… y el problema se está moviendo…” (sesión 5) Además empieza a construir con sus consultantes pautas relacionales distintas a las que mantienen las dificultades, constituyéndose a la vez en una forma de intervención, en la que privilegia lo que necesitan los consultantes en el proceso terapéutico y no lo que el terapeuta quiere que suceda desde sus marcos referenciales para producir un cambio: “yo venía pensando mucho que salga rápido de la tusa, rápido, rápido, rápido, y pues realmente no, y creo que algo que ha servido mucho es la escucha, algo que salió que ella quería era una escucha, alguien con quien hablar que no la juzgara y así lo ha sentido acá y que eso le ha ayudado mucho porque siempre cuando va hablar en otro lugar pues es la presión, y termine y la joda, entonces creo que eso ha sido lo más importante… creo que eso es clave… no tratar de convencer al otro de que tiene que hacer… siento que ha habido mucho de estar en la incertidumbre… de permitirle ese espacio, a pesar de que yo tengo esa idea de

que ella tiene que soltar, tal vez si hay una actitud como de

aceptación… es como no juzgar, aceptar es entender” (sesión 3).

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Por otra parte, Darío muestra una transformación en la pauta relacionada con la búsqueda

del reconocimiento y de una excelente evaluación de sus compañeros,

profesores y consultantes, que influía para que sus actuaciones desde el quehacer terapéutico aunque iban dirigidas a generar cambios en los consultantes estaban más centradas en él, pues en últimas pretendían lograr dicho reconocimiento por parte de los demás. Es así como Darío deja de ocupar ese lugar protagónico centrándose más en los consultantes y en lo que él puede dar desde su rol como terapeuta en pro de éstos, lo que lo hace sentir más cómodo, tranquilo, satisfecho y con mayores posibilidades de acción en su rol: “… ese es el propósito que tengo, realmente la conversación no es sobre de mí, es más sobre él y pues pongo todo lo que tengo, eso me hace sentir muy cómodo, como salir de una sesión y decir la puse todas para el consultante, en otras sesiones pasaba que estaba pensado más en si hice bien la pregunta, o más en mi ego, estar enfocado en ellos me saca de la sesión tranquilo, satisfecho” (sesión 7) Además, le permite dejar de compararse con las actuaciones y los resultados de las sesiones llevadas a cabo por otros profesionales e incluso con compañeros cuyos consultantes mostraban cambios de forma rápida. “… pienso también que tal vez estoy dejando de compararme tanto, que tal vez era algo que me estaba complicando, estarme comparando con algunos compañeros, incluso comparando con algunos profesores que lo solucionan tan rápido y tan fácil y yo no lo logro, como verme yo y estar más centrado pues en mí…” (sesión 6)

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Confianza en Sí Mismo como Terapeuta y en su Proceso Darío valida su proceso de formación, los aprendizajes que ha tenido en su experiencia académica y profesional, y su momento vital como terapeuta, lo que le permite mostrarse más seguro y con confianza en sí mismo en su rol, reduciendo la mirada acusatoria sobre sí mismo: “… haciendo el protocolo de la sesión...no me quedé en la recriminación de lo que no había hecho o lo que había hecho mal, sino que me pareció como bien, como que es parte del proceso, me sentí bien a pesar de que sentí que lo había podido hacer mejor, pero no recriminándomelo… aceptando más el lugar en el que estoy, el momento, disfrutando” (sesión 6), “tener la libertad de ser un terapeuta joven… puedo tener equivocaciones, puedo no hacer las mejores intervenciones, pero eso no me quita que sea terapeuta.. aceptar que se puede ser terapeuta de otra forma” (sesión 7). La forma como lo valida es reconociendo tanto su deseo de hacer terapia como las acciones que realiza que constituyen su experiencia en el proceso de formación como terapeuta y soportan su rol, lo cual hace que cuando está con las familias parta de un conocimiento sobre cómo hacer terapia y una disposición para hacer la consulta: “… el estar estudiando, estar leyendo, estar interesado en lo que estoy haciendo, el mismo disfrute me permite la seguridad, el estar trabajando en mi también, el estar en este espacio hablando de lo que pasa con mi proceso, como que todo eso va haciendo una cuota de confianza… poder tener un sustento para hacer las cosas que estoy haciendo… un sustento teórico, práctico, no sé, un sustento para poder tener una conversación terapéutica” (sesión 5) Puesto que identifica y reconoce como parte de sus saberes el sustento teórico y práctico esto le permite posicionarse como terapeuta, lo cual genera un impacto en sus

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acciones y en sus consultantes, quienes terminando confiando en él y por supuesto Darío al reflexionar sobre este efecto aumenta su confianza en sí mismo. “seguridad de poderme sentar con ellos y poder entender qué está pasando, como poder tener una lectura….Pues hasta lo que he visto ahora fue un efecto positivo… lo que ellos (se refiere a los consultantes) pueden notar es una confianza en el proceso, como confianza en lo que estoy haciendo, como seguridad en lo que estoy proponiendo ahí, y creo que a ellos les permite estar más tranquilos, como de alguna manera saber que están yendo donde una persona que sabe lo que está haciendo…” (sesión 5) El posicionamiento de su rol como terapeuta no sólo tiene que ver con la realización de comprensiones sobre el caso sino también con la ampliación de maniobra de él en su quehacer terapéutico en el que interviene de acuerdo a lo que puede ser útil para los consultantes desde una emoción de tranquilidad y de disfrute en las consultas, lo cual también aumenta su confianza y seguridad en sí mismo: “yo creo que lo que termina pasando es como una bola de nieve, porque la confianza también me permite el disfrute, y el disfrute me permite la confianza, como que si finalmente estoy tranquilo para entrar a sesión, me permite disfrutarla más, y eso me permite hacer intervenciones mucho más útiles, como estar más conectados, que termina también teniendo un impacto sobre la intervención” (sesión 5) Es así como va aumentando su libertad terapéutica, la cual Darío conecta con tres valores que para él son importantes como la responsabilidad, el compromiso que tiene en su rol como terapeuta y con no causar un perjuicio a un consultante. Estos valores constituyen los límites de su libertad: “…Para mí es algo clave es todo lo que involucra la ética, como el beneficio mío y del otro… ser libre sin afectar a otros, ser libre sin desatender a mis responsabilidades…” (sesión 6)

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La libertad también está definida por el contexto terapéutico que delimita la relación con los consultantes y su ser profesional: “no es entrar a la sesión y hacer lo que se me ocurra y no tener en cuenta el marco en el que estamos… estoy en un espacio terapéutico, con un equipo, con un consultante que está esperando unas cosas… pero ahí hay un marco de libertad en el que me puedo mover” (sesión 7) Así mismo, la postura y el lenguaje no verbal le dan fuerza a las actuaciones de Darío al sentir más confianza y seguridad en sí mismo y tranquilidad: “como en las intervenciones, como la seguridad con la que utilizo la palabra, digamos. No sé, yo pienso que eso en algún nivel lo perciben, más allá, es decir, de pronto si yo le preguntara a ellos no lo tendrían muy claro, no estaría muy consciente para ellos, tal vez, pero creo que es algo que se lee, no sé cuando uno está yendo donde una persona, de alguna manera está viendo eso, la seguridad a uno le transmite eso mismo” (sesión 6) Esta confianza en sí mismo y en su proceso también está relacionada con un cambio en Darío frente a la concepción de crecer para ser un buen terapeuta, en el que pasa de asociar el crecimiento con un proceso de sacrificio y dolor en el que es necesaria la recriminación para poder ser mejor, a un proceso en el que puede reflexionar sobre su ser terapeuta partiendo del reconocimiento de las habilidades desarrolladas y del gozo que implica para él ser terapeuta, en el que su profesión implica moverse a terrenos desconocidos en los que el aprendizaje hace parte de su proceso: “…estaba en un modelo en el que estaba entendiendo el crecimiento como algo tortuoso y duro, como que hay que crecer dándose palo, y como que tiene que ser

sudando y con un esfuerzo

grandísimo o sino no crezco, y como que precisamente eso es lo que se ha modificado como que puedo crecer disfrutándolo, llevándolo más suave, como yendo a mi ritmo, creo que eso es clave.” (sesión 6)

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Darío reflexiona sobre el efecto que tenía evaluarse desde la recriminación en la que se da cuenta que esta manera de hacerlo no le resultaba útil, ya que hacía que siguiera en el mismo lugar sin ver opciones de actuación, lo que lo llevaba a sentirse impotente a pesar de su deseo de salir del estancamiento. Esta reflexión le permite a Darío llegar a un entendimiento distinto sobre el proceso de crecer como profesional, el cual implica disfrutar y aceptar el riesgo de que se produzcan cambios indeseados o inesperados que cambien el rumbo del proceso terapéutico: “es como entender que el recriminarme y darme palo no es una solución que sea útil, como entender que realmente eso no cambia el estado de las cosas…aceptación de lo que estoy haciendo, como de las herramientas que tengo, como aceptación propia, creo que tiene que ver con eso, eso me permite confiar en que estoy en buen momento, a pesar de que me equivoque pues está bien también...” (sesión 6) La confianza para Darío está en creer en su rol como terapeuta teniendo en cuenta sus conocimientos, formación y la práctica en este campo y no sólo fijándose en

los

resultados obtenidos de forma rápida e inmediata en el proceso con los consultantes, lo cual reducía el proceso complejo de la terapia. Así pues, la ausencia de cambios no invalida necesariamente el proceso terapéutico, ni la presencia de cambios rápidos significa que hayan emergido en el proceso y que esto valide la terapia. “…estoy en un rol de terapeuta y me lo creo, ya el tema no es si soy rápido o no soy rápido, si doy resultados rápido o no, igual soy terapeuta… creyendo que si soy terapeuta, con o sin errores, con resultados o no pero estoy haciendo terapia… de pronto no saco el proceso en dos sesiones pero vale también” (sesión 7) Sin embargo, su lema de vida “siempre hay algo más qué hacer” que lo guía a nivel personal y profesional le permite tener una apertura frente a la inclusión de diferentes

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perspectivas, intervenir de diferentes maneras y reflexionar sobre lo que podría hacer distinto: “…me posibilita a seguir buscando alternativas, maneras de intervenir, maneras de comprender lo que le está pasando al otro” (sesión 5) La nueva forma de reflexión sobre sí mismo de su rol como terapeuta desde lo que puede hacer distinto no sólo le ha posibilitado sentirse liviano, fluido, disfrutar más las consultas y confiar en sí mismo, sino que también le ha permitido resignificar las equivocaciones como una oportunidad de aprendizaje y de encontrar nuevos caminos que les permita salir de las dificultades para que la solución emerja: “abrir el espacio a esas posibles equivocaciones… es una manera de abrirle la puerta a la equivocación como una herramienta de solución…” (Sesión 6)

Espacios Conversacionales A continuación se describen algunos elementos de los espacios conversacionales que permitieron la transformación de los dilemas iniciales en el proceso de construcción de identidad como terapeuta de Darío

Comprensión y Reflexión sobre el Marco de Referencia de Darío Ante las afirmaciones que Darío hacía para referirse a la forma como se estaba sintiendo en su rol como terapeuta, se formulaban preguntas con el propósito de entender lo que quería decir en cada una de ellas. Algunas de las preguntas fueron: Y cuando tú dices dudas, como cuáles son esos pensamientos y esas cosas que se te vienen a la cabeza?, desde cuándo vienen estas dudas con respecto a tu rol y a si la terapia funciona?, cuando dices que tienes dudas frente al campo de lo práctico, a qué te refieres?, tienes varias dudas, de cuál duda quieres salir?.

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Estas preguntas permitieron que Darío ampliara su relato en el que logró identificar ideas sobre sí mismo y sobre sus entendimientos sobre la práctica psicoterapéutica que de alguna manera hacían parte de los dilemas en los que se encontraba y que terminaban siendo agobiantes para él. En ese sentido, a partir de sus respuestas se generaban cuestionamientos tales como: qué es para ti terapia?, qué es un cambio?, qué tiene que pasar para que se genere un cambio?, qué es ser un terapeuta duro? Las preguntas también tuvieron como finalidad identificar claramente los momentos en los que aparecían las dudas sobre su rol como terapeuta y, así entender el contexto específico en el que éstas aparecían, evitando caer en generalizaciones: E: Tu decías que hay momentos en que sales feliz de la consulta, como que no hay esas dudas, y hay momentos en que aparecen esas dudas, en qué momento es que aparecen esas dudas? D: yo creo que cuando los procesos no se mueven, realmente es un sentir... E: cómo te das cuenta que sirvió o no, o sea cómo logras sentirlo, qué observas o cómo te das cuenta?" La auto observación también estaba dirigida a identificar y a posibilitar la reflexión sobre las emociones que acompañaban las dudas sobre su rol cuando percibía que los procesos se estancaban: Cuando los procesos se estancan qué sientes?, cuáles son tus emociones al respecto?, cuánto tiempo permaneces en esa frustración?, ese lodo es lo que para ti representa la frustración?, o sea que permaneces en ese lodo hasta cuando ves alternativas y caminos para seguir con determinado consultante..., cuando tu defines que no fuiste tan bueno en una sesión aparte de la frustración hay otras emociones? La comprensión del marco de referencia de Darío no sólo se hacía a través de preguntas sino que se incluían los entendimientos que la investigadora estaba haciendo

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de lo que escuchaba del participante, lo cual le posibilitaba a Darío escucharse y, a la vez agregar nuevos ideas a lo que estaba diciendo: "Es como si hubiera una voz que te dice lo correcto y lo incorrecto, desde lo que aprendes en supervisión y desde lo que aprendes en las clases, como lo que debes y lo que no debes hacer... y cuando te evalúas o reflexionas esa voz aparece de lo que debes hacer, lo que no debías hacer, como desde el deber". Igualmente los cuestionamientos de Darío frente su rol como terapeuta, los cuales buscaban dar respuesta a si era bueno o no, fueron entendidos dentro de un marco temporal y contextual: De dónde y cómo surge la pregunta si eres bueno o no como terapeuta?, dónde aparece el tema si usaste la técnica correcta o no?..., esto que me dices también ocurren mientras estas en la sesión con los consultantes?, cuando tú te haces esa pregunta de si eres buen terapeuta te la haces con respecto a los casos que estás atendiendo o también te la haces con tu trabajo en la Fundación? Al entender que esta pregunta por si era bueno no obedecía sólo al rol de terapeuta, sino en general a su rol profesional e incluso frente a otras áreas de la vida, se pasó a entender la definición de Darío sobre el ser buen psicólogo, haciendo hincapié en lo que para él tenía sentido y era importante en su compromiso como profesional. Así mismo, se hicieron preguntas con el fin de involucrar las relaciones y los diferentes actores que hacían parte de la pauta de Darío de demostrar que si era un buen terapeuta: ... para quién es importante que tú seas bueno, para ti solamente, para alguien más?, como demostrar?, para qué les quieres demostrar que eres bueno?, lo que te estoy entendiendo es como para darte un lugar como profesional?. Cuando las ideas de Darío estaban relacionadas con otros contextos diferentes a la práctica psicoterapéutica pero tenían que ver con su rol profesional, se buscaba entender

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si éstas tenían relación o impactaban su rol como terapeuta: cómo es eso de darte un lugar en la Fundación?, qué lugar te estás dando tú en los procesos terapéuticos que tienes?, cuál es el lugar que te das tu en consulta?, después de la sesión cuando estás evaluando o reflexionando sobre el proceso en qué lugar te pones?. Desde la curiosidad de entender algunas incoherencias que aparecían en los relatos de Darío, pero también con el fin de cuestionar algunas ideas desde el mismo marco lógico desde el cual se posicionaba Darío se hacían preguntas no sólo para obtener información sino para crear nuevos maneras de entender lo que él estaba viviendo como terapeuta: "Desde ahí, cuál es el lugar que quieres tener... dices que quieres como darle fuerza al lugar que tú tienes, un poco desde el cuestionamiento de tus papás del enfoque, desde la experiencia que has teniendo en la Fundación, y lo que entiendo es que en la sesión has encontrado tu lugar, incluso después de la sesión también, entonces qué haría falta para encontrar ese lugar o cuál es el lugar que quieres tener" Las preguntas también buscaban entender las comprensiones que Darío estaba haciendo de algunos elementos teóricos que se constituían en dilemas para él. Por ejemplo, con respecto al tema de la responsabilidad del terapeuta frente al cambio, se le pregunta: para ti, si lo pones en la responsabilidad y el porcentaje, cuál sería ese porcentaje que te correspondería como terapeuta?, desde qué ideas te atribuyes más responsabilidad, qué ideas sobre la terapia o sobre tu papel?. Con respecto al cuestionamiento que se hacía si la terapia sirve, se le preguntó: Qué tendrías que ver para reafirmar que la terapia sirve?

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Identificación de lo que para Darío resultaba Importante en los procesos terapéuticos y la conexión con la práctica Frente al relato de Darío centrado en las dudas sobre su rol como terapeuta y en la frustración que sentía cuando los procesos se estancaban, la investigadora identificó e hizo preguntas a Darío que le permitieran focalizarse en lo que para él estaba siendo importante en la atención terapéutica, lo cual agregaba nueva información a lo dicho inicialmente por Darío: lo que estoy escuchando es que para ti es muy importante que las personas salgan de consulta con cosas nuevas y distintas a cómo llegaron a la sesión?. Esto a su vez le permitía a Darío darse cuenta de las ideas que daban sentido a su rol como terapeuta y que hacían parte de lo que él consideraba que era su compromiso como profesional, no desde la teoría, sino del significado que le estaba dando a su experiencia como terapeuta. En ese sentido, la investigadora para darle mayor énfasis a éstas ideas tenía en cuenta toda la conversación sostenida con él y hacía evidente a través del parafraseo lo que él había dicho que era importante para él a través de afirmaciones: "mira que hoy has dicho cosas que son importantes para ti desde lo terapéutico, el poder crear, el seguir investigando, siempre mirar qué otras cosas puedes hacer, el poder conectarte con los consultantes"; "o sea desde ahí para ti no ha sido tan útil el que se relacionen contigo como estudiante que no sabe nada, sino más bien que se relacionen contigo como un terapeuta que puede aprender cosas". Teniendo en cuenta que para Darío era muy importante lo que pudiera aprender de los otros, se enfatiza en lo que él puede aprender de los estilos de los demás y la contribución que él puede hacer desde su estilo a éstos, valorando la posibilidad de mostrarse distinto: Y qué puedes aprender de ese estilo?, me llama la atención como tú

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no te has diluido, y no has restado importancia a tu voz por ser distinta, es como si estuvieras valorando la diferencia y que tú puedes mostrarte como un terapeuta distinto. Preguntas como: Con esta familia qué esperas de ti mismo como terapeuta? le permitieron a Darío pasar de ideas generales sobre su rol como terapeuta a algunas que estaban más relacionadas con los casos y con la especificidad de los consultantes y del contexto terapéutico que se construía con éstos. También se retomó lo que Darío mencionaba en sesiones anteriores sobre lo que para él era importante en los procesos de atención psicológica para conectarlo con sesiones terapéuticas concretas y con acciones puntuales " parte de lo que habíamos hablado en otras sesiones es que para ti es importante poner tu estilo. Cómo estás poniendo tu estilo en esta familia...?, de la sesión de hoy qué rescatas de tu estilo y de tu ritmo?. De esta manera Darío logró conectar lo que para él era importante con su práctica psicoterapéutica, lo cual influyó para que su maniobra como terapeuta aumentara. Así mismo se trajeron las voces de sus compañeros que hacían parte del equipo terapéutico y de la supervisora para que Darío pudiera especificar la forma cómo los demás logran identificar su estilo como terapeuta: Qué te imaginas que tus compañeras y supervisora resaltarían de tu estilo? Las intervenciones de la investigadora también tenían el propósito de indagar por los sueños que Darío tenía como terapeuta y la forma como éstos influían en su presente, lo cual generó en él una visión esperanzadora y un reconocimiento no sólo de lo que tenía sentido para él, sino de la forma como ese sueño se estaba gestando y la forma como impactaban su quehacer terapéutico. Algunas preguntas fueron: Desde hace cuánto tienes ese sueño?, cómo surge ese sueño?, ese sueño cómo impacta tu presente?, a qué te mueve?, ese sueño que tienes cómo influencia las sesiones que tienes con tus

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consultantes?, cómo está presente?, si este sueño se cumpliera ... y entrevistaran a tus consultantes qué te gustaría que dijeran de ti?, si se le preguntará a las personas qué fue lo que más les gustó del terapeuta, qué te gustaría que dijeran?, si les preguntara qué pasaba en la conversación terapéutica para que fuera agradable y la disfrutaran, qué te gustaría que dijeran?, si yo les preguntara cómo era esa manera de confrontar, qué te gustaría que dijeran?, qué de eso que te gustaría que los consultantes dijeran, crees que pueden decir hoy? Las preguntas anteriores permitieron que los sueños de Darío no fueran algo abstracto sino que estuvieran conectados con su práctica terapéutica y que le dieran ideas sobre

otras formas de relacionarse, de intervenir y de dirigir los procesos

terapéuticos. Esto a su vez favoreció en Darío el descentrarse del resultado e incluir y valorar el proceso que había llevado a cabo con sus consultantes, reconociendo el impacto que éste ha tenido con ellos.

Encontrando Nuevos Sentidos acerca de su Identidad y de la Práctica Terapéutica a partir de los Relatos de Darío A partir de los relatos de Darío algunas preguntas y comentarios de la investigadora introducían nuevas miradas frente a lo que él estaba diciendo, las cuales retomaban los elementos que Darío iba diciendo pero la forma de organizarlos e interpretarlos era distintos: en algún momento sientes que esta frustración se convierte en alguna dificultad? porque lo que estoy escuchando es que logras salir como de ese lodo, no es algo que te acompañe permanentemente?. Esto favoreció en Darío la posibilidad de identificar las acciones que le permitían afrontar de manera propositiva las dificultades que él percibía desde su rol como terapeuta.

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Así mismo se hacían distinciones en las diferentes formas de revisar los procesos terapéuticos, que era algo que era importante para Darío, introduciendo las diferencias entre la evaluación y la reflexión: Y esa revisión del proceso es más desde la reflexión o desde la evaluación?, qué diferencia hay para ti entre reflexionar sobre lo que puedes hacer distinto y evaluar lo que haces?, cómo te darías cuenta que estás reflexionando y no evaluando?, qué tendría que pasar en ti para poder ver esa diferencia?. Además de las preguntas, la investigadora hacía comentarios acerca de cómo ella escuchaba lo que él le estaba diciendo identificando pautas relacionales teniendo en cuenta la forma como Darío se estaba viendo a sí mismo en su rol profesional: "es como si estuvieras haciendo juicios hacia ti sin tener en cuenta la relación" ... " lo que te estoy entendiendo es como que tu analizas la situación de terapia, qué pasó ahí y te haces un juicio si eres bueno o mal terapeuta, pero este buen o mal terapeuta lo atribuyes a ti, es como si fuera algo tuyo, casi que ahí empieza haber una brecha donde te desconectas del consultante" Teniendo en cuenta lo importante que era para Darío sentirse útil, se comprende la acción de medir los resultados de sus intervenciones como una forma de estar constantemente revisando el efecto de sus intervenciones en los consultantes, lo cual constituye un recurso cuando se entiende como parte de un proceso reflexivo y no evaluativo. Igualmente con el fin de no suponer que una idea puede tener un efecto negativo en la identidad de Darío y haciendo énfasis en las miradas posibles de entender la misma situación, se plantearon diferentes impactos que podía tener una misma idea. Esto se puede evidenciar en la siguiente pregunta: "no sé si esa pregunta de si eres bueno o no te paraliza o a lo mejor es lo que te impulsa a seguir aprendiendo?. Esto implicó que Darío

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además de contemplar otras opciones buscara definir con más claridad lo que le estaba sucediendo, lo cual a su vez hizo que su relato se fuera transformando. De la misma forma la investigadora recoge elementos dichos por Darío y los organiza con él de una forma que pueden crear más posibilidades de actuación en el rol como terapeuta, transformando una visión centrada en el problema a otra en la que se hacen evidentes las habilidades y potencialidades de Darío: "... a mí me llama la atención con esto último que me estás diciendo y con lo anterior, es como si las dudas fueran como sombras o como cortinas pero si uno quita la cortina ahí está la respuesta... lo que estoy pensando es que estas sombras, estas cortinas o estas dudas te sirven es para seguir creciendo, mejor dicho cuando tú lees un autor, como que te comparas y dices chévere yo quiero hacer eso o te gustaría o uy este consultante, cómo le transformo la vida, aunque inicialmente se genere una frustración de juepucha, será que yo si puedo hacer esto o no puedo hacerlo, lo que estoy viendo es que paralelamente, simultáneamente esto te empuja a seguir mirando, seguir leyendo, venir a clase, o hacer muchas cosas como para poder como ir escalando en esa búsqueda de sentido personal y profesional e ir haciendo cosas distintas que sean útiles para el consultante". Esta intervención tuvo sentido para Darío y le permitió darse cuenta que las preguntas que se hace son importantes no tanto por la respuesta sino porque lo retan, lo cual hace que la investigadora valide esta postura y las preguntas que antes constituían una dificultad no sean vistas de esta forma, sino que sean comprendidas desde la utilidad que tienen en el proceso de Darío, sin desconocer el impacto que puede tener en él si éstas logran ser respondidas: "Es que cuando te escucho lo que oigo que te impulsa, es lo que escucho en ti, y es el encanto por los retos... Casi que si no te hicieras esas preguntas es como si se acabara el encanto, de algún manera y bueno y ahora que más, porque es

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como si todo el tiempo estuvieras bueno ahora qué otra cosa hago de más"; "desde esa postura no habrá una respuesta de soy bueno y ya", " lo que ahora pienso es si lo que hay que hacer es cambiar la pregunta de si eres bueno o mal terapeuta, porque estás metido en una pregunta que no te vas a poder responder, porque no es un fin acabado como cuando uno hace un postre y ya, quedó bueno el postre, eso no va a pasar en terapia porque si algún día defines que eres bueno, se te acaba el reto"; " Claro porque la mejor respuesta para esto del ser bueno o mal terapeuta desde lo que tú quieres es el no sé porque es lo que te mantiene en reto. Si llegas a la conclusión de que eres malo, listo chao me voy; pero si llegas a la conclusión de que eres bueno pues sigues ahí pero se te acaba como la emoción, esas ganas que tú tienes de siempre dar más" Lo anterior generó un cuestionamiento en Darío frente a la naturaleza de definir lo que es bueno o malo como algo absoluto y puro, abriendo la posibilidad de observar en diferentes contextos las habilidades desarrolladas, y de esta manera descentrarse de la búsqueda de una conclusión de sí mismo como bueno o malo. Teniendo en cuenta que Darío consideraba que el enfoque sistémico era una forma de ver la vida se le muestran algunos presupuestos que son incoherentes con éste como la pregunta por ser buen o mal terapeuta, puesto que dicho cuestionamiento implica una dicotomía y un valor absoluto sobre si se es bueno o malo, lo cual genera reflexión en él. Así mismo, se retomaron los contextos en los que Darío se siente menos presionado y con mayor libertad como terapeuta, en este caso la atención de familias que no son supervisadas, para comprender lo que le posibilitaba dicho contexto en cuanto a la mirada sobre sí mismo como profesional y a las ideas que guiaban sus actuar terapéutico: De qué te has dado cuenta de ti desde esa libertad, de no tener supervisión, de estar solo con la familia?, cuando te escucho estoy pensando si el atender familias en consultores

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hace que te centres más en los resultados para mostrar algo en supervisión y eso no te pasa en tu consultorio? Cuando Darío manifestaba querer ser un terapeuta "duro" entendido como aquél que tiene un porcentaje de efectividad alto y ha escrito más 10 libros, se validaba ese sueño y a la vez hacía énfasis en lo que estaba a su alcance hacer, teniendo en cuenta su experiencia y su nivel de formación, con el fin de quebrantar su pauta de relación en el que comparaba su quehacer con el de los terapeutas con mucha experiencia, autores de libros, lo cual lo llevaba a sentirse frustrado. Esto se hizo para que Darío ante la opción de evaluarse, lo hiciera desde su proceso. Frente al dilema de Darío de la responsabilidad del terapeuta que apareció en varias sesiones y luego de generar preguntas que posibilitaran la reflexión sobre éste, la investigadora que no partió de claridades sino que los temas propuestos por los participantes también generaban reflexión en ella, hizo una nueva conexión a partir de lo que Darío decía, la cual la explicitó con el propósito de discutirla con el profesional y entre los dos llegar a nuevos entendimientos: "Mira que hice una conexión hace como tres sesiones, cuando estaba pensando en este proceso, y fue después de que hablamos de los porcentajes sobre la responsabilidad, que tu decías que te gustaría que fuera 80 – 80, hice un click y pensé no son 80 – 80, sino 100 y 100 porque son responsabilidades distintas, y desde ahí no hay un hasta dónde sino que cada uno tiene un papel distinto. Con esto que dices de esta persona suponiendo que está viviendo una situación de adicción, él tiene el 100% de responsabilidad de su vida, y hay un 100% que tú tienes de cómo guiar el proceso, y desde ahí el éxito no puede depender sólo de este cambio porque estas midiendo un éxito tuyo desde un cambio de otro que no corresponde a tu responsabilidad"

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Esta conexión le permitió a Darío darse cuenta que el dilema de la responsabilidad del terapeuta estaba relacionado con un lema en su vida "siempre se puede hacer más", que a la vez se constituía en una idea fuerte que guiaba los procesos de atención terapéutica. En ese sentido, se hicieron preguntas para que el dilema de la responsabilidad no se quedará en qué tanto da el terapeuta y qué tanto da el consultante, sino que se conectó con el lema de vida, con los sueños de Darío como terapeuta y con sus alcances y limitaciones que desvirtuaban la idea de la omnipotencia terapéutica: esa idea qué te posibilita en consulta?, cuando tú dices no aceptar lo que no se quiere, a qué te refieres?, es como hacer todo lo que esté en tus manos para que eso sea posible?, esta idea cómo crees que contribuye a tu sueño de ser terapeuta?, si para ti es importante que no hayan esos finales por qué el éxito tendría que ser un punto final? Partiendo de la necesidad de Darío de obtener un reconocimiento por parte de los consultantes por los cambios que emergieran en el espacio terapéutico, lo cual le indicaría que era un buen profesional, la investigadora asumió el papel de consultante y desde ahí decía lo que había entendido que Darío quería que dijeran sus consultantes a este respecto. Simultáneamente hacia preguntas que facilitaran la reflexión de Darío frente al tema y acerca del impacto que tenía escuchar sus ideas desde la voz del consultante. A continuación se presenta un fragmento de dicha conversación: E: Con esto que tú dices voy a representar un consultante: Bueno Doctor yo ya respondí todo a lo que venía, muchas gracias, sin su ayuda yo no hubiera podido, ese cambio es por usted, usted me ayudó muchísimo, de verdad que lo que soy en este momento es por usted, por todo lo que hizo por mí. Esto que implicaciones tendría en ti, en el consultante y en el proceso?

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D:jejejejejej. Eso me cuestionaría mucho, tal vez me haría decirle que nos faltan algunas sesiones jejejeje, todavía no deberíamos terminar este proceso, me cuestionaría en especial, en cuanto al proceso. E: por qué te cuestionarías en cuanto al proceso? D: porque pensaría que seguramente ese no es el cambio sostenible... se va olvidar de todo esto que está haciendo por mí, y seguramente volvería atrás a sus problemas por los que vino. Terminaría cuestionándome y diciéndome bueno qué paso conmigo acá que este fue el resultado de este proceso tan largo en el que le metí tanto, pero resulta que esta persona cambió fue por mí. E: ok, Voy a hacer de consultante nuevamente: Ahhh el doctor no me cree que yo cambié, me dice que todavía no estoy lista. D: jejeje, yo si le creo, pero simplemente pienso que hay un poco más de trabajo ahí E: ok, qué cambios tendrías que hacer tu en la relación conmigo si yo fuera consultante y tuviera este relato para que no sintiera que los cambios son por el terapeuta. D: pues no sé, supongo que si una persona llega a eso es porque el terapeuta está asumiendo más de lo que debe asumir porque el cambio iría en esa dirección en demostrarle que no es por mí, no soy yo simplemente el que quiere que usted cambie, yo lo que quiero es usted pueda hacer las cosas que quiere hacer, y las cosas que quiere hacer es cambiar, entonces el cambio no es por mi sino por usted. E: Y eso cómo se ve en la práctica? D: Creo que en todo, como el tipo de preguntas que se hace, en el tipo de intervenciones, como en el sentido que se le da a la conversación E: Esto que representé sería lo que te gustaría que dijeran de ti?

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D:No. jejejeje E: jejejeje Como se observa en la conversación, esta representación y las reflexiones que le generó a Darío le posibilitaron ampliar la percepción sobre el cambio e identificar el impacto que tiene en el terapeuta y en el consultante el hecho que el profesional asuma toda la responsabilidad del cambio. Esto también se puede evidenciar minutos después de la conversación anterior cuando Darío refiere: "eso finalmente es quitarle valía al consultante porque termina siendo uno el mago y el que lo hace todo, y no sólo le quita valía al consultante sino al mundo, uno no solamente cambia por eso". Así mismo le permitió a Darío reírse de sus propias ideas y posteriormente llegar a la idea de que el consultante no va a terapia a reconocer al profesional. Para crear otros sentidos frente al tema de la responsabilidad del terapeuta teniendo en cuenta los supuestos que para Darío eran importantes en su quehacer como terapeuta, se hizo una distinción entre el profesional que no asume su responsabilidad argumentando que la responsabilidad es del otro y desde ahí asume una postura pasiva, y el terapeuta que reflexiona sobre lo que puede hacer al dirigir el proceso para favorecer la co-creación del cambio y para mantener una postura activa teniendo claro que la responsabilidad del cambio de la vida depende del consultante. Un comentario de la investigadora que concluyó el tema y que tuvo sentido para Darío fue: "No es que me quite responsabilidad, por eso me hizo sentido el 100 - 100 porque el 80 – 80 o el 50 50 implica que alguien se quita un poco de responsabilidad, y son responsabilidad distintas"

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Conversaciones centradas en la identificación de habilidades y en los cambios de Darío A partir de las experiencias terapéuticas que narra Darío se enfatiza en las habilidades que ha desarrollado en su rol como terapeuta teniendo en cuenta el proceso que le ha permitido alcanzarlas, lo cual a su vez le permite identificar los logros y los pasos que ha favorecido los cambios en él. Esto significa que el logro de una habilidad contiene el desarrollo de otras habilidades que favorecieron el progreso de ésta. Algunas preguntas fueron: Qué habilidades has observado en ti en estas sesiones?, cómo lo lograste?, qué tuviste en cuenta para lograrlo?, Qué te ayudó a soltar el tema de los resultados? Así mismo, a medida que Darío identificaba las habilidades y el proceso que le permitieron desarrollarlas, la investigadora hacia comentarios y preguntas relacionando lo dicho por Darío con elementos teóricos del enfoque sistémico tales como transcender el motivo de consulta y construir una definición del problema, la curiosidad como una forma de construir y encontrar diferencias y, la terapia centrada en los consultantes: O sea que no te quedaste con el motivo de consulta sino que ampliaste la mirada?, para ti es importante mantener esa curiosidad y esa capacidad de explorar?, qué alimenta esa curiosidad, ese movimiento?, lo que entiendo es que tus preguntas partían de la conversación con él, siendo el consultante muy importante... dándole un lugar protagónico. La conexión de estos conceptos teóricos como la curiosidad fueron acompañados de cuestionamientos que tenían el propósito de comprender cuál es el sentido que Darío les está dando desde su experiencia. En ese sentido, se hicieron preguntas tales como: por qué es importante para ti? (refiriéndose a la curiosidad).

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De la misma forma a medida que Darío identificaba el desarrollo de algunas habilidades terapéuticas las preguntas y comentarios tenían la finalidad de conectar con valores que para él eran importantes como una forma de trascender un listado de acciones y encontrar los elementos que le daban fuerza: "Desde lo que estás diciendo es como si le dieras un valor importante a las emociones y a lo que surge en el encuentro terapéutico. Una interpretación que estoy haciendo es que tus preguntas surgían de lo que se estaba viviendo ahí, desde esa emoción" Estos valores que sostenían las habilidades también fueron conectados con ideas de autores que sus planteamientos empataban con lo que era importante para Darío: "Mira que ahora que nombras la libertad, estaba leyendo un artículo de Edgar Morín que habla sobre eso y dice....". esto llamó la atención de Darío y ayudó a consolidar el marco en el que las habilidades mencionadas tenían sentido. Al escuchar a Darío la investigadora también identificó habilidades en Darío que él no había definido con claridad pero que estaban implícitas en lo que iba narrando, por lo cual se hicieron evidentes a través de preguntas que tenían el efecto de ampliar lo dicho por Darío: O sea que ahí también hay una habilidad de flexibilidad, de moverte, no sólo que se mueva la familia, sino que tú también te mueves? Las habilidades desarrolladas por Darío se enmarcaron dentro del contexto particular de la relación terapéutica con familias concretas con el propósito de generar reflexión sobre el impacto de sus logros y la forma cómo éstos se traducían en acciones que conformaban parte de su rol como terapeuta: El soltar los resultados qué generó en la familia? Cuando Darío expresaba los logros que había tenido como terapeuta en términos de sentimientos, se hacían preguntas que posibilitaran entender cómo esta transformación

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emocional impactaban su quehacer como profesional, identificando las acciones concretas que daban cuenta de una diferencia en su actuar como terapeuta y que de esta forma eran más visibles para los consultantes y por supuesto para él: En que se darían cuenta ellos (los consultantes) de esta confianza y seguridad?. También se hacían preguntas que ayudarán a concretizar lo que Darío estaba diciendo, lo que paradójicamente ampliaban más lo que él estaba diciendo, y permitían la conexión con su identidad profesional y con ampliación de su repertorio de posibilidades: Esto que dices de la confianza y seguridad en lo que tú sabes, qué sabes tú?, qué cosas has visto en ti que te permiten tener esa confianza y seguridad para llevar a cabo un proceso terapéutico?, qué movimientos te permite esa confianza y esa seguridad?, cómo das ese paso de ser psicólogo a terapeuta?, qué te ha ayudado, cómo ha sido esa transición? Además, la investigadora traía ideas y preguntas que Darío se hacía en las primeras sesiones y que limitaban su quehacer terapéutico, lo cual constituía un contraste y una forma en que Darío podía identificar los cambios no sólo en términos de acciones sino en transformación de ideas y de emociones: Qué pasó con esa voz de qué dirán los técnicos?, esa era una voz que te acompañaba; desde ahí cuáles son esas cosas que tienes en cuenta en el proceso terapéutico ... porque creo que tu tenías una inquietud acerca de cómo la relación terapéutica se puede convertir en una relación de amistad, tu decías si privilegio la relación es como si fuéramos amigos; te lo pregunto porque lo que yo entendía era que tu creías que si privilegiabas la relación terapéutica entonces estabas estableciendo una relación de amistad. En mis palabras tu definías lo terapéutico como el hacer cosas desde la técnica, lo que no estuviera ahí no era terapéutico y desde ahí había una relación de amistad; estoy pensando en cómo posicionarte como terapeuta te ha dado

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una libertad y unos derechos; cómo logras dar ese paso en el sentido en que eso no te obliga a ser un experto y a sabértelas todas, porque antes yo veía algo de eso, si eres terapeuta tienes que saber mucho y hacer las intervenciones super uau!. Estos cuestionamientos le permitían a Darío argumentar y darle más fuerza al cambio, a partir del reconocimiento de las nuevas ideas que ayudaban en el mantenimiento de éste. A este respecto la investigadora también agregaba nuevos significados con respecto a los cambios que estaba teniendo Darío, teniendo en cuenta las transformaciones que ella percibía en él a lo largo de los espacios conversacionales: "me impacta eso que estás diciendo porque es como si hubieras soltando la idea de adueñarte de los pensamientos y sentimientos de las otras personas. Cuando digo adueñarte es hacer todo para que piense de manera distinta y creo que eso desde lo que me cuentas no sólo impacta la relación con tus compañeros sino también con tus consultantes, es como darle a cada quien lo que le corresponde y reconocer que tú no puedes meterte en la cabeza de la otra persona para que piense y sienta distinto" "te escucho y lo que pienso es como que sueltas verdades, construyes otras, pero no te quedas anclado a una verdad sino que contemplas la posibilidad de elegir y eso te permite soltar, no es que tengas que estar pensando tengo que ser así siempre, sino que te estás dando el permiso o el derecho de poder cambiar" "Mira que ahora que te escucho es como si el enfoque sistémico lo tuvieras más apropiado. Me refiero a que antes el sistémico era como el deber ser ... se te convertía en una herramienta y ahora es como si lo estuvieras viviendo en tu vida, es como si estuvieras siendo sistémico tú, no como una herramienta que aplicas porque desde ahí te fijabas en la técnica y aparecía la voz de los técnicos".

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A partir de los comentarios de la investigadora Darío encontraba nuevos significados y sentidos con respecto a sus cambios, lo cual hacía que identificara otros cambios a los que inicialmente no eran mencionados. En ese sentido, la investigadora hacía preguntas focalizadas al proceso del cambio. Por ejemplo: Qué voces te han ayudado a no dejarte invadir por la técnica y a seguir tu estilo?, Cómo has logrado lograr ese equilibrio entre tu estilo e igual darle validez a la teoría y seguir leyendo sin tener que ajustarte a la teoría porque creo que en ese punto estás porque no es que hayas descartado la teoría? Considerando las respuestas de Darío los comentarios de la investigadora apuntaban al reconocimiento de la postura propositiva que había logrado el participante frente a los elementos teóricos en donde él reconocía lo que éstos le aportaba como terapeuta y la contribución que él también podía hacer a la teoría desde su experiencia. La utilización de metáforas que representaran lo que Darío estaba identificando como cambios cobraron sentido para él e hicieron parte de la consolidación de éstos: "es que creo que antes era como si tuvieras que ponerte un sombrero o un vestido y ser de una determinada manera y es como si ahorita te hubieras conectado con lo que para ti es realmente importante. Es como si no tuvieras que ponerte el sombrero, sino que puedes moldear el sombrero de lo que para ti es importante... Entonces no tienes que ponerte el sombrero que no va contigo sino que puedes elegir entre los múltiples sombreros"

Participante 3: María Dilemas A continuación se describen los dilemas que estaba viviendo María a partir de su práctica psicoterapéutica.

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Centrada en el deber ser: Qué es lo correcto? María se hacía varios cuestionamientos frente a su identidad como terapeuta preguntándose constantemente si trabajar en la realización de procesos de atención terapéutica era lo de ella, dudando sobre su desempeño y sobre las habilidades que había estado desarrollando durante su formación. Este cuestionamiento estaba relacionado con el cansancio que le producía la poca fluidez de sus ideas en el contexto terapéutico y el no saber qué hacer para generar el cambio en los consultantes, lo cual le generaba angustia: " (...) me he sentido puede ser cansada, eh como que a veces siento que las ideas no fluyen, a veces siento que esto no es lo mío (…) básicamente cuando hago terapia y de pronto cuando estoy trabajando con una familia y llevo un tiempo y no encuentro como para dónde más, qué mas hago, o cuando estoy en supervisión como que también me cuestiono yo no sé y qué será lo que tengo que hacer acá, qué será lo que tengo que mostrar que no he mostrado y eso me angustia. (sesión 1) El cansancio y la angustia también estaban relacionados con la necesidad de María de tener claridad sobre sus actuaciones y la parálisis que sentía al no saber cómo seguir en los procesos terapéuticos. Sus preguntas sobre qué hacer pretendían buscar una respuesta correcta sobre cómo seguir y tenían el propósito de que sus actuaciones se ajustarán a un ideal desde el deber ser para obtener un reconocimiento, en el que sus acciones estuvieran bien: “tengo que cumplir con esto, tengo que hacerlo bien, y no solamente de pronto por los tutores sino también por las familias, como que ellos están viniendo acá buscando algo y ese algo quizás yo lo puedo dar, y si no lo tengo pues que voy a dar” (sesión 1) Lo anterior evidencia como María muestra responsabilidad y compromiso por responder a las expectativas de las familias; sin embargo duda de los aportes que ella

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desde su rol como terapeuta puede hacerle a la familia e implícitamente hay un temor de no responder a los pedidos de éstos. Sus acciones las evaluaba desde un “deber ser”, y de acuerdo a la correspondencia con lo que ella creía que estaba buscando la familia como si hubiera una idea en la que sus actuaciones debían corresponder a algo que es verdadero y desde ahí su necesidad de ajustarse a la forma correcta de hacerlo: “… pues me pongo a pensar si es eso lo que está buscando la familia, … o a veces en las supervisiones el que me hagan preguntas y me cuestionen me lleva a pensar que quizás no estoy haciendo las cosas como las debería hacer..” (sesión 1) Por otra parte, María percibía que desde el deber ser era importante la rigurosidad con el proceso, entendida como leer artículos relacionados con el caso, pensar en el sistema consultante y lo que podía hacer en terapia con ellos, ver la grabación en video de la sesión realizada y dedicarse más a la historias; al no hacerlo se sentía incómoda y con falta de compromiso con el proceso. Con respecto a este punto había una incongruencia en lo que ella sentía que tenía que hacer y lo que quería hacer: “Si, y eso si que genera incomodidad, porque finalmente yo lo pienso, y es como lo que a uno le pasa también muchas veces en el amor, como que pienso que debo hacer esto pero que el corazón me lleva para otro lado, y así creo que me pasa a mí con este tema, como que pienso que tengo que hacer esto, que tengo hacer lo otro, yo quisiera ser así, y a la hora de hacerlo no le saco el tiempo o me da pereza, o las otras obligaciones..” (sesión 1) Estas demandas basadas en lo que ella creía que tenía que hacer también generaban un alto grado de exigencia en María, que hacía que se sintiera sobrecargada, y ahí

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aparecía la idea de “no puedo hacerlo”, la emoción de impotencia que bloqueaba sus acciones y también de rebelión frente a esa voz que le decía “tienes que hacer” “Lo que pasa es que a veces yo siento que soy muy exigente conmigo mismo, muy, y a veces como esa exigencia me carga tanto que termino no haciendo nada… a veces me rebelo y por eso no hago nada,

yo digo me puse hacer pereza pero quizás fue

rebelándome a esa voz de mando…” (sesión 1) La evaluación sobre el trabajo realizado generaba en María impotencia, incomodidad, y miedo de no poder hacer lo que ella creía que tenía que hacer, lo que hacía que asumiera una postura distante con el proceso de formación en el que procuraba involucrarse poco, en ocasiones incumpliendo algunas de sus responsabilidades frente a éste. Sin embargo, desde su deseo de ser una buena terapeuta revisaba en forma individual sus acciones buscando definir si su desempeño en el proceso terapéutico era bueno o malo: “yo creo que eso también hace parte que yo haya tomado distancia de ciertos procesos, yo digo si este proceso a mi me genera incomodidad, como para qué, yo no me quiero sentir así, no me quiero sentir cuestionada, no me quiero sentir descalificada, pero también a veces me pongo a pensar pero eso es lo que necesito para ser buena”. (sesión 1) En el fragmento anterior aparece que para María el cuestionamiento y la descalificación son parte del proceso que le van a permitir llegar a la meta de ser una buena profesional; no obstante estos cuestionamientos y reflexiones eran vistas por María más como una descalificación y evaluación de su desempeño y no como una apertura a ver, escuchar, comprender y actuar de manera distinta a partir de las múltiples miradas sobre una situación.

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Esto influía para que María no generara procesos reflexivos acerca del proceso terapéutico con los sistemas consultantes en los que veía un estancamiento, en cuanto lo veía como una evaluación de su desempeño y le generaba miedo la posibilidad de que sus consultantes le dijeran que el proceso no les había sido útil: “a mi esas preguntas también a veces me dan susto porque es ponerlos a ellos a evaluar y no quiero que ellos digan que eso no les está sirviendo”. (sesión 1) El sentirse descalificada hacía que María invalidara todo su proceso de formación y los aprendizajes que había desarrollado durante el mismo, calificando su quehacer con adjetivos como bueno o malo, los cuales son adjudicados a toda su labor como terapeuta y no a un momento específico en una relación concreta. Además, pareciera que hay una idea o tal vez una ilusión de un final en el proceso de formación donde no falte nada por aprender, lo cual puede dar cuenta de una visión del conocimiento como estático y al cual se puede acceder completamente: “descalificada es sentir que lo que yo estoy haciendo no está siendo bien, y sentir que lo que llevo haciendo durante más de dos años no es, o que sí es pero que le falta” (sesión 1) Para María la multiplicidad de voces que hay en un contexto terapéutico, las del sistema consultante y las de la terapeuta, sumadas las que aparecen en el contexto de supervisión, no representaban una posibilidad de ampliar sus comprensiones sino por el contrario la confundían y reafirmaban su pregunta que guiaba su quehacer: y ahora qué hago?. Dicha pregunta pareciera que tenía el propósito de buscar una certeza en la que se elige una posibilidad “correcta” entre muchas otras, en donde no cabe la integración de las múltiples voces:

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“y ahora qué hago, como para dónde me voy, escucho al señor?, escucho a la señora?, escucho a la supervisora?, me escucho a mí?, yo creo que son muchas voces y a veces me empiezo a confundir” (sesión 1) La confusión se incrementaba y se acompañaba de malestar en el contexto de supervisión, ya que María se sentía presionada. Ante esta presión que sentía optaba por privilegiar aquello que creía que era lo correcto y lo verdadero dado los conocimientos y la experticie del supervisor, sintiéndose en la mitad: entre lo que cada consultante quería y esperaba de María, lo que la supervisora esperaba de ella como terapeuta y lo que a ella le hubiera gustado hacer: “claro y ahí en ese contexto yo me siento más presionada, como hay que hacer esto, y yo digo y si lo dice alguien que tiene experiencia es porque así es, y hay que hacerlo así… y yo allá del otro lado sintiéndome terriblemente mal… yo ahí en la mitad y atrás diciéndome si es importante hablar de eso… mira yo me sentía como y ahora qué hago…cuando estoy en supervisión si me siento presionada” (sesión 1)

¿Quién Dirige la Sesión el Profesional o los Consultantes? En María habían dos ideas que se contraponían en su rol como terapeuta, una de ellas se refería a que el profesional debía saber y dirigir la sesión, y la otra estaba relacionada con que el terapeuta no va para dónde quiere ir sino para donde quieren ir los consultantes. Esto implicaba una dicotomía en la que el terapeuta guiaba o se dejaba guiar, y no había un nosotros que implica una relación de para dónde vamos, donde las voces del terapeuta y del consultante son tenidas en cuenta, lo cual generaba en María inseguridad, indecisión y una sensación de parálisis frente a sus actuaciones.

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Estas emociones también estaban relacionadas con la diferencia que María percibía al hacer atención terapéutica y el trabajo que realizaba con ICBF en el que hacía atención a familias desde el enfoque sistémico pero no llevaba a cabo procesos terapéuticos, manifestando que se sentía más libre y suelta cuando trabajaba con el ICBF, ya que no se sentía sola, había respaldo por parte de la institución y el dinero recibido por sus servicios no era pagado por las familias. En este sentido, se sentía con más responsabilidad en la atención terapéutica con respecto a la generación de cambios rápidos en las familias teniendo en cuenta que ella recibía un pago directo por sus servicios y no percibía el respaldo de una institución: “yo siento que eso me pasa es únicamente en el contexto de terapia porque en el trabajo que realizo a diario, yo no me siento así, yo no sé si tiene que ver porque en este trabajo las familias no me pagan sino que me paga la institución, en el trabajo es más suelto, más libre, yo siento que en el contexto terapéutico tengo que responder a otras cosas… cuando yo digo voy a hacer terapia digamos que eso para mí genera una responsabilidad mucho muy grande, además porque estoy sola… después de que atiendo la familia me pongo a pensar si lo que yo estoy trabajando es lo que realmente lo que la familia quiere trabajar o si es lo que yo pienso que es, desde mis hipótesis y mis planteamientos, y aunque yo siento que hago un trabajo reflexivo a veces, o sea, a veces yo siento que a veces me cuesta trabajo, será que esto sí es, será que esto no… a veces el sentir que las personas no están cambiando o no están cambiando al ritmo que yo quisiera, o que yo siento que yo voy por un lado y ellos van por otro, como que eso me cuestiona…” (sesión 1) Su necesidad de responder al pedido de sus consultantes y generar cambios rápidos en éstos hacía que se focalizara únicamente en resolver el problema por el cual ellos

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manifestaban que iban a terapia, centrándose en el motivo de consulta como fuente de malestar, dejando de ver otras conexiones que mantenían la dificultad y renunciando a definiciones de problemas más amplias que le dieran mayor movilidad a ella y a sus consultantes: “yo sí creo que si uno va para consultar el punto negro... hay que explorar el punto negro y hay que mirarlo... yo no sé si lo que pasa es que yo quiero que las cosas sean ya… cambio en tres sesiones y sino yo me empiezo a sentir y qué más hago” (sesión 1) En ese sentido, María seguía a sus consultantes en el relato y en la conversación que ellos proponían dejando a un lado sus propias comprensiones y propuestas de intervención. Por tanto, en la sesión terapéutica no se generaba nueva información, se desvirtuaba el papel del terapeuta, la conversación estaba más centrada en el contenido de las historias de los consultantes y en María aumentaba la necesidad de responder casi que de forma literal a las demandas de éstos: “yo creo que como terapeuta yo si espero que las personas hagan cambios… hay casos muy específicos, por ejemplo un conflicto de padres, y yo quisiera que ya se resolviera ese conflicto de padres, y sé que hay otras cosas... pero por ejemplo cuando yo intento meterme en otras... cuando yo intento dar ese salto, o hay un freno, o siento que no estoy respondiendo al pedido que hacen ellos… el susto que me genera es que yo empiece a comprender lo mismo que están comprendiendo ellos, y digo bueno si yo ya estoy viendo lo que ven ellos, entonces qué más opciones les puedo dar… empiezo a meterme en la misma dinámica de ellos de ver lo mismo... cuál es el foco para esta sesión, como que tengo varios y por el que me lleve la familia, pero yo siento a veces que mi voz también debería estar más presente…” (sesión 1)

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La decisión de no dirigir el proceso terapéutico sino dejar que los consultantes lo dirigieran también estaba relacionada con la inseguridad que sentía María frente a su rol y la descalificación que se hacía sobre sí misma como profesional en la que deslegitimaba sus saberes: "yo siento que a veces por donde yo me quiero meter... cuando me hacen el quiebre como que por ahí no, yo digo bueno finalmente el proceso es de ellos, no es mío, yo tengo que responder a lo que ellos piden, pero si pasa eso, si no quieren por ahí miremos por ese otro lado… el temor de que ellos se den cuenta que no sé para dónde voy” (sesión 1) Igualmente desde el temor a que los consultantes se incomodaran o la juzgaran como profesional si no seguía la dirección que éstos proponían, María se relacionaba con ellos desde una pauta de complacencia, de hacer sólo lo que podía gustarles a ellos, para evitar que la evaluaran mal, lo cual los llevaba a los dos a una postura de comodidad. Comodidad para los consultantes de no ver otras cosas porque eso implica moverse, y comodidad para María de no ver, ni mostrar nuevas miradas porque eso también le implicaba moverse y de alguna manera asumir la incomodidad y la desaprobación que esto pudiera generar en los consultantes. Cuando los consultantes desistían del proceso María se culpaba por creer que no había respondido a lo que ellos estaban buscando, lo que la hacía sentir incómoda y con incertidumbre al sentir que falto algo que no era claro para ella. Así mismo, María se mostraba confundida cuando las demandas del sistema consultante eran distintas y provenían de diferentes personas puesto que no sabía con cuál trabajar y a cuál responder: “también me he encontrado con distintos pedidos en la familia, entonces de pronto me alió con uno de los pedidos y eso también hace que a veces luego me sienta también a veces confundida, porque digamos que empiezo a irme

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por uno y el otro pedido queda descuidado por decirlo de alguna manera, y por ejemplo cuando son procesos de padres separados, me pasa eso, como que meto por el camino que uno me está proponiendo y entonces dejo de responder al pedido del otro” (sesión 1) María al sentirse incompetente aumentaba su pregunta sobre qué más hago, la cual se respondía desde el mismo foco de observación, comprensión e intervención, por tanto sus posibilidades de acción también disminuían. Es así como la pregunta qué más hago, no constituía una forma de estimular la búsqueda de más ideas, miradas, comprensiones y curiosidades sino que le generaba impotencia, incomodidad, la sensación de sentirse inadecuada y el cuestionamiento de su saber - hacer terapia: “digo será que esto si o será que esto no… empiezo como a preguntarme esto será que si es lo que yo sé hacer … pero de todo modos a veces me bloqueo y ahí también me da incomodidad (sesión 1) Cuando María percibía que no podía ayudarle a sus consultantes y evaluaba la sesión realizada como “fatal” le generaba tranquilidad y comodidad que éstos desistieran de la terapia, puesto que eso significaba que no tenía que preguntarse ¿y yo qué mas hago?. Esto también estaba relacionado con no saber cómo responder a la confianza que tenían los consultantes en la ayuda que ella les podía ofrecer, por lo cual si volvían se sentía muy responsable, con miedo y angustia de asumirla, de no poder asumirla, y yo diría de influenciar la vida de ellos. Esto se puede ver en los siguientes fragmentos de conversación: M: a veces es no me importa que se vayan los consultantes para mi mejor que se vayan, y eso pues me parece una posición muy cómoda, porque yo digo esta familia, es que esa primera sesión estuvo fatal, si no vuelven mejor para mí”

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E: Cuando tú piensas que ojala no vuelvan o que si no vuelven mejor para ti, desde qué emoción lo estás diciendo? A: Muchas veces desde la tranquilidad, sabes, como de no van a volver bueno está bien, eso me tranquiliza porque yo creo que no les iba a poder ayudar con su pedido…Puede ser desde el miedo, no creas que hacer terapia me da susto, eso me genera sustico, porque siento que es estar en la vida del otro y eso me hace sentir a veces angustiada, porque si mis ideas están ahí y son las que están ayudando a la gente, quizás si yo no hago lo que ellos esperan o si yo de pronto no hago lo más conveniente para ellos, o no ayudo a guiarlo para donde yo creo que es lo que más les conviene, pues sencillamente es la vida de ellos, y yo como que me siento con la responsabilidad y con la carga de que ellos están confiando en mi en que yo les puedo ayudar…pero a veces también hay familias que yo digo yo no puedo, y creo que a esas familias yo ayudo a que se vayan y a veces yo digo esta familia si la puedo ayudar y resulta que luego va pasando el tiempo y ya digo no (sesión 1)

¿La teoría me Inhibe o me da Herramientas? Para María era muy importante que todo lo que hiciera en el encuentro terapéutico tuviera un sustento teórico, por lo cual sentía temor de no poder dar cuenta del modelo que la había llevado a hacer las preguntas e intervenciones que había realizado: “es una voz que me martilla todo el tiempo, es que lo que hago no es que me lo estoy inventando, o es que yo estoy haciendo esta intervención o estas preguntas porque a mí se me ocurrió sino porque esto debe ser un sustento” (sesión 1) Esta voz aparecía en las post sesiones, pero se hacía más fuerte en las supervisiones y cuando no podía dar cuenta de lo que había hecho, María se descalificaba como

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terapeuta y ahí venía el cuestionamiento frente a la utilidad de que ella continuara trabajando en la realización de procesos de atención terapéutica: “luego digo qué es lo que yo estoy haciendo?, por qué hice esa pregunta, esa idea de dónde salió? Y por ejemplo, ahora con esa tutora que tenemos, ella es bueno desde dónde lo estás haciendo, dígame desde qué modelo lo estás haciendo, y yo ahí empiezo a decir como yo no tengo claro cuál es el modelo, yo no tengo claro eso y si no tengo claro eso pues cómo voy a trabajar con las familias, si ni siquiera tengo claro desde dónde me estoy parando” (sesión 1) Esta idea de la necesidad de un sustento teórico hacía que María sintiera que el conocimiento que tenía no era suficiente y percibiera que le faltaba preparación, desconociendo los años de formación en terapia sistémica y de alguna manera invalidando su proceso. Así mismo, el temor de no saber manejar algunos temas y poderlos sustentar desde la teoría, influía para que María se centrara en el contenido de las historias que le contaban en terapia, ignorando sus propias ideas, emociones y comprensiones que iban surgiendo en el encuentro terapéutico, ya que al no estar conectadas con la teoría consideraba que no eran válidas. Igualmente, el no reconocimiento de sus aprendizajes y saberes generaba en María angustia, desespero y la sensación de sentirse atrapada por no saber qué hacer y por no tener los conocimientos para hacerlo, lo que generaba duda en cuanto su profesión como terapeuta. Además, aunque en su relato afirmaba repetidamente que le faltaba compromiso, dedicación y ser más rigurosa con su proceso, también manifestaba que la adquisición de más conocimientos limitarían sus actuaciones en el contexto terapéutico y harían que no

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se atreviera a actuar de forma distinta, ya que se enfocaría mucho más en lo que se puede o no hacer, buscando actuar de forma correcta y no tanto de forma que genere nuevos sentidos a ella y a los consultantes: “yo creo que si yo tuviera más teoría de pronto no me hubiera arriesgado hacerlo porque yo siento que es un tema como de eso no se puede hacer, eso no hay que hacerlo o eso para qué hacerlo” (sesión 1) Desde lo anterior María se sentía en una encrucijada en el que necesitaba más teoría para percibir que podía llevar a cabo procesos terapéuticos, pero si la tenía sentía que la inhibía y la limitada, por lo cual el cuestionamiento sobre si servía para asumir un rol de terapeuta continuaba. Cambios en la narrativa A continuación se describirán los cambios en la narrativa de María como terapeuta, que hacen parte de la historia alternativa y que se fueron creando a partir de los espacios conversacionales:

Confianza en Sí Misma, a partir del Reconocimiento de Habilidades desarrolladas y de la Validación de sus Saberes María identifica algunas de las habilidades que ha desarrollado en su rol como terapeuta entre las cuales se encuentran principalmente el escuchar para hacer comprensiones a las situaciones que traen los consultantes, mostrarse sensible a las historias de éstos, conectarse emocionalmente con ellos y aportar nuevas miradas desde la curiosidad y las conexiones que va realizando. Esto se puede ver en el siguiente fragmento: E: qué quieres decir cuándo dices que puedes escuchar a las personas?, cómo te das cuenta que tienes esa habilidad?

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M: me doy cuenta porque me gusta, lo disfruto, no me aburre. Pienso que escuchar no es solamente tener oídos sino desde ahí empezar a comprender lo que me están diciendo, saber que ahí hay emociones, creencias… conectarme con las emociones del otro... cuando estoy en la conversación, siento que lo que me están contando, es decir si yo siento que la historia es de dolor, lo puedo vivir con ellos...pero percibo las emociones que hay en el relato, yo pienso que no puedo sentir lo mismo que ellos pero si puedo acompañar esas emociones. (sesión 2) El desarrollo de algunas de estas habilidades profesionales María las conecta con experiencias personales y con aprendizajes construidos en las relaciones en las que ha participado y que son útiles en su rol como terapeuta: "pues pienso que la sensibilidad me ha acompañado hace varios años, tal vez desde que era niña y se me viene a la mente mi mamá, y ahora la he perfilado con el aprendizaje profesional. El escuchar creo que la empecé a construir en el pregrado, y en la maestría la he aprendido de los tutores, las familias también me han ayudado..." (sesión 3) Lo anterior influye para que María no sólo valide el conocimiento teórico sino otros saberes relacionados con su experiencia personal y laboral, que no han estado focalizados en la realización de procesos de atención terapéutica pero que le aportan a su rol como terapeuta: " yo creo que pensar que tengo las herramientas para hacerlo y que no solo necesito la teoría sino otras cosas... mi experiencia, lo que sé, mis habilidades, mi ser... la experiencia que he adquirido en atención a familias y temas como la violencia y mi ser son todas las cualidades, mi historia de vida, valores..." (sesión 3) También María valida su formación como terapeuta tanto los conocimientos como las habilidades desarrolladas, transcendiendo la pregunta ¿Si sirvo para esto? que implicaba una postura evaluativa de lo que hacía y desde la forma como se la contestaba

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María era desde el déficit, desde lo que faltaba, a una postura reflexiva que le permite ampliar sus posibilidades de comprensión: “con la formación que tengo puedo guiar procesos que otras personas no podrían, otra es pensar que la reflexividad hace parte de mi estilo de vida, que los obstáculos no son más grandes que mis capacidades” (sesión 4) “he pensado en el camino recorrido en la maestría, en lo profesional con la experiencia que he tenido al igual que como persona, también he comparado mi trabajo antes y después de la formación…” (sesión 5) La validación de los aportes que puede hacer en el contexto de terapia, María los relaciona con la sensibilidad que ha desarrollado por sus consultantes que también le permite conectarse con ella misma, en la medida que logra escuchar sus emociones, ideas, comprensiones y en general todo lo que surge en ella, a partir de lo que va escuchando de sus consultantes: “es hacer un tejido con todo lo que estoy escuchando... en donde se involucran varias cosas mis emociones, creencias, experiencias, etc.…. Es tener en cuenta lo que la familia está pidiendo, reconocer la voz de ellos” (sesión 3) Esta sensibilidad también le posibilita el reconocimiento de sus habilidades y logros: “…así como soy sensible con los demás, también me puedo dar el permiso de ser sensible con lo que siento y pienso… ser sensible conmigo misma, reconocer lo que tengo y lo que sé, reconocer que sé hacer preguntas que me pueden ayudar a la curiosidad y a no quedarme estancada”. (sesión 2) De esta manera María deja de sentirse bloqueada y “paralizada” y empieza a confiar en sí misma, lo cual impacta sus acciones, pues se da el permiso de expresar lo que piensa y siente, a partir del encuentro con sus consultantes y percibiendo que sus ideas fluyen, lo cual aumenta sus posibilidades en su actuar como terapeuta.

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Esto implica incluir otros saberes que emergen en el encuentro mismo, reconociendo que la teoría permite ampliar el panorama pero que cada encuentro terapéutico es construido en el momento mismo en el que se genera: “… es pensar que el encuentro no es algo que está construido con anterioridad” (sesión 2) Así mismo, legitimar el deseo que la llevó a elegir ser terapeuta y el compromiso al facilitar procesos de atención terapéutica disminuye sus dudas su competencia como terapeuta: "antes me veía como algo muy pequeño en un mundo grande y ahora pienso que puedo dominar o al menos comprender mejor ese mundo de la terapia, en ese mundo quiero estar… la duda ha disminuido, no sé si aún esté, pero si esta es muy pequeña… yo creo que con lo nuevo que he hecho y que he pensado me llevan a seguir soñando lo rico que es hacer terapia, en cada día quiero especializarme más, en que esto es un constante proceso que quiero seguir, “lo elegí porque me gusto, porque … yo quería estar en él… me cautivaba trabajar con personas, con las emociones y con las complejidades de las relaciones..” (sesión 4) Es así como María al ponerle volumen a su voz y reflexionar sobre lo que quiere y no sobre lo que tiene que hacer, pudo reconciliarse con la teoría en la medida en que dejo de ser una carga y una imposición para ser terapeuta. Así pues, logra conectarse con ésta desde el disfrute y desde lo aportes que le hace; sin que eso signifique una descalificación hacia sí misma por no saber: “ahora pienso que la teoría es algo que me puede ayudar y no que me oprime, me he reconciliado con lo teórico… estoy dispuesta al cambio, me gustan los retos, aprendí a validar mi voz, creencias, emociones, puedo ser terapeuta, no tengo que saberlo todo para ser buena terapeuta… hacer terapia es más que teoría, es corazón y emoción” (sesión 8)

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Al conectarse con lo que para ella es importante puede mostrarse más coherente en sus actuaciones: “siento que he logrado tener más coherencia con lo que pienso, siento y hago… he podido darle un lugar a mi voz”

Posicionándose como Terapeuta en el Direccionamiento de los Procesos Terapéuticos María asume un rol como terapeuta “más activo” en la conducción del proceso terapéutico, asumiendo riesgos tales como realizar preguntas a los consultantes, decidir a quién invita la próxima sesión, dar a conocer su punto de vista, aportar una visión distinta a la que traen los consultantes: " Estoy siendo más reflexiva y me estoy dando más permisos de arriesgarme, me he arriesgado a hacer preguntas, a citar a las personas que yo considere a la sesión, a creer en lo que estoy haciendo, a atender a una psicóloga...me siento dirigiendo y no dirigida... me siento líder, preparada emocionalmente, capaz de facilitar el proceso, con la habilidad de hacer preguntas y conexiones. (sesión 4) De esta manera reconoce que su papel como terapeuta también tiene que ver con la posibilidad de influenciar a los consultantes, lo cual le da permisos para intervenir: “ahora pienso que ellos van a terapia porque las decisiones, explicaciones que se están dando no están tan claras o tangibles y ese es mi papel ayudar a que tengan otras miradas” (sesión 5) Así es como María empieza reconocer su papel como terapeuta, sin descalificarlo o sin pretender que no lo tiene, que era lo que pasaba antes apoyándose en la idea que había aprendido teóricamente: el terapeuta no es el experto, el experto es el cliente. En ese sentido María empieza a reconocer su experticia y asumir una postura de

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corresponsabilidad en el contexto terapéutico: "creo que ahora estoy pensando en la corresponsabilidad, ellos son los que viven su vida, pero yo soy la terapeuta a la que ellos consultan... la experta en emociones y explicaciones diferentes a las que ellos traen" (sesión 5) El reconocimiento de su experticia como terapeuta implica para María validar lo que para ella es importante a partir de lo que percibe que está sucediendo en el encuentro terapéutico teniendo en cuenta las habilidades que ha desarrollado. Es así como empieza a tomar las decisiones que le parecen pertinentes considerando lo que puede ser útil desde las posibilidades que esto abre para los consultantes. “decido cual es el camino que quiero seguir, a quienes quiero consultar, a quien incluyo en mis reflexiones”… (sesión 4) “pienso que es un cambio, quizás antes me daba temor de hacer o decir algo que no fuera lo correcto o lo más útil” (sesión 5) Esto le permite desvirtuar la idea de tener que ajustarse a un “deber ser” que ella concebía como el tener los conocimientos suficientes para poder tener un lugar como terapeuta, los cuales terminaban siendo insuficientes, ya que los conocimientos no tienen un límite y siempre hace falta más por conocer y por aprender. “es pensar que la realidad es compleja y que no puedo tener una sola verdad sino que hay múltiples posibilidades, algunas de ellas las puedo pensar, otras no”. “…todas las historias son distintas, creo que eso me ha brindado la posibilidad de tener mi mente abierta a nuevos aprendizajes y entendimientos”. (sesión 5) Es así como María se da el permiso de no saberlo todo, lo cual la hace sentir más tranquila, menos presionada y libre al posicionarse como terapeuta sin la angustia de tener que dar respuestas a todo los requerimientos de los consultantes, desde el conocimiento teórico.

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El no tener los conocimientos suficientes que antes la paralizaban y hacía que se descalificara ahora la movilizan a acudir a colegas para consultar situaciones que para ella no son claras, a reflexionar sobre lo que le está generando confusión y a buscar literatura para ampliar sus conocimientos sobre un tema específico. De esta manera afronta las situaciones que pueden parecer difíciles y que se le presentan en terapia reconociendo que es imposible saber todo: "ya no siento tanto temor al enfrentarme a una situación difícil o de la cual no tenga mucho conocimiento, eso me hace estar más tranquila... pues considero que puedo consultar con alguien, revisar mis pensamientos o literatura sobre lo que genera confusión. Eso hace que esa situación no sea tan difícil. (sesión 4) En ese sentido, María reconoce que para ella es importante seguir aprendiendo no sólo a partir de una educación formal sino también a partir de sus experiencias personales y profesionales, con sus consultantes y con sus colegas, lo cual la tranquiliza si en algún momento no sabe algo pues es la oportunidad para mostrarse coherente con su deseo: “me siento empoderada, tranquila y con la ilusión de querer seguir avanzando, escalando… siento que es importante seguir aprendiendo, especializándome… puede ser con la experiencia… especializándome en compañía de los consultantes (sesión 7) Así mismo, asumir una postura en la que María dirige el proceso terapéutico transformó la pauta relacional con sus consultantes en la que ella los seguía por temor a no poder dirigirlos, ya que creía que no tenía los conocimientos para hacerlo y esto podría ser observado por los consultantes. Pasó de elegir entre dos opciones, o lo uno o lo otro, a integrarlas, específicamente en lo que se refiere a la voz de ella y de sus consultantes, lo que generó confianza en el proceso:" yo siento que esto me ha posicionado como la terapeuta que dirige el proceso

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hacia lo que ellos quieren y también hacia lo que yo creo que necesitan ...Creo que al sentirme más segura hace que ellos confíen en lo que pueda pasar en el proceso" (sesión 5). Escuchar y expresar su voz genera un cambio en su postura como terapeuta en la que no sólo escucha al consultante, sino que además utiliza sus ideas en beneficio de éste para crear nuevas conexiones que le permitan hacer comprensiones sistémicas, disminuyendo el temor de equivocarse, pues las comprensiones son vistas por María como interpretaciones que hace sobre lo que está escuchando que no obedecen a una verdad, es decir son posibilidades que pueda que le hagan sentido al consultante como pueda que no: “creo que para mí significa más confianza, eso me da más seguridad y posicionamiento en mi rol… siento que ahora tengo menos temor de dejar salir mi voz, teniendo en cuenta que es una posibilidad más.... también pienso que el permitirme reconocer mis herramientas me da mayor seguridad” (sesión 3) En el direccionamiento de los procesos terapéuticos María identifica y valida su estilo confrontador que estaba opacado por la historia dominante y al que no le daba lugar por temor a no estar haciendo lo correcto: “mi estilo aun está en construcción pero me gusta ser confrontadora, me gusta que las intervenciones tengan impacto, me gusta el cambio, la reflexión, la observación” … no quisiera que las sesiones se pasen sin que los consultantes se vayan con algo distinto” (sesión 5) Paradójicamente el que María haya asumido una postura activa en el direccionamiento de los procesos terapéuticos sin buscar la aprobación y el reconocimiento de los demás, sino reconociéndose así misma desde lo que ha logrado, ha hecho que sea reconocida por sus compañeros y tutores en su rol como terapeuta, que era algo que buscaba María: "si otras personas reconocen lo que yo hago, por ejemplo mis

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compañeros de curso....que hago buenas preguntas, que me conecto con los consultantes, la tutora me dijo que me veía bien en mi rol... mi comprensión del caso… hago hipótesis, conexiones, explicaciones, no solo desde la teoría sino desde la vivencia. (sesión 4)

Transformándonos en el encuentro terapéutico María asume una postura en el encuentro terapéutico en la que no solamente los consultantes cambian sino que ella como terapeuta también lo hace en la interacción con ellos. Esto implica para María reconocer las potencialidades que tienen sus consultantes y ella frente al cambio, en el que cada uno es responsable de su propio cambio, aunque el rol del terapeuta está relacionado con generar espacios en los que el cambio sea posible: “pensar en el otro como un semejante que consulta porque tiene preguntas y que yo soy una guía, pero que ellos siguen teniendo pensamientos, ideas y que solo las mías no son las que van a solucionar sus dificultades” (sesión 6) Es así como empieza a cobrar sentido la idea de no ser dueña de los cambios de los consultantes, idea que antes repetía desde lo teórico pero que no era vivenciada por ella, lo que ahora le permite moverse e intervenir más allá del pedido que hacen sus consultantes, generando en ella tranquilidad y una comodidad que le da mayor movilidad en los encuentros terapéuticos. “es una relación en la que me siento el medio y no el fin, es decir estoy en su historia por algún tiempo facilitando reflexiones y cambios pero ellos son los dueños de sus realidades…evita la angustia de no tener la varita mágica… esta comodidad no me incómoda, siento que es un lugar que me permite movimientos y cambios, es no estar enconchada… … (sesión 5) “Para mí terapia es estar en el camino del otro por un tiempo, ayudándolo a caminar y a facilitarle la travesía…” (sesión 4)

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Lo anterior muestra una nueva comprensión sobre el cambio en María, el cual no surge desde una relación causa – efecto, es decir las acciones del terapeuta no producen de manera lineal un cambio; sino que es la convergencia de muchos elementos las que hacen posible la emergencia de éste. Esta nueva concepción del cambio ha generado un efecto “liberador” en María, ya que ella no se siente con la “carga” de tener que cambiar a los consultantes, lo cual amplia su maniobra terapéutica: “eso me ha quitado peso de encima porque antes creía que ese poder lo tenía yo con los consultantes, de cambiarlos… ahora pienso que la transformación es mutua, que ellos tienen su propio poder…” (sesión 7) Igualmente, la idea de la transformación mutua ha llevado a María a un ejercicio de autoreflexión y cambio permanente en el ejercicio de su rol como terapeuta, en el que reconoce sus prejuicios y sus emociones, reflexiona sobre éstas y algunas son transformadas en la relación con los consultantes: “he escuchado mi voz y confrontado algunos prejuicios… Reconocerlos, pensar y sentir de dónde vienen esas ideas, en qué posición me ubican con respecto a los consultantes” (sesión 7) La identificación y reflexión sobre sus emociones y el impacto que tienen en la relación con sus consultantes significa para María conectarse desde el corazón

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reconocer su parte humana, donde las ideas hacen parte ella pero no constituyen la totalidad de su ser terapeuta: " pensar en conectarme no solo con mis ideas sino también con el corazón es algo que me ha gustado mucho... siento que estoy más pendiente de mis emociones y le doy más importancia, además reflexiono acerca de esto en relación con los consultantes... estoy viendo un consultante que está disputando la custodia de su hijo... él me mueve varios prejuicios y aunque a veces me siento aliada con la madre del

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niño, siento que este hombre quiere ser padre y desde ahí me surgen preguntas, reflexiones..." (sesión 5) Es así como María logra identificar el impacto que tienen las historias de sus consultantes en ella y a partir de los referentes emocionales, los cuales están relacionados con sus prejuicios, crea preguntas y reflexiones en beneficio de los consultantes con el propósito de generar nuevas posibilidades en sus vidas. En este sentido María incluye nuevas comprensiones desde el “corazón” como las llama ella para referirse a las emociones, sin excluir las comprensiones que están relacionadas con la teoría. Se permite conectarse consigo misma en el contexto terapéutico desde la conexión que crea con el sistema consultante, la cual le permite mantener una relación terapéutica cercana con ellos. “yo creo que es una relación más cercana, porque siento que los puedo acompañar y también me hace pensar que no solo necesito saber para comprender… lo teórico es necesario pero ahora el lugar de importancia no es el mismo… pienso que es importante cuando quiero pensar en las técnicas, en la metodología, desde qué enfoque quiero hacer las intervenciones. También es importante la conexión conmigo misma, con el contexto, con el sentir del otro, el pensar en la humanidad del otro… estoy pensando como ser humano para otro ser humano que pasa por algunas dificultades” Así mismo, las preguntas sobre su rol la llevaron a darse cuenta que ella era una terapeuta humana y que no podía hacer una división entre ser persona y ser profesional: “reconocerme como un ser humano, pensar que soy terapeuta pero que no me puedo despojar de mi humanidad” Esta conexión consigo misma y con la parte humana transforma la idea del ser terapeuta como algo abstracto a nivel de ideas que se concretiza actuando y usando

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teorías y técnicas para que los consultantes cambien, sino que es visto por María como un ser de carne y hueso, que vive en el cuerpo, que siente, piensa, se mueve, entro otras. En palabras de María: “ser humano es cuerpo y todo lo que encierra, emociones, pensamientos, historia...” Con respecto a la reflexión sobre sus emociones María reconoce que ante las emociones de incomodidad, angustia y desespero que a ella le generaba el verse estancada en los procesos y preguntarse qué mas hago, sin obtener una respuesta que le permitiera ampliar el repertorio de posibilidades, ella optaba por “luchar” con estas emociones para que no estuvieran presentes y de alguna manera la estrategia que había utilizado era ignorarlas. En ese sentido, un cambio en María es que comienza a validarlas, identificándolas, reconociéndolas y reflexionando sobre éstas: M: si me siento incómoda no pelear con esas emociones… no correrle a la angustia E: Cómo te diste ese tiempo o cómo afrontaste la angustia? M: pensando en que esta historia llevaba algún tiempo con ellos y que la terapia no tenía que dar soluciones inmediatas (sesión 2) La conversación anterior muestra como María al reflexionar sobre sus emociones logra hacer una conexión entre éstas y algunas ideas que las mantenían, las cuales al ser cuestionadas también le permiten cambiar sus emociones. Por ejemplo, ha transformado la idea de la terapia como un contexto donde se dan soluciones inmediatas, lo cual le permite analizar más el caso y darse tiempo para comprender con ellos lo que está sucediendo. Así mismo, en los espacios conversacionales con María ella identifica y reflexiona sobre los valores que ha ido construyendo durante varios años y que guían su vida, especialmente el que se refiere a la transparencia. Este valor se constituye en otro

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referente que le da mayor movilidad a María en el encuentro terapéutico y le permite reflexionar sobre sus emociones y sus ideas aumentando las posibilidades de acción: E: Cuáles son esos valores que nombrabas que también constituyen un referente? M: por ejemplo la trasparencia, la honestidad E: qué significa la transparencia? M: no ocultar… también puede ser trasparente con mis ideas, es decir conmigo misma. E: y eso de ser transparente con tus ideas y contigo misma, cómo se ve en la acción? M: si, por ejemplo en la post sesión cuando tengo más tiempo para reflexionar E: ok, qué pasa en la post sesión con la transparencia, cómo es esa reflexión? M: siento que es ese momento tengo tiempo para pensar por lo que hice o deje de hacer y eso me hace sentir que estoy siendo honesta con mis emociones, ideas etc.… Creo que me permite reconocer que mis ideas están ahí, que en las preguntas que hago hay varios elementos, míos y de los consultantes E: y eso para qué te es útil? qué has observado? A: es útil en algunos casos, porque me ayudan a tener nuevas ideas para mí o para ellos, es decir algunas de las ideas se transforman en la conversación, eso me da más posibilidades (sesión 3) La honestidad también constituye otro valor que es importante para María y que le permite estar revisando el impacto que tienen sus intervenciones en los consultantes, pensando en la utilidad que puede tener para éstos: M: de pronto en que la honestidad tiene una característica adicional y es no hacer daño con lo que hago E: ok, y cómo haces para saber si estás haciendo daño o no con lo que haces?

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A: eso no lo sé, preguntando?, observando la relación y lo que está pasando, teniendo en cuenta el ambiente de las sesiones… es respetar los límites del otro. (sesión 3) Además, su habilidad para reflexionar sobre sus prejuicios, valores y emociones también le permite hacer distinciones entre su actuar como terapeuta en función de ella y en función de los consultantes: “es que en algunas cosas siento que mis creencias estaban muy presentes, entonces era pensar que no era yo la que estaba tratando de resolver algo personal” (sesión 8)

Espacios Conversacionales A continuación se describen algunos elementos de los espacios conversacionales que permitieron la transformación de los dilemas iniciales en el proceso de construcción de identidad como terapeuta de María.

Comprensión y Reflexión sobre el Marco de Referencia de María Con el propósito de entender el contexto en el que emergieron las dificultades que María mencionaba con respecto a su rol como terapeuta y que la hacía sentir agobiada, se hicieron preguntas tales como: has identificado en qué momentos es que sientes que estas cansada, o que sientes que esto no es lo tuyo ( se refiere a ser terapeuta), o que estas agotada?". Este tipo de preguntas le permitieron a María asociar algunas de las dificultades que percibía con circunstancias específicas y con algunas ideas que las mantenían como la necesidad de que sus actuaciones estuvieran bien. En ese sentido, las preguntas le permitieron a la investigadora y a la participante entender lo que ella intentaba decir con sus palabras y ampliar el relato de María expandiendo lo no dicho por ella e identificando los

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significados que estaban organizando sus percepciones: Cómo sabes si algo lo estás haciendo bien o no?, qué te lleva a pensar o a cuestionarte si lo estás haciendo bien o no?, de dónde surge esa idea de que tienes que ser más rigurosa en lo teórico...pues eso no te sucede en el trabajo a pesar de que haces atención a familias sin fines terapéuticos, o sea qué tiene de particular este contexto de terapia?, tú dices que esto te pasa más cuando estás sola que cuando trabajas en equipo, qué pasa cuando tienes equipo terapéutico, qué sucede ahí para que no te preguntas qué estoy haciendo aquí? Las preguntas anteriores tuvieron el efecto de crear distinciones entre los diferentes roles de María como profesional y entre el ejercicio de su rol como terapeuta estando acompañada de un equipo terapéutico y trabajando sola. A su vez esto posibilitó la reflexión sobre el impacto que los diferentes contextos tenían en su identidad, específicamente como terapeuta sistémica. Las preguntas también iban encaminadas a que María reflexionara sobre las elecciones que estaba haciendo en su rol como terapeuta y el significado que le estaba dando a éstas: Cómo eliges ir para dónde va la familia?, qué quieres decir cuando dices me voy para donde me lleva la familia? Con respecto a lo anterior y a otros temas que surgieron en la conversación no era claro cómo éstos estaban relacionados con una dificultad para María, por lo cual se le hicieron preguntas que le permitieron a la investigadora y a la participante entender qué era lo que se concebía como dificultad, cómo surgía y cuál era el efecto en el rol de terapeuta: En qué momento empiezas a sentir que eso no es adecuado?. Lo que entiendo es que estás reflexionando sobre el proceso, sobre lo que pasó, lo que pasó contigo y con la familia para que lo que tenías pensado antes de entrar a la sesión no se diera, en qué momento y cómo

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surge la incomodidad contigo de lo que hiciste?, esa incomodidad cómo influye en los procesos terapéuticos? Esto implico que cuando las respuestas de María seguían sin ser claras para la investigadora, ella lo hiciera explícito para que entre las dos se empezará a definir lo que resultaba problemático:"hay algo que no entiendo María, y es cuando te preguntas por qué me fui por ese lado, cuál es mi foco terapéutico, cuál es mi objetivo; mejor dicho en qué momento o cómo lo conectas con la incomodidad o con el sentirte mal, o con el no sirvo para esto, porque ahí lo que entiendo es que estas reflexionando sobre el proceso y como haciendo una metaobservación preguntándote para dónde vamos. Qué pasa en estas reflexiones que te lleva a pensar bueno no sirvo para esto, no estoy haciendo lo que tengo que hacer, y a preguntarte eso qué tiene que ver con la teoría? Esto le permitió definir con claridad a María la inseguridad que sentía en su rol como terapeuta, la forma como ésta la bloqueaba, y la descalificación constante que se hacía de sí misma en el ejercicio de dicho rol. Con la finalidad de que María asumiera una postura propositiva frente a las dificultades también se hicieron las siguientes preguntas: Qué haces con la incomodidad cuando aparece? De igual forma se dio paso a la exploración de sus entendimientos sobre qué es terapia, acerca de su concepción del cambio en la terapia y de la responsabilidad de los terapeutas. De acuerdo a estos planteamientos de María, la investigadora siguió explorando sobre éstos para conocer las conexiones que ella estaba haciendo puesto que aunque éstas no se presentaban de una forma explícita, se podían suponer de su relato: cuando tú piensas en la responsabilidad que implica la terapia, porque te sientes más responsable cuando actúas desde el rol de terapeuta, la estás viendo en términos de cambio, o sea la utilidad tuya la ves en términos de cambio, o cómo ves la utilidad?

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En estos espacios conversacionales también se preguntó hasta lo que aparentemente era obvio, ayudándole a María a puntualizar sus ideas. Por ejemplo cuando ella se refirió a la responsabilidad del terapeuta, se le preguntó: responsable de qué?, cuando mencionó que le faltaba rigurosidad, se indago por: qué es rigurosidad?. En ese sentido había una intención de la investigadora de saber más acerca de lo que María le estaba diciendo, y sus preguntas basadas en la curiosidad genuina, le ayudaban a María a dar cuenta acerca de lo que le estaba sucediendo: si tu miras cuáles son las cosas que inciden para no tengas en esas rigurosidad, qué es lo que pasa que aunque quieras ser más rigurosa no lo hagas, que haya una incongruencia entre lo que quieres y lo que haces?, tu dijiste al inicio que estabas en una postura muy cómoda, cómoda frente a qué? Estas preguntas más que orientar a la investigadora le posibilitaron a la participante reflexionar sobre las comprensiones y las conexiones que estaba haciendo, identificando dilemas sobre su quehacer terapéutico que en ocasiones ella los veía como una encrucijada en las que no veía muchas opciones de salida. Así mismo, María identificó las voces que estaban influyendo en algunos de sus dilemas, entre las cuales se encontraban la voz de la supervisora y lo que ella creía que esperaban los pacientes (término usado por María) de ella como terapeuta. En ese sentido la investigadora con sus preguntas incluyo más voces que le permitieron a María ampliar su perspectiva, que aumentaron su maniobra terapéutica y que le dieron validez a su voz como terapeuta: Eso como paciente, si te pones en el papel de terapeuta que dirías?. Igualmente la investigadora explicitaba los entendimientos que iba haciendo de lo que María decía, lo que influyó para que ella se sintiera entendida y a la vez pudiera escucharse e identificar creencias que limitaban su quehacer como terapeuta: Si te estoy entendiendo, ahí hay una necesidad tuya de resolverles el problema por el cual vienen?,

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cómo aprendiste esa idea?, cómo sabes que no pasa nada en terapia?; escuchándote, tú me dices si sí o no, termina siendo una idea de causa - efecto, el pedido es lo que causa malestar en la familia?, o sea que aunque hay unas ideas sistémicas, hay otra idea que se contrapone de buscar la causa para resolver un problema específico? Estos entendimientos eran planteados como una posibilidad, una manera de entender lo que María estaba diciendo pero no constituían una verdad, por tanto María podía mostrar su acuerdo o desacuerdo y, agregar las comprensiones que estaba haciendo a partir de lo que la investigadora iba diciendo. Así mismo, las ideas de María se iban comprendiendo desde los distintos paradigmas con lo que se puede entender el mundo, lo que tenía mucho sentido para ella, ya que le permitían verlos de una manera diferente a la inicialmente planteada, lo que a su vez influía en la transformación que iba haciendo de sus ideas. Los cuestionamientos no sólo estaban relacionados con posibilitar la reflexión del impacto que María tenía como terapeuta en sus consultantes sino que incluían el efecto que tenían las acciones y comentarios de éstos en ella: qué te genera cuando escuchas esto de tus consultantes?. Es así como María empezó a identificar las emociones que emergían de la relación con sus consultantes y que incidían en sus pautas relacionales con éstos, las cuales estaban relacionadas con sus creencias especialmente sobre el cambio en la terapia, la responsabilidad que pensaba que tenía como terapeuta y otras relacionadas con su identidad. Esto era parafraseado por la investigadora y a la vez las preguntas iban orientadas a ahondar sobre el tema: o sea que el susto es de no generar nueva información?; qué es lo que no te permite generar nueva información?; cuando las familias no vuelven, qué explicación te das?, cuando te respondes no les gustó, no les sirvió, qué te imaginas sobre lo que no les gustó o no les sirvió?

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Teniendo en cuenta que en el mismo marco de referencia de María se presentaron algunas incoherencias, la investigadora hacía cuestionamientos en los que las incluía, lo cual tenía el efecto en la profesional de desarrollar más sus ideas, incluir otros elementos que no había tenido en cuenta y en ocasiones al ver la contradicción abría la posibilidad de transformarlas: Tú dices que cuando sientes que no te conectas y sientes que el proceso no está siendo útil las familias no vuelven, cómo se dan cuenta las familias que estas desconectada y que esto no está siendo útil si en la sesión tú te ves posicionada en tu rol, conectada con ellos e interviniendo de manera que a ellos les hace sentido? También fue importante hacer distinciones en el lenguaje que María utilizaba para referirse a la manera cómo se sentía cuando su supervisora la retroalimentaba. Es así como María utilizaba la palabra descalificada y confrontada indiferenciadamente, por lo cual fue necesario preguntarle por la diferencia de los dos términos, lo cual le ayudó a definir con más claridad los momentos en que ella interpretaba los comentarios y preguntas de la docente como una descalificación de su papel como terapeuta, lo cual influía en su identidad. Al otorgarle un significado a la confrontación, María empezó a verlo como parte del proceso en el aprendizaje en el que estaba, donde los cuestionamientos no necesariamente estaban relacionados con la descalificación de su quehacer, ni de su ser como terapeuta. De la misma manera conversar sobre los entendimientos de María frente a la evaluación del proceso terapéutico, le permitió hacer diferenciaciones entre una evaluación hacia su ser como terapeuta y una evaluación sobre el impacto de sus intervenciones en los consultantes, así como también empezar a visualizar el proceso terapéutico como un espacio en el que participan dos, la terapeuta y el consultante, donde emerge una relación entre ellos. Por otra parte cuando María hablada de sus emociones, la investigadora también preguntaba por otras que aunque no eran mencionadas de manera verbal en su lenguaje no

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verbal o en su relato estaban presentes: es sólo tranquilidad, o hay miedo de no poder ayudarlos o impotencia, no sé, qué otras emociones hay?. Esto tuvo el impacto en María en que ella se conectó más consigo misma y lo que le generaba ser terapeuta desde lo emocional, lo cual estaba relacionado con la identidad que había construido basada en la descalificación de sí misma, de sus habilidades y potencialidades.

Identificación de Experiencias y Relatos

que permiten Ampliar y Crear Nuevos

Significados sobre la Práctica Terapéutica y sobre su Identidad Ante algunas acusaciones que se hacía María sobre sí misma en su rol como terapeuta, las cuales la limitaban y la llevaban a conservar las mismas pautas relacionales con los consultantes, a pesar de que ella había reflexionado sobre éstas; se indagó sobre la funcionalidad y las posibilidades que le daba mantener dichos comportamientos. Por ejemplo: para qué te sirve la no rigurosidad?, cuando dices que para darte permisos, a qué permisos te refieres?. Esto le permitió a María identificar algunas creencias que hacían que se mantuviera en la misma dinámica relacional y que no sólo influían en que en algunos momentos se bloqueara como terapeuta sino que también la movilizaban a actuar de determinada forma, de acuerdo a lo que para María era importante. Así mismo, la investigadora a partir de lo que María iba narrando hacía nuevas conexiones con el propósito de generar una mirada distinta que aportara tanto a la forma como la participante estaba entendiendo su situación como a la percepción que estaba teniendo sobre sí misma como terapeuta: "algo que me llama la atención... es como si estuvieras midiendo la rigurosidad por la cantidad de tiempo que le inviertes a determinada acción, por ejemplo a estudiar el caso, y ... lo que me has dicho hoy es mas de un trabajo

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riguroso, de reflexionar si vas por ese lado o no, reflexionar sobre los objetivos, si estas siendo útil; claro que no te cargas con el caso todo el día u horas , pero lo que estoy entendiendo es que si dedicas tiempo a trabajar sobre el caso". Cuando te escucho pareciera que hay una voz mandona sobre lo que tienes que hacer?. La intención de las intervenciones descritas anteriormente tuvieron el efecto esperado en María y además ella pudo identificar que las dificultades que ella percibía en su rol como terapeuta podían estar relacionadas con una actitud de rebeldía que estaba teniendo frente a una voz de mando que le decía constantemente lo que "tienes que hacer es..." y en ocasiones con una actitud saboteadora de sí misma. A este respecto se hicieron preguntas que favorecieron las creación de nuevos sentidos y significados frente a los elementos que iban apareciendo en el relato de María, haciendo uso de la información que emergía más frecuentemente en el discurso de la participante:" lo que he entendido hoy es que hay cosas que para ti tienen sentido como leer más, conocer más la teoría, saber para dónde vas, como tener las riendas del proceso, y hay otra voz que te dice lo que tienes que hacer, sin embargo no lo haces y por lo que me cuentas tú decides sabotearte; sin embargo cuando esto pasa te sientes más impotente y con más incomodidad; entonces me preguntó de qué te sirve sabotearte?. Esta intervención le permitió a María asumir una postura activa frente a lo que le pasaba, reconociendo el sentido que tenía para ella las elecciones que había tomado en su rol terapeuta y dándose cuenta que en ocasiones había asumido una postura cómoda, como ella la llamaba, que era parte de lo que le genera incomodidad. Así mismo teniendo en cuenta que María se movía en dicotomías de lo uno o lo otro, éstas era explicitas por la investigadora e incluían una posible forma de salir de éstas: "cuando te escucho aparece la idea de es para donde ellos quieran (se refiere a los

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consultantes), o es para donde tú quieras, pero no es para dónde vamos, no lo estás viendo desde una relación de dos, si no es desde o es de un lado o es del el otro, o los sigues o les impones lo que tú crees" "Además lo sientes más como una responsabilidad tuya que compartida, es como dos voces, una dice el cambio depende de ellos, es lo que te tú dices que te han enseñado en la formación sistémica, ellos son los que saben resolver los problemas, ellos son los dirigen para dónde vamos, y por otra parte hay una voz que dice tú tienes que saber para dónde vas, tú tienes que resolver el problema, tú tienes que hacer que este puntico negro no este, y es como si esas dos voces fueran contradictorias y tu quedaras en la mitad, y ahora qué hago o lo uno o lo otro" Es así como María empezó a contemplar la posibilidad de conectar las diferentes ideas como una opción que le permitía salir de la dicotomía en la que se encontraba, ya que no tenía que elegir cuál de esas era la verdadera o la correcta Igualmente a partir de las experiencias que María iba narrando, la investigadora identificaba momentos que contradecían las generalidades que la participante había hecho sobre su rol como terapeuta. Por ejemplo María había construido la idea de que ella siempre "seguía a los consultantes" ya que no asumía la dirección del proceso, en ese sentido la afirmación "como yo lo estoy escuchando ahí estabas tomando las riendas del proceso terapéutico..." era una nueva información para María. En ese sentido, se tuvieron en cuenta las excepciones que contradecían el relato predominante en María basado en la descalificación de sí misma y, que le indicaban que quería seguir como terapeuta en su vida profesional. Una de ellas se refería al hecho de estar tranquila en la sesión y poder hablar con sus consultantes, por lo cual se retomó ese evento a través de preguntas que permitieron conocer los recursos con los que contaba María: Qué es

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lo que sucede cuando estás en sesión?, qué te permite estar ahí con ellos, poder hablarles como tú dices? Esta identificación y reflexión de los recursos de María también se hicieron usando la metáfora que la participante utilizó para representar algunos de los cambios en su quehacer como terapeuta "he visto mi camino despejado". Es así como la pregunta qué nuevas cosas has encontrado en ese camino despejado?, qué has visto en ti en ese camino despejado? y otras similares le ayudaron a hacer una descripción más amplia de este evento que no era etiquetado por ella como problemático y que permitieron abrir la conversación hacia la construcción de una identidad más posibilitadora. Teniendo en cuenta que algunas de las respuestas de María eran abstractas, la investigadora hizo preguntas que le ayudara a precisar con mayor claridad lo que ella quería decir. Por ejemplo cuando ella menciona que lo que ha encontrado en el camino despejado han sido oportunidades, la investigadora pregunta: oportunidades de qué?. Este tipo de preguntas se hicieron frecuentemente, lo cual favorecía el desarrollo de los planteamientos que María hacía: qué significa hacer las cosas bien y a tu ritmo?, cuando dices que te estás dando permisos de arriesgarte, cuáles permisos concretos te has dado? Las respuestas de María constituyeron una apertura para el desarrollo de las nuevas ideas y presupuestos que estaban apoyando su trabajo como terapeuta, por lo cual se preguntó: "con esta experiencia de ver el camino despejado, de reconocer tus habilidades, de confiar en ti misma, de dirigir el proceso. Cuáles dirías que son las creencias que están apoyado tu trabajo como terapeuta? cuáles son esas ideas que tú tienes presentes que apoyan tu trabajo? las que has construido con el camino" La pregunta por las creencias le permitieron a María ver sus cambios también en este nivel y reformular algunos conceptos sobre la práctica terapéutica, desde lo que tenía sentido

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para ella desde su proceso de formación y su experiencia como terapeuta. Algunas preguntas que también favorecieron la ampliación de estos significados fueron: Me pregunto esto que has observado en el camino y en ti, cómo ha influenciado la manera como ahora estás concibiendo la práctica terapéutica?, cómo podrías definir ese mundo de la terapia?, qué significa para ti hacer terapia?, antes creías que si decías lo que pensabas o intervenías eso iba en contravía con un postulado de no ser experto, ahora cómo lo defines? María al responder las preguntas anteriores iba conectando con sus sueños, deseos y compromisos como terapeuta, lo cual fue parafraseado por la investigadora, con el fin de enfatizar y a la vez contrastar con las dudas que tenía María sobre sí misma en ejercicio de dicho rol cuando inició su participación en los espacios conversacionales:"o sea que has reafirmado ese deseo y compromiso de querer estar en el mundo de la terapia, antes este deseo estaba pero dudabas e incluso te cuestionabas preguntándote si servías para hacer terapia" Esto le posibilitó a María darse cuenta que la duda había disminuido notablemente y a la vez identificar las personas que habían observado ese deseo y compromiso en ella de ser terapeuta. Algunas preguntas que incluyeron las voces de los demás sobre los cambios de María fueron: Qué te han dicho tus compañeros de curso?, qué cosas distintas vería tu supervisora, aparte de las preguntas que estás haciendo y la conexión que estas teniendo con tus consultantes para que te dijera que te veía muy bien en tu rol?, si le preguntáramos a ella qué te imaginas que diría? Cuando María lograba puntualizar en acciones concretas los cambios que había observado en ella en alguna sesión de terapia, la investigadora introducía comentarios en los que concretizaba los cambios que María le iba comentando en frases que hacían evidente y enfatizaban las transformaciones que ella estaba teniendo como terapeuta y que contrastaban

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con los relatos que ella había contado en las sesiones anteriores, los cuales estaban centrados en la dificultad. Uno de éstos fue: "Lo que entiendo es que estás validando tu experiencia, y todo lo que has aprendido no sólo a nivel profesional sino como persona" En ocasiones María para dar cuenta de sus cambios, especialmente los que tenían que ver con su sentir emocional, utilizaba las mismas palabras centradas en las dificultades, sólo que les anteponía un no, por ejemplo "no siento tanto temor de...", por lo cual la investigadora hizo preguntas que llevaron a María usar palabras distintas para definir su estado emocional actual y de esa manera evidenciar más sus cambios: E: qué nombre le pondrías a la emoción de no sentir tanto temor? M: mmm, puede ser tranquilidad. Estos cambios en su emocionar fueron acompañados por preguntas encaminadas a conocer lo que le permitía a María mantenerse en dichos estados emocionales: qué hace que sientas tranquilidad ante una situación en la que crees que no tienes tanto conocimiento o que puede ser una situación difícil?, qué es lo que te ha hecho sentir segura?. Este tipo de preguntas le permitieron a María desarrollar nuevas ideas y conexiones que iban relacionadas con las emociones vividas y que ampliaban su repertorio en cuanto a sus posibilidades de acción. Igualmente se indagaba sobre sus nuevas formas de actuar para ir más allá de lo que María decía inicialmente y así se le dio más fuerza a su relato y a las transformaciones que estaba teniendo: Qué te ha permitido darte permisos para arriesgarte?. A la vez esto se iba conectando con el impacto que las transformaciones en sus emociones y actuar tenían en su identidad como terapeuta: Eso qué te dice de ti como terapeuta?

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Reflexión sobre los Cambios y las Habilidades que María había ido desarrollando en su Práctica Terapéutica. Las preguntas por el desarrollo de habilidades se hicieron a partir de diferentes focos, por ejemplo una de las preguntas fue: qué otras habilidades has observado en ti que hace que te sientas capaz de liderar un proceso terapéutico?. Teniendo en cuenta las respuestas de María y como una forma de transcender un listado de acciones, se hicieron cuestionamientos que permitieran conocer el impacto que éstas tenían en la relación con los consultantes: el reconocer estas habilidades, y el asumir una postura en la que diriges el proceso, esto cómo influye en la relación con tus consultantes?, el posicionarte de esa manera cómo ha cambiado la relación con tus consultantes?. Este tipo de preguntas iban acompañadas de otras que mostraban la diferencia en las formas de actuar anteriormente descritas por María en las primeras sesiones: tu decías que antes tu los seguías, ahora cómo describirías la relación con ellos?. También se incluyeron las percepciones que estaba teniendo la supervisora de María frente al desarrollo de sus habilidades, lo que le permitieron identificar otras que no había sido tenidas en cuenta por ella: Qué habilidades tu supervisora vio en la comprensión que estabas teniendo del caso? La investigadora también retomó algunas habilidades mencionadas por María conectándolas con su identidad profesional y con la transformación del entendimiento de algunas nociones que antes le generaban agobio y que ahora constituían en una oportunidad para ampliar su maniobra terapéutica: "lo que estoy viendo es que hay una confianza en lo que sabes y has aprendido en la formación, estás validando el conocimiento, estás viendo la reflexividad como una posibilidad para ampliar tu comprensión y no como una voz que juzga, y estás reconociendo tus capacidades, y tus habilidades"

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Las preguntas y reflexiones retomaron los cambios que María percibía en ella en su quehacer terapéutico relacionados con sus creencias, emociones, formas de actuar y de relacionarse, y posibilitaron la conexión con algunas ideas y presupuestos sobre su ser terapeuta que para ella eran importantes y valoraba en su rol: Con eso que me cuentas sobre tu estilo, qué cosas ves y valoras en ti que antes no?, tú dices que te gusta hacer intervenciones con impacto, que es parte de tu estilo, a qué te refieres?, cómo defines el confrontar y el hacer intervenciones?, eso es un cambio en ti?, o sea que te estás dando el permiso de decir y hacer lo que consideras útil para el consultante?, cómo te hace sentir esto como terapeuta?, con esto que dices qué te lleva a querer seguir haciendo terapia?, a qué le estás apostando? A partir de estas reflexiones se le pidió que construyera frases que sintetizaran los nuevos entendimientos y cambios que guiaban su quehacer terapéutico: "Si pudieras ponerle un nombre a todo esto que hemos conversado, sobre tus creencias, valores, experiencias, tu papel como terapeuta, los logros alcanzados, qué nombre le pondrías?. Estoy pensando en un nombre o frase que pueda sintetizar todo esto y que sea una guía en tu quehacer como terapeuta, dejando abierta la posibilidad de transformarla en el camino con las nuevas experiencias.... Es como ponerle un nombre a esta nueva historia que estás construyendo como terapeuta" Aunque inicialmente fue difícil para María, la construcción de estas frases y la indagación con detalle sobre lo que quería decir María con cada una de sus palabras, favorecieron que la participante identificara con mayor claridad sus transformaciones y el sentido de éstas. Igualmente se retomaron las frases para conectarlas con las acciones concretas que había emprendido María en su rol como terapeuta y desde ahí se posibilitó la reflexión sobre

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el proceso que le permitió llegar a esas conclusiones, la forma cómo esto ha impactado su identidad como terapeuta, el proceso terapéutico y la relación con los consultantes: Si pudieras definir los pasos que te han llevado a esas conclusiones cuáles serían?, Qué acciones dan cuenta de esto que está siendo importante para ti?, en qué acciones se vio la apuesta que estás haciendo de lo que significa para ti ser terapeuta?, qué efecto han tenido estas acciones en ti, en tu ser terapeuta?, qué efecto has visto que ha tenido en tus consultantes?, el efecto liberador que tu vivencias qué impacto ha tenido en los consultantes?, esta conexión contigo misma qué facilitó en el proceso terapéutico? Cuando en las respuestas de María no era evidente el cambio, se hacían preguntas que favorecieran la apertura a ver la diferencia: Lo que entiendo es que eso lo hacías antes, cuál es la diferencia ahora? Se invitó a María a reflexionar no sólo sobre las nuevas posibilidades de acción que se generaron a partir de los nuevos significados, sino que se dio apertura a incluir otras no contempladas inicialmente por María a partir de las que podían surgir en el camino de ser terapeuta: Qué otras acciones crees que faltarían por implementar para darle mayor coherencia a eso que quieres como terapeuta? Simultáneamente la investigadora recogía la información que María iba desarrollando e iba identificando lo que ya constituía un logro para ella retomando algunas de las sesiones en las que María había asumido el rol de terapeuta: Ya empezaste dándole volumen a tu ser, como tú dices vinculándote con todo tu ser, conectándote con los consultantes..."

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Puntos de Encuentro entre los tres participantes Dilemas Conceptualización del "buen" psicólogo/terapeuta La conceptualización del "buen" psicólogo/terapeuta estaba dada para el y las participantes de esta investigación por la utilización "correcta" de los saberes expertos, lo que hacía que estuvieran centrados en las técnicas y en lo que “tenían” que hacer para lograr cambios rápidos en los consultantes, es decir que en dos o tres sesiones se cerrara el caso por cumplimiento de objetivos. En ese sentido, el terapeuta era visto como un generador de cambios en el sistema consultante, incluso definido como un “incentivador de acciones”, tal como lo expresó uno de los participantes. Así pues, el cambio era percibido como creado y dirigido de forma unilateral por el profesional. Los cambios para los profesionales en formación sistémica de esta investigación eran concebidos como "totalizantes" y radicales, es decir que cambiaban por completo la vida de las personas. Por tanto, los “pequeños” cambios que emergían en el encuentro terapéutico eran insuficientes y sin importancia. Lo anterior influía para que el enfoque sistémico no fuera visto como una postura epistemológica, sino que se convertía en una herramienta para lograr cambios y de esta manera lograr un estatus profesional. Las implicaciones de esta conceptualización del "buen" psicólogo/terapeuta se relacionaban con la necesidad de los profesionales en formación de ajustar sus acciones al “deber ser”(teoría), lo que los desconectaba de sus consultantes (dejaban de escucharlos) y aumentaba el temor de que sus intervenciones no tuvieran un sustento teórico. Esto además influía para que estuvieran centrados en el motivo de consulta, en

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resolver el problema, en “empujar” hacia el cambio y en obtener resultados por temor a la deserción y a ser juzgados como "malos" profesionales, lo cual reducía sus posibilidades de comprensión y de intervención, pues desconocían las opciones que iban surgiendo en la consulta y, limitaba la generación de un espacio reflexivo con los consultantes frente al no cambio. Teniendo en cuenta que los participantes de esta investigación se atribuían la responsabilidad total sobre el cambio, ante el no surgimiento de éste aparecían las dudas sobre la competencia profesional y sobre la utilidad de la terapia, que incidían en emociones de frustración, cansancio e impotencia.

Desvalorización de estilo personal El terapeuta era concebido como un teórico y la práctica clínica mediada por la aplicación de técnicas, lo que influía para que la experiencia personal que surgía en el encuentro terapéutico no fuera válida y, la construcción de la relación terapéutica fuera vista como parte de una conversación de amigos por no hacer parte de una técnica. Es así como descalificaban las actuaciones que no fueran acordes con la técnica por temor a "qué dirán los técnicos?", lo cual los limitaba en su espontaneidad y aumentaba su frustración al no reproducir de forma literal la teoría. Por tanto, no se usaban a sí mismos en el encuentro con el otro. Además, los estudiantes de post grado referirían que en supervisión directa se inhibían en su actuar, ya que creían que todas sus acciones deberían ir sustentadas por la teoría.

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Conceptualización de la teoría como una verdad La teoría era vista por el y las participantes de esta investigación como una verdad, por tanto era lo único válido y, el psicólogo/terapeuta como un acumulador de conocimientos. Esto traía implicaciones en su quehacer psicoterapéutico puesto que la teoría se convirtió en una “carga” que limitaba el actuar y la curiosidad, ya que sus diálogos internos estaban focalizados en lo correcto o incorrecto de sus actuaciones. De esta manera se descalificaban otros saberes que no estaban sustentados por la teoría que estaban relacionados con experiencias personales y laborales. La teoría era lo que lo que los legitimaba para asumir la posición de psicólogo/ terapeuta, pues era lo único que el y ellas percibían que favorecía la creación de intervenciones. En ese sentido, las dos mujeres que participaron de esta investigación al tener la sensación de no saber, pues el conocimiento estaba más allá del horizonte alcanzable, no asumían el direccionamiento de los procesos terapéuticos, ya que no sentían que tuvieran la autoridad para hacerlo por no contar con todos los conocimientos.

Evaluación de la competencia profesional La evaluación de la competencia profesional estaba focalizada en el ser y en lo que les faltaba para ser “buenos”, en el que era muy frecuente la comparación con otros profesionales que eran vistos como “exitosos", por ejemplo docentes y terapeutas reconocidos. Esta evaluación era sinónimo de descalificación y necesaria para ser "mejores" desde el deseo de las y el participante de ser exitosos. De esta manera había una descalificación de su propio proceso de formación y, la evaluación al estar centrada en el déficit, generaba desempoderamiento, frustración, cansancio y cuestionamientos sobre su elección de la carrera.

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Cambios en las Narrativas Postura frente al Conocimiento El y las participantes asumen una postura crítica frente a la teoría cuestionando la concepción del conocimiento como verdadero, lo cual favorece la validación de otros saberes, incluidos los que surgen en la relación terapéutica, y la posibilidad de elegir entre diferentes perspectivas y modelos teóricos. Es así como la teoría empieza a ser vista como un recurso que permite organizar la información y pauta algunas intervenciones. Así mismo, desde esta postura frente al conocimiento el y las participantes se dan el permiso de no saberlo todo, ya que esto es imposible; por tanto acuden a colegas y a la literatura para reflexionar y ampliar sus comprensiones.

Descentrándose del deber ser y centrándose en los consultante El y las participantes al descentrarse del "deber ser" dan importancia a la construcción de la relación terapéutica y logran conectarse con los consultantes, escuchándolos, haciendo comprensiones sistémicas e interviniendo para crear nueva información, silenciando su diálogo interno que estaba focalizado en la pregunta “Qué tengo que hacer?, y en las técnicas y las actuaciones correctas.

Transformaciones en la noción de cambio: Cuestionamiento del cambio causal y totalizante El y las participantes reconocen que el cambio surge a partir del intercambio comunicacional, lo cual hace que los profesionales asuman su propia responsabilidad frente a la creación del contexto que posibilite la emergencia de éste, permitiendo que los

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consultantes asuman la responsabilidad sobre su vida y elijan lo que más les hace sentido y lo que les es más útil. Esto significa para el y ellas renunciar a la omnipotencia terapéutica y aceptar la evolución de la vida y de los cambios. Ante la ausencia de cambios el y las participantes generan procesos reflexivos que les ayuden a ampliar sus comprensiones y posibilidades de intervención, sin descalificar lo que ha surgido en el proceso terapéutico.

Posicionamiento como psicóloga/terapeutas La psicóloga y los terapeutas sistémicos en formación asumen el direccionamiento de los procesos terapéuticos reconociendo la relación de poder que se construye entre el profesional y los consultantes, diferenciándola de una relación de dominación, lo cual les permite cuestionar y actuar para que puedan emerger nuevos sentidos. Así pues, se descentran de los motivos de consulta y de la mirada individual, ampliando sus comprensiones y posibilidades de intervención, preguntándose sobre lo que pueden aportar desde su rol.

Validación del estilo personal El y las participantes reconocen que las acciones en su quehacer terapéutico están guiadas por el enfoque y por la persona del terapeuta, lo que les permite legitimar la posibilidad de mostrarse distinto y no ser una réplica de otros. En ese sentido ajustan las intervenciones de acuerdo a su identidad y creatividad, conectándose con sus propios sueños, creencias y compromisos como psicóloga/terapeutas sistémicos. Es así como empiezan a validar su espontaneidad y la sensación de libertad y fluidez dentro del contexto terapéutico.

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Confianza y seguridad en sí mismos El y las participantes validan su momento vital como psicóloga y terapeutas sistémicos reconociendo su experiencia académica, profesional y personal; y el aporte que puede tener su perspectiva en el consultante. Sus reflexiones sobre su desempeño profesional incluyen las

habilidades

desarrolladas y el gozo que implica ser terapeuta/ Psicóloga. Además, los aciertos y desaciertos son vistos como una oportunidad de aprendizaje, lo cual les posibilita reducir la mirada acusatoria de sí mismos. Esta confianza y seguridad en sí mismos se observa en su lenguaje verbal y no verbal que denota tranquilidad y fluidez en la sesión, unido a un disfrute de las consultas

Espacios conversacionales Comprensión del marco de referencia En los espacios conversacionales se buscaba comprender el contexto donde las dificultades habían surgido, identificando los significados que estaban organizando las percepciones de las y el participantes. Es así como la investigadora hacía preguntas por lo que aparentemente era "obvio" y sobre lo que estaba implícito en el relato pero no era dicho. Además, se posibilitó la reflexión sobre el impacto que podía tener una idea en el quehacer terapéutico sin suponer que el efecto podría ser negativo. El lenguaje utilizado por la investigadora revelaba la autoría de los planteamientos e incluía la perspectiva contextual, por ejemplo: "esto es lo que piensas tú en este momento?, cómo aprendiste esta idea?", con el propósito de cuestionar verdades universales que se dan por sentado.

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Así mismo, la investigadora expresaba sus propios entendimientos acerca de lo dicho por las y el participantes, utilizando el parafraseo, lo que les permitía a ellas y el escucharse y generar reflexiones sobre lo que decían. También se construyeron metáforas sobre las dificultades generando la meta observación de éstas.

Encontrando nuevos sentidos acerca de la identidad y la práctica psicoterapéutica Para generar aperturas a nuevas comprensiones, interpretaciones y reflexiones se hicieron preguntas desde el mismo marco lógico de las y el participante, a partir de las incoherencias que iba apareciendo en el relato que contradecían algunos pautas y significados construidos por la psicóloga y los terapeutas sistémicos en formación, y que en otros casos se oponían a los postulados del enfoque sistémico. Las metáforas y los juegos de roles permitieron reflexionar sobre la magnitud de los planteamientos de las y el participante, al igual que las preguntas por las distinciones entre palabras que eran usadas como sinónimos pero que su significado era distinto. Por ejemplo, cuál es la diferencia entre reflexión y evaluación; entre confrontación y descalificación. La investigadora también organizaba la información dicha por los profesionales en formación de una forma diferente para construir junto con ellos nuevos sentidos. Así mismo, en las conversaciones con los participantes se retomaban los propósitos, sueños, deseos y compromisos como psicóloga y terapeutas sistémicos que aportaban nuevas miradas a su rol.

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Conversaciones centradas en experiencias que dan apertura a nuevas miradas y a la identificación de habilidades Luego de comprender el contexto en el que emergían las dificultades y el impacto que tenían en el quehacer terapéutico de la psicóloga/terapeutas sistémicos en formación se hacía preguntas que les ayudara a ver las formas en que habían afrontado de forma propositiva las dificultades. Además se retomaron partes del relato de la experiencias que cuestionaban las ideas dominantes y se ignoraban las que la fortalecían. Así mismo, se pasaron al contexto profesional habilidades cotidianas que podían tener fines terapéuticos y de esta manera volver relevante lo que aparecía irrelevante, al conectarlas con los postulados del enfoque sistémico. A partir del relato también se retomaron las habilidades en el quehacer terapéutico que iban apareciendo, dándoles un significado desde el aporte que hacían a su rol como psicóloga/terapeutas.

Conversaciones centradas en los cambios Los cambios que iban alcanzando las y el participante de esta investigación fueron abordados desde el proceso recursivo entre emociones, comprensiones y acciones, haciendo hincapié en los nuevos significados que estaban siendo creados sobre la identidad profesional y sobre la práctica psicoterapéutica. En ese sentido, la investigadora traía ideas, emociones y cuestionamientos que habían hecho los participantes en espacios conversacionales anteriores y que constituían un contraste, lo cual evidenciaba aún más el cambio. Así mismo, se identificaron experiencias puntuales con los consultantes en donde se viera el cambio, con el propósito de agregar nuevos sentidos a éstos.

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Se incluyó la percepción de la supervisora, de los compañeros y consultantes frente a cambio, y se construyeron metáforas y frases que representaran los cambios, lo que a su vez favoreció la reflexión sobre los nuevos significados que se habían creado.

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DISCUSION Con el desarrollo de esta investigación se buscó comprender los procesos que viven una psicóloga y dos terapeutas sistémicos en formación con respecto a su identidad profesional y cómo los espacios conversacionales propuestos en este trabajo contribuyen a la construcción de ésta, de forma que aumente las posibilidades en su quehacer psicoterapéutico. Teniendo en cuenta dicho objetivo se puede decir que de acuerdo a las premisas principales para la formación profesional en terapia sistémica propuestas por Ceberio y Linares (2005) el componente teórico, el práctico y la supervisión fueron los que los psicólogos/terapeutas que hicieron parte de esta investigación reconocieron como parte de su formación, siendo el estilo terapéutico un componente que para ellos era importante pero que desde su percepción no era retomado por la academia, por tanto no era válido. Desde esta perspectiva el componente práctico era visto como la aplicación de elementos e intervenciones aprendidas en el componente teórico, en el cual no sólo buscaban apoyar y confirmar desde lo pragmático lo aprendido durante las clases sino que era una forma de evaluar su competencia profesional como psicólogos/terapeutas sistémicos de acuerdo al ajuste de sus acciones a las perspectivas teóricas. De esta manera el enfoque sistémico en la práctica clínica para las y el participante de esta investigación no constituía una epistemología, entendida como un modelo de conocimiento que se encuentra en un supranivel (Ceberio, Linares, 2005) y que nos informa la forma como los organismos conocen, piensan y llegan a decisiones que

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determinan su conducta, Bateson (1998); sino que era un instrumento para usar y lograr cambios en los consultantes. En ese sentido la teoría tenía para las y el participante un valor de verdad en el que el conocimiento como dice Foucault (1985) constituía una teoría universal acerca de la vida y de la terapia que determinaba sus decisiones en la práctica psicoterapéutica y desde el cual ellas y él se sentían juzgados y clasificados como buenos o malos. Esto tenía un fuerte impacto en la identidad profesional ya que la definición del "buen" psicólogo/terapeuta en parte estaba dada por la habilidad de reproducir literalmente lo que habían aprendido en las clases, y al no lograrlo había una descalificación de su rol como psicóloga/terapeutas, lo cual les generaba intranquilidad e inseguridad, ya que surgían dudas sobre su competencia en la realización de procesos de atención psicológica/terapéutica y frente a la posibilidad de continuar trabajando en esta área profesional. Específicamente Darío definía el ser terapeuta como el aplicador de técnicas en el contexto terapéutico y si lograba hacer una utilización correcta de ésta significaba que era buen terapeuta. Tanto María y Darío (estudiantes de posgrado) sentían temor de que sus intervenciones no tuvieran un sustento teórico, ya que para ellos esto era lo que permitía dar cuenta de su proceso de aprendizaje en el campo de la terapia. Así pues, el y las participantes a través del componente epistemológico y teórico como dice Ceberio y Linares (2005) trataban de hacer una construcción teórica de la concepción de los problemas humanos y a la vez llevaban herramientas concretas para intervenir; sin embargo la psicóloga/ terapeutas en formación percibían que la teoría los limitaba puesto que al centrar sus pensamientos en lo que suponía que "tenían que hacer" se desconectaban de sus consultantes, ya que dejaban de escucharlos y de comprender lo

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que estaba sucediendo con ellos, disminuyendo la posibilidad de mostrarse espontáneos y de ampliar sus posibilidades de comprensión y de acción, ya que desconocían las opciones que iban surgiendo en un encuentro terapéutico en particular. Además al centrarse en la técnica, como lo mencionan Ceberio, Moreno y Ds Champs (2000) la creatividad de los estudiantes se vio limitada, reduciendo las herramientas y recursos que surgen del estilo personal y que pueden incrementar la eficacia en las intervenciones. Entonces, contrario a lo que sugieren Ceberio y Linares (2005) la guía del modelo desde el uso que le estaban dando el y las participantes estaba bloqueando las inventivas particulares. De acuerdo a la propuesta de Ceberio y Linares (2005) sobre el estilo terapéutico, la psicóloga y los terapeutas en formación no daban una identidad particular a los modelos, pues como dice White (2007) bajo la noción de lo "correcto" y lo "verdadero" los profesionales en formación buscaban reproducir maneras de ser y de pensar culturalmente veneradas, y al no lograrlo se sentían frustrados e incompetentes. Contrario a lo que propone Andolfi (1998) los estudiantes en la práctica clínica no se utilizaban a sí mismos como el principal instrumento de trabajo, ni se daban la oportunidad de adecuar las interacciones del contexto terapéutico de acuerdo a su estilo personal, por temor a ser juzgados y a no ser vistos como profesionales por los docentes. Así pues la evaluación del desempeño de él y las estudiantes incluía la comparación con profesionales con años de experiencia profesional y con mayor preparación académica, privilegiando lo que les faltaba por aprender, lo cual hacía que descalificaran sus saberes, las habilidades desarrolladas y el proceso de formación en el que se encontraban.

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En ese sentido, la saturación social a la que se refiere Gergen (2006) ha influido para que estos profesionales en formación conozcan experiencias, teorías y formas de intervenir de psicólogos/terapeutas, lo que a su vez ha significado para ellos ampliar los criterios de calificación de su desempeño comparándose con otros profesionales y al haber discrepancia con lo que ellos realizaban aumentaba la descalificación y los diálogos internos basados en las críticas por su actuar, reduciéndose la maniobra terapéutica. Además el vocabulario que las y el participante utilizaban para hacerse preguntas sobre sí mismos en el rol como psicóloga/terapeutas como dice Gergen (2006) era restringido ya que la respuesta suponía juzgarse como superior o inferior, digno o no de admiración, lo cual reducía las posibilidades de acción y de comprensión. Una muestra de esto era la preguntas por si son buenos como psicóloga/terapeutas y si sirven o no para desempeñar esta labor? Las dificultades que la psicóloga/terapeutas en formación vivenciaban en su quehacer terapéutico como dice Mc Namee (1996) estaban permeadas por la visión popular en cuanto que eran entendidas como una propiedad de ellos y una extensión natural de quiénes son, es decir ubicaban las dificultades de su rol en su ser profesional y desde una postura tradicional como la llama Hoffman (1998) dejando a la persona como el locus de mal funcionamiento. Estas dificultades también estaban relacionadas con la conceptualización del cambio y la responsabilidad que le adjudicaban al profesional en la obtención de éstos, quedando así la evaluación de sí mismos restringida a los resultados obtenidos en el espacio terapéutico, los cuales estaban dados por la habilidad del psicólogo/terapeuta de generar

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cambios en el sistema consultante de forma rápida, es decir en dónde el proceso era efectivo si se lograban los objetivos terapéuticos en tres sesiones. Los cambios eran entendidos como "totalizantes" y radicales puesto que tenían la pretensión de dividir la vida de la persona en dos, antes y después de la terapia, deslegitimando lo que las personas y familias querían conservar de sí mismos y de sus funcionamiento relacional. En ese sentido los estudiantes descalificaban los "pequeños" cambios que iban emergiendo en el proceso que para los consultantes eran significativos pero para los profesionales en formación eran insuficientes y en ocasiones tenían poca importancia. Por consiguiente se podrían decir que la psicóloga y los terapeutas en formación sistémica que participaron en esta investigación estaban actuando desde una objetividad sin paréntesis como la plantea Maturana (1990) en la que buscaban estudiar la disfuncionalidad del sistema y generar un cambio hacia la funcionalidad, sin incluirse como parte del cambio. Desde esta perspectiva asumían una postura reguladora de la realidad de los consultantes en donde se limitaban a actuar a través de la teoría y del concepto de lo adecuado, desde una concepción como la llama White (2002) unidireccional de la terapia, en la que los estudiantes aplicaban el saber terapéutico a la vida de los consultantes y buscaban cambiarlos a través de procedimientos terapéuticos, reproduciendo el dualismo sujeto - objeto, en el que los consultantes son objetos de los saberes "expertos". Esto reafirma la idea expuesta anteriormente acerca de la concepción del éxito profesional vinculado a la utilización "correcta" de saberes "expertos" en donde el

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cambio era visto como si pudiera ser creado y dirigido de forma unilateral por el profesional. Aunque la psicóloga y los terapeutas sistémicos en formación buscaban tener comprensiones que podrían incluirse en una cibernética de primer orden de acuerdo con Von Foerster (2006), ya que se interesaban por el funcionamiento, los patrones y la recursividad del sistema familiar para entender las situaciones desde una visión relacional, sus intervenciones estaban dirigidas a la erradicación del síntoma. Esto estaba asociado a que los estudiantes ante las dudas sobre su competencia profesional

buscaban

el

reconocimiento

y la

validación

de

su

rol

como

psicóloga/terapeutas en sus consultantes, en la que pretendían que sus acciones fueran aprobadas por ellos y esto hacía que se centraran más en cómo responder al pedido y al motivo de consulta, lo cual limitaba sus comprensiones y terminaban viendo lo mismo que éstos, por lo cual no se generaba nueva información en el sistema. Así pues, no se lograba una efectividad en el proceso terapéutico, entendido como lo plantea Fruggeri (1996) en el que se cambien premisas, narraciones o las conversaciones en las que se presenta el problema, a partir de la introducción de diferencias, las propuestas de diferentes descripciones a los acontecimientos y las nuevas maneras de relacionar comportamientos y acontecimientos. Además, buscando la erradicación del síntoma y responder al motivo de consulta que era lo que para los estudiantes constituía los objetivos terapéuticos, los profesionales en formación construían una pauta relacional en la que como dice Maturana (2002) haciendo uso de la autoridad social en el dominio de la salud mental determinaban las intervenciones, buscando a través de diferentes formas convencer a sus consultantes y

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empujarlos hacia el cambio, en muchas ocasiones sin construir una comprensión sistémica de las dificultades. Esta concepción del cambio dirigido a los consultantes a partir de los saberes "expertos", como dice White (2007) no contribuye a que las historias de la identidad sean descritas con más riqueza, ya que desconocen los actos de significado relacionados con los acontecimientos significativos en su quehacer terapéutico y su desempeño profesional suele reducirse a adjetivos como "bueno", "malo", "competente", "incompetente", "exitoso", "fracasado" De esta manera cuando los cambios no eran logrados por los estudiantes aparecía la sensación de fracaso e incompetencia, acompañado de emociones como la frustración, la fatiga, la impotencia y el sentimiento de estar agobiados, ya que el proceso psicológico/terapéutico se "estancaba", es decir no había cambios. Estas emociones influían en la transformación de la pauta relacional de la psicóloga y los terapeutas en formación con los consultantes en donde delegaban la dirección del proceso en éstos, asumiendo una postura "pasiva" en la que se limitaban a escucharlos, lo cual les generaba incomodidad y contribuía a la construcción de la identidad profesional centrada en el déficit dada la poca fluidez de ellos en el proceso terapéutico. Aura y María consideraban que el conocimiento requerido sobre el quehacer terapéutico siempre estaba más allá del horizonte alcanzable, lo cual aumentaba sus sensaciones de no saber. De acuerdo con White (2002) este es uno de los impactos que tiene el que los conocimientos expertos sean impartidos de arriba hacia abajo, lo cual en el caso de Aura y María también influía para que ellas delegaran la dirección del proceso terapéutico en los consultantes, puesto que no tenían los conocimientos suficientes que legitimaran su papel como creadoras de un contexto propicio para el cambio,

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disminuyendo su maniobra como profesionales y reafirmando así sus experiencias de fatiga, frustración y agobio. Este impacto también estaba asociado a la postura que asumían desde la objetividad sin paréntesis donde comprendían el conocimiento como objetivo y la efectividad tenía que ver con la representación más verdadera (Maturana, 1995), lo cual hacía que cada vez se silenciaran más en el encuentro terapéutico por temor a que sus preguntas y comentarios no correspondieran a una verdad sobre lo que les estaba pasando a las personas. Igualmente en ocasiones Aura y María construían una pauta de complacencia con los consultantes que las llevaba a inhibirse en su quehacer terapéutico por temor a que sus consultantes se incomodarán, las evaluaran mal o juzgaran su labor como psicóloga ó terapeuta, lo cual reducía sus posibilidades de actuar y

hacía que se sintieran

"paralizadas" al no aportar nada nuevo. Específicamente en María eran importantes algunos postulados teóricos del enfoque sistémico que promovían una postura colaborativa simétrica entre el profesional y el consultante, lo cual como dice Minuchin, Lee y Simon (1998) limitaban su libertad terapéutica para cuestionar, actuar, opinar y comportarse como una persona multifacética, asumiendo un papel respetuoso y a manera de Ceberio y Linares (2005) con exceso de prudencia, temiendo ser demasiado activa o explicita, lo cual influía en la deslegitimación que hacía de su rol, pues percibía que no hacía "nada" y que no sabía qué mas hacer. Por el contrario Darío temía que si aceptaba que la responsabilidad de la vida de los consultantes era de ellos, eso iba a generar una postura conformista y pasiva del profesional, ya que implicaba delegar la responsabilidad del terapeuta en el consultante,

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lo cual le generaba incomodidad ya que esto también significaba desconocer la relación de poder como la plantea Foucault (1991)

que hay entre el profesional y los

consultantes. Los tres participantes de esta investigación no generaban espacios de reflexión sobre el proceso psicológico/terapéutico con sus consultantes ya que atribuían el éxito del proceso sólo al profesional y desde ahí aparecía un temor de que éstos lo evaluaran en forma negativa, lo cual era interpretado por los estudiantes como una incompetencia de su ser profesional, es decir la ubicaban en la persona desde una mirada individual e interna. Por otra parte, retomando el componente de la supervisión propuesto por Ceberio y Linares (2005), en contraposición a lo que estos autores proponían, este espacio de supervisión era visto por los dos participantes en formación de posgrado como un contexto evaluativo en el que tenía que mostrar resultados y sustentar su práctica clínica desde la teoría para poder ser aprobados tanto por la docente como por sus compañeros como "buenos" terapeutas. Por tanto la supervisión no constituía para ellos una posibilidad de ser contenidos afectivamente, aunque en ocasiones percibían un respaldo a nivel teórico y en su práctica. La percepción que tenían los terapeutas sistémicos en formación contrastaba con Minuchin, Lee y Simón (1998), quienes proponen que la primera respuesta deseable de la supervisión es que el estudiante comience a producir su propia versión de la terapia, ya que ellos asociaban el ser terapeuta con la réplica "exacta" de la teoría en su práctica y era lo que pensaban que este contexto les exigía. En ese sentido las ideas del supervisora eran privilegiadas teniendo en cuenta la postura de experto que les otorgaban los

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estudiantes, ante lo cual éstos asumían una postura sumisa y obediente, descalificando sus propias ideas y esforzándose por hacer lo "correcto". Llegando a este punto se puede decir que la identidad de las y el participante como psicóloga/terapeutas en formación estaba constituida, retomando a White y Epston (1993) por relatos dominantes, entendidos éstos por los significados que la persona se atribuye a sí misma y por la forma cómo se describen, en este caso como profesionales en el área de atención psicológica/terapéutica, en el que excluyen parte de la historia vivida y en donde se privilegian las narraciones relacionadas con la frustración, desmoralización, incompetencia y falta de direccionamiento en el trabajo. De acuerdo con lo anterior y con el propósito de que los espacios conversacionales contribuyeran a la construcción de la identidad de los participantes de tal manera que esto redundara en el aumento de posibilidades en el quehacer terapéutico, se retoma las ideas de Korzybski, autor citado por Bateson (1998) que hacen referencia a que el mapa no es el territorio y que el mundo mental está conformado por mapas de mapas. Es así como se tienen en cuenta los mapas de la psicóloga/terapeutas sistémicos en formación desde los cuales describen y comprenden su quehacer terapéutico y dan significado a su rol profesional en la atención psicológica/terapéutica, los cuales como sugiere Morgan (2000) forman una historia que da significado a la experiencia. A partir de los relatos que constituyen los modelos para describir el mundo tal como los define Ricoeur (1983), en los espacios conversacionales se hicieron preguntas que les permitieran definir al y a las participantes las dificultades que ellos estaban percibiendo como psicóloga y terapeutas sistémicos en formación. Es así como se tuvo en cuenta el contexto y las relaciones en las cuales éstas surgían evitando las generalizaciones, cuestionando las certezas y aumentando la curiosidad

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terapéutica para entender la manera cómo habían ido emergiendo las conclusiones que las y el estudiante estaba haciendo sobre su identidad y sobre quehacer terapéutico. Estas conclusiones fueron creadas a partir de la selección de unos eventos que como dicen Morgan (2000) constituían la historia dominante, en este caso basada en la frustración, la descalificación y la incompetencia como profesionales. De acuerdo con los niveles que constituyen el andamiaje conversacional propuesto por White (2007) lo anterior hace parte del nivel bajo de acontecimientos, en el cual se hizo una definición particular del problema con cada uno de ellos, caracterizándolo y conectándolo con creencias y entendimientos sobre las nociones de la práctica psicoterapéutica desde sus propios marcos de referencia. Para esto se indagaba por lo que querían decir los estudiantes con cada afirmación, casi que con cada palabra que utilizaban para describir sus comprensiones y preguntando hasta por lo que aparentemente era obvio con el propósito de saber más acerca de lo que estaban diciendo y avanzar hacia lo que no era dicho de manera directa por él y ellas pero que estaba implícito en sus postulados. Así como sugiere Cecchin (1994) el y las participantes junto con la investigadora identificaron sus ideas y creencias al reflexionar sobre las palabras utilizadas, en las cuales estaban incluidos sus prejuicios frente a la práctica psicoterapéutica y a su rol. De este modo se fue ampliando la historia con cada uno de ellos, tal como lo plantea Geertz (1988) cuando hace referencia a la construcción de una historia densa o una psicología sensible a la cultura como lo propone Bruner (2009) en el que el interés no estuvo sólo en lo que los estudiantes hacían, sino también en lo que decían que hicieron y en lo que decían que los llevó a hacer lo que hicieron y en lo que decían que han hecho

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otros y por qué, es decir era ocuparse de cómo decía la psicóloga/terapeutas en formación que era su mundo en la práctica psicoterapéutica. También se generó un espacio en el que se retomaron las emociones que estaba viviendo él y las participantes frente a su rol en la atención terapéutica buscando comprender como dice Harré (1986) el surgimiento de éstas a partir del intercambio recíproco de encuentros sociales y haciendo un ejercicio de reflexividad emocional como lo plantea Burnham (1993). El ejercicio de reflexividad favoreció en él y las estudiantes como lo propone Elkaïm, citado por Ceberio y Linares (2005) el reconocimiento de la influencia emocional en las distinciones y descripciones que potenciaban, en este caso, un marco de comprensión limitado, que por supuesto influía en la construcción de hipótesis y pragmáticamente en el estancamiento del proceso terapéutico. Simultáneamente a la reflexión sobre las emociones y las creencias al asumir el rol como psicóloga/terapeutas sistémicos y la manera cómo éstas impactaban tanto su quehacer como la visión que tenían sobre sí mismos, se hizo como dice White (2002) un cuestionamiento a las ideas que estaban atadas a una verdad sobre su identidad, lo cual contribuyó a la identificación de los efectos de sus declaraciones. Así pues, en las preguntas y comentarios se utilizó un lenguaje que indicaba la autoría de los estudiantes sobre lo que estaban planteando e incluían la perspectiva contextual. También se hizo uso del parafraseo en el que se retomaban las palabras del y las participantes para sintetizar el relato; en otras ocasiones se empleo la externalización del problema, las metáforas que ejemplificaban lo que éstos estaban diciendo y en uno de los casos se hizo una representación de un consultante en el que se retomaba las palabras y lo que quería escuchar el terapeuta en formación.

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Lo anterior puede dar cuenta de lo que plantea Bruner (2004) acerca del lenguaje, donde la selección y combinación de palabras al formular una expresión determinada por parte de la investigadora favoreció el surgimiento de nueva información, ya que él y las participantes al escucharse a sí mismos y reconocer el impacto de lo que estaban expresando, empezaron a cuestionar sus propias ideas y posturas terapéuticas. De esta manera se pasa a un nivel medio en los acontecimientos, como lo llama White (2007) en el que se hicieron comparaciones a partir de la información que iba surgiendo, se establecieron nuevas conexiones, y se hicieron distinciones frente a lo expresado. Para esto se retomaron y se hicieron preguntas a partir de las incoherencias que iban apareciendo en el relato y en el marco lógico del y las estudiantes, en el cual el y las participantes fueron excluyendo e incluyendo elementos que no habían tenido en cuenta en un primer momento. Teniendo en cuenta que las intervenciones de la investigadora se hacían desde la coherencia con el cambio epistemológico que implica la objetividad entre paréntesis planteada por Maturana (2002) en el que lo real está especificado por las distinciones que hace el observador, y por tanto las diferentes puntuaciones sobre una misma situación son válidas y legitimas en los diversos dominios, ya que están basados en premisas ideas, significados y experiencias diferentes; la investigadora organizaba la información expuesta por la psicóloga y los terapeutas en formación de una forma distinta que diera apertura a nuevas interpretaciones, reflexiones y comprensiones, dejando la opción de que éstos mostraran su desacuerdo, ya que no obedecían a una verdad sino a una mirada diferente de la investigadora.

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Por tanto como lo sugiere Shotter citado por Pearce (1984) el significado de las enunciaciones siempre está inconcluso y lo que hacía la investigadora y posteriormente él y las participantes era agregar algo más a ese proceso de completar. Paralelamente a esas nuevas perspectivas que iban surgiendo en los espacios conversacionales iban apareciendo experiencias de el y las participantes que estaban como dice White y Epston (1993) opacadas por el relato saturado del problema y por tanto no eran percibidos por éstos; sin embargo constituían los núcleos para la generación de nuevas historias y para creación y ampliación de nuevos significados. A partir de las experiencias que el y las participantes relacionaban con las dudas que tenían sobre su competencia profesional en la atención psicológica/terapéutica, así como las que constituían una oportunidad para que el y ellas pudieran desarrollar una historia alternativa sobre su identidad profesional y su quehacer terapéutico, más posibilitadora; se avanzó hacia el nivel medio y alto de distanciamiento de los acontecimientos, propuesto por White (2007). De este modo se hicieron preguntas sobre el panorama de conciencia como lo propone Bruner (2004) en el que retomando a White (1994) facilitaran la conexión y reflexión sobre sus propósitos, deseos, sueños, intenciones y compromisos de los estudiantes en su rol como psicóloga y terapeutas sistémicos que favoreciera la agencia personal desde lo que le estaban dando valor a su quehacer y desde la oportunidad de originar desarrollos preferidos de su rol. Por consiguiente el y las participantes empezaron a descentrarse del "deber ser" y a conectarse con lo que para ellos resultaba importante en su práctica psicoterapéutica, y como sugiere Bruner (2009) desde sus deseos pudieron encontrar otros significados y comprensiones sobre la práctica psicoterapéutica, la relación con sus consultantes y

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sobre ellos mismos como

profesionales en coherencia con esas creencias, sueños,

esperanzas y compromisos. Es así como el y las participantes empezaron a dar importancia a la relación terapéutica entendiéndola como una relación humana en la que como dice Ceberio y Linares (2005) hay una influencia reciproca entre el psicólogo/terapeuta y sus consultantes, en donde el cambio de unos y otros surge a partir del intercambio comunicacional, por tanto las intervenciones son el resultado de la interacciones desarrolladas. Desde esta premisa la psicóloga/terapeutas en formación cuestionaron el principio de objetividad dando paso de acuerdo a los planteamientos de Von Foerster (2006) a una cibernética de segundo orden en donde el y las participantes se muestran reflexivos sobre la manera cómo ellos emergen en el encuentro terapéutico a partir de su participación en la co-construcción del sistema consultante y a partir de sus marcos conceptuales y sus formas de ver el mundo. En ese sentido asumen una postura reflexiva de sí mismos como psicóloga y terapeutas sistémicos en formación frente a sus prejuicios, emociones y experiencias que influyen en su quehacer terapéutico y en la manera como se relacionan con sus consultantes. Teniendo en cuenta la cibernética de segundo orden y la objetividad entre paréntesis propuesta por Maturana (2002) en la que el cambio epistemológico implica que no hay verdades absolutas, sino diferentes dependiendo de los dominios de acuerdo al observador, los y las participantes cuestionaron las verdades que habían sido construidas sobre sí mismos como profesionales en la atención psicológica/terapéutica, distanciándose de la postura evaluativa en la que buscaban definirse como "buenos" o

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"malos" profesionales dependiendo si sus acciones se ajustaban a un "deber ser" que implicaba una manera correcta en su desempeño profesional. En concordancia con lo que sugiere Gergen (2006) la vida de la psicóloga/terapeutas en formación se volvió más expresiva y rica, cuando se cuestionó la posibilidad de la existencia de respuestas "transcendentalmente" correctas o incorrectas basadas en parámetros de moralidad o racionalidad, diluyéndose así los conflictos entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso. Por consiguiente ante la comparación de el y las participantes con terapeutas con muchos años de experiencia, las preguntas e intervenciones de la investigadora estaban focalizadas a que a partir de esto, el y ellas pudieran identificar cuáles eran sus sueños y propósitos en su quehacer terapéutico y la forma cómo éstos estaban impactando de una forma útil los encuentros con sus consultantes desde el proceso de formación en el que se encontraban. En ese sentido para el y las participantes fue de gran utilidad identificar las habilidades terapéuticas que habían desarrollado en su proceso de formación y en su práctica clínica, e incluso retomar habilidades que usaban cotidianamente pero que se podían usar en el contexto profesional. De esta manera como dice White (2002) el y ella empezaron a hacer descripciones detalladas de su propio trabajo que los llevo a identificar logros y acontecimientos significativos que ocurrían en el encuentro con los consultantes y que constituían un aprendizaje para ellos, y que al validarlos podían incorporar en sus libretos de vida. Ante estas habilidades y logros identificados por las y el estudiante se hicieron preguntas sobre el panorama de conciencia, propuesto por Bruner (2004) con el propósito de darles un sentido y así comprender cuál es el aporte que tienen en su rol.

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Partiendo de lo que para la psicóloga y terapeutas en formación era importante desde su rol profesional y teniendo en cuenta las habilidades desarrolladas, las intervenciones de la investigadora estuvieron focalizadas

relacionarlas con postulados del enfoque

sistémico, facilitando la apropiación de los conceptos, teniendo en cuenta lo descrito por Payne (2000), quien refiere que es necesario el conocimiento "experto" y el "local" para construir una imagen completa de la realidad. Así mismo desde la cibernética de segundo orden como dice Von Foerster (2006) la psicóloga y los terapeutas en formación originaron un cambio en su lenguaje denotando autoría en sus observaciones y comprensiones, lo cual favoreció la expresión de sus entendimientos e interpretaciones de lo que sucedía con el sistema consultante al igual que su habilidad para intervenir, disminuyendo su temor a equivocarse, pues sus miradas no obedecían a una verdad, al igual que sus conocimientos, ya que éstos son concebidos una forma de ver la vida. La psicóloga y los terapeutas en formación dan apertura a las múltiples perspectivas y posibilidades de interpretación, reconociendo que éstas se encuentran relacionadas con los marcos referenciales que el y ellas han construido en comunidades determinadas y desde los cuales se puede entender una situación. Esto impacta su quehacer terapéutico, ya que se muestran abiertos a ampliar sus comprensiones sistémicas sobre los casos e incluso transformarlas a medida que conectan nuevos elementos, lo cual abre sus posibilidades de comprensión, acción y de intervención. Tal como dice Gergen (2006) saber que no hay una cosa en sí a la que deban ajustarse las interpretaciones de los profesionales en formación, genera en el y ellas una sensación de liberación puesto que no hay un juicio sobre la correspondencia a los

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procesos internos de los consultantes sino que son ellos los que tienen la opción de interpretarlo de acuerdo a lo que les hace sentido. Esto implicó una resignificación de su rol profesional en la medida en que reconocen que los consultantes son personas que actúan y que enfrentados a la relación de poder con los profesionales como lo plantea Foucault (1991) desde su libertad pueden tomar decisiones, elegir entre las posibilidades, responder y mostrar su desacuerdo. Así pues acorde a lo que plantea Fruggeri (1996) el y las participantes consideran que las intervenciones y las técnicas por sí mismas no tienen eficacia ya que están vinculadas al sentido que los consultantes le dan; sin embargo su rol profesional incluye una relación de poder definida por Foucault (1991) como el modo de acción que actúa sobre las acciones de otros que pueden surgir en el presente o en el futuro. La legitimación de la relación de poder en la relación del profesional con el consultante fue útil para el y las participantes, ya que aunque éstos se dieron cuenta que no podían determinar el cambio de manera unilateral si lograron ubicar su rol como creadores de un contexto donde es posible el surgimiento del cambio teniendo en cuenta como dice Von Foerster (2006) que la utilidad y pertinencia del operar terapéutico se da si abre nuevas posibilidades en el actuar o si la comprensión de la realidad de una forma distinta tiene un efecto en las acciones e interacciones en el dominio que se ha definido como problemático, respetando la autonomía del sistema. Esta comprensión que fue surgiendo en los espacios conversacionales generó en la psicóloga y terapeutas en formación un posicionamiento frente a su rol profesional en los procesos de atención psicológica/terapéutica en donde asumieron una postura activa frente al direccionamiento de los procesos, en el que intervenían haciendo preguntas cuestionamientos, comentarios e ideando estrategias que fueran útiles para los

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consultantes teniendo en cuenta lo que iba emergiendo en los encuentros terapéuticos. Esta postura activa iba acompañada de un lenguaje corporal (gestos, tono de voz, forma de sentarse) que los reafirmaba como psicóloga y como terapeutas sistémicos. Paradójicamente este posicionamiento transformo algunas pautas relacionales de el y las participantes que de acuerdo a Maturana (2002) podrían interpretarse como una relación de dominación, ya que éstos podrían estar asumiendo una posición de autoridad donde esperaban ser obedecidos, lo que hacían que "empujaran" a sus consultantes hacia un cambio específico. Esto significó renunciar a la omnipotencia terapéutica y focalizarse en lo que es posible hacer desde el rol profesional, asumiendo la responsabilidad que implica crear un contexto que favorezcan el cambio, y a la vez tal como lo propone Ceberio y Linares (2005) disponer de teorías sobre el cambio que dé razón de sus posibilidades y limitaciones, que los ayuden a intervenir y a la vez los protejan frente al fracaso, permitiéndoles conocer sus recursos y posibilidades. Al no concebir la realidad como universal y objetivamente válida, el y las participantes elegían las intervenciones de acuerdo a lo que fuera útil para los consultantes y a lo que tenía sentido para ellos en su rol profesional teniendo en cuenta su estilo personal, el cual a su vez les permitía según lo descrito por Ceberio, Moreno, Ds Champs (2000) ampliar sus herramientas e incrementar la eficacia de sus intervenciones. Desde ahí las intervenciones no sólo estaban relacionadas con el componente teórico sino que incluían otros saberes aprendidos a través de la experiencia y todo lo que surgía en ellos en el encuentro terapéutico como pensamientos y emociones en donde como afirma Andolfi (1988) la psicóloga y los terapeutas en formación al ir validando su estilo

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personal se empezaron a utilizar a sí mismos como el principal instrumento de trabajo adecuando las interacciones efectivas en el contexto terapéutico. El estilo personal fue visto por la psicóloga y los terapeutas en formación tal y como lo enuncia Moreno (2000) como un fluir en los márgenes de la identidad profesional, sujeta a modificaciones provenientes del diálogo reflexivo entre las vicisitudes de la clínica, los horizontes teóricos, y los cambios personales del profesional. Para el y las participantes además implicó como le enuncia Ceberio y Linares (2005) sostenerse por la formación teórica que es el norte que guía para evitar que todo vale. A medida que el y las participantes daban cuenta de los cambios alcanzados en su rol como psicóloga y terapeutas sistémicos y la manera cómo esto impactaba su identidad profesional, la investigadora hacia preguntas y comentarios que les ayudaban a que éstos no fueran descritos sólo desde la acción sino que los conectaran con las nuevas comprensiones que estaban teniendo de la práctica psicoterapéutica y de ellos mismos como profesionales incluyendo los compromisos, valores y posturas de vida que estaban guiando su quehacer. De esta forma las narrativas sobre los cambios se hacían teniendo en cuenta el panorama de acción en el que se retomaban las experiencias puntuales en donde se daba la transformación de el y las estudiantes y, el panorama de conciencia que posibilita la reflexión sobre los significados que le dan a los eventos de su experiencia, los cuales fueron descritos por Bruner (2004). En los espacios conversacionales se hicieron preguntas que incluyeron la manera cómo estos cambios estaban siendo percibidos por los consultantes, la supervisora de práctica y los compañeros, lo que permitió concretarlos y a la vez integrar otros que no

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habían sido contemplados por el y las participantes. La investigadora también agregaba nuevos elementos que iban apareciendo en el relato y que eran desapercibidos por ellos. Las nuevas comprensiones que la psicóloga y los terapeutas en formación iban teniendo en relación al proceso terapéutico y a los consultantes se usaron para posibilitar la mirada de ellos mismos desde el enfoque sistémico, ya que aunque el y ellas cuando iniciaron los espacios conversacionales intentaban tener una mirada sistémica sobre las situaciones de los consultantes no lo hacían con ellos mismos. Finalmente se puede decir que los espacios conversacionales contribuyeron a aumentar las posibilidades en el quehacer terapéutico de la psicóloga y los terapeutas en formación sistémica, ya que como dice Anderson (1997) incrementaron la acción creadora frente a su rol, de forma tal que pudieron afrontar las preocupaciones, dilemas y frustraciones para lograr lo que él y ellas querían como las ambiciones, esperanzas, intenciones y acciones que a la vez permitieron su posicionamiento. Esto tuvo un impacto positivo en la identidad profesional en la medida en que el y las participantes empezaron a construir una visión posibilitadora de sí mismos como profesionales, reconociendo sus habilidades, logros y competencias que por supuesto han sido creadas en el contexto relacional. Esto generó una confianza en sí mismos como profesionales, revivió la pasión y el interés por llevar a cabo procesos de atención psicológica/terapéutica, y como lo describen los tres participantes empezaron a "disfrutar las consultas".

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CONCLUSIONES El desarrollo de esta investigación muestra la contribución de una intervención sistémica de apoyo en la construcción de la identidad como psicólogos/terapeutas sistémicos de tres estudiantes que participaron en los espacios conversacionales, los cuales permitieron comprender algunos de los dilemas que vivían estos profesionales en formación al iniciar la práctica psicoterapéutica, que además incidían en la creación de conclusiones limitadas sobre sí mismos, que afectaban su rol profesional en el contexto terapéutico. Hacer procesos de atención psicológica/terapéutica desde el enfoque sistémico implica un cambio paradigmático que no sólo se logra a través de la formación teórica, la práctica clínica y la supervisión, sino que además requiere un proceso en el que los estudiantes puedan reflexionar sobre cómo están entendiendo las nociones de la práctica psicoterapéutica, las relaciones entre profesional - consultante y cuál es el impacto que la formación está teniendo en su identidad como psicólogos/terapeutas. La formación teórica, la práctica clínica y la supervisión brindan herramientas a los estudiantes para hacer comprensiones e intervenir en los diferentes sistemas humanos desde el enfoque sistémico; sin embargo al estar en un proceso de transición de un paradigma a otro se generan dilemas, que los estudiantes responden desde referentes teóricos previos, que son los conocidos y desde los cuales han comprendido el mundo durante muchos años, por tanto son los utilizados en sus intervenciones aunque traten de actuar sistémicamente. Los estudiantes de esta investigación intentaban mostrarse coherentes con el enfoque sistémico; sin embargo lo utilizaban como una herramienta de intervención con el propósito de lograr cambios "rápidos" y "efectivos" en el sistema consultante y así

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percibirse como profesionales exitosos, lo que paradójicamente hacía que estuvieran más centrados en ellos mismos que en sus consultantes, lo cual limitaba la creación del contexto del cambio. Los espacios conversacionales les permitieron identificar los entendimientos que tenían acerca de la práctica psicoterapéutica y de ellos mismos como profesionales, los cuales estaban incidiendo en su rol tanto en sus comprensiones, emociones y actuaciones. Así mismo partiendo de sus marcos referenciales y semánticos se fueron construyendo nuevos sentidos y significados que les permitieron posicionarse y aumentar sus posibilidades en su práctica clínica. En este sentido fue útil partir de la experiencia de los estudiantes en el quehacer terapéutico y conectarlas con sus propósitos, intenciones, deseos, sueños, creencias y compromisos como profesionales para que empezaran a dar valor y sentido a lo que hacían en los procesos de atención psicológica/terapéutica. Además se tuvo en cuenta los conocimientos y habilidades desarrolladas en contexto cotidianos, así como los aprendizajes en los encuentros con los consultantes que pudieran ser útiles en la práctica clínica, para de esta manera ir pasando de lo familiar y conocido por los estudiantes a nuevas significaciones y formas de intervenir. Es así como los profesionales en formación al llegar a consulta con algunos saberes que no estaban limitados sólo a la parte teórica, les generaba más seguridad y confianza en sí mismos para interactuar con sus consultantes y desempeñarse en su rol profesional. De esta manera simultáneamente a que en su formación los conocimientos eran impartidos de "arriba hacia abajo" en el que se transmitían saberes expertos, los cuales los estudiantes debían aprender, los espacios conversacionales partían de "abajo hacia arriba", es decir a partir de sus propios saberes, se incluían otros y se relacionaban con

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los postulados del enfoque sistémico, lo cual favoreció la apropiación de la teoría y la inclusión al paradigma sistémico. Así pues, los profesionales en formación dejan de preocuparse sobre lo que tienen que pensar y hacer en el contexto psicoterapéutico, dando paso a un contexto de aprendizaje de aprender a aprender en la que sus aprendizajes son utilizados en diferentes contextos, y posteriormente logran hacer cambios en la relación con su entorno y frente a sí mismos, comprendiendo la realidad (incluido ellos) desde una visión relacional y contextual, al igual que aprendiendo a cómo pensar y no a pensar en algo. Esto influyo en la transformación de la pauta de los estudiantes centrada en la evaluación y la descalificación de sí mismos a una postura reflexiva en la que se mostraban flexibles, buscaban enriquecer sus comprensiones desde una postura incluyente que conectaba las dicotomías de lo uno o lo otro, y cada vez se fueron apartando de una visión centrada en lo verdadero - correcto y lo falso - incorrecto. De ahí que aunque la parte teórica empezó a ser validada y reconocida como una guía en el actuar como psicóloga/terapeutas, el estilo terapéutico también fue legitimado por ellos, lo cual hizo que se utilizaran a sí mismos como el principal instrumento de trabajo. Para los tres participantes fue importante reconocer el rol del psicólogo/terapeuta sistémico en la creación del contexto propicio para el cambio, la relación de poder que hay entre el profesional y los consultantes donde éstos tienen la libertad de elegir lo que quieren para sus vidas y comprender el cambio como parte de un proceso, donde no es posible crearlo de forma unilateral. Por consiguiente los estudiantes asumieron una postura activa frente al direccionamiento de los casos, validando su rol, lo cual aumentaba su libertad para hacer preguntas, comentarios, comprensiones

e intervenciones que aumentaron las

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posibilidades tanto para ellos en su quehacer terapéutico como para sus consultantes en sus vidas. La identidad profesional de la psicóloga/terapeutas en formación se vio impactada positivamente en la medida en que pudieron observar, identificar y reflexionar sobre sus habilidades, sus competencias, sus propósitos, sus compromisos y todas las posibilidades con las que contaban para ejercer su rol, el cual iba más allá de la repetición y puesta en práctica de unos conocimientos, pues también estaba relacionado con la creación de una conversación terapéutica donde el vinculo terapéutico es importante. El no saber que antes constituía una descalificación hacia sí mismos se convirtió en una oportunidad para seguir el proceso de aprendizaje, el cual no es un producto finalizado sino que hace parte del ser psicólogo/terapeuta. Además, las experiencias de los otros profesionales y la teoría constituyeron una manera para seguir ampliando sus comprensiones e incluso se convirtieron en un referente para reflexionar sobre su quehacer y tomar decisiones con respecto a lo que les es útil en su profesión y lo que no, asumiendo una postura crítica y abriendo la posibilidad de crear nuevos entendimientos y formas de entender los sistemas humanos a partir de sus propias experiencias. Teniendo en cuenta lo expuesto en esta investigación es pertinente que en los procesos de formación de psicólogos/terapeutas sistémicos se incluya en el currículo académico un componente dedicado a la construcción de la identidad profesional en el que se tengan en cuenta los dilemas que implica iniciar la práctica psicoterapéutica y que contribuya tanto a la apropiación del enfoque sistémico como al posicionamiento del rol profesional en el que se abran las posibilidades en el quehacer terapéutico, lo cual

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redundará en la atención efectiva de los problemas de salud mental y por supuesto esto tendrá un impacto social. También este documento constituye un gran aporte al campo de la docencia en terapia sistémica, puesto que le permite a los docentes y supervisores reflexionar sobre su participación en la construcción de la identidad profesional de los estudiantes. Así mismo puede ser útil para los estudiantes quien al ver reflejados en ellos, sus propios dilemas, pueden encontrar nuevas maneras de resolverlos. Por otra parte, al encontrar algunas diferencias en los resultados de acuerdo al nivel de formación y otras dadas por el género es importante que en próximas investigaciones estas perspectivas sean asumidas en el estudio de los dilemas al iniciar la práctica psicoterapéutica y en la construcción de la identidad profesional. Además, resultaría muy útil incluir en este estudio el contexto de formación de la institución educativa, su currículo y sus metodologías.

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ANEXOS Apéndice A: Resumen de resultados participante por participante

DILEMAS DE LOS PSICOLOGOS/TERAPEUTAS SISTÉMICOS EN FORMACIÓN Aura Relación entre la conceptualización sobre el cambio y la identidad profesional: Relato sobre su identidad profesional: "No creo en lo que yo hago", inseguridad, tensión, impotencia y preocupación frente a su quehacer. Utilización de referentes teóricos centrados en la técnica para posibilitar un cambio rápido en los consultantes. Monólogo interno: Evaluación de sus actuaciones desde un deber ser. Desconexión con los consultantes. Descalificación frente a los cambios alcanzados en el proceso terapéutico, ya que los cambios válidos son los que transforman por completo la vida de las personas, es decir los radicales y absolutos. Psicólogo: responsable del cambio de los consultantes. El cambio es unilateral y causal. Comparación y evaluación con respecto a otros profesionales: Descalificación como profesional y reducción de sus posibilidades de acción. Desvalorización de su estilo personal: Propósito: Reproducir con exactitud las formas de intervención. Actuaciones centradas en la técnica. Esfuerzo por no utilizar las emociones y pensamientos que surgían en el encuentro con sus consultantes. Intranquilidad e inseguridad por no ajustarse a la

Darío Responsabilidad total frente al cambio del consultante y evaluación de su quehacer terapéutico de acuerdo a los resultados: Terapeuta: Responsabilidad total sobre los cambios y la vida del sistema consultante, le atribuye el éxito de los procesos terapéuticos y lo define como un "incentivador de acciones" Teoría es una herramienta para lograr cambios unilaterales y rápidos: Diseño de métodos para llegar al resultado esperado. Centrado en mostrar resultados: Temor a la deserción, deseo de ser exitoso y comparación con otros profesionales. Cambio: Ruptura de la vida de los consultantes: Cambios radicales. Descalificación de los cambios que iban emergiendo por no cambiar por completo la vida de la persona. Ante el estancamiento de un proceso: frustración, desmotivación y cuestionamientos frente a su competencia profesional, a la utilidad de la terapia y a su rol como terapeuta. Descalificación y reproches por sus cuestionamientos Definición como mal o el buen terapeuta por la utilización correcta de la técnica y por los resultados obtenidos. Ante la ausencia de cambio por parte de los consultantes su postura era confrontadora o de escucha "pasiva": Desde la impotencia al no tener las herramientas para generar el cambio. Deseo de satisfacer a los consultantes: centrado en el

María Centrada en el deber ser: Qué es lo correcto?: Cuestionamientos frente a su identidad profesional: dudas sobre su desempeño, la elección de la carrera y las habilidades para ejercer su rol como terapeuta. Dudas con respecto a los aportes que ella desde su rol como terapeuta puede hacerle a la familia e implícitamente hay un temor de no responder a los pedidos de éstos Cansancio y angustia por la poca fluidez de sus ideas en el contexto terapéutico y por no saber qué hacer para generar un cambio. Necesidad de que sus actuaciones se ajustarán a un deber ser y búsqueda de una respuesta correcta sobre cómo seguir. Evaluación de su labor como terapeuta desde el deber ser: Miedo, incomodidad y distanciamiento frente al proceso de formación (incumplimiento de responsabilidades). Incongruencia en lo que ella sentía que tenía que hacer y lo que quería hacer. Altas exigencias sobre sí mismas: Idea: "no puedo hacerlo", sobrecarga e impotencia. Cuestionamiento y descalificación son parte del proceso que le van a permitir llegar a ser una buena profesional La postura reflexiva era equivalente a la evaluación de su desempeño. Temor a que los consultantes la evaluaran mal. Invalidación de todo su proceso de formación y los aprendizajes que había desarrollado durante el mismo La terminación del proceso de formación como terapeuta equivale a saberlo todo. Las diferentes perspectivas la llevaban a preguntarse: y ahora qué hago? y generaban en ella confusión ya

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Profesional teoría. Teoría se convierte en una carga que la limita y desde la cual juzga su actuar. La teoría un instrumento para usar y lograr resultados. No hay relación entre el enfoque sistémico y su vida personal. El psicólogo como experto: Psicólogo como experto, acumulador de conocimientos y "clarividente". Posicionamiento profesional: Demostrar sus saberes - centrada en lo que tenía que hacer y pensar. Teoría como una verdad que sustenta sus comprensiones. Pauta de relación con los consultantes: "Empujar" hacia un cambio desde el deber ser. Consulta vista como un "martirio" por no tener los conocimientos suficientes para ejercer su rol: Postura de ensimismamiento, retraimiento frustración, cansancio, descalificación de su quehacer.

Dudas sobre su competencia profesional: Centrada en lo que le faltaba para hacer una "buena" psicóloga. Tristeza al no identificar sus habilidades y percibir su meta profesional como inalcanzable: "no soy digna de ser profesional" Evaluación profesional desde criterios de formación más avanzados: Frustración y descalificación de su trabajo. Búsqueda del reconocimiento profesional en los consultantes a través de la pauta de complacencia: Inhibición en su actuar y temor a que la rechazaran y la juzgaran. Temor a equivocarse.

motivo de consulta, lo que limitaba sus posibilidades de comprensión y acción. Búsqueda del reconocimiento en los consultantes para que le dieran el status de terapeuta lo que aumentaba su necesidad de mostrar cambios rápidos y la frustración al no conseguirlo. Temor de evaluar el proceso con los consultantes. El terapeuta basado en lo teórico Vs la experiencia personal del terapeuta: Desarticulación entre ser terapeuta (teórico) y la experiencia personal del terapeuta (estilo profesional). Necesidad de responder al contexto de formación en la que creía que sus pensamientos, emociones y acciones deberían ir sustentadas desde la teoría y su práctica clínica mediada por la aplicación de técnicas. Temor al usar la experiencia personal que emergía en el encuentro terapéutico y a no usar la técnica aunque esto fuera importante para él en la construcción de su estilo: Pregunta: Qué dirán los técnicos? Descalificaciones de sus actuaciones por no estar acordes con una técnica, ni con lo aprendido en clase perdiendo de vista la utilidad para el consultante. En las consultas que tenía supervisión estaba centrado en la teoría, lo que limitaba su espontaneidad y favorecía la desconexión con sus consultantes. Necesidad de mostrarle a docentes y compañeros que era bueno como terapeuta. Asociación de la espontaneidad con desinterés. Llamaba conversación de amigos cuando no se centraba en la técnica e incluía elementos de su estilo personal fundamentales para la construcción de una relación terapéutica.

buscaba elegir la opción correcta. Confusión y malestar en el contexto de supervisión. ¿Quién dirige la sesión el profesional o los consultantes? Contraposición de ideas y dicotomía frente a rol de terapeuta: Es un guía o se debe dejar guiar por los consultantes?, lo que le generaba inseguridad, indecisión y sensación de parálisis frente a las actuaciones. Focalización en el motivo de consulta para responder a los pedidos de los consultantes y así resolver el problema y generar cambios. Seguía a sus consultantes en el relato y en la conversación que ellos proponían dejando a un lado sus propias comprensiones y propuestas de intervención. La decisión de no dirigir el proceso terapéutico estaba relacionada con la inseguridad que sentía María frente a su rol y la descalificación que se hacía sobre sí misma como profesional en la que deslegitimaba sus saberes. Temor a que los consultantes se incomodaran o la juzgaran como profesional si no seguía la dirección que éstos proponían: Pauta de complacencia. Ante la deserción sentía culpa por no haber hecho lo correcto, descalificaba su papel como terapeuta y a la vez se sentía tranquila por no tener que asumir la responsabilidad del proceso. Confusión ante las distintas demandas de los consultantes ¿La teoría me Inhibe o me da herramientas? Temor de no dar cuenta del modelo que guiaba su quehacer como terapeuta. Lo único válido son los referentes teóricos. Invalidación de su proceso: Desconocimiento de los años de formación y de sus aprendizajes: Angustia, desespero y sensación de sentirse atrapada por no saber qué hacer. Temor de no saber manejar algunos temas: centrada en el contenido de las historias que traen los

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Profesional Incertidumbre y cuestionamientos frente a sus habilidades para desempeñarse luego de terminar sus estudios como profesional.

Saber Vs no saber: La conexión con la teoría le permitía crear estrategias para el abordaje de casos pero significaba una invalidez frente a lo que sí sabía. Temor de mostrarse prepotente al reconocer sus saberes, por lo cual sentía que tenía que deshacerse de algunos para mostrarse humilde, lo cual lo desempoderaba en su rol. Frustración y desprotección por no encontrar en los conocimientos alternativas para obtener resultados. Las claridades ante un caso limitaban su curiosidad y reducían su mirada a una sola perspectiva.

consultantes, ignorando sus propias ideas, emociones y comprensiones que iban surgiendo en el encuentro terapéutico, ya que al no estar conectadas con la teoría consideraba que no eran válidas. La adquisición de más conocimientos la limitaban como terapeuta ya que la enfocaba aún más en lo correcto o incorrecto de sus actuaciones.

CAMBIOS EN LAS NARRATIVAS DE SÍ MISMOS

Descentrándose del deber ser y del resultado - Centrándose en los consultantes Disfruta las sesiones y lo que sucede en éstas: Cambia su patrón de la evaluación constante de sus actuaciones. Construcción de una relación empática y un espacio de confianza con los consultantes: Amplia los temas de conversación Hace preguntas conectadas con lo que los consultantes quieren para sus vidas y no con lo que Aura quiere que ellos hagan de sus vidas. Reconoce que la vida de las personas transciende la teoría Conocimientos son una forma de ver la vida: Disminuye su temor a equivocarse, permite que otros saberes emerjan en la relación con los consultantes. Equivocaciones como parte del proceso de formación. Reconocimiento de las múltiples posibilidades para comprender y para actuar: Siempre se puede hacer de una forma distinta. Redefinición de los objetivos teniendo en cuenta el remitente, los consultantes y su mirada como terapeuta.

Descentrándose de la Técnica y del deber ser Validación de los momentos en los que se muestra espontáneo. Privilegia lo que necesitan los consultantes y lo que puede aportar desde su rol, así no se remita a la técnica. Conexión de sus acciones espontáneas con la teoría y reconocimiento de su efecto interventivo. Incluye la postura del terapeuta y la relación con los consultantes como parte de la terapia. Valoración a su compromiso y entrega cuando asume los procesos terapéuticos: reflexiones sobre el caso, conexión con los consultantes, construcción con ellos de nuevas perspectivas. Transciende la evaluación focalizada en resultados Silenciar el monólogo interno sobre la aplicación de la técnica y sobre lo que tiene que hacer en consulta.

Confianza en sí misma, a partir del reconocimiento de habilidades desarrolladas y de la validación de sus saberes. Identificación de habilidades: escuchar para hacer comprensiones, sensibilidad ante las historias de los demás, conexión emocional con sus consultantes e introducción de nuevas miradas. Identificación de experiencias personales y relaciones que han posibilitado el desarrollo de habilidades que son útiles en el contexto terapéutico. Validación del conocimiento teórico y de otros saberes que surgen de la experiencia personal y laboral (no necesariamente la terapéutica) y del encuentro con los consultantes. Usa lo que piensa y siente a partir del encuentro terapéutico para ampliar las comprensiones.

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Profesional Tiene en cuenta la particularidad de cada caso, tiene en cuenta los ritmos y tiempos del consultante. Se conecta con los consultantes: Escuchándolos, haciendo comprensiones sistémicas e interviniendo para crear nueva información. Postura activa teniendo como referente lo que es útil para el consultantes: Cuestiona y genera movimientos. Tranquilidad, comodidad y fluidez, diminución del temor de actuar en consulta y expresar sus percepciones. Validación del estilo personal en el rol profesional Reconoce que todo su ser está involucrado en los procesos de atención psicológica. Reconoce que las acciones del profesional son guiadas por el enfoque y por la persona. No se esfuerza por dejar fuera del consultorio su estilo. Hace ajustes a los modelos teóricos de acuerdo a su identidad. Valida los conocimientos que no están relacionados con lo técnico: Experiencias. Da relevancia a los pensamientos, emociones y actuaciones que surgen en la relación con los consultantes. Desarrolla habilidades teniendo en cuenta lo que para ella es importante como psicóloga, más allá de la teoría aunque luego ve la conexión con el enfoque sistémico. Postura activa frente a los conocimientos recibidos: Los involucra como parte de su postura de vida. Identifica y reflexiona sobre creencias que han guiado su vida y que son útiles en el contexto terapéutico: Apertura a ver nuevas posibilidades, cuestionar para no ser fiel a una verdad, mostrarse flexible. Teoría un recurso: Permite organizar la información y pauta algunas intervenciones. Utiliza su creatividad para la creación de nuevas conexiones, comprensiones y formas de abordar un caso desde el sueño de desarrollar nuevos conceptos y teorías. Reconoce su capacidad para

Continúa remitiéndose a la teoría viéndola como un recurso para revisar su práctica y para ampliar comprensiones, y a la vez privilegia su estilo profesional. Estilo profesional: Posibilidad de elegir y adecuar las intervenciones de acuerdo a su identidad y su creatividad Postura crítica frente a la teoría cuestionando la concepción del conocimiento como universal. Retoma experiencias de otros terapeutas para dar sentido a lo que quiere o no. Legitima la posibilidad de mostrarse distinto y no ser una réplica de otros. Se conecta con un sueño: desarrollar nuevos modelos y planteamientos a partir de su experiencia. Tranquilo y con una actitud de apertura e inclusión. Transformaciones en la noción de cambio Reconoce los límites de la terapia y la complejidad de cambio. Asume su propia responsabilidad como terapeuta: Reconoce sus habilidades y lo que está a su alcance aportar desde su rol, disminuye sus descalificaciones cuando el cambio no emerge. Permite que los consultantes asuman la responsabilidad de sus propias vidas. Renuncia a la omnipotencia terapéutica, acepta la evolución de la vida y se descentra el resultado: Le genera tranquilidad y posibilidades de actuación. Relevancia a los cambios que van apareciendo así sean "pequeños". Ante el estancamiento de los proceso reflexiona, se moviliza y hace cambios en él sin descalificar sus actuaciones: No hay frustración, disfruta el proceso y busca manera de ampliar sus posibilidades de

Percibe que sus ideas fluyen. Validación de su formación como terapeuta. Paso de una postura evaluativa a una reflexiva sobre el quehacer terapéutico. Legitimación del deseo que la llevo a elegir ser terapeuta y su compromiso en su rol. Se conecta con la teoría desde el disfrute y los aportes que le hace sin que eso signifique una descalificación a sí misma por no saber. Coherencia entre lo que quiere como terapeuta y sus actuaciones. Posicionándose como terapeuta en el direccionamiento de los procesos terapéuticos. Rol "activo" en la conducción de procesos terapéuticos: realiza preguntas, aporta perspectivas diferentes. Reconoce que su papel como terapeuta también tiene que ver con la posibilidad de influenciar a sus consultantes: se da permisos para intervenir. Reconoce su experticia y asume una postura de corresponsabilidad en el proceso terapéutico. Desvirtúa la idea de tener que ajustarse a un “deber ser” que ella concebía como el tener los conocimientos suficientes para poder tener un lugar como terapeuta. Se da el permiso de no saberlo todo ya que esto es imposible: acude a colegas, reflexiona y acude a la literatura para ampliar sus comprensiones. Reconoce que para ella es importante aprender no sólo desde los conocimientos teóricos sino de las relaciones con los demás, consultantes y colegas.

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Profesional elegir entre posibilidades, perspectivas teóricas y experiencias personales lo que quiere seguir como psicóloga. Confianza y seguridad en sí misma como psicóloga. Se puede observar en la manera como se posiciona y asume el rol como psicóloga en el direccionamiento de los casos. Esto se observa en su lenguaje verbal (hace preguntas y comentarios) y en el no verbal (tono de voz más alto, postura cercana a los consultantes) Reconocimiento del aporte que puede tener su perspectiva en el consultante. Identificación de habilidades de acuerdo a su nivel de formación. Tiene en cuenta los aprendizajes desarrollados en otros contextos distintos al profesional pero que contribuyen a su rol como psicóloga. Transformación de su idea de "no soy capaz" a "si puedo" Cuestiona verdades que se había atribuido a sí misma desde una visión intrapsiquica. Pasa de evaluación de sí misma a la reflexión basada en los logros, habilidades que ha desarrollado, las que falta por desarrollar y lo que necesita fortalecer. La calificación no da cuenta de una definición de ella como profesional, ni constituye una predicción para el futuro. Ser psicóloga no es un producto finalizado sino que es un desarrollo que implica un proceso de aprendizaje. Aciertos y desaciertos se convierten en una oportunidad de aprendizaje. Casos que implicaban un reto son vistos como un reconocimiento a su preparación y sus habilidades desarrolladas. Reconocimiento de sus aprendizajes para el abordaje de casos nuevos. Los proyectos de hacer un postgrado no invalidan su proceso actual. Falta de conocimiento: posibilidad de seguir aprendiendo. Aura se siente tranquila, fluida, orgullosa de sí misma y disfruta las sesiones con sus consultantes.

acción. Reconocimiento de la relación de poder, diferente a la de dominación: cuestiona, opina y actúa para que puedan emerger nuevos sentidos. No crea intervenciones precipitadas, se descentra de los motivos de consulta y de la mirada individual, lo cual transforma su aburrimiento en motivación. Mantiene la curiosidad e incluye diferentes perspectivas. Privilegia lo que es útil para el consultante y no lo que el terapeuta quiere que suceda con respecto al cambio: Tranquilidad, satisfacción y posibilidades de acción en su rol. Deja de compararse con otros profesionales cuyos consultantes muestra cambios de forma rápida. Confianza en sí mismo como terapeuta y en su proceso Valida su momento vital como terapeuta: experiencia académica y profesional. Reduce la mirada acusatoria de sí mismo. Reconoce sus conocimientos para hacer terapia y su deseo de hacerla , lo cual le permite posicionarse como terapeuta. Ampliación de sus comprensiones y su maniobra como terapeuta: tranquilo y disfruta las sesiones. Sensación de libertad dentro del contexto terapéutico. Postura y lenguaje no verbal dan cuenta de su seguridad y confianza en sí mismo. Pasa de asociar el crecimiento con un proceso de sacrificio y dolor en el que es necesaria la recriminación para poder ser mejor terapeuta a un proceso en el que puede reflexionar reconociendo las habilidades desarrolladas y el gozo que implica para él ser terapeuta. Disfruta y acepta el riesgo de que se produzcan

Integra su voz con la de sus consultantes Utiliza sus propias ideas para crear nuevas comprensiones y posibilidades de intervenir. Disminuye su temor a equivocarse ya que reconoce que sus interpretaciones no obedecen a una verdad. Identifica y valida su estilo confrontador. Transformándonos en el encuentro terapéutico Asume una postura en la que se permite cambiar a partir del encuentro terapéutico y la relación con los consultantes. Papel del terapeuta es generar espacios donde el cambio sea posible, los consultantes son responsables de su propio cambio. Cobra sentido la idea de no ser dueña de los cambios, lo que le da mayor movilidad para intervenir más allá del pedido de sus consultantes. Concepción del cambio como una convergencia de muchos elementos desvirtuando la idea de que las acciones del profesional producen de manera lineal un cambio: No se siente con la "carga" de tener que cambiar a los consultantes. Se conecta consigo misma y con los consultantes lo que favorece una relación cercana con ellos. Ejercicio de autoreflexión frente a sus prejuicios y emociones y el impacto en sus consultantes. Esto significa para María conectarse desde el corazón y reconocer su parte humana. Transforma la idea del terapeuta como algo abstracto a nivel de ideas que se concretiza utilizando teorías y técnicas para que los consultantes cambien.

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Profesional La responsabilidad compartida en el proceso de atención psicológica Responsabilidad del psicólogo: desarrollar un proceso en el que emerjan nuevas comprensiones y soluciones a las dificultades. Los consultantes tienen la libertad para elegir y dar significado a las intervenciones realizadas. La co-responsabilidad hace que Aura se sienta empoderada, libre para intervenir, alegre y con la sensación de querer estar siempre en sesión. Ampliación de sus posibilidades de acción de acuerdo a lo que está en sus manos hacer. Cuestiona las ideas sobre el cambio totalizante: Los consultantes quieren conservar aspectos de sí mismos que les han sido útiles en su vida. La relación humana en la atención psicológica Encuentro terapéutico como una relación humana: Tanto el psicólogo como el consultante se impactan mutuamente. Cuestiona el rol del psicólogo como una persona objetiva. Reflexiona sobre lo que surge en ella en el encuentro con los consultantes haciendo distinciones entre lo que corresponde a su historia personal y lo que está relacionado con el consultante. Identifica y reflexiona sobre sus prejuicios y el impacto que éstos tienen en el proceso. Busca relacionarse con los consultantes viéndolos como personas y no objetos de intervención. Postura de cuidado con el otro: sensible, acoge sus emociones y crea un contexto para el cambio.

cambios indeseados o inesperado que cambien el rumbo del proceso terapéutico. La ausencia de cambios no invalida necesariamente el proceso terapéutico, ni la presencia de cambios rápidos significa que hayan emergido en el proceso y que esto valide la terapia. Identifica como lema de vida “siempre hay algo más qué hacer” La nueva forma de reflexión sobre sí mismo de su rol como terapeuta desde lo que puede hacer distinto le ha posibilitado sentirse liviano, fluido, disfrutar más las consultas y confiar en sí mismo. Resignificación las equivocaciones como una oportunidad de aprendizaje y de encontrar nuevos caminos que les permita salir de las dificultades para que la solución emerja

Reconoce que es una terapeuta humana y que no puede hacer una división entre ser persona y profesional. Identifica y reflexiona sobre sus valores como la transparencia y la honestidad que le permiten reflexionar para revisar el impacto de sus intervenciones. Diferencia entre actuar como terapeuta en función del reconocimiento o de acuerdo a lo que es útil para los consultantes.

CARACTERIZACION DE LOS ESPACIOS CONVERSACIONALES

Comprensión del marco de referencia de Aura: 

Comprensión de las emociones de Aura desde su contexto Preguntas para comprender sus emociones desde la particularidad, especificidad y mirada de Aura

Comprensión y reflexión sobre el marco de referencia de Darío

Comprensión y reflexión sobre el marco de referencia de María

Formulación de preguntas para entender lo que quería decir con cada una de las afirmaciones. Preguntas para identificar

Indagación sobre el contexto donde emergieron las dificultades y su efecto en su rol como terapeuta.

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Profesional Indagar sobre el significado que Aura le estaba dando a sus emociones. Parafraseo: retomar las palabras de Aura y sintetizar en frases para permitiéndole escucharse a sí mismas. Conversación sobre las emociones como una entidad externa a ella. Preguntas para asumir las dificultades de forma propositiva: Modos en las que las ha afrontado. 

Comprensión de los significados que Aura atribuye a las diferentes nociones práctica Psicoterapéutica

Indagación por lo que quiere decir con cada una de sus afirmaciones. Reflexión sobre cómo estos significados impactaban su quehacer como psicóloga. Identificación y contextos que incidieron en la creación de dichas nociones. Creación significados: 

de

los momentos que aparecían las dudas sobre su rol como terapeuta y así entender el contexto específico en el que éstas aparecían, evitando caer en generalizaciones Identificar y a posibilitar la reflexión sobre las emociones que acompañaban sus dudas sobre su rol. Inclusión de los entendimientos que la investigadora estaba haciendo a partir de lo que para que Darío se escuchara y a la vez agregara nuevos ideas a lo que estaba diciendo. Preguntar por las relaciones y los diferentes actores que influían en la pauta de Darío de demostrar que si era un buen terapeuta Curiosidad para entender algunas incoherencias que aparecían en los relatos de Darío. Preguntas para entender las comprensiones que Darío estaba haciendo de algunos elementos teóricos que se constituían en dilemas. Cuestionar algunas ideas desde el mismo marco lógico

nuevos

Cuestionamiento de ideas desde el mismo Marco de referencia de la Participante Identificación de las incoherencias del relato para cuestionar las certezas. Preguntas para entender los argumentos que sostienen los nuevos planteamientos. Preguntas para avanzar hacia lo no dicho teniendo en cuenta lo que sí decía. Cuestionamiento de la visión de sí misma centrada en las características individuales haciendo hincapié en los significados, supuestos e ideas construidas. Cuestionamiento de las ideas sobre el bien y el mal como algo objetivo. Utilización de metáforas que representen la magnitud de lo expresado por Aura. Expresión de las propias interpretaciones de la investigadora para introducir nueva información y crear con la consultante nuevos

Identificación de lo que para Darío resultaba importante en los procesos terapéuticos y la conexión con la práctica Preguntas focalizadas en lo que para Darío estaba siendo importante en la atención terapéutica, lo cual agregaba nueva información a lo dicho por él. Parafraseo sobre lo que era importante para Darío. Teniendo en cuenta que para Darío era muy importante lo que pudiera aprender de los otros, se enfatiza en lo que él puede aprender de los estilos de los demás y la contribución que él puede hacer desde su estilo a éstos. Conectar el significado que le está dando a su experiencia como terapeuta con sesiones terapéuticas concretas y acciones puntuales. Traer las voces de docentes y compañeros en la identificación de su estilo. Identificación de los sueños como terapeuta y su influencia en el presente.

Cuando las respuestas no eran claras se persistía en las preguntas para entender lo que estaba concibiendo como dificultad. Preguntas para entender lo que María quería decir con sus palabras y para ampliar el relato de María expandiendo lo no dicho por ella e identificando los significados que estaban organizando sus percepciones Reflexión sobre las elecciones que estaba haciendo en su rol como terapeuta y el significado que le estaba dando a éstas. Postura propositva frente a las dificultades. Exploración de los entendimientos sobre terapia, cambio y el papel del terapeuta. Preguntas hasta por lo que aparentemente era obvio para ayudarle a puntualizar sus ideas. Identificar las experiencias que influían en algunos dilemas de María. Expresión de los entendimientos de la investigadora, sobre los cuales se reflexionaba. Preguntas para entender el efecto que tenían las acciones y comentarios de los consultantes en ella. Identificación de las emociones y creencias que emergían de la relación con sus consultantes y que incidían en sus pautas relacionales con éstos. Parafraseo y preguntas para ahondar en el tema. Cuestionamientos en las que se incluía las incoherencias del relato. Distinciones en el lenguaje para diferenciar entre la confrontación y la descalificación; y entre la

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Profesional significados. Invitación a utilizar un lenguaje distinto que dé cuenta de los nuevos entendimientos 

Identificación de experiencias que permiten ampliar y crear nuevos significados Identificación de experiencias que constituyen aperturas para ampliar y crear nuevos significados. Identificación y reflexión sobre experiencias que cuestionan y amplían dichos significados Retomar las partes del relato de la experiencia que cuestionan las ideas dominantes e ignorar las que las mantienen. A partir de las experiencias retomar los logros alcanzados en el rol como psicóloga. Identificar nuevas comprensiones y acciones para conectarlas con el enfoque sistémico: Volver relevante lo que parece irrelevante. Retomar la experiencia de Aura como actriz de teatro identificando elementos que son útiles en el contexto psicoterapéutico. Introducción de la noción de tiempo para evidenciar la transformación de los significados. Identificación de habilidades desarrolladas en la participante Dar espacio y tiempo en la conversación para conversar de las habilidades que desde la visión de Aura eran triviales. Identificación de habilidades desarrolladas en la formación y a través de experiencias cotidianas. Pasar al contexto profesional habilidades cotidianas que pueden tener fines terapéuticos. Poner a Aura en el rol de experta y consejera sobre la forma de afrontar positivamente las dificultades vividas por ella. Reflexión de sus habilidades desde el significado que les da y lo que aportan a su rol y al proceso psicoterapéutico. Identificación de presupuestos del enfoque, elementos teóricos y metodológicos que le ayudan a asumir

Encontrando Nuevos Sentidos acerca de su identidad y de la práctica terapéutica a partir de los relatos de Darío Introducción de nuevas miradas y reflexiones que surgían en la investigadora frente a lo que Darío estaba diciendo. Identificar las acciones que le permitían afrontar de manera propositiva las dificultades Introducir las diferencias entre la evaluación y la reflexión Identificación de pautas relacionales teniendo en cuenta la forma como Darío se estaba viendo a sí mismo en su rol profesional Se plantearon diferentes impactos que podía tener una misma idea o cuestionamiento, sin suponer que siempre su efecto puede ser negativo. Recoger elementos dichos por Darío y organizarlos con él de una forma que pueden crear más posibilidades de actuación Mostrar incoherencias entre el enfoque sistémico y los cuestionamientos de Darío. Identificación de experiencias que ampliaran la mirada sobre sí mismo y la práctica psicoterapéutica. Énfasis en lo que estaba a su alcance hacer, teniendo en cuenta su experiencia, su nivel de formación y su rol como terapeuta. La investigadora asumió el papel de consultante y desde ahí decía lo que había entendido que Darío quería que dijeran sus consultantes para luego generar reflexiones sobre lo planteado. Conversaciones centradas en la identificación de habilidades y en los cambios de Darío Identificación de los logros y los pasos que han favorecido el desarrollo de habilidades. Conexión con elementos teóricos del enfoque sistémico, con el sentido que Darío les estaba dando y con los valores que son importantes para Darío. Preguntas para identificar habilidades y cambios en Darío que

evaluación sobre su ser terapeuta y el impacto de sus intervenciones en los consultantes. Preguntas por lo no dicho verbalmente pero si de forma no verbal. Identificación de experiencias y relatos para ampliar y crear nuevos significados sobre la práctica terapéutica y sobre su identidad La investigadora a partir de lo que María iba narrando hacía nuevas conexiones con el propósito de generar una mirada distinta Inclusión de distintas formas de salir de las dicotomías. Identificar momentos de la experiencia que contradecían las generalidades que María había hecho sobre su rol como terapeuta y la limitaban. Preguntas sobre el sentido y el significado que tenía para María ser terapeuta. Conexión con sueños, deseos y compromisos como terapeuta.

Reflexión sobre los cambios y las habilidades que María había ido desarrollando en su práctica terapéutica Puntualizar los cambios en acciones concretas. Identificación de las habilidades desarrolladas Uso de metáforas para la representación de los cambios Contrastar los cambios de María con la

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Profesional su rol y que se conectan con el desarrollo de sus habilidades. Mostrar y ahondar en los cambios alcanzados por Aura en su rol como psicóloga Condensar los cambios en frases para tenerlos más presentes. Ampliación de los temas de conversación a partir de las frases construidas: indagar lo que quería decir cada palabra Conectar los cambios con nuevos significados. Traer las anteriores formas de pensar para hacer evidente la transformación. Preguntas que retoman las nuevas percepciones para entender a los demás sino como una forma de comprenderse a sí mismas: Enfoque sistémico como forma de ver el mundo, no una herramienta de intervención. Mirada al cambio desde el proceso recursivo entre emociones, comprensiones y acciones. Identificación de experiencias puntuales con los consultantes en donde se viera el cambio. La investigadora agregaba nuevos elementos a los cambios descritos para ampliar su significado.

él no había definido con claridad pero que estaban implícitas en lo que iba narrando. Reflexión sobre el impacto de su transformación emocional y de sus logros en el quehacer terapéutico. Identificación de acciones concretas que daban cuenta de su diferencia en su actuar como terapeuta trayendo sesiones terapéutica concretas. Preguntas para concretizar lo que Darío decía, lo cual le permitía conectar con su identidad profesional. La investigadora traía ideas y preguntas que Darío se hacía en las primeras sesiones y que limitaban su quehacer terapéutico, lo cual constituía un contraste y una forma en que Darío podía identificar los cambios no sólo en términos de acciones sino en transformación de ideas y de emociones La investigadora agregaba nuevos significados con respecto a los cambios que estaba teniendo Darío Utilización de metáforas que representaran lo que Darío estaba identificando como cambios.

historia dominada por el problema y con las formas de actuar descritas en las primeras sesiones. Construcción de frases que sinteticen los cambios y los nuevos entendimientos Reflexión sobre el significado de la frase construida. Cuestionamientos para conocer el impacto que tiene las habilidades desarrolladas y los cambios en la relación con los consultantes. Inclusión de la percepción de la supervisora y compañeros sobre las habilidades y cambios de María. Conectar las habilidades y los cambios con los nuevos significados sobre la práctica psicoterapéutica y con la identidad profesional.

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