El objetivo que he planteado en el presente texto, es el de llevar a cabo una aproximación al análisis del método de la economía política, que Marx analiza en sus Grundrisse y que considero como eje central y fundamental en el proceso de apropiación de la obra del filósofo alemán. I En lo que se ha conocido como la Introducción de los Grundrisse, Marx establece en la sección “El método de la Economía Política”, que categorías como “población” e incluso “clase social” son simples abstracciones (Marx, 2007) las cuales, en su uso aislado, no permiten dan cuenta de la realidad. Siguiendo al filósofo checo Karel Kosík, el método planteado por Marx es un método de “ascenso de lo abstracto a lo concreto” (Kosík, 1967, pág. 49), en el que todo comienzo de análisis de lo real parte de lo abstracto, a partir de lo cual se tiene una representación caótica del mundo o del hecho estudiado, para avanzar dialécticamente en la superación de dicha abstracción hasta llegar a conceptos cada vez más simples y producir así el escenario de concreción. Este movimiento, operado en los conceptos y por tanto, en el pensamiento, es un movimiento de la parte al todo, y posteriormente, un retorno del todo a la parte nuevamente (Kosík, 1967). En palabras de Marx Si comenzara, pues, por la población, tendría una representación caótica del conjunto y, precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples: de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles hasta alcanzar las determinaciones más simples. Llegado a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población, pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad con múltiples determinaciones y relaciones (Marx, 2007, pág. 21)
En este sentido, a pesar de que el “movimiento en espiral” (Kosík, 1967, pág. 48) que lleva a cabo el pensamiento en el método de investigación propuesto por Marx, tiene como punto de partida el mismo punto de llegada, en dicho proceso se produce un resultado cualitativamente distinto al momento inicial. Dicho ascenso implica que el pensamiento llega a un punto distinto del cual había partido; el método permite, de acuerdo con Kosík, partir de una representación caótica de la realidad estudiada, para llegar posteriormente a una determinación conceptual abstracta. De acuerdo con el checo, aquel retorno al punto de partida se distingue cualitativamente del momento inicial de la investigación, en el sentido que ya no estamos ante la realidad caótica e incomprendida de la percepción inmediata, sino ante el “concepto del todo ricamente articulado y comprendido” (Kosík, 1967, pág. 48). El momento de concreción implica entonces una totalidad rica de múltiples determinaciones y relaciones; en palabras de Marx “lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso” (Marx, 2007, pág. 21). Este proceso activo llevado a cabo por el pensamiento parte entonces de la intuición y la representación sensible, siendo esta en un principio “volatilizada en una representación abstracta” (Marx, 2007, pág. 21). De acuerdo con el alemán, en un momento posterior, son dichas determinaciones abstractas las que permiten la reproducción de lo concreto por medio del pensamiento. Son el pensamiento y por tanto, la labor activa del sujeto investigador, los que permiten analizar la realidad en términos de totalidad concreta. El pensamiento reproduce lo concreto por medio de su actividad y sus movimientos dialécticos. Sin embargo, ello no implica, como en Hegel, que lo real sea una simple producción de un movimiento del pensamiento en sí mismo;
para Marx, el método permite dicho ascenso de lo abstracto a lo concreto como posibilidad que tiene el pensamiento de “apropiarse de lo concreto, de reproducirlo como concreto espiritual” (Marx, 2007, pág. 22). El proceso que despliega el pensamiento en su apropiación de la realidad no implica, entonces, una producción de la realidad en cuanto tal. Marx afirma que para la consciencia filosófica idealista, el concepto es la realidad en cuanto tal y por tanto, es el mundo pensado el único mundo real. Para dicha consciencia, el proceso que lleva a cabo el pensamiento y el movimiento de las categorías que tiene lugar en él, “se le aparece como el verdadero acto de producción” (Marx, 2007, pág. 22). El mundo real sería, en este sentido, una producción del pensamiento; sin embargo, lo que es producto del pensamiento es la totalidad concreta como totalidad del pensamiento (Kosík, 1967). Lo concreto es producto del concepto y por tanto, del proceso de abstracción. Pero lo real no es un simple producto del concepto que se piensa y surge de sí mismo, obviando las intuiciones sensibles y las representaciones que ellas producen. El movimiento dialéctico opera a partir de la apropiación del mundo con mediación de la sensibilidad, lo que permite al pensamiento transformar dichas representaciones en conceptos (Marx, 2007). La única forma de apropiación del mundo real, en cuanto totalidad concreta, es a través de su producción como un todo en la mente que piensa y conceptualiza las intuiciones. II Marx establece que el desarrollo y perfeccionamiento de la sociedad burguesa y del modo de producción burgués posibilitó la consideración del trabajo como la actividad creadora de riqueza por excelencia. Pero esta consideración del trabajo como productor de riqueza, no atiende a determinada actividad o a determinado género de trabajo, sino al mismo como una universalidad abstracta (Marx, 2007). A su vez, afirma el filósofo de Tréveris que dicha consideración del trabajo como trabajo genérico, posibilita la concepción del producto del trabajo (trabajo objetivado o pasado) desde su universalidad abstracta. De acuerdo con el alemán, dicha categoría es, en una primera instancia, una “expresión abstracta de la relación más simple y antigua, en que entran los hombres en tanto productores, cualquiera que sea la forma de la sociedad” (Marx, 2007, pág. 25). En este sentido que señala Marx, esta indiferencia ante formas de trabajo particulares se da en el entendido de que el trabajo universal abstracto es un elemento común a todos aquellos géneros de trabajo, desde la forma más simple y arcaica, hasta las formas más desarrolladas de trabajo en el seno de nuestra sociedad burguesa. El trabajo deja de ser pensado a partir de una única forma particular, allí donde el desarrollo concreto más rico y avanzado ha posibilitado las abstracciones más generales (Marx, 2007). Sin embargo, de acuerdo con Marx, aquella abstracción del trabajo en trabajo universal abstracto, no es simplemente el resultado de un análisis intelectual de una totalidad concreta de trabajos (Marx, 2007). Lo que posibilita la indiferencia ante la especificidad de las múltiples posibilidades de trabajo en una sociedad, es el hecho de que la particularidad subjetiva del individuo es indiferente frente a los intereses de producción universales y por tanto, cualquier individuo particular es prescindible. Según nuestro filósofo, la universalidad del trabajo trae consigo la indiferenciación del individuo en sociedad y por tanto, este puede pasar indiferentemente de un trabajo a otro (Marx, 2007). En palabras de Marx, “el trabajo se ha convertido entonces, no sólo en cuanto
categoría, sino también en la realidad, en el medio para crear la riqueza en general y, como determinación, ha dejado de adherirse al individuo como una particularidad suya” (Marx, 2007, pág. 25). El carácter universal abstracto del trabajo, no es únicamente producto de una actividad del pensamiento, puesto que es también un resultado histórico que tiene lugar en el mundo empírico. Como en general en toda ciencia histórica, social, al observar el desarrollo de las categorías económicas hay que tener siempre en cuenta que el sujeto —la moderna sociedad burguesa en este caso— es algo dado tanto en la realidad como en la mente, y que las categorías expresan por lo tanto formas de ser, determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada, de este sujeto, y que por lo tanto, aun desde el punto de vista científico, su existencia de ningún modo comienza (Marx, 2007, pág. 27)
De acuerdo con el autor de los Grundrisse, aquella abstracción simple que ha sido posible únicamente gracias al desarrollo de la economía burguesa y que así mismo, expresa una relación “válida para todas las formas de sociedad, se presenta como prácticamente cierta en este grado de abstracción sólo como categoría de la sociedad moderna” (Marx, 2007, pág. 26). Por su grado de generalidad y abstracción, la categoría “trabajo” nos permitiría interpretar, en cierta medida, la actividad que lleva a cabo el hombre en la producción de riqueza material en cualquier sociedad o civilización precedente. Sin embargo, el grado de abstracción e indiferenciación que alcanza el trabajo en el capitalismo, es propio de dicha forma social. Siguiendo a Marx, en ninguna otra forma social, el trabajo completamente abstracto e indiferenciado frente a sus múltiples posibilidades de determinación, es un producto histórico, cuya indiferenciación y grado de generalidad es vértice para el proceso de producción mismo. Con Marx podemos afirmar que el trabajo, tal como se entiende en el mundo burgués, tiene validez plena únicamente dentro de las condiciones y límites de esta realidad histórica (Marx, 2007) El también autor de El Capital afirma que, debido al grado de complejidad y desarrollo alcanzado en la organización histórica de la producción burguesa, las categorías que permiten la interpretación de la composición orgánica de su realidad, permiten el análisis de los modos de producción pasados, aquellos “sobre cuyas ruinas y elementos ella fue edificada y cuyos vestigios, aún no superados, continúa arrastrando, a la vez que meros indicios previos han desarrollado en ella su significación plena…” (Marx, 2007, pág. 26). Con Marx, podemos afirmar entonces que el punto de partida para el análisis de la historia es el presente mismo desde el cual el investigador se ubica. El desarrollo del proceso de producción industrial que perfeccionó las relaciones de producción burguesas y así mismo, posibilitó el surgimiento de la ciencia económica capitalista, permite establecer el eje a partir del cual se interpretará todo el decurso de la historia hasta este momento. Toda la historia transcurrida hasta la consolidación de la sociedad burguesa, se puede explicar e interpretar en función de dicho momento. En este sentido, la crítica de la economía política que elabora Marx, se separa de ciertos presupuestos fundamentales de dicha ciencia, pero su punto de partida es ella misma, su método. La posibilidad de concebir el trabajo como una categoría universal abstracta, resultado exclusivo del desarrollo del modo de producción burgués, le permitió a Marx establecer dicha categoría como presupuesto fundamental de su investigación y de su obra. Como categoría ontológica, el trabajo es lo que le permite definir aquello propiamente humano en el hombre.
A pesar de lo anterior, Marx señala que en cuanto al método, habiendo partido en su investigación de determinados presupuestos epistemológicos de la economía política clásica (en especial, Adam Smith y David Ricardo), va a tomar distancia en determinados aspectos del proceder de esta cienca. En este sentido, el alemán señala que los economistas (haciendo referencia a los ya señalados) proceden erróneamente al obviar los matices y las especificidades propias de cada época histórica y su modo de producción correspondiente. Por tanto, es igualmente erróneo ver “la forma burguesa en todas las formas de sociedad” (Marx, 2007, pág. 26). Siguiendo con ello, afirma el filósofo que si bien las categorías brindadas por la economía política clásica poseen cierta legitimidad para la interpretación de los modos de producción históricos precedentes, no tiene validez pasar por alto las diferencias esenciales que existen entre cada uno de ellos (Marx, 2007). La crítica que elabora Marx a la economía política implica un proceder que parte de su presente, de la investigación de las relaciones sociales burguesas y por tanto, de la ciencia burguesa misma; sin embargo, este punto de partida inicial requiere del distanciamiento crítico necesario para pensar el presente mismo de manera objetiva y dar cuenta así de las grietas que se han formado tras su edificación. Dicha distancia crítica es la que, según Marx, omiten con frecuencia los economistas clásicos, generando así una interpretación de los estadios anteriores de la historia, de forma unilateral. La así llamada evolución histórica reposa en general en el hecho de que la última forma considera a las pasadas como otras tantas etapas hacia ella misma, y dado que sólo en raras ocasiones, y únicamente en condiciones bien determinadas, es capaz de criticarse a sí misma —aquí no se trata, como es natural, de esos períodos históricos que se consideran a sí mismos como una época de decadencia— las concibe de manera unilateral (Marx, 2007, pág. 27).