Recuperación Tras La Crisis Asiática Y Papel Del Fmi.docx

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Recuperación tras la crisis asiática y papel del FMI https://www.imf.org/external/np/exr/ib/2000/esl/062300s.htm Las crisis financieras que estallaron en Asia a mediados de 1997 ya han quedado atrás, y las economías afectadas experimentan una vigorosa recuperación, que no ha sido espontánea, sino que es el resultado de la tesonera aplicación de medidas de política económica por parte de los países afectados y del respaldo financiero en gran escala otorgado por la comunidad internacional, especialmente en el marco de programas respaldados por el FMI para Corea, Indonesia y Tailandia. También Filipinas y Malasia experimentan una viva recuperación económica. Si bien, en visión retrospectiva, el asesoramiento de política económica brindado por el FMI a esos países en el período de emergencia no fue impecable, se introdujeron sin dilación correctivos y mecanismos de adaptación a las circunstancias, y las estrategias adoptadas permitieron restablecer la confianza y la estabilidad en el mercado financiero e hicieron posible la reanudación del crecimiento económico; en la mayor parte de los casos antes de que finalizara 1998. La persistencia de la recuperación y el mantenimiento a largo plazo del proceso de reducción de la pobreza dependen en forma decisiva de una continua estabilidad macroeconómica y de la firme aplicación de reformas estructurales clave. Nueva estirpe de crisis económicas Las crisis que se iniciaron en Tailandia con una serie de ataques especulativos contra el baht estallaron tras varias décadas de excelentes resultados económicos en Asia. Aunque las circunstancias no fueron idénticas en todos los países de que se trata, las dificultades se debieron principalmente a la combinación de desequilibrios macroeconómicos (aunque en general se mantuvo el equilibrio del presupuesto público y las tasas de inflación fueron moderadas), al deterioro de la balanza de pagos y a la fragilidad del sistema financiero y del sector empresarial. Los desequilibrios de balanza de pagos obedecieron a una vigorosa afluencia de capital privado y altas tasas de inversión privada, y se vieron exacerbados, antes de la crisis, por el aumento de valor del dólar de EE.UU., con el que las monedas de los países en cuestión estaban vinculadas oficial o extraoficialmente Varios factores explican la fragilidad de los sectores financiero y empresarial: fallas preexistentes en las carteras de las instituciones financieras; un endeudamiento en divisas desprovisto de cobertura, que expuso a las entidades nacionales al riesgo de sufrir pérdidas considerables en caso de depreciación de la moneda; excesiva utilización de crédito externo a corto plazo, e inversiones riesgosas con un trasfondo de burbujas de precios de acciones e inmuebles. Esos factores se venían acumulando en un entorno de gran afluencia de capital privado y acelerada expansión del crédito interno en sistemas financieros liberalizados, en que la generalizada presencia de garantías públicas implícitas (además de las que representan los sistemas de vínculo monetario) y el régimen de supervisión y regulación no permitían hacer frente a los desafíos de un mercado financiero mundializado. En ese contexto, la variación en las actitudes de los agentes del mercado podía suscitar, y en efecto suscitó, un círculo vicioso de depreciación de la moneda, insolvencia y salida de capital, que fue difícil detener. El contagio se propagó rápidamente en la región tras la devaluación del baht, pues los inversionistas tuvieron la sensación de que otros países experimentaban dificultades similares, que comprometían su solvencia. Al culminar las crisis, gran parte de las instituciones financieras y las empresas de los países afectados se encontraban en quiebra. 1. Los programas respaldados por el FMI Se solicitó al FMI que otorgara respaldo financiero a tres de los países más gravemente afectados por la crisis: Corea, Indonesia y Tailandia. La estrategia utilizada frente a la crisis tenía tres componentes principales: 



Financiamiento. El FMI otorgó financiamiento por unos US$35.000 millones para respaldar programas de ajuste y reforma en Corea, Indonesia y Tailandia; la asistencia concedida a Indonesia se incrementó aún más en 1998-99. Otras entidades multilaterales y bilaterales se comprometieron a aportar financiamiento por unos US$85.000 millones, aunque no se entregó la totalidad de esa suma. Por otra parte se adoptaron medidas concertadas (en diferentes etapas, tras la iniciación de esos programas, en diferentes países) para poner coto a la salida de capital privado. Política macroeconómica. Se adoptó una política económica más restrictiva (en diferentes etapas según el país) para detener el colapso de los tipos de cambio de los países —proceso mucho más avanzado de lo que podrían justificar los parámetros fundamentales de la economía—e impedir que la depreciación de la moneda condujera a una espiral



inflacionaria y una depreciación aún mayor. La restricción de la política monetaria fue, como correspondía, temporal: una vez que comenzó a recuperarse la confianza y se estabilizaron las condiciones del mercado se redujeron las tasas de interés. En esencia, correspondía aplicar una política fiscal firme en Corea e Indonesia, en tanto que en Tailandia se preveía la adopción de medidas de restricción fiscal para dar marcha atrás al proceso de incremento del déficit que había tenido lugar el año anterior a la crisis. Reformas estructurales. Se adoptaron medidas encaminadas a corregir las fallas existentes en el sector financiero y el sector empresarial. A través de otras reformas se procuró mitigar las consecuencias sociales de la crisis y sentar las bases para la reanudación del crecimiento económico. Para las proyecciones macroeconómicas en que se basaban los programas iniciales se adoptó el supuesto de que sería posible restablecer rápidamente la confianza a través de un marco de medidas convincentes, aunado con planes de financiamiento por montos elevados. En virtud de ese supuesto se previó la desaceleración del crecimiento económico, que de todos modos seguiría siendo positivo. Ni el FMI ni otros observadores previeron la profunda recesión que iba a producirse: el PIB de Corea se redujo un 7% en 1998, el de Tailandia un 6% y el de Indonesia un 14%. Además de otorgar asistencia financiera para programas de reforma de la política económica en esos tres países, el FMI colaboró con otros países de la región que estaban enfrentando la crisis:

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Amplió y aumentó, en 1997, el monto del programa que estaba respaldando para Filipinas y celebró con ese país un nuevo acuerdo de derecho de giro en 1998. Intensificó sus consultas con otros países afectados por la crisis y les proporcionó asesoramiento de política económica con respecto a las medidas que podían ayudarlos a evitar el contagio. Entre otras cosas, el FMI coincidió con las autoridades chinas en que debía mantenerse el tipo de cambio de la moneda de China frente al dólar de EE.UU. 2. Importancia capital de las reformas estructurales para el éxito de los programas Se dio a las reformas estructurales más importancia que en los programas habituales del FMI. Los detalles de esas reformas se formularon en colaboración con las autoridades de cada país y con el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo. La necesidad de reforma del sector financiero era especialmente apremiante, dadas las causas de la crisis. En los tres países, los programas tuvieron los siguientes componentes comunes:

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Cierre de instituciones financieras insolventes, para impedir pérdidas adicionales. Recapitalización de instituciones financieras potencialmente viables, en muchos casos con asistencia gubernamental. Estrecha supervisión, por parte del banco central, de instituciones financieras en dificultades. Más estricta supervisión y regulación financieras para impedir la repetición de las dificultades que habían conducido a la crisis. Los objetivos consistieron en restablecer la solidez de las instituciones financieras y aplicar normas de supervisión y regulación de nivel internacional. No obstante, en todos los casos ese proceso se realizó en forma paulatina, dada la necesidad de una solución de compromiso entre un avance convincente y la preocupación de que la adopción demasiado presurosa de un régimen más severo pudiera perturbar el funcionamiento de un sistema que estaba tratando de superar la crisis. La reestructuración de la deuda de las empresas —incluido el establecimiento de mecanismos de reestructuración viables— se consideró también una contrapartida esencial para restablecer la solidez del sistema financiero. A este respecto el avance fue lento en los tres países, con la consiguiente desaceleración del crecimiento económico. Las siguientes fueron otras de las reformas ejecutadas:



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Programas de protección de segmentos pobres y vulnerables de la sociedad frente a los aspectos más nocivos de la crisis, profundizando y ampliando las redes de seguridad y (especialmente en Indonesia) dedicando considerables recursos presupuestarios al aumento de los subsidios de productos básicos, como el arroz. Medidas tendientes a una mayor transparencia en los sectores financiero, empresarial y público. Medidas encaminadas a dar mayor eficiencia a los mercados y aumentar la competencia.

3. Resultados iniciales y evaluación de los programas respaldados por el FMI Inicialmente, los programas respaldados por el FMI no lograron restablecer la confianza en la medida prevista en los tres países, pues persistió la salida de capital y la moneda siguió depreciándose. Esos fenómenos obedecieron a diversos factores, incluidos los siguientes: 





Vacilaciones iniciales y cambios de orientación de la política económica en el marco de la aplicación de los programas, por ejemplo, eliminación prematura de medidas de política monetaria restrictivas, junto con incertidumbres políticas y electorales que arrojaron dudas sobre la política económica que iba a aplicarse. Desequilibrios de enormes proporciones entre las reservas y la deuda a corto plazo que iba haciéndose exigible. En Corea y Tailandia, los inversionistas percibieron en forma especialmente clara esta situación, ya que en relación con los programas respaldados por el Fondo se dio a conocer información referente al nivel de las reservas utilizables. Incertidumbre con respecto a los planes de financiamiento oficial; en especial, en Corea e Indonesia no se desembolsaron los recursos de las "segundas líneas de defensa", anunciadas al comienzo de los programas de esos países.

La continua salida de capital y el proceso de desvalorización monetaria hicieron que la recesión, en los países en cuestión, fuera mucho más profunda de lo previsto. Ello obedeció principalmente al colapso del gasto interno, especialmente del gasto de inversión privada. La balanza en cuenta corriente de los países fue objeto de enormes reajustes, vinculados principalmente con una pronunciada disminución de la importación. Los mercados financieros se estabilizaron en los primeros meses de 1998 en Corea y Tailandia, y bastante después en Indonesia. La moneda comenzó a recuperarse y a mediados de 1998 las tasas de interés se redujeron a niveles inferiores a los anteriores a la crisis. Luego la actividad económica comenzó a recuperarse: a mediados de 1998 en Corea y más tarde en los otros países. Una vez iniciado, el proceso de recuperación resultó inesperadamente sólido, en especial en Corea, cuyo crecimiento económico fue del 10,75% en el total de 1999. La recuperación obedeció al resurgimiento de la demanda privada interna, cuyo colapso había suscitado la recesión. La experiencia de la crisis asiática y los resultados de la estrategia de política económica aplicada suscitaron nuevas ideas con respecto al sistema financiero internacional y a la reacción de política económica apropiada frente a las crisis financieras. Se sigue estudiando la manera de aplicar las enseñanzas de la crisis asiática a las actividades del FMI. Como medida inicial, en enero de 1999 el FMI dio a conocer un análisis interno provisional sobre el diseño de los programas respaldados por el Fondo ejecutados en Corea, Indonesia y Tailandia, y sobre la experiencia inicial referente a los mismos2. A través de ese estudio se procuró identificar los aspectos de la estrategia del FMI que habían dado los resultados previstos y los que era necesario reconsiderar. En septiembre de 1999, el FMI publicó un estudio en que se pasa revista al asesoramiento de política económica que la institución brindó en Asia en materia de reestructuración financiera3. Una de las enseñanzas clave, según la mayor parte de los observadores, es que deben aplicarse medidas más enérgicas de prevención de crisis. La evolución de la crisis puso claramente de manifiesto la dificultad de poner freno a ese proceso una vez iniciado. Las siguientes son algunas de las enseñanzas recogidas en esa esfera: 





El hecho de que el Fondo y la mayoría de los restantes observadores no hayan logrado prever la crisis, salvo en el caso de Tailandia, pone de manifiesto la importancia de una vigilancia reforzada, especialmente en relación con la vulnerabilidad del sistema cambiario y financiero, para tratar de corregir las vulnerabilidades antes de que lleguen al extremo. Es esencial una mayor transparencia económica y financiera, a través de la publicación de estadísticas económicas, incluidos indicadores financieros y empresariales y datos generales sobre activos y pasivos de las reservas oficiales, para reforzar la disciplina en el mercado y lograr que los precios de los activos y las corrientes financieras se adapten en forma menos abrupta a la información desfavorable que sobrevenga. Esto ayudará asimismo a evitar la divulgación de información desfavorable durante una crisis. La crisis planteó nuevas preguntas referentes al ritmo y a la secuencia de las medidas de liberalización de la cuenta de capital. En especial, puso de manifiesto los riesgos que entraña liberalizar la cuenta de capital sin antes verificar la solidez del sistema financiero interno. Otro problema, referente a la secuencia de las medidas, consiste en que algunos países liberalizaron las corrientes de capital a corto plazo antes de hacer lo propio con las de largo plazo; en especial, la continua regulación de la inversión extranjera directa dio lugar a una estructura de corrientes de capital que agravó la vulnerabilidad.



No se ha comprobado que la crisis haya sido provocada por el riesgo moral. En la práctica, el programa de México de 1995, respaldado por el FMI, que según algunos críticos representó para los mercados una señal de que los países con mercados emergentes podían contar con que el Fondo pusiera en marcha una operación de rescate, no influyó en forma perceptible sobre los mercados financieros asiáticos, pues en ese momento los inversionistas aparentemente creían que lo que sucediera en México no iba a influir sobre los tigres asiáticos.

4 .Señales de recuperación y contenido de la misma La recuperación económica en la mayoría de los países en crisis fue más rápida de lo que preveían muchos observadores. Se evitó la realización de los escenarios pesimistas elaborados en el período en que los problemas eran más severos. Una gestión macroeconómica bien concebida fue esencial para reforzar la balanza de pagos, estabilizar los mercados financieros y facilitar la pronta reanudación del crecimiento económico. Aunque en todos los países asiáticos en crisis se está lejos de haber cumplido todos los objetivos de la reforma estructural, los esfuerzos realizados por sus gobiernos para hacer frente a esos arduos problemas han contribuido a la vigorosa recuperación lograda. En la mayoría de los países en crisis se registra un vigoroso crecimiento del producto real, provocado por el aumento del consumo privado y la exportación, y algunas nuevas inversiones privadas. Se prevé que en Corea la recuperación económica que comenzó en el último trimestre de 1998, menos de un año después del período más penoso de la crisis, suscitará un crecimiento económico del 8% en 2000, y es posible que los resultados superen esas proyecciones. En Tailandia, el crecimiento económico sería del 5% en el presente año. En Indonesia, cuya recuperación se vio afectada por conmociones políticas y una insatisfactoria ejecución de la política económica, el crecimiento económico se reanudó a fines de 1999 y se prevé un crecimiento del PIB real del 4% en el presente año. Para respaldar el crecimiento económico, los países de la región siguen aplicando, en general, una política económica predominantemente acomodaticia. En muchos casos, las tasas de interés real y nominal del mercado de dinero se sitúan por debajo de las anteriores a la crisis. Las tasas de interés comenzaron a disminuir en Corea y Tailandia a principios de 1998 y en Indonesia a mediados de 1999, al reducirse las presiones que sufría la moneda. No obstante, la tasa de aumento del crédito para el sector privado en la región sigue siendo relativamente moderada, en parte porque las instituciones financieras se han dotado de mayor capacidad de evaluación de riesgos y han adoptado un enfoque más prudente en cuanto al otorgamiento de nuevos préstamos. A medida que se afianza la recuperación se realiza un programa de consolidación fiscal; los déficit presupuestarios están siendo eliminados, pese al costo de las reformas del sector financiero, y los programas vuelven a inspirarse en los principios de mínimo financiamiento interno y moderación del endeudamiento público. Si bien se procura incrementar el gasto social, se ha logrado reducir el gasto en proyectos de infraestructura ineficientes y otro tipo de gasto improductivo, incluidas las afectaciones presupuestarias militares. Se están adoptando medidas de reforma del sistema tributario, especialmente a través de la eliminación de exenciones impositivas, para ampliar la base del ingreso fiscal y remozar la administración tributaria, en procura de una recaudación más eficiente y una menor corrupción. ---- La balanza en cuenta corriente sigue siendo superavitaria, en parte debido al aumento de la competitividad y la fuerte demanda mundial de productos electrónicos, que contrarresta el aumento de la demanda de importación vinculada con la aceleración del crecimiento económico. El alza del petróleo tiende a reducir el superávit comercial en los países importadores de petróleo de la región y promueve los superávit comerciales de Indonesia y Malasia. Los tipos de cambio han superado los mínimos registrados durante la crisis, pero en cifras efectivas reales siguen siendo francamente inferiores a los anteriores a la crisis, lo que promueve la competitividad. Se han restablecido las reservas internacionales oficiales, con la consiguiente reducción de la vulnerabilidad de los países frente a las perturbaciones externas. Al final de abril de 2000 las reservas de Corea, que en diciembre de 1997 se habían reducido peligrosamente, llegaron a US$85.000 millones, y el país ha vuelto a obtener acceso a los mercados internacionales de capital. En Tailandia, el monto de las reservas internacionales supera en más del 100% la deuda externa a corto plazo pendiente, lo que se contrapone en forma pronunciada con la situación imperante en 1997. ------ Los precios aumentaron en la mayoría de los mercados regionales de acciones en relación con los valores registrados en el período de mayor intensidad de la crisis, pero expresados en dólares siguen siendo francamente inferiores a los niveles anteriores a la crisis. Los países en crisis han comenzado a aplicar importantes reformas estructurales: se han cerrado, fusionado o recapitalizado bancos y otras instituciones financieras en dificultades y se ha reforzado la supervisión; se han desmantelado monopolios; se han reducido las restricciones a la propiedad extranjera; las empresas están siendo sometidas a un régimen más severo de gestión y declaración de datos, y se han sancionado o modificado leyes encaminadas a reforzar la autonomía del banco central, la política de competencia, los procedimientos de quiebra y los mecanismos de lucha contra la corrupción.

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