Orden

  • November 2019
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Orden/Desorden ¿Qué es el orden? Una forma re-conocible    

¿Para quién? ¿En qué sentido? ¿Con qué instrumentos? ¿Con qué sensibilidad?

¿Orden u Ordenes?    

¿Existe una sola geometría o varias? ¿Las formas básicas son universales? ¿Es posible el diálogo entre distintas formas de ordenar? ¿Hay gradaciones de Orden?

Tiene sentido hablar de “Orden” (Sustantivo-Producto) o más bien de “Ordenar” (actividadproceso) o es necesario relacionar ambos. (Desachatar la dicotomía Sujeto/Objeto: el orden no está allí independiente de mí pero tampoco lo su-pongo). El ordenar supone actividades perceptivas e intelectivas: involucra tanto la sensibilidad como el lenguaje. “Podría servir de ayuda el recordar a Korzybski y hacer hincapié en que cualquier cosa que digamos que es el orden, no lo es. Es más de lo que decimos, y es capaz de desplegarse de infinitas maneras diferentes. Intentar atribuir el orden solamente al objeto o al sujeto resulta demasiado limitado. Es ambos y ninguno, e incluso algo que va más allá de todo esto: un proceso dinámico en el que se ven implicado el sujeto, el objeto y el ciclo de percepción-comunicación que los une y relaciona.”(Pág. 138) Orden y Categorización: A)

Distinción: Similitudes/Diferencias: Percepción de las diferencias y creación de similitudes a partir de las diferencias (comparación).

B)

Categorización:

Selección/Colección

Creación

de

Orden/Formas

Las nociones de Similitud/Diferencia pueden aplicarse RECURSIVAMENTE a sí mismas: Diferencias Semejantes y Similitudes Diferentes. C)

Orden de Ordenes: La noción de Orden también puede aplicarse recursivamente. Grados de orden y de libertad.

(escaneado Pág. 129-133) Reflexionando un poco nos daremos cuenta de que nuestras primeras nociones de orden dependen de nuestra habilidad para percibir similitudes y diferencias. De hecho, hay pruebas evidentes de que nuestra visión, así como los otros sentidos, trabaja mediante una selección de similitudes y diferencias. Esto puede demostrarse mediante una serie de experimentos de laboratorio y de ilusiones visuales, pero el lector lo verá más fácilmente mediante su propia experiencia directa. Eche una mirada a la habitación y fíjese en cómo su campo global de visión es particularmente sensitivo al cambio y a las diferencias de sensación. Un pequeño movimiento repentino aparece rápidamente captado en la esquina del ojo. Por el contrario, el centro del campo de visión proporciona una distinción mucho más detallada de formas concretas que son relativamente constantes. Mientras que el fondo hace patentes pequeños cambios y movimientos, es el centro del campo el que proporciona información detallada de, por ejemplo, una cara. En la introducción se señaló que, si el campo central resulta dañado, todavía es posible extraer un significado del campo visual, aun cuando se pierda la capacidad para integrar formas y distinguir los pequeños detalles. Sin embargo, cuando resulta dañado el fondo, la información del campo central pierde su significado. Esto sugiere que la percepción comienza recogiendo diferencias, que son los datos primarios de la visión, para luego utilizarlas en la construcción de similitudes. El orden de la visión pasa primero por la percepción de diferencias, y después por la creación de similitudes a partir de estas diferencias. En el pensamiento tiene lugar un proceso similar, que comienza con la formación de categorías. Esta categorización incluye dos acciones: selección y colección. Según la raíz latina común a ambas palabras, seleccionar significa «reunir a un lado», y coleccionar significa «reunir juntos». Así pues, las categorías se forman cuando ciertas cosas resultan seleccionadas, a través de la percepción mental de sus diferencias con un fondo más general. Volviendo al ejemplo de la visión, puede notarse la presencia de un animal contra un fondo de bosque o una moneda puede destacarse sobre una alfombra estampada por el destello de su reflejo. La segunda fase de la categorización consiste en colocar juntas algunas de las cosas seleccionadas (por su diferencia con el fondo) al no considerarse sus diferencias como importantes, mientras que se sigue considerando como importante su diferencia común con el fondo. De esta manera, varios pájaros de tamaño y postura diferentes resultarían abstraídos todos juntos del fondo general, un árbol, sin que se prestara una atención especial a las diferencias particulares entre ellos. Sin embargo, estos pájaros son clasificados claramente en

una categoría diferente a la de las ardillas que puedan hallarse en el mismo árbol. Así pues, la categorización incluye las acciones combinadas de selección y colección. Al observar una bandada de pájaros en un árbol, la categoría de pájaros se forma al reunir cosas que se distinguen simultáneamente de aquellas que no pertenecen a esta categoría, como, por ejemplo, las ardillas. Así se forman grupos de categorías, y esto, a su vez, influye en la manera en que las cosas se seleccionan y coleccionan. Selección y colección se convierten así en las dos partes inseparables de un único proceso de categorización. Esta determinación de similitudes y diferencias puede continuar de manera indefinida. En el marco de las similitudes entre los pájaros podrán detectarse diferencias entre pequeños pájaros pardos y grandes pájaros negros. Así pasa a distinguirse entre gorriones y cuervos, o se forman nuevas categorías que seleccionan hembras o machos, pájaros que están volando o que se han posado, que cantan o guardan silencio. Los grupos de categorías cambian según se dé importancia a determinadas diferencias y se ignoren otras según se destaquen unas similitudes y se pasen otras por alto. De hecho, el proceso de categorización es una actividad dinámica que puede cambiar en multitud de formas, al seleccionarse nuevos órdenes de similitud y diferencia. Las leyendas de los primeros tiempos de la civilización, junto con mitos contemporáneos procedentes de tribus de África y América del Norte, sugieren que la categorización es una manea de ordenar el universo tan primitiva como importante. Por ejemplo, se encomienda a los dioses la tarea de dar nombre a los distintos animales y plantas, para establecer así un orden en el universo. Estas leyendas indican también que las similitudes y diferencias que se seleccionan dependen de un contexto en el que van incluidos toda la actividad y el orden de la tribu. Un pueblo categoriza a los diferentes animales según su influencia e importancia para la vida de la tribu. Los animales pueden seleccionarse e identificarse según su alimentación, forma y color, hábitos o utilidad. Así, un grupo de pastores africanos utiliza una serie de palabras que muestran su sensibilidad a las variaciones de color de su ganado. Además, los nombres de los distintos colores de este ganado se usan en la descripción de otros objetos. Los esquimales, por su parte, tienen otras prioridades para la supervivencia, y disponen de toda una serie de palabras para describir las diferentes condiciones del hielo y la nieve. Queda claro que toda la acción de la categorización está inseparablemente unida a la percepción-comunicación, que opera dentro del contexto global de una estructura social dinámica. La mayoría de las categorías nos son bien conocidas, y las utilizamos de manera casi inconsciente. Sin embargo, a veces surgen nuevas categorías, como resultado de algún cambio importante en la manera de ver el mundo o al ampliarse nuestra experiencia. Se forman categorías que antes no existían y nuevos grupos de similitudes y diferencias pasan a

considerarse relevantes. Esto implica claramente que la percepción se utiliza de manera creativa en un contexto en constante cambio. La creación de categorías nuevas descansa en la percepción, que tiene lugar tanto en la mente como a través de los sentidos. Para comprender la naturaleza creativa del proceso, y también para desarrollar un tema que será utilizado a lo largo de este libro, introducimos ahora el concepto de inteligencia. Hoy en día, la palabra inteligencia se usa de manera bastante imprecisa, pero puede encontrarse parte de su fuerza original en la raíz latina, intelligere, que tiene el sentido de «reunir en medio». Hace pensar en la expresión «leer entre líneas». En este sentido, la inteligencia es la capacidad de la mente para percibir lo que existe «en medio» y crear categorías nuevas. Esta noción de inteligencia, que actúa como el factor creativo clave en la formación de categorías nuevas, puede ponerse en contraste con el intelecto. De hecho, intelecto es el participio pasado de intelligere, por lo que podría interpretarse como «lo que ha sido recogido». Así pues, el intelecto es más o menos fijo, pues se basa en un esquema de categorías ya existente. Mientras que la inteligencia es un acto de percepción creativo y dinámico, que tiene lugar a través de la mente, el intelecto es algo más limitado y estático. Puede subrayarse esta distinción mediante la afirmación de que el test del CI mide más bien un coeficiente de intelecto que de inteligencia. Así pues, las categorías surgen por un juego libre de la mente, en el cual las nuevas formas se perciben mediante una acción creativa de la inteligencia, y se van fijando de manera gradual en sistemas de categorías. Este sistema de categoría permanecerá fluido y abierto al cambio siempre que la mente misma esté abierta a la acción creativa de la inteligencia. La experiencia de Helen KeIler y de su profesora, Anne Sullivan, resulta un buen ejemplo de todo este proceso. Cuando Helen KeIler experimentó su relámpago perceptivo, vio la similitud esencial entre las distintas experiencias de agua. Anne Sullivan había jugado en ello un papel fundamental, al ayudar a Helen a separar estas experiencias del fondo global dado por la experiencia. El momento de comprensión de Helen fue la percepción de su primera categoría. Pero esto fue mucho más allá de una simple asociación de momentos básicamente semejantes, porque resultó que tenía un nombre que lo hacía comunicable y que podía ser utilizado para simbolizar la categoría en el pensamiento y convertirla en concepto. Claramente, el acto de percepción de Helen no podía basarse en una experiencia previa, o en hechos almacenados en su intelecto, sino que fue un acto puro de inteligencia. Más tarde, todo esto se almacenó en al memoria de Helen; pasó a formar parte de su infraestructura tácita y a contribuir a la formación de su intelecto.

La categorización puede quedar apresada en los mismos tipos de problemas que hemos tratado en los dos primeros capítulos. Es posible que las categorías queden tan rígidamente establecidas en el intelecto que, para mantenerlas, la mente se ocupe en un juego sucio. Está claro que las categorías cambian a medida que lo hace el contexto. Sin embargo, cuando estas categorías están empotradas en toda la estructura del lenguaje y la sociedad, se hacen rígidas y persisten de manera inapropiada en el nuevo contexto. Esto trae como resultado una forma de fragmentación en la que, debido a una división mal hecha, se ignoran conexiones nuevas entre las categorías; y dentro de las categorías se pasan por alto diferencias significativas, proporcionando así una uniformidad falsa. Sólo cuando la inteligencia opera de manera libre y creativa puede la mente abandonar las estructuras de categoría rígidas, y ser, por tanto, capaz de comprometerse en la formación de órdenes nuevos.

Una representación formal del orden La generación de categorías es uno de los aspectos de la formación del orden, pero no va lo suficientemente lejos. Aunque tiene en cuenta una gran cantidad de grupos de categorías que dependen de contextos generales, no está todavía lo suficientemente desarrollada y determinada en sí misma. Sin embargo puede lograrse un esquema más definido aplicando las nociones de similitud y diferencia a sí mismas, en una serie de niveles. Así pues, se propone aquí que una noción concreta de orden puede entenderse en términos de diferencias similares y similitudes diferentes. Consideremos el ejemplo de una línea. Nos la podemos plantear como caracterizada, o incluso construida, a partir de una serie de segmentos iguales en contacto: a, b, c, d, e, f, etc. La característica de la línea es que la diferencia entre a y b es semejante, o incluso igual, a la diferencia entre b y c, y entre c y d, y así sucesivamente. El orden de la línea viene definido por una única diferencia semejante

De la misma manera, es posible analizar una curva, por ejemplo un círculo, aproximándolo a un polígono de muchos lados. La diferencia entre los segmentos ahora incluye no sólo a las

longitudes, que son todas iguales, sino también a los ángulos, también todos iguales. Así pues el círculo queda definido por una única diferencia semejante.

Cuando las longitudes de los segmentos van disminuyendo de manera progresiva, de modo que la diferencia entre segmentos sucesivos es todavía semejante, lo que resulta es una espiral.

En un espacio tridimensional, la línea puede salirse del plano de la espiral, y una serie de diferencias semejantes dará lugar a una hélice.

De esta manera puede construirse toda una clase de curvas en la que las diferencias entre segmentos consecutivos son todas iguales. Los ejemplos ofrecidos hasta el momento son bastante simples, pero haciendo la diferencia constante tan compleja como se quiera, puede enriquecerse la geometría de las curvas. Incluso las trayectorias de la mecánica newtoniana vienen determinadas de esta manera. La primera ley de Newton dice que el movimiento natural es aquel en el que todos los segmentos son iguales entre sí -movimiento en línea recta o descanso. La segunda ley muestra que la proporción de cambio de este movimiento es igual a la fuerza externa. En el caso de una fuerza constante, como la gravedad, esto quiere decir que las diferencias entre pequeños segmentos de velocidad sucesivos son todas similares, e incluso iguales. Así este concepto de orden hace posible apreciar en su totalidad la metáfora newtoniana de la manzana y la luna: el orden de diferencias semejantes en el movimiento de caída de la manzana es similar al orden de diferencias semejantes en la óribita de la luna. La mecánica de Newton, que opera con fuerzas externas constantes, está por tanto incluida en la definición de orden mediante diferencias semejantes. Una extensión del esquema permite que se traten también casos de movimiento más complejos.

Ejemplo de ordenes, complejidad y zoom: Parece ser que el movimiento de un cuerpo admite dos descripciones diferentes, siendo al mismo tiempo de segundo grado y de grado más elevado. Para ver esto hace falta un ejemplo más concreto. Piénsese en una pelota que rueda suavemente por una colina. Si la colina es lisa, como si de un plano inclinado se tratara, la pelota, abandonando la posición de descanso, rodará colina abajo en línea recta. Si se le da un pequeño empujón hacia un lado, rodará siguiendo una curva. Pero en cualquiera de los dos casos, el movimiento tiene un orden de segundo grado Supongamos ahora que la colina es tremendamente irregular, con salientes, rocas, collados y hondonadas. La trayectoria de la pelota dependerá de manera sensible de dónde se a suelta exactamente y cómo se la pone en movimiento. Si se le, da un ligero impulso hacia un lado cuando se la suelta, podría encontrar un obstáculo que la desvíe. Una trayectoria típica de la pelota ondulará y girará, pasando por una serie de complejas desviaciones, mayores o menores. Naturalmente, las diferencias semejantes de velocidad en los pasos sucesivos ya no serán constantes. La pelota se topa con una fuerza siempre cambiante, debido a las irregularidades de la colina, de modo que las diferencias de velocidad cambian constantemente. Puesto que los cambios en estas diferencias de velocidad también se hallan sujetos a cambios complejos, parecería que el orden del movimiento ha de ser muy alto, sin duda más alto que un segundo grado. Por otra parte, si se conocieran todos los detalles de la ladera de la colina, y quedaran determinados cada uno de los salientes y los baches, entonces se necesitarían sólo dos datos de información para poder definir la trayectoria. Una vez definidos la posición inicial de la pelota y su velocidad puede establecerse una trayectoria única bajando la colina. Un valor ligeramente diferente a la posición y la velocidad iniciales pueden producir una trayectoria muy diferentes; sin embargo, sólo se necesitan dos datos de información. En este sentido, la trayectoria es también de segundo grado. Esta paradoja aparente puede resolverse fácilmente mediante la propuesta de que la noción de orden depende, en realidad, del contexto. Así pues, en un contexto en el que no se tengan en cuenta los detalles de la forma de la colina, el movimiento resulta ser de muy alto grado. Pero en un contexto en que se conozcan todos los pequeños detalles de la ladera, el orden será de segundo grado, porque sólo se necesitan dos datos de información para definir cualquiera de las trayectorias. Claramente, ambas clases de orden son relevantes y ambas corresponden, cada una a su manera, a la realidad de la curva. Esto indica que el orden no es ni subjetivo ni objetivo, ya que, cuando se revela un nuevo contexto, aparece una noción de orden diferente.

Al traspasar el límite en el que la colina se hace demasiado irregular, el movimiento de la pelota parecerá ser de grado infinito, es decir, lo que familiarmente denominaríamos fortuito. De aquí que todo el tratamiento anterior sugiera que existe una conexión entre el azar, la casualidad y el caos por una parte y el orden por la otra.

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