...y acampó entre nosotros.
Oraciones para un Campamento.
Te propongo que leas conmigo estas líneas que escribió hace mucho tiempo San Agustín, y que me han dado la idea de preparar esta "empresa" que ahora os presento: << ¿Quién podrá concederme que repose en ti?. ¿Quién me concederá que vengas a mi corazón y lo embriagues para que me olvide de todos mis males y me abrace contigo, único bien mío?. ¿Quién eres tu para mí?. Ten misericordia de mí para que me salgan las palabras. ¿Qué soy yo para ti, que llegas a ordenarme que te ame, y si no lo hago te disgustas conmigo y me amenazas con grandes desgracias?. ¿Es que no es bastante desgracia el no amarte?. ¡ Ay de mí !. Por tu ternura te pido me digas qué eres tu para mí. Dile a mi alma: Yo soy tu salvación. Y dilo de forma que yo lo oiga. Señor, ahí tienes en tu presencia los oídos de mi corazón. Ábrelos y dile a mi alma: Yo soy tu salvación. Yo saldré disparado tras esa voz y te alcanzaré. ¡ No me ocultes tu rostro !. >> (Libro de Las Confesiones 1, 5)
Sí, yo he oído esa voz y he salido disparado para alcanzar al Señor y ver su rostro. Pero, cual ha sido mi sorpresa al darme cuenta que iba demasiado rápido y que no le alcanzaba, no le veía ni le oía... sólo iba mirando al suelo sin prestar atención por dónde andaba, ni con qué, ni con quién hacía este camino. Entonces me he parado. He levantado la vista y he decidido acampar...
...y ahí estás Tú en la creación, en cada uno de los que están a mi lado. Aquí estás Tú ¡ acampado entre nosotros !. No puedo callarme la alegría de haberte encontrado. Quiero compartirte con mis hermanos, quiero que ellos también vean tu rostro, quiero que nuestros corazones se desborden en tu amor.
Esto es lo que te propongo en estas páginas: recorrer juntos este camino, ver juntos el rostro de Dios, vivir juntos esta aventura, "la aventura del encuentro con Dios". Un Scout.
... en campamento. ¡Ya hemos llegado! A sido un largo viaje, pero no hay tiempo que perder. Tenemos que ponernos manos a la obra, porque levantar todo un campamento no es ninguna tontería. Aquí tendremos que vivir durante quince días y no unos poquitos, sino un montón de gente. La experiencia echará una mano, pero, sobre todo, lo que hayamos trabajado durante esta Ronda Solar. Ahora es el momento de ponerlo en práctica, y no para nuestra satisfacción, sino como servicio a pequeños y a grandes. Ha llegado también el momento privilegiado del trabajo en equipo, de la convivencia todos juntos, de admirar la imaginación y el saber hacer de los otros... Y el tiempo único de contemplar la obra de Dios en nosotros y a nuestro alrededor. De saborear el momento precioso que es levantar la vista y verle aquí, acampado entre nosotros, y dispuesto a esta maravillosa experiencia. Hazle un hueco y siente en su corazón, admira con su mirada y goza con su felicidad.
¡ Vamos ! Índice: Las construcciones. El baño. La tienda. Estas dos Lobatas. Las canciones. Los jefes. Los juegos. Hace calor. ¡ Diana ! El uniforme. Las ceremonias. Fuego de campamento. La guardia. La vela de armas. Los pases Patrulla de servicio. Despedida.
LAS CONSTRUCCIONES. "Vio entonces Dios todo lo que había hecho, y todo era muy bueno." (Gen. 1, 31)
Ya está, Señor, todo está terminado y bien terminado. Tenemos las manos doloridas y estamos llenos de sudor, pero esto no importa, ante la obra bien hecha. Gracias, Señor, por estas manos, continuadoras de tu creación, que ahora elevamos ofreciéndote nuestra labor. Gracias: por tantas manos unidas en el esfuerzo, estrechadas en la amistad, fundidas en la oración. Gracias, Señor.
EL BAÑO. "Haré brotar ríos en las cumbres peladas y fuentes en medio de los valles, transformaré el desierto en estanque, la tierra árida en manantiales de agua." (Is. 41,18)
¡Qué gozada Señor!, después de un día de trabajo, tensión, calor, ir al río y jugar, relajarnos, refrescarnos. Gracias, Señor, por este agua que corre limpia, por este agua que empapa la tierra, por este agua que refresca el ambiente. Señor, gracias por ser Tú la corriente que purifica mi alma, limpia mi corazón, derrama mi amor. Gracias por empaparme de tu ardor. Gracias, Señor.
LA TIENDA. "La gloria del Señor lo cubrirá todo, como tienda que da sombra contra el calor del día, abrigo y refugio contra la lluvia y la borrasca." (Is. 4, 4-5) Señor, aquí estamos apretados unos contra otros, compartiendo techo, suelo, aire, sueño... fuera: la lluvia. Gracias, Señor, por ser nuestro refugio, por ser nuestro techo, suelo, aire, sueño... nuestro sol: dentro. Señor, gracias por cubrirnos con tu palma, sostenernos con tu aliento, saciarnos con tu alimento, cuidarnos con tus desvelos. Gracias, Señor.
ESTAS DOS LOBATAS. "Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en el. Y tomándolos en brazos, los bendijo, imponiéndoles las manos". (Mc. 9. 48)
Míralas, ¿te has fijado, Señor? Siempre van juntas riendo, cantando, saltando, de la mano. Señor, que maravilla has hecho dándonos la amistad; ¡ aún, ahora, vamos juntos ! Gracias, Señor, por seguir riéndonos, cantando, saltando, y ¡ aún los tres de la mano ! Gracias por ser Tú, amigo nuestro; por ser Tú, nuestra amistad. Gracias Señor.
LAS CANCIONES. "Que la palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; enseñaos y exhortaos unos a otros con toda sabiduría, y cantad a Dios con un corazón agradecido salmos, himnos y cánticos inspirados." (Col 3, 16)
¡ Llevo en la mente, durante todo el día, esta canción que habla de ti, Señor ! La cantamos la otra noche entre otras muchas, y ahora sólo me viene ésta. Gracias, Señor, por la gracia que es el cantarte, uniendo en una sola, nuestras voces; en uno sólo, nuestros corazones. Gracias por unirte a nosotros en la alegría; por escuchar con gozo nuestro cantar. Gracias, Señor, por convertir nuestro canto en una humilde alabanza. Gracias, Señor.
LOS JEFES. "Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus magnates las oprimen. No ha de ser así entre vosotros. El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea esclavo de todos. Pues tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos." (Mc. 10, 42-45)
La verdad, Señor, es que he llegado a apreciarlos, y ellos a mí también, estoy seguro. Tienen tanta o más ilusión que nosotros en que todo salga adelante y bien; atentos a todo y a todos; siempre ahí en lo triste, y también en lo más divertido. Gracias, Señor, por estos jefes: por su esfuerzo, tiempo, ánimo, amistad, cariño... Gracias por darnos todo lo que llevan en su corazón. Gracias, Señor.
LOS JUEGOS. "Llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos- ." (Mt. 18, 2-4)
¡ Nos lo hemos pasado bomba jugando, Señor ! Hacía tiempo que no jugábamos a estas cosas y nos hemos reído como críos. Gracias, Señor, por concedernos aún la alegría de los pequeños, por regalarnos la sonrisa de los niños. Gracias por compartir nuestros juegos, reír con nuestras risas, gozar con nuestra inocencia. Señor, gracias por haberte hecho niño. Gracias, Señor.
HACE CALOR. "...el bochorno y el sol no los dañarán, pues el que se compadece de ellos los guiará, y los conducirá hacia manantiales de agua." (Is. 49, 10)
¡ Que calor más insoportable, Señor, es angustioso el sudor cayendo por la frente. ! Gracias, Señor, por este sol, tan necesario para la tierra y para los hombres. Gracias por refrescar nuestros sudores aliviando nuestras angustias, enfriando nuestros ardores, soportando nuestros dolores. Señor, gracias por acogernos pecadores. Gracias, Señor.
DIANA. "Mi corazón está firme, oh Dios, mi corazón está firme: voy a cantar para ti. ¡Despierta, gloria mía! ¡Despertad, cítara y arpa! ¡Despertaré a la aurora!." (Sal. 57, 8-9)
Ya tocan, Señor, para un nuevo día; ¿qué nos traerá? Anoche me acosté pensando en ti, y hoy me levanto esperando no olvidarte un instante, sabiéndote a mi lado en todo momento, compartiendo cada segundo. Gracias, Señor, por el regalo de este nuevo día; por esta nueva ocasión de estar en tu compañía. Gracias porque esta noche podré decirte: Gracias, Señor, por este día.
EL UNIFORME. " ¡Hay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados: por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y podredumbre! Lo mismo pasa con vosotros: por fuera parecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de maldad." (Mt. 23, 27-28)
La verdad, Señor, es que el uniforme no me gusta demasiado. Sin embargo, es verdad que nos identifica y nos hace iguales, sin diferencias culturales, económicas, sociales. Gracias, Señor porque Tú nos quieres a todos por igual, a cada uno por lo que es. Señor, gracias porque cada uno es único para ti, porque cada uno es amado por ti. Gracias, Señor.
LAS CEREMONIAS. "Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a secárselos con la toalla que llevaba en la cintura." (Jn. 13, 3-5)
Señor, ya se han acabado las ceremonias; no sé cuantas veces habré escuchado: "...y con la ayuda de Dios..." Gracias, Señor, porque sin tu ayuda, ¿qué haríamos? Gracias por tantos ejemplos recibidos, por tantos modelos presentados de tu ayuda, de tu amistad, de tu amor. Señor, gracias por ser Tú, mi ejemplo; por ser Tú, mi modelo. Gracias, Señor.
FUEGO DE CAMPAMENTO. "Vienen todos de lejos, unos del norte y del poniente, otros de la región de Sinín. Gritad, cielos, de gozo; salta, tierra, de alegría; montes, estallad de júbilo, que el Señor consuela a su pueblo, se apiada de sus desvalidos." (Is. 49, 12-13)
Ya está todo preparado, Señor: el gran fuego encendido, la gente impaciente, los nervios... No sé si será mejor que el del pasado año, pero siempre hay algo que merece la pena. Gracias, Señor, porque importa la ilusión puesta, el trabajo realizado, la imaginación desbordada. Gracias porque descubrimos nuevas facetas, porque desarrollamos nuevos dones. Señor, gracias por esta gracia que es hacer felices a los hermanos. Gracias, Señor.
LA GUARDIA. "Mientras yo estaba con ellos en el mundo, yo mismo guardaba, en tu nombre, a los que me diste. Los he protegido de tal manera que ninguno de ellos se ha perdido." (Jn. 17, 12)
Señor, aquí estamos, solos, en medio de la noche guardando el campamento, a cada uno de los que aquí están. Es un buen momento para charlar contigo, porque, y a nosotros, ¿quién nos guarda? Gracias, Señor, por velar por nosotros, por acompañarnos en nuestra misión. Señor, gracias por darnos la oportunidad de proteger, vigilar, cuidar a nuestros hermanos. Gracias por proteger, cuidar Tú de nosotros. Gracias, Señor.
LA VELA DE ARMAS. "Velad, permaneced firmes en la fe; sed hombres, sed fuertes. Cuanto hagáis, hacedlo con amor." (1 Cor 16, 13-14)
Es bonita esta noche, ¿verdad, Señor?; lo es por sí misma, pero también por encontrarnos Tú y yo, a solas. Y es que esta noche no es como las otras, porque en ésta me preparo para aquello a lo que he sido llamado: a servirte mejor a ti, Señor, y a mis hermanos. Gracias, Señor por acompañarme en este rato, ¿quién mejor que Tú para disponerme a ello? Gracias, ya desde ahora, por ayudarme en el futuro. Gracias, Señor.
LOS PASES. "Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en aprecio ante Dios y ante los hombres." (Lc. 2, 52) Señor, esta noche cambio de unidad, y ahora los recuerdos se agolpan en mi memoria. Todo este tiempo juntos, lleno de aventuras increíbles, buenos momentos, situaciones límites, alegrías inmensas... Gracias, Señor, por todo ello, ¡ por todos ellos ! Ahora me doy cuenta, que Tú has estado siempre a nuestro lado, que Tú has sido quien ha hecho de todo este tiempo un tiempo inolvidable. Gracias, Señor.
PATRULLA DE SERVICIO. "Tenía Marta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio estaba atareada con los quehaceres del servicio." (Lc. 10, 39-40)
Me tenía que tocar a mí, ¿no podía haber sido otro, Señor? La verdad es que pasaremos casi todos, así que no tengo de qué quejarme. Gracias, Señor, porque es una forma sencilla para servir; cansada para que otros descansen; sacrificada para que otros disfruten. Gracias porque Tú hiciste lo mismo: servir sin ser servido. Gracias, Señor.
DESPEDIDA. "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos como luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel." (Lc. 2, 29-32)
Ya ha llegado el momento de volver a casa, Señor; todo está recogido, el campamento está limpio y todos dispuestos a partir. Pero antes, la canción de la despedida: unidas las manos, brazos y piernas entrelazadas, un círculo cerrado y una única voz. Gracias, Señor, por cada instante vivido, por cada persona conocida, por cada amistad nacida, por cada momento compartido. Gracias por esta aventura que ha sido vivir contigo, que es seguir viviendo unidos, nosotros y Tú. Gracias, Señor.
...de raid ¡ Vamos, levantaros ! Hay que salir rápido. El corazón palpita con fuerza. Después de meses de preparación ha llegado la hora de ponerse en marcha. Todo está ya listo. El macuto, revisado una y otra vez, con sólo lo imprescindible; únicamente dobles techos y la comida repartida. En el ambiente se respira ansiedad, prisas y, por qué no, un tanto de nervios ante lo que se avecina. ¡ La Biblia ! Algo se me olvidaba, ya sabía yo. Será un poco de peso suplementario, pero merecerá la pena en las noches, las mañanas antes de comenzar la etapa y para cualquier momento de cansancio o alegría. ¡ Sí, en la seta del macuto ! ¡ Eh ! ¿Tú también?, está claro, cómo no ibas a venir. ¿Dónde íbamos a ir sin ti? Pasa delante, Tú marcarás el ritmo, Tú nos abrirás camino.
¡ Tira, Señor !
Índice En el saco. Una dura etapa. El macuto. Estos pies. La roca. Cansados. La cantimplora. Rezando juntos. El hambre. Las estrellas. Contra-reloj por equipos. A la sombra. La senda. La Unidad. Ultimo día.
Junto al fuego. Oración nocturna. El día de padres. Día de descanso. Amanece ya. En la cumbre. Perdona. Es tarde. El aldeano. La herida. El canchal. La alarma. Silencio. El Consejo.
... y ahora tú.
En el saco. "... yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt.28,20) Señor, esta noche me acuerdo de ti, y me acuerdo de ti por todo lo vivido en este día. Juntos, desde la mañana para comenzar a andar, hasta este momento solos en la noche. Ha sido un día contigo, con nosotros. Gracias, Señor, por estar aquí con nosotros, con cada uno, conmigo. Gracias, Señor, por el descanso que va a permitirme, de nuevo mañana, comenzar contigo y con ellos, el camino. Gracias, Señor.
Junto al fuego. "Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para taparla con una vasija de barro; sino que se pone sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille de tal modo vuestra luz delante de los hombres que, al ver vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre que está en los cielos." (Mt. 5, 14-16) De nuevo aquí, juntos, Señor. El fuego encendido me calienta del frío de la noche; su luz me permite ver más claro. Señor, que tu amor me abrase el corazón, me transforme en luz para mis hermanos. Que tu amor encienda en mi deseos de tu luz, para mañana ver más claro. Gracias, Señor, por esta noche, clara, en tu amor. Gracias, Señor.
Una dura etapa. "Uno de ellos, el discípulo al que Jesús tanto quería, estaba recostado a la mesa sobre el peco de Jesús." (Jn. 13, 23)
Hoy, Señor, ha sido un día muy duro; todos estamos muy cansados. Pero aun así, me brota del corazón esta acción de gracias, por haberte cargado con nuestro cansancio, por haberte mostrado en mil pequeños gestos. Gracias, Señor, por darnos ahora la posibilidad de dormirnos en tu regazo. Gracias, por cuidarnos en esta noche. Gracias, por velar nuestro sueño. Gracias, Señor.
Oración nocturna. "Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios" (Lc. 6, 12)
Señor, esta noche estamos rezando juntos. No estamos todos; el cansancio, la pereza, el corte... Pero Tú, Señor, sí que estás aquí con todos nosotros. Gracias, Señor, por hacerte uno entre nosotros, por hacerte presente en nosotros. Gracias, por formar un solo corazón contigo. Gracias, Señor.
El macuto. "¡Ay de vosotros también, doctores de la ley, que imponéis a los hombres cargas insoportables, y vosotros no las tocáis ni con un dedo!." (Lc 11, 46) He dejado la mitad en campamento, Señor, y aún así, ¡ me pesa un montón ! Se acopla a mi espalda, forma parte de mí, me acompaña adonde vaya, y sin él, no soy nada. Gracias, Señor, por moldearme, transformarme, llevarme, y serlo todo para ti. Señor, gracias por soportarme. Gracias, Señor.
El día de padres. "Hijos, obedeced a vuestros padres como es justo que lo hagan los creyentes. 'Honra a tu padre y a tu madre'; tal es el primer mandamiento, que lleva consigo una promesa, a saber: 'para que seas feliz y goces de larga vida en la tierra'. Y vosotros, padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino educadlos, corregidlos y enseñadles tal y como lo haría el Señor." (Ef. 6, 1-4)
¿Te acuerdas, Señor, cuando venían a verme? los besos, las golosinas, y, después... la tristeza. Hoy, Señor, estamos lejos y, en la distancia, aprecio nuestra proximidad. Gracias, Señor, por mis padres, por sus momentos de preocupación e ilusión, enfado y alegría... A vosotros, gracias por la vida, y, a ti Señor, gracias por conducirla. Gracias, Señor.
Estos pies. "¡ Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva y proclama la salvación, que dice a Sión: 'Ya reina tu Dios'." (Is. 52, 7) Míralos, Señor, los tengo doloridos, llenos de ampollas, rozaduras, mugre; y los dedos... Sin embargo, su huella sigue siendo: clara. Gracias, Señor, por tus pisadas, que siguen siendo: profundas. Profundas, por cargar con nuestras faltas que te producen dolores, ampollas, rozaduras, mugre, y, que sin embargo, soportas dispuesto a abrirnos camino. Gracias, Señor.
Día de descanso. "Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera." (Mt. 11, 28-30) ¡ Por fin ha llegado, Señor !; un día de descanso, relax, recuperación. Iban pasando los días y el cansancio se acumulaba, los pies se hacían polvo y las fuerzas flaqueaban. Gracias, Señor, por ser el descanso de los fatigados, el alivio de los agobiados. Señor, gracias por ser nuestro sosiego, nuestro relajo. Gracias, por llevarnos en tus brazos cuando nos sentimos desfallecer, cuando llegan momentos de angustia, sufrimiento; por no abandonarnos, por darnos tu descanso. Gracias, Señor.
La roca. "Os diré a quién es semejante todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica. Es semejante a un hombre que, al edificar su casa, cavó hondo y la cimentó sobre roca. Vino una inundación, y el río se desbordó contra esa casa; pero no pudo derruirla, porque estaba bien construida." (Lc. 6, 48)
Señor, esa roca es fantástica, ahí plantada, en medio; se diría que lleva ahí una eternidad. Sí, una eternidad llevas Tú, Señor, siendo la roca a la que agarrarse; una eternidad sosteniendo mi debilidad, sujetándome de la caída. Gracias, Señor, por ser mi roca, la roca donde me pongo a salvo, donde me guarezco, donde me refugio. Gracias, por tu firmeza. Gracias, Señor.
Amanece ya. "Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz." (Lc. 1, 78-79) Señor, amanece ya y aún todos dormidos. Los primeros rayos clarean la oscuridad y crean un nuevo paisaje, distinto al de anoche cuando llegamos. Quiero dedicarte a ti, Señor, mis primeras luces, pensamientos, palabras. Quiero mirarte a ti lo primero, Señor; agradecerte, antes de nada, este nuevo día que nos regalas. Que cuando llegue la noche, pueda decirte: Gracias, Señor, por este día.
Cansados. "Jesús, cansado por la caminata, se sentó junto al pozo. Era cerca de mediodía." (Jn. 4, 6)
Señor, cansadas tengo las piernas, pies, cuerpo, mente, de tanto andar hoy, ¡ y aún queda... ! Siéntate, Señor, aquí a mi lado, y cuéntame tus cansancios, fatigas, sufrimientos; los míos no son nada cuando me muestras tu cuerpo, corazón, y alma. Pero, ¡ si yo estoy ahí, sobre tus espaldas, Señor ! Señor, gracias por cargar Tú con mis cansancios, fatigas, sufrimientos. Gracias, Señor.
En la cumbre. "...subió al monte para orar a solas. Al llegar la noche estaba allí solo" (Mt. 14, 23)
Señor, desde aquí arriba, sí que se te ve cerca y también muy lejos. Cerca, porque después de haber subido juntos, ahora estás aun a mi lado. Lejos, porque hasta donde alcanza mi vista, allí te contemplo. Gracias, Señor, por bajar a nosotros; gracias por permitir nuestro encuentro. Señor, gracias por subirnos con tus brazos; gracias, por encontrarnos. Gracias, Señor.
La cantimplora. "Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba. Como dice la escritura, de lo más profundo de todo aquél que crea en mí, brotarán ríos de agua viva." (Jn. 7, 37) ¡ Qué sed tenía, Señor ! Este trago de agua me ha sentado fenomenal. No hemos encontrado nada de agua por el camino, y es de agradecer el haber sido previsores llenando las cantimploras antes de salir. Sin embargo, Señor, continúo sediento, sediento de ti: necesito de tu agua, de tu frescor... Gracias, Señor, por ser la fuente donde saciar mis necesidades; por conducirme hacia fuentes tranquilas donde reparar mis fuerzas. Gracias porque mi corazón rebosa contigo. Gracias, Señor.
Perdona. "Cuando oréis, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre celestial os perdone vuestras culpas." (Mc. 11, 25) Hoy, Señor, ha habido algunos problemas y hemos llegado a enfadarnos. Ya son varios días de Raid y comienzan a aparecer pequeños roces. Perdónanos, Señor, por nuestra poca paciencia, por nuestros prejuicios, por nuestra falta de escucha. Danos la humildad suficiente para acercarnos al otro y pedirle el perdón. Gracias, Señor, por tu paciencia, comprensión, escucha. Gracias por acogernos en tu amor, por tu perdón. Gracias, Señor.
Rezando juntos. "Os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mt. 18, 19-20) Señor, que gozada estar ahora aquí, todos juntos, contigo, alrededor de esta vela y meditando tu palabra. Que maravilla el estar aquí compartiendo entre nosotros, lo que Tú has puesto en nuestros corazones; compartiendo contigo, lo que nosotros hemos descubierto en tu corazón. Gracias, Señor, porque ahora aquí, somos algo más que amigos: somos hermanos, contigo. Gracias porque así, reunidos, Tú escuchas nuestra oración; porque así, unidos, somos comunión. Gracias, Señor.
Es tarde. "Al llegar a la aldea adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos insistieron diciendo."Quédate con nosotros, porque es tarde y está anocheciendo. Y entró para quedarse con ellos". (Lc 24-29) Señor, anochece ya y se va haciendo tarde. Porque cada vez se hace más oscuro y es fácil perder el camino, ¡no nos dejes solos, Señor, y quédate con nosotros! Por todo lo que en este día hemos dejado de hacer; por todo lo que no hemos hecho bien, es por lo que ahora te decimos: perdónanos, Señor, y quédate con nosotros! Por tu cariño regalado a cada paso, tu aliento en cada descanso, y tu compañía en todo momento, ahora es cuando te decimos: ¡ gracias, Señor, por queremos ! ¡ gracias, Señor, por quedarte !
El hambre. "Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre." (In 6,35) ¡Haber si terminan ya de preparar la comida porque tenemos un hambre Señor! Aquí, en medio de la montaña y con lo cansados que estamos, una buena comida viene de maravilla. Pero sácianos, Señor, también de ti, porque queremos sentimos satisfechos, llenos de tu amor. Gracias Señor, por ser nuestro alimento, el pan de vida, nuestro sustento. Gracias por habernos querido tanto y haberte hecho carne de nuestra carne. Gracias Señor.
El aldeano. "Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, que dista de Jerusalén unos once kilómetros. Iban hablando de todos estos sucesos. Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos Pero sus ojos estaban ofuscados y no eran capaces de reconocerlo." (Lc 24, 13-15) Buena gente hay por aquí, Señor, como este buen hombre que nos ha indicado el camino, no sin antes un simpático rato de charla. ¡ Cuántas personas hay en el mundo dispuestas a echar una mano! Gracias, Señor por todos y cada uno de los que se cruzan con nosotros; por sus palabras, gestos, ayudas. Hazte reconocible en cada uno, que en sus rostros veamos el tuyo. Gracias por acompañamos también en ellos. Gracias, Señor.
Las estrellas. -¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo." (Mt 2,2) ¿No es impresionante, Señor, esta noche oscura, sin Luna; este cielo repleto de estrellas formando figuras e iluminando el universo? ¡Allí la Osa Mayor, Orión, Casiopea...! Gracias, Señor, por este inmenso espectáculo, por esta grandiosa función que, noche tras noche, nos ofreces. Gracias por ser nuestra estrella, la que nos guía, acompaña. Señor, gracias por ser fiel como ellas, noche tras noche. Gracias, Señor.
La herida. "Un samaritano que iba de viaje, al llegar junto a él y verlo, sintió lástima. Se acercó y le vendó las heridas, después de habérselas curado con aceite y vino; luego montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él." (Lc 10,33-34) Me he hecho polvo, Señor, pero podré terminar el Raid. Sin embargo, esto no es nada viéndote a ti, lo que sufriste y aún hoy sufres. Gracias, Señor, por alargar la mano y levantarme en cada caída, por tocar mi herida y curarme, por mirar mi corazón y liberarme. Gracias por escuchar mi aflicción y sanarme. Gracias, Señor.
Contra-reloj por equipos. "Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." (Lc 9,35) ¡Qué pasada, Señor, nunca había andado tan rápido y todo en un ambiente de sana competición! Realmente agotados y simplemente por el gusto de competir. ¡Ojalá, Señor, fuese tan deprisa detrás de ti, y sin esperar recompensa alguna! Gracias Señor por estar siempre ahí, esperándonos; por animamos y alentamos. Gracias por alegrarte a nuestra llegada, la de todos y en especial de los últimos, los que Tú más quieres. Señor, gracias por ser el premio para los más débiles. Gracias, Señor.
El canchal. "Cualquiera puede caminar sin miedo a tropezar, porque la luz de este mundo ilumina su camino. En cambio, si uno anda de noche, tropieza, porque le falta la luz." (Jn 11,9-10) ¡Que difícil es avanzar en este terreno Señor se diría que a cada paso adelante retrocedes otro tanto! Gracias Señor, porque cada paso hacia ti no tiene retroceso, porque cada paso hacia ti es seguro para mi. Gracias porque eres Tú quien me allana el sendero, porque eres Tú quien aparta la piedra para que mi pie no tropiece. Señor, gracias por ser mi bordón donde apoyarme y sentirme seguro. Gracias, Señor
A la sombra. "-¿Con qué compararemos el reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Sucede con él lo que con un grano de mostaza. Cuando se siembra en la tierra, es la más pequeña de todas las semillas. Pero, una vez sembrada, crece, se hace mayor que cualquier hortaliza y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden anidar a su sombra." (Mc 4,30-32) Me quedaría aquí todo el día, Señor, pero hay que seguir para poder llegar a tiempo. Gracias Señor por no dejar que nos instalemos, por ponernos siempre en camino. Gracias por aliviarnos de nuestros sudores, poder seguirte más ligeros, más frescos; y dejarnos guiar a través de calores, desiertos, soledades. Señor, gracias por cubrimos con tu palma. Gracias, Señor.
La alarma. "Dichosos los criados a quienes el amo encuentre vigilantes cuando llegue. Os aseguro que se ceñirá, los hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirlos. Si viene a media noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos." (Lc 12,37-38)
¡Mira que lo esperábamos, Señor y sin embargo nos ha pillado de sorpresa! No ha tenido nada de agradable, pero ninguna situación límite lo tiene. Señor, que todo esto nos prepare para servir mejor a los demás, para reaccionar ante las necesidades de los otros. Gracias, Señor, por mostrar la necesidad que tienes de nosotros, por la urgencia de nuestra atención. Gracias por llamar nuestra atención. Gracias, Señor.
La senda. 'Me enseñarás la senda de la vida, me llenarás de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha." (Sal 16,11) ¡Menos mal que hemos encontrado el sendero, Señor! porque andábamos un poco perdidos. Es magnífico tener un camino que seguir, aunque esté mínimamente marcado. Gracias, Señor, por mostramos el camino hacia ti, por señalamos la senda que lleva a ti. Gracias por haberte hecho camino visible, sendero seguro. Señor, gracias por mostrarte cuando andamos perdidos, por hacerte visible para seguirte. Gracias, Señor.
Silencio. "Cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto." (Mt 6,6) Señor, ¿escuchas algo... el canto de los pájaros, el murmullo del agua, el griterío lejano? ¿Y dentro, en mi interior? Yo, escucho el silencio. El silencio del que se anonada, enmudece, alucina, admira. El sonido de tu palabra, el atractivo de tu mirada, el calor de tu corazón. Gracias, por este silencio que llena de sonidos tu presencia, por este silencio que es tu música en mi corazón. Gracias, Señor.
La Unidad. "A él se debe que todo el cuerpo, bien trabado y unido por medio de todos los ligamentos que lo nutren según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyéndose así mismo en el amor " (Ef 4, 16)
Quién lo iba a decir, ¿verdad, Señor? de cuando empezamos el curso a vernos ahora. Todos tan distintos y, sin embargo, tan unidos; se diría que ahora somos uno sólo. Gracias, Señor, porque en la diferencia encontramos nuestra riqueza, en la desigualdad hallamos nuestra unidad. Gracias por ir construyendo nuestra amistad, por ser Tú uno más con nosotros. Gracias, Señor.
En Consejo. "¡ Que den gracias al Señor por su amor, por las maravillas que hace con los hombres! Aclámenlo en la asamblea del pueblo. Alábenlo en el consejo de los ancianos." (Sal 107,31-32) Antes de empezar el consejo, Señor, tenemos que pedirte que nos acompañes durante estas horas con tu sabiduría, prudencia, tacto, serenidad, caridad. Danos la palabra justa, la mirada clara, la escucha atenta en todo momento. Haznos capaces de aceptar los fallos con humildad, escuchar los aciertos sin orgullo. Gracias, Señor, porque, ya desde ahora, sabemos que será un éxito; porque Tú nos ayudarás a crecer aún más en el amor. Gracias, Señor.
Ultimo día. "Señor, dame a conocer mi fin, y cuantos van a ser mis días; que me de cuenta de lo frágil que soy. Me diste sólo un puñado de días, mi vida no es nada ante ti; el hombre es como un soplo fugaz, como una sombra que pasa; se afana por cosas fugaces; atesora, sin saber para quién será." (Sal 39, 5-7) Parece que fue ayer cuando salimos y ya estamos de vuelta; se me ha pesado volando, Señor! Han sucedido tantas cosas, ha habido tantos momentos intensos... Gracias, Señor, por estos diez días, por cada jornada, por cada hora, por cada instante Gracias por todos mis compañeros, por cada uno, por mis hermanos; por haber estado presente cada día, a cada hora, en cada instante. Gracias, Señor.
... y ahora tú.
Cada instante, cada situación, puede convertirse en un precioso momento de encuentro con el Señor, en un cara a cara, corazón a corazón, en oración. Todo puede ser visto con los ojos, la mirada del Señor, y traducirse en alabanza y acción de gracias para con él. Vivir intensamente cada instante en su presencia; descubrirlo allí donde se hace visible; disfrutar de él en lo más sencillo, en lo más cotidiano; ser feliz junto a él, con él, en él. A todo ello te he estado invitando, nos ha estado llamando. Ahora, allí donde estés, eres tú quien tiene que continuar esta aventura": en tu familia, en tus estudios, en tu trabajo... Descubre su rostro, goza con él, y no te calles. Grítalo a los cuatro vientos y que otros " muchos te oigan, que otros muchos descubran la aventura del "
encuentro con Dios" ¡Animo!. Y recuerda: "con la ayuda de Dios... que ha acampado entre nosotros, que habita en tu corazón".
¡Buena caza!