OBJETOS TRANSICIONALES: Donald Woods Winnicott La noción de objeto transicional fue formulada por Winnicott en 1951 y define un objeto material que posee, para el nino, un valor preferente. Este permite efectuar la transicion entre la primera relación oral con la madre y una verdadera relacion de objeto. Ubicado en el espacio de la ilusion y el juego, el objeto transicional constituye la primera posesion no-yo y emerge como sustituto del pecho —entre lo subjetivo y lo objetivo con miras al logro de una tranquila union (Winnicott, 1999). En tal sentido: El objeto transicional tuvo como finalidad conferir significación a los primeros signos de aceptación de un símbolo por el bebé en desarrollo. Este precursor del símbolo es, a la vez, parte del bebé y parte de la madre (…) En condiciones favorables, este objeto cede gradualmente su lugar a una gama cada vez más amplia de objetos y a toda la vida cultural (Winnicott, 1991). Cinco años mas tarde (1956), en el contexto de un seminario dedicado a la relacion de objeto, Lacan comenta la conferencia del 51 dictada por Winnicott en la Sociedad Inglesa de Psicoanalisis y establece las tres formas de la falta de objeto a partir de un analisis que subraya la contribucion objeto transicional a la teoria psicoanalítica. Once años después, con motivo de un nuevo seminario que versa sobre el acto psicoanalítico, Lacan rendira homenaje a Winnicott senalando la deuda conceptual que vincula la nocion winnicottiana con la invencion del objeto (a): Tomemos un excelente autor que se llama Winnicott (…) al que debemos uno de los más finos descubrimientos, me recuerda, y nunca dejará de volver a mis recuerdos en homenaje, la ayuda que el objeto transicional, como él lo llamó, me aportó cuando yo me interrogaba sobre la forma de desmitificar esa función del objeto llamado parcial. (Lacan, 1967). En este contexto, resulta interesante recorrer los postulados de Lacan en relacion con el objeto transicional y establecer, por tanto, posibles puntos de encuentro que habilitan dialogos e intercambios entre dos perspectivas psicoanalíticas que la tradición considera disimiles e incluso contradictorias. El objeto transicional emerge como un concepto referido a la primera posesión no-yo. El niño elige un objeto cuya preferencia es, habitualmente, validada y reforzada por la madre. De ese modo se convierte en una eficaz defensa contra la angustia y opera como un refugio simbólico donde el niño puede depositar y proyectar sus temores, ansiedades y fantasías. No obstante, aunque tal refugio actúa como una representación de la madre, como su símbolo, el niño es capaz de distinguirlo en cuanto tal: sabe que no es ella. Así, este objeto representa algo que el bebe puede distinguir de su madre real y, al mismo tiempo, actúa frente a este como si lo fuera. Al utilizarlo, simbolicamente, el niño ya está en condiciones de diferenciar la realidad de la fantasía, lo interior y lo exterior, la creatividad primaria de la percepción.
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OBJETO = MADRE OBJETO ≠ MADRE Esta operación faculta en el nino la capacidad de reconocer la semejanza y la diferencia. Basado en la experiencia de que un elemento represente otro, a sabiendas de que se trata de una representación y no del objeto deseado en su dimensión material, el niño adviene en el registro de la representación, en el orden simbólico. Lo que se convierte en real es una alucinación, así, se pone en marcha la capacidad del bebe para el uso de los símbolos y la psique da testimonio de la representabilidad que le es característica. En tal sentido, el objeto transicional puede ser considerado el primer símbolo (Winnicott, 1991). Este recorrido arranca con la introduccion del puno en la boca. A partir de una práctica que convoca el autoerotismo freudiano, se observa un itinerario que va del burdo chupeteo de la mano a la sofisticada relación que se reserva, mediante las conquistas del desarrollo, al pulgar. En tal sentido, citamos el siguiente señalamiento de Lacan: Está claro que de algún modo, es fácil ver acá la relación de ese pedacito de trapo, ese pedacito de sábana, ese cachito manchado al que se aferra el niño con ese primer objeto de goce, que no es el seno de la madre, nunca permanente, sino aquél siempre al alcance, el pulgar de la mano del niño.(Lacan 1967) Finalmente, el transito en cuestión habilita la posibilidad de una conquista electiva: el objeto. De la mano al pulgar y del pulgar a un sinnumero de opciones que se ofrecen en el mundo objetal: el osito de peluche, el pedacito de sabana, ese pequeño gran objeto que presentifica todo un mundo. Objeto que será respetado y valorado por los padres: se lo cuida, se permite que se ensucie y se resguarda el contacto del niño con este. De este modo, se asegura el sostenimiento de la de la continuidad de la existencia. Sin embargo, lo interesante a la hora del análisis no es el objeto en si —cosa puramente material— sino el advenimiento de la primera posesión y la zona intermedia que se habilita para su establecimiento: se trata de una primera pertenencia cuyo lugar se encuentra entre lo subjetivo y la realidad, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ha sido introyectado. Semejante tópica configura la sustancia de la ilusión. En el desarrollo de un nino se puede evidenciar una clara tendencia a entretejer el uso de objetos no-yo, experiencias que van acompañadas por el surgimiento de la fantasía, esto es lo que Winnicott ha llamado fenómenos transicionales: ‘Durante el periodo en que el bebe utiliza objetos transicionales se procesan otras transiciones (…) Por ejemplo, la corresponde a las capacidades en desarrollo del niño, su creciente coordinación y el paulatino enriquecimiento de su sensibilidad’ (1991). La Ilusión, habita en un estado intermedio entre la incapacidad del bebe de reconocer la realidad externa y su creciente capacidad para lograrlo. “La madre posibilita al bebé tener la ilusión de que los objetos de la realidad externa pueden ser reales para él, vale decir, pueden ser alucinaciones, ya que solo a las alucinaciones se las siente reales” En la medida que el nino comienza a utilizar sonidos, puede que aparezca uno que nombre al objeto, este es amado, acunado, mutilado, cambia solo en la medida que el niño lo haga.
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“El niño es capaz de utilizar un objeto transicional cuando el objeto interior está vivo y es real y lo suficientemente bueno, pero las cualidades de este objeto interior dependen de la existencia y comportamiento del objeto exterior” (…) “Así pues, el objeto transicional puede representar al pecho exterior, pero lo hace indirectamente al representar un pecho interior” (Winnicott, 1999). La madre devota, permite al niño experimentar la ilusión de que el pecho es parte de el, le ofrece el pecho cuando él cree crearlo y cuando lo necesita. “El analista se encuentra en la posición de una madre, cara a cara con su pequeño, cuando en realidad ni él ni su paciente se encuentran en esta situación. Esto requiere de las mismas cualidades para ser una madre suficientemente buena, empatía hacia el niño y la capacidad para considerarlo una persona separada de ella.” Aceptar el delirio de que un objeto representa otro, hacer como que estamos seguros de su funcionamiento, compartir la transitoriedad, pero sin embargo saber que esta relación no es con el objeto de amor, sino con su representante. Representante que permite la tramitación de las angustias y además genera el espacio entre el bebe y la madre. De acuerdo con Lacan la noción de objeto aparece en la teoría psicoanalítica como una investigación acerca del objeto perdido. El objeto es, de entrada, el objeto que se vuelve a encontrar, una y otra vez, en un circuito de búsqueda sin fin (Lacan, 1956). El escenario de esta operatoria es la relación intersubjetiva cuyo modelo privilegiado es la relación madre-hijo. Una relación fundamental caracterizada por Lacan como imaginaria, es decir, propia de un reconocimiento que depende del yo. En este contexto, la relación de objeto no puede entenderse sin la introducción del falo como uno de sus elementos. Así, se configura una triada imaginaria: Aquí, el falo es un objeto imaginario que representa la falta: la falta de la madre para el nino, la falta del niño para su madre. Mediatiza, podemos decir, una relación que es posible justamente por la existencia de esa falta. En la lectura que hace Lacan, Winnicott plantea una vía de análisis para abordar esta relación en la medida que tomamos la función de la madre como fundamental y ‘decisiva en la captación de la realidad por parte del niño’ (Lacan, 1956, p. 37). A su juicio, se ha sustituido la oposición entre los dos principios fundamentales de Freud —placer y realidad— por una relación entre actores. Desde una dialéctica impersonal —la de los principios— a una nueva dialéctica que sitúa la relevancia del objeto: ‘El principio de placer lo hemos identificado con una determinada relación de objeto, es decir, la relación con el seno materno, mientras que el principio de realidad lo hemos identificado con el hecho de que el niño debe aprender a prescindir de el’ (p.36). Winnicott observa que el desenlace mas favorable requiere, por parte de la madre, su disposición a estar presente siempre que sea necesario, para proporcionar ‘en el momento de la alucinación delirante del niño, el objeto real que lo colma’ (p. 36). En principio, el niño no tiene como distinguir lo que corresponde a la satisfacción con base en la alucinación de aquello que lo satisface real y efectivamente. No solo no puede distinguir, además, no requiere de ello. La madre, por tanto, asume una tarea que Lacan expresa del siguiente modo:
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Se trata de que la madre enseñe progresivamente al niño a experimentar las frustraciones y, al mismo tiempo, a percibir, en forma de cierta tensión inaugural, la diferencia que hay entre la realidad y la ilusión. Esta diferencia sólo puede instalarse por la vía de una desilusión, cuando, de vez en cuando, la realidad no coincide con la alucinación surgida del deseo. Esta lectura de Winnicott, propiciada por Lacan, dará lugar al desarrollo de una detallada exposición sobre el rol de la falta de objeto en el seno de la dialéctica inaugurada por la triada imaginaria madrenino- falo. Se trata de distinguir, respecto del objeto, tres dimensiones de la falta: frustración, privación y castración, correlativas de la articulación de los tres registros de lacan: real, simbólico e imaginario. i) La privación es la falta real de un objeto simbólico —un agujero; ii) La castración es la falta simbólica de un objeto imaginario; iii) La frustración es la falta imaginaria de un objeto real. Deuda simbólica, daño imaginario y agujero o ausencia real, he aquí cómo podemos situar esos tres elementos que llamaremos los tres términos de referencia de la falta de objeto. Con base en la siguiente cita, adelantamos la conclusión de este trabajo considerando algunos aspectos de la ultima teorización lacaniana respecto al objeto: El descubrimiento y la teorización por D. W. Winnicott del objeto transicional (ese objeto que puede ser cualquiera: un pañuelo, un pedazo de lana, etc., hacia el cual el niño manifiesta un apego incondicional) fueron saludados por Lacan, más allá del interés clínico de este verdadero emblema del objeto a, porque el autor reconoció allí la estructura paradójica del espacio que este objeto crea, ese «campo de la ilusión» ni interior ni exterior al sujeto (Chemama, 1998). La elaboración definitiva del concepto de objeto en Lacan adquiere su estatuto a propósito de la definición del objeto (a). Para Lacan este concepto explica la función del objeto causa del deseo. Se trata de un objeto que es definido topologicamente como bidimensional, es decir, como un objeto que no pertenece al mundo material. Si ese fuera el caso, su naturaleza topológica seria la propia del mundo tridimensional. Por tanto, no es posible representarlo salvo a partir de sus efectos identificables en cuatro formas privilegiadas de objeto parcial: el pecho, las heces, la voz y la mirada. En tal sentido, se distingue del objeto transicional en la medida que este se considere materialmente. De que clase de objeto se trata? Su esquiva definición teórica da lugar a distintas alegorías y referencias metafóricas: ‘esquirlas’ (Chemama, 1998, p. 301) o indicios corporales vinculados con los cuatro objetos parciales antes mencionados. Se trata de la constitución de un objeto en el espacio que se origina entre la demanda y la necesidad, siguiendo la lógica de que ‘ningún alimento puede ≪ satisfacer≫ la demanda del seno’ (p. 301). Entendemos demanda como lenguaje, lo que implica que el espacio en cuestión corresponde al desencuentro entre la palabra y la cosa. En tal sentido, el objeto (a) se constituye como el producto de un desencuentro inefable en la medida en que no hay objeto que satisfaga la demanda. Es, por tanto, el nombre que permite señalar la función que causa el deseo y el advenimiento de la representabilidad psíquica. La existencia del objeto (a) o su extracción — parafraseando a Lacan (Lacan, 1958)— es la condición de posibilidad para el ingreso en el orden simbólico. De allí que podamos aventurar un fecundo intercambio conceptual entre ideas fundamentales del pensamiento winnicottiano y lacaniano. Se trata de dos dimensiones del objeto, dos aspectos de la dinámica objetal, comprometidas decisivamente en la constitución del sujeto.
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Intentamos resumir algunos aspectos de la teoria del desarrollo temprano emocional postulados por Winnicott. Veremos en primer termino la preocupación maternal primaria. La dependencia absoluta y la relativa. Los cuidados maternos: holding, handling y presentación de objeto. La capacidad para estar solo. El falso y el verdadero self. Objetos transicionales. Identificación, simbolización, juego y cultura. Maduración y salud mental. Fallas en la preocupación materna y sus consecuencias. Fallas en el holding, handling y presentación de objeto. Angustias psicóticas. Winnicott entiende por preocupación materna primaria a lo que le acontece a la madre en las postrimerías del embarazo y primeras semanas después del parto, en el hecho que esta se preocupa por el cuidado del nino o mejor dicho se entrega a esta tarea y el niño parece formar parte de ella, la madre se halla muy identificada con el bebe y sabe muy bien como este se siente. La madre está dedicada por entero a su bebe mientras dura este periodo. La madre lo hace tan bien que le permite vivir al bebe una experiencia de omnipotencia. El principio de realidad se le presenta muy de a poco y no en todas partes. El amor en esta fase solo puede demostrarse en término de cuidados corporales. El niño pequeño y el cuidado materno se separan y disocian cuando el desarrollo sigue los causes de la normalidad. Para Winnicott no existe nada que se puede llamar bebe; cuando nos encontramos con el cuidado materno sin el cual no habría tal niño. DEPENDENCIA ABSOLUTA En este estado la criatura no dispone de ningún medio de saberse receptora del cuidado materno. La criatura no puede asumir el control de lo que está bien hecho o mal hecho, solo beneficiarse de lo primero o salir perjudicado por lo segundo. Esta criatura depende por completo de la provisión física aportada por la madre. El medio ambiente no hace al niño, lo que hace es permitirle realizar su potencial. La preocupación materna primaria se relaciona con este estado de dependencia absoluta. La totalidad del procedimiento del cuidado infantil debe caracterizarse principalmente por el modo firme y estable de presentarle el mundo a la criatura. Y esto se logra por un ser humano consagrado a la criatura y a la tarea de cuidarla. La madre ira desprendiéndose poco a poco de este estado de consagración y pronto reanudara sus actividades normales; pero por el momento es dedicación full-time. El premio que recibe en esta primera fase es que el proceso de desarrollo de su bebe no sufre ninguna deformación. DEPENDENCIA RELATIVA En la segunda fase, la recompensa consiste en que de algún modo, la criatura empieza a ser consciente de su dependencia. La madre va desembarazándose de a poco ayudada por su marido (ya sea por el aporte maternal de este o por el apoyo afectivo que le de a la madre, se convierte en seguridad que la madre traslada a la criatura) y va logrando, con gran esfuerzo, separarse del bebe. Esta tarea se ve facilitada por la identificación del pequeño con su madre, al devolverle una sonrisa (conducta refleja), al meterle un dedo en la boca de la madre mientras esta le da de mamar- y que facilita la tarea del pequeño de ponerse en el pellejo de la madre y desarrollar la comprensión de la existencia personal aparte de la madre. Gracias a las tendencias integradoras, se produce con el tiempo un estado en que se siente una unidad, una persona completa provista con un interior y un exterior, aparte de ser la persona que vive adentro del cuerpo, mas o menos limitado por la piel. Una vez que el exterior significa un no-yo, el interior significa un yo, con lo
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cual se cuenta con un lugar para guardar cosas. La realidad psíquica se sitúa dentro. El crecimiento de la criatura se va enriqueciendo con los intercambios continuos entre la realidad exterior e interior. Una vez que estas cosas han quedado instauradas como sucede en la salud (o normalidad), el niño se va viendo, poco a poco, capacitado para enfrentarse con el mundo y todas sus complejidades, ya que cada vez ve mas y mas cosas de las que ya se hallan presentes en su propia personalidad. El proceso de crecimiento debe seguir en la edad adulta, ya que raras veces llegan los adultos a alcanzar la madurez plena. Pero una vez que han encontrado su lugar en la sociedad a través del trabajo, tal vez contrayendo matrimonio o estableciendo algún patrón de vida que represente un compromiso entre la emulación de los padres y el desafío a los mismos mediante la instauración de una identidad personal; se va saliendo de la zona de la dependencia hacia la independencia. WINNICOTT postula distintos tipos de cuidados maternos: 1) Holding o sostén: Proceso por el cual la madre satisface las necesidades fisiológicas del pequeño de manera estable, digna de confianza, que toma en cuenta la sensibilidad epidérmica y que incluye la rutina de cuidados a lo largo del día. Estos cuidados posibilitan la integración, principal tendencia en el proceso de maduración. Esta integración en el tiempo, se le suma en el espacio, lo que da a posteriori el sentimiento de continuidad existencial. 2) Handling, manipulación o manejo: Se refiere al manejo y cuidado corporal que hace la madre de su hijo y sus funciones. Estos cuidados van a posibilitar el enlace entre la persona del bebe y su cuerpo junto con la existencia de una membrana restrictiva. La unión de la psique con el soma, facilita la personalización. 3) Presentación de objeto: Con un buen cuidado materno, el bebe no se halla sujeto a las satisfacciones instintivas. En ese sentido mas que darle una satisfacción instintiva al bebé se trata de permitirle encontrar y adaptarse por si mismo al objeto (seno, biberón). La presentación del objeto es realizada de manera tal que el bebe crea el objeto. La madre le presenta al bebe un objeto que satisface las necesidades del bebe y de esta manera el bebe empieza a necesitar justamente lo que la madre le presenta. De este modo el bebe llega a adquirir confianza en su capacidad para crear objetos y para crear al mundo real. La buena presentación de los objetos facilita las relaciones de objeto. La capacidad para estar solo depende de la existencia de un objeto bueno en la realidad psíquica del individuo. La madurez y la capacidad para estar solo implican que el individuo ha tenido la oportunidad gracias a una buena materialización de formarse poco a poco en la creencia de un medio ambiente benigno. Esta capacidad tiene por fundamento las experiencias infantiles de estar a solas en presencia de alguien. Con el tiempo el individuo introyecta la madre sustentadora del yo y de esta forma se ve capacitado para estar solo sin necesidades de buscar el apoyo de la madre o símbolo materno. Así el niño que adolezca de una débil organización del yo podrá estar solo gracias a un apoyo del yo digno de confianza. El ambiente sustentador del yo -madre, padre- es objeto de un proceso de introyección e integración en la personalidad del individuo de tal manera que se produce la capacidad para estar realmente solo.
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WINNICOTT distingue entre un self verdadero y un falso self. El primero se daría a consecuencia de la devoción de la madre por su hijo y es en esencia de donde surge el gesto espontaneo y la idea personal. Solo el self verdadero es capaz de crear y de ser sentido como real. El ser verdadero emana de la vida. Se halla ligado a la idea del proceso primario, a los estímulos. El self falso tiene la función defensiva por un lado de ocultar y proteger al verdadero. El falso self se ocupa de buscar las condiciones que le permitan al self verdadero apropiarse de lo que le interesa. El falso self se edifica sobre identificaciones. Es en la salud toda la organización cortes y bien educada que nos permite vivir en sociedad, renunciando un poco al proceso primario ganando un lugar en la sociedad que jamás puede mantenerse ni conseguirse mediante el ser verdadero a solas. En la patología, el falso self reemplaza al verdadero y le permite a este último una vida secreta -preservación del individuo a pesar de condiciones ambientales desfavorables. El suicidio puede ser pensado en término de destrucción del ser total para preservar al verdadero. La madre que no es buena, es incapaz de cumplir con la omnipotencia del pequeño, por lo que repetidamente deja de responder al gesto del mismo y en su lugar coloca el propio gesto. El niño ataca o es sumiso, con lo que se establece la primera fase del falso self y es propia de la incapacidad materna para interpretar las necesidades del pequeño. Por medio de este ser falso, el pequeño construye un juego de relaciones falsas y por medio de introyecciones llega incluso a adquirir una ficción de la realidad, de tal manera que el pequeño al crecer no es mas que una copia de la madre o tutor. El ser falso tiene una función muy positiva y muy importante: ocultar al ser verdadero, lo que logra sometiéndose a las exigencias ambientales. Es también una defensa contra lo imposible o inconcebible: la explotación del ser verdadero y su consiguiente aniquilamiento. Con el tiempo se va desarrollando una habilidad del niño para someterse sin exponerse o para comprometerse sin arriesgar. El individuo sano, cuyo ser presenta un aspecto sumiso, pero que pese a ello, existe y es creador y espontaneo. Existe simultaneamente la capacidad para el empleo de los símbolos. Cuando hay un elevado grado de escisión entre lo verdadero y lo falso, hay también capacidad para la utilización de símbolos y una vida cultural pobre. En tales ocasiones hay una necesidad de ser atacado por la realidad externa de manera que el individuo pueda llenar su vida las reacciones ante tales ataques. Fenómenos transicionales: aquellos actos que comienzan a acompañar a una experiencia auto erótica y objetos transicionales son los objetos seleccionados por el bebe para combatir su ansiedad, especialmente la depresiva en momentos difíciles -cuando se va a dormir, cuando esta solo-. Estos objetos permanecen en el campo de la ilusión, están afuera para el observador, pero para el niño no está ni afuera ni adentro. Es un espacio de ilusión que se va creando entre la madre y el hijo –gracias a la madre- en donde la experiencia y el objeto no se pone en duda. El objeto transicional no es un objeto interno sino una posesión, por lo cual es un objeto externo. Es un lugar que no se pone en duda y que facilita el desarrollo de esa área intermedia entre yo y noyo, realidad y fantasía, posibilidades de simbolización, juego y por último, es el asiento de la cultura. Para WINNICOTT hay una relación directa entre la maduración y la salud mental, casi se podría decir que son sinónimas. El factor mas importante para lograr la maduración -que de por si estaría regulado biologicamente- son los cuidados maternos que posibilitan la maduración. Estos cuidados tienen que ser continuos y permanentes a fin de que no se produzcan discontinuidades en el crecimiento y maduración. Los cuidados tienden por lo tanto, a la
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instauración de una personalidad unitaria, y todos los fallos (susceptibles de producir una angustia inconcebible) ocasionan una reacción de la criatura, reacción que corta a traves de la continuidad existencial. Si persisten las reacciones de esta índole se instaura un patron de fragmentación de la existencia. Un pequeño con un patrón de fragmentación de la existencia -en la línea de la continuidad existencial- se enfrenta a la labor del desarrollo que casi desde el principio mismo apunta a la psicopatología. En este contexto, maduración o procesos de maduración, es la evolución del yo de la personalidad e incluye toda la teoría del ello, de los instintos y sus vicisitudes, asó como las defensas del yo en relación con el instinto. Las fallas, conflictos amenazas de la adaptación trunca la continuidad existencial y provocan graves interferencias en la tendencia natural a convertirse en una unidad integrada, la secuencia relativa de reacciones ante amenazas proporciona una buena base para edificar un yo corporal. El proceso de maduración del niño solo tiene efecto en la medida en que exista un medio ambiente que lo facilite. El proceso de maduración se caracteriza por el impulso hacia la integración, cuyo significado adquiere una creciente complejidad a medida que el pequeño va creciendo. La característica del medio ambiente posibilitador es la adaptación, que en un principio es total y que va decayendo hacia la desadaptación con arreglo a los avances que va haciendo el pequeño en su marcha hacia la independencia. Cuando el medio ambiente es lo bastante bueno entonces el proceso de maduración tiene su oportunidad. El resultado es que la personalidad infantil logra cierto grado de integración, al amparo primero del apoyo del yo (adaptación de la madre a las necesidades de su hijo) y luego con el tiempo, de forma más y mas independiente. Estos avances en el individuo, que se apoyan en los procesos de maduración, son lo que constituye la salud mental. Por lo expuesto mas arriba en término de maduración y salud mental, todo lo opuesto es valido para la enfermedad mental, o lo que es lo mismo fallas en la preocupación maternal y en los aspectos específicos del cuidado maternal, holding, handling y presentación de objeto. Las fallas en la preocupación materna primaria va a dar lugar a los cuadros mas severos. El bebe no es solo una persona que siente hambre y cuyos impulsos deben ser satisfechos, sino que debemos considerarlo como un ser inmaduro que en todo momento se halla al borde de una angustia inconcebible. Esta angustia es mantenida a raya por la función de la madre y su capacidad para ponerse en su lugar y saber cuáles son sus necesidades. Las fallas en el handling van a dar lugar a problemas en la integración y en la creencia de un todo con continuidad existencial. El opuesto de integración es la fragmentación; que sería la angustia inconcebible de no ser sostenido durante la fase de dependencia absoluta. Las fallas en el holding va a dar lugar a problemas de personalización y que sin una manipulación activa y adaptativa satisfactoria, es muy probable que realizar la tarea de interrelación psicosomática sea muy difícil. En circunstancias favorables, la piel se convierte en frontera entre el yo y el no-yo, o para decirlo de otro modo, la psique ha entrado a vivir dentro del soma, dando indicio a una vida psicosomática individual. La patología mayor seria la despersonalización. Las fallas en la presentación del objeto va a dar fallas en las relaciones objetales.
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La angustia inconcebible se va a dar cuando falle algunas de estas funciones de cuidados de la madre, cada angustia inconcebible constituyen una clave de un aspecto determinado del crecimiento moral: deshacerse y caer para siempre (holding). No tener relación alguna con el cuerpo y carecer de orientación (handling). Estas angustias son la materia prima de las angustias psicóticas. Estas angustias no son analizables. Las fallas específicas de cada etapa pueden ser resumidas como sigue: 1. - DEPENDENCIA ABSOLUTA: Las condiciones deben ser bastante buenas, caso contrario no se puede comenzar el desarrollo y la maduración. Defectos mentales, esquizofrenia infantil, propensión a trastornos mentales hospitalizables. 2.
DEPENDENCIA RELATIVA: Las condiciones fallidas traumatizan pero ya existe una persona susceptible de ser traumatizada. Propensión a trastornos afectivos, tendencias asociales.
3. -PERIODO INTERMEDIO ENTRE DEPENDENCIA-INDEPENDENCIA: El niño experimenta con la independencia pero necesita ser capaz de revivir la dependencia. Dependencia patológica. 4. -INDEPENDENCIA-DEPENDENCIA: Se trata de lo mismo pero con una independencia acentuada. Carácter desafiante, estallido de violencia. 5. -INDEPENDENCIA: Entraña un medio ambiente interiorizado y la habilidad por part del niño de cuidar de si mismo. El fallo ambiental no es necesariamente perjudicial. Es, por supuesto, simplificar demasiado el afirmar que la salud es madurez (acorde con la edad del individuo). El historial del desarrollo emocional de un niño es algo tremendamente complicado, y mas complejo de lo que creemos. No podemos resumir en unas pocas palabras lo que sabemos, ni nos es posible llegar a un acuerdo total de los detalles. Bibliografía WINICOTT, Donald: (1957) Conozca a su niño. Psicología de las primeras relaciones, Barcelona: Paidós. (1957) El niño y el mundo externo, Buenos Aires: Lumen, 1993. (1958) Escritos de pediatría y psicoanálisis, Barcelona: Paidos, 1998. (1968) Realidad y Juego. Barcelona. Paidós. 1993.
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