Nos Tejimos Las Manos. Trabajo Final.docx

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Nombre: Sofia O. Pérez Erazo Asignatura: Diseño etnográfico Docente: Sandra Patricia Martínez Nos tejimos las manos. Incidencia de los marcos de significado del Comité de Integración del Macizo Colombiano (CIMA) en la consolidación de la Asociación de Mujer Rural Almaguereña Campesina (AMURA) en el corregimiento de Llacuanas, Almaguer; 2015-2018.

1. INTRODUCCIÓN 1.1. Presentación del primer objetivo del ejercicio etnográfico Esta cuarta entrega del ejercicio etnográfico, tiene como finalidad presentar los resultados, hasta ahora encontrados, respecto al primer objetivo investigativo, que se remite a la identificación de las relaciones organizativas que se establecen entre las integrantes de AMURA y los dirigentes políticos del CIMA, en la construcción de las iniciativas políticas emprendidas por el proceso de base en el corregimiento de Llacuanas, teniendo en cuenta que la organización social cuenta con unas personas (cuadros) que son la cara visible del desarrollo de los diversos proyectos políticos que se gestan en su interior. En este sentido, los “cuadros” – quienes tienen el discurso político-organizativo del CIMA muy bien fundamentado – deben encargarse, además, de retroalimentar constantemente a los pequeños grupos, que, como AMURA, se establecen en distintas zonas del macizo colombiano, a partir de un trabajo constante que permita reconocer sus necesidades e iniciar un trabajo colectivo de transformación de esas realidades sociales, primando la voz comunitaria. Sin embargo, aun cuando este adelanto se remita a uno de los objetivos específicos, es de aclarar, que está enmarcado dentro de un planteamiento más general que busca identificar las concepciones de las integrantes de AMURA, acerca de la incidencia de los marcos de significación del Comité de Integración del Macizo Colombiano en la construcción del proceso colectivo de base, dentro del corregimiento. Así, pensar en el vínculo político que pueda existir entre las mujeres y los “cuadros”, permitirá dentro del trabajo, analizar la participación de ellos en la construcción de los marcos de significado del grupo local, generando, mayores claridades a la hora de entender las dinámicas colectivas de la asociación. 1.2. Procedimientos metodológicos El trabajo de campo, metodológicamente se ha enfocado en la recolección de información a través de entrevistas, observación, pero principalmente del diario de campo, con el cual se ha generado un ambiente menos tenso a la hora de compartir con ellas, puesto que, en el

momento de hacer las entrevistas, fue notoria la incomodidad que producía la grabadora, mientras que, el diario, en ningún momento significó mayor molestia, aun cuando, cada vez que podía, me miraban escribir con cierta extrañes. De esta manera, el diario de campo es nutrido por un trabajo arduo de observación participante, llevado a cabo durante los últimos tres meses del año pasado, en los que me inserté en las actividades desempeñadas por el grupo, recopilando una cantidad considerable de información. Teniendo en cuenta lo anterior, Oscar Guach, menciona que esta técnica es la más utilizada en el desarrollo de la investigación etnográfica, puesto que permite “obtener datos sobre realidades a las que resulta difícil aplicar otro tipo de técnicas” (Guach, 1997); en mi caso, por ejemplo, las entrevistas fueron desarrolladas al final del trabajo de campo, con el fin de evitar tensiones innecesarias durante la entrada a territorio; aun así, dos meses después de compartir las labores de la asociación, a la hora de realizar las entrevistas, la incomodidad fue evidente por parte de ellas, evidenciadas a partir de la omisión de información o la evasión a preguntas que, sin la presencia de la grabadora, eran respondidas normalmente. Generalmente, en las jornadas de trabajo en la huerta, aprovechaba la hora de almuerzo para apuntar lo que había transcurrido, sin embargo, fui notando con el tiempo, que, en tanto hacia eso, me perdía de charlas interesantes que me servían para la investigación, de tal manera que opté por escribir palabras claves que me hicieran recordar en la noche, lo observado durante el día. En este sentido, es necesario mencionar que lo anterior fue producto del aprovechamiento de los espacios a los que las mujeres de AMURA me dieron acceso. Inicialmente, me reuní con dos de ellas, por primera vez (en el marco de la investigación) en las instalaciones de FUNDECIMA en Popayán, los días 14 y 15 de septiembre, en el marco de una reunión de Derechos Humanos, convocada por la organización, en la cual, tuve la posibilidad de mencionarles la idea de desarrollar este ejercicio etnográfico con su grupo local, aprobando mi solicitud, y dejando un cronograma inicial en el que se estipulaban algunas fechas de visita a Llacuanas y de encuentro en Popayán. Sin embargo, el cronograma nunca se cumplió, debido a que el cinco de octubre, la universidad entró en paro, dándome la posibilidad de viajar constantemente a Llacuanas. De esta manera, octubre, noviembre y diciembre, se convirtieron en meses dedicados al trabajo con ellas, que inicio con una gran dificultad derivada de mi participación dentro del proceso de jóvenes del CIMA, puesto que me percibían como un sujeto externo que criticaría su trabajo desde la dirigencia de la organización. Este percance se manifestó durante las primeras semanas, en el comportamiento entre ellas, pues evitaban hablar de los “cuadros” o del proceso como tal. Más o menos tres semanas después, la confianza empezaba a generar resultados, y entre conversaciones casuales, me permitían interrogar a profundidad sobre los temas, sin que se notara malestar al hacerlo. La anterior actitud se puede entender a la luz de lo que Rabinow expresa como esa dificultad del antropólogo para explicar su quehacer en el espacio etnográfico (Rabinow, 1992), pues las mujeres no me miraban como una estudiante de sociología que desarrolla su trabajo etnográfico (a pesar de que, en otros términos, intenté explicarlo en repetidas ocasiones) sino, como la coordinadora de Macizo Joven, quien tenía

el poder de crítica y estigmatización. Durante la primera semana solo me dedique a observar sin hacer preguntas o comentarios respecto a la investigación, y eso fue crucial a la hora de “integrarme” al grupo, pues ya no me miraban como la universitaria, sino como otra de ellas. Cabe aclarar, que fue muy cercana mi observación, ya que tome los ritmos de vida de las mujeres alrededor del trabajo de AMURA, de tal manera que, en el transcurso de los meses, trabajaba a diario en la huerta junto al grupo. En esta línea de ideas, y como indirectamente ya lo he mencionado, la huerta fue fundamental para el desarrollo del ejercicio investigativo, pues la mayoría de información fue recopilada en mencionado lugar. La huerta cuenta con una dimensión de 16, 4 m2, situada sobre la vía Almaguer- Popayán, la cual fue comprada al esposo de una de las participantes por medio de un proyecto de cooperación internacional que el CIMA gestionó. Cuenta con dos eras dedicadas a producir zanahoria, dos para la acelga, dos para el repollo, una para la lechuga, dos para la cebolla y el cilantro, cinco para el maíz, y cinco para el frijol, sumando un total de diecinueve eras. Se encuentra cercada por malla y postes naturales, con el fin de evitar la entrada de animales que puedan generar daños en el cultivo. Cabe mencionar, que participé en la elaboración de las eras, la puesta de la cerca y finalmente en la siembra, de tal manera que, para inicios de enero, las mujeres de AMURA me consideraban una más del grupo. 2. DESARROLLO DE LA REFLEXIÓN El Comité de Integración del Macizo Colombiano es una organización social campesina, consolidada en los años 80, alrededor de la defensa del territorio, el agua, los Derechos Humanos y la construcción de vida digna para el campesinado en el macizo colombiano. Hace incidencia en quince municipios del sur del Cauca y norte Nariño, en los cuales se focalizan diversos grupos que, como AMURA, inician un trabajo de transformación de sus realidades sociales en el territorio, apoyados por proyectos que la misma organización impulsa ante entidades gubernamentales y no gubernamentales. Son tres los procesos regionales que lo constituyen: en primer lugar, se encuentran el proceso agroambiental, el cual, se encargan de cultivar en las Fincas de Referencia Agroambiental como una alternativa al desarrollo y a su modelo extractivo, además, de trabajar por la recuperación de las semillas nativas, de las tradiciones de siembra, el cuidado del agua, y de resignificar la cultura campesina, a partir de la construcción de la identidad como campesinado. Este último elemento ha sido fundamental para el CIMA en su pelea por el reconocimiento del campesinado como sujeto político de derechos, pues le ha impreso, en cierta medida, la categoría identitaria, que hasta el momento era desconocida en el macizo. En segundo lugar, se encuentra el Proceso Regional Macizo Joven, el cual articula a jóvenes campesinos en torno a iniciativas artísticas (zancos, barranquismo, teatro, danza, chirimía, música) y políticas (defensa del territorio, género, militarización, paz, Derechos Humanos, Minería) que pretenden generar conciencia, en los y las jóvenes, sobre la importancia de

defender el territorio desde actividades artísticas, que simbolicen las particularidades del ser joven, en una sociedad, que para ellos, los desconoce como actores activos en la toma de decisiones sobre el rumbo del país. Y finalmente, el Proceso de Mujeres Maciseñas, nace a partir de la necesidad de empoderar a las mujeres frente a los proyectos desarrollados por el proceso agroambiental, con el fin, de impulsar su participación activa en el trabajo de la defensa del territorio. En este sentido, el objetivo fundamental del CIMA, consiste en reconocer a la mujer como actor político en el trabajo comunitario, generando que haya una iniciativa consolidada en torno a la equidad de género: Se configura así una postura donde se concibe mujer como un sujeto en la familia, la comunidad y el territorio, generando un proceso de mujeres que ha empoderado lideresas con voz y participación tanto dentro de la organización CIMA, como hacia la interlocución con actores institucionales y otros. Otros temas abordados por las mujeres son la economía del cuidado, el saber ancestral, el saber medicinal, los productos, los alimentos, visibilización de violaciones de derechos humanos, trabajo de género, formación, organización y liderazgo. (CIMA, s.f.) Cada uno de estos procesos tiene un dirigente político del CIMA, que como lo expliqué párrafos arriba, se debe encargar de dinamizar los diferentes trabajos locales, con el fin de orientar a los grupos hacia los marcos de significado1 del CIMA, lo que posteriormente permitiría que la organización, mediante el reconocimiento de las realidades sociales de estos, impulse de la mano con ellos, cambios en sus formas de pensar y de asumir su cotidianidad. Estos cambios, pueden darse a partir de nuevas propuestas económicas (proyectos productivos) que generen mejores ingresos, y, por ende, mejoren su calidad de vida. Sin embargo, no es la única forma, pues también se espera que el cambio de pensamiento los lleve a una re-significación del ser campesino, contribuyendo a que cree nuevos lasos de territorialidad que le posibiliten asumirse desde el querer permanecer en el campo. Así, para el proceso de AMURA, Olga Truque desempeña ese rol. En este sentido, la Asociación de Mujer Rural Almaguereña Campesina es uno de los grupos de base que constituyen el proceso de Mujeres Maciseñas del CIMA. La asociación cubre todo el municipio de Almaguer, constituyéndola aproximadamente 500 mujeres del sector rural organizadas alrededor de proyectos pecuarios y de producción agrícola. “Para este momento, el grupo se constituye por 15 mujeres de la vereda la Yunga, 6 de la cabecera corregimental, dos de Llacuanas bajo y dos del Altillo2, quienes oscilan aproximadamente entre los 28 a 55 años de edad; 14 de ellas son madres, y tres, cabeza de hogar. La mayoría 1

En este avance solo menciono el concepto. No lo desarrollo porque no me queda espacio para centrarme en el objetivo de esta entrega. 2 Aun cuando 10 de las 25 mujeres sean de otras veredas, las 15 participantes de La Yunga son las que se encargan del desarrollo de las de actividades agrícolas y de coordinar las reuniones, mientras las 10 asisten solamente a las reuniones y a los trabajos más fuertes de la huerta.

enfrentaron la maternidad antes de cumplir 18 años, lo que causó que otras formas de vida (estudiar o migrar a la ciudad) quedaron anuladas, al no tener quien cuidara de sus hijos. Solo tres terminaron su segundaria, seis culminaron la primaria, tres aprendieron a leer y escribir en sus primeros grados de escolaridad, y, finalmente, tres son analfabetas. Once viven en “unión libre” con sus compañeros sentimentales, quienes se encargan de trabajar en las fincas vecinas o en sus propios predios, mientras sus compañeras se responsabilizan del cuidado de los hijos, el mantenimiento de la casa, las labores de la cocina, y desde que hacen parte de AMURA, del cuidado de la huerta y el desarrollo de diversos proyectos de los que han sido beneficiarias”. (Diario de campo, 5 de enero) Habiendo hecho esta contextualización, me centrare en los momentos más representativos de mi trabajo de campo, que me permitan ahondar en el desarrollo del objetivo. Inicialmente, el primer acercamiento con dos integrantes del grupo en Popayán, me dejó una importante experiencia, pues cuando estábamos hablando de la relación que sostenía Olga con el grupo ellas me pidieron que no mencionáramos ese tema en la fundación, pues consideraban que sería mejor hacerlo directamente en Llacuanas. Inmediatamente noté un cierto nerviosismo al hablar de ella, absteniéndome de hacerlo en el lugar. Estando en Llacuanas, y durante mis primeras dos semanas junto a ellas, confirmé una sospecha que tenía, incluso desde antes de iniciar el ejercicio investigativo, y es que gran parte del grupo no sabían que era el CIMA. Lo noté el primer día que comencé a trabajar en la huerta3, cuando una de ellas4 en voz baja le pregunta a Ana María (la coordinadora local del grupo) sobre mi presencia, a lo que ella responde: “viene del CIMA a trabajar con nosotras” y ella le replica: “¿y eso qué es?” (Diario de campo, 16 de octubre) Luego, el 23 de octubre, cuando las tensiones se habían bajado, iniciamos el trabajo de la huerta como de costumbre a las 8 de la mañana. La noche anterior, había estado pensando que era necesario comenzar a indagar sobre Olga u otros dirigentes CIMA, así que esa mañana llegué decidida a hacerlo. Comenté con cierta extrañeza que durante esos días no había visto a nadie de la dirigencia, visitar la huerta, y para mi sorpresa, gran parte de las mujeres hicieron un gesto de ironía y sonrieron irónicamente. Me comentaron que a las únicas personas que conocen es a Cesar William (representante jurídico de la organización) y a Olga, pero que Cesar solo las visitó una vez, mientras Olga lo hecho en más ocasiones, con poca frecuencia, enfatizando en que no se reúne con el grupo completo, solo con Ana María y otras 3 chicas de la vereda. Ana por su parte me expreso lo siguiente: “Me llama y cuadramos pa vernos (…) le digo que, si llamo a las otras y me dice que no, que conmigo es suficiente, y yo solo le rindo informe de lo que hacemos” (Diario de campo, 22 y 23 de octubre)

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Inicié el 16 de octubre El 14 de octubre yo me había reunido con todo el grupo para contarles sobre el ejercicio investigativo, pero ella nunca llegó. 4

Con lo anterior, comienza a mostrarse una tendencia jerárquica de poder dentro de la organización, pues Olga que es, por llamarlo de alguna forma, la coordinadora regional del proceso, solo se comunica con la coordinadora del grupo local. Esto pude explicarse, mediante la teoría de “representación política” desarrollada por Pierre Bourdieu, pues hace alusión a la persecución de intereses tanto materiales como simbólicos que llevan al liderazgo político a generar “prácticas políticas” que desembocan en la exclusión del “hombre común”, es decir que se convierte en un sistema jerárquico al que solo un sector privilegiado puede acceder (Bourdieu, 1985). En tal caso, el resto de mujeres del grupo quedan relegadas a un plano inferior en la participación de las reuniones, aun cuando estas se remitan a recibir y dar informes. Sin embargo, me llamó la atención que, en algunos espacios de coordinación del CIMA, Olga ha expresado que el grupo local de AMURA en Llacuanas es uno de los más cualificados del proceso de Mujeres Maciseñas. Así pues, la representación política de la que habla Bourdieu, en este caso se remite a la obtención del reconocimiento simbólico dentro de la organización, pues para esta, la cualificación de sus grupos es fundamental para alcanzar los objetivos que se plantea alrededor de la defensa del territorio y del reconocimiento del campesinado como sujeto político de derechos. Del 26 al 28 de octubre se llevó a cabo en la cabecera municipal de Almaguer, el Primer Encuentro Nacional de Memoria Ambiental. Precisamente el 25 de octubre, se desarrolló en Popayán la reunión preparativa del encuentro, la cual me permitió reunirme con Olga y hacerle una entrevista, centrándome en su participación dentro del grupo de AMURA, y su percepción sobre la cualificación de las integrantes. Sus respuestas no variaron significativamente, era muy enfática en decirme que por cuestiones de tiempo y de otras actividades que la organización le encargaba, se le dificultaba visitar de seguido al grupo local; pero frente a la cualificación, recalcaba que todas tenían la capacidad de enfrentarse a cualquier espacio con claridades respecto al trabajo del CIMA y de Mujeres Maciseñas: Ellas son muy buenas. Estoy segura que ya están listas para representar al CIMA en cualquier evento (…) saben que es lo que trabajan las Mujeres Maciseñas y están bien empoderadas del grupo (…) si no las ves hablar es porque son tímidas, pero de que saben, saben; toca hacer que se les quite el miedo y ya (…). (Entrevista a Olga Truque, 25 de octubre) Sin embargo, mientras compartí con ellas, fue evidente que su silencio no se debía a la “timidez” como lo mencionaba Olga, sino más bien, a un desconocimiento grande de que ellas hacían parte del CIMA, y a su vez, del significado de este mismo. Cuando fuimos tomando más confianza, ellas me preguntaban a mí, de qué se trataba el CIMA, y varias se sorprendieron cuando le conté que AMURA era uno de los grupos de base de la organización, entre otras cosas, porque se les dificultaba entender los términos de “organización social”, “defensa del territorio” o “empoderamiento” (Diario de campo, 2 de diciembre).

Hasta este momento se evidencia claramente que, en términos de Bourdieu, la “representación política” del CIMA había hecho a un lado a las integrantes, tanto, que desconocían su pertenencia al mismo, dejando en claro que eran instrumentalizadas por la organización para adquirir mayor reconocimiento regional y nacional, al tener un grupo más de base. Pero también, la representación política se ve en Ana María, pues ella al ser la coordinadora y al tener mayor contacto con la dirigencia política de la organización, ha adquirido mayor conocimiento sobre la misma y sus objetivos, sin embargo, no lo ha socializado con sus compañeras, generando la exclusión de las mismas en la toma de decisiones. Un ejemplo de lo anterior, se remite a las reuniones de Popayán, pues el 25 de septiembre, mientras conversaba con las delegadas al espacio, les pregunté por qué ellas habían sido las representantes del grupo ante el evento, contestándome “es que Ana nos mandó” (Diario de campo, 25 de septiembre). Esto se repitió con cada convocatoria5 Aprovechando que una integrante me buscó para contarme su percepción frente al proceso, debido a que se había generado una ruptura con el grupo, y que era eminente su retiro, pregunté desde el comienzo de AMURA en el corregimiento, dándome toda la información que le solicité. Albenis, es una de las chicas más jóvenes que ha integrado el grupo; lo conoció mediante Ana María, quien, en alguna ocasión, le pidió el favor de asistir a Popayán a una escuela de formación política que lideraba el CIMA, y a la cual, era obligatorio que la asociación asistiera. Desde ahí participó activamente, convirtiéndola en la delegada de casi todos los eventos convocados por la organización, hasta que sus compañeras se molestaron por su falta de colaboración en el trabajo de la huerta, pues Albenis no tiene un pie, lo que hace difícil que pueda desempeñar las mismas labores que sus compañeras. Me expresó que el grupo se conformó en el año 2015 mediante el impulso de la entonces candidata al Concejo Municipal, Laura Gómez, quien, a partir de la promesa de apoyarlas con la generación de recursos propios mediante proyectos productivos, y del empoderamiento de la mujer frente a la incidencia electoral en el municipio, en aras a las elecciones de alcaldía y consejo celebradas en mencionado año, agrupó a 12 participantes que se encargarían de impulsar su campaña en el corregimiento, a cambio de lo anteriormente planteado. Según Albenis, y Ana María que días después me lo confirmó, los proyectos productivos que fueron utilizados como carnada para esa candidatura, eran proyectos que el CIMA había gestionado para que fueran repartidos en los diferentes corregimientos, sin embargo, terminaron convirtiéndose en el voto ganador para las elecciones de Concejo. En tal sentido, la representación política es más clara, pues en este caso se persigue un interés tanto material como simbólico, mediante la instrumentalización de una organización social que es excluida y anulada dentro de la toma de decisiones y el desarrollo de acciones frente a lo sucedido, pues durante la campaña, mencionan las integrantes de la asociación, que nunca se aludió al CIMA, solo tuvieron conocimiento del origen de los proyectos, cuando Cesar William los llevó personalmente y explicó que esos iban destinados a las mujeres en condiciones de mayor vulnerabilidad, sin

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En el desarrollo del siguiente objetivo, explicaré porque es de carácter obligatorio la asistencia a estas reuniones.

mencionar en ningún momento, que debían estar afiliadas a algún partido o haber votado por alguna candidata: “Laura vino diciendo que disque esos proyectos los iba a gestionar ella con la alcaldía, pero solo si nosotras votábamos y ella ganaba, que si era así ella se comprometía a darnos remesas, eternit y que después nos daba casas, pero no dijo que eso era del CIMA y que eso ya estaba (…) Cesar fue el que nos dijo una vez que vino a entregar las primeras remesas, ja, y eso que ni a todas las de AMURA nos dio, eso fue pa las personas que no tenían ni pa comer, por eso un poco se salieron de pura rabia con Laura” (entrevista a Albenis, 6 de diciembre) Contradictoriamente, cuando hablé con Laura el 14 de diciembre, en un encuentro cultural en Popayán, ella me relata que el grupo de AMURA en Llacuanas ya estaba conformado meses antes de que ella iniciara su candidatura y que el este decidió apoyarla porque reconocían en ella una “lideresa comprometida con su trabajo” (Diario de campo, 14 de diciembre). Argumentó que los proyectos productivos del CIMA habían sido gestionados por ella “pensando en el bienestar de las chicas más desfavorecidas” (ibíd. 2018) no solo en las mujeres de AMURA. Por otra parte, Albenis pone de relieve un elemento fundamental respecto a la elaboración de los proyectos, pues quienes se encargan de esta tarea son precisamente los dirigentes que no visitan al grupo, terminando por gestionar elementos que las mujeres no necesitan o que no son tan provechosos como otros, que el grupo requiera. De esta manera, los proyectos terminan siendo construidos desde el escritorio, sin la incidencia real de quienes los asumirán: “Conozco a otros [dirigentes] porque los conocí en Popayán, de resto no (…) deberían desplazarse más al territorio, no solo “venga luchemos desde acá” porque la problemática está es en el territorio no en la ciudad, entonces ellos qué van a saber qué proyectos mandarnos si ni siquiera saben que necesitamos” (Entrevista a Albenis, 6 de diciembre) Lo anterior, prueba una vez más que la representación política, termina en todo caso desconociendo los aportes que las mujeres deberían de hacer, más aún cuando se trata de temas que tienen que ver puntualmente con sus propios futuros. En estos casos, la persecución de intereses va relacionada con el reconocimiento que puede generar la entrega de proyectos, de tal manera que, entre más proyectos ejecute y entregue, mejor organización será, puesto que tiene la mirada fija en su gente, desconociendo que estos deben pasar por un diagnóstico previo que analice la factibilidad de los mismos dentro de determinado grupo social. 3. CONCLUSIÓN APROXIMADA Para concluir, identifico que existe una jerarquía de poder establecida entre los dirigentes políticos del CIMA y las integrantes de AMURA pues, inicialmente, los primeros, que

normalmente se encuentran en Popayán, son quienes toman las decisiones sobre los grupos locales, desde qué proyectos mandar, hasta cómo y en qué tiempo deben de ser ejecutados. En segundo lugar, resaltan de sus procesos de base, la cualificación y liderazgo que desempeñan en las comunidades, cuando estos, en ocasiones, como es el caso de AMURA, desconocen hasta el significado de la organización social. Y, en tercer lugar, aunque expresan que hacen acompañamiento a sus integrantes en el proceso de fortalecimiento políticoorganizativo, en cuanto a AMURA, no fue efectivo, puesto que solo Olga y Cesar se han desplazado al territorio, y su papel de dinamizadores ha sido intermitente y con pocos resultados provechosos. De esta manera, el concepto de representación política desarrollado por Bourdieu, permite comprender que, en el fondo de esta situación, lo que va creciendo es la exclusión de las mujeres de AMURA que no tienen conocimiento sobre el CIMA ni sobre sus marcos de significancia, mientras que la organización, en los discursos abiertos, se muestra como una de los procesos sociales campesinos, más fuertes del país, desconociendo que sus bases, en términos de formación político-organizativo, se encuentran muy débiles y descuidadas. En esta misma línea de ideas, identifico que la representación política, también ha permeado al mismo grupo, puesto que Ana María, al ser su coordinadora, ha tenido mayor cercanía al CIMA, posibilitándole la adquisición de mayores claridades frente al trabajo que desempeña, sin embargo, no ha generado espacios con las demás mujeres para compartir mencionada información. Así mismo, ella es quien delega a reuniones, las coordina a nivel local, define tiempo, espacio y responsables para desarrollar actividades, desconociendo la voz de las demás participantes en la toma de decisiones. Los dos casos, muestran que la representación política también ha creado jerarquías de poder entre Ana María y las demás integrantes, donde la primera es el cerebro pensante y las segundas la siguen, sin posibilidades de participar activamente como actoras políticas. REFERENCIAS Bourdieu, P. (1985). Lenguaje y poder simbólico. En ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios linguísticos. Madrid: Ediciones Akal S, A. CIMA, C. d. (s.f.). FUNDECIMA. Obtenido de http://www.fundecima.org/procesos.html#mujer Rabinow, P. (1992). La entrada . En Reflexiones sobre un trabajo de campo en Marruecos . Barcelona : Ediciones Júcar.

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