1[58] [...] El hombre es una multiplicidad de «voluntades de poder», cada una con una multiplicidad de medios de expresión y formas. Las pretendidas «pasiones» singulares (por ejemplo: el hombre es cruel) son tan sólo unidades ficticias en la medida que lo que llega a la conciencia como homogéneo desde los diferentes instintos fundamentales es compuesto conjunta y sintéticamente en un «ser» o «capacidad», en una pasión. Igual que el «alma» misma es una expresión para todos los fenómenos de la conciencia, pero nosotros la interpretamos como la causa de todos esos fenómenos (¡la «autoconciencia», es ficticia!).
1[87] El «yo» (¡que no es idéntico a la dirección unitaria de nuestro ser!) es tan sólo una. síntesis conceptual. Por tanto no existe ninguna acción por «egoísmo».
1[89] ¡Pertenecemos al carácter del mundo, sin ninguna duda! ¡No tenemos ningún acceso a él sino a través de nosotros; todo lo elevado y bajo en nosotros tiene que ser comprendido como necesariamente perteneciente a su ser!
1[130] Negar el mérito, pero hacer lo que está por encima de toda alabanza, incluso por encima de toda comprensión.
1[133] Cada vez es necesaria menos fuerza física: con inteligencia se hacen trabajar las máquinas, el hombre deviene más poderoso y más espiritual.
1[160] ¡Cuán traidores son todos los partidos! Sacan a la luz algo de sus líderes que acaso éstos habían escondido con gran cuidado bajo siete llaves.
1[192]
Lavados más limpios y más pulcramente vestidos, diestros gimnastas, con un candado en la boca maldiciente, adiestrados en el mutismo, incluso con un autodominio en las cosas de Venus (y no, como muy habitualmente, libertinos y depravados desde la infancia) : podemos verlos muy pronto «europeizados» en este sentido.
1[195] Cada vez más me parece que no somos ni tan chatos ni tan pánfilos para cooperar con esa patriotería de latifundistas de la marca y cantar a coro su grito cretinizante y rabioso de odio «Alemania, Alemania por encima de todo».
2[20] «De frente golpean las águilas». La distinción del alma no estriba en lo más mínimo en la soberbia y orgullosa estupidez con la que ataca-«de frente».
2[96] Ironía frente a aquellos que creen que el cristianismo ha sido superado por las modernas ciencias de la naturaleza. Los juicios de valor cristianos no han sido en absoluto superados por ellas. «Cristo en la cruz» es el símbolo más sublime -todavía hoy.
2[98] Pobreza, humildad y castidad.-Ideales peligrosos y difamadores, pero, como los venenos, remedios útiles en ciertas enfermedades, por ejemplo en la época imperial romana. Todos los ideales son peligrosos porque rebajan estigmatizan lo real, todos son venenos, pero imprescindibles como remedio provisional.
2[104] En Platón, como en un hombre de sensualidad e imaginación exacerbadas, la fascinación del concepto se hizo tan grande que involuntariamente veneró y divinizó el concepto como una forma ideal. Ebriedad de la dialéctica, como la conciencia de ejercer. con ella un dominio sobre sí-como instrumento de la voluntad de poder.
2[107] NB. Las religiones se hunden por la fe en la moral. El Dios moral cristiano no es sostenible. En consecuencia, «ateísmo»-como si no pudiera haber ningún otro tipo de Dioses. La cultura se hunde igualmente por la fe en la moral: pues cuando se han descubierto las condiciones necesarias bajo las cuales puede únicamente desarrollarse, ya no se quiere más: budismo.
2[109] El «sinsentido del acontecer»: tal creencia es la (consecuencia del descubrimiento de la falsedad de las interpretaciones tradicionales, es una generalización del desánimo y de la debilidad-no es ninguna creencia necesaria,. Inmodestia de la humanidad: ¡allí donde no ve el sentido, lo niega
2[112] Un romántico es un artista que hace creativo el gran descontento en sí-que aparta la vista de sí y de su mundo cercano, que mira detrás.
2[127] El nihilismo está ante la puerta: ¿de dónde nos viene éste, el más siniestro de todos los huéspedes? 1. Punto de partida: es un error aludir como causa del nihilismo a «calamidades sociales», a «degeneraciones fisiológicas» o incluso a la corrupción. Estas siempre permiten interpretaciones totalmente diferentes. Al contrario, el nihilismo se enraíza en una, interpretación muy determinada,. en la cristiano-moral. Es la época más honesta y compasiva. La pobreza, la pobreza espiritual, física, intelectual, no es en sí totalmente capaz de producir el nihilismo, es decir: el rechazo radical del valor, del sentido, de la deseabilidad. 2. La decadencia del cristianismo, víctima de su moral (que le es inseparable) que se revuelve contra el Dios cristiano. El sentido de la veracidad, altamente desarrollado por medio del cristianismo, se convierte en repugnancia ante la falsedad y la mendacidad de toda interpretación cristiana del mundo y de la historia. Retroceso desde «Dios es la verdad» hasta la creencia fanática «todo es falso». Budismo de la acción... 3. El escepticismo en la moral es lo decisivo. La decadencia de la interpretación moral del mundo, que ya no tiene ninguna sanción después que ha
intentado refugiarse en un más allá, termina en nihilism o . «Todo carece de sentido» (la inviabilidad de Una interpretación del mundo, a la cual se ha consagrado una fuerza enorme, despierta la sospecha de que todas las interpretaciones del mundo son falsas). Rasgo budista, anhelo de la nada. (El budismo hindú no tiene detrás de sí un desarrollo fundamentalmente moral, porque en él-en [su] nihilismo-tan sólo hay una moral insuperada: existencia como castigo, existencia como error, combinadas, y por consecuencia el error como castigo -una valoración moral.) Los intentos filosóficos de superar el «Dios moral» (Hegel, Panteísmo). Superación de los ideales populares: el sabio, el santo, el poeta. Antagonismo de «verdadero», «bello» y «bueno». 4. Contra la «absurdidad»-por una parte-, contra los juicios de valor moralespor otra-: ¿en que medida toda ciencia y filosofía han estado hasta hoy bajo los juicios morales? ¿Y no se ha obtenido en contrapartida la hostilidad de la ciencia? ¿O la anticientificidad? Crítica del espinocismo. Los juicios cristianos de valor han reaparecido por todas partes en los sistemas socialistas y positivistas. Falta una crítica de la moral cristiana. 5. Las consecuencias nihilistas de la actual ciencia natural (juntamente con sus intentos de escapar hacia el más allá). De sus esfuerzos resulta finalmente una autodestrucción, un volverse contra sí, una anticientificidad. Desde Copérnico .,el hombre rueda fuera del centro hacia X. 6. Las consecuencias nihilistas de la manera de pensar política y económica, donde todos los «principios» acaban perteneciendo a la comedia: el hálito de la mediocridad, de la mezquindad, de la insinceridad, etc. El nacionalismo, el anarquismo, etc. Castigo. Falta la clase y el hombre liberadores, los justificadores. 7. Las consecuencias nihilistas del saber histórico y de los «historiadores prácticos», es decir, de los románticos La posición del arte: falta absoluta de originalidad de su posición en el mundo moderno. Su oscurecimiento. El pretendido olimpismo de Goethe. 8. El arte y la preparación del nihilismo. Romanticismo (conclusión de los Nibelungos de Wagner).
2[139] [...] La disociación entre «acción» y «agente», entre lo que acontece y algo que hace acontecer, entre el proceso y algo que no es proceso sino que es duradero, substancia, cosa, cuerpo, alma, etc.; la tentativa de comprender el acontecer como una especie de desviación y permutación del «ente», de lo perdurable; esta vieja mitología ha fijado la creencia en «causa y efecto» después que hubo encontrado una forma fija en las funciones gramaticales del lenguaje.
2 [150]
Brevemente, también la esencia de una cosa es tan sólo una opinión sobre la «cosa». O más bien:-el-«eso vale» es el auténtico «eso es», el único «eso es».
2[155] Profunda repugnancia a reposar de una vez por todas en cualquier visión general del mundo; Hechizo de la manera de pensar contrapuesta; no dejarse robar el aliciente de lo que tiene carácter enigmático.
2[158] Historia psicológica del concepto «sujeto». El cuerpo, la cosa, el «todo» construido por el ojo, inspira la distinción entre un hacer y un hacedor; el hacedor, la causa del hacer, concebido cada vez más sutilmente, finalmente ha dejado un resto: el «sujeto».
2[165] [...] Aplicación a la moral específicamente cristiano-europea: nuestros juicios morales son signos de decadencia, de falta de creencia en la vida, una preparación del pesimismo. [...] Mi mayor principio: no hay fenómenos morales, sino solamente una interpretación moral de estos fenómenos. Esa interpretación misma es de origen extramoral.
2[174] No se encuentra en las cosas nada más que lo que uno mismo ha introducido en ellas: ¿a este juego infantil del que no deseo pensar mal se le llama ciencia? Muy al contrario, continuemos con ambas actividades; necesitamos buen coraje para ambas, ¡los unos para reencontrar, los otros -nosotros otros-para introducir! El hombre no encuentra en las cosas finalmente nada más que lo que uno mismo ha introducido en ellas: el reencontrar se llama ciencia, el introducir: arte, religión, amor, orgullo. [...].
2[190] ¿Cuánto valen en sí mismas nuestras valoraciones y nuestras tablas de bienes morales? ¿Qué resulta de su dominio? ¿Para quién? ¿En relación a qué? Respuesta: para la vida. Pero ¿qué es la vida? Aquí se impone la necesidad de una
nueva versión más determinada del concepto «vida». Mi fórmula al respecto reza: vida es voluntad de poder. ¿Qué significa la valoración misma?.¿Remite a otro, mundo metafísico, detrás o debajo? Como todavía lo creía Kant (que precede al gran movimiento histórico). Brevemente: ¿Dónde ha «nacido»? ¿O no ha «nacido»? Respuesta: la valoración moral es una interpretación, una especie de interpretar. La interpretación misma es un síntoma de determinados estados fisiológicos, así como de un determinado nivel espiritual de juicios dominantes. ¿Quién interpreta? Nuestras afecciones.
2 [196] ¡Nosotros apátridas -evidentemente! Pero queremos explotar las ventajas de nuestra situación y, en lugar de hundirnos por ello, gozar el placer del aire libre y de la poderosa plenitud de la luz.
2[197] ¡Incrédulos y ateos, evidentemente! Pero sin esa amargura y pasión de los desarraigados que convierten la incredulidad en una creencia, un fin, un martirio muchas veces: hemos devenido duros y fríos al comprender que el mundo no contiene nada divino e incluso nada según criterio racional, misericordioso, humano. Sabemos que el mundo donde vivimos es , inmoral, no-divino inhumano. Lo hemos interpretado durante demasiado tiempo en el sentido de nuestra veneración. El mundo no responde al valor que nosotros habíamos creído y la última consoladora tela de araña que Schopenhauer hiló ha sido rota por nosotros, el sentido de la historia entera es precisamente que .,descubra su falta de sentido y se harte de sí, misma. Este estar-cansado-de-la-existencia, esta voluntad de noquerer-más, la destrucción de la propia voluntad, del propio interés, del sujeto (como expresión de esa voluntad invertida), esto y ninguna otra cosa es lo que Schopenhauer quería ver honrado con los más altos honores: lo llamó moral decretó que toda acción desinteresada [---] creyó incluso asegurarle al arte su valor queriendo reconocer en los estados de indiferencia que éste suscita precedentes de ese total desligamiento y aquella total saciedad del asco. Ahora bien, ¿realmente seríamos pesimistas confrontados al espectáculo de un mundo inmoral? No, pues no creemos en la moral. Creemos que misericordia, derecho, compasión, legalidad son ampliamente sobreestimados, que su contrario ha sido calumniado, que en ambos -por la exageración y la calumnia-, que en toda la disposición del ideal y del criterio morales yace un terrible peligro para el hombre. No olvidemos tampoco el fruto positivo: el refinamiento de la interpretación, de la vivisección moral; el remordimiento de conciencia ha elevado hasta el punto más alto la falsedad del hombre y la ha hecho más aguda. En si misma una religión no tiene que ver con la moral: pero los dos retoños de la religión judía son ambos esencialmente religiones morales, de aquellas que dan
prescripciones de cómo se debe vivir y hacen respetar sus exigencias con el premio y el castigo.
2[200] Ciertamente ya no somos cristianos: nos hemos emancipado del cristianismo no porque hayamos vivido muy lejos de él, sino muy cerca de él; mejor - dicho porque hemos crecido a partir de él. Es nuestra devoción misma más severa y exigente la que hoy nos prohíbe ser aún cristianos.
2[205] No hay egoísmo que permanezca consigo mismo y no se extienda más allá. En consecuencia no existe en absoluto aquel egoísmo «lícito», «moralmente indiferente» del que habláis. «Constantemente se favorece el propio yo a costa de los otros»; «la vida vive siempre a expensas de otra vida». Quien no comprende esto, no ha trecho en sí mismo el primer paso hacia la sinceridad.
3[14] Se ha descubierto: el mundo no vale lo que habíamos creído. El pesimista nos permite comprender incluso que el resto de valor que mantiene para nosotros estaría precisamente en que podemos descubrirlo -y que no valía lo que habíamos creído-. El mundo sería entonces un medio para desencantarse del mundo, para «desmundanizarse» a sí mismo lo más posible; un sinsentido que finalmente se comienza a comprender después de funestos rodeos, una comedia de malentendidos, algo languideciente que se pierde bochornosamente en la nada.
5[35] NB. Toda la moral de Europa tiene por fundamento la utilidad del rebaño; la fatalidad de todos los hombres superiores y singulares estriba en que todo lo que destaca aflora a su conciencia con el sentimiento de disminución y de denigración. Los aspectos fuertes del hombre actual son las causas del oscurecimiento pesimista: los mediocres son joviales, como el rebaño están faltos de muchos problemas y de conciencia moral. Para el oscurecimiento de los fuertes: Schopenhauer, Pascal. NB. Cuanto más peligrosa le parece una cualidad al rebaño tanto más fundamentalmente es perseguida.
5[71] EL NIHILISMO EUROPEO
LENZER HEIDE 10 de junio de 1887 1 ¿Qué ventajas ofrecía la hipótesis moral cristiana? 1) ella le concedió al hombre un valor absoluto en contraposición con su pequeñez y accidentalidad en la corriente del devenir y del perecer 2) sirvió a los abogados de Dios por cuanto dejó al mundo el carácter de la perfección a pesar del sufrimiento y del mal -incluida aquella “libertad”- el mal apareció lleno de sentido. 3) ella postula para el hombre un saber de valores absolutos y de esta forma le otorgó un conocimiento adecuado justamente para lo más importante. Previno que el hombre se despreciara como hombre que tomara partido contra la vida, que desesperara del conocer: fue un medio de conservación. En suma la moral fue el mayor antídoto contra el nihilismo práctico y teórico.
2 Pero entre las fuerzas que la moral desarrolló estaba la veracidad: ésta se vuelve finalmente contra la moral misma, descubre su teleología, su contemplación interesada -y ahora es el reconocimiento de esta mendacidad, convertida por mucho tiempo en segunda naturaleza, y que no se acierta a desechar sin desesperar, lo que obra justamente como estimulante. Hacia el nihilismo. Constatamos ahora en nosotros la presencia de necesidades implantadas por la larga interpretación moral, y que no se nos aparecen como necesidades de lo no-verdadero, por otro lado, de ellas parece depender el valor gracias al cual soportamos vivir. Este antagonismo, no apreciar lo que conocemos y no estarnos ya permitido apreciar lo que queremos mentirnos: -da como resultado un proceso de disolución.
3 En realidad ya no tenemos tanta necesidad de un antídoto contra el primer nihilismo: la vida ya no es tan incierta, tan azarosa, tan absurda en nuestra Europa. Una tan desproporcionada potenciación de valor del hombre, del valor del mal, etc. ya no es hoy tan necesaria, soportamos una significativa reducción de este valor, nos está
permitido admitir mucha absurdidad y mucho azar: el poder adquirido por el hombre permite ahora una atenuación de los medios de disciplinamiento, entre los cuales la interpretación moral era el más fuerte. “Dios” es una hipótesis demasiado extrema.
4 No se abandona una posición extrema por una posición moderada sino por otra igualmente extrema, pero contraria. Y así es como la creencia en la inmoralidad absoluta de la naturaleza, en la falta de sentido y de fin, se apodera de nosotros como un afecto psicológicamente necesario, cuando ya no puede mantenerse la creencia en Dios y en un orden esencialmente moral del mundo. El nihilismo aparece entonces, pero no porque el displacer ante la existencia sea mayor que antes, sino porque nos hemos vuelto desconfiados hacia todo tipo de «sentido» en el mal, e incluso en la existencia. Una interpretación entre otras ha naufragado, pero como se creyó que era la única interpretación posible, parece que la existencia ya no tenga sentido, que todo sea en vano.
5 Queda por demostrar que este «¡en vano!» caracteriza al nihilismo actual. La desconfianza respecto a nuestras anteriores valoraciones llega a plantear esa pregunta: ¿Todos los «valores» no serían medios de seducción destinados a prolongar la comedia sin llegar nunca al desenlace? Si es verdad que «todo es en vano», si no hay objetivo ni fin, la duración se convierte en el pensamiento más paralizador, sobre todo cuando se comprende que se está siendo burlado y, sin embargo no se tiene poder para no permitirlo.
6 Consideremos ese pensamiento en su forma más temible: la existencia tal como es, sin sentido ni finalidad, pero inevitablemente retornando sobre sí, sin desembocar en la nada: el eterno retorno. ¡Esta es la forma extrema del nihilismo!: ¡la nada (la «falta de sentido») eterna! Forma europea del budismo: la energía del saber y de la fuerza nos obliga a semejante creencia. Es la más científica de todas las hipótesis posibles. Nosotros negamos las causas finales: si la existencia tuviese un fin, ya lo habría alcanzado.
7
Entonces comprendemos que se aspira a lo contrario del panteísmo, pues si «todo es perfecto, divino, eterno», debe creerse igualmente en el «eterno retorno». Un problema: la abolición de la moral ¿es también la abolición de esa afirmación panteísta de todo lo que existe? En el fondo, lo que se ha superado es sólo el Dios moral. ¿Tendría sentido imaginar todavía un Dios situado «más allá del bien y del mal»? ¿Sería posible aún un panteísmo en este sentido? Si suprimimos del proceso la idea de un fin, ¿afirmaremos no obstante el proceso? Sí, en tanto en cuanto fuese alcanzado siempre un único y mismo fin dentro de ese proceso y en cada uno de sus momentos. Spinoza llegó a formular una afirmación de ese tipo atribuyendo a cada instante una necesidad lógica; y gracias a su incomprensible instinto lógico, pudo salir victorioso de un mundo construido de ese modo.
8 Pero su caso no es más que un caso aislado. Cada rasgo de carácter fundamental que se halle en el fondo de todo acontecer y se exprese en todo acontecer, en caso de ser experimentado por un individuo como su propio rasgo fundamental de carácter, tendría que llevar a este individuo a aprobar jubilosamente cada instante de la existencia general. Se trataría justamente de experimentar en sí mismo este rasgo de carácter fundamental con placer, como algo bueno, valioso.
9 Pero la moral ha protegido a la vida contra la desesperación, contra el hundirse en la nada entre los hombres y las clases brutalizadas y oprimidas por otros hombres: pues el sentimiento de nuestra impotencia frente a otros hombres y no frente a la naturaleza lo que engendra la amargura más desesperada contra la existencia. La moral ha considerado a los que detentan el poder y ejercen la fuerza, a los «señores» en general, como los enemigos del hombre común, de los cuales hay que protegerlo, es decir, en primer lugar animado y fortalecido. Por consiguiente, la moral ha enseñado a odiar, a despreciar en lo más profundo del alma lo que constituye el rasgo distintivo de los señores: su voluntad de poder. Suprimir, negar, derruir esta moral: esto sería proveer al impulso mejor odiado de una sensación y de una valoración inversas. Si el que sufre, el oprimido, dejase de creer que tiene un derecho a despreciar la voluntad de poder, se precipitaría en una desesperación desesperanzada. Se daría este caso si ese rasgo fuese esencial para la vida si se comprobase que incluso esta voluntad moral no es más que una máscara de la «voluntad de poder», que este odio y este desprecio mismos son también una voluntad de poder. El oprimido se daría cuenta entonces de que está situado en el mismo nivel que su opresor y de que no goza frente a él de ninguna prerrogativa, ni tiene un rango superior.
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¡Más bien a la inversa!, no hay nada en la vida que tenga valor excepto el grado de poder -si se admite que la vida misma es voluntad de poder. La moral ha protegido a los mal-librados contra el nihilismo, atribuyendo a cada cual un valor infinito, un valor metafísico, mediante su integración en una jerarquía que no coincide con la del poder y la jerarquía mundanos: la moral ha enseñado la resignación, la humildad, etc. Suponiendo que esta fe en esa moral sucumbiera, los mal-librados, privados de consuelo, sucumbirían.
11 Este sucumbir se presenta como una autodestrucción, una selección instintiva de aquello que tiene que obrar la destrucción. Síntomas de esta autodestrucción de los mal-librados: la autovivisección, la intoxicación, la embriaguez, el romanticismo, y sobre todo la necesidad instintiva de realizar unos actos con las cuales se hace de los poderosos enemigos mortales (-criándose, por así decir, sus propios verdugos), la voluntad de destrucción, expresión de un instinto más profundo aún que el instinto de autodestruirse: la voluntad hacia la nada.
12 El nihilismo es el síntoma de que los mal-librados han perdido toda posibilidad de consuelo; de que destruyen para que se les destruya; de que, privados de la moral, ya no disponen de ninguna razón para «resignarse»: de que se sitúan en el plano del principio contrario y quieren, también ellos, ejercer el poder obligando a los poderosos a convertirse en sus verdugos. Tal es la forma europea del budismo, el hacer-No, una vez la existencia ha perdido su «sentido».
13 No es que la «penuria» haya aumentado: ¡al contrario!: «Dios, moral, resignación eran remedios contra un terrible grado de miseria: el nihilismo activo aparece en circunstancias relativamente mucho más favorables. El mero hecho de sentir que la moral está superada presupone un relativo nivel de cultura espiritual, y éste a su vez presupone un relativo bienestar. Un relativo cansancio intelectual, llevado por el largo conflicto de las opiniones filosóficas hasta un escepticismo desesperado respecto a toda filosofía, caracteriza también el nivel en modo alguno inferior de esos nihilistas. Piénsese en las circunstancias en que apareció Buda. La doctrina del eterno retorno tendría presupuestos eruditos (como las tenía la doctrina [de] Buda, por ejemplo: el principio de causalidad, etc.).
14
¿Qué significa en nuestros días la palabra «mal-librado»? Sobre todo tiene un sentido fisiológico, ya no político. La clase más insana del hombre europeo (en todos las clases) es el terreno en que crece ese nihilismo; ella concebirá la creencia en el eterno retorno como una maldición que cuando hiere hace que no pueda retrocederse ante ningún acto; esos no sólo querrán extinguirse pasivamente, sino hacer extinguir voluntariamente todo lo que hasta ese punto está desprovisto de sentido y finalidad; a pesar de que se trate sólo de un estertor de una rabia ciega ante la idea de que todo existe desde toda la eternidad, incluso este momento de nihilismo y de ansia de destrucción. -El v a l o r de semejante crisis es que purifica, que agrupa a los elementos análogos y los hace corromperse mutuamente que asigna tareas comunes a los hombres de mentalidades más opuestas, que, incluso entre ellos, saca a la luz a los más débiles, a los más inseguros, y da así impulso a una nueva jerarquía de las fuerzas, basada en la salud; los señores reconocidos como señores, los esclavos reconocidos como esclavos. Esto, desde luego, fuera de todos los órdenes sociales existentes.
15 ¿Quiénes aparecerán entonces como los más fuertes? Los más moderados, los que no tienen necesidad de creencias extremas. Los que no sólo aceptan sino que aman una buena porción de azar, de absurdo, los que pueden pensar al hombre dentro de una significativa reducción de su valor sin por ello verse empequeñecidos o debilitados: los más ricos en salud, los que están en condiciones de soportar las mayores desgracias y que, por ello, ya no temen la desgracia -hombres que están seguros de su poder y que representan con un consciente orgullo la fuerza alcanzada por el hombre. 16 ¿Cómo pensaría un hombre así el eterno retorno?
6[15] ¡No buscar el sentido de las cosas sino introducirlo!
9[35] (27) 1. El nihilismo un estado n o r m a l Nihilismo: falta la finalidad; falta la respuesta al “¿para qué? ¿qué significa el nihilismo? -que los valores supremos se desvalorizan. Él es a m b i g u o
A) Nihilismo como signo del poder incrementado del espíritu: en cuanto n i h i l i s m o a c t i v o. Puede ser un signo de fortaleza: la fuerza del espíritu puede haber crecido de tal manera que sus finalidades preexistentes (“convicciones”, artículos de fe) son inapropiadas. En efecto, una creencia expresa en general la forzosidad de ciertas condiciones de existencia, una sumisión a la autoridad de circunstancias bajo las cuales un ser prospera, crece, gana poder... Por otro lado, un signo de fuerza insuficiente para asignarse ahora nuevamente de modo productivo una meta, un “¿para qué?”, una fe. Su m a x i m u m de fuerza relativa lo alcanza como fuerza de d e s t r u c c i ó n como nihilismo activo. Su contrario sería el nihilismo cansado que ya no ataca su forma más famosa, el budismo: en cuanto nihilismo pasivo. El nihilismo representa un patológico estado intermedio (patológica es la enorme generalización, la conclusión de que no hay ningún sentido): ya sea que las fuerzas productivas no son aún lo suficientemente fuertes: ya sea porque la decadencia vacila y no ha inventado aún sus recursos. B) Nihilismo como ocaso y regresión del poder del espíritu: el n i h i l i s m o p a s i v o como un signo de debilidad: la fuerza del espíritu puede estar fatigada, agotada, de forma que las metas y valores hasta ahora existentes resultan inadecuados y ya no encuentran ningún créditoque la síntesis de los valores y las metas (sobre los que se funda toda cultura fuerte) se disuelve al punto de que los valores aislados se hacen la guerra: descomposición que todo lo que reconforta, sana calma, anestesia, aparece en primer plano bajo diversos disfraces, religiosos, o morales, o políticos, o estéticos, etc.
9[48] 37) el constatar entre “verdadero” y “no-verdadero”, el constatar hechos en general, es fundamentalmente distinto del poner creativo, del formar configurar, dominar, querer, tal y como reside en la esencia de la filosofía. I n t r o d u c i r u n s e n t i d o -esta tarea resta aún, sin duda, por cumplir, suponiendo que no haya ningún sentido. Así sucede con los sonidos, pero también con los destinos de los pueblos: se prestan a la interpretación y a la más diversa orientación hacia distintos fines. El estadio aún más alto es un poner-el-fin y dar forma a lo fáctico con base a ello, así, pues, la interpretación del acto y no simplemente la recomposición conceptual