EL CURRICULUM DEL NADADOR
«Imagínese una escuela de natación que dedicara un año a enseñar anatomía y fisiología de la natación, psicología del nadador, química del agua y formación de los océanos, costos unitarios de las piscinas por usuario, sociología de la natación (natación y clases sociales), antropología de la natación (el hombre y el agua) y, desde luego, la historia mundial de la natación, desde los egipcios hasta nuestros días. Todo esto, evidentemente, a base de cursos magistrales, libros y pizarras, pero sin agua. En una segunda etapa se llevaría a los alumnos-nadadores a observar durante otros varios meses a nadadores experimentados. Y después de esta sólida preparación, se les lanzaría al mar, en aguas bien profundas, un día de temporal de enero» Busquet, J. (1974): «¿Pueden fabricarse profesores?», en Busquet, J.: La problemática de las reformas educativas, Madrid: INCIE.
Hace casi veinte años que Jacques Busquet escribió estas líneas en un trabajo que tituló: Pueden fabricarse los profesores? El esquema que sigue la formación de los profesores tiene todavía hoy, aproximadamente, este esquema. Se empieza con cursos teóricos, se sigue con el período de prácticas, generalmente consistente en la observación de un aula, para acabar aceptando un modelo oficialmente reconocido. Por fin, después de una oposición que tiene poco que ver con lo estudiado y con la realidad que hay que afrontar, se sitúa al profesor delante de una clase casi siempre numerosa. Traigo a colación esta referencia en un momento en el que la elaboración de los planes de estudio nos sitúa ante esta cuestión: ¿cómo formar a los profesores? Existe el peligro de que la guerra de intereses, las inercias arraigadas, la falta de una profunda reflexión y las condiciones institucionales nos impidan aprovechar la oportunidad de confeccionar un currículum racional para conseguir la formación deseada. El currículum del nadador es una metáfora que utilizo para referirme a las complejas relaciones entre teoría y práctica en la formación del profesor. Y, concretamente, a la atrofia de la reflexión práctica o de la práctica reflexiva en la formación de los profesores. Como toda metáfora que pretende iluminar la comprensión de un hecho o fenómeno, ésta de la formación del nadador deja en la sombra algunas parcelas de la realidad que son importantes. Es cierto que la dimensión puramente teórica es insuficiente. Las disciplinas del currículum arriba indicado no pueden formar las destrezas del nadador. Ni ésas, ni muchas otras que se podrían añadir: Historia de la navegación, Biografía de los campeones olímpicos, Estilos de natación, Marcas conseguidas, Análisis de vídeos... Ahora bien, ni la profesión docente puede compararse con el ejercicio de la natación ni puede despreciarse toda la teoría como un lastre o una pérdida de tiempo respecto a una formación que vaya más allá de la simple adquisición de habilidades. Una práctica mecanicista, vacía de significados, pretendidamente aséptica, seria una desvirtuación de la auténtica competencia profesional. Téngase además en cuenta que la finalidad de la formación del docente no es sólo que éste aprenda, sino que aprenda a enseñar. Es decir, que no se trata sólo de enseñarle a nadar sino de que aprenda, además, a enseñar a que otros lo hagan. La formación de profesionales de la enseñanza encierra una pluralidad de facetas que conviene tratar de manera simultánea, para evitar el riesgo de que una de ellas quede sin atender y, como consecuencia, que los problemas sigan sin solución. Miguel Angel Santos: “La formación inicial” CdeP 2000