TEMA : Causas y orígenes del sentimiento nacionalista en Europa. Orientaciones: El origen y la evolución del concepto y de las teorías sobre el nacionalismo, además de unos apuntes acerca del nacionalismo italiano y alemán son la base fundamental de la respuesta a este tema. Respuesta: En la primera mitad del siglo XIX la palabra nacionalidad era más un sentimiento que algo concreto, para los liberales en ella estaba implícita la libertad y la soberanía popular; para los conservadores, el mantenimiento de las tradiciones del país y un orden social establecido; para los demás una comunidad ligada espiritualmente por una herencia común de lenguaje y cultura, o unida por vínculos de sangre o una especial relación con el suelo patrio. Hacia 1830 la causa de la nacionalidad estaba ya lista para triunfar. Los historiadores, poetas y periodistas habían avivado los sentimientos de unión y fuerza de pueblos que se hallaban sometidos a otras potencias y se tomaban de la Revolución Francesa los símbolos, eficaces para despertar en los pueblos el entusiasmo popular (himno, traje, fiestas nacionales...). Nacionalidad, nacionalismo, nación, fueron los grandes términos que condujeron la historia de los pueblos en el siglo XIX hacia la Gran Guerra. La nacionalidad era una fuerza dinámica que necesitaba manifestarse en algo concreto: la nación. El medio del que se sirvió fue el movimiento político llamado nacionalismo, algo diverso del mismo modo que había diversas culturas o nacionalidades. Las naciones que ya estaban formadas utilizaron el nacionalismo para reafirmarse ante las demás (Francia o Gran Bretaña); los pueblos que no tenían nación se sirvieron del nacionalismo para intentar lograrla, en este caso surgieron dos tipos de acciones: una de carácter unificador (Alemania e Italia), y otra de carácter disgregador (Bélgica y Grecia). El desarrollo del nacionalismo (junto con otros factores económicos, sociales e ideológicos como el romanticismo y liberalismo) influye para que en la segunda mitad del siglo Italia y Alemania consigan su unidad política. La mayoría de los movimientos revolucionarios que se producen en Europa tienen en su origen una doble inspiración: liberal y nacional. Hay un nacionalismo romántico en Italia con Mazzini, y un nacionalismo económico en Alemania: estos dos movimientos de distinto carácter conseguirán la unidad de Italia entre 1859 y 1870, y la de Alemania entre 1864 y 1871. El nacionalismo alemán es muy diferente del francés y del italiano. Componentes de este nacionalismo pangermanista son la predestinación metafísica, la idea de que Alemania tiene una misión espiritual que sólo ella puede realizar (Fichte, Hegel); la herencia histórica, que asocia tradiciones prusianas y alemanas (la grandeza militar prusiana y el prestigio del Santo Imperio); la predestinación biológica, la idea de que la raza alemana es de una calidad superior (List, Wagner); y, por último, la exaltación de la guerra.
EL NACIONALISMO: REVOLUCIONES Y PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN ITALIA Y ALEMANIA (1830-1870). A) Conceptos y teorías del nacionalismo - Concepto de nacionalismo (sentimiento que suscita la conciencia de pertenecer a una comunidad ligada por una herencia común de lenguaje, cultura, geografía y raza) - Precedentes del nacionalismo - Focos nacionalistas • Las universidades alemanas. Herder, Volkstum y el nacionalismo racial. • El foco francés y el nacionalismo liberal. - Los problemas nacionalistas tras la Restauración - Revoluciones liberales y nacionalistas B) El componente nacionalista en las revoluciones de 1848 - La especificidad del 48 con respecto a las oleadas revolucionarias de 1820 y 1830. - La revolución del 48 en Italia • La Italia de la restauración. Los siete estados • Antecedentes: El Risorgimiento y las revoluciones de 1830 • Características de Italia en 1848 • 1ª Fase (Febrero Marzo). Los levantamientos liberales • 2ª Fase (Marzo Julio). Los “Cinco días heroicos” de Milán y la revolución nacionalista. • 3ª Fase. Las derrotas de Custozza (Julio 48) y Novara (Marzo 49) - La revolución del 48 en Alemania • La Alemania de la Restauración. La Confederación Germánica. • Antecedentes intelectuales y económicos (Zollverein) • Las revoluciones liberales del 48 • El intento de construir un estado unido. La dieta de Francfort • El fracaso. C) El proceso de unificación italiana (ver mapa de la unidifcación) - Las diferentes concepciones políticas de los protagonistas • Cavour y la Monarquía moderada • Mazzini y el republicanismo social. • Garibaldi. El revolucionario pragmático. - Las fases de la unificación • La guerra de la Lombardia (1859) • Las incorporaciones de 1860 o La rebelión en los estados centrales o La conquista de Nápoles por Garibaldi o El Parlamento de Florencia • Las ultimas anexiones o La guerra austro-prusiana (1866) y la incorporación del Veneto o La guerra franco-prusiana y la anexión de Roma (1860) • Italia en 1860 D) La unificación alemana (ver mapa de la unificación) - La unificación en torno a Prusia • El Nationalverein • Otto von Bismarck - Las fases de la unificación • La guerra de los ducados (1863)
• La guerra Austro-prusiana (1866) • La guerra franco-prusiana (1870) y la proclamación del IIº Reich Alemán. Procesos de unificación en Alemania e Italia El desarrollo del nacionalismo (junto con otros factores económicos, sociales e ideológicos) influye para que en la segunda mitad del siglo XIX Italia y Alemania consigan su unidad política. Hay un nacionalismo romántico en Italia con Mazzini, y un nacionalismo económico en Alemania: estos dos movimientos de distinto carácter conseguirán la unidad de Italia entre 1859 y 1870, y la de Alemania entre 1864 y 1871. La unidad italiana La formación de la unidad italiana es el resultado de un largo y difícil proceso, la época que se extiende desde la Restauración hasta la unidad es el llamado “Risorgimiento”, movimiento del que existen diversas interpretaciones, en unas se resalta la influencia de la revolución Francesa, y en otras la corriente iluminista que intenta poner remedio a la crisis de inadaptación del antiguo régimen. Antes de la unidad la península italiana estaba dividida, desde 1815, en ocho estados: el Reino de Piamonte-Cerdeña bajo la dinastía de Saboya; los Estados de Lombardía y Venecia sometidos a la soberanía del Imperio de Austria; los Ducados de Toscana, Parma y Módena, independientes pero bajo la influencia austríaca; los Estados Pontificios; y el reino de las dos Sicilias bajo la soberanía de los Borbones. En una primera fase los movimientos revolucionarios (1815-1849) tienen un carácter romántico y liberal y en general fracasan. En los años 30 y 40 se formulan los proyectos para lograr la unidad, entre los que destacan el propugnado por Mazzini (la “Joven Italia”), el elaborado por Gioberti (confederación italiana), y el defendido por D’Azzeglio y Balbo partidarios de la unidad con la formación de un reino en torno a la dinastía Saboya. Es en este reino, en el de Piamonte-Cerdeña, donde se inicia el movimiento favorable a la unificación en 1845, en esta situación se producen los movimientos revolucionarios de 1848, pero finalmente se produce la reacción de Austria que domina de nuevo Lombardía-Véneto, obliga a Carlos Alberto a abdicar a favor de Víctor Manuel II en Piamonte-Cerdeña; en Roma se restablece al Papa Pío IX poniendo fin a la república que había sido proclamada por Mazzini, y en Nápoles se vuelve al absolutismo borbónico. En la segunda fase (1849-1859) se crean las bases de la unidad. Cavour, diputado de centro-derecha y jefe del Gobierno, se apoya en una coalición de los grupos de centroderecha y centro-izquierda; socioeconómicamente es el representante de la burguesía moderada; su política tiende a la laicización del Estado y al desarrollo económico con la ayuda del capital extranjero europeo. Sobre estas bases Cavour intenta la unidad en torno a Piamonte, convierte la cuestión de la unidad italiana en un problema internacional, y ante la imposibilidad de que Piamonte actúe solo consigue que Napoleón III se mueva a su favor y luche contra Austria. Tras el largo período de preparación, el proceso de unidad se completa desde 1859 a 1861. En una tercera fase se forma el Reino del Norte de Italia y Nápoles: la guerra entre Austria y Piamonte le entrega la Lombardía; al mismo tiempo se integran los Estados de Italia central (Piamonte cede la Alta Saboya y Niza a Napoleón III); a últimos de 1860, bajo la dirección de Garibaldi y con el apoyo de Cavour se organiza la expedición de los mil voluntarios que concluye con la unión de Nápoles y Sicilia al reino de Piamonte; también se unen las Marcas y Umbría, segregados de los Estados Pontificios. En marzo de 8161 el primer Parlamento proclama a Víctor Manuel II rey de Italia. La unidad había quedado incompleta al permanecer fuera los territorios de Venecia y los Estados Vaticanos. En abril de 1866 en la guerra entre Prusia y Austria Italia firma
un acuerdo con Prusia y en la paz de Viena recibe de Austria el Estado de Venecia. La llamada “cuestión romana” se resolverá con ocasión de la guerra franco-prusiana en 1870, en octubre un plebiscito aprueba la anexión y en 1871 Roma es proclamada oficialmente capital del Reino de Italia, completándose la unidad peninsular. La unidad alemana Una de las grandes fuerzas que llevan a la unidad alemana es el nacionalismo, pero en el caso alemán tiene un carácter muy diferente al francés o al italiano. Los componentes del nacionalismo pangermanista son la predestinación metafísica y biológica, la herencia histórica y la exaltación de la guerra. Otro aspecto fundamental es que la unidad alemana que se realiza en 1871 es distinta a la que habían deseado los demócratas en 1848, pues no fue obra de la burguesía liberal, sino de la Prusia autoritaria, militarista y de Bismarck que modela una Alemania dominada por Prusia y un Imperio nacido de la guerra. En la primera fase (1815-1848) se propaga el ideal de la unidad política nacional y se inician las medidas de unión económica. Pero la Alemania de la primera mitad del siglo XIX es la restaurada por los tratados de 1815 por los que se establece una Confederación de 38 Estados; Prusia es, después de Austria, el Estado de mayor importancia y el que toma la iniciativa al actuar sus dirigentes y su burguesía a favor de la consolidación política y especialmente de la Unión Aduanera (“Zollverein”) que se consolida hacia 1852. La segunda fase (1848-1862) corresponde al período de las revoluciones alemanas y a la reacción conservadora. El Parlamento (integrado por representantes de los distintos Estados) intenta la organización de la unidad, pero no se consigue debido a las diversas tendencias que enfrentaban a sus componentes. Dos opciones dividían a la opinión: por un lado, los partidarios de la “gran Alemania” con Austria, y por otro, los de la “pequeña Alemania” sin Austria y bajo el predominio de Prusia. El Parlamento quedó totalmente desbordado ante la presión revolucionaria por un lado, y la reacción estatal por otro, siendo prácticamente disuelto en mayo de 1849. Austria y Prusia restablecieron la autoridad estatal. La tercera fase (1862-1870) corresponde a la Alemania de Bismarck en la que éste se dedica a realizar la unidad en beneficio de Prusia y con exclusión de Austria. Los medios inmediatos que utiliza son la formación de un ministerio fuerte, la reorganización de un ejército poderoso, y la acción diplomática para garantizar la neutralidad de Francia y Rusia y conseguir el aislamiento de Austria. Finalidad inmediata de Bismarck fue igualmente comprometer a Austria ante los alemanes para poder llegar a su exclusión de la Confederación Germánica quedando sólo Prusia al frente del Estado alemán unificado. Todo este programa se realiza por medio de tres guerras sucesivas entre 1864 y 1870: con Dinamarca en 1864, con Austria en 1866 y con Francia en 1870. Excluida Austria después de la paz de Praga, se constituye en 1867 la Confederación de Alemania del Norte, organizada por Prusia, que englobaba a 23 Estados. La unidad económica y militar de la “pequeña Alemania” estaba ya realizada en torno a Prusia, faltando sólo la unidad política que permitiría la guerra con Francia. Esta guerra constituye una total victoria alemana que tiene como consecuencia la integración de los Estados del Sur y la proclamación del Imperio Alemán en Versalles, de Guillermo I emperador y de Bismarck canciller. Francia firma con Alemania el tratado de paz de Francfort (mayo de 1871) que estipula la cesión de Alsacia y Lorena a Alemania, el pago de una indemnización de guerra y una garantía con la ocupación militar de departamentos franceses del norte. En 1871, con la unidad del Imperio Alemán, se establece la hegemonía alemana sobre el continente europeo.