Municipios Y Ciudades Globalizadas

10 OPINIÓN

hoy

/ Lunes 19 de enero de 2009

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INTEMPESTIVAS Por Walter Salazar Pérez E-mail: [email protected]

El ghetto de Gaza Los últimos acontecimientos lamentables que ocurren en el territorio palestino de la Franja de Gaza, sometida desde hace dos semanas al bombardeo de la aviación israelí, y desde hace unos días a la incursión terrestre del ejército judío, nos recuerdan episodios parecidos de la Segunda Guerra Mundial; concretamente, a lo sucedido en el ghetto de Varsovia, exterminado a sangre y fuego por las fuerzas alemanas y donde murieron miles de judíos. En esa ocasión, se confinó a la población judía de la capital polaca -cerca de medio millón--, a vivir en un ínfimo territorio de apenas el dos por ciento del total de la ciudad, amurallando el refugio para impedir que sus integrantes pudieran mezclarse con los demás ciudadanos y sobretodo para evitar potenciales fugas. Desde 1939 en que empezó a trasladarse a los judíos a su nueva residencia, hasta el 19 de abril de 1943 en que se produjo el levantamiento de sus reducidos habitantes, habían pasado largas jornadas de sufrimientos, vejaciones, humillaciones y de un paulatino exterminio al ser enviados muchos de ellos al campo de concentración de Treblinka en los famosos trenes de la muerte. El día del levantamiento es el cráter de la historia del ghetto de Varsovia, pues significó un momento de dignidad, de valentía en medio del espanto, pero también el instante más aciago para ese pueblo que la demencia nazi consideró el objetivo central de su instinto asesino. Todos sus residentes fueron ultimados por las tropas de la Wehrmacht, las viviendas convertidas en escombros perforados por los cañones de los atacantes, y las callejuelas en ríos petrificados de cadáveres regados y objetos destruidos. Los hechos de esta trágica historia fueron recreados para el cine por el director polaco Roman Polanski en su magnífica película El pianista, premiada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes del año 2002. Polanski logra reconstruir ese paisaje desolador que sirve de leit motiv

al film, entregándonos una obra de arte que consigue trasmutar todo el horror y el drama de la situación vivida en un bello alegato contra la guerra y contra la muerte. Similar drama humano padecen hoy los palestinos de Gaza, viendo cómo cada día crece la cifra de los muertos y los heridos, cómo son destruidas por las armas del poderoso ejército israelí viviendas, escuelas, mezquitas, ambulancias, etc. Análoga tragedia de la que vivieron sus victimarios de hoy, sin alimentos, sin medicinas, sin lo mínimo indispensable para sobrevivir, sometidos a un cerco implacable que sólo busca su extinción física y moral. La impotencia de los organismos internacionales, la inoperancia de la llamada "comunidad internacional" --una abstracción más de la política globalizadora--, sumados al silencio de buena parte de la prensa así como de la intelligentzia del "civilizado" Occidente, nos conmueven de una manera brutal. Son la prueba más contundente de que los crímenes contra la humanidad son cribados por anteojeras ideológicas y por intereses mezquinos antes que ser condenados abiertamente y sin subterfugios para que por los menos se escuchen algunas voces de rabiosa indignación frente a esta enorme infamia. Después de 65 años de los luctuosos hechos de Varsovia, los descendientes de quienes fueron las víctimas en esa ocasión, le infligen ahora a otro pueblo semita los mismos sufrimientos y parecidos castigos al que ellos padecieron a manos de las hordas nazis de Hitler. Una conducta que bien podríamos bautizar como el "síndrome de Varsovia", es decir comportarse con el otro como se comportaron contigo, en una especie de retorcida y siniestra ejecución de la venganza como intento de reparación propia a través del dolor ajeno. El mundo tiene el imperativo moral de impedir ahora mismo esta monstruosa masacre que perpetra despiadadamente el fascismo sionista contra el indefenso e inocente pueblo palestino.

Municipios y ciudades globalizados Por Econ. Luis A. Ruiz Castre Analista &Consultor. Email: [email protected] En este mundo globalizado de problemáticas y oportunidades, exige que la misión existencial de los gobiernos locales debe asumir nuevos desafíos; la evolución de los paradigmas de la gestión municipal en los últimos 25 años fue variando, al principio era básicamente de mejoras de servicios públicos, para pasar posteriormente a un rol de gestionador y ejecutor de obras públicas y después además de los anteriores se dan impulsos a los procesos de descentralización y desconcentración y con ello mayores transferencias de recursos, responsabilidades y con criterios de participación ciudadana, rendición de cuentas, advocacy, presupuesto participativo, planificación estratégica, vigilancia social, etc. Pero el nuevo orden ahora es tener municipios y ciudades globalizadas, las instituciones públicas se deben a los ciudadanos y sus organizaciones ("stakeholders"), por tanto, las acciones municipales que además de absorber los anteriores paradigmas, deben estar orientadas a los temas del crecimiento económico local y el desarrollo humano integral que ocupa un lugar prioritario en la agenda de políticas públicas locales. Los retos de cómo institucionalizar estos arreglos institucionales locales, es un reto difícil de superar por sus costos de transacción e información, pero no insuperables si todos sumamos esfuerzos multisectoriales e interdisciplinarios. Los procesos del desarrollo local tienen una mirada sistémica y globalizada, se requiere experticias, manejo de escenarios, gobierno electrónico, políticas públicas inteligentes, capacidades institucionales para movilización y transformación de capitales humanos, sociales, económicos, políticos, culturales,

institucionales y tecnológicos en armonía con el medio ambiente y articulados al mercado, así como una gobernanza edil por objetivos y resultados (indicadores de desempeño), es decir, municipios globalizados, emprendedores y gestores del cambio. Los municipios globalizados que hacen como hábito social la participación y concertación social, garantizan la gobernabilidad, la representatividad, la legitimidad social, la generación de valor público, propicia un ambiente de confianza para compartir sueños y esperanzas, pero también establecen democracias exigentes y acciones de generar riquezas y de luchar contra la pobreza y sus efectos perversos. A manera de conclusión, la única forma de asumir el cambio para establecer municipios y ciudades globalizados, es gerenciar los procesos de desarrollo global y local ("glocal") en tiempo y espacio; las instituciones y la gente que tienen éxito son aquellas que hacen constantemente análisis de sus procesos internos y del entorno, hay que crear una arquitectura institucional (redes inteligentes hacia adentro y hacia fuera) que contenga los bioelementos y transformen la cultura organizacional acorde con las nuevas realidades y que aborde integralmente con todos los actores e involucrados los satisfactores sinérgicos (salud, educación, seguridad alimentaria, seguridad ciudadana, infraestructura económica y social, etc.) y crear las condiciones de generación de oportunidades dignas y de riquezas tangibles e intangibles. En ese sentido queda a los municipios dar el salto estratégico en ser los impulsores y facilitadores de espacios y territorios con competitividad económica y social.