Modernidad Pasividad Y Justicia

  • May 2020
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Modernidad, Pasividad y Justicia Una reflexión sobre “Club de la Lucha”

NUNO SANTOS ERASMUS //

Comunicación Audiovisual u57257 ±±

2400008734

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Índice

Introducción…………………………….……………… 3 La Volatilidad Humana

Modernidad, Pasividad y Justicia……..…………… 6 Una reflexión sobre “El Club de la Lucha”

Bibliografía……………………………………………. 14

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Introducción La volatilidad humana

El concepto de justicia está ampliamente relacionado con otros dos conceptos fundamentales (y aplicados, o por lo menos en teoría) en el tipo de sistema social y político en que vivimos hoy en día. Esos dos conceptos son los de igualdad y legalidad, y en estos mismos conceptos está asiente, hoy en día, la teoría de todo el derecho internacional. Asociados a esos dos términos se supone que habrá un otro, el de legitimidad – ¿Que conceptos de igualdad o legalidad serán, de hecho, legítimos de asumir? ¿Quien tendrá la legitimidad para mostrarnos lo que es justo y/o lo que no es? Por eso se torna de grande relevancia, de hecho, discutir los mismos principios sobre los cuales funciona el mundo social y humano en que vivimos. Muchas veces nos surgen a nosotros mismos preguntas sobre todos esos conceptos, que aunque tengan un sentido, un significado, no tienen un significado concreto sino abstracto, que no es palpable. Como, naturalmente, sucede siempre que tenemos un lenguaje construida a partir de signos, de símbolos, que no se refieren a algo totalmente concreto sino que se refieren, al revés, a realidades que solo están dentro de nuestras mentes, y que por su turno tienen la capacidad de maquinar los más diversos tipos de abstracciones. Se dice que el Hombre es un animal 1

eminentemente (o especialmente) simbólico . Ya decía George Orwell, en su obra “Mil Nueve Cientos Ochenta y Cuatro” que la realidad no está en ningún lado sino adentro de nuestra cabeza. Innúmeras veces, la realidad 1

“El Homo Sapiens debe toda su sabedoría, e incluso todo su progreso en la compreensión, a su capacidad de abstracción. Casi todo del nuestro vocabulário cognitivo y teoretico consiste de palabras abstractas, que no tienen cualquier equivalente en cosas visibles, y cuyo significado no es reconduzible ni traducible en imágenes.” (Sartori, 2000)

no es nada sino que corresponde a un estado de espíritu o conciencia que se tiene o se propicia en determinado(s) momento(s). Por otro lado, no hay que dudar de los fantásticos empleos que se pueden dar con estas abstracciones, e ya nadie lo puede negar, porque la abstracción se tornó, en gran parte, la condición humana, o por lo menos la condición fundamental de desarrollo (pero también destrucción) de nuestra especie. Un ejemplo muy emblemático de esto mismo es la guerra, en sí misma. Casi siempre las guerras se empiezan en nombre palabras que no son más que meras abstracciones, aunque hayan adquirido muchísimo significado o importancia para nosotros y nuestro sistema. Pero por otro lado, también se terminan esas mismas guerras empleando otras palabras, también ellas abstractas. Si, por ejemplo, Alemania ha empezado toda una guerra mundial en defensa de la superioridad de su “raza aria” o intentando “liberar la Europa de la amenaza o infestación judía”, imponiendo su modelo de justicia (según principios suyos); de igual forma sus enemigos, que la han destronado, también lo hicieron en defensa de conceptos como libertad, derechos humanos, dignidad, igualdad, justicia. En la actualidad, para que nos centremos en algo un poco más reciente y comprensible, se discute la legitimidad de la invasión de Irak por Estados Unidos, no obstante que haya sido una guerra impuesta sobre la causa de los “derechos humanos” y de la “democracia”, y teniendo en cuenta, además, que el mismo país hubiera sido uno de los responsables por la derrocada del regime nazi.

Partir de este punto de vista, el de la relatividad y diversidad de cada “visión” que uno tiene sobre la justicia, es algo que se torna, entonces, esencial para intentar profundizar el concepto general de justicia, así como otros que puedan estar relacionados.

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Además, hay que ver que el concepto de justicia está normalmente encuadrado en un determinado contexto – histórico, económico, político, social. O sea, que va cambiando con el tiempo. Por otro lado, y también como algo que complementa esta última idea de temporalidad (o contextualización), los individuos no son estáticos: también estos cambian con el tiempo y existe una cierta tendencia para que los mismos se adapten conforme las circunstancias (del tipo que sea) en que los mismos están viviendo – pues que, al final, el animal simbólico que es el Homo Sapiens igualmente es un animal bastante social, que vive en comunidad, siendo cambiado así como ayuda a cambiar esta misma. Porque la especie humana tiene, habitualmente, la capacidad de conjurar un pensamiento abstracto, este mismo pensamiento le posibilita imaginar otros escenarios, otras posibilidades aparte de aquellas que ya conoce y ha experimentado; le posibilita soñar, imaginar, y luego expresar esa

misma

imaginación

en

toda

una

variedad

y

complejidad

de

manifestaciones y soluciones simbólicas, donde la escrita y la producción artística se destacan de las demás. De estas, para enunciar algunos ejemplos, se destacan innegablemente toda la literatura producida, la pintura o la escultura (así como todas las demás formas de artes plásticas), la arquitectura, o más recientemente la fotografía y el cine. Todo esto potencia hoy en día un estudio exhaustivo no solamente del propio Hombre (y de las circunstancias en las cuales ha vivido), así como de las formas que siempre ha encontrado para expresarse a sí mismo desde los primordios de su existencia como espécimen abstracto.

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Modernidad, Pasividad y Justicia Una reflexión sobre “E L C LUB

DE LA

L UCHA ”

En el presente, tal cual que en el pasado, el hombre sigue expresando su condición, sus motivaciones, sus aspiraciones, sus deseos. Aquí nos iremos centrar en una película, FIGHT CLUB (o Club de la Lucha). Muchas veces el cine tiene la capacidad de mostrarnos posibles visiones, o sea – puntos de vista, que otros tipos de arte no consiguen, o por lo menos de la misma forma. Aparte, hay que tener en cuenta algo muy importante: el cine está sobretodo dirigido al gran público. Siendo la propia técnica del cine “hija” del mundo industrial, y aún dependiendo de la evolución de la técnica, el cine se torna, de este modo, un excelente medio de comunicación de masas – es un medio ideal para la transmisión de mensajes para mucha gente – además por el hecho de ser un medio donde la imagen predomina sobre la palabra; vivimos, como dice Huyghe, en plena “Civilización de la Imagen”:

“A pesar del lugar que los intelectuales de primer plano

ocuparon en la escena contemporánea, ya no somos hombres de pensamiento, hombres cuya vida interior se alimenta en los textos. Los choques sensoriales nos conducen, nos dominan; la vida moderna asáltanos por los sentidos, por los ojos, por los oídos. […] Un picor auditivo y óptico obceca y sumerge nuestros contemporáneos. Ha conducido al triunfo de las imágenes, que rodean el Hombre.”

La vida moderna es uno de los ejes de la crítica inherente en Fight Club, la película de 1999 dirigida por David Fincher. Una crítica exacerbada a la sociedad apática e insensible, enteramente conformada con la estabilidad consumista, consumismo ese que le da igualmente la ilusión de

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una aparente felicidad, y donde los seres humanos ya no se preocupan con ellos mismos y con su propia naturaleza, sino que se preocupan antes de todo en mantener esa misma estabilidad y conformidad para con el sistema. “Maldita sea toda una generación echando gasolina. Sirviendo

mesas. Esclavos de cuello blanco. La publicidad nos hace correr tras coches y ropa. Hacemos trabajos que odiamos para comprar mierda que no nos hace falta. Somos los hijos medianos de la historia. Sin lugar ni propósito. No hemos pasado una Gran Guerra. Ni una Gran Depresisón. Nuestra guerra es una guerra espiritual. Nuestra gran depresión son nuestras vidas. Nos dieron de mamar televisión para hacernos creer que un día seríamos millonarios y estrellas del cine y del rock. Pero no ocurrirá – lo estamos comprendo poco a poco. Y estamos de muy, muy mala leche”. (TYLER DURDEN, Fight Club)

La crítica esta se personaliza en los dos personajes centrales – un hombre común (Edward Norton), a quien nunca se atribuye un nombre, y sobretodo en la figura de Tyler Durden (Brad Pitt). Podemos interpretar el hecho de uno de los personajes centrales no tener nombre porque la sociedad llegó ya a un punto en que los hombres ya no se distinguen entre si mismos – el consumo y el fetichismo de masas los uniforma, los codifica. O sea, que la justicia como un estado de cosas donde todos son tratados de igual forma, está aquí personalizada según el consumo (este es perfectamente legal, así como legítimo, natural). Los individuos no tienen un nombre – primer símbolo de la identidad.

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Norton es uno más de esos individuos – lleva su vida cuotidiana estable – perfectamente regulada por su trabajo, su sueldo y sus posesiones materiales. Trabaja en una oficina elaborando informes de evaluación de siniestros para una compañía de coches. Pero Norton vive con un inconveniente hace tiempo: tiene problemas de sueño, insomnio. Vive en un estado de enfermedad, tal como la sociedad donde vive – que también está enferma. Todo sigue aparentemente normal, en el mismo estado de cosas, hasta el día en el que Norton conoce a Tyler Durden en un avión, durante un viaje de trabajo. Tyler Durden se presenta, carismáticamente, como un especialista en jabón y explosivos, diciendo que consigue hacer cualquier tipo de explosivo a partir de un objeto súper común en la sociedad – el jabón (“la medida estándar de la sociedad”). Desde el primer momento, Tyler presenta toda una perspectiva sobre la sociedad que lo rodea de una forma que atrae a Norton, muestreándole al mismo tiempo la fragilidad de las reglas esenciales en que esta misma sociedad está asiente; por otras palabras,

le

muestra

lo

elementales.

Además,

le

fácil

que

muestra

es toda

quebrar la

esas

poesía

mismas de

ese

reglas posible

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destronamiento de la sociedad, cambiándolo por otro modelo más humano, al final más justo. Poco tiempo después de se encontrar con Durden en el avión, Norton descubre que su casa, con todo moblado conforme su gusto, está hecha en un asco. Una misteriosa explosión se le destruyó toda su vida – “ese piso no era un par de cosas que se destruyeron, ¡fui yo!”. Norton, con esto, se queda súper destrozado, ya que perdió toda su basis de vida – todo su materialismo, esa casa lo “completaba” como persona – ahora tendrá que empezar todo desde el cero. Después de haber perdido todo, Norton juntase con Tyler (se va a vivir a su casa), siguiendo este dando continuación a sus teorías del funcionamiento de la sociedad y del hombre – “la ilusión de seguridad” que nos da la sociedad, como dice el propio. “Nosotros tenemos una obsesión por el estilo de vida” – hemos dejado de vivir únicamente para sobrevivir. “Asesinatos, crimen, pobreza. Esas cosas no nos preocupan.

Lo que nos preocupa son las revistas de famosos. Televisiones con 500 canales. Un nombre en mi ropa interior. Viagra, Olestra. – yo estoy por no ser completo nunca, por no ser perfecto, por evolucionar. Las cosas que posees terminan poseyéndote” (T. Durden) ”

Es con este desapego que la nueva vida de Norton empieza a tener otro sentido, otro rumo. Se forma el Clube de la Lucha. Durden y Norton comienzan a pegarse. En la calle – para que otros también los puedan ver – “íbamos descubriendo que no estábamos solos” (Norton). La calle es el espacio de exposición de los hombres y de sus acciones comunes – allí se reflecte lo que es, o en que estado está, de hecho, la sociedad y sus miembros. La calle es el espejo por excelencia de la civilización.

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“El Club de la Lucha – este era el regalo de Tyler y el mío, nuestro regalo al mundo”. A través de la lucha los hombres se libertan a sí mismos, de sus preconceptos, de sus estereotipos sociales – vuelven un estado más animal, donde los instintos naturales hablan más que la propia razón.

Por otro lado la lucha funciona aquí como una especie de metáfora: cuando alguien lucha por algo es porque habitualmente desea mostrar que tiene el poder de cambiar algo. “En el Club de la Lucha veo a los hombres más fuertes y más listos que jamás vivieron” (T. Durden). Al revés, cuando no hay lucha, pues eso significa que todo está bien y debe continuar como está. A partir del momento que cualquiera entiende esto, pues la lucha se torna no algo inconveniente, sino algo natural de suceder – “Tras pelear, el resto de la vida tenía el volumen al mínimo” (Norton).

Pero la lucha, para que sea bien sucedida, tiene que tener reglas. Tiene que tener su lado racional. Veamos las reglas: “La primera regla del Club de la Lucha es: no hablar del Club de

la Lucha. La segunda regla es: ¡no hablar del Club de la Lucha! La tercera regla – si uno grita “Alto”, se desploma o se desmaya, la pelea se acaba. Cuarta regla: solo dos personas por pelea. Quinta regla – una pelea de cada vez. Sexta regla: sin camisas y descalzos. Séptima regla: la pelea durará cuanto haga falta. Y la octava y última regla – si esta es tu primera noche en el club, tienes que pelear. ” (T. Durden)

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Este último trozo de texto se puede considerar uno de los principales ejes de toda la película. Ahí prácticamente todo se puede ver se forma metafórica. Haciendo un pequeño resumen “adaptado” a la realidad, miremos: la lucha tiene que ser discreta o será destronada (dos primeras reglas); la lucha tiene que tener organización y método (tercera, cuarta y quinta regla); la lucha tiene que ejercer influencia sobre las demás personas que son exteriores a esa misma lucha (última regla), dure cuanto tiempo tenga que durar (sétima y octava regla). Y la lucha cambia, de hecho, los hombres - “todos empezamos a ver las cosas de otra manera. Allá donde íbamos, lo medíamos todo” (Norton). Mientras se está luchando, no hay estrellas (no existe el “Star System”). La lucha se puede considerar incluso, una forma de justicia, ya que todos están de igual para igual, y se funciona sobre su propia voluntad, entonces también asume su punto de legitimidad. Otra idea muy importante presente en la película, también asociada a la lucha en si misma, es la idea de muerte como un inevitable destino, así como la idea de sacrificio. Todas funcionan, en armonía, como uno de los verdaderos motores de desarrollo de la especie humana, sin mucha metafísica2. Dice Tyler Durden que “sin dolor ni sacrificio, no tendríamos nada”; o dice aún que “solo después de perderlo todo somos libres de hacer cualquier cosa”. Además, el hecho de enfrentar la muerte como algo que irá a suceder con cualquiera, irremediablemente, es algo que cambia, definitivamente, la naturaleza humana – “Primero has de saber, no temer, sino saber que un día morirás” (T. Durden). Esto es especialmente visible en una parte de la 2

“Nuestros padres eran modelos de Dios. Si ellos se largaron, ¿qué te dice eso de

Dios? Tienes que pensar en la posibilidad de que a Dios no le gustes.” (T. Durden)

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película en la que Durden apunta una pistola a la cabeza de un hombre que estaba trabajando en una tienda – Raymond K. Hessel. Le dice: “¡Raymond!, vas a morir”.

Ese mismo hombre hubiera cursado Biología, y todavía

trabajaba en una tienda haciendo un trabajo que probablemente no le gustaría tanto cuando aquello que hubiera estudiado y quería hacer como profesión: ser veterinario. Ante la posibilidad de la muerte, Raymond es obligado por Tyler a volver a estudiar en un plazo de 6 semanas; sino será um hombre muerto. Raymond se va corriendo – “Run, Forrest, Run” dice Taylor (una evidente alegoría a la película Forrest Gump), “mañana será el día más hermoso de la vida de Raymond K. Hessel”.

La propia idea de justicia en si misma es una idea que tiene bastante relación con el sacrificio. El “justiciero” siempre que tiene que sacrificar algo cuando emplea la justicia. La libertad, otro concepto ampliamente relacionado con la justicia, igualmente no existe sin un sacrificio mutuo de ambas partes. Se dice incluso: la libertad de uno acaba cuando empieza la libertad del otro…

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Conclusión El Clube de la Lucha como poetización de la realidad

El Clube de la Lucha (Fight Club) nos elucida, aunque muchos puedan no considerar, desde una perspectiva un poco negativa relativamente à la realidad en que vivimos hoy en día. Muchos ciertamente la verán/verían (o han visto) como una película más de peleas, de entretenimiento – un “Blockbuster”, un éxito de billeteras que estuvo, en un tiempo, de moda. O sea, que no han intentado siquiera comprehender un eventual mensaje que pudiese estar presente en el medio de toda esa pelea.. Pero, de hecho, nos presenta un punto de vista que difícilmente encontraremos

en

la

televisión,

o

en

cada

imagen

que

vemos

cotidianamente alredor de nuestras vidas. Nos presenta, al revés, una perspectiva alternativa (aunque, en parte, violenta). Nos presenta una visión poética, o en parte un retrato, de la realidad o de una alternativa a esta. Más importante que todo, nos presenta una “posibilidad”, una fuga a la realidad en que, de hecho, vivimos sumergidos en la contemporaneidad. En la película, esa misma fuga está representada, por ejemplo, cuando el hombre común (Edward Norton) descubre que Tyler Durden no es más do que su propia conciencia hablando consigo mismo.

“Buscabas una manera de cambiar tu vida. No podías hacerlo solo: todo lo que

deseabas poder ser, ése soy yo. Tengo el aspecto que tú quieres tener. Soy inteligente, capaz y, sobre todo, soy libre de todas las maneras en que tú no lo eres. La gente lo hace todos los días. Hablan consigo mismos. Se ven como les gustaría ser”.

Este trabajo ha intentado, por lo menos, exponer un punto de vista (que será, en gran parte, personal), sobre esa misma perspectiva presentada en la respectiva película.

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Bibliografía

∅ AGUIAR, Fernando. (comp.) INTERESSES INDIVIDUALES Y ACCION COLLECTIVA. Editorial Pablo Iglesias: 1991, Madrid ∅ CANAL, Pere. CINE Y SOCIEDAD DEL CAMBIO DE MILENIO (ANÁLISIS SIMBÓLICO DE EL CLUB DE LA LUCHA). Editorial Ronsel: 2005, Barcelona



GRAY, John,

SOBRE HUMANOS

E

OUTROS ANIMAIS, Lua de

Papel, 2007, Lisboa ∅

HUYGHE, René, O PODER DA IMAGEM, Edições 70 – Arte e Comunicação, 1978, Lisboa

∅ LÓPEZ, Manuel Villegas. ARTE, CINE Y SOCIEDAD. Ediciones JC: 1991, Madrid ∅ MENDONCA, Daniel. LOS SECRETOS DE LA ÉTICA. Editorial TECNOS: 2001, Madrid ∅ MORESO, Josep Juan; VILAJOSANA, Josep Maria. INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DEL DERECHO. Marcial Pons – Ediciones Jurídicas y Sociales: 2004, Madrid ∅ RAWLS, John. JUSTICIA COMO EQUIDAD. Editorial TECNOS: 2002, Madrid

∅ SARTORI, Giovanni, HOMO VIDENS – TELEVISÃO E PÓSPENSAMENTO, Terramar, 2006

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