Mitología © José Tomás Saracho Villalobos. I.E.S. Fernando Robina. Llerena. Nombre griego Nombre romano Funciones Zeus Júpiter Dios de los cielos y de los fenómenos atmosféricos, padre de los dioses y de los hombres Hera Juno Diosa protectora de la mujer casada y del matrimonio Esposa de Zeus Posidón Neptuno Dios del mar, y de las aguas de los ríos y lagos, y de los terremotos Hades
Plutón
Deméter
Ceres
Afrodita
Venus
Atenea
Minerva
Apolo
Apolo
Ártemis
Diana
Ares
Marte
Hefesto
Vulcano
Hermes
Mercurio
Dionisos/Baco
Liber Pater
Perséfone Hestia Cronos Rea
Proserpina Vesta Saturno Cibeles
Atributos Rayo, cetro, roble, barba, águila, trono dorado Diadema real, vara de mando. Pavo real, granada y lirio Tridente y carro con animales fabulosos Caballo y delfín Dios de los muertos, del mundo Llave y cetro, subterráneo y de la vida de ultratumba cancerbero Trono y casco invisible Ciprés y narciso y cornucopia Diosa de los cereales, de la agricultura y Espiga de cereal, la hoz amor maternal Diosa del amor y de la belleza femenina Paloma, concha, delfín, Nacida de la espuma del mar manzana, rosa, mirto Diosa de la razón, la sabiduría y Casco, lanza, égida actividad intelectual, de la artesanía y de Lechuza, olivo la guerra, protectora de Atenas Dios de la luz, la belleza masculina, la Arco, flechas, arpa, lira razón, la música, la poesía, de la luz, del Corona de laurel y el sol sol y los vaticinios y los oráculos, de la Joven medicina. Gemelo de Ártemis Diosa de la caza, de la naturaleza salvaje Túnica de cazador, arco, y de la luna y de la castidad flechas, carcaj Puede ir acompañada de un perro Cierva, luna creciente Dios de la guerra y del valor Casco, escudo, lanza, Amante de Afrodita coraza Gallo Dios del fuego y metalurgia Fragua y el martillo, las Esposo de Afrodita tenazas y el yunque Feo, deforme, cojo Mensajero de los dioses, protector del Sombrero, sandalias comercio, de los viajeros y los ladrones aladas, caduceo y de la elocuencia y guía de los muertos Dius del vino y de las pasiones y el Coronado de hiedra, la desenfreno, del teatro vid, tirso, bacantes Pantera Diosa del fuego del hogar
Una antorcha y el asno
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Mitología griega. Los dioses griegos en general son invisibles para los humanos, aunque pueden manifestarse en forma visible, bien como son (y entonces son más altos y más hermosos e irradian luz) o disfrazados de otras personas. No son como el Dios de los cristianos, amorosos, todopoderosos ni omnipresentes. Más bien son limitados, temperamentales y caprichosos. Incluso envidiosos y amorales. Puede decirse que son “superpersonas”, es decir, iguales a los hombres, pero magnificados, tanto en sus virtudes como en sus defectos. Y más peligrosos que los hombres, porque tienen más poder. Todas las historias en que los mortales “echan un pulso” a los dioses (Aracne, Marsias, Níobe, etc.) acaban desastrosamente para los hombres. Los llamados Dioses Olímpicos (los dioses más importantes, que habitan en el Olimpo) son doce: Zeus, Hera, Posidón, Atenea, Apolo, Ártemis, Arodita, Hermes, Deméter, Dionisos, Hefesto, Ares, aunque varíen a veces los nombres de la lista, sobre todo, entre Hestia y Dionisos, que pueden estar o no incluidos en ella.
Zeus-Júpiter. Mitos. Zeus, soberano supremo de los dioses, lanzaba potentes rayos sobre todos aquellos que osaban enfrentarse a él. Sus dominios eran las tormentas, con sus rayos, truenos, nieve y granizo. Rea, su madre, lo salvó del destino de sus hermanos: ser devorado por su padre Cronos. Recién nacido lo llevaron a Creta, donde las ninfas lo criaron en secreto. Se lo entregó a los Curetes y a las ninfas Adrastea e da para que lo criasen. Por tanto, ellas alimentaban al niño con la leche de la cabra Amaltea, mientras los Curetes armados custodiaban a la criatura en la cueva y entrechocaban los escudos con las lanzas para que Cronos no oyera la voz del niño. Y Rea envuelta una piedra en pañales, se la daba a Cronos para que se la tragar como si fuera el niño recién nacido. Apolodoro: Biblioteca mitológica, I,1,6. Cuando llegó a la edad adulta, con la ayuda de la titánide Metis, Zeus obligó a su padre a vomitar a sus hermanos. Este le dio a Cronos un bebedizo que le obliga a vomitar primero la piedra y después los hijos que había devorado. Apolodoro: Biblioteca mitológica, I,2.1. Entonces éstos se rebelaron contra Cronos y sus parientes los titanes en una gran batalla, la Titanomaquia, que se prolongó durante diez años. A los vástagos de Cronos se les conoció a partir de entonces como los dioses del Olimpo, porque vivían en el monte homónimo, mientras que los titanes moraban en el monte Otris. Durante la Titanmaquia, Zeus llamó a los cíclopes (quienes forjaban sus rayos) y a tres gigantes de cien brazos, a quienes rescató del abismo del Tártaro. En una impresionante descarga de truenos, rayos, rocas y llamas, los titanes fueron derrotados. Zeus les condenó a ellos y a Cronos al tormento eterno en la profundidad del Tártaro, donde los custodiaban los gigantes de cien brazos. Zeus, dando a muerte a Campe que los vigilaba, desató sus ligaduras. Entonces los Cíclopes dieron a Zeus el trueno, el relámpago y el rayo; a Plutón el yelmo (invisible) y a Posidón el tridente. Armados así vencen a los Titanes y encerrándolos en el Tártaro pusieron como guardias a los Hecatónquiros. Apolodoro: Biblioteca mitológica, I,2,1 A su jefe, Atlas, le dieron un castigo especial: sostener el mundo sobre sus hombros. 2
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Atlas, por las regiones occidentales, permanece en pie sosteniendo sobre sus hombros la columna existente entre el cielo y la tierra, trabajo no fácil de soportar. Esquilo: Prometeo encadenado, 348 ss. El desafío de Tifón. Tras vencer a los titanes, Zeus se enfrentó a otro reto: el terrorífico monstruo Tifón. Esta criatura, nacida de Gea (la Tierra), tenía cola de serpiente y cien cabezas con ojos fieros, oscuras lenguas y voces como el trueno. En cuanto Tifón emergió de la caverna donde había nacido, Zeus le atacó con una lluvia de rayos. Tifón no se resintió y entabló una feroz batalla, durante la cual el monstruo agarró a Zeus y le arrancó los tendones de las extremidades. Su cuerpo quedó tendido en el suelo, pero por suerte, el astuto Hermes descubrió dónde se escondían los tendones, los recuperó y los introdujo de nuevo en las extremidades de Zeus. Éste, otra vez en pie, renovó sus ataque sobre Tifón y finalmente salió victorioso, al usar una isla del sur de Italia (ahora conocida como Sicilia) para aplastar al monstruo. Sin embargo, Tifón era inmortal, y no podía morir, así que hoy en día aún se puede ver su aliento emerger del monte Etna. Señores del mundo. Cuando por fin terminaron las luchas contra los titanes, Zeus y sus hermanos, Posidón y Hades, se repartieron el mundo en tres reinos: Zeus se convirtió en señor del cielo; Posidón, del mar, y Hades, del Averno. La tierra sería territorio común. POSIDÓN.- Tres somos los hermanos nacidos de Cronos, a los que Rea parió; Zeus, yo y Hades, el tercero, que reina sobre los muertos. En los tres lotes fue divido todo, y a cada uno le tocó su parte de honor. Yo obtuve, tras el sorteo, el habitar para siempre el canoso mar; Hades obtuvo la obscura región de las brumas y a Zeus le tocó el ancho cielo, en el éter y las nubes. Mas la tierra y el Olimpo es justamente bien común de todos los tres. Homero: Ilíada, XV,187 ss. Zeus se casó con Hera pero tuvo numerosas amantes humanas y divinas. Para sus encuentros con las mortales adoptaba diversas formas. Para seducir a Leda se transformó en cisne, y de su unión nació Helena de Troya. En calidad de rey de los dioses, Zeus influían en el destino aunque su control recaía sobre las moiras. Los amores de Zeus. Zeus tenía una afición desmedida por las mujeres y se metamorfoseaba de mil imaginativas maneras con tal de conseguirlas. Así se transformó en toro para seducir a Europa, princesa fenicia, a la que raptó mientras jugaba con sus amigas en playa de Tiro. Júpiter, en figura de toro, ofreció su lomo a la muchacha y llevó falsos cuernos en la frente. Ella sujetaba con la derecha la crin del toro y con la izquierda su capa, y el propio miedo le prestaba un extraño atractivo. El viento le abombaba el regazo, el viento agitaba su cabellera rubia… Muchas veces encogió sobre el agua sus pies de niña y temió el contacto del agua que salpicaba; muchas veces el dios prudente agachó hasta el agua su lomo para que ella pudiese agarrarse más fuertemente a su cuello. Al arribar a la playa se pudo de pie Júpiter sin ninguna clase de cuernos, transformándose de toro en dios. El toro pasó al cielo; a ti, muchacha sidonia, te dejó embarazada Júpiter y la tercera parte de la tierra lleva tu nombre… (Ovidio: Fastos,V,605 ss.). A Dánae la sedujo en forma de lluvia de oro. A Acrisio, que había consultado un oráculo sobre e nacimiento de hijos varones, le respondió el dios que de su hija nacería un niño que le daría muerte a él. Temiendo esto Acrisio preparó bajo tierra una habitación blindada y puso vigilancia a Dánae… Zeus, transformándose en lluvia de oro, se derramó a través del techo llegando hasta el seno de Dánae. Cuando más tarde Acrisio se enteró de que ella había dado a luz a
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Perseo, no creyó que hubiese sido seducida por Zeus y metiendo a su hija junto con el niño en una cesta la arrojó al mar. Apolodoro: Biblioteca mitológica, II,4,1. Para obtener los favores de Leda se metamorfoseó en cisne. Enamorado de Alcmena, se presentó en su casa bajo la apariencia de su marido Anfitrión, mientras éste estaba en la guerra con su esclavo Sosias, cuyo aspecto adoptó Hermes que acompañó a su padre en la aventura. Alcmena al creer que era su marido se acostó con él y Zeus disfrutó tanto que suprimió un día y unió dos noches para prolongar la duración de su placer. Cuando se presentó Anfitrión y vio que su mujer no se mostraba atenta con él, le preguntó el motivo; dijo entonces ella que ya había venido la noche anterior y se había acostado con ella y comprendió él por Tiresias que Zeus se había unido con ella. Alcmena dio a luz dos niños, uno para Zeus, Heracles… y otro para Anfitrión, Ificles. Apolodoro: Biblioteca mitológica, II,4,8. Ganímedes, un joven troyano, tampoco pudo escapar de su asedio. A Ganímedes lo raptó Zeus a causa de su belleza mediante un águila y lo situó en el cielo como copero de los dioses. Apolodoro: Biblioteca mitológica, III,12,2. Interpretación. Es un dios de origen indoeuropeo. Su nombre procede de una raíz que designaba al día, y es un dios de los fenómenos atmosféricos. Zeus era el rey del Universo. Representaba la tercera generación de Olímpicos. Era hijo de Crono y de Rea. Su madre lo salva de ser devorado, dando a Crono una piedra envuelta en pañales a cambio del niño, al que esconde a continuación en la isla de Creta, donde pasa su primera infancia amamantado por la cabra Amaltea y protegido por los curetes, hombrecillos que hacían ruido para que no se oyesen los llantos del niño. Ya adulto, libera a sus hermanos, derrota a su padre Crono y reparte el domino del Universo y el poder con sus hermanos: Hades y Posidón. En el comienzo de su reinado hubo de hacer frente y dominar una rebelión de los Gigantes, que se resuelve de nuevo en otra lucha cósmica, la Gigantomaquia. A él corresponden las alturas y, consecuentemente, se dice de él que habita en las montañas, sobre todo, en el Olimpo, el monte más alto de Grecia. Desde Homero es manifiesta su superioridad sobre las demás dioses. Es el rey. Zeus era el dios del cielo y la meteorología: de las nubes, de las lluvias, de los vientos y de las tormentas. Homero le llama “rey de los dioses y de los hombres”, “amontonador de nubes” y “portador de la égida”. Acepta múltiples epítetos, pero no se le considera dios de ninguna ciudad, ya que queda por encima de todos. Es siempre un dios panhelénico y por ello preside los juegos panhelénicos más importantes, los Olímpicos. Su representación más típica es sentado en el trono, con cetro. Su ave, el águila, lo acompaña. Sus atributos son el rayo y el cetro. De él procede el poder de los reyes (que se dicen son vástagos de Zeus). De él emana la justicia. Dike su hija está sentada junto a él, según Hesíodo. Por encima de todo, es padre, manifestación del poder patriarcal. Era un dios terrible, arbitrario y envidioso del hombre en un primer momento, aunque más tarde se torna en dios de la justicia, se transforma y moraliza. En manos de los filósofos tiende a ser considerado como una especie de dios universal o cósmico. Es proverbial su odio hacia el titán Prometeo que robó el fuego divino para entregárselo a los hombres. Su actividad amatoria fue célebre (unas 150 mujeres): con la diosa Hera, su esposa legítima, engendra al dios Ares. Con su hermana Deméter a Proserpina. Con la titánida Metis a Atenea. Con la titánida Mnemosine a las Musas. Con la titánida Maia a Hermes. Con la titánida Leto a los gemelos Apolo y Ártemis.
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También tuvo múltiples aventuras amorosas con mortales, a las que seducía disfrazándose; así, en forma de toro rapta a la ninfa Europa, que dará a luz a Minos, fundador de la dinastía cretense; transformándose en cisne, con Leda engendra a los Dioscuros; convirtiéndose en lluvia de oro, con Danae, engendra a Perseo, quien decapitará a Medusa; adquiriendo la fisonomía del esposo de la mortal Alcmena se une a ella, triplicando la duración de la noche y engendrando al héroe Heracles. De su unión con Semele nacerá Dionisos. Por último se une al troyano Ganímedes con un amor homosexual y lo rapta llevándolo al Olimpo donde lo convierte en copero de los dioses, a los que escanciaba el néctar. Esta intensa actividad amatoria explica que casi todas las estirpes griegas consideran a Zeus su fundador o antepasado. En su honor se celebraban cada cuatro años los juegos olímpicos, en el santuario de Olimpia en la Élide y también los de Arcadia y los del santuario de Dodona. Textos. Luego que Zeus expulsó del cielo a los Titanes, la monstruosa Gea concibió su hijo más joven, Tifón, en abrazo amoroso con Tártaro preparado por la dorada Afrodita. Sus brazos se ocupaban en obras de fuerza e incansables eran los pies del violento dios. De sus hombros salían cien cabezas de serpiente, de terrible dragón, alardeando con sus negras lenguas. De los ojos existentes en las prodigiosas cabezas, bajo las cejas, el fuego lanzaba destellos y de todas sus cabezas brotaba el ardiente fuego cuando miraba. Tonos de voz había en aquellas cabezas que dejaban salir un lenguaje variado y fantástico. Unas veces emitían articulaciones como para entenderse con dioses, otras un sonido con a fuerza de un toro de potente mugido, bravo e indómito, otras de un león de salvaje furia, otras igual que los cachorros, maravilla oírlo, y otras silbaba y le hacían eco las altas montañas. Y tal vez hubiera realizado una hazaña casi imposible aquel día y hubiera reinado entre mortales e inmortales, de no haber sido tan penetrante la inteligencia del padre de hombres y dioses. Tronó reciamente y con fuerza y por todas partes resonó la tierra, el ancho cielo arriba, el ponto, las corrientes del Océano y los abismos de la tierra. Se tambaleaba el alto Olimpo bajo sus inmortales pies cuando se levantó el soberano y gemía lastimosamente la tierra. Un ardiente bochorno se apoderó del ponto de azulados reflejos, producido por ambos y por el trueno, el relámpago, el fuego vomitado por el monstruo, los huracanados vientos y el fulminante rayo. Hervía la tierra entera, el cielo y el mar. Enormes olas se precipitaban sobre las costas por todo alrededor bajo el ímpetu de los inmortales y se originó una conmoción infinita. Temblaba Hades, señor de los muertos que habitan bajo la tierra, y los Titanes que, sumergidos en el Tártaro, rodean a Cronos, a causa del incesante estruendo y la horrible batalla. Zeus, después de concentrar toda su fuerza y coger sus armas, el trueno, el relámpago y el flameante rayo, le golpeó saltando desde el Olimpo y envolvió en llamas todas las prodigiosas cabezas del terrible monstruo. Luego que le venció fustigándole con sus golpes, cayó aquél de rodillas y gimió la monstruosa tierra. Fulminado el dios, una violenta llamarada surgió de él cuando cayó entre los obscuros e inaccesibles barrancos de la montaña. Gran parte de la monstruosa tierra ardía con terrible humareda y se fundía igual que el estaño cuando por arte de los hombres se calienta en el bien horadado crisol o el hierro, que es mucho más resistente, cuando se le somete al calor del fuego en los barrancos de las montañas, se funde en el suelo divino por obra de Hefesto; así entonces se fundía la tierra con la llama del ardiente fuego. Y le hundió, irritado de corazón, en el ancho Tártaro. (Hesíodo: Teogonía, 820-868).
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Hera-Juno. Mitos. Esta hija de Cronos y Rea fue devorada al nacer por su padre, que temía que sus hijos le destronaran. Cuando Zeus obligó a su padre a regurgitarlos, el rey de los dioses decidió tomar a Hera como esposa. Ésta tuvo cuatro hijos de Zeus: Ares, dios de la guerra; el dios herrero Hefesto; la diosa del nacimiento Ilitía, y Hebe, el escanciador de los dioses. Cuando la diosa Atenea surgido de la cabeza de Zeus, Hera se enfureció tanto por el adulterio, que dio a luz al monstruo Tifón (si bien éste suele ser conocido como hijo de Gea). Hera fue una diosa celosa que perseguía a los hijos que Zeus tenía con otras diosas y mortales. De hecho, las peleas en las que se enfrentaban Hera y Zeus fueron tan violentas que sacudían el monte Olimpo. Cuando Hera maltrató a Heracles, fue tal el enojo de Zeus que la ató a una cumbre del monte Olimpo y colgó pesos de sus pies. Los celos de Hera. Esta afición de su marido provocaba lógicamente los celos de su esposa Hera, que perseguía de un modo implacable a las amadas de su infiel marido y a su descendencia. Io sufrió una persecución terrible por parte de la afrentada Hera. ZEUS.- ¿Conoces a la hermosa hija de Ínaco, Hermes? HERMES.- Sí, te refiere a Io. ZEUS.- Pues ya no es una muchacha sino una ternera. HERMES.- Eso es extraordinario ¿De qué manera se produjo el cambio? ZEUS.- Hera la ha metamorfoseado en un ataque de celos; pero además ha tramado una terrible novedad; ha puesto junto a ella a un pastor que se llama Argos, que tiene cien ojos y la vigila y nunca duerme. HERMES.- Está bien, ¿qué tenemos que hacer nosotros? ZEUS.- Vete volando a Nemea, pues allí es donde Argos pastorea y mátalo. Luciano: Diálogos de los dioses, III. Hera metamorfoseó a Argos en pavo real y, furiosa envió un terrible tábano que perseguía constatemente a Io. Ésta, enloquecida de dolor, recorrió muchas tierras y mares de Europa y Asia, dando nombre al mar Jónico y al estrecho del Bósforo (paso de la vaca), hasta llegar a Egipto donde dio a luz a Épafo. Allí Zeus, compadecido, le devolvió la figura humana y la convirtió en la diosa egipcia Isis. Las disputas de Zeus y Hera. Este matrimonio celestial estaba mal avenido y disputaba frecuentemente, llegando incluso Hera a acaudillar la rebelión contra los dioses contra Zeus, por lo que fue severamente castigada. ZEUS.- ¿Es que no te acuerdas de cuando fuiste colgada de lo alto y puse a tus pies sendos yunques y eché alrededor de tus manos una cadena de oro irrompible? Y tú permanecías colgada en el éter y en las nubes, y los demás dioses andaban indignados por el Olimpo; mas no podían acudir a tu lado y soltarte. Homero: Ilíada, XV,15 ss. Placer sexual. Quizás el mayor motivo de enfrentamiento entre Hera y Zeus llegó a ser el amor sexual. Hera insistía en que el varón obtenía mayor placer sexual, y Zeus sostenía lo contrario. Fueron a consultar a Tiresias, que había sido tanto hombre como mujer. Al declarar éste que las mujeres experimentan nueve veces más placer que los hombres, Hera se enfureció tanto que le quitó la vista. Para compensarlo, Zeus otorgó a Tiresias el don de la profecía. Eco y Narciso.
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En la mitología griega, una ninfa de la montaña llamada Eco parloteaba sin cesar para distraer a Hera de los adulterios de su marido Zeus. Hera encontraba el parloteo tan irritante que le arrebató a Eco la capacidad de hablar, permitiéndole únicamente repetir las palabras de los demás. Otra versión sostiene que Eco se desvaneció hasta convertirse en un eco distante cuando el bello Narciso rechazó su amor. Como castigo por su actitud, los dioses hicieron que Narciso se enamorara de su propia imagen, que vio reflejada en el agua. Al no poder poseerla, se consumió hasta morir (probablemente se suicidó). Entonces se convirtió en una flor: el narciso. Interpretación. Hera, “la de los níveos brazos”, “la poderosa”, “la de grandes ojos”, “la diosa del trono dorado” fue considerada esposa legítima de Zeus, su hermano, con el que contrae nupcias en el monte Ida. Eran proverbiales sus disputas, y a menudo tenía que usar tretas para lograr el consentimiento de Zeus a sus planes. Desde el principio, su papel es escaso e incluso ridículo. Aparece constantemente como una esposa celosa y cargante, que molesta las veleidades de Zeus.. Su origen es prehelénico y parece que en principio era una diosa de la tierra y de la fecundidad. Epítetos como “de ojos de vaca” la relacionan con el ganado. Diosa del matrimonio y del hogar sus atributos eran el pavo real y la granada, símbolo de fecundidad; se le asigna la tutela de las bodas y de la viudez, no tanto de la maternidad. Su propia maternidad es poco relevante. Nunca es invocada como madre ni se la representa con niño. Incluso es más madrastra que madre. En Roma se la veneraba como diosa protectora de la luz y de los partos bajo la denominación de Juno Lucina. En cierta ocasión, irritada por las infidelidades de su esposo, encabezó una conspiración de todos los dioses contra él, por lo que fue castigada a ser colgada del cielo con una pulsera de oro en cada muñeca y un yunque en cada tobillo. Finalmente fue liberada por Zeus a condición de que nunca volviera a rebelarse contra él. Participó en el juicio de la manzana de oro. En el banquete de las bodas de Tetis y Peleo se presentó la Discordia (Eris) que no había sido invitada y arrojó sobre la mesa una manzana de oro con la inscripción: “Para la diosa más hermosa”. Al punto Hera, Atenea y Afrodita pretendieron quedarse con la manzana. Para resolver el conflicto, Zeus propuso como árbitro al príncipe troyano Paris, que se hallaba cuidando sus rebaños al pie del monte Ida. El dios Hermes fue enviado para anunciar el certamen y conducir ante él a las tres diosas. Cada una de ellas quiso sobornar a Paris para obtener su voto: Hera le prometió riquezas y honores; Atenea éxito en la guerra y sabiduría, y Afrodita el amor de la mujer más bella, que era Helena, esposa del rey de Esparta, Menelao. Paris emitió su juicio escogiendo a Afrodita, quien le ayuda a enamorar y a raptar a Helena. Así fue como comenzó la guerra de Troya, en la que participarán activamente las diosas no favorecidas apoyando al bando griego. Sólo es protagonista en algunos cultos, sobre todo en Argos y Samos. En honor a Hera se celebraban las fiestas del Heraion de Argos y en la mayor parte de las ciudades del Peloponeso, así como en la isla de Eubea. En Roma, formaba parte de la Tríada Capitoliona, junto a Júpiter y Minerva.
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Posidón-Neptuno. Mitos. Cronos tuvo tres hijos: Zeus, Hades y Posidón; éstos derrocaron a su padre y se repartieron el mundo entre ellos. Posidón se convirtió en el señor de los mares, cargo que desempeñó con considerable violencia. La cólera del dios del mar era terrorífica, sobre todo cuando levantaba con la su tridente mágico, un regalo de los cíclopes, las olas. Posidó también causaba terremotos. Vivía bajo el mar Egeo, y se transportaba en un carruaje tirado por majestuosos caballitos de mar. En una ocasión, Posidón se atrevió a desafiar la supremacía de Zeus. Con la ayuda de las diosas Hera y Atenea, ató a Zeus con correas, pero el monstruo de cien manos Briareo, a quien Zeus había mandado llamar al Tártaro, acudió a liberarlo. Casi todos los hijos de Posidón heredaron el carácter violento de su padre. Su hijo Polifemo, uno de los cíclopes, era conocido por haberse comido a alguno de los compañeros de Odisea. Para escapar, el héroe griego tuvo que cegar a Polifemo con una estaca ardiente, una herida que a Posidón le costó perdonar. Posidón y la Atlántida. Ligada a Posidón está la leyenda de un continente perdido, la Atlántida, del que tenemos noticias a través del filósofo griego Platón. Los dioses se repartieron en remotísimos tiempos comarca por comarca… A Posidón le cupo en suerte la isla Atlántida, en una parte de la cual estableció a los hijos que había tenido de una mortal (Clito). Platón: Critias, 108. La isla era una especie de paraíso donde vivía una avanzada civilización hasta que desapareció entre las olas sembrando hasta hoy la intriga y el misterio. Mas en los tiempos sucesivos, ocurrieron intensos terremotos e inundaciones, y en un solo día, en una noche fatal, todos los guerreros que había en vuestro país fueron tragados por la tierra que se abrió, y la isla Atlántida desapareció entre las olas. Platón: Timeo, 21 ss. Los amores de Posidón. Posidón se enamoró de Tetis pero el vaticinio de Temis de que el hijo que tuviera sería más fuerte que su padre le hizo cambiar de idea. Por ello terminó casado con la nereida Anfítrite cuya mano le costó conseguir y de quien tuvo un hijo, Tritón. Cuando Posidón quiso tomar a Anfítrite por esposa, ella procurando con celo guardar su virginidad, lo evitó huyendo hacia Atlas. De suerte que también la mayoría de las nereidas mientras ella estuvo oculta se escondía, posidón mandó a muchos buscadores, entre ellos, también, al delfín; errante a lo largo de las islas de Atlas, tras toparse con ella la denunció y la condujo ante Posidón, quién se casó con ella y estableció muchos honores en el mar para el delfín: designó que fuera sagrado y colocó en el cielo el conjunto de su figura. Eratóstenes: Catasterismos, 31. Posidón tuvo numerosos aventuras amorosas con diosas, ninfas y mortales que provocaron los celos de Anfítrite. Los descendientes de estas uniones de Posidón fueron en muchos casos seres maléficos. Enemigo de Troya. En palabras del poeta Homero, Posidón era el azote implacable de los troyanos. Su hostilidad provenía de la falta de honradez de su rey, Laomedonte. El rey había prometido pagarle por construir las murallas de Troya, pero cuando el trabajo estuvo terminado, se negó a cumplir lo acordado. Apolo se contentó con enviar una plaga sobre los troyanos como castigo, pero Posidón no estuvo satisfecho hasta que Troya fue saqueada por los griegos.
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POSIDÓN.- Ni siquiera te acuerdas de aquellas calamidades que pasamos, solos los dos entre los alrededores de Ilión, cuando fuimos, por orden de Zeus, a servir a sueldo durante un año a Laomedonte. Él tenía el mando y nos daba órdenes. Por cierto, yo construí para los troyanos una muralla alrededor de su ciudad, una muralla ancha y muy hermosa, a fin de que la ciudad fuera impenetrable; y tú, Febo, apacentabas los negros bueyes de paso rodante en los valles del boscoso Ida, el de numerosos pliegues. Mas cuando las gozosas estaciones trajeron ya el plazo del pago, entonces el terrible Laomedonte arrebató terriblemente la soldada y nos despidió con amenazas… Partimos los dos de vuelta con el corazón afligido, indignados por la soldada que nos prometió y no pagó. (Homero: Ilíada, XXI,440 ss.). Interpretación. Era un dios antiguo e importante. Como Zeus, también tiene un santuario panhelénico en el Istmo de Corinto, donde se celebraban unos juegos, los Ístmicos, casi tan importantes como los Olímpicos. “El que ciñe y bate la tierra” era hijo de Crono y Rea. Era el dios del mar y de los terremotos. Un dios muy importante para un pueblo marinero como el griego. Se repartía con sus hermanos Zeus y Hades el dominio del Universo. Su iconografía es muy parecida a la de Zeus: se le representa a menudo en posición de lanzar el tridente. Se le consideraba también el dios de los caballos, que incorpora a su séquito marino. Va en un carro tirado por caballitos de mar y a su alrededor un cortejo formado por nereidas u oceánides y tritones que hacen sonar unas conchas cuyo sonido se propaga a la confines del mundo. Contrae matrimonio con una ninfa marina, Anfítrite, hija del Océano, con la que tuvo un hijo llamado Tritón. Con otra ninfa marina engendró al cíclope Polifemo, al que cegará Ulises. En sus mitos hay un rasgo curioso. Es un dios siempre en litigio con otros para conseguir ciudades, litigios en los que siempre pierde. Compite en Atenas, con Atenea; en Naxos, con Dionisos; en Egina, con Zeus y en Argos, con Hera. Se ha pensado que se trata de un dios de la fuerza bruta y desordenada, caótica, y que no tiene cabida en la ordenada religiosidad del estado. Posidón y Atenea disputan por ser ambos los protectores de la ciudad de Atenas. Zeus decide que lo será quien ofrezca al pueblo ateniense el regalo más conveniente. Atenea golpea con su lanza el suelo para hacer brotar un olivo, mientras que Posidón golpea una roca con su tridente y hace brotar un manantial. Los hombres atenienses votan a Posidón y las mujeres a Atenea, ganando ésta por un voto. El dios, encolerizado, envía numerosas riadas a la ciudad y no depone su cólera hasta que se les retira el voto a las mujeres y se le construye en la Acrópolis el templo de Posidón Erecteo. Al ser considerado dios de las aguas, su imagen adorna muchas fuentes renacentistas y barrocas de parques y jardines. En su honor se celebraban los juegos Ístmicos de Corinto. También se le construyó el famoso templo del cabo Sunio, que desde un promontorio dominaba una amplia extensión del mar Egeo. Textos. De súbito descendió del escarpado monte, avanzando con impetuoso paso, y las altas montañas y el bosque temblaron bajo los pies inmortales de Posidón al avanzar. Tres zancadas dio, y a la cuarta alcanzó su meta, Egas, donde tenía construido en los abismos del mar su palacio de oro refulgente, por siempre indestructible. Cuando hubo llegado allí, enganchó el carro a sus dos caballos de pies de bronce, de raudo vuelo y d largas crines de oro. Y él mismo vistió de oro su cuerpo, cogió el dorado látigo bien trabajado, subió al carro y partió arreando sus caballos hacia las olas. Debajo
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saltaban alegremente los monstruos acuáticos, que acudieron desde todas partes de sus cavernas y no desconocieron a su rey. Gozosa la mar le abría paso y aquellos volaban apresuradamente sin que debajo se mojara el eje de bronce. (Homero: Ilíada, XIII,17 ss.)
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Hades-Plutón. Hijo de Crono y Rea, era señor soberano del mundo subterráneo, donde reinaba en solitario, visitando en raras ocasiones el Olimpo. Tenía fama de cruel y despiadado con los pecadores. Poseía un casco que lo hacía invisible y le permitía subir a la superficie de la tierra sin ser visto. En una de estas ocasiones rapta a Perséfone, hija de la diosa Deméter y se la lleva al mundo subterráneo. Su madre angustiada, recorre la tierra buscando a su hija, hasta que finalmente se entera de su paradero y la reclama. Al ser Deméter diosa de la agricultura y de la fecundidad de la tierra, ésta se seca. Entonces Zeus establece un pacto: Perséfone vivirá seis meses del año (otoño e invierno) en compañía de su esposo en el Hades, y otros seis (primavera y verano) en la tierra en compañía de su madre. Esta es la explicación que daban los griegos al ciclo de la vegetación, a la fertilidad de la tierra. Al llegar la primavera, la diosa Deméter se alegra por la llegada de su hija, y la naturaleza florece de nuevo. A Hades no se le solía rendir culto, ni se construían templos o santuarios en su honor. El ciprés y el narciso eran las plantas que le estaban consagradas.
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Deméter-Ceres. Mitos. Deméter significa “madre tierra”, y a veces se la identifica con Gea (la Tierra). Sus ritos explicaban el ciclo anual de las estaciones, como florecía y se marchitaba la vegetación, el ciclo de la cosecha y la diferencia entre el invierno y el verano. Ejercía su mayor influencia sobre el trigo, alimento básico de los griegos. Deméter era una madre devota y amante, y su historia más relevante alude a la relación con su hija. Deméter estaba muy unida a su hermano Zeus (entre los dioses del Olimpo se aceptaban las relaciones incestuosas), y de su unión nació Perséfone. Cuando su hija era aún pequeña, y sin consultar a Deméter, Zeus se la dio en matrimonio a Hades, dios del Averno. Unos años después, mientras Perséfone recogía flores en un prado con la hija de Océano, el suelo se abrió bajo sus pies al agacharse a coger un narciso. Hades emergió en su carruaje tirado por corceles azul obscuro y la raptó. Deméter inconsolable tras la desaparición de su hija, recorrió el mundo en su busca con dos antorchas encendidas. Se negó a comer o lavarse, del mismo modo que Perséfone, que languidecía en el sombrío reino de Hades. Cuando todo parecía perdido, Deméter encontró a la diosa Hécate, que había tenido noticias acerca del rapto de Perséfone. Llevó a Deméter con el dios del sol, Helios, quien le contó que su hija se había casado con Hades y era la reina de un vasto dominio. En su desesperación, Deméter asoló la tierra con una hambruna que amenazó con acabar con la humanidad. Para aplacar su ira, Zeus envió a Hermes a rescatar a su amada hija; pero antes de que Perséfone partiera, Hades le facilitó unas semillas de granada para mantenerla atada a su reino. Desde entonces, Perséfone regresaba cada año a la tierra, como el trigo, pero regresaba invariablemente al Hades a principios del invierno. El rapto de Perséfone. Fruto de su relación con Zeus tuvo una hija llamada Core o Perséfone por los griegos y Proserpina por los romanos. Madre e hija eran felices hasta que Hades, el dios del mundo subterráneo, se enamoró de la joven y la raptó. Perséfone, la de hermosos tobillos, jugaba con sus amigas de florido seno, las hijas de Océano, cogiendo en el tierno prado azafrán, hermosas violetas, lirios, jacintos, rosas y narcisos, que la tierra había engendrado por voluntad de Zeus para cautivar a las niñas de sonrosado rostro. De pronto mientras estaba arrancando un narciso, bajo sus manos se abrió la tierra y de ella brotó el dios que a muchos humanos acoge, el hijo de Cronos, el cual la sujetó por la cintura y la izó sobre su carro de oro tirado por yeguas inmortales, en tanto que ella, recalcitrante, lanzaba fuertes gritos e invocaba al gran padre Zeus, poderoso y excelso. Pero nadie entre los dioses y entre los hombres mortales oyó sus voces. Tan sólo Hécate de luminosa diadema, la hija de Perses que cándida tiene la mente y el divino Helios, hijo de Hiparión, oyeron los alaridos. Himos Homéricos, II. Deméter fue presa de la más negra desesperación al enterarse de la desaparición de su hija y recorría el mundo enloquecida de dolor buscándola inútilmente. Enterada por fin de la verdad, abandonó el Olimpo, enfurecida, y bajo la apariencia de una vieja anduvo errante por la tierra hasta que llegó al palacio de Celeo, en Eleusis, donde fue acogida. Metanira, la mujer de Celeo, tenía un hijo al que criaba Deméter que lo había adoptado. Y queriendo hacerlo inmortal, por las noches ponía la criatura al fuego y lo despojaba así de su carne mortal. Por crecer de día de modo admirable Demofonte (pues tal era el nombre del niño) Praxítea empezó a acecharla y cuando averiguó que
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lo bañaba en el fuego, empezó a gritar. Por ello la criatura se consumió en el fuego y la diosa se reveló ella misma. Apolodoro: Biblioteca mitológica, I,5,1. En compensación, Deméter enseñó a Triptolemo, su hermano mayor, el cultivo de los cereales. Para Triptolemo, el mayor de los hijos de Metanira, construyó un carro de dragones alados y le entregó el trigo con el que sembrase todo el mundo habitado, elevándose por el cielo. Apolodoro: Biblioteca mitológica, I,5,2. Mientras, la esterilidad se apoderaba de los campos y la humanidad padecía una hambruna espantosa hasta que Zeus intervino y prometió a Deméter que su hija regresaría a su lado pero con una condición: que no tomara alimento alguno en el mundo de los muertos. Enviado por Zeus, Hermes fue a reclamar a Perséfone a Hades, pero éste astutamente le hizo comer a la joven unos granos de granada, por lo que inexorablemente quedaba ligada al más allá. Zeus entonces para contentar a todos adoptó una salomónica decisión. Júpiter, para acomodar la diferencia que había entre Plutón y Ceres, ordenó que Proserpina viviera seis meses del año con su marido y los otros seis con su madre. Ovidio: Metamorfosis, V,564 s. Deméter aceptó y desde entonces cada vez que su hija retorna a su lado, sonriente, se cubre de flores y frutos. Interpretación. Deméter es hermana y esposa de Zeus, pero es una divinidad que, como Dionisos, nunca acaba de estar a gusto en el grupo de los Olímpicos. Está más relacionada con cultos populares, asociados a la a agricultura y sobre todo a los cereales. Básicamente es la divinidad del grano, tanto por sus epítetos, como por sus fiestas, rituales y mitos. Deméter, “la de bella cabellera” era la diosa que velaba por las cosechas y las plantas cultivadas por el hombre, especialmente los cereales (trigo y cebada) y ciertos árboles frutales (olivo e higuera) que constituían los principales cultivos de Grecia. Por eso su culto tenía una gran importancia para conseguir una buena cosecha. Sus atributos son la hoz y un manojo de espigas y amapolas. Hija de Crono y Rea, tuvo con su hermano Zeus una hija, Perséfone, Core o Proserpina, que fue raptada en la isla de Sicilia por Hades, el dios del mundo subterráneo. La bajada de Core (es decir “la Muchacha”) al otro mundo se interpreta como una metáfora del entierro del grano en la siembra y la vuelta de éste, con las cosechas. En su peregrinaje por el mundo buscándola, la diosa descansó en Eleusis, lugar cercano a Atenas, donde se le erigió un santuario en el que tenían lugar los Grandes Misterios que se celebraban todos los años en el mes de septiembre. Dichos misterios eran revelados a los iniciados tras complejos ritos de purificación e iluminación que tenían lugar durante la noche. Lo que ocurría debía guardarse en secreto bajo pena de muerte. Este culto mistérico prometía a los fieles la felicidad de ultratumba; tenía que ver con el deseo de salvación del hombre y su aspiración a un más allá. El símbolo es el trigo que muere y renace como morirá y renacerá a una vida mejor el iniciado. El ritual de Eleusis excede el esquema vegetal para entrar en el ámbito del destino de las almas en el otro mundo. Al recuperar a su hija mediante el pacto realizado con Zeus y Hades, Deméter restableció la fertilidad de la tierra y envió a Triptólemo para que enseñara el arte de la agricultura a los hombres. Se le tributaba un importante culto en la isla de Sicilia.
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Su imagen preside el teatro romano de Mérida, con las estatuas de Proserpina y Hades a ambos lados.
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Antena-Minerva. Mitos. La diosa griega Atenea nació cuando el dios herrero Hefesto la liberó, completamente formada y armada, de la cabeza de Zeus, que partió con un hacha. Son varios los mitos que se hacen eco del nacimiento de Atenea, pero la más extendida es la que cuenta que Zeus temía el futuro poder de sus hijos, contra los que le habían advertido. Para deshacerse de los fetos, engañó a Metis, su primera esposa y patrona de los nonatos, y la convirtió en una mosca, que luego se tragó. Otra versión de la historia muestra cómo Zeus no quería seguir los pasos de su padre, quien había devorado a sus hijos. Incapaz de hacer lo propio con la recién nacida Atenea, Zeus se comió a Metis en su lugar mientras estaba embarazada. También se dice que Zeus deseaba lo que Metis (que significa “pensamiento” o “consejo”) poseía: sus conocimientos; y por eso la perseguía. Metis, sin embargo, quería preservar la virginidad y para ello se convirtió en mosca, pero Zeus la atrapó. En todas las versiones, Atenea nace de la cabeza de Zeus. Protectora de Atenas. Desde el comienzo se relacionó a Atenea con las ciudadelas. Durante el caótico período que sigue a la caída de Micenas (h. 1100 a.C.), sólo el bastión de Atenas, la Acrópolis, pudo resistir las acometidas. No es de extrañar que Atenea fuera adoptada como protectora de la ciudad. Cuando Atenas se convirtió en un centro comercial, los griegos juzgaban que Atenea protegía a sus artesanos, la fuente de riqueza de la ciudad. De ese modo se convirtió en patrona de las artes y oficios. Lujuria, celos y el rey serpiente. Atenas ya tenía un dios herrero, que había tratado de seducir a Atenea en varias ocasiones. Durante un escarceo el semen de Hefesto cayó al suelo, donde se convirtió en el rey-serpiente Erictonio: esto fue lo más cercano a un hijo que produjo Atenea, que entregó el niño a las tres hermanas de Cécrope, un antiguo gobernante del que se decía que era una serpiente. Bajo el cuidado de las princesas, el niño fue introducido en una caja tapada y Atenea ordenó que ninguna mirara dentro. Dos de ellas no pudieron evitarlo y echaron un vistazo. Cuando posaron sobre el niño-serpiente enloquecieron y se mataron. Atenea se llevó a Erictonio a la Acrópolis, donde lo crió; y más tarde, fue el rey de Atenas. Hefesto, como había sido abandonado por Afrodita, se enamoró de Atenea y empezó a perseguirla, pero ella escapaba. Cuando por fin logró acercarse con mucha dificultad (pues era cojo) intentó unirse a ella, que como era casta y virgen, no lo consintió. Pero aquél derramó el semen en la pierna de la diosa, que se lo limpió asqueada con lana y lo arrojó al suelo; huyó luego y del semen caído en tierra nació Erictonio… Criado Erictonio en el recinto sagrado por Atenea, expulsó a Anfictión y subió al trono de Atenas; erigió una estatua de Atenas en la Acrópolis y organizó la fiesta de las Panateneas. Apolodoro: Biblioteca mitológica, III,14,6. Interpretación. Era la diosa de la sabiduría, de la inteligencia creadora y patrona de las artes y los oficios. También se la consideraba diosa de la guerra, protegiendo a los helenos en la guerra de Troya. Su cabeza figuraba en las monedas atenienses. Homero la llama “Atenea de ojos de lechuza”, animal que le estaba consagrado. A Atenea virgen se le erige en la Acrópolis de Atenas el famoso templo del Partenón, en cuyo interior se hallaba la estatua de la diosa, obra de Fidias, de gran tamaño y materiales nobles (oro para los vestidos, marfil para la piel y esmeraldas para
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los ojos), armada con lanza, escudo, casco con yelmo y en la mano derecha de la imagen de la victoria. Atenea está profundamente relacionada con la ciudad de Atenas, hasta el punto que se discute si es ésta la que da el nombre a la ciudad o al revés. Para los atenienses es simplemente “la diosa”. En origen parece una diosa de la casa, luego del palacio y de ahí se convertiría en la diosa de la ciudad. En época histórica es la diosa de la ciudadela. Por eso su templo, en la gran mayoría de los lugares en los que los hay, se sitúa en el centro de la ciudad, en la acrópolis. Era hija según unas versiones sólo de Zeus y según otras, Hesíodo, de la titánide Metis, a la que el rey de los dioses se tragó cuando estaba embarazada. Al dolerle la cabeza, Zeus ordena a Hefesto que se la abra de un hachazo y sale la diosa Atenea ya adulta armada y lanzado su grito de guerra. Así aparece en el frontón Este del Partenón: la escena sucede en el Olimpo en el momento del amanecer cuando los caballos de la aurora suben por la izquierda, mientras que los de la noche descienden por la derecha. El nacimiento de la diosa despierta a los dioses dormidos que la contemplan con asombro, haciendo Fidias un paralelismo con la admiración que la ciudad de Atenas causaba a sus contemporáneos en la época clásica. Fue la patrona de la ciudad de Atenas tras su disputa con Posidón, mito que ha quedado esculpido en el frontón Oeste del Partenón. Probablemente su aspecto es de origen oriental, según el modelo de Istar, Anat y otras diosas similares. Se la relaciona con la guerra, pero también es la diosa de la artesanía, especialmente la femenina. Sus funciones son, pues, las que permiten la vida en la ciudad: el trabajo y la guerra. Esto es, la civilización. Es también la diosa que ayuda a los hombres y, como tal, protege a Odisea, a Heracles, a Perseo, a Teseo o a Aquiles. En los frisos del mismo templo, los relieves de Fidias escenifican la procesión de las Panateneas, fiestas instituidas en honor de la diosa: una larga fila de jóvenes doncellas, que se formaba fuera de la ciudad, subía a la Acrópolis para llevar a Atenea un peplo tejido como ofrenda: también participaban jóvenes muchachos a caballo y ancianos. Los dioses sentados en elegantes sillas contemplaban la procesión y conversaban entre sí, reflejando su amistad y protección al pueblo ateniense. Como diosa protectora de sabios y artistas se la consideraba inventora de la escritura, la pintura y el bordado. Es célebre su reto con la bordadora Aracné, que tejió un lienzo para el certamen con los amores de Zeus, padre de Aracné, por lo cual la diosa indignada la transformó en araña que tejerá para siempre su tela. En su honor se celebra cada cuatro años las Grandes Panateneas, instituidas por el tirano Pisístrato, y anualmente las pequeñas Panateneas desde la época de Solón.
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Febo-Apolo. Mitos. Según reza una leyenda, sólo cuatro días después de su nacimiento en la isla de Delos, en las Cícladas, Apolo resolvió vengarse de la serpiente Pitón por haber molestado a su madre durante el embrazo. Pitón, hija de Gea, era la guardiana del Oráculo de Delfos, que en aquel momento estaba en manos de la titánica Temis. Se decía que el aliento de la serpiente emergía de un profundo abismo lleno de mensajes encriptados. En el templo, una sacerdotisa inhalaba los gases y pronunciaba sorprendentes oráculos, que a menudo adoptaban la forma de acertijos. Cuando Pitón trató de evitar que Apolo se aproximara al abismo, el dios mató a la bestia y se apoderó del Oráculo. Al parecer, Apolo había aprendido el arte de la adivinación de Pan, y por ese motivo podía convertirse en protector del Oráculo. El nacimiento de Apolo. Nació junto con su hermana gemela Ártemis en el monte Cinto en la isla de Delos y sus padres eran Zeus y Leto (o Latona). Leto, ya con dolores de parto, no encontraba un lugar para dar a luz, porque la rencorosa y celosa Hera había prohibido a la tierra entera que le diera cobijo. Sólo una isla errante la acogió y allí junto a una palmera o un olivo dio a luz a sus gemelos. ¡Salve, Leto bienaventurada, porque pariste hijos ilustres: Apolo soberano y Ártemis, diseminadora de dardos… cuando te apoyaste en la gran montaña y en la altura del Cinto muy cerca de la palmera! Himnos homericos, III. Desde entonces la isla quedó sujeta en el fondo del mar y cambió su nombre por el de Delos, la brillante. Mientras Leto andaba errante sin poder dar a luz, Pitón una serpiente monstruosa, la perseguía para matarla a instigación de Hera. Después de nacer, Apolo la mató. Cuatro días después de haber nacido, Apolo vengó los sufrimientos de su madre, pues llegó al Parnaso y mató a Pitón con sus flechas, por lo que es llamado Pitio. Echó sus huesos en un trípode, que colocó en su templo e instituyó unos juegos fúnebres que son llamados Píticos. Higino: Fábulas, 170. Dios de la luz. Este rito representaba el triunfo de los dioses olímpicos de la luz sobre la obscuridad terrenal. Apolo era representado como el dios de la luz. Su ejemplaridad moral e intelectual le convirtió en padre de la civilización. Tras tomar el Oráculo de Delfos, se le asoció con la música, la medicina y el tiro con arco. Su papel de patrón le puso en contacto con numerosas ninfas y mortales, pero pese a sus numerosos encuentros sexuales, Apolo nunca tuvo una relación duradera. En una ocasión Apolo se enamoró del príncipe espartano Jacinto, y no fue el único en fijarse en aquel hermoso joven. Un día, mientras Apolo practicaba el lanzamiento del disco con Jacinto, Céfiro (dios del viento del oeste), sopló una ráfaga de viento sobre ellos e hizo que el disco golpeara al joven en la cabeza y le matara. De su sangre nació la flor del jacinto. APOLO.- Él estaba aprendiendo a tirar el disco y yo lo lanzaba con él, cuando Céfiro, el más aborrecible de todos los vientos, que estaba enamorado de él hacía mucho tiempo sin ser correspondido y no podía soportar sus desprecios, al disparar yo, según su costumbre, el disco al aire, él se puso a soplar desde el Taigeto, dirigió el disco y lo hizo caer sobre la cabeza del muchacho con tanta fuerza que, a consecuencia del golpe, brotó mucha sangre y el muchacho murió en el acto. Luciano: Diálogo de los dioses, XIV.
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El disfraz de Dafne. Dafne era una ninfa de la montaña que rechazaba a los hombres, pero era amada por Apolo y el mortal Leucipo. Éste se disfrazó de ninfa para conquistarla, pero reveló su virilidad al bañarse y las ninfas lo mataron. Impelido por Eros, dios del amor, Apolo empezó a perseguir a Dafne. Para huir de él, Dafne pidió ayuda a su padre el río Peneo, que la convirtió en laurel. Como consuelo, Apolo se hizo una corona con sus hojas, y el laurel se convirtió en símbolo de su culto. Los rivales de Apolo. A Apolo no le gustaba que rivalizaran con él y los que se atrevieron a hacerlo como Marsias tuvieron un final desastroso. La culpa la tuvo la habilidosa Atenea, que cierto día inventó la flauta pero al ver que, mientras la tocaba, se ponía fea, enfadada la tiró y maldijo al que la encontrara que resultó ser el desdichado Marsias. Un sátiro la encontró y primero la miró sorprendido, sin saber su empleo; pero cuando la sopló y se dio cuenta de que emitía notas y ora soltaba, ora encerraba el aire con los dedos y ya se mostraba orgulloso de sus arte entre las ninfas. Hasta Febo provocó. Al vencer Febo, fue colgado; de su piel se desprendieron los miembros cortados. Ovidio: Metamorfosis, VI,703. Porque en un concurso musical entre Apolo y Pan, Midas prefirió el arte de este último, también fue castigado por Apolo que le hizo crecer orejas de burro. En el arte. En la Edad Media se representaba a Apolo como un erudito, y más tarde apareció en los cuadros junto con las Musas. Luis XIV usó el símbolo de Apolo, el sol, como emblema personal en su título, el Rey So. El Apolo de Belvedere, una réplica de mármol hallada en Roma de un bronce helénico, se encuentra hoy en día en al Museo del Vaticano. Lord Byron, a quien se le achacaba cierto parecido a Apolo, ensalzó el busto en su poema “Las peregrinaciones de Childe Harold”. Stravinski uso al dios como personaje de su ballet Apolo Musageta. Interpretación. “El del arco de plata”, “el que dispara de lejos”, era hijo de Zeus y de la titánide Leto y hermano gemelo de Ártemis. Su madre, perseguida por la serpiente Pitón, anduvo errante por todo el mundo sin hallar dónde dar a luz hasta ser acogida por la isla flotante de Delos, que como premio fue fijada por Zeus con columnas al fondo del mar. Es un dios complejísimo. Apolo era el dios del solo, de la música, de la belleza masculina y de la profecía. Era también un dios arquero que disparaba flechas desde lejos y podía producir muerte repentina, peste y enfermedad. Apolo es sobre todo, un dios de la juventud, del momento en que el joven se hace hombre. Se dice que es el más griego de los dioses. Su primera aventura fue la caza de la serpiente Pitón con cuya piel recubrió el trípode de la pitonisa de Delfos, lugar donde ubicó su santuario u oráculo, que informaba del futuro a los griegos. Una joven llamada Pitia, se sentaba en un trípode situado sobre una hendidura de la tierra y se sumía en una especie de embriaguez o ensoñación, aspirando aromas perturbadores o alucinógenos, masticando hojas de baya y emitiendo gritos y sonidos. Los sacerdotes interpretaban dichos gritos como respuestas de Apolo a las preguntas de los peregrinos. Las respuestas solían ser acertadas, puesto que los sacerdotes estaban siempre bien informados sobre las circunstancias políticas y económicas de las distintas ciudades. En su cortejo figuraban las nueve Musas, protectoras de las artes y de las ciencias. Apolo tuvo amores desgraciados con la ninfa Dafne, que huye de él, prefiriendo ser convertida en laurel. Desde entonces Apolo adopta este árbol como símbolo y con sus ramas teje la corona, recompensa de artistas, poetas y vencedores de los juegos
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atléticos. Asimismo fue despreciado por la adivina Casandra, princesa troyana a la que él castigó, condenándola a profetizar la destrucción de su ciudad sin ser creída. Durante mucho tiempo Delfos tuvo un papel rector en la organización del ordenamiento religioso de Grecia. Todo se regía por sus indicaciones. Las máximas de la doctrina apolínea, “conócete a ti mismo” y “nada en exceso”, significan la moderación, la reflexión y la concepción racional de la vida en suma. Es una doctrina aristocrática por su creencia en la necesidad de la existencia de barreras profundas que separen al hombre de dios y a las clases sociales entre sí. El pecado mayor es la insolencia, la soberbia, todo intento del hombre de superar los límites que le son propios, en suma de hybris. Y Apolo castiga este pecado de forma implacable. Fue el padre de Asclepio (Esculapio), dios de la medicina, que tenía un famoso santuario en Epidauro donde acudían los enfermos en peregrinación para curarse. Otros hijos suyos fueron la Aurora “de rosados dedos” que le precede en su cortejo, y Faetón, célebre por su muerte al desbocarse los caballos del carro del sol. Su culto estaba extendidísimo por toda Grecia, pero destacan dos centros fundamentales: Delfos y Delos. En honor de Apolo tenía lugar los juegos Píticos, también panhelénicos, que se celebraban cada cinco años en el santuario de Delfos, donde estaba la sede del oráculo más importante de Grecia.
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Ártemis-Diana. Mitos. Aunque su paternidad no está certificada, se suele considerar que Ártemis y su gemelo Apolo son hijos de Zeus y la titánica Leto. En consecuencia, los hermanos sufrieron la persecución de Hera, la celosa mujer de Zeus. Una leyenda relata cómo, en venganza por la animosidad de ésta, Ártemis ayudó a Apolo a luchar y a matar a la serpiente Pitón, que se decía que era propiedad de Hera. Ártemis, como su hermano, estaba asociada con la muerte: era la responsable de los fallecimientos de las mujeres y Apolo de los hombres. Varios mitos evidencian su ferocidad. Por ejemplo, cuando su seguidora favorita, la ninfa Calisto, engendró un hijo de Zeus, Ártemis se enfadó tanto por haber perdido su virginidad que la convirtió en oso y la espantó con sus flechas. El gigante cazador Orión recibió un severo castigo cuando, según una versión de la historia, intentó raptar a Ártemis. Como venganza, ella le mató con sus flechas. Pero el destino más cruel de todos fue el de Acteón, nieto de Apolo. Durante una cacería, este mortal tuvo la mala suerte de ver a Ártemis bañándose desnuda. La diosa se sintió tan ultrajada que le convirtió en ciervo, y sus propios sabuesos lo devoraron de inmediato. En otra versión Acteón habría sido devorado vivo como castigo por alardear de ser mejor cazador que Ártemis. La dureza de Ártemis, así como su asociación con lo agreste, la convertía en una diosa peligrosa, motivo por el cual se realizaban numerosos sacrificios para apaciguar su ánimo y obtener su favor. Las venganzas de Ártemis. Era terriblemente cruel y vengativa como vamos a ver. Níobe había tenido doce hijos y presumía de que era mejor que Leto que sólo había tenido dos. Indignada entonces Leto, azuzó a Ártemis y Apolo contra aquellos, y así, mientras Ártemis asaeteó a las hembras en la casa, Apolo dio muerte a todos los varones juntos, que se hallaban de caza en el Citerón. De los varones sólo se salvó Anfión y de las hembras la mayor, Cloros… En cuanto a Níobe, luego de abandonar Tebas, se fue junto a su padre Tántalo en Sípilo, y allí suplicó a Zeus que la transformase en piedra y de esta piedra manan lágrimas día y noche. Apolodoro: Biblioteca mitológica, III,5,6. Acteón, también cazador como la propia Ártemis, tuvo la mala suerte de contemplarla desnuda por casualidad mientras ella se bañaba. Duro gesto el de Diana entonces. No teniendo a mano las flechas, se contentó con arrojar agua al rostro de Acteón, mientras le decía el presagio de su desgracia: “Intenta, a ver si puedes, ir diciendo que has visto a Diana desnuda”. Instantáneamente, en la frente de Acteón empezaron a brotar cuernos de ciervo; se alargaron su cuello y su cabeza; sus manos se transformaron en patas. Una extraña timidez, que le aconsejaba huir, le invadió. Se miró en las aguas y se quedó aterrado. Ovidio: Metamorfosis III,186. Avistado por sus perros, éstos, rabiosos y enloquecidos, la mataron a dentelladas. No mejor suerte corrió el gigante Orión, tan experto cazador como Ártemis, que por perseguir a la diosa tuvo su merecido, ya que éste le envió un terrible escorpión para que le picara. Ártemis hizo que sugiera de una colina de la isla de Quíos, para que picara a Orión y, por tanto, muriera, porque una vez la intentó violar osadamente en una
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cacería. Zeus lo colocó entre las constelaciones brillantes para que vieran los venideros su fuerza y su poder. Eratóstenes: Catasterismos, 7. También los mortales que la olvidaban o ignoraban sus designios eran severamente castigados. Cuando las tropas griegas se dirigía a Troya, una tempestad retenía a la flota aquea en Áulide porque Agamenón en una cacería había herido una cierva de la diosa. Los adivinos manifestaron que la diosa exigía el sacrificio de Ifigenia, hija de Agamenón, y fueron a buscarla. Cuando la llevaron a Áulide y su padre se disponía a sacrificarla, Diana se compadeció de la doncella. Lanzó sobre ellos una nube y puso en lugar de la doncella una cierva. A Ifigenia se la llevó por las nubes a la tierra de Táurica y allí la hizo sacerdotisa de su templo. Higino: Fábulas, 98. La diosa enfadada porque Eneo, el rey de Calidón, no le rendía sacrificios anuales envió un enorme jabalí que devastaba la región. Eneo y sus esposa Altea tenían un hijo Meleagro y cuando nació, apareció en el palacio un tizón ardiente. Las Parcas se presentaron y vaticinaron el destino de Meleagro: viviría tanto tiempo como el tizón estuviese intacto. Altea lo guardó cuidadosamente en un cofre cerrado. Meleagro organizó para cazarlo una expedición en la que participó una joven arcadia, Atalanta. Meleagro, en compañía de otros jóvenes escogidos de Grecia, lo mató y regaló su piel a la doncella Atalanta en recompensa de su valor. A ella quisieron raptar los hermanos de Altea. Ella imploró la protección de Melegaro. Él intervino y mató a sus tíos. Higino: Fábulas, 174. Al enterarse Altea, sacó el tizón del cofre y lo arrojó al fuego, matando de este modo a su hijo. Interpretación. Era hija de Zeus y Leto y hermana gemela de Apolo; por tanto, como él nació en la isla de Delos. Se la consideraba diosa de la luna, de los bosques y selvas, donde se encontraban los animales salvajes, a los que daba caza. Se la representaba con un ciervo a su lado, una media sobre su frente, armada con arco de plata, carcaj y flechas, acompañada de ninfas y de una jauría. Sus pies aparecen desnudos o calzados con sandalias. Era famosa por su crueldad y su carácter salvaje en episodios concretos como la conversión en ciervo de Acteón para que fuera devorado por sus perros, porque sin proponérselo, la contempló en el bosque bañándose desnuda juntos a sus ninfas. O bien, en otra ocasión cuando ayudada por Apolo da muerte a los catorce hijos de la reina de Tebas, Níobe, que se había burlado de la escasa fecundidad de su madre Leto. En alguna ocasión se le ofrecieron sacrificios humanos como el de Ifigenia, la hija de Agamenón. Ártemis es una divinidad muy antigua. Su característica más sobresaliente es la de ser “señora de las fieras” y se la representa relacionada con los animales. Su relación con la caza la sitúa una vez más como una divinidad muy primitiva, que hunde sus raíces en el Paleolítico. Era una diosa contradictoria, pues era venerada en unos lugares por su virginidad y en otros, por su fecundidad, como ocurría con la Ártemis de Éfeso, diosa nutricia de todos los seres creados. Es también juvenil, como su hermano Apolo, y adquiere aspectos similares a los de éste, pero en relación con las muchachas; así, preside también la iniciación y los coros de muchachas, como hace Apolo con los jóvenes varones. Es también arquera como su hermano. Era la patrona de las Amazonas, tribu legendaria de mujeres guerreras, que utilizaba a los hombres para ser fecundadas y luego los mataba al igual que a los hijos
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varones, quedándose tan sólo con las niñas. Se descubrían el pecho para poder apoyar el arco y el carcaj con más soltura. En el siglo V a.C. se representó con figura triforme cuyos dorsos adosados representaban la luna llena, luna creciente y luna menguante.
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Afrodita-Venus. Mitos. El nombre de Afrodita proviene del término griego aphros (espuma), que acaso alude a su nacimiento en el mar: emergió adulta y deseable del remolino de espuma que originaron los genitales de Urano al caer al agua. Aunque estaba casada con el dios herrero Hefesto, Afrodita sedujo a Ares y tuvo cuatro hijos con él: Fobos (el miedo), Deimos (el terror), Eros (el amor) y Harmonía (la concordia). Tras sospechar de las ilícitas relaciones, Hefesto atrapó a los amantes con una red invisible. Los demás dioses olímpicos rompieron a reír al ver la escena, en lugar de compadecerse de la vergüenza de Hefesto. A Zeus, que era quien había concertado el matrimonio de Afrodita y Hefesto, el comportamiento de la diosa le indignó pero al mismo tiempo le atrajo. Resentido, hizo que se enamorara de un mortal, Anquises, del que engendró un hijo: el héroe Eneas. Afrodita era una diosa tan poderosa que, a su vez, se vengó también de Zeus. Sin ocultar su júbilo, le hizo correr tras las ninfas y las mujeres mortales, desatendiendo a su mujer Hera. Las historias sobre la intensa rivalidad entre Hera y Afrodita abundan en la mitología griega, pero la más importante hace referencia al juicio de Paris, que fue el origen de la guerra de Troya. Paris, príncipe troyano y el más hermoso de los hombres, fue conminado a elegir a “la más bella” para entregarle como trofeo la manzana de oro. Se le presentaron tres diosas: Afrodita, Hera y Atenea; Paris escogió la oferta de Afrodita: el amor de la mujer más bella del mundo, y le dio el premio. Ella le recompensó con la bella Helena, esposa del rey Menelao, acción que indirectamente fue la causa de la guerra de Troya. Adonis, el verdadero amor de Afrodita. La verdadera pasión de Afrodita era Adonis, un dios de origen asiático. Su historia de amor empezó cuando ella salvó a Adonis, un hermoso bebé fruto de la relación incestuosa al que metió en un cofre y entregó a Perséfone para que lo cuidara. Cuando Afrodita fue a reclamarlo, resultó que Perséfone había abierto el cofre y al ver al hermoso bebé había decidido quedárselo. Afrodita apeló a los dioses, y Zeus concluyó que Adonis pasara la mitad del año con Afrodita y la otra mitad en el inframundo con Perséfone. Desde entonces Adonis simbolizó la muerte y la renovación. Durante el tiempo que este permanecía en el Averno, Afrodita languidecía y la tierra perdía su fertilidad. Cada primavera, la diosa del amor redescubría al hermoso joven, del que se decía que volvía con los primeros brotes de anémona. Afrodita y Eneas. A Afrodita, además de estar ligada a la isla de Chipre en el mito y en el culto, especialmente en Pafos, donde tenía un famoso santuario, también se la relaciona con varios mitos y leyendas troyanos como sus amores con el mortal Anquises. Así que Zeus le infundió en el ánimo el dulce deseo de Anquises, que por entonces en los elevados montes del Ida apacentaba sus vacas, semejante en su porte a los inmortales. Nada más verlo, la risueña Afrodita se enamoró de él y desaforadamente se apoderó de su ánimo el deseo. Himnos homéricos, V. Afrodita, bien ataviada y con apariencia de una joven doncella, se dirigió a la cabaña de Anquises al que convenció de que ella no era una diosa sino una princesa frigia. De Anquises se adueñó el amor, la tomó de la mano y compartió con ella su lecho. Luego, mientras él dormía, recuperó su aspecto divino y lo despertó. Anquises se atemorizó de haber amado a una diosa pero ella lo tranquilizó:
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Anquises, el más glorioso de los hombres mortales… Tendrás un hijo que reinará entre los troyanos y les nacerán hijos a sus hijos, sin cesar. Su nombre será Eneas… A él, tan pronto como vea la luz del sol, lo criarán las ninfas montaraces que habitan este monte elevado y sacratísimo… Y yo el quinto año vendré trayendo a tu hijo. Himnos homéricos, V. Afrodita, sin embargo, prohibió a Anquises divulgar la identidad de su amante y madre de su hijo. En cierta ocasión Anquises no pudo retener su lengua a causa del vino y contó lo sucedido a sus compañeros por lo que Zeus le lanzó un rayo que lo dejó tullido. En el arte. La Venus del Capitolio en Roma es una de las estatuas más conocidas de la diosa. Otra famosa pieza es la Venus de Milo, que recibe el nombre de la isla donde fue encontrada, Melos, y que se exhibe en el Louvre. La Venus frígida de Rubens muestra a la diosa en una pose insegura, en cuclillas junto a su baño, en representación del dicho: “Sin comida ni bebida el amor se enfría”. Interpretación. Es la personificación del placer del amor, de la atracción entre los sexos, del seseo de unión. Está asociada a Eros y a Hímero, es decir, la amplísima esfera de la belleza, el atractivo, el deseo, el amor y la fertilidad. “La sonriente, dorada Afrodita”, diosa del amor y de la belleza, nació, según nos cuenta Hesíodo, de la espuma del mar al mezclarse con la sangre y el semen de Urano, mutilado por su hijo Crono. Tras su nacimiento arribó a la isla de Citera, en el sur de Grecia, para posteriormente pasar a la más extensa isla de Chipre. Es una diosa de origen oriental, tal vez la Astarté/Istar fenicia, que siempre va acompañada de su amante, un dios joven, según asegura Heródoto. En el siglo V a.C. se distinguen dos Afroditas, una Urania y otra Pendemos, la primera representación del eros cósmico, la segunda responsable de los amores más bajos, incluso de la prostitución. Sus asociaciones no dejan de ser curiosas. Se la asocia a Ares, dios de la guerra, también personificación de un instinto, en este caso el belicoso. Zeus la dio a Hefesto como esposa por haberle fabricado el rayo con el que venció a los gigantes sublevados, pero ella amaba a Ares, el dios de la guerra. Un día Hefesto descubrió a los amantes, los capturó con una irrompible red de bronce y llamó a los dioses del Olimpo que acudieron a contemplarlos, burlándose de ellos con “risa inextinguible”. Afrodita fue también amante de Dionisos, el dios del vino. Asimismo tuvo otra relación amorosa con el mortal Anquises, con el que engendra a Eneas, guerrero troyano que, tras escapar de la ciudad de Troya incendiada y tras múltiples vicisitudes, llega al Lacio donde funda la ciudad de Roma. Afrodita en otra ocasión se enamoró de Adonis, mortal célebre por su belleza, lo que provocó los celos y la cólera de Ares, que se transformó en un jabalí salvaje y mató a Adonis en el bosque; la sangre del muchacho se convirtió en anémona, flor roja que como él florece durante poco tiempo. A Afrodita le acompaña su hijo, el pequeño Cupido o Eros, que simboliza la atracción, el deseo amoroso, y se representa como un niño con alas y los ojos vendados, portando un carcaj lleno de flechas que lanza indiscriminadamente sobre los mortales: de ahí el carácter irracional del amor; las alas indican que la pasión que inspira no es duradera y los ojos vendados son señal de que el amante no ve las faltas y defectos del amado. Estos pequeños Cupidos, que también aparecen en ocasiones como jóvenes adolescentes, son el antecedente de los angelitos de la iconografía cristiana.
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Acompañantes de Afrodita son las Tres Gracias: Aglae, Talía y Eufrósine. Textos. Nacimiento de Afrodita. El mar los transportó (los genitales de Urano) durante mucho tiempo. En torno, una blanca espuma salía de la piel inmortal. En medio de ella se formó una doncella. Primero se acercó a la divina Citera y desde allí se dirigió a Chipre rodeada de olas. De allí salió a tierra la veneranda y bella diosa, y al paso de sus pies delicados iba creciendo la hierba. A ella los dioses y los hombres la llaman Afrodita (diosa nacida de la espuma y también Citera de hermosa corona) porque brotó de la espuma, y Citera porque se dirigió a Citera y Ciprogénea porque nació en Chipre… La acompañó Eros y el bello Hímero desde que nació… (Hesíodo: Teogonía, 190 y ss.)
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Ares-Marte. Mitos. Ares no tenía esposa y quizás por eso caía constantemente bajo el embrujo de Afodita, diosa de amor. Engendraron cuatro hijos fuera del matrimonio, en una relación escandalosa que Zeus zanjó. Una hija de Ares, nacida de una mortal, fue secuestrada en las laderas de la Acópolis en Atenas por uno de los dioses marinos hijos de Posidón: Halirrotio. Cuando el airado Ares se vengó dando muerte al raptor, Posidón llevó a juicio en Atenas al dios de la guerra. Ares fue absuelto y la tribuna recibió el nombre de Areópago (colina de Ares). Ares era un dios impopular y no muy venerado por los griegos, que temían su inclinación a la violencia y crueldad. Una deidad tan despiadada no era digna de confianza, así que no recibía la veneración que los romanos sí mostraban a Marte. Interpretación. Ares es personificación de la guerra y se nombre se usa a menudo con tal significado. Se le representa como un guerrero armado, acompañado de un cortejo de personificaciones terribles, como el Terror o el Furor. Es insaciable en la batalla y destructor. Los Olímpicos lo aborrecen por su carácter primitivo y salvaje. Es, pues, la personificación de una fuerza elemental, la fuerza destructiva de la guerra. Apenas recibe culto. Aparece unido a Afrodita, otra fuerza elemental como él. Era el legítimo de Zeus y Hera. Dios de la guerra y amante de las batallas, en las que se complace sin importarle el bando. Fue un dios cruel, que no gozó de las simpatías de los griegos. Se le representaba como un hombre joven, vestido de guerrero, con casco, llevando una lanza en la mano derecha y en la otra un escudo; en ocasiones a sus pies aparece un gallo. Fue amante de la diosa Afrodita, con la que comete el adulterio más famoso de la mitología griega, provocando la ira de su esposo legítimo Hefesto. Participó activamente en la guerra de Troya, en contra de los griegos. Da nombre al famoso tribunal ateniense del Areópago, que significa “colina de Ares”, lugar donde el dios fue juzgado y absuelto de una acusación de asesinato y donde los atenienses juzgaban los delitos de sangre. Su culto se difundirá mucho entre los romanos, pueblo belicoso que lo consideraba padre de Rómulo y Remo, los gemelos que fueron amamantados por la Loba Capitolina, e instituyó en su honor el colegio de sacerdotes “salios” encargados de velar los escudos sagrados. Es el padre de las Amazonas, la famosa tribu de las mujeres guerreras. También engendró otros hijos terribles, como Fobos (el miedo), Deimos (el terror) y Eris (la Discordia).
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Hefesto.Vulcano. Mitos. Hefesto era un artesano divino que construía palacios para los dioses con el fin de que éstos pudieran vivir con lujo y esplendor; pero su cara tiznada y su cojera le convertían en objeto de burla. La historia de su vida hilvana una desgracia tras otra. Por dos veces fue expulsado del monte Olimpo: la primera al nacer, cuando su madre Hera, asqueada por su aspecto deforme, arrojó al bebé al mar, donde se habría ahogado de no ser por las ninfas Tetis y Eurínome. Durante nueve años las ninfas lo criaron en secreto en una cueva y le instruyeron en el arte de trabajar el metal. El hijo repudiado decidió vengarse de su madre, y construyó un trono mágico (o, según otra versión del mito, unos zapatos) como si fuera un regalo para ella. Atrapada por su poder, la poderosa diosa no pudo hacer nada hasta que Hefesto acudió a liberarla. Aquello los reconcilió, y Hera ayudó a su hijo buscándole un buen taller y concertando su boda con Afrodita. El temperamental Hefesto, sin embargo, se volvió confiado y cometió la estupidez de criticar a su padre Zeus por colgar a Hera de las muñecas sobre el monte Olimpo a modo de castigo. La consecuencia no se hizo esperar: Hefesto fue expulsado por segunda vez del hogar de los dioses, cuando Zeus lo lanzó del monte Olimpo. Al arrojarlo, Hefesto aterrizó en la isla de Lemos, rompiéndose ambas piernas. Por suerte, había un volcán en la isla y, pese a su cojera, Hefesto montó una fragua y enseñó a los habitantes del lugar a trabajar el metal. Más tarde fue perdonado y readmitido en la morada de los dioses, aunque por entonces sólo podía andar con la ayuda de dos muletas de oro. Uno de sus logros más notables fue la creación de Pandora por orden de Zeus, para vengarse de Prometeo por haber ayudado a la humanidad. El adulterio de Afrodita. A pesar de su fealdad estaba casado con Afrodita, la diosa de la belleza, y también le concedió sus favores una de las Gracias. Esto provocaba los celos de otros inmortales como Hermes y Apolo. Sin embargo, la gran pasión de Afrodita era el aguerrido y apuesto dios de la guerra y cuando su marido se iba a trabajar a su fragua ellos aprovechaban para hacer el amor, protagonizando uno de los mayores escándalos del Olimpo. El Sol, que todo lo ve, había descubierto los amores adulterinos de Venus, mujer de Vulcano, y el apuesto Marte. Sin aguardar mucho tiempo Febo puso en antecedentes de la deshonra al desgraciado marido. Éste que estaba en la fragua, se puso inmediatamente a forjar una red sutilísima de hierro. Cuando estuvo acabada, la tendió alrededor del lecho de su mujer de manera tan sutil como los cazadores hacen con las suyas. Con la noche llegaron los amantes, se acostaron y… la red se cerró en torno a ellos. Vulcano llama a todos los dioses para que contemplen a los adúlteros, y los dioses pasan unos momentos de regocijo con la facha innoble que en el lecho tienen los amantes. Ovidio: Metamorfosis, IV,171 ss. Interpretación. Hefesto se asocia íntimamente con el fuego. Incluso su propio nombre se utiliza para designar el fuego. Probablemente era originariamente un demon del fuego natural y acaba por convertirse en el dios de las fraguas. Su lugar de culto y más relacionado con el mito es Lemnos, cuya capital se llamaba precisamente Hefestias. Se relaciona con él un mito chocante. Era hijo sólo de la diosa Hera, envidiosa del nacimiento de Atenea, hija de Zeus. Pero nació tan deforme, feo y cojo que su madre horrorizada lo lanzó del Olimpo al mar, donde fue recogido por la ninfa Tetis, madre de Aquiles, cuya armadura fabricaría en agradecimiento. Más tarde regaló a Hera un trono de oro provisto de unos
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lazos invisibles que la aprisionaron al sentarse y que el dios no desató hasta que tuvo la promesa de ser admitido de nuevo en el Olimpo. En comparación con los hermosos y perfectos Olímpicos es el dios más anómalo de todos. En general no es muy importante su culto, salvo en Atenas, donde tiene un templo compartido con Atenea. En la literatura se le atribuye la capacidad de creación de objetos maravillosos, semejantes a los reales, dotados de vida propia, bellísimos. Es el herrero y artesano maravilloso y como tal, patrón de los artesanos, Ello explica su importancia en Atenas. Era el único dios trabajador, dios del fuego, de la herrería y de la fragua, tenía muy buen carácter. Trabajaba con ayuda de los cíclopes en una de las salidas del volcán Etna, en la isla de Sicilia, construyendo ornamentos, broches, brazaletes, copas y collares que regalaba a las diosas, así como armas y escudos de bronce, estaño, oro y plata de los que surtía a los dioses y a los guerreros. Al ser considerada la forja como el progreso y la técnica, Hefesto pasó a ser considerado el dios de la civilización. Se casó con Afrodita, la diosa de la belleza y el amor, pero fue engañado por ella y el dios Ares, a los que sorprendió en un famoso episodio que inmortalizó Homero en La Odisea.
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Hermes-Mercurio. Mitos. Hermes era el hijo de Zeus y Maya, la mayor de las Pléyades, hija de Atlas y Péyone. Zeus visitó a la ninfa en el monte Cileno mientras su mujer Hera dormía. Como dios de los viajeros, y de la buena suerte en general, Hermes era invocado con frecuencia por los griegos. Se apareció al aventurero Odisea en la isla de Circe para advertirle de los hechizos de ésta y de cómo podía vencerlos. El mismo día que nació Hermes se puso a andar. Poco después mató a una tortuga e inventó la lira tensando unas cuerdas en su caparazón. Fue un invento afortunado: cuando robó el ganado de Apolo, éste cayó embrujado por la lira y Hermes se la ofreció a cambio de que no le castigara. El astuto ladrón. Los ágiles dedos de Hermes le convirtieron en el patrón de los ladrones. Mientras se juzgaba el caso del robo del ganado, Hermes robó a Apolo el arco y el carcaj; Zeus le obligó a devolver los artículos, y Apolo le perdonó. A Hera le disgustó el nacimiento de Hermes. Para disipar su enfado, Hermes se puso unos pañales y le hizo creer que era su propio hijo. Después de amamantarlo, Hera aceptó a Hermes. Hermes usaba trucos ingeniosos para ayudar a los demás dioses, y Zeus solía confiar en la astucia del dios alado. De hecho, fue Hermes quien salvó a Zeus en su lucha contra Tifón, la criatura que arrancó los tendones a Zeus y los escondió en una cueva. Hizo falta la astucia de Hermes para encontrarlos, meterlos de nuevo en el cuerpo de Zeus y restaurar la fuerza del dios. Mitos de Hermes. El astuto e ingenioso Hermes, el Mercurio romano, el raudo mensajero de los dioses era hijo de Zeus y de la Atlántida Maya, la diosa venerable de hermosos bucles. Al ser un dios habilidoso, sagaz y embustero, los comerciantes, ladrones y tramposos le consideraron su patrono y protector. Así que la Ninfa parió un niño versátil, de sutil ingenio, saqueador, ladrón de vacas, caudillo de sueños, espía de la noche, vigilante de las puertas que rápidamente iba realizar gloriosas gestas ante los ojos de los dioses inmortales. Himnos homéricos, IV. Nada más nacer en el monte Cilene de Arcadia, demostró sus precoces habilidades. Comenzó con un robo. Estando éste envuelto en pañales en su cuna, se escapó y se fue hacia Pieria y robó las vacas que apacentaba Apolo. Para no ser descubierto por las huellas, ciñó calzado a las patas de las vacas y las llevó a Pilos y el resto las ocultó en una cueva, sacrificó dos y clavó sus pieles en las rocas; de la carne se comió una parte y otra parte la quemó. Acto seguido inventó la lira. Y se fue rápidamente a Cilene, donde encontró una tortuga que estaba comiendo ante la cueva; la limpió, tensó las cuerdas de las vacas sacrificadas en la concha y operando así inventó la lira y el plectro. Apolo descubrió quién le había robado sus vacas y se presentó ante Maya en el monte Cilene. Hermes para disimular se había metido de nuevo en la cuna pero Apolo lo llevó ante Zeus y lo acusó. Zeus le obligó a devolvérselas. Hermes guió a Apolo a Pilos y le restituyó las vacas. Pero cuando Apolo oyó la lira, se las cambió por las vacas. Mientras Hermes las apacentaba, fabricó también una flauta pastoril y tocó; entonces Apolo quiso tenerla y le dio a cambio una vara de oro
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que poseía de cuando él apacentaba bueyes; pero Hermes a cambio de la flauta quiso alcanzar el arte adivinatoria; Apolo se la concedió y fue instruido en la adivinación mediante piedrecillas. Además Zeus lo nombró mensajero suyo y de los dioses subterráneos. Apolodoro: Biblioteca mitológica, III,10,2. Como mensajero de los dioses interviene en numerosos mitos en los que desempeña un papel secundario y colabora especialmente con Zeus al que acompaña en sus correrías amorosas o de Hades al que lleva las almas de los muertos al otro mundo (Hades Psicopompo). Él se dispuso a obedecer las órdenes de su noble padre. Primero, ata a sus pies los talares de oro que, con sus alas rápidas como el viento, lo llevan por el cielo, sobre el mar y la tierra. Coge luego la vara: puede evocar con ellas las almas pálidas del Orco, o puede enviar otras al triste Tártaro; da el sueño y lo arrebata y con ella, abre los ojos que selló la muerte; con ella guía, confiado, los vientos y atraviesa las nubes. Virgilio: Eneida, IV,238 ss. Por este motivo era también el dios de los caminantes al que se le dedicaban los hermas piedras adornadas con órganos sexuales y decoradas con su cabeza. Por su amor por el ganado también era un dios de los pastores y padre del dios pastoril por excelencia, Pan, hijo suyo de la ninfa Dríope. Ella le engendró en sus moradas un hijo a Hermes, desde el primer instante prodigioso de verse, caprídeo, bicorne, amante del ruido, de dulce sonrisa. Huyó de un salto la nodriza, pues sintió temor cuando vio su rostro desagradable, bien barbado. Mas el raudo Hermes lo tomó en sus brazos, acogedor. Himnos homéricos, XIX. Luego lo llevó al Olimpo donde hizo reía a todos los dioses por su aspecto y Dionisos lo incluyó en su séquito. Interpretación. Hermes es un dios versátil y difícil de definir. Es ante todo el embustero divino, dios de los límites y de la transgresión de los límites y de los tabúes. En el Himno homérico que se le dedica es ladrón de ganado nada más nacer. Se asocia con los hallazgos inesperados, con los golpes de fortuna. La poesía dedicada a este dios combina el tema del tramposo y embaucador con el de descubridor, el dios fundador de civilización, y así inventa la lira o el fuego del sacrificio. Como embustero y embaucador que es, resulta perfecto como mediador. Se mueve a sus anchas en el mundo de lo furtivo, lo nocturno, lo oculto, y también es el más hábil para resolver las situaciones difíciles. Por ello es el patrón de las situaciones peligrosas, de pastores y caminantes, de los comerciantes, de los heraldos, de actividades en que uno debe arriesgarse por los caminos; incluso de los ladrones (especialmente de ganado, teniendo en cuenta que el robo era uno de los procedimientos considerados legítimos en la antigüedad para acrecentarlo). Su caduceo es vara de pastor y varita mágica a la vez. Esa función de mediador lo hace apto para ser el mensajero divino y por ello es el dios que lleva las almas al Hades. Hermes nació en la cima de una montaña, en Arcadia, país de rebaños de ovejas y cabras. Era, pues, un dios pastoril y se le representó a veces llevando un cordero sobre los hombros y devolviendo las ovejas perdidas al aprisco. Del mismo modo, guiará a los caminantes extraviados, siendo su dios protector; en las encrucijadas de los caminos los griegos colocaban unos montones de piedras llamadas “hermas” que le estaban consagrados. Su primera hazaña, todavía niño, fue robar el rebaño de vacas que cuidaba Apolo. Éste, indignado, lo condujo ante Zeus para que lo castigara, pero finalmente lo perdonó a cambio de quedarse con la lira, instrumento que Hermes había inventado,
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fabricándolo con la concha de una tortuga. Desde entonces se le consideró dios de los ladrones y modelo de picardía y habilidad. Llamado por Zeus, permanecerá ya en el Olimpo como el “mensajero de los dioses”. Recibe un báculo de heraldo con cintas blancas, un sombrero redondo para protegerse de la lluvia y unas sandalias aladas que lo transportaban por el aire tan rápido como el viento. También tiene encomendada la tarea de guiar las almas de los muertos al mundo de ultratumba. Una de sus misiones consistió en llegar junto a Io, una de las amantes de Zeus,, que había convertida en vaca por la diosa Hera y dar muerte a su vigilante Argos, guardián de cien ojos. En época clásica aparece idealizado en la famosa estatua de Praxíteles en la que el dios lleva al niño Dionisos en el brazo izquierdo y colgado de él un manto que recubre a un árbol que le sirve de apoyo. Fue el padre de Pan, dios pastoril, integrado en el cortejo de Dionisos, que tenía forma de macho cabrío, inventó la flauta pastoril o siringe y dispersaba en ocasiones a los rebaños y a los ejércitos, infundiéndoles el pánico, un miedo irresistible. Hermes tuvo una aventura amorosa con Afrodita, de la que nace un hijo al que llaman Hermafrodito. De él se enamora una ninfa, que al no ser correspondida, logra fundir su cuerpo con el del joven, formando una sola personalidad.
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Hestia-Vesta. Mitos. Hestia juró sobre la cabeza de Zeus que se mantendría virgen para siempre, y llegó a declinar las ofertas de matrimonio de Posidón y Apolo. Su fidelidad al voto de castidad queda probada por la ausencia de historias relevantes sobre ella, nada sorprendente porque nunca dejó su casa. Al resistirse a las proposiciones amorosas, Hestia preservaba la paz del hogar de los dioses en el monte Olimpo. Una vez, en un banquete al aire libre, Príapo se emborrachó y, mientras todos los dioses dormían, intentó violarla. Por suerte, en ese momento un asno rebuznó y Hestia se despertó, vio a Príapo sobre ella y gritó tan fuerte que el atacante huyó despavorido. En general, Hestia era tranquila y caritativa; como diosa del hogar, las amas de casa buscaban su protección. El hogar se consagraba a la diosa, y era el centro de la vida de los antiguos griegos, quienes no celebraban un banquete sin antes ofrecerle un sacrificio. La desgracia se cernía sobre cualquiera que intentara violar a alguien bajo la protección de Hestia. Interpretación. Hija de Crono y Rea, era la diosa del hogar y del fuego que en él ardía y que le estaba consagrado, no sólo en la casa familiar sino también en el hogar público que en Grecia existía en muchas ciudades. Esta diosa se suele representar vestida con una larga túnica. En una mano sostiene una lámpara o antorcha y en la otra, a veces, sostiene el cuerno de la abundancia. Le estaba consagrado el asno. Durante las fiestas de Hestia, que se celebraba en junio, a estos animales se les eximía de trabajar. Esta diosa recibió un importante culto estatal en Roma. Su templo circular se levantaba en el Foro y en él ardía continuamente el fuego de la ciudad, símbolo de la prosperidad del Estado. Consagradas a su servicio estaban las vestales, sacerdotisas que entraban a los diez años y permanecían en su templo hasta los cuarenta, debiendo conservar su virginidad hasta entonces. Estaban emancipadas de la tutela paterna, pero sometidas al control del Pontífice Máximo que las condenaba a ser enterradas vivas en caso de incumplimiento sus deberes, especialmente del voto de castidad. Las vestales gozaban de gran consideración en la sociedad romana. Textos. Vesta es igual que la tierra: las dos tienen por debajo un fuego vigilante. La tierra y el fuego son indicios de asentamiento propio. Ovidio: Fastos, VI,267 ss. Durante mucho tiempo creí que había estatuas de Vesta; más tarde aprendí que no había ninguna en su templo ovalado. En aquel tolo se guarda un fuego inextinguible; ni Vesta ni el fugo poseen imagen alguna. Ovidio: Fastos, VI,295 ss. Pronunció un solemne juramento… que sería virgen el resto de sus días, divina entre las diosas. El padre Zeus le concedió un hermoso privilegio en vez de bodas, así que ella se asentó en el centro del hogar recibiendo así las grasas ofrendas. En todos los templos de los dioses es objeto de honor y entre todos los mortales se la tiene por la más venerada de las diosas. Himnos homéricos, V.
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Dionisos-Baco. Mitos. El dios que ciñe de hiedra su cabello, el del poderos bramido, Dionisos o Baco, asimilado al dios romano Líber era el dios de la vid, del vino y del desenfreno y de la orgía. El que vino después, el hijo de Sémele, inventó la húmeda bebida del racimo y la trajo a los hombres; el que libra a los míseros mortales de pena cuado se hartan de jugo de la viña, y el sueño y el olvido de las penas cotidianas da, que no hay otro remedio de los males. Eurípides: Las Bacantes, 277 ss. Nacimiento e infancia. Este dios, liberador de las penas del corazón del hombre, era hijo de Zeus y una princesa tebana, la bellísima Sémele. Esta nueva infidelidad de su marido provocó la cólera y los celos de Hera que decidió perderla. HERMES.- Hera –que ya sabes lo celosa que es- se fue de tapadillo a casa de Sémele, y la convenció de que le pidiera a Zeus que fuese a verla con sus relámpagos y sus truenos. Cuando Zeus se dejó convencer y se presentó además con el rayo, ardió el techo y Sémele murió a causa del fuego. Entonces me ordenó que abriera el vientre de la mujer y le sacara el feto, todavía sin formar, pues estaba de siete meses. Cuando hice lo que me mandaba, se abrió el muslo y colocó allí el feto, para que terminara allí su desarrollo; ahora al cabo de dos meses, lo ha dado a luz y está delicado a causa de los dolores del parto. Luciano: Diálogo de los dioses, IX. Hermes, por encargo de Zeus, llevó al recién nacido a Ino y Atamante para que lo cuidaran pero Hera los enloqueció y mataron a sus hijos. A continuación se los confió a las ninfas del Nisa, que lo criaron. Los viajes de Dionisos. En el monte Nisa con su preceptor Sileno descubre la vid y su utilidad. Luego, enloquecido por Hera, emprendió un largo viaje por el mundo hasta la India acompañado de su cortejo, el tiasos, para difundir el cultivo de la vid y el vino. Él iba en un carro tirado por panteras y su cortejo lo integraban: el viejo Isleño, Pan, la alegre tropa de los sátiros y las ménades o bacantes, armadas con tirsos. Con ese séquito femenino que gritaba “evoé” en honor de Baco, conquistó el mundo. Bailando y danzando en coros, utilizaba tirsos de hiedra, borracho y poseso. Luciano: Diálogo de los dioses, XVIII. Después de esta peregrinación también difundió su culto en Grecia y los que se opusieron fueron duramente castigados como le sucedió a Penteo, rey de Tebas, que había tratado de impedir el delirio báquico en el monte Citerón. En el medio de esta montaña había un lugar cubierto de árboles donde se celebraba la ceremonia báquica. Hasta allí llegó el osado Penteo. La primera en descubrirlo fue su madre, que gritó a las demás en seguido: “Venid aquí, humanas”. En un momento acuden todas las Bacantes enfurecidas y caen sobre el desdichado príncipe. Penteo, herido, maltrecho, no puede creer lo que con sus ojos ve… Poseídas del furor báquico a nadie conocían, a nada respetaban. La tía Autónoe le derribó de un golpe. Y la tía Ino le cercena la mano derecha. Mostrando su cuerpo mutilado, Penteo se dirige a su madre Ágave… Ágave, enfurecida, de un solo tajo le cercena la cabeza y asiéndola por los cabellos la levanta victoriosamente. Entonces todas aquellas furias se arrojaron sobre el decapitado y lo mutilaron en trozos tan pequeños que le fue fácil al viento otoñal esparcirlos como si fueran hojas. Ovidio: Metamorfosis, III,708 ss.
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Después de recorrer toda la Hélade castigando por doquier a los que despreciaban sus ritos se dirigió al mar Egeo y desde Icaria se embarcó rumbo a la isla de Naxos. Queriendo ser transportado de Icaria a Naxos, alquiló una trirreme de corsarios tirrenos, que embarcándolo costearon Naxos y se lanzaron rumbo a Asia con la idea de venderlo. Pero él transformó el mástil y los remos en serpientes y llenó el casco de hiedra y clamor de flautas; entonces aquellos se volvieron locos y huyeron por el mar convertidos en delfines. Así los hombres comprendieron que era un dios y lo veneraron. Apolodoro: Biblioteca mitológica, III,5,3. Dionisos y Ariadna. La esposa de Dionisos es Ariadna, la bella hija de Minos. Dionisos se enamoró de ella, al descubrirla en una playa de la isla de Naxos, desesperada por haber sido abandonada por Teseo y se casó con ella. Mientras Ariadna se entregaba a la más profunda desesperación, Baco para consolarla de la infidelidad de su amante, le ofreció su corazón y su mano. En el deseo de hacer inmortal el recuerdo de una princesa tan virtuosa, este dios colocó en el cielo la corona que le había dado. De pronto se la vio elevarse, y las perlas de que se hallaba compuesta se cambiaron en astros y formaron esa corona celeste que se ve entre la constelación del Dragó y la de la Serpiente. Ovidio: Meamorfosis, VIII,176 ss. Interpretación. Dios oriental asimilado, era hijo de Zeus y Senele. Ésta es convencida por Hera para que pida a Zeus que se le aparezca con todo su poder. El Dios así lo hace y Senele queda creducida a cenizas. Antes de morir Zeus le extrae a Dionisos y se lo incrusta en uno de sus muslos, donde el niño acaba su gestación. En general, Dionisos es el dios del vino y de los “estados de intoxicación o extáticos”, esto es, del cambio de consciencia, interpretado como la irrupción de algo divino en los seres humanos. Pero hay más que eso. El estado que produce la experiencia dionisíaca es una especie de intensificación del poder mental. No es un fenómeno individual sino colectivo que produce, además, la sensación de salirse de uno mismo (éxtasis) para unirse con la divinidad. Este “cambio de personalidad” se propicia con el uso de la máscara. Su carácter desornado, de pérdida de identidad, de salir del orden, hace lo dionisíaco profundamente diferente al resto de las experiencias religiosas griegas. Es un dios contradictorio. Produce placer, pero al mismo tiempo puede estar relacionado con actos de extrema crueldad. Es antigua la relación del vino con sangre. Se le relaciona con ritos de desmembramiento, de decoración de animales crudos, e incluso de antropofagia. Es además un dios liberador de los tabúes sociales y del miedo a la muerte. En todos sus ritos es característico el vino, la licencia, el carácter extraciudadano. No hay templos de Dionisos habitualmente. El aire libre, el bosque de fuera de la ciudad es su ámbito; el olvido de las barreras entre hombres y mujeres, entre libres y esclavos, es su caldo de cultivo. Era el dios de las viñas y del vino; fue criado en una cueva por las ninfas que le instruyeron en el canto y la danza, en tanto que su maestro Sileno le enseñó a plantar la vid. Cuando creció fue enloquecido por Hera y anduvo errante por el mundo hasta llegar a la India con su salvaje cortejo: un carro tirado por tigres y flanqueado por las Ménades, Pan y los sátiros o faunos armados con báculos coronados por agudas piñas (los tirsos), espadas, címbalos y tambores. Así recorrieron toda la tierra conquistando pacíficamente pueblos en los que enseñaba el cultivo de la vid y dictaba sabías leyes. Cuando volvió a Grecia se casó con Ariadna, la hija de Minos, Rey de Creta, que había sido abandonada por Teseo. Fue también amante de la diosa Afrodita.
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Mitología © José Tomás Saracho Villalobos. I.E.S. Fernando Robina. Llerena.
Las fiestas de este dios se llamaban orgías o bacanales y las mujeres que tomaban parte en ellas recibían el nombre de bacantes o ménades. Entraban en éxtasis en ceremonias que se celebraban durante la noche, y corrían semidesnudas por los montes. Los hombres se disfrazaban con pieles de machos cabríos, tigres u otros animales, y se pintaban con sangre, vino tinto o jugo de moras, y corrían lanzando gritos frenéticos y rivalizando en el escándalo y la locura. Frente a Apolo, el dios de la distancia y la razón, Dionisos es el dios de la unión y del sentimiento. Uno de sus gritos lograba la comunión con él mediante la participación en la comida ritual de un animal descuartizado vivo. El tirano Pisístrato favoreció su culto en Atenas por ser un dios simpático al pueblo y del ditirambo o himno sagrado en honor del dios nacerá la tragedia. Dionisos se representa bajo la figura de un joven imberbe, mofletudo, coronado de hierba o pámpanos, que llevaba en la mano un tirso, un racimo de uvas o una copa. A veces una piel de leopardo le sirve de vestido. En su honor se celebraban las Leneas, las Antesterias, y sobre todo, las Grandes Dionisíacas en el mes de marzo, en las que se representaban las tragedias y comedias en el teatro ante un nutrido público.
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