Material complementario III Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Géneros periodísticos. - De información: su objetivo es dar información de actualidad y su función principal es la de exponer los hechos. Dentro de los géneros informativos encontramos la noticia o la entrevista pregunta-respuesta. - De interpretación: profundizan sobre la información y su finalidad principal es relacionar la actualidad con su contexto. Su función principal es la explicación. El reportaje, la crónica y el informe periodístico serían textos interpretativos. - De investigación: son considerados textos de especial envergadura. Sus características apuntan, inicialmente, a determinar un proceso de recolección de datos -que en casi todos sus casos- parte del hecho noticio. Los reportajes y la columna informativa, permiten la exposición detallada de los resultados de un estudio minucioso seguido por el periodista redactor. - De opinión: en estos textos el periodista toma partido por una postura u otra a partir de la información que tiene. Tratará de convencer al lector dé que su posición sobre el tema es la correcta. Su función es persuadir al destinatario. El editorial, la columna o el artículo serían géneros de opinión. Los géneros periodísticos no son una clasificación absoluta o universal como la mayoría de aspectos del periodismo. La teoría periodística surge como consecuencia del trabajo diario de los periodistas. Por ello, los textos periodísticos no se distinguirán claramente unos de otros, sino que compartirán sus características en la práctica. Ahora vamos a distinguir entre los distintos textos periodísticos: 1. La Noticia: se comunica un hecho con la máxima exactitud. Se necesita la máxima claridad y brevedad en la redacción de los hechos. 2. El Reportaje: es un relato periodístico de mayor extensión con un cierto estilo literario. Ya no prima la actualidad del tema que se expone, aunque suelen tener un principio de temporalidad. 3. La entrevista: la entrevista de pregunta-respuesta será una entrevista informativa. Para las entrevistas en profundidad se permite el uso del estilo literario, la descripción y una redacción más relajada, ya que no prima la búsqueda de información. 4. La crónica: es un género intermedio entre la noticia y el reportaje. Es un texto breve, aunque más largo que una noticia, en el que se explica un acontecimiento desde el punto de vista temporal. Se utiliza para cubrir actos como inauguraciones, exposiciones, conciertos... 5. La crítica: es un texto en el que se evalúan las características de una película, una función de teatro, etc. Tiene una gran importancia informativa porque dará al lector las claves del acontecimiento. Es un periodista especializado en un tema concreto el que realizará las críticas.
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6. El artículo (de opinión): el articulista expone su opinión acerca de una información de actualidad periodística. 7. La columna: es un artículo de sección fija en el que consagrados periodistas o escritores comentan hechos o aspectos de la realidad según su opinión. 8. El editorial: en él se expresa la postura del diario sobre hechos que han ocurrido durante la jornada informativa. Suele ser escrito por el director o el subdirector. 9. La mancheta: es significativa y revela una idea o concepción, a través de la creación de una frase corta. 10. El comentario: es un género caracterizado por su brevedad, que acompaña generalmente a la sección de sociedad o que tiene que ver con frecuencia con la opinión de un entendido sobre cuestiones livianas que no tienen una gran implicación social. 11. La caricatura: es una ilustración humorosa que exagera o distorsiona la esencia básica de una persona o cosa para crear un parecido fácilmente identificable.
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Géneros de Información
Material complementario III.1 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
La noticia como texto narrativo La evaluación en la información periodística Antonio Núñez Aldazoro/Julio de 2001.
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Introducción. Tradicionalmente, los estudios de periodismo impreso se caracterizan por una estricta diferenciación de los géneros, establecida en dos grandes bloques: géneros informativos y géneros de opinión. En el primero se ubican la noticia, la reseña, el reportaje y la entrevista; y, en el segundo, están el artículo, el editorial, la crónica y la columna. En el primer caso, el periodista o medio no establece un compromiso con lo escrito y es “objetivo”, es decir, no incluye en la redacción puntos de vista personales, prejuicios, opiniones o sentimientos. En cambio, en el segundo, “se busca dar a conocer criterios particulares sobre un hecho o suceso e incluso se intenta lograr la adhesión del lector a ideas específicas presentadas como las más lógicas y racionales” (Castejón, 1992: 37). Uno de los maestros del reporterismo venezolano, Federico Álvarez, en su texto La información contemporánea (Contexto Editores, 1978), estableció que dicha categorización se basa en postulados derivados de la llamada Doctrina de la Objetividad Periodística, la cual: “... en primer lugar, plantea que debe existir una separación rigurosa entre la información y la opinión. La presentación de los hechos –porque se exige exactamente eso, presentación– no debe estar contaminada con elementos subjetivos. En el periódico debe haber espacios definidos con toda precisión para el relato de acontecimientos y otros para la valoración de los mismos. C.P. Scott, director del Manchester Guardián por muchos años, sintetizó el asunto con una fórmula categórica: «Los hechos son sagrados, la opinión es libre»” (Álvarez, 1978: 33). Esta diferenciación ha estado envuelta, por muchos años, en una polémica constante. El propio Álvarez advierte que ese “periodista objetivo” es entonces “un ser increíble”, pues “andaría por el mundo como una especie de máquina ideal recogiendo los estímulos de la realidad exterior y presentándolos al público con la máxima neutralidad”. En fin, sabemos que eso es imposible y queda claro que el periodista no puede –aunque lo exija la academia y los medios o editores– desvincular la relación sujeto-objeto (periodista-información) y que de alguna forma su subjetividad subyace en los textos, ya sea –desde una perspectiva bajtiniana– en el estilo que elija, la jerarquización de la información (organización secuencial del texto) y el contenido que presente –o deje de presentar– a los lectores.
Sin embargo, el objetivo de este trabajo, además de cumplir con lo planteado en la asignatura Tipologías textuales, dictada por la profesora Adriana Bolívar, no radica en reconocer los componentes bajtinianos en los géneros periodísticos (el cual es un excelente motivo para otra investigación), sino de qué manera en los textos del periodismo informativo, en los cuales según la tradición discursiva no deben encontrarse evidencias de la subjetividad del reportero, de hecho sí existen señales de la posición personal del redactor, las cuales pueden determinarse lingüísticamente, a partir del reconocimiento de tipologías textuales que, como secuencias o bases subsidiarias, se encuentran en los textos. Hemos elegido la noticia periodística como texto a analizar, pues éste es considerado el género informativo por excelencia, el cual según la Doctrina de la Objetividad no permite un ápice de visión subjetiva por parte del reportero, a pesar de que cada día existen más evidencias de los puntos de vista personales del productor textual. Asimismo, además de considerarla como un género periodístico, intentaremos ubicar la noticia siguiendo los criterios estudiados en la asignatura como una clase de
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texto narrativo. Además, la tipología (como secuencia o género subsidiario) que se intentará reconocer en las noticias que conformarán el corpus será la evaluación (Van Dijk, 1990 y Bolívar, 1994), pues ésta es una forma de organización o género en el que la visión personal del productor textual queda en evidencia al asumir éste una posición ante el hecho noticioso.
Como paso preliminar de una investigación más amplia, este trabajo presenta una disertación teórica en torno a la noticia como texto narrativo; la evaluación como un componente cada vez más evidente en los textos periodísticos informativos; cómo se conformaría un corpus para el análisis de esta propuesta teórica; y, por último, qué modelo podría aplicarse para su comprobación. La justificación de este trabajo podría dividirse en dos vertientes. La primera, intentar clasificar la noticia más allá de la tradicional categorización tipológica existente en el ámbito profesional, la cual se limita al estilo y la función textual, dejando a un lado componentes lingüístico-textuales de suma importancia para la enseñanza de la redacción periodística. Y, en segundo término, iniciar una discusión – por demás necesaria– en torno a la función social del periodista, quien no sólo debe presentar de manera objetiva los hechos, sino también dar luces al lector para comprender el hecho narrado, para lo cual es de suma importancia su subjetividad. Sabemos que existen, en la tradición discursiva periodística otros tipos o clases de texto donde se cumple esa función “contextualizadora” o intersubjetiva (artículo de opinión, editorial o el denominado periodismo interpretativo), sin embargo se analiza el fenómeno de la noticia, pues como dijimos, cada vez se nota con mayor recurrencia la evaluación como un componente esencial en este tipo de textos. I. La noticia como texto narrativo.
A pesar de que la noticia ha sido históricamente considerada únicamente como un género periodístico, hoy en día, a la luz de los estudios de la lingüística del texto y de las tipologías textuales, dicha clasificación se queda corta y no aporta mejores datos para su análisis o para su enseñanza. Pensemos un instante en la noticia en su forma primigenia y no como un género textual de un ámbito profesional altamente institucionalizado, cuya clasificación o categorización depende de su función (informar), de su estilo (actual, llano, simple, directo) o de valores estructurales estables (lead–cuerpo–cola). Muchos manuales o libros de estilo, antiguos y recientes, resaltan el valor de la noticia como texto narrativo: “La noticia no es la muerte de un dictador, o la elección de un presidente, o la postergación de un partido de fútbol; es el relato que el periodista hace de la muerte, de la votación o del defecto que ha interrumpido una cuenta regresiva en Cabo Kennedy” (Charnley, 1959: 17) “Noticia es la narración objetiva, veraz, completa y oportuna de un acontecimiento de interés general. Esta definición excluye, de hecho, cualquier opinión personal del periodista” (Manual de Redacción del Tiempo de Bogotá, 2000: 47)
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Dado que la noticia periodística es un texto que narra un hecho de interés general, posee características propias del género narrativo por lo que podría considerarse la existencia de una “narrativa periodística”. Calsamiglia y Tusón (1999), al comentar los modos de organización del discurso, explican que la narración “aparece en los medios de comunicación dentro de los géneros periodísticos como la noticia, el reportaje, el suceso, la crónica...”. Además, vemos que la noticia, como texto narrativo, cumple con las características propias de esta tipología textual, desde el punto de vista estructural o secuencial. Sin embargo, no se puede pensar a rajatabla que la noticia sólo es narrativa. En ella convergen otros tipos de géneros (descripción, diálogo, explicación, argumentación), pero en el que domina uno en especial, en la perspectiva de este trabajo, el narrativo. Aquí reconocemos la llamada heterogeneidad textual de la que habla Adam (1991, en Ciapuscio, 1994). Aun cuando para Adam, “el texto es un objeto abstracto”, la identificación de éste como una estructura compuesta por secuencias es totalmente aplicable a la noticia periodística. Según su visión, el texto es un conjunto de módulos o sistemas que interactúan y cuya jerarquía va desde el texto hasta las proposiciones, pasando por las secuencias, las cuales están compuestas por macroproposiciones y éstas por proposiciones (Fuentes Rodríguez, 2000). “Definir el texto como una estructura secuencial permite abordar la heterogeneidad composicional en términos jerárquicos bastante estables. «La secuencia, unidad constituyente del texto, está constituida por paquetes de proposiciones (las macroproposiciones), ellas mismas constituidas por n proposiciones» (J.M. Adam, 1992: 29). Es una concepción jerárquica, cada una está compuesta de otras inferiores y se integra a otra superior”. (Fuentes Rodríguez, 2000: 118) Para Adam existe una serie de tipos o secuencias prototípicas que se caracterizan por la presencia de determinadas marcas lingüísticas de superficie, entre las que incluye la secuencia narrativa, la descriptiva, la argumentativa, la explicativa y la dialogal. En Adam y Lorda (1999) se considera la secuencia como una unidad textual que, en el caso de la narración, está formada por cinco proposiciones narrativas que pueden corresponder a oraciones simples o grupos de varias oraciones (párrafos tipográficos o semánticos). Estos son: situación inicial (Pn1), nudo (Pn2), acción (Pn3), desenlace (Pn4) y evaluación (Pn5). Como hemos advertido, si tomamos en cuenta la noticia como un texto narrativo, ésta puede encajar en esta organización secuencial. Según Adam y Lorda, la situación inicial (Pn1) plantea las circunstancias espacio–temporales; esto es, un lugar y un tiempo, los agentes o personajes y los acontecimientos. En la noticia periodística históricamente se habla del lead o encabezamiento, como el primer componente estructural en el cual el redactor o productor textual debe responder las clásicas preguntas del periodismo informativo: qué (acontecimiento), quién (protagonista o protagonistas del acontecimiento), cuándo (momento en que se produjo), dónde (sitio). Además del cómo y por qué, si no resulta demasiado largo este primer párrafo o secuencia. Seguidamente, se produce el nudo, la cual es parte fundamental de la texto narrativo, pues determina todo el desarrollo de la acción, crea intriga, es
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desencadenante del relato y, como señal lingüística, es introducido por un organizador temporal (Años después, Más tarde, Pasadas las horas, etc.). En el caso del texto noticioso, el segundo párrafo es importante, pues se inicia el llamado cuerpo informativo. Este debe intentar explicar el lead o responder las preguntas que, por extensión o falta de espacio, no pudieron contestarse en el primer párrafo. Por su característica explicativa, en cierta forma expone el porqué de la situación inicial, con lo cual podría considerarse como factor desencadenante del relato. Asimismo, muchas noticias poseen, no un organizador temporal al inicio del párrafo, pero sí dejan para este apartado las respuestas a la ubicación espacio–temporal del suceso reseñado (El hecho ocurrió la tarde de ayer, cuando el Primer Mandatario...). Aquí se cumple una de las exigencias características del discurso narrativo: la unión de proposiciones, cláusulas o secuencias por una relación temporal. La acción (o re-acción) es el tercer elemento (Pn3), suscitado por el factor desencadenante, el cual desemboca en una resolución que constituye el desenlace (Pn4). En la noticia, el resto del cuerpo informativo puede estar compuesto por acciones, reacciones y desenlaces (provocados por dichas acciones). En el caso de la noticia de sucesos (de la cual analizaremos un ejemplo más adelante), en la mayoría de los casos se exponen reacciones o consecuencias del hecho principal (comentarios de familiares, actuaciones policiales posteriores al hecho, etc.). Por último, la situación final está compuesta por una evaluación (Pn5) sobre la transformación que se ha suscitado a partir de la situación inicial. Como anunciamos en la introducción del trabajo, la evaluación es un componente que cada vez más aparece en la noticia periodística. Los productores textuales, dado que es un relato o representación del mundo, se ven en la necesidad de evaluar, es decir, de exponer de alguna forma sus puntos de vista para explicar y justificar su percepción de ese mundo que han representado. II. La evaluación en la narrativa periodística. Bolívar (1994) explica la importancia de la evaluación en el discurso narrativo. Resalta la importancia de este elemento, el cual ha llamado la atención de los analistas del discurso, dada la evidencia que brinda su estudio para conocer los sentimientos y las actitudes de los hablantes o productores textuales. Asimismo, comenta el patrón básico de la narrativa de Labov y Waletzky (1967), en el cual la evaluación es parte fundamental, pues revela la actitud del narrador.
Así ocurre en la noticia periodística, ya que la hemos considerado como una clase de texto narrativo. Al periodista, como narrador de un hecho de interés general para una sociedad a la cual él mismo pertenece, se le hace imperativo evaluar los hechos que componen su relato. A pesar de que se ha determinado que el reportero no debe exponer su punto de vista de manera evidente, en muchas ocasiones se sirve de estrategias retóricas (estilo, por ejemplo) o de la inclusión de otras voces en el texto (discurso referido) para exteriorizar sus pareceres sobre lo narrado. Van Dijk (1990) reconoce la evaluación como parte estructural del discurso periodístico, lo cual contrasta con la tradición de objetividad que rodea la noticia como género informativo.
“Por último, un discurso periodístico posee una categoría que caracteriza los
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comentarios, las opiniones y las evaluaciones del periodista o el propio periódico. Aun cuando muchos productores de noticias comparten la visión ideológica de que el hecho y la opinión no deben mezclarse, esta última categoría de los comentarios aparece frecuentemente en la noticia, si bien a veces de una forma indirecta. La categoría de los comentarios consiste en dos subcategorías principales: evaluación y expectativas. La evaluación caracteriza las opiniones evaluativas sobre los acontecimientos informativos actuales; la categoría de las expectativas formulan consecuencias políticas o de otro tipo sobre sucesos actuales y la situación. Puede, por ejemplo, predecir acontecimientos futuros”. (Van Dijk, 1990: 87) Queda demostrada así no sólo la recurrencia cada vez mayor del componente evaluativo en la noticia periodística, sino también la importancia de su análisis para poner en evidencia la actitud u orientación ideológica del reportero o del medio de comunicación donde se presenta el texto. Esto llama a la reflexión sobre cómo se imparten la enseñanza de la redacción periodística en las universidades y escuelas de comunicación social, pues se le advierte al aprendiz de reportero que es totalmente inoportuno e inadecuado exponer en las noticias el punto de vista personal o, mejor dicho, una evaluación de los acontecimientos que se narran. A pesar de que ya está superada la polémica sobre la objetividad periodística, la cual fue suplantada por el término veracidad (que también ha entrado en agrias diatribas en los últimos meses en nuestro continente), sigue existiendo un prurito al momento de reconocer que la mera jerarquización de la información sugiere una subjetividad manifiesta de quien produce el texto periodístico.
Sin embargo, el lenguaje en uso, el discurso, lo que se publica día a día en los periódicos, está demostrando que otra es la realidad, pues cada día se nota más como las noticias, consideradas como un tipo de texto narrativo, poseen un componente fundamental que es la evaluación de los acontecimientos que se presentan. III. Corpus y modelo de análisis.
Para comprobar lo planteado se propone conformar un corpus de noticias, el cual será analizado aplicándoles el modelo de Adam y Lorda (1999) para verificar dos aspectos esenciales. En primer lugar, que los textos recopilados pueden ser considerados textos narrativos, según la tipología presentada. Y, seguidamente, determinar en cuáles de estos textos existe el componente de evaluación como parte fundamental (cierre, por ejemplo). Se recomienda que las noticias sean escogidas de dos diferentes periódicos de igual magnitud y estilo, para establecer algún patrón de comparación, y que los textos escogidos sean de un mismo tipo de información (por ejemplo, política, deportes o sucesos), en el que la sucesión de hechos sea imprescindible. Para mostrar el tipo de análisis que se propone para verificar el carácter narrativo de las noticias y la existencia de la evaluación como componente secuencial, se presenta a continuación la aplicación del modelo de Adam y Lorda (1999) a una noticia publicada en el diario venezolano El Nacional, el pasado domingo 22 de julio, en la sección de Sucesos. Diario: El Nacional
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Fecha: Domingo, 22 de julio de 2001 Ubicación: Cuerpo D, página 8 Antetítulo: A las 4:00 de la tarde de ayer Título: Asesinado de un balazo Federico Blohm Situación inicial (Pn1) Víctima de un asalto a su casa, en la tarde de ayer, Federico Blohm Knohr, de 63 años de edad, fue asesinado de un balazo en la región abdominal que le dispararon cuatro antisociales, quienes lo dejaron morir desangrado mientras robaban la quinta La Llanada, residencia del empresario y de su esposa Margarita Zingg, ubicada en la calle Los Eucaliptos del Alto Hatillo. Nudo (Pn2) De acuerdo con fuentes del Cuerpo Técnico de Policía Judicial, los delincuentes se presentaron en la casa alrededor de las 4:00 de la tarde de ayer, tocaron el timbre y se identificaron como empleados de la compañía Telcel. Acción (Pn3) Al parecer, Blohm les abrió la puerta, pero al darse cuenta de que se trataba de un asalto trató de cerrarla. Fue inútil, pues la banda forzó la entrada y, como respuesta a su resistencia, le disparó. Desenlace (Pn4) El empresario fue arrastrado al estacionamiento de la quinta, ubicado en la parte trasera, y dejado allí hasta que murió desangrado. Mientras, los asaltantes entraron a la vivienda y se apoderaron de una suma millonaria de dinero, que la PTJ está por determinar. Aunque supuestamente llegaron en un jeep blanco, huyeron a bordo de una camioneta Neón verde, matrícula MBH-410R, que dejaron abandonada a pocos metros de la casa. No se descarta que luego puedan haber seguido el escape a pie. Evaluación (Pn5) Una de las hipótesis que maneja la policía judicial es la de complicidad por parte de los vigilantes, pues la urbanización únicamente tiene acceso a través de un portón eléctrico, cuyo mecanismo de apertura y cierre está controlado por los empleados de seguridad. La organización original del texto analizado coincide exactamente con lo propuesto. La cantidad de párrafos tipográficos concuerda exactamente con el número de componentes del modelo narrativo de Adam y Lorda. La situación inicial (Pn1) responde a las características del texto narrativo, pues presenta el acontecimiento (“Víctima de un asalto a su casa... fue asesinado de un balazo en la región abdominal que le dispararon cuatro antisociales, quienes lo dejaron morir desangrado mientras robaban...”); las circunstancias espacio–temporales del
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hecho (“... en la tarde de ayer...”; “...la quinta La Llanada... ubicada en la calle Los Eucaliptos del Alto Hatillo”) y sus protagonistas (Federico Blohm Knohr, su esposa Margarita Zingg). El nudo narrativo (Pn2) también está presente, pues se evidencia el factor desencadenante del acontecimiento principal narrado al principio y, como señal lingüística, se encuentra una referencia temporal: “... los delincuentes se presentaron en la casa alrededor de las 4:00 de la tarde de ayer, tocaron el timbre y se identificaron como empleados de la compañía Telcel”. Los componentes acción (Pn3) y desenlace (Pn4) también se encuentran el texto, con lo cual se cumple una característica fundamental del texto narrativo que es la relación temporal entre proposiciones o enunciados contiguos. La acción o re-acción se expone luego de la llegada de los delincuentes al hogar de la familia Blohm, en la que el periodista presenta la secuencia: “Al parecer, Blohm les abrió la puerta, pero al darse cuenta de que se trataba de un asalto trató de cerrarla. Fue inútil, pues la banda forzó la entrada y, como respuesta a su resistencia, le disparó”. Como un desenlace a la proposición anterior, el reportero narra qué sucedió, luego del ataque al empresario y cuál fue el resultado de la acción hamponil: “El empresario fue arrastrado al estacionamiento de la quinta, ubicado en la parte trasera, y dejado allí hasta que murió desangrado. Mientras, los asaltantes entraron a la vivienda y se apoderaron de una suma millonaria de dinero, que la PTJ está por determinar. Aunque supuestamente llegaron en un jeep blanco, huyeron a bordo de una camioneta Neón verde, matrícula MBH-410R, que dejaron abandonada a pocos metros de la casa. No se descarta que luego puedan haber seguido el escape a pie”. Por último, se nota la existencia de un tipo de evaluación (Pn5), pues el periodista, sin recurrir a otras voces, indica que ya se maneja la hipótesis de complicidad por parte de los vigilantes privados de la urbanización. IV. Referencias. ADAM, J.M. y C. Lorda (1999). Lingüística de los textos narrativos. Barcelona: Ariel. ALVAREZ, F. (1978). La información contemporánea. Caracas: Contexto Editores. BAJTIN, M. (1982). El problema de los géneros discursivos. En Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI, 1999. BOLIVAR, A. (1994). Discurso e interacción en el texto escrito. Consejo Científico y Humanístico de la Universidad Central de Venezuela. Segunda edición. Caracas, 1998. CALSAMIGLIA, H. y A. Tusón (1999). Las cosas del decir. Manual de análisis del discurso. Barcelona: Ariel. CASTEJON, E. (1992). La verdad condicionada. Caracas: Coprensa. CIAPUSCIO, G.E (1994). Tipos textuales. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. CHARNLEY, M. (1959). Periodismo informativo. Buenos Aires: Editorial Troquel, 1976. FUENTES RODRIGUEZ, C. (2000). Lingüística pragmática y análisis del discurso Madrid: Arco Libros. LEÑERO, V. Y C. Marín (1986). Manual de periodismo. México: Grijalbo. VAN DIJK, T. (1990). La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información. Barcelona: Paidós, 1996. VVAA (1996). Libro de Estilo El País. Madrid: Ediciones El País. VVAA (2000). El Tiempo. Manual de Redacción. Bogotá: Editorial El Tiempo.
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Material complementario III.2 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
El reportaje informativo que incluye elementos noticiosos, declaraciones de diversas personas, color, ambiente y que tiene un carácter descriptivo. Suele partir de algo que fue noticia y que en su momento no se acabó por completo. Lo ideal es contar con un hecho que dé pié al reportaje. Estructura. La entradilla es la parte más importante; se pueden utilizar recursos como una anécdota o una frase escrita con brillantez (metáfora); un arranque humano (fijando la
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atención en alguien); mezclando números y personajes; o utilizando un elemento que cause sorpresa. Se ha de evitar iniciar con una fecha y un lugar. El reportaje debe desarrollarse siguiendo una intención, no puede ser una mera yuxtaposición de hechos. El hilo conductor debe aparecer en la entradilla y servirá como colofón final. Variedades según el tema. Según con los intereses (alguna vez pueden mezclarse) encontramos reportajes: * humanos * sociales * noticiosos * didácticos
Variedades según su estructura. a)
Relato cronológico
Se hila el reportaje siguiendo el orden cronológico de los hechos. Los primeros párrafos quedan exentos de esta norma. b)
Reportaje informe
Es poco recomendable. Especie de tesina académica con toda suerte de datos y detalles. Es común de publicaciones especializadas. c)
Reportaje de preguntas
El periodista hace preguntas expresas (que se haría el lector) e incorpora las respuestas adecuadas incluyendo datos y documentación suficiente. Muy didáctico d)
Reportaje - perfil
Sucedáneo de la entrevista - perfil o de la entrevista objetiva. No es preciso conversar con el protagonista ni centra la información en sus declaraciones. Se emplea la técnica cronológica y se repasan los acontecimientos más importantes de su vida. Título del reportaje. Ha de mostrar ingenio y transmitir información. Se suelen usar recursos como: paradojas, dobles sentidos, metáforas, antítesis, hipérboles...
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Material complementario III.3 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
El periodismo informativo tiene como único fin la información, y en su estilo destacan como características esenciales la claridad, la sencillez y la exactitud. Hay dos géneros periodísticos que responden principalmente a estos criterios: la noticia y la entrevista. Ambas tienen como sello de identidad su función informativa, aunque entre las entrevistas debe contemplarse una modalidad que se aproxima al artículo, ya que, sin abandonar su fin informativo, incorpora un componente estético: la entrevista creativa. Definición. El diálogo entre un periodista y el entrevistado puede tener tres objetivos: obtener alguna información sobre un hecho presencial, conocer sus comentarios sobre algo sucedido, o hacer una semblanza del personaje. En este apartado nos referiremos a las dos últimas acepciones, y, concretamente, las publicadas en un medio informativo escrito. La entrevista, como género periodístico, la entendemos como el texto resultante de esta conversación, que puede estar redactado en primera persona -con
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las palabras textuales de ambos-, o como un artículo basado en las declaraciones de un determinado personaje, es decir, una entrevista creativa. Antonio López Hidalgo considera que la entrevista es un género auxiliar de otros, como la crónica o el reportaje (117), y Gabriel García Márquez opina que la entrevista es el “género maestro”, porque en ella está la fuente de la cual se nutren todos los géneros periodísticos (118). Montserrat Quesada la define como un método mediante el cual un periodista entra en contacto con un personaje que despierta interés público por su personalidad o el cargo que ocupa (119), aunque diez años más tarde, esta autora, en una obra conjunta con Eric Frattini, le añade un condicionante a esta definición que le otorga mayor exactitud, al concretar que se trata de un “texto especializado” (120). Para Fernando Martínez Vallvey es el género más auténticamente periodístico, aunque también considera que es el que menos se ha estudiado, y parece ser la hermana pobre de las Ciencias de la Información (121). Todo lo contrario opina Antonio López Hidalgo, quien afirma que es el género que más se ha investigado y uno de los que más monografías han originado (122). Aunque, como dice Waldrop(123) las definiciones “suelen ser aburridas además de incompletas”, vamos a analizar lo que de este género han dicho varios estudiosos. Manuel del Arco (124) nos ofrece la definición más breve, y que puede servirnos para iniciar su estudio: es una conversación llevada a letra impresa. La entrevista es un género periodístico eminentemente informativo, aunque puede incluir alguna apreciación del periodista en forma de comentario de forma explícita sobre el contexto, pero nunca sobre sus respuestas, ya que su fin es informar objetivamente de las opiniones expresadas por el entrevistado. Sin embargo, Antonio López Hidalgo, de acuerdo con Fernando Martínez Vallvey, considera que la entrevista tiene una función persuasiva, porque las opiniones del entrevistado son ya una subjetividad, por lo que estima que puede ser catalogado como un género periodístico de opinión (125), aunque el mismo autor aclara a continuación que la subjetividad de estas opiniones está ligada a la persona, y no al periodista ni al texto que finalmente se publica. Ana Francisca Aldunate y María José Lecaros afirman que una entrevista es, sencillamente, un intercambio oral o escrito sobre un tema con una persona de relevancia que despierta interés en la opinión pública (126). La mayoría de las definiciones insisten en dos elementos ineludibles: el diálogo y el antagonismo de los que hablan (127). Núñez Ladevéze profundiza un poco más al considerar que la entrevista es un género principalmente informativo, aunque también existen distintas modalidades de ésta que no lo son estrictamente(128), mientras que Víctor Rodríguez afirma que es un subgénero dentro del reportaje cuando el texto se redacta en tercera persona y no reproduce literalmente las palabras del entrevistado. Para este autor, la entrevista es una forma de reportaje que se le supone de máximo interés porque nos sitúa en contacto directo con el mundo particular y privado de unas personas que destacan por sus cualidades intelectuales, artísticas, humanas, o el cargo que ostentan (129). Juan Gutiérrez Palacio (130) y María Pilar Diezhandino(131) consideran también que la entrevista es una modalidad particular del reportaje objetivo, mientras que Montserrat Quesada afirma que la entrevista es un género autónomo perfectamente diferenciado del reportaje por sus particularidades estilísticas y su estructura formal. El profesor Martínez Albertos considera que la entrevista es un subgénero dentro de los géneros periodísticos informativos, y afirma que es muy corriente en los periódicos sensacionalistas por el sentimiento de proximidad que da al lector. Este autor asegura que si aceptamos que hay dos modelos de periodismo -el anglosajón y el latino-, es en este último donde más se utiliza la entrevista como medio sensacionalista (132), afirmación con la que Antonio López Hidalgo discrepa, y califica de “falsa realidad”,
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pues si bien es verdad que en el periodismo no riguroso abundan las entrevistas, también es cierto que el sensacionalismo es un invento anglosajón. Además, afirma que la entrevista que más gusta en el periodismo latino es la creativa (133). José R. Vilamor ofrece una definición extensa en la que incluye los distintos tipos de este género periodístico (134). En su opinión, la entrevista es la consecuencia del diálogo entre un periodista y un personaje, el resultado de una conversación formal con una persona a la que se acude para que dé su opinión autorizada sobre un hecho noticioso o para conocer distintos aspectos de su personalidad, e incluso para que comunique alguna novedad que puede originar una noticia. Héctor Borrat contempla la entrevista también como una conversación, aunque considera que realmente es el relato resultante de ella. Se trata de un texto que se publica en un periódico en el que se da cuenta del diálogo sostenido entre un periodista y otra persona de la que interesa su opinión sobre algún asunto (135). José Julio Perlado también destaca en la entrevista el diálogo entendido como una apertura del entrevistado hacia el lector. De esta forma, el periodista sería el puente de relación entre las opiniones del personaje y las inquietudes culturales del receptor (136). Martínez Vallvey incorpora en su definición el concepto de ser un género periodístico diferenciado (137). Para este autor, la entrevista es un tipo de texto en el que se refleja un diálogo entre dos personas, una de las cuales, el periodista, plantea sus intervenciones en un nivel distinto al entrevistado, ya que procura motivarle para que hable en una determinada dirección. Karl Warren(138) también habla de texto con características propias, y la define como un artículo especializado basado en un diálogo con una persona cuyo nombre, actividad u opinión interesa a los demás. Leonor Arfuch opina que la entrevista es, ante todo, una narración, porque nos acerca a los personajes entrevistados a través de sus opiniones personales (139), y en la misma línea se manifiesta David Vidal, quien basado en los estudios del teórico ruso Mijail Batjin, prefiere definir la entrevista no como un género específicamente periodístico, sino como un texto discursivo debido a que es una comunicación oral, es decir, enunciativa (140). José Javier Muñoz plantea cuatro condiciones que debe cumplir toda entrevista: interés real por su protagonista o por la calidad de sus respuestas, primera condición sin la cual no merece ser publicada; justeza en la transcripción, pues, aunque no se publique lo contestado literalmente, tiene que reflejar la intención de cada respuesta; naturalidad en lo escrito, que debe transmitir al lector el tono en el que se desarrolló la conversación; y amenidad, que son las aportaciones del periodista en la descripción del ambiente para lograr un texto agradable(141). Y Martínez Vallvey señala otras cuatro características fundamentales que considera definitorias de este género periodístico (142). En primer lugar es un tipo de texto difundido en cualquier medio de comunicación en el que se refleja la verdad del contenido de una conversación. La segunda condición es que este diálogo ha tenido que ser necesariamente planificado y programado. También, debe reflejarse el texto con la máxima claridad para que sea entendido por el receptor. Por último, la entrevista tiene el doble objetivo de informar y de formar culturalmente a la población. Podemos concluir que la entrevista es un género del periodismo informativo que refleja las respuestas de un personaje, cuyas opiniones, debido a su relevancia social, al cargo que ocupa, o a su implicación en hechos de la actualidad informativa, son de interés general. Por todo ello, las características esenciales podrían resumirse en cuatro puntos (143): 1. La entrevista es un género autónomo dentro del periodismo informativo.
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2. Su texto refleja una conversación basada en preguntas y respuestas para conocer las opiniones de un personaje. 3. Puede reproducir las palabras del periodista y del entrevistado en primera persona, o integrar las respuestas obtenidas entre comillas dentro de un texto creativo. 4. Su objetivo es obtener información de hechos y de opiniones que interesan al lector. Algunas notas para su realización. José Francisco Sánchez afirma que en una entrevista coinciden cuatro integrantes: el entrevistador, el entrevistado, el asunto y el contexto. De ellos, sólo uno permanece en el tiempo, mientras los otros cambian. Sólo el periodista continúa a través de las entrevistas de su vida (144). Es necesario señalar que también existen otros elementos, como el medio de comunicación para el que se hace, con sus especificidades, y el público al que está dirigido, especializado o no. En el presente apartado trataremos de la entrevista en prensa no especializada. La entrevista tiene tres momentos: la preparación del trabajo, la entrevista propiamente dicha, y la transcripción del texto. El primero es muy importante, y aunque en el periodismo se trabaja normalmente con urgencia, una buena preparación con datos sobre el personaje es imprescindible. Ésta es la fase en la que se determina si va a tener éxito el trabajo (145). Disponer de abundante documentación, y hablar con personas próximas al entrevistado puede ser el secreto para un buen resultado. Con este material se confecciona un cuestionario, que será una herramienta útil, aunque no debe ser considerado como un documento fijo, ya que durante la conversación pueden surgir nuevos asuntos de interés que no estaban previstos. En general, las preguntas que se hacen en una entrevista pueden ser clasificadas en abiertas y cerradas. Antonio López Hidalgo distingue, además, las extensas y las monosilábicas; y las generales y concretas (146). Las abiertas son aquéllas en las que el entrevistado tiene la posibilidad de responder como considere oportuno, mientras que las preguntas cerradas sólo admiten un monosílabo, aunque puede estar acompañado por una explicación. Guillermina Baena Paz distingue también las abiertas, con la definición anterior; las cerradas, que son aquéllas que ofrecen varias posibilidades de respuesta entre las que debe elegir el entrevistado, y las literales, que son las que requieren una respuesta concreta (147). Pero una clasificación de preguntas en cuanto al objetivo que persiguen dentro de la entrevista nos la aporta José Francisco Sánchez, quien considera que el éxito en ocasiones depende de cosas tan sencillas como el orden de las preguntas que se plantean, y recomienda una secuenciación bien planificada para lograr un buen trabajo (148): En primer lugar, y para ganar la confianza del entrevistado, se hacen las preguntas cómodas, fáciles de contestar, que aportan un ambiente distendido, apropiado para una conversación amistosa. Son cuestiones gratas de recordar para el personaje cuyas respuestas no van a aparecer en el texto que se publica, pero son el comienzo adecuado para una charla íntima en la que se establece un clima apropiado que posibilita obtener algunas confidencias. Es una fase de aproximación entre las dos partes, con el único objetivo de establecer un clima cordial que facilite la conversación posterior. A continuación se plantean las preguntas examen, que se hacen para comprobar la sinceridad del personaje, y, por tanto, el grado de fiabilidad de sus palabras. Las respuestas ya las conoce el periodista, pero se hacen para saber si existe una actitud a la defensiva por parte del entrevistado o no. Aquí, la imaginación del periodista es la pieza clave (149).
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Las preguntas ordinarias en orden creciente de dificultad van a continuación. Es la fase más importante de la entrevista. Por medio de preguntas auxiliares, se pretende llevar al entrevistado a las cuestiones más comprometedoras. Se trata de preguntar cosas que incluso pueden ya conocerse parcialmente, pero se hacen con el objetivo de obligar al personaje a manifestarse sobre algo que, si no es de esta forma, evadiría con facilidad. Es un procedimiento denominado por algunos periodistas como “la técnica del embudo”, aunque no es una regla aceptada por todos. Las preguntas de humo se utilizan a lo largo de la entrevista con el objetivo de ganar tiempo ante respuestas inesperadas. Son preguntas abiertas que plantean cuestiones poco importantes que no interesan al periodista, para que en ese intervalo pueda meditar sobre un nuevo replanteamiento de alguna circunstancia imprevista que aparece en la conversación, y repreguntar algún aspecto concreto. Una vez terminada la entrevista formal, vienen las preguntas finales sin grabadora ni bloc de notas. En estos momentos, el entrevistado se relaja y puede hacer alguna manifestación importante que en el transcurso de la entrevista no había hecho por estar a la defensiva. Es una fase que en ocasiones se convierte en la más importante de la conversación, pues en ella pueden aparecer respuestas sorprendentes, aunque las limitaciones éticas deben estar presentes. Siempre debe respetarse el “off the record” previamente pactado. Nos referimos a respuestas que se producen en los instantes finales, pero dentro de la conversación, cuando el entrevistado puede hacernos una confesión que hasta ese momento no había hecho. Finalmente llega el momento de redactar lo que se va a publicar, es decir, a todo lo grabado y anotado hay que darle forma. Para Núñez Ladevéze, la transcripción al papel de la entrevista puede hacerse de acuerdo a tres estilos(150): el directo, con la utilización de la primera persona, el indirecto, redactada en tercera persona, y el interpretativo, que se asemeja a un artículo en el que se incluyen las opiniones del entrevistado. Julio del Río también señala un modelo de entrevista redactada en tercera persona, dentro de la que se introducen algunas palabras entrecomilladas de las respuestas del entrevistado, sin la pregunta directa que las motivó. Es la entrevista que denomina narrativo-descriptiva, también llamada de semblanza o de personalidad (151), y que se parece a un artículo, ya que la frontera entre ambos géneros periodísticos en este caso es difusa. Se centra en los aspectos biográficos y de personalidad del entrevistado a través de sus respuestas, y permite de forma más abierta el uso de recursos literarios, aunque siempre debe prevalecer la función informativa. También pueden combinarse los dos modelos, el de pregunta-respuesta y el narrativodescriptivo, con un extenso sumario en el que se incluyen las palabras de mayor relevancia del entrevistado, y al que se añade a continuación el texto completo de las preguntas y respuestas, aunque no debe confundirse con la semblanza, en la que sólo se utiliza la tercera persona. David Vidal considera que hay que distinguir entre ambas, ya que la semblanza es un género de carácter biográfico que se centra en la personalidad del entrevistado, mientras que la entrevista con el modelo mixto antes explicado contiene algunas preguntas y respuestas en primera persona (152). Estructura. Aunque Antonio López Hidalgo opina que la estructura formal propia de este género es libre, especialmente en la entrevista creativa (153), la mayoría de los autores que lo han estudiado coinciden en proponer un esquema muy similar. Susana González Reyna
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considera que la entrevista consta de tres partes: la entrada, que sirve para la presentación del personaje; el cuerpo, que contiene las preguntas y las respuestas; y la conclusión, que puede ser la última respuesta, un comentario del periodista o el final del relato (154). Una estructura similar propone Guillermina Baena Paz (155): la entrada, que tiene como objetivo la atracción del lector; el cuerpo, con las preguntas y respuestas; y el final, con una frase significativa o la reflexión personal del periodista. También en la misma línea se encuentra la propuesta de Montserrat Quesada (156): la entradilla, donde se presenta al personaje con una tipografía diferente al resto del texto; la introducción, en la que se describe al entrevistado y el ambiente que reina en la conversación; y la coletilla, que es donde el entrevistador puede añadir un gesto creativo al texto a modo de conclusión sin incorporar juicio de valor. Esta autora, diez años más tarde, en una obra conjunta con Eric Frattini, sustituye la coletilla por el cuerpo, que es la entrevista propiamente dicha (157). Son muchos los autores que proponen una estructura dividida en tres partes: la presentación, donde se esboza el perfil del personaje con un pequeño currículo personal, aunque cuando se trata de una persona muy conocida se puede sustituir por una descripción sobre el ambiente que existe en el diálogo; las preguntas y respuestas, que aparecen de forma directa y en primera persona, tal y como se produjo en la conversación; y por último, el final, que puede ser un comentario personal como conclusión del periodista. El modelo de José Francisco Sánchez, va en esta línea: entrada, cierre y comentarios marginales (158); y lo mismo sucede con el que ofrece Martínez Vallvey: entradilla, introducción, cuerpo y cierre (159). Para este autor, la entradilla es todo el encabezamiento de la entrevista, y su función también es atraer al lector, por lo que destacan sus mismos dos objetivos: el informativo y el estético. La introducción va a continuación, y es donde se presenta al entrevistado con un estilo muy creativo, y redactado en tercera persona. El cuerpo está formado por las preguntas y las respuestas, que se reflejarán en primera persona. Por último, la entrevista termina con el cierre, que nunca debe ser una frase del periodista, aunque en ocasiones es admisible un toque literario personal al final del texto. La titulación, como en todo género periodístico, es importante para atraer la atención del lector, por lo que debe contener información acerca del contenido del texto. El modelo más corriente del título suele ser el nombre del entrevistado con una frase suya entrecomillada, y un subtítulo con otras declaraciones (160), aunque David Vidal opina que la titulación depende del tipo de entrevista, pues cuando se trata de una informativa lo adecuado es una frase que a juicio del periodista sea lo más importante de las declaraciones, pero en la entrevista de personalidad es más aconsejable un titular apelativo en tercera persona (161). En opinión de Martínez Aguinagalde, la entradilla, como complemento de la titulación, debe contener como mínimo tres datos del entrevistado: nombre, actividad habitual, y motivo concreto de la entrevista (162). Para Antonio López Hidalgo, el estilo de este género es libre, por lo que su función informativa no debe impedir un lenguaje creativo(163), y José Julio Perlado afirma que el estilo en toda entrevista debe respetar un escrupuloso equilibrio entre la profundidad y la amenidad, es decir, debe tener calidad informativa sin olvidar la belleza expresiva(164). Es un género del periodismo informativo, pero no tiene que contestar las cinco W, como en el caso de la noticia. Montserrat Quesada opina que en la entrevista se debe responder sólo a cuatro de ellas: quién es el entrevistado, qué es, cómo opina y dónde se realiza la entrevista (165). En la estructura de la entrevista informativa se pueden distinguir claramente tres partes, que los distintos autores denominan de forma diferente: 1. Presentación, que consta de titulación y entradilla, que junto a la fotografía y pie de foto nos muestran el personaje y el motivo de la entrevista. En el
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titular se refleja una frase importante de las contestaciones que recoge el texto, mientras que en la entradilla se ofrece un perfil del entrevistado, aunque cuando se trata de un personaje muy conocido se sustituye por un comienzo atractivo para el lector que explica el ambiente de la conversación. 2. Cuerpo, en el que se plasman las preguntas y respuestas en primera persona, con la mayor fidelidad posible a las palabras pronunciadas por el entrevistado -entrevista directa-, o está integrado por un texto más literario con algunas respuestas entrecomilladas del personaje -entrevista creativa-. 3. Final, o cierre, en el que se admite una frase final del periodista o una respuesta significativa del entrevistado.
Tipología. Sigfried Mendel(166) afirma que “las entrevistas son tan variadas como las personas que las conceden, los reporteros que las hacen y las noticias que las suscitan”, y Montserrat Quesada asegura que hay casi tantos tipos de entrevistas como periodistas entrevistadores(167). Dejando al margen la posible exageración de ambas aseveraciones, son varios los autores que clasifican las entrevistas en dos grupos. Antonio López Hidalgo distingue las de declaraciones, que son de contenido fundamentalmente informativo; y las de creación, con aportaciones más literarias (168), y David Vidal comparte esta idea con una propuesta casi coincidente: a informativa/temática objetiva/de declaraciones, que es la relacionada con la actualidad; y la de personaje/literaria/creativa, que tiene un tinte más subjetivo (169). Ésta segunda, que Montserrat Quesada denomina creativa o literaria, se centra en la personalidad del entrevistado y todo aquello que lo identifica, por lo que responde principalmente a “quién es”(170). Martínez Aguinagalde también distingue solamente dos tipos de entrevistas, que diferencia por los motivos que llevan al periodista a realizarla: por la actualidad de unos hechos de interés social, y por la personalidad del entrevistado, sin que ningún hecho noticiable se haya producido en su inmediatez (171). Son clasificaciones similares aunque proponen una terminología diferente, ya que en todas se distingue un modelo que se centra en un personaje de forma objetiva, y otro en el que se aprecia un texto más creativo. Pero otros autores consideran que entre las entrevistas hay suficientes factores que pueden hacer diversificar más los tipos de entrevistas. Veamos algunos de ellos. Martínez Albertos distingue tres modalidades(172): las declaraciones, que son aquellas en las que se reflejan las opiniones de un personaje sobre un asunto que tiene interés colectivo en ese momento; la entrevista de personalidad, que está motivada principalmente por la importancia de la persona entrevistada, y no por la oportunidad; y la entrevista con fórmulas ya establecidas, también llamada “cuestionario Marcel Proust”, que es un modelo en el que el entrevistado contesta a un formulario de preguntas ya preparado como si fuera un test psicológico, y que puede servir para revelar su personalidad. Martínez Vallvey coincide en parte con esta clasificación, aunque añade una más al distinguir, dentro de las que Martínez Albertos denomina declaraciones, las informativas o noticiosas y las de opinión o declaraciones. Su propuesta tiene cuatro tipos(173): las de personalidad, que se centran en la vida del entrevistado; las informativas, cuyo eje principal es interpretar un acontecimiento; las de opinión, que son las que recogen declaraciones en general; y las de cuestionario Marcel Proust, que serían las que tienen forma de test.
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José Acosta Montoro considera que siempre una entrevista está provocada por la actualidad, por lo que éste no puede ser el factor que las diferencie. En su propuesta señala cinco tipos, según la naturaleza de la información que la origina. No acepta el cuestionario Marcel Proust, y aporta una novedad al considerar la encuesta y la conferencia de prensa como modelos diferenciados de entrevista (174). Su clasificación es: la informativa, la de opinión, la de personalidad, las encuestas, y la conferencia de prensa. De ellas, la de personalidad es motivada por la relevancia social del entrevistado, y es la que Núñez Ladevéze considera con más valor literario y psicológico que informativo (175). La informativa es, según Montserrat Quesada, la que está centrada en el interés que despierta la opinión de un determinado personaje, por lo que debe someterse a las mismas normas de actualidad que en los demás géneros informativos, mientras la entrevista de creación tiene otros componentes aportados por el periodista y se acercan a la estructura de un artículo(176). José Javier Muñoz hace una clasificación de las entrevistas según su contenido y su realización (177): 1. Por su contenido, las entrevistas pueden ser: de personaje, que son las que tienen como primer factor la figura del entrevistado; las entrevistas de actualidad, cuyo tema central es el desarrollo de una información concreta; y las entrevistas de opinión, que son aquéllas donde lo importante son los puntos de vista de determinados personajes sobre asuntos de actualidad. 2. Por su realización, pueden ser urgentes, si se produce en un diálogo improvisado, y preparadas, cuando son formalmente solicitadas y preparadas. Luis Núñez Ladevéze plantea una tipología de las entrevistas según la forma de preguntar, entre las que distingue las preparadas y las realizadas de forma espontánea, aunque su clasificación más interesante es la que propone en cuanto a las personas entrevistadas (178): 1. Entrevista a persona idónea: la que se hace sobre un asunto a quien es su responsable, dentro de la que incluye la rueda de prensa. 2. Entrevista de autoridad: la que se hace sobre cualquier asunto a una persona por su prestigio social o su responsabilidad pública. 3. Encuesta periodística: la que se realiza con una muestra de la población para conocer la opinión pública. 4. Entrevista de personaje popular: cuando se hace a una persona conocida sobre asuntos que nada tienen que ver con la razón de su popularidad. Otros autores hacen clasificaciones más amplias, como Jorge Halperín que distingue seis tipos de entrevistas teniendo en cuenta lo que busca el periodista y también el grado de presencia del entrevistado (179), o Guillermina Baena Paz, que propone una clasificación teniendo en cuenta su estructura y su origen (180): Las entrevistas que se enmarcan dentro del periodismo informativo se distinguen, en primer lugar, por el motivo que las originan. Bajo esta perspectiva, hay dos tipos de entrevistas: las de personalidad y las de actualidad, aunque dentro de ellas se pueden distinguir varias modalidades. Las primeras tienen interés por parte del público por la persona entrevistada, independientemente de las cuestiones planteadas por el periodista o la actualidad informativa. Dentro de éstas se incluyen las del “cuestionario Marcel Proust”, y las conferencias de prensa, pues es el personaje el motivo de la entrevista. En la de actualidad, lo atractivo para el lector es lo sucedido recientemente, y no la persona que realiza las declaraciones.
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Sin embargo, la clasificación más importante es por la forma en que están redactadas. En relación con el modelo de texto, pueden ser entrevistas directas, en las que figuran las preguntas y las respuestas redactadas en primera persona; y las entrevistas creativas, que incorporan en su texto algunas respuestas obtenidas, pero se intercalan dentro de un texto que se aproxima al artículo. Un modelo en el que Montserrat Quesada considera que debe cumplir los dos objetivos principales que la caracterizan: la información, y la estética (181). Bibliografía. - ABRIL VARGAS, Natividad: Periodismo de opinión. Síntesis, Madrid, 1999. - ACOSTA MONTORO, José: Periodismo y literatura. Guadarrama, Madrid, 1973 (2 vols.). - ALDUNATE, Ana Francisca y María José LECAROS: Géneros periodísticos. Pontificia Universidad Católica de Chile, 1989. - ARFUCH, Leonor: La entrevista, una invención dialógica. Paidós, Barcelona, 1995. - BAENA PAZ, Guillermina: Géneros periodísticos informativos. Pax México, México D. F., 1990. - BALSEBRE, Armand, Manuel MATEU y David VIDAL: La entrevista en radio, televisión y prensa. Ediciones Cátedra, Madrid, 1998. - BERNAL, Sebastiá, y Lluis Albert CHILLÓN: Periodismo informativo de creación. Mitre, Barcelona, 1985. - BORRAT, Héctor: El periódico, actor político. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1989. - CASASÚS Gurí, Josep María: Iniciación a la Periodística. Teide, Barcelona, 1988. - NÚÑEZ LADEVÈZE, Luis: Estilo y Géneros Periodísticos. Ariel Comunicación, Barcelona, 1991. - CASTEJÓN LARA, Enrique: La verdad condicionada. Corprensa, Baruta (Venezuela), 1992. - DIEZHANDINO NIETO, María Pilar: El quehacer informativo. Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 1994. - DIJK, TEUN A. van: La noticia como discurso. Paidós Comunicación, Barcelona, 1990. - FRATTINI, Eric y Montserrat QUESADA: La entrevista. El arte y la ciencia. Eudema, Madrid, 1994. - GABRIEL: “Sofismas de distracción”. Sala de prensa. Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos. Marzo, 2001. - FERNANDO: Cómo escribir para la prensa. Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, 1985. - JOAQUÍN: Idioma e información. La Lengua Española de la Comunicación. Síntesis, Madrid, 1994. - JOSEP Lluis: Los titulares en prensa. Mitre, Barcelona, 1982. - JESÚS: El espectáculo informativo. Akal, Madrid, 1989. - SUSANA: Géneros periodísticos 1. Periodismo de opinión y discurso. Trillas, México D. F., 1991. - MARÍA J.: Análisis sociolingüístico-textual del lead en los diarios nacionales británicos. Tesis Doctoral inédita. Universidad de La Laguna, 1999. - ÁLEX: El estilo del periodista. Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 2001. - JUAN: Periodismo de opinión. Paraninfo, Madrid, 1984. - JORGE: La entrevista periodística. Intimidades de la conversación pública, Paidós, Buenos Aires-Barcelona, 1995. - HERNANDO CUADRADO, Luis Alberto: El discurso periodístico. Verbum, Madrid, 2000. - JORQUES JIMÉNEZ, Daniel: Discurso e información. Estructura de la prensa escrita. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 2000.
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Géneros de Interpretación
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Material complementario III.4 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
La palabra crónica deriva del griego “cronos” que significa “tiempo”. De allí que la “crónica” es un relato detallado de los acontecimientos. Se diferencia de la noticia porque lo que cuenta al principio es el final, es decir, empieza por el desenlace y luego sigue con los acontecimientos de acuerdo a como fueron desarrollándose temporalmente. Variantes en el armado de una crónica: 1. Pirámide normal: Siguiendo al pie de la letra el armado cronológico. En este caso el relato crece hasta el desenlace. 2. Martillo: Resume la información principal en las primeras líneas y luego relatando secuencialmente los hechos. Algunos autores creen que la crónica era el género periodístico privilegiado hasta que el formato pirámide invertida (la noticia breve) invadió las redacciones de los EEUU por considerar que es un estilo mucho mas ágil. Actualmente, en el periodismo latinoamericano, la pirámide invertida se ha convertido en el género periodístico por excelencia, aunque sigue usándose la crónica cuando la pirámide invertida resulta insuficiente. Las partes de la crónica Las crónicas se arman combinado diferentes elementos, estos son: Segmentos narrativos: Se dedican a los acontecimientos que pueden ser considerados procesos y ponen el acento en el aspecto temporal del relato. Esto hace que predomine el tiempo pretérito
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(“Martín Friedelmeier fue nombrado interventor del Museo del Libro”) y el presente histórico (“Encuentran valiosos ejemplares del siglo pasado que no habían sido catalogados en los inventarios del Museo del Libro”). Segmentos descriptivos: En este caso, el texto se detiene sobre objetos y seres dejando de lado el aspecto temporal. El proceso es descrito como un espectáculo y el objetivo es justificar el porqué de los acontecimientos así como también la psicología de los personajes implicados. Por otra parte, los segmentos descriptivos colaboran en la creación de la idea de que el periodista estuvo presente físicamente en el momento en que el acontecimiento tendrá lugar (“Sentado en el escritorio de madera, maltratado por las inoperantes administraciones que se han sucedido durante los últimos 40 años, el joven funcionario con un gesto soberbio, trata de encontrar los papeles que habrían dejado sus predecesores. En rigor, el museo no es antiguo pero todo parece viejo, las paredes muestran visibles manchas de humedad, las telarañas se esparcen por todas las esquinas posibles y los inventarios, escritos a pluma en registros amarillentos, se encuentran incompletos y desorganizados.”) Segmentos comentativos: Son conectores que aseguran un relato coherente. Algunos de los más comunes son: “por otra parte”, “sin embargo”, “además”, etc. Este tipo de recursos permiten crear la ilusión de que el cronista participa de los hechos desde el mismo lugar en que estos ocurren. Escenas dialogadas: Estos segmentos refieren a lo que otros dijeron y pueden incluirse en una crónica a través de: Discurso directo: “Iniciaremos un plan para remodelar el museo”, explicó el joven funcionario. En este caso se utilizan comillas para colocar el texto de manera tan exacta como se cree que fue dicho originalmente. Este estilo se utiliza cuando es necesario incluir una cita textual para dar un efecto de veracidad y mayor proximidad con el personaje. Discurso indirecto: El joven funcionario afirmó que iniciarían un plan para remodelar el museo. El periodista relata los dichos por el protagonista de la noticia en los casos que se considera irrelevante citar textualmente. Este procedimiento facilita el resumen de la información. El estilo indirecto requiere algunas transformaciones verbales, adverbiales y pronominales. Aunque esto resulte obvio en aquellas personas que poseen un buen dominio del lenguaje, creemos oportuno puntualizar algunas de las más frecuentes: Directo
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Mi Mañana Nosotros Ahora Haré / Voy ha hacer Hago Hice Yo Acá Indirecto Su Al día siguiente Ellos Entonces Haría Hizo Había hecho Él Allá Discurso narrativo: El equipo a cargo del joven funcionario iniciará un plan para remodelar el museo. En este caso el periodista asume los dichos pronunciados como un hecho. Desaparece el verbo que refiere (dijo, explicó, mencionó, afirmó, etc.) lo que da más fuerza al narrador que incluye como propios los dichos del personaje. La crónica, un género del periodismo literario equidistante: entre la información y la interpretación. Dr. Rafael Yanes Mesa Espéculo.
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Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid 1. El periodismo literario. Las relaciones entre la literatura y el periodismo son objeto de numerosos trabajos de investigación. Algunos autores consideran que son dos mundos completamente diferenciados, con objetivos y métodos muy distantes, mientras que otros matizan al afirmar que, si bien es verdad que el periodismo informativo expresado en la noticia tiene unas características propias muy distintas a las de una obra literaria, no es menos cierto que determinados géneros periodísticos se acercan claramente a lo que podríamos definir como una obra de creación con elementos próximos a la literatura. En el periodismo en sentido estricto destaca la función informativa con un lenguaje asequible para el lector medio, y donde lo importante es que lo escrito sea entendido con inmediatez por el consumidor de prensa. En la literatura, sin embargo, lo que importa es la forma, la belleza de expresión, y no que se comprenda desde una primera lectura. La obra literaria está dirigida a un público concreto, mientras que el periodismo es para toda la sociedad. Se podría afirmar que el lector de periódicos busca información veraz sobre la actualidad, y la quiere conseguir en un corto espacio de tiempo, mientras que el lector de libros lee sin prisas por el placer de la lectura, para disfrutar de la forma con la que está escrito y sin buscar ninguna novedad. Las diferencias entre ambos se difuminan en el periodismo literario. Son trabajos periodísticos con elementos propios de la literatura, o, dicho de otra forma, escritos literarios con una función informativa. Los lectores de los artículos que hoy proliferan en la prensa diaria buscan el placer de leer trabajos creativos en los que abundan recursos lingüísticos propios de una obra literaria, aunque informan sobre asuntos de candente actualidad. Es literatura, pues lo importante es la belleza del texto, pero también es periodismo, ya que no abandona su función informativa, por lo que no es adecuado afirmar que un escrito es periodístico o es literario pero no ambas cosas a la vez, ya que hay textos en los que la literatura y el periodismo “se abrazan” (López Pan, 1996: 123). Gonzalo Martín Vivaldi (1998: 249) cree que la diferencia entre periodismo y literatura no es que el primero represente la objetividad y la segunda la subjetividad. En su opinión, el buen periodismo es también literatura. Son dos disciplinas que hoy se solapan, pues la literatura es, o debería ser, un mensaje comprometido, un reflejo fiel del mundo en que se vive, y el periodismo supone, además de comunicación, revelación, descubrimiento de esa realidad. Es decir, la literatura tiene mucho de comunicación, y el periodismo también es subjetivismo sobre la propia realidad. Este autor concluye con la afirmación de que el periodismo no es un arte literario menor, sino un arte literario diferente. Además, la literatura y el periodismo aparecen unidos desde los inicios de éste: el periodismo tiene sus raíces en la literatura, especialmente en España, donde los primeros periódicos contienen gran cantidad de colaboraciones de escritores de prestigio. Manuel Vicent (Vilamor, 2000: 67) afirma que el periodismo es un género literario autónomo nuevo, ya que es el gran género literario nacido durante el siglo XX, del mismo modo que la novela lo fue en el XIX, el ensayo en el XVIII, el teatro en el XVII, o la poesía en el XVI. En su opinión, el siglo XX no podría entenderse sin el periodismo. Hay textos periodísticos elaborados con multitud de elementos lingüísticos literarios, al igual que también aparecen en prensa escritos literarios que contienen elementos
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informativos sobre la realidad del momento. Es el periodismo literario. Escritos que son Periodismo porque en ellos prevalece la actualidad, el interés y la comunicabilidad, y porque están escritos con el triple propósito de informar, orientar o distraer, pero también son Literatura porque contienen algo más que comunicación, interés y actualidad, y están escritos con un estilo muy personal (Abril, 1999: 137). 2. La crónica, entre la información y la interpretación. Algunos autores consideran que la crónica es un género claramente identificado dentro del periodismo informativo por el hecho de basarse en la noticia, ya que sin ésta pasaría a ser un relato histórico o un artículo valorativo (García, 1985: 60). Otros, como Martínez Aguinagalde (1997: 70), afirman que la crónica es el más interpretativo de los géneros periodísticos. Ninguna de las dos visiones es completa. Aunque es un género que contiene una inequívoca faceta informativa, tiene algo más que pura información, ya que su identidad está determinada por la interpretación y valoración de lo narrado. Por ello puede considerarse un género ambivalente, en tanto que es información, pero también interpretación, es decir, un género mixto entre el periodismo informativo y el periodismo de opinión. En cierta forma, la crónica es un género que existe antes que el propio periodismo. El relato interpretativo contado desde el lugar donde sucede un hecho noticioso aparece pronto en la historia de la humanidad. Su nombre tiene el antecedente etimológico “cronos”, que significa “tiempo”, por lo que hace referencia a una narración ligada a la secuencia temporal. Sin embargo, mucho más que la información, lo importante de este género es su función interpretativa, ya que la crónica es un texto que narra los hechos en un medio informativo con una valoración de su autor (Martín, 1998: 123). Se puede definir como una noticia interpretada, valorada, comentada y enjuiciada (Vilamor, 2000: 341), es decir, un género híbrido entre los interpretativos y los informativos (Hernando, 2000: 21) o que se encuentra en el límite entre los informativos y los de opinión (Gutiérrez, 1984: 114). Para el profesor Martínez Albertos (1983: 361), la crónica tiene esta doble finalidad, pues además de ser el texto narrativo de unos hechos, contiene también la valoración interpretativa de los mismos, ya que se trata de un género que, particularmente en España, está redactado con un estilo ambiguo entre el propio de un periodismo informativo y el de solicitación de opinión. En su opinión, la crónica es la narración de una noticia con ciertos elementos valorativos, que siempre deben ser secundarios respecto al relato del hecho que la origina. Se trata de un texto que intenta reflejar lo acaecido entre dos fechas, de ahí le viene su origen etimológico, y además forma parte de un grupo de géneros que él denomina para la interpretación periodística por encuadrarse dentro del marco referencial del “mundo del relato”. Gabriel García Márquez (2001: 2) tampoco cree que las fronteras de este género estén bien definidas, y estima que nunca se aprenderá a distinguir a primera vista entre géneros tan diferentes como el reportaje y la crónica, e incluso entre estos géneros periodísticos y el cuento o la novela. La crónica está a caballo entre la información pura, en cuanto aporta datos de actualidad, y el periodismo de interpretación, ya que incluye valoraciones personales (Muñoz, 1994: 133). Es necesario precisar la separación clara entre la crónica y el reportaje. Mientras una crónica la realiza un periodista desde el lugar de los hechos, en el caso del reportaje su autor puede estar ausente. Esta es la diferencia fundamental entre ambos géneros periodísticos. Si se hace una crónica de una sesión parlamentaria, de la guerra de Irak o de un partido de fútbol, la condición sine qua non es que el cronista se encuentre en
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el Parlamento, en el frente de batalla o en el estadio. Sin embargo, puede hacerse un reportaje sobre la Luna sin que el periodista la visite. Pero además, hay un elemento esencial que marca la estructura de la crónica: la secuencia temporal, que aunque en el reportaje se puede contemplar como elemento anexo, no conforma el centro del texto (Elías, 2003: 220). Pero posiblemente, la principal confusión con este género está producida desde el propio periodismo. Algunos periódicos anuncian una “crónica de nuestro corresponsal”, cuando se trata realmente de una noticia sin ningún componente interpretativo. El cronista tiene la misión de informar sobre lo sucedido, de contarlo, pero, a diferencia de la noticia, lo comenta desde su punto de vista. Es un relato sobre un hecho noticiable, pero en el que se incluye la valoración parcial de su autor. Se trata de una interpretación subjetiva de los hechos ocurridos, contados desde el lugar en el que se producen y con una implicación clara de su cronología. Por esta condición, son varios estudiosos los que apuestan por considerar que la crónica es un texto estrictamente informativo. Ana Francisca Aldunate y María José Lecaros (1989: 13) afirman que lo importante de este género es la función narrativa, y lo definen como un relato directo e inmediato de una noticia, una narración de los sucesos de actualidad con un esquema poco rígido. En su opinión, la crónica es un género esencialmente informativo, y lo definen como un relato desapasionado que muestra uno o varios hechos ordenados, con lead y en una estructura de pirámide invertida, es decir, se relata lo sucedido jerarquizando en forma decreciente las distintas partes teniendo en cuenta el interés informativo, como en la noticia. Sin embargo, dentro de este género, la información y la interpretación son dos componentes inseparables. Juntas forman la esencia de la crónica. Mientras que en el artículo, la noticia no forma parte del texto y sólo es su pretexto, en la crónica destaca la función informativa sobre un hecho que es interpretado por su autor. Es algo más que noticia y no llega a un género estrictamente de opinión. Además, su estilo creativo la acerca a la literatura. El profesor Martínez Albertos (1983: 360) afirma que la crónica puede ser considerada un género literario muy desarrollado en el periodismo latino, y desconocido, al menos con estas características, en el periodismo anglosajón. Cercano a una obra literaria también lo considera Héctor Borrat (1989: 122), quien asegura que la crónica es un texto redactado con estilo libre, firmado por su autor, y que se caracteriza principalmente por el uso de recursos propios de la literatura. Es un género de autor. Aunque el hecho relatado en la crónica es rigurosamente objetivo, está elaborado con una riqueza de vocabulario y con una interpretación personal que lo alejan del periodismo estrictamente informativo. Martínez Vallvey (1996: 109) destaca su carácter eminentemente literario, al afirmar que la crónica es un texto con sello personal no sólo porque suele ir firmado, sino porque el cronista comenta, amplía y ordena los hechos a su manera, y lo hace con estilo literario sin dejar de ser periodístico. 3. Un género de periodismo literario. En la crónica destaca su estilo creativo. No es la simple interpretación de un acontecimiento, sino la narración valorada de lo sucedido recientemente contado de forma amena. Según Manuel Graña, lo que distingue la verdadera crónica es precisamente el sello personal que se advierte, porque va firmada, y su autor, además de enjuiciar, prioriza los hechos a su manera (Martín Vivaldi, 1998: 139). El cronista es
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un testigo presencial que da fe de lo que ocurre, y lo hace con su particular forma de expresarse. El estilo personal de quien lo firma es lo que caracteriza a este género periodístico. La crónica se distingue por el sello de su autor, y esto forma la esencia misma del texto. Se trata de un relato informativo, es decir, la unión del relato y el comentario subjetivo de lo noticiable, ya que es un trabajo en el que se da cuenta de un suceso de actualidad a través de la visión personal de su autor. Es información, aunque por la subjetividad que supone la interpretación del cronista y por el estilo ameno con el que está escrito, se aleja del periodismo estrictamente informativo. Si quisiéramos delimitar el estilo de la crónica, por tanto, llegaríamos a la conclusión de que es fundamentalmente libre. Los elementos creativos que le dan la autoría del cronista conforman su esencia como texto diferenciado. Por ello, la firma es un dato importante para el lector por su triple función noticiosa-informativa-valorativa, aunque esa libertad está condicionada por el hecho que se narra, y que consiste en el núcleo informativo que la origina. Pero además, la crónica tiene los límites éticos del periodismo en general, que impiden la deformación de lo que realmente ha sucedido. Se plasma la visión personal del cronista, aunque sin desvirtuar los hechos noticiables objetivos. La interpretación subjetiva del periodista nunca puede significar una distorsión de lo ocurrido, ya que por encima de las preferencias ideológicas del cronista está la objetividad de lo acontecido. Después, el periodista ofrece su particular visión sobre las causas que lo han motivado o las consecuencias que en el futuro pueden haberse originado. En resumen, el hecho de firmar la crónica otorga a su autor toda la libertad expresiva en su estilo personal, pero este principio siempre debe contemplar las limitaciones deontológicas de la veracidad de los hechos narrados. Aunque dispone de total libertad de estilo, el cronista, como en todo trabajo periodístico, tiene la obligación de dirigirse al gran público, por lo que debe elaborar un texto claro, conciso y transparente. Es aconsejable la oración simple y el párrafo no demasiado extenso. Las frases no deberán exceder de las dieciséis o diecisiete palabras, y los párrafos de setenta a ochenta para facilitar la lectura. Para el profesor Martínez Albertos (1983: 363), el estilo de la crónica debe ser directo y llano, esencialmente objetivo, pero, al mismo tiempo, tiene que plasmar la personalidad literaria del periodista que la firma. Según este autor, aunque la crónica es un género que admite la forma expresiva del estilo literario, no debe aceptarse un exceso de estilo editorializante, es decir, de juicios de valor que dejen en un segundo plano la función informativa. La crónica tiene, además, el propósito de orientar, por lo que esta libertad de estilo también deberá combinarse con el conocimiento previo del acontecimiento del que se habla, de forma que el lector adquiera un conocimiento global desde un determinado punto de vista, pero siempre con la belleza expresiva propia de un género del periodismo literario. Teniendo en cuenta todo ello, puede definirse la crónica como “un texto del periodismo literario redactado desde el lugar en el que han ocurrido unos hechos noticiables, y donde es imprescindible la interpretación de su autor”. 4. Un modelo estructural libre. La crónica es un género informativo-narrativo con absoluta libertad expresiva, por lo que permite no ceñirse a la estructura formal de la pirámide invertida, que es una característica del periodismo exclusivamente informativo. No obstante, como en todo
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trabajo periodístico, la titulación es el principal medio para atraer al lector. En el título debe quedar claro que no es una noticia. Para ello es necesario que la titulación tenga elementos interpretativos. Un titular frío e imparcial hace que el lector se acerque a su texto sin percibir que se trata de una valoración de lo que ha sucedido. Nunca debe comenzarse con una titulación eminentemente informativa. Álex Grijelmo (2001: 482) considera que los titulares de las crónicas pueden ser de tres tipos: como cualquier otra noticia, es decir, con importancia en el contenido informativo; con cierta carga de interpretación, que es el titular más específico de este género; y con una opinión, bastante utilizado en las crónicas taurinas y deportivas. El primer tipo no parece adecuado para este género, ya que una crónica no es “como cualquier otra noticia”. El primer párrafo, además, tiene la función de captar un mayor interés por parte del lector. Para ello, se debe comenzar con un juicio acertado y original, o con una apelación a lo sucedido por medio de una frase impactante. El objetivo es que el receptor se sienta atraído por su lectura hasta el final del texto. Es corriente una técnica que consiste en dejar algún interrogante de cierta importancia en la entradilla para obligar a buscar la respuesta en el cuerpo, pero es necesario hacerlo con precaución, ya que el interés suscitado debe verse finalmente compensado. En opinión de Susana González Reyna (1991: 37), la crónica es un género que recurre a la forma narrativa para el relato de lo sucedido, por lo que le corresponde la estructura de un texto unitario. En su opinión, este género tiene unas características en su redacción basadas en cuatro condiciones: Evocar el suceso que se quiere destacar, ordenar los datos importantes, dar el tono adecuado para atraer al lector y agregar un comentario personal del periodista de forma discreta y elegante. Esta autora propone una estructura sencilla de tres partes que considera igualmente importantes: La entrada, que debe tener fuerza y resultar atractiva, el relato, que incluye los detalles importantes de lo sucedido y la conclusión, que es el final del relato, aunque no un juicio. Pero en la crónica se distinguen claramente sólo dos partes: la titulación y el cuerpo. Como componentes de la primera se pueden contemplar el título -que puede tener antetítulo y subtítulo-, y el lead -que en su defecto hace su función el primer párrafo-. El lead, aunque con la función de atraer al lector que lo caracteriza en todo género, no debe incidir en el hecho noticioso, y es aconsejable que contenga recursos literarios originales. El cuerpo de la crónica tiene un estilo libre, por lo que es difícil prever si el cronista va a dar más o menos importancia al hecho noticiable, o, por el contrario, es la valoración lo más destacado de su trabajo. Además, no parece adecuado especificar una composición con una presentación, argumentación y conclusión, pues el orden de las partes que lo componen es diferente en cada una dependiendo de su autor. La conclusión no está siempre al final del relato, pues muchos cronistas prefieren hacer la valoración al principio, e incluso en los titulares, mientras que la argumentación normalmente va a lo largo de todo el texto. Es un género con una estructura formal absolutamente libre. 5. Sólo dos modalidades. Las crónicas son tan variadas como los estilos de sus autores. Cada cronista imprime su sello personal, por lo que intentar hacer una clasificación válida para todos los casos es una misión algo complicada. Por ello, algunos autores prefieren distinguirlas teniendo en cuenta el asunto del que tratan -crónica de sucesos, crónica deportiva, crónica taurina…- o el lugar desde el que se realizan -crónica de corresponsal en el
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extranjero, crónica de corresponsal en provincias, crónica de enviado especial…(García Núñez, 1985: 63). Lorenzo Gomis prefiere diferenciarlas en sólo dos tipos: la crónica que cubre un lugar, y la crónica que cubre un suceso. Para este autor, mientras que en el primer grupo el periodista relata y valora cualquier asunto que se presente en el sitio desde donde la realiza, en el segundo caso lo normal es que se trate de un especialista en crónicas judiciales, deportivas o parlamentarias. Pero además de estos criterios, lo que define a una crónica es su estilo. Se trata de un texto que siempre debe estar elaborado con recursos creativos, ya que es el rasgo característico de su esencia como género periodístico diferenciado. En palabras de Martín Vivaldi (1998: 139), todo buen cronista debe “informar literariamente”. Pero también es un texto informativo, por lo que debe estar redactado con claridad, sencillez y precisión. Son textos que informan sobre acontecimientos políticos, sociales, deportivos o taurinos desde el lugar en el que se han producido, pero el cronista imprime su propio estilo en un género que podemos considerar “de autor”. Y esta dualidad es la que permite diferenciarlas en dos grupos. Cuando su estilo le da un contenido preferentemente centrado en la función informativa sin llegar a ser una noticia, tenemos la crónica informativa; y cuando principalmente está inclinado hacia una valoración de lo sucedido sin olvidar la información, se trata de una crónica valorativa. 6. Referencias bibliográficas. Abril Vargas, Natividad: Periodismo de opinión. Editorial Síntesis, Madrid, 1999. Aldunate, Ana Francisca y María José Lecaros: Géneros periodísticos. Pontificia Universidad Católica de Chile, 1989. Borrat, Héctor: El periódico, actor político. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1989. Elías Pérez, Carlos: La ciencia a través del periodismo. Nivola Ediciones, Madrid, 2003. García Márquez, Gabriel: “Sofismas de distracción”. Sala de prensa. Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos. Marzo, 2001. García Núñez, Fernando: Cómo escribir para la prensa. Ibérico Europea de Ediciones, Madrid, 1985. González Reyna, Susana: Géneros periodísticos 1. Periodismo de opinión y discurso. Editorial Trillas, México D. F., 1991. Grijelmo, Álex: El estilo del periodista. Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 2001. Gutiérrez Palacio, Juan: Periodismo de opinión. Editorial Paraninfo, Madrid, 1984. Hernando Cuadrado, Luis Alberto: El discurso periodístico. Editorial Verbum, Madrid, 2000. López Pan, Fernando: La columna periodística. Teoría y práctica. EUNSA, Pamplona, 1996.
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Martín Vivaldi, Gonzalo: Géneros periodísticos. Reportaje, crónica, artículo. Análisis diferencial, Paraninfo, Madrid, 1998. Martínez Aguinagalde, Florencio: El uso de la entradilla en los textos periodísticos informativos e interpretativos. Editorial Fragua, Madrid, 1997. Martínez Albertos, José Luis: Curso General de Redacción Periodística. Editorial Mitre, Barcelona, 1983. Martínez Vallvey, Fernando: Herramientas periodísticas. Librería Cervantes, Salamanca, 1996. Muñoz González, José Javier: Redacción periodística. Librería Cervantes, Salamanca, 1994. Núñez Ladevéze, Luis: Introducción al periodismo escrito. Ariel Comunicación, Barcelona, 1995. Rodríguez Jiménez, Víctor: Manual de Redacción. Paraninfo, Madrid, 1991. Vilamor, José R.: Redacción periodística para la generación digital. Editorial Universitas, Madrid, 2000.
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Material complementario III.5 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
En el oficio de reportero se puede decir lo que se quiera con dos condiciones: que se haga de forma creíble y que el periodista sepa en su conciencia que lo que escribe es verdad. Quien cede a la tentación y miente, aunque sea sobre el color de los ojos, pierde. Gabriel García Márquez Definiciones previas. Los géneros interpretativos combinan la información con la opinión y de ese cóctel surgen las crónicas, los reportajes interpretativos, las entrevistas, etc. El reportaje objetivo cumple en gran parte las mismas funciones que la noticia. Presenta bastantes elementos comunes, sobre todo que el periodista mantiene una perspectiva de distancia en la presentación de los hechos. Es un relato descriptivo que no debe incluir opiniones personales o valoraciones del redactor. Quizá el rasgo característico más evidente en comparación con la noticia es que su extensión generalmente es mayor. El reportaje, por tanto, permite al periodista ofrecer un mayor número de datos complementarios que cuando redacta una noticia en la que debe ceñirse a los elementos esenciales, dada la limitación de espacio con la que trabaja. También encontrábamos diferencias en lo que se refiere al lenguaje. En el caso de la noticia ya sabemos que se aplican unas normas estrictas y un lenguaje bastante definido (sobre todo en las de agencia). En el reportaje el periodista disfruta de una mayor libertad expresiva siempre limitada por la función de informar. Si escribimos un reportaje, podremos utilizar algunas estructuras sintácticas poco frecuentes en las noticias, o elaborar descripciones más creativas, pero no se nos podemos olvidar que nuestra función es ante todo informar con profundidad al lector de unos hechos determinados. Si nuestra creatividad supone una dificultad añadida para que el lector pueda recibir esos datos informativos de un modo claro y directo, nos habremos equivocado en el planteamiento. El reportaje informativo constaba de dos partes: el lead o entradilla, y el cuerpo del mismo. El lead del reportaje pretende ganar la atención del lector desde la primera frase, a diferencia del lead de la noticia que tiene como función prioritaria condensar la
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esencia de la noticia. No es necesario que la entradilla del reportaje reúna los datos esenciales de los acontecimientos o hechos que se describen. Pretende atrapar el interés del lector para que continúe la lectura del reportaje. Para ello puede aplicar distintas fórmulas de lead utilizando: la ironía, el contraste o la sorpresa. Cuando lo consideremos oportuno podremos utilizar también el lead informativo característico de la noticia. En el cuerpo del reportaje el periodista tampoco tiene que ceñirse a la estructura de la pirámide invertida casi obligatoria en las noticias. Además de aplicar esta estructura cuando la estime conveniente, el redactor puede combinar datos esenciales con datos complementarios para mantener el interés del lector y la intensidad del relato. Tengamos siempre en cuenta que en el reportaje no es obligatoria la exposición de los datos en estricto orden decreciente de importancia. El otro gran tipo de reportaje, y la estrella de hoy, es el reportaje interpretativo que sí presenta unas diferencias muy significativas frente al objetivo. El reportaje interpretativo pertenece a los llamados géneros híbridos o interpretativos, combinando componentes propios de los géneros informativos con otros utilizados en los géneros de opinión. En el reportaje interpretativo el periodista relata un hecho de actualidad pero introduce también determinados juicios de valor. El periodista se permite abandonar su compromiso de permanecer ausente de la información utilizando elementos subjetivos. El movimiento llamado "Nuevo periodismo", que surgió en EEUU en los años 60, desarrolló este tipo de reportajes rompiendo muchos de los tabúes y normas que regían el periodismo (entraremos más en profundidad en esta escuela periodística cuando tratemos el reportaje novelado y otras maravillas del nuevo periodismo). Los reportajes interpretativos suelen tener una gran creatividad: la libertad lingüística es total, la estructura del relato es libre. El autor puede llegar a recrearse con su propio estilo literario buscando la originalidad. Todo, o casi todo, le está permitido siempre y cuando interese al lector. En España tenemos grandes autores de este tipo de reportajes; por citar alguno, destacan los de Juan José Millás o Manuel Rivas en las páginas del suplemento dominical de El País. El reportaje interpretativo. Igual que la noticia tiene su género interpretativo en la crónica, el reportaje también puede experimentar esa transformación. No es lo más usual, puesto que el motivo de un reportaje suele radicar en algún acontecimiento cercano y único, mientras que la crónica ?cuyo nombre, como ya vimos, está relacionado con cronos, ?tiempo? en griego? suele buscar antecedentes y consecuencias, yendo de adelante hacia atrás y viceversa, aunque se refiera a un hecho ocurrido en el día. El reportaje interpretativo encuentra su mejor acomodo en las publicaciones semanales, quincenales y mensuales (lo que no quiere decir que se excluya de los diarios, principalmente si disponen de suplementos con esa periodicidad). En ellas parece más lógico que el reportero afronte su trabajo teniendo en cuenta un mayor periodo de tiempo, un ?cronos? que, además, le permite escribir con distinta presión de cierre de la que rodea al reportero de un diario. Asimismo, el reportero de un semanario tiene la ventaja de apreciar las consecuencias que tuvo dos días más tarde lo que ocurrió hace exactamente tres, y de incluirlo todo ello en un mismo trabajo. Es decir, puede interpretar lo acontecido un día según la evolución inmediatamente
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posterior. El reportero de un diario también podría utilizar esa ventaja, pero después de haberse pronunciado ya el día en cuestión. Para el reportaje interpretativo pueden valer las técnicas de las que hemos hablado en las respectivas entregas sobre el reportaje informativo y sobre la crónica. En resumen, harán falta un hilo conductor y mucho cuidado a la hora de calificar los hechos y las personas. Vemos a renglón seguido un ejemplo: ?¿Qué ha sido del temible Ejército Rojo, orgullo de la URSS y punta de lanza de una política imperial que sometió bajo su yugo a gran parte de Europa? Las Fuerzas Armadas rusas, nacidas el 7 de mayo de 1992, han recogido su legado, pero antes de tener siquiera tiempo de reorganizarse ya se ven inmersas en la crisis. Una crisis de identidad, moral, política y económica. El desencanto reina en todos los cuarteles de Rusia. Nada más recuperarse de su enfermedad, Yeltsin, veterano de Chechenia, ha vuelto a ahogarse en vodka. De vez en cuando, arenga a los reclutas para olvidar que tiene los bolsillos vacíos. La paga de estos soldados, que ya se venía retrasando desde 1994, sufrió un parón absoluto tras la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en julio del año pasado. Como resultado, unos 30.000 oficiales, entre los que se encuentran los mejores especialistas, han presentado la dimisión en pocos meses. Para poder seguir manteniendo a sus familias, gran parte de los suboficiales se dedica a descargar vagones en las estaciones, acarrear piedras en las canteras o se convierten en improvisados guardaespaldas. Sin embargo, cuando te destinan a la otra punta del país, auna zona desolada y lúgubre, te encuentras en un callejón sin salida. ¿No me ha quedado más remedio que vivir a costa de mis padres, que al menos reciben una pensión?, confiesa avergonzado un teniente coronel de aviación. Algunos de sus colegas no han dudado en recurrir a las reservas de armamento. Los desertores se lanzan al robo y al atraco a mano armada. Además, una ola de suicidios, señal del desamparo reinante, inunda las filas del Ejército: más de mil suboficiales se quitaron la vida en 1996, es decir, un 26 por ciento más que el año anterior, sin olvidar el número de soldados desconocidos que corrieron la misma suerte. Este fenómeno afecta incluso a los sectores de mayor relieve. A principios de noviembre, Vladímir Nerchai, director del Instituto de Investigaciones sobre Armas Nucleares de Snekinsk, se pegaba un tiro al no poder soportar por más tiempo la angustia de los 3.000 investigadores y técnicos que no disponían de fondos desde el verano. Para completar esta imagen de desolación, varios reclutas han muerto de hambre desde 1993 en Extremo Oriente. En otros lugares, algunos reclutan se mantienen con vida a base de devorar sus raciones de supervivencia. Esta situación acabó con la vida de una tercera parte de los soldados en 1995. Atractivo y de complexión atlética, el capitán Andrei N., que ronda los 30 años, manda desde hace seis un regimiento cuya misión es proteger uno de los almacenes de municiones más grandes de Rusia occidental. Tiene que alimentar a 300 hombres, pero hace meses que no ve un rublo de Moscú. ?Si los militares se rebelan, el gobierno lo lamentará, pero ya será demasiado tarde?. Mientras tanto, la guarnición hace lo que puede para sobrevivir. ?Ayudamos a los campesinos en la recogida de la cosecha y ellos nos venden las coles a mitad de precio?. La mayoría de los oficiales y soldados no poseen más que el uniforme que llevan puesto, un atuendo demasiado ligero para la crudeza invernal. Los cuarteles, por otra parte, son de los años 60, pero ya tienen las huellas de la degradación: paredes renegridas, juntas que se tambalean, iluminación insuficiente, sanitarios desfasados? ?Y ni siquiera tengo con qué pagar el combustible necesario para la calefacción?, continúa diciendo Andrei. ?¿Pero qué pretenden en Moscú? ¿Es que quieren que hagamos saltar el arsenal por los aires? Si es necesario, haremos temblar los cimientos del Kremlin?. El desastre de la campaña chechena ha empañado el prestigio del uniforme, además de dejar una profunda huella en la identidad del ejército. ?La gente nos acusa de haber matado a miles de civiles,
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pero ¿por qué no acusan en cambio a los que han desatado esta absurda guerra civil??, afirma indignado Guennadi, comandante de una división de tanques?. (?). (Cambio 16, 10 de febrero de 1997. Silvana Pasquier / Alla Chevenika). ¿Qué diferencias se dan entre este reportaje interpretativo y una crónica? Sobre todo, el campo temporal. No se trata de algo ocurrido en el día, sino de una serie de hechos acaecidos en distintos momentos, y con un nexo entre ellos, que sirven al autor para establecer una interpretación que los abarca. Igualmente, se añaden opiniones de algunos de los actores principales implicados en lo que se narra, mientras que una crónica puede prescindir de ellos. El reportaje interpretativo lleva noticias y entrevistas; puede reunir en su desarrollo a todos los géneros periodísticos; constituye el examen de un tema en el que se proporcionan antecedentes, comparaciones, derivaciones y consecuencias de tal manera que el asunto queda trazado con amplitud y en forma cabal. Pasos del reportaje Entre las fases que algunos autores ?como Ulibarri, Rojas Avendaño, Vivaldi y Riva Palacio? advierten en la realización del reportaje, están: 1) Elegir el tema, que nace a partir de una idea. 2) Trazar objetivos y enfoque del trabajo. 3) Programar y desarrollar la investigación, incluyendo todo tipo de fuentes: hemerográficas, bibliográficas, documentales, personales, etcétera. 4) Procesar, seleccionar y jerarquizar información: datos básicos y de actualidad, testimonios, ambientes, sobre personas, conceptos, interpretaciones... 5) Estructurar contenido y escribir el reportaje. 6) Publicar. De manera sintética esas seis etapas pueden resumirse en tres pasos: definición temática, investigación y procesamiento, y escritura y publicación. Elección temática. Respecto de la elección del asunto por desarrollar, distinguiremos dos tipos de reportaje: los que surgen a partir de las noticias del momento, y aquellos que los periodistas emprenden por propia iniciativa. De hecho, podemos considerar tanto al reportaje informativo como al interpretativo como la profundización contextualizada y enriquecida de la noticia. A su vez, los trabajos periodísticos que no nacen de la actualidad deben su existencia a intereses e inquietudes del propio reportero o editor, en ocasiones a partir de providenciales lecturas o pistas de interés halladas al revisar archivos. En este contexto, de acuerdo con William Blundell, para responder al porqué y cómo de un suceso, resulta pertinente planear el reportaje en función de seis puntos: 1. Historia: cómo se relaciona el pasado con lo que ocurre hoy. 2. Alcance: qué tan generalizado y variado es el fenómeno, a quién afecta y de qué manera. 3. Causas: por qué motivo ocurre hoy ese hecho. 4. Impacto: cuáles son las consecuencias.
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5. Contracorrientes: qué dicen y hacen fuerzas contrarias. 6. Futuro: qué podría suceder en ciertos casos y si no se resuelve el problema en cuestión.
Investigación y procesamiento. La investigación periodística, por su parte, requiere de un proceso de planificación. Para introducirse en algún tema, se recomienda acudir primero a la hemeroteca o a bancos de datos o navegar en el ciberespacio, con el propósito de hallar y extraer información de apoyo sobre los antecedentes de un asunto determinado y gracias a la cual podría tener una perspectiva sobre lo que se ha publicado, omitido o soslayado del mismo. Posteriormente, vale la pena rastrear, revisar, leer y marcar libros, revistas y toda clase de documentos referentes al tema. Y para redondear el trabajo investigativo, resulta imprescindible entablar contacto directo con protagonistas de la información y concertar entrevistas, sondeos, indagaciones, y rescatar puntos de vista e interpretaciones tanto de ellos como de testigos, contrapartes, expertos, representantes, y con toda persona que pueda facilitar más informes, opiniones o testimonios de interés. Raymundo Riva Palacio asegura que las pesquisas han de concluir cuando el periodista sepa más sobre el tema que sus interlocutores. Una vez reunido todo ese caudal informativo, el reportero debe establecer criterios para su jerarquización y procesamiento de acuerdo con el enfoque y los objetivos previamente marcados. Redacción y estructuras. Al respecto, Gabriel García Márquez resalta con acierto: ?El reportaje es como una salchicha: debes saber dónde empieza y dónde acaba. Porque si no, lo vas llenando de datos y nunca terminas? Y en efecto: es conveniente trazar un esquema previo antes de emprender la redacción, a fin de no perderse en el cúmulo de datos, establecer las etapas más importantes, y darle unidad y coherencia al relato. Tal esquema o estructura de contenido incluye: a) Entrada, b) introducción o contexto del asunto, c) desarrollo y d) conclusión o remate. Entradas. Las mejores entradas son como los umbrales de las galerías comerciales: misteriosas. Dejan al transeúnte ?en este caso al lector? en suspenso y con la curiosidad de conocer qué hay dentro; en suma, lo dejan con una pregunta sin respuesta en la mente. El propósito es llevar al lector a leer el siguiente párrafo y muchas veces, si se tiene éxito, a todos los demás párrafos. García Márquez prefiere la entrada anecdótica: ?Piensa en la anécdota que más te impresionó y escríbela. Siempre es difícil, pero siempre sale?. Aquí podéis ver una completa tipología de las entradas periodísticas:
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a) Noticiosa, sintética o de panorama: resumen del asunto o visión panorámica de lo que se va a tratar. b) Descriptiva: pinta escenarios donde se desarrollará el reportaje. c) Histórica o narrativa: empieza relatando un suceso en plan secuencial. d) Contrastada: ofrece elementos de comparación o contraste en torno al tema. e) Analógica: presenta comparación o contraste, pero a manera de metáforas. f) De definición: define los principales elementos del trabajo periodístico. g) De juicio: plantea juicios o críticas u opiniones del reportero sobre el asunto por abordar. h) De detalle: resalta un pequeño pormenor ?escena, frase, anécdota, diálogo, etcétera? para enganchar al lector. i) Coloquial: con una pregunta u otro tipo de expresión que busca involucrar al lector, sugiere un diálogo con el mismo. j) De cita: refiere una declaración central como hilo conductor del reportaje. Introducción y contexto. Si el arranque o entrada debe atrapar la curiosidad del público, el párrafo o párrafos de introducción o contexto precisan ubicarlo brevemente respecto de las coordenadas polémicas, noticiosas o de interés social que el asunto por tratar engloba. Planteado esto, se abre paso al desarrollo del reportaje en cuyo curso ha de ofrecerse la información recabada, que puede reforzarse con opiniones, testimonios y descripciones. Aquí también se presentan mayores antecedentes, detalles y posturas, procurando manejar una prosa más libre en cuanto al estilo. Desarrollo. Existen varias estructuras para organizar el desarrollo del reportaje: a) Por bloques temáticos: breves asuntos específicos que se van concatenando a lo largo del texto. b) Cronológica: en el orden que ocurrieron los hechos; muy similar a la crónica. c) Dialéctica: utiliza más puntos de vista que información y sobre ciertos puntos se van tejiendo contrastes, similitudes, diferencias... d) En orden a la investigación: se refieren las aristas informativas de acuerdo a como se han encontrado. e) Enigmática: busca crear suspenso narrativo y en función de ello se organiza y presenta la información. f) Por elementos de investigación: sea por personas, documentos o lugares. g) Por fuentes: conforme a la calidad noticiosa o relevancia de los informantes o documentos. h) Por escenas: narra y describe acontecimientos, personas o lugares para fundamentar el problema en cuestión. i) Coloquial: libertad en su presentación y sin orden definido; las circunstancias imponen la secuencia del relato; muy usada por escritores. Es importante señalar que en torno a tales estructuras no existen linderos inamovibles. Por tanto, el reportero, si así lo considera conveniente para los fines de su trabajo y lo hace dándole una coherencia interna, puede tomar lo mejor de alguna o algunas de las estructuras arriba expuestas. En el cuerpo o desarrollo, entonces, el periodista sustenta el enfoque ideado desde el principio, en función del cual va enlazando los elementos informativos, analíticos, opinativos y de interpretación para dar cuenta cabal del asunto tratado y luego concluir con un broche de oro conocido como remate o cierre.
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Subtítulos. Éstos son altos en el camino del texto que sirven para: 1. Ordenar: agrupando tramos de un texto extenso referidos a un mismo aspecto. Esto también se refiere al ordenamiento mental del lector. 2. Dar un descanso: para el lector resulta visualmente agotador encontrarse con grandes sábanas de texto. Por diagramación, por carácter, por atractivo, el subtítulo resulta ser una especie de descanso visual que además, reimprime una nueva fuerza al interés del lector. 3. Establecer ¿minicapítulos? al interior del reportaje. El subtítulo debe ser tan creativo como el título. En lo posible hay que evitar convertirlo en un resumen de lo que viene a continuación. Además, en la mayoría de los casos no acepta más de tres palabras como máximo. Muchas veces puede ser un par de palabras sacadas del texto que lo precede, o una o tres palabras que llamen especialmente la atención y que de un modo indirecto o directo se relacionen con lo que sigue. Lo ideal es ir subtitulando a medida que se escribe el texto, para ir ordenando el reportaje (o para ir ordenando nuestra mente). Puede ocurrir que al terminar el texto, una vez que lo revisemos, descubramos que uno o más subtítulos deben ser suprimidos o, también, que notemos que falta un subtítulo en una zona del cuerpo de texto. Las divisiones que otorgan los subtítulos sólo serán funcionales y correctas en la medida en que las partes que lo constituyen se mantengan ligadas, aun cuando se opongan o contrasten. Además, hay que cuidar que el texto que secunda al subtítulo no responda a un tema distinto del principal del reportaje. Remates. El remate viene a ser como el tiro de gracia para un condenado o la única y gran cereza del pastel: puede subrayar, sintetizar, sugerir, redondear, proyectar... Lo importante del cierre consiste en que significa la despedida del lector y por ello necesita ser breve, significativo y memorable. Algunos tipos de remate son los siguientes: a) De retorno: cierra con el elemento informativo referido en la entrada. b) De conclusión: sintetiza conclusiones lógicas. c) De sugerencia o llamamiento: se aconseja o se sugiere. d) De detalle: pequeño elemento ?puede ser una anécdota? que resume el contenido del reportaje. e) Rotundo: frase u oración enfática que refleja el sentido de la investigación. El reportaje, en suma, constituye el género periodístico con mayor exigencia investigativa; que ofrece total libertad para desarrollar un estilo literario; y gracias al cual se conocen a los verdaderos escritores del periodismo. Rompiendo la estructura. Un texto debe tener vida. La vida es movimiento, se constituye por altos y bajos, por tensiones y distensiones. Un texto también. Un reportaje debe tener este desarrollo móvil; debe mostrar que en él hay vida, nervios, jugos, fluidos, amores, odios y pasiones. Un reportaje debe tener un inicio, un desarrollo, un clímax y un cierre, no importa cuál sea su orden. Se puede comenzar por el cierre, seguir por el inicio, continuar con el desarrollo y acabar con el clímax. Se puede jugar, la curva dramática la dibuja y la define el periodista. Este es el momento para jugar con el ¿flash-back? y el ¿racco?
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Como autores debemos saber lo que irá ocurriendo en el texto, pero jamás debemos anticipárselo al lector... ya saben, no queremos que nuestro trabajo termine como envoltura de pescado. Cualquier anticipación que hagamos evitará que el lector se asombre o emocione con lo que viene; se romperá la magia y el juego de seducción. Después de enunciar algo general, podemos pasar a un detalle. Pero ir de un detalle hacia lo generales infinitamente más difícil y requiere que la particularidad sea realmente determinante en la generalidad. Cuando hablamos de más aburrimos. Nos arriesgamos a que el lector nos abandone. ¿Cuál es el límite? Sólo debemos explicarle al lector aquello que realmente amerite explicación. Hay que saber diferenciar lo accesorio de lo principal; escribir más de algo no siempre agrega información. Utilizar recursos literarios como la metáfora y la comparación, enriquecerá el texto siempre y cuando el recurso sea acertado y creativo. Por ejemplo, decir que ¿esta mujer tiene un cabello dorado como el trigo maduro en una tarde de estío? es jugar con la metáfora y la comparación de un modo demasiado poco creativo, pues este tipo de metáforas y comparaciones fueron muy utilizadas por los románticos. Pero decir que ?su pelo amarillo natural se enrosca como el humo de un puro expuesto a una leve corriente de aire? es creativo, atrae y mueve. La imagen es otro recurso literario que podemos usar para crear efectos de alto interés para nuestros lectores. La imagen es más potente que la metáfora y la comparación, pues recrea un hecho verdaderamente ocurrido en el pasado, reinyectándole fuerza viva. Cómo se accede a la imagen: mediante la reconstrucción de escenas y diálogos. Así de simple. Eso sí, es reconstrucción, recreación, no creación ni construcción; es verdad, no creación imaginaria. Aquí generalmente se utiliza el presente como tiempo verbal, pues es más directo y provoca más choque y emoción. Y ya que hemos tocado, aunque tangencialmente, el tema de los tiempos verbales, hay que recordar que cada vez que escribimos, debemos mantener la continuidad verbal en nuestro texto. Ojo, esto no es nada fácil. Por lo mismo, no basta con intentar lograrlo mientras vamos escribiendo, debemos poner especial atención en esto en el momento de la corrección y edición. Cada vez que escribimos debemos tener en cuenta las expectativas y aspiraciones del lector. Es bueno detenerse cada cierto punto para pensar en las dudas que le podrían surgir al lector a través de la lectura. Si descubrimos que no hemos dado respuesta a alguna de estas dudas, volvamos atrás y busquemos la forma de hacerlo. Recordemos que escribimos para otros y esos otros no saben todo lo que nosotros sabemos respecto del tema que hemos investigado. Finalmente, una vez concluida la redacción total del reportaje debemos revisarlo, corregir las faltas de ortografía, redacción y contenido. Eliminar todos los ripios, todo lo que sobra y redunda. Cerciorarnos de que todos los párrafos están perfectamente encadenados, que las oraciones y párrafos tienen sentido, que se entienden por sí solas y en el contexto. Debemos EDITAR. Tras la primera edición es aconsejable que sometamos el texto a la revisión de alguien que sabe más que nosotros (para que nos corrija críticamente) o que no conoce nada sobre el tema (para ver si entendió lo que expusimos y si entendió exactamente lo que nosotros le queríamos comunicar). El paso siguiente es la impresión y de eso se encargarán las rotativas o los servidores de Internet.
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Propuesta de la quincena. ¿Los árboles no nos dejan ver el bosque?, dice el adagio alemán. Vamos a intentar hacer un pequeño experimento con la propuesta de esta quincena: Visto que uno de los principales problemas de la prensa diaria es la pérdida de la perspectiva global por esa querencia natural a quedarnos en lo anecdótico, en lo particular (delante de ese árbol), vamos a tomar un personaje o situación única para tirar del hilo hasta conseguir enfocar el tema en general. Podemos por ejemplo, contar nuestra visión sobre el teatro en nuestros países partiendo de lo que les acontece a un grupo de aficionados al teatro de nuestro barrio. O la crisis de Internet comenzándola a narrar con la bancarrota de un diseñador gráfico. Cada problema tiene una dimensión mayor, que suele coincidir con un tema que nos importe a todos. Para el reportaje interpretativo necesitaréis cuantos más datos mejor. Ya llegará la hora de desecharlos, pero siempre es bueno hacer una buena colecta. Aquí estoy para ayudaros a encontrarlos rápidamente. Biografías, estadísticas, datos oficiales? En cuanto tengáis el tema ya podéis ir compartiéndolo para que entre todos nos ayudemos. Sobra decir, que siendo éste el género de la libertad, no os voy a poner ningún tipo de límites. Saludos grandes y deseos mejores, Daniel Saavedra
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Géneros de Investigación
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Material complementario III.6 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Reportaje demostrativo
Material complementario III.7 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Reportaje descriptivo
Material complementario III.8 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Reportaje narrativo
Material complementario III.9 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitador: Jimena Alexandra Rueda
Reportaje instructivo
Material complementario III.10 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Reportaje de entretenimiento (éste, no forma parte de la tipología de Investigación)
Para todos estos tipos se emplea el mismo formato. El reportaje en prensa: un género periodístico con futuro. 1. Introducción. El reportaje se caracteriza, con respecto a otros géneros periodísticos, por su diversidad funcional, temática, compositiva y estilística. Desde el punto de vista compositivo y estilístico, es un género muy versátil, ya que puede incorporar y combinar múltiples procedimientos y recursos de escritura, absorber en parte o del todo otros géneros periodísticos informativos -como noticias, informaciones, crónicas, entrevistas...- y de opinión -columnas y comentarios- y además puede asimilar parcial o totalmente géneros literarios y artísticos -como la novela, el ensayo, el short story, el cine o el teatro. El único límite lo imponen las exigencias de claridad, exactitud y eficacia inherentes a todo periodismo informativo de calidad (1).
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Como afirma Albert Chillón, la importancia que merece el reportaje es tal que debería ocupar un lugar dentro de la cultura periodística análogo al que tiene la novela en la cultura literaria. Y añade: "Gracias a su diversidad de manifestaciones, a las múltiples funciones comunicativas que ejerce y a la versatilidad temática, compositiva y estilística que le es inherente, el reportaje es con diferencia el más flexible, el más complejo y también -como la novela- el más camaleónico de los géneros periodísticos" (2). En definitiva, se trata de un género que puede satisfacer todas las exigencias del lector contemporáneo y, a la vez, permitir al reportero captar con profundidad la realidad, llegar a la esencia de los hechos y de los acontecimientos. 2. Definición y clasificación. Se han hecho muchas definiciones del género reportaje, la mayoría de autores como Emil Dovifat, Martín Vivaldi, Martínez Albertos, etc. La que Xosé López y Miguel Túñez hacen, si bien no es necesariamente la más acertada, sirve para una aproximación definitiva a una definición correcta: es un género informativo en el que se refieren hechos que no tienen por qué ser estrictamente actuales, con un estilo informativo que permite más libertad que la noticia, y sin continuidad en el temario de los medios (3). Establecer una tipología correcta es una cuestión difícil debido a las múltiples posibilidades de clasificación que existen. Al igual que ocurre con la definición, los expertos ofrecen diferentes visiones que no voy a desarrollar aquí. A modo de síntesis, se puede afirmar que existe una tendencia bastante generalizada a hacer una distinción entre el reportaje objetivo como género informativo, y el interpretativo, donde si bien el periodista no opina directamente, sí puede incorporar elementos analíticos. Aunque algunos autores ya defendieron una clasificación de los géneros periodísticos en base a criterios (4), es muy acertada la de Albert Chillón, que alude a tipos de reportajes diferenciables entre sí en virtud de criterios diversos: El criterio temático permite reconocer reportajes judiciales, de sucesos, de viajes, biográficos, autobiográficos, de sociedad, de costumbres, de interés humano o históricos; si se tienen en cuenta las funciones que ejercen y las modalidades de tratamiento de la información, pueden distinguirse reportajes informativos, interpretativos, de investigación, de precisión, de saturación, de encuesta, de pronóstico o de servicios; si se considera el formato, reportajes breves, grandes reportajes, reportajes seriados, informes, dossiers, etc.; si las características estéticas y formales, reportajes narrativos, explicativos, descriptivos, de citas, así como modalidades híbridas tales como el reportaje-diario, la crónica-reportaje, el reportaje cinematográfico, el reportaje epistolar, el teatro-reportaje, el feature, el reportaje novelado, y la novela-reportaje; en último lugar, ateniéndonos al soporte y al canal de difusión, se puede hablar de reportajes impresos, televisivos, radiofónicos, cinematográficos, videográficos, libros-reportaje, etc. (5). 3. Breve historia del reportaje. Como dijo Martín Vivaldi, "el reportaje es tan antiguo como la Humanidad" (6), y es de suponer que siempre hubo hombres dispuestos a contar aquellos sucesos o hechos de que habían sido testigos y que se consideraban dignos de ser conocidos y, por tanto, divulgados. También Albert Chillón se sitúa en esta línea, al afirmar:
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(...) la función de reportar novedades, noticias o testimonios es probablemente tan antigua como la misma existencia de la escritura, el género reportaje como tal se ha ido configurando a medida que la cultura periodística ha diversificado sus funciones y refinado sus técnicas (7). Y al tratar de determinar en qué momento de la historia se produce su nacimiento, Chillón señala: "A mi parecer, va a nacer de la literatura testimonial tradicional -especialmente de las crónicas, relaciones epistolares, estampas costumbristas y relatos de viaje-; se va a ir configurando aproximadamente durante la primera mitad del siglo XIX, con la sustitución de la prensa de partido (...) característica del siglo XVIII por la prensa informativa de amplia difusión; y se va a consolidar, entre las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, con el advenimiento de la denominada sociedad de comunicación de masas, de la mano de las agencias de noticias, los documentales cinematográficos, los informativos radiofónicos y, sobre todo, de los magazines ilustrados y los grandes diarios de información general (8). Alrededor de la mitad del siglo XX, los responsables de periódicos se dieron cuenta de que el mundo se había convertido en algo tan complicado en sus políticas, sus economías y sus ideologías, que era necesario apoyar los textos con comentarios para presentar las noticias de una forma clara; de esta manera, los directores se inclinaron hacia lo que llamaban "reportaje interpretativo" (9). Así es cómo surge una modalidad de reportaje diferente y superadora del concepto clásico representado por el reportaje objetivo. Es durante las décadas de los 50 y 60 cuando el llamado "gran reportaje" o reportaje en profundidad vive sus momentos dorados. Lo que había empezado como una modalidad periodística típica de las revistas gráficas, saltaba a los periódicos diarios mediante una serie de adaptaciones. De este modo, el reportaje interpretativo se convirtió a principios de los 70, en una de las piedras angulares y básicas del llamado "Nuevo periodismo", que, según Sebastián Bernal y Albert Chillón, designa un heterogéneo conjunto de obras y autores cuyo denominador común consiste, en primera instancia, en su más o menos drástica distinción con respecto al periodismo escrito convencional publicado en Estados Unidos hasta los primeros años de la década de los sesenta (10). La periodista Maruja Torres da una definición muy simplificada, aunque no por ello menos correcta, del nuevo periodismo, haciendo alusión a la tan estudiada relación del periodismo con la literatura (11). Para ella no es sino "una cosa que ha estado de moda en los Estados Unidos, pero que no consiste en el fondo más que en enfocar el periodismo como si fuese literatura" (12). Cuando en 1976 apareció en España la primera edición de "El nuevo periodismo", de Tom Wolfe, considerado por muchos como el principal representante de esta nueva tendencia, profesionales como Vázquez Montalbán, Francisco Umbral, Rosa Montero, Manuel Vicent, o Maruja Torres, entre otros, llevaban ya algún tiempo rompiendo con el aburrimiento de la prensa española tradicional. Este hecho prueba que ha sido exagerado el pretendido carácter innovador de conocidos periodistas norteamericanos como Wolfe, Southern, Greenfield, Thompson, etc. Lo que sí parece claro es que uno de los rasgos más destacados de esos años es la crisis del denominado "estado de bienestar". Este fenómeno se manifestó de forma
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particular en las generaciones más jóvenes de la época, que pusieron en entredicho los fundamentos del orden social vigente. En la actualidad, puede decirse que el nuevo periodismo es un fenómeno prácticamente acabado, y la publicación de sus trabajos se ve reducida a suplementos dominicales y algunas revistas y diarios convencionales. Sobre el tipo de reportaje que hoy se publica en la prensa, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, existen opiniones muy dispares. Hay autores que encuentran motivos para opinar que el reportaje es un género abocado al fracaso y que su fin está próximo, pero las razones que me llevan a pensar lo contrario están suficientemente fundamentadas como para defender con solidez la visión que expongo a continuación. 4. El reportaje de hoy y del mañana. Actualmente, los reportajes suelen relegarse en la práctica a una serie concreta de secciones no consideradas centrales de los periódicos, un hecho que, según Sebastiá Bernal y Albert Chillón, "da cuenta de la escasa importancia y 'seriedad' informativa que los responsables de los diarios le otorgan"; y añaden: "Se da una relegación de los textos informativos de creación a las secciones y unidades periféricas del diario, del centro 'serio', 'objetivo' y 'ponderado', donde se ofrece la información considerada fundamental" (13). Valga como ejemplo el diario El País, donde casi todos los reportajes se ven relegados a las secciones de Cultura, Espectáculos, Contraportada, Sociedad y suplemento dominical. Este hecho se repite en muchos otros diarios, sea cual sea su procedencia, y viene a confirmar, defendiendo la opinión de Bernal y Chillón, la consideración que los periódicos prestan a los géneros más creativos valorándolos como textos secundarios. Retomando el caso de El País, el hecho de que la mayoría de los reportajes tiendan a concentrarse en unas pocas secciones podría llevar a pensar que este género está condicionado por ciertos temas, pero quizás dependa más del talante de los profesionales y de las rutinas periodísticas que de los ámbitos temáticos de las secciones en las que aparecen. A pesar de lo dicho, la prensa de masas, desprovista del monopolio de la información por los medios audiovisuales y por las nuevas tecnologías de la información, sí va demostrando desde hace unos años sensibles transformaciones técnicas, productivas, estéticas, temáticas y estilísticas. En los textos informativos convencionales, la desaparición del autor, que es eclipsado por el periódico o institución para la que trabaja, homogeneiza los estilos y los modos de informar y ofrece una falsa apariencia de neutralidad, objetividad, imparcialidad, apoliticismo e independencia informativa, mientras que los denominados "productos informativos de creación" (14), y más en concreto el reportaje, devuelven a los lectores la certeza de estar siendo informados por una persona reconocible -no olvidemos que los reportajes, por norma general, se publican firmados-, dotada de un estilo personal y susceptible de equivocarse. La realidad que nos rodea es cada vez más compleja y el lector contemporáneo es diferente y se ha creado nuevas necesidades y exigencias, no sólo de estar informado conociendo lo que ocurre sino también por qué, para qué y cómo ocurre. Esto determina la necesidad de nuevos métodos y técnicas a la hora de escribir, que se
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encuentran sintetizados en el que debería ser el género predominante por excelencia en las próximas décadas, el reportaje. A modo de ejemplo, los resultados de una encuesta hechos públicos en el Congreso Internacional de Prensa, celebrado en Amsterdam en junio de 1997, dan a conocer que el 50% de los lectores de prensa adultos considera "muy importante" la publicación de reportajes de investigación, y un 64% declara que leería más la prensa si los periódicos ofrecieran una mayor explicación de temas complejos (15). Obviamente, no se puede ignorar la postura que toman los estudiosos que auguran el fin del nuevo periodismo, y en cierto modo del género reportaje. Defienden su postura, argumentando que es evidente el incremento del número de fotografías y la reducción de texto en las páginas de los periódicos, y que aunque el lector desearía más géneros interpretativos, se impone la necesidad de reducir el número de páginas, debido a los elevados costes del papel en el mercado (J. Lluís Gómez-Mompart, Santiago de Compostela, 1995). En contrapartida, los beneficios que aporta este tipo de géneros no son pocos. Esto lo constata Martín Vivaldi en sus comentarios sobre el gran reportaje, extensibles a cualquier reportaje elaborado con verdadera profesionalidad, independientemente de su extensión: Cumple una misión, no sólo informativa sino cultural de primer orden. Informa a los lectores, comunica cuanto de comunicable haya en el mundo y, al propio tiempo, conforma sus gustos, afina el paladar literario del público lector, porque la información realizada y trabajada con altura, con nivel literario y precisión periodística -incluso con preocupación filosófica- puede ser (...) una poderosa fuerza educativa (16). No debemos olvidar al periodista, más concretamente el reportero. Éste debería contar con las condiciones necesarias para salir de la rutina de trabajo que supone escribir diariamente informaciones "en serie", y que le permitan captar cualquier aspecto de la realidad -tanto político como económico o social- con profundidad, llegar a la esencia de los hechos y ofrecérselos al lector analizados detalladamente. En relación con lo anterior, J. Antonio Zarzalejos, director de El Correo Español-El Pueblo Vasco, niega el declive de este género y está convencido de que se camina hacia un periodismo más interpretativo de las noticias, que los lectores ya no se conforman con la información efímera, y que cada vez se hace más patente la necesidad por parte de los periódicos de recuperar el protagonismo de géneros como la entrevista, la crónica o el reportaje, además de incorporar profesionales de calidad que permitan a la prensa cumplir con su función adecuadamente. (J. Antonio Zarzalejos, Santiago de Compostela, 1998). 5. Conclusiones. Actualmente, la función puramente informativa es cubierta por los medios de comunicación hegemónicos como la radio o la televisión con una inmediatez insuperable por la prensa. Por ello el periodismo más creativo, más literario, debería extenderse a todas las páginas de los periódicos, como respuesta a unas necesidades del lector que los medios audiovisuales no cubren. Los productos informativos de creación, y el reportaje en mayor medida, son la clave para imaginarse cómo será la prensa en las próximas décadas, cuando adquieran más
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importancia en las páginas de los periódicos la reflexión, la crítica y la interpretación sobre las informaciones ofrecidas masiva e instantáneamente por los nuevos medios emergentes -como Internet- de la nueva era multimedia que estamos viviendo. Como señalan Bernal y Chillón: "El abandono efectivo de su primigenia función informativa en manos de los massmedia audiovisuales y de los futuros medios basados en el desarrollo de la telemática conducirá irremediablemente a la prensa hacia la adopción de funciones de profundización, contextualización y argumentación de las noticias "duras" servidas a través de aquellos canales" (17). Su convencimiento es tal que extienden sus predicciones, augurando el protagonismo de los géneros interpretativos más allá de la prensa diaria: "Junto con el previsible incremento de la importancia de los géneros interpretativos tradicionales, es posible prever el desarrollo de nuevas concepciones y prácticas informativas que, en su caracterización formal, estilística y estructural, se asemejarán a los modelos que hoy son patrimonio exclusivo de los medios escritos de periodicidad semanal o mensual" (18). En concordancia con estos autores, es de esperar que la prensa, si actúa de manera inteligente, abdicará de los modelos inspirados en el periodismo hegemónico anglosajón. Si los gestores de la información escrita quieren afrontar con éxito los numerosos retos que se avecinan y sobrevivir ante los nuevos medios, este hecho deberá ser una realidad más que un boom coyuntural como el que pareció suponer el nuevo periodismo estadounidense. Bibliografía. BERNAL, SEBASTIÁ y CHILLON, LLUIS ALBERT, Periodismo informativo de creación. Barcelona, Mitre, 1985. CASSASUS, J. Mª y NUÑEZ LADEVEZE, LUIS, Estilo y géneros periodísticos. CHILLON, LLUIS ALBERT, La literatura de fets. Barcelona, Libergraf, 1994. CHILLON, LLUIS ALBERT, Literatura y periodisme. Literatura periodística y periodisme literari en el temps de la post-ficció. Valencia, Univ. de Valencia, U. de Alicante, Jaume I de Castelló, 1993. LOPEZ, XOSE y TUÑEZ, MIGUEL, Redacción en prensa: a noticia. Lea, Santiago de Compostela, 1995. LUTHER MOTT, FRANK, A history of American magazines. Cambridge, 1968. MARTIN VIVALDI, GONZALO, Géneros periodísticos. Madrid, Paraninfo, 1987. Notas. Aunque las alusiones al reportaje en las más importantes obras sobre teoría, historia y técnica del periodismo son constantes, no se han escrito monografías que se puedan
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considerar satisfactorias. La explicación de esta falta hay que buscarla, primero, sin duda, en la adolescencia de los estudios periodísticos, marcados en general -con contadas excepciones- por el espíritu normativo y por la falta de rigor teórico e historiográfico, entre otras cosas. La abundancia bibliográfica sobre periodismo es pródiga en alusiones a la técnica del reportaje, pero sorprendentemente faltan obras específicas de carácter teórico e histórico que puedan fomentar una reflexión sistemática y rigurosa sobre el género. Las principales contribuciones al estudio del reportaje proceden de Estados Unidos y, en menor medida, de Alemania y Francia. Son, en su mayor parte, anuales de contenido general, dedicados a la didáctica del reportaje, y suelen tener un carácter prescriptivo, poco proclive al análisis y la descripción del género. (Albert Chillón, La literatura de fets, Barcelona, Libergraf, 1994). (1) Lluís Albert Chillón, La literatura de fets , Barcelona, Libergraf, 1994. (2) Ibídem. (3) Xosé López y Miguel Túñez, Redacción en prensa: a noticia, Santiago de Compostela, Lea, 1995. (4) Puede verse en las páginas dedicadas a "Análisis del sistema teórico de los géneros periodísticos", en Estilo y géneros periodísticos, de J. Mª Cassasús y Luis Núñez Ladeveze. (5) Lluís Albert Chillón, La literatura de fets, Barcelona, Libergraf, 1994. (6) Gonzalo Martín Vivaldi, Géneros periodísticos , Madrid, Paraninfo, 1987. (7) Lluís Albert Chillón, La literatura de fets , Barcelona, Libergraf,1994. (8) Ibídem. (9) Frank Luther Mott, A history of American Magazines. Vol. V: Sketches of 21 magazines(1905-1930) Cambridge, Mass., 1968. (10) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación , Barcelona, Mitre, 1985. (11) Para una información más detallada sobre esta cuestión Albert Chillón, Literatura y periodisme. Literatura periodística y periodisme literari en el temps de la post-ficció, Valencia, Univ. de Valencia, U. de Alicante, Jaume I de Castelló, 1993. (12) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación, Barcelona, Mitre, 1985. (13) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación, Barcelona, Mitre, 1985. (14) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación, Barcelona, Mitre, 1985.
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(15) McKinsey & Company, Circulation winners-presentation to the World Association of Newspapers, Amsterdam, 1997. (16) Gonzalo Martín Vivaldi, Géneros periodísticos, Madrid, Paraninfo. (17) Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón, Periodismo informativo de creación, Barcelona, Mitre, 1985. (18) Ibídem. El reportaje: género inadvertido.
La investigación y la versatilidad son sus más grandes aliados. La realidad su materia prima. Relatar, describir y exponer los aspectos desconocidos de un hecho habitual o extraordinario presentado por los medios de comunicación, es otra de sus múltiples características que le han conferido el calificativo de padre de los géneros periodísticos. De su estilo directo, es la sencillez y la precisión las que sobresalen. El testimonio de su reputación data desde antes de que existiera el vocablo en su acepción actual (por lo menos en español) y se extiende hasta nuestros días en los que el reportaje se ha convertido en un invitado obligado a innumerables mesas, en donde literatos y periodistas se disputan su heredad. Aunque las raíces del vocablo reportaje no son exclusivas de una lengua, las interpretaciones de su origen etimológico han permitido que este término amplíe aún más su variabilidad temática, de estructura y estilo, ya que si bien el término francés reportage significa "trasladar, dar algo a alguien", en inglés report es un informe administrativo o judicial que da cuenta de los delitos o faltas administrativas y judiciales; y en latín reportar es sinónimo de informar. Indudablemente, el reportaje se construyó en la práctica-técnica sin haberse primero constituido la palabra. Algunos autores coinciden en que el nacimiento del reportaje se encuentra en la literatura testimonial tradicional: "especialmente de las crónicas, relaciones epistolares, estampas costumbristas y relatos de viaje". No obstante más de un autor como Gonzalo Martín Vivaldi está seguro de que el reportaje inaugural en la historia de la humanidad es el Génesis -primer libro de la Biblia-. Otros como Javier Díaz Noci sostienen que los Eddas y los Skald -ambos sagas islandesas compuestas entre los años 800 y 1100- son el antecedente de la técnica del reportaje. Origen divino o juglar, el reportaje se compromete como el género más completo y complicado en el mundo del periodismo. El origen del reportaje es también la cuna de la humanidad, y es que desde el momento en que hombres y mujeres dejaron huellas evidentes de su estancia e interacción con otros, la trascendencia de esos actos nos permitieron conocer el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y un esbozo del porqué, de sus acciones y de las circunstancias que recorrieron. El reportaje como la vida misma nos vivifica el presente como historia y gracias "a su diversidad de manifestaciones, a las múltiples funciones comunicativas que ejerce y a la versatilidad temática, compositiva y estilística que le es inherente, el reportaje es con diferencia el más flexible: el más complejo y también -como la novela- el más camaleónico de los géneros periodísticos".
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Características del reportaje. El periodismo se expresa en géneros y éstos por la caracterización de la información que presentan se distinguen como informativos, opinativos e híbridos. Es importante tener en cuenta que aunque la caracterización de ellos no es rígida, pues se interconectan, es posible identificarlos ya que resalta siempre el peso de lo informativo, de lo opinativo o de la mezcla de ellos. Si para Marín y Leñero el reportaje corresponde al género informativo al tener como punto de partida a la noticia que se ahonda en busca de lo desconocido de lo hasta ahora conocido, para Díaz Noci el reportaje es un género interpretativo pues sugiere que el reportajista es un ensamblador del rompecabezas de la realidad, y al estilo de Gabriel García Márquez aprecia que no se puede ser un buen periodista sin imaginación, ya que el reportaje "es un gran fresco donde las pinceladas son palabras y el reportero es capaz de proyectar, desde las páginas en blanco y negro, el calidoscopio multicolor que es toda la sociedad". La idea del reportaje objetivo, copia fiel de la realidad tal y como se concebía antes, fue superado durante la segunda mitad del siglo XX por la necesidad que tiene el periodista de usar la imaginación y creatividad en el momento de exponer comentarios, razonamientos, cavilaciones, suposiciones y pretensiones. El único límite es no tergiversar la verdad. De esa manera se origina el reportaje interpretativo como una información narrada con toque literario, como una de las aportaciones del nuevo periodismo, cuyo máximo exponente es Tom Wolfe. Al reportaje se le han atribuido innumerables propósitos: profundizar en la causa (pasado) de los hechos actuales (presente) a fin de poder proyectarlos (futuro), utilizando a los demás géneros periodísticos para describir, narrar, descubrir y educar. Ello nos descubre que el reportaje es el género que viaja a través del tiempo con el propósito de evidenciar la verdad: viaja al pasado para proporcionar antecedentes y permitir las comparaciones, enlaces y significaciones con el presente de la temática que se investiga para conocer su impacto, repercusiones, comportamiento a partir de conclusiones que el periodista proporciona por medio de sus análisis e interpretaciones de la realidad. De allí que de las preguntas básicas del reporteo (qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué) el qué es la principal razón del reportaje sin descuidar, claro está, el cómo y el porqué. ¿La razón?: es la indagación de una situación o hecho con un propósito social que amalgama perfectamente la descripción, la narración y la exposición de las razones, circunstancias y consecuencias que acompañan al suceso, comparándolo con otros en el tiempo a través de la interpretación y el análisis de la realidad informativa a cargo del periodista. Tipos de reportaje. Al igual que en la clasificación de los géneros periodísticos, la tipología aunque existe y es pródiga resulta necesario observar que los estudiosos de este género hay detectado cuantiosos criterios para agrupar al reportaje; los hay desde el modo o la manera en que se planean y realizan, por el número y el tratamiento de las fuentes, por la extensión del tema, por estilo, entre otras formas. Novelo y Sánchez en un esfuerzo sobresaliente englobaron de una manera precisa y concreta la tipología del reportaje en una tabla que comprende sino todas, por lo menos las categorías de reportaje más citadas y más trabajadas por autores
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hispanoamericanos, entre las cuales están: criterios temáticos, soportes y canales de difusión, formato, rapidez, profundidad, el espacio, tratamiento informativo, estilo y composición periodística. Sin duda, la misma construcción social de la realidad ha permitido al reportaje experimentar fondos y formas variadas, dejando en claro que no existen fronteras rígidas sino más bien todas las clasificaciones posibles se entrelazan para hacer del reportaje el género periodístico por excelencia. Luis Velásquez, quien está seguro que el reportajista está en la cima del periodismo por la complejidad del género que descubre su sensibilidad humana y social, refiere que cada reportaje exige un tratamiento distinto pues el documentar la realidad paso a paso requiere de una alta responsabilidad social por parte del reportero: Escrupulosidad a prueba de bomba, para que cada párrafo, frase, dato sean incuestionablemente ciertos, fundamentados, hasta con pruebas jurídicas, testimonios inapelables. (…) En el reportaje, la demostración de los hechos se hace con fundamento jurídico. Fases del reportaje. Los pasos para la realización del reportaje recaen en la propuesta de Marín y Leñero, a quienes la práctica de este género los llevó a advertir que en su realización están presentes: a) la preparación, que incluye la motivación y la planeación con base en objetivos y enfoque de la indagación; b) la realización, que considera el acercamiento de todas las fuentes de información; c) el examen de datos, que posibilita la valoración de la información que derivará en la selección y jerarquización de los datos; d) la redacción, que abraza la estructura y escritura del reportaje, y e) la publicación. Sobre la estructura del reportaje, Marín y Leñero son quienes han presentado la tipología más abundante, precisa y completa de entradas, desarrollos y remates periodísticos. En cuanto a las entradas -que describen como el gancho del reportaje- se incluyen las siguientes: noticiosa, descriptiva, histórica, contrastada, analógica, de definición, de juicio, de detalle, coloquial y de cita. Relativo al desarrollo o cuerpo de la información, en donde se sustentan las hipótesis de trabajo, se despliegan los datos acuciosos y la vivacidad de las narraciones, se consideran que pueden ser clasificados por: temas, fuentes y elementos de investigación, cronológico, el orden de la investigación y enigmático; todos ellos persiguen, al igual que la novela, despertar los sentidos de quien lee a partir del sexto sentido de quien escribe. Referente al remate, al final final, al broche de oro, en donde el periodista alcanza el culmen de la profundidad, propiedad y responsabilidad con la que trató a la información, se dice que la conclusión del reportaje desmenuza, aclara y finaliza de forma sintética la trama social revelada; de esa manera encontramos remates de retorno, de conclusión, de sugerencia, rotundo y de detalle. Todos estos elementos estructurales del reportaje -la entrada, el cuerpo y el rematetienen como objetivo volver simple lo complejo. Sin embargo, los periodistas necesitan tomar en cuenta no sólo el conocimiento de la realidad, su preparación en técnicas periodísticas y el desarrollo de un pensamiento fino, coherente y responsable, sino también el espacio y el tiempo para desarrollarlo, e incluso el desinterés de los periódicos por el gran reportaje: un texto de relleno o secundarios, o peor aún: que pasa inadvertido en la lupa de la agenda periodística.
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Bibliografía. Chillón, Lluís Albert. Literatura y periodismo: una tradición de relaciones promiscuas. Universitat Autónoma de Barcelona. Barcelona. 1999. Marín, Carlos. Manual de periodismo. Edit. Grijalbo. México, D.F. 2003 Federico Campbell. Periodismo escrito. Edit. Ariel. México, D.F. 2000. Luis Velásquez. Técnica del reportaje. Textos universitarios de la Universidad Veracruzana. Veracruz, México. 2003 Gonzalo Martín Vivaldi. Géneros periodísticos. Edit. Paraninfo 6ª. Edición. Madrid España. 1998.
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Géneros de Opinión
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Material complementario III.11 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Un editorial es un género periodístico, que consiste en un texto no firmado que explica, valora y juzga un hecho noticioso de especial importancia. Se trata de una opinión colectiva, de un juicio institucional formulado en concordancia con la línea ideológica del medio. Este texto es tradicional de los periódicos y suele aparecer situado en un lugar preferente dentro de la sección de opinión de un medio de comunicación. Aunque el editorial no lleva firma, ya que resume una opinión colectiva, hay periodistas encargados de su redacción, los llamados editorialistas. El editorial está siempre ligado a la actualidad, ya que su relación con un hecho reciente es lo que le otorga la característica de mensaje periodístico y lo aleja de ser un ensayo breve. Funciones. El editorial puede cumplir diversas funciones a la vez. Las funciones del editorial son explicar los hechos y su importancia, dar antecedentes (contextualización histórica), predecir el futuro, formular juicios morales o de valor y llamar a la acción. Se informa sobre un acontecimiento acerca del que se va a opinar, pero no se detiene en él, sino que los datos informativos que aporte serán únicamente el hilo conductor de las opiniones. Se explica el tema también porque el editorial presenta una visión articulada y relacionada de los acontecimientos, lo que ayuda a la comprensión del tema por parte del lector. También tiene una función indagadora de lo que puede llegar a significar lo que está ocurriendo, captando el síntoma de futuros acontecimientos. El editorialista debe distinguir entre lo que hay de pasajero y accidental en un hecho de lo que es decisivo. Los editoriales de acción buscan una respuesta del público por la trascendencia del tema. Se suelen publicar después de otros con un tono explicativo y persuasivo. El editorial que llama a la acción sería en este caso un broche final. Son muy frecuentes en los periodos electorales. Tipos. • •
Explicativos: en los que no se deduce ninguna opinión directa. De tesis u opinión: en los que se expresa claramente la opinión favorable o desfavorable.
Según la función psíquica: • •
Informativos: se dirige al conocimiento o la percepción Interpretativos: introduce causas, efectos, futuro, conjeturas, etc.
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• •
Para convencer: se dispone en forma retórica, con argumentaciones y contra argumentaciones, para tratar de llegar al ánimo del lector. De acción: en el se tratan de poner en acción todos los resortes por los cuales se pueda mover la voluntad del lector.
Para Martínez Alberto el artículo editorial es la opinión del periódico respecto a las noticias que publica Martín Vivaldi lo define como el Artículo periodístico en el que se comenta analiza, interpreta y valora, un hecho o noticia de especial relevancia o trascendencia local, nacional o internacional. Refleja generalmente, el pensamiento de la empresa editora como órgano de opinión. Los editorialistas. El equipo editorial es distinto dependiendo de si se trata de un medio con modelo norteamericano o con modelo europeo. En el diario norteamericano se establece una diferencia, incluso física, entre el departamento de noticias y el departamento ocupado de la página editorial. Este último tiene su propio director y su plantel de editorialistas y depende, o bien directamente del propietario del medio, o bien de un director responsable de toda la publicación. En el diario europeo (y la mayoría de los latinoamericanos), ambos departamentos dependen del director de la publicación y es un periodista el que ejerce de jefe de opinión. Además no se establecen departamentos separados sino que se apoyan mutuamente. En este caso el equipo editorial lo forman redactores con responsabilidad en las tareas organizativas del trabajo de redacción, a quienes se les encomienda en ocasiones escribir el editorial. El equipo lo completan colaboradores habituales del medio que no están en plantilla ni son periodistas profesionales, pero que cuentan con la confianza del medio y coinciden con su línea ideológica. El verdadero proceso del editorial comienza desde el editor, que tiene cierta dependencia respecto de algunos poderes, mayor o menor dependiendo del diario y de la coyuntura. En general la frecuencia de publicación es diaria y el editorial es el resultado del trabajo de un grupo más o menos numeroso de personas, excepto en algunos periódicos más pequeños en los que el director escribe todos los editoriales (en ellos el editorial no se publica a diario). Temática y estilo. Los editoriales reflejan los temas principales que se están discutiendo en país, que viene de la mano de la actualidad. La política ocupa la mayor atención, las cuestiones políticas en sentido amplio son los temas preferentes. La economía es cada vez más frecuente, pero continúa primando la política en todas sus vertientes: local, autonómica, nacional e internacional. En escasas ocasiones el tema gira en torno al ámbito social o cultural. Por su parte, la profesora Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España, lo define como el género que expresa el criterio del medio sobre los
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hechos más destacables. Ofrece el punto de vista institucional y, como consecuencia de ello, la redacción se ve afectada por un cierto protocolo, empleando un lenguaje menos personal. Suele tratar temas de eminente actualidad aunque no se limita a ellos. La finalidad de este género es la de intentar influir en la opinión pública. Su estructura se divide en tres partes, una informativa, en la que avanza el tema y que sirve para abrir el texto, una segunda interpretativa, en la que el autor del editorial expone los argumentos y las interpretaciones, y una última fase denominada deliberativa o conclusiva. En ella se conceden las últimas apreciaciones sobre el tema y se cierra el texto.
Material complementario III.12
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Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
La columna es un escrito que, habitualmente, se encuentra en las primeras páginas de los periódicos, y en el que, quien la escribe (el columnista) reflexiona acerca de un hecho o un problema relevantes en la actualidad, bien sea a nivel nacional o global, buscando hacer un análisis que de cómo resultado una formulación de puntos de vista que puedan ser entendidos como recomendaciones o sugerencias. El columnista busca informar y analizar hechos de forma breve y mediante un lenguaje personal, haciendo de su condición subjetiva la característica más relevante de sus escritos, condición que hace que, generalmente, las grandes polémicas periodísticas se gesten en las columnas de los periódicos. Por último, es importante agregar que éstas pueden versar sobre cualquier tema, aunque por lo general tratan temas políticos, económicos y sociales. Están en las primeras páginas de los periódicos. La columna es un espacio fijo y periódico en un medio. Generalmente esta a cargo de un periodista, pero también puede ser escrita por un especialista como por ejemplo o médico o un deportista. Normalmente una columna tiene el objetivo de mostrar puntos de vista ante una noticia y pude expresar un punto de vista diferente al editorial. LÓPEZ PAN, Fernando. 70 columnistas de la prensa española, Eunsa, 1995. La define como texto retórico-político de autoría individual que puede presentar diversas formas expresivas -narrativa, representativa o argumentativa- y temas, cuyo elemento configurador básico es el ethos del autor expresado a través de unos elementos formales permanentes que le permiten manifestarse con continuidad: lugar fijo y asiduidad. Columna de autor: Generalmente identificadas con el nombre del periodista (a veces incluso hasta con su foto), están basadas en la idea de crear cierta complicidad entre el autor y el lector dadas por la familiaridad y la frecuencia con que aparecen sus comentarios. Columna de tema: En este caso no están a cargo de un solo columnista sino de varios que vierten su opinión sobre un mismo tema. El tema puede ser el deporte, las noticias internacionales o un suplemento de salud o cocina. Según Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España. La columna analiza, interpreta y valora, y su finalidad concreta es la de orientar al público sobre las noticias. Tiene tres características: la periodicidad/actualidad, la titulación fija y el carácter emotivo con el que se expresa. La columna proporciona momentos de recreación, motivo por el que se encuentra cerca de la literatura, tiene total libertad temática y formal, hace uso habitual de la ironía y se establece con frecuencia una identificación entre columnista y lector.
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Este tipo de género ha de reunir ciertos rasgos: ha de ser original, nueva, tiene que captar el interés del público, no debe estar escrita en un tono propagandístico y ha de estar dirigida hacia un beneficio social. Su estructura es completamente libre, aunque como modelo se puede aceptar el convencional de entrada, desarrollo y conclusión. Dicha estructura aunada a sus características específicas de tono, lenguaje, título, espacio y periodicidad, además de tema y la posibilidad de tratar uno o varios asuntos en el mismo artículo, permite clasificar a la columna de la siguiente manera: - Columna de opinión. Por su forma y tono serio, parece un editorial. Sin embargo, todos los juicios que en ella se expresan son responsabilidades del columnista, quien así lo acepta mediante su firma. Puede incluso no presentarse esta diferencia en el uso del lenguaje y sólo caracterizarse como columna por sus cualidades formales: título, periodicidad y espacios fijos. - Columna predomina columnista columna y,
de información. Se le denomina de este modo a la columna en la cual la información sobre el comentario o éste infiere por la manera en que el trata la información. Él es quien ha trabajado el material para integrar la por lo mismo es responsable de lo que escribe.
- Columna humorística. Se escribe con el propósito de divertir y entretener a los lectores. Su temática es diversa y los comentarios se caracterizan por su ironía. - Columna de personalidades. El columnista se ocupa de todas las personalidades de la comunidad que destacan en algún momento o por algún motivo. Así, puede referirse a los funcionarios públicos, a los deportistas ganadores de un premio o a los artistas famosos. En suma, se ocupa de toda aquella persona que resulta interesante para los lectores. - Columna revoltillo. Esta columna es bastante frecuente. Presenta a sus lectores un poco de todo. Está formada por una gran variedad de temas. Por ejemplo, el columnista comenta algún acontecimiento en tono editorial y a renglón seguido cambia de tono. Después hace otro comentario, con el mismo tono serio de un principio o con un enfoque picaresco. Además de esto, en la columna revoltillo se pueden hacer otras muchas combinaciones.
Material complementario III.13 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
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El artículo, es el género periodístico que de manera personal interpreta, informa, analiza los acontecimientos y establece una tesis que luego constata. De los géneros de opinión, el artículo es quizá el menos confidencial de todos, del mismo modo que el menos actual. Se caracteriza visualmente por su extensión, que supera con creces a la de una columna. Su estructura está compuesta por una proposición general que explica el tema e introduce el texto, continúa con detalles menores, más tarde analiza (es la fase formativa), a continuación comprueba y por último valora y concluye, además de apuntar las diversas consecuencias y de hacer una llamada a tomar postura respecto de lo que se está tratando en el texto. La intención del artículo es la de despertar la conciencia crítica de los lectores a través del análisis y la interpretación pormenorizada de un tema. Fuente: Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España. Definición. (…) Escrito, de muy vario y amplio contenido, de varia y muy diversa forma, en el que se interpreta, valora o explica un hecho o una idea actuales, de especial trascendencia, según la convicción del articulista. El buen artículo es un comentario interpretativo de la actualidad. Y su comento puede ser filosófico, poético o humorístico. A diferencia del comentario editorial, el articulista no suele dictar un "tratamiento" para el problema en cuestión. El articulista analiza y valora. Diagnostica y pronostica, pero suele dejar el tratamiento, la terapéutica, para el editorialista o columnista especializado en el tema. (…) El artículo periodístico es tan vario, tan múltiple, tan personal, que la definicióndelimitación siempre resultará incompleta, sólo aproximada. (…) Género ambivalente que unos estiman como "periodismo mayor" y otros como "literatura menor". Y que no es ni lo uno ni lo otro. Es periodismo literario o literatura periodística. O, como dijo González Ruano, es "el auténtico género literario característico de nuestra generación". Como contrapunto de esta tesis, también se ha dicho que el "periodista-escritor es más genuinamente periodista que el periodista informador". (…) Para precisar el concepto, acaso conviniera diferenciar netamente el artículo periodístico de la crónica. Y la diferencia esencial entre ambos géneros es la siguiente: la crónica es esencialmente noticiosa, el artículo puede no serlo. (…) En la crónica, la valoración, interpretación y opinión del cronista debe ir como fundida con los hechos que se narran; se comenta mientras se va relatando, fundiendo narración y comentario (…) En el artículo, la opinión del articulista es el eje, la esencia, lo fundamental. (…) En la página 298, Martín Vivaldi lo define como "Espacio periodístico reservado a un determinado escritor o periodista para que en él escriba sobre temas de actualidad que tengan interés público. La diferencia fundamental entre "columna" y "artículo editorial" reside en que aquélla va firmada y éste no. Y donde el editorialista utiliza el plural de
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modestia "nosotros creemos", el columnista puede decir "creo", "pienso", "estimo" en primera persona del singular. Aunque también, claro está, puede utilizar la primera del plural o el indeterminado "uno", "uno cree o piensa que…" Clases de artículos. Prácticamente infinitas. Tantas como temas o asuntos. (…) Se pede escribir de todo y en todos los tonos. Un mismo tema puede ser tratado filosóficamente, científicamente o en tono humorístico. (…) El ideal del artículo periodístico -el artículo periodístico ideal- es el literario-poético-filosófico-humorístico, que nos dará una amena lección de cualquier cosa, congrato estilo, profundidad de pensamiento, aliento poético y unas gotas de humor, de buen humor. Es el artículo que se lee, relee y comenta. (…) MARTÍN VIVALDI, G. Géneros Periodísticos, Paraninfo, 1973. pp. 173-208
Material complementario III.14 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
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Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España, considera que la misión de la crítica es la de orientar a la opinión pública, razón por la que ha de ser informativa. Es un género que está inserto en el mundo de la cultura, del arte, y suele circunscribirse a un lector interesado por este ámbito y quizá por ello es un género aparte. En concreto, se ocupa de la labor de un artista y no de sus interioridades. La crítica se identifica, al margen de por la ficha técnica que ha de llevar y que recoge los datos fundamentales del objeto de análisis, por el lenguaje que emplea, ya que de todos los géneros de opinión, suele ser el más intelectual. La estructura que el crítico utiliza para este género es totalmente libre. A menudo, en las publicaciones que dejan espacio entre sus páginas para las críticas se encuentran artistas o literatos de reconocido prestigio que ofrecen su opinión sobre tal o cual obra. Las características específicas de la crítica son: - La ficha técnica, con los datos más importantes de la obra. - Un título generalmente connotativo. - Flexibilidad en la redacción del texto, en el que suelen aparecer: *Los antecedentes de la obra, datos del autor y producciones anteriores. *El argumento o al menos, parte de éste. *El veredicto del crítico sobre la obra. Además, la crítica ha de informar fielmente, evitar la tendencia a la destrucción y al elogio, ser ponderada y justa, analítica y sintética, de espíritu reflexivo, de tono respetuoso, ecuánime y, por último, de un estilo denso, preciso, ágil y claro. La clasificación de la crítica puede ser muy variada: literaria, de cine, teatral, de ópera, de ballet, musical, deportiva, taurina (se pisa con la crónica), entre otras muchas. Su función, por otra parte, ha de ser la de informar, orientar y educar, aunque sí es necesario tener muy presente a la hora de escribir una crítica, que es importante no contar al lector lo que éste tiene que descubrir en la obra. La crítica de arte como género periodístico: un texto argumentativo que cumple una función cultural. La honestidad como requisito imprescindible. En el diccionario de la Real Academia Española se define la crítica como “el arte de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas”, y en la Enciclopedia Británica como “la técnica de juzgar las cualidades y valores de un objeto artístico, tanto en materia de literatura como de bellas artes”. Ambas se encuentran en la línea donde se encuadra dentro del periodismo, y que coincide con su origen etimológico, del griego kriticós, que significa “que juzga”. Pero además, la crítica es un género periodístico de opinión. Se parece al artículo, en cuanto se trata de la valoración personal que su autor realiza sobre un acontecimiento de actualidad. Incluso, hay autores que niegan que la crítica pueda ser considerada como un género independiente, y la enmarcan dentro del periodismo de opinión como un tipo especial del comentario (García, 1985, p. 84). También se parece a una crónica por ser un texto que analiza algo sucedido recientemente, aunque de ésta se diferencia por el asunto del que trata, ya que siempre enjuicia una manifestación artística. Incluso, la crítica contiene también
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información sobre la actualidad del mundo del arte, por lo que tiene también componentes propios del periodismo informativo, pues la actuación de un grupo de teatro o la publicación de un libro son hechos noticiosos en si mismos. Pero su característica principal es el criterio subjetivo que refleja su texto. Se trata de un género de opinión. Existe discrepancia en cuanto a si en la crítica debe incluirse un juicio de valor, o, sencillamente, deben reflejarse de forma objetiva los datos más significativos del acontecimiento. Es posible que no reflejarla sea una muestra de incompetencia profesional. Una crítica no es una descripción de la obra analizada para que el lector se vea atraído y, posteriormente, saque sus propias conclusiones. Una simple descripción de lo visto o leído no es una crítica de arte, ni tampoco lo es ceder la palabra al autor de la obra para oír su opinión. El crítico tiene el deber de arriesgarse y dar a conocer su particular valoración, por lo que su formación cultural es requisito imprescindible para poder realizarla con perspectiva histórica. Abril Vargas considera que en este género lo único que importa es la valoración que le merece al crítico un trabajo artístico o creativo, por lo que debe firmarlo un experto en el arte del que se trate (1999, p. 183). El crítico tiene como misión valorar la obra, pero no exclusivamente basado en el gusto personal, porque la buena crítica no puede estar sustentada únicamente en las preferencias individuales. Lo que identifica a este género es que se trata de un texto donde el crítico argumenta los aspectos positivos o negativos de forma consistente, y con criterios de más altura que los estrictamente personales. Criticar no es censurar, pero sí valorar algo a la luz de la razón (Martín, 1986, p. 337). Harris y Jonson también inciden en la necesidad de hacer una valoración sobre la obra artística, y creen que la crítica en periodismo tiene un sentido positivo de orientación cultural, lo que convierte al periódico en un actor importante de la educación popular (Santamaría, 1990, p. 142). La crítica debe ser entendida como el arte de informar, interpretar, y, sobre todo, valorar una obra artística (Vallejo, 1993, p. 22). Martínez Vallvey la define como aquel texto que enjuicia espectáculos u otros bienes y servicios destinados, fundamentalmente, al ocio de las personas (1999, p. 81) Además, deben ser textos redactados con belleza expresiva. Se trata de escritos que, al juzgar obras de arte, resultan ya creativos porque se apoyan en el propio trabajo que evalúan, y profundizan hasta el punto de que pueden orientar hasta al propio autor sobre determinados valores de su obra. Es un género de opinión que explica, analiza, argumenta y enjuicia las cualidades y los valores de una obra de arte (Armañanzas, 1996, p. 144) Si llegamos a la conclusión de que la crítica es el comentario que sobre una obra de arte hace un especialista con valoración positiva o negativa, el texto que no la contenga debe ser considerado como un género diferente. Y esta es la diferencia entre crítica y reseña, pues mientras la primera es un texto elaborado por un experto que valora en profundidad la obra, en el caso de la reseña se trata de un trabajo realizado por un periodista que informa sobre algún acontecimiento del mundo del arte sin valoración alguna (Morán, 1988, p. 14). Con esta definición, la reseña es un texto descriptivo que está dentro de los géneros del periodismo informativo como una modalidad de la noticia, mientras que la crítica es valorativa, y, por tanto, pertenece a los géneros del periodismo de opinión. En esta línea se muestra Núñez Ladevéze al afirmar que la crítica contiene valoración, mientras que la reseña es sólo una nota informativa (1995, p. 110), y también Álex Grijelmo, quien considera que la reseña no
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es un género periodístico, sino un tipo breve de noticia (2001, p. 53). La reseña sólo es información sin opinión, por lo que se diferencia claramente de una crítica. Si la parte fundamental de la crítica es la valoración de una obra, es imprescindible la honestidad de quien la firma. El profesional del periodismo que quiera trabajar en este género tiene que cumplir dos condiciones: gustarle la especialidad artística que elija, y un elevado concepto de la honestidad (Abril, 1999, p. 195). Hay que tener en cuenta que de la valoración de una obra pueden derivarse consecuencias económicas importantes, por lo que el crítico debe estar alejado de presiones personales o empresariales para ejercer su función con absoluta independencia. El crítico debe ser un profesional con un incuestionable sentido de la ética periodística. Su valoración honesta es su sello de identidad. Además, las opiniones deberán estar basadas en el análisis riguroso de la obra sin que se perciban puntos de vista extremos. Para emitir un veredicto fiable es necesario evitar los prejuicios, por lo que el crítico no puede valorar con criterios de compromiso en un determinado estilo o tendencia. El crítico no debe dar motivos para ser considerado como un “escritor frustrado, burdo censor o caza gazapos” (Vallejo, 1993, p. 32). Con todo lo dicho anteriormente, se puede concluir en que la crítica es un género periodístico argumentativo en el que se valora una obra de arte con un texto creativo firmado por un experto en la modalidad artística que enjuicia, y donde la honestidad de su autor es requisito imprescindible. Un género argumentativo que educa y entretiene. En la crítica de arte se utiliza un lenguaje persuasivo, y es que se trata de un género de opinión explícitamente argumentativo. Tiene la intencionalidad, pues trata de convencer al lector con una determinada valoración de la obra, y para ello tiene que razonar sus valoraciones -que no pueden ser gratuitas-, sin incluir elogios inmerecidos que puedan asemejarse a trabajos propagandísticos que no aguantan en pie desde que los contradice la primera crítica responsable. La crítica de arte debe tener una argumentación inspirada en el convencimiento personal de quien firma, y nunca en criterios publicitarios o ideológicos. Lo importante es la exposición argumentada del texto sin prescindir de los juicios de valor, y con una función formativa. La crítica periodística pretende encauzar culturalmente al lector como objetivo principal, aunque también debe servirle como fuente de conocimiento de la obra juzgada (Gutiérrez, 1984, p. 219). La argumentación es el núcleo principal de este género periodístico, que debe dar soporte de forma razonada a los juicios de valor que se defienden, y es la base de una buena crítica. Perelman y Olbrechets (Abril, 1999, pp. 79 y 80) establecen cinco partes fundamentales de toda argumentación: Los hechos, que son el eje de la argumentación y se consideran inmutables aunque puedan ser discutidos; las verdades, como sistema de asociación de diferentes hechos mediante uniones que pueden ser seguras, posibles o probables; las presunciones, resultantes de la lógica formal para llegar a una conclusión cuando los hechos y las verdades se analizan; los valores, que pueden ser considerados como universales, o, al menos, aceptados por la mayoría; y la recogida y selección de datos, que es la fase final de la interpretación. Además, es un género de autor, por lo que siempre la crítica debe ir firmada, ya que la personalidad del crítico es un factor determinante de cara a su credibilidad por parte del público. Estamos ante un género en el que la identidad del firmante es parte
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fundamental del texto, algo que sucede en la mayor parte de los géneros de opinión, aunque en éste, si cabe, con más importancia. Por ello, para que se identifique de forma directa al autor con su crítica es recomendable que esté redactada en primera persona. Para Auden (Vallejo, 1993, p. 23), la crítica de arte contiene, fundamentalmente, cuatro funciones. En primer lugar, debe introducirnos en obras de autores que ignoramos, por lo que la divulgación es un efecto inmediato. También, la crítica hace un análisis comparativo entre diferentes épocas para mostrarnos las relaciones entre ellas, es decir, una labor cultural de primer orden. Una tercera función es la de enseñarnos algo sobre el proceso de construcción de la obra, lo que hará reflexionar al lector desde un punto de vista diferente. Y, por último, tiene la función de persuadirnos de que su opinión es la correcta en todo lo que nos cuenta. La persuasión explícita es un elemento de gran importancia en la crítica de arte, ya que se trata de la visión subjetiva de un trabajo artístico por parte de un especialista en la materia, y que sirve de nexo entre el autor y el público sin que exista, por parte de éste, conocimiento directo de la obra. Es un texto que pretende principalmente orientar al lector, aunque también intenta servirle como instrumento de formación cultural. Es el género periodístico más aproximado a la educación, en tanto que orienta sobre la bondad y la belleza del arte. La crítica de arte informa de algo acontecido en el mundo de la cultura, por lo que también forma culturalmente al público. Su función cultural es un rasgo diferenciador en de este género. Argumenta los contenidos que ofrece de forma didáctica, de manera que el lector recibe formación cultural básica. Los buenos críticos aprovechan cada texto para reflexionar sobre el momento que vive el arte, para ampliar datos sobre la modalidad artística que enjuicia, y para analizar cada uno de los componentes de la obra. Se puede afirmar que el crítico está llamado a ejercer un magisterio cultural de primer orden por escribir de arte en un formato dirigido al gran público. La crítica de arte tiene una triple función: informar, orientar y educar (Santamaría, 1990, p. 141), aunque además se le puede añadir la función del entretenimiento, al existir lectores que encuentran un verdadero placer en leerlas (Abril, 1999, p. 191). Los textos periodísticos deben cumplir unas condiciones básicas para ser considerados críticas de arte (Vallejo, 1993, p. 24). El primer requisito es que debe ser un texto creativo con una redacción que enriquezca la obra, potencie sus valores y la califique con rigor, justicia y honradez. Pero además, la crítica es un texto con belleza expresiva, por lo que debe estar bien construida gramaticalmente, -en el caso de tratarse de una obra literaria, como mínimo con el buen estilo de la obra que se juzga-, y tendrá que ser profunda y amena. Y no puede olvidar su función formativa, para lo que es necesario que se convierta en el nexo entre el autor y el lector con el fin de elevar el nivel cultural de éste. La crítica de arte no debe contener elementos de destrucción, sino, por el contrario, afán de comprensión hacia la obra analizada. Y, por encima de todo lo anterior, el crítico debe observar escrupulosamente el principio ético de la insobornabilidad, sin presiones ni servidumbres de ningún tipo. Es un género que debe estar basado en el conocimiento profundo de la pieza, del autor y del contexto histórico en el que se desenvuelve. Exige una reflexión seria con un análisis de las circunstancias que la han acompañado. Es decir, la crítica exige un profundo rigor intelectual, que es el único camino que conduce a la objetividad. Por encima de cualquier gusto personal, se impone una actitud ética ante la valoración de una obra de arte. Y debe ser sincera. El crítico expresa su parecer de forma honesta, con absoluta independencia. El análisis responsable es necesario ante un texto que va dirigido al público en general para orientarle, por lo que debe contener pautas adecuadas para que el público forme su opinión personal. Aunque no debe olvidarse de
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que, además, es un género con función informativa. Debe ser un texto que explique fielmente el contenido de la obra enjuiciada. La crítica debe ser un texto analítico y sintético con una argumentación ponderada y justa, por lo que tiene que existir un criterio valorativo bien razonado. El crítico ha de evitar la tendencia al elogio gratuito y la inclinación a la dureza en sus juicios (Martín, 1986, pp. 337 y 338). Su texto debe ser fielmente informativo, pues el objetivo es que el lector conozca las virtudes y los defectos de la obra, aunque debe estar redactada con tono respetuoso y ecuánime. El crítico debe ser un especialista en la materia con espíritu reflexivo y serenidad de juicio. Al ser un género de autor, el crítico de arte debe reunir unas cualidades para poder ser considerado un profesional especializado en este género periodístico. Un crítico debe tener facilidad de comunicación para dirigirse a audiencias masivas, ser experto en el arte que valora, amar la actividad que es objeto de crítica, escribir siempre con un tono constructivo, tener sentido crítico con claridad de pensamiento y ser objetivo (Torres, 1988, pp. 22 y 23). El crítico debe fundamentar lo que afirma sin dogmatismo, y su opinión debe ser considerada como una aportación personal a la propia obra. Luisa Santamaría (1990, p. 145) afirma que las características de la crítica de arte son tres: la brevedad, la urgencia y la inteligibilidad. Es un texto breve, pero no ligero, por lo que debe estar bien argumentado; es urgente, pero no por ello irreflexivo, y por tanto, sus valoraciones serán suficientemente razonadas; y por último, al ser un texto periodístico, debe estar redactado con un lenguaje no especializado aunque se hable de arte. Algunos autores han propuesto modelos de estructura para este género periodístico a pesar de que la crítica de arte no se adapta a un esquema rígido por ser un género creativo. Algunos autores proponen dividirlo en tres partes: el titular, normalmente argumentativo; la ficha técnica, donde se recogen los datos objetivos de la obra que se enjuicia; y el cuerpo, que es la crítica propiamente dicha (Martínez Vallvey, 1999, p. 83). Pero en esta última parte se pueden distinguir tres componentes: En el primero, el crítico hace mención de los antecedentes de la obra objeto de su valoración con datos sobre el autor y su producción anterior; en el segundo se resume el argumento, si lo tiene, de forma breve, con el fin de ilustrar al lector; y por último, como consecuencia de lo anteriormente expuesto, se refleja el veredicto del crítico, de forma que el lector quede convencido de que la valoración está suficientemente argumentada y que está realizada por un experto (Morán, 1988, p. 19). Una propuesta para su clasificación. Varios autores consideran que la mejor forma de clasificar las críticas de arte es tener en cuenta el asunto del que tratan. Así, podríamos hablar de críticas literarias, cinematográficas, teatrales, musicales… Sin embargo, es un texto que puede ser muy creativo, por lo que es posible distinguirlas teniendo en cuenta otros criterios. Luisa Santamaría (1990, p. 148) hace una propuesta de cuatro tipos de críticas de arte basándose en el objetivo principal que persigue su autor, lo que da lugar a una clasificación que puede ser eficaz para explicar las posibilidades de este género periodístico: El modelo estético, que es el texto donde el crítico tiene una gran libertad para analizar la obra desde el punto de vista de la belleza de la misma, sin preocuparse por el estudio analítico de su estructura o las relaciones históricas; el modelo formalista, cuya principal preocupación es la actitud científica frente a la estética y donde el crítico no tiene valor creador y se limita a explorar la obra en su estructura
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formal; el modelo culturalista, que estudia la obra en relación con los condicionamientos históricos y el medio en el que la desarrolló su autor; y el modelo sociológico, que es el texto donde el crítico hace un análisis muy comprometido del momento político y social en el que se desenvuelve la obra en cuestión. Pero en la práctica no se presentan en toda su pureza. Evidentemente, toda crítica sobre una obra de arte se preocupa de la estética, pero, si pretende ser rigurosa no puede dejar de analizar su estructura formal, sus condicionantes históricos y su relación con la sociedad que representa, por lo que es posible que todas tengan algo de cada uno de los modelos propuestos. Es un género de autor, y éste pone su sello de identidad en el texto que firma. Es razonable distinguir las críticas de arte por el estilo con el que están escritas. Unas analizan fríamente el contenido de la obra. Otras no profundizan demasiado y terminan siendo un texto cuyo único fin parece ser elogiar al autor. También las hay centradas en una simple descripción. Algunos críticos prefieren hablar del autor y su repercusión en el mundo artístico. Por último, hay críticas que buscan casi exclusivamente la belleza estética del texto. Con estos criterios diferenciamos la crítica analítica, la laudatoria, la descriptiva, la expositiva y la estética.
1. La crítica analítica. Es la crítica de arte propiamente dicha. En ella se analizan
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con rigor cada una de las partes de la obra que se enjuicia, con valoraciones concretas sobre su realización, dirección o interpretación. Normalmente utiliza un estilo informativo alejado de los recursos literarios, aunque al ser un género de autor depende de quien la firma. La crítica laudatoria. En ocasiones encontramos en los periódicos alguna crítica de arte en la que su autor prodiga excesivamente elogios hacia todas y cada una de las partes de la obra enjuiciada. Son textos en los que el crítico se recrea en la belleza extraordinaria del objeto artístico analizado, y no siempre aporta datos concretos para tanta alabanza. Es una apología del autor y de su obra, por lo que la denominamos crítica laudatoria. La crítica descriptiva. Es aquella donde no se analiza el contenido de la obra, y el crítico se centra en exponer los detalles que la componen. En la argumentación, lo importante es la descripción de las partes, y la valoración, si la tiene, se convierte en algo secundario. Es un relato sobre todo lo visto -en el caso de una crítica sobre pintura-, o lo ocurrido durante el concierto o representación teatral. El lector recibe una información bastante completa de la obra artística. La crítica expositiva. Es la crítica que ni siquiera describe la obra artística. Habla de su autor, o de su repercusión social, pero no entra en detalles de las partes que la componen o el trabajo de dirección, realización o interpretación. Se asemeja a un artículo firmado, ya que muchas veces se ocupa de analizar las últimas novedades producidas en la modalidad artística de la que habla. Incluso se aproxima al contenido de una reseña, ya que no entra en un análisis profundo. La crítica estética. Es aquella que se asemeja a un artículo firmado, en la que, con belleza expresiva, se hace un recorrido por la historia de la obra o de su autor, pero no describe, ni analiza, ni expone ninguna parte de la obra. El fin que persigue es el placer de su lectura, más que un juicio de la obra de arte. Se trata de un texto culto donde la estética del escrito es particularmente importante.
Dr. Rafael Yanes Mesa Universidad de la Laguna, Islas Canarias, España.
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Referencias. Abril Vargas, Natividad (1999). Periodismo de opinión. Madrid: Síntesis. Armañanzas, Emy y Javier Díaz Noci (1996). Periodismo y argumentación. Géneros de opinión. Bilbao: Editorial Universidad del País Vasco. García Núñez, Fernando (1985). Cómo escribir para la prensa. Madrid: Ibérico Europea de Ediciones. Grijelmo, Álex (2001). El estilo del periodista. Madrid: Santillana. Gutiérrez Palacio, Juan (1984). Periodismo de opinión. Madrid: Paraninfo. Martín Vivaldi, Gonzalo (1986). Curso de Redacción. Madrid: Paraninfo. Martínez Albertos, José Luis (1983). Curso General de Redacción Periodística. Barcelona: Mitre. Martínez Vallvey, Fernando (1999). Cómo se escriben las noticias. Salamanca: Librería Cervantes. Morán Torres, Esteban (1988). Géneros del periodismo de opinión. Pamplona: EUNSA. Muñoz González, José Javier (1994). Redacción periodística. Salamanca: Librería Cervantes. Núñez Ladevéze, Luis (1995). Introducción al periodismo escrito. Barcelona: Ariel Comunicación.
Material complementario III.15 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
El comentario, es un género de opinión caracterizado por su brevedad, que acompaña generalmente a la sección de sociedad o que tiene que ver con frecuencia con la opinión de un entendido sobre cuestiones livianas que no tienen una gran implicación social.
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Va firmado casi siempre, y enjuicia temas candentes de cada sección informativa. Se suele encargar a especialistas, cuando no los firman los propios jefes de sección. El hecho de que los comentarios sean responsabilidad de personal de plantilla del periódico es un punto a favor de éstos, ya que demuestra que el diario dispone de un grupo de profesionales capaces de enjuiciar un acontecimiento aportando soluciones. Son textos ligados al editorial, en la medida que se aleja en su redacción del lucimiento estilístico para profundizar en la información. El comentarista tiene un margen mayor que el editorialista a la hora de escribir, ya que se despoja de la seriedad y rigidez propias del editorial para comentar una noticia. Finalmente, en cuanto al esquema del comentario, lo importante de cara a su efectividad es cuidar el comienzo y fin del mismo. Pastora Moreno Espinosa. Docente de la Universidad de Sevilla, en España.
Material complementario III.16 Secretaría de la Redacción/VI Sem. ECS/Facilitadora: Jimena Alexandra Rueda
Una caricatura es una ilustración humorosa que exagera o distorsiona la esencia básica de una persona o cosa para crear un parecido fácilmente identificable. La técnica de la caricatura se basa en recoger los rasgos más marcados de una persona (labios, cejas, etc.) y exagerarlos de forma que causen humor.
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Existen caricaturistas de muy distintas índoles, temas y estilos, ya que la caricatura, con muy pocas palabras (en algunos casos, sin palabra alguna) permite también hacer comentarios políticos en clave de humor, y por ello casi todos los diarios del mundo suelen incluir una o más caricaturas en su sección de opinión. Pero también las puedes encontrar en los diarios/periódicos (en las historietas). Periodismo iconográfico (VII) Hacia una definición de caricatura (1) Dr. Carlos Abreu © Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna y Profesor Titular de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela
[email protected] El concepto. Ningún concepto abarca de manera completa el objeto que pretende definir. No obstante, podemos afirmar que la caricatura periodística es un género iconográfico de opinión, a través del cual el autor presenta la interpretación de algo gracias al auxilio de recursos psicológicos, retóricos y/o plásticos, potenciados muchas veces por un texto breve. Además, tiene un propósito crítico y a veces editorial. A pesar de que entendemos que el todo es más que la suma de las partes, por razones académicas vamos a desmenuzar el concepto para aprehender sus componentes, a riesgo de que se presenten algunas redundancias, por lo demás inevitables: Género iconográfico de opinión. La mayoría de los componentes de lo que conforman un género periodístico iconográfico están presentes en la caricatura. Ciertamente, esta modalidad expresiva tiene una estructura, generalmente un "cartón" o "viñeta", que encuadra el motivo objeto de la caricatura. Igualmente, persigue una finalidad o función: emitir un juicio o parecer, vale decir, una opinión. Las marcas formales del género están constituidas por los rasgos acentuados, exagerados o grotescos del dibujo, así como por los globos, fumetos, inscripciones o leyendas que lo acompañan, aunque estos no son indispensables. Finalmente, es iconográfico ya que la imagen juega un papel fundamental. Interpretación del autor. Hasta en una línea simple o "pura" un dibujante puede expresarse y transmitir diversas sensaciones. En la caricatura, el autor "valoriza" más la línea al hacerla gruesa o fina. De manera que después de decidir el tema sobre el cual va a versar su trabajo -o de leer atentamente un artículo o crónica para ilustrar su esencia a través de una caricatura-, le da forma gráfica a su pensamiento luego de tener claridad sobre cómo va a plasmarlo en su obra. Este proceso implica valoración, pero además análisis y reflexión, es decir, supone una interpretación.
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De hecho, algunas de las definiciones reseñadas en nuestra última entrega así lo reconocen. Artistas como Leoncio Martínez "Leo" han sido considerados auténticos intérpretes gráficos de su tiempo. (Nazoa, 1972: 217) Entonces, no debe extrañar que Evora Tamayo afirme que la caricatura política es muy "sensible" porque "se basa en intenciones e interpretaciones" sobre y hacia los hechos y que este tipo de caricatura "parte de un punto de vista interpretativo de los fenómenos que se producen en la realidad". (Tamayo, 1988: 34) De más está decir que Tamayo se queda corta al mencionar la interpretación solamente en relación con la temática política. Si bien esta última tiene en esta área su hábitat predilecto también se emplea en otras especialidades. También es bueno aclarar que el hecho de que admitamos que el caricaturista plasma su interpretación iconográfica no significa que esté haciendo periodismo interpretativo. En los géneros de opinión -ora escritos, ora iconográficos- hay dosis de interpretación, pero el móvil que persiguen es emitir juicios o pareceres sobre algo. En tal sentido, los puntos de vista de Eduardo Robles Piquer (RAS) resultan esclarecedores: ...el caricaturista no reproduce "lo que ve", sino que opina sobre los modelos y de ahí lo fascinador de su oficio: interpretar humorísticamente la historia escrita en cada cara. (En Esteva-Grillet, 1992: 82) No sólo personas. Para algunos, ese "algo" de lo que nos habla la definición de caricatura propuesta por nosotros está conformado únicamente por personas. Verbigracia, Guy Gauthier sostiene que las caricaturas "sólo tratan a un personaje y, en ese sentido, limitan su comentario". (Gauthier, 1986: 137). Luis Ernesto Medina considera que la caricatura es una expresión sintética de la personalidad de un individuo a partir de sus rasgos externos. (Medina, 1992: 36) Aun cuando en sus comienzos las caricaturas sólo incluían a personas, no pasó mucho tiempo sin que fueran empleadas para hacer referencia a otro tipo de "actor". De por sí, la imagen atribuida a Benjamín Franklin, considerada por algunos la primera caricatura publicada en Norteamérica, mostraba a un animal -la serpiente-, aunque su uso no fuese analógico sino simbólico. Hacia 1870, Thomas Nast, inventor del elefante como símbolo del Partido Republicano, y quien popularizó el asno como emblema de los demócratas dibujó rostros de políticos en cuerpos de animales como buitres y puerco espines, a objeto de ridiculizarlos (Feaver, 1981: 93-94). De manera que si bien el ser humano estaba presente en sus caricaturas, aparecía fusionado con un animal. Años antes de las ocurrencias de Nast en Estados Unidos, en el Viejo Continente ya se hacía algo similar. Verbigracia, en 1815 una caricatura anónima mostraba a Napoleón exiliado en Santa Elena, dando órdenes a sus habitantes: unas repulsivas ratas. Aunque se incluía a una persona -Bonaparte- la mayor parte de la imagen la conformaban los asquerosos animales.
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En Venezuela, la primera caricatura política, según el criterio de los especialistas, aparecida en 1844 en El Relámpago de Marzo, era precisamente de un animal -un caimán-, que simbolizaba al Banco Nacional (Pérez Vila, 1979: 16). Desde entonces, han sido muchos los políticos, corruptos y oportunistas que han sido simbolizados por medio de animales como el camaleón, el tigre, el búfalo, el cerdo, la rata, el ratón, los reptiles y muchos otros. De manera, pues, que desde hace mucho tiempo los contenidos de las caricaturas dejaron de ser de dominio exclusivo de personas -por lo general prominentes- para dar cabida en sus trazos a otros protagonistas, aunque estos en muchos casos sean utilizados como símbolos de las conductas de seres humanos. Más aún, estos últimos han sido en ocasiones personajes imaginarios. Algunos de ellos actúan como símbolos; otros representan "tipos" del pueblo. Por ejemplo, la figura del Tío Sam, y de John Bull ha sido empleada, entre otros usos, para simbolizar la voracidad imperialista de los Estados Unidos e Inglaterra, respectivamente. El personaje "Liborio" llegó a ser un arquetipo del pueblo cubano -lustros antes de la revolución- aunque se considera que en realidad era una burla de una república mediatizada (Tamayo, 1988: 10) Entre los personajes imaginarios creados por caricaturistas venezolanos han destacado además de los "tipos" de "Leo", Tirabeque y Pelegrín, dibujados por Ramón Muñoz Tébar para las crónicas de Max Lores en La Linterna Mágica; el popular Juan Bimba, y, menos alejado en el tiempo, Coromotico, de Pedro León Zapata, en El Nacional. (Torres, 1982: 313). El reino vegetal también puede ser empleado como objeto o sujeto de la caricatura. Es célebre la imagen del rostro del rey Luis Felipe transformándose en una pera, lo cual envió a juicio a su autor, Charles Philipon. Algunas frutas como el cambur [plátano o banana] y la guanábana han sido utilizados como símbolos. El primero representa el cargo apetecido, la oportunidad de empleo, o el acceso al poder político para repartirlo. Mientras, la guanábana ha hecho alusión a los acuerdos Copei-AD ¿Y qué decir de las cosas? En ocasiones son las "protagonistas" de las caricaturas. La silla presidencial ha sido un icono utilizado con frecuencia. Igualmente, se han elaborado caricaturas tomando como base ranchos, calaveras, dólares, mapas de Venezuela, barriles y torres de petróleo, por ejemplo. También es factible caricaturizar un acontecimiento, una institución, un partido, una situación o un lugar. Ello, sin que necesariamente aparezcan personas en la imagen o que éstas ocupen un papel protagónico importante. El auxilio de los recursos psicológicos. En cerca de la mitad de las definiciones de caricatura que transcribimos en nuestra última entrega se hace referencia al humor, la sátira, el chiste, lo cómico, la burla o al ridículo. Respecto del humor, la mayoría de los autores coincide en lo difícil que resulta definirlo. De hecho, luego de inventariar más de diez definiciones sobre el asunto, Eduardo Robles Piquer lamenta que "nos hayamos quedado igual que antes de definirlo" aunque
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antes asevera que "no parece se preste a discusión que la caricatura es una forma del humorismo". (En Esteva Grillet, 1992: 76-77) No obstante, podemos aceptar que el humor es "un modo de enjuiciar y comentar las situaciones, que se caracteriza por el enfoque burlón, cómico, mordaz, e irónico", tal y como lo señala José Martínez de Sousa quien incluye a la caricatura entre una de las manifestaciones de lo humorístico. (Martínez de Sousa, 1992: 233) Como se observa, la mezcla de los componentes de lo que constituye el humor es bastante heterogénea, razón por la cual resulta difícil desmembrar cada uno de ellos para proponer un concepto que los haga comunes. Más aún, hay quienes como Miguel Otero Silva han dicho que el humorismo "difiere de la ironía y de la sátira, de la caricatura y de la mueca, de lo festivo y de lo superficial". (Otero Silva, 1985: 2) En una línea de pensamiento similar, RAS ha afirmado que el humorismo no es "simplemente comicidad, ni chiste, ni sátira aunque todo ello se venga comprendiendo bajo el nombre genérico de ‘humor’". (En Esteva-Grillet,1992: 77) Más adecuado nos luce el planteamiento de Earle Herrera quien si bien concuerda en que el humorismo no es chispa, ni chiste "puede valerse de ambos" y dentro de sus formas expresivas incluye la caricatura. Herrera añade otro elemento importante a considerar cuando puntualiza que el humorismo "trasciende el efecto inmediato de la risa o la sonrisa, y conduce a la reflexión, al acto de pensar". (Herrera, 1986: 72) Lo cierto es que el humorismo gráfico es una parte fundamental dentro del humorismo y, a su vez, la caricatura lo es de aquél. Tan es así que aun cuando Ildemaro Torres incluye dentro del humorismo gráfico a los dibujos, collages y fotomontajes, dedica la mayor parte de su contenido a la caricatura y advierte que prefiere emplear el término "humorismo gráfico, por ser éste un término de mayor amplitud conceptual". (Torres, 1982: 20, 28) En esa misma línea de pensamiento, Pancho Graells (En Torres, 1982: 413), asevera que, para él, caricatura es humor gráfico, aunque no todo humor gráfico es caricatura". En fin, el humor -en cualquiera de sus manifestaciones- no es lo mismo que ironía, sátira, sarcasmo, chiste, comicidad o burla, pero estos pueden estar presentes dentro de él y, en consecuencia, también en la caricatura. Olga Dragnic (1994:128) nos ayuda a fundamentar esta afirmación cuando señala que el humor es una cualidad que tienen algunas personas en saber descubrir mediante palabras, gestos o dibujos -no olvidemos que la caricatura es una modalidad de dibujoel lado cómico, ridículo o contradictorio de ciertas personas, cosas o situaciones. "El humorismo, como manifestación del humor -puntualiza-, recurre al enfoque burlón, satírico, irónico o mordaz para provocar determinadas situaciones". De manera, pues, que estos recursos -o algunos de ellos- aparecen con frecuencia amalgamados en la caricatura, en su componente icónico y/o verbal. En tal sentido,
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vale puntualizar que el amalgamiento consiste en la reunión de distintos grupos de ramas bajo una determinada marca. (Lewandowski, 1986: 16) La ironía se caracteriza por la diferencia entre lo que se dice y lo que en verdad se desea señalar. La sátira conlleva un fin ético y ejemplarizante -educar o corregir- y su finalidad es censurar, criticar o ridiculizar a personas, instituciones, cosas o situaciones. Emplea todos los argumentos, desde la risa hasta la indignación. La comicidad busca producir risa y para obtenerla se dirige hacia el entendimiento al igual que el chiste, que es el rebuscamiento de lo cómico y supone un proceso de elaboración mental, en el cual se recurre a malabarismos verbales o de otra índole. (Torres, 1982: 17-18) La burla es una mofa y supone desprecio hacia alguien. La mordacidad corroe; es áspera o picante. El sarcasmo es una burla sangrienta o una ironía mordaz. (Torres y García-Pelayo, 1967: 928) La retórica en acción. Para emplear estos recursos, el caricaturista suele emplear un conjunto de sistemas de connotación que integran lo que autores como Domenech Font llaman retórica de la imagen. Esta última comprende "un conjunto de operaciones artificiosas que caracterizan el mensaje y buscan el asentamiento persuasivo y emotivo por parte de los receptores". (Font, 1981: 18) Estos artificios o figuras retóricas proceden en buena medida de la literatura y han sido objeto de agudas polémicas y de las más diversas definiciones. Pueden estar en el componente icónico de la imagen y/o en su parte verbal. Acá mencionaremos quizás los más conocidos. La hipérbole supone una exageración visual o verbal y, en razón de ello, probablemente es el recurso retórico más empleado en la caricatura. De hecho, en poco menos de la mitad de las definiciones de este género encontramos referencia a esa característica. De allí que no resulte extraño que E.H. Gombrich considere la tendencia a la exageración y a la distorsión como "el rasgo más notable de la caricatura". (Gombrich, 1987: 123) La metáfora es la comparación entre dos contenidos pero también puede devenir en una identificación entre ellos. (Márquez, 1976: 229-230). (1) Verbigracia, la imagen de una bolsa con el signo del dólar a la que se le añaden alas puede comparase con la pérdida del dinero. Al referirse a la metáfora, otros autores hablan de transposición de significados basada en similitudes de aspecto externo, función y uso mediante la comparación implícita o interrelación de las connotaciones. (Lewandowski, 1986: 224) La metonimia supone aludir a un objeto o concepto por medio de otro que lo sustituye. Por ejemplo, el tulipán en lugar de la primavera. Metáforas y metonimias tienden a confundirse.
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Jakobson (En Vilches, 1987: 148) procura aclarar los conceptos al señalar que un discurso puede llevar a otro por semejanza o por contigüidad -proximidad o cercanía-. En el primer caso, tendremos una tendencia metafórica mientras que en el segundo una tendencia metonímica. La sinécdoque es la utilización de una parte para referirse a un todo. Verbigracia, el reloj universitario "nos lleva" a la Universidad Central de Venezuela. Según el Diccionario Básico de Comunicación, la sinécdoque es un caso especial del procedimiento metonímico cuya distinción muchas veces ha parecido irrelevante a los analistas. (Varios, 1980: 442) De hecho, para Alexis Márquez (1998: C/10), "modernamente" la diferencia entre ambas se ha "desechado", y los dos tipos se engloban bajo el nombre de "metonimia". Lo cierto es que al emplear estos recursos, el caricaturista suele valerse de una serie de técnicas. La alusión es una de ellas y consiste en referirse a una persona o cosa, sin nombrarla o sin expresar que se habla de ella. (Toro y García-Pelayo, 1967: 56) Puede hacerse a través de símbolos. Los juegos de palabras son otra y por medio de ellos se pretende encontrar un sólo término para expresar dos significaciones. Por ejemplo, en una caricatura las palabras "UNID-AD" y "PAR-TIDOS" -en articulación con el aspecto icónico- logran plasmar la idea plena de la ruptura política. (Acevedo y Balza, 1990: 112). Los retruécanos se basan en el juego de dos palabras que se recuerdan mutuamente a través de cualquier analogía manifiesta ya sea una semejanza en su estructura, una cacofonía -mezcla de sonidos discordes-, comunidad de algunas letras vocales o consonantes, etc., (Freud, 1973: 1051). En el doble sentido el mensaje tiene una palabra que es susceptible de diferentes interpretaciones, característica que permite al receptor cambiar de un pensamiento a otro. Por ejemplo, "botaste la bola" significa en la jerga peloteril conectar un cuadrangular, pero puede tener una connotación irónica respecto del accionar de alguien. La antonimia conlleva la presencia de palabras de sentido contrario. Por ejemplo, ricopobre, hermoso-feo, vida-muerte (Lewandoski, 1986: 26) En una caricatura de Zapata un personaje le dice a otro: "Este país es tan rico que da pena decir que uno tiene hambre". La expresión recoge la irónica situación del venezolano "rico, pero pobre". (Acevedo y Balza, 1990: 222) La lista de figuras para conseguir un mayor realce expresivo y una mejor persuasión es extensa. Sin ánimo de incluirlas todas, podemos mencionar a la paradoja, la antítesis, la redundancia y la antítesis. La paradoja conlleva una contradicción. También se considera como tal, lo que va en contra de la opinión común. (Toro y García-Pelayo, 1967: 766). La redundancia es la presentación repetida o múltiple, explícita o implícitamente, del mismo contenido. (Lewandowski, 1986: 289) La antítesis es la correlación de dos o más palabras, cuyos resultados resultan opuestos. Por ejemplo, vista ciega, luz oscura, risa triste, etc. (Varios: 1986: 22) De más está insistir que no todas estas técnicas convergen en una misma caricatura.
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También debe quedar claro que las mismas se consideran por separado para su estudio ya que en la práctica dos o más de ellas se entraman como un tejido para funcionar como un todo significativo. En nuestra próxima entrega analizaremos el resto de componentes de nuestro concepto sobre caricatura. Referencias. ACEVEDO, Mibelis y Yesenia Balza (1990). Humor en Venezuela: la historia no oficial. Trabajo de Licenciatura. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Comunicación Social DRAGNIC, Olga (1994). Diccionario de Comunicación Social. Editorial Panapo. Venezuela ESTEVA-GRILLET, Roldán (1992). El dibujo en Venezuela: Estudio y antología de textos. Fundarte. Alcaldía de Caracas. Venezuela FEAVER, Williams (1981). Masters of Caricature. Weindenfeld and Nicolson. London. FREUD, Sigmund (1973). Obras completas. Tomo I. 3ra edición. Biblioteca Nueva. Madrid HERRERA, Earle (1986). La magia de la crónica. Colección Letras de Venezuela. Ediciones de la Dirección de Cultura. Universidad Central de Venezuela. Caracas LEWANDOWSKI, Theodor (1986). Diccionario de Lingüística. Ediciones Cátedra. Madrid DE TORO, Miguel y Ramón García-Pelayo (1967). Pequeño Larousse Ilustrado. Editorial Larousse. Buenos Aires FONT, Domenech (1981). El poder de la imagen. Salvat Editores. Barcelona GAUTHIER, Guy (1986). Veinte lecciones sobre la imagen y el sentido. Ediciones Cátedra. Signo e imagen. Madrid GOMBRICH, E.H. (1987). La imagen y el ojo. Alianza Editorial. España MARQUEZ, Alexis (1976). La comunicación impresa. Teoría y práctica del lenguaje periodístico. Ediciones Centauro/Síntesis Dos Mil. Caracas ------------------------ (1998). "Con la lengua". El Nacional. C-10. Caracas MARTÍNEZ DE SOUSA, José (1992). Diccionario de información, comunicación y periodismo. Editorial Paraninfo. Madrid MEDINA, Luis (1992). Comunicación, humor e imagen. Funciones didácticas del dibujo humorístico. Editorial Trillas. México NAZOA, Aquiles (1972). Los humoristas de Caracas. Monte Avila editores. Tomo I. CaracasOTERO SILVA, Miguel (1985). El humor en el Quijote. Suplemento Especial de El Nacional. P. 2. Caracas PÉREZ VILA, Manuel (1979). La caricatura política en el siglo XIX. Lagoven. Venezuela.
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El concepto de caricatura como arte en el siglo XIX. J. Enrique Peláez Malagón. Sumario. 1234-
Introducción Estado actual de la investigación sobre el arte en la caricatura El concepto de caricatura Características y cualidades de la caricatura La caricatura es una reducción La caricatura como recurso agresivo La caricatura como exageración La idea como caricatura La caricatura como retrato La caricatura como fantasía La caricatura como línea La caricatura como estenografía expresiva La caricatura como moralidad La caricatura como degradación La caricatura como juego La caricatura como síntesis visual La caricatura como ingenuidad La caricatura como código o lenguaje fisionómico La caricatura como posesión La caricatura como contenido La caricatura como grabado simbólico La caricatura como medio de masas La caricatura como encuentro La caricatura como opinión La caricatura como versión humorística de un personaje
5- Tipologías de caricaturas
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1) Introducción. Puede parecer extraño, a primera vista, la concepción de la caricatura como arte, no obstante, la caricatura es un tema más interesante de lo que a primera vista pueda parecer. Ya Azorín escribía en 1913 a propósito del humorismo: “El capítulo de eutrapelia, del divertimento espiritual es sumamente importante en la historia del desenvolvimiento humano; haciendo la historia de la ironía y del humor, tendríamos hecha la sensibilidad humana y consiguientemente la del progreso, la de la civilización. La marcha de un pueblo está en la marcha de sus humoristas”.1[1] Baudelaire por su parte opinaba: “Sin duda alguna, una historia general de la caricatura en sus relaciones con todos los hechos políticos y religiosos, graves o frívolos, relativos al espíritu nacional o a la moda, y que han agitado a la humanidad, resultaría una obra gloriosa e importante”. 2[2] Por su parte Gombrich ponía de manifiesto la trascendencia de la labor del dibujante cómico: “El dibujante por desdeñable que sea su calidad artística, tiene más probabilidades de impresionar en una campaña de odio que el orador de masas y el periodista.” 3[3] Su interés radica, no ya sólo en la calidad de las obras (quienes siguen los vaivenes estilísticos del momento) sino en la enorme cantidad de información que estas humildes obras pueden proporcionarnos pudiendo asistir y revivir todos los acontecimientos, desde los más triviales a los más importantes y además podemos hacernos una idea perfectamente clara de la forma de pensar de aquellos individuos en aquellos momentos. Por todo ello el humor gráfico nos proporcionaba información en tres aspectos importantísimos: el cultural, el estilístico y el sociopolítico. Pese a la importancia del tema, somos conscientes que treinta años atrás no se hubiese aceptado ni el título ni tema como objetivo de un artículo científico por el mundo académico, y que incluso hoy, superado ya el escándalo, no faltarán quienes se pregunten ¿Es Arte el humor gráfico?. Hace años se negaba porque sólo se admitían las llamadas Artes mayores, Arquitectura, Escultura y Pintura, así, por orden de tamaño y peso, y las relegadas a segundo plano como artes menores, industriales aplicadas o decorativas (nunca se pusieron de acuerdo en los adjetivos todos impropios), como cerámica, esmalte, orfebrería, etc. Por fortuna esto ya está superado y el Arte es hoy mucho más y acoge aspectos que antaño se excluyeron como pobres y hasta vergonzantes. Como dice el profesor Carlos Cid, si se toma la palabra Arte en su etimología de algo bien hecho, con esmero y gracia, qué duda cabe que el humor tiene su lugar en él. Y no es válida la objeción de que es imposible poner el chiste de un periódico a la altura del Partenón o de La Primavera de Botticelli, nadie lo pretende, porque los objetos heterogéneos son incomparables y no son lícitas las escalas de valor entre ellos. Todo es Arte, pero pretender tales vecindades y evaluaciones sería tan absurdo como cotejar una ballena azul y un pino mediterráneo y averiguar cual es el más valioso, lo que no niega que ambos sean seres vivos e importantes de maneras diferentes en sus clases. 2) Estado actual de la investigación sobre el arte en la caricatura. Históricamente ha existido un desdén generalizado hacia la imagen humorística en la prensa o incluso a la ilustración en general. Los historiadores de los estilos tradicionalmente han marginado este campo ya que la mayoría no ha sólido 1[1]
Azorín, Clásicos y modernos, Renacimiento, Madrid, 1913, p.51. Baudelaire, Charles, Pequeños poemas en prosa. Crítica de arte, Espasa Calpe, col. Austral, Madrid, 1968, p. 83. 3[3] Gombrich, Ernst, Meditaciones sobre un caballo de juguete, Seis Barral, Barcelona, 1968, p.177. 2[2]
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considerarlo como Arte al centrarse únicamente en las llamadas “Artes mayores”, olvidando muchas veces como señala Gombrich que como clase de imágenes, las caricaturas no están ni más ni menos encajadas en un contexto histórico definido que los retratos oficiales o los cuadros de altar.4[4] En el caso de los historiadores de la vida cotidiana, de la llamada “Nueva Historia” tampoco se ha aludido al tema ya que a pesar de la importancia que se la da al “vivir” (entendiendo este término en el sentido más amplio) de una sociedad, han olvidado con excesiva frecuencia las posibilidades que este tipo de arte abre a la hora de estudiar las costumbres, modas, opiniones y pensamientos, opciones ideológicas... reflejo valioso de una sociedad. Es por tanto un material a nuestro juicio importantísimo al cual poder recurrir a la hora de realizar un estudio sobre la época contemporánea. Fruto de este desdén ha sido el vacío bibliográfico existente sobre la caricatura: Nadie tomó en consideración el tema hasta que Baudelaire, desde el punto de vista artístico, partiendo de la base de que nada que pueda hacer el hombre es frívolo a los ojos del filósofo argumentó que algunas de estas obras contienen un elemento misterioso, duradero y eterno que despierta la atracción de los artistas siendo digno de consideración la introducción de este elemento (inseparable de lo bello) hasta en obras destinadas a presentar al hombre su propia fealdad moral y física. 5[5] Estos postulados hicieron que el panorama cambiase y que la caricatura entrase en escena, apareciendo de este modo una bibliografía específica que empezó a surgir en el ultimo cuarto del siglo XIX que va desde las obras faraónicas de Champfleury, Wright, Grand Carteret o Stephems 6[6] y las no tan extensas pero significativas como las obras de Bayard y Beraldi7[7] a los estudios específicos sobre lo cómico de Bergson y Freud8[8] que aportan un bagaje teórico de gran importancia. Esta corriente también llega a España de la mano de Ortego, Picón y Frontaura9[9], cuyas obras, si bien no son tan voluminosas como las primeras sí dejan constancia de este nuevo interés por la 4[4]
Gombrich, Ernst H., Meditaciones sobre un caballo de juguete, Barcelona, Seix Barral, 1968, p. 155. 5[5] Baudelaire, Charles, Lo cómico y la caricatura, Madrid, Visor, 1988, p. 16. 6[6] *Fleury, Jules, (Campfleury) amigo de Coubert consideraba la caricatura como un medio de liberación del idealismo formal neoclásico. Entre sus obras destaca una Historia de la caricatura en seis volúmenes: Historie de la caricature, 6v., París, Dentu, 1865-1874. *Wright, History of the caricature and grotesque in the literature and Art, Londres, Virtue Brother 1865 (existe reimpresión en Londres, Ungar, 1968.) *Grand Carteret, Les moeurs et la caricature en France, París, Louis Michard, 1888. *Stephems, F.G., Catalogue of political and personal satires, London, Brithis Museum, 1870. 7[7] *Bayard, Emile, Le caricature et les caricaturistes, París, Delegrave, 1900. *Beraldi, Henri, Les graveurs du XIX siecle, París, Conquet, 1881. 8[8] *Bergson, Henry, Le rire, 1899. (Traducción al español La risa, Madrid, Espasa Calpe, 1986). *Freud, Sigmund, Der Witz und seine beziehung zum umbewusten, 1905. (Traducción al español ,El chiste y su relación con el inconsciente, Madrid, Alianza, 1986.) 9[9] *Ortego y Vereda, Francisco, Caricaturas políticas, Madrid Imprenta García Rico ,1870. 80
imagen humorística. Interés que también aparecerá en Valencia de la mano de González Martí.10[10] Tras este auge del tema a finales de siglo se vuelve a caer en un olvido casi absoluto de la caricatura, olvido que se intenta romper en la década de los veinte en el caso español con algunas obras como las de José Francés y José Ferrán11[11] que si bien son de mucha menos envergadura que las que aparecieron anteriormente, reclaman el papel de la caricatura dentro del contexto artístico. Volverá a aparecer un nuevo silencio bibliográfico en las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta tan sólo roto por algunas obras de más contenido gráfico que teórico. Pero no será hasta la década de los setenta y ochenta del siglo XX (tal vez a consecuencia de eclecticismo que rodeará el concepto Arte) cuando empiecen a surgir verdaderos trabajos científicos que investiguen el tema. Estos estudios como primeros de su género están acotados (por lo que al caso español se refiere) tanto geográfica como temáticamente, geográficamente porque sólo y salvo contadas excepciones se circunscriben a las áreas de Madrid, La Coruña, Barcelona y Granada y temáticamente porque se han centrado sólo en algunos aspectos o figuras determinadas de la ilustración gráfica en general.12[12] En 1979 se intentará salir de esta situación cuando el profesor Bozal13[13] realice una visión general y de conjunto para toda la ilustración gráfica del siglo XIX en España, intento loable pero que no va más allá ya que el hecho de que se limitase al análisis de la prensa que se conserva en la Hemeroteca Municipal de Madrid hace que el trabajo tenga serias limitaciones. 3) El concepto de la caricatura. Caricatura, tal y como viene definida en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua española, es: “Figura ridícula en la que se deforman las facciones y el aspecto de alguna persona.”14[14]
*Picón, Jacinto Octavio; Caricatura. Historia, Madrid, Establecimiento tipográfico J.C. Conde,1878. *Frontaura, Carlos, Caricaturas y retratos, Barcelona, Cipriano López, 1868. 10[10] *González Martí, Manuel, Corpus gráfico de Arte valenciano, obra inédita que se conserva en el actual museo de cerámica de Valencia y que dedica uno de sus tomos a la caricatura en Valencia de principios del siglo XX. 11[11] Entre sus muchas obras dedicadas a la caricatura se podrían citar: *Francés, José, El Arte que sonríe y castiga, Madrid, Editora Internacional ,1924. *Francés, José, La caricatura universal, Madrid, Editora Internacional ,1930. *Ferrán Torres, José, La caricatura artística, Barcelona, Molins de Rei, 1917. 12[12] El caso gallego se ha ceñido casi exclusivamente en la figura de Castelao, los casos madrileño y catalán se han reducido al análisis de temas concretos circunscritos a una historia de las costumbres y el caso granadino, si bien intenta dar una visión de conjunto de la ilustración gráfica de Granada, no deja de ser una memoria de licenciatura publicada con las limitaciones que esto conlleva. 13[13] Bozal Fernández, Valeriano, La ilustración gráfica del siglo XIX en España, Madrid, Alberto Corazón, 1979. 81
Síntesis problemática la que realiza la academia ya que esta definición no se ajusta al alcance y delimitación del concepto al considerar a la caricatura tan sólo como “una deformación ridícula” solamente aplicable a las personas. De esta manera el diccionario sólo considera caricatura a la representación gráfica deforme de una persona dejando de lado por ejemplo la caricatura político social tan importante en un siglo XIX que utilizará este recurso como propaganda de ideas propias y críticas de las ajenas; e incluyendo, por el contrario, cualquier tipo de deformación que se introduzca en una figura humana aunque ésta responda únicamente a un estudio o boceto realizado por un pintor con el fin exclusivo de analizar las posibilidades de una línea o mancha de color como lo han venido realizando pintores de todos los tiempos. Esta definición que no ha variado mucho desde la primera vez que se incluyó en este diccionario: “Figura ridícula en la que se abultan o recargan y pintan como deformes y desproporcionadas las facciones de alguna persona.”15[15] Origen de la definición que se ha mantenido hasta la fecha, haciendo partícipe de esta idea a otros diccionarios o enciclopedias que la han repetido con más o menos variantes pero sin cambiar o matizar el contenido de la misma, sirva como ejemplo las referencias y definiciones de las Enciclopedias Espasa, Durvan o Larousse16[16], o los diccionarios Anaya o Casares.17[17] Y otras muchas a las que podríamos hacer referencia. 14[14]
DRALE, 20ª ed., Madrid, Academia, 1984, voz Caricatura, p. 276 DRALE, 13ª ed., Madrid, Academia, 1899, voz Caricatura, p. 198. 16[16] Enciclopedia ESPASA, Madrid, Espasa, 1911, t. 11, p. 933: “Representación plástica o gráfica de una persona o de una idea, interpretándola voluntariamente bajo un aspecto ridículo o grotesco.” Enciclopedia DURVAN, Madrid, Durvan, 1961 (1ªed., t.4, p.626: “Representación generalmente gráfica, en que se acentúa humorísticamente las características sobresalientes de una persona o cosa” Enciclopedia Larousse, Larousse, t.3. p. 270: “ Deformación grotesca de una persona por la exageración voluntaria, con intención satírica, de los rasgos característicos del rostro o de las proporciones del cuerpo.” 17[17] Diccionario de la Lengua Anaya, Madrid, Anaya, p. 141: “Representación gráfica o literaria de algo, en la que se exageran determinados rasgos con intención cómica o satírica.” Diccionario Casares, citado por Pasteca, Dibujando caricaturas, Barcelona, CEAC, 1985, p. 11: “Figura dibujo o descripción en la que se ridiculiza a alguna persona exagerando sus facciones o su aspecto.” 15[15]
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E incluso las definiciones que daban los contemporáneos no diferían mucho de éstas, aunque si bien introducen el concepto de “cosa” como objeto de caricatura que enriquece en gran medida la definición ampliando las posibilidades del concepto al liberarlo de su adscripción humana. Así, el Diccionario nacional de la lengua española de Ramón Joaquín Rodríguez, de 1845 la define como: “Pintura o dibujo en el que bajo formas alegóricas y burlescas se representa a alguna persona o hecho que se trata de ridiculizar.”18[18] O el diccionario de Gaspar Roig de 1853 que define el término como: “Pintura o dibujo que bajo formas alegóricas y burlescas, se representa a alguna persona o hecho que se trata de ridiculizar”19[19] Estos diccionarios contemporáneos van más allá que los de la Academia al introducir en su definición el término “hecho”, circunstancia que llena de contenido la palabra ya que abre las posibilidades a que algo caricaturesco pueda ser algo más que una persona ridiculizada, teniendo en cuenta de este modo que las acciones, comentarios u objetos también son susceptibles de engrosar el término definido. Sin embargo todas estas definiciones que aparecían en los diccionarios del siglo XIX, se circunscriben a una serie de características en común que siguen restringiendo sobre manera el término: a) Se circunscriben únicamente a las personas (salvedad de algunos diccionarios contemporáneos citados) b) La intencionalidad ridícula o grotesca como fin c) La deformación, exageración o desproporción como medio para llegar a ese fin. Referente al primer punto la palabra caricatura en principio recuerda a un retrato. Desde luego es así, pero si la caricatura llama hacia lo individual, que decir de todo lo que se engloba bajo esa palabra con la simple adición de un adjetivo: Caricatura política, de costumbres, social, festiva... La solución seria poseer varias palabras para mencionar cada uno de los anteriores subgéneros, pero desgraciadamente el español no cuenta con ninguna. Otros idiomas sí que cuentan y diferencian estos dos conceptos, así por ejemplo en inglés “caricature” hace referencia a la caricatura personal y “cartoon” englobaría las restantes manifestaciones de dibujo humorístico. Por todo ello hemos de considerar la caricatura en el sentido más amplio, esto es, englobando en su nombre todos los posibles subgéneros o como apunta Gamonal20[20] distinguir entre caricatura y lenguaje caricaturesco, de este modo se 18[18]
Rodríguez, Ramón Joaquín, Diccionario nacional de la lengua española, Madrid, 1848, p. 343. 19[19] Gaspar y Roig, Diccionario enciclopédico de la lengua española, Madrid, 1853, t.1, p.490. 20[20] Gamonal. op. cit. p. 11. 83
evitarían dos problemas de clasificación21[21]: El dibujo humorístico por un lado sin deformación caricaturesca con ejemplos bien patentes en la obra de Hogarth, Tiépolo o Gavarni, y la deformación sin intención cómica como los estudios sobre la maldad y la fealdad de Leonardo.22[22] Por lo que respecta al segundo punto, sobre la intención ridícula y grotesca como fin de la caricatura, si bien se puede dar en la mayoría de los casos, no es definitorio de lo que hemos venido en llamar lenguaje caricaturesco o de cualquiera de los subgéneros de la caricatura, es más, este subgénero se sirve de un lenguaje específico y autónomo que ha sido gestado y codificado desde el nacimiento de la prensa separándose según los casos de la caricatura personal. Finalmente y por lo que respecta al tercer punto, la exageración y la deformación como medio no es un rasgo definitorio por sí sólo ya que no todo lo exagerado o deformado se le puede llamar caricatura.23[23] Puestas así las cosas habremos de definir la caricatura, y para ello hemos de recurrir al método fenomenológico de tal forma que analizaremos por separado las cualidades diferentes que se dan en el concepto distinguiéndolo así y descubriendo su identidad, no obstante siguiendo este método nos encontramos con que algunas de sus cualidades o características pueden llegar a ser contradictorias, aceptamos esa contradicción a priori, ya que nos es necesaria para poder conformar una definición del término de tal forma que utilizaremos esos argumentos diferentes con el fin de producir un “choque” de ideas y una contraposición de argumentos, procurando así que las sucesivas opiniones se vayan recogiendo y enriqueciendo unas a las otras hasta hacer aparecer lo verdadero, proponemos así una metodología dialéctica anatríptica24[24] en la que no nos planteamos como sería el caso de la doctrina de Hegel una síntesis final que de lugar a la superación o eliminación de la contradicción sino que esa contradicción queda latente ya que los dos principios quedarán en pugna presionando y amenazando el equilibrio final pero mediante una posición antinómica tratando de conjugarlos y conciliarlos. Una vez aclarados estos puntos podemos definir la caricatura a través de sus características tal y como proponemos a continuación examinando 21 de sus posibles cualidades25[25] como método por el cual podamos llegar a averiguar la “esencia” y definitorio de lo caricaturesco. 4) Características y cualidades de la caricatura.
21[21]
Cfr. Revel, Jean Francois, “L´invention de la caricature” en L´Oeil, París, 1964,nº 109, Enero de 1964, p. 12. 22[22] No considerados como caricaturas por Hofmann Werner, “Comico e caricatura” en Enciclopedia Universale dell´Arte, Venecia-Roma, Istituto per la colaboracione culturales, 1858, p. 756. 23[23] Revel, J.F., op. cit. p. 13. 24[24] Idea como método propuesta por José María Quintana Cabanas, La pedagogía estética, Madrid, Dykinson, 1993, p. 37 y ss. 25[25] Entendemos el término cualidad en su sentido clásico como las propiedades de los objetos por las cuales podemos llegar al conocimiento de la esencia de los mismos, (Aristóteles la definió como “aquello por lo cual las cosas se llaman cuales”). 84
A) La caricatura es una reducción:26[26] Desde el momento en la que a través de muy pocos trazos se logra captar la esencia del representado. La reducción es también un juego por el que se ridiculiza el comportamiento de un hombre. Esta reducción puede no llegar a darse, este es el caso de lo que hemos venido llamando lenguaje caricaturesco, ya que por ejemplo en la caricatura política se puede llegar a caricaturizar una situación determinada a través de un texto que acompaña a la imagen de tal forma que el dibujo se contextualiza de una forma determinada que lo convierte en crítico sin tener que para ello deformar su apariencia. Tenemos por tanto una característica definitoria de caricatura y su antítesis también definiendo el concepto, ¿Cómo salir de aquí? creemos que no es solución plantear una nueva cualidad como superación de las dos anteriores, sino más bien dejarlas en tensión planteando así una antinomia en la que los dos elementos son válidos como cualidades por separado, si bien juntas pueden parecer antitéticas. 27[27] De este modo se puede llegar a concluir que la caricatura es una reducción que no siempre necesita de este elemento para que se pueda llegar a dar. Ejemplo de reducción lo podríamos encontrar en la obra del caricaturista Gavarni, quien trata mediante la utilización de unos trazos, captar la esencia del personaje y ejemplo de la no reducción en Daumier, para quien lo anecdótico en la representación ocupa un papel fundamental. B) La caricatura como recurso agresivo: Gamonal lo califica como un recurso básico en la caricatura28[28] por el que dirigiéndose contra personas u objetos respetables e investidos de autoridad los degrada como objetos eminentes. De hecho esta apreciación se ajusta a la realidad desde el momento en el que toda caricatura y todo subgénero de ésta tiene siempre como fin la crítica hacia algo, y desde el momento en el que esa crítica siempre va acompañada de un planteamiento degradante, bien sea en la forma o en el fondo será agresiva. Este planteamiento es básico en la caricatura romántica del siglo XIX que utiliza la crítica agresiva como recurso político de una realidad que intenta hacer cambiar por todos los medios. No obstante y como en el caso anterior podemos llegar a encontrar caricaturas por medio de una imagen que no juega un papel agresivo, ésta estaría en el arte oriental como en el Zen o en el Zenga29[29] ya que la caricatura puede poner en evidencia un movimiento de simpatía o un juicio de aprobación. Nos encontramos aquí con otra antinomia de la que podemos llegar a concluir que la caricatura usa de la agresividad para conseguir sus fines, si bien este elemento no se puede llegar a considerar imprescindible o determinante. C) La caricatura como exageración: 26[26]
Cfr. Roy, Claude, “Espirit de la caricature” en La caricature art et manifieste, Ginebra, Skira, 1974, pp. 9-24. 27[27] Cabanas Quintana, op. cit. p. 38. 28[28] Gamonal, op. cit. p. 5. 29[29] Roy, Claude, op. cit. p.21 85
Esta característica se da desde el momento en el que el caricaturista toma uno de los rasgos del caricaturizado, normalmente el más significativo y determinador y lo exagera convirtiéndolo en un elemento diferenciador del personaje. Sin embargo esta cualidad es difícil de aplicar en el lenguaje caricaturesco ya que un elemento cualquiera, por ejemplo la representación de un animal aludiendo a un personaje político no es una exageración sino más bien un símil de lo que se quiere representar. 30 [30] Tal es el caso del famoso grabado de una “pera” para hacer referencia a Luis Felipe de Francia realizado por Philipon. D) La idea como caricatura: Por encima de una representación más o menos real la caricatura lleva consigo la representación de una idea por encima de la mímesis gráfica, la caricatura es ante todo algo que se quiere comunicar, desde una crítica a un elogio, pero desde una perspectiva abstracta ya que por encima de todo se comunica un concepto. E) La caricatura como retrato: Por mucha exageración, desproporción, reducción o cualquier otro elemento que pueda existir en una caricatura, ésta siempre deberá ser un retrato en el sentido de que esa caricatura ha de ser necesariamente reconocible e identificable para que pueda existir, de ahí que la caricatura no pueda detenerse en lo externo sino en lo verdaderamente característico de lo que se quiere representar, debe de estar en la divagación psicológica como lo denomina Barros31[31]. Esto es ir más allá de un simple retrato físico para poder llegar a un retrato psicológico utilizando para ello unos medios propios característicos y definitorios. F) La caricatura como fantasía: Si en la anterior característica argumentábamos de la necesidad de amarrarse a la realidad para que la caricatura pueda ser considerada como tal, en este punto nos vamos a referir al papel que la fantasía juega en la caricatura. De este modo, hay fantasía desde el momento en el que el caricaturista no representa la realidad tal y como ésta es, sino que la deforma. Desde este punto de vista parece que estamos ante una contradicción imposible de superar, por un lado la caricatura ha de ser retrato e imitar a su manera y por el otro ha de ser fantástica. La solución a este dilema nos la aporta Gombrich32[32] al referirse al retrato caricaturesco como el descubrimiento teórico de la diferencia entre verosimilitud y equivalencia de tal forma que lo que se nos plantea no es una verosimilitud entre el objeto y la caricatura de éste sino una equivalencia que nos permite ver la realidad en términos de una imagen y una imagen en términos de una realidad. Todo esto está haciendo referencia directamente a la formación de un lenguaje propio que tiene que ver con la realidad sólo en cuanto se refriere a ella, pero que no la imita. 30[30]
Kris, Ernst, Psicoanálisis de lo cómico, Buenos Aires, Paidos, 1964, p. 24 y ss. Barros, Bernardo, La caricatura contemporánea, Madrid, América, s.d. p. 34. 32[32] Gombrich “L´esperimento della caricatura”, en Arte e ilusione, Turín, Einaudi, 1965 p. 416-418. Hay traducción española : Barcelona, Gustavo Gili, 1979. pp. 286-310. 31[31]
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G) La caricatura como línea: Si la caricatura exagera, deforma o señala determinados rasgos, todo esto lo hace por medio de la línea, elemento sintetizador por excelencia, pero es más la caricatura se desarrolla fundamentalmente en el grabado como medio de masas si quiere difundirse, que es como decir que se desarrolla y difunde por la línea, G. Barros llega más lejos cuando señala que la línea y la psicología forman el elemento característico y esencial de una caricatura33[33] incluso teóricos como Revel34[34] señalan que ni siquiera tiene cabida la línea neutra ya que la caricatura debe constituirse de tal forma que una línea de más o de menos cambie o modifique toda la expresión del conjunto, pero en modo alguno debe de existir algo neutro. No obstante lo anterior también existe un tipo, aunque minoritario, de caricaturas con volúmenes, es lo que se ha venido en llamar la caricatura aguada.35[35] Resumiendo podríamos llegar a concluir que la caricatura es ante todo lineal, si bien no exclusivamente lineal. H) La caricatura como estenografía expresiva: Esto es, como una reducción expresiva en la que cada línea cuanto más esteneográfica sea, más expresiva convierte a esta reducción.36[36] Así la caricatura se convierte con el adjetivo esteneográfico que se le añade en una escritura (un contenido), pero una escritura reducida únicamente a los trazos estrictamente necesarios. I)
La caricatura como moralidad:
Hecho que se produce cuando la caricatura critica, circunstancia que motiva que el caricaturista se sitúe en otro plano que el caricaturizado, convirtiéndose así en el acusador de una actitud moral en el más amplio sentido de la palabra.37[37] J) La caricatura como degradación: En principio la degradación se constituye como recurso básico de la caricatura de tal forma que ésta lleva a cabo la degradación extrayendo del conjunto del objeto un rasgo aislado que resulta cómico, pero que antes, mientras permanecía formando parte de la totalidad, pasaba inadvertido.38[38] Esta degradación tiene una manera muy peculiar de actuar: lo hace comparando lo sublime con lo vulgar, lo eminente con lo humilde. Se produce por la
33[33]
Barros, op. cit. p. 53 Revel, op. cit. p. 14. 35[35] Pasteca, op. cit. p. 93. 36[36] Ravel, op. cit. p. 14. 37[37] Circunstancia puesta de manifiesto por Gamonal, op. cit. p. 5. 38[38] Freud, Sigmund, El chiste y su relación con lo inconsciente, Madrid, Alianza, 1986, p. 187. 34[34]
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bisociación en la que se consigue la percepción por medio de dos estructuras de referencia habitualmente incompatibles.39[39] K) La caricatura como juego: Desde el momento en el que el caricaturista juega con la fisonomía humana trasponiéndola a un lenguaje determinado. Este juego con el signo gráfico se convierte en un símbolo o ideograma, estableciendo un juego funcional ya que reemplaza al objeto caricaturizado. L) La caricatura como síntesis visual: Para algunos autores es más determinante en la caricatura que la propia exageración y consistiría en la plasmación sobre el papel de una idea con los mínimos trazos. No obstante esta afirmación se ha de tomar con la debida prudencia desde el momento en el que los primeros caricaturistas como Chezzi, Rivaltz o Rowlandson realizan caricaturas muy elaboradas que crearon escuela y que influyeron decisivamente a los caricaturistas del siglo XIX. No podemos olvidar por otro lado, como señala Geipel 40[40], que la simplificación y sintetización de los complicados mecanismos de la vida político social son el exponente de una depurada sofisticación intelectual. M) La caricatura como ingenuidad: Idea ya recogida por Gavarni41[41], quien comparaba la caricatura al dibujo de los niños. Esta idea no la podemos utilizar de una forma absoluta desde el momento en el que la simplificación es ante todo intelectual, pero sí parece más apropiado hacer referencia a esta característica en lo que se refiere a su aspecto formal. N) La caricatura como código o lenguaje fisionómico: Tanto en lo que es una caricatura personal como una caricatura en cualquiera de sus posibles subgéneros, usa de unas reglas fijas que hacen reconocible el objeto, crea por tanto un código convencional que no nace de una imitación de la realidad, todo lo más de una similitud con ésta. Estas reglas en lo que a la caricatura personal se refiere se originan en la fisionómica precientífica que clasifica la cabeza, cara y gestos conforme a unas determinadas pautas que nos hablan del personaje en cuestión, estas pautas terminan por estandarizarse en el pensar popular que ve en la caricatura el reflejo de esta idea y la toma como propia. Ñ) La caricatura como posesión: 39[39]
Hodgart, Matthew, La sátira, Madrid, Guadarrama, 1969, p. 112. Geipel, John, The cartoon. A short history of graphic comedy and satire, Londres, David and Charles, 1972 p. 33. 41[41] Recogido por Revel, op. cit. p. 12. 40[40]
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La caricatura toma los rasgos de la “víctima”, en palabras del antropólogo Levi Strauss42[42] es una revisión puesta al día del “Hombre de paja”, el muñeco usado por el pueblo para exteriorizar sus ataques contra la persona odiada, la caricatura entonces se llena de elementos satíricos de tal forma que maneja a su antojo al caricaturizado, lo lleva por donde quiere ir, lo somete a una reducción43[43] como si de un sortilegio se tratase.44[44] O) La caricatura como contenido: Toda caricatura del tipo que sea representa algo, un algo reproducido mediante una serie de signos reconocibles que hacen que su comunicado sea entendido por amplias capas de la sociedad de su momento. Pese a ello hay veces que se hace necesaria la inclusión de un texto que proporcione un mensaje, esto se deberá a tres motivos: a) Como parte fundamental, ya que explica la imagen. b) Como parte única de la comicidad, convirtiéndose así la imagen en un “chiste ilustrado”. c) Como complemento de la imagen, emitiendo un juicio sobre ella que la complementa. P) La caricatura como grabado simbólico: Si el término caricatura nos hace pensar de una forma casi automática en lo cómico, no podemos olvidar el hacer referencia a un tipo de caricatura, la política, que en principio no tiene por que tener comicidad, haría falta pues en castellano algún término específico que lo distinguiese, este problema también fue abordado por Gombrich45[45], introduciendo el término de grabado simbólico para poder hacer referencia a este tipo de producción gráfica. Q) La caricatura como medio de masas: La caricatura está ligada a los medios de masas, tanto es así que autores como Edward Fuch46[46] señala que no se puede hablar de caricatura en la historia hasta que no aparecen los nuevos sistemas de reproducción en la Época contemporánea, y que incluso la excepción confirma la regla ya que en la antigüedad no conocían las caricaturas salvo por las estatuillas de terracota que exigían un procedimiento mecánico. Con ello queremos decir que la caricatura por definición necesita de un contemplador que es una sociedad o amplios sectores de esa sociedad, con lo que para ello se hace necesario un sistema de reproducción adecuado; por otra parte la caricatura por definición es en gran medida política, esto es, se usa como instrumento
42[42]
Recogido por Geipel, op. cit. p. 93. Gamonal, op. cit. p. 29. 44[44] Gombrich, Meditaciones sobre un caballo de juguete, Barcelona, Seix Barral, 1968, p. 416 y ss. 45[45] Gombrich, Meditaciones, op. cit. p. 163 y ss. 46[46] Benjamin, Walter, “Historia y coleccionismo: Edward Fuch” en Discursos interrumpidos, Madrid, Taurus, 1973, p. 133. 43[43]
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de cambio político, con lo que para ello se han de contar con unos medios de difusión que puedan facilitar esta labor.47[47] R) La caricatura como encuentro: Desde el momento en el que sólo cada persona tiene una caricatura personal, pero también en la forma en la que ésta se realiza es también personal de tal manera que al contemplar una caricatura no sólo reconocemos al personaje representado, sino también a la persona que la realizó, pues en cada representación existe un estilo personal del caricaturista y así la caricatura pasa no sólo a ser una representación psicológica del caricaturizado sino también una representación psicológica de cómo el caricaturista ve al caricaturizado.48[48] S) La caricatura como opinión: Señala Pasteca que “Pienso y luego dibujo una línea alrededor de mi pensamiento”49[49] para definir caricatura ya que según él la caricatura es una opinión, es más, sigue diciendo que un entrevistador refleja lo que el entrevistado dice, un caricaturista refleja lo que él quiere. T) La caricatura como versión humorística de un personaje: Definición que sobre el término daba el caricaturista José Luis Dávila haciendo hincapié en el humor como elemento esencial y definitorio de la caricatura.50[50] 5. Tipologías de caricaturas. Tras el análisis de todas estas características que nos permiten adentrarnos en el concepto, corresponde en este momento tratar de resumirlas intentando una revisión del concepto y aproximarnos a una definición para poder acotar y clarificar el término. Visto todo lo anterior, podemos definir caricatura como: Una imagen generalmente unida al grabado o a cualquier otro tipo de reproducción masiva que consiste en una reducción o síntesis visual por medio de líneas de la persona u objeto que se representa; en donde la idea de agresividad, degradación, exageración, juego fantasía o vertiente humorística están en mayor o menor medida patentes con el fin de crear un código por el que se pueda representar una opinión, una crítica, o en definitiva un contenido que se quiere dar a conocer en relación a una persona, una idea o una situación determinada. En esta definición de la caricatura se dan una serie de tipologías que intentan clasificar el concepto.
47[47]
Bornemam, La caricature. Art et manifieste (Du XVI siecle a nours jours), Ginebra, Skira, 1974, p. 45. 48[48] Pasteca, op. cit. p. 12. 49[49] Ibid, p. 27. 50[50] Entrevista a José Luis Dávila recogida por Pasteca, op. cit. p. 67. 90
Por un lado tenemos la clasificación de Barros51[51] para el que dentro de lo que denomina el Arte Humorístico se encuentra la caricatura propiamente dicha, la parodia, la fantasía y la sátira. En el primer caso, la caricatura sería aquella que se ciñe a lo personal y busca la comicidad de un individuo, las actitudes y su psicología; la parodia encerraría la sátira más intencionada y cruel, la fantasía haría alusión a aquellas imágenes exclusivamente cómicas y finalmente la sátira sería la que ejercitando la imaginación crea lo ridículo para provocar un ataque. Quien también intenta clarificar una serie de tipos será Carracci 52[52] quien marca tres estadios para llegar a la caricatura propiamente dicha, cada uno de estos estadios conforman un determinado tipo de caricatura, y así tenemos: a) Algunos objetos son deformados y alterados por la naturaleza, ridículos y fuentes de placer cómico, nada impide que el hombre los imite reproduciendo así este placer cómico. b) El artista puede aún deformar más estos objetos, en ese caso estaríamos ante un “Ritrati carichi” c) Elaborando aún más ese objetos llegamos a la “Pertftta “Belleza della deformità”.
diformità”
o
la
Otro de los autores que intentarán clarificar el concepto será el mexicano Ras53[53], para quien existe una caricatura: a) Deformativa, esto es, la que deforma los rasgos. b) Caracterizante, mediante por la que la deformación intenta caracterizar un personaje c) Simbolista, en la que se va más allá del personaje para representar una idea. Baudelaire también aborda el tema, éste dividirá la caricatura conforme a las distintas categorías de lo cómico, así tenemos: a) Lo cómico absoluto: Es aquel humor sólo aceptado por la intuición lo tanto considerablemente sutil. b) Cómico feroz: Es lo cómico significativo llevado a lo extremo c) Cómico inocente: Es un cómico absoluto
51[51]
54[54]
, y por
55[55]
56[56]
Barros, La caricatura contemporánea, op. cit. p. 25 y ss. Citado y comentado por Vittorino Rubiu, La caricatura, Florencia, Sansoni, 1973, p. 50 53[53] Ras, Caricaturigenia, Alameda, México, 1955, p. 80. 54[54] Baudelaire, CH; Lo cómico y la caricatura, Madrid, Visor, 1988, p. 35. 55[55] Ibid..., p. 35. 56[56] Ibid..., p. 39. 52[52]
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d) Cómico significativo: Es el humor más fácilmente comprensible por el público y más sencillo de analizar57[57] Podríamos seguir citando diferentes posturas cada una de ellas encerrando en sí unas ideas que clasifican la caricatura dando para sí una serie de reglas para dividir el concepto, todas ellas son válidas desde el momento en que en sus divisiones podemos englobar la caricatura pero fallan en lo que Ortega diría de intentar dar reglas de división a algo que no tiene reglas ya que todas estas divisiones adolecen de que difícilmente pueden abarcar todo lo que se engloba bajo el término caricatura y otras porque son demasiado generales. Puestas así las cosas podríamos dividir la caricatura de una forma pragmática que se adecue más a la realidad, para ello hemos de hacer referencia a los diferentes subgéneros que sobre caricatura existen, es decir abocarnos más por las diferentes características que tienen las caricaturas que por su fin (el cual puede o no conseguirse), por su desarrollo o por su relación con conceptos abstractos como lo cómico. De este modo podemos hablar de: a) La caricatura política: Es aquella cuyo tema gira en relación a cuestiones estrictamente políticas, desde un nivel local o internacional; en la que no sólo se representan a diversos personajes contemporáneos, sino que además también se representan por medio de imágenes conceptuales, decisiones u opiniones sobre política en general. b) La caricatura social: Es aquel tipo de caricatura en la que se refleja a una determinada sociedad sea en plan de crítica, burla o chanza, y tiende a representar a una serie de personajes en situaciones de la vida contemporánea. c) La caricatura político-social: Hay momentos en el que es sumamente difícil clasificar una imagen como caricatura social o política, desde el momento en el que muchas veces representando y criticando una determinada situación social, a la vez también se está criticando lo político que crea esa situación por lo que la diferencia que en algunos casos se da entre estos dos subgéneros algunas veces es inexistente.
d) La caricatura costumbrista: Sería una escena de costumbres en la que aparece una excesiva carga de crítica o sátira que la convierte en una caricatura dando así lugar a una observación irónica de la realidad. e) La caricatura simbólica:
57[57]
Ibid..., p. 39. 92
Este tipo de caricatura representa a un objeto determinado que dentro de un contexto especial adquiere una fuerte carga política o social. f)
La caricatura festiva:
Es aquel tipo de caricatura alegre y desenfadada que sólo busca la comicidad como fin utilizando para ello la caricatura de personas u otros objetos contemporáneos. g) La caricatura fantástica: Es aquella que recurre a lo fantástico con el fin de poder reflejar así una idea, el ejemplo más significativo lo encontramos en los grabados de Goya tal y como señala Baudelaire58[58] h) La caricatura personal: Es aquella que se centra en los personajes contemporáneos y en su representación caricaturesca bien sea sólo de la cara o de todo el cuerpo. ______________________________________________________________________________________ Es importante seguir leyendo, así que no escatimen sus esfuerzos en continuar haciendo una revisión bibliográfica para afinar sus cualidades como redactores. Sé que lo que les pido es cuesta arriba, pero dispónganse y verán que juntos podremos hacer un buen trabajo en pro de su formación como periodistas. Con cariño, Lic. Jimena Alexandra Rueda +58 (0424) 414 83 06
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