MADE IN SCIENCE Influencia de las revoluciones científicas en la sociedad actual
Alumna: Ma. Victoria Gomez Vila Materia: Metodología de la Investigación Filosófica Carrera: Lic. en Filosofía
INTRODUCCIÓN
La ciencia es ciertamente uno de los ámbitos más brillantes atribuibles a la creatividad humana. Su importancia para el esquema social que nos circunscribe es invaluable, ya que pretende brindar soluciones a problemas planteados de forma específica y delimitada. Escribe Mario Bunge (1958, pag.1): “la ciencia es caracterizada como un conocimiento racional, sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible […] es un sistema de ideas establecidas provisoriamente (conocimiento científico), y una actividad productora de nuevas ideas (investigación científica)”.1 El autor describe concisamente aquello que caracteriza a tal disciplina, pero intentaremos concentrarnos en un aspecto particular: su propiedad de falible y provisoria. ¿En qué sentido debemos interpretar dichos términos? Al no ser la ciencia un saber estático e inamovible, debemos decir que se encuentra en constante cambio. Debido a ello, lo que en un determinado momento y lugar de la historia es vislumbrado como aceptable, ya no lo será, y viceversa. Tales cambios pueden involucrar una infinidad de elementos. No obstante, como lo indica el título del presente trabajo, nos focalizaremos en un tipo de cambio fundamental: la revolución científica. A lo largo de los años, se han elaborado distintas explicaciones en cuanto a qué debemos referirnos cuando hablamos de revoluciones científicas. Sin embargo, ello no debe desalentar nuestro intento de comprender la implicancia que pueden tener, no sólo desde una perspectiva intelectual, sino social. ¿Qué repercusiones tienen las revoluciones científicas en nuestra sociedad? A continuación, pasaremos a detallar las hipótesis y método de trabajo, el desarrollo
del
conclusiones. 1
Subrayado propio
mismo
y
por
último,
explayaremos
nuestras
propias
HIPÓTESIS
A) La sociedad actual se considera a sí misma ajena a la ciencia, ámbito en el cual se gestan las revoluciones científicas. B) El efecto de dichas revoluciones es inmediatamente observable en la labor de los científicos y paulatinamente evidenciable en los círculos sociales. C) Las revoluciones científicas no atentan contra los cimientos del status quo en la ciencia, sino que pretenden modificar el planteamiento de teorías científicas ya existentes; luego, la sociedad las toma como modelo de conocimiento verídico.
MÉTODO
Lectura, análisis y comparación de textos referidos a
la ciencia, las
revoluciones científicas, la sociedad y la cultura.
TERMINOLOGÍA
Consideraremos la definición otorgada por Bernard Cohen (1985, pp. 26-27) de revolución científica: “[es el] cambio de un paradigma a otro, causado por una crisis en el estado de la ciencia que hace necesario un nuevo paradigma”. A su vez, tomaremos del mismo autor su concepción del término paradigma: “[es el] conjunto de métodos compartidos, estándares, modos de explicación, teoría, o cuerpo de conocimiento compartido”
DESARROLLO
Comencemos por enunciar cómo percibe el hombre inmerso en la sociedad (es decir, en calidad de “no científico”) a la ciencia. René Dubos (1965; pág. 257) habla al respecto: “…nuestras comunidades consideran la ciencia como una especie de dios extraño, poderoso y útil, es verdad, pero tan misterioso e inasequible que la gente teme en vez de conocerlo y amarlo”. Si bien esta noción se asemeja a un discurso más bien poético antes que aseverativo, debemos tomar en consideración que básicamente se plantea un distanciamiento de la sociedad en general del ámbito científico por notarlo como algo superior o inalcanzable. Por su parte, Oscar Handlin (1972; pág. 257) indica: “…la gente aprendió a tolerar, pero no a asimilar la ciencia. Se aceptaron juicios como verdaderos (…) pero los dejaron de lado por juzgarlos ajenos a ellos, y se negaron a adaptarlos a las creencias o la conducta de la vida cotidiana”. El resultado de dicho dilema es la aparición de una ciencia popular y desordenada, cuyos conceptos se apartan de aquellos que celosamente guardan la objetividad de la ciencia estricta. Tal sabiduría popular es de enorme influencia, dado que sabe ajustarse al conocimiento tradicional del hombre en sociedad. Una de las razones implicadas en el alejamiento de la comunidad radica en la especialización de las distintas ramas de la ciencia. Ésta permitió adelantos significativos, a costa de que ni siquiera entre los propios investigadores hubiese una clara comprensión de lo que se enunciaba. A pesar del carácter negativo que pueden otorgarnos estos datos, debemos puntualizar que la sociedad apoya e incentiva el desarrollo científico. Esto es claramente
observable
en
las
numerosas
instituciones
que
reciben
considerables presupuestos destinados a la investigación científica. Bernard Cohen (1985; págs. 19 a 20) remarca lo siguiente: “la razón principal por la cual la sociedad está usualmente dispuesta en apoyar y premiar a la ciencia revolucionaria, incluso en una forma extrema de ciencia incomprensible y ordinaria, es la constante expectativa de beneficios prácticos”. Eric Weil (1965;
pág. 209) escribe sobre esta temática de la misma forma: “…en lo que estamos verdaderamente interesados no es en la ciencia sino en los resultados de ella” . ¿Qué tipo de resultados? Indudablemente, la faceta práctica en la ciencia por excelencia es la tecnología. Ella representa no solamente la aplicación de conocimientos teóricos en el acto de construir un elemento tecnológico, sino también un nexo entre la comunidad y la disciplina científica. De allí extrae la sociedad la importancia de la ciencia: el hecho de poder concebir nuevos implementos que facilitan la vida social. En resumen, la tecnología presta un servicio a la población. Dubos (1965, pág. 259) sintetiza estas observaciones: “[El hombre] anhela las ventajas de la tecnología científica, pero el conocimiento científico per se lo intranquiliza y en realidad lo asusta”. Siguiendo esta línea de pensamiento, debemos plantearnos de qué forma se da el surgimiento y aceptación de nuevas teorías tanto en la comunidad científica como en la sociedad. Hannah Arendt (1965) indica que el concepto de revolución lleva a pensar que la historia comienza de nuevo; sin embargo ello no implica que todo lo transcurrido anteriormente sea descartado. En lo que respecta a la comunidad científica, Cohen (1985; pág. 18) asegura que el efecto inicial de una revolución recaerá sobre los demás investigadores, incluso en aquellos cuyas disciplinas se diferencian. “La nueva ciencia radical”, agrega, “no necesita ser comprensible a los <<no científicos>>”. ¿Cómo sucede la admisión de tales conocimientos innovadores en ambos ámbitos? Claramente, el impacto más inmediato y significativo de la revolución científica se dará en la ciencia, pero cometemos un grave error si consideramos que solamente ella se verá afectada. Una teoría científica es producto de un largo proceso evolutivo, el cual involucra una serie de confrontaciones y desacuerdos con los modelos anteriores, y que a su vez tarda en ser asimilada por la cultura general (aún cuando ésta no la comprenda en su totalidad). Al preguntarnos sobre lo que sucede con el modelo ya establecido en la comunidad científica una vez que se reconoce la aparición de una revolución, nos topamos con opiniones encontradas. Bernard Cohen (1985; págs. 14 a 15) propone: “El científico radical2 amenaza directamente la estructura corriente del B. Cohen escribe en nota al pie de página: “Aquí utilizo las expresiones ‘científico revolucionario’ o ‘científico radical’ para dar cuenta de un científico/a comprometido/a en la actividad científica revolucionaria o radical, es decir, uno o 2
conocimiento o del status quo en la ciencia, pero no usualmente en la sociedad”. Dicha amenaza residiría en el rechazo del conjunto de teorías científicas vigentes, las cuales son sustituidas por otras innovadoras e incompatibles con las previas. Contrario a esta postura, Harvey Brooks (1965; pág. 97) reflexiona de la siguiente manera: “En verdad, casi nunca se desechan por completo las teorías científicas, sino que se las inserta dentro del marco de una teoría más amplia (…) lo cual sugiere por sí mismo que hay muchas teorías o modelos capaces de ajustarse a determinadas circunstancias” En vista de lo previamente planteado, creemos más acertada la posición de Brooks, dado que sus apreciaciones no son de ningún modo estrechas, sino que pretende mostrar una perspectiva más abarcativa al respecto. En cuanto a la influencia de las revoluciones científicas en la sociedad, debemos remarcar una vez más la sensación de lejanía que parece separar ambos ámbitos. No obstante, Barry Barnes (1972; pág. 245) señala un aspecto positivo: “la ciencia puede tener consecuencias sociales (…) en la medida en que sus conceptos y creencias son absorbidos por la cultura general (…) En la sociedad moderna, la ciencia goza de alta consideración como fuente de conocimiento, y la autoridad de sus declaraciones es aceptada en un vasto dominio;
para
muchos,
es
la
fuente
suprema
de
convalidación
de
conocimiento”. Evidentemente, la ciencia aporta una suerte de seguridad respecto a la forma en que la sociedad visualiza el mundo que la rodea. Tal imagen de aprobación, según Barnes, deriva de la efectividad pragmática de la ciencia misma. Como pronunciábamos anteriormente, la población en general sólo es capaz de absorber los productos de la revolución científica desde un punto de vista práctico, ya que es éste el que afecta de manera directa su modo de vida. Sin embargo, su conexión con la ciencia parece debilitarse a partir de ese instante: la comunidad no puede ni intenta acercarse a una mayor comprensión de lo que la revolución científica por sí misma implica.
una que sea radical en su ciencia”.
CONCLUSIONES Hemos desarrollado extensamente las distintas instancias en las que la ciencia y la sociedad poseen coincidencias y discrepancias. Por consiguiente, debemos presentar nuestras resoluciones en cuanto a las tres hipótesis que guían el presente trabajo. En la primera hipótesis, observamos que la comunidad en general adopta una postura distante respecto de la ciencia y sus consecuencias, debido a la especialización que ésta ha desplegado y a la imagen de superioridad que le otorga la propia sociedad a la ciencia. Respecto de la segunda hipótesis, decimos que las revoluciones científicas implican un largo proceso de desarrollo progresivo, por lo que sus resultados, tanto en la ciencia como en la sociedad, toman tiempo en efectuarse. Sin embargo, la ciencia es la que presencia primeramente tales secuelas, mientras que la sociedad se ve un tanto rezagada. Por último, advertimos que las revoluciones científicas no pretenden alterar las bases constituyentes del sistema científico existente, sino que su objetivo primordial es el de modificar la concepción de los modelos de explicación ya establecidos en orden de que éstos nos puedan brindar una mejor comprensión del universo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS (1)
Arendt, Hannah (1965) On revolution. The Viking Press. New York.
(2)
Barnes, Barry (1972) “La ciencia en la sociedad: Problemas de inteligibilidad e influencia” en Estudios sobre sociología de la ciencia, Editorial Alianza, Madrid.
(3)
Brooks, Harvey (1965) “Los conceptos científicos y el cambio cultural”. En Holton, Gerald (comp). Ciencia y Cultura, Bibliográfica Ameba, Buenos Aires, pp. 93-107
(4)
Bunge, Mario (1958) ¿Qué es la ciencia? Cuadernos de integración cultural. Facultad de Ingeniería. Universidad de Buenos Aires
(5)
Cohen, Bernard (1985) Revolution in Science. The Belknap Press of Harvard University Press. Cambridge, Massachussets.
(6)
Dubos, Rene (1965) “La ciencia y la naturaleza del hombre” en Holton (1965), pp. 253 -272
(7)
Handlin, Oscar (1972) "La ambivalencia en la reacción popular ante la ciencia” en Barnes, Barry (comp), Estudios sobre sociología de la ciencia. Editorial Alianza. Madrid, pp. 247-261
(8)
Weil, Eric (1965) “La ciencia en la cultura moderna” en Holton, Gerald (comp), Ciencia y Cultura, Bibliográfica Ameba, Buenos Aires, pp. 205 - 221