M. Masters (resuelve El Misterio 02) El Secreto Del Monstruo Del Lago Loon

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  • Pages: 61
En las páginas finales del libro hallarás la solución de los casos con la ayuda de un espejo.

EL SECRETO DEL MONSTRUO DEL LAGO LOON M. Masters ocho casos más

y

TIMUN MAS

Dedicado a todos los niños que nos ayudaron a crear la serie Resuelve el Misterio

EL SECRETO DEL MONSTRUO DEL LAGO LOON y ocho casos más Traducción autorizada

por Slmon Q! Sc:huster, de la obra: Haw1ulye Colllns and Am8 Adams In The sec:ret of the Loan Lak.e monster Q! other mysterles. Editado en ienyua inglesa por:

MEADOWBROOK PRESS, Deephaven, MM. 1984

© Meadowbrook Creatlons. '1984 ISBN: 0-88166-050-7 (Edición Rústica)

© EDITORIAL TIMON MAS, S. A. Barcelona. España.

1985

Para la presente versión y edición en lengua castellana ISBN: 84-7176-828-9 Editorial Tlmun Mas. S. A. - CastillllJos, 294 - 08025 Barcelona Traducción al castellano: Horaclo Gonzilez TrllJo Impreso en España - Printed in Spain Impreso y encuadernado en:

E.S.G. s ..... - Lisboa, 13. Barbera del Valllls (Barcelona) n.L.B.33.362-1985

Contenido:

El El El El El

caso del novio fanfarrón, 11 caso de las sábanas manchadas, 19 misterio del despertador delator, 27 caso del software manipulado, 35 secreto del monstruo del lago Loon, 43 El caso del collar robado, 49 El secreto del dinero oculto, 57 El misterio del bromista de medianoche, 65 El caso del ratero, 73 Soluciones, 81

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LA GACETA DE LAKJ>WOOO HILLS

Local

Jóvenes detectives resuelven difíciles casos

Amy Adams

Han rescatado a un perro secuestrado, localizaron vídeo-juegos robados y resolvieron muchos más casos difíciles. Lakewood Hills cuenta con dos nuevos superdetectives que velan por la seguridad de sus ciudadanos. Son Christopher Lince Collins y Amanda Amy Adams, ambos de doce años y alumnos del 6. o curso en la Escuela Primaria de Lakewood Hills.

puedes mirar hacia el otro lado -afirma Amy, apoyada en su bicicleta. -Así es -interviene Lince, al tiempo que saca del' bolsillo trasero el bloc de' dibujo y el «boli,>-. Si no podemos resolver un caso a simple vista, hago un dibujo' del lugar y de la situación. Al estudiarlo nos damos cuenta de lo ocurrido. Cuando los dos superde-, tectives no están entretenidos leyendo, con vídeojuegos o en un partido de fútbol -Lince es el capitán del equipo del sexto curso--, suelen recorrer la po-

Christopher Collins, el popular detective que vive en el número 128 de Camino Crestview, es más conocido por su apodo Lince. Su padre, Peter Collins, un abogado que ejerce su profesión en el centro de la ciudad, declara: -Hace muchos años empezamos a llamarlo Ojo de Lince o sencillamente Lince, lo percibe todo, incluso los más insignificantes detalles. Por ello es tan competente en la resolución de enigmas. Su madre, Linda Collins, agente de la propiedad inmobiliaria, coincide con lo manifestado por su esposo y añade: -También se debe a que empezó a dibujar a lIna edad muy temprana. Sus dibujos detallan todo lo que observa. Dibuja pistas, personajes, objetos, el lugar de los hechos... y cualquier cosa que pueda uyudarle a resolver el caso. Amy Adams vive en la cusa de enfrente, en el número 131 de Camino Crestview. Si bien la conocen muchos como la figura del equipo de atletismo, es tumbién una excelente estudiante de matemáticas. -Es rápida de mente, de pies y de temperamento omenta riendo Ted 8ronson, su profesor. -Jamás se intimida. Amy y Lince nacieron el mismo día ~ comparten idéntico interés por los casos difíciles. -Si algo anda mal no

blación en ((bici» vigilando. Ayudados a veces por Nosey -la retozona perra de caza de Lince- y por Lucy -la hermana menor de Amy, de 6 años de edad-, hasta el presente han resuelto todos los casos en que han intervenido. ¿Cómo se iniciaron en la actividad investigadora? Todo empezó el año pasado, el día en que la escue· la celebraba su competición anual. Allí conocieron al sargento Treadwell, uno de los más famosos policías de Lakewood Hills. Al referirse a Lince y a Amy, Sarge dice orgulloso: -Son fantásticos. Poco después de conocernos, a uno de los profesores le robaron unos exámenes. No pude descubrir al ladrón, pero Lince hizo uno de sus dibujos, y entre él y Amy resolvieron el caso en cinco minutos. A estos dos investigadores es imposible engañarlos. El sargento Treadwell concluye: -No sé cómo se las ha arreglado Lakewood Hills hasta ahora, sin la colaboración de Lince y Amy. Hasta la fecha han rescatado a un perro secuestrado, localizaron vídeo-juegos robados, y resolvieron muchos más casos difíciles. Siempre que afronto un problema complicado, sé'lo que debo hacer: consultar a los dos superdetectives. ALICE CORY

·, l"

::

El caso,

"

del'novid .

.

fanfarrón

-Tus padres preparan las mejores barbacoas del pueblo -comentó Lince Gollins a Arny, su mEÜor amiga., Arny y Lince eran muy conocidos en La.k..ewood Hills por su perSpicacia para resolver casos. De momento, sin embargo, no les aguardaba ningún caso... sino comida, montones de comida. Estaban se'ntados en el patio trasero de la casa de Amy. La barbacoa anual de la familia Adams había alcanzado su pleno apogeo. Asistían amigos de la familia, vecinos y muchos parientes' de Arny. Todos parecían gozar de la 'estupenda comida y de la animada conver,,·sación. .:,.,,:.' "

'....

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Resuelve el Misterio - 2

. -:Sí, ya lo sé -reconoció Amy masticando un puñado de patatas fritas-o Cocinando al aire libre son insuperables. Hasta tienen delantales especiales para estas ocasiones, en los que se lee Nacido para la barbacoa. Una ridiculez ¿no te parece? ' Lince rió: -Sí, ya los vi. En ese momento Lucy, la hermana pequeña de Amy, se sentó en la silla de mimbre más próxima. -¡Ese chico es un pelmal -refunfuñó. -¿Quién es un pelma, Lucy? -preguntó Lince, quitándose unas migajas de su camiseta. -Pete, el novio de Laurel-respondió Lucy-. Es la tercera vez que me pide que vaya a buscarle un plato con hamburguesas y perritos calientes. ¡No soy su esclava! -¡Lucy, cállate1 -"le advirtió Amy-. Tómalo con calma, vienen hacia aquí. Laurel, la prima de Amy y Lucy, era alumna de segundo curso de la Universidad de Minnesota. B::ya, delgada y bonita, constantemente se echaba sobre los hombros su largo pelo castaño. Al igual que la mayoría' de los invitados , vestía camiseta y pantalón corto. Iba d~

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la mano de un joven, muy alto y de anchas espaldas. -Hola, Amy. Hola, Lince -saludó Laurel-. Esta reunión es fabulosa. ¿Conocéis a Pete? -Yo sí que lo conozco -murmuró Lucy. -¡Hola! -düo Pete con voz atronadora. Inclinó la cabeza ante Arny y le tendió la mano a Lince--. Encantado de conoceros, chicos -añadió arrastrando las palabras, al tiempo que· estrechaba" vigorosamente la mano de Lince. -Es un verdadero estremecimiento conocerte -replicó Lince. Lince se liberó del apretón de Pete y se frotó disimuladamente la mano. -Hola, cariño --düo Pete a Lucy, que rápidamente se inclinó para observar una imaginaria herida en su rodilla-. ¿Por qué no me traes otra limonada? -se agachó y le dio una palmada en la cabeza-o ¿Qué dices? -¡Me duele mucho! -se quejó Lucy, tapándose la rodilla con una mano. Cerró los ojos e hizo una mueca, como si estuviera transida de dolor-o Voy a buscar una venda. Adiós. Saltó de la silla y medio cojeando y medio saltando entró de prisa en la casa. Lince y Amy intercambiaron una

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mirada, e hicieron un esfuerzo por no soltar una sonora carc~ada. _.¡Pobre críal _.se condolió Pete-. Me recuerda el día que caí de un bote de remos en el Río Colorado. De pronto me encontr.é completamente solo luchando contra los rápidos. Pensé'que había llegado mi fin, pero afortunadamente nadando soy un campeón. Me hice un corte bastante profundo con una piedra de aristas vivas, pero finalmente logré alcanzar la orilla. ¿Queréis ver la cicatriz? _.preguntó mientras empezaba a levantarse la ceñida camiseta negra. -No, muchísimas gracias --contestó Lince. -Pete y yo nos conocimos en un rancho de Wyoming -explicó Laurel-. Sabe todo lo que hay que saber sobre caballos. Pete intentó mostrar una expresión de modestia. -Sí. Aquel verano trab~é allí enlazando y domando caballos salv~es. ¡Fue fantástico! -¿tio nos estás tomando el pelo? -inquirió Arny abriendo desorbitadamente sus ojos-. ¡Qué maravillar Yo adoro a los caballos. ¿Era muy dificil tu trab~o?

-Fue fácil en cuanto le cogí el truco

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-respondió Pete--. No me gusta jactarme, pero había un potro... ~e pronto hizo chasquear ¡'os dedoS-. Antes de seguir adelante tengo que beber. algo. Iré a buscar una limonada y enseguida estaré con v<;>sotroS. -¿No es fabuloso? -preguntó Laurel observando admirada a Pete, mientras éste se dirigía hacia la mesa de .los refresco&---'-. Es absolutamente distinto a esos finolis con los que salía el año pasado. ¡Pete es un hombre hecho y derecho! I -Tienes razón, es fabuloso -düo Lince ironizando. Entretanto Lucy volvió a unirse al grupo, cojeando y con un enorme vend~e en la rodilla dere.cha. Se sentó con la pierna tiesa. -Espero que ahora ese pesado me dElje en paz -refunfuñó. Lince y Arny rieron entre dientes. Volvió Pete con dos grandes vasos de, plástico llenos de limonada... los dos para él. -Los caballos salv~es están muy bien, pero prefiero practicar el montafllsmo -les düo entre un sorbo y otro de limonada-o .Me vi en una situación peliaguda cuando escalé el Everest. Llevaba dos horas escalando. Llegué a los tres mil metros y luego alcancé los seis mil. Tenía los guantes congelados, había

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perdido una zapatilla y me faltaba parte del equipo. Pero tenía que llegar a la cumbre -prosiguió dramáticamentefuera como fuese. Paso a paso, centímetro a centímetro, seguí adelante. ¡Una hora más tarde me encontraba en la cumbre! Caí en la nieve, jadeando en medio del aire enrarecido, a casi nueve mil metros de altura. -¿No es fabuloso? -repitió Laurel, mirando a Lince y a Amy. . Amy asintió, boquiabierta. Lince se limitó a conservar su aire reflexivo. -Hasta tengo una foto de mí en la cima -Pete sacó una fotografía de su billetero--. Mi aspecto es grandioso, ¿no es cierto? -añadió mientras la foto pasaba de mano en mano. Cuando Lucy vio la foto sólo pudo exclamar: -¡Caramba! -entró en la casa a la velocidad de un rayo. -Amy, en esta foto hay algo raro -susurró Línce. -¿Por ejemplo? -Arny lo miró con interés. Intempestivamente reapareció Lucy, con una gran regadera en las manos. La levantó con mucho cuidado y dejó caer su contenido en la cabeza de Pete. -¡Lucy! -chilló Laurel. -Mald... ¿por qué me has hecho

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esto? -gritó Pete, frotándose los ojos. . -Para ver 'si dejas de decir estupideces -replicó Lucy, indignada. -Se lo diré a tu madre, Lucy -la amenazó Laurel después de que Pete se fue a buscar una toalla-o No tenías ningún derecho a ... -Tranquila, Laurel -intervino Lince con voz serena-o Creo que sé por qué Lucy está furiosa. Tu novio es un farsante. ' -¡No seáis ridículos! -protestó Laurel-. Lince, estás celoso. Lince negó con la cabeza y düo: -Estaría un poco celoso... si esa historia de alpinismo fuese cierta. ¡Pero no lo es!

¿Cómo sabía Lince que Pete no decía la verdad?

Solución en la página 8B. ,

lt

El caso de las ,sábanas

manchadas

Lince, Amy Y Lucy estaban sentados en el césped del parque Von Buttermore. Nosey, la perra de Lince, estaba delante de su amo, lamiendo una golosina, que era su recompensa por haber recuperado palos y viejas pelotas de tenis durante toda la tarde. -¡Ojalá lograra que Bernie hiciera lo mIsmo! -se quejó Lucy, y suspirando levantó una ramita-o Venga, Bernie -movió de un lado a otro la rama en el tlocico de su enorme San Bernard<;>--. Busca! Pero Bernie se limitó a parpadear y a lrarla con sus conmovedores ojos. A

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continuación bostezó y se echó en la hierba. -olvídalo, Lucy -düo Arny, riendo-. ¡Bernie es un holgazán! -rascó al perro la parte de atrás de una oreja-o Pero igualmente te queremos, Bernie. -No pienso darme por vencida tan pronto -replicó Lucy y cogió un palo más grande-. Oye, Bernie... Antes de que Lucy pudiera terminar la frase, el San Bernardo se irguió sobre sus cuatro patas. Miró hacia la acera que corría junto al parque y empezó a gruñir. Nosey también gruñó. -¡Eh, aún no te he dicho que busques nada! -exclamó Lucy. -¿Qué ocurre, Nosey? -preguntó Lince-. Dímelo. Lince se levantó y se sacudió las hierbas y ramitas adheridas a sus pantalones tejanos. De pronto, un enorme gato blanco y negro b~ó por la acera a toda prisa. -¡Es Roclq! -gritó Lince. Roclq vivía en la tienda de comestibles, donde contribuía a mantener controlada la población de ratones. Pesaba catorce kilos y ocupaba todo su tiempo en dormir, pelear, y comer casi todo lo que encontraba. El señor Johnson, propietario de la tienda, hacía todo lo p'osible para que Roclq permaneciera den-

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tro, pero el felino sabía escabulliJ;'5e por la puertajunto con algún cliente. Nacho Thornton corría por la acera siguiendo a Roclq. -¿Por qué persigue al gato? -preguntó Arny. -¿Quién sabe? -respondió Lince, encogiéndose de hombros-. Tal vez hoy tiene ganas de ser cruel. ' Nacho Thornton, compañero de curso de Lince y Arny, era un peleón y un alborotador. Desde que Lince y Arny lo ha- . llaron robando los uniformes del equipo de fútbol, Nacho se desvivía por ser especialmente ruín con ellos. -Tranquila -ordenó Lince a su perra, sllietándola del collar. Pero después de lanzar un agudo ladrido, Nosey se soltó y salió corriendo tras Roclq y Nacho. Bernie también ladró, pero Lucy le echó los brazos al cuello y lo sostuvo con todas sus fuerzas para impedirle que se uniera a los perseguidores. Arny se incorporó y con una mano se protegió los ojos' del resplandor del día. -¡Lince, van directamente a casa de la señora Ratchet! -gritó. - y se meterán en líos -refunfuñó Lince-. Vamos Amy, tratemos de retener a Nosey. ¡Ya conoces los sentimien-

,,"'"

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Resuelue el Mlster.lo • 2

tos de la señora. Ratchet hacia los animales! La señora Ratchet vivía sola en una vi~a casa colindante con el parque, y era conocida como la persona más antipática de Lakewood Hills. Experimentaba un profundo disgusto por los intrusos... espeoialmente si se trataba de perros, gatos o il)cluso niños. ' Mientras J,.ince y Amy salían disparados, ésta gritó a su hermana. -¡Quédate en el parque con' Bernie . hasta que volvamos! ¡Y no le pérmitas meterse en dificultadesl Al llegar a casa de la señora Ratchet oyeron los ladridos de Nosey. -Provienen del patio trasero -observó Amy. Ambos echaron a correr en dirección al fondo de la casa., Lo primero que observaron fue que la dueña de la casa no estaba. Luego vieron que Nacho intentaba convencer a Rocky para que b~ara de un árbol. Al oírlos llegar, Nacho se apartó del enfurecido gato. -Ah, sois vosotros, imbéciles -esbozó una sonrisa torcida-o. Gollins, te has metido en un gran lío. Mira lo que ha hecho la estúpida de tu perra. Al tiempo que intentaba acallar a la ladradora Nosey, Lince miró el lugar que

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señalaba Nacho. Amy lo siguió' con la mirada. En el suelo había una serie de sábanas caídas junto con la mitad del tendedero. La otra mitad seguía s4ieta al poste de madera. En ese preciso instante apareció la señora Ratchet, cargada con la bolsa de la compra. , -¿Qué estáis haciendo en el patio de mi casa? -preguntó, indignada-o ¡Fuera de aquí si no queréis que llame a la policíal I -Señora Ratchet, nosotros... -em.., pezó a decir Lince con tono prudente. En ese momento la señora Ratchet vio el alambre en el suelo. -¡Mis sábanas! -gritó con voz aguda. dejó caer la bolsa y corrió hasta el tendedero. Después miró fljamente a Lince, a Amy y a Nacho--. ¿Guál de vo,.. sotros tres, delincuentesju:veniles, es el responsable de este desastre? -:Yo vi todo lo que ocurrió, señora --düo Nacho con voz zalamera-o Fue la perra de Lince. Estaba persiguiendo a ese pobre gato, arremetió contra el tendedero y lo tiró al suelo. ¡La culpa es de ese animal! -Eso es imposible, señora Ratchet --düo Lince con firmeza-o Nosey está muy bien educada y jamás... -¡Es el colmol -interrumpió la se-

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ñora Ratchet-. La artritis me está matando, vendrá a visitarme mi hÜa... y tendré que volver a lavar las sábanas. ¡Ya me oirán tus padres, Lince Collinsl ¡Y también tendrán noticias mías en la perrera! Con una última mirada de cólera a Lince y a Nosey, la señora Ratchet cogió la bolsa de la compra y se apresuró a entrar en la casa. -Es una pena, Collins -se mofó Nacha--o Lamento no poder hacerte compañía. Os veré luego, imbéciles. Ah, Collins -añadió mientras se abría paso a través de los arbustos que rodeaban la casa de la señora Ratchet-. Te aconsejo que te consigas un hártlster o algo por el estilo. -¡Y yo te regalaré una víbora! -chilló Amy, con los puños cerrados-. ¡Hará juego con tu personalidad! -olvídalo -le düo Lince-. Lo más importante ahora es convencer a la señora Ratchet de la inocencia de Nosey. -Por supuesto -coincidió Amy, con una mirada en la que la preocupación reemplazó a la cólera-o ¿Qué haremos? Juntos examiriaron atentamente el escenario. Las sábanas caídas estaban manchadas de barro. --Esto no augura nada bueno para Nosey -conjeturó Arny.

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-Tú no eres capaz de hacer algo semejante, ¿verdad, chica? -Lince se agachó para acariciar a la perra. :N:osey miró a su amo con cariño. Ahora que Rocky después de b~ar del árbol había desaparecido y estaba más serena. . Lince sacó el bloc de dib4.io del bolsillo trasero de sus pantalones y rápidamente empezó a dib4.iar el tendedero y las sábanas caídas. Una vez terminado lo estudió atentamente, y de pronto· chasqueó los dedos. Amy lo miró y sonrió: -¿Has encontrado alguna pista? -¡Pistas definitivasl Esto tiene que convencer a la señora Ratchet de que :N:osey no pudo haber tirado sus sábanas.

¿Qué era lo que demostraba la inocencia de Nosey en el dibujo de Lince?

.Solución en la página 86.

El misterio del .despertador delator

Era una fresca y vivificante mañana de un sábado de principios de otoño. Lince y Amy, con sus chalecos de plumón y sus suéters de lana ligera iban camino de la Galería Comercial Lakedale. ;pensaban pasar la mañana curioseando en la nueva tienda de discos que hacía descuentos por su reciente inauguración. Mientras llevaban sus «bicis» al aparcamiento de las galerías divisaron al sargento Treadwell, un buen amigo al que solían ayudar en su trabl:ijo. Sarge estaba delante de Electrónica Traynor, una de las pocas tiendas de las galerías, lindantes con el exterior. El sargento tenía ambas manos en las caderas y ob-

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servaba fijamente el suelo, moviendo la cabeza de un lado al otro. -No parece muy contento -comentó Lince--. ¿Qué le ocurrirá? -Averigüémoslo -propuso Amy. Al acercarse a la tienda vieron qué era lo que observaba el sargento Treadwell. El suelo estaba lleno de vidrios rotos. Miraron a su alrededor para ver de dónde habían caído y vieron un gran orificio en le cristal del escaparate de la tienda de electrónica. -¡Vaya revoltüo! --exclamó Arny-. ¿Qué ha ocurrido, Sarge? -Aparentemente, rotura y robo --explicó el sargento-. Después de medianoche, un ladrón arrojó una piedra contra el escaparate, cogió algunas cámaras y calculadoras y después huyó. -¿No sonó la alarma antirrobo? -se interesó Arny. Sarge movió la cabeza negativamente. -Estaba estropeada y el señor Traynor pensaba hacerla arreglar hoy. -¿Cómo sabes que el robo ocurrió después de medianoche? -preguntó Lince mientras apartaba con mucho cuidado trozos de vidrio pegados a sus zapatillas. -La heladería de al lado cierra a medianoche todos los viernes -informó Sarge-. El encargado pasó por aquí

~...._ - - -

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cuando iba a buscar su coche. Según él, la zona estaba desierta. -¿Puede haberlo hecho él mismo? -inquirió Arny. -No su coartada es perfecta. Un oficial de' la patrulla nocturna lo vio alejarse. . -¿Algún sospechoso, Sarge? -quIso saber Lince. Antes de que el sargento: Treadwell pudiera responder, el dueño de la ti~nda . se acercó a ellos, retorciendo nerviosamente entre sus manos un trozo de papel. -Aquí tiene una lista compl~~ de los objetos robados, sargento -duo-· Espero que logre atrapar a los lad~ones -se secó la frente con un gran panuelo blanco-. Es terrible. Algunas de mis cámaras más caras... -El señor Traynor afirma que, ayer por la tarde, vio a dos personas mirando fijamente el escaparate durante mucho tiempo -explicó Sarge-. Uno era Josh Evans y el otro... -¡Josh! -lo interrumpió Arny-. ¡Sarge, debes estar bromeando! ¡Josh no es ningún ladrón! -sus ojos echa~an chispas. , Josh Evans, encargado del club de VIdeo resultaba muy simpático a todos los 'Chicos del lugar, y Amy y Lince lo

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Resuelve el Misterio - 2

consideraban un bueno amigo. A Amy le era' dificil creer que estuviera implicado en un délito. -'Tranquila, Amy -le advirtió Lince-. Deja que Sarge termine lo que estaba diciendo. -Como decía -prosiguió el sargento-, el otro, sospechoso es Mike Graham, un ex empleado del señor Tray- , nor que ahora trabéija como, encargado de existencias en Confecciones Soames. - y debo decir en su favor que era un excelente trabéijador -intervino el señor Traynol'-. No me agradó nada que se fuera. -Hablé con Josh y con Mike para averiguar sus paraderos después de medianoche -continuó Sarge-. Josh afirma que durmió hasta las tres y media, hora en que se levantó para ir de pesca al Lago Loon con su amigo Charlie Laub. Dice que estuvieron pescando en el lago desde las cuatro hasta las cinco y media de la madrugada y que tienen los pescados como prueba. También manifestó que ayer por la tarde estuvo mirando el escaparate tratando de decidir si le regalaba o no a su novia el reloj digital exhibido. -¿Y el otro muchacho? -preguntó Arny, impaciente. -Mike asegura que durmió hasta las ~I

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El secreto del monstruo del lago Loon

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cinco en punto de la mañana. Después fue al hostal, donde sirven un desayuno temprano. Estuvo allí desde las cinco y media hasta las seis y media, y puede demostrarlo. Después fue' a su trabéijo. Además aflrma que ni se acercó aq~í ayer por la tarde. -Uno de los dos miente -coqjeturó Lince. -Así es -coincidió Sarge--. Pero, ¿quién miente y cuándo se realizó el asalto? -miró a Lince y a Amy y se en-' cogió de hombros-o Estoy perplejo -consultó la hora en su reloj-o Ahora debo volver a ... ¡Está parado! ¿Alguien sabe qué hora es? -Las once en punto -respondió el señor Traynor después de mirar la hora en el reloj de pared de su tienda-o Y puede tener la certeza de que es la hora exacta. Todos mis relojes son precisos. Lince y Arny acompañaron al sargento hasta el coche patrulla. Al despedirse, éste les düo: -Hacedme saber cualquier cosa que descubráis. Estoy realmente perplejo. -Vamos, Amy -düo Lince-. Volvamos a ver ese escaparate roto. Tiene· que haber alguna pista que se le pasó por alto a Sarge. -Sí -contestó Arny-. Sobretodo es-

l'

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Resuelve el Misterio - 2

pero descubrir algo que libre de culpa a Josh. Los jóvenes detectives se asomaron con mucho cuidado al orificio. En el estante más alto del escaparate habia un pequeño terminal de ordenador y su correspondiente teclado. En el estante inferior se veian varios articulos desparramados. Lince sacó el bloc de dibujo y el bolígrafo. Trazó rápidamente un esquema del escaparate. Al dar los últimos toques sus ojos se iluminaron. Mostró el dibqjo a Amy, que lo estudió atentamente. -¿Y?-Lince sonrió--. ¿Ves lo que yo veo? -¡Por supuesto! -respondió Amy-. Yeso demuestra decididamente cuál de los dos sospechosos dice la verdad y cuál es el que miente. -Vamos a la comisaria a mostrarle el dibujo a Sarge -decidió Lince--. Se pondrá muy contento cuando descubra que le hemos «desperplejado» el caso.

¿Cómo supieron Lince y Arny cuál de los sospechosos era inocente?

Solución en la página 89.

El caso

del software manipulado

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1I .

Acababan de salir de la escuela. Lince y Arny estaban cerca de la puerta del edificio conversando con Corey Callahan, que poco tiempo atrás se había mudado a Lakewood Hills. Corey era delgado y no muy alto. Tenía el pelo de color rojizo. Los jóvenes detectives habían notado que Corey nunca se estaba quieto. Incluso ahora, mientras hablaban, subía y bE4:jaba constantemente la cremallera d~ su chaqueta de nilón azul brillante. En ese momento charlaban, sobre sus preferencias. -Yo también soy aficionado al fütbol -düo Corey-. y podéis invitarme a una pizza de pimientos morrones cuando

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'1

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Resuelve el Misterio· 2

queráis -coincidió con Lince-. Los acertüos y los misterios me parecen fa- ' bulosos, por no hablar de lo mucho que me gustan los buenos chistes -concluyó, sonriente. Amy le devolvió la sonrisa. -A mí también me gustan esas cosas, pero tendrás que eliminar los morrones de mi pizza. -Pero lo que más me gusta es trabajar con ordenadores -prosiguió Corey-, especialmente en la preparación de' mis propios juegos. -Tendrías que hablar largo y tendido con Lince -contestó Amy, señalando a su amigo-. El también prepara programas y lo hace muy bien. -No exageres, Amy -le pidió Lince. -¡Fantástico! -se alegró Corey-. Tenéis que venir a casa para participar en mi último juego, que programé con el nombre de Laberintoloco. Pero os advierto... ¡siempre ganol -Apuesto lo que quieras a que esta vez no ganas -le desafió Amy con picardía. -Ya veremos -respondió Corey-. ¿Os parece bien mañana por la tarde, a la salida del cole? Yo pondré la pizza... sin morrones, te lo prometo, Amy. ¿De acuerdo? Amy asintió.

El secreto del monstruo del lago Loan' '

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-De acuerdo. ¿Lince?' -G.anaré -replicó Lince, llun los ojos encendidos'. -¡Tengo que irmel -exclamó Corey, recogió su cartera y se la colgó descuidadamente sobre el hombro-. Mañana nos vemos. Corey b~ó saltando los peldaños y corrió hacia su bIcicleta. ' -Vamos a la Galería de vídeo:!uegos a practicar un poco -sugiri¡ó Lince-. No nos vendrá mal. . -Muy buena idea -coincidió Arny. Metió la mano en su cartera para buscar algo---.. ¡Maldiciónl ~xclamó-. D~é mis J?uevas gafas ahumadas en la sala de ordenadores. Me encontraré contigo en la tienda dentro de un cuarto de hora. . Arny volvio a entrar en la escuela y b~ó corriendo el pasillo que llevaba a la sala de ordenadores. Al llegar ala puerta vio a Sally Chan, y, a Mike García, eÍl el' interior. Al igual que Lince y Arny., éstos eran miembros. del Club de Bytes. Mike y Sally es,taban de pie junto a uno de los ordenadqres..Mike tenía las manos en las caderaS y miraba colérico a SalIy, El rostro de' ésta estaba pálido de indignación: " ... ' -No he :tQcadó tu estúpido diskette ni tampoco tu ordenador -gritaba Sally-.

"

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Resuelve el Misterio· 2

Acabo de entrar. ¡lii siquiera sé de qué estás hablandol -¿Qué pasa? -preguntó Amy al entrar. -Sally estropeó el programa que tecleé ayer. ¡Eso es intolerablel -bufó Mike. Sally abrió la boca para defenderse pero Arny no la dEtió hablar. -Espera un momento, Sally -.-dUo-. , ¿Qué ocurrió exactamente, cuándo ocurrió y por qué le echas la 'culpa a Sally? -preguntó Arny a Mike. -Hace' más o menos media hora entré para ver el programa que introduje ayer durante la reunión ----explicó Mike-. Ya sabes, el de porcent1ijes de «tiro a gol» para el equipo de fütbol. ¿Recuerdas que el entrenador me pidió que lo hiciera? -Arny movió la cabeza aflrmativamente-. Todo iba bien... al principio -prosiguió Mike-:--. Pero entonces... ¡En lugar de los porcent~es salió estol-señaló la pantalla del ordenador. Arny y Sally miraron por primera vez el ordenador. Una parte de la pantalla. mostraba el nombre del programa pre, parado por Mike. Eso parecía normal. Pero más ab~o aparecía el mens~e más extraño que Amy había visto en su vida. ' '-Decididamente, es muy raro -rer conoció Arny.

El secreto del monstruo del lago Loon

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-¡Vaya si lo esl-coincidió SaIIy. - y SalIy ~s la única que lo puede ha-

ber hecho -insistió Mike-. Ayer se quedó después de que todos nos marchamos para termiP,~ su' programa. ¡Pero terminó conmigol ' -Espera, Mike. Cualquiera puede haber vuelto a programar ese diskette entre la tarde de ayer y la hora en que llegaste hoy -observó Amy-. Cualquiera puede haber entrado aquí. -Cualquiera menos yo -insistió Sally. -Es posible -admitió Mike a regañadientes--. Pero en ese caso, ¿quién es el autor de ese delirante mens~e? ¿Y qué ,quiere decir? -Una buena pregunta, Mike -contestó Arny. Arny se sacó la chaqueta de pana verde, se levantó las mangas del suéter de algodón con cuello polo y se sentó delante de la pantalla del ordenador. Un instante después le pidió a Mike que le hiciera una copia qel extraño mens~e. Apoyó la barbilla en las manos y estudió la copia atentamente. Luego siguió con el dedo una línea del mens~e. Minutos después soltó una carc~ada. -¿Dónde está la gracia? -quiso saber Mike. Arny se giró y lo miró.

Resuelve el Misterio· 2

-Acabo de descubrir quién dejó este e incluso sé lo que significa.

mens~e

¿Quién dejó el mens~e y qué quería decir?

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Amy estudió la copia atentamente.

Solución en la página 93. ~ÍII¡

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El secreto del monstruo del Lago LoQn

-¡El monstruol ¡El monst?ruol -gritaba una mujer mientras corría hacia Lince y Arny, que estaban juntando guijarros a la orilla del Lago Loon. Los jóvenes detectives levantaron la vista y vieron a una corpulenta m4.ier de pelo canoso azulado y muy rizado. Sus relucientes shorts amarillos y su blusa de flores anaraqjadas eran tan chillones que hirieron sus ojos. -¡Oh, nol -protestó Lince-. ¡Escondámonosl ¡Aquí viene otra «pf\jara boba)~!

Amy rió entre dientes y düo por la comisura de los labios:

I ' Resuelve el Misterio - 2

-Cuidado, Lince, viene directamente hacia nosotros. El Balneario del Lago Loon estaba repleto de turistas ansiosos por ver a Loonie, el monstruo del lago que había sido observado y fotografiado por el señor Babbit, propietario <:tel balneario. ,,/La mujer agitó el brazo frenética." mente en dirección al centro del lago y gritó: -¡Mirad! ¡Allí está, es el monstruol Amy y Lince se protegieron los ojos con las manos para evitar el reflejo del Sol sobre el agua. -¡Caray! -suspiró Lince y señaló el centro del lago-. ¡Mira, Arny! ¡Veo algol -¡No t~ creol -Arny se aproximó más a la orilla para ver mejor. Después de un minuto de tensa concentración vio una sombra oscura que flotaba en el agua, declaró-: ¡Es un tronco y ni siquiera se mueve! ¡Y además tiene ramas y hojas! -Estoy segura de que lo vi moverse -intervino la mujer-. ¿Estás mirando el lugar que corresponde? -frunció el ceño yun instante después suspiró-. Sqspechoque tienes razón. Estaba segura de haber visto a Loonie -confesó, decepcionada-'. Quería ser la segunda persona del mundo en verlo. Lince cogió una piedra plana. ' "11

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-Mucha gente piensa que lo ha visto, pero me pregunto cuánto~ de esos Loonie sólo serán troncos -tiró la piedra al agua-o Hasta ahora, el único que lo ha visto de cerca es el señor Babbit. -¿No fue una verdadera suerte que tuviera la cámara preparada cuando el monstruo asomó a la superfIcie? -düo exaltada la turista-o ¡No sólo lo vio sino que le tomó una foto para dE;!mostrar su existencial -Suerte es una palabra¡ muy suave -comentó Amy-. Le va mejor milagro. -Ahora debo irme -declaró la recién llegada-o Mi marido y yo daremos un paseo en barca con el propósito de intentar ver a Loonie antes de la cena. Arny y Lince siguieron con la mirada a la m4.ier, que se apresuró a recorrer el muelle de madera para embarcar en el abarrotado transporte. -Me pregunto si realmente habrá un monstruo en el lago -mUrmuró Amy-. ¿Tú qué opinas? -se agaqhó para coger una piedra y se frotó el pulgar en ella. -No sé... -Lince se encogió de hombros-. El Lago Champlain tiene a Champ y el Lago Ness tiene a Nessie -se quitó las gafas y las limpió en su camiseta-. Supongo que el Lago Loon puede tener a su Loonie. Pero estaría más convencido si lo viera con mis pro-

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pios ojos -volvió a ponerse las gafas-o Todo ha sido muy repentino. Greo que si existiese algún ser en el lago habríamos oído hablar de él mucho antes. -Monstruo o no monstruo, ha aumentado la afluencia de turistas al balneario --observó Amy-. ¿Recuerdas cómo estaba esto el año pasado? Probablemente no vinieron más de una docena de familias. Ahora no cabe un alfiler. -Es verdad -una voz de hombre a sus espaldas les hizo dar la vuelta-o Indudablemente Loonie ha atraído a mucha gente -el hombre gordinflón y casi pelado les sonriér-. Soy Glarence Babbit, propietario del balneario... y autor de la famosa fotografía de Loonie. No me gusta entrometerme -prosiguiér-, pero no pude dejar de oíros. Tengo la impresión de que no creéis en la existencia de Loonie -el señor Babbit revolvió con su mano los pelos de Lince, pero éste lo esquivér-. Os mostraré la foto. ¿Sabéis cómo la tomé? Sin que Lince o Amy tuvieran tiempo de responder, el señor Babbit sacó una fotografía del bolsillo y se la mostró. -Eran casi las cuatro y media de la tarde -explicó mientras Arny estudiaba la foto-. Yo estaba aproximadamente en mitad del muelle. Oí un chapoteo y al '1 ,1,

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levantar la vista me encontré frente al monstruo. Fue tal mi sorpresa que por un instante olvidé que tenía la cámara. Amy le pasó la foto a Lince y observó atentamente el lago. -'Pero inmediatamente lo recordé y obtuve una buena instantánea -el señor Babbit señaló la foto, ahora en manos de Lince. Amy se rascó la cabeza y dUo: -'Esta fotografía ha dado mucha publicidad a su balneario y ha prosperado, ¿verdad, señor Babbit? El señor Babbit s~có un pañuelo del bolsillo y se secó la frente. -Así es -reconoció-. La foto ha aparecido en unos cuantos periódicos y ahora viene mucha gente para poder decir que también ha visto a Loonje. -Señor Babbit -Amy movió negativamente la cabeza-, ignoro qué han visto otras personas, pero yo sé con certeza que usted no fotografió ningún monstruo desde el muelle. ¡Esta foto es un camelo!

El caso del collar robado

I

¿Cómo sabía Arny que el señor Babbit no decía la verdad?

Solución en la página 97. "1 "

Lince y Amy deambulaban por las salas del Museo de Arte de Lakewood Hills. Aunque sólo era media tarde todas las luces estaban encendidas. Se había desencadenado una torrencial tormenta; cuando" Amy y Lince pasar~n junto a una ventana vi?ron que la llUVIa golpeaba contra los crIstales. . -Espero que la tormenta h~a amaInado cuando salgamos de aqUl -murmuró Amy. -Yo también -respondió Lince-----, pues de lo contrario será un verdadero engorro volver a casa en «bicÍ». -Vamos a ver los cuadros con caba-

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Resueloe el Misterio - 2

llos, mi parte favorita del museo -propuso Arny. Al doblar por una esquina observaron a unos visitantes de' pie alrededor de una mesa sobre la que había un exhibidor ovalado. -Apuesto a que se trata del collar de' diamantes que acaba de conseguir el museo --comentó Lince. -¿Cómo sabes que el museo ha conseguido un collar de diamantes? -preguntó Arny. -Lo oí anoche en la televisión -respondió Lince-. Un museo de Nueva York se lo ha prestado al de Lakewood Hills durante un par de meses. Incluso hay un guardián especial, que vié\ia con el collar. -Vamos a verlo -sugirió Arny. Se acercaron al exhibidor y contemplaron el collar, que estaba montado sobre un pie forrado en terciopelo. -«Collar de diamantes y esmeraldas, del año 1769. Usado alguna vez por la emperatriz María Teresa de Austria. ~~ -leyó Lince en una tarjeta adherida al cristal-o ¡Caray! -exclamó--. ¡En mi vida he visto tantos diamantesl -Yo tampoco --coincidió Arny-. ¡Sí que sabían acicalarse en aquellos tiempos! -añadió, observando sus pantalo-

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nes de pana azul desteñidos y sus gastados mocasines. -Probablemente no se sentían demasiado cómodos cargando con tantas joyas -le recordó Lince-. Leí en algún lado que en esa época las vestimentas pesaban «una tonelada». Contemplaron unos minutos más eI brillante collar. Estaban a punto de seguir su camino cuando el estruendo de un trueno hizo temblar la sala y se apagaron las luces. Luego oyeron un grito y unas pisadas que se perdían I en la distancia. Cuando volvieron a encenderse las luces, Lince y Arny vieron a una mqjer en el suelo. Corrieron hacia ella. -¿Qué le ocurrió, señora? -preguntó Lince mientras la ayudaba a incorporarse. -No... no estoy muy segura -respondió la mqjer al tiempo que recogía su monedero-. Cuando todo quedó a oscuras alguien chocó conmigo y me hizo caer. -¡Lincel -gritó Arny-. ¡El collarl ¡Ha desaparecido I En ese preciso instante entró corriendo el señor Bagley, conservador del museo. -Oí un grito. ¿Qué ha ocurrido? -preguntó. Sin esperar respuesta, diri-

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gió la mirada al exhibidor--. ¡Oh, nol ¡Han robado el collarl Tendría que haber in~ta~ado una alarma especial -gimió, sUJetandose en la mesa con ambas manos-o Les dÜe que nuestro sistema de seguridad permanente y un guardián especial no sería suflciente -levantó la vista con expresión desesperada-o ¿,Cómo explicaré esto al museo de Nueva York.? -paseó la mirada por la sala-. ¿,Habéis visto al autor del hecho? -preguntó a Lince y a Arny. -Sucedió cuando se apagaron las luces -le informó Lince-. ¡No hemos visto nada! -Pero oímos unos pasos -intervino Arny-, aunque es dificil saber en qué dirección iban. De repente Lince levantó la cabeza y recorrió la sala con la mirada. ' -¿,Qué es eso? -preguntó bruscamente. -Parece un quejido -replicó Arny. -Viene de ese cuarto -gritó Lince señalando una puerta en la que se leía l_a palabra privado-. ¡Vamos, Amy! ¡Senor Bagley! ¡De prisa! Cuando los tres irrumpieron en la pequeña habitación vieron a un hombre con uniforme de guardián sentado en una silla. Se sostenía la cabeza con las manos y gemía.

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-¡Joe! -lo llamó el señor Bagley-. ¿,Qué le ha ocurrido? -el guardián no respondió-. ¡Joe! -repitió el conservador del museo. Esta vez el guardián levantó la cabeza. Parecía aturdido. Hizo una mueca de dolor. -Estaba sentado en el escritorio cuando se apagaron las luces -explicó-. ¡Alguien me golpeó en la cabezal Estaba borrando una respuesta equivocada en un crucigr~ma y de pronto me encontré con la cabeza apoyada en el escritorio, recuperando el conocimiento. Al levantar la vista el destello de un rayo, iluminó durante un segundo este cuarto. A duras penas distinguí una sombra que b~aba por la ventana -señaló una ventana abierta en el otro extremo del cuarto. -¡Tengo que informar inmediatamente del robo a la policíal -recordó el señor Bagley-·. Joe, póngase un poco de hielo en la cabeza. Cuando Joe y el señor Bagley salieron, Lince y Amy estudiaron el lugar en busca de pistas. -En todo esto hay algo extraño -dü o Amy reflexivamente mientras se mordía una uña. -Estoy de acuerdo, me pregunto si... --empezó a decir Lince.

Resueloe el Misterio - 2

El superdetective se interrumpió en mitad de la frase y permaneció completamente inmóvil, pensando. Luego meneó la cabeza, sacó el bloc y dibujó rápidamente la habitación. Analizó un momento el esbozo y poco después hizo chasquear los dedos. -Decididamente aquí hay algo raro -düo a Amy mientras le mostraba el dibllio-. ¿Sabes a qué me refiero? -Por supuesto -Amy sonrió y sus ojos brillaron-o ¡Sospecho que hemos atrapado al ladrónl

¿Quién es el sospechoso de haber. robado el collar?

Solución en la página 101.

l'

El secreto del dinero oculto

-Aquí lo tiene, señora Von Buttermore -düo Lince--. Estaba enterrado en eljardín,junto a un rosal. Lince entregó a la señora Von Buttermore el collar con diamantes de Rico, su perro gran danés. El collar estaba húmedo y embarrado, y el cierre de oro, roto. Lince y Arny estaban en la sala de la mansión Von Buttermore. Su propietaria, la mujer más rica de Lakewood Hills se había sentado en un antiguo sofá de terciopelo. . -¡Pobre Rico! -suspiró la señora Von Buttermore--. Sabía que el collar le molestaba pero no se me ocurrió que

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llegaría a enterrarlo para librarse de él. No sé cómo agradeceros vuestra colaboración -continuó-. ¿Por qué no os quedáis a almorzar? ¡Debéis estar muertos de hambrel Los' superdetectlves intercambiaron una' mirada y sonrieron contentos. -Muchas gracias, señora Von Buttermore -respondió Arn.y-. ¡Aceptamos' encantadosI La señora Von Buttermore pulsó un pequeño botón de la pared y casi instantáneamente entró una sirvienta en la sala. -¿Llamó, señora? -preguntó. -Sí, Maggie -contestó la dama-o Hoy tenemos dos invitados a almorzar. Po'r favor, prepare la mesa de roble al lado de la chimenea. -Sí, señora -respondió la sirvienta. Se oyó un discreto golpecito en la puerta. -Adelante -düo la señora Von Buttermore. Entró un hombr.e alto y de aspecto so~ lemne, v~stido de smoking. Era Henry, el mayordomo. -Fui al banco como me indicó señora, y saqué dos billetes de cincu~nta dólares para su sobrino, el señorito Nick -dÜo-· El dinero está en un sobre en

El secreto del monstruo del lago Loan

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la mesa del 'vestíbulo, junto a la taIjeta de cumpleaños, que espera su firma. -Muchas gracias, Henry. El mayordomo se inclinó levemente y salió, seguido de la sirvienta. -¡Jolínl -exclamó Lince-. ¡Acabo de recordar algoI Arny, mis padres- dijeron que nos llevarían a almorzar. Será mejor que les llame por teléfono. ¡.', -¿Estás seguro de' que eS correcto que os quedéis, Lince? -preguntó la anfitriona. I -No se preocupe -contestó Lince-. Mis padres son muy comprensivos en estos casos. -El teléfono está al final de la escalera -le indicó la señora Von Buttermore-. ¿Quieres que Henry o Maggie te acompañen? -No, ya lo encontraré -Lince se encaminó a la puerta-o ¡No empecéis el almuerzo sin míl ' -,Haremos lo posible por esperarte -respondió bromeando Arny. -De acuerdo, mamá, no me olvidaré de darle las gracias a la señora Von Buttermore. Lince colgó el teléfono y empezó a bajar la escalera, contando los peldaños. Al, llegar al décimo se quedó boquiabierto y sin atreverse a respirar. Abl:\io, en el vestíbulo, estaba Maggie,

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la sirvienta. Lince la vio coger un sobre de la mesa y guardárselo en el bolsillo del delantal. Después cogió un paño y entró en la biblioteca. Lince dejó escapar un profundo suspiro. -¡No puedo creerlo! --exclamó-. Iré a decírselo a la señora Von Buttermore. Arny y la dueña de la casa estaban mirando fotos cuando Lince irrumpió casi sin aliento en la sala. -¿Qué ocurre? -inquirió la señora Von Buttermore. -Tienes cara de haber visto a un fantasma -.se asombró Arny. Lince vaciló un momento antes de responder. ¿Le creería la señora Von Buttermore? Debía arriesgarse. -Ocurrió algo con el sobre de dinero que el mayordomo dejó encima de la mesa del vestíbulo --dÜo-. Acabo de ver a Maggie, la sirvienta, robándolo. -¡Lince, eso es imposible! --exclamó la anfitriona y se echó a reír-. Maggie es incapaz de hacer semejante cosa. ¡Has visto visiones! Lince movió lentamente la cabeza de un lado a otro. -No, señora Von Buttermore, lo siento mucho pero vi con mis propios ojos cómo cogía el sobre. -Te advierto que la agencia me la recomendó muy favorablemente y que sus

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referencias eran excelentes. ¿No puedes haberte confundido? -No, sé muy bien lo que vi -insistió Lince. Se prod4.io una pausa. A continuación Arny, que había observado atentamente a Lince, dü o : -Quizá Maggie ha cogido el dinero por accidente. ¿Por qué no se lo preguntamos? ¿Dónde dÜiste que había ido? -No lo dÜe, pero entró en. la biblioteca -contestó Lince bruscamente. Camino de la biblioteca pasaronjunto a la mesa del vestíbulo. Sin abrir la boca Lince señaló la tarjeta de cumpleaños y el espacio vacío dejado por el sobre. Cuando Lince, Arny y la señora Von Buttermore entraron en la biblioteca, Maggie estaba desempolvando una estantería llena de libros. -Ah, Maggie, estás aquí -dü o la dueña de la casa-o Quiero preguntarte algo. -Sí, señora -respondió la criada-o ¿De qué se trata? -Falta un sobre con dinero de la mesa del vestíbulo. ¿Es posible que. lo hayas cogido por error? Maggie se puso roja como un tomate. -¿Me está acusando de ladrona? -reaccionó, furiosa.

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-No, Maggie -respondió la señora Von Buttermore serenamente--. Sólo te he preguntado si... -No he cogido ningún dinero -repitió la siIVienta. Se metió la mano en el bolsillo del delantal y le dio la vuelta-o. ¿Ve? ¡No lo tengol -Lince, ya ·has visto que Maggie no lo tiene -ctüo la señora Von Buttermore. -¡Pero yo vi como lo cogíal -repitió Lince-. ¡Tengo la certeza de que miente! -¿Que yo miento? -chilló la criada. Miró fijamente a Lince y después a la señora Van Buttermore--. ¡En mi vida me han hecho semejante ofensal ¡Me marcho de esta casa! -arrojó el paño al suelo y salió dando un portazo. -¡Qué enfado! -exclamó Arny mientras se retorcía un mechón de pelo-. ¿Estás seguro de que la viste cogerlo, Lince? Lince tenía que convencer a la señora Von Buttermore de que decía la verdad, pero no sabía cómo hacerlo. Recorrió la biblioteca con la mirada y luego se aproximó a los estantes que la criada había estado desempolvando. Sacó un par de libros, los hojeó y los devolvió al estante. -Lince, no puedes revisar todos los

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libros que hay aquí -apuntó Arny-. Son demasiados. -Tienes razón -reconoció Lince-. ¿Si encuentro el dinero que falta me creerá, señora Von Buttermore? -Naturalmente -,respondió vacilante la dama. Lince cogió su bloc de dibujo y empezó a hacer una lista de los libros del estante recién desempolvado. Minutos después se volvió, sonriente. -Señora Von Buttermore, puede dar por cerrado el caso -dÜo-. Sé exactamente dónde escondió la sirvienta el sobre 'con el dinero.

El misterio del

¿Dónde ocultó el dinero la sirvienta?

-¡Ha vuelto a ocurrir, Lincel Lince levantó la vista del vídeojuego portátil y vio a su amigo y compañero Paul Shimamoto entrar en la tienda de campaña y dejarse caer en el saco de dormir. -¡Esta acampada se está transformando en una pesadillal -exclamó el recién llegado. Lince, Paul y otros chicos del «Campamento del Ordenador~~ habían cruzado el lago en canoa para pasar d:0s días en su campamento. Todos tenían la esperanza de divertirse nadando, pescando o sencillamente descansando, pero ahora tenían la impresión de que

Solución en la página 108.

bromista de medianoche

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alguien estaba decidido a estropearles las vacaciones gastándoles bromas pesadas. -¿Quién ha sido la nueva víctima? -preguntó Lince. ~erry Kaplan -düo Paul-. Cuando fue a ponerse las zapatillas las encontró nenas de barro. Lince meneó la cabeza. -Primero Chuck. McCarthy encontró una rana en la mochila. Ayer por la mañana Keith, al levantarse, encontró todos sus calcetines anudados. -¡Se enfureció! -comentó Paul al recordar la expresión de ira del monitor. - y anoche se puso aún más furioso al descubrir que alguien había sustituido los dulces de merengue por bolas de algodón -le recordó Lince. Paul se rascó una picadura de mosquito en la pierna. -A mí me gustan los buenos chistes Gomo a cualquiera, pero esto ya es una broma muy pesada. -Sí -coincidió Lince, que levantó cautelosamente sus zapatillas y las revisó con atención para descubrir si había algo extrañe;> en el interior--. Tal vez encu~ntre la forma de averiguar quién es el autor de las trastadas -anunció. -¿Sí? ¿Cómo? -quiso saber Pauto

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-Te lo diré después de la cena -prometió Lince. Después de cenar todos se sentaron alrededor del fue de campamento para tostar dulces de merengue... auténticos. Poníase el Sol y un agradable reflejo entre rosado y anaraqjado se flItraba a través de la arboleda.. -¡Este fuego es demasiado fuerte! -se quejó Chris Rabosky por décima vez. Se había apartado un poco del grupo para untarse con loción de calamina los brazos y las piernas--. ¡Y esta maldita hiedra venenosa escuece espantosamente! -Nadie te pidió que guardaras las paletas de la canoa en una mata de hiedra venenosa, Chris -se apresuró a responder Keith. -¿Cómo podía imaginar qué era esa basura? -replicó Chris y siguió refunfuñando-. Este lugar es una porquería. No hay camas, la comida apesta y para colmo de males no hay ordenadores. Un rato más tarde, cuando los miembros del grupo se separaron para dirigirse a sus respectivas tiendas, Paul y Lince sostuvieron una breve charla. . -Todos piensan que el autor de las bromas es Chris Rabosky -dUo Paul-. Hasta Keith está convencido. -Podría ser Chris -reflexionó Lin-

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ce--. Desde que llegamos no ha hecho otra cosa que quejarse. Sea quien fuere, es alguien que se escabulle de su tienda por la noche, mientras todos dormimos. -Claro. Pero eso no quiere decir nada. -Permaneceré toda la noche en vela. Vigilaré el campamento y trataré de descubrir a nuestro bromista con las manos en la masa -Lince se asomó por la abertura de la tienda-o Esta noche habrá luna llena y no será difícil ver a cualquiera que deambule furtivamente por los alrededores. -Despiértame si lo atrapas -Paul bostezó, se echó encima del saco de dormir y se quedó dormido rápidamente. Lince también se echó sobre el saco, pero en posición inversa a la de su compañero, de cara a la entrada de la tienda. En esa postura y boca abajo podía contemplar gran parte del campamento. Observó que a causa del calor muchos chicos habían arrastrado sus sacos hasta dejar una parte fuera de las tiendas. Todos se habían acostado encima . de los sacos, como Paul, y todos parecían dormidos. Con el fin de pasar el tiempo, Lince decidió hacer un dibujo del campamento. Cogió la mochila en el mayor si-

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lencio posible y sacó el bloc de dib4Jo. La luna aún no habia salido pero la fogata iluminaba suficientemente como para poder ver lo que hacía. Trabl\ió rápida pero atentamente. Dib4Jó la tienda de Tommy Spano, contigua a la suya. Tommy tenía los pies fuera de la tienda. Después dib4Jó lo que se veia de la cabeza de Jerry Kaplan por la abertura de su tienda. Cuando J,.ince concluyó el dibtúo dejó el bloc en el suelo v bostezó. -Tengo que permanecer despierto -murmuró, somnoliento. Fue inútil. Unos segundos después, inclinó la cabeza sobre el saco y se quedó profundamente dormido. Más tarde se despertó sobresaltado. Alguien chillaba. -¿Qué ocurre? -preguntó Paul con voz adormilada. -¡Es el colmol -respondió Lince, frotándose los ojos. Salió a rastras de la tienda y una vez fuera se irguió. Aún no había amanecido y la luna llena brillaba en el firmamento. Junto a la tienda de Keith vio a éste discutiendo acaloradamente con Ghris Rabos~.

-¡Sabía que eras tú, Rabos~l -gritó indignado el monitor-. ¿Qué pensabas

-'..,-- -" -" -"

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hacer esta ve'él ¿Arrancar las estacas de las tiendas? -¡No pensaba hacer nadal -vociferó Chris-. Iba al lago a llenar mi cantimplora -levantó la cantimplora a la altura de los ojos de Keith, la volteó y la sacudió--. ¿Ves? Está vacía. Ya todos se habían levantado y formado un corro alrededor de los que discutían. -¿Por qué no lo admites, Chris? -gritó Tommy Spano, que estaba parado al lado de Lince-. ¡Te pillaron in fragantil

-Tranquilos, tranquilos, muchachos -intervino Keith con tono fatigado-. Volvamos a dormir. Mañana por la mañana hablaremos de este asunto. Los muchachos volvieron a regañadientes a sus tiendas. Súbitamente Tommy Spano soltó un chillido. -¡Ayyyl -gritó mientras brincaba sobre un pie descalzo-. ¡Es la segunda vez que tropiezo con uno de estos estúpidos palosl Cuando Lince volvió a su tienda se tendió en el saco de dormir y fUó la vista en la oscuridad. Paul ya se había dormido pero Lince no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. -Hay algo que no tiene sentido

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-murmuró para sus adentros-. ¿Qué será? Se incorporó y sacó la linterna de su mochila. También cogió el diblijo que había hecho esa noche. -Espera un momento -se düo en voz alta. Se asomó a la tienda y recorrió el campamento con la mirada. Luego volvió a observar el dibujo. -¡Paul! -susurró, sacudiendo suavemente a su amigo--. ¡Despierta! -¿Eh? ¿Cuál es tu idea luminosa? -farfulló Paul. -No estoy en condiciones de probar quién es el autor de las bromas pesadas -le informó Lince--, pero sé quién ha andado por el campamento esta noche, y apuesto que éste y el bromista son la misma persona.

¿Cómo supo Lince quién podía ser el bromista de medianoche?

Solución en la página 107.

El caso del ratero

Pocos días después de que Lince volviera del campamento, él YArny pasaron parte de la tarde en el cine, viendo una nueva película de ciencia ficción. titulada Bylard: la bestia del planeta X. -Es la última vez que hago caso de un comentario de Marsha -dü o Amy cuando concluyó la película y salieron del cine, b~o un ardiente Sol-. ¡Es la peor película que he visto en mi vidal -Estoy completamente de acuerdo. Lo único bueno es el aire acondicionado del cine. -Sí, es fabuloso -Amy metió la mano en el bolsillo de sus shorts color caqui-o ¡Me queda algo de dinerol Cru-

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cernas la calzada y compremos unos helados. Mientras se encaminaban a la Heladería Los Cincuentaicinco Sabores, un viejo vagabundo que cruzaba en sentido contrario chocó con Arny. -Disculpe, señor -düo ella amablemente. Miró de nuevo al vagabundo y exclamó-: ¡Eres tú, Sargel ¿Por qué has vuelto a disfrazarte? -Sí, ¿qué ocurre ahora? -preguntó Lince. El sargento Treadwell llevaba una camisa hechajirones, unos pantalones de lana muy gastados y una chaqueta de punto manchada, que apenas se abotonaba sobre su enorme barriga. Una tupida peluca canosa y un par de cejas blancas pegadas a la frente completaban el disfraz. -¡Chit6nl -susurró, mirando en dirección a la acera y acomodándose las cejas-. Siento mucho no haberte visto Arny. Compórtate como si no me cono: cieras. -¡Ni lo sueñesl Sabemos quién eres y . tendrás que decirnos en que asunto estás metido -contestó Arny, impaciente. -Vale, vale -düo Sarge. Dio una ojeada y señaló el callejón próximo al cine-. Hablemos allí, que. es más seguro -en cuanto llegaron al callejón,

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Sarge prosiguió-: Quizá podáis ayu-

darme. Le estoy siguiendo los pasos a un ~descuidero». -¿Un qué? -se interesó Arny. -Un descuidero es un ladrón que roba monederos, cadenas de cuello, cámaras fotográflcas... cosas que pueden arrancarse del cuello o del hombro de quien las lleva --explicó Sarge. -¿Han saqueado a alguien por aquí últimamente? -.preguntó Lince. Sarge asintió. -A varias personas. Por eso me he disfrazado. Tengo la descripción completa del ratero e intentaré atraparlo con las manos en la masa... si el calor no me mata antes -añadió, secándose la cara con un ·pañuelo deshilachado-. Un poco de lluvia podría mElJorar las cosas, pero según el hombre del tiempo no existe la menor posibilidad de que caiga una gota de agua. -¡Se te está corriendo el maquill~e, Sargel -le advirtió Arny al ver el pa. ñuelo manchado de marrón-o Y se te acaba de escapar una de las cejas -se agachó, la recogió y se la devolvió. -Muchas gracias -düo Sarge mien": tras volvía a pegarse la ceja sobre el ojo derecho. En ese instante oyeron que alguien gritaba:

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-¡Detengan al ladrónl Los tres miraron a su alrededor. -¡Por allíl -exclamó Arny, señalando en dirección a la Calle del Oeste-. ¡Vamos, de prisal Amy cruzó la Avenida dEd Verano con Lince pisándole ·los talones. Sarge ocupaba la retaguardia, bufando y resollando. . Al llegar al Horno de la Abuela en la Calle del Oeste, encontraron a un grupo de personas reunidas alrededor de una m4ier que chillaba: -.¡Llamad a la policíal ¡Llamad.a la policíal . -Yo soy policía, señora -dUo Sarge mientras se abría paso a codazos-. Apartaos, apartaos. -¡No me ponga las manos encima, holgazán I -gritó la mujer y le dio un golpe con el bolso en la cara. -¡Bastal Soy un policía de verdad -protestó Sarge mientras buscaba en los bolsillos de su chaqueta la insignia. Finalmente la encontró y la mostro-. Ahora tranquilícese y cuénteme lo ocurrido.. . -.Alguien me robó la cámara. ¡Me la arrancó del h~mbrol -explicó la m4ier. .-¿Qué· aspecto tenia? -preguntó el .sargento TJ;'eadwell. ·-.Era joven, de estatura mediana y

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pelo corto -informó la víctima-; Vestía pantalones tElianos y una camiseta a rayas azules y blancas. .. Sarge movió la cabeza af1rma~lvamente. <-Coincide con las descripciones .que obran en mi poder -dUo a los super· detectives. . .. -Llevaba una bolsa de la compra -añadió la m4Jer-. Me agarré a· ella para tratar de detenerlo y noté cómo 'se desgarraba. . -Eso es muy peligroso, señora --comentó Sarge-. Nunca debe tratar de detener a un ladrón. Podría ir armado. -¿Vio qué camino tomó? -preguntó Lince. -Sí, jovencito, lo vi -contestó la mujer-. Corrió calle arriba y luego giró hacia la estación de trenes. -¡Apuesto lo que queráis a que ahora está allíl -se exaltó Arny. Sarge miró la hora. -El tren de Chicago sale dentro de ocho minutos -dUo-. Probablemente tiene la intención de huir en él. -Venga, Sarge --le apremió Arny-. ¡Tenemos que movernosl -De acuerdo, adelante. Estaban a punto de partir hacia la estación cuando Sarge reparó en un ob•

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jeto que había en el suelo. Era un r.inturón. -Disculpe, señora -düo a la mujer que acababan de robar-. ¿Se le ha caído esto? -Ese cinturón no es mío -la mujer meneó la cabeza. Sarge se encogió de hombros y guardó el cinturón en un bolsillo del pantalón. -¡Andandol -indicó a Lince ya Arny. Al llegar a la estación Sarge señaló un cartel que habían situado junto a la puerta: El aire acondicionado no funciona. Disculpen las molestias.

-¡Qué barbaridadI -el sargento ¡Hoyes el día máS caluroso del añol Entraron en la estación y observaron atentamente la sala de espera. Todo parecía normal. -Todo lo que veo son seis personas esperando el tren --observó finalmente Lince. -Yo iré afuera a echar un vistazo -düo Sarge-. Tal vez nuestro ratero se ha escondido en las cercanías de la plataforma para poder saltar al tren. Cuando el sargento salió, Lince düo a Arny en voz b~a: -Demos una vuelta por aquí muy lenbuf~.

Con el aire más indiferente posible, Lince dib4i6 a los vil\ieros que estaban en la sala de espera.

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Resuelve el Misterio - 2

tamente. Quizá se nos ha escapado algún detalle. -Buena idea -replicó Arny-. Podemos fingir que estamos buscando a un amigo. Recorrieron juntos la sala de espera. tratando de no perder ningún detalle de las personas que esperaban el tren. Arny llevó a Lince hasta la puerta. -¿No puedes dibujarlos sin que se den cuenta? -susurró--. Eso podría darnos alguna pista. -Eso está hecho -susurró Lince. Sacó el bloc y el bolígrafo del bolsillo trasero del pantalón. Apoyó la espalda en la pared y con el aire más indiferente posible, dibujó a los vi~eros. -¡Amy! ¿Ves lo que yo veo? -d.Üo en voz muy baja. Arny miró por encima de su hombro y estudió el dibujo. Luego asintió, emocionada. -Será mejor que se lo mostremos en seguida a Sarge. ¡Antes de que llegue el tren! ¿Qué convenció a Arny y a Lince de que habían descubierto al ratero?

Solución en la página 111.

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El caso del novio fanfarrón oc1oib .sld.sc1 ejeq eup ob100e1 eooi...I obib1eq .sld.sc1 .sb.sI.s02e .sI ejo.s1ub eup 00.s2 U2 oe eib.s}1 .2.8I1U.sq.ss 2.81 eb .sou .sb.sveo .sfI.sjoom .sou .s11.s1.s02e oioiuL -do e2 ojo1 .sI oe ,a6mebA .2.sIlU.sq.ss 000 .om2ioiql.s eb 2.8jod .sd.svell eup .sV1e2 ejeq .-e::>ni...I oib.sfI.s- 02e 0102 00 y 2e1j oe e1dmuo .sI .s ob.s~eIl1ed.sc1.sm1ilB .svell j2e1ev3 ejoom le 1.s1.s023 .2.810c1 leb ojl.s a6m ooiq le 2e¡ ...201ejoe 2.8lb !oboum :le1u.s...I .s oÜb ,eb1.sj a6M ejeq eb 20j.sle1 201jO 201 i2 0100~I­ -em .sI .sqeup ej 00 O1eq ,201eb.sb1ev 002 .oj1eio 2e 00 ej29 eup eb .sbub 100 -if e2¡ .011.su~i1ev.s .s 01eq2e 00 le1u.s...I !.s1.sc101.sm e2 eup ejeq .s el1ioeb .s ojim

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El caso de las sábanas manchadas b.s1im .sI .sISV sa s::lni~ sb oLudib Is n3 -sa a.sn.sdBa a.s~ .olsua Is ns s1dm.sl.s Isb 011Sq nu i2 .a.ss.niq 10q a.s1sLua n.slu~ ,Ob.s1i1 sasidurt a.sl ,¿saol1 omo:::> sbn.s1~ .ob.srt:::>n.s~nsasb n.shd.srt sa OÜb- ,¿saol1 sb a.sllsurt a.sl .sV1sadO-.sq Is .s1:::>S1 .ssnll ns n.sasiv.s11A .-s:::>ni~ .s,¿ sup .s:::>ilin~ia sup 01 ,a.sn.sdBa a.sl '¿ oU 10q oa.sq .slls obn.su:::> olsua Is ns n.sd.s1as .iup.s -S1[.s. '¿ a.sn.sdBa a.sl sb oL.sdsb 01Sqa.s110 ,¿.srt 01sbsbns1 Isb ol.sq Isb 10bsb .s 01asuqA¡ .-,¿mA oV1sado- a.sllsurt -sb nsiup le as sup '¿ ort:::>.s11 sb noa sup !01sbsbns1 Is ort:::>n.s~nsa .-s:::>ni..I oibi:::>nio:::>- Ob1SU:::>.s sO-sb sup o~ .a.sdSU1q aomsns1 on 01SQ .sI .s 1s:::>psvno:::> sb 1.s1.s11 as 1S:::>.srt aomsd -Iu:::> as on ,¿saol1 sup sb 1srt:::>1.s51 .s10fma .sld.sq -ud Isb 10i1s1ni Is ns oLudib Is n01.sLsO sb noi:::>.s:::>iIqxs .s~1.s1 .snu no:::> 01nuL ,nos. . .ao1nsimi:::>s1no:::>.s aol s:::>ni..I .s osno1sls1 1srt:::>1.s51 .s10ñsa

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El misterio del despertador delator -ib le ,ob.sloe1 le V,101iflom leb aBmebA Lole1 flU eveile1 eb .s¡flOq eOfliJ eb oiJ.Id aob ,10b.ssifl01flia flU ,1.s1i~ib ,.s1ealuq eb ooi110sle 10b.s11eqaeb flU V, aeoov.s1ls .sd.s11aom 1.s1i~ib Lole1 13 .ob.s10eflooaeb 10b.sheqaeb 13 .00. t t :.s10e1100 .s10n .sI .0-lS-.-lS- asl .sd.s01.sm ooi110sle :ooilqxe eOfliJ .sm1it.s 10flV,.s1T 10fIea le eup 01aeuQooi110sle le ,a010.sxe floa aeLole1 aua eup e1fleml.s1f1ebioo.s ea1.s10eflooaeb oideb .s eaobflB1.sq ... fl01b.s1 le 0001 01 Obfl.sUO -om sup fle obfleid.s2 .Od01 leb .s10n .sI -.sa flsidm.s1 011.sa.s le 1.s~ul ovu1 01flem :e1fleim aoaonoeqaoa aol eb IBUO aomed 1.sb ebeuq Ofl e)liM .m.sn.s1D e)liM a.sl eb ae1fl.s 01eb.s1.sq ua eb .s1fleuo oi1flim e1flemeldiaoq V, .sibem V, oOflio oOflio a.sl .s1a.sn oim1ub eup oljb Obfl.sUO -flOO fle .61ae naoL 01eQ ..sfl.sfI.sm .sI eb -aeq ovu1ae eup 1.s11aomeb eb aefloioib .01i1eb le .sl1emoo ea a.s11fleim Obfl.sO ofl01 flOO v,mA 0~e1~.s- aBm 0~1.s y obfl.s1im ovu1ae eup Lole1 13 .-I.slflUi11 eaeul Is i2 .e1.s1.sq.soae le fle eu~ia naoL

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El caso del software manipulado -nsm Is sinsm.sinsJs 1ss1 sb aeuqasa -no::>ns sa sup oibns1qmo::> '{.mA ,s66a sb oqii nu ,0::>ilH~01St nu sin.s .sd.s1i -sI n.sias1 o n.smua sa sup Is ns OÜi1s::>.s .s66ansm nu 1iiiman.s1i .s1.sq a.B1i nu SUT o'{.sl '{.mA sup 01 ,011svloas1 lA sup Ob10::>S5I .n.sn.sII.sJ '{.S10J :s1dmon n.sd.sin.s::>ns sI sup ob.sm1il.s .sld.sn siae aol '{. aoÜi1s::>.s aol ,aonsud asiain::> aol -ob.snsb10 aol oboi s1doa '{.¡ ... aoi1siaim Is obiinsa .slnsi '{.mA .s1.sq ,oin.si 10Q !as1 -ahomun sL.sansm nu .s1.sLsb '{.S10J sup -n.sq .snu ns 0::>ml~01SLsb .sm10T ns o::>ii .10b.snsb10 sb .sII.si .-'{.II.s2.s '{. s)liM .s o::>iIqxs- 1i::>.sT a3.'{.S10J .s::>ilin~ia sup 01 ,Y35I + 11 - 110;) 5IAOl1AH + A + o - O.1.1A;) aomsnsi aeuqasa .n.sn.sII.sJ ob.siluas1 10q .sb sup 01 ,5IAO sb oas as eup 01sqh ,Ob1SU::>.s sa_' (('?Si'{.d ovsun nu aie1sup .slon .slon» .s)liM 1sd.sa oaiup-no::>asb sm si1.sq .sas oiqi::>ni1q IAaeuqasb 01sq ,-'{.mA oi::>ono::>s1- 011S::> as '{.S10J .ob.s::>ilin~ia ua eñ.s1insasb n.siau~ s.J .aIIiH boows)I.s.J ns ovsun -sld.sd01q sup aS10b.snsb10 aol oin.si

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El secreto del monstruo del Lago Loon ojo1 .sI ns a61dmoa a.sl oV1sado '{mA sup sb .sjnsuo oib sa '{ jidd.s8 10fIsa 19b .olsm.so nu .s1S .sjae -.sn soni...I '{ .slls asjn.s aojunim aonU aoLo aol 1.s11sos1jns sup obinsj n.sld fs .sio.sn1.s1im l.s 102 19b sa1s~Sj01q .s1.sq -d.s8 10fIsa 19b .ssnsjn.sjani .sf n3 ..su~.s .sI .s .sb.smoj obia .sld.sn le n¡)~sa sup ,jid -I.sqas aua .s .sd.slli1d 102 Is ,.s10n .smaim -nuq.s sllsum 19b .sI '{ .s1dmoa ua '{ a.sb -ms ni2 .o~.sf 19b 01jnso Is ~io.sn .sd.sj sjnsm.sjasuqua sup .s1dmqa' .sI ,0~1.sd -os1ib ns .slo.sn 01 ,sinoo:.! .sd.sjOS'{01q ..sjasuqo noio -noo- noio.soitial.s1 .snu as ojo1 .s..1.-jidd.s8 10fIsa Is ob.ssno~1sv.s oas1 aoiq01q aim noo sinoo..1 .s ojaiv sn O1SQ -S.s1j.s ojo1 .snu sup Oi11UOO sm sa '{ aoLo e1ib ...e1iO .noo..1 0~.s..11.s a.sjai1uj Mm .sh ..sans1q .sI .s b.sb1SV .sI .sboj sb os.s1d Is OjS1q.s soni..1 ojn01q sO .'{m A

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El misterio del bromista de medianoche oheiqaeb Cleid ovuiae lu.sq ObCl.sU;) ooilqxe el V. oLudib le o1iaom el eOCli.l le 1e8 .slboq Clsiup obioubeb .sld.sI1 omoo ..siaim01d v.mmoT eup SiOCl .sd.sLudib a.s1iCleiM-· -.sq.ss a.sl ClOO ob.siaoo.s .sld.sI1 ea oCl.sq8 ObCl.sUO ,eb1.si a.sm 01eq .a.siaeuq a.sIlU ,1im10b .s aoboi .s obCl.sm aoCl I1iie)l aol eb OClU ClOO oslD~a9b oseq01i v.mmoT eup 01 ,0~1.sdme Cli8 ..sbCleU .sI eb aol.sq ---óUClUClOO- oiOClevCloo em eiCleml.se1 1.s1im .s 1evlov l.s sV1eado eup 01 eu'l eiClem.siClei.s 1.sibuiae .s V. oLudib le a.sIlU.sq.ss au8 .v.mmoT eb .sbCleii .sI -Cleii .sI eb .sb.s1iCle .sI 10q Cl.sd.smoa.s -Cli .s1..B a.sb.sooloo Cl.sd.siae 01eq¡ ....sb !.s81ev el V. v.mmoT .s eh.sq.s om.sll eOCli.l .obioubeb .sld.sI1 eup 01 OiClOO a.sl eb ·10iu.s le .s1e eup oae'lCloo v.mmoT -.sq.ss a.sl .sd.sLeb e1qmeia eup V. a.sm01d -aoo.s .s1eivuiae ia omoo a.sb.smoa.s a.sllii ..sbCleii .sI Cle ob.si eup V. 1.sqm.s0.s .sd.sibo eup oae'lClo;) -ó1d aua eup eb .ssCl.s1eqae .sI .sd.s~i1d.s

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El caso del ratero aol sb oonio SUp n01sjon soni.l '(. '(.mA -ijasv nsdi s1sqas sb sIsa sI sb a01sLsiv .S1ujs1sqmsj sI noo sionsnoanoo ns aob . sdsjluas51 .snib1sds~ sdsvsll ojniupl3 sldssm1sqmi s1sau nsiu~ls sup OñS1jxS aonsm s ,101so sb slo shsüt snu sjns1ub .1sjluoo sup o~ls s1sivuj sup noionsjs sI omsll sm saqo S1jOsup aeuqasb ,Sb1Sj aBm '(.mA ooilqX901SjS1 Is s1sjas11s IIswbss1T ojns~1sa Is asnsbso sb snsoob sibsm s1si1duoasb '(. aua ns sbsd01 neios1 s1smBo sI '(. 010 sb Is sdsjlsl sI s1sf1oni1j ua A¡ .-aollialod -ias1q asjnsibnoqas1100 as.l In01ujnio -nio Is sup sauqu2 .as)osv nsdsjas asll oi1snsoas Is ns Oi~00S1 9~'D2. sup n01uj -sldsd01Q .sl1sosnshsq sldsb ojilsb Isb -moo sI sb salod sI sb O'(.so sI sa sjnsm .011s~asb sI smUolv sI obnsuo S1q . s1qmoo sI sb salod sI sb obnsldsH-on aiedsf1 ia ea on ,-9oni.l oniV1sjni-sqsq snu sb slIsas1doa sjae sup obsl .aolC1sias aol sb onu s smix01q s1s1 -S1~S

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¿Eres un buen detective'

Para comprobar si puedes llegar a ser tan buen detective como ellos, Lince y .Amy han establecido una clasificación que te ayudará a averiguarlo. • Si has resuelto todos los casos sin ayuda del espejo, eres un magnífico detective. Estás capacitado para ser un «superdetective» como nosotros. • Si has resuelto de 7 a 8 casos sin ayuda del espejo, eres un buen detective. Sin embargo, tienes que mej orar todavía un poco para llegar a ser un «superdetective». .• Si has resuelto de 4 a 6 casos sin ayuda del espejo, eres ya detective,' .'pero todavía te falta experiencia. Aún no puedes ayudarnos, pero no te desanimes,. estás ya muy cerca.

• Si has resuelto de 1 a 3 casos sin ayuda del espejo, te aconsejamos que te esfuerces. Sólo tienes que concentrarte en los dibujos y leer el texto con atención. Verás que pronto mejoras. • Si no has resuelto ningún caso, no te desmoralices, lo importante es que te diviertas leyendo nuestras aventuras. Los misterios ya los resolveremos nosotros. LinceyArny

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Colección· Resuelve el Misterio Títulos publicados:

1. El misterio de las galletas de chocolate M. Masters.

2. El secreto del monstruo del Lago Loon M. Masters

3. El misterio de la casa embrujada M. Masters

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4. El secreto del espía de software M. Masters

En las páginas finales del libro hallarás la solución de los casos con la ayuda de un espejo.

EL SECRETO DEL MONSTRUO DEL LAGO LOON ¡En el Lago Loon hay un monstruol La bestia se llama Loonie y todos intentan verlo. Alguien grita y señala al monstruo pero resulta que sólo se trata de un tronco de árbol. Por último. con el propósito de demostrar que Loonie existe realmente. un hombre enseña una foto a Lince y a Amy. Al ver la foto. éstos se dan cuenta inmediatamente de que se trata de un engaño.

¿Cómo saben Lince y Amy que la foto del monstruo es un engaño? Entre las páginas de este libro encontrarás diferentes casos para resolver. Las soluciones dependen de tu habilidad y capacidad de observación. ¡Suertel

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