Los Viajes Del Agua En El Mayab

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LOS VIAJES DEL AGUA EN EL MAYAB: POZOS, RÍOS SUBTERRÁNEOS Y CENOTES

LOS VIAJES DEL AGUA EN EL MAYAB: POZOS, RÍOS SUBTERRÁNEOS Y CENOTES

CLARA MARTÍN RAMOS

“Y pasan los Itzáes, brujos–del–agua, llevando lo que vida y muerte engendra al cenote de peces habitado en la honda roca” (Alfonso QUIJADA URÍAS, "La esfera imaginaria")

“A las entrañas desciendo de la tierra. Bocanada, rumor latente. Aquí, en esta eternidad de sombras tibias se vierten lágrimas violáceas. Petrificadas lágrimas de siglos. Sólo agua, sudor de piedra donde las ondinas duermen sueños de diamantes. Empozada agua de caudales frescos. Reverberante cueva de susurros”. (Rocío TAME, “Cenote Xkekén”)

”…Sabed que día llegará en que habrán de secarse todas las cosas que producen agua, así las aguas que corren como las que no corren, así las aguas claras como las aguas turbias ...Las nubes se secarán arriba y abajo los cenotes y las sartenejas. Entonces se sentirá una sed que abrazará las entrañas haciendo que las gentes mueran como entre brazas vivas...Pero habrá un depósito que no habrá de secarse. Será el único y ese es el gran cenote Xcabachén de Maní y aquel que quisiera de esa única agua que habrá de quedar, tendrá que acudir por ella, de cerca o de muy lejos que esté. Pero para obtener el agua tendrá que traer un niño para alimentar con su carne a la serpiente sagrada que cuida del cenote. En cambio de esta ofrenda podrá coger el agua, pero sólo en la cantidad que quepa en la cáscara de un cocoyol". (Luís ROSADO VEGA, “El Alma Misteriosa del Mayab”)

Los viajes del agua en el Mayab: pozos, ríos subterráneos y cenotes

Introducción Los viajes del agua, qanats o canillas son un sistema milenario de captación y conducción de aguas a través de galerías subterráneas, destinado tanto a suministrar agua a las ciudades como al riego. De origen persa, alcanzó gran difusión en España en la época andalusí y ha estado vigente en Madrid hasta hace 150 años. Hoy, por viajes del agua designamos tanto la tecnología hidráulica original como el conjunto de galerías, naturales o artificiales, que conducen aguas subterráneas. Este es el caso de los ríos subterráneos, cuevas,

pozos,

sartenejas

y

cenotes

que

forman

el

sistema

de

aprovisionamiento de agua del Yucatán. Los primeros europeos que llegaron a Yucatán se asombraron al encontrar una cultura centrada en el agua en un área pobre en ríos, escasa en lagos y que, además, sufre un período de sequía muy prolongado. Los mayas aprovecharon los cenotes y las cuevas de formación natural, producto de la filtración del agua de lluvia a través de la superficie de piedra caliza, para su abastecimiento; y construyeron canales para conducirla de unas ciudades a otras. También construyeron depósitos (chultunes) para el almacenamiento del agua de lluvia. El aprovechamiento del agua se convirtió en motivo de supervivencia y por esta razón, las costumbres de los habitantes del área incluyeron la veneración a Cháac e Ix-Chel, deidades relacionadas con la lluvia y los cenotes. La gran belleza natural y la aureola de misterio que rodea a los cenotes han atraído la atención de poetas y novelistas, que han recreado sus encantos y narrado sus leyendas. Paisaje y literatura han contribuido a producir un efecto de llamada a un turismo interesado por la espeleología y los circuitos de aventura. 1

Aún cuando el número de cenotes yucatecos supera los diez mil, una treintena de ellos merecen una atención especial. Son los que se encuentran dentro o en las proximidades de las ciudades norteñas de T-hó (Mérida), Hunucmá, Cuzamá, Chichen-Itza, Zací (Valladolid) y Tizimin, formando una línea curva que corta el gran anillo de cenotes originado por el impacto de un meteorito hace 70 millones de años. Es muy posible que la existencia de esa red de cenotes con forma de “Q” fuera la determinante de los asentamientos mayas y toltecas. Lo que no cabe duda es que, a la llegada de los españoles, la orden franciscana se fijó en los cenotes para establecer sus guardanías y aplicar las técnicas de captación y canalización de agua conocidas en España.

La peculiar hidrogeología del Yucatán: un paisaje sembrado de cenotes “La naturaleza obra en esta tierra tan diferente en lo de los ríos y fuentes, que los ríos y fuentes que en todo el mundo corren sobre la tierra, en esta van y corren todos por sus meatos secretos por debajo de ella. Lo cual nos ha enseñado que casi toda la costa está llena de fuentes de agua dulce que nacen dentro del mar y se puede de ellas, en mucha partes coger agua cuando en la menguante de el agua queda la orilla algo seca. En la tierra proveyó Dios de unas quebradas que los indios llaman cenotes, que llegan de peña tajada hasta el agua, en algunos de los cuales hay muy furiosas corrientes y acaece llevarse el ganado que cae en ellos y todas estas (corrientes) salen a la mar de que se hace las fuentes dicha”. Fray Diego DE LANDA, Relación de las cosas de Yucatán

La península de Yucatán, en sentido geológico, es una gran placa de rocas calcáreas que se extiende por los estados mexicanos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo, el Petén guatemalteco y norte de Belice (Figura 1). Esta península se caracteriza por su paisaje llano en el que se hallan esparcidos gran cantidad de pequeñas depresiones circulares con agua en su fondo, conocidas como cenotes (del maya ts’onot o dzonot = hoyo en el suelo). Estas formaciones, que aparecen allí donde la losa calcárea se ha quebrado, son ventanas al manto acuífero subterráneo existente en el Yucatán. Las húmedas y fértiles depresiones que suelen rodear a los cenotes se denominan hoyas. Aunque los cenotes parecen simplemente una variedad peculiar de lago pequeño, generalmente cilíndrico y más profundo que amplio, en realidad 2

son, en cuanto a la circulación de sus aguas, más parecidos a ríos que a lagos, pues tienen conexión a corrientes subterráneas (caminos del agua). En relación con el sistema hídrico del Yucatán es preciso saber que, aunque el sur de la península recibe cerca de 200 mil millones de m3 de lluvia al año, su balance hidrológico es negativo porque la mayor parte de la lluvia se filtra al subsuelo debido a la permeabilidad y solubilidad de la roca caliza. En superficie, solo existen doce lagos que superan el medio millón de m3 cada uno, pero todos en la parte sur. En la región norteña del Yucatán no hay ni lagos ni ríos superficiales, pero en cambio abundan los cenotes. Fue esa riqueza de cenotes la que permitió el florecimiento de la cultura maya en este paisaje y es fácil deducir que las ciudades mayas crecieron en torno a ellos. En la península yucateca hay tres cuencas hidrográficas principales: la criptorreica (de ríos ocultos), sobre el estado de Yucatán y norte de Quintana Roo; la del río Hondo, al sur de este último; y la de Champotón, en Campeche. Es en la cuenca criptorreica donde se encuentra la mayor parte de los varios cientos de cenotes de la península. Muchos de ellos se encuentran alineados, delatando corrientes subterráneas. La alineación más evidente, el anillo de cenotes, se relaciona con el borde del cráter de Chicxulub, producido por el impacto de un asteroide hace unos 70 millones de años y enterrado bajo la losa calcárea yucateca (Figura 2). Los tipos clásicos de cenote son: cenotes cántaro (ch’e’n), en los que la abertura al exterior es pequeña en relación con el diámetro del embalse; cenotes cilíndricos (propiamente ts’onot), de paredes verticales, donde la abertura equivale al diámetro del cuerpo de agua; cenotes aguada (ak’al che’), con perfil en forma de plato y cavernas o grutas (aktun), en los que la entrada es lateral (Figura 3). Estos tipos de cenotes forman parte de una secuencia evolutiva natural: comienzan siendo cenote cántaro, como el de Dzitnup; luego pasan a ser, por derrumbe del techo, cenote cilíndrico, como el de Chichén Itzá; y, finalmente, por hundimiento lento de toda la zona adyacente, se convierten en una aguada. El grado de conexión al manto acuífero permite distinguir los cenotes de flujo abierto (con aguas claras, fondo limpio, arenoso o rocoso y una masa de

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agua homogénea y bien oxigenada) de los cenotes estancados o de flujo restringido (turbios y estratificados térmicamente). En éstos, la capa acuática superficial es alcalina y sobresaturada con oxígeno disuelto, mientras que la profunda es ácida, desprovista de oxígeno y con sulfhídrico cerca del fondo. Existen dos procesos que pueden bloquear el intercambio de agua del cenote con el flujo subterráneo. El primero es el ya mencionado desplome de la bóveda, seguido por el aporte de sedimento que se deposita en el fondo del cenote. El segundo tipo consiste en el ingreso de agua marina a través del fondo del cenote. En este caso, entre ambas capas de agua (la dulce superficial, menos densa, y la marina profunda, más densa), se produce una zona de transición denominada haloclina. La haloclina estratifica el cenote: funciona como una barrera física que aísla la capa de agua dulce. En los cenotes costeros, la capa marina profunda circula impulsada por las mareas a través de túneles conectados con el mar. Aparte de los cenotes, existen en Yucatán incontables pozos hechos por la mano del hombre, todos movidos por molinos de viento. A cenotes y pozos artificiales, también es preciso añadir los depósitos cavados en el subsuelo y recubiertos con estuco (chultunes) que los mayas construyeron, sobre todo en la región Puuc, para aprovechar el agua de la lluvia (Figura 4).

La vida dentro y en torno a los cenotes Las tramas alimentarias de los cenotes son relativamente simples; están caracterizadas por pocos niveles tróficos que transfieren de manera eficiente la energía. Las bacterias, hongos, algas y protozoos son los primeros niveles, consumidos por micro y macroinvertebrados. La mayoría de las especies muestra resistencia a la hambruna, en respuesta a la escasez de recursos alimentarios. Las algas y otras plantas sostienen la trama alimentaria herbívora, en complemento con la materia particulada procedente del entorno, enriquecida por bacterias y asimilada por copépodos, que son el alimento de peces como Astyanax (o sardinita), que a su vez es la presa principal de la anguila. El bagre es también un depredador de importancia. A través de estos peces que sirven de alimento a cigüeñas y otras aves, el cenote exporta energía al medio exterior. 4

Entre los microorganismos, la fracción mejor conocida son las bacterias, algunas de interés como indicadoras de contaminación, otras de relevancia en la formación misma del cenote por erosión de sus paredes. Adicionalmente, ciertas bacterias representan la fuente alternativa de abastecimiento de energía para los organismos que viven en túneles de oscuridad permanente, alejados del cuerpo abierto del cenote. Por lo que concierne a la flora, los cenotes alejados del mar suelen asociarse con higueras. Los cenotes más costeros suelen estar entre manglares, juncos, helechos y palmas. En lo que respecta a la fauna, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) refiere que las expediciones para el estudio biológico de los cenotes realizadas en los años 30 por la Carnegie Institution de Washington, identificaron 306 especies animales. En su mayoría, se trata de animales cuyos ancestros eran de origen marino y después, atrapados en las profundidades de la tierra, fueron evolucionando hasta adaptarse a la vida en agua dulce y en la oscuridad. En los últimos años, la investigación de la fauna de los cenotes ha cobrado impulso gracias al auge del espeleobuceo, que permite llegar hasta sitios antes inaccesibles. Casi todos los estudios se han concentrado en los microcrustáceos y el zooplancton. Por ejemplo, en la península de Yucatán se encuentra del 30 al 50 por ciento de las especies conocidas en México de rotíferos, cladóceros y copépodos. Los microcrustáceos decápodos del género Typhlatya son comunes en las cuevas de toda la península y tienen un antepasado marino caribeño. El descubrimiento en cuevas cerca de Tulum del termosbenáceo Tulumella unidens es relevante porque complementa otros registros de este pequeño grupo en otras partes del mundo. También es interesante el registro del remipedio Speleonectes tulumensis, perteneciente al grupo de crustáceos más antiguo. Su nombre, que en latín significa el cavernícola de Tulum, se debe a su hallazgo en un cenote próximo al sitio arqueológico maya de Tulum. Luego se le encontró también en Belice. Este animalillo, ciego y blanquecino (ya que vive en la oscuridad absoluta), es un tipo de crustáceo muy primitivo, pariente de los cangrejos pero dotado de numerosas patas que le dan apariencia de ciempiés y que utiliza a manera de remos para nadar. Mide entre dos y medio y tres centímetros y habita en cenotes 5

próximos al mar, en el agua salada que hay bajo la dulce. Puesto que se trata de un agua casi totalmente falta de oxígeno, en ella un pez ordinario moriría asfixiado. Cuando el S. tulumensis es transferido a un agua rica en oxígeno entra en una frenética actividad, nadando sin cesar, hasta consumirse por agotamiento. Además de estos animales, hay en los cenotes peces de agua dulce que también habitan ríos y lagunas. Las dos especies más abundantes son el bagre Rhamdia guatemalensis y la mojarrita Cichlasoma urophtalmus. El primero, de 10 a 15 cm de largo, está ampliamente distribuido por Centroamérica y se caracteriza por sus bigotes. La mojarrita, de 10 cm de largo, se reconoce por las franjas oscuras verticales de su cuerpo. Algunas mojarras están en vía de extinción, como la Cichlasoma urophthalmus conchitae, que solo subsiste en un cenote de la ciudad de Mérida. La fauna piscícola es especialmente diversa en los cenotes más costeros. Los sitios más aislados, en los terrenos más antiguos, no inundados durante las últimas elevaciones del nivel del mar, sólo han sido colonizados por bagres y gupis. Se considera que el bagre pudo alcanzar estas localidades por vía subterránea, mientras que el gupi, pez pequeño y vivíparo, de gran tolerancia a extremos de salinidad, temperatura y oxígeno disuelto, pudo llegar allí gracias a una hembra grávida transportada por un huracán. En los cenotes costeros, la ictiofauna es similar a la de las lagunas. Predominan las mojarras y la familia de los gupis y molis, aunque las especies más abundantes son el Astyanax y el bagre, ya mencionados. Los cenotes y cuevas del NO de Yucatán comparten con los de Tulum a la damablanca ciega y la anguila ciega. La primera (Ogilbia pearsei) es un pequeño pez carente de ojos y con un raro color blanco iridiscente que se vuelve rosáceo al recibir los rayos de luz. Fuera de los cenotes del Yucatán, no existe en otro lugar del mundo. También es exclusiva de la región la anguila ciega (Ophisternon infernale), que llega a medir 60 cm de longitud y vive sepultada en el fango. En cuanto a los vertebrados, en los cenotes pueden habitar cocodrilos, iguanas, tortugas, culebras y sapos; y en sus paredes anidar golondrinas y otras aves. 6

El agua en el Mayab El 30 de julio de 2004 la prensa mexicana hizo público que, a partir del uso de satélites un equipo de científicos de la Universidad de Luisiana había descubierto vestigios arqueológicos de 35 ciudades mayas en Yucatán. De hecho, las técnicas de rastreo de ruinas por satélite han logrado avances notables gracias a la modernización de la serie Landsat, dotada de cámaras que registran miles de imágenes terrestres y de una película infrarroja. En su informe, los científicos destacaron que: "muchos sitios arqueológicos de México y Centroamérica están sepultados a sólo 1,5 m y la mayoría es visible para el satélite por la coloración del suelo, de las plantas o de los contrastes de la tierra, pues el detector de control remoto puede ver bajo el suelo y entre selvas y, así, descubrir caminos, lagos y canales" (Figura 6). Tras estos descubrimientos, las imágenes de satélite fueron combinadas con los sistemas digitales de información geográfica para relacionar la ubicación del asentamiento con la proximidad de depósitos de agua o cenotes. Estos hallazgos están apoyando una nueva teoría: “la importancia del agua en la cultura maya permitió el surgimiento de una élite gobernante, que habría usado ese recurso para controlar a la población”. “Conforme creció su población, los mayas extendieron su territorio a zonas escasas en agua y para enfrentarse a ese problema construyeron depósitos de agua o calzadas sobre las cuales el agua podría ser transportada". Estos sistemas de captación y transporte (hoy evidenciables en la región Puuc y, sobre todo, en su área satélite Edzná, al suroeste de Campeche, donde los mayas-putunes construyeron canales de hasta 6 km) se complementaron con sistemas de almacenamiento en chultunes (ya mencionados) y hondonadas o rejolladas (coop o k´om) (Figura 7), Además, los sistemas hidráulicos mayas de abastecimiento de agua potable de áreas habitadas utilizaban recursos como declives poco pronunciados, elevaciones o saltos ubicados a cierta distancia para aminorar la velocidad del agua, ramificaciones y reposaderos. Asimismo, los sistemas de drenaje para evacuar el agua (presentes en plazas, terrazas y estructuras), construidos en piedra o barro (Figura 8), tienen pendientes pronunciadas muy bien estudiadas (Figura 7). 7

Agua y creencias mayas: Cháac, Ix-Chel, Tlaloc, Chalchiuhtlicue, los yuntzilob chaac y la Tzukán “En el mes de Mac, los ancianos de la comunidad maya hacían peticiones a Chac e Itzamná. Para ello realizaban un rito en el cual se procuraban de lodo fresco en una caverna, cueva o cenote y untaban con el, el primer escalón de una estructura; los demás escalones los untaban con ungüento azul” Fray Diego DE LANDA, Relación de las cosas de Yucatán

Ante la ausencia de ríos y la escasez de lluvias que les proveyera de agua en abundancia, los primeros habitantes de Yucatán deificaron el agua y la representaron en sus pinturas, cerámica y arquitectura, a través de la serpiente. Para los mayas peninsulares, Cháac era el dios del agua y su culto ha prevalecido hasta nuestros días. También era venerada Ix-Chel, diosa de la luna vinculada al agua y los chaco´ob o yuntzilob chaac, controladores de nubes y lluvia (Figura 9). Para los antiguos mayas, los cenotes eran lugares sagrados y el agua que atesoran era considerada zuhuy ha, (agua virgen o pura, no tocada por la luz). Majestuosas ceremonias tenían como escenario los cenotes. Aquellos que eran utilizados en la práctica de rituales no podían ser empleados para el abastecimiento de agua. La llegada de los toltecas al Yucatán produjo cambios importantes en la práctica de la religión: aunque se mantuvo el culto a Cháac e Ix-Chel, se incorporó el culto a Tlaloc, dios de la lluvia del altiplano mexicano y a las diosas Tlazolteotl y Chalchiuhtlicue relacionadas con el parto y el agua; y se incrementaron los sacrificios humanos y de animales. La veneración por el agua y los árboles, así como el culto a las cuevas encontró un sitio cercano a Chichén, la gruta de Balancanché, donde se veneraba al dios de la lluvia tanto en su forma tolteca, Tlaloc, como en su concepción maya, Cháac. Las almas en pena habitaban en el Mitnal (Xibalbaj en el Popol Vuh). Para llegar a él descendían por las raíces del Ya'axche (Ceiba o árbol sagrado) hasta las aguas de un cenote que las conducía al lugar custodiado por los dioses de la muerte, Aj Puch, Yuum Kíimil y Kisin (el diablo).

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Cháac, dios de la lluvia (y por extensión, dios de la fertilidad y de la agricultura) era uno de los dioses con mayor arraigo popular. Se le representaba con una nariz parecida a una trompa y dos colmillos enrollados que le salen de la boca y se dirigen hacia abajo. El adorno que lleva en la cabeza es por lo general una faja anudada. A Cháac se le rendían cultos, ritos, sacrificios humanos y ofrendas de cerámica, jade y oro. Las ceremonias se realizaban en época de sequía como antesala de una plegaria, o bien como agradecimiento a los favores durante la siembra y cosecha. Los sacrificios realizados en los cenotes se practicaban solo con vírgenes. La que era arrojada al cenote si, después de un tiempo, continuaba con vida era sustraída del agua justificando que el dios le había perdonado la vida. Ix-Chel, la de la tez blanca o la del arco iris, representa a la luna (en el sexto día del mes zip se llevaba a cabo un baile en su honor llamado okotuil (baile de la luna) y era considerada la esposa de Itzamná, el Sol. Ixchel era diosa de la medicina y patrona de la procreación y del parto. También estaba vinculada al agua, e independientemente de su viaje nocturno por el cielo, estaba presente en depósitos naturales de agua, como lagos, lagunas y cenotes. Ix-Chel era venerada en la isla de Cozumel por los navegantes mayas que recorrían la Península de Yucatán transportando mercancías en canoas. Estos navegantes, una vez al año, purificaban su cuerpo y alma en los cenotes y luego organizaban la procesión marina que, partiendo del puerto de Xcaret (pequeña caleta), llegaba a Cozumel. Chalchiutlicue y Tlaloc. Chalchiutlicue era la diosa tolteca relacionada con las aguas, ríos, mares, lagos, lagunas, ríos, cenotes, pozos, etcétera. Era la esposa de Tlaloc, a quién se le conoce como camino debajo de la tierra o cueva larga, según nos dice Fray Diego de Durán. Ambos viven en el Tlalocan, un lugar indeterminado situado en cualquier montaña o sitio sagrado. A la cueva se le asocia con el paso de algún río sagrado o la salida de éstos por debajo o por el medio de la boca de la misma. Los yuntzilob chaac. Muchos dioses menores de la antigüedad maya han logrado sobrevivir al no ser percibidos como seres opuestos a las creencias católicas. Se trata de los yuntzilob, que tienen el poder de controlar los 9

fenómenos naturales y que, para los mayas actuales, son tan cercanos o más que los santos. De todos los yuntzilob, los más importantes son los yuntzilob chaac. Estos, cuando Jesucristo los manda, cabalgan en el cielo y riegan la tierra con el agua que llevan en una calabaza que jamás se agota. Cuando los acompaña la Virgen María (montando un caballo negro), caen las lluvias torrenciales que no son dañinas, porque el agua, en lugar de producir inundaciones, va directa a dos canales subterráneos que la llevan a dos depósitos desconocidos, que jamás podrán llenarse. Los yuntzilob chaac o chacoob son tantos, que entre ellos hay jerarquías: los cuatro más importantes están en los cuatro puntos cardinales y se encargan de supervisar a los otros (los de la llovizna, la lluvia persistente, los de los cielos barridos y los de los cielos iluminados). Cuando no están trabajando, se refugian en cuevas y cenotes y no llueve; pero cuando celebran sus reuniones, en las que se reparten el trabajo de llevar el agua, tienen lugar las tormentas eléctricas. Se especula que la gran cantidad de incensarios de efigie antropomorfa con rasgos faciales exagerados en narices, bocas y cejas que se han ido localizando en varias cavidades de Quintana Roo, sean una representación de los chacoob y hayan sido colocadas ahí para su invocación y veneración. El mito de la Tzukán/Hapaikán (serpiente emplumada chupadora) De acuerdo con las narraciones que cuentan los campesinos de los municipios de Opichén, Muna y Maní, un extraño ser vive, cuida y es dueño de las grutas y cenotes de la zona: la Tzukán. Se dice que es tan grande que su cabeza es como la de un caballo, tiene crin y su cuerpo es tan grueso que quienes la han encontrado en su camino optan por retroceder. Los hombres de campo saben que no deben intentar matarla, pues alguna desgracia les ocurriría y deben ser precavidos cuando están cerca de las grutas, pues la Tzukán, para alimentarse, sólo tiene que abrir la boca y los animales de alrededor son absorbidos por su aliento.

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La serpiente en cuestión debe ser la misma que, con distinto nombre, refiere Domingo Dzul Poot, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia: "En una caverna con aguas cenagosas, no muy lejos de Uxmal, vivía una serpiente con alas. Su nombre era Hapaikan"… "Antes habitó en una ciénaga de Izamal, pero tuvo que salir de allí porque la ciénaga se secó y porque se acabaron los niños que comía. En un año se tragaba cuarenta y un niños. Los chupaba, los sorbía. Porque la Hapaikan puede, con el calor de su boca, atraer hacia sí a un niño, aunque esté a poco mas de diez metros"… "La caverna donde vive es un enredo de laberintos impenetrables, cualquiera puede perderse allá. En el mes de agosto de cada año sale a volar por las cuatro direcciones del cielo. Va al norte, va al sur, al poniente y al oriente. Cuando regresa, su maligno guardián lo espera, lo guarda y cuida la caverna mientras Hapaikan esté dentro".

Éste y otros historiadores consideran que la serpiente emplumada de estos relatos son reminiscencias de Kukulkán, la suprema deidad maya (Figura 9).

El agua en las guardanías franciscanas de la Custodia de San José de Yucatán "….Este sistema de captación de aguas (viajes de agua) fue aplicado por primera vez por los frailes franciscanos cuando fue creado el marquesado de Oaxaca y desde entonces, se ha venido desarrollando la red de galerías hasta alcanzar la considerable extensión que hoy tienen," WOODBURY, 1972, citado por PALERM-VIQUEIRA, 2004. “… En Maní pueblo del rey, cavamos un pozo grande para hacer una noria a los indios...” Fray Diego DE LANDA. Relación de las cosas de Yucatán.

Los españoles llevaron a Yucatán sistemas distintos a los que usaban los mayas para la obtención y almacenamiento del agua. Por ejemplo, los franciscanos construían sus norias sobre los cenotes y de paso lograban realizar su política de congregación de indígenas (41.101, en 1586) en torno a estas fuentes de agua. Las grandes estancias ganaderas y más tarde las haciendas ocuparon los cenotes, por sus necesidades de agua tanto para los trabajadores como para el ganado. Poco a poco, acueductos (Figura 10), viajes de agua, norias y otros artificios fueron introducidos. Los viajes de agua, galerías filtrantes, apantles con tragaluces, pozería o fuques es una técnica de captación de agua subterránea y su conducción por gravedad a la superficie. Se trata de una estructura de ingeniería hidráulica destinada al uso agrario, creadora de regadío agrícola. El sistema de galerías 11

madre se deriva en otros de menor envergadura y caudal que proceden al reparto del agua cubriendo la mayor parte del terreno (Figura 11). La divulgación en el Yucatán de los viajes de agua se realizó por los franciscanos en la Sierrita Maya, aprovechando su experiencia en Querétaro (Sierra Gorda). Se sabe que la aplicaron en torno a sus conventos de Oxkutzcab, Tikul y Muna, donde optimizaron la red de chultunes. También la aplicaron, al menos parcialmente, en sus guardanías al sur de Mérida (Figura 12): Tecoh, Mamá y Maní, aunque en menor medida, por la disponibilidad de cenotes. A través de la relación que Antonio de Ciudad Real realizó del viaje de Fray Alonso Ponce por el norte del Yucatán en 1588 (Figuras 13 y 14), sabemos que había anorias, encañados y pilas para uso de las indígenas en los conventos de Los Tres Reyes de Tizimín, San Bernardino de Siena de Valladolid y San Buenaventura de Homún. A través de planos, sabemos que también las hubo en los de Izamal y en el desaparecido (1869) convento provincial de San Francisco de Mérida (Figura 15). Todavía hoy, en los conventos de Mamá (Figura 16) y Maní, pueden verse los aljibes, los sistema de canales de irrigación y las norias sobre los cenotes.

Una ruta por algunos de los más importantes cenotes del norte del Yucatán A la vista de las Figuras 2 y 17, resulta fácil observar el gran anillo de cenotes originado por el meteorito que impactó en Chicxulub. También es posible observar que ese anillo de cenotes no constituye exactamente una “O” pues cerca de su centro, arranca una formación ligeramente curvada de cenotes que lo corta y se prolonga para configurar claramente una “Q”. Se trata de la línea imaginaria que une los cenotes situados en las ciudades (o alrededores) de Mérida-T'hó, Hunucmá, Tetiz, Chocholá, Tecoh, Cuzamá, Homún, Mayapán, Libre Unión, Chichén-Itzá, Zací-Valladolid, Yalcobá y Kikil, que -por cierto- son los cenotes más importantes. Esta observación, que no ha sido anteriormente referida, sustenta la teoría de que los cenotes fueron núcleos de formación de las ciudades mayas. La ruta que aquí se propone parte del cenote Xlacah y termina en el cenote Nohoch (ver mapa desplegable). 12

Cenotes del norte y NO de Mérida: Xlacah, Chen Há, Kambul y Sabak Há A quince minutos de Mérida se encuentra Dzibilchaltún, lugar donde hay escritura sobre las piedras. Los estudios de arquitectura, astronomía y patrones de asentamiento humano muestran que Dzibilchaltún fue una de las ciudades más importantes del mundo maya y que estuvo poblada desde el 500 a.C. hasta el 1500 de nuestra era. En medio de sus edificios se encuentra la Casa de las Siete Muñecas (donde cada equinoccio, se puede apreciar el fenómeno del ascenso del sol a través de las puertas del monumento) y un viaje de agua que conecta 12 cenotes, de los cuales el más famoso es el de Xlacah ó Xlakaj (Fig. 18). Es éste un cenote de aguas cristalinas, de 25 m de diámetro y 46 m de profundidad, que fue utilizado como lugar de culto por los mayas. De hecho, arqueólogos y espeleobuzos han encontrado en su interior piedras, orejeras de hueso, una gran cantidad de fragmentos de cerámica, navajas de obsidiana y cráneos deformados. El lugar ha sido investigado, entre otros, por el Dr. E. Willys Andrews, en 1941; los buzos locales Jorge Urcelay y Pedro Castillo, en 1956; y un grupo de científicos dirigidos por Thomas Ilife, de la Universidad de Galveston (Texas) en 1999. Han sido estos últimos quienes han realizado el descubrimiento más importante sobre la morfología de esta caverna: el hallazgo, a una profundidad de 42 m, de un túnel que se inicia con una abertura de 25 m de diámetro y se extiende hacia el norte hasta alcanzar los 1300 m. Los buzos también informaron a los arqueólogos que bajo el agua había docenas de grandes piedras talladas, posiblemente procedentes de un adoratorio que estuvo situado en la orilla del cenote. También muy cerca de Mérida, próximo al poblado de Dzityá, se encuentra el cenote Chen Há muy contaminado por los purines de una granja próxima. Se cuenta que, en el terreno donde se encuentra, habitaba una familia cuyo hijo negaba maíz a su madre, indigente. Ésta, disgustada, le maldijo diciendo: “Algún día te va tragar la tierra". Pasado algún tiempo, el mal hijo fue a sacar agua del pozo donde ahora está el cenote y la bóveda se hundió, apareciendo la cavidad. Kambul es una voz maya que corresponde al nombre hocofaisán (Crax rubra). El cenote (Fig. 19) se encuentra a 1 km de la comisaría de Mérida llamada Noc-Ac. La boca del cenote es estrecha (unos 5 m de diámetro) pero 13

luego se dilata por una galería de unos 40 m de largo por 20 m de ancho. La belleza del cenote se aprecia mejor desde el agua, cuyo espejo tiene en sus diámetros 13,6 m por 22,5 m. La transparencia del agua permite observar a la damablanca ciega. Kambul es un cenote relevante en cuanto a los descubrimientos paleontológicos, pues en la profundidad de sus aguas los espeleobuzos han encontrado restos fósiles de tiburones y sirénidos (manatíes) de 12-13 millones de años de antigüedad. Cenotes de la ciudad de Mérida En la ciudad de Mérida existen tres cenotes (y la referencia a otro que fue colmatado para construir la catedral): el Tívoli, una gruta inundada por un cuerpo de agua situada en terrenos del Instituto Comercial Bancario; Tulipanes, ubicado en un restaurante donde cada noche se representa el sacrificio de una doncella a Cháac; y Villa María, localizado en el colegio de Misioneras de María Inmaculada. Cenotes del sur de Mérida Al sur de ciudad de Mérida se encuentra la Reserva Ecológica Cuxtal (1993) que incluye poco más de una decena de cenotes entre los que destaca el llamado Dzonot Ich (Cenote ojo) ubicado en la hacienda Dzoyaxché. Sabak Há es un sitio al sur de Mérida conocido como el cenote monstruo o sin fondo (Figura 20). Sabak Há es, en maya, aguas oscuras, pero desde la superficie parece un lago tranquilo. En el 2004, los buzos han llegado a profundidades de 130 m sin ver el fondo, mientras que el tope del montículo de sedimentos se encuentra a 66 m. Cenotes de Hunucmá, Tetiz y Chocholá. En el municipio de Hunucmá se han censado 14 cenotes entre los cuales sobresalen Río Verde, que contó con la visita de la emperatriz Carlota en 1865 y La Laguna Azul, un cenote de 11,4 m de longitud, 10 m de ancho y 1,65 m de profundidad, que fue encontrado por casualidad por un vecino (Pedro Azul) al hacer un sumidero para su casa.

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En Tetiz, a 2 km del pueblo, por el camino a Kinchil, se encuentra el cenote San Antonio (Figura 21). Su descubridor y propietario es Abelardo Poot quien a lo largo de diez años se ha dedicado a ampliarlo. Hoy, las medidas de la bóveda son 11,4 m por 9,8 m. Recientemente, ha introducido mojarras en el cenote. El cenote San Ignacio se encuentra en Chocholá y es atendido por la familia de Carlos Aldana. Para entrar hay que bajar por una escalera de unos 8 m en plano inclinado. La cueva tiene dos niveles de inundación: una parte en donde el nivel del agua no alcanza ni un metro y otra, hasta los cinco metros. Las medidas del espejo de agua son 19,6 m de diámetro mayor y 6,3 m de diámetro menor. Las grutas de Tecoh Son también conocidas como las Grutas Tzab Nah, que significan La casa de la serpiente cascabel o El palacio del Rey (Figura 22). Quizá el rasgo distintivo de estas grutas sea el que, en su interior, existen 14 cenotes. Las grutas tienen una fauna muy variada que consiste en arañas, escarabajos, grillos, hormigas e iguanas, camarones y anguilas ciegas. Los vestigios materiales encontrados por Gustavo Stromsvik y otros arqueólogos indican que en el pasado fueron utilizadas por diversos grupos humanos ya sea como refugio o para provisión de agua. Existe la leyenda sobre un guerrero maya, descendiente de los Cocom, que se refugió en esta caverna durante varios años sin ser descubierto. Otra anécdota es la del señor que se ahogó y su sombrero apareció en un cenote de Maní, con el que existe comunicación por un conducto subterráneo. Los cenotes de Cuzamá: Bolonchoojol, Chansinicché y Chelentún (Figura 23) Un grupo de ejidatarios de la hacienda Chunkanán, hamaca o sábana grande, en el municipio de Cuzamá, se ha organizado para guiar una ruta de tres cenotes que se recorre sobre un truck y que comienza en la propia hacienda. Víctor Dzul, dueño del truck, suele empezar el recorrido por el punto más lejano: el cenote Bolonchoojol, que significa nueve agujeros de ratón. Desde el centro de su bóveda, con una altura de 11,6 m, caen los rayos del sol sobre un espejo de agua que, en su diámetro mayor, tiene 27 m y en el menor, 20,6 m. Después de bajar la escalera que da acceso al 15

cenote, la apariencia azul del agua iluminada en su parte central, impacta al visitante. La segunda estación se hace en Chansinicché, que se traduce como la hormiga que habita en el árbol de la madera roja, es también impresionante por el azul transparente de sus aguas contenidas en un diámetro de 19,5 m. Tiene un pasaje de 670 m. Por último, se llega a Chelentún, arco iris de piedra, el mayor de los tres pozos. Desde el punto de entrada se puede contemplar una gran bóveda que alberga un espejo de agua cuya longitud es de 47.5 m por 12 m de ancho. Donde la luz es suficiente, se ven bagres negros. Arriba, en la bóveda, hay golondrinas y murciélagos. Los cenotes de Homún: Sajunkat, Oxolá y Siil El cenote Sajunkat se ubica junto al cementerio de esta población. Su nombre, sonido de barro, se debe a que, cuando la gente se tira al cenote, el agua suena como si se tira barro (Figura 24). Los cenotes de Mayapán Mayapán fue una ciudad maya amurallada donde existen 19 cenotes. En 1953, un grupo de arqueólogos de la Carnegie Institution de Washington, dirigidos por Robert E. Smith, rescataron muchas piezas del cenote X-Coton (Figura 25). Bajo una gruesa capa de excremento de murciélago encontraron 18 escalones que conducían a la boca de agua. La presencia de una plataforma artificial, partes de la superficie seca cubiertas de estuco, objetos tallados en piedra y enterramientos confirmaron el uso ceremonial dado por sus antiguos pobladores. Los cenotes de Libre Unión: Xtojil, Chimay, Xmakil, Xputil y Yaxcucul Se trata de una zona con más de 50 cenotes, grutas y aguadas. Entre ellos: Xtojil, pájaro péndulo, está al sur, a 2 km de Libre Unión; Chimay, familia que vivió en su orilla; Xmakil, árbol del corcho; Xputil, papaya silvestre; y Yaxcucul, retoño verde. También existe la aguada Zayab-utzil, manantial puro o limpio, enclavada a 2,5 km del pueblo, con forma semicircular de unos 150 m de ancho por 200 m de largo. Sus aguas son utilizadas para natación y ceremonias religiosas. 16

Los pozos de Chichén-Itzá: Chen Ku y Xtoloc. Chichén Itzá según el Chilam Balam de Chumayel significa boca de pozo de los itzáes ó el brujo del agua. Los antiguos pobladores de Chichén Itzá disponían de dos cenotes (Figuras 26 y 27): uno con uso religioso que denominaban Chen Ku, es decir, pozo sagrado, y otro, el Xtoloc, que les proporcionaba agua para sus necesidades cotidianas. Chen Ku, el Cenote de los Sacrificios, como también se le conoce, es un pozo natural, uno de los más grandes en esta zona. Está situado en lo que fuera el antiguo e importante centro religioso de Chichén-Itzá, al final de una calzada (sacbé) de 275 m de largo que partía de la gran explanada en donde se encuentra la pirámide de Kukulkán. El cenote puede ser descrito como una profunda depresión circular, de aspecto imponente. En su lado oeste, aparece un santuario de tres habitaciones, de las que una es bien un sumpulché (baño de vapor) o un lugar para quemar copal. En ella se encontraron restos humanos y utensilios. Fray Diego de Landa fue el primero en referir las seculares ceremonias que celebraban en este cenote en honor a Cháac. Según Landa, los mayas, en tiempo de sequía, sacrificaban seres humanos echándolos vivos al cenote de los que se pensaba que no morían aunque no volvieran a salir. Junto con ellos, se arrojaban objetos de valor. Otras versiones afirman que las víctimas eran jóvenes doncellas a las que se les daba un fuerte golpe en la cabeza o se les sacaba el corazón. En otros casos, los elegidos eran decapitados y el cráneo, ofrendado a Cháac. El primer intento por recuperar las piezas del Cenote Sagrado de Chichén Itzá fue el del anticuario francés Desiré Charnay, en 1881, pero sin ningún éxito. Fue Edward Thompson, primer cónsul de Estados Unidos en Yucatán, quien llevó a cabo la segunda operación de rescate en las temporadas 190409 y 1910-11. Thompson utilizó una draga y con ella obtuvo piezas de jade, vasijas con copal, cascabeles de cobre, discos de oro, vasijas de cerámica, cuchillos de pedernal, objetos de obsidiana, esqueletos y trozos de textil que acabaron en los museos Peabody de Harvard y Field de Chicago. En 1968 el arqueólogo Román Piña Chán coordinó un proyecto de arqueología subacuática sobre el fondo del cenote que permitió obtener sus dimensiones: 13,4 m en su región central y diámetros N-S de 59 m y E-O de 17

60,5 m. La profundidad es de 22 m. La visibilidad con luz natural alcanza 2,4 m; de 2,4 a 4,2 m hay algo de luminosidad pero más allá de 5 m la oscuridad es absoluta. El fondo presenta una capa de lodo de 3 m y abundancia de algas, que confieren al agua un color verdoso con diferentes tonalidades. Xtoloc está ubicado al sur de la zona arqueológica de Chichen Itzá, también llamado Chichén Viejo, porque fue allí donde se establecieron los primeros habitantes, al disponer del cenote como una vía de abastecimiento de agua. El cenote Ya'ax-ex se localiza a 20 km de Valladolid en la población de Kauá. El viaje del agua Zací-X'Kekén. En plena zona urbana de Valladolid se encuentra el cenote Zací. Desde fuera, se advierte la impresionante magnitud de su bóveda y sus verdes y misteriosas aguas. Desde dentro, se disfruta la espléndida visión que ofrecen las paredes adornadas con arbustos iluminados por el sol. Según cuentan los guías del Zací, desde el punto más alto de la bóveda al espejo del agua hay 26 m, y la profundidad de las aguas es de 80 a 100 m; También es común escuchar que, debajo del árbol que está en el borde del sur, hay un túnel o viaje del agua que comunica el Zací con otros dos cenotes: el situado en los patios del Convento de San Bernardino de Siena y el ubicado a 4,5 km, en Dzitnup: el X´kekén (Fig. 28). Además, se cuenta que no se puede llegar al fondo del Zací debido a la fuerza de la corriente del agua. El cenote X'Kekén era, para los mayas, entrada al hogar de los dioses. Sus aguas son cristalinas y de color turquesa y, a diferencia del Zací, no tienen corrientes, lo que las hace perfectas para el baño. El espejo de agua es de forma elíptica con 39 y 26 m de diámetros. La profundidad es entre 1 y 15 m. La entrada al cenote es estrecha y se realiza por unas escalinatas labradas en la roca. Se cuenta que este cenote fue descubierto por cazadores siguiendo la pista de un cerdo herido: “cuando el jabalí entró en ese huequito, chorreando de sangre, el señor iba detrás; quiso entrar pero no pudo, por los bejucos, como tenía machete, lo chapeó y lo puso a un lado y fue a avisar a la gente de Dzitnup, pero no le creyeron tan rápido, ya que era tiempo de secas y no había agua. Insistió y mandaron a tres personas con lámparas y velas viendo que era cierto, que era un cenote; subieron por donde estaban unas grutas y vieron que habían dos marranitos y una lechona que tenía crías por lo que le pusieron el nombre de Xkekén (cerdo)".

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Los cenotes del norte de Valladolid Yalcobá. Este cenote toma su denominación del poblado Yalcobá, hijo de Cobá. Tiene 19 m de diámetro, 14,6 m de altura hasta el espejo del agua y una profundidad entre 30 y 36 m. En uno de los lados, se observa una gruta que se prolonga hasta una casa vecina, ubicada a 1 km. El uso tradicional de este cenote era proporcionar agua para los habitantes del lugar, pero a la llegada del agua de red, se dedicó primero a piscicultura y luego a uso turístico. El Nohoch Dzonot (Figura 29) se encuentra en medio del poblado de Kikil, a 200 m de la iglesia. Se accede desde Tizimín tras recorrer 6 km en dirección a Río Lagartos. Tiene una profundidad de 100 m y un diámetro de 60 m. En su fondo se encontraron los fémures de una mujer de 1,60 m, según estudios realizados por el INAH. Sin embargo, falta determinar por C14 si esta mujer fue una joven doncella sacrificada a los dioses.

Uso actual de los cenotes El abastecimiento de agua sigue siendo el principal uso de los cenotes, pese a su irregular grado de potabilidad. No obstante, la progresiva toma de conciencia de la población sobre la baja calidad del agua de los cenotes ha hecho que las extracciones de agua para consumo humano se realicen en otros puntos de la placa yucateca y la utilización de los más importantes cenotes se desplace a otros fines. La explotación turística es otra aplicación de importancia. Unos cenotes cumplen una función escénica, como el Cenote Sagrado de Chichén Itzá; otros se destinan a fines deportivos (natación y buceo), como los situados en el corredor Cancún-Tulum; y algunos, a ambas funciones, como el cenote Azul de Bacalar (Figura 30). La población rural confiere un uso adicional a los cenotes, aunque de limitada importancia: el pesquero. Las especies más apreciadas son las mojarras, en especial la rayada, la pinta y la tenguayaca, los gupis y los Astyanax, éstos últimos una vez secos y salados. En relación con la primera utilización, la de abastecimiento, es preciso saber que el crecimiento poblacional de Mérida y Cancún, unido al fenómeno turístico, ha traído consigo una mayor extracción de agua del acuífero, lo que 19

ha repercutido negativamente en la cantidad y calidad del agua de bastantes cenotes. Por otra parte, la permeabilidad de las calizas yucatecas se presta a que el acuífero en general y los cenotes en particular, se hayan visto afectados por contaminantes orgánicos y fitosanitarios. La contaminación por materia orgánica se debe a la mezcla del drenaje doméstico con el pluvial, a los vertidos de purines de las granjas porcinas y al fecalismo al aire libre. La contaminación por productos químicos se debe al uso de plaguicidas en las zonas cañeras de la zona sur de Quintana Roo. Unos y otros contaminantes han deteriorado la calidad del agua de los cenotes y por ello, se están adoptando medidas de prevención y remedio. En algunos cenotes, las autoridades prohíben el baño con geles y bronceadores para evitar que su acumulación en la superficie del cenote produzca problemas de oxigenación. En otros, no se permite el baño en la época en que las mojarras cuidan a su progenie pues, ante las molestias, los padres abandonan a los alevines, que son devorados por otros peces. Una medida de carácter general es la conservación de la vegetación que circunda a cada cenote, con el fin de proporcionar refugio y alimento para los peces, tortugas y otros animales. En relación con el uso para acuicultura de los cenotes, se está considerando restringirlo a las especies autóctonas u otras biocompatibles. Los cenotes no son embalses adecuados para cría de especies como la tilapia, un pez con alta capacidad reproductora y que consume muchos recursos. Es sabido que en cualquier ecosistema natural la introducción de especies exóticas supone una amenaza a la biodiversidad, pero más en los cenotes, que son cuerpos de agua de área pequeña. Hoy, los factores de impacto sobre los cenotes son conocidos y muchas de las medidas de gestión, acertadas. Afortunadamente, la sensibilización indígena hacia la naturaleza, unida a la cada vez mayor educación ambiental de los turistas, constituyen una garantía de su conservación. De cualquier modo, ésta habrá de asegurarse, pues ¿acaso vamos a permitir que los cenotes, que posibilitaron el desarrollo de la civilización en Yucatán, resulten destruidos por la civilización misma?.

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Bibliografía

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Figura 1. El mundo maya

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Figura 2. Semianillo de cenotes relacionado con el borde del cráter de Chicxulub

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Figura 3. Tipos de cenotes (arriba) y etapas en la formación de un cenote (abajo)

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A

B

C

Figura 4. (A) Zooplancton de los cenotes. De arriba abajo: rotífero, cladócero y copépodo. (B) Microcrustáceos. De arriba abajo: Typhlatya pearsei, Tulumella unidens y Speleonectes tulumensis. (C) Peces. De arriba abajo: Rhamdia guatemalensis, Cichlasoma urophtalmus y Astyanax.

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Figura 5. Chultunes y pozos del área Puuc

Figura 6. Canales

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Figura 7. Sistema de captación y recepción de agua en Chichén Itzá Tomado de: GONZÁLEZ DE LA MATA, Rocío, OSORIO José F y SCHMIDT Peter J. El flujo divino: manejo del agua en Chichén Itzá. 2004.

Figura 8. Desagües de barro y piedra de origen prehispánico Tomado de: MARROQUÍN Elizabeth, El manejo del agua en Tak´Alik Ab´Aj, Retalhuleu: la evidencia de canales prehispánicos. 2004.

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Figura 9. Creencias mayas: Cháac, Ix-Chel con dos chacoob (arriba) y la serpiente emplumada (abajo)

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Figura 10. Pozo y acueducto de San Antonio Cucul, en las afueras de Mérida

Figura 11. Esquema de viaje de agua o galería filtrante tipo clásico Tomado de: CAMPOS Fortino, El valle de Tehuacán (pp 253-344) en Jacinta PALERM VIQUEIRA y Tomás MARTÍNEZ SALDAÑA (eds.) Antología sobre pequeño riego vol. II Organizaciones autogestivas, Colegio de Postgraduados/Plaza y Valdés. 2000.

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Figura 12. Conventos franciscanos al sur de Mérida

Figura 13. Itinerario seguido por Fray Alonso Ponce en su viaje al norte de Yucatán 31

Figura 14. Relación de Antonio de Ciudad Real sobre el viaje realizado por Alonso Ponce a Yucatán, en la que destaca la existencia de cenotes. 32

Figura 15. Noria y canalizaciones del convento de San Francisco Tomado de: ALCALÁ EROSA, Raúl. Historia y vestigio de la ciudadela de San Benito, Mérida, México, H. Ayuntamiento de Mérida, 1988

Figura 16. Noria cubierta (sobre cenote) del convento de Mamá

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Figura 17. Ciudades mayas sobre la formación en “Q” de cenotes 34

Figura 18. Cenote Xlacah en Dzibilchaltún

Figura 19. Cenote Kambul en Noc-Ac

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Figura 20. Cenote Sabak Há

Figura 21. Cenote San Antonio

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Figura 22. Gruta de San Eduardo en Tecoh

Figura 23. Cenotes de Cuzamá: Bolonchoojol y Chelentun

Figura 24. Cenotes de Homún: Oxolá, Sajunkat y Siil

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Figura 25. X-Coton en Mayapán

Figura 26. El sacbe desde el Cenote Sagrado a la plaza del Castillo (pirámide de Kukulkán) de Chichén Itzá. Al fondo, el cenote Xtoloc

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Figura 27. Cenotes de Chichén Itzá: Chen Ku (arriba) y Xtoloc (abajo)

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Figura 28. Los cenotes de Valladolid: Zací (arriba) y X'Kekén (abajo)

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Figura 29. Nohoch Dzonot en Kikil

Figura 30. Uso actual de los cenotes: espeleobuceo con fines deportivos, ecológico-turísticos o arqueológicos

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