Los Primeros Principios Y Ordenanzas Del Evangelio

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Irina De Aquino Sánchez Domingo, 08 de Marzo de 2009 LOS PRIMEROS PRINCIPIOS Y ORDENANZAS DEL EVANGELIO

“Los principios y las ordenanzas se reciben mediante convenios. Los miembros de la Iglesia que hacen estos convenios prometen honrarlos. Tal como lo enseña la Iglesia, los primeros principios y ordenanzas del Evangelio de Jesucristo son: "primero, Fe en el Señor Jesucristo; segundo, Arrepentimiento; tercero, Bautismo por inmersión para la remisión de los pecados; cuarto, Imposición de manos para comunicar el don del Espíritu Santo (Artículos de Fe 1:4).

Primero Fe ¿Es la fe el primer principio del Evangelio? ¡Si! La fe en Jesucristo incluye tener una firme convicción de que Él es el Hijo de Dios y el Salvador y Redentor del mundo. Reconocemos que podemos regresar a vivir con nuestro Padre Celestial solamente si confiamos en la gracia y en la misericordia de Su Hijo al obedecer Sus mandamientos. Cuando tenemos fe en Cristo, aceptamos Su Expiación y Sus enseñanzas, las cuales nos conducen al bautismo de agua y del Espíritu” (Juan 3:5). Uno debe tener fe en Jesucristo y una dependencia de su expiación. El presidente Ezra Taft Benson explicó por qué debemos depositar nuestra fe en el Señor Jesucristo: “El principio fundamental de nuestra religión es la fe en el Señor Jesucristo. ¿Por qué es prudente que centremos nuestra confianza, nuestra esperanza y nuestra seguridad en un solo personaje? ¿Por qué la fe en Él es tan necesaria para obtener paz interior en esta vida y esperanza en el mundo venidero?... “... Jesucristo es el único que está capacitado para otorgarnos la esperanza, la confianza y la fortaleza necesarias para vencer al mundo y despojarnos de nuestras debilidades humanas... “Tener fe en Él es más que reconocer que vive; es más que profesar una creencia. “Tener fe en Jesucristo significa confiar totalmente en Él. Por ser Dios, tiene infinito poder, inteligencia y amor. Como se menciona en D y C 122:8 ¿Somos mayores que él? No existe un problema humano que Jesucristo no tenga la capacidad de resolver. Puesto que Él se sometió a todas las cosas, sabe cómo ayudarnos a dominar todas nuestras dificultades diarias” “A medida que sigamos los principios que Dios ha establecido para el ejercicio de la fe, recogeremos sus frutos. Algunos de esos principios son:

“•Confiar en Dios y en Su disposición para brindar ayuda cuando sea necesario, no importa cuán difícil sea la circunstancia. “•Obedecer Sus mandamientos y vivir de modo que demuestres que Él puede confiar en ti. “• Ser paciente y comprensivo cuando Dios deja que te esfuerces en progresar mientras las respuestas llegan poco a poco con el paso del tiempo...

Segundo Arrepentimiento La fe en Jesucristo lleva naturalmente al segundo principio el arrepentimiento. El presidente Spencer W. Kimball declaró: “No hay ningún camino real al arrepentimiento, ninguna senda privilegiada que conduzca al perdón. Todo hombre debe seguir el mismo curso, sea rico o pobre, educado o sin preparación, alto o bajo, príncipe o limosnero, rey o plebeyo… Sólo hay una vía. Es un camino largo poblado de espinas y abrojos, asechanzas y problemas” (El Milagro del Perdón, pág. 127). Venimos a la tierra con el propósito de progresar y perfeccionarnos. Es un tiempo de aprendizaje que dura toda la vida y durante el cual todos pecamos y todos necesitamos arrepentirnos. Algunas veces pecamos por ignorancia, otras por debilidad y también debido a nuestra desobediencia voluntaria. Al arrepentirnos, la expiación de Jesucristo tiene un efecto plenamente eficaz en nuestra vida y el Señor perdona nuestros pecados; nos liberamos de las garras del pecado y encontramos gozo y felicidad. En Hechos 2:38. Se menciona que uno debe arrepentirse de todos sus pecados. Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícense cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados: y recibiréis el don del espíritu santo. Al saber esto reconocemos entonces la importancia del bautismo.

O R D E N A N Z A S Tercero Bautismo Tal y como encontramos en 3 Nefi 9:20-22; 11:32-35. Después de que uno ha demostrado tener fe en Jesucristo, estar arrepentido de sus pecados de todo corazón, y se compromete a obedecer todos los mandamientos de Dios, debe buscar un cambio de vida por el poder del Espíritu Santo. El bautismo es el medio y ordenanza formalmente designados que el Señor ha proporcionado para que el hombre pueda mostrar su aceptación personal de todas las condiciones y términos del convenio del

evangelio eterno. Como en los tiempos bíblicos, el bautismo se lleva a cabo por inmersión completa y simboliza la purificación de una persona del pecado. Debido a que los niños pequeños no son capaces de pecar, no se les bautiza hasta que cumplen los ocho años, edad en la que pasan a ser responsables de sus actos. Tal como el nacimiento físico es nuestra entrada a la vida mortal, así mismo el bautismo por inmersión, mediante la autoridad apropiada, es la ordenanza de iniciación a la Iglesia y reino de Dios. Esta ordenanza es la puerta por donde deben entrar todos los responsables. Los miembros de la Iglesia de Jesucristo deben comprender la importancia de esto y, como el apóstol Pedro, estar preparados a dirigir a las personas por esa puerta al reino de Dios. En cierto momento el Salvador declaró, "El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador" (Juan 10:1). Los que son verdaderos discípulos de Cristo deben entrar por medio de El o de su poder, que es el sacerdocio, y por la ordenanza del bautismo. Es tan importante esta ordenanza que Cristo mismo tuvo que ser bautizado para cumplir toda rectitud (véase Mateo 3:13-15; 2 Nefi 31:5-7). EN UNA ESCRITURA SE MENCIONA QUE SI SOMOS MAYORES QUE EL Y SABEMOS QUE NO. POR ESO NOSOTROS DEBEMOS SER IGUALMENTE BAUTIZADOS POR EL PODER DE DIOS DADO A LOS HOMBRES. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días posee la autoridad del sacerdocio de Dios para administrar ordenanzas que sellan en la tierra y en los cielos. Por medio de esas ordenanzas, hacemos convenios con el Señor que nos pueden llevar a la salvación y a la exaltación. Estos convenios y ordenanzas, cuando se aceptan con fidelidad, nos permiten quedar limpios de nuestros pecados mediante la Expiación de Jesucristo y pasar a ser miembros de la Iglesia del Señor en la tierra. Al hacer y guardar nuestros convenios, nos protegemos de la iniquidad del mundo y recibimos bendiciones reservadas para quienes escogen seguir al Señor. En el diario de José Smith encontré: El mes siguiente (mayo de 1829), encontrándonos todavía en la obra de la traducción, nos retiramos al bosque un cierto día para orar y preguntar al Señor acerca del bautismo para la remisión de los pecados, del cual vimos que se hablaba en la traducción de las planchas. Por consiguiente, fuimos y nos bautizamos. Fue el día quince de mayo de 1829 cuando se nos ordenó por mano de este mensajero, y nos bautizamos. Yo testifico que el bautismo es parte esencial para salvación solo si obedecemos y hacemos una conversión real en nuestro corazón.

Cuarto Imposición de manos. "Para ganar la salvación en el reino celestial los hombres deben nacer de nuevo (Alma 7:14); nacer del agua y del Espíritu (Juan 3:1-13); nacer de Dios, para que sean cambiados de su 'estado carnal y caído

a un estado de rectitud', convirtiéndose en criaturas nuevas del Espíritu Santo (Mosíah 27:24-29)" (McConkie, Mormón Doctrine, pág. 100). Mediante la imposición de manos para comunicar el don del Espíritu Santo, el individuo puede recibir un don y poder que cambiará su naturaleza QUE le dará acceso al reino de Cristo. "...debemos recibir el don del Espíritu Santo; debemos nacer de nuevo; el pecado y la iniquidad deben ser quemadas de nuestras almas como por fuego; debemos lograr una nueva creación por medio del poder del Espíritu Santo" (Joseph Fielding Smith en British Área General Conference Report, agosto de 1971, pág. 54). La persona recibe la ordenanza de confirmación después de que haya sido bautizada (véase D. y C. 20:41). "El Espíritu Santo inspira, eleva y motiva a la persona sincera a amar la verdad y buscar la rectitud. Este sentimiento y poder no viene sin esfuerzo. Uno debe preguntar a Dios después del estudio y la meditación si una cosa es correcta. (D. y C. 9:7-9)" (Stapley en CR, octubre de 1966, pág. 114). "Se ponen las manos sobre la cabeza de aquellos que abrazan el evangelio y se les dice: 'En el nombre del Señor Jesucristo, recibe el Espíritu Santo.' Sellamos esta bendición sobre la cabeza de los hijos de los hombres, justo como lo hicieron Jesús y sus apóstoles y los siervos autorizados en cada época en que se ha predicado el evangelio de Cristo " (Wilford Woodruff, Discourses of Wilford Woodruff, pág. 7). "El élder Marión G. Romney explica el proceso de esta manera: "La conversión se efectúa por el perdón divino, que remite los pecados. La secuencia es algo como esto. Un investigador honesto escucha el mensaje. Le pregunta al Señor en oración si es verdadero. El Espíritu Santo le da el testimonio. Esto es un testimonio. Si uno tiene un testimonio bastante fuerte, se arrepiente y obedece los mandamientos. Por esta obediencia recibe el perdón divino que redime el pecado. De esta forma es convertido a una nueva vida. Y, Su espíritu es sanado' (Conference Report, octubre de 1963, pág. 24)" {Cuando te hayas convertido, [Guía de estudio para los quórumes del Sacerdocio de Melquisedec de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, 1974-75], pág. 97).. Anclémonos como familias y como Iglesia a esos principios y ordenanzas. Sin importar las pruebas  que nos aguarden, y habrá muchas, debemos permanecer fieles y leales. "El bautismo es por señal a  Dios, a los ángeles y a  los cielos que hemos cumplido con la voluntad de Dios; y no hay otro modo 

bajo los cielos que Dios haya ordenado para que el hombre venga a El y sea salvo y entre en el reino de  Dios, sino por la fe en Jesucristo, el arrepentimiento y el bautismo para la remisión de los pecados — y  entonces tendréis la promesa del don del Espíritu Santo" (Smith, Enseñanzas, págs. 239­240).

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