Lectura Macro 2016.docx

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MACROECONOMÍA Una primera definición es que la macroeconomía es el estudio de los agregados económicos. Con ella podemos entender cómo funciona la economía, y obtener recomendaciones de política económica. Ese es precisamente el objetivo de este texto. En primer lugar, tratar de entender que determina los distintos agregados económicos, y en segundo lugar, analizar qué efecto tiene las políticas macroeconómicas sobre la evolución de la economía. Por ejemplo, nos interesa saber qué causa el desempleo y las recesiones, y qué se puede hacer para evitarlo o, al menos, reducir sus efectos. También nos interesa estudiar qué determina la inflación, cuáles son sus costos y qué se puede hacer para controlar las alzas de precios. Otra cuestión, particularmente importante en países en desarrollo, es por qué hay economías que crecen por un tiempo prolongado más rápidamente que otras. A partir de estas explicaciones podemos saber que políticas están disponibles para aumentar el crecimiento. El estudio de la macroeconomía siempre ha estado ligado a sus implicancias de política. Estas pueden ir desde el extremo donde se plantea que no hay nada que hacer, pues lo que observamos en la realidad no son más que respuestas optimas de las empresas y hogares a cambios en la economía, hasta otro extremo donde se ven alarmantes señales de desequilibrios que sería necesario corregir con medidas de política económica. Para adoptar cualquier posición, primero debemos entender la realidad. Más aún, podemos llegar a la conclusión de que, en ciertas circunstancias, la teoría nos entrega respuestas ambiguas, e incluso no puede responder a todas nuestras inquietudes. De ser así, desde el punto de vista de políticas no queda más que aplicar el juicio, pero para llegar a un buen juicio es fundamental entender qué ocurre en la realidad. No obstante lo anterior, no todo en macroeconomía es recomendación de políticas. En el mundo de los negocios —y en todas las actividades económicas en general—, la evolución del ambiente macroeconómico es un parámetro fundamental. Es por ello que establecer los posibles cursos de la economía también es importante. Por ejemplo, hoy día es cada vez más importante la predictibilidad de la política monetaria. Esto tiene repercusiones en el funcionamiento de los mercados financieros, donde además es posible establecer estrategias de inversión que permitan cubrir riesgos y obtener buenos retornos. El análisis macroeconómico nos puede ayudar a determinar las principales vulnerabilidades y potencialidades de una economía, aspectos muy importantes a la hora de decidir sobre la realización de un proyecto de inversión. Desde el punto de vista de las empresas, la evolución de la tasa de interés y la actividad económica son muy relevantes para determinar la rentabilidad de un proyecto de inversión. Una empresa que este contemplando invertir en el sector exportador debería hacer alguna evaluación de las posibles tendencias del tipo de cambio y de los salarios. Las decisiones de los hogares en cuanto a su ahorro, a la compra de viviendas, o a tomar un puesto de trabajo, también estarían influidas por el

entorno macroeconómico. La macroeconomía está presente en todas nuestras decisiones económicas. A modo de conclusión, lo que nos interesa con el estudio de la macroeconomía es entender la realidad. Una vez que tenemos cierta noción de lo que ocurre, podemos avanzar en la obtención de conclusiones de política económica, predecir lo que puede ocurrir y evaluar el estado de una economía particular, sus oportunidades y riesgos.

1.1. La evolución de la teoría macroeconómica La obsesión de la macroeconomía por sus implicancias de política está en sus orígenes. La macroeconomía surgió como disciplina dentro de la economía con la Gran Depresión de los años 30. Su gran precursor fue John Maynard Keynes, en especial con la publicación de su libro Teoría general del empleo, Interés y dinero en 1936. Si bien varios autores del siglo XIX y principios del Siglo XX ya escribían sobre fenómenos macroeconómicos, Keynes fue quien dio el gran impulso al estudio de la macroeconomía. Su hipótesis central fue que la Gran Depresión era un problema de insuficiencia de demanda, y por lo tanto Su solución pasaba por estimular la demanda agregada. En una revisión de los premios Nobel de Economía se ve la influencia de Keynes en economistas tan importantes como Paul Samuelson, John Hicks, Lawrence Klein, James Toben, Franco Modigliani y Robert Solow, entre otros. Asimismo, las críticas al enfoque keynesiano han dado origen a importantes contribuciones que han cambiado radicalmente el estudio de la macroeconomía, Y también ha hecho merecedores a varios críticos al premio Nobel de Economía. Esto ha ocurrido con los trabajos de Milton Friedman, Robert Lucas, F.Kydland y Edward Prescott, entre otros. La teoría keynesiana se orientó a la construcción de modelos macroeconómicos que permitieran estudiar el impacto de diversas políticas y derivar recomendaciones de política con el propósito de estabilizar el producto. En estos modelos la demanda agregada era clave en la determinación del producto. Desde el punto de vista metodológico, la economía llego a lo que se conoce como la síntesis neoclásica, o neoclásica-keynesiana, donde la microeconomía seguía el rigor del enfoque neoclásico y la macroeconomía se abordaba desde una perspectiva keynesiana, y donde el enfoque estándar era el modelo IS-LM, desarrollado en Hicks (1937). La dominancia de la macroeconomía keynesiana duró hasta principios de la década de 1970. Si bien Milton Friedman ya había lanzado sus primeras críticas metodológicas, en particular a la existencia de una relación negativa de largo plazo entre inflación y desempleo, al papel de las expectativas y a la importancia de seguir reglas de política, no fue sino hasta Robert Lucas, junto a otros destacados economistas, que la macroeconomía keynesiana tradicional fue seriamente cuestionada. Lucas argumentó que era esencial incorporar la formación de expectativas en el análisis macroeconómico, ya que todos los desarrollos previos que la ignoraban estaban implícitamente asumiendo un grado importante de irracionalidad por parte del público. Si la autoridad hiciera un anuncio, el público debería procesar esta

información, lo que afectaría su conducta. Esto se conoce como la formación de expectativas racionales, y ha pasado a ser un supuesto básico en la gran mayoría de los modelos macroeconómicos. Además, constituyo un cuestionamiento fundamental al análisis de política con modelos que no estaban bien fundamentados en la conducta de los agentes económicos y en la formación de expectativas. Por eso, a este desarrollo se le conoce como la revolución de las expectativas racionales. No debe quedar la impresión de que la evolución de la macroeconomía ha pasado por simples discusiones teóricas acerca de cómo hacer buena ciencia: su evolución también ha estado siempre ligada a fenómenos reales. Después de la Gran Depresión, y en particular en la posguerra, la economía mundial —y Estados Unidos especialmente— crecieron con vigor. En los años 70, y como consecuencia de decisiones de política monetaria así como del primer shock del petróleo, el modelo keynesiano prevaleciente hasta ese momento no fue capaz de dar cuenta del fenómeno de inflación y recesión. De ahí el atractivo de las críticas como forma de buscar nuevas explicaciones a los fenómenos Macroeconómicos. La siguiente critica a los modelos tradicionales, aun más radical, surge de los modelos conocidos como del ciclo económico real. La idea desarrollada entre otros por Fynn Kydland y Edward Prescott, plantea en su versión original que modelos de equilibrio general sin imperfecciones pueden dar cuenta de las fluctuaciones económicas. De ser así, las fluctuaciones serian óptimas y no habría necesidad de usar políticas de estabilización. Las recesiones, por ejemplo, serian la respuesta ´optima de los agentes a perturbaciones de la productividad. Metodológicamente, estos desarrollos han representado un importante avance en términos de tener modelos internamente coherentes y con sólidos fundamentos microeconómicos. Sin embargo, su éxito empírico aún es muy discutido. Los nuevos avances en esta área han tenido que apelar a distorsiones para replicar de mejor forma la evidencia macroeconómica. Los desarrollos keynesianos no se han quedado atrás de estos desafíos, y es así como surge lo que hoy se conoce como la nueva síntesis neoclásica. Esta ha tenido un importante éxito aplicado. Hoy día, la mayoría de los bancos centrales de países industriales usa este tipo de modelos para realizar sus proyecciones y análisis de políticas. Esta nueva síntesis sigue la tradición keynesiana de considerar rigideces de precios, pero en modelos con expectativas racionales, comportamiento dinámico de los agentes económicos y en un contexto de equilibrio general. En estas circunstancias, la política monetaria puede afectar el producto y empleo en el corto plazo. Desde el punto de vista teórico, están compuestos de una demanda agregada de espíritu keynesiano (IS), una oferta agregada o curva de Phillips y una regla de política monetaria. En sus versiones más rigurosas, estos modelos son complejos, mucho más que lo que era por ejemplo el modelo IS-LM, que es bastante simple de enseñar. Por lo anterior, una definición más precisa es que la macroeconomía es el estudio del crecimiento y las fluctuaciones económicas. En consecuencia, nos importan los fenómenos agregados en la medida que nos ayudan a entender el crecimiento de largo plazo y el ciclo económico. Por ejemplo, nuestro interés en estudiar los precios de los

activos, más allá de que son un tema medular de la teoría de finanzas, se relaciona con sus implicancias sobre la actividad económica y el impacto que las decisiones de política monetaria tienen sobre ellos. En macroeconomía también nos interesan, por ejemplo, la evolución y determinantes de los niveles de educación, dado que son una explicación importante de los diferenciales de crecimiento entre países. El grado de apertura, algo que es propio de la teoría del comercio internacional, también nos interesa por su impacto sobre el producto y la inflación. Metodológicamente, la teoría macroeconómica ha hecho muchos avances y, en la actualidad, existen ciertos estándares ampliamente aceptados. El uso de expectativas racionales y la necesidad de que los modelos estén micro fundados y sean dinámicos son algunos de ellos. Por supuesto que para analizar muchos fenómenos no es necesario especificar un modelo completo, y es posible, como se hace mucho a lo largo de este libro, aislar el fenómeno que se quiere estudiar. Es por ello, que no solo la teoría macroeconómica ha evolucionado a través de controversias entre distintas escuelas, sino que ha sido también una búsqueda, desde distintos frentes, de una mejor descripción de la realidad. Hoy día, el desafío es como incorporar imperfecciones en modelos rigurosamente especificados que nos permitan entender fenómenos sobre los cuales aún no entendemos bien, por ejemplo, las interacciones entre las rigideces de precios nominales y las rigideces reales. Existen también algunos principios básicos en el funcionamiento de la economía que tienen vasta aceptación, que están presentes en este libro, y que Taylor (1997) ha resumido de la siguiente forma: • En el largo plazo, el crecimiento del producto depende del crecimiento de la productividad y la acumulación de factores. • No existe tradeoÆ entre inflación y desempleo en el largo plazo. Es decir, en el largo plazo mayor o menor inflación no tiene impacto sobre el desempleo. Este principio está asociado con el hecho de que, en el largo plazo, la inflación es un fenómeno monetario. Sin embargo, esto no significa que haya una relación causal, ya que dependerá de la forma en que se conduzca la política monetaria, pues esta es la que en definitiva ancla la inflación. • Existe un tradeoÆ entre inflación y desempleo en el corto plazo, aunque este no siempre es posible de explotar. Sin embargo, por lo general una reducción de la inflación requiere una reducción del nivel de actividad. (TradeoÆ es una de las pocas palabras que es de muy difícil traducción. Se dice que hay un tradeoÆ entre x e y si para conseguir algo más de x se debe sacrificar algo de y.)

• Las expectativas responden a las políticas y, por lo tanto, deben ser consideradas en la evaluación del impacto de las políticas monetaria y fiscal. Por ejemplo, la credibilidad de la política monetaria es clave en la determinación de los costos de la reducción de la inflación. Si el público no cree en el compromiso de estabilidad de precios de la autoridad, será más costoso su control. • Por lo general, cuando se analiza las políticas monetaria y fiscal, muchas veces se consideran como cambios aislados en los instrumentos. Sin embargo, una visión más

general debe considerarlas como una secuencia de políticas asociadas a algún proceso sistemático o algún tipo de regla. Por último, es preciso destacar que desde el punto de vista macroeconómico, el mundo ha progresado significativamente, en particular en los países industriales. La inflación está bajo control y hay crecimiento económico. A pesar de lamentables crisis que han enfrentado algunos países en desarrollo, incluso en América Latina, paradigma de los déficits fiscales y la alta inflación, se observa mayor estabilidad. Algunos argumentaran que es porque la política económica ha aprendido de la teoría. Otros dirán que la política económica es la que ha mejorado y la teoría ha tratado de formalizarla. Es ambos: se ha progresado en muchas áreas de política antes que la teoría lo haya formalizado, pero también se ha aprendido mucho de la investigación de cómo hacer mejores políticas macroeconómicas.

EFECTOS DEL DESEMPLEO Sin duda alguna, el desempleo puede tener profundos efectos tanto en el individuo como en la sociedad en la que vive, lo que tiene repercusión directa en la economía de un país. Es evidente que el aumento del desempleo provoca una disminución de los ingresos de las familias, por lo que éstas tienen que reducir su nivel de vida. Las consecuencias de este hecho no son sólo económicas, sino también sociales, y se agravan por el hecho de que el paro suele afectar con mayor intensidad a los sectores más débiles de la sociedad. Por ello este trabajo considera necesario analizar en forma general los efectos del desempleo, como son: EFECTOS ECONÓMICOS El desempleo impone un costo en la economía como un todo, debido a que se producen menos bienes y servicios. Cuando la economía no genera suficientes empleos para contratar a aquellos trabajadores que están dispuestos y en posibilidades de trabajar, ese servicio de la mano de obra desempleada se pierde para siempre. En numerosas ocasiones, el pensamiento económico dominante cita a la inflación como el principal enemigo de las clases humildes, pero, si bien es cierto que el aumento de precios es especialmente negativo para las familias con menores ingresos, son mucho peores los efectos que tienen sobre ellos la falta de un empleo o la precariedad laboral. En un sistema económico, uno de los factores fundamentales es el suministro de recursos humanos (trabajo). Para determinar con precisión, colocamos frente a frente los dos agentes más importantes de la actividad productiva: unidades familiares que incluyen a todos los individuos que, directa o indirectamente, participan de las actividades productivas y consumen los bienes y servicios finales elaborados y las unidades de producción que están representadas por las empresas y son las encargadas de dinamizar la actividad económica de un país.

Esta relación existente se deteriora, cuando el número de unidades familiares que participan de las actividades productivas es menor (desempleo), lo que conlleva a que la presencia de compradores que están dispuestos y pueden comprar algún producto o servicio al precio que se les ofrece no dispongan de ingresos suficientes por cuanto no tienen empleo, esto ocasiona que las unidades productivas bajen sus niveles de producción y no se pueda continuar con el ciclo económico normal por cuanto se da una brecha en la demanda. Adicionalmente el desempleo trae consigo una pérdida en el nivel de ingresos en los gobiernos, por cuanto deja de percibir impuestos que el trabajador y la empresa aportaba normalmente mientras desempeñaba éste su trabajo. A esto se suma los egresos que tiene que realizar la administración pública por concepto de subsidiar a los desempleados. Interpretar económicamente el desempleo es buscar las diferentes razones que implica el estar desempleado, para ello consideraremos los tipos de desempleo existentes, también distinguiremos entre desempleo voluntario e involuntario así como las razones de rigidez de los sueldos y salarios. El trabajo les brinda a las personas la posibilidad de lograr ingresos, por tanto acceder a bienes y servicios, y así satisfacer sus necesidades. En las medidas que logren satisfacer mejor sus necesidades, mejor será su nivel de vida. Es por eso que existe un fuerte vínculo entre el desempleo y la pobreza. Ahora bien, no sólo es importante el tener empleo, sino la calidad del empleo, es decir, el salario, la jornada laboral, las condiciones de empleo, la estabilidad, la seguridad social, entre muchos otros elementos. Cabe destacar que el desempleo ocasiona a la sociedad tanto un costo económico como social. El costo económico corresponde a todo lo que se deja de producir y que será imposible de recuperar, esto no solo incluye los bienes que se pierden por no producirlos sino también una cierta degradación del capital humano, que resulta de la pérdida de destrezas y habilidades. Por otro lado, el costo social abarca, como se ha dicho, la pobreza e “inquietud social y política” que implica el desempleo en grandes escalas. Las personas sometidas a una ociosidad forzosa padecen frustración, desmoralización y pérdida del amor propio. Aunque este costo social es muy difícil de medir, es objeto de una profunda y general preocupación por el impacto que tiene en la sociedad. La desigualdad promueve la violencia probablemente por su asociación con altas tasas de desempleo y subempleo en grupos específicos, y suscita sentimientos de privación y frustración económica en estos grupos. La violencia impide el desarrollo económico”, reconocen Morrison y Buvinic en su investigación titulada “Notas técnicas: Prevención de la violencia”. A escala macroeconómica, la violencia social reduce la inversión extranjera y nacional, y disminuye el ahorro interno, obstaculizando así las posibilidades de crecimiento a largo plazo. A nivel microeconómico, entre otros efectos, desalienta el interés

individual en invertir tiempo y dinero en educación, e induce a sectores de la población a desarrollar habilidades delictivas en vez de estudiar. La presencia de un elevado desempleo es un problema tanto económico como social. Como problema económico, es un despilfarro de valiosos recursos. Como problema social es una fuente de enormes sufrimientos, ya que los trabajadores desempleados tienen que luchar con una renta menor. Durante los períodos de elevado desempleo, las dificultades económicas también afectan a sus emociones y a la vida familiar. De cuando en cuando, los países experimentan un elevado desempleo que persiste durante largos períodos, a veces hasta diez años. Es lo que ocurrió en Estados Unidos durante la Gran Depresión, que comenzó en 1929. En unos pocos años, el desempleo aumentó afectando a casi una cuarta parte de la población trabajadora, mientras que la producción industrial se redujo a la mitad. EFECTOS SOCIALES El costo económico del desempleo es, ciertamente, alto, pero el social es enorme. Ninguna cifra monetaria refleja satisfactoriamente la carga humana y psicológica de los largos períodos de persistente desempleo involuntario. La tragedia personal del desempleo ha quedado demostrada una y otra vez”. La precariedad laboral y, evidentemente, el desempleo también aumentan la angustia de los afectados e influyen en la determinación de su plan de vida y su planificación familiar. Los jóvenes deben postergar su edad de emancipación ante la imposibilidad de acceso a la vivienda y de creación de una unidad familiar con unos ingresos estables,

asimismo provocan una disminución de la natalidad y retrasan la edad a la que se tienen los hijos. Jackson y Walsh (1987) señalan que como consecuencia de la pérdida del empleo, se producen tres cambios importantes: una disminución de ingresos económicos, una transformación en las relaciones sociales y un cambio en el lugar donde residía el ejercicio de la autoridad. Estos cambios provocan una desensibilización en las relaciones entre los miembros de la familia y entre ésta y el medio en que se desarrolla su vida cotidiana, dando lugar a un proceso de adaptación y cambio. En el primero, los cambios producidos como consecuencia del desempleo, serían asimilados dentro del funcionamiento normal de la familia. En el segundo de los procesos descritos, la experiencia del desempleo tendría una función positiva, al ser utilizada como una oportunidad para realizar actividades que implican un cambio en los roles familiares. El grado de estabilidad familiar depende a su vez de factores tales como el momento en que se produce la pérdida del trabajo dentro del proceso de desarrollo del ciclo de vida familiar. Asimismo, la tensión familiar producida tras la aparición del desempleo parece ser más acusada cuando afecta a personas con un bajo estatus ocupacional y con un período de desempleo superior a los seis meses. En definitiva, si bien el desempleo puede ser considerado como un factor importante de desestabilización en las relaciones familiares, tal y como señalan Bergere y Sana Rueda (1984), el aumento de la tensión familiar no debe ser siempre considerado como una consecuencia directa del mismo. Éste actúa como un factor que acentúa el tipo de relaciones familiares existentes con anterioridad, intensificando el estrés y la tensión en aquellas familias en las que ya se daba un deterioro de las relaciones entre sus miembros. La familia puede ser tanto el origen de tensión como de apoyo social, lo que explica el que ni

en todos los estudios el desempleo esté asociado a un incremento en la tensión familiar ni en todos los casos se dé un deterioro en dichas relaciones. El impacto del desempleo en la familia se puede dividir en 7 aspectos:     





Financiero: El ingreso se reduce drásticamente. Material: Se vuelve vital economizar en todo. En algunos casos, casi todo el presupuesto familiar se va en comida. Físico: Hay una reducción generalizada en el nivel de salud. Daño emocional: Se vuelve común la apatía, la desesperación y la depresión. Relaciones Interpersonales: Generalmente, hay un incremento en las peleas y un retraimiento de la vida social. Sin embargo, las relaciones cercanas tienden a mantenerse. Actividades e Intereses sociales: Estos disminuyen marcadamente. Las actividades gratuitas, informales o de poco costo pierden popularidad, porque el estado de ánimo disminuye. Actividades Políticas: Disminuye el interés en la política.

La mayoría de los estudios indican que los dos efectos más importantes del desempleo son:  

La sensación de estigma social, derivado de estar desempleado. La cantidad de sufrimiento asociado a la falta de estructura o estructura perdida.

EFECTOS PSICOLOGICOS Los estudios psicológicos indican que el despido es por lo general tan traumático como la muerte de un íntimo amigo o el fracaso escolar. a) Trastornos Psíquicos Menores Los estudios en los que se ha utilizado el GHQ, el “General Health Questionnaire” (Goldberg, 1972) muestran que los jóvenes que acaban sus estudios y no encuentran un empleo tienen un alto riesgo de sufrir trastornos psíquicos menores, mientras que aquellos otros que encuentran trabajo tienen unas puntuaciones significativamente menores y, por tanto, una mejor salud mental. Se ha demostrado que es la experiencia del desempleo lo que causa dicho deterioro y no una previa salud mental deficitaria la causante de no encontrar trabajo. Otros estudios realizados con muestras de trabajadores adultos obtienen resultados similares. Así, por ejemplo, Miles (1983) en una muestra formada

por más de 300 trabajadores desempleados y 100 empleados, confirma la asociación encontrada en otros estudios entre desempleo y salud mental. De estas investigaciones se deduce una clara conclusión: el desempleo es causa de un deterioro en la salud mental. Las consecuencias psicológicas negativas que se derivan de estar desempleado, pueden, a su vez, incrementar el riesgo de sufrir trastornos que requieren tratamiento psiquiátrico. b) La Depresión Eisenberg y Lazarsfeld (1938) destacan las reacciones de carácter depresivo como uno de los efectos principales provocados por el desempleo sobre personalidad. Estudios más recientes también han tratado de establecer una relación entre los variables desempleo y depresión. Feather (1982), en una investigación sobre 650 estudiantes acerca de sus creencias y atribuciones sobre las causas del desempleo, encuentra una asociación positiva entre falta de motivación por encontrar empleo y déficit depresivos. Muchas investigaciones han comparado los niveles de sentimiento depresivo entre poblaciones diferenciadas por su estatus de desempleo, llegando, en la mayoría de las mismas, a la conclusión de que los desempleados padecen mayores síntomas depresivos que aquellas personas que tienen empleo. Feather y Bond (1983), en otro estudio transversal, y en una muestra de 219 jóvenes, obtienen resultados que muestran que los jóvenes desempleados tenían puntuaciones significativamente más altas en estado depresivo que sus compañeros empleados. De forma similar, Perruci y otros (1987), al comparar también un grupo de 328 trabajadores desempleados con un grupo de control de 48 trabajadores con una historia laboral de empleo continuado, concluyen que la pérdida del puesto de trabajo tiene como resultado un incremento en los niveles de depresión observados con anterioridad. c) La Autoestima Se puede afirmar que el deterioro del estatus y de los prestigios sociales causados por la pérdida del puesto de trabajo puede provocar un sentimiento de incapacidad personal y autoculpabilización que lleve a cambios en la evaluación personal. Pese a que la disminución de la autoestima ha sido una de las consecuencias más mencionadas en las investigaciones sobre los efectos psicológicos del desempleo, estudios posteriores han seguido relacionando la pérdida de la autoestima con la pérdida del puesto de trabajo. Mientras que algunos autores sugieren que mantener una alta autoestima es, en ciertos casos, una respuesta defensiva, otros destacan la polarización en los efectos del desempleo en la evaluación personal, y subrayan que mientras unas personas

reaccionan mostrando una elevada autoestima, en otras se observa un gran deterioro en la misma. Investigaciones realizadas recientemente no encuentran, sin embargo, apoyo empírico a la diferenciación entre autoestima positiva y negativa en las autoevaluaciones que realizan las personas desempleadas. Queda, por tanto, por confirmar el que las personas desempleadas cambien sólo aquellos componentes negativos en la percepción de sí mismos, pero mantengan al mismo tiempo aquellos que son positivos. Otro factor que merece atención es la implicación en el trabajo. Los trabajadores con una alta motivación por el trabajo son los que más sufren los efectos del desempleo en su autoestima. Cabe por último destacar que una baja autoestima puede ser un factor de predisposición para no encontrar un trabajo, si bien es posible que, individuos con una alta autoestima tiendan a ocupar un estatus ocupacional más elevado debido a otros factores tales como la habilidad y logros académicos obtenidos o el nivel socioeconómico de la familia. Las personas con una baja autoestima tienden, también, a ser más flexibles a la hora de aceptar empleos peor retribuidos y con menor relación a su experiencia y cualificaciones previas. d) Satisfacción Con La Vida Presente Él informa publicado por Hardin, Phillips y Fogerty (1986), sobre el sistema de valores en diversas sociedades europeas, revelaba que cualquiera que fuese la categoría profesional de los trabajadores empleados -profesionales, trabajadores de cuello blanco, trabajadores manuales cualificados y trabajadores manuales sin cualificar- con los que se estableciese la comparación, las personas desempleadas mostraban un menor nivel de bienestar psicológico, así como una menor satisfacción con su vida presente. En general, de todos los grupos sociales considerados, eran las personas sin empleo las que manifestaban un mayor descontento con sus vidas. O´Brien y Kabanoff (1979), en otro estudio en el que se compararon las muestras de trabajadores empleados y desempleados en diferentes medidas de bienestar psicológico, señalan que el grupo compuesto por personas sin empleo mostraba una menor satisfacción con su vida, aunque las diferencias encontradas no fuesen estadísticamente significativas. Con posterioridad, Feather y O´Brien (1986) en un estudio longitudinal, demuestran que el desempleo conduce a una disminución en la satisfacción con la vida, con lo que podemos concluir que los trabajadores que pierden su empleo manifiestan una menor satisfacción con su vida presente. La situación de desempleo está asociada, por tanto, a una mayor insatisfacción con la forma en que se organiza y estructura el tiempo y las actividades diarias. Tanto si ésta es una consecuencia de la sobrevaloración del trabajo característica de nuestra sociedad como si obedece a la función que cumple el trabajo en la satisfacción de necesidades universales, lo cierto es que el desempleo o el valor asociado al trabajo condicionan el bienestar psicológico de las personas.

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