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LECTURA 1

El estudio de la Siedlungen Alemanas. Sáinz José Luis. Las Siedlungen Alemanas de los años 20, Frankfurt, Berlín, Hamburgo. Editorial Colegio Oficial de León y Castilla. Destino, España. 1995.

Llamamos Siedlungen a los barrios residenciales que se construyeron en Alemania durante la época de entre guerras, preferentemente desde los ayuntamientos socialdemócratas y las organizaciones sindicales, con el objetivo de dar respuesta a la problemática habitacional de las masas obreras, según fórmulas arquitectónicas, urbanísticas, constructivas y gerenciales nuevas. La importancia del estudio de las Siedlungen que se construyeron en Alemania en la época de entreguerras se encuentra, a nuestro entender, en la aplicación de nuevos métodos compositivos, constructivos y urbanos surgidos de la experimentación artística y, reflexión teórica sobre el arte, la arquitectura, el urbanismo y su función social. El éxito y la influencia de las Siedlungen fue enorme y de hecho son el origen de numerosos barrios en muchas ciudades europeas. La novedad de sus planteamientos y libertad a la hora de enfrentarse dio lugar a una de las experiencias más apasionantes en la historia de la arquitectura y del urbanismo.

Fotografía de la patria, modelo de los años 1920. Publicación conmemorativa del 50 aniversario de la Iglesia de San José, Siemensstadt, 1985.

La necesidad de vivienda.

Después de la primera guerra la necesidad de vivienda era acuciante, debido al hacinamiento de la población en las viviendas existentes, con frecuencia habitaban varias familias en dos habitaciones (cocina y sala-dormitorio) y aquí se realizaba toda la vida familiar. El retrete se encontraba fuera de la vivienda al final del pasillo y era compartido. La falta de alojamiento contribuyó en el aumento de los delitos comunes en situaciones miserables: prostitución, incesto, etc. En este contexto se debe analizar las Siedlungen. Las sociedades constructoras se dividieron en dos grupos las dependientes del ayuntamiento y sindicatos, y las privadas. Se buscaba un sistema organizativo obrero autogestionario. En estas grandes empresas se planteaba en primer lugar la cuestión de la vivienda desde el punto de vista financiero y económico, con una tendencia hacia la normalización y racionalización. Siedlungen y la ciudad. La

política

vivienda

de

de

los

sindicatos obreros y los

ayuntamientos socialdemócratas

estaba fuertemente circunscrita

o

los

instrumentos reales urbanísticos

que

disponían en esos momentos

las

autoridades municipales

para,

adquirir el suelo y controlar

el

crecimiento de las ciudades. Sin embargo, todas las propuestas de reforma de la legislación tendentes a publificar el suelo o a facilitar su obtención era impedida por los partidos de la derecha, representantes de los propietarios de suelo y de las empresas constructoras. Las ciudades más adelantadas con técnicos de primera línea en sus oficinas municipales

elaboraron planes generales o reguladores intentando resolver el crecimiento de la ciudad dentro de los problemas específicos del momento: la carestía de la vivienda y la expansión de la industria. De ahí surgieron los planes generales en los que las Siedlungen constituían una de las principales materias primas para componer la ciudad. El

ejemplo

más

significativo es el de Frankfurt, con Ernst May al frente de la oficina del Ayuntamiento.

La

teorización de la ciudad por medio de los principios de los

núcleos satélites

(Trabantenprinzip) se

dio

en

ésta

ciudad con notable éxito,

lo

que

permitió un plan general en lo que las Siedlungen eran los nuevos elementos urbanos para componer la ciudad. En el origen de toda esta aportación estaban las experiencias municipales de los ayuntamientos alemanes antes de la guerra y las teorías que en función de éstas se desarrollaron en diversos manuales de urbanismo y en especial el de Paul Wolf, Sfadtebaw. El tema central de Wolf era la gran ciudad, destacando entre otras, la cuestión de su relación con el campo. En esta aportación se contemplaba la expansión de la ciudad invadiendo el campo, desde el centro a la periferia y a su vez la penetración del campo en la ciudad, hasta llegar al mismo límite de la ciudad histórica. Los modelos de Martin Wagner para Berlín no hacían otra cosa que desarrollar estas teorías.

Lindenhofteich (lago) en el área urbana mencionada Lindenhof en Berlín-Schöneberg cerca de Alboinplatz (lugar), construida entre 1918 y 1921 por Heinrich Lassen y Martin Wagner. El parque también está en la lista y fue proyectado por Leberecht Migge.

Así, se planteó el problema desde una nueva óptica. el de los suburbios, que estaban dotados de características a medio camino entre la ciudad histórica del XIX y el campo, es decir entre el espacio construido continuo y la naturaleza. Según esta concepción, en el suburbio las dos realidades, la ciudad y el campo, se interpenetraban. De esta manera Wolf perfeccionaba la teoría de la ciudad jardín de Howard, ya que no negaba la ciudad tradicional por medio de la ciudad jardín, sino que restablecía la relación entre ciudad y naturaleza que se había perdido en la ciudad decimonónica. Wolf representó el inicio de la experiencia alemana que desarrollarían y llevarían a la práctica Wagner, Taut, lhilberseimer y May y que se resume en la ciudad construida por medio de unidades residenciales situadas en la naturaleza, en relación armónica con ella. El centro de las investigaciones de los arquitectos racionalistas era la vivienda, y fue en éste campo en el que más se avanzó. Las demandas de cientifidad que se generaliza ron en esa época a todos los sectores, se aplicaron a la vivienda en dos campos preferentemente. Por un lado, analizando de forma sistemática las necesidades especiales de habitar, lo que produjo todo el cuerpo teórico de la vivienda mínima. Por otro lado, a la construcción estableciendo una utilización más adecuada los materiales. Pero no se concebía a la vivienda como un

elemento aislado, sino que se ponía en relación con el entorno inmediato y con la ciudad. Le Corbursier, Gropius, Hans Schmidt, estudiaron tipos de vivienda al tiempo que se sometía a crítica su capacidad para estructurar su forma urbana. A su vez las agrupaciones de viviendas formaban una unidad residencial. Cada unidad residencial era una célula de la nueva ciudad, en ella se mezclaban las soluciones de edificios altos y casas bajas, el centro y la periferia. La zonificación por tipologías de la ciudad continua del XIX fue completada por la creación de unidades residenciales, las Siedlungen caracterizadas por una autonomía dentro del conjunto urbano. El concepto de zona residencial fue transformado en núcleos residenciales autónomos, articulados con el centro tradicional. Aunque las circunstancias de la postguerra concentraron la atención sobre los nuevos suburbios obreros, bien cierto es que no se olvidó el centro de la ciudad. Como ya se ha señalado la concepción de las unidades residenciales satélites comportaban una transformación de la ciudad en su conjunto y la designación de un nuevo papel al centro tradicional. Las Siedlungen alemanas son un proceso de complementación y mejora de la ciudad tradicional, constituyendo una alternativa a la residencia, estableciendo una solución al problema de la relación entre centro y periferia entre la ciudad compacta y el campo. No obstante, es cierto que la reflexión sobre la ciudad histórica está mucho menos desarrollada. La visión sobre el centro histórico se basaba en criterios de complementación y acabados de la ciudad, y de sustitución y transformación radical, imponiendo el higienismo a los tejidos históricos y propugnando a sustitución de la edificación y complementación estructural de la ciudad por medio de intervenciones puntuales. Hamburgo, Berlín, Frankfurt: el desarrollo del modelo.

En estas tres ciudades se llevó a cabo la construcción de vivienda social de forma masiva. En ninguna ciudad de Alemania tuvo tanta importancia la vivienda social y en ninguna otra se alcanzó un nivel tan alto en sus resultados. En otras ciudades se construyeron también Siedlungen modernas, como por ejemplo Hannover, con una cantidad no despreciable de ellas, y en otras se construyeron las emblemáticas Siedlungen de Celle o Karlsruhe. A lo largo de los años veinte se desarrolló un camino a través del cual evolucionó la idea de Siedlungen, que se fue perfeccionando poco a poco en función de los debates en cada ciudad, en suma, de sus condiciones históricas.

Asentamiento de Dammerstock en Karlsruhe

El modelo desde el que se partió fue el de la ciudad haussmaniana, revisada y perfeccionada por Berlage en el plan de Amsterdam sur en 1915. Esta experiencia era la más avanzada de las conocidas en Europa y estaba lo suficientemente difundida como para representar un referente general para los arquitectos de los años veinte. En muchos aspectos la experiencia holandesa fue uno de los puntos de partida de las Siedlungen alemanas. Por un lado, la tradición holandesa de cooperativismo obrero en la producción de la vivienda fue un ejemplo para las organizaciones sindicales alemanas. Además, se dio en el plan de Amsterdam sur una relación estrecha entre vivienda y planeamiento. La utilización de la manzana tradicional como base del orden urbano también fue base de numerosas intervenciones residenciales alemanas. Así, por ejemplo, en la Siedlung Niederrad, en Frankfurt, se siguió muy de cerca el modelo holandés, con manzana cerrada, una gran sensibilidad hacia las particularidades del espacio urbano existente y la incorporación de los equipamientos en la misma manzana residencial. Hamburgo fue la que recibió mayor influencia de Amsterdam y en particular es muy evidente la forma en la que abordó Fritz Schumacher el problema de las grandes áreas residenciales reformando ligeramente los planes de expansión urbana que ya existían, en los que se aceptaba como

materia principal a manzana con patio interior y sus variantes en función de los requerimientos de la red viana. Cabe señalar que esta fórmula empleada en Hamburgo fue específica de esta ciudad y obedecía a su desarrollo urbanístico propio, incorporando ideas nuevas como el Grünzug, y no tenía relación con otras soluciones que se estaban utilizando en otras ciudades, como, por ejemplo, Viena, si bien guarda con ella un cierto parentesco. Las Hóffe vienesas asumían la manzana como elemento básico, en función de la aceptación del plan vigente, sus alineaciones, sus calles, pero cada una de ellas era una solución particular e irrepetible, que negaba de diferentes formas la arquitectura en manzana cerrada del siglo XIX. Las construcciones de las manzanas residenciales no se establecían respetando su relación con los elementos urbanos, sino imponiendo una pieza edificatoria que se articulaba a través de un sólo elemento, el patio. Este patio, sobre el que se cerraba toda la edificación, conformando una fortaleza aislada del espacio exterior, marcaba el centro de la vida residencial que no se prolongaba más allá de la línea de Fachada. Por el contrario, en Hamburgo las Siedlungen estaban integradas en el tejido urbano y eran concebidas como una continuidad del mismo. En lo referente al planeamiento, en Hamburgo se asumían los planes anteriores y se reformaban algunos aspectos particulares para incorporar las exigencias higiénicas en los nuevos edificios e impedir de ese modo las tipologías especulativas. Los esbozos de un nuevo plan de la ciudad que inició Fritz Schumacher, no llegaron a consolidarse hasta el final del período y en cualquier caso las nuevas unidades residenciales no formaron parte esencial del mismo, dicho de otro modo, su ausencia no lo transformaba radicalmente. En lo referente a la arquitectura, la Escuela de Amsterdam fue la que marcó de forma neta la arquitectura de Hamburgo, con el ladrillo como material dominante, por medio de una reelaboración de la arquitectura tradicional hamburguesa. Al mismo tiempo existía una clara tendencia hacia la arquitectura de las fachadas, que establecían un diálogo con el entorno de la ciudad muy estrecho. Es de señalar el escaso desarrollo que experimentó en Hamburgo el concepto de vivienda y lo primitivo de sus plantas, de la misma manera que es menester señalar la falta de investigaciones específicas sobre la cocina o el baño, que fueron comunes en otras ciudades. Solamente los bloques en galería de los hermanos Frank en la Sied Jung Dulsberg indican la tímida apertura de una nueva puerta que no llega a abrirse completamente. El ejemplo de Berlín muestra un gran paso adelante en relación con el de Hamburgo y con el de Viena, al romper abiertamente con los conceptos de manzana cerrada y ciudad continua, y adscribirse de forma segura a nuevos parámetros de colocación de los edificios y de los barrios, que no tenían ya relación o dependencia con los

trazados de la ciudad del XIX. Aun así, hay algunos ejemplos que muestran el camino a través del cual evoluciona, como la Siedlung Carl Legien de Taut, en la que la materia de composición eran patios semi abiertos, en una clara referencia a los patios cerrados de la ciudad del XIX.

Bruno Taut, la ciudad residencial de Carl Legien en Berlín (construido 1928-30) © Arthur Köster / VG Bild-Kunst / Bauhaus Archive

La Siedlung Weisse Stadt también recogía lejanamente la idea del patio, esta vez con dos bloques perpendiculares entre sí, en una suerte de punto intermedio en relación con la más radical solución de Siemensstadt, donde el edificio conocido como el Largo Lamento, de leartning, se dispone perpendicularmente a los bloques de Hiring y Gropius en estructura de peine. En cierta medida se estaban abandonando cada vez más las leyes de la ciudad del XIX, para dar lugar o una nueva ciudad construida en función de la orientación, de la posición del sol, de la dirección de los vientos, de la posición de los bosques y las zonas verdes, como es el caso de Onkel l‟oms l-lütte de Taut. Es un camino titubeante al principio, pero firme en sus últimos tramos. En Berlín las investigaciones sobre la vivienda experimentaron un importante desarrollo, que se evidenció en las plantas de las Siedlungen de Taut y en los edificios de Gropius y especialmente los de Scharoun de la Siemensstadt. Las plantas de Scharoun manifiestan un verdadero cambio en el concepto de la vivienda y

su disposición, especialmente en la claridad de las áreas de día, de noche y los servicios y sus relaciones. Pero en Berlín falta esa labor de dirección, esa investigación de un equipo que observamos en Frankfurt. En Berlín se aprecian ante todo las grandes figuras individuales de la arquitectura, que brillan con luz propia.

Siemensstadt, Berlin

Al mismo tiempo se observa el nivel de descontrol de la metrópoli berlinesa, con un nivel de conflictos políticos y sociales, con una problemática muy superior a la de las demás ciudades alemanas. Pero sin lugar a dudas la experiencia de Frankfurt es la más relevante, por su complejidad, por la inventiva que demostraron los arquitectos, por la inclusión de múltiples niveles de reflexión que en otros lugares no se alcanzaron. Tales son los casos de la reflexión sobre la forma de la ciudad, la complejidad que se confiere a la ordenación de los barrios, incorporando el diseño de los espacios urbanos, la prefabricación de los elementos constructivos, la consideración de los costes y la economía de la construcción como un elemento decisivo en la proyectación, en fin, las técnicas de financiación y fiscalidad de la vivienda. En Frankfurt, balo la dirección de una sola persona, se incorporan las influencias de Camillo Sitte y de Raymond Unwin en relación con la ciudad medieval y la ciudad jardín de Howard. La elaboración de Ernst May y su equipo llegó a integrar inteligentemente estas influencias en un modelo enteramente nuevo, que combinaba la

modernidad de la concepción de la ciudad en armonía con la naturaleza y las soluciones inspiradas en el urbanismo de la ciudad medieval, como la adaptación a la topografía y la relación con el paisaje.

Bloque Siemensstadt de Gropius

De las ideas sencillas y potentes de un Gropius en Berlín se pasa a la complejidad de los barrios de May, en Frankfurt, que están planteando una lectura desde numerosas ópticas, acercándose a la complejidad de la ciudad real. Berlín y Hamburgo manifiestan un menor desarrollo global, con proyectos de barrios en los que la propuesta asume determinaciones anteriores de planeamiento, de forma urbana o de arquitectura y en los cuales la ruptura con la ciudad y los modos tradicionales es parcial. En Berlín la participación de algunos arquitectos como IIans Scharoun o Walter Gropius da lugar a edificios de gran calidad que

no se encuentran en Frankfurt, fruto de hallazgos personales de algunos arquitectos. Ahora bien, el nivel general de las Siedlungen de Frankfurt es netamente superior. La experiencia de Frankfurt muestra la madurez del Movimiento Moderno. En Frankfurt se supera el nivel elemental y directo de los pioneros del Movimiento Moderno para alcanzar un nivel de complejidad y de profundidad de las que carecen otras propuestas. Las zonas verdes de Rómerstadt y Praunheirn, por ejemplo, son mucho más complejas que el Grúnzug hamburgués, integrando los conceptos de jardín o parque urbano, y también el de paisaje y relación entre ciudad y campo. La lectura de la ciudad como conjunto es netamente superior en Frankfurt que en Berlín. En efecto, se integra la ciudad moderna en relación con la ciudad histórica europea. Se interviene desde una lectura de toda la ciudad, de modo que unas Siedlungen cierran y marcan el final de la ciudad histórica, Bornheimer Hang, lR5 henblik, mientras que otras constituyen la nueva extensión Rümerstadt, Westhausen, Praunheim, Riederwald por medio de núcleos satélites. Ciudad histórica y ciudad moderna están concebidas conjuntamente, en una interrelación permanente, de la misma manera que se conjugan los planteamientos teóricos de la arquitectura con los del urbanismo. Solamente en Frankfurt se da esta condición de armonizar arquitectura y urbanismo, alcanzando la reflexión y la intervención a todos los niveles, desde la construcción hasta la ordenación de la ciudad entera por medio del Plan Regulador. Se trata de una actitud frente a la ciudad que supone recoger múltiples propuestas, que derivan del debate colectivo y de una labor en equipo, en el que la toma de decisiones centralizada no cierra el camino a la diversidad y a la experimentación. La figura de los arquitectos municipales en estas ciudades es clave. Fritz Schumacher, Martin Wagner, Ernst May, son tres arquitectos muy distintos, con ideas diferentes frente a la ciudad y su gestión. Sin embargo, lo que queda de su experiencia es la importancia de reconducir, frenar, impulsar y encauzar el marasmo de tensiones y conflictos entre las fuerzas sociales en relación con el espacio. En los tres casos la primera labor fue la centralización de las competencias urbanísticas y edificatorias, reorganizando la administración municipal, rompiendo una tradición de Baupolizel que gobernaba la ciudad en función de criterios de defensa militar, orden público y mercado inmobiliario. El segundo aspecto fue la respuesta a las demandas de vivienda, que representaron el centro de la actividad edificatoria durante toda la década. Entenderse con los movimientos sindicales, enfrentarse a peticiones ilusorias, sentar las bases de acuerdos con el municipio, comportaba una cabeza despejada y las ideas muy claras. La elaboración de conceptos como la unidad residencial, la relación entre estos barrios y la ciudad, los problemas de transportes, los servicios urbanos, son tantos y tantos temas sobre los que

hubo que dar una respuesta, que nos dan una idea de la dificultad y el mérito de su labor. Por último, el cuestionamiento de la forma de la ciudad desde un punto de vista global fue planteado de una manera u otra, por los tres arquitectos en las tres ciudades. En los tres ejemplos el arquitecto municipal apareció investido de una enorme autoridad, que en algunos casos llegó a generar fuertes críticas, como la apelación de Baudiktator, que se aplicó a Martin Wagner. La tarea del arquitecto municipal consistió en encauzar y dar respuesta a unos conflictos nacidos del mismo colectivo social: era la labor mediática; pero por otro lado su tarea fue anticiparse a los problemas en función de su conocimiento de la ciudad y de su capacidad de analizar los nuevos procesos urbanos que su posición de atalaya le permitía vislumbrar. El urbanismo entendido en relación con la economía y la gestión de la ciudad se mezclaba con la nueva concepción de la ciudad desde los criterios que habían alumbrado la arquitectura moderna. Hamburgo, Berlín, Frankfurt son tres ejemplos en los que se aprecia la evolución del urbanismo junto a la transformación de los papeles de los arquitectos municipales, que en unos pocos años, empezaron a plantearse cuestiones inimaginables en el período anterior. La crítica a las Siedlungen La puesta en práctica de las teorías de la arquitectura moderna a gran escala es la condición más singular de las experiencias de las Siedlungen alemanas. El interés de estos conjuntos de viviendas consiste en que es la mayor realización práctica de los planteamientos teóricos de los arquitectos del Movimiento Moderno en tamaño, coherencia y rigor. Frente a los debates estériles y las teorizaciones abstractas, allí estaba la realización material de esas teorías, único modo de corroborar los conocimientos y hacer avanzar la teoría. En efecto, sólo a través de la experimentación que se llevó a cabo en estos barrios pudo comprobarse hasta qué punto eran válidas las teorías manejadas en años anteriores y hacerlas evolucionar a partir de la crítica de los resultados. Hay que señalar la diferencia que existía entre los pocos edificios construidos según esas teorías en Holanda o Francia y la amplitud de la experiencia en Alemania. Las críticas a las Siedlungen han sido muy numerosas y muchas de ellas llenas de sentido y sensatez. De forma general pueden resumirse las críticas en los siguientes aspectos: a) Se utilizó una construcción experimental sin resultados comprobados; b) No se redujo suficientemente el precio de las viviendas; c) La inversión en las viviendas y el sistema de financiación fue inadecuado, en Función de premisas que resultaron falsas;

d) El sentido utópico de estos barrios, que llevaban a la práctica un sueño, sin considerar las condiciones reales de la sociedad y la ciudad alemana.

La construcción realizada tenía defectos de consideración a causa de la novedad de los sistemas constructivos y por la falta de experimentación de las nuevas soluciones. Las nuevas técnicas constructivas no estaban lo suficientemente probadas y ensayadas. En numerosas ocasiones dieron malos resultados o crearon problemas a sus inquilinos que los sistemas tradicionales tenían resueltos, si bien es cierto, a un mayor coste. En particular los problemas de aislamiento térmico y las humedades interiores generadas por la falta de este aislamiento fueron uno de los aspectos más negativos de las viviendas modernas. Este problema se vio agravado por la incorporación de cocina, agua caliente y calefacción eléctricas. La Siedlungen eberstadt fue la primera en ser enteramente electrificada en Alemania. La ausencia de humo y la supresión de la suciedad del carbón en las casas era un paso adelante incuestionable. Sin embargo, los costes de este sistema fueron insoportables para muchos de los habitantes de las viviendas racionales con problemas de trabajo. La crisis del 29 vino a agudizar el problema ya que los inquilinos sin trabajo veían como les cortaban la electricidad por falta de pago lo que les impedía cocinar, mientras que otras familias en similares condiciones al menos podían quemar madera y otros combustibles en la tradicional cocina de carbón. En esa situación de penuria económica una cocina de carbón era un buen recurso. Se confió irreflexivamente en la capacidad de las nuevas tecnologías. Al mismo tiempo la reducción de los costes de construcción de la vivienda fue insuficiente. Las viviendas construidas, a pesar de haber reducido su coste y mejorado su calidad, siguieron siendo caras para la capacidad adquisitiva del obrero al que iba destinado, de modo que muchas de ellas fueron a parar a casas de trabajadores con mayor capacidad adquisitiva, los empleados y funcionarios. El objetivo de reducir el alquiler de la vivienda en un mes al salario medio de un obrero a la semana no llegó a alcanzarse. Esto se agravó nuevamente por la misma crisis económica, que redujo sensiblemente la capacidad económica de los inquilinos. En particular se pusieron en marcha sistemas de construcción, como la prefabricación, que en teoría tenían que funcionar abaratando la vivienda, pero que fracasaron por la falta de maduración de los sistemas técnicos y los graves problemas de empleo y la inversión en la industria que exigía su puesta a punto. La innovación tecnológica en la construcción y la incorporación de la industria en los procesos de fabricación de la vivienda tenía por objetivo el abaratamiento del producto vivienda por medio de su fabricación en masa y la reducción de costes parciales.

Asentamiento Bruchfeldstraße, Franfurk del Meno, 1927 © Ernst May Gesellschaft

Se seguía el modelo americano de reducción de costo por la fabricación en serie. En este aspecto había una mitificación de la industria que desencadenó algunos errores: El futuro de la sociedad había de venir de la unión entre la industria y la ciencia. En consecuencia, el camino del progreso tendría que realizarse según marcaban las industrias de punta, como la del automóvil, y la construcción de la vivienda había de seguir las pautas marcadas por esas industrias: la prefabricación para abaratar el producto. Sin embargo, la industria de la construcción no estaba preparada técnicamente para ese cambio y la construcción en Alemania en los años veinte se apoyaba esencialmente en los oficios tradicionales y la artesanía. El alto nivel de paro hacía más rentable contratar mano de obra sin especializar que invertir en innovación tecnológica. Además, no existía una tradición industrial en la construcción. Por otro lado, un vehículo duraba 10 años, mientras que una casa superaba los 100. Ninguna industria de la construcción podría constituirse con éxito si el período de renovación de sus productos superaba el siglo. De ahí venía la voluntad de hacer edificios de duración limitada, lo que chocaba con la cultura de la casa en Europa. El modelo americano de industrialización del automóvil no podía trasladarse mecánicamente a la vivienda alemana. Sin duda alguna la crítica más aguda a las Siedlungen es la realizada

por Manfredo Tafuri en dos textos célebres. Incide especialmente este autor sobre el papel de la socialdemocracia en aquellos años. Critica la política de gasto público que desarrolló y la falto de teorías que sustentasen su práctico económico. El fracaso de estos barrios provenía de la ausencia de bases reales en los planteamientos económicos paro su construcción y especialmente de la suposición de que los créditos iban a mantenerse sin cambios sustanciales. Además, se ha acusado a la experiencia de las Siedlungen de la utilización del dinero público en un sector inadecuado. En efecto, los ayuntamientos socialdemócratas gastaron importantes cantidades de dinero en la construcción de nuevas viviendas, y en otros proyectos, lo que significó que dichos recursos no fuesen empleados en inversiones en el sector productivo de la industria. Esta situación no cabe duda que agravó la crisis económica y redujo la capacidad del sistema económico alemán para recuperarse, cuando a raíz de la crisis del 29 no fueron renovados los créditos americanos. No obstante, hay que tener en cuenta que la construcción de viviendas tenía como uno de sus objetivos el mejorar la capacidad productiva de los trabajadores, por medio de la realización de viviendas baratas e higiénicas. Al mismo tiempo se incidía con esas inversiones, en la puesta en marcha de la maquinaria productiva, poniendo en circulación recursos que animasen a una economía paralizada. Por último, esos recursos se recuperarían por medio de las rentas pagadas por los inquilinos. La operación era adecuada y mejoraba las condiciones de vida de una parte importante de la población. Lo que se desprende de la crítica de Tafuri es que la sociedad alemana y en particular los ayuntamientos socialdemócratas no previeron la caída de valores de Wall Street ni se anticiparon a la crisis económica del 29. No es justo hacer recaer sobre los ayuntamientos alemanes la responsabilidad de los efectos de la crisis del 29 y mucho menos su culpa por no haber previsto la gravedad de sus consecuencias. La financiación de las viviendas era adecuada en una economía razonablemente estable y la responsabilidad de su inestabilidad y la crisis del 29 se encuentra exclusivamente en la estructura especulativa del mercado de capitales americano y su falta de previsión. Por otro lado, según Manfredo Tafuri, existía una multiplicación del socialismo, que pretendía la creación de espacios en los cuales se observase el “orden” formal de estos barrios, frente al “caos” del territorio capitalista: la racionalidad e higiene de las Siedlungen, frente a la inhabitable ciudad tradicional. De ahí que se tratase, según este autor, de islas “socialistas” en una ciudad capitalista. Las unidades residenciales autónomas, separadas de la ciudad histórica de forma física y conceptual, vinieron a constituirse en áreas aisladas donde la nueva vida podía ser observada desde el exterior, pero no se podía participar a

causa de su voluntaria separación de la ciudad tradicional. Hay algo de cierto en estas acusaciones: las Siedlungen, como las Hoffe en Viena, fueron presentadas por los políticos social demócratas como el “socialismo ahora”, obligados a ofrecer resultados concretos y vestirlos de un color. Sin embargo, las Siedlungen eran el desarrollo -el más ambicioso que se había realizado hasta entonces- de los planteamientos de corrección y mejora de la ciudad capitalista, para racionalizar y optimizar la ciudad como máquina de producción. La mayor parte de los materiales teóricos que se emplearon en la concepción y construcción de estos barrios provenían del análisis y la crítica de la ciudad industrial europea y muchas de sus ideas estaban ya enunciadas antes de la Primera Guerra Mundial, en algunos casos por teóricos muy lejos del socialismo. Es decir, se buscaba caminar en el sentido del progreso, resolver los problemas planteados de alojamiento con los instrumentos conceptuales y materiales que tenían en las manos, de modo que las nuevas unidades residenciales mejorasen notablemente las soluciones tradicionales. En todo caso no pueden ser identificadas con las Hóffe en lo referente a su condición de islas socialistas, ya que la ubicación de unas y otras en la ciudad era bien distinta, pues las Hoffe eran efectivamente islas en la ciudad, piezas que se construían en la trama ochocentista, mientras que las Siedlungen, y especialmente las últimas que se construyeron en Frankfurt o en Berlín, transformaban la misma ciudad, interviniendo en la relación entre barrio y ciudad. Frente al carácter cerrado y defensivo de las Hr5ffe se oponía el carácter de espacio abierto de las Siedlungen. Las Siedlungen venían a ser ejemplos construidos en función de una labor colectiva, de una tradición urbanística y arquitectónica, que tenía su base real en los problemas de la ciudad alemana. El texto de Manfredo Tafuri es significativo y no deja lugar a la duda: se trata de “utopías realizadas”. Sin embargo, se ignora en esta reflexión la aplicación de ideas y condiciones materiales que hicieron posible su construcción. La aplicación práctica de esos principios, la resolución concreta de los problemas, abrió el camino al futuro. Las Siedlungen fueron el resultado de la experiencia y la reflexión sobre la realidad en todo aspecto.

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