Las Octavas Planet Arias

  • November 2019
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las octavas planetarias en el cap�tulo cuarto se consideraron como una fuerza �nica las influencias combinadas de todos los planetas. ahora debemos ver c�mo los reflejos de los planetas individuales, cambiando constantemente en su ritmo y modificando as� mismo su relaci�n con todos los otros, se combinan para crear a cada momento una escena nueva y un nuevo estado de �nimo. con anterioridad tratamos de observar desde un lugar donde el tiempo estuviera detenido y en que el pasado y el futuro de los mundos resultaran s�lidos e inm�viles. pero cuando consideramos la influencia de los planetas sobre los hombres y en la naturaleza, volvemos al mundo de nuestra propia percepci�n; y aqu� la llave del entendimiento es el sentido de que todo se mueve, todo se cambia, todo se funde, se separa y se recombina, siendo todo transitorio y variable. por ahora es el punto de vista de la tierra el que nos concierne. para una criatura en la superficie de la tierra, los tiempos orbitales de los planetas que nos son familiares, a�n cuando posean armon�a y significaci�n en relaci�n con el sistema solar, carecen de cualquier significado especial. lo que tiene importancia es su relaci�n con la tierra. del modo como para un observador es importante en las carreras de caballos la posici�n relativa que estos guardan al cruzar la meta y no sus maniobras alrededor de la pista. supongamos que cada planeta refleja alguna influencia de naturaleza e intensidad constantes, por ejemplo, el magnetismo. para los seres sensibles en la tierra, esta influencia debe variar, no de acuerdo a la posici�n de ese planeta en su propia �rbita, sino de acuerdo con su distancia de la tierra y el �ngulo que hace en relaci�n con ella - siendo el �ltimo la medida de la velocidad a la que se acerca o se aleja. en t�rminos de brillantez, esta variabilidad es conocida para cada hombre de campo que observe el cielo nocturno de una estaci�n a la otra. venus y j�piter var�an en brillantez una magnitud estelar completa (2 1/2 veces); mientras que marte es 50 veces m�s brillante en un tiempo que en otro. el efecto del magnetismo var�a en forma parecida. por tanto, la periodicidad de la influencia de un planeta sobre la tierra debe seguir el tiempo que le sea necesario para regresar a la misma posici�n relativa. como vimos en un cap�tulo anterior, todos los fen�menos de la naturaleza son producto de tres fuerzas - sol, planetas. tierra. tomando como punto de partida el momento en que el sol, la tierra y un planeta dado se encuentran en l�nea recta, el ciclo del planeta ser� el tiempo que transcurra antes de que tal conjunci�n ocurra nuevamente. en otras palabras, es el intervalo entre los momentos recurrentes en que estas tres fuerzas act�an en el mismo sentido. pero en los cielos hay combinaciones mayores y menores de fuerzas, y tambi�n, conjunciones mayores como menores. en tanto que el poder de la influencia de un planeta seguir� en general la periodicidad de su simple conjunci�n con el sol, una condici�n exactamente similar s�lo se repetir� cuando la tierra, el planeta y el sol se sit�en en igual relaci�n con la v�a l�ctea o zodiaco. siendo la posici�n relativa del sol con el zodiaco reconocible para nosotros mediante la sucesi�n de las estaciones, se infiere que esta completa relaci�n s�lo hace recurrencia cuando la conjunci�n planetaria se presenta exactamente en la misma estaci�n en que lo hizo originalmente. es por esto que en cada planeta hay un doble ritmo de influencia - un ciclo menor de su conjunci�n con el sol, incluido dentro de un ciclo mayor donde esta condici�n est� todav�a m�s acentuada por la vuelta a la misma relaci�n con el zodiaco. un cierto y diferente n�mero de ciclos menores ocasiona para cada planeta un ciclo mayor. y, como veremos m�s tarde, la total combinaci�n de esos ciclos forma una notaci�n extraordinariamente matem�tica o musical. podemos trazar una tabla de conjunciones menores y mayores de acuerdo con las cuales puede esperarse que la influencia planetaria se acreciente o ameng�e: planeta tierra, planeta, sol tierra, planeta, sol, zod�aco

(luna 29 1/2 d�as) mercurio 117 d�as (4 ciclos lunares) x 25 : 8 a�os venus 585 " (20 " " x 5 : 8 " marte 780 " x 7 : 15 " asteroides 1 468 " x 7 : 9 " j�piter 398 " x 11 : 12 " saturno 378 " x 29 : 30 " uranio 369 " x 83 : 84 " neptuno 367 " x 163 : 164 "

)

por tanto mercurio y venus repiten su efecto m�ximo cada 8 a�os, los asteroides cada 9 a�os, j�piter cada doce a�os, marte cada 15 a�os y saturno cada 30 a�os. si estos varios ritmos se sobrepusieran, encontrar�amos una serie muy interesante de intervalos arm�nicos desarroll�ndose en el tiempo, cada etapa de la cual est� marcada por la conjunci�n mayor de uno o m�s planetas. notas a�os planetas do 24 j�piter x 2 venus y mercurio x 3 re 27 asteroides x 3 mi 30 marte x 2 saturno x 1 fa 32 venus y mercurio x 4 sol 36 j�piter x 3 asteroides x 4 la 40 venus y mercurio x 5 si

45 marte x 3 asteroides x 5 do 48 y j�piter x 4 venus y mercurio x

6

para las planetas interiores, encontramos adem�s una serie de tiempo m�s corto que no se basa esta vez en su conjunci�n mayor con el sol y el zodiaco, sino en su conjunci�n menor con el sol y la luna. esta segunda serie se mide naturalmente as� mismo en meses lunares (29 1/2 d�as) y no en a�os solares 2. notas d�as meses lunares do 2340 80 marte x 3, venus x 4, asteroides x 5, mercurio x 20 re 2632 1/2 90 venus x 4 1/2 mi 2925 100 venus z 5 mercurio z 25 fa 3120 106 ? marte x 4 sol 3510 120 marte x 4 1/2 , venus x 6, mercurio x 30 la 3900 133 ? marte x 5 si 4387 1/2 150 venus x 7 1/2 do 4680 160 marte x 6, venus x 8, asteroides x 10, mercurio x 40 lo primero que nos sorprende es que esta segunda serie es una repetici�n exacta de la primera, estando todas las cifras simplemente mul- tiplicadas por tres y un tercio. estas dos extra�as e irregulares progresiones, aunque aparentemente independientes, son las mismas. adem�s, ambas pertenecen a una serie arm�nica que hemos conocido antes. por tanto, ya existe un estudio por el cual la serie 24, 27, 30, 32, 36, 40, 45, 48 nos es familiar. estas cifras, consideradas como vibraciones, representan el valor relativo de las notas de una escala musical mayor. y s�bitamente recordamos

viejas historias en que esta misma escala musical, achacada por la leyenda a los pitag�ricos, fu� inventada por una escuela especial de astr�nomos y f�sicos, para hacer eco a la m�sica de las esferas. resulta ahora claro que �sta no es una leyenda sino un hecho real. la octava o escala musical es una notaci�n de esta armon�a de los cielos planetarios, adaptada al ciclo del hombre, eco a su vez de una gran ley que controla el desarrollo de todos los procesos en el universo. 3 en la interacci�n de lo que creemos que son movimientos fortuitos, se revelan ahora dos octavas musicales perfectas y netamente separadas, desarroll�ndose eternamente a lo largo de la vida del hombre y de la historia de su raza. m�s a�n, si recordamos y aplicamos el inmenso factor que deslinda el tiempo y percepci�n humanas del tiempo y percepci�n del sol, 4 encontramos que esta armon�a planetaria debe afectar a esa sensaci�n divina como la m�sica audible afecta al hombre. entre el tiempo humano y el tiempo solar se encuentran 36 octavas; exactamente el mismo intervalo separa las vibraciones de la m�sica humana con respecto a las vibraciones del movimiento planetario. literalmente, los movimientos de los planetas crean m�sica para el sol. ii la significaci�N de la armon�A lo que hemos tratado de formular hasta ahora es la recurrencia peri�dica del ciclo total de la influencia de cada planeta, y la relaci�n de estos ciclos entre s�. sin embargo, dentro de su ciclo, la influencia de cada planeta se desarrolla y mengua en una forma muy individual. hemos visto ya que esta variaci�n puede medirse de dos modos - por medio de la cambiante distancia entre el planeta y la tierra; y por medio de sus variables velocidades en relaci�n con la tierra. el grado de su posible distancia depende principalmente de la cercan�a de su �rbita, porque mientras pase m�s cerca de la tierra, mayor ser� el contraste entre su conjunci�n y su oposici�n. anotamos un efecto de esto en las fluctuaciones de brillantez, que para el vecino marte var�a 50 veces, mientras que el distante j�piter es s�lo 2 y media veces m�s brillante en su aproximaci�n mayor que en su mayor lejan�a. pero puesto que los planetas interiores no brillan en proporci�n directa a su distancia, debido al efecto de las fases, la luz por s� sola es una medida dudosa de influencia. como dijimos anteriormente, la verdadera influencia de los planetas sobre la tierra es casi con certeza de naturaleza magn�tica; y la fuerza magn�tica var�a en proporci�n directa a la carga del magneto y en proporci�n inversa al cuadrado de su distancia. si suponemos que la carga del planeta es proporcional a su masa multiplicada por su velocidad orbitaria, podemos entonces hacer algunos c�lculos interesantes acerca de la influencia magn�tica relativa de los diferentes planetas sobre la tierra y las variaciones de su influencia. si, por ejemplo, tomamos la influencia magn�tica de la luna sobre la tierra estimada en unos 5,000 amperios 5, entonces la influencia media de j�piter ser�a de cerca de 900 amperios, de venus 600 amperios, de marte 60 amperios, de saturno 40 amperios y de mercurio 20 amperios. la influencia de urano y neptuno en esta escala ser�a poco m�s o menos un amperio. por otro lado, el monto de variaci�n en su efecto ser�a muy diferente para los diversos planetas. marte en su mayor fuerza ser�a m�s fuerte que venus, y en su punto m�s d�bil tan d�bil como tirano; su influencia en un extremo ser�a no menos de 80 veces mayor que en el otro. la influencia de saturno, sin embargo, variar�a solamente hasta el doble, mientras que las de urano y neptuno permanecer�an pr�cticamente constantes. ahora bien, el hombre est� constituida de manera que registra contrastes y cambios de toda especie, en tanto que las condiciones constantes pasan desapercibidas. un hombre que vive en la ciudad sigue en su trabajo sin darse cuenta del bullicio del tr�fico, pero se siente muy afectado por un radioreceptor que haga ruido y se calle alternativamente en la casa del vecino. as� que es de esperar que la influencia perturbadora de marte y venus alcance notablemente a la humanidad, en tanto que quede m�s o menos al margen de la de saturno, urano y neptuno, aunque

estas �ltimas pueden ser m�s fuertes y saludables. esta no es cuesti�n de efecto real, sino de prestar atenci�n. m�s tarde veremos que mientras hay mucha evidencia de ritmo en los aspectos violentos y procreativos de la naturaleza, tales como la guerra, la abundancia y el hambre, los ciclos en la esfera del pensamiento, de la aspiraci�n, son mucho m�s dif�ciles de reconocer y afectan relativamente a pocos. por tanto, la variabilidad de la distancia es un �ndice de disturbio. la otra clase de variaci�n de que hablamos, reside en la cambiante velocidad del planeta en relaci�n con la tierra. esta puede medirse m�s simplemente por el �ngulo que forma el planeta con el sol y con la tierra. un peque�o experimento geom�trico demostrar� que si este �ngulo es de 0� (cuando el planeta, el sol y la tierra est�n en l�nea recta), el planeta se mueve paralelamente a la tierra, por lo que se encuentra. estacionario en relaci�n a ella. por otra parte, si el �ngulo es de 90� (esto es, que una l�nea de la tierra al planeta haga tangente con la �rbita de �ste �ltimo), el planeta se aproxima o se aleja a su plena velocidad orbital. las velocidades entre estos extremos ser�n proporcionales al �ngulo. otro ensayo geom�trico mostrar� que s�lo con los planetas internos puede formarse un �ngulo recto. para los planetas exteriores el �ngulo m�ximo es siempre menor a 90� y decrece continuadamente con el alejamiento de la �rbita del planeta. de esto se derivan dos efectos. mientras m�s cercano est� un planeta al sol, es mayor su velocidad posible en relaci�n a la tierra y, consecuentemente, mayor la variaci�n de esa velocidad. mercurio puede aproximarse a la tierra a 50 kil�metros por segundo, puede permanecer estacionario o puede: retroceder a esta inmensa velocidad. por el contrario, neptuno s�lo puede variar entre lo estacionario y 1/7 de kil�metro por segundo en relaci�n a la tierra. 6 para comprender el efecto de esta variaci�n supongamos que el habitante de la ciudad est� siendo molestado, adem�s, por un mosquito que revolotea en su oficina. sentado en su escritorio reconoce instintivamente el grado de peligro por los altibajos del zumbido. porque cuando la velocidad del insecto que se aproxima se agrega a las vibraciones de su nota, ella se comprime o agudiza, y cuando es substra�da, se dilata o se hace grave. de este modo mercurio cambiar� el tono de su nota fundamental y podemos considerar el efecto inquietante y nervioso producido por el zumbido del mosquito como un indicio de la influencia de este planeta. 7 si, entonces, como nuestras deducciones el�ctricas parecieron demostrar, cada planeta emite una cierta nota o energ�a transformada para un prop�sito determinado, esta nota o energ�a estar� sujeta a dos variaciones dentro de su ciclo. primero, habr� una vibraci�n de volumen dependiente de la distancia. segundo, habr� una variaci�n de tono, dependiente de la velocidad relativa. marte y venus tienen la variaci�n m�s amplia de volumen. mercurio y venus tienen la variaci�n m�s amplia de tono. mientras que tanto en tono como en volumen los planetas m�s exteriores permanecen constantes, sonando con un bajo sostenido que hace fondo a la armon�a general. todav�a debe tomarse en cuenta otra variaci�n. si comparamos las cifras de conjunciones citadas antes con efem�rides astron�micas de posiciones planetarias, encontramos que no coinciden exactamente. cada planta avanza con adelanto o atraso infinitesimal. despu�s de ocho a�os, venus llega a su mayor conjunci�n con un adelanto de dos d�as y cuarto; marte gana 26 d�as en su ciclo de 15 a�os; en tanto que j�piter pierde cinco d�as en 12 a�os y saturno 8 y un tercio en treinta. si fueran relojes, no ser�a muy estimada su exactitud. marte, el menos preciso, se adelantar�a 7 minutos por d�a; venus adelantar�a tambi�n un minuto y saturno se atrasar�a uno; pero urano estar�a casi a tiempo por s�lo 3 segundos. por tanto, aparte de los cambios de tono debidos a la relatividad, cada planeta de por s� suena imperceptiblemente bajo o agudo. sin embargo, esta sola imperfecci�n parece significativa. porque nada en la naturaleza es inmutablemente exacto. y mientras que la ley de octavas tiene validez para un esquema muy amplio, para la vasta mayor�a, siempre queda un resquicio, una puerta de salida dejada para la excepci�n y el cambio. sin esto, �l cosmos ser�a de una rigidez espantable y f�rrea. pero debido a que est� vivo,

tiene un margen de elasticidad. el margen permitido es peque�o, como el que dista entre el pianista que toca con comprensi�n y arrebato y otro que toca con perfecci�n mec�nica. pero en ese diezmil�simo de segundo de diferencia, mucho puede acontecer en otra escala. 8 esta armon�a siempre cambiante de ritmo planetario ense�a dos lecciones: primero, que la historia siempre se repite a s� misma, y segundo, que la historia nunca se repite. pues, aunque cada ciclo se repite con una exactitud que hace posible calcular las efem�rides con tres a�os de anticipaci�n y se puede tener seguridad que traer� infaliblemente el mismo delirio por la procreaci�n o la guerra, por la especulaci�n o el suicidio, siempre alg�n otro ciclo cruz�ndose diferentemente, acarrea a la escena un nuevo matiz u otras posibilidades. y a�n cuando al final de siglos, todos los ritmos planetarios deben repetirse nuevamente en la misma unida conjunci�n, todav�a as� el adelanto infinitesimal de uno o el retardo de otro impide una repetici�n exacta de lo que ocurri� con anterioridad. en tanto que todav�a por encima de �sto, todo el sistema solar se situar� en una relaci�n diferente con el foco de la v�a l�ctea, recibiendo de �l alguna nueva influencia intangible, que como la m�sica apenas audible que se toca fuera del escenario, podr� alterar toda la actitud del espectador hacia el juego de luces de la pantomima. todo se repite nuevamente, y nada se repite de nuevo. porque si las grandes conjunciones se repitieran exactamente, entonces todo estar�a lo mismo que antes. despu�s de 2.520 a�os, el mismo alejandro, ense�ado por el mismo arist�teles, conducir�a a los griegos contra los persas, y cruzar�a los mismos desiertos y valles, piedra por piedra, a las mismas fabulosas cortes de la india. el creador del universo no es tan simple. quiz� otro alejandro, �pero de qu� raza, de qu� educaci�n? quiz�s otra marcha hacia oriente, �pero con qu� armas y con qu� intenciones? quiz� otra apoteosis en egipto, �pero qui�n desempe�a el papel y cu�les son su forma y su significado? el universo es simple s�lo para quien dice la buenaventura. el hombre puede calcular esta probabilidad o aquella y en modo reducido y general, puede llegar a acertar. pero no importa cuan elaborada sea su visi�n, el destino tiene otro factor en reserva. los cielos siempre de. ben dejar abierta la salida - por la buena raz�n de que son infinitos. dos cuestiones fundamentales se levantan de lo que hemos considerado. la primera concierne al modo en que puede esperarse que el desarrollo y la mengua de las influencias planetarias afectan al hombre. la segunda concierne a la verdadera significaci�n de nuestras octavas. en primer lugar, pues, �qu� consecuencias tiene para los seres humanos el hecho de que j�piter brille ahora de nuevo con la misma intensidad y la misma relaci�n con el sol y las estrellas que hace dos a�os? conocemos por experiencia la influencia que ejerce sobre todos los seres vivientes y hasta sobre las mareas, la periodicidad de la luna, as� como la periodicidad de la tierra, con sus concomitantes estaciones y sus efectos. no es por tanto dif�cil concebir que otros planetas dirijan, en nosotros, ciclos equivalentes a sus per�odos de conjunci�n; y, tambi�n, que estos ciclos encuentren ritmos correspondientes en ciertos �rganos corp�reos, como sucede en los ovarios femeninos con el ciclo lunar. por el momento no podemos considerar esto m�s que como una hip�tesis. encontraremos m�s pruebas en adelante. mientras tanto, podemos imaginar sencillamente a estos mismos�rganos como antenas receptoras, sintonizadas cada una en la longitud de onda de un planeta en particular y, variando por tanto, en la intensidad de su acci�n con la periodicidad de la influencia de los planetas. de ah� que la complejidad de la vida del hombre provenga del hecho de que todos estos ritmos diferentes se entretejen, neutraliz�ndose, acentu�ndose o modific�ndose -y, todav�a produciendo al mismo tiempo un "latido" combinado, que puede o no ser reconocido. recientemente se ha hecho mucho trabajo interesante sobre el car�cter c�clico de muchos fen�menos biol�gicos y humanos- un ritmo de 9 2/3 a�os para la fecundidad de los animales; un ritmo de 18 a�os para la actividad constructiva; un ciclo de

54 a�os con referencia a la manera en que el hombre emplee la energ�a natural y a la forma de su sociedad. 9 m�s adelante tendremos ocasi�n de mostrar que los ritmos mejor establecidos cuadran de hecho con ciclos planetarios. pero, por el momento, podemos decir solamente que si existe la posibilidad de que un planeta pueda estimular a un �rgano de un hombre en particular, parece indiscutible que la misma conjunci�n podr�a activar a este �rgano en millones de hombres, produciendo olas de actividad o depresi�n en los negocios, ciclos de guerras, fluctuaciones peri�dicas en los �ndices de nacimiento, etc. dos planetas que pasan pueden crear una cierta tensi�n c�smica bajo cuya influencia, y sin saberlo, parece al hombre en la tierra que debe luchar, matarse entre s� y morir por causas heroicas durante a�os enteros. si los planetas gobiernan del todo al hombre, no respetan a las personas, y uno se puede preguntar si, dado el estado general del ser del hombre, puede tener alg�n otro resultado una excitaci�n universal de las gl�ndulas de la pasi�n. pero ya sea que atribuyamos o no alguna significaci�n a estos ciclos, nos enfrentamos a�n a la incre�ble e ineludible armon�a producida por su combinaci�n. estas octavas perfectas y siempre cambiantes, llenan a uno de asombro tanto por la sutilidad y perfecci�n del �rden c�smico, como de maravilla por el hecho de que la percepci�n humana deba permanecer al margen de todo eso. dijimos que los planetas, en su calidad de refractores o transformadores de la fuerza de vida. representan forma, color, calidad y funci�n. pero cada uno representa una forma y funci�n diferentes. y ahora vemos como, debido a esta ley arm�nica de sucesi�n, una forma debe dar paso a su debido tiempo a otra; una funci�n a la siguiente. hemos encontrado de hecho, el arquetipo para el desarrollo de todas las progresiones. cada secuencia en tiempo y densidad -ya se trate de las notas audibles de las escalas musicales, de los colores visibles del espectro, o del crecimiento tangible de formas org�nicas- sigue esta producci�n de octava. todas las progresiones y procesos sobre la tierra tra�das a la existencia por la fuerza triple de la creaci�n, contin�an y prosiguen conforme a esta ley de influencias sucesivas. si la secuencia de los planetas en su vasta marcha a trav�s del tiempo, produce las notas de octavas interminables, podemos estar seguros que las mismas quanta de luz, en su viaje infinit�simo, hacen lo mismo. todos, la naturaleza, el hombre, el insecto y la c�lula, se mueven a tiempo y viven su existencia dentro de este esquema arm�nico. tan inevitablemente como el tiempo avanza, esta influencia sucede a aqu�lla, y ora uno, ora otro aspecto del hombre, o de la empresa, galvanizan la vida merced a la sucesi�n r�tmica. as� como mi sigue a re, as� el amarillo debe seguir al anaranjado, el nacimiento al embarazo, y marzo arador debe estar seguido de abril germinador. ning�n poder en la tierra puede alterar esta secuencia inevitable, ni reemplazar esta variedad por la monoton�a de una sola verdad. todas las variaciones sobre un tema se deben a ello. la vida es una idea solar. pero la escala de seres vivientes -metales, minerales, plantas, gusano, animal y hombre- son sus formas planetarias. en cambio el metal es una idea - siendo el plomo, mercurio, oro, plata, zinc, cobre y hierro sus variaciones planetarias. y, como lo vemos desde nuestra octava, cada variaci�n tiene su hora. es por esta raz�n que el hombre, atento para sus propios prop�sitos a perpetuar una nota o una faceta de entendimiento, est� destinado a la desilusi�n. por esta raz�n los procesos que �l inicia, cambian de naturaleza ante sus manos y ojos. porque si hoy un planeta mueve su coraz�n, otro mover� su raz�n ma�ana, y un tercero su pasi�n al d�a siguiente. el movimiento humanitar�o que aparece bajo el influjo de j�piter, se vuelve escol�stico bajo saturno y sangriento bajo marte. los cielos tocan escalas en su teclado, y �ste no puede sonar mas que las notas que aqu�llos ejecutan. pero nos equivocar�amos si crey�ramos que el efecto de esta secuencia se opone directamente a la leg�tima ambici�n del hombre. la ley de octavas es una parte

esencial ele la estructura del universo y se aplca a cada una de sus partes y procesos. a ella se debe esa incre�ble profusi�n de color. forma, tono y funci�n que deleita al hombre y lo estimula eternamente hacia nuevos esfuerzos y nueva comprensi�n. por tanto, tendr�amos que estar equivocados al interpretar la idea de influencias sucesivas desde un punto de vista moral, o viendo en ella un determinismo duro e inflexible. porque el paso de una influencia a otra no s�lo significa que se quita del hombre mucho de lo que desear�a conservar, sino tambi�n mucho de lo que desear�a desprenderse. cuando el fr�o y oscuridad del invierno se vuelven intolerables, es esto lo que trae la primavera; cuando la doctrina medioeval se expande insoportablemente r�gida, es esto lo que acarrea el renacimiento. y cuan do parece cierto al hombre que nada de lo que descubra puede salvarlo de la estupidez de su propio af�n destructor, esto es lo que le asegura que los cielos deber�n despertar a su tiempo otro aspecto de su naturaleza, brind�ndole una oportunidad fresca e inimaginable. iii la circulaci�N de la luz: visible e invisible si consideramos a la luna y los planetas en relaci�n con la tierra (y nunca debemos olvidar que �ste es el �nico punto de observaci�n desde el que el estudio cient�fico del sistema solar se ha hecho siem pre), se encuentra que corresponden naturalmente a tres grupos. (a) visibles a simple vista dentro de la �rbita terrestre - luna, mercurio, venus. (b) visibles a simple vista fuera de la �rbita terrestre - marte, j�piter, saturno. (c) invisibles a simple vista, fuera de la �rbita terrestre - urano, neptuno, plut�n. si se objetara que la percepci�n humana provee una evidencia muy arbitraria para una clasificaci�n, debemos replicar ahora que no es tan arbitraria como los cient�ficos est�n inclinados a creer. como establecimos en el cap�tulo 2, un hombre es un cosmos, cuyos tiempos y percepciones contienen una definida relaci�n c�smica con los tiempos y percepciones de cosmos mayores o menores. luego su percepci�n, porsu sola limitaci�n, tiende a dividir los fen�menos de un modo significativo o no-accidental. no es accidente, por ejemplo, que todos los movimientos de desarrollo org�nico y todos los movimientos de los cuerpos celestes permanezcan precisamente por fuera del alcance de su percepci�n, invisibles para �l. la relaci�n de tiempos del cosmos humano tanto con el cosmos de la naturaleza como con el cosmos del sistema solar mec�nicamente lo asegura. por tanto, para descubrir su posici�n y posibilidades actuales en el universo, el hombre debe retornar al estudio cr�tico de su desamparada percepci�n. ello le mostrar� lo qu� es y desde d�nde puede empezar. pues que telescopios, microscopios, espectroscopios, radio, radar, cinema, etc., de hecho son imitaciones mec�nicas de facultades humanas superiores que todav�a no llega a disfrutar. el peligro est� en que pueden hipnotizarlo en la creencia de que ya posee estas funciones superiores y, por tanto, persuadirlo de que se encuentra en una posici�n diferente de la que en realidad ocupa. con tal imaginaci�n de s� mismo nunca podr� seguir avanzando. en todo este libro, por tanto, se hace un llamado hacia la evidencia de la propia percepci�n del hombre, m�s tal es la influencia de la ciencia te�rica sobre la mente en nuestro tiempo, que en muchos casos ese retardo de percepci�n tendr� visos de superstici�n. veamos, entonces, hacia d�nde nos conduce nuestra divisi�n de planetas en visibles e invisibles. vemos de inmediato que esta 'invisibilidad' se expresa a s� misma en m�ltiples formas. por ejemplo, los planetas conocidos en la antig�edad no s�lo son f�sicamente visibles, sino que sus ciclos se repiten varias o muchas veces a lo largo de la vida de un hombre, y por tanto pueden ser estudiados en todos sus aspectos por un solo hombre. en contraste, urano, neptuno y plut�n no s�lo est�n f�sicamente m�s all� del alcance de la mirada humana, sino que sus ciclos

temporales (84, 164, 248 a�os respectivamente) tambi�n est�n por encima del alcance de la vida humana. sin embargo, urano existe s�lo un poco por encima de la visi�n natural del hombre y ya es posible verlo con la vista aguda del mismo modo que su ciclo se extiende tan s�lo un poco m�s all� de su tiempo natural de vida y puede de hecho ser alcanzado por un hombre de edad excepcionalmente prolongada. por tanto, podemos pensar correctamente si consideramos a los planetas tradicionalmente visibles como una octava, y a los restantes planetas 'invisibles', como la iniciaci�n de una segunda octava; en la misma forma en que los colores 'visibles' tradicionales forman una octavade vibraciones, y la restante radiaci�n utra-violeta 'invisible' es iniciaci�n de una segunda. posteriormente veremos que hasta dentro de esta octava visible existen ciertos intervalos que est�n completados invisiblemente, ejemplo de lo cual se encuntra en los asteroides. esta disposici�n puede expresarse en un c�rculo as�: m�s a�n, este arreglo de los planetas en una octava visible y otra invisible, no es peculiar de los seres humanos en la tierra, sino que resulta de la relaci�n entre criaturas de escala humana y el sistema solar como un todo, no importa cu�l parte de �l puedan ellos habitar. por ejemplo, para la percepci�n humana en el planeta marte, mercurio podr�a haber desaparecido completamente en el brillo del sol, en tanto que urano se habr�a vuelto cierta mente visible. para la visi�n de un hombre situado en j�piter, venus seguir�a a mercurio en invisibilidad, pero neptuno a su vez penetrar�a en su campo de visi�n. por tanto, para los seres c�smicos en la escala del hombre, ser�an probablemente visibles en cualquier parte del universo cinco planetas y un sat�lite o sat�lites; el resto ser�a invisible. as� que, despu�s de todo, nuestro c�rculo aparece como un diagrama generalmente aplicable, en el que de cualquier manera los puntos individuales tendr�an diferente significaci�n desde el punto de vista de otros planetas. por tanto, en el cielo de cada uno de los planetas ser�an visibles siete cuerpos mayores o series de cuerpos, y s�lo siete -sol, sat�lite(s), y otros cinco planetas. los siete visibles desde nuestra tierra son, por supuesto, el sol, la luna, mercurio, venus, marte, j�piter y saturno. entre estos existe una circulaci�n de luz. puesto que es la reflexi�n de la misma luz solar la que los hace simult�neamente visibles, y la ausencia de este reflejo la que nos trace invisibles a urano y neptuno, y, por tanto, fuera de esta particular circulaci�n.

esta circulaci�n de luz es un movimiento desde la m�xima brillantez que conocemos -la del sol- hasta la invisibilidad y, nuevamente, hacia la brillantez. en esa pulsaci�n entre la oscuridad y la brillantez, est�n constantemente implicadas todas las partes del sistema solar, como todas las partes del cuerpo humano est�n constantemente implicadas en la pulsaci�n entre las arterias cargadas de ox�geno y las venas carentes de aqu�l. �pero c�mo se efect�a esta circulaci�n? el sol emite la luz como el coraz�n bombea la sangre. �pero qu� ocurre despu�s? �c�mo se manifiesta esta pulsaci�n de lo radiante y lo oscuro? al c�rculo que muestra los siete cuerpos celestiales, perm�tasenos agregar cifras que representen su magnitud promedio. despu�s unamos la serie interna y luego la externa en orden de brillantez. si ahora unimos, adem�s, los dos puntos m�s brillantes que representan a la luna y a j�piter y los dos puntos menos brillantes, que, representan a saturno y mercurio, y si hacemos que el punto de intersecci�n represente en la primera l�nea la m�xima brillantez que conocemos, como es la del sol (mag. -27.6) y en la segunda el punto de invisibilidad (mag. 6), encontraremos que la figura toda (142857) se ha convertido ahora en una escala corrediza de brillantez. principiando en el punto de invisibilidad y yendo hacia saturno, subimos toda la escala de brillantez celeste hasta alcanzar al sol; entonces, m�s all�, declinamos nuevamente hacia el punto de invisibilidad de donde empezamos. posteriormente,

podemos delinear sobre esta l�nea el encendimiento y apagamiento de los diferentes planetas en magnitud, descrito en la �ltima secci�n, y mostrar as� su movimiento individual hacia atr�s y hacia adelante, dentro de la circulaci�n general. y, finalmente, podemos ver en la intersecci�n de las dos l�neas c�mola m�xima brillantez en una l�nea coincide con la invisibilidad en la otra; es decir, c�mo todos los planetas deben desaparecer de la vista en su conjunci�n con el sol. la misma figura tambi�n indica, si podemos leerla, la direcci�n del desarrollo de cada uno de los planetas. vemos, por ejemplo, c�mo mercurio se mueve hasta una invisibilidad creada por la brillantez del sol, mientras que saturno emerge de una invisibilidad creada por la distancia. vemos c�mo j�piter se desarrolla por s� hacia la radiaci�n de un sol, en tanto que la luna es un v�stago reciente de tal radiaci�n. de hecho esta extra�a cifra -142857- puede explicarnos una infinidad de cosas, porque en ella hemos tropezado con una curiosidad matem�tica que oculta en realidad una de las leyes fundamentales del universo. cuando la unidad se divide entre siete este decimal recurrente resulta: 0.142857. y cuando un cosmos completo se divide entre su principio de vida y sus seis funciones, es precisamente la secuencia de este n�mero la que representa la relaci�n entre ellos. si, por ejemplo, consideramos que el decimal est� compuesto de seis cantidades separadas, as�: .1

.04 .002 .0008 .00005 .000007

entonces tenemos una serie que parece representar la masa relativa de los �rganos que controlan las varias funciones en un cosmos. es esta secuencia la que explica la extraordinaria variaci�n en masa -que monta hasta cientos de miles de vecesentre las gl�ndulas que controlan al cuerpo, aunque parecen jugar papeles aproximadamente iguales. en el sistema solar explica la misma extraordinaria variaci�n en masa de los principales cuerpos celestes, desde j�piter (.001 de la masa del sol) y saturno (.0003), hasta los mayores sat�lites, que promedian solamente .00000007. y mediante ella podemos ver c�mo la masa total de planetas, asteroides, lunas y cometas que componen el todo, est� infinitamente dividida. sin embargo, en el presente estudiamos esta cifra como un s�mbolo de la circulaci�n de la luz dentro del sistema solar. y ahora vemos quees la circulaci�n de luz la que conecta todas las partes de este sistema con todas las otras partes, la que lleva todas las posibilidades a todas partes. exactamente como la circulaci�n de la sangre une todos los �rganos del cuerpo humano y hace de ese cuerpo un s�lido, en lugar de una armaz�n vac�a; o la circulaci�n del habla conecta diferentes tipos y hace de ellos un grupo en lugar de un n�mero de individuos aislados, as� la circulaci�n de la luz hace del sistema solar un s�lido, en vez de una colecci�n de esferas remotas e independientes. precisamente porque es un s�lido as�, ninguna parte est� separada de ninguna otra y el todo es accesible a aquel que pueda descubrir el secreto. 1 conjunci�n te�rica, basada en el per�odo orbitario promedio de su principal concentraci�n. 2 en esta segunda serie j�piter y saturno tambi�n parecen tomar parte, aunque como una influencia conjunta, actuando en un ciclo de 390 d�as. cada 390 d�as estos dos planetas repiten una relaci�n media con la tierra y hacen �ngulos iguales con la tierra y el sol; es decir, se equilibran sus influencias. tal ciclo coincide con no menos de cinco de las ocho etapas de esta serie -do (x6), mi(x7 1/2 ), fa(x8), sol(x9), do(x12). un curioso hecho corroborador ser� tratado en el cap�tulo 11,

"el hombre como microcomos". 3 v�ase ap�ndice ii, "la teor�a de las octavas planetarias". 4 80 mil millones de veces - v�ase cap�tulo ii "los tiempos del universo", p�g. 45. 5 v�ase p�g. 62 y los cuadros planetarios, ap�ndice 11 (e). 6 v�ase cuadros planetarios, ap�ndice 11 (d). 7 sustituyendo matiz de luz por tono. tenemos el m�todo por el que se mide el acercamiento o alejamiento de estrellas distantes ("variaciones del rojo"). 8 el principio de que el afinamiento arm�nico no es estrictamente matem�tico es, naturalmente, reconocido en la m�sica occidental y fu� enunciado por j. s. bach en su 'woltemperirte klavier' (1726-44). 9 ellsworth huntington: "mainsprings of civilation", 1945. e. r. dewey y e. f. dakin: "ciclos", 1947.

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