Las Imagenes De Dante

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  • Pages: 7
LAS IMÁGENES DE DANTE

Martha Lucía Ortiz cárdenas Código: U00034838

Rymel Eduardo Serrano Novoa Asesor Académico

10 DE FEBRERO DE 2009 ESTETICA Y POETICA, LITERATURA VIRTUAL UNNIVERSIDAD AUTONOMA DE BUCARAMANGA

LAS IMÁGENES DE DANTE “…la innegable comprobación de que en el inconsciente no existe un signo de realidad, de modo que es imposible distinguir la verdad frente a una ficción afectivamente cargada…” Sigmund Freud

En todo escrito se procura que el titulo resuma la tesis o represente parte de ella, y/o por lo menos incluya al lector, este caso no es la excepción. “Las imágenes de Dante”, como titulo, es un referente apropiado para lograr en el receptor evocar el contenido de sus obras, prolijas en cada escena. También descubre el centro de atención, el punto de partida para explorar al artista, aunque, el mismo Dante (en el Banquete) no da mayor importancia a la contemplación, menciona “las imágenes”, únicamente con el fin de comentar uno de los cuatro sentidos básicos para exponer un texto, el “literal”, aspecto que solo hace referencia a éstas como agentes de vida o de animación; mientras los otros tres sentidos se ocupan de situaciones más profundas como descubrir la intensión real del vate tras sus letras. Este ensayo propone estudiar el origen de dichas imágenes, que no son otra cosa que colosales oleos enriquecidos por la palabra en detalle y que el poeta colma de afectos en medio de su gran cruzada (La Divina Comedia y sus obras). Al decir esto es preciso advertir el por qué de la metáfora anterior, la respuesta se halla en la influencia de la pintura de la época en el imaginario colectivo y su relación con el momento espiritual, social y político en la Alta Edad Media. Eso en cuanto a la pintura, no obstante, la expresión “gran cruzada” acusa al poeta de una guerra (¿interna?). Entonces cabe la pregunta ¿Qué sabía el hombre de la Edad Media? El hombre de la edad media sabía lo que permitía el clero. Así las cosas, no se puede desconocer el importante papel que juega la iglesia en la obra completa de Dante. La relación entre la iglesia y el autor es la misma que un practicante cristiano de la época y cualquier catedral podrían tener pero cómo se llega a ésta afirmación; no es sencillo, la explicación más aproximada proviene de la herencia del arte bizantina, cuya manifestación más prominente es –para efecto- la pintura mural, adoptada por

el clero como prioridad en los templos. Desde el inicio de su uso es obvio que su función no se limita a decorar sino que tiene como objetivo suscitar en el feligrés un símbolo, un signo2, o como pueda ser rotulado cualquier tipo de representación, ésta en especial, atestada de Teología del temor; donde Dios es un ser que está sobre todas las cosas, inalcanzable, rodeado –sólo- por una corte de figuras celestes o personajes que han alcanzado la beatificación, que además dedica su eternidad a juzgar y condenar, usando a su antagonista y sus súbditos para imponer castigo y disfrutar del dolor expuesto por la recriminación del pecado. El fruto de esta lógica, es una construcción moral conveniente3 que fue llevada a su máxima expresión en el Periodo Románico (Siglo XI – XII) gracias a la técnica de distinguidos artistas en los frescos que se realizaron en los templos de toda Europa. Éste fue el método elegido por la iglesia para distribuir su “sistema de verdad” y sus mecanismos de castigo y recompensa: “su purgatorio”, “su infierno” y “su paraíso”. Después de ésta breve revisión crítica-histórica, confluyen eventos específicos que permiten la interpretación adecuada de cada componente puesto en escena para llegar al entendimiento, al significado, detrás de cada imagen planteada por Dante; más corresponde admitir un elemento motivador en el desarrollo de su obra, Beatriz, su amor fallecido; aunque sea en sí mismo una pérdida, dicho elemento, representa la necesidad de acercarse al amor, que -según Virgilio- cuando hace falta procura tres pecados: pereza, melancolía e indiferencia4. Tal es su búsqueda -que se ha bautizado anteriormente “gran cruzada”-, aquella evidencia el intento del florentino por prolongar la existencia de su amada en su creación, quizá también la cita porque -en su misticismo-, ella, ya es participe de la verdad suprema y a su vez la recrea como símbolo de su deseo de saber (de ser mejor), del amor a la verdad que lo dispone a entrar en el infierno (de la duda) propuesto por Virgilio, un lugar de condenados que recorre y observa hasta alcanzar la salvadora conclusión: “el bien común” –predicha por Aristóteles- y que él incorpora en El Banquete, con la frase “al servicio del otro”. Y va aún más allá, la revive no solo en la belleza que le otorga cuando a ella se refiere sino en el estilo de su verso, amplio y contemplativo, lleno de referentes como en los lienzos, donde la luz se descompone y los rayos pueden numerarse. Asimismo se percibe que ésta belleza obedece también de la virtud5, es decir, existe un criterio construido con base en “lo espiritual” (Externo, colectivo y perteneciente a

lo divino) donde lo virtuoso, se justifica y es, por el hecho de hacer aquello para lo que está destinado. Por consecuencia la Belleza ha de ser interpretada y admirada a través de “lo moral1” (Individual, estético y útil), de esta forma se “consagraba la belleza” y se excluye de parámetros públicos. Luego es proporcionado equivaler a Beatriz como virtud y en su sentido más profundo como camino de verdad y camino de felicidad. «Por entre mis deseos --dijo ellaque al amor por el bien te conducían, que cosa no hay de aspiración más digna…” (Fragmento) Canto XXXI, El Purgatorio, La Comedia.

Antes de continuar con el análisis, es oportuno reiterar que el motor de “la gran cruzada” es el amor a la verdad, al bien; el mismo amor que compartía el juicio adoptado por los individuos para estimar la Belleza, puesto que se pensaba que algo “puro” era digno de ser amado. Partiendo de ésta suposición, el teólogo, Santo Tomas de Aquino prefiere definir al amor como: “primer movimiento de la voluntad” y determinar el amor de Dios como amor primario, que seria en tanto génesis de los seres que son capaces de amar y ser amados. Por consiguiente es necesario, volver a significar este Dios que presenta Sto. Tomas como Dios de Amor que incita la voluntad de bien en el hombre, para procurar un afecto reciproco o una bondad mayor. Acertadamente dice el Sto.: “amar es querer el bien para alguien”7. En medio de esta disertación sucedió la oportunidad de hablar del tema con mi abuela materna que resuelve la inquietud sobre la voluntad y el amor de Dios con una oportuna oración: “Amando a Dios, se ama a los hombres” María Eva Guevara de Cárdenas (Evangelista)

Estas manifestaciones de bondad tienen, de hecho, propia representación. Acaso los símbolos inmediatos de Dios, los Ángeles, se apartan de aquella consideración afectiva y estética, o, efectivamente representan algo más que la extensión de la bondad de Dios. Según Santo Tomas de Aquino, los Ángeles son seres virtuosos por la bondad de Dios y son seres amados por ser virtud de su voluntad. De igual

forma aquel símbolo alado y celeste sirve al Teólogo para lograr la unidad ambicionada en su teoría, ya que la discusión de los sentidos como fuente concreta de verdad había tomado fuerza y la iglesia requería una nueva propuesta teológica capaz de unificar o agregar tal componente a su favor. Es así, que Santo Tomas de Aquino reconoce la importancia de los sentidos y concluye que todo conocimiento tiene origen en la sensación, sin embargo, agrega que los datos o la información obtenida por medio de estos sólo puede ser procesada por el intelecto, que es en sí mismo una realidad inmaterial, como el Alma, los ángeles y Dios. En cambio, Dionisio el Areopagita, no se detiene para dar razón de dichos símbolos pero admite su existencia metafórica y su efecto positivo (conveniente a el clero) como alivio de la angustia provocada por la incapacidad de hacer inteligible las cuestiones divinas, en cuyo caso, es mejor una metáfora maravillosa. Dante explora estos conceptos desde el aporte de Dionisio el Areopagita, simboliza y re-significa las imágenes comunes, incluso se puede dar igual trato a las bestias naturales de los infiernos asignándoles nuevo valor (planteamiento hecho por el Areopagita6), así las bestias se convierten en aleccionadores y/o purificadores (consciencia y culpa), son justo castigo y lección para el impío. Tampoco se aparta de esta propuesta para tratar las jerarquías celestiales en las que inscribe componentes morales, de una u otra forma humanizándolas y unificándolas. “Por supuesto, este rayo de luz no pierde nada de su propia naturaleza ni de si íntima unidad. Aun cuando actúa y se multiplica exteriormente, como es propio de su bondad, para ennoblecer y unificar los seres que están bajo su providencia, sin embargo permanece interiormente estable en sí mismo, absolutamente firme en identidad inmóvil. Da a todos, en la medida de sus fuerzas, poder para elevarse y unirse a El según su propia simplicidad.”

De esta forma cada símbolo que en la tierra representa un don, o, significa en sí mismo una bondad divina, tiene su par en la jerarquía celeste. En la obra de Dante tal correspondencia se hace apreciar en primer lugar, en la Jerarquía del mal que con imágenes crudas y pobladas de detalles incandescentes exponen la anterior idea; y por ultimo la Jerarquía Celeste se presenta, tal vez, con menor impacto pero sugiriendo igual proporción. No obstante, estas imágenes –algunas muy similares a las planteadas por Virgilio en la Eneida- valieron a Dante en renombre y retroalimentaron a artistas contemporáneos en su obra, como el pintor Luca

Signorelli, quien sino fue el primero, fue uno de los primeros en traducir los escritos de Dante en un fresco, ubicado en la Capilla de San Bricio en la Catedral de Orvieto alrededor de los años 1499-1504. Sin duda Miguel Ángel, Rafael y hasta Goya sufrirían su influencia. Es por vía de la pintura y la imagen que se hizo esta breve reflexión de la obra de Dante y es en este punto donde se define al autor como pintor y no como escritor; y también como guerrero que recupera a su amor por medio de la virtud y el acatamiento de la voluntad divina. Finalizo este trabajo con la frase contenida en el Capitulo I de La Jerarquía Celeste, Obras Completas de Pseudo Dionisio el Areopagita: “Cualquier persona reflexionando se da cuenta de que la hermosura aparente es signo de misterios sublimes.”

MARTHA LUCÍA ORTIZ CÁRDENAS

1. Moral como construcción cultural. 2. Bien puede, en principio ser esta representación un elemento proveniente de la fantasía de un individuo. 3. Se trata de significar convenientemente una representación. Es el predicado de la Iglesia Cristiana de la época. 4. La Divina Comedia, Purgatorio, en relación con la cuarta meseta. 5. “..Lo que mejor embellece y encomia el obrar humano, y más

directamente lo lleva a buen fin, es ciertamente el hábito de aquellas disposiciones que están ordenadas al fin propuesto…” El Banquete, Libro Primero, V, Dante Alighieri. 6. “El símbolo obliga a sumergirse en la riqueza inteligible de las

imágenes sensibles, a descubrir con lucidez y generosa entrega el valor inteligible del signo, y mediante él elevarse a lo significado.” Obras Completas, Pseudo Dionisio el Areopagita. 7. Articulo2, cuestión 20, sobre el amor de Dios. Primera parte de Suma

Teológica. 8. “Perded toda esperanza, oh vosotros los que entráis aquí”.

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