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>, estudiado por primera vez por el matemático japonés Yoshisuke Ueda a finales de los años setenta. Se trata de un circuito electrónico no–lineal dotado de una unidad de disco externa, relativamente sencilla, pero que produce un comportamiento extremadamente complejo (Mosekilde y otros, 1988). Cada balanceo de este oscilador caótico es único. El sistema nunca se repite, con lo que cada ciclo cubre una nueva región de espacio fase. No obstante, y a pesar del aparentemente errático movimiento, los puntos en espacio fase no se dis tribuyen aleatoriamente, sino que conforman un patrón complejo y altamente organizado, un atractor extraño actualmente extraño actualmente denominado “Ueda”. El atractor de Ueda es una trayectoria en un espacio fase bidimensional que gene ra patrones que casi se repiten, pero no del todo. Ésta es una característica típica de todos los sistemas caóticos. La figura 6–10 contiene más de cien mil puntos. Podría visualizarse como un corte lngitudinal de un trozo de masa de pan que ha sido repetidamente estirado y replegado sobre sí mismo, con lo que podemos observar que las matemáticas subyacentes en el atractor de Ueda son las de la <
91. Cambios minúsculos en el estado inicail del sistema conducirán con el tiempo a consecuencias en gran escala. En la teoría del caos esto se conoce con el nombre de <<efecto mariposa>> por la afirmación, medio en broma, de que una mariposa aleteando hoy en Beijing (Pekín) puede originar una tormenta en Nueva York el mes que viene. El efecto mariposa fue descubierto a principios de los años sesenta por el meteorólogo Edward Lorenz, quien diseñó un sencillo modelo de condicio nes meteorológicas consistente en tres ecuaciones no–lineales vinculadas. Descubrió que las soluciones de sus ecuaciones eran extremadamente sensibles a las condiciones iniciales. Desde prácticamente el mismo punto de origen, dos trayecto rias se desarrollaban de modo completamente distinto, haciendo imposible toda predicción a largo plazo (Gleik, 1987, p. 11 y ss.). Este descubrimiento sacudió a la comunidad científica, acostumbrada a confiar en ecuaciones deterministas para predecir fenómenos tales como los eclipses solares o la aparición de cometas con gran precisión sobre largos períodos de tiempo. Parecía inconcebible que ecuaciones estrictamente deterministas de movimiento pudiesen conducir a resultados impredecibles, pero esto era exactamente lo que Lorenz había descubierto. Según sus propias palabras: Cualquier persona corriente, viendo que podemos predecir bastante bien las mareas con algunos meses de antelación, se diría: <<¿Por qué no podemos hacer lo mismo con la atmósfera? Después de todo, no es más que otro sistema fluido, con leyes más o menos igual de complicadas.>> Pero me di cuenta de que cualquier sistema físico con comportamiento no periódico resulta impredecible (Gleik, 1987, p. 18).
El modelo de Lorenz no es una representación realista de un fenómeno meteoroló gico en particular, pero resulta un impresionante ejemplo de cómo un simple conjunto de ecuaciones no–lineales pueden generar un comportamiento enormemente complejo. Su publicación en 1963 marcó el inicio de la teoría del caos, y el atrac tor del modelo, conocido desde entonces como el atractor de Lorenz, se convirtió en el atractor extraño más popular y ampliamente estudiado. Mientras que el atrac tor de Ueda se desarrolla en dos dimensiones, el de Lorenz es tridimensional (figura 6–11). Para trazarlo, el punto en espacio fase se mueve de un modo aparentemente aleatorio, con una cuantas oscilaciones de amplitud creciente alrededor de un punto, seguidas por otras oscilaciones alrededor de un segundo punto, para vol ver luego súbitamente a oscilar sobre el primer punto y así sucesivamente. DE CANTIDAD A CUALIDAD La imposibilidad de predecir por qué punto del espacio fase pasará la trayectoria del atractor de Lorenz en un momento determinado, incluso aunque el sistema esté gobernado por ecuaciones deterministas, es una característica común a todos los sistemas caóticos. Ello no significa, sin embargo, que la teoría del caos no sea capaz de ofrecer predicciones. Podemos establecer predicciones muy ajustadas, pero estarán en relación con las características cualitativas del comportamiento del sistema, más que con sus valores precisos en un momento determinado. Las nuevas matemáticas representan, pues, el cambio de cantidad a cualidad que ca-
92. racteriza al pensamiento sistémico en general. Mientras que las matemáticas convencionales se ocupan de cantidades y fórmulas, la teoría de sistemas dinámicos lo hace de cualidad y patrón. En realidad, el análisis de sistemas no–lineales en términos de las características topológicas de sus atractores se conoce como <
93. mente el triple de tipos de bifurcación. Ralph Abraham, profesor de matemáticas de la Universidad de California en santa Cruz, y el grafista Christofer Shaw han creado una serie de textos matemáticos visuales sin ecuaciones ni fórmulas, a los que consideran el principio de una enciclopedia de bifurcaciones (Abraham y Shaw, 1982–1988). GEOMETRÍA FRACTAL Mientras los primeros atractores extraños eran explorados, durante los años sesenta y setenta nacía, independientemente de la teoría del caos, una nueva geometría llamada <
métricas en el sentido convencional del término. El tronco de un árbol es más o menos un cilindro, la luna llena aparece más o menos como un disco circular y los planetas circulan alrededor del sol en órbitas más o menos elípticas. Pero esto son excepciones, como Mandelbrot nos recuerda: La mayor parte de la naturaleza es muy, muy complicada. ¿Cómo describir una nube? No es una esfera... es como una pelota pero muy irregular. ¿Y una montaña? No es un cono... Si quieres hablar de nubes, montañas, ríos o relámpagos, el lenguaje geométrico de la escuela resulta inadecuado.
Así que Mandelbrot creó la geometría fractal – <
94. nuta coliflor. Así, cada parte se parece al vegetal completo, la forma del todo es semejante a sí misma a todos los niveles de la escala. Hay múltiples ejemplos de autosemejanza en la naturaleza. Rocas en montañas que se asemajan a pequeñas montañas, ramas de relámpago o bordes de nube que repiten el mismo patrón una y otra vez, líneas costeras que se dividen en partes cada vez menores, cada una de las cuales muestra semejantes disposiciones de playas y cabos. Las fotografías del delta de un río, el ramaje de un árbol o las ramificaciones de los vasos sanguíneos pueden evidenciar pautas de tan sorprendente semejanza, que nos resultará difícil decir cuál es cuál. Esta semejanza de imágenes a escalas muy distintas se conoce desde antiguo, pero nadie antes de Mandelbrot había dispuesto de un lenguaje matemático para describirla. Cuando Mandelbrot publicó su libro pionero a mitad de los años setenta, no se había dado cuenta de las conexiones entre geometría fractal y teoría del caos, pero ni él ni sus colegas matemáticos necesitaron mucho tiempo para descubrir que los actractores extraños son ejemplos exquisitos de fractales. Si se amplían fragmentos de su estructura, revelan una subestructura multinivel en la que los mismos patrones se repiten una y otra vez, hasta tal punto que se define comúnmente a los atractores extraños como trayectorias en espacios fase que exhiben geometría fractal. Otro importante vínculo entre la teoría del caos y la geometría fractal es el cambio de cantidad a cualidad. Como hemos visto, resulta imposible predecir los valores de las variables de un sistema caótico en un momento determinado, pero podemos predecir las características cualitativas del comportamiento del sistema. De igual forma, es imposible calcular la longitud o área exactas de una figura fractal, pero podemos definir de un modo cualitativo su grado de <<mellado>> Mandelbrot subrayó esta espectacular característica de las figuras fractales planteando una provocadora cuestión: ¿Qué longitud exacta tiene la línea costera británica? Demostró que, puesto que la longitud medida puede extenderse indefinida mente descendiendo progresivamente de escala, no existe una respuesta definitiva a la cuestión planteada. No obstante, sí es posible definir un número entre 1 y 2 que caracterice el grado de mellado de dicha costa. Para la línea costera británica, dicho número es aproximadamente de 1,58, mientras que para la noruega, mucho máas accidentada, es aproximadamente 1,70. Como se puede demostrar que dicho número tiene algunas propiedades de dimen sión, Mandelbrot lo llamó una dimensión fractal. Podemos comprender esta idea in tuitivamente si nos damos cuenta de que una línea quebrada sobre un plano llena más espacio que una línea recta, con dimensión 1, pero menos que el plano, con dimensión 2. Cuanto más quebrada la línea, más se acercará su dimensión fractal a 2. De igual manera, una hoja de papel arrugado ocupa más espacio que un plano, pero menos que una esfera. Así, cuanto más arrugada esté la hoja, más cerca de 3 estará su dimensión fractal. Este concepto de dimensión fractal, que al principio era una idea matemática pura mente abstracta, se ha convertido en una herramienta muy poderosa para el análisis de la complejidad de las figuras fractales, ya que se corresponde muy bien con nuestra percepción de la naturaleza. Cuanto más sesgados los perfiles del relámpago o los bordes de las nubes, cuanto más abrupto el perfil de costas y montañas
95. mayor será su dimensión fractal. Para representar las formas fractales que se dan en la naturaleza, podemos construir figuras geométricas que exhiban autosemejanza precisa. La principal técnica para cosntruir estos fractales matemáticos es la iteración, es decir, la repetición de cierta operación geométrica una y otra vez. El proceso de iteración –que nos condujo a la transformación del panadero– la característica matemática común a los atractores extraños, se revela así como la característica matemática central en el vínculo entre la teoría del caos y la geometría fractal. Una de las figuras fractales más simples generada por iteración es la llamada curva de Koch, o curva de copo de nieve (Mandelbrot, 1983, p. 34 y ss.). La operación geométrica consiste en dividir una línea en tres partes iguales y reemplazar la sección central por los dos lados de un triángulo equilétero, como muestra la figura 6– 12. Repitiendo la operación una y otra vez en escalas cada vez menores, se crea un dentado copo de nieve (figura 6–13). Como la línea de costa de mandel brot, la curva de Koch devendrá infinitamente larga si prolongamos infinitamente la iteración. En realidad la curva de Koch podría verse como un modelo muy rudimentario de línea de costa (figura 6 – 14). Con la ayuda de ordenadores, iteraciones geométricas simples se pueden reproducir miles de veces a distintas escalas, para producir las llamadas falsificaciones fractales, modelos generados por computadora de plantas, árboles, montañas, líneas de costa y demás, con un sorprendente parecido a las formas reales existentes en la naturaleza. La figura 6–15 muestra un ejemplo de una de esas falsificacio nes fractales. Iterando un simple dibujo de líneas a varias escalas, se genera la hermosa y compleja imagen de un helecho. Con estas nuevas técnicas matemáticas, los científicos han podido construir modelos muy precisos de una gran variedad de formas natiurales irregulares, descubriendo al hacerlo la aparición generalizada de fractales. De todos estos modelos, es quizás el patrón fractal de las nubes, que inspiraran a Mandelbrot la búsqueda de un nuevo lenguaje matemático, el más asombroso. Su autosemejanza alcanza hasta siete órdenes de magnitud, lo que significa que el borde de una nube, ampliado diez millones de veces, sigue mostrando el mismo aspecto conocido. NÚMEROS COMPLEJOS La culminación de la geometría fractal ha sido el descubrimiento por Mandelbrot de una estructura matemática que, aun siendo de una enorme complejidad, puede ser generada con un procedimiento iterativo muy simple. Para comprender esta asombrosa figura fractal, conocida como la serie de Mandelbrot, debemos familiarizarnos primero con uno de los más importantes conceptos matemáticos: los núme ros complejos. El descubrimiento de los números complejos constituye un capítulo apasionante de la historia de las matemáticas (dantzig, 1954, p. 204). Cuando el álgebra fue desarrollada en la Edad Media y los matemáticos exploraron toda clase de ecuaciones, clasificando sus resultados, muy pronto se encontraron con problemas que no tenían solución en términos de la serie de números conocidos por ellos. En particu
96. lar, ecuaciones tales como x + 5 = 3 les condujeron a extender el concepto numéri co a los números negativos, de modo que la solución ya podía escribirse como x = - 2. Más adelante, todos los llamados números reales –enteros positivos o negativos, fracciones y números irracionales como raíces cuadradas o el famoso número ¶ – eran representados por puntos en una sola línea numérica densamente poblada (figura 6–16). Con este concepto expandido de los números, todas las ecuaciones algebraicas se podían resolver en principio, a excepción de aquellas que comprenden raíces cuadradas o números negativos. La ecuación x2 = 4 tiene dos soluciones x = 2 y x = – 2, pero para x2 = – 4 parece no haber solución, puesto que ni + 2 ni – 2 darán – 4 al ser elevados al cuadrado. Los primeros algebristas indios y árabes se encontraban repetidamente con seme jantes ecuaciones pero se resistían a anotar expresiones tales como: raíz cuadrada de – 4, ya que las consideraban absolutamente carentes de sentido. No será hasta el siglo XVI, cuando los raíces cuadradas de números negativos aparecerán en textos algebraicos, y aun entonces los autores se apresurarán a señalar que tales expresiones no significan realmente nada. Descartes llamó <
En el siglo XIX, otro gigante matemático, Karl Friedrich Gauss, declaró con firmeza que <
97. drada de un número negativo siempre podrá ser escrita como raíz de – a = raíz de – 1 por raíz de – a, = i raíz de a, todos los números imaginarios pueden ser coloca dos sobre el eje imaginarios como múltiplos de i. Con este ingenioso sistema, Gauss creó un espacio no sólo para los números ima ginarios, sino también para todas las combinaciones posibles entre números reales e imaginarios, tales como (2 + i), (3 – 2 i), etc. Dichas combinaciones reciben el nombre de <
z, ó puntos en el plano complejo, que permanecen finitos bajo iteración.
98. Si se desea fijar la forma de la serie de Julian para una determinada constante c, la iteración debe realizarse para miles de puntos y así hasta que quede claro si se incremantarán o permanecerán finitos. Si a los puntos que permanecen finitos se les adjudica al color negro y el blanco a los que tienden al infinito, la serie de Julia aparecerá finalmente como un dibujo en negro sobre blanco. Todo el proceso es muy sencillo pero tremendamente largo. Es evidente que la utilización de un ordenador de alta velocidad es esencial si se desea obtener una figura precisa en un tiempo razonable. Para cada constante c obtendremos una diferente serie de Julia, de modo que hay un número infinito de éstas. Algunas son imágenes única conexas, otras están fragmentadas en varias partes inconexas y otras parecen heberse desintegrado en polvo (figura 6–18). Todas comparten el aspecto dentado característico de los frac tales y la mayoría resultan imposibles de describir en el lenguaje de la geometría clásica. <
99. repetida, la serie de Julia correspondiente será conexa, por muy revuelta que aparezca; en caso contrario, será siempre inconexa. Por tanto, todo lo que debemos hacer para construir la serie de Mandelbrot es iterar este punto z = 0 para cada valor de c. En otras palabras, generar la serie de Mandelbrot requiere el mismo número de pasos que generar una serie de Julia. Mientra que existe un número infinito de series de Julia, la serie de Mandelbrot es única. Esta extraña figura es el objeto matemático más complejo jamás inventado. Aunque las reglas para su construcción son muy simples, la variedad y complejidad que revela bajo una atenta observación son increíbles. Cuando se genera la serie de Mandelbrot sobre una cuadrícula preliminar, aparecen dos discos en la pantalla del ordenador: el menor aproximadamente circular, el mayor vagamente en forma de corazón. Cada uno de ellos muestra varios aditamentos en forma de disco sobre sus contornos. Una mayor resolución revela una profusión de aditamentos cada vez menores bastante parecidos a púas espinosas. A partir de este punto, la riqueza de imágenes revelada por la ampliación creciente de los bordes de la serie (es decir, incrementando la resolución en el cálculo) re sulta imposible de describir. Un recorrido como éste por la serie de Mandelbrot, preferentemente en video (Fritjof Capra se refiere aquí a la excelente producción en video que menciona anteriormente –Peitgen y otros, 1990–, en la pag. 93 de este capítulo, editada por Spektrum der Wissenschaft, Veralagsgesellschaft, Mönchhfstraße 15, D-6900, Heidelberg y distribuida por W.H. Freeman, 20 Beaumont Street, Oxford OX1 2NQ, UK – (ISBN 0-7167–2244–5). (N. del T.)., es una experiencia inolvidable. A medida que la cá-
mara se aproxima con el zoom y amplía el borde, parecen surgir del mismo brotes y zarcillos que, ampliados a su vez, se disuelven en una multitud de formas: espira les dentro de espirales, hipocampos y remolinos, repitiendo una y otra vez los mismos patrones (figura 6–20). En cada escala de este viaje fantástico –en el que los ordenadores actuales pueden producir ampliaciones de hasta ¡cien millones de veces! –, la imagen aparece como una costa ricamente fragmentada, pero incluyendo formas que parecen orgánicas en su inacabable compejidad. Y de vez en cuando, hacemos un misterioso descubrimiento una diminuta réplica de toda la serie de Mandelbrot enterrada en las profundidades de la estructura de sus bordes. Desde que la serie de Mandelbrot apareciera en la portada de Scientific American en agosto de 1985, cientos de entusiastas de los ordenadores han utilizado el programa iterativo publicado en aquel número para emprender su propio viaje por la serie con sus ordenadores domésticos. SE han añadido vívidos colores a los patro nes descubiertos en estos viajes y las imágenes resultantes han sido publicadas en numerosos libros y expuestas en muestras de arte informático alrededor del glo bo (Peitgen y Richter, 1986). Contemplando estas inolvidablemente bellas imágenes de espirales en rotación, de remolinos que generan acantilados, de formas orgánicas bullendo y explosionando en polvo, no podemos evitar el sugestivo parecido con el arte psicodélico de los años sesenta. Este arte estuvo inspirado en viajes se mejantes, facilitados no por potentes odenadores y nuevas matemáticas, sino por LSD y otras drogas psicodélicas. El término psiocodélico (<<manifestación mental>>) fue creado cuando se demostró tras una investigación minuciosa que estas drogas actúan como amplificadores
100. ó catalizadores de procesos mentales inherentes (Grof, 1976). Parecería pues que los patrones fractales, tan característicos de la experiencoa con LSD, debieran estar embebidos en el cerebro humano. El hecho de que la geometría fractal y el LSD apareciesen en escena aproximadamente al mismo tiempo es una de esas sorprendentes coincidencias –¿o sincronizaciones?– que tan a menudo se han dado en la historia de las ideas. La serie de Mandelbrot es una mina de patrones de infinito detalle y variedad. Estrictamente hablando, no es autosemejante puesto que no sólo repite los mismos patrones una y otra vez, incluyendo pequeñas réplicas de la propia serie entera, si no que ¡contiene también elementos de un número infinito de series de Julia! Es, pues, un <<superfractal>> de inconcebible complejidad. No obstante, esta estructura cuya riqueza desafía a la imaginación humana, está generada por unas pocas reglas muy simples. Así, la geometría fractal, al igual que la teoría del caos, ha obligado a científicos y matemáticos a revisar el concepto mismo de complejidad. En matemáticas clásica, fórmulas simples corresponden a formas simples y fórmulas complicadas a formas complicadas. En las nuevas ma temáticas de la complejidad, la situación es totalmente distinta. Ecuaciones sencillas pueden generar atractores extraños enormemente complejos y reglas sencillas de iteración dan lugar a estructuras más complicadas que lo que podríamos imaginar jamás. Mandelbrot lo ve como un nuevo y apasionante desarrollo de la ciencia: Se trata de una concliusión muy optimista ya que, después de todo, el sentido inicial del estudio del caos era el intento de encontrar reglas sencilla para el universo que nos rodea (...). El esfuerzo siempre fue buscar explicaciones simples para realidades complejas. Pero la discrepanci entre simplicidad y complejidad nunca fue comparable con lo que nos hemos encontrado en este contexto (citado enPeitgen y otros, 1990).
Mandelbrot ve también el tremendo interés despertado por la geometría fractal fue ra de la comunidad matemática como un avance saludable. Espera que ello contribuirá a romper el aislamiento de las matemáticas de otras actividades humanas y la consiguiente ignorancia del lenguaje matemático, existente incluso entre personas altamente educadas en otros aspectos. Este aislamiento de las matemáticas es un chocante signo de nuestra fragmentación intelectual y, como tal, se trata de un fenómeno relativamente reciente. A través de los siglos, muchos de los grandes matemáticos han hecho también contribu ciones importantes en otros campos. En el siglo XI, el poeta persa Omar Khayyám conocido mundiamente como el autor del Rubáiyát, escribió también un tratado pionero de álgebra y sirvió como astrónomo oficial en la corte del califa. Descartes, el fundador de la filosofía moderna, era un brillante matemático así como un médico experimentado. Los dos inventores del cálculo diferencial, Newton y Leibniz, de sarrolaron actividades en muchos campos además de las matemáticas. Newton era un <
101. yor parte de su vida. El gran matemático Gauss fue también físico y astrónomo e inventó diversos instrumentos muy útiles, entre ellos el telégrafo eléctrico. Estos ejemplos, a los que se podrían añadir muchos más, muestran que a lo largo de nuestra historia intelectual, las matemáticas nunca estuvieron separadas de otras áreas del conocimiento y la actividad humanas. En el siglo XX, sin embargo, el incremento del reduccionismo, la fragmentación y la especialización han conducido a un aislamiento extremo de las matemáticas, incluso dentro de la comunidad científica. Así el teórico del caos Ralph Abraham recuerda: Cuando inicié mi trabajo profesional como matemático en 1960, de lo cual no hace tanto tiempo, las matemáticas modernas en su totalidad –en su totalidad– eran rechazadas por los físicos, incluso por los más avanzados físicos matemáticos... Todo lo que era un año ó dos anterior a lo que había utilizado Einstein era rechazado... Los físicos matemáticos rehusaban dar permiso a sus estudiantes para asistir a cursos impartidos por matemáticos: <
La gran fascinación ejercida por la teoría del caos y la geometría fractal en personas de todas las disciplinas –desde científicos a empresarios y artistas–, puede constituir efectivamente una señal esperanzadora de que el aislamiento de las matemáticas está tocando a su fin. Las nuevas matemáticas de la complejidad están haciendo que hoy cada día más personas se den cuenta de que las matemáticas son mucho más que frías fórmulas, que la comprenión del patrón es crucial para el entendimiento del mundo vivo que nos rodea y que todas las cuestiones de patrón, orden y complejidad son esencialmente matemáticas.
I (a+b)2 = a2 + 2ab +b2 II y=x2 III (d2 - d1) (t2 - t1) IV x→3x 3x→9x 9x→27x etc. V x→3x VI x→kx VII x→kx(1-x) VIII x→3x(1-x) IX 0 0,2 0,4 0,6 0,8 1
→ 0 (1-0) =0 → 0,6 (1 - 0,2) = 0.48 → 1,2 (1 - 0,4) = 0,72 → 1,8 (1 - 0,6) = 0,72 → 2,4 (1 - 0,8) = 0,48 → 3 (1 - 1) = 0
X x2 = 4 XI x2 = - 4 XII √¯-a = √¯-1 √¯a = i √¯a XIII z = z2 + c