Luis francisco Salazar.
La persona humana. El hombre es un ser inteligente, un ser que busca, que pregunta el porqué de las cosas que conoce…pero el conocimiento del hombre no tiene en sí mismo un sentido completo… por eso es necesario preguntarnos el porqué y el para que, de la persona humana. La filosofía, que nace como pregunta por el fundamento y sentido de la realidad experiencial, tiene como último resultado la respuesta sobre el ser humano sus relaciones con la realidad en cuanto tal. La pregunta filosófica es siempre pregunta antropológica, ya que es el hombre el que descubre el fundamento y sentido de las cosa. Siguiendo este criterio, hallamos en la historia de la filosofía periodos fuertes y periodos débiles, según los cuales ha considerado el hombre su problema como parte de la cuestión general del mundo como caso particular y especifico. Estos son los momentos que más importantes que marcan concepciones del hombre especialmente significativas: filosofía griega, pensamiento cristiano, filosofía moderna y antropología contemporánea1.cada uno de ellos reviste características importantes por su punto de vista y su perspectiva adoptada. Los griegos estudiaron al hombre como parte interesante del cosmos en relación directa con él; el cristianismo lo hizo teniendo en cuenta su origen especial y su destino trascendente (Dios); la filosofía moderna lo encerró en su propia intimidad y lo vio exclusivamente desde sí mismo; la antropología contemporánea lo considera en su relación con sus semejantes y con su historia.
1.1 Filosofía Griega: el hombre y el cosmos. Dentro de la filosofía griega el hombre es considerado como un punto axial del universo. Su distinción y su superioridad estriban en el alma racional diferente al resto de los seres la capacidad para captar el sentido de las cosas, según Heráclito, y el poder de penetrar las apariencias hasta llegar al meollo como enseña Parménides, se convierte por obra de los sofistas en facultad crítica y elemento central del ser humano.2 a). Protágoras de Abdera (480-410) a.c. exponente de la escuela sofista, advierte en esta función de poder por el que el hombre se constituye en paradigma de todas las cosas, de las que son y de las que no son. Pero no porque descubra la esencia de las cosas, sino porque solo e referencia el cobran aquellas sentido. Este hecho es suficiente para que el hombre que se considera parte integrante de “la gran realidad de la physis”3, adquiera una neta superioridad sobre el resto de la naturaleza. Sobre todo si está dotado de capacidades peculiares, como la intuición que le permite crear las artes para sobrevivir, y el sentido de la justicia que lo capacita para formar comunidad. b). Sócrates (470- 399 a.c) resume la filosofía de Protágoras, pero intenta descifrar, por su parte, la realidad del ser humano en continua búsqueda de si mismo. Semejante búsqueda es facilitar la facultad racional que lo vincula constitutivamente con la verdad eterna.Desde la plataforma de su autenticidad (“conócete a ti mismo”), llega el individuo humano a la posesión
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Sobre este tema especial interesan los siguientes estudios: m. Buber. ¿Qué es el hombre?; A Cavali, appunti per una breve storia dell´ antropología. 2 “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son” platón, Protágoras, 1. 3 Cf. M. Ubeda Ppurkis, introducción al tratado del hombre. El antiguo griego, comenta Gusdorf, “no tiene en sí mismo la conciencia aislacionista que tenemos nosotros: se sitúa en el centro de la realidad más o menos indisociable, atribuyendo ala circundante la misma realidad que se atribuye a sí mismo”: G. Gusdorf, mithe et metaphysique, parís 1953, 17.
de su propia verdad y de las cosas. No es, por tanto, un accidente cósmico o epifenómeno, sino la fase terminal de un largo proceso natural de perfeccionamiento que culmina con el entendimiento.4 C). platón ( 427-347 a. c) en continuidad con Sócrates , el primero que hable expresamente del espíritu como elemento específicamente distintivo del ser humano. En oposición al principio material corpóreo, que no es más que mero instrumento, el alma espiritual representa la parte esencial y positiva del hombre. Es propiamente su ser. Una proclamación palmaria del dualismo diacotónico, según el cual el alma o facultad intelectiva se vincula accidental y transitoriamente al cuerpo hasta el momento de la muerte cuando “vivirá fuera del cuerpo en mansiones más hermosas, imposibles de describir.”5 El alma humana pertenece al mundo de las ideas y es fabricada por el Demiurgo según el patrón de la verdad y del bien para ser implantada en el mundo material mediante la envoltura del cuerpo. Resulta así que el ser humano concreto es una realidad estratificada compuesta de organismo, por un lado, y de psiquismo, por otro, dotado de una tripe dimensión: vegetativa, sensitivo, intelectiva. No tres almas, sino una sola con tres poderes o capacidades.6. d) Aristóteles (384- 322 a.c) se distingue por su propósito de superar el dualismo platónico y hacer del ser humano un ser unitario, una única sustancia y esencia. Esta concepción unitaria resulta de explicar al caso del hombre su teoría hilemórfica, según la cual no existe monismo reduccionista (un solo elemento) ni dualismo diacotómico (dos elementos diferentes), sino una sola realidad sustancial (un solo sujeto) integrada por el espíritu (forma) y por el cuerpo (materia) como principios que se determinan mutuamente. El alma informa al cuerpo configurándolo como cuerpo humano, de modo que no hay cuerpo humano sin alma informante, ni alma sin cuerpo informado. Dicho de otra manera el hombre es cuerpo y alma a la vez; alma corporeizada o cuerpo animado. Dos elementos distintos, pero inseparables en la realidad humana.7. “Es, pues, necesario que el alma sea sustancia y forma de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia…(el alma) será la perfección primera y el primer acto (entelequia) de un cuerpo natural…el alma, pues, no es separable del cuerpo… El alma es principio de las funciones mencionadas y se define por ellas, esto es, por la nutritiva, la sensitiva, la mental, y el movimiento”8. Resumiendo el pensamiento antropológico de la Grecia antigua, tenemos que decir que el hombre aristotélico cómodamente instalado en el mundo, al que conoce perfectamente y con el que guarda unas excelentes relaciones de vecindad, pero sin que todavía haya alcanzado a ver su puesto privilegiado en el concierto universal. No es consiente del nuevo orden ontológico que presenta. Como enseña M. Buber, es comprendido desde el mundo, pero el mundo no es entendido desde él9. e). el helenismo (300- 200 a.c.) la filosofía helenista más que preguntarse por la naturaleza especifica del ser humano, se preocupa de su comportamiento y forma de vida. En lugar de antropología hace ética y política sobre un trasfondo ontológico determinado. Así lo entendieron el estoicismo y el epicureísmo. El estoico español Séneca define al hombre como ser racional en completa armonía con la naturaleza. “animal racional es el hombre y por ende e bien suyo llega
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Cf. Platón, Gorgias, 479 D-1. “el hombre socrático, escribe J. Marias,es el hombre real, es cada hombre, que se puede conocer, que puede conocer su intimidad y ponerla patente a la luz”: J. Marias, el tema del hombre, Madrid 1968, 32. 5 Cf Jenofonte, Memoralia, 4, 3, 4. también E.B Tylor, El pensamiento de Sócrates, México 1961, 112-117. 6 Cf. X. Zubiri, sobre el hombre, Madrid 1986, 674. 7 Cf. Aristóteles, De anima, II, 1, 412, A 29; 412 B 25-413 A 9 8 De anima, II, 1, 412, A 29, 43-44; 412 B 25- 413 B 13-15 9 M. Buber ¿Qué es el hombre?, 25.
a la perfección cuando cumple aquello para lo que nació. ¿Qué es, pues, lo que esta razón pide? Cosa facilísima: vivir según la naturaleza”10. Esta es la razón por la que los griegos no alcanzaron a ver al hombre más que como una pieza parte del cosmos, un microcosmos o mundo en miniatura. Ni ruptura de nivel ontológico ni novedad radical, sino una piza más del inmenso concierto formado por la naturaleza en su globalidad. 1.2 El hombre en el pensamiento cristiano (filosofía medieval) La reflexión cristiana y sobre los hallazgos de la antropología griega, más que elementos estructurales no devoción nuevos, aporta perspectivas desconocidas abre horizontes insospechados por la razón. En frente a la necesidad inflexible de la filosofía helénica, surgen ahora las categorías de libertad de historicidad como propiedades específicas del ser humano en cuanto criatura e imagen de Dios, con quien se conforma al filo de sus actos. Esto marca un cambio sustancial, pero sin constituir por ello todavía una verdadera antropología filosófica, ya que el hombre es concebido como obra directa e inmediata de Dios que reúne un alma espiritual a un cuerpo material. Estos datos no son obtenidos por la experiencia, sino datos por revelación.11 En esta nueva forma de pensamiento, el hombre ocupa un lugar privilegiado. Es el pivote sobre el que gira la creación entera y la flecha que marca el camino hacia la plenitud del espíritu. En él y por el la naturaleza alcanza su máxima perfección. “Porque en la creación está aguardando en anhelante espera la revelación de los hijos de Dios… Toda la creación gime y está en dolores del parto o hasta el momento presente y no sólo ella, sino también nosotros, que tenemos las primicias del espíritu gemimos dentro de nosotros mismos esperando la adopción final, la redención de nuestro cuerpo…”(Rom 8, 22,23) Dos enseñanzas importantes se desprenden de esta doctrina: que nada existe, sino es por designio de Dios creador, y que el hombre, sí bien se distingue del resto de las cosas, aparece como su continuación y vehículo que las lleva a su cumplimiento definitivo, al entronque con Dios. Lo específico del ser humano consiste, por tanto, en ser conocido y querido de modo especial por Dios. Esto significa que el hombre no es tal por lo que tiene de común con el resto de la naturaleza, sino por su semejanza con Dios. Se hace evidente el sentido de su trascendencia, que permite verlo como persona, de modo que ya no es un algo, sino alguien. No deriva de una esencia universal amorfa, sino que es obra especial de Dios que lo pone en la existencia en un cara a cara personal con él y lo invita a participar de su misma vida fruto de una llamada creadora, el hombre tiene que hacerse respuesta libre en el trenzado de sus actos y no mera emanación de una entidad suprema. Dios no crea al hombre como un ser cualquiera sino, como una realidad que lo conoce y lo ama, es su verdadera imagen una persona dueña de si y de sus actos. La autoposecion del hombre, en grado de intimidad que lo caracteriza y su peculiar relación con el ser hacen que la antropología se trascienda, en cierto modo, en teología, porque, al ser el hombre interlocutor de Dios, se convierte en su tu verdadero. a) San Agustín (334-430) con Martin Buber se reconoce que Agustín es el primero que plantea la cuestión genuina del hombre. Lo hace cuando se propone como objeto de su investigación y de su reflexión. El sujeto se hace objeto a la vez. ¿qué es el hombre que soy yo? Este interrogante es encarado por Agustín en los siguientes términos: “¿quid enim sum mihi sine te…? ¿Et quis homo est, quilibet homo, cum sit homo?”12 más concretamente todavía ¿quién soy yo, Dios mío? ¿cuál es mi naturaleza?”13 no se trata del
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L.A. Séneca, epístola XLI, Madrid 1949, 507. Cf. A. Gehlen, antropología filosófica. Del encuentro y del descubrimiento del hombre por sí mismo, Barcelona 1993, 28. 12 “¿Qué soy para mi sin ti…? ¿y quién es el hombre, cualquier hombre, en cuanto hombre?” confesiones IV, 1 1, en obras II Madrid 1955. 13 Ibid, x 17, 26. 11
asombro de todo hombre que piensa, sino de la inquietante búsqueda de lo humano que el sujeto pensante emprende desde sí mismo. El esquema de la reflexión agustiniana se articula en los siguientes puntos: subjetividad, unidad del alma y cuerpo, imagen de Dios. 1. Subjetividad. San Agustín descubre la subjetividad humana, entendida como autopresencia y autoconocimiento. Por ella el hombre penetra su interioridad y se descubre como luz que ilumina por dentro. Luz recibida y en dialogo, como comenta H.U Von Balthasar14, pero suficiente para establecer una diferencia con los demás seres (ontológica) y una semejanza con Dios, verdad increada, fuente de todo conocimiento. “porque allí donde halle la verdad, allí halle a mi Dios, la misma verdad”.15 2. Unidad de alma y cuerpo. Pero el hombre no es solamente espíritu, interioridad pura o luz incandescente. Es también cuerpo que, al unirse al espíritu, forma una sola realidad. Aunque el alma es el constitutivo principal, tomado en ocasiones por el todo humano 16, no por ello queda reducido al solo elemento espiritual, sobre todo teniendo en cuenta que Agustín emplea con frecuencia la parte por el todo, como dice el mismo17 “ son tres las partes por las cuales se forma el hombre: espíritu, alma y cuerpo, que por otra se dicen dos, por que con frecuencia el alma se denomina juntamente con el espíritu; pues aquella parte del mismo racional, de que las bestias carecen, se llama espíritu; lo principal de nosotros es el espíritu; en segundo lugar, la vida por la cual estamos unidos al cuerpo se llama alma; finalmente el cuerpo mismo, por ser visible, es lo último de nosotros”18. 3. imagen de Dios. El sujeto humano (unidad de alma y cuerpo) es luz recibida y en dialogo, efecto y reflejo de la luz increada. Agustín estudia al hombre en primera persona como ser que se conoce así mismo y responsable de sus actos. b) Seferino Boecio: dio un significado muy completo desde el punto de vista metafísico. “Persona est rationalis naturae individua substantia” a) b) c) d)
Explicación: Substancia: Lo que existe en sí y no en otro. Individual: Es el ser indivisible, único e irrepetible. Naturaleza: Es principio o fuente de operaciones. Racional: Es dimensión espiritual.
c) santo tomas de Aquino. (1225- 1274) su filosofía presenta al hombre como criatura de Dios y frontera entre dos mundos, el corruptible y el imperecedero, el material y el espiritual. Desde esta perspectiva Aquino presta mayor atención al alma que al cuerpo, aunque no olvida la fundamentalidad de este en el hombre19. Lo constitutivo y esencial del ser humano es lo que lo hace semejante a Dios y lo distingue de las demás creaturas. Con este criterio aborda dos cuestiones fundamentales que enmarcan su antropología: la unidad sustancial del hombre y su dimensión persona. El hombre, unidad sustancial de alma y cuerpo. El alma es la forma sustancial del cuerpo y dimensión constitutiva del ser humano, cuya característica esencial es la inteligencia racional. “decimos que la esencia del alma racional se une inmediatamente al cuerpo, como 14
“la luz del espíritu humano es una luz que escucha, una luz en dialogo…la luz (inmanente) del espíritu, con su espontaneidad…, nunca la podremos separar bien de esa suprema luz, y eso constituye precisamente la espiritualidad del espíritu, su trascendencias más allá del mundo”: H. U Von Balthasar, el problema de Dios en el hombre actual, 126, 129. 15 Confesiones x, 26, 37 16 “el hombre, según aparece al hombre, es un alma racional que usa de un cuerpo mortal y terreno”: de moribus ecclesiae I, 27, 52: PL 32, 1332. 17 “pues el hombre, según lo definieron los antiguos, es un animal racional, mortal. O, según suele decir nuestras escrituras, tres almas, pue que gustan designar el todo por su parte mejor, es decir, por el alma, ya que el cuerpo y el alma constituyen el hombre entero” De trinitate VII, 4, en obras, Madrid 1948. 18 De fide et símbolo, 10, 23: PL 40, 193-194. 19 CF. Summa theologica I, q 75 Introduction.
la forma al a materia y la figura ala cera)20, esto indica que el hombre está dotado de un principio inmaterial. Por lo tanto, cuerpo y alma no son dos sustancias subsistentes que se acoplan para formar al hombre, sino dos coprincipios constitutivos que lo configuran como tal, de modo que puede decirse que todo él es alma y todo cuerpo. “el cuerpo y el alma no son dos sustancias existentes en acto. En efecto, el cuerpo del hombre no está igualmente en acto cuando el alma está presente que cuando está ausente, sino que el alma lo hace ser en acto”21. El hombre es persona. la persona que es el grado supremo en el orden la sustancia 22, no es un algo indeterminado, sino un alguien autónomo e independiente. En razón de este poder cognoscitivo del hombre se abre al ser en toda su extensión, lo conoce como tal y se identifica con el de alguna manera y, en consecuencia, lo ama. “todo hombre posee una aptitud natural para conocer y amar a Dios; dicha aptitud consiste en la misma naturaleza de la mente, que es común a todos los hombres”23. Aquí radica por tanto la trascendencia y libertad humanas, que explico a continuación. Conocimiento intelectivo, base de la trascendencia humana. Por el conocimiento el hombre se sobrepuja a sí mismo y se instala en el área de la realidad como tal. Se hace con el ser de las cosas y se dirige hacia el absoluto. El conocimiento, fuente de la libertad. En la medida en que el hombre se conoce a sí mismo y a las cosas, se adueña de su propio ser y se libera de las cosa. De esta manera puede disponer de si y de sus actos y orientarse, por encimo de los seres finitos, al infinito y realidad por excelencia, al ser sin más, a Dios que acapara su atención. A manera de conclusión de esta época medieval- cristiana se deduce una consecuencia importante: el ser humano no es una cosa entre las cosas, un microcosmos, como lo pensaron los griegos, sino la cima de la creación entera. 1.3 edad moderna En esta época tiene especial importancia ya no el hombre sino su autoconciencia. Sin necesidad de recurrir a elementos foráneos, descubrirá en la propia intimidad la razón nuclear del fenómeno humano, la personalidad. Con la nueva física de Galileo (1564- 1642) y Kepler (1571- 1630) y la anterior revolución de Copérnico (1473- 1543) la imagen antigua del mundo físico hace crisis y deja al hombre a la intemperie ante los espacios infinitos que lo abruman y lo convierten en minúscula partícula sin asideros y carente de significación propia. Esta visión de la realidad cósmica y el pensamiento antropologico contribuyen al nacimiento de la filosofía moderna basada en la clara intención de reinvindicar el puesto y el valor singular de la razón humana, pues es ella la que, en definitiva, descubre la estructura del universo y comprende su ser. El sujeto racional humano es la viva expresión y encarnación real de esa razón universal que confiere vida a todo por el pensamiento. El hombre de este periodo histórico emprende un movimiento hacia dentro de sí mismo con el fin de encontrar en su interior la clave de su misterio y la defensa del peligro del mundo externo. En este movimiento se descubre como pensamiento y actividad mental. La res cogitans de Descartes, la caña pensante de Pascal, y el yo trascendental de Kant son pura subjetividad sin ventanas ala exterior. Tres son los pensadores que cubren este periodo marcado por el nuevo planteamiento de la cuestión antropológica. Descartes, Herder, Hegel. Es verdad que no son los únicos que piensan de este modo, pero si los más significativos, y exponentes más claros de la filosofía de esta época en sus diversos momentos.
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II sent., d. 1, q. 2, a. 4 C. Gent., 1. 2. C. 69. 22 “aquello que es completísimo en el género de la sustancia; máxima plenitud de la sustancia, en si misma subsistente, con independencia de otro sujeto” Summa theologica III, q, 16, a, 12, ad ,2 23 Summa theologica I, q. 93, a. 4 21
a) Descartes y el racionalismo. Descartes estudia al hombre, en la medida en que puede ser observado directamente, haciendo de la dimensión corpórea objeto de las ciencias naturales, mientras que somete el espíritu a la reflexión de la razón. Se evidencia un cierto dualismo, del estilo platónico, que presenta al hombre como maquina accionada por un agente espiritual. El filósofo ve en el alma el elemento sustantivo del yo humano, considerando al cuerpo como mero instrumento. “yo me consideraba en primer término como poseedor de un rostro, de unas manos, de unos brazos, y de toda esta máquina compuesta de hueso y carne, tal como aparece en el cadáver, a la cual designaba con el nombre de cuerpo”.24 Mientras el cuerpo no pasa de ser mera estructura material ajena de la actividad específica del yo, el alma, en cambio, constituye la parte esencial que distingue al hombre de los seres materiales, haciéndolo capaz de emitir juicios y formular racionamientos. Es el hombre propiamente reducido a pensamiento. “concibo muy bien que mi esencia consiste solo en ser algo que piensa, o en ser una sustancia cuya esencia o naturaleza toda es solo pensar.”25. En resumen se puede decir que la acción y complementariedad del alma y cuerpo, en Descartes, obedece a una concesión de la experiencia que viene a contradecir sus mismos principios doctrinales. En este sistema el alma (res cogitans) y el cuerpo (res extensa) son irreconocibles entre si como entidades diferentes26. Contemporáneo a Descartes y en la misma línea de pensamiento se encuentra Blas Pascal (16231662). Su originalidad consiste en afrontar el problema del hombre, ser paradójico, a la luz de los principios cristianos donde encuentra la respuesta verdadera al problema angustioso interrogante de este ser efímero que da su justa medida, en su autosuperacion. Solo desde el propio pensamiento y desde Dios es comprensible el ser humano. “no 4s el espacio donde debo buscar mi dignidad, sino en el arreglo de mi pensamiento…por el espacio, el universo me comprende y me devora como a un punto; por el pensamiento, yo lo comprendo…”. “El hombre sobrepasa infinitamente al hombre… escucha a Dios”27. La inteligibilidad de universo por parte de la mente humana la convierte en creadora y ordenadora de mismo y, por lo mismo, en razón divina. Este es el paso que B. Spinoza (1632- 1677) da sin vacilaciones, al sostener que el espíritu humano conocedor y amante de Dios es el mismo amor con el que Dios se ama y el mismo conocimiento con que se conoce a sí mismo 28. Spinoza no ve al hombre desde su relación con dios, más bien, lo entiende como Dios mismo o modo de ser suyo. Pero, como Dios de la naturaleza misma, el hombre resulta ser un ente exclusivamente natural, una parte de esa gran naturaleza que se afana denodadamente por permanecer en el ser. El hombre es en definitiva, el ente en que Dios tiene conciencia de sí mismo atreves de la mente humana29. b). J. G. Herder (1744- 1803) y la ilustración. Se la puede considerar como punto de partida de la antropología filosófica moderna. En su obra se encuentra ya los rasgos fundamentales de la visión del hombre que más tarde desarrollaran los antropólogos. 1. Kant (1724- 1804) su sistema no es netamente antropológico, pero en su intento por fundamentar la verdad sobre el hombre, concibe a este como alma que sabe, que actúa, que espera30. El hombre kantiano no es más que una participación finita del ser y del saber infinito. Un yo finito, reflejo de otro infinito, cuya captación exacta no es posible desde la autoconciencia 31. Ante esta imposibilidad, Kant se queda con lo que en el hombre le parece más relevante y fundamental, la razón o capacidad de conocer. 24
R.Descarte ,meditation seconde,, en oeuvres IX, 20, ed. Adam y tannery, parís, 1973, 20. R. Descartes, meditations de la premiere philosophie, VI, 97 en oeuvres VII, 78. También en discurso del metodO, IV, en oeuvres VI, 33. 26 CF. P, Lain Entralgo, teoría y realidad del otro I, Madrid 1968, 39-55. 27 B. Pascal, obras, pensamientos. Provinciales. Escritos científicos. Opúsculos y cartas, Madrid 1981, 122y 131 28 “el intelectual amor de la mente a DIOS es una parte deel amor infinito con que DIOS se ama a sí mismo” ética, p. v, props. XXXVI. 29 CF. M. Buber ¿Qué es el hombre? 34- 37 30 “ yo, como pensante, soy un objeto de sentido interior y me llamo alma” Kant, critica de la razón práctica, Buenos Aires, 1973, 116 31 M. Buber ¿que es el hombre? 12-16, 40 25
La concepción herderiana del hombre como imagen de Dios incluye su participación activa en el proceso de perfección como momento de la misma actuación de la providencia divina. Ello es posible por el carácter progrediente del ser humano, que la antropologia actual ha traducido correctamente como historicidad. 2. Hegel (1770- 1831) desposee a la persona por completo en favor de la razón del mundo y del espíritu absoluto, sumergido el yo humano en el proceso dialectico del espíritu, queda reducido a un momento de la conciencia del absoluto y pierde su singular originalidad32. El hombre es espirutu en cuanto lo distingue de la naturaleza, en un segundo mundo por encima del natural por que el ser humano aparece como instrumento de la acción del espíritu.” Siempre es el hombre un ser en quien el espíritu es activo”33. 1.4 edad contemporánea. Aquí aparece una palabra personalismo por primera vez con Charles Renouvier que escribió en su obra titulada “Le Personnalisme”, en 1903. Y, de ahí, surge como ideología filosófica: Personalismo: Relación de una persona con las otras personas. Para el carácter específico de la persona humana está en el conocimiento pero que no tiene el carácter de creativo (Idealistas), ni tampoco el carácter fenoménico (Kant). Este conocimiento en cambio está abierto al mundo y hacia el absoluto y así lleva al hombre a reconocer la existencia de una “Persona primera y creadora”. * Emmanuel Mounier: En 1949 publica una obra con el mismo título que Renouvier: “Le Personnalisme”, en la cual desarrolla las tesis principales en torno a la persona humana, que tiene las siguientes dimensiones: 1.- La mundanidad: Es decir, es una existencia incorporada o “existencia encarnada”. Para poner en evidencia que entre el sujeto y el cuerpo hay una profunda unidad: “no puedo pensar sin ser y no puedo ser sin mi cuerpo”, por medio de él estoy expuesto a mi mismo, al mundo, a los otros. 2.- La trascendencia: El hombre se caracteriza por una doble capacidad para separarse de la naturaleza: “Es él, el que conoce este universo y es él quien lo transforma”. 3.- La apertura: El primer movimiento que revela a un ser humano en su tierna infancia es un movimiento hacia los otros: El niño de los 6 a 12 meses: Sale de la vida vegetativa (de sí mismo) en cuanto descubre al otro (papá, mamá, etc.). Y, sólo hasta los 3 años se vuelve egoísta (involución). La primera experiencia es buscar el tú y descubre el nosotros y finalmente se regresa al yo. 4.- Dinamisidad: La persona humana es dinámica. La vida de una persona es la búsqueda hasta la muerte de una unidad presentida, anhelada y jamás realizada. 5.- La vocación: Cada persona tiene un significado tal que no puede ser substituida en el puesto que ocupa en el universo de las personas. 6.- La libertad: No se trata de ser condenado a ser libre (Sartre), sino que, la libertad se le concede a la persona como un don. Se le puede aceptar o rechazar. Puedo renunciar a mi libertad. Podemos decir finalmente que la filosofía de Renouvier y Mounier, sobre el estudio de la persona humana, se extiende a toda la realidad y busca razón de movimiento progresivo con que ella tiende al modo más alto de ser personificante. Gabriel Marcel: Escribió una obra llamada “Diario metafísico” (1927). Y otra obra llamada el " homo beator” (1967). La persona humana no puede ser estudiada con los instrumentos de la ciencia,
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Hegel, lehre vom menschen, Stuttgart 1970 Hege, vorlesugen uber die philosophie der welgeschichte, introducción general. II 1, a. traducción de j. marias, el tema del hombre, 239 33
porque no es un problema la persona humana es un misterio. Por eso, a la persona humana se le intenta comprender mediante la interrogación metafísica. Para respetar su personalidad se necesita tratarla como un tú, lo cual se hace posible en la pregunta, en el diálogo, en el amor, que muchas veces puede ser un inteligente silencio. Es de la esencia de la persona la comunicabilidad que es una disposición una actitud de ofrecimiento. Con E. Mounier, admite que el hombre es un ser encarnado pero no un espíritu encarnado en un cuerpo, sino, la persona humana encarnada en el obrar. Para que el yo encarne en la persona se necesita asumir la responsabilidad de los propios actos. Maurice Nédoncelle: Su obra: “Hacia una filosofía del amor y de la persona” (1957). Sostiene que para estudiar a la persona se debe seguir un método complejo: Que reúne el análisis reflexivo y la intuición, la fenomenología y la interpretación metafísica. El punto de partida de su estudio metafísico es la relación Yo-Tú, que constituye el hecho primitivo donde la conciencia no se puede substraer o suprimir. El conocimiento de sí es solidario con otro sujeto el “Tú” y el binomio sujeto-objeto supone otro binomio Yo-Tú. Toda percepción de una persona como tal implica una reciprocidad dada y querida y la reciprocidad inicial o esencial es el amor. El amor descubre la naturaleza de la persona. El amor es comunión, es conciencia colegial y voluntad de promoción mutua, de establecimiento en el orden de los sujetos para ahí encontrar su propio desarrollo en una perspectiva universal cuyo centro es el tú (Dios). La persona no se construye sin riesgo, ella puede realizarse o fracasar y sin la ayuda de un Dios caridad, la segunda posibilidad es más fuerte que la primera. Paul Ricoeur:Su obra se llama: “Finitud y culpa” (1970). El ser humano es interpretado como falible (que se equivoca). Por lo tanto, el ser humano experimenta en su vida un carácter dinámico que va del A-ser al hacer-ser. La persona es un proyecto de humanidad. Humanidad: Es el modo de ser sobre el cual debe regularse toda aparición empírica de eso que nosotros llamamos “El ser humano”. Los padres transmiten una herencia endosomática. La influencia de la sociedad es una herencia exosomática. El hombre se va realizando en la humanidad y toda esa falibilidad le puede desarrollar. El fin de mi acción a de coincidir con el de mi existencia, de tal manera que sea un fin en sí mismo cuyo valor no sea subordinado a ningún otro. Además la existencia es una presencia con la cual se entra en relación de compresión recíproca, de intercambio, de trabajo, de sociedad.
Max Scheller: Acepta todas las tesis del personalismo: 1.- El primado de la individualidad respecto a la universalidad (el hombre vale más por sí mismo que como masa). 2.- La irreduptibilidad de la persona a la categoría de pura substancia. 3.- La persona no puede ser estudiada por puras técnicas de laboratorio (científicas). La persona: Es la unidad inmediatamente vivida de un viviente espiritual. Es la concreta y esencial unidad del ser, de actos, de esencia diversa, que en sí misma precede todas las diferencias de actos o sea que en la persona se funda todo su actuar." La persona precede a sus actos".
Cabe subrayar por otra parte que la persona se va realizando en los valores. La persona se convierte en el sujeto de valores, (no objetos). La unidad del hombre se desarrolla en la medida que vive los valores. La persona no puede ser objetivada ni, objetivamente conocida, sino trascendentalmente vivída. *Romano Guardini: Hace una función de doctrina clásica y moderna sobre la persona. Quiere rescatar acerca de la persona como es una substancialidad, una individualidad, es una incomunicabilidad y autoconciencia. Y de esto resulta lo siguiente: Persona: Es la forma de la individualidad viviente en cuanto está determinada por el espíritu. “Yo en mi ser no puedo ser poseído por ninguna otra instancia sino que me pertenezco, es decir yo soy del todo irremplazable2. Martín Bubber: En su obra “Yo y Tu"(1937) Persona: Es un ser de relación. Y la relación que la persona ejerce es doble: La relación que tiene con las cosas (es un monopolio.) La relación que tiene con las personas, otras iguales al tú (es de diálogo.) Respecto a las cosas yo puedo manipularlas para la experimentación, puedo hacer en ellas un desarrollo objetivo, las puedo utilizar, poseer y puedo realizar labores (fatalizar) en el sentido de las cosas (Perderme en ellas, que son medios). Las cosas giran en torno mío.
Con las personas el proceso es de encuentro de presencia, es de amor compartir un destino de libertad. Martín Heidegger: El hombre es esencialmente un “Da sain” (Ser ahí). Un ser sistemáticamente fuera de sí mismo. Su esencia consiste en la “Ex – istencia” (salir de sí), o en la trascendencia. El valor ontológico primordial de la persona es el “Yo”, gracias a la relación de vinculación que tengo con el ser. “El hombre es el pastor del ser”, es decir el artífice del ser. Pero esto sucede en la medida de que el hombre toma conciencia de sus posibilidades y las traduce en acto incluido su última posibilidad, “la muerte”. (obra: ser y tiempo, 1927). Por tal motivo a manera de síntesis diríamos que la persona comprende cuatro elementos fundamentales a saber: subsistencia, autoconciencia, comunicación y auto trascendencia. Todo ser humano que vive sobre la tierra, está dotado de aquellas cualidades supremas. Gracias a la subsistencia es distinto de todos los demás, mediante la autoconciencia se reconoce como único e irrepetible, pero al mismo tiempo como libre, sociable, perfeccionable; mediante la comunicación entra en relación con los otros, en relación con la auto trascendencia está llamado a superar todos los límites o confines con los que el espacio y el tiempo tratan de cerrar el paso a su ascenso e intenta penetrar en el reino de lo absoluto y de lo eterno.
2. ¿Qué significa ser persona? En una palabra, la persona es el hombre total en cuanto supera su fragmentariedad objetiva y no queda supeditado a nada ni a nadie. Su autoposesión y dominio excluyen cualquier pretensión de pertenencia ajena. Es propiedad suya, lo afirma Zubiri: es “suidad”, que se traduce en “mismidad”, “autopertenencia” e “insistencia”. Es el individuo racional de Boecio, el supuesto “subsistente” de la escolástica, el sujeto “ético” de Kant, el núcleo de espiritualidad de Scheler, lo mismo que el centro de relaciones de Buber y Mounier 34.
34
Cf. LUCAS, J., Las dimensiones del hombre, 175.
Aunque queda por resaltar que en realidad no es posible definir a la persona, por lo que los conceptos que se dan son simples aproximaciones sucesivas35. 2.1 Concepto Ontológico El mérito de haber preparado la primera definición adecuada de persona en perspectiva ontológica se debe a Severino Boecio. Él la define así: “persona est rationalis naturae individua substantia” (La persona es una sustancia individual de naturaleza racional) 36. Pretende señalar al hombre concreto, sugiriendo que su singularidad le merece el nombre de persona; además se caracteriza por su racionalidad. Ahora resaltamos algunas características que ponen de relieve el contenido positivo de la persona37. El carácter único del sujeto. Esto indica que la persona no es algo, sino alguien, tampoco se puede reducir primariamente a individuo de una especie. Al afirmar que todo ser humano es persona queremos subrayar, por encima de todas las diferencias individuales o categoríales, que cada uno es un ser singular, inconfundible e insustituible, un sujeto único, hay que encontrarse con él para descubrirlo38. La unicidad se revela en la comunión interpersonal. Es el ser que interpela y al que debo responder39. Es por excelencia el ser de la palabra y del amor. La palabra como interpelación e invocación y el amor como respuesta y correspondencia40. El carácter único de la persona en relación interpersonal se vive como interioridad. Por mucho que la persona se comunique y se abra sigue siendo otro, igual que yo soy “otro” para él. Por eso la alteridad consiste en ser un individuo que vive una vida por sí mismo; y es en este sentido en que el término persona o yo, indica el centro de la individualidad propia de donde parten todas las iniciativas y al que remiten todas las experiencias 41. La persona tiene también un carácter sagrado o metafísico. Se debe ver como un dato o un don, en este sentido la realidad de la persona es la realidad trascendente, la realidad metafísica por excelencia, de ahí su carácter único y sagrado. Esto se manifiesta en cuanto que no puedo disponer de ella, ni utilizarla como medio para conseguir otros objetivos42. Una simplificación en la definición de Boecio fue introducida por Santo Tomás, en cuanto definió la persona “subsistens rationale” (un subsistente racional). En el término subsistente Santo Tomás incluye aquello que Boecio había expresado con los términos de “individuo, naturaleza y sustancia”43. Aunque esta definición presenta dos límites: el primero de ellos es la caracterización del hombre como sustancia y la otra es la falta de una mención expresa a características esenciales de la persona como la libertad… Aunque cabe recalcar que su definición es incompleta porque la tradición en que se forjó, no había desarrollado dichos elementos faltantes, sabiendo que fueron incorporados en la modernidad44.
35
Cf. BURGOS, J., Antropología, 39.
36 Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, Editorial Pontificia Università Urbaniana, Roma 19892, 267. 37
Cf. GEVAERT, J., El problema del hombre, Ediciones Sígueme, Salamanca 200313, 59-60. 38 Cf. Ibidem, 60. 39 Cf. Ibidem, 60. 40 Cf. LUCAS, J., El hombre ¿Quién es?, Editorial Sociedad de educación Atenas, Madrid 1988, 72. 41 Cf. GEVAERT, J., El problema del hombre, 61. 42 Cf. Ibidem, 62. 43 Cf. Ibidem, 268. 44 Cf. BURGOS, J., Antropología, 40.
Según Santo Tomás entre persona y naturaleza hay distinción como entre el todo y la parte; la persona es el hombre singular y concreto, en toda su unicidad e irrepetibilidad, mientras la naturaleza humana es solamente parte de ella, también es parte fundamental y sustancial. La persona como totalidad del ser singular abarca: la materia, la forma sustancial, las formas accidentales y el acto de ser. El acto de ser es la perfección máxima y es esto lo que le otorga la actualidad a la sustancia y a todas sus determinaciones. El acto de ser otorga a la persona la propiedad de la incomunicabilidad, gracias a tal acto se hace completa en sí misma, ontológicamente cerrada. La persona, precisa Santo Tomás, goza de triple incomunicabilidad: el individuo personal no puede comunicarse con otras cosas como parte, ya que existe como un todo completo; no puede comunicarse como el universal, se comunica como el singular, por cuanto es subsistente; no puede comunicarse como una cosa asumible, porque esto que es asumible pasa a la personalidad del asumente y ya no tiene una personalidad propia45.
En el siglo XX, se destacan especialmente: Maritain y Guardini, para Maritain la persona se contrapone al concepto de individuo; ella está ligada al alma e indica apertura. El individuo está ligado al cuerpo e indica clausura, encerramiento. Esta contraposición que hace Maritain no está en la línea de Santo Tomás, porque para éste la persona tiene como complemento “actus essendi” (acto de ser) y no el alma, por eso cuando se le considera en clave ontológica la persona tiene como fundamento el acto de ser y no el alma, pero si el discurso se desplaza al plano dialógico, se debe admitir que la razón primera de la apertura y de la comunicación es el alma, sin embargo, no se puede olvidar que el alma transmite la apertura y la comunicación al cuerpo46. Guardini, expresa el significado de persona desde la unicidad y la interioridad de la vida, el saber, el querer... Todo ello no es todavía persona, porque ella significa que el hombre está en todo eso, significa el hecho de poder y deber subsistir en sí mismo47.
3. LA PERSONA NO ES UN PROBLEMA, SINO UN MISTERIO. Es importante renunciar a considerar a la persona como un problema, aunque esto no significa que enviemos a la persona al ámbito de lo incognoscible. En efecto, un problema es algo que, por definición, reclama una solución. Y una vez dada esta, se acabaría el problema. De aquí la ambigüedad de M. Scheler cuando concebía al hombre como «un ser problemático»48. En verdad, la persona no tiene una solución, por lo que hemos de concebirla, en su espiritualidad, como un ser misterioso, aunque esto no significa que el misterio implica una incognoscibilidad absoluta; no se trata de un acertijo, ni de un enigma insoluble. En otras palabras, sobre la persona sabemos muchas cosas, pero nunca las sabremos acabadamente y por completo, ya que, en la medida en que la conocemos, más nos percatamos de que todavía nos queda mucho por conocer, pues no puede ser aprehendida como algo fijo y esclerótico, sino que la viveza de su libertad y autoposesión mantiene siempre en vilo su comprensión total. No es lo mismo saber que alguien es, que saber cómo es cabalmente ese alguien, ni saber quién es ese alguien. El misterio personal se presta a cierto conocimiento, pero siempre que seamos conscientes de sus límites, pues remite a algo sobre lo que ignoramos más de lo que conocemos, ya que el misterio siempre reivindica su respeto. Quizás podemos sostener de la persona aquello que afirmaba santo Tomás de Dios: de 45
Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, 268-269. Cf. Ibidem, 269-270. 47 Cf. Ibidem, 271. 46
48
M. SCHELER, Die Stelhmg des Menschen im Kosmos, Francke, Berna 1975, 13. – 13 Metafísica, VII, 3, 1028 b 36.
El, más sabemos lo que no es que lo que es, pues la persona es una realidad apofática. Quizás algo similar quiso decir Aristóteles al afirmar que «el sujeto (hvpokeímenón) es aquello de lo que se dicen las demás cosas, sin que él, por su parte, se diga de otra»49. Es decir, que algo sé de la persona, de mí, de esta o de aquella. Pero este saber mío nunca es completo, ni sobre mí ni sobre el otro. Ni perfeccionando a Freud podré saber todo lo que en mí se esconde, ni viviendo durante siglos frente al otro terminará este por no tener secretos para mí. La persona –la mía, pero sobre todo la del otro–, es una realidad que se resiste a ser aprehendida por completo, ya que la persona no puede ser dicha de una vez para siempre, y a su misterio sólo accederé en la medida en que el otro se conozca a /sí mismo, y en tanto que el otro me lo quiera decir. Por eso, en la captación de la persona, todo nuestro conocimiento siempre debe ser reconocimiento, y no sólo del otro, sino también de nosotros mismos, cuando nos percibimos como la realidad más excelsa de lo existente: somos el único ser de la creación que piensa, que ríe, que llora, que ama en libertad…
4 . El Valor absoluto de la Persona Toda la filosofía humanista considera como valor absoluto a la persona humana, pero contrario a lo que piensan Nietzsche, Marx y otros autores que absolutizan a la persona, es evidente que no es el Absoluto ni el Ser Supremo, es absoluto en cuanto Valor pero no como ser. Esta connotación no le da al hombre un sentido de absolutez pleno ya que no se equipara con el Absoluto, esto hay que entenderlo a la manera que el hombre reconozca que su propio ser deriva de un Ser Superior y descubrir que aunque no es un ser absoluto tiene un valor absoluto porque procede de aquél que es Absoluto y que le ha participado su valor al hombre, a un ser contingente. Por lo tanto, el valor del hombre es una absolutez participada y no originaria, detrás del absoluto humano está el absoluto Dios que otorga absolutez ante todo, axiológica al hombre, que sin embargo prepara y otorga una absolutez en la vida futura50. La persona está abierta al absoluto. El hombre tiende al absoluto porque está dotado de inteligencia y voluntad, además porque una propiedad esencial de la persona es ser espiritual y por lo tanto está abierta al infinito, ya que tiende a ir más allá de lo que ha alcanzado. Al hablar de que el hombre es inteligente y libre se afirma el carácter absoluto de la persona ya que la misma inteligencia y voluntad están abiertas al absoluto. Por medio de la inteligencia se capta al ser en cuanto ser, captando a la vez lo finito en el horizonte de lo infinito teniendo en sí misma un deseo insaciable de conocer y su deseo de conocer sólo lo saciaría en la verdad absoluta. La voluntad está abierta al infinito ya que no se contenta con el bien alcanzado, sino que tiende a un bien nuevo y mayor; y su objeto es lo que le presenta la inteligencia, esta a su vez está abierta al Absoluto reconociendo que Dios es Verdad infinita y Absoluta, Bien ilimitado y Absoluto; así solamente Dios puede saciar la sed de verdad y bondad que es propia del ser espiritual: la persona51.
La persona al no necesitar de otros seres intermedios es fin en sí misma y además porque encuentra la razón de ser en sí misma, en su participación al Absoluto. La razón de su existencia es ser fin en sí misma ya que de una u otra manera realiza el fin absoluto que es Dios. La dignidad de la persona tiene su fundamento en esta apertura al ser en virtud de la cual es espíritu. Ella solo es fin en sí misma en cuanto está ordenada a Dios; es relativa ya
49
13 Metafísica, VII, 3, 1028 b 36. 50 51
Cf. MONDIN, B., Antropología Filosófica, 278-280. Cf. LUCAS, R., El hombre espíritu encarnado, Ediciones Sígueme, Salamanca 20033, 271-272.
que depende de Dios; es absoluta porque es querida por Dios de manera absoluta; es autónoma (autentica dignidad) ya que por sí misma está orientada al Absoluto52.
Las implicaciones del valor absoluto de la persona. Si la persona es fin nadie puede usarla como medio, por eso Dios en el momento de la creación le confiere el poder de autodeterminarse. Por tanto le compete a cada persona alcanzar si propia realización, aunque ya es realizado ontológicamente, en su constitución psíquica y moral debe hacer uso de su autoconciencia y autodeterminación para poder realizarse. Por tanto la persona tiene el derecho de que le respeten todos los constitutivos que le permitan garantizar la realización. Existen unos derechos naturales como al propio pensamiento, al propio cuerpo, a la propiedad privada, al matrimonio... Que le garantizan su pleno desarrollo. También aquí encuentra su fundamento las leyes del estado que deben estar al servicio de los hombres regulando su actividad y siendo medios para alcanzar sus fines53.
Bibliografía. 1) BURGOS, Juan, Antropología: una guía para la existencia, Editorial Palabra, Madrid 2003. 2) GEVAERT, Joseph, El problema del hombre, Ediciones Sígueme, Salamanca 200313. 3) LUCAS, Juan de Sahagun, Las dimensiones del hombre, Ediciones Sígueme, Salamanca 1996. 4) LUCAS, Juan de Sahagun, El hombre ¿Quién es?, Editorial Sociedad de educación Atenas, Madrid 1988. 5) LUCAS, Ramón, El hombre espíritu encarnado, Ediciones Sígueme, Salamanca 20033. 6) MONDIN, Battista, Antropología Filosófica, Editorial Pontificia Università Urbaniana, Roma 19892. 7) VELEZ, Jaime, El hombre un enigma, Consejo Episcopal Latinoamericano, Bogotá 1995.
52 53
Cf. Ibidem, 272-273. Cf. Ibidem, 273.