La Otra Navidad
“Cualquier parecido con nuestra Navidad Cristiana ...no es mera coincidencia”
Por Arturo Ortega Morán
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Nunca sabremos cuando fue que la humanidad festejó la primera navidad, pero fue hace mucho tiempo. Hacía siglos que los hombres habían observado que, progresivamente, los días cada vez eran más cortos y las noches más largas. Veían a un sol que, poco a poco, sucumbía ante la embestida de las tinieblas. Luego, llegaba el momento mágico en que el sol parecía detener su movimiento en el horizonte, y entonces, empezaba la victoria de la luz. El sol renacía con fuerza renovada y desde ese momento, el día ganaba terreno a la noche. Los hombres se llenaban de júbilo y esperanza -después de todo, el sol era su vida-. Se despertaban en ellos, nobles sentimientos que los impulsaban a regalar y a regalarse a sus semejantes. El festejo del nacimiento del sol, lo encontramos en muchas culturas ancestrales, a lo largo y ancho del planeta. Los antiguos romanos no fueron la excepción y al día en que la noche es más larga, cuando el sol parece detenerse, lo llamaron Solsticio (Sol inmóvil) de Invierno. Esto ocurre alrededor del 21 de diciembre. Tres días después, en la media noche del 24 de este mes, celebraban la fiesta del Sol Invictus (Sol Invencible).
Los romanos, festejaban la natividad del sol el 25 de diciembre, con grandes banquetes y coloridas fiestas. Por ese día, las clases sociales dejaban de importar y se veía a los grandes señores compartir la mesa con sus esclavos. Todos vivían el nerviosismo de preparar los regalos y el entusiasmo de recibirlos, ya que éstos, eran obligatorios. En fin, ellos disfrutaban ese día con un ambiente de fiesta, agradecimiento, cordialidad y buenas intenciones. Cualquier parecido con nuestra Navidad Cristiana ...no es mera coincidencia. Llegó el Cristianismo a Europa, y durante el siglo III, nació la inquietud de celebrar el natalicio de Jesús. Pero, ¿qué día nació Cristo? Algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron fechas tan distintas como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 de mayo y algunas otras. El Papa Fabián (236-250), mareado por tanta especulación, decidió cortar por lo sano y consideró que intentar fijar la fecha de nacimiento del Mesías, era un sacrilegio. Poco caso hicieron al Papa Fabián, ya que, la Iglesia oriental, después de sesudos estudios de astrólogos y matemáticos, determinó que Jesús fue crucificado un 6 de abril. Tenía justo treinta y tres años, contados a partir de su concepción como entonces se hacía. De modo que si el Nazareno fue concebido un 6 de abril, sumando los nueve meses de rigor, concluyeron que Cristo nació un 6 de enero. No acabó ahí la historia. Entre los años 354 y 360, durante el pontificado de Liberio (352366), olvidando astronomía y matemáticas, se decidió fijar el nacimiento de Jesús en la media noche del 24 de diciembre, día en que los romanos celebraban el Natalis Solis Invicti (nacimiento del Sol Invencible). Es claro que la intención era erradicar el culto pagano. Idea de lo que se vivía en aquellos tiempos, nos da la exhortación que San Agustín (354430) hacía a los creyentes de la época: "No dediquen este día al Sol, sino al Creador del Sol". La Navidad Cristiana, poco a poco fue ganando terreno, aunque a costa de tener que aceptar sincretismos con la antigua navidad pagana. De ahí: el árbol de Navidad, las luces, los regalos, las fiestas, las coronas, etc. Los paganos, que eran los aldeanos rústicos (el nombre viene de "pagus" que significa aldea), lógicamente fueron los últimos en abandonar los antiguos ritos. Por eso, la voz pagano se convirtió en palabra oscura para los cristianos. Quizá, podamos entender ahora, que muchos aún sin ser cristianos, sienten necesidad de celebrar la Navidad. Como una herencia de siglos, los hombres reclaman un momento de renovación, un momento de esperanza, un momento de alegría. Como ocurría en aquellos
tiempos, cuando se celebraba la otra navidad. Derechos Reservados © Arturo Ortega Morán