La Huella Del Imperio

  • May 2020
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La huella del Imperio 42. E S P E C I A L E S

Nadia Orenes Lo primero que oigo cuando entro en la sala de exposiciones es el silencio general. Aunque hay tan sólo unas pocas personas (es el último día de la exposición), se oye a algún niño entusiasmado aunque respetuoso, y a hombres y mujeres que comentan, pero casi en susurros, por lo que aún así, tan sólo veo silencio. Quizás es por la iluminación, tenue, suavizada aún más por los colores de la habitación: un rojo granate y suave a la vista. Se respira cierta sensación de intimidad, de solemnidad incluso. Para mí también fue imposible reprimir la admiración casi automática que sentí cuando entré por la puerta y me encontré de golpe frente a los grandes emperadores romanos que dominaron el mundo hace dos mil años. Y a tamaño real. Es normal que los niños miren y callen. Admiración por la reencarnación de este pueblo visionario, que también habitó nuestra tierra. No he visto esculturas que dejen a la gente un mejor sabor de boca que las romanas. “Mira, Nerón”, dice alguien, con una sonrisa en los labios. Otro visitante, que se muestra entendido, comenta el significado de los símbolos que adornan una estela que una vez guardó el cuerpo de un romano, seguramente noble. Al leer debajo de las placas los nombres de grandes emperadores que hemos oído toda la vida, y al verlos conectados a un rostro por primera vez y a menos de un metro de distancia, se pone una especie de cosquilleo en el estómago.

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En el siglo III antes de Cristo, las legiones romanas pisaron suelo ibero. Así nació el mundo hispanorromano, que hizo que nuestra tierra quedara engarzada en un nuevo orden político, nacido con el emperador Octavio Augusto, como parte de una de las provincias hispanas: la Tarraconense. En la exposición permanente del Museo Arqueológico Provincial (MARQ) dedicada al periodo de ocupación romana en la provincia de Alicante, se nos muestra a través de los objetos cómo el modelo autóctono fue perdiendo vigencia a favor de los ocupadores. No obstante, la cultura romana nunca se impuso a sus habitantes, sino que se integró en la sociedad ya existente. ¿Cómo sería la vida de una de esas personas que nacieron bajo el dominio romano, que se prolongó hasta el siglo V? La huella que todavía hoy queda del paso del Imperio sobre la provincia nos da unas nociones bastante precisas de cómo podría haber sido. Pongamos como nombre a este hipotético alicantino el nombre de Lucius. Antes de nada, sería interesante indagar en qué medida Lucius, nacido en Hispania, era realmente romano. Esto dependería del momento de su nacimiento ya que, al principio, sólo era ciudadano romano quien descendía de padre y madre romanos. El derecho se fue democratizando bajo el mandato del emperador Vespasiano, hasta que Caracalla, en el siglo II d. C concedió la ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio, incluidos los hispánicos. Los fines que perseguía con su ‘Edicto de Caracalla’ o ‘Constitutio Antoniniana’, por el cual se extendía la ciudadanía romana a todos los habitantes libres de provincias, fueron más bien con fines políticos y económicos. En cuanto a su aspecto físico, además de ser un hombre moreno y curti-

do por los omnipresentes rayos del sol alicantino, Lucius seguramente vestía una túnica que llegaba hasta las rodillas, bien sin mangas o con manga corta. Los hombre romanos llevaban un manto sobre su túnica, que cubría el hombro y cuidadosamente envolvía todo el cuerpo. Sólo los hombres que eran ciudadanos romanos podían usar una toga. La llevaban cuando querían parecer elegantes, igual que hoy se usa un traje. La toga se hacía a partir de lana de color blanco o de lino egipcio. Era de forma cuadrada o rectangular y se llevaba drapeada alrededor del cuerpo. Debajo de la toga se llevaba siempre una túnica. Los colores se utilizaban para ocasiones especiales o para mostrar el rango. Además, Lucius probablemente hablaría latín. Cuando comenzó la ocupación, el latín se fue expandiendo en los territorios conquistados, y en la época final del Imperio, el idioma ya había desplazado a todas las lenguas prerromanas, salvo parcialmente al aquitano en algunas zonas alejadas de los centros de poder romanos. Todas las lenguas habladas actualmente en España (salvo el vasco, procedente del aquitano) proceden del latín vulgar. Pero, ¿dónde y cómo habría habitado Lucius exactamente? En Roma e Hispania, la ciudad es el elemento básico de organización territorial y el ámbito donde se desarrollan la vida administrativa, social y económica. Las ciudades romanas que hubo en nuestro territorio fueron las colonias de Valentia e Illici; y los municipios, Saguntum, Edeta, Saetabis, Dianium, y Lucentum. El yacimiento arqueológico de Lucentum, situado en el Tossal de Manises, a 3’5 kilómetros de la ciudad de Alicante, fue una ciudad pequeña, pero sin embargo, su topografía y arqueología permiten va-

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Al fondo, los viveros de Illeta de Banyets, donde aún se pueden

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distinguir las balsas, comunicadas con el

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mar, en las que eran criados los peces

lorar como en ninguna otra el impacto de la romanización en el asentamiento ibérico anterior. Su ubicación tradicional fue muy discutida en los años sesenta. El hallazgo de la inscripción con la mención al municipi lucent, en el barrio de Benalúa, hizo plantear la hipótesis de que la ciudad estaba emplazada allí. Posteriormente, el hallazgo de una inscripción funeraria con la mención de un Servir Augustal hizo que se considerara el Tossal de Manises como solar del municipio romano. La muralla cerraba un espacio de tres hectáreas y estaba reforzada con varias torres. De su interior se conocen estructuras de habitación y obras hidráulicas. Esta cerca fortificada y el espacio que integra constituirían, más tarde, el corsé en el que se redistribuiría la urbanística de la ciudad romana. En el MARQ, dos pantallas enfrentadas en la sala dedicada a la época de la ocupación romana recrean, mediante reconstrucciones infográficas, escenas de la vida cotidiana de Lu-

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centum y sus alrededores. Los foros, las termas, los templos, son elementos sin los cuales no se entiende la ciudad en el sentido romano. Del foro, que ocupa una posición central en el conjunto urbano, recientes excavaciones han documentado los vestigios de un porticado en forma de U. Lucentum cuenta con, al menos, dos balnea o termas. Las termas de Popilio son las más antiguas y se conserva buena parte de su estructura. De cronología augústea, a mediados del siglo I d.C., M. Popilio Onyx financió una remodelación y ampliación del conjunto termal dotándolo de una nueva sala y un vestuario. Una inscripción conmemorativa menciona el hecho. Hacia la mitad del siglo I d.C. se constituyen las denominadas termas de la muralla, con claros avances en relación con las de Popilio. Los hypocausta se extienden al tepidarium, y las paredes cuentan con concamerationes, con lo que se conseguiría un mayor control y estabilidad

Illeta dels Banyets fue un importante enclave comercial

El peinado representado en los retratos dependía de varios factores, como los rasgos faciales, de manera que a cada configuración particular del rostro se atribuía un tipo de peinado diferente (con las orejas descubiertas, flequillo, etc.).

Para identificar las personalidades que aparecen en las esculturas no basta con las descripciones que de ellos aparecen en documentos. El método más frecuente consiste en buscar lel rostro del emperador en una moneda para luego agrupar todos los bustos iguales

La finalidad del escultor no era retratar al personaje tal y como era, sino destacar ciertos rasgos de la personalidad por los que se le identificaba. Así, se obviaban detalles como las arrugas y, por ejemplo, en un deportista se plasmaban facciones duras y esbeltas

La parte del busto representada se fue ampliando con el paso de los siglos: al principio, se representaba tan sólo la cabeza; en el siglo I d.C., las esculturas llegaban hasta los hombros, y finalmente, hacia la mitad del Siglo II d.C. se esculpe hasta media figura.

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El retrato La exposición Rostros de Roma, que de manos de la Obra Social CAM visitó Alicante hasta principios de año, reunió diecinueve retratos que resumían las etapas esenciales en la evolución del género en la Roma Imperial, presentando ante el público de forma directa a los protagonistas de la historia romana. El retrato fue un elemento esencial de la cultura romana y una de sus grandes contribuciones artísticas. Fue la imagen del poder, de aquellos que rigieron los destinos del Imperio. Pero mostró también la dimensión humana de sus habitantes, del ciudadano. Su uso se extendió por todas las provincias del Imperio y representó a todas las clases sociales, desde el patricio al liberto, desde el senador al magistrado. Fueron esculpidos por la corte imperial, para perpetuar su memoria y construir la romanidad, la pertenencia a la cultura romana.

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en la temperatura de las dependencias. Disponía, además, de frigidarium con piscina y vestuario. Lucentum fenece en el siglo III d.C. Persiste el problema de la situación de la Lucentum tardorromana, mencionada en el Ravennate. Puede referirse a las ruinas de algunas villas de sus alrededores o al cambio de emplazamiento de la ciudad, que podría haberse refugiado en la ladera del cerro de Santa Bárbara. Hoy Lucentum es el parque arqueológico más visitado de España, con cerca de cincuenta y sesenta mil personas al año. El MARQ, el museo del que depende este yacimiento junto con Illeta y Castell de Castells, fue el responsable de su acondicionamiento. Su director, José Alberto Cortés, nos cuenta cómo fue el proceso: “En 1996 estaba todo lleno de yerbas y en muy mal estado. Hicimos un convenio con el Estado para facilitar el uso y el acceso a los yacimientos. De lo que se

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trataba era de valorizar el yacimiento. La palabra que hoy se utiliza para explicar las intervenciones en estos yacimientos es “musealización”. Es decir, que el concepto de museo, que era un concepto desdeñable, antiguo y obsoleto, se ha convertido en un concepto de valorización, es decir, de interpretación. Allí hemos colocado recorridos, paneles, hemos recreado volúmenes a partir de unas intervenciones mínimas en la arquitectura.” Pero nuestro paisano Lucius podría haber estado al margen del la ciudad y haber habitado en una villa rural como Illeta dels Banyets, en El Campello. Antes de los años 40 del siglo XX, la Illeta dels Banyets era, como su topónimo valenciano indica, una isla. Pero no siempre fue así. Hasta un momento indeterminado de la Edad Media, era una pequeña península. La erosión marina o un cataclismo natural abrieron un canal que dio forma al accidente geográfico rodeado de mar.

Hay indicios de que en la segunda mitad del siglo V a. C. hubo un asentamiento ibero, cuyo resto más importante es un profundo aljibe excavado en la roca. Este poblado se abandonó en el siglo III a. C., y durante otros trescientos años el lugar volvió a quedar despoblado. Finalmente, en la época romana se alzó sobre las ruinas ibéricas y prehistóricas una villa agrícola. En la Illeta encontramos, en primer lugar, el poblado, que quedó estructurado en dos calles longitudinales que recorren la peníncula, comunicadas mediante calles trasversales. Fue un importante enclave comercial, distribuidor de mercancías provenientes de otros puntos del Mediterráneo, y centro productor de salazones y vino. El complejo se completó con unos hornos cerámicos situados en la costa, dedicados a la fabricación de ánforas, envase ideal para el transporte marítimo. También hay que destacar las pequeñas termas.

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1998 30.000 m2 Zeus, s/n 965 262 434 Banco con inscripciones romanas, tumba y un

http://www.marqalicante.com/

ánfora empotrada en la piedra, todo del yacimiento de Lucetum

Por último, nacieron en La Illeta los viveros, cortados en la roca costera. A pesar de estar muy erosionada, aún se pueden distinguir las balsas, comunicadas con el mar, en las que eran criados los peces. Son estas construcciones, llamadas “banyets”, las que dieron nombre al yacimiento arqueológico. Illeta dels Banyets sigue siendo hoy un emplazamiento espectacular, rodeado de las azules y brillantes aguas del Mediterráneo. En él, la accesibilidad para el visitante se ha procurado con mediante una perfecta integración en la naturaleza. El director del MARQ nos habla acerca de los futuros planes de acción proyectados para el yacimiento: “Ahora lo que pretendemos es recuperar Illeta, hacer una pasarela de madera que una la torre medieval y eliminar el istmo para recuperar la Illeta como tal, pero también para favorecer la accesibilidad al yacimiento.”

Suponiendo que nuestro amigo Lucius fuera un hombre libre, debió de vivir unos cuarenta años, si gozaba de buena salud, antes de encontrar la muerte. De ser un esclavo, habría vivido hasta diez años menos. En Hispania existían dos formas de realizar los enterramientos. En el ritual de la inhumación, las personas del entorno del difunto ofrecían vasos de cerámica donde derramaban sus lágrimas, y que se enterraban junto al cuerpo. Si se trataba de incineraciones, el tamaño de la pira indicaba la importancia del fallecido. Tras la cremación, las cenizas se introducían en una urna, que se enterraba para que el alma no vagara sin descanso durante la eternidad. Lo que vino después para Lucius ya no podemos saberlo, pero quizás él pensaba que su muerte no supondría el fin. En Alicante se practicaba el culto a la diosa Juno, a la que se erigieron templos en las Ilici y Lucentum.

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Tanto en Lucentum como en Illeta dels Banyets apenas queda una leve huella de la ocupación romana que la dominó hace cientos de años. Hay que utilizar la imaginación para adivinar en las ruinas las formas de las construcciones romanas. Sin embargo, todavía hoy el visitante se encuentra con sorpresa con ciertos detalles (como un moderno pestillo en una puerta, un ingenioso sistema para calentar el agua de las termas) que dejan bien patente que esas ruinas fueron un día ocupadas por la civilización más avanzada del mundo.

museonline Fotos de Lucentum e Illeta en: museonline.wordpress.com

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